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Psicología Social de la Salud sobre el consumo adictivo de cocaína: un modelo psicosocial sintético Social Psychology of the Health on the addictive cocaine’s consumption: a synthetic psychosocial model JESÚS SAIZ GALDÓS* RESUMEN El consumo de drogas es un problema personal y social que se ha abordado desde numerosos frentes y distintas perspectivas. Los estudios sobre los factores de riesgo y protección en el uso y abuso de drogas son abundantes y, mientras que en un principio los investigadores anteponían unos factores sobre otros, en estos momentos se está optando cada vez más por una perspectiva integral y sintética. Este artículo pretende precisamente presentar la perspectiva psicosocial del problema de la adicción a la cocaína, y parte del supuesto de que la Psicología Social posee una capacidad integrativa privilegiada para ofrecer un modelo de análisis lo suficientemente amplio, dentro del cual pueda ocurrir una convergencia de posturas. En primer lugar, se habla de la Teoría de la Conducta Planificada, así como se revisa el Modelo Psicosocial para el Estudio de la Salud Mental. En segundo lugar, se retoma la perspectiva de los estudios de valores y rasgos de personalidad que poseen mayor impacto para el problema de la adicción. Por último, se ofrece un esquema de análisis que integra y resume las apor- taciones en el estudio de los factores que afectan al problema de la adicción a la cocaína. PALABRAS CLAVE Cocaína, Psicología Social, Actitudes, Valores, Rasgos de Personalidad. Intervención Psicosocial, 2008, vol. 17 n.º 1 61 Intervención Psicosocial, 2008, Vol. 17 N.° 1 Págs. 61-74. ISSN: 1132-0559 ESPACIO ABIERTO * Psicólogo (M-19131). Departamento de Psicología Social, Facultad de ciencias Políticas y Sociológía, Universi- dad Complutense de Madrid. Equipo de apoyo Social Comunitario Fuencarral, Consejería de Familia y Asuntos Sociales, Grupo 5, Comunidad de Madrid. [email protected] Fecha de Recepción: 29-05-2005 Fecha de Aceptación: 26-05-2008

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Psicología Social de la Salud sobre el consumoadictivo de cocaína: un modelo psicosocial sintético

Social Psychology of the Health on the addictivecocaine’s consumption: a synthetic psychosocialmodel

JESÚS SAIZ GALDÓS*

RESUMENEl consumo de drogas es un problema personal y social que se ha abordado desde

numerosos frentes y distintas perspectivas. Los estudios sobre los factores de riesgo yprotección en el uso y abuso de drogas son abundantes y, mientras que en un principio losinvestigadores anteponían unos factores sobre otros, en estos momentos se está optandocada vez más por una perspectiva integral y sintética.

Este artículo pretende precisamente presentar la perspectiva psicosocial del problemade la adicción a la cocaína, y parte del supuesto de que la Psicología Social posee unacapacidad integrativa privilegiada para ofrecer un modelo de análisis lo suficientementeamplio, dentro del cual pueda ocurrir una convergencia de posturas. En primer lugar, sehabla de la Teoría de la Conducta Planificada, así como se revisa el Modelo Psicosocialpara el Estudio de la Salud Mental. En segundo lugar, se retoma la perspectiva de losestudios de valores y rasgos de personalidad que poseen mayor impacto para el problemade la adicción. Por último, se ofrece un esquema de análisis que integra y resume las apor-taciones en el estudio de los factores que afectan al problema de la adicción a la cocaína.

PALABRAS CLAVECocaína, Psicología Social, Actitudes, Valores, Rasgos de Personalidad.

Intervención Psicosocial, 2008, vol. 17 n.º 1 61

Intervención Psicosocial, 2008, Vol. 17 N.° 1 Págs. 61-74. ISSN: 1132-0559

ESPACIO ABIERTO

* Psicólogo (M-19131). Departamento de Psicología Social, Facultad de ciencias Políticas y Sociológía, Universi-dad Complutense de Madrid. Equipo de apoyo Social Comunitario Fuencarral, Consejería de Familia y AsuntosSociales, Grupo 5, Comunidad de Madrid. [email protected]

Fecha de Recepción: 29-05-2005 Fecha de Aceptación: 26-05-2008

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ABSTRACTThe drugs consumption is a personal and social problem that has been boarded from

numerous fronts and different perspectives. The studies about the risk and protection fac-tors of the use and drug abuse are abundant and, whereas at the beginning the resear-chers focused in only few factors, at the moment it is being used a more integral andsynthetic perspective.

