Notas sobre el ideario de Simón Bolívar

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Bolívar, política, independencia

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  • Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    De la Espaa africana a la Amrica teocrtica: notas sobre el ideario de Simn Bolvar

    From African Spain to Theocratic America: Notes on the Ideas of Simn Bolvar

    Hernn G. H. Taboada*

    Resumen

    Las ideas de Simn Bolvar sobre Amrica y sobre Europa han recibido alguna atencin de los investigadores. Mucho menos las que expres sobre Asia y frica. Aunque fueron marginales a su pensamiento, la reunin de sus alu-siones al respecto permite arrojar alguna luz sobre la reflexin de la Indepen-dencia y sobre los cambios que el Libertador experiment en su percepcin del naciente mundo que apareca ante sus ojos. Partiendo de una actitud orientalista y despectiva inicial, con el tiempo lleg a pensar que el Oriente no poda descartarse como influencia en las instituciones americanas.

    Palabras clave: Simn Bolvar; Pensamiento poltico; Orientalismo latino-americano; Pensamiento de la independencia; La Idea de Europa en Amrica Latina.

    AbstractSimn Bolivars ideas regarding America and Europe have attracted some attention from academic researchers, but much less so those regarding Asia and Africa. Even though they were secondary to his thought, gathering these references allows us to throw some light on Bolivars and his Hispanic-American contemporaries views on Independence, and on the changes in the Libertadors perception of the nascent American world taking shape before his eyes. Departing from an Orientalist and contemptuous attitude at first, Bolivar eventually arrives at the idea that the Orient could not be dismissed as an influence over American institutions.

    Keywords: Simn Bolvar; Political Thought; Latin American Orientalism; Independence Thought; Idea of Europe in Latin America.

    * Profesor e investigador Universidad Nacional Autnoma de Mxico, CIALC.

  • 36 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    En otra parte he sostenido que los otros del pensamiento eu-

    ropeo y por extensin del criollo tuvieron su presencia en el ideario de los

    actores de la independencia: el Oriente antiguo y los pueblos lejanos que

    aparecan en el horizonte colonizador de entonces asomaron en los escritos

    de polmica y vieron transformada su imagen en corto espacio de tiempo,

    como resultado de las nuevas influencias y de las nuevas exigencias de

    la lucha, as como de la bsqueda anhelante de modelos aplicables a los

    monstruos polticos que nacan (Taboada, H. 2008, 2010).

    Ejemplar y a la vez atpica de este momento es la figura de Simn

    Bolvar, a cuyo pensamiento se han dedicado cantidad de anlisis, pero que

    pocas veces ha sido visto en relacin con los otros antecitados, aunque

    contamos con algunas pginas sobre el asunto debidas a un gran conocedor

    del Libertador e interesado en la cultura china (Vargas Martnez, G. 1985).

    Agregando aqu ms evidencias a las que entonces arrimara, tratar de ofre-

    cer algunas pistas que parecen haber escapado a los mltiples estudiosos

    de Bolvar y del pensamiento de la independencia.

    * * *

    Por empezar, conviene repetir unos datos sobre los intereses

    intelectuales de Bolvar: cuando quiso refutar a cierto viajero francs que

    haba negado su ilustracin, compil la siguiente lista de autores por l

    frecuentados: Locke, Condillac, Buffon, DAlembert, Helvetius, Montesquieu,

    Mably, Filangieri, Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los

    clsicos de la Antigedad (Bolvar a Santander, 20-V-1825)1. No es una lista

    completa de quienes figuran en sus citas, y a su lado pueden tomar lugar

    otros autores como el abate De Pradt y el Volney que despus comentar,

    pero son indudablemente los que el Libertador ms quera que se asociaran

    con su formacin: los modernos de esta lista son philosophes y autoridades

    ligadas a la economa clsica y a la teora poltica.

    1 Aprovecho para referirme al origen de las citas: como se sabe, los escritos ms o me-

    nos completos de Bolvar fueron compilados en varias ocasiones. Para evitar recargar

    las notas, voy a referir simplemente la fecha de cada escrito, con lo cual puede ser

    fcilmente hallado en dichas compilaciones.

  • 37Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    Ciencias relativamente nuevas, producto de los tiempos revueltos

    que se vivan, del crecimiento econmico ilimitado, la voluntad popular y

    las relaciones internacionales como algo ms que las intrigas cortesanas. Los

    criollos acababan de descubrirlas entre el alud de libros que haban roto el

    dique impuesto por el rgimen colonial: entre otras facetas, hoy diramos que

    condensaban el gran relato sobre la hegemona europea, relato que conte-

    na como parte fundamental la interpretacin de las otras sociedades en el

    mundo y en la historia. Las referencias a ella son en Bolvar omnipresentes,

    sirvindole para esmaltar la conversacin, cartas, artculos y proclamas de

    quien llamaba a contemplar las lecciones de la historia, los ejemplos del

    viejo y nuevo mundo (Bolvar al Congreso de Colombia, 20-I-1830).

    Junto a sus grandes idelogos que ventilaba ante el francs de ma-

    rras, hallamos fuentes complementarias de aquella interpretacin en otros

    libros que la indagacin pormenorizada de Manuel Prez Vila comprob

    en las bibliotecas del Libertador: unos Travells in Africa, una gramtica y

    un diccionario rabe, ciertas Bauts de lhistoire de Turquie, un ejemplar

    de la Descripcin de China y Tartaria del padre Du Halde (1735) (Prez

    Vila 1960). Mencin repetida haca de Volney, autor muy frecuentado por

    sus coetneos y el primer gran viajero espa por el Mediterrneo islmico.

    En el estudio citado, Vargas ha supuesto que tambin deba de conocer las

    investigaciones de Joseph De Guignes sobre los viajes precolombinos de los

    chinos, ya que en la Carta de Jamaica habla de Quetzalcatl, que en len-

    gua mexicana y china quiere decir Santo Toms, reminiscencia lingstica

    del autor francs. Sin embargo, creo que ste haba sido mediado por fray

    Servando Teresa de Mier2.

    2 No es tan sencillo como Bolvar y Vargas dicen: en realidad la correspondencia china

    sera con el nombre maya de Quetzalcatl, como explicaba fray Servando Teresa de

    Mier en su Carta de despedida a los mexicanos, de 1821. La misma carta cita como

    referencia los apuntes de un autor francs cuyo nombre no recordaba y que tir al

    mar en Soto la Marina al fracasar la expedicin de 1817. Probablemente era Guignes,

    que Mier entendi como quiso y que coment a Simn Rodrguez (tal para cual!), y

    alguno de los dos hizo llegar la etimologa que apresuradamente apunt Bolvar. As

    es la ciencia criolla, por ahora la cuestin importa poco.

