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    Anecdotes, Testimonial Accounts and History

    A V: El Colegio de Jalisco, Instituto Nacional de Antropologa e Historia,

    Guadalajara, Jalisco, Mxico

    [email protected]

    Desacatos, nm. 35, enero-abril 2011, pp. 190-193

    En la actualidad, a pocos

    sorprende la publicacin de un

    libro que se ocupe del

    conflicto entre la Iglesia y el Estado

    que tuvo lugar entre 1926 y 1929.Aunque empiezan a ser menos

    escasos, todava causan agitacin los

    que se dedican al periodo que cubre el

    decenio de los treinta, llamado la

    segunda, para no dejar dudas de que

    se trata del reavivamiento del choque

    anterior. El apoyo que recibi este

    nuevo llamado a las armas fue

    reducido, tanto de parte de los fieles

    catlicos como de la clereca, sin

    embargo esto no le resta importancia

    a su concrecin. Digo lo anterior

    porque hasta hace unos 40 aos, al

    menos dentro del mundo acadmico,se pensaba que era un desperdicio de

    tiempo y dinero analizar lo que se

    cubri con la apariencia de una

    intrascendente e infructuosa asonada

    cuya respuesta no pas de la

    formacin improvisada de tropas

    dotadas de escasos pertrechos de

    guerra y todava menos disciplina

    militar. En resumen, la revuelta ni

    haba tenido razn de ser ni sus

    consecuencias eran dignas de tomarseen cuenta.

    El libro de Alicia Olivera, Aspectos

    del conflicto religioso de 1926-1929.

    Sus antecedentes y consecuencias,

    publicado en 1966 por el Instituto Na-

    cional de Antropologa e Historia,

    hizo que muchos cambiaran su

    L T, 1926. Ecos de la Cristiada

    Iconografa: Archivo fotogrfico Manuel CalderaConsejo Estatal para la Cultura y las Artes Gobiernode Jalisco, Guadalajara, 348 pp.

    Ancdotas, testimonios e historia

    Agustn Vaca Garca

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    ENEROABRIL 2011 Desacatos RESEAS

    parecer sobre el tema. La divulgacin

    de la tesis doctoral de Jean Meyer en

    Mxico entre 1973 y 1974 confirm la

    importancia de la rebelin en lahistoria nacional que el libro de Alicia

    Olivera haba posibilitado vislumbrar.

    Abri una encrucijada casi inagotable

    de senderos que parten de o

    conducen a un mismo punto: la

    Cristiada.1Se puede estar a favor o en

    contra de los motivos que llevaron a

    un crecido nmero de catlicos a

    levantarse en armas, de la actuacin

    del gobierno o de la Iglesia catlica

    ante la rebelin, y se puede criticar laposicin que los diferentes autores

    han adoptado al abordar el anlisis de

    dicho levantamiento. Lo que ya no se

    puede hacer es negar la importancia

    que la Cristiada tuvo y sigue

    teniendoen la vida pblica del pas,

    lo cual se ha demostrado en los

    ltimos 40 aos en obras que han

    escrutado desde distintas disciplinas

    los ms variados aspectos de este

    estallido social y sus repercusiones.

    Por otra parte, es casi del dominio

    pblico que al trmino del conflicto

    armado se destruyeron archivos

    completos de algunas de las organiza-

    ciones que participaron, que otros

    permanecieron ocultos y que los

    privados fueron protegidos por sus

    dueos. Para agravar este estado de

    cosas, la jerarqua eclesistica hizo un

    gran esfuerzo por evitar cualquier

    manifestacin pblica que pudiera

    convertir a los cristeros en hroes

    populares por sus acciones, o queexteriorizara desacuerdos con los

    arreglos, es decir, con el pacto entre

    la Iglesia y el Estado que puso fin a las

    maniobras blicas en 1929, por lo

    menos oficialmente. Estas circunstan-

    cias causaron la escasez de informa-

    cin documental de primera mano, lo

    que constituy un gran obstculo que

    los primeros investigadores remonta-

    ron inconformes. La opinin

    generalizada sostena la intrascenden-cia del levantamiento cristero y se

    empe en sacar a la luz los distintos

    modos en que el movimiento afect

    y sigue afectandola vida nacional

    poltica, social, econmica y cultural.

    Conocer los hechos hubiera sido

    mucho ms difcil sin el inters que

    hubo en rescatar y conservar los

    testimonios de los sobrevivientes,

    primero de la guerra misma y despus

    de los efectos naturales del tiempo.

    Estas fuentes de informacin

    complementaron la escasez, ms

    provocada que real, de las documen-

    tales, y en ocasiones hasta sustituye-

    ron la franca ausencia de ellas.