This article indeed tries to present the psychosocial perspective of the problem of cocai-ne addiction. Here it is assumed that Social Psychology has a privileged integrative capa-city, and it can offer an analysis model big enough to make possible a convergence of dif-ferent positions. In the first place, the Theory of the Planned Behaviour, as well as thePsycho-Social Model for the Study of the Mental Health is reviewed. Secondly, the studiesof values and personality traits having greater impact for the problem of drug addictionare also reviewed. Finally, an analysis scheme is offered that integrates and summarizesthe contributions in the study of the factors affecting cocaine addiction.

KEY WORDSCocaine, Social Psychology, Attitudes, Values, Personality traits.

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Introducción

La cocaína es una droga de abuso queproduce efectos estimulantes en el siste-ma nervioso central y su forma máshabitual de ser consumida en España espor vía intranasal (clorhidrato de cocaí-na). Los niveles de preocupación y alertano pueden ser más elevados, mientrasque la Oficina de Naciones Unidas contralas Drogas y el Crimen publicó en suúltimo informe (UNODC, 2007) quesomos el país con un mayor porcentajede consumo de cocaína, la “Encuestaestatal sobre el uso de drogas en ense-ñanza secundaria” (PND, 2004) revelóque el consumo de cocaína en Españaha ido ascendiendo año con año. Ade-más, ha habido un aumento considera-ble de la población juvenil consumidoray en el número de personas con proble-mas por esta sustancia que piden seratendidos en servicios sanitarios y socia-les durante los últimos dos años (OED,2005).

Tras la preocupación generada por elcreciente consumo de cocaína en lasociedad española (Megías, 2004), esteartículo tiene por objetivo realizar unapuesta al día de aquellas contribucionesteóricas que desde la Psicología Social sepueden aplicar al estudio del consumode drogas, tanto en su versión preventivacomo en intervención directa.1

Paradójicamente, a pesar de la conso-lidada presencia que la Psicología Socialposee en el área de la salud y de la saludmental, son pocos los trabajos que sehan dedicado al estudio de las drogas.Algunas revisiones generales son las deStrobe y Strobe (1995) o Parrott (1998),mientras que Pons y Berjano (1999) rea-lizaron un estudio psicosocial del consu-mo de alcohol entre los adolescentes.

Para ocuparnos del problema de lasdrogas desde una postura psicosocial,será necesario situarnos primeramentedentro de la vertiente de la PsicologíaSocial que se debería ocupar de estetema: la Psicología Social de la Salud yde la Salud Mental. Desde que en 1948,en el Congreso de Constitución de laOrganización Mundial de la Salud, sedefiniese la Salud como: “el estado deabsoluto bienestar físico, mental y social,y no meramente la ausencia de enferme-dad” la Psicología Social ha tratado demantener una presencia activa en elcampo de la Salud. Según Rodríguez yGarcía (1999, p. 352): “la PsicologíaSocial de la Salud es la aplicación espe-cífica de los conocimientos y técnicas dela Psicología Social a la comprensión delos problemas de la salud, y al diseño ypuesta en práctica de programas deintervención en ese marco”.

Strobe y Strobe (1995) hacen énfasisen la utilidad de los conocimientos psico-sociales para el cambio de patrones con-ductuales no-saludables, la reduccióndel estrés psicosocial y la promoción deconductas saludables. Mientras que Rut-ter, Quine y Chesham (1993, p. 55)subrayan: “el rol de los factores psico-sociales como mediadores entre lasinfluencias sociales y los resultados parala salud”. Aquellos factores que desde laPsicología Social han recibido más aten-ción son: factores sociales (género y posi-ción social), sucesos vitales estresantes,apoyo social, factores emocionales(depresión, ansiedad, autoestima), cono-cimiento, información y comunicación(especialmente en la relación médico-paciente), valores, personalidad, disposi-ciones cognitivas (control personal, cre-encias y actitudes), estrés, estrategias deafrontamiento (solución de problemas) yconductas apropiadas e inapropiadas

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1 A diferencia de las revisiones de otros autores (Becoña, 1999, 2002), ésta se concentra en las aportaciones de laPsicología Social.

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para la salud (ejercicio, dieta sana, com-portamientos de riesgo, etc.).

Por otra parte, cuando los conoci-mientos de la Psicología Social se aplicanal específico campo de la salud mental,como se detalla más adelante, los resul-tados que se obtienen pueden ser igual-mente satisfactorios (Sánchez, Garrido yÁlvaro, 2003).

