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Georg Lukács y el estalinismo kmarx.wordpress.com /2015/02/14/georg-lukacs-y-el-estalinismo/ Antonio Olivé Hay historias vitales alucinantes, por ejemplo Georg Lukács. Imagina que eres un joven, listo de cojones, de la nobleza y que voluntariamente renuncias a esa vida cómoda para militar activamente en el partido comunista. Imagina que a las primera de cambio, tu ídolo -en este caso Lenin- hace una crítica brutal de tu obra y te arrastra por el barro; que presentas tus ideas y la Internacional Comunista, tus propios camaradas te insultan, te difaman, te obligan a abandonar la política y recluirte en la filosofía largo tiempo. Imagina que mucho tiempo después vuelves a la política de nuevo, participas en un gobierno y tus propios camaradas te dan un golpe de estado, te encarcelan y te expulsan del partido. Y aún así, nunca dejas de ser marxista. Pues más o menos, con sus aciertos y errores, es la vida de Lukács. Y ¿quién mejor que un especialista para tratar un tema?. Tratándose de Lukács, el especialista en cuestión es Nicolas Tertulian; que de tan erudito, abruma. ¡Tómatelo con calma…! Salud, Olivé. ________________________________________________________________ GEORG LUKÁCS Y EL ESTALINISMO Nicolas Tertulian Pocos son hoy en día los que evocando la lucha de los intelectuales contra los regímenes totalitarios del Este, hagan referencia a alguna otra forma de oposición que no sea la de los disidentes. El mérito de estos hombres de gran coraje, que de Andrei Sajarov a Vaclav Havel y de Leszek Kolakowski a Alexandre Solshenitsin, han adquirido una legítima audiencia, no debe sin embargo, hacer olvidar por un reflejo anticomunista, comprensible pero no obstante simplificador, el hecho de que la contestación comenzó en el interior mismo del sistema, y que intelectuales marxistas como Bertold Brecht, Ernst Bloch o Georg Lukács han denunciado con vigor las prácticas stalinianas y el socialismo de cuartel ”. El contenido y la finalidad de sus críticas eran evidentemente diferentes de las de los disidentes: deseaban la reforma radical de esas sociedades, su reconstrucción sobre bases auténticamente socialistas y no la restauración del capitalismo. En 1958, Ernst Bloch le confiaba amargamente a su amigo Joachim Schumacher, que él mismo y sus discípulos habían sido objeto de una represión brutal en la RDA. En su carta, remitida por prudencia desde Austria, le explicaba a su interlocutor que su crítica contra la “Satrapen- Misswirtschaft” (desastrosa economía de sátrapa) había sido tolerada durante un cierto tiempo y bien que mal aceptada, pero desde la aparición del movimiento contestatario húngaro, -el círculo Petöfi comienza a reunirse en 1956-, la situación cambió completamente. Vejaciones y prohibiciones se sucedieron. Prohibición de enseñar, prohibición de publicar el tercer volumen del libro “ Principio Esperanza”. Bloch describía la situación con una fórmula lapidaria: < Man brauchte einen deutschen Lukács…> (“se necesita un Lukács alemán “).

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Georg Lukács y Elestalinismo

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  • Georg Lukcs y el estalinismokmarx.wordpress.com /2015/02/14/georg-lukacs-y-el-estalinismo/

    Antonio Oliv

    Hay historias vitales alucinantes, por ejemplo Georg Lukcs. Imagina que eres un joven, listo decojones, de la nobleza y que voluntariamente renuncias a esa vida cmoda para militar activamente enel partido comunista. Imagina que a las primera de cambio, tu dolo -en este caso Lenin- hace unacrtica brutal de tu obra y te arrastra por el barro; que presentas tus ideas y la Internacional Comunista,tus propios camaradas te insultan, te difaman, te obligan a abandonar la poltica y recluirte en lafilosofa largo tiempo. Imagina que mucho tiempo despus vuelves a la poltica de nuevo, participasen un gobierno y tus propios camaradas te dan un golpe de estado, te encarcelan y te expulsan delpartido. Y an as, nunca dejas de ser marxista. Pues ms o menos, con sus aciertos y errores, es lavida de Lukcs.

    Y quin mejor que un especialistapara tratar un tema?. Tratndosede Lukcs, el especialista encuestin es Nicolas Tertulian; quede tan erudito, abruma. Tmatelocon calma!

    Salud, Oliv.

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    GEORG LUKCS Y EL ESTALINISMO

    Nicolas Tertulian

    Pocos son hoy en da los que evocando la lucha de los intelectuales contra los regmenes totalitariosdel Este, hagan referencia a alguna otra forma de oposicin que no sea la de los disidentes. El mritode estos hombres de gran coraje, que de Andrei Sajarov a Vaclav Havel y de Leszek Kolakowski aAlexandre Solshenitsin, han adquirido una legtima audiencia, no debe sin embargo, hacer olvidarpor un reflejo anticomunista, comprensible pero no obstante simplificador, el hecho de que lacontestacin comenz en el interior mismo del sistema, y que intelectuales marxistas como BertoldBrecht, Ernst Bloch o Georg Lukcs han denunciado con vigor las prcticas stalinianas y elsocialismo de cuartel. El contenido y la finalidad de sus crticas eran evidentemente diferentes de lasde los disidentes: deseaban la reforma radical de esas sociedades, su reconstruccin sobre basesautnticamente socialistas y no la restauracin del capitalismo.

    En 1958, Ernst Bloch le confiaba amargamente a su amigo Joachim Schumacher, que l mismo ysus discpulos haban sido objeto de una represin brutal en la RDA. En su carta, remitida porprudencia desde Austria, le explicaba a su interlocutor que su crtica contra la Satrapen-Misswirtschaft (desastrosa economa de strapa) haba sido tolerada durante un cierto tiempo y bienque mal aceptada, pero desde la aparicin del movimiento contestatario hngaro, -el crculo Petficomienza a reunirse en 1956-, la situacin cambi completamente. Vejaciones y prohibiciones sesucedieron. Prohibicin de ensear, prohibicin de publicar el tercer volumen del libro PrincipioEsperanza. Bloch describa la situacin con una frmula lapidaria: (se necesita un Lukcs alemn).

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  • Se tena necesidad de un Lukcs alemn en la RDA de Walter Ulbricht, quien tema la posibilidad deque el espritu del crculo Petfi, del cual Lukcs haba sido uno de los animadores, pudiesepropagarse. Y en la buena tradicin staliniana, haba promovido un sonado proceso, destinado aprevenir cualquier veleidad que pusiera en cuestin los mtodos del poder establecido. Los principalesinculpados de este proceso haban sido Wolfgang Harich y Walter Janka.

    Gracias a las obras publicadas esos ltimos aos por Walter Janka, viejo comunista, viejocombatiente de la guerra civil espaola y, en el momento de su arresto en 1956, director de la graneditorial de Berln, Aufbau-Verlag, podemos hacernos una idea ms clara de las repercusiones que elpapel jugado por Lukcs en el levantamiento hngaro, tuvieron sobre el establishment alemnoriental.

    Durante los acontecimientos de Hungra, en que la confusin reinaba, Johannes Becher, ministro decultura, haba pedido, -por consejo de Anna Seghers-, a Walter Janka que fuese a Budapest parallevar a Lukcs a la RDA. Amigo del filsofo, el ministro-poeta tema por su vida. La operacin, dignade una pelcula policaca, fue abortada por Walter Ulbricht, quien no deseaba inmiscuirse en losasuntos de los camaradas soviticos. En el momento del proceso, Janka, al que no perteneca lainiciativa del proyecto, se le reprocha la intencin de traer a un agente encubierto del imperialismocamuflado de comunista. En el escenario construido por la justicia alemana bajo las rdenes deUlbricht, el filsofo apareca como el inspirador ideolgico de un complot perpetrado por los acusadospara derribar al rgimen. El procurador general, Melsheimer, (magistrado en funcin ya bajo elrgimen nazi) se entreg a una verdadera inculpacin contra Lukcs, cuyas intervenciones en losdebates del crculo Petfi, as como las declaraciones hechas antes y durante los acontecimientos de1956, servan como pruebas del delito.1 Una entrevista concedida por Lukcs el 31 de octubre de1956 a un periodista polaco, Woroszilsky, ampliamente difundida por los medios occidentales,escandalizaba especialmente al procurador general. Si hubieran elecciones libres en Hungra,afirmaba Lukcs, el partido comunista en el poder recogera entre el 5 y el 10% de los votos; eso,segn l, era el resultado de la poltica llevada por el rgimen de Rakosi desde haca aos.2

    No tenemos la intencin de detenernos ms en la historia rocambolesca y trgica del proceso Harich-Janka, que termin con largas penas de prisin. Los excesos del procurador, que en un momentodado haba incluso acusado a Lukcs de haber llamado a las tropas de la OTAN contra el ejrcitosovitico, eran una prctica corriente de la justicia de tipo estaliniano. Una costumbre tambin, lasdeclaraciones hechas durante una conferencia de prensa en febrero de 1957 por Johannes Becher. Ala vez que renda tributo al historiador de la literatura Lukcs, el ministro le reprochaba ahora haberllevado a cabo una accin disolvente en el crculo Ptofi, y aportado as su ayuda a lacontrarrevolucin. Interrogado sobre la suerte del filsofo, Becher aseguraba a los periodistas queste se encontraba en su casa de Budapest y que retirado de la vida pblica se consagraba alproyecto de escribir una tica. En el momento en que tena lugar la conferencia de prensa, Imre Nagycon su equipo, uno de ellos Lukcs, ya haba sido deportado a Rumana. Poco tiempo despus, tantoen Hungra como en la RDA, como en todos los pases llamados socialistas, la campaa de prensacontra el revisionista Lukcs iba a causar estragos.

    Este episodio de los aos 1956-57, evocado sucintamente, muestra adecuadamente a que se exponaun filsofo marxista que quisiera poner en concordancia sus principios y su accin, y puede servir deintroduccin a nuestra discusin.

    Sera arriesgado afirmar que el hundimiento del mundo comunista habra sorprendido a Lukcs. Elautor de la Ontologa del ser social consideraba que los regmenes de la Europa del Este,paralizados en su triunfalismo y afectados de una indigencia estructural, tenan fecha de caducidad yera imprescindible proceder urgentemente a su reforma en profundidad para salvar la opcin de unporvenir socialista. Es el sentido mismo del combate librado durante los quince ltimos aos de su vidapor el filsofo que permaneci fiel al compromiso tomado en su juventud.

    Para eso, haba que golpear el mal en origen, en otras palabras, atacar la desviacin del ideal de

  • libertad, emancipacin y justicia, por los regmenes que pretendan servirlo. Alimentando laconviccin, en cierto sentido premonitoria, que esta perversin del marxismo que representa elestalinismo, es un peligro mortal para la causa del socialismo, el filsofo se dedic apasionadamentea denunciar el abismo que separaba la teora y la prctica de Stalin del espritu marxiano.

    La importancia del combate librado por Lukcs en el ltimo perodo de su vida, ha sido hasta ahoraampliamente infravalorada. Y en la actualidad, tras la cada de los regmenes carcomidos que notenan en comn con el socialismo ms que el nombre, un seguidor de Marx no corre el peligro de serconsiderado un modelo de clarividencia. Hay que seguir en sus escritos las trazas de este combatepara poder enjuiciar.

