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Jeri Smith-Ready Dark Guardians

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SHINE LIBRO TRES DE LA TRILOGÍA SHADE

JERI SMITH-READY

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Para cada uno de ustedes, por darle vida a los libros.

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“Una luz comenzó a brillar y a impregnar la cueva… y a derretir el suelo de tierra en sí mismo como un sol ardiente levantándose del propio mundo, y en todos lados había una excitación ambulante de sonido: la luz y el sonido eran uno solo; la luz tenía una voz, y la música estaba suspendida brillante en el aire.”

—George William Russell, “A Dream of Angus Oge.”

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Capítulo Uno Traducido por Tsubasa14

Mi teléfono brillaba en el cementerio bañado por el crepúsculo. Pero las palabras en la pantalla me llenaban con oscuro y pesado terror.

VUELO 346: SIN ESTATUS

Volví a cargar la página web para ver el vuelo de mi novio Zachary, luego me obligué a mí misma a apartar la mirada. Cálmate, Aura. Pero las palabras en blanco y negro dejaron una imagen flotando en mi visión.

SIN ESTATUS. Parpadeo. SIN STATUS. SIN ESTATUS. Parpadeo.

Para olvidar la imagen, me concentré en la lápida de Logan al lado de mí. Su fecha de nacimiento y muerte estaban tallados en granito, con diecisiete años y un día de diferencia. Pero la piedra nunca podría marcar la fecha y tiempo más importante para mí y cualquiera que Logan hubiera frecuentado después de muerto.

22 de junio, nueve p.m., cuando había pasado a mejor vida para siempre. Hace cinco minutos. Después de ocho meses como fantasma, Logan finalmente había encontrado paz.

Un sentimiento que no compartiría hasta que esta estúpida página de estatus de vuelos de la aerolínea empezara a funcionar correctamente.

El silencio estaba perturbándome. En esta caliente y quieta tarde, ninguna briza agitaba los árboles. Los dos fantasmas violetas vagando entre las tumbas cercanas no me hablaban, tal vez sumidos en los recuerdos de sus propios seres queridos que habían perdido.

Conecté mis audífonos a mi teléfono, lo que automáticamente inició el reproductor de música. Cambié a una canción de Snow Patrol que Logan y yo siempre habíamos adorado: “Make This Go On Forever.” Durante el año que Logan había sido mi novio, y por los últimos tres meses cuando sólo éramos amigos, Snow Patrol siempre había sido nuestra banda.

“The final word in the final sentence you ever uttered to me was ‘love.’ ”1

1 La última palabra de la última oración que me dijiste fue ‘amor.’

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Se me formó un nudo en la garganta cuando me di cuenta de que la letra era verdad.

“No me olvides, ¿sí?” El resplandor dorado blanquecino de Logan se expandió, borrando el violeta de su forma fantasmal.

Me reí, porque eso era ridículo. “Nunca te olvidaré, nunca olvidaré tu voz, tu cara ni tus tonterías. Y nunca olvidaré tu amor.”

Me hizo callar en ese momento. Yo había pensado que era porque me había puesto demasiado cursi, pero ahora me di cuenta de que era porque la letra de esta canción se había hecho realidad.

Logan rompió el silencio con un último, “Te amo, Aura.” En medio de un etéreo abrazo final, su luz se desvaneció, para luego apagarse.

Parecía que había sido horas atrás. El miedo estaba reemplazando la paz que Logan había dejado atrás. Mirando fijamente la pantalla del teléfono que no me daba ninguna respuesta, me sentía más sola que nunca.

El ramo de rosas blancas que había traído parecía brillar sobre la lápida gris oscuro. Tomé una sola flor para mí misma. Una espina perdida rapó mi mano, dejando una pequeña y fina línea roja pero sin sangre.

El último y tranquilo acorde de la canción parecía llamar al puñado de estrellas que aparecían arriba. Eran una demostración lamentable en comparación a estar debajo de la manta plateada que Zachary y yo usamos como cielo anoche.

Hmm. Nuestro campo de observación de estrellas sólo quedaba a media hora de este cementerio al norte de Baltimore. Tenía ganas de regresar al campo, para sentirme más cerca de Zachary. Pero primero quería estar segura de que su vuelo había despegado.

Mi alerta de correo de voz sonó. Suspiré al ver que era un mensaje de mi tía Gina de hace media hora. ¿Por qué ella no me regañaba vía texto como hacían todas las mamás del mundo?

La música se detuvo cuando su mensaje sonó:

“Aura, son las ocho y media. No olvides que nos levantaremos a las cinco a.m para tu entrevista con el DPM, y aún necesitamos hablar sobre qué dirás acerca del

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concierto de Logan. No quiero estar ensayando en el carro mientras vamos rumbo el cuartel general.”

“Bien.” Borré el mensaje y regresé al navegador para actualizarlo nuevamente.

Esta vez nada sucedió. La página del estado de vuelo de Zachary ahora estaba en blanco.

“¡Demonios!” Mi explosión captó la atención de un fantasma cercano, un chico de mi edad, vestido con un uniforme anticuado de fútbol de secundaria, del tipo con cascos de cuero. Dado que los fantasmas eran capturados en el momento más feliz de sus vidas, este hombre podría ser mucho más viejo cuando murió que los diecisiete años que aparentaba. Imaginaba que en su “mejor día de todos” había ganado el campeonato estatal mientras que su animadora favorita agitaba sus pompones solo para él.

La canción cambió al son de la entrada de “Ready to Start,” de Arcade Fire. Los tambores golpearon mi cerebro y la guitarra hizo crujir mis nervios.

Impulsado por la música, mi anhelo tomó ventaja. Zachary había sido extraoficialmente deportado por causarle problemas al Departamento de Pureza Metafísica. Habíamos jurado reunirnos en Irlanda para nuestros cumpleaños en diciembre, desafiando todos los obstáculos. Pero honestamente no sabía si alguna vez lo volvería a ver.

Demonios, ni siquiera sabía si su maldito avión había despegado. Todo lo que sabía era que en el aeropuerto, él y Logan se habían reunido por primera y última vez.

En una ventana nueva para navegar, abrí la página principal de la aerolínea nuevamente, luego pulsé sobre el Vuelo 346, el vuelo de conexión de Zachary hacia Londres en su camino a Glasgow, Escocia.

El sitio se detuvo, buscando, buscando, buscando…

Mi agarre del teléfono se volvió resbaladizo debido al sudor. Jugueteaba con las costuras de uno de mis desgastados Skechers negros.

¿De qué estaba preocupada? ¿Estaba espantada por las sombras de las lápidas que se alargaban, y del ritmo lento de los fantasmas? Como cualquiera en el mundo que había nacido después de mí, había vivido con fantasmas mi vida entera. Ellos nunca me asustaban, hasta que se convertían en la versión amarga y tóxica de ellos mismos, que se conocían como sombras, las cuales eran bastante raras.

Por el rabillo de mi ojo, algo se movió, negro y gris. Grité y me di la vuelta, tirando mis audífonos. Una ardilla se deslizó lejos para mirarme desde la cima de una lápida.

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“Tengo que salir de aquí,” murmuré. “Este lugar me está volviendo loca.” Estaba claro, ya que ahora me estaba hablando a mí misma en voz alta.

Mi teléfono sonó, haciendo que mi corazón saltara. Tal vez era Zachary con noticias acerca de su vuelo.

Pero entonces sonó el tono asignado a mi mejor amiga, Megan. La pantalla decía TIFFANY. Había reemplazado el nombre de mis contactos con versiones codificadas después de que el DPM confiscara mi teléfono la pasada semana. Anoche Zachary y yo compramos teléfonos nuevos, ambos rojos, para comunicarnos solamente entre nosotros.

“¡Hey!” Contesté. “¿Adivina a quién vi en el cementerio?” Todos, incluyéndome, habían pensado que Logan había pasado a mejor vida en su concierto de despedida hace dos noches.

“¿Aún estás ahí?” Espetó.

“Estaba a punto de irme. Gina me está molestando para…”

“Pero, ¿no estás manejando ahora?”

“No,” dije impacientemente. “¿No adivinarás a quién vi?”

“Aura, no lo sabes, ¿verdad?”

“Saber, ¿qué cosa?” Mi risa era nerviosa a pesar de que Megan era conocida por volverse completamente dramática acerca de rupturas de celebridades y chismes de cafetería. “¿Qué sucedió?”

“¿Segura de que no estás manejando?”

“¡Megan! ¿Qué?”

Ella hizo una pausa por la duración de un suspiro tembloroso. “¿Cuál es el número del vuelo de Zachary?”

El mundo se detuvo. Incluso los fantasmas cercanos parecían haber detenido sus pasos.

“¿Por qué?” Le susurré con lo que parecía ser mi último aliento.

“Recién estaba viendo las noticias. Un vuelo de Londres, que partía del BWI2. Despegó a las ocho y treinta y luego… cayó. Vuelo 346.”

Mi cuerpo se entumió. Mis ojos se fijaron en una tumba desconocida cerca de la vía. Un ángel pensativo me devolvió la mirada desde su posición sobre una lápida de mármol rosa.

“Aura, ¿sigues ahí? ¿Era ese su vuelo?”

2 Aeropuerto Internacional de Baltimore-Washington.

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Apenas podía sentir mis labios separarse. “Ajá.”

“Oh, Dios mío.” La última palabra fue un chillido.

Tragué saliva, preparada para venirme abajo. “¿Encontraron a alguien? ¿Hay algún…?” La palabra “sobreviviente” no quiso salir.

“Están diciendo que hubo una explosión. Se redujo en…” Su voz se rompió. “Aura, lo siento. Se redujo en pedazos.”

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Capítulo Dos Traducido por Michelle Cristobal

No podía respirar. Me agarré a la lápida de Logan para mantenerme erguida.

Zachary. Zachary muerto. Zachary se fue para siempre.

No es posible. No él, también.

Un sonido empezó dentro de mi cabeza, como el zumbido de abejas distantes. Cerré los ojos con fuerza, recordando la última vez que había sentido a Zachary, su suave cabello oscuro, enredado entre mis dedos mientras nos dábamos nuestro beso de despedida. Ahora mis dedos no sentían nada más que el granito duro del marcador de la muerte.

“Aura, no conduzcas. Voy a recoger a tu tía y voy por ti.”

“Unh…”

“¡Prométemelo!”

“Estoy en el cementerio.” Mi voz parecía provenir desde un kilómetro de distancia.

“Sólo quédate ahí, ¿de acuerdo? Estaremos ahí en quince minutos.”

Colgué y luego me quedé mirando la pantalla en blanco del teléfono, donde nunca volvería a ver el nombre de Zachary.

“No.” Mi tono era bajo y firme, como si esta nueva realidad fuese un perro malo que está siendo regañado. Zachary no podía estar muerto. No se sentía real.

Pero cuando Logan murió hace ocho meses, tampoco se había sentido real, incluso con su cuerpo al frente de mí, y su fantasma a mi lado.

Deslicé mi mano por el frente de su lápida, sobre la cita, LO QUE SE VE ES TEMPORAL, PERO LO QUE NO SE VE ES ETERNO.

Espera.

Su fantasma.

Zachary podría ser un fantasma, como muchas personas que murieron repentinamente. Pero sólo podía frecuentar los lugares a los que él había ido durante su vida.

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Tenía que verlo.

Agarré mi bolso y la rosa blanca, luego me tambaleé hacia mi coche, pasando entre las tumbas.

No había nadie en el cementerio para detenerme, así que conduje rápido, los neumáticos chillando. El coche se inclinó por los estrechos carriles, golpeando la parte de abajo contra el pavimento lleno de baches.

Mi mente se lanzó por todos los lugares en los que Zachary y yo habíamos estado juntos. Mi casa. Su apartamento. El puerto interior. Nuestro campo de astronomía. Él tenía que estar en alguna parte, queriendo que lo encuentre.

Pero si viera su fantasma, eso lo haría real.

Pisé los frenos, derrapando a través de las anchas puertas de hierro. El coche se detuvo, a dos pasos de la concurrida carretera de cuatro carriles. Me moví al estacionamiento, mi brazo derecho como gelatina. Los temblores se extendieron a través de mí hasta que mis dientes estaban castañeando.

“No. No, no, no, no, no, no, no.” Mi pie golpeaba el suelo con cada palabra. “¡No, no, no, no, no, no, NO!”

Apoyé la frente contra el volante. No podía ver, no podía pensar, apenas podía respirar. Un torrente de lágrimas se acumuló en mis ojos, ansiosas por ahogarme.

“Zach…”

Mi teléfono sonó, como en respuesta. Lo agarré, presa de una esperanza delirante.

Que murió cuando vi el nombre en la pantalla.

Respondí. “Dylan, no es… no puedo hablar, estoy.”

Las lágrimas al fin llegaron, brotando como un grifo abierto.

El hermano menor de Logan habló lentamente. “Oh, Dios mío. Sí era el vuelo de Zachary.”

Solté un sollozo en repuesta.

“¿Dónde estás?” Dijo. “Iré a buscarte.”

“Cementerio. Megan y Gina… En camino…”

“¿El cementerio de Logan? Eso es aquí en Hunt Valley. Voy a estar allí en, digamos, noventa segundos.”

“No cuelgues, por favor.”

“No lo haré.” Hubo un sonido de pies arrastrándose, luego el tintineo de unas llaves. “¡Mamá, me voy a llevar el coche!” Entonces Dylan habló por el teléfono de

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nuevo. “No les importa, están pegados a las noticias sobre el accidente en la televisión. Yo ni siquiera tengo mi licencia completa todavía. ¿Dónde están mis malditos zapatos? Te lo juro por Dios, no puedo encontrar nada después de que la gente del servicio se va. No es su culpa, mamá recoge todo antes de tiempo. Sí, en serio, ella limpia la casa antes de que las señoras de la limpieza vengan. ¿Acaso no es loco?”

Apreté el teléfono contra mi oreja. El parloteo incoherente de Dylan se sentía como el último delgado hilo a la cordura.

“Aquí están,” murmuró. “Me los pondré en el coche.” Una puerta crujió en el fondo. “Oye, ¿estás segura de que Zachary se montó en el avión? ¿Te llamó o te mandó un mensaje de texto?”

Mi teléfono. El teléfono rojo, nuestra conexión secreta.

Dylan siguió hablando mientras mis manos entraban en mi bolso.

“… mi amigo Rashid fue a Disney World la semana pasada, y él nos envió a mí, a Kyle y a Jamal un mensaje alardeando cuando estaba en el avión. El imbécil pudo volar en primera clase. Aura, ¿estás ahí?”

“¡Espera!”

Por favor, por favor, por favor, por favor. Tiré de la cremallera del bolso en el que tenía mi teléfono rojo. Se atascó.

Chillando, desgarré la tela. El teléfono cayó al suelo, con la pantalla volteada hacia abajo.

Dylan gritó por el altavoz de mi otro teléfono. “¿Qué pasó? ¿Estás bien?”

“¡Sólo espera!” Me lancé a agarrar el teléfono rojo, encajándome el freno de emergencia en el estómago.

Le di la vuelta.

NUEVO MENSAJE, decía.

Con un gemido de esperanza y miedo, toqué la pantalla.

PERDÍ EL AVIÓN ME ESTÁN LLEVANDO.

Mi mano cubrió mi boca. El mensaje marcaba las 9:01 p.m. Megan había dicho que el Vuelo 346 despegó a las ocho y media.

Zachary no estaba en el avión.

“Está vivo,” le susurré a Dylan

Apenas registré su asombro mientras usaba mi otra mano temblorosa para devolverle el mensaje a Zachary:

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¿LLEVÁNDOTE A DÓNDE? ¿QUIÉNES?

Pulsé enviar y esperé.

Y esperé.

Y esperé.

Esperé, sin habla, mientras Dylan me decía en qué calle estaba, describiendo los carros que pasaba, y gritándole al conductor estúpido que lo cortó en la intersección. Él siguió hablando, como si supiera que necesitaba oír una voz humana.

Seguía esperando, mirando la pantalla en blanco, cuando un coche se detuvo a mi lado. Mi teléfono rojo estaba en modo silencioso (sin tono, sin vibraciones) por lo que tenía que mirar por si llegaba la respuesta de Zachary.

No llegaba.

Dylan abrió la puerta de mi coche. “Si él está vivo…” Dijo en su propio teléfono, entonces se dio cuenta de lo que estaba haciendo y colgó. “Si Zachary está vivo, te llamará.”

“¿Y si está herido?”

“Entonces llamará desde el hospital, o su mamá lo hará.”

Su mamá. “¡Los padres de Zachary!” ¿Entraron en el avión? ¿Los había perdido? Donde quiera que estuviese, él me necesitaba.

Sacudí el teléfono con fuerza, como si pudiera sacar la ubicación de Zachary del altavoz. “¡¿Dónde está?! ¿Qué le hicieron?”

“Hey. Hey. No rompas eso.” Dylan se agachó y me tomó por la muñeca en un apretón suave. “Todo va a estar bien.”

Bajé la barbilla, lágrimas goteando en el asfalto entre nosotros. Me sequé los ojos y me di cuenta de que Dylan aún no se había puesto los zapatos. Su dedo medio se asomaba por un agujero de su calcetín blanco.

Otro auto llegó, los frenos chirriando. Me apoyé en el brazo de Dylan mientras me ayudaba a levantarme.

Tía Gina salió disparada del asiento pasajero, su rostro pálido fruncido por la tristeza. Parecía que había estado llorando en el camino pero se había secado los ojos, pensando que tenía que ser fuerte por mí. Otra vez.

El alivio completo del escape de Zachary me golpeó. Corrí hacia ella. “¡Está vivo!” Mi abrazo hizo que golpeara su espalda contra el auto de Megan. “¡Zachary está vivo!”

“¿Qué? Cariño, ¿cómo lo sabes?”

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“Él me mandó un mensaje.” Puse mi teléfono rojo en sus manos.

“¿Está vivo?” Megan estaba caminando rápidamente alrededor del capó, su larga trenza pelirroja saltando por encima de su hombro.

“¡Sí!” Me lancé a los brazos de Megan.

“Ohdiosmío, ohdiosmío, ohdiosmío,” gritaba ella, meciéndome adelante y atrás. “Dylan, ¿qué estás haciendo aquí?”

“Mantenerme cuerda,” le dije. “Fue su idea comprobar si había recibido un mensaje de Zach.”

“¿Estás segura de que Zachary envió esto?” La voz de Gina mantenía un tono de sospecha.

“Nadie más tiene este número. Si hubiera ido en el avión, el teléfono se habría ido con él.”

“A menos que alguien se lo robara antes de abordar,” señaló Gina.

Me apresuré a corregirla, necesitando que me creyera. “Mi número no está en marcación rápida, ni en los contactos.”

“Además,” dijo Dylan, poniéndose las zapatillas de deporte, “¿por qué iba alguien a mandar un mensaje diciendo que Zachary no estaba en el avión cuando en realidad lo estaba? Las aerolíneas saben quiénes estaban a bordo y quiénes no.”

Mi estado de ánimo se desplomó al pensar en las personas que habían muerto. “¿Qué pasa con la mamá y el papá de Zachary? ¿Crees que…?”

“De ninguna manera.” Gina sacudió la cabeza enfáticamente. “Ningún padre dejaría a su hijo detrás, en el terminal.”

“Déjame ver eso.” Megan le arrebató el teléfono de Gina. “Chicos, dice, ‘me están llevando.’ No ‘nos están llevando.’”

“Oh Dios.” Gina presionó la yema de sus dedos contra sus ojos. “Así que sus padres no estaban con él cuando envió el mensaje.”

Mi garganta se cerró por miedo cuando hice la pregunta más importante de todas. “Entonces, ¿quién se llevó a Zachary y a dónde?”

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Capítulo Tres Traducido por Azhreik

Mientras Gina nos conducía a casa, yendo como bólido por la autopista, me dijo a quién llamar de su lista de contactos. Como una abogada especializada en asuntos de homicidio culposo, conocía a montones de gente en las autoridades. Tal vez uno de ellos sabría qué le había sucedido a Zachary y a sus padres.

Pero las líneas de teléfono estaban saturadas. Todos en el área debían estar llamando a sus amigos y familia para hablar del desastre.

“Vamos a la oficina,” dijo Gina. “Tengo más números allí y tal vez tengamos mejor suerte con un teléfono fijo.”

Encendió las intermitentes y agitó la mano en el retrovisor para que Megan nos siguiera. Los padres de Dylan lo habían obligado a ir a casa, una vez que se dieron cuenta de que había tomado el coche.

La radio decía que más de doscientos pasajeros habían estado en el accidente y aún no se encontraban sobrevivientes. Un reporte anunció que los aviones habían sido retenidos por todo el país en caso de que el Vuelo 346 fuera parte de un ataque terrorista coordinado, pero otro dijo que el choque fue debido a una falla mecánica.

Nos detuvimos en la luz roja. Un grupo de chicas de mi edad estaban reunidas alrededor de una mesa exterior de una cafetería, riéndose y señalando una revista.

¿No habían oído? ¿No les importaba que el mundo se hubiera derrumbado?

Mi pulso se aceleró cuando escuché más contradictorios reportes de noticias. Con una mano apretaba la rosa blanca que había tomado de la tumba de Logan y con la otra la tapa de té helado que Zachary me había dado unos meses antes. Un diseño en espiral adornaba la parte inferior de la tapa. Le había encontrado a Zachary una a juego, que cargaba con él tan obsesivamente como yo cargaba la mía. La espiral nos recordaba las paredes de Newgrange, un antiguo pasaje de la tumba, del que estábamos convencidos contenía el secreto de nuestras verdaderas naturalezas.

“Llamaré a mi amiga en inmigración.” Gina estaba intentando tener un tono calmado. “Su número de casa está en el tarjetero de mi secretaria. Tal vez ella pueda descubrir qué les sucedió a los Moore.” Palmeó mi hombro. “Resolveremos todo esto, lo prometo.”

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Asentí, deseando estar conduciendo porque podría llevarnos allí más rápido.

El atardecer se había convertido en una oscuridad total, así que los fantasmas eran visibles en la acera bordeada de árboles, afuera de la oficina de Gina en Roland Park. Ninguno de la media docena de espíritus violeta podía verse uno al otro, es por eso que los fantasmas pasaban tanto tiempo persiguiendo a aquellos que podían verlos, yo y cualquiera más joven.

Nos llamaban los dotados, nacidos después del Cambio. Mi nacimiento marcó el momento del Cambio, aunque pocas personas sabían que yo fui la primera. Nacido un minuto antes que yo (pero a medio mundo de distancia y de diferentes padres) Zachary fue el último de los nacidos antes del Cambio. Eso también era ultra secreto.

Lo que nadie, más que yo y Zachary, sabía era por qué mi nacimiento causó el Cambio e hizo a los fantasmas visibles para todos los que nacieron después: mi propio padre era un fantasma.

Un pensamiento nuevo y horrible me golpeó. “La gente en el avión,” le dije a Gina mientras salíamos del coche. “Murió repentinamente, así que un montón de ellos serán fantasmas.”

“Justo lo que el mundo necesita,” Gina suspiró.

A diferencia de la mayoría de los nacidos antes del Cambio, mi tía no odiaba a los fantasmas. Se compadecía de ellos, pensando en la tortura pura de estar atascado en la tierra en una búsqueda desesperada por la paz. Muchos deseaban pasar a mejor vida, pero otros compartían el deseo más ferviente de Logan:

Vivir.

Los restos llameantes, uno de los varios pedazos de lo que alguna vez fue el Vuelo 346, flotaba en un tributario de la bahía Chesapeake. Una capa de combustible de avión flotaba sobre el río, así que parecía que el agua misma estaba en llamas.

Megan y yo miramos con horror la televisión montada en la pared en la sala de conferencias de la oficina de abogados. Gina estaba llamando a sus colegas desde el escritorio de su secretaria, al otro lado de la puerta.

La toma cambió a otro pedazo llameante de la aeronave, sepultando el techo bajo de una tienda de descuentos en Dundalk.

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“Me pregunto si la gente en el avión sabía lo que estaba sucediendo,” dijo Megan. “¿Será que todos murieron cuando explotó o algunos vivieron lo suficiente como para sentir que caían?”

Cerré los ojos y lo imaginé. La explosión, un estruendo repentino, el olor del metal y la carne quemándose. Luego la gravedad haciendo su trabajo, la tierra jalando a sus criaturas hacia su duro abrazo. Gente llorando, gritando mientras caían en picada. Orando, como si eso fuera a detener su caída.

¿Los amantes se agarrarían de la mano y besarían, o cada persona estaría atrapada en su propia pena y dolor? ¿Qué tal si una madre tenía más de dos hijos; las manos de quién agarraría?

¿El último pensamiento de Zachary habría sido sobre mí?

Mis músculos se pusieron rígidos, como si se prepararan para el impacto. “Zach debería haber estado en ese avión.” Mis palabras se estrangularon con un sollozo. “Debería estar muerto.”

“Pero no lo está.” Megan me jaló en un abrazo. “El universo apestaría totalmente si te hiciera eso de nuevo.”

Si mataba a otro de mis novios, quería decir. Apreté su espalda y también lloré por Logan. Mi pena por él y mi miedo por Zachary formaron una soga de dos hebras de sufrimiento que seguramente me estrangularía.

Mi teléfono sonó. Código de área 011. Reino Unido.

Casi dejé caer el teléfono por la emoción. “¿¡Zachary!?”

“Lo siento, soy Eowyn.”

Mi corazón se hundió. Durante un segundo, había pensado que un código de área de RU significaba que de alguna forma él había conseguido un nuevo teléfono. No que no quisiera hablar con Eowyn Harris, nuestra amiga y mentora.

“Aura, ¿qué está pasando?”

“No lo sé.” Agarré un pañuelo de la caja casi vacía frente a Megan. “El avión de Zachary se desplomó, pero él no estaba en él.”

“Oh, ¡qué alivio!” Su voz usualmente suave se volvió irregular, haciéndola sonar mucho mayor a sus treinta y cuatro años. “¿Qué hay de sus padres?”

“Aún no sé.” Eché hacia atrás mi silla para pararme, aunque mis piernas temblaron. “Y no sabemos dónde está Zachary, sólo sabemos que alguien se lo llevó a algún lado.”

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“Hazme saber tan pronto descubras algo.” El miedo llenó sus palabras. Me la imaginé girando y retorciendo en sus dedos su cabello rubio, que le llegaba a la cintura.

“¿Qué hay de ti? ¿Estás a salvo? ¿Puedes decirme dónde estás?”

“Sí, estoy a salvo, y no, no puedo decirte.”

Frustrada, me pasé el pañuelo por las mejillas. La profesora Harris había volado a Inglaterra para evitar que el DPM se apoderara de su investigación sobre el Cambio. Yo asumí que su contraparte británica, la agencia MI-X, la estaba protegiendo. El padre de Zachary, Ian, había sido el enlace de la MI-X con el DPM antes de contraer cáncer de pulmón. Parte de su trabajo era mantener a esos imbéciles lejos de mí y Eowyn.

De mí, porque era la Primera, y de Eowyn, porque había estado en Newgrange en el solsticio de invierno hace diecinueve años; la misma mañana que Ian y mi madre estuvieron allí. Eowyn los vio a los dos iluminándose desde el interior mientras pasaban a través del rayo del amanecer.

“Zachary me llamó el viernes pasado,” continuó Eowyn entrecortadamente. “Dijo que no consiguieron leer todo el diario de tu madre. Estoy agradecida de haber hecho una copia.”

“Yo también.” Eowyn había dejado un rastro de pistas para localizar el relato de mi madre sobre su viaje a Irlanda. Desesperada por saber quién era mi padre, me salté hasta el final del diario, leyendo de pasada lo de en medio. Luego el DPM nos capturó a mí y a Zachary e intentó llevarnos a un lugar remoto en las montañas de Pennsylvania, llamado “3A.” Escapamos, pero las páginas del diario se habían arruinado cuando cruzamos un río para cubrir nuestras huellas.

“Le dije a Zachary que le daría mi copia del diario cuando llegara al Reino Unido,” dijo Eowyn, “pero, ¿quién sabe cuándo será eso?”

“¿Puedes mandármelo por correo, o escanearlo y mandármelo por e-mail?”

“Podrían interceptarlo. No confío en nadie más que ustedes dos. Le prometí a tu madre que ni siquiera yo lo leería.” Habló más lento. “Sólo hay una cosa que me preocupa más que el diario, y eres tú, Aura. Por favor, se cuidadosa.”

“Lo seré,” dije, aunque era lo último que deseaba ser. Zachary no se conformaría con ser “cuidadoso” si yo fuera la que hubiera desaparecido.

Colgamos y me volví a la televisión.

El canal de noticias estaba entrevistando a una mujer al borde de la histeria en el aeropuerto. La leyenda decía que su cuñada y sobrina habían estado en el Vuelo 346.

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Cambiaron a la fotografía de una de las víctimas del accidente aéreo, una chica de catorce años con una mata de cabello oscuro y ondulado, y con un balón de fútbol bajo el brazo. De nuevo me inundó el alivio por la supervivencia de Zachary, y luego la culpa por estar feliz mientras muchos otros estaban desconsolados.

Gina entró en la sala de conferencias. “Buenas noticias: el Sr. y la Sra. Moore están vivos.”

“¡Sí!” Iba a levantar el puño cuando vi que sus manos estaban entrelazadas, tan fuerte que tenía los nudillos blancos. “¿Qué pasa?”

“Zachary y sus padres han sido detenidos.”

Me le quedé mirando. Tal vez esa palabra no significaba lo que yo creía. “¿Detenidos? ¿Por qué? ¿Por quién?”

“Por el FBI, en caso que hubiera una bomba en el Vuelo 346.”

“¡Eso es una locura!” Me acerqué rápidamente a ella, casi tropezando con la pata de una silla. “Ellos no son terroristas.”

“El gobierno no piensa que los Moore realmente hayan puesto una bomba en el avión, si es que hubo una bomba. Obviamente sus bolsas fueron sacadas después de que no consiguieron abordar.”

“Pero, ¿por qué no abordaron? ¿Ian se puso enfermo?” Entre su enfermedad y los tratamientos de la quimioterapia, el pobre hombre raramente se sentía bien.

“No, es extraño.” Gina se rascó la cabeza, desordenando sus cortos rizos rubios. “Zachary no estaba en la puerta a tiempo.”

“Eso no es típico de él,” dijo Megan. “Es descabelladamente puntual.”

“Las autoridades sospechan que pudo haber obtenido información en el último minuto. Tal vez le advirtieron sobre el atentado.”

“Si le advirtieron, ¡lo habría reportado!” Mi lengua tartamudeó por la ira y confusión. “Hay… hay montones de razones por las que pudo haber llegado tarde.”

“Tal vez tenía el número de puerta equivocado,” ofreció Megan. “O tal vez se distrajo.”

Me imaginé a Zachary en la terminal, fijándose en la aeronave, descubriendo hechos fascinantes sobre…

Oh no.

Zachary había estado distraído, por supuesto. Por un fantasma. Había estado hablando con Logan (tal vez incluso peleando con Logan) en vez de abordando el avión.

Lo que significaba…

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Logan había salvado la vida de Zachary.

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Capítulo Cuatro Traducido por Azhreik

Como la mayoría de América (y probablemente del Reino Unido) Gina y yo nos quedamos levantadas hasta tarde, viendo la televisión de nuestra sala, ansiosas por más noticias sobre el accidente. El gobierno guardaba silencio respecto a la causa, dejando que los medios especularan.

Un experto afirmó que la explosión podía haberse dado debido a un problema mecánico, tal vez una chispa en el tanque de gasolina. Otro experto argumentó que el patrón de restos era similar a anteriores bombardeos de aeronaves. La línea anónima del FBI se desplazaba continuamente en la parte inferior de la pantalla, prometiendo una recompensa por información sobre el incidente.

Acurrucada en el recodo del brazo el sofá, me acerqué la camisola roja que había usado la noche anterior. La había apartado de la ropa para lavar porque aún olía débilmente a Zachary.

Le cambiamos a las noticias locales, que tenía una cobertura en vivo de un velatorio improvisado en el Monte Vernon, aquí en Baltimore.

Mucha gente en el velatorio sostenía las estrellas y franjas americanas y la bandera del Reino Unido, supongo que como signo de solidaridad.

“¿Podemos ir al velatorio?” Le pregunté a Gina.

“Deberías pasar inadvertida esta noche, en caso de que los medios averigüen por ahí sobre la detención de Zachary y tu conexión con él. Además, estoy esperando que mi contacto en inmigración me regrese la llamada y es mejor si estoy en algún lugar privado cuando hable con ella.”

Entre dientes, maldije mi impotencia. Necesitaba hacer algo más que sentarme aquí revolcándome por la tragedia e imaginando lo que mi gobierno le haría a los extranjeros sospechosos de terrorismo.

Apreté con mayor fuerza la camisa hecha bolita para sentir la tapa adornada metida dentro. Era una cosa pequeña y tonta, pero imaginarme al FBI confiscando la tapa de Zachary me hacía apretar los puños y tragar.

“Aura.” Gina interrumpió mi miseria. “Antes de que te encuentres con el DPM mañana, necesitamos discutir lo que sucedió en el concierto la noche del viernes.”

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Suspiré, sabiendo que tenía que confesar. Durante el fin de semana, los reportes habían aparecido en línea, en televisión, y en los periódicos, sobre el “milagroso concierto” de Logan. Los vídeos lo mostraban transformándose de un fantasma a una persona viva en el momento del solsticio, luego cantando su nuevo himno, “Sombra” y finalmente desapareciendo en una explosión de pirotecnia simulando el brillo de un fantasma pasando a mejor vida.

Me senté, le puse mute a la televisión y le conté a tía Gina la verdad.

Primero, en el momento del equinoccio de primavera, había cambiado a Logan de una sombra amargada y peligrosa a un fantasma benigno, algo que nadie nunca había hecho.

Segundo, durante diecisiete minutos después del inicio de la primavera y el verano, incluyendo en su concierto, había convertido a Logan en humano de nuevo.

Tía Gina normalmente no era una bebedora, pero respondió a mi historia sirviéndose un vaso grande de vino. Lucía demasiado impactada como para estar enojada.

Tomó un largo trago. “Bueno, me alegra saber finalmente la historia completa.”

O al menos lo que ella pensaba que era la historia completa.

Gina examinó las profundidades escarlata del vaso. “¿Piensas que este poder tiene algo que ver contigo siendo la primera persona nacida después del Cambio?”

“Tal vez,” repliqué. “Pero probablemente tiene más que ver con la conexión entre Logan y yo.” Si la encauzaba lejos de mi singularidad como la Primera, tal vez no pensaría preguntar si Zachary tenía algún “poder” correspondiente como el Último. El cual tenía, pero era un secreto que yo había jurado mantener.

“¿Qué debería decirle al DPM mañana?” Le pregunté.

“Diles lo que me dijiste y nada más.” Se llevó sus uñas rosa pálido a los labios, considerándolo. “Pero vamos a intentar hacerlos pensar que Logan es, era, el especial, no tú. Ahora se ha ido, así que no podrán usarlo para probar que te equivocas.” Se tomó otro sorbo. “Se fue, ¿cierto? ¿Desapareció en el concierto?”

Cuando le dije que, de hecho, Logan no había pasado a mejor vida hasta hace un par de horas, se rellenó su vaso medio vacío.

“¿Por qué tengo que arrancarte cada detalle?” Espetó. “¿Por qué no puedes simplemente decirme la verdad sin que te interrogue?”

“Tal vez es por todos los estrados en los que me has puesto.” Trabajaba como traductora de fantasmas en muchos de los casos por muerte culposa de Gina. Nunca era aburrido, pero frecuentemente era desconsolador.

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“Puede que tengas razón,” dijo con tristeza. Puso su vaso sobre la mesa, fue a la habitación contigua al comedor y regresó con cirios verdes y un paquete de fósforos. “Podemos tener nuestro propio velatorio aquí.”

Mientras Gina oraba, miré fijamente la frágil llama de mi vela, aguantando la respiración para que no se agitara. La cera hacia una piscina alrededor del pábilo, profundo y verde como los ojos de Zachary. Nunca olvidaría la forma en que esos ojos me habían buscado antes de pasar por la seguridad del aeropuerto. Cómo se habían arrugado con su sonrisa cuando me vio.

Y nunca olvidaría nuestros últimos momentos juntos en el terminal, jugando un juego bobo para distraernos de nuestra inminente separación.

“Muy bien, entonces.” Recargándonos hombro con hombro contra la pared contraria a la fila de seguridad, Zachary me habla con esa suave voz baja que me pone la piel de gallina. “Hombre con mochila gris, ¿Yanqui o Británico?”

Estamos demasiado lejos para escuchar el acento de la gente, pero lo suficientemente cerca para ver qué pasaporte sacan. Apesto en este juego.

Veo los zapatos raspados del tipo en cuestión. “Yanqui.”

Zachary sacude la cabeza, con un rizo de cabello oscuro revoloteando en su sien. “Definitivamente británico.”

“Trae puestos zapatillas deportivas.”

“En estos días eso no significa nada. Mira la postura encorvada de sus hombros, la forma en que avanza, cabeza abajo. Mantiene su equipaje de mano cerca, fuera del camino de otras personas. ¿Qué te dice eso?”

“¿Qué ustedes tienen mala postura y son paranoicos con sus cosas?”

Se ríe entre dientes. “Tal vez, pero es más que somos muy conscientes respecto al espacio personal.” Baja la barbilla para señalarse a sí mismo, con los brazos y tobillos cruzados y codos separados. “Me tomó meses pararme como un americano. Casual, a gusto conmigo, abarcando más espacio del que necesito.”

Efectivamente, el tipo con la mochila saca un pasaporte escarlata del Reino Unido en lugar del diseño azul marino de los Estados Unidos.

“Dame una fácil,” le digo a Zachary.

“Rubia con shorts rosas.”

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Me río y le hinco el codo. “Supuse que la estarías mirando. Definitivamente yanqui. Tiene una calcomanía de los Filis3 en su bolsa de mano.”

“Buena vista. El béisbol definitivamente no atrae tanto por allá.” Baja la voz, ahora seria. “Prométeme que practicarás en notar los pequeños detalles de la gente.”

“¿Para poder vencerte en Yanqui o Británico?”

“Para que puedas estar a salvo. El DPM siempre está observado.” Me toma la mano. “Desearía poder mostrarte más trucos que conozco. Desearía no haber desperdiciado tanto tiempo.”

“Ambos lo hicimos. Seré cuidadosa y observaré a todos, lo prometo.”

Sus labios se extienden en una sonrisa esperanzada y luego se para derecho. “Ahí están mis padres en la cola, casi es tiempo de que me vaya.”

Quiero arrastrarlo lejos, a donde su mamá, papá y nuestros gobiernos no puedan encontrarlo nunca. “Dame uno más, para el desempate.”

“¿Qué hay de la pareja de allá?”

Estudio a las dos personas cercanas a sus treintas, que se aproximan al principio de la fila, con los dedos entrelazados y sin anillos de matrimonio.

La mujer salta de puntitas y jala el brazo del chico. Él la mira con diversión afectuosa mientras ella hace un pequeño baile, dándole vueltas por la asa a su bolsa de mano color azul brillante. Entonces él le besa la frente y desliza el brazo alrededor de su espalda, tocando su omóplato. Su codo no sobresale y no se recarga posesivamente en ella.

“Pregunta capciosa,” le digo a Zachary. “Ella es yanqui y él es británico.”

“Sí, eso creo.”

Mi corazón se retuerce mientras los veo sacar sus pasaportes y probar que tengo razón. “Creo que es su primera vez yendo a casa con él.”

“Sí, tal vez.” El susurro de Zachary es casi ronco.

“Creo que son realmente, realmente felices.”

“Sí.” Zachary dobla mi mano entre las suyas, grandes y fuertes, y sus ojos se llenan de una tristeza insoportable. “Deberían serlo.”

3 Los Filis de Filadelfia es un equipo de beisbol de Grandes Ligas, con sede en Filadelfia, Pensilvania.

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Gina sopló su vela y me deseó buenas noches. Dejé la televisión a volumen bajo, escuchando a los expertos disertar y a las familias lamentarse.

Pero sólo observé la vela mientras su cera verde se derramaba por el borde hasta el plato blanco de cerámica. Intenté no pensar más que en los ojos de Zachary, ni en el chico británico con zapatillas deportivas, ni en la fan de los Filis con shorts rosas, ni en la mujer enamorada que nunca vería Londres.

En algún lugar allá afuera, durmiendo de manera irregular o mirando un techo desnudo, los ojos de Zachary estaban aún llenos de vida.

Y un día, se posarían en mí de nuevo.

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Capítulo Cinco Traducido por anadegante

A la mañana siguiente me vestí con mi horrible traje azul marino y arreglé mi cabello, peinándolo hacia atrás en una pulcra cola de caballo; pulcra hasta que le afectara la humedad de junio, al menos. Una noche de llanto pesado y sueño ligero había dejado mis mejillas sintiéndose crudas y mi frente abultada.

“Ordené el desayuno en el Café de Donna,” dijo Gina cuando me desplomé en el asiento del pasajero. “¿Puedes correr y tomarlo si me estaciono al frente?”

“Son las jodidas seis de la mañana. Mi estómago no se ha despertado aún.” Me puse los lentes de sol, aunque el sol apenas había aparecido.

“Nos vamos a adentrar en el tráfico de Washington hacia el cuartel principal del DPM, así que no tendremos tiempo de parar después. No podemos llegar tarde.”

“Lo sé.” Elevé la voz para compensar su aspereza. “No tengo que estar feliz por eso.”

“Tampoco yo,” espetó como respuesta.

“Bien.”

“Bien.” Encendió la radio y se adentró a la calles. Me encorvé, jugando con la apretada pretina de mi falda. Discutir con Gina me distraía del creciente pánico.

Adentro del usualmente alegre café, el personal estaba reunido en silencio, viendo las noticias del desastre en la televisión, que estaba arriba de la barra de café. Me pregunté si toda la ciudad se había paralizado como yo me sentía.

Mientras que la anfitriona preparaba mi orden, alcancé a divisar un largo cabello rubio por la salida. La chica se detuvo en seco.

“¡Aura, hola! Vaya, qué traje.”

“Gracias, supongo.”

Amy Koeller era la presidenta de la clase del penúltimo año de la Secundaria Ridgewood (y probablemente muy pronto la presidenta de la clase de último año). Estaba en su usual estado alegre, a pesar de ser una hora muy temprana para el cerebro.

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“¿No es muy triste lo del accidente?” Amy arrugó la parte superior de su bolsa de papel marrón para llevar. “Una de las víctimas era una estudiante de primer año en Rigewood, Tammi Teller.”

“Lo sé. Nunca la conocí.”

“Yo tampoco. Deberíamos planificar un servicio conmemorativo. O realizar una colecta para el fondo universitario de su hermana pequeña. O comenzar un círculo de comprensión.” Ella vio el cartel de March of Dimes4 para recaudar fondos, desplegada en el mostrador enfrente de mí, y comenzó a buscar en su bolso.

“¿Un círculo de qué?”

“Comprensión. Así la gente no se deja vencer por el odio.” Deslizó una moneda de diez centavos por uno de los orificios de la recolecta de caridad. “Si fue un ataque terrorista, quien hizo esto debe pertenecer a algún grupo marginado que necesita nuestra compasión.”

Parpadeé ante ella, sintiendo los efectos completos de una mala noche de sueño. “Um, el servicio suena bien. Pero tal vez no de inmediato. Dejemos a la familia tener su tiempo.”

“Oh, lo sé… Lo haremos después de que comience la escuela. De esa manera todo mundo puede venir. ¡Aura, eres brillante!” Ella me abrazó, después jadeó. “Lamento haber arrugado tu traje. Buena suerte con tu entrevista de trabajo.”

“No es una… está bien, lo que sea.” Regresé por mis cafés y la bolsa de comida, dejando a Amy anotando algo en una nota pegajosa color purpura que había sacado de su bolsillo.

Gina y yo pasamos la siguiente media hora ensayando todo lo que iba a decirle al DPM. Una vez que estuvimos de acuerdo en que yo estaba lista, me recliné en el asiento, con la esperanza de una siesta. Para desconectarme del tarareo de música clásica de Gina, me puse los audífonos, con una necesidad desesperada de escuchar mi lista de reproducción anti estrés.

Mis ojos se cerraron, y me fui a la deriva.

En mi sueño, estaba en un asiento de avión en el pasillo contrario del de Zachary. Sus padres estaban sentados al otro lado de él, su mamá en el asiento de en medio y su padre en la ventana, ambos dormidos. Los tres vestidos con impecable ropa blanca, como si fueran a navegar.

El avión comenzó a rodar. El número 346 apareció por encima de cada ventana, en un brillante neón rojo.

4 Marcha de recolecta de monedas de diez centavos.

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“No.” Intenté alcanzar a Zachary, pero mi mano se deslizó por su brazo como si fuera un fantasma. “Sal del avión.”

Él no miró en mi dirección, sólo observaba a la azafata mientras desplegaba la tarjeta amarilla de seguridad, como una bibliotecaria infantil compartiendo un libro de imágenes. La parte delantera de la tarjeta mostraba una figura grande de un avión partiéndose a la mitad como una rebanada de pan italiano.

Comenzamos a avanzar más rápido. Me levanté de mi asiento. “¡Alto! ¡Bájense! ¡Detengan el avión!”

El avión no se detuvo. Ascendió.

Zachary recostó su cabeza, cerró los ojos, y simplemente dijo, “Adiós.”

El mundo se desgarró en fuego y miedo.

Me desperté con una sacudida y en medio de gritos, tomando la manija de la puerta.

“¿Mal sueño, cariño?” Gina me miró.

“Ajá.” Tomé un sorbo de café para aclarar mi cerebro, sin notar que estaba tibio. Estábamos atascadas en el tráfico de la Interestatal 495. Adelante, la puntiaguda torre dorada del Templo de Washington destellaba bajo la luz del sol, pero el sueño dificultaba mi visión con desesperación.

“… ahora un corte informativo sobre el caso del Vuelo 346.”

Mi mano salió disparada para subir el volumen de la radio.

La voz del locutor era calmada y suave, como si estuviera leyendo un reporte del tiempo.

“La Scotland Yard5 ha descubierto un post en línea de uno de los pasajeros del Vuelo 346, de nacionalidad británica. Dicho post, anunciaba la intención de un hombre joven de instalar una bomba suicida en el vuelo.”

Mi corazón se congeló. ¿Se referían a Zachary? ¿Alguien lo había inculpado de este desastre?

“El sospechoso, quien tenía dieciséis, murió en el accidente.”

Ah, gracias a Dios. No que hubiera muerto, sino de que no fuera Zachary.

El locutor continuó, “El comunicado en línea, el cual ha sido removido del sitio de la red social, indicaba que el sospechoso había sido convencido por un fantasma para llevar a cabo el ataque terrorista.”

“¿Qué?” Exclamó Gina.

5 Es una metonimia para la Policía Metropolitana de Londres.

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“Shh.” Subí un poco más el volumen.

“… intención era crear cientos de nuevos fantasmas, elevando así la conciencia entre los vivos de su propio potencial como fantasmas. Esto a cambio, creía él, daría lugar a la compasión por los espíritus de los muertos entre nosotros.”

“Es una locura,” susurré. ¿Hacer que a las personas les gusten los fantasmas haciendo más de ellos?

“Una completa investigación está en marcha, pero autoridades locales han reportado el historial de enfermedades mentales del sospechoso. Aún no hay reportes del nombre u origen exacto del terrorista sospechoso.”

“Esto es grande,” dijo Gina. “Toma mi teléfono. Necesito llamar a la oficina.”

Recogí su bolso, mi estómago dando volteretas. Si el FBI tenía otro sospechoso, tal vez dejarían libres a Zachary y a sus padres. Por otro lado, si un fantasma supuestamente inspiró al terrorista, y era revelado que Zachary había hablado con Logan antes de abordar el Vuelo 346, eso luciría realmente sospechoso. La gente podía decir que Logan había sido el instigador de la bomba y que había advertido a Zachary por mi bien.

Encontré el teléfono celular rosa metálico de Gina pero me aferré a él. “Si le digo al DPM que Logan fue completamente humano en el concierto, ¿piensas que lo harán público? ¿Dirán que un fantasma real podía haber plantado la bomba?”

“No,” dijo Gina. “Lo último que ellos quieren es la histeria. El DPM quiere que el público tenga miedo de algo de lo que puedan protegerlos.”

“Te refieres a los fantasmas.”

“Fantasmas como los hemos conocido, inofensivos e incorpóreos. No quieren que las personas entren en pánico por algo de lo que el DPM no puede protegerlos, fantasmas que se pueden volver sólidos, incluso si sólo es por unos pocos minutos por cuatro días al año.”

Eso tenía sentido, pensé, mientras le daba a Gina su teléfono y la observaba marcar rápidamente a la oficina de abogados. Esta relevación le quitaría la ilusión de poder al DPM.

Aun así, estaba más nerviosa que nunca. No importaba que no existiera evidencia en contra de Zachary y de mí. Una vez que los medios y el DPM hubieran terminado con nosotros, el mundo sabría nuestro gran secreto:

Como una persona normal, Zachary debería ser incapaz de hablar con los fantasmas. En realidad, repelaba a los fantasmas a la vista, un poder único del que ni siquiera su padre estaba al tanto. Pero por unas pocas horas después de que nos besábamos, él tomaba mi habilidad de ver fantasmas, y a cambio yo recibía su habilidad de repelerlos.

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Si cualquier persona lo descubría, Zachary y yo seríamos ratas de laboratorio permanentes.

Para la hora en la que llegamos al cuartel general del DPM, en Arlington, Virginia, los asistentes legales de Gina la habían llamado de vuelta con una lista de crímenes inspirados por fantasmas.

La mayoría de ellos eran vandalismo o destrucción de la propiedad, dotados removiendo o desactivando la tecnología de las “cajas negras.” Esas capas de cargas de obsidiana eran instaladas en los muros de los cuartos o edificios para mantener a los fantasmas fuera o dentro. Al destruir las cajas negras, los simpatizantes se sentían como los “liberadores” de los fantasmas.

Algunos crímenes eran más serios, tales como asalto y vandalismo, donde el fantasma tenía una venganza en contra de la víctima. Incluso había un puñado de asesinos dotados que habían sido incitados por los muertos.

¿Pero los fantasmas eran una amenaza real para la sociedad, o eran esos criminales simplemente locos que infringían estragos de cualquier manera?

Mientras que Gina y yo cruzábamos el estacionamiento hacia el edificio marrón sucio del cuartel principal del DPM, tuve un pensamiento repentino. “Las personas nunca se convierten en fantasmas después de un suicidio, ¿cierto? La muerte debe ser repentina e inesperada. Así que si el presunto chico que instaló la bomba suicida se convierte en un fantasma, eso probará que no fue él.”

“Buen punto. Pero si él no se convirtió en un fantasma, eso no prueba que fue él.”

Cierto. No todas las personas que sufren de una muerte repentina se convierten en fantasmas, y algunos que sí lo hacen, pasan a mejor vida en segundos o minutos.

En la recepción, mostramos nuestras identificaciones y firmamos para obtener nuestras insignias de visitantes. Noté muchos nombres en la lista de visitantes antes que yo, todos de una compañía llamada “SecuriLab.”

“¡Aura!” Una voz familiar sonó a través de la recepción.

Oh no. Traté de ocultar mi consternación al ver a Nicola Hughes, la publicista del DPM.

Ella corrió en mi dirección, sus tacones estilizados golpeando sobre el suelo pulido. La última vez que había visto a Nicola fue el viernes en la noche cuando había tenido una rápida conversación con los medios para reforzar nuestra historia

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de que la transformación de Logan no había sido nada excepto un truco de magia. Tan agradecida como estaba por su ayuda, Nicola me ponía al borde.

Me agarró del codo y me sacudió como si fuéramos mejores amigas de toda la vida. Nicola era probablemente diez años mayor que yo, pero a veces actuaba como si estuviera en la secundaria. Su efervescencia se sentía fuera de lugar en medio de la tragedia y la detención de Zachary.

“¡Estoy tan feliz de verte!” Se apartó su cabello rizado café detrás de la oreja. “Voy hacia una conferencia de prensa. Las cosas han estado dementes desde que descubrimos que un fantasma estaba detrás del bombardeo. ¿Puedes creerlo?”

“No,” dije categóricamente.

Nicola le ofreció una ancha y perfecta sonrisa a Gina. “¿Cómo lo estás llevando? Las cosas van a ponerse difíciles para ti, me imagino.”

Gina le dio una mirada suspicaz. “¿Qué quieres decir?”

“En tu trabajo, con toda esta oleada de violencia de los fantasmas. Pero probablemente tienes a Aura para ayudarte tiempo completo este verano.”

Gina se tensó. Yo había intentado encontrar un segundo empleo, algo mejor que pasar cuarenta horas a la semana trabajando en una oficina legal. Me llevaba bien con mi tía, pero de ninguna manera quería pasar cada día y noche a su alrededor. Al final, mi falta de auto evitó que encontrara algún trabajo sin familiar.

“No tanto,” le dije a Nicola. “Sólo treinta horas a la semana.”

“¡Ah! Bueno, como probablemente sabes, el DPM tiene un número limitado de pasantías de verano para estudiantes de secundaria. La mayoría de ellas se acaban en febrero. Pero mi oficina estará feliz de abrirme otra pasantía para ti. Debido a tu evidente valor.”

Porque yo era la Primera, sin duda alguna.

“Lo siento,” le dije. “No tengo auto.” Y no deseo ser malvada.

“Nuestra oficina en Baltimore está en la línea del Tren Ligero. Y la paga es muy dulce,” dijo la última palabra de una manera cantarina.

“Aura no está interesada,” dijo Gina firmemente.

“Considéralo y llámame. Por cualquier cosa. Estoy aquí para ayudar.” Nicola me dio su tarjeta mientras su sonrisa se desvanecía en una expresión más genuina. “Aura, sé que piensas que el DPM es el enemigo, y lo admito, muchos agentes son de mano dura. Pero no somos los chicos malos. Nuestra misión es la misma que la tuya: entender a los fantasmas. Si trabajamos juntos, encontraremos las respuestas.”

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Dudé. Las teorías del DPM acerca del Cambio serían siempre imprecisas, porque no sabían que mi padre era un fantasma. Pero el conocimiento que sí tenían podía ser útil.

Metí la tarjeta de Nicola dentro del bolsillo de mi traje. “Lo pensaré.”

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Capítulo Seis Traducido por livewings

“Aunque tu entrevista ya estaba programada,” dijo el agente Ritter cerrando la puerta de nuestra pequeña y claustrofóbica sala de interrogación, “Obviamente han ocurrido serios cambios. La tragedia de anoche fue un cambio en el juego.”

Intenté no demostrar mi disgusto con su elección de palabras. Esto no era un juego para mí, ni para las familias que perdieron a sus seres queridos.

“Claramente,” continuó, “con las noticias de esta mañana, sobre el ataque terrorista causado por un fantasma, no podemos seguir corriendo riegos con los muertos. El país ha comenzado a sentir una nueva urgencia de proteger a los vivos.”

El agente del DPM se sentó al frente de mí y Gina, con la arañada mesa de linóleo entre nosotros, soltando la especie de suspiro que parecía reservada para los adultos mayores de cuarenta. Mientras él miraba mi expediente, presionaba su bolígrafo contra su sien, donde su cabello rubio comenzaba a escasear.

“Entonces,” el agente Ritter colocó una pequeña grabadora negra sobre la mesa. “Tu tía dice que estás lista para hablar sobre lo que sucedió en el concierto del viernes por la noche. Apreciamos tu cooperación y entendemos que no es fácil para ti revelar cosas sobre tus seres queridos.”

Resistí el impuso de poner los ojos en blanco. ¿No te faltan halagos?

Él encendió la grabadora, y fui al grano:

“Logan recuperó su cuerpo durante el concierto, en el momento del solsticio.”

Ritter asintió, obviamente había visto los vídeos en internet. “¿Habías previsto esto?”

“No.”

“¿Entonces por qué el concierto fue a esa fecha y hora?” Él revisó sus documentos. “Las 10:30 p.m es bastante tarde. ¿Fue una coincidencia que el concierto comenzara justo antes del solsticio 1051?”

“Para nada.” Mantuve mi enfoque en el agente sintiendo cómo crecía mi confianza. “Nosotros programamos el concierto a esa hora en caso de que algo malo

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pasara y Logan enloqueciera. Pensamos que si él se convertía en una sombra cerca del solsticio, podría convertirse en un fantasma de nuevo.”

“¿Por qué pensaron eso?”

Apreté mis labios para parecer que iba a revelar un gran secreto aunque probablemente el DPM ya lo sabía. Ellos eran fastidiosos, pero no estúpidos.

“Había pasado antes. Logan se convirtió en una sombra en enero y desapareció por meses, pero justo antes de la medianoche del 21 de marzo, él vino a mí.”

“¿Como una sombra o un fantasma?”

“Como una sombra, pero de pronto él volvió a ser una fantasma. Al día siguiente me di cuenta de que él cambió al momento del equinoccio de primavera. No podía haber sido una coincidencia.”

Aún sentía una pulsada de nostalgia al pensar en esa noche. Logan fue de nuevo humano por unos cortos diecisiete minutos. Su piel había sido cálida y dulce, y sus ojos brillaban azules mientras miraban los míos.

Ritter se recostó en su silla, la cual crujió por el cambio de peso. “Interesante.”

“Logan y yo esperábamos que él pudiese hacer ese cambio de nuevo en el solsticio de verano.”

“¿Les preocupaba que se convirtiera en una sombra otra vez?”

“Un poco. Pensó que ustedes tal vez cancelarían el show más temprano.” Bajé la voz. “Su música y su banda eran todo para él. Quitarle eso tal vez lo hubiese enojado lo suficiente para volverse una sombra.”

El agente sonó verdaderamente compasivo. “Señorita Salvatore, ¿cuáles...?”

“Llámeme Aura.” Le concedí a Ritter una leve sonrisa. Esta entrevista estaba siendo tan fácil que me estaba poniendo nerviosa.

“Aura, ¿cuáles eran los planes para el final del concierto?”

“El plan era que Logan fuera tras bastidores antes del final. Su hermano mayor, Mickey, saldría vestido como Logan, con su cabello aclarado y un tatuaje falso con mi nombre en su pecho. Pensamos que sería entretenido fingir que Logan había vuelto a la vida. Él dijo que haría que la gente lo recordase después de que pasara a mejor vida.”

“¿Cuándo planeaba pasar?”

“Esa misma noche, después del concierto, con su familia y amigos cercanos.”

Ritter empujó la grabadora una pulgada más cerca de mí. “¿Y lo hizo?”

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“Usted sabe que él no pudo. Sus agentes estaban ahí. Nicola Hughes nos ayudó a inventar una historia para la prensa. Dijo que lo más importante era evitar que la gente creyese que los fantasmas podían volver a la vida después de la muerte.”

“Sí, nuestros agentes de relaciones públicas tienen mucha experiencia tranquilizando a la gente.” Su sonrisa se desvaneció. “Aura, ¿cuándo Logan pasó a mejor vida?”

Me removí, fingiendo que me mataba revelar la verdad. Si ellos pensaban que estaba haciendo un gran sacrificio, tal vez tendrían menos sospecha acerca de lo que seguía ocultando.

“Él siguió adelante anoche conmigo, solos en el cementerio cerca de su tumba.”

“¿A qué hora exactamente?”

“Cerca de las nueve en punto.”

“¿Y estás segura de que se ha ido?”

“Él se ha ido para siempre.” Incluso aunque estaba feliz por Logan, me dolió decirlo en voz alta.

“Hmm.” Ritter levantó un maletín del piso al lado su silla. “Vamos a confirmar eso, ¿de acuerdo?” Él levantó la tapa con una floritura y luego sacó un pequeño disco de cuarzo transparente.

Gina lo apuntó. “¿De quién es el convocador?”

Él lo colocó sobre la mesa y tocó su brillante superficie. “Logan Keeley fue etiquetado antes del concierto de la semana pasada, para que pudiese ser retirado en caso de un evento perturbador.”

Estaba noventa por ciento segura de que Ritter estaba mintiendo. Logan me habría dicho si hubiese sido etiquetado, de la forma en que me había dicho antes de testificar en el juicio de su muerte. Los dispositivos convocadores permitían llamar a los fantasmas a lugares en donde nunca habían estado en vida, como una corte.

Ritter me observó. No creía en mi declaración de que Logan se había ido. Incluso ahora, me pregunté: si Logan podía cruzar la línea entre una sombra y un fantasma (y entre la vida y la muerte), tal vez él fuese capaz de cruzar los límites entre dimensiones, o lo que sea que separase a este mundo del verdadero más allá.

Ritter deslizó su pulgar bajo el disco y lo encendió. El cuarzo transparente brilló con una luz blanca pura.

Mi pulso saltó, esperando que Logan se manifestara en la sala de la forma en que lo había hecho en su juicio, mirando a su alrededor con una mueca

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desconcertada. Mi respiración se aceleró ante el miedo beligerante y la esperanza de volver a verlo.

Y luego la luz del cristal se atenuó, su señal muriendo. Logan de verdad se había ido.

“¿Pensaba que estaba mintiendo?” Le pregunté a Ritter, mi voz ronca por la emoción.

“Tenía curiosidad.” Volvió a meter el convocador dentro del maletín y cerró la tapa. “Logan Keeley parece, más bien parecía, capaz de hacer un sin fin de cosas extraordinarias.” Ritter contó con sus dedos bronceados, su falsa simpatía desvaneciéndose. “Primero, Logan se convirtió temporalmente en una sombra en el solsticio de invierno. Sí, nosotros sabíamos eso, aunque no te importó mencionarlo hoy. Segundo, después de ser una sombra por semanas, él volvió a ser un fantasma en el equinoccio de primavera. Antes que Logan, nadie había dejado de ser una sombra, por así decirlo.”

Yo asentí levemente.

“Tercero, la pasada noche del viernes, en el solsticio de verano, tuvo un cuerpo sólido por un período de tiempo indeterminado.”

Yo sabía por cuánto tiempo: diecisiete minutos. El mismo período de tiempo que le toma a la luz del amanecer del solsticio de invierno tocar el suelo de la cámara en Newgrange. Esperaba que el DPM no se hubiese dado cuenta aún de la conexión.

“Y finalmente, anoche, Logan Keeley se le apareció a una persona normal, incapaz de ver fantasmas.” El agente puso sus manos sobre la mesa. “A tu nuevo novio, Zachary Moore.”

Mi corazón se detuvo, y luego se aceleró, como si tratase de recuperar el ritmo perdido. Pude sentir la sangre drenándose de mi cara.

“Eso es imposible,” dijo Gina. “Zachary no puede ver fantasmas. Nadie nacido antes del Cambio puede hacerlo.”

Ritter le respondió a ella, pero mantuvo sus ojos fijos en los míos. “Tenemos un testigo, una dotada de catorce años, quien los vio hablando en el aeropuerto.”

Mi boca estaba demasiado seca como para pronunciar la protesta atrapada en mi garganta.

“Imposible,” repitió Gina. “El testigo miente.”

“Me temo que el testigo no puede mentir, es un fantasma.”

“Los fantasmas no pueden ver otros fantasmas,” respondió ella en tono de burla.

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“La testigo no era un fantasma antes de que el vuelo despegara.”

La expresión de Gina se congeló. “¿Esta chica murió en el accidente aéreo?”

“Sí. Junto con doscientas catorce personas.” Ritter me dirigió una mirada penetrante. “Así que, será mejor que empieces a hablar.”

“De ninguna manera,” dijo Gina. “Mi cliente ha sido completamente sincera acerca del incidente del pasado viernes en la noche. Ella no sabe nada de este presunto encuentro entre los dos chicos.”

Él la ignoró. “Aura, cuando Logan pasó a mejor vida en el cementerio, ¿mencionó algo de esta conversación con Zachary Moore?”

No necesitaba el consejo de Gina para saber qué hacer: cerrar la boca.

“Mientras más información nos des,” dijo Ritter, “menos le tendremos que sacar a Zachary.”

Un escalofrío comprimió mis órganos. “¿A qué se refiere?”

“El FBI lo ha transferido a nuestra custodia.”

No. Quería rogar y gritar, pero solo emití un débil, “¿Por cuánto tiempo?”

“Aura.” La voz de Gina contenía una advertencia.

“El tiempo que tardemos en obtener respuestas.” Ritter miró a Gina. “Sus padres serán liberados hoy, y estarán en casa mañana.”

“¿Dejarán atrás a su hijo?” Preguntó Gina.

“No tienen opción.”

Mi mente daba vueltas. ¿Qué le haría el DPM a Zachary? Había escuchado de gente detenida por semanas. ¿Cómo se sentiría él sabiendo que sus padres habían sido forzados a abandonarlo?

“¿Puedo verlo?” Pregunté. “¿Por favor?”

“Aura, no digas nada. Agente Ritter déjeme aclarar esto.” Gina estaba completamente en su papel de abogada. “¿Está reteniendo a un menor basado en la pretensión de un fantasma de catorce años? Incluso si Zachary pudiese hablar con los fantasmas, lo cual no es cierto, ¿desde cuándo es un crimen hacerlo?”

“No es un crimen, es una peculiaridad. Zachary Moore nació antes del Cambio. Queremos saber cómo sucedió.”

Tía Gina golpeó la mesa con una mano. “No sucedió. Este testigo fantasma no puede mentir, pero se puede equivocar. Les exijo que liberen a Zachary.”

“Lo siento.” Ritter abrió otro archivo. “Él empeoró las cosas amenazando a los oficiales que lo buscaron en el aeropuerto.”

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“¿Los amenazó, cómo?” Extendí una mano para agarrar el archivo, el cual Ritter alejó.

“Aparentemente dijo, cito, ‘Si tocan a mi madre o mi padre, los golpearé tan fuerte que los ojos les llegarán a la nuca.’”

Me hubiese reído si no estuviese tan cerca de vomitar.

“Un chico encantador.” Ritter cerró el archivo y lo empujó a un lado. “Definitivamente sabes cómo elegirlos.”

En ese momento yo misma podría haber golpeado a alguien.

“Empezamos a especular,” continuó Ritter. “Tal vez el especial no era Logan. Tal vez es Zachary. Como la última persona nacida antes del Cambio, tal vez él es una especie de híbrido dotado/no dotado, ¿sabes?”

Cerré mis manos y enderecé mi espalda, luego puse una mirada en blanco que decía, puedo mantener mi boca cerrada todo el día.

“Sepa esto, Señorita Salvatore,” gruñó Ritter. “Averiguaremos si Zachary Moore es especial. De una manera u otra.”

“¿Logan te habló sobre su reunión con Zachary?” Preguntó Gina cuando estuvimos en el auto y con las puertas cerradas.

Había usado la larga caminata fuera de la central del DPM hacia los estacionamientos de visita para decidir cómo responder. Era un elección fácil, le había prometido a Zachary que nunca revelaría su poder, y mucho menos el hecho de que podíamos intercambiar poderes con un beso.

“Logan no podría haberme dicho nada sobre algo que no sucedió. Los fantasmas no mienten.” Tiré del cinturón de seguridad a través de mi pecho.

“Pero el DPM tiene una testigo.”

“Tú fuiste la que dijo que su testigo era falso.” Revisé mi teléfono buscando mensajes para poder evitar su mirada. “El DPM está inventando cosas.”

“Viniendo de ellos, no me extrañaría.” Ella prendió el motor con un rápido movimiento de su muñeca. “Pero si este testigo dotado es real, tienes que decírmelo.”

“No hay nada que decir.” Comencé a responder un mensaje de mi amiga Jenna. Ella sabía que Zachary se iba anoche y me estaba preguntando si él había estado en el Vuelo 346.

SU VUELO ERA MÁS TEMPRANO, respondí. ÉL ESTÁ BIEN, ¡GRACIAS!

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Gina siguió hablando mientras conducía fuera del complejo y se adentraba en la avenida bordeada de árboles. “Este es un problema totalmente diferente. Si Zachary puede hablar con los fantasmas, ellos querrán saber por qué. Querrán saber si tiene que ver con que sea el Último. Lo que los llevará de nuevo a ti, siendo la Primera.” Me arrebató el teléfono de las manos. “Escúchame mientras te hablo.”

Me tragué mi ira, la cual después ardió en mi estómago. Si Gina se molestaba demasiado, tal vez no me llevaría a ver a los padres de Zachary en el Centro de Deportación. Necesitaba ver a los Moore por mí misma. Si ellos habían salido ilesos de la interrogación, tal vez Zachary también lo haría.

“No sé nada sobre una reunión entre Logan y Zachary,” le dije a Gina en una voz calmada y firme. “Pero Logan definitivamente se ha ido, y estoy realmente aterrada por Zach.” La segunda oración era totalmente cierta.

Los hombros de Gina se hundieron. “Lo siento, cariño. Esto debe ser horrible, y yo lo he empeorado moviéndote toda la mañana. Sólo estoy tratando de protegerte.”

“Ya no sé si puedas.” Me volteé hacia la ventana así no podría ver su dolor cuando se diese cuenta de que yo tenía razón. “No sé si alguien pueda.”

La amiga abogada de tía Gina, Cheryl, quien estaba especializada en casos de inmigración, nos esperaba en el recibidor del Centro de Deportación en el centro de Baltimore.

“Llegan justo a tiempo,” dijo ella. “Nos vamos a Dulles6 en quince minutos.” Cheryl nos guió a un vestíbulo cercano el cual olía levemente a cera para pisos. “Como su abogada, tengo que asegurarme de que alcancen su vuelo sin mayores inconvenientes.”

“¿Cómo están los Moores?” Le preguntó Gina.

“Ian es un luchador, al igual que su hijo, según lo que escuché.”

“¿No ha visto a Zachary?” Intenté no gritar. “¿Cómo sabemos que está vivo?”

“He visto la cinta de vigilancia de su arresto. Y si me preguntas, su detención fue extremadamente sospechosa.”

“¿Cómo que sospechosa?” Preguntó Gina.

6 Aeropuerto Internacional Washington-Dulles.

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“Usualmente cuando un menor no aborda un vuelo, la aerolínea manda a un oficial de seguridad para buscarlo, no al FBI. Y Zachary fue arrestado sólo minutos luego de la explosión, antes de que ellos oficialmente sospechasen de un atentado.”

Apenas podía creer lo que escuchaba. “Así que, ¿en primer lugar él jamás debió ser detenido? ¿Lo dejarán ir ahora que ese chico confesó su atentado suicida?”

“Me temo que no es así de simple, cariño.” Cheryl tocó mi hombro suavemente. “Ahora que está bajo la custodia del DPM, debo hacer un montón de diferentes procedimientos. Ellos alegan que tienen una causa para retenerlo, y yo tengo que probar que no es cierto.”

Una bola de ira se comenzó a formar en mi corazón. Le habían tendido una trampa a Zachary. El accidente aéreo fue sólo una excusa del DPM para tenerlo en sus manos.

“No pueden hacer desaparecer a Zachary,” dijo Gina, “incluso si es extranjero. Lo vamos a sacar de ahí, Aura.”

“¿Cuándo?”

“Es difícil saberlo.” Cheryl suspiró. “El DPM sigue poniendo obstáculos en el sistema judicial. Es como su hubiesen planeado esto.”

Probablemente lo habían hecho, antes de atraparnos la semana pasada. Podríamos haber sido ambos atrapados ahí.

Entramos en una oficina cálidamente decorada, con plantas, un sofá y un calendario con fotos de perros, de esos cazadores grises, como sea que se llamen. No era el ambiente hostil, como de prisión, que me esperaba.

Ian y Fiona estaban sentados frente al escritorio de un oficial de inmigración corpulento usando una camisa amarilla con corbata azul, quién me dio una sonrisa de bienvenida.

“Aura.” Fiona me arrastró entre sus esbeltos brazos y me abrazó con fuerza. “Estoy feliz de que hayas venido.”

Feliz. Era tan típico de ella (y de Zachary), pasar por alto las partes malas. Aunque él había sacado el encantador y fanfarrón acento escocés de su padre, su madre le había otorgado su infinita paciencia inglesa.

“¿Están ustedes bien?” Me di cuenta de la estupidez de mi pregunta. “Quiero decir, ¿están heridos?”

“Estamos bien, Aura.” Ian se levantó inestablemente, agarrándose del respaldo de su silla y luciendo mucho más viejo que sus cincuenta y ocho años.

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Parecía que hubiese envejecido desde que lo vi ayer. “No es de nosotros de quien tienes que preocuparte.”

“¿Ha visto a Zachary?” Le pregunté.

“Sí, brevemente.” Miró a su esposa. “No sé cómo pudimos salir de aquí. Cómo pudimos dejar atrás a nuestro hijo para…” Ian tosió dos veces, bajando su cabeza y levantando una mano para que no lo ayudáramos. “Él es un chico valiente, Aura. Un chico muy valiente.”

“Lo sé.” Zachary me había defendido después de que nos conocimos por primera vez, cuando era acosada por mis compañeros sobre la muerte de Logan. Él se había puesto entre un agente armado del DPM y yo cuando fuimos detenidos la semana pasada. Y él me había atrapado cuando casi caí de un acantilado tratando de escapar, a pesar de que fácilmente habría podido caer conmigo.

Ahora era mi turno de ser valiente por él.

“¿Qué puedo hacer?” Miré al oficial de inmigración, preguntándome cuánto podíamos decir al frente de él.

“Sólo mantente a salvo.” Ian apretó su mano en mi hombro para enfatizar su última palabra.

La tristeza en sus ojos hizo que los míos se sintieran llenos y calientes. “No puedo creer que ellos los estén obligando a dejarlo aquí.”

“No te preocupes por nosotros. Ven.” Él me acercó y palmeó mi espalda. Puse mis brazos a su alrededor, jadeando al notar lo frágil que se sentía.

Luego Ian susurró, “Alguien te contactará pronto.”

Esperaba que se refiriese a alguien de la MI-X que pudiese no sólo ayudarme sino también liberar a Zachary.

“Te llamaremos cuando lleguemos,” dijo Fiona.

“¿Puede hacer algo la MI-X?” Preguntó Gina. “Ellos son la contraparte del DPM, uno creería que debe haber un respeto mutuo o acuerdo que...”

“¿Respeto?” La dura voz de Ian se alzó mientras me dejaba ir. “El DPM cree que somos sus sirvientes, no sus compañeros. Pero son unos niños que gritan a cada ruido en la noche. Yo debería saber, yo…”

Hizo una mueca y luego estalló en una toz seca, más fuerte y larga que antes. Fiona lo ayudó a sentarse mientras él metía la mano en su bolsillo buscando un pañuelo. El oficial de inmigración sacó uno del bolsillo de su propia chaqueta que colgaba sobre su silla.

“Lo siento.” El oficial le tendió el pañuelo.

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“¿Lo siento?” Los ojos verdes de Ian se llenaron con fuego. “‘Sentirlo’ no nos devuelve a nuestro maldito hijo, ¿o sí?”

“Cariño…” Fiona tocó su hombro.

“Ach.” Él se inclinó, sus codos en sus rodillas, con sus manos apretando su cabeza. Lentamente arrastró sus pulgares sobre sus cejas canosas, tratando de calmarse.

Mi corazón se desmoronó. Había visto a Zachary hacer exactamente el mismo gesto un centenar de veces desde que su padre había sido diagnosticado con cáncer de pulmón. A veces en clase de historia lo había pillado haciéndolo y sentía el gran deseo de acariciar los ángulos de su cara, suavizar cada línea de preocupación, hasta que sus ojos se llenaran de paz.

Sabía que a Ian lo destruía no ser capaz de cuidar a su familia, y aún peor, ser quien necesitaba ser cuidado. A pesar del poder que una vez ejerció en la MI-X, él era incapaz de proteger a su propio hijo.

Si Zachary no era liberado pronto, este calvario seguramente aceleraría la muerte de Ian. Y si Zachary no podía estar al lado de su padre en el final, mi bondadoso novio sería consumido por la miseria e ira. Como una sombra viviente.

Haría lo que fuera para evitar que eso ocurriera. Lo que fuera.

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Capítulo Siete Traducido por Maricel _Redbird

“Aura.” En el teléfono, Megan sonaba como si hubiese estado llorando. “Lo siento, voy a llegar tarde.”

“¿Qué sucede?” Tomé un asiento en el autobús cuya ruta bajaba por Charles Street. “¿Es Mickey?” El novio malhumorado de Megan, hermano mayor de Logan, era la causa más frecuente de sus lágrimas.

“Es todo lo demás.” Ella sollozó. “Vamos a hacer tres velatorios esta noche para las víctimas del Vuelo 346. Es por eso que no puedo encontrarme contigo a tiempo.”

“¿Tuviste que hablar con sus fantasmas?” En la casa funeraria de su familia, Megan traducía los deseos de las personas fallecidas para sus velatorios.

“Uno de ellos, una chica de catorce años. Dijo que no pasará a mejor vida hasta que su hermana pequeña deje de llorar. A veces odio este trabajo.”

Megan rara vez se quejaba conmigo acerca del trabajo. Ella no podía esperar para hacerse cargo del negocio algún día y hacerlo más amigable para con los fantasmas, atendiendo a góticos y punks o cualquier persona que quisiera algo de drama en su gran final.

“Yo nunca lloro cuando mueren extraños,” dijo mientras mi autobús pasaba casas, una al lado de la otra, en varios estados de la reparación; algunas estaban tapiadas y cayéndose a pedazos, otras con jardines llenos de flores y porches pintados. “Pero no puedo dejar de pensar en este accidente. En la televisión no hay nada más aparte del Vuelo 346, Vuelo 346. Siento como si conociera a cada persona en el avión, incluso los que no son nuestros clientes.”

“Sí,” le dije con simpatía, aunque había tratado de evitar hablar acerca del desastre. Tal vez era cruel, pero yo estaba demasiado preocupada por los vivos como para llorar a los muertos.

Pensé en la joven de catorce años de edad que Megan había mencionado. ¿Podría ser la testigo del DPM que vio a Logan y a Zachary hablando en el aeropuerto?

“¿Cómo estuvo tu interrogatorio?” Preguntó Megan.

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Me sentí aliviada al oír que no sabía nada acerca de Zachary por medio de las noticias. Gina dijo que el DPM no daría a conocer su nombre a la prensa, supuestamente porque era un menor de edad. Pero me pregunté si realmente era porque no deseaban el escrutinio público.

Un hombre mayor con un sombrero flexible se subió al autobús y se sentó al frente de mí. Miré a mi alrededor, pero no vi ningún asiento lo suficientemente apartado como para que las personas no pudiesen oír la conversación. “No puedo hablar sobre eso.”

“Entonces esta noche iré a tu casa, con mochas.”

Después de colgar, fruncí el ceño a mi teléfono. Si el DPM lo había intervenido, no podía mantener una conversación privada con nadie, sin importar quién estuviese alrededor de mí en ese momento.