Modelos Psicosociales aplicados a laSalud y al área de Drogodependencias

a) La Teoría de la Conducta Planificada

La Teoría de la Conducta Planificadade Ajzen (1991) es una teoría psicosocialque cuenta con una gran cantidad deapoyo empírico y que ha sido aplicada alárea de la salud y de las drogodependen-cias en repetidas ocasiones. Esta teoría,formulada en principio para predecir lasconductas en general, fue elaboradasobre la base de la Teoría de la AcciónRazonada (TAR) de Ajzen y Fishbein(1980).

Los tres elementos clave de la TARson: 1) La Intención, factor más directoy cercano a la conducta. 2) La Actitud, ovaloración positiva o negativa que elsujeto hace de la realización de la con-ducta, la cual a su vez está determinadapor las creencias de la persona sobre losresultados del comportamiento y susevaluaciones de estos resultados. Y 3) laNorma Subjetiva, que consiste en lapercepción que el sujeto tiene de laspresiones sociales a que realice u omitacierta conducta, y que a su vez estácompuesta por las creencias de la per-sona sobre lo que determinados gruposde referencia piensan de la conducta ysu motivación para complacer a estosgrupos de referencia. Por último, en unintento por integrar otros factores a suteoría, los autores consideraron que

ciertas variables “externas” como carac-terísticas de personalidad, inteligencia,variables sociodemográficas, etc., podrí-an influir en las creencias de las perso-nas y por este medio en la intenciónconductual.

Una de las principales limitacionesde esta teoría consistía en que queda-ban sin explicación todas aquellas con-ductas en las que el sujeto no poseíacontrol alguno (como por ejemplo elcorrer 100 mts. en 5 seg.). Con el fin deresponder a sus críticos Ajzen (1991)propuso la Teoría de la Conducta Plani-ficada (TCP), la cual sin modificar laanterior sustancialmente, incluye unnuevo elemento al esquema: el ControlConductual Percibido. Éste (Schifter yAjzen, 1985, p.844): “representa la per-cepción de la facilidad o dificultad pararealizar (una conducta) y se asume querefleja la experiencia pasada así como laanticipación de impedimentos y obstá-culos”.

Además de las investigaciones deHumphrey, O´Malley, Johnston y Bach-man (1988) y Levy y Pierce (1989), unestudio de actualidad, que aplica la TCPal área del consumo de drogas, es el queHulten et al. (2003) realizaron sobre eluso y abuso de benzodiacepinas (BZP).Los autores exploraron qué factores psi-cosociales determinan la longitud delperiodo del uso de la droga, y para elloutilizaron un cuestionario autoadminis-trado que aplicaron a 467 sujetos, deentre los cuales 360 tenían experienciaprevia con el uso de BZP y 107 no teníanexperiencia (pero iban a comenzar ausarla).

La comparación entre las puntuacio-nes medias de los grupos en el cuestio-nario, reveló que aquellos que no poseíanuso previo de BZP tenían un mayor con-trol conductual, así como estaban másinfluenciados por la norma social (opi-

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nión de su médico). Mientras que aque-llos con experiencia en el uso de BZPtenían mayor intención conductual yactitudes favorables hacia el uso de BZP.Además, los autores pudieron comprobarlas siguientes relaciones:

a) En sujetos con experiencia previa,la intención conductual es el elementoque mayor predicción posee sobre el usode BZP. Las actitudes predicen el uso deBZP por medio de la intención conduc-tual. El control conductual percibido serelaciona directa y negativamente con laconducta, lo cual indicaría que cuando elsujeto piensa que no es capaz de contro-lar su hábito se abandona al abusoincontrolado. La creencia de que el usode BZP conlleva adicción determinanegativamente el control conductual per-cibido y positivamente la intención con-ductual (a menor control, mayor adiccióny mayor consumo).

b) Por otro lado, en sujetos sin expe-riencia previa, las relaciones significati-vas fueron mucho menores. Entre ellasdestacan que la intención determinabala conducta de consumo, la actitud serelacionaba con la intención de consu-mo y la norma social determinó la acti-tud.

