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    115Quaderns del CAC 31-32, julio 2008 - junio 2009 (115-121)

    QUADERNSDEL CACISSN: 1138-9761 / www.cac.cat

    Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica: discursoshegemnicos y economa poltica

    Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica: discursoshegemnicos y economa poltica

    Tal como ha descrito Siegfried Jger (2003), los discursos so-

    ciales son un flujo de conocimiento, de todo el conocimiento

    acumulado en la historia de una sociedad, que est en un pro-

    ceso de constante cambio y que tiene incidencia en la forma-

    cin de las condiciones de los sujetos y en la estructuracin de

    sus organizaciones e instituciones. Lejos de ser homogneos,

    los discursos sociales se forman a partir de textos que se entre-

    tejen unos con otros y se convierten, a su vez, en afluentes de

    narrativas con una mayor resonancia social. En consecuencia,

    su formacin es el producto de una compleja interaccin entre

    distintos sujetos o grupos de individuos en la que, naturalmen-

    te, unos ostentan ms poder en su produccin, emisin o con-

    trol que otros.

    El discurso hegemnico que ha rodeado hasta hoy las tecno-

    logas digitales, as como el discurso de sus impactos sociales,

    tambin sigue esa lgica. En el presente artculo exponemos

    los resultados del anlisis de la estructura, la funcin y la

    narrativa del discurso digitalista dominante hasta el momento,

    ese que toma el cambio tecnolgico como inequvoco e irrever-

    sible motor de cambio social y ofrece un futuro lleno de pro-

    mesas de progreso global. A travs de este anlisis, la conclu-sin que se desprende es la del profundo carcter mitaggico

    de este discurso, carcter que impide, de hecho, y paradjica-

    mente, avanzar en la construccin de la prometida sociedad

    NRIA ALMIRONProfesora lectora de la Facultad de Comunicacin de la

    Universidad Pompeu Fabra

    [email protected]

    por su propia narrativa. Para justificar esa afirmacin aborda-mos a continuacin, tras la ineludible aclaracin terminolgi-

    ca, las races histricas y los topoi o proposiciones actuales

    que alimentan este discurso.

    1. Del mito y lo mitaggico

    La discusin en torno al concepto del mito engloba distintas

    perspectivas que van desde la esttica, potica y filosfica, pa-

    sando por la psicoanaltica, hasta la sociolgico-antropolgica

    o la ritualstico-religiosa, por destacar algunas. Con todo, una

    de las caractersticas comunes a esas narrativas que pueden

    calificarse de mitolgicas1 es su aspiracin totalizadora, es de-

    cir, que pretenden dar explicacin y solucin a todos los mbi-

    tos de la vida, y abrazarlos. Es un buen ejemplo de ello el dis-

    curso hegemnico sobre las tecnologas digitales de la comu-

    nicacin (TDC).

    Algunos autores clsicos en el estudio, como Kirk (1985), y

    en un notable esfuerzo de sntesis, afirman que un discurso

    mitolgico es aquel que es pblico, con una estructura tpica

    e iterativa, con distintas funciones y utilidad en relacin con

    las necesidades, el poder o el estatus de su o sus emisores o

    receptores, y con distintas significaciones sociales. Otra de lascaractersticas del mito, y quizs determinante, es su condi-

    cin ahistrica para la que elimina el tiempo lineal y los

    posibles cambios que eso implica (Paramio 1971) o estti-

    Resumen

    En el presente artculo se exponen los resultados del anlisis

    de la estructura, la funcin y la narrativa del discurso digita-

    lista dominante hasta el momento, el que toma el cambio tec-

    nolgico como inequvoco e irreversible motor de cambio social

    y ofrece un futuro lleno de promesas de progreso global. A tra-vs de este anlisis, la conclusin que se desprende es la del

    profundo carcter mitaggico de este discurso, carcter que

    impide, de hecho, y paradjicamente, avanzar en la construc-

    cin de la prometida sociedad por su propia narrativa.

    Palabras clave

    Mito, digitalismo, convergencia tecnolgica.

