Historia de La Segunda Guerra Mundial Salvat Volumen 08_10 1979 OCR

8/15/2019 Historia de La Segunda Guerra Mundial Salvat Volumen 08_10 1979 OCR

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& F. V.

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ASEGUNDA

GUERRA

MUNDIAL

Salvat



Volumen 8

Salvat, S.A. de Ediciones



Dirección: Juan Salvat

Director editorial: Joaquín Navarro

Coordinación: José M .

a

Balbás

Publicado

por:

Salvat, S.A. de Ediciones

Arrieta, 25. Pamplona, España

© Éditions ALP HÉE , S.A. , Monaco-Ville,

Principado de Mónaco, 1966

©

Éditions Atlas, París,

1977

í Salvat, S.A. de Ediciones, Pamplona, 1979

Impresión:

Gráfica s Estella, S. A. Estella (Navarra)

Depósito Legal:

N A .

394-1979

ISBN: 84-7137-600-8, tomo

8

ISBN: 84-7137-592-3, obra completa

Printed in Spain

Dirección

en

Colombia:

Salvat Editores Colombiana,

S.A.

Carrera 10, n.° 19-65, 4.° piso

Edificio Camacol-Apartado aéreo 6552

BOGOTÁ.

Edición basada en el texto original del

Teniente Coronel Eddy Bauer

Documentación IDEES

E T

ÉDITIONS, París

Dirección en Ecuador:

Salvat Editores Ecuatoriana, S.A

Carrión 334 y 6 de diciembre

Casilla 2957

-

QUITO

Escaneo Original: F. V

Digitalización final y confección d e l índice d e modelos a escala: Th e Doctor

http:/

/

thedoctorwho

1967.

blogspot.

com. ar/

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•

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ÍNDICE D E CAPÍTULOS

D E L TOMO VIII

CAPÍTULO 5 0

Comienzos de 1944

pág. 1

CAPÍTULO

51

L a s

conferencias

de El

Cairo

y d e

Teherán

pág . 31

CAPÍTULO 52

Tercera ofensiva

d e

invierno

soviética

pág. 65

CAPÍTULO

53

Ucrania

y

Crimea liberadas

Derrota alemana entre el Dvina

y el

Báltico

pág. 97

CAPÍTULO

54

Cassino-Anzio-Roma

pág. 125

CAPÍTULO 55

Preludio d e Overlord

pág. 175

CAPÍTULO

56

L a

primera semana

en

Normandía

pág . 227

CAPÍTULO

57

Rommel y Montgomery

se

enfrentan

en

Normandía

pág . 275

ÍNDICE CARTOGRÁFICO

Págs.:

Balance d e 1 9 4 3 e n Europa;

44-45

Ofensiva

d e

invierno soviética

de 1944

84-85

Cassino-Anzio-Roma 164-165

Dispositivo occidental alemán

el 6 de

junio

de 1944

250-251



D E BIOGRAFIAS

pág . 158 .

p á g .

Ch ia n g Ka i - s h e k , e s t a d i s t a c h in o , pág . 4 .

Ch o l t i t z , D ie t r i c h v o n , general alemán, pág .

2 7 5 .

D e Monsaber t , Jean Gois la rd , genera l f r an-

cés , pág . 132 .

Dempsey, Miles Chr is topher , genera l b r i tá -

nico,

p á g . 2 4 8 .

R a m s a y , s i r Bertram, almirante br itánico,

pág . 183 .

Ridgway, Matthew Bunker , genera l es tadou-

nidense, p á g . 2 4 1 .

Schórner , Ferd inand, mar isca l a lemán, p á g .

108.

Sikorski, Wíadisíaw, general polaco, pág . 24 .

Spaatz, Cari, general estadounidense, pág .

184.

Speidel, Hans, general alemán, pág . 234 .

Sperr le, Hugo, mariscal alemán,

pág . 185 .

Stilwell, Joseph Warren, general estadouni-

dense, pág . 35 .

Wilson, Henry Maitland, mariscal br itánico,

pág . 62 .



INDICE D E M O D E L O S A ESCALA

Bomba volante a lemana F ieseler F2G-76 " V I "

P á g .

1 8 0

B o m b a r d e r o

d e

as a l t o am er i can o Do u g l as

A 2 0 - G

HAVOC

P á g .

2 2 0

B o m b a r d e r o y cazab o m b ard e ro s o v i é t i co Yak o v l ev Y a k - 1

P á g -

1 2 0

Carro ang lo- ame ric ano She rma n M4A4/VC F i ref ly

P á g -

1 6 0

C ar ro an g l o - am er i c an o S h e r m an m o d e l o Tan k d o ze r p á g . 3 0 0

Carro bri tánico Churchil l t ipo D M ark III, con e x t e n d e d o r d e a l fo m b ra m e t á l i ca

P á g -

2 8 0

Carro d e co m b a t e an f i b i o an g l o - am er i can o S h e r m an

P á g .

2 4 0

C ar ro d es m i n ad o r an g l o -am er i can o t i p o , S h e rm an C rab

P á g -

2 6 0

C ar ro m ed i o e s t ad o u n i d en s e M 4 A3 E8 S h erm an

P á g -

4 0

Carro pesado ruso K.V.-85

P á g -

8 0

C azad o r d e carros a lemán IV/70

P á g -

2 0

C azad o r d e ca r ro s a l em án P an t h e r o J a d p a n t h e r

P á g .

1 0 0

C azad o r d e carros a lemán Tiger o Jadt iger

P á g .

2 0 0

R e m o l c a d o r

d e

p l a n e a d o r e s

y

t r a n s p o r t e

d e

t ro p as Do u g l as

C - 4 7

P á g -

6 0

Veh í cu l o b l i n d ad o am er i can o C h ev ro l e t

T I 7 E 1

S t a g h o u n d

1" p á g - 3 2 0

Veh í cu l o o ru g a e s t ad o u n i d en s e d e de se mb ar co L.V.T. 2 Buffalo p á g . 1 4 0



Capítulo 5 0

Comienzos

d e 1 9 4 4

El año 1944 sería testigo de la puesta

práctica

de las

decisiones políticas

y

al

término

de las

tres

d e

Quebec,

E l

y Teherán. E n consecuencia,

el

momento

d e

analizar

s

acuerdos suscritos entre

el

presi-

y el

primer ministro

en Quebec, en agosto de 1943,

entre estos

d o s

estadistas

y el

maris-

l

Chiang Kai-shek

y

Stalin

en El

y

Teherán, respectivamente,

en

siguiente m e s d e noviembre.

allá de la guerra

Hasta entonces,

la s

cuestiones rela-

con la marcha general de la

d e

prioridad

razón—

en los

órdenes

del día de

s

encuentros interaliados.

A

partir

d e

conferencia d e Quebec, la discusión

su ámbito. E l éxito de los

en el

Atlántico

y en el

Mediterráneo,

la

gestión

en

Lisboa

por el

sucesor

d e

a Italia de la

el

armisticio

d e

Cassibile,

el

en la

batalla

d e

Kursk

y

desarrollo favorable

de su

ofensiva

en

el cambio, en fin, de la situa-

en el Pacífico animaron a los "cua-

o

grandes , incluida

la

China naciona-

a

extender

su

horizonte político

á s

allá

de la

solución

a los

problemas

Entre Londres

y

Washington queda-

fijar

la s

últimas disposicio-

garantizasen

el

éxito

de la ope-

Overlord (en aquellas fechas s u s -

a Round

up

), y

s

pasos concretos

q u e

materializasen

conveniencia

d e

intensificar

las ope-

y d e reanimar el

d e operaciones del océano índico

el

frente

d e

Birmania.

Ya en la

prima-

a

pesar

del

esfuerzo

c o m -

por los

ameri-

z

en China, lo s ejércitos del maris- I

l Chiang Kai-shek habían dado mués- i

d e

inquietante debilidad ante

los |

de l

enemigo común,

y

este indi-

=

c ió preocupaba en gran medida al presi-

dente Roosevelt, mientras Winston

Churchill, menos obsesionado

por la

suerte

d e

China,

n o

ocultaba

su

ansia

p o r castigar la humillación d e Singapur

y

devolver

al

pabellón británico

su

pres-

tigio

e n

aquella zona

del

planeta.

C o n

todo,

si n

vender

la

piel

del oso

antes d e haberlo cazado, pero previendo

cualquier sorpresa

de los

acontecimien-

V

Car te l edi tado

por l a Francia Libre.

L o s

car te les , octavi l las

y

pe r iód i cos c l andes t i nos

conoc i e ron

u n

inmenso

a u g e

en la

Francia ocupada

p o r l o s

a l e m a n e s ;

c o n

ellos

e r a

in fo rm ada

la

población

de l a marcha real

d e l

conf l ic to

q u e

la

p r o p a g a n d a

d e

Goebbels

intentaba ocul tar .

S il n arrive pas á en sortir

bientót, il est fichú

1



J . C .

Sm ut s .

s

opiniones ,

y

m a n t u v o

c on é l

a

correspondencia reveladora

d e l a s opiniones

di r igentes br i tánicos .

tos , era necesario el estudio desde aquel

Construcción en Gran mismo mo me nt o del destino que se

d e b loques

reservaría

a

Alemania,

una vez e l Ter -

d e

horm igón

. . . . . . . . . . .

cer

Reich vencido, invadido

y

obligado

d e

p u e r t o s

a

j

a

capitulación sin condiciones. Esto

en la

c o s t a

\ . . . . , . ,

rmanda. implicaba decidir,

al

mismo tiempo,

la

suerte

de las

naciones

d e

Europa central

y de los

Balcanes

q u e

Hitler había

sometido o asociado a su aventura.

D e

igual forma,

y en

cuanto

se

hubiera logrado

por las

armas

la des -

trucción total

d e

aparato militar nipón,

convendría ponerse d e acuerdo sobre la

suerte del Sureste asiático, liberado por

los

Aliados

de la

ocupación

y de la

explo-

tación japonesa.

El

presidente Roose-

velt defendía

en

este terreno opiniones

opuestas a las de Winston Churchill.

U n a v e z conseguida la pacificación

del

planeta,

y

como broche

de oro ,

sería

preciso introducir bajo

el

nombre

d e

Naciones Unidas, originario de la Carta

del Atlántico, u n a reorganización del

panorama internacional

m á s

capaz

q u e

la

antigua Sociedad

d e

Naciones

d e

imponer

la

concordia entre

los

Estados,

promover regímenes basados en la

libertad

y

prevenir todo intento

d e n u e -

v a s

agresiones

y

aventuras

d e

conquista.

La

conferencia Qua dr an t

(Quebec)

Todas estas cuestiones

n o

fueron

abordadas

en la

conferencia

Quadrant

q u e reunió en la ciudad d e Quebec, del

19 al 24 de

agosto

de 1943, al

presiden-

te de

Estados Unidos,

al

primer minis-

t ro

británico

y a sus

Estados Mayores

civiles y militares, porque lo s temas que

excedían el marco de la estrategia re -

querían

la

presencia

y la

participación

d e

Josif Stalin

y d e

Chiang Kai-shek,

y

la Casa Blanca n o deseaba establecer

sobre estos tem as una s relaciones p a r -

ticulares

con Dozvning Street.

La

operac ión Ove r lo rd

es

decidida def ini t ivamente

Sobre

el

informe

del

Consejo

c o n -

junto

d e

jefes

d e

Estado Mayor

se

aprobó

c o n

carácter definitivo

el

informe de la operación Overlord, a

desencadenar

a

través

del

canal

de la

Mancha hacia

el 1 de

mayo

de 1944.

««Esta operación —decía

el

in fo rme-

constituirá el esfuerzo principal, terres-

t re y aéreo, de Estados Unidos y de

Gran Bretaña contra

el Eje en

Europa

(fecha

de su

comienzo:

1 d e

mayo

d e

1944). Cuando se hayan afianzado sufi-

cientes puntos

d e

desembarco

en la



A El

mariscal

Chiang Kai-shek, pres idente

d e l

Gobierno nacional

chino, participó

en la

confe r enc i a

de E l

Cairo

d e

nov iem bre

d e 1 9 4 3 ,

o n m i ra s a determinar junto

o n

Roosevel t

y

Churchill

la

or ientación

de l a

lucha

e

Michel Cauvet).

costa de la Mancha, la acción será

orientada hacia

la

conquista

d e

regiones

q u e

faciliten

la

acción conjunta terrestr e

y

aérea contra

el

enemigo.

En el

momento en que fuerzas poderosas se

establezcan

en

Francia, comenzarán

operaciones tendentes

a

alcanzar

el

corazón mismo

d e

Alemania

y a des-

truir su s fuerzas militares» (1).

I Había n ace ptado Wins ton Churchill

y sir

Alanbrooke

s in

reservas

la

idea

del

segundo frente

en

Europa occidental?

En el

Pentágono,

a s í

como

en los

círcu-

los allegados al presidente americano, se

ponía

e n

duda

t a l

adhesión.

S in

embargo,

la

carta dirigida

por el

primer

ministro

a su

amigo Smuts,

con

fecha

11 de septiembre, disipó la menor s o m -

bra de

sospecha

al

respecto. Frente

a la

opinión expuesta

por e l

primer ministro

surafricano

d e q u e

convenía diferir

la

preparación

del

desembarco

e n N o r -

mandía, para n o privarse de los recur-

sos que

permitirían explotar

e n

Italia

y

en la

península Balcánica,

d e

modo

aplastante, la victoria del Mediterrá neo,

Churchill respondería a vuelta d e

correo:

« N o e s

posible discutir, bajo

ningún concepto,

lo s

acuerdos conclui-

dos con

Estados Unidos

a

propósito

d e

Overlord... Espero q u e comprenda que

la adhesión leal d e Gran Bretaña a

Overlord

constituye

la

piedra angular

de la

colaboración anglo-americana.

Por

m i parte, creo q u e disponemos d e fuer-

z a s suficientes para apuntarnos las dos

bazas,

y

creo

q u e

esta

es la

estrategia

m á s

correcta»

(2).

E n

realidad,

" la

estrate gia mencio-

nada p o r Winston Churchill en su carta

iba a revelarse, en el momento de su

puesta

en

práctica, menos buena

de lo

imaginado, pero

la s

ideas plasmadas

en

su carta a Smuts demuestran la firmeza

de su adhesión a la idea del segundo

frente.

La ope rac ión O ver lo rd

el

principal

y

aéreo

e

Estados Unidos

d e

Gran Bretaña

e l E je en

Europa.

L o s

amer icanos reiv indican

y

obt ienen

e l

mando

supremo d e O v e r l o rd

Prueba

d e

ello sería

la

amarga pero

resignada decepción

que le

produjo

la

noticia d e q u e Churchill y Roosevelt

habían decidido sustituirle p o r u n jefe

americano como comandante supremo

de

Overlord.

CHIANG KAI-SHEK

Nacido en 1887 en Fenghua (Chekiang), rea-

lizó

sus

estudios

en la

Academia militar

de

Paoting (1906) y en la Academia militar de

Tokio (1907). Miembro de l Tong-mong-huei

(1908), movimiento precursor

de l

Kuo-tnin-

tang, participó en la revolución de 1911.

Durante los arlos siguientes, Chiang se dedica-

ría a

empresas comerciales

en

Shanghai.

Después de una estancia en Moscú, se hizo

cargo de la Academia militar de Huangpu

(1924) y, nombrado en 1926 comandante en jefe

de los

ejércitos revolucionarios, dirigiría

la

campaña de l Norte qu e llevó a la unificación

de China en 1928. De 1928 a 1931 Chiang asu-

mió la

presidencia

de l

Yuan ejecutivo,

y de

1932 a 1946 la del Consejo Militar Nacional.

Detenido en Sian en diciembre de 1936 por el

general Chan Hsue-liang,

fue

obligado

a for-

mar un frente común con los comunistas contra

los japoneses. A partir de 1932 asumiría, suce-

sivamente,

los

cargos

de

jefe

de l

Estado

Mayor, presidente de l Consejo Supremo Nacio-

nal y gobernador de l Seutch uang.

Comandante supremo de las fuerzas aliadas

en China durante la segunda Guerra Mundial,

Chiang sería elegido en 1943 presidente del

Gobierno nacional, sucediendo así a Lin Sen, y

presidente

de la

República

de

China

en

abril

de

1948. En enero de 1949 renunció provisional-

mente a estas funciones en favor de l general

Tsong-jen, pero después

de la

conquista

de

China por el Ejército popular de liberación,

Chiang volvió a hacerse cargo de la presiden-

cia del

Gobierno nacionalista

en

Formosa

en

1950. Fue reelegido presidente en 1954, 1960 y

1966. Falleció el 5 de abril de 1975.

«Fin

de una

jornada triste

y

desagra-

dable», anotaría Alanbrooke

en su

Diario el día 15 de agosto, y, tres años

m á s

tarde, refiriéndose

a la

información

que le dio el

primer ministro sobre

el

acuerdo, escribiría:

«Mientras Winston hablaba, toda m i

mente se cubrió bruscamente con los

sombríos nubarrones

del

desencanto.

Y o

había renunciado voluntariamente

a

la

posibilidad

d e

asumir

el

alto mando

en el norte d e África antes de la batalla

d e El-Alamein, y había aconsejado el

nombramiento

d e

Alexander

en mi

lugar. Obré

as í

porque estimaba,

en

aquel entonces,

q u e y o

sería probable-

mente m á s útil quedándome c o n Wins-

t o n .

Pero ahora

que la

estrategia

de la

guerra había llegado

a su

fase final

—la

etapa

del

verdadero triunfo—

n o m e

sentía necesariamente ligado a Wins-

t o n ; m e sentía libre para asumir este

mando supremo

q u e

Churchill

m e

había

prometido

en

tres ocasiones diferentes.



V í

0.

í

A > El

m u r o

d e l

At lánt ico :

ar r iba ,

l a s

aspi l leras

c o n

p ro t ecc ión e sca lonada

a s e g u r a b a n

u n a

defensa

ef icaz tanto contra

l o s

a t aques f ron t a l e s

com o con t r a l o s b o m b a r d e o s

aéreos; abajo, muro

an t i t anque , ve rdade ro

acan t i l ado

d e

horm igón .

El

com i t é ang lo -am er i cano

e n c a r g a d o

de l a

elaboración

d e l plan d e d e s e m b a r c o

hubo d e medi tar

e n

profundidad sobre

el

m ed io

d e

neutralizar

es te t ipo

d e

obras ,

cas i inexpugnables .

A

Tenie nte-ge neral br i tánico

F . E .

Morgan, jefe

d e l

Estado Mayor

d e l

m ando

supremo al iado autor

d e l

plan Cos sa c .

prime r pas o hacia Over lord .

6



golpe terrible oír de sus propios

q u e había cedido el nombra-

a los

americanos

y

recibido,

a

el

consentimiento

d e

Roosevelt

d e

Mountbatten como

en el Sureste asiá-

instante pensó

lo que ta l

mí» (3).

Desde

el

punto

d e

vista

de la

puesta

práctica de la operación, ninguno d e

hombres

se

aferraría

en

adelante

antiguas objeciones. Efectiva-

el

plan

Cossac,

elaborado

por un

la direc-

del teniente-general británico F. E.

(Chief

of

Staff Supreme Allied

abandonaría

la

idea,

y las

d e

hacer

a las fuerzas aliadas entre

y Calais. Preconizaba la for -

de la

primera cabeza

d e

puente

costa

d e

Calvados, mucho menos

y

defendida

que las

costas

d e

alta Normandía y d e Picardía, y, ade- >

playas bastante

m á s

protegí-

<

s

contra

lo s

vientos

del

suroeste.

=

y m • •

A

Revis ta

d e u n a

sección

de l a pol ic ía montada

real d e Canadá.

7



E lem en to d e u n muel le

u n

puer to prefabr icado.

millón

e

t o n e l a d a s

d e

c e m e n t o

e n

es t e

d e

obras .

> C onfe renc i a d e Quebec

d e

1943) . Sen t ados ,

e

izquierda

a

de recha :

d e

C anadá ;

y

Churchill .

izquierda

de recha : gene ra l

i r Alanbrooke; a lmirante

King; mariscal

i r

John Dill,

y

general

C .

Marshall .

Almirante lord Louis

c o n e l

cap i t án

d e

navio

.

Hughes-Hal le t t ,

puer tos prefabr icados .

P o r

otra parte,

el

ingenio

d e

lord

Louis Mountbatten

y del

capitán

d e

navio J . Hughes-Hallett había ideado y

puesto en marcha la construcción en

Gran Bretaña

d e

puertos prefabricados,

gracias

a los

cuales

el

avituallamiento

de las

tropas

d e

combate

c o n

base

en

Normandía estaría asegurado plena-

mente,

si n

esperar

la

toma

d e

Cherbur-

g o .

Protegidos

p o r u n a

escollera cons-

truida

co n

ayuda

d e

enormes bloques

d e

hormigón

(Phoenix) y d e

barcos sacrifi-

cados (Gooseberries: grosellas ), estos

puer tos a r t i f i c ia les , denominados

Mulberries o

moras para mantener

mejor

el

secreto

de su

existencia, esta-

rían equipados c o n diques articulados

cuya cabecera

se

elevaría

y

descendería

con la

marea.

En su

fabricación

se

invir-

tieron

u n

millón

d e

toneladas

de ce-

mento y d e acero.



Se comprende q u e , ante la s nuevas

circunstancias y ante semejante dispo-

nibilidad

d e

nuevos elementos,

el pr i-

m e r

ministro británico

y su

jefe

del

Estado Mayor imperial augurasen

con

optimismo la s posibilidades de éxito

que 1944

depararía

a Overlord,

cuando

la

ejecución

d e Round up le s

había pare-

cido arriesgada

a

finales

de

septiembre

de 1943 y prácticamente irrealizable d e

situarse en la coyuntura del otoño d e

1942. Los

acontecimientos posteriores

les

darían

la

razón.

En lo que al tema de la dirección d e

Overlord se refiere, lo cierto es que, al

recibir

a

Churchill

en su

hermosa

m a n -

sión familiar

d e

Hyde Park, mientras

el

Comité

de

jefes

de

Estado Mayor anglo-

americano se reunía en Quebec, e l p re -

sidente Roosevelt

e ra

conocedor

ya de

u n

memorándum

del

secretario

d e

Estado para

la

Guerra, Henry Stimson,

pidiendo para el general Marshall el

mando de la operación. Stimson basaba

su

exigencia

en la

siguiente considera-

ción:

«En un

futuro inmediato

es

racio-

nalmente imposible

q u e

podamos fran-

quear el canal de la Mancha e iniciar el

combate contra nuestros enemigos

ale-

manes bajo

la s

órdenes

de un

coman-

dante

en

jefe británico.

E l

primer minis-

tro y el

jefe

del

Estado Mayor imperial

discrepan abiertamente con e l mencio-

nado proyecto.

L a s

sombras

d e

Pass-

chendaele (1917)

y d e

Dunkerque pesan

a ú n demasiado sobre su mente. Aunque

e n teoría hayan aceptado la operación,

su

corazón

no lo ha

hecho,

y

para triun-

f a r

será precisa

m á s

independencia,

m á s f e y m á s

energía

de la que

puede

esperarse d e cualquier comandante en

jefe británico»

(4).

E l

secretario

de

Estado para

l a G u e -

r r a

subrayaba

a

continuación

la

diver-

gencia fundamental

d e

concepción

q u e

continuaba acusándose entre los dos

Estados Mayores aliados. L o s ingleses

seguían aferrados

a u n a

teoría operacio-

nal de

miseria, malgastando

la s

fuerzas

d e

invasión

en el

norte

d e

Italia,

en los

Balcanes, en Grecia y en el Mediterrá-

n e o

oriental. Stimson escribiría

a

este

respecto:

« N o

podemos contar

co n

ninguno

de

estos alfilerazos para engañar

a

Stalin

y

convencerle d e q u e hemos cumplido

nuestros compromisos»

(5).

E n s u s Memorias, Winston Chur-

chill n o hace ninguna alusión a este

memorándum

q u e

reflejaba

el

punto

d e

vista

de los

jefes militare s americanos,

y

el

presidente Roosevelt, totalmente

d e

acuerdo con sus conclusiones, utilizó

otros argumentos para persuadir

a su

huésped

d e

Hyde Park

de la

convenien-

cia de

sustituir

a

Alanbrooke

p o r M a r -

shall a la cabeza d e Overlord. Argüyó,

e n efecto, q u e siendo americanos l a m a -

y o r

parte

de los

recursos

a

invertir

en la

empresa

(en una

proporción

de dos te r -

cios), la lógica m á s elemental imponía

este cambio en su jefatura máxima.

Churchil l logra

la

creación

d e u n

nuevo

teatro

d e

operaciones

en e l

Sureste asiático

El

primer ministro británico

se

avino

a

este razonamiento,

s in

grandes repa-

ro s pero con la esperanza d e obtener

u n a jugosa contrapartida. N o s e equivo-

caba.

Gracias

a su

táctica lograría

la

creación de un nuevo teatro d e opera-

ciones en el Sureste asiático y la entrega

de su

mando

a

lord Louis Mountb atte n,

por e l que

sentía

u n a

especial predilec-

ción (hasta

el

punto

d e

llevarlo

con él a

la conferencia d e Quebec). Pero f u e

rechazado

" c o n

pérdidas cuando

defendió

la

ejecución

d e u n a

operación

anfibia, denominada

Culverin, q u e

tenía p o r objetivo arrebatar a los japo-

neses la parte noroccidental de la isla d e

Sumatra.

S ir

Alanbrooke consideraba

ta l

proyecto quimérico, como explica

en

s u s

notas autobiográficas: «Esta base

apenas tenía importancia para ulterio-

re s

operaciones contra Malasia, pero

f u e

imposible conseguir

q u e

Churchill

m e

explicase

d e

manera concreta

lo que

pensaba hacer cuando estuviéramos e n

el norte d e Sumatra. Como y o m e p e r -

mitiera puntualizarle

q u e ,

cuando

se

pone

el pie

izquierdo

en

tierra,

es

bueno

saber dónde debe situarse

el

derecho,

blandió su puño frente a m í diciendo:

" N o

quiero oírle hablar

m á s d e s u s

proyectos

a

largo plazo; paralizan

la ini-

ciativa .

Y o

admití

que , en

efecto, limi-

taban

la

iniciativa, pero

que e l

hecho

d e

saber dónde íbamos a asentar lo s pies

d e

inmediato

n o

podía considerarse

un



a

largo plazo.

L e

dije

q u e

debía tener bien claro hacia dónde

n o s

él

respondió

que no

(6).

E n

cuanto

a los

americanos, estima-

esfuerzo aliado en este sector

res -

co n

China

u n a

comunicación

á s

rentable

que el

puente aéreo

que ,

la primavera anterior, unía las

de la India c o n Chung-

p o r

encima

del

Himalaya,

o la

ruta

Ledo cuyo acondicionamiento estaba

punto

d e

concluir. Esta orientación

u n a ofensiva en Birmania,

en el

océano índico

lo s

Aliados

contentarían

con la

reconquista

de

s

islas Andamán.

Paralización estratégica

Mediterráneo

Sin

embargo,

fue en e l

tema

de la

a seguir en el Mediterráneo

se

puso

d e

manifiesto

el

mayor

los dos

aliados anglo-

sajones, porque,

en

este punto,

el

gene-

ral sir

Alanbrooke

y sus

colegas defen-

dían

a

rajatabla

la

tesis

de

Winston

Churchill.

Según

el

testimonio bien informado

del almirante William D . Leahy, jefe del

Estado Mayor del presidente ameri-

cano,

la

crisis alcanzó

su

paroxismo

el

15 de

agosto. «Marshall —anotó aquel

mismo día— se mostró categóricamente

opuesto a toda extensión de las opera-

ciones

en el

Mediterráneo.

E l

almirante

King es taba firmemente resuelto

a no

ceder

n i uno

solo

de los

barcos

q u e

necesitaba en el Pacífico, en beneficio

de

estas campañas accesorias

q u e

pare-

cían importar tanto

a

nuestros aliados.

L a

insistencia

de los

británicos

en re -

clamar la ampliación de las operacio-

nes de Italia llevó a King a utilizar u n

lenguaje

q u e ,

cuando menos,

n o

tenía

nada

d e

diplomático»

(7).

L o q u e m á s

exasperó

al

irascible

almirante fue , s in duda, el interrogante

planteado

p o r

Alanbrooke

en el

sentido

de si el

doble avance previsto

en el

Pací-

\ El

sec re t a r i o

d e

Estado

am er i cano pa ra

la

Guerra,

Henry Stimson (primero

a la izquierda, junto

al

general Clark,

d u r a n t e

u n a

visita

al

f r en t e

d e

Italia),

f u e e l

inspi rador

d e l a s

tesis militares

d e l pres idente Roosevel t ,

incluida la reivindicación

d e l

m a n d o

d e

O ver lo rd

para Estados Unidos.

11



Pr incipales jefes

e n

Q uebec

d e

Roosevel t

d e

Churchi l l . Sentados ,

e izquierda a de recha :

y

mariscal Dill.

izquierda

C . Hollis;

s i r H .

Ismay;

J .

King;

s i r

Charles Portal;

s ir

Andrew

fico

n o

podría reducirse

a un

solo

eje de

progresión.

E n realidad, era la adjudicación de los

ingenios

de

desembarco,

m á s q u e n i n -

guna otra cosa,

lo que

enfrentaba

a las

d o s

delegaciones.

El 6 de

junio

de 1944,

King, q u e había defendido " s u s barcos

como ga to panza arriba —

o

como

"u n

dogo echado sobre

u n

cofre

en

pala-

bras

del

barón

R o y ,

ministro

d e

Finan-

z a s d e Luis XVIII—, y M a c Arthur d i s -

ponían d e 3.866 d e estas pequeñas u n i -

dades, frente

a las

3.606 destinadas

a

Overlord y a las 1.037 qu e

operaban

en

el

Mediterráneo

(8).

Pero

si el

reparto

d e estos buques de pequeño calado p r o -

vocó entonces semejante tensión entre

lo s

consejos interaliados, cuando

una

buena parte d e ellos n o entrarían en ser-

vicio hasta 1944, ¿qué hubiera ocurrido

d e

haberse mantenido

el

calendario

p r i -

mitivo,

q u e

preveía

el

desembarco

en

Europa para septiembre

d e

1943?

¿Eran frentes secundarios

Italia y los Balcanes?

E n

esta controversia anglo-americana

quedaría

a ú n

otro punto

p o r

considerar.

¿Era cierto —como opinaban Stimson y

Marshall—

q u e

tanto Winston Churchill

como Alanbrooke tendían

a

malgastar

la s

fuerzas conjuntas anglo-americanas

en operaciones accesorias? L o q u e c o n -

lleva, inevitablemente, otra pregunta:

¿debían

se r

considerados Italia

y los

Balcanes como teatros

de

operaciones

secundarios a partir d e aquel 15 de

agosto d e 1943? L a respuesta podía ser

afirmativa dentro

de la

perspectiva

del

conjunto

de las

operaciones, pero

d e

ninguna manera

en el

marco

de la

coyuntura del momento, y a q u e sólo en

el

Mediterráneo podían

lo s

occidentales

frenar

de

inmediato

a sus

enemigos.

El

inicio

d e Overlord se

haría esperar

hasta el 1 de mayo de 1944, y, mient ras

tanto, ¿convenía dejar total libertad d e

movimientos

a

Hitler?

Tal era la

cues-

tión

q u e

había motivado

la

mencionada

carta

del

mariscal Smuts

a

Churchill.

D e hecho, tranquilizado acerca de las

intenciones

q u e

parecían albergar

los

anglo-americanos

en el

Mediterráneo,

el

Führer dejó

en

manos

de la

O.K.H. tres

grandes unidades blindadas:

la 1.

a

Pz.D., hasta entonces " d e guardia en

V)

á

el Peloponeso, y las 24.

d

Pz . D . y

Pz.G.D.

Leibstandarte de los Wajjen

S.S., q u e

constituían

la

reserva estraté-

gica

de l

mariscal Rommel

en el

norte

d e

Italia; las tres fueron asignadas al grupo

d e

ejércitos «Sur»,

y

participaron

en la

contraofensiva

q u e

permitió

al

mariscal

v o n

Manstein recuperar Zhitomir

p r o -

visionalmente. Como puede deducirse,

al

menos

en

este caso concreto,

las cor -



• I

:f\

, ^

\

.

z

- *

L

t

A

por el Comité c o n - d e Overlord y de las operaciones en el

d e

jefes

d e

Estado Mayor

a la

Mediterráneo, serán repartidos

y

de las

operaciones

en el

empleados

d e

forma

q u e

aseguren prio-

n o

favorecieron

la

causa otari amen te

el

éxito

d e Overlord. L a s

en el teatro de operaciones del

E l

acuerdo adoptado

el 19 de

agosto Mediter ráneo serán llevadas

a

cabo

con

jefes

d e

Estado Mayor decía

a las

fuerzas destinadas

a él en

virtud

del

lo s

plan

Trident

(conferencia

d e

mayo

d e

a nuestra disposición para 1943 en Washington), excepto en el

al mismo tiempo la s necesidades caso de que se modifiquen p o r decisión



p re senc i a

d e l a s

esposas

tres l íderes polít icos

e n

Quebec dar ía

la confe r enc i a u n aspec to

q u e s i r

Alanbrooke

é l ,

«los incesantes

y

cóc t e l e s

del Consejo conjunto d e jefes d e Estado

Mayor»

(9).

En la

práctica, estos acuerdos limita-

ban los

objetivos aliados

en

esta zona

bélica a la conquista d e Cerdeña, d e

Córcega

y de la

Italia peninsular.

Estaba previsto

que el 15.°

grupo

d e

ejércitos aliados,

una vez

cruzado

el

Tíber, cediese

u n a

parte

de sus

efecti-

vos en apoyo de la agrupación encarga-

da de la

nueva operación

Anvil,

cuyo

yunque , tras

u n

desembarco

en el sur

de

Francia, debía complementar

sus

efectos con los del martillo Overlord.

«Fue

en

Quebec —escribiría Robert

Sherwood— donde

se

decidió

por pr i -

mera

vez —al

menos

q u e y o

sepa—

c o m -

pletar la invasión d e Normandía con

unos desembarcos efectuados en la

región

d e

Tolón-Marsella

por los

ameri-

canos

y por las

fuerzas francesas recién

armadas. Esta operación, designada en

u n principio con el nombre d e Anvil,

recibió

m á s

tarde

el de Dragoon.

Chur-

chill

se

mantuvo abiertamente contrario

a

ella hasta

la

víspera

de su

realización

el 15 de agosto de 1944. Ese día apare-

ció en el Mediterráneo a bordo de un

destructor británico

y,

dando muestras

d e

júbilo, hizo

con sus

dedos

el

signo

de

la victoria ( "V ") a l a s estupefactas t r o -

p a s q u e

zarpaban rumbo hacia

las

playas

de la

Riviera»

(10).

El

punto

d e

vista

de los

anglosajones sobre

e l equil ibrio polít ico mundial

Como

ya se ha

mencionado anterior-

mente, la situación militar, tal y como

se

presentaba

en el

momento

de la con-

ferencia

Quadrant,

autorizaba

a los

anglosajones

a

preguntarse

q u é

sería

del

continente europeo

y de su

equilibrio

político cuando el imperio alemán, q u e

había destruido

ese

equilibrio

a su

alre-

dedor, fuese

a su vez

reducido

a la

nada.

Sobre este particular h a y q u e consi-

derar d o s textos: u n o debido a u n a alta

personalidad militar americana

q u e

Robert

E .

Sherwood,

en su

publicación

de los

papeles

d e

Harry Hopkins,

no ha

llegado a identificar; el otro, extraído d e

u n a carta dirigida, con fecha 5 de sep-

tiembre

de 1943, a l

mariscal Smuts

por

Winston Churchill

en

persona.

Al dirigirse a Quebec, Harry H o p -

kins llevaba consigo u n a memoria titu-

lada

Situación

de

Rusia en la qu e el

americano anónimo citado

se

expre-

saba

de la

siguiente forma respecto

a las

perspectivas de la posguerra en Europa,

y a la

oportunidad

de

obtener

el

apoyo

de la

Unión Soviética contra Japón:

« L a

situación

d e

Rusia

en la

Europa

d e

la posguerra será d e predominio. U n a

vez

aplastada Alemania,

n o

habrá

potencia

en

Europa capaz

d e

equilibrar



formidable poderío militar. Gran

en el

Medi-

u n a relación frente a Rusia que

el

de l

poder

en

Europa, pero,

en

este punto,

l o m á s

seguro

es

incapaz d e oponerse a Rusia sin

ayuda d e otros países.

L a

conclusión

que se

impone resulta

que en

esta guerra

es el

factor decisivo,

hay que

la ayuda posible y adop-

r

cuantas medidas

se

precisen para

su

amistad. Como,

si n

duda,

a

dominar Europa después

de la

de l E je , aún es más esencial si

y conservar en el futuro

s relaciones

m á s

amistosas

co n

ella.

Po r

último, para Estados Unidos

la

m á s

importante

por lo

Rusia

se

refiere

es la

continuación

guerra en el Pacífico. Si Rusia se

con

nosotros contra Japón

la

guerra

con

mayor rapidez,

y

s

pérdidas

en

vidas humanas

y en

Rusia observase u n a actitud n o

o

negativa,

la s

dificultades

d e

guerra

en el

Pacífico serían mucho

y las operaciones correrían el

d e fracasar» (11) .

E n

cuanto

al

primer ministro britá-

n o

veía

las

cosas

d e

manera

m u y

El 3 de

septiembre

de 1943

a su viejo amigo surafricano,

por los

resultados

de la

d e

Quebec,

q u e

debilitaba

el

en el

Mediterráneo:

«El

de la calle pensará si n duda q u e

Rusia quien gana la guerra. S i conti-

a

esta impresión, ¿cuál será nuestra

en el

mundo, cuando finalicen

s

hostilidades,

en

relación

a

Rusia?

D e

u n espantoso

en

nuestro estatus mundial,

y

el

peligro

de que los

rusos

se con-

en los

dueños diplomáticos

de la

no es necesario n i deseable,

repercusiones sobre la Common-

Si no

acabamos

la

guerra

en

a

situación

de

igualdad, nuestra posi-

a la vez desastrosa y peligro-

(12). Y proseguía d o s días m á s

el 5 de

septiembre, «después

d e

con un

en

ocho puntos

de l que

sólo

reproduciremos

el

sexto

p o r

referirse

m á s

concretamente

al

tema

en

cuestión:

«Considero inevitable q u e Rusia se con-

vierta en la mayor potencia militar

terrestre después

d e

esta guerra,

que le

habrá desembarazado

de los dos

países

que le han infligido l a s m á s terribles

derrotas en nuestro tiempo: Alemania y

Japón. Espero

s in

embargo

que la "aso-

ciación fraterna

de la

Commonwealth

británica

y d e

Estados Unidos, combi-

nada con su superioridad aérea y naval,

pueda dejarnos

en

buen lugar

y en un

estado

d e

equilibrio amistoso

con

Rusia,

al

menos durante

el

período

d e

recons-

trucción. M i s ojos d e mortal no me per -

miten v e r m á s allá, y todavía carezco d e

información suficiente sobre posibles

telescopios celestes»

(13).

Como puede constatarse,

ni el

citado

memorándum americano

ni el

principal

responsable

de la

política británica

c o n -

tradecían fundamentalmente

las

opinio-

n e s

expresadas,

el 21 de

febrero

d e

1943, por el general Franco en su carta

a sir Samuel Hoare, entonces embaja-

dor de

Gran Bretaña

en

Madrid, refe-

rentes

a las

consecuencias

de l

derrum-

bamiento militar

de l

Tercer Reich.

Pero, a diferencia del informe titulado

Situación

de

Rusia,

Churchill aceptaba

menos fácilmente

ta l

ruptura

del

equili-

brio europeo

y

mundial,

y se

preocu-

paba

d e

paliar

su s

consecuencias

m á s

funestas. Para ello convenía n o romper

tras

la

guerra

lo s

lazos anglo-americanos

q u e

iban

a

contribuir

a

ganarla.

*-

Harry Hopkins , consejero

d e l pres idente Roosevel t ,

insistiría en la conferencia

d e

Quebec acerca

de l a

im por t anc i a

d e l

aliado

sovié t ico

e n e l

conflicto

e n

cu r so

y en e l

futuro

de la política mundial.

15



V L os

anf i t r iones

c a n a d i e n s e s

y s u s

ilustres

inv i t ados : d e p i e .

Mackenzie King

y

Churchi l l ; sentados ,

R ooseve l t

y el

conde

d e

Athlone. gobernador

d e

C a n a d á .

La

confe r enc i a

d e

Quebec decidió

q u e Ov er lord tendr ía

lugar durante

el

ve rano

d e 1 9 4 4 :

e n

c o n s e c u e n c i a ,

l o s

obje t ivos

a l i ados

e n e l

teat ro

d e

ope rac iones m ed i t e r r áneo

s e

verían limitados.

Imperia l

W a r

M us oum



Samuel Hoaro,

d e

Gran Bretaña

El general

le

expondr ía .

car ta fechada

feb re ro

d e 1 9 4 3 .

consecuenc i a s de r ivadas

hundimiento mi l i tar

Tercer Reich.

\ | « M . /

e l E j e , de

par te

Unión Soviética

e Estados Unidos».

s u e ñ o

d e

solidaridad

p o r

Roosevel t .

En el mismo sentido se expresaría el

6 d e

septiembre ante

lo s

profesores

y

estudiantes

de la

universidad

d e H a r -

vard,

q u e

acababa

d e

investirle doctor

honoris causa. Invocando la comunidad

lingüística, literaria y jurídica de las dos

democracias anglosajonas, Winston

Churchill, dirigiéndose

a su

auditorio,

exhortaba

a

Inglaterra

y a

Estados

U n i -

d o s a reforzar todavía m á s s u solidari-

d a d . M u y

particularmente, hacía votos

para

que el

maravilloso sist ema

del

Consejo conjunto

d e

jefes

de

Estado

Mayor

n o

cesase

s u s

actividades apenas

fuera lanzado el último cañonazo: «En

m i

opinión —decía—, sería

u n

error

y

u n a

imprudencia graves

p o r

parte

de

nuestros d o s Gobiernos, o de uno solo,

romper esta organización d e funciona-

miento

ta n

seguro

y de tan

enorme

poder cuando haya terminado

la pre-

sente guerra.

E n

aras

d e

nuestra propia

seguridad, y de la del resto del mundo,

estamos obligados

a

conservarla

a

pleno

rendimiento después

del f in de las hos-

tilidades —probablemente durante

muchos años—, n o solamente hasta q u e

hayamos puesto en pie alguna organiza-

ción capaz

d e

mantener

la paz,

sino

hasta

q u e

sepamos

q u e

esta organiza-

ción

n o s

proporcionará realmente

la

protección, contra todo peligro y contra

toda agresión,

q u e n o s e s

indispensable

y que

hemos tenido

q u e

conseguir

al

precio

d e d o s

gigantescos conflictos

mundiales»

(14).

Pero el presidente Roosevelt, d e

acuerdo

con los

consejos

d e

Harry

H o p -

kins,

n o

estaba

en

modo alguno

d i s -

puesto a aceptar lo s planes del gran

estadista británico

y, en

consecuencia,

a

comprometer

a

Estados Unidos

con

unos lazos partic ulare s

con el

Reino

Unido después de la guerra. En sus

Memorias,

Winsto n Churchill conclui-

ría

acerca

d e

esta negativa:

« H a

preva-

lecido

la

insensatez».

Malevolencia d e Stal in

C o n

todo,

la

palabra insensatez quizá

n o

fuera

l a m á s

idónea, porque

n i R o o -

sevelt n i Hopkins disponían tampoco

del telescopio celeste que les hubiera

permitido explorar

con

certeza

en los

arcanos

de los

destinos mundiales.

Sin

embargo,

y al

igual

que el

primer

ministro británico, el presidente d e

Estados Unidos tenía

en su

poder

u n

voluminoso archivo

d e

cartas

q u e S t a -

lin le

había dirigido

a

partir

de l mo-

mento en que la agresión d e Hitler

puso fin al régimen del pacto germano-

soviético,

y las

misivas

n o

auguraban,

ni por su

fondo,

ni en su

forma,

u n

futuro halagüeño para

la

convivencia

internacional, aunque en su correspon-

dencia

con la

Casa Blanca

el

dueño

del

Kremlin cuidase

de no

adoptar

u n

tono

t a n

altanero como

c o n

Churchill.

Analizada esta correspondencia sobre

la

base

de la

traducción francesa

de la

colección soviética, hecha

en 1959 por

la

editorial Plon

(15), el

tono

d e

Stalin,

altivo y sarcástico, trasluce imputacio-

n e s malévolas respecto a sus aliados,

afirmaciones atrevidas —por

n o

decir

otra cosa

a ú n

peor—,

u n a

negativa

o b s -

tinada

a

tomar

e n

consideración

los

argumentos de los otros, la expresión

nada disimulada

de la

desconfianza

m á s

descortés

y u n

insaciable espíritu

d e

conquista, agudizado

p o r

cada

una de

la s concesiones q u e jamás le escatima-

r o n s u s aliados occidentales.

Todo parecía anunciar

ya en

esta

época, claramente,

que en las

relaciones

internacionales

de la

posguerra

la

cola-

boración pacífica entre Moscú, Londres

y

Washington sería

m u y

difícil,

aun

suponiendo

que las dos

democracias

anglosajonas consintieran

en

apartarse

subrepticiamente

de los

grandes princi-

pios humanitarios proclamados al

mundo

en

agosto

de 1941, con la

Carta

del

Atlántico.



Cazador d e carros alemán IV/70

i l r-4 I

j

L

P e s o : 2 6

t m .

Tr ipu l ac ión :

4

hom bres .

A r m a m e n t o :

u n

cañón S tuck

4 2 L / 7 0 , d e 7 5 m m ,

d o t a d o

c o n 5 5

proyect i les ,

y u n a

am e t r a l l adora

M G 4 2 ,

d e 7 . 9 2 m m .

Blindaje : delantero de la ca rena , 8 0 m m ;

lateral

de la

ca rena ,

4 0 m m .

M otor : M aybach

H L 1 2 0 T R M e n

línea,

d e 3 0 0 C V .

V e l o c i d a d :

4 0 k m / h , p o r

ca r r e t e r a ;

1 6 k m / h ,

todo ter reno.

A u t o n o m í a :

2 0 1 k m , p o r

ca r r e t e r a ;

1 2 8 k m ,

todo ter reno.

Long i tud d e l c a s c o : 5 , 8 5 m .

A n c h u r a : 2 , 8 5 m .

A l tu ra :

1 , 7 8 m .

2 0



l

espantoso asunto

d e

Katyn

¿ Sería opo rtu no evocar a este re s -

la espantosa carnicería d e Katyn

oeste de Smolensk), donde el

abril

de 1943 los

alemanes descu-

en pilas de a

los cadáveres momificados d e

oficiales polacos, ejecutados

to -

disparo en la nuca? Se ha

q u e este ejemplo de la feroci-

d

stalinista debería haber bastado

a

y americanos para darse cuen-

, amplia y cumplidamente, de la ver-

del

poder soviético.

examen de los hechos y de la docu-

s in embargo, impone alguna

a esta opinión.

Efectivamente, respecto

a las

respon-

en la masacre d e Katyn, ni

g

ni Roosevelt disponían en f

del informe completo ~

el asunto, tal y como f u e elabo- J

en 1946 por los tribunales interna-

1/5

de

Nuremberg,

y

completado

en 1952, por una encuesta d e

a comisión de la Cámara de Repre-

en Washington.

A Vista aérea parcial d e l o s c a d á v e r e s d e o f i c i a l e s p o l a c o s e x h u m a d o s p o r l o s a l e m a n e s

e n Katyn , e n abril d e 1 9 4 3 .

^ La

p r o p a g a n d a a n t i c o m u n i s t a

( e n

es ta pág ina ,

y en l a

s igu ien te ) explo ta r ía

la

ind ignac ión

d e s p e r t a d a

p o r l a

m a s a c r e .

Voilá

ce que le

bolchevisme

apporterait á l EUROPE

21



document



Bapiv



N o

menos cierto

e s que n i uno n i

otro

concedieron el menor crédito a las furi-

bundas mani fes taciones d e Stalin

cuando,

el 21 de

abril

de 1943, les

anun-

ció la

ruptura

de

relaciones entre Moscú

y el Gobierno polaco en el exilio en t é r -

minos q u e conviene recordar: «E l hecho

de que

esta campaña hostil

a la

Unión

Soviética haya comenzado simultánea-

mente en la prensa alemana y polaca, y

que en

ambas adquiera

los

mismos

p e r -

files, n o deja lugar a dudas: esta c a m -

paña hostil h a sido organizada después

de un

contacto

y u n

acuerdo previo

entre Hitler,

el

enemigo

de los

Aliados,

y el Gobierno de Sikorski. Mientras los

pueblos de la Unión Soviética derraman

su

sangre

en una

difícil lucha contra

la

Alemania hitleriana, y hacen acopio de

todas s u s fuerzas para aplastar a l ene-

migo común

de los

países democráticos

defensores de la libertad, el Gobierno d e

Sikorski se pone al servicio de la tiranía

d e

Hitler,

y

asesta

u n

golpe traidor

a la

Unión Soviética»

(16) ;

Winston Chur-

chill tampoco aceptó jamás la versión

de Moscú en el sentido de atribuir a los

alemanes este asesinato colectivo,

y tal

vez deban buscarse en la profunda

indignación que le inspiró todo este

asunto,

la s

raíces

de sus

cambios

de

parecer respecto a las posibilidades de

colaboración entre el Este stalinista y el

Oeste liberal.

E n

cuanto

al

presidente Roosevelt,

árbitro de la situación, los numerosos

informes que le llegaban, d e fuentes

fidedignas, sobre

l a s

abominaciones

perpetradas por los nazis en la mayoría

El general Sikorski

Gobierno polaco

exilio

e n

Londres,

c o n e l

v icemar i sca l

Aire polaco Ujeski .

t o d o s l o s pa íses ocupados ,

f u e e l q u e apor tó ,

y

a é r e o s

Aliados.

WtADIStA W SIKORSKI

W-tadisfaw Sikorski nació

en

Tuszow, cerca

de

Sandomir (Polonia),

en 1881.

Diplomado

en

la

Escuela superior

de

Lvov

en 1902,

cumplió

su servicio militar en el Ejército austríaco,

donde ascendió a teniente de reserva. Al mismo

tiempo colaboraría con el mariscal Pilsudski

en otra actividad patriótica no menos impor-

tante: la liberación de Polonia, organizando

formaciones militares clandestinas.

Durante la primera Guerra Mundial comba-

tió en la Legión polaca, con el grado de

teniente-coronel. Internado por los austríacos

después

del

tratado

de

Brest-Litovsk, recobró

su

libertad

al

hundirse

los

imperios centrales

y

llegó al grado de general en el Ejército polaco,

po r méritos de guerra en la lucha contra los

soviéticos (1919). Llamado a formar un

gobierno en 1922, fue derrocado y nombrado

ministro de la Guerra en 1924, pero se retiró de

la

escena política

en 1926

después

del

golpe

de

Estado

de

Pilsudski. Partidario convencido

de

la

alianza franco-polaca,

se

exilió

en

Francia

(1926) y allí se consagró a la redacción de

obras históricas y estratégicas.

Al producirse los acontecimientos de 1939, el

general Sikorski asumiría el mando de las tro-

pa s polacas reorganizadas en Francia, y la

jefatura del Gobierno polaco en el exilio. Refu-

giado primero en Angers, en 1940 se instalaría

definitivamente en Londres co n dicho gobierno.

Desde su cargo, y siempre al amparo diplomá-

tico

de

Gran Bretaña, Sikorski mantendría

un a

posición

de

abierta hostilidad hacia

los

soviéticos tras ser descubierta la masacre de

Katyn. Murió en 1943 en Gibraltar, victima

de un accidente de aviación en circunstancias

no esclarecidas.



G U E R R E

países ocupados, le inclinaron a

a ellos la masacre d e

s

oficiales polacos.

E l

informe

que le

a este respecto su embajador en

co n fecha 25

e

enero

de 1944,

tras

la

liberación

d e

por e l Ejército rojo, le reafir-

en su tesis.

El 15 de enero anterior, lo s corres-

de la

prensa anglosajona acre-

en Moscú se habían trasladado

Katyn, para conocer la s conclusiones

comisión nombrada

por e l

con el fin de diluci-

a r este espantoso asunto, y para escu-

E l

embajador

f u e autorizado a enviar t a m -

bién a su hija y a uno de sus colabora-

dores, y sobre la base de sus testimo-

nios redactó

u n

informe notable

por la

prudencia de sus términos: «Ninguno

de los miembros del grupo —escribiría

al

Departamento

d e

Estado—

f u e

capaz

de juzgar la s pruebas científicas de las

autopsias practicadas en su presencia.

No se les permitió hacer investigaciones

personales, sino únicamente hacer

p r e -

guntas concretas a algunos testigos lle-

vados ex profeso.

L o s

corresponsales informaron sobre

lo que habían visto, sin expresar sus

opiniones personales, pero, arguyendo

razones fútiles,

el

censor retuvo

sus

reportajes. L a s pruebas y los testimo-

< El hor ror d e l o s h e c h o s

s e pres ta r ía a l as

i n t e r p r e t a c i o n e s

m á s

trágicas: Katyn

s e convi r t ió en l a piedra

d e t o q u e d e l a p r o p a g a n d a

f r a n c e s a .

2 5



nios son poco concluyentes, pero K a -

thleen (su hija) y el miembro de l a em-

bajada piensan

que la

masacre

fue co -

metida, probablemente, por los alema-

nes» (17).

Seguían

los

indicios materiales

en

apoyo d e esta tesis, recogidos por la

señorita Harriman, indicios cuya incon-

sistencia reconocería ella misma poste-

riormente,

el 12 de

noviembre

de 1952,

cuando testificó ante la comisión de la

Cámara d e Representantes.