    Entre 1956 y 1971, ao de su muerte, volvi tanto en textos puntuales o especialmente consagradosal problema de la democracia como en sus grandes obras tericas, sobre el fenmeno estaliniano,que contaminaba, segn l hasta las races, el movimiento comunista. Se vuelve a encontrar estapreocupacin desde sus intervenciones en los debates del crculo Ptofi, pasando por el post-scriptuma Mi camino hacia Marx, publicado en 1957 en la revista Nuovi Argumenti, por la Carta a AlbertoCarocci, publicada en 1962 en la misma revista, por Socialismo y Democracia, opsculo reeditadoen 1968, hasta las grandes obras como La esttica y La ontologa del ser social , donde el problemaes debatido al nivel de una concepcin de conjunto de la vida social. Esto muestra hasta que punto laapuesta por ese debate era importante a sus ojos. Ni Ernst Bloch, ni Henri Lefebvre, ni LouisAlthusser, entre los filsofos marxistas contemporneos, inevitablemente obsesionados por elfantasma del estalinismo, desarrollaron una reflexin tan profunda sobre la naturaleza del fenmeno.

    Dos razones haban decidido a Lukcs a consagrar tanta energa a este problema. La primera, deorden ms general, estaba vinculada al destino del movimiento comunista mundial; la segunda, mspersonal, estaba ntimamente ligada a su propia historia. En un plano general, Lukcs estabaconvencido que lejos de ser un fenmeno histrico pasajero, circunscrito a la vida de aquel que lehaba dado nombre, el fenmeno del estalinismo, devenido una forma mentis, iba a causar estragosan durante mucho tiempo en el movimiento comunista internacional. Buscando las motivacionestericas de ciertas acciones polticas puntuales de Stalin, llega a distinguir una coherencia dentro desu actividad, situada en el polo opuesto del espritu autnticamente dialctico. Dicho de otra forma, seremonta hasta los orgenes filosficos del estalinismo si la denominacin es apropiada para designaruna reflexin tan primaria-, e intenta demostrar que ms all de una prctica poltica, ste es unconjunto de puntos de vista tericos y un mtodo para el pensamiento, que ha desnaturalizadodurante decenios el sentido original del comunismo.

    En un plano ms personal, Lukcs, vinculado desde haca ms de medio siglo al movimientocomunista, haba sido en cierta medida un actor del periodo estaliniano, y en cualquier caso un testigoprivilegiado. Las revelaciones de Kruschev no podan no afectarle. Se situaba en primer lugar lacuestin: Qu relaciones existan entre sus escritos redactados durante el periodo estaliniano ( lamayor parte publicados en Mosc en los aos 30 y los primeros 40) y el clima ideolgico reinanteentonces en la Unin Sovitica? A continuacin se planteaba la cuestin: Cmo haba pasado l eseterrible periodo? La formidable mquina de perversin estalinista no dejaba indemnes moralmente alos que no perdan la vida. Crticas y acusaciones no dejaron de ser formuladas en su contra. Se veaobligado a dar explicaciones. Y de hecho, sus anlisis del estalinismo implican respuestas a laspreguntas ms personales que se le planteaban. Pero consagra tambin un texto especial a la historiade sus relaciones con Stalin y el estalinismo, donde expone su punto de vista sobre este aspectoimportante de su biografa poltica e intelectual.

    Lukcs es el ejemplo tipo del intelectual comunista de recorrido complicado, cogido a menudo entredos fuegos. Por un lado era vilipendiado como revisionista, acusado de haber inventado el conceptode estalinismo, una ficcin no cientfica, y de utilizar el combate contra el estalinismo para proceder auna revisin del leninismo y, en las circunstancias de 1956, para aglutinar y desencadenar el ataquede las fuerzas contrarrevolucionarias; por otro lado, se le reprochaba el ser un dcil intrprete de losmandatos estalinianos, interiorizndolos hasta el punto de sublimarlos en su discurso crtico y

  • filosfico ( es el sentido, por ejemplo, del artculo consagrado en 1966 por Isaac Deutscher a losestudios de Lukcs sobre Thomas Mann). Incluso gentes que profesaban admiracin y respeto porsu obra consideraban que durante su estancia en la Unin Sovitica, se habra plegado a lasexigencias oficiales.

    No carece de inters, nos parece, detenernos primero en las reacciones del propio interesado anteesos reproches.

    En abril de 1961, el editor Frank Benseler le enva el prefacio preparado por Peter Ludz para unaseleccin de textos de su obra. Socilogo y politlogo alemn, autor de dos antologas de textos deLukcs, Ludz afirmaba en el prefacio que el filsofo se haba sacrificado temporalmente, durante suexilio en la Unin Sovitica, a la degradacin del pensamiento terico marxista por Stalin. Lukcsrechaza vivamente esa aseveracin como falsa. Y, hecho bastante significativo, rehusa laperiodizacin de su actividad propuesta por Ludz, que distingua un cuarto y un quinto periodoestableciendo una divisin, una oposicin, entre el periodo 1930-55 y el siguiente. No hay ningunarazn, explicaba Lukcs a Frank Benseler, para hacer una distincin de principio entre los escritosde esos dos periodos, que participan del mismo espritu. La nica diferencia era, segn l, que tras elvigsimo Congreso del PCUS en 1956, haba podido expresar abiertamente ideas que antes estabaobligado a transcribir a un lenguaje crptico: Entre el cuarto y el quinto periodo no hay ningunadiferencia de principio, excepto que tras el vigsimo Congreso se podan decir abiertamente cosas delas que no se poda hablar antes salvo haciendo alusiones veladas y agrupndolas hbilmente.(Carta indita del 27 de abril de 1961 a Frank Benseler; consultada en los Archivos Lukcs deBudapest.)

    Contra sus numerosos crticos y adversarios, Lukcs consideraba que sus escritos pertenecientes alperiodo incriminado tenan un carcter fundamentalmente antiestalinista. En Cuestiones de mtodo,obra escrita en 1957, ao muy agitado para Lukcs (acababa de pasar seis meses deportado), Sartreafirmaba como una evidencia que el filsofo tena tras de s veinte aos de prctica de un marxismoesclerosado, de tipo estaliniano, y aada irnicamente que sobre este tema l estaba bien situadopara hablar de la pseudofilosofa estaliniana como de un idealismo voluntarista. Un ao ms tarde,Adorno reiteraba las mismas crticas en Une rconciliation extorque (Erpresste Vershnung),acusando a Lukcs de haber rebajado su potencia de pensamiento, manifiestamente inalterada, alnivel lamentable del [pensamiento] sovitico, que ha degradado la filosofaa un simple instrumentode dominacin Pero hubo tambin intervenciones, ms raras, bien es cierto, a su favor. En una cartaa Benseler del 7 de diciembre de 1963, Lukcs evocaba en ese sentido el estudio de Leo Koflerpublicado en Colonia en 1952, en plena guerra fra, Der Fall Lukcs und der Stalinismus. Era laprimera tentativa de presentarlo en una relacin antinmica con el poder estaliniano. El autor delestudio haba captado, segn l, lo esencial del problema y se encontraba mucho ms cerca de larealidad.

    En la misma carta, Lukcs haca inventario de los artculos y estudios, publicados durante su periodomoscovita, que iban contra la lnea oficial. l recordaba por ejemplo, su estudio titulado Tribun dupeuple ou bureaucrate? (Volkstribun oder Brokrat?), parecido en 1940 y que Leo Kofler habadestacado tambin, como en sustancia un ataque frontal, bien que en lenguaje crptico, contra laburocracia estaliniana en el dominio de la cultura (Georg Lukcs, Carta del 7 de diciembre de 1963 aFrank Benseler).

    En honor de todos los que lo acusaban de haber abrazado todas las sinuosidades de la lneaestaliniana la frmula pertenece a un exgeta reciente, Alain Brossat 3, pero este gnero de crticaest muy extendido desde hace mucho tiempo- Lukcs invocaba textos escritos en momentosparticularmente sensibles, como por ejemplo Aktualitat und Flucht, aparecido en 1941, en la poca dela confraternizacin germano-sovitica, o ber Preussentum, de 1943, que no haba podidoencontrar sitio en ninguna publicacin sovitica. Denunciaba en el primero de los textos, las crticasliterarias nazis que exigan una eufrica literatura de guerra; su combate antifascista, sealaba aBenseler, haba proseguido incluso en la poca del pacto. El segundo texto, donde en un destacado

  • anlisis, haca la distincin entre el espritu viejo-prusiano y la barbarie nazi, iba abiertamente contralos eslganes de la propaganda sovitica que la atrocidad de la guerra converta an en mssimplificadores. Redactados a veces en un lenguaje crptico, estos textos no implicaban menos unadiferencia respecto a la lnea oficial.

    Admirador del realismo, crtico de la vanguardia y defensor del realismo socialista, Lukcs no podaescapar a la acusacin de conformismo esttico. No solamente como se le ha reprochado amenudo-, haba hecho suyas las orientaciones fundamentales de la crtica sovitica de la poca, sinoque haba intentado ennoblecerlas a travs de su anlisis y su argumentacin, que se situaban a unnivel sensiblemente diferente del de los escribas estalinianos.

    Lukcs refutaba esa acusacin por estar basada en un lamentable malentendido. Una distanciainconmensurable separaba a sus ojos, la politizacin forzada de la literatura practicada por la crticasovitica y su propia esttica del realismo. En la carta mencionada a Benseler, la del 27 de abril de1961, haca referencia a Jrgen Rhle como ejemplo de discernimiento en la materia. En su libroLiteratur und Revolution, publicado en los primeros aos 60, ste haba sealado en efecto que lassimilitudes entre la posicin de Lukcs y la de los partidarios del realismo socialista, eran perifricas yque en realidad su esttica se situaba en las antpodas de la lnea oficial. Para apoyar esta tesis, elfilsofo no careca de argumentos. Recordaba que su segundo libro traducido al ruso, Sur lhistoire duralisme, publicado en Mosc en 1939, haba levantado una tormenta en la prensa sovitica: nomenos de cuarenta artculos hostiles. Aada que diez aos ms tarde, los idelogos de Rakosideban utilizar contra l, durante el primer affaire Lukcs, organizado aproximadamente a la vez queel proceso Rajk, el mismo tipo de argumentos que las crticas soviticas de los aos 1939-40.

    Juzgados con perspectiva histrica, las tesis expuestas por el filsofo en sus escritos de los aos 30sobre la victoria del realismo, parecan una defensa subrepticia de la autonoma de la literatura y de laimaginacin creadora contra toda intromisin ideolgica, comprendida la discursiva de los escritoresmismos. El autor del ensayo Tribun du peuple ou bureaucrate? profesaba la idea de que cada obraliteraria se desarrolla a partir de un nudo, de un foco irradiante de carcter necesariamente utpico, apartir del cual los prejuicios ideolgicos y los vnculos empricos de los escritores, en el acto de lacreacin, sufren una transformacin radical. se era un desafo dirigido a los burcratas de laliteratura, que se empecinaban en hacer del arte un instrumento de propaganda y en prescribirlereglas.4

    Autores como Leszek Kolakowski, o ms recientemente David Pike y Arpad Kadarkay, han llevadosu guerra fra contra el estalinismo de Lukcs sin tomar en consideracin lo que distingue suargumentacin de la lnea sovitica oficial, dedicndose nicamente a buscar las similitudes. Ningunode ellos parece haber ledo los escritos sobre el realismo de los aos treinta a la luz de los anlisispropuestos por el filsofo en su gran Esttica (1963). A pesar de la continuidad entre los dos periodos(que por otro lado elimina toda especulacin coyuntural), tal lectura habra hecho ms difcil lareduccin de la esttica lukacsiana a los esquemas de tipo estaliniano.