Por último, cabe señalarse que aun-que el modelo explica el 67% de lavarianza para los consumidores experi-mentados, sólo explica el 18% de lavarianza para los inexpertos, lo cualsugiere la existencia de otros factoresque la teoría no ha tomado en considera-ción (esta deficiencia ya la han señaladootros autores como Ros, 2001). No obs-tante, queda demostrado que elementoscomo la intención conductual, el gradode control percibido, las actitudes y lanorma social son muy necesarios paraexplicar las conductas relacionadas conel uso y abuso de drogas (especialmentecuando el consumo es alto).

b) Modelo Psicosociológico para el Estudiode la Salud Mental

Existen teorías que definen la saludmental desde una perspectiva psicosocialcomo el modelo de salud mental de Warr,la teoría de la indefensión de Seligman,el modelo cognitivo de la depresión deBeck o el modelo de la causación socialde Mirowsky y Ross (en Álvaro y Páez,1999). De hecho, de este último se des-prende el Modelo Psicosociológico para elEstudio de la Salud Mental propuestorecientemente por Sánchez, Garrido yÁlvaro (2003), el cual propone la existen-cia de una relación lineal entre el nivelestructural (posición social) del sujeto,las condiciones de vida que atraviesa(alineación, estrés), un nivel psicosocio-lógico (estrategias de afrontamiento,autoestima y apoyo social que posee) y lasituación o nivel psicológico del indivi-duo (tanto su salud mental como subienestar psicológico).

Este modelo está basado en unainvestigación empírica de carácter trans-versal en la que se aplicó un cuestiona-rio especialmente diseñado a 401 perso-nas españolas. El cuestionario poseíauna primera parte que exploraba datossociodemográficos y una segunda sec-ción que incluía medidas sobre posiciónsocial (estatus laboral y nivel de ingre-sos), salud mental, deterioro psicológico,sucesos vitales estresantes, alineación,autoestima, apoyo social percibido yestrategias de afrontamiento.

Entre los resultados que encontraronlos autores, resalta la comprobación dela pertinencia de combinar factoressociodemográficos con factores psicoso-ciales y psicológicos en un modelo decausación social, llegando a concluirque, (Ibíd., p. 28) “a medida que se redu-ce el nivel socioeconómico, aumentan losniveles de alineación y situaciones estre-santes”. Sin embargo, esto envuelve asi-

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mismo, una importante limitación en suaplicación al área del consumo de cocaí-na, y es que, aun pudiendo explicar efec-tivamente la relación existente entre con-sumo de cocaína y situación social des-favorecida (desempleo, bajos recursoseconómicos, etc.), dejaría sin cubrir losmotivos de consumo entre un ampliosector proveniente de círculos económi-camente privilegiados o de clases econó-micas altas o medias (que es por otraparte el tipo de consumo que actualmen-te se está imponiendo).

En resumen, el Modelo Psicosociológi-co para el Estudio de la Salud Mentalpropuesto por Sánchez, Garrido y Álvaro(2003), posee la virtud de relacionarvariables sociales y psicológicas dentrode un mismo marco conceptual, yrecuerda al investigador que en todomomento el sujeto está inmerso en unentorno social o contexto, que va ainfluir decisivamente sobre su conductay situación personal.

c) Valores Personales y Drogas

Dentro de la Psicología Social, la con-cepción de los valores personales posi-blemente más novedosa, y que cuentacon un mayor apoyo empírico, es la ela-borada por Schwartz y Bilsky (1987) yrevisada posteriormente por Schwartz(2001). Para este autor, los valores sonentendidos como (Schwartz, 2001, p.55):“metas deseables y transituacionales,que varían en importancia, que sirvencomo principios en la vida de una perso-na o de otra entidad social”.

De esta manera, Schwartz propone laexistencia de diez tipos de motivacionesde valor: 1) Poder; estatus social sobrelas personas y recursos. 2) Logro; éxitopersonal mediante la demostración decompetencia según criterios sociales. 3)Hedonismo; placer y gratificación sen-

sual para uno mismo. 4) Estimulación;entusiasmo, novedad y reto en la vida. 5)Autodirección; pensamiento indepen-diente y elección de la acción, creativi-dad, exploración. 6) Universalismo; com-prensión, aprecio, tolerancia y proteccióndel bienestar de todas las personas y dela naturaleza. 7) Benevolencia; preserva-ción e intensificación del bienestar detodas las personas con las que uno estáen contacto personal frecuente. 8) Tradi-ción; respeto, compromiso y aceptaciónde las costumbres e ideas que proporcio-nan la cultura tradicional o la religión. 9)Conformidad; restricción de las acciones,inclinaciones e impulsos que pudiesenmolestar o herir a otros y violar expecta-tivas o normas sociales. 10) Seguridad;seguridad, armonía y estabilidad en lasociedad, de las relaciones y de símismo.