  • 38 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    En todo caso, la ligereza con la que expone tal correspondencia

    onomstica sinomexicana nos confirma que Bolvar poda s haber ledo los

    volmenes citados, pero no tuvo mucho inters por el Oriente y se confor-

    m con una base de conocimiento reducida, desde la cual poda considerar

    esclarecido autor al de cierto libro llamado Historical Researches on the

    Conquest of Peru, Mexico, Bogota, Natchez and Tolomeo in the 13th Cen-

    tury by the Mongols, Accompanied with Elephants, de 18273. Aunque muy

    lector, careci de la curiosidad que llev a reunir tan minuciosa ciencia a

    su maestro Andrs Bello, cuyos estudios sobre la pica medieval espaola le

    hicieron conocer la produccin acadmica europea y la literatura de viajes

    de las que poda derivar ideas menos esquemticas sobre el Oriente.

    Para ms, su ciencia no le fue ampliada por la experiencia de

    poltico y militar, como s lo fue en la aprehensin del mundo americano.

    Ningn contacto directo tuvo con el Oriente ni con frica. Hablando de

    otra cosa pero acertando en la comparacin con Jos de San Martn, el

    chileno Benjamn Vicua Mackenna pintaba a un Bolvar que prodiga los

    das de su juventud en las Cortes europeas, mientras el Cadete de Orn y

    de Melilla, oscuro y rgido, est encerrado en las guarniciones de los pre-

    sidios de frica (Vicua Mackenna, 1868). En efecto, dicho cadete, Jos de

    San Martn, haba cumplido ah su servicio, como muchos otros oficiales

    patriotas o realistas de la poca, incluyendo a algunos subordinados de

    Bolvar y a Francisco de Miranda, que adems viaj por Grecia, Anatolia y

    quizs Egipto. Experiencias que Bolvar no tuvo ni quiso tener.

    * * *

    Siguiendo a sus libros, Bolvar conceba con rasgos preciso las

    diversas partes del mundo, entre las cuales Europa constituye su punto

    principal de referencia. Ya Salvador de Madariaga aport una serie de expre-

    siones que muestran cmo senta por Europa una admiracin que rayaba

    en un sentido de inferioridad para con todo lo americano (Madariaga 1951,

    t. 2, 413). Baste como ejemplo la carta enviada al general ingls Robert

    3 Y que le fuera enviado por Sir Robert Ker Porter, autor que haba viajado por Oriente,

    carta del 29-V-1827.

  • 39Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    Wilson, en que alude a Europa, metrpoli del mundo (Simn Bolvar a

    Robert Wilson, 16-IV-1828). Sin embargo, este eurocentrismo no es el de un

    europeo, es un eurocriollismo, retomando el trmino de Carlos Tur, con el

    cual los criollos por un lado exaltan e idealizan a Europa, esa metrpoli

    del mundo de la que derivan su prestigio local, pero por el otro pretenden

    alguna superioridad o distincin enarbolando la tierra, la historia y los hom-

    bres de Amrica, base de su riqueza y poder. Los sealamientos de Alberto

    Filippi nos hacen ver que Europa constituye s el centro de sus ideas, tanto

    por el origen de stas como por la elaboracin a que las someti, pero no

    siempre el modelo (Filippi, A. 1983).

    Por momentos ste estuvo anclado en Amrica, ncleo de sus

    problemticas; el nombre mismo del Continente era un neologismo para los

    criollos, que una generacin antes hablaban todava de Indias y Nuevo Mun-

    do, y junto a pocas y circunscritas referencias a los americanos del norte (los

    autonombrados Americans), en general Bolvar usa el trmino para referirse

    a la herencia de los viejos dominios espaoles. Complementariamente, el

    continente de Coln y Colombia constituyen denominaciones ligadas

    al futuro y la esperanza. La posicin que asuman Europa y Amrica nos

    seala que era la suya la particin del mundo que asigna a cada sector no

    slo un determinado territorio, sino tambin hondos significados simblicos.

    Quedan por ver, y han sido menos estudiadas, las otras dos partes de ese

    mundo ideolgicamente partido desde una visin eurocntrica.

    De ellas frica, otro neologismo semntico4, se define por la bar-

    barie. Puede ser, como se ha dicho, que la infancia del Libertador entre los

    esclavos familiares, su apego a la nana negra Anastasia y el contacto con

    militares de color oscuro (y su lejano origen?) le hayan inspirado alguna

    4 Hasta el siglo xVIII, frica en castellano sola designar a frica del norte o Magreb.

    Para el continente en conjunto se prefera Etiopa. El uso moderno empez desde en-

    tonces, al mismo tiempo que Amrica iba sustituyendo a Indias. Como muestro aqu,

    Bolvar alterna el uso del nombre y el gentilicio derivado con los ms tradicionales

    de Guinea y Etiopa. Este ltimo, antes de fijarse como nombre del moderno Estado

    abisinio, era desde Homero la imprecisa denominacin de la tierra de los hombres

    de rostro quemado.

  • 40 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    simpata por los negros, diferente a su desconfianza del indio. Pero en

    todo caso era actitud ante los que habitaban Amrica, no ante el mundo

    del que provenan, y que sigui presente en sus escritos bajo los registros

    semnticos de frica, Guinea o Etiopa para evocaciones poco aduladoras:

    podemos ser indulgentes con los cafres del frica, pero no con Espaa

    (Carta de Bolvar al gobernador de Curazao, 2-x-1813). Indulgencia que

    no lo refrenaba de utilizarlos como referente negativo: su redaccin es de

    Guinea afirma de una carta mal escrita (Carta de Bolvar a Santander, 25-

    Ix-1820); su conducta es digna de Guinea (Carta de Bolvar a Santander,

    10-xI-1824) dice para criticar la conducta nada ejemplar de los gobiernos

    chilenos; y al mencionar los peligros de un levantamiento racial profetizaba

    Guinea y ms Guinea tendremos (Carta de Bolvar a Santander, 8-VII-

    1826), una nueva Guinea (Carta de Bolvar a Jos Antonio Pez, 26-xII-

    1826; a Leandro Palacios, 27-VII-1829). Usaba en otra ocasin un trmino

    equivalente: el emperador de Brasil tiene tal terror a los republicanos

    como nosotros a los ciudadanos de Etiopa (Carta de Bolvar a Santander,

    21-x-1825). Aludiendo a la anarqua, que tambin atribua a otro pas de

    gentes oscuras, uno que lo haba ayudado con generosidad y desinters,

    Hait: no est ni en Constantinopla ni en Hait, aqu no hay tiranos ni

    anarqua, aseguraba a Pedro Briceo Mndez (Carta de Bolvar a Pedro

    Briceo Mndez, 19-VI-1817).

