Mundo Interior Mundo Exterior

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Escrito por Albert Hoffman, describe mediante la experiancia propia los cambios internos despues de probar lsd.

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  • Albert Hofmann

    Mundo interiorMundo exterior

    Pensamientos y perspectivas del descubridor de laLSD

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  • Ttulo original: Einsichten AusblickeAlbert Hofmann, 1986.Traduccin: Jos Almaraz

  • A mis nietos

  • Prlogo

    Se me hace realmente arduo prologar, ni aun con una tpica y ne-cesaria Nota sobre el autor, esta preciosa y sinttica obra del Dr. AlbertHofmann. Por un lado, el autor es un indiscutible mito viviente, es al-guien que no necesita de presentacin alguna, especialmente entre lageneracin que a finales de siglo XX rondamos por la mediana edad.Pero por otro lado es, en cierto sentido, imprescindible ofrecer unasemblanza que presente a un personaje de la calidad humana ycientfica, y del peso universal, del Dr. Hofmann, tal vez dirigidomayormente a los lectores ms jvenes.

    Cuando le conoc en primavera del 1992, a sus entonces 88 aos, A.Hofmann irradiaba un buen humor y una calidad humana incompar-ables, y un savoir faire de envidiable elegancia. Era la imagen que unoespera del padre casi incombustible de la llave qumica que revolucionla consciencia de todo el mundo Occidental. A. Hofmann es sencillopero no simple, suavemente irnico, de mirada viva, inteligente y front-al, mente clara y directa, y ni cerca ni demasiado lejos en el trato person-al. Da toda la impresin de alguien que ni ha renunciado a lo maravil-loso y trascendente de la vida humana, ni tampoco a lo racional, y que escapaz de conjugar esta compleja dicotoma con un arte de maestro.Cinco aos ms tarde de aquel encuentro en Roveretto, al norte de Italia,hemos tenido nuevos contactos personales de cara a traducir el libro quetiene Ud. entre manos, y para que participara en las II Jornadas sobre

  • substancias entegenas (Barcelona, 27 y 28 de junio de 1997) y me en-cuentro con el mismo Hofmann, feliz, risueo, fuerte como uncampesino suizo y preclaro como un autntico sabio, tan solo que ahora,a sus 93 aos, prudentemente ruega ms a menudo al dios Esculapiopara que le permita llegar a los lugares donde decide ir.

    Albert Hofmann es mundialmente conocido como descubridor delmtico entegeno LSD-25 (y LSD es femenino, la dietilamida de cidolisrgico, no masculino como popularmente se le sexa), pero al margende ello tiene un historial cientfico, investigador y literario importanteque, por menos conocido, ser el que escoja para redactar esta humildeintroduccin a su ltimo libro Einsichten-Ausblicke (que la editorial hatraducido literalmente al castellano por Mundo interior-mundo exterior).

    El universal autor es Doctor en Farmacia y en Ciencias Naturales,durante muchos aos fue el Jefe de Laboratorios de investigacin far-macutica y qumica de los no menos famosos laboratorios Sandoz (hoydesaparecidos como resultado de la fusin con otra gran empresafarmacutica).

    A. Hofmann tambin es miembro de entre otras instituciones delComit del Premio Nobel, de la Academia Mundial de Ciencias, de laSociedad Internacional de Plantas, y de la Sociedad Americana de Far-macognosia. Adems, ha recibido el doctorado Honoris Causa de diver-sas universidades.

    No me extender sobre ello, pero no est de ms recordar la ya cono-cida y simptica historia sucedida el viernes de la segunda semana delmes de abril de 1943, cuando el Dr. Hofmann, trabajando en su labor-atorio de Sandoz, casualmente ingiri unos miligramos de la LSD-25que haban semisintetizado entre l y el Dr. Stoll en el ao 1938, a partirde la ergometrina, un derivado del hongo parsito Cornezuelo delcenteno. As fue como cinco aos despus de haber sintetizado la LSD,accidentalmente Hofmann experiment por primera vez en la historiamoderna los efectos de este potentsimo entegeno cuya dosis efectiva

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  • es de 30 a 100 microgramos!, substancia psictropa que transformel arte, el pensamiento y la vida de nuestra especie. Estos hechos, y otrosde carcter biogrfico tanto o ms interesantes e importantes para la his-toria del mundo contemporneo, estn incluidos en el libro que Hof-mann public en el 1979 con el ttulo original de LSD-Mein Sorgenkind,y cuya traduccin al castellano apareci en primer lugar con el ridopero descriptivo: LSD. Como descubr el cido y qu paso despus en elmundo (ed. Gedisa, 1980).

    A pesar de todo ello, las investigaciones farmacolgicas y bioqum-icas de Hofmann tienen su origen en el hecho de que, ya desde el sigloVI era algo sabido por las comadronas que el uso controlado del hongoCornezuelo del centeno, precursor del famoso cido, era de gran ayudapara inducir los partos y limitar la prdida de sangre. De hecho, Hof-mann se interes por la ergotamina persiguiendo el rastro de algnmedicamento til para tal finalidad aplicada. Andando por este senderofue como, en apariencia por azar, descubri los efectos psictropos de launiversal LSD-25, llamada as por tratarse justamente del compuestonmero 25 de la larga serie de sntesis que iba realizando a partir de laergotamina. En este sentido, cabe mencionar que sus trabajos llevarontambin al descubrimiento de medicamentos tan valiosos como la Hy-dergina, frmaco que mejora la circulacin perifrica y las funcionescerebrales y que se sigue aplicando con xito para el control de lostrastornos geritricos, y tambin el Dihydergot, producto que estabilizala presin sangunea y la circulacin.

    Al margen de sus investigaciones con fines estrictamente teraputi-cos, a partir del descubrimiento del extraordinario efecto de la LSD-25,Hofmann se volc hacia la tarea de abrir nuevos caminos en este interes-ante mbito de las substancias que modifican tan profundamente la per-cepcin que tiene el ser humano de s mismo y del mundo. As, esfamosa su relacin con el tambin universal Robert Gordon Wasson(descubridor de la naturaleza fngica del sagrado Soma hind, y del uso

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  • tradicional y secreto de hongos embriagantes entre los indgenasmesoamericanos), y con el miclogo francs Dr. Roger Heim; relacionesa raz de las cuales Hofmann logr sintetizar por primera vez la psilocib-ina, el principio activo entegeno de los hongos usados ritualmente dur-ante milenios entre indgenas americanos. Con posterioridad, estemismo inters condujo a Hofmann a autoexperimentar y a estudiar losprincipios psictropos del Ololiuqui, otro espcimen vegetal usado en elchamanismo americano con fines visionarios, mgicos y curativos. Esteconjunto de investigaciones condujeron a cerrar lo que se ha denom-inado como el crculo mgico, al verificar que los principios activosdel Ololiuqui qumicamente difieren muy poco de la LSD-25.

    En un sentido distinto, Hofmann no slo ha investigado en el mbitode la qumica orgnica, sino que su curiosidad y su obra se extiendentambin por paisajes humanistas y casi, casi msticos. As, cabe recordarsu trabajo de arqueologa cultural en colaboracin con el citado R. Gor-don Wasson y Cari A.P. Ruck, cuyo resultado fue descubrir la importan-cia central de las substancias entegenas en la preparacin del Kykeon,bebida sagrada de las iniciaciones griegas clsicas rituales que estuvi-eron funcionando como centro integrador y dinamizador del mundo cul-tural helnico durante unos 2.000 aos. Era la bebida que los epoptes ocontempladores ingeran en el telesterio, cueva inicitica. Estos tra-bajos realizados por Hofmann y los dems investigadores fueron edita-dos en un precioso librito cuyo ttulo castellano es El camino a Eleusis.

    Ms arriba he apuntado que Hofmann fue el primer hombre contem-porneo en probar los efectos de la LSD-25, porque, como l mismopuso en evidencia y acabo de comentar, es prcticamente seguro que elfamoso y misterioso Kykeon de los griegos contena el mismo principioactivo derivado de la ergotamina; y tambin porque a lo largo de la EdadMedia se contaban por miles los individuo intoxicados por el consumoinvoluntario del hongo parsito Cornezuelo del centeno el precursor dela LSD ya que, ignorantes de sus efectos, lo ingeran mezclado con la

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  • misma harina de centeno usada para elaborar el pan. Dicho hongo,cuando se consume en dosis altas y repetidas como suceda durante elmedioevo, llega a producir dolorosas vasoconstricciones que interfierenen la capacidad de oxigenacin de las clulas, con lo que el sujeto llegaa morir de gangrena preso de visiones que en aquellos oscuros sigloseran conocidas como el fuego de San Antonio o fuego sagrado (S. Anto-nio era el ermitao protector contra el fuego y las epilepsias).

    Tambin se debe al trabajo literario de Hofmann, colaboracin conotro de los patriarcas de los estudios cientficos sobre entegenosRichard Evans Schultes, la preciosa obra Plantas de los Dioses (en cas-tellano, en F.C.E.), cuyo contenido es una amplia recopilacin de 89plantas entegenas con sus aspectos qumicos, histricos, etnogrficos yfilosficos (recopilacin que solo actualmente ha sido superada engrosor de contenido por Pharmacoteon, libro de Jonathan Ott, discpulodirecto de A. Hofmann, R. Gordon Wasson y R. Evans Schultes, public-ado en esta misma Coleccin Cogniciones).

    Para acabar, esta obra que he tenido el honor de prologar y que Ud.tiene entre sus manos, viene a representar una sntesis en forma de perlapequea pero sencilla y bella, de la dimensin mstica de un granqumico. En las pginas que siguen, Hofmann propone, con la dignidadque le caracteriza, una visin de la vida en la que el espritu y la materiano estn reidos y en la que el egosmo humano aparece como un frutodirecto de la ignorancia. Estas palabras que siguen adquieren un relievemayor si se tiene en cuenta que son el fruto destilado de la vida y las re-flexiones de un gran investigador, el cual ha sabido dar, al cmulo desus conocimientos especficos propios del pensamiento cientfico, la di-mensin trascendente que tan a menudo pierde el quehacer tecnolgico,y que sin duda ayuda a la humanidad a llevar una vida ms plena y consentido. Adems de ello, hay otra virtud que no quiero olvidar: la del-icada llaneza del lenguaje esgrimido. Leer este libro puede producir laimpresin de hallarse ante un texto que ha sido escrito por un nio

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  • dotado de la sabidura de un reflexivo anciano, pero es al revs: ha sidoredactado por un hombre ya muy maduro pero que ha sabido manteneren su interior el espritu fresco, vivo y curioso de un nio. De ah lo en-gaoso del texto, perfecto para ser ledo por personas de cualquier edad:sita al ser humano dentro de la madre Naturaleza con una sabidura y ala vez con una belleza estilstica de difcil comparacin. Sin duda, setrata de esta capacidad que slo se adquiere con la edad y con la vida ex-perimentada a diario en toda su dimensin, habilidad para decir las ver-dades ms profundas y complejas de una forma sencilla, humilde y conaparente ingenuidad. Esta verdadera dimensin espiritual del autoraparece en cada una de las lneas de este libro, y en mil y una formas co-tidianas ms, como en una ocasin en que se estaba hablando de los per-egrinajes a Oriente que realizaban los buscadores del misticismo recindescubierto por medio de la LSD, a lo que Hofmann coment con sen-cilla y aparente candidez: nunca he sido capaz de entender a estagente. Lo que he obtenido de la LSD lo llevo dentro de m y permane-ciendo en mi entorno cotidiano. Ver las flores de mi jardn es contem-plar toda la maravilla mstica de la existencia, de la creacin. No es ne-cesario ir a la India para verlo.

