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IDEA GENERAL DE R. ~AGNER Y St1S Ol3~AS

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GRAN TEATRO DEL LICEO .{LOS

SRES. PROPIETARIOS Y ABONAOOS

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Temporada teatral de 1901 a 1902

BARCELONA H rJos o¡;; J. JEPús, lMPRE~ORES

Notariad<>, 9 190 1

IDEA GENERAL DE R. ~AGNER Y SUS Ol3~RS

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tl ~Nill~ ~tl Nmtl~Nb~ ÜRSEQUIO DE LA EMPRESA

GRAN TEATRO DEL LICEO A J.OS

SRES. PROPIETARIOS Y ABONAOOS

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Temporada teatral de 1901 a 1902

BARCELONA HIJOS DE J. JEPÚS1 lMP~ESO~ES

Notarindo, 9 1901

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~' ~ • A vida dc W agncr es clocuente testimonio de que el genio acaba siempre por abrirse paso

~ ~~ en todas partes. Kacido en Lcipzig, el 22 de Mayo de

1813, huérfano cle padrc desde su tierna infancia y educada, con especial cariño, por su padrastro, que fué pintor, actor y autor, a la Yez, CObrÓ a \'CfSÍÓn ¡quién lo dijera! a los estudios musicales y cultiYÓ, con afan, la literatura. A los once años, atraído por las obras de Esquilo, Sófocles y Shakspcarc, que es ad­mirable comprencliera, imaginó el proyecto dc un gran drama en que todos los personajcs muricran; este gigantesco plan le prcocupó durantc largo tiempo.

Habiendo recibido con postcrioridad impresiooes de \o\~eber y oído las sinfonías dc Beethoven, se reveló su potencia musical: desdc cntonccs solo pensó en la música, apren.clicndo la harmon[a bajo la dirección de vVeinbg.

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Sus primitiYas aficiones le permitieron, en esta es única, escribir la letra ó argumento de todas sus obras líricas) y entre dificultades y escaceses, pasando tcm­poradas dedicada a )a política, que Jc Ya}ÍÓ ser deste­rrada dc su patria, fué componiendo sucesiYamentc, sin contar con muchos otros trabajos de menos impor­tancia, q nc seria prolijo enumerar: Las Nupcias. ópera cuyo manuscrita destruyó él mismo porquc ~u argumento dcsagracló a su hermana; Las H adas, pri­mer cn..c;ayo clc fundir la poesia y la música: La Novi· cia de P alermo, q uc gozó una sola representación en Magdeburgo, pues el pública ]a acogió con espantosa silba; Rienzi , estrenada en Dresc1e, en dondc fué bicn recibic1a; El buque fantasma, en cuya ópera a parc· cieron ya los leitmotivs ó moti,os característicos que simbolizan a cada pcrsonaje ) se desarrollan según las circunstancias dc la obra, conservando su sella ori­ginaria; el Tanhauser, y el Lohengrin, representa­das en Dresdc y en \Yéimar, respecti\·amentc, la segun­cla con éxito asombroso baja la inteligente dirección.

dc Liszt. Este resultada )e animó a 1le\·ar a cabo su ideal,

''arias veces por él acogido y recbazado: aprovcchar la leyenda del Nibelwzgenlied para su célebrc Trilogia, el gran drama lírica titulada El Anillo del Nibelungo, en el cual realmente murren todos los pcrsonajcs, que cscribió con intermHencias, durante las que dió a l uz Tr istan é Ysol~a, que "'él vivió~, según fcliz ira­sc dc uno dc los biógrafos cle \Vagner; Los maestros cantores de Nuremberg, su única comcdia musical, y, finalmcntc, El P arsifal , epopeya humana en que

-S-el Bien fué traida a la tierra por la Yirtud de un Hombre di,•ino.

-:\o olvidó en ninguna de sus óperas los efectos mu­sicales, ni los dramaticos, ni los cscénicos, contribu­yendo poderosamente de esta suertc también al ade­lanto del alie e...c:cenografico.

Un solo reproche se hace a \\"agner por los que toda·da no se han clejado seducir por sus bellezas: de­terminados trozos dl: sus ópcras, dicen, rcsultan exce­SÍ\'amente largos: pera a esto contestan SUS cntusiastas que en ellas nada sobra ni es rcdunclante, y que esa aparente languidez es gencralmcntc simple consecuen­cia de ejecución mala ó imperfecta.

