Keith Thomas. Historia y Antropologia(1)

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Historia y Antropología Author(s): Keith Thomas and José Carazo Source: Historia Social, No. 3 (Winter, 1989), pp. 62-80 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40340531 . Accessed: 10/03/2011 13:56 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unless you have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and you may use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use. Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at . http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=fihs. . Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printed page of such transmission. JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org

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  • Historia y AntropologaAuthor(s): Keith Thomas and Jos CarazoSource: Historia Social, No. 3 (Winter, 1989), pp. 62-80Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40340531 .Accessed: 10/03/2011 13:56

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  • HISTORIA Y ANTROPOLOGIA

    Keith Thomas

    No hay nada nuevo o excentrico en la afirmacion de que los historiadores podrian beneficiarse del conocimiento de la antropologia. El profesor Tawney sugirio algo parecido, hace treinta afios, l en su lection inaugural en la London School of Economics y no era nada corriente que el consejo de un historiador tan relevante no fuera seguido. Que tal cosa ocurriera se puede probablemente atribuir a la firme tradition empirica de la historiografia britanica, cuya reputation ha descansado durante mucho tiempo en el riguroso tratamiento de las fuentes primarias, en el desagrado por la teoria y la especulacion y en una justificada aversion a la superficia- lidad que un. conocimiento de pasada de otras disciplinas frecuentemente trae consigo. Estas cualidades, con su grandeza y su miseria, encuentran su mejor ejemplo en el presente estado de los estudios medievales: austeros, disciplinados y profundamente hostiles a cualquier influencia externa.

    Hasta cierto punto, sin embargo, los mismos antropologos tienen una parte de culpa de este aislamiento. En el periodo de entreguerras, la antropologia social, dominada entonces por Radcliffe-Brown, era un campo ciertamente ambicioso y con objetivos declaradamente ahistoricos. La disciplina se definia como "el estudio de los fenomenos culturales con el mismo metodo inductivo que se usa en las ciencias naturales". Se consideraba que su base era "el metodo experimental" y su objeto el descubrimiento de leyes sociologicas, de generalizaciones sobre la sociedad humana. Radcliffe-Brown declaraba categoricamente que la historia y la antropologia eran "dos modos muy diferentes de ocuparse de los hechos culturales" y que "hay muchas desventajas en mezclar y confundir ambas disciplinas". 2 Su insistencia en la necesidad de la generalization y sus referencias justificadamente despreciativas a la "historia conjetural" de los etnografos3 contribuyo a dar a los estudios antropologicos britani- cos un sesgo marcadamente anti-historico y a que las posibilidades de cooperation entre las dos ciencias fueran cada vez mas remotas.

    En estos liltimos anos, sin embargo, se ha producido una reaction, capitaneada

    Publicado en Past and Present, n. 24 (1963). [El autor de este articulo, como se hara evidente para un lector atento, no es antropologo. Su interes

    en la disciplina fue despertado por una conferencia del profesor Evans-Pritchard, Antropologia e Historia (Manchester, 1961), pero no se debe responsabilizar al profesor Evans-Pritchard ni a ningiin otro antropologo de cualquier mala interpretation inconsciente de su trabajo que pueda haber hecho.]

    St. John's College, Oxford. 1 R. H. Tawney, "The Study of Economic History", en Economica, xm (1933). Twaney habia

    mostrado su interes por la disciplina en su prefacio a R. Firth, Primitive Economics of the New Zealand Maori, Londres, 1929.

    2 A. R. Radcliffe-Brown, Structure and Function in Primitive Society, Londres, 1952, pp. 122-123, 154, 186, n. 1 [Estructura yfuncion en la sociedad primitiva, Peninsula, Barcelona, 1974]; Method in Social Anthropology, ed. M. N. Srinivas, Chicago, 1958, pp. 7-8.

    3 Radcliffe-Brown, Method in Social Anthropology, pp. 5-6, 26-28. En la practica, la actitud de Radcliffe-Brown hacia la historia era mas amable que su teoria. Vease la introduction del editor de Method in Social Anthropology, p. xii. 62 I

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  • por el sucesor de Radcliffe-Brown en la catedra de antropologia social de Oxford. En su Conferencia Marett de 1950, ehprofesor Evans-Pritchard afirmo que las diferencias entre ambas disciplinas eran de tecnica mas que de objeto y desde entonces ha hecho un gran esfuerzo para estimular un nuevo rapprochement entre ellas. "En la practica", dice, "los antropologos sociales no generalizan ahora mucho mas que los historiado- res."4 Hoy en dia, esta de moda considerar que la fortaleza de la antropologia social britanica descansa mas en la intensidad y precision del trabajo de campo, que en la formulation de leyes generales en la lfnea postulada por Radcliffe-Brown. Se dice incluso que tales leyes no han sido descubiertas todavia y se presupone que, probablemente, no lo sean jamas. 5 Un antropologo social no se propone hoy hacer vastas generalizaciones sobre el conjunto de la sociedad humana. Es mas probable que dedique toda su vida al estudio especializado de, como mucho, dos o tres sociedades, un estudio en el que estara tan interesado como el historiador en la singularidad de los hechos y las situaciones, un estudio que, posiblemente, conlleve un cierto grado de compromiso emocional6 y que, por la intimidad de esta relation, nos recuerda uno de los famosos mandatos de G. M. Young a los historiadores "leed sin parar hasta que podais oir hablar a la gente". Algunos antropologos han realizado incluso honestas contribuciones a la literatura historica, como por ejemplo Evans Pritchard en su The Sanusi of Cyrenaica la historia de la transformation de un movimiento religioso en un movimiento nacionalista en el transcurso de unos cien afios. 7

    Al mismo tiempo, hay algunos indicios de que los historiadores estan mas inclinados que antes a buscar generalizaciones. No hacen preguntas universales ni persiguen leyes universales. Pero, a pesar de su interes en lo individual y en lo particular, es mas probable ahora que crean, en palabras del profesor Postan, que "los problemas microscopicos de la investigacion historica son y deben hacerse microcos- micos: capaces de reflejar mundos mas vastos que ellos mismos".8 Las modas historicas cambian lentamente, pero no ha carecido de apoyo la reciente afirmacion de E. H. Carr de que "cuanto mas sociologica se haga la historia, y mas historica la sociologia, mejor para las dos". 9 Ciertamente esta aseveracion es mas representativa de la opinion de los historiadores que aquella, casi identica, que Twaney hiciera hace treinta anos. I0

    4 La Conferencia Marret se publico como "Social Anthropology: Past and Present", en Man, i, 1950. Vease tambien E. E. Evans-Pritchard, Anthropology and History, Manchester, 1961. La afirmacion citada esta en la p. 2.

    5 Evans-Pritchard, "Social Anthropology: Past and Present", p. 120, y Social Anthropology, Londres, 1951, p. 117 [Antropologia social, Nueva Vision, Buenos Aires, 19731.

    6 "Un antropologo no ha tenido exito a menos que, cuando se despide de los nativos, haya en ambos lados el dolor de la despedida", Evans-Pritchard, Social Anthropology, p. 79.

    7 Oxford, 1949. I. Schapera describe su Married Life in an African Tribe, Londres, 1940, como "una historia social", p. 7. Otros buenos ejemplos de investigacion historica realizada por antropologos son S. F. Nadel, A Black Byzantium, The Kingdom of the Nupe in Nigeria, Londres, 1942, pp. 69-146; E. R. Leach, Political Systems of Highland Burma..., Londres, 1954, pp. 227-263; J. A. Barnes, Politics in a Changing Society. A Political History of the Fort Jameson Ngoni, Londres, 1954. L. H. Gann, The Birth of a Plural Society. The Development of Northern Rhodesia under the British South Africa Company, 1894-1914, Manchester, 1958, esta escrito por un historiador, pero encargado por antropologos. El autor en su prefacio y el profesor M. Gluckman en su prologo hacen algunas observaciones sobre la importancia de la antropologia para el estudio de la historia de Africa.

    8 M. M. Postan, The Historical Method in Social Science..., Cambridge, 1939, p. 32. 9 E. H. Carr, What's History?, Londres, 1961, p. 59 \lQue es la historia?, Seix Barral, Barcelona,

    19661. 10 "El futuro de la historia, y, en particular, de la historia economica depende de su capacidad para

    adquirir una perspectiva mas conscientemente sociologica", "The Study of Economic History", p. 19. I 63

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  • La tendencia general de la actividad reciente en ambas disciplinas ha sido, pues, la de juntar lo que siempre fueron lineas de investigation paralelas. Los antropologos ya no se ocupan exclusivamente de las sociedades primitivas, del mismo modo que los historiadores no se ocupan solamente de las avanzadas. Tampoco los antropologos privilegian necesariamente el estudio sincronico de una sociedad sobre el diacronico. Algunos de ellos estudian el cambio social, especialmente la "occidentalizacion" de las sociedades indigenas. Es verdad que la forma mas caracteristica de explication antropologica de una institution es demostrar su contribution al mantenimiento de la existencia de una sociedad dada, y que esta especie de funcionalismo dificulta, a menudo, la formulation de teorias inteligibles del cambio social.11 Pero es cierto tambien que los mismos historiadores pueden ser, a veces, extremadamente estaticos. Es muy dificil, por ejemplo, extraer alguna sensation de movimiento y cambio de los estudios de los seguidores de Sir Lewis Namier sobre la politica en el siglo dieciocho; la notion del "sistema politico del siglo dieciocho" con la que sale el estudiante medio esta tan carente de elementos dinamicos como el "sistema" antropologico mas austero. 12 Una gran parte de la investigation historica actual esta menos interesada en la sucesion de los acontecimientos que en las relaciones permanentes.13 En cuanto al argumento de que el antropologo, a diferencia del historiador, se ocupa del presente, no deberia olvidarse que el modelo normal de carrera de un antropologo implica que este pase el resto de su vida, escribiendo sus recuerdos de una sociedad que visito en su juventud. Evans-Pritchard, por ejemplo, ha estado hasta hace poco publicando libros sobre los Nuer, con los que paso alrededor de un ano entre 1930 y 1936. 14 Un acto tal de reconstruction parece implicar casi un esfuerzo de imagination historica y hay claramente un sentido en el que el "presente etnografico" es comparable al presente historico.

