Octavo Man Damien To
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JOSE ANTONIO GALERA
OCTAVO
MANDAMIENTO
«LA LENGUA...»
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S U M A R I O
PAGINAS
roducción ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 5
veracidad ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ll
dad, caridad y humildad ... ... ... ... ... ... . 14
tra verdad, mentira ... ... ... ... ... ... ... . 17
ocultación de la verdad ... ... ... ... ... ... . 21
tiras de «arte menor» ... ... ... ... ... ... .. 25
Hipocresía ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 25
Engreimiento o jactancia ... ... ... ... ... ... 26
Adulación ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 27
Burla y sátira ... ... ... ... ... ... ... ... .. 28
tiras de «arte mayor» ... ... ... ... ... ... .. 29Calumnia y detracción. Murmuración ... ... ... .. 32
Juicio temerario ... ... ... ... ... ... ... ... 37
Falso testimonio... ... ... ... ... ... ... ... 38
Injuria ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... . 38
obligación de reparar ... ... ... ... ... ... ... 39
fidelidad ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 42
liografía recomendada sobre el tema ... ... ... . 47
RODUCCION
Una actitud característica de la generación joven de nuestro tiempo es, sin
guna, el afán de sincerida, de autenticidad. Las gentes tienen hambre de ve
ominan de todo lo que pueda oler a enredo; hipocresía, pura forma sin cont
éntico. Hay en buena parte una marcada tendencia a romper con el pasado, a
presente intenso y a no preocuparse demasiado por el futuro. Una vez más pare
mo si el movimiento pendular de la historia siguiera implacablemente su
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rollando a su paso absolutamente todo incluso cuanto de noble y limpio encon
su caminar. Se trata simplemente, es verdad, de una mera apariencia pero
nto tal, nos impresiona y nos conmueve.
Realmente no es así. La historia no es algo ciego que se nos i
emediablemente; somos los hombres los que en uso de nuestra libertad damos, n
cas veces, a los acontecimientos un giro polar: de extremo a extremo y de fo. Y es que en última instancia es mucho más sencillo seguir esta trayecto.
, a la que nos lleva la simple inercia, que permanecer con tensión, con esfu
el punto exacto justo . Por eso, siendo fácil, es dificil la virtud.
nadie le es dado pensar que ia sinceridad, la autenticidad, sea algo
veniente que su con-
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aria. Pero, por ser virtud, exige llegar a ella manteniéndose en el preciso
dio de dos extremos igualmente viciosos. Según esto -en una falsa consideraci
virtud- podríamos llegar a pensar que la virtud es la mediocridad -punto medin embargo, nada más lejos de la realidad. La virtud es la virtud: más all
io y más acá también. Lo vamos a ver en función del tema que nos ocupa y con
l el lector podrá sacar consecuencias para las demás virtudes.
a sinceridad -el ser auténticos, verdaderos "sin trampa ni cartón" es una v
se halla igualmente distante de dos situaciones que casi nada tienen que ve
a , a no ser por el hecho de que procediendo de ella misma, comó pùnt
tida, al àbusar de su elasticidad se ha estírado tantó que ha producid
remediable rompimiento: unas veces por exceso y otras por defecto. En el p
o estaría la naturalidad a ultranza- `el "naturalismo" espontáneo y procaz
resion: desgarrada llevavada hasta la ordinariez y mala, educacion
nudismo en todas sus manifestaciones graduales, y el “payasismo” con todasncecuencias de carnavalada permanente. En el segundo caso estaría el hermet
cerrazón ,la permanente desconfianza, la hipocresíã, la falsedad en todas
nifestaciones é incluso, por falta de apertura y “pueblerismo mental"
amación y la calumnia .
El octavo mandamiento del decálogo puede reducirse a una sola palabra, expr
concepto pleno de sentido y significado: Sinceridad. Decir la verdad siempr
ecipitarse en los juicios, ser auténticos; hablar de otros con justicia; oi
s campanas” antes de emitir un juicio y solo emitrilo si tenemos verd
igacion de hacerlo actuar ''a las claras'', sin rodeos hipócritas y engañ
scindir del eufemismo y "llamar al pan, pan y al vino, vino". Todo naturalm
n las limitaciones que ponga la caridad en cada momento, como tendremos ocir viendo a lo largo de estas páginas.
A veces, se me ha ocurrido la posibilidad de buscar un símbolo para cada u
mandamientos, que, como regla nemotécnica, sirviera para condensar en él
rico contenido de cada precepto del decálogo. Con respecto al octavo no
la menor duda: la imagen que lo condensa clara y nítidamente es la lengua
gua grande -lengua humana tiene que ser, porque lo animales no mienten ni cr
an, amplia en su zona media, arraigada al fondo de la faringe con raíces fu
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, en este caso, 11egan hasta el corazón al menos en sus terminales, pero co
acterística muy peculiar que la distingue de la lengua propiamente human
de exterior se halla afilado de tal manera, y vibra con tal inten sidad, que
la pudiera clasificar en el grupo de los reptiles ofídios. Y ahora se comp
porqué, de buena ley, podemos denominar a este órgano tan necesario d
iología humana: "lengua viperina".
La lengua es el simbolo como acabo de decir, pero lo mas importante e
azón, de donde "proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los hu-
os, los homicidios, los adulterios, las codicias, las maldades, el fraude
úreza, la envidia, la blasfemia, la altivez; la isensatez..." (Mc 7, 21),
nen su manifestación externa a través de la lengua.
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a lengua, por tanto, no pasa de ser más que un mero instrumento de expresió
municación de lo que en el silencio se urdió, se elaboró y se preparó para yectado hacia fuera en el momento considerado más preciso.
La lengua a lo largo de la historia de la humanidad ha sido un azote -un fl
rsistente- que al igual que ha sido capaz de grandes cosas, también ha salp
su baba viscosa personas e instituciones respetables y con tal sana y furo
chas veces ha sido imposible su rehabilitación o, al menos, las ha dejad
to maltrechas.
Muy expresivas son al respecto las palabras que se leen en la Epístol
tiago, en su capítulo 3: "Si alguno no peca de palabra, es varòn perfecto, ca
gobernar con el freno todo su cuerpo. A los caballos les ponemos freno e
a para que nos obedezcan, y así gobernamos todo su cuerpo. Ved tambiénves, que, con ser tan grandes y estar empujadas por vientos impetuosos
iernan por un minúsculo timón a donde quiere el impulso de quien la dirige
mbién la lengua, con ser un miembro tan pequerio, se gloría de grandes cosas.
un poco de fuego basta para quemar todo un bosque. También la lengua e
ego, un mundo iniquidad. Colocada en nuestros miembros, la lengua contamina
cuerpo, e inflamada por el infierno, inflama a su vez toda nuestra vida
mina diciendo como hombre experimentado, que muy probablemente sufrió en su
aguijón de la envidia lanzada por bocas anónimas: "Todo género de fieras
es. de reptiles, de animales marinos es domable y ha sido dominado por el ho
ro a la lengua nadie es capaz de dominarla; es un mar turbulento y está lle
tífero veneno. Con ella bendecimos a Dios y Padre nuestro, y con ella malde
os hombres, que han sido hechos a imagen de Dios. De la misma boca pròceddicion y la béndición. Y esto, hermanos míos, no debe ser así. ¿Acaso la f
ha por el mismo eaño agua dulce y amarga? ¿Puede acaso, hermanos míos, la hi
ducir aceitunas o higos la vid? Tampoco un manantial puede dar agua salada Q
ce".
