Libro Almanzor

20

Transcript of Libro Almanzor

Almanzor y su épocaJuan Bautista Carpio Dueñas

4

© de la presente edición:Ayuntamiento de CórdobaDelegación de Cultura

Diseño:Puntoreklamo

Imprenta:La Puritana

Depósito Legal:CO-?????

5

I. Contexto histórico: la Península Ibérica a fines del siglo X

Desde la entrada de los musulmanes en el año 711 y la rápida consolidación de sus conquistas, al-Andalusse convirtió en la provincia, y muy poco después en el Estado, más poderoso de la Península Ibérica. En el norte,sólo unos pequeños núcleos cristianos sobreviven a duras penas a este predominio casi absoluto de los musul-manes, y comienzan tímidamente a organizarse durante el siglo X. Pero para su despertar definitivo tendrán queesperar al derrumbe del sistema político puesto en funcionamiento en al-Andalus por los emires y califasOmeyas y consolidado por Almanzor.

A comienzos del siglo X, al-Andalus es un estado independiente, gobernado por un Emir que, sin embargo,reconoce una cierta supremacía en cuestiones religiosas al califa de Bagdag. Pero la unidad teórica del Islambajo un único califa, descendiente directo del Profeta, no tardó en romperse. El líder de los fatimíes, familiapoderosa del área del actual Egipto que afirma descender de Alí y Fátima, se proclamó califa, iniciando así ladivisión del Islam. Pronto incorporó a su nuevo Estado buena parte de la zona noroccidental de África, paraacabar en contacto directo con la otra gran potencia islámica de la zona: al-Andalus. El inmediato choque deintereses está entre las causas principales que llevaron a un emir andalusí, Abd al-Rahman III¸ a proclamarsetambién califa. De esta forma, la antigua unidad islámica ha quedado rota, y contamos con un califa abbasí enBagdag, un califa fatimí en El Cairo y un tercero omeya en Córdoba a partir del año 929.

Comienza así la etapa más rica y poderosa para la capital cordobesa: el califato omeya. Abd al-Rahman IIIpacificó el interior de al-Andalus y emprendió campañas contra los pequeños núcleos cristianos del norte, ungrupo heterogéneo y dividido de centros de poder entre los que Córdoba estableció en este momento unaespecie de protectorado. A la vez, los aliados beréberes de los Omeyas actuaban en la frontera norteafricanainstigando, muchas veces con ayuda cordobesa, al califato famití. El hijo y sucesor de Abd al-Rahman III, al-Hakam II, seguirá los pasos de su padre, manteniendo la expansión de la economía cordobesa. Los dos prime-ros califas son los responsables de la construcción de una nueva ciudad palatina cercana a Córdoba, Madinatal-Zahra.

Durante el gobierno de estos dos primeros califas, la compleja sociedad andalusí vivió en paz. Las tradicio-nales tensiones entre los clanes árabes qaysíes o del norte y kalbíes o del sur parecen haber desaparecido, ytambién se ha impuesto la paz entre éstos y los musulmanes no árabes, conversos de origen hispano (muladíes)o norteafricanos (beréberes). Andalusíes también, aunque no musulmanes, cristianos (mozárabes) y judíoscompletan el panorama étnico y social de al-Andalus. Para evitar posibles causas de conflictos socio - políticos,Abd al-Rahman III decidió rodearse de una guardia y grupo de sirvientes principales que no pertenecieran a

Paisaje en los alrededores de Covadonga. Los Picos de Europa marcaron el límite de la expansiónmusulmana en la Península Ibérica

6

ninguno de estos grupos: la célebre guardia eslava (los llamados saqaliba, guardia personal de origen europeo),que alcanzó unas altas cotas de poder en la capital cordobesa.

La muerte de al-Hakam II en 976 dió paso a un califa mucho menos preparado para gobernar un país tanrico y desarrollado: Hisham II. Es un funcionario de la corte cordobesa, Ibn Abi Amir, el futuro Almanzor, quienterminará haciéndose con el poder en al-Andalus, y gobernando el Estado prescindiendo finalmente de cual-quier injerencia extraña, incluida la del califa. La figura de Almanzor marcó de forma absoluta las décadas finalesdel siglo X en la Península Ibérica. Durante su gobierno, el dominio ejercido por al-Andalus sobre los reinoscristianos del norte de la Península Ibérica fue tan acusado que llegó a jugar en muchas ocasiones el papel deárbitro cuando surgían conflictos entre ellos. A la muerte de Almanzor, le sucedió como hachib (primer minis-tro) con poder absoluto su hijo Abd al-Malik. Se trata de un modelo basado en el alejamiento del poder real delcalifa (perteneciente a la dinastía Omeya) mientras ejerce un control completo del Estado un miembro de lafamilia de Ibn Abi Amir. Pero esta dinastía paralela, la llamada “dinastía amirí”, no sobreviviría mucho tiempo asu creador, ya que la prematura muerte de su hijo y sucesor Abd al-Malik y la llegada al poder de un hermanode éste, el incapaz Abderramán Sanchuelo, terminaría con una cruenta guerra civil iniciada en el año 1009.

La fortaleza política y militar de al-Andalus durante el período califal no impidió que en el norte de laPenínsula asistamos a la paulatina consolidación de los núcleos políticos cristianos. Cualquier momento dedebilidad del poder cordobés era aprovechado por los cristianos para avanzar un poco más, tanto territorialmentecomo, sobre todo, en la articulación y organización interna de sus pequeños Estados.

Durante la segunda mitad del siglo X, el norte de la Península estaba organizado en varias unidades políticasbien diferenciadas. Al este, Cataluña se divide en una serie de pequeños condados que intentan mantener undifícil equilibrio entre las influencias francas y la presión andalusí. Toda la capacidad política de los condescatalanes del siglo X estuvo puesta en intentar defender su independencia respecto a al-Andalus apoyándosecuando es necesario en el reino franco, pero sin caer en una peligrosa sumisión respecto a sus vecinos delnorte. Poco a poco, de entre todos los condados catalanes comenzó a destacar el de Barcelona, hasta terminarejerciendo una cierta supremacía sobre los demás. Hacia el oeste nos encontramos durante el siglo X con laconsolidación política del reino de Pamplona, que experimenta un avance muy importante incorporando im-portantes zonas de la ribera del Ebro (antes en manos de los Banu Qasi), La Rioja o el incipiente pero poderosocondado de Aragón. Finalmente, en el antiguo reino Asturleonés se comprueba ya claramente la diferenciaciónentre tres áreas de influencia bien delimitadas: Galicia, Asturias (que integra también León y Cantabria) y Castilla.

Los años finales del siglo X vuelven a colocar a estos núcleos políticos cristianos en una situación muycomplicada. Almanzor lanza frecuentes expediciones militares, que se cuentan por victorias. Sin embargo, lasrazias o aceifas cordobesas sólo buscan castigar al enemigo y obtener botín, no establecer asentamientosestables en las tierras dominadas por los cristianos. Este hecho es el que explica que, a pesar de la multitud dederrotas, los pequeños núcleos cristianos continúen existiendo a comienzos del siglo XI.