    Abstract

    This article goes over the findings of an analysis of the struc-

    ture, function and narrative of the dominant pro-digital dis-

    course to date, that which takes technological change as an

    unequivocal and irreversible driving force of social change

    and offers a future full of promises of global progress. Bymeans of this analysis, the conclusion drawn is that the pro-

    found "mythagogic" nature of this discourse, a character that

    actually and paradoxically impedes progress in constructing

    the society promised by its own narrative.

    Key words

    Myth, digitalism, technological convergence.

    JOSEP MANUEL JARQUEProfesor de periodismo de la Facultad de Ciencias de la

    Comunicacin de la Universidad Autnoma de Barcelona

    [email protected]

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    ca, en palabras de Lvi-Strauss, ya que es idntico a s mis-

    mo y constituye un sistema cerrado en el que un nmero fini-

    to de elementos se combina en distintas oportunidades de ex-

    plicacin (Lvi-Strauss 1987).

    Dicho de otro modo: Los mitos no nos llevan a ningn sitio.Aunque existan mitos sobre el progreso, los mitos en s mismos

    no progresan (Harpur 2006: 133). Eso s, los mitos necesitan

    una constante reinterpretacin en funcin de las nuevas variables

    surgidas del contexto social en las que se activan como discurso.

    La funcin del discurso mitolgico no es, pues, la de dar fe

    cientfica de la realidad si es que tal objeto es posible,

    aunque muchas narrativas que siguen esa lgica consideran lo

    que exponen como un relato fedatario de lo que parece o suce-

    de en la sociedad. En ese sentido, Roland Barthes considera

    que el mito es un retazo de la realidad, dado que no esconde

    nada: su funcin es la de deformar, no la de hacer desapare-

    cer (Barthes 2000: 213). Con la mitologizacin se procede,segn el semilogo francs, a una actividad naturalizadora u

    objetivadora de la realidad por la que sta se presenta como

    una parte de una accin extraa a la intervencin humana.

    Esas actitudes son las que pueden calificarse de mticas o

    mitaggicas (Paramio 1971) al establecer una relacin de con-

    fusin entre lo que contiene el mito y las versiones contrasta-

    das de la realidad. Haciendo un smil, estaramos ante la ver-

    sin de un observador que, a pesar de mirar por la cerradura

    de una puerta, insiste que aprehende toda la habitacin en vez

    de una parte. Los que tienen una actitud mitaggica insisten

    en erigir como modelo lgico de interpretacin de la realidadesta deformacin o retazo parcial. Nos encontramos ante un

    pensamiento o una actitud que no admite interpretaciones di-

    vergentes que puedan cuestionar su aproximacin a determina-

    dos problemas o procesos sociales y que, adems, se erige en

    un discurso totalizador, en una ideologa con vocacin hegem-

    nica y dominadora que dificulta y obstaculiza un complejo con-

    tacto con la realidad de la que informa.

    En la mitologa mesopotmica, el mundo nace a partir de un

    Apsus o aguas primordiales. Segn nuestra opinin, el dis-

    curso en torno a las tecnologas digitales y su salpicadura sobre

    mbitos como el periodismo, por ejemplo, han sido hasta hoy

    slo un afluente ms de un torrente discursivo mitaggico he-

    gemnico y que engloba tambin la democracia digital o la e-

    economa, por citar otras fuentes discursivas que emanan del

    mismo sitio. Adems de compartir una misma estructura narra-

    tiva, los anteriores surgen tambin del Apsus del mito digital,

    el que forma la cosmogona preferente para definir qu es la

    sociedad de la informacin.

    2. Los antecedentes

    Sin embargo, dicha actitud mitaggica en torno a la innovacino cambio aportado por las tecnologas digitales no es fruto de

    la casualidad, muy al contrario, podemos detectar un impulso

    nada desinteresado.

    Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica

    Un anlisis de las races histricas de la narrativa digitalista

    dominante hasta hoy pone en evidencia que sta ha sido pro-

    ducto de la interaccin y la iteracin discursiva principal-

    mente entre cuatro categoras de actores: los que pertenecen

    a las instancias acadmica, econmica, poltica y meditica(esta ltima tambin comparte las dimensiones econmica y

    poltica).