    Pero es el otro polo, el Oriente cuya sincdoque Constantinopla

    acabamos de ver, que aparece ms en los escritos de Bolvar. Coextensivo

    con el Asia, confundido con el Islam, no es difcil caracterizarlo, porque

    reproduce los rasgos tpicos del orientalismo europeo en su indeterminacin

    temporal y geogrfica. Su existencia es milenaria, como dice implcitamente

    al caracterizar a Espaa como the most infamous tyranny that ever has

    appeared since the era of the Pharahos (Carta de Bolvar a St. Iago Gazette,

    16-xII-1815). Cuando reflexiona que la aristocracia y la monarqua pueden

    cimentar poderosos imperios durante siglos se pregunta qu gobierno ms

    antiguo que el de China? (Discurso de Angostura, 15-II-1819). Faraones,

    strapas, sultanes, mandarines son en efecto generaciones sucesivas de ds-

    potas igualmente odiosos y sin diferencias entre s. La terminologa misma

    que usa trasunta la intemporalidad: Bolvar parece creer que todava en su

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    poca gobernaban strapas en Persia, y nombra a Constantinopla, Babilonia,

    Arabia Petrea, Hircania, echando mano de nombres que no figuraban en la

    corografa viva de entonces5.

    Homogneo en el tiempo, el Oriente lo es tambin en el espacio,

    sin que la geografa lo diferencie: Turqua, Persia, Indostn, Tartaria y China

    constituyen en la mayor parte de la ecumene sus uniformes paisajes. Uno

    de sus rasgos es la violencia, de la cual ofrecen los trtaros y turcos ejemplo

    para sus comparaciones. Hermano de la violencia, el despotismo campea

    en aquellas extensiones, como afirma contundente en el discurso pronun-

    ciado al inaugurarse el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819:

    En el rgimen absoluto, el poder autorizado no tiene lmites. La voluntad

    del dspota es la ley suprema ejecutada arbitrariamente por los subalternos

    que participan de la opresin organizada en razn de la autoridad de que

    gozan. Ellos estn encargados de las funciones civiles, polticas, militares y

    religiosas (Discurso de Angostura, 15-II-1819).

    Los paradigmas de este despotismo son los que haba enume-

    rado unos aos atrs, cuando ideas y vocabulario muy semejantes fueron

    publicados en ingls en la famosa Carta de Jamaica (1815). sta ofrece

    importantes matices y agregados:

    En las administraciones absolutas no se reconocen lmites en el

    ejercicio de las facultades gubernativas: la voluntad del Gran Sultn,

    Kan, Dey y dems soberanos despticos es la ley suprema, y sta

    es casi arbitrariamente ejecutada por los bajaes, kanes y strapas

    subalternos de la Turqua y Persia, que tienen organizada una opre-

    sin de que participan los sbditos en razn de la autoridad que

    se les confa. A ellos est encargada la administracin civil, militar,

    poltica, de rentas, y la religin6.

    5 Per, una Babilonia de crmenes, Bolvar a Santander, 21-XII-1823; las costas del

    Per lo mismo que vivir en la Arabia Ptrea, Bolvar a Santander, 7-I-1824.

    6 Dadas las dificultades textuales que ofrece este clebre documento, aqu s me refiero

    a una edicin en particular, la de Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1966, v. 8.

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    Ntese que este resumen sobre el despotismo es tpicamente

    impreciso y sumario y que en la versin inglesa los nombres tienen una

    caprichosa grafa (chams son los khanes, bashaws los bajes).

    Uniforme en el espacio y en el tiempo, el Oriente desptico est

    en permanente lucha contra la libertad: por la opinin ha preservado

    Atenas su libertad de la Asia entera. Por la opinin los compaeros de R-

    mulo conquistaron el universo (Discurso del 23-I-1815). Cambiar las leyes

    en estas latitudes es peligroso: buena es la ley del Evangelio, pero es un

    diluvio de fuego en Constantinopla, y el Asia entera ardera en vivas llamas

    si este libro de paz se le impusiera repentinamente por cdigo de religin,

    de leyes y de costumbres (Discurso de Angostura, 15-II-1819). Lenguara-

    ces, lengeteros o deslenguados son quienes quieren que se gobierne la

    China como la Inglaterra (Carta de Simn Bolvar a Belford Hinton Wilson,

    3-VIII-1829).

    * * *

    El contraste con el Oriente, de acuerdo con las versiones eurocn-

    tricas de entonces, y aun de hoy da, es el mundo clsico grecorromano. La

    visin que Bolvar tena de este mundo s se ha investigado (Briceo Perozo,

    M. 1971; Nava, M. 1996), y an un repaso somero por sus escritos deja claro

    que ocupaba un lugar principal en su mente, como en la del conjunto de

    los patriotas y la del movimiento revolucionario euroatlntico de entonces,

    desde George Washington al Risorgimento. Mencionando slo al pasar lo

    que necesita de mayor espacio, aclaro aqu que no se trataba de un simple

    recurso retrico, porque las ciudades libres de la Antigedad, Atenas, Esparta

    y Roma, o lo que de ellas se crea saber, constituan modelos reales a los

    cuales se pensaban adaptar las leyes y costumbres de las modernas rep-

    blicas. Esto fue ridiculizado como quimera por las generaciones posteriores,

    pero lo hombres de la independencia no vean el anacronismo.

    El otro foco eran los Pases Bajos y el mundo anglosajn, los

    protagonistas del relato liberal cannico sobre el camino de la razn y la

    libertad en el mundo, con la ventaja adicional de haber combatido tam-

    bin ellos a Espaa. De la admiracin de Bolvar por Gran Bretaa y por

    los Estados Unidos no hay duda, a pesar de los intentos de incluirlo entre

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    los precursores del antiimperialismo del siglo xx. Para confirmarlo basta

    recorrer sus escritos, no slo los dirigidos a un pblico ingls, y aun se

    debera releer con atencin aquella famosa referencia a quienes parecan

    destinados por la Providencia para plagar la Amrica de miserias a nombre

    de la libertad7.

    Si sacamos a cuento esta predileccin es para destacar una mues-

    tra adicional de ella en la escasa o nula condena del colonialismo europeo

    en Asia y frica. Es decir que, fuera del que ejerciera Espaa en Amrica, el

    colonialismo no figura en el ideario de Bolvar. Como mucho podan criticar

    la expedicin de Bonaparte a Egipto como una demencia (Carta de Bolvar

    a Santander, 30-III-1824), y los peridicos que controlaba, cuando se poda

    temer un ataque de la Francia de la Restauracin, recordaban cmo los

    mamelucos, en nada comparables con nuestros llaneros y nuestros gau-

    chos, haban hecho morder el polvo a las tropas de Bonaparte (Gaceta del

    Gobierno del Per, 3-III-1825), los invencibles de Egipto, Santo Domingo y

    Waterloo8. Cuando se diriga a los ingleses ni siquiera esta condena relativa

    poda caber: para ganarse su voluntad, escribe el 27 de agosto de 1815 a

    Ricardo Wellesley que Gran Bretaa, libertadora de Europa, amiga del Asia,

    protectora del frica tambin tiene que ser salvadora de la Amrica (Carta

    del 27-VIII-1815). Protectora del frica. Si otros criollos haban condenado

    el papel ingls en el trfico, Bolvar termina echando la culpa de ste a los

    mismos negros: dnde estn los ttulos de los usurpadores del hombre? La

    Guinea nos los ha mandado, pues el frica devastada por el fratricidio no

    ofrece ms que crmenes (Proclama de Bolvar al Congreso Constituyente

    de Bolivia, 25-V-1826).