    La diferencia basica entre antropologia e historia puede ser justamente reducida a esto: que en la mayor parte de casos15 el antropologo vivio efectivamente en, o al menos visito, la sociedad que esta describiendo, mientras que el historiador tiene normalmente que trabajar exclusivamente con documentos o restos arqueologicos. Esta distincion no es del todo suficiente para justificar el que despachemos las dos materias como disciplinas fundamentalmente diferentes.

    Si asumimos inicialmente que los antropologos se dedican a una actividad mas o menos similar a la nuestra, se hace mas facil ver lo que podriamos aprender de ellos. En primer lugar, es dificil negar que la moderna antropologia social exhibe una mayor disciplina y precision de pensamiento que las que usualmente se encuentran en textos historicos de tipo interpretativo. En este caso, la vieja tradition de que la

    11 Veanse los comentarios de Leach en Political Systems of Highland Burma, pp. 4, 7, 285. 12 Cf. la imagen que ofrece L. S. Sutherland de la intnncada maquinana politica que Walpole

    construyo ingeniosamente y Pelham penosamente mantuvo", que sufrio un "derrumbe partial" con la caida de Newcastle, y "crujio tristemente" bajo Jorge III y sus ministros, pero estaba "en funcionamiento otra vez" bajo Pitt. Era, dice ella, "un sistema politico estable aunque inerte". "The East India Company in Eighteen-Century Politics", en Econ. Hist. Rev., xvm, 1947, p. 17.

    13 La description de Evans-Pritchard de los antropologos dedicados a componer relatos integrados de pueblos primitivos en un momento del tiempo" ("Social Anthropology: Past and Present", p. 122) es dificil de distinguir de la imagen de Postan de los historiadores "entretejiendo unos hechos historicos con otros en el lienzo de una epoca" ("Function and Dialectic in Economic History", Econ. Hist. Rev., segunda serie, xiv, 1962, p. 403).

    14 The Nuer..., Oxford, 1940; Kingship and Marriage among the Nuer, Oxford, 1951; Nuer Religion, Oxford, 1956.

    15 Aunque no en todos. Vease, por ejemplo, la reelaboracion del material de Mahnowski por J. P. Singh Uberoi, Politics of the Kula Ring, Manchester, 1962. 64 I

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  • antropologia es una ciencia ha supuesto una gran ventaja. Las obras antropologicas contemporaneas son frecuentemente austeras, incluso hispidas, pero rara vez estan desfiguradas por la retorica y el impresionismo que tan frecuentemente se encuentran en el trabajo de los principales practicantes de la historia moderna (y cuyos origenes puede que efectivamente se hallen en esa tradition academica que anima a los estudiantes a producir interpretaciones personales y dogmaticas, basadas en una rapida lectura de fuentes secundarias). Es cierto que el lector normalmente tiene que aceptar con los ojos cerrados lo que el antropologo dice sobre otra sociedad, ya que hay escasas notas y puede que las fuentes hayan tenido que ser disfrazadas o suprimidas; l6 ciertamente, la unica prueba objetiva de la f iabilidad de una monografia parece ser la de su coherencia interna. Con todo, a pesar de la incapacidad del lector para comprobar las fuentes, y de la evidente prontitud del escritor en llegar a conclusiones teoricas sobre la base de un solo estudio de campo,17 uno no se puede hurtar a la impresion de que los antropologos no generalizan a la ligera y de que sus conclusiones descansan sobre los solidos cimientos de un trabajo de campo empirico, al lado del cual, el uso selectivo de hechos incompletos, del que la escritura de la historia depende necesariamente, se muestra extremadamente endeble. I8 No es proba- ble que el estudiante de sociologia contemporanea tenga que verselas con un tour de force retorico de la magnitud del contenido en el opiisculo del profesor Trevor-Roper sobre The Gentry tampoco es probable que se encuentre con muchas hipotesis presentadas dogmaticamente como hechos y sustancialmente desacreditadas, durante los cinco afios siguientes a su publication, en gran parte sobre la base de datos existentes ya en el momento en que fueron formuladas. Los gustos antropologicos cambian, y aunque el factor subjetivo no puede estar ausente del todo, rara vez se desmanda.20 La prudencia y la falta de pretensiones de la mayor parte de la antropologia social puede contribuir a que su lectura sea pesada, particularmente cuando se combina con una susceptibilidad del lector frente a las jergas, pero, al menos, tales caracteristicas proporcionan un agradable contraste con el trabajo de muchos historiadores modernos cuyo afan por expresar sus opiniones propias y reforzar su personal vision del mundo es, a menudo, mas evidente que el deseo desinteresado de averiguar lo que sucedio realmente en el pasada

    Seria, sin embargo, temerario basar la defensa de la antropologia social en una presuncion tan poco atractiva como la supuesta superioridad moral de sus practican- tes. Por el contrario, podria resultar mas productivo hacer hincapie en uno de los rasgos que parecen mas distintivos de la interpretation antropologica: en palabras del profesor Firth, "por mas especializado que sea el estudio del parentesco, la brujeria, la organization de la jerarquia o las clases sociales, el antropologo siempre lo lleva a cabo en el marco de una conception propia del sistema social en el que estos elementos se inscriben".21 La importancia de la contribution hecha por un antropolo-

    16 Como se admite en Schapera, Married Life in an African Tribe, p. 9. 17 Cf. E. Gellner, "Time and Theory in Social Anthropology", en Mind, lxvii (1958), p. 185. 18 Hay importantes problemas relativos a las causas del cambio social y economico a los que el trabajo

    de campo antropologico raramente ha dado respuesta: por ejemplo, cuestiones relacionadas con el tamano de la poblacion y su tasa de aumento.

    19 H. R. Trevor-Roper, The Gentry, 1540-1640 (Economic History Review Supplements, n. 1), n.d., 1953.

    20 Esto puede que sea un anhelo. Cf. las criticas hechas por E. R. Leach, Pul Eliya. A Village in Ceylon..., Cambridge, 1961, p. 9, quien afirma que "el material basado en el estudio de casos personales en los escritos antropologicos raramente ofrece una description objetiva".

    21 R. Firth, Social Anthropology as Science and as Art, Dunedin, me, p. 1 1. 65

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  • go no se mide por el volumen de datos que registra, ya que esto es mera etnografia -generalmente considerada como uria actividad de un nivel mucho mas bajo- sino por la interpretation e interrelation de esos hechos. Debe intentar no solamente una sintesis descriptiva de los acontecimientos, sino su integration teorica, 22 esto es, debe aspirar a un analisis serio y no a ese impresionismo sin orden ni concierto del que el tercer capitulo de Macaulay proporciona el mas famoso ejemplo, y algunas partes de la Historia de Inglaterra de Oxford el mas reciente. Los antropologos frecuentemente toman una sociedad pequena y la estudian como un todo. Asi, Evans-Pritchard escribe sobre muchos aspectos diferentes de los Nuer: estructura politica y social, parentesco y matrimonio, religion. En cambio, los historiadores, como muestran los titulos de sus revistas profesionales, todavia se especializan por materias: historia economica, historia legal, historia militar, etc. Para un historiador, escribir a un tiempo sobre religion y agricultura en el siglo dieciocho constituiria una notable excentricidad.