Hasta aquí, Santlago Apostol, pariente y discípulo del Señor, en su epí
ólica. Cita larga pero que valía la pena traer a colación por su rico conteni
cisión y expresividad. Pocas personas en tan escasas palabras han podido
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vida interior de amor de Dios- y de respeto por todo lo ajeno, entre lo que
luirse naturalmente el honor y el derecho a la buena fama. Los cristianos sa
"con la medida con que midiéremos, serernos medidos", y con base a
abras de Jesucristo,¿por qué no intentamos más bien hacer nosotros mejor l
mos que otros hacen mal o que podrían hacer mejor?
En la parábola de los talentos, el Señor se enfrenta con el siervo miedomodón, que no ha querido hacer fructificar el capital que le entregó su amo po
mor a perderlo, y ante la actitud de éste, el Señor le espeta: "Siervo ma
leal, por tu propia boca te condenas" (Lc 19, 22). Es muy difícil que el hom
e que no domina el freno de su boca, tarde o temprano, no venga a ser atrapa
misma ligereza y falta de dominio. "Que callen los labios mentirosos
erbios y despectivos, dicen inconveniencias contra el justo" (Ps 31, 19).
VERACIDAD
Entre las virtudes llamadas "sociales", ocupa ésta un lugar eminente por su
anscedencia. Tradicionalmente viene siendo definida como la conformación
mportamiento y las palabras al pensamiento. Se trata, pues, de una adecuacimente a la acción, de un obrar consecuente y concorde
ll
n lo que se piensa o se cree. Consiste, al fin y al cabo, en mostrarse tal
o es sin más complicaciones, sin hacer suyo lo que le pertenece, ni en más
os.
omo consecuencia de ésto se puede distinguir entre verdad de vida y verda
resán: una veraad de comportamiento y una verdad en las palabras como form
resión de lo que se piensa. Sin embargo, habitualmente, cuando se habl
racidad, se hace referencia a esta segunda forma, lo cual 11o deja de ser, poos, un planteamiento incompleto, por que si importante es este mod
nifestarse, la verdad, no lo es menos la sinceridad en el comportamiento, qu
aduce inmediatamente en lo que podríamos llamar autenticidad de vida. Porqu
n es cierto que la verdad como forma de expresión es una virtud moral, tambí
que la veracidad de vida o de comportamiento es el objeto de todas las virtud
ada hay que proporcione más satisfacción al alma que la veracidad e
mportamiento. No hay nada que dé más vuelos al espíritu que la fidelidad en to
e el ser consecuente con lo que, por convicción, ocupa toda nuestra capacid
eer y amar. "Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos mí
oceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Ioh 8, 31-32). No hay hombr
re que aquel que busca, porque quiere, agradar en todo a Dios, aun a sabiend su actitud no será comprendida a veces por sus semejantes. Y así con frecuen
a, este hombre, sin pretender ser ejemplar, con su integridad de vida dejar
ela admirable, luminosa y permanente, que servirá de estímulo a más
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uno con más dificultad quizás para comportarse adecuadamente.
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n nuestro mundo toda autenticidad resulta difícil y no tanto porque al homb
este estar en tension como porque muchas veces le puede resultar antipátic
rtud. En principio, todo lo bueno, lo noble, lo justo, lo sencillo, lo amabl
ritativo... al penetrar en la sociedad se enquista. Es como un injerto en cu
raño con todos los peligros del "rechazo". Ha de transcurrir tiempo para que
asimilación por el organismo social sea un hecho. ¿Puede extrañarllos e
uede incluso, desanimarnos? En modo alguno: el mundo estaba en tinieblas; sto que era la Luz, y aquéllas no le recibieron. "Y no es el discípulo más q
stro".
ro es que, además, dice un refrán castellano: "no Hay mal Que Por bien no ve
así, la misma virtud se siente estimulada a su crecimiento. La existencia d
ncipio de oposición hace posible el avance: andar sobre arena de pla
ierto, caminar por la nieve, es molesto y dificultoso hasta el punto de que
tomas de fatiga se hacen patentes más pronto y el avance es menor qu
cunstancias normales. Sin embargo, caminar sobre suelo duro asfalta
pedrado, caminar por tierra apelmazada por la lluvia y el sol, permite ir
idos, andar más seguros. Cuando la dureza del terreno es mayor -cuando el s
haza de plano la presión del calzado- es cuando mejor logramos caminar. Por la virtud necesita en principio para crecer y avanzar,"la dureza d
omprensión quizá, una cierta hostilidad, incluso una razonada -aunque no razo
- oposición.
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o hày que sentir el desánimo cuando llega la prueba, el dolor, la contraried
zás la calumnia, la murmuración y el enredo. A veces sentimos, ante tanta ma
mo el deseo de desertar del campo de batalla. Sin embargo, la perseveranci
s momentos no sólo no disminuirá nuestras posibilidades de virtud, sino qurementará en un grado insospechado.
en el terreno de la virtud que nos ocupa, nuestro lema no podría ser otro q
mismo Cristo: "sea vuestro sí, sí; sea vuestro no, no. Porque todo
que pasa de aquí, de mal principio proviene".
RDAD, CARIDAD Y HUMILDAD
iendo 1a veracidad una virtud muy importante -porque nos ayuda a va
stras posibilidades y a enjuiciar enteramente, sin apasionamiento, lo que
rodea- sin embargo por encima de ella, y por encima de todas, está la rei
virtudes: la caridad. Caridad que es amor, comprension querer al prójimo
r semejante al que nos tenemos nosotros mismos. Porque si bien es verdad quenitud del amor se encierra en el amor de Dios, también es cierto que el m
sto ha ideritificado el amor a Dios con el amor al prójimo, constituyendo el
miento del amor -a Dios y al prójimo por Dios el primero y principal, en el q
ume todo lo prescrito en la Ley y en los Profetas. Tan es así, que se
gados por el amor, por la medida de nuestro amor, por el grado alcanzado
r.
gún esto tenemos: por un lado el amor al prójimo, y por otro la verdad en nu
nducta y en nuestra expresión. Se trata de combinar ambos elementos y obten
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ultante, que sera a buen seguro algo muy positivo.
n qué medida, hasta qué limite, podemos ser verdaderos en nuestras relacione
prójimo? La contestación no puede ser otra -aunque parezca de perogrullo- q
medida, en el límite del amor, que es tanto como decir, en la medida y e
mite en que yo querría ser amado en verdad y caridad por los demás.
Verdad y caridad son dos virtudes íntimamente ligadas entre si. Es imposib
aración. Tan imposible resulta una verdad sin caridad, como una caridad qu
a verdadera. Ambas nos llevan de la mano a: hablar bien del prójimo siempre;
rmitir malos pensamientos de otros; a rechazar supuestas malas intenciones e
más; a no injuriarles; a no arriesgarnos a la calumnia; a no decir de otros
sabemos y que, aunque sean verdaderas, no tienen otros por qué conocerlas; a
les, nobles, sinceros, veraces. A ser fieles a nuestra amistad y a nue
mesas.