    Los primeros actores las lites cientficas y culturales

    pronto se revelan como los idelogos de la revolucin de inter-

    net y epgonos de los polticos y los industriales (Wolton

    2000: 51). Algunos de los autores impulsores de la narrativa

    ms prometeica en torno a las TDC en estos crculos no son si-

    quiera contemporneos, sino que han sido reinventados por

    sus discpulos o seguidores. Es el caso de Pierre Teilhard de

    Chardin (1881-1955) y su noosfera, o esfera virtual de pensa-

    miento, que se aade a la geosfera y a la biosfera y que cons-

    tituira la materializacin del resultado de la fusin entre in-formacin y energa. La fascinacin que la obra de este cura

    jesuita, paleontlogo y filsofo ha provocado en los tecnoutpi-

    cos de finales del siglo XX ha llevado a la reciente reedicin de

    sus obras originales o comentadas y a la reinvencin de Teil-

    hard como ciberprofeta (Teilhard y King 1999; Teilhard 2001,

    2004; King, U. 1998; King, T. M. 2005; Fabel y S. John

    2003; Savary 2007). De cmo el imaginario religioso sigue ali-

    mentando la mayora de utopas digitalistas ha dado buena fe

    Eric Davis en Techgnosis. Myth, Magic, and Mysticism in the

    Age of Information (1998).

    Ms moderno, pero tambin ajeno a la explosin digital definales del siglo XX, Marshall McLuhan (1911-1980) represen-

    tar con su implacable determinismo tecnolgico (the medium

    is the message) la actualizacin de las ideas de Teilhard, que

    mezclar con conceptos propios que tendrn una gran fortuna

    (de la galaxia Gutenberg a la vecindad universal, por ejemplo),

    con los que intentar explicar cmo las tecnologas determinan

    la sociedad, a la vez que dejar sistemticamente fuera de su

    anlisis cualquier dimensin poltico-econmica. Esto ltimo

    no impedir que a travs de otros autores contemporneos, co-

    mo su discpulo Derrick de Kerckhove (1995, 1997), McLuhan

    sea rebautizado cibervisionario y sus libros sean recomendados

    en muchas universidades (McLuhan 1964, 1969, 1967,

    1998).

    Con todo, la tarea ms pesada del evangelismo digital desde

    el mundo acadmico corresponder a Nicholas Negroponte

    (1943- ), el gran apstol de la ruptura total con el mundo de

    los tomos. Cofundador de los dos principales altavoces me-

    diticos sobre el cambio digital, la revista Wired y el MediaLab

    del Instituto de Tecnologa de Massachusets (MIT), Negroponte

    integrar el discurso prometeico clsico con la lgica neoliberal

    (hecho que no podemos obviarlo le reportar muchos fon-

    dos para su laboratorio, probablemente la mayor fbrica de tec-

    noutopas del mundo). Su anlisis ahistrico, apoltico y aeco-nmico destacar la imposibilidad de detener el cambio, la ine-

    vitabilidad de este cambio y la innecesariedad del Estado y de

    las polticas pblicas en un entorno dirigido por la convergen-

    N. ALMIRON, J. M. JARQUE

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    N. ALMIRON, J. M. JARQUE

    cia digital. Releer hoy su best-seller Being Digital (1995) exi-

    ge la realizacin de un ejercicio de fe tan grande como cuan-

    do se public.

    De todo ello sacar muchas ideas la segunda gran lite evan-

    gelizadora del mito digital, los idelogos corporativos encabe-zados por los Toffler y Bill Gates, seguidos por un amplio aba-

    nico de autores de grandes ventas con el apoyo de importan-

    tes fundaciones privadas, principalmente de Estados Unidos.

