Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

27
. 1 .

Transcript of Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

Page 1: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 1 .

Page 2: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen
Page 3: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 3 .

El Santo Arco Real de Jerusalén

Page 4: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen
Page 5: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 5 .

WALTER LESLIE WILMSHURST

El Santo Arco Real de Jerusalén

Traducción:

Alberto Moreno Moreno

Page 6: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen
Page 7: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 7 .

El Santo Arco Real de Jerusalén

TEXTO ORIGINAL:

«The Holy Royal Arch» publicado en Londres en 1922,

como capítulo IV del libro The Meaning of Masonry

Three lectures on the Royal Arch as once used in the Supreme Grand Royal Arch

Chapter of Scotland

SERIE AZUL [TEXTOS HISTÓRICOS Y CLÁSICOS]

Page 8: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 8 .

El Santo Arco Real de Jerusalén Walter Leslie Wilmshurst editorial masonica.es® SERIE AZUL (Textos históricos y clásicos) www.masonica.es © 2009 EntreAcacias, S. L. (de la edición) © 2009 Alberto Moreno Moreno (de la traducción) EntreAcacias, S. L. Apdo. Correos 32 33010 Oviedo Asturias (España) Teléfono: (34) 985 79 28 92 [email protected] 2ª edición: septiembre, 2013 ISBN edición impresa: 978-84-937392-1-8 ISBN edición digital: 978-84-937392-2-5 Edición digital Reservados todos los derechos. Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de repro-ducción, distribución, comunicación pública y transfor-mación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Códi-go Penal).

Page 9: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 9 .

Esta traducción está dedicada a mi esposa Marisé

ALBERTO MORENO MORENO

Page 10: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 10 .

Walter Leslie Wilmshurst

(1867–1939)

Page 11: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 11 .

Moisés dijo a Dios: «Si me presento ante los israelitas

y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me

preguntarán cuál es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?».

Y respondió Dios a Moisés: «YO SOY EL QUE SOY. Así dirás

a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros».

Éxodo 3:12-14

Page 12: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen
Page 13: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 13 .

El Santo Arco Real de Jerusalén, 15

La Ceremonia de Exaltación, 43

Lectura primera, 79

Lectura segunda, 89

Lectura tercera, 97

Page 14: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen
Page 15: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 15 .

El Santo Arco Real de

Jerusalén

La Francmasonería, bajo la Constitución In-

glesa, alcanza su clímax y perfección en la

Orden del Santo Arco Real. Existe una varie-

dad de otros grados que se ramifican a partir

de la fuente principal del sistema masónico y

que desarrollan aspectos colaterales de su

doctrina o reinterpretan sus enseñanzas bajo

un simbolismo alternativo. Estos grados, ya

sean de mayor o menor mérito e interés, que-

dan al margen de nuestras consideraciones y,

desde luego, son añadidos superfluos que

Page 16: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 16 .

tienden más a desviar la atención del estu-

diante que no a ayudarle a profundizar en su

comprensión del propósito principal del Arte

Real. Se pueden recibir altos grados adiciona-

les de forma indefinida, pero ¿con qué propó-

sito, si los iniciales, que contienen todo lo ne-

cesario para la comprensión del Oficio, per-

manecen insuficientemente asimilados? Es

una falacia suponer que multiplicar los grados

resultará en el descubrimiento de arcanos se-

cretos que no se han encontrado en los ritua-

les de los tres primeros grados y del Arco

Real. Los altos grados, sin duda, ilustran ver-

dades de gran interés, a menudo revestidas de

una impresionante belleza ceremonial, siendo

mayor su comprensión cuanto mejor se haya

asimilado el contenido de los grados prelimi-

nares; pero la búsqueda de secretos se de-

muestra vana con certeza, pues los únicos se-

cretos dignos de ese nombre son aquellos que

no pueden comunicarse y que solo pueden

Page 17: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 17 .

descubrirse dentro de la conciencia personal

de aquel que los busca, que es al fin y al cabo

quien traduce la representación ritual en

acontecimientos y experiencias espirituales.

Fue por lo tanto una sensata idea la que mo-

vió a aquellos que establecieron la actual

constitución de la Orden a excluir esos refi-

namientos accesorios y declarar que «la ma-

sonería consiste en los tres grados simbólicos

y el Santo Arco Real y nada más», pues dentro

de ese ámbito se muestra, o al menos se esbo-

za, todo el proceso de la regeneración huma-

na; de forma que tras el Arco Real no queda

nada más realmente por decir, aunque lo que

ha sido enseñado es todavía, desde luego,

susceptible de ulterior elaboración.