S e

dice

que en los

últimos días

de su

vida Roosevelt ya no creía en la culpa-

bilidad de los alemanes en el asunto de

Katyn, pero igual

q u e

Churchill,

por

razones evidentes, tampoco él podía y a

explicar públicamente su opinión a este

respecto.

Las responsabi l idades

soviéticas

Sea como fuere, todo historiador

debe saber que e l asunto d e Katyn f u e

introducido durante

el

verano

de 1945

en el acta d e acusación q u e enviaba a

los alemanes culpables de crímenes de

guerra ante

el

tribunal militar interna-

cional

de

Nuremberg,

y que se

hizo

así

a petición del fiscal soviético. Igual-

mente, debe constatarse que, a lo largo

de los

debates, todo

el

celo

de los

coro-

Averell Harri man.

d e Es tados Unidos

Moscú, dir igió

informe conc luyeme

la

cu lpabi l idad

to

a l e m a n e s

en l a

m a s a c r e

Katyn. =>

neles Pokrovski y Smirnov n o consegui-

ría aportar pruebas concluyentes sobre

el

tema,

y que e l

acta

d e

acusación

sobre el asesinato d e 11.000 oficiales

polacos n o f u e siquiera objeto d e m e n -

ción

en la

sentencia pronunciada

por el

tribunal contra los acusados.

E n otras palabras: la acusación no se

arriesgó a intentar la refutación del

informe firmado

el 30 de

abril

de 1943

por los doce médicos forenses invitados

p o r Berlín a visitar la carnicería d e

Katyn,

y

autorizados

a

practicar libre-

mente la autopsia de los cadáveres que

ellos mismos designaran. E s preciso

señalar

que , a

excepción

del

profesor

Naville, de la universidad d e Ginebra,

todos pertenecían a países ocupados o

satélites , pero esto

n o

impidió

que,

excepto

u n

búlgaro, absuelto después

d e

u n a lamentable autocrítica ante el tribu-

nal de Sofía, y de un checo, ninguno d e

los

doce investigadores consintiera

en

desautorizar posteriormente su firma

de 1943.

Particularmente,

y a

pesar

de las acu-

saciones dirigidas contra él por un dipu-

tado comunista ginebrino, el profesor

Naville confirmó

en

septiembre

de 1946

s u s

conclusiones,

y f u e

totalmente

exo-

nerado por la autoridad cantonal de las

sospechas con las que los defensores de

Moscú intentaban empañar

su

honradez

científica y profesional. En 1952 e l doc-

to r Milosavic, antiguo director del Ins-

t i tuto

de

Criminología

y d e

Medicina

Legal d e Zagreb, el profesor Palmieri,

de la universidad d e Nápoles, y e l doc-

to r

Tramsen, jefe médico

de la

Marina

real danesa, deportado

en 1944 por la

Gestapo acusado de colaborar con la

Resistencia, mantuvieron idéntica acti-

t u d

ante

la

comisión

d e

investigación

americana, igual que e l profesor Orsos,

de la universidad de Budapest.

D el

examen

de los

cadáveres,

de sus

vestidos y de la documentación encon-

trada en ellos, concluían unánimemente

que e l

crimen

de

Katyn

n o

podía

datarse en una fecha posterior al

comienzo de la primavera de 1940,

mientras p o r parte rusa se afirmaba re i -

teradamente

q u e

había sido perpetrado

en e l mes de agosto de 1941, es decir,

inmediatamente después de la batalla

q u e

entregó

la

región

d e

Smolensk

a los

alemanes.



carn icer ía d e Katyn: A c u e r p o s a p i l a d o s en l a s f o s a s c o m u n e s ; o e l c a d á v e r d e u n

a ú n c o n s u e s t o l a ; v l o s r e s t o s d e l o s g e n e r a l e s S m o r a w i n s k i y B o c h a t e -

s o n i n t r o d u c i d o s e n u n a t a ú d . > El rea l i smo a t roz d e u n car te l po laco : 4 . 1 4 3 of ic ia les s

c o n u n tiro en l a nuca .

£

a

ra

a

jü

-O

Le s mrtviich v

o

a

h u t u n e

2 7



y

exper tos

p a í s e s o c u p a d o s

l o s d o c u m e n t o s

e f e c t o s p e r s o n a l e s

e n Katyn.

S e echa tierra a l asunto

e n

Estados Unidos,

e n

1945.. .

Estos testimonios recogidos en

Europa y en América serían reforzados

d e

manera absolutamente voluntaria

e

independiente por l a s afirmaciones del

coronel V a n Vliet, de l Ejército ameri-

cano, en un informe fechado el 22 de

mayo

de 1945.

Prisionero

de los

alema-

El

general Bissel , jefe

Serv ic io

d e

Información

Ejérc i to amer icano ,

a l corone l V a n Vliet

s u s o b s e r v a c i o n e s

e n 1 9 4 3

la m a s a c r e d e Katyn.

o

c

2

crt

>-O

*

nes ,

había sido conducido hasta

las

fosas comunes d e Katyn junto c o n algu-

nos de sus compañeros d e cautiverio, y

pudo realizar allí u n a serie de constata-

ciones

n o

reveladas

por é l

hasta después

de su liberación:

1.°) Que los cadáveres llevaban ropas

d e

invierno.

2.°) Que las botas y los uniformes de

la s víctimas, todos d e excelente

calidad,

n o

presentaban ningún

indicio d e desgaste por uso .

« H e aquí la explicación q u e me

parece m á s lógica», continuaba en tér-

minos propios.

«Si los

alemanes hubie-

r a n cometido los asesinatos, la fecha de

su realización se correspondería con la

época

e n q u e

invadieron

la

zona

de

Smolensk, e s decir, julio-agosto de

1941, y entonces lo s uniformes y los cal-

zados hubieran presentado indicios

de

mayor desgaste, porque hubieran sido

llevados desde hacía do s años. Respecto

a este tema, yo tengo m i propia expe-

riencia personal: gasté

d o s

pares

de ca l-

zado en los dos años d e mi cautiverio

(aunque se tratase en este caso de ca l-

zado militar),

y

estos

d o s

años represen-

t a n , poco m á s o menos, la diferencia de

tiempo sobre la que alemanes y rusos

discutían

a la

hora

d e

fijar

l a

época

de la

masacre. Concluí, pues, afirmando

taxativamente la culpabilidad soviéti-

ca» (18).

E l

general Bissel, jefe

del

Servicio

de

Información de l Ejército americano,

asfixió el reportaje del coronel Va n

Vliet, llegando incluso

a

darle

la

orden

de que no revelase a nadie s u s observa-

ciones sobre la matanza d e Katyn.

¿Obraba

a s í

siguiendo

su

propia

in i -

ciativa, o basaba su decisión en motivos

d e alta política ajenos a su competen-

cia?

L a

segunda hipótesis parece

l a más

acertada, ya que la primera entraría en

abierta contradicción con las prácticas

observadas por los centros administra-

tivos militares subalternos.

. . . y es

escamoteado

e n 1 9 6 3

en la Unión Soviét ica

P o r último, y para concluir co n este

siniestro asunto, debe subrayarse

la

extrema discreción d e q u e hace gala la

historiografía soviética, e n s u s últimos

tiempos, al relatar la ruptura de las rela-



y el

en el exilio. Al tratar

la

Gran Guerra patrió-

dice simplemente que l a Unión

n o podía tolerar p o r má s

la

campaña

d e

calumnias desa-

de los rusos— por

general Sikorski y sus colaboradores.

se cuida m u y bien d e referir la

d e dichas calumnias

supuesto, d e mencionar e l n o m-

Katyn para nada.

otas bibliográficas

(1 ) Churchill, Wins ton: Mémoires sur la

deuxiéme Guerre Mondiale.

T o m o V .

L étau

se referme. L Italie capitule (6 juin-12

novembre 1943). Ginebra,

L a

Palatinc,

1951,

pág. 80 .

Memorias.

La

segunda Guerra

Mundial.

E d . Plaza & Janes, Barcelona,

1965.

(2 ) Ibid., pá g. 128.

(3 ) Alanbrooke: L espoir change de camp. Notas

de guerra traducidas y presentadas por sir

Arthur Bryant. París, Plon, 1959, pág. 543.

La encrucijada de l destino. E d . Grijalbo

S. A., México.

(4 )

Ibid.,

pág. 537.

(5 )

Ibid.,

pág. 538.

(6 )

Ibid.,

pág. 548.

(7 ) Leahy, William D . :

J étais

lá. París, Plon,

1950, pág. 212.

(8 ) Morison, Samuel Eliot: History ofthe United

States Naval Operations in World War II.

T omo X I . Th e invasión of France and Ger-

many.

Boston, Little Brown a n d Company,

1957, pág. 57.

(9 ) Churchill, Winston: op. cit., pág . 80 .

(10)

Sherwood, Robert

E . :

Le memorial de Roose-

velt, d aprés les papiers de Harry Hopkins.

T omo

I I .

Roosevelt, chef

de

guerre

(de

Pearl

Harbor

á sa

morí).

París, Plon, 1959, pág.

281 .

Roosevelt

y

Hopkins.

E d . Janés, Barce-

lona, 1965.

(11) Ibid.

(12) Churchill, Winston: op. cit., pág. 124.

(13) Ibid., pág . 127.

(14) Ibid., pág . 122.

(15) Correspondance secrete de Staline avec Roo-

sevelt, Churchill, Truman et Attlee (1941-

1945). París, Plon,

1959.

Correspondencia

secreta de Stalin con Churchill, Attlee, Roo-

sevelt

y

Truman (1941-1945).

E d . Grijalbo

S. A., México.

(16) Ibid. T omo I . Pág. 171.

(17) Montfort, Henri d e : Le massacre de Katyn.

Crime russe ou crime allemand? París, L a

Table ronde, 1966, anexo 2, págs. 186-187.

(18) Ibid., pág . 170.

V La nac iona l idad d e cada

oficial

f u e

c o m p r o b a d a

p o r u n

m i e m b r o

d e l a

Comis ión

d e Inves t igac ión nombrada

p o r l o s a l e m a n e s : t o d o s

l o s cadáveres e ran po lacos .

2 9



Capítulo 5 1

Las

conferencias

de El

Cairo

y d e Teherán

l general Marshal l ,

d e Roosevelt

e l

mando

d e

O v e r l o r d

L a conferencia d e Quebec había

el mando de la opera-

Overlord

a u n

general americano.

a primera idea de l presidente Roose-

f u e designar para este cargo al ge-

a

quien Eisenhower

en sus

funciones

d e

jefe

del

de l Ejército e s -

E l presidente americano n o obedecía

n ello a ningún designio maquiavé-

su carta al hono-

al nombramiento:

« E s justo, m e parece —la escribiría el

septiembre

de

1943—,

dar a

la

oportunidad

d e

demostrar

su

en el campo de batalla, y la magni-

tarea que se le ha encomen-

es ta l , que en

ella encontrará

sin

la forma d e desplegar fructífera-

s u s cualidades d e estratega. M e

que la

mejor forma

de

expresar

i deseo es la siguiente: quiero que

a ser el Pershing de la

y n o

puede

(1).

L o q u e suscitaba la oposición del

del cuerpo expedi-

de la

primera

G u e -

a Mundial era la desorganización que

nombramiento iba a introducir en el

d el Pentágono, tanto m á s cuanto

solución adoptada por e l presi-

a Eisenho-

indefinidos poderes

d e u n a

jefa-

E l mismo almirante King

a pesar de que la solución del

su posición en el

en

Wash-

la combinación ganadora. ¿Por

u é eliminarla?» (2). Esta opinión,

por e l

sentido común

má s e v i -

e r a compartida también por e l

H . H . Arnold, comandante d e

s

fuerzas aéreas

del

ejército.

E n cuanto al candidato de la Casa

Blanca, permaneció absolutamente h e r -

mético durante el debate, atento sólo a

lo s intereses de la victoria aliada. Refi-

riéndose

a u n

despacho sobre este tema

redactado

por é l con e l

general

M a r -

shall, el almirante Leahy escribiría: «Ni

u n a sola vez, ni al redactar aquel tele-

grama,

ni en el

curso

d e

nuestras

c o n -

versaciones personales o durante las

numerosas discusiones suscitadas en el

Consejo

d e

jefes

d e

Estado Mayor sobre

la cuestión del mando, pronunció una

sola palabra susceptible de indicar sus

propios deseos»

(3).

<J G e n e r a l G e o r g e C . Marsha l l ,

j e f e d e l Es tado Mayor

d e l Ejé rc i to amer icano .

Rooseve l t qu iso hacer d e é l

el P e r s h i n g de l a s e g u n d a

Guerra Mundial .

v El genera l Henry H . Arnold,

c o m a n d a n t e d e l a s f u e r z a s

a é r e a s d e l e jé rc i to d e Tierra

d e Es tados Unidos ,

s e mani fes ta r ía cont ra

la des ignac ión pres idenc ia l .

J m

*

i

1

i

t

> •

4

ií

E

>-

<

w

3

ii*

i

31



El

p r e s i d e n t e R o o s e v e l t

i z q u i e r d a a d e r e c h a ,

s a l m i r a n t e s K i n g y Leahy

e l g e n e r a l M a r s h a l l

d e Mers e l -Kébir ,

d e l a c o r a z a d o " l o w a " .

L a s intenciones de Roosevelt levan-

taron algunas tempestades

en la

prensa

estadounidense

en

cuanto fueron cono-

cidas, aunque el presidente contara con

grandes amigos en los medios d e difu-

sión. Algunos comentaristas llegaron

a

suponer q u e , bajo la influencia de Harry

Hopkins, d e Félix Frankfurter, de

Samuel Rosenmann

y d e

David

K .

Niles, su verdadera intención e r a de s -

plazar

a

Marshall

de la

dirección

de las

operaciones bajo pretexto

d e u n n o m -

bramiento adulador, para sustituirlo

personalmente en esta actividad. Supo-

sición t an ma l intencionada como

absurda, porque Roosevelt sólo pensaba

en procurar al jefe del Estado Mayor del

Ejército americano el mando supremo

que lo

encumbraría hasta

la

posteridad.

En lo que a los interesados se refiere,

lo s proyectos y los rumores derivados

de

ellos serían motivo

d e

algunas

b r o -

m a s n o exentas de auténtico humor

anglosajón: «E n medio d e estas penosas

discusiones,

u n a

emisión difundida

por

la

propaganda nazi desde París intro-

dujo u n matiz hasta cierto punto jocoso.

El

parte estaba concebido

en

estos

t é r -

minos:

E l

general George

C .

Marshall,

jefe del Estado Mayor d e Estados U n i -

dos , ha sido relevado de sus funciones.

Desde ahora ejerce

el

mando

el

presi-

dente Roosevelt. E l acontecimiento h a

tenido lugar hace d o s días, pero Wash-

ington

aún no ha

hecho ningún

co -

mentario sobre e l tema". Marshall

comunicó

la

información

a

Hopkins,

acompañada

de la

siguiente nota:

Q u e -

rido Harry,

¿

eres

tú

quien

m e h a

hecho

esta jugada? G.M.M." Hopkins enseñó

la

nota

a

Roosevelt,

y

éste

le

añadió

unas palabras: "Querido George,

exacto, aunque sólo en parte. Yo soy

ahora el jefe del Estado Mayor, pero tú

eres

el

presidente"»

(4).

Reticencias británicas

L a

solución preconizada

p o r

Wash-

ington no agradaba al Gobierno de

Londres, porque la última idea de l pre-

sidente Roosevelt apuntaba

a

situar

* •

»»i

i» ,

1

h



la

autoridad

de

Marshall

n o

sólo

la

y realización de la opera-

Overlord, sino también el teatro

operaciones mediterráneo.

L a p o s -

del jefe del Estado Mayor general

a la prosecución d e

ofensiva en Italia, por no mencionar

tema

de la

liberación

de

Rodas

y

l Dodecaneso, e ra demasiado cono-

por los

ingleses como para

que

ta l

ampliación

de sus

P o r otra parte, opinaban —y no

n razón— que la tarea e ra demasiado

un

solo hombre,

p or

gran-

fuese su capacidad d e trabajo.

d e Stalin

En este retraso de sus aliados anglo-

en designar el mando supremo

Overlord, Stalin sospechaba

una

y

pérfida maniobra

de los

Gobier-

Londres y Washington desti-

a

eludir

sus

compromisos referen-

creación de un segundo frente 4

Europa occidental. L a conferencia de o

A E n Teherán , S ta l in

h izo d e Churchill

el b l a n c o d e s u s i ron ías .

El d e s c o n f i a d o g e o r g i a n o

d u d a b a d e l a d i s p o s i c i ó n

británica para abrir

u n

s e g u n d o f r e n t e

e n

Europa

o c c i d e n t a l .

<1 A su

l l e g a d a

a

A le jandr ía ,

a f i n a l e s d e n o v i e m b r e

d e 1 9 4 3 , Churchill

e s

a c l a m a d o c a l u r o s a m e n t e

%

p o r l o s m a r i n o s b r i t á n i c o s .

3 3



s A l iados v is tos

u n c a r t e l a l e m á n

e n Po lon ia .

p o r e l s o l d a d o

e s u n

lobo

el

águila

s e h a

c o n v e r t i d o

b u i t r e e Ing la te r ra ,

"pér f ida A lb ión" ,

s e r p i e n t e .

Teherán le daría oportunidad de expre-

sar abiertamente s u s temores frente al


y al

presi-

dente americano.

Tras su muerte, e incluso después de

la "desestalinizacicm", la historiografía

soviética insistiría sobre

la

misma hipó-

tesis con fervor digno d e mejor causa.

L a realidad e ra otra m u y distinta.

Según

la

documentación

m á s

fidedigna,

si

Washington reivindicó para

u n ame-

ricano el mando supremo del segundo

frente

f u e

para asegurar

su

apertura

en

la fecha prevista, y si la primera elec-

ción de Roosevelt recayó sobre M a r -

shall fu e porque éste reunía, a su enten-

der ,

toda clase

d e

garantías.

E l celo del presidente y d e Harry

Hopkins en favor de Overlord no les

evitaría

un

error inicial

en la

elección

d e

su candidato, pero atribuir u n carácter

doloso a esta maniobra equivaldría a

unir

la

ignorancia

a la

calumnia.

Hacia

u n a

conferencia

en la cumbre

L a

ejecución

de las

decisiones toma-

das en Quebec, y la armonización de los

puntos d e vista de las tres grandes

potencias respecto a la continuación

común

de las

hostilidades

y al

ordena-

miento europeo de la posguerra, exigían

un

encuentro

del

presidente americano

y

de los

jefes

de

Gobierno

de la

Unión

Soviética y del Reino Unido. L a ofen-

siva soviética, en pleno apogeo, impedía

al

generalísimo Stalin alejarse

m á s

allá

d e Teherán, pero Roosevelt, por su

parte, no queriendo arriesgarse a agotar

el

plazo constitucional

d e

diez días

que

permite al presidente americano oponer

su veto a los acuerdos legislativos del

Congreso, propuso sucesivamente

El

Cairo, Asmara —capital

de la

antigua

Eritrea italiana— y Basora, en el golfo

Pérsico.

Pero Stalin

no

quiso aceptar ninguna

de ellas, y Roosevelt se plegó a sus

deseos. Se ha dicho que el primero

quiso probar

la

voluntad

del

segundo.

N o es improbable, aunque también

deba tenerse en cuenta que el generalí-

simo soviético controlaba m u y estre-

chamente

a sus

subordinados,

y que lle-

vaba a cabo el control de sus operacio-

nes con una

minuciosidad desconocida

en los

ejércitos occidentales;

los

genera-

le s soviéticos n o tomaban ninguna ini-

ciativa sin consultar antes a Stalin tele-

fónicamente,

lo que no

podía hacerse

m á s allá d e Teherán.

C on ocasión de su estancia en Moscú

para la preparación de la conferencia,

Anthony Edén tuvo ocasión

de

compro-

bar el papel militar desempeñado por

Stalin: «Stalin no quería salir de Rusia.

Según Molotov,

su

presencia

e ra

indis-

pensable para

la

dirección

de la

guerra

en el frente ruso. Yo no lo creía, pero

probablemente

e ra

cierto;

he

aquí

u n

ejemplo: la tarde en que discutíamos

sobre los convoyes, llamaron a Stalin

p o r teléfono a la sala d e conferencias,

circunstancia excepcional. El mayor

Birse, nuestro excelente intérprete, oyó

lo que decía o respondía el dictador, y

pudo comunicarme

d e

inmediato

que se

había solicitado de Stalin u n a decisión

sobre objetivos a bombardear en Cri -

mea»

(5).



al

encuentro

e Stalin

El

presidente Roosevelt, Harry

H o p -

lo s almirantes Leahy y King, los

s Marsha ll y Arnold y sus prin-

en el

Iowa, y zarpa-

Hampton Roads en la noche del

noviembre.

«E l

presidente Roosevelt —diría

el

n o albergaba ningún

la

fecha

13,

la

creencia

de los

mari-

viernes es mal día para

u n largo viaje. E l gran aco-

Iowa

permaneció pues

en el fon-

la

velada

del

viernes

12

noviembre de 1943, y no salió hacia

d e nuestro viaje a

Cairo, hasta

las

cero horas

y 1

minu-

sábado 13 de noviembre» (6). El

los depositó el 20 de noviembre

el

muelle

d e

Mers el-Kébir,

les

esperaba, «todo sonrisas»

el general Dwight

.

Eisenhower. Veinticuatro horas

Cartago les bastaron para orien-

las perspectivas inmediatas

operaciones en Italia. U n cuatri-

de

transporte

los

condujo

a El

el 22 de noviem-

horas y 30 minutos. Winston

y su

Estado Mayor,

en el que

de la flota sir Andrew C u n -

a sir Dudley

el 21 de

octubre ante-

rior,

se

encontraban reunidos desde

hacía ya cuarenta y ocho horas. T a m -

bién acababan

d e

llegar

el

mariscal

Chiang Kai-shek, acompañado de su

influyente esposa, su jefe de Estado

Mayor,

el

general

J . W.

Stilwell,

que

compaginaba esta función con la de

adjunto d e lord Mountbatten, y otros

tres generales chinos.

£ E l

a lmir an t e lo rd Louis

M o u n t b a t t e n ( i z q u i e r d a )

c o n v e r s a c o n e l genera l

e s t a d o u n i d e n s e J o s e p h

W . S t i lwe l l .

JOSEPH W . STILWELL

Nacido

en

Palaika (Florida)

en 1883,

Joseph Warren Stilwell

se

graduó

en 1904 en

la Academia de West Point como subteniente

de infantería. En 1918 tomó parte en las opera-

ciones de las tropas americanas en el sector de

Saint-Mihiel, y después, de regreso a Estados

Unidos, se especializó en el estudio del

Extremo Oriente. Enviado a Pekín, Stilwell

sirvió en el Estado Mayor de l cuerpo ameri-

cano de Tiensingy acabó corno agregado militar

en

China (1923).

Al

comienzo

de las

hostilidades entre Esta-

do s Unidos y Japón, Stilwell, promovido a

general, fue nombrado jefe de l Estado Mayor

de Chiang Kai-shek. En 1942, después de una

dura retirada

por las

montañas

de

Birmania,

consiguió reagrupar a las tropas chinas en la

India. Tomó entonces, como general ameri-

cano, el mando de las operaciones en India-

China-Birmania, poco antes de ser nombrado

adjunto de lord Mountbatten. Encargado de

los

enlaces entre China

y la

India, posterior-

mente

su s

esfuerzos buscarían contener

el

avance japonés, hasta contraatacar

en 1944.

Enemistado co n Chiang Kai-shek, fue lla-

mado a Estados Unidos en octubre de 1944. El

18 de junio de 1945 reemplazó en Okinawa al

comandante del 10. Ejército y concluyó la

limpieza de la isla. Poco después (1946) mori-

ría en San

Francisco.

A E l

a l m i r a n t e

d e l a

f lo ta

s i r

A n d r e w C u n n i n g h a m

s u c e d e r i a a s i r Dudley Pound

t r a s s u m u e r t e

e n o c t u b r e d e 1 9 4 3 .

3 5



Car te l sov ié t ico

d e u n a f r a s e

e S t a l i n : « E l Ejército rojo,

a r m a s

d e

n u e s t r o s

l o s

r í ñ o n e s

e la b e s t i a f a s c i s t a » .

LA CONFERENCIA "SEXTANT" (EL CAIRO)

R e v i s t a d e a r m a s

Cairo , c o n o c a s i ó n

impos ic ión

e c o n d e c o r a c i o n e s .

a l a s t r o p a s

l a s

b a n d e r a s

p a í s e s

q u e

c o m b a t e n

b a n d o a n g l o s a j ó n .

L o s británicos desean

q u e s e otorgue prioridad

a l as operac iones e n Europa

Esta nueva conferencia interaliada,

q u e había recibido el nombre d e

Sextafit, sería escenario desde

la

misma

fijación de su orden del día de una agria

disputa entre el terco irlandés del Norte

que era s ir

Alanbrooke

y el

irascible

almirante King. Vinegar Joe, como

apodaban a Stilwell s u s camaradas del

Ejército americano, narra

en su Diario

los términos de la discusión: «23 de

noviembre... a las 14 horas y 30 minu-

tos . El generalísimo (Chiang Kai-shek)

telefonea:

N o

presente propuestas".

Significa

que el

generalísimo

va a acu-

d i r . Después dice q u e n o vendrá.

Luego,

que s í .

¡Bah Alanbrooke

se

pone grosero y King se cabrea. King

casi ha saltado po r encima de la mesa

para agarrar

a

Alanbrooke. ¡Dios,

que

furioso estaba M e hubiera gustado que

le soltase u n puñetazo» (7).

N o cabe duda de que es necesario

situar

el

relato

en su

justo término,

p o r -

que s i algo se desprende de la lectura

del Diario d e Stilwell es su lenguaje

descarado

y su

capacidad para zaherir

a

todos y cada uno con las expresiones

m á s pintorescas (según él mismo co n -

fiesa, pocos días después el presidente

Roosevelt

le

rogó

q u e n o

volviera

a u t i -

lizar en su presencia el mote d e "caca-

huete" con que designaba, ridiculizán-

dole, al mariscal Chiang Kai-shek).

C o n

todo,

el

conflicto

e ra

dramática-

mente real. E n opinión de sir Arthur

Bryant, en su precioso comentario al

Diario de guerra d e

lord Alanbrooke:

«Éste, como portavoz de los jefes de

Estado Mayor británicos, rechazaba fir-

memente

la

propuesta americana

de

discutir la campaña del Sureste asiático

antes de llegar a un acuerdo sobre el

plan d e ataque destinado a destruir la

fortaleza

del Eje en

Europa,

y

antes

de

haber definido

las

líneas generales

de la

estrategia a poner en práctica contra

Japón. Concretados estos

d o s

puntos,

y

solamente entonces, mantenía Alan-

brooke, sería posible asignar medios de

desembarco

a una

empresa

tan

secun-

daria como la proyectada contra las islas

Andamán (operación Buccaneer).

L o s americanos escucharon con

impaciencia —continúa Bryant—

la for-

midable andanada d e datos estadísticos

que les proporcionaba Alanbrooke, para

demostrarles

q u e n o

podía ceder ningún

medio anfibio al océano índico —ni

p r o



siquiera para

l a más

modesta opera-

ción— antes de que se hubiera llevado a

cabo el ataque p o r mar q u e Eisenhower

y

Alexander iban

a

lanzar sobre

el

flanco alemán en Italia. Pero, incluso en

este caso, no se podrían emprender o p e-

raciones en el océano índico si no se

aplazaba

la

operación Overlord

d e

mayo a julio de 1944, de forma que los

la

d i recc ión

t r o p a s n a c i o n a l i s t a s

C a i r o

la

pos ib i l idad

g r a n d i o s a a y u d a

a China .

barcos enviados desde el Mediterráneo

hasta

el

golfo

de

Bengala tuvieran

tiempo

de

regresar

a

Europa»

(8).

Como puede verse, los jefes de

Estado Mayor británicos, que ya le

habían quitado

a

Winston Churchill

d e

la cabeza la invasión d e Sumatra, se

pronunciaban contra Buccaneer, a

)esar

de los

argumentos

d e

lord Mount-

)atten, sólo en aras de favorecer las

operaciones aliadas en Europa occiden-

tal, y en apoyo de sus tesis acudiría la

deplorable impresión

que les

produjo

la

de

egación china, cuando

se

planteó

definir la parte q u e correspondería a

China

en la

pretendida ofensiva "trifi-

b i a contra Japón, en el teatro d e opera-

ciones del Sureste asiático.

Actitud evasiva

d e

Chiang Kai-shek

«Estaba claro que los británicos no se

interesaban p o r China tanto como

nosotros», escribiría a este respecto el

almirante Leahy,

lo

cual

es

perfecta-

mente exacto, pero él mismo señala

también

q u e

Chiang Kai-shek

no

mani-

festó

«ni su

acuerdo

ni su

desacuerdo»

(9 ) durante la sesión en la que lord

Mountbatten expuso su plan d e opera-

ciones

de

cara

a la

reconquista

de Bir-

mania. A ú n fu e peor la sesión del 24 de

noviembre: cuando se les rogó que

expusieran

de qué

forma

y con qué

medios se asociarían s u s ejércitos a la

ofensiva proyectada, lo s jefes de l Estado

Mayor del generalísimo chino n o hicie-

ro n más q u e

repetir: «¡Lo

q u e

nosotros

queremos

es

conocer

s u s

intenciones ».

P o r deferentes q u e fuesen, l as reitera-

d a s

evasivas exasperaban

al

jefe

del

Estado Mayor imperial, a quien no

impresionaba la figura d e Chiang K a i -

shek,

el

cual, descrito

por la

pluma

del

eminente soldado británico, aficionado

a la zoología, tendría la siguiente a p a -

riencia: «Se parece al producto de un

cruce entre

u n a

marta

y u n

hurón.

Su

rostro tiene la expresión astuta del zo-

r ro . Está claro que no entiende nada d e

la

guerra

en sus

aspectos

m á s

generales,



<3

" F o t o

d e

f a m i l i a "

d e l a

c o n f e r e n c i a

d e E l

C a i r o . S e n t a d o s ,

d e i z q u i e r d a a d e r e c h a :

mar isca l Chiang Kai-shek ;

Rooseve l t ; Church i l l ,

y la señ ora Chiang Kai-s hek .

L o s a n g l o s a j o n e s s e r e u n i e r o n

c o n e l

j e f e

d e l

Es tado ch ino

en El

Ca i ro porque S ta l in

r e h u s ó q u e fuera

inv i tado a T e h e r á n .

a sacar de ella todo

partido posible»

(10).

E n

cuanto

a la

señora Chiang

K a i -

q u e asistía a las deliberaciones de

conferencia y que ponía en ellas su

d e arena, s u s esfuerzos por

n o

surtían efecto

lo s militares británicos.

os americanos defienden

aceleración

operac iones

n Extremo Oriente

E n este debate anglo-americano, la

por el almirante King

explica fácilmente.

De una u

otra

la operación Buccaneer obten-

u n efecto de punción sobre las fuer-

s

aeronavales

del

adversario japonés,

lo haría en el mismo momento en que

a

flota d e Estados Unidos acentuase

ofensiva contra

la s

Carolinas

y las

en el sector central del Pacífi-

. Expresándose en el mismo sentido,

por su

parte, permanecía

sordo a los argumentos de Alanbrooke

en el

sentido

de que la

acción sobre

la s Andamán iba a perjudicar al desem-

barco

d e

Normandía. Desde hacía

d ie-

ciocho meses era un apóstol convencido

del segundo frente, y nada demostraba

todavía

que él no

tomara

su

mando.

Para resolver esta aparente contra-

dicción quizás haya q u e atribuirle el

siguiente razonamiento:

el

material

d e

desembarco que se destinara al golfo d e

Bengala, en concreto 69 porta-carros

blindados, sería detraído del Mediterrá-

neo. Su

traslado

no

ocasionaría ningún

perjuicio a Overlord y, si impedía al

aliado británico desarrollar s u s opera-

ciones

en la

península italiana,

M a r -

shall, con seguridad, n o veía en ello n in -

g ú n inconveniente, porque n o creía en

interferencias entre

las

operaciones

entonces en curso en Italia y la que se

debía desencadenar el 1 de mayo

siguiente en la bahía del Sena.

Leahy,

por su

parte, medía

las

conse-

cuencias estratégicas del hundimiento

d e

China bajo

lo s

golpes japoneses.

3 9



Carro medio estadounidense M4A3E8 Sherman

P e s o : 3 2 t m .

T r i p u l a c i ó n : 5 h o m b r e s .

A r m a m e n t o :

u n

c a ñ ó n

d e 7 6 m m M 1 A 2 ,

d o t a d o

c o n 7 1 p r o y e c t i l e s , u n a a m e t r a l l a d o r a d e 1 2 , 7 m m

y 2 d e 7 m m .

d o t a d a s

c o n 6 0 0 y

6 . 2 5 0 p r o y e c t i l e s

r e s p e c t i v a m e n t e .

B l i n d a j e : d e l a n t e r o d e l a c a r e n a , 6 4 m m ;

la te ra l

y

t r a s e r o .

3 8 m m ;

v e n t r a l . 2 5 m m ; c u b i e r t a , 1 9 m m ;

d e l a n t e r o

y

la te ra l

d e l a

t o r r e t a ,

6 4 m m ;

s u p e r i o r d e l a t o r r e t a , 2 5 m m .

M o t o r : F o r d G A A - 1 1 1 e n l inea , d e 4 5 0 C V .

V e l o c i d a d :

4 8 k m / h .

A u t o n o m í a : 1 6 0 k m .

L o n g i t u d :

7 , 5 1 m .

A n c h u r a :

3 . 4 6 m .

A l t u r a : 3 , 4 0 m .

4 0



Estados Unidos en la vía

"descolonización"

El presidente Roosevelt apuntaba

ás

lejos,

a la

posguerra.

L a

China

de

con Estados Unidos,

Unión Soviética y Gran Bretaña, iba

constituir uno de los cuatro pilares

ue soportarían el edificio internacio-

cuyo abrigo todos lo s pueblos del

de los beneficios de la

de la democracia, de la justicia

A le ja r a Franc ia d e Indochina

Roosevelt pensaba asociar

a

China

a

al general Stilwell y éste anotaría

noviembre de 1943: «Plan de

la Indochina francesa: tres

y

no será devuelta

Francia» (11).

Hacer d e Hong Kong

n puerto franco

El 6 de diciembre, recordando al

que su

abuelo había

de su vida en

China, Roosevelt le decía, hablando de

lo s chinos: «En realidad, no s quieren y,

entre nosotros, no quieren a los británi-

cos . Pero nosotros n o tenemos las mis-

m as

intenciones

que los

británicos.

M i

plan es hacer de Hong Kong un puerto

franco, abierto al comercio de las nacio-

nes del

mundo entero. Pero primero

colocaremos allí la bandera china, y des-

pués, el día de mañana, quizá Chiang

Kai-shek tenga

el

noble gesto

d e

hacerlo

puerto libre. Eso es lo que hay que

hacer» (12).

3 . ° ) Indone sia bajo tut ela ,

y s i n holandeses

l

Ocultaba Stilwell

la

verdad

al

relatar

estos propósitos? No es probable. El 1

de junio de 1942, el presidente Roose-

velt, al recibir a Molotov en la Casa

Blanca, le había comunicado espontá-

neamente, sin que su huésped le hubiese

preguntado nada, que los holandeses no

volverían a B atavia y que , hasta su

madurez política, Indonesia sería con-

fiada a la administración de un orga-

nismo tutelar (Trusteeship) dirigido por

Estados Unidos, la Unión Soviética,

Gran Bretaña

y

China

(13). En

ausencia

d e Winston Churchill, el presidente

A Mien t r a s Gran Bre taña

p o n d e r a b a e l e s fue rzo

bél ico d e l o s pa í se s

de l a " C o m m o n w e a l t h " ,

Rooseve l t ve ía e n e l Imperio

b r i t án ico

u n

i n s t r u m e n t o

d e

op re s ión , de s t inado

a

d e s a p a r e c e r t r a s

la vic tor ia d e Es tados Un idos .

41



estadounidense confesaría al propio

Stalin,

en

persona, propósitos semejan-

t e s respecto a la India.

D e esta forma ta n simple Franklin

Roosevelt comprometía la política ame-

ricana

en una vía de

"descolonización",

al final de la cual, y a costa de miles de

millones de dólares, más d e mi l millones

d e

seres humanos, lejos

de

verse libera-

dos del miedo y del hambre, iban a

encontrarse oprimidos por el despo-

tismo

y la

megalomanía,

por el

engaño

y

la prevaricación.

L os acuerdos militares

de El Cairo

U n a v ez

dicho esto, pasaremos

a ana-

lizar lo s objetivos aprobados en la con-

ferencia de El Cairo. D e acuerdo con las

notas

de los

diarios

de los

actores

y tes-

tigos

del

drama,

no

parece

q u e

Winston

Churchill, al replantear la liberación del

Egeo, el asalto a Rodas y la interven-

ción de Turquía, sostuviera de manera

m u y eficaz el punto de vista de sus jefes

d e Estado Mayor. E n consecuencia,

Marshall, King y Arnold, apoyados efi-

cazmente p o r Roosevelt y Hopkins,

triunfaron en toda la línea. Al empren-

der el 26 de noviembre vuelo hacia

Chungking, el generalísimo Chiang

Kai-shek y señora creían poder contar

ya con una

potente ofensiva anglo-ame-

ricana en el Sureste asiático, incluido

un desembarco en las islas Andamán.

Es tados Un idos apos tó

Ch ina

d e

o s se rv ic io s amer icanos

s u s r edes

an t iguos ed i f i c io s

e Chungk ing ,

e l gene ra l í s imo ,

r e t i r ada an te

la

pres ión

cap i t a l idad

d e l

país .

U n

co rone l amer icano

e

tác t ica ar t i l lera

u n g r u p o d e of ic ia les

2

C

0

1

o

*



2 0 0

4 0 0

6 0 0 8 0 0 1000 km

á

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IRLANDA

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B E L F A S T

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MADRID

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ESPAÑA

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UNIÓN SOVIÉTICA

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M E R S I N

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C HI PR E

TEL-AVIV - JAFFA

O JERUSALÉN

Balance d e 1 9 4 3

e n Europa

•T-

Terr i t or ios

e n

p o d e r

d e l E j e e l

1 - 1 - 1 9 4 3

Terr i t or ios

e n

p o d e r

d e

A l e m a n i a

e l 3 1

- X I I - 1 9 4 3

F r o n t e r a s e u r o p e a s

e l

3 1 - X I I - 1 9 3 7

P a í s e s n e u t r a l e s

O L o c a l i d a d e s n o m e n c i o n a d a s e n e l t e x t o



T e h e r á n a l mariscal

u n a e spada

n pr imer plano.

la m e s a ) c o n m e m o r a t i v a

vic tor ia d e Sta l ing rado .

LA CONFERENCIA E U R E K A (TEHERÁN)

Servic io

Información mil i tar

Es tados Un idos

" T r e s G r a n d e s "

El 27 de noviembre el presidente

americano, el primer ministro británico

y sus séquitos emprendieron vuelo al

amanecer hacia Teherán, donde debía

celebrarse

la

conferencia

Eureka. Al

pasar sobre el canal de Suez, Alan-

brooke

y

Cunningham reconocieron,

anclados

en los

lagos Amargos,

los 5

acorazados de la flota italiana desarma-

d o s según el acuerdo de armisticio. A su

llegada

a la

capital iraní

la

delegación

americana, p o r razones de seguridad, se

trasladó a una dependencia de la emba-

jada soviética, porque Stalin había

hecho notar a Roosevelt que la legación

de Estados Unidos estaba en el extremo

contrario

de la

ciudad

al que

habían

a te-

rrizado, y que en un trayecto ta n largo

podía temerse

un

atentado contra

la

persona del presidente. Según afirmó,

Molotov andaba ya sobre la pista de un

complot.

L a seguridad del presidente y de su

séquito quedó, pues, garantizada, pero

lo s interesados no pudieron olvidarla ni

un instante porque —relata Hopkins—

«los empleados q u e hacían sus camas y

limpiaban su s habitaciones pertenecían

a la policía secreta, la eficaz N.K.V.D.,

y bajo su s impecables uniformes blan-

cos se

distinguían claramente

los

bultos

significativos de los revólveres en los

bolsillos. Michael F . Reilly y los hom-

bres del servicio secreto de la Casa

Blanca permanecían bastante nerviosos

en estas circunstancias, porque, educa-

do s

para sospechar

de todo el mundo,

no podían estar tranquilos viendo cons-

tantemente cerca

del

presidente

a per-

sonas armadas, aunque fuera

con un

mondadientes de oro» (14).

En el orden del día de la conferencia

de

Teherán figuraban

la

continuación

de la guerra y el ordenamiento europeo,

y el secretario de Estado, Cordell Hull,

el

jefe

del Foreign Office,

Anthony

Edén, y Vjaceslav Molotov, ministro de

Asuntos Exteriores de la Unión Sovié-

tica,

q u e

acababan

de

reunirse

en

Moscú, participaron también en las

conversaciones

de

Roosevelt, Churchill

y Stalin en cuanto fueron abordados los

problemas de la posguerra, particular-

mente los de Polonia y Alemania.

Ingleses y a mer icanos

descubren e n Stalin

u n gran estratega

L a primera sesión de la conferencia

Eureka comenzó en un salón de la

embajada soviética, el 28 de noviembre

a las 16

horas

y 30

minutos. Poco antes

Stalin se había reunido en privado con



Nous. LE PRESIDEST DE S ETATSVSIS

DAMERIQLE. LE PREMIER MISISJRE BRITASSI-

QUE. ET LE CU EF DL C,

OLVERS EMEST

DI

UUKION SOVIETIQVE. V'ESOSS DE COSIERLR

PESDAST QUATRE fOL'RS ES CETTE CAPI ALE

DE SOTRE A LUE LIRAS. ET AVOSS DF.FISI

ET COSriRME SOTRE POUTIQL'E COMML'SE.

N ou s a f f i r mons no t rc r é s o lu t i on d ' a s s urc r

la

colla-

borac ion d e n o s pcuples dans la gye r re c omme da ns la

pa ix q u i suivra .

EN CE QUI CONCERNE LA GUEKRE: les iJats-Majors

de nos

trois pays

on t

participé

a nos

debuts communs

et nous at ous tracé de concert nos pLurs destinés a

assurer la destruction des ¡orces antees al e mande i.

Nous avons abouti

a un

complet accord

en ce qui con-

cerne l'envergare

et la

syncbrouisation

de s

opérations

qu i seronl décltncbées de l'est, de l'ouest et du sud.

¿ 'accord auque l nous avons about i ic i garancit notrc

victoirc.

En CE QUI

CONCERNE

LA

PAIX: nous sommes certains

que la

concorde

qu i

repte entre nous conduira

a une

paix durable. Nous sommes entiérement conscients de

la responsabilicé suprime qu i nous incombe. de méme

qu'a toutes les Naíions Unies: celle de batir une paix

fjut

*«/.#

appuyie

de

plcin

»r ¿ par la

rnajori/t

ti

raíante

ilt-i pcuples

de la

terre.

un e

paix

qui

hannira

le

/lian

et Íhttrreur de la guerre pnur de nomhuusr* t¡¿né-

ratious.

N ous a vons e xa mi né a w c n o s l omc i l l i r s d i p l oma -

t iques

le s

p roh l c me s

d e

{ 'aveni r . Nous femns appc l

á

la

l o o p é r a t i o n

cf la

p a r t i ei p a ti o n a u n e

tl e

tous

les

pa ys . g ra nds et petits, ilonc Ie s pc up l e s l omme n o s

prop re s pc up l e s se eonsacrent d e tout leur tocur e t d e

COüte leur volonté

á la

supprcsvion

d e l a

tvrannie

e l d e

l 'e sc lavagc .

d e

l 'oppress ion

e t d e

1'incolérance. Nous

Ie s ac tue i l le rons , á mesure qu ' i l s chois i ront d e nous

ft'joindrc, a u scin d e l a f a mi l l e mond i a l e d e s nations

dcmocra t iques .

NuUe puissauce

au

monde

ne

saurait nous empécher

de détruire les armées alien/andes sur terre, les sotts-

marius allemands en mer. les nsines de guerre alie-

mandes par la t oie des airs.

Notrc a t taque se ra implacable

et

d 'unc vigueur sans

ccssc accrue.

A L'ISSUE DE SOS CCRDIAUX ESTRETIESS. SOL'S

JCX ATT EN DONS AVEC CONFJASCE LE ¡OCR OU TOUS

US PEUPLES DE LA TERRE POURROST VIVRE UBRE-

MENT, A L'ABRI DE LA TYRASSIE. SELOS LEURS DESIRS

RESPECTIFS ET SELOS LEUR CONSCIENCE.

Nous sommes venus ic i plc ins d 'c spoi r e t d e résolu-

l ion. Nous repartons unís p a r Tamiiic, la vo l on t é e t la

c o m m u n a u t é d e n o s buts.

SIGNE A TEHERAN LE IER DECEMBRE 1941



Roosevelt, y éste le había expuesto sus

ideas sobre la reorganización mundial

una vez finalizada la guerra, en par -

ticular sus opiniones sobre el porvenir

de la

India, rogándole

que no

mencio-

nase de momento este problema de-

lante de Winston Churchill.

Flanqueado

por

Molotov

y por el

mariscal Vorosilov,

el amo del

Kremlin

resplandecía dentro de un uniforme

que ,

dice lord Moran, «tenía

el

aspecto

de ser nuevo y daba la impresión de

haber sido confeccionado expresamente

para la ocasión. Se diría también que el

sastre le había puesto u n a estantería en

cada hombro, y había depositado sobre

ellas u n enorme montón de bordados en

oro adornados con estrellas blancas.

L o s lados del pantalón, con una raya

impecable, estaban adornados con una

ancha banda roja vertical.

E l

conjunto

culminaba con una horrible gorra p r o -

fusamente adornada con pasamanería

dorada» (15).

El médico de Winston Churchill con-

cluye este satírico retrato preguntán-

dose cómo funcionaría su mente en

aquellos momentos.

Fogueado con las experiencias de

Teherán, de Moscú (octubre de 1944),

de Yalta y de Potsdam, lord Alan-

brooke respondería

a tal

pregunta

en

1946, escribiendo sus impresiones en

lo s términos siguientes:

«Y o tenía un alto concepto de su

capacidad,

de su

fuerza

de

carácter

y de

su astucia, pero ignoraba hasta enton-

ces que también era un estratega... A lo

largo

d e

esta conferencia,

y d e

todas

en

las que participé con Stalin, m e pude

d a r cuenta inmediatamente de que

poseía

un

cerebro militar

d e

primera

magnitud. Jamás cometía un error de

carácter estratégico

en sus

apreciacio-

n e s ; siempre abarcaba con una sola

mirada, rápida y segura, todas las

implicaciones de una situación. E n

estos aspectos aventajaba ampliamente

a sus colegas. Roosevelt jamás había

pretendido hacerse pasar por estratega,

y dejaba actuar a Marshall y a Leahy.

E n cuanto a Churchill, era irregular,

brillante en sus días buenos, pero exce-

sivamente impulsivo

y

proclive

a

apoyar planes irrealizables sin haberles

dedicado previamente toda

la

atención

necesaria» (16).

Americanos y sovié ticos

s e unen contra lo s ingleses

Antes de embarcar para Teherán, el

«apuntador» del presidente Roosevelt,

Harry Hopkins, insatisfecho con los

resultados de la conferencia Sextant,

había exclamado en un estado d e furor

indescriptible",

y en

presencia

de

lord

Moran:

«Créanme, habrá jaleo en Teherán.

Estaremos del lado de los rusos» (17).

Así fue . Americanos y soviéticos se

unieron para contener a Churchill y a

los

jefes

de

Estado Mayor británicos,

q u e preconizaban la continuación de las

operaciones en Italia hasta que se

hubiera alcanzado

la

línea Livorno-Ri-

mini.

Stalin exige operaciones

s imul táneas en e l norte

y en e l su r de Francia

¿ Acaso el primer ministro y el jefe del

Estado Mayor imperial buscaban, con

esta maniobra capciosa, paralizar la

operación Overlord sin rechazar abier-

tamente su comienzo, como sigue sos-

teniendo la historiografía soviética, y

como parecían creer entonces Hopkins

y

Marshall?

Según Stalin, la estrategia mediterrá-

nea apoyada por los ingleses conduciría

a u n despilfarro- de fuerzas aliadas,

suponiendo incluso

q u e

Turquía

con-

sintiera —lo que él no creía— en aban-

donar su neutralidad. No era por los

Balcanes

p o r

donde

se

alcanzaría

el

corazón de Alemania. N i tampoco por

Italia, porque, una vez superados los

Apeninos, chocarían

con las

murallas

casi infranqueables de los Alpes, contra

las que se

había estrellado

en 1799 el

famoso Suvarov.

En su

opinión, «

Over-

lord debía considerarse como la base de

todas la s operaciones en 1944, y des-

pués de la conquista de Roma las fuer-

zas empleadas en esta zona deberían ser

enviadas al sur de Francia para realizar

un a

operación

de

diversión

en

apoyo

de

Overlord. Incluso quizá fuera m ás

oportuno renunciar a la conquista de

Roma, dejar 10 divisiones encargadas

de mantener la línea actual del frente d e

Italia

y

emplear

el

resto

de

fuerzas alia-

das en la invasión del sur de Francia.

48



a experiencia había demostrado al

que era

preferible lanzar

al

d o s puntos, dos

y obligar de

al

enemigo

a

trasladar

sus

de un frente

otro.

E n consecuencia —concluía Stalin en

sesión

del 28 de

noviembre—,

le

pare-

m á s oportunas unas operaciones

al sur y al norte de Francia,

despilfarro de medios en el Medi-

(18).

Al día siguiente, ante las reticencias

e Churchill a aceptar todos lo s postu-

de esta argumentación, Stalin

la narración del almirante L e a -

exclamaría ásperamente: «¿Cree

en Overlord, o intenta

d e nosotros para hacernos per -

paciencia?»

(19).

L a s actas de la sesión, condensadas

por

Robert

E .

Sherwood

en su Mémo-

rial de Roosevelt, y Winston Churchill

en sus Memorias atenúan en gran

medida la forma de la interpelación del

dictador soviético, pero, p o r razones

evidentes, parece m á s oportuno confiar

en la versión proporcionada por el almi-

rante americano.

Fuera como fuese el carácter del inci-

dente, las razones alegadas en la discu-

sión por los representantes de Gran

Bretaña n o pueden ser consideradas

argumentos d e circunstancias, sino con-

clusiones derivadas de conceptos estra-

tégicos m u y valiosos.

Al afirmar Stalin que no veía la nece-

sidad de que los occidentales se apode-

rasen de Roma, Churchill le respondió

que «el general Alexander, q u e mandaba

en

Italia

el 15.°

grupo

de

ejércitos bajo

A M o m e n t o s d e d e s c a n s o

t r a s u n a se s ión

d e l a c o n f e r e n c i a d e T e h e r á n :

Sta l in con f ra t e rn iza

c o n l a d e l e g a c i ó n a m e r i c a n a .

U n

ges to s imbó l i co

d e l e s t r e c h o a c u e r d o e x i s t e n t e

e n t r e

la

Unión Soviét ica

y Es tados Un idos .

4 9



Ca r t e l amer icano

favo r

d e l a

a y u d a

a

China.

p e s a r

d e l o s

c o m p r o m i s o s

p o r Rooseve l t

Cairo , la ope rac ión

e r e c h a z a d a e n T e h e r á n .

la autoridad del general Eisenhower, se

había marcado como objetivo

n o

sólo

la

toma de Roma, sino también la destruc-

ción o captura de 10 u 11 divisiones ale-

manas» (20).

A ún transcurriría u n semestre antes

del comienzo d e Overlord y, hasta

entonces, ¿convenía dejar al enemigo

libertad de acción ? Sería un grave error,

como afirmaba sir Alanbrooke en su

Diario en la noche del 29 de noviembre :

«La tesis principal de Vorosilov se

reducía

a

esto:

que la

operación

a

través

del canal de la Mancha debía tener prio-

0

ridad sobre todas las demás, y que su

fecha debía quedar fijada para el 1 de

mayo. E n vano h e intentado hacerle

comprender que, si deteníamos las ope-

raciones del Mediterráneo, las tropas

alemanas allí comprometidas quedarían

disponibles para otros frentes» (21).

P or otra parte, y contrariamente a lo

que

había declarado Stalin, Churchill

no

se proponía continuar hacia lo s Alpes la

ofensiva q u e llevaría a los anglo-ameri-

canos

a las

cumbres

de los

Apeninos,

entre Pisa y Rimini. Alcanzada esta

línea, se explotaría la victoria bien

desembarcando

en el sur de

Francia,

bien franqueando el Adriático, como

sugería el presidente Roosevelt, para

dar la

mano

a

Tito.

Churchill convence a Stalin

d e s u s

puntos

d e

vista

El debate, cada vez m ás enconado, se

zanjaría a espaldas del presidente R o o -

sevelt, en el transcurso de una entre-

vista privada entre Churchill y Stalin el

30 de

noviembre, sesenta

y

nueve

ani-

versario del primer ministro británico.

E n resumen, explicó el primero al

segundo,

se

encontraban ante

un

dilema: mantener la fecha prevista para

el inicio de Overlord o proseguir la

ofensiva

en el

Mediterráneo... Pero,

como sucede a menudo, el dilema era

falso, porque si se encontraban estanca-

dos en tan fastidiosa alternativa era

porque —como escribía Alanbrooke con

m á s crudeza de lo que Churchill hubiera

podido decirlo— los americanos habían

enganchado el arado delante de los

bueyes al prometer a Chiang Kai-shek

la operación Buccaneer, sin haberse

puesto previamente de acuerdo con la

Unión Soviética. P or consiguiente, aña-

día, «no se

trataba

de

elegir entre

el

Mediterráneo y la fecha de Overlord,

sino entre el golfo de Bengala y la fecha

de Overlord» (22).