    La consecuencia para la historia de esta especializacion por materias es que muchos de los aspectos sociales mas importantes de un asunto pasan desapercibidos. A pesar de toda la actividad de Weber, Tawney y Christopher Hill, el estudio de la historia eclesiastica, por ejemplo, se realiza todavia, en gran parte, en un vacio donde la lituigia, el ritual, la teologia y el gobierno de la iglesia estan aisladas se preocupa- ciones mas seculares. De modo parecido, el estudio de la historia economica esta enfrascado en probar y refutar las teorias economicas actuates, con el consiguiente descuido de los aspectos sociales de la disciplina. 23 Si, como reaction a este acercamiento fragmentado a los hechos historicos, muchos historiadores se apuntan ahora, aunque solo sea de un modo implicito, a una variedad vulgar de marxismo, esto podria tomarse como serial no tanto de los seductores efectos de esa doctrina particular, como de la falta de familiaridad con cualquier otro intento teorico de conseguir esa interrelation y explication mutua de los hechos sociales, que tanto les gustaria ver. Para tales personas, el aliciente de la antropologia, sea esta "funcional", "estructural" o "cultural", es que constituye un intento semejante de explicar las cosas en terminos de sus relaciones entre ellas, y no tratandolas separadamente, como si fueran pacientes en un hospital. El marxismo ha tenido muchos efectos beneficio- sos, y las posibilidades latentes en la explication de los hechos sociales por su relation con los economicos no estan, en absoluto, agotadas. Pero las necesidades economicas estan a su vez determinadas culturalmente, y solo alguna forma de antropologia mantiene la esperanza de proporcionar esa explication sociologica de la vida econo- mica que la interpretation economica de la vida social ha acabado por requerir. Una de las grandes lecciones de la antropologia es que el estudio de la economia no puede aislarse del estudio de la sociedad. "En una sociedad primitiva no existen relaciones con un caracter puramente economico."24

    Si las aplicamos a la historia de la iglesia, las conclusiones del antropologo son tan interesantes como las sugerencias de Marx, quien, con Maquiavelo, ofrecio la linica interpretation social de la vida religiosa que es familiar para la mayoria de nosotros. Un calendario, dice Durkheim, expresa el ritmo de las actividades colectivas

    22 Evans-Pritchard, Social Anthropology, p. 95. 23 Cf. los comentarios de O. R. McGregor en "Some Research Possibilities and Historical Material for Family and Kingship in Britain", en British Journal of Sociology, xii (1961). 24 R. Firth, Primitive Economics of the New Zealand Maori, p. 482. Hay algunas interesantes criticas al marxismo desde un punto de vista antropologico en R. Firth, Primitive Polynesian Economy, Londres, 1939, pp. 361-364. 66 I

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  • de la sociedad y asegura su regularidad. 25 Armados con este aserto, podemos comprobar que la hagiografia de la Edad Media estaba ligada a las fiestas del ano cristiano que, a su vez, reflejaba fielmente los ritmos del mundo agricola, tal como Homans, un sociologo convertido en historiador, ha demostrado casi definitivamen- te. 26 A la inversa, los ataques puritanos contra las fiestas de los santos y su enfasis en el Sabbath parece que estarian conectados con los nuevos ritmos de una sociedad comercial. 27 Una de las funciones del ritual, dice Radcliffe-Brown, es la de mantener y reforzar el sistema de sentimientos del que la sociedad depende. 28 Vistos desde este angulo, los sentimientos despertados por los diversos ataques protestantes contra las ceremonias catolicas durante la Reforma se hacen mas comprensibles. Del mismo modo, si recordamos la afirmacion de Radcliffe-Brown de que los tabiies fijan el valor social de ciertos acontecimientos, se explican las objeciones de los puritanos a la presencia de las mujeres en la iglesia. 29 El conocimiento que se puede obtener de los antropologos respecto a la importancia de la danza como vinculo de la vida comunitaria, 30 nos dice algo sobre las posibles implicaciones de los ataques puritanos contra los mayos y los juegos de los sabados. Realmente, tantas luces nuevas se proyectan sobre el puritanismo, cuando se contempla desde este punto de vista, que los historiadores puede que tengan que acabar considerando que su verdadera signification descansa no tanto en el hecho de que este supusiera un punto de apoyo del capitalismo -aspecto del que tanto se ha hablado-, como en su implacable hostilidad a lo que se consideran rasgos distintivos de una sociedad mas primitiva: no solo las danzas comunales, sino los juegos rituales que bordean el sacrificio de animales (como el hostigamiento de toros y osos con perros), la atribucion de cualidades magicas a ciertos lugares, instrumentos de culto o dias del ano, los tabiies que rodeaban a las mujeres despues del parto, las orgias sexuales en los periodos claves del ano (primero de mayo, el solsticio de verano y la Navidad) y, en general, cualquier ritual o ceremonia.

    Ademas de ensenar la primera y esencial lection de que los historiadores deben estudiar los acontecimientos en relation con la sociedad como un todo, los antropolo- gos pueden tambien proporcionar la inestimable ventaja de su experiencia directa en asuntos que los historiadores solo han leido en los libros. Elementos tan caracteristi- cos de una sociedad primitiva como la brujeria o la venganza de sangre forman una parte importante de las preocupaciones cotidianas del antropologo, mientras que para el historiador constituyen una materia relativamente exotica. No significa esto que se puedan obtener de la antropologia leyes universales evidentes sobre la brujeria, pero, al menos, un poco de familiaridad con sus hallazgos evitaria que los historiadores sucumbieran a la tentacion de considerar esta practica como una extraordinaria supervivencia de lo irrational, que ha de ser explicada con los volterianos argumentos

    25 E. Durkheim, The Elementary Forms of Religious Life, trad, por J. W. Swain, Nueva York (Collier Books), 1961, p. 23.

    26 G. C. Homans, English Villagers of the Thirteenth Century, Cambridge, Mass., 1942, capitulo 23. 27 Espero ofrecer una discusion detallada de este punto en otra ocasion. Se encuentra en C. Hill, The

    Century of Revolution, 1603-1714, Edimburgo, 1961, pp. 84-85. 28 A. R. Radcliffe-Brown, The Andaman Islanders, Cambridge, 1933, pp. 233-234. 29 Radcliffe-Brown, Structure and Function in Primitive Society, p. 1 5 1 . . 30 Radcliffe-Brown, The Andaman Islanders, pp. 246-255; E. E. Evans-Pritchard, "The Dance",

    en Africa, i (1928); M. Hunter, Reaction to conquest. Effects of Contact with Europeans on the Pondo of South Africa, Londres, 1936, pp. 369-370, 375-376. Hay un interesante material medico en E. L. Bockman, Religious Dances in the Christian Church and in Popular Medicine, trad, por E. Classen, Londres, 1952. 67

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  • Brujos quemados vivos. (Grabado alemdn del siglo xvi)

    de la astucia clerical y la credulidad popular. Por el contrario, la creencia en las brujas se puede relacionar estrechamente con la sociedad en la que aparece. El estudio de Evans-Pritchard sobre la brujeria entre los Azande muestra, entre otras cosas, que esta puede constituir una forma positiva de argamasa social, ya que, si creemos que es posible que nuestros vecinos tengan poderes magicos con los que inflingirnos dano fisico, es probable que tengamos cuidado de no ofenderlos. 3I En otros contextos, las acusaciones de brujeria se dirigen normalmente contra aquellas personas cuya naturaleza se condena como antisocial, y la creencia en las brujas se convierte asf en una sancion contra actividades socialmente indeseables, y contribuye a mantener el sistema de valores existente. Este no es el tipo de conclusion al que llegaria probablemente un historiador que no contara con ayuda exterior, ya que no esta personalmente familiarizado con las circunstancias que producen una agresion des- plazada de este tipo, y nunca ha reparado en los modos en que las tensiones en las relaciones sociales se pueden resolver a traves del recurso a la brujeria. Y sin embargo,

    31 E. E. Evans-Pritchard, Witchcraft, Oracles and Magic among the Azande, Oxford, 1937, p. 117. 68 I

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  • esta claro que a la mayoria de personas acusadas de brujeria en la Inglaterra de los siglos dieciseis y diecisiete se las consideraba portadoras de valores hostiles a la sociedad en que vivian, a causa de su aislamiento de la sociedad, su pobreza o su fealdad. En su mayor parte eran mujeres viejas -"pobres, tristes, envidiosas, malas, mal dispuestas y pobremente alimentadas", como las describe un coetaneo32- que, por lo general, hacian ostentation de una franca malevolencia hacia la sociedad en la que vivian. De manera parecida, las acusaciones de brujeria se realizaban como explication de fracasos economicos o sociales de algiin tipo; las brujas eran las culpables de que los cultivos no crecieran o de que las vacas no dieran leche. 6Fue solo una coincidencia que el momento algido del panico a las brujas en Inglaterra ocurriera al final de la Guerra Civil, cuando la consiguiente inestabilidad politica y social habia generado tensiones inusuales y cuando los instrumentos normales de control social, especialmente los tribunales eclesiasticos, se habian derrumbado? Una fuente digna de credito nos dice que "las creencias sobre las brujas en Africa son asombrosamente similares a las que existian en tiempos de Shakespeare".33 Parece probable que el estudioso de aquellas pueda aprender algo del investigador de estas.

