Memorias del general Manuel María Gimenez

980

Click here to load reader

description

El capitán español Manuel María Giménez, fué ayudante del general Santa Anna durante varias de sus campañas de guerra.

Transcript of Memorias del general Manuel María Gimenez

  • 'Immm

  • Digitized by the Internet Archive

    in 2009 with funding fromUniversity of Toronto

    http://www.archive.org/details/documentosindi34garc

  • I

  • TOMOS PBLieaOOS:I, IV y XIII.Correspondencia Secreta de los Princi[)ales In-

    tervencionistas Mexicano;.I! Antonio Lpez de Santa Anna. Mi Historia Militar y Pol-

    tica. 1810-1874 Memorias inditas.III.

    Jos Fernando Ramrez. Mxico durante su guerra conlos Estados Unidos.

    X V y XXVIII La Inquisicin en Mxico. Sus orgenes, proce-sos, autos de fe, etc. Documentos inditos tomados de su propio ar-chivo.

    Vf,Papeles Inditos y Obras Selectas del Dr. Mora.V^II.-Don Juan de Palafox y Mendoza. Su virreinato en la

    Nueva Espaa, sus contiendas con los PP. Jesuta?, etc.VIII. Causa instruida contra el General Leonardo Mrquez

    por graves delitos del orden militar. Publcase por primera vez.IX. El Clero de Mxico y la Guerra de Independencia Docu-

    m-^ntos del Arzobispado de Mxico.X.Tumultos y Rebeliones acaecidos en Mxico.XI.Don Santos Degollado. Sus manifiestos, campaas, enjui-

    ciamiento y muerte.XII Autgrafos Inditos de Morolos y Causa que se le instru-

    y. Mxico en 1623, por el Bachiller Arias de Villalobos,"^^ XIV, XVI, XVII, XVIII, XX, XXII, XXIV, XXVIl, XXX yXX''III.La Intervencin Francesa en Mxico, segn el archivodel Mariscal Bazaine. (Textos espaol y francs.)XV.El Clero de Mxico durante la dominacin espaola, se-

    gn el archivo archiepiscopal metropolitano.XIX yXXI. Dr. Flix Osores. Noticias Bio-bibliogrficas de

    Alumnos Distinguidos del Colegio de San Pdro, San Pablo y SanIldefonso de Mxico ihoy Escuela Nacional Preparatoria).XXII i El Sitio de Puebla en 1863, segn los archivos de D.

    Ignacio Comonfort, General en Jefe del Ejrcito del Centro, y deD Juan Antonio de la Fuente, Ministro de Relaciones Exteriores.XXV.Capitn Alonso de Len, un Autor Annimo y Gene-

    ral Fernando Snchez de Zamora. Histo'ia de Nuevo Len, connoticias sobre Coahuila, Tejas y Nuevo Mxico.XXVI.La Revolucin de Ayutla, segn el archivo del Gene-

    ral Doblado.XXIX.Antonio Lpez de Santa Anna. Las Guerras de Mxico

    con Tejas y los Estados Unidos.XXXI,Los Gobiernos de Alvare/: y Comonfort, segn el ar-

    chivo del General Doblado.

  • XXXII. El General Paredes y Arrillaga. Su Gobierno en Jalis-co, sus movimientos revolucionarios, etc., segn su propio archivo.XXXIV.Memorias del Coronel Manuel Mara Gimrez, Ayu-

    dante de Campo del General Santa Anna.

    EIM PRENSa:

    La Intervencin Armada de Mxico en Centro Amrica.

  • DOCUMENTOS

    PARA LA HISTORIA DE MXICO

  • Los "Documentos Inditos muy Raros para la Histo-ria de Mxico' se publican en tomos bimestrales:

    Precio de cada tomo:

    A la rstica S 1.50Con pasta ''amateur" : 2.00

    Los pedidos se deben hacer al Editor, Ignacio B. delCastillo, apartado postal 337, 5.^ calle de Donceles, 129.

    DE VEXTA.:

    En Madrid:

    Librera de Victoriano Surez. Preciados, 48.Libreras Viuda de Rico. Gabriel Molina (Sucr.). Tra-

    vesa del Arenal, 1, y Pontejos, 8.

    En Pars:

    Librera de Emile Blanchard. 10, ru de la Sorbonne.

    En Leipzig:

    Librera de Karl W. Hiersemann. Knigstrasse, 29.

    En Nueva York:

    Librera de G.E. Stechert ^- Co. 129-1.33. West 20thStreet

  • -#S|; Documentosp^mfi^. ndtos muy raros"^^j^^^W^^l/ ParalaHistonadeMxico^^i^^^^^; fm/CAHOS fOR|^|I^ GENARO GARCA. -^'^''^^^^^07 TOMO XXXIV - >^^l

    MEMORiaS DEL GORONEL

    MANUEL MARA GIMNEZAYUDANTE DE CAMPO

    DEL

    GENERAL SANTA ANNA1798-1878

    .1

    MXICOlibrera de la vda. de ch. bouret

    45Avenida del 5 de Mayo -45I9II

  • Queda asegurada la pro-piedad literaria por haber-se hecho el depsito legal.

    A. Cf-rranza Hijos, Impresores.i? Calle de 57, nm. 15, Mxico.

  • ^^^^^^^1

    j^^

    ADVERTENCIA.

    El Coronel D. Manuel Mara Gimnez naci en Espa-a el ao de 1798; inmigr Mxico, en 1818, y poco des-pus milit aqu como insurgente; consumada la Indepen-dencia, desempe diversos cargos pblicos y sufri gra-ves vicisitudes. Suponemos que falleci en 1878, porque alllegar este ao corta bruscamente su autobiografa.Sabemos que escribi, adems de sta, numerosos art-

    culos periodsticos y dos relaciones tituladas, la primera:"El Eccmo. Seor General don Antonio Lpez de SantaAnna en Veracruz, el 5 de diciembre de 1838; y su Ayu-dante de Campo El Capitn de Caballera PermanenteD. Manuel Mara Gimnez,'' y la segunda: "Espedicin Sonora en 1852 Del Coronel D. Manuel Mara Gimnez

  • 8y el Conde Gastn Raouset de Boulbon. por Cuenta dela Compaa Restauradora del Mineral de la Arizona, ysus funestos resultados," que publicamos desde hace seisaos.

    Los autgrafos de la autobiografa y relaciones citadasnos fueron cedidos por nuestro excelente amigo el Sr. Ca-nnigo D. Vicente de P. Andrade, tan sabio como virtuo.so.

    Gimnez no fu un hombre de convicciones po^ticas^pues lo mismo sirvi Iturbide y Santa Anna que Pa-redes y Maximiliano: pero s tuvo una gran sinceridadsegin lo demuestra cada paso en su autobiografa.Esta no slo tiene el mrito de estar escrita con mucha

    ingenuidad, sino tambin el de comprender hechos hist-ricos de suma importancia, que presenci el autor, comoel asedio de Ula por los mexicanos; el asalto de los fran-ceses Veracruz en 1838 y la herida que entonces reci-

    bi Santa Anna; una buena parte de la invasin de losnorte-americanos; la expulsin de Santa Anna por Ba-zaine: la llegada de Maximiliano y Carlota GuadalupeHidalgo: el connamiento Perote de los prisioneros im-perialistas: la muerte de Santa Anna, etc., etc.Gimnez principi su autobiografa en 1863, y continu

    escribindola hasta su muerte, seguramente, como deja-mos dicho; vulvese, las lltimas pginas, sobremaneracansado, porque repite en ellas de continuo los mismoshechos, circunstancia que nos ha obligado, muy nues-tro pesar, suprimir tal cual prrafo que nada nuevoensea y carece en absoluto de importancia: indicamosestas supresiones con dos lne s de puntos suspensivos.

    Mxico, 1 de febrero de 1911.

    Genako Garca.

  • EL CORONEL

    0. MANUEL MARA GIMNEZ

    tiU VIDA MILITAR EN OJ AOS,

    SU6 SERVICIOS

    EN SU PATRIA EN 7 AOS, SUS SERVICIOS EN iS AOS ENLA QUE

    FUE REPBLICA MEXICANA Y HOY IS IMPERIO,ESCRITA POR EL MISMO

    Ao de 1863

  • DEDICATORIA.

    Al Exmo. Sr. Gf.nkral de Divisin, Benemrito de laPatria, siete veces Presidente de la Repblica Me-xicana, D. Antonio Lpez de Santa Anna, Gran Maes-tre DE la Nacional Orden de Guadalupk, GranCruz de la Real y Distinguida Orden EspaolaDE Carlos III, etc., etc, etc.

    Exmo. seor:

    ,;A quin, si no V. E,, Sr. Exmo., que es el escudo, lacolumna ms fuerte de la Independencia de Mxico, y encuya preclara frente brillan los ms claros resplandoresde su acendrado patriotismo, podra yo dedicar el relato demis pequeos servicios militares, y cuando mucha partede ellos he tenido la gloria de prestarlos bajo sus respe-tables rdenes, si no V. E.?A quin, si no V. E., podra yo igualmente presentar

    los graves acontecimientos de mi expedicin Sonora, enel ao de 1852, cuyo xito desgraciado no me priv deconservar la independencia de aquel rico Departamento.?A quin, si no V. E., podra presentar ms dignamen-

    te el proyecto para el establecimiento de un taller de ves-

    '.. Las letras frases encerradas dentro de parntesis ( }, en este tomo, nopertenecen al original y son puestas por nosotros para darle mayor claridad completar su sentido; los parntesis propios del original quedan convertidosen crochets [ ]; sealamos con puntos suspensivos las lagunas del origi-nal, y transformamos en guiones los puntos suspensivos de ste. Lasnotas son nuestras, salvo indicacin contraria. G. G.

  • 7 2

    tuaro y equipo para todo el Ejrcito mexicano, por cuen-ta del Supremo Gobierno, cuando V. E. mismo me orde-n hacerlo en San Luis Putos, el ao de 1847' Y por l-timo, Sr. Exmo., quin, si no V. E., que me conocehace el largo perodo de cuarenta aos, que ?o ha dignadotenerme su lado ms de veinte, que le son notorios lossentimientos de mi corazn y mi constante adhesin surrspetable persona, pudiera manifestar las |>oderosas ra-zones que me han asistido para dar un paso que, la mio-pe perspicacia de algunos, parece reprochable?Y quien, si no V. E., Sr. Exmo., podra acoger con su

    benigno corazn este humilde trabajo, en cuyas mal com-binadas pginas se estampa por mil veces su respetablenombre, si no es V. E. misn o, que tantas y tan repetidaspruebas me tiene dadas de su bondad y a[)recioAcepte V. E., Sr., este humilde homenaje y aadir una

    prueba las innumerables que me tiene otorgadas de susincera amistad y consideraciones; siendo mi gratitud Y. E. eterna.

    GuAEALUFE Hidalgo, abril 17 de 1863.

    Manuel Mara Gimnez (rbrica).

  • A todo5 y ningunoMis advertencias toc.in

    ;

    Quien las sienta, se culpe;El que no, que las oiga;Y pues no vituperan

    Sealadas personas,Quien haga aplicaciones,Con su pan se lo coma.

    Iriarte.

  • CAPITULO I.

    17981824

    Nacimiento y educaciox.Guerra franco-espaola. Translacin a l.\ Nueva Espa-a. - Consumacin de la Independencia dk.ESTA.

    Campaa contra Iturbide. '

    Nac en la muy noble, muy leal y muy heroicaciudad de Cdiz, el da 26 de marzo del ao de

    1798. Hijo de una familia noble, distinguida ycon ms que suficiente caudal, recib la primeraeducacin en el nico colegio que entonces habaen aquella ciudad, regenteado por su hbil Di-

    rector D. Juan Snchez Concluidos mis primeros,estudios, la edad de diez aos, permanec en mcasa hasta tener la precisa para entrar en el Real

    T La divisin de esta obra en captulos ha sido hecha por nosotros, fin de

    facilitar la consulta y evitar el cansancio en la lectura

  • Cuerpo Je Guardia de Corps, que eran las inten-ciones de mis padres y mis ms vehementes de-seos.