Y todo ello, con tan pleno convencimiento de que debe ser así, que al pens
fallos ajeños no olvidemos nunca la pobreza de nuestra condición hu
alquier fallo que observemos en otros bien podría serlo nuestro. No olvinca que al héroe lo hacen las circunstancias, y que al pecador, al miserabl
idor, en no poca medida también. Cuántas veces nos permitimos coment
geros, o menos ligeros, sobre comportamientos ajenos, sin caer en la cuent
yendo en ella, pero callando de que nosotros en circunstancias similares quizá
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iéramos actuado en forma igual, parecida o más deleznable aún.
El mismo hilo del discurso nos ha llevado casi sin darnos cuenta a la te
rtud, practicamente inseparable de las otras dos: la humildad virtud fundameica, cimiento del edificio espiritual, clave de . No puede extrañarnos q
mildad este intimamente ligada a la verdad , porque en frase de la santa doc
Avila, la humildad es “andar en verdad”.
Si por humildad entendemos el reconocimiento de nuestra poquedad, humildad
mbién ser consciente de lo mucho que hemos recibido. Si humildad es llega
ocimiento de nuestra poca virtud hasta el punto de que a veces queremos acar
arañamos, tarmibien es humildad percatarse de que en otras ocasiones que
riciar y acariciamos. La humildad no es la mentira, la humildad no es apoca-
nto, modestia falsa, que es doble inmodestia.
Humildad -verdad- que no es pusilanimidad sino animo esforzado. Humildad -ver
e puede ser “poner la otra mejilla" en silencio o decir también rotundamente
sto: "por qué me pegas". Humildad -verdad- que es ser sencillo, pero ta
udente. Humildad -verdad- que es tener misericordia con la humanidad -ama
rir con ella, y también hacer un látigo y fustigar, para evitar que lo de
convertido en cueva de ladrones.
Sinceridad, humilda y caridad. Tres virtudes en íntima ligazón, y perfecta
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azadas, como por vaso comunicantes. Tres virtudes a las que el cristiano h
estar su mayor atención porque son las que mejor resumen lo que fue la vid
sto entre
otros. Y si quisiéramos reducir las tres a una, no podríamos decir otra cosa
caridad es el resumen, el compendio, el denominador común de todas las
rtudes. Toda la ley de Dios se reduce a esto: "Que os améis los unos a los
mo yo os he amado" (Ioh 13, 34). No améis sólo de palabra o con la lengua,
obras y de verdad. "En ésto conocerán todos que sois mis discípulos: en que
amáis" (Ioh 13, 35).
uscándole la contrapartida a la formulación negativa del octavo mandamient
ás falso testimonio ni mentirás"- podríamos decir, que este precepto,
alquiera de los otros nueve del Decálogo, se puede redactar diciendo: "amar
jimo como a ti mismo". Nunca dijo el Señor que tuviéramos que querer igual
misma forma, a todos los hombres: sería por lo menos un desorden. Nos debemoos que más debemos, lo cual no excluye tener un corazón grande, enorme, en do
quepa la exclusión.
NTRA VERDAD, MENTIRA
levando el tema a su máxima simplicidad, no cabe duda que la aberración
acteristica de la verdad es la mentira.
hora bien,en la mentira caben matizaciones y aspectos, que están en función
to de mira que se adopte. La carencia de verdad pues, no tiene lugar siempre
do momento de la misma forma. Su mayor o menor gravedad está en función de lo
e se afirma o niega de esa misma verdad; y su modo de aparecer o manifestaará también en fun-
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n de la misma verdad que se trata de negar o tergiversar.
or eso no es igual una simple mentira que no decir la verdad al juzgar
mportamiento de otro, o atribuirle defectos que no tíene, o ensalzarlo con
tudes de las que carece, o adoptar actitudes de deslealtad, o aparentar lo qu
es o no se siente, o juzgar con ligereza, etc.
stas distinciones, resaltando sus elementos más característicos, son las qu
a ocupar hasta el final de este folleto. Vamos, pues, a tratar de explicita
versas formas de mentira, con el fin de que el lector pueda ir ahondando e
avo precepto del Decálogo.
l hombre tiende a no querer enfrentarse con la verdadera realidad, creándo
do de fantasía -irreal, por tanto- en el que vive y se mueve con el recelo p
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que en cualquier momento puede ser descubierto. Tiende a no querer conecers
edo a no gustarse; a no esforzarse en el conocimiento de los demás y mantel
una desgarbada actitud de superficialidad, simplemente a flote frente a las r
dades que se le imponen.
lamente la gracia de Dios puede llegar a obrar maravilias en el hombre hacié
mbre en su más pleno sentido. Y así se puede llegar a destruir el murtención de su interioridad y Perder el miedo a ser conocido y a conocer. Y cu
e momento -al orbitarse en Dios y desorbitarse de sí mismo (egoís
centrismo)- puede descubrir su capacidad de amar y de amarse dn defensa a
a el Creador. En su justa forma
puede, pues, extrañarnos la dificultad que a veces sentimos en ser sinceros
monio es el padre de la mentira y el mundo tiene por padre al diablo: la v
nca estuvo con él" (Ioh 8, 44). Y de esta manera se comprende mejor por qu
grada Escritura está llena de imprecaciones contra el hombre falaz y la lañosa, que es como el "leif motiv" de gran parte de los Salmos y de
verbios, en el Antiguo Testamento.
autor de los Proverbios, en el capítulo 6, dice así: "Seis cosas aborrece
aún siete abomina su alma: ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que der
ngre inocente, corazón que trama intranquilidad, pies que corren presuroso
, testigo falso que difunde calumnias y enciende rencores entre hermanos".
e realmente impresiona por la forma en que está redactado y en nuestro ca
amos desarrollando el 8º mandamiento- porque viene como anillo al dedo a lo
í pretendemos: Dios abomina de la lengua falaz, del corazón que trama iniqui
des, del que difunde calumnias y enciende rencores, porque todo eso es menti
s es la Verdad. Es la Luz y las tinieblas frente a frente: la luz queriendominar y las tinieblas que no quieren ser iluminadas porque dejarían de
ieblas y el demonio así perdería su esfera de influencia. Es la perma
sión.
e la verdad dijimos que era conformidad del pensamiento con la realidad. D
tira tendremos que decir, por el contrario,que es una clara disconformidad
dos términos en re!ación. Es gesto, actitud o palabra que no corresponde
pensamos. Dar una impresión a los demás de lo que ni
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quiera nosotros estamos convencidos. Es una "apariencia" de verdad. Un disimul
ro para que la mentira lo sea con efectividad, hace falta un acto de volunta
erer-, una intención de provocarla, y un deseo de que el que nos mire o es
a engañado con nuestra actitud. Solamente así habrá mentira. Por eso la
nzada sin más pretención que hacer pasar un buen rato a los demás, aunque
ada en una inexactitud o clara mentira, no puede llegar a tener entidad moral
el mismo tono en que está propuesta.