    De un modo similar, aquellos historiadores interesados en la sociedad anglo- sajona, donde es dificil eludir el estudio del parentesco, podrian aprender algo de los analisis antropologicos del funcionamiento de la venganza de sangre en otras socieda- des, algunos de los cuales sugieren conclusiones muy diferentes de las alcanzadas por los historiadores a partir de indicios menos convincentes. 34 Del mismo modo, un antropologo que sabe de ritos de initiation tendria algo nuevo que decir a los historiadores interesados en las ceremonias que rodean el bautismo o la confirma- tion, en las ordenes de caballeria, o en la admision a los gremios medievales o a los grados academicos. 35 La mayoria de los estudios antropologicos modernos se han ocupado de la pequena comunidad aislada, y es sobre analogas comunidades histori- cas donde se esperaria que sus hallazgos arrojaran mas luz. En un mundo donde los lazos son personales y no anonimos, y donde los mismos individuos aparecen en una diversidad de roles sociales, la cohesion social se ve grandemente aumentada por la ausencia de conflictos de valores, como los que se dan entre el trabajo y la iglesia, o

    32 Citado por K. M. Briggs en Pale Hecate's team..., Londres, 1962, p. 13. 33 M. Fortes en E. E. Evans et al, The Institutions of Primitive Society, Oxford, 1954, p. 88. Diversas

    interpretations de la brujeria son discutidas por S. F. Nadel en Nupe Religion, Londres, 1954, pp. 201-206. Sobre la magia como remedio para diversos tipos de frustration social vease B. Malinowski, Magic, Science, and Religion and other Essays, Glencoe, Illinois, 1948, esp. pp. 60-61, y sobre la caza de brujas como agresion desplazada vease C. Kluckholn y D. Leighton, The Navaho, Cambridge, Mass., 1946, pp. 172-181. Hay una discusion sobre la relation entre brujeria y circunstancias economicas en M. Gluckman, Custom and Conflict in Africa, Oxford, 1955, capitulo 4. Vease tambien M. S. Marwick, "The Social Context of Cewa witch Beliefs", en Africa, xxn (1952).

    34 Sobre la venganza de sangre como instrumento de cohesion vease Gluckman, Custom and Conflict in Africa, capitulo 1, esp. pp. 21-22, donde se descubre la falsedad, comun entre los medievalistas, de que las venganzas conducian a incesantes guerras privadas (la parte esencial de este capitulo se encuentra en el articulo del profesor Gluckman, "The Peace in the Feud", Past and Present, n. 8 (1955). Sus observaciones no parecen haber sido tenidas en cuenta por el mas reciente historiador de la sociedad Anglo-Sajona, H. R. Loyn, Anglo-Saxon England and the Norman Conquest, Londres, 1962, pp. 206, 294-297. Estas fueron empleadas con provecho, sin embargo, por J. M. Wallace-Hadrill en su relato de las venganzas de sangre francicas, The Long-haired Kings and other Studies in Prankish History, Londres, 1962, pp. 121-147.

    35 Cf. M. Eliade, Birth and Rebirth..., trad, por W. R. Trask, Nueva York, 1958. La teoria antropologica encuentra un uso inventivo en W. J. Ong, "Latin Language Study as a Renaissance Puberty Rite", en Studies in Philology, lvi (1959). 69

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  • entre padres y patronos, que son caracteristicos de sociedades industrials mas grandes. Tales deben haber sido los atributos de una aldea medieval, y los antropolo- gos han hecho, frecuentemente, mention de las semejanzas entre este tipo de sociedad primitiva y la Europa rural anterior al siglo dieciocho.36 Reconstruir el tejido vital en ese mundo parece que implica arrojar una carga desproporcionada sobre la desvalida imagination historica, maxime cuando se dispone hoy de rigurosas y detalladas descripciones de tales sociedades. Casi ningiin medievalista se ha tornado la molestia de aprovechar los resultados del trabajo de campo antropologico. Y sin embargo, "icomo -pregunta Evans-Pritchard- puede un catedratico de Oxford meterse en la mente de un siervo de Luis el Piadoso?". 37 Ciertamente, la cuestion es como. En la mayor parte de los casos, no es probable que lo intente, sino que mas bien se contentara con estudiar las prestaciones en trabajo y las redenciones, tratando al siervo solo como una litil unidad en la historia economica. Con todo, los estudios antropologicos de la mentalidad primitiva podrian constituir valiosos refuerzos para los historiadores, confrontados con la escasez de evidencias sobre la vida mental de las capas inferiores de la lejana sociedad que estan estudiando. Los extremos en la actividad religiosa -trance y extasis- que eran tan comunes en la Edad Media y tan raros ahora, han sido observados por los modernos estudiosos de la religion primiti- va. 38 Del tnismo modo, el estudio antropologico de las actividades de las modernas misiones cristianas en Africa o Nueva Guinea, podria arrojar alguna luz sobre las fuentes de la resistencia anglosajona a la Conversion, asi como sobre los posibles motivos y consecuencias de su claudicacion. 39

    Se pueden aducir innumerables paralelismos entre la experiencia historica de nuestra sociedad y la experiencia contemporanea de sociedades mas primitivas. Algunos son superficiales y otros no. Todos son dignos de ser investigados. 6D6nde se puede encontrar una mejor explication del derecho divino de los reyes que en el analisis que ha hecho Evans-Pritchard de la monarquia de los Shilluk de Sudan?40 iDonde se encuentra una analogia mas cercana a la imagen medieval e isabelina del mundo que en la conception Tikopia de la vida futura, en la que hay divisiones de los paraisos que se corresponden con las divisiones sociales de los mismos Tikopia?41 El enfasis sobre la fuerza comprometedora de los juramentos entre los Kikuyu nos recuerda el siglo diecisiete en Inglaterra, donde el juramento constituia la sancion de casi todas las formas de acuerdo legal, oficial o eclesiastico. 42 Los cultos Cargo de Melanesia poseen evidentes semejanzas con movimientos milenaristas como el de los

    36 Por ejemplo, R. H. Lowie, Social Organization, Londres, 1950, pp. 19-22; M. J. Herskovits, The Economic Life of Primitive Peoples, Nueva York, 1940, p. 12. Sobre algunos de los rasgos que se consideran comunes a todas las sociedades campesinas vease R. Redfield, Peasant Society and Culture..., Chicago, 1956, p. 108.

    37 Anthropology and History, pp. 13-14. 38 E. Norbeck, Religion in Primitive Society, Nueva York, 1961, cap. 6. 39 Cf. los comentarios de I. Schapera sobre el papel fundamental del jefe, en I. Schapera (ed.), The

    Bantu-Speaking Tribes of South Africa..., Londres, 1937, p. 362. Hay algunas interesantes observaciones sobre los resultados de la influencia cristiana en M. Hunter, Reaction to Conquest, p. 355.

    40 E. E. Evans-Pritchard, The Divine Kingship of the Shilluk of the Nilotic Sudan, Cambridge, 1948, p. 36.

    41 R. Firth, Elements of Social Organization, Londres, 1951, p. 236. Cf. E. M. W. Tilly ard, The Elizabethan World Picture, Londres, 1948.

    42 H. E. Lambert, Kikuyu Social and Political Institutions, Londres, 1956; se puede obtener informa- tion sobre la importancia del juramento en el siglo xvn en Inglaterra en R. Garnet, The Book of Oaths, and Several Forms thereof, Both Ancient and Modern..., Londres, 1649. 70 I

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  • Hombres de la Quinta monarquia en Inglaterra;43 en relation con esto, la interpreta- tion que hace Worsley de la infraction ritual de los tabiies tradicionales en Melanesia, hace mas inteligible el desprecio de los anabaptistas y los cuaqueros por las convenciones sociales y sexuales.44 No es sorprendente que historiadores como el profesor Cohn o Hobsbawn se hayan sentido impelidos a utilizar los descubrimientos antropologicos en la investigation de ciertos movimientos populares de protesta. 45

    Gran parte de lo que se puede aprender de la antropologia podria ser litil para la historia economica, ya que los supuestos sobre los que los economistas normalmente trabajan son, a menudo, totalmente inapropiados para el estudio de la sociedad primitiva. 46 La description de los sistemas tradicionales de precios en las economias primitivas puede ayudarnos a entender por que el precio de la tierra monastica, despues de la disolucion, tendia a mantenerse tercamente estable en las compras a veinte anos, a pesar de las f luctuaciones de la oferta y la demanda. 47 Las monografias sobre el intercambio de regalos en Polinesia, pueden hacer que prestemos mas atencion al papel de la hospitalidad como medio de distribution economica, o al prodigo canje de regalos de Ano Nuevo en la corte de Jaime 1. 48 Los estudios sobre los efectos sociales y legales del hambre de tierra en los paises africanos contemporaneos puede contribuir a que entendamos por que habia tantos litigios en la Inglaterra del siglo dieciseis, asi como los efectos sociales de la superpoblacion en general.49 La costumbre malaya de eludir la prohibition de la usura, prestando una cantidad menor que la que se registraba como deuda a pagar, recuerda notablemente los metodos contables que, segiin parece, se utilizaban en el siglo quince en Inglaterra. 50 Y si las deudas eran una forma de argamasa social entre los campesinos irlandeses, es probable que sirvieran al mismo proposito en la Inglaterra rural.51

    El historiador interesado en la industrialization del siglo dieciocho en Inglaterra no obraria con demasiado acierto si ignorase los abundantes analisis existentes sobre el progreso de los paises subdesarrollados en la actualidad. 52 Los problemas que trae

    43 Vease P. Worsley, The Trumpet shall Sound..., Londres, 1957 [La trompeta sonard, Siglo XXI, Madrid]; K. Burridge, Mambu, A Mellanesian Millennium, Londres, 1960; I. Leeson, Bibliography of Cargo Cults and Other Nativistic Movements in the South Pacific, Sydney (South Pacific Commision), 1952.