    Los excombatientes y sus partida-

    rios no fueron disuadidos por el

    ninguneo del sector oficial ni por el

    silenciamiento clerical de las voces de

    la sublevacin catlica. Aurelio

    Acevedo empez a recolectar

    testimonios de exsoldados de Cristo

    Rey, los cuales se publicaran siempre

    y cuando la narracin fuera veraz en

    el peridico Daviddurante su

    segunda poca, de 1952 a 1968.

    Coincidentemente, esta exigencia de

    veracidad estaba entre las que haba

    establecido Marc Bloch para los que

    aspiraban a ostentar el estado civil de

    testigo. En vista de que nadie podradecir que ha visto todo o conocido

    todo, inst a que cada quien dijera

    con franqueza lo que tena que decir;

    la verdad nacer de esas sinceridades

    convergentes. Adems, de acuerdo

    con Bloch, para poder dar un

    testimonio fidedigno, era necesario

    unir lo visto con lo hecho, pues dar

    cuenta exacta de lo que no se

    experimenta redunda casi siempre en

    la distorsin de los hechos.En gran medida, gracias a la

    determinacin de los vencidos, ha

    sido posible conocer de manera

    paulatina aspectos de esa historia y

    otros que el punto de vista de los

    vencedores habra oscurecido. Esto

    no significa que ya no quede nada que

    poner al descubierto ni qu decir

    acerca de la Cristiada. Por el

    contrario, al igual que todos los

    hechos de un conglomerado humano,

    cualquiera que sea el tamao de ste,

    el movimiento cristero es susceptible

    de un sinnmero de anlisis desde

    diferentes enfoques que contribuyen

    por lo menos se es el propsito

    explcitoa su mejor conocimiento.

    En este sentido, debemos dar la

    bienvenida a 1926. Ecos de la

    Cristiada, libro que contribuir a

    revelar con eficacia muchos de los

    aspectos que permanecen ocultos y

    que dar un nuevo sentido a los que

    ya han sido desvelados. A sus 348

    pginas numeradas slo hay que

    restar las primeras 20 y las ltimas 71

    para quedarnos con testimonios que

    llenan con amplitud los requisitos que

    1Ttulo general que escogi Meyer para su

    obra, el cual se ha consagrado para designar

    a la rebelin a la que me he referido ms

    arriba y ha sido aceptado casi unnimemen-

    te, no slo en el mundo acadmico, sino

    tambin por los interesados en el conoci-

    miento de la historia de Mxico en general y

    hasta por sus protagonistas.

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    RESEAS Desacatos ENEROABRIL 2011

    se imponen a los testigos y que asent

    renglones arriba. Esto no quiere decir

    que las pginas en cuestin sean

    prescindibles. En las primeras se

    encuentra un texto breve, que

    supongo es de Luis de la Torre,

    titulado 1926, que hace las veces de

    introduccin, un prefacio escrito por

    Jean Meyer, De corderos a leones de

    Luis Sandoval Godoy y al final una

    descripcin concisa de los orgenes y

    propsitos del volumen. Por su parte,

    las 71 pginas finales contienen una

    bien seleccionada muestra de la

    coleccin fotogrfica del archivo de

    Manuel Caldera y los Apndices, enque se encuentran breves semblanzas

    de protagonistas destacados de la

    Cristiada: la de Aurelio Acevedo

    escrita por Guillermina Palacios

    Surez, dos de Enrique Gorostieta,

    una por la redaccin deMi puebloy la

    que hizo Pedro Delgadillo; Francesca

    Gargallo y Hctor Trevio escribieron

    las de Jovita Valdovinos, excomba-

    tiente de la segunda; la de Plutarco

    Elas Calles de Xorge del Campo y,

    por ltimo, la sntesis sobre la

    educacin socialista cuyo autor es

    Benito Navarro Robles.

    Tanto la seccin inicial como la

    final constituyen un referente que

    ayuda a comprender mejor la serie

    de testimonios que se encuentran en

    las pginas centrales. De stas, 121

    estn dedicadas a la Zona Quintanar:

    territorio donde predominaban los

    regimientos de Pedro Quintanar, uno

    de los jefes cristeros de mayor

    arraigo en la regin, representada en

    esta obra por 18 testimonios de las

    localidades de Mezquitic, Monte

    Escobedo, Huejuquilla y Durango.

    Sigue el Can de Bolaos, con 41

    pginas, en las que se exponen siete

    testimonios; luego las 14 que

    corresponden a la franja Entre

    Zacatecas y Jalisco, que contienecuatro testimonios, para luego dar

    paso a los nueve de Los Altos de

    Jalisco, regin que ocupa 51 pginas.