L o s puntos de vista británico y sovié-

tico se conciliarían manteniendo en el

Mediterráneo los medios de desem-

barco q u e iban a cruzar el canal de Suez

en un sentido equivocado. Josif Stalin,

que no esperaba nada útil d e Chiang

Kai-shek, n o tuvo q u e hacer ningún

esfuerzo para apoyar este razona-

miento.



amer icanos

u ayuda contra Japón

E n cuanto a los americanos, no

que se ofuscaran demasiado por

de rumbo de Stalin. En rea-

de él una pro-

de

apoyo formal contra Japón,

que

traduciría en hechos en el momento

Tercer Reich, vencido en el

de batalla por la ofensiva con-

y combinada de las tres poten-

se viera obligado a la capi-

si n condiciones.

Quedaba p o r solucionar una última

en el plano militar, a la que

en la sesión del

noviembre, preguntando a que -

Over-

?»,

y

añadiendo poco amablemente

ue creería en la realidad del segundo

se

hubiera designado

u n

su mando. Interpelado de esta

dio una contestación

comprometiera, porque,

en

aún no había renunciado a

designar a Marshall, n i había conse-

guido convencer a los que, como el

almirante King, opinaban que un cam -

bio en la cumbre del mando estadouni-

dense sólo podía acarrear serios incon-

venientes.

L o s acuerdos militares

E n última instancia, americanos, so-

viéticos

e

ingleses llegaron

a los com-

promisos siguientes:

1.°) La operación Buccaneer sería

abandonada.

2.°) Se mantendría la presión sobre el

frente de Italia para impedir que el

enemigo sacase

de él

tropas

de

refuerzo para el frente ruso; la línea

Pisa-Rimini seguiría siendo el obje-

tivo final

de la

ofensiva aliada

en el

Mediterráneo.

3.°) La fecha del comienzo de Overlord

se

trasladaba

al 1 de

junio,

d e

forma que el paso del canal de la

Mancha y el asalto a la bahía del

Sena coincidieran

con la

ofensiva

de verano soviética.

v L a s dec i s iones mi l i t a r e s

d e Tehe rán se l l a ron e l des t ino

d e

Hi t l e r . "Ove r lo rd" quedó

prev i s t a pa ra mayo d e 1 9 4 4 ,

e n

c o m b i n a c i ó n

c o n

u n d e s e m b a r c o e n e l s u r

d e Franc ia , y c o n

u n a ofensiva sovié t ica

simultánea para f i jar

buena pa r t e d e l a s fue rzas

a l e m a n a s e n e l Este

(dibujo d e Kukriniski).



7 Re t r a to p s i co lóg ico

d e

c inco jo rnadas

d u r a n t e l a s cua le s

Sta l in har ía

d e

Churchi l l

b l a n c o d e s u s i ronías .

c o n e l benep lác i to

d e R o o s e v e l t . D e p i e ,

d e t r á s d e l o s " T r e s G r a n d e s " ,

y d e izquierda a d e r e c h a :

M o l o t o v , e l e m b a j a d o r

b r i t án ico

e n

M o s c ú

y

Edén.

Keystooe



Sta l in , Rooseve l t 4 . ° )

Churchi l l posan

la fotograf ía of ic ia l .

o s

t r e s e s t ad i s t a s

e l

éxito

e la guerra , pero nada

l p r o b l e m a d e la cons t rucc ión

z

l a s

hos t i l i dades .

L a

apertura

del

segundo frente

se

combinaría con un desembarco

aliado en el sur de Francia. A tal

efecto, se reunirían los medios anfi-

bios necesarios para asegurar el

desembarco simultáneo de 2 de las

6 divisiones destinadas a la opera-

ción Anvil.

El general Sikorski

e l único

e n confl ic to

"Tros Grandes

u s r e l ac iones d ip lomá t i ca s

Gob ie rno po laco

exi l io londinense

l a s po lémicas de r ivadas

m a s a c r e

d e

Katyn.

La creación

d e u n

nuevo orden

internacional

C on respecto a la remodelación del

mapa europeo y a la creación de un

nuevo orden internacional, la s discusio-

nes

entre Stalin, Churchill

y

Roosevelt,

asistidos por Molotov, Anthony Edén y

Cordell Hull, no llegaron nunca a un

punto

m u y

agudo,

por la

sencilla razón

de que el


y el

presidente de Estados Unidos, con

pequeños matices, aceptaron hasta

los

menores deseos de su aliado soviético.

Churchill y Roosevelt aceptan

fijar la nueva frontera

ruso-polaca.. .

E n virtud de un acuerdo d e finales de

julio de 1941 entre el Kremlin y el

Gobierno polaco de Londres, la Unión

Soviética había declarado renunciar a

las

ventajas territoriales concedidas

por

lo s

tratados germano-soviéticos

del 23

de agosto y del 28 de septiembre de

1939. Para el general Sikorski, esta

cláusula significaba

que, una vez ven-

cida Alemania, se volvería a la frontera

ruso-polaca del tratado de Riga (12 de

marzo

de

1921), confirmada

d e

alguna

forma por el pacto de no agresión con-

cluido libremente entre lo s Gobiernos

de Moscú y d e Varsovia el 25 de julio de

1932. Para Stalin y para Molotov, en

noviembre

de 1943,

este compromiso

significaba que las fronteras de los dos

Estados serían objeto de una nueva

delimitación, y que se fijarían sobre la

base de la línea Curzon (así llamada

porque había sido trazada sobre el

mapa en julio de 1920 por lord Curzon,

entonces jefe del Foreign Office). Sin

embargo, lo s polacos no la habían reco-

nocido jamás, y los "bolcheviques"

—como se decía en aquel entonces—,

con la esperanza de conquistar toda

Polonia,

la

habían superado despre-

ciando la oferta d e Francia y d e Inglate-

rra de aceptarla a cambio del cese de las

hostilidades. El negocio le s había salido

mal , porque el 6 de agosto siguiente el

Ejército rojo, detenido ante Varsovia,

sería derrotado por el mariscal Pilsudski

(le asistía el general Weygand) y obli-

gado

a

firmar

el

tratado

de

Riga.

L a nueva línea fronteriza acordada el

12 de marzo de 1921 había hecho pasar

a

dominio polaco territorios

y

poblacio-

nes que los rusos reivindicaban como

suyos desde hacía siglos, pero la línea

Curzon también había pretendido zan-

jar el contencioso en provecho exclusivo

de Rusia, sin tener en cuenta el origen

de las poblaciones. Además cuando Sta-

lin y Molotov reivindicaban para la

Unión Soviética las provincias ucrania-

nas y bielorrusas de la república de

Polonia, lo hacían sin contar en abso-

luto con el parecer de su población.

Pero

si el

derecho

de los

soviéticos

a

la frontera de la línea Curzon puede

4



parecer dudoso, el de Churchill y Roo-

sevelt a disponer soberanamente de

Polonia sin haber consultado a sus diri-

gentes, y comprometiendo por su

cuenta uno a Gran Bretaña y otro a

Estados Unidos, era realmente discuti-

ble. El primer ministro británico mani-

festaría a Stalin, al proponerle la nueva

delimitación

de la

futura frontera

polaco-soviética: «N o tengo autoriza-

ción

del

Parlamento para hacerlo

—le

confesó—,

y

creo

que el

presidente

t a m -

poco. Sin embargo, podemos ver aquí,

en Teherán, si los tres jefes de

Gobierno, actuando unidos, somos

capaces de elaborar un plan a proponer

a los polacos, aconsejándoles su acepta-

ción»

(23).

Así se hizo en un momento y de

común acuerdo. Salvo algunas puntuali-

zaciones

a

discutir posteriormente,

los

do s estadistas anglosajones se compro-

metieron frente

a

Stalin

a

"aconsejar"

a

Polonia

q u e

aceptase

la

línea Curzon

como frontera oriental; a cambio se le

compensaría en el oeste lo que perdía en

el este. Winston Churchill escribió a

este respecto:

«Por m i parte pensaba q u e Polonia

podía extenderse hacia el oeste como un

soldado: "¡Dos pasos a la izquierda "

Si al hacerlo pisaba algunos pies alema-

nes ,

peor para ellos, pero

era

necesaria

un a Polonia fuerte. Polonia era un ins-

trumento indispensable

en el

concierto

de

Europa»

(24).

... y germano-polaca

¿Qué Europa? ¿Qué Polonia?, podría

u no preguntarse cuando aparecieron las

Memorias del

gran estadista.

Así se

decidió que el Oder, después de la victo-

ria aliada, haría de frontera entre Polo-

nia y

Alemania,

lo que

implicaba para

el

vencido la pérdida de Prusia Oriental,

de

Pomerania,

de la

Marca

de

Brande-

burgo

y de una

parte

de

Silesia. Pero

al

6



limitar

las

adquisiciones prometidas

a

Varsovia sólo a parte d e Silesia, acude a

la memoria la cuestión planteada por

Churchill durante

la

discusión sobre

la

atribución del distrito de Oppeln.

A cambio del apoyo que se compro-

metían

a

prestar

a la

reivindicación

soviética sobre la línea Curzon, el presi-

dente americano y el primer ministro

británico intentaron obtener

de

Stalin

q u e

reanudase

s us

relaciones diplomáti-

cas con el Gobierno polaco d e Londres.

L a

cosa parecía tanto

m á s

fácil cuanto

q u e , habiendo fallecido el general

Sikorski en un accidente de aviación el

4 d e

julio anterior,

su

sucesor, Stanislas

Mikolajczyk, líder del Partido de los

Campesinos, no mantenía u n a posición

tan

radical respecto

al

asunto

d e

Katyn.

Pero Stalin permaneció inabordable en

este tema, insistiendo en que el

Gobierno polaco

en el

exilio había

orquestado

u na

campaña

d e

calumnias

contra la Unión Soviética.

Roosevelt

y

Churchill

n o

insistieron,

si n advertir la paradoja d e querer impo-

ner el sacrificio de sus provincias orien-

tales

a u n

Gobierno polaco

con el que

Moscú rehusaba mantener relaciones

diplomáticas normales.

Stalin invocaba además otro argu-

mento en apoyo d e esta actitud: era

importante para la seguridad futura d e

la

Unión Soviética —decía

a sus

interlo-

cutores—

q u e

Moscú pudiese contar

en

Varsovia con un Gobierno "amistoso".

Nadie

le

respondió

que sus

temores

sobre u n a reincidencia bélica alemana

eran imaginarios, porque se había c o n -

venido ocupar

la

totalidad

del

Tercer

Reich, dividirlo y desmantelar su indus-

tria d e guerra.

La división d e Alemania

E n

opinión

d e

Roosevelt,

el

suelo

alemán debería dividirse

en

cinco esta-

d o s autónomos:

A

Stan i s l a s Miko la j czyk ,

líder d e l Par t ido

d e l o s

C a m p e s i n o s , s u c e d i ó

a l general Sikorski .

S u pos tu ra r e spec to

a l a s u n t o d e Katyn

e r a m á s m o d e r a d a ,

y l o s a n g l o s a j o n e s e s p e r a b a n

q u e l a Unión Soviét ica

a c e p t a s e

la

r eanudac ión

d e l a s c o n v e r s a c i o n e s

c o n

Polonia .



— Prusia reducida, e s decir, Brande-

burgo.

—

Hannover

y

Westfalia.

— Hessen y Renania.

— Badén, Baviera y Würtemberg.

—

Sajonia, agrandada

a

costa

d e

Prusia,

mientras q u e , para mayor precau-

ción, las cuencas industriales del

Ruhr

y del

Sarre,

y la

zona

del

canal

d e Kiel con Hamburgo serían puestas

bajo control de las Naciones Unidas.

Churchill defiende

la creación d e u n Estado

federal austríaco

Winston Churchill n o hizo ninguna

objeción en principio contra este plan.

Sólo sugirió, insistiendo en una idea

expuesta ya en 1919, la separación d e

Baviera

del

resto

d e

Alemania; unién-

dola a Austria y a Hungría bajo ciertas

condiciones, se obtendría en la cuenca

del Danubio u n Estado federal d e cierta

consistencia y viable económicamente.

Stalin puso mala cara a este proyecto,

pero n o obtuvo ninguna objeción por

parte de sus interlocutores cuando re i -

vindicó Kónigsberg, so pretexto de que

era el único puerto del Báltico que no se

helaba

en

invierno.

La futura organización

mundial, según Roosevelt

P o r último, el presidente Roosevelt

pasó

a

exponer

s u s

ideas respecto

a la

futura organización mundial que, una

vez recuperada la paz, ocuparía el lugar

de la

antigua Sociedad

de

Naciones.

Desde la periferia hasta el centro del

organigrama, serían creadas:

1.°) Una

asamblea consultiva mundial,

q u e

reuniría

a

todos

lo s

Estados

miembros de la organización.

2.°) Un

comité ejecutivo compuesto

p o r lo s "cuatro grandes", a los que

se unirían representantes d e d o s

Estados europeos,

de un

Estado

d e

Oriente Medio, de un dominio

británico, de una república surame-

ricana

y de un

país

d e

Extremo

Oriente. Pero la s cuestiones d e

seguridad mundial escaparían a su

competencia,

y se

limitarían

a dis-

cutir problemas relacionados

con la

economía, la alimentación, etc.

3.°) Finalmente, en el interior del tercer

círculo sólo permanecerían los

"cuatro grandes", a los que el pre-

sidente americano llamaba también

lo s "cuatro agentes de policía".

Correspondería a Estados Unidos,

Gran Bretaña, Unión Soviética y

China imponer la paz en el mundo.

E n

caso

d e

amenaza

de

agresión,

los

cuatro guardianes

de la paz

impondrían

al Estado infractor sanciones graduales.

Stalin s e adhiere

a l plan Roosevelt

D e l as cuestiones planteadas por S ta-

lin al escuchar este programa se puede

deducir q u e , dispuesto a n o sacrificar en

el

altar

de la

nueva organización univer-

sal la menor faceta de la soberanía

nacional soviética,

el

líder soviético

ad i-

vinó inmediatam ente las inmensas posi-

bilidades de infiltración, intervención,

subversión y conquista que le brindaba

el

ingenuo plan americano.

El sistema de los "cuatro agentes de

policía" le abría la s puertas de par en

p ar : p o r u n a

parte,

la s

potencias

de la

Europa continental nunca serían admi-

tidas en él; por otra, el presidente R o o -

sevelt

le

había confiado

que las dos

potencias anglosajonas sólo destinarían

a la actuación coercitiva internacional

fuerzas navales

o

aéreas,

e s

decir,

medios bélicos d e efectos discontinuos,

mientras la s misiones de ocupación

quedarían

en

manos

de las

fuerzas

terrestres soviéticas y chinas, y el

Kremlin tenía además en esta época

u n a

visión

m u y

clara sobre

el

porvenir

de la China de Chiang Kai-shek.

D e igual modo, Stalin sólo encontra-

ría ventajas al adherirse s in reservas a

otra sugerencia

del

presidente Roose-

velt, según la cual, una vez restablecida

la paz, las bases d e agresión acondicio-

nadas p o r Japón en las islas del Pacífico

serían confiadas a la administración de

la s Naciones Unidas, e s decir, en reali-

dad a la tutela de los "cuatro agentes de

policía". Stalin propondría incluso apli-

car el

mismo reglamento

a

Dakar,

a

Singapur y a Hong Kong, si Inglaterra

consentía en desprenderse d e estas dos

últimas bases

en

beneficio

de la

organi-

zación internacional

y a

cambio

de

otras

ventajas territoriales, particularmente



< E l 3 0 d e n o v i e m b r e

d e 1 9 4 3 Churchi l l ce lebró

e n T e h e r á n s u se sen ta

y nueve an ive r sa r io .

« Fu e u n a f e c h a m e m o r a b l e

e n m i ex i s t enc ia» ,

escr ibir ía .

« A m i

de recha

e s t a b a s e n t a d o

e l

p r e s i d e n t e

d e

Es tados

U n i d o s ; a m i izquierda

e l d u e ñ o d e Rus ia . Jun tos

c o n t r o l á b a m o s u n a i n m e n s a

fuerza naval ,

l a s

t r e s cua r t a s pa r t e s

d e l a s fue rzas aé rea s

m u n d i a l e s

y

d i r ig í amos

e j é r c i t o s c o n unos t re inta

mi l lones

d e

s o l d a d o s

e n to ta l» .

él— a expensas de España, a Y ante la insistencia de su interlocu-

se

invitaría

a

ceder

la

zona

de su tor ,

añadió

en un

tono todavía

más e le -

a

Gibral tar. vado : «Preferiría

ser

llevado inmediata-

E1 historiador americano Robert E . mente al jardín para se r fusilado, que

en la

manchar

el

honor

de mi

país

y el mío

por Harry H o p - propio con una infamia semejante» (26).

(25), incluye esta singu- El presidente americano intentó rela-

r propuesta en el marco de las cons- ja r la atmósfera proponiendo limitar a

con que Stalin 49.000 el número d e fusilados, pero la

a su aliado británico bajo el broma n o tuvo el éxito que se esperaba,

de Franklin Roose- y cuando su hijo, el coronel Elliott R o o -

se podría ver en ellas sevelt, en un brindis intempestivo, se

na tentativa de sondeo. permitió ligar al Ejército de Estados

Unidos

con el

deseo expresado

por S t a -

Q+alin

l i n

' Churchill se levantó de la mesa y

, o rn n abandonó el comedor dando un portazo.

l exterminio d e l cuerpo t-., . . t t .• ~

A

,

d e of ic ia les?

E 1 a m 0 d e l

K r e m l m

^ acompañado de

a e OTlCiaies. Molotov, se precipitó tras él, y acabó

E n todo caso —bromas aparte—, la por tranquilizarle declarándole que su

del 29 de noviembre, q u e reunió propues ta n o había ido en serio, pero

tres delegaciones, sería escenario Churchill afirma en sus

Memorias

que

estallido de i ra por parte de estas explicaciones no llegaron a con-

en el vencerle d e l todo" en aquel momento y

a la oportu- que , con el paso del tiempo, su opinión

de hacer fusilar a 50.000 tampoco cambiaría.

y

técnicos militares alemanes ¿Qué decir?

L o m á s

probable

es que

la paz del mundo. El el jefe del Kremlin, escudándose en el

a pretexto de la euforia habitual de los

con energía: «E l Parla- banquetes, quisiera sondear cuál sería la

y la opinión pública británica reacción de sus comensales ante el

en masa, exterminio del cuerpo alemán de oficia-

un cuando permitieron su comienzo les. Del hecho de que el primer ministro

el

efecto

de las

pasiones desencade- británico

se

enfureciera

a l

pensar

que su

por la guerra, se revolverían des - huésped pudiera aprovecharse de su

con violencia contra los responsa- nombre para justi ficar semejante cr i -

de las

masacres.

¡ Qu e los

soviéticos

m en ,

bien puede deducirse

q u e

Chur-

hagan ninguna ilusión sobre este chill ya no dudaba de la responsabilidad

l».

soviética

en la

matanza

d e

Katyn.



Remolcador

d e

planeadores

y

transporte

d e

tropas Douglas

C - 4 7

M o t o r e s : D o s m o t o r e s

Pra t t y Whi tney R-1830

Twin Wasp e n es tre l la ,

d e 1 . 2 0 0 C V c a d a u n o .

V e l o c i d a d :

3 7 0 k m / h

a 8 .800 p ie s (2 .700 m ) .

A l t u r a m á x i m a : 2 4 . 1 0 0 p i e s ( 7 . 3 0 0

m ) .

A u t o n o m í a : 3 . 4 0 0 k m .

Pe s o v a c í o / c o n c a r g a :

7 . 6 5 0 k g / 1 4 . 0 0 0

k g .

C a p a c i d a d : 3 . 4 0 0 k g ,

2 8 s o l d a d o s

o u n p l a n e a d o r a r e m o l q u e .

L o n g i t u d : 1 9 , 6 5 m .

A n c h u r a : 2 9 m .

A l t u r a :

5 , 1 4 m .




y Churchill

su futuro

el "compromiso" propuesto jocosa-

por el presidente americano se

por el contrario, que Roose-

o quería creer aún en la ino-

de los rusos en aquel asunto.

se

había sentido

m á s

optimista,

en lo que al resultado de la

se refería, sino

en cuanto al porvenir de las

no se

la Unión Soviética, en

de su principal líder, a su con-

de Naciones Unidas, as í como al

de los "cuatro agentes de poli-

de ello sería la nota tomada

lord Moran al día siguiente del con-

la

base

de una

que le hizo

la omiti-

Memorias). Al finalizar la

que sentenció el acuerdo de los

de Estado Mayor anglosajones con

el plan de

en 1944, el primer

la siguiente pre-

a Harry Hopkins:

el presidente

de

Moscú?"

E l presidente sabe que Stalin

y que nos entenderemos

en el futuro"» (27).

os acontecimientos posteriores son

todos conocidos, pero sería un error

Teherán de Yalta y de Pots-

Los que lo han hecho han cedido

a su deseo de paliar

con-

las de Winston Churchill, en

catástrofes posteriores

de l

orden

os graves que las de Franklin Roo-

elt y Harry Hopkins, pero lo cierto

ue existieron, y que los reglamentos

venidos en Potsdam y Yalta fueron

de las decisiones

adas en Teherán.

en virtud de las resolu-

de

orden militar adoptadas

en

el almirante lord Mountbatten

la noticia de que, por el

nento,

no

podría contar

con

ningún

w

c/i

D

refuerzo en material de desembarco, lo

que suponía posponer la operación

Buccaneer a tiempos mejores, por no

decir

a las

calendas griegas.

El

general

Stilwell, que se había quedado en El

Cairo, quedó encargado de cumplir esta

desagradable misión informativa ante

Chiang Kai-shek.

Eisenhower e s nombrado

comandante d e "Overlord"

Entre tanto, Roosevelt había termi-

nado por aceptar las opiniones de sus

consejeros disuadiéndole de separarse

de l

general Marshall, juzgado como

A La capac idad admin i s t r a t iva

y d ip lomá t i ca demos t r ada

p o r

Ei senhower

e n e l

norte

d e Áfr ica y e n Italia

dec id ie ron a Roosevel t

y a Churchill a nombrar le

c o m a n d a n t e s u p r e m o

d e "Ove r lo rd" .



HENRY M. WILSON

Henry Maitland Wilson, primer barón de

Wilson, nació en Londres en 1881. Después de

cursar estudios en el colegio de Eton, fue

enviado en 1900 a Africa del Sur, donde hizo

su s

primeras armas contra

los

bóers. Luchó

en

Bélgica y en Francia en la primera Guerra

Mundial, qu e concluiría como teniente-coronel

de las

tropas australianas. Entre

las dos gue-

rras mundiales asumiría las funciones de ins-

tructor en la Escuela militar de Sandhursty en

la Escuela de Estado Mayor de Camberley.

Teniente-general en 1939, Wilson fue lla-

mado a la jefatura de l ejército de l Nilo. En

1940 desempeñó un papel capital en la ofensiva

dirigida contra Graziani en Libia. Al año

siguiente, a la cabeza de l cuerpo expediciona-

rio encargado de intervenir en los Balcanes,

desembarcó en El Pireo y tomó posiciones entre

Salónica y Florina; también en 1941 dirigiría

las

operaciones

en

Siria contra

las

tropas

del

general Dentz, imponiéndole el armisticio de

Sa n Juan de Acre. Tras agrupar bajo su s órde-

nes a las

fuerzas británicas

de

Siria,

de

Irak

y

de Irán, en 1943 su autoridad se extendería a

todo el frente de Levante. Gracias a sus estre-

chas relaciones co n Tito, en Yugoslavia, en el

mes de noviembre de 1943 reconquistaría por

algunos días la isla de Leros a los alemanes.

Pero 19 44 fue el año decisivo para Wilson.

Instalado en Argelia, desde allí preparó el

desembarco en Provenza, dirigió su ejecución y

conservó la responsabilidad de las operaciones

en el sur de Francia hasta el 11 de septiembre.

Ascendido a mariscal de campo, fue nom-

brado poco después jefe de la misión británica

en el Pentágono. Falleció en Aylesbury (Bu-

ckinghamshire)

en 1964.

indispensable

en la

cúspide

de la

jerar-

quía militar americana.

En el

viaje

de

regreso,

el

presidente estadounidense

llamó

a

Túnez

al

general Eisenhower,

y,

nada

m á s

acomodarse éste

en su

coche,

le

dijo: «Bueno,

Ike,

usted

va a

mandar

Overlord».

El

interesado,

con la

sencillez carac-

terística

del

buen soldado, respondió:

«Señor presidente,

m e

imagino

que un

nombramiento

de tal

envergadura

habrá supuesto muchas decisiones

com -

plicadas. Espero

no

decepcionarle»

(28).

«L a víspera de Navidad —añade

Eisenhower—, conocedores

de que el

presidente Roosevelt

iba a

pronunciar

un

importante discurso, escuchamos

la

radio. Durante

su

declaración,

el

presi-

dente anunció públicamente

la

noticia

de mi

designación como jefe

de la

operación Overlord,

con el

título

de

"comandante supremo

de las

fuerzas

expedicionarias aliadas".

El

aconteci-

miento

era

importante

e

hizo exclamar

a

Butcher,

m i

ayuda

de

campo naval:

E l

gran problema

que se va a

plantear

en las

próximas semanas será encontrar

el

papel

de

cartas adecuado

a un

título

ta n

augusto"»

(29).

L a

designación dejaba vacante

el

puesto

de

comandante

en

jefe

de las

fuerzas aliadas

en el

Mediterráneo.

El

general

si r

Henry Maitland Wilson

fue

llamado a ocuparlo, de común acuerdo

con

Alanbrooke

y

Marshall,

lo que con-

dujo

al

jefe

de l

Estado Mayor imperial

a

nombrar

al

general

si r

Bernard Paget

comandante

de las

fuerzas británicas

en

Oriente Próximo.


(1 )

Sherwood, Robert

E . : Le mémorial de Roose-

velt d

y

aprés le s papiers de Harry Hopkins.

Tomo I I . París, Plon, 1959 , pág . 295 . Roose-

velt y Hopkins. E d .

Janés, Barcelona,

1965.

(2 ) Ibid., pág . 294 .

(3 ) Leahy, William D . : J'étais la . París, Plon,

1950, pág. 232.

(4 ) Sherwood: op. cit., pág . 297 .

(5 ) Edén, Anthony: Mémoires. Tomo II . París,

Plon,

1960 , pág . 418 . Memorias 1939-1944.

E d . Noguer, Barcelona, 1965.

(6 ) Leahy: op. cit., pág . 236.

(7 )

Stilwell,

J . W . : Vaventure chinoise

(The

Stilwell papers). Neuchátel, Éditions de la

Baconniére, 1949, pág. 228.



A El general

Chiang Kai-shek visita

la India. Arriba,

e s recibido en e l fue r t e

d e

Jamrud , gua rd ián

d e l

p a s o

d e

Khaybar

en t r e Pak i s t án y Afgan i s t án .

En el

cen t ro , a compañado

p o r s u e sposa

y p o r lo rd Moun tba t t en ,

in specc iona u n c a m p o

d e e n t r e n a m i e n t o

d e t ropas ch inas

en e l

e s t e

de l a

India.

<3 Ejerc ic io demostra t ivo

d e ar t i l ler ía durante

la e s t anc ia d e l gene ra l í s imo

ch ino en l a India.

El a p l a z a m i e n t o d e " B u c c a n e e r "

debi l i tar ía

s u

figura política

e n e l

Su re s t e a s i á t i co .

(8 ) Bryant, Arthur: Triumph in the West; com-

pleting the War Diaries of Field-Marshal

Viscount Alanbrooke. Lond res , Collins,

1959, págs. 77-78. Triunfo en Occidente. Ed .

Grijalbo S. A.

(9 ) Leahy, William D . : J'étais la . París, Plon,

1950, págs. 242 y 244.

Bryant: op. cit.,

pág . 76.

Stilwell: op. cit., pág . 229 .

Ibid., pág . 234.

13

Sherwood:

op. cit., pág . 127.

Ibid.y pág . 312 .

Moran: Mémoires, vingt-cinq ans aux cotes

de

Churchill, 1940-1965.

París, Robert

L a f -

font, 1966, pág. 141. Churchill: memorias de

su médico. La lucha por la supervivencia

(1940-1965). E d . Taurus, Madrid, 1967.

Bryant: op. cit., pág . 90.

Moran: op. cit., pág . 137.

Sherwood: op. cit., pág . 317 .

Leahy: op. cit., pág . 251 .

Churchil l , W inst on: Mémoires sur la

deuxiéme Guerre Mondiale. Tomo V . Gine-

b ra , L a

Palatine,

1952, pág. 27.

Memorias.

La segunda Guerra Mundial. E d . Plaza &

Janés, Barcelona, 1965.

Bryant:

op. cit., pág . 92 .

Churchill: op. cit., pág . 51 .

Ibid., pá g. 37.

Ibid., págs. 36-37.

Sherwood: op. cit., págs. 323-329.

16 ) Churchill: op. cit., pá g. 48.

Moran: op. cit., pág . 147.

I* Eisenhower. Dwigh t D . : Croisade en Euro-

M¿rr,oires sur la deuxiéme Guerre Mon-

¿iaí¿- Ginebra, L a Palatine, 1949, pág. 251.

Crasmí* en Europa E d . José T—

6 3



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té



Cap í tu lo 5 2

Tercera ofensiva

d e

invierno soviética

Guerra e n todos lo s fren tes

1.

9

) En

Rusia

L o s cinco primeros meses de 1944

estuvieron marcados

por - las

nuevas

ofensivas d el Ejército rojo, que conduje-

ron a la liberación de Ucrania y de Cri-

mea al sur de los pantanos del Pripiat, y

a la conquista de la zona septentrional

de la Moldavia rumana, mientras en la

región

de

Leningrado

la s

tropas soviéti-

cas rechazaban a las fuerzas alemanas

desde

la

región

de

Oranienbaum-Vol-

jov-Novgorod-lago limen, hasta la de

Narva-lago Peipus-Pskov.

2.°) En Italia

En la península italiana, el general sir

Henry Maitland Wilson, nuevo coman-

dante en jefe aliado en el Mediterráneo,

se esforzaría por su parte en cumplir la

misión limitada

que se le

había enco-

mendado en virtud de los acuerdos de la

conferencia

de

Teherán.

L a

antevíspera"

del desen^ferco de Normandía entraría

en Roma la vífrguardia de su 15.° grupo

de ejércitos, pisando literalmente los

talones del enemigo. El general Alexan-

der lograba con ello su objetivo geográ-

fico, pero a costa de sacrificar su meta

estratégica: la destrucción de las fuer-

zas adversarias.

I

3.° )

Preparación

d e

Ove r lo r d

Paralelamente, se aceleraba la con-

centración

en

Gran Bretaña

de las t ro-

p as destinadas a llevar a buen término

la difícil operación Overlord. L as divi-

siones encargadas del deserpbarco por

mar y aire eran sometidas a un entrena-

miento intensivo, mientras lo s generales

Eisenhower y Montgomery revisaban,

completaban

y

ampliaban

en

Londres

lo s planes sobre esta importante opera-

ción elaborados por el Estado Mayor

anglo-americano COSSAC, y someti-

dos a su aprobación posteriormente por

gl

general Morgan.

A L a s br igadas bl indadas

a lemanas , de sang rabas

d u r a n t e la segunda ofensiva

d e invierno soviética,

quedar ían reducidas

a

efect ivos i r r isor ios .

Hitler s e había obst inado

e n lanzar las a l c o m b a t e

e n pequeños g rupos ,

s i n da i&iempo

a s u reorganización.

A . G r i m m - U l l s t e i n



4.° ) En e l

aire

En el

aire,

las

formaciones

de bom-

bardeo anglo-americano redoblarían

sus

incursiones diurnas

y

nocturnas tanto

sobre

el

Tercer Reich, como sobre

las

regiones ocupadas.

L o s

resultados obte-

nidos

a lo

largo

del

primer semestre

de

1944

superarían

en

importancia

los de

todo

el año

precedente.

Al

atacar

sis-

temáticamente,

a

partir

de la

prima-

vera, la s fábricas de gasolina sintética y

lo s

pozos

de

petróleo

de

Ploesti,

la

avia-

ción aliada

iba a

influir

por

primera

vez

directamente sobre

las

operaciones

terrestres, provocando

una

crisis graví-

sima de carburante en el seno de la

Wehrmacht.

Por

otra parte,

en los

teatros

de ope-

raciones occidental

y

meridional

los

cazabombarderos

y

bombarderos

medios ingleses

y

americanos

se

ceba-

rían sobre

la red de

comunicaciones

del

adversario:

en

Francia

y en

Bélgica

t ra -

tando

de

hacer inviable

un

refuerzo

rápido

del 7.°

Ejército alemán acanto-

nado entre Cabourg

y

Saint-Nazaire;

en

Italia apuntando principalmente

a los

pasos

del Po y del eje del

Adigio, rutas

de los

refuerzos

y

abastecimientos

ene-

migos tras franquear

el

Brennero.

Los

an glosajones,

dueños indudables

d el

norte

de l

Atlántico

El 22 de

junio

de 1941

Hitler

se

había

comprometido, imprudentemente,

en la

misma «guerra

en dos

frentes»

que

había costado

el

trono

al

emperador

Guillermo II , y cuyo espectro había

exorcizado provisionalmente

con el

pacto germano-soviético

del 23 de

agosto

de 1939. El 1 de

enero

de 1944 el

Tercer Reich

y su

Führer

se

debatían

en una

"guerra

en

todos

lo s

frentes"

(Allfrontenkrieg)

(1),

según expresión

del

profesor Percy Ernst Schramm,

de

la

universidad

de

Gotinga, quien

por

aquel entonces dirigía

el

Diario

de la

O.K.W.

El único medio en manos de Alema-

nia

para escapar

a las

inevitables conse-

cuencias

de l

poderoso esfuerzo concén-

trico

de sus

enemigos, hubiera sido

rea-

nudar

con

igual éxito

que en 1942 la

ofensiva

de los U-Boote en el

Atlántico.

Pero,

a

pesar

de

toda

su

energía,

de

toda su inteligencia y de toda su expe-

riencia,

el

gran-almirante Dónitz

era ya

incapaz

de

contener

la

marea creciente

de

tropas, materiales

y

abastecimientos

americanos

con

dirección hacia Europa.

De su magnitud dará fe el cuadro

adjunto, elaborado

con los

datos

del

capitán

de

navio Roskill

(2),

historiadoroficial

de la

Armada británica.

Unidades y tonelaje hundido

meses 1942 1944eses

t m

buques

t m

buques

Enero

276.795

48

36.065

5

Febrero

429.891

73

12.577 2

Marzo

534.064

95

36.867

7

Abril

391.044

66

34.224

5

Mayo

576.350

120

0

0

Total 2.208.144

402

119.733

19

L a s d o s

potencias anglosajonas

habían recobrado

el

dominio absoluto

del

norte

del

Atlántico,

lo que les

daba

plena y total libertad de acción estraté-

gica.

El

gran-almirante Dónitz

le s

reser-

vaba

sin

duda

la

sorpresa

de

nuevos

medios

de

combate particularmente

temibles, pero

aún no

estaban listos

y,

hasta

que lo

estuvieran, podían ocurrir

muchas cosas.

Hitler prevé

la

invasión

y s u s consecuencias

L a s

consecuencias inmediatas

de

este

cambio radical

de la

situación

no se le

escapaban

al

jefe

de la

Alemania nacio-

nalsocialista. Para constatarlo basta

con

releer

la s

consideraciones

qu e, el 3 de

noviembre

de 1943,

explicaban

las

medidas prescritas

por su

directriz

número

51

para

la

continuación

de la

guerra.

E n

ella decía textualmente:

«E l

duro

y

sangriento combate

que

mantenemos desde hace

dos

años

y

medio contra

el

bolchevismo

ha

hecho

entrar

en

juego

al

conjunto

de

nuestras

fuerzas militares

y de

nuestras energías

hasta

sus

últimos efectivos.

Así

corres-

pondía

a la

dimensión

del

peligro

y a la

situación general. Pero esta última

se ha

modificado desde entonces.

El

peligro

continúa

en el

Este, mientras surge

uno

mayor

en el

Oeste:

¡el

desembarco

anglosajón

En el

Este,

el

espacio



«Alís ta te en l a aviación», propone es te car te l americano. Estados Unidos tenía necesidad d e hombres

para

la

g igan te sca ba ta l l a

q u e s e

libraba

en e l

c ie lo

d e

Aleman ia .

infflnl níl nlilí 11 » íii 11 fíi



.1 «A c o s t a d e sacr i f icar

sang re a l emana ,

y d e

exponer

a la me t rópo l i a la acción

d e l a s fue rzas aé rea s

e n e m i g a s ,

s e

pudo prolongar

u n poco m á s l a guerra .

Pe ro ¿merec ie ron

la pena l o s r e su l t ados

d e es ta pol í t ica , a costa

d e tantos sacr i f ic ios?»

(general Halder).

ganado permite aún ciertos sacrificios

de

terreno, incluso

de

gran importancia,

s in que por

ello

el

nervio vital

de Ale-

mania se vea afectado mortalmente.

En el Oeste es muy diferente. Si el

enemigo consigue en este teatro de ope-

raciones perforar nuestras defensas en

un frente amplio, se producirán inme-

diatamente consecuencias de alcance

incalculable. Todos lo s indicios hacen

pensar que el enemigo se lanzará al ata-

que del frente occidental de Europa en

la primavera próxima, como m uy tarde,

e incluso tal vez antes.

Por eso no puedo asumir la responsa-

bilidad

de

continuar desguarneciendo

el

Oeste

en

beneficio

de

otros frentes.

E n

consecuencia, he decidido reforzar sus

medios de defensa, especialmente los de

la zona donde entablaremos el combate

de mayor envergadura contra Inglate-

r ra . Porque es allí donde el enemigo nos

atacará y se verá obligado a atacarnos;

allí

es, en

efecto

—a

menos

q u e

todo

nos

engañe—, donde se librará la batalla

decisiva de l desembarco» (3).

El 20 de

diciembre siguiente Hitler

volvería sobre el tema en presencia de

sus generales. De las actas taquigráficas

de su

exposición

se

desprende

que, aun

considerando el desembarco como algo

seguro, dudaba de que los británicos

participaran

en él de

buen grado: «Está

claro que los ingleses no se lanzan a esta

aventura con tanta confianza como

Eisenhower.

Ese tal

Eisenhower

ha lle-

vado a cabo con éxito algún que otro

desembarco, pero siempre gracias a los

traidores. Pero ahora no los encontrará

entre nuestros soldados. V a a hacer el

ridículo, ¡y de qué forma Va a ver la

diferencia entre desembarcar en el norte

de África y ser recibido por Giraud,

teniendo enfrente a italianos embosca-

dos en sus madrigueras sin disparar un

solo tiro,

y

poner

el pie en el

Oeste,

donde n o habrá contemplaciones. Mien-

tras

un a

batería pueda hacer fuego, hará

fuego.

Eso es

seguro»

(4).

Nuevo centro

d e

gravedad

de la defensa alemana

El resumen de la directriz número 51

es interesante desde varios puntos de

vista.

Su

tercer párrafo añade

un a

razón

suplementaria a las que se aducen, por

lo general, para explicar el que la

O.K.W. colocase

el

centro

de

gravedad

de su

defensa occidental entre

L e

Havre

y el paso de Calais. Alcanzados de lleno

por las bombas volantes, instaladas en

su mayor parte en esta región, los ingle-

ses —se creía en Rastenburg— exigirían

a sus aliados fijar la s rampas de lanza-

miento como objetivo prioritario del

desembarco. Razonamiento plausible,

pero necesitado de una condición para

convertirse en verosímil: que los alema-

nes tiraran primero, cuando Hitler

sabía que los misiles VI —por n o hablar

de los V2— n o

entrarían

en

acción hasta

después

del

plazo

de

tiempo previsto

68



para el desembarco enemigo a través

de l canal de la Mancha.

Pero Hitler acertaba plenamente al

constatar el peligro que surgía en Occi-

dente y al priorizarlo de inmediato

incluso por encima de la amenaza sovié-

tica; colocándose a nivel de la O.K.W.,

deducía de esta razonable apreciación

de la situación que, aun dando por

supuesto el fracaso de la tentativa

anglo-americana, ya no le sería posible,

como durante

lo s

inviernos 1941-1942

y

1942-1943, afianzar el vacilante frente

de l

Este

con la

ayuda

de las

tropas

cen-

tinelas en las almenas y aspilleras del

Atlántico.

¿ Se deduce de todo esto que el princi-

pal destinatario de la directriz del 3 de

noviembre de 1943, es decir, el mismo

Hitler, ahora

en su

calidad

de

coman-

dante en jefe de las fuerzas terrestres

alemanas, estaba dispuesto a extraer las

conclusiones lógicas de las premisas por

él

expuestas

en su

despacho

de

Rasten-

burg?

En la O.K.H., el coronel-general

Zeitzler, jefe de l Estado Mayor general

de l ejército, quizá se hiciera ilusiones

durante algunas semanas de poder

gozar en adelante de mayor libertad de

acción en la dirección de las operacio-

nes. ¿No había escrito el propio Hitler

que en el Este, si fuera absolutamente

necesario, se podrían realizar repliegues

considerables,

sin

poner

e n

peligro

m o r -

tal con ellos el «nervio vital» del Tercer

Reich?

El

Führer ante

la

ofensiva

d e

invierno rusa

Pero cuando llegó la hora de su apli-

cación, es decir, desde el momento en

que el Ejército rojo desencadenó el 24

de diciembre su tercera ofensiva de

invierno, pudo comprobarse que el Füh-

rer persistía obstinadamente en sus

errores de años precedentes, y oponía

sus

acostumbrados argumentos

de

alta

política y de economía de guerra a sus

A Su b m a r i n o s a l e m a n e s

t ipo "XXI", e n f a se

d e m o n t a j e e n Bremen ,

a l p roduc i r se J a capi tu lación

d e Aleman ia .

69



70



£> Hitler decidió reforzar

l o s m e d i o s d e de fensa

d e l a s r eg iones donde e spe raba

e l d e s e m b a r c o d e l adve r sa r io :

la cos ta oe s t e d e Francia .

<3 La o leada d e t ropas ,

ma te r i a l y a b a s t e c i m i e n t o s

afluiría hacia Europa

i n i n t e r r u m p i d a m e n t e .

V

Antevíspera

d e l

d e s e m b a r c o

d e

Normand ía :

e l 1 5 . ° g rupo d e e jérc i tos

aliado llega a Roma .

71



comandantes de grupos de ejércitos

cuando alguno de ellos, abrumado por

la superioridad numérica y por el "festi-

va l de medios de los soviéticos, se per-

mitía sugerir

la

oportunidad

de un re-

pliegue.

De ahí los nuevos y sucesivos desas-

tres ocurridos, principalmente,

al sur de

la zona pantanosa del Pripiat: los nom-

bres

de

Kanev,

de

Korsun (finales

de

enero de 1944) y de Sebastopol (13 de

mayo siguiente) quedarían inscritos

para siempre en los anales m á s lúgubres

de la historia militar alemana. A conti-

nuación

fu e

preciso enjugar

sin

demora

la s posibles consecuencias de estas n u e -

v as derrotas del Tercer Reich y, como

las magras disponibilidades existentes

aún en el frente del Este ya no bastaban

para ello, Hitler-O.K.H.

se

dirigió

a

Hitler-O.K.W. para obtener lo s refuer-

zos necesarios q u e conjurasen el riesgo

de catástrofe inminente, cada vez más

amenazador sobre

el

conjunto

de las

operaciones contra

lo s

soviéticos.

E n

estas condiciones, fruto de su irracional

obstinación, de su obcecación enfermi-

za, cuando él mismo había admitido

que los dos años y medio de lucha con-

tra el

bolchevismo

le

habían obligado

a

emplear ya la casi totalidad de los efec-

tivos

y de las

energías

del

Ejército

ale-

m á n , hubo de hacer caso omiso del

principio defendido

en su

directriz

del

3 de

noviembre

de 1943, y a

finales

del invierno fu e necesario retirar de la

región de Alenpon el 2.° Pz.K. de los

Waffen

S.S.

V on

Manstein

s e defiende en un frente

d e 1 0 0 0 k m

L a

ofensiva soviética

de

invierno

comenzó el 24 de diciembre de 1943, a

ambos lados de la ruta Kiev-Zhitomir,

para extenderse en unas semanas a la

totalidad del grupo de ejércitos «Sur»,

que por

estas fechas encuadraba entre

el

estuario

del

Dnieper

y la

región

d e M o -

zyr :

— El 6.° Ejército (general Hollidt).

— El l .

e r

Ejército blindado (general H u -

be).

— El 8.°

Ejército (general Woehler).

— El 4.°

Ejército blindado (general

Rauss).

El conjunto, aún a las órdenes del

mariscal von Manstein, contaba con 73

divisiones de las 180 en combate entre

el estrecho de Kerch y la cabeza de

puente

de

Oranienbaum,

en el

Báltico.

E n especial, de las 32 grandes unida-

des de Panzer y de Panzergrenadiere

destinadas

en el

Este,

22

figuraban

en el

orden de batalla del grupo de ejércitos

«Sur». Además

se le

adjudicó

la 18.

a

división de artillería, cuyos 8 grupos

orugas o motorizados alineaban 9 obu-

ses de 210 m m, 30 de 150 mm , 48 de

< El desal ien to comenzó

a

apoderarse

de la "W eh rm ach t " .

U n a ñ o antes creía

q u e e l Ejército rojo

es t ab a ya aniquilado,

pero la tercera ofensiva

d e invierno soviética

iba a demostrar

todo

lo

contrario.

V Los alemanes disponían

d e u n a terrible arma

portátil contra lo s carros

d e combate sov iét icos:

e l "Panzerfaust" , cohete

an t i tanque.



O La m e g a l o m a n í a d e Hitler

satir izada e n este dibujo

d e Kukriniski aumentaba

c o n f o r m e s e sucedían

l o s

r e v e s e s

de l a s

t ropas

d e l Tercer Reich.

105 mm y 12

cañones

de 100 mm.

Pero

esta nueva formación, constituida

a

imitación del Ejército rojo, parece no

haber respondido a las grandes esperan-

z as puestas en ella: fu e disuelta al cabo

de

pocos meses

de

existencia.

P o r impresionante q ue fuera, la cifra

de 73 divisiones no debe inducir a ilu-

sión alguna, porque

del 31 de

julio

de

1943 al 31 de enero de 1944 von Mans-

tein había perdido 405.409 soldados

entre muertos, heridos

y

desaparecidos,

y

sólo recibió

del

interior para sustituir-

los

221.893 oficiales, suboficiales

y sol-

dados; sus divisiones eran pues muy

débiles, principalmente

en

infantería.

L o mismo sucedía en cuanto a los

Panzer: a pesar del aumento de la prc~

ducción

de

máquinas blindadas, abor-

daron esta fase de la campaña con unos

déficits de carros del orden del 40

c

~

c

a

50 % en

relación

a sus

efectivos regla-

mentarios. Y con todo esto, el frente a

defender «sin pensar en la retirada

según

la s

órdenes

del

Führer. superaba

el

millar

de

kilómetros.

7 4



reflejo de su jefe, si flaqueaban algunas

divisiones

era

porque, carente

de

moral,

«ese señor» demostraba su incapacidad

para galvanizarlas; Hitler recordaba a

continuación ante Zeitzler, al que es de

suponer un poco estupefacto, la época

heroica

del

partido durante

su

asalto

al

poder, conquistando

u na

tras otra

M e c -

klenburg, Prusia Oriental («reaccionaria

y refractaria»), Colonia («roja y negra»).

«Turingia —proseguía el Führer, según

la s notas taquigráficas— era de un rojo

rabioso, pero

en

aquella ocasión tuve

un

Koch,

en

otra

un Ley y en

otra

un

Sauckel. Aquello eran hombres.

Cuando, por desgracia, n o tenía h o m -

bres competentes

a

mano, todo

iba mal.

L o sabía perfectamente: lo s buenos

Gaus era

buenos

Gauleiter. H o y

ocurre

exactamente igual» (6).

V o n

quiere reforzar

s u

dispositivo...

Ajeno a estas divagaciones sobre el

paralelismo entre las campañas electo-

rales del partido nacionalsocialista y la

campaña de Rusia, von Manstein, a

quien Hitler había ofrecido

2 ó 3

divi-

siones para taponar las dos brechas, de

75 km cada una , abiertas a derecha e

izquierda de la 4.

a

Panzerarmee, proce-

dió el 29 de diciembre a la maniobra

anunciada por él cuatro días antes. El

Estado Mayor

de la 1.

a

Panzerarmee

pasó de la derecha a la izquierda del 8.°

Ejército, dejando en el meandro del

Dnieper al 3.

e r

P z .K . (general Breith),

q u e contaba con 4 divisiones, para lle-

gar a

cubrir

al

final

del

movimiento,

al



sureste de Berdichev, al 7.° A.K. y al

24.°

Pz.K., flanco derecho

de

Rauss.

L a

maniobra,

que

recibió

la

aprobación

de

la O.K.H., procuró cierto alivio al grupo

de ejércitos «Sur», tanto m á s cuanto

q u e Vatutin desaprovecharía la ocasión

de alcanzar al Dniester en Kamennets-

Podolskii. Pero Hitler había dejado

sin

respuesta

la

petición

de von

Manstein

de evacuar la bolsa del Dnieper y la

cabeza de puente de Nikopol.

El 3 de enero el general Koniev

pasaba

al

ataque

en el

sector

de

Kirovo-

grad, donde el 6.° Ejército alemán aca-

baba de relevar a la 1.

a

Panzerarmee.

e

intenta convencer

a

Hitler

Se

imponía

u n a

decisión

y,

para obte-

nerla,

von

Manstein

se

dirigió personal-

mente a Rastenburg con la esperanza de

que su presencia y sus palabras tuvieran

m á s peso ante el Führer que sus mensa-

jes por

teletipo:

«Si el

alto mando

—le

expuso—

no

podía proporcionar

de

inmediato refuerzos importantes, era

indispensable replegar nuestro flanco

sur, abandonando Nikopol (y por consi-

guiente Crimea)

a fin de

procurarnos

así las

tropas necesarias;

y

todo esto,

en

nuestra opinión, sólo podía constituir

un

primer paso. Habíamos hecho reco-

nocer u na posición en retaguardia y

ordenado ponerla en condiciones.

Seguía,

m ás o

menos,

el

curso

del Bug,

aprovechando todos los accidentes

favorables del terreno, para llegar al sur

de la región en la que nuestro flanco

norte libraba combates en la actualidad.

Su

ocupación reduciría casi

a la

mitad

el frente de 900 km mantenidos enton-

ces con excesiva debilidad por los 6.° y

8.° Ejércitos. U n acortamiento tan radi-

cal y el

refuerzo

del 17.°

Ejército, reti-

rado

de

Crimea,

n o s

permitirían lograr

al fin la

concentración

de

tropas indis-

pensable en el ala norte» (7).

Conociendo las acostumbradas obje-

ciones del Führer, añadía: «Natural-

mente,

lo s

rusos ganarían también fuer-

zas con

esta operación, pero nuestro

frente, al quedar fortalecido de una

manera m á s sustancial, sería capaz de

mantenerse a la defensiva, la táctica de

guerra

m á s

poderosa, incluso frente

a

lo s

ataques masivos.

P o r

otra parte,

la

destrucción de la red ferroviaria les

impediría transportar

las

nuevas fuer-

zas

disponibles

con

rapidez suficiente

como para mantener su superioridad al

oeste de Kiev» (8).

Hitler se opuso con tenacidad a las

propuestas presentadas en estos térmi-

nos. El

manganeso

de

Nikopol,

que ya

no se extraía desde hacía semanas, le

impedía abandonar el meandro del

Dnieper. E n cuanto a evacuar Crimea,

no

había

ni que

pensar

en

ello,

ya que al

hacerlo provocaría

la

defección

de Bul-

garia

y la

entrada

en

guerra

de

Turquía

contra Alemania. Tampoco era posible

retirar fuerzas del grupo de ejércitos

«Norte» porque, si el mariscal von

Küchler

se

veía obligado

a

abandonar

las

posiciones

qu e

dominaban

el

golfo

de Finlandia, lo s submarinos rusos se

desplegarían por el Báltico y cortarían

la ruta que transportaba el mineral de

hierro sueco desde Lulea hasta

las

fábricas alemanas.

A U n a vaina d e obús

sirve d e g o n g d e alarma

a este centinela alemán.

7 7



derecha del general Vatutin. El 4 de

enero precedente,

von

Manstein,

con

ocasión

de su

paso

por la

O.K.H., había

insistido ante Hitler para que se reu-

niese

un

potente ejército

en la

región

de

Rovno.

No lo

había conseguido,

y la

importante ciudad cayó en manos rusas

el 5 de febrero de 1944.

Desde

su

embate

del 24 de

diciembre,

el l.

e r

frente de Ucrania había avanzado

ya 26>0 km hacia el oeste. En consecuen-

cia, el

frente alemán

del

grupo

de

ejérci-

to s «Sur» se había alargado monstruo-

samente desde el punto fijo d e Nikopol,

sin

haber sido reforzado

en la

misma

proporción, y sus comunicaciones se

encontrarían

en

grave peligro

si los

rusos explotaban sus éxitos en dirección

a

Ternopol,

ta n

sólo

a

unos

150 km al

sur de Rovno.