    44 The Trumpet shall Sound, pp. 249-250. 45 N. Cohn, The Pursuit of the Millennium, Londres, 1962; E. J. Hobsbawn, Primitive Rebels...,

    Manchester, 1959 [Rebeldes primitivos, Ariel, Barcelona, 1970]. 46 Veanse los comentanos del protesor Firth en, Primitive Polynesian Economy, pp. /, zz-zy,

    360-361. 47 R. Thurnwald, Economics in Primitive Communities, Londres, 1932, p. 264; Herskovits, The

    Economic Life of Primitive Peoples, pp. 210-212; Firth, Elements of Social Organization, p. 134. Cf. H. J. Habakkuk, "The Market for Monastic Property, 1539-1560", Econ. Hist. Rev., segunda serie, x (1958), esp. p. 372.

    48 B. Malinowski, Argonauts of the Western Pacific..., Londres, 1922 [Los Argonautas del Pacijico Occidental, Peninsula, Barcelona, 1973]; M. Mauss, The Gift..., trad. I. Cunnison, Londres, 1954. T. H. Aston ha atraido mi atencion sobre P. Grierson, "Commerce in the Dark Ages: a Critique of the evidence", Trans. Roy. Hist. Soc, quinta serie, ix 1959), pp. 137-139, donde se discute el intercambio de regalos en los "siglos oscuros".

    49 Firth, Elements oj Social Organization, pp. lUZ-lUo. 50 R. Firth, Malay Fishermen: Their Peasant Economy, Lonares, 1^40, p. iov. ka. i^. b. mcfarlane,

    "Loans to the Lancastrian Kings: the Problem of Inducement", Cambridge Historical Journal, ix (1947), I pp. 65-68.

    51 C. M. Arensberg, The Irish Countryman. An Anthropological btuay, Lonares, 1V3/, pp. i /u-i /o. Cf. un caso bastante diferente de vinculos sociales creados por las deudas en J. C. Holt, The Northerners. A Study in the Reign of King John, Oxford, 1961, pp. 72-77.

    52 Hay unas utiles guias bibliograficas para este asunto en Current Sociology, i, 4 (1953), m, 1 | 71

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  • consigo persuadir a los africanos de que adopten los ritmos de una sociedad industrial, en lugar de los mas erraticos de la vida primitiva, son casi exactamente los mismos con los que se enfrentaba Josiah Wedgwood, cuando se esforzaba en convertir a los indolentes e irresponsables pobladores de Staffordshire en "maquinas... que no puedan errar".53 La prioridad del ocio sobre los salarios altos, que obstaculizo la creacion de la fuerza de trabajo en los momentos iniciales de la Revolucion Industrial, solo fue quebrada, presumiblemente, por la aparicion, entre las clases trabajadoras, de nuevas necesidades que proporcionaron el incentivo para trabajar mas. C6mo se crearon estas necesidades? No es facil encontrar la respuesta en las descripciones actuales de la primera epoca de la Revolucion Industrial. Pero algunos estudios antropologicos, como los de Audrey Richards sobre los Bantiies del sur o los Bemba del norte de Rodesia, ayudan a sugerir algunas posibles respuestas. Ha habido algiin historiador, por ejemplo, que haya reflexionado sobre la relation -que la citada antropologa demuestra ser sumamente importante- entre comidas regulares y trabajo regular?54 De un modo mas general, los antropologos nos pueden decir mucho sobre el impacto de la industrialization en los lazos tradicionales del parentesco y la familia, dando asi nueva luz al material contenido en obras como Women Workers and the Industrial Revolution de Pinchbeck. 55 Al mismo tiempo, cualquiera que se haya cuestionado la conveniencia de adoptar las solitarias sugerencias de S. A. Peyton y el profesor Rich sobre la movilidad del trabajo en la Inglaterra de los Tudor, puede sentirse confortado por el moderno descubrimiento de las grandes distancias que los trabajadores africanos recorren en busca de empleo. 56

    Por lo tanto, un gran estimulo para que los historiadores lean antropologia es que los antropologos pueden ofrecer analisis detallados de fenomenos mas o menos comparables con los que los historiadores se esfuerzan en reconstruir, sobre la base de evidencias mucho menos solidas. Se puede, sin embargo, objetar razonablemente que todos los historiadores no son medievalistas, estudiosos de sociedades relativamente primitivas y de su desintegracion, y que solo una parte muy pequena de la historia inglesa se ocupa de la venganza de sangre, la brujeria o el totemismo. 57 La respuesta a esto es que seria erroneo dar la impresion de que los antropologos solo tienen algo que ensenarnos en lo que se refiere a aquellos rasgos que la sociedad occidental tiene, o ha tenido, en comun con las sociedades primitivas.

    Sin embargo, no son solo semejanzas superficiales, del tipo de las esbozadas anteriormente, las que hacen deseable que un cierto nivel de familiaridad con la

    (1954-1955) y vi, 3 (1957) y en M. Mead (ed.), Cultural Patterns and Technical Change, Nueva York, 1955, pp. 333 yss.

    53 Citado por N. McKendrick, "Josiah Wedgewood and Factory Discipline", Historical Journal, iv (1961), p. 46.

    54 A. I. Richards, Hunger and Work in a Savage Tribe..., Londres, 1932; Land, Labour and Diet in Northern Rhodesia..., Londres, 1939.

    55 I. Pinchbeck, Women Workers and the Industrial Revolution, 1750-1850, Londres, 1930. Cf. H. I. Hogbin, Transformation Scene. The Changing Culture of a New Guinea Village, Londres, 1951 y Social Change..., Londres, 1958, pp. 168-173; Hunter, Reaction to Conquest, p. 480; W. Watson, Tribal Cohesion in a money Economy. A Study of the Manbwe People of Northern Rhodesia, Manchester, 1958. 56 S. A. Peyton, "The Village Population in the Tudor Lay Subsidy Rolls", Eng. Hist. Rev., xxx (1915); E. E. Rich, "The Population of Elizabethan England", Econ. Hist. Rev., segunda serie, ii (1950). Cf. M. Read, "Migrant Labour in Africa and its Effects on Tribal Life", International Labour Review, xlv (1942); I. Schapera, Migrant Labour and Tribal Life..., Londres, 1947, esp. p. 75; D. Niddrie, "The road to Work: a Survey of the Influence of Transport on Migrant Labour in Central Africa", The Rhodes- Livingstone Journal, xv (1954), esp. p. 36. 57 Sobre totemismo cf. G. L. Gomme, Folklore as an Historical Science..., Londres, 1908, pp. 274-296. 72 I

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  • antropologia forme parte del bagaje de cualquier historiador. Por el contrario, la justification real de la antropologia es doble: antes que nada, puede contribuir a ensanchar el campo de estudio de la historia academica; en segundo lugar, puede proporcionarnos una tecnica con la que enfrentarnos, no solo con esta nueva materia, sino con algunos de los problemas historicos que son ya familiares para nosotros. Como Tawney observo socarronamente, "no hay razon alguna para que los salvajes se lleven toda la ciencia". 58

    Empecemos por el segundo punto. Los antropologos se caracterizan por adoptar explicaciones paradqjicas en lugar de las dictadas por el sentido comun. 59 Algunas de estas paradojas podrian ser aplicadas por los historiadores con el fin de reexaminar los presupuestos que subyacen a lo que se considera normalmente conocimiento comun. La mayoria de los historiadores medievales, por ejemplo, senalarian el caracter semi-electivo del ultimo periodo de la monarquia sajona y el primero de la normanda, con su corolario de rebeliones y guerras de sucesion, como un signo de debilidad del estado Anglo-Normando.60 Pero si leyeran la version del profesor Gluckman de una situacion comparable en el sureste de Africa, se verian frente al argumento de que, en una sociedad primitiva que carece de una red de comunicaciones integrada y de una estructura economica unica, es esencial para la supervivencia de ese estado que los conflictos tomen la forma de una lucha por el poder centralizado, ya que lo contrario supondria el separatismo local. En una situacion asi, "las guerras civiles periodicas... fortalecian el sistema, al canalizar las tendencias a la segmentation, y poner de manifiesto que el objetivo principal de los dirigentes no era otro que la sagrada monarquia". 61 La falta de definition sobre las reglas de sucesion hace posible que un pretendiente debil sea eliminado y reemplazado, sin el derrumbamiento de la monarquia o el establecimiento de estados regionales. "La misma estructura de la mo- narquia proyecta sobre la nacion las luchas entre las casas rivales e incluso la guerra civil; y es un hecho historico el que estas luchas mantenian a los grupos que integraban la nacion unidos en una contradictoria lealtad a la sagrada monarquia". Cuando otros factores podrian haberla derribado, las disputas sobre la sucesion mantenian a los grupos unidos en el conflicto. Una rebelion contra un tirano o un usurpador es una rebelion en defensa del sistema monarquico. De un modo parecido, las luchas de las casas rivales por la sucesion contribufan a prevenir los conflictos de clase. "Un principe puede invitar a la plebe a rebelarse y a atacar a un rey de su estirpe sin invalidar, por ello, el derecho de su familia al titulo. En una situacion asi, los soberanos temen a rivales de su mismo rango y no a revolucionarios de condition inferior... Toda rebelion, por lo tanto, es una lucha en defensa de la realeza y de la monarquia y, en este proceso, la hostilidad de los plebeyos contra los aristocratas esta encaminada a mantener el dominio de los aristocratas, algunos de los cuales encabe- zan la revuelta popular".62 Esto podria ser una valiosa aportacion, no solo para la

    58 "The Study of Economic History", p. 20. 59 Veanse los comentanos de (Jellner en " 1 lme and 1 neory in social Anmropoiogy , p. us. 60 Por ejemplo. H. W. C. Davis, England under the Normans and Angevins, W00-U/2, Londres, l^y,

    pp. 5-6. "Siempre que los deberes sociales se conciban en forma de obligaciones personales, la monarquia es la unica forma factible de gobierno, y lo mejor es que la monarquia sea hereditaria". El fracaso de Harold fue uno de los resultados de su intento de inducir a la nacion a que pusiese en cuestion el principio de sucesion hereditaria (p. 6); G. O. Sayles, The Medieval Foundations of England, Londres, 1950, p. 179: "Ciertamente, es improbable que la monarquia hubiera sobrevivido como la eficiente institution que fue, si hubiera sido principalmente electiva, ya que esto habria supuesto abrir el camino a la guerra civil y la anarquia, como habia de ocurrir mas tarde en el reinado de Stephen". 61 M. Gluckman, Rituals of Rebellion in S.h. Africa, Manchester, 19S4, p. zs.