El P ar s ifal, por excepción, sc representa solo en \\r ayreuth, teatro cuya construcción, protegida por el rey Luis li de BaYiera y una Socicclad filarmónica, que la fundada por Crickboom en Barcelona rccuerda, dirigió el propio \\Tagncr. Xo satisfccho con crear sus obras, quiso crear tarnbién el local capaz para ejecu­tarlas debidamente.

Toda\'ia tuvc ticmpo para cscribir mucho en de­fensa de sus criticadas producciones.

Xo pudo hacer mas, ni cupo que mas hicü¡ra ese hombre extraordínario.

El Parsüal, la ópcra calificada de capoteosisl> del Maestro y de «Última y mas poderosa rayo de un sol próximo a su ocaso )') ' fué disfrutada en sus primicias cxclusi"amente por los micmbros dc la Sociedad refe­rida, la Allgemeiner R . H'agner Verein, a los que, como muestra de gratitud, se reservaran sus dos pri­meras representacioncs.

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-G-Sintiéndose morir, \\Tagner ma¡-chó a Italia, insta­

landose en Yenecia, en el pa1acio Vend1'amini, para pasar el invicrno en que terminó su azarosa ,•ida, pues murió el 13 dc Febrero de 1883, tan discutida como después admirado.

Su sepulcre se balla en Bayreuth. Sobre él sc Iee, esculpida en marmol, una sola palabra, tancorta corno exprcsiva:

WAGNER Hacer grata y respctable su memoria es honrar al

artc en una de sus mas sublimes manifestaciones.

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Eh llNiúhO DEh NIBEhUNGO --~--

Esta obra colosal esta compucsta de cuatro clramas musicales. El primero, que no es mas que una Í11iro ­

ducdón, representa el comienzo dc la eclad heroica del Norte; la fundación del poder c.lc los hérocs divinos, de los dioses guerreres. Su historia es el objcto de las otras partes de la Trilogia; esa historia termina con la pér­clida de los Dioses y la dcstrucción de su poder por el rcino del bombre. que rcempla7.a al de la clivinidad.

PRÓLOGO

ê/ oro del T(hin

Sobre elevado pcñasco, situado en el fondo del gran Rhin, se encucntra el oro, oculto é ignorado en s u explendor. Las Nixns (Rl1eint c)c/ztcr), depositarias eternas del Tesoro, nadan juguetcando de roca en roca.

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-8-l..ln codicioso Nibelungo, un enano, jefe de su raza, que pasaba la vida en las ca,·ernas del mundo, abrién­dose paso <i través dc las aguas, se arrastra atrevida­mcnte hacia las hijas del Rhin. Creyendo ellas que sólo trata dc rcq ucbrarlas, se mofan de su persona y dc sus dcscos, y para chancearse, le clescriben el poder maraYilloso del oro. que daria la posesión del munclo él q uicn renuncia&:! para siempre al amor. Al rctlrjo del sol nacientc, el fatlclico tesoro brüla con clcstellos dcslumbraclorcs. El enano, subyugado <t su vista, m<ís ansioso del poder que de las mujeres. maldiciendo el amor, sc abalanza sobre el oro, lo toma y desaparcce en la obscuridad, mientras las ~ixa::; piden auxilio en desesper ad os gri tos.

* * * En escclso pinaculo resplandece la mansíón dc los

clioscs, recientcmente lc,·antada. \Yotan, el Júpiter dc esc Olimpo, dcsoyenclo las prudentes ach·ertencias dc su esposa Fricka, ha negociado con los g1gantes Faf­ncr y Fasolt, artíficcs del divino pulacío, que elrgi­rían el precío de su serdcio. Ellos escogen a Freía, la díosa de la hcrmosura: horrorizado \\-otan, les contes­ta que Freia es innndible; pero los gigantcs reclaman el cumplimiento de lo tratado, y \'1 otan, tcmcroso, Ín\'oca con impacicncia al sutil Loge, encarnación dc la llama. Los clioscs, en su consternación, lc Ycn llegar espcrando que sus ingeniosos discursos sabnín engañar él los gigan tes, qui enes, al fin, transigen llevando en rehenes a Freia, aunque a condición de que la dcvol­vcran si sc les ofrece cosa mejor.

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-g-\\~ otan y Loge ba jan al an tro tenebroso do mora

Alberico, con intento de apoderarse del tesoro robado a las Kixas y pagar a los gigantes. Alberico ha forja­do el anillo, que lc da la omnipotcncia, y su hermano ~1ime el yelmo (Tarnltelm) que permite las transfor­maciones mas maravillosas a :tuien lc lleYe. Loge, por astucia, logra hacer prisioncro a Albcrico, el cual para reconquistar s u libertad, entrega êl oro y el casco. \\-otan exige también el anillo; en vano Alberico, mcrced al Tanzlzelm, se ha transformada en terrible scrpicnte; se lo arranca a la fuerza. Albcrico, despo­jado de lo que amaba mas que su vida, el poder y la gloria que el anillo reporta ba, lo ma1dice y, con voz profética, amenaza con Ja muertc al que lo posca.