Un pensamiento se abrió camino en mi mente de una manera tan súbita, que casi doy un grito.

Eowyn Harris me llamó anoche. A este teléfono. El que el DPM probablemente había intervenido. Eso significaba que podían rastrear la llamada y ubicarla. Robar el diario de mi madre…

Y descubrir que mi padre era un fantasma.

Estaba de pie en el lugar de vigilia del Vuelo 346 en Mount Vernon, aspirando el aroma de las flores frescas y tratando de calmar mis temores.

Grandes fotos de los fallecidos estaban pegadas con cinta adhesiva a la verja dorada, hecha de hierro forjado, que rodeaba el monumento a Washington. La columna medía alrededor de un tercio de altura de los más famosos monumentos de Washington DC, pero coronada con una estatua de George Washington. Cada diciembre, Baltimore la decoraba con luces blancas de navidad, luego con luces de color púrpura cuando los Ravens terminaban la temporada de partidos. Ahora, estaba cubierta de negro.

El tráfico retumbaba sobre el empedrado de la plaza, pero podía escuchar al grupo de oración que estaba reunido en el lado norte del monumento. Cantaban ambos himnos nacionales, aunque la mayoría simplemente tarareaba “Dios Salve a la Reina,” que tenía la misma melodía de “Mi País es Tuyo.” Baltimore y Londres siempre estarían ligados por el luto.

Un muchacho afroamericano de edad universitaria deambulaba cerca de donde me encontraba. Los montones de flores y osos de peluche creaban una fosa ancha, por lo que tuvo que inclinarse hacia adelante para leer las leyendas de los

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carteles. Se ajustó las gafas y miró de reojo una pieza de cartulina rosa en forma de corazón que decía, en garabatos de un niño, La Amamos, Señorita Korman.

El chico sacó una pequeña bandera blanca con una cruz roja. Se agachó y la insertó al lado de una bandera americana, entre dos espirales doradas de la verja de hierro forjado.

“¿Qué tipo de bandera es esa?” Le pregunté.

Él me miró, sorprendido. “¿Hmm?”

“¿De qué país? ¿Suiza?”

Su rostro se iluminó con una sonrisa cálida. “Es Inglaterra, amor.”

Bueno, por lo que no era afroamericano, era, uh, ¿afro-inglés? O tal vez sólo inglés.

“Lo siento,” le dije, “No sabía que Inglaterra tenía su propia bandera. Imaginé que utilizaban la bandera del Reino Unido.”

“Esa es para el Reino Unido, que es parte de Inglaterra, junto con Gales, Escocia e Irlanda del Norte.”

“Bueno, ya sabía eso. Y también sabía que Escocia tenía su propia bandera. La Cruz de San Andrés.”

Hizo un gesto hacia la bandera Inglesa. “La nuestra es la Cruz de San Jorge. ¿Cómo sabes tanto sobre Escocia?”

“Mi…” Hice una pausa, no queriendo revelar demasiado. “Mi clase de inglés. Estudiamos Robert Burns.”

“Ah.” Comenzó a recitar uno de los poemas de Burns, en un acento escocés aún peor que el mío. No pude evitar preguntarme lo que Zachary y su padre pensa…

Espera. Pensar en Ian me recordó lo que había dicho hoy. Alguien te contactará pronto. Tal vez este era ese “alguien.”

Pero por mucho que me gustaba el acercamiento directo, parecía tonto decir bruscamente un: “Oye, ¿eres un agente secreto?” Así que registré su ropa para ver si algo gritaba “espía.” Lo cual, por supuesto, no debería, si fuera un buen espía.

“¿Qué opinas de Wee Robbie?” Me preguntó.

Su pregunta me hizo volver a la realidad. “¿Quién?”

“¿El poeta?”

“Oh. No podía entender ni una sola palabra de la página, pero cuando la profesora puso…” Me detuve de mencionar a Zachary. “Cuando ella puso, um, la

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grabación de un verdadero hombre escocés leyendo, tenía sentido. Salvo las palabras que no eran en inglés.” Zachary había recalcado en casa el punto de que el escocés no era un dialecto sino un lenguaje surgido de otros como francés y noruego, de la misma manera que el inglés había evolucionado mayormente del latín y el alemán. Anhelaba escuchar una de sus pacientes y pedantes explicaciones en estos momentos.

El hombre inglés se acercó más, evitando un ramo de margaritas blancas y rojas que estaba inclinado en la acera.

“¿Perdiste a alguien en el accidente?” Me preguntó en voz baja.

Hmm, si él es de la MI-X, esto podría ser una prueba. Para ver cuánta información acerca de mí voy a revelar.

“No. ¿Y tú?”

“Estoy aquí en nombre de la solidaridad internacional.” Cambió de peso sobre sus pies. “Hablando de eso, ¿te apetece una taza de café?”

Seguí con la mirada lo que señalaba, para ver una pancarta violeta y negra que decía, ¡NUEVA UBICACIÓN! Sobre el Café Espíritu Libre, una cafetería local donde los fantasmas tomaban los pedidos de la gente y los seres humanos vivos entregaban la comida y la bebida. Era popular entre los nacidos antes del Cambio y sus hijos, pero no conocía a nadie que frecuentara el lugar.

“Nos acabamos de conocer.” No le iba a poner esto fácil al Chico Espía. No hasta saber que eso es lo que era, y no un chico universitario promedio charlando conmigo.

“Cierto, pero para el momento en que tomemos café, eso pasará a ser historia.”

“No puedo. Tengo…” No, no digas “novio.” “Trabajo en la mañana.”

“Son sólo las ocho y cuarto.”

“Y en una hora, aún serás demasiado mayor para mí.”

“Sólo tengo diecisiete años,” dijo.

“Más bien como veintidós, supongo.”

Abrió la boca, luego la cerró. “Pensé que lo estaba haciendo bien.”

“Haciendo bien, ¿qué?”

Su tono se transformó en puro negocios. “Tómate un café conmigo, y podremos discutir cómo podemos ayudar a Zachary Moore.”

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“¿Esto es descafeinado?” Le preguntó una mamá de treinta y tantos años a la camarera humana mientras yo tomaba una mesa cercana a la ventana con el extraño inglés.

La camarera registró nuevamente la factura. “Aquí no dice descafeinado.”

“No puedo tomar cafeína.” La cliente puso la tasa de un golpe sobre la bandeja de la camarera, casi derramando su contenido sobre la cabeza de su joven hija. “Me pone tensa.”

Le hice una mueca desde el otro lado de la mesa a mi compañero. “Odio estos lugares.”

“Lo sé,” dijo. “Er, es decir, me parecía que sería mejor para nosotros hablar en algún lugar donde no corriéramos el riesgo de ser vistos por algún conocido.”

Quería hacerle un millón de preguntas, empezando con “¿Como sabes que nunca vengo a esta cafetería?” Pero la más importante, “¿Cómo ayudamos a Zachary?”

“¡Hola!” Una fantasma con el pelo corto y flequillo de corte recto apareció al lado de nuestra mesa. “¡Soy Tracy! Bienvenidos al Café Espíritu Libre.” Ella me miró. “¿Él puede verme o sólo tú?”

“Sólo yo.” Tal vez el tipo misterioso lucía más joven de lo que había creído.

La mujer de la esquina seguía reprendiendo a la camarera humana. “Dile a esa estúpida fantasma que voy a hacer que la despidan si no presta más atención.”

Ex Tracy chasqueó la lengua. “Dios, ella otra vez. Es una de esas personas que vienen aquí todo el tiempo con el único propósito de atormentar a los fantasmas. Entonces, ¿en qué puedo servirte?”

Ordené los pedidos rápidamente para hacer que se fuera.

Cuando desapareció, dije, “Estamos solos.”

“Muy bien, entonces.” El chico inglés abrió un portapapeles carmesí. “Probablemente te estés preguntando quién soy y para quién trabajo.”

“Por tu acento, supongo que trabajas para la MI-X, y tu nombre es algo súper británico como Nigel.”

“Cerca. Simon.” Estiró una mano para sacudirla con la mía mientras que con la otra deslizaba a través de la mesa una billetera plegable de cuero negro con una insignia. La abrí, observé su nombre completo, Simon Wheeler, y luego examiné el logo de la MI-X. Una serpiente de tres cabezas con el cuerpo de un dragón erigido

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ferozmente en el centro de un círculo rematado por una corona. El lema en latín, Verum ex arcanum, se leía bajo las garras de la hidra.

“¿Qué significa en inglés?”

“Algo así como ‘La verdad de los secretos.’”

La traducción me resultó reconfortante pero al mismo tiempo espeluznante.

“Por favor, dime alguna buena noticia sobre Zachary.” Le devolví su placa. “¿Se están rompiendo las cabezas para averiguar cómo liberarlo?”

“MI-X está haciendo todo lo posible, en todos los niveles viables.” Sus ojos oscuros se suavizaron. “Podría tomar un tiempo.”

“¿Cuánto es un tiempo? ¿Días? ¿Semanas?” Cuando Simon apartó la mirada, casi grité. “¿Meses?”

“Lo siento mucho.”

Mis manos apretaron el borde de la mesa pulida. “Me pediste que tomáramos café para que pudiéramos hablar sobre cómo ayudarlo. Entonces, ¿cómo puedo ayudarlo?”

“En un futuro inmediato, la mejor manera de ayudarlo (o, al menos de no empeorar las cosas) es que te mantengas a salvo. No hagas nada estúpido.”

“¿Qué significa eso? ¿Que no haga absolutamente nada?”

“Sí, por ahora, durante este caos. Recuerda, sólo han pasado veinticuatro horas desde el accidente. Tu papel es más a largo plazo.”

“¡Aquí tienen!” La camarera nos entregó nuestros cappuccinos y biscotti. Simon tomó cuatro paquetes de azúcar del dispensador y me dio dos.

¿Cómo sabía que tomaba con dos de azúcar? ¿Cuánto tiempo había estado observándome?

Sacó un sobre acolchado de su mochila. “Tu nuevo teléfono. Úsalo sólo para llamar a la MI-X. Nadie más tiene este número.”

Di un vistazo hacia el interior de la envoltura; el teléfono era rojo, lo que me dio una punzada de añoranza por Zachary. También me recordó otro asunto:

“Ustedes deberían darle un vistazo a Eowyn Harris. Me llamó a un teléfono que el DPM podría haber intervenido.”

Él hizo una mueca. “Oh, eso no es bueno. Voy a avisar a mi supervisora así la MI-X puede trasladarla a una casa de seguridad. No vuelvas a intentar contactarte con ella.”

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Me senté en silencio mientras él hacía una silenciosa y apresurada llamada telefónica. Eowyn había sido nuestra mayor fuente de información (mía y de Zachary) acerca del Cambio, y ahora estaría fuera de alcance.

“¿Quién es tu supervisor?” Le pregunté después de que colgó.

“Minerva Wolcott. Ella es el nuevo enlace entre la MI-X y el DPM.”

“Así que tu jefa es el reemplazo de Ian Moore, y por eso me estás siguiendo.”

“Precisamente. Me inscribiré en tu escuela secundaria como un estudiante de intercambio.”

“¿Cuántos años tienes?”

“Veintidós. Como habías adivinado.”

Su cara podría pasar por un muchacho dieciocho años, pero su comportamiento era demasiado maduro como para un estudiante de secundaria. Pero por otro lado, la gente podría pensar que simplemente estaba siendo inglés.

Simon le dio vueltas al capuccino con su cuchara. “Probablemente será mejor si nos evitamos en la escuela, para que los otros estudiantes no se pregunten por qué siempre sales con extranjeros.”

“Vamos a ver si lo entiendo bien. Tengo que (a) callarme, y (b) ignorarte. ¿Luego, mágicamente, Zachary será liberado? Esto es una mierda, Simon.”

“Hay algo más que puedes hacer.” Dejó que la cuchara goteara en su tasa antes de colocarla sobre el plato. “En caso de que encuentres información que pueda perjudicar al DPM, por favor, háznoslo saber. Podría darnos la palanca que necesitamos para ganar la libertad de Zachary.”

Mi pulso se aceleró con esperanza. “¿Qué tipo de información? ¿Dónde puedo conseguirla?”

“Eso depende de ti.” Sumergió su biscotti con una calmada y elegante maniobra, nuevamente estirando la tensión que había en el aire. “La clave es asegurarte de que te vean con simpatía. Si continúas molestándolos, todas las vías de información podrían cerrarse.” Mordió el biscotti, luego se limpió la boca con la servilleta de papel violeta. “Las cosas podrían tornarse peligrosas.”

Mi columna se heló. “¿Peligrosas para mí?”

“Algunas personas dentro del DPM están buscando cualquier excusa para, bueno, desincentivarte, como decimos en los negocios.”

Mi mente repitió sus palabras en un pánico acelerado.

“Desincenti… ¿Qué, matarme? ¿Por qué?”

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“Tu nacimiento coincidió con el Cambio. Ambas agencias lo saben. Lo que no sabemos todavía es si tu nacimiento causó el Cambio.”

Sí, lo hizo. “No, es una coincidencia.”

Él inclinó la cabeza en una postura de oh, por favor. “El punto es, si tu nacimiento causó el Cambio, tal vez sólo tu muerte pueda ponerle fin.”

Nunca había oído a nadie excepto a mí decir eso en voz alta.

Simón continuó, “La misión no declarada del DPM es librar al mundo de fantasmas, o al menos hacer algo de modo que no puedan comunicarse con los vivos.”

“¿Por qué tienen tanto miedo?”

“Su temor no es del todo irracional. Casi cualquier información relevante del gobierno (desarrollo de armas, estrategias diplomáticas, movimientos estratégicos de tropas) podría ser revelada por un fantasma que estaba en el lugar correcto y en el momento correcto.”

“No, no podría. Las bases militares y edificios gubernamentales están protegidos por la tecnología de la caja negra para mantenerlas a salvo de los fantasmas.”

“Pero, ¿qué sucede cuando una persona, con un gran secreto gubernamental, muere y se convierte en un fantasma? No olvidará todo lo que sabía en su vida anterior, ¿o sí?”

Simon tenía razón. Debido a que los fantasmas estaban en casi todas partes, y como no podían mentir, los dotados tenían que vivir una vida dolorosamente honesta. Hace unas semanas, el príncipe del baile de graduación de Ridgewood rompió con la princesa porque un fantasma mocoso de once años de edad la vio besándose con un chico de Gilman (nuestro rival).

Pero la honestidad no era del todo mala, y afectaba a más que a los dotados. En los cuatro años desde que los fantasmas habían comenzado a testificar en juicios por asesinatos (algunos de los cuales yo había traducido), la tasa de homicidios se había desplomado. Las redes del crimen organizado se estaban desintegrando, ya que los jefes no podían utilizar el temor de “ser asesinado” en contra de sus propios miembros. Los asesinatos que sí sucedían eran o por robos o por crímenes pasionales.

Así que, en nuestro mundo futuro de fantasmas y dotados adultos, los gobiernos tendrían que ser tan honestos como sus ciudadanos. No era de extrañar que tuviesen miedo.

“Pero si me quisieran matar,” intenté no tartamudear, “podrían haberlo hecho la semana pasada, cuando nos capturaron a Zach y a mí.” Miré por la ventana,

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pintada de negro para mantener el restaurante lo suficientemente oscuro como para poder ver a los fantasmas. “Diablos, podrían hacerlo en cualquier momento.”

“Es verdad. Sinceramente, no sé por qué no lo han hecho aún.” Levantó su cappuccino. “Pero sólo puedo asumir que les eres más útil viva que muerta.”

“Por ahora, querrás decir.”

La tasa de Simon se detuvo a medio camino de sus labios. “Sí. Por ahora.”

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Capítulo Ocho Traducido por Maricel_redbird

No pude dormir esa noche, esperando que los padres de Zachary me llamaran. Su avión aterrizaría en Glasgow temprano en la mañana, lo que significaba a las dos o tres a.m. aquí. ¿Me llamarían de inmediato, o esperarían hasta que pensaran que estuviera despierta? ¿No sabrían que me quedaría despierta hasta que llamaran?

Lo primero que le preguntaría a Ian era si debía confiar en Simon, y si la advertencia del joven agente podría ser cierta. Todavía tenía problemas creyendo que el Departamento de Pureza Metafísica (o al menos una parte de él) quería matarme. Pero quizás la MI-X sabía peores cosas acerca del DPM que yo.

Renunciando a dormir, me levanté de la cama y me puse un viejo par de pantalones vaqueros y una camiseta de manga larga. Afuera hacia bastante calor, pero a donde yo iba, probablemente habrían mosquitos.

Con mis zapatos en mano, caminé de puntillas por el pasillo pasando la habitación de Gina de la manera más silenciosa posible. Al llegar a la escalera, dio un ronquido extra fuerte, del tipo que me hacía preguntarme si ella sufría apnea del sueño y durante una noche tendría un ataque al corazón y nunca despertaría. No es que yo sea muy morbosa, ni nada por el estilo.

Me quedé en el escalón superior, con los dedos de los pies colgando y torciéndolos en el aire mientras decidía qué hacer. Finalmente, fui a su puerta y la abrí.

Ella instantáneamente se puso alerta, al estilo mamá. “¡Sí! ¿Qué sucede?”

“No puedo dormir.”

“Ay, cariño. ¿Quieres dormir aquí conmigo?”

“No, gracias. No estoy cansada.” Tampoco tengo cuatro años. “Necesito llevarme el auto.”

Ella miró los dígitos rojos del reloj que había en su mesita de noche. “Es medianoche. ¿A dónde vas?” Cuando le dije, negó con la cabeza. “Eso es ridículo.”

“Es seguro allá arriba.”

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“Tal vez. Pero conducir desde aquí hasta la autopista definitivamente no es seguro para una muchacha que va sola.”

“Podría haberme escapado.”

“¿Crees que no llevo la cuenta del cuentakilómetros? Eso es lo primero que enseñan en Sobrevivir a un Adolescente 101.”

Suspiré ante su broma condescendiente. “Gina, tengo que ir. ¿No puedes entender por qué?”

“Claro que puedo.” Ella apartó la sábana. “Y por esa misma razón voy a acompañarte.”

En nuestro camino hacia el campo de trigo del granjero Frank, donde Zachary y yo habíamos pasado una noche al mes haciendo mapas estelares para Eowyn, hacía un mes atrás, encontré el valor para preguntarle a tía Gina acerca de mi papá.

Indirectamente.

“¿Por qué mi mamá quería tanto ir a Irlanda? ¿Y por qué a Newgrange en el solsticio? ¿Escuchó hablar de eso y pensó, ‘wow, eso suena bien’?”

“Algo así.” Las sombras azules del tablero arrojaban luz sobre líneas de expresión de la sonrisa de Gina. “¿Te acuerdas de aquel tipo del que te conté, un tal Anthony? El que…”

“Cuidó a mamá la primera vez que tuvo cáncer.” Y con quien tuvo un romance.

“Así es. Solía enseñar historia europea en la Universidad de San José. Había estado en Newgrange, no para el solsticio como tu mamá, pero sí en un viaje de verano a Irlanda que la escuela hizo con algunos estudiantes. Por cierto, ponla en tu lista de universidades. Con tus calificaciones, va a ser una escuela sólida y segura.”

“Ajá.” Todavía no le había dicho a Gina que si por algún milagro podía permitirme pagar una universidad a la que no pudiera comprometerme, sería una mucho más lejos que la Universidad de San José en Filadelfia. Más como la Universidad de Hawaii o Arizona. En algún lugar donde las estrellas se vieran incluso más brillantes que adónde íbamos a ir esta noche.

Después de haber quedado maravillada por el cielo despejado y oscuro sobre el campo, y luego entrar en un ataque de estornudos a causa del polen, Gina se retiró dentro de nuestro auto para leer un libro.

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Extendí una manta sobre la hierba cercana al campo, en el lugar exacto donde Zachary lo había hecho la noche del sábado, y luego me senté sobre ella lejos del centro, como si él fuera a unirse a mí en cualquier momento.

Y así lo hizo, pero sólo en mi memoria.

Estamos acostados boca arriba, mirando a las estrellas. Zachary aprieta con fuerza mi mano izquierda con su derecha, como si yo fuera a flotar hacia el cielo.

“¿Ves aquello de ahí?” Con su mano libre, señala las estrellas derechas más alejadas de la Osa Mayor, y luego a través de Draco hasta Cefeo. “Declaro una nueva constelación: La Cabeza del Director Hirsch.”

“Wow, sí, tiene su línea de pelo y copete, y todo. Bueno, a partir de Deneb, pasando por el trasero de Andrómeda, y luego todo ¿Pegaso? Esa es ahora, oficialmente, un Tipo Obteniendo su Boleto de Estacionamiento.”

“Brillante,” dice. “Lo veo, realmente lo hago. Pero, lamentablemente, se superpone con mi otra constelación, Bagel de Canela y Pasas.”

“Tú tienes tu mitología, y yo la mía.”

“Es mejor si nos ponemos de acuerdo, así cuando esté lejos, podemos ver las mismas cosas en el cielo. Será como ahora, sólo que sin los besos.”

Como ahora, sólo que sin la felicidad.

“Los besos son importantes.” Ruedo sobre mi lado y le doy un tirón al borde de su camisa de polo verde oscuro, deseando deslizar mi mano por debajo de ella, pero me detengo por una inexplicable y persistente timidez. “Es la parte que no tuvimos durante mucho tiempo.”

“Fue una tortura.” Vuelve la cabeza hacia mí, pero permanece sobre su espalda. “Y si es en lo único que vamos a pensar durante seis meses, moriremos de frustración.”

La ronquera de su voz me hace querer correr el riesgo de morir por frustración, sólo para darle un beso en este mismo momento. Ya estoy lamentando nuestra decisión de esperar hasta diciembre para hacer el amor. Aquí afuera, bajo las estrellas, sería perfecto.

Perfecto, excepto por los mosquitos rampantes y el hecho de que si un coche pasara por el carril cercano, tendríamos aproximadamente diez segundos de advertencia para vestirnos.

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Mira el cielo otra vez con sus largas pestañas dibujando siluetas contra el fondo pálido del trigo. “Es por eso que necesitamos la distracción del Bagel de Canela y Pasas.”

“Querrás decir el Tipo Obteniendo su Boleto de Estacionamiento.”

Zachary se ríe. “Está bien, entonces. Lo que tú quieras.”

“¿Todo lo que yo quiera?” Me acurruco contra su hombro. “¿Cualquier cosa?”

Enrolla su brazo alrededor de mí. “Lo que sea. Cuando hayamos terminado con nuestro cielo.”

Pero él ya no está mirando el cielo. Rueda sobre su costado y presiona su frente contra la mía. Nuestros cuerpos se funden juntos, de la cabeza a los pies.

“Ahora no podemos ver el cielo,” le susurro.

“Sí, podemos.” Besa el espacio entre mis cejas. “Cierra los ojos.”

Lo hago, e imagino la oscuridad por encima de nosotros. Acostada aquí con Zachary, nunca me he sentido tan conectada con el cielo y la tierra.

“Ahora, pues. La belleza de mi constelación Bagel es que la Vía Láctea corre a través de ella, dibujando los rayos de canela.”

Lo veo en mi mente, el brazo translucido de nuestra galaxia extendiéndose en un arco de norte a sur sobre el cielo. “No puedo ver la Vía Láctea desde la ciudad. Hay demasiada contaminación lumínica.”

“Entonces tendrás que venir hasta aquí para verla.” Él desliza el dorso de sus dedos por mi brazo, creando un hormigueo en su camino. “Voy a salir al campo cuando pueda. Si es muy tarde, te llamaré por teléfono para que podamos verla juntos.”

La idea me calienta casi tanto como su tacto. “¿Ya sabes dónde vas a vivir?”

“Espero que podamos permanecer en Glasgow para los tratamientos de papá. Hace años que no vivimos allí. Lo extraño.” Él suspira, moviendo el cabello en mi sien. “Pero no tanto como voy a extrañar América.”

Sus palabras hacen que el aire parezca pesado. Se le va a hacer difícil obtener una visa para regresar, después de las molestias que ocasionó para el DPM anoche, desviándolos para que el concierto de Logan pudiera continuar.

La desesperación se abre paso en mi estómago. Si quiero volver a ver a Zachary, voy a tener que ir al extranjero, tal vez incluso permanecer allí. Me muero de ganas de viajar, pero este es mi hogar.

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Trazo el pulgar de Zachary con el mío, tratando de memorizar las líneas de sus nudillos y correspondiéndolas a las líneas de las constelaciones. “Tú ganas. Te voy a dar el Bagel de Canela y Pasas, como regalo de despedida.”

Él se ríe, su pecho vibrando contra el mío. “Gracias.”

“Como beneficio adicional, te daré una constelación especial que la acompañe.” Me pongo medio sobre mi espalda, dejo ir su mano, y apunto a un grupo al azar de estrellas. “Una tostadora.”

“Ah, genial.” Desliza las yemas de sus dedos lentamente por mi brazo que todavía esta elevado. “¿Puedo contarte un pequeño secreto?”

“Oh.” Sus secretos son rara vez compartidos y siempre jugosos. “¿Qué es?”

“Prefiero mis bagels sin tostar.”

Vuelvo a bajar mi brazo y le doy un codazo en las costillas. Zachary grita, mitad risa, mitad uf.

Empezamos a luchar, y me deja ganar. Entonces comenzamos a besarnos, y ambos ganamos.

Por esta noche, hemos terminado con el cielo y la tierra, y con todo lo demás, salvo nosotros.

Estiré los brazos por encima de mí, sintiendo la fuerza volver a mi cuerpo. Oír la voz de Zachary en mi memoria fue como combustible para mi mente y mi alma. De la misma manera en que no podía hacer un examen con el estómago vacío, no había sido capaz de pensar con claridad en todo el día. Pero ahora mi cabeza empezaba a despejarse, y por primera vez desde el accidente, mis pensamientos no se ahogaron en pánico.

Hablé con las estrellas. “¿Qué hago, Zach? ¿Cómo puedo salvarte?”

Nadie respondió, por supuesto. Nadie podía, excepto yo.

Si Zachary estuviera en mi lugar, él habría analizado el problema de manera lógica, eliminando las opciones inverosímiles hasta que sólo quedara la más factible. (En caso de que no pudiera luchar hasta llegar a mí.)

Simon me había dicho que no hiciera nada estúpido. También me había dicho que debía obtener nueva información. Pero, ¿qué podría llegar a descubrir que los agentes altamente capacitados no podían?

Entonces me di cuenta. Puedo hablar con fantasmas. A partir de mi trabajo en la firma de abogados traduciendo para los muertos (por no mencionar el haber

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tenido un novio fantasma durante meses) yo podía calmar a cualquier espíritu el tiempo suficiente como para averiguar lo que necesitaba.

Todavía no sabía exactamente cómo poner fin a la miseria de Zachary. Pero tenía una idea de por dónde empezar.

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Capítulo Nueve Traducido por K_ri ^ ^

Los padres de Zachary llamaron a mi teléfono rojo “privado” a la mañana siguiente, mientras trabajaba en la oficina de mi tía. Ian confirmó que Simon había sido asignado para protegerme y ayudarme, pero no pude alejarme lo suficiente de mis compañeros de trabajo para preguntarle sobre el deseo del DPM de verme morir.

Saber que los Moore estaban a salvo, y que Ian estaba lo suficientemente vinculado a la MI-X como para saber acerca de Simon, me hizo sentir menos solitaria, y con más confianza para lo que estaba intentando hacer.

Esa noche llegué a la Funeraria McConnell para encontrarme con la puerta cerrada, y un cartel pegado a ella.

LOS VELATORIOS DE ESTA NOCHE SON PRIVADOS. FAVOR, DE RESPETAR LOS DESEOS DE LOS FAMILIARES DE LAS VÍCTIMAS.

Bajo el cartel estaban los detalles para el servicio público en memoria del Vuelo 346, que se celebraría en el Puerto Interior del World Trade Center Plaza la noche siguiente.

A pesar del anuncio, docenas de personas se habían reunido a las afueras de la funeraria para llenar el estacionamiento de flores y veladoras. Cuando me detuve delante de la puerta de cristal, escuché tras de mí los primeros compases de “Sublime Gracia.”

La señora McConnell se apresuraba a través del vestíbulo, luciendo exhausta pero todavía vestida a la perfección con un traje gris a la medida. Golpeé el cristal, y ella trotó para abrir la puerta.

“Aura, gracias por venir a ayudar.” Me presentó, con una amable inclinación hacia los dolientes. “Megan está en la oficina preparando los programas. Nuestra máquina plegadora se rompió, y no podemos llevarla al centro de copiado, en caso de que los detalles de los funerales se filtren al público.”

“Tiene sentido. Me alegro de poder ayudar.” Me sentí un poco culpable, ya que no era la razón principal por la que estaba aquí.

Ella salió a toda velocidad, y me dirigí a la oficina, pasando por el lujoso vestíbulo, donde hasta las paredes estaban tapizadas en seda. Por el pasillo a los

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lados de los cuartos de velación, había cuadros pastorales con marcos dorados colocados por encima de las mesas, que acentuaban con realismo las plantas decorativas en ellas.

Hubo un tiempo en que acudía a menudo a la funeraria para visitar a Megan en su trabajo. La muerte no me había molestado mucho en ese entonces, y dado que el edificio estaba casi totalmente cubierto por la tecnología de la caja negra, se había sentido como un santuario libre de fantasmas.

Entonces Logan murió. Había aparecido como un fantasma justo después de su muerte, pero luego desapareció. Todo el mundo pensaba que había pasado a mejor vida. Así que la noche de su velatorio aquí, mientras miraba su cuerpo muerto, pensé que nunca volvería a verlo.

Ahora Logan realmente se había ido. Vídeos y fotos eran todo lo que me quedaba. Y los recuerdos, que me apuñalaban mientras me desviaba de la habitación en la que había permanecido expuesto.

Llamé a la puerta de la oficina. Se abrió un poco para revelar la oscuridad interior.

“¿Ella está aquí?” Susurré.

Megan se llevó un dedo a los labios y dio un paso atrás, abriendo la puerta de par en par.

“Oh Dios mío,” dijo la joven de catorce años de edad en el sofá. “No estaban bromeando. Es la maldita Aura Salvatore.”

A través de su resplandor violeta, un invocador de cuarzo brillaba tenuemente en el centro de uno de los cojines del sofá. La funeraria los utilizaba para que sus clientes fantasmas pudieran relatar sus últimos deseos.

Me acerqué para verla mejor. Enfoqué el diseño de su camiseta: el logotipo de la banda punk de Logan, los Keeley Brothers (un cráneo y un trébol). “Tammi Teller.”

“Sí,” se burló ella. “¿Cómo lo sabes?”

Mi novio está bajo la custodia del DPM, gracias a tu gran boca. “Haz salido mucho en la televisión.”

“Soy famosa ahora. Lo único que tenía que hacer era subir a un avión que aterrizara, algo así como, siete horas antes de tiempo.” Ella cruzó sus etéreos brazos. “No puedo creer que esté en la misma habitación con la perra ex–novia de Logan Keeley.”

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La miré boquiabierta. De todas las personas que podrían haber tenido el destino de Zachary en sus manos, ¿por qué tenía que ser una de las más fervientes admiradoras de Logan?

Yo tenía asuntos más importantes con ex Tammi que discutir acerca de mi relación con su ídolo. Necesitaba saber lo que había visto en el aeropuerto entre Zachary y Logan, y lo que le había dicho al DPM. Necesitaba saber qué tan malo podría ser para Zachary.

“Todos amábamos a Logan,” dijo Megan con dulzura.

“Oh, ¿adivina qué?” Ex Tammi le sonrió y señaló su propia camiseta. “Yo estaba en la primera fila la noche del viernes. Logan tocó mi mano.” Miró su palma. “Me miró a los ojos y me dijo que me reuniera con él…” Se detuvo, luego frunció el ceño, dándose cuenta de que, literalmente, no podía decir una mentira. “No, no lo hizo.”

“¿Lo viste después de eso?” Le pregunté.

La boca de ex Tammi se torció, como si no quisiera contestar. Pero le había hecho una pregunta directa, y ella era demasiado nueva en la cosa de ser fantasma para darse cuenta de que simplemente podía no decir nada.

“En el aeropuerto,” respondió, “hablando con Zachary, ese tipo escocés de la escuela. Por cierto, no puedo creer que salieras con Zach después de que estuvo con Becca Goldman la noche del baile de graduación. Logan nunca te habría hecho eso.”

Mis mejillas se encendieron. “Zachary no era mi novio en ese momento, y en cualquier caso, no es asunto tuy…”

“Entonces, Tammi,” intervino Megan, “¿fuiste con la policía?”

“No, se lo conté a mi mejor amiga, Carla, cuando le perseguí. Ella se lo contó a la policía por el dinero de la recompensa. Entonces Carla me engañó para que fuera a su casa. Ahí fue donde el DPM me atrapó.”

“Qué buena amiga,” dijo Megan.

“En serio. Le dijeron a Carla que le quitarían el dinero de la recompensa si le contaba a alguien que había visto a esos tipos.”

Así que el DPM definitivamente no quería que el público supiera que estaban reteniendo a Zachary. Interesante.

“¿Le has dicho a alguien más?” Le pregunté.

“No, yo no delataría a Logan.” Miró su zapatilla que sin ruido se paseaba por la alfombra. “No debería habérselo dicho a Carla, pero cuando me vio como un

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fantasma, empezó a llorar. Quería decirle algo feliz. Y yo estaba taaaan emocionada de haber visto a Logan, como, en vivo. Él es increíble.”

“Sí que lo era.” Megan se sentó a su lado en el sofá. “Entonces, ¿qué fue exactamente lo que Logan y Zachary hicieron en el aeropuerto? ¿Discutieron?”

“En realidad no. Parecían nerviosos, pero básicamente bien uno con el otro.”

Moría de envidia deseando haber visto a Logan y Zachary juntos, quedando en paz al fin. Pero eso habría sido imposible, ya que Zachary y yo no podíamos ver muertos al mismo tiempo. Uno de nosotros siempre ejercía el poder repele-fantasmas.

Ex Tammi examinaba su desgastado esmalte de uñas negro mientras contaba la historia. “Mi madre y yo estábamos comiendo en la barra del restaurante, donde estaba lo suficientemente oscuro como para ver fantasmas. Logan se acercó a Zachary allí, lo que lo dejó totalmente extrañado, a Zach, quiero decir. Como sea, mientras sus padres se dirigían a la puerta, él los abandonó para ir a hablar con Logan.”

“¿A dónde?” Preguntó Megan.

“Eso fue lo raro. Ellos fueron todo el camino de vuelta hacia la parte principal del aeropuerto, más allá de la línea de seguridad. Así que tuve que dejar de seguirlos.”

Al parecer, no había un lugar privado para hablar en el terminal internacional. Eso explica por qué nadie podía encontrar a Zachary a tiempo para el vuelo. Pero esto debe hacerlo parecer aún más sospechoso para las autoridades.

“¿Estaban hablando mientras los seguías?” Le pregunté.

“Sí, pero se callaron cuando me acerqué. Supongo que se podría decir que sabían que era una dotada. Y Logan ni me reconoció.” El piercing que atravesaba su labio inferior sobresalió cuando hizo un puchero. “Desearía haber sido como Zachary y haber hecho que mamá y yo perdiéramos el vuelo.”

“Aww, debe haber sido realmente aterrador,” dijo Megan.

Ex Tammi se encogió de hombros, apretando sus manos entre sus rodillas. “Lo único que recuerdo es un tremendo ruido, después todo estaba muy caliente, y luego nada. Supongo que fui una de esas personas que quedó hecha pedazos.” Le dio una mirada nerviosa Megan. “He oído que no hay mucho de nosotros para enterrar.”

Megan parecía como si estuviera a punto de llorar de nuevo, así que hablé. “Sentimos mucho tu muerte, Tammi. Y la de tu mamá.”

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Ella me ignoró y se dirigió a Megan. “¿Mi madre también es un fantasma? Nadie que conozca la ha visto.”

“No vino cuando la llamé,” dijo Megan suavemente. “Acerca de los planes para el funeral.”

Ex Tammi parecía aliviada. “Espero que no sea un fantasma. Es una mierda. Logan lo hacía parecer divertido.”

“Pero no siempre fue divertido para él,” le dije. “La mayoría de las veces se sentía bastante molesto.”

“Entonces, ¿por qué se quedó por doscientos cuarenta y siete días?”

Me asustaba que ella supiera esa pequeña parte de la trivia de Logan Keeley. “Tenía asuntos pendientes.”

“Sí, como una novia que no apreciaba lo maravilloso que era.”

“Yo lo apreciaba,” le dije con voz firme. “Lo amaba.”

“Amabas. Yo aún lo amo. Siempre lo amaré.”

“Tú ni siquiera lo conociste.”

“Aura.” Megan inclinó la cabeza. “¿Recuerdas la Regla Número Uno?”

Apreté los dientes y enfrié mi temperamento. Regla Número Uno de ser la novia de una estrella del rock: no hay que pelear con las groupies. No era muy útil para nosotras, sobre todo porque Logan y Mickey no eran los tipos de persona que dormían con cualquiera.

Cambié de tema. “¿Y tú, Tammi? ¿Tienes asuntos pendientes?”

“Pensé que quería asistir a mi funeral. Pero ya no puedo ver a mi papá y a mi hermana llorar.”

La simpatía congeló un poco mi enojo, y deseé que esta chica pudiera encontrar la paz. Pero si ex Tammi pasaba a mejor vida, no habría testigos de la reunión de Logan y Zachary. ¿El DPM dejaría ir a Zachary, o iban a ponerlo a prueba por sí mismos?

“Voy a apagar el invocador ahora,” dijo Megan. “Así que podrás salir, visitar a tus amigos o familiares, o lo que sea que quieras hacer.”

Ex Tammi parecía estar en modo de pensamiento profundo, mirando más hacia adentro que hacia afuera.

“Muchas gracias, Tammi.” Esperaba que mis palabras y tono animado la distrajeran de los pensamientos de pasar a mejor vida. “Diviértete haciendo cosas de fantasma.”

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Extendió su delgado dedo corazón en mi dirección. “Me alegro de que finalmente pueda decirte lo que pienso de ti. Perra.”

“Hey, ¿sabes qué?” Le preguntó Megan antes de que yo pudiera responder. “Ridgewood va a tener una vigilia en tu memoria después de que comiencen las clases. Deberías ir.”

“Tal vez. Eso es mucho tiempo a partir de ahora.” La chica muerta presionó las palmas contras sus rodillas, extendiendo los codos. “Está bien, estoy lista. Apaga la cosa brillante.”

“Chao, Tammi.” Megan atravesó al fantasma con una mano y deslizó su pulgar debajo del invocador. Con un clic, el dispositivo comenzó a apagarse.

Ex Tammi nos miró de repente. “¿Saben qué? Creo que estoy lista…” Y desapareció.

“¿Lista para qué?” Le pregunté al espacio vacío, mi corazón latiendo con fuerza. “Megan, ¿puedes llamarla de vuelta?”

Cogió el invocador. “No sin que mi papá note que lo he usado. Podría meterse en problemas si eso pasa.”

“Pero, ¿y si pasa a mejor vida? ¿Qué le podrían hacer a Zachary?”

“Tal vez sería algo bueno,” dijo Megan. “No pueden probar que Zach ve fantasmas, ¿no? Sin testigo, no hay evidencias.”

“Zachary es una evidencia. Si lo ponen en una habitación con un fantasma y el fantasma enloquece…” No pude terminar la frase. Sólo podía imaginar la reacción del DPM: sorpresa, miedo y, finalmente, codicia. Lo conectarían a máquinas por el resto de su vida, tratando de reproducir su poder. Le utilizarían para hacer armas anti-fantasmas.

“Esto no va a ayudar,” dijo Megan, “pero, ¿no someterán a Zachary a muchas pruebas así tengan un testigo o no?”

“Probablemente.” Golpeé el cojín donde el fantasma se había sentado. “Pero sin Tammi, lo harán pronto. Un día puede hacer una gran diferencia.”

“Es verdad. Estoy segura de que la MI-X lo sacará pronto.”

No le había dicho sobre la estimación pesimista de Simón. No le había hablado de Simon, y punto. “Si ellos no lo hacen, lo haré yo.”

“¿Qué vas a hacer, irrumpir en la sede del DPM como el loco del mes pasado? Te tirarán a matar como lo hicieron con él.”

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“¡No puedo no hacer nada!” Pateé los montones de programas del funeral y tomé dos hojas. “Mira a todos estos huecos en la vida de las personas. No quiero estar de luto por Zachary, quiero salvarlo.”

“Lo sé, lo sé.” Buscó en su bolso, que estaba descansando en el suelo. “Hey, yo sé que esto no te ayudará en ese departamento, pero puede hacer que te sientas mejor.”

“¿Qué es esto?”

“Una banda nueva: Frightened Rabbit.” Ella me dio un CD en una áspera cubierta marrón. “Son demasiado folk-indie para mí, pero dicen ‘joder’ muchas veces.”

“¿Qué tiene que ver esto con Zachary?”

“Son de Glasgow, por lo que suenan como él. El acento. No es lo mismo que oír su voz, pero…”

La interrumpí, lanzando mis brazos a su alrededor. Nadie, ni siquiera Zachary, me entendía como Megan lo hacía.

Ella me devolvió el abrazo. “Es sólo un tonto CD.”

Pero no era así. No podía ayudarme a salvar a Zachary, pero era un salvavidas, una manera de conectarme a la persona que más amaba a través de la cosa que más amaba: la música.

Tal vez podría mantenerme lo suficientemente cuerda para salvarlo.

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Capítulo Diez Traducido por K_ri^^

Me desperté acompañada de una dolorida voz escocesa y una almohada humedecida por las lágrimas.

El CD de Frightened Rabbit estaba reproduciéndose al lado de mi cama, repitiéndose una y otra vez desde la noche anterior. La música no era melancólica, de hecho, estaba llena de esperanza y humor. Pero la inflexión del cantante, como la de Zachary, me atravesó el corazón. Las sílabas rodaban desde lo profundo de su garganta hasta su lengua, quebradas por la emoción. Y la forma en que cantaba la palabra “love” como “luv,” me hacía sentir como si Zachary estuviera aquí en mi habitación, listo para sostenerme en sus brazos.

La noche se había sentido como un largo sueño, donde había vagado en la niebla, en busca de Zachary, escuchando que me llamaba, pero sin saber en qué dirección ir.

Gina llamó y habló a través de mi puerta. “Estaré en casa para el almuerzo, cariño. Entonces podrás llevarme de vuelta a la oficina para que puedas llevarte el coche y hacer los recados.” Ese fue nuestro acuerdo; ella me daba un día libre a la semana, del cual usaba la mitad para conseguir nuestros alimentos y recoger la ropa de la tintorería.

Murmuré un agradecimiento y volteé mi almohada hacia su lado seco, con la esperanza de volver a dormir. Pero estaba obsesionada por el tema de ex Tammi. ¿Sabía que podía hacerme daño, convirtiéndose en mi némesis, si pasaba a mejor vida de inmediato? ¿Acaso accidentalmente le había dado la paz al dejarla ventilar sus celos sobre Logan?

Fuera, la lluvia repiqueteaba sobre el techo del porche. El sonido del agua me hizo notar que mi garganta estaba reseca. Anoche había llorado tanto que me deshidraté.

Bajé por las escaleras, pasando una serie de fotos de mi madre en la pared. Una de ellas fue tomada un mes antes de morir, sosteniéndome sobre su regazo. Me pregunté cuántas veces había pensado en mi padre en sus últimos días.

Me detuve tan rápido que casi tropecé.

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Mi padre. Anthony. Gina había estado enamorada de él. Él había sido un amigo de la familia, un amigo de mi madre.

Deben haber fotografías.

No dudé. Esta era la primera vez que estaba sola en casa desde que me había enterado del nombre de mi padre.

La habitación de mi tía no estaba cerrada con llave, a pesar de que ella sabía que de vez en cuando me gustaba husmear. Si yo no hubiera hurgado en su armario el verano pasado por puro aburrimiento, nunca habría encontrado la caja con el diario de mi madre ni las fotos de Irlanda. Nunca habría estudiado Newgrange. Nunca habría rastreado a Eowyn ni aprendido sobre mis padres.

El armario no tenía nada más que ropa; Gina había aprendido algo de mí. Husmeé dentro de sus cajones, teniendo cuidado de dejar las cosas de la misma forma en que las había encontrado.

Fui despacio, para cubrir mis huellas, por lo que eran casi las diez de la mañana cuando hice a un lado el pálido cubre cama rosa.

Una caja de suéter, otra caja de suéter, y más cajas de suéteres. De ninguna manera Gina tenía tantos suéteres.

Las dos primeras cajas sí contenían en realidad suéteres. Pero la tercera era pesada y salió lentamente. Levanté la tapa.

Nunca había visto este libro de recuerdos. Su original cubierta de cuero rojo no tenía etiquetas, fechas, o alguna decoración.

Fruncí el ceño cuando vi el interior. Las fundas plásticas de las fotos no tenían espacios para notas al pie de las fotos en donde podría estar identificado mi papá.

Deje algunas páginas aparte, saltando fotos de Gina con su ex-marido Danny en su luna de miel en Capri. Se veían tan felices en aquel entonces, antes de que ella conociera y se enamorara del hombre que un día moriría en un accidente de coche, que las acosaría a ella y a mi madre, para luego convertirse en mi padre.

Más fotos, de borrosos eventos familiares: bautizos, bodas, graduaciones. Estudié las fotos de grupo, escaneando tíos y primos, esperando que de alguna manera mi padre saltara a la vista.

Espacios vacíos aparecieron en las páginas del álbum, como piezas faltantes de un rompecabezas. Vi a través de las fundas de plástico que el espacio en blanco de las fotos que faltaban estaba fechados dos años antes de mi nacimiento.

Volví la página final. Un programa de funeral estaba metido entre ella y la contraportada del álbum.

En Amada Memoria,

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Anthony Pasquale Liberati.

Con dedos temblorosos, abrí el programa. Una foto cayó en mi regazo.

Gina y mi madre estaban de pie a cada lado de un hombre de cabello negro. Mi abuela también estaba en la foto, al otro lado de mi mamá.

Todos ellos lo habían conocido. Yo nunca lo haría. Esos ojos café oscuro nunca me mirarían graduarme de la preparatoria o la universidad, y esos bronceados brazos nunca me rodearían en la pista de baile el día de mi boda.

Estúpida, estúpida. Había creído que quería encontrar y conocer a mi padre. Pero ahora sabía todo el vacío que él había dejado atrás. Lo único que veía ahora eran fotos de mí en las que él nunca iba a estar.

Llaves sonaron escaleras abajo, en la puerta principal. Gina había regresado temprano a casa.

Parpadeando para contener las lágrimas, metí el álbum en la caja de suéter y la deslicé debajo de la cama. Entonces huí a mi habitación, deslizando mi espalda contra la pared como un ninja.

“¿Aura?” Me llamó mi tía desde la sala de estar. “Tengo noticias.”

Me quedé inmóvil, luego eché a correr escaleras abajo, agarrándome a la barandilla para no caer. Por favor, por favor, por favor, que sea algo bueno. “¿Han liberado a Zachary?”

“Siéntate.” Hizo un gesto hacia la silla del comedor con una formalidad que me recordó a su comportamiento en el tribunal. “Lo han movido.”

Mis rodillas se sentían como de goma mientras me hundía en la silla. “¿A dónde?”

“¿Recuerdas a aquella joven que murió en el accidente del avión, la que supuestamente vio a Zachary reunirse con Logan? Al parecer, ha pasado a mejor vida.”

Oh Dios, oh Dios, oh Dios. “Eso es bueno para ella, ¿no?”

“Sí, Dios la bendiga, está en paz. Pero eso deja al DPM sin testigos.” Dejó su bolso sobre la mesa y se aferró a él como si alguien quisiera robárselo. “Están transportando a Zachary al Área 3A para examinarlo de inmediato.”

“¿3A?” Salté de la silla. “Ahí es donde trataron de llevarnos después de que nos secuestraron. ¡Nicola lo hizo sonar como un lugar horrible! ¿Qué van a hacerle allí?”

“No lo sé.” Tía Gina se frotó el puente de su nariz. “No lo sé,” repitió en un susurro.

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Yo sí sabía que si le hacían pruebas a Zachary para determinar si podía ver fantasmas, les tomaría sólo un segundo descubrir que era un caja negra andante.

Ellos lo desgarrarían hasta encontrar su secreto, luego lo utilizarían para “proteger” al resto de nosotros de lo fantasmas. Y nunca lo dejarían ir. Por ser demasiado útil o demasiado peligroso.

O por estar demasiado roto.

La ira y el miedo se enroscaron en mis entrañas. Ya no sólo era el simple hecho de liberar a Zachary. Ahora, emprendería una vendetta contra el DPM por lo que le estaban haciendo. Por lo que habían intentado hacerle a Logan. Por lo que querían hacerme.

Yo los destruiría.

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Capítulo Once Traducido por SharonBF

“Sé cómo puedo ayudarte.”

“Estoy muy bien, gracias,” dijo Simon en el teléfono. “¿Y tú cómo estás?”

Estacioné alrededor de la cuadra de la oficina de mi tía, donde acababa de dejarla. “¿Estás siendo sarcástico, o hay alguien ahí?”

“Sarcástico. Continúa.”

“Bien, Nicola Hughes del DPM, me ofreció hacer una pasantía. Le dije que no, pero, ¿qué pasa si acepto? Estaría dentro y obtendría todos los trapos sucios para que pudieras tener tu… ¿Cómo lo llamaste? ¿Palanca? Para liberar a Zachary.” Cuando no respondió, grité, “¡Lo trasladaron al 3A!”

“Lo sé, el agente Wolcott está indignado, al igual que yo. Pero, Aura, no puedes trabajar para el DPM ahora. Después de lo que hicieron, tienes todas las razones para odiarlos. Si tratas de adular a la agencia, sospecharán de ti más que nunca.”

Él tenía razón. Reteniendo a Zachary, el DPM se habían declarado así mismo como mi enemigo.

“Lo siento,” dijo Simon en voz baja. “Aprecio tu voluntad para tomar medidas tan extremas.”

“¿Extremas?”

“Lo que estás describiendo es espionaje. Podrías ir a prisión, tal vez para siempre. Desde que no estás en edad aún, probablemente no te ejecutarían.”

Mi estómago dio un vuelco. ¿Ejecutar?

“Esta Nicola Hughes,” dijo Simon. “¿Puedes acercarte a ella? Quizás pueda decirte algo útil. Así cualquier transgresión sería de ella no tuya.”

“Perfecto.” Colgué, sin importarme haber sido ruda de principio a fin durante nuestra llamada. Luego marqué el número de Nicola, usando la tarjeta de negocios que me había dado.

Mientras esperaba que ella respondiera, miré alrededor preguntándome si estaba siendo observada. Tal vez por ese tipo con la gorra de béisbol hacia atrás

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reclinado en la parada del autobús. O la señora de pelo gris con el cochecito que se había detenido en la acera para ajustar el parasol azul sobre lo que podía ser o no ser un bebé real.

La línea atendió. “Hughes, Relaciones Públicas, ¿en qué puedo…?”

“¡Nicola!” Dije, apresuradamente. La simpatía era mi única arma. “¿Que diablos sucede?”

“Oh, Aura, supe lo que le hicieron a Zachary.”

“No ‘ellos,’ tú. Eres parte de ellos. Dijiste que siempre me ayudarías. ¿Cómo pudiste dejar que esto sucediera?”

“Cariño, lo siento. No había nada que pudiera hacer. La División de Investigación tiene su propia agenda.”

“Es tu trabajo explicar esa agenda al público. Así que empieza a explicar.” Tomé un lápiz de la consola central y un viejo recibo de la gasolinera. “Por favor.”

“Aura, no puedo decirte lo que no sé.”

“Entonces averígualo. ¿Zachary hizo algo malo? ¿Yo hice algo malo?”

La voz de Nicola se hizo baja y tranquilizadora. “Ninguno de ustedes hizo nada malo. No se trata de eso.”

“Cuando creíste que nos iban a llevar a mí y a Zach al 3A, casi tuviste un paro cardíaco. ¿Por qué? ¿Qué le harán allá?”

Hubo una larga pausa. Luego su voz vino en un susurro y con un eco, como si estuviera ahuecando su mano junto al receptor. “No discutamos esto por teléfono.”

Nos encontramos en la tienda de música indie en Fell’s Point. Ambas pensamos que ese sería un lugar seguro y anónimo para nuestra cita, mejor que ella yendo a mi casa o yo a su oficina. Además, ahora que estaba oficialmente obsesionada con Frightened Rabbit, tenía que venir a buscar su CD exclusivo, todavía no disponible para descargar.

Nicola habló acerca de música, un tema que yo usualmente disfrutaba. Pero me estaba muriendo por obtener respuestas.

Pasé mis dedos por la larga selección de Rancid. “Esta era una de las bandas favoritas de Logan.”

Nicola se acercó con una pequeña pila de CDs. “He oído de ellos. Creo.” Buscó por la estantería, su anillo de plata chasqueando contra las carcasas de plástico de los CDs.

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“Los vimos en concierto cuando recién comenzamos a salir. Logan me compró una camiseta.” Mi garganta se apretó. “La llevaba puesta la noche que murió.”

“Aún te debe doler.” Ella me dio un incómodo abrazo de un brazo, luego alisó una arruga en mi camisa de algodón blanco.

“Murió hace ocho meses, pero para mí, es como si se hubiera ido hace pocos días.”

“Apuesto a que aún no has tenido tiempo de llorarlo, con todo esto sucediéndole a Zachary.”

Comencé a negarlo, luego me di cuenta de que ella tenía razón. Logan había dejado un vacío que nadie podía llenar. Pero me confortaba saber que él estaba en paz, por no mencionar a salvo del DPM.

“Nicola…” Sostuve mi CD con ambas manos, sus esquinas enterrándose en mis palmas. “¿Qué les hacen a las personas en el 3A?”

“Es un centro de investigación fantasmal, así que no sé qué le hacen a personas vivas allí. Lo único que sé es que a veces un camión aparece en la sede, recoge unos pocos FER y los envía al 3A.”

FER. Fantasmas en riesgo: aquellos que el DPM captura y coloca en pequeñas cajas forradas de obsidiana para que no se conviertan en sombras peligrosas. Habían intentado hacérselo a Logan pero se transformó en sombra a tiempo para escapar.

“¿Qué les hacen a los FER allá?”

“No tengo idea. Desde que el 3A es desconocido para el público, no necesitan informarnos nada a los de Relaciones Públicas.”

“¿Puedes darle un mensaje de parte mía a Zach? Quiero que sepa que lo amo y que estoy pensando en él.”

Su cara se suavizó. “Oh, cariño, trataré. Quizás tenga que usar unos cuantos intermediarios, pero me aseguraré de que lo sepa.”

Le creía, o al menos pensaba que ella creía que le harían llegar el mensaje.

“Aura, sé que estas enfadada con el DPM, pero hacemos lo mejor que podemos. Nosotros no…” Se interrumpió frotándose los labios cerrados.

“¿Ustedes no, qué?”

Nicola tocó la solapa de su chaqueta negra a rayas. “Nosotros no somos los que mandamos.” Ella volvió a la tarea de mover la fila de CDs de Rise Against, aunque no parecía que estuviera viéndolos realmente.

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“¿Quién manda?” Repasé mis conocimientos básicos de cívica. “¿El congreso? ¿El presidente?”

“Eso quisiera. El presidente es temporal. Esto ha estado en marcha desde mucho antes que…” Nicola se detuvo y comenzó a escanear el techo. Su mirada se posó en una cámara de seguridad en una esquina. “¿Estás lista para irnos?” Levantó su pila de CDs. “Debería detenerme antes de dejar en quiebra mi cuenta bancaria.”

Nos dirigimos a la caja, con mi mente corriendo. Debía sonsacarle más información.

Nicola rechazó la oferta de una bolsa de compras plástica y metió sus CDs en una bolsa de lona negra. Incliné mi cabeza para ver el logotipo de la bolsa, el cual parecía barras rojas de prisión. El nombre de la empresa hizo que me detuviera.

SecuriLab. La misma firma de la que procedían los empleados registrados en el libro de visitas del DPM el día que estuve ahí. El día después del bombardeo del Vuelo 346.

“Lindo bolso,” dije. “¿Qué es SecuriLab?”

Nicola lucía avergonzada. “Ellos son los que hacen las cajas negras. Vienen a la sede en casos de reuniones, y siempre traen regalos. Por lo general son plumas o lápices, pero la Navidad pasada nos dieron estas lindas bolsas. Mira, tiene un bolsillo donde cabe mi teléfono.”

Me desconecté de su parloteo acerca de las maravillas de las bolsas de asas y me pregunté: ¿Por qué los fabricantes de cajas negras visitarían la sede del DPM la mañana después de un desastre?

Medité este rompecabezas mientras caminábamos por la acera hacia el auto de Nicola. Tenía que hacer que estos últimos minutos contaran.

“Entonces, ¿por qué decidiste trabajar para el DPM?” Le pregunté.

“Perdí a mi madre hace diez años, cuando casi tenía tu edad.”

“Lo siento mucho.” Me sentí mal por Nicola. Yo extrañaba a mi mamá, y ni siquiera la había conocido. “¿Fue repentino?” La forma educada de preguntar, ¿se convirtió en un fantasma?

“Fue un accidente de auto. Mi primo pequeño podía ver a mi mamá como un fantasma, pero yo no pude. A mamá le tomó casi un año pasar a mejor vida.”

“Caray. Debió ser muy mal.”

“Totalmente. Por eso decidí ayudar a los fantasmas. O al menos ayudarnos a comprenderlos. Esa es la misión del departamento, aunque no lo parezca.”

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No, realmente no lo parece.

“Necesitamos la ayuda de los dotados,” agregó. “Pero entiendo por qué tú no quieres trabajar con nosotros, especialmente ahora.”

Me encogí de hombros, no queriendo que la conversación volviera a mí. Aún estaba tratando de entender sus motivaciones. “¿Y antes de que tu mamá muriera? ¿En qué querías trabajar?”

“Siempre fui una geek del gobierno. Pero en ese entonces era por el ambiente. Soy de Wyoming, así que mi mayor pasión era la vida salvaje. El problema es, que hay un montón de dinero por hacer ahí.”

“¿Como el turismo?”

Se rió. “Eso son peniques. Me refiero a perforaciones, madera, ranchos. Los negocios pagan mucho dinero para asegurarse de que el gobierno les permita hacer lo que quieran.”

“¿Así que estas compañías más o menos son dueñas de las agencias que supuestamente deben decirles lo que tienen que hacer?”

“Tal vez no sean dueños, pero tienen mucha influencia.” Ella se detuvo junto a un Prius plateado. “Mándame una carta para Zachary y yo me aseguraré de que le llegue.”

Después de que ella se fue, caminé a través del espeso aire de verano hacia mi propio auto, pensando en lo que ella había dicho acerca de las compañías influenciando las agencias del gobierno.

¿Podría ser de la misma forma con SecuriLab y el DPM? La vida con fantasmas era mucho más sencilla desde que las cajas negras fueron inventadas. Sin ellas la muerte estaría en todas partes, incluso en los baños y en las bases militares.

Y sin las cajas negras, el DPM no tendría poder.

Mi teléfono comenzó a sonar mientras subía a mi auto. Miré la pantalla. “Hola Dylan.” Bajé mi ventana esperando estar aquí por un rato, desde que Dylan tendía a hablar en círculos y le tomaba mucho tiempo llegar al punto. “¿Qué pasa?”

“Aura, necesito verte.”

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Capítulo Doce Traducido por Mussol

Esto. Era raro.

Dylan no había estado en mi habitación desde que éramos niños. La última vez que habíamos estado juntos a solas (aparte de en el cementerio) nos habíamos besado como locos sobre el suelo de su habitación, impulsados por nuestro dolor por Logan y mi confusión con respecto a Zachary.

Me pregunté si Dylan estaría pensando en eso. O, tal vez, sólo estaba pensando en la pizza que se estaba metiendo en la boca.

“Entonces, ¿qué querías decirme?” Pregunté, cuando ya nos habíamos devorado la mitad de nuestras primeras porciones.

Sentado en el suelo frente a mí, Dylan se limpió la boca con una servilleta de papel decorada con un estampado temático sobre el Cuatro de Julio. “Logan vino a verme el domingo. Antes de ir a buscarte.”

“Me alegro mucho de que pudiesen despedirse, chicos.”

“Sí, fue estupendo.” Ahora Dylan estaba prácticamente susurrando, aún cuando mi puerta estaba cerrada y Gina estaba escaleras abajo, comiendo su propia pizza antes de ir a encontrarse con clientes. “Me dijo algo que no quería que supieras hasta que él ya no estuviera.”

Me tensé. ¿Me había ocultado Logan algún doloroso secreto? Él odiaba que la gente estuviera enfadada consigo.

“No es sobre ti.” Dylan se comió el último pedazo de corteza. “Es sobre las sombras.”

Tan sólo la palabra ya me ponía nerviosa. “¿Qué pasa con ellas?”

“Dijo, y cito textualmente, ‘Las sombras pueden hacer lo que les dé la jodida gana.’”

Todo mi cuerpo se congeló. “¿Y eso qué significa?”

“No pueden convertirse en fantasmas por sí mismas. Pero, aparte de eso, van a donde quieren y hacen lo que quieren.”

“¿Y qué pasa con las cajas negras?”

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“Dijo que, para las sombras, las cajas negras son como el rojo para los fantasmas corrientes; les duele, pero pueden ignorarlo si desean con mucha intensidad estar en otro sitio.”

“Wow.” Esto era nuevo. Las sombras aún no eran tan comunes como para ser estudiadas con profundidad. Los nacidos antes del Cambio no podían percibirlas, y los dotados no podían acercarse a ellas sin desmayarse o vomitar. “Eso da bastante miedo.”

“Sí, ¿verdad? Pero también hay algo bueno, Logan dice... quiero decir, dijo. Las sombras no son tan sólo unos descerebrados monstruos hijos de puta. Son gente, como lo son los fantasmas. Las sombras pueden pensar.” Se metió un pedazo de pepperoni en la boca. “Las sombras pueden escoger.”

Miré hacia mi ventana, donde cortinas violeta oscuro bloqueaban el brillo del sol del atardecer. Logan había atravesado esa ventana cuando era una sombra, antes de volver a ser un fantasma. “Me dijo que se mantuvo alejado de los dotados en cuanto se dio cuenta de que los enfermaba.”

“Aunque no fue sencillo. Ya sabes cómo era. Para él la atención era como una droga. Además, me dijo que cuando se convirtió en una sombra, pensó que estar rodeado de personas le ayudaría a sentirse más humano. Pero verlos vomitar o desmayarse lo empeoraba todo. Cada vez se enfurecía más.” Dylan agachó la cabeza y un mechón marrón de pelo liso le cayó sobre un ojo. “Él dijo, ‘Cuanto más daño les causaba, más daño quería causarles.’”

Sentí cómo la pena se extendía por mi pecho al imaginarme el sufrimiento de Logan. “¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no confió en mí?”

“Porque sabía que te molestarías. Ya le había costado bastante contármelo a mí. Pero debemos encargarnos de las sombras, Aura. Esto es como obtener información privilegiada sobre el enemigo. Logan nos estaba ayudando a protegernos.”

Así era. Sólo me había topado con unas pocas sombras a lo largo de mi vida, y esperaba no volver a ver jamás a ninguna otra. Pero si se podía razonar con ellas...

“¿Deberíamos decírselo al DPM?” Le pregunté a Dylan. “No confío en ellos.”

“Logan tampoco. Sabía que si el DPM se enteraba de la verdad, encerrarían a todos y cada uno de los fantasmas que fueran siquiera un poco sospechosos. Logan hubiese sido el primero.”

“Así que esperó a decírnoslo para salvarse.”

“¿Puedes culparlo?”

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“No. Imaginarme a Logan atrapado en una de esas pequeñas cajas me pone enferma.” Traté de limpiar la mancha de salsa de pizza que tenía en mi camisa blanca. “Me alegro de que esté libre.”

“Y yo. Creo que está bien.” Empezó a comerse una segunda porción de pizza. “Así que, ¿qué pasa con Zachary? ¿Lo soltaron? ¿Ya está en casa?”

No había planeado contarle a nadie, excepto a Megan, que mi novio estaba detenido por el DPM. Entre los celos de Logan y los suyos propios, Dylan nunca había sido un fan de Zachary.

“Fue un malentendido. Él y sus padres regresaron a casa el lunes.”

“¿De vuelta a Escocia?”

Esquivé sus ojos. “Sí.”

“Bien.” Le echó un vistazo a mi habitación, tal vez buscando fotos de Zachary. Aún no tenía ninguna, ya que habíamos estado saliendo durante menos de una semana, período que incluía un accidente de avión y una angustiante huída a través de las montañas.

Montañas en las que se encontraba el Área 3A, donde Zachary estaba ahora atrapado, tal vez herido, tal vez inconsciente. Tal vez muerto.

“No,” dije, tratando de no perder la cordura. No se lo habrían llevado allí si tan sólo quisieran matarlo. ¿Verdad?

“No, ¿qué?” Preguntó Dylan. “Ah, te refieres a que no está bien que haya vuelto a Escocia.” Se encogió de hombros y apartó la mirada. “Lo entiendo.”

Dejé de pensar en problemas de chicos y me centré en lo que Logan había dicho sobre las sombras. Si eran dueñas de sus acciones, entonces se podría razonar con ellas. Se las podría persuadir.

Se las podría usar como armas.

“Oh, Dios,” dije. “No podemos decirle lo de las sombras jamás a los del DPM. Tratarán de usarlas contra los dotados. Podrían hacer que nos atacaran si no hiciésemos lo que quieren.”

“Pero necesitarían a otros dotados para darles la orden.” Dejó de masticar. “Mierda, no dejan de hablar sobre los reclutamientos del DPM. Podrían forzarnos a trabajar para ellos, empezando por ti.”

Sus palabras me sonaron extrañas. “¿Qué quieres decir con empezando por mí?” Nunca le había contado a Dylan que yo era la Primera.

Él se paralizó. “Ups.”

“¿Qué te contó Logan?”

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“Sólo que tú eres la primera persona que nació después del Cambio y que Zachary fue la última. Y que ambos tienen poderes especiales a causa de eso.” Él dobló el borde de su plato de papel. “Y que intercambian poderes cuando se besan.”

Sentía como si mi cabeza fuera a estallar en llamas. “¿Por qué te diría él todo esto?”

“Supongo que pensó que podría velar por ti cuando él ya no estuviera. Ya que Zachary ha vuelto a Escocia.”

Con los codos sobre mis rodillas, presioné mis puños contra mis sienes, mi furia hacia Logan batallando contra mi necesidad de ser honesta. Ahora que Dylan sabía todo lo que sabía Megan, ¿por qué no decirle la verdad? Tal vez pudiera ayudar, o al menos escucharme.

“Zachary no está en Escocia,” susurré. “El DPM lo tiene en un infierno llamado 3A, a donde trataron de llevarnos la semana pasada.”

Dylan dejó escapar un pequeño silbido. “¿Lo atraparon después del accidente de avión? ¿Por qué?”

“Porque descubrieron que se había encontrado con Logan en el aeropuerto. Ahora ya deben saber que es una caja negra andante. Tengo miedo de no volver a verlo jamás. Igual que...” Mi voz se quebró, y sentí como si el resto de mí fuera a romperse también, si alguien no me mantenía en una pieza.

Dylan gateó hasta mí rodeando la caja de la pizza. “Ven aquí.”

“No.”

“Te juro por Dios que no voy a intentar nada.”

“No puedo.”

“Te lo juro por la tumba de Logan.”

Me rendí y permití que me atrajese hacia él, dándome cuenta, sólo en ese momento, de que tenía un olor parecido al de Logan.

Lejos quedaba el angustiado contacto que había marcado nuestro encuentro en el suelo de la habitación de Dylan. Ahora su agarre era firme, sus manos permanecían inmóviles en mi espalda, justo como las necesitaba. Sentía mi piel erizada, como si estuviera hecha de millares de fragmentos de vidrio, enganchados por pegamento de mala calidad. Un solo golpe me rompería en pedazos.

“Lo siento Dylan.” Mis lágrimas empaparon el cuello de su camiseta. “Esto no es justo para ti.”

“¿De qué estás hablando?”

“Dejar que me reconfortes cuando nosotros no... Cuando yo no...”

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“Jesús, Aura, con toda la mierda con la que tienes que lidiar, sería un imbécil si me enfadara contigo por querer un abrazo.” Reposó su barbilla sobre mi cabello. “Solía pensar que, tal vez cuando Zachary se fuera, tendría una oportunidad contigo. Pero entonces, en el cementerio, cuando vi lo destrozada que estabas por el accidente de avión, decidí que no había manera de que siquiera pensase en eso.”

“¿Por qué no?”

“Porque si Zachary había muerto, no quería ser lo que él fue para ti cuando Logan murió. No podría lidiar con la espera. Zachary era como un jodido superhéroe. El Capitán Paciencia, o algo así.”

Me reí y me limpié una lágrima. “Me gustaría tener su paciencia. Lo único que quiero hacer es entrar en modo comando e ir a liberarlo.”

“Eso sería alucinante.” Dylan se quedó quieto. “Espera. Eso sería alucinante.”

“¿Qué?”

“Una incursión de comandos.” Me dejó ir y se sentó con las piernas cruzadas frente a mí. “Tal vez liberarlo no, porque para eso necesitaríamos armas de gran calibre. Pero podemos ir y ver qué clase de seguridad tienen.” Se palmeó las rodillas desnudas, como un niño. “Y entonces tal vez podrías enviarle algún tipo de mensaje en clave para decirle cómo y cuándo escapar. Luego vamos a recogerlo y lo traemos aquí. O no... A la embajada, ¿no? Ahí es adonde va la gente en las películas cuando se meten en problemas en otros países.”

Sonaba como el argumento de una película de acción, una muy mala. O una buena, pero con un trágico final. “Eso no va a funcionar de ninguna manera.”

“¿Cómo lo sabes? Tal vez apenas haya seguridad porque están en el quinto infierno en medio de un bosque.”

“Ni siquiera sé dónde está. Zach y yo escapamos antes de llegar allí.”

“Pero condujiste con Becca de regreso desde el área. Y me apuesto algo a que si miramos en un mapa, podremos hacernos una idea aproximada de dónde se encuentra. Luego damos unas cuantas vueltas por las carreteras secundarias hasta que demos con ello. O no. Pero al menos lo intentamos.”

Recordé la tienda/gasolinera/pizzería donde habíamos esperado a que Becca nos recogiera, y el nombre de un pueblo cercano. Quizás eso sería suficiente.

“Vamos, Aura. Podemos ir todos, Mickey y Megan, Siobhan y Connor. Les encantará.” Golpeó rítmicamente con sus puños la estructura de la cama, cantando, “Viaje por carretera. Viaje por carretera. Viaje por carretera.”

Sonaba ridículo, pero hizo que mi corazón se iluminara de esperanza. Además, ansiaba, más que nunca, el soporte de mis amigos.

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“Hagámoslo,” dije.

“¡Sí! Deberíamos ir el fin de semana del Cuatro de Julio; apuesto que no habrá tantos guardias en un día festivo. Les diremos a mis padres que nos vamos a nuestra casa en el lago Deep Creek en lugar de a Ocean City como planeamos.”

Me había olvidado por completo de mi viaje a la playa con los Keeley. Hace dos semanas mi mayor preocupación consistía en escoger si meter en la maleta mi Bikini Lindo o mi Bikini Sexy.

“El 3A podría estar a tan sólo un par de horas del Lago Deep Creek. Así que podríamos hacer el reconocimiento y luego permanecer en la casa de tu familia para planear nuestro siguiente movimiento.”

“Ahora nos entendemos.” Me chocó los cinco.

Me sentía mareada por las posibilidades. “Esto es una locura.”

“No tanto como quedarnos sentados aquí volviéndonos locos. Y no haremos nada ilegal.” Se encogió de hombros. “A no ser que debamos, para sacarnos de un apuro.”

Me acerqué la caja de la pizza para coger una segunda porción. “¿Por qué quieres hacer esto? Ni siquiera conoces a Zachary.”

“Te conozco a ti. Y...” Prolongó la palabra haciéndola sonar como si tuviera varias sílabas. “No quiero seguir viéndote tan desanimada. Y tampoco Megan y todos los demás.”

Le sonreí mientras comía la pizza, la primera comida que había sido capaz de probar en días. Por primera vez desde el accidente, sentí algo más que rabia y desesperación.

Gina e Ian, e incluso Simon, explotarían si supieran lo que Dylan y yo estábamos planeando. Pero su cautela y prudencia no habían dado ningún resultado hasta el momento. Zachary estaba solo en un mar de agentes del DPM a quienes no les importaba lo más mínimo ni su buen corazón ni su valiente espíritu. Cuando al fin lo liberasen (me obligué a pensar cuando y no si), podría no volver a ser el mismo.

Después de que Dylan se marchó, fui hasta mi estantería y saqué todo lo que se hallaba en el nivel superior; mis libros para pasar la Selectividad, los libros que me habían mandado a leer durante el verano, mis pompones de la Johns Hopkins7 rellenos de plumas de arrendajo.

En su lugar alineé los CDs de mezclas que Logan me había hecho, luego los álbumes llenos de fotos y de entradas de películas y de conciertos a los que

7 La universidad Johns Hopkins, cuya mascota es el arrendajo de Steller (o chara crestada).

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habíamos ido juntos, y después los DVDs piratas de los conciertos de los Keeley Brothers.

Fui a mi armario a sacar un último artículo: mi gastada camiseta verde de los Keeley Brothers. La volví a doblar para que el logotipo de la calavera con los dos huesos cruzados, y el trébol bajo ella, quedase mirando hacia arriba, y entonces la ubiqué en la parte delantera de la estantería, como la pieza central del altar.

Recordé el día en el que el primer envío de las camisetas de los Keeley Brothers llegó a casa de Logan. Estaba tan ansioso que accidentalmente se cortó la mano con el exacto al abrir la caja. La herida necesitó puntos, pero Logan insistió en ver las camisetas antes de ir a emergencias. Incluso utilizó una para detener la hemorragia.

Ahora, sobre mi propia camiseta de los Keeley Brothers, deposité la mustia rosa blanca de su tumba.

“Te extraño, Logan.” Toqué mis labios con los dedos, después la frente de la calavera de los Keeley Brothers. “Te extraño demasiado.”

Echar de menos a Logan era como un vacío, un dolor tan profundo y sordo que ya era una parte permanente de mí. Nunca llegaría a superar verdaderamente su muerte, pero algún día encontraría la paz.

Echar de menos a Zachary, por otra parte, era como tener un cuchillo punzante clavado en las entrañas. Ardía por salvarlo de los horribles destinos que me imaginaba, y la necesidad de estar entre sus brazos de nuevo inflamaba mi piel.

Uno de los chicos se había ido para siempre. El otro se había ido por ahora.

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Capítulo Trece Traducido por Rox2929

La noche siguiente, Ian me llamó para decirme que Eowyn estaba en un nuevo refugio, pero no podía darme su número de teléfono. Decidí no presionarlo, sabiendo lo estresado que estaba, pero jurándome no desistir de pedírselo. Yo no podía esperar toda la vida para poder leer el resto del diario de mi madre.

Puse mi música folklórica irlandesa favorita y me senté en la cama con mi portátil a escribir las partes del diario que recordaba. Quizá podría encontrar una pista oculta entre esos detalles.

Mi madre escribió que había ido a Newgrange en el solsticio del invierno para sentirse más cerca de mi padre, un amigo de la familia que la había cuidado la primera que tuvo cáncer. Su enfermedad estaba en remisión, así que su lema era “La vida es corta.” Además, aparentemente le gustaba mucho Anthony, aunque él estaba teniendo un amorío con mi (casada) tía Gina. Aunque el solsticio de Newgrange por sí sólo era una experiencia mística y renovadora, después ella se sintió deprimida y amargada por la muerte de Anthony.

Unas noches después, él se le apareció en Irlanda como un fantasma. Se enamoraron y en una de las noches del equinoccio de primavera, él recuperó su cuerpo durante el tiempo suficiente para concebirme. Después pasó a mejor vida. Cuando mi madre se enteró de que estaba embarazada, entendiblemente se asustó.

Apreté el ícono de guardar, me apoyé contra la cabecera de mi cama, y ponderé algo que Gina me había dicho hace unos días, sobre mi padre siendo profesor de historia en la Universidad de San José.

“¡Duh!” Me golpeé la frente con la mano, luego abrí el navegador de internet y escribí su nombre y el de la universidad juntos en el sistema de búsqueda.

Bingo. Ya no aparecía enlistado entre los académicos de la universidad (tras haber muerto hace casi 20 años), pero estaba enlistado como autor de varios documentos académicos. Rebusqué entre la lista. Su área de estudio parecía haber sido la Crisis de Morrocó y la Primera Guerra Mundial.

“Hmm. Eso es aleatorio.”

Entonces, ¿por qué se había ido en ese viaje de verano con sus estudiantes a Irlanda? Pensé en los profesores de Ridgewood rogándoles a nuestros padres que

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fueran chaperones de los viajes de la escuela. Quizá uno de los colegas de mi padre le pidió que fuera a Irlanda como un favor.

El actual directorio de la facultad mostraba cuándo había empezado a enseñar cada miembro en la Universidad de San José. Hice una lista de los profesores de historia que debieron haber trabajado al mismo tiempo que mi padre. Luego, usando la base de datos por la cual la firma de mi tía pagaba mucho dinero, empecé una búsqueda exhaustiva de cada uno de ellos.

Un nombre resaltó como un erudito de la antigua Irlanda: Daniel McClellan. “No se puede poner más irlandés que esto,” murmuré mientras imprimía una lista de los documentos de McClellan. No estaban en la internet pero la biblioteca de la Universidad Johns Hopkins llevaba los diarios académicos que lo contenían.

Consideré llamar al Profesor McClellan. Si él había viajado con mi padre, probablemente lo conocía bien. Estaba hambrienta de detalles triviales: ¿mi padre le caía bien a los estudiantes? ¿Llegaba puntual a sus clases? ¿Bebía café, té o galones de Coca-Cola dietética?

Pero, ¿cómo explicarle mi interés? “Hola, soy la hija de un tipo que solía trabajar con usted. Nací dos años después de que murió. ¿Es eso extraño?”

Con un suspiro, cerré mi laptop y la puse a un lado. Instintivamente mi mano alcanzó la foto de Zachary de mi mesa de noche, una que había enmarcado hoy.

Era del sábado pasado, el día de nuestra gran cita. Él había estado agachado junto a la piscina reflectante del monumento a Lincoln, luciendo pensativo mientras miraba los patos. Yo me había escabullido al lado contrario de la piscina solo para poder tomarle la foto.

