Jean-Jacques Rousseau y Friedrich Nietzsche, Autobiografías Comentadas

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JEAN-JACQUES ROUSSEAU Y FRIEDRICH NIETZSCHE, AUTOBIOGRAFÍAS COMENTADAS «Aquí todas las cosas acuden acariciadoras a tu discurso y te halagan: pues quieren cabalgar sobre tu espalda. Sobre todos los símbolos cabalgas tú aquí hacia todas las verdades... Aquí se me abren de golpe todas las palabras y los armarios de palabras del ser: todo ser quiere hacerse aquí palabra, todo devenir quiere aquí aprender a hablar dé mí». FRIEDRICH NIETZSCHE, ASÍ habló Zarathustra. 1. INTRODUCCIÓN Ilustrar y discutir aquí la perpleja diversidad de opiniones de la crítica en relación con los trabajos autobiográficos re- quiere espacio desproporcionado; la bibliografía existente sobre el tema es extensa, y representa posiciones diversas que dan cuenta de los distintos elementos que entran en cuestión: el autos, el bios y la grafé, centrándose el análisis del primero en la conexión entre el texto y el sujeto, viendo de qué manera un texto representa a un sujeto, en otras palabras, al Yo que ha vivido se le añade un segundo Yo creado en la experiencia de la escritura. Entendiendo la autobiografía en un segundo sentido (bios) como reconstrucción de una vida, como forma de comprensión de los principios organi- zativos de la experiencia. La contemplación de la grafé, por su parte, se centra en los problemas del lenguaje y del sujeto, dos formas de "desapropiación" del Yo consustanciales a la autobiografía.

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Jean-Jacques Rousseau y Friedrich Nietzsche, Autobiografías Comentadas

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  • JEAN-JACQUES ROUSSEAUY

    FRIEDRICH NIETZSCHE,

    AUTOBIOGRAFAS COMENTADASAqu todas las cosas acuden acariciadoras a tu

    discurso y te halagan: pues quieren cabalgar sobretu espalda. Sobre todos los smbolos cabalgas t aquhacia todas las verdades... Aqu se me abren de golpetodas las palabras y los armarios de palabras delser: todo ser quiere hacerse aqu palabra, todo devenirquiere aqu aprender a hablar d m.

    FRIEDRICH NIETZSCHE, AS habl Zarathustra.

    1. INTRODUCCIN

    Ilustrar y discutir aqu la perpleja diversidad de opinionesde la crtica en relacin con los trabajos autobiogrficos re-quiere espacio desproporcionado; la bibliografa existente sobreel tema es extensa, y representa posiciones diversas que dancuenta de los distintos elementos que entran en cuestin: elautos, el bios y la graf, centrndose el anlisis del primeroen la conexin entre el texto y el sujeto, viendo de qumanera un texto representa a un sujeto, en otras palabras,al Yo que ha vivido se le aade un segundo Yo creado enla experiencia de la escritura. Entendiendo la autobiografaen un segundo sentido (bios) como reconstruccin de unavida, como forma de comprensin de los principios organi-zativos de la experiencia. La contemplacin de la graf, porsu parte, se centra en los problemas del lenguaje y del sujeto,dos formas de "desapropiacin" del Yo consustanciales a laautobiografa.

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    La pregunta por la prioridad autos, bios o graf es, pues,la pregunta por la autobiografa, en la medida en que elautobigrafo realiza un acto de creacin literaria que coincidecon la representacin de s mismo, la autobiografa postulauna diseminacin que intenta imponer lo secundario (lo dife-rido) como principal; la escritura autobiogrfica es secundariaen el sentido en que todo escrito, lo es, sin embargo, comorelato de la 'historia' de un individuo, puede perfectamenteayudarnos a entender el Yo; aplicada al Yo como entidadespecial, y a su evolucin en el tiempo, la autobiografa esesencialmente un gnero que manifiesta una preocupacinparticular del hombre occidental moderno, obteniendo a partirdel siglo xvn con Les Confessions de JEAN-JACQUES ROUSSEAUuna forma y una funcin cultural que no haba tenido antes;emergiendo como declaracin de la individualidad y comoforma coherente de auto-conciencia, la autobiografa aparece-r desde entonces como una entidad distinta, valorable pors misma1.

    Originada la forma literaria desde la cual una individuali-dad puede dar cuenta de s y trazar su propio desarrollo, losprogresos del individualismo coincidieron, como lo planteaMIJAIL BAJTIN, con el origen de la autobiografa:

    En las pocas posteriores, las esferas mudas e invisibles en lasque se implic al hombre, desnaturalizaron su imagen. La mudez yla invisibilidad penetraron en su interior. Junto a ellas, apareci la

    1 La autobiografa slo resulta posible comenta Georges Gusdorf

    a condicin de ciertas presuposiciones metafsicas. Resulta necesario, enprimer lugar, que la humanidad haya salido, al precio de una revolu-cin cultural, del cuadro mtico de las sabiduras tradicionales para entraren el reino peligroso de la historia. El hombre que se toma el trabajode contar su vida sabe que el presente difiere del pasado y que no serepetir en el futuro; se ha hecho sensible a las diferencias ms que a lassimilitudes; en su renovacin constante, en la incertidumbre de los aconte-cimientos y de los hombres, cree que resulta til y valioso fijar su propiaimagen, ya que, de otra manera, desaparecer como todo lo dems' deeste mundo>. . . .

    GEORGES GUSDORF, Condiciones y lmites de la autobiografa, enLa autobiografa y sus problemas tericos, estudios e investigacin documen-tal. Suplementos Anthropos, nm. 29, Barcelona, 1991, pgs. 9-18.

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    soledad. El hombre privado y aislado -el hombre para s- perdila unidad y la integridad, que venan determinadas por el principiopblico. Al perder el cronotopo popular de la plaza pblica su con-ciencia de s, no pudo encontrar otro cronotopo, igualmente real,unitario y nico; por eso se desintegr y se aisl, se convirti en abstrac-to e ideal. El hombre privado descubri en su vida privada much-simas esferas y objetos no destinados, en general, al dominio pblico(la esfera sexual, etc.), o destinados solamente a una expresin ntima,de cmara y convencional. La imagen del hombre se compone ahora dems estratos y de elementos diversos2.

    La autobiografa existe originalmente como escrituracoextensiva a la identidad del individuo, aunque como iden-tidad constituye ms una formalizacin que una confrontacindirecta con la realidad subjetiva. El hombre tiene una primeraidentidad especular de s mismo cuando declara ser 'otro'para s, una imagen que se puede perder, que puede desapa-recer; el hombre es un ser capaz de tomarse a s mismo porobjeto, por objeto perdible, mortal; objeto incluso del deseo,como ocurre en el narcisismo y en el onanismo. El hombresabe, de otro lado, que se va a morir desde el momento enque entra en el lenguaje.

    Como espejo del Yo la autobiografa est relacionadacon el desarrollo de la conciencia en el nio; cuando es beb,el nio tiene que lograr una separacin de la madre, a quienen un principio considera como una extremidad ms de sucuerpo; posteriormente aprende que tiene un Yo; al des-cubrir su imagen (en el espejo), el nio descubre un aspectoesencial de su identidad; separa lo exterior de lo interior,se ve como un acto entre los dems, se sita en un espaciosocial en el que se siente capaz de configurar su propia realidad.