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in embargo, hay dos tipos de mentira que requieren por nuestra parte esp
nción. Está, en primer lugar, aquella que beneficia al que la propa
perjudica a nadie; y en segundo lugar, aquella que nos beneficia perjudican
ros. Siendo esta segunda más grave -pudiendo llegar a ser gravísima- no q
ir que la primera no tenga su importancìa.
mos algunos ejemplos.
odo buen cristiano ha de saber que la mentira no está autorizada en ningún
siquiera cuando no perjudique a nadie; y que al fin bueno que nos proponemo
a acción nunca puede justificar la utilización de medios malos: en este cas
ntira. Me ha parecido conveniente traer a colación este principio básico d
al católica, porque muy fácilmente puede penetrar en el ámbito en que nos mo
asi insensiblemente- la idea contraria, por influencia de medios de opinión
poco a poco socavando los principios de moral más elementales. El cine
evisión y la literatura, principalmente, pueden a la larga llegar a causar m
emediables en la formación de la conciencia si. de alguna manera, no
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e compensan de otra forma: no son pocos los filmes y telefilmes en los qu
esenta al protagonista como un hombre "bienhechor de la humanidad", cargad
ena voluntad, pero sin ningún reparo en utilizar cualquier medio a su alcan
ntira, el disimulo, la hipocresía..., etc.- para tratar de conseguir y cons
benéficos fines. Sería como aplicar a todo el falso adagio popular de que "
a a un ladrón tiene cien años de perdón". Es muy conveniente saber que quien
n ladrón, es un ladrón, aunque sea un ladrón a quien robe. El fin nunca just
medios. Y, aunque nos propongamos algo muy noble y beneficioso para nosotr
ra la humanidad, nunca podremos utilizar como arma la mentira, la falacía
año.
OCULTACION DE LA VERDAD
¿Y no podría originar trastornos indudables al hombre honrado, el hecho de qu
da utilizar las mismas "bazas" que los demás? En la vida ordinaria
judicará notablemente al cristiano el hecho de tenerse que mantener en
mites -a veces no muy anchos- de la moral?
ndudablemente, sí. "El que algo quiere algo le cuesta". Pero en contrapa
drá la tranquilidad y la paz en el alma, la satisfación del deber cumplido, l
ibilidad de "mirar a la cara" sin tener que aver gonzarse de nada ni de nadie
cual no quiere decir que tenga la obligación siempre,de decir toda la verdad
la verdad pero, en determinadas circunstancias justificadas, no toda. Ya Sanstín decía que "aunque todo el que miente quiere
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ultad la verdad, no todo el que oculta la verdad, miente". A veces ócurre
que se conozca la verdad, ni se puede decir, ni se debe. Son los casos
reto profesional, del secreto de oficio, del secreto natural y, especialment
gilo impuesto al sacerdote en el sacramento de la Penitencia. En otros c
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e la posibilidad de decir la verdad, pero no toda la verdad, sin que por e
ga en la mentira. Santo Tomás de Aquino, dice que: "no es lícito mentir...
lícito ocultar rotudentemente la verdad bajo alguna disimulación". Ahora, es
preciso tomar medidas de prudencia, ya que el pretexto de la disimulación,
, nunca puede llevarnos a la mentira.
Ya se ve que todo está en función de la legitimidad del que pregunta. Y no gitimado, naturalmente, el simple curioso o aquel que pretende sonsacarnos
sarnos algún perjuicio u ocasionárselo a un tercero.
La ocultación de la verdad sólo podría justificarse habiendo una insosla
esidad, existiendo una causa razonable y no utilizando medios o manera
nsecamente malos. Y con ello llegamos al consabido tema de la restricción me
el que he de confesar paladinamente que no siento ningún especial entusiasmo
La restricción mental equivale a limitar voluntariamente el sentido y alcan
palabras, del que le es propio y natural. acomodándolo al interés persona
mento. Si me preguntan si conozco Suecia y digo que sí, pensando que a trav
ografías, estoy restringiendo la mente a lo que me conviene, que es decien ese momento por la razón que
re. Pero indudablemente estoy mintiendo por mucha restricción mental que hag
ón es obvia: no doy salida a mi interlocutor a que Fueda pensar otra cosa.
do una contestación ambigua. Ha sido tajante y concreta.
in embargo cabe un tipo de restricción mental amplia, que siempre dej
erlocutor -hombre prudente- la posibilidad de interpretar que dadas las
cunstancias se le ha contestado "eso"; que bien puede significar otra cosa. o, por ejemplo, del comerciante que pondera un artículo de consumo con el f
ilitar su salida, no parándose en los aspectos negativos y fijándose tan só
ventajas. El no miente porque dice verdad en lo que dice, y aunque conoc
verso de la medalla, lo omite. Sin que por ello se pueda decir que está mintie
ay todo un capítulo de restricciones mentales que pudiéramos llamar "inofensi
el que hace relación a ciertos formulismos sociales: la llamada telefonica
e se contesta: "no está" (entendiéndose que: "para usted" y concretamente
e momento"). O bien ante la visita inoportuna y su ademán de marcharse ya
nsabidas frases de: "¿pero se van tan pronto?", "hemos pasado un rato muy
le", etc., etc., que en muchas ocasiones no responden a la realidad, pero qu
ima ponemos la cortesía. Lo mismo podríamos decir de otro tipo de situacion que manifestar la verdad con toda su crudeza, iría contra el más elem
ncipio de caridad. De este rango son las mal llamadas "mentiras piadosas"
más bien recursos caritativos: tranquilizar al enfermo diciéndole que
or; decirle a una persona preocupada por su delgadez u obe-
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dad que tiene mucho mejor aspecto que la última vez que la vio; decirle
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mbre maduro que "se conserva" muy bien, etc., etc. Todo ello se justifica
ón de la delicadeza -que como ya vimos está por encima de la misma verdad-,
terios de educación y buenos modales que son formas, en último extremo
idad. Sin embargo, si el hecho de tranquilìzar excesivamente a un enfermo, pu
evarle a que no se prepare convenientemente a bien morir, entonces no se pue
oluto justificar esa "mentira" que deja de ser "piadosa" para convertirse en
usto que le priva de enfrentarse con la realidad de su situación y de poner dios humanos y sacerdotales a los que tenía derecho.
para concluir este epígrafe diremos a modo de resumen: que conviene en
mento actuar "a las claras", procurando siempre que sea nuestro sí, sí; y nu
no. Que hemos de evitar todo tipo de restricciones mentales, porque p
varnos, con su uso y abuso, a una actitud permanentemente de insinceridad. Q
medida de lo posible -y no siempre lo será- utilicemos como arma el silencio
lar no te arrepentirás nunca; de hablar, muchas veces" (Camino, 639).
ngamos en gran aprecio a la verdad aunque nos pueda acarrear la muerte (Ca
; y que la fomentemos con nuestro comportamiento ejemplar. Y, por último, qu
r ser veraces a ultranza, por convencimiento, siempre nos supondrá lucha,
es no pequeña; pero que compensa con creces.
Nunca quieres afrontar la verdad. Uns veces, por corrección. Otras -las más
darte un mal rato. Algunas por darlo. Y siempre por cobardía.
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í, con ese miedo a ahondar, jamás serás hombre de criterio" (Camino, 33).