Dándose cuenta de que ya no estaba a su lado, Zachary había mirado de lado a lado con diversión. La foto había capturado sus ojos iluminándose al encontrarme.

Tracé su silueta, tanto la real como la reflejada, agradecida de tener esta imagen perfecta.

Puse a reproducir el CD de Frightened Rabbit que había comprado en la tienda de discos con Nicola. Estas tres canciones eran tristeza y fuerza crudas; un reflejo exacto de mis sentimientos.

Abracé la foto y cerré mis ojos. Mi vientre se calentó al imaginarme a Zachary canturreando estas letras tan llenas de añoranza. Yo nunca tendría el valor suficiente para pedirle que me cantara. Pensaría que lo estaba comparando con Logan.

Pero nunca podría. Zachary no era un reemplazo de mi primer amor. Él era mi tercera mitad, por muy extraño que sonara. Con su ausencia, me sentía… no incompleta, exactamente. Más como inacabada. Como si hubiera algo que estaba

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destinada a hacer y descubrir. Sin Zachary ese algo siempre estaría fuera de mi alcance.

Esto entre él y yo se ha convertido en un Nosotros, una entidad que debía ser mantenida viva a cualquier costo. Esta noche lo único que podía hacer era acallar el mundo exterior e imaginarme sus brazos a mí alrededor.

Pero mañana, encontraría otra clave para salvar lo nuestro, Nosotros.

Me senté en la biblioteca de la Universidad Johns Hopkins, rodillas cerca de mi pecho para conservar el calor dentro del cuarto de lectura demasiado frío por el aire acondicionado. Cuatro cubículos vacíos se alineaban lado a lado en el pequeño espacio, pero en su lugar, me senté en la mesa donde podía vigilar la única entrada. ¿Paranoica? Quizás.

Copias de los artículos de los diarios de Daniel McClellan estaban esparcidas al frente de mí. Había subrayado sus ideas y garabateado mis propias notas al margen de varias páginas.

Un artículo especulaba sobre el doble propósito de los megalitos y cairns8 irlandeses que marcaban los solsticios y los equinoccios. La gente de la Edad de Piedra los había construido queriendo medir, por razones prácticas, el tiempo. Obviamente, ellos necesitaban saber cuándo plantar y recoger la cosecha. Sin embargo, el tiempo podría también tener un significado espiritual, había escrito McClellan.

Es significativo que estos megalitos capturen la luz al amanecer o al atardecer. Entre la población Celta, y, de hecho, entre muchas otras culturas, el amanecer y el crepúsculo son considerados tiempos mágicos intermedios, donde todo es posible.

Los solsticios y los equinoccios también tienen sus “intermedios.”

Por un momento, no es invierno, otoño, primavera, ni verano. Es la zona fronteriza.

Mordí el extremo de mi lapicero azul, pensando. 8 Un cairn es una pila de piedras construida por el hombre, habitualmente con forma cónica.

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La zona fronteriza. Como Zachary y yo, uno a cada lado del Cambio. Juntos, nos convertíamos en el intermedio. Con sólo un beso, yo tomaba su “poder rojo” repelente de fantasmas, y en su lugar, él se convertía en un dotado, capaz de ver fantasmas.

Pero, ¿por qué? ¿Porque habíamos nacido en el solsticio de invierno? ¿Qué tenía que ver Newgrange con todo esto? Nosotros no habíamos nacido en Newgrange durante el amanecer. De hecho, mi nacimiento había tenido lugar en el medio de la noche, a las 3:50 a.m. Con las cinco horas de diferencia entre aquí y Escocia, Zachary debió haber nacido a las…

Oh Dios mío.

8:49 a.m.

Mis dedos se deslizaron temblorosos sobre el artículo, confirmando lo que ya sabía tan bien como mi propio nombre: la hora del amanecer del solsticio en Newgrange.

8: 50 a.m.

Y el año que Zachary y yo nacimos, el solsticio también se dio a las 8:50 a.m.

Hice un rápido cálculo en mi cuaderno. El solsticio de invierno usualmente tenía lugar durante un período de 24 horas entre el 21 de diciembre y el 22 de diciembre. “Veinticuatro horas, sesenta minutos por hora es… Wow.” En cualquier año, solo había 1 oportunidad entre 1,440 de que el solsticio de invierno ocurriera exactamente al amanecer.

¿Era por esto que mezclarme con Zachary daba resultados tan extraños? ¿Porque nuestros nacimientos tenían una doble zona fronteriza entre el día y la noche, otoño e invierno?

Mareada por mi descubrimiento, y por hábito alcancé mi teléfono. Espera a que le digas a Zachary.

Mi mano paró a mitad de camino, y entonces se apretó en un puño. No habría llamada para Zachary. Hoy no.

“Hola.”

Salté por la interrupción. Simon se acercó a mi mesa de manera casual, como si hubiéramos quedado para estudiar. Estaba usando un suéter con capucha azul pálido del equipo de Lacrosse de la Universidad Hopkins, con una mochila colgada casualmente sobre su hombro. Ahora podía pasar fácilmente por un adolescente de 18 años.

“Casi me das un ataque cardíaco,” susurré, mirando hacia la puerta. “¿Por qué no tocaste primero?”

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“Los espías no tocan primero.” Se sentó dejando que su mochila se deslizara al suelo. “¿Me tienes alguna noticia?”

Le dije a Simon lo que Nicola me había dicho sobre los FER siendo enviados al Área 3A. Escribió en su cuaderno de John Hopkins, y me sentí aliviada al verlo usar algún tipo de taquigrafía o código. Si alguien encontraba esas notas, con suerte no los llevarían hasta mí o Nicola.

“Además,” dije, “la compañía que hace las cajas negras…”

Me miró rápidamente. “¿SecuriLab?”

“Exacto. Un grupo de ellos vinieron a visitar la sede del DPM la mañana después del accidente.”

Simon deslizó la punta de su bolígrafo de arriba abajo sobre el espiral de su cuaderno. “Fascinante.”

Le dije sobre el bolso de Nicola. “SecuriLab parece muy amiga del DPM. ¿Es eso normal?”

“Desafortunadamente, sí, y no sólo en América. Corporaciones en todos lados compran todo el poder que puedan. Pero desde que el DPM está interesado en nosotros, cualquiera con influencia sobre ellos es obviamente un objetivo para futura investigación.”

Él volvió a garabatear en su cuaderno. Golpeé impacientemente mi talón sobre el piso.

Cuando su bolígrafo se detuvo, pregunté, “¿Estás más cerca de poder sacar a Zachary?”

“Te juro que la MI-X está haciendo todo lo posible. Pero me han dicho que hay otros intereses envueltos.”

“¿Qué otros intereses?”

“No lo sé. Sólo soy un oficial de campo, no tengo la información completa.”

Fruncí el ceño. ¿Quién querría herir a Zachary, aparte del DPM? No la MI-X, asumí, porque su padre aún estaba conectado con ellos. ¿Alguien de un tercer país totalmente distinto?

O quizás alguien que creía que Zachary y yo estábamos acercándonos demasiado a las grandes verdades.

“Simon, tú dijiste que le era más útil al DPM viva que muerta, por ahora. ¿Me estudiarían, como están haciendo con Zachary?” Esperaba que eso fuera lo único que le estuvieran haciendo.

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“Quizás, pero si estuvieran determinados a hacer eso, te hubiesen llevado en contra de tu voluntad, como hicieron con él. A diferencia de Zachary, tú eres americana. Puedes trabajar para ellos.”

“De ninguna manera. Nunca.”

“Nunca dije que fuese voluntariamente.”

Miré más allá de él, hacia la puerta. “¿Te refieres a un reclutamiento obligatorio del DPM? Nunca ha estado cerca de ocurrir.”

“Podría ser muy popular entre los nacidos antes del Cambio, los únicos americanos que al momento pueden votar.”

“Pero está mal. Es por eso que eliminaron los reclutamientos obligatorios militares, hace, como, millones de años.”

“Lidiar con fantasmas no es como ir a la guerra. No habría vidas en peligro. Y dadas las correctas circunstancias, ¿no estaría tu país anhelando (mejor dicho, desesperados), de actuar sobre la influencia de los fantasmas?”

“Primero que nada, nunca uses la frase ‘mejor dicho’ en la escuela, o vas a salir golpeado. Segundo, ¿a qué te refieres con ‘correctas circunstancias’?”

“Algo como el desastre del Vuelo 346. Su sincronización fue conveniente, ¿no?”

Un sabor amargo se formó en la boca de mi garganta. “¿Crees que el DPM ocasionó el accidente? No soy una gran fan, pero no creo que ellos sean capaces de matar a doscientas quince personas inocentes.”

“Se suponía que debían haber doscientas dieciocho personas en ese vuelo. Quizás no todos inocentes ante ciertos ojos.”

“Los Moore,” susurré. “¿Alguien quería matarlos?”

“El DPM no estaba complacido con el desempeño de Ian Moore como enlace de la MI-X.” Los ojos de Simon se estrecharon detrás de sus gafas. “Agencias americanas piensan que sus contrapartes Británicas deberían estar a su merced. Pero Ian Moore no era ningún chico sirviente. Cuando el DPM le pedía que saltara, el no decía ‘¿qué tan alto?’ Él decía, ‘No, creo que mejor te golpeo la garganta, muchísimas gracias.’”

“Pero ya se estaba yendo. Estaba enfermo.”

“Y él había elegido al azar a su sucesora, mi jefa. El DPM quizá quería enviarle una señal a ella.” Simon se cruzó de brazos. “Juega por nuestras reglas, o tú y tu familia terminarán muertos.”

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Capítulo Catorce Traducido por pamii1992

El 3 de julio, le di a Nicola una carta escrita a mano para Zachary. Era una simple nota que no levantaría ninguna sospecha: Te amo. Se fuerte. Esperaba que la recibiera, y que el DPM la encontrara tan aburrida que no sospecharía de ningún mensaje posterior. Mensajes que probablemente me ayudarían a liberarlo.

El 4 de julio, partí a salvar a mi novio.

Dylan y yo nos sentamos en el asiento del medio de la Escalade negra de los Keeley, mirando el mapa que yo había trazado de memoria. Basándome en la dirección en la que Zachary y yo habíamos huido del DPM y la ubicación de la gasolinera donde Becca nos había recogido, fui capaz de descifrar dentro de un radio de 100 km2, dónde podría estar el Área 3A.

Megan iba en el asiento de al frente junto a su novio, Mickey, mientras que la hermana gemela de Mickey, Siobhan, y su novio, Connor, iban en el asiento de atrás de nosotros. Nadie parecía molesto por ir a las montañas en vez de a la playa. De hecho, todos parecían estar emocionados de ser parte de lo que Dylan llamo, Operación Liberen a Escocia.

Dylan se durmió luego de la primera de las cuatro horas de camino, así que me puse a practicar con juegos para ejercitar la memoria en mi celular. Si quería obtener información para hundir al DPM, necesitaba ser capaz de recordar pequeños detalles. Tener un mejor control de lo que me rodeaba también me ayudaría para saber si estaba siendo seguida.

Irónicamente, estaba tan ocupada aprendiendo a ser observadora que no noté la creciente tensión unos centímetros más adelante.

“No entiendo por qué no puedo ir contigo,” le dijo Megan a Mickey, quejándose. “Quiero ver cómo es la ciudad donde está tu universidad y tu nuevo departamento.”

“Ya lo conocerás cuando esté todo listo,” respondió cortante. “Sólo me iré un fin de semana. Relájate.”

Mickey, el otro hermano de la banda punk con estilo irlandés, los Keeley Brothers, había sido la antítesis oscura y mal humorada de Logan. En el escenario, su contraste había creado una dinámica irresistible, pero en la vida real, había

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significado un constante y exhaustivo juego de jala y afloja. Logan con su forma animada y naturaleza súper ambiciosa había chocado con Mickey y su deseo de mantener la música pura y seria.

Pero cuando Logan murió, Mickey se culpó a sí mismo y se hundió en la desesperación. Había mejorado al ver a Logan una última vez en el concierto, pero su felicidad no duró. Los intentos de Megan de “arreglarlo” solo lo hacían más miserable.

Connor y Siobhan continuaron con su silenciosa conversación mientras comían una bolsa de frituras de maíz. “¿Así que simplemente no te declararás?” Preguntó él.

“No tengo idea en qué quiero especializarme,” respondió ella, masticando. “Probaré un poco de todo, como un buffet.”

“Suena bien. Ojalá yo pudiera hacer eso.”

“Tú puedes,” le dijo ella. “Sólo no seas un ingeniero.”

“Pero quiero ser un ingeniero. Un realmente relajado ingeniero.”

Ser testigo de las agonizantes elecciones de carrera y universidad de Siobhan y Connor, me hizo temblar pues tendría que enfrentar la misma decisión ese año. La elección de Mickey, por otro lado, había sido fácil. Siempre había querido estudiar música y nada más, así que se iría al Conservatorio Shenandoah en Virginia.

“Oh, ¿adivinen qué, chicos?” Siobhan terminó de masticar y luego tragó. “Connor y yo tenemos que hacerles un anuncio.”

Megan se dio la vuelta en su asiento. “Oh, Dios mío. Se van a comprometer.”

Ambos se rieron. “No,” respondió Connor.

Megan soltó un gritito ahogado. “¡Estás embarazada!”

“Dios, no.” Siobhan tomó la mano de Connor y le sonrió. “Vamos a separarnos.”

¿Qué? El auto se sumió en un silencio de sorpresa. Únicamente Dylan, que estaba dormido, no había reaccionado.

Connor miró a Siobhan tan serenamente que me hizo preguntarme si habíamos escuchado mal.

“¿Van a terminar?” Exclamó Mickey. “¿Ya no saldrán juntos?”

Connor asintió. “Sí, pero no hasta que empecemos la escuela, el próximo mes.”

“De esa forma podemos disfrutar del tiempo que nos queda,” dijo Siobhan, “sin angustiarnos acerca de cuándo va a terminar.”

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“Aún seremos amigos,” dijo Connor.

“Totalmente. La otra alternativa era hacer todo ese asunto de la relación a distancia, separados por 300 km o más.” Le quitó el plástico al sándwich que había empacado. “Hemos visto a demasiados amigos pasar por eso, y alguno de los dos siempre termina con el corazón roto.”

“Usualmente, al final de septiembre,” dijo Connor. “Es inevitable.”

Megan parecía mortificada. “¿Lo es?”

“No para todos,” dijo Siobhan rápidamente. “Estoy segura de que Mickey y tú estarán bien.”

Dylan soltó un pequeño bufido, sus ojos aún cerrados. “Buena esa, Siobhan.” Aparentemente no estaba dormido, después de todo.

“¿Ustedes dos están igualmente de acuerdo con esto?” Le pregunté a Connor y Siobhan.

“Ajá.” Siobhan se puso a estudiar su pan. “Odio las semillas de linaza. Lucen como garrapatas de venado.”

Connor extendió una mano para tomar su sándwich. “Déjame exterminarlas por ti.”

“No, ya me las arreglaré.” Mordió el sándwich, y después se lo dio a él. “Pensándolo bien, gracias.”

Observé su familiar y sencillo intercambio. Eran la mejor pareja que había conocido, y ahora lo tirarían todo por la borda.

Mientras tanto, al frente, Mickey apretaba el volante y Megan estaba sentada junto a él de brazos cruzados, su rostro del otro lado, sin mirarlo. La discusión de Siobhan y Connor había añadido gasolina a las flamas de la tensión entre Mickey y Megan sobre su relación a distancia.

Aunque mi estómago estaba hecho un nudo por los nervios, el olor del sándwich de Siobhan me puso hambrienta. Abrí una bolsa de bolitas de queso, y el sonido del plástico abriéndose fue tan fuerte como un disparo en medio del silencio que reinaba en el auto.

“No debimos haber dicho nada,” le dijo Connor a Siobhan detrás de mí. “Fue un mal momento.”

“¿Estás diciendo que es mi culpa?” Le dijo Siobhan.

“Ambos la tenemos. Debimos haber pensado en cómo reaccionarían, eso es todo. Ahora quedamos atrapados con ellos todo el fin de semana.”

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Dylan y yo intercambiamos una mirada de preocupación. Si la operación fallaba por todo el drama de las relaciones, iba a gritar.

En el asiento delantero Megan siguió molestando. “Es sólo que aún no entiendo por qué no puedo ir contigo el próximo fin de semana.”

“No entiendo por qué quieres ir.” Mickey pasó una tensa mano a través de su ondulado cabello castaño. “Estaré esperando a que lleguen los muebles. Ni siquiera habrá electricidad aún.”

El calor de la pena se hizo presente en mis mejillas. Odiaba cuando peleaban frente a nosotros.

“Sería romántico,” le dijo Megan a Mickey

“Estaría caluroso como el infierno sin aire acondicionado. Te quejarías todo el tiempo.”

“¡No, no lo haría!” Su quejumbrosa voz alcanzó un tono de casi ira, y luego se calmó. “Juro que no lo haré.”

“¿Ves lo que digo?” Le dijo Connor a Siobhan.

“Está bien, sí. Fue estúpido haberles dicho al inicio del viaje. ¿Contento?”

Por el rabillo del ojo, vi cómo Connor besaba la parte de arriba de la multi perforada oreja de Siobhan. “Hice que admitieras que estás equivocada. Soy el mejor.”

Siobhan se rió, recargándose en él y poniendo su mano sobre su muslo. “Cállate.”

“No vale la pena que te metas en problemas,” le dijo Mickey a Megan. “Tu mamá nos mataría si averigua que te escapaste para quedarte a dormir conmigo.”

“Ahora mismo, me estoy escapando contigo.”

“Como parte de un grupo. Tu mamá puede tranquilizarse pensando que estarás durmiendo en el cuarto de Aura.”

“Tal vez lo haga.” Megan soltó su cinturón de seguridad y azotó la tira lejos de su hombro.

“¿Qué estás haciendo? ¡Ten cuidado!” Dijo Mickey mientras ella subía por la consola central.

“Voy a tomar un descanso.” Megan se dejó caer en el asiento entre Dylan y yo. Su tono era molesto pero había lágrimas detrás de él, y su rojiza cara estaba aun más sonrojada de lo normal. Necesitaba una distracción.

Saqué el pequeño paquete de hojas verdes que empecé a llevar conmigo desde que Simon me dijo que le sacara información a Nicola. Escribí, voy a tratar de

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cambiar una sombra a un fantasma en el equinoccio de otoño. Sacudí el polvo anaranjado de las bolitas de queso y le pasé el bloc y la pluma a Megan, apuntando a Dylan para que también se lo mostrara a él.

Megan leyó la nota y después se la pasó a Dylan. “¿Estás loca?” Susurró ella, a pesar de que Mickey había vuelto a encender la música.

Dylan escribió en el papel. Serás una completa máquina de vómito.

Yo: Si lo hice por Logan, tal vez pueda hacerlo por alguien más. DEBERÍA hacerlo por alguien más.

“¿Por qué?” Preguntó Megan en voz alta.

Dylan se puso a escribir otra vez sin quitar el bloc de su pierna. Ella se tensó ante su casi-toque, pero no lo apartó.

Dylan: Porque ser una sombra apesta. Logan lo dijo.

Yo: ¿Vendrán conmigo en caso de que me desmaye?

Megan: ¿Cómo encontrarás una sombra?

Yo: El DPM empezó una lista en su sitio web la semana pasada. Era como la lista de los más buscados del FBI, excepto que esas pobras almas usualmente no habían cometido ningún crimen. Gritaré sus nombres y les diré que vuelen a través de mí como lo hizo Logan. Y si funciona, serán fantasmas otra vez.

Megan le dio la vuelta a la página y escribió. ¡ESTO ES UNA LOCURA!

Señalé la camioneta a nuestro alrededor, como diciéndole, Vamos camino a ninguna parte en Pensilvania, para encontrar el laboratorio secreto de una agencia del gobierno, para rescatar a mi novio y así poder enviarlo en el primer avión de regreso a Escocia.

Ella quitó la bolsa de bolitas de queso de mi regazo. “Buen punto.”

Alrededor de las dos en punto llegamos al área en el bosque de la montaña adonde nos había llevado el DPM a Zachary y a mí. Connor iba manejando ahora, ya que era el que menos podía ser reconocido si llegábamos a ser detenidos.

“Uno pensaría que habría algún cartel.” Enredé el extremo de mi coleta entre mis dedos mientras escaneaba el interminable y denso bosque. “Incluso la Agencia de Seguridad Nacional tiene un letrero al inicio de la salida a la autopista.”

“Y guardias armados al final de ella,” murmuró Mickey detrás de nosotros.

“Ese es el punto.” Dylan espió a través del parabrisas entre Connor y Siobhan. “Si no hay señales del DPM, probablemente no haya mucha seguridad. Y si la encontramos, tal vez sea fácil entrar.”

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“O salir,” agregó Megan, de mejor humor. Haciendo a un lado las dudas de Mickey, todo el auto bullía de anticipación.

Poco a poco, esa anticipación se convirtió en frustración, mientras procedíamos a encontrar a, como Dylan lo dijo, “los monos armados.” Siobhan marcó cada parte mientras nosotros la explorábamos a fondo, pero tres horas después, habíamos cubierto sólo una pequeña porción de los caminos del condado llenos de hoyos.

“Estamos destruyendo los frenos de esta cosa,” le susurró Mickey a Megan. “¿Y para qué?”

“Es una todoterreno. Sí, una lujosa, pero aun así está construida para esto. Y, ¿cómo te atreves a preguntar ‘para qué’?”

“Ni siquiera conozco a este chico, Zachary. Logan lo odiaba.”

“No, no lo hacía.” Dylan miró a su hermano. “No al final.”

Mickey dio un suspiro. Mis hombros se estremecieron por la tensión que causaba su hostilidad. Y también, me preguntaba qué era lo que Dylan sabía acerca de Logan y Zachary que yo no.

Estaba a punto de preguntar cuando Siobhan gritó, “¿Será eso?”

Connor pisó el freno, sacudiéndonos por los cinturones de seguridad. Detrás de nosotros, alguien tocó el claxon.

Un poco más adelante, a nuestra derecha, estaba una tosca caja de metal verde pálido parada junto a un camino estrecho. No tenía nombre ni número.

“Déjenme acercarme un poco más.” Connor trató de conducir la camioneta por el hombrillo.

“¡Cuidado!” Le dijo Mickey. “No vayas a caer en el hoyo.”

“Tranquilo,” dijo Connor, mirando por el espejo retrovisor. “Voy a dejar pasar al tipo de atrás. Ha estado molestando desde hace kilómetros.”

Una furgoneta blanca se acercó. El logo en la parte trasera me puso el corazón en la garganta.

SECURILAB.

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Capítulo Q uince Traducido por rox2929

“Síguelo.” Le señalé la furgoneta. “Va adonde queremos llegar.”

Connor dobló el volante hacia la izquierda para poner a la Escalade en la carretera de nuevo.

Me expliqué. “SecuriLab es la compañía que hace las cajas negras. Ellos están muy asociados con el DPM. Si están aquí en el medio de la nada, van al 3A.”

“¡Buen ojo, Aura!” Megan se inclinó hacia adelante para chocarme los cinco.

Seguimos a la furgoneta de SecuriLab por 16 kilómetros de tortuosa y nauseabunda carretera, hasta que se adentró en un camino no pavimentado, una calle de madera a la izquierda.

“Pon más distancia entre nosotros y ellos,” dijo Dylan, entonces notó que yo había retorcido el cinturón de seguridad en mi muñeca por la ansiedad.

“Hey.” Desenvolvió mi mano. “Los tenemos, ¿bien?”

Estiré mis dedos, los cuales hormiguearon por el retorno de la sangre hacia ellos. Nuestra racha de suerte debía continuar para que yo compartiera la confianza de Dylan.

Dimos vuelta en una curva justo a tiempo para ver la furgoneta de SecuriLab doblar en un camino, pasando una caseta de seguridad sin nadie vigilando.

“Y ahora, ¿qué?” Preguntó Connor. “No hay ningún guardia. Quizá podamos levantar la puerta.”

“Ese tipo usó una tarjeta de identificación,” señaló Mickey. “No hay forma de que podamos pasar con el auto.”

“Quizá podemos pasar caminando.” Golpeé la parte trasera del asiento de conductor. “Devuélvete para ver si hay una cerca.”

“Espera unos minutos,” Advirtió Dylan. “Puede haber una cámara en esa estación de seguridad. Si nos ven manejar tan pronto, van a saber que seguimos a la furgoneta. Podrían rastrear la placa de nuestro auto.”

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Me dio el presentimiento de que Dylan estaba formando su plan de ataque basándose en programas de televisión, películas y vídeo juegos. Aun así, lo que dijo tenía sentido.

Connor eventualmente le dio la vuelta a la camioneta y procedimos de vuelta a la puerta del 3A.

No había cerca. No había guardias armados. No había placa del DPM con su insignia ni un escrito que dijera ‘PROPIEDAD DEL GOBIERNO FEDERAL.’ Sólo un oscuro camino que se adentraba en un bosque aún más oscuro.

“Chicos,” dijo Siobhan, “el GPS dice que estamos a una hora de camino de la casa del lago. Quizás podríamos ir allí, cambiarnos, tal vez dormir una siesta y entonces regresar a medianoche.”

Todos estuvimos de acuerdo, por lo menos en voz alta. Deseaba atravesar la puerta con la camioneta, manejar a la entrada principal del Área 3A, y exigir la libertad de Zachary.

Pero Siobhan tenía razón. Esperar era nuestra mejor opción. En el momento que le enseñara mis cartas al DPM, en el momento que ellos supieran que estaba haciendo algo más que llorar o superar a Zachary saliendo con Dylan, perdería la delantera.

Asumiendo que la tenía.

“¿Cómo se deletrea SecuriLab?” Me preguntó Megan, abriendo la portátil de Mickey.

Me senté a su lado en la larga mesa del estupendo comedor rústico de la casa del lago. “Ya realicé búsquedas sobre ellos.” Usando las computadoras de la biblioteca (asumía que el DPM estaba rastreando mi propia portátil), descubrí que SecuriLab era una corporación multinacional demandada por soborno en cuatro países diferentes.

Megan hizo una búsqueda, poniendo su dedo encima de su labio inferior, quemado por el sol, mientras escudriñaba a través de los resultados.

“Eso es interesante,” dijo ella. “Su patente de la caja negra se terminará en unos años.”

“¿Qué significa eso?”

“Significa que otras compañías podrán empezar a fabricarlas. En la casa funeraria está una nueva máquina que toma el cuerpo de…” Se calló a mitad de la oración. “No importa.”

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“Gracias.” No necesitaba imaginarme a una máquina haciéndole cosas a Logan.

“Aún así, mi padre siempre se queja de lo cara que es, porque la compañía que la inventó todavía tiene la patente. Sus insistentes vendedores están presionando a la gente en grande. De esta forma cuando otras compañías empiecen a hacerlas ya todas las casas funerarias habrán comprado una de la compañía que la inventó. Son unos codiciosos bastardos. Pero unos inteligentes codiciosos bastardos.”

Debido a su trabajo, Megan estaba aún más cansada que la mayoría de los dotados. La muerte era un gran negocio.

“Vamos más abajo en los resultados de la búsqueda,” dijo ella. “Las cosas más raras siempre empiezan de la página 10 en adelante.”

Seguimos buscando, y finalmente en la página 26 de resultados, un sitio web rumoreaba con el siguiente encabezado: “¿Fabricantes de la caja negra contratan espías?”

“Oh, oh.” Megan abrió el sitio con un clic.

Según el artículo, SecuriLab estaba pagándole a un grupo llamado Halcón Nocturno para realizar espionaje corporativo. Halcón Nocturno contrataba ex empleados de servicios de inteligencia alrededor del mundo (CIA, KGB, el Mosad de Israel) junto con ex operativos de las Fuerzas Especiales.

Megan leyó una línea en voz alta. “‘Todos lo hacen,’ dijo una fuente anónima. ‘Las corporaciones deben tener ventaja sobre sus competidores.’” Ella me lanzó una mirada con sus ojos azules. “¿Contratando ex asesinos? Definitivamente voy a estudiar negocios ahora. Es mucho más emocionante de lo que pensaba.”

“Y esto mucho más peligroso de lo que creímos.” Mickey leyó la pantalla sobre su hombro. “¿Qué tal si Halcón Nocturno está en el Área 3A? Podríamos enfrentarnos contra unos profesionales bien rudos esta noche.”

El resto de ellos estaba caminando nerviosamente alrededor de la mesa. Instintivamente mis ojos se fueron a Dylan, la mente maestra de la Operación Liberen a Escocia. Él se volteó y miró a través de la alta ventana donde se podía ver el lago alumbrado por la luz del sol. Desde aquí, los navegantes, los esquiadores acuáticos, y los nadadores lucían muy despreocupados. Su mayor preocupación consistía en evitar quemaduras de sol, o dónde encontrar una parrilla buena y barata.

“Aún opino que el secreto es su seguridad,” dijo Dylan finalmente. “No necesitas un millar de guardias cuando eres difícil de encontrar. Sólo necesitas unos cuantos.”

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“Podríamos ser súper cuidadosos.” Siobhan movió los cubos de hielo de su limonada con su pitillo. “Ir allí arriba, ver lo que podemos ver y entonces irnos. Sin riesgos innecesarios. Es mejor que manejar hasta aquí para nada.”

Mickey gruñó y presionó las palmas de sus manos sobre sus ojos. “Evitar la muerte no es ‘nada.’ No quiero tener que decirle a papá y a mamá que perdí a otro de ustedes.”

Me congelé mientras todos lo mirábamos. Mickey aún se sentía responsable de la muerte de Logan, a pesar de decir que había hecho las paces con eso.

Megan se acercó a él. “Logan querría que hiciéramos esto. Demonios, si él estuviera aquí, nos estaría liderando.”

“Ella tiene razón,” dije. “Si él no se hubiera convertido en una sombra en enero, estaría en una pequeña caja negra del Área 3A ahora mismo. Si no haces esto por Zachary, hazlo por fantasmas como Logan. Hazlo por sus familias.”

Mickey se echó atrás. “Mira, sé que alguien tiene que hacer algo respecto al DPM. Simplemente no entiendo por qué tenemos que ser nosotros.”

“¿Por qué no nosotros?” Siobhan se encogió de hombros y masticó un pedazo de hielo. “En serio. ¿Por qué no?”

Mickey caminó despacio, a más de la mitad de la mesa, agarrándose su oscuro cabello hasta que pensé que se lo arrancaría.

Finalmente se detuvo y se volteó hacia nosotros. “Soy la minoría, así que está bien. Pero tengo un muy mal presentimiento sobre esto.”

Mientras esperábamos por el repartidor de pizza, miramos vídeos sobre cómo evitar a las autoridades, o escapar de ellas.

Dylan nos hizo practicar liberarnos de las bandas de sujeción, las cuales, nos dijo, son usadas mayormente por muchos tipos de autoridades en vez de las esposas regulares. Se basaban en las bridas de plástico y nylon usadas para trabajos en la casa, como amarrar un paquete de cables o colgar adornos navideños, así que los Keeley tenían un paquete de estas en el sótano de la casa del lago.

“Es un poco divertido,” admitió Siobhan, mirando a Connor tratar de liberar sus manos como Houdini.

Una sonrisa le marcó hoyuelos en sus esbeltas mejillas. “Te justaría tenerme así, ¿verdad?” Dijo él.

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“Es más fácil para las chicas,” dijo Dylan rápidamente, probablemente para cambiar el tema. “Tienen las manos más pequeñas.”

“Ni siquiera haré un comentario al respecto,” gruñó Megan. “¡Oh! Lo tengo.” Ella agitó la brida triunfantemente, entonces se masajeó las marcas rojas en sus pálidas muñecas.

“¿Estás seguro de que esto es lo van a usar?” Mickey parecía renuente a escaparse ahora que se trataba del tamaño de las manos.

“Los policías en Nueva York estaban usándolas con los protestantes a favor de los derechos de los fantasmas el mes pasado.” Dylan me observó luchar contra mi restricción. “Aura, es más fácil si te relajas.”

“Lo estoy intentado,” dije a través de mis dientes apretados. “Es gracioso cómo no hemos escuchado nada acerca de los derechos de los fantasmas desde el Vuelo 346.”

“Supongo que ya no está a la moda que te gusten los fantasmas.” Megan se acercó, bailando al ritmo de la música de su estéreo. “Aura, dobla una muñeca a la vez. Una vez que tu pulgar está suelto, el resto es fácil.”

“¿Por qué soy la única que todavía está atada?” Incluso los de manos más grandes, Mickey y Connor, estaban lanzando sus bridas de plástico arriba y sobre las altas vigas de madera del gran salón como si fueran los palitos fosforescentes que te dan en los conciertos.

“No estabas escuchando el vídeo.” Dylan me dio una mirada severa, tomándose esto más en serio que lo que el resto de los demás lo hacía en conjunto. “La parte más importante viene antes de que te aten. Debes estar pasiva. No dejes creerles que eres una amenaza.”

“Claro.” Se suponía que debía presentar mis manos, los pulgares juntos y las muñecas dobladas. Esto soltaría el nudo de la tira, de manera que podría salir fácilmente. “¿Podría un agente del DPM creerse eso?”

“Quizá no.” Él me dio palmadas en el hombro. “Pero si alguna vez te secuestran, esto te será útil.”

La pizza llegó entonces, y todos empezaron a comer sin mí. Mickey se ofreció a cortarme la brida, pero lo rechacé. Eventualmente intenté otra táctica: alternar los amarres de la brida de manera que pudiera usar mi pulgar como escudo, separando el nudo del amarre que lo mantenía unido.

“Finalmente.” Dejé caer la pesadilla de plástico y nylon sobre la mesa y tomé un pedazo de pizza. Mis amigos me vitoreaban y brindamos con las sodas levantadas.

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Nos fuimos a la cama a las nueve, poniendo las alarmas para salir a medianoche. Entre la luz persistente del cielo de verano y la preocupación constante dentro de mi mente, ni siquiera pude dormitar.

Al escuchar la televisión en la sala principal abajo, me vestí y salí al pasillo, que daba al oscuro piso inferior. Dylan estaba sentado en el sofá cercano a la gigantesca chimenea de piedra, sus pies descalzos apoyados sobre la mesita de café.

“¿Qué ves?”

Él balanceó el control remoto, su cara azul y blanca por la luz del televisor. “De todo.”

Bajé y me senté en el demasiado acolchado brazo del sofá mientras Dylan pasaba canales más rápido de lo que podía ver.

“¿Buscas algo en particular?” Le pregunté.

“Se me sigue olvidando que tú no vives con chicos. ¿Nunca viste televisión con Logan?”

“No como esto. No se podía sentar quieto el tiempo suficiente.”

Voces acaloradas nos llegaron desde una de las habitaciones superiores. “Megan, ¿por qué me haces esto?” Gritó Mickey.

“¿Hacer, qué? ¿Pedirte que estemos un tiempo solos, para variar?”

“Salimos el sábado pasado.”

“Sí, salimos. En público. No solos. ¡Nunca!”

Dylan subió el volumen de la televisión para que no pudiéramos escuchar.

“¿Piensas que Mickey y Megan permanecerán juntos?” Le pregunté.

Él bufó. “Claaaro, por supuesto. Las relaciones de larga distancia siempre terminan y se apagan.”

“¿Eres un experto?”

“Veo televisión. La gente se va a la universidad y conoce gente más atractiva.”

“Mickey no dejaría a Megan por una chica sexy de la universidad,” le dije.

“¿Quieres apostar?”

“No apuesto con la felicidad de mis mejores amigos.”

“¿Si ellos terminan, por lo menos puedo decirte, ‘Te lo dije’?”

“Lo que quieras.” Me pregunté si su punto sobre las relaciones a larga distancia estaba dirigido a mí y Zachary, o si eran sólo mis dudas y mis miedos que me hacían interpretarlo de esta manera.

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“Me acuerdo cuando éramos niños.” Dylan agarró el borde de sus pantalones de ejercicio grises. “Solíamos venir aquí con nuestros primos. Nuestros padres, tíos y la abuela dormían en las habitaciones mientras que nosotros los niños hacíamos un campamento aquí en la sala de estar.”

“Debieron haber estado apretujados.”

“Sí, parecía una especie de refugio de huracanes con todas las bolsas de dormir alineadas. Pero era increíble. Casi no dormíamos durante la semana completa.”

Algo que dijo despertó un recuerdo en mí y me enderecé en mi asiento, alarmada. “Oh, Dios mío, en el cementerio, Logan me pidió que convenciera a tu abuela para que pasara a mejor vida. Fue una especie de último deseo.” Me llevé una mano a la cabeza, caliente por la vergüenza. “No puedo creer que lo haya olvidado.”

“Eso fue antes del accidente de avión. Claro que puedo creer que se te olvidó.”

“Podríamos llamarla en tu antigua casa de la calle Calvert. He visto su fantasma en el patio delantero, quejándose sobre las flores.”

“Bien, lo haremos por Logan.” Todavía pasando canales, Dylan se reclinó sobre el sofá de dos, apartando una honda de cabello marrón del lado de su cara. Hizo una pausa en el canal donde pasaban conciertos las 24 horas. Mostraban un vídeo de Nirvana el cual parecía ser de su etapa antes de Nevermind. Antes de poder decir, “Oh, veamos esto,” Dylan siguió cambiando canales. Pronto llegó a los canales que no estaban en inglés.

“Extraño a Logan,” me dijo de repente. “Cuando era un fantasma, Mickey y Siobhan estaban celosos de que yo podía hablar con él y ellos no. Pero ahora que ha pasado a mejor vida, parecen tan normales, y yo me siento anormal.”

Se sentía bien oír a otro decirlo. “Se siente como si recién hubiese empezado a extrañarlo.”

“Porque se acaba de ir.”

“Lo peor es cuando oigo la radio,” dije. “Escucho una canción nueva, y de repente pienso que él nunca podrá oírla. Que él nunca dirá si algo es genial o si apesta. Nunca más vamos a discutir sobre si una banda está pasada de moda.”

“Fue realmente malo el pasado fin de semana en la playa. Seguía esperando que su fantasma apareciera en el árcade o en el departamento de un primo donde nos quedamos, como hizo el fin de semana del velorio. Ni siquiera me podía comer un estúpido pastel sin acordarme de cuánto le gustaba.”

“Con azúcar espolvoreada y relleno de pie de manzana.” Intenté reírme pero salió como una tos. “Qué asqueroso.”

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“Lo sé, odio el relleno de pie. Son mejores con sólo azúcar.”

“De esa forma puedes saborear la masa.”

“En serio. Nuestros padres siempre solían hacernos compartir un pastel, porque un pastel completo nos pondría muy hiperactivos. Pero el sábado pasado tuve un pastel para mí solo, como me gusta, y no pude…” Su garganta se atoró como si estuviera tratando de tragar. “No me supo a nada.”

A mi izquierda, el televisor se quedó de repente en silencio. Miré la pantalla para ver que Dylan había llegado a los primeros lugares de las listas, donde todos eran canales por pago. “400 canales de mierda,” dijo él. “¿Cómo es posible?” Lanzó el control remoto sobre el sofá al frente de mí. Rebotó sobre el sillón y cayó al suelo.

Una pesadez se apoderó de mi pecho cuando vi su dolor. Dylan entendía mejor que nadie todo el dolor que aún quedaba. Pero acercarme a él se sentía tan peligroso como adentrarme en una fogata.

Aun así, Dylan me había reconfortado cuando lo necesité. Yo no podía hacer menos.

Di la vuelta alrededor de la mesita de café, me senté en el extremo del sofá a su lado y tomé su maño.

Se sentía extraño, como si fuera una mano totalmente diferente de la que me había reconfortado en mayo. Quizá eso era algo bueno.

Dylan le dio a mi maño un rápido apretón, y luego uno más largo. Él jugueteaba con el borde del cojín verde, su cara llena de tensión.

Oh, oh. ¿Nuestra nueva falta de interés era mutua o algo que sólo yo sentía? ¿Estaría él aliviado o herido si lo soltaba?

“No deberías hacer eso.” Su rodilla se movía, haciendo que su pie golpeteara el suelo nerviosamente. “Me hace querer…”

“¡Oh Dios mío!” Gritó una mujer. “¿Estoy interrumpiendo algo?”

Apartamos nuestras manos rápidamente y yo casi me caí del sofá. Una señora mayor estaba sentada con sus piernas cruzadas nítidamente y su forma completa resplandeciendo en color violeta.

Dylan se tocó el pecho como si fuera a tener un ataque cardíaco. “Abuela, ¿qué estás haciendo aquí?”

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Capítulo Dieciséis Traducido por Valen JV

“¿Qué quieres decir con qué estoy haciendo aquí? Ustedes me llamaron así que vine.”

“No te llamamos, sólo te mencionamos.” Dylan se puso de pie y dio un paso adelante. “Hola.”

“Lamento no haberlos frecuentado. Temía que los hombres de los uniformes negros y pequeñas cajas intentaran atraparme otra vez.”

Me quedé boquiabierta. “¿Los agentes obsidianos intentaron atraparla?”

Los obsidianos eran las fuerzas especiales del DPM que protegía al país de las sombras y fantasmas en riesgo.

“Los vi en tu antigua casa,” le dijo a Dylan, “y en mi calle en Ellicott City. Ya no voy para allá.”

“¿Por qué querrían capturarte los obsidianos?” Le preguntó él. “¿Estabas ensombreciéndote?”

“Oh, por Dios, claro que no. No sé por qué encontrarían interesante a alguien como yo.”

Yo sabía la razón. Era una fantasma relacionada con Logan. Si el DPM creía que él tenía cualidades especiales, quizá se preguntaban si era genético.

Ex abuela Keeley se volteó en mi dirección. “Ya estoy lista.”

“¿Para pasar a mejor vida?”

“No, para jugar a la ruleta en el Hotel Bellagie. Por supuesto, para pasar a mejor vida.” Miró de Dylan a mí, quizá intentando entender la naturaleza de nuestra relación. “¿Están solos?”

“¡Abuela Keeley!” Megan enderezó su camiseta color avellana de Sleater-Kinney y le hizo señas a Mickey para que la siguiera escaleras abajo. “Está en la silla.”

“Genial.” Mickey sonaba escéptico. “Entonces, ¿qué, uh…?”

“¿La trae por aquí?” Dylan seguía en el sofá de dos puestos, sus rodillas pegadas a su pecho. “Quiere despedirse de nosotros.”

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Mickey se detuvo en el rellano. “Oh,” susurró. Luego avanzó con reverencia, como si caminara por el pasillo de una catedral, deteniéndose para arrodillarse junto a la silla de su abuela.

“¿Abuela? ¿De verdad eres tú?” Arriba, Siobhan apretaba la barandilla de madera. “Aura, pregúntale por qué va a pasar ahorita después de todos estos años.”

“Si Logan puede hacerlo,” respondió su abuela, “yo también. Él amaba este mundo más que cualquier otra persona que haya conocido, pero lo dejó atrás. Y antes de cumplir el año como fantasma.” Cerró sus ojos con fuerza. “Fue menos de un año, ¿verdad? Pierdo la noción del tiempo.”

“Doscientos cuarenta y siete días,” confirmé, pensando en la obsesiva cuenta de ex Tammi Teller.

“Entonces, ¿cómo hacemos esto?” Me preguntó. “¿Hay alguna luz a la que deba caminar?”

“Creo que, en realidad, usted se convierte en la luz.” Miré a los hermanos Keeley. “¿Quieren decirle algo antes de que se vaya?”

“Yo primero.” Dylan se agarró las rodillas, uniéndolas. “Te voy a extrañar, abuela. Pero me alegra que te vayas. Creo que tú también lo estarás.” Sus labios se cerraron durante un segundo. “Te amo.”

Ex abuela Keeley se limpió una lágrima de su ojo derecho. Hice una nota mental para llamar a mi propia abuela cuando llegara a casa.

Siobhan se sentó sobre el brazo del sofá. “Abuela, desearía poder verte una vez más, pero quiero decirte, gracias. Gracias por comprarme ese violín cuando tenía siete y por no dejar que me rindiera cuando era mala. Y gracias por todo el pan de plátano. Nadie lo cocina como tú.” Ella apretó el material de sus pantalones de pijama verdes y miró a Connor, quien estaba de pie cerca de las escaleras. “Ese es mi novio, Connor. Me aguanta. Te agradaría conocerlo.”

Su abuela rió. “Tonta, ya me agrada. He estado observándolos por más de un año.”

Decidí no traducir la segunda oración.

“De todas modos,” concluyó Siobhan. “Te amo, abuela. Saluda al abuelo de mi parte, ¿está bien?”

“Ugh, Señor, evita que lo vea. Pero también te amo.” Mientras le traducía el último pedazo a Siobhan, su abuela se volteó hacia Mickey, arrodillado en el suelo a su lado. “Mírate. Siempre supe que crecerías para ser apuesto.”

Detrás de mí, Megan sollozó. Mickey se ruborizó cuando lo dije lo que su abuela había dicho. Se acercó a ella y empezó a susurrar palabras que no podía oír.

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Ex abuela Keeley se inclinó, su mirada cada vez más lejana. Finalmente asintió despacio. “Te lo garantizo.”

Luego se sentó derecha en la silla y miró derecho, como si se preparara para ver la televisión. Una luz dorada comenzó a crecer desde su estómago.

Megan entrelazó su brazo con el mío. “Mickey, está empezando.”

Mientras la luz se expandía por sus extremidades, la sonrisa de su abuela se expandió. El único sonido era el de los suaves sollozos de Siobhan.

Con un estallido de luz que me obligó a taparme los ojos, el fantasma de la abuela Keeley desapareció.

“Wow.” Los pies de Dylan se deslizaron del borde del sofá, golpeando el suelo. “Desearía que hubiese una manera de decirle a Logan.”

Siobhan agarró la caja floral de pañuelos en el extremo de la mesa. “Quizá ella misma pueda decírselo.”

Nos sentamos en silencio, pensando en los difuntos Keeley, hasta que Dylan dijo, “El DPM estaba siguiendo a la abuela.”

Mickey levantó la cabeza. “¿Estaban haciendo qué?” Gruñó. “¿Por qué?”

“¿Por Logan?” Dije. “Quizá querían descifrar cosas acerca de él estudiándola a ella.”

Dylan le lanzó a su hermano una mirada nivelada. “Habrían metido a nuestra abuela en una caja pequeña. Para siempre.”

Mickey aspiró una respiración profunda y temblorosa por su nariz, y luego la expulsó. “Vayamos a destruirlos.”

Estacionamos la camioneta a un kilómetro de la entrada del DPM y lo suficientemente lejos de la carretera para que no pudiera ser vista.

Vestidos de negro de pies a cabeza, incluyendo pasamontañas (en caso de que hubiera cámaras de seguridad) nosotros seis caminamos por el bosque. Por suerte, este terreno tenía una pendiente más suave que la de la montaña por la que tuvimos que huir Zachary y yo hacía unas semanas. La noche era de luna nueva, oscura, por lo que usamos linternas para evitar rompernos los tobillos.

Pensar en la Escalade negra que habíamos dejado atrás me recordó a mi último día con Zachary.

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“Esas películas hacen todo mal.” Frunce el ceño al ver el vehículo llamativo de Aston Martin en exhibición en el Museo Internacional del Espionaje. “Este auto es demasiado ostentoso. Toda la idea del espionaje es pasar desapercibido.”

Alzo mi voz para ser oída sobre la música y los disparos. “¿Qué conducen los verdaderos espías?”

“En mi país, en su mayoría Range Rovers.” Observa la línea de los carteles de James Bond. “Ninguno de estos tipos podría mezclarse con la gente. Son demasiado apuestos.”

“Entonces, eso te descalifica.”

Zachary se ríe, luego en voz baja hace una imitación de Austin Powers, diciéndome que me “comporte.” Manchas de color rojo aparecen en sus mejillas en perfecta simetría. Wow, incluso se ve hermoso ruborizado.

Entramos en el siguiente pasillo, una réplica del túnel oculto de la CIA construido debajo de Berlín durante la Guerra Fría. Espero pacientemente mientras Zachary lee todas las placas informativas, como hizo en el Museo Nacional del Aire y el Espacio más temprano.

“Increíble.” Zachary hace un gesto hacia la pared. “Los soviéticos sabían del túnel durante años, y no hicieron nada. Dejaron que espiaran a sus aliados de la Alemania Occidental.”

“¿Por qué?”

“Porque se enteraron a través de uno de sus agentes británicos, y no querían arruinar su cubierta. Era demasiado valioso.” Su rostro se torna pensativo. “Vale la pena ser un traidor. Nunca quedas abandonado en el frío.”

Un clamor metálico viene de arriba, el ruido sordo de pisadas y la risa burlona de lo que parecen ser niños de primaria.

“¿Qué es eso?” Pregunta Zachary.

“Hay un tour que te permite explorar pasillos secretos y cosas por tu cuenta. Y así juegas a ser el espía.”

“¿Pasillos secretos?” Se acerca a mí, lo suficientemente cerca para que pueda inhalar su aroma. “¿Lejos de la gente?”

“Tienes que pagar más.”

“No me importa.” Él acaricia la esquina de mi mandíbula, haciéndome temblar. “Pagaría lo que sea para tenerte sola.”

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Me devolví al presente. Ahora no era el momento para atraparme en recuerdos de Zachary.

Pensé en lo que había dicho en el museo, antes de que los chicos nos distrajeran: que los espías se hacían cargo de sus agentes, las personas a las que le habían pagado por traicionar a sus propios países. ¿La MI-X cuidaría de mis espaldas si me atrapaban? Probablemente no, ya que no estaba trabajando oficialmente para ellos, lo que me hacía sentir menos culpable y también menos protegida.

Sentí el bolsillo de mi sudadera con capucha, donde había cosido un bolsillo seguro para el teléfono rojo que Simon me había dado. Su presencia era un consuelo, y si alguien lo encontraba, no tenía ninguna evidencia ya que me había aprendido de memoria su número, como también el de los Moore. En el otro bolsillo cargaba mi tapa de botella con el diseño de espiral, para suerte y fuerza.

Más adelante, la maleza disminuía y la tierra entre los árboles se aplanaba y aclaraba. Atrás quedaron las rocas, enredaderas y matas de maleza con las que habíamos estado luchando.

“Gracias a Dios,” murmuró Megan. “Si vuelvo a tropezar con una roca voy a… ¡Augh!”

Su grito hizo eco en el quieto bosque. Hizo señas hacia el suelo al frente de ella, donde una gruesa y negra serpiente se deslizaba lejos de las hojas caídas.

“¡Jesús, Megan!” Siseó Dylan. “¿Por qué no despiertas a todo el…?”

Hubo un destello tan brillante como un relámpago, y luego un ¡zap! Muy fuerte. Mi pulso se disparó como si hubiese recibido yo misma una descarga eléctrica.

Me cubrí los ojos y traté de alejar la ceguera parpadeando. ¿Alguien nos había atacado? No podía correr ni pelear si no podía ver.

“Mierda,” dijo Connor. “¿Qué fue eso?”

Lentamente mi visión regresó. La serpiente negra se retorcía en el suelo, moviendo hojas y tierra en su agonía. Luego se quedó quieta.

Ante el olor de carne quemada, me cubrí la nariz y la boca con mi manga.

“Cerca eléctrica,” dijo Mickey. “Pero, ¿dónde?” Movió la linterna por el terreno. Nada aparecía a excepción de dos postes delgados a unos veinte metros de distancia.

Ningún cable, ninguna barra. Ninguna advertencia.

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“¿Una cerca eléctrica invisible?” Preguntó Siobhan. “¿Como la que usa la gente para los perros?”

“Las cercas invisibles para perros no funcionan de esa manera,” dijo Connor. “Sólo le dan un choque a quien esté usando el collar.”

“Oh, oh, vean esto.” La luz de la linterna de Dylan marcó un arco en el suelo. Lo que alumbró me heló la sangre.

Un conjunto de animales muertos (ratones, ardillas, conejos) marcaban por dónde pasaba la cerca invisible a nuestra izquierda y derecha.

“Pobres bebés,” dijo Megan. “Menos la serpiente. Me alegra que esté muerta.”

Resoplé. “Claro, porque si estuviese viva, todos estaríamos electrocutados.”

Todos se quedaron en silencio, contemplando el destino del que nos había salvado la serpiente. Entonces Dylan habló.

“Puede que la cerca no nos matara. Todas estas criaturas son pequeñas. No hay venados, coyotes, ni osos.”

“¿Osos?” Megan retrocedió un paso. “¿Hay osos en este bosque?”

“Probablemente no son de la clase que come gente,” dijo Mickey. “Esos están en el oeste, ¿verdad?”

“De hecho, leí un artículo…” Connor se detuvo al recibir una mirada furiosa por parte de Mickey. “Um, un artículo que decía que, sí, los osos de esta zona son seguros. Ni siquiera se acercarían a una persona.”

“¡Chicos!” Grité susurrando. “Tenemos problemas más grande que los osos. No podemos seguir caminando, lo que significa que no podemos ayudar a Zachary.” Metí las manos en mis bolsillos antes de arrojar mi linterna por la frustración.

Mis dedos tocaron el teléfono rojo.

Quizá sí hay una forma de ayudar a Zachary.

“Creo que deberíamos irnos,” declaró Siobhan con firmeza. “Como, inmediatamente.” Todos estuvimos de acuerdo, unos más entusiasmados que otros. Saqué mi teléfono rojo y activé la aplicación de la cámara.

“Buena idea,” dijo Dylan. “Evidencia. Pero, ¿a quién se la puedes dar que no te dé un sermón por haber venido aquí?”

“Me preocuparé de eso más tarde.” Tomé tres fotos acercadas de la triste exhibición de los cadáveres de animales, luego tres fotos grandes de los postes donde yo asumía que se originaba la corriente eléctrica de la cerca.

Caminamos hacia el auto lo más rápido que pudimos sin tropezar. Yo me quedé atrás para enviarle las fotos a Simon.

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POR FAVOR RESPONDE CUANDO RECIBAS ESTO. ESTOY EN 3A.

Mientras trotaba para alcanzar a los demás, Simon respondió:

RECIBÍ 6 FOTOS, TODO BIEN. POR FAVOR DIME QUE ESTÁS BROMEANDO.

Eliminé las fotos y guardé el teléfono en mi bolsillo sin responder.

De repente, Connor se detuvo. Él era el único que respiraba con normalidad, probablemente porque era quince centímetros más alto y por lo tanto tuvo que dar un menor número de pasos para recorrer la misma distancia. “¿Oyen eso, chicos?” Preguntó.

Contuve la respiración e incliné la cabeza. Un motor gimió lejos detrás de nosotros. Luego otro, y otro. Sonaba como si el DPM estuviera teniendo su propio rally9 de motocicletas.

“Cuatrimotos,” dijo Dylan. “¡Corran!”

Corrimos. Mis piernas gritaban, y apenas podía inhalar aire a través del pasamontañas de lana, pero el terror me impulsaba adelante.

Los motores sonaban más fuerte. Más cerca. De ninguna manera podríamos huir de ellos. Agarré el brazo de Dylan y lo obligué a parar.

“Chicos… sigan…” Jadeé. “Sin mí.”

“¡Para nada!” Me tiró hacia adelante, pero enterré mis talones.

“Soy la única que quieren. Les diré que…” Tragué aire, pensando frenéticamente. “… fui a Deep Creek con ustedes y que luego hice autoestop. Soy la única persona con una razón de estar aquí. Es mejor que sólo uno se meta en problemas y no todos.”

Dylan asintió con la cabeza solemnemente. “Muy lógico, Sr. Spock.” Se inclinó para cargarme. “Pero vas a venir con nosotros.”

Contuve un grito cuando barrió mis piernas de debajo de mí. Dylan dio un paso, luego colapsó.

De repente Megan estaba al lado de nosotros. “Connor va a correr solo en busca del auto. Nos encontraremos en la carretera porque es más directo, y él es más rápido, así que… oh, al diablo con la explicación.” Nos levantó de un tirón. “¡Vamos!”

9 El rally raid es una disciplina que se efectúa por etapas en recorridos campo a través y en caminos en mal estado con motocicletas todoterreno.

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Nos movimos directamente colina arriba hasta que alcanzamos la carretera. Luego corrimos por el hombrillo hacia el sitio donde estacionamos, el cual quedaba a casi un kilómetro de distancia.

No había señales de Connor. ¿Se había perdido? ¿Herido? ¿Se había ido sin nosotros?

Las cuatrimotos sonaron incluso más cerca.

“Vamos,” Siobhan resopló mientras corría. “Connor, bebé, no nos dejes.”

Una ráfaga de luz explotó a través de los árboles detrás de nosotros. “¡Deténganse!” Dijo una voz por el megáfono.

Un motor de cuatrimoto retumbó por el esfuerzo mientras intentaba subir la empinada colina cerca de la carretera.

“¡Sigan corriendo!” Grité.

“Esta es su última advertencia,” dijo la voz de nuevo. “Deténganse inmediatamente, acuéstense sobre su estómago, y llévense las manos a la cabeza. O nos veremos forzados a…”

Otro motor rugió, dejándolo a mitad de la oración. La Escalade de los Keeley se movió rápidamente hacia nosotros, coleando alrededor de la curva del camino.

Los frenos chirriaron cuando la camioneta se detuvo. Nos amontonamos adentro, trepando por encima de los asientos para ponernos a salvo. Connor aceleró antes de que las puertas siquiera se hubiesen cerrado.

Dejándome el pasamontañas puesto, me asomé por la ventana mientras nos alejábamos. Varios hombres usando uniformes azul marino estaban de pie a un lado de la calle. Otros diez segundos y Connor habría llegado demasiado tarde.

“¡Tal vez han visto nuestras placas!” Dijo Mickey.

“Nope.” Connor arrojó dos planas piezas de metal blancas en el asiento detrás de él. Las placas estaban dobladas casi a la mitad por donde habían sido forzadas, probablemente con la palanca que tenía a mis pies. “Quizá debamos detenernos en el DMV10 de camino a casa.”

Pasamos el resto del fin de semana en la casa del lago, sobresaltándonos por el sonido de cada auto que pasaba. Después de varios mensajes urgentes de Simon, encontré un momento a solas para decirle que sí, yo estaba bien, y no, no iba a volver en ese instante para que pudiera sermonearme. 10 DMV, Departamento de Vehículos Motorizados.

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La tensión entre Mickey y Megan aumentó durante los dos días siguientes, hasta que finalmente, de camino a casa…

“¡Me encanta esta canción!” Megan aumentó el volumen de la estación de radio por satélite. “Deberíamos ponerla en nuestro CD de mezclas para nuestro viaje por carretera el próximo fin de semana.”

Mickey no dijo nada, pero sus hombros se levantaron uno o dos centímetros. Normalmente cuando Megan tenía su mente puesta en algo, él finalmente cedía por el cansancio. Deseaba que Megan sintiera que esta vez era diferente.

“Es una canción genial,” dije, antes de que comenzaran otra discusión. “Pero oí que es la única canción que vale la pena de su último CD. Supuestamente, el resto apesta.” En realidad había oído lo opuesto, pero quería distraerla.

“Hmm.” Su tono, y la manera como miró la mandíbula apretada de Mickey, me dijo que mi táctica no había funcionado.

Miré a Dylan, quien estaba hipnotizado por su consola de vídeo juego portátil. Detrás de mí, Siobhan y Connor parecían estar tomando una siesta.

“Entonces, ¿puedo ir contigo el próximo fin de semana?” Le preguntó Megan a Mickey. “¿Cambiaste de opinión?”

Él se mantuvo en silencio durante diez segundos completos, luego encendió la luz de cruce. “Chicos, vamos a hacer una parada de descanso. Siobhan, ¿puedes llenar el tanque?”

“¿Qué?” Su hermana bostezó. “¿Dónde estamos? ¿No acabamos de pararnos?” Le sacudí la cabeza a modo de advertencia.

Mickey giró en la salida, luego entró en la gasolinera al otro lado de la rampa. Estábamos en las montañas al oeste de Hagerstown, a más de una hora de casa.

Mientras Siobhan llenaba el tanque, Mickey caminó alrededor de la parte posterior de la gasolinera, Megan pisándole los talones. Salí de la camioneta y consideré ir al baño, pero era una de esas estaciones de gas donde los baños estaban afuera del edificio. Esos siempre estaban sucios, y generalmente le tenías que pedir a un tipo apestoso la llave, la cual siempre tenía algo tan grande como un carburador como llavero para que no te la llevaras en el bolsillo.

Dylan, Connor y yo fuimos a las oxidadas máquinas expendedoras para comprar chucherías y refrescos. El ruido metálico de nuestro cambio y el de las latas no pudo cubrir los gritos detrás de la estación.

“Esto no tiene nada que ver contigo,” dijo Mickey. “Quiero dos días para arreglar mi departamento, solo. Sin la ayuda, consejo o interferencia de nadie. ¿No lo puedes entender?”

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“No puedo entender por qué rechazarías la oportunidad de que ambos estemos solos. ¿Por qué pasar un tiempo a solas conmigo no suena más divertido que comprar una tostadora?”

“No se trata de la diversión. Se trata de alejarme de una maltita vez.”

“¿De mí? ¿Quieres alejarte de mí?”

Mickey gimió. “¿Podrías intentar aunque sea una vez decir una oración que no utilice la palabra ‘yo’? ¿Sólo una vez, Logan?”

Mi estómago se volcó. Levanté la mirada para encontrarme con la de Dylan, luego con la de Connor. Sacudieron las cabezas con tristeza y caminaron de vuelta a la camioneta. Dylan pateó una lata vacía de refresco, la que rebotó en el sucio suelo de concreto de la estación.

Megan lloriqueó. “¿Acaso tu…? ¿Mickey, cómo me llamaste? ¿Tanto me parezco a él? ¿Es por eso que tú…?” Sus siguientes palabras salieron amortiguadas, como si se estuviera cubriendo la boca. “De verdad necesitas alejarte de mí, ¿no es así?”

“No.” Su suave protesta sonó a medias. “Megan, no.” Zapatos rasparon grava suelta. “Ven aquí.”

“No.” Megan sollozó con fuerza. “Ahora lo entiendo. Finalmente lo entiendo.” Su voz se volvió tranquila y hueca. “Tengo que dejarte ir.”

Me alejé silenciosamente, pero en vez de volver al auto, esperé en la parte delantera de la estación de gas. Connor comenzó a limpiar el parabrisas de la Escalade con la escobilla de goma de la gasolinera.

Las papitas de sal y vinagre no tenían sabor. Mi lengua se sentía entumecida y mis dedos fríos, mientras contemplaba nuestro futuro colectivo. No más Logan y yo, no más Siobhan y Connor, y no más Megan y Mickey.

Después de pagar por la gasolina, Siobhan se acercó a mí. “¿Qué está sucediendo?”

“Creo que ella le está terminando.”

“Wow. Siempre creí que sería al revés.”

“Yo también.” Le ofrecí de mis papitas.

“Gracias.” Tomó la bolsa y se apoyó contra el edificio a mi lado. “Esto va a sonar extraño, pero me da esperanza.”

“¿Quieres que estén tristes?”

“Todos hemos estado tristes desde que Logan murió. Creímos que teníamos que estarlo, para hacerle honor. Pero eso es lo último que él querría.”

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Ella tenía razón. Logan siempre quería que todas las personas que amaba fueran felices, y creía que era su culpa si no lo eran.

“Lamento que no hayamos podido ayudar a Zachary,” dijo Siobhan. “No dejes de luchar por él. Déjame saber si hay algo que pueda hacer por ti, como pelear con algunos agentes.” Escupió la última palabra, nuestro término favorito para los agentes del DPM.

Mickey y Megan aparecieron entonces, arrastrando los pies como zombies hacia el auto. Sus ojos estaban rojos y sus caras, rosadas.

Siobhan se apartó de la pared. “Yo conduzco.”

Mickey dio un asentimiento tembloroso. El resto del camino a casa, él se sentó con Dylan en el asiento del medio mientras que yo me senté con Megan en el asiento trasero.

Nadie dijo nada. Mickey y Megan miraban hacia al frente, congelados, como si realizar un movimiento pudiese derrumbarlos. Agarré su mano para consolarla, pero ella la apartó, golpeó la mía rápidamente, y luego se cruzó de brazos para que no pudiera intentarlo de nuevo.

Cuando la dejamos en su casa, salí para ayudarla con sus bolsos. “Te llamaré,” dije.

“No. Deja que yo te llame.” Levantó su bolso y me dio un medio abrazo.

“De acuerdo,” dije, aunque no lo decía en serio. Le dejaría tener media hora, como mucho, antes de aparecer en su puerta.

Pero dudaba que un recipiente de helado de chocolate y una pila de películas cursis fuera suficiente para consolarla. Tal vez ese antiguo cliché tenía razón, y el tiempo podría curar algún día todas las heridas que había dejado la muerte de Logan.

Ahora que él había encontrado la paz, cada uno de nosotros tenía que buscarla también.

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Capítulo Diecisiete Traducido por lalamariacastaño

“¿En qué estabas pensando?” Simon caminó, pasando la antigua mesa en el comedor de la casa de Poe. Su calma usual se había disuelto en un completo estado de estrés.

“Estaba pensando que Zachary estaba en un horrible lugar mientras ustedes no hacían nada. Resulta que tenía razón. ¿Le has mostrado a tu jefe las fotos que te envié?”

“¿Crees que no sabíamos ya las medidas de seguridad del 3A? ¿En verdad crees que eras totalmente capaz de lograr lo que un agente entrenado al servicio de Su Majestad no es capaz?”

“¿No lo somos?”

Simon no respondió.

Me senté con mi espalda apoyada en la estrecha escalera, la cual había subido con Zachary en nuestro último cumpleaños, al cuarto del ático, donde sostuvo mi mano y me dijo que estaba determinado a poseer mi corazón. El recuerdo me entristeció y a la vez me consoló.

Años atrás la MI-X había ayudado a la Sociedad Edgar Allan Poe a evitar que esta pequeña casa fuese demolida, y como agradecimiento, la sociedad dejó que la MI-X la usara como una casa de seguridad a corto plazo. Ian me había traído a mí y a Zachary aquí esa noche para explicarnos nuestra sensible situación de seguridad en privado.

En otras palabras, para gritarnos, como Simon lo estaba haciendo justo ahora.

“En el futuro,” dijo Simon, “no hagas nada. No más investigación. No más espionaje.”

“Pero pensé…”

“No más pensar. Se una adolescente normal.”

Fruncí el ceño. ¿Había olvidado que él había sido un adolescente hacía tres años? “¿Qué pasa con Nicola? Me dijiste que consiguiera información de ella.”

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“Deja de encontrarte con ella por ahora, hasta que estemos seguros de que el DPM no sospecha que formaste parte de los intrusos.” Simon se quitó las gafas y miró a través de ellas la parpadeante lámpara.

Pensé en los hombres de uniforme azul marino que nos habían perseguido. “¿Has oído algo sobre un grupo llamado Halcón Nocturno?”

Simon se congeló, mirándome, de repente luciendo más joven. “Claro. ¿Por qué preguntas?”

“Puede que SecuriLab los haya contratado. Pudieron haber estado ahí el viernes en la noche, pero no estoy segura.”

No dijo nada mientras limpiaba sus gafas con el borde su camisa polo color rojo ladrillo.

“No sabías eso, ¿verdad?” Le pregunté.

“No personalmente.” Examinó sus gafas, y después se las puso de nuevo. “Estoy seguro de que mi superiores lo saben.”

“Sería bueno que les dijeras, así me puedes decir contra qué me enfrento.”

“¡Aura, escucha!” Arrastró la silla frente a mí y se sentó. “¿No es suficiente saber que nos estamos enfrentando contra algo grande? ¿Por qué debes cuestionarlo?”

“Porque no me pagan para recibir órdenes como a ti. ¿Cuán grande es ese ‘algo’?”

“Lo suficientemente grande como para asustar a nuestros dos gobiernos.”

“Mierda.” Recordé algo que había dicho hacía un par de semanas cuando le pregunté por qué la MI-X no podía exigir la liberación de Zachary. “¿Esto tiene que ver con esos ‘otros intereses’ que mencionaste?” Hundí mis uñas en la áspera madera de la mesa. “¿SecuriLab es el ‘otro interés’? Si ellos fabrican las cajas negras, deben ser millonarios.”

“Cierto.” Tomó su labio inferior entre el pulgar y el índice. “Una compañía de ese tamaño tendría a nuestros dos países agarrados por las bolas.” Me miró. “Lo siento.”

Mi nariz se arrugó ante la asquerosa pero convincente imagen. “Así que, ¿deberíamos estar preocupados de SecuriLab? ¿No del DPM? ¿O ellos quieren lo mismo?”

“Ambos tienen interés en la muerte. Pero al DPM le gustaría acabar con el Cambio y deshacerse de los fantasmas.”

“Lo que significaría que no se necesitarían más cajas negras.”

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“Y no más dinero para SecuriLab.”

Miré dentro de la sala de estar de la casa de Poe, llena con las posesiones del autor en sus veinte, cuando se enamoró de la chica con la que algún día se casaría. El conserje del museo me había dicho a mí y a Zachary que Poe nunca había superado su temprana muerte. En ese momento, me preguntaba si alguna vez yo superaría la muerte de Logan.

Poe volvió a Baltimore años después, pero no a esta casa. Fue hallado deambulando las calles, incoherente o tal vez ebrio, y murió unos días después. Nadie supo la causa de su muerte, pero algunas teorías conspiratorias dicen que había sido asesinado porque hizo enojar a alguien muy poderoso.

Me senté derecha, vislumbrando una nueva posibilidad, como alguien que ha rasgado una cortina para dejar entrar el sol del atardecer.

“Simon, es por eso que el DPM aún no me ha asesinado.”

“¿Disculpa?”

“Porque mi muerte podría terminar con el Cambio. No más fantasmas, no más cajas negras, no más enormes ganancias.” Me obligué a decir la horrible verdad. “SecuriLab puede ser lo único que me mantiene con vida.”

Simon me había dicho que me alejara de Nicola, pero claro que no le había dicho a ella que se mantuviera alejada de mí.

“¡Aura!”

Levanté la mirada de mi escritorio para ver a Nicola paseándose a través de la oficina de mi tía hacia mí. En un gabinete cercano, nuestra asistente jurídica, Terrence, me lanzó una mirada que decía, “¿debería deshacerme de ella?”

Negué con la cabeza e intenté sonreír. “Hola, Nicola.”

“¡Te dije que vendría a traértela!” Sostenía un sobre, blanco, tamaño carta con la punta de sus dedos, mostrándolo como la anfitriona de un show presentando el gran premio.

Salté de mi silla y agarré el sobre. Lo desgarré, agradecida de que no estuviera sellado, o habría sido una horrible cortada de papel.

Desenvolví la única hoja de papel. La escritura era definitivamente de Zachary, pero más temblorosa de lo usual.

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10 de julio.

Querida Aura,

Necesito que sepas que estoy vivo, y que te amo. No pierdas la esperanza.

Zachary

Mis rodillas tambaleaban mientras me sentaba lentamente, rozando mis dedos sobre las palabras.

Las cuales eran muy pocas. Volteé la página. “¿Esto es lo único que le dejaron escribir?”

Miró por encima de mi hombro. “Oh, eso es corto. ¿Usualmente es más comunicativo que esto?”

Le batí el papel en la cara. “¿Esto suena como una carta de un novio o una carta de un rehén?”

Nicola se cruzó de brazos y dio un golpecito con sus uñas de manicura francesa a sus bíceps. “Hmm. Probablemente le dijeron qué podía y qué no podía decir, por razones de seguridad. Entonces, ¿le vas a responder?”

“Sí.” Todavía sosteniendo la carta que Zachary había enviado, saqué el cuaderno de notas de mi bolso. Arranqué la última página y se la di a Nicola.

Esperaba que el DPM pensara que mi mensaje era lo suficiente insignificante como para dárselo a Zachary sin modificaciones. Incluso si él no podía adivinar el verdadero significado, tal vez tomaría la pista de que no debía intentar escapar. El pensamiento de él corriendo a toda velocidad hacia esa cerca eléctrica me hizo temblar como si mi propio cuerpo hubiera sido electrocutado.

Querido Zachary,

Te amo y te extraño demasiado. Daría cualquier cosa por tirar abajo tu puerta y estar en tus brazos de nuevo. Pero el mundo no funciona así justo ahora. Por favor mantente fuerte, seguro, y ahí.

Con amor, Aura.

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“¿Qué está pasando?”

La aguda voz de Gina hizo que Nicola y yo nos sobresaltáramos.

“Aura estaba…”

“Dame eso.” Gina arrebató la nota de las manos de Nicola y la sostuvo a un brazo de distancia para así poder leerla sin sus lentes. “Aura, ¿por qué no me dijiste nada de esto?”

Metí la carta de Zachary entre mi falda y la silla en la que estaba sentada. “Estaba a punto de hacerlo cuando viniste y te la robaste.”

“¿Hay algún problema?” Le preguntó Nicola. “No quiero causar problemas.”

“Estás con el DPM, así que por definición, tú eres problemas. Por favor vete de mi oficina.”

Nicola extendió la mano para tomar la carta. “Claro, pero, ¿puedo…?”

“¡No!” Gina puso las manos en su cintura y dio un paso hacia ella. A pesar de que Nicola era diez centímetros más alta que mi tía, retrocedió rápidamente, su rostro desplomándose.

“Lo siento mucho. Quería ayudar.” Salió apresurada, sus pasos temblorosos, como si no pudiera ver muy bien adónde iba.

“¿Puedo tener mi nota de vuelta por favor?” Le pregunté a Gina.

Su expresión se suavizó. “Cariño, sé que es difícil no poder comunicarte con él. Pero tus cartas no le llegarán y sólo te dejarán expuesta al DPM.” A pesar de que usualmente no nos abrazábamos en la oficina, puso su brazo alrededor de mis hombros y apretó con fuerza. “Superaremos esto juntas.”

Cuando volvió a su oficina, re-escribí mi cara a Zachary y la deslicé dentro del sobre blanco. Escondiéndola en mi regazo, copié la dirección de la tarjeta de Nicola.

Mi teléfono vibró al recibir un nuevo mensaje:

Nicola: ENVÍAMELA.

Sonreí. YA LO HICE

Nicola: QUERÍA DECIRTE, HUBO UNA INFRACCIÓN DE SEGURIDAD EN EL 3A EL PASADO FIN DE SEMANA.

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Estaba feliz de que no pudiera ver mi cara, sólo mis palabras: ¡DIOS! ¿QUIÉN FUE?

Nicola: NO LOS ATRAPARON. DE TODAS FORMAS, HABLAMOS PRONTO, ¡ESPERO! *SALUDO*

Doblé la carta de Zachary en un pequeño cuadrado, después la tomé dentro de mi puño. “Eso espero, también.”

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Capítulo Dieciocho Traducido por Maddie

A medida que el calor se intensificaba, también crecía mi miedo y frustración. Cada plan de rescate que ideaba quedaba inútil frente a la realidad. Me empecé a sentir como un fantasma, vagando por mi propia vida como si ya no me perteneciera, como si ya no pudiese cambiar ni siquiera una pequeña esquina del mundo.

Cheryl, la amiga de Gina, abogada de inmigración, finalmente tenía permiso de visitar a Zachary. Ella se llevó consigo un hombre del consulado británico, y después reportó que Zachary estaba “bien, pero un poco delgado.” Sabía que eso no podía ser toda la verdad, pero me aferré a esa prueba de supervivencia como a un chaleco salvavidas en medio de una tormenta marina.

Cientos de veces cogí el teléfono para llamar a los periódicos o a programas de televisión, esperando que la atención de los medios de comunicación en el caso de Zachary pudiera liberarlo. Cientos de veces colgué el teléfono.

Gina me había advertido que ahora que los del DPM eran vistos como héroes protegiéndonos de los fantasmas, revelar el paradero de Zachary sólo lo haría lucir más sospechoso. La gente preguntaría, “¿Por qué lo detendrían si él no ha hecho nada malo?” Cuando se trataba de delitos de fantasmas estos días, culpar antes de probar la inocencia se estaba volviendo una regla. ¿Y si la persona era un extranjero como el presunto adolescente terrorista? Doblemente sospechoso. Doblemente condenado.

Tammi Teller se había convertido en el símbolo de la tragedia del Vuelo 346, y sus fans de los Keeley Brothers mantuvieron a las personas hablando sobre Logan. Y ya que yo estaba conectada a él, los reflectores siempre estaban buscándome. Si las personas descubrían que mi nuevo novio era alguna clase de fenómeno anti fantasma, ese reflector encontraría y destruiría mi vida.

Y si salía a la luz que yo era la Primera, pronto todos llegarían a la misma conclusión que el DPM tuvo: si mi nacimiento causó el Cambio, entonces tal vez mi muerte lo termine. Matarme sería una rápida solución al “problema fantasma.”

Los medios de comunicación alimentaban la creciente histeria del país sobre la muerte. Todas las semanas se estrenaba un programa estelar sobre “radicales

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fantasmas influyentes.” Estos siempre eran populares entre la audiencia de los nacidos antes del Cambio.

Los dotados sentíamos como si estuviéramos bajo un microscopio. Caminaría por la calle con Megan y nuestra amiga Jenna, y los otros peatones nos examinarían para determinar (a) si habíamos nacido antes o después del Cambio (si éramos uno de “ellos” o uno de “nosotros”), y (b) si estábamos hablando entre nosotras o con fantasmas. Era como cuando éramos niños y el mundo recién estaba empezando a creernos. Pero ahora éramos lo suficientemente mayores como para entender que nosotros éramos el enemigo interno.

Me mantuve cuerda buscando programas de universidades de astronomía para reducir mi lista de universidades. En un momento de extrema esperanza, puse la Universidad de Glasgow en mi lista. Eso me ayudaba a fingir que mi vida algún día sería mía.

Y finalmente, para alimentar mi esperanza, me levantaba al amanecer todos los días, lluvioso o despejado. Encendía la vela verde que Gina había usado para nuestra vigilia la noche del accidente del Vuelo 346. Durante un minuto exacto, cerraba mis ojos y pensaba en Zachary. Luego la apagaba y volvía a dormir, esperando soñar con él; y que de alguna manera, en algún lugar, él también soñara conmigo.

“¿Cómo conseguiste estos increíbles sitios?” Le pregunté a Nicola.

Ella se encogió de hombros. “Del trabajo, por supuesto.”

Nicola Hughes me había llamado de la nada y preguntado si quería ver un partido de los Orioles con ella en Camden Yards11. No me gustaba mucho el béisbol, ya que lo único que cambiaba año a año era la capacidad de juego de los Orioles, que empeoraba, y para agosto la temporada ya era un caso perdido. Pero no pude dejar pasar la oportunidad de obtener más información.