    Finalmente, no puedo menos que alabar la traduccin realizada porP. Almaraz; detrs no solo hay un profundo conocimiento del idiomaoriginal sino un especial y aadido inters en ser fiel al contenido y a lagrcil forma estilstica de A. Hofmann.

    Josep M Fericgla

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  • Prefacio

    La Tierra es una esfera que, girando sobre s misma, se desplazaalrededor del sol en el espacio. Esto lo sabe todo el mundo, pero no hapodido ser visto hasta que hace pocos aos la investigacin espacial haproporcionado imgenes fotogrficas: el planeta Tierra, una esfera azul,que flota libremente en el espacio.

    Desde entonces me gusta traer esta imagen ante mi visin interiorantes de conciliar el sueo. Y me imagino que yo, tendido aqu en ellecho, viajo all en la superficie de esa esfera, en la que han sucedidotantas cosas a partir que sta se desplaza sin estorbo desde tiempos re-motsimos por la ruta que se le ha marcado.

    Slo despus de miles de millones de rotaciones en torno al sol, trashaberse poblado de plantas la esfera terrestre, y despus de otros muchoscentenares de millones de aos, tras haberse desarrollado en ella la vidaanimal, apareci la criatura que es capaz de experimentar consciente-mente el mundo y a s misma. En mi condicin de una de estas criaturasdotadas de conciencia contemplo ahora desde el espacio exterior, comoa travs del ojo de una cmara, la esfera azul en la que se desarrolla lacomedia humana. Qu peripecias colectivas, qu dramas individualeshan acontecido ya en su escenario, de los cuales el espectador actual seve separado por el velo del tiempo! Sin embargo, las imgenes pervivenen lo intemporal, all donde todos nosotros podemos participar a travsde nuestra conciencia: culturas legendarias que florecieron en China

  • hace milenios, el mundo de la Antigedad griega y romana, la campaade Alejandro, el imperio de los aztecas, las cruzadas, la poca del gticoy del Renacimiento, las dos guerras mundiales

    Desde la perspectiva csmica no ha resultado posible reconocer nadade estos mudadizos escenarios de la superficie terrestre, ni ver a loshombres de las generaciones que desfilaron por aquellos. Siempre haresultado la misma imagen, la misma que se ofrece tambin hoy a lamirada desde el espacio exterior: la esfera azul, resplandeciente a la luzdel sol, que indiferente al tiempo de los hombres y al destino de la hu-manidad se desplaza flotando tranquilamente por el cosmos.

    Mientras esta imagen permanece ante mi mirada interior con lanitidez de una impresin fotogrfica, s que en este momento me en-cuentro all, en la cara oscura de la superficie esfrica, aqu, en mi casade las praderas del Jura, en el dormitorio, por cuya ventana abierta pen-etra el fresco aire nocturno mezclado con el olor del heno. Sobre la es-fera, mi existencia individual desaparece entre los miles de millones dehombres que actualmente, por un instante csmico, pueblan su super-ficie. Aqu, en cambio, soy el centro del mundo, de mi mundo, quedesde mi habitacin se extiende alrededor, por encima de los pases dela Tierra, hasta la Luna, hasta el Sol, hasta la infinitud del universo rutil-ante de estrellas.

    Ahora bien qu es lo verdadero? Qu es lo real? Me encuentroaqu o all? Cabe plantearse, siquiera, esta pregunta, cuya respuestaparece tan evidente? Creo que s, pues en el fondo nada es evidente. Elhecho de que hoy nos parezcan evidentes tantas cosas, casi todas, es unode los errores de nuestra actitud anmica que estn ms preados de con-secuencias. El mundo se podra hundir de tantas evidencias.

    La respuesta a la pregunta que hemos formulado ms arriba meencuentro aqu en mi habitacin y all en la esfera azul? no es evid-ente. Representa una verdad superior que solamente es capaz de com-prender aqul que sabe que la Tierra, en la cual se encuentra, es una

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  • esfera. Para el hombre primitivo slo es verdadero y real aquello quepuede percibir con sus sentidos; en el presente caso, percibe que se en-cuentra aqu, en la Tierra, que es plana y sobre la cual se arquea labveda celeste. Conoce slo una parte de la verdad.

    En los ensayos que siguen quisiera explicar lo que se muestra en elejemplo de esta meditacin nocturna, es decir, que segn el punto devista del observador la realidad ofrece aspectos enteramente diferentes,los cuales, sin embargo, no se excluyen, sino que se complementanformando una verdad ms amplia. Estos ensayos contienen juicios sobrela esencia de nuestra realidad cotidiana que han nacido de mis propiasexperiencias vitales. Son, pues, consideraciones enteramente personalesacerca de un problema central de la filosofa, que conducen inevitable-mente hacia lo religioso.

    De hecho, cada cual es su propio filsofo, pues cada persona experi-menta el mundo de forma nica con arreglo a su propia singularidad y,en consecuencia, se hace de ste su propia imagen personal. Cada cualha de salir adelante en su especfica realidad.

    Que todos nacemos ya filsofos se aprecia en las preguntas quehacen los nios: Pap, dnde se acaba el mundo? Cundo hizo Diosel mundo? Por qu todos los hombres tienen que morir? y cosas se-mejantes. Son preguntas a las que no se ha dado an una respuesta en to-das las numerosas obras filosficas que existen, aunque se trata, cierta-mente, de preguntas fundamentales de nuestra existencia.

    De mi propia niez me acuerdo an con toda precisin de una con-versacin de ndole filosfico-infantil que mantuve a mis diez aos conun compaero. Sucedi camino del colegio; nos acercbamos justa-mente a la antigua puerta de la ciudad cuando mi camarada me pregun-t: Crees todava en el buen Dios? Yo ya no creo que exista desde queme di cuenta de que se me engaaba con el Nio Jess y que SantaClaus no era otro que el to Fritz. Le respond que el buen Dios tena

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  • que ver con algo distinto al Nio Jess y a Santa Claus, pues existan elmundo y las personas, a los cuales slo el buen Dios poda haber creado.

    Esta fu mi demostracin de la existencia de Dios y lo sigue siendohasta hoy.

    Por qu plantean los nios preguntas tan profundas? Porque laCreacin, que se les abre de forma directa y prstina a travs de sus sen-tidos frescos, no les parece an evidente. Evidente se presenta slo aladulto, cuya percepcin ha sido embotada por la costumbre. Sin em-bargo, no lo es; los nios tienen razn. Estos viven an en el paraso,porque perciben todava el mundo como realmente es, es decir, comomaravilloso.

    Los adultos llegan a conocer el asombro solamente ante los ltimosdescubrimientos y productos de la ciencia y de la tcnica, ante los mis-iles dirigidos mediante computadoras, ante los discos ledos por lser,ante los viajes espaciales, etc Tenemos perfectas razones para admirarestos grandiosos resultados del genio humano, aunque en parte nosasusten. La tragedia reside en que ignoramos el carcter secundario,pasajero, de toda obra humana, en que no somos conscientes de que laciencia y la tcnica se basan en realidades previas de la naturaleza. Esmateria aquello de lo que se compone la Tierra y con lo que trabaja elqumico; son fuerzas y leyes de origen trascendente las que mantienen aluniverso inorgnico y animan al mundo vegetal y animal, las que elfsico y el bilogo investigan y las que utilizan y aprovechan lostcnicos.

    El origen del mundo primigenio, el origen de la creacin con susleyes reguladoras del curso de las estrellas y del crecimiento de la briznade hierba, del mundo que exista antes de que apareciese el hombre, seescapa a toda explicacin intelectual. Los conocimientos de las cienciasnaturales representan descripciones de lo dado, no son explicaciones. Elbotnico puede describir una flor hasta el ltimo detalle de su forma yde su color y puede compararla con otras flores; el fisilogo celular

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  • puede investigar el mecanismo de la fecundacin, de la divisin celulary de la constitucin de los rganos de esa flor y puede exponerlo clara-mente. Sin embargo, seguir siendo un enigma por qu una flor es comoes, de dnde proceden su estructura y las leyes por las que sta se hacerealidad. El nio ve la flor tal como es, en su totalidad, y as ve lo esen-cial, es decir, la maravilla. Comparado con esto, lo que la investigacincientfica aporta adicionalmente es de escasa importancia.

    Sin embargo, en ningn caso carece de importancia. Me hicequmico y me ocup luego de la qumica vegetal justamente porque mesent atrado por el enigma de la materia y por la maravilla del mundo delas plantas. Los conocimientos que he adquirido a travs de mi profesinacerca de la composicin de la materia y de la estructura qumica de loscolorantes de las flores y de otros componentes de las plantas no hanmenguado, sino acrecentado, mi asombro ante la naturaleza, ante su in-flujo, sus fuerzas y sus leyes. A la impresin de la forma y del color queproporciona una mirada sobre la superficie de las cosas de la naturaleza,se aade el conocimiento de la estructura interna y de los procesos vi-tales internos. De todo esto surge una imagen ms completa de su realid-ad, una verdad ms amplia.

    No obstante, podra ocurrir que el valor y la importancia de las cien-cias naturales no resida principalmente en que ellas nos proporcionan latcnica y, a travs de sta, el confort y el bienestar material, sino que suautntico significado evolutivo consista en el ensanchamiento de la con-ciencia humana de la maravilla de la creacin. La concepcin de lacreacin como revelacin de primera mano, como el libro que ha sidoescrito por el dedo de Dios, podra convertirse en la base de una nuevaespiritualidad que incluyera lo terrenal.

    Se abre as una esperanzadora perspectiva hacia el futuro, pues losprincipales problemas que padece el presente se han derivado de unaconciencia dualista de la realidad. La concepcin del medio ambientenatural como algo separado del ser humano, como algo objetivo, que

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  • cabe utilizar, aprovechar, de forma ilimitada, ha conducido hasta lacrisis ecolgica. La nueva conciencia religiosa de la unidad del hombrecon la naturaleza, y slo ella, podra conducir hasta las medidas que sonnecesarias, que son imprescindibles y que implican sacrificios.