Por si

esta perspectiva

a

medio plazo

fuese mala, de inmediato había algo

peor: por orden expresa de Hitler, el

flanco derecho

de la 1.

a

Panzerarmee

y

el izquierdo del 8.° Ejército estaban col-

gados en avanzada sobre el Dnieper,

entre Kanev y el norte de Cherkassi.

Ahora bien, habiendo avanzado Vatutin

hasta Jachkov,

y

encontrándose Koniev

en Kirovograd desde el 10 de enero, se

había formado

en

este sector

un

peli-

groso saliente de unos 160 km de base

por 150 km de profundidad, q ue daba al

enemigo ocasión

de

realizar

un a

manio-

b ra

concéntrica

de

envolvimiento.

El acortamiento del frente, tal y como

le había propuesto el mariscal von

Manstein

al

Führer

en su

entrevista

del

4 de enero en Rastenburg, y tal y como

seguía recomendándole en notas y car-

ta s

personales,

se

imponía indiscutible-

mente. El calendario de los aconteci-

mientos demuestra que esta maniobra,

por

delicada

qu e

fuese, hubiera triunfa-

do con escasas pérdidas, porque, a pa r -

tir del 4 de

enero, sería preciso esperar:

—

Tres semanas para

que el l .

e r

y 2.°

frentes

de

Ucrania emprendieran

en

conjunto la resección de la hernia de

Kanev-Cherkassi.

— Cerca de cuatro semanas para que el

3 .

e r

frente de Ucrania (general de

ejército Malinovski) asaltara la

cabeza

de

puente

de

Nikopol.

— Cerca de cinco semanas para que las

vanguardias blindadas y motorizadas

del

general Vatutin llegaran

al

frente

Rovno-Shepetovka.

A «Nues t ro t iempo

es e l de los cor responsa les

d e guerra,

no e l de l o s escr i tores ;

e l de los soldados,

no e l de l o s

h is tor iadores ;

el de la acción,

no e l de l a s reflexiones

acerca d e l o s actos

realizados» ( J . R . Bloch).



Carro pesado ruso K.V. 85

Peso:

4 5

t m .

Tripulación:

5

hombres .

Armamento:

u n cañón

m o d e l o M 1 9 4 4 d e 8 5 m m ,

d o t a d o

c o n 7 1

proyecti les,

y 3 a m e t r a l l a d o r a s D T d e 7 , 6 2 m m ,

c o n 3.276 proyecti les.

Blindaje: de lantero

de la carena , 7 5 m m ;

lateral , 6 5 m m ;

to r re ta , 1 1 0 m m .

Motor:

V - 2K e n línea,

d e 6 0 0 C V .

Veloc idad: 4 0 k m / h .

Autonomía:

3 3 0 k m .

Longitud: 6 8 5 m .

Anchura: 3 4 5 m .

Altura: 3 3 0 m .



El mal

tiempo frena

la

ofensiva rusa

L o s autores soviéticos atribuyen esta

relativa lentitud en el avance ruso a las

constantes oscilaciones

de la

tempera-

tura, y a la alternancia entre lluvia y

nieve, producidas en Ucrania occidental

durante lo s meses de enero y febrero d e

1944.

En 1956, el

coronel

A . N .

Grylev,

del

Ejército soviético, escribiría a este res -

pecto: «Una situación meteorológica-

mente desfavorable creó nuevas dificul-

tades

a

nuestras tropas (mayores

que el

obstáculo

de los

cursos

d e

agua).

U n a

primavera anormalmente precoz p r o -

vocó

la

fusión

de la

nieve desde

lo s

últi-

m o s días de enero. L a lluvia y la nieve

derretida se pusieron de su parte. L o s

ríos

se

salieron

de sus

cauces. Caminos

y carreteras se hicieron impracticables

para lo s vehículos, y el terreno era prác-

ticamente igual a ambos lados de las

carreteras para la infantería. Estos

diversos factores repercutieron sobre

la

acción de nuestras tropas, limitaron sus

posibilidades de maniobra y entorpecie-

ron su abastecimiento d e alimentos,

carburante

y

municiones»

(10).

A Finales d e invierno:

s o b r e

l a s

ru tas embarradas ,

lo s pequeños t r ineos

sirven

a ú n

para

el transporte l igero.

pero lo s uni formes b lancos

c o m i e n z a n a convertirse

e n d ianas e n lugar

d e

servir

d e

camuf la je .

Bundesarch iv . Koblenz

81



.

ü .

<

A

P u e s t o

d e

mando

del 1 .

er

f r e n t e d e Bielorrusia.

D e izquierda a derecha :

t e n i e n t e - g e n e r a l K. Teleguin,

adjunto polí t ico

d e Rokossovski;

mayor-genera l

I.

Baikov,

y coronel -genera l M . Malinin,

je fe d e l Estado Mayor

d e l f ren te .

N o sería justo acusar al autor de

intentar paliar

así el

fallo —por

lo

demás

m uy relativo— de la maniobra soviética

que apuntaba al aniquilamiento de los

grupos de ejércitos alemanes situados

en los

cuatro frentes

de

Ucrania.

El

general von Vormann, destacado allí al

mando del 47.° Pz.K., confirma punto

por

punto

las

afirmaciones

del

coronel

Grylev:

«La rasputitsa

había comen-

> Genera l S . Trof imenko, .

c o m a n d a n t e

d e l 2 7 . °

Ejército

soviético

e n

combate

cont ra la zona oeste

d e l sa l ien te d e Kanev,

e l 2 5 d e

e n e r o

d e 1 9 4 4 .

zado asombrosamente pronto; es el

período del fango primaveral... Bajo la

influencia

del sol, de la

lluvia

y de los

vientos cálidos, la pesada tierra negra

de Ucrania se transformó durante el día

en un

fango espeso

y

pegajoso.

N o

había carreteras pavimentadas en el

país. L o s peatones se hundían hasta las

pantorrillas

y, al

cabo

de

algunos pasos,

dejaban atascados

sus

zapatos

y sus cal-

cetines. L o s vehículos se averiaban y

atascaban. L a succión del barro arran-

caba las orugas demasiado estrechas de

nuestros vehículos

de

transporte todo

terreno. L a s únicas máquinas capaces

de avanzar eran los tractores y los

carros de combate, a una velocidad

máxima

de 4 ó 5 km/h y al

precio

de un

espantoso desgaste mecánico y de un

enorme consumo de combustible» (11).

El

lodo perjudicaba

a los

rusos

m á s

que a los

alemanes, porque

lo s

primeros

tenían que superar en el ataque y, des-

pués, en la persecución los destrozos del

campo de batalla y los que el enemigo

dejaba tras

de sí en su

retirada.

• Pecaba v o n Manstein

e

derrotista?

Conocido

el

debate

que

enfrentaba

a

von Manstein con Hitler, ¿podría acu-

sarse

al

vencedor

de

Sebastopol

de

padecer obsesión de repliegue ante la

menor concentración

del

enemigo,

o de

haberse asustado inoportunamente ante

el espectro del cerco?

El mariscal alemán ya no se permitía

en esta época lo s golpes de audacia que

le habían hecho famoso de 1941 a 1943,

pero lo cierto es que ya tampoco podía

permitírselos. Exceptuando

el 46.°

Pz .K. que

acababa

de

serle asignado,

sabía agotados lo s posibles. refuerzos

procedentes

del

Oeste,

y que en el

frente

del Este se estaba desnudando a un

santo para vestir

a

otro.

L a

pérdida

de

media docena de divisiones en un cerco

no significaba sólo el fin de unos 60.000

hombres y de la mayor parte de su

material, sino

la

apertura

en su

disposi-

tivo, ya desastrosamente debilitado, de

un a brecha d e 120 a 150 km .

L a batalla de Korsun-Shevchenkovs-

kii iba a

demostrar

la

exactitud

de los

puntos de vista que él había intentado

en

vano hacer prevalecer ante Hitler.

8 2



W

tenaza d e Kanev

v

El 25 de enero el mariscal Zukov,

por la Stavka

para coordinar

as

operaciones

del l .

e r

y 2.°

frentes

de

sus fuerzas al asalto

el saliente de Kanev.

El

general Vatutin destacó contra

el

e oriental de dicho saliente sus 40.°

Ejércitos,

a las

órdenes, respecti-

de los generales F .F . Zha -

y S .G. Trofimenko. Ambos

de combatir con dureza antes

e quebrar la resistencia alemana y

un

paso

a las

brigadas

del 6.°

Ejér-

A .G . Kravchen-

explotó su éxito en dirección

En el 2.° frente de Ucrania, el

al

parecer

una

m á s

fácil; atacando

el

punto

de

el 47.° Pz.K. y el 11.° A.K.,

Ejército de la Guardia (general

Rijov) y su 53.° Ejército (general

Galanin) atravesaron rápidamente

s líneas de la 389.

a

I.D., lo que le per-

en situación de disponible al

5.° Ejército blindado de la Guardia, al

ando del general P. A. Rotmistrov.

«N o

existe otra comparación posible:

dique había cedido y, enorme, inter-

la marea soviética se esparcía

llanura, rodeando nuestros carros

e

combate,

que, con

pequeños grupos

e

granaderos, parecían escollos emer-

de la resaca. Nuestro estupor

al colmo cuando, por la tarde,

en dirección oeste, unidades

e

caballería franquearon nuestra

de

fuego

en

formación cerrada.

Espectáculo olvidado desde hacía

y que daba u n a sensa-

de inverosímil Era el 5.° cuerpo de

de la

Guardia,

con las 11.

a

,

12 .

a

y 63.

a

D.C. a las

órdenes

de

Selima-

(12).

Así es como describe el antiguo

omandante del 47.° Pz.K. la penetra-

ión de Krasnosilka (50 km al noroeste

e

Kirovograd)

en la

monografía

por él

onsagrada

a

este episodio.

E n

estas

ondiciones, no fue extraño que los

lindados de Vatutin y los de Koniev,

perando en conjunto desde el 28 de

nero, lograsen

su

confluencia

en la

de

Zvenigorodka.

El 11.° A.K.,

del 8.°

Ejército alemán,

y el 42.° A.K.,

cuerpo

de la

derecha

de

la 1.

a

Panzerarmee, quedaron copados

con 4 divisiones de infantería (57.

a

, 72.

a

,

88.

a

y 389.

a

I.D.), la 5.

a

Pz.G.D. Viking

de los Waffen

S.S.

y la

brigada S.S.

Wallonia, reclutada

por

Himmler

en

las provincias belgas francófonas. M á s

antiguo que su camarada Lieb, el gene-

ral

Stemmermann, jefe

del 11.° A.K.,

asumió

el

mando

de los

cercados.

Hitler s e aferra a Kanev

Hitler consideraba el saliente de

Kanev como

la

niña

de sus

ojos, porque

veía

en él la

base

de

partida

de una

ofensiva qu e obligaría a los rusos a

repasar el Dnieper en el sector de Kiev.

E n consecuencia, d io órdenes:

— A

Stemmermann,

d e

aferrarse

a sus

posiciones, organizándose

de

manera

q u e pudiera rechazar todos los a ta-

ques procedentes del sur.

— Al general Woehler, comandante del

8.° Ejército, de lanzar su 47.° Pz.K.,

reforzado hasta conseguir

5

divisio-

n e s blindadas, contra la parte oriental

de la bolsa.

— Al general Hube, de lanzar su 3.

e r

Pz.K.,

q u e

encuadraba

4

divisiones

(entre ellas

la

Pz.G.D. Leibstandarte

de los Waffen S.S.) contra la zona

occidental

de la

bolsa.

A

Granaderos blindados

a l em an es a bordo de un

t ransporte todo terreno .

L o s reg imien tos

d e g ranaderos b l indados

env iados p o r Hitler

e n socorro de la bolsa

d e Kanev sufrieron

pérdidas definitivas.



im

wmmm

—

IM

^ 1

SI

Ofensiva

•

sovi ética

d e 1 9 4 4



A En las aldeas liberadas,

l o s soldados soviéticos

sólo encontrarían mujeres,

niños y ancianos.

L os hombres habían muerto

fusilados, militaban

en la resistencia

o es taban deportados.

> G. K. Zukov, promovido

al g rado d e mariscal

e n 1 9 4 3 , f u e nombrado

por la "S tav k a"

para coordinar

l a s

fuerzas

d e l 1 .

e r

y 2 . °

f ren tes

d e Ucrania e n en e ro d e 1 9 4 4 .

D o s m eses d esp u és

asumir ía

e l

mando

d e l 1 .

0 r

f r en t e d e Ucrania.

Este plan, q ue suponía la concentra-

ción de 9 divisiones blindadas contra la

bolsa de Kanev, era irrealizable si se

contrastan

lo s

plazos necesarios para

su

ejecución con la capacidad de resisten-

cia de los asediados, porque, aunque se

hubiera organizado u n puente aéreo de

avituallamiento, la mayoría de las divi-

siones blindadas mencionadas

por

Hitler

se

encontraban

ya en

combate;

hubiese sido preciso relevarlas, hacer-

la s

retroceder

y que

ganasen después

de

nuevo sus bases de partida. Lo que ocu-

rría

es que

estaban

m u y

incompletas

(en

especial, sus regimientos de granaderos

blindados sólo contaban con algunos

centenares de fusiles) y era de temer que

carecieran de la fuerza de choque n e-

cesaria para

u n a

penetración rápida.

T o -

do

dependía

del

ritmo

del

contraataque.

El 2 de febrero los 47.° y 3.

e r

Pz.K.

sólo contaban aún con 4 divisiones blin-

dadas, y una de ellas, además, fue sus-

traída inmediatamente

al

general

von

Vormann,

po r

orden especial

del Füh-

rer , ante la noticia de que las fuerzas del

3 .

e r

frente de Ucrania presionaban

sobre Apostolovo, a mitad de camino

entre Nikopol

y

Krivoi

Rog.

Durante

la

noche siguiente entró

en

acción la rasputitsa, cubriendo el oeste

de Ucrania con la capa de lodo descrita

antes. L a s inclemencias favorecerían en

esta ocasión

a los

rusos,

al

retardar

todavía más los movimientos de sus

enemigos.

Para cuando el suelo adquirió de

nuevo consistencia, hacia el 10 de

febrero,

el

cerco soviético

se

había

reforzado hasta

tal

punto alrededor

de

la

bolsa

de

Korsun,

que el 3.

e r

Pz.K. no

consiguió avanzar m á s allá d e Lysianka,

a 13 km de las líneas mantenidas por los

asediados.

Stemmermann,

intimado a la capitulación,

intenta forzar

e l

cerco

El

general Stemmermann había

con-

seguido formar

un

frente

sur ,

como

le

prescribía la orden de Rastenburg, a

costa del abandono de Kanev y de la

orilla del Dnieper. El 8 de febrero dejó

sin

respuesta

u n a

intimación

de

capitu-

lación transmitida por e l general

Koniev, encargado

de la

reducción

de la

bolsa. El general alemán y sus subordi-

nados permanecieron así mismo mudos

y

sordos

a las

invitaciones

y

llamamien-

to s

personales

que les

llegaban

del

equipo del «Comité de la Alemania L i-

bre», transportado al campo de batalla,

por orden de Moscú, bajo la dirección

del

general

von

Seydlitz-Kurzbach,

antiguo comandante

del 51.° A.K. cap-

turado en Stalingrado. L a s octavillas y

salvoconductos individuales repartidos

entre

la s

tropas para inducirlas

a la ren-

dición

n o

tuvieron mayor éxito.

Mientras tanto, los asediados de K or -

sun veían agotarse sus fuerzas día a día

bajo la acción de los cazas soviéticos,

numerosos y eficaces, y el mal funciona-

miento

del

puente aéreo

de la Luftwa-

f f e .

E n

consecuencia, resultaba impe-

rioso darles la orden de intentar abrir

brecha en dirección al 3.

e r

Pz.K., que se

había incrustado en el barro.

El

general Stemmermann reunió

los

restos

de sus 2

cuerpos

de

ejército alre-

dedor de la aldea de Chanderovka y los

organizó en tres escalones: en vanguar-

dia, los granaderos, con la bayoneta

calada; después,

las

armas pesadas

de

infantería; p or último la artillería y la

intendencia.

Las 57 .

a

y 88.

a

I .D . protegerían la

retaguardia con un ardor digno de esa

misión

de

sacrificio.

L a

brecha consi-

guió abrirse en la noche del 16 al 17 de

febrero, pero con las primeras luces del

alba,

la

artillería,

los

carros

de

combate

CL

<

8 6



i l i l í



A Sobre la inmensa llanura

ucran iana, l o s co m b a tes

d e 1 9 4 4 añadirían

nuevos despojos,

retorcidos

y

calcinados,

a l o s q u e y a jalonaban

la vía de

avance

de la " W e h r m a c h t " d o s años

antes, hacia el corazón

de la Unión Soviética.

> Cartel . d e p ropaganda

nazi incitando a los belgas

a

combat i r

e n l a s

filas

alemana s. « ¡F lamencos ,

a l i s taos e n l o s W af fen S . S .

o en la Legión /

d e

vo lun tar ios

d e

Flandes».

y la aviación soviética reaccionaron vio-

lentamente: «Hasta allí —escribiría el

general

von

Vormann—

la s

tropas

habían arrastrado el material pesado a

través

de

barrancos llenos

d e

nieve

espesa y endurecida. Todo se perdió

bajo el fuego de los obuses enemigos.

L a

artillería

y los

cañones

de

asalto

que -

daron clavados en el sitio después de

agotadas su s municiones. Allí se cum-

plió el destino de los heridos que las t ro-

p a s

evacuaban consigo... Hordas forma-

das por

centenares

de

soldados

de

todas,

la s armas y de todas las formaciones

huyeron hacia el oeste bajo la dirección

del oficial m á s próximo. L a infantería

enemiga

fu e

barrida

a la

bayoneta;

hasta

lo s

carros

de

combate dieron

media vuelta. Sin embargo, el fuego de

lo s rusos se abatía con toda impunidad

sobre estas masas que, con la cabeza

baja, retrocedían irregularmente

y sin

protección. L a s pérdidas aumenta-

ron...» (13).

Esta carga desesperada d e casi

40.000 hombres iría a chocar contra el

obstáculo

del

Gniloi-Tikich, riachuelo

que se había deshelado días antes. Con

un a

anchura

de 8 m, era

suficiente-

mente profundo como para ahogar

a un

hombre,

y fue

causa

de un

nuevo desas-

t re

relatado

con

pinceladas inolvidables

por el agitador belga Léon Degrelle, que

combatía

en las

filas

de la

brigada

S.S.

Wallonia:

«Los tiros animales

de la

artillería

q ue había escapado a la destrucción

fueron los primeros en hundirse en la

corriente, en medio de témpanos flotan-

tes . La otra orilla era demasiado escar-

pada para

los

caballos,

que no

pudieron

regresar y se ahogaron. L o s hombres se

lanzaron al agua y atravesaron el río

nadando. Pero apenas habían puesto pie

en la otra orilla se transformaban en

bloques

de

hielo,

con el

un iforme conge-

lado sobre su cuerpo. Algunos cayeron

muertos. L a mayoría prefirió entonces

desembarazarse de sus uniformes;

intentaron lanzarlos a la otra orilla pero,

cuando

no lo

conseguían,

la

corriente

arrastraba efectos personales y equipo.

Pronto, centenares de soldados comple-

tamente desnudos y rojos como boga-

vantes se apiñaron en la otra orilla.

Muchos hombres

n o

sabían nadar.

Enloquecidos por la proximidad de los

blindados rusos,

qu e

descendían

por la

8 8



y disparaban sobre ellos, se

a discreción al agua helada.

a la

muerte agarrán-

a árboles talados apresuradamen-

se ahoga-

el fuego de los carros enemi-

y miles de soldados, empapa-

agua helada, apenas vestidos

o

nieve hacia Lysianka» (14).

d e Korsun

definitiva,

el

3.

e r

Pz.K. sólo reunió

del 16 al 18 de febrero,

m ás de 30.000 hombres, desarma-

mayor parte. Entre lo s esca-

de la

bolsa

de

Korsun-Shevchen-

se

encontraba

el

general Lieb,

del 42.° A.K., pero el

estallido de un obús. Según el his -

B.S.

Telpujovski,

de

de

Ciencias

de

Moscú,

los

en esta ocasión

52.000 enemigos, además de

sus cole-

y Jacobsen

«En

vísperas

d o s cuerpos de ejército

con 54.000 raciones,

este número estaban incluidos los

de

retaguardia,

de los que una

al

asedio»

(15).

de esta cantidad los

ó 32.000 escapados de la trage-

c

8

(O

2

dia de aquellos veintiún días, las pérdi-

d a s alemanas en el sector se habrían ele-

vado, escasamente, a un tercio de la

cifra alardeada po r Moscú casi quince

años después

de la

capitulación incondi-

cional, porque

las

cifras

de

efectivos

mencionadas po r Hillgruber y Jacobsen

nunca h an sido cuestionadas.

A Batería alemana

d e cañ o n es d e 1 5 0 m m

camino d e primera línea.

v Léon Degrelle, jefe

de la

brigada

S . S .

Wallonia"

reclu tada e n Bélgica

p o r Himmler.



. " i i i i i i i m i i j i i ffTPTT

' . " " I " " " " " " I M

TirrtTrmnri

•

í3

ÜKUM

:

fe m:M



I I I 1 1 1 I I I I I I I I I I

vm

V La

h e c a t o m b e

d e

Korsun, según

el

pintor soviético

Krivonogov. «L a carnicería cesó cuando ya no

quedaron posibles víctimas. M á s d e 2 0 . 0 0 0 a l em an es

encon traron la m u er t e e n aquel reducido espacio».

A.P.N.



Alexander Werth recogería sobre este

trágico episodio

un

testimonio soviético

confirmando el del general von Vor-

mann. Poco después del aconteci-

miento, el mayor Kampov le relataba:

«M e

acuerdo perfectamente

de la

noche

fatal

del 17 de

febrero. Soplaba

una

ventisca terrible. Koniev, a bordo de un

tanque, avanzaba con nosotros por el

"corredor" batido por la artillería. Y o

iba a

caballo

de un

punto

a

otro

del

corredor,

con las

órdenes

del

general.

Estaba tan oscuro que no distinguía ni

las

orejas

del

caballo. Hablo

de la

oscu-

ridad y del viento porque desempeñaron

un

papel

m uy

importante

en la

batalla-

F u e

aquella noche,

o la

precedente,

cuando lo s alemanes, perdida toda espe-

ranza de ser socorridos por Hube, deci-

dieron hacer un último esfuerzo.

Refugiados en el pueblo de Chande-

rovka,

lo s

alemanes fueron expulsados

de allí en plena noche por los bombar-

deros soviéticos. Al amanecer formaron

en dos columnas para intentar romper

el

cerco».

Kampov acababa

su

narración

de la

siguiente forma: «Hacia

las

seis

de la

mañana, nuestros carros y nuestra

caballería surgieron de improviso y car-

garon sobre la más numerosa de las dos

columnas. Lo que siguió no es fácil de

describir.

L o s

alemanes corrieron

a la

desbandada en todas direcciones.

Durante dos horas nuestros tanques los

persiguieron a través de los campos,

aplastándolos a millares. Rivalizando

con los

blindados, nuestra caballería

iba

a buscarlos a los barrancos, donde los

carros tenían difícil acceso.

L o s

tanques

casi no hacían uso de sus cañones para

n o

alcanzar

a

nuestros jinetes. Estos

cargaban sobre

lo s

alemanes

con el

sable, haciendo

una

masacre como

jamás se había visto. N o había tiempo

de hacer prisioneros. L a carnicería cesó

cuando ya no quedaron posibles vícti-

m as . M ás de

20.000 alemanes hallaron

la

muerte

en

aquel reducido espacio»

(16).

Sobre este episodio, el general von

Vormann plantea en la obra antes

citada

u n a

cuestión interesante: consta-

A Artillería soviética

e n

acción

en la

región

d e Leningrado.

<3 Una

prueba

ev iden te d e l fo r ta lecimien to

de la aviación soviética:

u n a co lumna d e t ransporte

alemana destruida

duran te s u retirada

d e Ucrania. La "Luftwaffe" ,

desbordada, sólo intervenía

ya, y en

con tadas

ocasiones, para asegurar

la

protección

d e l o s

convoyes



mando soviético dejó sin explotar la

ocasión que se le brindaba. En su opi-

nión, nada hubiera impedido al mariscal

Stalin lanzar

su s

blindados

a

través

del

Bug en dirección a Uman, asignándoles

el Dnieper, el Prut y los Cárpatos ruma-

n o s como objetivos lejanos, y esta

maniobra hubiera consumado, proba-

blemente,

el

aniquilamiento

de los gru-

pos de ejércitos alemanes «Sur» y «A».

Incluso h o y sigue resultando difícil

contestar a esta pregunta, planteada en

1954, con una

respuesta sólidamente

apoyada en documentos. Habrá que

contentarse, pues, con señalar que S ta -

li n obró prudentemente liquidando la

bolsa d e Korsun antes d e adentrarse en

otras operaciones m á s aventuradas.

Gracias

a

ello, doce meses después

Cherniakovski, Rokossovski, Zukov y

Koniev disfrutarían todavía

de una

mayor libertad de acción, y, para enton-

ces, los ejércitos alemanes entre Tilsit y

lo s

Cárpatos polacos sólo serían

ya una

ruina.

Lo que s í puede asegurarse es que

Stalin se dio por satisfecho con la forma

^ como ¿ukov y sus subordinados condu-

|

jeron estas operaciones. Prueba

de

ello

8 sería

el

decreto

del

Presidium

del

Soviet

Supremo de la Unión Soviética confi-

tando que el cerco de los 11.° y 42.° riendo al general de ejército Koniev, el

A . K .

había abierto

el 28 de

enero

una 23 de

febrero

de 1944, el

grado

d e

brecha

de 100 km

entre

el ala

derecha marisca l

de la

Unión Soviética,

y el de

del 3.

e r

Pz.K. y la

izquierda

del 47.°

mariscal

de las

tropas blindadas

al

Pz.K., se pregunta por qué el alto general Rotmistrov .



Notas bibliográficas

(1 )

Schramm, Percy Ernst: Hitler ais militaris-

(7)

cher Führer, Erkenntnisse un d Erfahrungen

(8)

aus dem

Kriegstagebuch

de s

Oberkommandos

(9)

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Main, Bonn,

(10)

Athcnáum Verlag,

1962 , pág . 20 .

Hitler

habla a sus militares. E d . Bruguera, Barce-

lona, 1967 .

(2 ) History of the second World War. United

Kingdom military Series. Roskill, S . W . :

The

War at Sea. Tomo

I I .

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Period

of

balan-

ce

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(11)

1956, pág. 486. Tomo I I I . Th e offensive (lst

June 1943-3lst

May

1944). Londres,

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Ed . (12)

Herrero

S. A. (13)

(3 ) Hubatsch, Walther: Hitlers Weisungen für (14)

die Kriegsführung 1939-1945. Dokumente

des Oberkommandos de r Wehrmacht. Frank-

fur t

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Main, Bernard

&

Gráfe Verlag

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(4 )

Heiber, Helmut: Hitler parle á ses généraux.

París, Albin-Michel,

1956 , pág . 210 .

Hitler

habla

a sus

militares. E d . Bruguera, Barce-

lona, 1967.

(5 )

Manstei n, Erich: Victoires perdues. París,

Plon, 1958, pág. 397. Victorias frustradas. (16)

E d . Luis de Caralt, Barcelona, 1956.

(6 )

Heiber, Helmut: Hitlers Lagebesprechungen;

die Protokollfragmente seiner militárischen

Konferenzen 1942-1945. Stuttga rt, Deutsche

Verlagsanstalt,

1962 , pág . 479 .

Manste in : op. cit., págs . 399-400.

Ibid.

9

pág. 400.

Ibid.y pág. 401.

Grylev,

A. N . :

Di e Zerschlagung de r fase/lis-

tischen Truppen in der Ukraine, westlich des

Dniepr. Shilin, P. A. ; Oberst : Di e Wichtigs-

ten Operationen de s grossen vaterlándischen

Krieges 1941-1945. Berlín (Pank ow) Verlag

d e s Minister iums f ü r nationale Verteidigung,

1958 , pág . 351 .

Vormann, Nikolaus: Tscherkassy. Die Wehr-

macht im Kampf. Tomo I I I . Heidelberg,

Kurt Vowinckel Verlag, 1954, pág. 75.

Ibid.y

p á g . Í 6 0 .

Ibid.y p á g . 1 2 1 .

Clark, Alan:

La

guerre

á

l Est 1941-1945.

París, Robert Laffont,

1966 , pág . 438 .

La

campaña de Rusia.

E d .

Luis

d e

Caralt,

Ba r -

celona, 1967 .

Telpujovski,

B. S. :

Die

sowjetische

Ges-

chichte de s grossen vaterlándischen Krieges

1941-1945. Frankfur t

a m

Main, Bernard

&

Gráfe, Verlag f ü r Wehrwesen, 1961 , pág .

337 .

Traducción prologada

y con

anotaciones

m u y

interesantes

d e

Hillgruber

y

Jacobsen.

Werth, Alexander: La Russie en guerre.

París, Stock, 1965, pág. 144. Rusia en la gue-

rra (1941-1945).

E d .

Bruguera, Barcelona,

1969 .

A Varios miles d e a l e m a n e s

caerían prisioneros

d u r a n t e l o s sangr ien tos

c o m b a t e s de l o s copados

e n Korsun.



didas sufridas durante la s batallas de

Korsun, de Nikopol y de Krivoi Rog

repercutían

de

manera desastrosa.

Las

divisiones blindadas estaban reducidas

a una media de 30 carros, es decir, un

20 % de sus efectivos reglamentarios

(152 MarkIV y

V).

Indudablemente,

los

meses

de

enero

y

febrero, según

la s

estadísticas

del

grupo de ejércitos «Sur», habían cos-

tado también m u y caros a los asaltan-

t e s : 25.353 prisioneros, 3.928 carros y

3.536 cañones capturados, pero, como

diría acertadamente

von

Manstein

en

sus Memorias: «Estas cifras demost ra-

ban la importancia de las reservas de

material del Ejército rojo. L o s rusos n o

lanzaban sólo masas humanas

al com-

bate.

El bajo número de prisioneros en

relación

con el de

armas destruidas

o

capturadas indicaba q ue habían salvado

hombres

a

costa

de

material

(lo que tal

vez

indicase

u n a

disminución

en su

moral), o que habían sufrido sangrien-

ta s pérdidas extraordinariamente eleva-

das» (1).

E n

Rastenburg

se

contaba

con el

efecto combinado

de

estas pérdidas

y

del deshielo para retardar y luego dete-

ner el empuje enemigo. Las 2 .

a

y 3.

a

t> El general Rokossovski,

vencedor de la " W e h r m a c h t "

e n

Orel

y e n

Briansk

e n 1 9 4 3 ,

recibió e n 1 9 4 4 e l mando

del 1 .

e r

f r en t e

d e

Bielorrusia.

Secciones del grupo de ejércitos «Sur»

eran menos optimistas:

los

cuerpos

blindados soviéticos constaban siempre

de 50 ó 100 carros, lo que equivalía a un

total de 1.500 carros de combate enemi-

g o s contra menos de 400 alemanes. Por

otra parte,

las

emisiones

de

radio capta-

d a s

inducían

a

pensar

en la

instalación

de un

nuevo «frente» entre Rovno

y

Mozir: se trataba en efecto del 1.

frente de Bielorrusia, a las órdenes del

general de ejército K . K . Rokossovski.

Ante este nuevo peligro

en

ciernes,

von

Manstein reorganizó como pudo

su

dispositivo para reforzar a la 4.

a

Pan-

zerarmee en su defensa de la importante

línea entre Ternopol y Cernauti. Los

generales Woehler

y

Hube hubieron

de

ceder

5

divisiones blindadas

a su

cama-

rada Rauss, unidas a otras 3 divisiones

de

infantería

de las que la

O.K.H.

con-

sintió desprenderse.

El destino

d e l

general Vatutin

A

pesar

de

tales refuerzos,

la 4.

a

Panzerarmee qued ó rota desde el

mismo «día D» (4 de marzo de 1944) de

la nueva ofensiva del l .

e r

frente de

Ucrania, desde hacía algunas jornadas

al

mando

del

mariscal Zukov.

¿ Qué le

había sucedido

a su

predece-

sor, el general de ejército N . F . Vatutin?

L o único que se puede afirmar con

seguridad es que murió en Kiev, el 14

de

abril

de 1944.

Pero,

¿en qué

circuns-

tancias?

Según un comunicado emitido por

Moscú en aquella época, el fallecimiento

se produjo como consecuencia de un

enfriamiento, pero

el

académico

B.S.

Telpujovski (en la traducción alemana

de su obra publicada en Frankfurt en

1961)

asegura

q u e

«este ardiente defen-

sor de la patria socialista, eminente

general

y

comandante

del

ejército sovié-

tico» (2 ) murió alcanzado por una bala

enemiga. L o cierto es que, en noviem-

bre de 1961, con ocasión del XXII C o n -

greso del Partido Comunista de la

Unión Soviética, Nikita Kruschov,

que

había sido adjunto político del general

Vatutin, reveló a su estupefacto audito-

r io que el libertador de Kiev se había

suicidado, bajo e l impulso de una repen-

tina crisis nerviosa.

98



Esta es también la versión recogida

por Michel Garder en su obra titulada

Ujie guerre

pa s

comme

les

autres (3),

editada

en 1962,

aunque

el

autor

no

sólo

no la hace suya, sino que , además, la

califica como inverosímil. Por último,

Alexander Werth, en aquella época

corresponsal

del Sunday Times en

Moscú, expondría

en 1964 una

última

explicación: según él , Vatutin fue

herido

de

muerte

en una

emboscada

tendida por un grupo de nacionalistas

ucranianos (4). Esta última versión t en -

dría

la

ventaja

de

insinuar

las

razones

qu e posiblemente incitaron a Kruschov,

ucraniano también, a falsear la verdad

de lo ocurrido.

Nuevo desarrollo

de la ofensiva d e invierno

soviética

En su

orden

de

batalla

el 4 de

marzo

V

de 1944,

Zukov contaría

con 3

ejércitos

blindados y 6 de infantería, es decir,

unas 60 divisiones y más de 1.000

carros de combate. Tras cuarenta y

ocho horas de ataques por ambos lados

de

Shepetovka consiguió ganar entre

25

y 50 km en

dirección

sur, en un

frente

de 180 km , de forma que el 6 de marzo

su 3 .

e r

Ejército blindado de la Guardia

alcanzaba en Volochisk la vía férrea

Lemberg (Lvov)-Odessa, penúltima vía

de

comunicaciones

y

cordón umbilical

del grupo de ejércitos «Sur» antes de los

Cárpatos.

El 9 de

marzo

lo s

carros

de

combate

del general Rybalko, tras avanzar

135 km en menos de seis días, alcanza-

ban las improvisadas defensas d e T e r -

nopol. Por otra parte, la 1.

a

Panzer-

armee y el 8.° Ejército alemán eran vio-

lentamente atacados

por el

flanco

izquierdo de Zukov y por la totalidad

del 2.°

frente

de

Ucrania,

qu e

entraba

en batalla con 9 ejércitos (2 de ellos

blindados);

el

primer embate doblegó

ya a los

generales Hube

y

Woehler,

recuperados de sus pérdidas de Korsun

y que habían tenido qu e ceder parte de

sus blindados a Rauss. El 8.° Ejército,

en

particular,

f u e

rechazado sobre

Uman.

Manstein, sin embargo, no fue sor-

prendido p or este nuevo desarrollo de la

ofensiva de invierno soviética, cuyo

objetivo adivinaba

con

claridad. Efecti-

vamente,

la

Stavka

se

proponía nada

menos q ue aislar a los grupos de ejérci-

to s «Sur» y «A» del conjunto de las fuer-

zas alemanas que combatían en el frente

del Este, y rechazarlos después hacia el

suroeste hasta acorralarlos finalmente

en el mar Negro, cerca de Odessa. U na

vez allí, y al igual q ue había sucedido en

Sebastopol con los defensores de Cr i -

mea, la falta de medios marítimos para

su

evacuación

le s

haría rendirse

sin con-

diciones.

A La c iudad d e Ternopol,

el d ía de su liberación

por e l Ejército rojo

( 1 5 d e abril d e 1944).

9 9



exhibic ión d e v o n Manstein

Ante este peligro, cuya importancia

podía ser menospreciada, el mariscal

n o dudó mucho tiempo. E n p r i -

e r

lugar, ordenó

a los

generales Hube

el

repliegue inmediato.

E n

u n a

de choque a las órdenes d e Rauss,

a

Zukov

su

posible

d e avance m á s peligrosa: la

e conducía a los Cárpatos p o r C e r -

a través del Dniester.

El 13.° A.K., cubriendo Lemberg en

región d e Brodi, lanzó sobre Terno-

Pz.K., q u e s e encontraba

180 km m á s a l este, al

d e

Berdichev. Pero para ejecu-

r

esta orden tenía

q u e

infiltrarse

a t r a -

columnas de l l .

e r

frente d e

q u e s e desplazaban d e norte a

hacerlo

sin

dejarse atrapar.

L o consiguió gracias a la sangre fría

experiencia de su comandante, el

y gracias también a algu-

s fallos d e l enemigo. E l jefe del

de l 48 . ° Pz .K. hace u n a

a este respecto:

.o

o

>

-e

u

*—

n

o

~o

c

m

A El

s o l d a d o

d o

in fan te r í a

a l e má n , s u p e r h o mb r e

c a p a z

d e

cua lqu ie r

misión, según Hit ler .

ha r í a f r en te

a la

nueva

ofens iva

d e

invierno

sov ié t i ca

a

pesa r

d e l o s

v a c í o s

e n l a s

filas

d e l a s

g r a n d e s u n i d a d e s .

<

A me t r a l l a d o r e s a l e m a n e s

e n

pos ic ión .

La

penuria

e n

ma t e r i a l e s e s t r a t é g i c o s

(manganeso , n íque l ,

mo l i b d e n o ) c o me n z a b a

a

de ja r se sen t i r :

l a s p iezas d e r e c a mb i o

y l a s

n u e v a s a r ma s

l l e g a d a s

a l

f r e n t e

e n 1 9 4 4

e ran

d e

peor cal idad.



. \



«Dado

q u e

casi todos

lo s

ataques rusos

tomaban como objetivo

u n

centro

urbano grande —probablemente porque

los generales soviéticos deseaban c e n -

trar sobre ellos la atención d e l mando,

obteniendo la mención de su nombre

en los comunicados especiales— evitá-

bamos la s ciudades como la peste» (5).

L a maniobra tuvo éxito, y v o n Mans-

tein conjuró la catástrofe q u e s e aveci-

naba

a

corto plazo porque

lo s

rusos

p e r -

manecieron durante u n m e s contenidos

alrededor

d e

Ternopol. Manstein

n o

podía pretender imponer

s u s

criterios

a

su camarada v o n Kleist, pero tampoco

se trataba d e abandonarlo a su suerte

cuando su 6.° Ejército hacía frente a 9

ejércitos soviéticos (de 50 ó 60 divisio-

nes) de l 3 .

e r

y 4.° frentes d e Ucrania.

g

QJ

ro

o

E

ra

Hitler niega a v o n Manstein

libertad d e maniobra

A la

O.K.H. incumbía coordinar

la

acción

de los dos

grupos

d e

ejércitos,

pero Hitler

se

negaba obstinadamente

a

autorizar al 6.° Ejército el abandono d e

la línea d e l B u g , para replegarse sobre el

ala derecha d e v o n Manstein. Como

consecuencia, el 13 de marzo el mariscal

Koniev atropello las defensas que el 8.°

Ejército intentaba improvisar en la ori -

lla derecha de l Bug, y franqueó este r ío

en un

frente

d e 1 0 0 k m . L a

penetración

descubría ampliamente el flanco dere-

cho de l a 1 .

a

Panzerarmee,

y el

izquierdo atravesaba también

u n a

mala

situación bajo lo s golpes d e Zukov.

Convocado el 19 de marzo al Ober-

salzberg para participar e n u n a ceremo-

n ia durante la cual el mariscal von

Rundstedt, e n nombre d e su s camara-

d a s , entregaría al Führer u n comuni-

cado d e fidelidad, el comandante del

grupo d e ejércitos «Sur» aprovechó la

ocasión para explicar

su

punto

d e

vista

sobre lo beneficioso d e esta singular

maniobra.

E n su

opinión,

se

imponían

c o n

urgencia cuatro decisiones:

«Repliegue inmediato

del 6.°

Ejército

detrás d e l Dniester. E l ejército ocupaba

todavía en el curso inferior de l Bug un

saliente demasiado acentuado hacia el

este, q u e exigía demasiadas fuerzas

para su defensa. Kleist, comandante del

grupo d e ejércitos «A», había hecho

también esta misma propuesta.

<

Infanter ía soviét ica

a l a s a l t o d e u n pueb lo

e n

p o d e r

d e l a s

t ropas

a l e m a n a s .

1 3



A

p e s a r

d e l a

opos ic ión

gene ra le s . H i t l e r

e n

emplea r

t á c t i c a

d e l o s

"e r i zos" ,

d e

r e s i s t enc ia

consegu i r í an

la ofensiva soviét ica .

" L u f t w a f f e " e s t a b a

d e

a b a s t e c e r

s

e n c l a v e s

d e

r e s i s t enc ia .

Traslado rápido de las unidades así

liberadas a la región situada entre el

Dniester y el Prut, para impedir que el

8.° Ejército fuera rechazado de l Dnies-

t e r hacia el sureste.

Orden tajante encargando al grupo

de ejércitos «A» la misión de cubrir

Rumania desde el Dniester o el Prut, en

colaboración con l as fuerzas "satélites'"

rumanas.

«¡

Dn iep rope t ro vsk

s

n u e s t r o » ,

y e l

«band ido

e

Meli topol» huyó

e l Ejérci to rojo.

necesa r io

r

profeta para predecir

u é

ocurr i r ía cuando Stal in

e n

mo v i mi e n t o

m a s a

d e

mil lón

y

med io

e

c o mb a t i e n t e s h a c i a

y e l

Don . . .»

5

<



a c c i ó n .

La

" S t a v k a "

d e

bocas

f u e g o co n e l f i n d e

l a s

l íneas

v a n g u a r d i a a l e ma n a s .

E l

tiempo perdido

e n

este tira

y

afloja

sería aprovechado

p o r l o s

rusos,

y el 27

d e marzo el l .

e r

y el 4.° Ejércitos blinda-

d o s soviéticos, a las órdenes respectiva-

mente de los generales Leliuchenko y

Moskalenko, confluían e n Sigureny, en

la orilla derecha d e l Dniester, a espalda s

de la 1 .

a

Panzerarmee.

El general Hube

quedó cercado en los alrededores d e

Skala c o n u n a decena d e divisiones (3

d e

ellas blindadas),

y a

buen seguro

q u e

todo habría acabado para lo s alemanes

al sur del

Pripiat,

si

este valiente

sol-

dado, mutilado

de la

primera Guerra

Mundial, hubiera mostrado menos opti-

mismo, resolución y experiencia e inspi-

rado menos confianza a sus subor-

dinados.

V o n Manstein

e s relevado d e l mando. . .

I Se arrepintió Hitler d e haber cedido

a las

sugerencias

d e l

mariscal

v o n

Manstein?

¿ L o

consideró menos apto

q u e

Model para paliar

l a s

consecuencias

de la crisis q u e su propia cerrazón había

provocado ? L o cierto e s q u e e l vencedor

d e Sebastopol y d e Jarkov volvió a

tomar el avión el 30 de marzo de 1944

camino d e l Obersalzberg, y q u e allí,

después d e haberle sido impuesta la

Cruz d e Hierro c o n espadas, f u e rele-

vado

de l

mando

q u e

había asumido,

e n

circunstancias n o menos trágicas, el 24

d e

noviembre

de 1942.

«Góring

e

Himmler maquinaban

desde hacía mucho tiempo m i caída en

desgracia —escribió v o n Manstein—, y

yo lo sabía. Pero la razón principal,

sobre todo, e r a q u e Hitler se había visto

obligado a concederme el 25 de marzo

l o q u e m e había negado poco antes

delante d e u n a numerosa concurrencia.

Cuando m e tendió la mano para despe-

dirme,

le

dije: "Espero,

mein

Führer,

q u e su decisión d e h o y n o acabe siendo

perjudicial".

El

mariscal Kleist

f u e

recibido

d e s -

pués de mí y despedido d e manera a n á -

loga. Cuando abandonamos el Berghof,

nuestros sucesores, el Generaloberst

Model, que iba a asumir el mando de mi

grupo d e ejércitos, rebautizado grupo

d e ejércitos «Ucrania Norte», y el gene-

ra l Schórner, sucesor d e v o n Kleist,

esperaban

ya en la

puerta»

(7).

y e s r e e m p l a z a d o p o r Model

E l

coronel-general Walter Model,

considerado p o r Hitler como su mejor

hombre a la hora d e remediar entuertos,

asumió el 2 de abril el mando d e l grupo

d e ejércitos «Sur», q u e días m á s tarde

sería rebautizado pomposamente como

«Ucrania Norte».

E r a , según el mayor-general Mellen-

thin, quien

lo

conocía bien

en su

calidad

d e jefe d e Estado Mayor del 48.° cuerpo

d e

ejército blindado,

« un

hombrecillo

delgado, jovial, despierto,

que no se

hubiera podido concebir sin su monócu-

lo . Pero, p o r enormes q u e fuesen la

fuerza d e voluntad, la valentía y la ener-

gía de este soldado, no se podía equipa-

ra r a l mariscal v o n Manstein. Concreta-

mente, Model e ra demasiado proclive a

absorberse con los menores detalles y a

indicar a su s comandantes d e ejército, e

incluso

a los de

cuerpos

d e

ejércitos,

con

precisiones inútiles, dónde y de qué

forma tenían

q u e

instalar

s u s

formacio-

n e s . E l

general Balck (comandante

del

48 . ° Pz.K.) consideraba esta inclinación

de su nuevo comandante superior como

extremadamente irri tante» (8).

El gen era l Hub e

cons igue sa lvar s u s tropas

Mientras la "bolsa móvil" d e Hube se

abría camino penosamente hacia

el

oeste, Zukov franquearía el Dniester

para alcanzar

lo s

primeros contrafuertes

de los

Cárpatos después

d e

haber

o c u -

pado Cernauti, Kolomiya y Nadvor-

naia. F u e entonces cuando llegó a la

región d e Lemberg e l 2 . ° Pz .K. S.S.

que , a l as órdenes de l general Hausser,

encuadraba a las 9.

a

y 10.

a

Pz.G.D.

Hohenstaufen

y

Frundsberg.

P o r otra parte, Hitler había puesto a

disposición d e l grupo d e ejércitos «Sur»

la

367.

a

I .D . y l a 100 .

a

división

d e

caza-

dores, q u e acababan d e participar en la

ocupación militar

de

Hungría.

Con la

ayuda

d e

estos refuerzos,

lo s

generales

Model y Rauss conseguirían el 9 de

abril establecer contacto d e nuevo en

Buchach, sobre el Stripa, afluente por la

izquierda d e l Dniester, con la 1.

a

Pan-

zerarmee

qu e, a lo largo d e u n a retirada

d e 2 0 0 k m a través de l as líneas enemi-

gas, y a pesar de l cruce p o r cuatro ríos,

había conseguido salvar

la

mayor parte



El

c a m p o

d e

batal la

a s i g n a d o

a l

g rupo

d e

e jérci tos «Ucrania Sur»

e r a m u y

a c c i d e n t a d o .

En él

confluían var ios

g randes r ío s , camino

d e l

Dn iepe r .

c o n

c a u c e s

l e n t o s

y

f a n g o s o s

e x t e n d i d o s

e n

ampl ia s

m a r i s m a s

q u e

ningún

c o ma n d a n t e o c c i d e n t a l

hub ie ra e l eg ido

como sec to r o fens ivo .

de su material. Pocos días después el

general Hube, héroe d e esta hazaña,

perecería e n accidente d e aviación

cuando se dirigía al Berghof para recibir

d e manos d e l Führer las insignias d e

coronel-general.

El 8 ° Ejército alemán

e n d i f icul tades

El mariscal v o n Kleist había compar-

tido el 30 de marzo lo s honores y la des-

gracia de su camarada v o n Manstein,

pero Hitler supo encontrar en el general

Schórner u n digno sucesor. Días antes

el 8.° Ejército había sido subordinado al

grupo d e ejércitos «A», que a comienzos

d e

abril recibió

la

denominación

d e

«Ucrania Sur».

S in

embargo,

y a

pesar

d e esta redistribución, para finales del

mismo m e s Schórner habría perdido

hasta

el

último metro cuadrado

del

FERDINAND SCHORNER

Ferdinand Schórner nació en Munich en

1892. Oficial de reserva, ingresó en el Reichs-

wehr después de la derrota de Alemania en

1919.

Su

figura vuelve

a

reaparecer

en 1940, a la

cabeza

de una

división

de

montaña encargada

de l asalto a la línea Metaxas, y después en la

conquista de Grecia. En 1943 mandaba el 30.°

A.K. en Ucrania y, posteriormente, relevaría

al mariscal vo n Kleist. Trasladado a Curlan-

diu en julio de 1944, asumió en marzo de 1945

la defensa de Silesia. Ascendido a mariscal el

8 de abril de 1945, se rindió a los americanos y

éstos lo entregaron a los soviéticos después del

armisticio, siendo puesto en libertad diez años

má s tarde.

Schórner fallecería en 1973.

territorio propiamente ucraniano,

y se

daba

p o r

satisfecho

d e

haber podido

evitar a duras penas la catástrofe de sus

8.° y 6.° Ejércitos.

Como consecuencia

del

forzamiento

d el Dniester por los blindados del

mariscal Koniev, el 8.° Ejército quedó

aislado d e l grupo d e ejércitos «Sur» y

acorralado en la desembocadura del

Danubio. L a puesta en línea del 4.°

Ejército rumano, gracias a la diligencia

d el mariscal Antonescu y al sentido t á c -

tico

d e l

general Woehler, permitieron

n o

sólo prevenir

la

catástrofe, sino

e v i -

t a r incluso u n a ruptura definitiva entre

Model

y

Schórner,

q u e

conservaban

u n

contacto e n Kuty (60 km a l oeste d e

Cernauti).

El precio de la escapada f u e Bessara-

bia y Moldavia septentrional, porque el

Prut, igual que e l Dniester, n o consiguió

detener el empuje de los carros soviéti-

c o s . L a fortaleza de la resistencia g e r -

mano-rumana contuvo

a

Koniev hacia

el 15 de

abril frente

a

Chisinau (Kishi-

niov) e n Besarabia y frente a Ia§i en

Moldavia, pero Beltsi, Boto§ani, P a § -

cani

y

Suceava cayeron

en

manos

de los

rusos.

El 6 ° Ejército alemán

e n pel igro e n Odessa

E n cuanto al 6.° Ejército que , por

orden expresa d e Hitler, había resistido

en el Bug

inferior

m á s

allá

d e

todo

límite razonable, estuvo

a

punto

d e

sufrir en la región d e Odessa la misma

suerte q u e antes en Stalingrado. Mali-

novski

y el 3.

e r

frente

d e

Ucrania,

a los



r <

4 '

%

- l

A

\ •>

\m l v m

-5

se oponía, intentaron aprove-

la ocasión y, por la brecha abierta

su flanco izquierdo y el derecho

Ejército después de la penetra-

d e Uman, presionar sobre el eje

c o n intención e v i -

d e

copar

al 6.°

Ejército alemán

en

N o l e s

faltaban medios para

Hitler, sin embargo, según lo s térmi-

instrucciones dirigidas

el 2

abril de 1944 a los comandantes d e

grupos d e ejércitos «A», «Sur» y

n o creía en un peligro tan

q u e prescribía a

e n Dubossari,

q u e s e esté en condiciones d e

Odessa.

C o n

todo,

n o

debe dejarse

d e

la retirada sobre el Dnies-

(9).

L a posición a ocupar por el 6.° Ejér-

cito entre el estuario o laguna d e l Tili-

gul y Dubossari , en la orilla izquierda

d el Dniester, a la altura d e Chisinau,

tenía u n a longitud d e unos 200 km, y a

largo plazo e ra insostenible con los

debilitados medios

a

disposición

del

general Hollidt,

a u n

cuando

l a s

circuns-

tancias le hubieran permitido disponer

de los plazos necesarios para u n a metó-

dica instalación

y

organización

de sus

efectivos.

Malinovski echó p o r tierra cualquier

ilusión e n este sentido. El 5 de abril,

sostenido p o r u n cuerpo d e ejército d e

artillería, forzó la posición d e l Tiligul,

mientras lo s escuadrones y los blinda-

d o s d e l cuerpo d e caballería d e l Kuban,

a las

órdenes

del

teniente-general

I.A.

Pliev, tomaban

el

nudo ferroviario

d e

Rasdelnaia e impedían al enemigo el

acceso a los puentes d e Tiraspol.

A L a s

t ropas sov ié t i cas

h a b í a n s i d o a d mi r a b l e me n t e

e n t r e n a d a s p a r a

la

lucha

e n l o s

pan tanos . Conoc ían

l o s

pasos p rac t i cab le s

pa ra

la

in fan te r í a .

y

sab ían improv i sa r

c o n

rapidez pis tas

pa ra

l o s

v e h í c u l o s

c o n

r a ma s

y

t r o n c o s

d e

á rbo le s .

1 0 9



Convoy es f e r rov ia r ios

aviación soviét ica .

o s

s o l d a d o s

d e l

Tercer

c a r n e la pérdida

e l

d o mi n i o

d e l

aire.

E n estas condiciones, que le ponían al

borde de la catástrofe, el comandante

del 6.° Ejército alemán decidió el 9 de

abril, por su cuenta y riesgo, la evacua-

ción d e Odessa. Hizo pasar el Dniester

a sus

tropas

y, en

combinación

con las

del 3.

c r

Ejército rumano, organizó con

ellas

la

defensa

de la

orilla derecha

del

río

entre

e l mar

Negro

y la

región

d e

Dubossari . Al norte d e Chisinau, el

flanco izquierdo d e Hollidt volvió a

establecer contacto con el derecho d e

Woehler.