Puse mi refresco en el portavasos y examiné mi alrededor. Estábamos tan cerca de la caja del cátcher, que juro que podía sentir la brisa cuando se balanceaban los bates.

De ninguna manera una agencia del gobierno podría darse el lujo de pagar asientos en la caja de Camden Yards. Había visto las oficinas del DPM; su decoración era de la época de los 90. Estos asientos le pertenecían a SecuriLab.

11 Es un estadio utilizado para la práctica de béisbol ubicado en la ciudad de Baltimore, Maryland en los Estados Unidos.

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Comiendo mi sándwich de pastel de cangrejo, pensé nostálgicamente en los momentos que había estado aquí con Logan y su familia, y me prometí llamar a Dylan el día siguiente. Megan y yo no habíamos pasado mucho tiempo con los Keeley desde nuestro fallido “comando de asalto” del Cuatro de Julio. Era muy doloroso después de su rompimiento con Mickey.

Nicola me dio un codazo. “Deberías ponerte el sombrero de nuevo para que no te quemes.”

“Pero son las siete de la…”

“Ponte tu sombrero.” Nicola observó por encima de su hombro hacia las escaleras. “Ahora.”

No la cuestioné. Volví a sacar mi maltratada gorra negra de los Orioles de mi bolso y la coloqué firmemente sobre mi cabeza, sacando mi cola de caballo por el agujero.

En voz baja, Nicola dijo, “¿Dos lugares donde las mujeres son invisibles en el mundo? Salas de reunión y eventos deportivos. Cuando voy a jugar golf con mis compañeros, aprendo mucho sólo con estar callada. Olvidan que estoy allí, y discuten sobre cosas que no se supone que oiga.”

Tiré hacia abajo el borde de la gorra, me hundí en la silla, y miré por el rabillo de mi ojo a dos tardíos hombres de mediana edad en caras camisetas y pantalones caqui sentándose detrás de nosotras.

Resultaron ser fanáticos de los Yanquis, así que pasaron la primera hora insultando a los Orioles. Quería echarles una terrible mirada, pero no podía arriesgarme a que me reconocieran. Mi rostro seguro estaba en carteles de la Más Fastidiosa en las oficinas de SecuriLab.

“¿Viste esos números de julio?” Preguntó el tipo de la derecha, el de voz profunda y pesado acento de Nueva York.

“¿Que si los vi? He estado considerando tatuármelos en el trasero. El mayor crecimiento de las ventas desde los primeros dos meses de su lanzamiento. No puedo esperar a ver esas cifras trimestrales.”

“Y que lo digas. Va a ser una buena navidad.”

Intenté masticar suavemente para poder oír.

“Voy a llevar a mi familia a Tahití. Espera.” Estornudó con tanta fuerza que me dieron ganas de ir a comprar un paraguas. “Maldita fiebre del heno. Pasa cada vez que dejo Manhattan.”

“Tahití, ¿eh?”

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“Sí.” El que estornudó se sonó la nariz. “Gastos desgravables, por supuesto, ya que es un mercado que hemos estado intentando alcanzar. Haré unos pocos contactos iniciales, tantearlos. No quiero hacer la venta agresiva todavía.”

“Ya no tienes que hacerlo, 346 habla por sí mismo.”

Mi columna se sacudió. ¿Se referían al Vuelo 346? Sonaba como si estuvieran hablando del incremento de las ventas de cajas negras después del desastre. Tenía sentido, con la creciente paranoia, la gente estaría clamando por una manera de poner sus casas y sus empresas fuera del alcance de los fantasmas.

Miré a Nicola, quien había estado inusualmente callada, especialmente para ella. Estaba pasando las páginas distraídamente a través del programa del juego mientras tomaba su refresco.

El tipo de la voz profunda añadió, “Claro, parte del aumento de las ganancias es el precio unitario, no sólo el número de unidades movidas. La demanda subió, así que elevamos el precio, porque podíamos. Genial, ¿eh?”

El hombre que estornudó suspiró profundamente. “Nah, Joe, no es genial. Todo este negocio…”

Dejé de masticar. A mi lado, Nicola se había quedado totalmente inmóvil. Sus siguientes palabras podrían ser la clave para…

Sonó un crujido, luego la multitud rugió, poniéndose de pie. Maldita sea.

“¡No, no, no, no, no, no!” Gimió Joe cuando la pelota se elevó sobre la cerca del centro del campo. Sus siguientes palabras se perdieron en el crescendo de los gritos y el estruendo de la música.

Mientras aplaudía y bailaba, observé a los hombres por el rabillo de mi ojo. No vestían ni llevaban nada que me diera una pista. No es que yo pensara que traerían un maletín de documentos clasificados a un juego de béisbol, o llevaran insignias diciendo: YO BOMBARDEÉ EL VUELO 346 ¡PREGÚNTENME CÓMO!

Los hombres se volvieron a sentar mientras la multitud saboreaba este raro aplastamiento del Imperio del Mal12. Me esforcé para escuchar las próximas palabras de los tipos, las que sonaron más fuertes de lo que ellos creían:

“A los extremos que tenemos que llegar a veces,” dijo el tipo que estornudó. “La mierda con la que tenemos que lidiar. A veces creo que preferiría, no sé, retirarme a una granja en algún lugar y olvidarme de ellos.”

“¿Supongo que te refieres a Halcón Nocturno?” Preguntó Joe.

Me senté, en parte para oír mejor y en parte porque mis piernas se habían convertido en goma por la sorpresa y la emoción. 12 Sobrenombre de los Yanquis de Nueva York.

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“Sí,” dijo el que estornudó. “Si esos perros hicieron lo que creo que hicieron, y lo hicieron por nosotros…”

“No pienses en eso. Cuando todas las cartas sean contadas, estamos protegiendo al público. Nunca lo olvides.”

Sorbí mi soda para calmar mis nervios y lucir normal.

“Lo sé, lo sé, me lo digo todo el tiempo. Pero cuando veo el rostro de Tammi Teller en las noticias, me pregunto, ¿nosotros la pusimos ahí?”

Mordí la pajita con tanta fuerza que se rompió.

Hubo un largo silencio, luego Joe habló. “¿Lo hicimos?”

Dejaron de hablar por varios minutos. Me empezó a doler de cabeza por tensar mis orejas para escucharlos. Después de un rato, empezaron a discutir las oportunidades que tenían los Yanquis de perder el juego.

Cuando Nicola fue al baño, anoté todo lo que podía recordar de la conversación de los tipos en mi teléfono, luciendo como cualquier otra chica aburrida en un juego de béisbol, enviándole mensajes a sus amigos. Lo sostuve bajo mi regazo para que no pudieran ver.

Sentí un toque en mi hombro. “Disculpe, señorita.”

Por instinto, coloqué las gafas de sol en el puente de mi nariz para cubrir mejor mis ojos. “¿Qué?” Espeté.

“Tu amiga. ¿Cuál es su nombre?”

Mantuve la boca cerrada. No les quería dar un nombre falso de Nicola, en caso de que realmente la conocieran.

“No es lo que cree,” dijo. “No estoy intentando coquetear con ustedes. Sólo pensé que la conocía del trabajo.”

“Entonces puedes preguntarle a ella cuando vuelva.”

Pero no lo hicieron.

Nicola y yo caminamos al estacionamiento en medio del júbilo de los fans de los Orioles y el malhumor de los fans de los Yanquis. Mi estómago estaba enredado en un nudo, y no sólo por toda la comida chatarra. Sentía que si hacía la pregunta correcta, Nicola confirmaría mis sospechas sobre SecuriLab y el Vuelo 346. Debió haberme traído al juego de béisbol esperando que escuchara lo que necesitaba saber.

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“Um, ¿Nicola?”

Ella habló rápidamente. “Esos chicos detrás de nosotras eran desagradables, ¿verdad? Cuando voy a juegos nacionales, los fans de los Filis son iguales. Vienen de fuera de la ciudad a hacerse cargo del estadio. Termina siendo como un juego de los Filis en casa, con todo el ruido que hacen.”

Siguió parloteando, lo que me dio mi respuesta. No íbamos a reconocer ni remotamente por qué realmente habíamos estado en el juego.

Esa noche escribí el resto de mis notas, las que ahora ascendían a un valor de cientos de páginas de conversaciones, conjeturas, y resultados de búsquedas. Ninguna de ellas era evidencia fuerte, pero todo apuntaba a una dirección:

La MI-X estaba equivocado al pensar que el DPM derrumbó ese avión. Fue SecuriLab; o más bien, fue Halcón Nocturno, los “perros” de SecuriLab.

¿O no? Los chicos en el juego sólo insinuaron que Halcón Nocturno era la responsable. Tal vez no estaban en un cargo lo suficientemente superior en la compañía como para saber esa clase de chisme con seguridad.

Pero habían tenido sus sospechas, y mi meta no era condenarlos en un tribunal de justicia. Sólo necesitaba que el DPM supiera que alguien de afuera también sospechaba.

Alguien que necesitaba una “palanca” para liberar a Zachary.

“Te traje un regalo,” le dije a Simón al deslizarme en el asiento delante de él en el Café Espíritu Libre.

Miró los suplementos de oficina en la bolsa de compra. “¿Hurra?”

“Útiles escolares. Estaban en una gran oferta, y pensé que quizás todavía no sabías qué comprar.” Dejé la bolsa en el brillante suelo de azulejos negros a sus pies.

“Te das cuenta que tenemos escuelas en Inglaterra. Fui a una, de hecho. Nos dejaban tener nuestros propios cuadernos y todo.”

“Las carpetas de tres anillos son demasiado grandes aquí. Son mejores para organizar información.” Enfaticé la última palabra. “Para proyectos. Especialmente.”

Simón inclinó su barbilla, un gesto apenas perceptible de entendimiento. “Brillante. Muchas gracias.”

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Yo golpeaba el talón contra el suelo, moviendo nerviosamente mi rodilla. Dentro de esa carpeta estaban mis notas, las actividades del DPM y sus compañeros de la caja negra. Las que ahora le estaba dando a un agente extranjero.

Esta información no era robada, y yo misma no trabajaba para el gobierno, pero este acto probablemente me convertía en una traidora. Podía haber caído en la categoría de “lo que sea necesario” para liberar a Zachary.

Pero no sólo quería a mi novio de vuelta. Quería venganza. Quería destruir al DPM para siempre.

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Capítulo Diecinueve Traducido por Ormel

El insomnio usualmente me atormentaba la noche antes del primer día de clases. Me preocupaba que hubiese olvidado todo sobre matemáticas, o si tendría a un profesor enamorado de los exámenes sorpresa, o que mi hora de almuerzo no coincidiera con la de mis amigos y tuviera que comer sola.

Pero la noche anterior a que mi último año comenzara, perdí el sueño por otra razón: había pasado una semana desde que le entregué a la MI-X lo que parecía información para destruir al DPM, y Zachary seguía en custodia. Tal vez nunca lo dejarían ir. O tal vez ya estaba muerto. Sus padres no habían escuchado nada directamente de él desde principios de julio, cuando les había enviado una carta breve como la que me envió a mí. El hombre del consulado británico no lo había visto desde principios de agosto.

Cuando finalmente me quedé dormida, deseé no haberlo hecho.

En mi sueño, caminaba a través de los bosques sola, y a pesar de que estaba oscuro, no tropezaba. De hecho, apenas podía sentir el suelo debajo de mis pies.

Justo adelante sobre una ligera subida, una luz blanca brillante me persuadió a seguir adelante, parpadeando como las luces estroboscópicas de un concierto. Aplaudí con mis manos en un ritmo rápido, como si incitara a la banda a tocar una vez más.

Pasé por encima de la colina y me detuve en seco. Esta luz no anunciaba música u otro tipo de diversión. Y en lugar de una luz, eran cientos, arqueando hacia atrás y hacia adelante para crear una pared.

La cerca eléctrica invisible del DPM. Un animal pequeño estaba atrapado en ella, accionando los continuos destellos. Recogí una rama torcida y me apresuré hacia delante. Tal vez podría alejarlo con seguridad de la cerca y terminar con su agitada lucha.

Pero al alcanzar la valla, me di cuenta que la criatura de un metro de largo estaba del otro lado, frente a mí. No podía tocarla sin lastimarme o incluso matarme a mí misma.

Los destellos eléctricos me cegaron. Apenas podía ver las pequeñas patas aferrándose a los cables invisibles de la cerca. ¿Era una ardilla? ¿Un conejo? Su

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forma era tan familiar…

La luz destelló sobre su cara, y yo grité.

No era un animal. Era Zachary. Pequeño, aterrorizado, indefenso. Sus ojos estaban en blanco, y su boca se abrió en silenciosa agonía.

Con las rodillas temblando, retrocedí un paso. Pero entonces mis manos se extendieron, como si tuvieran vida propia. Me lance a través de la cerca para salvarlo.

El mundo se volvió blanco.

Un sonido de golpes me sacudió fuera del sueño. “¿Zach?” Me medio senté, tratando de alcanzar la rendija de luz en mi puerta.

“Soy yo,” dijo Gina. “Hay noticias.”

Oscuridad estaba fuera de la ventana. Noticias a mitad de la noche siempre eran malas.

Zachary estaba muerto.

“Inmigración llamó. El DPM va a liberar a Zachary. Se va a casa.”

Me hundí de vuelta en mi almohada, aún viendo su cuerpo torcido en la destellante cerca. Tal vez este era el sueño.

“Son las cinco y media de la mañana ahora.” Gina se acercó más. “Dicen que puedes verlo brevemente antes de que vayas a la escuela.” Hizo una pausa. “Aura, ¿me escuchaste?”

Pasé mi mano sobre la cobija. Estaba raída en todos los lugares correctos. La curita de la cortada con papel del día anterior se enganchó con un hilo extraviado. “Esto es real.”

“Por supuesto, cariño.” Ella encendió la lámpara de mi mesita de noche y se sentó en la cama. “Él es libre.”

Parpadeé hacia ella bajo la repentina luz. La tensión en su sonrisa hizo que mi pecho se apretara, como si estuviera intentando respirar arena en lugar de aire.

Zachary iba a abandonar el Área 3A, pero temía que él llevara una parte de ella consigo, escondida profundamente dentro de su alma. Temía que nunca fuera verdaderamente “libre.”

Mis palmas estaban bombeando sudor frío mientras esperaba con Gina y Cheryl a que Zachary fuera puesto en libertad. Nos sentamos en una fila de sillas de

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vinilo azul, sus bordes contorneados para evitar que la gente se acostara a dormir siestas. A pesar de que era el mismo edificio donde nos encontramos a Ian y Fiona, esta habitación no tenía helechos, ni radio tocando rock suave, ni lindos calendarios de perros.

Esta habitación se sentía como una prisión.

Detrás de nosotras había un par de cubículos separados por un vidrio de partición del suelo al techo. Cada cubículo tenía un teléfono beige, uno en cada lado del vidrio. Una pequeña habitación, tan desnuda como esta, estaba en el otro lado de la división.

Me alisé el cabello, el cual no había tenido tiempo de lavar o incluso peinar antes de que nos fuéramos. Pero mi apariencia harapienta en el primer día de clases era la menor de mis preocupaciones.

Si Zachary lucía herido, ¿podría ser yo valiente y fuerte por él, o compasión llenaría mis ojos y lastimaría su feroz orgullo? Y, ¿qué le diría? “¿Cómo estuvo tu verano?” “¿Leíste algún buen libro últimamente?”

Como si leyera mis pensamientos, Gina puso su mano sobre mi nerviosa rodilla. “No te preocupes, cariño. Sabrás qué decirle.”

Podía escuchar cada sonido haciendo eco en el pasillo de afuera, cada chillido de zapatos en el linóleo pulido. Revisé el reloj por cuarta ocasión en el último minuto. “Son casi las siete. Quizá ya se lo llevaron.”

“Me habrían llamado para decirme,” dijo Cheryl, cambiando su peso en la silla. “Recuerda, no puedes abrazarlo ni besarlo.”

“Pero podemos agarrarnos las manos, ¿verdad?”

“Brevemente. Luego pueden sentarse aquí y hablar, pero no tocar.”

Me enfurecí, recordando un reality show sobre una prisión, donde los visitantes tenían restricciones similares. Zachary no era un asesino o un ladrón de banco. Él era un peón. Ambos lo éramos.

Pero no por mucho tiempo.

Un grupo de pasos se desaceleraron, acercándose a nuestra habitación. Salté sobre mis pies al abrirse al puerta.

Zachary entró con un agente grande a cada lado. Su cabello había crecido desgreñado, casi hasta sus hombros, y sus ojos verdes estaban inyectados en sangre, con la cautela de un animal salvaje. Mi mente retrocedió al sueño de la cerca.

Tal vez era por el tamaño descomunal de sus guardias, pero lucía muy, muy delgado.

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Manos desatadas, las extendió en mi dirección. “Aura…”

Por puro instinto, me lancé a él.

Un cuerpo se encontró con el mío, demasiado pronto. No el de Zachary.

“¡Déjeme ir!” Luché bajo el agarre del guardia. Tenía que tocar a Zachary con más que las manos, enterrar mi cara en su pecho y sentir sus brazos a mi alrededor. Tenía que saber que era real.

“Lo siento, señorita.” El guardia me sostuvo firmemente. “El contacto físico completo está contra las reglas.”

“¡Pero él no hizo nada! ¡Yo no hice nada! ¡No es justo!”

“¡Aura!” La voz entrecortada de Zachary retrocedió hacia el pasillo. “¡Déjenme ir! Sólo quiero verla.”

¿Se lo estaban llevando? ¿Había echado a perder mi única oportunidad de hablar con él?

Quedé inerte. “Lo siento. Prometo que no lo voy a tocar. Sólo por favor déjeme ver a Zachary,” susurré a través de mis lágrimas. “Por favor.”

“Por lo menos déjenlos hablar a través del cristal,” dijo Cheryl.

El guardia que me sostenía se giró hacia su compañero. “Ponlo en el otro lado.” Tan pronto como la puerta se cerró, él me dejó ir. Me lancé a sentarme en el centro del cubículo.

La puerta de la otra habitación se abrió. Esta vez dejaron ir a Zachary, y caminó despacio, mirando a ambos lados, como si esperara ser atacado. Luego se sentó frente a mí y levantó la mirada al vidrio entre nosotros.

Mis ojos lo devoraron. Zachary estaba aquí delante de mí, no en un sueño o recuerdo. Aquí.

Él usaba una camisa suelta, así que era difícil notar exactamente cuánto peso había perdido. Su cabello marrón oscuro estaba despeinado pero limpio y brillante. Su rostro estaba recién afeitado, la piel brillaba rosa, con pequeñas protuberancias y rasguños, como quedaban mis piernas cuando las afeitaba después de varios días de descuido.

Lo habían limpiado en este momento. ¿Quién sabe cómo se habría visto hacía una hora?

Apoyé mis manos en el grueso vidrio. Zachary extendió su palma en el mismo lugar, sus largos dedos extendiéndose más allá de los míos. El puño de su camisa se deslizó hacia abajo, revelando una muñeca tan delgada, que mi corazón se partió en dos.

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“¿Estás bien?” Le pregunté.

Él inclinó la cabeza con curiosidad.

“Coge el teléfono,” dijo Gina gentilmente.

“Oh.” Levanté el auricular beige de mi lado, y Zachary hizo lo mismo. “¿Estás bien?”

“Estoy cansado. Nostálgico. De lo demás, no me quejo.” Él lanzó una fugaz mirada a sus espaldas.

Me pregunté qué pasaría si se quejaba. “Te extrañé. Todavía te extraño.”

“Yo también te extraño.” Se aclaró la garganta. “¿Cómo estuvo tu verano?”

“Mejor que el tuyo.”

“Probablemente.” Su boca se abrió y cerró, como si estuviera tratando de recordar cómo formular una oración completa. “¿Qué hiciste?”

“Trabajé. Fui a las montañas.” Vendí a mi país para liberarte, y no me arrepiento.

Me retorcí en la dura silla de plástico con el deseo de decirle todo lo que aprendí sobre el DPM, SecuriLab, y el Cambio en sí. Pero nada de lo que dijéramos ahora estaba entre nosotros.

Se inclinó más cerca, una ola de cabello rozando el vidrio. “Te amo.”

Cerré los ojos, bañándome en sus palabras y la manera íntima en que las dijo, como si estuviéramos solos. Pretendí por un largo momento que nada más que aire se interponía entre nosotros.

Entonces abrí mis ojos y dije, “Yo también te amo.”

Su cara se derritió en una sonrisa triste, luego dejó que el auricular cayera en su hombro y me miró. Yo hice lo mismo. No había palabras que pudieran seguir a esas que acabábamos de pronunciar.

Nos sentamos, cada uno presionando una mano en el vidrio, dejando que el mundo a nuestro alrededor se disolviera, por el resto de nuestros cinco miserables minutos. Eso me recordó a momentos con el fantasma de Logan, cuando nos tocábamos pero no nos tocábamos por horas.

Pero en el fondo de los cansados, determinados ojos de Zachary, vi más que un desesperado anhelo. Vi un futuro.

Cuando los guardias se movieron hacia delante para dirigirlo fuera, Zachary y yo pusimos los auriculares de vuelta en nuestras orejas.

“Te veré,” dijo, declarándolo como la promesa que era.

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“Más te vale.” Colgué, luego presioné mi otra palma contra el vidrio. Él imitó mi movimiento.

El guardia tocó el hombro de Zachary. Los ojos de Zachary destellaron frío. Aparté mis manos rápidamente.

Comenzó a hablar, luego me dirigió una mirada suplicante, sus dedos curvados contra el vidrio. Lo siento, articuló sin producir sonido.

Negué con la cabeza y toqué de nuevo el vidrio. “Está bien.” Luego le hice una seña de que me llamara, pulgar en mi oído y meñique en mi boca.

Él asintió, luego dijo una palabra que pude leer fácilmente en sus labios. Prometido.

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Capítulo Veinte Traducido por Zaidam96

“Se te olvidó advertirme de las chicas americanas.”

Sonreí dentro de mi casillero al escuchar la voz de Simon, luego cerré la puerta para encontrarlo apoyado contra la pared a unos tres metros de distancia. El vestíbulo estaba por lo demás vacío; me había quedado hasta tarde el primer día de clase para conocer a mi consejero y hablar sobre las solicitudes de becas.

“¿El acento?” Le pregunté.

“Asombroso.” Negó con la cabeza mientras se acercaba arrastrando los pies. “¿Cómo voy a participar en una operación encubierta cuando la mitad del cuerpo estudiantil me está mirando?”

“¿Crees que alguien sospecha que no eres uno de nosotros?”

“Son más curiosos que suspicaces. A algunos pareció sorprenderles que Inglaterra tuviera gente negra.”

Reí. “Eso te hace doblemente intrigante. Recuerda, cualquier chica menor de dieciocho está prohibida.”

Él fingió un estremecimiento. “No me veo tentado. Las chicas de la escuela secundaria no proporcionan mucha estimulación intelectual.”

“Oye.”

“La compañía presente es una excepción, por supuesto.”

“Cómo no.” Me acerqué a él, comprobando dos veces que el pasillo aún estaba vacío. “Simon, ¿Zachary fue liberado debido a la información que te di?”

“Fue una combinación de factores.”

“¿Y?”

“Uno de los cuales fuiste tú.”

“¡Sí!” Alcé un puño y realicé un giro de la victoria.

Simon frunció el ceño. “Esto no es un juego, Aura. Nunca lo olvides. Aquí no hay ganadores.” Salió caminando del pasillo, libros bajo el brazo. “Sólo perdedores.”

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Mi teléfono sonó justo después de la media noche. Completamente despierta, me lancé sobre mi cama para cogerlo de donde se estaba cargando sobre mi mesita de noche.

Gina gritó desde su habitación, “¿Es él?”

“¡Código de área del Reino Unido!” Reboté en mis rodillas.

“¡Contéstale!”

Lo hice, mi mano temblando.

“Soy yo,” dijo Zachary.

Clavé los dedos en las sábanas cuando Gina apareció en mi puerta. “¿Ya llegaste?” Le pregunté. “¿Estás a salvo?”

“Estoy en Londres. Mi madre me vino a buscar.” Su tono era chato y sin vida. “Vamos a viajar juntos a Glasgow.”

“Eso es fantástico. ¿Cómo estás?”

“Cansado. Me dieron algo para dormir en el avión.”

“¿Funcionó?”

“No. Pero estoy aquí. Estaré pisando suelo Escocés en dos horas.” Soltó una risa hueca. “Probablemente también besándolo cuando nadie me vea.”

Me reí con alivio por el humor que había vuelto a sus palabras, si no a su voz. “Me gustaría que me besaras a mí en su lugar.” Hice una mueca ante el “aww” de Gina desde la puerta. “Lo siento, eso fue cursi. Excepto que de verdad lo digo en serio.” Apreté mis dedos descalzos. “Dios mío, es genial hablar contigo. Te extrañé y tenía demasiadas ganas de llamarte sólo para decirte cosas estúpidas, pero sobre todo quería saber que estabas bien.” Paré de balbucear. “¿Zach?”

Sólo había silencio.

“Zach, ¿estás ahí? ¿Se cortó la…?”

“Estoy aquí,” habló casi en susurros. “No debes preocuparte por mí. Estoy bien.”

Sonaba el contrario de bien. “¿Cómo es posible?”

“De... debe serlo. Lo es. Posible.” Su voz parecía crujir, o quizá era la conexión. “¿Podemos tener una vídeo llamada luego?”

“Por supuesto.” Apreté el teléfono, intentando no romperlo.

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“Tengo que irme. Mamá está molesta.”

“Está bien.” Empecé a añadir, “Te amo,” pero él rápidamente dijo, “Adiós” y colgó.

Dejé el teléfono cuidadosamente encima de la mesilla, como si Zachary yaciera frágil en su interior. “Está en Londres.”

Gina dejó escapar un suspiro pesado y se sentó en mi cama. “Gracias a Dios que finalmente se encuentra a salvo.”

Ya ninguna parte del mundo parecía segura. “Y a cuatro mil kilómetros de distancia.”

Luego todo lo demás se derramó; todo un verano de miedo, dolor y rabia. Mis lágrimas caían tan rápidas y gruesas que temí que hirieran mis ojos al salir.

Gina se acercó a mí y me envolvió con sus brazos.

Yo me aferré a ella mientras lloraba. “Ahora lo extraño aún más.”

“Lo sé. Fue difícil verlo así hoy. Pero se recuperará.”

¿Y si no lo hace? “Todo el tiempo tu amiga abogada estuvo mintiendo. Zachary no estaba ‘bien, pero un poco delgado.’ Yo podía verlo en sus ojos.”

“Yo también lo vi,” dijo ella. “Juro que no sabemos por lo que ha pasado. Él no se lo quiso decir a Cheryl ni el hombre del consulado. Lamento no haberte dicho lo mal que me había dicho ella que lucía. Sabía que te deprimiría.”

Quería enojarme con Gina. Pero, ¿no era lo mismo que hacía yo al ocultarle la identidad de mi padre, para no romper su corazón?

Pensar en mi padre me recordó algo que le tenía que contar.

“Voy a ver a Zachary otra vez.”

Ella alisó una arruga de mi camisón. “Cariño, no sé si él tendrá permitido volver al país alguna vez.”

“Lo sé.” Crucé mis piernas para así poderme sentar recta. “Tía Gina, me voy a encontrar con Zachary en Irlanda el 21 de diciembre. Iremos a Newgrange por nuestros cumpleaños.”

Su rostro se congeló. “¿El próximo diciembre?”

Desvié sus argumentos antes de que los expusiera. “Prometo que volveré para Navidad. Y sí, sé que mi madre dijo eso y no volvió a casa hasta abril. Pero juro que eso no pasará, y tampoco quedaré embarazada.”

“¿Dónde te quedarás?”

“En un hotel con desayuno y almuerzo que solía ser un castillo.”

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“¿Con Zachary y sus padres?”

“No. Sólo nosotros dos.”

Tía Gina quedó boquiabierta. “Te quieres ir de viaje a tener una aventurita con un chico que está al otro lado del océano.”

“Tendré dieciocho cuando llegue.”

“Pero no él día del despegue.” Su tono firme decía, Lo que significa que puedo detenerte.

“Pensé que te gustaba Zachary.”

“Esto no tiene nada que ver con que me guste. Los problemas siempre los siguen, y si te siguen al otro lado del Atlántico…” Los músculos de su cuello temblaron cuando tragó. “No voy a ser capaz de salvarte.”

“Tendrás que confiar en que me salve a mí misma.”

“Esto no es sobre confianza. Esto es sobre ti siendo demasiado joven e inexperta como para afrontar los posibles peligros que se aparecerán.”

“He vivido en Baltimore toda mi vida. No soy una niñita inocente. Zachary también está familiarizado con las calles. Además, él sabe gaélico.” La última parte sonó débil. “Usaré mi pasaporte italiano. Dicen que es más seguro viajar como un no americano.” El padre de mi madre nació en Italia, lo que automáticamente le dio doble nacionalidad. Cuando yo era bebé, ella hizo el papeleo para que ambas tuviéramos pasaportes italianos. Apreciaba esta conexión con ella, una conexión que necesitaba fortalecer siguiendo sus pasos en Irlanda.

Gina negó con la cabeza. “No me gusta.”

Mis ojos se calentaron, y apreté la sábana. “Entonces, ¿no me dejarás ir?”

“Una vez que tengas dieciocho y…”

“Ya casi tengo dieciocho.”

Habló un tono de voz más alto para ser escuchada sobre mí. “Una vez que tengas dieciocho y vivas bajo tu propio techo, entonces podrás hacer tus propias reglas. Podrás holgazanear cuando quieras.”

“¡No voy a holgazanear, voy a investigar!” Ahora estaba gritando, impotente ante mi rabia. “Estoy tratando de resolver un enorme misterio, y tú lo haces sonar como si me fuera a ir a Cancún a beber cerveza y echar un polvo.”

Gina puso una mano en su estómago. “Mejor no hablemos de…”

“¡Lo sabía! Esto no es sobre seguridad, es sobre sexo. ¿Adivina qué, Gina? Casi tengo dieciocho y aún soy virgen. Zachary y yo pudimos haberlo hecho antes

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de que se marchara. Pero decidimos esperar. Justo como Logan y yo, que esperamos y esperamos hasta que fue demasiado tarde, y ya estaba muerto.”

Mi voz se quebró. Tenía que controlarme antes de armar el berrinche completo.

Gina se masajeó las cejas con la punta de sus dedos, como si estuviese borrando una imagen mental. “Aura, no hay que avergonzarse de ser virgen a los dieciocho años. Un montón de personas esperan a acabar la universidad, o mucho más.”

“Yo tengo que hacer lo correcto para mí. Siempre me lo enseñaste.”

“No utilices mis lecciones de vida para defender una fiesta de pijamas con tu novio.”

Mi pulso se aceleró con furia. ¿Cómo se atrevía convertirlo en algo tan sórdido e infantil? “Si estabas tan preocupada por mi virginidad, ¿por qué me dejaste ir al lago Deep Creek con los Keeley? Podría haberlo hecho con Dylan, o con alguien que conociera en una fiesta.”

“Tú no eres de ese tipo.”

“Así que, ¿me estás diciendo que preferirías que saliera con chicos que no amo, sólo para que me deje la ropa puesta?”

Gina se dio la vuelta, probablemente contando hasta diez para controlar su temperamento.

Hablé de nuevo mientras podía. “Dijiste que no le permitirían volver. Si yo no voy para allá, probablemente nunca lo vuelva a ver.”

“Lo harás. Y si no lo haces, sobrevivirás.”

No. Quizás mi corazón seguiría bombeando sangre por mis venas y arterias, quizás mi cerebro seguiría enviándole señales a mis nervios. Pero si realmente perdía a Zachary, por la distancia, la locura, o ambos, estaba segura de que me convertiría en un fantasma viviente.

“Voy a ir a Irlanda, Gina,” dije en una fuerte y firme voz. “Tendré cuidado, en todos los sentidos, y te llamaré todos los días para mantenerte actualizada. Pero voy a ir.”

“No.” Se puso de pie y apoyó una mano firme sobre mi hombro, como si me pudiese mantener físicamente en este país. “No lo harás.”

Gina se fue, cerrando la puerta detrás de ella. Quería lanzarle mi almohada, o mejor aún, arrojar algo que sonara fuerte y fuese frágil.

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Instantáneamente fui a mi ordenador y accedí a mi cuenta bancaria. ¿Tenía ahorrado suficiente dinero para irme de casa? ¿Qué pasaba con la universidad? Tal vez podría conseguir un viaje gratis con un programa de trabajo/estudio en alguna parte. Estaba bastante segura de que mi matrícula de Ridgewood se pagó hacía un año, por lo que no tendría que pagar por la secundaria.

Tal vez los McConnell me dejarían tener la habitación de John, el hermano mayor de Megan, ya que casi nunca volvía a casa de Dakota del Norte. Yo podía pagar el alquiler, o ayudar en la funeraria. Sería triste y asqueroso a veces, pero haría cualquier cosa.

Justo cuando terminé un desesperado plan de presupuesto mensual, Gina abrió mi puerta. “Dos veces al día,” espetó.

La miré fijamente. “¿Qué?”

“Cuando estés en Irlanda. Llámame dos veces al día.”

Antes del amanecer de la mañana siguiente, mi teléfono sonó con un mensaje de texto del número de Fiona Moore.

ES Z ¿ESTÁS LISTA?

AQUÍ ESTOY, VÍDEO CHAT ABIERTO. Mi estómago se agitó ante la idea de volver a verlo, incluso después de sólo veinticuatro horas.

EMPECEMOS CON CHAT. LUEGO TE EXPLICO.

Fui a mi escritorio y activé la ventana de mensajes instantáneos. Una dirección enviada por Zachary apareció, con las palabras, HAZ CLIC AQUÍ.

Me metí en el sitio, el cual automáticamente me envió una contraseña extremadamente fuerte, con aproximadamente un millón de letras, números y símbolos. Tuve que escribirlas individualmente; la seguridad del sitio era tan dura que no me dejaba copiar y pegar.

Zachary estaba esperando, su nombre de usuario se encontraba solo en el recuadro azul de la derecha.

Yo: HEY. ¿DÓNDE ESTAMOS?

Él: EN UNA SALA DE CHAT PRIVADO. APARECERÁ EN TU HISTORIAL DE NAVEGACIÓN COMO “TABLA PERIÓDICA PARA TONTOS.”

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Yo: ¡JA!

Él: NOS CONECTAREMOS EN VÍDEO EN UN SEGUNDO.

Yo: ¿CÓMO SÉ QUE DE VERDAD ERES ZACHARY?

Él: ¿CÓMO SÉ QUE DE VERDAD ERES AURA?

Yo: ¿QUÉ CANCIÓN BAILAMOS EN EL BAILE DE GRADUACIÓN?

Él: “WHEN YOU SAY NOTHING AT ALL” DE ALISON KRAUSS.

Yo: HUH. SIEMPRE CREÍ QUE ERA DE TAYLOR SWIFT.

Él: NECESITAS ESTUDIAR TU MÚSICA COUNTRY.

Yo: NO, GRACIAS. OYE, PODEMOS USAR EL VÍDEO CHAT PARA DESINFORMAR AL DPM.

Él: YO TAMBIÉN ESTABA PENSANDO ESO. <SONRISA>. TAMBIÉN NECESITAMOS UN CÓDIGO QUE PODAMOS DECIR EN EL VÍDEO PARA CUANDO QUERAMOS VENIR AQUÍ Y HABLAR EN PRIVADO. ALGO QUE PAREZCA NATURAL.

Yo: ¿QUÉ TAL “TENGO QUE ESCRIBIR UN TRABAJO DE HISTORIA”?

Él: EL MÍO SERÁ, “MAMÁ NECESITA AYUDA CON PAPÁ.” ¿LISTA?

Dudé antes de hacer la pregunta que más quemaba dentro de mí, sabiendo que no quería la respuesta.

Yo: ENTONCES SI ESTE CHAT ES SÓLO ENTRE NOSOTROS…

Él: *INTRIGADO*

Me lo imaginé imaginando que yo quería tener una sesión de mensajería sexy con él. Sin embargo, su cuerpo no era la primera cosa en mi mente; al menos no ese aspecto de su cuerpo.

Yo: ¿PUEDES DECIRME QUÉ PASÓ CUANDO ESTABAS DETENIDO?

No hubo respuesta, ni siquiera el pequeño icono de “fulano está escribiendo.”

Yo: ZACH, ¿ESTÁS AHÍ?

Él: SÍ.

Yo: PODEMOS HABLAR DE ESTO EN OTRO MOMENTO.

Él: SÍ.

Yo: LO MÁS IMPORTANTE ES QUE AHORA ESTÁS BIEN.

Ninguna respuesta.

Yo: ESTÁS BIEN AHORA, ¿VERDAD?

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Él: ¿PODEMOS IR AL VÍDEO? QUIERO VERTE.

En el programa de vídeo chat, un cuadrado negro con una silueta genérica apareció mientras establecía la conexión. Noté la imagen en vivo de mí en la esquina inferior de la pantalla. ¿Estaba mi pelo muy rizado? ¿Eran sombras o tenía bolsas enormes debajo de los ojos?

Salté de mi silla para apagar la lámpara adicional, con la esperanza de que ayudaría. Con mis prisas, la tiré. “¡Mierda!”

“¿Aura?”

Volé al escritorio para ver la cara de Zachary en la pantalla. “Hola. Wow. Hola.”

“¿Todo está bien?”

“Ahora lo está.”

Miró directo a la cámara. Directo hacia mí. “Hola,” dijo, casi sin aliento.

“Hola.” Quería lanzar mis brazos alrededor de la computadora. “Es fantástico verte.”

“Sí. Estás hermosa.”

“No, no lo estoy. Quiero decir, gracias. Pero no, no lo estoy.” Le di lo que esperaba que fuera un gesto tímido. “No a esta hora de la mañana, de todos modos.”

Mirándolo, casi podía olvidar que tal vez no estábamos solos. Si íbamos a dar mala información, el DPM necesitaba oírnos hablar como si pensáramos que teníamos privacidad.

“Te extraño demasiado,” le dije.

“Yo también te extraño.” Él descansó su mentón en su puño. “No sé qué decir. No puedo dejar de mirarte.”

El calor subió a mis mejillas. “¿Puedes enseñarme tu habitación?”

“Aún no. Parece la habitación de un chico de trece años.”

“¿Ha pasado tanto tiempo desde que viviste en Glasgow?”

“Hemos regresado entre viajes al exterior, pero sólo por un par de días a la vez.” Se echó hacia atrás en su silla y miró a su derecha, a la luz gris de una ventana. “No sabía cuánto lo echaba de menos hasta que vi las luces de la ciudad desde el avión. Se me había olvidado lo hermosa que era.”

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“¿Qué harás primero?”

“Llamar a algunos de mis viejos amigos. Continuar donde lo dejamos, aterrorizar las calles con conversaciones inútiles.”

“¿Ir a los pubs? ¿Encender tu lado escocés?”

“Tal vez, ahora que la mayoría de nosotros somos lo suficientemente mayores. Pero no te preocupes, no voy a beber. No puedo, de todos modos, hasta que tenga dieciocho años. A menos que compre una comida, y eso se pone caro en los pubs. Además, sé que te molestaría si me convirtiese en un borracho, después de lo que pasó.”

No estaba segura de si se refería a la muerte de Logan o su propia aventura con Becca, los cuales no hubiesen ocurrido sin alcohol. Pero me pregunté si el DPM le había dejado recuerdos a Zachary que quería borrar con una botella.

“Apuesto a que estás feliz por ver a tus padres de nuevo.”

“Lo estoy.” Sus ojos de volvieron tristes.

“¿Cómo está tu padre?”

La boca de Zachary se abrió mientras miraba más allá de la cámara, pero pasaron unos instantes antes de que hablara. “Ahora tenemos un abrelatas eléctrico.”

“Disculpa, ¿qué?”

“Papá siempre decía que era una pérdida de dinero y electricidad, y que era demasiado grande para el mostrador. No tenía sentido cuando hay un perfectamente buen…” Él hizo un gesto para señalar un abrelatas manual. “Pero sus manos, ahora son demasiado débiles.”

“Lo siento,” susurré.

“Cuando entré en la cocina y vi esa máquina…” Zachary tragó saliva. “Debería estar feliz de que no muriera mientras yo estaba…” Pasó una mano adelante y atrás sobre su cabeza, finalmente apartando las ondas oscuras que se acumulaban en su frente. “Necesito un corte de pelo.”

Él se mantuvo así, ojos fijos en la mesa debajo de la pantalla, frotando las puntas de su cabello entre su pulgar y el resto de sus dedos.

Me dolía la garganta al ver su angustia. Yo sólo conocía el dolor de perder a un padre que nunca había tenido. No me podía imaginar sentir la lenta decaída si perdía a uno cercano.

“¿Debería dejarte ir?”

Zachary levantó la mirada bruscamente. “¿Qué? ¡No! No lo hagas. Por favor.”

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“Pensé que quizá querrías estar con tus padres.”

“Sí quiero, pero… no quiero que me dejes ir.” Cerró un poco el ojo izquierdo. “Ouch, eso suena patético.”

“No me importa.”

“A mí sí.” Miró fijamente la cámara. “Aura, no me tengas lástima. No lo soporto. Este verano no fue fácil, pero se acabó, y estoy bien.” Hizo hincapié en la última palabra con tanta fuerza, que se quebró. “Excepto por la parte en que te extraño, y eso es un dolor que quiero curar de una sola manera.”

Mi pulso se aceleró ante la idea de estar de nuevo con él, pero no podía discutir detalles cuando el DPM podría estar escuchando. “¿Sabes lo que les hizo decidirse a dejarte ir?”

“No estoy seguro. Me dijeron que la Oficina de Asuntos Exteriores se apoyó en el Departamento de Estado, el cual se apoyó en el DPM pero, ¿por qué cambiaron de opinión? No lo sé.”

Eso era exactamente lo que esperaba que Zachary dijera en el vídeo.

Comprobé mi reloj. “¿Creerías que ya tengo que entregar un trabajo de historia el segundo día de clases? Tengo que ir a corregirlo antes de entregarlo.”

Él asintió con comprensión. Nos despedimos, y luego nos encontramos en la sala de chat privado.

Yo: SÉ POR QUÉ TE DEJARON IR. FUE EL DEPARTAMENTO DE ESTADO Y LO QUE SEA, PERO TAMBIÉN LA MI-X.

Él: ME LO IMAGINABA. ¿PERO POR QUÉ LES TOMÓ TANTO TIEMPO?

Yo: NECESITABAN UNA PALANCA CONTRA EL DPM.

Él: ¿COMO QUÉ?

Yo: COMO EL HECHO DE QUE LA EMPRESA QUE HACE CAJAS NEGRAS CONTRATÓ ESPÍAS PRIVADOS PARA BOMBARDEAR EL VUELO 346.

Él: ¿¡QUÉ?!? ¿CÓMO LO SABEN?

Mis manos hicieron una pausa sobre el teclado.

Yo: PORQUE SE LOS DIJE.

Zachary no respondió durante unos momentos, luego la ventana del chat mostró que él estaba escribiendo, luego se detuvo, luego escribiendo, y luego deteniéndose otra vez. Por último se limitó a decir, ¿PERDÓN?

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Yo: HICE UNA INVESTIGACIÓN. Y CONSEGUÍ INFORMACIÓN DE NICOLA.

Él: ¿NICOLA DEL DPM? ¿ESTABAS ESPIANDO?

Yo: ESPIANDO NO. INVESTIGANDO.

Él: ¡PODRÍAS IR A LA CÁRCEL!

Yo: LO HICE POR TI.

Después de una larga e insoportable espera, mientras mi corazón parecía detenerse, escribió: YO NO SOY DIGNO DE ESO.

Sentí ganas de llorar, pero intenté mantener la calma. ¿PUEDO VERTE?

Él: YA ME TENGO QUE IR.

Y se fue. Dejé que las lágrimas se derramaran. Tal vez no debería haberle dicho a Zachary lo que había hecho, pero hubiera sido como mentir. Siempre había sido honesta con él, incluso cuando dolía.

Con mi visión borrosa, comencé a empacar mi mochila. Normalmente, el olor de nuevos útiles escolares me llenaba de emoción. Ahora no sentía más que miedo.

Mi teléfono vibró al recibir un mensaje de Zachary.

AURA, LO SIENTO. TE AMO.

TAMBIÉN TE AMO. ¿ESTÁS MOLESTO?

NO CONTIGO. NUNCA CONTIGO.

SI NECESITAS HABLAR…

NO PUEDO. NO AÚN.

CUANDO ESTÉS LISTO.

Su respuesta tardó tanto tiempo, que comprobé dos veces que recibía señal. Finalmente…

LO HARÉ.

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Capítulo Veintiuno Traducido por Zaidam96

“¿No deberíamos sentirnos diferente?” Preguntó Megan mientras hacíamos nuestro primer experimento de laboratorio en química avanzada. “¿Ahora que estamos en último año?”

“¿Qué querías? ¿Una alfombra roja cuando entramos al colegio ayer por la mañana? ¿Trompetas? ¿Confeti?”

“Algo así. Trabajamos y sufrimos todos estos años.” Ella midió cuidadosamente el líquido con la probeta. “Deberían honrarnos.”

“Creo que el honor llega en junio. ¿Una pequeña cosa llamada graduación?”

“No necesitamos una recompensa en la graduación. Dejar este lugar es recompensa suficiente.” Levantó la vista hacia la señorita Oswald, quien se estaba cerniendo alrededor de nuestro lado de la habitación, comprobando el progreso de los estudiantes. Cuando se alejó, Megan añadió, “¿Viste al nuevo estudiante de intercambio de allá?”

Ajusté mis lentes de protección y escudriñé a través de la habitación a Simon, fingiendo que estaba oyendo sobre él por primera vez. “Lindo. ¿De dónde es?”

“Inglaterra. Su madre es diplomática o algo.”

Sentía como si Simon fuese la única persona en el instituto que no me veía. Oía los susurros en el vestíbulo cuando pasaba, las conversaciones que misteriosamente paraban cuando yo aparecía. Dos meses y medio después del concierto de Logan, la gente seguía especulando que de alguna manera yo lo había traído de vuelta a la vida.

En tercer año, fui la chica con el novio drogadicto muerto, alguien por quien sentir lástima. En mi último año, estaba destinada a ser un bicho raro. Alguien por quien temer.

Me molestó, aunque no debería haberlo hecho. Yo tenía preocupaciones mucho más importantes, como derribar al DPM.

Megan continuó midiendo las partes del experimento; planeaba aprender cada aspecto del negocio de las funerarias. Aburrida, le eché otro vistazo al mensaje de ayer de Nicola:

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ME ALEGRA ESCUCHAR QUE ZACHARY ESTÁ LIBRE ESTO ES LO ÚLTIMO QUE OIRÁS DE MÍ, POR TU BIEN. TENGO ALGUNOS ASUNTOS QUE ATENDER POR MI CUENTA.

¿A qué se refería con “asuntos”? Si ella tenía más chismes del DPM, yo quería saberlo. Pero no había respondido mis mensajes y llamadas telefónicas.

Busqué el mensaje más reciente enviado por Zachary esta mañana. Dado que ninguna señal atravesaba las paredes recubiertas de obsidiana de nuestro colegio, no lo había recibido hasta que Megan, Jenna, Christopher y yo salimos al patio principal para el almuerzo.

Zachary: NO PUEDO CHATEAR ESTA NOCHE. SALDRÉ DE LA CIUDAD POR UNA BUENA CAUSA. DESÉAME SUERTE.

Por lo menos sonaba como si estuviera en un mejor estado de ánimo. Pero, ¿adónde iba? ¿A quién iba a ver? ¿Ya se estaba alejando de mí?

“Siobhan me llamó ayer por la noche,” dijo Megan, interrumpiendo mi melancolía. “Me dijo que College Park13 es loco y divertido.”

“Entonces, ¿no extraña a Connor?”

“Ya la conoces.” Megan hizo comillas en el aire. “Esa ‘cosa de larga distancia’ nunca funciona.”

“Más le vale estar equivocada.”

“Estoy segura de que Zachary y tú estarán bien. Son algo diferentes.”

Claro. Porque antes de que él se marchara, fuimos novios nada menos que tres días. Si Siobhan y Connor (que habían estado juntos por más de un año) no habían podido, ¿cómo íbamos a poder nosotros?

Y después de todo lo que Zachary había atravesado este verano (que ni siquiera me podía decir) él podría decidir que sería más fácil olvidar todo el continente. Podría comenzar una relación con una chica de su ciudad natal, alguien que nunca le pediría que se repitiera o explicara una frase o una broma. Alguien que le ayudara a olvidar.

“¿Preparada?” Megan levantó el vaso de precipitado. “Si lo hicimos correctamente, esto será genial.” Vertió el fluido en la probeta. La mezcla burbujeó, liberó vapor, y entonces cambió de blanco al negro.

“Wow.” Yo apunté las observaciones en nuestro cuaderno de laboratorio, luego miré alrededor de la habitación para comprobar que otros experimentos mostraban los mismos resultados.

13 College Park es una ciudad ubicada en el Condado de Prince George, Maryland, Estados Unidos.

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Empecé a escribir la explicación de la reacción, entonces paré y me quedé mirando la probeta. Ambas sustancias químicas tenían sus propias propiedades características. Pero cuando se mezclaban, tomaban una nueva vida con nuevas cualidades. Nuevos poderes.

En mi propio cuaderno, garabateé en el márgen, utilizando la ecuación de notación química:

Yo + Zachary → rareza + felicidad

Por mucho que había amado a Logan, y por mucho que me preocupaba por Dylan, ninguno de ellos me había cambiado alguna vez, convertido en una persona nueva, como lo había hecho Zachary. Y por mucho que me asustaba, estos cambios parecían una señal de que no debíamos alejarnos. Estábamos avanzando mutuamente.

Zachary y yo habíamos hecho juntos muchas cosas denominadas imposibles. Pero sólo una cosa era verdaderamente imposible: separarnos para siempre.

La siguiente noche, Zachary me estaba esperando en nuestra sala de chat privado cuando inicié sesión con mi insoportablemente larga contraseña.

Él: TENGO BUENAS NOTICIAS Y MEJORES NOTICIAS. ¿CUÁL DE ELLAS QUIERES PRIMERO?

Yo: ¡OH! LAS BUENAS NOTICIAS. DEJEMOS LO MEJOR PARA EL FINAL.

Él: ESA ES MI CHICA. LA BUENA NOTICIA ES QUE HE ENCONTRADO UNA APLICACIÓN QUE NOS PERMITIRÁ HACER VÍDEO CHAT EN PRIVADO.

“¡Sí!” Grité. Entonces mantuve pulsadas las teclas shift y 1 para colocar cientos de signos de exclamación.

Él: YO TAMBIÉN ESTOY ENCANTADO. MIS MANOS SE ESTÁN CANSANDO.

Yo: ECHO DE MENOS TUS MANOS.

Él: ¡HAH! PEQUEÑA DESCARADA. HE SUBIDO EL PROGRAMA DE VÍDEO AQUÍ.

Él publicó un enlace a un sitio de transferencia de archivos seguro. Se tardó siglos en instalar, pero diez minutos más tarde, estaba en mi pantalla.

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Dejé caer mi bolígrafo. “¡Tu pelo! ¿Ahí es donde fuiste ayer por una buena causa?”

“¿Qué?” Él pasó una mano por el cabello, donde los mechones negros estaban cortos ahora y casi lisos. “No. Me lo corté hoy aquí. Estaba horriblemente largo.”

“Me gustaba.”

“Necesitaba un cambio, y este es el estilo de aquí. ¿Se ve mal?”

Tenía la cara más visible sin el flequillo ondulado cayendo sobre su frente. Nunca me había dado cuenta de cuán altos y definidos eran sus pómulos, y sus ojos parecían ahora dos veces más verdes.

“Se ve sexy.”

Él me dio una sonrisa torcida. “Entonces, anoche fui a Black Isle, que queda en Tierras Altas.” Deslizó una gran caja blanca delante de la cámara. “Conseguí esto.”

“Una caja de papel de copiar. Felicidades.”

Levantó la tapa, girándola en sus manos, luego sacó un sobre de manila con un sello de cera roja, como el sello de…

“¡Oh dios mío! ¿El diario de mi madre?”

“Ajá. Vi a Eowyn. Ella está en el norte en un nuevo refugio.”

“¡Ábrelo! ¡Ábrelo!” Reboté en mi silla, luego me incliné debajo de mi escritorio para agarrar el bolígrafo que se me había caído. “Empieza después del 20 de enero. Esa fue la última fecha que leí. Después de eso, salté las páginas hasta el equinoccio.” Cuando mi madre había descrito sus diecisiete minutos de pasión con mi padre. Iugh.

Zachary escaneó las hojas, con las manos temblando de fatiga, excitación, o ambos. “No recuerdo esta parte.”

“24 de enero.

No he tenido tiempo para escribir últimamente, vagando con Anthony, bajando por las calles de pueblos medievales como Slane, Kells y Trim. Como finjo que estoy caminando sola, él hace la mayor parte de la conversación.

Pero tenía que escribir esta noche. Anthony me dijo algo extraño, algo que dijo que ha estado retrasando hasta que pudiera entender todo esto. Él no quería preocuparme.”

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Hmm. Estaba obteniendo una mejor imagen de mi padre, un poco protector, un poco reservado.

Zachary siguió leyendo.

“Estábamos caminando por la acera en Kells, cerca de la famosa iglesia y la torre. Anthony dijo que la noche del solsticio (después de que yo había estado en Newgrange) él estaba rondando uno de los pubs locales. Escuchó a una mujer de mediana edad hablando con una joven pareja sobre algo que había ocurrido por la mañana en Newgrange. Ninguna conversación turística, esto era serio.

La mujer mayor estaba hablando en gaélico, y el chico joven (su hijo, aparentemente) estaba traduciéndolo para su mujer. La madre dijo, ‘El dios bueno ha terminado su trabajo. El día se levantará de nuevo, con el próximo regreso de la luz.’

Yo no tenía idea de lo que significaba, pero Anthony (aficionado a la mitología Ye Olde) dijo que ‘el dios bueno’ era el nombre para Dagda, uno de los Tuatha Dé Dannan. Los TDD no eran dioses creadores, más bien una clase de superhéroes brujos que vivían en Irlanda hacía mucho tiempo.”

“¿Recuerdas los Tuatha Dé Dannan de nuestra tesis?” Zachary pronunció el gaélico, TU-ah yai DAN-an.

Asentí con la cabeza. De acuerdo a la leyenda, después de la invasión celta, los Tuatha Dé Dannan literalmente fueron bajo tierra y ahora vivía en el “Otro Mundo,” colinas o montículos llamados sídhe (“shi”). Con el tiempo, sídhe llegó a significar hadas. El Dagda supuestamente había vivido todo ese tiempo dentro de Newgrange, y esa era la razón por la que los lugareños tuvieron miedo de molestarlo durante mucho tiempo.

Zachary pasó la página.

“Le pregunté a Anthony a qué se refería ella sobre el trabajo de Dagda. No tenía ni idea, excepto que tenía algo que ver con el solsticio.

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Debido a esto, él empezó a seguir a la mujer. Descubrió que su nombre era Brigit Murphy, y vivía en Ráth Cairn, uno ciudad cercada gaélico-hablante, una de las pocas en el este de Irlanda.

Anthony dijo que después de que me dejó alrededor de la medianoche de ayer, se fue a casa de Brigit Murphy y encontró a un grupo de personas reunidas allí. Era como una reunión de culto de los fieles de los TDD. Dijo que vestían túnicas como los druidas, pero no eran los druidas reales. Se hacen llamar Los Hijos del Sol.”

“Horripilante,” comenté.

“Sí, pero, ¿cómo tu padre pudo ir a la casa de Brigit si nunca había estado allí durante su vida?”

“Antes del Cambio, los fantasmas podían ir adonde quisieran.” Traté de evitar un tono “bueno, duh.”

“Oh. Cierto.” Zachary se rascó la frente, luciendo avergonzado. “Lo olvidé.”

“Sus rituales (todos en gaélico) parecía ser acerca de la luz, el sol y los ciclos de la naturaleza. Pero el hijo que traducía dijo que el ciclo de los TDD era tan antiguo, que nadie había visto el verdadero final, que ahora era ‘inminente.’

Así Brigit se levantó delante de ellos y declaró en gaélico, ‘He tenido éxito donde mis antepasados fallaron. El que fue llenado de luz producirá un nuevo día.’”

Me tapé la boca. “Wow. El que fue llenado de luz. Esa fue mi madre.”

“Y mi padre.” Zachary siguió leyendo. Ahora más rápido.

“Cuando Anthony me dijo esto, me detuve allí mismo, en la acera. Gracias a Dios, la calle estaba bastante vacía así que nadie me vio reprendiendo al aire.

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Lo llevé a la Catedral de San Columba, donde están las famosas cruces, para poder estar solos. Entonces le dije cómo Eowyn me había dicho que me había visto llena de luz dentro de Newgrange.”

Levanté una mano. “Zach, ¿puedes volver y leer la entrada del día del solsticio?”

“Déjame buscarlo.” Él rebuscó entre las páginas. “Aquí la tenemos. Esta es del 21 de diciembre.”

“Una adolescente americana con largos rizos dorados me dijo la cosa más extraña, que cuando pasé a través del rayo de sol del solsticio, ella me vio iluminada desde el interior, como si mi piel fuese una pantalla de lámpara.”

“Ahora lo recuerdo,” dije. “El guía les dijo que podían pasar a través del rayo de luz.”

“Eowyn dijo algo acerca de la gente pidiendo deseos, ¿no?”

“O esperando que pudiera curarlos.” Tal vez lo había hecho. Ni mi madre ni su padre podían tener hijos antes de ir a Newgrange. Ambos fuimos algo así como bebés milagrosos.

Zachary encontró la entrada del 24 de enero de nuevo y repitió la última línea.

“Entonces le dije cómo Eowyn me había dicho que me había visto llena de luz dentro de Newgrange. Él pensó que no había manera de que fuese una coincidencia, y si realmente había sucedido, entonces estas personas locas del culto quizá querían algo de mí. Dijo que volviera al hotel y me mantuviera alerta hasta que él encontrara más información.

Me siento muy vulnerable. Vencer la batalla contra el cáncer me hizo sentir invencible, pero ahora, acostada aquí sola en mi habitación, parece que algo nuevo me tiene en la mira, algo más peligroso que cualquier otra enfermedad.”

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Bajó las páginas. “Ese es el final de la entrada.”

“Parte de esto no es correcto. Brigit Murphy dijo: ‘el que fue llenado de luz.’ Pero Eowyn nos dijo que tu padre también fue llenado de luz. Ella lo llamó el Resplandor.”

“Entonces, o Brigit no sabía que la luz entró en dos personas, o lo sabía pero no se lo dijo a sus seguidores.”

“Quieres decir, que ella había metido la pata.”

“Probablemente estaban esperando a que una persona caminara a través de la luz en el momento del solsticio, pero tanto mi padre como tu madre estaban ahí.”

“¿Qué quiso decir con ‘He tenido éxito’?” Deseaba tener el diario en mis manos. “¿Qué hizo para que sucediera?”

“¿Una especie de ritual? Espera.” Pasó la página hacia atrás. “Dice que ‘El que fue llenado de luz producirá un nuevo día.’ ¿Eso es el Cambio?”

Golpeé con mis manos el borde de la mesa. “Zachary, somos nosotros. ‘Producir,’ como dar a luz o concebir. Como una madre o un padre.”

“¿Así que nosotros somos el nuevo día? ¿Qué diablos significa eso?”

“Lee la otra parte otra vez. Sobre el dios bueno, Dagda.”

Mientras pasaba las páginas, me emocionaba que estuviéramos resolviendo misterios de nuevo. Había cosas que, al parecer, sólo podíamos descubrir juntos, como si compartiéramos un cerebro, uno que no funcionaría correctamente sin su otra mitad.

“Dice, ‘El dios bueno ha terminado su trabajo. El día se levantará de nuevo, con el próximo regreso de la luz.’”

“¿Algo debía suceder el día siguiente?”

Zachary sacudió los papeles. “¡No, tenías razón! Es sobre nosotros. El ‘próximo regreso de la luz,’ el solsticio de invierno del año siguiente.”

Jadeé. “¡El día que nosotros nacimos!”

“Tiene que ser. ‘El día se levantará de nuevo.’”Se levantó de un salto de su asiento. “Vuelvo enseguida.”

Por suerte, Zachary sólo tardó unos cinco segundos, o yo hubiera estallado con anticipación. Se sentó con fuerza, ya desplazando las páginas de un libro manoseado sobre los antiguos celtas.

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Mientras aplanaba el libro sobre la mesa y pasaba su dedo sobre la página, vi esa intensidad de nuevo en sus ojos. Había planeado volver a presionarlo sobre lo que le había sucedido bajo la custodia del DPM, pero ahora decidí guardarlo para otra ocasión. Lucía demasiado feliz, demasiado vivo.

“Aquí está. Óengus, el hijo de Dagda. Él era la personificación del día.”

“Interesante.” Rebobiné sus palabras. “Así que, ¿estas personas del culto querían invocar a un dios de Newgrange?”

“¿Dónde más? Es el legendario lugar de descanso de los dioses.”

“Eso es una locura.”

“Aura, ellos pudieron haber ocasionado el Resplandor y el Cambio. Eso no es menos loco.”

Me apreté la cabeza, como si quisiera evitar que mi cerebro diera vueltas. “Continúa leyendo el diario.”

“Bien.” Él puso las páginas del diario encima del libro abierto.

“26 de enero.

¡Raro y más raro! Anthony localizó a Brigit Murphy y a su hijo, Padraig, en su casa. Oh, amigo, Brigit estaba discutiendo con Padraig de nuevo. Pero todo fue en gaélico, así que Anthony no pudo entender mucho. Él sabe saludos básicos y cómo preguntar direcciones. Y, por supuesto, los números, para poder preguntar cuánto cuestan las cosas.

Brigit seguía gritando las palabras de ‘uno’ y ‘dos,’ y por lo que Anthony pudo notar, ‘dos’ era muy, muy malo.”

“Oh Dios mío,” interrumpí a Zachary. “¿Crees que estaban hablando del Resplandor? Ellos sabían que la luz entró en dos personas en lugar de una.”

Él asintió pero siguió leyendo.

“Padraig repetía la frase gaélica de ‘lo siento.’ Después de un rato se fue. Anthony se quedó alrededor de la casa de Brigit para ver si alguien más iba, pero ella simplemente encendió la radio y cenó sola. Y nunca voy a

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olvidar cómo me describió la siguiente parte: Brigit comenzó a llorar en silencio, dejando que sus lágrimas cayesen en su guiso.”

Zachary pasó la página. “Esto es todo de ese día.”

Medité el poder de lo que habíamos aprendido, cuánto había significado el día del Resplandor para ese culto de Los Hijos del Sol. Si tan sólo se hubieran imaginado lo que iban a desencadenar.

“Suena como si fuera culpa de Patrick que la luz entrase en dos personas en lugar de una. Pero, ¿por qué?”

“Tal vez él estaba allí en Newgrange en el solsticio. Y es Padraig, no Patrick.” Él me escribió la versión irlandesa del nombre.

“Todo es más bonito en gaélico,” dije con un suspiro. “Sigue.”

“27 de enero.

Ni una palabra más sobre Brigit, ¡alivio! Sigo buscando por encima de mi hombro para ver si alguien me está siguiendo.

Mañana le voy a preguntar a Anthony por qué persiguió a Gina después de su muerte, hasta el punto de estar tan afligida que abandonó a su marido. ¿Por qué dejó que arruinara su vida por él? Si vamos a ‘estar’ juntos, signifique lo que signifique, necesito saber. Sin importar lo mucho que duela.”

Me preparé. Como la mayoría de los fantasmas, incluido Logan, mi padre debió haber tenido problemas para dejar ir a sus seres queridos, incluso los que pertenecían a otras personas.

“‘28 de enero. No sabía que los fantasmas podían llorar.’” Zachary levantó su cabeza. “Lo siento, Aura.”

Apoyé los codos sobre el escritorio y me acuné el rostro entre las manos. “¿Qué sigue?”

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Zachary cambió de página. “Ya lo hemos visto.” Pasó cada hoja, por delante y por detrás. “Leí todas las partes que no leímos en junio. Voy a escribirlo todo y pegarlo en la ventana de chat mañana.”

“Gracias.” Me retorcí, deseando que lo hiciera ahora pero al mismo tiempo sólo queriendo hablar con él. “¿Qué más hay en esa caja blanca?”

“Ah.” La deslizó más cerca. “Investigación de Eowyn. Todo lo que pudo caber, en realidad.”

“¿Por qué te la dio?”

Zachary pasó el dedo por una esquina de la caja. “¿Recuerdas que dije que ella estaba en un refugio? Eso es porque cuando ella te llamó el día de mi vuelo, el DPM rastreó la llamada.”

“¡Maldición!” Golpeé con mi puño el escritorio. “Tenía miedo de eso.”

“Ya se hartó del Cambio, me dijo.” Él parecía triste. “Eowyn nos lo está dejando todo a nosotros.”

“¿Ahora? ¿Justo cuando nos estamos acercando?”

“Le ofrecieron un trabajo de enseñanza e investigación en el oeste de Australia. Inicia la próxima semana. Es por eso que tenía que darme prisa para llegar al norte y conseguir el material. Durante gran parte de su tiempo va estar en el desierto sin comunicación.”

Australia. Se sentía como otro planeta. “¿Ella nos está abandonando?”

“Nos dejó esto.” Le dio una palmadita al costado de la caja. “Estar juntos con lo que sabemos, lo que nadie más sabe, tal vez nos dará las respuestas.”

“Te dará las respuestas a ti.” Mis dedos se morían de ganas de estudiar minuciosamente la caja de misterios. “Yo estoy atrapada aquí, haciendo estúpidas tareas.” Zachary había terminado el instituto, en Escocia podían entrar en la universidad un año antes que en Inglaterra y los Estados Unidos. Pero ya que no pudo aplicar para una universidad escocesa el otoño pasado, se iba a tomar un “año sabático.” En otras palabras, un año sin deberes.

“Habrá mucho que puedas hacer,” dijo. “Después de que ordene esta caja, voy a hacer una lista de las cosas que puedes investigar.”

“Así que, ¿ahora soy tu asistente de investigación?”

Él sonrió. “Algo así.” Entonces se volvió a poner serio. “Aura, cuida tus calificaciones. Si las mantienes altas, podrás ir a la universidad donde quieras, incluso…” Se interrumpió, como si tuviera miedo a la esperanza.

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Yo terminé su frase, pero solo en mi mente. Incluso en el Reino Unido. Lo quería más que nada, pero aun así, parecía algo muy difícil. ¿Y si no éramos aceptados en las mismas universidades? Aún podíamos terminar a varias horas de distancia.

Divisé mi cuaderno de química y recordé la ecuación que había garabateado en el margen: Yo + Zachary → rareza + felicidad.

Así fuera un destino antiguo o química simple, podíamos encontrar una manera de estar juntos.

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Capítulo Veintidós Traducido por Dayana125

El funeral de Tammi Teller en la secundaria Ridgewood fue la noche siguiente, el día que hubiese sido su decimoquinto cumpleaños. Habían decidido celebrar la ceremonia en el patio delantero, en parte por respeto a los fantasmas, que no podían entrar en nuestra escuela debido a la caja negra, y en parte porque el director Hirsch estaba preocupado de que las velas pudieran incendiar el edificio.

Mientras caminaba desde el estacionamiento con Megan, Jenna, y Christopher, vimos cuatro de los fantasmas más familiares rondando cerca de la fuente detrás de las filas de asientos.

“Me pregunto si en algún lugar allá afuera,” dijo Jenna, “otra escuela está teniendo una vigilia por el chico que bombardeó el avión.”

“Nunca publicaron su nombre,” dijo Megan, “por lo que su amigos probablemente lloran por su muerte, pensando que es inocente.”

“He oído que ni siquiera estaban seguros de que fue ese chico,” dijo Christopher. “Algunas personas dicen que ese mensaje en línea era falso, o que el chico ni siquiera existió.”

“Tú y tus teorías de conspiración,” dijo Jenna. “¿Por qué si no iban a anunciar el día después del accidente que fue un bombardero suicida dotado?”

Solté un bufido. “Porque querían culpar a alguien.”

“¡Hola, chicos!” Amy Koeller estaba cerca de la fuente entregando velas blancas, de esas con círculos de papel para recoger la cera. “Muchas gracias por haber venido. El director Hirsch quiere comenzar en un par de minutos.” Con cada vela, también entregaba un broche que decía, VOTA POR KOELLER PARA PRESIDENTE DE LA CLASE.

Christopher guardó el broche y le dijo a Jenna, “Los nacidos antes del Cambio estaban preparados para algo como el Vuelo 346, algo que les dijera que los fantasmas son malos.”

“Pero con tantos nuevos fantasmas saliendo de ese vuelo,” dije, dirigiéndome hacia la fuente, “se podría pensar que la gente sentiría más compasión. Recordarían que podrían ser fantasmas algún día.”

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“No.” Christopher ajustó la mecha de su vela. “Las personas normales ven el Vuelo 346 y tal vez por un segundo piensan, ‘Ese podría ser yo,’ pero les asusta tanto que entonces están, ‘De ninguna manera, nunca. Odio a los fantasmas.’”

“Eso no tiene sentido,” le dije.

Él se encogió de hombros. “La gente no tiene sentido.”

“Aun así.” Jenna lanzó su vela al aire y la agarró por el extremo. “No hay razón para unirse a los bastardos.”

Me volví hacia ella con rapidez. “¿Quién se va a unir a los bastardos?"

Ella asintió con la cabeza a Christopher. “No puedo resistirme a una matrícula gratis.”

Megan chasqueó la lengua. “Aww, Chris, no.”

“¿Qué otra opción tengo?” Le preguntó. “Además, probablemente vayan a hacer un reclutamiento para el DPM. Bien podría inscribirme temprano y colocarme donde yo quiera.”

Había estado en todas las noticias, las reuniones del ayuntamiento habían estado repletas de personas nacidas antes del Cambio en pánico y paranoicos por los fantasmas. Las personas querían que se hiciera algo, sobre todo después del Vuelo 346. El DPM estuvo feliz de sugerir servicio obligatorio para todos los dotados. Me pregunté si estudiar en el extranjero me convertiría en una prófuga, y si me importaba. Después de un verano claustrofóbico, me moría de ganas de vivir en otro lugar por un tiempo, y estar más cerca de Zachary.

Pensar en cómo había lucido después de su cautiverio me hizo sentir el peso de la preocupación. Me senté en el borde plano de pizarra de la fuente, aunque significaba no poder ver el podio. Megan y Jenna me flanquearon, la última agarrando de la mano a Christopher.

Un micrófono golpeó, y luego hizo un chillido de retroalimentación. La voz profunda de nuestro director salió del altavoz a nuestra izquierda.

“Buenas noches. Soy Albert Hirsch, director de la secundaria Ridgewood. Bienvenidos, estudiantes y familias. Gracias por haber venido esta noche para honrar a Tammi Teller y todas las víctimas de esta tragedia inimaginable.”

Era difícil oír su voz sobre el chapoteo del agua en la fuente detrás de nosotros. El vapor frío calmaba el calor en la base de mi cuello, expuesto por mi cola de caballo.

La voz del director Hirsch se elevó ligeramente. “Como ustedes probablemente saben, nuestra presidente de la clase, Nikki Fowler, ya está estudiando en Harvard. Por lo que el discurso conmemorativo lo dará nuestra,

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bueno, nuestra reina del baile, quien mañana temprano saldrá para la UCLA. Señoras y señores, Becca Goldman.”

Genial. Creí que nunca tendría que volver a verla en mi vida.

Jenna y Christopher subieron y se pararon en el borde de la fuente para poder ver por encima de la multitud al podio.

“Wow,” dijo él. Jenna le dio un codazo, con una expresión de celo en su rostro.

Megan se puso de pie para unirse a ellos en el borde de la fuente, balanceándose a sí misma con una mano sobre mi cabeza. “Asco. ¿Cómo puede alguien tan rico vestirse tan vulgar?”

Me quedé sentada, no teniendo ningun deseo de ver a mi archienemiga, quien había perseguido a Zachary durante todo el año pasado y estado así de cerca de atraparlo en la noche del baile de graduación.

La voz de Becca resonó en el altavoz; a diferencia del director Hirsch, se aseguró de que cada palabra fuera escuchada.

“Conciudadanos, buenas noches. Mi nombre es Becca Goldman, y lloro con todos ustedes.”

Le envié un mensaje de texto con una palabra a Megan:

CLARO.

Ella respondió: MI NOMBRE ES BECCA GOLDMAN, Y DUERMO CON TODOS USTEDES.

Convertí mi carcajada en una tos falsa.

“Lo que sucedió el 22 de junio fue más que una tragedia,” dijo Becca. “Fue una atrocidad. Los fantasmas pueden no haber plantado esa bomba, pero uno de ellos inspiró a un dotado a hacerlo. ¿Quién sabe qué están susurrando en el oído de nuestros hijos? ¿‘Odia a los vivos’? ¿‘Odia tu propia vida’? Deben ser detenidos antes de que provoquen la muerte de más gente inocente.”

Una gran cantidad de adultos asintieron, e incluso algunos nacidos antes del Cambio aplaudieron. Un hombre cuya cámara de vídeo gigante llevaba el logo del canal local de noticias se acercó al podio, con una mujer sosteniendo un micrófono.

Becca continuó, “Yo sé que los dotados, como nosotros los normales, sueñan con hacer del mundo un lugar mejor. Tal vez algunos, como yo, quieren seguir los pasos de sus padres y ser médicos o abogados.”

El papá de Becca mejoraba el mundo con cirugías para el “realce estético” a señoras ricas envejeciendo.

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“Pero es deber de los dotados como estadounidenses dedicar sus talentos a la protección de todos nosotros. Sólo ellos pueden detener esta plaga de no muertos.”

Un grito de asombro recorrió la multitud tras su última palabra. Tres de los fantasmas desaparecieron instantáneamente, y el último (ex Jared, un antiguo alumno que había muerto en la guerra) comenzó a retroceder hacia la calle.

“¡¿No muertos?!” Me subí de un salto al borde de la fuente para que se escuchara mi voz. “¡No son muertos vivientes, Becca, están muertos!”

“¿Perdón?” Dijo Becca con voz extremadamente dulce. “¿Aura, dijiste algo?”

Mi estómago se retorcía ante la mirada fija de todos los presentes. Atraer la atención hacia mí era una cosa tonta, pero no me importaba. Yo no iba a dejar que ella, de toda la gente, se saliera con la suya.

“Dije que los fantasmas están muertos. Como todos lo estaremos algún día.” Como me gustaría que estuvieras tú.

“Oh, Dios.” Ella soltó una reluciente sonrisa de reina de graduación y se echó el pelo perfecto detrás de su hombro. “Suenas como una simpatizante de los fantasmas.”

“Y tú suenas como una idiota.”

“Oh,” dijo Megan.

Seguí adelante. “Becca, no tienes ni idea de lo que estás hablando. ¿A cuántas personas has amado que murieron así de repente?” Chasqueé mis dedos. “Si la respuesta es cero, entonces eres más afortunada que la mayoría de nosotros. Si es mayor que cero, entonces espero que nunca te hayan oído compararlos con zombies.”

“Señoritas.” El director Hirsch se acercó al podio y se llevó el micrófono a la boca. “Este no es el lugar adecuado para una discusión política. Becca, por favor termina para que podamos pasar a la iluminación de las velas.”

“Pero tengo este discurso entero…”

“Dije que termines.” Sus miradas furiosas se enfrentaron por un largo momento, luego Becca se encogió de hombros y fue a la última página de su discurso.

El director Hirsch empujó el micrófono en su dirección, luego retrocedió un pequeño paso, tal vez listo para tomar el micrófono de nuevo.

“En conclusión,” dijo ella rápidamente y sin inflexión, “por favor, mantengan a Tammi Teller, su madre, Iris, y a las otras víctimas del Vuelo 346 en sus pensamientos. Gracias.”

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Becca me envió una mirada fría y dura antes de alejarse del podio. Me tomó cada pedazo de autocontrol no mostrarle el dedo corazón.

Jenna y Megan se inclinaron hacia mí y me dijeron, al unísono, “Eres genial.”

Amy Koeller encabezó la reunión en un momento de silencio. Entonces el papá de Tammi encendió la primera vela (de color azul celeste, por ser el color favorito de Tammi) y comenzó a difundir la luz. Una por una, las velas blancas cobraron vida, hasta que pareció un campo de luciérnagas amarillas.

Una niña de unos nueve años de edad se acercó a la fuente para encender nuestras velas. Cuando me incliné para acercar mi mecha a su llama, me sonrió.

“Gracias,” susurró. “Por lo que le dijiste a esa chica mala.”

Le devolví la sonrisa, y luego pensé en el falso comportamiento de Becca en el podio. “¿Cómo sabes que es mala?”

Los ojos de la niña se ensombrecieron. “Me doy cuenta.”

“Tienes una Becca en tu escuela.”

Ella miró las baldosas bajo sus pies. “Un grupo de Beccas.”

Le toqué el hombro. “Mejora con el tiempo.”

Su expresión cambió al escepticismo mientras encendía la vela de Jenna. “Tammi era mi hermana.”

Megan dijo, “Oh,” tal vez dándose cuenta de dónde la había visto antes. Jenna sonrió con simpatía.

“Lo siento,” le dije. Ella no pareció reconocerme como la chica que su hermana odiaba por amar a Logan. “Y también por tu mamá. Eso debe ser duro.”

“Sí.” La niña se rascó la nuca. “Si Tammi se hubiera quedado tanto tiempo como dijo que iba a hacerlo, podría haber estado aquí esta noche.”

“¿Por cuánto quería quedarse?” Le preguntó Jenna.

“Doscientos cuarenta y siete días.”

Cerré los ojos. El tiempo que se había quedado Logan. Tenía la esperanza de que ningún otro seguidor modelara su existencia fantasmal basándose en la de Logan. Estaba tan lleno de vida, que lo último que hubiera querido sería crear alguna especie de culto de la muerte.

“Sin embargo, me alegro de que se haya ido,” dijo la niña, “y que mi mamá no fuera un fantasma. Ya era bastante malo.”

Un gemido bajo y triste sonó al otro lado de la multitud. Gaitas. No había notado el instrumento cuando entramos del estacionamiento.

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Megan tomó mi mano y la apretó con la fuerza suficiente para dame la fuerza para no llorar. Dejé las lágrimas derramarse en silencio, para Tammi y Logan, que habían perdido sus vidas; y para Zachary, que había perdido una parte de sí mismo que nunca podría recuperar.