RMAS DE ARTE MENOR DE LA MENTIRA
llamarles así no es que quiera disminuir su importancia. He de dejar claro principio que una actitud permanente de insinceridad -en cualquiera de los
ormas a los que vamos a referirnos seguidamente- puede llegar a plantear un s
blema de conciencia, hasta el punto de agravarse en el plano moral lo que, en
mienzos, no paso quizá de ser una ligereza sin mayor entidad.
a Hipocresía es uno de estos productos de la mentira. Es una actitud repugn
fingimiento de lo que no se es. Es un tratar de aparentar con la conducta
e en absoluto responde al modo de pensar. Es un modo de disimular. Hipócri
uel que quiere parecer, ante los demás, lo que realmente no es. Las frase
ras que recoge el Evangelio, pronunciadas por Jesucristo, están dirigidas c
fariseos y doctores de la ley que eran el prototipo, en su época, de hipoc
adosa", hasta el punto de que el término "fariseo" ha pasado a nuccionario como expresión de falta de veracidad, de actitud fingida y falsa
al del capítulo ll del Evangelio de San Lucas y en el capítulo 23 de San Mat
coge la reprensión fuerte -violenta, diríase mejor- de Cristo a los farise
tores de la Ley: cuyo interior está lleno de rapiria y maldad..., que son com
ulcros que no se ven y que los hombres pasan por encima sin saberlo..., que p
diezmos y descuidan la justicia y el amor de Dios..., que echan car-
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adulación es roña que ataca los metales más nobles, las joyas más preciosas
íritus más preclaros. De la adulación hay que defenderse porque pudiera ser
que -sin buscarlo- podriamos exponernos, al ser atacados por todos los flanco
vez, sin solución de continuidad, y especialmente
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los casos en que por hallarse "situados" en la sociedad, algunos, si no mu
dieran esperar la concesión de alguna prebenda no fácil, quizás, de lograr
es utilizar la adulacion.
llamado también por algunos "tiralevitismo". En lenguaje ya antiguo "tirar
vita" era semejante a adular, a alabar desproporcionadamente. Se da el cas
sonas que, ciegas ante el deslumbramiento que les proporcionan sus é
fesionales, no pueden vivir sin una corte de "aduladores" que les sirve
ceros o amplificadores de sus múltipres hazañas. Peligrosa conducta ésta,
cho más pelìgrosa aún, para aquellos que se prestan a ello, sin escrúpulo
rtapisas morales, incluso pensando que así es el juego de la vida y que como
y que someterse a sus reglas. De estos segundos bien puede destacarslealtad, no obstante parecer unos “iñcondicionales" a ultranza. Ellos serán
meros en desertar del campo cuando, por avatares de la vida, "su idolo" quiz
ga abajo o caiga en el ocaso del olvido.
burla y la sátira
pecial peligro reviste en personas ingeniosas y con notable agudeza mental
la o la sátira incisiva.
n no pocas ocasiones lo único que se pretende es hacer pasar un buen rato a
sonas que nos rodean con bromas referidas a algunos de los presentes, pero qu
an de ser una ocasion de divertimiento, sin más.
n embargo, a veces, la finalidad no es tanto ésta como la de ridiculizar a
sona poniéndola en
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dencia, al relatar de ella defectos físicos o morales. No es, pues, propia
clara injuria o insulto, pero fácilmente se acefca a ellos, porque de alguna
era queda malparado el honor del prójimo.
ara no pocas personas constituye su particular arma defensiva. Ordinaria
ge unas cualidades especiales en la persona, ya que no a todos es dado te- facilidad para este tipo de ofensa al prójimo.
n el género poético existe también un modo satírico o burlón de expresarse, q
nomina epigrama. De éste decía Iriarte que: "A la abeja semejante -para que
cer- el epigrama ha de ser, pequeño, dulce y punzante".
efectivamente, estas son las características más sobresalientes también,
la o sátira. Cuanto más pequeña, más incisiva, más punzante y dolorosa:
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verdadero aguijón.
Es clara, pues, su malicia, porque atenta contra el derecho del prójimo a
imado y considerado (va, por tanto, contra la justicia), y también contra la
dad si se pretendiera claramente el desprecio del prójimo.
Su gravedad está en función -como dice Santo Tomás- del mayor o menor respetdeba a la persona sobre quien recaiga la burla, y por este orden: Dios, las
tas, los padres, las personas justas, las demás personas, etc.
RMAS DE ARTE MAYOR DE LA MENTIRA
En el Génesis se describe con imágenes vivas y expresivas la creación del uni
olamente al hablar de la creación del hombre se dice que "fue hecho
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imagen y semejanza de Dios" (Gen 1, 26). Lo cual significa que en el hombrifiesta en forma incomparable toda la dignids;d y la grandeza que le da
ser un reflejo del mismo Dios.
El hombre es el rey de la Creación. Todo ha sido hecho para él. El ma
erativo: "Creced y multiplicaos y dominad la tierra" (Gen 1, 28), es como el
ma musical dominante de esta maravillosa rinfonía de la Creación que -como
fonía- tuvo su comienzo y tendrá su fin.
No es el hombre como la bestia que nace, crece, se reproduce y muere. El homb
mal racional, es un ser pensante, un ser libre y como tal, capaz de determi
un sentido u otro de acuerdo con su razón y bajo el imperio de su voluntad.
ncreto -el hombre individualizado ya- considerado como persona, es por sí petable portador de derechos inviolables.
Por ser un compuesto de cuerpa y espíritu merece todo respeto y considera
ene una dignidad. Y su espíritu hace posible que sea elevado por Dios al o
renatural.
e ha dicho del hombre que es un "animal social", en el sentido de que precis
demás para el total despliegue de su existencia. Es solidario con los d
ro también la comunidad humana precisa del hombre, en primer lugar porque s
habría comunidad, y en segundo lugar, porque la comunidad social -cada comun
á lo que sean los hombres que la compongan.
De aquí se produce el porqué el hombre tiene derecho a ser protegido po
iedad, en cuanto es portador de valores que la enriquecen. Y en cuanto
sociedad reconce en él estos valores, éste se hace acreedor al honor y
nidad que le es debída. Y ello, con independencia de la mayor o menor bondad
sujeto: lo único importante es que es persona, y como tal ya merece
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sideración. Lo cual no es óbice para que, además, algunos merezcan una especi
sideración en virtud del mérito personal que, por cualquier circunstancia,
traído ante la sociedad. Este especial honor es lo que llamamos fama.
este honor y esta buena fama tiene el hombre el deber moral de protegerl
enderla en su caso, porque es más importante muchas veces que la misma vid
como decía Calderón: "Al Rey la hacienda y la vida se ha de dar, peror..., el honor es un patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios".
pocas veces la defensa del honor y de la buena fama se constituye en oblig
ludible, no tanto porque el inocente salve su prestigio, como por
picaduras que ineludiblemente caerían sobre los suyos ocasionándoles,
iblemente, perjuicios quizá irreparables.
os injustos ataques al honor y a la buena fama personal quedan incluidos tam
el octavo mandamiento. La difamación, la calumnia, la murmuracion, la inj
baba viscosa y repugnante que chorrea sin cesar de la lengua del in
rjudicando gravemente su alma y ocasionando verdaderos estragos a la soci
has pueden ser las causas que originen estas situaciones pero nunca jamás esá justificado este comportamiento, ni siquiera por el afán de resarcirse d
usticia de los hombres, actuando por cuenta propia: nunca es lícito acumular
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usticia sobre injusticia. Porque pecados contra la justicia y la caridad
os.
