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Historia de las ideas
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Historia de las ideas y realidad historica latinoamericana Author(s): Samuel Guerra Bravo Source: Revista de Historia de Amrica, No. 98 (Jul. - Dec., 1984), pp. 123-129Published by: Pan American Institute of Geography and HistoryStable URL: http://www.jstor.org/stable/20139542Accessed: 05-03-2015 03:39 UTC
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HISTORIA DE LAS IDEAS Y REALIDAD HIST?RICA LATINOAMERICANA*
Samuel GUERRA BRAVO
Introducci?n
Por influjo de la cultura occidental hemos estado acostumbrados a ubicar las cuestiones te?ricas en un nivel de abstractividad que, con
raz?n o no, se ha distinguido y se ha separado de los niveles concretos
de las realidades hist?ricas. Lo te?rico ha sido, de esta manera, un ?m
bito erigido por sobre o al margen de la realidad hist?rica propia de un pa?s, de una regi?n, de un continente como Latinoam?rica.
La Historia de las Ideas no ha podido escapar a este condicionamiento
y ha ejercido su actividad te?rica a partir de los resultados de la filo sof?a occidental. Cuando se vio que ese tinglado te?rico no se adecuaba exactamente a nuestras realidades, los historiadores de las ideas buscaron
salvarlo estableciendo niveles de relaci?n con las realidades hist?ricas
latinoamericanas. Pero no se cuestion? la validez de ese ?mbito que hab?a estructurado su propia l?gica, sus propios problemas, sus m?todos
y resultados; sino que se busc? m?s bien su legitimaci?n. Con ello dicha
disciplina pretend?a tambi?n justificarse a s? misma y esquivaba la obligaci?n inherente a toda ciencia que se hace en y desde Am?rica
Latina de esclarecer su ubicaci?n hist?rica y su funci?n respectiva. De
* Trabajo presentado en la Reuni?n de Expertos de Historia de las Ideas, Quito,
1982.
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esta manera, la Historia de las Ideas termin? por enclaustrarse en los ?mbitos acad?micos de donde no ha salido ni saldr? si no revisa sus
presupuestos te?ricos.
Esto lo vio claramente Leopoldo Zea, en 1977, cuando escrib?a: "la Historia de las Ideas de ?sta, nuestra Am?rica, no se refiere a sus pro
pias ideas, sino a la forma como han sido adaptadas, a la realidad latino
americana, ideas europeas u occidentales". Frente a aquel condicionamiento proveniente de nuestra situaci?n
de dependencia, los historiadores de las Ideas han desarrollado funda mentalmente estas posibilidades:
a) Se?alar la existencia de un pensamiento en o de Am?rica La tina y rescatarlo: Se ha tratado de un trabajo "arqueol?gico".
b) Estudiar la l?gica interna de ese pensamiento que se reconoce como adaptado; reelaborarlo; establecer su "biograf?a".
c) Establecer la relaci?n de dicho pensamiento con la realidad la tinoamericana, lo cual ha confirmado nuestra dependencia con
respecto a Europa o Norteam?rica.
d) Quienes m?s avanzaron, no reelaboraron simplemente las ideas adaptadas sino que se preguntaron por el esp?ritu o sentido que
originaron esa adaptaci?n para acceder por esa v?a (?) al sen tido de la realidad latinoamericana.
El desarrollo de estas posibilidades permite ahora hacer un balance de la Historia de las Ideas, de sus aportes y deficiencias, de sus reali zaciones y expectativas, de sus esfuerzos e insuficiencias.
Aspectos deficitarios de la Historia de las Ideas
Con respecto a sus insuficiencias convendr?a aclarar previamente que han aparecido como tales en la ?ltima d?cada, lo cual quiere decir
que hasta la d?cada de los sesenta eran elementos normales y suficientes del quehacer historiogr?fico y, m?s a?n, la condici?n misma de la exis
tencia de una Historia de las Ideas en Am?rica Latina. Este hecho (de que hoy aparezca como insuficiente lo que antes
era suficiente), se debe a que han cambiado significativamente las con
diciones hist?ricas de Am?rica Latina en la ?ltima d?cada, al amparo
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de procesos socio-econ?micos que conllevan exigencias te?ricas distin tas a las anteriores. Esto significa que los ?mbitos te?ricos abstractos y
universales, no obedecen a una l?gica distinta o desligada de las rea
lidades hist?ricas sino que deben ubicarse, para tener validez, en el seno mismo de los procesos hist?ricos, en el despliegue global de las realidades concretas.