    Harold Rosenberg se acuerda en un artculo, por otro lado muy crtico con Lukcs (publicado eningls en el libro La signification prsente du ralisme critique), de la fuerte impresin que le habaproducido en los aos 30, la lectura de ciertos ensayos de filosofa, en particular La physionomieintellectuelle dans la figuration artistique, publicado en 1936 por la revista Internationale Literatur. Enese momento, Harold Rosenberg haba sido impresionado por las consideraciones sobre el difcilproblema de las relaciones del intelecto y la intuicin en la creacin de los personajes literarios.Lukcs subrayaba en su ensayo la importancia de la fisionoma intelectual gracias a la cual elescritor puede concretar y amplificar lo vivido y los movimientos puramente intuitivos de lospersonajes. Se opona vigorosamente a una literatura sujeta a la superficie de lo real y a lo vividonaturalista. La exigencia de intelectualizacin y la defensa de la idea segn la cual las situacionesliterarias son por su naturaleza excepcionales, eran una condena implcita de las ilustracionesideolgicas y de las banalidades naturalistas que hacan estragos en las letras soviticas. Pero suensayo apuntaba explcitamente a autores como Nicolai Pogodin, F. Panferov, e incluso a

  • Alexander Fadeiev e Ilia Ehrenburg, que no llegaban a fundir la riqueza intuitiva de los personajes yla reflexin en un conjunto esttico. Rosenberg pues, tena buenas razones para apreciar esteensayo: admiro desde hace mucho la teora de la fisionoma intelectual as como a su autor,admiracin confirmada por la resistencia de Lukcs al realismo socialista del periodo estalinista, y porsu encarcelamiento a la edad de setenta aos por los rusos, durante la sublevacin hngara.5

    Los testimonios de este gnero, confirmando la actitud estructuralmente antiestalinista de Lukcs enlos aos 30, son raros. Para Leszek Kolakowski, David Pike, Arpad Kadarkay, est claro: no slohaba apoyado en el exilio en la Unin Sovitica la lnea poltica de Stalin, sino que haba incorporadoa sus escritos la lnea funesta del dictador. Ninguno de estos autores percibe el carcter inconformistade los ensayos sobre el realismo, y todos se oponen a la idea de que existira una continuidad entre elespritu de sus escritos moscovitas y la condena del estalinismo que expresa abiertamente a partir de1956. Y sin embargo, las aclaraciones aportadas por el filsofo sobre la naturaleza del fenmenoestalinista permiten mirar bajo otra perspectiva su actividad durante los aos pasados en Mosc.

    En uno de sus ltimos textos consagrados al estalinismo, Lukcs escribe: Creo poder decir con todatranquilidad que yo era un adversario de los mtodos estalinistas, aunque yo crea an estar a favorde Stalin (Georg Lukcs, Marxismus und Stalinismus). Era pues, un adversario de Stalin incluso en lapoca en que l se crea partidario suyo. Esta afirmacin, que puede parecer paradjica, merece serconfrontada con la realidad.

    Lukcs no ocult nunca que tras la muerte de Lenin, l se situ al lado de Stalin en la controversiasobre la posibilidad de construir el socialismo en un solo pas, sto es, en la Unin Sovitica.Contrariamente a la tesis sostenida hoy en da por diferentes historiadores, segn los cuales laRevolucin de Octubre habra sido un putsch organizado por una minora, Lukcs alimentaba laconviccin de que eran las masas populares las que haban llevado a los bolcheviques al poder en1917. Su victoria se explicara por razones histricas. Queran poner fin a la guerra y dar la tierra a loscampesinos, dos reivindicaciones de las masas ms amplias, y que no podan esperar. Bajo la presinde la realidad, Lenin se alej de Marx, el cual prevea la posibilidad de edificar el socialismosolamente a partir de una economa capitalista desarrollada, para emprender la construccinsolamente en la Unin Sovitica. Fundndose sobre esta idea de Lenin, Lukcs se haba sumado,con o sin razn, durante los aos 20 a los argumentos de Stalin, contra la opinin de Trotsky y suspartidarios. En su texto Socialismo y democracia (escrito en un momento en que Europa era sacudidapor graves acontecimientos, verano-otoo de 1968), Lukcs, aprobando el proyecto de construccindel socialismo en un solo pas, subraya los severos lmites histricos de la accin de Stalin.Analizando el periodo que, tras la muerte de Lenin, haba consagrado la victoria de un personaje tandesptico y astuto con sus adversarios, considera sin embargo que todos, verdugos y futurasvctimas, cometan el mismo error. Obnubilados por las cuestiones econmicas (la acumulacinprimitiva socialista a fin de asegurar una base econmica a la futura sociedad), descuidaban losgrandes problemas polticos, y en primer lugar la democratizacin del rgimen, condicin sine qua nonpara detener el proceso de burocratizacin.6

    Si Lukcs ha puesto siempre tanta pasin en defender a Lenin, contra los que remitan hasta l losorgenes de los mtodos empleados por Stalin, es porque distingua una oposicin irreductible entrelos principios que haban inspirado la accin del primero y la prctica basada en rudimentos deprincipios del segundo. Hoy en da, en que la criminalizacin de Lenin se ha convertido en monedacorriente, la empresa de Lukcs, que consideraba urgente establecer esta distincin, puede pareceranacrnica. Nos parece, al contrario, que sus anlisis y argumentos merecen detenerse en ellos.

    Un episodio de su biografa intelectual puede ayudarnos a comprender mejor las relaciones muyparticulares del filsofo con Stalin y el espritu de su poltica, consideradas a la luz de su gransimpata por la accin de Lenin, comprendido en el campo de la filosofa.

    A principio de los aos 30 Stalin haba organizado en Mosc un debate filosfico que se habaacabado con la desautorizacin de la escuela de Deborin y de la interpretacin plejanoviana del

  • marxismo. Utilizando la ortodoxia leninista como estandarte, el maestro haba establecido a travsde la interpretacin de una deliberacin aparentemente libre, su influencia sobre la filosofa (por otrolado l haba intervenido personalmente en la discusin). Perfectamente consciente del carctertpicamente estaliniano de ese debate, Lukcs no por ello deja de valorar favorablemente susresultados. En muchas ocasiones afirmara que las conclusiones extradas en esa ocasin tuvieron unefecto positivo sobre su actividad.

    Esta actitud no le ahorr reproches. Incluso los que no le atribuan la menor responsabilidad en lalegitimacin terica del estalinismo, consideran que haba aportado su sancin moral a lainstauracin de una ideologa de Estado. Georges Labica escriba a propsito de la canonizacin delmarxismo-leninismo en la Unin Sovitica: La singular colusin filosfica entre Stalin y Lukcs, entreel hombre de Estado y el filsofo, es revelador del objetivo mayor de la instauracin del marxismo-leninismo. La categora de universalidad subsume las de absoluto y totalidad. (Georges Labica Lemarxismeleninisme)

    Desconcertante en efecto la posicin de Lukcs. Su satisfaccin ante ciertas orientacionesimprimidas por el dictador a la filosofa sovitica a principios de los 30 implica aprobacin delestalinismo como doctrina y prctica poltica? Con mirada histrica, seguramente se le puedereprochar el hecho de haber subestimado las consecuencias sobre las actividades del espritu de estavictoria manipulada. Pero siempre con perspectiva histrica, se observa que las conclusiones deldebate iban en la direccin de su propia orientacin. El rechazo de la ortodoxia plejanoviana, el hechode concebir el marxismo como una filosofa radicalmente nueva, con vocacin universal, laconsideracin positiva de la aportacin de Lenin, parecan opciones comunes al hombre de Estado yal filsofo, lo que haca que este ltimo se declarase satisfecho. La realidad demostrara que nohaban optado por lo mismo.

    Lukcs consideraba que Plejanov sobreestimaba la influencia de Feuerbach sobre el joven Marxque estaba forjando su propia filosofa. Defender la interpretacin de Lenin contra la de Plejanov erapara Stalin una manera de manifestar su ortodoxia. Para Lukcs era una manera de recuperar laherencia hegeliana, de subrayar la importancia del gran filsofo (ocultada por un exceso defeuerbachismo) en la gnesis del marxismo (el enfoque antimecanicista de esta posicin no se leescapa hoy a nadie).

    La lectura de los escritos filosficos del joven Marx (ms tarde ocultados por los estalinistas) habadeterminado en este periodo (1930-31) un verdadero giro en la reflexin de Lukcs. Su nuevainterpretacin del pensamiento de Marx le impona tambin un examen crtico de la concepcin deMehring, simtrica a la de Plejanov. En su autobiografa, Gelebtes Denken, revela la inspiracincomn de sus dos procesos crticos, los dos beneficiarios del debate filosfico de principios de losaos treinta.

    Defendiendo contra Mehring y Plejanov la idea de que el marxismo era algo ms que una simpleinterpretacin sociolgica de la historia, a la cual haba que unir una psicologa y una teoraautnoma de las actividades del espritu (que el primero buscaba para sus escritos de crtica literariaen Kant y el segundo en los positivistas), Lukcs adelantaba el concepto de la universalidad filosficadel marxismo, que va a revelarse por su carcter antireduccionista, como un enemigo temible de lavulgata estaliniana. Las virtualidades de este concepto eminentemente filosfico del pensamiento deMarx iban a realizarse plenamente en las grandes obras escritas por Lukcs hacia el fin de su vida, laEsttica y la Ontologa del Ser Social , pero los fundamentos de este enfoque aparecen claramentedesde principios de los aos treinta.

    La paradoja de la situacin merece ponerse de relieve. Lukcs se sum con conviccin a lasconclusiones de la discusin filosfica patrocinada por Stalin, pues la idea de que el pensamiento deMarx tena coherencia y autonoma en relacin a las filosofas anteriores, le pareca justamenteexacta. El marxismo no era para l una mezcla de determinismo econmico y de interpretacinsociolgica de las actividades del espritu. Pero es justamente su concepcin sobre la autonoma

  • filosfica del marxismo la que va a conducirle a denunciar el marxismo institucionalizado de la URSS,y (irona de la situacin) la recada agravada en los errores mecanicistas y deterministas de Plejanov.Hay una continuidad evidente entre, por ejemplo, el estudio sobre Franz Mehring redactado en 1933,(primer gran texto terico publicado tras su vuelta a la URSS) y las opiniones expresadas en laEsttica y la Ontologa. Dado el carcter eminentemente antiestaliniano de estos ltimos trabajos, estacontinuidad constituye la mejor prueba del hecho que, segn propia expresin, Lukcs era unadversario de Stalin incluso en el periodo en que l se crea partidario.

    Si la idea de que el pensamiento de Marx se articula en un conjunto sistemtico de categoras queabarca las diferentes esferas del ser y que tiene vocacin de universalidad, apareca ya en textosdatados en 1933 como el citado sobre Mehring, (representa un cambio radical de la filosofa, -einevollstndinge Umwlzung der Philosophie, escriba Lukcs), pero tambin en un texto anterior de1931, consagrado al debate de Marx y Engels con Lassalle a propsito de la tragedia Franz vonSickingen , el desarrollo que conocer posteriormente, no har ms que aumentar la distancia queseparaba desde el principio, su interpretacin del materialismo dialctico de la escolsticaestaliniana. Despus de 1956, Lukcs volvi en varias ocasiones sobre la idea de que su actividaddurante los aos pasados en Mosc, implicaba una resistencia objetiva a la ideologa oficial, tesis quees vivamente contestada por muchos de sus crticos, de David Pike y Giusseppe Bedeschi aLeszek Kolakowski y Arpad Kadarkay. El filsofo habra idealizado su pasado, reteniendo slo loque pudiera refrendar su imagen de resistente y borrando los actos de adhesin o complicidad?