... * *

Gracias al oro, \Yotan sc clispone a pagar a los gigantes. Estos demandan algo mas que el Tesoro y les cede el casco; piden mas todada, prctcndcn el anillo; \\'otan lo rechaza. Entonccs aparece Ercla, la sabidu­ría eterna, que conoce el pasado y sabc el pon·enir, salida del profunda SCllO dc ]a tierra para preYenir a los dioses. Cede, \Yotan, lc dicc: buyc de la maldi­ción del anillo porque su conquista conducira a los dioses, sin remedio, a un tristc fin. \\Totan obedece la indicación misteriosa y entrega el anillo a los gigantes . Freia queda libre; pero por insinuación de Loge, Faf­ner mata a su hcrmano Fasolt, guardando para sí solo el teso ro.

Un arco iris une, dc súbíto, el l Valhall, èl celes­tial castillo, a la tierra; los dioses, sobre el puente que

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forma el arco, caminau hacja su espléndida morada cuando se oycn aún las amargas quejas dc las JYixas, que claman por su perdido tesoro.

PRIMERA PARTE

\Votan, querienclo clescifrar el enigma dc Erda y saber lo que poclía la maldición, descendió a la tierra para· interrogar a la eterna sabiduría. Todo el que ha­bía tocada el anillo maldito estaba sujeto éÍ. la pcrdi­ción; para socorrer a los dioses en su terrible descrra-¡:,

cia sc ncccsitaba un héroe libre y v-encedor. ¡,Dóndc cncontrarle? El TValhall estaba poblado

dc guerreros, csclaYos del dios, escogidos en los com­bates por sus hijas las \\' alkyrias; no podían, sin em­bargo, cumplir esa misión y devol\'"er a las aguas del Rhin el terrible anillo que Fafner, transformada en Dragón, guardaba en su solitaria cueva. Un mortal, tal Yez, engendrada el héroe deseado.

\\'otan tuYo en la tierra dos lüjos, Sigmundo y Siglinda; la desgracia les persiguió y separó desde su infancia¡ andando el tiempo, Siglinda pasó a ser la

(1) \Valkiirc, de 1-Val, combate, y l!:iiren escojer. Las vYal­kyrias herí~tn en el combate a los guerrerGs que destinaban à los explendores del lV.:Il!tall.

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esposa de su raptor Ilunding, y \\.otan, disfrazado, clavando en el arbol corpulenta cuyas espesas ramas formaban la casa del guerrcro, una espada (iYotlzzmg) siempre Yencedora, la destinó al héroe.

Huyendo de IIunding, Sigmundo sc albergó en su cabaña . Siglinda y él, que no sc reconocicron, sintié­ronse atraídos por irresistible simpatía: su común des­gracia acabó de unirles, y cuando Sigmundo hubo arrancado la Yictoriosa espada, ambos huyeron de Hunding.

* * *

Fricka, la arriba citada esposa dc \Votan, protec~ tora de las leyes del matrimonio, conclena el execrable rapto y obliga a su marido éÍ. retirar su protección al héroe esperada: Brunilda, la valerosa \\'alkyria, debe­ni combatir a Sigmundo. \\'"otan, abatido por el dolor, llega a clesear el fatal descnlance, csto es que Alberico y sus ~ibelungos triunfen en su obra de destrucción: Erda lo predi jo ya.

Brunilda se YC obligada, por orden dc su padre, a combatir a aquel a quien aprcndió éÍ. amar: pero llena dc inmensa. piedad por Sigmundo y Siglincla, les pro­teje cuanto puede, y si no lc es posible impedir que Sigmundo eruga mortalmente herido a los pies de su rival, Yela sobre Siglincla y procura abrigo para ella y su hijo, al que apellida Sigfrido (Siegfrierl) .

* * *

La cólera de \\'otan, que antes acabó con Hun­ding, castiga a la rcbelde \\'alkyria. No obstante las

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reiteradas súplicas de sus hermanas, B1·unilda, tendida sobre una roca rodeada de llamas, deberéi esperar a que un guerrera que desconozca el micdo, atraYesan­dolas, acuda a despertaria de su letargo; tarnpoco scni mas que una simple mortal, ya no una diosa.

