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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año LII, número 12 (2.659) Ciudad del Vaticano 20 de marzo de 2020 EN PEREGRINACIÓN PARA REZAR POR EL FIN DE LA PANDEMIA

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L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año LII, número 12 (2.659) Ciudad del Vaticano 20 de marzo de 2020

ENPEREGRINACIÓN

PA R A REZARPOR EL FIN DELA PA N D E M I A

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L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 20 de marzo de 2020, número 12

Gracias a los sacerdotes que permanecen cercanos al pueblo

Ángelus

Un agradecimiento a lossacerdotes que «en tiemposde pendemia» no hacen el«don Abundio» y con su

«creatividad» buscan «milmaneras de estar cerca delpueblo» fue dirigido por el

Papa en el Ángelus deldomingo 15 de marzo,

recitado desde la Bibliotecadel Palacio apsotólico

vaticano y transmitido enstreaming. El Pontífice

introdujo la oraciónmariana con una reflexiónacerca del pasaje litúrgicode la samaritana tomado

del Evangelio de san Juan(4, 5-42).

El Ángelus desde la Biblioteca del Palacio apostólico

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenosdías!

En este momento está finalizando enMilán la misa que el Señor Arzo-bispo está celebrando para los en-fermos, médicos, enfermeros y vo-

luntarios. El Señor Arzobispo está cerca desu pueblo y también cerca de Dios en laoración. Me viene a la mente la fotografíade la semana pasada: él solo sobre el tejadodel Duomo rezando a Nuestra Señora. Que-rría dar las gracias a todos los sacerdotes, lacreatividad de los sacerdotes. Me llegan mu-chas noticias desde Lombardía sobre suc re a t i v i d a d … Es cierto, Lombardía está muyafectada. Hay sacerdotes que piensan en milmaneras de estar cerca del pueblo, para queel pueblo no se sienta abandonado; sacerdo-tes con el celo apostólico que han entendidobien que en este tiempo de pandemia hayque ser cautos. Muchas gracias a vosotros,s a c e rd o t e s .

El pasaje evangélico de este domingo, eltercero de la Cuaresma, presenta el encuen-tro de Jesús con una mujer samaritana (cf.Juan 4, 5-42). Está en camino con sus discí-pulos y se detienen ante un pozo en Sama-ria. Los samaritanos eran considerados here-jes por los judíos y eran muy despreciados ytratados como ciudadanos de segunda clase.Jesús está cansado, sediento. Una mujer vie-ne a buscar agua y Él le pide: «Dame debeber» (v. 7). De este modo, rompiendo to-da barrera, comienza un diálogo en el querevela a aquella señora el misterio del aguaviva, esto es, del Espíritu Santo, don deDios. De hecho, a la reacción de sorpresade la señora responde Jesús del siguientemodo: «Si conocieras el don de Dios, yquién es el que te dice: "Dame de beber", túle habrías pedido a él, y él te habría dadoagua viva» (v. 10).

En el centro de este diálogo está el agua.Por un lado, el agua como elemento esen-

cial para la vida, que apaga la sed del cuer-po y sostiene la vida. Por otro lado, el aguacomo símbolo de la gracia divina, que da lavida eterna. En la tradición bíblica Dios esla fuente de agua viva – como se dice en losSalmos, en los profetas –: alejarse de Dios,la fuente de agua viva, y de su Ley, conducea la peor sequía. Esta es la experiencia delpueblo de Israel en el desierto. En el largocamino hacia la libertad, ellos, ardiendo desed, protestan contra Moisés y Dios porqueno hay agua. Luego, por voluntad de Dios,Moisés hace brotar agua de una roca, comosigno de la providencia de Dios que acom-paña a su pueblo y le da vida (cf. Éxodo 17,1-7).

Y el apóstol Pablo interpreta esa roca co-mo un símbolo de Cristo. Dice: "Y la rocaes Cristo" (cf. 1 Corintios, 10:4). Es la miste-riosa figura de su presencia entre los cami-nantes de Dios. Porque Cristo es el Templodel que, según la visión de los profetas, bro-ta el Espíritu Santo, es decir, el agua vivaque purifica y da vida. Aquellos que tienensed de salvación pueden tomarla librementede Jesús, y el Espíritu Santo se convertiráen él o ella en una fuente de vida plena yeterna. La promesa de agua viva que Jesúshizo a la mujer samaritana se hizo realidaden su Pascua: “sangre y agua” brotaron desu costado atravesado (Juan 19, 34). Cristo,Cordero inmolado y resucitado, es la fuentede la que mana el Espíritu Santo, que per-dona los pecados y regenera la nueva vida.