    A fin de facilitar un debate que reavivar las pasiones ideolgicas, proponemos, como se habrobservado, un acercamiento que tome en consideracin la estructura del pensamiento de Lukcs, lamorfologa y la sintaxis de sus ideas, y que indague en los aspectos de continuidad y discontinuidadde su obra.

    En los Prolegmenos a la Ontologa del ser social, su ltimo texto filosfico, escrito en 1970, Lukcsse detiene en el famoso captulo IV de la Historia del PC(b) de la URSS, en que Stalin expone lascaractersticas del materialismo dialctico e histrico, y seala la incompatibilidad del catecismo delmarxismo-leninismo oficial con el espritu del pensamiento marxista. El historicismo fundamental deMarx, anclado ontolgicamente en la idea de la historicidad del ser y de sus categoras, secompadeca mal con la codificacin en un sistema cerrado de categoras, que se trataba de aplicar sindiscriminacin a las diferentes regiones del ser. La fuente misma del dogmatismo estaliniano era asdenunciada y ms generalmente una forma mentis. La tesis segn la cual el materialismo histrico noera ms que una extensin y una aplicacin de los principios universales del materialismo dialctico,no tena ninguna relacin con Marx, pues la idea misma de una aplicacin de principios invariantescontradeca la historicidad consustancial de su pensamiento. Por otro lado, Marx mismo no habaempleado jams la expresin materialismo dialctico, haca notar Lukcs, que vea en ello un rechazoa recluirse en un sistema cerrado de categoras, a la manera de la filosofa antigua.

    Estigmatizando el dogmatismo estalinista, Lukcs abra el camino a su propia orientacin filosfica: lainterpretacin del pensamiento de Marx como una ontologa. El rechazo del reduccionismo estalinistaestaba basado en la idea de que un verdadero pensamiento ontolgico no puede hacer abstraccin dela diferenciacin y la heterogeneidad de las regiones del ser, teniendo cada una sus categoraespecficas, y que es pues imposible encerrar esta riqueza categorial en un sistema de principiosinmutables.

    En el cuerpo mismo de la Ontologa del ser social, Lukcs seala otra cuestin importante a propsitode los errores tericos de Stalin. Se trata de la naturalizacin de la economa, ms precisamente de latendencia a mirar la actividad econmica como un dominio sometido a un determinismo rgido,gobernado por leyes casi naturales. (En la prctica del estalinismo, las actividades de la vidaespiritual, donde tericamente la libertad de eleccin y la flexibilidad eran incomparablemente msgrandes, seran tratadas como simples auxiliares del poder.) El error de haber tratado la economacomo una segunda naturaleza, ms exactamente como un campo de fuerzas puramente materiales,donde la conciencia slo juega un papel de agente ejecutivo, era igualmente compartido por los

  • marxistas de la Segunda Internacional y por Plejanov. Tales aproximaciones pueden sorprender, sinembargo Lukcs volvi en ms de una ocasin sobre los puntos comunes entre el dogmatismo deStalin y la concepcin que se hacan del marxismo personalidades, por otro lado tan diferentes de l,como Plejanov o ciertos representantes de la socialdemocracia de antes de la Primera GuerraMundial.

    Al igual que las dems actividades humanas, la actividad econmica es guiada por el finalismo de laconciencia. Tiene tambin un carcter ideal y no puramente fsico. Subrayando esta idea, Lukcspona destacadamente de relieve el carcter teleolgico y la dimensin por excelencia humana y nonatural de los actos econmicos. Las crticas formuladas en un artculo de 1925, dirigido a Bujarin,quien en su manual de Materialismo Histrico identificaba abusivamente economa y tcnica, fueronretomadas y amplificadas en la discusin de las tesis estalinianas. Lukcs somete a un anlisisriguroso la tendencia de Stalin a tratar la economa como un puro objeto, donde no hay lugar ms quepara el clculo y la manipulacin, y para ocultar los valores que subyacen a la razn econmica(irreductible a la razn tecnolgica) y sobre todo su interaccin con otros tipos de valores,comprendidos los ticos.

    El filsofo se dedicar a demostrar en sus ltimos escritos que la prctica poltica del estalinismo nohabra sido posible sin una transmutacin del pensamiento de Marx en un determinismo plano yanquilosado. La visin monoltica de Stalin era poco compatible con una concepcin flexible ypluralista de los complejos sociales que hiciera justicia a su heterogeneidad y a la desigualdad de sudesarrollo. Deba necesariamente empobrecer el pensamiento de Marx y vaciarlo de su esencia.

    Uno de los puntos fuertes de su crtica del estalinismo es precisamente el anlisis de las tesisexpuestas por Stalin en su ltimo escrito terico, Los problemas econmicos del socialismo en laURSS, publicado en 1952. En Socialismo y democracia, Lukcs seala que negando a la ley del valoruna validez universal, Stalin limitaba su accin a la esfera de la produccin de mercancas, lo que norespetaba el pensamiento de Marx, quien pensaba que la ley del valor era decisiva en toda sociedad,comprendida la sociedad socialista. As mismo, discutiendo la legitimidad del concepto de plustrabajoen el cuadro de una economa fundada sobre la socializacin de los medios de produccin, Stalintergiversaba burdamente el pensamiento de Marx con el fin tctico de validar su concepcinpuramente manipuladora de la superioridad del socialismo. La eliminacin por una accin de fuerzaterica de la nocin de plustrabajo, llevaba necesariamente al socialismo de cuartel, puesto que lacuestin central de la democracia en el socialismo est directamente ligada al control de losproductores asociados sobre el plustrabajo. Insistiendo en la idea de que el estalinismo es, msall de una prctica poltica, un conjunto de puntos de vista tericos y una cierta prctica ideolgica,Lukcs afirmaba que eso era suficiente para asegurarle un lugar de honor en la historia de ladesnaturalizacin del marxismo. Llegaba a exigir que se prestase a los errores tericos de Stalin lamisma atencin crtica dispensada en el pasado a los de Proudhon o de Lasalle.

    Hemos visto que explorando las races tericas del estalinismo, Lukcs encontraba semejanzas conciertas visiones de Plejanov o incluso con cierto economista de la Segunda Internacional. Tal como yahemos mostrado, Lukcs haba defendido ya a principios de los 30 (y despus durante todo elperiodo estalinista) otra interpretacin de Marx, diferente de la de Plejanov y Mehring. Haba muchascosas que reprocharles: una representacin reduccionista de las relaciones entre la economa y losotros complejos sociales; la subestimacin de la herencia hegeliana; una cierta insensibilidad sobrelas relaciones indirectas, ms mediatizadas, entre la ideologa y su base socioeconmica; el olvido dela tesis marxista sobre el desarrollo desigual de los diferentes complejos sociales. El periodoestalinista de Lukcs contiene pues in nuce las ideas directrices de su gran obra de sntesis LaOntologa del Ser social, en nombre de las cuales iba a perseguir hasta el fin de su vida al estalinismo,hasta en sus ltimas trincheras.

    Podramos hacer las mismas aclaraciones, mutatis mutandis, a propsito de sus escritos de esttica yde crtica literaria. Reprochaba, por ejemplo, a Mehring y sobre todo a Plejanov, un enfoquedemasiado rectilneo de las relaciones entre la base econmica y la ideologa, y por consiguiente

  • entre las concepciones filosficas de los escritores y la estructura de sus obras. Aun y testimoniandouna gran estima al marxista alemn Mehring por su valiente actividad, Lukcs encontraba que en elanlisis de las obras de Lessing, Hebbel o Nietzsche, estableca correlaciones demasiado directas.Las mediaciones ms sutiles de la expresin ideolgica se le escapaban. La dialctica interna de lasobras no estaba suficientemente puesta de relieve; su especificidad esttica o filosfica relegada enfavor de la expresin ideolgica directa; la complejidad de las relaciones entre posicin sociohistricay sublimacin literaria o filosfica, era sacrificada a veces (en el caso de Hebbel, por ejemplo).

    Por su sentido de la especificidad de los fenmenos literarios y su respeto a las mediaciones, queseparan todo producto esttico de la realidad sociohistrica que le sirve de punto de partida, Lukcsse situaba en las antpodas de la politizacin forzada de las artes, cara a Stalin. Durante su exiliomoscovita, no ces, como se observa, de elaborar minuciosamente la subversin de las tesis en cursoen las publicaciones soviticas. Un ejemplo tomado del campo filosfico, pero que vale tambin parala crtica literaria. Insistiendo en el captulo final de su libro El joven Hegel escrito en Mosc entre 1937y 1938, sobre la distincin hegeliana entre espritu objetivo y espritu absoluto, lanza inopinadamenteun ataque contra la sociologa vulgar. Formas de expresin del espritu absoluto, segn Hegel, lafilosofa y el arte exigen, afirmaba l, otro enfoque en relacin a su condicionamiento sociohistricoque la poltica o el derecho. Mientras que la estructura de las instituciones polticas o jurdicas,forjadas para responder a necesidades precisas de la sociedad, aparece claramente en relacin conla realidad sociohistrica, no sucede lo mismo con las obras de arte o los grandes sistemas depensamiento, cuyo contenido de verdad revela de manera infinitamente ms sutil su punto de anclaje,puesto que la perspectiva de los artistas, de los filsofos, se eleva necesariamente ms all delempirismo y el pragmatismo, stos adoptan un punto de vista que se quiere universal para juzgar supoca y hacen resonar una vox humana que habla en nombre de la humanidad. Apoyndose en ladistincin hegeliana entre espritu objetivo y espritu absoluto, Lukcs denunciaba la insuficiencia deun punto de vista estrictamente gentico (el de los intereses de una clase o de un grupo socialdeterminado), en la explicacin de las obras literarias o filosficas y su estructura. Contra lo que lllamaba la sociologa vulgar (y que se puede tranquilamente identificar con la crtica sovitica oficial),Lukcs pona de relieve la especificidad inalienable de las grandes creaciones del espritu, lacapacidad de los artistas y los filsofos de trascender prejuicios y opiniones personales para elevarsea travs de la perspectiva de su conciencia creadora a la universalidad.

    En uno de sus ltimos textos, redactado en marzo de 1970, Lukcs recordaba que su punto de vistasobre la socialidad de la literatura se opona frontalmente a la concepcin largamente dominante en elmovimiento comunista y particularmente en la poca estalinista: Con seguridad, cuando hablo aqude lo social en tanto que principio, eso no significa en absoluto, como en la mayor parte de miscontemporneos socialistas, una politizacin directa, ni una obligacin de tomar posicin frente a losacontecimientos polticos del da, sino al contrario, el inicio de una diferenciacin del contenido poticosegn trate de representar simplemente al hombre particular o al hombre que trasciende laparticularidad, el tipo. (G. Lukcs, Nachwort in Essays uber Realismus. Werke, Band 4, 1971,Luchterhand, p.677.)

    Desde principios de los aos 30, aunque se encontraba en el exilio en Berln, Lukcs tomaba posicinen las pginas de la revista Die Linkskurve contra la literatura proletaria de la poca, celebrada por losmedios oficiales del movimiento comunista alemn. Criticaba novelas de Willi Bredel, Ernst Ottwalt,Marchwitza (e insinuadamente, las obras didcticas tipo La decisin, de Bertold Brecht). Lukcsdeploraba en esos escritores la ausencia de una conciencia democrtica ms amplia y de sensibilidadpara el conjunto de problemas de la sociedad. El sectarismo y la estrechez de su perspectiva dabancomo resultado, deca Lukcs, un naturalismo proletario, una literatura en que el reportaje y a vecesel kitsch reemplazaban la verdadera figuracin. El sentido antidogmtico de estos artculos no paspor alto a los idelogos del marxismo oficial, que condenaron firmemente sus crticas dirigidas a losrepresentantes de la nueva literatura proletaria (por ejemplo los artculos de Hans Koch, portavoz deWalter Ulbricht en el terreno de la cultura, en el volumen Georg Lukcs und der Revisionismus).