    Mientras que con Alvin y Heidi Toffler (Toffler 1970, 1980)

    nos encontramos con los grandes creadores de esce-narios de

    anticipacin a travs de los que el gran pblico se familiariza-

    r con la retrica tecnoinformacional (siempre anihiladora del

    estado-nacin en el caso de los Toffler, lo que congratular

    buena parte de los institutos conservadores que se alimentan

    de sus ideas: World Futures Society, Institute for the Future,

    Hudson Institute, etc.), con Bill Gates (1995, 1999) nos en-

    contramos con la vulgarizacin mxima (entendida como di-vulgacin masiva a un pblico no intelectual) del mito. La sim-

    plificacin del discurso digitalista mitaggico del fundador de

    Microsoft permitir su difusin en todos los rincones del pla-

    neta. No encontraremos novedad alguna en sus palabras: se

    reiteran todos los viejos tpicos (ruptura con el pasado, carc-

    ter ahistrico, negacin de la realidad exterior, inevitabilidad

    del cambio) para acabar justificando el capitalismo de merca-

    do. Aqu, sin embargo, el clamor por la ciberutopa en un esce-

    nario neoliberal tendr un trasfondo especialmente irnico

    atendiendo a quien lo hace: Gates es el primer multimillonario

    del planeta gracias al monopolio de un mercado (ni ms ni me-nos que el del software que utilizan el 90% de los ordenado-

    res personales del mundo) que sigue hoy en da lejos del esce-

    nario de competencia perfecta del capitalismo sin friccin

    evangelizado por Gates en su particular utopa.

    Para finalizar, de todos los evangelistas del discurso digital

    mitaggico desde la esfera privada no podemos dejar de men-

    cionar la Fundacin Progreso y Libertad,2 un equipo de refle-

    xin con sede en Washington que proclama abiertamente co-

    mo misin propia el estudio de la revolucin digital y sus

    consecuencias sobre las polticas pblicas sin esconder su ob-

    jetivo de educar a los formadores de opinin, los lderes de la

    opinin pblica y el pblico en general sobre la necesidad de

    limitar el gobierno, ampliar el mercado y garantizar ms que

    nunca la soberana individual en el escenario digital.

    Desde el mbito de la poltica, la actitud mitaggica ha esta-

    do presente, asimismo, en toda la retahla de informes y pla-

    nes para la sociedad de la informacin puestos en marcha des-

    de principios de los aos setenta, aunque destaca muy espe-

    cialmente el triunfo de lo que Mattelart llama la mstica del

    nmero (Mattelart 2000, 2002). Segn dicho autor, el

    embrin de la idea de una sociedad regida por la informacin

    lo encontramos ya en el enaltecimiento irracional de la cifra,

    del dato, que crecer a partir de la Ilustracin. Que la razn secoloque desde entonces como fuente y principal base de auto-

    ridad tendr es imposible no resaltarlo inmensas conse-

    cuencias positivas para la humanidad cuando se inicie el ca-

    mino (todava no finalizado) para poner fin a la tirana de unos

    pocos sobre muchos y la organizacin de la sociedad sobre la

    base de criterios ms justos y solidarios (todava con mucho

    camino por recorrer). De ese giro histrico, sin embargo, tam-

    bin surgirn consecuencias perversas, como la cuantificacinconvertida en la medida de todas las cosas. El nacimiento de

    la estadstica en Alemania en el siglo XVII ser un aviso premo-

    nitorio del posterior despropsito. La Staatkunde o Staatswis-

    senschaft, es decir, la ciencia del Estado, ya equiparar a par-

    tir de su propio nombre el dato con la autoridad. A partir de en-

    tonces, todo lo que no sea dato, es decir, mesurable, no ser

    informacin, es decir, no ser relevante.

    Esta obsesin por la cuantificacin como forma de conceder

    autoridad a lo que se cuantifica impregnar de forma preemi-

    nente todas las polticas pblicas desde que Fritz Machlup in-

    tent medir el peso de la informacin en el producto nacional

    bruto de los pases en la dcada de los sesenta (Machlup1962). Los planes informacionales de todas las grandes nacio-

    nes del mundo prcticamente sin excepcin estarn regidos por

    esta visin mitaggica: slo cuantificando con cifras el fenme-

    no digital se espera obtener una visin totalizadora de su alcan-

    ce. Desde la primera peticin de la NASA a Nixon (1970), el

    Plan JACUDI japons (1971) y los famosos informes Porat

    (1977) o Nora Minc (1978) hasta la narrativa de las autopis-

    tas de la informacin de los aos noventa de los polticos de

    Estados Unidos (encabezados por Al Gore) y el Libro Blanco de

    Jacques Delors (1994) o los informes Bangemann (1995,

    1997) en Europa y las subsecuentes polticas nacionales questos impulsarn en los estados europeos, la tnica es siempre