    Las prohibiciones mticas apunta Gusdorf subrayan el ca-rcter inquietante del descubrimiento de uno mismo. La naturalezano haba previsto el encuentro del hombre con su reflejo, sino quepareca oponerse a toda complacencia ante ese reflejo3.

    ' MIJAIL BAJTIN, Teora y Esttica de la Novela, Madrid, EdicionesTaurus, 1989, pig. 288.

    GEORGES GUSDORF, Condiciones y lmites de la autobiografa, ed.cit, pg. 11.

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    La autobiografa representa, en este sentido, el espejoen el que la persona refleja su propia imagen; una versinartstica de su propia vida. Cuando se escribe sobre cualquiercosa, por ejemplo, sobre las catedrales, como lo hace MarcelProust, siempre se est escribiendo sobre s mismo; en estesentido, la memoria en s misma no constituye para el auto-bigrafo un obstculo insalvable, pues la autobiografa noes una simple recapitulacin del pasado de un personajevisto desde fuera, sino ms bien la formalizacin presentadaal lector de manera accesible como texto, un texto a travsdel cual se cumple el propsito de revelar el Yo asumidocomo objeto, haciendo depender el valor de tal propsitoprecisamente de la destreza desplegada en la exposicin.

    Hoy en da la autobiografa constituye uno de los temasrecurrentes de la teora esttica, que se ha propuesto asediarel valor esencial de los testimonios del Yo dejados por lospersonajes de la cultura; la teora literaria ya ha dado largacuenta de las variedades autobiogrficas, cabe decir: memo-rias, confesiones, crnicas, diarios ntimos, autorretratos enpoesa, etc., y del "pacto"4 que se establece entre autor, perso-naje y lector; ha indagado en las fronteras referenciales quepuedan presentarse entre la ficcin y el relato de la propiavida, en fin, ha involucrado la autobiografa con la literaturay le ha asignado un rtulo y unos lmites, sin advertir acasoque ms que una fbula puede ser una metafsica, tanto comouna indagacin sobre el lenguaje.

    La autobiografa comenta el deconstruccionista belga Paul deMan parece depender de los hechos potencialmente reales y verifica-bles de manera menos ambivalente que la ficcin.

    Parece pertenecer a un modo de referencialidad, de representaciny de digesis ms simple que el de la ficcin. Puede contener nume-rosos sueos y fantasmas, pero estas desviaciones de la realidad estn

    * Aludimos a la bien conocida teora de Philippe Lejeune, quintoma el Derecho como ciencia de apoyo para su anlisis de la autobiografay plantea sta' como un contrato de identidad sellado por l nombre propio.

    PHILIPPE LEJEUNE, Le Pacte Autobiographique, Paris, Seuil, 1975.

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    enclavadas en un sujeto cuya identidad viene definida por la incon-testable legibilidad de su nombre propio6.

    El tropo dominante en la autobiografa es precisamentela prosopopeya, que consiste en dar voz a los ausentes y a losmuertos bajo la ilusin de su existencia6. La controversiarelacionada con su naturaleza suscita diversas preguntas porsu situacin:

    Apunta la autobiografa, como prosopopeya o puestaen escena del pasado y de los ausentes, a la efectiva redu-plicacin del Yo?

    Apunta a la asimilacin de problemas como el 'tiem-po', a la revocacin y disgregacin del Yo, o simplementeapunta al relato literario?

    A estos interrogantes podemos sumar otros surgidos dela concepcin de la autobiografa como la muerte figurativadel individuo; como exposicin del pasado, no representams que la metonimia de la voz y del nombre ? o, tal comolo plantea Paul de Man, el Yo no es un punto de partida parala autobiografa, sino lo que resulta del relato de la propiavida? Intentando aportar algunas respuestas, vislumbramosinicialmente lo siguiente:

    a) Considerando la literatura como prctica discursivaen el interior de una sociedad, el relato autobiogrfico se

    5 PAUL DE MAN, Autobiography as De-Facement, en The Rhetoric o)

    Romanticism,. New York, Columbia University Press, 1984, pgs. 67-80.La traduccin es nuestra.

    6 En cuanto entendemos apunta Paul De Man que la funcin

    retrica de la prosopopeya consiste en dar voz o rostro por medio dellenguaje, comprendemos tambin que de lo que estamos privados no esde la vida, .sino de la forma y del sentido de un mundo que slo noses accesible a travs de la va despojadora del entendimiento. La muerte esun nombre que damos a un apuro lingstico, y la restauracin de la vidamortal por medio de la autobiografa (la prosopopeya del nombre y dela voz) desposee y desfigura en la misma medida en que restaura. La auto-biografa vela una desfiguracin de la mente por ella misma causada.Ibid.. pg. 70.

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    inscribe en lo que se denomina: dilogo individuo-sociedad;que como discurso social se inscribe dentro de las normas ob-servadas por todo discurso coherente, acomodndose a todoslos parmetros que regulan el uso de la palabra segn valoresreconocidos.

    b) El material autobiogrfico puede ser manipulado parafacilitar el acabamiento de un proyecto esttico en un tra-bajo de ficcin cuya cohesin estructural engendra la novelade la propia vida. En la autobiografa se pretende la identidadautor-narrador-personaje slo cuando el lector concluye quehay similitud (no propiamente identidad) entre el personajede la ficcin y el autor. ALBERT CAMUS escribi al respecto:

    La idea de que todo escritor escribe forzosamente sobre s mismoy se pinta en sus libros es una de las puerilidades que el romanticismonos leg. Por el contrario, no est del todo excluido que un artistase interese primero por los otros, o por su poca o por los mitosfamiliares. Si incluso llega a introducirse en la escena, se puede tenerpor excepcional que hable de quin es realmente. Las obras de unhombre retratan con frecuencia la historia de sus nostalgias o de sustentaciones y casi nunca su propia historia, sobre todo aquellasque se pretenden autobiogrficas. Ningn hombre os jams pin-tarse tal como es7.

    Pasando a otro orden de ideas, no es exageracin sugerirque la nueva ficcin autobiogrfica encontr su inspiracina partir de la novela Retrato del artista adolescente (1916),de JAMES JOYCE (Dubln, 1882-Zurich, 1941), donde los ma-teriales autobiogrficos fueron transformados en imaginacincreativa; los detalles de la vida fueron alterados y reacondi-cionados por el autor en orden a que su arte no su vidale permitiera dictaminar varias contigidades, convergenciase ironas fundamentales en el aparato textual. Implcita enla realizacin de Joyce est la idea de que el Yo puede serficcionalizado, convertido en metfora, moldeado en confi-guraciones ms o menos estticas, hiptesis de que bastante

    7 ALBERT CAMUS, "L" 'Enigme'", en L'tre, Paris, Pliade, t. II, 1987,

    pg. 864. La traduccin es nuestra.

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    imaginacin y arte fueron aplicados en su objetivo; sin em-bargo, el aporte de Joyce no constituye ms que un paso enla idea del reconocimiento de que toda presentacin del Yoa travs del lenguaje requiere una reduccin, una fragmen-tacin, una ficcin.

    Desde el punto de vista de la tcnica literaria, la auto-biografa y la novela apelan a la misma manera de exposicin,lo que hace indispensable distinguir una de otra; aunque laprimera mantiene una estrecha relacin con todos los g-neros de la literatura, su vnculo con la novela es particular-mente ntimo e imbricado; no hay lmite exacto que separela novela, como obra de ficcin, de la autobiografa, queaunque en un principio no sera ficcin, encuentra muchosobstculos para conseguir una objetividad completa.