    En el polo opuesto, David Pike, menos perspicaz que los idelogos de Walter Ulbricht, considera

  • que en sus artculos publicados en Die Linkskurve, Lukcs emprende una autoestalinizacin de laliteratura. Stalin reconocer a los suyos, pero crticas de este gnero no cesaron de ser dirigidas alfilsofo. Recientemente, en la biografa que Arpad Kadarkay le consagra, afirma que Lukcssacrific lo mejor de s mismo en el altar del totalitarismo estalinista. Segn l, los puntos de vistasestticos de Lukcs habran sufrido una extraa metamorfosis durante su exilio moscovita. Comoprueba, la prdida del sentido metafsico del arte que el joven Lukcs habra posedo y el empuje delhistoricismo que sigui a su reconciliacin con la mala realidad del estalinismo. Esta prueba, ArpadKadarkay la encuentra comparando dos obras: Entwicklungsgeschcichte des modernen Dramas,publicado en 1911 y Le Roman historique redactado en 1936-37 y publicado por entregas por larevista Literaturnyi Kritik (1937). Mientras que en el primero Lukcs antepona, siguiendo aColeridge, el carcter no histrico de los personajes y la vocacin metafsica de las obrasshakespearianas, en el segundo, habra cedido a una visin puramente historicista, buscando anclarforzadamente la obra del gran isabelino en los conflictos de clase de la poca. La verdad es menossimple. Incluso muy diferente. Lukcs puso, esto es perfectamente exacto, el acento en el segundotrabajo citado por Kadarkay, en el historicismo de los dramas shakespearianos. Luego, incluso, iba adetenerse ms de una vez en la conexin entre la obra de Shakespeare y el espritu delRenacimiento, el pensamiento de Maquiavelo, de Etienne de La Botie el joven amigo deMontaigne, etc Pero analizando en Le Roman historique las obras de madurez de Shakespeare,Lukcs slo tiene una meta: mostrar como el gran dramaturgo llega a liberarse de toda fidelidad a lahistoria emprica, y a estilizar los conflictos reales, histricos, en el seno de los conflictos morales,para elevarse a una universalidad antropolgica. (Lukcs tomaba apoyo para su demostracin en laadvertencia de Otto Ludwig sobre el carcter antropolgico por excelencia de las obras dramticasen relacin a la prosa pica.) El historicismo iba a poner de relieve la dialctica de las pasioneshumanas en Shakespeare, a atraer la atencin sobre los conflictos ticos de sus obras, y a mostrarcomo la materia histrica, despojada de toda contingencia, se eleva hacia la universalidad? ArpadKadarkay pasa por alto lo esencial de la esttica lukacsiana: el engarce entre el anlisis histrico y laperspectiva esttica. La originalidad del autor del que se ocupa, es la de demostrar cmo el hic etnunc aparece transfigurado, sublimado en conflictos que hacen olvidar su punto de partida real paraelevarse a un nivel que concierne al entero gnero humano.7

    Pero Arpad Kadarkay que quiere demostrar a cualquier precio que Lukcs habra practicado unsacrificio del intelecto durante su exilio en la Unin Sovitica, elabora otro argumento sorprendente.Afirma que el autor de Historia y consciencia de clase ocult completamente durante el periodoincriminado la importancia de los Manuscrits conomiques-philosophiques de Marx, que l haba ledoen el Instituto Marx-Engels de Mosc a principios de los aos 30. Escribe: An ms desconcertante:si los Manuscritos de Marx produjeron un impacto duradero sobre Lukcs, por qu su virtual silenciosobre los mismos?La razn era que los Manuscritos, en los aos 30, cuando Stalin condenaba a losinvestigadores al ilotismo de la hagiografa, tenan toda la apariencia de una sombra. Poco antes,haba afirmado de manera ms general que Marx el humanista y filsofo, en total rebelin contra laalienacin, no se encuentra en ninguna parte como una influencia sobre Lukcs, aunque l lo habadescubierto tempranamente. Gran admirador de Historia y conciencia de clase, que compara con ElPrncipe de Maquiavelo, el prolijo bigrafo de Lukcs pretende incluso que Lukcs nunca planteespecficamente la cuestin de saber si los Manuscritos de Marx lo llevaron en particular a cambiarsus opiniones concernientes a Historia y conciencia de clase, y en caso afirmativo, de qu manera.

    Esas afirmaciones son falsas. Lejos de haber silenciado los Manuscritos de Marx y en general dehaber ocultado el Marx humanista y filsofo, Lukcs utiliz abundantemente los escritos del jovenMarx tanto en los aos 30 como ms tarde. En el estudio mencionado sobre Mehring, redactado enMosc en 1933, Lukcs reprochaba al marxista alemn su desinters por los escritos de juventud deMarx, y citaba expresamente los Manuscritos de 1844 y La Ideologa Alemana . Mehring, que habaeditado los escritos de juventud de Marx haba dejado de lado y no haba comprendido, segnLukcs, la importancia de La Sagrada Familia. Se encuentran numerosas citas extradas de losescritos de juventud de Marx en la obra sobre los orgenes ideolgicos del fascismo, o en el ensayoMarx und das problem des ideologischen verfalls, publicado en 1938 en Internationale Literatur, donde

  • figura igualmente una referencia directa a la cuestin de la alienacin (ocultada segn Kadarkay porconformismo). Hay todava que recordar lo que nadie ignora, que El joven Hegel terminado en 1938en Mosc, est trufado de referencias a los Manuscritos , y que la concepcin misma del libro esdebida a la mutacin acontecida en el pensamiento del autor tras la lectura de esos Manuscritos? Anms, Arpad Kadarkay quiere hacernos creer que Lukcs nunca se explic sobre las razones de sucambio tras la lectura de los Manuscritos. Basta con leer el prefacio a la edicin de 1967 de Historia yconciencia de clase para convencerse de lo contrario. Lukcs da las razones del cambio deperspectiva subrayando la importancia del distingo marxiano entre objetivacin y alienacin. Esjustamente la asimilacin de esta distincin lo que ha preparado el anlisis del problema de laalienacin en El joven Hegel. Pero Arpad Kadarkay se conforma con repetir como tantos otros, sinexamen, la idea de que el filsofo habra renegado de Historia y conciencia de clase por conformismo.Ignora llanamente el proceso de maduracin filosfico de Lukcs. Adems, no se entiende bien comoun autor que dedica tres lneas a una obra mayor como La Ontologa del ser social, terminus ad quemde la evolucin del filsofo, podra hacer prueba de una mejor comprensin a este respecto. Afirmaperentoriamente que en La Ontologa del ser social , el concepto de autonoma individual essimplemente inexistente. Mientras que basta con hojear el libro para constatar que el florecimiento dela individualidad es la idea central y la finalidad de la obra. Eso muestra que se puede escribir unabiografa de 500 pginas sobre un autor sin leer atentamente su obra maestra o sin leerla del todo.

    Una gran obra terica de Lukcs que ha conseguido casi la unanimidad en contra suya es Ladestruccin de la razn. Adversarios, as como ciertos admiradores del filsofo, se ponen de acuerdopara decir que es un libro tpicamente estaliniano y denuncian el carcter reductor de sus anlisis.Sobre todo el captulo dedicado a Nietzsche, particularmente pugnaz, provoca indignacin. An enfecha reciente, un filsofo hngaro denunciaba este captulo con ocasin de un coloquio, comoejemplo tipo del proceso estaliniano como gran espectculo. (Endre Kiss, Les dbuts de la rceptionde Nietzsche parmi les intellectuels juifs hongrois de Diner-Denes a Lukcs. 1991)

    Nos parece til, antes de pronunciar un juicio tan severo, reconstruir la historia de este libro. Hoy enda, se puede seguir su gnesis gracias a los Archivos-Lukcs de Budapest, que acaban de publicarlas dos versiones anteriores a la redaccin definitiva, acabada en 1952 y publicada en 1954. Laprimera de esta versiones data de agosto de 1933, y lleva por ttulo Wie ist die faschistischePhilosophie in Deutschland entstanden; la segunda, escrita en Tashkent durante el invierno de 1941-42, se titula Wie ist Deutschland zum Zentrum der reaktionaren Ideologie geworden?

    Lukcs abandon Berln poco despus de la victoria nazi, en abril de 1933. La primera versin dellibro fue redactada por lo tanto unos meses despus de su llegada a Mosc. La idea fundamental deLa destruccin de la razn est ya presente. La cuestin planteada por Lukcs con notableprecocidad, pues en esa poca ningn pensador haba indagado an de manera tan aguda en elpasado alemn, era que lejos de haber surgido ex nihilo, la ideologa nacional-socialista tendra unalarga prehistoria. sta sera un condensado, una radicalizacin y una vulgarizacin de ciertas tesis delirracionalismo, cuyo peso filosfico es particularmente fuerte en el pensamiento alemn. El trabajogenealgico emprendido por Lukcs, -una verdadera arqueologa de las ideas- tuvo resultado.Demuestra de manera convincente como ciertos topoi de la Lebensphilosophie ( la crtica de lacausalidad, de la legalidad y del progreso, y su reemplazamiento por la tipologa y la morfologa dela historia, la emergencia de la idea de destino y la preeminencia del mito en la historia) pudieron serasimilados, integrados y radicalizados por la doctrina del nacionalsocialismo. Este trabajo, consistenteen detectar en la conciencia filosfica alemana la formacin progresiva de los esquemas ideolgicosaptos para dotar de fundamentos tericos el pensamiento nazi, nos parece perfectamente legtimo. Almismo tiempo, esta versin de 1933, que es un documento elocuente de las funestas divisiones de laizquierda alemana de la poca, lleva la huella de un fuerte sectarismo. El ensaamiento del autorcontra los socialfascistas, muestra que comparta sin reservas la ceguera del partido comunistaalemn y la Komintern respecto a la socialdemocracia. En un momento dado, hace referencia inclusoa la frmula de Stalin, quien en 1928 haba estigmatizado a los socialdemcratas como hermanosgemelos de los fascistas. La afirmacin hecha treinta aos ms tarde, en 1967, en el prefacio de

  • Geschichte und Klassenbewusstsein, de que ese trmino desafortunado le habra descorazonado, secompadece mal con las convicciones expresadas en el manuscrito de 1933. No teniendoverosmilmente presente en espritu esta primera versin de La destruccin de la razn , olvidadaentre sus papeles, anticipaba la posicin antisectaria que se convertir efectivamente en la suyaalgunos aos ms tarde. Pero en el momento de la redaccin, es decir en agosto de 1933, su visinpoltica de Alemania era sin ninguna duda extremadamente sectaria. Cubra de oprobio a todos lospartidos que rehusaron cooperar con el partido comunista, para impedir la llegada de Hitler al poder,tachndolos sin distincin de colaboradores del nazismo. La nica opcin posible era, segn l:fascismo o comunismo. Poco tiempo despus, Lukcs iba a desterrar esta visin simplista paraconvertirse en un defensor ardiente de la poltica de Frente Popular, construida sobre la unidad de lasfuerzas antifascistas. Ninguna traza de la condena del socialfascismo pervivir en sus escritosposteriores, comprendida la segunda versin de la obra, consagrada a los orgenes ideolgicos delnazismo.