Y pronto llegaron tiempos mejores para estos núcleos cristianos pues, tras la muerte de Almanzor (1002) yde su hijo y sucesor Abd al-Malik (1008), pudieron aprovechar la debilidad andalusí para consolidarse territo-rial y políticamente. La caída del califato de Córdoba y desintegración de al-Andalus coincide con un procesocontrario en los reinos cristianos del norte, donde la fuerte personalidad de Sancho III El Mayor de Navarra(1005-1035) consiguió aglutinar los intereses de los diferentes Estados, sobre los que el rey navarro ejerció unagran influencia. La nueva división producida tras la muerte de Sancho III dio lugar al auge de dos entidadespolíticas de reciente creación, que terminaron siendo las protagonistas durante los siglos posteriores: Castilla yAragón. Pero esto sucede ya mucho después de la muerte de Ibn Abi Amir.

II. Ibn Abi Amir

Ibn Abi Amir, el que después sería conocido como al-Mansur o, cristianizado, Almanzor, pertenecía a unafamilia de origen árabe establecida en la zona de Algeciras, aunque con importantes vínculos en la capitalcordobesa. Él mismo decía descender de un linaje yemení instalado en la Península Ibérica desde el mismomomento de su conquista, aunque este es un dato que no puede confirmarse con seguridad. Lo que sí parececlaro es que los ascendientes directos de Ibn Abi Amir ya habían ocupado altos cargos en la administraciónandalusí. Un antepasado suyo fue gobernador de la cora (provincia) de Algeciras con Muhammad I. Su padre,Abú Hafs Abd Allah ibn Abi Amir, también ocupó altos cargos de la administración durante el califato de Abdal-Rahman III, tras su etapa de estudios en la capital cordobesa.

El nombre completo de quien pasaría a la Historia como Almanzor era Abu Amir Muhammad b. Abd Allahb. Abi Amir Muhammad b. Abi-l-Walid b. Yazid b. Abd al-Malik b. Amir al-Ma’afirí. Nacido en el año 938, notenemos datos de su infancia, que debió de transcurrir alrededor de la comarca algecireña del Guadiaro, dondehabía nacido. Al igual que su padre, Ibn Abi Amir fue enviado a estudiar a Córdoba siendo joven. En la capitalcalifal residió en casa de un tío suyo, recibiendo la instrucción típica de esta época basada en el estudio del

7

Corán y de la lengua árabe. De hecho podemos calificar sin reservas a Ibn Abi Amir como un hombre culto,aficionado a la literatura y mecenas de poetas y científicos, de los que estuvo rodeado durante toda su vida.

Con la base académica que le habían dado sus estudios en la capital, pronto comenzó a trabajar comocopista en las inmediaciones del palacio califal. En el año 967 ya trabajaba a las órdenes del cadí supremo deCórdoba como auxiliar de notaría, con lo que el futuro Almanzor habría entrado ya en la administración califal.

Pila de fuente procedednte del yacimiento de al-Rumaniya. Durante un tiempo, se consideró que eranrestos de un antiguo palacio de Almanzor, llamado al-Amiriyya.Museo Arqueológico de Córdoba, núm. 6418

Detalle de la pila de al-Amiriyya

8

Su inteligencia, su ambición y su capacidad para la intriga le permitieron conseguir el apoyo de la princesaSubh, esposa favorita del califa al-Hakam II y madre del futuro Hisham II. Posiblemente su apoyo fue yadecisivo para la rápida consecución del siguiente cargo, muy superior al de simple copista: intendente de losbienes de los hijos del califa. Ibn Abi Amir comenzaría su meteórica ascensión con su nombramiento, sólo seismeses después, como director de la ceca de Córdoba, quedando por lo tanto al cargo de la fabricación de lasreputadas monedas califales. Muy poco después recibiría el nombramiento de cadí en Niebla y Sevilla, paraconvertirse en el año 970 en el administrador de los bienes del heredero del califa, Hisham.

Pero aún le faltaba un paso para consolidarse como algo más que un poderoso cortesano: la influencia enel ejército. Ya en el año 972 había supervisado el mantenimiento del orden en la capital, y finalmente en el año973 fue encargado de administrar los pagos que se realizaban a los beréberes levantados contra el poder fatimí,y enviado en una expedición al norte de África. Pero su verdadera carrera militar comenzaría a la vuelta de estaexpedición, cuando fue designado inspector general de las tropas mercenarias del Magreb.

Este es el cargo que ocupaba Ibn Abi Amir cuando, en el año 976, murió el califa al-Hakam II. Rápidamentese colocó al lado del poderoso hachib, Chafar al-Mushafí. La actuación de ambos en este momento seríadecisiva para la llegada al poder de Hisham II, quien no conviene olvidar que tenía como administrador de susbienes desde tiempo atrás al propio Ibn Abi Amir. Se trata de una apuesta que podía ganar o perder. Pero siganaba se situaría ya muy cerca de la cúspide del poder.

III. El ascenso al poder

A la muerte de al-Hakam II, en 976, la dignidadcalifal recayó en su hijo Hisham II, que sólo tenía 12años de edad. Pero la entronización del nuevo califano sería totalmente pacífica. A pesar de que su padrehabía tenido la precaución de hacer que se le prestarajuramento de fidelidad antes de morir, la poderosaguardia eslava protagonizó un intento de sustituirlopor un hermano del difunto al-Hakam (al-Mughira,de 27 años), apoyándose en su corta edad. Pero el con-trol de la situación permaneció en manos de un tríoformado por Subh, madre de Hisham, el hachib al-Mushafi y el propio Ibn Abi Amir. Combinando unadura represión contra los sublevados con la comprade voluntades realizada generosamente por Subh, pron-to se hicieron con el control de la situación. El nuevocalifa no era más que una marioneta en sus manos,especialmente en las de su madre.

De los tres, Subh era quien poseía realmente elpoder, transmitido públicamente a través de la ima-gen de al-Mushafí, mientras que Ibn Abi Amir actua-ría como intermediario entre ambos: una posición quepodría haber sido incómoda, pero que el amirí convir-tió en muy provechosa, al concentrar gran poder sinsufrir desgaste político (cualquier error o medida im-popular podría achacarse a cualquiera de los otros dos,pero difícilmente a Ibn Abi Amir). Para desligarsecompletamente de la vieja política de los califas ante-riores, los tres diseñaron un sistema basado en elimi-nar en primer lugar la influencia que habían tenidolos miembros de la guardia eslava, que quedarían com-pletamente relegados. En su lugar, el gobierno se apoyará en los grupos beréberes.