    Una fuente, la percepcin personal, infantil, de la naturaleza, que escomparable a la experiencia mstica, y la otra fuente, los conocimientoscientfico-naturales, constituyen la base de los tres ensayos que siguen yde los dos artculos que se han aadido. Estos dos enfoques y razonami-entos complementarios sobre la unidad del mundo exterior material ydel interior espiritual, de las ciencias naturales y las ciencias del espritu,determinan mi visin del mundo. Esta visin no contiene nuevas ideasfilosficas, sino que es el resultado de la experiencia personal actual deviejas verdades. En ella he encontrado refugio, confianza y seguridad,porque coincide en sus rasgos fundamentales con las concepciones delas grandes filosofas y con su comn origen religioso.

    Rittimatte, Burg i. L.Junio de 1985.

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  • La interrelacin entre el espacio interior yexterior

    Lo real es tan maravilloso,como maravilloso es lo real.

    Ernst Jngeren Sizilischer Brief an den Mann im Mond

    Hay experiencias de las cuales se avergenza de hablar la mayorade las personas, porque no entran dentro de la realidad cotidiana y se es-capan a una explicacin intelectual. No nos referimos con esto aacontecimientos especiales del mundo exterior, sino a procesos denuestro interior, a los que se los priva de valor como si fueran merasimaginaciones y se los expulsa de la memoria. En las experiencias a lasque nos referimos aqu la imagen familiar del entorno experimentasbitamente una singular transformacin, placentera o aterradora,aparece bajo otra luz, cobra un significado especial. Tal experienciapuede acariciarnos tan solo como un soplo o, por el contrario, grabarseprofundamente en la mente.

    Desde mi adolescencia un encantamiento semejante ha permanecidocon una vitalidad especial en mi memoria. Era una maana de mayo. Ya

  • no recuerdo el ao, pero puedo sealar con toda precisin el sitio delsendero forestal del Martinsberg, al norte de Baden (Suiza), en el queocurri. Repentinamente, mientras vagaba por el bosque recin reverde-cido, al que atravesaban los rayos matinales del sol y hencha el canto delos pjaros, todo apareci bajo una luz desacostumbradamente clara.No haba mirado nunca correctamente hasta entonces y vea ahora, depronto, el bosque primaveral tal como realmente era? Este resplandecacon el brillo de una belleza que penetraba y hablaba de forma peculiar alcorazn, como si quisiera integrarme en su esplendor. Me embarg unindescriptible y feliz sentimiento de pertenencia y de gozosoacogimiento.

    Ignoro cunto tiempo permanec de pie, hechizado, pero recuerdolos pensamientos que me embargaron cuando, tras desaparecer lenta-mente el estado de arrobamiento, segu caminando. Por qu razn no seprolong ms aquella visin tan gratificante, ya que haba revelado, cier-tamente, mediante una experiencia inmediata y profunda una realidadconvincente? Y cmo poda relatar yo mi vivencia a alguien mi des-bordante alegra me impela a ello puesto que senta al mismo tiempoque no encontraba palabra alguna para lo que haba contemplado? Mepareca extrao haber visto como nio algo tan maravilloso que los adul-tos, evidentemente, no advertan pues jams les haba odo hablar de elloo acaso era esto uno de sus secretos?

    En los ltimos aos de mi adolescencia, durante mis correras por elbosque y los prados, experiment an alguna de estas visionesbeatficas. Ellas fueron las que determinaron de forma fundamental miimagen del mundo, en tanto me proporcionaron la certeza de la existen-cia de una realidad plena de vida, insondable y escondida a la miradacotidiana.

    Esta descripcin de una de mis vivencias visionarias de la niez lahe tomado ya como prlogo en mi autobiografa profesional LSD - MeinSorgenkind (Stuttgart 1979), pues tales experiencias msticas de la

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  • realidad fueron tambin la razn por la que me decid por la profesinde qumico. Ellas despertaron en m el deseo de escudriar ms pro-fundamente la estructura y esencia del mundo material. En mi actividadprofesional me he topado con plantas psicoactivas que bajo determin-adas condiciones son capaces de provocar estados visionarios, parecidosa las vivencias espontneas que he descrito. Las investigaciones acercade sustancias modificadoras de la conciencia, de las cuales el LSD se hahecho famoso mundialmente, me condujeron hasta el problema de la in-terdependencia entre conciencia y materia, entre el mundo interior, in-telectual, y el mundo exterior, material. Este es el problema de aquellarealidad que resulta, evidentemente, de una interrelacin entre mundointerior y mundo exterior.

    A fin de hacer ms fcil la comprensin de las reflexiones quesiguen es preciso definir qu ha de entenderse aqu bajo los conceptos demundo exterior, mundo interior y realidad.

    Por mundo exterior se entiende todo el universo material y ener-gtico al que pertenecemos tambin con nuestra corporeidad.

    Como mundo interior se designa la conciencia humana. La concien-cia se escapa a una definicin cientfica, pues se precisa de la concienciapara reflexionar acerca de qu sea la conciencia. Esta puede ser nica-mente descrita como el centro espiritual receptivo y creativo de la per-sonalidad humana.

    Existen dos diferencias fundamentales entre mundo exterior e interi-or. Mientras existe un solo mundo exterior, el nmero de mundos interi-ores, espirituales, es tan grande como el nmero de individuos humanos.Adems, la existencia del mundo exterior, material, es objetivamente de-mostrable, mientras que el mundo interior representa una mera experien-cia espiritual subjetiva.

    Y ahora, la definicin de la realidad que consideramos aqu. No esuna realidad trascendental ni tampoco una realidad de la fsica terica,que slo fuera expresable con el auxilio de frmulas matemticas, sino

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  • la realidad que se designa cuando se utiliza este concepto en el lenguajecotidiano. Es el mundo como totalidad, tal como los seres humanos lopercibimos con nuestros sentidos y lo experimentamos como seres conespritu, y al que pertenecemos nosotros mismos con nuestra existenciacorporal y espiritual.

    La realidad definida de esta forma no es pensable sin un sujeto deexperiencia, sin un yo. Es el producto de una relacin mutua entreseales materiales y energticas que parten del mundo exterior y elcentro que constituye la conciencia en el interior del individuo.

    Para ilustrar esto cabe comparar el proceso por el que surge la realid-ad con la aparicin de la imagen y del sonido en una emisin de tele-visin. El mundo material y energtico del espacio exterior trabaja comoemisor, enva ondas pticas y acsticas y proporciona seales tctiles,gustativas y olfativas. La conciencia que existe en el interior de cada serhumano constituye el receptor, donde los estmulos recibidos por lasantenas, por los rganos sensoriales, son transmutados en una imagendel mundo exterior, experimentable de manera sensorial y espiritual.

    Si falta uno de los dos, el emisor o el receptor, no se produce realid-ad humana alguna, de la misma forma que la pantalla de televisin sequedara vaca sin imagen y sin sonido.

    En las pginas que siguen se va a exponer lo que gracias a losconocimientos cientficos de la fisiologa del ser humano sabemosacerca de su funcin como receptor, as como acerca del mecanismo dela recepcin y percepcin de la realidad.

    Las antenas del receptor humano estn constituidas por nuestroscinco rganos sensoriales. La antena para las imgenes pticas pro-cedentes del mundo exterior, el ojo, es capaz de recibir ondas electro-magnticas, produciendo, de esta suerte, sobre la retina una imagen quecoincide con el objeto del que parten tales ondas. Desde aqu los im-pulsos nerviosos correspondientes a la imagen son conducidos a travsdel nervio ptico al centro de la visin del cerebro, donde, como

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  • consecuencia del proceso electrofisiolgico y energtico acaecido hastaall, resulta el fenmeno psquico de la visin.

    Es importante tener en cuenta que nuestro ojo y la pantalla psquicainterior aprovechan solamente una franja muy pequea del amplio es-pectro de ondas electromagnticas para hacer visible el mundo exterior.Del espectro conocido de ondas electromagnticas, que comprende lon-gitudes de onda desde milmillonsimas de milmetro, correspondientesal mbito de los rayos X y de los ultracortos rayos gamma, hasta ondasde radio de muchos metros de longitud, nuestro aparato visual es sens-ible solamente a una zona muy estrecha de 0,4 a 0,7 milmillonsimas demilmetro (de 0,4 a 0,7 milimicras). Slo esta limitadsima franja puedeser captada por nuestro ojo y puede ser percibida por nosotros como luz.Todos los dems rayos del ilimitado panorama de ondas electromagnt-icas que hay en el universo carecen de existencia para el ojo humano.

    Dentro del espectro tan limitado de las ondas visibles por nosotros,que podemos percibir como luz, somos capaces de distinguir comodiferentes colores las diferentes longitudes de onda entre 0,4 y 0,7milimicras.

    A propsito de nuestras reflexiones es importante tener en cuentaque en el espacio exterior no existen los colores. En general, no se esconsciente de este hecho fundamental, aunque podemos leerlo en cu-alquier manual de fisiologa. De un objeto de colores lo nico que existeobjetivamente en el mundo exterior es exclusivamente materia, la cualemite vibraciones electromagnticas de diferentes longitudes de onda.Cuando un objeto refleja ondas de 0,4 milimicras de la luz que cae sobreel mismo, decimos que es azul; si emite ondas de 0,7 milimicras,entonces describimos como roja la impresin ptica que experi-mentamos. No obstante, no puede comprobarse si ante una determinadalongitud de onda todos los seres humanos tienen idntica vivenciacromtica.

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  • La percepcin del color es un acontecimiento puramente psquico ysubjetivo que tiene lugar en el espacio interior de un individuo. Elmundo de los colores, tal como lo vemos, no existe fuera objetivamente,sino que se origina en la pantalla psquica del interior de cada hombre.

    En la realidad acstica se dan relaciones pertinentes entre un emisor,existente en el espacio exterior, y el receptor que existe en el espacio in-terior. Del mismo modo, la antena para seales acsticas, el odo,presenta en su funcin de elemento del receptor humano solamente uncampo de recepcin muy limitado. Al igual que los colores, los tonos noexisten objetivamente. De nuevo, en el proceso de la audicin tienen ex-istencia objetiva las ondas, concentraciones y estiramientos del aire, queson semejantes a olas, que el tmpano del odo registra y que en el centroauditivo del cerebro son convertidos en la experiencia psquica delsonido. Nuestro receptor de ondas acstica reacciona ante las ondas queestn comprendidas en un mbito que abarca desde 20 vibraciones porsegundo, correspondientes a los tonos ms graves, a 20.000 vibraciones,las cuales constituyen los tonos ms agudos. Las vibraciones que seanms lentas y ms rpidas que las que hemos mencionado no se perciben;carecen, pues, de existencia en la realidad humana.

    Los restantes aspectos de la realidad que nos son revelados por losotros tres sentidos, el gusto, el olfato y el tacto, se originan tambin atravs de una relacin mutua entre emisores del espacio exterior y re-ceptores del mundo interior. Como en el caso de los colores y de lossonidos, las sensaciones gustativas, olfativas y tctiles tampoco existenobjetivamente, es decir, tampoco son constatables por procedimientosqumicos o fsicos. Al igual que aqullos, stas aparecen slo en la pan-talla psquica del interior de cada ser humano.