La integridad de la regeneración teórica-

mente postulada en estos cuatro estadios está

marcada, obsérvese, por la muy significativa

expresión empleada ritualmente en el Capítu-

lo del Arco Real, cuyo significado se interpre-

Page 18: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 18 .

ta como «habiendo mi pueblo obtenido mise-

ricordia», que en un análisis posterior signifi-

ca que todas las partes y facultades («pueblo»)

del organismo del candidato ha sido, por fin,

y como resultado de su disciplina previa y te-

rribles experiencias, sublimadas e integradas

en una nueva cualidad y más alto orden de

vida que el previamente disfrutado en virtud

de su naturaleza meramente temporal. En una

palabra, ha sido regenerado. Ha alcanzado el

milagro de «cuadrar el círculo» —una expre-

sión metafórica para la regeneración, como

explicaremos aquí. Aunque no es sino una

ampliación y complemento del Tercer Grado,

del cual antaño formó parte, hubo buenas ra-

zones para desprender la parte del Arco Real

de lo que actualmente forma el grado de

Maestro Masón. La combinación de ambas

partes conformaba un rito inconveniente por

su extensión, al tiempo que se requería un

cambio de la disposición de los elementos

Page 19: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 19 .

simbólicos, así como de las oficialías, confor-

me la ceremonia se iba desarrollando, para

garantizar una representación apropiada y

espectacular de la liturgia posterior. A pesar

de ello el Arco Real es la conclusión natural, y

plenitud, del Ter-

cer Grado, que in-

culca la necesidad

de una muerte

mística y escenifi-

ca el desarrollo de

tal muerte y la re-

surrección a una

nueva vida. El

Arco Real lleva el

proceso un paso

más adelante, al

mostrar su plenitud en la exaltación o apoteo-

sis de aquel que ha sufrido y experimentado

ese proceso. Podría decirse que el grado de

Maestro Masón es representado, en términos

Page 20: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 20 .

de teología cristiana, por la fórmula «Sufrió,

fue enterrado y se levantó de nuevo», mien-

tras que el equivalente de la ceremonia de

exaltación es «y ascendió a los Cielos». El gra-

do del Arco Real persigue mostrar esa vida

nueva e intensificada que el candidato puede

alcanzar así como el exaltado grado de con-

ciencia que conlleva. De ser consciente úni-

camente como un hombre natural y en el sen-

tido naturalmente restringido a todo aquel

que nace en este mundo, él resulta exaltado (a

pesar de permanecer todavía en su carne) a la

Conciencia de una forma sobrenatural y sin

límites. Como se ha dicho en escritos anterio-

res, el propósito de toda iniciación es elevar la

conciencia humana de niveles inferiores a ni-

veles superiores acelerando las potencialida-

des espirituales del hombre y llevándolas a

toda su extensión por medio de la apropiada

disciplina. No se concibe alcanzar mayor nivel

posible que aquel donde lo humano se une a

Page 21: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 21 .

la conciencia divina y conoce a la manera que

Dios conoce. Y al ser ese el nivel que la Orden

del Arco Real trata en sus ceremonias, se con-

cluye que la Masonería, como sistema sacra-

mental, alcanza su clímax y culminación en

esa orden.

Como ya se ha dicho, alcanzar ese nivel im-

plica como requisito esencial una total abne-

gación, la renuncia y renovación de la natura-

leza original propia, la derrota de los deseos

naturales, tendencias e ideas previas, y el

abandono y aniquilación de la voluntad indi-

vidual por medio de disciplina, autonegación

y gradual pero vigorosa oposición a todo lo

anterior, al punto de atrofiarlo y hacerlo mo-

rir. «Aquel que ama su vida la perderá, y

aquel que odie su vida en este mundo la

transformará en eterna. En verdad os digo

que si el grano de trigo no cae a la tierra y

muere, queda solo; más si muriese dará mu-

cho fruto». Con el hombre sucede como con la

Page 22: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 22 .

semilla de trigo. Si persiste en aferrarse a la

vida presente y mundana que conoce, si rehú-

sa reconocer que le es posible alcanzar una

vida de mayor calidad aquí y ahora, o carece

de la voluntad para hacer el esfuerzo necesa-

rio para alcanzarlo, él «queda sólo», no llega a

ninguna parte, y solo frustra su propia evolu-

ción espiritual. Pero si está desando morir, en

el sentido antes indicado, así reencauzará su

vida y someterá sus deseos y sus energías na-

turales, al punto de otorgar al Principio Vital e

Inmortal que se halla dentro de él mismo la

oportunidad de afirmarse y superponerse a

ellos. Y de la materia desintegrada de su vieja

naturaleza germinará la verdadera vida, que

crecerá en él y dará fruto, y a través de los pa-

sos y fases de la iniciación se elevará de su yo

muerto a sublimes vivencias que de otro mo-

do no podría experimentar.