    7 Tan aprovechada frase en general se exhibe cortada de sus palabras iniciales, los

    nuevos estados americanos y; es decir que el sujeto, los que parecen destinados

    a plagar de miserias, son tanto las repblicas de origen espaol como los Estados

    Unidos; el resto de la carta parece apoyar esta interpretacin. No olvidemos que est

    dirigida al coronel Patricio Campbell, encargado de negocios de SMB, 5-V-1829.

    8 Haca notar esta irona antifrancesa del peridico, la cual deba de haber sido apro-

    bada por Bolvar, un despacho del capitn Maling a Lord Melville, de marzo de 1825,

    reproducido en Temperley, H. 1966, ap. 4, 559.

  • 44 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    De todos modos el mundo clsico o las potencias liberales slo

    podan considerarse antecedentes de la libertad que estaba hallando su

    sede en Amrica, sobre todo despus del triunfo de la Santa Alianza en

    Europa. Una carta que le envi fray Jos Calixto, obispo de Cuzco, expre-

    saba este sentir: la independencia de Amrica se haba dado cuando Dios,

    cansado de sufrir tanto insulto y depravacin en las costumbres de la

    mayor parte de la Europa, parece haberla sentenciado al mismo abandono

    y tinieblas en que ha tantos siglos yacen la Asia y la frica9. Expresiones

    que para muchos patriotas, en el entusiasmo del triunfo, significaban cmo

    la libertad americana estaba destinada a ser un faro de la humanidad, a

    la que liberara de la barbarie africana, el despotismo asitico y el feuda-

    lismo europeo. De ah cierta altisonancia de declaraciones muy locales

    que asumen un tono de empresa ecumnica en multitud de artculos y

    proclamas.

    A tanto no lleg Bolvar, salvo alguna escapada retrica, que sin

    embargo considero slo de nombre ecumnicas y que en realidad tenan

    en vista a un pblico europeo: su proclama (29 de julio de 1824) antes de

    la batalla de Junn anunciando que la libertad del Nuevo Mundo es la

    esperanza del Universo, su Manifiesto dirigido a las naciones del mundo,

    datado en Valencia el 20 de septiembre de 1813, en plena derrota; su Llama-

    miento del 16 de agosto de 1813, impreso en Caracas en castellano, francs

    e ingls, por el que invita a los extranjeros de cualquier nacin y profesin

    que sean, para que vengan a establecerse en estas provincias.

    Salvo estas escapadas, repito, mucho no hablaba del resto de la

    ecumene, pero no dejaba de albergar una esperanza que le era alentada

    por cierta filosofa de la historia bastante comn en su tiempo: la luz haba

    soplado del Oriente y alcanzado en Roma todas sus faces [sic], como

    habra dicho en su juramento del Monte Sacro (15 de agosto de 1805). Si

    como episodio histrico ste es dudoso, la idea reaparece, y ampliada, en

    una reflexin que adornaba uno de sus pedidos de ayuda inglesa, donde

    auguraba que las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han

    9 Carta del 31-XII-1824 (es decir posterior a Ayacucho), publicada en la Gaceta del

    Gobierno del Per, 30-I-1825, v. 2, 316.

  • 45Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    ilustrado la Europa volarn a Colombia libre que las convidar en un asilo

    (Carta de Jamaica, 6-Ix-1815).

    Ubicados entre Asia, frica y Europa, en el centro del globo

    (A los gobiernos de Colombia, Mxico, Ro de la Plata, Chile y Guatemala,

    convocatoria para el Congreso de Panam, 7-xII-1824), a los territorios li-

    bertados les esperaba un futuro brillante: Colombia, como Tiro o Alejandra,

    puede acumular en su seno los perfumes de Asia, el marfil de frica, las

    manufacturas de Europa, las pieles del Norte y la ballena del Sur. Puede

    gozar del comercio de China, Groenlandia y Kamchatka sin enfrentar los

    peligros de los cabos de Hornos y de Buena Esperanza (Artculo en ingls

    de The Courant, de Jamaica, 27-Ix-1815). Los estados del Istmo de Panam

    se hallan en una magnfica posicin y, como Bizancio, estrecharn los lazos

    de Europa, Amrica y Asia (Carta de Jamaica, 6-Ix-1815). En medio de

    batallas y problemas, Bolvar encontr el tiempo para ordenar nada menos

    que el corte del istmo de Panam. Por supuesto, nada se inici siquiera.

    * * *

    Lo anterior situara a Bolvar entre coordenadas bastante habi-

    tuales para sus coetneos. No creamos sin embargo que al despotismo y

    vicios del Asia contrapusiera siempre la libertad y virtudes de Europa, ni

    que concibiera la historia como una lucha secular entre ambas. Los dos

    males tienen, en efecto, sedes geogrficas ms ubicuas: a lo largo de todo

    el Oriente, en frica, pero tambin en parte de Europa, los siervos eran

    ms que los libres (Artculo del 28-Ix-1815). Las constituciones despticas

    europeas son equiparables a las del Oriente y sobre todo lo es la de Espaa.

    El aislamiento de Chile lo ha librado de los vicios de Europa y Asia (Carta

    de Jamaica, 6-Ix-1815).

    Podra ejemplificarse lo contrario con un par de menciones a

    las Cruzadas, tan mal vistas por la Ilustracin: Caracas debe merecer su

    redencin, como otra Jerusaln, a nuevas cruzadas de fieles republicanos,

    afirmaba en una exposicin ante el Congreso de Nueva Granada, para

    reiterar en una arenga a sus soldados, en marzo de 1813: vosotros, fieles

    republicanos, marcharis a redimir la Cuna de la Independencia Colom-

    biana, como los cruzados libertaron a Jerusaln, cuna del cristianismo

  • 46 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    (Exposicin del 27-xI-1812 y Proclama del 1-III-1813). Quizs estaba leyendo

    entonces una versin francesa de la Jerusaln liberada de Torquato Tasso,

    libro que mucho ms tarde encontramos enlistado en su biblioteca (Prez

    Vila, 1960). O es excesivo pensar que el agnstico Bolvar trataba de tocar

    la tecla religiosa despus de la propaganda eclesistica en su contra que

    presentaba el terremoto del Jueves Santo de 1812 como castigo divino a

    los impos patriotas?