    La sensacin gustativa es producida por ciertas estructuras molecu-lares de los alimentos, las cuales trabajan como emisores, y por nerviosgustativos de la lengua que reaccionan de forma especfica, como

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  • antenas, ante estas estructuras y envan hasta el centro gustativo delcerebro los impulsos producidos por las reacciones pertinentes.

    En nuestra experiencia olfativa el emisor se compone tambin demolculas bajo la modalidad de vapor que poseen estructuras es-pecficas, a las que los nervios olfativos que existen en la nariz reaccion-an como antenas. Las seales recibidas por los nervios olfativos son re-cogidas en el cerebro, como las de los nervios gustativos, y son transfor-madas en sensaciones olfativas o gustativas.

    El tacto, el sentido ms primitivo y el ms antiguo en la evolucindel ser humano, reacciona de forma no especfica a los objetos consist-entes del espacio exterior que son registrados por los nervios tctiles,como antenas, y que gracias a mecanismos cerebrales aparecen en el es-pacio interior como un amplio espectro de sensaciones, desde la cariciams tierna hasta la resistencia ms dura. Cabe considerar como nerviostctiles especializados a aquellas antenas que nos proporcionan la per-cepcin de lo fro y lo caliente, del dolor y del placer.

    Sigue siendo un secreto la forma en que las seales energticas yqumicas del mundo exterior, recibidas por las antenas, experimentan eltrnsito a la dimensin psquica de las sensaciones. En este punto existeuna gran laguna sobre la capacidad cognoscitiva del ser humano.

    Una caracterstica fundamental de nuestra imagen de la realidad, quese deduce de las reflexiones precedentes, es su inherente limitacin. Estalimitacin reside en el espectro tan estrecho en que nuestros receptoresreaccionan a los impulsos que les llegan. Qu mundo tan distinto ver-amos, si nuestra antena para ondas electromagnticas, nuestro ojo, y elreceptor psquico fueran sensibles a otra longitud en el espectro de on-das? A las ondas largas del mbito de la radio, por ejemplo: entoncesnuestra vista alcanzara hasta otros pases; o a las ondas ultracortas delos rayos X, en cuyo caso los objetos opacos nos resultaran transpar-entes y, en consecuencia, un mundo tan transparente sera para nosotrostan real como nuestro mundo actual.

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  • De estas consideraciones se desprende que el mundo que percibimoscon nuestros ojos y con los dems rganos sensoriales, constituye unarealidad recortada nicamente a la medida de los seres humanos y estdeterminada por la capacidad y por las limitaciones de los sentidos hu-manos. Los animales dotados de rganos sensoriales diferentes y deantenas que reaccionan a otras modalidades y a otras longitudes de ondade los impulsos, ven y experimentan el mundo exterior de manera total-mente diferente; viven en otra realidad.

    Las abejas, por ejemplo, que poseen antenas visuales que reaccionana longitudes de onda situadas en la zona ultrarroja y ultravioleta del es-pectro, ven colores que no existen para nosotros; los perros, dotados deun espectro receptivo, excepcionalmente amplio, de su sentido olfativo,descubren y disfrutan olores que no existen en nuestra realidad, y elmurcilago, al emplear un sistema de radar acstico, percibe una imagende la realidad que est construida sobre sonidos.

    La metfora de la realidad como el producto de un emisor y de unreceptor pone de manifiesto que la imagen aparentemente objetiva delmundo exterior, que designamos como realidad, es de hecho una imagensubjetiva. Este hecho fundamental indica que la pantalla no se encuentrafuera, sino en el espacio interior de cada ser humano. Todo hombreporta en su interior su propia y personal imagen de la realidad, generadapor su receptor privado.

    Ahora bien, si cada hombre dispone de su propia e individual im-agen del mundo exterior, de su imagen de la realidad, se plantea la pre-gunta acerca de cun verdaderas puedan ser estas imgenes personales eindividuales. La respuesta reza: todas ellas son verdaderas. Representanla verdad, la realidad de los individuos respectivos, si bien estas realid-ades individuales no son verdaderas en un sentido absoluto, objetivo.Tras esta imagen subjetiva, que se encuentra limitada por la selectividad,por la facultad discriminatoria de nuestros rganos sensoriales, y por lacapacidad de nuestra receptividad psquica y espiritual, ms all de la

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  • imagen fenomnica del mundo exterior, que constituye nuestra realidad,se esconde una realidad transcendental cuya verdadera esencia siguesiendo un secreto. Lo que sabemos objetivamente acerca del mundo ex-terior, nuestro saber limitado acerca de lo que hemos llamado emisor, hasido desvelado a travs de la investigacin cientfica: todo lo que ha po-dido ser percibido objetivamente en el espacio exterior es materia y en-erga; materia, caracterizada por sus propiedades qumicas y fsicas, eninnumerables formas inorgnicas y bajo la modalidad de incontables or-ganismos vivientes; y energa en tanto energa radiante, calrica ymecnica. Tambin se ha averiguado que energa y materia son mutua-mente convertibles con arreglo a la frmula de Einstein: E = mc2 (E rep-resenta la energa, m la unidad ms pequea de materia, y c la velocidadde la luz).

    La capacidad de transformar los estmulos energticos y materialesque se han seleccionado de este mundo material, exteriormente exist-ente, en la experiencia psquica de una imagen viviente y cromtica-mente fastuosa del mundo de fuera esta maravillosa capacidad, que seescapa a toda interpretacin cientfica la compartimos con los ani-males superiores. La imagen del mundo exterior, que compartimos conlos animales superiores, no se convierte en realidad humana sino cuandoincluye adicionalmente lo que Teilhard de Chardin denominaba la noos-fera, el mundo espiritual.

    El concepto de esfera, de noosfera, suscita la idea de una atmsferaespiritual, que fluye imperceptiblemente en torno a nuestro planeta. Sinembargo, hemos de tener en cuenta que lo que objetivamente existe denoosfera en el espacio exterior es solamente, una vez ms, materia y en-erga. En el espacio exterior existen nicamente los smbolos del es-pritu, sobre todo, ondas sonoras, en forma de palabra hablada y demsica, materia en forma de libros que contienen la palabra escrita, ytambin materia en forma de creaciones artsticas humanas: pinturas, es-culturas, arquitectura, etc.. La noosfera, producida a lo largo de la

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  • evolucin y de la historia de la humanidad por las aportaciones de innu-merables personas individuales, ha podido ser acumulada, y existe hoy,en el espacio exterior exclusivamente en forma de estos smbolos mater-iales y energticos. Solamente se convierte en realidad espiritual en cadahombre gracias a la capacidad descifradora de su receptor individual.

    De estas reflexiones se deduce toda la interrelacin entre el mundoexterior material, el emisor, y el mundo interior espiritual, el receptor.Ambos factores son inseparablemente necesarios para el surgimiento delo que denominamos realidad.

    La metfora de la realidad en trminos de emisor/receptor desvela elhecho fundamental de que la realidad no es un estado delimitado demanera fija, sino el resultado de continuos procesos que consisten enuna entrada continua de seales materiales y energticas del mundo ex-terior y en su continuo desciframiento, es decir, en su transformacin enexperiencias psquicas en el mbito del mundo interior. Por con-siguiente, la realidad es un proceso dinmico que surge siempre renova-damente en cada momento.

    En consecuencia, la realidad autntica slo se da en el momento, enel aqu y ahora. Esto explica por qu el nio, que vive mucho ms en elmomento que el adulto, percibe una imagen ms real del mundo; vive enun mundo que est dotado de ms realidad, de ms verdad.

    La vivencia de la verdadera realidad en el momento es el principalobjetivo de la mstica. Aqu se encuentran la vivencia infantil y la viven-cia mstica. He aqu, al respecto, un poema de la poca barroca deAndreas Gryphius (1616-1664):

    Mos no son los aosque el tiempo me ha arrebatado.Mos no son los aosque estn por venir.Mo es el momento

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  • y lo tomo con cuidado;de esta suerte l es mo,hecho del tiempo y de la eternidad.

    Si la realidad no fuera el resultado de continuas transformaciones,sino un estado estacionario, no slo no habra ningn instante, sinoningn tiempo en absoluto, pues la sensacin de tiempo se produce sloa travs de la percepcin del cambio. El carcter procesual de la realidadcrea el tiempo. Sin la realidad no se dara el tiempo, no a la inversa. Elconcepto de la realidad en trminos de emisor/receptor hace posibletambin analizar la esencia del tiempo.

    Pero la concepcin de la realidad como producto de un emisor y deun receptor se muestra fecunda en un aspecto especialmente significat-ivo si se toma en cuenta la participacin del receptor, de cada hombre,en la construccin de la realidad. Ella muestra plenamente a nuestra con-ciencia la potencia que cada hombre tiene para crear mundos. Cadahombre es el creador de su propio mundo, pues sola y nicamente en lse hacen realidad el cielo, las estrellas, y la tierra y la vida multicolorque existe sobre la misma.

    En esta verdadera capacidad cosmognica, de crearse su propiomundo, reside la autntica libertad y responsabilidad de cada hombre.

    Si yo he entendido qu es lo que en la realidad existe objetivamentefuera y qu es lo que acontece subjetivamente en m, entonces sabr me-jor qu puedo modificar en mi vida, dnde puedo elegir y, en con-secuencia, de qu soy responsable, y por otro lado, sabr qu es lo queest fuera del alcance de mi voluntad y ha de tomarse como un hecho in-alterable. Este esclarecimiento de mi competencia constituye una ayudaexistencial inestimable. Tengo la opcin de recibir del infinito programadel gran emisor aquello que yo quiera, es decir, de recibir en mi con-ciencia, dndoles realidad as, aquellos aspectos de la creacin que mehacen feliz o aquellos otros que me deprimen. Yo soy quien genera la

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  • imagen luminosa y la imagen oscura del mundo. Yo soy quien no sloda color a los objetos que en el mundo exterior no son ms que materiaconformada, sino quien les da tambin significado a travs de mi entregay de mi amor. Esto es cierto no slo respecto de la imagen del mundo in-animado, sino tambin respecto de las criaturas vivientes, de las plantasy animales, y tambin de mis congneres, los hombres. En un poema deFranz Werfel se encuentra formulado del siguiente modo: Todo existecuando amas! Tu amigo ser un Scrates, si tu le prodigas amor!

    Al igual que para el mensaje de otro hombre, yo soy receptor, tam-bin soy para l, a la inversa, un emisor, en tanto soy un ser material queexiste en su mundo exterior. Puedo transmitirle mi deseo, incluso undeseo espiritual, una idea o mi amor, slo a travs de lo que caracterizaal emisor, es decir, a travs de la materia y de la energa, a travs de micuerpo. Incluso un entendimiento sin palabras, que se manifiesta pormedio de una mirada o de una tierna caricia, puede expresarse solamentea travs de ojos materiales, de dedos materiales, a travs del cuerpo ma-terial de los amantes. Sin materia y sin energa no es posible comunica-cin alguna.