    Le suceden 29 con un solo testimo-

    nio sobre el Suroeste de Jalisco,

    para terminar con otro de Guadala-

    jara de seis pginas. Los testimonios

    Zongolica, Veracruz, 2007.

    ngelMontero

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    ENEROABRIL 2011 Desacatos RESEAS

    cubren prcticamente la mitad del

    estado de Jalisco.

    1926. Ecos de la Cristiadanos da a

    conocer las experiencias de algunostestigos de los acontecimientos que

    agitaron al pas, que en boca de los

    protagonistas cobran las dimensiones

    de una conmocin profunda que

    afect sus vidas de manera irreversi-

    ble. La muerte de seres queridos, la

    prdida parcial o total de bienes

    materiales, los sufrimientos propios

    de los combatientes y de los pacficos,

    cmo se llam a quienes se mantu-

    vieron al margen del conflicto, eldesarraigo transitorio o permanente

    de individuos y de familias comple-

    tas, son algunas de las formas

    concretas en que se afectaron las

    vidas de muchos, tanto de los que

    participaron en la guerra civil como

    las de los que la padecieron.

    En el libro se encuentran ejemplos

    de todo lo anterior, pero dicho de

    esta manera parecera que es lo ms

    valioso que ofrece: la divulgacin de

    narraciones que dan cuenta de los

    sinsabores ms o menos profundos,

    ms o menos prolongados de los

    habitantes de esta porcin del

    territorio nacional. Si fuera as,

    habra que dar la razn a quienes

    todava reprueban o por lo menos

    desestiman la publicacin de libros

    cuyos componentes sean slo

    testimonios sin ningn sostn

    erudito que les d por lo menos la

    apariencia de cientficos.

    Si los sufrimientos y sinsabores ex-

    puestos aqu son similares a los que

    padecieron los habitantes de otras

    regiones del pas que estuvieron

    implicados en el movimiento cristero

    o se vieron afectados por l, elcontenido de este libro permite

    profundizar en el conocimiento del

    conjunto de motivos, sentimientos,

    emociones e ideales que impulsaron

    a estas personas a secundar la

    Cristiada, a mantenerse al margen de

    ella o a oponrsele, esto posibilita en-

    contrar las diferencias y las similitu-

    des con esas mismas circunstancias

    en otros lugares del pas.

    Esto tambin nos permiteencontrar las frustraciones, desilusio-

    nes y satisfacciones que los involucra-

    dos encontraron al trmino de la

    guerra, as como los caminos que

    tuvieron que recorrer para intentar

    reasumir la direccin que tenan sus

    vidas antes de la conflagracin civil.

    No son, pues, los hechos concretos ni

    la explicacin general de ellos vista

    desde el exterior lo que hace vlida y

    valiosa una recopilacin de testimo-

    nios personales, sino la posibilidad

    de dar cuenta de su repercusin

    social, el significado que adquieren

    para los distintos grupos que los

    padecen o los impulsan.

    Algunas secciones de la parte

    testimonial del libro parecen

    orientadas hacia esta comprensin

    porque siempre que es posible la

    narracin parte de un mismo

    asunto que lleva continuidad

    temporal y geogrfica gracias a las

    distintas voces que se relevan

    sucesivamente. Aunque no siempre

    se trata de participantes activos en

    el conflicto, la inclusin de

    testimonios de aquellos que lo

    padecieron y los de aquellos que seopusieron a l contribuye a darnos

    un panorama ms completo.

    Creo que todo lo anterior es

    posible gracias a lo que a muchos

    acadmicos les parece que debe

    evitarse, por insustancial, en una

    obra que busque el reconocimiento

    general por su seriedad y rigor

    cientfico: la inclusin de ancdotas

    personales. Ni siquiera tengo que

    decir que 1926. Ecos de la Cristiadase compone precisamente de una

    sucesin de ancdotas personales.

    Lo que creo que s es necesario

    poner de relieve es que son las

    ancdotas personales las que mejor

    revelan las relaciones concretas,

    efectivas, que mantenan entre s, en

    la vida cotidiana, los distintos

    grupos envueltos en el conflicto, a la

    vez que nos dejan ver con mucha

    precisin algunos componentes

    estables de la cultura local y los

    procesos sociales que tienden a

    generar algunos cambios.

    Para finalizar, quiero insistir en

    que si bien este libro no es producto

    de un historiador puro, s se

    encuentran en l los hechos

    objetivos, sus causas y sus conse-

    cuencias, pero vistos desde el

    interior, desde una perspectiva

    vvida y emotiva, humana en toda la

    extensin de la palabra.