    Lo mismo vale para los mitos historiogrficos espaoles sobre

    los godos y la Reconquista. No olvidemos que eran temas que en la poca

    estaban siendo utilizados ampliamente por la Espaa borbnica y por la

    resistencia antifrancesa, antes de convertirse en arma ideolgica de los

    realistas en Amrica. Muchos criollos siguieron, y siguen, reivindicando tan

    noble origen, y no es extrao que tambin a Bolvar, como a otros patriotas,

    se lo terminara comparando con aquellos hroes fundadores: en vida una

    nacin patritica peruana le atribuy ms victorias ilustres que el Cid

    (Mir Quesada Sosa 1971, 482), se elogi su prosapia recordando que hijo

    de un soldado de las montaas de Len, tiene en su sangre la reserva de

    la raza de Pelayo (Comparacin entre Bolvar y San Martn, Bogot, 1868,

    en Blanco y Azpura , t. 14, 495) y Romancero del Libertador Simn Bo-

    lvar, Cid Campeador de Amrica se titul la compilacin de Carlos Mara

    de Vallejo realizada hacia 1945; no falt quien se preocupara por trazar

    su genealoga hasta los primeros combatientes de la Reconquista (Llorns

    Casani, M. et al. 1998).

    Son ejemplos de la general insistencia criolla en blanquear a

    Bolvar. l no habl de esto. Cierto es que algo de esta mitologa qued

    en su imaginario: tras la toma de Pasto, se le hizo decir al coronel espaol

    vencido que los descendientes de los conquistadores de Granada han

    humillado al len de Castilla10. Admirando la tenacidad de los espaoles

    en Per, afirma que cada uno muestra descender de ms cerca del gran

    Pelayo (Carta de Bolvar a Santander, 5-VII-1823). Paralelamente, si vea la

    historia del lado de los lejanos vencedores de la Reconquista, Bolvar segua

    10 La referencia la da Madariaga, S. 1951, 2: 204, que dice muy vagamente tomar el dato

    de Boussingault y Ricardo Palma, pero en ninguno de los dos he encontrado la cita.

  • 47Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    manteniendo automatismos del lenguaje en referencia a los perdedores, el

    mismo lenguaje que el absolutista Olaeta cuando despotricaba desde su

    feudo absolutista en el Alto Per contra liberales, judos y herejes: Bolvar

    consideraba a los guayaquileos unos judos que no piensan ms que en

    el dinero (Carta de Bolvar a Santander, 10-II-1824).

    Pero era demasiado iluminista para ceder ante tales espejismos

    medievales. Fue uno de los muchos que usaron el apodo de godos para los

    espaoles. Y lo eran por su barbarie, no su noble origen, como pretendan,

    siendo tambin unos vndalos11 (el actual significado despectivo de este

    etnnimo es neologismo que data de la Revolucin Francesa). Insultos

    congruentes para quien hablaba con disgusto de lo gtico y que senta

    rechazo frente a la parafernalia carolingia de Napolen Bonaparte (Lomn,

    1990). Por ello, los referentes a la historia goda asoman en sus escritos

    en forma ligeramente burlesca: el ejemplo de Bamba, que prefera morir

    a subir al trono, fue empleado con relacin a personajes americanos que

    mucho respeto no le merecan12. Cuando se refiere al Cid Campeador no es

    el del Poema del Cid, que su maestro Andrs Bello fue entre los primeros

    eruditos en el mundo en comentar, sino el de Corneille y aun el de la pa-

    rodia de ste hecha por el espaol Ramn de la Cruz en su sainete Manolo

    (1769): Manolo y el Cid son hermanos (Carta de Bolvar a Jos Joaqun

    de Olmedo, 27- VI-1825). Se alej de la discriminacin que los espaoles

    trajeran a las Indias, y lo vemos en contacto con judos: escribiendo una

    afectuosa carta de agradecimiento a Mordechai Ricardo, sefard de Kingston,

    y aceptando a judos en sus filas13.

    * * *

    11 Tropelas de los vndalos de Espaa en Caracas, proclama del 2-XI-1812; el famo-

    so vndalo que ha levantado el estandarte de la rebelin, carta a Pedro Murgueyto,

    23-I-1823.

    12 En efecto, Wamba se resisti antes de ser elegido rey de los godos (672-680), cartas

    de Bolvar a Santander, 7-III-1826, 29-IV-1823.

    13 La carta a Ricardo es del 15-XI-1815, menciones de judos al servicio del Libertador

    en Cohen, M. 2000.

  • 48 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    Dado que los documentos arriba citados son los ms conocidos

    de Bolvar, es fuerte la tentacin de basar en ellas sus ideas sobre el Oriente,

    pero para seguir poniendo las cosas en su lugar, quiero reiterar aqu que

    semejantes ideas, que tuvieron cierta coherencia entre los autores de la

    independencia, aparecen en cambio en Bolvar de modo espordico y muy

    enfocado: al pblico ingls de Jamaica, al absolutista Olaeta, a correspon-

    sales ingleses, al pueblo de sus proclamas. Las citas ms significativas se

    concentran precisamente en estos documentos. Y en ellos tienen una pre-

    cisa funcin polmica. Primero contra Espaa, a la que Bolvar, en la ruta

    de muchos otros autores, explica con el Oriente: bandas de trtaros que

    embriagados de sangre intentaban aniquilar la Amrica culta (Proclama de

    Bolvar, 13-II-1814); bandas de trtaros que quieren borrar los rasgos de la

    civilizacin (Proclama de Bolvar, 24-II-1814); el famoso Monteverde, que

    se presentaba en Caracas contrahaciendo a los dspotas de la Asia en sus

    maneras, estilo y conducta (Manifiesto de Bolvar dirigido a las naciones

    del mundo, Valencia, 20-Ix-1813). Para qu han de ir a Turqua, cuando

    los espaoles nos han transportado el Asia a Amrica, nos han enseado

    el Alcorn con sus prcticas y nos han inspirado por el espritu nacional

    el terror (Carta de Bolvar a Santander, 1-VI-1820).

    No hay mucho ms: Bolvar no prodiga tales denuestos, como s

    haca el resto de los escritos patriotas. Compensando la escasez, l va ms

    all y se empea en un anlisis en el cual los caracteres espaoles tienen

    su explicacin histrica, tambin muy socorrida en la crtica transpirenaica

    a Espaa: no somos ni europeos ni americanos, puesto que hasta Espaa

    deja de ser europea por su sangre africana (Discurso de Angostura, 15-II-

    1819). Tanto que dudamos que pueda liberarse de su condicin, porque en

    carta al absolutista altoperuano Pedro Antonio Olaeta pinta al rgimen de

    la constitucin espaola

    [] semejante al gobierno del Gran Turco, aunque con apa-

    riencias enteramente opuestas. Lo que en Constantinopla hace

    el Gran Seor, en Madrid lo ejecuta constitucionalmente una

    asamblea de infinitas cabezas. As se ha visto que ha hollado la

    religin, ha hollado el trono, y no ha sembrado la libertad, porque

  • 49Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    esta preciosa planta no nace ni en los pramos helados, ni en los

    ardientes arenales, sino en aquellos terrenos donde la naturaleza ha

    combinado sabiamente los principios del calor y del fro (Bolvar a

    Pedro Antonio Olaeta, 21-V-1824).