    El privilegio de la autobiografa comenta Gusdorf consiste,por lo tanto, a fin de cuentas, en que nos muestra no las etapas deun desarrollo, cuyo inventario es tarea del historiador, sino el esfuerzode un creador para dotar de sentido su propia leyenda. Cada uno esel primer testigo de s mismo; sin embargo, su testimonio no gozade autoridad definitiva8.

    Dada la naturaleza de los trabajos autobiogrficos ms re-cientes, el estilo por el que optan los escritores no est a favordel tipo de escritura creativo y complejo, lo que significaque la autobiografa est cayendo en manos de quienes carecende fuerza para imponer su escritura como definicin abiga-rrada del Yo. El oportunismo del mercado determina y elevael inters de los lectores para que vean una suerte de librossuperficiales como "autnticas" autobiografas que aunquepublicitadas pueden haber sido enfocadas sin mayor inten-sidad de cara a la recapitulacin ejemplarizante del Yo, yen las que el verdadero dilema de la confrontacin entreel sujeto y el lenguaje no es generalmente llevado a cabo.

    GEORCES GUSDORF, "Condiciones y lmites de la autobiografa", Ed.cit, pg. 11.

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    Esta, digamos, "degeneracin" de lo autobiogrfico, nos llevaa volver sobre dos textos capitales que continan influyendo,motivando y definiendo la eleccin autobiogrfica; se tratade: Confesiones y Las ensoaciones de un paseante solitario(publicadas postumamente entre 1782 y 1789), de JEAN-JAC-QUES ROUSSEAU (Ginebra, 1712- Ermenonville, Oise, 1778), yEcce Homo (1888), de FRIEDRICH NIETZCHE (Rcken, Lt-zen, 1844-Weimar, 1900).

    2. ROUSSEAU, CONFESIN SIN BENEFICIO DE INVENTARIO

    De la misma manera que hay una realizacin de la escri-tura que es la vida, existe.otra realizacin que es la escrituramisma; entre ambas se opera una suerte de tensin cuandoel autobigrafo ordena su conciencia y se aplica a escribir.Este acto deliberado seala, en el primer caso que trataremos,el de Jean-Jacques Rousseau, lo siguiente:

    a) Un recogimiento de la vida, una necesidad de la con-ciencia, que se da ms exactamente a comienzos de 1766,cuando Rousseau abandona Pars en compaa del filsofoescocs David Hume, debido a que su situacin en Franciaempezaba a resultar peligrosa luego de la publicacin delEmilio. Tras mltiples vacilaciones, Rousseau acaba por tras-ladarse a Wootton, en Staffordshire (Inglaterra), donde decamorirse de fro; all comenz sus Confesiones.

    b) Un optimismo con la letra; Rousseau se adora y re-presenta, reordena su conciencia, detiene su marcha comoun tren en el camino, emigra a su pasado en pos de lossignos que lo dominan.

    En trminos generales, podemos recoger de Rousseau ladecisin genuina de plantearse como 'ejemplo' ante los demsa travs de sus Confesiones, pero en trminos particularesno podemos desestimar que uno de sus principales proyectosacadmicos consisti en dar testimonio de s mismo, desde elRetrato de hombre (c. 1746), los Esbozos de las Confesiones,

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    los tres dilogos Rousseau juez de Jean-Jacques, las cartas alpoltico y proyector de los enciclopedistas Chrtien Guillaumede Lamoignon de Malesherbes, hasta las Confesiones y lasEnsoaciones del paseante solitario (publicadas postumamenteentre 1782 y 1789). Rousseau demuestra su aplicacin in-telectual a la memoria, a la discusin consigo mismo, a laevaluacin y al recuento de su propia historia, pero si elinters general de las Confesiones era, como afirmamos, plan-tearse como 'ejemplo', no haba sin embargo en esta opcinuna motivacin semejante a la dada en las confesiones dehombres y mujeres de los monasterios y conventos, donde laobservacin continua de la vida no tena otro mvil quela comunin con Dios. Rousseau participa mancomunada-mente a los lectores y a Dios su decisin de declarar lospormenores de su vida sin artificio de deformacin; un eventode prueba y confrontacin consigo mismo que antes que re-dundar en 'ejemplo', lo consolida como baluarte de un nicocredo: su Yo.

    Ser y considerarse como un 'ejemplo' implica declararque es en los trminos de la vida propia donde se realizanlas aspiraciones de una comunidad; en este sentido, mientrasen el caso de San Agustn, consolidar en la escritura auto-biogrfica los valores propios a un alto sentido de la verdad,la honestidad y la humildad, constituyen un motivo de en-cuentro con Dios, para un hombre mundano como Rousseaula difcil tarea de entrega, testimonio y ejemplo, no se consi-gue ms que en apariencia, bajo la declaracin explcita ysintomticamente reiterada de su 'transparencia'. Pero un'ejemplo' slo se configura como tal en la medida en que sedistingue como ideal, o en su defecto, en la medida en quecarece de controversia. Nuestra pregunta, en el caso de Rous-seau ser precisamente esa: carece Rousseau de controversia?Evidentemente no; su poca constituy para l un contextodifcil contra el que emprendi duras luchas y contra el quedescarg fuertes alegatos.

    Si Rousseau distingui en sus Confesiones la opcin derealzar su vida, es en el marco de un proyecto ms general

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    donde supera la tentativa ejemplar; las Confesiones, podra-mos afirmarlo, constituyen un alegato en los trminos de lavida misma, un episodio jurdico a travs del cual declararde manera fidedigna y bajo la gravedad del juramento queel hombre sealado por otros como desafiante, confuso, errado,es en el fondo transparente y veraz. As dicho, ambigua oaudazmente ROUSSEAU inicia sus Confesiones con este pro-fundo deseo:

    Que la trompeta del juicio final suene cuando quiera; con estelibro en la mano vendr a presentarme ante el Juez Soberano, y diren voz alta: "He aqu lo que he hecho, lo que he pensado, lo que hesido. Dije lo bueno y lo malo con la misma franqueza. Nada de lomalo he callado, ni me atribu nada bueno, y si he llegado a emplearalgn adorno indiferente e innecesario, ha sido nicamente para llenarun vaco ocasionado por mi falta de memoria. He podido suponerverdad lo que crea haber podido serlo, pero nunca lo que considerfalso. Me he mostrado tal como fui; despreciable y vil cuando lo hesido; bueno, generoso, sublime, cuando lo he sido tambin; he des-velado mi interior tal y como T mismo lo has visto, Ser eterno.Rene en torno mo la innumerable muchedumbre de mis semejantes;que escuchen mis confesiones, que se lamenten de mis indignida-des, que se avergencen de mi miseria. Que cada uno de ellos descubraa su vez su corazn al pie de tu trono, con la misma sinceridad, ydespus que uno solo te diga, si se atreve: Yo fui mejor que ese hombre"9.

    Rousseau no ser como tal un 'ejemplo' ms que en elsentido literario; en otras palabras, con su obra tendr inicioy forma distinguida el relato autobiogrfico; es decir, apartir del nfasis, en este aspecto, por l emprendido, exponerel 'Yo' en la escritura dejar de ser una forma de servicio aDios y pasar a ser el alegato y recuento de la propia vida.Si fuera posible afirmar que hay como tal un herosmo endecirlo todo acerca de uno mismo, entonces Rousseau es comotal un 'hroe', antes que un 'ejemplo'. Como hroe de smismo, los proyectos ms distinguidos del texto de Rousseauson: por un lado la sinceridad y por otro el individualismo;

    JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Confesiones, Buenos Aires, Editorial SopeaArgentina, S.R.L., 1947, pg. 5.