\\'otan, condcnando así a la que le es tan cara, o bc· dcce al impulso dc un poder superior, el destino: es la mnldición que continúa su obra lastimanclo éÍ. todos los que el di os ama.

SEGUNDA PARTE

Sigfrido

\\'otan, en su malestar, com·ertido en YlaJero, re­corre el mundo mientras aguarda al héroc que ansía. Es Sigfrido, naciclo en la seh·a del Este, doncle suma­dre moribunda se refugiara . El maliciosa ~1ime, el hermano dc Albcrico, cuida del niño con la csperanza de ballar en él, mas tarde, un héroe, dócil a sus pro­pósitos, que le conquiste el famosa tesoro guardado por el Dragón Fafner. Pero Sigfrido, de cspíritu gue­rrera, aborrcce al clébil cnano, prefirienclo pasar la vida entre los bosques, en combate con las :fieras. Los pcc1azos dc la espada que su padre arrancó del nrbol, recogic.los por Brunilda y legados por Siglincla a su hijo, qucc.lan unidos por Sigfrido, que forja el hierro

invencible, al par que Mime, a hurtadillas, prepara un brevaje para envenenarle.

* • • Guiado por ~fime y empuñando el }:otlnmg, Sig­

frido provoca y mata al terrible Dragón, el último de los gigantes, haciéndosc señor del tcsoro, de cuya exis­tencia le advierte el pajaro cuyo lenguaje rnilagrosa­

mente aprende. Conténtase con el anillo y el yelmo; se cleshace del

traïdor Mime, que muere con saüínica alegria de Al­berico, y 'uelve a resonar en los aires, mezcl<í.ndose a los murmullos de la selva, el dulce canto del pajaro que enseña al joven que una virgen que yacc, en apar­tada región, protegida por círculo dc fuego, pertene­cera al guerrera que tenga ·valor bastante para llegar basta ella. ~1ovido por la curiosidad, s1gue Sigfrido

al ave misteriosa.

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\\-otan, presa del desaliento, llama a Ercla para que le ilustre. Erda le previene que ya no es el rrusmo clios, y le remite a las Nonzas, que hilan el porvenir.

\\-otan se decicle a esperar a Sigfrido con intento de cletenerle; pe ro Ye par bela s u lanza por el héroe, que sigue su camino y, atravesanc1o valerosamente el fuego,

alcanza a Brunilda. Ha conquistada f.l poder, simbolizado por el ani·

llo y el yelmo, y la dic ha en el amor de Brunilda. La

ma1dición, empcro, pesa sobre él.

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TERCERA PARTE

€1 crepuscolo òe los clioses

Las 1\Tornas comentan lo acaecido. De pronto sc entorpccen sus manos y no pueden seguir hilando. Iluyen clespavoridas porgue comprenden que conclu­yó la cicncia eterna.

En cambio el l1éroe se apresta a nuevas luchas. Después dc haber dado el anillo a Brunilcla y de de­jarla guardada por el fuego encantado, se despide de ella juníndolc fidelidad inquebrantablc.

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Dirígesc al Rhin, llegando a los dominics de Gun­ther, rey de Gibich, en cuya morada t'S recibido como amigo por el rey, por su bermana Gutruna y por su hermanastro Hagen, el hijo del odio y de la enYidia, engendrada por Alberico. Gutruna, por insinuación de Hagen, ofl·cce al esc1arecido huésped la bebida signo dc cordial hospitalidad, mczclando en la misma un filtro que hacc olvidar lo pasado a guien lo traga.

Sigfrido1 sin recordar ya a Brurulda que lc espera, se sientc apasionado por Gutruna, con cuya mano Gunthcr le brinda a trueque de que le entregue il. Bru­ni lda, de quicn esta enamorado. Sigfriclo jura com­placerle, pues gracias al magico Tarnhelm y al anillo, la haní. suya.

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Brunilda, sobre la roca en donclc suspira por Sig­frido, ba recibido a su herrr.ana "-altrante que ]e su­plica, por encargo de \\'otan, rcstituya al Rhin el anillo maldito para salvar a los dioscs. Brunilda re­flexiona que no es ya diosa: la desgracia divina no le akanzara, por esto rehusa. \\·altrante, entristecida, se r emonta al Yalhall.

Según los deseos dc Gunthcr, Sigfrido1 el perjuro héroe, ha frangueado nucvamentc la barrera de fuego y obüga a la sorprendida y confusa Brunilda a se­guirle .