    Esto es Montesquieu. Espaa parte del Oriente? No, todava peor,

    como antes haban asentado en la comparacin el mexicano Francisco Ja-

    vier Clavijero y el peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmn: ya se dijo que

    para Bolvar el despotismo espaol slo es comparable al de los faraones.

    Siguiendo los conceptos reproducidos, desde la Carta de Jamaica hasta el

    discurso de Angostura, los orientales tienen algn punto a favor: Pero al

    fin son persas los strapas de Persia, son turcos los bajes del Gran Seor,

    son trtaros los sultanes de la Tartaria. La China no enva a buscar manda-

    tarios militares al pas de Gengis Khan que la conquist14. En cambio los

    americanos sufrieron un despotismo administrado con personal extranjero,

    peninsular.

    * * *

    Creo que hay que seguir reflexionando. Ya dije que son opiniones

    enfocadas a determinado pblico. Fuera de retrica y desahogos, en el

    mundo real de la poltica internacional su actitud estuvo lejos de basarse

    en las abstracciones de la teora europea. Ello se ejemplifica con su acti-

    tud ante la insurreccin griega contra los turcos, que motiv cuantiosos

    comentarios de la prensa patriota (Taboada, H. 2009). l menciona a veces

    14 Discurso de Angostura, 15-II-1819. Es til comparar con la carta de Jamaica: ah se

    dice casi lo mismo: Pero al fin son persas los jefes de Ispahn, son turcos los visires

    del Gran Seor, son trtaros los sultanes de la Tartaria. La China no enva a buscar

    mandatarios militares al pas de Gengis Khan que la conquist, a pesar que los ac-

    tuales chinos son descendientes directos de los subyugados por los ascendientes de

    los presentes trtaros. No s si estoy buscando cinco patas al gato, pero creo que la

    versin de 1819 corrige algunos errores: ya los strapas no son de Ispahan, turcos dice

    que son los bajes, no los visires, y no parece creer que la dinasta de Gengis Khan

    segua reinando en China, cuando en realidad fue destronada en 1368.

  • 50 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    la cuestin, pero con notable distancia, diferente del apasionamiento de

    otros correligionarios. Ms aun, en carta a Jeremy Bentham estampa tal

    conmiseracin: Me han sido muy sensibles las desagradables ocurrencias

    que ha tenido Ud. con los griegos, en Londres, los que Ud. se ha visto

    obligado a abandonar por justos motivos, segn parece por su apreciable

    carta. Por desgracia el peso de la esclavitud apaga los espritus y los pone

    en estado de ser indignos de la libertad (Bolvar a Jeremy Bentham, 15-I-

    1827). Quizs influy una de las pocas experiencias directas que tuvo con

    esas gentes exticas, cuando durante su misin de juventud a Londres, al

    entrar a un burdel, la prostituta de turno se imagin o fingi que yo era

    algn griego pederasta y lo expuls. Aos despus la conducta escandalosa

    del cnsul holands le debi de recordar el episodio: no crea yo que en

    Holanda hubiera hijos de Sodoma y slo los haca en Italia y en Grecia

    (Per de Lacroix, L. 1987, 58 y 95).

    Por todo ello las posibilidades de una alianza con los griegos le

    motivaron lneas de alguna irona. Aunque nos parezca disparatada, dicha

    idea fue considerada seriamente y se lo consult al respecto. He aqu su

    respuesta: Desde luego se declara la guerra a la Turqua, porque es la que

    est en armas contra la Grecia, y htenos all el Chimborazo en guerra con

    el Cucaso (Carta de Bolvar a Bernardo Monteagudo, Guayaquil, 5-VIII-

    1823). Como ms que una confrontacin entre la libertad y el despotismo

    le interesaban las posibilidades reales de triunfo. Despus de la victoria de

    Ayacucho, cuando por un momento se temi el peligro de un ataque de

    la Santa Alianza, Bolvar contempl como aliados contra ella a los Estados

    constitucionales de Amrica y Europa y el imperio Turco por salvarse de

    las garras de Rusia (Carta de Bolvar a Santander, 11-III-1825).

    Muchos aos despus, cuando el culto a Bolvar haba borrado

    abundantes evidencias y cuando personajes nacidos en aquel Oriente de

    los europeos por fin hicieron escuchar su voz, expresaron gran admiracin

    por l: el caudillo marroqu Abd el Krim, jefe de la rebelde Repblica del

    Rif (1919-1925), que hablaba castellano, dirigi a los pueblos latinoameri-

    canos una proclama en la que comparaba su lucha con la de varios pr-

    ceres, entre ellos Simn Bolvar (Abd-El-Krim, 1925). En nuestros das, el

    palestino-venezolano Kaldone G. Nweihed escribi un volumen que trata

  • 51Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    de probar lo que el ttulo dice, que Bolvar fue un precursor de la unidad

    del Tercer Mundo (Nweihed, K. 1984 y 2010). Adhesiones significativas, que

    la actual popularidad de Hugo Chvez en el Medio Oriente probablemente

    est renovando y multiplicando.

    * * *

    Adems, las ideas de Bolvar, como las de todos, sufrieron cam-

    bios. Se los ha notado con relacin al mundo clsico: las repblicas anti-

    guas, modelo en sus primeros aos, fueron para l cada vez ms el andurrial

    de disputas internas, traiciones y mezquindades y cada vez menos el templo

    de la virtud cvica (Hernndez Muoz, F.-G. 1998-1999); los amerindios, que

    Bolvar conoca de forma muy vaga y literaria al principio, idealizndolos al

    tiempo que crea en su casi desaparicin, le fueron revelando una realidad

    hostil con el avance de sus expediciones hacia la zona andina (Chassin, J.

    y Dauzier, M. 1984; Favre, H., 1987; Lavall, B. 1994). Y su repensamiento

    se ejercit sobre todo con relacin a la Amrica conquistada por Espaa,

    a medida que la iba conociendo y se le mostraba muy lejos del oasis de

    libertad que haba soado.

    En la ruta de tantos europeos, Bolvar haba usado del Oriente

    para entender a los pueblos pastores y a las civilizaciones precolombinas.