Ibn Abi Amir había concentrado ya en su persona una parte del poder teóricamente correspondiente alcalifa niño. Sólo quedan dos personas que pueden considerarse superiores a él: al-Mushafí y Subh. Quitar alprimero de ellos de la escena política (eliminándolo físicamente si era necesario) pasó a ser objetivo prioritariodel amirí.

En el año 977/978, Subh había equiparado los sueldos cobrados por al-Mushafí e Ibn Abi Amir, con lo quede alguna forma se estaba equilibrando el poder entre los dos personajes. Para consolidarse en lo más alto de laesfera política, el amirí buscó el apoyo de un general del ejército que contaba con gran estima popular, Galib. En

Brocal de pozo en mármol. Algunos autores hanapuntado la poooosibilidad de que estuvieraoriginariamente relacionado con las obras deAlmanzor en la Mezquita Mayor de Córdoba.Museo Arqueológico de Córdoba, núm. 492

9

el año 978 casó con una de sus hijas, que inicialmente había sido pretendida por al-Mushafí. Esta alianza dabaa Ibn Ami Amir una cierta ventaja en ese difícil equilibrio de poder que aún mantenía con al-Mushafí. Pero elfuturo Almanzor se ha ganado definitivamente el ejército y con esta baza, apoyado en su nuevo suegro, lograrála destitución de al-Mushafí sólo dos meses después de su boda. Todos sus cargos, incluido el de hachib oprimer ministro, pasaron automáticamente a Ibn Abi Amir. Pero, como ya va haciéndose habitual en nuestroprotagonista, no durarán mucho sus buenas relaciones con el prestigioso y poderoso general Galib. El enfrenta-miento final se saldó con la muerte del militar (981). Su pecado había sido conseguir demasiado protagonismoen un estado, al-Andalus, que ya sólo admitía la presencia absoluta de Ibn Abi Amir.

Tal acumulación de poder debía tener un reflejo físico, y así lo decidió el amirí al ordenar la construcciónen las cercanías de Córdoba de un nuevo palacio (o ciudad-palacio) destinado a ser sede de la administración ensustitución tanto del Alcázar de Córdoba como del de Madinat al-Zahra. De esta forma, no sólo consigue elhonor de poder ser citado como constructor de ciudades, algo muy grato para los gobernantes islámicos medie-vales, sino que también aleja del califa y de quienes pudieran buscar el poder cerca de él todos los mecanismosde la administración. En definitiva, en al-Zahira todo estará directamente controlado por Ibn Abi Amir, y nadapodrá hacerse sin su directa supervisión. Aunque tradicionalmente se ha querido ver en la decisión de construirla nueva ciudad - palacio un deseo propagandístico, no conviene perder de vista los efectos prácticos que, parael control del gobierno y la administración califal supone la completa reforma del sistema que puede lograrsede esta manera. Reforma que pasaría desapercibida en la práctica ante la magnitud del traslado de las oficinas aal-Zahira.

Hisham II, recluido de hecho entre los muros del Alcázar de Córdoba, ha perdido cualquier posibilidad deactuación política tras alcanzar la mayoría de edad, a pesar de que en este momento teóricamente Ibn Abí Amirdebía haberle cedido todo el poder. Poco después anunciará públicamente su retiro para dedicarse a la medita-ción ascética, dejando todo el peso del gobierno y la administración en manos del hachib. Éste, por su parte,adoptó en el año 981 el título con el que pasará a la historia: al-Mansur, el victorioso. Con este título será citadoa partir de ahora tras el nombre del califa Ibn Abi Amir en la oración de los viernes de las mezquitas de al-Andalus. Almanzor ha llegado a la cima de su carrera política, ya que nunca llegó a suplantar la legitimidad delpoder del califa aunque gobernó en la práctica como si él mismo tuviese ese título.

En el año 991 llegó por fin el ambicioso, pero siempre cauto, Almanzor a sentirse lo suficientemente fuertecomo para dar el último paso en su consolidación en el poder: asegurar que, a su muerte, las riendas del Estadopasarían a manos de su hijo Abd al-Malik. Para ello le otorgó el título de hachib, que hasta ese momento habíaostentado él personalmente. Este es el verdadero punto de partida de la denominada “dinastía amirí”.

Cuando Subh quiere darse cuenta, ya es demasiado tarde para detener el avance de Ibn Abi Amir. Hasta esemomento, independientemente de sus supuestas relaciones amorosas, los dos han tenido un objetivo común, elmantenimiento de Hisham en el poder. Pero ahora los intereses son claramente divergentes pues Almanzor,lejos de pretender restituir el poder a la familia Omeya, utiliza al débil califa como tapadera para el ejercicio deun poder absoluto. Impedir la consolidación de su dominio completo sobre el Estado es ya imposible inclusopara alguien que había sido tan poderosa como la madre del califa.

Madinat al-Zahira

Una de las fórmulas utilizadas por Ibn Abi Amir para fortalecer su poder fue la de separar del control del Estado atodas aquellas personas que pudieran haber tenido alguna influencia antes de su llegada al gobierno. Quizá seaesta, más que el deseo de emular la edificación de Madinat al-Zahra por los califas omeyas anteriores, la principalrazón de que Almanzor trasladara toda la administración del Estado a un palacio de nueva creación, al que daría elnombre de Madinat al-Zahira. De esta forma alejaba el gobierno de posibles intrigas cortesanas desarrolladas porpersonajes ajenos a su directa supervisión.No conocemos con precisión el lugar escogido para la edificación de este palacio. Sin embargo sabemos, a travésde las noticias que nos ofrecen las fuentes escritas árabes, que estuvo situado en la zona oriental de Córdoba, esdecir, justo al lado contrario de donde se situaba Madinat al-Zahra.Tras unas rapidísimas obras, la mayor parte del palacio estaba ya edificado en el 981, procediéndose entonces altraslado de las oficinas pertenecientes al gobierno y la administración. Sin embargo, no contamos con noticiasfiables sobre su forma, materiales de construcción... A juzgar por la rapidez con que fue levantado, la calidad de laobra no debía aproximarse siquiera a la de Madinat al-Zahra, ciudad con la que quizá quiso ser comparada. Pero lasdescripciones que tenemos sobre al-Zahira proceden de textos poéticos posteriores, que alaban sus bellezas idea-lizando la construcción, y resultan muy poco fiables históricamente. Según los poetas, el palacio estaría lleno defuentes con representaciones de animales, contando con decoración figurativa por todos sus rincones.Su vida fue tan efímera como rápida su construcción, ya que el final de la dinastía amirí supuso el asalto, saqueo ydestrucción del palacio en el año 1009, no quedando piedra sobre piedra. Esto ha provocado que ni siquiera ennuestros días hayan aparecido vestigios de la suficiente entidad como para adscribir con claridad a esta construc-ción amirí los restos arqueológicos aparecidos por la zona donde, según las fuentes escritas, estuvo Madinat al-Zahira.