    Estallada la guerra con la Francia, en defensade la agresin hecha la Espaa por el siempregrande Napolen I, entr en el Colegio Militar,qu-y-s^ haba establecido poco antes con los estu-diantes de Toledo y algunos cadetes de los cuer-pos que la Regencia haba mandado ingresasenen l para hacer sus estudios en la ciudad de SanFernando, entonces Isla de Len.

    Entr, pues, en la Real Academia Militar deSan Carlos, que as se llamaba aquel cuerpo, com-puesto despus hasta de ochocientos cadetes. Enesta clase ingres l. el da 4 de enero del aode 181 1, los 13 aos de edad, habindose dis-pensado sta, como nieto, por lnea materna, deun Coronel. Como llevaba adelantados los estu-dios de Aritmtica, Algebra, parte de Geometray el manejo de las armas, fui incorporado inme-diatamente en la Compaa de Cazadores quemandaba el Capitn D. Jos Oller. El Sr. Direc-tor de la Academia lo era el Brigadier del RealCuerpo de Ingenieros D. Mariano Gil de Bernab.El Comandante del Batalln que formaba la Aca-demia, el Teniente Coronel D. Jos Ramn Ma-quemna, y el Sargento Mavor. D. Carlos deSoto.

    Este Batalln de Cadetes, de da se ocupabaen sus respectivos estudios y esmerada instruc-cin, y en la noche pasaba hacer el servicio de

  • 17

    campaa en las bateras del Portazgo, casa delguila, batera de los Portugueses y Castillo deSanti Petri, cuyos puntos formaban la lnea msavanzada sobre el campo enemigo. All murieronalgunos jvenes, en sus primeros aos, defendien-do la independencia de la patria All estuve ex-puesto, una noche, ser hecho prisionero por losfranceses, estando de escucha.Amagando el Mariscal Soult la ciudad de Cdiz

    con un fuerte Ejrcito, dispuso el Gobierno salir-le al encuentro con otro, combinado de fuerzas es-paolas, inglesas y portuguesas, al mando en Jefedel Teniente General D. Manuel de la Pea. Losingleses los mandaba Sil Arturo Wilesle}^Los portugueses no recuerdo por quin eran man-dados. Entre las fuerzas espaolas se dispuso quemarchase la mayor parte del Batalln de Cadetesque compona la Academia Militar. La batalla fulibrada, el 5 de marzo de 181 1, en El Pial de Chi-clana, en los puntos de La Barrosa y Cerro delPuerco Uu completo triunfo del Ejrcito combi-nado fu el resultado de esta accin, retirndoseel jMariscal Soult, con sus vencidas fuerzas, hastaJerez de la Frontera. La Regencia concedi unacruz de honor por esta brillante batalla, que fumi bautismo de sangre, 3^ en consecuencia, portocon orgullo la cruz llamada de Chiclana, con su co-rrespondiente documento.En el ao de 1812, fu considerada la Real

    Academia Militar como parte del cuarto Ejrcitode Andaluca, que mandaba en jefe el Teniente

  • General D. Francisco Ballesteros Con este mo-tivo, 3' habiendo concurrido tambin parte del Ba-talln de Cadetes la accin de Bornos, concedila Regencia la Academia Militar el uso de lacruz dada al cuarto Ejrcito, cuya concesin cons-ta en el certificado de la Real Academia que ten-go en mi poder.

    Permanec en el Colegio Militar de San Carlos,,despus de terminados completamente mis estu-dios, hasta 28 de febrero de 1814, que recib eldespacho de Teniente de la 2^ Compaa del Re-gimiento Expedicionario de la Lealtad, que se es-taba organizando para pasar Amrica

    El 17 de diciembre de 1814, recib el despachode retiro sin haberlo solicitado.En tal c jtado, volv mi casa, donde perma

    nec hasia marzo de 1818, que fui invitado por elSr. Coronel del Real Cuerpo de Ingenieros D.Juan Sociats, que de real orden vena estable-cer en Nueva Espaa la Direccin SubinspecinGeneral de aquella arma, para que viniese conel de Secretario de la Direccin Subinspeccin delCuerpo Acud ello, y con real permiso vine Nueva Espaa desempear aquel destino.Llegamos ^Mxico y permanec en mi mencio-

    nado empleo hasta noviembre de 1820, en quefui comisionado, peticin del Sr. Intendente deMxico, D. Ramn Gutirrez del ]\Iazo, para re-construir el puente de piedra del camino de estacapital Tlalnepantla, nombrado de San Bartolo,,qae la inundacin de 1819 haba arruinado. Ter-

  • 19

    minada la obra, regres la Direccin, dondepermanec hasta agosto de 1821.Las opiniones liberales , mejor dicho, dema-

    ggicas que, emanadas de la Constitucin de 1812,se haban arraigado en la cabeza y an en elcorazn de la ma^'or parte de la juventud de aque-lla poca, haban tambin encontrado eco enm; en consecuencia, fui acrrimo adicto aquelsistema que se estableci en Mxico nuevamenteen 1820, 3', por consecuencia precisa, afecto laIndependencia que proclam el inmortal, A ''i^^tnde Iturbide, el 2 de marzo de 1821, en el pueblo deIguala, como precisa consecuencia de la Consti-tucin espaola.Tom partido en la Independencia, porque siem-

    pre la haba credo de derecho y de justicia. Mar-ch al pueblo de San ngel, donde se hallaba leGeneral D. Vicente Filisola mandando una Bri-gada del Ejrcito de las Tres Garantas, y mepresent l. Entr Mxico, el 24 de septiem-bre, con esta Brigada, que se anticip la entra-da general del Ejrcito, el da 27, para dar laguarnicin y cubrir los puntos militares.

    Entrado el Ejrcito Trigarante Mxico, mepresent al Sr. Iturbide, con quien tena relacio-nes de amistad, 3' le di aviso de que el archivo ydepsito del Cuerpo de Ingenieros se hallaba en-cajonado y dispuesto para transladarlo Espaa.El Sr. Iturbide dispuso que el Capitn del Regi-miento de la Corona D. Rafael Mara Calvo, adic-to al Cuerpo de Ingenieros, pasara con una orden

  • 20

    suya extraerlo de la casa del Director Subins-pector del Cuerpo, Coronel D. Juan Sociats, don-de se encontraba. El Capitn Calvo lo verific,y de este tnodo se salv este interesante archivo,que creo hasta ho}' se conserva.Deseando separarme de la carrera militar, sien-

    do Presidente de la Regencia el Sr. Iturbide, menombr Secretario de la Junta Consultiva de Ha-cienda, que se iba instalar bajo la presidenciadel Intendente de las Provincias de Sonora y Si-naloa, D. IMximo de Parada, que haba venido Mxico con el Sr. Virrey Juan O'Donoj. Tomposesin de este empleo en principios de enero de1822, y permanec en l hasta la disolucin de laJunta.

    Para no quedar de cesante, solicit pasar laTesorera General de la Nacin, en clase de auxi-liar de sus- labores. Me fu concedido, y dur enaquella oficina hasta febrero de 1823.

    Mis relaciones amistosas con los Sres. Genera-les Marqus de Vivanco, D. Nicols Bravo, D. Jo-s Antonio Chvarri, D. Juan Orbegozo, D. Gre-gorio Arana y otros varios, me tenan impues-to del cambio que quera darse la causa pbli-ca, por la marcha que haba emprendido el Sr.Iturbide, ya con el carcter de Emperador. Estasrelaciones 5' mis ideas liberales, aunque no dema-ggicas, me decidieron tomar parte contra elEmperador, en defensa del Congreso. Con tal ob-jeto, y para unirme al Ejrcito Libertador que seestaba reuniendo en Toluca. enganch v mantuve

  • 21

    en el pueblo de Tlalnepantla, por muchos das,

    quince hombres montados y armados.

    Al salir de la Capital para verficar mi objeto,

    fui sorprendido en la garita de Guadalupe y preso

    por el Teniente Coronel, Ayudante de Plaza, D.

    Jos Pardias, y conducido un calabozo, inco-

    municado, en el Cuartel de la Ronda de Capa. Alos pocos das, me fugu de la prisin con mi Fis-

    cal, que lo era el Capitn graduado de Teniente Co-

    ronel D. Francisco Duque, del Regimiento de Gra-

    naderos de Guadalajara. Salimos por la mis-ma garita de Guadalupe, pie, pues nuestros ca-

    ballos estaban ya fuera; tomamos el camino de

    Tlalnepantla; llegando este pueblo, tom ()mis quince hombres y seguimos el camino de Mon-

    te Alto hasta Santa Ana Jilotzingo, que est en su

    cspide. All hicimos un pequeo descanso, y en

    la madrugada emprendimos la marcha para Tolu-

    ca, donde llegamos al ponerse el sol.

    Yo llevaba algunas cartas importantes para el

    Sr. General Bravo, el Dr. (Servando Teresa de)

    Mier y D. Eulogio de Mlla Urrutia. Fui recibido

    perfectamente y agregado al 3'' Regimiento de

    Caballera, en la clase de Teniente, siendo el Ca-

    pitn de mi Compaa D. Jos Urrea. A los dos

    das, el Teniente Coronel D. Jos Mrquez, que

    mandaba el cuerpo y una seccin de caballe-

    ra, me nombr su Ayudante. Una porcin de cer-

    tificados de los jefes de aquella Divisin, que ten-

    go en mi poder, acreditan los servicios que prest

  • 22

    en aquella corta campaa, siendo algunos de ellos

  • 23

    CAPITULO II.

    1824-1825.

    Pronunciamiento de Lobato. Asedio deSan Juan DE Ulua.Persecucin a la es-cuadra ESPAOLA.

    Rendicin de aquellafortaleza.

    El 23 de enero de 1824, se pronunci el Briga-dier D. Jos Mara Lobato en el edicio de los Be-lemitas, donde estaba acuartelado el 5 Regi-miento de Infantera Permanente, de que era Co-ronel, por la separacin del servicio 3' expulsinde espaoles. Este pronunciamiento fu secundadoen pocas horas por toda la parte del Ejrcito quese hallaba en ]^Ixico, hasta el extremo de no te-ner el Gobierno ni un solo soldado de que dis-poner, ni de Generales, jefes ni oficiales; en tr-minos que, al abandonar el Supremo Poder Eje-cutivo el Palacio Nacional, el 24 de enero, lasonce de la maana, para reunirse al Congreso, quese hallaba situado en San Pedro y San Pablo,ocho individuos fuimos los que lo acompaamos.'

    1 Los echo individuos que acompabamos al Supremo Poder Ejecutivodesde Palacio hasta San Pedro y San Pablo, fuimos el Exmo. Sr. General Mar-qus de Vivanco, el Sr. General D. Manuel de Mier y Teran, el Teniente Co-ronel D. Jos Ignacio Basadre, el Teniente Coronel D.Juan Aguta, el Te"niente Coronel D. Francisco Ballester, el Teniente D Juan Souza y yo.

    Nota del original. (En esta lista s'jlo quedan enumeradas siete personas; peroasi est en el autgrafo. G. G.)

  • 24

    Yo, desde la noche del 23, me haba mandado elExmo. Sr. Comandante General Marqus de Vi-vanco que lo acompaase en clase de su A\-udan-te, pues hasta uno de los su3^os, de ms confianza,se haba unido con los pronunciados.Desde este da segu prestando mis servicios al

    lado del Sr. A'i vaneo, hasta el 5 de abril de 1824,que, solicitud ma y por decreto del Supremo Po-der Ejecutivo, ingres al Estado Mayor General delEjrcito, en la clase de Teniente Adicto.En mayo, march, por suprema orden, con el Sr.