El mismo autor establece la existenciade una serie de relaciones dinámicasentre estos valores, considerando quealgunos de ellos son compatibles entre símismos, mientras que otros son incom-patibles. Esta relación entre los valoresconforma una estructura coherente yordenada que permite la localización delas distintas relaciones de compatibili-dad, entre valores cercanos, y conflicto,entre los valores opuestos (Ver Fig.1).

Desde este enfoque teórico, Pons yBerjano (1999) realizaron un estudiosobre los factores relacionados con elconsumo de alcohol en 1.100 jóvenes delmunicipio de Valencia. Para ello aplica-ron una serie de cuestionarios de entrelos que se destaca el VAL-89 que,mediante un conjunto de 56 ítems, eva-lúa las preferencias valorativas de losjóvenes. Así, estos autores encontraronque el consumo abusivo de alcohol estámediado por el mantenimiento de valorescomo la búsqueda de placer y estimula-ción (hedonismo y estimulación) y aleja-do del deseo expreso de bienestar y felici-

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dad tanto para el endogrupo como parael exogrupo (benevolencia y universalis-mo), y de la aceptación de tradiciones yconvenciones sociales (tradición y con-formidad).

En resumen, los valores se muestrancomo principios que guiando el compor-tamiento de los individuos, poseen unapoderosa capacidad explicativa y deintervención a nivel psicosocial. Ademásexisten investigaciones previas que hanseñalado con éxito la asociación existen-te entre el uso de drogas y los valores(Megias, 2000; Pons y Berjano, 1999;Rojo, Valdemoro y Cervera, 1994; Saiz,2007), y por otra parte, distintos investi-gadores han propuesto su utilización endiversas áreas de la salud (Schwartz eInvar-Saban, 1988; Martínez-Sánchez yRos, 2001).

d) Rasgos de Personalidad y Drogas

Desde una perspectiva psicosocial2, seentiende por rasgo de personalidad(Young, 1969, p.42) “un aspecto muygeneralizado de la organización de la per-sonalidad, que es relativamente indepen-diente de cualquier objeto particular. (...)un rasgo es algo semejante a una actitudgeneral, pero los rasgos carecen de ladirección de las actitudes”.

Numerosos estudiosos (Digman, 1990;Goldberg, 1990; McCrae y John, 1992)han debatido, probado y consensuado laposibilidad de reducir y concretar elnúmero de rasgos de personalidad a úni-camente cinco rasgos o factores. Así,Digman (1990) describe los “Cinco Facto-res” de la siguiente manera: 1) Extraver-sión; también conocido como Energía,representa la polaridad propuesta por

Eysenck de Extroversión-Introversión. 2)Afabilidad; la cual consiste en la dimen-sión que envuelve más aspectos relacio-nados con la humanidad, como elaltruismo, el cuidado emocional o loscelos y la hostilidad. 3) Tesón; es consi-derado como la voluntad de lograr algo.4) Estabilidad Emocional; el cual alenfrentarse con Neuroticismo, recuerdala segunda dicotomía propuesta porEysenck, en donde se supone que indivi-duos bajos en neuroticismo son tranqui-los, fuertes, fríos y emocionalmente con-trolados. Y 5) Apertura Mental (o Intelec-to); indicando que altas puntuaciones eneste factor revelan una personalidadculta, informada, interesada por las nue-vas cosas y diferentes culturas.

Berrocal, Ortiz-Tallo, Fierro y Jiménez(2001) midieron rasgos de personalidadpor medio del cuestionario BFQ (Capra-ra, Barbaranelli y Borgogni, 2001) y tras-tornos clínicos de personalidad pormedio de otras escalas como el “ClinicalAssessment Questionnaire”, en unamuestra de 47 sujetos adictos a la heroí-na incorporados en un programa derehabilitación de “Proyecto Hombre”.Para su estudio compararon las puntua-ciones de este grupo de adictos con otrogrupo control, así como con el gruponormativo que ofrecen los mismos cues-tionarios. A pesar de encontrar mayoresdiferencias en las puntuaciones clínicas,los autores hallaron que el grupo deadictos puntuaba más bajo que los gru-pos de contraste en: tesón, aperturamental y estabilidad emocional (éste sólosignificativo en las mujeres).