El comunicado especial del mariscal

Stalin, refiriendo en términos particu-

larmente elogiosos la liberación d e

Odessa, honraría tambi én

la

memoria

d e

lo s valerosos defensores d e Stalingrado:

el

coronel-general

V . I .

Tchuikov

y su

62.°

Ejército.

El

disposit ivo alemán

e n

Crimea

L a s instrucciones de la O.K.H. con

fecha 2 d e abril, de l as que se acaba d e

citar u n extracto, denotan el propósito

d e Hitler d e defender Crimea a toda

costa.

E n

menos

d e u n a

semana,

la tor-

menta

q u e

Kleist

y v o n

Manstein veían

concentrarse sobre ella estallaría

con

u n a violencia irresistible.

L a defensa de la península atañía,

bajo la autoridad de l grupo d e ejércitos

«A», al 17.° Ejército alemán que, a las

órdenes del coronel-general Jaenecke,

encuadraba el 8 de abril de 1944 los 5.°

y 49.° A.K. y el l .

e r

C . E . d e montaña

rumano:

e n

total

5

divisiones

d e

infan-

tería alemanas y 7 divisiones rumanas

(2 de

infantería,

3 d e

montaña

y 2 de

caballería).

D o s

divisiones

d e

montaña

rumanas

se

encontraban luchando

c o n -

t ra l os guerrilleros q u e , desde noviem-

bre de 1942, controlaban el macizo del

Jaila cuyas cimas dominan la costa

meridional d e Crimea.

L a llave d e Crimea, e s decir, el istmo

d e Perekop, e ra defendido por el 49.°

A . K . (general Konrad): había instalado

su s 5 0 .

a

, 111.

a

y

336.

a

I . D . e n u n a

posi-

ción sólidamente fortificada cruzada

sobre

la

lengua

de

tierra;

la 9.

a

D . C .

rumana vigilaba

e l m a r

Negro,

y las 10.

a

y 19.

a

D. I . de l a misma nacionalidad

cumplían idéntica misión en la costa del

m a r d e Sivazh. El 5.° A.K. (general Al l -

mendinger) cubría la pequeña cabeza d e

puente, m á s allá de l estrecho d e Kerch,

conquistada por los rusos el otoño ante-

rior, y lo hacía con la ayuda de las 73.

a

y

9 8 .

a

I.D. y de las 6.

a

D.C. y 3 .

a

D. I . de

montaña rumanas.

El plan ofensivo de la "Stavka"

El plan adoptado por la Stavka para

reconquistar la península suponía la

acción concéntrica del 4.° frente d e

Ucrania y de un ejército autónomo lla-

mado «Ejército costero». E l primero,

c o n unos efectivos de 18 divisiones y 4

cuerpos blindados, forzaría el istmo d e

Perekop;

el

segundo,

con 12

divisiones,

saldría de la cabeza d e puente d e Kerch,

y los dos

juntos confluirían sobre

Sebastopol. Como puede verse,

los

rusos

se

habían asegurado

u n a

enorme

superioridad numérica y material.

El 8 de abril de 1944 el general T o l -

buhin desencadenó la ofensiva del 4.°

frente d e Ucrania, bajo la cobertura d e

u n a aviación t a n numerosa como eficaz.

En su ala derecha, el 2.° Ejército de la

Guardia (teniente-general G . F . Sajarov)

tuvo

q u e

emplearse

a

fondo para forzar



s

defensas

d e

Perekop,

y le

costó

c u a - ¿

Hermanos

d e

armas

e n u n

duro combate, soldados alemanes

y

satél i tes esperan

y

ocho horas llegar

a los

bordes

d e

sub i r

0 u n

t r e n c a mi n o

d e l

f r e n t e

d e l

Este

En la izquierda, saliendo d e

a pequeña cabeza d e puente que los

en el mar de Sivazh, y que

al continente p o r medio

dique, el 51. Ejército (teniente-

I . G . Kreisser), sobre el que

el esfuerzo princi-

tuvo mayores facilidades ante 2

El 9 de abril, hacia

la

resistencia

de la 10.

a

D . I .

quebró

y su

hundimiento permitió

a

s blindados soviéticos apoderarse,

y ocho horas m á s tarde, de la

d e

Dzhankoi,

la vía férrea d e Sebastopol se

de la que conduce a la ciudad d e

y al puerto d e Kerch.

e s

bloqueada

a l

asalto

Aquel mismo

11 de

abril,

en la

penín-

d e

Kerch,

el

«Ejército costero»

(ge-

se lanzaba al ataque;

la s vacilaciones d e Hitler, q u e p re -

la

batalla

d e

Crimea desde

v 8 de mayo d e 1 9 4 4 : lo s marineros soviéticos entran e n Sebastopol

111



el

Obersalzberg,

fu e u n

verdadero mila-

gro que el

coronel-general Jaenecke

co n -

siguiera evacuar

a sus

cuerpos

d e

ejér-

cito hasta la posición de Sebastopol, sin

q ue Tolbuhin y Eremenko, operada su

unión

el 16 de

abril, llegasen

a

intercep-

tarlos.

Para defender

los 40 km de

perímet ro

de la

posición

d e

Sebastopol, como

le

había sido ordenado,

el 17.°

Ejército

sólo podía contar

ya con las 5

divisiones

alemana s ante s citad as (todas ellas esta-

b a n

reducidas

a un

tercio,

p o r

término

medio, de sus efectivos reglamentarios).

E n consecuencia, p o r fuertes q u e fuesen

s u s

sentimientos nacionalsocialistas,

Schórner se dirigió personalmente a su

Führer para abogar

en

favor

de la eva-

cuación. Todo resultó inútil;

a Jae-

necke,

que a su vez y con la

misma

intención había emprendido viaje

a

Berchtesgaden,

se le

prohibió

el

regreso

a

Sebastopol.

El 27 de

abril

el

general

Allmendinger

se

hacía cargo

de su 17.°

Ejército.

El 7 de mayo, al término de una p re-

paración de artillería de cuarenta y ocho

horas, el 2.° Ejército de la Guardia

asaltó

el

frente norte

de la

plaza, como

lo

había hecho

vo n

Manstein

en 1942,

pero

los

alemanes eran demasiado poco

numerosos para igualar

las

hazañas

del

general Petrov. Cuando

el 9 de

mayo,

a

las 2

horas

y 15

minutos, llegó

al

gene-

ra l

Allmendinger

el

mensaje

del

Führer

autorizando

la

evacuación,

era ya

dema-

siado tarde para proceder con orden y

método: la aviación soviética, total-

mente dueña

del

espacio aéreo, destruía

a ñ o s d e s p u é s

l a s e d i o d e Se b a s t o p o l

a l e m a n e s ,

s t ropas ru sa s

la c iudad,

q u e q u e d a b a d e ella.

" P z k w

I V

des t ru ido .

t i ro

d e l o s

m o r t e r o s

e r a

ce r t e ro



í >

/-

« C a r g a

d e l

Ejército

sov ié t ico» .

El

a c a d e m i c i s m o

d e l

c u a d r o d e s l u c e

la i m a g e n d e a v a l a n c h a

h u m a n a c a r a c t e r í s t i c a

d e l

E jé rc i to ro jo .

: • Los

s o l d a d o s s o v i é t i c o s

r e g i s t r a n

l o s

c a d á v e r e s

d e s p e r d i g a d o s p o r l a s ca l les

d e u n a

a l d e a u c r a n i a n a

rec ién l ibe rada .

1 1 4



0

divisiones alemanas

frente

d e 7 5 0 k m :

e

Polotsk

al

golfo

e

Finlandia

P o r razones de claridad, se ha prefe-

n o mezclar la narración de la ofen-

de

invierno

al sur del Pri-

con el relato de los acontecimientos

q u e , entre el 15 de enero y el

marzo de 1944, desembocaron en

derrota

del

grupo

d e

ejércitos «Norte»

liberación total

de

Leningrado.

Al

comenzar

el año el

mariscal

von

con su ala derecha en Polotsk

su izquierda en el golfo de Finlandia,

oeste de Oranienbaum, mantenía u n

de más de 750 km con 40 divisio-

todas de infantería. Había además

a

circunstancia agravante: esta línea

defensa presentaba sinuosidades

en Oranienbaum como

Leningrado y en la orilla

del

Voljov.

Por eso, el 30 de

el

comandante

del

grupo

de

a Hitler el

de sus 16.° y 18.° Ejércitos

la posición

Pantera,

en vías de

con ello se reducía

casi 100 km el frente a sostener, y de

655 km

definitivos,

180

correspon-

a las aguas del lago Peipus y

A A r m a s y equ ipos

a l e m a n e s c a p t u r a d o s p o r

l o s s o v i é t i c o s en la región

d e l c a b o J e r s o n e s s k i i .

< E n Pushk in , an t igua

T s a r s k o i e - Se l o , e l palacio

d e Ca ta l ina II quedó

r e d u c i d o a u n m o n t ó n

d e ru inas . El gene ra l

Govorov r econqu i s t a r í a

la c iudad e n e n e r o d e 1 9 4 4 .

1 1 5



s u s

esfuerzos

en

dirección

a de

Peterhof. Para conseguirlo,

el 2.°

con la

intención

d e

copar

las 18

Ejército

de

choque (general

1 .1 .

Fedyu-

de

Lindem ann. ninski), partiendo

de la

cabeza

de

En el

frente

de

Leningrado

el

ataque puente

de

Oranienbaum,

y el 42.°

Ejér-

cito (general

I. I.

Maslennikov),

d e s -

de

Leningrado, tenían como objetivo

común Gatchina. Necesitaron cerca de

u n a semana para acabar con la tenaz

resistencia d e s u s adversarios, apoyados

en

organizaciones defensivas particular-

mente sólidas. Pero cuando

se

hundieron

las

126.

a

,

170.

a

y 215.

a

I.D., se

abrió

una

gran brecha

en el

dispositivo alemán.

El

26 de

enero Govorov llegaba

a

Pushkin,

la

antigua Tsarskoie-Selo,

y

extendía

su .

D

. ,

. . o , , • ' J n / r T P r i m a v e r a d e 1 9 4 4 :

orensiva hasta

la

reglón

de

IVLga.

J L O S e l «Expreso nazi d e l a vic tor ia»

vencedores recogieron

un

botín cuanti-

n o

s ó l

° ,

h a

«¡do detenido.

. , , , . s ino inc lu so r echa zado

tativamente considerable, en especial a s u p u n t o d e or igen

85 piezas d e calibres iguales o superio-

t r a s

'

a s

"modificaciones"

O O A

i n t r o d u c i d a s p o r Sta l in

r e s a 2 o 0

m i T l .

e n s u

recorr ido.

1 1 7

a

reducir

el

saliente



manas

y

reconquistó Novgorod acele-

rando con ello su avance en dirección

oeste. El plan preparado por el mariscal

Zukov entraba así el 21 de enero en su

fase

de

explotación.

Model asume el mando,

s e

zafa

y s e

repliega

C o n s u s

flancos deshechos,

s in

haber

recibido

de la

O.K.H. otro refuerzo

que

la 12.

a

Pz.D.,

el

mariscal

v on

Küchler

vio clara la urgente necesidad de reple-

gar al 18.° Ejército sobre la línea del

Luga;

ta l

actitud

le

supondría

el

relevo

inmediato por el coronel-general Model.

L a

decisión

f u e

injusta, pero

n o p o r

ello

dejó

de

contribuir indirectamente

a la

salvación

d e l

g r u p o

d e

e jérc i tos

«Norte», porque Hitler

se

mostró

m á s

accesible

a las

sugerencias

d e

este gene-

ra l

plebeyo

que a las del

aristócrata

Küchler.

Así, al día

siguiente

de su

nombramiento, ocurrido

el 29 de

enero,

le concedió 2 divisiones de infantería

como regalo ante el "alegre" aconteci-

miento.

Mode l r enunc ió

s l agos l imen y Pe ipus .

r e s t o s d e l a de r ro ta :

c a m p o

d e

c o n c e n t r a c i ó n .

El

c o r a j e

y e l

valor

" W e h r m a c h t " c o m e n z a r o n

e n r e s ignac ión .

En el

frente

del

Voljov

el

general

Meretzkov, con la toma d e Liuban, res -

tableció la comunicación ferroviaria

directa entre Moscú y Leningrado, y

sobre todo,

en el

norte

del

lago limen,

su ala

izquierda formada

por el 59.°

Ejército (general

I . T .

Korovnikov)

abrió brecha

en las

organizaciones

ale-



Model, q u e conocía su oficio, n o c a m -

conjunto ninguna de las disposi-

por su

predecesor

y,

s

afortunado

que él,

obtuvo

la

apro-

de las altas esferas. Pero apenas

al 18.°

del movimiento envolvente que

su maniobra, franqueó el Luga

de la

ciudad homónima.

del grupo de ejér-

ser el objetivo de

von Lindemann veía

su s

retaguardias

al

descubierto

el

flanco izquierdo

del 16.°

Ejército

H an sen) vacilaba bajo

ataques del general M . M . Popov y

frente del Báltico, viéndose

en gran peligro d e quedar d es -

por la orilla occidental del lago

Esta última ampliación de la ofensiva

a Model a abandonar el

de instalar su 18.° Ejército

el

lago limen

y el

lago

y

obtuvo

de la

O.K.H.

el

total

de su

de ejércitos sobre la posición

q u e , desde un punto situado al

de Nevel, llegaba hasta Pskov a

de Opochka y, después de seguir

del lago Peipus,

el

golfo

de

Finlandia

en N ar -

. Este movimiento, comenzado el 17

febrero, finalizó s in incidentes d e

el 15 de marzo.

m á s

tarde Model

fue l la-

a

relevar

a von

Manstein, Linde-

le sucedió a la cabeza del grupo

ejércitos «Norte» y el general Loch

a tomar las riendas del 18.° Ejér-

El primer trimestre de 1944 termina-

para

el

Ejército alemán

con una

larga

de reveses. Enmendarlos en sus

u y caro en hombres y en material, y

esta época numerosos testimonios

diferentes generales

del

frente subra-

la

insuficiente instrucción

d e

s refuerzos q u e llegaban del interior.

ser de otro modo? Afirmarlo

a ignorar q u e , como dicen

s leñadores, Hitler anticipaba cada

locamente los "cortes" en las

1 1 9



Bombardero

y

caz abom bard ero soviét ico Yakovlev

Yak-1

M o t o r : K l i m o v

M - 1 0 5 P A

e n

l ínea ,

d e 1 . 1 0 0 C V .

A r m a m e n t o :

u n

c a ñ ó n

d e 2 0 m m

S h V A K ,

d o t a d o

c o n 1 2 0 p r o y e c t i l e s ,

y 2 a m e t r a l l a d o r a s S h K a s

d e 7 , 6 2 m m , d o t a d a

c a d a u n a c o n 3 7 5 p r o y e c t i l e s ,

m á s 6 c o h e t e s R S - 8 2 .

V e l o c i d a d :

5 8 5 k m / h a

1 6 . 4 0 0 p i e s

( 5 . 0 0 0 m ) .

V e l o c i d a d d e a s c e n s o :

1 6 . 4 0 0 p i e s ( 5 . 0 0 0 m )

e n 4 m i n u t o s y 3 0 s e g u n d o s .

A l t u r a m á x i m a : 3 2 . 8 0 0 p i e s

( 1 0 . 0 0 0

m ) .


7 0 0 k m .

P e s o : v a c í o / c o n c a r g a :

2 . 3 3 0 k g / 2 . 8 2 0

k g .

L o n g i t u d :

1 0 m .

A n c h u r a :

8 , 4 6 m .

A l t u r a : 2 . 6 3 m .

O r b i s



derrotas alemanas

p o z o s d e petróleo rumanos

d e

Galitzia

a l

a lcance

ofensiva soviét ica

L a muralla oriental de la "fortaleza

se tambaleaba peligrosamen-

Bucarest

y los

irremplazables pozos

petróleo

de

Ploesti, Budapest

y la

del Danubio, la Galitzia y

pozos no menos insustituibles de

y de Borislav, Riga y el Bál-

en efecto, al

de la estrategia soviética. L a s

del Tercer Reich

el

en los

y político.

Finlandia int ent a salir

guerra

Hitler —como ya se ha visto— temía

repliegue preventivo y metódico

grupo de ejércitos «Norte» sobre la

Pantera

inclinara a Helsinki a

su s

conversaciones

ya

iniciadas

n Moscú, firmando una paz por sepa-

L a derrota de Küchler, y el estado

deterioro en que los 16.° y 18.° Ejér-

por f in aque-

línea de defensa alentaron a los f in-

en el

camino

de las

negociacio-

sólo rotas definitivamente cuando

abril de 1944 los rusos pusieron

K

como condición la evacuación o interna-

miento de las tropas alemanas en un

plazo de treinta días, y el pago por parte

del Estado finlandés de una indemniza-

ción de 600 millones de dólares en cinco

años.

3.")

Hitler impone

u n

nuevo

Gobierno e n Hungría

El 27 de marzo anterior, mientras

Hitler conversaba con el almirante

Horthy

en el

castillo

de

Klessheim

sobre

la s

«nuevas disposiciones»

a las

que la «reorientación» política del gabi-

nete Kallay le obligaba a recurrir, 11

divisiones alemanas habían procedido a

la ocupación de Hungría si n previo

aviso

en

ejecución

de la

operación

Mar-

ga r ethe.

«¿Qué podía hacer yo?», se pregunta-

ría el entonces regente en sus Memo-

rias.

«Era evidente que m i abdicación

no impediría la ocupación de Hungría,

y

permitiría

a

Hitler,

por el

contrario,

Guder ian impu l sa r í a

la in s t a l ac ión sob re chas i s

o r u g a s y m o t o r i z a d o s

d e buena pa r t e

d e l a ar t i l ler ía dest inada

a l a s d iv i s iones b l indadas .

En la i lu s t r ac ión , e j empla r

d e " H u m m e l " , c a ñ ó n d e 1 5 0 m m

m o n t a d o s o b r e e l chas i s

d e u n " P z k w I V .

< Rec lu ta s bú lga ros

pa ra e l f r e n t e d e l Este .

L a s p é r d i d a s d e l p r imer

t r i m e s t r e d e 1 9 4 4

hab ían d iezmado

a la " W e h r m a c h t " , y los nazis

buscaban vo lun ta r io s

e n toda Europa, incluidos

p a í s e s q u e , como Bu lga r i a ,

n o

c o m b a t í a n a b i e r t a m e n t e

con t r a la Unión Soviét ica .

121



un Gobierno compuesto ínte-

por nazis y por cruces flecha-

s (nazis húngaros). El ejemplo i ta-

con todos los fenómenos repug-

que lo acompañaban, constituía

precedente aleccionador.

Mientras yo continúe aquí —me decía

alemanes deberán tener al

a mantenerme al frente del

y no podrán integrarlo en el

yo

esté aquí

n o

a los cruces flechadas a la

del

Gobierno, cuyo régimen

no

la muerte de numerosos

el fin de ocho-

m il judíos y de decenas de miles

refugiados q ue habían encontrado

en nuestro país. Hubiera sido m á s

en aquel momento abdicar con

gran gesto, y ahorrarme así muchas

yo no podía abandonar el

m á s

necesitaba

de su

(12).

Fiel a este razonamiento, Horthy

lo s hechos consumados y el 23

marzo recibió el juramento de un

al general Dóme-Sztojay,

en Berlín.

la encerrona de Klessheim le había

de toda obligación moral frente

Tercer Reich,

y

puede afirmarse

que ,

el anciano al-

la vía de la

resistencia.


(1 ) Manstein, Erich:

Victoires perdices.

París,

Plon, 1958, página 412 . Victorias frustra-

das. E d . Luis d e Caralt, Barcelona, 1956.

(2 )

Telpujovski,

B. S . :

Die

sowjetische

Ges-

chichte de s grosse?i vaterlándischen Krieges

1941-1945. Frankfurt a m Main, Bernard &

Gráfe, Verlag

f ü r

Wehrwesen,

1961, pág.

344.

(3 ) Garder, Michel: Un e guerre pas covime les

aatres. París, L a Table ronde, 1962, pág. 251

y n.° 2.

(4 ) Werth, Alexander: La Russie en guerre. De

Stalingrad á Berlín. París, Stock, 1965, pág.

139 y n.° 2. Rusia en la guerra (1941-1945).

E d . Bruguera, Barcelona, 196.9.

(5 ) Mellenthin, F . W . : Panzerschlachten. Eme

Studie ilber de n Einsatz von Panzerverbán-

den im Zweiten Weltkrieg. Die Wehrmacht

im Kampj. To mo XXXVI . Neckargemünd,

Kurt Vowinckel Verlag, 1963, pág. 230.

(6 ) Manstein, Erich: Victoires perdues. París,

Plon, 1958, págs. 420-421. Victorias frustra-

das. E d . Luis d e Caralt, Barcelona, 1956.

(7) Ibid., pág. 431.

(8 )

Mellenthin:

op . cit

págs. 236-237.

(9 ) Hubatsch, Walther : Hitlers Weisungen für

die Kriegsführung 1939-1945. Dokumente

de s Oberkoviviandos de r Wehrmacht. Frank-

furt a m Main, Bernard & Gráfe Verlag, 1962,

pág. 251, n .° 54 .

(10) Wer th: op. cit., pág . 180.

( 11 ) Pickert, Wolfgang: Vo m Kuban-Brückenkopf

bis

Sewastopol. Flakartillerie

im

Verband

der 17. Armee. Di e Wehrmacht im Kampf

T o m o V I I . Heidelberg, Kurt Vowinckel V e r -

lag, 1955, pág. 126.

(12) Hor thy: Mémoires. París, Hachette, 1954,

págs. 233-234. Memorias de l almirante

Horthy

. A.H.R.,

1965.

Art i l l e ros húng a ro s

s i t u a n d o

e n

posic ión

u n a pieza d e c a m p a ñ a

d e mode lo an t iguo .

A p e s a r d e l a s pé rd idas

s u f r i d a s p o r l o s m a g i a r e s

e n el D o n e n 1 9 4 3 ,

Hitler exigió d e B u d a p e s t

c o n t r i b u c i o n e s d e h o m b r e s

y ma te r i a l c ada v e z

m á s i n s o p o r t a b l e s .

D e i zqu ie rda a de recha

Keite l , Góring e Hitler

e n e l " W o l f s c h a n z e "

— la gua r ida d e l lobo—,

ce rca d e R a s t e n b u r g

(Prusia Orienta l) .

1 2 3



Capítulo 5 4

Cassino-Anzio-Roma

Basta u n mapa a escala millonésima

a simple vista lo s resulta-

os obtenidos por la ofensiva soviética

invierno durante el primer trimestre

pero haría falta

un

mapa

a

lo s progresos de las fuerzas alia-

Italia. Incluso a esta escala los

no han podido hacer figurar

s nombres de todas las alturas y loca-

q ue

recogeremos

en la

narra-

U n caricaturista del Tercer Reich

el avance aliado por la

con la imagen de un

con la gorra del general

En el otro bando, la opinión

y

americana

no

dejaría

expresar durante los días de Pascua

decepción, e incluso su malhumor,

los resultados mínimos logrados

estrategia anglo-americana en el

m á s cuanto que ,

en Londres y en

lo s dirigentes políticos y

no

podían enjugar este verda-

de frustración con un

m á s frío,

l enorme y fructuoso trabajo de orga-

y

preparación

que

conseguir

sus

primeros frutos

al

del 6 de junio de 1944.

Después de cinco meses de esfuerzos

s Aliados conseguirían u na victoria

su s adversarios en Italia,

a menos de treinta días

l desembarco en Normandía, llegaría

relativamente tarde; por s i fuera

su lenta evolución estratégica se

p o r aciagas interven-

no siempre de orden político.

d e

obligar

s u s reservas...

D e una u otra forma, el 6 de enero de

Ejército americano, siempre

órdenes del teniente-general Mark

.

Clark, reemprendía

el

ataque contra

enclave de Cassino, defendido por el

Ejército alemán (ge-

von

Vietinghoff-Scheel).

E l

obje-

tivo principal de esta operación, en

medio de una topografía m u y difícil, era

obligar al mariscal Kesselring a emplear

las reservas qu e conservaba en la cam-

piña romana,

si

quería sostener

su

frente.

Conseguido este resultado, el 6.° C.E.

americano (mayor-general John P .

Lucas),

:

desembarcado po r sorpresa en

la s playas d e Anzio y d e Nettuno el 22

de

enero siguiente, encontraría expedito

el camino que le haría amenazar las

comunicaciones del enemigo.

Tal era la idea fundamental de la ope-

ración

Shingle,

"hi ja" predilecta del

primer ministro británico: Churchill

había conseguido vencer

la s

reticencias

de Franklin Roosevelt y de Josif Stalin,

y había conseguido para ella lo s medios

anfibios reunidos hacía poco en previ-

sión de un desembarco sobre Rodas.

¿Qué pretendía Winston Churchill? Ta l

vez pensaba que si el 10.° Ejército ale-

m án e r a aniquilado en la primera quin-

cena de febrero de 1944, nada le impedi-

r ía volver a la carga ante su s aliados y

tratar de imponerles la explotación de

la victoria en dirección a Liubliana, aun

a

riesgo

d e

sacrificar

el

desembarco

en

Provenza previsto

en la

conferencia

de

Teherán.

< P r e p a r a t i v o s

d e l a o p e r a c i ó n " Sh i n g l e " .

L o s 6 . 1 . consegu i r í an

e l

éx i to menos one roso

d e t o d a la gue r ra :

e l

d e s e m b a r c o

d e Anz io -Ne t tuno

e l 2 2 d e

e n e r o

d e 1 9 4 4 .

.. .

pero

s e

estanca ante Anzio

L a realidad iba a ser mucho m á s

compleja. E n primer lugar, el general

Clark atenuó notablemente el alcance de

la instrucción que le había remitido el

12 de enero si r Harold Alexander, en su

calidad

d e

comandante

del 15.°

grupo

de ejércitos. Mientras éste definía como

sigue la misión del 6.° cuerpo d e ejército

americano: «Cortar la s principales

comunicaciones del enemigo en la

región de los Colli Laziali (montes

Albanos), al sureste de Roma, y amena-

zar las retaguardias del 14.° cuerpo de

ejército alemán», Clark, en sus instruc-

ciones

del

mismo

día

dirigidas

al

gene-

ral Lucas, se contentaría con prescribir-

le: «1.°) establecer u na cabeza d e puen-

te en las

cercanías

de

Anzio

y

garantizar

1 2 5



del Estado Mayor del

de ejércitos «C»—, fue un error.

ataque

y el

desembarco

(en la

desem-

del Garigliano) sólo eran una

de diversión destinada a

y, en la

de lo posible, a hacernos des-

la región de Roma. En con-

lo s

deseos

del

mando aliado

vieron plenamente satisfechos con

(6).

Tres años después Kesselring le res-

si n hacer mención de su nom-

pero

con

toda

la

razón:

«M e

daba

de las

posibilidades

opcracionales del enemigo. U na de estas

posibilidades se perfilaba con mayor

claridad.

El

ataque

del 2. C.E .

ameri-

cano

y del

C.E.F. contra

la s

posiciones

al norte del monte Cassino estaban en

consonancia directa con los combates

del Garigliano, y aumentaban sus posi-

bilidades de éxito. L a otra posibilidad,

es

decir,

el

desembarco, sólo

era

todavía

una impresión. Nada sabíamos sobre el

cuándo y el dónde. Si negaba la ayuda

al comandante del 10.° Ejército, el ala

derecha de su ejército podía hundirse

sin que supiéramos cómo restablecerla

después»

(7).

¿i El rey G e o r g e VI .

d e in specc ión p o r e l f r en te

d e

Italia, visita

a l 5 . °

Ejérc i to

a l

m a n d o

d e l

general Clark (sentado

a la i zqu ie rda d e l r e y ) .

E l 5 . °

Ejé rc i to con taba

c o n 4 d iv i s iones amer icanas

y 3 d iv i s iones ing le sa s .

y e s t aba cons t i tu ido

p o r e l 8 . ° Ejérc i to

y e l 1 5 . ° g r u p o d e e j é rc i to s .

m a n d a d o p o r s i r Harold

Alexande r ( s en tado

j u n t o a Clark).

127



el pue r to

d e l o s Aliados,

l a s b a r c a z a s

y la

playa

e l t r a n s p o r t e

ma te r i a l .

El mariscal alemán tenía tanto m á s

derecho a sostener este razonamiento,

cuanto que la víspera del aconteci-

miento el almirante Canaris, jefe del

Abwehr, le había afirmado que, en su

opinión, no era de temer ningún desem-

barco aliado en un futuro inmediato.

Éxito

d e l

desembarco aliado

e n

Anzio-Nettuno

Ningún desembarco

en

Europa

o en

el Pacífico tuvo tanto éxito, y u n éxito

con tan buenos resultados, como el de

Anzio-Nettuno.

Para el 22 de enero a medianoche, e s

decir,

en

veintidós horas,

lo s

contraal-

mirantes Frank J. Lowry, de la Armada

americana, y Thomas H . Troubridge,

de la Roy al Navy, habían desembar-

cado ya 36.034 hombres, 3.069 vehícu-

los y el 90 % del

equipo

de

asalto

del 6.°

C.E. de Estados Unidos, q ue encua-

draba la 1.

a

D . I . británica (mayor-gene-

ra l W. Penney), la 3.

a

D . I . americana

(mayor-general L. K. Truscott), u n

regimiento y un batallón de paracaidis-

tas , 3 batallones de Rangers y una br i -

gada de Commandos. L a s pérdidas de

la jornada se elevaron a 13 muertos, 44

desaparecidos y 97 heridos. L a flota,

compuesta esencialmente por 4 c ru-

ceros ligeros

y 24

destructores, había

acallado el fuego de dos baterías coste-

ras, y en la playa habían sucumbido 2

batallones alemanes.

«Eso era todo», escribiría el general

Westphal al presentar el inventario de

tan débiles fuerzas. «Aparte d e aquello,

n o había nada en la zona susceptible de

utilizar aquel día para contener al ene-

migo. L a carretera de Roma (61 km)

estaba abierta. Nadie hubiera podido

impedir a una agrupación q u e empujase

audazmente hacia adelante penetrar

en

la Ciudad Eterna. Dura nte d o s días per -

manecimos en esta situación qu e nos de-

jaba si n aliento. Nuestras contramedi-

d a s sólo tendrían eficacia una vez trans- §

curridas cuarenta y ocho horas» (8). %

a

£

o

La

exhibición alemana

i

• mJ

\

§

L a hipótesis de un desembarco aliado á

de

importancia estratégica había sido

i

objeto d e numerosos estudios en el f

Estado Mayor

del

grupo

de

ejércitos

I



k



B u q u e s d e t r a n s p o r t e

p e q u e ñ o p u e r t o d e Anzio.

Bl indados an f ib io s

D u k . W .

p laya d e Anzio.

«C», y, vistas todas- y cada una de sus

modalidades y posibilidades (Istria,

Ravena, Anzio, Civitavecchia, Livorno,

Viareggio), se habían designado ya las

formaciones

que

intervendrían,

los it i-

nerarios q u e seguirían y sus misiones,

bautizando cada variante con una pala-

b ra clave. Kesselring sólo tuvo pues que

señalar

Cas Richard

para

que sus

fuer-

zas convergieran en dirección a la cabe-

za de puente de Anzio:

— L a P z . D . Hermann Góring desde la

región d e Frosinone y la 4.

a

D . para-

caidista

de la de

Termi, encuadradas

por el l .

e r

A.K. de paracaidistas

(general Schlemm).

— D el frente del Sangro el 76.° Pz.K.

(general Herr:

26.

a

Pz.D. y 3.

a

Pz.G.D.);

del de

Garigliano

la 29.

a

Pz.G.D., recién llegada allí.

— De la alta Italia el Estado Mayor del

4.° Ejército y las 65.

a

y 362.

a

I.D.,

que franquearon lo s Apeninos tan

rápidamente como se lo permitió la

nieve y el hielo.

Hasta la O.K.W. intervino en la bata-

lla, ordenando al mariscal von Runds-

tedt q ue cediese a Kesselring la 715.

a

I .D . , estacionada en la región de Marse-

lla, y al

coronel-general Loehr, coman-

dante de la zona de los Balcanes,

enviarle su 114.

a

división de cazadores.

¿ S e perdió e n Anzio

u n a

gran oportunidad

estratégica

r

El 23 de enero, en el momento en que

el coronel-general von Mackensen se

presentaba en el puesto de mando de

Kesselring instalado en el monte

Soracte, entre Anzio

y

Roma sólo

se



A El m a y o r - g e n e r a l

J o h n P . Lucas , enca rgado

d e e j e c u t a r la ope rac ión

" S h i n g l e " . s e p reocupa r í a

an te todo d e conso l ida r

s u c a b e z a d e p u e n t e

y d e d e s e m b a r c a r e l g rueso

d e s u c u e r p o d e e jérc i to .

<•

D e s t a c a m e n t o c a n a d i e n s e

a v a n z a n d o p o r e l sec to r

d e Or tona .

131



JEAN

G. DE

MONSABERT

Nacido en Libourne en 1887, Jean Goislard

de

Monsabert

se

graduó

en

Saint-Cyr

en el

arma

de

infantería

en 1910.

Sirvió después

en

Argelia y en Marruecos en el cuerpo de tirado-

res

argelinos,

y

terminó

la

primera Guerra

Mundial como jefe

de

batallón. Habiendo

seguido los cursos de la Escuela de Guerra de

París

de 1920 a 1922, fue

destinado

a

Marrue-

cos e

hizo

la

campaña

del Rif.

En 1928 ingresó en la Escuela de Guerra

como profesor,

y

poco

má s

tarde sería adscrito

al

Estado Mayor

de l

Ejército francés (sección

de

Ultramar).

En 1942, a la

cabeza

de la 5 .

a

brigada

de

infantería estacionada

en

Argelia,

pudo facilitar

el

desernbarco

a los

anglo-ameri-

canos

en el

norte

de

Africa. Ascendido

a

gene-

ral de

división después

de la

victoria

de

Túnez,

condujo

su 3.

3

D.I.A.

al

asalto

de l

Belvedere

y

de los

montes Aurunci.

El 28 de

agosto

de 1944

recibiría

la

capitulación

de

Marsella. Jefe

del

2.° C.E., participó en la batalla de los Vosgos,

en la

liberación

de

Colmar (febrero

de 1945) y

en la

campaña Rhin-Danubio.

Al

cesar

las hos-

tilidades fue nombrado adjunto al comandante

en

jefe

de las

tropas francesas

de

ocupación

en

Alemania.

Tras pasar a la reserva en 1946, fue dipu-

tado

por los

Basses-Pyrénées

de 1951 a 1955.

•UJ

Gene ra l D e M o n s a b e r t ,

d e l a 3 .

a

D . I .

Abruzos , a la de recha

Ejérc i to .

interponía un destacamento de la Pz.D.

Hermann Góring y una mezcolanza de

piezas de artillería (los escasos antiaé-

reos de 88 mm convivían con cañones

d e campaña italianos, franceses y

yugoslavos). P o r grande qu e fuese la

capacidad de improvisación del maris-

cal

alemán

y la

capacidad

de su

Estado

Mayor, sería necesaria u na semana

antes de que el 14.° Ejército alemán

pudiera desplegar un dispositivo que

contuviera la ofensiva del enemigo.

Pero, por su parte, el mayor-general

John P . Lucas sólo pensaba en consoli-

dar su cabeza de puente y en desembar-

car la totalidad de su cuerpo d e ejército

constituido por la 45.

a

D . I . (mayor-

general W . Eagles) y la 1.

a

D . B . (mayor-

general E . N . Harmon), sin que por ello

incumpliera la misión estrictamente

señalada por el 5.° Ejército. El 28 de

enero su 1.

a

D . I . británica había tomado

Aprilia,

a 17 km al

norte

de

Anzio, pero

a su derecha, la 3.

a

D . I . americana

había sido rechazada en Cisterna. E l

mismo día , Mackensen tenía 3 divisio-

nes en línea, y al finalizar el mes dis-

pondría

de

ocho.

¿ Se perdió u na gran oportunidad

estratégica entre el amanecer del 22 de

enero

y el

crepúsculo

del 28? En Lon-



A La rup tu ra d e l o s d iques

d e l a

r eg ión

d e

Cass ino

i n u n d ó e l val le d e l Ráp ido

y

r e t a r d ó

e l

avance

d e l o s Al i ados , y a f r enado

p o r e l r e l i e v e m o n t a ñ o s o .

En la i lus tración,

u n convoy mo to r i zado

f r a n c é s a t r a v i e s a u n a zona

inundada sob re

u n

puen te

d e c a n o a s n e u m á t i c a s .

O b ú s a m e r i c a n o

d e 1 5 0 m m .

a p o d a d o

"Long T o m . e n Anzio .



Tras s u d e s e m b a r c o

playa d e Anzio .

s b l i n d a d o s a m e r i c a n o s

u n a línea

de fensa avanzada

u n f r en te

s d e 3 0 k m .

i lus tración, carro

c o m b a t e " C h a f e e

M . 2 4 .

(a la izquierda .

la

m a n o

l gene ra l amer icano Hume)

q u e

Lucas

t h e oppor tun i ty»

opor tun idad ) .

dres, el antiguo teniente de húsares que

era Winston Churchill se consumía de

impaciencia hasta el punto de escribir a

sir Harold Alexander: «Esperaba ver un

gato salvaje arrasando la montaña.

¿Qué veo hoy? ¡Una ballena revolcán-

dose en la playa » (9).

Al

volver sobre este tema

en sus

Memorias diría: «E l espectáculo de

aquellos 18.000 vehículos acumulados

en la orilla si cabo de 14 días (4 de

febrero) para 70.000 hombres,

e s

decir,

un

vehículo para menos

de

cuatro

hombres, contando lo s conductores y el

personal de mantenimiento, cuando

sólo debían recorrer 20 ó 25 km, tenía

algo de demencial» (10).

L a s palabras del antiguo primer

ministro tal vez puedan interiorizarse

como una concesión explicable, pero

demasiado elemental,

al

enojo

que le

producía el estancamiento de la opera-

ción Shingle, de la que había sido

ardiente defensor ante Josif Stalin y

Franklin Roosevelt.

Sin

embargo,

el

historiador oficial de la marina de Esta-



Kesselrina

s e

adelanta

a

Alexander

y a

Clark

Lejos de dejarse intimidar, Kessel-

ring se puso a tono con las circunstan-

cias con una rapidez q u e habían subes-

timado Alexander y Clark, aunque si

bien es verdad qu e ganó en velocidad a

sus

adversarios, también

lo es que

estos

últimos andaban escasos

de

medios

de

combate anfibios. Júzguese por las

cifras: el 6 de junio de 1944, para una

)rimera oleada de 12 divisiones, Eisen-

íower dispondría de 3.605 lanchas de

desembarco, frente a las 237 para las 4

divisiones de la operación Shingle.

E n estas condiciones, si Lucas

hubiera tenido el temple de un Patton

se habría lanzado al asalto de los Colli

Laziali, a 35 km de Anzio, con sus 2

divisiones de infantería como primer

escalón de ataque, sin preocuparse de

sus flancos y de sus comunicaciones.

Queda po r constatar, para terminar

con

esta controversia,

que el

coman-

dante

del 6.° C.E. no era de

tempera-

mento audaz, como trasluciría una de

sus anotaciones en su Diario al día

siguiente del desembarco: «La tensión

de un

asunto

de

estas características

es

u n a carga terrible. ¿ Quién m e mandaría

ser general?» (14).

136



A Pa r t e d e l c o n s i d e r a b l e

v o l u m e n d e ma te r i a l a cumulado

en l a c a b e z a d e p u e n t e

d e Anz io -Ne t tuno .

Church i l l , e scanda l i zado

p o r l a inact iv idad d e Lucas ,

ca l i f i có

e l

e s p e c t á c u l o

d e aque l lo s 18 .000 veh ícu los

c o m o " d e m e n c i a l " .

< Al rededor d e George

C . Marsha l l , j e f e

d e l Es tado Mayor gene ra l

d e l Ejé rc i to amer icano ,

y r e s p o n s a b l e

d e s u o rgan izac ión , a lgunos

d e l o s o f i c i a l e s gene ra le s

c o n m a n d o e n Italia.

D e i zqu ie rda a d e r e c h a :

g e n e r a l e s G r u e n t h e r ,

Cla rk , Marsha l l . Trusco t t ,

Almond, McIMarney

y Cr i t t enbe rge r .

1 3 7



s lejos posible de las bases inglesas

desde hace ya tiempo, se

el grueso de las tropas d e

así como adquirir experiencias

s u s

futuras operaciones.

l significado de la batalla que va a

el 14.° Ejército debe quedar claro

uno de sus soldados.

o bastará con dar órdenes tácticas

y

correctas.

El

ejército,

la

flota

las fuerzas de la Armada deben

de una voluntad fanática

en esta

y no

sentirse agotados hasta

último enemigo haya sido exter-

o arrojado a l mar . Debe luchar-

odio sagrado contra lun ene-

qu e lleva a cabo un a despiadada

de

aniquilamiento contra

el pue-

alemán; un enemigo al que todo m e-

parece lícito para conseguir sus

y que,

ajeno

a

todo criterio

éti-

medita la destrucción de Alemania

ende,

la de la

civilización europea.

s preciso que el combate sea duro y

y n o sólo contra el ene-

o

que, en este momento deci-

dé muestras d e desfallecimiento.

q u e en Sicilia, el enemigo debe s

en el Rápido y en Ortona |

fuerza combativa del Ejército §

y que la in- ¡

de 1944

será ahogada

en la san- |

soldados anglosajones» (15). I

1

á 1 d e

f e b r e r o

d e 1 9 4 4 :

Kesse l r ing h a c o n s e g u i d o

d e t e n e r

e l

golpe a l iado.

La c a b e z a d e p u e n t e

d e Anz io -Ne t tuno

e s ba t ida p o r l a artillería

y la D.C.A. a l emanas .

< Pr i s ione ros a l emanes

e n e s p e r a d e s u t r a s l ado

f u e r a

de l a

c a b e z a

d e

p u e n t e .

1 3 9



Vehículo oruga estadounidense d e desembarco L.V.T. 2 Buffalo

P e s o : 1 4 , 7 5 t m .

T r i p u l a c i ó n :

de 2 a 7

h o m b r e s .

A r m a m e n t o : u n a a m e t r a l l a d o r a M 2 d e 1 2 , 7 m m ,

y u n a

M 1 9 1 9 A 4

d e 7 , 7 m m .

M o t o r : C o n t i n e n t a l W 6 7 0 - 9 A e n es tre l la ,

d e 2 5 0 C V .

V e l o c i d a d :

3 2 k m / h , e n

t ierra ;

1 2 k m / h , e n e l agua .

A u t o n o m í a : 2 4 0 k m , e n t i e r r a ;

1 6 0 k m , e n el agua .

L o n g i t u d : 7 , 9 7 m .

A n c h u r a : 3 , 2 4 m .

A l t u r a : 2 , 4 9 m .

Orbis



Ejército alemán

Galvanizado

por las

directrices

de su

el 14.° Ejército alemán rechazó

s intentos del 6.° C.E. de avanzar

e interceptar en Campo-

la vía férrea entre Roma y Gaeta,

se

preparó activamente para

la con-

que se le había ordenado. E l

febrero u n contraataque llevado a

por la 3.

a

Pz.G.D. (teniente-gene-

l

Gráser)

le

proporcionó

la

estación

d e

y el mismo día un comuni-

s capturados desde el 22 de enero,

a los 2.800 reconocidos por las

p o r estos reveses, el general Clark

a la

cabeza

de

puente

a la

6.

a

D . I . británica (mayor-general T e m -

y, a sugerencia de Alexander, n o m -

Truscott adjunto del comandante

cuerpo de ejército.

Entre tanto, el coronel-general von

a la

el

Führer

su

d e contraofensiva. N o hubo n in -

su idea de

en lanzar un a ta-

e sobre el eje Albano-Anzio, acompa-

la

acción principal

con

otras

de

diversión a derecha e izquierda. Pero

Hitler, n o contento con estas líneas

generales, creyó oportuno regular hasta

el

mínimo detalle

de la

acción,

de la que

esperaba maravillas. El comandante del

14.° Ejército vio cómo se le fijaba n o

sólo la ampliación del frente de ataque,

sino incluso las tropas q u e participarían

en la

operación

y

hasta

el

dispositivo

a

adoptar.

El 76.° Pz.K., protagonista principal,

atacaría en un frente de 6 km, sola-

mente,

con 2

divisiones

en el

primer

escalón; la 26.

a

P z . D . (teniente-general

von Lüttwitz) y la 29.

a

Pz.G.D. ( te-

niente-general Fries) permanecerían en

reserva. As í , ordenaba Hitler, se podría

dar a la

infantería

u n

apoyo

de

fuego

q u e pulverizaría la defensa enemiga.

V on

Mackensen intentó

en

vano hacer

reflexionar a Hitler sobre el hecho de

q u e u n a concentración ta n masiva haría

el juego a la aviación anglo-americana, a

la que la 2.

a

Luftflotte,

a las órdenes del

mariscal von Richthofen, n o podría

oponerse. D e nada sirvieron s u s razona-

mientos

en

este sentido, como tampoco

s u s intentos de hacer comprender a

Hitler q u e d e nada serviría alinear los

cañones rueda con rueda cuando era

imposible mantener u na frecuencia de

tiro constante

p o r

falta

de

municiones.

< La ba ta l l a d e Cass ino

e n f r e n t ó d e enero

a m a y o d e 1 9 4 4

a l a s t ropas a l i adas

y a l 1 0 . ° Ejé rc i to a l emán .

La

gue r ra devas ta r í a

e l cé leb re monas te r io

d e l m o n t e C a s s i n o . c o n obras

d e a r t e ine s t imab le s

e i r repet ib les .

141



Se c t o r

d e l

f r en te

e

Cass ino de fend ido

Cue rpo Exped ic iona r io

a l a s ó r d e n e s

e l gene ra l Ju in .

El avance alemán e s detenido

po r lo s

bombardeos aéreos

El ataque comenzó el 16 de febrero

según el dispositivo ordenado por

Hitler, después de una preparación arti-

llera proporcionada por 300 piezas;

pero, agotado el despliegue inicial de

medios, hubo de renunciarse a prestar

el apoyo de la barrera de fuego móvil a

las 114.

a

y 715.

a

I .D. , que debían avan-

zar una

junto

a

otra.

El

terreno espon-

joso de las marismas pontinas impedía

sacar de las carreteras los cañones de

asalto

y los

carros

de

combate

que

apoyaban a las oleadas d e infantería, y

para agravar

aún más la

situación

del

atacante, apoyado por las intervencio-

n es esporádicas de la Luftwaffe en g ru-

pos de 20 ó 30 cazabombarderos, el 14.°

Ejército alemán encajó en su avance n o

menos de 1.100 tm de bombas. L a avia-

ción táctica anglo-americana, en parti-

cular, acribilló el campo d e batalla,

entorpeciendo notablemente los abaste-

cimientos

del 14.°

Ejército.

Al

caer

la

tarde

el 76.° Pz.K.

había

penetrado 5 ó 6 km en las líneas aliadas,

y se encontraba a unos 12 km de su

objetivo de Anzio-Nettuno. Había d is -

parado 6.500 obuses, pero había enca-

jado diez veces m á s . Durante tres días

von Mackensen intentó reanudar la

ofensiva, pero todo fue en vano ante la

vigilancia de Truscott, q u e acababa de

relevar

a

Lucas.

El 29 de

febrero

el

l .

e r

C.E. de paracaidistas volvió a la

carga en el sector d e Cisterna, sólo para

verse también contenido a pocos cente-

nares d e metros de su punto d e partida.

Después,

la

batalla

por la

cabeza

de

puente d e Anzio, reforzada por el gene-

ral Clark con la ayuda de la 5.

a

D.I .

británica y de la 34.

a

D . I . americana,

fu e apagándose progresivamente. Sin

embargo,

la

artillería pesada alemana,

q u e utilizaba los observatorios de los

Colli Laziali,

no

cesaría

de

castigar

las

retaguardias aliadas y las playas de

desembarco.

E n

especial,

un a

pieza

de

280 mm montada sobre vía férrea s e m -

b ró cierta confusión entre los defenso-

res, sin que la aviación lograra reducirla

al silencio. E n realidad, apenas termi-.

nado

el

disparo

d e Leopold,

como

la lla-

maban s u s sirvientes, éstos se refugia-

ban en un túnel de la región d e Castel-

gandolfo.

En el mar, la operación Shingle costó

al

almirante

sir

Andrew Cunningham,

comandante en jefe del Mediterráneo,

lo s cruceros ligeros Spartan y Penelope

y 3 destructores, todos bajo pabellón de

la Royal Navy. Entre lo s medios utili-

zados por los alemanes, destacarían,

junto a las bombas volantes, los torpe-

d o s humanos, utilizados p o r primera

vez por la Kriegsmarine.

Clark reemprende

la

ofensiva

en e l

frente

d e

Cassino

En el frente de Cassino, el general

Clark intentó reemprender

la

ofensiva

tras el desembarco de Anzio. A tal

efecto, el 2 .° C.E . americano, reducido

sólo a la 34.

a

D . I . (mayor-general

Ryder), franquearía el Rápido mientras

el C.E.F., después de haber tomado el

alto de Belvedere, descendería el valle

de Liri a retaguardia de la cima del

monte Cassino. Este movimiento envol-

vente

n o

atraía

al

general Juin porque,



• •

A

)

(

I

.«% • j»

A

Cañó n an t i t a nque

d e u n a d iv i s ión neoze landesa .

L o s

"Panze r " e r an poco

n u m e r o s o s e n Italia,

y l a s piezas ant icarro

a l i adas fue ron empleadas

c o n f r ecuenc ia como

art i l ler ía contra

l a s

l ineas

d e d e f e n s a a l e m a n a s .

< Mor te ro amer icano

c e r c a d e S a n Vit tore .

E l 5 . ° Ejérc i to ocupó

esta local idad

el 6 de e n e r o d e 1 9 4 4 .

1 4 3



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- ' - . - . . ^ . > • . • - - * -



d e " s p a y s '

l

C.E.F.

e n

misión

r e c o n o c i m i e n t o .

H e aquí, relatado p o r René Chambe,

uno de los

episodios

de

este dramático

combate: «Pasa

la

noche.

Es la más cr í -

tica de todas. D e derecha a izquierda, el

batallón Gandoét, el batallón Bacqué y

el batallón Péponnet se aferran a los

bordes

de las

cotas

862, 771 y 700. El

enemigo lanza p o r todas i partes contra-

ataques furiosos. Son rechazados con

granadas de mano y a la bayoneta. Pero

ni la 862, ni la 771, ni la 700 son recon-

quistadas.

D e

nuevo

se

agotan

las

municiones y quedan m u y lejanas en la

memoria las raciones de comida distri-

buidas parsimoniosamente. Reaparece

el

hambre,

y con el

hambre

la sed, la sed

terrible

q u e

perfora

lo s

estómagos

y

perturba lo s cerebros. E n cuanto al

sueño, el verdadero sueño reparador,

hace tiempo que no se menciona. L o s

hombres duermen bajo

lo s

obuses, bajo

las minas, bajo las balas. Mueren sin

darse cuenta. Sólo despiertan al ser

heridos. Algunos responden a los dispa-

ros, se echan el fusil a la cara, lanzan

su s

granadas

en un

estado

de

semiin-

consciencia» (17).

En el momento de su relevo, con la

pérdida de su coronel, de 39 oficiales y

de 1.562

suboficiales

y

tiradores muer-

La ba ta l l a d e Cass ino

au tén t i co Verdún

min ia tu ra . L o s Aliados

o

au tén t i ca o rg ía §

m u n i c i o n e s : 5 8 8 . 0 9 4 o b u s e s

£

s e m a n a . 2



heridos y desaparecidos, el 4.° regi-

de tiradores tunecinos había

a

n

tercio

de sus

efectivos.

Pero los alemanes, por su parte,

1.200 prisioneros y,

a la 44.

a

I .D. , que amena-

a constante mente

con

romperse bajo

s

furiosos ataques

de la 3.

a

D.I.A.,

el

Ejército se vio obligado a poner u n

de la 90.

a

Pz.G.D.

y

otro

de

a

I .D. a disposición del 14.° Pz.K.,

e

forma

que, a f in de

cuentas,

el

C.E.F.

s í dos tercios de

batallones que se enfrentaban en

al 5.° Ejército a m e -

d e l C.E.F.

El

general Clark escribiría

a su

cama-

al día

siguiente

del

furioso

de Belvedere, para expresarle

admiración por la forma espléndida

su cuerpo d e ejército había c u m -

su

misión, añadiendo: «Conforme

un plan de operaciones cuidadosa-

y coordinado, usted

lanzado y sostenido u n a serie de a ta-

< u

* • •* I ' ... 4SV '*

A C o n t ropas a rge l ina s

y m a r r o q u í e s e x p e r i m e n t a d a s ,

u n

e q u i p o a m e r i c a n o

u l t r a m o d e r n o

y

of ic ia les

c o n o c e d o r e s

d e s u

oficio

a la pe r f ecc ión . Ju in

consiguió for jar

u n c u e r p o d e e jérc i to

c a p a z d e a f ron ta r

l a s

m i s i o n e s

m á s

dif íc i les .

< Cada repl iegue

d e l t e r r e n o , e x t r e m a d a m e n t e

m o n t a ñ o s o , f u e ob je to

d e e n c o n a d o s c o m b a t e s ;

cada a ldea e scena r io

d e u n s a n g r i e n t o h e r o í s m o .