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Capítulo Veintitrés Traducido por Azhreik

Después de lo que se sintió como un día de mil horas en la escuela, me reuní con Zachary en el vídeo chat para discutir los resultados de nuestra investigación. No es la idea de una noche de viernes divertida para la mayoría de las chicas, pero era lo único que yo quería hacer.

“Tú primero,” le dije. “¿Qué descubrió Eowyn?”

Lucía más fatigado que la última vez que hablamos, sus ojos enrojecidos y caídos a los lados. Deseaba asumir que era debido a leer hasta tarde, pero temía que fuera algo más.

“Parece obsesionada con el número tres,” dijo. “Los tres recesos, el espiral triple, tres megalitos en el Valle Boyne…”

“Pero solía haber más de tres megalitos allí.”

“Entonces los tres grandes, los que siguen de pie.” Se frotó la frente. “Y hay un montón de material de este filosofo, Hegel.”

“Nunca escuché de él.” Aunque bien pensado, mi conocimiento de filosofía consistía en la cueva de Platón y en el ‘Pienso, luego existo’ de Descartes.

“Es un sujeto alemán, así que no puedo leerlo en el idioma original.” Extendió las páginas. “La parte con la que Eowyn parece fascinada es con lo que la gente llama su dialéctica.”

“¿Es la cosa en las pastillas de dieta?” Dije eso en voz alta, ¿cierto? “Lo siento, eso es diurético.”

“Claro. Como sea, consiste en este proceso: tesis, antítesis, síntesis.”

Asentí, no queriendo que Zachary pensara que era una idiota después de mi última afirmación.

“Tienes una cosa: A.” Extendió la mano izquierda y luego la derecha. “Y su opuesto: no-A.” Entrelazó sus dedos. “Idealmente quieres llegar a B.”

“Una síntesis, dijiste. Entonces, ¿es como una combinación?”

“O algo intermedio. Una tercera cosa.”

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“El número mágico tres de Eowyn, de nuevo.” Pensé en nuestros experimentos de química, donde dos substancias formaban una tercera que tenía propiedades completamente diferentes. “¿Qué tiene eso que ver con Newgrange?”

“Ah.” Zachary examinó su escritorio. “Mierda, ¿dónde puse esa parte? Sólo un segundo.”

Revolvió entre papeles que yo no podía ver. Estudié su cara, notando el contraste entre su cansancio y su intensidad. Me recordó a los científicos locos en las películas antiguas, trabajado obsesivamente para resolver un problema mientras lentamente perdían contacto con la realidad.

“¡Aquí está!” Levantó un cuaderno azul de espiral con una nota adhesiva sobresaliendo. “Ella dice que hay evidencia de que Newgrange podría haber sido construida con dos propósitos.” Encontró la página. “‘Para servir a los muertos, pero también para separarlos de los vivos.’ Luego hay una nota a un lado preguntando: ‘¿Cómo hacer ambos a la vez?’”

“La síntesis, ¿verdad? ¿La tercera cosa?” Mis sienes palpitaban. “¿Ya sabes de lo que está hablando y quieres que yo adivine?”

Puso una mirada herida. “No, no jugaría contigo de esa manera.”

“¿Qué más hay?”

“He leído hasta ahí. Hegel me puso a dormir un par de veces. ¿Qué hay de ti?”

“Mi investigación no estaba tanto en las nubes.” Levanté la impresión de un artículo del Times Irlandés. “Hice una investigación en línea en una de las computadoras de la escuela, en caso de que la mía esté siendo monitoreada. Padraig Murphy y su mamá, Brigit, murieron en un accidente de auto en febrero.”

“Qué horrible.”

“Escucha esto. La hija de Padraig estaba conduciendo. Obviamente una dotada, porque supuestamente vio un fantasma en el camino. Se asustó y viró, y entonces, ¡pum! Golpeó un árbol. Mató a su padre y a su abuela.”

“Cristo, pobre chica.”

“El artículo no da el nombre de la conductora. El obituario de Padraig dice que le sobreviven una esposa y cinco hijos. Aparentemente trabajaba para la oficina de Trabajos Públicos; administran los parques nacionales y eso.”

“¿Qué hacía para ellos?”

“No lo dice, continuaré investigando. Además, necesito revisar ese culto de los Hijos del Sol, ver si aún existen.”

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“Bien.” Sus párpados cayeron y luego se volvieron a abrir rápidamente. “Lo siento.”

Deseaba preguntarle sobre su papá, pero no quería que Zachary pensara que toda esa charla sobre el obituario me había recordado a Ian. Aunque así había sido.

“¿Estás bien?” Le pregunté. “Luces, ya sabes.”

“¿Como pura mierda? Sí, lo sé.” Se inclinó en su silla. “Dime algo bueno.”

“¿Como qué?”

Su mirada se elevó por sobre la pantalla de la computadora, buscando la pared cercana al techo.

No puede pensar en nada bueno.

“¿Adivina qué?” Barboté la primera cosa en la que pude pensar. “En el equinoccio voy a intentar convertir una sombra de vuelta en un fantasma.”

Zachary se enderezó. “¿En serio? Eso es fantástico.”

Sentí una calidez en mi interior. Él era la primera persona que no me decía que estaba loca por desear intentarlo.

“Llevarás a alguien contigo, ¿verdad?”

“Megan y Dylan estarán ahí.”

Su mandíbula tembló. “¿Dylan? ¿No hay otra opción?”

“Sólo somos amigos.”

“Amigos de morreo en algún momento.”

“Sólo fue una vez.”

“Dos veces.”

“Bien, dos veces. Tú te enrollaste con Becca,” le recordé. Verla la noche anterior había reabierto esa vieja herida.

Zachary extendió las manos. “Y Becca no está aquí. No estoy pasando el tiempo con Becca, como tú con Dylan.”

“No sé con quién estás pasando el tiempo. Seguramente conocerás a montones de chicas en los bares y clubs y tus amigos que están en la universidad conocerán a chicas universitarias.”

“No me importa. No las quiero.”

“¡Y yo no quiero a Dylan!” Me detuve. “¿Por qué estamos discutiendo?”

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“Aura, tal vez es necesario decirlo.” Plantó sus manos a cada lado del teclado, reposando algo de su peso en el escritorio. “Esto es real, ¿verdad? ¿Vamos a hacer esto?”

Mi corazón palpitó. “¿Hacer qué?”

“Estar juntos,” susurró. “Oficialmente. Porque ahora mismo y para siempre, sólo te quiero a ti.”

“Y yo sólo te quiero a ti,” dije suavemente. “Para siempre.”

Zachary tuvo que desconectarse poco después para ayudar a su papá. Consideré ver si Megan quería ir a un club, pero estaba lloviendo y teníamos planes el sábado por la noche, así que decidí enfrentarme a mi tarea.

Empecé con química avanzada, pero la estructura de las ecuaciones seguía recordándome lo que Zachary había dicho sobre la investigación de Eowyn. Newgrange fue construido para “servir a los muertos” pero también para mantener separados a los vivos de los muertos. Eowyn pensó que había una forma de hacer ambos al mismo tiempo.

Le di la vuelta a la página de mi libreta y dibujé una serie de enredadas figuras de palitos; purpura para los fantasmas, negro para las personas. Los fantasmas siempre fastidiaban a los dotados para que los ayudaran, lo que frecuentemente hacíamos, aunque sólo fuera escuchando sus historias. Así que claramente estábamos “sirviendo a los muertos.”

Luego dibujé una gruesa línea roja que separaba a los fantasmas y los vivos. Me hizo pensar en la caja negra. Pero, ¿cómo podía servir a los muertos esta separación? Hasta donde podía decir, la caja negra sólo ayudaba a los vivos.

Miré fijamente la línea roja, hasta que mis ojos bizquearon, haciéndola borrosa y temblorosa. Luego parpadeé y me golpeó.

Zachary era una caja negra andante, el rojo supremo. Yo era la violeta suprema, capaz de salvar a las sombras (o al menos a Logan y tal vez a otros). Yo ayudaba a los fantasmas y Zachary los repelía.

Éramos las dos caras de Newgrange. El poder del Resplandor dividido entre su padre y mi madre.

Pero cuando nos besábamos, cambiábamos. ¿Esa era la síntesis? ¿Creábamos algo nuevo en esos momentos cuando estábamos juntos en alma y cuerpo?

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Casi eran las 9:32 a.m. en Escocia. Zachary debía estar dormido, pero tuve el presentimiento de que no lo estaba.

Encendí mi computadora, abrí el programa de vídeo chat y vi que el estatus de Zachary aún era “en línea.” Lo llamé.

Menos de diez segundos después, su rostro apareció en mi pantalla.

“Creo que lo he resuelto,” le dije. Escuchó cuidadosamente, tomando notas mientras yo recitaba de un tirón mi teoría lo más coherente posible, dada mi excitación.

Cuando hube terminado, dejó caer su bolígrafo y su cuaderno de notas. “Eres brillante. Y no lo digo sólo porque te amo. Eres…” Alisó su página de notas, mirándola como si se tratara de un documento rarísimo. “Simplemente brillante,” terminó en un susurro.

Mi cuerpo entero se calentó. “Gracias.”

“Pero, ¿qué es eso que creamos? Esa cosa que no eres tú ni yo, en esos momentos cuando…” Respiró hondo. “Ah, realmente quiero besarte ahora mismo.”

Sonreí. “Por la ciencia, ¿verdad?”

“Sí, puramente en nombre de la investigación.” Descansó su barbilla sobre su mano, su cabeza obviamente pesaba. “¿Acabo de cambiar el tema?”

“Creo que sí.”

“Lo siento, estoy…”Agitó su otra mano junto a su cabeza, y luego la dejó caer de nuevo en la mesa con un ¡pam!

“¿No durmiendo?”

“Ajá.”

“¿Por qué no?”

Se tensó. “No quiero.”

Nos estábamos acercando a centímetros de lo que no pudo decirme antes. “¿Pesadillas?”

Se alejó de la pantalla, con los codos deslizándose casi al borde del escritorio. “A veces.”

Por “a veces,” supe que quería decir “siempre.”

Lo presioné, a pesar de su repentina cautela. “¿Son sobre lo que sucedió este verano, cuando estuviste…?”

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“¡Mira!” Se volvió a sentar en su silla, con tanta fuerza que rechinó. “Sé que quieres ayudar, pero deja de preguntar sobre ese período. No puedo hablar sobre ello.”

“Lo siento, yo…”

“¿Puedes por favor ser la única persona en mi vida que no está intentando repararme?”

Lo miré fijamente, con la mandíbula abierta. Nunca antes me había hablado así.

Se encogió ante mi expresión, luego se cubrió la cara. “Lo siento mucho. No quiero herirte.”

“Zach.” Toqué la pantalla con mano temblorosa. “¿Qué tal si me quedo contigo hasta que te duermas? Podrías recostarte y poner tu laptop en la cama para que podamos seguir hablando.”

“No. No. Sería demasiado como, como si fueras mi psiquiatra.”

Escupió la última palabra. Me pregunté si le molestaban los psiquiatras en general, o alguien en específico.

“No si me recuesto contigo.”

Zachary abrió la boca para protestar y luego la cerró. “¿Harías eso?”

“Por ti, lo que sea.”

Cruzó los brazos rodeando su cintura, como si tuviera dolor de estómago. “Sólo esta vez. Te llamaré de nuevo en media hora.”

Me cepillé los dientes y el cabello, luego me puse una camiseta de dormir; nada demasiado revelador, ya que realmente quería que durmiera. Luego me metí en la cama y puse mi laptop a mi lado.

Encendí el vídeo chat, pero aún quedaban diez minutos, así que abrí el navegador y empecé a buscar sobre los Hijos del Sol. Tuve que hacer clic en varias páginas de resultados que remitían a un comic con el mismo nombre. Molesto.

Finalmente llegué a una entrada archivada en un blog llamado Diario Druida, titulada “Imitadores.” El blogger, de acuerdo a la barra lateral, era un “druida real en el espíritu de los antiguos,” y la entrada hablaba de los peligros de las ideas erróneas sobre los druidas.

El tercer párrafo citaba a los Hijos del Sol, lo que hizo que mi corazón se acelerara. El blogger afirmaba que un grupo de adolescentes que se llamaban a sí mismos con ese nombre estaban merodeando por el Condado de Meath, Irlanda, cometiendo actos de allanamiento y violencia simulada. Realizaban “rituales

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druidas” (las comillas eran del escritor), usando cuchillos de utilería y sangre falsa para fingir sacrificarse unos a otros a los dioses. De acuerdo al blogger, los druidas reales nunca habían hecho sacrificios humanos; esas historias de terror eran rumores comenzados por los conquistadores romanos.

La sala de vídeo chat repicó. Cerré el navegador e hice clic en responder.

El rostro de Zachary apareció, esta vez horizontal. Su habitación estaba en penumbra, tanto que apenas veía el contorno de su cabeza y hombros. Pero la luz de la pantalla de la laptop se reflejaba en su piel desnuda. No traía puesta una camisa.

“Hey,” inhalé. “¿Así es como vas a mantenerme despierta para hacer tarea?”

“¿Disculpa?”

“Estando medio desnudo.”

“Oh.” Lanzó una risita. “¿Qué quieres decir con ‘medio’?”

Una oleada de fuego me inundó, y de alegría porque su lado pícaro estuviera reapareciendo. “¿Estás bromeando?”

“Bueno.” Hizo una pausa agonizante. “Sí, no te mentiré. Traigo puestos bóxer.”

“¿Cómo lucen?”

“Los verás en menos de cuatro meses.”

“Quiero ver ahora. Muéstrame.”

“No puedo,” dijo.

“¿Porque en realidad no traes puesto nada?”

“Sí los traigo, lo juro.”

“Pruébalo.”

Su mano serpenteó bajo la manta, pero sólo para jalarla sobre su hombro desnudo. “Aún no, me he puesto todo esquelético durante el verano.”

Mi sonrisa se desvaneció cuando me di cuenta que se sentía acomplejado. La ira reemplazó mi deseo, una furia hirviente hacia aquellos que habían menguado su pavoneo seductor.

“No hay presión,” dije, “pero deberías saber que amo tu cuerpo, todo en él. Flaco, gordo o cualquier cosa intermedia.”

Sus dedos se crisparon. “No me la pones fácil, ¿verdad?

“Nop.” Me lamí los labios. “Intento poner todo duro.”

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Zachary gruñó y rodó sobre su espalda. “Ahora definitivamente no puedo mostrarte, porque sería pornográfico.”

Cada célula en mi cuerpo deseaba urgirlo a mostrarme todo, y que me permitiera hacer lo mismo por él. Pero presentí que lo que realmente necesitaba él era un lugar para sentirse seguro.

“Tal vez mañana,” dije.

“Sí.” Giró la cabeza para verme, pero se quedó recostado sobre su espalda. “Luces hermosa.”

Le eché una ojeada a mi transmisión en vivo en la esquina. Mis rasgos estaban tan oscuros como los de él. “Apenas puedes verme en la oscuridad.”

“No necesito verte para saber que eres hermosa.”

Era mi turno para emitir un gimoteo y retorcer las sabanas. Él aún podía aniquilarme con las afirmaciones más simples.

“¿Por qué no intentas ver el reverso de tus parpados?” Dije. “Me quedaré hasta que te duermas y entonces me desconectaré. Lo prometo.”

“Muy bien.” Cerró los ojos. “Sigue hablando.”

“¿Sobre qué?”

“Algo bueno, pero aburrido.”

Las cosas que había aprendido sobre los Hijos del Sol no eran buenas ni aburridas. “Fui a un juego de los Orioles hace unas semanas.”

“Béisbol,” murmuró. “Nada es más aburrido que eso.”

Le conté cada jugada que pude recordar, e inventé las que no pude. Le expliqué la regla del bateador designado14 y lo intrincado de la jugada triple play sin asistencia15.

En minutos, la mano de Zachary cayó floja sobre la cobija y se quedó dormido. Sólo para estar segura, seguí hablando hasta que mi boca estuvo seca y la garganta rasposa.

Mi dedo se estiró hacia el mouse táctil de la laptop, guiando el cursor sobre el botón rojo de colgar. Entonces dudé.

Estaba mal, pero quería ver dormir a Zachary. Quería ver si se revolvía y gemía, quería ver evidencia de las pesadillas que negó tener. Si no me decía lo que

14 Regla que norma el uso del bateador designado. 15 También llamada triple out sin asistencia. Jugada en la cual un solo jugador realiza los tres outs sobre un mismo batazo.

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había sucedido, tal vez podría robar la verdad desde su sueño. Sólo entonces podría ayudarlo a sanar.

No fue mucho después de haber pensado eso que el hombro de Zachary empezó a sacudirse. Luego su mandíbula se apretó, castañeando los dientes y rechinándolos fuerte. Un puño apretó el borde de su sábana y un bajo gruñido empezó en su garganta.

No. Había prometido colgar una vez que se quedara dormido. El DPM había tomado mucho de él, lo único que le quedaba a Zachary era su orgullo. Si también tomaba eso, no tendría nada.

Tenía que tener fe en que algún día, encontraría la fuerza para hablar.

“Te amo,” susurré y colgué.

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Capítulo Veinticuatro Traducido por Azhreik

En la noche del equinoccio de otoño, Dylan, Megan y yo fuimos a un área boscosa que bordeaba la Represa del Lago Raven, donde nadie nos vería llamando a las sombras. Cuando salimos del auto de los Keeley, noté que Dylan traía puesto un traje gris oscuro y una corbata de rayas azules.

Agité el haz de mi linterna sobre su figura alta y encorvada. “¿Por qué tan arreglado?”

“Le dije a mis padres que iba a la noche de profesiones en la escuela.” Se quitó el saco y lo puso cuidadosamente en el asiento trasero. “De otra forma nunca me habrían dejado salir tan tarde en una noche entre semana.”

Entendía por qué la muerte de Logan había hecho al Sr. y la Sra. Keeley súper protectores con Dylan, pero apestaba para él.

Se ajustó la corbata. “¿Luce tan mal?”

“Dylan, imbécil.” Megan nos dio la espalda, usando su propia linterna para revisar los árboles alrededor del pequeño estacionamiento. “No tienes idea de que en realidad puedes ser lindo. No me extraña que nunca hayas echado un polvo.”

Esperé que él corrigiera su idea errónea de que era virgen, pero sólo se jaló el nudo, como si de repente se hubiera estrechado. Me recordó la noche del baile y su inconformidad con su esmoquin despampanante.

Tomamos un corto sendero hasta el margen de la represa, donde encontramos un área plana y seca junto al agua. La luna en cuarto menguante, apenas pasado el tercer cuarto, brillaba plateada en el plácido lago hecho por el hombre.

Saqué del bolsillo trasero de mi pantalón la lista doblada de sombras. “¿A cuál debería llamar primero?” Casi tenía que gritar para que me oyeran sobre la cacofonía de los grillos.

“Empieza con el inicio del alfabeto,” dijo Megan.

“O el final del alfabeto,” alegó Dylan. “Esas personas nunca consiguen ir primero.”

“Lo haremos al azar.” Conté los nombres. “Elige un número entre uno y doce.”

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“Siete,” dijeron Dylan y Megan al mismo tiempo, luego se miraron entre sí.

Mm. “Díganme cuando sean las ocho cuarenta y seis.”

Apagamos nuestras linternas y nos quedamos callados, escuchando el plop y los crujidos de las criaturas nocturnas en el agua y el bosque. Los zuum de los coches en el periférico de Baltimore parecían tanto demasiado cerca como demasiado lejos.

“Bien.” Dylan observó la pantalla de su celular, con los dedos extendidos. “Cuando sea tiempo, contaré desde cinco, en silencio.”

“No tienes que estar callado, no es…”

“Shh.” Dylan agitó su mano frenéticamente y luego dobló los cinco dedos; cuando llegó a uno, me apuntó, como si estuviera en cámara en una estación de noticias.

Respiré hondo. “¡Randall Madison! Puedo ayudarte.” Al menos, creo que puedo. “Esta podría ser tu única oportunidad de ser un fantasma de nuevo, tu única oportunidad de pasar a mejor vida.”

Silencio.

La voz de Dylan me sobresaltó. “Logan dijo que era realmente ruidoso ser una sombra. Probablemente les es difícil escuchar.”

“Logan pudo oírme perfectamente en el equinoccio de primavera.” Lo intenté de nuevo, en voz más alta. “¡Randall Madison! Si quieres dejar de sufrir, por favor encuéntrame.” Eso sonó raro, pero honesto.

Aún nada.

“Intenta otro nombre,” dijo Dylan.

Grité los cuatro nombres después de Randall, pero no aparecieron sombras. El bosque se había quedado en silencio; probablemente mis gritos habían asustado a los animales. “Tal vez Logan sólo vino porque yo lo llamé. Tal vez tiene que ser alguien que las sombras conozcan.”

“Pero las sombras se muestran todo el tiempo alrededor de extraños,” dijo Dylan.

“Intentaré de nuevo. ¡Randall Madison…!”

“Oh, por amor de dios, son sombras con las que estamos tratando.” Megan me arrebató la lista y la linterna de las manos. “¡Oigan, Randall, Paula, Sloan, Gavin y Latisha! Sabemos que ustedes ego maníacos pueden escucharnos, así que traigan sus traseros de sombra aquí. ¡Ahora!”

Dylan se rió socarronamente. “Increíble, pero, ¿realmente piensas que eso…?”

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Un alarido cortó la noche. Seguido por otro y luego otro. Las sombras nos rodearon por todos lados, zumbando como langostas aplastadas. Megan y Dylan se derrumbaron, con las manos en las orejas.

Mi cabeza giró como si se fuera a desenroscar de mi cuello. Me arrodillé en la orilla de la represa, así no me derrumbaría en el agua, luego forcé a que mi boca se abriera para hablar, a pesar de mi nausea.

“¡Puedo ayudarlos! Pueden ser fantasmas de nuevo.” Me estiré hacia la sombra más cercana, recordando lo que Logan le había dicho a Dylan sobre su habilidad para elegir. “Es su decisión.”

Tres sombras planearon cerca de las ramas encima de mí, haciendo un ruido de rechinido que rechinaba en mi cerebro. Las otras dos flotaron enfrente, sobre el agua.

“¡Aura, deprisa!” Megan tuvo arcadas y Dylan yacía de lado en el barro, con espasmos en cada musculo.

En medio de la vorágine pensé en Logan, y repentinamente supe qué decir. Hablé suavemente hacia el torbellino. “Ya no tienen que estar solos.”

Las sombras gritaron más fuerte; no podía decir si era en protesta o en asentimiento.

Levanté mis brazos, abriendo mi cuerpo hacia ellos. “¡Ahora!”

Dos sombras volaron hacia el frente. Su energía oscura entró en mis entrañas y luego salió a través de la parte baja de mi espalda, tan rápido como una bala.

Mis músculos se volvieron gelatina y caí hacia delante, levantando las manos demasiado tarde para frenar mi caída. Mi pómulo golpeó una roca, enviando un rayo de dolor rebotando a través de mi cabeza. Las otras sombras lanzaron risas chirriantes y bajaron en picada. Sentí que me devorarían.

“¡Aura!” Gritaron Dylan y Megan desde el suelo cercano. Las sombras me llenaron con vibraciones oscuras, hasta que me sentí despedazada, átomo por átomo. No podía ver a través de la negrura y empecé a vomitar.

Alguien sujetó mis hombros y me irguió, mientras otro par de manos me apartaron el cabello. Mi cuerpo se estremeció y tuvo espasmos, intentando librarse de la implacable ira de las sombras.

“Unhhh.” Me aparté del borde del agua. Mi garganta quemaba, como si hubiera vomitado una mezcla de jugo de uvas y salsa picante.

“Ten.” Respirando pesadamente, Dylan me extendió su corbata, que se había quitado. Cuando le lancé una mirada extrañada, dijo, “Es esto o mi camiseta.”

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“Gracias, esto está bien.” Me limpié la frente húmeda, y luego la boca, con la suave seda. “¿Tengo un letrero de ‘Mátame, soy estúpida’ pegado en la espalda?”

“Intentabas ayudarlos.” Megan estaba sentada a mi lado, apretándose el estómago. “¿Sabes qué es lo extraño? Tan pronto te atravesaron, empecé a sentirme mejor.”

Miré alrededor, aunque girar la cabeza me hacía sentir como si se fuera a partir por la mitad. “¿Eso significa que funcionó? ¿Las sombras se convirtieron en fantasmas?”

“Desaparecieron,” dijo Dylan. “Volaron a través de ti y salieron del otro lado. Fueron violetas como por un milisegundo y luego se fueron.”

“Yo también vi eso,” añadió Megan. “Recuerdo ver violeta reflejándose en el agua.”

Mi corazón dio un salto. Lo que sea que sucedió con Logan, no fue sólo una cosa de Logan. Hacerse sombra no era un viaje sin retorno al infierno. A menos que…

“¿Por qué desaparecieron? ¿Se volvieron a transformar en sombras y fueron a algún otro lado?”

“Oh.” Dylan miró a Megan. “Tal vez.”

Gemí ante la incertidumbre, y entonces vi el desastre en que me había convertido. “Puaj, no puedo ir a casa así. Gina pensará que me emborraché.”

“Traje un cambio de ropa, por este estúpido traje.” Dylan se arrodilló a mi lado y cargó uno de mis brazos por sobre su hombro. “Megan, coge el otro lado.”

Nos tambaleamos por el sendero hasta el coche, donde Dylan me dio una camiseta y un par de pantalones que eran como treinta centímetros demasiado largos. La parte trasera de la camisa de vestir de Dylan estaba embarrada, pero se puso su saco para cubrir las manchas. Megan se las había arreglado para caer en la parte más seca de la orilla de la represa, así que sólo había sufrido un codo raspado.

El baño más cercano estaba en un Dairy Queen16 en la calle York. Me cambié y lavé mientras Megan y Dylan ordenaban comida que seguramente no podríamos digerir.

Me tambaleé en la luz fluorescente, sosteniendo los pantalones de Dylan en mi cintura, con la bastilla enrollada hasta mis rodillas. Su camiseta de Spiderman me llegaba a medio muslo. Dylan y Megan se sentaron encogidos lado a lado en una mesa cercana al expositor de condimentos.

16 Dairy Queen es una cadena internacional de helados y restaurantes de comida rápida.

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Los ojos de Megan destellaron hacia mí cuando me acerqué. “Aura, ¿adivina qué? Estábamos… oh, wow, luces, mm, en realidad, no tan mal.”

“No peor que un marginado del campo de refugiados.” Me senté enfrente de ellos y descansé la cabeza contra el respaldo del reservado. “¿Qué pasa?”

“Estábamos pensando,” dijo Dylan, devorando una hamburguesa, a pesar de casi tener un ataque media hora antes.

“Yo estaba pensando,” corrigió Megan. “Las sombras pueden ir a cualquier lugar, pero los fantasmas sólo pueden ir a donde fueron durante sus vidas, ¿cierto? ¿Recuerdas esa ocasión en que Logan desapareció del carro cuando condujimos por una calle en la que nunca había estado?”

Nunca olvidaría eso, se quedó allí parado en la intersección, desamparado y violeta, mientras el carro detrás de nosotros conducía a través de él.

“Esas sombras de esta noche,” añadió Dylan. “Cuando estaban vivos, apuesto que nunca fueron a esa represa.”

“Así que si volvieron a ser fantasmas,” barbotó Megan, “habrían desaparecido.”

“Regresando a algún lugar en el que hubieran estado antes,” terminó Dylan.

Megan extendió un brazo por sobre la mesa y sujetó mi muñeca. “Aura, puedes curar sombras,” siseó. “No sólo Logan. Cualquier sombra.”

Sorbí refresco, desesperada por azúcar y cafeína. “No podemos saberlo con seguridad a menos que alguien vea a una de esas ex sombras como un fantasma de nuevo.” Mi mente peleó contra el persistente mareo. “Espera, ¿podríamos intentar llamarlos como fantasmas?”

“¡Sí!” Megan sacó la lista de nombres de las sombras. “Apuesto a que algunos de sus obituarios están en línea, y si murieron aquí en Maryland, estarán en la base de datos del médico forense del estado.” Meneó los hombros en un baile triunfal. “Del que tengo acceso desde la funeraria.”

“Asombroso.” Dylan cogió mi hamburguesa. “¿Te vas a comer esto?”

Sacudí la cabeza y sorbí mi refresco, con el estomago irritado.

¿Quería ser la Salvadora Secreta de Sombras? Después de escuchar de primera mano el calvario infernal de Logan, ¿cómo podía no ayudarlas?

Además, este experimento no era sólo trabajo de caridad. Esta noche me había dado una gran pieza del rompecabezas “¿Quién soy?” Uno que planeaba resolver finalmente en Irlanda, con Zachary.

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Capítulo Veinticinco Traducido Por K_ri ^ ^

Anticipadamente, a la noche siguiente, Megan tuvo noticias sobre una de nuestras posibles ex sombras, el fantasma de una mujer que había vivido en Baltimore y trabajó en Annapolis. Así que decidimos tratar de llegar a ella la noche del próximo viernes en la capital, en lugar de gritar su nombre fuera de su vieja casa.

Le conté a Zachary todo sobre ella en el vídeo chat de esa noche.

“Si esto funcionó,” le dije en conclusión, “si de verdad conseguí que una sombra pasara a ser un fantasma, lo intentaré de nuevo en el solsticio de invierno, cuando estemos en Irlanda. ¿Te parece bien? Sé que se supone que estaremos de vacaciones.”

“No son precisamente vacaciones.” Escribió en su teclado, mientras sus ojos buscaban en la pantalla de mi lado. “Este año el solsticio es a las 2:15 a.m., hora de Irlanda, el 22 de diciembre. Tendremos que encontrar un lugar privado para que puedas llamar a las sombras.”

Sonreí, aliviada de no haber tenido que convencerlo. “Entonces, ¿cómo estás?”

Zachary hizo un gesto con la mano, sin responder, como siempre. “Muchas gracias por las galletas.” Se estiró a un lado, luego levantó una caja de cartón para que yo pudiera verla. “De la panadería de tu abuela, ¿verdad? Mi mamá las ama. Ya no tiene tanto tiempo para hornear, ahora que tiene que cuidar a mi padre.”

“Me gustan tus padres. Parece que realmente se aman.”

“Sí.” Mordió una galleta de almendra y masticó mientras reflexionaba. “Ellos vienen de mundos muy diferentes. Él es de la clase trabajadora de Glasgow, y ella de un internado al sur de Inglaterra. Son como, em, ¿cuál es esa película de Disney acerca de perros?”

“¿101 Dálmatas?”

“No, la que tiene al cocker spaniel y el espagueti. En donde el camarero de un restaurante italiano canta ‘Bella Notte.’”

“¿La Dama y el Vagabundo?”

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“Esa es. Son la dama y el vagabundo.”

Me reí. “Cuando tuvieron cachorros, algunos eran pequeñas damas y otros pequeños vagabundos. ¿Cuál eres tú?”

“Bueno, no soy una dama, te lo aseguro.”

La forma en que Zachary me miró, me hizo desear que estuviéramos compartiendo un sólo espagueti, igual que los perros en la película. No es que necesitaríamos eso como excusa para besarnos.

“¿Viste muchas películas de Disney mientras crecías?”

“Me encantaban.” Sus ojos se pusieron tan animados como los de las películas de las que estaba hablando. “Siempre pensé que así debía ser Estados Unidos. Colores brillantes, gente cantando y bailando. Con héroes y villanos fáciles de distinguir.”

Sonreí por dos cosas; por sus palabras y por darme cuenta de que su rostro ya no se veía tan demacrado como antes. “¿Estados Unidos fue como te lo imaginabas?”

“Era casi igual de colorida. Y Dios sabe, la gente canta y baila constantemente en la televisión. Pero los chicos buenos y los chicos malos no eran tan claros como pensé que serían.”

Su mirada se ensombreció, y esperé a que me dijera lo que el DPM le había hecho.

En vez de eso, se despejó y sacudió el azúcar de sus manos. “También hemos tenido un poco de drama. Martin, mi mejor amigo de por aquí…” Se interrumpió y dijo con amargura. “Mi único amigo ahora. Vino a vivir con nosotros.”

“¿‘Único amigo ahora’? Pensé que estabas saliendo con todos tus viejos amigos.”

“No después de lo que le hicieron a Martin la semana pasada. Después de que él saliera con ellos.”

“¿Qué pasó? ¿Lo lastimaron?”

“No, no es como si estuviera haciendo algo realmente espantoso, como apoyar al equipo de fútbol contrario. Pero los hijos de puta dijeron cosas estúpidas. Él se enfadó, con razón, y yo estuve atrapado en el medio. Fue una elección fácil.” Zachary frunció el ceño y se pasó un pulgar sobre una ceja oscura. “No, no fue fácil. Pero sí sencilla.”

“Qué mal.”

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“Sí, porque anteriormente, cualquiera de nosotros recibiría un golpe o una bala por alguno de los demás.”

“Entonces, ¿por qué Martin está viviendo con ustedes? ¿Sus padres lo echaron?”

“No oficialmente. Pero decidieron que ahora que tiene diecisiete años y ya que no asiste a la universidad, debe comenzar a pagar el alquiler. Mis padres dijeron que podía quedarse aquí sin pagar.” Zachary ajustó el cuello de su camiseta café claro, luciendo avergonzado. “Con la condición de que me anime.”

“¿Lo hace?”

Asintió. “No puedo esperar a que vengas y lo conozcas.”

Mi vientre se calentó con la idea de visitar a Zachary en Glasgow. Eso no era parte de nuestro itinerario de diciembre, por lo que significaba que estaba imaginando más de la cuenta.

“¿Está en casa?”

“Acaba de regresar de su trabajo en el pub, así que vendrá en un minuto.”

Llamaron a sus espaldas. Zachary volvió la cabeza. “¡Sí!”

“¿Estás bien, amigo?” Un momento después, un chico pelirrojo apareció detrás de la silla de Zachary. “Tú debes ser Aura.”

Su brillante sonrisa provocó una de las mías, y por supuesto el acento hizo que mis ojos se pusieran vidriosos. “¿Martin?”

“Martin Connelly, encantado de conocerte.” Le dijo a Zachary, “Si así luce en una pantalla, no puedo esperar a verla en 3-D.”

Zachary mantuvo sus ojos en mí. “No tanto como yo.”

Otro golpe a la puerta, y oí la voz de Fiona.

“Es toda una multitud,” murmuró Zachary. “Adelante”

“Oh, ¿estás hablando con Aura?” Ella se asomó por encima de su otro hombro, mechones de pelo oscuro caían en desorden alrededor de su cara. “Hola, amor. ¿Cómo estás?”

“Estoy muy bien.” Traté de no mostrar mi consternación por su evidente cansancio, y me pregunté por qué estaría despierta a las dos de la mañana. “¿Cómo están usted y el señor Moore?”

“Ah, bien.” Tocó el brazo de Zachary. “¿Podrías ayudarme con tu padre por un minuto?”

“Por supuesto.”

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Zachary se puso de pie, y Martin se deslizó en su silla. “Mantendré ocupada a Aura hasta que regreses.” Su mirada fue más allá de la cámara mientras los veía partir. Entonces su rostro se puso repentinamente serio, algo que no parecía su estado natural. “¿Cómo es él contigo?”

Me tomó un momento comprender no sólo lo que Martin quiso decir, sino también sus palabras. Su acento era diez veces más fuerte que el de Zachary; lo que no me sorprendió, ya que Zachary había pasado los últimos cuatro años entre Estados Unidos e Inglaterra.

“A veces es normal,” le dije. “Otras veces, parece muy lejano. ¿Está enojado conmigo?”

“Oh, no, no. Nunca pienses eso.” Puso con fuerza el puño en su mejilla mientras se inclinaba más cerca de la cámara, sus ojos color avellana quemaban. “Fue el maldito DPM. Los cabrones le hicieron algo. ¿Cómo puede alguien soportar dos meses de eso?”

Tartamudeé por el aluvión de obscenidades. Zachary había dicho que las malas palabras eran un tic verbal entre los chicos de Glasgow. Lo usan como si fueran comas, me había dicho.

“¿Dos meses de qué?” Le pregunté a Martin. “¿Sabes lo que le hicieron?”

“No, él no habla acerca de eso. Pero está diferente. Jodidamente… dañado, ¿sabes a lo que me refiero?”

“Podría decirse. Pero tú vives con él, haz podido ver mucho más de eso.”

“Es verdad. Me doy cuenta de que él…” Martin se interrumpió y desvió la mirada. “Sé que no debería decirlo. Lo hace parecer trastornado, y débil.”

“No me importa. No tiene que ser fuerte conmigo.”

“Sí, tiene que serlo. Con todo el mundo. Es una cosa de Zachary.”

“Entonces, ¿cómo te diste cuenta?”

“Bueno, esta es la escena, ¿sí?” Martin extiende sus manos como si fueran eles para formar un marco. “Estamos en la sala de estar, viendo fútbol. Me levanto por una cerveza, y digamos que me distraigo en la cocina. Tratando de decidir si quiero unas papas fritas, o quizás un sándwich.”

“Ajá.” Me pregunté a dónde iba con eso.

“Si me tardo más de unos minutos, él viene y me encuentra. Como un…” Martin se limpió la boca. “Como mi perro acostumbraba hacer.”

Mi estómago se enfrió. “¿Qué es lo que le preocupa?”

“No sé. Que me vaya por la puerta trasera, tal vez.”

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“¿Por qué te irías?”

“No lo haría. Hace lo mismo con sus padres. Y por la noche antes de irse a la cama, camina alrededor de todo la puta casa, asegurándose de que todos estamos donde debemos estar.” Martin cruzó los brazos sobre el escritorio y se inclinó. “Cuando le pregunté que qué estaba haciendo, él lo llamó un ‘control de perímetro.’”

“¿Qué significa eso?”

“Lo busqué. Es lo que hacen los soldados en un campamento. Asegurarse de que no hay violaciones de seguridad.”

Eché un vistazo a mi ventana oscura. Aunque Charles Village, nuestro barrio, tenía algunas zonas problemáticas, nunca me sentía insegura en mi propia casa. “¿Crees que Zach sólo está siendo sobreprotector? ¿O sólo está pretendiendo serlo, porque es mejor que tener miedo?”

“No lo sé.” Martin apartó la mirada, sus labios formaban una apretada línea. “Pero nunca había sido así. Conmigo o con nuestros amigos, cuando salíamos, de repente él sólo acababa diciendo, eh, me voy a casa para leer o lo que sea. Además él tenía que pasar X cantidad de horas por su cuenta todos los días o se volvería loco.”

“Era independiente.”

“¡Exacto! Ahora, no quiere tiempo a solas. Nunca. Creo que si no molestara a su papá, él dormiría en la puta cama conmigo.” Sus ojos se ampliaron, y me mostró sus palmas. “Oh, no te preocupes, ese muchacho es desgarradoramente heterosexual a morir. No es que haya nada malo en eso.”

Me reí, aunque mi diversión se vio debilitada por el pensamiento del temor que inquietaba a Zachary. “No sé cómo ayudarlo.”

“Yo tampoco. Su mamá dijo que irá a la MI-X para recibir tratamiento, por el maldito estrés post-traumático.”

“Bien. Él no me dijo eso.”

“Claro que no. Eso lo haría imperfecto, ¿no?”

Había aprendido más sobre el verdadero estado de ánimo de Zachary en el último minuto que en un mes de vídeo chats. “¿Podrías hacerme saber cómo le va? Odio tener que hacerlo a sus espaldas, pero, ¿podrías mandarme un e-mail?”

“Buena idea. Es lo mejor.” Él escribió mi dirección y se la metió en el bolsillo delantero de sus pantalones.

“Siento mucho lo que pasó con tus amigos.”

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“Ach, idiotas cretinos.” Se frotó su mejilla pecosa, justo debajo de su ojo izquierdo. “Ahora tengo nuevos amigos, que no creen que una noche cultural significa ver fútbol español en lugar del inglés.”

“Los nuevos amigos pueden ser geniales, pero los antiguos son mejores.”

“Hmm. A veces los antiguos apestan.”

“Sí, a veces lo joden de verdad. Y debido a que son tus amigos, piensan que pueden ser malos contigo sin que eso afecte a toda la pandilla.”

“Correcto,” dijo con incertidumbre.

“Pero por lo general vale la pena darles una oportunidad de hacer las paces.” Me encogí de hombros. “O tal vez es mejor cambiarlos por los brillantes nuevos amigos.”

Se cruzó de brazos y me miró con una ceja levantada. “Tú y Zach hablan de mí cuando no estoy aquí, y tú y yo hablamos de él a sus espaldas. Es tiempo de que yo hable sobre ti.”

“Como si ya no lo hubiesen hecho.”

Su boca se curvó hacia arriba. “Tal vez un poquito.”

“Si no vas a hacer las paces con esos, um, idiotas por tu propio bien, entonces hazlo por el de Zach. Necesita a todos los amigos que pueda conseguir.”

“Voy a pensar en ello. Sólo una pregunta.” Me dio una enorme y brillante sonrisa. “¿Tiene Zachary idea de cuán adorable eres cuando dices ‘idiotas’?”

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Capítulo Veintiséis Traducido por Valen JV

Tiré de mi capucha para mantener mi rostro libre de llovizna mientras Dylan, Megan, y yo caminábamos por una calle empinada y silenciosa de Annapolis. La capital del estado quedaba a media hora en auto desde Baltimore, pero nunca habíamos visitado otras zonas aparte de la concurrida costa.

De todas las sombras que había convertido en fantasmas, Latisha McKenzie era la única que vivía cerca de nosotros. En vida, ella había trabajado como senadora estatal, y aunque no podíamos escabullirnos en los edificios de la legislatura, una investigación nos dijo que existía un lugar donde a los políticos les encantaba almorzar.

La Corte de Abogados era un pequeño edificio de ladrillos al frente del capitolio. Una estatua de bronce de Thurgood Marshall con aspecto benévolo dominaba la plaza, la cual estaba enmarcada con un bajo muro de ladrillo, a la altura perfecta para sentarse.

Con suerte, no necesitaríamos sentarnos, o incluso pararnos, por mucho tiempo.

“Será mejor que esto sea rápido,” dijo Megan, acurrucada en su capucha negra. “Me estoy congelando.”

Dylan revisó su reloj. “Oh, Dios, McConnell, estuvimos aquí casi treinta segundos antes de que comenzaras a quejarte. ¿Te sientes bien?”

Ella le enseñó un gesto grosero, pero él sólo sonrió y bajó las mangas de su sudadera naranja del colegio de San Juan. Pensamos que si al menos uno de nosotros usaba algo del instituto de Annapolis, luciría menos sospechoso que rondáramos lejos de las zonas turísticas.

Sostuve mi mano palma arriba; la lluvia había cesado. Así que aparté mi capucha. “Latisha McKensie, ven y…”

“¡Ahí estás, chica!”

La delgada mujer de mediana edad abrió los brazos, largos dedos agitándose hacia ella, haciéndome señas. Las luces naranja de los faroles no podían disminuir su gloria violeta.

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Yo sólo me quedé ahí de pie durante unos segundos, sorprendida. De verdad lo había hecho. Había curado a una sombra.

Entonces me lancé hacia sus brazos etéreos, llena de alegría. Ella era la única fantasma que había “abrazado” además de Logan.

“Wow,” dijeron Dylan y Megan al unísono a mis espaldas.

Ex Latisha se apartó para mirarme. “Quería agradecerte antes de pasar a mejor vida, pero no iba a esperar mucho más tiempo.”

“¿Tan pronto? ¿Está segura?” Recordé el primer intento fallido de Logan de dejar este mundo.

“Oh, estoy lista.” Contó con sus dedos. “Me despedí de mis nietos, y de los nietos de mis hermanos, y hablé con mi hijo y mis hijas a través de ellos.”

“Pero hoy cuando revisé la página web del DPM, decía que usted seguía siendo una sombra. ¿Su familia no le dijo a nadie que volvió a ser un fantasma?”

“¡Para nada! Saben que esos hombres me metieron en una de esas cajitas justo así.” Chasqueó los dedos sin emitir sonido. “Pero no quiero presionar mi suerte. Sabes cómo son los niños pequeños guardando secretos.”

“Disculpe.”

Me sobresalté, sorprendida, y me volteé para ver a un oficial de policía patrullando. “¿Qué están haciendo, niños?” Dijo en voz grave.

“Nos paramos,” respondió Dylan.

Le envié una mirada furiosa a Dylan. “Lo siento, oficial. ¿Estamos quebrantando alguna ley?”

“No que yo sepa.” El policía era joven, rubio y bien formado. “Desde donde estaba, parecía que estaban hablando con un fantasma.”

Detrás de él, ex Latisha cerró los ojos, y un brillo se encendió en el interior de su cuerpo. Me alegró que no estuviera molesta por el policía.

“Estábamos hablando con un fantasma,” le dije al hombre. “Sé que parece extraño, pero es completamente legal.”

“Por ahora.” Se llevó las manos a las caderas, como mostrando el arma en su funda. Mientras tanto, la figura de ex Latisha se convirtió en un hermoso resplandor dorado blanquecino. Sentí lástima por el policía, quien no podía ver lo que estaba sucediendo a sólo unos metros de distancia.

“¿Por qué no se van ahora,” dijo él, “antes de que anote sus nombres y los acuse de vagabundeo?”

“¿Vagabundeo?” Exclamó Megan. “Esto es un lugar público.”

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Les hice un gesto a mis amigos hacia la calle. “Chicos, vámonos.” Lo último que quería era un reporte con mi nombre en él, aunque fuéramos inocentes. Tía Gina querría saber por qué rayos estábamos en Annapolis.

Después de cruzar la calle, nos volvimos para ver al joven policía mirando alrededor de la plaza, ajeno al espectáculo que sucedía ante él. El resplandor de ex Latisha iluminaba la plaza, reflejándose en la estatua de Marshall e incluso brillando en la insignia del oficial.

Nos despidió con la mano mientras desaparecía.

Como esas naves espaciales aproximándose a la velocidad de la luz (según la relatividad general), sentí que el tiempo se ralentizaba a medida que pasaba el otoño y mi viaje a Irlanda se acercaba. Volví a tomar mi examen de evaluación escolástica, y obtuve una nota lo suficientemente alta como para obtener el coraje para aplicar en la Universidad John Hopkins, un par de universidades de la Liga Ivy, y por supuesto la Universidad de Glasgow.

Zachary y yo hicimos vídeo chats por lo menos cada dos noches, asegurándonos que nuestros horarios no se interpusieran. Él había perdido a su antigua novia Suzanne después de que ella se mudó a otro país, así que quería asegurarle que yo no lo abandonaría. Sentía que, más allá de su inexplicable inseguridad, yacía un temor más profundo, el temor a estar solo.

Martin y yo nos enviamos mensajes algunas veces, aunque se sentía como una traición. Pero necesitaba saber más sobre la vida de Zachary de lo que me estaba mostrando. Martin dijo que Zachary había estado teniendo pesadillas y algunas veces no se dormía hasta las seis a.m., y luego no se despertaba sino hasta mediodía.

El 18 de octubre, cuando hubiese sido el décimo octavo cumpleaños de Logan, fui con los Keeley al cementerio por un servicio conmemorativo. Había visitado la tumba de Logan algunas veces después de haber pasado a mejor vida. Algunas veces dejaba flores y me iba rápidamente. Otras veces me quedaba durante una hora y le hablaba a Logan, escuchaba música, o simplemente me sentaba, recordando.

Pero en este fresco día soleado, de pie aquí con su amigos y familiares, me di cuenta de algo: había pasado el año pasado llorando la muerte de Logan (algunas veces con él a mi lado) pero había pasado muy poco tiempo reviviendo la noche de su muerte. Ahora todo vino en una avalancha, como una película reproducida al doble de la velocidad.

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Logan sobre el escenario, lleno de vida y energía mientras dirigía el foco, la audiencia, y lo que parecía cada nota de cada instrumento.

Logan en su fiesta de cumpleaños, drenando la vida de su cuerpo con cada bebida que tomaba.

Logan en su habitación, mostrándome el tatuaje de mi nombre sobre su corazón, prometiendo amarme sin importar lo famoso que se convirtiera, tocándome mientras comenzábamos a desvestirnos.

Pero nunca terminamos.

Logan en el suelo fuera del baño, su fantasma de pie a mi lado, cuerpo y alma separados para siempre.

Quería ser fuerte por su familia en su aniversario, quería ser la amiga que necesitaban. Pero las lágrimas empaparon mi rostro, y mis sollozos sacudieron mi pecho con tanta fuerza, que pensé que se me quebrarían las costillas.

Finalmente huí a mi auto, aparcado en el mismo lugar donde había estado la noche que Logan pasó a mejor vida. No quería que nadie me viera por las ventanas, así que me senté detrás de él, apoyándome contra el caucho.

Fue ahí donde Mickey me encontró.

No dijo nada, sólo extendió el brazo y me ofreció una mano. Yo lo miré, confundida. ¿Quería que regresara a la tumba? ¿Quería que me fuera?

Luego vi lo que sostenía en la otra mano: la guitarra acústica de Logan.

Tomé su mano, notando demasiado tarde que la mía estaba empapada por las lágrimas. Sin embargo, Mickey no se apartó mientras me ayudaba a ponerme de pie.

Caminamos por la calle del cementerio sin mirar atrás, hasta que llegamos a un árbol con sombra. Un círculo de hojas de arce carmesí rodeaba una pequeña fuente, la cual estaba seca. Dos bancos de mármol flanqueaban la cuenca vacía de hormigón.

Mickey y yo nos sentamos a cada extremo del banco, a sólo un metro de distancia.

“Siobhan y yo finalmente escribimos… esto,” dijo. “Sonará mejor en la recepción de esta noche, cuando ella le agregue la parte del violín. Pero pensé que quizás te gustaría…”

Pasando las manos sobre las curvas de la guitarra, miró al querubín trompetista en la cima de la fuente seca.

“Gracias,” susurré.

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Mickey afinó la guitarra, luego silenció las cuerdas con su mano. “Siento que haya tomado tanto tiempo.”

“¿Qué te estaba reteniendo antes?” Me preocupaba que dijera “estar con Megan.”

“No podía olvidar esa noche; no cómo fue, sino cómo debió haber sido. Y cómo habría sido cualquier otro día si él no hubiese muerto.”

“Como un universo paralelo, donde Logan tomaba diferentes elecciones.”

“Sí. Justo ahora debería estar aplicando para universidades y quizás pensando en firmar un contrato de disquera.”

Debería estar celebrando su décimo octavo cumpleaños. En nuestro universo, Logan siempre tendría diecisiete.

“Puedes volverte loco pensando en eso. Créeme, lo sé.”

“Y ese es el asunto.” Mickey levantó sus ojos azules, profundos como los de Dylan, no brillantes como los de Logan. “Una vez que dejé de imaginarme ese mundo mejor, no me quedó nada más que este.”

Mi corazón se estrujó al ver su dolor. Pero ahora era un dolor claro y nítido, no el brillo apagado de la desesperación que había visto en sus ojos durante tanto tiempo.

“De todos modos,” dijo él, “ahí fue cuando esto apareció.”

Mickey empezó a tocar la canción de Logan, un tono inquietante y sincero de despedida. Mis lágrimas, cayendo al ritmo de la música, se sentían como si hubiesen sido exprimidas de mi corazón.

Dondequiera que estuviera Logan ahora, estaba en paz. Nuestros viajes para encontrar la paz nos tomarían el resto de nuestras vidas. Pero sentí una certeza tan segura como la tierra a mis pies: esta canción era uno de los pasos más largos de ese viaje.

La ceremonia junto a la tumba de Logan fue seguida por una recepción en un pub irlandés local. Mickey y Siobhan tocaron un conjunto de canciones tradicionales con la guitarra y el violín. A medida que pasó la noche, añadieron canciones acústicas de los Keeley Brothers, las cuales nos hicieron celebrar y llorar, algunas veces simultáneamente.

Entonces, unos minutos antes de medianoche, tocaron la canción de Logan.

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Incluso la segunda vez, la letra y la melodía me llegaron al oído, pasaron mi cerebro por alto, y se fueron directo a mi corazón, donde lo rodearon, causando un centenar de diferentes dolores.

Cuando la canción terminó, la multitud liberó un profundo suspiro, antes de estallar en aplausos. Se limpiaron lágrimas y se levantaron copas, y entonces llegó la medianoche.

Ya no era el cumpleaños de Logan, sino el día de su muerte. Nuestro minuto de silencio pareció extenderse por horas mientras recordábamos la vida que nos habían robado.

Más tarde, Mickey y Megan desaparecieron afuera durante casi media hora. Cuando regresaron, estaban sonriendo pero no agarrándose las manos, para mi sorpresa.

“¿Qué pasa entre tú y Mickey?” Pregunté cuando nos encontramos en la barra para rellenar nuestros vasos de refresco.

“Somos amigos.” Ella soltó un suspiro sereno y una pequeña risa. “Wow, nunca creí que esas palabras no dolerían cuando se trataran de nosotros.”

La abracé con fuerza. “Siempre y cuando estén felices.”

“Lo estamos.” Sus brazos se tensaron. “Mierda. ¡Mira!”

Connor y Siobhan se estaban besando en la cabina de un rincón, sus cuerpos mezclándose mientras terminaban con su rompimiento de seis meses, o al menos lo interrumpían.

“Nunca creí que eso duraría,” dijo una voz detrás de nosotras. Nos volteamos para ver a Dylan, quien miraba a Megan. “¿Quieres bailar?” Le dijo en un tono plano, como si no le importara.

Ella arrugó la cara. “Um, tú me odias.”

“Sí, ven conmigo.” Le tomó la mano y se la llevó.

Observé, asombrada, mientras sus escasos afectos surgían de sus armaduras de indiferencia.

Entonces levanté mi copa hacia la última foto tomada de Logan en su vida, de tamaño póster en la pared. Estaba de pie en el centro del escenario, sus ojos azules mirando las luces sobre él, una mano llevando el micrófono a sus labios y la otra extendida hacia el público. Hacia el mundo que lo adoraba.

Me pregunté qué había visto Logan en ese momento. ¿Un futuro como estrella de rock? ¿O sólo una luz blanca cegadora borrando todo pensamiento? Desearía haberle preguntado.

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Logan ya no podía rellenar esos vacíos. De ahora en adelante, tendríamos que imaginarnos qué diría si estuviese aquí. E imaginar cómo se sentía, donde fuera que estuviera. No había manera de saberlo con seguridad.

Pero pensé en el rostro de ex Latisha mientras brillaba, y luego se desvanecía en la Corte de Abogados. El recuerdo de su sonrisa (y también la de Logan) me dijo la única respuesta que aún importaba: estaban felices.

Megan y yo estábamos en química avanzada un día a inicios de diciembre cuando el hacha finalmente cayó en nuestras vidas.

La Sra. Oswald acababa de decirnos que teníamos que cubrir dos secciones por clases entre hoy y los exámenes parciales o arriesgarnos a no estudiar todo lo que necesitábamos para nuestro examen de Colocación Avanzada. Todos estábamos intentando mantener nuestras quejas en tonos bajos cuando un crujido y un silbido salieron del altoparlante.

“Todos,” dijo el director Hirsch. “¿Puedo, por favor, tener su atención inmediata?”

Mi ritmo cardíaco se aceleró por el tono de su voz y la hora. Los anuncios de rutina siempre se decían durante las horas de descanso. Miré a través de la habitación a Simon, quien lucía tan perplejo como todos los demás. Pero pensándolo bien, podría estar fingiendo confusión.

El director continuó. “Habrá una asamblea de emergencia en el auditorio, inmediatamente. Todos los estudiantes, el personal y los profesores están obligados a asistir. Sin excepciones.”

Todo el cuerpo estudiantil (700 personas, más o menos) llenaron el auditorio por grados.

“Se siente raro finalmente sentarnos al frente,” le dije a Megan mientras tomábamos asiento. Vi a Simon en el extremo de nuestra hilera, como siempre manteniéndome en la mira sin parecer que me mantenía en la mira.

El director Hirsch estaba de pie en el podio, luciendo inusualmente sombrío. Me pregunté si había muerto alguien.

“Silencio, por favor.” El tono de voz de nuestro director fue tan serio que las personas en realidad escucharon. Algo estaba muy mal. “Esta mañana la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó la Ley de Defensa de los Vivos.”

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“Oh no,” susurré. La chica a mi izquierda me dirigió una mirada inquisitiva.

“Se espera que el Senado pase su versión esta semana, y el presidente se ha comprometido a firmar la ley.” El director Hirsch se quitó los lentes. “De ahora en adelante, todos los dotados, al cumplir los dieciocho, estarán obligados a inscribirse en el servicio selectivo del Departamento de Pureza Metafísica. En otras palabras, un servicio obligatorio del DPM.”

El auditorio estalló en gritos de confusión y protesta. “¡Esto es una mierda!” Gritó un chico de tercer año detrás de mí. “¡Sí, mierda!” Alguien le hizo eco desde la zona de los estudiantes de segundo año.

La multitud comenzó a cantar. “¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!”

No me uní. Mi estómago se había apretado de manera que apenas podía respirar. El DPM siempre había querido usarnos, había tratado con esmero reclutarnos, pero ahora no teníamos otra opción.

El director Hirsch dobló sus lentes y los metió en el bolsillo de su chaqueta. No hizo ningún intento de acallar los gritos, sino que los dejó morir por su cuenta.

“Los entiendo,” dijo, aclarándose la garganta. “Yo mismo tuve que enfrentarme a otro tipo de reclutamiento durante la Guerra de Vietnam.”

“¿Cuándo comienza?” Preguntó Amy Koeller.

“Una vez que la ley sea firmada, se espera que el DPM se mueva rápidamente para poner el sistema en su lugar. Mencionan la necesidad de proteger a la población.” La voz del director Hirsch rezumaba escepticismo. “Empezará con los primeros dotados, esos que nacieron el 21 de diciembre a las 3:30 a.m. y horas más tarde.”

En otras palabras, conmigo.

“¿Qué pasa con la universidad?” Preguntó Megan sin levantar la mano.

“Puede solicitar un aplazamiento, el cual pueden o no aprobar. Pero al momento que se gradúe o deje de ir la jornada completa, su nombre volverá a la lotería. También puede inscribirse voluntariamente, lo que posiblemente le dará una mejor posición y un mejor salario. De cualquier manera, en su décimo octavo cumpleaños, debe registrarse.”

Me quedé ahí sentada, hirviendo de furia. Había hecho todo lo posible por herir al DPM, pero no fue suficiente. Estaban usando el Vuelo 346 para asustar tanto a la gente, y por lo tanto a los políticos, que tomarían la libertad de los dotados para protegerse.

“Para algunos de ustedes, sin duda alguna será una aventura,” dijo el director Hirsch. “Si pueden fingir que tienen otra opción.”

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Megan me dio un codazo. “¿No estarás en Irlanda el día de tu cumpleaños?”

“Supongo que tendré que inscribirme antes de ir.”

O no inscribirme, y jamás regresar a casa. Sentí la mirada de Simon. ¿Qué planeaba ahora la MI-X para mí?

Un murmullo comenzó en la parte posterior del auditorio. Megan y yo nos volteamos para ver a varios agentes del DPM con uniformes blancos plantándose junto a las puertas de salida. Dos más flanqueaban a una mujer rubia usando un traje, caminando por el pasillo hacia el escenario. La reconocí como uno de los reclutadores que había visitado nuestra escuela el año pasado.

Los dos agentes se subieron al escenario y se movieron hasta quedar junto al director Hirsch. Mientras farfullaba una protesta, se lo llevaron del podio. La rubia tomó su lugar y se dirigió a nosotros.

“Damas y caballeros,” dijo ella. “perdonen la interrupción. El DPM esperaba presentar su nueva política directamente a los dotados, sin el filtro de la experiencia de un nacido antes del Cambio.”

“Como si ella misma no hubiese nacido antes del Cambio,” gruñó Megan.

Le golpeé el brazo. “Apuesto que Hirsch convocó la asamblea de emergencia porque sabía que ya venía el DPM.”

Los dos agentes bajaron a nuestro director del escenario y lo llevaron a la parte posterior del escenario. Empezó a luchar bajo sus agarres. “Esto es una atrocidad. ¡Esta es mi escuela!”

Miré a un lado del salón, donde algunos maestros estaban discutiendo. ¿Por qué no daban un paso y detenían todo esto? ¿Ahora todos los nacidos antes del Cambio estaban tan locos como para creer que el DPM estaba haciendo lo mejor?

Me levanté. “¿Adónde lo llevan?” Le grité a la mujer del traje.

“Todos cálmense,” dijo. “O nos veremos obligados a tomar medidas más duras.”

Tres chicos enormes de segundo año se levantaron y se interpusieron en el camino del director Hirsch y los agentes. Reconocí a los chicos del año pasado, los habían reclutados con becas de lacrosse. Incluso sin los palos en las manos resultaban intimidantes.

“Apártense, niños,” dijo uno de los agentes que sujetaba al director Hirsch.

¿Llamarnos “niños”? La manera más rápida de convertirse en nuestros enemigos. En respuesta, los de segundo año cambiaron sus posturas, ahora bloqueando completamente el pasillo.

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Caminé rápidamente hacia los agentes, con Megan siguiéndome de cerca. “¿Tiene una orden de arresto al director Hirsch?” Les pregunté.

El agente a cargo se rió en mi cara. “¿Por qué crees que necesitamos una orden?”

“No somos estúpidos,” dijo nuestro guardametas. “Vemos programas de policías.”

“Mi tía es abogada.” Hice un gesto hacia el auditorio. “La mitad de los que estamos aquí tenemos padres abogados. Y gracias a nuestros profesores de historia de América, conocemos nuestros derechos.” No hería adular a la facultad, quizás los obligaría a hacer algo más que lucir confundidos.

“No necesitan una orden, Aura.” El director Hirsch apartó sus codos de sus agarres. “Porque no estoy bajo arresto. ¿No es así, señores?”

El agente a cargo sonrió. “Por supuesto. Sólo queremos interrogarlo.”

“¿Cuál es su delito?” Les pregunté.

La mujer recluta palmeó el micrófono. “Le pedimos a la administración de su escuela que nos permitiera anunciar la ley directa y simultáneamente a cada cuerpo estudiantil, para poder ponerlo en el contexto adecuado.”

Para que pudieran “controlar el mensaje,” como habría dicho Nicola. “El director Hirsch ignoró un ‘pedido.’ No quebrantó ninguna ley.”

“¡Libertad de expresión!” Gritó alguien a mitad del auditorio.

Señalé a la recluta. “Sí, ¿alguna vez ha escuchado sobre la Primera Enmienda? ¿O su estúpida ley también repele eso?” Los labios de la mujer se tensaron, y mi pecho se enfrió. “¿Lo hace?”

“Por supuesto que no la repele,” dijo ella, como si le hablara a una niña de cinco años. “Pero sí tiene disposiciones relativas a las críticas públicas del programa de servicio selectivo.”

“¡Eso es inconstitucional!”

Se encogió de hombros. “Las cortes lo decidirán. Mientras tanto, las personas tendrán que tener más cuidado con lo que dicen.”

Si pudiese haber lanzado láseres de mis ojos, la linda cara de la mujer hubiese tenido dos hoyos ardientes en ella. Miré a nuestro director. ¿Quería que nos levantáramos y lo defendiéramos? ¿O que nos sentáramos y lo aceptáramos, planeando la lucha para otro día?

Pero, ¿qué tal si ya no existía otro día? ¿Qué tal si lo encerraban y lo reemplazaban, y nunca lo volvíamos a ver? ¿Qué tal si éramos los siguientes?

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“Nosotros no dejaremos que se lo lleven,” dije, esperando tener la razón, que no seríamos sólo yo y tres chicos de segundo contra media docena de agentes federales armados.

“¿Quién es ‘nosotros’?” Gruñó el agente líder.

Con el sonido de libros y bolsos cayendo, el crujir de los antiguos asientos plegables, el cuerpo estudiantil se levantó como uno solo. Un momento después, la facultad se les unió, moviéndose para bloquear las salidas.

Los de primer año se movieron de las filas primero, metiéndose entre los agentes junto a la puerta y los agentes que tenían al director Hirsch. Luego vinieron los de segundo, después los de tercero, y por último, los de cuarto año.

Jenna y Christoper se unieron a Megan a mi lado. Incluso mi antiguo enemigo Brian Knox estaba junto a mí.

No sacudimos nuestros puños ni les lanzamos objetos como lápices a ellos. Nuestros números y nuestra razón eran suficientes.

Finalmente dije, “Estos somos nosotros.”

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Capítulo Veintisiete Traducido por livewings

Esa noche le dije a Zachary sobre la asamblea y el intento del DPM de detener a nuestro director. En vista de la solidaridad de los estudiantes y el profesorado (y nuestra amenaza de llamar a nuestros padres abogados) ellos desistieron, dándole a Hirsch una advertencia oficial. Lo que probablemente significaba que ellos no tenían bases legales para detenerlo en primer lugar.

“Esas son puras chorradas.” Zachary lucía como si quisiese repartir algunos golpes él mismo. “¿Qué harás ahora?”

“Me registraré antes de mi cumpleaños. Si no lo hago, pensarán que lo estoy esquivando y me detendrán en el aeropuerto cuando vaya a verte.”

“Definitivamente no queremos eso.”

“Lo sé, pero asusta tanto el saber que no podemos oponernos.”

Su cara se endureció. “No tienes idea.” Luego miró hacia otro lado y se frotó la nuca, la cual su cabello había comenzado a cubrir de nuevo. El recuerdo de su desaliñado fin de verano combinado con su actual comportamiento atribulado, me hizo querer abrazarlo y rogarle que me dijese qué le había hecho el DPM.

“Cambiemos al no cifrado,” dijo. “Empezaremos de nuevo y hablaremos sobre nuestros amorosos falsos planes.”

Asentí, escondiendo mi decepción. Cerramos sesión, y volvimos a la señal decodificada. Al menos nunca tendría que fingir que estaba feliz por verlo.

Luego de que hablamos sin propósito por algunos minutos, Zachary dijo, “Tan solo dos semanas más hasta que vengas a Glasgow. Está todo listo, el auto arrendado, nuestro ferry a Orkney, la habitación y el desayuno. Incluso hice una reserva para una cena de cumpleaños.”

“¿Dónde?”

Zachary vaciló. Aún no había inventado esa parte. “Es una sorpresa.”

Luché por evitar que mi sonrisa se convirtiese en una risa. Era entretenido fingir que iba a Escocia en vez de reunirme con él en Irlanda. Para más casualidad, había un megalito similar a Newgrange en las islas Orkney de Escocia llamado Maeshowe. Su cámara interna marcaba el atardecer del solsticio en vez del

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amanecer. Así que había una razón verosímil del porqué iríamos allí.

Sólo para asegurarme de que el DPM creyera nuestra conversación cambié a un tema personal, uno que necesitaba discutir de todas formas.

“Zach, tengo un pequeño problema de equipaje. ¿Qué te gusta que usen, tú sabes, las chicas?”

Inclinó la cabeza, claramente confundido. “Lo que sea que ellas quieran.”

“Me refiero,” mi cara se calentó, “en la cama.”

“¡Oh!” Parpadeó rápidamente, probablemente imaginándose a los tipos del gobierno en trajes malos escuchando. “No sé, nunca he pasado la noche con nadie.”

Al menos nuestro nerviosismo no era fingido. “Pero, ¿qué te parece atractivo?”

Hizo una pausa. “¿Desnudez?”

“¡A parte de eso! Debes tener alguna preferencia.”

“¿Sacaste esto de alguna revista?

“Claro que no.” Empujé el último número de Cosmopolitan más lejos de la computadora.

“Porque honestamente, no me importa.” De nuevo totalmente él, extendió sus manos con las palmas unidas. “Prometo que no me importará lo que sea que vistas. No lo veré. Te quiero ahora, y te querré en ese momento, más de lo que nadie haya querido a otra persona.”

Esperé, insatisfecha.

“Necesitas una respuesta, ¿cierto?” Dijo él.

Asentí.

Desvió la mirada y luego volvió. “Me gusta el rojo.”

Sonreí. Me veía sexy en rojo.

“Escucha,” dijo. “No creas que espero que nosotros… sólo porque tengamos una habitación juntos no significa que tengamos que…”

“Sí, tenemos.” Olvidando al resto del mundo, me acerqué a la pantalla para tocar sus labios. “Lo necesito. Contigo.”

“Oh.” Entrecerró los ojos. “Yo también.”

Mi pulso latió con un repentino deseo. “Desearía que estuvieses aquí.”

Las pestañas de Zachary brillaron cuando se inclinó. “Estoy ahí ahora.” Levantó su mano a un punto debajo de la cámara. “Adivina dónde te estoy

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tocando.”

Le sonreí traviesamente. “¿Aquí?” Toqué el botón superior de mi camisa de pijama de seda verde.

Él chasqueó la lengua. “¿Por quién me tomas, muchacha? No te estaré tocando a larga distancia. Prueba otra vez.”

Deslicé una mano por mi cuello. “¿Aquí?”

“Ya estás caliente.”

Era cierto, literalmente. Esperaba que él no pudiese verme sudar al pensar en sus manos sobre mí. Toqué mi mejilla. “¿Aquí?”

“Un poco más caliente.”

Toqué la punta de mi nariz “Aquí.”

“Hirviendo.”

Dejé que mis dedos se deslizaran un centímetro hacia abajo, cepillando mis labios separados. “¿Aquí?”

“Sí.” Él presionó sus dedos en sus propios labios, y luego los llevó a la cámara. Hice lo mismo, y por un momento, nuestro beso virtual evitó que nos viéramos.

Luego él susurró, “Será mejor que me dejes dormir. Aunque no creo que pueda.” Por primera vez pensé que se refería por una buena razón.

“Te veré luego.”

Él asintió. “Y luego ‘buenas noches’ no será más que otra palabra para ‘adiós.’”

El lunes por la mañana encontré una nota en mi casillero con la letra de Simon:

Regalos de Navidad adelantados para ti. Tras bastidores después de la escuela.

La clase de teatro ya había hecho cinco actuaciones de Antígona (¡Un clásico de las fiestas!) y se estaban tomando el día libre antes de las presentaciones de esta semana. Encontré a Simon sentado en el trono de Creón, sus piernas cruzadas y sus brazos descansando a los lados en una postura señorial.

“Te ves un poco demasiado cómodo ahí.” Miré hacia la cortina cerrada, la cual nos escondía del auditorio.

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“Tú y Zachary lo han hecho bien. Nuestras fuentes nos dicen que el DPM cree que se encontrarán en Escocia.”

“Gracias por comprar ese falso boleto extra. Debió ser costoso.”

“Eso no es lo único que hemos hecho.” Simon puso su bolso sobre su regazo y extrajo un gran sobre manila. “Queremos que tú y tu novio vayan y vuelvan de Irlanda seguros. Para eso, una vez que aborden sus respectivos vuelos internacionales, en Atlanta en tu caso, Aura Salvatore y Zachary Moore desaparecerán.”

Abrí el sobre. Dentro había una pila de papeles y algo que lucía como un pasaporte rojo ladrillo del Reino Unido.

Simon continuó, “Hemos arreglado todo para que sus boletos de avión, el auto arrendado y su estadía estén ahora bajo los nombres de Laura y John MacLean. John va como Jack, en todo caso. Rima con Zach así que, si cometes un error, la gente pensará que han escuchado mal.”

El pasaporte mostraba mi foto al lado de LAURA REESE MACLEAN. “¿Se supone que somos hermanos?”

“No.” Simon abrió su otra mano para revelar una pequeña caja de terciopelo azul de joyería. La abrió con el pulgar. “Más como marido y mujer.”

Dentro había un anillo de bodas de oro, puesto al lado de un anillo de compromiso con un diamante en forma de pera. “Wow.”

“Perdona si no me pongo de rodillas para presentártelos.” Él me extendió la caja. “Vamos, ve si encajan. Podemos mandarlos a ajustar si es necesario.”

Los anillos encajaban perfectamente. Rápidamente me los quité y los devolví a la caja.

Simon cerró su bolso. “Póntelos cuando abordes en Atlanta. La MI-X puede protegerte en los Estados Unidos. Podemos protegerte en el Reino Unido.” Él se encontró con mi mirada. “Pero no podemos protegerte en Irlanda.”

“¿Por qué no?”

“No tenemos un tratado con las autoridades irlandesas para llevar a cabo operaciones encubiertas dentro de los límites de la República. De hecho, lo tenemos expresamente prohibido, al igual que el DPM.” Hizo una mueca. “Los irlandeses aman a sus fantasmas.”

“¿Y ustedes dejan que eso los detenga?”

Sus labios se curvaron. “Oficialmente, sí. Si nos atraparan, rodarían cabezas. Por cierto, no hay cajas negras en Irlanda. Disfruta ir al baño con un fantasma mirando.”

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Genial, pensé recordando a la fantasma que me sorprendió en el bosque en tal situación.

Levanté el pasaporte. “Si estamos por nuestra cuenta en Irlanda, ¿cómo nos protege la identidad falsa?”

“Porque nadie quiere raptar a Jack y a Laura MacLean. O matarlos.” Simon levantó una ceja y volvió a sentarse en el trono. “¿Te sientes ahora más cómoda usando esos anillos?”

Mi silencio fue respuesta suficiente.

Señaló el sobre. “Eso contiene tu historia, tu cubierta. Los papeles blancos son copias de tus expedientes de la universidad y el certificado de matrimonio. Mantenlos contigo mientras viajas. Los papeles azules son tu historia de portada. Memoriza cada detalle y luego destruye los papeles azules. Comunícate con Zachary para inventar relatos sobre cómo se conocieron y se enamoraron, etcétera, etcétera. Mientras más detalles, mejor, pero sólo si ambos pueden recordarlos. Y, por supuesto, déjenme saberlos para ver si puedo encontrar gente que los corrobore de ser necesario.”

“¿Puedes decirme al menos quién podría tratar de matarnos?”

Él suspiró. “Si lo supiésemos, iríamos y los atraparíamos ahora, ¿verdad?”

No respondí porque sinceramente no sabía si la MI-X lo haría o no. Tenía el presentimiento de que sólo nos dejaban a Zachary y a mí ir a Irlanda porque pensaban que los verdaderos chicos malos nos seguirían. Tal vez la MI-X nos estaba usando de carnada.

Podríamos ser más valiosos muertos que vivos.

Miré el espejo de mi dormitorio esa noche, enseñándome quién era.

“Mi nombre es Laura MacLean. Tengo 21 años. Nací el 19 de julio como Laura Reese en Liverpool, Inglaterra. Mis padres se divorciaron cuando tenía seis. Mi madre se mudó a Baltimore, donde crecí pero nunca obtuve la ciudadanía porque visitaba a mi padre cada verano y algún día quería mudarme de vuelta a mi país de origen. Me especialicé en comunicaciones en la Universidad Johns Hopkins.”

Escribí una nota para estudiar sobre Liverpool y también el currículo de la carrera de comunicaciones en Hopkins. En mi lista de empaque, escribí UJH botín para Zachary y yo.

Volví al espejo. “Ahí es donde conocí a John MacLean de Glasgow. Nos enamoramos y luego, cuando visité el Reino Unido el verano pasado,” revisé el

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último sello en mi pasaporte falso, “en julio, Jack y yo nos casamos. Vine a casa para resolver mis asuntos y ahora vuelvo al Reino Unido para vivir con él. Vamos a ir de luna de miel a Irlanda por algunos días y luego volveremos a Glasgow para navidad.”

Fui a mi cama, donde los papeles estaban regados sobre el edredón, y revisé de nuevo mis datos. Mi dedo trazó mi registro universitario, incluyendo mi falso promedio de calificaciones de 3.97.

Si tan sólo fuera la verdad. Si tan sólo hubiese terminado la escuela y me estuviese mudando a otro país para empezar una emocionante vida de aventuras con Zachary.

Tal vez no casada. Aún.

Mi millón de ejercicios de memoria habían valido la pena. Me sabía la historia personal de Laura tan bien como la mía propia. Zachary y yo sólo teníamos que crear nuestro pasado.

Tiempo de destruir la evidencia.

Desafortunadamente, mi detector de humo se activaría si quemaba los papeles. Cuando había comenzado a salir con Logan, Gina había instalado los detectores ultra sensibles en la casa. Ella sabía que él había sido una especie de fumador de marihuana en la escuela media.

En vez de eso, saqué del fondo del cajón de mi escritorio lo que debió ser la trituradora más cara y silenciosa del mundo. En menos de un minuto, la tapadera de Laura MacLean se redujo a un puñado de polvo azul el cual tiré por el inodoro.

A las ocho en punto, mi teléfono vibró con un mensaje de Zachary.

HOLA LAURA, ES JACK. ¿LISTA PARA CONTAR ALGUNAS HISTORIAS? ;)

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Capítulo Veintiocho Traducido por pokprincssbooo

Con la ayuda de un asiento de avión que se convertía en una cama, un par de galletas y la perfecta taza de té de manzanilla (MI-X me había encontrado un boleto en primera clase) tuve una noche de sueño decente en mi vuelo a Irlanda.

El sol se elevaba mientras pasábamos sobre el centro del país. Destellos del paisaje a través de las nubes bajas mostraban un mosaico de campos verdes, separados unos de otros por hileras torcidas de pomposos objetos marrones que supuse eran árboles.

El cielo se despejó cuando nos acercamos a Dublín, y se me hizo un nudo en la garganta al pensar en mi madre haciendo este viaje, hace 19 años. ¿Había llorado al ver el país?

Mi segundo pensamiento fue para Logan y lo mucho que le hubiese encantado este lugar. Como fantasma, probablemente había pasado más tiempo en Dublín que en Baltimore. Me pregunté si algún dotado en su ciudad adoptiva lo extrañaba tanto como nosotros lo hacíamos.

Pero en el momento que aterrizamos, mi único pensamiento estaba dirigido a Zachary. Su vuelo de Glasgow estaba programado para llegar tres horas antes que el mío. Había un mensaje de él en mi teléfono rojo, enviado hacía sólo pocos minutos:

ESPERÁNDOTE EN EL PUNTO DE ENCUENTRO.

Le envié un rápido ¡BIEN!, después llamé a Gina para hacerle saber que había aterrizado. Ella sonaba llorosa.

“Te prometo que te llamaré después de que llegue al hotel.” Quizás no inmediatamente después. “Al menos antes de la cena.”

Los relucientes pasillos del aeropuerto de Dublín parecían extenderse por kilómetros. Esperé en el reclamo de equipaje por más de media hora, y comencé a lamentarme haber traído una maleta grande. Pero una parte de mí había pensado que tal vez no iba a volver a casa.

Luego Inmigración, donde calmé mi pulso lo suficiente para recitar mi historia. Tenía la esperanza de que el oficial interpretaría mis nervios como emoción de ver a “mi marido, Jack” por primera vez en meses.