    Para hacer inteligibles a los llaneros ante un interlocutor francs, no de-

    jaba de sealar que son nuestros cosacos (Per de Lacroix, L. 1987, 72),

    nombre que ya haba usado al pedir a Santander que le enviara quinientos

    de esos cosacos (Carta de Bolvar a Santander, 8-xII-1823). Era por otro

    lado una referencia que se estaba difundiendo. Al llegar a Cuzco, una carta

    a Santander mencionaba las ruinas de este inocente imperio antes de su

    destruccin por los espaoles y a continuacin, en frase algo confusa:

    Dir a Ud. con toda ingenuidad que si no hubiera ledo Las ruinas de Pal-

    mira, siempre hubiera saboreado la memoria de las grandes cosas y de los

    grandes sucesos que han precedido a la poca presente (Carta de Bolvar

    a Santander, 28-VI-1825). Creo que acertaron quienes han interpretado al

    respecto que la cita del libro de Volney -quien reflexion sobre el pasado

    de los imperios contemplando desde una altura aquello que dio ttulo a su

    libro, lectura favorita de Bolvar- le hizo evocar a Alejandro ante las ruinas

  • 52 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    asiticas y a Napolen ante las Pirmides (Lavall, B. 1994, 160-161). Para

    que no quepa duda, en carta a Hiplito Unanue, criollo sabio y ensalzador

    del Incario, escribe: He visto los monumentos de los Incas, que tienen el

    mrito de la originalidad y un lujo asitico (Carta de Bolvar a Hiplito

    Unanue, 22-VII-1825).

    Y al lado del lujo precolombino, la Amrica actual comparte los

    caracteres negativos del Oriente. Para los indios que haban obstaculizado

    su avance recurre a su insulto preferido, originalmente mezclado con otro

    ligado a la historia de Espaa: son numantinos trtaros (Carta de Bolvar a

    Santander, 23-I-1824). Como Asia y Espaa, la Amrica as orientalizada era

    difcil de gobernar por las instituciones libres. Que no somos ni europeos

    ni americanos, puesto que hasta Espaa deja de ser europea por su sangre

    africana lo ejemplificaban figuras como el mulato Manuel Piar, un strapa

    de Persia (Manifiesto de Bolvar a los pueblos de Venezuela, 5-VIII-1817),

    un tal padre Florido, de la naturaleza de Omar, elctrico y fantico, pero

    ilustrado, patriota y creo que bueno (Carta de Bolvar a Santander, 25-VI-

    1820), sus enemigos que brutalmente, como los turcos, no entienden de

    derechos ni de diplomacia (Carta de Bolvar a Jos Manuel Restrepo, 20-

    Ix-1829). Hasta su ex amigo Santander, que en carta que cay en sus manos

    lo haba llamado musulmn: esto de musulmn es muy bonito: eso es l,

    musulmn o etope, ladrn o verdugo (Carta de Bolvar a Mariano Mon-

    tilla, 24-IV-1828). Haba episodios como el del congreso peruano pidiendo

    cuentas al corrupto gobierno de Riva Agero y lo trataron como al Divn

    de Constantinopla (Carta de Bolvar a Santander, 4-VIII-1823), y pueblos

    como el de Quito, el ms descontentadizo, suspicaz y chino en todas sus

    cualidades morales15.

    Si Atenas, Esparta y Roma no eran lo que haba soado, y Am-

    rica y los indios tampoco, si en Holanda haba hijos de Sodoma, si Europa

    tena vicios, tambin el Oriente poda ser distinto al infierno desptico

    que imaginara. No hay que olvidar que si Montesquieu figur entre sus

    influencias tambin lo hizo Voltaire, y para ste haba en las antiguas

    15 Carta de Bolvar a Santander, 23-IX-1822. Hildebrandt, M. 1961, s.v. interpreta chino

    como un galicismo tributario del francs chinois, complicado, extravagante.

  • 53Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    civilizaciones del Egipto, Mesopotamia o Persia una sabidura que deba

    rastrearse y constitua China un ejemplo de gobierno tolerante y prspero,

    un despotismo ilustrado, para retomar un trmino que slo historiadores

    posteriores inventaron. Si la historia eurocntrica escrita en el siglo xIx

    nos ha hecho olvidar algunos hechos, Bolvar s los tena presentes: el cen-

    tro econmico de la ecumene no era sin disputa Europa, y si bien China

    iniciaba su decadencia, todava era vista como una potencia econmica y

    demogrfica. Las visiones del futuro dichoso de Amrica dependan de su

    establecimiento como emporio entre Europa y Asia y del fortalecimiento de

    los nuevos gobiernos con las armas, la opinin, las relaciones extranjeras

    y la emigracin europea y asitica que necesariamente debe aumentar la

    poblacin (Carta de Simn Bolvar al editor de la Gaceta Real de Jamaica,

    septiembre (?) de 1815).

    Y hay ms: China no puede gobernarse como Inglaterra, haba

    dicho; y con el tiempo agreg yo pienso que mejor sera para la Amrica

    adoptar el Corn que el gobierno de los Estados Unidos, aunque es el mejor

    del mundo (Carta de Bolvar a Daniel Florencio OLeary, 13-Ix-1829). Qui-

    zs eran los modelos a seguir. El francs Per de Lacroix nos cuenta de l

    cmo en tertulia de sobremesa, cuando al final de su carrera se enfrentaba

    al desnimo, pas de esto a hablar de gobierno teocrtico, sosteniendo, con

    una especie de irona, que es el que ms convendra a los pueblos de la

    Amrica del Sur, visto su atraso en la civilizacin, su corta ilustracin, sus

    usos y costumbres (Per de Lacroix, L. 1987, 88). Bueno, alguna aoranza

    de aquellos funcionarios que en Jamaica y Angostura acusaba de reunir las

    funciones civiles, polticas, militares y religiosas.

    * * *

    Aoranza mezclada con irona de sobremesa, pero no falt quien

    pensara que a Bolvar le hubiera gustado tener el poder y la sugestin re-

    ligiosa que atribua a un gobernante oriental para imponer sus ideas ilus-

    tradas. l mismo induca la comparacin con ciertas frases: ya Ud. habr

    recibido la omnipotencia y con aquel firmn est Ud. autorizado para todo,

  • 54 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    felicitaba a Santander16. No permita Dios que me disputen la autoridad

    en mis propios hogares, como a Mahoma, a quien la tierra adoraba y sus

    compatriotas combatan. Pero l triunf, no valiendo su causa tanto como

    la ma (Carta de Bolvar a Jos Antonio Pez, 23-xII-1826). De nuevo la

    imagen ilustrada de Mahoma, la de la benvola y fantasiosa biografa de

    Boulainvilliers de 1730, que aparece a menudo entre los autores de la in-

    dependencia: un conductor de pueblos, que quizs se vio obligado a fingir

    un origen divino para introducir benficas reformas. Se alegraba Santander,

    que lo conoca, porque los bolivianos recibirn de la mano de usted todas

    las cosas con el fanatismo con que los discpulos de Mahoma reciban sus

    lecciones (Carta de Santander a Bolvar, 21-IV-1826, en Santander 1953, v.