    Somos mutuamente emisores y receptores, pero tambin aqu la im-agen del emisor no aparece sino en el receptor. Sabemos suficiente-mente por experiencia que de una misma persona los dems guardan unaimagen muy diferente. Cul es la Verdadera? Esto no puede decidirseobjetivamente, pues en el espacio exterior no existe flotando imagen al-guna, ya que de la persona en cuestin slo hay objetivamente en el es-pacio exterior materia configurada y fenmenos energticos.

    Incluso mi propio cuerpo pertenece tambin para m al espacio ex-terior. Lo puedo ver y lo puedo percibir tambin con los dems sentidos.Igualmente, mis rganos sensoriales, las antenas del receptor que soyyo, pertenecen, en tanto materia y energa, al mundo exterior. Esto no essolamente obvio respecto de los ojos y de los odos; tambin las vasnerviosas que van desde stos al cerebro son materia, as como lo es el

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  • cerebro mismo. Las corrientes e impulsos elctricos que llevan por lasvas nerviosas las seales del mundo exterior al cerebro y que despusactan tambin en el cerebro, son objetivables, en tanto fenmenos ener-gticos y, por consiguiente, son atribuibles todava al emisor. Sin em-bargo, luego viene a nuestro conocimiento la gran laguna que ya hemosmencionado: la transicin del acontecer material-energtico a la imagenpsico-espiritual, inmaterial, que ya no es objetivable; la transicin a lapercepcin y a la vivencia subjetivas. Esta laguna de conocimiento es ala vez el punto de encuentro entre el emisor y el receptor, en el que seentremezclan y se anan en la totalidad de lo viviente.

    La metfora emisor/receptor sobre la realidad parece responder a unaconcepcin dualista del mundo: espacio exterior y espacio interior,emisor objetivo y receptor subjetivo. Sin embargo, este aspecto dualistadesaparece en una realidad transcendental omnicomprensiva, si retro-cedemos hasta el origen de la evolucin de la realidad humana, es decir,de la evolucin del hombre.

    Comencemos, pues, con la bsqueda del origen de nuestra existenciacorporal, de nuestra dimensin material, que en nuestra metforapertenece al emisor.

    El origen de nuestro cuerpo a partir de una combinacin de un vuloy de un espermatozoide es suficientemente conocido, as como su desar-rollo en el tero y tambin su nacimiento y su crecimiento en virtud deprocesos metablicos. Sin embargo, se puede considerar la com-binacin del espermatozoide y del vulo como el autntico origen denuestra existencia corporal? Efectivamente, el vulo y el espermatozoideno surgen de la nada, proceden de los padres, y esto significa que se dauna transferencia de materia de los padres al hijo. Los padres procedentambin a su vez de un vulo y de un espermatozoide de sus padres y assucesivamente a travs de innumerables generaciones. Es evidente queexiste una ininterrumpida conexin material entre cualquier ser humanode nuestro tiempo y todos sus antepasados y todava an ms hacia atrs

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  • remontndonos en la evolucin hasta el comienzo de la materia viva,hasta la clula primordial.

    Estas reflexiones muestran que, incluso en el plano material, es-tamos emparentados con los dems humanos y con todos los organismosvivientes, con los animales y con las plantas.

    Podemos proseguir con las preguntas relativas al origen y reflexion-ar acerca de la procedencia de la clula primordial. Esta tuvo que surgirpor generacin espontnea; esto significa que al comienzo de la evolu-cin la clula primordial, la primera clula viviente, fu hecha de mater-ia inerte, de tomos y de molculas.

    Esta frontera entre materia inerte y materia viva constituye tambinla frontera donde termina el pensamiento cientficamente fundamentadoy comienza el reino de la imaginacin y de la fe. En este lugar surge lapregunta de si cabe atribuir la formacin de la clula primordial a unacasualidad en la que coincidieron molculas en gran nmero y conform-aron la estructura altamente organizada de la clula, o si la clula surgirespondiendo a un plan; la pregunta se plantea de este modo: Es el ori-gen de la vida un acontecimiento casual, puramente material o unacontecimiento planeado, es decir, espiritual? Parece inconcebible queuna formacin tan complicada, con tan alto grado de estructuracin y deorganizacin, como una clula, haya podido surgir de forma puramentecasual. Parece evidente y justamente aqu comienza la fe que laclula primordial en su aparicin obedeca un plan. A su vez la clulaprimordial encierra en su ncleo celular un plan, el plan para su autorre-produccin, la caracterstica especfica de la vida. Un plan encarna unaidea y una idea es espritu.

    De hecho los tomos, el material constitutivo de la clula primordial,son ya, igual que sta, formaciones altamente organizadas. Representanuna especie de microcosmos al que no cabe imaginar como producto deuna casualidad.

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  • Es un hecho notable que la ms pequea unidad estructurada de ma-teria inerte, el tomo, y la ms pequea unidad estructurada de los or-ganismos vivos, la clula, presenten el mismo plan organizativo. Ambosconstan de envoltura y de ncleo. El ncleo representa en ambos, en lostomos y en las clulas, el componente ms esencial. En el ncleo deltomo se concentran las propiedades caractersticas de la materia, masay peso, y el ncleo de la clula contiene en sus cromosomas los elemen-tos fundamentales de la vida, el cdigo gentico, los factores de laherencia.

    Puesto que para la creencia en un origen y en un trasfondo espiritualdel universo es decisiva la hiptesis de que no se puede atribuir a la cas-ualidad el origen de formas tan altamente desarrolladas, como el tomoy la clula, hay que reforzar esta suposicin con una metfora que salte alos ojos. Como ejemplo del origen de una forma altamente organizadapuede aducirse la construccin de una catedral; pero cabra encontrarotros innumerables ejemplos para este fin.

    Supongamos que en algn sitio estuviera todo el material de con-struccin para levantar una catedral, incluso las instalaciones tcnicas yla energa necesaria. Sin la idea de un arquitecto, sin sus planes y sin sudireccin no surgira jams una catedral.

    Estas reflexiones deben tener tambin validez para la aparicin deltomo y de las clulas vivas, que son formaciones esencialmente mscomplicadas y, en muchas cosas, ms sutilmente pensadas que unacatedral.

    Si ni siquiera respecto de una clula, la unidad ms pequea de losorganismos vivos, es pensable un origen casual, tanto menos lo es re-specto de las innumerables formas superiores de vida del reino

    vegetal y animal. Para la validez deductiva de estas reflexiones estotalmente irrelevante si la evolucin de las plantas primitivas a plantascon floracin, o la evolucin de los reptiles a aves y a mamferos, seprodujo a travs de mutaciones paulatinas o a travs de grandes saltos;

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  • del mismo modo es totalmente intrascendente en qu periodos ocurri,pues cada nuevo organismo vivo representa la trasposicin de un plan,de una nueva idea, a la realidad.

    Quisiera recurrir una vez ms a la metfora de la catedral. Delmismo modo que la catedral irradia la idea y el espritu de su arquitecto,as se hacen patentes en cada organismo vivo la idea y el espritu de sucreador. Cuanto ms diferenciada, complicada y altamente desarrolladaes la forma de una creacin, tanto mayor es el contenido espiritual quepuede expresarse a travs de ella.

    El organismo ms altamente desarrollado, ms diferenciado, mscomplicado de la evolucin es el ser humano; esto quiere decir que loshombres dicen ms acerca de su creador que todas las dems criaturas.El cerebro humano con sus catorce mil millones de clulas nerviosas,cada una de las cuales est conectada con otras seiscientas mil clulasnerviosas, representa la forma de vida ms complicada y ms altamenteorganizada de nuestro universo conocido. El elemento espiritual, que in-cluso en la clula primordial manifiesta el espritu de su creador a travsde la idea y del plan organizativo de la misma, ha logrado en el cerebrohumano su mximo y ms sublime despliegue. En el espritu humano,que en nuestra metfora llamamos receptor, ha alcanzado su perfec-cin. Las facultades espirituales se han desarrollado en el receptor hu-mano hasta un grado tal que ste es capaz de ser consciente de s mismo.En el hombre, en la parte ms altamente desarrollada de la creacin, lacreacin se hace consciente de s misma.

    En nuestra metfora emisor/receptor cabe expresar esto de lasiguiente forma: en tanto materia, el cerebro humano es parte del uni-verso material y, por ello, el cerebro es parte del emisor. Pero la idea yel plan organizativo del cerebro se han desarrollado hasta constituir lafacultad espiritual que hemos definido como receptor. Esto significa quemateria y espritu, emisor y receptor, se encuentran mutuamente fun-didos en el cerebro humano, que el dualismo emisor/receptor no existe

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  • en realidad. Emisor y receptor no son ms que construcciones concep-tuales de nuestro intelecto, instrumentos valiosos y tiles, que se hanempleado en las reflexiones precedentes para comprender racionalmenteel mecanismo por el que surge su realidad humana.

    La metfora acerca de la realidad en trminos de emisor/receptor de-muestra que para que una idea exista, para que se haga realidad en el es-pacio exterior, debe ser manifestada en alguna forma de materia y ener-ga. Muestra que toda forma creada del espacio exterior, desde el tomoa la clula viva, hasta las innumerables formas de organismos vivos delreino vegetal y animal, las flores y los hombres, desde los planetas hastalos soles, hasta las galaxias, cada una de estas formas creadas representala realizacin de una idea. Plantear la pregunta acerca del origen de to-das estas ideas, acerca del espritu-creador que ha producido e impregnatodas estas formas, significa plantear la pregunta acerca del origen de to-do el ser.

    En la historia de la creacin del Evangelio de Juan se dice: En elprincipio exista la Palabra y la Palabra estaba con Dios y Dios era la Pa-labra. La traduccin del Logos griego que figura en el original porPalabra es discutida. Logos podra ser traducido tambin porIdea. En el principio exista la Idea

    En los ltimos dos mil aos no se ha conseguido en la humanidaduna visin ms profunda de la creacin que la de San Juan. Basndonosen la investigacin cientfica y en el pensamiento racional, hemos lleg-ado en las reflexiones precedentes a la misma conclusin: una ideadivina como origen y soporte de la creacin.

    Desde el punto de vista lingstico idea tiene que ver con eidos(imagen, en griego). Una nueva idea es la aparicin espontnea de unaimagen interior de algo que no exista anteriormente. El origen de todoproceso creativo es una idea. Nuestra capacidad de tener nuevas ideas,es decir, de ser creativos, es el don que compartimos con el creador de la

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  • idea primera de todas, de la idea de la que naci el mundo. Este don esnuestra herencia divina.

    Nuestras reflexiones acerca de la esencia de la realidad, nuestro re-curso a la metfora emisor/receptor, nos han conducido a las ltimaspreguntas sobre el ser.

    Al trmino de estas consideraciones sobre la esencia de la realidadquisiera referirme a su utilidad en la vida cotidiana, a la ayuda quepueden representar para una mejor comprensin de nuestro lugar, comoseres humanos, dentro de la creacin.