En efecto, dentro de los precisos márgenes de la virtud de la justicia, pu
tinguirse tres formas o modos de ésta que responden a otras tantas formas
icas de relación social: "la justicia conmutativa o reparadora, que regulación del individuo con el individuo; la justicia distributiva o asignadora,
gula la relación de la comunidad en cuanto tal para con sus miembros, es de
individuos; y la justicia legal o general, que regula la relación de los
mbros para con el todo social" (Pieper).
Pues bien, estas formas de "arte mayor" de la mentira, de las que ve
lando, no sólo atentan contra la caridad y contra la virtud de la sinceridad
no también y de modo muy especíal contra la justicia. Esto es lo que hará
ndremos ocacion de ver-- que producido el hecho difamatorio, no se solvente
conciéncia personal sìmplemente con el arrepentimiento, sino que sea preci
o positivo y externo de restitución de la fama del projimo.
oda las posibles manifestaciones de "arte mayor", a las que nos vamos a ref
eden quedar englobadas bajo el término genérico de DIFAMACION, porque todas
llevan otra intención que ésa: hacer que el prójimo pierda la buena
quirida, quizás, con verdadero esfuerzo, a lo largo de toda una vida. Es de
acreditarle, hacerle perder injustamente el crédito que tenía ante los demás
calumnia y la detracción
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ndo se propalan falsedades de una persona física o moral (institu
poración, etc.), con el fin
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lograr más fácilmente su desprestigio y perjudicar su honor, tiene lugar lmamos calumnia.
aturalmente se trata de una gravisimá iniusticia, porque utiliza como
damental la mentira, que no sólo tiene lugar cuando se emite un juicio o se
pala una espede, sino tambien ciertos gestos o actitudes hacen suponer lo qu
ria con palabras. Una actitud de inhibición -un dejar hacer o un no hacer- p
ilmente desembocar en cooperacion a la calumnia pese a no haber intervenido
ecta e inmediatamente en su propagación.
Es evidente, por otra parte, que la gravedad de la calumnia aumenta en funci
calidad de la persona -física o moral- contra quien se dirige o de quien pro
pocas ocasiones personas de buena fe se ven sorprendidas por especies calumni lanzadas por desaprensivos ohcecados que no reparan en procedimientos par
ro de sus fines al precio que sea. En estos casos es necesario actuar
rtaleza y tratar -evitando la murmuración- de informarse bien de los he
curando mientras tanto no emitir ningún juicio que pudiera constituirle
eslabon de 1a cadena insisiosa. En un primer momento el silencio puede se
or arma para evitar la complicidad, porque ésta, moralmente, hace ante Dio
ponsable casi como aquel que inicio el proceso difamatorio. Y téngase en c
un hecho de este tipo no pierde grevedad -sino que la mantiene en tod
ensidad aunque se utilicen fórmulas de expresión "tabú", tales como: "sin áni
criticar, te diré...", "me han dicho de buena tinta...", "como me lo han dic
digo...", "te lo contaré pero no se lo digas a nadie...". Y les llamo
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mulas "tabú", porque ingelluamente algunos pueden pensar que iniciando así
versación quedan liberados de toda responsabilidad moral con respecto a lo
dieran decir a continuación.
odría darse el caso de querer esclarecer la verdad de un hecho "que se dice
e de obtener la resultante entre las dos tendencias: favorable y adversa. Co
verdad no fuese algo objetivo y hubiera de componerse en función de impres
sonales. Solamente cuando una persona ha sido sujeto paciente de un
umnioso puede darse cuenta en toda su intensidad de hasta qué punto es doloroima la actitud del "amigo" que acude al enemigo "del enemigo el consejo", d
ra que le de su opinión sobre un asunto controvertido. "¡Cuánto duele a Dio
nto daño a muchas almas -y cuánto puede santificar a otras- la injusticia de
tos" (Camino, 450).
Cuando en la vida civil se desea honradamente obtener información sobre
rsona o una asociación, no se pide a sus enemigas un consejo. Se acude al
eresado y se va también a quien puede dar un informe objetivo, porque conoc
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nto; pero no se saca un término medio entre los que están a favor y los que
contra, porque la verdad nunca ha sido el producto de una mediá áritmética"
s Soria, Con verdad y caridad, en "Studi Cattolici", XI-XXI, 1963, n.º 39
xime cuando se trata de personas honorables o de instituciones que merecen
respetos.
demás de todo esto, la calumnia puede traer como consecuencia daños difícilarables para la persona e institución misma y para sus familiares y aso-
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dos. Es perfectamente posible destruir o desear simplemente a una persona -f
moral- como consecuencia de una especie cslumniosa propalada con viso
ealidad". El "calumnia, que algo queda" es una verdad incuestionable que, e
or de los casos, exige el paso de mucho tiempo Dara liberarse absolutamente d
a del infundio.
, por fin, quiero dejar constancia de un aspecto positivo relacionado con ma, y es el de la obliación en conciencia que tiene todo hombre de sali
enza de aque11 que él conoce bien, frente a tendenciosas opiniones de
umnioso. Es un deber de justicia y de caridad actúar en estos casos con vál
decisión, poniendo sobre el lapete la verdad por encima de todo. Muchas
girá una buena dosis de audacia frente a una opinión hostil
encionadamente se ha generalizado, pero se trata de un deber de lealtad, por
a verdad y por al prójimo, que: se impone ineludiblémente.
uy relacionada con la calumnia está la llamada detracción o murmuración. Mie
e en aquélla -en la calumnia- se denigra al prójimo con base a una mentira,
pretende lo mismo, pero sin faltar a la verdad. Se trata pues, de difamar al
mo divulgando algún vicio o defecto oculto que es injusto dar a conocer a sonas.
onviene mucho que el lector se percate de esta forma de difamación, todavía
itual que la primera, porque es frecuente estimar que, por tratarse de una v
nocida por uno, no debe haber inconveniente en que la lleguen a conocer otro
embargo, aun pareciendo tall inofensivo, puede llegar a ser grave.