10

Su último intento de recuperar el mando se produjo en el año 996, cuando urdió una trama destinada aapartar a Almanzor del poder. Aprovechando su acceso al tesoro califal, llegó a sustraer la fabulosa cantidad de80.000 dinares (moneda de oro) destinados a ganar adeptos para la eliminación política de Almanzor. Pero estasustracción llegó a conocimiento de Ibn Abi Amir, quien pudo cortar de raíz el intento de sedición. En lugar deenfrentarse directamente al golpe de mano de Subh, el prudente Almanzor se limitó a advertir públicamentesobre la falta de control de este tesoro en el Alcázar, demasiado a mano para las mujeres del harén. De esta formaindirecta consiguió autorización para llevar el tesoro a al-Zahira y así cortó de un plumazo las posibilidades definanciación de la incipiente revuelta, aunque sin admitir públicamente su ruptura con Subh y el entornofamiliar del califa, de quien oficialmente se seguirá presentando como defensor. Ahora Almanzor controla direc-tamente todos los recursos económicos del Estado.

La supresión de esta amenaza (Subh moriría en 998-999) y la campaña victoriosa contra Santiago deCompostela en el 997 marcarían el comienzo de la última fase del gobierno absoluto del amirí. Durante los añosque le quedan de vida, al-Mansur gobernará al-Andalus con mano dura, acabando de raíz con cualquier atisbode oposición ya que, como expresa elocuentemente Ibn al-Jatib, “no dejó de paralizar ni una mano de la quesospechase pudiera atentar contra él, ni de sacar un ojo que le observase con severa mirada”.

Tras numerosas expediciones victoriosas contra los reinos cristianos, Almanzor encontraría la muerte du-rante el viaje de regreso de una más, la que hacía el número 56, dirigida contra las comarcas riojanas de Castilla.Para los cristianos, la destrucción del monasterio de San Millán de la Cogolla habría provocado la ira divina,causándole la muerte. Posteriormente se difundiría la leyenda de que esta muerte se había producido a causa delas heridas infringidas al amirí por los cristianos en una batalla supuestamente entablada en Calatañazor (Soria).Lo cierto es que Ibn Abi Amir murió a causa de una larga enfermedad, sin que ningún enemigo cristianohubiera podido acabar con su poder.

IV. Las bases del gobierno de Almanzor

Ya desde el primer año de gobierno teórico de Hisham II podemos observar claramente el sistema queutilizará Ibn Abi Amir primero para hacerse con el poder y más adelante para conservarlo:

1. Eliminación política (y si es necesario física) de sus oponentes: desde el momento de la entronización deHisham II, la guardia eslava es depurada, perdiendo su anterior capacidad de influencia política. Losinstigadores de la rebelión que pretendía colocar en el trono a al-Mughira son ejecutados, y algunasfuentes colocan al propio Almanzor como el verdugo físico de alguno de ellos.

2. Establecimiento de una serie de medidas que, con carácter completamente populista, consiguieran atraerlas simpatías populares. La supresión del impuesto sobre el aceite es una de las primeras medidas toma-das por el gobierno de Hisham II. Más adelante, con la depuración de la mítica biblioteca creada por al-Hakam II, Almanzor trataría de atraerse a los musulmanes más ortodoxos al aceptar destruir los librosconsiderados “impíos”.

3. Expansión militar, que serviría como forma de generar recursos (botín), pero sobre todo para fortalecerel apoyo popular, al presentarse como guerrero victorioso en el yihad o guerra santa contra los infielescristianos. La primera vez que Ibn Abi Amir pudo utilizar este recurso se le presentó en el año 977,cuando dirigió personalmente su primera expedición contra el reino de León (llegando hasta tierrasgallegas), que se saldaría con un rotundo éxito.

Todo este sistema está sustentado, además, por una poderosa maquinaria propagandística. No en vano IbnAbi Amir fue un gran conocedor de la lengua árabe y un personaje de importante cultura. Aprovechándose deello, Almanzor se rodeará de científicos y poetas que, aparte de proporcionarle un deleite intelectual, serviríanpara ayudar a legitimar a su poder (Almanzor tenía el poder, pero no era miembro de la dinastía Omeya, nodescendía directamente de la familia de Mahoma y, por ello, podía ser acusado de gobernante ilegítimo). Elpropio Almanzor escribiría obras poéticas en forma de autoelogio, y los poetas de los que se rodeaba estaban enbuena parte dedicados a ensalzar las virtudes del caudillo, supliendo de esta forma la falta de legitimidad dinás-tica de su poder. Tenemos noticias que nos indican que los poetas más cercanos a la corte amirí acompañabana Almanzor incluso en las campañas militares.

Sólo este enfoque nos puede permitir conciliar el amor a las letras de Almanzor con una decisión tanescasamente poética como la destrucción de buena parte de la magnífica biblioteca de al-Hakam II: los poetasque le rodean tienen el encargo preciso de ensalzar su figura, son propagandistas políticos antes que artistas;con el expurgo de la biblioteca, por su parte, Almanzor se ganaría los afectos de los musulmanes más radicales.Ambas actuaciones, en principio opuestas, responden a un mismo interés: ganarse el apoyo de la poblacióncordobesa.

Similar objetivo habrían tenido las obras públicas emprendidas bajo el gobierno de Almanzor. Con la cons-

11

trucción de puentes, alcazabascomo la de Ceuta, e inclusouna ciudad palatina (al-Zahira), Almanzor estabaemulando a los anteriores go-bernantes Omeyas, equiparán-dose en cierta forma a Abd al-Rahman III. Su decisión deampliar la Mezquita aljama yla forma en que se realizó estaampliación (mucho mayorque todas las obras que se ha-bían desarrollado anterior-mente) responde esencial-mente a motivos propagandís-ticos: un gran gobernante,igual o mayor que los anterio-res omeyas, interviene en eledificio más representativo dela capital porque está legitima-do para ello como dueño delpoder en al-Andalus, mostran-do así su profunda religiosidady su dedicación al pueblo deCórdoba. Propaganda pura ydura, que explica esta obramucho mejor que un dudosoaumento espectacular de lapoblación de la capital.

Pero la base fundamentaldel poder de Almanzor estuvoen su prestigio militar, que lepermitía mantener un gobier-no firme, apoyado en los mili-tares, además de ofrecer unaimagen positiva ante el puebloy conseguir los recursos eco-nómicos necesarios para man-tener todo este sistema, a tra-vés del botín de guerra. La ac-tividad militar de losandalusíes en estas décadasfue frenética (ver recuadro).