Este don es también la fuente del testimo-nio. Al igual que la mujer samaritana, quese encuentra con Jesús en vivo y siente lanecesidad de decírselo a los demás, paraque todos confiesen que Jesús «es verdade-ramente el salvador del mundo» (Juan 4,42), como dijeron más tarde los paisanos deesa mujer. También nosotros, nacidos parauna nueva vida a través del Bautismo, esta-mos llamados a dar testimonio de la vida yla esperanza que hay en nosotros. Si nuestra

búsqueda y sed encuentran en Cristo la sa-tisfacción plena, manifestaremos que la sal-vación no está en las “cosas” de este mundo,que al final llevan a la sequía, sino en Aquélque nos ha amado y nos ama siempre: Jesúsnuestro Salvador, en el agua viva que Él noso f re c e .

Que María Santísima nos ayude a cultivarel deseo de Cristo, la fuente de agua viva, laúnica que puede saciar la sed de vida y deamor que llevamos en nuestros corazones.

Después del ÁngelusQueridos hermanos y hermanas:En estos días, la Plaza de San Pedro está

cerrada, por eso os dirijo mi saludo directa-mente a vosotros, que estáis conectados me-diante los medios de comunicación.

En esta situación de pandemia, en la quenos encontramos viviendo más o menos ais-lados, estamos invitados a redescubrir y pro-fundizar el valor de la comunión que une atodos los miembros de la Iglesia. Unidos aCristo nunca estamos solos, sino que forma-mos un solo Cuerpo, del cual Él es la Cabe-za. Es una unión que se alimenta de la ora-ción, y también de la comunión espiritualen la Eucaristía, una práctica muy recomen-dada cuando no es posible recibir el Sacra-mento. Digo esto para todos, especialmentepara la gente que vive sola.

Renuevo mi cercanía a todos los enfermosy a los que los curan. Así como los numero-sos trabajadores y voluntarios que ayudan alas personas que no pueden salir de su casa,y los que satisfacen las necesidades de losmás pobres y los sin techo.

Muchas gracias por todo el esfuerzo quecada uno de vosotros está haciendo paraayudar en este momento tan difícil. Que elSeñor os bendiga, que Nuestra Señora osguarde; y por favor no os olvidéis de rezarpor mí. ¡Feliz domingo y que tengáis unbuen almuerzo! Gracias.

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número 12, viernes 20 de marzo de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

La homilía del PontíficeMisa en Santa Marta

El Papa Francisco - continuando «re-zando por los enfermos en esta pan-demia» —ofreció la misa celebrada elsábado por la mañana, 14 de marzo,

en la capilla de la Casa Santa Marta para lasfamilias, en particular para las que se enfren-tan al problema de la discapacidad.

«Hoy quisiera pedir una oración especialpara las familias», dijo el Pontífice, de formaespontánea, al comienzo de la celebración.De hecho, hay «familias que, de un día paraotro, están con los niños en casa porque lasescuelas están cerradas por seguridad y tienenque manejar una situación difícil y manejarlabien, con paz y también con alegría. De ma-nera especial pienso en las familias con algu-nas personas discapacitadas. Los centros deatención diurna para personas con discapaci-dad están cerrados y la persona también per-manece en la familia. Recemos por las fami-lias para que no pierdan la paz en este mo-mento y puedan llevar a toda la familia ade-lante con fuerza y alegría».

Son palabras que, a través de un vídeo emi-tido en directo, llegaron a las familias que pu-dieron experimentar así la cercanía del Obis-po de Roma. Y con los versos del Salmo 145(8-9), leídos como antífona de entrada, Fran-cisco fortaleció aún más su oración: «Pacientey misericordioso es el Señor, lento para la iray lleno de gracia. El Señor es bueno para to-dos y su misericordia se extiende a todas lascriaturas».