    General D. Jos Ignacio Iberri, Ayudante Gene-ral del mismo cuerpo, y los 2^' A3^udantes, Capi-tanes D. Jos Mara Mestre, D. Jos MarianoMonterde 3' Capitn Adicto D. Jos Julin Puen-te, formar el Estado Ma3'or Divisionario deVeracruz, que deba residir al lado del Sr. Co-mandante General D. Miguel Barragn. Perma-necimos en Jalapa, bajando 30 algunas veces Veracruz durante los fuegos del Castillo (de SanJuan de Ula), en comisiones importantes del ser-vicio, de orden del Sr. Barragn.En abril de 1825, fui comisionado por el Sr. Ge-

    neral Comandante de Cantn, D. Francisco Ber-dejo, para la composicin de los cuarteles, que.principalmente, el llamado Chico del \"ecindario,

    amenazaba(n) pronta ruina. Desempe esta co-misin entera satisfaccin de los Sres. GeneralesBarragn y Berdejo 3' del Sr. Comisario General,que la visitaron, luego que estuvo concluida, ha-

  • 25

    biendo ahorrado mis de tres mil pesos, de la su-ma en que haba sido presupuestada.En principio de octubre, recibi el Sr. Barra-

    gn un extraordinario del Sr. General D. ManuelRincn, que se hallaba en Veracruz de Coman-dante Militar, en que le manifestaba que en aque-

    llos momentos se haba avistado una numerosa

    escuadra espaola, que conduca el relevo dela guarnicin del Castillo de Ula y que, segn elnmero de buques, poda conducir tropas de des-embarco. En el momento me llam el Sr. GeneralBarragn y me orden que me dispusiera para mar-char Veracruz, por extraordinario violento, ga-

    nando horas, para conducir un pliego al Sr. Ge-neral D. Manuel Rincn, muy interesante, del ser-vicio, y que me quedara en Veracruz, porque el

    Sr Barragn el Estado Mayor y el 4^ Regimientode Infantera deban salir en el mismo da para-aquella plaza, quedndose las dems fuerzas quecomponan el Cantn escalonadas desde Jalapa alPuente Nacional.

    Faltaban pocos minutos para las doce del da,

    cuando recib el pliego de manos del Sr. Barra-

    gn; las doce dieron pasando yo el Puente de lasAnimas, que est la salida de Jalapa, y pesar

    de haberme detenido en el Puente Nacional elmaestro de postas como una media hora, por nohaber habido caballos disponibles para el posti-

    lln y para m, dando el reloj del Palacio de la

    Plaza de Veracruz las seis de la tarde, me apeaba en

    vcl patio de la casa del Sr. General Rincn, ha-3

  • 26

    hiendo corrido veintiocho leguas en cinco horas ymedia. Este servicio mand el Sr. Barragn quese me anotara en mi hoja.

    Al da siguiente, lleg el Sr. General Barra-

    gn, el Estado Ma^-or suyo y el Estado MayorDivisionario, excepto el Capitn Mestre, que sequed en Jalapa. Al siguiente, lleg el 4^ Regi-miento de Infantera, compuesto de ochocientasplazas, al mando de su digno Coronel D. ManuelRodrguez de Cela. Este cuerpo, que poda ser-vir de modelo an en los mejores ejrcitos deEuropa, sucumbi all casi todo, vctima del v-mito mortfero que se desarrolla en Veracruz

    siempre que hay aglomeracin de extranjeros.El Sr. General Barragn haba dado cuenta al

    Gobierno de estas ocurrencias, y, en consecuen-

    cia, mand el Presidente de la Repblica, que loera D. Guadalupe Victoria, al Ministro de Ha-

    cienda. D. Ignacio Esteva, que bajase inmedia-tamente Veracruz, dndole facultades omnmo-das para que arreglase la toma del Castillo de

    Ula toda costa.Un fuerte norte de los que reinan en aquella

    costa, haba hecho la escuadra espaola virar

    de bordo y desaparecer de la costa y vista de Ye-

    racruz.

    El Castillo de San Juan de Ula haca un aoque no haba recibido el relevo de las fuerzas que

    lo guarnecan, que eran de seiscientos ochocien-

    tos hombres, ni vveres de ninguna clase. Esta

  • 27

    circunstancia haca que estuviesen la mayor par-te enfermos y escasos casi de todo alimento.La escuadra que haban visto y que conduca

    el remedio de tamaos males, haba tenido queregresarse por el norte, que no la dejaba fondeardetrs del Castillo, como lo tenan de costumbreen los anteriores relevos- Esto, y las disposicio-nes hostiles que vean en la plaza, lo que no es-taban acostumbrados, hicieron, , mejor dicho,obligaron su Gobernador, el Brigadier D. JosCopinger, entrar en tratados con la plaza.

    Al efecto, mand, con un oficial superior, enun bote con bandera de parlamento, una comuni-cacin al Sr. Barragn pidindole vveres paratres das y ofreciendo que, si en este trmino nose presentaba la escuadra espaola, entrara enarreglo para la entrega del Castillo.

    El Sr. Barragn, prudente, humano y genero-so, pesar de varias opiniones en contra, aceptla proposicin y mand disponer al momento re-ses, carneros, gallinas [todo muerto], verduras,huevos, pan y en fin, una cantidad ms quesuficiente para la subsistencia de tres das deaquella desgraciada guarnicin.Yo tuve el honor de ser nombrado por S. E.

    para conducir en dos lanchas al Castillo los vve-res y la comunicacin oficial. Al presentarme enel Castillo al Sr. Copinger, le entregu la comu-nicacin del Sr. Barragn y vi rodar las lgrimaspor el venerable rostro de aquel desgraciado yantiguo militar, quien, en el discurso de la con-

  • 28

    versacin, me dijo que en la noche anterior le ha-

    ba costado una onza de oro un huevo y un peda-

    zo de pan hecho casi con salbado.

    .En estos momentos We^ Veracruz el Minis-

    tro de Hacienda, D. Jos Ignacio Esteva, acom-

    paado del Teniente Coronel D. Ignacio Basadre,

    que vena funcionando como de Secretario del Mi-

    nistro. Impuesto el Sr. Esteva de lo ocurrido,

    crey conveniente, de acuerdo con el Sr. Barra-

    gn, armar y poner listos nuestros pocos buques

    de o^uerra. que se hallaban fondeados } casi des-

    armados en la Isla de Sacrificios.Nuestros buques eran los siguientes: la cor-

    beta "Libertad," el bergantn '"Bravo," el ber-

    gantn ''Guerrero,"' el bergantn "Victoria" y la

    goleta *'''Hermon." De estos buques, slo la '"Li-

    bertad" V el '"Guerrero" tenan alguna tripula-

    cin; pero vveres y municiones, ninguno Visto

    esto por los Sres. Barragn y Esteva, comisio-naron inmediatamente, por poseer el ingls y el

    francs, al Teniente Coronel D. Ignacio Basa-

    dre, para que, cualquier precio, contratase ()marineros y oficiales de mar en los varios buquesmercantes que tambin se hallaban fondeados enSacrificios; al Capitn D. Nicols Pastoriza, paraque proveyese de vveres los buques de guerra,segn el pedido de sus comandantes, para un mes,

    y m, para todo el material de guerra. Cumpli-

    mos toaos con nuestra comisin satisfaccin delos Sres. Barragn y Esteva, en trminos que,en menos de veinticuatro horas, todos los buques

  • 29

    estaban listos para hacerse la vela, con todo lonecesario. Haba mucho dinero entonces y segastaba con utilidad y provecho.

    Iban dos das transcurridos, el norte haba ce-sado enteramente y la escuadra espaola no pare-ca. Entonces dispusieron los Sres. Barragn yEsteva que la nuestra saliese la mar encon-trar la enemiga, que deba haberse desordena-do por el temporal que haba sufrido. As se ve-rific, dando la vela del fondeadero de Sacrificios la una del da.Ya levaban sus anclas nuestros buques de gue-

    rra, y 3'0 ped al Sr. Barragn embarcarme enuno de ellos. Me lo concedi, y me embarqu en lagoleta "Hermon," cuyo Comandante, D. Guiller-mo Wais, me era conocido; tomando el mando deveinticinco hombres de infantera, que era suguarnicin.Dimos la vela en conserva, siguiendo el rumbo

    de la Capitana, que lo era la corbeta "Libertad,"mandada por el Comodoro Schmit. Un excelentetiempo tuvimos toda la noche, y anduvimos msde cien millas sin encontrar buque enemigo.La escuadra espaola haba sufrido grandes

    averas, que la haban obligado arribar la Ha-bana, habiendo desarbolado la fragata "Sabina"del palo trinquete.

    A las seis de la tarde del segundo da de nues-tra navegacin, nos revent de nuevo un fuertenorte; viramos por redondo, haciendo proa Ve-racruz; en la maana siguiente mu}' temprano, di-

  • mos fondo en la Isla Blanquilla, habiendo los de-ms buques corrido el temporal hasta la sondade Campeche- Quitado el norte, al da siguientelev^amos anclas y tomamos el fondeadero de Sa-crificios.

    Salt en tierra y me encontr con que el Casti-llo ya haba cambiado rehenes con la plaza ' y seestaban arreciando los artculos de la capitula-cin

    Al llegar la escuadra espaola la Habana entan mal estado, el Capitn General compr la go-leta americana llamada "Hornillos ot Baltimore,"y cargndola hasta los topes de vveres, dinero ycuanto pudo, le dio el mando de ella al acredita-do piloto D- Simn Julin 3- la despach en soco-rro del Castillo de Ula

    Seran las siete de la maana del da siguienteal que yo haba regresado Veracruz, esto es, el21 de noviembre, cuando, estando yo con el Sr.Barragn, entr un oficial y le manifest, de par-te del Sr. Rincn, que por el canal norte se diri-ga una goleta toda vela, haciendo rumbo parael Castillo.

    El Sr. Barragn me mand que inmediatamen-te, dando aviso al Sr. Rincn, tomase la falagrande, que deba estar atracada en el muelle, 3*fuese reconocer la goleta, la que, parecindomesospechosa, la capturara y la llevara al fondeade-ro de Sacrificios, dejndola incomunicada.

    2 Los rehenes lo fueron, por parte de la plaza, los Sres. Coroneles delCuerpo de Artillera D Ciria;o V'^asquez y D. Mariano Barbabosa.Xotadel original

  • March inmediatamente al muelle; di parte alSr Rincn, que se hallaba en aquel punto; tomla fala, la que me arm el mismo Sr. Rincn conocho hombres de la guardia; habindose metidotambin bordo, por curiosidad, el Mayor de laPlaza, Coronel D. Miguel Rodrguez, y con la ban-dera de guerra mexicana popa, mand al patrndirigirnos todo remo sobre la goleta.

    Esta vena 3'a bastante cerca de la punta delSoldado. Mand forzar de remos, y, antes de en-vicar en aquel bajo, me atraqu un costado deestribor y salt su bordo, solo. ^ El buque, sinembargo de estar 3'o dentro y tener la fala arma-da su costado, vir sobre el Castillo. Entoncesmand al patrn de la fala que con seis marine-ros saltase bordo de la goleta y dispusiese lamaniobra para virar por la vuelta de afuera. Yase haba arriado el velacho y la mayor cangreja;pero el arranque del buque 3' la corriente eran tanfuertes, que envicamos de proa en el ngulo entrante del baluarte de San Miguel.Ya entonces el Capitn de la goleta, D Simn

    Julin, por ms que le haba dicho que el Castilloestaba ya en capitulacin con la plaza, lo que nohaba querido creer, grit los del Castillo, queestaban todos asomados las cortinas, que echa-

    3 Antes de atracarme la goleta, pero muy prximo ella, rompi el fue-go el baluarte de Concepcin, y cuyos proyectiles de 24 me llenaron la lan-cha de agua. Advirtiendo el Teniente de artillera D. Pedro Ampudia quelos fuegos podan echar pique la lancha, porque estaba en la misma enfila

    -

    cion qu:: la goleta, quien se dirigian, le contest el Comandante del baluar-te, D. Zacaras Puente: "no iinporta; bien que es gachupn el que va.dentro."Nota del original.

  • sen cuerdas bajasen al baluarte para descargaralgunos vveres. El mismo Sr. Copinger y nues-tros rehenes le contestaron que no podan ya re-cibir nada, que estaban en capitulacin con la pla-za y que se retiraran de aquel punto.

    Entonces D. Simn Julin se dirigi al Sr. Ro-drguez y m y nos dijo que hiciramos lo quequisiramos con la goleta y con l. Como el Sr.Rodrguez haba ido solo por curiosidad y yo erael que llevaba las instrucciones del Sr. GeneralBarragn, dispuse que se cambiara la tripulacinde la goleta, que eran once hombres, la fala, }"que la de sta pasase la goleta, como tambinlos ocho hombres de tropa.