Los aspectos que hoy aparecen como deficitarios son los siguientes:
a) Consideraci?n auton?mica de las Ideas, como si tuvieran una existencia y justificaci?n independientes de la realidad.
b) Dependencia de doctrinas, ideas, autores, tendencias, modelos extranjeros, que han convertido a la Historia de las Ideas en una labor repetitiva, imitativa, de glosa o comentario.
c) Subjetivismo en el quehacer historiogr?fico al privilegiar cierta clase de ideas y cierta clase de tratamiento m?s afines a los mo
delos europeos o norteamericanos, y al desde?ar otras ideas y otros tratamientos que podr?an ser m?s afines a los procesos la tinoamericanos.
d) Academicismo, que ha enclaustrado el pensamiento y su queha cer historiogr?fico en ?mbitos u horizontes que imponen un
"acad?mico" modo de tratamiento.
e) Elitismo, ya que al operar desde o a partir de esquemas ex tra?os (que son los que responden justamente a los intereses de las ?lites dominantes) desvirt?a, altera u oculta el significado
y sentido de todo pensamiento ajeno a esas ?lites (como, por ejemplo, el pensamiento obrero, campesino, ind?gena, etc.), que es el que expresa con mayor propiedad las verdaderas condicio nes de la realidad latinoamericana.
Algunos problemas de la Historia de las Ideas
Los aspectos deficitarios se?alados plantean en este momento algunos
problemas que tienen que ser encarados y resueltos en base a una con
cepci?n de la Historia de las Ideas en relaci?n a las exigencias y nece
sidades de nuestras realidades hist?ricas.
El primer problema que ha quedado patente es el de su mismo
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objeto de estudio. Por supuesto que se trata de una disciplina que se
encarga del estudio de las ideas, aunque de hecho ha estudiado con
mayor detenimiento las ideas filos?ficas. Pero las ideas filos?ficas han
cumplido en Am?rica Latina un papel ideol?gico y han sido instru
mentalizadas por los sectores, las clases o los pa?ses en funci?n de sus
intereses. De donde resulta que si la Historia de las Ideas pone como
su objeto de estudio de las ideas tradicionalmente entendidas como filo
s?ficas no pasar? de ser una historia de las ideolog?as dominantes.
La cuesti?n radica, por tanto, en preguntarse: ?Am?rica Latina ne
cesita una Historia de las Ideas que, en ?ltima instancia, le hace el
juego a las ?lites; u otra Historia de las Ideas identificada y al servicio del pensamiento de las colectividades?
Pero, ?es correcto hablar de ideas de las colectividades en el mismo
sentido que se habla de las ideas de los dominadores? Creemos que no, que a nivel de los oprimidos existen creencias, cosmovisiones, mentali
dades, representaciones, maneras colectivas de pensar, etc.; y que una
aut?ntica Historia de las Ideas tiene que ocuparse de esto y no de otra
cosa. Pero entonces ser?a m?s adecuado llamar a esta disciplina simple mente Historia del Pensamiento Latinoamericano, o Historia de las Men
talidades en Am?rica Latina, o algo similar; pero la denominaci?n mis
ma de Historia de las Ideas tiene un lastre ideol?gico que en los ?ltimos a?os la ha vuelto inequ?vocamente sospechosa.
Este enfoque de la Historia de las Ideas a partir de las necesidades de las colectividades pone de relieve otros problemas de orden t?cnico
como, por ejemplo, el criterio que normar?a a esta disciplina, su es
trategia para su autenticidad, su condici?n filos?fica, su legitimaci?n como ciencia, su funci?n ideol?gica, su eficacia en los procesos de inte
graci?n latinoamericana, etc.; problemas que ir?n decant?ndose a me
dida que la Historia de las Ideas (es decir, los historiadores de las ideas que est?n en posesi?n del instrumental necesario) vaya determinando su nuevo campo de estudio y procesando sus nuevos m?todos.