    la misma. El determinismo garantizar que la tecnologa pueda

    resolver los problemas polticos y econmicos de las socieda-

    des modernas; en mayor o menor grado, la utopa incorporar

    ingredientes msticos o salvficos (vase el renacimiento del

    sinergismo teolgico entre el hombre y Dios propugnado por

    Jonehi Masuda en Japn, 1980); la concepcin de la informa-

    cin ser instrumental y restringida (es informacin eminente-

    mente lo que puede emanar de los ordenadores y ser traslada-

    do por las telecomunicaciones); la obsesin por instaurar una

    matriz contable til para los polticos ser ubicua (hecho que

    instalar en la sociedad una visin economicista de internet,

    que prioriza los objetivos de mercado antes que los de su pro-

    teccin como medio de comunicacin social); y todo ello con

    la exigencia universal de la privatizacin econmica de los sec-

    tores implicados como nica forma de garantizar el mximo

    desarrollo del potencial de las TDC.

    Poco ms puede aadirse de los medios de comunicacin, en

    tanto que funcionarn esencialmente como repetidores acrti-

    cos de todos los mensajes prometeicos, por ms inverosmiles

    que sean. Recordemos en ese sentido la estrafalaria compara-

    cin que realiz un diario cataln de la primera versin del

    Windows que por fin funcion: en el rotativo se afirmaba queera el mayor invento de la historia y que superaba cualquier

    tecnologa anterior. Un ejemplo ms reciente de exaltacin tec-

    nolgica se encuentra en el anlisis que los entusiastas de la

    Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica

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    red realizan de las elecciones a la presidencia de Estados Uni-

    dos celebradas en noviembre de 2008, que llegan al punto de

    bautizar al nuevo presidente de EE.UU. como Obama 2.0. Para

    los difusores del mito ciberprometeico, el rasgo ms caracters-

    tico de la campaa de Obama es el uso histrico que realiza delas nuevas tecnologas, lo que afirman explica su amplio

    apoyo social. Obvian, sin embargo, que el uso de la red es un

    instrumento ms de un movimiento previo de apoyo social y

    que el candidato bas su estrategia sobre todo en una intensa

    y fuerte presencia en la calle y en el puerta a puerta tradicio-

    nal con legiones de simpatizantes colaboradores.

    Ciertamente, pues, es preciso referirse a la historia para valo-

    rar esa narrativa dominante, pero no con la amnesia que hasta

    hoy ha caracterizado a los medios de comunicacin y la mayo-

    ra de los intelectuales contemporneos.

    El hecho ms paradjico del discurso mitaggico sobre las

    TDC no es precisamente su carcter de ruptura, como nosquieren hacer creer, sino sus enormes similitudes con anterio-

    res discursos mitaggicos. No hay que indagar mucho para

    darse cuenta de que el discurso actual y reciente est repleto

    de proposiciones ideolgicas que no tan slo no son ideas nue-

    vas, sino que han sido compartidas por todas las anteriores

    narrativas tecnoutopistas. Vincent Mosco resume genialmente

    esa amnesia histrica contempornea, que olvida que antes de

    la exaltacin del digitalismo el mundo ya haba experimentado

    exaltaciones similares, si no idnticas, con el telgrafo, la elec-

    tricidad, el telfono, la radio y la televisin (las siguientes cita-

    ciones se han extrado de Mosco 2004: 117-140).En las estanteras de las bibliotecas (y de algunas libreras) y

    en las pginas de internet todava encontramos textos en los que

    se habla de el hermanamiento universal de la humanidad, la

    aniquilacin del espacio y el tiempo en la transmisin de la inte-

    ligencia o la superacin de la divisin social y econmica y la

    cohesin y la armona sociales que traera el telgrafo. Entre las

    muchas opciones, citaremos slo las palabras de un periodista:

    gracias a las nuevas lneas telegrficas desplegadas a travs de

    los ocanos, el telgrafo hara latir el magnfico corazn de la

    humanidad como uno de solo provocando que las guerras se

    acaben y se instaure en el mundo un reinado de paz.