    El Sr. Coronel Rodrguez, el Capitn D. Si-mn Julin y los once hombres que tripulaban lagoleta se embarcaron en la fala y regresaron almuelle de la plaza. Yo me qued en la goleta conel patrn de la fala, los doce marineros y losocho hombres de tropa.En el momento empezamos la maniobra para

    desenricar el buque, 3' como por fortuna no habapadecido nada, conseguimos sacarlo la espa.Dimos la vela, y sin novedad alguna, habiendotenido que hacer la navegacin por detrs delCastillo, fondeamos en la isla de Sacrificios. Allentregu el buque al Capitn del puerto, que loera el Capitn de Fragata D. Francisco de P. L-pez. Eran las cinco de la tarde.

    Al embarcarse en la fala el Capitn de la go-leta apresada, D. Simn Julin, me manifest6

  • 33

    que en la cmara de dicho buque, junto su ca-ma, haba una caja cerrada que contena el dine-ro para la guarnicin de Ula, entregndome lallave de la cmara, la que, con la misma adver-tencia, entregu D. Francisco de P. Lpez, aldesembarcarme en Sacrificios.

    El Sr. General Barragn haba tenido la aten-cin de mandar una volante aquel punto, en laque mont 3' march para la plaza. Todos me reci-bieron con mil enhorabuenas, y el Sr. Barragnaprob lo que yo haba hecho, declarando la gole-ta y su cargamento, buena presa.

    El 23. se ratific la capitulacin del Castillo, 3'en el mismo da dieron los Sres. Barragn y Es-teva un convite al Sr. Copinger y oficiales supe-periores del Castillo, bordo del bergantn "Vic-toria." Terminada la comida, pidi el Sr. Copin-ger al Sr. Barragn, como una gracia especial, quese le devolviese la goleta que se haba apresadocon su cargamento [el que no se haba tocado enla ms mnima cosa], su Capitn \' su tripulacin;que esto lo peda como un nuevo favor, aadi-do los muchos de que era deudor la benevo-lencia del Sr. Barragn, pues conoca que el bu-que y su cargamento eran bien tomados por losmexicanos; pero que lo peda por no llevar esaamargura, adems de las que senta su corazn.El Sr. Barragn le contest que bien saba que lno poda disponer en eso, pues el buque}' su car-gamento pertenecaCn), por las leyes, los apre-hensores; que slo el Sr. Ministro de Hacienda^

  • 34

    que estaba presente, poda allanar la dificultad,indemnizando los aprehsnsores; que, por lo querespe 'c)taba al Capitn y la tripulacin, en el mo-mento seran puestos en libertad.

    El Sr, Esteva me mand llamar, pues .vo habasalido de la cmara luego que se concluy la co-mida, y me dijo la pretensin del Sr. Copinger.aadiendo que el Gobierno ms indemnizara dlaparte que tena derecho, por la ley, en la presa-de la goleta y su cargamento. Yo contest al Sr.Esteva que por mi parte ceda muy gustoso loquepudiera tocarme, sin indemnizacin alguna. En-tonces el referido Sr. Esteva dijo al Sr. Copingerque l lo arreglara con la tropa y marinera, quetambin tena(n) parte, y all mismo se pusieronlas rdenes para la libertad de la goleta, su Capi-tn y su tripulacin.

    Segn la capitulacin, el 24 en la tarde, debaocupar una fuerza mexicana el Castillo para relvar las guardias; y yo, como Ayudante del Esta-do Mayor Divisionario, fui con ella y mand laparada de las primeras fuerzas mexicanas queocuparon la fortaleza.

    El 25, por la maana, se embarcaron el Gene-ral Copinger y las tropas espaolas en buquesmercantes que fletaron, de los que haba en Sacri-ficios, que, en unin de la goleta "Hornillos,"dieron la vela alas diez.A las once, ocup el Sr. General Barragn la

    fortaleza, enarbolando el pabelln nacional conla salva de 21 caonazos.

  • 35

    El Sr. Esteva, con el Sr. Basadre, haban sa-lido en la madrugada para Mxico, en un coche, llevar tan fausta noticia, adonde llegaron en 48horas.

    El Congreso del Estado, por un decreto, decla-r Benemritos de l al General Barragn y to-dos los jefes, oficiales y cuerpos que haban con-currido la toma del Castillo de San Juan deUla; concediendo, al mismo tiempo, una meda-lla los Generales, jefes y oficiales, cuya medalla,conv^ertida en cruz, forma una de mis condecora-ciones. El Congreso General concedi tambinotra cruz los Sres. Generales, jefes y oficialesque nos hallamos en la referida toma, disfrutan-do vo igualmente de tan honroso distintivo.

  • 36

    CAPITULO III.

    7824-1828.

    Grado de Capitn.Empleo en Hacienda.Expulsin de los espaoles.Viaje laHabana Prisin y proceso por sospechasde intentos rvolucionzirios n cuba.

    Libertad providencial.

    A los dos das, salimos de Veracruz para Jala-pa. Llegado que hube, los pocos das comenc- resentir los efectos del cambio del clima 3' los re-sultados de dos meses de una continua campaa.En consecuencia, ca agobiado de una fiebre queme puso orillas del sepulcro. Restablecido deella, solicit del Supremo Gobierno el empleo-de Capitn de una de las compaas del Bata-lln de Marina, que se hallaba vacante. Se meneg esta solicitud por el ^Ministro de la Guerra,D. Manuel Gmez Pedraza, pesar de haber sidoapoyada mi solicitud por el Exmo- Sr. Marqusde Vivanco, Jefe del Estado Ma^'or General delEjrcito, y slo se me mand el despacho del gra-do de Capitn, instancias del Sr. Ministro deHacienda, D. Ignacio Esteva, que haba presen-ciado mis servicios en Veracruz.

    Resentido de esta conducta del Gobierno paraconmigo, ped ingresar la carrera de Hacienda,.

  • 37

    separndome de la militar, en la que en tan po-co se haban estimado mis servicios. Yi al Sr. Es-teva y me previno que me fuese con l al ]Minis-t(e)r(i o de Hacienda, que l me dara una buenacolocacin en este ramo, pues le constaban devista mis buenos y tiles servicios, prestados enVeracruz.

    Pas al Ministerio con la pensin de seiscientospesos, que disfrutaba como cesante en el empleode Secretario de la Junta Consultiva de Hacien-

  • 38

    IMe embarqu en \"eracruz. el 5 de marzo de1828, con mi esposa y cinco hijos mexicanos, enla goleta dinamarquesa' Elizabet," que haca via-je para aquel puerto. En dicho buque iban tam-bin de pasaje tres religiosos del convento de laCruz de Quertaro, un lego agustino y setenta sol-dados del Batalln de Sabo^^a, ' y, adems, dosseoras.

    El tiempo fu tan malo desde que nos hicimos la mar, por los fuertes nortes que se sucedieronunos otros y por el equinoccio que nos cogi enel mar, que los treinta y ocho das de salidosde A'eracruz arribamos Sisal, en la pennsula deYucatn sin agua, sin vveres y en el mayor es-tado de miseria, estando mi esposa y mi hijo ma-yor enfermos de gravedad.Como los espaoles estbamos en aquella po-

    ca, sin distincin de clases ni estados, consignados las autoridades civiles y los administradoresde las aduanas martimas, como efectos de exporta-cin, no me sirvi, en tan afligidas circunstancias,

    que mi antiguo amigo el Teniente Coronel D. Bar-tolom Arzamendi se hallase de Comandante Mi-litar en aquel puerto y se interesase con el Alcaldepara queme permitiera que pasara Mrida de-jar mi familia mientras el buque haca vveresy aguada. No lo permiti de ninguna manera, man-dndome reembarcar al momento y permitiendo

    l Esta goleta apenas media cuarenta y cinco toneladas; asi es que puedefigurarse el lector qu tal iriamos en ella en tan penosa y larga navegacin Nota del original.

  • 39

    que slo mi familia pudiera pasar Mrida res-tablecerse de sus males. Por fortuna, se hallabaen Sisal el Cnsul de S. M. Britnica D. JorgeSchils, quien, por un efecto de humanidad, sin co-nocerme, se encarg del translado de mi familia Mrida y de su cuidado hasta su completo resta-blecimiento-A los tres das, el buque estaba repuesto de

    agua y vveres; y dejando yo mi familia entre-gada la caridad de un extranjero, dimos la velanuevamente para Nueva Orleans-En la noche del mismo da que salimos de Si-

    sal, nos ech otro fuerte norte sobre el cabo deSan Antonio, de la isla de Cuba. Al observar elCapitn, tuvo la imprudencia de decir, delante dealgunos pasajeros, que si como bamos NuevaOrleans, furamos la Habana, al da sisruientetemprano llegaramos. Esto llam la atencin demuchos, que, cansados de tan penosa navegaciny sindoles indiferente ir un punto como otro,reunieron la mayor parte de los pasajeros deproa, que, como he dicho, eran soldados, 3^ vinie-ron tumultosamente, gritndole al Capitn, conlas ma3'ores amenazas, para que hiciese rumbo la Habana y que, de no verificarlo, lo echaran alagua, pues 3'a estbamos cansados de tantos su-frimientos. Aquellos infelices en parte tenan ra-zn, pues pareca que la Providencia se habacomplacido en derramar todos los males que pue-den sufrirse en una navegacin, con excepcin delnaufragio, sobre aquel desventurado buque.

  • 40

    Yo me opuse con la mayor tenacidad que se

    diera aquel paso: pero fu tal la lluvia de insolen-

    cias, dicterios y amenazas que cayeron sobre mde aquella gente sin educacin y sin principios,

    que no tuve otro arbitrio, para evitar su furor, que

    bajarme la cmara.El Capitn, quien su arribada la Habana le

    era conveniente, pues haba dejado fletado su bu-que en Sisal para su regreso de Nueva Orleans,

    y ste era ms pronto desde la Habana, no tuvodificultad y tom el rumbo del puerto del indica-do punto, con el mayor gusto y contento de todos

    los pasajeros. Yo aprovech la noche para sacarde mis bales todos los papeles que llevaba con-

    migo, que pudieran perjudicarme mi llegada la Habana, y los arroj la mar.A las siete de la maana del da 17 de abril,

    dimos fondo en la baha de la Habana. El partedel Morro de que aquel buque era procedente deVeracruz, puso en movimiento toda la poblacin,

    y poco rato de haber pasado la visita de la Ca-pitana del puerto, se nos llen el buque de genteque vena de tierra por pura curiosidad. Entre

    ellos, por mi desgracia, vino un mdico espaol,natural de Asturias, llamado D. Faustino Rodr-

    guez, que haba estado muchos aos avencindadoen Veracruz y me haba conocido all durante los

    acontecimientos de la rendicin del Castillo de

    Ula, y que haba llegado la Habana pocos me-ses antes, en virtud de la ley de expulsin de es-

    paoles. Luego que entr en la goleta y me vio

  • 41

    sentado sobre el cava?nanchil de popa, se dirigi m hecho un energmeno, llenndome de insultos3' amenazas y an dicindome que yo no poda ir-expulso, pues le haba hecho muy buenos servi-cios al Gobierno de Mxico en \'eracruz, que lmismo haba presenciado. Que yo, indudablemen-te, iba la Habana como espa emisario de losmexicanos; pero que no lograra mi intento, por-que al momento iba denunciarme al Capitn Ge-neral para que me mandara aprehender. Xada lecontest aquel hombre tan infame y digno de lama^'or excecracin. El se volvi inmediatamentepara tierra hacer lo que me haba dicho, y 3-0esper el resultado que era consiguiente la falsa

  • 42

    pabelln. As me lo hizo creer tambin el Capi-tn. Este se fu tierra poco rato, quedndo-me yo slo con los marineros.Daban las once en el reloj del Palacio de la Ca-

    pital de la Reina de las Antillas, cuando vi des-atracarse del muelle de Caballera una fala gran-

    de, armada, con soldados 3' un oficial, con banderaespaola larga popa- Me llam la atencin quepuso la proa la goleta donde yo me hallaba, ycomo estbamos fondeados cerca de dicho muelle,pronto la tuvimos al costado.