    Puesto que la creacin constituye la forma material, la manifesta-cin, la realizacin de la idea divina, la creacin, el emisor en nuestrametfora, emite ininterrumpidamente la idea divina. La creacin con-tiene el mensaje, es el mensaje de su creador a las criaturas suyas que lapueden recibir, a los hombres.

    El gran mdico, naturalista y filsofo del Renacimiento, Paracelso,que desconoca an la radio y la televisin, hizo uso de otra metforapara expresar este hecho. Consider a la creacin como un libro que haescrito el dedo de Dios y que debemos aprender a leer. Sin embargo, enlugar de estudiar este libro que contiene la revelacin de primera mano,nos atenemos las ms de las veces a los textos compuestos por la manodel hombre. En lugar de abrir nuestros sentidos, nuestro entendimiento,al mensaje de la infinitud del cielo estrellado y de la belleza de nuestraTierra con todas sus maravillosas criaturas del reino vegetal y animal,nos aferramos a nuestros problemas personales y nos encapsulamos enuna estrecha y egosta visin del mundo. Olvidamos, entretanto, lo msimportante de todo, que gracias a nuestra existencia corporal y espiritualsomos parte de la creacin divina y del espritu que lo impregna todo, yque cada uno de nosotros es el nico heredero de todo el mundo. Estaverdad, que implica que no hay barreras entre sujeto y objeto, entre el yoy el t, que el dualismo es una construccin de nuestro intelecto, esta

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  • verdad se hace patente mediante la ayuda de la metfora emisor/receptoren nuestras reflexiones acerca de lo que constituye la realidad.

    Sin embargo, una verdad que sea solamente resultado de procesosmentales, de especulaciones racionales, no es suficientemente eficazcomo para convertirse en un factor decisivo de nuestra vida. Slocuando la verdad va acompaada de una experiencia existencial, emo-cional, se vuelve suficientemente fuerte como para poder influir y trans-formar nuestra visin del mundo. La confirmacin emocional de unaverdad se alcanza a travs de la meditacin. La meditacin aspira a laabolicin de la barrera sujeto/objeto, de la barrera t/yo, con el fin de su-perar el dualismo.

    Por esta razn la idea emisor/receptor, que proporciona una visindel origen de la escisin sujeto/objeto, desvelando este dualismo comouna construccin de nuestro intelecto, puede constituir un provechosoobjeto de meditacin. La experiencia emocional de la cancelacin deldualismo sujeto/objeto conduce a un estado espiritual que se denominaconciencia csmica o, en la tradicin cristiana, unio mystica. Puede pro-ducirse slo como resultado de la meditacin, o de la meditacin unidaal yoga, de la tcnica respiratoria o de drogas entegenas, o espontnea-mente como gracia. Consiste en la experiencia visionaria de una pro-funda realidad que comprende al emisor y al receptor.

    Nuestro concepto emisor/receptor de la realidad puede ayudarnosa interpretar intelectualmente este estado espiritual extraordinario, laconciencia csmica, la unio mystica.

    Ante todo, nos descubre que la visin mstica no es una ilusin delos sentidos, sino la revelacin de otro aspecto de la realidad.

    Con la conciencia cotidiana vemos y experimentamos nicamenteuna pequea porcin del mundo exterior, del emisor; en el estadomstico cuando el receptor est abierto a toda la anchura de banda depercepcin nos hacemos conscientes, simultneamente, de un uni-verso exterior e interior infinitamente ms amplio. La frontera erigida

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  • por nuestro intelecto entre el yo y el mundo exterior se disuelve, y el es-pacio interior y el exterior se funden entre s. La infinitud del espacioexterior se experimenta tambin en el espacio interior. Ahora un espacioilimitado se halla abierto a un nmero ilimitado de imgenes que fluyenhacia dentro, y tambin a imgenes del pasado, a vivencias que se hanacumulado durante toda una vida, a viejas imgenes que por la lim-itacin del espacio en la conciencia se haban almacenado en el incon-sciente. Todas estas imgenes interiores son despertadas a una nuevavida y se funden con las que entran por vez primera. Esta vivencia ex-traordinariamente intensa de innumerables nuevas y viejas sensaciones ypercepciones en el proceso de fusin mutua del espacio interior y exteri-or, genera un sentimiento de infinitud y de intemporalidad, de un eternoaqu y ahora. El cuerpo, que en el estado habitual de conciencia es perci-bido como separado del mundo exterior, es sentido ahora como unido ala creacin, como parte del universo, cosa que de hecho es as, y estoproporciona un sentimiento de proteccin incluso desde el punto de vistade la existencia corporal. En tal estado exttico el emisor y el receptor,el mundo material exterior y el mundo espiritual interior, el espacio ex-terior y el interior, se hallan fundidos mutuamente, son una misma cosaen la conciencia; y de esta suerte surge un barrunto de la idea primordi-al, de la idea que exista al principio, que estaba junto a Dios y que eraDios.

    Una experiencia visionaria que posea la intensidad de la concienciacsmica, o unio mystica, es limitada en el tiempo. Puede durar un se-gundo, un par de minutos, rara vez varias horas. En ese extraordinarioestado no se est en condiciones de emprender actividad alguna en elmundo exterior. Para poder cumplir con nuestras obligaciones cotidianasson necesarias, evidentemente, una capacidad perceptiva limitada y unaconciencia replegada. Para sobrevivir en la cotidianeidad hemos de con-centrar nuestra conciencia en nuestra actividad y en el entorno en el quetenemos que desempear nuestras respectivas tareas. No obstante, de

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  • vez en cuando necesitamos una visin, una panormica sobre nuestravida y una ojeada a su ltimo fundamento espiritual, a fin de percibir enla perspectiva y en el significado correcto nuestro lugar en el universo ynuestras obligaciones y problemas cotidianos.

    Por esta razn son hoy cada vez ms las personas que acostumbran ainterrumpir su trabajo cotidiano y su incesante actividad, para meditardurante un par de minutos, durante una hora o durante ms tiempo. Elobjetivo de semejante meditacin no es el de alcanzar cada vez lacumbre de la experiencia visionaria, la unio mystica. El objetivo de talmeditacin puede consistir en lograr una idea ms profunda de la inter-relacin de mundo interior y exterior, del espacio interior subjetivo y delespacio exterior objetivo, descubriendo as la existencia de la realidadtranspersonal que abarca a emisor y receptor, a sujeto y objeto, a creadory creacin, lo cual nos puede llenar de confianza, de amor, de fuerza yde sosiego.

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  • El sentimiento de seguridad

    Desde una visin filosfica cientfico-natural del mundo

    Con el progreso de las ciencias naturales se hace cada vezms clara a nuestro espritu la totalidad del mundo y nuestraidentidad con l. Cuando esta idea de unidad total deje de seruna mera idea intelectual, cuando abra todo nuestro ser haciauna luminosa conciencia csmica, entonces se llegar a unaalegra radiante, a un amor que abarque todas las cosas.

    Rabindranath Tagore (1861-1941)en Sadahana

    Que en la naturaleza gobierna un artista, cuyas obras sonciertamente evidentes, pero en cuyo taller no penetra ningn es-pritu creado, no precisa demostracin. Lo vemos demostradoall donde se posa nuestra mirada, en cada ala de mosquito, encada brizna de hierba, en cada copo de nieve.

    Ernst Jnger enen Das spanische Mondhorn

  • Todos los estados de felicidad tienen como base la seguridad en elsentido ms amplio de este concepto. Se conoce la dicha de la seguridaden el hogar paterno, en la familia, en una amistad. Igualmente, la perten-encia a pequeas o grandes comunidades de ndole profesional, poltica,cultural o religiosa puede proporcionar un sentimiento de seguridad queva unido a la felicidad. Al contrario, la infelicidad va unida las ms delas veces a indefensin, separacin, extravo.

    Esta conexin entre seguridad y felicidad no slo es aplicable al des-tino individual del hombre, sino a pocas culturales enteras. Aqu setrata de la seguridad que puede proporcionar a los hombres la imagendel mundo que rige en una fase concreta de la historia de la humanidad yque determina de forma omnicomprensiva el sentimiento de la vida.

    En las pginas que siguen, intentar mostrar que la fuerza protectorade una concepcin del mundo descansa sobre todo en su manera de con-cebir la relacin del hombre con la creacin, en especial con la nat-uraleza viviente. Tal es as que quiz las dificultades y los problemasaparentemente insolubles de nuestro tiempo en los mbitos espiritual,social, econmico y ecolgico tengan que ser atribuidos, como a sucausa comn y ltima, a una relacin enfermiza del hombre con la nat-uraleza. La concepcin cientfico-natural del mundo, unilateralmentematerialista, que est en boga hoy en la sociedad industrial occidental esincapaz de ofrecer seguridad alguna, porque en ella no encuentra ex-presin la vinculacin, es decir, la inclusin del hombre en la naturalezaviviente. Quisiera exponer en forma de opiniones personales fundadasen algunas experiencias, el modo en que podra remediarse esta caren-cia, completando y profundizando debidamente la concepcin cientfico-natural del mundo.

    En todas las reas culturales ha pervivido en forma de mitos el re-cuerdo de un tiempo anterior a la historia, de un mundo en el que todos

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  • los hombres vivan en la abundancia, vivan felices en seguridad, libresde todo cuidado y esfuerzo. Era la poca dorada que relata Hesodo; o lapoca de la humanidad anterior a la expulsin del Paraso, en latradicin judeo-cristiana. En aquel tiempo el hombre era an una solacosa con la creacin, perteneca a sta como una parte de la misma, es-taba inmerso en ella. El mundo era un jardn, un jardn paradisaco, en elque todas las criaturas vivan en armona y en el que el hombre encon-traba, sin dificultad ni trabajo, el alimento y todo lo que necesitaba.

    Dejemos a un lado si en aquella poca anterior a la historia loshombres eran realmente tan felices como se relata en los mitos; es se-guro, sin embargo, que en el tiempo en que se constituyeron los mitosno exista ya estado paradisaco alguno, pues, de lo contrario, no sehabra podido percibir su prdida. En los autores antiguos a quienes de-bemos la redaccin de los mitos, estaba viva ya una conciencia histrica,es decir, la capacidad de comparar la concepcin del mundo de sutiempo con la de una poca pasada de la humanidad. Esta facultad, quepresupone una distancia crtica respecto del acontecer temporal, seal-izaba ya un nuevo estadio de desarrollo de la conciencia humana.

    Acaso sea la entrada en este nuevo nivel de conciencia lo que se re-fiere en la parbola bblica del pecado original. El cumplimiento de lapromesa de la serpiente seris como Dios, conocedores del bien ydel mal escindi en la conciencia humana la unidad de creacin ycriatura. Con la nueva capacidad que se le haba otorgado de discernir yde conocer conscientemente, el hombre se convirti en seor respons-able de su accin, pero perdi con ello la seguridad que haba consistidoen la unidad inconsciente con la creacin. Esta fu la expulsin delParaso.