Para su meditación el Papa se basó en elpasaje del Evangelio de Lucas (15, 1-3. 11-32),propuesto por la liturgia del día, con el relatode la parábola del hijo pródigo y el padre mi-sericordioso. «Muchas veces hemos escuchadoeste pasaje del Evangelio» dijo el Pontífice,explicando que Jesús cuenta esta parábola«en un contexto especial: Todos los publica-nos y pecadores se acercaban a él para escu-charlo». En cambio «los fariseos y escribasmurmuraban diciendo: “Recibe a los pecado-res y come con ellos”. Y Jesús respondió conesta parábola».

El Papa señaló que a Jesús «los pecadoresse acercan en silencio, no sabe qué decir, perola presencia dice muchas cosas, querían escu-char». En cambio, «¿qué dicen los doctoresde la ley? Ellos critican. ‘Murmuraban’ dice elEvangelio, tratando de borrar la autoridadque Jesús tenía con el pueblo». En la prácticase acercan a Jesús con «esta gran acusación:come con los pecadores, es impuro».

«La parábola es un poco la explicación deeste drama, de este problema», dijo Francisco.«La gente siente la necesidad de salvación, nosabe distinguir bien, intelectualmente: necesi-to encontrar a mi Señor, que me llena». Lagente «necesita un guía, un pastor, se acercana Jesús porque ven en Él un pastor, necesitanque se les ayude a caminar en la vida. Ellossienten esta necesidad».

Por otro lado, «los doctores se sienten sufi-cientes: “Fuimos a la universidad; hice undoctorado, no, dos doctorados. Sé bien, bien,lo que dice la ley; en efecto, conozco todas,todas las explicaciones, todos los casos, todaslas actitudes casuísticas”». Con este pensa-miento los doctores «se sienten suficientes,desprecian a la gente, desprecian a los peca-dores: el desprecio a los pecadores».

«En la parábola», insistió el Papa, ocurrelo mismo: «El hijo le dice al Padre: dame eldinero y me voy. El padre da, pero no dicenada porque es un padre; tal vez tenga el re-cuerdo de alguna broma infantil que hizocuando era joven, pero no dice nada». ¿La ra-zón de esta actitud? «Un padre sabe sufrir ensilencio, un padre mira el tiempo, deja pasarlos malos momentos», explicó el Pontífice.Incluso, «muchas veces, la actitud de un pa-dre es “hacerse el tonto”.

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número 12, viernes 20 de marzo de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 4/5

Francisco visita sorpresivamente santa María la Mayor y san Marcelo en Roma

ORACIÓN PA R A PEDIR POR LOS ENFERMOSY LAS VÍCTIMAS DE LA PA N D E M I A

Como una peregrinación, en la tarde deldomingo 15 de marzo, el Papa Franciscose dirigió sorpresivamente a dos lugaressímbolos de Roma, la Basílica de Santa

María La Mayor y la iglesia de san Marcelo alCorso, para invocar el final de la pandemia delCOVID-19 que afecta a Italia y al mundo: en amboslugares pidió la curación de tantos enfermos, re-cordó las numerosas víctimas de estos días, y pidióque sus familiares y amigos encuentren consolacióny conforto.

Saliendo del Vaticano poco después de las 16, elPontífice privadamente llegó primero a la basílicapapal liberiana. Fue acogido por el cardenal arci-preste Stanisław Ryłko y por los dominicanos queestán a cargo. Se dirigió a la capilla donde se cus-todia el icono de la Virgen Salus populi romani.Dejando un ramo de flores, el obispo de Roma re-zó en silencia ante la imagen mariana.

A continuación, recorriendo un trayecto de lavía del Corso a pie, se encaminó a la Iglesia de sanMarcelo, donde se encuentra el crucifijo milagrosoque en 1522 fue llevado en procesión por las callesde la ciudad, para que acabase la “Gran Peste”.Dentro del templo que fue destruido por un incen-dio —en donde, sin embargo se salvó precisamenteel milagroso crucifijo de madera—, el Papa Francis-co depositó un ramo de flores, permaneciendo enoración, mientras le acompañaba la comunidad dela Orden de los siervos de María, a quienes se lesconfió la rectoría. Finalmente, hacia las 17:30 elSanto Padre regresó en coche al Vaticano.