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Obtuve mi sello, y entonces me quedaba sólo una puerta más para llegar a Zachary. Vislumbré el cartel de PUNTO DE ENCUENTRO en la brillante terminal exterior del aeropuerto. Pero sólo por un momento, porque un oleaje de altos pasajeros se cruzó en mi camino; noruegos, basándome en su acento y cabello rubio.

Mierda. Había anhelado este momento durante seis meses, y no podía ver a través de la multitud de escandinavos. A lo largo de la barandilla, la gente saludaba con la mano y saltaba, moviendo algunos letreros con nombres. Una mujer sostenía a un niño pequeño con una falsa corona de adviento en la cabeza. Un coro harapiento de “Feliz Navidad” resonaba con el encantador acento de Dublín.

Pero no había señales de Zachary. Él había dicho que me estaba esperando. ¿Alguien se lo había llevado en la última media hora?

Salí pasando por la puerta, en el área abierta, luego giré lentamente en círculo para echar una mirada detrás de mí. Y allí estaba él.

Zachary estaba de espaldas a una columna cilíndrica de plata, aún viendo hacia la puerta. No me había visto pasar.

Me detuve un momento, viendo cómo me buscaba con la mirada. Cambió su peso, las manos metidas profundamente en los bolsillos de su chaqueta de cuero negro, aparentemente había reemplazado la marrón, o el DPM se la había quitado.

No, sólo una mano estaba en un bolsillo. La otra sostenía un ramo de rosas rojas y amarillas.

Más personas pasaron, y los ojos de Zachary se volvieron vulnerables. Presionó la espalda contra la columna como si quisiera evitar el impulso de saltar hacia adelante para buscarme.

No podía esperar ni un segundo más. Me empujé contra la corriente de pasajeros que desembarcaban, tropezando con pies, maletas y paraguas para llegar al lado de Zachary.

Mi mano rozó su suave manga de cuero. Zachary sacudió el brazo instintivamente. Entonces me vio.

“Au…” Fue todo lo que consiguió salir de su boca antes de que nuestros labios se encontraran. Me aferré a él con todo lo que tenía, dejando que el hambre y la alegría en sus labios consumieran seis meses de miedo en un solo momento. Mis rodillas se doblaron, pero él me levantó y me tiró contra él. Era tan fuerte y sólido como el Zachary que siempre había conocido.

Sentí el suelo bajo mis pies otra vez, pero él no me soltó. “Estas aquí,” susurró y después me besó. “Estás realmente.” Otro beso. “Verdaderamente.” Otro beso. “Aquí.”

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No podía hablar, así que rodeé su espalda con mis brazos y presioné mi cara contra su pecho. A través de su camisa de rugby rojo tierra, olía como yo lo recordaba.

“Aura, creí que este día nunca… ach, sólo me callaré.”

Nos abrazamos, inmóviles como una montaña en un huracán, mientras que la gente caminaba a nuestro alrededor, riendo y hablando.

Finalmente abrí los ojos y vi las rosas que se le habían caído al suelo. “Se te cayó algo.”

“¡Oh!” Sin soltarme, Zachary se agachó y cogió las flores. “Tú toma esto, yo llevaré tus maletas. Tengo lo del alquiler del auto solucionado, sólo tenemos que buscarlo al estacionamiento.” Tomó el mango de mi maleta, pero se detuvo. “De verdad estás aquí.”

Aunque nuestras manos estaban ocupadas, nos besamos otra vez, poniendo a prueba esta nueva y milagrosa realidad.

Finalmente Zachary se apartó unos centímetros. “Cuanto antes empecemos a caminar…”

“Sí,” le dije con el poco aliento que me quedaba.

A medida que caminamos por otro eterno corredor hacia el estacionamiento, él me miraba, como para confirmar que todavía estaba allí.

Hundí la nariz en una de las rosas rojas. “Son como las que me trajiste el año pasado al hospital.” A la mañana siguiente de nuestro primer beso, para ser exactos.

“Estas son un poquito diferentes.”

Las examiné. Lucían iguales, mitad rojas, mitad amarillas. Amarillo para amistad y rojo para mucho más.

Ah, no. Ahora había siete rosas rojas y sólo cinco amarillas. Él había inclinado la balanza.

En el estacionamiento, Zachary abrió el maletero y puso mis maletas al lado de las suyas. Cerró la tapa lentamente, dejando que sus manos descansaran sobre ella. “¿Quieres visitar Dublín ahora?”

“En contraste con…”

“Ir directamente al hotel. Registrarnos. Ir a nuestra habitación.” Ajustó la hoja del limpiaparabrisas trasero del coche, a pesar de que no estaba doblada. “Debes estar cansada.”

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No lo estaba, no con él tan cerca después de tanto tiempo. “Me gustaría ver Dublín.” O, mejor dicho, sentía como si me debiera gustar ver Dublín. “¿Está de camino?”

“No, Dublín se encuentra al sur. El Condado de Meath está al norte. A media hora en coche, si no nos perdemos.”

“Oh.” Examiné el concreto manchado de aceite a mis pies. En menos de una hora podíamos estar solos en una habitación juntos por primera vez después de seis meses.

Cuando levanté la vista de nuevo, nuestras miradas se encontraron.

“Norte,” dijimos.

Cuando salimos del garaje (quiero decir, “estacionamiento”) Zachary me entregó el mapa de carreteras. “Tendrás que navegar. Marqué el lugar, tan sólo dime cuándo salir de la M1 y todo después de eso.”

Parpadeé para quitar la visión borrosa de mis lentillas, deseando haber usado mis lentes por la noche durante el vuelo. Había una estrella y un signo de interrogación cerca del pueblo de Slane. “¿No sabes dónde está?”

“No exactamente, pero estoy seguro de que habrá un letrero. Si no, les llamaremos.”

Levanté la vista del mapa cuando entramos en la autopista, la cual tenía dos carriles en nuestra dirección y otros dos en la otra, pero a nuestra derecha en lugar de la izquierda.

“Todo está al revés.” Sentada en el asiento izquierdo, puse mis manos en el aire, donde el volante debería haber estado.

“Confesión: este es sólo mi segundo día conduciendo en el lado izquierdo de la carretera. La primera vez fue cuando de alguna manera adquirí una licencia de conducir en casa.” Frenó demasiado fuerte, sacudiéndonos. “El examinador fue muy indulgente.”

“¿No conducen Escocia?”

“No he tenido ninguna necesidad de un coche en la ciudad. Camino o tomo el autobús o metro.” Cambió la marcha con cuidado. “Estoy un poquito fuera de práctica.” Sus brazos se tensaron cuando el tráfico se puso más denso. “Tengo que dejar de hablar ahora o moriremos.”

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No morimos, pero sí quisimos matar a quien construyó las carreteras secundarias e hizo las señales y mapas que supuestamente iban con ellos.

“Es como si lo supiesen,” murmuró Zachary, después de haber tomado la tercera vuelta equivocada hacia un camino rural erróneamente marcado.

“¿Como si quién supiera qué?”

“Los irlandeses, que nuestro matrimonio es una farsa.” El coche se sacudió mientras se desplazaba hacia abajo en segunda marcha en vez de subir a la cuarta. “Esta es su manera de mantenernos frustrados y puros.”

Me concentré en el mapa con renovada determinación. Los setos bloqueaban la vista de las señales de la carretera y daban una sensación claustrofóbica.

De repente apareció una brecha, con un pequeño cartel marrón. “Ve más lento,” le dije. “¡Detente!”

Zachary pisó el freno. Derrapamos por la carretera mojada. El coche patinó, pero se detuvo en el borde de una zanja en el hombrillo opuesto.

“Lo siento,” dijo. El motor tosió y se detuvo.

Señalé por el parabrisas la separación que había en el seto. “Creo que es ahí.”

Zachary arrancó el coche, luego nos apartó del camino de los autos. El minúsculo cartel marrón quedó a la vista.

HOTEL CASTILLO BALLYROCK.

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Capítulo Veintinueve Traducido por Caliope Cullen

La llave de cobre temblaba en la mano de Zachary mientras la insertaba en nuestra puerta. Mi corazón se sentía atrapado entre mis amígdalas de los nervios.

Antes de dar vuelta la perilla, se llevó un dedo a los labios como diciendo Shhh.

En el momento que estuvimos dentro con la puerta cerrada, Zachary sacó de repente su teléfono. Dando un toque a la pantalla, activó un icono de apariencia inocente marcado como “Archivos.” Aparecieron las palabras “Barrido activado.”

Él buscaba micrófonos ocultos. No estaba segura de si eso me ponía más, o menos nerviosa.

Las paredes de la suite eran grises, de piedra de castillo, y los pisos de una madera caliente, oscura cubierta por alfombras gruesas en tonos tierra. Cerca de la puerta donde estaba de pie, había un asiento y una mesa de café frente a la chimenea, flanqueada por butacas. Justo alfrente, dos puertas batientes daban al balcón, donde podía ver la débil luz de la tarde a través de las cortinas blancas translúcidas.

Pero apenas registré todo esto, debido a la cama. Apartada en el lado derecho del cuarto, dominaba el espacio con su inmensidad y lo que parecía ser el edredón líder en el mundo por su mullido. La estructura oscura de madera tallada alcanzaba cuatro postes por encima hacia el techo.

Necesitaba aire.

Fui a las puertas del balcón, dejando a Zachary barriendo con el teléfono en arcos lentos con el brazo extendido, mirando atentamente la pantalla. Él asintió con la cabeza cuando puse mi mano sobre el pestillo, así que abrí las puertas y salí.

“Wow.” Di un paso en la niebla y apoyé mis codos sobre la baranda de piedra. Debajo, las colinas y árboles descendían hacia el majestuoso Río Boyne, cuya orilla norte apenas podía vislumbrar a través de la niebla. Me pregunté cuántos fantasmas hubiese visto acribillando los campos distantes y las calles si no hubiera sido tan recientemente (y tan profundamente) besada.

Unos minutos después, la puerta del balcón chirrió al ser abierta. “Estamos solos,” dijo Zachary suavemente.

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“Genial.” Me aclaré la garganta y repetí la palabra, pero mantuve mis ojos sobre el río, deseando poder tomar prestada su serenidad silenciosa de plata. “¿La MI-X te dio un instrumento para detectar micrófonos?”

“Mi padre lo hizo, siempre y cuando le prometiera no decirle a mamá. Ella no quiere que siga sus pasos.” Se agarró de la baranda. “Pero voy a hacer todo lo necesario para protegerte.”

Empecé a temblar, por su proximidad y la fuerza de su voz.

El deseo y el miedo estaban jugando un tira y afloje con mis pensamientos.

“Apuesto a que cuando está claro,” le dije rápidamente, “puedes ver todo el valle.” ¿De verdad estoy hablando del clima para ocultar lo nerviosa que estoy sobre el sexo? ¿En serio?

“Espero que esté claro para el amanecer en Newgrange.”

Y ahora él también lo está haciendo. “Lo estará, simplemente lo sé.”

“Sí, este tiempo no es rival para el hermoso optimismo yanqui.”

“De ninguna manera.” Ahora mi voz era un susurro.

Nuestras manos estaban a pulgadas sobre el pasamano de piedra del balcón, pero la distancia podría haber sido kilómetros. Eso era el coraje que tomaría unirlas, porque una vez que nos tocáramos, aquí solos en nuestra habitación…

Extendí mis dedos, y él hizo lo mismo, hasta que la punta de mi dedo meñique derecho y la punta de su dedo meñique izquierdo casi se rozaron. Casi.

La niebla espesa irlandesa parecía llenar mis pulmones, ahogándome de miedo y anticipación. No estaba segura de qué me iba a matar más rápido, tocar a Zachary o no tocarlo.

“¿Tienes hambre?” Preguntó finalmente en voz baja.

“No,” dije en voz baja, sin levantar la vista.

“¿Tienes sed?”

“Uh, sí. No. No lo sé.” Me arriesgué a mirarlo. “¿Qué hay para beber?”

“¿Agua del grifo?” Él lanzó una risa corta y ronca. “No sé por qué estoy actuando como un camarero. Supongo que ahora que estás en mi parte del mundo, se siente como si fueras mi invitada, y quiero hacer que estés…”

“¿Cómoda?”

“Feliz.”

Convoqué cada trozo de coraje y me volteé completamente hacia él. “Ya lo haces.”

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“Aura.” Zachary puso su labio superior entre sus dientes, y luego habló a la superficie de piedra junto a mis pies. “Intenté pensar en las cosas perfectas para decir y hacer en este momento.” Con cada parpadeo acelerado, sus ojos se movían, sin dejar nunca el suelo. “Pero entonces, pensé que tal vez esto nunca pasaría, que nunca volvería a verte. Y entonces cada vez que giraba mi mente a este momento, se quedaba en blanco.” Sus pestañas se alzaron dejando su mirada sobre la mía. “No podía imaginar que el futuro fuera tan amable.”

Mis ojos ardían con lágrimas, tanto de ira como de dolor y amor. Independientemente de lo que aquellos bastardos le habían hecho, una cosa que nunca les perdonaría era la mirada atormentada que habían puesto en sus ojos.

“Así que lo siento,” continuó, “si no soy la persona más, em, suave cuando se trata de estas cosas. Nunca pude decidir qué decir y hacer, cómo ir de aquí,” Señaló hacia el espacio entre nuestros pies, “Para allá.” Hizo un gesto a sus espaldas, hacia la puerta. Hacia la cama.

Di un paso vacilante hacia adelante, de modo que casi nos tocábamos. “Tú no eres el único que puede solucionar las cosas.” Entrelacé mis dedos con los suyos, sintiendo sus manos temblando tanto como las mías. “Entremos.”

Sentada en el borde del sofá, miré a Zachary prender el fuego. Su rostro estaba concentrado en llegar a la chimenea para abrir el conducto, el cual se adaptó a la posición con un golpe de hierro pesado. “Ahí.” Luego sacó un fósforo largo de un frasco verde en el hogar. Nuestros anfitriones habían organizado la madera para nosotros antes de tiempo, con leña y papel debajo.

“Espera.” Fui a arrodillarme a su lado. “Déjame hacerlo.”

Con una leve sonrisa, me entregó el fósforo, y luego me ofreció el borde inferior áspero de la lata para encenderlo.

No me había dado cuenta de lo oscura que estaba la habitación hasta que la llama amarilla blanquecina de la cabeza del fósforo se encendió, quemando mi visión. Zachary retiró la cortina de acero de la chimenea para que yo pudiera meter el fósforo y con él encender el papel por debajo de la leña.

El fuego crepitó y enroscó el papel, intentando morder la madera seca. Me senté sobre mis talones, ofreciéndole el extremo encendido del fósforo a Zachary. “Pide un deseo.”

Sus ojos verdes y oscuros de deseo, encontraron los míos mientras apagaba el fósforo. Luego se inclinó hacia adelante, y sin tocarme, acercó sus labios a los míos.

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Habíamos tenido besos perfectos antes. El primero, hace un año en aquel barco. El último en el aeropuerto en junio también fue bastante increíble. Y luego estaba el tiempo en el bosque, cuando finalmente decidimos estar juntos.

Pero esto…

Era como si con un beso (un largo, profundo y estremecedor beso) me desnudara debajo de él, y estuviese sintiendo sus labios y lengua en cada centímetro de mi piel. En ese momento, perdí todo el miedo y los nervios. Me convertí en puro deseo.

Él finalmente me alcanzó, pero en vez de darme las caricias que anhelaba, lentamente desabrochó mi camisa, sus dedos ni siquiera rozaron mi piel. Gemí, disfrutando de esta deliciosa tortura, dándome cuenta de que él quería tocarme sólo cuando pudiese presionar las manos en la carne.

Zachary me desprendió la camisa, un hombro a la vez. A pesar de que mi piel se encontró con el aire frío, se calentó por el fuego y este beso interminable.

Finalmente él se separó, lo suficiente para lograr quitarse su propia camisa, el cuello barriendo el pelo hacia delante sobre sus sienes, casi hasta el borde de las cejas. Incapaz de resistirme, aparté las ondas oscuras de su frente, luego tracé con un dedo desde el nacimiento de su cabello hasta la curva de su mandíbula.

Zachary cerró los ojos y volvió la cabeza para besar mi mano. En su centro blando, tierno, sentí el roce de su lengua. Di un grito ahogado cuando la sensación eléctrica pareció saltar mi brazo e ir directamente a mi corazón.

Mi pulso se disparó hasta que no pude oír nada más que su golpeteo en mis oídos. Quería agarrarlo y arrastrarlo a la cama, pero obviamente él quería tomarse esto despacio. Yo le dejaría hacer lo que quisiera, como quisiera, siempre y cuando no se detuviera.

Sin embargo, para animarlo a moverse un poco más rápido, aparté mi mano de su rostro y me desabroché el sujetador. Zachary tragó saliva, la manzana de Adán subiendo y bajando, mientras me observaba quitándomelo. Entonces me acosté de espaldas sobre la alfombra gruesa frente al fuego.

Él avanzó, ágil como un gato, plantando sus manos al lado de mis hombros, sus rodillas a horcajadas de mis muslos. Durante un momento largo, solamente nos miramos fijamente, disfrutando de la vista del otro.

Entonces de repente, trajo su cuerpo al mío. Nuestra carne chocó, caliente y lisa, cuando nos besamos con una nueva ferocidad. Nos agarramos y aferramos, acariciando cada centímetro de piel que encontramos, meciendo las caderas en una simulación frenética de lo que estaba por venir.

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Cuando metí una mano entre nosotros para encontrar la hebilla de su cinturón, tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. “Ven.” De alguna manera nos pusimos de pie, y me llevó a la cama.

Lo que bien podría haber sido otro mundo.

Tal vez fue la distancia del fuego, o tal vez la súbita comprensión de que Esto Era Todo. Pero cuando nos acabamos de desnudar y nos encontramos juntos en la cama, con él haciendo todas las cosas que me solían gustar, mi miedo me paralizó en el momento.

Zachary lo notó de inmediato. Acostado sobre su costado mirándome, pasó una mano por mi brazo erizado con el ceño fruncido. “¿Tienes frío?”

“Sí.”

Jaló la sábana de algodón rojo y la colcha blanca hasta nuestros hombros, creando una cueva tibia. “¿Mejor?”

“Un poco.” Puse mis brazos sobre mi pecho, sintiéndome pequeña y vulnerable.

Me tomó la mano derecha y besó mis nudillos. “¿Qué sucede?”

“No lo sé. Sólo estoy… no lo sé.”

“¿Nerviosa? Yo también.”

“Más que nerviosa.”

Zachary me acarició el pelo. “Voy a hacer todo lo que pueda para no hacerte daño.”

Cerré los ojos, deseando que precisamente ahora no estuviera pensando en Logan. En esa tarde una semana antes de su muerte cuando habíamos tratado de hacer esto y yo nos detuve a causa del dolor.

“Podemos esperar si quieres,” dijo Zachary. “Estás cansada.”

“No estoy cansada, y no quiero esperar.” Me mordí el labio después de oír mi quejido. “Lo siento. Estoy siendo una loca.”

“Los dos estamos locos.” Su mano ancha y fuerte me acarició la espalda baja. “Locos y desnudos.”

Solté una risa temblorosa, aclarando mi cabeza. Dejé que mis miembros se relajaran, músculo por músculo, hasta que los dedos de mis pies dejaron de apuntar y mis puños se aflojaron.

Mis dedos se extendieron sobre el pecho de Zachary, al principio sólo descansando. Luego, poco a poco, comenzaron a trazar el contorno superior de su músculo pectoral. Continuaron hacia abajo, a través de los altibajos de su esternón,

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haciendo una pausa para sentir su latido cardíaco cinco veces más rápido antes de seguir adelante, más abajo.

Cuando lo toqué debajo de la última costilla, soltó su aliento tan de repente, que me di cuenta en ese momento de que había estado aguantando la respiración. Mi mano se deslizó alrededor de su cintura y en el valle de su columna vertebral. Seguí cada vértebra, hasta la mitad de su espalda, antes de parar, y luego descender.

Esto era lo que necesitaba para sentirme segura. No que él me tocara, exigiendo que mi cuerpo respondiera. Yo tocándolo, haciéndolo más cálido y familiar, pero lo suficientemente nuevo como para fascinar. Escuchar a Zachary responder con el aliento acelerado y gemidos necesitados.

La necesidad en mi propia voz cuando lo toqué ahí pareció ser la señal que él estaba esperando.

“Quédate quieta un momento,” susurró contra mi mejilla. “Justo así.” Zachary se movió hasta el borde de la cama y abrió su bolso. Estaba claro que había puesto los condones en un bolsillo fácil de encontrar, (puesto que él era del tipo de personas que planeaba antes de actuar) porque pasó apenas medio minuto antes de que volviera a mí.

Yo no sabía cómo preguntarle acerca de la logística de las posiciones. “¿Dónde debería…?”

“Esta es mejor para ti, por la primera vez.” Se acercó donde debía estar. “Lado a lado, así la gravedad no nos afectará.”

Sonreí ante su mención de una de las fuerzas fundamentales. Me recordó que era el mismo científico nerd que había conocido por más de un año. Me recordó que era mi amigo.

“Gracias,” le dije. “Y lamento tener miedo. En realidad no sé lo que estoy haciendo.”

Zachary se quedó inmóvil, con la mano en mi cadera, durante tanto tiempo que me pregunté si se había molestado. Luego habló.

“Aura, yo tampoco sé lo que estoy haciendo.”

“Al menos has hecho esto antes.” Mi comentario fue recibido con silencio. “Espera, ¿qué?”

Él vaciló. “Nunca he hecho esto antes.”

Mi mente se arremolinó. Durante todo este tiempo yo había tenido imágenes horribles de él follando con Suzanne sobre una base de dos veces al día durante los

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ocho meses de su relación, ¿y en realidad era virgen? “¿Nunca? Como, ¿nunca jamás?”

“Nunca jamás,” dijo. “Lo siento.”

“¿Por qué lo sientes?” Alivio inundó mis venas. “¿Y por qué no me lo dijiste?”

“Pensé que si pensabas que tenía experiencia, estarías menos nerviosa.” De repente lo amaba tanto que casi lloré. Pero quería saborear este momento dulce y ligero.

“¿Hay algo más que deba saber sobre ti?”

“Hmm. ¿Además de mi nombre real?”

¿Qué coño? “¡¿Qué?!”

“Correcto, legalmente, mi verdadero nombre es Zachary. Pero en gaélico es Sgàire.” Lo deletreó para mí.

“Sgàire.” Traté de reproducir su pronunciación, ESCAR-uh, haciendo equilibrio entre mi garganta y mi lengua. “¿Lo dije bien?”

“Sí.” Él se movió contra mí, besando el hueco de mi garganta y apretando su agarre en mi espalda. “Hermoso.”

Lo susurré de nuevo, emocionada por su reacción, y por mi propio vértigo porque íbamos a descubrir juntos este nuevo mundo.

Cuando estuvimos listos, él gentilmente me cogió del codo y guió mi brazo alrededor de él. “Sólo agárrate a mí, y no olvides respirar.”

Inhalé profundamente, y mientras dejaba salir el aire, él se movió hacia arriba y adentro. Mis ojos se abrieron por el repentino dolor, y no pude reprimir un débil sollozo.

Zachary se quedó quieto. “Lo siento,” susurró. “¿Deberíamos parar?”

“No.” Inhalé otra vez, aún más profundo, y alivié mi agarre en su hombro. “Estoy bien.” Al pronunciar estas palabras, me di cuenta de que eran ciertas, no sólo estaba tratando de hacerlo sentir mejor. “Me siento muy bien.” Mi alivio y asombro burbujearon en una suave risa.

“No estás bien, estás perfecta,” murmuró contra mi mejilla. “Mo anam caraid.”

Al oír esta frase que sólo mi corazón entendió, sentí cómo una ola de alegría limpiaba mi última gota de miedo. Habíamos esperado tanto tiempo y luchado tan duro para esto y ahora estaba sucediendo.

Yo siempre había pensado que estaríamos en dos mundos separados en estos momentos, el suyo de placer, el mío de dolor. Pero tomamos las cosas con calma,

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deteniéndonos en cada toque, incluso en los movimientos torpes que nos hicieron reír. Y cuando mi dolor desapareció y encontramos nuestro ritmo, el límite entre nosotros se disolvió, entonces se formó otra vez, ahora fuera de nuestros cuerpos, creando un nuevo espacio y tiempo en el universo sólo para nosotros.

Incluso cuando la respiración de Zachary se acortó y agudizó su voz, y los músculos debajo de mis manos se tensaron como alambres tensos, me podía imaginar que me iba a llevar con él.

Estábamos unidos, por el infinito que ahora se sentía como si fuera a durar para siempre.

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Capítulo Treinta Traducido por Valen JV

Nos abrazamos con fuerza en el silencio reverente que vino después de nuestro acto. Finalmente, Zachary se movió y dijo, “Entonces, ¿estás bien?”

Sollocé, apenas notando que mis ojos se habían humedecido. “Genial. ¿Y tú?”

Soltó una suave carcajada. “Sí, genial.”

Observé detenidamente el rostro de Zachary. Las arrugas de preocupación entre sus cejas habían desaparecido, y sus labios, rosados por los besos, estaban ligeramente curvados hacia arriba, en lugar de abajo. Quise tomarle una foto en este momento, hacer una imagen permanente de su serenidad.

“Entonces, si nunca habías hecho esto antes,” dije, “¿cómo supiste cómo ponérmelo todo, um, más fácil?”

“Algo tan importante, ¿creíste que no haría mi tarea?”

“Claro que la harías,” dije entre risas. “Y claro que se te ocurriría usar la fuerza de la gravedad.”

“Lo siento.”

“No, por eso es que te amo.”

“Oh.” Apartó un mechón de pelo de mi mejilla, alisándolo contra la almohada. “Pero claro, técnicamente la gravedad no es una fuerza.”

“Lo sé, cerebrito, he leído de Einstein. La gravedad es la curvatura del espacio-tiempo.”

“Ajá.” Sus dedos continuaron su camino, llegando a mi hombro. “Sigue hablando.”

“Así que todo, incluida la luz, viaja en una trayectoria curva.”

“Las curvas son buenas.” Trazó mi clavícula hasta el centro, y luego deslizó su mano hacia abajo mientras hablaba. “Todo en el universo siempre está cayendo a través del espacio-tiempo.”

Coloqué mi mano sobre la suya y levanté la barbilla. “Siempre.”

“Pero algunas veces, como este momento,” me besó el cuello, acariciándome, “Creo que puedo sentirlo.”

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Yo también podía sentirlo. Es como si estuviéramos cayendo más rápido o más lento que el resto del universo, pero a la misma velocidad que el otro, y eso era lo único que importaba.

Cuando su mano pasó sobre mi barriga, mi estómago respondió con un gruñido insistente.

“Oh, Dios mío.” Me cubrí el rostro, avergonzada.

Zachary se rió. “Entonces, ¿ahora sí tienes hambre?”

“Me muero de hambre. Pero primero me quiero bañar.”

“Ve y hazlo. Y llévate la ropa que quieras usar para cenar.”

“¿Por qué?”

“Ya verás.” Besó mi mejilla. “Primero necesito hacer algo, para mantenernos a salvo.”

Cuando salí de la ducha, Zachary estaba desempacando, usando nada más que un par de pantalones de algodón que colgaban ligeros en la parte baja de su cintura. Lo que de alguna manera lo hacía lucir incluso más sexy que cuando estaba desnudo.

Me senté en la cama, pasando la mesita baja donde mis rosas eran sostenidas por un jarrón de porcelana, el cual Zachary se lo debió haber pedido a la mujer del hotel.

Mi maleta yacía abierta sobre la cama. Vacía.

“¿Desempacaste mis cosas?”

“Sólo tu ropa.” Se inclinó sobre la primera gaveta de la cómoda. “Todo lo demás, lo puse con tu equipaje de mano.”

Lo seguí al vestidor, donde había puesto sus camisas, medias, y bóxers en una fila ordenada dentro de uno de los cajones. Mi propia ropa había sido arreglada en el conjunto de cajones a la derecha. Mi gran ropa interior roja “sorpresa” ya había sido arruinada.

Zachary se dijo algo en voz baja, y luego se agachó para escribir un número en una pedazo de papel. Había una regla sobre la cómoda de madera.

“¿Estás midiendo la distancia entre tus calcetines?”

“Sí.” Escribió otro número.

“¿Sufres de TOC o algo? No es que eso sea malo o…”

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“Ja, lo opuesto.” Me sonrió con alegría. “Has visto pedazos de mi cuarto en nuestros vídeo chats. Es un desastre.”

Zachary cerró la gaveta y se alejó un paso de la cómoda, orientándome que hiciera lo mismo. Luego agarró una botella blanca de plástico de talco. Aguantando la respiración, volteó la tapa, abriéndola de esa manera, la sostuvo sobre la cómoda y le dio un fuerte apretón.

Una nube de polvo emergió de la botella. Zachary se apartó del camino y dejó que el polvo reposara al borde de la cómoda. Repitió la acción y dio otro paso atrás. La sustancia blanca como la nieve flotó hacia el suelo pulido de madera oscura.

“Ya está. No vayas para allá.” Tomó un kit negro de afeitado y se dirigió al baño.

¿Qué rayos estaba tramando?

Había tanto silencio, que encendí la radio, encontrando una estación de radio de rock alternativo. Mientras me vestía y me maquillaba, pensé en el rompecabezas que me había dejado Zachary. A través de la puerta, lo oí cantando en la ducha, sonando presumido.

La ducha se cerró. Determinada a resolver este misterio antes de que regresara, abrí la puerta del armario. Había torcido la manga larga de su camisa alrededor de la manga de la mía, pero lo suficientemente suelto que se separarían si se movían.

Oh…

Lentamente volví a examinar la habitación. Mi mirada se posó en las puertas de madera del balcón. La separación entre ellas era recta y oscura, excepto por una franja en la parte superior. Me acerqué, rodeando ampliamente la cómoda, y luego me paré de puntillas para examinar la puerta.

Un pedazo de cinta adhesiva, del ancho de mi dedo meñique, estirada sobre la separación. Se rompería bajo la presión más mínima.

Entonces vi el arreglo cuidadoso en toda la habitación; la cinta adhesiva sobre el interruptor de luz junto a la puerta, el par de zapatos extra de Zachary colocados perpendicularmente entre sí a los pies de la cama. Incluso las sábanas estaban revueltas en un patrón perceptible, las arrugas formando una Z.

La puerta del baño se abrió, revelando su silueta.

“¿Ya adivinaste?”

Me crucé de brazos en señal de triunfo. “Trucos contraespionaje.”

“Brillante.” Me rozó el hombro con una mano al pasar a mi lado. “Si alguien viene mientras no estemos, lo sabremos.”

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“¿Y luego qué?”

“Aún no he pensado en eso.”

“Mentiroso. Estoy segura de que lo has hecho.”

Al ponerse los zapatos, tiró de un suéter sobre su cabeza. “Si las cosas se ponen un poco dudosas en la República, iremos al norte.”

“No podemos irnos antes del solsticio de mañana.”

“No, no a menos que nuestras vidas corran peligro.”

“¿Crees que podrían?”

“Después de lo que he superado…” Zachary sacó un objeto delgado de su kit de afeitado. Con un clic, una cuchilla salió del mango. La metió de nuevo, y entonces guardó el artefacto en su bolsillo. “No se puede ser demasiado cuidadoso.”

“¿Sabes cómo usar esa cosa?”

“Por supuesto.” Sonrió mientras me ayudaba a ponerme el abrigo. “El borde afilado entra en el tipo malo.”

Nos tomó casi una hora de viaje bajo la lluvia encontrar el pub, pero el lugar valía la pena. En vez del pequeño y oscuro rincón de borrachos que me había imaginado, tenía un completo y enorme restaurante con cabinas acogedoras y con lujosos bordados. Zachary y yo tomamos una en una esquina alejada, dentro de lo que casi parecía una estructura tipo gazebo. Me alegré por nuestra escaza, pero existente, privacidad, y también de que nos pudiéramos sentar lado a lado, mirando nuestro entorno.

En el centro del gran salón octagonal, una enorme araña de hierro reflejaba diferentes patrones de luz. Las sombras de los apliques de vela bailaban en las paredes, brillando al ritmo de una canción de navidad proveniente de los altavoces. En un pequeño escenario al otro extremo de la habitación, una banda de tres miembros estaba preparando los instrumentos.

“Espero que toquen algo más que villancicos,” le dije a Zachary. “¿Crees que acepten peticiones, o…?”

Me detuve al ver su expresión. Había cerrado su menú, y tenía la mirada perdida, pasando la página de cartón una y otra vez.

Oh, oh. Megan me había advertido que los chicos cambiaban después del sexo. Se volvían distantes, posesivos, o empalagosos; o las tres cosas en repetición infinita.

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“¿Qué sucede?” Pregunté.

Levantó la mirada rápidamente, y esperé que me dijera, “Nada,” para luego retirarse a uno de los muchos rincones de su mente.

En su lugar, me sostuvo la mirada durante un largo y silencioso momento.

“Creerás que estoy loco. Quizás tengas razón.”

“Dime, de todas formas.”

“Probablemente fue mi imaginación, y no sé de qué estoy hablando, en realidad, ya que nunca…” Se pasó sus dedos a través del cabello empapado por la lluvia sobre su frente. “Ach, quizás no signifique nada.”

“Sí es algo. Dime.”

“Cuando estuvimos juntos esta tarde, fue como si, como si hubiéramos tallado un lugar en el universo sólo para nosotros dos.”

Mi corazón se detuvo. Mi voz salió en un susurro. “Un lugar donde nadie más ha estado.”

Los ojos de Zachary se iluminaron. “¿Tú también lo sentiste?” Colocó su rodilla sobre el asiento entre nosotros, para mirarme de frente. “¿Fue real?”

“Se sintió real. Y no creo… quiero decir, yo tampoco soy una experta, pero nunca he escuchado a nadie decir que eso sucede. Y menos en la primera vez.”

Extendió las manos como si ilustrara una de las maravillas del universo, lo cual estaba haciendo. “El científico en mí odia usar esta palabra, pero, fue jodidamente místico.”

Me reí, tanto por su renuencia a usar la palabra con M, como también por su raro uso de una palabrota.

Continuó, “Fue como si hubiese sido trasladado a otro lugar. Un lugar al que pertenecía.”

Mis labios temblaron. Megan tenía razón, Zachary había cambiado. La intensidad de su mirada me mantenía en mi lugar, no sólo aquí en la cabina sino a su lado. ¿Cómo podría dejarlo al volver a casa? Me asustaba necesitar tanto a alguien. Si nuestras almas se enredaban inextricablemente, ¿mi alma seguiría siendo mía? ¿Me importaba?

Zachary se inclinó, y creí que iba a besarme. En su lugar presionó su mejilla contra la mía y la sostuvo ahí. Se sintió más íntimo que un beso.

“¿Qué me dijiste antes?” Le pregunté. “En la cama. En gaélico.”

Se reclinó en su silla y apartó la mirada. “Oh. Eso. No existe una traducción exacta.”

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“Pero, ¿aproximadamente?”

Zachary se frotó los labios, como para mantenerlos cerrados. “No, creerás que es demasiado.”

“Jamás.”

Me miró de reojo, un poco reservado, pero lleno de esperanza. “Significa ‘alma gemela.’”

Sus palabras hicieron que mi mundo girara más rápido. No éramos la clase de personas que creían en el destino o almas gemelas, o cualquier cosa que nos quitara nuestras opciones. Pero aquí sentada, viendo las luces blancas del gazebo bailando en sus ojos, podía creer en nuestra magia.

“No es demasiado,” dije. “Es perfecto. ¿Cuáles eran las palabras?”

“Mo anam caraid,” dijo lentamente, pronunciándolo mo AN-am CAR-ig.

Repetí la frase después de él. “Me alegra que sea algo corto. ¿Puedes escribírmelo?” Saqué un marcador de mi bolso, y luego le ofrecí mi brazo.

Habló mientras escribía las palabras en una letra impecable sobre la parte más pálida de mi piel. “No sé si hay palabras en algún idioma que expliquen adecuadamente… lo unido que me siento, ahora que estoy contigo de nuevo.”

Lo miré fijamente, sorprendida por su inusual franqueza. “¿Unido?”

“Como si fuera un cristal roto, y tú eres el único pegamento que funciona.” Zachary empezó a escribir la última palabra, caraid. “Acaba de empezar, esta reparación, pero al menos ya ha comenzado.”

Le puso la tapa al marcador y me lo tendió. Cuando lo agarré, no lo soltó, sino que lo usó para jalarme hacia él por un beso prolongado.

“Aquí tienen,” dijo la camarera cuando se acercó, sus zapatos resonando contra la áspera madera del suelo. Nos separamos, intentando lucir avergonzados. Nos dio nuestras pintas, luego tomó nuestros pedidos de comida, sus ojos brillando por la diversión.

La música en vivo comenzó en ese momento, una banda tradicional con un violín, un acordeón, y una guitarra acústica dinámica. Zachary y yo nos sentamos hombro a hombro, mano en mano, nuestros talones golpeando ligeramente el suelo.

Tenía sed, por lo que me tomé la cerveza rápidamente. Fue directo a mi cabeza, convirtiendo mi alegría en fatiga, y una tristeza devastadora. Me abrió los oídos y el corazón a las cuerdas tristes del violín mientras él tocaba un lamento por esos que habían fallecido.

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Mis ojos ardían, y mi pecho se sentía pesado. La culpa me inundó al pensar en Logan en un momento como este.

Zachary me rodeó los hombros con un brazo y habló en voz baja junto a mi oído. “Te recuerda a él.”

Asentí, incapaz de hablar.

“Esta era su música.”

Tragué saliva. “Pero estoy contigo.”

“No puedes luchar contra los recuerdos. Vienen, así los busques o no.” Mantuvo su mirada en los músicos. “Nunca me has preguntado sobre mi encuentro con Logan.”

El nombre colgó pesado entre nosotros. “Sólo me dijo que habían hablado. Sin entrar en detalles.”

“Me dijo que iba a encontrarte, luego abandonar este mundo sólo contigo presente. Fue bueno de su parte.”

Esperé que Zachary dijera más, y después de un momento, lo hizo.

“Me dijo que era estúpido, que si de verdad te amaba, debí poner más esfuerzo en apartarte de él, y que definitivamente no debí haber ido al baile de graduación con Becca. Le dije que tenía toda la razón.”

“¿Sabía lo difícil que te resulta aceptar que estás equivocado?”

“Ja. Me preguntó si sabía lo de tu padre. Le dije que sí, que estaba en ese momento cuando lo descubriste. Le dije que moriría antes de decirle a alguien tu secreto.” Zachary se frotó la barbilla y tomó un largo trago de cerveza. “Y luego se disculpó.”

“¿Por qué?” Pregunté suavemente.

“Por no dejarte ir cuando debió hacerlo.”

Mi garganta se cerró cuando me pregunté qué habría sucedido si Logan hubiese pasado a mejor vida justo después de morir, o incluso después de unas semanas.

¿Habría amado a Zachary más rápido? ¿Habría sido demasiado pronto? ¿Nos habríamos separado rápidamente porque mi corazón aún no se había curado? ¿Estaríamos aquí en este momento?

“¿Qué más dijo?”

Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de Zachary. “Me hizo prometerle que haría algo de su parte.”

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“¿Qué?”

“Es un secreto entre chicos.”

“¿Ya lo hiciste?”

“No.”

“¿Tiene que ver conmigo?”

“Un poco. Pero más con él.”

Quería preguntarle a Zachary qué había pasado junto al aeropuerto, sobre su captura y detención. Pero lucía tan calmado, como si la paz que habitó a Logan ese último día se hubiese transportado a él, una paz que regresó con el mero recuerdo de una conversación.

“Me alegra que haya ido contigo,” dije, “y no sólo porque salvó tu vida.”

La mirada de Zachary cayó a mi mano izquierda descansando en su regazo. Puso la suya sobre ella, alineando nuestros anillos de boda. “El verano pasado, hubo momentos donde casi… en todo caso, seguí adelante porque no podía dejar que eso te sucediera de nuevo.”

“¿Dejar que me sucediera, qué?”

No miró hacia arriba. “Tu corazón se rompió cuando perdiste a Logan. Si yo no lograba salir con vida, no es que pensara que me tenías tanto aprecio como a él…”

“Sí te tenía. Sí te tengo.”

“… y no es que crea que eres débil. Pero al pensar en ti llorando por mi…” Se detuvo antes de decir la palabra “muerte” y negó con la cabeza con fuerza. “No.”

Rodeé su pulgar con el mío. “¿No puedes decirme qué sucedió? ¿Ahora que estamos juntos?”

Bajó la cabeza, rozándome la frente con su cabello. “Lo siento,” susurró. “Algún día, lo prometo, si todo se desarrolla como espero.”

“¿Qué puedo hacer para que eso suceda? Por favor, dime. Haré lo que sea.”

“No te lo puedo pedir. No aún.” Respiró profundamente, controlándose, y luego se reclinó contra el asiento de la cabina. “Ahora estamos aquí, disfrutémoslo, ¿de acuerdo? Es lo único que importa.”

Desearía que fuera verdad. Desearía que lo único que importara fuéramos nosotros, aquí. Juntos. Libres.

Sin embargo, el daño se había convertido en parte de la tela del alma de Zachary. No se podría olvidar ni evitar. Sólo enfrentar.

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Pero era un enfrentamiento que no tendría que hacer solo. La tela de su alma se movía con la mía. Amaba los extremos deshilachados donde venía desintegrada, amaba la fuerza de su firme y sólido centro.

Amaba cada hilo.

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Capítulo Treinta y Uno Traducido por Caliope Cullen

En el momento en que llegamos a nuestra habitación en el castillo (donde nadie había entrado por la fuerza y examinado nuestras cosas), estaba casi demasiado cansada como para caminar. Me saqué mis lentes de contacto y me desplomé en la cama en camiseta y pantalones deportivos. Calurosa personificada.

Cuando Zachary se deslizó bajo las sábanas a mi lado, dijo, “Es medianoche, más un minuto. Feliz cumpleaños.”

“Fels umplaños,” fue mi respuesta somnolienta. Sabiendo que el contacto sería más coherente que el discurso, clavé los dedos en su suave camiseta y deslicé mis pies contra sus pantalones pijama de algodón.

Me acercó y me besó la frente. “Tha gaol agam ort.”

Reconocí la frase gaélica que significaba “Te amo,” la cual me había enseñado en una de nuestras conversaciones por chat. Obligué a mi lengua a levantarse lo suficiente para decírselo en respuesta, logrando no destrozar la pronunciación, Ha goul AK-am orch. A medida que la última sílaba se desvanecía, quedé profundamente dormida.

La fatiga del vuelo y el cansancio habían revuelto mi reloj cerebral, por lo que me desperté a las 4:30 a.m., a pesar de que esa hubiera sido mi hora de dormir en casa.

Me quedé allí, escuchando la respiración profunda e incluso tranquila de Zachary. Con el tiempo me volví para verlo dormir, maravillándome de la suavidad de su frente, la quietud de sus miembros, tan diferente de la forma en que Martin lo había descrito y la manera en que yo lo había visto esa noche, cuando Zachary se había quedado dormido durante nuestro vídeo chat.

De repente, una luz violeta se filtró por las cortinas translúcidas del balcón, arrojando un resplandor en el área de estar.

Me senté en la cama, mi emoción desvaneciendo el agotamiento. Este era el primer fantasma que veía en Irlanda, gracias a la casi constante presencia de Zachary. A estas alturas ya había pasado horas desde que nos habíamos besado, así que estaba de vuelta en mi estado normal, 100 por ciento dotada.

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Tal vez este fantasma sabría algo acerca de Newgrange. Tal vez sería lo suficientemente mayor como para recordar qué pasó durante el Resplandor.

Salí de la cama, tomé mi suéter, y corrí hacia la puerta del balcón. Probablemente el fantasma había intentado entrar en la habitación y había sido repelido por Zachary. Desde fuera no había vista directa de la cama, así que separé las cortinas en el centro para tener una mejor visión.

El fantasma era un hombre de mediana edad con un gorro clásico irlandés, como los que usaban los tipos de mayor edad en el pub. Sus pantalones eran un poco holgados, al igual que su chaqueta de tweed. Podría haber sido de cualquier tiempo en el pasado distante o reciente.

Abrí la puerta. “Hola.”

Él sonrió y dijo algo que no pude entender.

“Uh, ¿habla inglés?” Pregunté. Frunció el ceño y se puso a despotricar, gesticulando salvajemente.

“Espere.” Cerré la puerta y corrí hacia la cama casi abalanzándome sobre Zachary, pero me detuve a tiempo.

En lugar de eso me arrastré junto a él, acurrucándome cerca. “Zach, despierta.”

“No puedo. Duermo.”

Apreté mi boca en la suya para darle un beso pleno y profundo.

“Pensándolo bien, ya no duermo.” Él me puso encima de su cuerpo y me besó con fuerza, con una mano llena de mi cabello y la otra metiéndose sigilosamente debajo de mi camisa.

A pesar de que rompió mi corazón, me alejé lo suficiente como para hablar. “Hay un fantasma gaélico en el balcón.”

Zachary parpadeó con fuerza. “¿Eh?”

“Creo que habla gaélico. Obviamente, yo no, así que esta es tu entrevista.”

Sus manos cayeron a la cama con dos golpes idénticos. “¿Es por eso que me estabas besando? ¿Tomando mi rojo para que pueda hablar con un fantasma?”

“Date prisa.” Salté de la cama, tirando de su brazo. “Pregúntale sobre Newgrange, pregúntale cuánto tiempo ha estado rondando este lugar, ya sea antes o después del Cambio. Pregúntale cualquier cosa.”

“El dialecto es diferente aquí.” Zachary recogió su suéter de la parte trasera del sofá, y el bloc de notas y un bolígrafo de al lado del teléfono de la habitación.

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Caminó arrastrando los pies hasta el balcón, alisándose su cabello alborotado por la almohada. “Pero voy a intentarlo.”

Me senté con las piernas cruzadas sobre la cama, escuchando las apagadas palabras extranjeras de Zachary a través de la puerta. En un momento dado, repitió la misma frase tres veces más lento con cada pasada. O bien se había topado con una barrera de idioma escocés-irlandés, o no podía creer lo que escuchaba y tenía que confirmar lo que el fantasma le estaba diciendo.

Finalmente, el resplandor violeta desapareció. Zachary volvió a entrar.

Me levanté de un salto. “¿Algo interesante?”

“Sí.” Se secó los pies sobre la alfombra tejida, y me di cuenta de que no se había puesto los zapatos para salir.

“Debes estar congelándote.” Le di la manta de lana verde de la parte posterior de la silla. Él la tomó de mis manos, con una mirada aturdida en sus ojos.

“Debe ser difícil acostumbrarse,” le dije. “Eso de hablar con fantasmas.”

“Aura, ese no era cualquier fantasma.” Se movió rígidamente para sentarse en el sofá. “Ese era Padraig Murphy.”

Me dejé caer en la otomana frente a él. “¿El hijo de Brigit Murphy? ¿El que mi mamá y mi papá dijeron que trató de convocar a los antiguos dioses el día del Resplandor?”

“Ese Padraig Murphy.”

“¿Cómo sabía él dónde encontrarnos? ¿Cómo sabía siquiera quiénes éramos?”

“Me dijo que tenía conexiones en el mundo de los vivos. También, recuerda, mi verdadero nombre estaba en la reserva original de Ballyrock.” Él sacudió la cabeza. “Estúpido de mí, pero en marzo no sabía…”

“Entonces, ¿qué quería Padraig?” Intenté agarrar el bloc de notas, pero Zachary lo apartó de mi alcance.

“Dame un momento para pensar, muchacha.” Encendió la lámpara y miró sus notas. Yo golpeaba mis rodillas de la impaciencia. “Parte de esto podría estar mal,” dijo. “Su acento era brutal, y el gaélico de aquí es muy diferente al de Escocia.”

“Pero…”

“Pero dijo que se cometió un error. Su madre hizo un ritual la mañana del Resplandor, tratando de volver a convocar a los Tuatha Dé Danann (antiguos dioses). Ellos pensaron que quienquiera que atravesara la luz en ese momento del solsticio daría a luz un año más tarde a una encarnación del dios del día, Óengus.”

Di un grito ahogado. “¡Como lo imaginamos! ¿Qué dijo sobre el error?”

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“Él dijo que el ritual despertó un poder aún mayor dentro de Newgrange.”

“¿Más viejo que los Tuatha Dé Danann?” Intenté recordar quién supuestamente había vivido en Irlanda antes de esa gente legendaria. “¿Más superhéroes?”

“No gente. Una puerta, entre los vivos y los muertos. Una puerta que no estaba destinada a ser abierta.”

“Wow. Eso hace que suene como si desde el Resplandor, más personas se estuvieran convirtiendo en fantasmas.” Encajaba con una teoría que habíamos discutido después de leer por primera vez el diario de mi madre: que el Resplandor abrió el mundo de los vivos a los que habían muerto de repente. Entonces, el Cambio le daba a los muertos errantes una mejor oportunidad de encontrar la paz, dándoles la posibilidad de hablar con personas, todos los que éramos dotados.

“Ese no fue el único error. El poder del amanecer del solsticio debía entrar en una sola persona.” Puso el bloc de notas sobre su regazo. “Pero se dividió en dos. Se fue a tu madre y a mi padre. Padraig vio cómo sucedió.”

“¿Él estaba allí durante el Resplandor, cuando se llenaron de luz? ¿Cuando Eowyn lo vio?”

“Trabajó como guía en Newgrange. Fue su idea hacer que los visitantes caminaran a través de la luz. Algunos guías todavía lo hacen, otros no.”

Así que Padraig Murphy había diseñado el Resplandor, pero en vez de liberar a los dioses antiguos, había liberado a los muertos (o al menos a algunos de ellos) con la forma de fantasmas.

“¡Eso es increíble!” Me paré de un salto, deseando poder decirle al mundo lo que habíamos descubierto. Excepto que no estaba totalmente segura de lo que era. “Espera. ¿Qué exactamente quedó dividido entre tu padre y mi madre?”

Zachary hizo una pausa, quizá traduciendo en su cabeza, y cuando habló, las palabras salieron lentamente. “¿Recuerdas lo que dijo Eowyn sobre que Newgrange fue construida para dos propósitos? Para servir a los muertos, pero también para separarlos de los vivos.”

“Ajá.” Brinqué de puntillas. “¡Oh! ¿Si el poder de Newgrange se dividió entre tu papá y mi mamá, entonces cada uno de nosotros tiene una, no sé, manifestación del mismo? Yo ayudo a los fantasmas, y tú los asustas.”

“Por lo general.”

“¿Le dijiste a Padraig que podemos intercambiar poderes cuando nos besamos?”

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“Por supuesto que no,” dijo Zachary. “Parecía confundirle que ambos pudiéramos hablar con él, pero lo distraje con preguntas.”

Caminé detrás del sillón, deslizando mi mano por su estructura de madera oscura. “Entonces, ¿cómo sabemos que no lo está inventando?”

“No lo sabemos. Sólo sabemos lo que él cree, porque los fantasmas no pueden mentir. Sin embargo, hay una manera de probarlo.”

“¿Cómo?”

“Dijo que tenemos que ir al pasaje de la tumba Dowth para la puesta del sol del solsticio. No esta tarde, porque el 21 es el único día del año que Dowth está abierto al público. Mañana, cuando podamos estar solos.”

“Genial.” De todos modos quería ir a Dowth. Era básicamente un mini Newgrange, pero con dos pasajes en vez de uno, y puesto que no había sido restaurado, se veía como Newgrange solía hacerlo hace miles de años. “Si no está abierta al público, ¿cómo vamos a entrar?”

“Padraig dice que la puerta sólo tiene un candado. Un cortapernos podría funcionar.”

Un escalofrío me recorrió la espalda ante la idea de entrar en un monumento histórico. “Hey, técnicamente, el solsticio es el 22, de todos modos, como a las 2:00 a.m., por lo que será el día correcto. Pero todavía no entiendo por qué tenemos que ir a Dowth.”

Zachary vaciló, pasando su dedo a lo largo del espiral del cuaderno de notas. “Le pedí que lo repitiera, porque quería estar seguro. Dijo que si ambos íbamos a Dowth en la puesta de sol del solsticio, podríamos cerrar la puerta entre los vivos y los muertos.” Él me miró. “Aura, podríamos acabar con el Cambio.”

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Capítulo Treinta y Dos Traducido por Valen JV

Obviamente, no dormidos el resto de la noche. En su lugar, encendimos otro fuego y nos sentamos juntos en el sofá, algunas veces hablando y otra vez en silencio, girando este misterio en nuestras mentes.

¿De verdad podíamos acabar el Cambio? Nos preguntábamos. ¿Acaso queríamos? Mi sueño de toda la vida había sido hacer desaparecer a los fantasmas, hasta que Logan murió, persiguiéndome a mí y a sus otros amados. Tan doloroso como había sido para todos nosotros, le había dado una oportunidad de paz y clausura que no habría conseguido de otra manera.

“Pero no olvides,” dijo Zachary, “antes del Cambio, algunas personas ya podían convertirse en fantasmas. Y otras personas podían verlos.”

No podía olvidar eso, no cuando mi propio padre había perseguido a tía Gina, una de las pocas personas que podía ver fantasmas antes del Cambio (y quien había perdido esa habilidad después).

“Sería como volver las cosas a la normalidad,” dije. “Pero esto es normal para mí, para todos los dotados.”

“¿Y de qué te ayuda eso?” Su voz tenía un borde amargo.

Apoyé mi cabeza en su hombro, esperando que lo reconfortara. Probablemente, él había sufrido más que cualquier dotado. Hasta ahora, por lo menos.

“El reclutamiento del DPM inicia hoy,” me advirtió. “Las cosas se pondrán muy mal en los Estados Unidos. Y probablemente también en todos lados.”

“Y podríamos detenerlo. Hacer que todo desaparezca.” Le estaríamos haciendo un gran favor al mundo terminando con el Cambio.

Revisé el reloj sobre la repisa de la chimenea: 5:30. Aunque el sol no aparecía antes de las nueve, teníamos que llegar a Newgrange a las 7:30, y probablemente nos perderíamos en el camino.

Ya era hora de prepararnos para el día más importante de nuestras vidas.

Me levanté, luego me congelé cuando se me ocurrió una nueva idea. “Zach, ¿qué tal si Padraig Murphy no tenía exactamente la razón? ¿Qué tal si no tenemos

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que ir a Dowth al atardecer para detener el Cambio? ¿Qué tal si debemos estar en Newgrange al amanecer el día del solsticio?”

Zachary se frotó la pequeña barba de su barbilla. “Puede ser. Fue ahí donde todo comenzó, con tu madre y mi padre.” Me miró. “Quizás también termine ahí.”

No nos perdimos de camino a Newgrange, y decidí tomar este milagro como una señal de que Zachary y yo estábamos destinados a estar ahí. (Aún cuando habíamos obtenido nuestros pases VIP gracias a las conexiones de su padre, por lo que no tuvimos que pasar por la lotería, como de costumbre.)

Como en una entrada encantada, faroles con un poco de nieve encima iluminaron nuestro camino por el gran arco que conectaba el estacionamiento al centro de visitantes. En el interior, los recepcionistas nos dieron broches especiales del solsticio y nos ofrecieron bebidas calientes mientras esperábamos el autobús que nos llevaría al propio Newgrange. Zachary, por supuesto, me arrastró directamente a la exhibición del centro de visitantes donde caminé de un lado a otro, desbordada de emoción, mientras él leía hechos que probablemente ya conocía.

Hice un viaje apresurado al baño de mujeres (demasiado chocolate caliente más los nervios) y cuando salí, lo que vi me detuvo en seco.

Un hombre de mediana edad estaba siguiendo a Zachary, un hombre que recordaba de mi vuelo de Baltimore a Atlanta. Había caminado cerca de mí cuando cambié de puertas en el aeropuerto de Atlanta, pero luego había tomado un diferente vuelo internacional.

Hacia Glasgow.

El hombre tenía cabello marrón muy corto, gafas sin montura, y el rostro más amable del mundo. Ninguna característica distintiva, lo que, como me dijo Zachary una vez, lo convertía en el espía perfecto.

En la exhibición del centro de visitantes, estaba a una exposición detrás de Zachary. En vez del traje de negocios que había usado en el aeropuerto de Atlanta, el Hombre Amable usaba un suéter manga larga azul marino de un equipo de rugby y pantalones color caqui.

Cuando se empezó a girar en mi dirección, entré en la tienda de regalos. Fui hacia el puesto de joyería, lentamente dándole vuelta al estante giratorio para examinar la mercancía. Buscando una excusa para mirar detrás de mí por el espejo, escogí un par de zarcillos de tripe espiral y me los llevé a las orejas.

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Hombre Amable estaba a unos seis metros de distancia, fingiendo leer un periódico pero mirando en mi dirección.

Devolví los zarcillos al estante y en su lugar le llevé el collar que le hacía juego a la cajera.

“¿Acaso no es emocionante?” Preguntó ella. “¿El amanecer?”

“No puedo esperar.” Dejé que mi mirada deambulara mientras buscaba el monedero dentro de mi bolso. Hombre Amable estaba en la misma posición, pero ahora miraba hacia donde estaba Zachary, en la exhibición.

“Con suerte, el cielo se despejará a tiempo.”

Sonreí y levanté un par de dedos cruzados, y entonces me pregunté si ese gesto significaba lo mismo en Irlanda que en América. Estuve a punto de preguntárselo a la cajera cuando Zachary salió del vestíbulo y me vislumbró.

Se acercó a la caja registradora con paso ligero. “Esa exhibición es tan brillante. No creía que me faltara por saber algo sobre Newgrange, pero… oh, qué hermoso.” Tomó el colgante en la cinta de cuero. “¿Un regalo para tu tía?”

“Es para mí. Probablemente debería comprarme un recuerdo, ¿eh? Vuelvo en un segundo,” le dije a la cajera cuando agarré el collar y el vuelto de sus manos.

Dirigí a Zachary a la pared más lejana, cerca de los marcos de fotos.

“Por allá hay un tipo que estaba en mi vuelo de Baltimore a Atlanta.”

“¿Y qué?”

“Y no abordó mi vuelo a Dublín. Fue a Glasgow.”

La comprensión bañó el rostro de Zachary. “Fue adonde creyó que irías.”

“Sí, donde la MI-X reservó un boleto para Aura Salvatore. Mi vuelo a Dublín estaba lleno, así que no se pudo cambiar una vez que notó su equivocación. Debió haber volado aquí después de llegar a Escocia.”

“Y dices que está en el edificio.”

“Estaba detrás de ti en la exhibición.” Abrí el broche de mi collar, entonces se lo di a Zachary y me di la vuelta para que me lo colocara y al mismo tiempo tuviese una excusa para mirar la puerta.

“¿Cómo luce?”

Levanté mi cabello y le describí el vestuario de Hombre Amable. “Pasaría desapercibido en cualquier lugar.”

“Lo veo.” Abrochó el cierre detrás de mi cuello pero mantuvo sus manos debajo de mi cabello. “El DPM y la MI-X no pueden actuar en ningún lado de la

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República, mucho menos en una propiedad del gobierno irlandés tan importante como esta.”

“Y de paso no está usando un broche para ver el amanecer del solsticio.”

“Entonces no podrá seguirnos al monumento.”

Dejé caer mi cabello y acomodé el collar en mi garganta. “¿Pero cómo pudo entrar al centro de visitantes sin un boleto?”

“Vamos a descubrirlo.” Me dirigió a la salida de la tienda de regalos.

¿Iba a enfrentarse a ese tipo? ¿Qué pasó con el sigilo y la evasiva?

Caminamos junto al hombre, aliviando mis temores, y continuamos en dirección a la mesa de registro. La joven que la atendía (Seana, según su insignia) le dirigió una sonrisa de oreja a oreja.

“¡Feliz solsticio!” Dijo ella.

“¡Gracias! Y uno feliz para usted también, muchacha.” Zachary habló con el acento más escocés que le había escuchado desde que llegamos. “Una mañana hermosa, ¿no es así?”

“Así es,” dijo en un susurro, y luego recuperó la compostura. “Quiero decir, sí, lo es. ¿Cómo puedo ayudarlos?”

“Tengo una pequeña molestia.” Apoyó sus codos en el suave granito oscuro del escritorio. “El hombre detrás de mí a la izquierda (no, no vea) me ha estado observando, y creo que pudo haber sido mi profesor de primaria. Sería realmente incómodo que no lo recordara, ¿sabe?”

Seana rió. “Yo también soy horrible poniéndole nombres a las caras. Es tan vergonzoso.”

“¿Hay alguna posibilidad de que se haya registrado? Noté que no tiene un broche como el resto de nosotros.”

“El centro de visitantes aquí está abierto para todo público, no sólo para las personas que van al megalito.” Frunció el ceño. “Aunque no abrimos al público antes de las 8:30. Le preguntaré a Mary Frances.” Fue al otro extremo del escritorio y habló en voz baja con una mujer mayor, de aspecto autoritario, quien miró más allá de nosotros, a Hombre Amable.

Seana regresó con nosotros. “Lo siento, no tenemos su nombre y no estamos seguros cómo se escabulló antes de la hora de apertura.”

Mientras tanto, Mary Frances y un guardia de seguridad se acercaban al hombre. Zachary sacó el teléfono del bolsillo de su chaqueta y presionó un ícono en

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la pantalla que decía “Bloc de Notas.” Una función de cámara apareció, con muchas más opciones de lujo que una cámara regular.

El guardia de seguridad habló con Hombre Amable, quien sacó una billetera plegable de cuero negro. La abrió para mostrársela al guardia, quien asintió con la cabeza, y luego movió los dedos para decirle que se la entregara. Hombre Amable se alejó un paso, sacudiendo la cabeza, luego cedió. El guardia de seguridad acercó la insignia a su rostro, luego le dio la vuelta para ver la cubierta.

“Lo tengo.” Zachary me golpeó el brazo suavemente. “Vámonos.”

A pesar de que aún nos quedaban diez minutos antes de montarnos en el autobús que nos llevaría a Newgrange, salimos por la entrada principal hacia el aire frío de la mañana.

El camino conducía a un puente de madera sobre el Río Boyne, el cual medía unos 30 metros de ancho. Zachary se detuvo a la mitad del puente, dándole la espalda al centro de visitantes. Me detuve cerca de él mientras pasaba las docenas de fotos que acababa de tomar hacía unos segundos.

“¿La MI-X también te dio una cámara espía?” Le pregunté.

“La descargué en la tienda de aplicaciones. Cualquier persona puede tenerla.” Me miró una vez, luego otra vez, y esta vez su mirada quedó atrapada en la mía.

“¿Qué sucede?” Le pregunté.

“De verdad estamos aquí.” Tocó mi cara, entonces me besó, con una ternura tan dolorosa que tuve que agarrarme de la barandilla para evitar una caída. “Lo siento,” dijo después de apartarse. “Emoción del momento.”

“No hay problema.” Sólo mi cabeza dando vueltas.

“Ah, aquí estás.” Presionó la pantalla del teléfono varias veces para acercar la imagen que había encontrado: el interior blanco de la insignia de Hombre Amable, exhibida cuando el guardia de seguridad le dio la vuelta para ver el exterior.

No pude leer el nombre del agente, pero el logo sobre él era perfectamente claro: HALCÓN NOCTURNO.

Este tipo era mucho más peligroso que un agente del DPM. Era un súper espía de la empresa de seguridad privada que había contratado SecuriLab. La empresa que podría ser la responsable del accidente del Vuelo 346. Y a diferencia del DPM y la MI-X, Halcón Nocturno podía ir a donde fuera, incluso a Irlanda. Ellos no cumplían las leyes.

Zachary se irguió y miró el centro de visitantes. “Mierda.”

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En el autobús, todas las veintidós personas presentes (los visitantes, el conductor y la guía) permanecimos en completo silencio. El cielo comenzó a aclararse mientras el autobús retumbaba por el estrecho camino, por lo que cuando los árboles desaparecieron, vimos el montículo cubierto de hierba, el megalito, en la cima de la colina.

Newgrange.

A la luz del alba, sus paredes de cuarzo blanco brillaban de un color azul sobrenatural. Mi garganta se cerró por la oleada de emoción.

Zachary se inclinó sobre mí para ver por las ventanas del autobús, luego contuvo la respiración por pura maravilla. Por primera vez no quise ver su rostro, o cualquier otra cosa excepto el megalito.

Nos agarramos las manos con fuerza mientras nos dirigían por la pendiente de hierba hacia la entrada. Docenas de espectadores se arremolinaban, personas que no tenían la suerte de entrar, pero habían venido para formar parte de las festividades. Como había hecho mi madre, hasta que el padre de Zachary le había dado su boleto extra.

Con esa simple acción, Ian había cambiado todas nuestras vidas. Había hecho mi vida posible.

Nuestra guía, Glenna, nos detuvo junto a la entrada y explicó qué era Newgrange. Zachary y yo nos paramos junto a las inmóviles rocas de dos metros de alto, colocadas justo al frente de la entrada y alineadas con el amanecer del solsticio. Estaban habitadas por líquenes y musgo, lo que me pareció reconfortante. Incluso en una losa de roca muerta, la vida parecía sostenerse.

Como todos los demás, no dejábamos de mirar hacia el este, más allá del camino, más allá de los campos de vacas y ovejas, más a allá del calmado Río Boyne. Todos estábamos esperando que la cadena de nubes en el horizonte se disipara a tiempo para el amanecer.

Glenna aplaudió. “Es hora de entrar, afortunados.”

Marchamos en fila por el enorme bordillo que rodeaba toda la estructura, tallado con espirales y líneas escalonadas, y nos acercamos a la oscura puerta de entrada. Pensé en la primera vez que la había visto, en una foto que mi madre había tomado hacía 19 años. Sentada en el armario de Gina hace dos veranos, nunca podría haber imaginado el viaje que estaba comenzando en ese momento. Incluso ahora, no podía imaginar que ese viaje llegaría a su fin.

Fuimos los últimos en entrar a Newgrange.

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Ténues luces eléctricas brillaban a lo largo del pasillo. Zachary y yo tuvimos que soltarnos para caminar en una sola fila, luego nos movimos de lado. Incluso tuve que agacharme por debajo de los dinteles de madera que sostenían el techo. El pasadizo se curvó un poco a la derecha, luego a la izquierda, y luego de nuevo a la derecha. Recuerdo de mis investigaciones que esta curvatura le daba al haz de luz un pequeño camino, por lo que sólo entraría en estos pocos días.

Llegamos a la propia cámara, más pequeña y aún más magnífica de lo que nunca me había atrevido a soñar. Finalmente estábamos aquí.

“Bienvenidos a Newgrange,” dijo Glenna, entonces lo repitió en gaélico. “Tenemos alrededor de diez minutos hasta que el sol entre a la cámara, así que les hablaré un poco sobre las características de aquí. Primero, necesito que todos retrocedan hasta las paredes para dejar que la luz pase, las personas más bajas al frente.”

Zachary se colocó detrás de mí, cerca de la cavidad más alejada de la entrada, la que tenía tallada los tres espirales en una de sus piedras. Recordé que la habíamos visto en la réplica del Centro de Ciencias de Maryland en abril. Mi corazón se había roto ese día por el dolor de estar cerca de Zachary pero no con él. Verla ese día, a su lado, hizo que mi corazón bailara. Cuando miré hacia atrás, la mirada de Zachary también estaba posada sobre los espirales.

“La cavidad del este por aquí tiene dos cuencos de piedras en vez de uno,” dijo Glenna. “Los arqueólogos creen que el más pequeño era donde depositaban a los recién nacidos.”

“¿Las mujeres tenían hijos aquí?” Le preguntó una mujer inglesa. “¿En el mismo lugar donde enterraban a los muertos?”

“Sí, aunque probablemente no al mismo tiempo. Newgrange es un lugar donde los vivos y los muertos estaban juntos, al menos espiritualmente. Bastante parecido a los dotados de hoy en día. Los constructores de Newgrange estaban muy conscientes del ciclo de la vida.”

“¿Hacían sacrificios humanos aquí?” Preguntó un chico con acento de Brooklyn.

“No. Sabemos que los constructores de Newgrange eran personas pacíficas. Lo que una sociedad valora más, lo entierra consigo. No se encontraron armas con los restos, sólo joyas y artículos para el hogar.”

Pensé en Mickey deslizando la pajuela favorita de Logan en el bolsillo de su traje de entierro.

“Ya casi es hora,” dijo Glenna, “así que voy a apagar las luces.”

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Con el simple toque de un interruptor, la oscuridad fue completa. Apenas podía respirar. ¿Mi madre se había sentido de esta manera cuando estaba aquí parada, esperando el amanecer? ¿Tenía alguna idea de lo que su presencia traería más adelante?

Pronto un gran grito provino desde afuera. El sol se había elevado sobre las colinas. En cualquier momento alcanzaría el rectángulo sobre la puerta, luego el pasillo, y por último la cámara.

Zachary me rodeó con su brazo cuando el pasadizo comenzó a brillar.

Y de repente se atenuó. Todo el mundo en la cámara gimió por la decepción. Una nube había tapado el sol.

“Sólo esperen un momento,” dijo Glenna. “Podrían moverse.”

Apreté el brazo de Zachary con ambas manos, temiendo desmayarme. Pero él se sentía tan sólido como la roca que nos rodeaba.

Y de repente, un haz de luz anaranjado rojizo apareció disparándose hacia la cámara como un láser celestial. La pequeña habitación resonó con gritos de asombro.

Mi mente se puso en blanco, suspendida en este momento. Ahora entendía en mi interior, el significado de la palabra “solsticio”: sol paralizado. El mundo entero se había detenido. El sonido. La luz. El movimiento. Mi corazón. Todo en pausa.

Zachary me abrazó fuertemente contra su cuerpo, su propia respiración desigual. La rara luz explotando aquí en la oscura cámara me hizo pensar, extrañamente o tal vez no tan extrañamente, de ambos en la cama. Nuestros antepasados debían haber sabido lo sagrado que podía llegar a ser cada acto de vida y amor, por lo que construyeron Newgrange en honor a esta unión de cielo y tierra.

Glenna habló suavemente. “Justo ahora, están experimentando Newgrange como lo hicieron nuestros antepasados hace cinco mil años. Si desean, pueden caminar por la cámara en sentido del reloj y caminar por la propia luz. Empezando con usted, la que está junto a la puerta. Sí, la mujer del adorable suéter rosa.”

La pareja que señaló se acercó con entusiasmo. Caminamos arrastrando los pies a lo largo de la pared de la cámara, pasando por la cavidad del este con los cuencos dobles.

Todo estaba en silencio, excepto por suaves sollozos y jadeos. Mi propio rostro estaba húmedo por las lágrimas, pero no las limpié. Cada gota se sentía como un río tallado en mi cara. Cada respiración que entraba en mis pulmones me llenaba de fuerza.

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Delante de nosotros, una pareja de ancianos tomados de la mano se movió fuera de la luz. Zachary y yo pusimos nuestros cuerpos de lado, el suyo detrás del mío, entonces juntos, entramos en la luz.

Durante medio segundo, miré hacia el horizonte, saludando el amanecer con toda su gloria anaranjada rojiza.

Luego un velo cayó entre el sol y yo, poniéndolo primero rojo sangre, y luego negro. Zachary apretó mis hombros. Respiré para soltar un grito.

Y de la oscuridad surgió un nuevo color.

Violeta.

El sol se había convertido en un fantasma.

Miré fijamente, congelada, mientras Zachary susurraba una suave expresión de maravilla en gaélico.

Las ondas violetas fluyeron hacia nosotros en una explosión cegadora. Entonces volvió a cambiar, a ese color que sólo había visto cuatro veces antes: el brillante dorado blanquecino de un fantasma pasando a mejor vida.

Parpadeé, y el haz volvió a ser anaranjado amarillento, un amanecer glorioso pero completamente normal.

Glenna se aclaró la garganta. “Con su permiso…”

Zachary y yo nos movimos como uno solo, apartándonos de la luz. Su rostro reflejaba mi sorpresa.

Nadie más pareció notar el cambio de luz. Sus rostros estaban pintados de un gran gozo. Aunque yo también sentía eso, esa sensación fue inundada por una esperanza demoledora, una esperanza que rayaba en la certeza.

Habíamos terminado el Cambio.

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Capítulo Treinta y Tres Traducido por livewings

Después de meses de espera por estar dentro de Newgrange, ahora no podía esperar para largarme.

Zachary y yo salimos a la luz de la mañana, donde la multitud estaba celebrando por el solsticio.

“¡Nuestro autobús se va en 30 minutos!” Anunció Glenna. “Tomen su tiempo, miren alrededor del monumento y los sitios cercanos. Estaré encantada de responder cualquier pregunta.”

Ella definitivamente no podía responder nuestra pregunta.

Tiré de la mano de Zachary, atrayéndolo más allá de los intrincados bordillos tallados que deberíamos estar estudiando y admirando. Seguimos caminando hasta que estuvimos completamente solos, en el lado opuesto del megalito.

Luego me di la vuelta y agarré los antebrazos de Zachary. “Qué. Diablos.”

“¿Qué viste?” Sus ojos estaban llenos de una emoción salvaje. “¿El sol volviéndose rojo, negro, morado y luego blanco?”

“Violeta, no morado, pero sí. Y luego era normal de nuevo.”

“¿Pudo haber sido un efecto de la luz? ¿Una imagen residual?”

“¿Un truco de la luz?” Lo sacudí. “¡Zach, el sol desapareció!”

Me callé cuando una familia de tres apareció en la esquina. Se detuvieron en la saliente que se encontraba al lado de nosotros, la más vistosa de todas.

Zachary me guió fuera del camino, bajando por la colina cubierta de césped. “¿Qué crees que significa?”

Traté de poner las palabras en el orden correcto para que tuviesen algún sentido. “El sol pasó por el espectro de la luz hasta el rojo, luego desapareció. Cuando estaba de negro, se sintió como una sombra.”

“¿Así es como se sienten las sombras?”

“Se sienten peor. Pero luego el sol volvió a ser violeta, como un fantasma. Y cuando se volvió dorado blanquecino, se sintió como un alma dejando este mundo.” Apareció un nudo en mi garganta. “Creo que fue el Cambio pasando a

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mejor vida.”

Sus ojos se suavizaron. “¿No más fantasmas?”

“Tal vez. Creo que lo averiguaremos pronto.”

“Sólo si te mantienes alejada de mí. Y sólo si no te beso en horas.”

Mi corazón se hundió. “O podrías buscarlos sin mí. Te he dado mi violeta.”

“No.” Zachary me sostuvo a un brazo de distancia para mirarme a los ojos. “Tú eres la que ha pasado su vida viendo fantasmas. Tú debes ser la que no los vea.”

Tenía razón. Odiaba la idea de no besarlo por cualquiera fuese el tiempo para que su rojo desapareciera. Pero este era mi viaje.

“Ha pasado casi una hora desde que me besaste en el puente.”

“Sí.” Su pulgar trazó mi pómulo. “Sin embargo, ¿crees que podamos reiniciar el reloj?”

Solté un suspiro de fingiendo reticencia. “Si insistes.” Mis brazos rodearon su cintura, acercándolo. “Pero sólo porque es nuestro cumpleaños.”

Zachary y yo comimos un enorme desayuno en la cafetería para los visitantes de Newgrange, y luego manejamos hacia el sur, hasta la Colina de Tara. Zachary insistió en ir, a pesar de la lluvia intermitente. A mí no me importó. Si debíamos estar físicamente separados por horas, quería mantenerme ocupada.

La foto aérea de Tara que aparecía en la guía turística mostraba unos impresionantes anillos y montículos formados de tierra y césped, salpicada de monumentos. Pero desde el suelo, lucía como, por así decirlo, “un gran campo de bultos.”

Zachary me miró exasperadamente mientras caminábamos por el centro del complejo. “El sitio más sagrado de Irlanda, la tumba de los antiguos reyes, el legendario lugar de descanso de una mítica raza de la Edad de Piedra, ¿es un gran campo de bultos?”

“La vista es bonita ahora que el sol está saliendo.” Lo vi fruncir el ceño por mi irreverencia antes de añadir, “Estoy bromeando. Definitivamente tiene cierto encanto.”

“Entonces es un gran y encantador campo de bultos,” dijo.

“Exacto” Caminábamos por una loma hacia más allá del túmulo funerario conocido como Cormac’s House, pero no nos detuvimos a mirar los letreros. Lo que no se parecía al Zachary hambriento de información de siempre.

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Llegamos al extremo oeste del campo, donde había un árbol con el tronco nudoso dividido en dos. Parecía como si un par de árboles hubiesen crecido uno al lado del otro y decidido entrelazarse.

De casi todas las ramas bajas, entre las brillantes y ovaladas bayas rojas, colgaban trozos de tela o cinta. Muchas prendas estaban descoloridas o hechas jirones por el sol y el viento.

“¿Qué es esto?” Le pregunté a Zachary.

“Un espino. Un árbol de los deseos. La gente cuelga cosas como regalo para las hadas y piden un deseo.”

Ahora que estábamos más cerca, podía ver un chupete de bebe colgando de una rama. Una vincha amarilla estaba enrollada en una ramita cercana.

En un impulso, me desabroché mi collar nuevo con el diseño de las tres espirales. Lo puse en una rama baja, doblando el lazo de cuero alrededor de la base de un racimo de bayas.

Deseo que Zachary pueda tener una vida en paz. Conmigo. Puse mis dedos sobre mis labios y luego sobre los espirales.

Al otro lado del árbol, mirando hacia el amplio, soleado y moteado Valle Boyne, el animal de peluche de un niño colgaba de sus patas. “Pobre conejito.” Toqué su nariz rosa de plástico. “Pero supongo que es un honor ser colocado aquí, ¿cierto? Mejor que ir a la basura o una venta de garaje.”

Zachary no respondió. Me volví para verlo atando algo a una rama sobre su cabeza. Tiró de él, bajó su mano y cerró sus ojos, sus labios se movieron silenciosamente.

No lo interrumpí o miré hacia otra parte. Zachary abrió los ojos y me vio mirándolo.

“¿Qué es eso?” Pregunté.

“Nada. Vámonos. Anochecerá pronto y será más difícil ver las señales del camino.”

Bajó caminando la colina por la que habíamos venido. Yo me acerqué a la rama que recién había tocado él.

Un cordón azul brillante se mecía con la constate brisa. En un extremo, cerca de la punta de plástico, habían escritas unas letras. Estaba demasiado alto como para que lo agarrara sin saltar, y estaba preocupada por romper la rama si tiraba de él.

La brisa doblaba el cordón tan rápido que no podía leer las letras, pero reconocí ese color azul cielo y las Vans que le hacían juego.

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Al final el viento cesó. El cordón se balanceaba ligeramente. Incliné la cabeza para leer las iniciales que Zachary había escrito en negro.

LPK.

Me hizo prometerle que haría algo por él.