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    solamente en la empresa de declarar sin empacho los deter-minantes del individualismo se refleja como tal la sinceridadcomo elemento censor de la palabra; sinceridad similar, sies el caso, a la requerida en las confesiones religiosas paraexponer a Dios los pormenores de la vida, pero orientadaen Rousseau a la reclamacin de su protagonismo.

    Meditar sobre la vida es una posicin autobiogrficatarda que pone a Rousseau en relacin con el mundo exterior,queriendo entender por qu y para qu reproducir tantosesquemas, o, en otros trminos, cuando vislumbra la distanciadel tiempo idlico de su niez y advierte la ineludible res-ponsabilidad que tiene de vivir para s mismo a travs de laescritura. El ltimo testimonio autobiogrfico de Rousseau,Las ensoaciones del paseante solitario, es escrito en el mo-mento en que confirma la sospecha de que le aguarda lamuerte, de que escribe de cara a la muerte ('tanatogrfica-mente'), porque la autobiografa se puede pensar tambincomo una defensa contra la muerte; a sus 64 aos, Rousseauest enfermo; los ataques y las calumnias lo han aniquiladoy busca serenidad en la isla de St. Pierre, en Suiza, en mediode la naturaleza: "De qu disfruta uno en semejante situa-cin? escribe de nada exterior a uno, sino de s mismoy de su propia existencia". All se lee tambin:

    Lanzado no s cmo del orden de las cosas, me he visto precipi-tado en un caos incomprensible donde no veo absolutamente nada;y ms pienso en mi situacin presente y menos puedo comprenderdnde estoy 10.

    Todo ha terminado para m sobre la tierra. Nada m puede hacerya ni bien ni mal. No me queda nada ms que esperar ni que temeren este mundo, y heme aqu tranquilo en el fondo del abismo, pobremortal infortunado, pero impasible como Dios mismou .

    En sus textos autobiogrficos Rousseau revela el impulsoque conserva de querer mostrar a los otros que pese a la ad-

    10 JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Les Revenes du Promeneur Solitaire, Pars,

    Librairie Genrale Franc.aisc, 1983, pg. 20. La traduccin es nuestra. Ibid., pg. 24.

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    versidad se encuentra aqu, demostrando su presencia con losademanes que le han sido propios, con su voz . . . ; sus recuer-dos felices regresan, sus obsesiones se apaciguan. Mirar haciaatrs y mirar hacia adelante para descubrir un sobresaltoque no curar ya la vida por vivir, aunque hipotticamentepueda hacerlo la escritura por escribir. La recuperacin deltiempo a partir de un paralelismo entre el tiempo de la vida,y el tiempo de la escritura, obliga a Rousseau a aferrarse aalgo ritual, algo que retarde el desenlace de sus das.

    Desde otra perspectiva, el reiterado nfasis de Rousseauen declarar su sinceridad, podemos afirmar que se propo-ne en el fondo estrechar el marco de su individualidad, paraque no lo confundan con otros, para que entre l y su escriturahaya un nico vehculo de verdad. As, la sinceridad traza,antes que con Dios, la confrontacin con su individualidad,cuya tarea consiste en configurar un bosquejo de s mismo,de su personalidad. El lector tiene ante la autobiografa, eneste sentido, el compromiso de condescender, de tolerar ladiferencia del otro, porque al distinguirlo como tal, comoindividuo, recoge su vida como contenido, ya en los trminosde un problema, ya en los de la intriga de una vida. Entre-sacado de las Confesiones, miremos en palabras del propioRousseau, cmo se combinan estos dos elementos que hemosresaltado: sinceridad e individualidad:

    Si, llegando a las consecuencias dijese: "Tal es mi carcter", po-dra creer el lector que lo engao, o por lo menos que me engao;pero detallndole con simplicidad todo lo que me ha ocurrido, todolo que he hecho, todo lo que he pensado, todo lo que he sentido, nopuedo inducirle a error, a menos que no lo quiera y ni an querin-dolo podra de esta manera conseguirlo con facilidad r2.

    El objeto propio de mis confesiones es hacer conocer exactamentemi interior en todas las situaciones de mi vida. Es la historia de mialma la que prometo y para escribirla fielmente no tengo necesidadde otras memorias: me basta, como he hecho hasta aqu, con entrardentro de m13.

    bid., pg. 101.11

    Ibid., pg. 160.

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    En la preocupacin por no ser mal entendido, por supe-rar las dificultades inherentes a la determinacin de recontarla vida, Rousseau vuelve cclicamente sobre los primeros tr-minos de la propuesta, practica continuos reinicios en los quedefiende su honestidad y su compromiso con la verdad. Esterestituir en la escritura los trminos ticos expone mltiplesdificultades propiamente autobiogrficas que empiezan porla idea de la lucha contra las globalidades de la memoria ycontra las tentaciones de la mentira.

    Rousseau interpone el recurso tico de la "verdad", laexactitud, la franqueza, porque en su intencin est redon-dear la historia de sus das y dejar constancia, pero enrealidad escenifica ante el lector el sntoma de la necesidadde reconocerse y nombrarse de manera infatigable; la escri-tura sobre el Yo comportar as su propia teora de la verdad,la cual consistir en la liberacin de los artificios moralesque doman la accin en distintos momentos de la vida;cuando el Yo individual es uno y mltiple al mismo tiempo,y cuando se escribe sobre l no es seguro que se consigaalcanzar con claridad. Desde el momento en que Rousseaudecide exponerse entra en una suerte de juego peligroso enmedio de un proyecto autobiogrfico con el que desea expo-ner a su vez un nuevo orden de ideas y valores.

    En esa combinatoria que se establece entre el recuerdoy la cronologa de los eventos de la vida, desde un planopropiamente humano, las Confesiones de Rousseau exponenlas enormes dificultades de la memoria. El "reencuentro" conlos distintos momentos de la vida, as como la bsqueda dedefinicin afirma el magnfico esfuerzo del autor, el encuentrocon la escritura torna las Confesiones de Rousseau en un pro-yecto complejo e intrincado, cuyos pormenores pueden noradicar exclusivamente en la memoria sino ms bien en lalocalizacin del ojo activo de la escritura en las tensiones ylas dudas propias de la intriga que movilizan en l formascomo el placer y el pensamiento crtico.

    En el sealamiento de personajes que interactan con elpersonaje central de las Confesiones, se consolida de manera

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    intensa la intriga de lo autobiogrfico. En el doble juego,doble registro histrico-literario, la intriga surge como factorde la vida humana, el cual consiste para Rousseau en entraren contacto, en ponerse en juego y distinguir a la distancia,despus de pasados los aos, las diferentes tendencias de loseventos. Este elemento, que puede no ser central en otrasautobiografas, es en ROUSSEAU esencial, y acta en sus Con-fesiones bajo un doble propsito:

    La misma sociedad de la que se resiente y de la quese manifiesta tan incomprendido es, bajo una segunda mirada,su gran propsito, pero bajo los preceptos de la intriga.