147



ques

q u e h an

logrado

u n

éxito notable

en su objetivo principal: concentrar

mediante duros combates el mayor

número posible de fuerzas enemigas, e

impedirles intervenir así contra nuestro

L o s d o s

adve r sa r io s

e n valor

t e n a c i d a d

e n l a

lucha

p o s e s i ó n d e l a s a l tu ra s

u e d o m i n a n el valle

e l Liri. Ca da ba nde ra

e r a u n t ro feo

c o n

n u m e r o s a s

desembarco y contra el establecimiento

de la

cabeza

d e

puente

de

Anzio.

Con

ello, ha rechazado usted al enemigo en

toda la extensión del frente y h a infli-

gido severas pérdidas a unas tropas ya

m u y castigadas» (18).

Días

m á s

tarde,

el

general Alexander

se sumaría a este homenaje con pala-

bras especialmente elogiosas. En su

obra consagrada a la batalla de Cassino,

en la que participó en febrero y marzo

de 1944 en calidad de comandante de

paracaidistas de la famosa división

Heidrich,

Rudolf Bóhmler

se

extendería

en idénticos términos: « L a gran sor-

presa —dice—

fue la

actitud

del

cuerpo

expedicionario francés en el combate.

L a campaña de 1940 había cubierto al

Ejército francés con un triste velo.

Nadie creía q u e pudiera recuperarse d e

aquella derrota total cuando,

de

pronto,

la s divisiones del mariscal Juin comen-

zaban a mostrarse extremadamente

peligrosas. L a razón no era sólo la expe-

riencia de los marroquíes y de los arge-

linos

en la

lucha

en las

montañas, sino

la confluencia de tres factores. Junto a

la ya mencionada experiencia en opera-

ciones d e montaña de los soldados colo-

niales franceses, el equipo americano

ultramoderno daba

al

cuerpo francés

gran poder de choque y, por último, y

sobre todo, las tropas estaban manda-

d as p o r oficiales franceses q u e conocían

su oficio de maravilla. C on estos tres

elementos Juin había forjado

u n a

sólida

aleación y su cuerpo de ejército s e mo s -

traba siempre a la altura de todas las

misiones, hasta el punto de que el

mariscal Kesselring afirmaría

que la

presencia del cuerpo Juin en un sector

del frente le planteaba siempre serias

preocupaciones. Si el general Clark

hubiera escuchado m á s a Juin en los

combates

del

frente

de

Cassino,

si

hubiera adoptado su plan, q u e consistía

en ocupar el valle del Liri atacando por

Atina,

n o

hubiesen tenido lugar, posi-

blemente, las tres sangrientas batallas

de

monte Cassino,

y la

venerable abadía

d e S a n Benito probablemente n o

hubiera sufrido daños» (19).

D e todas formas, y a la vista de las 2

divisiones, m u y experimentadas, con

q u e seguía contando, no es extraño que

el general Juin se propusiera sacar p a r -

tido de su costosa victoria de Belvedere

y avanzase hasta colocarse en vanguar-

dia de las

tropas aliadas. Poco después

recibiría el refuerzo de la agrupación

motorizada del general Utili, primera

gran unidad italiana en llegar a este

frente, aunque su nueva entrada en

combate

se

hubiera producido

el

ante-

rior mes d e diciembre. Operando a la

derecha del C.E.F., en el nevado macizo

de los Abruzos, realizaría u n a enco-

miable labor de contención.

En el 2.° C.E .

americano,

la 34.

a

I .D.

n o consiguió salir de su cabeza de

puente

en la

orilla derecha

del

Rápido.

El

general Freyberg exige

y

obtiene

la

destrucción

de la

abadía

d e

monte Cassino

Descontento con esta victoria a me-

dias,

el

general Alexander puso

a

dispo-

sición del 5.° Ejército el cuerpo de ejér-

cito neozelandés del teniente-general

Freyberg, q u e encuadraba la 2.

a

D . I . n eo -

zelandesa, la 4.

a

D . I . hindú y la 78.

a

D.I .



I

r

a

i

-

* >

• > r

i *

• *

• -

s

- - » J . J —

Pero, antes de lanzarse al ataque, el

la

destrucción

venerable abadía de monte C a s -

en el valle del Liri a

m de altitud. El general Clark,

las

afirmaciones

de su

d e q u e lo s alemanes

de arti-

e incluso armas pesadas en el

se opuso rotundamente a

de

vandalismo

(hoy en

ía está archiprobado que en vísperas

febrero sólo había en los alre-

de la

abadía tres policías milita-

tenían como misión el prohibir

acceso

a la

tropa), pero Freyberg

el general Alexander y

d e éste el consentimiento

tal vez, en una emisión de

y mal interpretada:

«Wo ist der

Abt?

Ist er

noch

im

Klos-

se había oído preguntar desde un

lo que un oficial de

que se creía políglota t r a -

p o r :

«¿Dónde está

el

grupo?

¿Sigue todavía en el convento?», sin

tener

en

cuenta

q u e Abt.,

abreviatura

reglamentaria de

Abteilung

(grupo o

batallón) es femenino (die Abt.) y que

der Abt (masculino) sólo podía signifi-

car

abad.

Sir Henry Maitland Wilson, coman-

dante en jefe del Mediterráneo, puso a

disposición de la operación proyectada

la s fuerzas aéreas necesarias, y en la

mañana

del 15 de

febrero

142

cuatrimo-

tores y 87 bimotores americanos, en

tres oleadas sucesivas, descargaron

453 tm de

bombas explosivas

e

incen-

diarias sobre el monasterio de San

Benito, hasta convertirlo

en un

informe

montón de ruinas.

«Acababan de celebrarse —escribiría

Rudolf Bóhmler— las horas canónicas

d e sexta y nona en la pequeña celda del

abad, cuando, al pronunciar las palabras

pr o

nobis Christum exora,

u n a terrible

explosión turbó la paz. Estallaban las

primeras bombas; eran las 9 horas y 45

minutos.

E l

efecto

en el

monasterio

fue

¿ L o s

c o m u n i c a d o s a l e m a n e s

y

a l i a d o s c o m p u t a b a n

n ú m e r o s e x a g e r a d o s

d e p r i s i o n e r o s c a p t u r a d o s

p o r a m b o s b a n d o s .

N o o b s t a n t e , d u r a n t e

e l c o n t r a a t a q u e

d e l 1 4 . °

Ejé rc i to a l emán

l o s pr is ioneros nazis

f u e r o n m e n o s n u m e r o s o s

q u e l o s a l i ados .

> E n l a página s iguiente ,

ca s i 5 0 0 t m

d e

bombas a r r a sa r í an

la

abad ía bened ic t ina

d e l

mon te Cass ino .

1 4 9



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W a r

MlRÍRj

p i í



1 5 d e

f eb re ro

d e 1 9 4 4 :

a

a b a d í a

m á s

i lus tre

c r i s t i andad e s a r r a sada

o r l o s b o m b a r d e r o s a l i a d o s .

espantoso; monjes y laicos quedaron

paralizados

por e l

miedo.

L o s

benedicti-

nos se

refugiaron

en un

rincón,

d e

rodi-

llas o cuerpo a tierra, y el abad dio la

absolución a todos lo s presentes. Terri-

bles explosiones desgarraban el aire y

llenaban

la s

estancias

de

polvo

y de

humo sofocante.

N o

sólo

el

monasterio,

sino toda

la

montaña vacilaba como

sacudida p o r u n a mano gigante» (20).

Este bombardeo, desaprobado por el

general Clark, suscitaría

en él dos

impresiones

m u y

diferentes: «Cuando

m i reloj estaba a punto d e marcar las 9

horas y 30 minutos oí los primeros

zumbidos

de los

motores

de los

aviones

procedentes

del sur .

Intenté darme

cuenta

de su

posición, basándome

en la

intensidad del sonido q u e aumentaba

segundo

a

segundo. Esta gimnasia inte-

lectual f u e interrumpida por e l ruido

inesperado

d e u n a

explosión.

L o s

avio-

n e s

americanos habían dejado caer

por

error 16 bombas, algunas cerca de mi

puesto d e mando, levantando relámpa-

g o s p o r

todas partes.

P o r

fortuna

n o

hirieron

a

nadie, excepto

los

sentimien-

to s

maternales

d e m i

perra Mike,

que en

aquellas fechas e ra madre orgullosa d e

varios cachorrillos.

Después pasaron justo

p o r

encima

d e

nosotros cuatro grupos imponentes

d e

"fortalezas volantes", e instantes m á s

tarde dejaron caer su s bombas sobre la

colina de l monasterio. Y o sólo había

visto

d e

lejos

la

célebre

y

antigua

a b a -

día , con

obras

d e

arte inestimables

e

irremplazables, pero cuando aquellas

atronadoras salvas desgarraron las fa l -

das de la colina, comprendí que ya

nunca podría verla desde

m á s

cerca

tal

y

como era»

(21).

L o s a l e m a n e s s e instalan

e n l a s ruinas

Después del bombardeo la defensa

alemana se instaló en las ruinas del

monasterio y rechazó con graves pérdi-

das a la 4 .

a

D . I .

hindú (mayor-general

Tucker), lanzada

a l

asalto

de la

cumbre,

mien t ras la 2.

a

D . I . neozelandesa

(mayor-general Kippenberger) corría

idéntica suerte ante Cassino.

L a

segunda batalla

por e l

desfiladero

del

Liri constituyó

un

innegable éxito

defensivo para el 14.° Pz.K., y si la ter-

cera le valió al general v on Senger u n d

Etterlin

la

alta distinción

de la

Cruz

d e

Hierro

con

hojas

d e

roble,

f u e

porque

Clark y Freyberg, a pesar de una nueva

intentona del general Juin e n favor de la

maniobra d e Atina, se contentaron con

mantener

la

estrecha tenaza

q u e

acaba-

b a n d e

cerrar, adornándola

con una p re -

paración

d e

bombardeo aéreo

q u e c o n -

tribuyó a aumentar su confusión.

La despiadada batal la

d e Cassino

El 15 de marzo, 775 bombarderos y

cazabombarderos (entre ellos

2 6 0 " f o r -

t a l ezas v o lan te s" B 17) lanzaron

1.250 tm de

bombas sobre

el

pueblecito

d e Cassino y sus alrededores; le s suce-

d ió

durante

d o s

horas,

a

partir

de las 12



y 30

minutos,

el

fuego aplastante

piezas

d e

artillería. Pero, cuando

y

neozelandeses

se

lanzaron

al

d e constatar —como

el mayor Bóhmler— que «la

en

de los

alemanes procurándoles

u n

d e primer orden.

o s montones d e ruinas, altos como

l a s

calles destrozadas

y

llenas

d e

lo s

numerosos

y

profundos

por l a s

bombas, impi-

a los carros de la 4.

a

ciudad y apoyar a la infantería en

combate contra

lo s

paracaidistas

ale-

q u e

detenerse

en las

d e Cassino y privar a la infan-

de su protección cuando ésta pene-

calles. Sólo

m u y

poco

a

poco,

=

los ame- i

u n

camino

a los

blinda-

| ,

o s gracias a los bulldozers» (22).

s

c

¿ V

A El abad Gregor io Diamas e ,

oc togena r io , cons igu ió

re fug ia r se c o n s u s m o n j e s

e n l a cr ip ta de l a tumba

d e S a n Beni to , pero

fal lecer ía pocos días

m á s

t a rde .

< Enh ie s to du ran t e me se s

s o b r e e l furor

d e l a gue r ra , imagen

d e u n a milagrosa

Tregua

d e

Dios,

e l

monas te r io sucumbi r í a

por f in a l a

violencia .

153



L a

maniobra planeada apuntaba

a la

del 10.°

Ejército enemigo

la acción d e u n a doble tenaza: el

a los Aliados el

del Liri; el segundo, a desencade-

cuanto

se

hubiera superado

F r o -

la

salida

del 6.° C.E.

Anzio para ir al encuentro de l a s t ro -

vanguardia.

Clark adopta

l plan d e Juin

En el C.E.F., q u e había relevado al

británico

en la

cabeza

de

del

Garigliano,

el

general Juin

contentaba con el objetivo del

que se le había asignado;

a —según él— una nueva versión del

" a

tiro

d e

fusil"

u e

había conducido

a la

matanza

d e

y a los

tropiezos

de

Cassino.

n consecuencia, el 4 de abril expondría

general Clark en un informe su idea

maniobra

m á s

oportuna. Según Juin,

preciso torcer

a la

derecha

d e s -

de la conquista del monte Maio,

p o r sorpresa en el

por el

s u s

puntos esenciales

desde allí, desarrollar acciones d e

con el fin de abrir el

a

acciones frontales concurren-

aseguren

la

posesión

de la

carre-

n.° 7 y de la

carretera

d e

Esperia

el camino paralelo a la línea

fuego d e Arce, incluso.

El objetivo ha de ser conducir una

d e

maniobra importante hasta

el

a la

línea

d e

fuego

d e

a f in de volcarse con fuerza sobre

s retaguardias enemigas y en direc-

a

Roma»

(23).

Reticente

en un

principio,

el

coman-

del 5.°

Ejército acabó

p o r

aceptar

buen grado el plan d e Juin, q u e tenía

gran ventaja d e incluir en la acción d e

del

C.E.F.

la

"línea Hitler",

o

q u e

bloqueaba

el

valle

l Liri a la altura de Pontecorvo. Como

el obstáculo d e l o s m o n -

s Aurunci (1.533 m de altitud en

su

cota máxima)

e r a

realmente

el

enemigo,

en las dificulta-

relieve, n o situaría en él fuer-

podría realizarse

u n

ataque

s o r -

presa sobre

el

terreno, como Guderian

en l a s

Ardenas

en

mayo

de 1940 y

List

en el paso de Strumitza el 6 de abril de

1941. Todo dependía, sin embargo, del

ritmo q u e imprimieran al avance, p o r -

q u e

Kesselring

n o

acostumbraba

a

reac-

cionar

con

lentitud;

el

general Juin

c o n -

fiaba en las piernas de sus montañeses

marroquíes y en las patas de sus 4.000

mulos.

Clark

se

adhirió

si n

reservas

al

plan

francés, pero

no

estaba

en sus

manos

imponer a sir Oliver Leese la maniobra

d e Atina, q u e hubiera constituido el

broche

de oro, y así, al

utilizar

el

gene-

ra l

inglés

u n

cuerpo

de

ejército contra

Cass ino , donde Freyberg hab ía

empleado u n a división, la tenaza resultó

corta y las pérdidas sangrientas.

Disposit ivo

de l

1 0 . Ejérci to al em án ,

y debi l idad d e s u s medios

En el

campo contrario,

el

mariscal

Kesselring disponía

de 23

divisiones,

en

su mayor parte desgastadas y m a l abas-

tecidas d e municiones, mientras los

Aliados nadaban

en la

abundancia.

E n

palabras

del

general Westphal,

en

esta

ocasión, como

en

tantas otras partes,

los alemanes padecían ya en su propia

carne

la s

estrecheces

de la

"guerra

del

pobre".

£ B a l i z a m i e n t o d e u n pasil

a

t r a v é s

d e u n

c a m p o

m i n a d o ,

a

cargo

d e l o s

ingen ie ros

e s t a d o u n i d e n s e s .

V L a s

t r o p a s f r a n c e s a s

e n t r a n e n Cas te l fo r t e .

o

«í

ra

o

c

ra

C

o

• *

O

E :

3

O

O

O



WtADIStA W ANDERS

Wtadistaw Anders nació en Blonie, cerca de

Varsovia,

en 1892. Se

enroló

en 1911 en los

dragones

del zar y con

ellos tomó parte

en las

operaciones de la primera Guerra Mundial,

siendo herido tres veces. En la campaña contra

lo s bolcheviques (1919-1920) estuvo al mando

de un regimiento de lanceros polacos. Después

de una

estancia

en la

Escuela

de

Guerra

de

Parts,

fue

encargado

de

formar

a los

oficiales

de caballería de Polonia y ascendido luego a

general

en 1936 por

Pilsudski. Herido durante

la campaña de 1939, sería hecho prisionero e

internado

por los

soviéticos

en

Moscú. Libe-

rado como consecuencia

de l

acuerdo ruso-

polaco

de

agosto

de 1941,

Anders quedó encar-

gado de organizar las fuerzas polacas en la

Unión Soviética. En 1942 pasaría a Egipto con

60.000 hombres, para participar junto a los

ingleses

en la

lucha contra Rommel. Después,

y

ya en

Italia,

su

valor haría

de él una

figura

mítica ante el monte Cassino y en Bolonia.

En enero de 1945 el Gobierno polaco de Lon-

dres le nombró comandante en jefe de las fuer-

za s

polacas

en

Inglaterra,

en

Alemania

y en

Italia. Tras

la

capitulación alemana, cuando

lo s

Aliados dejaron

de

reconocer

al

Gobierno

polaco de Londres, sólo un 20 de las tropas

de l general Anders aceptaría regresar a Polo-

nia. Anders falleció en 1970.

E n

gene ra l Ande r s

en l a

Unión

mis ión e n l a q u e

y n e o z e l a n d e s e s

d e l

mon te Cass ino .

Circunstancia agravante para

el

comandante

de l

grupo

de

ejércitos

«C»,

la superioridad aérea y naval de sus

adversarios e ra hasta ta l punto aplas-

tante, q u e podía temer tanto un desem-

barco

en la

región

de

Civitavecchia

o de

Livorno, como

u n a

acción aerotrans-

portada dirigida a interceptar la s comu-

nicaciones del 14.° Pz.K. El mariscal

Kesselring confesaría

en sus Memorias

que , en

medio

de

esta situación

p r e -

ñada de incertidumbres sobre su futuro

inmediato, su principal motivo d e preo-

cupación era la localización exacta del

C.E.F.:

«L a

gran

y

peligrosa incógnita

q u e

subsistió hasta

el

cuarto

día del

ataque era la siguiente: ¿ dónde se colo-

caría el cuerpo expedicionario francés?

¿Cuál sería

su eje de

avance? ¿Cuál

sería

su

composición?»

(24).

El 10.° Ejército y los Estados Mayo-

res a él subordinados recibieron la

orden de señalarlo con toda urgencia en

cuanto

lo

hubieran identificado

en el

frente, pero estaba

ta n

bien camuflado

al pie de los montes Aurunci, q u e K e s -

selring n o tuvo datos seguros sobre este

punto hasta después del acontecimiento

del

monte Maio.

P o r

otra parte,

una

astuta maniobra

de

intoxicación infor-

mativa dirigida p o r Alexander tendía a

hacerle creer que e l ataque frontal se

combinaría con un desembarco en la

región

d e

Civitavecchia,

y que

ambos

comenzarían

el 14 de

mayo.

A pesar d e estas y otras incertidum-

bres, el 10.° Ejército alemán, e l "d í a D "

a la "hora H " , s e hallaría instalado

conforme

al

siguiente dispositivo:

— D e l m a r

Tirreno

al

Liri:

14.° Pz.K.

(94 .

a

y 71.

a

I.D.).

— D e l Liri al monte Meta (2.241 m ) :

51.° Geb.K. (agrupación Baade; 1.

a

D .

para.;

44.

a

I .D. , y 5.

a

Geb.D.).

— D e l Meta al Adriático: agrupación

Hauck (305.

a

y 334.

a

I .D. ; 114.

a

D .

d e cazadores).

—

Reserva

de

ejército:

15.

a

Pz.G.D.,

detrás

del 51.°

Geb.K.

E n consecuencia, el primer choque

tendría lugar entre 12 divisiones aliadas

(2

polacas,

4

inglesas,

4

francesas

y 2

americanas)

y 6

alemanas. Esta inferio-

ridad numérica

se

vería agravada

además po r dos circunstancias: por una

parte, en el momento del ataque tanto

el general v o n Senger u n d Etterlin,

comandante

del 14.°

Pz.K., como

su

superior,

el

coronel-general

von Vie-

tinghoff, se encontraban d e permiso;

p o r otra, y a pesar de una orden

expresa d e Kesselring, la 94.

a

I .D. ( te -

niente-general Steinmetz)

n o

destacaría

tropa alguna

en el

macizo

del

Petrella.

Fur ioso a taque d e l C.E.F.

El 11 de

mayo,

a las 23

horas, sobre

u n frente de unos 4 0 km , 600 baterías

aliadas (2.400 cañones de 87,6 a

2 4 0 m m ) abrieron fuego simultánea-

mente.

A

medianoche

la

infantería

aliada

se

lanzó hacia adelante, pero

cuando despuntó el alba el general

Leese y su camarada Clark pudieron

constatar

que el

ataque nocturno

no les

había proporcionado

lo s

resultados

p r e -

vistos.

El 2.° C.E. polaco (general W-íadisfaw

Anders: 3.

a

D . I . Kressowa y 5.

a

D . I .

Carpates)

había fraca sado

en las

lade-

ras de l

monte Cassino,

y

todo

el

valor

desplegado p o r estos supervivientes d e

la s cárceles soviéticas n o había hecho

m á s q u e multiplicar su s bajas. En el

valle

del

Liri,

el 13.° C.E.

británico

( te -

niente-general Kirkman) había conse-



el

Rápido

a 2 de

u s

divisiones, pero

la

capacidad

d e

del 51.° Geb.K. (general

y la

a

D .

paracaidista podía reivindicar

n

nuevo éxito defensivo.

El

C.E.F.,

a

pesar

d e

haber sido

con la 4.

a

división marroquí

e

montaña

(4 .

a

general

y con la 1.

a

división motorizada

e

infantería

(1 .

a

D.M.I.: general

B r o -

n o encontró la tarea menos difícil,

la 71.

a

I . D . alemana (teniente-

que l e hacía frente

el

ataque.

En e l

curso

e

esta lucha nocturna impuesta para

el paso d e l Rápido al 13.° C.E.

la 2.

a

D.I.M. sufrió graves

p o r

efecto

de las

minas

e

f u e

contraatacada

con

lanzalla-

final

de la

jornada

del 12 de

e ra de temer la contención del

y, en consecuencia, la

del

tiempo precioso

q u e

necesi-

el

macizo

el Petrella. S in perder u n minuto, el

su dispositivo

e artillería, d e manera que se concen-

a

topé sobre

el

bastión

de l

monte

la 71.

a

I .D. se

y, en la tarde del 14 de mayo,

a

D.I.M. izaba sobre la cumbre, d e

m de

altura,

u n a

inmensa bandera

A su

derecha,

la 1.

a

D.M.I.

la

bolsa

del

Garigliano,

izquierda, la 3.

a

D.I.A., dueña d e

en dirección a

Aún más a l a

izquierda,

el 2.°

c

1

C.E . (85 .

a

y 88.

a

D . I . ) marchaba sobre

Formia s in encontrar ningún obstáculo.

Aquel

d ía

—según relata

el

mariscal

Juin— «después

d e

recorrer

lo s

frentes

de l ataque, a una y otra parte de la

cabeza d e puente donde se desarrolla-

b a n

estas acciones, pude comprobar

el

ardor

y el

entusiasmo

de l a s

tropas

al

lanzarse sobre su s objetivos. Bien e s

verdad que los jefes de las divisiones

estaban personalmente en la brecha:

Brosset, conduciendo

su

jeep, animaba

a su

gente

con un

megáfono,

y De

Monsabert hada lo mismo c o n u n a p a -

rato d e radio portátil q u e siempre lle-

vaba consigo. Había también otras

razones

q u e

explicaban esta fiebre exal-

;

.

tada. Hacia

el

mediodía

se

había

c a p -

tado u n mensaje del enemigo"'orde-

nando el repliegue d e s u s tropas, y los

prisioneros afluían»

(25).

A

Ofens iva f r ancesa

d e l o s

mon te s Aurunc i :

e l g e n e r a l D e M o n s a b e r t

a r e n g a a l a 3 .

a

D.I.A.

d u r a n t e s u a t a q u e

con t r a Cas te l fo r t e .

<3 Los " g o u m i e r s " m a r r o q u í e s

e n c o n t r a r o n e n l o s Apen inos

u n r e l i eve seme jan te

al de su Atlas nata l .

A

l o m o

d e s u s

mu los

f r anquea r í an pasos

c o n s i d e r a d o s

p o r l o s

a l e m a n e s

c o m o i m p r a c t i c a b l e s .

159



Car ro an g lo - amer ican o Sh e rman M4 A4 /VC "F i r e f ly "

P e s o :

3 4 , 8 t m .


A r m a m e n t o : u n c a ñ ó n d e 7 6 , 2 m m M k . I V , d o t a d o

c o n 7 8 p royec t i l e s , u n a a m e t r a l l a d o r a d e 1 2 , 7 m m ,

c o n 5 0 0 d i s p a r o s , y u n a a m e t r a l l a d o r a

B r o w n i n g

d e 7 , 7 m m , c o n

5 .000 p royec t i l e s .

B l i n d a j e : d e l a n t e r o

de l a

c a r e n a .

5 1 m m ;

la tera l y t r a s e r o , 3 8 m m ;

supe r io r , 2 5 m m ; ven t r a l , 1 9 m m ;

d e l a n t e r o d e l a t o r r e t a , 7 6 m m ; l a t e r a l y t r a se ro

de l a to r r e t a , 5 1 m m ; supe r io r d e l a t o r r e t a , 2 5 m m .

Motor : Chrys le r

A - 5 7 e n

l ínea ,

d e 4 3 0 C V .

V e l o c i d a d :

4 0 k m / h , p o r

c a r r e t e r a ;

1 6 k m / h ,

todo t e r r eno .


2 0 0 k m , p or

c a r r e t e r a ;

8 0 k m ,

todo t e r r eno .

L o n g i t u d : 7 , 7 7 m .

A n c h u r a : 2 , 8 9 m .

A l t u r a : 2 , 8 4 m .

Orbis



su éxito

fondo

S in perder un instante, el general

a la brecha su cuerpo de

por la 4.

a

D.M.M.

tabores marroquíes del general

por los sende-

ametralladoras y morteros a sus

la s

tropas norteafricanas esca-

la s escarpadas lade-

monte Petrella, lo coronaron el

5 de mayo y, sin un momento de res-

se lanzaron sobre la mole del

m ).

Mientras tanto,

p a -

en Ausonia po r detrás del cuer-

montaña, la 3." D.I.A. alcanzaba

y

prolongaba

la

acción

de la 1.

a

q u e había tomado San Gior-

orilla derecha del Liri.

-

v

. * i •

' t

americanos avanzan

¿Qué hubiera sucedido en aquel

si el 8.° Ejército británico,

a su

movimiento envolvente

la

q u e deseaba el general Juin,

la posición d e P o n -

C o n toda seguridad, el 14.°

hubiera sufrido un desastre total

on repercusiones igualmente catastró-

el 10."

Ejército alemán.

El 17

e mayo el 2 .° C.E. polaco, reincorpo-

al ataque, se encontró con que el

de monte Cassino había sido

y el 19 de mayo la 78.

a

D.I .

(13.° C.E.) atacaría s in éxito el

"cerrojo Senger" en la región de

Aquino, pero esta desconexión evidente

entre

las

acciones

d e

franceses

e

ingle-

ses frenó, como puede suponerse, la

explotación de l C.E.F. en dirección a

Pico

y a los

montes Ausoni.

P o r

otra

parte, agotando su s últimas disponibili-

dades de efectivos, Kesselring lanzó a

su

encuentro

las

agrupaciones

de la 90.

a

Pz.G.D., de la 305.

a

I.D. y de la 26.

a

Pcinzer,

y para hacer frente al 2.° C.E.

americano, llegado el 22 de mayo a las

puertas de Terracina p or Formia e Itri,

el mariscal alemán lanzaría la 29.

a

A La única herencia

d e l rég imen fasc i s ta

para miles

d e

civiles

i tal ianos: viviendas

des t ru idas , a lgunos

e n s e r e s r e s c a t a d o s

a d u r a s p e n a s y el terr ible

f u t u r o d e recons t ru i r

u n a vida digna

p a r t i e n d o d e cero.



Rendic ión d e l o s d e f e n s o r e s

e C i s t e r n a : la misión

m a n d o a l e m á n

y a cumpl ida .

DIEGO CH . BROSSET

Nacido

en 1898 en

Buenos Aires, Diego

Charles Brosset se alistó voluntario en el Ejér-

cito francés

en 1916.

Tras

la

guerra permane-

ció en

servicio, ingresando

en la

Escuela mili-

tar de

Saint-Maixent

y

prestando posterior-

mente servicio

en la

infantería colonial

en

A.O.F. Director de Asuntos Indígenas en

Marruecos

en 1933,

siguió

los

cursos

de la

Escuela de Guerra de 1937 a 1939. La segunda

Guerra Mundial sorprendería

a

Brosset

en

misión

en

Colombia. Unido

a la

Francia Libre

desde el mes de junio de 1940, fue ascendido a

jefe

de l

Estado Mayor

de l

general Catroux

en

Levante y después a comandante de las unida-

des

F.F.L.

en

Trípoli

y en

Túnez, primero,

luego

en

Italia, donde

se

distinguió

en los com-

bates inmediatamente anteriores a la marcha

sobre Roma (ruptura

de la

línea Gustavj,

y,

po r último, en Provenza, donde participó en el

desembarco

y en la

ofensiva liberadora

de

Lyon.

El 20 de

noviembre

de 1944

Brosset

fallecería victima

de un

accidente.

Pz.G.D. Pero esto era vestir a un santo

desnudando a otro, es decir, al coronel-

general v on Mackensen. Reforzado en

sus efectivos con 8 divisiones por el

traslado de la 36.

a

D . I . americana a la

cabeza d e puente d e Anzio, el 6.° C.E.

no tuvo mayores problemas para r o m -

per al 14.° Ejército alemán en la jornada

del 23 de

mayo. Cuarenta

y

ocho horas

m á s tarde se efectuaría la conjunción

entre los 2.° y 6.° C.E. aliados a orillas

de la laguna d e Fogliano. E l mismo día

23 el C.E.F. se desplegaba por los mon-

tes Ausoni, mientras el 1. C .E. cana-

diense (teniente-general E.L.M. Burns:

1.

a

D.I . , 5 .

a

D.B.),

q u e

acababa

de

rele-

var al 13.° C.E. británico, forzaba el ce-

rrojo d e Pontecorvo.

Kesselring intenta

cubrir Roma

El comandante del grupo d e ejércitos

«C» se esforzó una vez más en cubrir

Roma, estableciéndose en la línea d e

alturas Colli Laziali-montes Lepini para

soldar el flanco izquierdo d e v o n Mac-

kensen con el derecho de von Vietin-

ghoff. Para ello desplazó de la región d e

Livorno su última reserva motorizada,

la Pz.D.

Hermann Góring,

y la dirigió

con toda urgencia sobre Valmontone;

pero

su

movimiento sufriría retrasos

considerables a consecuencia de los bom -

bardeos

q u e

mantenía sobre

la

región

la

aviación táctica anglo-americana (en la

jornada del 26 de mayo destruyó 665

vehículos

del 14.°

Ejército alemán).

Según las instrucciones del general

Alexander, Valmontone constituía p r e -

cisamente

el

objetivo

del 6 .° C.E.

ameri-

cano, y si Truscott , en posesión de Cis-

terna, se hubiera lanzado entonces con

el grueso de su ejército sobre el eje Cori-

Artena, hubiese tenido todas

las

posibi-

lidades d e aislar de Roma al 10.° Ejér-

cito alemán, aún con sus retaguardias

en Ceprano, es decir, a 65 km de Val-

montone, y arrinconarlo contra el

macizo poco practicable de los Abruzos.

Pero, po r razones que e l antiguo

comandante del 15.° grupo d e ejércitos

reconoce como inexplicables, Clark

ordenó al 6.° C.E. lanzar sus 34.

a

y 45.

a

D.I. y su 1 .

a

D.B. al asalto d e Velletri-

Colli Laziali,

en

dirección noroeste,

y en

el eje de

Valmontone (dirección norte)



a la 3.

a

D.I . un poco reforzada.

a l decisión, adoptada en la tarde del

mayo, suscitó u n a escasa reacción

o r parte de Alexander, quien declararía

general Gruenther, jefe del Estado

del 5.° Ejército americano, al ser

p o r

éste: «Estoy seguro

de

comandante del ejército conti-

su

avance hacia Valmontone.

cree usted?» (26).

Alexander

e l "espe j i smo romano

A L a s t r o p a s f r a n c e s a s c a p t u r a r o n e n C a s t e l f o r t e v a r i o s c e n t e n a r e s d e pr i s ioneros

a l e m a n e s .

i f

«Roma: la gran recompensa». Así

el general Mark W . Clark en

quinceavo capítulo de sus

E s

forzoso concluir

que, con

el competente soldado demos-

d e vista que la gran

del jefe siempre

recibir en su tienda a los par-

del general enemigo, como

d e u n a

capitulación

con o

honores de guerra. Pero s ir Harold

a los encan-

"espejismo romano": ¿cómo

si no el que impidiera al

q u e

descendía

de los

montes

la

ruta Frosi-

V

Car re te ra hac ia Roma ba t ida

p o r e l

f u e g o

d e l a

a r t i l l e r ía a lemana .

1 6 3



Cassino-Anzio- Roma

T E R N I

O

V I T E R B O

R I E T I

O

LAGO VICO

. C I V I T A V E C C H I A

LAGO BRACCIANO

BRACCIANlr

- «

q3

Frente

e l

1 1 - V - 1 9 4

Avances a l i ados e r

d e

C ass i no en t r e

e

y e l 11 de m a y o c

Máxi mo avance d e

en la

c a b e z a

d e p i

Límite entre ejércit

Límite entre cuerp<

At aques a l i ados

Q S A N T A M A R I N E L L A

O

L I D O D I R O M A

<9

1*.

*6

<S

>9

-9.

R O M A

F R A S C A T I

T í

<S

O

C A S T E L G A N D O L F O L A Z I

#

\

'M'V

A L B A N O

W M

C A M P O L E O N E

>

Pz.K.

G A R R O C

O

T I V O L I

14 . ° E

A R T E N A

VALMON

V E L L E T R I

A \

« - Í C 0 R I

C

C I S T E R N A

1 .

e r

C .

para

A N Z I O

LAGUNA

FOGLIANC

I O

15

20 25

50 km



Gr an Sas so d e Italia

O

E N N E

P E S C A R A Q

V

/

c

^ L A Q U I L A

O

C H I E T I

( 1 1 - V - 1 9 4 4 )

Primer plan d e l general Clark

C. E . C ue r pos

d e

e jérc i to C.E.F. Cuer pos exp edic iona r ios

F r a n c é s C A N . C a n a d i e n s e G . B . Británico

P .

Po l aco

U . S .

Amer i cano

G e b . K . "Geb i r gskor ps" : cue r po s

d e

m o n t a ñ a

•

Pz .K.

para.

Panze r kor ps" : cue r pos b l i ndados

^ c a l i d a d e s n o m e n c i o n a d a s en e l texto

O



>

« R o m a :

la

gran

r e c o m p e n s a »

(general Clark).

Para muchos so ldados

amer icanos Roma había s ido

h a s t a e n t o n c e s u n sueño

d e belleza conocido

só lo p o r l o s l ibros d e historia

V El 1 .

e r

C . E . c a n a d i e n s e

e levó

a l 1 3 . ° C . E .

bri tánico,

cons igu ió forzar

el

cerrojo

d e Pontecorvo .

none-Roma? Sólo puede existir

una

explicación: quería reservar Roma para

el 8.°

Ejército británico.

E s

curioso

q u e ,

desde Londre s, Wins-

to n

Churchill intentara advertir

al co-

mandante

del 15.°

grupo

de

ejércitos

contra

la

atracción

d e

este objetivo

de

prestigio.

El 26 de

mayo

le

escribía:

«Desde aquí,

lo que

parece mucho

más

importante

es

cortar

su

línea

de

retira-

da.

Estoy seguro

de que

usted

ha

consi-

derado cuidadosamente el envío de un

número importante

de

blindados

por la

vía

Apia hacia

el

extremo septentrional

del frente, dirigidos contra la ruta Va l -

montone-Frosinone.

El

copo

del ene-

migo tiene mucho

m á s

valor

que la

toma

de

Roma, inevitable

d e

todos

modos. Este copo

es lo

único

q u e im-

porta».

Y d o s

días después insistiría

en su

argumento:

«M e

parecería faltar

a

nues-

t r a

camaradería

—le

telegrafiaba—

si no

le

dijese

que la

gloria

d e

esta victoria,

ya

grande,

no se

medirá

por la

toma

de

Roma

o por la

conjunción

con la

cabeza

d e

puente, sino

por el

número

de

divi-

siones alemanas copadas. Estoy seguro

de que usted habrá pensado m il veces

todo esto,

y

quizás haya tomado

ya

medidas

en ese

sentido.

N o

obstante,

m e siento obligado a recordarle que es

el

copo

del

enemigo

lo que

cuenta»

(27).

Roma e s declarada

"ciudad abier ta"

Churchill derivaba hipótesis

de sus

deseos, cuando

en

Italia

la

suerte estaba

ya

echada: Roma

era el

objetivo asig-

nado

al 6.° C.E.

estadounidense.

El 31

d e

mayo

la 36.

a

D . I .

consiguió utilizar

un

vacío

en el

dispositivo

del 14.°

Ejér-

cito alemán para envolver

la

posición

d e

Velletri y escalar lo s Colli Laziali.

Furioso

po r

este error, Kesselring

destituyó

a

Mackensen

y lo

reemplazó

por el general Lemelsen, pero le fue ine-

vitable ordenar

la

evacuación

de

Roma,

a la que

declaró "ciudad abierta".

El 4

de junio la 88.

a

D . I . americana (mayor-

general

J .E .

Sloan)

fue la

primera

en

penetrar

en la

Ciudad Eterna, cuyos

puentes habían sido respetados.

En su

primera visita

a la

capital

i ta-

liana,

el

general Clark recogería

una

pequeña anécdota, digna de una acota-

ción

en la

epopeya

de la

conquista

de la

gran ciudad:

«E l

entusiasmo manifes-

tado p o r gran número de romanos hacia

la s

tropas americanas alcanzaba

el his-

terismo.

L o s

americanos estaban entu-

siasmados,

y no se

cansaban

d e

admirar

lo s

vestigios

del

pasado

de los que

tenían referencia

por sus

libros

de

histo-

r i a . F u e

aquel

d ía

cuando

u n o d e

nues-

tros valientes soldados hizo la observa-

ción

m á s

divertida

d e

toda

la

campaña

de

Italia. Mientras contemplaba

las rui-

nas del Coliseo, y después d e lanzar

un

ligero silbido, exclamó: "¡Cielos

N o

creía

q u e

nuestros bombardeos

h u -

bieran causado tantos daños

en Ro-

ma"» (28).



167



El

general Clark

m o m e n t o

e n t r a d a e n Roma,

jun io d e 1 9 4 4 .

Pérd idas d e l o s bel igerantes

De las 23 divisiones incluidas en su

orden de batalla el 11 de mayo prece-

dente, al mariscal alemán sólo le queda-

b a n auténticos despojos; sus 44.

a

, 71.

a

,

94 .

a

, 362.

a

y 715.

a

I .D. , en especial,

estaban aniquiladas, y sus grandes un i -

dades blindadas habían perdido la

mayor parte

de su

material.

E n

cuanto

a

lo s refuerzos q u e Hitler le envió a través

del

Brennero, debe señalarse

el

caso

d e

divisiones tan mal instruidas como la

162.

a

I . D . compuesta p o r turcomanos,

la 20.

a

I .D. de la Luftwaffe y la 16.

a

Pz.G.D. de los Waffen S.S., qu e se d is-

persaron al primer combate.

Durante

el

mismo período

los

ameri-

canos habían perdido 18.000 muertos,

heridos y desaparecidos, los ingleses

10.500,

los

franceses 7.260,

los

cana-

dienses 3.742, lo s polacos 3.700, y c o m -

putado unos 25.000 prisioneros. L a s

pérdidas, sin embargo, n o eran tan con-

siderables como para frenar

el

avance

del 15.° grupo d e ejércitos aliados, tanto

m á s cuanto que en el norte de África la

9.

a

D . I .

colonial

y las 1.

a

y 5 .

a

D .B .

fran-

cesas se encontraban dispuestas a

entrar en línea. U n a acción dirigida

sobre

e l e je

Roma-Tern i -Ancona

hubiera consumado

la

destrucción

del

adversario al sur de los Apeninos.

Churchill concibe

u n a maniobra grandiosa. . .

El 31 de mayo Churchill escribiría a

Alexander: «Yo le ayudaré a obtener

prioridad en cuanto necesite para co n -

cluir esta gloriosa victoria. Estoy seguro

de que los jefes del Estado Mayor a m e -

ricano comprenderán

q u e

sería erróneo

renunciar ahora a esta batalla, o debili-

tar su amplitud en beneficio de otras

operaciones susceptibles de ocupar el

primer plano d e nuestras preocupacio-

nes en un futuro inmediato» (29).

E n otras palabras, el primer ministro

británico

se

vanagloriaba

de

haber

co n -

vencido al general Marshall sobre el

abandono de la operación

Anvil,

y su

sustitución

por la

explotación

de la vic-

toria del 15.° grupo d e ejércitos a través

de los

Apeninos,

en

dirección

al

puerto

de

montaña

d e

Tarvisio, desde donde

se

alcanzaría la cuenca de Liubliana, con

Viena como objetivo final. Maniobra

grandiosa, seguramente, pero no impo-

sible a partir de aquel 31 de mayo si,

conforme a sus ideas antes reseñadas,

los 10.° y 14.° Ejércitos alemanes hubie-

r a n sido barridos al sur de Roma.

L a posición d e Winston Churchill

ante el jefe del Estado Mayor general

americano se hubiera visto sensible-

mente fortalecida

si el

general Alexan-

der hubiera demostrado m á s autoridad

en sus

relaciones

con el

mando

del 5.°

Ejército americano, y si hubiera dado a

la maniobra del 8.° Ejército británico la

orientación recomendada

p o r

Juin.

. . .que e s rechazada

p o r Marshall

E n repetidas ocasiones h a llegado a

afirmarse

q u e

Marshall,

al

imponer

a

su s interlocutores, u n tanto recalcitran-



7 Desfi le mili tar ame ric ano

en la plaza d e Venecia,

a n t e el m o n u m e n t o

a

Víctor Manuel

II.

En la pr imera d e l a s cap i ta les

d e l E j e conquis tada

o n d e a

la

misma bandera

q u e f lotara

s o b r e la Casa Blanca

e l d ía de

Pearl Harbor.

L S A r m

I I

W -

T

0

ü

w

• " f

. <K i' * »

51 i i *

1 1 1 tí

1

$ 3 K « \



e n t u s i a s m o m a n i f e s t a d o

o r gran número d e r o m a n o s

l a s t r o p a s a m e r i c a n a s

el h i s te r i smo»

Al contrario q u e Winston Churchill,

Roosevelt intervenía poco

en la

direc-

ción de las operaciones, a menos que un

desacuerdo entre los grandes jefes a m e -

ricanos

le

obligara

a

hacer prevalecer

su

autoridad presidencial. E s , pues, al

general Marshall a quien debe impu-

tarse

la

principal responsabilidad

del

rechazo categórico opuesto

por los ame-

ricanos a las peticiones de sus aliados

Harina para l a s p a n a d e r í a s

e n t r a d a

e n

Roma,

s Al iados asumir ían

r e s p o n s a b i l i d a d d e a b a s t e c e r

a

casi

d e p e r s o n a s .

ZJ

c

o

«S

>

c

británicos, en el sentido d e revisar la

estrategia interaliada priorizando una

mayor atención al desarrollo del frente

mediterráneo.

L o m á s seguro es que, al hacer esto,

Marshall sólo tuviera en cuenta consi-

deraciones

d e

alta estrategia:

en su opi-

nión, u n avance anglo-americano en

dirección

a

Viena apoyaría menos direc-

tamente

al

éxito

de la

operación

Over-

lord que e l desembarco en Provenza.

Este último abriría lo s puertos d e M a r -

sella

y d e

Tolón

a la

logística aliada,

y

una potente concentración franco-ame-

ricana remontaría el Ródano y el Saona

hasta llegar

a

constituir

el

flanco dere-

cho del general Eisenhower, una vez

afianzado éste en Champagne.

Semejante razonamiento suponía

para él aferrarse una vez más a l princi-

pio de la

convergencia

d e

esfuerzos,

t ra-

dicional en la doctrina militar ameri-

cana, y la posibilidad d e oponer un

muro de rechazo e indiferencia a los

argumentos apasionados de Winston

Churchill.

Kesselring restablece

s u f r e n t e e n l o s Apeninos

El rechazo del punto d e vista de su

interlocutor

no iba a

suponerle,

sin

embargo, adelantar

un

solo

día la

fecha

de l comienzo de la operación

Anvil

(15

de agosto), vistas las dificultades de

transporte y abastecimiento, pero, al

paralizar sucesivamente entre el 11 de

junio y el 22 de julio 3 divisiones ameri-

canas y 5 francesas (30), permitió al

hábil táctico maniobrador que era Kes-

selring restablecer su frente en los Ape-

ninos y , más aún , ceder al mariscal von

Rundstedt sus 3 .

a

y 15.

a

Pz.G.D. y reen-

viar al frente del Este a la Pz.D.

Hermann Góring.

E n cuanto al interés p o r adelantarse a

lo s soviéticos en la cuenca del Danubio,

el

general Marshall

no

tenía autoridad

para seguir al primer ministro británico

en este terreno reservado a los políticos.

Menos

de un año

después

el

general

Eisenhower adoptaría u n a actitud

semejante cuando, al llegar a orillas del

Elba, se desinteresó de la cuestión de

Berlín p o r carecer, desde su punto de

vista,

de

interés

en un

sentido estricta-

mente militar.



(1 ) Morison, Samuel Eliot: History

of the

United

States Naval Operations in World War II.

T omo I X . Sicily-Salerno-Anzio (january

1943-june 1944).

Boston, Brown

and Co. ,

1954, pág. 330.

(2 ) Clark, Mark W . :

Le s

Alliés jouent

et

gagnent.

París, Éditio ns Berger-Levrau lt,

1952.

(3 )

Merglen, Albert:

La guerre de l inattendu,

operations subversives, aéroportées

et

amphi-

bies. París, Arthaud, 1966, pág . 168.

(4 )

Morison, Samuel Eliot:

op. cit., pág . 328 .

(5 ) Juin, Alphonse-Henri: Mémoires. Alger-

Tunis-Rome.

París, Arthéme Fayard,

1959,

págs. 254-255.

(6 ) Westphal, Sicgfried: Heer in Fesseln. Bonn,

Athcnáum Vcrlag,

1950, pág . 242 .

(7 ) Kesselring, Albrecht: Soldat jusqu au

der-

nier jour.

París, Limoges , Nancy, Charles

Lavauzelle & Cié . , 1956 , pág . 219 .

(8 ) Westphal, Sicgfried: op. cit., pág . 242 .

(9 )

Alexander, Haro ld:

Mémoires (1940-45).

París, Plon, 1963, pág . 157. Memorias. B a r -

celona, Caralt,

1964.

Churchil l , Winst on: Mémoires

sur la

deuxiéme Guerre Mondiale. T omo V . L étau

se

referme.

De

Téhéran

á

Rome

(1 3

novem-

bre-5 juin 1944). Ginebra, L a Palatine, 1952,

pág . 165 . Memorias. La segunda Guerra

Mundial. Barcelona, Plaza & Janes, 1965.

Morison, Samuel Eliot:

op. cit., pág . 317 .

Majdalany, Fred: Monte Cassino, aperfus

d une bataille. París, Presses de la Cité,

1958, pág. 98. La caída de la fortaleza euro-

pea.

Barcelona, Caralt, 1973.

Staiger, Jorg:

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Die

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1962, pág. 49.

Merglen, Albert:

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Hubatsch, Walther:

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Juin, Alphonse-Henri:

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Chambe, René:

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Juin, Alphonse-Henri:

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Bóhmler, Rudolf:

op. cit.,

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Clark, Mark W . :

Le s

Alliés jouent

et gag-

nent. París, Éditions Berger - Levrault, 1952,

pág . 263 .

Bóhmler:

op. cit.,

págs. 174-175.

Juin:

op. cit., pág . 380 .

Kesselring:

op. cit.,

pág . 228 .

Juin:

op. cit., pág . 315 .

Clark:

op. cit.,

pág . 295 .

Churchill, W . :

op. cit.

T omo V. Pág . 294 .

C

CJ

E

3

C

O

(28)

Clark:

op. cit., pág . 305 .

(29) Churchill, Winston:

op. cit.,

pág . 295 .

(30) Al C. E . F . hay que

añadir, efectivamente,

la

9 .

a

D. I . C. , que conquistó la isla d e Elba

entre

el 17 y el 19 de

junio

de 1944.

Esta

o p e -

ración, llamada

Brassard,

estuvo bajo

el

mando de l general D e Lattre d e Tassigny.

A B a n d e r a al f ren te ,

u n d e s t a c a m e n t o d e l C.E.F.

des f i la

p o r l a

an t igua

v ía

t r iunfa l

d e l o s

f a s t o s

m u s s o l i n i a n o s : d e l Coliseo

a la plaza d e Venec ia .

173



Capítulo 5 5

Preludio

d e

Overlord

PRIMERA PARTE

PREPARATIVOS ALEMANES

Casi cuarenta años después

del

acon-

sin existir dificultad

a la hora d e reconstruir el enca-

de los

hechos

que, en

de once meses —a partir del 6 de

de 1944—, iba a conducir a los

la s playas d e

bahía del Sena hasta el corazón del

de

en el proceso el que todo

y decidido, como

na consecuencia de los meses de gue-

ra

anteriores?

el resultado

d e l confl icto a l éxito

al

f r a c a s o

d e l

desem barco

El 20 de marzo de 1944, en la apre-

de la

situación presentada

por él

comandantes de las fuerzas terres-

y aéreas destinadas en el

d e

operaciones, Adolf

se

mostraba

en

conjunto menos

en cuanto al futuro inmediato

mayor parte de sus generales, y

o todos su s razonamientos estaban

de pertinencia. Sin duda,

la amenaza que se perfilaba en la

del canal de la Mancha,

su s vacilaciones del otoño d e

razones que, el 20 de enero

a Mussolini y al

el aplaza-

de la operación

Seelówe:

«Esta-

o s

—les había dicho—

en la

misma

del hombre con un solo cartu-

fusil; si falla el disparo, su

es

crítica.

E l

desembarco,

en

de fracaso, n o podría ser iniciado

e nuevo, porque habremos perdido

y el

enemigo puede

el grueso de sus fuerzas al

de su conveniencia. Mientras el

no se

produzca, vivirá

con el te-

o r permanente de su posibilidad» (1).

Según el testimonio del mariscal

a sus

generales

convocados aquel

día en el

Berghof:

«Es

evidente que el desembarco anglo-ame-

ricano en el oeste es inevitable, y que

tendrá lugar. Pero ignoramos dónde

y

cuándo será, y por tanto es inútil discu-

t i r sobre este tema.

E n ningún caso debemos tolerar que

el desembarco aliado dure más d e algu-

no s días, ni siquiera algunas horas. El

ejemplo de Dieppe debe servirnos de

modelo. Un a v ez rechazado el desem-

barco, el enemigo n o repetirá segura-

mente

su

tentativa porque, tras

las gra-

ves pérdidas sufridas, necesitará meses

antes de lanzar un nuevo asalto. Sin

embargo, no es ese el único factor que

impedirá a los anglo-americanos volver

a empezar. Existe todavía otro: el golpe

fatal infligido a su moral por un desem-

barco fallido. E n primer lugar, un f ra-

caso impediría la reelección de Roose-

velt; con suerte, hasta podría acabar sus

días

en la

cárcel. Inglaterra manifestaría

más q u e

nunca

su

cansancio patente,

y,

por otra parte, dada su edad, su estado

de

salud

y la

pérdida

del

prestigio

que

padecería, Churchill sería desde enton-

ces incapaz d e imponer un nuevo

intento d e desembarco. Nosotros

podríamos compensar entonces, en un

período de tiempo reducido, la fuerza

numérica del enemigo —de 50 a 60 divi-

siones— oponiéndole un número de tro-

p as equivalente. E l fracaso de un

intento d e desembarco representaría

)ara

nosotros mucho

más que un

éxito

ocal en el frente del Oeste: sería un ele-

mento clave en el conjunto de las opera-

ciones

de la

guerra

y, por lo

tanto,

en su

resultado final» (2).

Hitler acertaba al condicionar así el

resultado de l conflicto al éxito o al fra-

caso de sus adversarios durante las

horas inmediatamente posteriores al

desembarco. U n a derrota similar a la

qu e había sufrido el 19 de agosto d e

1942 la 1.

a

D . I . canadiense ante Dieppe,

pero

con una

amplitud cinco veces

< La

" K r i e g s m a r i n e " e s p e r a b a

poner

a

p u n t o

e n 1 9 4 4

u n a se r ie d e s u m e r g i b l e s

c o n e q u i p o s c a p a c e s

d e c a m b i a r el curso

de la guer ra submar ina

e n f a v o r d e Alemania .

175



El pape l defens ivo

e l " m u r o d e l At lán t ico" :

d e re fug ios

ara submar inos .

E n n ingún caso debemos

q u e e l d e s e m b a r c o

m á s

e

a lgunos d ías ,

i s iqu ie ra a lgunas

oras» (Hit ler) .

mayor, hubiera asestado un golpe terri-

ble a la

moral

de las dos

naciones anglo-

sajonas,

y, sin

duda, antes

de que el

Comité conjunto d e jefes de Estado

Mayor pudiera prepararse para volver a

la

carga, pasarían largos meses.

En tal caso, la O.K.H. recibiría del

oeste los medios necesarios para estabi-

lizar

la

situación entre

e l mar

Negro

y el

golfo d e Finlandia, mientras la Luft-

waffe y la Kriegsmarine reemprende-

rían la lucha contra lo s anglo-ameri-

canos poniendo en juego armas nuevas

de una

eficacia terrible.