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mos dicho que se trata del esclarecimiento injusto de un vicio o defecto, pel caso de que fuera justo darlo a conocer, ya no se trataría de una detrac
es el caso de la obligáción de denunciar a un criminal, de poner de manif
ciertas razones la ineptitud de un candidato para un cargo público, descubr
edimento oculto en uno de los futuros cónyuges que hace inviable un posible
rimonio, etc.
hecho de que los defectos puestos de manifiesto hagan referencia a una pe
fallecida, tampoco excusa de la obiigación de observar con su memori
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icadeza mínima que se debe al prójimo. "El derecho a la fama acompaña al h
allá del sepulcro. No es lícíto, por consiguiente, difamar a los muertos,
r con justa y proDorcionada causa, y siempre a base de datos verdaderos,
umniosos. Téngase en cuenta, además, que la denigración de un difunto fácil
ercute sobre su familia, que puede ser inocente de los crímenes del muerto"
vo Marín, Telogía de la Caridad, B. A. C. n." 192).
odavía podríamos señalar aquí algún matriz distintivo entre la detracción
muración. Esta tiene por objeto sembrar discordia entre amigos. Etimológica
uivale a "ruido sordo y prolongado", es decir "susurro" que entibira las hu
aciones mediante la crítica acerada y no pocas veces morbosa, que por hace
rtadillas o ocultamente, resulta todavía más perjudicial. Es el vulgar "ch
provoca el enfriamiento de la amistad -y lo que es peor, de la ca
stiana-, y no pocas veces su disolución. Se puede ser susceptible
muración por falta de fortaleza para cortar todo enredo, o por
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ilidad de carácter, sin excluir, por supuesto, la mala voluntad.
l juicio temerario
Juzgar tenìerariamente es tanto como admitir, como ciertas y seguras,
ndolo, o no teniendo razones de peso suficientes para ello- malas intenc
ides malas en el prójimo. No es pues, una simple sospecha que lleva a la
o convencirniento logrado sobre bases inseguras,dándolas por firme
ncluyentes, fruto, no pocas veces, del odio entre personas o de la envidia
ene por qué traslucirse externamente y puede quedar en el interior como s
resión subjetiva pero con trascendencia externa, ya que sirve como dato para
rar seguida mente.
e trata de una actitud siempre pecaminosa porque atenta contra la caridad
ticia, y puede llegar a ser grave, como es natural, si el mal que se atribuye
grave y hay por parte del que enjuicia, plena voluntariedad.
an Mateo recoge en su Evangelio unas palabras del Señor que vienen como anil
do para lo que venimos diciendo: "Con la medida con que midiereis, seréis med
7, 2). Y también el Señor por San Lucas dice: "No juzguéis y no seréis juzg
condenéis y no seréis condenados, absolved y seréis absueltos" (Lc 3, 37).
ara no caer en el juicio temerario nuestra lucha debe centrarse en no
esivamente impresionables y evitar todo tipo de apasionamientos inconscientesidad, saber escuchar, ecuanimidad y... juzgar solo
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ndo tengamos obligaición de hacerlo y con todos los datos necesarios.
falso testimonio
De todas las formas aberrantes de la virtud de la sinceridad es ésta una d
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exigen menos explicaciones, porque su mismo enunciado es tar, expresivo
no requiere especiales aclaraciones.
Emitir un falso testimonio es equivalente a mentir en favor o en perjuicio
jimo manifestando haber sido testigo de un hecho -no siendo cierto- que p
judicar a otra u otras personas, pero también beneficiarlas.
Como se ve sin paliativos -lisa y llanamente- una mentira que produce in
ño.
falso testimonio, como género, se especifica en forma singular y caracterís
ndo se emite ante un tribunal de justicia, porque en este caso no sólo incur
ntira, sino en injusticia y perjurio. Este último, por la violación del jura
vio de decir verdad, que siempre se exige al testigo. Pudiendo decirse
clusión, que adoptar esta actitud siempre supone incurrir en grave pecado
ísimas excepciones.
a hemos visto -y simplemente recordamos- que en la moral católica el fin
tifica los medios claramento ilícitos e injustos.
injuria
injuria equivale al insulto personal con el que se ataca al honor de una pe
se halla ante
otros. Insulto que puede tener lugar de palabra o de obra.
ay una clara diferenciación entre la injuria y las otras formas de difamlumnia y detracción), ya que en la injuria se ataca el honor de una persona
e se `halla presentë, mientras en la calumnia y detracción se atenta contr
ma del prójimo ausente.
muy propio de la injuria el producir escándalo entre la concurrencia, y po
neralmente su malicia puede llegar a verse complicada con transgresiones mo
otro orden: contra la caridad fraterna, la piedad, la religión, etc.
OBLIGACION DE REPARAR
este un apartado de gran importancia por tener relación con cuanto aquí ve
iendo, especialmente con lo expuesto bajo el epígrafe de "Mentiras de yor": calumnia, detracción, falso testimonio, injuria...
ualquiera de estas manifestaciones mentirosas suponen claramente una flag
usticia. Y toda injusticia ha de separarse en la medida humanamente posibl
al quiere decir que, en el plano moral, no es suficiente con el mero arrep
nto que puede desembocar en una confesión contrita, es necesario también rep
isfacer, restituir la fama o el honor conculcados.
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esposeer del honor o de la fama al prójimo, es privarle de algo a lo que
recho: es robarle un derecho, es privarle de un bien. Y de la misma manera
fesarse de un robo exige no sólo el dolor, sino poner los medios par
titución -por
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procedimiento que se vea más prudente- de lo sustraído, así en este tip
ados es imprescindible poner los medios también para devolver al difamado l
dio: su honor, su buen nombre, su fama.
La restitución es un comportamiento que se deriva de la justicia conmutativ
que hablamos antes- que tiene por objeto dar a cada uno lo quele correspo
tenece. En este caso devolver a la persona perjudicada lo que antes tenía y a
ve privado de ello en virtud de la maledicencia.
Y la gravedad de la restitución es tal, que exige urgencia en devolver la fa
honor, por lu lado, y por otro responder de todos los daños y perjuicios, taeriales, que se hayan irrogado como consecuencia de tan infame actitud.
La detracción y la calumnia es como un incendio devorador que exige una inme
ervención para evitar que se propague en forma verdaderarnente irreparable
la urgencia en poner los medios para resarcir, reparando el mal causado
cuando la calumnia se produce por pura ligereza o frivolidad, en cuant
quiera conciencia de ella, habrá que actuar sofocando Ia chispa: ahogando
mal en abundancia de bien. Y tengase muy en cuenta que negarse, por la razó
ere, a rectificar o satisfacer, constituye una manifiesta injusticia con tod
vedad que el caso imponga. Y si se tratara de una especie propagada
lquiera de los medios habituales de la opinión pública (radio, televinsa, etc.), hay obligación de retractarse utilizando esos mismos procedimien
la suficiente claridad como para que no quede lugar a
das de que se está rectificando un comportamiento anterior inadecuado.
eparar una calumnia o una detraccion puede resultar humillante, pero por tra
algo tan grave obliga a hacerlo incluso con gran incomodidad del que la pro
en es verdad que a veces podrá ser posible hacerlo salvando la propia fama y
eso dejar de salvar la ajena, pero si esto no fuera factible, habráonerse a las consecuencias, aun con prejuicio del propio detractor o calumnia
n el caso del insulto o injuria, se satisfará pidiendo perdón al ofendido y,
o, mostrando hacia él el afecto y respeto que antes no se tuvo. En el caso
racción o murmuración y de la mera crítica, -aunque tengan como base
dadero pero que nunca debería haberse dado a conocer a otros- habrá que pro
bar a la persona difamada delante de aquellos mismos que fueron tes
esenciales de la difamación, y tratar de quitar importancia a lo que entonce
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o, excediéndose en ver lo que de positivo hay en esa persona, liberándola de
ga infamente.
n frecuencia puede suceder que, por ligereza, se enjuicie a una persona dejá
ncasillada” peyorativamente, con carácter definitivo en nuestros moldes ment
estos casos, hay que tratar de rectificar la intención, evitando que la op
econcebida pueda influir decisivamente en nuestro comportamiento futuro consona.