Pedrero (2002, 2003) también realizódiversas investigaciones sobre la perso-nalidad del consumidor de drogas. En suestudio de 2002, su primer objetivo fue

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2 A pesar de que los rasgos de personalidad son elementos conceptuales típicamente recurridos desde la Psicolo-gía Clínica, existe una importante tradición que apoya la incorporación práctica y teórica de éstos, también, dentrode la Psicología Social (Young, 1969, Snyder y Cantor, 1998).

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el de analizar la estructura de la perso-nalidad de los usuarios de un Centro deAtención a Drogodependencias (CAD). Ypara ello aplicó el BFQ a 158 sujetosdemandantes de tratamiento por abuso odependencia de alcohol, cocaína o heroí-na. De esta forma, el autor encuentraque, específicamente en los consumido-res de cocaína, sus puntuaciones másbajas se concentran en la escala de“estabilidad emocional”, y sus dos subes-calas, “control de las emociones” y “con-trol de impulsos”. En una investigaciónposterior, Pedrero (2003) intenta compa-rar las puntuaciones básicas de persona-lidad obtenidas por dos técnicas distin-tas (BFQ y MCMI-II). Tal y como si fuesela réplica del anterior estudio, la aplica-ción del BFQ volvió a informar de bajaspuntuaciones en “estabilidad emocional”para casi todos los tipos de consumido-res. Las subescalas de “control de emo-ciones” y “control de impulsos” tambiénrepitieron puntuaciones bajas.

En resumen, los rasgos de personali-dad, siendo características que los indi-viduos muestran con cierta consistenciaen distintas situaciones, poseen unacapacidad descriptiva así como de inter-vención muy importante para el profesio-nal en drogodependencias. En este epí-grafe se ha señalado la relevancia delModelo de los Cinco Factores, así comolos hallazgos empíricos que relacionanexitosamente el uso de drogas con deter-minados factores, especialmente estabili-dad emocional y tesón.

e) Relación entre Valores y Rasgos de Personalidad

Antes de proponer un modelo queintegre los anteriormente descritos, seránecesario resaltar las diferencias encon-tradas entre rasgos de personalidad yvalores personales. Según Bilsky ySchwartz (1994, p. 165): “1) los rasgos

de personalidad son típicamente vistoscomo patrones de conducta observables,mientras que los valores son criteriosque los individuos usan para juzgar ladeseabilidad de la conducta, la gente yeventos. 2) Los rasgos de personalidadvarían en términos de cuanta caracterís-tica de personalidad un individuo exhibe(y son independientes de cualquier obje-to particular), mientras que los valoresvarían en términos de la importancia quelos individuos atribuyen a objetivos par-ticulares. 3) Los rasgos de personalidaddescriben acciones que presumiblementesurgen de “la forma en como la gente es”sin importar sus intenciones, mientrasque los valores se refieren a los objetivosintencionales de los individuos que estána disposición de la conciencia”.

En síntesis, mientras que los rasgosde personalidad son atribuciones que serealizan a los sujetos desde afuera segúnsu comportamiento observable, los valo-res son experimentados como demandaso necesidades que uno mismo adquierepor convicción intencional. La necesidadde aplicar ambos en combinación en elárea de las drogodependencias, resultamás evidente aun, cuando se toma encuenta las especificidades de su acciónen la explicación conductual: mientrasque los rasgos de personalidad se refie-ren a aspectos relativamente estables yde menor control cognitivo, más automá-ticos si cabe, los valores se aplican aaspectos del comportamiento humanotambién relativamente estables, pero conun mayor control volitivo, que implicaevaluación de alternativas y acción refle-xiva.

Roccas, Sagiv, Schwartz y Knafo(2002) relacionaron y compararon los“Cinco Grandes Factores” con las priori-dades valorativas que Schwartz (2001)propone. Para llevar a acabo este estudiolos autores aplicaron el Cuestionario deValores de Schwartz (2001) y el Inventa-

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rio de Personalidad NEO-PI (Costa yMcCrae, 1999) a 246 estudiantes israelí-es. Además, con el fin de conocer elalcance explicativo de estas dos varia-bles, las relacionaron con otras dos: Reli-giosidad y Afecto positivo. Esencialmen-te, tal y como se observa en la Figura 1,encontraron importantes correlacionesentre todos los rasgos y valores (ejem.extroversión y estimulación; apertura ala experiencia y autodirección; afabilidady benevolencia; tesón y seguridad), conexcepción del rasgo estabilidad emocio-nal que mostró una asociación muypequeña con los valores.