Aparición

d e

nuevas armas

1.° ) Las

bombas volantes

V 1 y V 2

L o s avances conseguidos por la téc-

nica alemana en el dominio de la pro-

pulsión

a

reacción hubieran podido

co s -

t a r mu y caros a las escuadrillas d e b o m -

bardeo americanas y británicas, si

hubieran sido aplicados con prioridad a

lo s cazas d e interceptación. P o r otra

parte, y a pesar de los retrasos provoca-

dos por e l bombardeo d e Peenemünde

en la noche del 17 al 18 de agosto d e

1943, la Luftwaffe se

disponía

a

reem-

« l i s a . • * « ; «

a i i i ü U í i

HUI üiliv



su s ataques sobre la conurba-

con

ayuda

d e su s b o m-

a s volantes VI y V2. L a primera,

a una velocidad máxima de 660

vulnerable a la acción de los

y de la artillería antiaérea, pero n o

lo mismo con la V2, auténtico

en el sentido literal de la palabra:

su blanco a una velo-

a los 1.000

m/seg,

era

U n a y otra,

con cerca de una tonelada d e

u n alcance de 350 a

construcción resultaba

u y

económica.

Submarinos capaces

e

respirar bajo

e l

agua

En el momento en que Hitler exponía

s razones antes mencionadas hacían

aparición

en el

Atlántico

lo s

prime-

os submarinos con schnorchel. Este

de invención holandesa,

en una manga abatible que, en

de hasta 7 u 8 m, bombeaba

aire necesario para los motores Diesel

evacuaba lo s gases del escape. L o s

podían recargar así sus bate-

d e acumuladores sin salir a la su-

y permanecer semanas enteras

Se

calcula

que, a

partir

del

verano

d e

generalización del schnorchel

a la mitad el porcentaje de éxitos

escoltas aliadas contra sus peli-

el almi-

al referirse a este tema,

su s inconvenientes: «Por

contrario, el

schnorchel

disminuyó su

la

Y»

'»• r

É

velocidad

de

superficie

de 17

nudos

(31 ,5 km/h) a una velocidad schnorchel

d e 6 nudos (11 km/h). L o s plazos nece-

sarios para arribar a sus zonas de ope-

ración se vieron así doblados, e incluso

triplicados» (3).

Barjot documentaría esta afirmación

con el siguiente cuadro estadístico, refe-

rido al mes de febrero de 1945:

Submarinos operacionales 120

En las

bases

39

E n

alta

m ar 81

D e ellos:

en

tránsito

(ida o

vuelta)

64

en operaciones 17

«Para concluir, debe señalarse que en

abril

de 1942,

frente

a un

número total

d e submarinos operacionales similar,

sólo había un 23 % de submarinos en

tránsito, en lugar del 50 % de 1945, tras

la adopción del schnorchel» (4).

A

Cazas br i tán icos "Tempes t"

i n t e r c e p t a n d o u n a b o m b a

v o l a n t e " V 1 " .

S u s 6 6 0 k m / h d e velocidad

m á x i m a la hac ían

vulnerab le a la acc ión

d e l o s c a z a s y de la artillería

an t iaé rea .

V Prepara t ivos

para el lanzamiento

d e u n a " V 1 " . Este t ipo

d o b o m b a s v o l a n t e s ,

m o v i d a s p o r p u l s o r r e a c t o r e s ,

t e n í a n el a s p e c t o

d e

p e q u e ñ o s a v i o n e s

s in

piloto.

177



" V 2 " , mucho

á s

t e m i b l e s

q u e l a s " V I "

ve rdade ros p recu r so re s

misi les .



E l

schnorchel

n o supuso más q u e u n

el gran-almirante

su apéndice emergido sí

ra captado en las pantallas de los nue-

os radares anglo-americanos q u e emi -

en onda centimétrica.

U-Boote d e l tipo X X I

Por el contrario, los nuevos U-Boote

tipos XXI

y XXVI, d e

haber

en servicio en tiempo útil, sí

el curso de la

Admirablemente perfilado, el subma-

de l tipo

XXI

e ra propulsado en

por dos motores eléctricos

C V en total) que le aseguraban

na hora y media d e marcha a la veloci-

hasta entonces inigualada, de 18

(33 km/h) o diez horas entre 12 y

nudos

(22 y 25,5

km/h),

lo que le

a los convoyes en

y eludir luego con relativa

la

reacción

de la

escolta.

e ra notablemente silencioso

las boyas hidrofónicas de sus

y

podía descender

por

de los 200 m de profundidad.

Dónitz, aplicando el procedimiento

prefabricación, calculaba verlos

a razón de 33 al mes, desde el

de 1944, en los tres astilleros p ro -

p o r

refugios

de

hormigón donde

sus piezas. N o

sin embargo, con la des-

de la red ferroviaria alemana

lo s golpes de la aviación estraté-

d e forma que las

en el interior

el país sólo llegarían m u y irregular-

a los astilleros de montaje.

E n realidad, y dentro d e esta catego-

construcciones, solamente se

a la mar con fines ofensivos el

(capitán

de

corbeta

A .

Schnee),

abril de 1945.

U-Boote

d e l

t ipo XX VI

E n

cuanto

al

submarino

del

tipo

aseguraba su propulsión en

y en inmersión con la ayuda

motor

d e

turbina

de

ciclo cerrado

de hidróge-

permitía u n a velocidad de 24

(44 ,5 km/h) sumergido, es decir,

cuádruple de las mejores marcas de

s

congéneres ingleses

o

americanos.

Pero ninguno d e ellos estaba en con-

diciones

d e

operar

en la

fecha

de la

capitulación, aunque después de la gue-

rra los U-Boote tipo XXVI fuesen

reproducidos p o r todas las marinas del

mundo, m u y particularmente bajo

pabellón soviético: el plagio constituye

sin duda la forma m á s sincera, y la más

discreta, de admiración y de falta de

imaginación.

A D e m a s i a d o t a r d e

para Dóni tz : "U -Bo ote "

d el t ipo " X X I " e n dique

s e c o d e s p u é s

de la cap i tu lac ión d e Alemania

=

o

io

\n

-

5

<3 El " s c h n o r c h e l " ,

d i spos i t ivo d e invención

holandesa , permi t ía

a l o s

" U - B o o t e " p e r m a n e c e r

e n

i n m e r s i ó n d u r a n t e s e m a n a s .

179



Bomba vo lan te a lemana F iese le r F2G-76

" V 1 "

M o t o r : A r g u s A s 0 1 4 d e propuls ión a chorro, d e 3 3 5 k g d e impulso es tá t ico .

P o t e n c i a : 8 4 8 k g d e u n po ten te explos ivo .

V e l o c i d a d :

6 6 0 k m / h .


2 4 0 k m .

T e c h o :

9 . 1 5 0

p ies (2 .790

m ) .

V e l o c i d a d d e c r u c e r o : 5 8 0 k m / h a 2 .5 0 0 p i e s ( 7 6 0 m ) .

P e s o c o n c a r g a : 2 . 2 0 0 k g .

L o n g i t u d :

7 , 7 4 m .

E n v e r g a d u r a : 5 , 3 8 m .

( " V " e s l a inicial d e " V e r g e l t u n g s w a f f e " , e s dec i r , "a rma d e represa l ia" ) .

Mis i l ba l í s t i co a lemán Peenemünde A - 4 " V 2 "

M o t o r : u n c o h e t e a l i m e n t a d o c o n combustible l íquido (oxigeno l íquido y alcohol etílico)

d e 3 1 . 7 5 2 k g d e impulso es tá t ico .

P o t e n c i a : 9 7 5 k g d e u n po ten te explos ivo .

V e l o c i d a d : 5 .5 3 5 k m / h , como máximo.

A u t o n o m í a : 2 9 8 k m .

P e s o c o n c a r g a : 1 2 .9 2 7 k g .

D i á m e t r o :

1 . 6 4 m .

A l t u r a :

1 4 . 2 9 m .

A n c h u r a :

3 , 5 5 m ( a l a

al tura

d e l o s

a le rones) .

Orbi



a l reparto

responsab i l idades

al to mando

El Führer aún contaba con un buen

d e

bazas

en sus

manos, pero

a condición —como él mismo

de que sus enemigos occi-

en las

el día mismo de su desembarco,

la Wehrmacht ya no podía

u n a batalla de posiciones entre

Orne y el Vire. L a coyuntura exigía

que los vencedores del

se r

trasladados

al

frente

l Este en un plazo mínimo.

Pero h ay q u e decir que e l alto mando

mu y mal organizado en

or Hitler, quizá porque el mismo F ü h -

r veía en la división y conflicto de

la

piedra angular

de su

Al otro lado de l canal de la Mancha,

general Eisenhower tenía autoridad

sólo sobre las fuerzas terrestres de su

d e

operaciones, sino también

la s fuerzas navales del almirante

s ir Bertram Ramsay, y sobre la s fuerzas

aéreas tácticas del Air

Chief Marshal

sir

Trafford Leigh-Mallory. Según

las

circunstancias, podía disponer incluso

de las fuerzas aéreas estratégicas del

teniente-general Cari

A .

Spaatz.

N o

ocurría otro tanto en Saint-Germain-

en-Laye, sede del "comandante en jefe

del Oeste" u O.B.W.

(Oberbefehlshaber

West), ni en La Roche-Guyon, cuartel

general del grupo d e ejércitos «B».

Defe ctuo sa coordinación

ent re

l o s

ejérci tos

E n

resumen,

el

mariscal

von

Runds-

tedt no estaba facultado para impartir

órdenes al almirante Krancke, coman-

dante

de las

fuerzas navales

del

Oeste,

ni tampoco al mariscal Sperrle, coman-

dante de la 3.

a

Luftflotte,

o al general

Pickert, comandante

del 3. C. E.

antiaéreo, estando el primero directa-

mente subordinado al gran-almirante

Dónitz y los otros dos al

Reichsmars-

chal Góring. Pero Krancke sólo dispo-

nía de un

pequeño número

d e

unidades

ligeras, y las fuerzas d e Sperrle estaban

A T r a b a j a d o r e s

de la organizac ión Todt .

Hitler había exigido

la

cons t rucc ión

d e 15 .000 re fug ios

d e hormigón para an tes

d e l 1 d e m a y o d e 1 9 4 3 ;

e l 1 de m a y o d e 1 9 4 4

apenas es ta r ía rea l izada

la mi tad .

181



El " A i r Chief Marshal"

s ir Trafford Leigh-Mallory

( d e r e c h a ) , c o m a n d a n t e

d e l a s

fuerzas aé reas

t á c t i c a s

d e

"Over lord" ,

e s t a b a s u b o r d i n a d o

al genera l E isenhower .

La es t r ic ta o rganizac ión

je rá rqu ica d e l a l to mando

a l iado cont ras taba

c o n e l m a l repar to

d e l a s

r e s p o n s a b i l i d a d e s

e n t r e

l o s

jefes mili tares

a l e m a n e s .

reducidas

el 6 de

junio

de 1944 a 419

aparatos , entre ellos

1 7 2

cazas.

Teniendo

en

cuenta

que se

quería aplas-

tar al enemigo en las playas d e desem-

barco, esta defectuosa coordinación

iba

a

tener consecuencias catastróficas.

Rom m el ,

s in

influencia

sobre

la

Armada

En lo que a la

Armada

se

r efiere, debe

constatarse

que el

mariscal Rommel,

comandante del grupo de ejércitos «B»,

a

pesar

de la

presencia

en su

Estado

¡Mayor

de un

adjunto naval adecuada-

mente elegido en la persona del viceal-

mirante Ruge,

no

consiguió obtener

de

Krancke

la

instalación

de una

densidad

suficiente

en las

barreras

d e

minas

de la

bahía

del

Sena, cuando

con la

mina

a

presión,

q u e

explotaba bajo

la

acción

mecánica

del

buque

q u e

pasase sobre

ella, lo s alemanes tenían un medio de

defensa especialmente temible.

Discordancias

en t re cañoneros y artilleros

P o r otra parte, los cañoneros navales

y los

artilleros

del

ejército

d e

Tierra

n o

consiguieron ponerse

d e

acuerdo

en el

tema de las baterías costeras, de su ubi-

cación

y de los

métodos

de

tiro

más

adecuados. Antiguo comarrckjnte

en

jefe

alemán

en

Noruega,

el

coronel-general

von Falkenhorst se expresaría a este

respecto

en

términos

m á s

bien duros

sobre

su s

camaradas

de la

Armada:

«Cuando miro hacia atrás, caigo en la

cuenta

de que el

reparto

de las

respon-

sabilidades

fu e

incorrecto

y

acarreó

muchos equívocos, cuyas consecuencias

fueron

un

trabajo enorme

y

muchos

obstáculos

y

conflictos.

L o s

oficiales

de

artillería del ejército y de la marina

habían recibido

u n a

formación total-

mente diferente,

y

habían evolucionado

en condiciones m u y diferentes unos de

otros. Además,

lo s

conocimientos

de los

oficiales superiores

m á s

veteranos —los

generales

y

almirantes— sobre estos

problemas eran

a

menudo

m u y

distin-

tos . Los

oficiales

d e

artillería

del

ejér-

cito eran

m uy

superiores

a los de la

marina en este terreno. L a s posiciones

de las

baterías cubiertas

o

descubiertas,

el

camuflaje,

lo s

dispositivos

de

obstá-

culos, e tc . , eran en general campos ente-

ramente inéditos para

lo s

cañoneros

de

la

Armada, puesto

q u e

estos problemas

no se planteaban jamás a bordo de sus

barcos

y, por

consiguiente, jamás figu-

raban

en su

programa

d e

instrucción.

Ellos utilizaban la artillería de los



El t e n i e n t e - g e n e r a l

A . Spaa tz ( te rcero

part ir de la izquierda)

l a s f o r m a c i o n e s

e b o m b a r d e o e s t r a t é g i c o

o n b a s e e n Gran Bretaña

Ital ia meridional e n 1 S 4 4 .

al

general

part ir de la izquierda).

CARL SPAATZ

Cari Spaatz nació en Boyertown (Pennsyl-

vania)

en 1891.

Graduado

en 1914 en

West

Point,

un año

después ingresaría

en la

Escuela

de aviación de San Diego (California).

Capitán

en 1917,

luchó

en

Francia

al

mando

de una escuadrilla (allí conseguiría abatir

cinco aviones enemigos)

y, una vez

finalizada

la

contienda, pasó

a

organizar

el

centro

de ins-

trucción

de las

fuerzas

de l

aire americanas

en

Issoudun, siguió

lo s

cursos

de la

Escuela

tác-

tica de las fuerzas aéreas y dirigió la sección de

instrucción

y de

operaciones

de l

ejército

del

Aire. Gran piloto,

en 1929

establecería

un

récord

de

duración

de

vuelo

(150

horas)

sin

interrupción.

En

1940fue enviado

a

Inglaterra

como observador militar y después, de regreso

a

Estados Unidos, dirigió

la

sección

de

material de l ejército de l Aire. Superviviente

de l

desastre

de

Pearl Harbor, Spaatz

se

hizo

cargo

de la

A ir Forcé Combat Command

y

regresó a Inglaterra en junio de 1942 para asu-

mir el

mando

de las

fuerzas estratégicas aéreas

americanas de l teatro de operaciones europeo,

incluyendo

el

norte

de

Africa.

Una vez

encau-

zada

la

ofensiva aérea

en el

Mediterráneo,

Spaatz organizaría la destinada a paralizar

la

industria alemana

y sus

puertos, nudos

de

comunicaciones y aeródromos.

Conseguida

la

victoria

en

Europa,

el

general

Spaatz tomó

el

mando

de las

fuerzas aéreas

en

el

Pacífico, siendo

él

personalmente quien

eli-

gió la

ciudad

de

Hiroshima como objetivo

del

primer bombardeo atómico.

Después

de

haber desempeñado

la s

funciones

de

jefe

de l

Estado Mayor general,

de 1946 a

1948, consagraría sus esfuerzos a la organiza-

ción

de los

cuerpos auxiliares

de l

ejército

del

Aire. Falleció en 1974.

cierto es que los marinos tenían cierta

razón al criticar a sus camaradas de t ie-

r r a cuando pretendían alcanzar lo s blan-

cos móviles que son los buques de gue-

rra aplicando lo s métodos balísticos del

tiro indirecto.

Góring s e opone

al

r eag rupam ien to

de la artillería antiaérea

L a

distribución

de la

artillería antiaé-

rea provocó nuevas tensiones entre los

ejércitos, esta vez entre el comandante

terrestre

y la

aviación

q u e

dependía

de

él orgánicamente. Rommel, conocedor

experimentado de la eficacia del 88 mm

antiaéreo

en la

lucha antitanque, quería

instalar entre el Orne y el Vire numero-

sa s baterías d e este calibre, pero Góring

se

opuso obstinadamente

a tal

agrupa-

ción y el vencedor de Tobruk n o consi-

guió su propósito.

L a tensión se prolongaría hasta d es -

pués del desembarco, e inspiró al coro-

nel-general Sepp Dietrich, de los

Waffen

S.S., comandante de la 5.

a

Panzerarmee, amargas reflexiones: «Yo

ordenaba constantemente q u e estas p ie-

zas (antiaéreas de 88 mm) se mantuvie-

ran en

primera línea para servir

d e

cañones antitanque contra lo s blindados

aliados. Pero

m is

órdenes eran frecuen-

temente anuladas

p o r

Pickert,

q u e

utili-



su s cañones para proteger enclaves

as veces, q u e estos cañones fueran

m i mando, pero el alto

m e respondió siempre que era

(6).

E l mayor-general Plocher, entonces

del Estado Mayor de la 3.

a

Luft-

defendería

a su

camarada

P i-

en los términos siguientes: «Noso-

en que estos

p o r oficiales

Luftwaffe, porque el ejército de

no sabía manejar este tipo de

el despliegue de los

finalmente, el mariscal von

n os

permitió elegir

a

noso-

sus emplazamientos». Y añade,

in

«Era necesar io hacerlo

sí

para impedir

que e l

ejército

d e T i e -

ra malgastase hombres y material.

Solíamos decir que el soldado de infan-

tería alemán combatiría hasta

el

último

hombre de los cañones antiaéreos de la

Luftwaffe

» (7).

HUGO SPERRLE

Nacido

en

Ludwigsburg

en 1885,

Hugo

Sperrle, aunque graduado en el arma de infan-

tería, hizo

su s

primeras armas

en la

aviación

en Francia durante la primera Guerra Mun-

dial. Ascendido

a

general, después

de

luchar

en

los

cuerpos

de

Luttwitz,

fu e

nombrado coman-

dante de la quinta región aérea en 1934.

Su

carrera abundaría

en

misiones especiales,

como el mando de la Legión Cóndor qu e parti-

cipó

en la

guerra civil española.

Al

estallar

la

segunda Guerra Mundial, Sperrle operaría

al

mando de la 3.

a

Luftflotte

en ayuda de von

Rundstedt, sobre todo

en

Sedán. Posteriormen-

te , tras el armisticio de Compiegne, fue ascen-

dido

a

mariscal

y

desempeñó otras misiones

bélicas

(los

medios

a su

disposición

no le per-

mitieron oponerse

co n

éxito

a l

desembarco aliado

en

Normandía). Falleció

en

Munich

en 1953.

A Hit ler dudaría

a la hora d e c o n c e n t r a r

e n R o m m e l el m a n d o

único sobre todas

l a s un idades b l indadas

e s t a c i o n a d a s

e n

Francia.

y la

a u s e n c i a

d e

esta

d i recc ión homogénea

iba a p e s a r g r a v e m e n t e

s o b r e la d e f e n s a a l e m a n a

d e s p u é s d e l d e s e m b a r c o a l i a d o .



Arti l leros de la Armada

e n acc ión .

o s g e n e r a l e s y l o s a l m i r a n t e s

e l Tercer Re ich mantendr ían

d e v i s ta d i fe ren tes

a la ubicación

ba te r ías cos te ras

r e s p e c t o

al

m é t o d o

d e

tiro

u e convenía adopta r .

L o menos q u e puede deducirse de

estas incoherencias, es que Rommel y

Rundstedt, encargados de aplastar el

desembarco enemigo en el plazo m á s

breve posible, veían evaporarse con

ellas una parte sustancial de los medios

necesarios para el cumplimiento de su

misión.

Balance d e l a s fuerzas

a las

órdenes

d e v o n Rundstedt

El día de Overlord la s

fuerzas terres-

tres a las órdenes del mariscal von

Rundstedt se articulaban de la siguiente

manera:

—2 grupos de ejércitos («B» y «C»).

- 4 ejércitos (1.°, 7.°, 15.° y 19.°).

— 15 cuerpos de ejército.

—40

divisiones

d e

infantería.

—4 divisiones de campana de la Luft-

waffe.

—9 divisiones blindadas.

—Una división de granaderos blindados.

Pero el mariscal no tenía facultades

para dirigir este conjunto

con la

autori-

d a d concedida normalmente a un

comandante en jefe. E n primer lugar,

la s

grandes unidades

de la Luftwaffe

(un cuerpo de ejército y 8 divisiones)

a

|

r-

P ieza pesada a lemana .=

s e c t o r d e Ca la i s . \

mar i sca l v o n R u n d s t e d t |

q u e s e

produjera al l í

5

l

d e s e m b a r c o a l i a d o .

o

sólo

le

estaban subordinadas táctica-

mente, lo mismo que sus 4 divisiones de

Waffen S.S. y del l .

e r

Pz.K. de la

misma procedencia. Carecía d e autori-

dad en lo referente a su instrucción,

ascensos, atribución d e mandos y repre-

sión, como recordara brutalmente

Hitler a Rommel cuando éste llegó a

pedirle sanciones contra la 2.

a

P z .D .

Das

Reich

de los

Waffen

S.S.

por su

responsabilidad en la abominable masa-

cre de Oradour.

Más aú n : l a O.B.

West

tenía prohi-

bido disponer

sin

autorización

d e l F ü h -

rer de dos de sus mejores divisiones

blindadas, la 12.

a

P z . D .

Hitlerjugend

de

lo s Waffen

S.S., estacionada

en la

zona

de Lisieux, y la Pz.D. Lehr, gran unidad

de disuasión que se encontraba en C h á-

teaudun. E n cuanto al resto, la O.K.W.

no cesaba d e interferir en la esfera del

mando, como explicaría von Rundstedt

con amargura a los oficiales ingleses

que le interrogaron tras ser detenido:

«No era libre d e escoger m i camino. M i

única atribución como comandante en

jefe en el Oeste, era dar la orden de

cambiar el centinela q u e vigilaba ante

m i puerta» (8).

Resulta evidente, como

se

desprende

del testimonio anterior, totalmente verí-

dico, q u e Hitler n o veía incompatibili-

da d

alguna entre

su

autoridad despó-

tica, desconfiada y minuciosa y la nece-

sidad d e actuar con rapidez en la que

tanto insistía.

Hipótesis sobre e l lugar

d e l desem barco

El éxito del desembarco se explicaría

en gran medida por los errores del Ser-

vicio de Información alemán. L o s nazis

Kaltenbrunner y Schellenberg, que

habían sustituido

a

Canaris

y a

Oster,

no

supieron vislumbrar

la s

intenciones

de los anglo-americanos, ni adivinar y

sustraerse a sus maniobras de intoxica-

ción informativa.

En la

O.K.W.,

lo

mismo que en Saint-Germain-en-Laye

y en La Roche-Guyon, no tenían otro

remedio q u e basarse en hipótesis.

En su informe del 20 de marzo,

Hitler, au n reconociendo que era impo-

sible prever el sector, entre Noruega y

Grecia, elegido por los occidentales

para

su

ofensiva, tenía

sin

embargo

su



P u e s t o d e m a n d o

impor tan te ba te r ía

propia opinión: «E l desembarco es posi-

ble de un

extremo

a

otro

del

frente

marítimo, excepto donde

lo s

arrecifes

impidan el acceso a la costa. Los dos

sectores

m á s

favorables,

y por

consi-

guiente

los más

amenazados,

son las

d o s

penínsulas

del

litoral occidental,

es

decir, Cotentin

y

Bretaña; ambas

son

igualmente tentadoras, porque ofrecen

máximas posibilidades para

la

forma-

ción de una cabeza d e puente, q u e sería

ensanchada sistemáticamente gracias

al

empleo masivo

de la

aviación

y de las

armas pesadas» (9).

Esta hipótesis

n o

carecía

de

lógica

y

el

dispositivo adoptado

por el 7.°

Ejér-

cito alemán (coronel-general Dollmann)

se

adaptaría

a

ella perfectamente, pues-

to que de las 14

divisiones

d e

infan-

tería incluidas en su orden de batalla,

12

quedarían dispuestas entre

el

Vire

y el

Loira.

El mariscal vo n Rundstedt "no c om -

partía esta opinión. Para

él, los

Aliados

franquearían

el

canal

de la

Mancha

en el

paso d e Calais, considerando las venta-

jas de tal

solución;

en

apoyo

de su

tesis

esgrimía

en 1945 los

argumentos

siguientes:

«En

primer lugar,

u n

ataque

qu e

partiese

de la

región

de

Douvres

para dirigirse

a la

región

d e

Calais utili-

zaría

el

camino marítimo

m á s

corto

entre Inglaterra y el continente. E n

segundo lugar,

la s

rampas

de

lanza-

miento

de las

VI

y

V2 estaban situadas

en esta región. E n tercer lugar, allí se

encontraba

la

ruta

m á s

corta hacia

el

Ruhr

y el

corazón

de la

Alemania indus-

trial; una vez conseguido el desem-

barco, sólo hacían falta cuatro días para

alcanzar

el

Rhin.

E n

cuarto lugar,

una

operación de este género aislaría a las

fuerzas alemanas

del

norte

d e

Francia

de las

alineadas

a lo

largo

de la

costa

mediterránea. Contra la lógica de la

elección

del

paso

d e

Calais chocaba

la

realidad negativa

de ser

esta zona

la

mejor guarnecida,

con las

defensas

co s -

teras

m ás

serias,

y ser la

única región

en

la que la

"muralla

de l

Atlántico" hacía

honor

a su

reputación.

Y o

siempre

de -

cía a mi Estado Mayor: " S i fuera Mont -

gomery, atacaría

p o r

Calais"»

(10).

Para

los

Aliados hubiera supuesto

tropezar

con la

parte

m á s

dura

de la

"muralla

del

Atlántico", cuyas baterías

instaladas bajo hormigón

a uno y

otro

lado del cabo Gris-Nez mantenían la

costa inglesa entre Ramsgate

y

Dunge-

ness bajo

el

fuego

de sus 14

cañones

de

280, 305, 380 y 406 mm; por otra parte,

el 15.°

Ejército (coronel-general

von

Salmuth) ocupaba

el

sector

con una

densidad suficiente

(18

divisiones

d e

infantería entre Amberes

y

Cabourg)

y

con la

ayuda

d e

tropas

de

buena cali-

dad. En la

O.K.W.

el

mariscal Keitel

y

lo s generales Jodl y Warlimont calcula-

ban un

desembarco entre

el

Somme

y el

Sena,

es

decir, fuera

de l

alcance

de las

grandes piezas mencionadas, pero siem-

pre en el

sector

del 15.°

Ejército.

Preocupac iones d e Rommel

E n

cuanto

al

mando

del

grupo

d e

ejércitos «B», cuya autoridad se exten-

día a los 7.° y 15.°

Ejércitos,

as í

como

al

88.° A.K.,

encargado

con 3

divisiones



custodia d e Holanda, se inquie- baterías de costa. Efectivamente, sobre

por la debilidad de la el frente de 180 km que media entre L e

en las playas de la bahía del Havre y la punta d e Barfleur, el coronel

3 divisiones se estiraban entre sueco Stjernfelt, especialista en artille-

y el

puerto

rí a

costera,

no

contó

más que 18

bate-

Cherburgo, sin que esta delgadez del rías, de las cuales 12 no alcanzaban las

se viera compensada playas de Calvados o se mantuvieron

mayor densidad

y

calibre

de las

inactivas

el día de Overlord (11).

A O b ú s a l e m á n d e 1 5 0 m m

en la cos ta ho l andes a .

E l 8 8 . ° A . K . f u e e n c a r g a d o

d e defender Holanda

c o n 3 divisiones.

7 El

" m u r o

d e l

At lán t ico" ,

t a l c o m o lo r e p r e s e n t a b a

la p r o p a g a n d a a l e m a n a .

189



Otro tema de preocupación para el

mariscal Rommel era la forma que

debía darse

a

esta batalla defensiva

d e

la que era responsable, y que podía

desencadenarse de un día para otro.

Sobre esto,

su

punto

de

vista coincidía

casi íntegramente con el del Führer.

En su opinión, el ataque anfibio dife-

r ía

esencialmente

de la

ofensiva terres-

t re en que , mientras la segunda conoce

su máxima energía el dí a D , a la

"hora

H , y

después decrece

en

razón

a

la s pérdidas sufridas y a las dificultades

de acomodación, lo que posibilita a la

defensa diferir

el

contraataque,

en el

primero el asaltante es débil en el mo-

mento del desembarco, y sólo puede re -

forzarse gradualmente en el interior de

su

cabeza

d e

puente.

E n consecuencia, era conveniente que

lo s Panzer,

agentes indispensables

del

contraataque, estuvieran distribuidos

de forma q u e pudieran oponerse al ene-

migo en cualquier posible sector de

desembarco (Países Bajos, paso

d e C a -

lais, Normandía, Bretaña) el día mis-

m o de producirse éste. Es lo que expli-

caría Rommel

a

Jodl

en una

carta

fe-

chada el 23 de abril de 1944: «A pesar

de la superioridad aérea adversaria, si

conseguimos lanzar durante

la s

prime-

ra s horas posteriores al desembarco una

gran parte de nuestras fuerzas contra el

enemigo

en los

sectores amenazados,

estoy seguro de que el asalto quedará

roto desde el primer día».

Pero, añadía:

«M i

única preocupa-

ción

es el

problema

de las

unidades

móviles. A pesar de la decisión tomada

con ocasión de la conferencia en el cuar-

tel

general,

el 21 de

marzo, estas fuerzas

no han sido puestas a m i disposición.

Algunas formaciones permanecen aún

dispersas

en

vastos sectores,

m u y

lejos,

en el interior; por lo tanto, llegarán

demasiado tarde para cumplir su misión

en la

batalla

del

litoral. Dada

la

enorme

superioridad aérea de que dispone el

enemigo, todo desplazamiento impor-

tante

de las

unidades motorizadas

en

dirección a la costa será objeto de a ta-

ques aéreos poderosos e incesantes. Por

otra parte, privadas

del

sostén

de las


y de las

unidades

rápidas, nuestras divisiones d e defensa

del litoral difícilmente podrán rechazar

lo s

ataques lanzados simultáneamente

I

í i

•

>

c;

*

por los asaltantes venidos del mar y por

las

unidades aerotransportadas lanza-

das en paracaídas en el interior del país.

L a s líneas q u e miran hacia el interior

están insuficientemente ocupadas para

asegurar u na protección eficaz. Debere-

m o s disponer pues nuestras unidades de

combate,

y

nuestras formaciones

d e

reserva,

d e

manera

que se

reduzca

al

mínimo la distancia q u e deban recorrer

para resistir

un

ataque

en

cualquiera

de

lo s

posibles sectores...,

y

garantizar

así

la destrucción de la mayor parte de las

fuerzas enemigas desembarcadas o lan-

zadas

en

paracaídas».



c r

Pz.K. de los

Waffen

S.S.

a

Pz.D.

Leibstandarte

de los

Waffen S.S.

(Beverloo, 70 km al este

e Amberes).

a

P z . D .

(Amiens).

a

P z .D .

(región

d e

Gisors-

a

Pz .D.

Hitlerjugend

de los

Waffen S.S.

(región

de

Evreux-Li-

Lehr (región d e Cháteau-

a

P z . D . (Saint-Pierre-sur-Dives,

0 km al sureste d e Caen).

obtiene

Pero ninguna orden

de la

O.K.W.

a da r fuerza ejecutiva a

de Hitler.

realidad,

el

comandante

de

esta

fo r -

en

contra

del

papel

que

le quería asignar. En su opi -

la reserva blindada del frente del

en posi-

de París, de manera

e pudiera intervenir, con todas las

fuerzas reunidas, en el sector en que,

una vez disipados todos lo s equívocos y

diversiones,

se

viera

que e l

enemigo

desplegaba su esfuerzo principal. A este

respecto,

la

distribución

de los Panzer

tal y

como

se

veía

en La

Roche-Guyon

le parecía encajar de lleno en la senten-

cia contra todo sistema de defensa en

cordón pronunciada

po r

Federico

el

Grande, quien, en su lenguaje franco-

alemán, había afirmado: «Wer alies

defendieren zuill, defendiert

ga r

nichts»

( E l q u e quiere defender todo, n o

defiende nada).

El

mariscal

von

Rundstedt

y el

coro-

nel-general Guderian se adhirieron a

este punto d e vista que, sin duda,

basaba

su

filosofía

en los

grandes prin-

cipios

de la

guerra. ¿Pero eran aplica-

bles tales principios en aquellas circuns-

tancias? Rommel lo negaba, apoyán-

dose

en sus

experiencias

en el

norte

de

Africa, experiencias no vividas por sus

detractores al proceder todos ellos del

frente del Este, en el que la aviación

táctica del adversario apenas empezaba

a manifestar su poder paralizador. L o s

¿ El p u n t o d e vista d e

R o m m e l s o b r e

la

dirección

de la batal la decisiva d e

l a que e r a r e s p o n s a b l e

co inc id ía cas i in tegramente

c on e l de l Führer:

el enemigo debía

s e r a p l a s t a d o e n l a s playas.

< " D i e n t e s d e d r a g ó n "

a n t i t a n q u e s c o n s t r u i d o s

s o b r e el te r reno ,

y r e f o r z a d o s c o n u n

e n t r a m a d o d e a l a m b r a d a s

para impedir la infi l tración

de la

in fan te r ía .

195



P i r á m i d e s d e gu i ja r ros :

n o b s t á c u l o r u d i m e n t a r i o

a l

laberinto

e

d e f e n s a s

c o n q u e

R o m m e l

l a s cos tas

l f r e n t e d e l Oes te

desembarco a l iado .

acontecimientos demostrarían

sin

palia-

tivos la pertinencia del razonamiento

del "zorro del desierto".

A

pesar

de una

nueva tentativa

el 23

de abril, Rommel no obtuvo ningún

resultado positivo en este punto capital.

M ás aún : e l Führer mantuvo la misma

actitud negativa cuando el comandante

del grupo de ejércitos «B» le sugirió

situar

la Pz .D. Lehr

entre Orne

y

Vire,

instalar

la Pz .D. Hitlerjugend en la

región d e Saint-Ló y reforzar m á s este

sector, que le parecía peligrosamente

desguarnecido,

con la

ayuda

de una br i -

gada de lanzacohetes (976 tubos de 150,

Geyr v o n S c h w e p p e n b u r g ,

e l " P a n z e r g r u p p e W e s t " ,

o c o m p a r t í a l a s ideas

e

R o m m e l . S e g ú n

é l

s u e r t e d e l adversa r io

e decidir ía durante

gran batal la d e b l indados

a l d e s e m b a r c o .

210 y 300 mm) y de

numerosas baterías

antiaéreas pesadas

(88 m m ) . En

vista

del silencio de Hitler, el mariscal

alemán abandonó L a Roche-Guyon al

amanecer

del 4 de

junio, camino

de

Berchtesgaden, no sin antes haber con-

sultado su barómetro y obtenido el con-

sentimiento

de von

Rundstedt.

La con-

tinuación de la historia ya es conocida.

Contradicciones d e Hitler

L a actitud d e Hitler ante los proble-

m as a s í

planteados

en el

seno

del

alto

mando alemán sigue siendo incompren-

sible, por su abundancia de contradic-

ciones,

a

pesar

de la

documentación

publicada desde 1945.

Aunque no había concedido ningún

crédito

a las

predicciones

de sus

colabo-

radores de la O.K.W. y del mariscal von

Rundstedt, seguros de que los anglo-

americanos desembarcarían en la costa

francesa entre

L e

Havre

y el

paso

d e

Calais, Hitler haría suya esta hipótesis

desde el día siguiente del desembarco

aliado

en la

bahía

del

Sena,

y se

aferró

a

ella contra viento y marea hasta el día

en que e l l .

e r

Ejército americano horadó

definitivamente

el

dispositivo alemán

por la orilla izquierda del Vire. Hasta el

24 de julio siguió persuadido de que la

batalla d e Normandía no tenía otro fin

q u e incitarle a abandonar su guardia en

el paso d e Calais.

Pero,

si

bien

su

hipótesis avanzada

el

20 de

marzo referente

al

primer objetivo

apuntado por el desembarco sólo incor-

poraba parcialmente las ideas d e R o m -

mel al

respecto,

el

acuerdo entre

los dos

hombres era total en cuanto a los méto-

d o s para rechazarlo: contraataque

inmediato sobre

las

mismas playas,

de

forma que no se dejasen comprometer

en una larga batalla d e desgaste seme-

jante

a la de

Anzio-Nettuno.

Pero aquí surgía u n a nueva contra-

dicción: si, por razones perfectamente

válidas,

el

Führer rechazó

la

idea

de

maniobra preconizada

p o r

Geyr

von

Schweppenburg, también negaría a

Rommel

lo s

medios precisos para afron-

tar la

batalla según

el

programa

al que

acababa de dar su total consentimiento.

A u n lejos d e cualquier tentación d e

"rehacer la historia", puede decirse que

si Hitler, extrayendo las últimas conse-



de los

principios

q u e

acababa

e plantear, hubiera dado su consenti-

a las propuestas de su gran

se

hubieran producido

los

Rommel hubiera sido advertido de

lo s

lanzamientos

de

paracaidistas

anglo-americanos

el 6 de

junio,

un

)oeo después de la una y media de

a madrugada, en su puesto de

mando

de La

Roche-Guyon, mien-

tras que de la otra forma no lo fue

hasta cinco horas m á s tarde y en su

domicilio d e Herrlingen, en los

alrededores de Ulm.

contraataque lanzado en la tarde

del 6 de

junio únicamente

por la

21.

a

Pz.D. en el sector británico, se

hubieran podido unir la Pz .D. Lehr

y la 12.

a

Pz.D.S.S.

Hitlerju-

gend. Desde la s posiciones que

Rommel había querido hacerles

ocupar, hubieran podido dirigirse

de inmediato al asalto de las cabe-

zas de puente q u e formaban los

americanos. Reuniendo las 2 divi-

siones unos

400 ó 450

carros

y

cañones oruga, la primera hubiera

liquidado con toda probabilidad el

asunto

de Omaha

antes

de la

caída

de la noche, mientras la segunda

estaba bien colocada para aplastar

a los

paracaidistas instalados

mal

q u e bien alrededor d e Sainte-Mére-

Eglise.

E s

verdad

que, al

hacer esto,

la

Panzer Lehr

hubiera entrado

en el

radio

d e acción de los cañones de la flota

aliada,

y que los

precedentes

d e

Gela

y

Salerno demostraban la terrible eficacia

de sus grandes obuses contra lo s carros

(Geyr von Schweppenburg había utili-

zado este argumento durante

las tor-

mentosas discusiones q u e mantuvo con

Rommel referentes al mando de sus

divisiones blindadas), pero,

p o r

real

que

fuese este peligro, ¿había q u e concluir

q ue debían abstenerse d e todo contra-

ataque

e l d ía D ,

desaprovechando

el

momento fugaz en que el enemigo aún

no se había consolidado en sus cabezas

d e puente?

A Líneas d e d e f e n s a s

d e l l i toral ideadas p o r Rommel

para paliar la insuficiencia

d e f o r t i f i c a c i o n e s d e hormigón .

El mar i sca l a lemán

der rochar ía energ ías ,

ac t iv idad

e

imaginac ión

en la p u e s t a e n práctica

d e l m á s formidable s i s tema

d e d e f e n s a e s t á t i c a d e

la segun da Guer ra Mundia l .

197



SEGUNDA PARTE

PREPARATIVOS ALIADOS

El mate r ia l necesar io

el t r a n s p o r t e

división paracaidista

Cruzaremos

el

canal

de la

Mancha

para observar desde Londres lo s prepa-

rativos de la operación

Overlord.

L a

organización interaliada

e

interejércitos

del S.H.A.E.F.

(Supreme Headquarters

Allied Expeditionary Forcé), consti-

tuido

a

iniciativa

y

bajo control

del

Comité conjunto d e jefes de Estado

Mayor, n o funcionó sin algunos roces,

pero, salvo excepciones, no se manifes-

taron durante

el

período

de

prepara-

ción. Hasta mediados d e julio de 1944

lo s generales Eisenhower y Montgo-

mery caminaron verdaderamente

d e la

mano", aunque la s funciones asumidas

por el segundo se prestasen un poco al

equívoco

y n o

fuesen interpretadas

de la

misma manera por uno y otro.

Funciones d e Montgomery

El 23 de diciembre de 1943, escri-

biendo sobre este tema

al

general

M a r -

shall, Eisenhower le decía: «Para las

primeras fases d e Overlord, no veo la

utilidad de los comandantes de los gru-

pos de ejércitos británicos y america-

nos . Su

nombramiento impediría

la

coordinación q u e debe reinar entre las

fuerzas terrestres y aéreas» (13).

E n

consecuencia, confiaba

a

Montgo-

mery el mando de las fuerzas terrestres

anglo-americanas participantes en el

desembarco propiamente dicho,

y des-

pués en las operaciones q u e apuntaban

a la consolidación y extensión de las

cabezas de puente. Sería pues al vence-

dor de

El-Alamein

a

quien corresponde-

r ía preparar y llevar a cabo la batalla d e

ruptura q u e sellaría la suerte de los ejér-

citos alemanes comprometidos

en N or -

mandía.

Pero cuando, tras salir de Norman-

día, se

pasase

al

avance

q u e

debería

conducir a los Aliados hasta el corazón

d e Alemania, se procedería a la forma-

ción

de dos

grupos

de

ejércitos,

uno

anglo-canadiense y otro americano.

Asumiendo Montgomery el mando del

primero,

y

llamando

al

general Bradley

a la cabeza del segundo, Eisenhower

volvería a retomar la dirección de las

operaciones terrestres, conservando

el

rango d e comandante en jefe.



<

Mil la res

d e

veh ícu los

d e todo t ipo s e d ie ron

cita e n l o s puer tos

d e Ing la te r ra mer id iona l .

Albergar e n e l reduc ido

e s p a c i o de l a isla

l a s m a s a s h u m a n a s

y el

mate r ia l des t inado

al

d e s e m b a r c o p l a n t e a r í a

se r ios p rob lemas .

7 G e n e r a l e s a m e r i c a n o s

Bradley ( izquierda) y Collins.

Bradley asumiría

el m a n d o d e l grupo

d e

e j é r c i t o s e s t a d o u n i d e n s e s

e n c a r g a d o

de la

explo tac ión

d e l d e s e m b a r c o .

Nada entre

la

documentación dispo-

a pensar q u e Eisenhower

a Montgomery en la incerti-

a sus

intenciones

de

a tomar las riendas de las fuerzas

que, en

fuero interno, Montgomery

se

había

de que su superior, v i s -

éxitos por él conseguidos, le

el

final

del

conflicto

al

de las fuerzas terrestres que le

la s primeras fases

operación

Overlord.

Pero Eisenhower, que en 1943 había

lo s sinsabores de un "mando

en la

persona

del

general

Harold Alexander, no estaba d i s -

a padecer la situación de nuevo.

él personalmente se hubiera

a

representar

el

papel

de rey

n gobierno, sus grandes subordinados

no lo hubieran tolerado, ni

su

superior,

el

general George

. Marshall, y menos aún la opinión

d e Estados Unidos, bajo la

de un

enjambre

d e

corres-

d e guerra, acreditados ante el |

de los cuales lo menos que i

puede decir

es que

eran poco

pro- g

a los puntos d e vista y a los méto- |

o s preconizados por sus aliados britá- I

Q



Cazador d e carros alemán Tiger o Jagdt iger

P e s o : 7 0 , 6 t m .


A r m a m e n t o : u n c a ñ ó n d e 1 2 8 m m P a K 8 0 L / 5 5 ,

d o t a d o

c o n 3 8

proyec t i l es ,

y u n a

a m e t r a l l a d o r a

M G 3 4 .

Blinda je : de lan te ro

d e l

c a s c o .

1 0 0 m m ;

lateral y t r a s e r o . 8 0 m m ;

s u p e r i o r e inferior . 4 0 m m ;

d e l a n t e r o de la c á m a r a d e t iro. 2 5 0 m m ;

lateral y t r a s e r o de la c á m a r a d e t i ro , 8 0 m m ;

s u p e r i o r de l a c á m a r a d e t iro, 4 0 m m .

M o t o r : M a y b a c h H L 2 3 0 P 3 0 e n l ínea, d e 7 0 0 C V .

V e l o c i d a d :

3 8 k m / h . p o r

c a r r e t e r a ;

1 9 k m / h ,

todo te r reno .

A u t o n o m í a : 1 6 0 k m . p o r c a r r e t e r a ; 1 2 0 k m , todo te r reno .

L o n g i t u d : 1 0 . 6 5 m .

A n c h u r a : 3 . 6 2 m c o n l a s c a d e n a s d e c o m b a t e ;

3 . 2 6 m c o n l a s c a d e n a s e s t r e c h a s .

A l t u r a : 2 , 8 1 m .

Orbis



Explicable o inexplicable, lo cierto es

personalidad de l general Eisen-

y n o

lograba

im -

a la del brillante vencedor d e

y Mareth

q u e

sentía frente

a s u

jefe

verdadero complejo

d e

superioridad

En la jerarquía británica

no era e l único en experi-

al

El 15

mayo de 1944, a l término de una

en el

curso

de la

cual Eisen-

y s u s subordinados habían

s u s ideas sobre la operación

el rey

Jorge

VI, e l

primer ministro

el mariscal Smuts, el jefe del Estado

en su Diario:

« M i

principal impresión

e s q u e

no es un verdadero director

respecta a los conceptos, los

la energía y la orientación q u e

imprimir.

E s m á s

bien

u n

coor-

u n buen organizador, u n c a m -

de la cooperación interaliada; en

que se le

¿ e s esto sufi-

Ta l vez sea imposible que un

en

solitario todas estas cuali-

m e h e hecho demasia-

exigente. S in embargo, sigo con

(14).

Al releer s u s notas d o s años m á s

a

este

en la forma d e tratar a sus alia-

totalmente imparcial y , po r consi-

de la

confianza

d e

cada

Personalidad llena d e encanto,

no un ve r -

I k e

hubiera

a u n director d e

q u e llamase al plato en su

a los

diferentes actores, pero

verdadero di rector del

el que controla y dirige a

los

actores»

(15) .

d e Eisenhower

A

diferencia

d e

Alanbrooke,

d e

Mont-

d e MacArthur y d e Patton,

n o había participado en la

s

>

I

o

o

primera Guerra Mundial,

y

durante

el

período entre

las dos

guerras

el

mando

m á s alto q u e había recibido era el de un

batallón d e infantería. De la misma

manera, aunque experto

e n

todas

las

funciones d e Estado Mayor, n o poseía

la imaginación táctica q u e caracterizaba

A

E i s e n h o w e r , c o m a n d a n t e

e n

j e f e

d e l a s

f u e r z a s

a l i a d a s e n c a r g a d a s

d e l a

l ibe rac ión

d e

Europa

occ iden ta l , p reparó

e l

d e s e m b a r c o

e n

e s t r e c h a

c o l a b o r a c i ó n c o n M o n t g o m e r y .

201



-

¿

l v C o n c e n t r a c i ó n

d e

m a t e r i a l

e n l a s

p r o x i m i d a d e s

d e l o s

p u e r t o s

d e

e m b a r q u e i n g l e s e s .

El

s o m e r o c a m u f l a j e a n t i a é r e o p u e d e

d a r u n a

idea

d e l a

deb i l idad

d e l a

" L u f t w a f f e " .

:n

w

c;

E

—

J

tanto a u n Bradley como a u n Montgo-

mery.

A

cambio, habría

q u e

reconocerle

u n a notable aptitud para asimilar lo

mejor de las ideas de los otros e inte-

grarlas

en el

cuadro

m á s

general

de su

propia esfera d e responsabilidad.

P o r otra parte, es preciso admirar la

tranquila autoridad,

la

rectitud,

el

tacto

y la finura psicológica d e l hombre q u e

supo congeniar c o n u n subordinado tan

difícil como Montgomery, quien a la

pregunta: «Entonces, ¿usted n o obedece

jamás las órdenes?», se había permitido

responder

c o n

impertinencia:

«Si no me

agradan,

v o y

todo

lo

lejos posible

por e l

camino de la desobediencia, e intento

imponer m i pun to d e vista. S in

embargo,

si no lo

consigo, acabo

por

someterme» (16).

D e igual modo, conseguiría acallar

lo s

exabruptos

del

brillante

e

insoporta-

b le George S . Patton, colocando por

encima de él ai «serio, celoso y m u y

educado» Ornar

N .

Bradley,

q u e

había

sido s u subordinado en Sicilia, sin que

d e ello derivase la menor tensión entre

estos

d o s

grandes soldados

d e

tempera-

mentos y aspectos ta n diferentes. S u

estima hacia ellos no le impediría sin

embargo permanecer sordo ante

sus

observaciones despectivas

y sus

suge-

rencias contra el aliado británico.

Se ha dicho q u e Eisenhower se impo-

n ía

poco. Mejor sería decir

que se

impo-

nía con poca frecuencia, pero que lo

hizo siempre que la coyuntura exigió su

intervención personal

y

siempre

de una

forma adecuada. D o s ejemplos bastarán

para justificar esta afirmación:

Ocho días antes

de l

comienzo

d e

Overlord, el Air Chief Marshal

Leigh-

Mallory, comandante de la s fuerzas

aéreas tácticas bajo

s u s

órdenes,

fue a

decirle

p o r

última

vez que la s 82 .

a

y

1 0 1 .

a

D . paracaidis tas americanas

serían víctimas d e u n a carnicería inútil

si se obstinaba e n hacerlas descender

sobre Cotentin. Según s u s cálculos, las

tropas transportadas en planeadores

sufrirían pérdidas

d e l

orden

del 70 % y

la mitad de los paracaidistas serían

muertos o heridos durante su descenso:

«Invité

a

Leigh-Mallory —escribiría

Eisenhower— a q u e hiciera su s reco-

mendaciones p o r escrito, a f in de des -

cargarlo

d e

toda responsabilidad

en

caso de que su opinión no se tuviera en

202



y le prometí responderle en el

d e algunas horas» (17) . Transcu-

e s e tiempo, le telefoneó que , no

a Utah, mantenía

u decisión, no s in advertirle q u e esta

de sus

órdenes

iba a

serle

p o r escrito.

El 19 de diciembre siguiente, cuando

s

Panzer rodaban

p o r

Bastogne,

iba a

a r prueba de la sangre fría caracterís-

de un gran jefe : habién dose dirigido

Verdón, donde

le

esperaban

los

gene-

y Patton, les

al comenzar la sesión: «La

n a

ocasión

q u e s e n o s

brinda,

n o

como

n desastre. E n esta mesa d e conferen-

v e r rostros llenos d e

(18).

Eisenhower conservaba además

al Air

Chief Marshal

sir

que le

había sido desti-

en calidad de ta l desde finales d e

de 1943, y tenía en él un colabora-

gran clase, especialmente cualifi-

el apoyo sin

reservas de la aviación estratégica

anglosajona. Igualmente, había desti-

nado al S.H.A.E.F. a su incomparable

jefe d e Estado Mayor, el teniente-gene-

ra l

Bedell-Smith quien,

en

palabras

d e

lord Alanbrooke,

lo

complementaba

d e

la forma m á s adecuada y eficaz.

Montgomery cr i t ica

el plan d e l COSSAC.. .

El 2 de

enero

de 1944

Eisenhower

e ra

recibido en el Pentágono, a instancias

de l general Marshall, y después por el

presidente Roosevelt, en cama aquellos

días. S in embargo, Eisenhower se

hubiera ahorrado m u y a gusto este

cambio

d e

rumbo

en la

ruta estratégica

d e Túnez a Londres, porque el tiempo

urgía y* no estaba de l todo d e acuerdo

con e i

plan elaborado

por e l

teniente-

general

s i r F .E .

Morgan

y la

agrupación

CO SSA C (Chiefs of Staff of the

Supreme Allied Commander).

«Desde

el

punto

d e

vista táctico

—es-

cribió— el plan n o m e parecía perfecto,

A

E i s e n h o w e r

( d e p i e ,

c o n p r i s m á t i c o s ) c o n s e r v ó

a l A i r

Chie f Marsha l" Tedder

( a su

izqu ie rda) como ad jun to

d e s d e e n e r o

d e 1 9 4 3 .

203



V U n a

u n i d a d

d e

arti l lería

a m e r i c a n a h a c e u n alto

e n

a lgún lugar

d e

I n g l a t e r r a " :

1 . 5 0 0 . 0 0 0 s o l d a d o s

e s t a d o u n i d e n s e s

y

1 . 7 5 0 . 0 0 0 s o l d a d o s

b r i t á n i c o s e s p e r a b a n

e n

m a y o

d e 1 9 4 4

el

c o m i e n z o

d e

" O v e r l o r d " .

porque preveía un ataque anfibio sobre

u n

frente relativamente estrecho para

tres de las cinco divisiones transporta-

d a s hasta las costas francesas en el

momento

del

asalto...

E l

plan

m e

pare-

c ía insuficiente, y n o veía cómo... logra-

ríamos ap ode rar nos ráp ida men te d e

Cherburgo. Estaba convencido

de que ,

salvo modificaciones, este plan

n o c o n -

s i d e rab a s u f i c i en t emen t e n u es t r a

urgente necesidad d e puertos importan-

t e s

para

u n

refuerzo rápido

d e

nuestras

tropas» (19).