Caminé sobre los relieves de Tara, mi pecho ardiendo, hasta que alcancé a Zachary. Él estaba esperando cerca de la estatua de un hombre con un sombrero al estilo papal. Lucía fuera de lugar aquí entre entidades y leyendas mucho más antiguas a la Iglesia Católica.

Talladas en la base de mármol estaban las palabras NAOMH PADRAIG. San Patricio, de quien provenía el segundo nombre de Logan.

Miré sobre la Colina de Tara y vi por qué Logan quiso que sus cenizas fuesen esparcidas aquí, y por qué se entristeció cuando sus padres se negaron. Ahora, de cierta forma su último deseo había sido cumplido; por su ex rival, de todas las personas.

“Te amo,” le dije a Zachary, y nunca lo había dicho más en serio.

Él suspiró profundamente. “No me digas eso ahora.”

Mi corazón latió rápido. “¿Por qué no?”

Él se volvió hacia mí, su boca seria pero sus ojos ardiendo. “Se me hace más difícil no besarte.”

La lluvia se colaba en mis zapatos por el césped húmedo así que volvimos a Ballyrock para cambiarnos de ropa y llamar a nuestras familias antes del almuerzo.

Mientras subíamos el último par de escaleras hacia nuestra habitación en el cuarto piso, Zachary puso un brazo frente a mí y un dedo sobre sus labios, y me hizo señas para que lo siguiera, moviéndose lentamente.

Nuestra puerta estaba cerrada, pero el cartel de No Molestar no estaba en la perilla, y el pequeño trozo de cinta adhesiva en la parte superior estaba roto.

Zachary entrecerró los ojos mientras se deslizaba hacia la puerta, escuchó durante un momento y luego la abrió de repente, silenciosamente.

Dentro de la habitación, una chica chilló. “¡Oh Dios mío! Me han asustado.”

Todo estaba limpio. El polvo no estaba en el suelo y las sábanas habían sido estiradas. Una chica de nuestra edad, tal vez más joven, estaba al lado de la cama, una mano sostenía un paño para el polvo y la otra estaba sobre su corazón.

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“Se suponía que nadie debía entrar aquí.” Zachary caminó más allá del carrito de la limpieza. “Nadie.”

“No lo sabía. No me dijeron.”

“Pusimos el cartel en la puerta.” Él miró hacia la perilla. “¿Dónde está?”

“No estaba ahí, lo juro.” La chica lucía a punto de llorar. “Por favor, no le digan a la Sra. McGuerin. Me despedirá y mi madre está enferma. Necesito el trabajo, por favor, señor.” Ella juntó sus manos.

Los hombros de Zachary se relajaron levemente. “¿Había alguien en la habitación cuando llegaste?”

“No. Pero creo que…” Ella tragó. “Alguien estaba aquí antes de que llegase.”

Miré a Zachary, pensando en el agente de Halcón Nocturno. Pero él permaneció calmado y la siguió mirando.

“¿Por qué dices eso?” Le preguntó, en voz baja pero con un filo en su voz.

“Había polvo para bebés esparcidos en la cómoda. Había huellas en él.” Ella se animó. “Tal vez quien sea que vino sacó el cartel de No Molestar, y por eso yo no lo vi.”

Zachary y yo fuimos al vestidor. Cuidadosamente, él abrió el cajón superior izquierdo, y yo hice lo mismo con mis cosas.

“Tal vez deberíamos esperar a que ella se vaya para ponernos estilo 007,” le sugerí susurrando.

“Buena idea.” Se volvió a ella. “Muchas gracias, eso es todo.”

“¿No le dirán a nadie?”

“Claro que no,” dije buscando en mi bolsillo. “Aquí, tómalo como tu propina.” Le di un billete de cinco euros.”

Su boca se abrió. “¿Todo eso?”

Me acerqué a ella y bajé mi voz, “Siento si te asustamos, um, ¿cuál es tu nombre?”

“Deirdre.”

“Deirdre. Jack puede ser un poco estricto a veces.”

“¿Quién?”

“Jack. ¿Mi esposo?” Incliné ligeramente mi cuerpo para indicar a Zachary.

“Oh, claro.” Deirdre guardó el dinero y me sonrió. “Gracias por su amabilidad. Espero que disfruten su estadía.” La chica salió rápidamente, evitando la mirada de

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Zachary.

La puerta se cerró tras ella. Él me miró. “¿Cinco euros?”

“¿Fue demasiado?”

Él tamborileó con sus dedos la parte superior de la cómoda. “No si la mantiene alejada.”

Zachary y yo registramos toda la habitación, pero no pudimos encontrar nada fuera de lugar más que lo que Deirdre había limpiado. Todo en el vestidor estaba exactamente como lo habíamos dejado.

“¿Será posible que Deirdre trabaje para Halcón Nocturno?” Le pregunté cuando nos detuvimos al frente del armario, donde nuestras maletas permanecían intactas.

“Apenas parecía de 16. ¿Por qué un grupo selecto de espías contrataría a alguien como ella?”

“No sé. Pero me sentiría mejor si sólo un grupo de chicos malos nos persiguieran.”

“Ojalá fuéramos tan suertudos.” Zachary cerró las puertas del armario. “Comenzaré a arreglar las cosas para que podemos ir a almorzar. Después de eso, deberías intentar buscar fantasmas. Ya habrá pasado suficiente tiempo desde que nos besamos.” Me miró con un anhelo más que físico. “Eso espero.”

“Antes de almorzar necesito una ducha caliente. Estoy completamente fría y húmeda.”

“Entonces me quedaré aquí afuera.” Se dio la vuelta rápidamente y habló en voz baja, “Pensando en ti dentro de la ducha.”

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Capítulo Treinta y Cuatro Traducido por Beccavancourt

En la ducha, pensé en la reacción de Zachary ante el error de Deirdre. Por unos instantes, había visto verdadera furia y miedo en sus ojos, rápidamente enmascarados por un autocontrol bien calculado. El calvario que pasó en 3A (fuera lo que fuese) sin duda lo volvió susceptible al encontrar extraños en su espacio personal.

Cuando salí del baño, Zachary estaba sentado en la cama, sosteniendo una tira de paquetes de plástico a la altura de la lámpara que se encontraba sobre la mesita de noche.

“¿Estás leyendo tu fortuna en un paquete de condones?” Le pregunté.

“Aura, ven a ver.” Su voz era seria. “Algo está mal.”

Me incliné más cerca, tirando mi cabello hacia atrás para que no goteara sobre él. “¿Eso que está en el medio es un agujero?”

“Está en casi la mitad de los paquetes, fueron hechos con un pequeño alfiler.” Tiró los condones en la mesa de noche. “¡Fue esa chica! Ella estaba parada cerca de la cama cuando entramos, y mientras nos estaba hablando miró en esta dirección. Una sola vez, pero la vi haciéndolo. Además, también me encontré con esto.” Levantó en la mano un alfiler de gancho abierto.

Verlo me causó un estremecimiento. “Eso es la cosa más espeluznante que he oído. ¿Por qué Deirdre haría eso?”

“No sé. ¿Por qué querría que quedaras embarazada?”

“Pero habrías notado el agujero, ¿verdad?”

“No en la oscuridad. Mira, apenas es visible en la envoltura bajo la luz. No lo habría sabido hasta que fuera demasiado tarde.”

“Mierda.” Me hundí en un lado de la cama, con una sensación de aturdimiento por lo cerca que estuvo. “¿Estamos seguros de que fue ella? Tal vez fue quienquiera que estuvo en la habitación antes que ella.”

“Nadie más estuvo aquí antes. Ella mintió respecto a eso.”

“¿Cómo lo sabes?”

“El letrero de No Molestar estaba asomándose por su bolsillo. Al principio

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pensé que estaba tratando de disimular su error para que no la echaran. Pero algo en ella me molestaba. Mientras estabas en la ducha, y yo en serio estaba tratando de no pensar en ti mientras te duchabas, me di cuenta de lo que era: ella es irlandesa.”

Asentí solemnemente. “Eso es raro, considerando que estamos en Irlanda.”

Sacudió la cabeza. “En estos días, la mayor parte del personal de limpieza de los hoteles de las islas británicas son del este de Europa. Polacos, checos, romanos. Es un trabajo de inmigrantes, como en América.”

Pensé en la otra ama de llaves con la que nos habíamos cruzado en el pasillo. Ella había estado hablando por su celular en lo que sonaba como una lengua eslava. “¿Entonces Deirdre no trabaja aquí realmente?”

“Sí, trabaja aquí. La vi limpiando otra habitación el día que nos registramos.”

“Tal vez tomó el trabajo para llegar a nosotros.”

“Recuerda que nuestros nombres reales estaban en la reservación original que hice en marzo. Que estúpido fue eso de mi parte.”

Jadeé. “¿Recuerdas cuando te llamé Jack? Ella parecía confundida, a pesar de que ese es el nombre en la reservación ahora.”

“Buen punto. Quizás sepa quiénes somos en realidad.”

“Entonces, ¿qué hacemos ahora? ¿Tenemos que irnos? ¿Hay micrófonos ocultos en este lugar?” Susurré.

“No, revisé otra vez.” Cruzó el pie sobre su rodilla. “Si cree que creímos su historia, entonces deberíamos quedarnos. Puede que aprendamos más cosas.”

“Espiamos al espía. Me gusta eso.” Casi lo besé como forma de apreciar su astucia, pero luego recordé que teníamos que permanecer separados.

“Además,” dijo, “Son vacaciones. Nuestras posibilidades de encontrar alojamiento en cualquier otro lugar del país son menos que nulas.”

Odiaba la sensación de violación y saber que alguien (incluso una chica loca de 16 años) sabía quiénes éramos.

Miré la caja de condones en la mesita de noche. “Vamos a comprar más de esos, ¿verdad?”

“Sí, será lo primero que hagamos antes del almuerzo. Y los mantendremos a salvo.”

“¿Por qué alguien querría que quedara embarazada?”

“No tengo idea. Si ella trabaja para el DPM o Halcón Nocturno, no veo cómo eso pueda entrar en su agenda.”

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“A menos que… oh Dios mío. ¿Crees que quieren ver lo que podría pasar? Tú eres el Último, y yo la Primera. Tu papá siempre dijo que el DPM no quería que estuviéramos juntos por lo que pudiéramos, em, crear.” Mi corazón latía más rápido. “Tal vez hayan cambiado de parecer. Puede que quieran estudiar a nuestro hijo para poder estudiarnos a nosotros.”

Zachary se quedó completamente quieto. Justo antes de que mirara hacia otro lado, vi una tormenta del tamaño de un huracán en su mirada. “Lo harían,” dijo en un tono de voz bajo y frío.

“¿Zach?”

“Vamos a comer. Me muero de hambre.”

Mientras volvíamos a dejar en orden la habitación, espolvoreando talco para bebé y desordenando las sábanas recién hechas, consideré la espantosa posibilidad que nos habíamos planteado: cualquier niño que tuviéramos juntos sería examinado, estudiado, e incluso alejado de nosotros.

Nunca antes había pensado realmente en tener bebés. Cuando era niña, había tratado a las muñecas con las que jugaba como actrices de películas, no como mis propias hijas. Pero la idea de que alguien lastimara a una persona que Zachary y yo amábamos me llevaba a estar casi ciega de rabia.

Moriría antes de dejar que eso pasara.

El sol se puso mientras estábamos almorzando tarde en un pub en la aldea de Slane. Antes del postre me disculpé y caminé hasta el porche delantero. Después de lo que había pasado esta mañana con el agente de Halcón Nocturno, no quería deambular muy lejos, pero tenía que estar alejada del alcance de Zachary.

O por lo menos, lo que estaba buscando tenía que estar fuera de su vista.

Caminé hasta la esquina más cercana, ignorando cómo la lluvia empapaba mi cabello. Unos pocos transeúntes estaban afuera, de camino a la joyería que estaba cruzando la calle, donde un cartel anunciaba que había una oferta de navidad en anillos de compromiso.

Mi pulgar se deslizó sobre mi propio diamante de un lado al otro, chocando con mi dedo corazón y luego con el meñique. Me había acostumbrado a él muy rápido. Tal vez fue el viaje, o pasar la noche con Zachary o, bueno, eso, lo que me hizo sentir extrañamente mayor. Me pregunté qué diría Megan, y me dieron ganas de llamarla. Pero tenía que esperar hasta más tarde, cuando estuviera con Gina en mi casa. La MI-X nos había advertido acerca de hacerle llamadas a gente que pudiera tener los teléfonos supervisados.

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No podía ir a casa sin las respuestas que necesitaba; no sólo acerca del Resplandor y el Cambio, sino también sobre el Vuelo 346, el reclutamiento y lo que el gobierno de mi país me haría ahora que había cumplido 18 años.

Pero mientras estaba parada bajo la lluvia, sin ningún fantasma a la vista, la esperanza floreció en mí. Si Zachary y yo nos deshicimos el Cambio esta mañana en Newgrange, la mayoría de mis problemas desaparecerían. Mi vida se abriría con infinitas posibilidades.

Me dirigí de vuelta al pub, evitando los charcos grandes. Las luces navideñas, rojas y verdes, de la fachada del local se reflejaban en las trémulas superficies de agua.

Me paré de golpe. Delante de mí, un charco redondo que estaba junto a un parquímetro reflejaba un color que no tenía nada que ver con la navidad.

Violeta.

El fantasma de una joven flotó entre los autos estacionados, luego cruzó la calle, ignorando los vehículos que la atravesaban. Se movía deliberadamente, tal vez intentando poner espacio entre sí misma y las luces rojas de navidad.

Sea lo que sea que ocurrió esta mañana en Newgrange había sido misterioso y poderoso. Pero no había acabado con el Cambio.

Entré en el pub y me encaramé en el taburete junto al de Zachary. Él quedó boquiabierto ante mis cabellos y ropas empapados.

“¿Acaso el baño queda afuera?”

“Salí a caminar.” Dejé caer mi cabeza sobre mi puño. “Y vi un fantasma.”

“Lo lamento.” Me sirvió una taza de té humeante de una jarra de metal. “Quizás Padraig Murphy tenía razón; tenemos que visitar Dowth, mañana al atardecer.”

Apunté al televisor que estaba sobre la barra. “El tipo del clima dijo que va a llover de nuevo.”

“Tal vez no importe si la luz nos da o no. Tal vez sea nuestra presencia allí en el momento indicado.” Mordió su porción de torta de chocolate. “Después de todo, el sol sigue su camino independientemente de la nubes.”

“Supongo.”

“Además, Dowth significa ‘oscuridad.’ Así que tiene sentido que ocurra lo contrario a Newgrange. Hablando de oscuridad, ¿todavía quieres intentar convertir a una sombra en fantasma esta noche en el solsticio?”

“Definitivamente.”

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“Entonces, ¿no podemos besarnos horas antes?”

Dejé salir un gimoteo. “Lo siento. Probablemente no después de las seis de la tarde.”

Me dio un leve golpe en mi rodilla con la suya por debajo de la barra. “Pero ahora está bien, ¿no?”

Antes de que pudiera contestar, me besó, dejando que la punta de su lengua rozara mi labio superior. Quizás fuera el persistente sabor a té y chocolate, pero la sensación de su lengua sobre la mía envió una descarga de adrenalina de la cabeza a los pies, y todas las partes de en medio.

Sí, pensé, ahora está muy bien.

La chimenea ya no tenía fuego, una corriente de aire silbaba por la rendija entre las puertas del balcón, y nuestra colcha estaba... en algún lugar. Pero el invierno no podía tocarnos ni a mí ni a Zachary. Nuestros únicos escalofríos venían del toque de nuestras manos y bocas, nuestros temblores de los estremecimientos internos. Y en ese lugar mágico en que permanecíamos juntos (el cual se sintió incluso más vívido que antes) el aire era cualquier cosa menos frío.

Después, nos acostamos juntos con nuestros cuerpos presionados, nuestras respiraciones compartiendo el mismo ritmo decadente. Quería dormirme justo como estaba, usando su cuerpo como una almohada de cuerpo completo debajo de mí. Por la manera en que él me acomodaba contra su cuerpo, trazando lentos círculos en el dorso de mi omóplato, no pensé que le importaría.

Finalmente Zachary susurró mi nombre, su lengua a penas pronunciando la r. Luego dijo, “Mientras viva, no quiero dejar este lugar nunca.”

“¿Te refieres al Condado de Meath o esta habitación?”

“Este lugar.” Presionó su palma contra mi costado. “Específicamente.”

Cerré mis ojos con más fuerza. “Feliz cumpleaños.” Era una afirmación, no un deseo.

Zachary contuvo bruscamente el aliento. “¡Cumpleaños! Te tengo un regalo.” Se deslizó para salir de abajo de mi cuerpo, encendió la lámpara, y abrió un cajón de la mesita de luz. Una pequeña caja envuelta por un papel dorado brillaba en la luz.

Mi alegría se convirtió en júbilo. “¡Gracias! ¿Puedo abrir el tuyo al final? Gina también me dio algo.”

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Fuimos a lavarnos, vestirnos y nos encontramos en la cama diez minutos más tarde. La idea de abrir el regalo de mi tía mientras estaba desnuda me aterró totalmente. Después de leer la tarjeta, rompí el papel azul del regalo.

La caja, del tipo en el que vienen las joyas, era sospechosamente similar a la que me había dado el año pasado, la que guardaba un collar de obsidiana que casi hizo que Logan se convirtiera en una sombra. ¿Me volvió a regalar lo mismo?

Levanté la tapa. Era una cadena de plata con una pieza de cuarzo transparente en forma de lágrima. La gema favorita de los fantasmas.

“Qué divertido.” Levanté el colgante, examinando la piedra transparente. “El año pasado tenía un novio fantasma y me regaló una obsidiana. Este año tengo un novio anti fantasmas y me da un cuarzo transparente.” Miré a Zachary. “Quiere que sea monja.”

Se rió. “La piedra no me molesta.” La tocó. “¿Ves?”

“Pero ahora no eres tan rojo como que lo eres normalmente.”

“Y tú no eres tan violeta como lo sueles ser. ¿Te molesta la piedra?”

La dejé sobre mi palma, dejando que la cadena se enroscara alrededor como una serpiente. “Nop.”

“Eso es porque estamos vivos.” Colocó mis dedos sobre la gema. “Antes que nada, somos humanos.”

Asentí mientras me ponía el colgante, esperando que tuviera razón.

“Mi turno.” Me entregó su regalo. “No es lo que parece. Bueno, lo es, pero no es lo que crees que es. Excepto, que sí lo es.”

“De acueeerdo.” Le quité la envoltura para encontrar una alhajero cuadrado de terciopelo, justo como el que había venido con nuestros anillos de compromiso temporal. Mi corazón dio un vuelco y luego se calmó. Si Zachary iba a pedirme que me casara con él de verdad, esto no se le hubiera olvidado, sin importar qué tan loco se pusiera el día.

La tapa de la caja se abrió, revelando un anillo de Claddagh17 de plata, un par de manos sosteniendo un corazón coronado. El clásico anillo irlandés.

“¡Siempre quise uno de estos! ¿Cómo lo supiste?”

“Mira, tiene una inscripción.” Retiró el anillo de la caja y lo sostuvo bajo la luz. “Pensé en grabar nuestras iniciales, pero me pareció un riesgo de nuestra seguridad. Entonces se me ocurrió una idea.”

17 Se entrega como símbolo de amistad o como arra nupcial. El anillo de Claddagh es una de las tradiciones más románticas y duraderas de la isla de Irlanda.

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Eché un vistazo a las palabras. MO ANAM CARAID. Alma gemela.

“Zach...” Entraba perfectamente en el dedo corazón de mi mano derecha. “Es hermoso, gracias. Mi regalo no es tan romántico ni de lejos.”

“Ya me diste lo que más quería.”

Lo miré con los ojos entrecerrados. ¿Se refería a mi virginidad? Porque eso era un poco…

“Tu confianza.” Recorrió el anillo de Claddagh con su pulgar. “Sé que la rompí, la noche del baile de graduación. Aún no me perdono.”

“Ya lo compensaste suficiente.” Le pasé una tarjeta de cumpleaños. “Tu regalo está ahí adentro.”

Zachary rasgó el sobre con desenfado. Sacó dos pedazos de papel y los sostuvo en alto para que les diera la luz.

“¿Qué? ¿Qué es esto?”

“Vales. Los tienes que intercambiar por entradas cuando el horario del juego sea oficial. Quiero decir, el horario del partido.”

“¿Me…? ¿Me estás enviando a ver las rondas finales de la Copa Mundial Sub-2018? ¿El próximo verano? ¿En Milán?”

“No voy a enviarte. Voy a llevarte.” Jugueteé con mis dedos de los pies. “Si tengo suerte, para entonces ya tendré ahorrado lo necesario para nuestros pasajes de avión.”

Siguió mirándome, parecía incapaz de hacer cualquier otra cosa. “Entonces, ¿vendrás conmigo?”

“Esa es la idea,” dije lentamente. “Pensé que sería genial visitar Italia juntos.”

“¿Te das cuenta de que es fútbol europeo, no fútbol americano?”

“Cierto. La versión universitaria de la Copa Mundial. ¿Estás bien? ¿Acaso…?”

Me atacó, sujetándome al colchón y deteniendo mis palabras con un duro beso lleno de alegría. Me di cuenta de que, para Zachary, mi regalo era diez veces más romántico que un anillo.

“Aura, es el mejor regalo que me han dado en mi vida. Disculpa que estuve un poco estúpido por un momento. No podía creerlo.” Su sonrisa se desvaneció un poco. “Odias mi estilo de fútbol.”

“Entonces enséñame a amarlo.” Pasé mi mano sobre su muñeca. “Cuando

18 La Copa Mundial de Fútbol Sub-20 es un torneo internacional de selecciones nacionales de fútbol compuestas por jugadores masculinos menores de 20 años.

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vayamos, ¿usarás tu falda escocesa para mostrar orgullo nacional?"

Zachary se rió. “¿De eso se trata este regalo? ¿Meterme en la falda?”

“Quitártela, en realidad. ¿Por qué no trajiste una contigo en este viaje?”

Entendimiento le iluminó el rostro. “Porque soy estúpido. Una falda escocesa es como lencería masculina para ustedes las señoritas americanas, ¿verdad?”

“Así es. Y no eres estúpido, sólo inocente.”

Zachary dio un grito ahogado. “¿Inocente? Eso me suena a un desafío.”

“¿Estás a la altura?”

“Completamente.” Se sentó y comenzó a quitarse la camisa.

El mini reloj del abuelo que estaba sobre la repisa de la chimenea marcó las seis. Tiempo de volver a la realidad.

“Ocho horas para el solsticio.” Golpeé irritada mi talón contra la cama. “Tenemos que estar separados hasta después de que llame a las sombras.”

Zachary tiró su camisa a un lado. “Más temprano sólo necesitábamos seis horas.”

“Seis horas después de besarnos. Estamos totalmente unidos aquí.”

“Lo sé.” Cubrió mi cuerpo con el suyo y presionó su boca en el hueco de mi garganta. “Me gusta cuando estamos así.”

Quería derretirme en él, pero me obligué a poner una mano entre los dos. “Zach, sólo esta vez.”

“Pero estás de vacaciones. Estamos de vacaciones. Y ya estamos pasando demasiado tiempo a un brazo de distancia.”

“Después de que arregle a las sombras, podemos…”

“Después de que las arregles, vas a estar devolviendo hasta los intestinos.” Su voz sonó más desesperada. “La única cama que vas a calentar será la de un hospital.”

Lo empujé. “Tengo que intentarlo.”

Zachary se dejó caer de espaldas junto a mí, apretando la colcha con su puño. “Esto es sobre él, ¿no es así? Te importan las sombras, no sólo porque eres amable, sino porque estabas enamorada de una.”

Estaba hablando de Logan, por supuesto. Mi corazón se quebró ante su enojo. “Lo amaba cuando era una sombra, pero no estaba enamorada de él.”

“Amar, estar enamorado, ¿cuál es la diferencia?”

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Seguía olvidando que los chicos no entendían esos matices. “Amar a alguien quiere decir que te importan y que quieres que sean felices. Estar enamorado significa que no puedes imaginarte vivir sin esa persona.”

Zachary se cubrió el rostro, y arrastró los dedos sobre sus cejas. “¿Cuál es, entonces, para nosotros?”

Estaba completamente loco si no sabía la respuesta para esa pregunta.

“Siempre voy a amar a Logan.” Aparté una de las manos de Zachary de su cara y la sostuve entre las mías. “Y siempre voy a estar enamorada de ti.”

Se quedó mirando el techo. “¿Quieres saber cuándo me enamoré de ti? ¿En qué momento supe que no quería alejarme de tu lado nunca?”

“¿Cuándo?” Imaginaba que sería un gran momento, como cuando casi me caí de ese acantilado mientras huíamos del DPM.

“Esa noche bajo las estrellas, cuando recitaste el Discurso de Gettysburg con acento escocés.”

“¿Qué?” Comencé a reírme. “Ni siquiera me habías besado aún.”

“Pero estaba a punto de hacerlo. Antes de que tu tía te llamara al celular y me interrumpiera.” Tomó un profundo respiro, y lo dejó salir en un gemido de frustración, luego se movió al otro lado de la cama. “Si pude sobrevivir a eso, puedo sobrevivir a esto.”

Me incorporé, maravillándome con el rápido retorno de su compostura. “Gracias.”

Se desplomó de vuelta sobre su almohada y miró hacia arriba para verme, su antebrazo le cruzaba la frente y se veía positivamente irresistible. “Pasemos cada cumpleaños aquí.”

“De acuerdo.”

“Sin importar en qué parte del mundo nos encontremos, siempre volveremos a esta habitación.” Pinchó su dedo contra el colchón con una floritura. “A esta cama.”

“Me gustaría eso,” dije, haciendo la declaración del milenio.

Metió sus piernas bajo las sábanas. “No sé a ti, pero a mí me vendría bien una siestita antes de la cena.”

“A mí también.” Me deslicé bajo las mantas.

Zachary rodó hacia mí, y dobló su brazo bajo la almohada. “Si alguna vez queremos trabajar con fantasmas juntos, tendremos que hacer esto un montón.”

“¿Mirarnos?”

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“Permanecer separados por horas, incluso si estamos en la misma habitación.”

Toqué la suave y esponjosa colcha entre nosotros. “Es mejor que los vídeo chats.”

“Sí. ¿Y sabes cuál será la mejor parte?” Colocó su mano cerca de donde estaba la mía, las puntas de nuestros dedos estaban a centímetros de distancia. “El final de cada día laboral, cuando podamos poner a un lado a los fantasmas.”

Cada pequeño músculo en mi interior se estremeció. “Ajá.”

“Y estar juntos. Sin importar nada más. De todas las maneras habidas y por haber.”

Cerré mis ojos, imaginándolo. “No puedo esperar.”

Tan pronto como dije la palabra, una punzada me golpeó en lo más profundo de mi ser. Tenía que ir a casa, terminar la escuela, ahorrar dinero. Tendríamos que esperar. Pero no para siempre.

Cuando volví a abrir los ojos, Zachary ya estaba dormido.

Me pregunté qué quería decir con “sin importar en qué parte del mundo nos encontremos.” ¿Se refería a juntos o separados?

Mi pulgar acariciaba mi anillo de “Laura” mientras me imaginaba nuestro futuro con vidas separadas: Zachary viviendo en una casa en los suburbios, casado con una señora escocesa de cabello rojo y pecas. Con niños pequeños jugando a la ere, y escondiéndose detrás de las largas piernas de Zachary. Él llamando a la más pequeña “diablilla pícara” y levantándola sobre su cabeza, su rostro iluminándose al oír sus risas.

La idea de que él perteneciera a alguien más serraba en mi pecho un orificio dentado.

¿Qué estaría haciendo yo? ¿Enseñar ciencia en alguna universidad de Estados Unidos? ¿O en alguna escuela secundaria? ¿Salir corriendo a las reuniones de la asociación de padres y maestros? Puaj.

Separadas, nuestras vidas parecían mundanas. Juntos, podríamos viajar por el mundo, vivir aventuras, desenredar los misterios detrás del Cambio, en Egipto, Indonesia, Australia, Perú. En cualquier parte. Unir nuestras mentes y cuerpos, saciar nuestra hambre de respuestas y el toque del otro. Forjar un destino compartido, no el que otros nos habían declarado.

El futuro parecía tan cercano. Si tan sólo pudiera estirarme y agarrarlo, lo custodiaría con mi vida.

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Capítulo Treinta y Cinco Traducido por Beccavancourt

Usé mi teléfono rojo para llamar a Gina desde el auto y agradecerle por el regalo de cumpleaños. En 10 minutos, me dijo que me extrañaba aproximadamente unas 1.100 veces.

Megan estaba en mi casa, como acordamos, para hablar conmigo. Además de una tarjeta para descargar música, me había hecho dos listas de reproducción post–sexo, Canciones de Inocencia y Canciones de Experiencia, en honor a la colección de poemas de William Blake.

Canciones de Inocencia era romántico y serio, para que la escuchara después de la primera vez que lo hiciera. Canciones de Experiencia era más obsceno, y para que la escuchara después de la primera vez que me encantara.

“¿Ya escuchaste la primera lista?” Preguntó. Un código para que Gina no supiera de qué hablábamos.

“Anoche.” Le di una mirada secreta a Zachary, la cual devolvió. Él sabía acerca de las listas.

“¿Y la segunda?”

Suspiré. “Hace unas horas.”

Dejó salir un ladrido. “Me alegro mucho por ti. Que te haya gustado la segunda lista,” agregó rápidamente.

“Me encantó un montón. Sabes, esa fue más larga de lo que esperaba.” Sonreí, viendo cómo Zachary se sonrojaba.

“¿Estamos hablando en cuanto al tiempo?” Dijo Megan.

Repetí mis palabras en mi mente, y ahora yo era la que se estaba sonrojando. “Sí. Bueno… Sí.” Me cubrí mi rostro ardiendo mientras Zachary y Megan se reían de mí. “Ahora tengo que ir y morir de vergüenza.”

Megan resopló. “Estás siendo cuidadosa, ¿cierto? Ya sabes, ¿conduciendo?”

Gina habló en el fondo. “No soy estúpida. Sé de lo que están hablando, chicas.”

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Trágame tierra. “Sí, cuidadosa. Dios, espera que te diga lo cuidadosos que tuvimos que ser.” Estaba llevando nuestra nueva caja de condones en mi bolso, no queríamos volver a tenerlos fuera de vista ni por un minuto.

“No puedo esperar,” dijo Megan. “Te extraño.”

“También te extraño.” Mientras hablaba miré a Zachary. “Pero no lo suficiente como para querer volver a casa.”

“Espera,” dijo. “Estoy yendo a otra habitación.”

Zachary aparcó el auto en el estacionamiento del restaurante donde íbamos a tener nuestra cena especial de cumpleaños. “Puedo ir y pedir una mesa si quieres hablar a solas con ella.”

Le di una sonrisa de agradecimiento mientras se alejaba del auto.

“Entonces,” dijo Megan, y podía notar que su mano rodeaba el auricular del teléfono. “¿No quieres volver a casa? ¿Como, nunca?”

“Puedo ver exactamente a lo que se refería mi mamá en su diario, acerca de que Irlanda es un lugar mágico. ¿Por qué alguien querría irse?”

“Las cosas siguen siendo mejores aquí.”

“¿Aún con el servicio obligatorio?”

“No lo sé. Aura, haz lo que te haga feliz, pero hazlo por ti misma. No por un chico.”

“Me conoces mejor que eso. Megan, necesito preguntarte algo extraño. Cuando tú y Mickey lo hicieron, ¿sentiste como si estuvieras en otro lugar?”

“Quieres decir, ¿fantasear que estábamos en la playa en vez de la parte trasera de su auto?”

“No me refiero a fantasías. Algún lugar completamente diferente.”

Hizo una pausa. “No tengo idea de lo que estás hablando. Pero de alguna manera estoy loca de celos. ¿Fuiste, como, transportada o algo sólo en tu segunda vez?”

“También en la primera. Fue cósmico. Sé que suena un poco anticuado, pero es lo único que lo describe.”

“Aura, eso es casi increíble. Excepto, que los conozco, y sé acerca del intercambio de poderes y esa cosa de la Primera y el Último. Pude sentir su conexión la primera vez que se conocieron en el patio de la escuela.”

“¿Lo sentiste?”

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“Por favor, quería darles a ambos un babero.” Suspiró. “Tal vez deberías quedarte ahí. Encontraste el lugar al que perteneces. La mayoría de las personas nunca tienen esa suerte en toda su vida.”

La puerta principal del restaurante se abrió y Zachary se paró bajo el toldo.

“Tengo que irme,” le dije a Megan.

“Sí,” dijo. “Definitivamente tienes que hacerlo.”

Después de la cena y una larga noche de música en vivo en un pub, nos dirigimos a un área apartada cerca del pueblo costero de Clogherhead. Cuando nos bajamos del auto, casi olvidé para qué habíamos venido.

“¡El cielo!” Apunté a la extensión negra de cristal encima de nosotros, luego avisté la Estrella Polar, Polaris, mucho más alto de lo que alguna vez había visto. “Olvidé que las estrellas estarían en diferentes lugares.”

“¿En serio lo hiciste?”

“No.” Sonreí a Zachary por encima del techo del auto. “Era una de las cosas que más estaba ansiando. ¿Eso me hace horriblemente friki?”

“Le estás preguntando a la persona equivocada.”

“Oye, ¿alguna vez has visto auroras boreales?”

Me miró. “No contigo.”

Mi piel se hizo más cálida ante lo que esto implicaba: no contaría hasta que estuviera con él. Ahora todo se sentía de esa forma, las lluvias de meteoritos, los cometas, hasta los amaneceres. Todo era pálido y apagado si estábamos separados.

Zachary metió las manos en sus bolsillos mientras inspeccionaba los alrededores. “¿Estás segura de que quieres hacerlo?”

“Positivo. Puedo ayudar a estas personas. Además, puede que aprendamos más acerca del Cambio. Después de lo que sucedió hoy en la mañana en Newgrange, es obvio que hay montones de cosas que no sabemos.”

Él dio un suspiro que denotaba odio de que volviera a tener la razón. “Sólo por si acaso, marqué un mapa con el camino al hospital más cercano.”

“Los hospitales no curan la enfermedad causada por las sombras. Se tiene que ir con el tiempo.”

“Podrían darte fluidos.”

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“¿Cuando mi sistema digestivo completo se de vuelta?” Puse una mano sobre mi estómago, mientras se movía con anticipación. “Probablemente deberías refugiarte ahora.”

“Buena suerte.” Se cubrió la mano con la manga y me alcanzó sobre el techo del auto. Yo me estiré hacia adelante y me encontré con su tacto con mi mano enguantada, hasta que sentí su calidez. Nuestras miradas se encontraron, y en ese momento bajo las estrellas del norte, sentí más esperanza por nuestro futuro que nunca.

Entonces se deslizó al asiento trasero, donde lo cubrí de pies a cabeza con una gruesa manta negra y violeta que habíamos comprado en una tienda local. Volví a asegurarme que mi otra muda de ropa, medicina para las náuseas y la caja con botellas de agua estuvieran a mano. ¿Quién sabe en qué estado estaría una vez que las sombras me atravesaran?

Caminé hacia la costa pedregosa, siguiendo el ruido sordo del Mar Irlandés. Mientras llegaba a la cima de una pequeña colina de arena, una luz tenue de color violeta apareció cerca del agua.

El fantasma de lo que parecía una joven, paseaba por la playa, vistiendo un modesto vestido de verano que caía por debajo de las rodillas. Caminaba descalza, balanceando sus brazos al estilo despreocupado de un día de verano

Como si estuviera sintiendo mi presencia, la mujer se volteó a mirarme. Sonriendo, levanté mi mano en un educado saludo. Me devolvió el gesto tímidamente, y luego siguió caminando, sus pasos más ligeros que antes.

Mi esperanza creció. Si un fantasma toleraba verme, entonces no estaba para nada roja. Fue un alivio saber que esas ocho horas alejada del roce de Zachary fueron suficientes para volver a la normalidad.

Saqué la lista de sombras que conseguí en la página del DPM antes de marcharnos. Había estado paranoica con que alguien me encontraría con la lista, así que escribí los nombres en clave y luego los transcribí cuando llegué a Irlanda.

Era hora.

“¡Mary Pickering!” Exclamé al cielo. Grité otro nombre, entonces abrí mi boca para llamar al tercero.

Fue demasiado tarde.

Como había ocurrido antes, mi cabeza y estómago cayeron mientras las chillantes sombras se cernían sobre mí, sonaba como si el cielo se desgarrara por la mitad. Como antes, una negrura cubrió mi visión cuando las sombras me envolvieron, haciéndome caer de rodillas.

Pero entonces, todo fue diferente.

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La energía oscura se agitaba dentro de mí en una vorágine de miseria, pero esta vez, no se marchó. No salió, dejándome como una enferma cáscara vacía.

Permaneció.

Estando de rodillas, miré fijamente el océano que reflejaba la luz de la luna, preguntándome si alguna vez volvería a moverme, a ponerme de pie, a respirar.

Pero debí haber seguido respirando, aunque me sentía tan muerta como las sombras que me habitaban. Estaba atrapada en la nada, mientras el ritmo irregular de las olas me arrullaba. Podía quedarme así.

“¡Aura!”

La voz de Zachary quebrantó el hechizo como un mazo contra una bola de cristal. Cubrí mis oídos y solté un grito.

Me llamó otra vez, más cerca.

“No…” Sentí un dolor punzante en los oídos revolviendo mi cerebro. Ahora sí tenía que moverme, tenía que alejarme.

Me apresuré a ponerme de pie y corrí. Cuando mis botas tocaron la arena, me tropecé, pero escuché su voz nuevamente, en pánico. Eché mi peso hacia adelante, con la esperanza de que mis pies me sostuvieran. Si lograba llegar al agua, podría sumergir mi cabeza y ahogar su voz.

Me tomó por detrás, sus dedos eran como hierros calientes. Me encogí e intenté forcejear para alejarme, pero él me sostuvo fuertemente.

“¡Aura, detente! ¿Qué estás haciendo?”

Le clavé de lleno el taco de la bota en el pie de Zachary. Él gritó, y su agarré se aflojó lo suficiente como para permitirme deslizar mis brazos fuera de mi abrigo.

Seguí corriendo. Agua helada salpicó mis pies.

“¡No voy a dejarte!” Me derribó, arrastrándome con él dentro del frío mar. Lancé puñetazos y patadas, pero no me soltó, y me envolvió con mi propio abrigo para que no pudiera mover los brazos.

“Aura, Aura, Aura. Soy yo. Zachary. Aura, quédate conmigo. Por favor.”

El dolor aumentó, y luego explotó por todo mi cuerpo.

Entonces, al final, no quedó más que oscuridad.

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Capítulo Treinta y Seis Traducido por beccavancourt

Me desperté en el asiento trasero, incapaz de moverme. El auto estaba moviéndose rápidamente y dando sacudidas, y mi cabeza colgaba libremente en mi cuello. Me quejé por el dolor que me producía.

“Lo siento,” dijo Zachary. “No podía arriesgarme a que te lastimaras, o...”

“¡Cállate!” Lágrimas me llenaron los ojos, por mi dolor de cabeza y porque sabía el daño que le estaba causando. Volteé mi cabeza hacia la ventana para no tener que verlo.

“No entiendo,” susurró. “Sólo dime qué pasó.”

“Las sombras se quedaron. Dentro de mí.”

“Dios...”

“¡No hables! Por favor. Duele.”

Me retorcí tratando de liberar mis manos, entonces me di cuenta de que me había puesto su chaqueta al revés, había envuelto las mangas a mi alrededor como una camisa de fuerza, y de alguna manera las había sujetado por la espalda.

Habló suavemente. “Volveremos al castillo. Dormiré en el balcón.”

Sus palabras fueron un alivio. Necesitaba alejarme de él, pero no confiaba en mí misma. Casi me quitaba la vida en la playa hacía unos instantes. ¿Qué pasaría si las sombras me obligaban a quitársela a alguien más?

Cuando llegamos al castillo, subí las escaleras a duras penas por delante de Zachary y de esa manera no tener que verle el rostro. Nuestra habitación estaba intacta y vacía.

Me acosté en la cama y me hice un ovillo, al mismo tiempo que todos mis músculos se anudaban por el dolor.

Zachary tomó algo del armario y luego se llevó el sofá. Sabía que iba a dormir en el balcón no sólo para dejarme sola, sino también para bloquearme el paso en caso de que decidiera saltar.

Lo amaba demasiado, a pesar de que las cosas que estaban en mi interior lo odiaran. Demasiado.

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Abrió las puertas del balcón, se deslizó afuera sin decir ni una palabra, y entonces cerró las puertas detrás de sí.

El alivio fue instantáneo. Mis músculos se aflojaron y se relajaron sobre el colchón. Después de unos minutos, finalmente pude pensar con claridad.

Las sombras entraron en mí, y quedaron atrapadas. ¿Por qué? No había molestado a la mujer fantasma en la playa, así que no podía haber estado roja por besarme con Zachary horas antes.

Zachary. El mero recuerdo de él proyectó una sombra de dolor sobre mí. Intenté recordar los momentos felices, pero las sombras habían arrojado un velo oscuro sobre mi memoria. Vi débiles esbozos de algunos momentos; sentados bajo las estrellas, besándonos en el río de la montaña, haciendo el amor en esta cama.

¿Qué pasaría si nunca más podía estar cerca de él? ¿Y qué cuando entrara en un área protegida por la caja negra, como el avión, o cada baño de los Estados Unidos?

Tenía que sacar a las sombras de mi interior. Pero para hacerlo, tenía que saber cómo habían quedado atrapadas en primer lugar.

¿Cuál fue la diferencia entre esta noche y la del equinoccio de septiembre? Además del país, la compañía, la temperatura del aire, y alrededor de otros cien factores.

Espera. Esta noche fue el solsticio, no el equinoccio. Tal vez esa fue la diferencia.

Lentamente me senté, esperando sentir náuseas y mareo. Curiosamente, me sentía bien, a diferencia de cómo había estado en septiembre, cuando vomité como un proyectil. Caminé hacia la mesa ratona y tomé uno de los libros de investigación que Zachary había traído.

Media hora más tarde, había garabateado toda una página de notas. Los equinoccios de primavera y otoño, en las creencias antiguas, se trataban de balance y movimiento. Cerca de esas fechas, el recorrido del sol por el cielo (y los horarios de amanecer y atardecer) cambia más rápidamente cada día.

Solsticio, por otro lado, literalmente significa “el sol paralizado.” Durante tres días, parece como si el sol saliera y se escondiera en los mismos lugares. Antes y después del solsticio de verano, los días parecen durar semanas. Lo mismo ocurre con la noche cuando se acerca el solsticio de invierno.

Así que tal vez las sombras se quedaron atrapadas dentro de mí esta noche porque el solsticio hizo que las cosas “se paralizaran.” Tal vez en algunos días, el efecto se desvanecería, y las sombras me dejarían.

¿Para ir a dónde? ¿A lastimar a quién? Y mientras tanto, ¿cómo podía estar

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cerca de Zachary durante el preciado poco tiempo que nos quedaba?

Evoqué la fuerza para ir al balcón y correr la cortina.

Zachary estaba hecho un ovillo en posición fetal para mantener el calor, y había un conjunto de almohadones debajo de su cuerpo. La manta lo cubría de pies a cabeza, por lo que no me dolía verlo.

No físicamente, al menos. Verlo acurrucado solo en el frío, me partió el corazón a la mitad.

Abrí la puerta despacio, pero él no habló ni se movió. “Mueve tu pie si estás despierto,” dije.

Un movimiento vino desde un extremo de la sábana. Coloqué mis notas, un bolígrafo y una linterna junto al bulto de su cabeza. “Lee esto una vez que cierre la puerta. Luego contéstame y golpea cuando termines.”

Asintió. Por lo menos, eso creí.

Cerré la puerta y me di cuenta de lo que acababa de hacer. Las sombras eran una fuerte presencia dolorosa, pero no me controlaban. Yo no era una sombra. Tenía un cuerpo con vida y alma, los cuales estaban en sintonía con los de Zachary. De ninguna manera dejaría que algo cambiara eso. Sobreviviría a la invasión de las sombras hasta que pudiera descubrir cómo hacer que se fueran.

Un golpe llegó por la puerta del balcón. La abrí un poco y el pedazo de papel se deslizó hacia adentro.

Puede que sea eso del solsticio/equinoccio. A propósito, ¿aún vamos a ir a Dowth?

Más que nunca, pensé. Obviamente no habíamos acabado con el Cambio cuando fuimos a Newgrange, por lo que el consejo de Padraig Murphy era nuestra única guía. Si íbamos a este lugar de “oscuridad” al atardecer, quizás podríamos terminar con el Cambio. Lo cual iba a acabar con los fantasmas y las sombras.

Le respondí:

Definitivamente. Por cierto, ya no estoy suicida. Creo que puedes entrar, basta con que no hables y que no pueda verte. Yo puedo acostarme en la cama y tú en el sofá.

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Empujé la nota por la abertura. Volvió diez segundos más tarde.

1 minuto.

Me recosté en el lado más alejado de la cama y tiré las sábanas sobre mí.

La puerta del balcón se abrió ligeramente. Me obligué a seguir respirando a medida que el dolor se retorcía en mi interior.

No me controlan. Yo lo hago.

El sofá crujió, y el dolor decayó hasta un apagado malestar. Me quité la cobija lo suficiente como para darme cuenta de que Zachary estaba oculto detrás del respaldo del sofá.

Dormí intermitentemente, semiconsciente, soñando que estaba atrapada, y que me torturaban y torcían mis extremidades. Sueños en rojo.

¿Así había sido para Logan? Todos esos meses siendo una sombra, ¿se había sentido así de enojado e intranquilo? ¿Cómo hizo para sobrevivir sin volverse loco? Habría dado cualquier cosa entonces para poder hablar con él, para preguntarle cómo lo logró.

Escuché un crujido, luego algo golpeó levemente mi hombro. Retiré las mantas, con prudencia, para encontrar un avión de papel en el piso junto a la cama.

Lo abrí para leer:

Son las 7 a.m. Me esconderé en el baño mientras te preparas para el desayuno. Cuando termines de comer cambiaremos, y yo me quedaré abajo en la biblioteca hasta que sea hora de irnos a Dowth, alrededor de las dos. ¿De acuerdo?

“Está bien.”

Noté que había una flecha en la parte de abajo así que volteé el avión de papel.

Vamos a resolver esto juntos. Por favor no te rindas.

Prométemelo.

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“No me rendiré.”

Otra flecha llevaba a un pliegue debajo del ala izquierda.

¡Promételo!

“Te lo prometo.”

Seguí la última flecha al ala restante.

Te amo.

“También te amo.” Me cubrí la cabeza nuevamente con la cobija y dije, “Está bien, ve.”

Zachary salió disparado desde el sofá al baño. Cuando cerró la puerta, salí de la cama y me vestí, entumecida, sin importarme si la ropa combinaba o no. Me cepillé el cabello en el tocador, luego traté de usar maquillaje para esconder los círculos oscuros bajo mis ojos.

El desayuno tuvo gusto a nada. Entablé una educada conversación con la dueña del hotel, quien asumió que Zachary tardaba en levantarse porque tenía resaca.

“Créeme.” Ella tocó mi hombro. “Ahora estás casada con un escocés, acostúmbrate. Y a la melancolía.” Hizo un sonido con la lengua, como si mi “boda” hubiese sido mi funeral.

Sus palabras se colaron en mi mente. Zachary no bebía mucho, pero algunas veces se sentía inalcanzable. Tanto si era por el temperamento nacional o un rasgo de su personalidad, tendría que aceptarlo.

Siempre que Logan y yo peleábamos, rápidamente él cambiaba a modo adulador para hacer que no estuviera enojada con él, hasta cuando era mi culpa. Todo lo que le importaba era la armonía.

Pero Zachary era diferente. Sus sentimientos y deseos eran demasiado complejos para que los manipulara. Con él (que tenía el mismo nivel de orgullo obstinado que yo) nada estaba garantizado. No la armonía, ni la felicidad, ni la paz. No estaba segura de nada más que de su amor.

Esperaba que eso fuera suficiente.

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Capítulo Treinta y Siete Traducido por Azhreik

En el camino a Dowth me acurruqué en el asiento trasero, cubierta de la cabeza a los pies con una pesada cobija. Zachary puso a todo volumen el radio para enmascarar el sonido de su propia respiración. Llegamos a Dowth con quince minutos de sobra antes del atardecer. No había estacionamiento, sólo un espacio en el arcén para detenerse. No había guardias, ni taquilla, ni letreros de bienvenida. Sólo una enorme colina silenciosa.

“Ahora comprendo porqué llaman a estos lugares ‘montículos de hadas.’” Atravesé una verja para ovejas para entrar al campo verde que rodeaba el megalito. Sólo porque Zachary no pudiera responderme no significaba que no pudiera hablarle. No tenía sentido que ambos estuviéramos forzados a escribir notas.

Cuando escuché el ruido de la verja de hierro detrás de mí, que señalaba que Zachary me seguía, caminé al frente, jalando mi capucha para cubrirme de la ligera lluvia.

Me pasó una nota con la mano enguantada, y sentí una punzada aguda cuando nuestros dedos casi se rozaron.

Camina en el sentido de las manecillas del reloj alrededor del montículo.

Le habría dirigido una mirada escéptica si pudiera mirarlo un poco. Zachary no era normalmente supersticioso, pero estaba claro que este lugar, Dowth, lo asustaba tanto como a mí. A diferencia de Newgrange, que estaba pulido, restaurado, y lleno de turistas, aquí estábamos completamente solos con cualesquiera que fueran las antiguas fuerzas que reposaban bajo la piedra y el pasto. ¿Druidas? ¿Dioses? ¿Hadas? ¿O algo más viejo y poderoso que cualquier cosa que hubiera caminado y hablado, en mito o realidad?

Rodeamos el montículo, esquivando popó de oveja y pasando junto a rocas medio enterradas en el suelo.

Alcancé la entrada sur, que sólo me llegaba hasta la nariz. “Parece un hoyo de hobbit.” Pero en lugar de una linda puerta de madera, había una reja oxidada y

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cerrada con candado. “¿El hierro tiene el propósito de mantener a las hadas alejadas?”

Un garabateo llegó desde atrás y entonces una nota arrugada cayó a mis pies.

Para mantenerlas adentro.

Me estremecí. Este país estaba seriamente haciendo destrozos con mi científico modo de pensar.

Revisé el candado, imaginando que Zachary tendría que romperlo con el cortapernos que habíamos comprado ayer. Pero este se deslizó de la reja, abierto. Mm. ¿Había sido dejado abierto por los que celebraron el solsticio ayer?

Me saqué del cabello la liga que sostenía mi cola de caballo y envolví el elástico alrededor del aro del candado, para que no entrara en el hoyo, y luego lo deslicé dentro del bolsillo de mi abrigo. De esa forma podríamos asegurar el lugar cuando nos fuéramos, y si alguien llegaba después, no podría encerrarnos dentro.

La reja de metal rechinó en protesta cuando la abrí. Luego prendí mi linterna y me agaché para entrar.

El pasaje era corto, después de unos cuantos pasos, ya podía ver la parte trasera de la cámara. Mi linterna, en la pared posterior de la cámara, reveló una impresionante escena de triángulos tallados, diamantes y líneas onduladas. Casi se sentía más maravilloso que Newgrange, porque estábamos solos, y no rodeados por turistas.

Me detuve ante el umbral de la cámara. Una piedra en forma de pilón, de un metro ochenta de ancho, yacía en medio de la habitación redonda, ocupando la mitad del suelo. Había pasado el día leyendo sobre Dowth y sabía que eso no estaba bien.

“¿No se supone que este pilón debe estar en otra cámara?” Crucé el umbral. “Me pregunto si…”

“¡Aura, no!”

“¡Augggh!” Me llevé las manos a las orejas para bloquear la voz de Zachary, lanzando sobre la pared, a toda velocidad, el haz de luz de mi linterna.

Salido de la oscuridad, algo sujetó mi brazo, jalándome hacia la derecha. Aullé cuando la linterna voló de mi mano.

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“Cálmate, Aura. Todo está bien.” La voz de la joven irlandesa era tan relajante que dejé de forcejear, confusa. ¿Se suponía que nos encontraríamos con alguien aquí?

“¿Quién eres…?”

Me abofeteó con fuerza y trastabillé hacia atrás, golpeando la fría pared de piedra. A través de mi bruma de aturdimiento, escuché el rugido de Zachary.

“¡Déjala en paz! ¡No te…!” Su voz se cortó de golpe, pero fue suficiente para enviarme una descarga de dolor a través de la cabeza, peor que cualquier golpe físico. Aullé y me cubrí los oídos, apenas oyendo el repiqueteo del cortapernos contra el piso.

“¿Qué le pasa?” Dijo la voz de otra chica, ésta extrañamente familiar.

“Está loca,” respondió la primera chica. “¿A quién le importa?”

“Ahora, entonces,” llegó desde la puerta una profunda voz masculina, también irlandesa. “Vamos a averiguar qué otros trucos tienen aquí. Bran, enciende la antorcha para que pueda ver.”

Abrí los ojos en cuanto se encendió una segunda luz. Mi propia linterna yacía del otro lado de la cámara, apuntando a la pared más alejada. El reflejo de su brillo mostró cinco figuras encapuchadas en túnicas gris oscuro. Se debían haber estado escondiendo en la cámara adyacente, del tamaño de un armario, cuando Zachary y yo entramos.

Dos chicas me flanqueaban, cada una presionando uno de mis hombros contra la pared. Un chico grande sujetaba los brazos de Zachary mientras otro hurgaba en los bolsillos de su chaqueta. Un chico más bajo (Bran, supuse) apuntó la linterna a los ojos de Zachary. Un rápido vistazo a Zachary fue todo lo que las sombras en mi interior pudieron soportar, pero pude ver que su rostro estaba sangrando y su postura desplomada.

“¿Qué tenemos aquí?” El chico de voz profunda apretó el botón de la navaja automática de Zachary. “Parece útil.”

La chica enfrenté de mí espetó, “Aidan, juro por Dios que si le pones una marca encima, te cortaré la garganta.”

Aidan levantó las manos en fingida rendición. “Como la gran Nuala ordene,” dijo sarcásticamente. Cerró la navaja automática y fue a ponérsela en el bolsillo, cuando pareció darse cuenta que no tenía bolsillos en su túnica tipo druida. “Aunque me voy a quedar esto. Nadie la toque, o cualquiera de mis cosas, cuando nos vayamos.” Arrojó el cuchillo a mi lado, en el interior de la cámara adyacente, donde hizo un ruido suave al aterrizar.

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La visión de Zachary me pinchaba los ojos, así que miré más allá, escaneando la cámara en busca de un arma. ¿Mi linterna? El mango era grueso y pesado, pero incluso si pudiera darle un golpe a una persona con ella, desafortunadamente estaba superada en número.

Cuatro estacas de hierro estaban clavadas en el suelo alrededor del pilón. Tenían pequeños aros en la parte superior, como ganchos cerrados. Junto a una de las estacas de hierro estaba una pila de bridas de plástico.

Las palabras de Dylan vinieron a mí del verano, antes de nuestra “incursión militar” al área 3A.

Si alguna vez te secuestran, esto será útil.

Zachary gimió en protesta, haciendo que mis pulmones se detuvieran. Le estaban arrancando la chaqueta y camisa, enviando los botones a rebotar por todo el piso de piedra.

“¿Qué están haciendo?” Grité. “¡Alto!”

“Colm, sujétale los pies,” dijo Aidan.

Los dos jóvenes levantaron a Zachary y lo echaron boca arriba en el pilón. El chico, Bran, recogió una de las bridas y alcanzó la muñeca derecha de Zachary, listo para amarrarlo a una de las estacas de hierro.

Debes estar pasiva. No dejes creerles que eres una amenaza.

“¡Esperen!” Caminé al frente, presentando las manos delante de mí, con los pulgares juntos y las muñecas flexionadas. “Haré lo que quieran. Sólo, por favor, no lo lastimen.”

Colm me lanzó una risita mientras se levantaba. “Oh, te crees muy ingeniosa, ¿no? ¿Adivina qué? He visto ese vídeo.” Me giró para que viera la pared y llevó mis manos a mi espalda, cruzándome las muñecas. “Ahora, Deirdre. El lazo. Y apriétalo bien.”

Grité, largo y fuerte. Estábamos demasiado lejos de las casas como para que alguien nos oyera, pero tal vez alguien estaba caminando por la carretera.

Antes de que pudiera tomar aire, me metieron un trapo de olor dulce entre los dientes. Sacudí la cabeza y lo empujé con la lengua, pero alguien amarró fuertemente el trapo tras mi cabeza, jalándome el cabello. Me enfoqué en mantener las muñecas flexionadas para que mis músculos expandidos dejaran un resquicio en las bridas. En mi pánico, era la única estrategia que podía recordar. Esperaba que fuera suficiente.

“Aura, está bien,” dijo Deirdre. “No estamos aquí para herirte a ti ni a Zachary.”

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Era la Deirdre que había limpiado nuestra habitación en el hotel, la que tal vez deseaba que me quedara embarazada.

Deseé que me hubieran tapado las orejas en vez de la boca. Detrás de mí, Zachary sonaba de nuevo, mientras forcejeaba, completamente alerta. Parecía intentar no hablar, pero su simple respiración trabajosa estaba demoliendo mi cuerpo infestado de sombras. Gemí lo más fuerte que pude para ahogar el sonido.

Deirdre soltó la brida. “Ya está, listo. Encenderé las velas.”

Cuando se dio la vuelta, dejé que mis muñecas se relajaran. Ahora había espacio para retorcerlas. Ya que estaban cruzadas y detrás de mi espalda, tomaría algo de tiempo y dolor liberar mis manos de la atadura.

“Preguntaste qué estamos haciendo,” dijo Nuala mientras me giraba para encarar la cámara. Aparté la vista del pecho desnudo de Zachary, atado y amordazado en el pilón poco profundo, y mejor me enfoqué en el par de cirios negros, posados en la base de la pared de piedra más hermosa.

“Estamos terminando el Cambio,” continuó Nuala. “Empezó con la llegada de la luz a Newgrange hace 19 años, y esta noche debería terminar con el oscurecimiento de la luz en Dowth. El legado de los Hijos del Sol vive en nosotros.”

El chico que me había sujetado (¿Colm?) sacudió mi hombro. “Lo que Nuala está intentando decir es que queremos liberarnos de los fantasmas, como el que mató a nuestro papá y a nuestra abuela. Para que el Cambio termine, tú y tu novio, aquí presente, tienen que morir al atardecer.”

Mi menté se cegó de terror.

“¡No!”

La protesta no fue mía, sino de Deirdre.

“Eso no es lo que quiere la abuela Murphy,” dijo. “Ella quiere que hagamos el ritual de fertilidad para que tengan un bebé. El nuevo día, ¿recuerdan? Aidan, tú fuiste el que me dijo.”

Una risa cacareada provino de Aidan, ahora parado a los pies de Zachary. “¿Aún crees en toda esa mierda de Tuatha Dé Danann? No va a venir ningún Dadga, ni Óengus. Nunca existió tal cosa, ni tampoco las hadas. La única cosa que existe son los fantasmas, y nos vamos a librar de ellos ahora.”

Zachary tiró de sus ataduras, aunque en vano, pero permaneció en silencio tras su mordaza; sin duda que por mí bien.

Retorcí mis muñecas y empujé mi pulgar derecho contra mi palma, para hacer mi mano lo más estrecha posible. Ya me dolían los hombros, pero el dolor físico no

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era nada comparado con el colapso emocional de las sombras ante la proximidad de Zachary.

Nuala sacó un largo cuchillo de debajo de su túnica. Su hoja curvada resplandeció bajo la luz de vela. “Tráela aquí.”

Grité cuando Colm me empujó hacia delante, hacia Zachary. Quería cerrar los ojos, pero tenía que estar atenta a lo que me rodeaba.

“No hagan esto,” pidió Deirdre. “No es lo que la abuela quiere.”

“¡Es lo que nuestro padre quiere!” Nuala desdeñó a su hermana. “Sólo estás celosa porque me visita a mí.”

“¿‘Visita’? Ja, más bien ‘atormenta.’ Me alegra que no me persiga de esa forma. Me alegra que no haya sido mi culpa que muriera.”

Nuala blandió el cuchillo. “¡Cállate, arpía!”

Las piezas se ensamblaron en mi mente calada de miedo. Nuala debía haber sido la que conducía cuando Padraig Murphy murió en el accidente, el accidente que sucedió debido a un fantasma.

“Todo está bien, Deirdre,” dijo el chico más joven, que sonaba de unos trece, tal vez. “Cuando mueran, renacerán en el otro mundo.”

“Eso es correcto, Bran.” Colm puso su mano en mi hombro. “Y si mueren juntos aquí, vivirán juntos allá. Final feliz.”

“Ustedes no creen eso,” escupió Deirdre. “Sólo están intentando convencer a Bran de que está bien asesinar.”

“No es asesinar,” dijo Bran. Esas palabras de una boca tan joven me dieron escalofríos. Le cerré la mente al terror y me enfoqué en mis manos de nuevo.

“¿Dónde está papá, de todas formas?” preguntó Bran. “Se suponía que estaría aquí para esto, se suponía que nos diría qué hacer.”

“¡No lo necesitamos!” Espetó Nuala. “Conocemos el ritual, conocemos el cántico y es hora de empezar. Quedan cinco minutos para el atardecer, si no está aquí para entonces, de todas formas los mataremos.”

Sabía por qué Padraig no estaba en la cámara, porque Zachary estaba allí. Ningún fantasma o sombra podría soportar su presencia.

“¡No puedo hacer esto!” Deirdre se arrancó su túnica gris oscuro y dejó apresuradamente la cámara, por el pasaje, dejando a sus cuatro hermanos atrás.

“¿Crees que lo contará?” Preguntó Bran.

“No lo contará.” Nuala se sentó en el borde del pilón. “Haz que la chica se arrodille.”

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Colm me empujó para que me arrodillara cerca de la cabeza de Zachary, encima de sus ropas desechadas.

“Cinco minutos,” dijo Aidan. “Tiempo de aclarar nuestras mentes mientras Nuala prepara el primer sacrificio.” Encendió su propia vela con un encendedor y entonces apagó su linterna. “Llamamos al poder del roble. Danos tu fuerza.”

Mientras los otros encendían sus velas a partir de la suya, y luego empezaron a cantar y balancearse, recordé el primer día de mi vida que había pasado con Zachary. Eowyn nos había servido té en tazas marcadas con letras del antiguo alfabeto irlandés, cuyos significados tenían que ver con los árboles con los que hacían juego. Logan acababa de morir, así que cuando vi quert, la letra para manzano y amor, casi me quebré. Pero Zachary me la había cambiado por la suya, duir, el roble. La runa para fuerza.

Mi ira surgió. La fuerza del roble es mía, bastardos. Zachary me la dio cuando yo no tenía por mi cuenta.

A este punto, le había dado vuelta a una de mis manos y la había empalmado dentro de la otra. Jalé y retorcí y sentí que mi mano derecha salía a medias. Pero incluso si podía librarme de las ataduras, ¿entonces qué? No podía sobrepasar a cuatro personas para escapar, mucho menos cortar las ataduras de él. Aunque las sombras hacían que mirar a Zachary fuera un infierno, no me iría sin él.

Los tres hermanos de Nuala fijaron sus ojos en sus propias velas mientras ella balanceaba el largo cuchillo con las puntas de los dedos, sobre el pecho desnudo de Zachary.

No…

Flexioné las muñecas de nuevo y la brida se deslizó un par de centímetros, justo sobre la articulación de mi pulgar.

Nuala sujetó el mango del cuchillo e hizo el primer corte. Zachary dejó escapar un gemido ahogado, con los ojos desorbitados de dolor e impresión.

Miré la sangre goteando de sus costillas y cayendo en el pilón de piedra. La vista de eso, y el sonido de su voz, atravesaron hasta el fondo de mi alma…

… y agitaron a las sombras.

El zumbido empezó bajo y furioso, aumentando de volumen y potencia, apuñalando dentro de mi cabeza. Querían su libertad.

Y se las daría.

Mi mano, pegajosa por el sudor frio, se atascó en la brida. Vamos…

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Nuala cortó de nuevo a Zachary, del lado izquierdo del pecho. Esta vez no hizo ningún sonido, sólo mascó fuerte la mordaza y se estremeció todo. Sus ojos se encontraron con los míos y expresaron todo el dolor que no podía decir.

Pero ya no dolía mirarlo. En mi interior, las sombras se habían separado de mi alma. Estaban listas para irse. Listas para luchar.

Aun así, si liberaba a las sombras, la presencia de Zachary las haría huir antes de que pudieran detener a nuestros atacantes. A menos que de alguna forma pudiera convencerlas de quedarse, al menos lo suficiente para liberarlo y que escapáramos con vida.

Las palabras de Logan, enviadas a través de Dylan, regresaron a mí ahora.

Las sombras pueden hacer lo que les dé la jodida gana. Cualquier cosa excepto convertirse en fantasmas.

Pueden elegir.

Cerré los ojos, aunque odié romper la conexión con Zachary. Pero tenía que hablarle a las sombras.

Malcolm y Mary, los he refugiado por horas, les he dado una muestra de la vida. Han saboreado la comida, bebido café, se han bañado en agua caliente de nuevo. Ayúdenme ahora.

Se contrajeron y sisearon dentro de mí, sintiendo nada más que miedo de Zachary.

Por favor, les pedí. Si nos ayudan a salir de aquí, vivos, les prometo que en tres meses los llamaré de nuevo. Los volveré a convertir en fantasmas.

Estaban escuchando. Había conseguido su atención al ofrecerles la única cosa que todas las sombras deseaban y que sólo unas cuantas habían conseguido: esperanza.

Cuando los deje ir, ataquen a todos excepto a mí, ¿de acuerdo? No tenía idea si las sombras podían controlar o dirigir sus vibras tóxicas, pero si me sentía menos enferma que mis atacantes, aunque fuera ligeramente, tendría una ventaja.

Justo cuando mi mano derecha se deslizó libre de la brida, sentí el asentimiento de Mary y Malcolm.

Nuala levantó el cuchillo. “El ocaso ha llegado.” Limpió el cuchillo en una tela de seda roja y luego puso la hoja contra la garganta de Zachary. “Hora de morir.”

¡Ahora!

Las sombras salieron, chillando como ciclones gemelos, saboreando la oscuridad de este lugar y de las almas de nuestros asesinos en potencia.

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Los dotados gritaron, dejaron caer sus velas y se cubrieron los oídos. Nuala chilló más alto que los demás, y su largo cuchillo hizo un estrépito en el pilón de piedra cuando una de las sombras se disparó directamente para atravesarla.

Luchando contra mi propio mareo por las sombras (más leve de lo normal, pero aún poderoso) me arranqué la mordaza y recuperé el largo cuchillo.

“¿Qué demonios?” Gritó Aidan. Se inclinó sobre su hermano menor, que estaba en pleno ataque sombra. “Bran, ¿qué está sucediendo?”

En mi confusión hice una pausa, sólo durante un momento, y entonces corté la atadura alrededor de la mano derecha de Zachary. Mi cabeza estaba dando vueltas por las sombras, así que le di el cuchillo. Cortó la atadura en su mano izquierda mientras yo le quitaba la mordaza. Sin hablar, Zachary se enderezó para liberar sus piernas.

Colm gateó hacia mí, atragantándose y teniendo arcadas. Él balanceó el puño en mi dirección y falló. Sin armas, di marcha atrás, derribando uno de los cirios negros. Cuando Colm se tambaleó hacia delante de nuevo, pateé con fuerza, estampando la suela de mi bota en su nariz. Colapsó boca abajo.

A mi lado, Nuala vomitó, gimiendo, y durante un momento me dio lástima; no ella, sino este antiguo sitio sagrado.

Aidan salió del umbral de al lado, empuñando la navaja automática de Zachary, que resplandeció a la luz de la última vela. A pesar de que las sombras seguían revoloteando en la cámara, la postura del joven estaba completamente firme.

“¿Creíste que todos éramos niños, estúpida arpía?” Echó para atrás su capucha, para revelar un rostro que era al menos uno o dos años mayor que el mío. Un nacido antes del Cambio.

Mi visión entraba y salía de foco, miré a Zachary, quien aún estaba serrando su última atadura. Aidan dio un paso hacia él.

“¡No!” Me estiré por los objetos más cercanos, el par de cirios. Asustada de perder nuestra única luz, recogí la vela apagada y se la arrojé a Aidan. Se estrelló en su pecho, sin hacerle daño, pero atrajo su atención. Retrocedí gimoteando contra la pared, así él le daría la espalda a Zachary.

“Tal vez no sea demasiado tarde para terminar el Cambio.” Aidan se abalanzó sobre mí, me tiró y presionó mis piernas y un brazo contra el piso. “Tal vez podemos matarte primero.”

Sacudí mi mano libre. Alcanzó la vela encendida. La cogí y estampé la llama en el rostro de Aidan, haciéndolo gritar, y sumiéndonos a todos en la oscuridad.

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Pero no una oscuridad total. Una luz tenue se derramaba desde la puerta. Una sombra pasó ante ella. ¿Zachary estaba huyendo?

Aidan me empujó la barbilla hacia arriba y puso la hoja en mi garganta. “Ahora no más cánticos bonitos, sólo tu sangre sobre esta roca.”

Un metal azotó su mandíbula, tan fuerte que pude escuchar algo haciendo pum. Él cayó de lado, gimiendo como un novillo caído.

Zachary se irguió sobre mí, empuñando el cortapernos que había dejado caer en el umbral de la cámara. “Vamos.”

Me ayudó a andar, tambaleándome, al otro lado del pilón, donde su sangre había formado una piscina oscura. En el camino de salida agarré su camisa y chaqueta, que esperaba aún tuvieran nuestras llaves del auto.

Pasamos por encima de los cuerpos que se retorcían, y nos tambaleamos por el pasaje, siguiendo la luz del exterior.

“¡El candado!” Gritó Zachary. “¿Aún tienes el candado?”

Lo saqué de mi bolsillo mientras nos adentrábamos en el anochecer lluvioso. Zachary empujó la reja, cerrándola tras nosotros.

“¡No!” Aidan saltó hacia nosotros desde el pasaje.

Intenté enganchar el candado en el orificio, pero mis manos estaban temblando por la adrenalina y el mareo por las sombras. Fallé.

La reja se estremeció con toda la fuerza de la embestida de Aidan, por lo que se abrió unos centímetros. Zachary rugió y lanzó todo su peso contra la reja.

“¡Aura, deprisa!” Con el rostro y el pecho sangrando, plantó los pies contra la base de la pared de roca, para hacer palanca. Aidan retrocedió para otra embestida.

Luchando contra mi vértigo, tanteé por el orificio en la luz tenue. El candado entró deslizándose y se cerró con un chasquido.

Aidan arremetió contra la verja. Hizo un gruñido incoherente, sosteniéndose la mandíbula.

Aunque el pecho de Zachary aún estaba sangrando, me alzó y me ayudó a alejarme trastabillando. Le susurré un silencioso gracias a las sombras de Mary y Malcolm y renové mi promesa de salvar sus almas cuando llegara el 21 de marzo.

Mientras nos alejábamos conduciendo, y el lugar de oscuridad se perdía tras nosotros, emití un último mensaje, aunque el destinatario seguramente no podría oírme.

Gracias, Logan, donde sea que estés.

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Capítulo Treinta y Ocho Traducido por Azhreik

Salimos disparados por el camino rural, rebotando en los baches y virando en dirección contraria en cada giro.

No le dije a Zachary que condujera con cuidado. “¿A dónde vamos?”

“Fuera de este país. Ahora.”

“¿Necesitas un hospital?”

“No lo creo, no fueron cortes profundos. Sólo quiero irme.” Hizo una mueca cuando su brazo se movió para cambiar velocidades. “¿Me limpiarías mientras conduzco?”

Limpié la sangre con su camisa, absorbiendo casi todas las gotas antes de que mancharan el asiento del auto. Los cortes aún estaban sangrando, pero más lento que antes.

“Supongo que liberaste a las sombras, ¿cierto?” Dijo, siseando cuando lo froté demasiado fuerte. “¿Por qué no desaparecieron, conmigo allí?”

“Porque les pedí que no lo hicieran. Larga historia.”

“Historia corta: salvaste mi vida.”

“Y tú salvaste la mía.” Empecé a temblar incontrolablemente, recordando la ira en los ojos enrojecidos de Aidan, e imaginando la navaja automática hundida profundamente en mis entrañas.

Me obligué a hablar, intentando bromear, sorprendentemente. “No puedo creer que casi nos acaban un montón de chiflados.”

“Sí.” Asintió, tal vez en aprobación por mi jerga escocesa. “No es lo que estaba esperando.”

Recogí su chaqueta del piso, empujando a un lado el cortapernos. “¿Quieres ponértela? Hace frío afuera.”

“No, se manchará de sangre. Primero necesito una camisa nueva.”

“Tal vez debamos llamar a la policía,” dije.

“Quienquiera que encuentre a esos idiotas lo hará por nosotros.”

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“Y entonces, ¿qué? Tu sangre está por todo el lugar.”

“No lo sé, ¿bien?” Su voz tembló. “Casi acabamos de morir. No voy a detener este carro.”

Correcto. Escapar. Primero lo primero. Era bueno que tuviéramos nuestras carteras y pasaportes, así no necesitábamos regresar al hotel. Incluso tenía un cambio de ropas en el maletero, debido al incidente con las sombras la noche anterior.

“¿Qué hacemos una vez que crucemos la frontera hacia Irlanda del Norte?” Le pregunté. “¿Iremos a Glasgow?”

“Tal vez. No sé si es seguro ir a casa.” Se estremeció, su cuerpo entero sacudiéndose. “Ya no sé si algún lugar es seguro.”

Puse a toda potencia la calefacción del coche, y luego me incliné por sobre la guantera entre los asientos y recargué mi cabeza contra su hombro. En parte para calentarlo, pero mayormente porque necesitaba su toque. Aún podía oler la sangre en su piel y la amarga acidez del miedo en nuestro sudor.

“Nunca olvidaré a Aidan, intentando usar mi cuchillo para herirte.” Soltó un gruñido bajo. “Nunca nada se sintió tan bien como estamparle ese cortapernos en la cara.”

“Realmente le heriste. Creo que le rompiste la mandíbula.”

“Esa era la idea. Si lo hubiera golpeado así de fuerte en la frente, lo pude haber matado. Pero lo habría hecho de ser necesario.”

A pesar de que mi postura era menos que cómoda, mantuve mi cabeza en su hombro, incapaz de sentarme derecha aunque hubiera querido. Mi fuerza estaba completamente agotada.

Zachary rozó sus dedos bajo mi barbilla, como para confirmar que yo aún estaba allí. “Desearía poder creer en el otro mundo de los druidas, donde la gente va cuando mueren aquí, donde pueden vivir otra vida.”

“Y entonces regresar a este mundo cuando mueren allá, una y otra vez. Sí suena reconfortante.”

“Excepto por una cosa.” Los dedos de Zachary se enredaron en mi cabello. “Esta es la única vida que quiero.”

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Cerca de la frontera con Irlanda del Norte, la autopista se convirtió en un camino más pequeño, y el asfalto pasó a un macadán19 manchado. Me tensé, recordando las historias de violencia y desconfianza, guardias desmantelando coches en la frontera en búsqueda de bombas.

Mientras atravesábamos una rotonda, nuestros dos teléfonos emitieron un pitido, haciéndonos saltar. Mensajes de texto simultáneos.

Saqué mi teléfono. ¿Era una advertencia de la MI-X? ¿Una amenaza de Halcón Nocturno o del DPM? O peor, ¿de los Hijos del Sol? Zachary encendió su teléfono con el pulgar, manteniendo la vista en el semáforo que se acercaba.

BIENVENIDO AL REINO UNIDO, decía el mensaje de mi compañía de celular. MARQUE +1 Y LUEGO EL NÚMERO DE DIEZ DIGITOS PARA LLAMAR A EU. PARA LLAMADAS LOCALES MARQUE +44 Y EL NÚMERO.

Suspiré de alivio. “Creí que entrar a Irlanda del Norte sería más dramático. Guardias, armas y grandes perros.”

“Ya no más, sólo mensajes de texto.” Zachary soltó una maldición en voz baja. “Pero si utilizamos nuestros teléfonos ahora, cualquiera que esté rastreando nuestras líneas sabrá que estamos en el RU.”

“¿Alguien como el DPM?”

Asintió. “O Halcón Nocturno.”

“Gina enloquecerá si no me reporto. Llamará a tu papá y él mismo va a enviar a toda la policía de Londres para que nos busque.”

“Les deseo buena suerte, en encontrarnos.” Zachary giró a la derecha en un camino que nos llevaría al sureste, hacia el Mar Irlandés.

“¿El aeropuerto no está en la otra dirección?” Le pregunté.

“Exactamente.”

Veinte minutos y tres pueblos después, nos detuvimos en Warrenpoint, un poblado increíblemente lindo, frente al agua en Carlingford Lough. El centro estaba adornado con luces navideñas, y su atmosfera festiva casi me permitió olvidar que estábamos en fuga.

Aún sangriento por sus heridas, Zachary se quedó en el coche mientras yo nos registraba en el hotel, usando guantes para cubrir mis propias manos ensangrentadas. En la farmacia, al otro lado de la calle, compré suministros de primeros auxilios y una camiseta de rugby de manga larga para Zachary; café rojizo oscuro para que su sangre no se viera. Noté un inmenso cambio en el acento,

19 Pavimento de piedra machacada que una vez tendida se comprime con el rodillo.

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comparado con el de Dublín, además de montones de los “hey” que había aprendido a amar de Zachary.

En el baño apretado del hotel, sostuvo un paquete de hielo contra el moretón de su ojo izquierdo y su mejilla, mientras yo limpiaba sus heridas, las cuales habían dejado de sangrar.

Después de hacer una mueca por décima vez, comentó, “¿Alguna vez notaste que en las películas el héroe recibe disparos o puñaladas y no se queja, pero cuando la chica hermosa está curando sus heridas, no puede dejar de encogerse de dolor?”

“Eso es por la adrenalina, y Hollywood.” Mi rostro se calentó cuando indirectamente me llamó “hermosa.”

Levantó los brazos y los dejó quietos mientras yo enredaba el vendaje alrededor de su pecho para cubrir sus dos cortes. Presioné el último pedazo de cinta en su espalda, alisándola contra el material.

Zachary bajó los brazos y me miró sobre su hombro. “Ahora que las sombras se han ido de tu interior, ¿crees que podríamos terminar esta mierda de no tocarnos? Francamente me está matando, tan certero como cualquier cuchillo.”