    62 Ibid., pp. 25, 23-24. Vease tambien Gluckman, Custom and Conflict in Africa, capitulo 2, y P. M. 73

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  • historia antigua inglesa o la Guerra de las Rosas, sino para levantamientos como la Peregrination de la Gratia en la epoca Tudor y para leyes de sucesion como las de los otomanos o los despotas orientales. Hay algunas paginas en la Constitutional History de Jolliffe que se acercan a un planteamiento de este tipo,63 pero que no llegan hasta el final.

    Como segundo ejemplo del valor del modelo de interpretation propio de la antropologfa, podemos tomar el mismo estudio de la historia y la actitud de los hombres frente a las pretensiones de autoridad social o politica basadas en el pasado. Desde que Malinowsky formulo sus renovadoras teorias, los antropologos han observado que los mitos, en una sociedad primitiva, sirven, mas que como datos historicamente correctos sobre el pasado, como un "documento" que valida las relaciones sociales actuales. Del mismo modo que esas relaciones cambian, lo hacen los mitos, que se adaptan y reformulan para acomodarse a las necesidades cambiantes. Por lo tanto, el valor de los mitos y leyendas para el historiador esta en lo que le cuentan sobre la sociedad en la que fueron creados, y no en lo que pueda aprender de ellos sobre el distante pasado con el que se supone que estan relacionados. 64

    Basandose en este principio, Bohannan ha mostrado que, en los Tiv del norte de Nigeria, las genealogias no deben ser consideradas como datos historicos sobre el pasado sino como un esquema de las relaciones existentes. Cuando las relaciones cambian, tambien lo hacen las genealogias. De este modo, el cambio puede tener lugar sin que la sociedad tenga que reconocer que este ha ocurrido. "El cambio social puede coexistir con una doctrina de permanencia social."65 Esta parece una descrip- tion exacta de por que tantos ingleses del siglo dieciseis tenian linajes falsificados por ellos mismos,66 por que Sir Robert Filmer encontro necesario sostener que Carlos I descendia por linea directa de los hijos de Noe, y por que la Camara de los Comunes, a principios del siglo diecisiete, pretendia estar ejerciendo, ni mas ni menos, los derechos que disfrutaron sus antecesores en el siglo catorce e, incluso, en la epoca Anglo-Sajona. Pero, como sefiala Bohannan, un sistema de linajes, como el de los Tiv, solo puede, probablemente, sobrevivir en una sociedad iletrada, ya que, una vez que la genealogfa que sostiene el status quo es registrada por escrito, se hace pronto

    Worsley, "The Analysis of Rebellion and Revolution in Modern British Social Anthropology", Science and Society, xxv (1961). El profesor Gluckman, cuyos analisis evidentemente deben mucho a Evans- Pritchard, The Divine Kingship of the Shilluk of the Nilotic Sudan, esp. pp. 37-38, subraya que, una vez que el reino posee una economia mas compleja y unas comunicaciones mas rapidas, el ritual de la rebelion ya no se representa con la misma seguridad, ya que los intereses de clase divergentes pueden convertir la rebelion en revolution.

    63 J. E. A. Jolliffe, The Constitutional History of Medieval England..., Londres, 1937, pp. 155-165 (sobre el caracter de la rebelion feudal). El medievalista que parece acercarse mas a la conception de Gluckman de la unidad en el conflicto es, curiosamente, W. Stubbs en The Constitutional History of England..., Oxford, cuarta edic, 1883, vol. i, pp. 319, 366 v 585.

    64 B. Malinowski, "Myth in Primitive Psychology", publicado en 1926 y reeditado en Magy, Science and Religion and other Essays [Magia, ciencia y religion, Planeta, Barcelona, 1985]. Vease tambien C. Kluckholn, "Myths and Rituals: a General Theory", Harvard Theological Review, xxxv (1942); S. F. Nadel, A Black Byzantium, p. 72; M. Forbes, The Dynamics of Kingship among the Tallensi..., Londres, 1945, pp. 21-27; R. Firth, History and Traditions ofTikopia, Wellington, Nueva Zelanda, 1961, esp. los capitulos 1 y 10. Este es el principio que anima M. I. Finley, The World of Odysseus, Londres, 1956. Cf. sus criticas a los continuados intentos de los antiguos historiadores por reconstruir la historia partiendo de materiales transmitidos oralmente, a pesar de lo que los antropologos han senalado repetidamente, New Statement, 6 de julio, 1962, pp. 19-20. 65 L. Bohannan, "A Genealogical Charter", Africa, xxii (1952), d. 314.

    66 Vease, por ejemplo, J. H. Round, Family Origins and Other Studies, ed. W. Page, Londres, 1930, pp. 5-6. 74

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  • imposible cambiarla sin que haya acusaciones de falsification. La tradition oral es infinitamente mas maleable que la escrita, y la education popular y la disponibilidad de archivos publicos hace inviable un sistema politico que pretenda basarse solamente en la tradition. Quizas esto explica por que el siglo diecisiete vio como el discurso politico basado en los derechos historicos, daba paso al que se basaba en los derechos naturales. 67

    El estudio de la historiografia, desde este punto de vista, ofrece muchas posibili- dades. Barnes ha mostrado como el recurso a la historia fue, para los Ngoni del norte de Rodesia, un modo de mantener su existencia independiente en un momento en que las diferencias culturales entre los grupos se estaban desmoronando. 68 De un modo similar, la eclosion de literatura historica romantica en los primeros afios del siglo diecinueve, se puede interpretar como una reaction frente al cosmopolitismo del dieciocho. Este tipo de relation entre historia y nacionalismo es suficientemente conocida pero, hasta ahora, no ha habido una investigation sistematica del conjunto de la historiografia europea, a la luz de ideas como la del profesor Fortes segiin la cual "la estructura politica y social, incluyendo los principales valores politicos de un pueblo, moldea las nociones de tiempo y de historia que predominan en el".69 Algunos miembros de la escuela de historia francesa de los Annales han hecho observaciones episodicas de gran interes sobre el sentido medieval del tiempo, 70 pero, salvando algunas notables excepciones, el examen de los mitos y los relatos historicos por la luz que arrojan sobre la sociedad en la que fueron producidos, acaba solamente de empezar.71 Lo mismo ocurre con el estudio cientifico del folklore, los cuentos infantiles y la literatura popular, aunque es evidente que el tipo de relato que predomina en un momento dado de tiempo puede decirnos mucho sobre la comuni- dad en la que es popular. Incluso hoy en dia, se podria decir que el estudio academico de la historia todavia funciona como un documento que da validez a los supuestos de la sociedad contemporanea, al reinterpretar el pasado de tal modo que encuentra un sitio en el para problemas economicos, sexuales, de clase, o para cualesquiera que sean nuestras inquietudes actuales.

    Y esto es suficiente por lo que refiere al modo en el que la antropologia puede

    67 C. Hill, Puritanism and Revolution..., Londres, 1961, pp. 72-75. 08 J. A. Barnes, History in a Changing Society , The Rhodes- Livingstone Journal, xi (1951). 69 The Dynamics on Clanship among the Tallensi, p. xi. 70 M. Bloch, Feudal society, trad. L. A. Manyon, Londres, 1961, pp. 72-75 [La sociedad feudal, Akal,

    Madrid, 1987]. L. Febvre, Le Probleme de I'incroyance au XVe siecle. La Religion de Rabelais, Paris, 1942, pp. 426-434.