Sugerencias metodol?gicas para una nueva Historia de las Ideas
A nivel te?rico todos los especialistas est?n de acuerdo en que la
Historia de las Ideas debe dejar de ser una disciplina al servicio de las
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?lites para convertirse en un instrumento al servicio de las colectivida des. Pero a nivel pr?ctico, esto es en la praxis de la investigaci?n y del
trabajo de los historiadores de las Ideas y en la funci?n que esta inves tigaci?n o trabajo cumplen, este cambio no se da abruptamente sino en forma lenta y progresiva y se requieren ciertos procedimientos a
trav?s de los cuales la Historia de las Ideas debe esclarecer: su ubicaci?n
hist?rica, su marco normativo y su m?todo adecuado. Ubicar hist?ricamente una labor intelectual quiere decir establecer
la funci?n que ella cumple en el actual contexto socio-econ?mico-po l?tico-cultural de Am?rica Latina; funci?n que tiene que ser coherente con las expectativas e intereses a los cuales dicha labor sirve.
Por otra parte, el hecho de que la Historia de las Ideas instrumen
talice su quehacer en orden a los requerimientos de las mayor?as, la co
loca en un ?mbito o marco normativo que regula o reglamenta la labor
historiogr?fica. Este marco normativo es hist?rico en la medida que res
ponde a las necesidades hist?ricas de nuestras colectividades que, como
sabemos, confluyen en la necesidad b?sica de liberaci?n. Un marco nor
mativo no es, por tanto, un horizonte valorativo, sino la condici?n in
tr?nseca que vuelve liberador o no al quehacer historiogr?fico. Una Historia de las Ideas as? concebida postula la necesidad de cier
tos procedimientos met?dicos que, en sus primeras fases, parecer?an te ner los siguientes momentos:
a) Apuntar al n?cleo de autenticidad de todo pensamiento y no a lo original, lo imitado, lo adaptado o adoptado, etc. El n?cleo de autenticidad hace que un pensamiento dado constituya un
elemento significativo de una realidad dada. Con otras pala bras: lo aut?ntico es ese rasgo esencial de todo pensamiento que lo convierte en expresi?n de tal o cual realidad. Todo pensa
miento guarda o "esconde" ese n?cleo de autenticidad que un
adecuado m?todo de investigaci?n debe poder descubrir por oculto u oprimido que se encuentre por esquemas (categor?as, conceptos, lenguaje) extra?os. Lo importante entonces no es re elaborar tales esquemas (como se ha hecho hasta ahora), sino descubrir lo aut?ntico del pensamiento estudiado. La autentici dad es, en el momento actual de nuestros procesos, el valor fundamental de todo pensamiento.
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b) No es f?cil, ciertamente, dados los condicionamientos existentes, llegar a ese rasgo "propio" (aut?ntico, esencial) porque no po demos desprendernos de golpe de las categor?as, conceptos, es
quemas o lenguajes que se nos han impuesto y que los utiliza mos muchas veces como si fueran connaturales a nuestra rea
lidad o, lo qvie es peor, como si fueran insustituibles e inobje tables por haber sido impuestos como "cient?ficos". Lo impor tante en este momento es tomar conciencia de dos hechos que en la medida en que son hechos hist?ricos merecen ser incorpo rados a un debate sobre la Historia de las Ideas: 1) que todo pensamiento es expresi?n de una determinada realidad, se la
mencione o no espec?ficamente; 2) que es ya evidente la ne cesidad de una categorizaci?n propia de lo propio y que se trate
de satisfacer esa necesidad.