    Subi bordo el oficial, que lo era el CapitnD. Fernando Beato, quien haba yo conocido enMxico de Ayudante del Sr. Virrey Conde del \e-nadito. Beato me conoci tambin primera vistay me dijo que traa orden del Exmo. Sr. Capi-tn General para conducirme tierra con seguri-dad, vivo muerto. Yo le contest que no creaque el Capitn General de la isla de Cuba tuvie-se facultades para extraer la fuerza, de un bu-

    que neutral amigo de la Nacin espaola, unindividuo que se hallaba su bordo, cubierto yprotegido de derecho por su bandera, 3^ que ni ha-

    ba pedido ni intentado pasar tierra, ni al embar-carme en A'eracruz haba emprendido mi viaje pa-ra la Habana, sino para Nueva Orleans; que tu-viera la bondad de hacer esto presente al Exmo.Sr. Capitn General, mi nombre, 3' que yo per-manecera bordo de la goleta hasta que sta sehiciese la vela y saliera del puerto, sin poner

    un pie ni comunicarme para nada con tierra- El

  • 43

    Sr. Beato me contest que le parecan, en su opi-nin, muy justas y fundadas mis razones; peroque en su mano no estaba el hacerlas presentes alExmo. Sr. Capitn General, que lo era entoncesel Sr. D. Francisco Dionisio Vives; que la ordenexpresa que tena era la de conducirme tierra;que 3'0 poda personalmente hacer presentes S.E- mis razones; pero que me dispusiera para se-guirlo tierra. '

    Viendo que esto no tena remedio, baj la c-mara 3' me vest en traje para poder acompaarlo.El Sr. Beato dio orden al piloto para que, bajosu ms estrecha responsabilidad, no se permitiese nadie tocar mis bales, ni sacarlos de bor-do sin una orden de la Capitana General.En la Habana haba circulado la voz de que en

    la goleta que haba llegado aquella maana deVeracruz, vena un emisario espa del Gobiernode Mxico para insurreccionar la isla, el cual ha-ba sido conocido y denunciado al Capitn Gene-ral. Con este motivo, el muelle de Caballera, pordonde deba yo desembarcar, estaba lleno de gen-te en espera de mi llegada.Me embarqu en la fala con el Sr. Beato, en

    la que haba, adems del patrn y ocho marine-ros, doce hombres, un sargento y un cabo arma-dos hasta los dientes.Con esta comitiva desembarqu en el muelle,

    I Esta fu una violencia, quebrantando el derecho de gentes, que otra na-cin que no hubiera sido la dbil Dinamarca, hubiera reclamado y obtenidouna cumplida satisfaccin.Nota del original.

  • 44

    donde apenas se poda andar por el concurso nu-meroso que lo ocupaba. El Sr. Beato tuvo la aten

    cin de hacerme tomar su brazo y mand la tropa que siguiese retaguardia una distancia

    regular, 3' as marchamos para el Palacio del Capitan General. En el trnsito, que es muy corto,pues slo hay que atravesar la Plaza de Armas,llegaron mis odos algunas voces que decan:

    Ahorquenlo.Llegados al corredor del Palacio, me dej el

    Sr. Beato con la escolta y se entr por una puerta.

    A pocos momentos sali y me dijo que S. E. esta-ba ocupado con el Sr. Auditor General y que lehaba mandado que me condujese la sala de dis-tincin, mientras se desocupaba y poda hablarle.Yo era la primera vez que oa el nombre de salade distincin y cre que sera alguna pieza del

    Palacio en que se esperaba. Pero bajamos la es-calera, dimos vuelta la esquina y fui conducido la Crcel Pblica y al punto que le llamabansala de distincin, por el Alcaide de dicha Crcel.

    D. Dionisio Alcal.

    La sala de distincin era efectivamente un sa-ln que formaba recodo como de ocho varas deancho y veinte de largo, con dos grandes venta-nas con dobles verjas de bronce, que daban lacalle. All haba como treinta cuarenta personas,algunas de ellas con aspecto y modales decentes;los ms pertenecan la clase media, que habantenido para pagar aquella especie de distincin;

    pero algunos, de unas fisonomas patibularias.

  • 45

    Todos me recibieron con las mayores atencio-nes, pues aun all habla llegado la noticia de queera yo un emisario secreto del Gobierno de Mxi-co, denunciado y aprehendido.Como estaba en espera de que me llamase el

    Capitn General y de que me condujesen de unmomento otro su presencia, no haba dispues-to nada para comer y dormir en aquel desagrada-ble local; pero dieron las tres de la tarde; y vien-

    do que no me llamaban, y mucho ms cuando dos tres personas de aqullas, que me parecieronms formales y caracterizadas, me dijeron queaquel da no esperase ser llamado, porque ya ha-ba pasado la hora del despacho, y seguramenteme llamaran hasta el siguiente da, entoncesmand llamar al Alcaide para que me mandasesubir la comida, pues me dijeron algunos de aque-llos seores que ste tena abajo una especie defonda, en que se haca de comer algunos presosque lo pagaban. En efecto, me subieron una re-gular comida.A las cinco, volv mandar llamar aquel em-

    pleado para que me proporcionara una cama ca-tre en que dormir aquella noche: l me contestque no tena ninguna que facilitarme; que si 3*0tena dinero, me comprara lo que quisiera. En-tonces le di para que me comprara un catre con pa-belln de musolina, una almohada con funda, dossbanas de lino y unas babuchas pantuflas parapoderme quitar las botas, que me molestaban de-masiado.

  • 46

    Antes de una hora, 3'a me haba trado todo, yme instal, colocando mi catre junto la puerta,pues era el ms nuevo de aquella honrada concurrencia. En la noche, como cada uno se acostaba la hora que quera, pues las seis de la tardese cerraban de una vez los cerrojos exteriores yno se abran sino hasta el da siguiente lasseis de la maana, salvo un caso urgente la en-trada salida de algn preso, y esto con ordensuperior, se me rodearon cuatro cinco de aque-llos que parecan ms decentes y, entre ellos, unLie. que estaba all preso, porque decan que ha-ba malversado quinientas onzas de oro. Todosme contaron el motivo injusto de su prisin y meinstaban que dijese si era cierto que yo iba laisla de Cuba de emisario del Gobierno de Mxico.Yo les contestaba la verdad de lo que me habapasado: pero ellos no lo crean insistan en que

    yo llevaba la isla comisiones de la mayor im-portancia, para hacerla independiente del Gobier-no espaol. Esto no me coga de nuevo, pues enaquella poca estaba la orden del da la Inde-pendencia de Cuba, y aun el mismo Gobierno deMxico daba algunos pasos al efecto.En la maana ajust mi comida con el Alcaide,

    condicionalmente, pues esperaba de un momento otro ser llamado la presencia del Capitn Ge-neral y, en consecuencia, ser puesto en libertad;

    pero no sucedi as. Al cuarto da de mi prisin,y las cuatro de la tarde, subi el Alcaide y medijo que abajo, en la Sala de Audiencia, me espe-

  • 47

    raba un Sr. Teniente Coronel, Fiscal de la Comi-sin Militar Permanente. Baj con l la mencio-nada Sala 3' t-ncontr en ella dicho jefe, acompa-ado de un oficial subalterno que le serva de Se-cretario, y todo mi equipaje, que haba sido con-ducido de bordo. Me dijo que tuviera la bondadde abrir los bales y as lo hice sin cuidado alguno,pues, como dije antes, 3'0 haba tenido la precau-cin de extraer de ellos \' tirar la mar, la nocheantes de llegar la Habana, todos los papeles quepudieran comprometerme. Empez el Sr. Secreta-rio el ms escrupuloso registro en ellos, 3- sacdel fondo de uno, unos vuelos de camisa, que almomento conoc el papel en que estaban envueltos,por ser una copia de un certificado que me habadado el Sr. General Barragn, de mis serviciosprestados en Veracruz cuando la rendicin delCastillo. Este papel, que pudo serme mu3' funesto,lo haba tomado mi esposa, sin verlo 3-0, 3' habaenvuelto en l dichos vuelos. El Fiscal desenvol-vi los vuelos, los volvi al Secretario, lev elcertificado, me mir, le luce una sea ^ 3'. doblandoel certificado, se lo guard en el bolsillo del pechode la casaca.Terminado el registro, y todos los efectos pues-

    tos en su lugar, cerr los bales 3' empez la de-claracin, en la que refer todo cuanto llevo dicho,acerca de mi salida de Mxico 3' arribo la islade Cuba. Terminada la declaracin preparatoria,

    1 L;i sea que le hice y que me comprendi, fu la de socorro entre losHKisones escoceses.-Xota del onzinal.

  • 48

    me dijo el Fiscal que poda disponer de mi equi-paje, y, dndomela mano ?nuy fraternahfiente^ lla-m al Alcaide par?, que me condujese mi prisin,encargndole que me tratase con la ma^'or consi-deracin, y se retir con el Secretario. Volv lasala de distincin, donde despus fu conducidomi equipaje, en el que no haba ni una prenda niun distintivo militar.

    Pasaron, adems, catorce das sin que el Fiscalvolvie-^e, ni el Capitn'General me llamase, comalo haba pedido en mi declaracin, ni tuviese no-ticia alguna de mi causa. Al decimoquinto davino m muy contento el Lie. de las quinientasonzas, que era con quien, por su buena educacin

    y finos modales, haba yo contrado ms relacio-nes, y me dijo que su causa iba muy bien; quetena la mayor esperanza de salir vindicado, pueshaba nombrado por su defensor al Sr. Dr. D.Francisco de Paula \'ilches, persona muv sabia yrecomendable, que haba sido Regente de la Rea}Audiencia de Guatemala, Gobernador Civil de laHabana y Auditor General de la Capitana Gene-ral de la isla, cuyo destino no desempeaba en laactualidad por hallarse con real licencia en su

    casa.

    Al oir el nombre del Sr. Vilches, se llen micorazn de alegra y fundada esperanza, porqueeste Sr. era hijo de una hermana de mi abuelo pa-terno; me haba conocido en mi casa muy joven,el ao de iSio, en que vino con una toga por

    primera vez Amrica, y no dudaba que, recono-

  • 49

    cindome y hablndole, me sacara de la compro-metida situacin en que me hallaba. Manifestesto al Lie, quien me dio mil enhorabuenas,augurndome que el Sr. Vilches era sujeto llenode mil virtudes, de una probidad que lo tena enla pobreza, muy querido en la Habana, muy con-siderado del Capitn General, y que, siendo youn pariente tan inmediato su3'o, no tena nada quetemer.

    Le dije entonces si l tendra la bondad de en-cargarse de que pusieran en las manos del Sr.Vilches una carta que iba dirigirle al momento;me contest afirmativamente. Le dirig, pues, mi to una carta, en la que muy sucintamente lemanifestaba cuanto me haba ocurrido, el puntoen que me hallaba preso y le suplicaba tuviese ladignacin de pasar la Real Crcel tener unaentrevista conmigo. Le entregu la carta al Lie,quien la mand con su criado cuando le tra-jeron la comida de su casa, el que volvi lascinco diciendo su amo y m que haba entre-gado la carta en propia mano al Sr. Vilches en sucasa.

    A las cuatro de la tarde del da siguiente, subiel Alcaide y me entreg una carta. Era la contes-tacin de mi to. Con qu ansia! con que sobre-salto la abril En ella me deca que no recordaba tener un pariente de mi edad y, mucho menos,tener un pariente que hubiese cometido los deli-tOo de infidencia de que yo estaba acusado 3' deque ya tena conocimiento: pero que, sin embargo,.

  • en la tarde siguente pasara la Real Crcel verificar la entrevista que yo solicitaba de l.

    Cuntas reflexiones! Cuntas conjeturas hice enaquellas terrficas veinticuatro horas! El Lie, quien di leer la carta, me dijo que no me des-consolase; que mi to era muy bueno, aunque muyceloso del servicio del Rey: que, en vindome,se calmara su enojo y que hara por m cuanto lefuera posible.