    Expulsado de la naturaleza que proporcionaba todo con abundanciaen el Paraso, el hombre, abandonado ahora a s mismo, dependiente yade los frutos de su trabajo, vuelto indefenso, comenz a construirasentamientos, ciudades. Aqu se sitan los comienzos de la historia de

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  • la cultura, que en lo esencial es una historia de culturas urbanas. Lasgrandes culturas han aparecido y se han hundido en y con las ciudades.All donde no ha habido ciudades, el tiempo ha transcurrido sin historia.

    Mientras las ciudades han sido durante milenios lugares en los que lapoblacin ha encontrado refugio frente a las inclemencias de la nat-uraleza y frente al enemigo, y en cuya seguridad se han podido desarrol-lar civilizaciones y culturas, en la Edad Moderna se han modificado rad-icalmente la finalidad y el carcter de aquellas, sobre todo, de lasgrandes ciudades. De centros de residencia y de cultura se han conver-tido en centros de trfico y de la industria. La moderna gran ciudad noofrece ya a sus habitantes proteccin alguna ante el enemigo, sino, alcontrario, atrae hacia ella misma todo el potencial armamentista deaqul; y ante el ruido y la polucin general de las ciudades industrialesno se puede hablar ms de proteccin. Sin embargo, la vida culturalsigue estando concentrada en las ciudades y la historia universal esgestada todava hoy en las grandes ciudades por los hombres que lashabitan y que ahora viven en la inseguridad y en la amenaza. La insegur-idad, el miedo, la insatisfaccin, el vaco interior y la agresividad cobranpredominio en la vida social, cultural y poltica.

    Dnde se sitan los comienzos de esta evolucin, que ha conducidoa esta transformacin de los lugares de residencia de los hombres, a uncambio del semblante de la tierra, a la actual concepcin del mundo, a laactual conciencia de la realidad? En el tiempo se sitan en el siglo XVIIy en el espacio se ubican en Europa. En aquella poca surgi aqu un es-tilo de investigacin de la naturaleza, que se orient por entero a lo men-surable y logr esclarecer las leyes fsicas y qumicas de la constitucindel mundo material. Sus conocimientos hicieron posible unaprovechamiento de la naturaleza y de sus fuerzas que jams se habavisto hasta entonces. Ella condujo hasta la actual industrializacin y tec-nificacin mundial de casi todos los mbitos de la vida, que, por un lado,han proporcionado a una parte de la humanidad un confort en la vida

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  • cotidiana y un nivel material de vida que apenas eran imaginables en elpasado y que, por otro lado, han tenido como consecuencia la mencion-ada transformacin de las ciudades, como centros de residencia y de cul-tura, en centros de trfico y de la industria, y la destruccin catastrficadel medio ambiente natural.

    El hecho de que fuera precisamente el espritu europeo el que gen-erase esta ciencia natural, que estuviese capacitado para producir esteresultado, debera explicarse porque aqu se haba producido claramenteantes que en otras culturas la separacin consciente de individuo y me-dio ambiente. En efecto, un yo, capaz de situarse frente al medio ambi-ente, capaz de tematizar el mundo, de contemplarlo como objeto, esteespritu susceptible de objetivar el mundo exterior, constitua el pre-supuesto de la aparicin de la investigacin cientfico-natural occidental.Esta visin objetiva del mundo estaba presente ya en los primeros docu-mentos del pensamiento cientfico-natural, en las teoras cosmolgicasde los filsofos presocrticos griegos. Esta actitud del hombre frente a lanaturaleza, desde la que fu posible una ntima dominacin de la nat-uraleza, es la que ms tarde, en el siglo XVII, fue formulada de formaclara y fue fundamentada filosficamente por vez primera por Descartes.

    En los comienzos de su desarrollo en la Edad Moderna la investiga-cin de la naturaleza tena todava como base una concepcin religiosadel mundo. El investigador contemplaba la naturaleza como unacreacin que estaba animada por el espritu de Dios. Paracelso calificabala naturaleza como un libro que ha escrito el dedo de Dios, y la tareadel investigador de la naturaleza era descifrarlo. Kepler reconoci en lasleyes de las rbitas planetarias, la armona del mundo creado por Dios, yen las antiguas obras de botnica jams olvid el autor alabar al Creadorpor las maravillas del mundo de las plantas.

    El giro decisivo y cargado de consecuencias se produjo cuando, traslos grandes y revolucionarios descubrimientos de Galileo y de Newton,la investigacin se consagr cada vez ms unilateralmente a los aspectos

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  • cuantitativos, mensurables, de la naturaleza. Cada vez pas ms a se-gundo plano el tratamiento totalizador, cualitativo, que defenda Goetheen el ejemplo de su teora de los colores. Los mtodos cuantitativos de lainvestigacin de la naturaleza, a los que no bastaba ya la observacindirecta, requeran para sus mediciones aparatos manifiestamente mscomplicados y sofisticados. Estos proporcionaban resultados objetivosque en gran medida eran independientes del observador, y esta particu-laridad foment adicionalmente la escisin consciente de sujeto y ob-jeto. Las disciplinas encargadas del aspecto mensurable de la naturaleza,es decir, la fsica y la qumica, adquirieron un impulso poderoso. Losmtodos fsicos y qumicos penetraron tambin en otros mbitos de laciencia natural, como la biologa, la botnica y la zoologa. Se delimit alas ciencias de la naturaleza, como ciencias exactas, frente a las cienciasdel espritu y se les reconoci una preeminencia terico-cognoscitiva envirtud de que sus resultados eran reproducibles y objetivables. Losasombrosos xitos de la investigacin de la naturaleza, sobre todo en losmbitos de la fsica y de la qumica, que posibilitaron la penetracin enel macrocosmos y en el microcosmos de nuestro mundo y, en especial,la utilizacin prctica de sus hallazgos y descubrimientos, sobre loscuales se erigieron ms tarde las tecnologas e industrias que caracteriz-an nuestra poca, han contribuido a la victoria de la imagen materialistadel mundo que resulta de esta investigacin de la naturaleza. Esta con-cepcin se ha convertido en la fe, en el mito de nuestro tiempo.

    En la misma medida, las concepciones religiosas del mundo han per-dido credibilidad en la conciencia general. Acaso se siga manifestandoexteriormente la fe eclesistica; los dogmas y la tica religiosa siguenteniendo vigencia oficial como principios de conducta tanto en la vidapersonal como en la pblica. Pero el mbito de la fe y el mbito delconocimiento slido se hallan separados, y la praxis est determinadapor este ltimo. Incluso cuando un jefe de Estado jura sobre la Biblia,confa solamente en la realidad de la bomba atmica y adopta con

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  • arreglo a aquella sus decisiones de poltica internacional. La intensidadcon que slo se considera real el mundo creado y dominado por la tc-nica, es decir, la relevancia que ste posee para la vida prctica, se ve enel hecho de que, en concreto, los defensores de la ecologa, los que venen la naturaleza primitiva nuestra verdadera patria y creen en susfuerzas, siguen siendo considerados todava como subversivos en lamayora de los casos.

    El breve intento precedente de exponer cmo se ha llegado a la actu-al situacin mundial se podra resumir trayendo a colacin una vez msla metfora bblica del pecado original.

    Tras la expulsin desde la seguridad del Paraso a la desproteccin ya la autorresponsabilidad, se concedi al ser humano, dotado de unamayor capacidad cognoscitiva, la capacidad de disponer de la tierra y desus riquezas. Dominad la tierra. Sin embargo, en lugar de convertir sunuevo hbitat en un paraso terrenal, para encontrar en l una nueva se-guridad, el hombre, entendiendo mal el encargo divino y abusando desus capacidades intelectuales recin adquiridas, ha devastado la Tierra yest a punto de hacerla completamente inhabitable.

    Debe continuar la tendencia en esta direccin y debe extendersean ms la destruccin del mundo interior y exterior? Hay un cmulo deprognosis pesimistas. Es indudable que no existe vuelta atrs, que sloes posible un desarrollo hacia adelante, un ulterior desarrollo del nivelactual de conciencia que se ha conseguido a lo largo de la historia delpensamiento, y un desarrollo de su correspondiente concepcincientfico-natural del mundo. Tampoco cabe hacer retroceder a lacivilizacin tcnico-industrial, sino que a su evolucin futura podrandrsele otros objetivos, un nuevo sentido.

    Requisito y base para un cambio positivo de rumbo tendra que ser lacuracin de la neurosis fatalista europea, como Gottfried Benn ha de-nominado la escindida conciencia de la realidad. En la concienciacolectiva tendra que revivir una concepcin de la realidad en la cual el

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  • individuo no se autopercibiera como separado del mundo exterior, sinocomo una misma cosa con la creacin.

    Es preciso reconocer que la fe unilateral en la concepcin cientfico-natural del mundo se basa en un error cargado de consecuencias. Todolo que sta contiene es, ciertamente, verdadero, pero este contenido rep-resenta solamente la mitad de la realidad, solamente su parte material, suparte cuantificable. Faltan todas las dimensiones espirituales de la real-idad, que no son aprehensibles fsica ni qumicamente y entre las que secuentan las caractersticas esenciales de los seres vivos. Estas deben serintegradas, como mitad complementaria, en la concepcin cientfico-natural del mundo, para que surja la imagen de la plena realidad vivientea la que pertenece tambin el ser humano con su espiritualidad. En lavivencia consciente de esta realidad completa se cancela la escisinentre individuo y medio ambiente, entre ser humano y creacin. Estasera la curacin de la neurosis fatalista europea. Esta concepcincientfico-natural del mundo, complementada con las dimensiones quecaracterizan lo viviente y profundizada a travs de la meditacin, seracapaz de proporcionar nuevamente seguridad.

    Por consiguiente, no se trata de discutir la validez de la concepcincientfico-natural del mundo ni de disminuir el valor de la investigacincuantitativa de la naturaleza, sino de hacerse consciente solamente deque, como la visin de los titanes, es monocular. Por el contrario, semantiene aqu la opinin de que la concepcin cientfico-natural delmundo es la nica base slida y consistente sobre la que se puede y sedebe seguir construyendo tanto en el mbito material como en el espir-itual. El enorme cmulo de conocimientos sustantivos, las incursionesen la profundidad de la estructura material del universo, de la Tierra y desus organismos vivientes constituyen indiscutiblemente logros y aporta-ciones grandiosos del espritu investigador que no cabe pasar por alto.No es posible hacer retroceder el ensanchamiento de la conciencia de la

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  • realidad que se ha originado por este camino y no debe llevar a disolver,sino a hacer ms profunda la concepcin religiosa del mundo.

    En las pginas que siguen quisiera exponer cmo mi concepcin delmundo se ha visto influida por mis conocimientos y reflexiones comoprofesional de las ciencias naturales. Puesto que por esa razn las con-sideraciones que siguen reflejan en lo esencial opiniones y juicios per-sonales, es decir, que lo subjetivo es un factor importante de las mismas,me parece prioritario mostrar algunos datos sobre el sujeto, sobre mipersona.