Durante la mañana, el Papa Francisco había di-rigido la oración del Ángelus a medio día desde laBiblioteca del Palacio apostólico, precedido por lacotidiana celebración de la Misa de las 7 en la ca-pilla de la Casa Santa Marta. Un rito, que se repi-tió también el lunes 16.

Por lo que respecta la celebración de la Semanasanta, el director de la Oficina de presna de laSanta Sede, Matteo Bruni, respondiendo a las pre-guntas de los periodistas, precisó que «se han con-firmado todas las celebraciones», añadiendo que«al estado actual, se están analizando las modali-dades de actuación y participación que respeten lasmedidas de seguridad que se han tomado para evi-tar el contagio del coronavirus.

Tales modalidades se comunicarán en cuanto sedefinan, según se vaya desarrollando la situaciónepidemológica.

Cualquiera que sea la modalidad prevista, las ce-lebraciones de la Semana Santa —concluyó Bruni—serán transmitidas por en directa televisiva y radio-fónica, también en mundovisión y en s t re a m i n g enla página de Vatican News, como también las imá-genes se distribuirán por Vatican Meida». Mien-tras tanto, hasta el 12 de abril las audiencias gene-rales del Papa y el rezo del Ángelus se podrán se-guir en directo en estos mismos medios.

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página 6 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 20 de marzo de 2020, número 12

Nueva leysobre el sistema judicial vaticano

GIUSEPPE PI G N AT O N E

El 16 de marzo de 2020, el Papa Francis-co promulgó la Ley Nº CCCLI sobre elsistema judicial dlel Estado de la Ciu-dad del Vaticano, actualizando la Ley

Nº CXIX de 21 de noviembre de 1987 y su modi-ficación sucesiva por la Ley Nº LXVII de 24 dejunio de 2008. En particular, adecuándose al ac-tual contexto histórico e institucional que requie-re cada vez más eficiencia, la nueva ley:

1.- Prevé a garantizar mejor la independenciade los órganos judiciales y de los magistradosque dependen únicamente del Sumo Pontíficeque los nombra y están sujetos a la ley, ejercien-

El significado y el propósito de esta nueva leysobre el sistema judicial quedan aclarados, en laspremisas que preceden al texto normativo, por elpropio Sumo Pontífice, a quien mis colegas y yoagradecemos la atención prestada a las cuestio-nes de justicia incluso en estos momentos dramá-ticos.

Por una parte, el Papa Francisco reitera lo queha dicho en otras ocasiones, también reciente-mente en la apertura del año judicial, de que elpoder judicial debe inspirar su actividad en lavirtud cardinal de la justicia y que para lograr es-te resultado son indispensables tanto el «com-promiso personal, generoso y responsable» delos magistrados como la presencia de institucio-

sus locales. Por lo tanto, se afirma explícitamen-te que los magistrados, aunque dependen jerár-quicamente del Sumo Pontífice que los nombra,en el ejercicio de sus funciones sólo están sujetosa la ley y que ejercen sus poderes con imparciali-dad. Por lo tanto, se indican requisitos específi-cos y rigurosos de profesionalidad, con la dispo-sición de que los magistrados de primer y segun-do grado, y en parte también del Tribunal Su-premo, pueden ser nombrados profesores univer-sitarios (titulares o jubilados) o juristas de clarare p u t a c i ó n .

Además, para satisfacer las tan variadas necesi-dades de la actividad judicial vaticana, inclusoen un Estado muy pequeño, se valora, por un la-do, la experiencia en los campos civil, penal yadministrativo y, por otro, se exige que al menosuno de los magistrados de las diligencias de pri-mer grado sea experto en derecho canónico yeclesiástico.

También, por primera vez, se dictan normasespecíficas para la Oficina del Promotor de Jus-ticia, marcando así la distinción entre las autori-dades judiciales y las judiciales, y garantizando aestas últimas la autonomía e independencia en elejercicio de sus funciones.

También con el fin de asegurar las condicionesde independencia y eficacia, se fija el número depersonal administrativo, se prevé la autonomíade los despachos judiciales y, para los de primerainstancia, se establece que al menos un magistra-do a tiempo completo forme parte de ellos.