    El lector est llamado en las Confesiones a restablecerlos vnculos existentes entre la narracin y la vida a partirde elementos ambiguos que lo mueven a asumir la primeracomo una ficcin ms, pero en los trminos de un Yo.

    La escritura de Rousseau nos vuelve, de otro lado, sobresus coherencias ms profundas, una de las cuales consiste enlas reiteradas alusiones a la msica; su autobiografa es en estesentido redefinible a cada momento segn una decisin quepretende no ser arbitraria en la medida en que resume elproyecto de la vida misma. Y la msica gana esta distincin,como sabemos, por encima de la poltica, la literatura yotros intereses, otros afectos, otros temores del autor que, sifuesen retratados desde fuera, es decir, desde una biografa,cobraran sin lugar a dudas mayor relevancia.

    Es la msica la que establece un vnculo entre el pasadoy el presente, la que restituye a la memoria su calidad deespontnea; mientras los otros recuerdos se difuminan comosi no constituyeran autnticos sealamientos del pasado, lamsica triunfa y acompaa al personaje de las Confesionesa lo largo del tiempo. Pero aludir a la msica no representauna mencin desnuda, por el contrario, la msica recoge lasdiversas emociones: los momentos apacibles, las irrupcionesde violencia, las tensiones y las culpas, como un teln defondo, como una segunda escritura que estructura la vida.Involucrada con los primeros recuerdos, con las cancionesde su ta Suzon, en las Confesiones se efectan apreciaciones

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    profundamente reveladoras de un espritu sensible que se desa-rrollar a despecho de las enormes contingencias y dificultadesde la vida. ROUSSEAU comenta:

    Estoy persuadido de qite le debo la aficin, o ms bien, la pasinpor la msica, que no se desarroll bien en m hasta mucho tiempodespus ( . . . ) . El atractivo que su canto tena para m fue tal, queno slo varias de sus canciones se me quedaron siempre en la memo-ria, sino que vuelven a m, hoy que la he perdido y que, totalmenteolvidadas desde mi infancia, las recuerdo a medida que envejezco,con encanto que no puedo expresar. Dirase que yo, viejo caduco,rodo por las preocupaciones y las penas, me pongo algunas veces allorar como un nio, al cantar esas canciones con una voz cascaday temblorosa?14.

    Como instrumento de la conciencia, la msica propor-ciona el recurso para sealar los cambios ms relevantes enla vida del personaje, hasta llegar a configurarse, digamos,en un elemento 'dominante' que enlaza los distintos momen-tos. Jean Starovinski afirma que "toda autobiografa, aunquese cia a pura narracin, es una autointerpretacin"w quecorrobora la gravedad de los elementos nombrados, aprecia-cin que seala en las Confesiones a la msica como 'deto-nante' crtico a partir del cual interpretar; asimismo, en loscaptulos XIII y XIV del Ensayo sobre el origen de las len-guas, en que habla de la meloda y de la imitacin musical(1781) la distincin entre 'meloda' y 'armona' seala ladesnaturalizacin de la msica por efecto de la convencio-nalidad armnica, comentario que puede derivarse a otrasdesfiguraciones de lo natural: la voz por la escritura; la li-bertad por la propiedad, etc.

    En las Confesiones podemos distinguir, entre otros, unmomento que vincula la msica con autnticas transforma-ciones de la vida de Rousseau; en el Captulo IV aludea su gran pobreza en el momento de su llegada a Lau-sanne, donde acudi a contemplar el hermoso lago; su des-

    w JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Confesiones, ed. cit., pg. 8.

    15 JEAN STAROVINSKI, La relacin crtica, Madrid, Taurus, 1974, pg. 67.

  • T H . LTV, 1 9 9 9 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 897

    ventura y extraeza se compensan en aquel momento conel recuerdo del virtuoso msico Venture de Villeneuve, ycon el propsito de seguir su ejemplo, para lo que determina:"se me meti en la cabeza hacer en Lausanne el pequeoVenture, ensear la msica que no saba y decir que era dePars, donde nunca haba estado"16. Este episodio, si biensecundario en la vida de Rousseau, resulta central en susConfesiones por el doble compromiso de afrontar la aventurade presentarse como msico sin serlo, pero tambin por lasimplicaciones que tendra suplantar su nombre y otras deter-minaciones de s mismo por las de un msico:

    Parisiense de Ginebra escribe, y catlico en pas protestante,cre que deba cambiar mi nombre lo mismo que mi religin y mipatria. Me aproxim a mi gran modelo tanto como me fue posible.l se llamaba Venture de Villeneuve; yo hice el anagrama del nombrede Rousseau, convirtindolo en el de Vaussore, y me llam Vaussore deVilleneuve17.

    En adelante Rousseau ser musiclogo, revisor de lanotacin musical, redactor de los artculos de msica parala Enciclopedia, compositor de peras, etc.

    Finalmente, la msica guarda con la autobiografa la nodesdeable coincidencia de pertenecer a la memoria, de no te-ner mayor evidencia que una interpretacin fugaz a travs dela cual recuperar su intensidad; memoria de la memoria, lamsica en Rousseau seala, antes que un contenido ms, unrecurso metodolgico a travs del cual reencontrar la emociny la gravedad de los distintos momentos.

    3. EL 'CORPUS' DE NIETZSCHE COMO AUTOBIOGRAFA

    El debate con Jacques Derrida llevado a cabo en Montrealen 1982 bajo la direccin de Claude Levesque y Christie V.Me Donald, denominado L'oreille de l'autre, Autobiographies,

    1 6 JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Confesiones, ed. cit., pg. 85.

    " Ibid., pg. 86.

    13

  • 898 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999

    transfers, traducons, apunt a la evaluacin de lo autobio-grfico en Friedrich Nietzsche18. La aproximacin de Derridaal problema de la autobiografa difiere de las posiciones tra-dicionales en la medida en que se aplica al orden de la graf,segn la cual dos formas de desapropiacin son consustan-ciales: a) el problema del lenguaje, y b) el problema del suje-to. El texto autobiogrfico es un artefacto retrico que lejos de"reproducir" o "crear" una vida produce su desaparicin,tema central planteado a su vez por PAUL DE MAN en Allegoriesof Reading (1979) y en The Rhetoric of Romanticism (1984).Para Derrida la autobiografa no se confunde de ningunamanera con la vida del autor, ya que las palabras no puedencaptar el sentido total del Ser.

    A partir de la autobiografa entendemos cmo no existemanera de sustentar tericamente ni lo "interior" ni lo"exterior" del texto, accedemos a una serie de desapropiacio-nes, desajustes, desfiguraciones operadas entre texto y refe-rencia. Derrida plantea, de otro lado, que la autobiografaes firmada por alguien que respalda el pensamiento del"eterno retorno" planteado por Nietzsche, en la medida enque dicho pensamiento es selectivo y no repite lo idntico,sino una relacin diferencial de fuerzas afirmativas de lascosas. Lo autobiogrfico tiene la forma de un retorno, es decir,de alguna cosa que no puede ser simplemente un volver arecorrer lo transitado al margen de lo afirmado y lo selecto.