    Cuando era un muchacho tena con frecuencia vivencias msticas dela naturaleza durante mis correras por el bosque y por el campo. Unapradera con flores, un lugar penetrado por los rayos del sol en el bosque,un sitio cualquiera del entorno habitual, se mostraban de repente con unaclaridad singular. Era como si los rboles, las flores, quisieran revelarmeentonces su verdadera esencia y yo me senta unido a ellos en una sensa-cin indescriptible de felicidad. Estas vivencias, aunque las ms de lasveces eran de una brevsima duracin, influyeron profundamente en m.No slo fueron las que despertaron mi amor por el mundo de las plantas,sino que determinaron tambin mi visin del mundo en sus rasgos fun-damentales, en tanto me revelaron la existencia de una realidad quesiendo ajena a la mirada cotidiana lo abarca todo, es acogedora y pro-fundamente gratificante.

    Este inters por el problema de la realidad, que se muestra primera-mente como realidad material, fu el motivo por el que me decid a estu-diar qumica, aunque yo haba realizado el bachillerato latino que servade base a los estudios de las ciencias del espritu. A la eleccin de la car-rera de qumica contribuy tambin el deseo de encontrar firmeza en unmbito slido e irrefutable del saber. En filosofa, en historia, en liter-atura, etc., se dan opiniones y posturas contrapuestas, pues todos los sis-temas del espritu son discutibles. Por el contrario, el mundo material esirrefutable y las leyes que le son inherentes son fijas. La ciencia que da

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  • acceso a esta parte tangible y fija, pero en el fondo tan misteriosa, denuestro mundo, la materia, es la qumica.

    La qumica es considerada generalmente como la ms materialistade las ciencias. Sin embargo, materialista o material es solamente el ob-jeto de la qumica, la materia, pero no su investigacin cientfico-meto-dolgica que, como toda investigacin cientfica, es de naturalezaespiritual.

    Quisiera hacer aqu una puntualizacin incidental que se refiere a laimagen que las ciencias naturales, en especial la qumica, tienen en laconciencia de la colectividad. El saber vulgar ha conducido a una con-cepcin falsa de la esencia y de la importancia de las ciencias naturales.Los medios de comunicacin de masas son los que determinan uniform-emente y a escala mundial las opiniones y las mentalidades. El saber queestos medios transmiten hoy se le llama informacin es slo par-cialmente correcto en la mayora de los casos, es superficial y no se ori-enta principalmente a la verdad o a la realidad, sino al sensacionalismo.Los mensajes han de venderse bien. Lo que el profano entiende, porejemplo, por qumica, no tiene nada que ver, en absoluto, con la qumicacomo ciencia. El clich del qumico es el hombre con gafas y con unabata blanca de laboratorio que est mezclando algo misterioso en untubo de ensayo. Es el mezclador de venenos por excelencia. En estamisma idea se manifiesta ya la falsa concepcin, tan difundidacolectivamente, de la esencia de la qumica. El mezclador de venenossera fsico, no qumico, pues mezclar no es sino un procedimientofsico. La qumica empieza all donde entra en juego la transformacinde las sustancias, de la materia. Por lo dems, en la mentalidad popularel concepto de la qumica se agota con la imagen de la qumica industri-al y con la fetidez y con la contaminacin del medio ambiente con quese la asocia. Slo una pequea minora de la poblacin es consciente dela importancia terico-cognoscitiva de la qumica, como ciencia de laestructura de todo el mundo material visible.

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  • Hasta aqu mi puntualizacin incidental acerca de las falsas concep-ciones de la esencia de la qumica, puntualizacin que es aplicable tam-bin a las dems ciencias naturales. Me ha parecido necesaria, porque enella se llama la atencin acerca de un saber vulgar que es culpable, antetodo, de que se valore equivocadamente la concepcin cientfico-naturaldel mundo.

    Los estudios de qumica satisficieron mis expectativas. Me abrieronel camino hacia lo interno, hacia la recndita configuracin del mundovisible: hacia las estructuras moleculares y atmicas y hacia el micro-cosmos que constituyen los tomos. Aprend que el reino mineral, elmundo vegetal y animal, incluido el ser humano, constan de unos pocoselementos idnticos. De un total de 92 tomos conocidos el mayornmero de ellos se encuentra solamente en forma de vestigio. Apenasson una docena, aproximadamente, los elementos que intervienen deforma decisiva en la configuracin de la Tierra y de su biosfera: hidr-geno, oxgeno, carbono, nitrgeno, silicio, calcio, estroncio, fsforo,azufre, hierro, nquel, manganeso, sodio, potasio, por citar los ms im-portantes. Si de los tomos pasamos a sus elementos comunes, a los pro-tones y neutrones que forman su ncleo y a los electrones que giranalrededor del ncleo, entonces el nmero de componentes del mundoentero se reduce a tres.

    La reduccin del mundo a unos pocos elementos muertos, como sultima realidad, se ha adoptado como fundamento de una concepcinmaterialista del mundo. En este proceder se pone de manifiesto unadesmesurada supervaloracin del papel de la materia en la creacin. Ellono significa otra cosa que reducir la maravilla de una catedral al nmeroy calidad de las piedras empleadas en ella, sin tomar en cuenta su con-figuracin, su belleza, su sentido y, en consecuencia, sin ver tampocorazn alguna para pensar en un arquitecto. Se suma a esto que la catedralcarece de los aspectos de lo viviente, de suerte que el smil no expresa

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  • siquiera en toda su magnitud la improcedencia de reducir la esencia dela creacin al plano de la qumica.

    No se entiende fcilmente cmo la imagen materialista del mundo,que resulta de su reduccin al nivel de la qumica, no es ms combatidaprecisamente por los qumicos, que deberan saber qu es lo quepertenece al plano de la qumica y deberan conocer los lmites de sta.De hecho, los bilogos son, ms bien, quienes confan demasiado en laqumica y quienes en su aspiracin de racionalidad intentan atribuir losfenmenos de la vida a reacciones qumicas.

    Slo quisiera citar aqu, como ejemplo inconcebible, al premio No-bel, Jacques Monod. Su libro, Azar y Necesidad, que se distingue por sufalta de cientificidad y por su arrogancia, ha causado un gran dao entrelas personas que no son expertas en ciencias naturales.

    He aqu un punto esencial de mi exposicin. Quisiera mostrar que enla diferente valoracin del papel de la qumica en la imagen cientfico-natural del mundo, es donde se dividen los espritus. A un lado, la qum-ica y sus leyes, como fundamento causal ltimo de la aparicin delmundo visible, al otro lado, el papel de la qumica, como la ciencia delmaterial constitutivo del que se ha servido un poder espiritual para laconstruccin de la creacin en su polcroma variedad.

    Quisiera mostrar ahora mediante algunas reflexiones de qu formamis conocimientos como qumico fueron, sobre todo, los que me des-cubrieron una imagen cientfica del mundo que me proporcionaseguridad.

    Cuando en el jardn o en el paseo me paro ante una planta y la con-templo meditativamente, entonces no slo veo lo que tambin ve quienno es qumico, su figura, su color, su belleza, sino que adems measaltan ideas sobre su configuracin, su vida interna, y sobre los pro-cesos fsicos y qumicos que subyacen a sta. Hay incontables com-binaciones qumicas singulares de las que se compone la planta. Puedoimaginarme sus frmulas. Por nombrar slo algunas: la sntesis de la

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  • sustancia que forma el armazn, la celulosa, a partir de subproductos delazcar; luego, la compleja frmula de la clorofila, que consta de variosanillos de hidrocarburos nitrogenados y de un tomo central de mag-nesio; despus, la frmula estructural de los pigmentos de la flor, porejemplo, la frmula de un pigmento azul, de un antocianuro. La mayorade estos componentes de las plantas se puede obtener tambin mediantesntesis qumica. Conozco el esfuerzo que se necesita para ello en ellaboratorio, su constitucin a partir de grupos reactivos de tomos atravs de muchos pasos intermedios, a altas o bajas temperaturas segnel tipo de reaccin qumica, bien al vaco, bien a presin elevada, etc. Elqumico que con toda una escuela de ayudantes y estudiantes realiz eltrabajo decisivo en el descubrimiento de la estructura de la clorofila, elprofesor Hans Fischer, de Munich, recibi en su da el Premio Nobel porello, y el profesor de la Universidad de Harvard, Robert Woodward,fallecido hace pocos aos, que logr finalmente la sntesis total de laclorofila, fu distinguido igualmente con el Premio Nobel. Mi veneradomaestro y director de mi tesis doctoral, el profesor Paul Karrer, que enlos aos veinte y treinta trabaj en el Instituto de la Universidad deZurich en el esclarecimiento de las estructuras y en la sntesis de los pig-mentos de las flores, los antocianuros y carotinoideos, recibi tambinpor estos trabajos el Premio Nobel. Todos estos logros fueron posiblesnicamente sobre la base de los conocimientos acumulados por las gen-eraciones anteriores de qumicos. Menciono esto para mostrar el enormetrabajo qumico que se esconde tras la sntesis de cada una de las nu-merosas sustancias que componen una planta.

    Cualquier hierbecilla es capaz de producir este resultado. Con elmayor silencio y discrecin, con la luz como nica fuente de energa,produce estas sustancias, para cuya sntesis no bastara el trabajo decientos de qumicos durante muchos aos. El qumico no puede menosque maravillarse ante esto.

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  • Sin embargo, esto no es ms que qumica, cuyas leyes conocemoshoy, y que nosotros podemos simular, si bien con enormes gastos y conla movilizacin de todas nuestras habilidades.

    Pero al observar la planta que estoy contemplando ahora, me asaltanan otras ideas. Se refieren a la forma en que se hace uso de la qumica yque no se puede explicar, sino, a lo sumo, describir. Aqu entran enjuego el espacio y el tiempo, los cuales no tienen nada que ver con laqumica. Cada uno de los innumerables procesos de sntesis tiene queocurrir en un espacio muy concreto y en un tiempo muy concreto, a finde que se puedan producir la predeterminada figura exterior individual yla estructura interior de la planta, sus diferentes rganos con sus fun-ciones diferenciadas. A la qumica se suman tambin aqu numerososprocesos y fuerzas fsicas, como la difusin, la absorcin y los fen-menos capilares. Todo esto es impensable sin un plan que guie el pro-ceso constitutivo y sin una instancia coordinadora.

    La fisiologa celular y la biologa molecular aportan una explicacinal respecto. El plan estructural se halla preprogramado en la dotacin decromosomas del ncleo de la clula. Est impreso all con las cuatro le-tras del cdigo gentico, con las cuatro diferentes molculas del ADN.

    Todas stas son incursiones magnficas de la investigacincientfico-natural en un maravilloso mecanismo. Pero es importante to-mar conciencia de que con esto slo se descubre el mecanismo; se cono-cen las cuatro letras del alfabeto biolgico. Sin embargo, la pregunta de-cisiva por el origen del texto permanece sin respuesta. Es preciso pensar,adems, que las estructuras qumicas que presentan las formaciones nuc-leicas del ADN sl