El límite de edad se eleva de 74 a 75 años, mo-mento en el que se debe presentar la renuncia,que es efectiva tras la aceptación del Sumo Pon-tífice.

Otro cambio significativo es la posibilidad deque el Presidente del Tribunal Supremo de Casa-ción integre el panel de jueces, normalmentecompuesto por tres cardenales, con otros dosjueces aplicados, nombrados sobre la base de losrequisitos ordinarios indicados anteriormente, «siasí lo exige la complejidad de la controversia o sisurgen razones de conveniencia».

Es evidente que esta norma es el resultado dela conciencia de la creciente complejidad técnicade los procedimientos que se tramitan en el Esta-do y el deseo de garantizar de esta manera, in-

do sus funciones con imparcialidad y disponien-do directamente de la policía judicial.

2.-Exige requisitos específicos para el nombra-miento de los magistrados que se eligen entreprofesores universitarios y, en todo caso, entrejuristas de clara reputación, con experiencia pro-bada, judicial o forense, en materia civil, penal oadministrativa.

3.-Prevé una simplificación del sistema judicialy, al mismo tiempo, un refuerzo del personal delTribunal, que se incrementa en una unidad, pre-viendo además un régimen de dedicación exclu-siva y a tiempo completo para al menos uno delos jueces.

4.-Cuenta con un jefe autónomo para la Ofici-na del Promotor de Justicia, distinto de aqueldel Tribunal.

5.- Prevé una tipificación, hasta ahora ausente,de las posibles medidas disciplinarias contra losabogados inscritos en el Colegio.

nes adecuadas capaces de garantizar la eficacia yla tempestividad.

Por otra parte, el Pontífice subraya que lasnuevas normas sobre el sistema judicial se hanvuelto necesarias en relación con los numerosos eimportantes cambios que se han producido des-de 2000, y especialmente desde 2013, en la legis-lación del Estado de la Ciudad del Vaticano, so-bre todo en materia económico-financiera y pe-nal, también como consecuencia de la adhesión anumerosos convenios internacionales.

Por lo tanto, el poder judicial del Vaticano es-tá llamado hoy a aplicar una legislación que esen muchos aspectos muy moderna, en gran parteresultado de la globalización, pero que está in-sertada en códigos que se remontan a muchasdécadas atrás. Pero, sobre todo, la interpretacióny aplicación de estas leyes debe respetar la espe-cificidad del derecho vaticano que, como reiterala Ley nº LVVI de 1 de octubre de 2008 sobrelas fuentes del derecho, «reconoce en el orden

La ley en cuestión se inscribe en el marco delas reformas normativas en materia económico-fi-nanciera y penal, debido también a la adhesión aimportantes convenios internacionales, y, al mis-mo tiempo, preserva y garantiza la especificidaddel derecho vaticano, que reconoce en el ordena-miento canónico la primera fuente normativa y elprimer criterio de referencia para la interpreta-ción.

Independencia y profesionalidad de los magis-trados

16 de marzo de 2020

canónico la primera fuente normativa y el primercriterio interpretativo de referencia».

Esta reconciliación entre lo antiguo y lo mo-derno es la peculiaridad del momento históricoactual y también una razón más de compromisopara nosotros los magistrados.

Pasando al examen de los principales aspectosde las nuevas normas, cabe subrayar que uno delos criterios inspiradores del nuevo sistema es laconvicción de que la independencia de los ma-gistrados y su capacidad profesional son condi-ciones indispensables para obtener los resultadosde la justicia indicados por el Papa Francisco en

cluso en el último nivel de la jurisdicción, los co-nocimientos técnicos y profesionales necesarios.

El último punto que quiero subrayar es laatención al derecho de defensa que el artículo 26define como «inviolable en cualquier estado ygrado de procedimiento», en consonancia conlos principios del debido proceso y la presunciónde inocencia, ya introducidos en 2013 en el Códi-go de Procedimiento Penal (artículo 350 bis).

En este contexto, se prevé una reglamentacióndetallada de los requisitos para la inscripción enel registro y, por otra parte, de la hipótesis de losprocedimientos disciplinarios.