    Se dijeron cosas similares de la electricidad, si no ms exa-

    geradas, con la aadidura de que la iluminacin progresiva de

    las calles de las ciudades las dotaba de un aura mgica que

    converta las urbes en espectculos de luces y sombras descri-

    tas en palabras que evocan directamente la alucinacin que

    William Gibson recreaba en su descripcin del ciberespacio en

    su novela mtica Neuromancer(1984).

    Con el telfono incluso se lleg ms lejos. El advenimiento de

    esa tecnologa fue considerado sinnimo de la llegada de una

    nueva era sin precedentes. La informacin disponible del mis-

    mo modo para todo el mundo comportara una aceleracin de

    la democracia porque con el telfono todos somos iguales. Lapublicidad de los primeros telfonos los describa como los pro-

    motores de un nuevo orden social, una herramienta que poda

    salvar la nacin.

    Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica

    Buena parte de las promesas, si no todas, aplicadas al tel-

    grafo, a la electricidad y al telfono se aplicaron a la radio. La

    nueva herramienta permitira acercar la ciudadana a las fuen-

    tes de poder, mejorara la calidad de la oratoria poltica, supe-

    rara la imprenta como recurso educativo y cambiara la vida,sobre todo, de las generaciones ms jvenes, ms capacitadas

    para entender la nueva tecnologa. El presidente de General

    Electric, y propietario de Radio Corporation of America, la defi-

    ni como un medio para conseguir la paz perpetua en todo el

    mundo, lo mismo que afirm Marconi, y muchos de los prime-

    ros comentaristas radiofnicos resaltaban la mejora que la pol-

    tica experimentara por el hecho de que los discursos de las au-

    toridades se radiaran en directo.

    La exaltacin de la televisin pas por dos grandes etapas. La

    de su nacimiento y la de la aparicin de la televisin por cable.

    En ambos casos, sin embargo, la televisin transformaba el sis-

    tema educativo y se eriga como herramienta revolucionaria pa-ra la educacin de los ms jvenes. El cable, adems, sera la

    tecnologa que merecera ser objeto, por primera vez, de la ana-

    loga de la autopista de la informacin. Uno de los textos ms

    conocidos sobre las promesas de futuro de la televisin, The

    Future of Television (Dunlap 1942), estaba igualmente con-

    vencido de que la televisin era la herramienta que conseguira

    hacer realidad el anhelado deseo de conseguir paz y libertad

    para todos de forma duradera.

    Transformaciones democrticas revolucionarias, una ruptura

    irreversible e imparable con el pasado y promesas de justicia

    social redentoras, es decir, moralmente liberadoras. Paz en elmundo, armona social y una humanidad hermanada por la co-

    municacin global. La resolucin de los conflictos, de las de-

    sigualdades, de las guerras y de la ignorancia. Un catlogo, en

    definitiva, de promesas reiteradamente incumplidas que llega

    intacto hasta hoy en lo que Mattelart describe como la ideolo-

    ga de la redencin a travs de las redes (Mattelart 2000).

    3. Los topoio proposiciones actuales

    El discurso mitaggico sobre las tecnologas digitales y sus im-

    pactos sociales tiene, pues, unas races histricas lejanas y es

    producto de una narracin con crecimiento fractal, alimentada

    por distintos discursos recursivos e iterativos de estructura si-

    milar, que forman conjuntamente la narrativa global sobre la

    era o la sociedad de la informacin.