En cuanto a la asociación de valores yrasgos con la religiosidad, puede decirseque los valores correlacionaron en mayormedida que los rasgos, explicando un42% de la varianza frente al 8% queexplicaron estos últimos. Mientras quelos rasgos de personalidad tuvieron unamayor participación en el porcentaje deexplicación de la varianza del afectopositivo (11% vs. 5%). Esta forma decomportarse con terceras variables (reli-giosidad y afectividad), llevaron a losautores a concluir que (Roccas et al.,2002, p.798): “Los valores podrían influirmás fuertemente actitudes y conductasque están bajo control cognitivo, controlvolitivo, mientras que los rasgos podríaafectar más fuertemente tendencias yconductas sujetas a poco control cogniti-vo”. Estos datos fueron posteriormenterepetidos por Olver y Mooradian (2003)(Ver Fig. 1).

Psicología Social de la Salud sobre elconsumo adictivo de Cocaína: Unmodelo psicosocial sintético

Hasta aquí se han descrito algunasvariables que, desde la Psicología Social,se han aplicado con mayor éxito y mejo-res resultados al campo de la salud yespecíficamente al consumo de drogas.

Falta por lo tanto ofrecer un modelo que,a modo de resumen, logre reunir losavances que esta ciencia posee y faciliteal investigador y a los distintos profesio-nales sus labores dentro del campo de laprevención y terapéutica de la adicción ala cocaína. El Modelo Psicosocial Sintéti-co para el Consumo Adictivo de Cocaínase podría resumir de la siguiente manera(Ver Fig. 2).

En primer lugar, podría decirse que,además de la determinación biológica dela adicción, el consumo adictivo de coca-ína en el sujeto está influido por dosgrandes bloques: el bloque social y elbloque psicológico. Ambos aspectos deinfluencia son totalmente interdepen-dientes, resultando aun complicado esta-blecer el grado en que cada uno determi-na al otro. En la combinación y articula-ción de ambos deberíamos poder encon-trar la respuesta para la adicción parti-cular de cada sujeto. El bloque psicológi-co estaría constituido por factores como:Valores, Rasgos de personalidad, Actitu-des, Control Conductual Percibido,Intención, Autoestima y Estrategias deafrontamiento. Mientras que el bloquesocial lo formarían los factores: Normasubjetiva, Posición social, Sucesos estre-santes, Alineación, Apoyo social y Carac-terísticas ambientales.

Según este modelo, no existe un perfilúnico del consumidor-adicto de cocaína,sino que los diferentes factores se combi-nan de forma especial en cada sujetoactuando a su vez como factores de riesgoy/o protección. Sin embargo, sería posi-ble realizar algunas puntualizaciones:tomando en cuenta la TCP (Ajzen, 1991),cuando existen unas actitudes favorableshacia el consumo de cocaína, la creenciade que el grupo de referencia apoya esteconsumo (norma subjetiva) y la creenciade que se es capaz de controlar el consu-mo de cocaína (o de que es totalmenteincapaz de dejar de consumir), el sujeto

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tiene mayores probabilidades de seguirconsumiendo la droga. Además, si el indi-viduo valora el hedonismo y la estimula-ción y posee como rasgo de personalidadpredominante la extroversión, coincidirácon un patrón de consumo de la drogacon fines recreativos (Calafat, et al.,2001). Por otra parte, cuando el sujeto noconserva una clara jerarquía de valores ysu rasgo de personalidad predominantees el neuroticismo o la baja estabilidademocional, el consumo de cocaína puedeestar asociado con motivos no recreativoso festivos, y la situación en la que se hayarequiere de una reorganización axiológica,tanto para fomentar la rehabilitación

como en programas de prevención. Asi-mismo, tomando en consideración elModelo Psicosociológico para el Estudiode la Salud Mental (Sánchez, Garrido yÁlvaro, 2003), la Autoestima y las Estra-tegias de afrontamiento serán dos facto-res sumamente importantes en la media-ción entre la posición social del sujeto ysu conducta y situación personal. De estemodelo se desprende también que, unaposición social desfavorable puede colocaral sujeto en unas condiciones de vida quecreen estrés y alineación, lo cual podríadesencadenar en un tipo de dependenciade la cocaína más marginal, y no exclusi-vamente recreativa.