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número 12, viernes 20 de marzo de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 7

La homilía del PontíficeMisa en Santa Marta

Con la adoración y la bendición eucarística el PapaFrancisco concluyó la misa celebrada el martes 17de marzo por la mañana en la capilla de la CasaSanta Marta. Después de la comunión, con la cus-

todia puesta en el altar para la adoración, el obispo de Ro-ma dio la bendición que, a través de la transmisión en vivo,llegó a todos los que están experimentando este tiempo depandemia.

Francisco ofreció, de manera especial, la celebración paralos ancianos y las personas solas. “Me gustaría –dijo de for-ma espontánea al comienzo de la misa- que hoy rezáramospor los ancianos que están sufriendo este momento de mane-ra especial, con una soledad interior muy grande y a vecescon tanto miedo”.

“Roguemos al Señor”, añadió, “para que esté cerca denuestros abuelos, de nuestras abuelas, de todos los ancianosy les dé fuerza. Nos han dado sabiduría, vida, historia. No-sotros también estamos cerca de ellos con la oración”.

Y para fortalecer su intención espiritual el Pontífice leyóla antífona de entrada, tomada del Salmo 17 (6-8). “Yo te lla-mo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído,escucha mis palabras, haz gala de tus gracias, tú que salvas alos que buscan a tu diestra refugio contra los que atacan.Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la som-bra de tus alas”.

Para la meditación de la homilía, Francisco se basó en elpasaje del Evangelio de Mateo (18, 21-35) propuesto por laliturgia, centrado en el perdón. “Jesús -explicó refiriéndoseal pasaje evangélico inmediatamente anterior (18, 15-20)- vie-ne de hacer una catequesis sobre la unidad de los hermanosy la terminó con una hermosa palabra: Os aseguro que ‘sidos de vosotros’, dos o tres, se ponen de acuerdo y pidenuna gracia, les será concedida”.

Así, “la unidad, la amistad, la paz entre hermanos y her-manas atrae la benevolencia de Dios”, dijo el Papa. Y así, di-ce Mateo, “Pedro hace la pregunta: sí, pero ¿qué debemoshacer con la gente que nos ofende? ‘Si mi hermano cometepecados contra mí’, me ofende, ‘¿cuántas veces tendré queperdonarlo? ¿Hasta siete veces?’”

A la pregunta de Pedro, el Pontífice señaló, “Jesús respon-dió con esa palabra que significa, en su idioma, ‘s i e m p re ’:‘setenta veces siete’”. En esencia, el Señor dice: “uno siempredebe perdonar y no es fácil perdonar, porque nuestro cora-zón egoísta está siempre apegado al odio, a la venganza, alos rencores”.

Además, continuó Francisco, “todos hemos visto familiasdestruidas por odios familiares que pasan de una generacióna otra”. Hay “hermanos que, frente al ataúd de uno de suspadres, no se saludan porque guardan viejos rencores”. Enrealidad, insistió, “parece que es más fuerte aferrarse al odioque al amor y esto es sólo ‘el tesoro’, por así decirlo, del dia-blo”.

El diablo, de hecho, explicó el Papa, “siempre se agazapaentre nuestros resentimientos, entre nuestros odios y los hacecrecer, los mantiene ahí para destruir. Destrúyelo todo. Ymuchas veces, por cosas pequeñas, destruye”.

Es más, dijo Francisco, “también destruye a este Dios queno ha venido a condenar, sino a perdonar. Este Dios que es

capaz de darse un festín con un pecador que se acerca y ol-vida todo. Cuando Dios nos perdona, olvida todo el malque hemos hecho”. Tanto es así que “alguien dijo” que elperdón “es la enfermedad de Dios: no tiene memoria, es ca-paz de perder la memoria, en estos casos. Dios pierde la me-moria de las feas historias de tantos pecadores, de nuestrospecados. Nos perdona y sigue adelante”.

Dios, explicó el Papa, “solo nos pide: ‘Haz lo mismo,aprende a perdonar, no lleves esta cruz que no es fruto delodio, del rencor, de “pagarás por ello’”. Una “palabra”, quepara el Pontífice “no es ni cristiana ni humana”.

Aquí, entonces, está “la generosidad de Jesús, que nos en-seña que para entrar en el cielo debemos perdonar”, dijoFrancisco. De hecho, añadió: “Nos dice: ‘¿Vais a misa?’ – ‘Sí’– ‘Pero si cuando vas a misa recuerdas que tu hermano tienealgo contra ti, reconcíliate primero; no vengas a mí con elamor por mí en una mano y el odio hacia tu hermano en laotra”. Se necesita “la consistencia del amor: perdonar, perdo-nar de corazón”.