c) Esto no significa que debamos darnos un "ba?o intelectual" que nos limpie de las conceptualizaciones tradicionalmente ense?adas
y aprendidas. De lo que se trata es de que asumamos el hecho de que el o los procesos de nuestras realidades latinoamericanas han relativizado los esquemas europeo-occidentales que se nos
han impuesto, haci?ndolos aparecer como lo que son: concep tualizaciones de realidades extra?as a la nuestra. Y que si han
operado y siguen operando entre nosotros ha sido y es como mecanismos de dominaci?n. En calidad de tales seguir?n tenien do vigencia en nuestras realidades y la ?nica manera de supe rarlos es
"apropi?ndonos" de ellos.
d) "Apropiarnos" de dichos esquemas no significa incorporarlos sin
m?s a nuestra realidad, ni adoptarlos, ni adaptarlos; significa es
clarecer desde nuestra ubicaci?n hist?rica el significado y fun ci?n precisos de aquellos esquemas dentro de nuestra realidad. Al hacerlo y al descubrir que han estado funcionando como me
canismos de dominaci?n surge la necesidad de liberarnos de ellos con el procesamiento paulatino de conceptos, categor?as o es
quemas que respondan a las necesidades latinoamericanas, que son necesidades de justicia, igualdad, trabajo, etc. Este procesa
miento empieza, obviamente, por una cr?tica de la funci?n ideo
l?gica de los esquemas dominantes.
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e) Estos procedimientos que ligan y religan a toda investigaci?n a las inevitables determinaciones de $u realidad socio-hist?rica
permiten, por otra parte, descubrir c?mo tal o cual pensamien to (o corriente de pensamiento), autor, etc., llev? adelante o detuvo los procesos hist?ricos colectivos dentro de la comple
jidad global de su ?poca. f ) Es preciso tomar conciencia que desde el momento en que plan
teamos la tarea historiogr?fica en funci?n de las necesidades de las colectividades, eso la convierte intr?nsecamente en un hecho
social y en un hecho pol?tico. Porque si erigimos la investiga ci?n en una alternativa frente a su manipulaci?n por parte de las ?lites o si erigimos a la Historia de las Ideas en un instru
mento para la b?squeda de nuestra identidad y para la integra ci?n latinoamericana, se plantea entonces un problema que al ser pol?tico desde sus fundamentos mismos, reivindica su sig nificado y sentido en la lucha (a nivel te?rico, por supuesto), por una superaci?n de las inhumanas condiciones de vida de los sectores necesitados. Y cuando hablamos de inhumanas condi ciones de vida hablamos tambi?n de las inhumanas condiciones en las que ha tenido que debatirse el pensamiento de las colec tividades latinoamericanas.
Conclusi?n
En las manos de los historiadores de las ideas y de las instituciones que los acogen est? la suerte futura de la Historia de las Ideas en Am?rica Latina. Ser? responsabilidad de ellos que esta disciplina deje de ser un instrumento consolidador del sistema para convertirse paula tinamente en una alternativa te?rica que le permita aportar en su ?m bito y con sus m?todos, para una superaci?n de la dependencia que actualmente nos agobia.
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Article Contentsp. 123p. 124p. 125p. 126p. 127p. 128p. 129
Issue Table of ContentsRevista de Historia de Amrica, No. 98 (Jul. - Dec., 1984), pp. 1-184Front MatterLa China, utopia rioplatense del siglo XVIII [pp. 7-31]Hacia un marco de analisis para el estudio historico de la sociedad andina "Tradicional" [pp. 33-47]Les ouvriers de La Citadelle et de sans-souci [pp. 49-68]Encantamiento y desengao en historia de las ideas: "Comercio libre" y terminologa historiogrfica iberoamericana [pp. 69-97]El estudio historico de las ideas [pp. 99-104]El discurso filosofico y su funcion enunciativa [pp. 105-122]Historia de las ideas y realidad historica latinoamericana [pp. 123-129]Historia de las ideas e investigacion regional [pp. 131-142]Notas para una lectura filosofica del siglo XIX [pp. 143-167]ReseasReview: untitled [pp. 169-172]Review: untitled [pp. 172-177]Review: untitled [pp. 177-179]
Bibliografia de Historia de America [pp. 181-183]Back Matter