Sin embargo, el grave pro-blema del sistema puesto enfuncionamiento por Almanzortendría su origen precisamen-te en la necesidad constantede mantener unos elevadosgastos militares. El botín obte-nido en las campañas contralos cristianos no era suficien-te para pagar a un ejército demercenarios cada vez más numeroso. Ahora ya no se trata de aprovechar la estabilidad interior para emprendercampañas de expansión exterior, como había sucedido con Abd al-Rahman III y al-Hakam II. Por el contrario,son las victorias en el exterior las que hacen posible el mantenimiento de la paz interior. La base del ejércitoestá en mercenarios beréberes y en menor medida eslavos, que cada vez tienen más poder, desplazando a laantigua aristocracia árabe. Las tensiones entre los tres grupos van formando la mecha sobre la que una mínimachispa puede provocar el gran incendio del edificio político amirí. Y esta chispa no es otra que un fallo en elcomienzo del sistema: cuando cese la expansión exterior o no se cuente con recursos suficientes para costearnuevas razias contra los reinos cristianos del norte, todo lo construido por Almanzor podrá terminar saltandopor los aires.

La fuerza militar fue una de las bases fundamentales del poder deAlmanzor. En la imagen, representación de un arquero en un fragmentode ataifor.Museo Arqueológico de Córdoba, núm. MA-MV. 1213

12

Las campañas militares

En época de Almanzor, el ejército andalusí era una maquinaria de guerra perfectamente desarrollada. Las razias o

aceifas se solían desarrollar cada verano, con la triple intención de conseguir botín, mantener desmoralizados a los

potenciales enemigos fronterizos y aglutinar en un único objetivo los intereses dispersos de la clase militar andalusí.

No conviene tampoco olvidar la importancia que estas victorias militares tuvieron en el pueblo cordobés, que partici-

paba multitudinariamente tanto en la entrega de estandartes, acto oficial que precedía a la salida de las tropas, como

en el recibimiento del ejército a la vuelta de la expedición victoriosa. Porque las 56 aceifas recogidas por las fuentes

escritas se corresponden con 56 victorias de al-Mansur, el Victorioso.

Principales expediciones militares desarrolladas bajo el mando de Almanzor:

Fecha Destino Descripción

973-974 Norte de África Éxito de Ibn Abi Amir en su primera expedición, bajo órdenes del general Galib,en la que participó como administrador de fondos.

977 Interior de al-Andalus Almanzor reacciona llamando a la yihad ante la pasividad mostrada por el hachibal-Mushafí ante los ataques cristianos, que han llegado a amenazar Sierra Morena.Se consolida así como gran jefe militar.

Baños de Ledesma En estas tres campañas consecutivas, la primera en pleno invierno, AlmanzorCuéllar consiguió cautivos y botín, arrasando algunas defensas cristianas de la zona.Salamanca

978 Navarra-Cataluña Dos campañas dirigidas por Almanzor ya con su nuevo título de hachib.Ledesma Utiliza Zaragoza como base militar.

979 Norte de África Expedición comandada por Almanzor desde Algeciras.Ledesma Incendio de Zamora. Vuelve a Córdoba con 13.000 cautivos.Sepúlveda Importantes bajas al enemigo, devastando Sepúlveda.

980 Medinaceli Saqueo de la ciudad, en realidad en el curso no de una aceifa, sino de la luchapersonal que mantiene con su suegro, el general Galib. Al año siguiente sedesarrollarán varias campañas en el marco de este enfrentamiento

981 Zamora Victoria andalusí sobre el conde de Castilla Fernán González, con posterior saqueode Zamora y alrededores.

Valle del Duero Victorias de Rueda y Simancas frente a la alianza del Conde de Castilla con el reyde Navarra. A su vuelta a Córdoba, Ibn Abi Amir adopta el título de al-Mansur.

985 Norte de África Desde Algeciras, Almanzor lanza un ejército por Ceuta para mantener lasposiciones andalusíes ante los fatimíes.

Cataluña Saqueo e incendio de Barcelona, tras vencer al conde Borrel. La ciudadpermaneció ocupada por tropas andalusíes seis meses.

986 Meseta Norte Dirigida contra las ciudades de Salamanca, Alba de Tormes, León y Zamora.

987 Coimbra Ocupación de la ciudad.

988 León Tras tres días de asedio, la ciudad es destruida, al igual que los monasterios deSahagún y Eslonza.

989 Osma Éxito ante Osma, pero fracaso en el asalto a San Esteban de Gormaz.

995 Carrión – Astorga Saqueos.

996 Norte de África Expedición hacia la zona de Tánger. Almanzor no la dirigió personalmente.

997 Galicia Incendio y destrucción de Santiago de Compostela, que sólo respetó el sepulcrodel Apóstol. Se combinó el ataque terrestre con el uso de la marina para el transporte.

998 Norte de África Desde Algeciras, Almanzor envía a Tánger a su hijo Abd al-Malik para ayudar alejército andalusí que intentaba controlar este territorio desde el 996. La revuelta delMagreb ha corrido paralela al complot anti-amirí desarrollado en Córdoba bajoauspicios de Subh. Tras la entrada en Fez, Abd al-Malik es nombrado gobernadordel Magreb, convirtiéndose en el protagonista de la solución a los dos principalesproblemas del momento: la revuela magrebí y las intrigas cordobesas de Subh.

999 Navarra Saqueo del reino y destrucción de la capital, Pamplona.

1000 Zaragoza Ataques a Zaragoza y el País Vasco

1002 La Rioja Destrucción del monasterio de San Millán de la Cogolla. A la vuelta de la campaña,Almanzor muere en Medinaceli.

Jefe militar victorioso en la yihad, constructor de ciudades y protector de las artes y de las ciencias, Almanzorcuidó mucho esta imagen ideal de príncipe islámico. Y para propagarlo se rodeó de quienes mejor podíancantar sus virtudes. El mito de Almanzor había nacido, pues, en vida del propio Ibn Abi Amir.

13

V. Los sucesores de Almanzor y el final del Califato de Córdoba

Tras la muerte de Almanzor, en el año 1002, dos de sus hijos se convertirán en herederos de su poderpolítico. Este inusual hecho ha provocado que, pese a no ser una familia de reyes, la historiografía haya consoli-dado el término ya comentado de dinastía Amirí para referirse a esta familia de primeros ministros.

En el mes de agosto del 1002, el poder fue asumido por el hijo de Almanzor, Abd al-Malik, que ya había sidodesignado por su padre sucesor en el año 991, tras ser aceptado por Hisham II como hachib (Almanzor habíarenunciado a esta dignidad, aunque no al ejercicio del poder; sería llamado desde este momento Señor). Dehecho, su acceso al poder, diseñado en sus líneas generales por su padre, fue en cierto sentido paralelo al deAlmanzor. No sólo porque utilizara el mismo cargo de hachib como trampolín, sino también porque se habíafamiliarizado con el ejército a través de las campañas norteafricanas, desde la desarrollada en el año 998.

Su gobierno fue corto (1002-1008), y siguió en lo fundamental las directrices que había marcado su padre.Continuó apoyádonse en los beréberes, ante la posibilidad de un nuevo aumento de influencia de la guardiaeslava. Y las campañas militares de acoso a las tierras cristianas continuaron bajo su mandato.