“Hay gente -señaló el Papa- que vive condenando a lagente, hablando mal de la gente, ensuciando continuamentea sus compañeros de trabajo, ensuciando a sus vecinos, a susparientes, porque no perdonan algo que les hicieron o noperdonan algo que no les gustó”. Y así “parece que la propiariqueza del diablo es ésta: sembrar amor para no perdonar,vivir apegado a no perdonar”.

Pero “el perdón es una condición para entrar en el cielo”,recordó Francisco. Y “la parábola que nos dice Jesús es muyclara: perdonar”, añadió. Con la esperanza de “que el Señornos enseñe esta sabiduría del perdón, que no es fácil”.

A este respecto el Papa también sugirió un consejo espiri-tual: “Hagamos una cosa: cuando nos confesemos, para reci-bir el sacramento de la reconciliación, preguntémonos prime-ro: ¿perdono? Si siento que no perdono, no pretendas pedirperdón, porque no seré perdonado”. No hay que olvidar, dehecho, que “pedir perdón significa perdonar: están los dosjuntos, no pueden separarse”.

Refiriéndose al pasaje del Evangelio de Mateo, el Pontífi-ce dijo que “los que piden perdón para sí mismos” - como elmalvado siervo de la parábola ante el maestro que “lo perdo-na todo” – “pero no dan el perdón a los demás, acabarán co-mo él”. Es el mismo Jesús quien lo recuerda en el Evangeliodel día: “Así hará también con vosotros mi Padre celestial sino perdonáis de corazón, cada uno a su hermano”.

El Papa concluyó su meditación invitándonos a rezar paraque “el Señor nos ayude a comprender esto y a bajar la ca-beza, a no ser orgullosos, a ser magnánimos en el perdón”.O “al menos para perdonar por interés. ¿Cómo es eso? Sí,perdona porque si no perdono, no seré perdonado. Al me-nos eso. Pero siempre el perdón”.

Al final de la celebración, después de la adoración y labendición eucarística, Francisco confió sus oraciones a laMadre de Dios colocándose ante la imagen mariana coloca-da junto al altar de la capilla de Santa Marta, acompañadodel canto de la antífona Ave Regina Caelorum.

Al mediodía, en la Basílica Vaticana, el Cardenal Arcipres-te Angelo Comastri relanzó la oración del Papa dirigiendo elrezo del Ángelus y el Rosario.

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Continuando la catequesis sobre las bienaventuranzas Francisco vuleve a lanzar las claves de su Pontificado

El primado de la misericordia

“Recuerdo que este tema fue elegido desde el primer Ángelus… como Papa: la misericordia”. Con elpensamiento dirigido a los inicios de su Pontificado, en las vísperas del séptimo aniversario del iniciodel ministerio petrino, Francisco dedicó la audiencia general del miércoles 18 de marzo a la siguienteBienaventuranza. El Pontífice pronunció la catequesis que publicamos a continuación y que seretransmitió en directo desde la Biblioteca privada del Palacio apostólico vaticano.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy hablaremos de la bienaventuranza que dice: “Biena-venturados los misericordiosos, porque ellos alcanzaránla misericordia” (Ma t e o 5, 7). En esta bienaventuranzahay una particularidad: es la única en la que coinciden

la causa y el fruto de la felicidad, la misericordia. Los que ejercenla misericordia encontrarán misericordia, serán “m i s e r i c o rd i a d o s ”.

Este tema de la reciprocidad del perdón no sólo está presenteen esta bienaventuranza, sino que es recurrente en el Evangelio.¿Y cómo podría ser de otra manera? ¡La misericordia es el cora-zón mismo de Dios! Jesús dice: “No juzguéis y no seréis juzgados;no condéneis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdona-dos” (Lucas 6, 37). Siempre la misma reciprocidad. Y la Carta deSantiago afirma que “la misericordia se siente superior al jui-cio” (2, 13).