    6, 283). Algo que terminaba diciendo tambin Antonio Leocadio Guzmn, al

    elogiar esa misma constitucin: que ser tan fuerte con la vara de la justicia

    como lo son con la espada del terror los sucesores de Daro, de Mahomet

    y del czar Pedro (Blanco, J. F. y Azpura, R. 1877, t. x, 360, 370 y 364).

    Sus adversarios lo orientalizaron de otra forma: el sultn de

    Colombia, lo llam Jos Mara Obando (Carta de Jos Mara Obando a

    Jos de La Mar, 29-xII-1828, en OLeary, D. F. 1880, v. 4, 431-432); otro

    Gengis Khan, lo consider El Republicano de Arequipa, aunque generoso,

    mientras el mongol fue cruel (El Republicano, n 19, 1-IV-1826, v. 1, 84).

    En juicio igualmente mezclado, Vicua Mackenna comparaba a San Martn

    con Washington, agregando que Bolvar diversamente recuerda al terrible

    Tamerln, dejando caer el dato que fusil a ochocientos prisioneros (Vi-

    cua Mackenna, B. 1868, 492). En Per trasladaron el epteto peninsular

    de persas a sus seguidores17. Cuando dej de serle amigo, Santander lo

    16 Carta de Bolvar a Santander, 20-V-1820. El firmn era una orden emitida por algunos

    gobiernos islmicos, entre ellos los sultanes turcos.

    17 Basadre, J. s. f., 1: 84. Persas fueron llamados en Espaa los ultras del absolutismo,

    as llamados por el Manifiesto de los Persas, publicado por diputados de Cdiz que

    disentan con el liberalismo y que comienza: Era costumbre de los antiguos persas

    pasar cinco das en anarqua despus del fallecimiento de su rey, a fin de que la ex-

    periencia de los asesinatos, robos y otras desgracias los obligase a ser ms fieles a su

    soberano. Bolvar lo us una vez (carta al arzobispo de Popayn, 31-I-1822), luego fue

  • 55Cuyo. Anuario de Filosofa Argentina y Americana, v. 28, n1, 2011, p. 35 a 59.

    acus en el mismo sentido, llamndolo musulmn18 y consider que el

    consejo de Estado de su constitucin colombiana hace las veces del divn

    de Constantinopla19. Por fin, el argentino Bartolom Mitre, que contrastaba

    su figura a la del inmaculado Jos de San Martn, notaba cmo el caraque-

    o en Lima se haba entregado a la existencia voluptuosa de un monarca

    oriental, como Salomn pero sin su proverbial sabidura (Mitre, B. 1940,

    t. 5, cap. 50, 8, 94).

    * * *

    No me digan que era lo que faltaba para completar la galera de

    los retratos que del Libertador se han trazado: revolucionario llamando a

    la insurreccin de las masas proletarias, precursor del antiimperialismo y

    tercermundismo, liberal modelo de repblicas parlamentarias, conserva-

    dor moderado y admirador de los regmenes anglosajones, heredero de la

    tradicin hispnica, aristocratizante y monrquico. Ahora le agregaramos

    un Bolvar teocrtico.

    Pero no quise llegar a tanto. Cuando califiqu en el primer p-

    rrafo de ejemplar y a la vez atpica la figura de Simn Bolvar fue por

    los motivos que en las pginas siguientes trat de sealar y aqu retomo:

    a diferencia de la gran mayora de los criollos de siempre, l escapaba del

    empaque retrico y se inclinaba hacia la adaptacin de los preceptos ledos

    a las circunstancias americanas. En ello tom lo mejor de cada uno de sus

    maestros, Simn Rodrguez y Andrs Bello. Si optaba por un manejo sencillo

    y americano del lenguaje, lo haca especialmente en la expresin de sus

    ideas polticas. Era consciente que para aprehender la Amrica que emerga

    aplicado tambin a los conservadores peruanos, Hildebrandt, M. 1961, 426.

    18 Vase antes, Santander lo hizo en carta que cay en manos de Bolvar, quien indig-

    nado coment lo antes reproducido: esto de musulmn es muy bonito: eso es l, mu-

    sulmn o etope, ladrn o verdugo, carta de Bolvar a Mariano Montilla, 24-IV-1828.

    19 Memoria sobre el origen, las causas y progresos de las desavenencias entre el pre-

    sidente de la Repblica de Colombia, Simn Bolvar, y el vicepresidente de la misma,

    Francisco de Paula Santander, escritas por un colombiano en 1829, en Santander, F.

    1988, 90.

  • 56 Hernn G. H. Taboada, De la Espaa africana a la Amrica teocrtica []

    ante sus ojos era necesaria una nueva ciencia, que busc en el tumulto de

    su vida batalladora tanto como en los libros que siempre llevaba consigo.

    El balance entre ambas inspiraciones lo mantuvo alejado de la

    sobreactuacin ideolgica que nos distingue, por la cual tendemos a exa-

    gerar los rasgos de nuestros inspiradores extranjeros. Esto lo llev a rerse

    de muchas pretensiones de sus coetneos. Cuando Jos Joaqun de Olmedo

    ensalz a los combatientes de Junn con trompa homrica, Bolvar le dict

    una leccin de preceptiva y sentido comn: Ud. nos eleva con su deidad

    mentirosa, como el guila de Jpiter levant a los cielos a la tortuga para

    dejarla caer sobre una roca que se rompiese sus miembros traseros [] si

    yo no fuese tan bueno y usted no fuese tan poeta, me avanzara a creer que

    usted haba querido hacer una parodia de la Iliada con los hroes de nuestra

    pobre farsa (Carta de Bolvar a Jos Joaqun de Olmedo, 27- VI-1825).

    Supo que no lo entenderan, que el pblico al que se diriga tena

    menos inteligencia y en general menos conocimientos que l. A veces da

    la impresin que en sus respuestas a Santander retoma sus conceptos para

    corregirlos burlonamente. El mundo era mucho ms complejo de lo que

    declamaban las prensas y las tribunas patriotas, repitiendo los preceptos que

    la Europa transpirenaica volcaba sobre Amrica en un alud consiguiente a

    la ruptura de los diques coloniales. Entre muy escasos pensadores, Bolvar

    lleg a sospechar que esas categoras y esas recetas iban a servir de muy

    poco, y que el Oriente, ese fantasma de los europeos, poda no ser lo que

    stos decan, poda hasta ser un modelo para aquella humanidad nueva y

    en cierto modo antigua. Qu saben los libros de Amrica? Qu sabemos

    nosotros de Oriente?

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