    El acto selectivo, el devenir activo que postula el "eternoretorno" hace de la autobiografa un testimonio firmado yrespaldado por un nombre, no una reconstruccin bsicay relativamente fiel de una vida. La firma representa, a esterespecto, el reconocimiento del Yo traspuesto, un Yo hechopalabra, un Yo afirmado pero a la vez fragmentario y ambi-guo. Si el 'retorno' es selectividad del Yo en el interior deltexto, la firma es su afirmacin, su deduccin precisa y

    18 Posterior al coloquio, Derrida dio a la publicacin una versin

    revisada y aumentada bajo el ttulo Autobiographiet. L'cnseignement deNietzsche et la politique du nom propre, Paris, ditions Galilc, 1984.

  • TH. LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 899

    duradera; el "eterno retorno", tal como lo describe el propioNietzsche, cura los vacos de incomprensin del individuo,renueva su tiempo y su dominio, en tanto que la 'firma'representa el compromiso de su afirmacin.

    Derrida resalta, de otro lado, en su motivo de lo 'auto-bio-grfico', la parcializacin necesaria de las secuencias dela vida del autobigrafo para que el lector asuma o analogiceen su lectura las partes por el todo; se trata, en su considera-cin de Nietzsche, de la 'Oreja' invocada por ste en EcceHomo; Oreja que es propiamente el texto, las afirmacionesdel texto a travs del lector. "La oreja del otro firma por m,me dice, constituye mi Yo autobiogrfico", es una declara-cin, digamos, conjunta de Nietzsche y de Derrida decidida-mente recurrente que invocamos ahora una vez ms parareconocer cmo el Yo pasa a travs del Otro, a travs de laOreja, dando lugar a la efectiva posibilidad de lo autobio-grfico. El Otro, el lector, firma y afirma finalmente por elprimero, por Nietzsche, comprometiendo su propio Yo enun acto solidario y responsable que da curso al devenir. Deotra forma lo autobiogrfico carecera de autntica proyeccin,sera simple ficcin que libera al lector del compromiso deescuchar.

    La crtica relacionada con la aproximacin al texto auto-biogrfico lleva por su parte a Paul de Man a plantear al"lector" como subgnero reflejado en l; de Man proponeuna distancia y una jerarqua que distingue el texto y sudiscurso crtico dentro y fuera del texto, reconociendo elerror bsico en el que ha incurrido la crtica al considerarla autobiografa como el producto mimtico de un referente.Slo penetrando en la estructura retrica del texto autobio-grfico se descubre la ilusin de referencialidad engendradapor el recurso mimtico del mismo. La estructura retrica(o tropojgica) del texto autobiogrfico se asemeja a la es-tructura de todo conocimiento; es as como al profundizaren su estructura especular imparte conocimiento no sobre unsujeto sino sobre un texto que representa un Yo; constituidopor un discurso que no llega a dominar completamente, l

  • 900 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999

    autobigrafo afecta su testimonio con una cambiante e ina-sible seleccin de eventos.

    Pasando a Ecce Homo, de NIETZSCHE, advertimos a pri-mera vista que lo autobiogrfico se encuentra all, de manerams pronunciada, ante el compromiso de ratificar a su "autor";cuestin crucial que decide afirmar a ste como sujeto (comodesafo, como Voz), se trata del deslumbrante comienzo:

    Como preveo que dentro de poco tendr que dirigirme a lahumanidad presentndole la ms grave exigencia que jams se le hahecho, me parece indispensable decir quien soy yo. En el fondo seralcito saberlo ya: pues no he dejado de "dar testimonio" de m. Masla desproporcin entre la grandeza de mi tarea y la pequenez de miscontemporneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que nime han odo ni tampoco me han visto siquiera. Yo vivo de mi propiocrdito; acaso es un mero prejuicio que yo v ivo? . . . Me basta hablarcon cualquier "persona culta" de las que en verano vienen a laAlta Engadina para convencerme de que yo no v ivo. . . En estas cir-cunstancias existe un deber contra el cual se rebelan en el fondo mishbitos y ms an el orgullo de mis instintos, a saber, el deber dedecir: Escuchadme!, pues yo soy tal y tal. Sobre todo, no me con-fundis con otros!19.

    Concebido el 'autor' como quien autoriza y es responsablede un texto en la medida en que pone en circulacin ciertosdiscursos en el interior de una sociedad, todas las formas deestos discursos circulan con bastante independencia respecto ala personalidad e incluso a la autoridad del escritor. Pero enNietzsche la afirmacin compleja entre vida y escritura sepropone romper cualquier tipo de ambigedad inherente asu 'firma'; la tutela autoral de Ecce Homo est medida porel nombre propio y por la firma. Ecce Homo se auto-asumey prev en su conjunto la efectiva distincin y exaltacin delYo; las frmulas a travs de las cuales se anuncian los captulosdel libro son, en este sentido, el respaldo de dicho proyecto:"Por qu soy tan sabio", "Por qu soy tan inteligente", "Por quescribo tan buenos libros", El nacimiento de la tragedia, Las

    1 9 PRIEDRICH NIETZSCHE, Ecce Homo, Madrid, Alianza Editorial, 1994,

    pg. 15.

  • T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 901

    Intempestivas, Humano, demasiado humano, Aurora, La gayaciencia, As habl Zarathustra, Ms all del bien y del mal,Genealoga de la moral, Crepsculo de los dolos, El casoWagner, Por qu soy un destino. En cada caso se trata deuna deliberada afirmacin (y exigencia) de un Yo escrito,vivido y dimensionado como un 'destino'.

    Anota Nietzsche: "Convert mi voluntad de salud, devida, en mi filosofa"20, en esta relacin de la autobiografacon el cuerpo, que podemos tomar en el sentido ms literalcomo el equilibrio deseado entre salud y pensamiento, haysin embargo una correspondencia etimolgica implcita entreel 'corpus' de una obra y el cuerpo de una persona. Y si lavoluntad de salud es en Nietzsche propiamente la vida, tam-bin la filosofa es salud, es decir, condicin de la vida, talcomo se recoge de la siguiente afirmacin: "Recobrar lasalud significa en m una serie larga, demasiado larga de aos,tambin significa a la vez, por desgracia, recada, hundi-miento, periodicidad de una especie de dcadence"2. Pero aqu salud alude Nietzsche, que nos ha familiarizado a lolargo de su obra con un tratamiento de la moral en trminosde 'salud' o 'enfermedad', y de las religiones en trminos de'higiene'? Probablemente es directa la alusin a los padeci-mientos del cuerpo, a las torturas del dolor, las jaquecas, etc.,pero no deja de ser menos cierta una precisin en torno a ladificultad y a la larga cadena de aos que conlleva el esfuerzopor conseguir el vigor moral deseado, la salud necesaria paraemprender tareas de alta sensibilidad e inteligencia, a fin deconfigurar el 'corpus' de su pensamiento, en fin, para desplazarel corpus acadmico a la vida. Partiendo de esta doble distin-cin, no deja de resultar inquietante que Nietzsche sealeen el numeral 8 del apartado. "Por qu soy tan sabio", losiguiente:

    Me es lcito atreverme a sealar todava un ltimo rasgo de minaturaleza, el cual me ocasiona una dificultad nada pequea en el

    2 0 Ibid., pg. 24.

    2 1 Ibid., pg. 23.

  • 902 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999

    trato con los hombres? Mi instinto de limpieza posee una suscepti-bilidad realmente inquietante, de modo que percibo fisiolgicamentehuelo la proximidad o qu digo? lo ms ntimo, las "visceras"de toda alma... Esta sensibilidad me proporciona antenas psicolgicascon las que palpo todos los secretos y los aprisiono con la mano: yacasi al primer contacto cobro consciencia de la mucha suciedadescondida en el fondo de ciertas naturalezas, debida acaso a la malasangre, pero recubierta de barniz por la educacin22.