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Figura 1. Modelo teórico de las relaciones entre los tipos motivacionales(Schwartz, 2001) y los rasgos de personalidad según el Modelo de los Cinco

Factores (Roccas et al., 2002)

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De esta manera, como ya lo hanhecho notar otros autores (Moral, Oveje-ro, Sirvent y Rodríguez, 2005), se esta-blece que en la prevención será insufi-ciente la modificación de las actitudescon la mera exposición informativa, si elcontexto sociocultural en el que se mue-ven los potenciales consumidores motivael uso de cocaína, y tanto la norma sub-jetiva como el apoyo social y el propioclima socioeconómico invitan al consu-mo. Se recomienda por lo mismo, desdeeste Modelo Psicosocial, el trabajo pre-ventivo en dos frentes: el individual,favoreciendo valores, actitudes, explo-rando el control conductual percibido yestrategias de afrontamiento incompati-bles con el consumo de cocaína; y el

social, devaluando la imagen social(norma subjetiva) del consumo de cocaí-na y apoyando la mejor posición social ycondiciones de vida de los individuos.

En cuanto a la aplicación de estemodelo en el trabajo terapéutico, se debeenfatizar la importancia que valores, ras-gos de personalidad, autoestima y estra-tegias de afrontamiento poseen para elindividuo que necesita re-adaptarse a lasociedad. Por una parte, los valores yrasgos de personalidad se complementanpara evaluar y estructurar las priorida-des del sujeto y su situación personal,mientras que la importancia de la auto-estima reside en la especial capacidadque ésta posee como mediadora entre la

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Figura 2. Modelo Psicosocial Sintético para el Consumo Adictivo de Cocaína

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situación personal del sujeto, su posi-ción social y la influencia del estigmasocial (Saiz, 2008a). Por último, mientrasque el terapeuta no pueda modificar lascaracterísticas ambientales y la realidadde la estructura socioeconómica delsujeto, será necesario un trabajo intensi-vo con los recursos-estrategias que per-mitan al individuo “enfrentarse” a unmedio que continuará, probablemente,ofreciendo al sujeto los mismos obstácu-los y “tentaciones” que le llevaron al con-sumo adictivo (Alexander, 2001, 2006;Valverde, 1996).

Conclusiones y Discusión

Actualmente el consumo de drogas haexperimentado un importante cambiocuantitativo y cualitativo. Mientras queel uso de heroína se está reduciendo len-tamente, otras drogas han elevado suconsumo asociándose a una representa-ción social de diversión y coincidiendocon un clima social recreativo y consu-mista (Calafat et al., 2000, Comas,2001). De hecho, el lugar de peligrosidadque en los años 80 poseía la heroínaahora es ocupado por la cocaína (Megías,2004), sin que por ello se haya logradoaun reducir su consumo y evitar la con-tinua serie de problemas personales ysociales que están ocurriendo en aumen-to.

En el tema de las adicciones a sustan-cias, el análisis que se procura llevarsiempre a cabo es el análisis bio-psico-social. Este compuesto de tres términosimplica que el abordaje del problemadesde el ámbito médico con exclusividad

es insuficiente, mientras que el análisispsicológico de la adicción, aunque puedeconducir a resultados plausibles, deja sintocar el contexto en el cual ha surgido ladependencia y el ambiente en el que elsujeto habrá de re-insertarse. De estamanera, la aproximación “biopsicosocial”a la salud (Pitts, 1998, p.9) “reconoce lasbases biológicas y genéticas de muchasenfermedades, incluye el rol de elementospsicológicos como creencias, comporta-mientos y cogniciones en el desarrollo delas enfermedades y reconoce que los con-textos sociales, económicos y culturalestendrán gran impacto en la salud”.

Por esto, con el presente artículo seha pretendido rescatar aquellas herra-mientas que la Psicología Social de laSalud y la Salud Mental poseen para elestudio y trabajo en este área y, trasrevisar algunos modelos teóricos e inves-tigaciones, se ha ofrecido un modelo teó-rico que resuma las mismas y posibiliteuna posición desde la cual analizar eintervenir sobre el problema.

No obstante, a pesar de los avancesen la comprobación empírica de estemodelo (Saiz, 2008b), resulta necesariosubrayar el carácter tentativo del mismo,así como la necesidad de realizar estu-dios cualitativos y cuantitativos, que per-mitan obtener inferencias basadas en laevidencia científica.

En conclusión, la drogadicción es unfenómeno multifactorial, el cual requiereun trabajo en equipo multidisciplinar,una perspectiva integral y que considereel contexto social y cultural en el cualsurge el problema.

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