    El problema que se plantea es el de saber si el sectarismo poltico de 1933, corregido posteriormente,no asoma en otra parte, en los anlisis filosficos por ejemplo de La destruccin de la razn . DavidPike que se detiene ampliamente en su libro Lukcs et Brecht, en la versin de 1933, considera que elfanatismo del autor se reencuentra en la dicotoma filosfica: racionalismo versus irracionalismo. Citaen su apoyo la diatriba de Leszek Kolakowski, segn la cual Lukcs por un reflejo tpicamenteestalinista, habra echado en La destruccin de la razn , el conjunto de la cultura filosfica alemanaposterior al marxismo, al campo del irracionalismo y la reaccin. El conjunto de la cultura filosficaalemana con la excepcin del marxismo es reprobada en bloque como una coleccin de expedientesque hubieran preparado la toma del poder por Hitler en 1933. De una manera u otra, todos allanaronel camino a los nazis. ( L. Kolakowski) Antes de entrar en la discusin de La destruccin de la razn,volvamos un instante a la primera versin del libro. Efectivamente hay en el cuadro filosfico esbozadopor Lukcs en 1933, excesos y patinazos debidos a sus opiniones polticas. Basta con citar a ttulo deejemplo, la tendencia a descubrir incluso en filsofos como Nicolai Hartmann o Ernst Cassirer, unainflexin en la direccin de un neohegelianismo teido de filosofa de la vida, mientras que al menosel primero de estos pensadores, absolutamente impermeable tanto a la filosofa de la vida como a lacorriente neohegeliana de la poca, representada por Glockner, R. Kroner, etcse orientaba alcontrario hacia una ontologa realista. Y la desconfianza de Lukcs respecto al liberalismo iba hasta elpunto de relegar a Croce al campo de una pseudooposicin contra el fascismo, cuando la nicaverdadera sera la de los comunistas.

    Volviendo a La destruccin de la razn , se hace necesario sealar que la gran empresa deestablecer la genealoga de la Weltanschauung nazi no se resiente del sectarismo poltico profesadopor el autor en 1933.8 Identificarlo con un proceso de tipo estalinista vuelve a ignorar su substancia.Los adversarios de La destruccin de la razn , -Kolakowski, Pike, Kadarkay, Bedeschi, sin olvidara Adorno- no consiguieron resquebrajar los fundamentos filosficos del libro. Peor an, ni siquieraemprendieron un verdadero examen de sus tesis fundamentales. La afirmacin de Kolakowski, segnla cual Lukcs habra expulsado al campo del irracionalismo la totalidad de las corrientes filosficasno marxistas, est en contradiccin con la orientacin misma del libro. Lukcs no atribuye, porejemplo, en ningn momento al neokantismo de la escuela de Marburg ( el de Cohen o de Cassirer),cuyo idealismo filosfico es patente, una tendencia irracionalista. Corrigiendo su juicio superficial de1933, no atribuye tampoco a Nicolai Hartmann el menor guio a la Lebensphilosophie. Al contrario,subraya la singularidad de la posicin del filsofo berlins, favorable a la dialctica hegeliana, aunquepor otra parte, no olvida criticar su tesis sobre el carcter inasimilable por el aprendizaje de ladialctica.

    El irracionalismo tampoco es tratado en bloque. Lukcs tiene cuidado de distinguir diferentestendencias. Separa, por ejemplo, a Husserl de su posteridad, que sufre la influencia de laLebensphilosophie (de Scheler a Heidegger) y el neokantismo de Rickert y Windelband del que seinclina hacia la misma filosofa de la vida de Simmel. Se podra buscar en vano en los adversariosdel libro una confrontacin con su argumentacin filosfica. Kolakowski se conforma con afirmar a

  • propsito del concepto de irracionalismo de Lukcs: totalmente confuso, vago a la vez quetomando una extensin fantstica. No opone la menor contraargumentacin plausible a los anlisisde la gnesis y la estructura de uno de los ms potentes movimientos del pensamiento moderno.Lukcs esboz un vasto cuadro histrico del periodo abierto por la Revolucin Francesa, examinandolas mutaciones que tuvieron lugar en el interior del idealismo clsico alemn con el paso de Schellingde la primera a la segunda filosofa, con la orientacin de Fichte en su fase tarda hacia elirracionalismo, con la fulminante reaccin de Schopenhauer contra sus predecesores Schelling,Hegel, Fichte-, y la identificacin que se opera entre la cosa en s kantiana y el principio irracional devoluntad, con el surgimiento de Kierkegaard y su polmica contra la dialctica hegeliana, etc. Lukcspropona pues una vasta hermenutica del pensamiento moderno, delimitando la unidad y laespecificidad de la corriente irracionalista. Sus adversarios prefirieron liquidar el libro con juiciosexpeditivos. ( A. Kadarkay se conforma con frmulas del estilo: El libro es un documento histricosobre los extravos intelectuales de la poca de Stalin, un panfleto estpido estaliniano). Ninguno deellos se toma la molestia de discutir su argumentacin (cuyos resultados podran revelarse discutibles,pero hay que demostrarlo situando el debate al nivel filosfico de Lukcs y no al nivel de las frmulaspolmicas).9

    En Une rconciliation extorque, texto polmico por excelencia, Adorno consagra una pginadespectiva a La destruccin de la razn . Reprocha al autor la ocultacin del hecho que las corrientesirracionalistas expresan frente al idealismo acadmico, la revuelta contra esta reificacin de laexistencia y del pensamiento, en cuya crtica consista justamente la empresa de Lukcs. Perohablando de Simmel o de Heidegger, Lukcs no silencia su crtica de la reificacin. Lo que es deverdad interesante en la filosofa de Heidegger es la descripcin extremadamente detallada de lamanera en que el hombre, el sujeto portador de ltre-l, en primer lugar y lo ms frecuentementese desintegra en esta cotidianidad y se pierde l mismo. La diferencia en relacin a Adorno es queno se deja seducir por el antiacademicismo y el no conformismo de ciertos pensadores irracionalistas(Nietzsche en particular). Su atencin se concentra en el anlisis de la sublimacin ontolgica de lareificacin, esto es, en el travestimiento metafsico de un fenmeno eminentemente histricosocial. Esen este sentido que Lukcs se detiene en la ambicin de Simmel, continuada segn l porHeidegger, de dar al materialismo histrico un fundamento (psicolgico, ver metafsico) (GeorgSimmel, Philosophie des Geldes. 3). La boutade de Adorno segn la cual en La destruccin de larazn se manifestara la destruccin de la razn del mismo Lukcs , puede hacer sonrer si serecuerda que l mismo vinculaba no solamente a Bergson, sino incluso la intuicin de esencia (lafamosa Wesensschau) de Husserl al irracionalismo de la sociedad burguesa tarda, y que en susataques contra Heidegger no dudaba en establecer la ecuacin: El Ser = el Fhrer. Curiosamente, esSartre quien a pesar de su polmica con Lukcs, parece favorablemente impresionado por Ladestruccin de la razn. Simone de Beauvoir habiendo enviado Les Mandarins al filsofo, habarecibido el libro a cambio.10 Un eco de la reaccin de Sartre se encuentra en su artculo Elreformismo y los fetiches, aparecido en febrero de 1956 en Les Temps Modernes. Hablando de losfilsofos marxistas a los que corresponda la misin de dar la vuelta a las ltimas filosofasburguesas, interpretarlas, romper el caparazn, incorporar la sustancia, Sartre citaba con aprobacindos ejemplos, Tran Duc Thao y Lukcs. A propsito del ltimo, escriba: el nico que intenta enEuropa explicar en base a sus causas los movimientos de pensamiento contemporneos, es uncomunista hngaro, Lukcs, cuyo ltimo libro no est ni siquiera traducido al francs. No hay duda deque se trata de La Destruction de la raison .

    Los adversarios del libro, repugnados por los signos de la poca guerra fra y caliente-, se equivocanal condenarlo de antemano sobre la nica base del lenguaje, aunque ciertamente tiene suimportancia. Hay que dedicar esfuerzo a desbrozar el nudo filosfico de La destruccin de la razn ,antes de concluir pura y simplemente que hay una estalinizacin del pensamiento. Los anlisisreductores pueden darse en los dos sentidos.

    Tal como recordbamos ms arriba, Le jeune Hegel, libro escrito aproximadamente en la mismapoca que las diversas versiones de La destruccin de la razn , no pudo ver la luz en la Unin

  • Sovitica. Lukcs defenda la tesis segn la cual el pensamiento de Hegel daba una expresinfilosfica positiva al periodo histrico inaugurado por la Revolucin Francesa, mientras que losJdanovistas vean contrariamente en l la reaccin aristocrtica alemana contra esa misma revolucin.(An en 1950 La Enciclopedia Sovitica presentaba a Hegel de esa manera.) La consustancialidad delas dos obras es evidente, as como su distancia en relacin a las tesis en curso en el movimientocomunista internacional. Por otra parte, los ataques orquestados contra el revisionismo de Lukcstomaban por objeto tanto La Destruccin como El joven Hegel. Es el caso del artculo Derrevisionistische Charakter einiger philosophischer Konzeptionen von Georg Lukacs, publicado en 1959por la revista oficial del Kominform, Problemas de la paz y del socialismo, y reproducido bajo el mismottulo en el volumen Georg Lukcs und der Revisionismos. El firmante del artculo es Bela Fogarasi,citado ms arriba, antiguo compaero de lucha de Lukcs, y autor de un tratado marxista de lgica.

    Se puede encontrar una reaccin del filsofo a estos ataques (Elemer Balogh entre otros, habapublicado en 1958 una crtica vehemente de La Destruccin, titulada Zur Kritik des Irrationalismus) enuna carta de Lukcs a su traductor italiano Renato Solmi: Los sectarios se han mostrado, porsupuesto, escandalizados por el hecho de que el dogma de Jdanov sobre la oposicin entrematerialismo e idealismo como nico objeto de la historia de la filosofa, -dogma tenido por ellos enolor de santidad- haya sido despreciado y han intentado a travs de las falsificaciones ms groserasde citas-, demostrar el carcter revisionista del libro. Y el filsofo recordaba a guisa de comentariolas palabras de Dante a Virgilio: Non ragionam di lor, ma guarda e passa.

    Lukcs no se equivocaba al decir que desde las Tesis Blum no haba cesado de luchar por lademocracia en el comunismo. Tras su regreso de la URSS, durante el periodo 1945-48, abog por lacausa de una transformacin evolutiva de la sociedad. No prevea la abolicin inmediata delcapitalismo y preconizaba una larga transicin orgnica de una forma de sociedad a la otra. Elestallido del asunto Lukcs en 1949 -complacencia con la literatura burguesa, cosmopolitismo,subestimacin del realismo socialista sovitico-, coincida con la introduccin de prcticas dictatorialesen gran escala y con el proceso Rajk. En junio de 1956, Lukcs preside las sesiones del crculoPetfi realizando intervenciones notables; prosigue sus ataques contra los graves errores doctrinalesy contra la perversidad de la prctica poltica del estalinismo en conferencias (su conferencia Lecombat entre progrs et reaction dans la culture contemporaine, pronunciado en junio de 1956 enBudapest es reproducido en el nmero de septiembre de la revista Aufbau) y en la prensa. Sostieneque la estrategia del movimiento comunista no debe ser determinada por una traduccin mecnica enla prctica de la oposicin entre socialismo y capitalismo, sino tomando en cuenta las contradiccionesespecficas de cada periodo histrico. El ascenso del fascismo en los aos 20, por ejemplo, habahecho aparecer sobre el fondo de la contradiccin fundamental, otra contradiccin ms aguda,acuciante, la oposicin entre fascismo y antifascismo. El desencadenamiento de la guerra fra tras laSegunda Guerra mundial, habra igualmente hecho aparecer en primer plano la contradiccin entre lasfuerzas de guerra y las de paz. En los dos casos, el campo del progreso implicaba numerosas fuerzasexteriores al comunismo: militantes socialdemcratas, de la Iglesia, capas de la burguesa. Esas tesisprovocaban la clera de las autoridades comunistas y desencadenaban una vasta operacin derepresin ideolgica. Una incompatibilidad de fondo se dibuja: el filsofo conceba la democraciapopular como un socialismo que nace de la democracia, mientras que los defensores de la doctrinaoficial queran instaurar el comunismo por medios dictatoriales. Para stos ltimos, la democraciapopular era de entrada una dictadura y de entrada tambin esa especie de socialismo hacia el cualevolucion al da siguiente del asunto Tito.