    En esta afirmacin se pone de manifiesto que el encuen-tro con los dems es un asunto de 'visceras', de sentir o nonusea en su presencia, de percibir su hedor, desplazando arepresentaciones eminentemente fisiolgicas las observacionesrelacionadas con la moral y con el pensamiento de esas perso-nas. Como buen heterodoxo, Nietzsche reconoce con la sim-ple percepcin los miasmas del pensamiento decadente; suproyecto intelectual ha alcanzado formulaciones somticasque declaran la profunda coincidencia de su obra (su 'corpus'),con lo que el cuerpo aporta a la misma. Casi diramos queno se precisa la razn para discernir, basta con oler, de estamanera la razn se guarda para los mejores embates, los quea lo largo del proyecto nietzscheano se proponen echar atierra los valores que, agotados, continan actuando y desfi-gurando la autntica voluntad; la mxima comprensin filo-sfica de Nietzsche, dirigida tanto al cuerpo como al 'corpus'de una filosofa occidental ajena ya a la autntica compren-sin de la vida.

    Ms adelante, en el apartado "Por qu soy tan inteligente",Nietzsche adelanta una serie de precisiones acerca de suscostumbres alimentarias, en una clara implicacin, una vezms, con la salud espiritual: "Una inercia intestinal, anmuy pequea, convertida en un mal hbito, basta para hacerde un genio algo mediocre, algo alemn"23. La lnea quepuede separar la vida de un autor de su obra, en qu tr-minos debe debatirse entonces?, en trminos de inters?,

    2 2 ibid., pg. 33.

    2 Ibid., pg. 39.

  • T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 903

    de conciencia?, de estrecha vinculacin?, de impostura?Esta difcil opcin queda planteada a partir de Nietzsche, oen otro sentido, por qu aceptamos que Ecce Homo es unaautobiografa?, por qu no establecemos distancia entre lavida emprica de Nietzsche y este ejercicio de resea de supropia obra?; estamos aceptando los vnculos entre la viday la obra en trminos de causa o en trminos de finalidad?De la vida de Nietzsche sabemos realmente poco, ste nonos la cuenta, se la reserva para s mismo, pero a cam-bio nos seala algunas cosas importantes como:

    "Descontado, pues que soy un dcadent, soy tambin suanttesis" 2 \

    "Yo mismo, adversario de rigoeur [de rigor] del cris-tianismo, estoy lejos de guardar rencor al individuo por algoque es la fatalidad de milenios"25.

    "Yo negu muy seriamente mi voluntad de vida acausa de la cocina de Leipzig, simultnea a mi primer estudiode Schopenhauer (1865)" 2\

    Qu es lo que yo quiero en realidad de la msica. Que sea jovialy profunda, como un medioda de octubre. Que sea singular, traviesa,tierna, una pequea y dulce mujer de perfidia y de encanto.. .27.

    Falta en m todo rasgo enfermizo; yo no he estado enfermo nisiquiera en pocas de grave enfermedad; en vano se buscar en mi serun rasgo de fanatismo. No se podr demostrar, en ningn instante demi vida, actitud alguna arrogante o pattica2*.

    "Yo soy el primer inmoralista: por ello soy el aniquiladorpar excellence".

    24 Ibid., pg. 23.

    2 Ibid., pg. 32.

    28 Ibid., pgs. 36-37.

    2* Ibid., pg. 48.

    28 Ibid., pgs. 53-54.

    29 Ibid., pg. 125.

  • 904 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . UV, 1999

    Estas y otras afirmaciones que comprometen al Yo, queaportan elementos para la comprensin de su realidad, debenser necesariamente autobiogrficos salva vertate; a partir deellos las elaboraciones complementarias no marcarn ms quela intencin de la autobiografa, que en el caso de Nietzscheest lejos de constituir como tal una confesin; acometeEcce Homo como la declaracin de una exigencia, rom-piendo con la tradicin de siglos que recomendaba lahumildad para hablar de s mismo. En Ecce Homo no hayproyecto ejemplar, sino controversia, demanda, por eso laenorme economa de alusiones a la propia vida, episodios quedistorsionaran la efectiva visin del personaje, que distancia-ran el desafo de ensear las altsimas dificultades y losaltsimos mritos de hacer de la vida un 'corpus', una filosofaque se ha propuesto la menuda tarea de reformular las msacendradas hiptesis de Occidente.

    Pasando a otro comentario, en un gesto apenas conse-cuente con la propuesta autobiogrfica, Nietzsche nos re-construye la doble lnea genealgica de su vida. La filosofaclsica romana nos haba dejado ya en este sentido unade las condiciones autobiogrficas ms complejas, cuando elemperador MARCO AURELIO reconoce en sus Meditaciones pasoa paso y uno a uno los favores recibidos del ejemplo y laenseanza de sus progenitores, preceptores, allegados y ami-gos. Este elemento, que torna profundamente complejo elpropsito de dar cuenta de la propia vida, seala las distintasinfluencias y nos pone en el serio compromiso de reconoceren el caso de Nietzsche la gravedad de las influencias, todavez que vincula su pensamiento y su vida con un troncode familia en repetidas afirmaciones que van ms all deun vaco gesto retrico. En el mismo sentido, no tan ordenadocomo Marco Aurelio, JEAN-PAUL SARTRE recoge en su auto-biografa Palabras el infinito contraste que se presenta entrela ilusin del nio y el orden y los presupuestos de los adultos,continuos eventos de desfiguracin, sumatoria de indicios quesealan al nio como manipulador y vctima de las fijacionesy moldes de los adultos. Pero en el caso de Nietzsche este

  • T H . Lrv,1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 905

    aspecto se resalta como uno de los elementos ms revela-dores y determinantes de su vida y, por supuesto, del deve-nir de su obra, debido a la manera como nos presenta tantoa su padre, de quien recoge todo lo sublime y noble, como asu madre y a su hermana, en cuya vulgar y mortal red sesiente atrapado:

    Considero un gran privilegio haber tenido el padre que tuve:los campesinos a quienes predicaba pues los ltimos aos fue pre-dicador, tras haber vivido algunos aos en la corte de Altenburgodecan que un ngel habra de tener sin duda un aspecto similar. Ycon esto toco el problema de la raza. Yo soy un aristcrata polacopur sang [pura sangre], al que ni una sola gota de sangre mala sele ha mezclado, y, menos que ninguna, sangre alemana. Cuando buscola anttesis ms profunda de m mismo, la incalculable vulgaridadde los instintos, encuentro siempre a mi madre y a mi hermana, creerque yo estoy emparentado con tal canaille [gentuza] sera una blasfe-mia contra mi divinidad30.

    Como debera hacerlo todo autobigrafo, Nietzsche buscala anttesis; antes que resolver su autorrepresentacin entrminos eminentemente narrativos, busca la anttesis paranombrar desde un principio la diferencia que existe entreescribir en homenaje a un muerto (su padre) y escribirpara los inescrupulosos ojos de los vivos (su madre y su her-mana), seres de doble moral, incapaces de catapultar su inde-cencia para atender no ya a la voz de su hermano y su hijo,sino a la de Zarathustra, a la de Dionisio.