Como respuesta, mis dedos se deslizaron hacia arriba, sobre la piel tersa de su hombro desnudo. Zachary se dio la vuelta y me acercó, tensándose de dolor, pero sin emitir ni un sonido. Corrió sus manos por mi espalda, hacia abajo, y entonces las subió por debajo de mi camisa. Sus palmas se presionaron contra mis costillas, y saboreé la sensación de su piel una vez prohibida. Nada dentro de mí gritó, ni nada dolió. Era toda yo de nuevo. Toda suya.

Zachary se levantó y me arrastró fuera del baño, hacia la cama. La urgencia de su agarre hizo que mi pulso saltará, y no deseé más que sentir el peso de su cuerpo sobre el mío.

Pero me detuve a corta distancia, casi sacándolo de balance. “Espera.”

“¿Por qué? ¿Estás bien?”

“En realidad no.” Me froté el brazo. “Aún lo siento incorrecto, después de las sombras. Ya no están dentro mí, pero se sienten como si estuvieran, mm, en mí. Tal vez si tomó una ducha…”

Liberó mi mano. “Ve.”

“Seré rápida.”

“Estaré esperando.”

El agua caliente era justo lo que necesitaba. Cayendo en cascada sobre mi omoplato y mis hombros, ahuyentó los últimos restos de torpeza. Descansé mis

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palmas contra la pared de azulejos color arena y dejé que el flujo acariciara mi nuca, soltando la tensión de las pasadas 24 horas de… bueno, casi morir.

Un golpe vino de la puerta.

“¿Sí?” Escuché que la puerta se abría. “¿Olvidaste algo?”

“Sí.” Una rendija de la cortina se abrió, lo suficiente para mostrar uno de los brillantes ojos verdes de Zachary. “Olvidé lo duro que es pensar en ti en la ducha.”

Caminé hacia atrás, el agua ahora entre nosotros, distorsionando su imagen. “No hay mucho espacio aquí.”

“Sí.” Dio un paso adentro, poniendo la mitad de su cuerpo bajo el rocío. La mitad inferior.

Levanté las manos. “Tu vendaje se mojará.”

“Sí.” Me tomó de las muñecas y se movió al frente, sujetando mis brazos sobre mi cabeza contra la pared dura y resbalosa. Entonces me besó, colocándose completamente bajo la corriente de agua, que fluía desde su piel hasta la mía, no había aire o espacio que interrumpiera su camino.

Con las manos en él y su nombre en mis labios, pude creer que nada (ni siquiera el tiempo mismo) podría apartarnos.

Después caímos dormidos, yaciendo apretadamente juntos, con los brazos y las piernas entrelazadas, compensando las horas que pasamos separados, y todo lo que casi nos habían robado.

Así que cuando Zachary empezó a agitarse en su sueño, me desperté instantáneamente.

“¡No!” Se estremeció completamente, luego sus piernas dieron una sacudida y su rodilla se estampó en mi barbilla.

Siseé de dolor y supe que tendría un moretón. “Zachary.” Puse mi mano en su pecho y la quité de un jalón cuando sentí su corazón palpitando con fuerza, como si quisiera quemar el hueso, la piel y el vendaje. Bajo la luz azul del radio reloj vi su rostro cubierto de sudor, pegando su cabello a las sienes.

“Alto.” Intenté mantener el pánico lejos de mi voz, pero sus brazos me estaban apretando como una boa constrictora. “Me estás lastimando.”

“No te vayas,” gritó. “¡Regresa!”

Saqué uno de mis brazos, lo suficiente para extenderlo y prender de un golpe la luz junto a la cama.

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Aún así no despertó, sólo agitaba los brazos, gruñendo. Me agaché antes que su puño pudiera conectar con mi rostro, y en cambio golpeó la almohada.

“Zach, soy yo.” Sujeté su brazo resbaladizo, y noté que tenía piel de gallina. “Soy Aura.”

Se quedó quieto y entonces parpadeó y abrió los ojos.

“Aura.” Se medio sentó, levantando la cabeza de golpe para escanear la habitación. Entonces se hundió de nuevo en la cama con un gemido inarticulado.

“Sólo fue un sueño,” le dije, preguntándome si era el mismo que había estado teniendo durante meses.

“Lo siento.” Zachary jaló una esquina de la sábana para limpiarse el sudor de la frente y cuello. “Las pesadillas se detuvieron las últimas semanas, de otra manera te habría advertido.” Recorrió con el pulgar el borde del vendaje nuevo sobre su pecho. Se había quedado en su lugar a pesar de sus movimientos.

“¿Puedes contarme? ¿Es sobre el verano pasado?”

Miró fijamente el techo, con la respiración pesada. “Puedo. Pero no estoy seguro de poder. Si es que tengo…”

“Tienes la fuerza.” Me recosté de lado, mirándolo. “Déjame ayudarte, empieza con el sueño.”

Hubo silencio durante varios segundos, entonces tragó duro. “La habitación es completamente blanca, tan silenciosa.”

“¿Quién más está allí?”

“Nadie.” Se presionó el pulgar y el índice contra los ojos y luego se pellizcó el puente de la nariz. “Estoy solo.”

“¿Tienes miedo de que alguien pueda entrar?”

Su susurro agitado fue, “Tengo miedo de que nadie vuelva a entrar nunca.” Sentí un peso en el estómago cuando mi mente abrazó una nueva posibilidad terrible. Me lo había imaginado golpeado, quemado, medio ahogado. Todas las cosas que había oído sobre lo que hacían los gobiernos, especialmente a los no ciudadanos.

Pero nunca había imaginado… nada.

“Zach, ¿te dejaron solo?” No podía decir la palabra “aislamiento.” Sabía, por los casos de derechos civiles de Gina, que el confinamiento en solitario era la tortura más cruel de todas. Volvía locos a los prisioneros.

“Sí.” Ahora ambas manos cubrían su rostro, temblando.

“¿Cuánto tiempo?”

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“Semanas.”

Mis manos apretaron inútilmente mi almohada. “¿Por qué harían eso?”

“Después de que la testigo fantasma desapareció, la que me vio con Logan, el DPM me hizo pruebas, para ver si podía hablar con fantasmas.”

Me dolió la culpa por ayudar inadvertidamente a Tammi Teller a pasar a mejor vida.

Continuó. “Había un interno dotado que les dijo que el fantasma de prueba gritó y lloró cuando no se pudo alejar de mí. El DPM me llevó al 3A esa mañana.”

“¿Y ahí fue cuando te dejaron solo?”

“Sí. Mi habitación era lo suficientemente cómoda, tenía libros.” Se pasó los pulgares por la parte superior de las cejas, haciendo una mueca cuando llegó al moretón del lado izquierdo. “No había televisión, vídeo juegos, ni música, supongo que debido a los cables. Y no había espejo en el baño, ni nada más que pudiera ser afilado.”

“¿Qué hay de la comida?”

“La deslizaban a través de una abertura en la puerta. Esperaba horas sólo para ver las puntas de los dedos de la persona que la entregaba. Usaban guantes de látex blanco. Una vez intenté estirarme para tocarlos, y ellos…” Se frotó los dedos de la mano derecha. “Nunca lo intenté de nuevo.”

“Zach…” Mis lágrimas empezaron a fluir. Tomé su mano y besé sus dedos, como si pudiera viajar atrás en el tiempo y curar su dolor.

Su rostro se contorsionó mientras me miraba. Su otra mano sujetaba las sábanas con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Entonces giró rápidamente la cabeza y fijó la mirada en la pared. “Dejé de comer. Al principio fue a propósito, una huelga de hambre para hacerlos avergonzarse, pero luego simplemente no estaba hambriento. No estaba nada.”

“¿Qué quieres decir con nada?”

“Ya no me sentía real, no sabía quién era.” Su mano se puso floja en la mía. “Y cuando sí lo sabía, deseaba haber estado en ese avión.”

“Oh Dios, Zachary,” dije en un susurro ahogado.

Cerró los ojos. “Fantaseaba cómo habría sido, morir tan rápida y misericordiosamente.”

“No digas eso.”

Zachary se tensó de nuevo. “Me dijiste que querías escuchar.”

“¡Y quiero! Lo siento.” Apreté sus dedos. “Quiero saber todo.”

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“¿Estás segura? Porque sería más fácil detenerme.” Se pasó la uñas sobre los vendajes en su pecho, como si quisiera arrancarse su propio corazón.

“No, por favor, continúa. ¿Qué te hizo decidir vivir?”

Volteó su cabeza hacia mí, y cuando abrió los ojos, relucían claros y húmedos. “Tú eras la única cosa real en ese lugar. En los días que me sentía tan afectado que ni siquiera podía recordar mi propio nombre, sabía que tú estabas allí afuera. Sabía que existías, aún si yo no.”

Mi pecho se sintió como si estuviera implosionando. “Nunca te olvidé.”

“Lo sabía de alguna forma, pero escucha: pensar en ti me daba hambre.” Limpió una lágrima de mi mejilla. “Pensé en que si me dejaba morir de hambre, estarías muy decepcionada de mi.”

No estaba segura si debía reír o llorar. “¿Qué estaban haciendo ellos durante todo ese tiempo?”

“Nunca lo entendí. Deslizaban una cajita negra bajo mi puerta cuando llegaba la comida. Luego la ranura se sellaba y la tapa de la caja saltaba. Supongo que estaba controlada por un temporizador o una señal de otra habitación.”

Mi garganta se apretó y enfrió más, como si me hubiera tragado un cubo de hielo “¿Qué tan grandes eran las cajas?”

Separó las manos como veinte centímetros y luego como cinco centímetros en la otra dirección. “Estaban vacías. Pensaba que tal vez liberaban un gas invisible, pero no me sentía diferente después.”

Enterré mi cara en su hombro. “Zach, esas cajas no estaban vacías.” Mis dedos se enterraron en la cobija. “Había FER en ellas.”

Se quedó completamente quieto. “¿Fantasmas en riesgo? ¿Fantasmas a punto de ser sombras?”

“Los colectan para protegernos, y se supone que los mantienen en la oficina central. Pero Nicola dijo que llevaron algunos a 3A.”

“Y los pusieron conmigo,” susurró. “No se los llevaban después, extraían las cajas sin las tapas puestas.”

Mi aliento tembló. “Porque no pueden poner a una sombra en una caja.”

Zachary se sentó derecho. “¿Todas esas cajas? ¿Los fantasmas cambiaban a sombras debido a mí? ¿Por qué?”

“Hay algo en ti, solías ensombrecer a Logan, ¿recuerdas? Pero siempre podía irse a algún otro lado para escapar. Si tu habitación estaba protegida por la caja negra, esos fantasmas no podrían irse a menos que se volvieran sombras.”

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“Cristo, debió ser una tortura para ellos estar atrapados conmigo.” Miró hacia la ventana. “¿Y ahora todas esas sombras están sueltas en el mundo?”

“¿Cuántas?” Le pregunté, aunque le tenía pavor a la respuesta.

Pasó una mano a través de su cabello húmedo de sudor. “Docenas.”

“¿Docenas?” Pensé en las pocas sombras que había podido salvar en septiembre. Me tomaría una vida de equinoccios recuperar las sombras que el DPM había creado mientras experimentaba con Zachary.

Me enderecé. “Pero una vez que supieron que podías convertir un fantasma en sombra, ¿por qué seguir repitiendo el mismo experimento? ¿Por qué justamente el DPM quería hacer más sombras?”

“¿Cómo puedes preguntarte eso, después de la forma en que salvaste hoy nuestras vidas?”

Durante un momento, mi mente se quedó en blanco. Los detalles de la lucha con los Hijos del Sol en Dowth se habían hecho borrosos, como si hubiera sucedido hace días. Lo único que podía recordar era dolor, terror y la sangre de Zachary.

Y las sombras.

Puse una mano en mi boca. “Quieren usar las sombras como armas. Piensan que si pueden controlarlas, o encontrar a alguien que pueda, pueden usarlas contra los dotados.” Dylan y yo habíamos hablado de esto el día que me dijo que Logan había dicho que era posible. “Quieren usar a los dotados para herirse unos a otros, hasta que todos estemos bajo su control.”

“Tienen a algunos trabajando para ellos. Los vi antes de que me pusieran en esa habitación.”

Internos. Nicola había fanfarroneado sobre su programa y los codiciados puestos. Algunos de esos dotados debían haber trabajado en 3A.

“¿Estás seguro de que fueron docenas de cajas?” Le pregunté.

“Tal vez más, o menos. No podía contar cuando no podía diferenciar un día del siguiente. El único día que fue diferente fue cuando la abogada y el hombre del consulado británico vinieron a visitarme. Antes de que llegaran, alguien me afeitó y me cortó las uñas.” Se tocó la mejilla. “Fue el paraíso.”

“¿El sujeto del consulado no podía hacer que dejaran de torturarte? ¿Qué dijo tu padre cuando lo descubrió? ¿Qué dijo la MI-X?”

Zachary bajó la vista hacia su regazo, con los hombros caídos. “Nadie sabe. Ni mi padre, ni mi madre, ni mi psiquiatra. El DPM dijo que si le decía a alguien, te capturarían a ti también.”

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Estaba repentinamente tan mareada de miedo como lo había estado en la cámara de Dowth. “¿Harían pruebas conmigo?”

“Sí. O te aislarían, para ‘mantener el mundo a salvo de fenómenos.’”

“Pero si creyeron que yo era un peligro, ¿por qué no me encerraron y ya?”

“No sé. ¿Porque tratan mejor a sus propios ciudadanos? ¿O eras demasiado importante debido a Logan? O tal vez estaban mintiendo. Con tu libertad en juego, no podía cuestionarlos.” Me tomó de los hombros. “Aura, me habría quedado allí para siempre, habría muerto, para mantenerte alejada de ese destino.”

Apreté mi almohada con tanta fuerza que mis dedos se acalambraron. Yo no habría sobrevivido a esa clase de tortura. Me había salvado la vida y casi perdió la cordura haciéndolo.

“Debiste haber estado tan asustado.”

“Por ti sí, pero no por mí mismo. Ya me estaban haciendo lo peor que pudieran hacerme. Cuando estás en el infierno, no queda nada a qué temerle.”

“¿Y qué hay de ahora?” Rocé su mandíbula con el dorso de mis dedos. “¿Ahora estás asustado?”

Su cuello tuvo un espasmo, reprimiendo el reflejo de sacudir la cabeza. Quería decir no. “No, no lo sé. A veces.” Sus labios apenas se movieron mientras emitían la última palabra.

“¿Cuándo?”

Su mirada se encontró con la mía, como si fuera la única cosa que le diera fortaleza. “Cada vez que te alejas, se siente como si me estuviera muriendo.”

Sus palabras me partieron en dos.

“Sé que está mal.” Empezó a sacudirse, los rizos de su cabello sobre su frente temblaban con el resto de él. “No debería necesitarte tanto.”

Pensé en todas las horas durante los últimos dos días cuando no le dejaba tocarme, por el bien de los fantasmas y sombras, y en cómo había intentado con tanto ahínco aferrarse a mí ayer.

Sin saberlo, lo había hecho revivir su tortura.

Susurré su nombre de nuevo, pero esta vez en gaélico. “Sgàire.” La palabra se sintió dura y aciaga en mi boca, sonando como scar.20 Ahora tenía muchas de esas, en el interior y exterior.

20 Cicatriz en inglés.

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Zachary cerró los ojos, girando sus labios al pulso en mi muñeca, su lengua recorriendo el latido de mi vida. Entones me jaló fuerte hacia él. Sus manos temblaron cuando se doblaron alrededor de mis costillas.

“Espera,” dije.

El pánico revoloteó por su rostro cuando lo empujé ligeramente. Mi corazón se derrumbó al ver su expresión, aunque sabía que cambiaría en un instante.

“Esta vez…” Lo empujé suavemente para que se recostara de espaldas. “Deja que lo haga yo.”

Aparté las sábanas, y luego bajé sus bóxers, hasta quitárselos por completo. Zachary suspiró cuando empecé a tocarlo por todos lados, besarlo en todos lados, mostrándole cuánto amaba cada centímetro de él, justo como él me había hecho junto a la ribera hace tantos meses. Apartó mi cabello a un lado para observar, y la expresión en su rostro era pura maravilla.

Me deleité con los sonidos de su placer, y la forma en que decía mi nombre a toda plenitud, como si yo lo estuviera sacando del infierno que aún quemaba su alma.

Cuando me acosté a su lado de nuevo, volteó la cabeza hacia mí. “Eres… eres magnifica.”

“Oh.” No sabía qué decir. “Gracias.”

“Gracias a ti.” Zachary echó un vistazo abajo. “No por eso.” Levantó una ceja. “Bueno, sí, por eso. Pero me refiero a antes.” Sus ojos se encontraron con los míos. “Gracias por dejarme hablar.”

Mi corazón se sintió henchido. Al decirme lo que había pasado, había dado un gigantesco paso hacia la curación. Pero sólo era el primer paso.

Un pensamiento brillante se me ocurrió. “Ahora que estoy aquí en el Reino Unido, puedes decirles a todos. El DPM ya no puede herirnos.”

“Pensé en eso.” Sacudió la cabeza. “Pero tan pronto como pongas un pie de nuevo en los Estados Unidos, pueden atraparte. Si reporto lo que me sucedió, no puedes ir a casa.”

Mi estómago se hundió. Así que esas eran mis opciones: quedarme aquí y ayudar a Zachary a encontrar la paz, o ir a casa y dejar que el DPM no fuera castigado por el daño psicológico que había infligido. ¿Qué pasaba con mi familia y amigos? ¿Gina? ¿Abuelita? ¿Megan? ¿Los Keeley? ¿Podría renunciar a todos ellos por Zachary?

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No era tan simple, y no era sólo sobre Zachary. Ni siquiera era sobre mi propia seguridad. Era sobre justicia, era sobre hacer que el DPM estuviera al nivel de los ideales del país que lo había creado. América no era sobre eso.

Y si lo era, estaba mucho mejor sin ella. Antes de ser una americana, o una baltimoreana, o una Salvatore, era un ser humano. Y no había mayor lealtad que esa.

Todos esos pensamientos nobles y morales corrieron por mi mente, pero la mayor fuerza que tiraba de mí era Zachary. No podía dejarlo sin despedazar mi propia alma a la mitad.

Descansé mi cabeza en la almohada junto a él y envolví su cuerpo con mis brazos, cuidadosamente debido a los vendajes. “Me quedaré.”

Dejó escapar una exhalación fuerte. “Aura, ¿estás segura de que eso es lo que quieres?”

“Nunca he estado más segura de nada.” Presioné mi frente contra la suya. “Te prometo que nunca volverás a estar solo.”

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Capítulo Treinta y Nueve Traducido por Tsubasa14

En la mañana tomamos un vuelo de Belfast a Glasgow, ya que regresar al país residente (de uno de nosotros, al menos) todavía parecía ser el siguiente paso lógico. Nos estábamos quedando sin efectivo, y a Zachary le preocupaba que sus padres empezaran a preocuparse por nosotros.

Una vez que llegáramos, llamaría a Gina y le aseguraría que estaba a salvo. Temía decirle que no volvería a casa. Sabía que ella prefería que yo permaneciera aquí y segura que ir a casa y ser detenida por el DPM. Pero le molestaría que me perdiera la Navidad con la familia; justo como mi mamá lo hizo, hacía 19 años. También sabía que ella se sentiría mejor si hablaba con los padres de Zachary. Dieciocho o no, yo aún era su pequeña niña.

Mientras volábamos sobre el cielo, el amanecer tardío brillaba de rosado contra las lejanas montañas moteadas de nieve y las cumbres escarpadas. Me di cuenta de que estábamos en un lugar más salvaje que Irlanda, que cualquier lugar que hubiera visto, y tenía un presentimiento de que en 24 horas, conocería a Zachary mucho mejor que ahora.

Copos de nieves caían mientras tomábamos un taxi en la ciudad hacia el extremo norte donde vivían los Moore, en la sección de Maryhill. En el camino, miré por la ventana la belleza oscura y melancólica de los edificios, y suspiré ante la magnífica arquitectura victoriana. “Me dijiste que Glasgow era hermosa, pero me imaginé que estabas siendo parcial.”

“Soy parcial. No a todos les parece hermosa.” Él puso su mano sobre mis hombros de manera ligera, dejando las palabras Espero que a ti sí te parezca, sin decir.

El vecindario de Zachary me recordó al mío propio, Charles Village. Hileras de casas modestas pero bien cuidadas, con muchos estudiantes, pero posiblemente bordeando algunas pequeñas aéreas donde no podría caminar sola en la noche.

El taxi se detuvo al frente de su casa, la cual Zachary examinó por un momento antes de pagar al conductor. “Espere un minuto, ¿sí, amigo? Quizás lo necesitemos nuevamente.”

Bajamos del auto y subimos las escaleras cubiertas de nieve que llevaban de la acera a su casa. “¿Por qué le dijiste que se quedara a esperarnos?”

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“El auto está aquí, pero ninguna de las luces está prendida. Mamá y papá ya deberían estar despiertos. Y si fueron al hospital, en una ambulancia, querremos llegar rápido.”

Por alguna razón, sentí más nervios de tener que ver a una persona muy enferma que ver a una muerta.

Zachary abrió la puerta rápidamente, revelando un vestíbulo con una sala de estar a la izquierda. Me indicó que permaneciera a sus espaldas. Miré nerviosamente hacia el taxi, para luego seguirlo.

La sala estaba repleta de cajas medio vacías de luces de navidad y decoraciones. Lo que era extraño, Fiona e Ian parecían ser del tipo de personas que no dejaban un desastre.

“¿Mamá?” Llamó Zachary. “¿Papá? ¿Martin?”

No hubo respuesta.

Nos movimos más allá de las escaleras hacia la cálida e impecable cocina. Zachary pasó sus manos sobre el mostrador vacío, tamborileando con los dedos. Luego movió el microondas un poco y se inclinó para mirar detrás de él. Finalmente miró con atención la cafetera, en el compartimiento donde va el agua.

“No dejaron ninguna nota, ni siquiera en nuestros lugares secretos.”

“Pero no se suponía que vendríamos a casa hasta mañana. Nochebuena.” El día para el que estaba programado mi vuelo de regreso, el cual no tomaría.

Él apartó la cortina sobre el lavaplatos de la cocina, echando un vistazo rápido del patio trasero. “No hay pisadas en la nieve.”

“Tampoco hay ninguna al frente. Así que si salieron, fue hace tiempo.”

“Le habrían dejado una nota a Martin. Él está trabajando, así que haremos una pequeña parada para verlo, ver si llamaron.”

“¿No podemos llamarlo desde aquí?”

“Sí podemos.” Me sonrió. “Pero de esta manera podemos comer un desayuno decente.”

El conductor del taxi nos dejó en la esquina de una calle ajetreada cerca del Jardín Botánico, al lado de una inmensa iglesia de piedra.

Zachary me llevó a un pequeño patio junto al edificio y se dirigió hacia las puertas dobles.

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“¿Martin trabaja en una iglesia?”

“Já. No realmente.”

Dentro, el lugar resultó ser un bar. Había unas pocas bancas, ventanas de vidrio de colores, cruces e incluso una caja de coro, pero el resto era un simple pub. Me sentía como Alicia pasando de una parte del País de las Maravillas a otra.

Nos abrimos paso entre los juerguistas. A mitad del bar, vi a Martin sosteniendo el grifo de cerveza Guinness, bromeando con un cliente.

Nos divisó, y su inicial mirada de deleite se convirtió en una de confusión. Dejó la pinta y se apresuro a bajar a saludarnos al final de la barra.

“¡Muy bien, amigo!” Chocaron sus puños detrás del mostrador, y Martin examinó el ojo morado de Zachary sin comentarios. Luego su mirada se posó en mi mano izquierda. “¡Laura!”

“Puedes llamarla Aura aquí,” le dijo Zachary. “No necesitamos la cubierta, estamos de vuelta.”

“Pero no veo que se estén quitando los anillos.” El brillo en sus ojos se desvaneció cuando se giró nuevamente a Zachary. “No entres en pánico, pero tu papá está de nuevo en el hospital.”

Zachary maldijo mientras se aferraba a la barandilla. “¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Está…?”

“Dije ‘no entres en pánico,’ ¿o no lo hice? Sólo es deshidratación y fiebre, como la última vez. Tu mamá lo llevo a primera hora esta mañana. Acaba de llamar y decir que lo mantendrán una noche o dos, quizás lo tengamos en casa para Navidad.”

“Eso espero.” Suspirando, Zachary se sentó en el taburete de la barra. “Las horas de visita no son hasta mediodía. Dame tu teléfono, para decirle a mamá que iremos a esa hora.”

“Eres familia,” dijo Martin. “Puedes visitarlo ahora.”

“Aura no, y no quiero dejarla atrás, así que dame el maldito teléfono.”

“Muy bien, de acuerdo.” Martin le dio su teléfono luego golpeó la barra al frente de mí. “¿Te traigo una cerveza?”

Apenas eran las 11 a.m. “Solo un refresco, gracias.” Vi la cara de Zachary mientras ponía el teléfono en su oído.

“Correo de voz,” dijo él. “Mamá debe estar en la habitación con él. No puede usar su teléfono ahí.”

“Trata con el hospital y ve si ellos pueden comunicarte con su habitación.”

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“Él va a estar bajo una nueva identidad falsa. Le dejaré un mensaje para que llame a Martin con el nombre.”

Fui al baño de damas, y cuando regresé, Zachary y Martin estaban teniendo una conversación seria. Martin miraba en mi dirección, y en lugar de sonreírme, sus labios estaban cerrados en una línea firme. Le dio a Zachary un gesto de resignación, y luego una palmada fraternal en la cabeza, un gesto amistoso que Zachary le devolvió.

“¿Qué pasa?” Pregunté cuando alcancé la barra. Martin se había alejado para servir a otro cliente, dejando atrás una Coca Cola para mí y un refresco naranja neón para Zachary.

“Martin dijo que anoche vinieron unos hombres de uniforme azul a buscarme.”

“Oh, Dios mío, ¿Halcón Nocturno? ¿Qué tal si regresaron?”

“No te preocupes, tenemos un plan. No un plan sofisticado, pero es el mejor que podemos hacer a corto plazo.” Tomó un sorbo de su refresco. “Creo.”

“¿Confías en Martin?”

“Con mi vida.” Observó a su amigo hacer una orden en la caja registradora. “Incluso con tu vida.”

Martin señaló al otro barman. “Voy a salir.” Hizo una seña, fumando un cigarrillo invisible. Cuando pasó al lado de nosotros, tomó su teléfono de las manos de Zachary con lo que parecía un gesto de comprensión. El plan, sin duda. Desapareció por las puertas dobles de madera hacia lo que debió haber sido alguna vez el vestíbulo de la iglesia.

Yo jugueteaba con el pendiente de cuarzo transparente que estaba bajo mi camisa, nerviosa ante la idea de que los agentes de Halcón Nocturno estuviesen buscándonos. No habían pasado ni 24 horas desde nuestro último encuentro con la muerte. “Deberíamos llamar a la MI-X.”

“Acabo de hacerlo,” dijo Zachary, pero no parecía feliz al respecto. “Estarán aquí a las 11:30.”

Revisé mi reloj. 20 minutos.

“Debería haberlos llamado en el momento en que cruzamos a Irlanda del Norte.”

“¿Por qué no lo hiciste?” Pregunté.

“Porque soy un cobarde. Porque cuando lleguen, tendré que decirles todo. Acerca de los Hijos del Sol, acerca de Halcón Nocturno.”

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“Acerca del verano pasado.”

Mantuvo los ojos abajo. “Ajá.”

“Si tú no quieres decirles, yo lo haré.” Coloqué una mano sobre su brazo. “Necesitas justicia.”

“¡Lo sé! Lo sé,” repitió en voz baja. Se rascó el oído, luego se enderezó y cogió un menú laminado que estaba entre la sal y la pimienta. “Pero primero necesito un desayuno escocés completo.”

“¿Qué es eso?”

“Huevos fritos, frijoles horneados, haggis, morcilla, pudín blanco21, salchichas.” Me dio el menú. “Deberías probarlo. Te dará fuerza.”

Necesitaba un poco de eso. “¿Eso de pudín blanco está hecho de vainilla?”

Zachary aún se estaba riendo cuando Martin entró de repente.

“Suban las escaleras,” dijo. “Ahora.”

Zachary tomó mi mano, y nos abrimos paso entre la multitud hasta la parte trasera del bar. Una puerta con un letrero que decía PRIVADO nos condujo a un pasillo con escaleras y un elevador.

“Es el hombre de anoche,” me dijo Martin. “Esta vez son cinco. Dos están en la parte de atrás para asegurarse de que ustedes no escapen.” Le entregó una llave a Zachary. “Lleva a Aura hasta planta alta. Voy a detenerlos aquí hasta que lleguen los refuerzos.”

“¿Cómo los entretendrás?” Preguntó Zachary.

Martin se encogió de hombres. “Crearé una distracción. Tal vez comenzar una pelea.”

“¿En un pub del extremo oeste? Buena suerte con eso.” Zachary tomó mi mano y me ayudó a pasar por encima de la cadena que bloqueaba la escalera. Martin corrió de regreso al bar, gritando algo acerca de los Rangers.

Corrí por la escalera detrás de Zachary hasta que llegamos al tercer piso. Abrió la puerta y me metió de un empujón al… wow.

La luz del sol de la mañana atravesaba las ventanas con vidrios de colores a cada lado del… fuera lo que fuera. ¿Una catedral? ¿Un auditorio? Cerca de mi lado izquierdo, a un extremo de la enorme habitación, estaba un pequeño escenario flanqueado por dos arcos góticos con gruesas cortinas rojas.

21 Es un plato popular compuesto de carne de cerdo, manteca, pan y avena al que se le da forma de salchicha alargada.

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“¿Para qué sirve este lugar?” Le pregunte a Zachary, quien miraba con atención la puerta a nuestras espaldas.

“Fiestas, recepciones de boda. El novio y la novia se sientan allá arriba.” Señaló el otro extremo de la habitación, donde un balcón con una mesa y dos sillas dominaba todo el vestíbulo, a unos 15 metros de altura.

“Pero a mí me parece más un santuario,” susurró él. “Levanta la mirada y descubre por qué.”

Lo hice, y me quedé sin aliento. El techo ocupaba los azules más ricos que había visto en mi vida, pinturas de delfines y santos secundarios a cada lado. Las constelaciones del zodíaco se extendían a cada lado de la pieza central. Por donde estábamos había pilares y arcos góticos que llegaban hasta el techo con colores del atardecer. Letras cuidadosamente pintadas corrían a lo largo de la parte inferior de las vigas transversales.

En la más cercana se leía, SI SOMOS FIELES EL UNO CON EL OTRO, ENTONCES SEREMOS COMO ESTRELLAS. Tomé la mano de Zachary, como si fuera una señal.

Newgrange y Dowth había mantenido una magia antigua y mística, pero este lugar me hacía creer que la magia aún vivía en los tiempos modernos. Que aún podía ser concebida por la mente humana.

“Ahora bien, necesitaremos armas.” Caminó más allá del escenario y movió a un lado una de las cortinas rojas. Las cajas de licor estaban apiladas en esta pequeña área detrás del escenario.

Zachary volteó la tapa de dos cajas de vino y sacó un par de botellas. “¿Tinto o blanco?”

“Uh, este no es el momento para beber.”

“No son para beber, son para golpear. Ten, este es uno más ligero pero funcionará.” Me dio la botella de vino blanco, luego alzó una de las botellas de vino tinto por el cuello y practicó un pequeño balanceo. “Es muy buena.”

“Y ahora, ¿qué?”

“Con suerte, la MI-X llega y termina la batalla antes de que comience.”

“¿Qué hacemos si ellos no llegan a tiempo? ¿Qué tal si Halcón Nocturno atraviesa esa puerta? ¿Nos escondemos aquí y aplastamos sus cabezas cuando nos encuentren?”

Zachary se giró hacia mí. “No voy a regresar a 3A, y moriré antes de dejar que ellos te pongan allí.”

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Negué con mi cabeza. “Hablo específicamente, ¿qué vamos a hacer si Halcón Nocturno atraviesa esa puerta? ¿Escondernos aquí y aplastar sus cabezas cuando nos encuentren?”

“No te dije que era un plan sofisticado.”

Aparté la cortina para ver el salón principal. “Deberíamos escondernos en el balcón, donde no puedan rodearnos. Tendrán que subir las escaleras de caracol de uno en uno.” Levanté la botella de vino. “Un juego fácil de Whack a Mole.”

Zachary se quedó pensando por un momento. “Eres una genio. Ayúdame con estas botellas.”

Cada uno de nosotros llevamos una caja de vino a la cima de la escalera de espiral del balcón. Para mí, eran demasiado pesadas como para subir las escaleras rápidamente, así que Zachary tomó las mías y las suyas en un sólo viaje.

Luego esperamos. Ahora eran las 11:20. Sólo diez minutes más hasta que la MI-X supuestamente llegara. Esperaba que fueran puntuales.

“Este edificio solía ser una iglesia. ¿Supongo?” Le pregunté a Zachary.

Él asistió. “No me importan mucho las iglesias reales, pero este lugar se siente, no sé, sagrado.”

“Creo que hay otro lado de ti que nunca he visto.”

Me dio una enigmática sonrisa. “Lo harás.”

Mientras me inclinaba para besarlo, la puerta de abajo se abrió de golpe con una explosión.

Zachary y yo nos encogimos en nuestro sitio a la entrada de las escaleras, lo suficientemente lejos del borde del balcón que no nos veíamos desde la puerta. Esperamos, agarrando el cuello de las botellas dispuestos a luchar contra cualquiera que pudiera venir por nosotros.

Pero nadie lo hizo. En cambio, una voz extrañamente calmada sonó. “Vengan con nosotros o su amigo muere.”

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Capítulo Cuarenta Traducido por Tsubasa14

“¡Zach, no lo hagas!” Ese era Martin, sonando como si estuviera luchando. “¡Augh!”

“¿Qué de…?” Zachary se dirigió al borde del balcón. Me apresuré a seguirlo.

Cinco hombres en uniformes azul medianoche estaban de pie sobre el suelo pulido. Uno de ellos sostenía a Martin en una llave, mientras que otro le apuntaba una pistola a la cabeza.

El hombre a cargo se apartó a un lado. Hombre Amable. “Sr. Moore y Srta. Salvatore.” Extendió una mano como si estuviera invitándonos a una fiesta en el jardín. “Soy el agente Timian y preferiría evitar un baño de sangre, especialmente la de ustedes.” Su acento era americano, quizás del medio oeste. “Por favor vengan conmigo.”

“No iremos a ningún lado.” Zachary bajó su botella de vino en una de las sillas. Antes de que pudiera detenerlo, se subió al barandal, usando la mesa para mantener el equilibrio. “Si lo lastiman, saltaré.” Balanceó sus piernas en el borde del balcón, y quise gritar.

Timian se encogió de hombros. “Adelante, salta.”

“Estás bromeando,” dijo Zachary. “Nos necesitan vivos.”

Timian miró a sus compañeros agentes, y luego a nosotros. “Odio romper tu ilusión, hijo, pero, sólo la necesitamos a ella viva. No a ti.” Sacó su arma y apuntó a Zachary. “Por lo tanto, sé un buen chico y baja de ahí.”

“¡No!” Me adelanté y subí la barandilla del balcón para colocarme junto a Zachary.

“Aura, ¿qué estás haciendo?” Susurró él.

Mantuve mis ojos en los suyos en lugar de ver la distancia que nos separaba del suelo. Nunca me habían gustado mucho las alturas, pero me gustaba menos hacer lo que Halcón Nocturno quería. “Yo tampoco iré a ningún lado.”

“Estás loca.”

“Tú estuviste loco primero.”

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“¡Niños!” Gritó Timian. “No sean tontos.” Sus palabras suponían ser un regaño, pero había cierta duda en su voz. Quizás había recibido órdenes de cogerme viva sin importar quién salía herido en el proceso.

En la calle, la campana de la iglesia sonó anunciando la media hora. Lo habíamos hecho. Sólo teníamos que aguantar unos pocos minutos más y luego la MI-X vendría…

La puerta se abrió con un estruendo. Grité a modo de sorpresa y comencé a deslizarme de la barandilla. Zachary se lanzó para mantenerme a salvo, perdiendo su propio equilibrio. Cuando llegué nuevamente a la mesa, lo observé desaparecer.

“¡Zach!” Me puse de pie, mis piernas enredándose con una silla. Zachary se había atrapado y colgaba de la barandilla con ambas manos, mientras abajo, cinco chicos (incluido Martín, que se había liberado) estaban peleando con tres de los agentes de Halcón Nocturno.

Extendí una mano para ayudar a Zachary.

“Estoy bien,” dijo. “Vigila las escaleras, están subiendo.”

Me precipité hacia el extremo del balcón justo para ver la cabeza de un agente en la cima de las escaleras. Agarré una botella, tomé impulso, y la rompí en su cabeza. Su cráneo crujió, y cayó hacia delante inconsciente, dando la vuelta mientras su mano intentaba sujetar el barandal.

El agente cayó boca arriba, dejando su arma expuesta. Desabroché la funda y saqué el arma. A mi derecha, Zachary se impulsaba a sí mismo sobre la barandilla para aterrizar en el balcón, la sangre de sus heridas de cuchillo filtrándose a través de su camisa. Gritando su nombre, deslicé el arma por el suelo en su dirección. Después tomé otra botella para noquear al próximo agente que subiera por las escaleras.

El agente Timian. Cuando levanté la botella, me asestó un golpe en el brazo, enviando una sacudida de dolor por mi hombro. La botella giro de punta a punta, luego cayó al suelo, fuera de mi alcance.

Como en cámara lenta, vi a Timian sacar su propia arma y apuntarme con ella.

“No…” Instintivamente levanté las manos y retrocedí. Quería cubrir mi cara pero no podía quitar mis ojos del centro negro del cañón de la pistola.

“Tócala y te vuelo la cabeza.”

Me di la vuelta para encontrar a Zachary apuntando a Timian con el arma del primer agente. Sus manos temblaban, pero su mirada era fiera y determinada, como su voz.

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“Ocho semanas en el infierno,” gruñó Zachary. “Nunca volveré. No me llevarán y no se la llevarán a ella, ¿me entiendes?” Su voz resonó por toda la habitación. “Si te acercas un centímetro más a ella, te mataré.”

Timian debió haber captado la locura en los ojos de Zachary. Bajó el arma y dio un paso lejos de mí, hacia Zachary. “Mira, entiendo cuánto…”

El mundo estalló en ruido. Grité y cubrí mis oídos. Timian se detuvo, su boca se abría y cerraba pero no formaba ningún sonido. ¿Acaso había perdido mi audición? El aire parecía venir en oleadas presionando mi cabeza.

Sangre escurría del cuello de Timian. Cayó de rodillas, y luego se desplomó.

Mierda, Zachary le disparó.

Me volteé hacia Zachary, esperando verlo sosteniendo el arma recién disparada. Pero estaba tendido de espaldas, jadeando, con las rodillas dobladas y sus talones en el suelo.

Por debajo de su clavícula, una nueva mancha roja oscura florecía como una rosa. Sangre.

Otro crack vino de la habitación escaleras abajo, cuando Martin golpeó con un bate los bazos extendidos del agente de Halcón Nocturno que sostenía un rifle.

“¡Zach!” Corrí y me arrodillé cerca de él. “¿Puedes oírme?”

Sus ojos estaban abiertos como platos. “Aura, ¿qué pasó? ¿Por qué estoy…?”

“Shh, shh.” Me quité la chaqueta y la presioné contra la herida. “Todo está bien, todo está bien. Sólo háblame.”

“Él… Yo no lo hice, no le disparé.”

Un joven gritó desde abajo. “¡Alguien llame a una ambulancia! ¡Les han disparado a dos hombres!”

La mirada de Zachary escaneó el techo sobre mí. “¿Dos? ¿Me han disparado?”

“Sí, pero te pondrás bien.” Miré sobre mis hombros para ver a Timian mirándome fijamente. Murmuró la palabra Ayuda mientras extendía una mano cubierta de escarlata.

El pulso sanguíneo de Timian se volvía lento. Estaba muriendo, aparentemente por la misma bala que había atravesado el cuerpo de Zachary, para luego continuar su mortífero camino.

Martin caminó hacia nosotros, pasando encima del agente inconsciente que estaba en las escaleras. Vio a Zachary.

“¡No!” Se arrodilló junto a nosotros. “Escúchame, amigo. No irás a ninguna parte.”

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La respiración de Zachary era dificultosa, y cuando tosió, sangre salió de su boca. “Frío.”

“Así es, estás entrando en estado de shock, pero eso te salvará la vida.” Martin se quitó la camisa y limpió la cara de Zachary. “Chicos, bajen una de esas cortinas y tráiganla aquí.”

Una estremecedora voz familiar habló desde el auditorio de abajo. “No puedo creer esto. ¿Ni siquiera puedo ver mi propio cuerpo?”

El agente Timian.

Miré el cuerpo inmóvil del Halcón Nocturno. “Está muerto.”

Zachary apretó mi mano. “¿Fantasma?”

“No te preocupes. No puede subir aquí, por ti.”

“Mantenlo cerca,” dijo con voz áspera. “Él sabe.”

¿Saber qué? Me pregunté. Entonces me di cuenta de lo que se refería Zachary: el agente Timian podría ser un testigo de todo lo que Halcón Nocturno había hecho para proteger las ganancias de SecuriLab. Incluso del Vuelo 346.

“Ve,” me rogó Zachary.

“No puedo dejarte.”

“No estoy muriendo.”

¿Cómo lo sabes? Quise preguntarle.

“Yo me quedaré con él,” dijo Martin.

“¿Por qué demonios le disparaste?” Timian arremetía abajo en contra de su compañero. “Estaba parado justo detrás de él. ¿De dónde te reclutó Halcón Nocturno, del jardín de niños?”

Le di una última mirada suplicante a Zachary. “No vayas a ningún lado.”

Tragó saliva y dijo una única frase. “Lo prometo.”

“Que alguien apague las luces,” dije mientras bajaba rápidamente las escaleras. Unos pocos segundos después, el auditorio estaba oscuro excepto por la suave mañana de Glasgow que se filtraba por los cristales de colores de las ventanas.

Y la silueta violeta del ex agente Timian.

“No puedo creer que haya sido asesinado por fuego amigo.” El ex agente Timian se sobresaltó, mientras uno de los amigos de Zachary corría escaleras arriba, con una cortina roja enrollada en sus brazos. El fantasma se estremeció ante el contacto cercano con el temible color, luego su atención regresó a mí. “¿Sabes

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cuántos guardaespaldas he asesinado en cumplimiento de mis deberes? Allá por el año 95, eliminé al principal dirigente del cártel de Cali.”

“Wow,” dije. “Me encantaría escuchar más acerca de eso.” Mi tono era hueco y deshonesto. Lo único que quería era estar al lado de Zachary, no inflando el ego de un agente muerto.

Me miró. “Será mejor que no. Pueden venir por mi familia. Es mejor si paso a mejor vida sin decir demasiado.”

“¡No! Podemos hablar de otra cosa.” De repente recordé que tenía otro método para calmarlo. Metí mi mano debajo de mi camisa para sacar el collar de cuarzo transparente. “¿Cuál era su programa de televisión favorito?”

“Niña, eres ridícula y yo…” Se detuvo cuando vio la piedra alrededor de mi cuello. “Ah.” Los contornos de su figura violeta se suavizaron al sentir los efectos calmantes de la piedra.

“No se vaya,” le susurré. “Por favor. Dígame cómo me siguió durante tanto tiempo.”

En su lugar frunció el ceño. “Nunca había sido visto por un objetivo, no hasta que tú me viste.”

“¿Por eso desapareció después de que lo vimos en Newgrange?”

Él rió. “No desaparecí. Te mantuve vigilada.”

Arriba en el balcón, Zachary hizo un sonido de asfixia, gimiendo. Empecé a subir por las escaleras, segura de que él estaba muriendo, y luego escuché a Martin decirle. “No te preocupes, amigo. Sólo necesitas un pulmón para respirar.”

Me detuve y tomé una respiración profunda. Zachary contaba conmigo, el mundo contaba conmigo, para mantener a este fantasma con nosotros y que nos dijera la verdad.

“Si nos estaba vigilando,” Le pregunté a ex Timian. “¿Por qué no nos salvó de los locos Hijos del Sol en Dowth?”

“Lo único que sabía era que habían entrado a un megalito, no que había alguien esperándolos. Cuando la chica salió corriendo, la seguí hasta que llegó a su auto, luego llamé a dos de mis colegas para seguirla. Lo siguiente que vi fue tú cubierta de sangre. Luego los perdí en el camino, tu novio es un conductor alocado, por cierto, y decidí venir directamente a Glasgow. Me imaginé que terminarían en la ciudad natal de Zachary, pero pensé que sería anoche. Me sorprendieron.”

“¿Por qué nos seguía, si no era para matarnos?”

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“Queríamos asegurarnos de que no entraran al Reino Unido, en el que ambos estarían fuera del alcance si Zachary contaba a alguien acerca del tratamiento que había recibido en manos del DPM.”

“¿El DPM lo envió?”

“No, ellos no saben que los seguimos. Pero la agencia ha hecho mucho por nosotros y nuestros clientes; mantenerles un ojo encima era lo mínimo que podía hacer.” Ex Timian se detuvo. “Debo ver si puedo encontrar a mi esposa, encontrar a alguien que pueda hablar con ella por mí.”

“¡Espere! Si aparece como fantasma antes de que ella sepa que está muerto, la destruirá. Créame, lo sé.”

Elevó el mentón. “Ah, sí, leí el informe de la muerte de tu ex novio.”

“Fue horrible,” susurré. “Escuche, hay varias maneras de encontrar paz. Logan la encontró hacienda las cosas de manera correcta. Tal vez esa también sea su manera.”

“Quizás.” Ex agente Timian titubeó, su resplandor violeta brillando. “O quizás no.”

Detrás de mí, una voz gritó, “¡MI-X! Nadie se mueva.”

“Ya era hora,” dijo uno de los amigos de Zachary. “Zachary está allá arriba sangrando hasta la muerte, y aparentemente hay un fantasma aquí que deben capturar,” añadió lacónicamente, como diciéndole a un exterminador dónde encontrar cucarachas.

“Entendido,” dijo una agente femenina con acento inglés.

Una luz blanca llenó la habitación; un convocador de cuarzo activado. La agente tenía una caja atrapa fantasmas.

“¡No!” Ex Timian alzó los brazos, tratando de escapar mientras su figura se deslizaba hacia la mujer. Tal vez era vieja costumbre, pero sentí una punzada de simpatía cuando lo vi marchar.

En pocos momentos, sonó un prolongado beep, señal de que el fantasma estaba en la caja. Cuando el sonido se desvaneció, fue sustituido por la sirena de una ambulancia.

Corrí de regreso a las escaleras, donde el agente que había golpeado en la cabeza estaba despierto ahora, aunque sus ojos eran vidriosos. Uno de los amigos de Zachary, un rubio corpulento con un tatuaje en el cuello de un arpa, lo vigilaba.

“Gracias,” le dije al chico, quien lucía un año mayor que nosotros.

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“Por nada. Soy Niall,” dijo pronunciándolo como Neil. “El que está escaleras abajo es Roland, y Frankie es el gordo. El feo es Graham.”

“Oh.” Mientras me movía hacia Zachary, me asomé desde el balcón para mirar a cada uno de los chicos a los que se refería.

“Es un truco,” dijo Martin, secando la frente de Zachary. “Todos ellos son gordos y feos.”

Dos pares de técnicos de ambulancia llegaron con sus camillas y botiquines. Me arrodillé junto a Zachary.

“¿Atrapaste al fantasma?” Susurró.

“Lo hicimos. Así que ahora puedo hacer esto.” Besé suavemente su mejilla sana. “Mo anam caraid.”

Me sonrió. “Siempre.”

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Capítulo Cuarenta y Uno Traducido por lalamariacastaño

Una semana después de su operación de emergencia, Zachary fue trasladado a una habitación sin cuidados intensivos, donde podía quedarme por horas a su lado en vez de mirarlo a través de una ventana por un par de minutos al día.

La bala del Halcón Nocturno había traspasado su hombro y no había golpeado ningún órgano vital. Pero el impacto había desplomado su pulmón derecho y causó una gran hemorragia interna, sin mencionar que fracturó su clavícula.

Había llamado a tía Gina de camino al hospital, y ella abordó el primer vuelo disponible a Glasgow, aterrizando la mañana de Navidad. Ian fue dado de alta del hospital ese día, así que compartimos una preocupada pero agradecida cena juntos; sólo nosotros cuatro, ya que Martin se había ido a casa por el fin de semana.

El lunes, Simon llegó con su supervisora, Minerva Wolcott. Ian la había seleccionado como su sucesora porque habían trabajado juntos (como también lo habían hecho sus padres y abuelos) en la agencia paranormal que precedió a la MI-X. Ella era tan fuerte y sabia como la diosa romana que llevaba su nombre.

Con Simon y Minerva vino el secretario del Departamento de Pureza Metafísica. Para verme. Y, sorprendentemente, no para matarme.

Entre las revelaciones de Zachary sobre su período de estadía en el Área 3A, y la declaración del ex agente Timian sobre los papeles que empeñaron Halcón Nocturno y SecuriLab en la explosión del Vuelo 346, las cosas iban a cambiar.

El secretario nos resumió su plan.

Incluía cambios mayores en la implementación del “servicio selectivo” organizado por el DPM, el cual de todas formas podría ser revocado por el congreso. Los dotados aún tenían que registrarse y enfrentar entrenamiento pesado, pero los castigos por evadir el “reclutamiento” serían cambiados de prisión y multas graves a servicio comunitario obligatorio. Así que si te negabas a trabajar con el DPM, podías trabajar en tu “deber patriótico” (como Becca lo había llamado) como voluntario en el comedor social o en el refugio de animales, por ejemplo. Las caridades relacionadas con fantasmas valdrían el doble de tiempo que un servicio comunitario normal. Nada mal.

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El DPM pondría fin a la “detención indefinida” de fantasmas en riesgo, en vez de hacer una revisión anual de cada caso, como una audiencia de libertad condicional. De esa manera, algunos FER inofensivos podrían ser puestos en libertad para que continuaran rondando, o aún mejor aún, para pasar a mejor vida.

Lo mejor de todo, el Área 3A sería clausurada. Hubiera preferido que dejaran que Zachary y yo le prendiéramos fuego personalmente, pero no era un mundo perfecto.

Dos días después, el secretario voló a casa, anunciando los cambios, e inmediatamente renunció. Tal vez no había puesto al DPM de rodillas, pero lo obligué a sentarse en una silla en la esquina hasta que se comportara.

Cuando llegué al hospital en la tarde de Año Nuevo, Martin ya estaba ahí, y también Niall. Junto con todos los beneficios de nuestro enfrentamiento con Halcón Nocturno, los amigos de Zachary volvieron a ser sus amigos.

“Hola, muchacha,” dijeron ambos al unísono cuando entré. La expresión cansada de Zachary se volvió animada al ver las galletas en mis manos.

“¿Dónde encontraste HobNobs de chocolate negro?” Me miró como si hubiera convertido el agua en vino. “Están escasos por aquí en estos días.”

“Oí que habían algunos en una tienda en Edimburgo, así que tomé el tren.”

Martin y Niall retrocedieron. “¿Y como está Auld Reekie?” Preguntó Niall.

Miré a Zachary en busca de una traducción. Puso los ojos en blanco. “Los habitantes de Glasgow llaman así a Edimburgo, porque las destilerías hacían apestar la ciudad a pan quemado. Pero eso fue cuando éramos niños. Ahora huele bien.”

“Lo hacía,” dije. “Edimburgo es muy, muy bonita.”

Esta vez, incluso Zachary jadeó.

“La única cosa buena que sale de Edimburgo es el tren a Glasgow.” Martin me arrebató las galletas. “Y ahora estas galletas.”

“¡Oye! Esas son para el paciente.” Me incliné para tomar el paquete, pero Martin lo puso fuera de mi alcance.

“Y el paciente sólo tiene una mano. Estoy tratando de ayudar.” Martin deslizó su dedo bajo el plástico sellado. “Posiblemente tome unas cuantas, para pagar mis esfuerzos.”

Zachary miró su cabestrillo. “Estaré en esta condición un tiempo. Será mejor que aprenda a hacer un montón de cosas con una mano.” Ante la estridente risa de sus amigos, dijo, “Oh, cállense. ¿No es hora de que se vayan a los pubs?”

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“De hecho, sí.” Martin lanzó una galleta a su boca y le ofreció el paquete a Niall. “Han estado abiertos por horas.”

Niall dejó caer el paquete en el regazo de Zachary (después de tomar una).

“Lamento que te pierdas tu primer Hogmanay22, amigo, pero vamos brindar una o trece copas por ti.”

“Salud.” Zachary lucía triste. A pesar de que no era un gran bebedor, sabía que quería celebrar sus alborotadas fiestas escocesas con sus amigos. “Lo haremos la próxima vez, ¿verdad?”

Noté que me estaba hablando a mí. “Claro.” Tomé su mano, sobrecogida ante el pensamiento de nosotros juntos aquí el próximo año, y el año después de ese, y los que vinieran.

“Volveremos a visitarte cuando nos recuperemos,” dijo Niall.

“Si nos recuperamos.” Martin palmeó el hombro de Zachary, el herido, por supuesto. “Oh, lo siento.” Me saludó. “Disfruta tu visita de una mano.”

En su camino hacia la puerta, los amigos de Zachary se reían alegremente, como chicos de diez años. Uno de ellos mencionó algo sobre “El Príncipe de las Pajas.”

“¿Cómo te han llamado?” Le pregunté a Zachary.

“Nada. Así que, Edimburgo. ¿Fue bonito?”

Tenía el presentimiento de que estaba pisando terreno sensible, como contarle a alguien de Filadelfia sobre Pittsburg. “Estuvo bien. Glasgow es mejor.”

“Buena chica.” Le dio una mordida a su galleta, después subió sus ojos extasiados. “No, no una chica. Una diosa.”

Quería lanzarme a la cama con él, pero en cambio moví la silla para poder sostener su mano. “Tía Gina regresa el domingo por la mañana. Una vez que se haya ido puedo quedarme aquí contigo más tiempo. Me siento obligada a darle un recorrido e ir de compras por el susto que le hemos dado.”

“¿Cuándo empiezan de nuevo las clases en Ridgwood?” Preguntó sin mirarme.

“Lunes. Veré si me dejan tomar los parciales a distancia. Tal vez un ayudante de cátedra de la universidad aquí pueda supervisar mis exámenes. Básicamente, vigilarme mientras tomo el examen y después firmar un papel que diga que no hice trampa.”

Trazó mi pulgar con la punta de su dedo. “¿Y qué pasa si no se puede?” 22 Hogmanay: Así le llaman los de Edimburgo al último día del año.

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“Entonces creo que renunciaré. Aprobé los exámenes de evaluación escolástica y los mandé a las universidades que elegí. Nunca les importa lo que hagas el último semestre de secundaria.”

Zachary frunció el ceño. “Eso no es siempre cierto, y lo sabes.”

“No me importa,” dije suavemente.

“A mí sí,” replicó, aún más suave. “Aura, tienes que irte a casa. Ahora estás a salvo del DPM. Vuelve con tu tía el domingo.”

“No.”

“Tienes que terminar la escuela.”

Apreté su mano. “Pero prometí que no te abandonaría.”

“No, prometiste que nunca estaría solo de nuevo. Y no lo estoy. Tengo a mis amigos, a mis padres.” Suspiró. “A mi psiquiatra.”

“Lo sé, pero…”

“Y te tengo a ti.” Alzó su mirada para encontrarse con la mía. “Ahora que hemos estado juntos, y no me refiero en la cama, a pesar de que es parte de eso, nunca vamos a estar realmente separados de nuevo.”

Odiaba y amaba que tuviera razón. Sería tan difícil dejarlo, especialmente sabiendo todo lo que había sufrido. Sin mencionar lo que nosotros habíamos sufrido.

Pero saber a ciencia cierta que éramos el uno para el otro (algo en lo que perdí todas mis dudas desde el momento en que caí en su brazos en el aeropuerto de Dublín) convertiría nuestro adiós en un hasta luego. Siempre encontraríamos la manera de estar juntos.

Sin dejarlo ir, me senté en el borde de la cama. “Te prometo que volveré apenas me gradúe.”

“Sé que lo harás. Y me preocuparé cada hora. Desearé que estés a mi lado donde pueda vigilarte, pelear por ti y besarte, un montón.” Tocó el cuarzo transparente en mi cuello, después deslizó los dedos hacia abajo, haciéndome temblar. “Y otras cosas.”

Me dolía la necesidad de su toque, y más al saber que pronto lo perdería. “También desearé eso.” Me incliné para besarlo suavemente. “Sobre todo las otras cosas.”

Mientras me apartaba, miró a su derecha. Su habitación no era privada, pero ningún otro paciente ocupaba la cama junto a la puerta. Sólo quedaban los casos

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más graves en el hospital, ya que nadie podía experimentar (o realizar) cirugías electivas durante las fiestas.

Zachary me dio una sonrisa maliciosa. “Cierra la cortina, ¿sí?”

Toda mi vida, cada vez que viajaba a un lugar genial como Italia, Nueva York o California, una parte de mí pensaba, “Hmm, podría vivir aquí.” Pero tan pronto como regresaba a Baltimore y veía la extensa y relajante Bahía de Chesapeake al este, o las verdes colinas y las tierras de cultivo al oeste, en mi interior sentía que Maryland era mi hogar. Que pertenecía ahí.

Esta vez, volando sobre estas tierras familiares, no tuve ese sentimiento.

No era que de repente odiara ni ciudad natal. Por lo contrario, estar lejos me recordaba todas las cosas que amaba de Baltimore. La comida, el fútbol, la rara y amigable gente.

Pero ya no era mía. Me había quedado desalojada, inquieta, sin hogar. Me sentía como un turista. Cada despertar (y muchas veces a la hora de dormir) sentía un tirón a través del océano, hacia los brillantes campos verdes de Irlanda y la desbordante belleza sombría de Glasgow.

Esa sensación era ocasionada por las cosas más estúpidas: como la primera vez que limpié la ropa después de volver, al ver la camisa que había usado el día de mi aterrizaje en Irlanda. O cuando comí el último paquete de galletas que había traído a casa (y tuve que esconderlo para que Gina no le dijera a la abuela).

Pero tenía trabajo que hacer, y una historia que contar.

El congreso realizó audiencias públicas para discutir lo que SecuriLab había hecho en el nombre de promover las cajas negras. SecuriLab era el “otro interés” al que se había referido Simon, y a lo que se refería Nicola cuando dijo que alguien más “llevaba la batuta.” Como el único fabricante de las cajas negras, eran más poderosos que los gobiernos del Reino Unido o Estado Unidos. Y como lo había puesto Simon, tenía a “ambos países agarrados por las bolas.”

Por lo tanto, el Vuelo 346. Fue un trabajo interno, pero no realizado por ninguna agencia del gobierno. El testimonio del ex agente Timian dejó al descubierto la horrible verdad. Un Halcón Nocturno disfrazado de portero había deslizado la bomba dentro del maletín de un chico dotado británico, convirtiéndolo en el bombardero suicida.

La bomba tenía dos misiones: aterrar a la gente por los fantasmas para que compraran más cajas negras; y matar a Ian Moore, quien había enojado al DPM y por consiguiente a SecuriLab. Y por lo tanto también a Halcón Nocturno. Tenía el

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presentimiento de que su deseo de eliminar a Ian era algo más que molestia. Tal vez él había atado los cabos sueltos y se había llevado sus descubrimientos de vuelta al Reino Unido. Las mejores maniobras secretas de espionaje que ni siquiera Zachary podría descubrir (y no es que quisiera).

El Vuelo 346 también proporcionó evidencia política para revocar el servicio obligatorio del DPM. Nicola se había convertido en una informante, dándole evidencia a los medios de que el DPM había estado impulsando un reclutamiento en secreto mucho antes del Vuelo 346. Ahora la agencia estaba de rodillas.

A cambio de mi testimonio, Gina y su abogada en defensa criminal de primera acordaron perdonarme por obstruir a la justicia al hablar con ex Tammi Teller, y por pasar información (de las cuales ninguna fue obtenida ilegalmente) a agentes extranjeros.

En términos legales, tía Gina salvó mi trasero.

A cambio, prometí terminar la secundaria, mantenerme lejos de los problemas, y nunca, jamás provocarle otro susto de infarto.

A finales de marzo, pocos días después de que convertí las sombras de Malcom y Mary en fantasmas, recibí el correo electrónico que tanto había estado esperando.

Gina aún estaba en la oficina, así que podía hablar primero con Zachary, justo como había querido.

Él aún seguía visitando a su consejero, ahora añadiendo tres nuevos eventos en sus conversaciones: su tiempo aislado, su cercana muerte a manos de los Hijos del Sol, y el disparo que recibió. Él juraba que las pesadillas sólo venían dos o tres veces al mes ahora. Podía notar, por la ausencia de las manchas oscuras bajo sus ojos, que decía la verdad.

Pero hoy en nuestro vídeo chat, su sonrisa era tensa. Algo estaba mal.

“¿Estás bien?” Le pregunté.

“Sí.” Se enfocó en mi rostro. “¿Dijiste en tu mensaje que tenías buenas noticias?”

Esto definitivamente lo animaría. “Pensé en adelantártelo por e-mail, pero quería ver tu cara.” Sostuve en alto el mensaje de admisión de la Universidad de Glasgow. “¡Me aceptaron! ¡Woo!” Hice el baile de la página frente a la cámara.

Su sonrisa se ensanchó, y después se desvaneció. “Eso es fantástico. Ya has sido aceptada, ¿qué, seis veces?”

“Sí, pero esta es la única que importa, ¿no?” Bajé el papel. “Zach, ¿qué pasa? ¿Es tu papá?” El cáncer de Ian no estaba cerca de la remisión, pero tampoco de la

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etapa final. Zachary había llegado a la triste aceptación de la muerte de su padre, y simplemente apreciaba el tiempo que les quedaba juntos.

“No es él. Recibí algo en el correo hoy.” Abrió un sobre blanco y lo sostuvo en alto.

Atisbé el logo de águila calva del gobierno de los Estados Unidos. “¿El Departamento de Estado? ¿Qué quieren?”

Dejo caer sus manos y la carta en su regazo. “Dicen que mis restricciones han sido revocadas, ya que no hice nada malo. Ahora puedo aplicar para una visa de estudiante.”

El mundo en sí pareció desaparecer. “Quieres decir, ¿puedes volver? ¿Para la universidad? ¿Cuándo?”

“Tan pronto como una universidad americana me acepte.”

“Wow, no es tarde, aún puedes aplicar para el semestre de otoño en algunas universidades públicas.” Me detuve cuando noté que Zachary no parecía feliz sobre esto. Y honestamente, yo también estaba decepcionada. “¿No quieres venir? Pensé que te gustaba.”

“Amo América. Era lo que quería por tanto tiempo, vivir ahí y estar contigo. Y ahora puedo.”

Noté que lo dijo en tiempo pasado: Era lo que quería. Tal vez ya no quería eso. Tal vez ir a casa le hizo darse cuenta de que Escocia era donde pertenecía, al menos por ahora. Lo contrario a cómo me sentía yo al volver a América.

“¿Qué hay de tu padre? Y tu mamá, ¿no necesita tu ayuda?”

Sus ojos se entristecieron. “Sí, sería muy difícil para todos nosotros.” Colocó sus manos sobre el escritorio y encontró mi mirada. “Pero Aura, iré si me lo pides.”

Sacudí la cabeza. “No puedo pedirte…”

“No respondas ahora. Tómate el fin de semana, o más, y decide qué quieres para ti. Después decidiremos que queremos para nosotros.”

Nosotros. Esa entidad que habíamos creado, la que tenía su propia vida, la única que podía ser nutrida por cada uno igualmente. Si Zachary o yo (o ambos) nos poníamos delante del otro, ese nosotros se marchitaría, hasta que fuéramos sólo otra pareja que se conoció, se enamoró, y se separó. Seríamos ordinarios. Y después de todo lo que habíamos pasado, todo lo que habíamos superado para estar juntos y vivos, éramos de todo menos ordinarios.

“Lo pensaré,” le dije. “Pero hay algo que necesito saber.” Fui a mi armario, abrí mi caja de recuerdos azul con forma de estrella, y saqué de ahí algo que había permanecido guardado por más de un año.

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Me volví a sentar ante la computadora. “Si puedes pedir una visa de estudiante, puedes conseguir una de turista, ¿no? ¿Para que hagas una corta visita?”

Una pequeña sonrisa se extendió en su cara. “Sí, podría.”

Abrí la nota que me había dado en la cena de nuestra segunda cita, la cita que había terminado en desastre. La sostuve ante la cámara:

¿Quieres ir al baile de graduación? (¿Conmigo?)

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Capítulo Cuarenta y Dos Traducido por Tsubasa14

El solsticio es sólo una promesa. Pero es una promesa cumplida. La luz siempre regresa. A diferencia de las personas.

Mi madre estaba equivocada. La gente sí regresa. Mi padre lo hizo, aunque sólo por un tiempo. Aun cuando no lo había prometido.

Y yo regresé con Zachary. Porque lo prometí, y porque quería.

Una semana después de la graduación, en el solsticio de verano, pareció que toda mi familia fue al Aeropuerto Internacional de Filadelfia para verme partir a Escocia.

Megan y Dylan hicieron el viaje desde Baltimore. Ellos aún se estaban recuperando de la Semana de Fiesta en Ocean City, donde finalmente habían admitido que se gustaban. Gustar, gustar el uno al otro. Ambos juraban que iba a ser una aventura de verano y nada más, que romperían de forma amistosa el día que ella se fuera a Cornell. Yo tenía mis dudas.

En la puerta de seguridad, Megan me abrazó con tanta fuerza que pensé que mis ojos saldrían disparados de sus cuencas.

“Cuando los visitemos en agosto,” dijo ella, “será mejor que tengas tu usual hermoso bronceado de verano. Será mejor que Escocia no te quite tu aspecto sexy natural.”

Dylan me dio un abrazo menos embarazoso, y luego me entregó un sobre manila. “Esto es para que lo leas en el vuelo. O en la barra de tentempiés de la puerta, como sea.”

Miré en el interior del sobre, y el cuaderno negro que vi hizo que mi corazón se desplomara.

El Diario de la Fama, Volumen 1 de Logan. Los pensamientos que él había empezado a escribir una noche antes de morir. Dylan me dejó leerlo el mayo pasado, justo antes de que nos besáramos sobre su alfombra.

“Um, ¿gracias?”

“Sé lo que estas pensando, el regalo más inapropiado para una despedida. Pero no lo has leído todo.”

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Sus palabras me confundieron, pero eso no fue algo nuevo.

Gina tocó mi hombro. “Cariño, será mejor que ya pases seguridad.” Sus ojos estaban húmedos, y cuando parpadeó, se desbordaron. “Lo siento.” Se limpió las lágrimas. “¿Esta es la diez u once mil lágrima que he llorado por todo esto?”

“Es la millonésima,” dije, abrazándola.

“Siento como si apenas hubiese empezado.” Me meció adelante y atrás. “Sabes que estoy orgullosa de ti, ¿cierto? Eres demasiado valiente. Incluso estoy orgullosa de que te vayas.”

“¿Por qué?”

“Porque nunca has estado asustada de explorar.”

La abracé con más fuerza, reprimiendo mi confesión de que sí estaba asustada. Asustada de perderme en una ciudad nueva, asustada de fallar en todas mis clases, asustada de nunca aprender escocés. Asustada de lucir como una idiota americana.

Pero no lo suficiente asustada como para no ir.

“Gracias. Es mejor que me apure y abrace a todos los demás. Son un montón de personas.”

Me moví por la fila, abrazando primos, tías, tíos, y parientes políticos, algunos que apenas conocía. Mi abuela intentó meter más galletas dentro de mi bolsa de mano.

Con un último abrazo para Gina, me fui.

Al otro lado de la puerta de seguridad, mi destino para la cena era bastante obvio. Aunque Zachary me había dicho que había un restaurante de sándwich de carne y queso de Filadelfia en el este de Glasgow, tenía que probar por última vez la experiencia del verdadero sándwich, en su lugar de origen.

Me senté en la feria de comida con mi almuerzo, y luego abrí el cuaderno de Logan.

Había una nueva entrada, con la escritura de Dylan, de hace un año:

22 de junio.

Hey, Aura. Es Logan. Sé que probablemente te estés preguntando qué diablos he estado haciendo estos últimos dos días desde el concierto. El viernes en la noche y el sábado, navegué alrededor de Dublín, luego Disney World y por último, Ocean City.

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Domingo, hoy, regresé a la habitación donde morí. Asusté un poco a la chica que vive actualmente ahí. Pero ella fue tan agradable que llamó a Dylan por mí, así que pudimos pasar el rato unas pocas horas, y él pudo escribir esto por mí.

En fin, antes de encontrarte y pasar a mejor vida, voy a encontrar a gaitero (quiero decir, Zachary, ¡já!) en el aeropuerto. Es probable que le des una cantidad asquerosa de besos de despedida, por lo que será capaz de verme. Quiero pedirle un favor: si llega alguna vez a Irlanda con o sin ti, que ate un cordón azul brillante, como uno de mis Vans, en el árbol de las hadas en la Colina de Tara. (Quería que esparcieran mis cenizas ahí, ¿recuerdas? Pero mamá y papá no me dejaron.)

Entonces, si lo vez haciéndolo, probablemente no te diría por qué, y no querrá decirte el deseo que está haciendo mientras lo pide. Voy a pedirle que esto quede entre chicos.

Al diablo, quizás él pueda mantener un secreto pero yo no puedo. Voy a pedirle que desee esto: “Deja que Aura encuentre paz, pero no la aburrida, paz celestial que tengo ahora. Deja que tenga la paz salvaje y ardiente que viene cuando sigues a tu corazón.”

O una versión menos cursi de eso. ¡Hombre, Dylan escribe demasiado lento! Es hora de que me vaya y encuentre a Ese Chico, luego a ti. Nos vemos pronto.

Te amo,

Logan.

Cerré el cuaderno, primero presionando las páginas juntas fuertemente, luego acercándolo a mi pecho, mis ojos firmemente cerrados.

“Gracias, Logan,” murmuré, sin preocuparme que alguien me viera hablándole al aire. “Ningún lado en el que estés puede ser aburrido.”

Más tarde, sentada cerca de la puerta de mi vuelo, jugué “Yanqui o Británico” en mi cabeza, preguntándome en cuál categoría me pondría la gente en seis meses, cuando Zachary y yo voláramos de regreso por las vacaciones de invierno.

Gruesas nubes de lluvia nos rodeaban. Suspiré, esperando que nuestro vuelo no se retrasara por una tormenta o pasara por una turbulencia, no después de haberme comido ese enorme sándwich de carne y queso.

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Con el sol de la tarde oscurecido, el terminal estaba lo suficiente oscuro como para mirar a un puñado de fantasmas deambulando. Al frente de mí, una madre de treinta y tantos observaba reír y cantar a su pequeño hijo ante las payasadas de una fantasma inusualmente amistosa. No podía escuchar lo que estaba diciendo la fantasma, pero por su postura y tono de voz, durante su vida pudo haber sido una maestra de preescolar o un payaso de fiestas de cumpleaños.

Mientras la fantasma le cantaba otra canción animada al niño, miré a su hermanita sentada en el regazo de su madre. Esperaba que su pequeña cara se llenara de emoción. Los niños generalmente amaban a los fantasmas, hasta que se les enseñan que debes tenerles miedo.

Pero la bebé sólo miraba cómo su hermano bailaba y aplaudía al ritmo de la fantasma. Luego la mirada de la niñita paso de la fantasma a la pasajera sentada al frente de ella, una mujer mayor que vestía un vestido de lunares rosas.

La fantasma se acercó a la bebé y trató de atraer su atención, sin éxito. La niña le sonrió a la mujer del vestido de lunares, quien la saludó con la mano y le devolvió la sonrisa.

Claramente perpleja, la fantasma se paró justo al frente de la infanta. “¿Y cuál es tu nombre, princesa?”

El niño se rió. “¡Su nombre es Angela, pero ella no puede verte, tontita!” Se cubrió la boca y alzó el pie izquierdo. “¡Mi zapato tiene una luz roja, como los camiones de bomberos!”

La bebé Ángela miró directamente a través de la fantasma.

“¡Oh, Dios mío!” Cerré mi boca y verifiqué para ver si alguien me había escuchado.

“Es verdad,” dijo una voz a mi lado. Me volteé para encontrar a una chica de mi edad. Su camisa descolorida azul tenía un logo que decía, CONCURSO INTERNACIONAL ESCOCÉS DE BAILE, con la fecha del año pasado.

“¿Qué es verdad?” Le pregunté.

“Trabajo en una guardería después de la escuela. No tenemos cajas negras excepto en los baños, por lo que los fantasmas vienen todo el tiempo.” Ella se inclinó más cerca. “Ningún bebé de seis meses o menos puede ver fantasmas. ¿No es una locura?”

“¿Seis meses?” Mi rostro se ruborizó, y oculté mis manos en mi regazo para esconder sus temblores. Habían pasado seis meses desde el solsticio de invierno. Seis meses desde que Zachary y yo habíamos estado dentro de Newgrange mirando el sol volverse rojo, negro, violeta y blanco.

“Es totalmente bizarro,” dijo la chica.

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“¿Le has dicho a alguien?”

Ella negó con la cabeza. “Sólo me fijé hace una semana. Tenía un poco de miedo de hablar con alguien en caso de que pensaran que estaba loca.”

“¿Por qué me lo dices a mí?”

Su ceño su frunció. “Eres Aura, ¿cierto? ¿Detuviste el servicio obligatorio?”

“Más o menos.” Después de las revelaciones que había desenterrado, el congreso había derogado el programa de servicio selectivo del DPM. Aún no me acostumbraba a ser reconocida por extraños al azar, aunque esto pasara sólo una vez cada pocas semanas. “Pero no sola.”

Se encogió de hombros. “Como sea, he estado muriendo por decírselo a alguien, así que me imagino que está bien que seas tú.”

El agente de la aerolínea habló por el micrófono, llamando a las personas de la primera zona para que abordaran el avión. La chica a mi lado agarró su bolso.

“Estoy en la última fila, al lado del baño. Esto va a ser horrible.”

Sentí la necesidad de abrazarla o darle la mano. En su lugar sólo dije, “Buena suerte en el campeonato de este año.”

Ella miró su camisa, luego a mí, contenta. “¡Gracias! Buena suerte con tu novio. He visto fotos. Es ardiente.”

“Lo sé. Quiero decir, gracias.”

Se rió mientras se alejaba arrastrando su bolso de mano, y me di cuenta de que ni siquiera le había preguntado su nombre.

Apenas dormí en el vuelo durante la noche, y no sólo porque esta vez estaba volando en turista en vez de primera clase. Las palabras de la bailarina y la imagen de la bebé ajena a la fantasma frustrada rondaron mi cabeza todo el tiempo.

Lo habíamos hecho. Zachary y yo habíamos terminado el Cambio en Newgrange a la hora del amanecer del solsticio de invierno. Lo habíamos terminado como su padre y mi madre lo habían empezado hacía 19 años.

Lo habíamos terminado no como lo habíamos esperado, causando que todos los fantasmas desaparecieran repentinamente. Sino de una manera diferente. Cualquiera que naciera ahora nunca vería fantasmas, mientras que el resto de nosotros los dotados aún podríamos, probablemente por el resto de nuestras vidas.

Un solsticio mágico había vuelto a ocurrir. Nuestra magia.

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Como soy rara, me preocupada que Zachary me esperara en Glasgow con un ramo de rosas rojas sin ninguna amarilla. Por supuesto que quería que él me amara ahora y para siempre con una pasión insaciable, alucinante y alocada, como yo lo amaba.

Pero también quería ser su amiga. Ahora y para siempre.

Así que, cuando lo vi en el punto de encuentro en el aeropuerto y sostenía un ramo de rosas rojas con una brillante rosa amarilla en el centro…

Supe que estaba en casa. Para bien.

“Aura.” Zachary me levantó con sus brazos, los cuales se sentían más fuertes que nunca. Y cuando nos besamos, recordé cada momento que pasamos juntos, en el castillo, en el hotel de Warrepoint. Incluso mi fiesta de graduación, cuando, sí, usó la falda escocesa.

Con cuidado me depositó en el suelo, y luego agarró el mango de mi maleta. “He planeado un día soleado, pero deberíamos darnos prisa. Se irá dentro de una hora. Por supuesto, volverá una hora después de eso, y así sucesivamente.”

Me reí mientras tomaba las flores, ya había escuchado de las famosas cuatro estaciones en un día del clima de Glasgow. “Por lo menos va a haber luz por más de 20 minutos ahora, ¿verdad?”

“Sólo hay luz hasta medianoche.” Cuando palidecí, me besó de nuevo y dijo, “No te preocupes, tenemos cortinas opacas en nuestra habitación para que puedas dormir.”

Nuestra habitación. Las palabras enviaron un escalofrío por mi espalda. Como una estudiante extranjera tenía que pagar por una habitación, así que Zachary y yo habíamos decidido tener nuestro propio departamento. Estaba cerca de la escuela y a sólo cinco minutos en bus de su casa, por lo que él podía visitar a sus padres todos los días y ayudar a su papá. Cuando las clases empezaran en otoño, compartiríamos el apartamento con otros dos estudiantes, pero durante todo el verano, era todo nuestro.

No podía esperar para estar ahí.

“¿Podemos tomar algo para celebrar?” Le pregunté cuando salimos al cálido pero deliciosamente tranquilo aire de verano.

“¿Qué estamos celebrando, además del resto de nuestras vidas?”

Había planeado esperar hasta que estuviéramos solos en casa para decirle acerca del fin del Cambio, de cómo habíamos hecho lo imposible una vez mas. De toda la magia y misterios que había delante de nosotros, escondidos en lugares oscuros en la tierra y cielo, a pesar de estar viviendo en la luz.

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Pero no podía esperar. Ni un minuto más. Me detuve y puse las rosas sobre mi bolso de mano.

Los ojos de Zachary brillaron con preocupación y anticipación. “Bueno, ¿qué es?”

Lo rodeé con mis brazos, bajo el brillo del sol en lo alto. “Tengo buenas noticias.”

Fin

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Agradecimientos

Traductora a cargo Valen JV

Traductores Tsubasa14 Michelle Cristobal Azhreik Anadegante Livewings Maricel_redbird K_ri^^ SharonBF Mussol Rox2929 Pamii1992 Lalamariacastaño Maddie OrMel Zaidam96 Dayana1250 Pokprincssbooo Caliope Cullen Beccavancourt Valen JV

Corrección, revisión general Valen JV

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