Aunque no parece que tuviera la extraordinaria aptitud de su padre para el mando, lo cierto es que consi-guió mantener el régimen creado por Almanzor sin fisuras. En 1007 el califa le concedió el título honorífico deal-Muzaffar (El Vencedor), aunque no pudo usarlo durante mucho tiempo, ya que murió al año siguiente (1008).

A la muerte de Abd al-Malik comenzó el ocaso del sistema amirí y, con él, el del califato de Córdoba. Suhermano Abd al-Rahman, llamado Sanchuelo por ser posiblemente descendiente de Sancho II de Navarra, nosólo era un inepto incapaz de mantener la unidad conseguida por su padre y su hermano, sino que además suambición le llevó a intentar suplantar la dignidad califal, haciéndose designar heredero por Hisham II. De estaforma quedaban rotos los dos pilares básicos sobre los que Almanzor había sustentado su sistema de gobierno:fortaleza y claros apoyos internos y mantenimiento de la ficción califal, para que la legitimidad de su poder nofuera puesta en duda.

En el año 1009, cuando Sanchuelo había salido de Córdoba para dirigir una razia contra los reinos cristia-nos, estalló la revuelta en la capital, fruto de las tensiones entre eslavos, beréberes y árabes, que durante muchotiempo habían permanecido dormidas. Ahora son árabes y eslavos quienes intentan acabar con el protagonismoadquirido por los beréberes desde el comienzo del gobierno de Almanzor. Hisham II es obligado a abdicar,tomando el poder Muhammad III. Cuando volvía hacia Córdoba para intentar resolver la situación, Sanchuelofue asesinado, terminando así la denominada dinastía Amirí.

Vista del interior del Monasterio de San Millán de la Cogolla, destino de la última expedición militar deAlmanzor

14

A partir de este momento, no hay quien ponga freno a las tensiones durante tanto tiempo sostenidas por lapersonalidad fuerte de los califas, de Almanzor o de Abd al-Malik. La dignidad califal cambia de manos conrapidez, fruto de las constantes sublevaciones. Y su poder apenas alcanza, en el mejor de los casos, poco más alláde los muros de la ciudad de Córdoba. El Estado omeya se está derrumbando. Madinat al-Zahra fue saqueaday destruida, como también lo será el palacio amirí, Madinat al-Zahira. Finalmente, en el año 1031 una asambleade notables cordobeses decide abolir el sistema de gobierno califal.

En menos de tres décadas, al-Andalus ha pasado de ser un Estado fuertemente centralizado y una granpotencia económica, cultural, política y militar, hegemónica en la Península Ibérica, a verse reducida a un grupode ciudades – estado desorganizadas y en lucha constante, sometidas pronto al creciente poder de los peque-ños reinos cristianos que se están desarrollando a la sombra de las ruinas del antiguo edificio político Omeya.

¿Por qué cayó el califato?

Almanzor llevó al Estado omeya andalusí a su momento de mayor fuerza tanto dentro como fuera de la PenínsulaIbérica. Sin embargo, muy poco después este edificio político se derrumbaría de golpe, arrastrando en su caída lapropia unidad de al-Andalus. ¿Cuáles fueron las causas de este fracaso?

Causas sociales. Gran poder económico y social de los grupos de oposición. Especialmente los miembros de laaristocracia árabe, clientes tradicionales de los omeyas y que habían ocupado los lugares más destacados política,económica y socialmente hasta la llegada al poder de Ibn Abi Amir. Pero Almanzor, para afianzarse en el poder, tuvoque apartar a sus posibles competidores árabes, apoyándose fundamentalmente en los beréberes. Consiguió suprimer objetivo, afianzarse en el poder, pero dio origen a un grave problema, al ganarse el odio de los clanes árabesmás destacados, a la vez que convertía a los beréberes en un nuevo grupo poderoso, rompiendo el difícil equilibriosocial existente hasta ese momento. Durante los siete años de reinado de facto de Abd al-Malik y AbderramánSanchuelo se produjo un incremento constante de la conflictividad social protagonizada especialmente por lasclases altas, tanto árabes como eslavas. La imagen de nefasto gobernante de Sanchuelo, derrochador, lujurioso ypoco respetuoso con la religión, posiblemente amplificada por sus enemigos políticos, terminaría por asegurarle elodio del pueblo cordobés, con lo que perdía otro de los pilares básicos difícilmente conseguidos y mantenidos porsu padre. Ya no queda ningún grupo que siga apoyando a los amiríes, salvo sus incondicionales beréberes.

Causas económicas. Esta paz social a la que acaba de aludirse no fue ajena a un sistema fiscal basado en lajusticia: los impuestos y tributos eran administrados directamente por el Estado central, apoyándose en leyes per-fectamente definidas. Aprovechando la riqueza del país y el desarrollo de la economía monetaria (no era habitual enla Europa de la época una utilización masiva de la moneda como medio de pago, lo que sí sucedía en al-Andalus) elEstado recaudaba grandes cantidades de dinero, sin cometer abusos ni injusticia.Sin embargo, con Almanzor aumentaron considerablemente los gastos militares. La existencia de un ejército profe-sional, de mercenarios bien pagados, era esencial para su diseño político. Pero su mantenimiento era muy costoso,lo que le obligó a aumentar la presión fiscal. Estos aumentos de impuestos hicieron reaparecer los abusos y lasprotestas populares, que sólo podían acallarse con medidas populistas: rebaja en algunos impuestos, construccio-nes públicas destacadas y victorias militares como elemento propagandístico. Pero estas medidas provocabannuevamente un aumento de los gastos que era necesario compensar cuanto antes con un nuevo incremento de lapresión fiscal. Entramos así en una espiral imparable que acabaría llevando a la quiebra de la justicia fiscal que tantohabía contribuido al mantenimiento de la paz social en al-Andalus.

Causas políticas. La difícil unidad de al-Andalus, siempre amenazada por tensiones separatistas, se había conse-guido finalmente al amparo del poder omeya, personificado en Abd al-Rahman III y reflejado en la nueva forma deEstado diseñada por él desde el año 929: el califato. La acumulación de poder en manos de Almanzor supone, dehecho, una quiebra de este diseño político. La final pretensión de su hijo Sanchuelo de usurpar la dignidad califal esla gota que hace rebosar el vaso. Con la enemistad manifiesta de árabes, eslavos y del pueblo de Córdoba, elmantenimiento de Sanchuelo en el poder no puede durar mucho tiempo. La sublevación popular obliga a dimitir aldébil Hisham II y este es el final de la dinastía amirí, ya que con él desaparece el califa que, en realidad, habíapermitido el acceso al poder de esta familia. Al mismo tiempo, en las diferentes provincias, unidas a Córdoba por laimagen del poder califal, distintas familias notables intentan hacerse con el poder, unos emulando el sistema amirí(que había dejado inservible el recurso a la legitimidad dinástica omeya) y otros defendiendo públicamente precisa-mente esta legitimidad califal. La ruptura de la unidad está servida.