Pero sobre todo es en el Padrenuestro donde pedimos: “Pe rd o n anuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofen-den” (Ma t e o 6, 12); y esta petición es la única que se recoge al fi-

al principio, nos medimos con la medida con la que medimos alos demás (cf. Lucas 6, 38), entonces nos conviene ensanchar lamedida y perdonar las deudas, perdonar. Cada uno debe recordarque necesita perdonar, que necesita perdón y que necesita pacien-cia; este es el secreto de la misericordia: perdonando se es perdo-nado. Por eso Dios nos precede y nos perdona primero (cf. Roma-nos 5, 8). Recibiendo su perdón, nosotros a nuestra vez nos volve-mos capaces de perdonar. Así, nuestra miseria y nuestra falta dejusticia se convierten en oportunidades para abrirnos al Reino delos cielos, a una medida más grande, la medida de Dios, que esmisericordia. ¿De dónde viene nuestra misericordia? Jesús nosdijo: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordio-so” (Lucas 6, 36). Cuanto más se acepta el amor del Padre, más seama (cf. CIC, 2842). La misericordia no es una dimensión entreotras, sino el centro de la vida cristiana: no hay cristianismo sinmisericordia (cf. San Juan Pablo II Enc. Dives in misericordia (30de noviembre de 1980); Bula Misericordiae Vultus (11 de abril de2015) Cart. Apostólica. Misericordia et misera (20 noviembre 2016))Si todo nuestro cristianismo no nos lleva a la misericordia, nos he-

nal: “Porque si vosotros perdonáis a los demás sus ofensas, os per-donará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no per-donáis a los demás, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestrasofensas” (Ma t e o 6,14-15; cf. Catecismo de la Iglesia Católica,2838).

Hay dos cosas que no se pueden separar: el perdón que se da yel perdón que se recibe. Pero para muchas personas es difícil, nopueden perdonar. Muchas veces el mal recibido es tan grande queser capaz de perdonar parece como escalar una montaña muy alta:un esfuerzo enorme; y uno piensa: no se puede, esto no se puede.Este hecho de la reciprocidad de la misericordia indica que necesi-tamos invertir la perspectiva. Solos no podemos, hace falta la gra-cia de Dios, tenemos que pedirla. Porque si la quinta bienaventu-ranza promete que se encontrará la misericordia y en el Padrenues-tro pedimos el perdón de las deudas, significa que somos esencial-mente deudores y necesitamos encontrar misericordia.

Todos somos deudores. Todos. Con Dios, que es tan generoso,y con nuestros hermanos. Toda persona sabe que no es el padre ola madre que debería ser, el esposo o la esposa, el hermano o lahermana que debería ser. Todos estamos “en déficit” en la vida. Ynecesitamos misericordia. Sabemos que también nosotros hemosobrado mal, siempre le falta algo al bien que deberíamos haberhecho.

¡Pero precisamente esta pobreza nuestra se convierte en la fuer-za para perdonar! Somos deudores , y si, como hemos escuchado

mos equivocado de camino, porque la misericordia es la única me-ta verdadera de todo camino espiritual. Es uno de los frutos másbellos de la caridad (CIC, 1829).

Recuerdo que este tema fue el elegido desde el primer ángelusque tuve que decir como Papa: la misericordia. Y se me quedógrabado, como un mensaje que como Papa debía dar siempre, unmensaje que debe ser cotidiano: la misericordia. Recuerdo que esedía también tuve la actitud un poco “d e s v e rg o n z a d a ” de hacer pu-blicidad a un libro sobre la misericordia, recién publicado por elcardenal Kasper. Y ese día sentí con tanta fuerza que ese es elmensaje que debo dar, como obispo de Roma: misericordia, mise-ricordia, por favor, perdón.

La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felici-dad. Vivimos de misericordia y no podemos permitirnos estar sinmisericordia: es como el aire que respiramos. Somos demasiadopobres para poner las condiciones, necesitamos perdonar, porquenecesitamos ser perdonados. ¡Gracias!

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, que siguenesta catequesis a través de los medios de comunicación. Pidamosal Señor que, en este momento particularmente difícil para todos,podamos redescubrir dentro de nosotros su Presencia que nos amay nos sostiene, y de este modo ser portadores de su ternura acuantos nos rodean, con obras de cercanía y de bien. Que Dioslos bendiga.