Todo cuanto venimos diciendo con relación a la reparación, satisfacci
ractación, es esencial para que el culpable pueda lograr la paz en el alma.
ciso, pues, que el arrepentimiento manifestado en
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fesión vaya acompañado del firme y efica; propósito de satisfacer por el
sionado al ofendido.
rectificación -restituyendo la fama o el honor conculcado- exige, es verdad,
a buena dosis de fortaleza y humildad; pero nadie queda excusado de poner
dios para reducir al máximo las funestas consecuencias que se han seguido d
mportamiento innoble. En todo caso habrá que estar a lo que recomiend
fesor, dejándose guíar de su prudencia para actuar con recta conciencia.
FIDELIDAD
ha parecido adecuado poner punto final a este folleto, haciendo referencia a
rtud estupenda que es reflejo vivo de esa otra que hemos llamado al prin
RACIDAD, porque no otra cosa es la FIDELIDAD.
er fiel es tanto como mantenerse a base de rectificar, en la línea recta d
ducta intachable. Es vivir con verdad, "sin doblez ni engaño" (roh 1, 47).
permanecer en el terreno firme de la lealta,por encimade todo, sin
ncesiones a la galería". Es la veracidad de toda una vida, "a pesar de los pe
res". Es nobleza, sinceridad, comprensión con todos y corazón abierto. N
pia, como no es utópica la santidad, que al no ser posible lograr en un ins-
nte, exige el esfuerzo de toda una vida, poco a poco, serenamente, sufrien
lando, sufriendo y amando.
idelidad que es lealtad. Es decir, perseverancia en lo que vale la pena, p
e la pena. Lealtad con Dios, primero, y lealtad con el prójimo después, ; que
como Dios se nos va manifestando cada dia y en cada minuto de todos los días
idelidad que; es perseverancia en el amor, poniendo los medios -llegado el
ra evitar que se enfríe y acabe en la indiferencia. Perseverancia en el amor
manifiesta, más bien, en infinidad de detalles pequeños acumulados un día y
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en grandes y ostentosas manifestaciones que no siempre serán necesaria
tibles. Perseverancia en el amor que es tanto como delicadeza, finura
iritu, corrección en las formas, atenciones que parecen innecesarias..., y h
dado del aspecto externo.
n ocasiones tenemos la impresión de que el espíritu crítico irrumpe sin po
mediar y en forma tan verdaderamente inoportuna que en un momento es capatruir todo lo que labramos tras años de paciencia casi heroica y de compre
mitada. Y nos preguntamos hasta qué punto el espíritu crítico es malo en su
trastocarlo todo, de revolverlo, de quererlo hacer distinto...
puede decirse, sin más, que que el espíritu crítico sea algo malo en sí mis
bien se puede decir que, en principio, es algo bueno y conveniente, propio d
eligencia del hombre. Pero para ello es preciso esforzarse en lograr que no
vierta símplemente en mera alma destructura o aniquiladora. Un espíritu cr
itivo, con afan de superàcìon y de mejora, es bueno, y más que bueno, buenis
conveniente para el progreso de personas y estructuras. Una sana crític
esaria.
ero, como todo, el espíritu crítico exige un cauce, un modo de hacer, para q
convierta en instrumento destructor, sin más. Se puede destruir siem
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que esté uno dispuesto a superarse, a construir algo mejor o que uno
nradamente que va a ser mejor, siempre que se tengan un plan futuro estudia
n elaborado. Y eso también es fidelidad, porque es afán de superación.
hora bien, todo acto virtuoso-y en algún momento, destruir o renovar puede sge por su misma naturaleza un orden, un sistema, un modo. No puede ser un
rquico, fruto de un pronto o de una ocurrencia momentánea.
n el comportamiento de quienes nos rodean nos parece descubrir, a veces, mod
er y actitudes que desdicen de lo que esperamos o deberíamos esperar de ello
tos casos la crítica interna surge espontánea: hay que ayudarles, hay que p
medios para que se den cuenta y traten de reformarse. Este es el momento
er en práctica algo tan evangélico como la llamada corrección fraterna, ver-
dera crítica leal y constructiva. Corrección que será efectivamente evangéli
ando a un lado todo tipo de excusas y sacudiendo la pereza, buscamos el mom
opicio para -a solas can el interesado exponerle nuestro punto de vista
ridad y delicadeza al mismo tiempo.
turalmente esto exige por parte del que la recibe una actitud de agradecimien
poca dosis de humildad, es decir, de sentido comun para recibir la ayuda l
terna que le va a llevar a mejorar en su comportamiento. Por eso si
eríamos estar dispuestos a ver con bllenos ojos que aquellos que nos quier
ecisamente porque nos quieren- nos digan las verdades a la cara, valientemen
rodeos. ¿Cuántos comportamientos y situaciones des
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adables evitaríamos si estuviéramos dispuestos a ayudar a nuestra hermano,
uridad de que él agradecerá nuestro desvelo por hacerle ver lo que no va!
s preciso por parte del que corrige una buena dosis de audacia y de pacien
que si el defecto se halla muy arragiado, no se logrará la rectificació
conducta en un instante..., exigirá tiempo, incluso contando con la untad del corregido.
l mismo Senor que dijo: "No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis
éis condenados..." (Lc 6, 37), también dijo: "Si tu hermano peca contra ti,
rígele a solas... Si te escucha, habrás ganado a tu hermano..." (Mt 18, 15).
or obra de caridad que la de corregir lealmente a otro, ganándolo para
ándolo como hermano!
lo largo de estas páginas hemos ido desarrollando el contenido del o
damiento de la Ley de Dios. Si has tenido la paciencia de llegar hasta aquí
porque tienes deseos de mejorar, de conocer lo que el Señor quiere de ti
rle más y servirle mejor.
a ves que el camino no es fácil; sin embargo, es perfectamente asequible, p
mandato del Señor -"Ser perfectos"- es para todos sin distinción.
el mandato es imperativo.
e he llevado de la mano hasta e! epígrafe final -Fidelidad-con toda inten
rque todo lo que no sea fidelidad es lo demás: insinceridad, trapisonda, ch
muración o calumnia. Espíritu crítico mal dirigido.
jalá te animes a poner en práctica lo que aquí te digo, sin dar luga
aliento. Piensa que ser bueno
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á bien, pero es poco. Has de ser santo, que es tanto como excederte const
te: no limitarte a cumplir lo preciso de tu obligación... Lo tuyo ha de ser
gustoso caminar por agradar a Dios y amarle cada vez más. Y ya sabes qu
dida del amor es no tener medida.
Que cómo sabrás tú que amas a Dios? Dándote generosamente al prójimo. Haz
pósito -ponte como lema de tu vida-no hablar nunca innecesariamente mal de n
car siempre una excusa al comportamiento de tu hermano. Comprender. Tener
todo visión positiva. Así caminarás síempre con alegría y paz en el alma. Y mbiarás por nadie.
erás feliz.