* * • Conclúcela al palacio de Gibich, quitandola el ani­

llo, que coloca en su propio cledo. Cuando Gunther y Sigfrido, Brunilcla y Gutruna se hallan reunidos, la diosa caída reconoce a su esposo, quien, habiéndola olvidado, se dispone a tomar por muicr a la hermana del rey. Es él quien lleva el anillo; solo entonces adi­vina la traición que hace estallar el furor en su ani­mo} y cuando el abominable Ilagcn le propone la Yen­ganza, la acepta sin titubear. decidiendo con Guntber la muerte de Sigfrido1 que solo es vulnerable por la es­palda, porque jamas ha retrocedida.

• * •

Toaa ... ;ría las hijas del Rhin piden, por última vez, a Sigfrido que les de\'Uclva el anillo; él} en su altÍ\'a confianza, desprecia sus presagios, que no han de tar­dar en cumplirse.

Sigfrido va de caza con s us arn igos y, a s u i ns tan ·

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cia, les relata su historia. Les babla de Mime; del Dragón; del anillo; de Brunilda ... Al nombrada, la memoria del narrador recobra paulatinamentesus íuc­ros ... él despertó amorosamente a la \\'alkyria dc su sucño.

\1icntras acicrta apenas a desvanecer su confusión y a reconstituir en su mente el pasado, cruzan el cs­pacio, en dirección al Rhin, dos cuervos. Hagen, que acecha la ocasión, le pregunta si también cntiende su lcnguajc; Sigfrido se vueln a mirarlos y recibe de la lanza de Ilagen el golpe mortal.

Agonizante, recobra por completo su memoria, contempla cmbclcsaclo a Brunilda y Jc dirije su postrcr adiós. Esta, en el colmo del dolor, se da cuenta del enigma que cnvolviera la infidelidad del béroc, cuyo cadaYer recogen los guerreros.

... * *

Ilagen pretende arrancar el anil1o al cadavcr; Gunther trata de impedirlo y muere ét manos dc su hermanastro. En este momento Brunilcla se adelanta y los gucrrcros se rctiran ante su magestuosa presen­cia. Ella les manda preparar una inrnensa pira; dirijc tiernos acentos a su inanimado esposo; retira dc su mano el latal anillo, y lo coloca en la suya. En se­guida prende fuego a la pira y, llevando a su caba­llo Grane, la hija predilecta de vVotan se lanza en mi­tacl del incendio para reunirse con Sigtrido.

En el mismo instante las aguas del río se desbor­dau y vicncn en busca del anillo . Hagen se precipita para salvarlo, y sc ahoga.

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A lo lejos, un siniestro resplandor dcscubre la que­ma de 1a mansión diYina; el fuego sc ha propagado al \\-al hali ... la era dc los di oscs ha terminada.

Tal es. la grandiosa concepc10n de \\Tagner, que, según uno de sus ilustraclos comentadores ( 1), reu ne todos los caracteres de drama épico.

Su forma descrita queda. 1.Su fondo? Prometeo, dice ese mismo autor, malc.lito por haber querido arre­batar el fuego del cielo, es\\' otan, que acarrea la cles­dicha por habcrse alzado con la autoriclad soberana. El dios, cuyas facultades estaban limitadas por las mismas leyes de la naturalcza, es ma1dito por haber intentaclo abusar dc su poder. Pierde su Jibertad; esta libertad que ceba de menos la sueña en un ser que no acierta a crear: en un hombrc que anteponienclo la vía del espíritu a la dc la materia. penetra los secretos que el clios no pudo descuhrir; los secretos que Erda ~e niega a revelar le.

Asi, la idea, creatriz. es opuesta a la (uerza bru ­ta, destructora. Brunilda, la diosa com·ertida en mu­jer, es llamacla al mas puro amor y por él regenerada. Al morir voluntariamentc por aqucl que es objeto de su pasión, ~aluda a la era nucva, a la era humana, donde el amor sen\ el rcclcntor, clonde la fuerza del es­píritu lo vencen\ todo.

Sigfrido, reprcscntantc dc la vida juvenil, vigoro-

(1) F. V. 0\Yclshnuvcr¡;.

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saY. turbulenta, clebe ser guiada por el saber, que erc · cera en su espíritu y le darael poder verdadera; lo que falta al héroe es la sabiduría capaz de rematar los al tos hechos; su fuerza positiva no puede apoyarsc mas que en la cicncia. El espíritu del hombre, unido por el amor al dc la mujer, aclarara el misterio que la fucrza de un clios no ha podido descifrar. El Yiejo :Mnnclo material se desploma impotente: la Era Xueva se abre librcmentc al poder del cspíritu.

Ue aquí, en síntesis, el pensamiento que entraiia la inmortal obra \\' agneriana .

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