    En efecto, el Lie. no se equivocaba. Lleg latarde del siguiente da, el que pas lleno de zozo-bras y amarguras, esperando, deseando y temien-do, al mismo tiempo, la llegada de la hora de laentrevista con mi to. Esta lleg por fin. A lascinco de la tarde, subi el Alcaide y me dijo connfasis y respeto: "el Sr, Dr. Mlches. AuditorGeneral de la Capitana General, espera U. aba-jo en la Sala de Audiencia: me mand que lo con-dujera U. su presencia."Tom el sombrero y segu al Alcaide; baj y

    entr la Sala, quedndose el Alcaide la puerta.Mi to se paseaba; al entrar yo, dio la vuelta y sequed mirndome de alto bajo; mand al Alcai-de que se retirara, cerrara la puerta y que no en-trara nadie. Los primeros momentos- las primeraspalabras que mi to me dirigi, fueron crueles pa-ra m; me crea un impostor; pero, habindole da-do razones muy circunstanciadas de la familia 3*seales muy exactas, an de hechos particulares,no pudo menos de reconocerme, abr?.zarme y com-padecerse de mi situacin. 'Me dijo que el tiempo

  • 51

    que se haba tomado desde que recibi m cartahasta venir verme, lo haba empleado en ir ver al Capitn General; que ste le haba dichoque haba varias denuncias en mi contra, siendola primera haber tomado partido con los insurgen-tes de ]\Ixico, siendo yo oficial del Ejrcito espa-ol; la segunda, haber prestado servicios en \'e-racruz y contribuido efectivamente la rendicindel Castillo de Ula, apresando una goleta queconduca vveres para aquella fortaleza; 3' tercera,de venir la isla de Cuba fomentar el germen dela opinin por la Independencia; que, probadocualquiera de estos delitos, se me deba castigarcon todo rigor, conforme las le3'^es militares.

    Todos estos cargos, que si bien eran ciertos yfundados los dos primeros, como falso y sin prue-bas el ltimo, se los desvanec mi to, hacindo-le una resea desde mi venida ^Mxico en 1818hasta aquella fecha, de todos mis pasos y opera-ciones.

    Mi to, tomando ya un carcter de benignidad ydulzura, que era natural en l, me ofreci que enla noche volvera ver al Capitn General \- quedara cuantos pasos fueran necesarios para que secortase mi causa y se me pusiese en libertad. condicin de salir inmediatamente de la isla deCuba; pero que no me escribira ni volvera ver-me, hasta obtener un resultado favorable; quetuviera confianza en l, que hara todo lo posiblepor salvarme.

    Eran ms de las siete de la noche cuando se re-

  • tir, abrazndome, y yo fui conducido por el Al-caide mi prisin.

    El Capitn de la g^oleta dinamarquesa "Eliza-bet,*" Mr. Alejandro Sommer, los dos das dehaberme dejado en la Habana, emprendi su via-je para Sisal, donde haba dejado comprometidacarga para Nueva Orleans. A su llegada aquelpuerto y an Marida, donde se hallaba mi fami-lia restablecindose, hizo correr la voz de mi ida la Habana, en lugar de Nueva Orleans; lo queme haba sucedido en la Habana: que me hallabapreso en la crcel y que decan que me iban ahorcar por emisario del Gobierno de ]>kIxico. Es-ta noticia, como todas las malas, circul como elviento, y el mismo Capitn Sommer la dio alCnsul de S. M. Britnica. ^Ir Jorge Schils.quien se haba encargado de mi familia, y tratcon todo empeo de ocultrsela, porque mi espo-sa no estaba an en estado de embarcarse. A lospocos das lo estuvo, y manifestndole que yo es-taba en la Habana, sin decirle mi posicin, em-barc toda mi familia en la fragata "Desdmo-na,'' que sala para aquel puerto.

    Lleg mi esposa y familia la Habana, se alo-jaron en un hotel y fu impuesta inmediatamentede la situacin que yo guardaba.Era el da siguiente al de mi entrevista con mi

    to, cuando se me present mi esposa, en la cr-cel, acompaada de mi hijo mayor. Paso en silen-cio aquella penosa entrevista, por no ser condu-cente en este largo relato.

  • 53

    Mi esposa, por una parte, y mi to, por otra,despus de mil pasos y empeos con el CapitnGeneral, despus de haber casi agotado los recur-sos humanos, consiguieron del Capitn Generalque mandase cortar la causa y, como providenciagubernativa, se me hiciese notificar la senten-

    cia siguiente: que se me pona en libertad, como

    un acto de la piedad del Soberano: que deba sa-

    lir de la Habana en el preciso improrrogabletrmino de ocho das; que no poda ir ningnpunto del Gobierno espaol avecindarme, ni de

    trnsito; y que si quebrantaba alguno de los pun-

    tos de esta sentencia, sin necesidad de causa, ni

    ms que la identidad de mi persona, fuera pasadopor las armas, cuyo efecto se mandaba copia deesta sentencia y mi filiacin todos los puntosdel Gobierno espaol en Amrica.Me fu noticiado este }-asgo de la ?nagnani)nidad

    y justicia del Extno. Sr. Capitfi Gefieral D. Fra?i-lsco Dionisio Vives^ por el Escribano de Guerra.

    Snchez, en cuya Escribana obra la causa

    original; me conform con ella, porque era elmenor de los m.ales que pudiera haberme sucedi-do, y firmando mi conformidad en la causa, fuipuesto en libertad los veintitrs das de miprisin.

    Di las ms afectuosas gracias mi to y otraspersonas que haban tomado un positivo intersen mi suerte, visitando al que haba sido mi Fis-

  • 54

    cal, quien, devolvindome el certificado, me abra-z fraternalmente, }, el da 14. de mayo, me em-barqu en la goleta espaola "Dos Amigos,'' contoda mi familia, para Nueva Orleans.

  • 55

    CAPITULO IV.

    1828-1858.

    Accidentada travesa dla Habana a Nue-va Orleaxs.Se le toma por espa cubano.Expedicin de Barradas contra Mxi-co. Ofrecimiento DE SERVICIOS A SaNTAAnna. Viaje a Veracruz.Se estableceall como comerciante.

    El viaje de la Habana Nueva Orleans fumuy feliz hasta la Baliza, pues slo tardamos sie-te das; pero al entrar por este punto, nos tom remolque el vapor "Grampus/" En la madruga-da del da que, subiendo el ro r^Iississipi, deba-mos llegar, revent el vapor y se fu pique, condos fragatas que llevaba avaluadas sus costados;en esta desgracia hubiramos sido envueltos tam-bin, si el Capitn de nuestra goleta. D. RafaelGranados, no hubiera cortado con la ma^'or velo-cidad el cable que nos daba remolque, y hacer vi-rar nuestro buque por estribor. De este modo nossalvamos; tomamos la orilla derecha del ro ynos amarramos un rbol, en espera de otro bu-que de vapor que nos acabara de subir. En efec-to, las cuatro de la tarde, vino el "Isabel," dela misma compaa, y nos condujo hasta la Lev,

  • 56

    en Nueva Orleans, adonde llegamos las nuevede la maana del da siguiente.Llegado Nueva Orleans, me aloj con mi fa-

    milia en el Hotel de la Marina. Inmediatamentepas visitar al Cnsul de Mxico, que lo era D.Luis Mara del Valle, sujeto sin talento y capaci-dad alguna, yorkino y enemigo mortal de los es-paoles. Tena este seor su lado, y como men-tor, un Coronel llamado D. Feliciano jMontene-gro, que haba sido Secretario del Capitn GeneralVives, en la Habana, y que, por hallarse com-prendido en una conspiracin de Independenciaque haba sido descubierta, pues l era natural deCaracas, haba tenido que huir de la Habana yrefugiarse en Nueva Orleans. Este caballero sehallaba presente, pues viva con el Cnsul, cuan-do lo visit. Hice al Sr. Valle una relacin cir-cunstanciada de cuanto me haba ocurrido desdemi salida de Mxico, la que escuch con frialdad indiferencia 3" mucha incredulidad; conclu pi-dindole el certificado de supervivencia pararemitirlo Mxico, y me contest que no poda dr-melo, porque haba estado en pas enemigo; quehiciese una informacin de cuanto le haba referi-do; que l la elevara al Gobierno de Mxico, yesperaramos su resolucin.

    Hice la informacin con algunos testigos que sehallaban en Nueva Orleans, procedentes de la Ha-bana, ante el Mai(t)re de Ville, Mr. DionisioPrieur, y autorizada por este funcionario, la lle-v al Cnsul mexicano, quien ofreci remitirla

  • 57

    recomendada, en primera oportunidad. No lo hi-zo as, sino que, instigado por Montenegro, que erahombre malo en toda la extensin de la palabra,inform al Gobierno contra m, diciendo que,en su concepto, era 3-0 espa del Capitn Generalde la isla de Cuba; que era necesario tener muchocuidado conmigo. En consecuencia, no se me abo-n jams mi sueldoLlegada Nueva Orleans la noticia de la expe-

    dicin deH General espaol Isidro) Barradascontra la Repblica, le dirig una carta al Gene-ral Santa Anna, Veracruz, en la que le manifes-taba que, habiendo jurado la Independencia deMxico, me crea en el deber de contribuir defen-derla, siempre que fuera atacada: que, en conse-cuencia, en el primer buque que saliera para Ve-racruz me embarcara 3' me presentara l contal objeto. A los doce das, sala para Veracruz elbergantn americano "'Ursuela," cuyo bordo meembarqu para aquel puerto, dejando mi familiaen Nueva Orleans.Llegamos Veracruz el 28 de septiembre las

    cuatro de la tarde, y al entrar nuestro buque alpuerto, por el canal del Norte, lo haca tambinel paquete ingls, procedente de Tampico, condu-ciendo su bordo al ya Exmo. Sr. General de Di-visin D. Antonio Lpez de Santa Anna, despusde haber hecho desaparecerla expedicin espao-la que haba ido como invasora.Yo no poda bajar tierra, como espaol expul-

    I Acerca de ella %'ase el cap. V del tomo II de esta coleccin.

  • 58

    so, Y fui transladado al navio "Aria," que se ha-llaba de pontn.

    El Sr. Santa Anna pas al da siguiente Jala-pa, donde le escrib nuevamente, y S. E. tuvola dignacin de contestarme que hara en obsequiode la justicia que me asista, cuanto estuviere desu parte ante el Supremo Gobierno.A los pocos das se me permiti por el Sr. Pre-

    fecto de Veracruz, D. Ramn Gara3s bajar tie-rra restablecer mi salud, bien quebrantada, enverdad, por tantos padecimientos fsicos y mora-les. Ya en Veracruz, por medio de mi antiguo 3^buen amigo el Dr. en Medicina y Ciruja D. JosRafael Carrillo, se escribi al Sr. Diputado D.Ciprin Blanco, quien me mand pocos das miexcepcin de la le^^ de expulsin, dada por las C-maras de la Unin. Me qued en Veracruz y man-d por mi familia Nueva Orleans.Permanec en aquella ciudad subsistiendo de mi

    trabajo personal, en el ejercicio de corredor delnmero de aquella plaza, cu3^o ttulo obtuve, pri-mero, del A3-untamiento y, despus, del TribunalMercantil, previas las correspondientes fianzas, ydespus en una casa de comercio que abr minombre. Ali trabajo en Veracruz era inmenso; pe-ro sus productos lo compensaban. Desde el aode 1830 hasta el de 1838, el que menos gan seismil pesos.

  • 9

    CAPITULO V.

    1838-1839

    Primera guerra con Francia. SantaAnna nombra a Gimnez Ayudante suyo. Los franceses asaltan a Veracruz - Gi-mnez RECIBE OCHO HERIDAS Y SaNTA AnNApierde una pierna.

    En tal estado de ventura y de prosperidad mehallaba, cuando, el 26 de noviembre de 1838, laescuadra francesa se dispona atacar el Castillode San Juan de Ula. Consecuente con mis prin-cipios de defender personalmente la Independenciade Mxico, siempre que sta fuese atacada, aban-donando mi casa y mis intereses, me present alSr. Comandante General, que lo era el Exmo, SrGeneral de Divisin D. Manuel Rincn, ofre-cerle mis servicios. Este Sr. los acept, dndo-me las gracias nombre del Supremo Gobierno,3' me nombr su A^'udante de Campo.En la tarde del 27, en que la escuadra francesa

    bati al Castillo y bombardeaban la ciudad lasbombarderas "Gloria" y "Criolla," deb ser muer-to por una bomba que cay y revent en la puertadel convento de San Francisco, pasando yo lle-

    t Sobre los asuntos de este cap. vase el VIH del tomo II de esta coleeClon.

  • 6o

    var una orden al baluarte de Concepcin. A lassiete de la noche, me mand el Sr. Rincn que con-dujese al Castillo dos lanchas cargadas de parquede artillera- Esto no tuvo efecto por la llega-

    da del General Santa Anna la plaza y por capi-tulacin de sta y de la fortaleza, las ocho de la

    noche.