    Lejos de ser tomas de posicin circunstancial, los ataques de Lukcs contra el estalinismo estabanfundamentados en razones filosficas profundas en las que la herencia hegeliana del marxismo jugabaun gran papel. Apoyndose en las categoras de mediacin, particularidad (campo de determinacionesintermedias entre la singularidad y la universalidad), universal concreto, exige una prctica poltica querechazando las dicotomas abstractas y los esquemas, se adapte a la complejidad de lo real. Sireconoca a Stalin capacidades de tctico, no cesaba de cuestionar el sometimiento de la reflexinterica a las necesidades inmediatas como uno de sus principales errores. La estrategia del

  • movimiento ya no vena definida por la toma en consideracin de la totalidad del proceso histrico, consus tendencias principales y con la multiplicidad de contradicciones especficas, sino en funcin deexigencias tcticas, elevadas al rango de universal perentorio. Como ejemplo, Lukcs citaba amenudo la razn terica elaborada por Stalin para justificar el pacto germano-sovitico ( al cual lmismo no negaba una cierta legitimidad tctica). La guerra entre Alemania y la coalicin anglo-francesa era considerada como una guerra entre pases imperialistas, al igual que la Primera Guerramundial. La consigna deba pues ser idntica: transformar la guerra imperialista en guerra civil. Estaposicin dogmtica y corta de vista tuvo consecuencias desastrosas para el movimiento comunista enlos pases afectados.

    En sus conversaciones con Istvan Ersi y Erzsebet Vzer, Lukcs caracterizaba el estalinismocomo un hiperracionalismo. Stalin y sus partidarios, que queran encerrar el proceso histrico en unesquema, eliminaban de golpe la multiplicidad de mediaciones. Ignoraban con una suficiencia ciega ladesigualdad en el desarrollo de los diferentes complejos sociales y el carcter no rectilneo de lahistoria, su marcha por definicin abierta, imprevisible y titubeante, que se acomoda mal con elconstreimiento y el monolitismo. Durante los quince ltimos aos de su vida, Lukcs se dedic a quelos comunistas tomaran conciencia del peligro que representaban las pesadas secuelas delestalinismo. Tras la invasin de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia, declara en unaconversacin con Bernie Taft, comunista australiano, que los dirigentes soviticos son unosestpidos aficionados, que estaban desacreditando por mucho tiempo el atractivo del comunismo ,y aada sarcsticamente que por su accin, Breznev haba hecho a Nixon presidente de los EstadosUnidos.

    Una aseveracin a menudo repetida, quiere que la vinculacin de Lukcs con el marxismo y laimbricacin de su existencia en la historia del comunismo internacional impone necesariamente lmitesseveros a su crtica del estalinismo. Su implicacin ideolgica y fsica le impedira apreciar en toda suamplitud la catstrofe histrica de las sociedades llamadas de socialismo real. Incluso uncomentarista que quiere hacer justicia a la actitud antiestalinista del filsofo, retoma a su vez estatesis. Aun considerando que Lukcs permaneci siempre ms comprometido con la verdad que conel poder, Detlev Claussen encuentra que su crtica del estalinismo minimiz la ausencia objetiva derazn en el socialismo real. Claussen descubre una tendencia a racionalizar la historia delestalinismo, lo que conduce a una cierta idealizacin de la forma de sociedad que est vinculada alnombre de Stalin.

    Temiendo que una actitud ms radical pudiera poner en duda su propio pasado, atenu Lukcs asabiendas, la crtica de las sociedades de tipo estaliniano o neo-estaliniano? O antes al contrario, suconocimiento directo del estalinismo, en las redes del cual l mismo haba a veces cado y del queotras veces haba sido la vctima, confiri a su crtica un ensaamiento que no excluye la pertinencia yla lucidez? Intentemos ver un poco ms claro cindonos a los hechos.

    Tomemos el ejemplo de los procesos de Mosc. Persuadido de que la accin de la oposicin pona enpeligro la estabilidad de la sociedad sovitica en un momento en que la amenaza hitleriana seperfilaba en el horizonte, Lukcs lejos de desaprobarlos y l no lo niega- los consider en ciertomodo como inevitables. Consciente de que se le puede reprochar su obcecacin, -esas siniestrasparodias perjudicaban a la izquierda comunista, sobre eso no haba duda para l- exiga que secontextualizara en la poca para juzgar su actitud. Ante las campaas dirigidas por los nazis contra laUnin Sovitica, l pensaba a la manera de otros emigrados refugiados en Mosc, que no se debaemprender nada que pudiera debilitar el poder establecido, el nico a sus ojos capaz de cerrar el pasoa Hitler. Es una actitud que por muy injustificada que sea, es pensable. Basta con recordar queespritus tan diferentes como Maurice Merleau-Ponty, Klaus Mann o Isaac Deutscher, cada uno asu manera, apelaron a la situacin internacional del momento para explicar, si no aprobar, la voluntadde Stalin de reprimir la oposicin interna.

    Por analoga con el proceso de Danton y su grupo, Lukcs pensaba que la amenaza a las conquistasde la revolucin funcionaba como un argumento plausible para disculpar las peores violaciones del

  • derecho: Yo consideraba esos procesos como abominaciones deca a sus interlocutores, IstvanEorsi y Erzsebet Vezer en 1971- pero me consolaba dicindome que estbamos del lado deRobespierre, cuando as mismo el proceso de Danton, en el mbito de la legalidad, no haba sidomejor que el de Bujarin. Mi otro consuelo, y ste era un factor decisivo, consista en decirme que elproblema esencial de la poca era derrotar a Hitler. Y no se poda esperar esa liquidacin deOccidente, sino solamente de los soviticos (en ocasiones posteriores, Lukcs evocara en esecontexto la actitud de Chamberlain y Daladier en Munich, a fin de justificar a posteriori su diagnsticode 1936-37). Y no exista ms potencia antihitleriana que Stalin.

    La publicacin reciente de ciertos documentos como el estenograma de una reunin de escritoresantifascistas alemanes miembros del partido, que tuvo lugar en Mosc entre el 4 y el 9 de septiembrede 1936, algunas semanas despus del fin del proceso de Zinoviev y Kamenev, muestra que Lukcsse pleg, al igual que los dems, al ritual estaliniano de las grandes confesiones ideolgicas acontinuacin de las acciones represivas del rgimen. Su intervencin est puntuada por llamamientosa la vigilancia revolucionaria (vigilancia complicada pues los enemigos no osaban presentarse a caradescubierta) y a la liquidacin de los dainos (expresin desgraciada), lo que muestra que en elclima de miedo que reinaba tras el veredicto, saba comportarse como un estalinista ortodoxo. Lo eraen realidad? Si se encuentran en su discurso ajustes de cuentas con adversarios literarios,prolongando, segn l, la lnea sectaria de la RAPP, si no olvida estigmatizar a Zinoviev (hay querecordar que lo detestaba desde la poca en que ste, Secretario General de la InternacionalComunista, protega a Bela Kun, su antiguo adversario), expresa tambin la preocupacin sincera decoherencia ideolgica en la lnea antifascista del Frente Popular.11

    Otra decisin de Stalin que no fue desaprobada por Lukcs es el pacto germano-sovitico. Lo habaconsiderado en la poca como una accin hbil, destinada a obligar a las potencias occidentales,contemporizadoras, a hacer frente comn con la Unin Sovitica contra el nazismo. La manera en quese desarrollaron despus los acontecimientos, habra hecho justicia, afirmaba Lukcs, a esa accinde Stalin, aunque, as lo vemos nosotros, no solamente no haba avalado su justificacin ideolgica,sino que lo haba considerado como un ejemplo tipo de manipulacin de la historia con finespuramente tcticos.

    A pesar de una existencia difcil en el interior del movimiento comunista, -ataques en la prensa, prisin,deportacin y affaires Lukacs-, el filsofo slo puso abiertamente en cuestin el estalinismo a partirdel verano de 1956, algunos meses despus del XX Congreso del PCUS. Es un hecho. En septiembrede 1946 defenda todava en los Encuentros Internacionales de Ginebra, el espritu de 1941, en otraspalabras la alianza de las fuerzas democrticas de la Gran Bretaa, de los Estados Unidos y de laUnin Sovitica- contra el fascismo. Esta actitud se situaba en consecuencia lgica con su credodemocrtico, antisectario, que exista en germen en las Tesis Blum de 1928. Pero eldesencadenamiento de la guerra fra que enterrara rpidamente el espritu de 1941, iba a empujartambin a Lukcs en las redes del maniquesmo estaliniano, al que aportar su granito de arena. Elpostfacio a La Destruccin de la Razn escrito en 1953 es un ejemplo. Lukcs defiende en el mejorestilo de la guerra fra, la poltica de la Unin Sovitica (comprendida la guerra de Corea o el affaireLyssenko), denuncia la ideologa proamericana y celebra el gran movimiento por la paz. 12 Se sabesin embargo, si se creen sus testimonios ulteriores, que el gusano estaba en la fruta. El affaireLukcs de 1949- 50, las presiones y las vejaciones de que era objeto ( se le quera obligar entre otrascosas a una segunda autocrtica), y en particular el proceso de Laszlo Rajk iban a preparar el terrenopara una radicalizacin que estallar a plena luz con sus primeras intervenciones en el crculo Petfien el verano de 1956.

    A partir de 1956 y a pesar de las amenazas que se ciernen sobre l y las vejaciones sufridas, Lukcsmultiplica los textos consagrados al anlisis del estalinismo. Estos textos son concernientes tanto a laprctica como a la Weltanschauung estaliniana. Se obstina, como hemos visto, en desvelar losfundamentos ideolgicos de los actos de Stalin. Puede parecer irrisorio. Millones de seres humanosperecieron, vctimas del pequeo padre de los pueblos. Nos interesa de verdad conocer la filosofadel verdugo? Otra cosa sera ignorar la formidable potencia del aparato ideolgico puesto en

  • funcionamiento por Stalin. Slo los que han vivido en la Unin Sovitica o en los pases del Este,conocen la presin moral a la que cada ciudadano era sometido cotidianamente hasta en las accionesms inocentes. La represin fsica iba a la par con la represin del pensamiento. Stalin cre realmenteun hombre nuevo que le sobrevivi. La misin de un filsofo era acometer la forma mentis delestalinismo, y sobre todo la misin de un filsofo que a pesar de su inteligencia, de su erudicin y desu fe sincera en la causa del socialismo, no pudo escapar totalmente a la empresa de esta formidableperversin del pensamiento marxista y del pensamiento en s mismo.