    71 Algunas de las posibilidades que ofrece el estudio de los mitos historicos se muestran en la investigation de Hill sobre "el yugo normando", Puritanism and Revolution, cap. in. La advertencia de E. R. Leach {Political Systems of Highland Burma, cap. ix) de que hay versiones opuestas del mismo mito, que reflejan las demandas contradictorias de diferentes grupos sociales, podria ayudar, posiblemente, a resolver la animada polemica sobre los origenes de Robin Hood (Past and Present, niims. 14, 18, 19 y 20). En vez de dar por sentado que el "verdadero" Robin Hood o fue un heroe de la nobleza o del campesinado, se podria razonablemente concluir que (en versiones diferentes) fue las dos cosas, tal como sugiere Holt (n. 18, 1960, p. 99 y n. 19, 1961, p. 18). Es frecuente que las baladas de origen aristocratico sean adaptadas inconscientemente por los grupos sociales inferiores que las adoptan, p. ej. M. J. C. Hodgart, The Ballads, Londres, 1950, p. 102. Los antropologos podrian tener mucho que decir sobre la cuestion de Robin Hood. Aparte de mostrar una cierta sorpresa frente al comentario de Holt de que se trata de "una buena historia" (n. 18, p. 92) y a la afirmacion de Keen de que "la memoria de la gente comun es la mas larga en el mundo" (The Outlaws of Medieval Legend, Londres, 1961, p. 36), verian con buenos ojos el intento de estudiar las baladas como la encarnacion de las aspiraciones y valores popu lares, mientras que su creencia en la relation entre mito y ritual podria conducirlos a prestar mas atencion a los juegos inspirados en Robin Hood, que Keen (op. cit, pp. 221-222) desecha demasiado rapidamente. (Briggs, sin embargo, afirma que los juegos y las baladas van por caminos diferentes, Pale Hecate's Team, p. 216.) I 75

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  • mejorar nuestros metodos de interpretation historica. Por otro lado, la necesidad de ensanchar el objeto de la historia, del modo que se ensena y estudia en las universidades, se ha convertido en un topico despues de una serie de lecciones inaugurates. 72 Seria posible, aunque tedioso, embarcarse en un catalogo de la amplia gama de comportamientos sociales sobre los que actualmente existen trabajos antro- pologicos y que estan todavfa esperando a su historiador. 73 Se podrian citar, sin embargo, algunos ejemplos relevantes. Las relaciones domesticas y comunitarias forman el material propio de la antropologia social y, si vamos a eso, de la vida de la mayoria de la gente, pero uno nunca deduciria esto del contenido de la mayor parte de la, investigation historica. Los programas de examen, al margen de cuales sean los intereses personales de aquellos que los elaboran y administran, todavfa reflejan la primacia de la historia politica y una tendencia a considerar todos los demas aspectos de la disciplina como perifericos o marginales. Y sin embargo:

    How small, of all that human hearts endure That part which laws or kings can cause or cure*

    El estudio de la familia en la historia inglesa, simplemente no ha empezado, y el historiador que lo intente ahora, sin consultar con los antropologos, corre el riesgo de pasar por alto muchos de los problemas, asi como el de tener que privarse de todo un vocabulario diseiiado para hacer frente a la description de los diferentes sistemas de matrimonio, herencia y descendencia. Es posible, por ejemplo, que la mayoria de los investigadores que se acercan al matrimonio en la aristocracia medieval asuman que unas uniones tan carentes de amor, deben haber sido inestables. De hecho, los antropologos han demostrado que el intercambio de propiedad en gran escala, que acompana al matrimonio, va asociado con una baja tasa de divorcios, aunque es verdad que no se ponen de acuerdo sobre si esto es asi porque tal intercambio produce en' la familia un interes en mantener la union, o porque tal intercambio no ocurriria, en primer lugar, a menos que la estructura de parentesco no contribuyera a la estabilidad de los matrimonios. 74 En cuanto al compromiso entre ninos, que el historiador se contenta con desaprobar o explicar en terminos de avaricia paterna, esta poco conocida practica puede estar parcialmente relacionada con la aprobacion social de la ilegitimidad. Hay una enorme cantidad de trabajo interesante que hacer sobre los aledanos de la historia de la familia y de la moralidad sexual. 6Es verdad, por ejemplo, que el amor romantico es el producto de una sociedad mal integrada, del mismo modo que se dice que lo es la tragedia como forma literaria?" 75 "En cualquier sociedad" -dice el profesor Firth- "la estructura de parentesco esta firmemente apoyada en la moralidad."76 iCuantos historiadores podrian ejemplificar historicamente esta afir-

    72 R. W. Southern, The Shape and Substance of Academic History, Oxford, 1961, y J. S. Bromley, History and the Younger Generation, Southamptom, 1962.

    * Que poco, del dolor que el corazon humano ha de sufrir el que pueden las leyes o los reyes causar o reducir 73 Una util guia del tipo de preguntas planteadas por los antropologos esta en Notes and Queries on

    Anthropology, por un comite del Royal Anthropological Institute, Londres, sexta edic, 1951. 74 M. Gluckman en A. R. Radcliffe-Brown y D. Forde (eds.), African Systems of Kingship and Marriage, Londres, 1950, pp. 190-193. Cf. M. Hunter, Reaction to Conquest, p. 122. 75 Z. Barbu, Problems of Historical Psychology, Londres, 1960, pp. 166, 167-179. Para una teona menos refinada de los origenes sociales de otro tipo de tragedia vease L. Goldmann, Le dieue cache. Etudes sur la vision tragique dans les Pensees de Pascal et dans le Theatre de Racine, tesis doctoral, Paris, 1956. 76 Elements of Social organization, p. 210. 76 I

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  • Familia aristocrdtica a finales del siglo xviu

    macion? IX quien sabe algo sobre la relation entre las normas de moralidad sexual y su practica, por ejemplo sobre el funcionamiento de la prohibition del incesto en una aldea medieval? 6D6nde se puede encontrar una explication de por que el numero de grados de consanguinidad prohibidos se redujo tan drasticamente durante la Reforma, o de por que los siglos diecisiete y dieciocho fueron testigos de una vigorosa discusion sobre los meritos y demeritos de la poligamia?77

    Otro ejemplo evidente es la education de los ninos. La psicologia moderna ha puesto de manifiesto la relation entre esta y la formation de actitudes politicas y sociales. Las populares obras de Margaret Mead no son el mas conocido tratamiento antropologico de este tema.78 No hay, en este punto, escasez de material historico, pero no ha sido nunca estudiado adecuadamente, y eso que los resultados serian sumamente reveladores y podrian, entre otras cosas, arrojar una luz completamente nueva sobre movimientos politicos y sociales bien conocidos. Si hay algo de cierto en el punto de vista freudiano de que los origenes de la conciencia se encuentran en las primeras etapas de nuestra education, entonces puede ser que las raices del Puritanis-

    77 Algunos de los textos relevantes son citados por A. O. Aldridge, "Polygamy in Early Fiction: Henry Neville and Denis Veiras", Publications of the Modern Language Association of America, lxv (1950) y ^Polygamy and Deism", The Journal of English and Germanic Philology, xlviii (1949).

    78 Coming of Age in Samoa, Londres, 1929; Childhood in Contemporary Cultures, Chicago, 1955. Hay un tratamiento general mas antiguo en N. Miller, The Child in Primitive Society, Londres, 1928, y una historia del estudio de la infancia primitiva en O. F. Raum, Chaga Childhood..., Londres, 1940, pp. 1-54. P. Aries, Centuries of Childhood, trad. R. Baldick, Londres, 1962. I 77

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  • mo se estudien mejor al nivel de la education familiar que en sermones pensados para auditorios adultos.

    De la union de tecnicas derivadas de la antropologia social y de la psicologia social podria surgir un mundo de investigation historica completamente nuevo, que podria iluminar gran parte de aquello que es mas misterioso y crucial para la existencia humana. Apareceria, entonces, el estudio de las actitudes sociales frente al nacimiento, la adolescencia y la muerte, el de la vida nerviosa y mental de la sociedad tal como se refleja en los suefios,79 el de las actitudes frente al dolor,80 al suicidio,81 al tratamiento de los animates, a la embriaguez, y el de las cambiantes concepciones sobre la cordura y la locura.82 Ni los estudios americanos de psicologia social83 ni la investigation de las mentalidades sociales, en la que los franceses han sido pioneros,84 han arraigado profundamente en Gran Bretana. Como consecuencia, hay areas enteras de la experiencia humana que, o bien no han sido estudiadas historicamente en absoluto, o nunca han sido entretejidas en la urdimbre social. Esta, por ejemplo, la historia del traje, con una cronologfa propia, en la que 1800 es el gran punto de inflexion, cuando el hombre de la Europa occidental dejo de ser el sexo vestido mas llamativamente.85 O esta la historia del arte como reflejo de los cambios fundamenta- les en la perception humana. 86 Cuantas cosas se hacen inteligibles cuando recordamos la observation del profesor Firth de que un artista primitivo refleja las proporciones sociales del sujeto mas que las fisicas.87 iExplica esto por que las mujeres del siglo quince eran habitualmente retratadas embarazadas? Finalmente, esta el complejo mundo de las relaciones personales. 6No habremos olvidado la caracteristica observa- tion de E. M. Forster de que "la verdadera historia de la raza humana es la historia de los afectos humanos?"88

    Es totalmente cierto que todos estos temas no son demasiado frecuentados por los antropologos contemporaneos, al menos no por los britanicos, que constituyen una

    79 B. Malinowski, Sex and Repression in Savage Society, Londres, 1927, pp. 92-97; J. S. Lincoln, The Dream in Primitive Cultures, Londres, 1935; E. R. Dodds, The Greeks and the Irrational, Berkeley y Los Angeles, 1951, cap. 4; G. D. Kelchner, Dreams in Old Norse Literature and their affinities in Folklore..., Cambridge, 1935. Hay material interesante en P. Goodwin, The Mistery ofDreames, Historica- lly discoursed..., Londres, 1658.