Esta necesidad de muerte del yo —no nos

referimos, repetimos, a la muerte física del

Page 23: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 23 .

cuerpo, sino a una mística muerte en vida que

debe abarcar todo excepto el cuerpo— es el

primer y fundamental hecho que debe ser in-

teriorizado antes de darse cuenta o desear

comprender el misterio del grado de Arco

Real. «Mors janua vitae», la muerte es el por-

tal de la verdadera vida. No hay otra manera.

Es la ineludible ley y condición del progreso

del alma. Pero puesto que es un proceso que

implica «una muy seria prueba de fortaleza y

fidelidad» y una lucha con uno mismo ante la

que el timorato y el inseguro bien pueden

aturdirse, los sistemas iniciáticos han mostra-

do siempre un ejemplo para la instrucción,

apoyo y modelo de aquellos preparados para

afrontar el sacrificio necesario. Para alentarlos

a la tarea las escuelas iniciáticas han encarna-

do un prototipo en el personaje de algún alma

grande que ya ha atravesado el mismo sende-

ro y ha emergido triunfante de él. Es irrele-

vante si se puede demostrar su identidad y

Page 24: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 24 .

realidad históricas o si únicamente puede ser

considerado como legendario y mítico, pues

su sentido no es enseñar únicamente un hecho

histórico, sino reforzar un principio espiritual.

En Egipto ese prototipo era Osiris, que fue

asesinado por su perverso hermano Tifón, pe-

ro cuyos miembros destrozados fueron reuni-

dos en un cofre del que emergió recompuesto

y divinizado. En Grecia era Baco, que fue

despedazado por los titanes. Baldur en Es-

candinavia y Mitra en la Europa grecorroma-

na eran prototipos similares. En la Masonería

el arquetipo es Hiram Abiff, que halló su

muerte de resultas de la conspiración de una

muchedumbre de obreros en el que había tres

rufianes principales. En la fórmula cristiana,

señora de todos los sistemas, pues integra y

reelabora todos los demás, el mayor paradig-

ma muere en los brazos del populacho, enca-

bezado también por Judas, Caifás y Pilatos. Si

bien en la Masonería la muerte mística es

Page 25: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 25 .

dramatizada con más realismo que la resu-

rrección que le sigue, esa resurrección es mos-

trada, en cualquier caso, en la «elevación» del

candidato al rango de Maestro Masón y su

«reunión con los compañeros de antiguos tra-

bajos», implicando la reintegración y reasun-

ción de todas sus antiguas facultades y poten-

cias en un estado sublimado, de igual forma

que los miembros del Osiris resurgido se dice

que se reunieron en un nuevo todo y el Maes-

tro Cristiano arrebató su cuerpo mutilado a la

muerte y lo retomó, transmutándolo en otro

de sustancia y esplendor sobrenaturales.

Por lo tanto, debemos ahora considerar có-

mo el grado del Arco Real muestra la conse-

cución de un nuevo orden de vida. Pero es

conveniente decir de antemano que, para

aquellos no habituados a ver más allá de valo-

res superficiales y significados mundanos, la

explicación que se va a dar, que gira en torno

a las más profundas verdades espirituales así

Page 26: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 26 .

como a avanzadas experiencias psicológicas

plasmadas en alegorías por el ceremonial vi-

sible, probablemente presente una cierta difi-

cultad de comprensión y aceptación. Al fin y

al cabo, el Arco Real no constituiría el grado

supremo si no se moviese sobre un elevadísi-

mo nivel de pensamiento e instrucción. No

fue compilado para acomodarse a la inteli-

gencia elemental que caracteriza al neófito fi-

losóficamente analfabeto. Presupone que el

candidato ha pasado por un largo y trabajoso

período de purificación y disciplina mental,

en el curso del cual su comprensión ha sido

considerablemente ensanchada y profundiza-

da al tiempo que su fidelidad a la sublime Luz

interna que le ha conducido sano y salvo tan

lejos le ha inducido a la humildad y a la doci-

lidad, preparándole para lo que todavía le

aguarda: alcanzar esa sabiduría oculta a los

sabios y los prudentes de este mundo pero

revelada a los recién nacidos. Se trata de un ri-

Page 27: Muestra El Santo Arco Real de Jerusalen

. 27 .

to de iniciación que tiene menos que ver con

la bruta naturaleza corporal y su vulgar men-

talidad temporal que con las más altas esferas

y la potencialidad de su comprensión y cons-

ciencia. De esta forma, lo más que se puede

decir aquí no es sino una exposición incom-

pleta y parcial de un tema que más bien de-

manda una imaginación disciplinada y una

reflexión reverencial que no un argumento ra-

zonado. Algunas cosas deben ser necesaria-

mente omitidas mientras otras se mencionan

temerosamente y corriendo el riesgo de ser

malinterpretadas o rechazadas por aquellos

que no son conscientes de que, en estos asun-

tos, la letra mata, pero el espíritu da vida, y

que las verdades espirituales deben ser dis-

cernidas espiritualmente.