    Capitulado''s) el Castillo 3' la plaza, aqul enpoder de los franceses y sta inundada de losvencedores de aqul, era necesario un estoicismoconsumado para sufrirles en sus imprudentesarrogancias y denuestos contra los mexicanos.Yo haba tenido la precaucin, convencido de

    que no haba arreglo con la Francia, de situar ( )mi familia intereses en Jalapa- As es que en lanoche del 3 de diciembre, me present el Sr. Rin-cn, para que me mandase expedir el pasaportepara internarme aquella ciudad, puesto que misservicios haban terminado. El Sr. Rincn se ha-llaba enfermo y llam su Secretario, que lo era elCapitn del Regimiento de Caballera de San Luis,D. Miguel Mosso, y le dijo que si haba algn pa-saporte en blanco, firmado por S. E., que me loextendiese para Jalapa. Mosso contest que nohaba ninguno. Entonces el Sr. Rincn me dijoque, si me era indiferente, volviera las nueve dela maana del da siguiente, pues l no poda fir-mar al momento por tener puesto un sinapismo enel brazo derecho. Le contest que no tena incon-veniente; que por la maana volvera, pesar deque me haba propuesto salir por la posta aquella

  • 6

    mis:na noche, aprovechando la hermosa luna quehaca, lo que me contest: 'lo mismo es maa-na,"" y me retir.

    A las nueve de la maana del da 4 de diciem-bre, volv al Palacio, me entreg el Sr. Rincn elpasaporte, me desped afectuosamente de l 3' mar-ch la Administracin de Correos tomar la pos-ta para Jalapa. Como los caminos estaban llenosde desertores de la plaza, iba armado y llevabasobre los hombros mis divisas de Capitn. Pasan-do por la playa, frente ala ranchera de \^ergara,not que de este punto se desorendan dos drago-nes con direccin mi encuentro. Contuve mi ca-ballo, los esper, llegaron y me dijeron que el Sr.Geneial Santa Anna, que estaba en Vergara, mellamaba. A'olvimos el postilln y yo nuestros ca-ballos hacia aquel punto, y llegado l, encontral Sr. Santa Anna, que apeado de su carruaje es-taba tomando una taza de caf.Me pregunt adonde iba, 3- le contest que Ja-

    lapa unirme con mi familia, pues que, habiendoterminado las hostilidades en \'eracruz mis ser-vicios ya no eran necesarios. Entonces me contes-

    t que las hostilidades iban romperse de nuevo,porque el Gobierno haba desaprobado las capi-tulaciones hechas por el General Rincn y lo ha-ba nombrado l Comandante General del Esta-do, para que las abriese de nuevo: que por esemotivo iba Veracruz, y que era preciso que yodesistiese del viaje Jalapa y me fuera con l enclase de Ayudante, pues necesitaba () oficiales ac-

  • 62

    tivos en aquellas circunstancias. Insist en que me

    dejara ir ver mi familia; que vo volvera V^e-racruz dentro de seis ocho das. Me contestque n: que me necesitaba desde aquel momento.

    Yo, aun cuando Espaa haba reconocido la In-dependencia de Mxico y tena un positivo dere-cho para desde entonces haber reclamado al Go-bierno mis empleos, mis sueldos y los ascensosque por rigurosa esclame hubieran correspondi-do, segn se nos ofreci por el decreto del Con-greso que en 1827 nos habia destituido, no habaquerido hacerlo, ni lo hubiera hecho jams, porquemi posicin social en Veracruz era incomparable-mente ms ventajosa y lucrativa que la que el Go-bierno pudiera proporcionarme.

    Sin embargo, creyendo al mismo tiempo queaquella nueva ingresin (sic) la carrera de las

    armas sera mu^^ pasajera, y atendiendo, por otraparte, las fuertes simpatas que me haba inspi-

    rado el Sr. Santa Anna y que iba defender la In-dependencia, le contest que estaba pronto se-guirlo. Montamos en el quitrn el Sr. General, el Al-frez del Escuadrn Activo de Veracruz D. Ma-nuel Mara Gil, quien tena en su hacienda deManga de Clavo para que le escribiese la mano,haca poco tiempo, y yo. llevando mi caballo elpostilln y nos dirigimos Veracruz. Apoco an-dar, me dijo el Sr Santa Anna que montase ca-ballo y marchase carrera Veracruz y que. desu orden, mandase cerrar todas las puertas de laciudad, as de mar como de tierra: que no se de

  • 63

    jase salir nadie sin distincin de personas; quediese parte al Sr. Rincn de su llegada, con elnombramiento de Comandante General, y que loesperase en la casa de Serrano, donde iba hos-pedarse, advirtiendo al oficial comandante de laguardia de la puerta de Mxico, su llegada, paraque pudiera entrar con su escolta- Mont caba-llo, march con el postilln y fueron exactamentecumplidas sus rdenes.

    Llegado S. E. su alojamiento, puso una co-municacin al Sr. (Carlos ' Baudin, Almirantede la escuadra francesa, en la que le comunicabala desaprobacin de la capitulacin hecha por el Sr-Rincn, su nombramiento para suceder eAeSr. General y advirtindole que, en consecuencia,las hostilidades entre la Francia y Mxico queda-ban abiertas. Me mand citar los jefes de loscuerpos y de la plaza para una junta de guerra,la que tuvo verificativo las dos de la tarde.A las cuatro, se present el Sr. Ma3^or de Plaza,

    Coronel D- Miguel Gonzlez de Castillo, dandoparte de que se haba desprendido de la escuadrafrancesa un bote con bandera blanca, que indica-ba ser parlamento, y que se diriga hacia el mue-lle. Entonce

  • 64

    orden de ponerlo en manos del mismo Sr. SantaAnna. Entonces tom cada uno de un brazo ylos conduje hasta el alojamiento de S. E., quienlo entregaron- El contenido estaba en francs yS. E- no habla este idioma; tmela comunicacin,se la traduje en presencia de los parlamentarios,3^ me mand contestarles verbalmente que lasseis de la maana del da siguiente sera puestaen las manos del Sr Almirante la contestacindel Sr. Santa Anna aquella nota. Nos retiramos

    y los conduje hasta su bote, mu3' satisfechos delmodo afable y caballeroso con que haban sido re-cibidos y tratados.

    El Sr. Santa Anna pas revista en la tarde lacorta guarnicin, y haba dispuesto que la nochela pasramos en el edificio de los cuarteles: pero las diez de ella lleg el Sr. General D. MarianoArista, procedente de su campamento de SantaFe, y se alarg tanto la conferencia de este seorcon el Sr. Santa Anna, que termin las tres de lamadrugada. A esta hora nos retiramos nuestroscuartos, y no los cuarteles, como estaba dispues-

    to, pues no se haban enviado nuestras camas Yoestaba en la pieza inmediata la que haba elegi-do para retirarse el Sr. Santa Anna, sin acostar-

    me.

    Eran las cuatro de la maana, cuando una fuer-te detonacin llam mi atencin y despert S.E.; ste me dijo: 'Gimnez, qu es eso?" Yo lecontest: ' no s, Sr; no es el caonazo de diana^

    porque la detonacin ha sido ms fuerte que un

  • 65

    caonazo y ms cerca que en baha." En estemo-^ment se present un cabo de la guardia del ba-luarte de Concepcin, mu_v agitado, porque habavenido todo correr, y dirigindose al Sr. SantaAnna, le dijo: "Sr., los franceses, prevalidos dela obscuridad, han desembarcado en la plaza y hanvolado la puerta del muelle para entrar; son mu-chos, porque yo he visto bastantes botes llenos detropa." A este mismo tiempo empezamos oir enlas inmediaciones de la casa un nutrido fuego defusilera y las voces de "Viva el Rey I" "iV^ivala Francia!" El Sr. Santa Anna se vesta, y voacud m bal, donde tena algn dinero, parasacarlo En aquella confusin, pues dentro de lacasa habamos ms de cuarenta personas, entreGenerales, jefes, oficiales y tropa, yo no volv ver ms al Sr- Santa Anna. El fuego 3^ los gritosse aumentaban por momentos; la guardia de lapuerta se bata con denuedo: el corredor de la ca-sa, lleno de franceses haciendo fuego en todas di-recciones y repitiendo los gritos de "i Viva el Revi"'Viva la Francia!" Tom mi espada y me puseen defensa. Fui atacado por una multitud de ma-rineros, con pistolas y machetes de abordaje; medispararon un tiro quema ropa, que por fortunano sali; pero ca con ocho heridas, la mayor par-te de ellas graves, y la prdida de la sangre mepriv del conocimiento.Volv en mi acuerdo despus de no s qu tiempo,

    acostado en un catre en el patio de la casa de losSres. De Wilde y Compaa, que vivan en la es-

  • 66

    quina de enfrente de la de Serrano, y en cu^-o pa-tio haban establecido los franceses uno de sushospitales de sangre Ya me haban hecho la pri-mera cura. Las heridas fueron inferidas, una, de

    dos pulgadas 3- media, en la parte lateral izquier-da de la cabeza: otra, de delante atrs y de arri-ba bajo, tambin de la cabeza, en el lado dere-cho, interesando los tegumentos comunes, de tres

    pulgadas, rompiendo la lmina dura y diplrica( sic ) de los huesos .... y ... . izquierdo y coro-

    nal, de los que hubo que levantar varios fragmen-tos: otra, de tres pulgadas, como paralela los

    bordes superiores inferior del hueso parietalderecho, interesando los tegumentos, msculo epi-raneo (sic . corona apombrtica (sic) y, por cosa

  • 67

    otra, de una pulgada, en la parte media externa delantebrazo derecho y transversal ste, interesan-

    do los tegumentos y algunas fibras del msculolargo supinador (sic ' ; otra, de tres pulgadas, en laparte externa de la mueca derecha, oblicua dedelante atrs y de arriba abajo, interesandolos tegumentos, los tendones de los msculos ex-teriores de la mano y dedos, los ramos venosos

    producidos en la parte por la vena radical exter-na, los nerviosos por el nervio producido por elcubilal Csic) y la arteria arcodorsal (sic) de la ma-no, por cuyo motivo tuvieron que hacerse dos li-gaduras; otra, de una y media pulgada, en el dor-so de la mano del mismo lado, tambin oblicua yde delante atrs y de arriba abajo, interesandolos tegumentos solo: otra, de cuatro y media pul-gadas en la parte superior y externa del musloizquierdo, interesando los tegumentos solos.

    Si bien ninguna de las ocho especificadas heri-das era mortal de necesidad, no obstante, el con-junto y coincidencia de ellas paso mi vida en in-menso peligro. Las convulsiones que por ms deveinte das me acometieron, fueron terribles ydebieron, por consiguiente, oponer estorbos degran tamao la naturaleza, para alcanzar la cu-racin.

    En el ao de 1847, porque defenda al Exmo.Sr. General Santa Anna contra sus injustos de-tractores, sobre sus operaciones en la campaadel Norte contra los americanos, hubo un peri-dico demcrata que se permiti decir que los fran"

  • 68

    ceses me haban herido debajo de una cama. En-tonces y siempre contestar semejante calumniaque los franceses son bastante humanos, genero-sos y nobles para agredir al que no los ofende 3"mucho menos en el campo de batalla. Lase ellibro publicado en Pars de orden del Rey LuisFelipe de Orleans, en 1839, titulado ''Mxico ySan Juan Ula," y all vern cmo fueron inferi-das mis heridas. ' Y es triste, en verdad, recibirelogios de los enemigos y vituperios de aquellospor quien ha derramado uno generosamente susangre.

    Ya en mi entero acuerdo, aunque lleno de losms vivos dolores, pregunt uno de los ciruja-nos que me asistan, quin me haba llevado ally cmo me haban conducido. Este me contestque me haban transladado entre cuatro artille-ros; que los acompaaba el Sr. Mee-Almirante LeRo\' y varios oficiales: que les haba mandadoque me curasen y asistiesen como su misma per-sona, porque era el Ayudante del General SantaAnna, que lo haba acompaado la tarde anteriorcuando vino de parlamento.Repuesto v en disposicin de andar, fui lleva-

    do al muelle por un oficial. All, la entrada es-taba S. A. R. el Prncipe Joinville, el Almirante

    1 El libro citado dice, en su pg. 371, lo siguiente:"Un Aj'udante de Campo del General Santa Anna haba recibido'seis he-

    ridas. El Dr Helio, que esta vez haba obtenido el honor de acompaar alequipaje de la "Crele," se apresur prodigarle sus cuidados; el heridotraia consigo una suma bastante considerable, tn oro; en el exceso de su re-conocimiento por los cuidados de que era objeto, quiso regalarla al Dr-j^He-lio, que no contesto sino con una corts negativa."