15

VI. Almanzor, entre la historia y la leyenda

Como se ha podido comprobar en las páginas anteriores, Almanzor fue un personaje tremendamente pode-roso. Y esto le hizo ser muy conocido, y tan apreciado como denostado desde el mismo momento de su muerte.Caudillo militar victorioso o plaga que asola anualmente las tierras cristianas; gobernante que mantiene y afian-za el Estado andalusí o usurpador ilegítimo del gobierno califal omeya; poderoso o dictador... Las numerosasmiradas puestas desde comienzos del siglo XI sobre Ibn Abi Amir han tenido enfoques muy diferentes, depen-diendo de que estuvieran centradas en una virtud o en un defecto concreto de este polémico personaje.

En general, los escritores andalusíes de la Edad Media compartieron una visión positiva del gobierno amirí.Durante esta etapa, el Islam demostró su supremacía sobre los cristianos en la Península Ibérica, y esto llegó ahacer de Almanzor un estandarte donde se reflejaba el poder de un Estado andalusí que desaparecería muypronto. Ibn Hayyan fue el historiador cordobés más cercano a los hechos (murió en 1076), y el autor de lamayor parte de las noticias que han llegado hasta nosotros, a través de diferentes intermediarios, sobre estaetapa. De él copiarían los datos más relevantes la mayor parte de los autores islámicos posteriores, y a él debe-mos, por lo tanto, una imagen de Almanzor que casi podemos considerar como “oficial”. Buen gobernante,defensor del Islam y hombre justo que cedería el poder a su hijo Abd al-Malik, seguidor de una obra paternaque acabaría destrozando el inepto y ambicioso Sanchuelo. Esta es la imagen de la llamada “dinastía amirí” másdifundida en la España musulmana a partir del siglo XI.

Sin embargo, no todos los autores islámicos medievales fueron incondicionales adeptos de la obra del amirí.El influyente Ibn Idhari ya se mostraba en el siglo XIII crítico con el gobierno de Almanzor, y especialmentecon sus hijos. La suplantación del poder califal que realizan los amiríes es considerada por este autor la causaprincipal del derrumbamiento de al-Andalus. Y no es la única fuente musulmana crítica con la figura de Almanzor:junto a numerosos admiradores de la fortaleza política y militar de al-Andalus durante su gobierno, algunosimportantes historiadores cargaron las tintas contra la falta de legitimidad de su mando. Es el caso de IbnJaldún que, ya a fines del siglo XIV y comienzos del XV, calificaba el gobierno de Almanzor de despótico y poníaen los asesinatos políticos la base de su dominio del Estado.

Al igual que ocurre con los escritores musulmanes, también los cronistas cristianos de la Edad Media nosofrecen visiones muy diferentes de este personaje. Aunque en este caso predominan las críticas sobre las ala-banzas. Es lógico: los cronistas cristianos vieron como aspectos negativos el origen ilegítimo de su poder, su

Monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja)

16

manera de ejercer la violencia política... al igual que lo habían hecho algunos autores musulmanes. Pero loscristianos también tenderán a criticar duramente las campañas militares contra los reinos del norte de la Penín-sula Ibérica, sucesos que, para los historiadores musulmanes, estaban entre los principales logros de Almanzor.

Las razias contra los reinos del norte tuvieron una gran influencia en la visión negativa, completamentesubjetiva, que nos ofrecen muchos autores cristianos. Por ejemplo el obispo de Astorga, Sampiro (siglo XI) oAymeric Picaud, autor de una guía de peregrinación a Santiago. Almanzor es visto por ellos como un demonioenviado para castigar los pecados de la cristiandad, y especialmente del rey Vermudo II. Una imagen tambiénmuy negativa es la que nos ofrecen en el siglo XII los autores de la Crónica Najerense, la Crónica Silense(presenta a Almanzor como “el mayor de todos los bárbaros”) o la Historia Compostelana. Y, ya a comienzos delsiglo XIII, Lucas de Tuy, quien se queda a un paso de la identificación directa de Almanzor con el diablo.

Sin embargo, la imagen que nos transmiten los cronistas castellanos no siempre es negativa. En muchas obrashistóricas Almanzor es visto en primer lugar como un gran gobernante. Esta idea central es la que nos ofrece amediados del siglo XIII, por ejemplo, un cronista tan poco sospechoso como don Rodrigo Jiménez de Rada,arzobispo de Toledo (lo considera juicioso, valeroso, alegre y generoso). Aún más elogioso con nuestro personajees el rey Alfonso X el Sabio, quien llega a elogiar claramente a Almanzor en la Primera Crónica General de España,al afirmar que era “omne muy sabio et muy atrevido et alegre et franque (...) muy esforzado et de gran coraçon”.

A partir del siglo XVI, esta idea transmitida por las crónicas castellanas es la que parece haber triunfado, yAlmanzor aparece retratado como un gran estadista. Incluso su figura se convirtió para muchos en un prototipodel buen gobernante. En general, esta es la visión que llega hasta el siglo XIX español, aunque también ha habidohistoriadores que, como Simonet, opusieron católica resistencia a los defensores de Almanzor.

Y así llegamos a nuestros días, cuando aún la figura de Almanzor se debate entre la historia y la leyenda,hasta el punto de que no podemos saber con seguridad qué noticias de las que han llegado hasta nosotros deeste personaje son ciertas y cuáles legendarias: mujeriego, de gran belleza, jorobado, guerrero invicto, granamante, de inteligencia privilegiada, aficionado a la poesía y a las artes,...

En resumen, hoy conocemos bastante bien la figura del gobernante amirí, aunque todavía perviven en elimaginario colectivo visiones del moro sanguinario, del azote de cristianos. O, lo que aún es más común, deldictador implacable que usurpó el poder legítimo de los omeyas. Como si Abd al-Rahman III o al-Hakam IIhubieran sido gobernantes pacíficos y demócratas, y Almanzor sólo un violento usurpador.

Porque en realidad Ibn Abi Amir fue todo lo que se ha dicho sobre él y mucho más. Cruel y prudente,guerrero e intelectual, buen gestor y demagogo. Una personalidad extraordinaria y compleja que, con sus lucesy sombras, sus defectos y virtudes, se convirtió en protagonista destacado de 30 años cruciales en la historia dela Península Ibérica. La conmemoración del milenario de su muerte puede ser una buena ocasión para intentarconocer mejor a Almanzor y su época.