    Por otro parte, no se puede dejar de reconocer a Lukcs una lucidez premonitoria en lo que concierneal socialismo real. En su obra Socialismo y democratizacin redactada en los meses que siguen alaplastamiento de la primavera de Praga, denuncia el carcter artificial y el irrealismo innato de lassociedades levantadas en los pases del Este. Las disfunciones, los absurdos de la planificacinautoritaria, las distorsiones entre los diferentes sectores de la vida social, la apata y la pasividad a laque son reducidas amplias capas de la poblacin, la manipulacin de la opinin pblica, nada quedsilenciado. Del mismo tenor, pero en el campo de la crtica literaria, Lukcs consagr dos estudios aSolzhenitsin, el primero en 1964, el segundo en 1969. Sern reunidos en 1970 en un pequeo libro.As se convirti en el primer crtico contemporneo en subrayar el valor histrico y universal delrechazo al estalinismo llevado a la expresin literaria por el gran novelista.

    El muro de Berln no enterr bajo los escombros la obra de Lukcs. Vasta empresa de renovacin delmarxismo, en gran parte sobre la base de una experiencia social y poltica que se reclama del autor deEl Capital, esta obra, incontestablemente marcada por las convulsiones del movimiento comunista, esuna construccin terica demasiado slida para ser despachada con frmulas polmicas y juiciosapresurados, se compartan o no sus conclusiones filosficas.

    La ltima gran obra de Lukcs Zur Ontologie des gesellschaftlichen Seins se inspira en la conviccinde que una regeneracin de la praxis socialista pasa inevitablemente por la ruptura con el marxismoesclerosado, que haba avalado por su necesitarismo y su economicismo, tanto el oportunismo dela socialdemocracia antes de la Primera Guerra mundial, como en otro plano, el estalinismo. Lukcspropone restituir a la poltica, al derecho, a la moralidad, a la tica, el lugar que les corresponde en latopografa de la sociedad, demostrando que la densidad y la complejidad del tejido social excluyentoda codificacin a partir de normas abstractas. Gigantesca empresa histrica de reglamentacinautoritaria de la vida social, el estalinismo no es una encarnacin del marxismo, sino su perversinterica y prctica.

    Proyectando coronar su reflexin sobre la sociedad con una tica que se qued desgraciadamente enforma de fichas preparatorias, volva sobre el estalinismo como tentativa de abolir por la fuerza loscriterios morales y ticos sometiendo la vida social a una condicin jurdica impuesta desde arriba.Recordaba en ese contexto la visin premonitoria de Hegel. Criticando el carcter abstracto de lamoral kantiana, el gran filsofo llamaba la atencin sobre la imposibilidad de deducir la accin moral apartir de criterios puramente lgicos ( el ejemplo kantiano del dpt, analizado en el ensayo sobrederecho natural). Lukcs se apoyaba sobre la famosa demostracin hegeliana para reaccionar contratoda tentativa de homogeneizar artificialmente un tejido por definicin heterogneo y de sacrificar loconcreto sociohistrico a esquemas fabricados para la comprensin abstracta. La ontologa de la vidasocial en la visin de Lukcs, se traduce in politicis por una mezcla de inflexibilidad y de agilidad. Si ladensidad de la historia, sus contradicciones y sus giros, exigen una gran flexibilidad en la elaboracinde la tctica y de la estrategia polticas para poder tomar en cuenta toda la multiplicidad demediaciones, el horizonte permanente de la accin no puede ser otro que la libre autodeterminacinde los individuos, telos ltimo de la vida social.

    En el concepto de Gattungsmassigkeir fur sich (la especificidad del gnero humano para s), Lukcshaca converger todas esas aspiraciones hacia la plena autonoma del individuo y hacia elflorecimiento de la personalidad, subrayando que nada se puede hacer sin tener en cuenta laespecificidad del gnero humano en s, es decir del estado actual de la condicin humana. Realizar eldifcil equilibrio entre la heteronoma y la autonoma del sujeto, permaneci hasta el fin como la

  • obsesin y la idea-fuerza de su pensamiento. Un antiutopismo de partida no le impeda creer en laemancipacin del gnero humano.

    * Artculo publicado en la revista Les Temps Modernes

    NOTAS

    1 Citamos a partir de Walter Janka la conclusin de la requisitoria pronunciada por el procurador; dehecho un texto preparado de antemano, de unas quince pginas, dirigido contra Lukcs, al queconsideraba el padre espiritual de la contrarrevolucin hngara: Y Lukcs, ese traidor que siempreha sido, enmascarado, un agente del imperialismo en las filas del movimiento obrero internacional, esetraidor y enemigo del primer Estado alemn de obreros y campesinos, sentado aqu en el banco de losacusados, el mencionado Janka que como Lukcs, se camuflaba de comunista- quera hacerlo venira Berln y hacer de l el inspirador espiritual de la contrarrevolucin en la RDA. Anna Seghers quehaba tenido la idea de hacer salir a su amigo Lukcs de Hungra, y anim a Becher y Janka a poneren prctica el proyecto, se encontraba en la sala en el momento de la requisitoria, entre el pblico.Habra escuchado cabizbaja, sin elevar la ms mnima protesta.

    2 La declaracin de Lukcs es citada por Tibor Meray en su libro Budapest (23 de octubre de 1956):El comunismo est puesto en entredicho en Hungra. Se agruparn, bien es cierto, alrededor delPartido, crculos intelectuales progresistas, escritores, algunos jvenes. La clase obrera seguir msbien a los socialdemcratas. En las elecciones libres, los comunistas obtendran el 5, como mximo el10% de los votos. No sern partido de gobierno y pasarn a la oposicinpero el Partido existir,salvar su idea, se convertir en un centro intelectual, y de aqu a algunos aos quin sabe?

    3 Alain Brossat, Brecht et Lukcs, staliniens en situation, LHomme et la socit, n 87, 1988, 1, p. 100.El autor del artculo construye a veces escenarios fantasiosos para justificar su tesis sobre la sancinaportada por Lukcs al estalinismo. Afirma por ejemplo que Lukcs habra sido arrestado por el NKVDen la poca del idilio entre Stalin y Hitler a causa de su actitud a favor del Frente popular antifascista.Brossat se equivoca de fecha; Lukcs fue arrestado en Mosc por la polica secreta de Stalin el 29 dejunio de 1941, una semana despus de la invasin de la Unin Sovitica por tropas alemanas. Fueacusado de ser un agente de la polica poltica Horthysta, a la vez que un trotskysta. El oficial delNKVD encargado del interrogatorio, para el cual izquierdismo y trotskysmo eran sinnimos,pensaba que la crtica dirigida por Lenin en 1920 a Lukcs era la prueba de su trotskysmo precozEnefecto, Lenin le haba reprochado su actitud izquierdista concerniente a la cuestin de la participacinde los comunistas en los parlamentos. Georg Lukcs, Pense vcue. Mmoires parles, 1986,LArche, p.137.

    4 El escritor ingls John Berger se mostr particularmente sensible a los anlisis lukacsianosconsagrados a los diferentes niveles de la espontaneidad y particularmente al punto de Arqumedesde las grandes obras (as es como Lukcs llamaba al foco irradiante de carcter utpico) y a laoposicin tajante entre naturalismo y realismo. Cf. La carta del 6 de abril de 1965 de Berger a Lukcs,en los Archivos-Lukcs. 5 Harold Rosenberg, Georg Lukcs et la troisime dimension. Les TempsModernes, novembre 1964, p. 918.

    6 Cf. El captulo titulado La victoria de Stalin sobre sus rivales en Socialismo y democratizacin.1989 Messidor/Editions sociales pp- 69-80

    7 Arpad Kadarkay, Georg Lukcs. Life, Thought and Politics. 1991, Cambridge, Massachussets etOxford, Basil Blackwell, p. 313. Para los anlisis lukacsianos de la obra de Shakespeare hay quereferirse a Der historische Roman, Werke, Band 6, Probleme desR ealismus 111. pp. 184-188, y enDie Eigenart des Asthetischen, vol. I La continuidad entre los anlisis del Roman historique y los dela Esttica es evidente. Comparando las obras de madurez de Shakespeare con las produccionescorrientes del teatro isabelino, Lukcs muestra tambin su enraizamiento en los conflictos socio-histricos de la poca como su trascendencia, su elevacin a la universalidad humana.

  • 8 Durante su conferencia dada en los Encuentros Internacionales de Genve en 1946, Lukcs habaindicado sin ambigedad el dao causado al combate antifascista por el falso dilema: fascismo obolchevismo. Las crticas de izquierda a La destruccin de la razn (de Isaac Deutscher a BelaFogarasi) incluso reprocharon al libro el hecho de haber puesto en el centro de los anlisis el conflictoentre racionalismo e irracionalismo, (y no entre materialismo e idealismo, deca Fogarasi) y de haceras concesiones indebidas al racionalismo burgus y a su respetabilidad ( I. Deutscher). No pasaronpor alto el sealar la conexin entre el combate por el racionalismo y por la democracia en Lukcs y eldeplorar la ocultacin del punto de vista de clase contra clase. (Isaac Deutscher, Lukcs crtico deThomas Mann, en Les Temps Modernes, juin 1966, y Bela Fogarasi, Der revisionistische Charaktereiniger philosophischen Konzeptionen von Georg Lukcs.)

    9 Hemos expuesto ms extensamente nuestro punto de vista a propsito de este libro en el texto LaDestruction de la raison trente ans aprs publicado en Rification et utopie. Ernst Bloch et GeorgLukcs un sicle aprs. Actes du colloque Goethe Institut, Paris, 1985. 10 Agradecindole el 10 deoctubre de 1955 el envo de la novela, Lukcs recordaba a su interlocutora las interesantesconversaciones que haba tenido con ella y Sartre en Helsinki. Nueve aos ms tarde, el 22 deseptiembre de 1964, Lukcs iba a escribir a Sartre para agradecerle la publicacin en Les TempsModernes de uno de sus ensayos. Le propona tambin un texto sobre Solshenitzin, pues apreciaba elapoyo que la revista le daba al escritor ruso. Copias de estas cartas se encentran en los archivosLukcs de Budapest.

    11 Victor Serge que se encontr con Lukcs en Mosc en los aos 30, escribi en sus Memorias deun revolucionario que el filsofo le dio la impresin de alguien que viva valientemente en el miedo.

    12 La violencia de ese texto no puede ser comprendida fuera del contexto de la poca. ElMcCarthysmo intelectual que haca estragos en Estados Unidos, la radicalizacin anticomunista decierta lite de la inteligencia europea, de Camus a Mauriac y de Jaspers a Denis de Rougemont,empujaron a Lukcs a endurecer simtricamente su posicin. Particularmente sensible a laidentificacin sumaria de las realidades del mundo sovitico y de las prcticas estalinistas con eltotalitarismo marxista, esto es al cuestionamiento a travs del estalinismo del pensamientocomunista en general, l reaccionaba colocndose sin reservas tras la bandera de su campo, comomuestran sus crticas y ataques a todos los niveles contra los idelogos del mundo occidental, deJames Burnham y Arthur Koestler a Raymond Aron, y de Malraux a Silote. Las simplificaciones y losexcesos de lenguaje de este postfacio, datado en enero de 1953, rinden testimonio del clima de guerrafra de la poca. Slo entre los intelectuales occidentales, gentes como Kart Barth o Jean Paul Sartrele inspiraban simpata. La respuesta de ste ltimo a Camus en la polmica sobre Lhomme revolttena para Lukcs un valor ejemplar.

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