    La complejidad de la denuncia de Nietzsche al calificara su madre y a su hermana en esos trminos radica, de otraparte, en lo que l denomina 'la pequenez de sus contempor-neos' que, como afirma en su prlogo a Ecce Homo, se tratade personas que "ni me han odo ni tampoco me han vistosiquiera". Lo hemos visto?, esa es nuestra pregunta, osencillamente lo hemos transformado en una referencia mspara el alegato acadmico, rido y analtico de la filosofa?

    3 0 ibid., pg. 25.

  • 906 JUAN MANUEL CUARTAS RESTREPO T H . LIV, 1999

    4 . DOS PALABRAS PARA EL Y O

    Despus de lo visto, sobra decir que la determinacindel Ser como presencia, la derivacin del Yo como conciencia,son los principios de la autobiografa, que si entre el Ser yel Yo median conciencia y presencia, el primero acta desde elreconocimiento de su huella en el tiempo.

    El Yo engloba, de otro lado, la conciencia crtica delsujeto, tanto como la historia de su propio cuerpo; un Yo queno existe ms que en el cuerpo, desde donde traza su huellaen el tiempo. La autobiografa, no cabe duda, salvo contadasexcepciones conserva tcitas las referencias a la identidad(corporal?) del Yo para insistir a cambio en la descripcinde otras derivaciones de la conciencia crtica. El Yo se go-bierna y se representa, y en orden a ello surge como 'otredad'y se define entonces en relacin con el arte, la tcnica, la ley,las instituciones, la sociedad, etc.

    El sentimiento del Yo como sujeto deviene del actomotivado de meditar acerca de la vida; el sentimiento delYo como sujeto arriba a la conciencia cuando se han apro-piado las delimitaciones de familia, provincia y credo; elsentimiento del Yo como sujeto es una concrecin de dichasdelimitaciones, la adscripcin al orden y al sentimiento inme-diato de la vida. La conciencia del Yo sigue entonces uncurso, una evolucin; se metamorfosea como un anfibio, re-formula su programa y revisa su historia.

    Representarse como Yo puede ser, de otra parte, unproceso, un herosmo, una dificultad, un asombro, pero tam-bin una consigna; no es sencillo el tema de su origen, susfronteras, sus abismos, su acomodacin frente al espejo, susilencio, sus lenguajes. El Yo personaje en la autobiografa,llammoslo as, es absorbente y obsesivo, no da tregua, desen-vuelve la historia, ocupa la escritura; cada cosa nombrada hablapor l . . . En este sentido, hay un acto de reivindicacin socialdel individuo que se realiza en el texto literario escrito enprimera persona, ms concretamente, en la autobiografa;reivindicar: reclamar una cosa que pertenece a uno pero que

  • T H . LIV, 1999 AUTOBIOGRAFAS COMENTADAS 9 0 7

    est en manos de otro. Pero, qu es aquello tan personalque est en otras manos?, de qu bsqueda se trata eneste caso ?, de qu derecho ?: La identidad ?, la dignidad ?,la pertenencia a un espacio personal a travs del cual sereconocen las funciones cumplidas como involucradas en unahistoria? Reivindicarse escribiendo sobre s mismo puede sig-nificar liberarse de la opinin, un acto complicado porque noexisten instancias puras del Yo a las que se pueda aspiraral margen del ejercicio social; hablando con franqueza,consigo mismo se reconoce que la reivindicacin es siempreun evento posterior (anacrnico), una reaccin para recon-quistar la dignidad lastimada por la historia, martirizada porla envidia, la violencia y el rencor. En la autobiografa estimplcito entonces un reclamo violento de s mismo, el embatedecidido por reconocerse en un Yo que se cultiva a pesar delas apariencias.

    La contingencia que reclama el acto de decir: "S" alconjunto del Yo y de la palabra es el indicio mismo de la'auto-bio-grafa'; quedando de lado las ambigedades propiasa los tipos de relacin posibles entre la palabra y la existencia.La muerte, la locura o la vejez devienen en la autobiografapropiamente la alborada de la escritura; as escribe Nietzschesu Ecce Homo antes de caer en la locura.

    "Se me ha entendido? Lo que me separa, lo que mepone aparte de todo el resto de la humanidad es el haberdescubierto la moral cristiana ( . . . ) .

    Se me ha entendido? No he dicho aqu ningunapalabra que no hubiese dicho hace ya cinco aos por bocade Zarathustra ( . . . ) .

    Se me ha comprendido? Dionisio contra el Cru-cificado..."81.

    Y Rousseau, al trmino de su vida, deja en sus Ensoa-ciones del paseante solitario, una semblanza semejante:

    3 1 FRIEDERICH NIETZSCHE, Ecce Homo, ed. cit., pgs. 129-132.

  • 908 JUAN MANUEL CUARTAS RBSTREPO T H . LIV, 1999

    Heme aqu, solo sobre la tierra, no teniendo ms por hermano,por prjimo, por amigo, por sociedad que yo mismo. El ms sociabley el ms amante de los humanos ha sido proscrito por un acuerdounnime. Ellos han buscado en los refinamientos de su odio qutormento puede ser ms cruel a mi alma sensible, y han rotoviolentamente todos los vnculos que me ataban a ellos. Yo he amadoa los hombres a pesar de ellos mismos32.

    A partir de estas declaraciones se da paso entonces a la'auto-bio-grafa', se rompen los lmites; los dos filsofos sevuelven sobre s al final de la jornada, en una suerte desoledad fundamental que los acoge; all se reconocen a travsde sus fragmentos de cosa vivida... Ha surgido el 'Yo'metafsico que se desprende de s mismo y est a punto decontarse su vida.

    JUAN MANUEL CUARTAS R.

    Universidad del ValleDepartamento de Filosofa.

    3 2 JEAN-JACQUES ROUSSEAU, Les revertes du Promeneur Solitaire, Ed.

    cit, pg. 19. La traduccin es nuestra.

  • LMINA XII. Don Ramn recibe, de manos del presidente de la Repblica,doctor Julio Csar Turbay Ayala, el diploma ijue lo acredita como

    Miembro de Nmero de la Academia Colombiana de la Lengua, en 1982.

  • LMINA XIII

    En Guadalajara, Mxico, cuando recibiel Doctorado Hanoris Causa,en Filosofa y Letras, por la

    Universidad Autnoma de Guadalajara,en 1985.

    LMINA XIV. En el Club de Ejeculivos, en mayo de 1991,con Ada Martnez de Cansosa y Ricardo Hochleilner.

  • LMINA XV. Al centro don Ramn rodeado de algunos colombianislas estadounidensesy de escritores colombianos, el 9 de agosto de 1991, en la Fundacin Santillana para Iberoamrica.

  • LMINA XVI. El 2 de septiembre de 1991, en la Academia Colombiana de la Lengua,despus de la posesin de don Ignacio Chaves Cuevas.

    director del Inslituto Caro y Cuervo, como Acadmico de Nmero.Al centro don Ramn, de izquierda a derecha doa Carmen Vlez de Zubiria,

    don Ignacio Chaves, Lcides Moreno, Nicols del Castillo, su esposa Paulina Piedrahita,Eliska Krausova, esposa del director del Caro y Cuervo, y Fernando Gonzlez Cajiao.

  • III. LINGSTICA

  • CampoTexto: THESAURUS. Tomo LIV. Nm. 3 (1999). Juan Manuel CUARTAS RESTREPO. Jean-Jacques ...