    Es un catico orden en el que confluyen, como se ha seala-

    do, actores y perspectivas epistemolgicas provenientes de m-

    bitos sociales dispersos pero con los suficientes medios mate-

    riales como para poder proyectar sus discursos en el espacio

    pblico. As, encontramos instituciones pblicas que lo adop-

    tan como programa de desarrollo social, instituciones econmi-

    cas que ofrecen un nuevo sistema productivo, institucionesacadmicas devotas de las bondades digitales y de las revolu-

    ciones comunicativas que provocan las TDC a la vez que inte-

    gran en los planes de estudio de las universidades nuevas asig-

    N. ALMIRON, J. M. JARQUE

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    N. ALMIRON, J. M. JARQUE

    naturas relacionadas con stas y, finalmente, profesionales dela comunicacin que lo aceptan de forma sumisa como una

    ruptura radical en las formas de ejercer su actividad. Distintas

    voces para un mismo discurso, en estructura y mensaje. Una

    cacofona nada nueva, como hemos visto, que tambin se re-

    produce en el s de los distintos mbitos sociales en los que se

    propaga.

    El mbito acadmico es un ejemplo paradigmtico. La mayo-

    ra de aportaciones tericas de autores de la pennsula son po-

    co ms que variaciones con poco espritu crtico (Lpez

    Lpez, Orihuela, Parra y lvarez, Merayo, por citar algunos),

    excepto honorables excepciones (Daz Noci y Salaverra, entreotros) de textos de referencia de sus colegas anglosajones

    (Gillmor, Deuze, Landow, Nielsen, Oostendorp y Nimwegen,

    por ejemplo). Esas aportaciones se caracterizan, a su vez, por

    constituir un crculo cada vez ms estrecho de un puado de

    autores que se citan mutuamente.

    La coincidencia narrativa es todava ms evidente cuando el

    discurso se fragmenta con los topoi o proposiciones ideolgi-

    cas que las distintas narrativas actuales sobre el mito digital

    tienen en comn.

    Todas y cada una de esas propuestas son compartidas por

    las tecnoutopas predigitales surgidas en el transcurso del siglo

    XX. El mito digital slo se limita a actualizar o revitalizar las

    proposiciones en las que:

    a) La historia se presenta como progreso, como un produc-

    to de avance lineal y acumulativo, de superacin de etapas y

    de mejoras civilizadoras en las que se omiten sus continuida-

    des, discontinuidades o semidiscontinuidades, que nos devuel-

    ven a coyunturas en teora ya pasadas o implican rupturas sus-

    tanciales. Una representacin de nuestras sociedades, a partir

    de la Ilustracin, como sistemas orientados al futuro con un

    porvenir abierto en el infinito y de contenido progresivo. El pro-

    greso, pues, se convierte en una aceleracin de los tiempos de

    desarrollo social y una reduccin de los perodos histricos quese superan.

    b) Cada nuevo estadio se define como el inicio de una nue-

    va era, de ruptura o revolucin: Hemos pasado de la galaxia

    Gutenberg a la galaxia internet (Castells 2001). La necesaria

    ruptura con el pasado para justificar una teora de los finales,

    de la finalizacin de la poltica, de las ideologas o de la histo-

    ria, que impide cualquier tipo de aprendizaje de las fuentes del

    pasado.c) El progreso cientfico y tcnico como motor del cambio y

    del porvenir histrico. La sociedad avanza cuando existe inno-

    vacin tecnolgica, que insemina todos los mbitos sociales

    con mejoras polticas y sociales, econmicas, culturales, etc.

    Una lectura de la ciencia y del discurso cientificista mecnica-

    mente positiva, acrtica.

    d) Aceptacin o celebracin del triunfo de la razn instru-

    mental, por la que el progreso cientfico digital ofrece un mejor

    y mayor dominio de la naturaleza, con las consecuentes mejo-

    ras sociales.

    e) Adulacin de un estilo de vida en el que prevalece la tec-

    nologizacin como medio de mejora de todos los mbitos.