    80 M. Zborowski, "Cultural Components in Response to Pain", Journal oj Social Issues, vm (1952), es un moderno estudio sociologies

    81 Una breve guia de las obras antropologicas sobre este tema se encuentra en las notas bibliograficas de R. Firth, "Suicide and Risk-Taking in Tikopia Society", Psychiatry, xxvi (1961).

    82 R. Linton, Culture and Mental Disorders, Springfield, Illinois, 1956; M. Foucault, tone et deraison. Histoire de lafolie a I'dge classique, Tesis doctoral, Paris, 1961.

    83 Particularmente A. Kardiner, The Individual and his Society..., Nueva York, lyjy, y (et aij, me Psychological Frontiers of Society, Nueva York, 1945.

    84 Estimulados por L. Febvre, por ejemplo en Combats pour Vhistoire, Pans, 1953, pp. 207-238 [Combates por la historia, Ariel, Barcelona, 1970], y ejemplificados por R. Mandrou, Introduction a la France moderne. Essai de psychologie historique, 1500-1640, Paris, 1961, Cf. A. Dupront, "Problemes et methodes d'une histoire de la psychologie collective", Annales, 1961.

    85 Sobre esto vease J. C. Flugel, The Psychology oj Clothes, Londres, 1^30, pp. l lU-l 13. May aigunas observaciones de H. J. Perkin sobre las implicaciones de este tema en H. P. R. Finberg (ed.), Approaches to History. A symposium, Londres, 1962, pp. 69-70, y en R. Barthes, "Histoire et sociologie du vetement: quelques observations methodologiques", Annales, 1957; Q. Bell, On Human Finery, Londres, 1947, es, en gran parte, la aplicacion de las teorias de Thorstein Veblen.

    86 P. Francastel, Peinture et societe..., Lyon, 1951. 87 Elements of Social Organization, p. 175. Sobre valores morales comparables en el arte victonano y

    el de los Maoris de Nueva Zelanda vease E. R. Leach en Evans-Pritchard, The Institutions of Primitive Society, p. 37.

    88 Citado por Iris Origo en J. L. Clifford (ed.), Biography as an Art..., Londres, 1962, p. 213. 78

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  • escuela distinta, con una formacion rigidamente prescrita89 y una gama de intereses geograficos como tematicos, nitidamente definidos. La preocupacion por Africa y la estructura social ("el fundamento del conjunto de la vida social en cualquier sociedad en funcionamiento")90 ha dado como resultado lo que, para un observador ajeno, aparece como un enfasis desproporcionado en las leyes, el gobierno y, sobre todo, en el parentesco, con el consiguiente abandono de la psicologia, la tecnologia y la economfa.91 Es probable que aquellos cuyo interes por esta disciplina haya sido estimulado por trabajos tan populares como los de Margaret Mead y Ruth Benedict,92 encuentren que su contacto inicial con la antropologia social britanica constituye una cierta desilusion.

    Pero estas son solo cuestiones de enfasis, y, por supuesto, sumamente discutibles. Mas cierto es que la moderna antropologia contiene muchas cosas de las que el historiador puede aprender. Un analisis estructural serio de sociedades lejanas solo puede hacerse bien, despues de un intenso trabajo de campo en el que el antropologo haya observado, por si mismo, las interconexiones entre los hechos sociales. El historiador tiene, demasiado a menudo, que confiar en su imagination para rastrear vinculos o deducir consecuencias que el antropologo tiene delante de sus ojos. LEs demasiado suponer que el historiador que conoce los hallazgos del antropologo, esta en una mejor position para hacer preguntas inteligentes a su material y que es mas probable que alcance respuestas inteligentes?

    Pero no son solo las tecnicas del historiador profesional las que estan implicadas; esta, tambien, el mas amplio problema educativo de sobre que deberia tratar la historia academica. Tanto si la vemos como el estudio analitico serio de la sociedad humana, como si preferimos la recreation imaginativa de la experiencia pasada, el actual caracter restringido de los estudios historicos parece igualmente injustificable. El segundo punto de vista recibio una formulation clasica por parte de Macaulay en su ensayo sobre Sir William Temple:

    De esa information, solo en consideration a la cual merece la pena estudiar los acontecimien- tos remotos, encontramos tan gran cantidad en las cartas de amor que ha publicado el Sr. Courtenay (las cartas de Dorothy Osborne), que alegremente adquiririamos misivas igualmente interesantes antes que diez veces su peso en papeles de estado tornados al azar. Para nosotros es seguramente mas util saber a que se dedicaban las senoritas jovenes inglesas hace ciento ochenta anos, en que medida estaban cultivadas sus mentes, cuales eran sus estudios favoritos, que grado de libertad se les permitia, que uso hacian de esa libertad, que logros de los hombres valoraban mas, y que pruebas de delicada ternura se permitian otorgar a sus pretendientes predilectos, que saberlo todo sobre la toma del Franco-Condado y el tratado de Nimuegen. Las relaciones mutuas de los dos sexos nos parecen por lo menos tan importantes como las relaciones mutuas de dos gobiernos cualquiera en el mundo.93

    Desde el punto de vista mas austero del cientifico social, es facil darse cuenta de

    89 Esbozado brevemente por Evans-Pritchard, Social Anthropology, p. 76. 90 M. Fortes, "The Structure of Unihneal Descent Groups", American Anthropologist, lv (1953), p. 23. 91 Aunque, en lo que respecta a la economia, el trabajo del profesor Firth constituye una exception

    evidente. E. R. Leach hace una rigurosa critica al exagerado enfasis que se pone sobre la descendencia como principio fundamental de la organization social, con la exclusion de evidentes consideraciones de tipo economico, en Pul Eliya. A Village in Ceylon, p. 301, y Rethinking Anthropology, Londres, 1961, p. 122.

    92 R. Benedict, Patterns of Culture, Routledge paperback ed., Londres, 1961 (la edition original es de 1935).

    93 Lord Macaulay, Essays and Lays of Ancient Rome, Londres, 1886, p. 424. 79

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  • que el corpus de la antropologia moderna da una impresion mas cabal de lo que podria ser Vhistoire integrate que las paginas de la mayoria de las revistas historicas.

    La justification ultima de cualquier investigation historica debe ser la de aumentar la conciencia de nosotros mismos, de nuestras acciones y pensamientos, la de permitir que nos veamos en perspectiva y la de ayudarnos en el camino a esa mayor libertad que viene del auto-conocimiento. La limitation artificial del objeto de la historia moderna es una tragedia desde el punto de vista de la education. Solo puede ser motivo de pesar el que las facultades de historia de este pais produzcan hombres y mujeres cuya comprension y conciencia de los asuntos cotidianos se ven raramente aumentadas por sus estudios historicos. Puede que se den cuenta de que las estructuras politicas y sociales cambian, pero tienen poca idea de la evolution de las relaciones personales y familiares o de los factores sociales que las determinan. Y sin embargo, es probable que el estudio de aspectos mas inmediatos de la experiencia humana captase mejor su imagination que interminables analisis de las peripetias de polfticos de segunda fila. F. W. Maitland dijo una vez que la antropologia debe elegir entre ser historia y no ser nada. Como senala el profesor Evans-Pritchard,94 esta aseveracion debe ser tambien irivertida.

    Traduccion de Jose Carazo

    94 Anthropology and History, p. 20. 80 I

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    Article Contentsp. 62p. 63p. 64p. 65p. 66p. 67p. 68p. 69p. 70p. 71p. 72p. 73p. 74p. 75p. 76p. 77p. 78p. 79p. 80

    Issue Table of ContentsHistoria Social, No. 3 (Winter, 1989), pp. 1-160Front MatterLos fantsticos relatos acerca de nuestra patria: la leyenda negra [pp. 3-15]Federalismo y mundo rural en Catalua (1890-1905) [pp. 17-32]Hacia una historia de la Resistencia proletaria al trabajo: Pars y Barcelona durante el Frente Popular y la revolucin espaola, 1936-38 [pp. 33-59]Dossier: Historia y Antropologa[Introduction] [pp. 60-61]Historia y Antropologa [pp. 62-80]Folklore, antropologa e historia social [pp. 81-102]Antropologa e historia, o el traje nuevo del emperador [pp. 103-113]Comprender lo cotidiano: antropologa social e historia social [pp. 115-128]

    LibrosEl mundo histrico de Peter Laslett [pp. 129-134]El antisemitismo moderno (1875-1945): Un estado de la cuestin [pp. 135-144]

    Libros Recibidos [pp. 144-144]NotasLa armada invencible. Resea de la exposicin de greenwich [pp. 145-148]Historia comparativa de las revoluciones europeas [pp. 149-151]Primeras jornadas sobre movimiento obrero en la biblioteca pblica ars de barcelona [pp. 151-153]Las tradiciones culturales del anarquismo espaol [pp. 153-155]Congreso international la oposicin al rgimen de franco [pp. 155-156]

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