17

Bibliografía básica

ÁVILA, M. L., “Sobre Galib y Almanzor”. Al-Qantara, II 1-2 (1981), pp. 449-452.BARIANI, L., “De las relaciones entre Subh y Muhammad Ibn Abi Amir Al-Mansur, con especial referencia a su “ruptura”

(wahsa) en 386-388 / 996-998”. Qurtuba, I (1996), pp. 11-38.BARIANI, L., “El dictador. A la sombra de un califa niño”. La aventura de la Historia, 46 (agosto 2002), pp. 56-63.GARCÍA DE CORTÁZAR, F. – GONZÁLEZ VESGA, J.M., Breve historia de España. Madrid, 1993.GUICHARD, P., Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente. Barcelona, 1976.LADERO QUESADA, M.A.., Historia Universal. Edad Media. Barcelona, 1987.MARTÍNEZ ENAMORADO, V. – TORREMOCHA SILVA, A., Almanzor y su época Al-Andalus en la segunda mitad del siglo X.. Málaga,

2001.MITRE FERNÁNDEZ, E., La España medieval. Sociedades. Estados. Culturas. Madrid, 1979.PINO GARCÍA, J.L. DEL (Coord.), Al-Andalus Omeya. Córdoba, 2002.VALDEÓN BARUQUE, J., “El califato de Córdoba”. Cuadernos de historia 16, 3 (1995).VALDEÓN BARUQUE, J., “Martillo de cristianos”. La aventura de la Historia, 46 (agosto 2002), pp. 64-68.VALDÉS FERNÁNDEZ, F. (Coord.), Almanzor y los terrores del Milenio. Aguilar de Campóo, 1999.VV.AA., El esplendor de los Omeyas cordobeses. La civilización musulmana de Europa Occidental. Granada, 2001.VV.AA., Santiago / al-Andalus (catálogo de la exposición). Santiago de Compostela, 1997.

GLOSARIO DE TÉRMINOS

ABBASÍES. Familia árabe que protagonizó una revuelta contra los califas Omeyas. Tras hacerse con el poder a mediados delsiglo VIII, trasladan la capital califal de Damasco a Bagdag.

ABD AL-MALIK. Primero de los hijos de Almanzor, fue asociado por su padre al poder al nombrarlo hachib en 991. Gober-nará de facto el Estado entre 1002 y 1008, ocupando el califato Hisham II.

ABD AL-RAHMAN III. Emir omeya cordobés desde el 912 que se proclama califa en el año 929.AL-ANDALUS. Nombre que recibe el Estado creado en la Península Ibérica por los musulmanes, que tendrá a Córdoba

como su capital.AL-HAKAM II. Hijo de Abd al-Rahman III, sucede a su padre en la dignidad califal hasta su muere en el año 976.AL-MANSUR. “El Victorioso”. Apelativo referido a Ibn Abi Amir desde el año 981.AL-MUGHIRA. Hermano de al-Hakam II a quienes algunos intentaron entronizar a la muerte de éste, en lugar de su

sobrino Hisham.AL-MUSHAFÍ. Hachib de al-Hakam II, era la personalidad política más fuerte a la muerte del califa. Posteriormente sería

desplazado por el imparable Almanzor.AL-MUZAFFAR. “El Vencedor”, apelativo que Hisham II concede a Abd al-Malik, hijo y sucesor de Almanzor, en 1007.AMIRÍES. Miembros de la familia de Ibn Abi Amir, Almanzor.BEREBERES. Pueblo norteafricano que se convirtió en un aliado tradicional de los andalusíes en su intento de frenar la

expansión del califato fatimí hacia Occidente. Buena parte de los musulmanes que entraron en la Península Ibéricapertenecían a esta etnia, y se convertirán en la base del ejército andalusí en época de Almanzor.

CALIFA. Apelativo referido al máximo dirigente de la comunidad islámica, heredero del poder establecido por el profeta.Gobernante único del Islam hasta comienzos del siglo X, cuando la independencia del estado fatimí en Egipto, yposteriormente también del Omeya en Córdoba rompe la unidad teórica del califato islámico.

CORAS. Cada una de las provincias en las que se dividía al-Andalus.DINAR. Moneda de oro andalusí, que durante el siglo X era considerada la más fuerte del Occidente, siendo comúnmente

aceptada como moneda de cambio tanto dentro como fuera de al-Andalus.DINASTÍA AMIRÍ. Nombre con el que se conoce tradicionalmente a Almanzor y sus hijos, Abd al-Malik y Sanchuelo, por

sucederse en el poder como si se tratara de una verdadera dinastía reinante.EMIR. Jefe político de un estado islámico.FATIMÍES. Familia destacada del norte de África, que llega a formar un segundo califato al proclamar su total independen-

cia de los Abbasíes de Bagdag a mediados del siglo VIII.GALIB. Prestigioso militar andalusí que se convertiría en suegro y aliado de Almanzor, aunque su posterior enemistad

terminaría con una cruenta lucha.HACHIB. Primer ministro, máxima autoridad por debajo del califa.HISHAM II. Hijo de al-Hakam II, a quien sucede en el califato (976-1008). Con él lograría Almanzor las más altas cotas de

poder, que incluso llegó a traspasar a sus hijos.LEGITIMIDAD. Principal problema para el gobierno de los amiríes. Se considera legítimo el gobierno de los Omeyas, por

pertenecer a la dinastía reinante, pero no el poder de Almanzor y sus sucesores, esencialmente si éstos intentansuplantar al califa.

MADINAT AL-ZAHRA. Ciudad construida por los califas omeyas Abd al-Rahman III y al-Hakam II durante el siglo X en laspróximidades de Córdoba, para convertirse en capital del Estado.

MADINAT AL-ZAHIRA. Palacio mandado construir por Almanzor en las próximidades de Córdoba (en el lado contrario deMadinat al-Zahra) para convertirse en capital del Estado.

MOZÁRABES. Cristianos que viven en al-Andalus, bajo gobierno musulmán.MULADÍES. Musulmanes de al-Andalus de origen cristiano (antiguos cristianos hispanos convertidos al Islam).

18

OMEYAS. Familia descendiente de Umar, uno de los primeros califas islámicos sucesores de Mahoma. Tras un golpe deestado protagonizado por los Abbasíes, los califas omeyas de Damasco son destronados, muriendo asesinados todoslos miembros de la familia, excepto Abd al-Rahman. Éste consigue huir hasta al-Andalus, donde terminará porhacerse con el poder proclamándose Emir independiente del califato oriental (756).

RAZIAS. Expediciones de castigo y saqueo desarrolladas normalmente en verano por el ejército andalusí, dirigidas sobretierras controladas por los pequeños núcleos políticos cristianos del norte de la Península Ibérica.

SANCHUELO. Apelativo que recibe un hijo de Almanzor, sucesor de su hermano Abd al-Malik al frente del Estado, porconsiderar que descendía de Sancho II de Navarra por parte de madre. Fue el responsable del derrumbe del sistemaque había puesto en funcionamiento su padre, al hacerse designar heredero por el califa Hisham.

SAQALIBA. Guardia personal de al-Hakam II, de origen eslavo, que llegó a concentrar un gran poder.SUBH. Esposa favorita de al-Hakam II y madre de Hisham II. Se convirtió en amante y principal apoyo en el ascenso

político de Almanzor.YIHAD. Guerra Santa musulmana contra los infieles.

19