    Condiciones laborales ptimas, en su hbitat, o implementa-

    cin de las habilidades intelectuales, mbitos en los que la tec-

    nologa se presenta como una condicin sine qua non. El hecho

    tecnolgico implica, adems, un cambio indefectible en las

    prioridades formativas y de conocimientos para adquirir valor

    socialmente, la mayora con un perfil ms tcnico o de domi-

    nio de las herramientas que se supone que suscitan el cambio

    social.

    f) Se comparte la creencia de una sociedad racional al incor-

    porar los medios la posibilidad de difundir y compartir el cono-

    cimiento colectivo. La profundidad democrtica queda reduci-da a la ficcin de una esfera social, mitificada, en la que cada

    persona puede expresarse y romper el monopolio de institucio-

    nes mediadoras. El intercambio de conocimiento es visto, por

    s mismo y sin ms apoyos materiales, como una actividad re-

    guladora de la vida social que mejora las condiciones vitales de

    los individuos en hacerlos, entre otras cuestiones, ms libres y

    crticos.

    g) Se asume un sistema de promocin social basado en una

    meritocracia regulada por el conocimiento. Se promueve una

    defensa de la jerarquizacin salarial a partir de las capacidades

    intelectuales, y se vincula la promocin en el estatus social al

    grado de formacin. El discurso mitaggico digitalista ensalza

    el conocimiento y la informacin como los ejes que articulan

    las nuevas sociedades y sus relaciones sociales, polticas y eco-

    nmicas.

    Todas esas proposiciones se sostienen de forma precaria, por

    sus mltiples contradicciones, sobre la economa poltica de un

    mito digital, cuya narrativa no slo se manifiesta profundamen-

    te fundamentalista con respecto a la tecnologa, sino tambin

    muy conservadora en el aspecto poltico, social y econmico.

    Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica

    Cuadro 1. Sntesis de los topoio proposiciones del mitodigital

    Fuente: Almiron y Jarque, 2008.

    Concepcin de la historia como progreso.

    Consideracin de la actual situacin de inicio de una

    nueva era.

    Progreso cientfico y tcnico como motor del cambio social.

    Hegemona de la razn instrumental.

    Tecnologizacin como mejora de la calidad de vida.

    Creencia en una sociedad racional.

    Meritocracia basada en el conocimiento.

  • 8/7/2019 Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica

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    N. ALMIRON, J. M. JARQUE

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    Mito, digitalismo y convergencia tecnolgica

    4. Conclusiones

    Las mencionadas proposiciones constituyen promesas no cum-

    plidas, del mismo modo que ha sucedido sistemticamente con

    las propuestas presentadas en pocas anteriores por las suce-sivas revoluciones de la comunicacin.

    Todas se mueven, adems, entre un amplio abanico que va

    desde posicionamientos ideolgicos que engloban un ingenuo o

    superficial anlisis de la realidad presente y de la historia social

    hasta los propagandsticos buscadores de nuevos mercados.

    Son lemas o consignas de fcil formulacin pero dudoso ancla-

    je con la realidad que funcionan porque son explicaciones sim-

    ples en las que, sobre todo, se anula cualquier referencia a los

    condicionantes materiales que sufren los individuos o a la dis-

    cusin de cmo se distribuye el poder en nuestras sociedades.

    Es un ejemplo paradigmtico la entusiasta acogida que han

    tenido entre los partidos polticos conceptos tan vacos de con-tenido como los de brecha digital o alfabetizacin tecnolgi-

    ca, de tal forma que la prioridad es que todo el mundo tenga

    acceso a internet, sobre todo, o a las TDC como un elemento

    de justicia social, que esconde, no obstante, cualquier crtica al

    sistema educativo, a sus carencias o a su escasa financiacin.

    Eso confirma la imposibilidad de avanzar realmente mientras

    el pasado y la posibilidad de futuros alternativos slo se conci-

    ban como espectros sin inters. Las promesas de futuro, si no

    beben del man de la memoria y de la rigurosa observacin del

    presente, son hoy, como ayer, poco ms que fbulas al servicio

    de intereses concretos. El anlisis del discurso, la funcin y laeconoma poltica del mito no slo revelan sobradamente esos

    intereses, sino la necesidad de superarlos y desmitificarlos.

    Notas

    1 Mitolgicas: pertenecientes a la mitologa o al mito.

    2

    3 Las citaciones en el texto son de las primeras versiones de las

    obras para cumplir el objetivo de situar correctamente en el tiem-

    po la evolucin del discurso; en el caso de que exista traduccin,

    se indica entre parntesis.

    Quaderns del CAC 31-32, julio 2008 - junio 2009120

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