  • 69

    Baudin, el A^ice-Almirante Le R03' y todo el Esta-

    do Mayor de la escuadra. Iban conducirme alCastillo de Ula con ms de cien prisioneros; pe-ro i\Ir. Le Roy se interes con el Prncipe y elAlmirante para que se me pusiera en libertad yme retirase mi casa, en atencin al mal estadoen que me encontraba. ' Entonces el Sr. Baudinme pregunt dnde viva. Recorr con la vista lacasa ms cerca donde pudiese refugiarme por lopronto, y sealando la del Sr. D. Ramn Muoz\- Aluoz, que se vea desde aquel punto, mandque un oficial me acompaase ella. Se hallaba

    en el balcn mi buen amigo D. ngel GerardoLascurin, ^ quien le habl desde la calle y ba-

    j abrirme. Di las gracias al oficial francs porsu compaa 3- entr. Lascurin y S. Smit(h)apenas me conocan. Me subieron la sala, medieron un vaso de vino de Madera y un tabaco en-cendido, pues 3'o tena los brazos ligados al pe-

    cho. Me preguntaron y les contest la causa dehallarme en aquel estado. Permanecimos en con-versacin sin novedad alguna.

    T La mencionada obra dice este respecto lo que sigue, en su pg. 378:"El Teniente Coronel, Ayudante de Campo del General Santa Anna, que

    habia sido herido en el ataque de la casa, fu conducido ante el Almirante,

    lo mismo que muchos soldados prisioneros; el Comandante Desfosss intervi-no en favor del primero, porque, la vspera, en una conferencia, este oficial

    habia garantizado con su cabeza que no se daria ningn maltratamiento los franceses habitantes de Veracruz; el Almirante, en atencin esta cir-

    cunstancia, orden inmediatamente su libertad."3 El Sr. D. ngel Gerardo Lascurin, amigo mi desde su turbulenta

    juventud, ha adquirido con su trabajo personal un lucido capital y es hoj' unhonrado padre de familia y un comerciante de los de ms crdito y quems honran al comercio de Veracruz. Hoy reside en Mxico.Nota del ori-ginal.

  • 70

    A las diez, dispar un caonazo la capitana dela escuadra, que era la seal para que se reem-barcaran los mil 3' seiscientos franceses que ha-ban ocupado la plaza, pues el objeto de aquellaoperacin militar no haba sido el quedarse enVeracruz, sino desmantelarla enteramente v des-truir todo el armamento y material de guerra queexista. Los pelotones de franceses se venan re-tirando al muelle }' uno de ellos traa una piezade artillera que colocaron en la punta mirando la puerta. Los franceses se embarcaban paran buque y el Castillo, conforme iban llegando.Esta operacin, que veamos desde el balcn dela casa del Sr. ^luoz y Muoz, nos tena entre-tenidos.

    A las once, vimos venir por el rumbo de la Car-nicera una fuerza como de doscientos hombrescon las armas bajas, conducida por el GeneralSanta Anna: un poco antes de llegar la puertadel muelle, formaron por cuartas de compaa,echaron armas al hombro y tocaron las cajas, queantes venan la sordina, marcha redoblada- Deeste modo, y yendo el Sr. Santa Anna con la es-pada desnuda la cabeza de la pequea columna,no bien haba mandado aqul variar direccin porla derecha y dado la primera cuarta vista al mue-lle, cuando los franceses dieron fuego la piezaque haban cargado ametralla. Aquel tiro, dispa-rado cien pasos de distancia, fu bien funesto,pues sus proyectiles hirieron gravemente al Sr.Santa Anna en una pierna y dieron la muerte al

  • 71

    Capitn Campomanes, Ayudante de la Plaza: al deigual clase, Sols, que mandaba la cuarta, sietesoldados, hirieron () otros muchos La columnase desorden enteramente. Los franceses no die-ron paso adelante hostil y se embarcaron, hacin-dolo los ltimos el Prncipe, el Almirante } suEstado r^Iayor.

    El Sr. Santa Anna fu puesto en un catre quesacaron de una casa, y conducido por algunos sol-dados 3' paisanos al edificio de los cuarteles.Yo quise ai instante salir la calle y seguir el

    catre en que conducan al General; pero no me lopermitieron, y, para que no lo hiciese, en un des-cuido, mandaron cerrar con llave la puerta de lacalle. A poco, por fin, convenc mi buen amigoLascurin que me era preciso, ya que mis heridasme permitan andar y estaba bastante repuesto,seguir al General Santa Anna. Convino en ellocon la condicin de acompaarme. En los aconte-cimientos de la maana haba perdido mi dinero,y tambin mi amigo me provey de l.

    Salimos 3' nos encaminamos al edificio de loscuarteles; ste estaba cerrado y atrincheradas suspuertas por dentro: slo se poda entrar por unaventana, subiendo por una escalera de mano, deque yo no poda hacer uso por tener inutilizadaslas mas. Mand llamar al Coronel D. RamnHernndez, quien vino la ventana. Le preguntpor el Sr. Santa Anna 3^ por su herida, y me con-test que sta era en la pierna izquierda, que la te-na fracturada; que se haba hecho conducir al

  • 72

    punto de Los Pocitos, dejndole la orden de queevacuaran la plaza todas las fuerzas y se reple-

    gasen aquel punto, cuya orden estaba dandodisposiciones para cumplirla. Le supliqu manda-se abrir la puerta de Merced para salir por ella Los Pocitos, pues vea que no poda subir por laescalera de mano- Se retir, abrieron la puerta ysalimos Lascurin y yo, pie, para aquel paraje,que dista ms de una legua de \>racruzEn estos momentos, la escuadra francesa, que

    vio salir nuestras tropas por la puerta del campode los cuarteles, rompi un nutrido fuego de ca-n sobre la plaza 3' sobre el camino que llev-bamos, que estaba su vista. El calor, la debili-dad y el piso movedizo de arena me fatigaron de-masiado y tuve que sentarme en el suelo. Las-curin no me abandonaba. Pasaba la artillera yme montaron sobre una pieza; pero como no tena

    manos con qu sujetarme, pronto ca del ladoizquierdo, entre la gualdera y la rueda, y nohaber parado al momento la pieza, que iba tirada mano, me hubiera deshecho la pierna y el mus-lo izquierdo- Me apearon y segu pie otro trechode camino. Ya no poda ms, pues me agobiabanla debilidad y el cansancio. En esto, se se presen-t un aspirante de marina que vena caballo paraVeracruz. Lascurin le suplic que me diese el ca-ballo para llegar Los Pocitos, pues vea en ladisposicin en que me hallaba. El aspirante ac-cedi gustoso y entre los dos me montaron en elcaballo, estirndolo Lascurin de las riendas.

  • 73

    De este modo llegamos Los Pocitos despusde las dos de la tarde. All encontr al Sr. SantaAnna, acostado en el mismo catre en que lo habanconducido y con la pierna izquierda hecha peda-zos desde un poco ms abajo de la rodilla. Al pre-sentarme l, no me conoci; pero al decirle quinera, no pudo menos que echarse reir, en mediode sus acerbos dolores, y decirme: ''Hombre, silo han puesto U. que parece un Ecce Homo."kland que me pusieran un catre en un rincn dela pieza en que l estaba. Me acost en l y des-cans un rato.A poco empez llegar la Brigada del General

    Arista, que vena de Santa Fe.Entonces le dict al Coronel D. Jos Garca

    Conde aquel parte que lo inmortalizar, porqueen l estn vaciados los sentimientos de su alma,siempre llena del ms verdadero y acendrado pa-triotismo. El conmovi toda la Nacin.A las once de la maana del da 6, le amputa-

    ron la pierna.

    Viendo que all no poda yo tener la asistencianecesaria, supliqu la Sra. esposa del Generalque me prestara el quitrn, para que me conduje-ra Santa Fe, ver si all encontraba una literaque me llevase Jalapa. Me lo mand poner, y las cuatro de la tarde sal en l para aquel punto,acompaado de mi amigo D. Francisco de P. He-rrera.

    Llegamos Santa Fe. Haba dos literas, tomuna, me desped de Herrera, que regres Poci-

  • 74

    tos, y yo continu mi camino para Jalapa, adon-de sin novedad alguna llegu el da 7 las ocho dela noche.

    Lo noticia de mis heridas y an la suposicinde mi muerte, haban llegado Jalapa por la ma-ana. Mi casa estaba llena de luto y mis mejoresamigos en ella. Apenas fui colocado en el lechodel dolor, cuando fu llamado el hbil inteligen-te mdico y cirujano D. Jaime Cuspinera, quien,ayudado de otro facultativo, levant los apositos

    y reconoci las heridas. La de la mano derechahaba tomado un carcter alarmante, pues se pre-sentaba el cncer en ella- El cirujano anunci mi familia la amputacin del brazo por encima dela articulacin del codo; pero siendo de noche yteniendo que traer los instrumentos necesarios,

    fu transferida para el da siguiente. En ste ha-ban desaparecido los sntomas del cncer y laoperacin no era ya de absoluta necesidad.

    El buen acierto y continua asistencia del 5r.Cuspinera, el excesivo cuidado de mi familia y elbuen estado y robustez de mi naturaleza hicieronque los cuarenta y cuatro das estuviese en es-

    tado de perfecta salud, aunque manco de la manoderecha para toda mi vida.

    El 24 de enero, sal de Jalapa para ir visitar

    al Sr. Santa Anna en su hacienda de ]\Ianga deClavo, donde se hallaba curndose.

    El Congreso General cre una cruz para los mi-

    litares que habamos concurrido, el 5 de diciem-bre, en la plaza de A'eracruz contra los franceses,.

  • 75

    portndola al cuello los que fuimos heridos ymandando que en los asuntos del servicio se nosaadiese al nombre: Mereci bien de la Patriapor su valor en A^eracruz, el 5 de diciembre de1838;" cuya cruz se me concedi como herido.

  • 76

    CAPITULO VI.

    1839-1844

    Paces con FrAiStcia. Pronunciamiento y Eje-cucin DE Mexia.REVO1.C10N DE Jalisco.Nuevos ascensos.Destierro a Matamo-

    ros.Pronunciamiento de Paredes.Ex-pulsin DE Veracruz y Tampico.Vueltaa Mxico.'

    El 8 de febrero, salimos para Mxico pues S. E.,ya restablecido algn tanto de su grave herida,aunque no completamente cicatrizada, haba sidollamado para desempear la presidencia interinade la Repblica, con motivo de la salida del Sr.Presidente (Anastasio) Bustamante para Tampi-pico. batir a(l General Jos Antonio) Mexa, quehaba desembarcado en aquel puerto con algunosfilibusteros y proclamado la federacin. Yo hiceesta marcha caballo con indecibles padecimientos,pues tenan que montarme y apearme por la inu-

    tilidad absoluta de mis brazos.El 21, llegamos Mxico, y antes de entrar la

    ciudad, me mand el Sr Santa Anna que fuese anunciar al Sr. Bustamante su llegada. Al presen-tarme ante este honrado y valiente General, abra-

    I Respecto de algunas de las materias tratadas en el presente cap., vase

    el IX del tomo II de esta coleccin

  • 77

    zndome y con las lgrimas en los ojos, exclam di-cindome: "Ah! quin tuviera la gloria de es-tar cubierto de esas honrosas heridas, de que debeU. hacer ostentacin! La patria sabr recompensarU. tan glorioso sacrificio. "Yo le contest: "Sr.,V.E. no necesita de estas miserables heridas paraser uno de los ms predilectos hijos de la Repbli-ca.'"

    Entr el Sr. Santa Anna en medio de las mayo-res ovaciones de respeto y gratitud. Desde la gari-ta de San Lzaro hasta la casa de la Sra. Prez Cal-vez, e