E n consecuencia, antes incluso d e

volar hacia Estados Unidos encargó

a

Montgomery, junto co n Bedell-Smith,

el análisis y, si fuera necesario, la revi-

sión

del

proyecto COSSAC,

y la

elabo-

ración de un informe para cuando

regresase a Londres a mediados d e

enero.

U n primer vistazo del informe p r e -

sentado bastó a Montgomery para f o r -

marse u n a idea: el plan e ra «impractica-

ble». Esta opinión tajante

se

basaba

en

la s siguientes consideraciones: «El

desembarco se sitúa en un frente dema-

siado estrecho

y se

limita

a u n a

zona

demasiado pequeña.

El día D + 12 (12° día después del

desencadenamiento

d e

Overlord)

se

prevé u n total de 16 divisiones en las

playas utilizadas para el desembarco

inicial,

lo que

producirá

e n

ellas

la con-

fusión m á s espantosa y hará extremada-

mente difícil —si no imposible— el desa-

rrollo

de la

batalla terrestre»

(20).

Y como para el d ía D + 24 , según

el plan, serían ya 24 las divisiones

desembarcadas, «siempre en las mismas

playas...

en

lugar

d e

atenuarse,

la

confu-

sión aumentará» (21) .

L a s objeciones d e Montgomery al

plan COSSAC, objeciones

que é l

expuso confidencialmente a Winston

Churchill, entonces convaleciente en

Marrakech,

se

inspiraban

en

considera-

ciones distintas a las de Eisenhower,

pero n o p o r ello dejaron d e convencer al

comandante

en

jefe americano

a su lle-

gada a Londres el 14 de enero.

. . . e

impone

s u s

ideas

A este efecto, como responsable del

desembarco y de los primeros comba-

t e s ,

Montgomery

no se

había conten-

tado con su severo diagnóstico, sino que



u n a terapia. Colocándose bajo

punto d e vista exclusivo de la s fuer-

a s

terrestres,

s u

informe subrayaba

lo s puntos básicos

desembarcos iniciales deberían

efectuarse sobre el frente m á s ancho

posible.

cuerpos

d e

ejército deberían

estar e n condiciones d e desarrollar

s u s operaciones partiendo de las

playas

de

desembarco; ninguna otra

formación debería desembarcar en

esas mismas playas.

zonas d e desembarco británica y

americana deberían

s e r

distintas.

L a s previsiones del primer punto se

aplicarían a cada u n a d e ellas.

)

Después

de los

desembarcos inicia-

les, la operación debería desarro-

llarse de ta l manera que la s fuerzas

británicas

y las

fuerzas americanas

dispusieran cada u n a d e u n buen

puerto, por lo menos.

Tras plantear estos principios

con un

d e

c o n u n a lógica impecable u n plan

e

operaciones

al que se

reconocerá,

el

haber incluido

la

>

E

<3 A Lo s

p a r a c a i d i s t a s

f u e r o n

l o s

e n c a r g a d o s

d e iniciar la invasión

e n l a s d o s

alas

d e l f r e n t e d e a t a q u e .

V

T r e s g r a n d e s u n i d a d e s

a e r o t r a n s p o r t a d a s i n i c i a r í a n

l a s

h o s t i l i d a d e s

el d í a D .

c o n d u c i d a s

p o r 8 2 2

a p a r a t o s

d e

t r a n s p o r t e

y 9 0 0 p l a n e a d o r e s .

205



¿ U n j e e p e s c a r g a d o

a

b o r d o

d e u n

p l a n e a d o r .

V

Carros

d e

c o m b a t e

m b a r c a d o s e n u n b u q u e

e

t r a n s p o r t e .

Eisenhower apoya

la opinión d e Montgomery

E l

general Eisenhower tuvo

el

mérito

d e

aceptar

la

opinión

de su

gran subor-

dinado, y así , en relación al primitivo

proyecto COSSAC, el plan llevado a

efecto

el 6 de

junio incluiría enmiendas

considerables:

acción de la aviación táctica y de las

fuerzas aéreas estratégicas:

«El

tipo

d e

plan requerido —concluía Montgomery

en un tono u n poco perentorio— es el si-

guiente:

a ) Un ejército británico desembarcará

en un

frente

de dos o, si es

posible,

d e tres cuerpos. U n ejército ameri-

cano hará lo mismo.

b)

Divisiones complementarias deberán

unirse a los cuerpos y a desembarca-

dos .

c) La

aviación

d e

asalto disponible será

utilizada para sostener

el

avance

de

las tropas. L e s seguirán oleadas

sucesivas d e todo tipo d e aparatos

n o

blindados, rápidamente,

sin

inte-

rrupción.

d) La batalla aérea deberá

antes

de que la

operación

lanzada. P o r tanto, nuestro

será ganar la batalla terrestre gracias

a la

rapidez

y a la

contundencia

d e

nuestras operaciones» (22).



primitivo "frente estrecho"

motivo d e crítica se ensanchaba

hasta incluir por la derecha Saint-

Martin-de-Varreville (Utah-Beach)

y por la

izquierda Lion-sur-Mer

(Sword-Beach).

conquista de una cabeza de

puente

en la

costa este

d e

Cotentin

permitía abordar la cuestión d e

Cherburgo co n plazos razonables, y

sin

tener

q u e

preocuparse inmedia-

tamente del gran obstáculo del

Vire.

plan COSSAC preveía

el

desem-

barco inicial d e 3 divisiones, soste-

nidas p o r u n a "r es erva flotante",

frente

a las 716.

a

y

352.

a

I .D. del

84 .° A.K. E l d ía de

Overlord

A

EI

S .H .A .E .F . csupreme

r n

, i- - • t- i

Hea dqu ar t e rs A l l ied

fueron 8 las divisiones aliadas q u e Expedi t iona ry Forcé") .

se enfrentaron a 4 divisiones a le -

D e

¡zqu¡erda a derecha:

manas,

e

incluso,

en el

sector Utah, armframeRamsay;

las 91.

a

y

709.

a

I . D .

sólo

se

Utiliza-

A i r

C h i e f

M a r s h a l " T e d d e r :

. , T**

4

i i i g e n e r a l e s E i s e n h o w e r

ro n parcialmente. P o r otro lado, el

y

Montgomery;

segundo escalón d e desembarco

A i r

Marsha l" Le igh-Mal lo ry .

. ,

i - i i

n

J - • Y

g e n e r a l B e d e l l - S m i t h .

había sido ampliado hasta

7

divi-

siones.

¿ Debe deducirse d e todo esto que s i r

Frederick Morgan

y el

Estado Mayor

COSSAC habían carecido d e suficiente

lucidez y habían preparado un plan

mísero

y

poco prometedor? Afirmarlo

sería desconocer q u e estaban sometidos

a u n a hipoteca q u e ellos n o habían c o n -

traído:

la

operación Anvil

q u e ,

según

la

207



E n t r e n a m i e n t o

d e l o s

h o m b r e s

y d e l

m a t e r i a l : c a r r o a n f i b i o a n g l o - a m e r i c a n o " S h e r m a n "

I n s t r u c c i ó n

a l o s

s o l d a d o s a m e r i c a n o s s o b r e

l a s

c a r a c t e r í s t i c a s

d e l

u n i f o r m e a l e m á n .

decisión del Comité conjunto d e jefes d e

Estado Mayor anglo-americanos, ratifi-

cada

por la

conferencia

d e

Teherán,

debía preceder a Overlord y retenía e n

el Mediterráneo occidental importantes

medios

d e

desembarco.

Montgomery escribiría

el 21 de

febrero a Eisenhower: «Estoy absoluta-

mente convencido d e q u e debemos

poner e n juego todo el peso d e nuestra

autoridad para hacer q u e Anvil sea

suprimida» (23).

La operación "Anvil"

e s

aplazada. . .

E l comandante en jefe americano

rehusó, p o r razones estrictamente estra-

tégicas, adoptar este punto

d e

vista,

porque

la

misión

que se le

había

c o n -

fiado —«penetrará en el continente

europeo y después, en combinación con

las

otras naciones aliadas, emprenderá

operaciones q u e deberán llevarle al

corazón d e Alemania y permitirle d e s -

truir

s u s

fuerzas armadas»

(24)— le

parecía exigir la acción de un grupo d e

ejércitos q u e , remontando los valles del

Ródano

y del

Saona, fueran

a

soldarse

en alguna parte d e Borgoña con el ala

derecha de los ejércitos q u e habrían

franqueado

el

canal

de la

Mancha.

Sin

embargo, acabó p o r rendirse ante el

argumento según el cual el éxito de

Overlord hacía necesar io

el

aplaza-

miento

d e

Anvil

a una

fecha posterior

al

15 de julio.

. . .y

" Ove r lo rd"

e s

pos pues t a

hasta principios d e junio

C o n todo, lo s planteamientos a los

q u e

conducía

la

nueva formulación

del

plan COSSAC le obligaron a posponer

también d e primeros d e mayo a prime-

ros de junio la fecha inicial de l desem-

barco. E n cuanto a la elección d e ésta,

estaba determinada por la s considera-

ciones siguientes:

1.°) La

intervención nocturna

de los

paracaidistas en la s dos alas del

frente d e ataque exigía u n a fecha lo

m á s

cercana posible

a la

luna llena.

2.°) Dado q u e desde la medianoche se

encontrarían en combate 3 grandes

unidades aerotransportadas,

c o n -

venía sostenerlas lo m á s rápida-



mente posible. Entre el amanecer y

el desembarco mediaría el intervalo

necesario para

que la

aviación

y la

flota neutralizasen y saturasen las

defensas costeras enemigas.

3.°) La multiplicación, a iniciativa d e

Rommel,

de los

campos

d e

minas

en las playas exigía abordarlas y

desactivarlas cuando la marea las

dejara al descubierto, d e forma q u e

lo s zapadores d e asalto pudieran

eliminarlas m á s fácilmente.

L a

combinación

d e

estos tres elemen-

to s aconsejaba fijar el inicio de la gran

empresa en el período comprendido

entre

el 5 y el 7 de

junio. Observemos

a

este respecto que la decisión contribuyó

a la sorpresa de los alemanes, porque

todos

los

grados

de la

jerarquía

de la

Wehrmacht (grupo

d e

ejércitos

«B»,

O.B. West, O.K.W.) suponían que la

"invasión" tendría lugar u n a mañana d e

marea alta.

Fuera como fuese, Eisenhower consi-

deraba q u e n o s e podía retardar más la

fecha

del

desembarco

s in

exponer

a los

peligros m á s graves la causa de las

Naciones Unidas. L o s informes de sus

redes de espionaje, así como las fotos

tomadas

p o r s u s

patrullas aéreas, indi-

caban que la s rampas d e lanzamiento se

multiplicaban entre el paso d e Calais y

Cotentin,

y que en

pocas semanas

Inglaterra podía quedar aplastada bajo

lo s efectos de un Blitz d e nuevo tipo.

A sí mismo, las informaciones q u e reci-

b ía de Estados Unidos concernientes a

la próxima fabricación de armas atómi-

cas y bacteriológicas le obligaban a

obrar

co n

rapidez, porque nada

le

garantizaba que la ciencia alemana n o

se hubiera orientado en la misma direc-

ción.

La idea d e maniobra

d e

Montgomery

E n s u s Memorias, aparecidas en

1958 , lord Montgomery explica de la

forma siguiente

su

idea

d e

maniobra:

«E s importante comprender q u e d e s -

pués d e haber puesto el pie sólidamente

en

Normandía,

m i

idea

e ra

amenazar

el

fren te oriental con una penetración en el

< El

e m b a r q u e

d e l a s

t r o p a s

d e

a s a l t o c o m e n z ó

a

p r inc ip ios

d e

junio.

A l g u n a s u n i d a d e s

h u b i e r o n

d e

p e r m a n e c e r

var ios d ías a bordo

d e l o s

t r a n s p o r t e s ,

e n c o n d i c i o n e s d e ex t rema

i n c o m o d i d a d .

209



A

" F o r t a l e z a s v o l a n t e s

'

( " B o e i n g

B 1 7 G )

d e l

5 3 3 . ° e s c u a d r ó n

d e l 3 8 1 . °

g r u p o

d e

b o m b a r d e o ,

1 e s c u a d r i l l a

d e

c o m b a t e ,

1 .

n

división aérea

d e l a 8 .

a

A i r

F o r c é " a m e r i c a n a .

sector

d e

Caen. Llevando

a

cabo esta

amenaza pretendía atraer al sector las

principales reservas enemigas, princi-

palmente

s u s

divisiones blindadas,

y

mantenerlas allí utilizando para este f in

las fuerzas británicas y canadienses a

las

órdenes

de

Dempsey.

U n a v e z fijadas las principales fuer-

z a s enemigas en este flanco

oriental,

m i

intención

e ra

hacer

u n a

penetración

en

el flanco occidental utilizan do para ello

las fuerzas americanas del general Brad-

ley .

Este ataque debía lanzarse primero

en dirección su r , para después hacer u n

amplio movimiento hacia el este en

dirección hacia el Sena y hacia París.

Esperaba q u e este gigantesco círculo

tuviera su centro en Falaise. Su objetivo

e ra copar todas la s fuerzas enemigas al

su r de l

Sena, cuyos puentes

m á s

allá

d e

París serían destruidos p o r nuestras

fuerzas aéreas» (25) .

H a y

quienes

h a n

sugerido

q u e e n

esta

descripción, expuesta después de la

guerra, el gran soldado habría vertido

remotos propósitos

q u e n o

tenía

en

210



aquellos momentos,

a f in de

demostrar

que, a l igual q u e e n Alam el-Halfa y en

El-Alamein, Rommel había bailado una

vez más a l son de su

música. Martin

Blumcnson, uno de los colaboradores d e

la monumental Historia oficial del

Ejército americano

en la

segunda

Gue-

rra Mundial, plantearía

así la

cuestión

en 1963 : «¿Atrajo y retuvo (Montgome-

ry ) realmente la mayor parte de las fuer-

zas

alemanas

en el

frente inglés para

facilitar el avance americano, como

diría años después, o fueron lo s propios

alemanes lo s q u e concentraron s u s fuer-

zas en este sector p o r otra razón total-

mente oculta?

Su

forma

d e

contener

al

enemigo, ¿fue u n a actuación brillante,

u n accidente o la explicación de su inca-

pacidad para apoderarse

d e

Caen,

cuando veinticinco días después del

desembarco, y debiendo haber sido

tomada desde el comienzo, aún se

encontraba en manos alemanas?» (26).

L a s preguntas no son ociosas, porque

muchos otros grandes capitanes, como

un

Napoleón

o u n

Moltke,

al

pasar

a la

posteridad, habían remodelado sus v ic -

torias d e forma que se atribuyera a un

profundo

y

genial plan

s u s

éxitos,

cuando en realidad eran debidos a sus

facultades d e improvisación.

N o

obstante,

en

este debate

es

prefe-

rible confiar en último término en la

v e rac i d ad d e lo rd Montgomery ,

apoyando ta l inclinación con la ayuda

d e

tres textos contemporáneos

a los

acontecimientos extraídos de la obra

Triumph

in the

West

de s ir Arthur

Bryant,

q u e

repite,

por así

decirlo,

las

anotaciones diarias del mariscal lord

Alanbrooke:

«1.5 de junio de 1944: Montgomery

escribe al jefe del Estado Mayor impe-

rial: L a repentina aparición en la 2.

a

Panzer división

en el

sector Villers-

Bocage-Caumont h a taponado la brecha

q u e y o había abierto. Pienso que e l ene -

migo tenía

la

intención

d e

desencadenar

u n

ataque contra

el l .

e r

cuerpo

d e

ejér-

cito en el sector de Caen. S ea como sea,

mientras Rommel gaste s u s reservas en

cegar brechas, todo

va

bien"»

(27).

«18 de junio de 1944: Alanbrooke

extrae de un mensaje dirigido por

Montgomery

a sus

comandantes

d e

ejército el párrafo siguiente: U na vez

en posesión d e Caen y d e Cherburgo,

tendremos

en la

mano

la

posibilidad

d e

amenazar d i rec tamente al ejército

alemán y d e derrotarlo entre el Sena y el

Loira"» (28).

«27

de junio de 1944: Montgomery

escribe al mariscal Alanbrooke: M i

plan general está a punto d e d a r s u s f r u -

tos .

Todos

lo s

medios

de l

enemigo

y sus

divisiones d e Panzer y d e Panzer S.S.

convergen sobre el frente del 2.° Ejér-

cito conforme

a m i

plan. Esto facilitará

enormemente el cumplimiento de su

misión al l .

e r

Ejército americano"» (29).

211



A

F o r m a c i ó n

d e

b o m b a r d e r o s

" S h o r t S t i r l i n g " d e l a R.A.F.

E s t o s c u a t r i m o t o r e s ,

c o n u n rad io d e acc ión

d e

3 . 2 5 0

k m ,

fueron

u n

e l e m e n t o d e t e r m i n a n t e

e n e l

é x i t o

d e l a s

o f e n s i v a s

noc turnas ing lesas

con tra A lemania .

Misión de la aviación

es t r a t ég i ca

y

táct ica

anglo-amer icana

L a aviación estratégica y táctica

anglo-americana aseguró

el

éxito

de la

operación

Overlord

gracias a sus cinco

meses d e preparación intensiva.

E l

general Eisenhower había obte-

nido

que le

estuviesen subordinadas

todas las formaciones d e bombardeo

estratégico co n base en Gran Bretaña y

en la

Italia meridional.

A las

órdenes

del

teniente-general americano Cari A .

Spaatz, comprendían:

—El

Bomber Command

de la

R.A.F.

{Air Chief Marshal A . T . Harris).

—La 8 .

a

Air

Forcé

americana (teniente-

general James

H .

Doolittle): Ingla-

terra.

—La 15.

a

Air Forcé americana ( t e -

niente-general Nathan F . Twinning):

Italia.

P o r medio del Air Chief Marshal

Leigh-Mallory controlaba, p o r otra

parte,

los

bombarderos ligeros

y

caza-

> L a s

p r e f e r e n c i a s

d e l a s

t r i p u l a c i o n e s a m e r i c a n a s

q u e

o p e r a b a n s o b r e

e l s u r

d e

A l e m a n i a

s e

inc l inaban

hac ia

el

" B o e i n g

B 1 7

F o r t e r e s s e " . a v i ó n

d e l q u e f u e r o n c o n s t r u i d a s

m á s d e

1 2 . 0 0 0 u n i d a d e s .

212



bombarderos

de la 9.

a

Air

Forcé ameri-

cana (mayor-general Hoyt S. Vanden-

berg) y de la 2.

a

Tactical Air Forcé

británica {Air

Marshal

s ir Arthur C o -

ningham).

Con l as miras puestas en esta ofen-

siva aérea, la industria americana p u l -

verizó

s u s

índices

d e

producción ante-

riores. D e hecho, entre 1942 y 1943 su

producción anual aumentó d e 48.000 a

86.000 aparatos d e todo' tipo, hasta

alcanzar u n a media diaria de 350 en

febrero de 1944, es decir, casi u n avión

cada cuatro minutos.

L a

R.A.F. recibi-

r ía , en 1943,

28.000 aviones (4.614

bombarderos cuatr imotores , 3 . 1 1 3

bimotores y 10.727 cazas y cazabom-

barderos), pero

la

industria británica

había tocado con ello su techo d e posi-

ilidades.

En lo

concerniente

al

bombardeo

d e

lemania, la división del trabajo entre

ingleses y americanos se realizó según

a s

normas establecidas

en 1943. Sin

mbargo, mientras el Air Chief Mar-

hal Harris se aferraba obstinadamente

a la

teoría según

la

cual

el

Tercer Reich

ólo podría ser derrotado por los efectos

e los bom bardeos estratégicos, el gene-

Arnold, comandante de la

Air Forcé americana, atisbaría

tro objetivo para las incursiones diur-

as de sus "fortalezas volantes" y de

u s

Liberator,

escoltados cada v e z m á s

el interior d e Alemania por un

d e cazas cada vez más nume-

oso.

S e trataba d e obligar a los cazas d e

óring a defender simultáneamente el

d e

centros

d e

(/)

5

producción industrial del Tercer Reich,

y

aniquilarlos

así

rápidamente.

D e

esta

forma

se

conquistaría

el

dominio total

del espacio aéreo, y se garantizaría d e

forma indirecta el éxito de las tropas

que se

preparaban para cruzar

el

canal

de la Mancha y desembarcar en el con-

tinente. L a idea aparecería reflejada en

u n a

orden

d e

Arnold

d e

finales

de año,

dirigida a los comandantes de las 8.

a

y

15 .

a

Air Forces y q u e concluye: «Es una

OBLIGACIÓN ABSOLUTA: ¡des-

truid al enemigo dondequiera que lo

encontréis, en el aire, en e suelo, en sus

centros d e producción » (30).

A " M a r a u d e r B 2 6

e n

mis ión

d e

b o m b a r d e o

sobre A lemania .

La

ofens iva contra

la

aviación

alemana sólo obt iene

u n éxito a medias . . .

N o e s posible presentar aquí u n c u a -

d ro

completo

de las

operaciones lleva-

d a s a cabo por las formaciones estraté-

gicas anglo-americanas contra el entra-

mado alemán

d e

producción. Sólo

c o n -

viene presentar u n a síntesis y analizar

s u s resultados.

El 11 de

enero, unos

72 0

cuatrimoto-

res de la 8.

a

Air Forcé, formando

una

columna de más de 300 km, se repartie-

2 1 3



^

i

- . ' .

. - to-

•* r -

A La

Asoc iac ión para

la

p r o t e c c i ó n a n t i a é r e a

d e l

Re ich d ivu lgar ía en t re

la

población civil

l o s

r u d i m e n t o s

d e l a

lucha con tra

l o s

i n g e n i o s i n c e n d i a r i o s

q u e ,

cada noche , e ran lanzados sobre A lemania

p o r l o s

A l iados .



objetivos

d e

Halbers tadt ,

y Oschers-

los combates que se

en el

cielo

d e

Westfalia,

f u e -

o n

derribados

n o

menos

de 59

bombar-

lo que no hubiera

de ser un gran éxito d e confir-

la

cifra

de 152

cazas enemigos

batidos q u e anunció el cuartel general

e Doolittle (después de la guerra se

que la s

pérdidas

de la

Luftwaffe

quel día se limitaron a 40 aparatos).

Del 20 al 26 de febrero se sitúa lo que

os

aviadores

d e

Estados Unidos llama-

la "semana grande". Durante siete

las 8 .

a

y 15.

a

Air Forces, e n turnos

octurnos organizados por e l

Bomber

ommand

de la

R.A.F.,

se

concentraron

ontra la industria aeronaval alemana.

n u n a relación destinada al secretario

e

Estado para

la

Guerra,

co n

fecha

27

e febrero de 1945, el general H . H .

rnold escribiría sobre este asunto:

Esta semana

del 20 al 26 de

febrero

odría se r considerada m u y bien por los

uturos historiadores como el hito d e

n a

batalla decisiva,

t a n

decisiva

y de

ayor importancia mundial que la

d e Gettysburg» (31).

Ningún historiador podría ratificar

ste juicio

q u e

asimila

la

"semana gran-

e a la s jornadas del 3 y 4 de julio d e

1863, en las que Robert E. Lee y la

ausa de l Sur estadounidense se inclina-

o n definitivamente ante la superiori-

ad de los Federales. A lo largo d e 3.800

salidas,

los

americanos tuvieron

q u e

amentar la pérdida de 244 bombarde-

os y de 33 cazas (la R.A.F. registraba

a de 157

cuatrimotores),

y el

comuni-

ado d e Londres anunciando que 692

aparatos enemigos habían sido destrui-

os e ra víctima de un grave error.

P o r

otra parte,

y a

pesar

de la

cortina

e bombas que se abatió sobre las fábri-

as de Braunschweig, Oschersleben,

Bernburg, Leipzig, Augsburg, Ratis-

ona, Stuttgart, Fürth, Gotha, S c h -

weinfurt, Tutow y Posen, la construc-

ión aeronáutica alemana continuó

p r o -

resando. El 1 de agosto de 1944 había

alcanzado, para los siete primeros

meses

de l año , una

media mensual

d e

3.650 aparatos, entre ellos 2.500 cazas

iurnos, 2 5 0 cazas nocturnos y 250

ombarderos .

H a y q u e

decir,

sin

mbargo,

q u e ,

para asegurar

la

defensa

d e

estos objetivos esenciales, Góring

se

v io obligado a ordenar costosos trasla-

d o s desde las formaciones d e intercep-

tación

q u e

montaban guardia detrás

del

"muro del Atlántico". E n este sentido la

ofensiva americana contra la aeronáu-

tica alemana

sí

benefició

al

desembarco

d e Normandía.

Desde el 1 de enero hasta el 5 de

junio

de 1944 las

grandes ciudades

del

Reich sufrieron, durante 36 días y 55

noches, 102 ataques de importancia q u e

multiplicaron

las

ruinas

en

Berlín

(17

bombardeos) , Braunschweig (13) ,

Frankfurt (8), Hannover (5) , Magde-

burg, Leipzig, Duisburg, e tc . En enero,

la 15.

a

Air Forcé bombardeó Klagen-

A G . C . Wilson , na tu ra l

d e

M i n n e a p o l i s ( M i n n e s o t a )

y

a m e t r a l l a d o r

d e

popa

a

b o r d o

d e u n a

" fo r ta leza

v o l a n t e " .

L a s

t o r r e t a s

d e

p o p a

d e l a s

" f o r t a l e z a s

v o l a n t e s " i b a n a r m a d a s

c o n

a m e t r a l l a d o r a s p e s a d a s

d e 1 2 , 7 m m . L a s d o s

c r u c e s g a m a d a s

r e p r e s e n t a n o t r o s t a n t o s

a p a r a t o s a l e m a n e s a b a t i d o s .



O

R e s t o s

d e l a s

f á b r i c a s

I . G .

F a r b e n d e s p u é s

d e l a s i n c u r s i o n e s a é r e a s

a l i a d a s .

La

d e s t r u c c i ó n

d e es te g ran comple jo

d e

h i d r o g e n a c i ó n

de la

hulla

s u p u s o u n rudo golpe

para

la

e c o n o m í a

d e

guer ra

a l e m a n a .

o

u

.

o

c/i

=>

¡>

C a r g a m e n t o

d e

b o m b a s

a

b o r d o

d e u n B 1 7

(vers ión

F). A

pesar

d e l

n ú m e r o

d e

a m e t r a l l a d o r a s

p e s a d a s ,

e l

a p a r a t o

c a r e c í a

d e

p r o t e c c i ó n

contra a lgunos ángulos

d e

tiro,

p o r l o q u e

t o d o s

l o s m o d e l o s d e l a vers ión G

fueron prov is tos

d e u n a

to r re ta ven t ra l

c o n

o t r a s

d o s

a m e t r a l l a d o r a s .

216



y el 17 de marzo Viena f u e atacada

o r primera vez; e l 18 de mayo le tocó

turno al puerto d e Gdynia y a

en

Prusia Oriental.

E l con-

del territorio alemán se encon-

ya bajo el radio d e acción de la

l a s

fuen t e s

e

a b a s t e c i m i e n t o

d e l

Reich

Si el general Spaatz n o había logrado

éxito

a

medias

en su

lucha

la producción aeronáutica adver-

sí obtuvo u n a victoria triunfal en

ofensiva

q u e

desencadenó, desde

los

d e

abril

de 1944,

contra

s fuentes d e aprovisionamiento del

d e carburante líquido.

El 1 de

agosto

de 1943 la 9.

Air

Forcé americana había hecho despegar

d e Bengasi 178 cuatrimotores B 24

Liberator para

el

bombardeo

de los

pozos y las instalaciones d e Ploesti.

Pero el grado d e destrucciones no se

había correspondido

con e l

riesgo

de la

empresa, q u e costó a los asaltantes 53

aparatos (8 de ellos internados e n T u r -

quía).

El 4 de

abril

de 1944 la 15.

:I

Air

Forcé repitió el intento con 230 cuatri-

motores, y obtuvo resultados m á s

importantes; extendiendo

su

ofensiva

a

las refinerías d e Bucarest, Giurgiu,

Budapest y Viena, a los puertos del

Danubio, consiguió reducir

en un 80 %

las

importaciones

d e

aceite mineral

desde Rumania: 200.000 tm e n febrero,

40.000 tm e n junio de 1944.

A L o s

adversa r ios : a r r iba .

" N o r t h A m e r i c a n

P 51 B

M u s t a n g " ,

el

" S a n g r i - L a "

d e l

cap i tán Dona ld

S .

Gentile .

u n o d e l o s

a s e s

d e l a 8 .

a

A i r

F o r c é " :

a b a j o , " F o c k e - W u l f

1 9 0 ,

p i e z a s e s e n c i a l e s d e l a caza

d i u r n a a l e m a n a j u n t o

c o n l o s

ú l t i m o s m o d e l o s d e B f 1 0 9

217



t> Los

a t a q u e s m a s i v o s

d e l a

aviación aliada

convir t ie ron l a s c i u d a d e s

a l e m a n a s

e n u n

i n m e n s o

c a m p o d e ru inas .

El

n ú m e r o

d e

v íc t imas c iv i les

c rec ió s i n cesar .

o

w

c

c

0

n

1

l

I

O

E n especial, se cebaron sistemática-

mente sobre

la

industria alemana

de los

carburantes artificiales la 8.

a

Air Forcé

y el Bomber Command, según u n plan

aprobado

el 19 de

abril

por e l

general

Eisenhower.

El 12 de mayo 9 35 bombarderos

americanos hicieron caer u n a lluvia d e

proyectiles explosivos

e

incendiarios

sobre lo s establecimientos d e Leuna,

Bóhler, Zeitz, Lützkendorf y Brüx. L o s

días

28 y 29 de

mayo,

1 .576

cuatrimoto-

res de las dos potencias aliadas volvie-

ro n sobre estos objetivos, y barrieron

la s

grandes fábricas

d e

hidrogenación

de la hulla e n Pólitz (Pomerania). L o s

anglo-americanos acertaban esta vez

p o r

completo

en la

lucha contra

el

potencial d e guerra enemigo, como lo

afirmaba

el

general Spaatz

en una

misiva dirigida el 8 de junio a las 8.

a

y

15 .

a

Air

Forces:

«S u objetivo estraté-

gico prioritario debe

ser de

ahora

en

adelante impedir el abastecimiento d e

carburantes a las fuerzas armadas del

enemigo»

(32) .

E n este sentido coincidía con el

ministro d e Producción del Reich, quien

el 30 de

junio,

en un

informe dirigido

al

Führer, señalaba

a

modo

d e

alerta:

«Si

n o conseguimos proteger nuestras

fábricas d e hidrogenación y nuestras

refinerías

p o r

todos

lo s

medios posibles,

su reconstrucción, visto el estado e n

q u e s e encuentran e n junio, será imposi-

b le . Lo que

ocurrirá entonces

es que,



ya no estare-

condiciones d e asegurar la satis-

de las

necesidades

m á s

urgentes

Wehrmacht. E s decir, q u e a partir

e este momento se abrirá u n a laguna

d e

colmar

y q u e

necesaria-

(33) .

Albert Speer, mundialmente recono-

la

contienda

p o r s u s

cuali-

n o amenazaba

n vano, como podía hacerlo Hitler. Así

demuestra elocuentemente

el

cuadro

c o n cifras extraídas de la obra

u e Wolfgang Birkenfeld consagró en

historia

de la

fabricación

d e

s carburantes sintéticos bajo el Tercer

(34) :

Gasolina d e aviación (miles de t m)

Programa Producción Consumo

nero 165

159 122

ebrero 165 164

135

arzo 169

181 156

172

175 164

ayo 184

156 195

198

52

182

207 35 136

213 17

115

eptiembre 221 10

60

228

20 53

230 49 41

iciembre

223 26 44

L o s datos referentes a la gasolina d e

aviación s o n también válidos para la

gasolina ordinaria

y el

carburante

D i e -

sel . Teniendo en cuenta q u e , conforme

a los cálculos, u n a

Panzer división

de 1944

consumía

en

combate unos

250.000 1 d e gasolina por día , la avia-

ción y los blindados alemanes quedaron

expuestos

a

partir

del

verano

de 1944 a

la paralización p o r falta d e combustible.

o

7.

A L a r e d

fe r rov ia r ia

a l e m a n a f u e pu lver izada

s i s t e m á t i c a m e n t e

p o r l a av iac ión a l iada .

< A lber t Speer .

m i n i s t r o

d e

P r o d u c c i ó n

d e l Tercer Reich. advertir ía

e n 1 9 4 4

s o b r e

el

peligro

d e

a g o t a m i e n t o

d e l a s

f u e n t e s

d e

c a r b u r a n t e s a r t i f i c i a l e s

a l e m a n a s .

219



Bombarde ro d e asa l to amer icano Douglas A 2 0 - G HAVOC

M o t o r e s : 2 m o t o r e s W r i g h t

R-2600-23 Double Cyc lone

e n

e s t r e l l a ,

d e 1 . 6 0 0 C V

c a d a

u n o .

A r m a m e n t o :

4

c a ñ o n e s

d e 2 0 m m ,

5

a m e t r a l l a d o r a s B r o w n i n g

d e 1 2 , 7 m m y

h a s t a

1 . 8 0 0 k g

d e

b o m b a s .

V e l o c i d a d :

5 1 0 k m / h a

1 0 . 0 0 0 p i e s

( 3 . 0 5 0

m ) .

A l t u r a m á x i m a : 2 5 . 0 0 0 p i e s

( 7 . 6 2 0

m ) .

A u t o n o m í a : 1 . 6 5 0 k m .

P e s o v a c í o / c o n c a r g a :

7 . 8 0 0 k g / 1 0 . 9 0 0

k g .

A n c h u r a :

1 8 , 6 9 m .

L o n g i t u d :

1 4 , 6 3 m .

A l t u r a :

5 . 3 5 m .

T r i p u l a c i ó n :

3

h o m b r e s .

O



isenhower convence

Churchill

de la

necesidad

e

bombardear

a s

zonas ocupadas

E n

cuanto

a las

formaciones aéreas

Trafford Leigh-Mallory,

su

en

preparar

el

desem-

y e n

crear

la s

condiciones

que ,

d e

éste, permitieran

a los

ejér-

en

combate

en

Normandía derro-

Reich

en la

gran batalla

érea

y

terrestre

d e

cuyo resultado

la

victoria final.

E l

general

su

energía

y

oda

su

astucia dialéctica para obtener

u e

Winston Churchill autorizase

las

la

repug-

de l

primer ministro

a

dejar

b o m -

las

poblaciones

a las que

Overlord debía suponer

la

liberación.

Según

lo s

datos

d e

Georg

W .

Feuch-

er,

historiador alemán

de la

guerra

aé -

S.H.A.E.F. había fijado

el si-

en el

reparto

y en el

de los

objetivos

a

alcanzar

a

destruir

en las

regiones ocupadas:

«Enero: Fábricas

d e

motores

y de

de

aviones. Comunicaciones

Instalaciones

de VI.

Aeródromos.

Febrero-. Instalaciones d e

VI.

Aeró-

dromos. Comunicaciones (infraestruc-

tura ferroviaria).

Marzo: Comunicacio nes (prioridad

de la infraestructura ferroviaria). I n -

dustria aeronáutica (células, motores,

accesorios). Instalaciones d e VI. F o r -

tificaciones costeras. Aeródromos.

Abril: Comunicaciones (infraestruc-

tura ferroviaria); lo s ataques se acen-

tuarían a finales de l mes . Aeródromos.

Instalaciones d e VI. Fortificaciones

costeras. Navegación.

Mayo: Acción, acent uada sistemáti-

camente, contra las comunicaciones

(además de la infraestructura, q u e c o n -

serva la prioridad, el tráfico ferroviario

y los puentes d e carreteras). Estaciones

radioeléctricas de la costa. Instalacione s

de

VI.

Fortificaciones costeras»

(35).

Objet ivos

d e l o s

bombardeos

1 .° Impedir e l acceso

de las reservas alemanas

al campo d e batalla normando

E l

ataque sistemático

a las

vías

d e

comunicación apuntaba

a

impedir

a las

reservas

d e l

grupo

«B», de la O.B.

West

y de la

O.K.W.

el

acceso

al

campo

d e

< Pieza

d e

g rueso ca l ib re

d e l " m u r o d e l A t lán t ico" ,

e n S a n g a t t e ,

c e r c a

d e l

cabo Blanc-IMez.

A par t i r d e m a r z o d e 1 9 4 4

la av iac ión a l iada a tacó

s i s t e m á t i c a m e n t e

l a s f o r t i f i c a c i o n e s c o s t e r a s

a l e m a n a s .

221



de

ejércitos

«G »

(coronel-general Blas-

kowitz),

q u e

encuadraba

15 (3 de

ellas

blindadas, entre Nantes

y

Hendaya

y

entre Perpignan

y

Mentón).

De ahí los

cargamentos

d e

bombas

q u e ,

intermi-

tentemente,

se

abatieron sobre Rennes,

Nantes,

L e

Mans, Angers

y

sobre

las

ciudades

m á s

importantes

del

valle

del

Loira, aunque otros ataques simultá-

neos contra Lyon, Saint-Étienne, Avig-

n o n ,

Marsella

y

Tolón hicieran

q u e

Hitler pensase

q u e

estaba

en

prepara-

ción

un

desembarco

en la

Costa Azul.

P o r

último,

los

ejes

d e

penetración

en

Renania, Lorena, Alsacia

y

Cha mpagne,

por los que la

O.K.W. hubiera podido

dirigir

su s

refuerzos hacia

la O.B.

West, fueron también pulverizados.

El 30 de

mayo

e ra

hundido

el

puente

de

Gaillon ante

lo s

mismos ojos

d e

Rommel,

q u e

volvía

d e u n a

inspección

a

Riva-Bella; jun to

con el de

Mantés,

que

se

derrumbó

el

mismo

d í a ,

eran

los ún i -

c o s

todavía practicables sobre

el

Sena

m á s

abajo

d e

París.

En la

misma fecha

sufrieron

u n a

suerte similar

lo s

puentes

d el

Loira aguas arriba

d e

Blois.

Esta campaña contra

las

comunica-

ciones ferroviarias

d e

Europa occidental

obtuvo

u n

éxito pleno, tanto

m á s

cuanto

que , a

partir

de

primeros

de

mayo,

la

aviación táctica anglo-ameri-

cana

se

cebó sobre

las

locomotoras,

las

vías férreas

y los

talleres

de

reparación.

S u

éxito

fu e t a n

absoluto

que el 6 de

junio

el

tráfico, reducido

a la

mitad

en el

conjunto

d e

Francia, equivalía

al

norte

del

Loira

al 13 % de lo qu e era el 1 de

enero

de 1943.

L a s

consecuencias fueron catastrófi-

c a s

para

la

estrategia alemana.

Se ha

citado

el

caso

del 2.° Pz.K. de los

¿x E s t a c i ó n d e m a n i o b r a s

d e

Or léans-Les Aubra is ,

p u e s t a f u e r a d e c o m b a t e

d u r a n t e la o fens iva

a é r e a

d e

p r i m a v e r a

e n 1 9 4 4 .

223



A Los b o m b a r d e o s

a n g l o - a m e r i c a n o s a r r a s a r o n ,

l i te ra lmente ,

u n a v e i n t e n a d e n u d o s

d e comunicac ión fe r rov ia r ios ,

a f i n d e impedir

a l o s r e f u e r z o s a l e m a n e s

s u a c c e s o al c a m p o

d e b a t a l l a n o r m a n d o .

> La p ropaganda of ic ia l

a l e m a n a e n Francia

n o d u d a r í a e n recurrir

a la f igura d e J u a n a d e Arco

c o m o i m a g e n d e l a s v íc t imas

d e l o s

b o m b a r d e o s a l i a d o s

e n t r e l a s p o b l a c i o n e s

civiles d e l a s r e g i o n e s

o c u p a d a s .

Waffen

S.S., q u e

había sido prestado

al

mariscal Model para restablecer

la

situación

en

Galitzia oriental: embar-

cado

en

Lvov tras

la

noticia

de la

"inva-

sión", tardó cinco días

en

llegar

a

Nancy

y, a

partir

d e

este punto,

el

estado

de la red era tal que

hubo

d e

desembarcar

en la

mencionada ciudad

y

dirigirse p o r carretera al frente d e N o r -

mandía; en conjunto le supuso u n

retraso de cuatro días sobre el tiempo

previsto, en un momento e n q u e cada

hora

e ra

vital. Otra consecuencia

de los

bombardeos,

n o

prevista

en

principio

por el

S.H.A.E.F.,

fue la

interrupción

d e

la

llegada

d e

mineral

d e

hierro

a las

fábricas

de l

Sarre, como resultado

d e

la s destrucciones y de la prioridad abso-

luta dada a los ataques aliados sobre los

transportes militares alemanes, mien-

tras el carbón se acumulaba en las

minas de la región citada.

3 . ° niquilar la red de radar

y las baterías alemanas

L a acción emprendida contra la red

d e

radar instalada

por los

alemanes

entre el cabo Gris-Nez y la punta de

Barfleur f u e otro éxito para la aviación

anglo-americana, y el ataque a las bate-

rías costeras instaladas —o en proceso

d e instalación— entre L e Havre y Cher-

burgo provocó la destrucción de un

cierto número d e piezas de grueso cali-

bre o hizo que los alemanes las retirasen

al interior del país, d e forma que no

pudieron intervenir el día del desem-

barco. L a construcción de los refugios

d e

hormigón

a

ellas destinados sufrió

también tales retrasos, q u e f u e imposi-

ble utilizarlos incluso provisionalmente.

E n cuanto a la aviación de l mariscal

Sperrle, combatida en el aire o des-

truida en tierra, había dejado d e existir.

L o s granaderos veteranos de la Wehr-

macht solían decir a los novatos recién

llegados al frente: «Cuando veas u n

avión blanco, es americano; si es negro,

es de la R.A.F.; si no ves ninguno, es la

Luftwaffe».

224



pítulo

5 6

La primera semana en Normandía

Muchas personas

h a n

podido "vivir"

El día más

largo gracias

a la

película

basada

en el

best-seller

d e

Cornelius

Ryan.

Si el

autor americano hizo

u n a

reconstrucción casi perfecta

d e

aquella

jornada liberadora,

el

cineasta

h a m o s -

trado todo

el

partido

que la

Historia

puede sacar

d e l

séptimo arte:

u n

poder

d e

evocación

q u e e l

lenguaje escrito

n o

podría alcanzar,

a

condición, claro está,

de que l a

película

sea una

obra maestra

d e

sinceridad.

El papel ca pital

de la Resistencia

Estas consideraciones

n o s

permiten

n o

detenernos demasiado

en los

aconte-

cimientos

de la

jornada

del 6 de

junio

d e

1944.

Recordemos únicamente

que la

fijación definitiva

de la

"hora

H

cons-

tituyó

u n a

decisión histórica

de la

mayor gravedad, evocada

p o r

Cornelius

Ryan

de la

forma siguiente: «Eisenho-

w e r

escuchó

la

opinión

d e su s

subordi-

nados u n o p o r u n o . E l general Smith

pensaba

que l a

ofensiva debía

ser l an-

zada

el día 6 (era

como jugar

a los

dados, pero había

q u e

probar suerte).

Tedder

y

Leigh-Mallory temían

que la

escasa visibilidad

y las

nube s impidiesen

a la

aviación operar

c on

eficacia.

Montgomery

se

aferraba

a su

opinión

de la

víspera, cuando

el dí a D , 5 de

junio, había sido retrasado. "Creo —dijo

él— que

debemos comenzar".

Ik e

tenía

la

última palabra.

L e

había

llegado

el

momento

d e

tomar

la

decisión

definitiva,

y

debía hacerlo

en

solitario.

S e

hizo

u n

largo silencio mientras sope-

saba

lo s

pros

y los

contras.

Al

general

Smith,

que l e

observaba,

le

impresionó

e l

aislamiento

y la

soledad"

del

coman-

dante supremo, sentado,

con las

manos

cruzadas sobre

la

mesa,

la

cabeza baja.

Transcurrieron algunos minutos; unos

dicen

d o s ,

otros cinco.

Por f in ,

Eisenho-

w e r

levantó

su

rostro, tenso,

y m u r -

muró lentamente: "Estoy persuadido d e

q u e debemos dar la orden... N o m e

gusta esto, pero... m e parece que no

tenemos otro remedio".

Al 1 .

e r

E jé rc i to amer icano ,

a l a s

ó r d e n e s

d e l

genera l

Brad ley , le f u e r o n a s i g n a d a s

d o s

z o n a s

d e

d e s e m b a r c o ,

c o n

n o m b r e s c o n v e n c i o n a l e s

d e " U t a h " y " O m a h a " .

POUR TOUS RENSEIGNEMENTS S'ADRESSER A

F R A N C E F O R E V E R -

<3

Car te l

d e

r e c l u t a m i e n t o

d e l a

Francia Libre

e n Es tados Unidos .

E n e l

in te r io r

d e

Francia,

l o s

c o m b a t i e n t e s

d e l a R e s i s t e n c i a a r r i e s g a b a n

s u

vida para preparar

el

c a m i n o

a s u s

h e r m a n o s

d e a r m a s u n i f o r m a d o s .



palomas portadoras

de l

mensaje

q u e

anunciaba este importante refuerzo

d e

la defensa adversaria habían sido abati-

das en vuelo. Pero, a pesar d e estas ine-

vitables obscuridades, u n a v e z m á s

habría d e cumplirse el viejo proverbio

q u e gustaba d e repetir el mariscal d e

Turena:

«S i l ost sgcivoit ce que fait

l ost, souvent l ost defferoit l ost»

(Si el

enemigo supiese

lo que

hace

su ene-

migo, c on frecuencia el enemigo aniqui-

laría a su enemigo). E n este caso, si el

"enemigo" anglo-americano conoció

t a n bien lo que preparaba el "enemigo"

alemán, fue a l precio d e millares d e

sacrificios y d e decenas de mártires.



L as condic iones

meteorológicas

juegan contra lo s Aliados.. .

Como todo

el

mundo sabe,

las ci r-

cunstancias meteorológicas jugaron

u n

papel eminente

en la

sorpresa

de que

fueron víctimas

lo s

alemanes

al

amane-

cer del 6 de

junio. Sobre todo porque

duplicaron

su

efecto paralizador merced

a la

tesis sostenida

p o r

Rommel

de que

el

desembarco

se

produciría

de día y

c on

marea alta.

S u

adjunto naval,

el

vicealmirante Ruge, anotaría

el 4 de

junio

en su

Diario: «Lluvia

y

viento

iuy

fuerte

de l

oeste»

(4).

V « L a ca rga ,

la

c o n c e n t r a c i ó n

y e l d e s p l a z a m i e n t o

d e m i l l a r e s d e b u q u e s ,

a c o r a z a d o s , c r u c e r o s ,

t o r p e d e r o s , d r a g a m i n a s ,

t r a n s p o r t e s y b a r c a z a s

d e

todo t ipo ,

s e

e f e c t u ó

d e fo rma magis t ra l . . . »

(Winston Churchill) .

U .S .

rmv

— - « •

'V

•»

l

ES

•V

U I

•

( i



t r o p a s d e asa l to

n

" O m a h a - B e a c h " .

de la mi tad

e fec t ivos conseguir ía

a la m a r c h a

q u e l e s c o n d u j o

la s b a r c a z a s

la orilla.

7 R e m o l q u e d e u n b loque

a t ravés

e l

c a n a l

de l a

M a n c h a .

d e c e m e n t o

la s p iezas

d e l o s d o s p u e r t o s

El mismo día, a las 6 horas, antes de

abandonar L a Roche-Guyon camino d e

Berchtesgaden vía Herrlingen, el mismo

Rommel reseñaría en el Diario del

grupo de ejércitos «B» que «sentía t a n -

tos menos escrúpulos de marcharse

cuanto que , durante su ausencia, las

condiciones de la marea serían m uy

desfavorables para cualquier tipo de

desembarco,

y que , por

otra parte,

los

reconocimientos aéreos no daban moti-

vos para pensar qu e éste pudiera ser

inminente» (5).

En el mismo momento, ai otro lado

del canal de la Mancha, Eisenhower

acababa de suspender la ejecución de

Overlord. Al día siguiente, la pasajera

mejoría del tiempo que le anunciaba el

Group Captain Stagg de la R.A.F. le

permitió aplazarlo hasta el 6 de junio,

mientras lo s meteorólogos alemanes

adscritos a la O.B. West persistían en

considerar todo desembarco como

im -

posible.

Hasta aquí las circunstancias atmos-

féricas habían favorecido a los anglosa-



d i K *

%

*

jones, pero cuando llegó

la

medianoche

del 5 de

junio

se

volvieron contra ellos:

aunque

el

viento amainó

un

poco, como

había anunciado

el

coronel Stagg,

aún

soplaba

lo

bastante fuerte como para

dispersar

a los

elementos lanzados

en

paracaídas

de las 82.

a

y 101.

a

divisiones

americanas,

q ue

habían saltado encima

de la

península

de

Cotentin,

y a sus

camaradas

de la 6.

a

división británica

que

habían hecho

lo

propio entre

el

Orne

y el

Dives.

Horas

m á s

tarde, idéntica circunstan-

cia

explicaría

el que la

formación

de

bombarderos destinada

a

neutralizar

las

defensas

de

Omaha-Beach fallara

su

blanco.

El

mismo sector sería escenario

de l

desastre ocurrido

a la

formación

de

carros anfibios encargada

de

apoyar

el

flanco izquierdo

de la 1.

a

D . I .

ameri-

cana:

de las 32

máquinas

con que con-

taba, desembarcadas

a

5.000

m de la

orilla,

27 se

hundieron como piedras

con la

mayor parte

de sus

tripulaciones:

su

flotador

de

lona, tensado

por un ar -

mazón tubular,

que los

mantenía

en su-

perficie sólo sobresalía

del

agua

60 cm,

mientras alrededor

de

ellos

el

oleaje

so -

brepasaba ampliamente

u n

metro

de

altura.

Tal fue la sangrienta prueba a que se

vieron sometidos lo s soldados america-

nos desembarcados entre Vierville y

Saint-Laurent.

...pero e l alto mando

a lemán n o reacciona

ante la ci ta d e Verlaine

U n a

última circunstancia,

al

parecer

también fortuita, desempeñó esta

vez

un

papel favorable

a los

asaltantes.

Al

atardecer

del 5 de

junio,

el

teniente-

coronel Hellmuth Meyer, jefe

de la

Segunda Sección

del 15.°

Ejército

alemán, interrumpió

la

partida

de

bridge

del

coronel-general

von

Salmuth

para anunciarle

q ue la

B.B.C. acababa

de

transmitir para

las

redes

de la

Resisten-

cia

francesa

el

mensaje personal:

...Blessent mon coeur

D'une langueur

Monotone

que ,

según

el

descubrimiento hecho

por

el

Abwehr

en

condiciones desconocidas

hasta ahora, anunciaba

que el

desem-

barco

se

efectuaría

en las

siguientes

cuarenta

y

ocho horas

a

partir

de me-

dianoche.

Ante esta noticia,

el

comandante

del

15.° Ejército alertó a sus subordinados

si n

perder

un

minuto,

e

incluso transmi-

tió esta información clave a sus superio-

res: el grupo de ejércitos «B», la

O.B.

West

y la O.K.W. Pero en La Roche-

Guyon el teniente-general Speidel, sus -

tituto temporal de Rommel, no ordenó

A C o n l o s ros t ros

e m b a d u r n a d o s c o n be tún ,

l o s p a r a c a i d i s t a s

a m e r i c a n o s s e a m o n t o n a n

e n l o s p l a n e a d o r e s " H o r s a "

c a m i n o de l a c o s t a f r a n c e s a .

233



G lobos cau t ivos

s u util ización

de l a flota aliada.

al 7.

a

Ejército (cuartel general en Le

Mans) mantenerse en estado de alerta,

y en Saint-Germain-en-Laye nadie se

preocupó de comprobar si lo había

hecho.

En su obra consagrada al desembarco

y a la batalla d e Normandía, Paul Carell

escribe a este respecto: «Hay aquí una

laguna psicológica cuya verdadera

razón aún no hemos conseguido desci-

frar»

(6).

¿Seremos nosotros m á s afortunados

que e l brillante autor de

lis

arrivent?

E n descargo del mariscal von Runds-

tedt debe reseñarse qu e acababa de f ir-

mar, a la atención de la O.K.W., una

relación d e informes de la cual Corne-

lius Ryan entresacaría lo s párrafos

siguientes: «L a intensificación sistemá-

tica de los bombardeos aéreos indica

que e l enemigo está preparado. El frente

de invasión m á s probable sigue siendo

HANS SPEIDEL

Nacido

en 1897 en

Metzingen (Wurtemberg),

Hans Speidel ingresó en el Reichswehr después

de haber participado en los combates de la pri-

mera Guerra Mundial. Espíritu ecléctico, se

doctoró en Letras (su tesis versaría sobre un

tema de historia militar) y mostró un a especial

inclinación hacia Francia.

Al comienzo de la segunda Guerra Mundial

formaba parte de l Estado Mayor de l grupo de

ejércitos de von Rundstedt. Implicado en las

negociaciones de armisticio, fue trasladado al

Estado Mayor de von Stulpnagel en Parts,

pero

sin

conseguir eludir

po r

ello

el

temible

purgatorio de todos los oficiales alemanes: el

frente de l Este. Ascendido a teniente-general en

1944, fue nombrado jefe de l Estado Mayor de

Rommel (su puesto de mando estaba instalado

en

Francia,

en el

castillo

de La

Roche-Guyon)

en el frente de l Oeste. El 6 de junio la ausencia

de su jefe, qu e había partido hacia Berchtesga-

den, le hizo asumir la dirección de las primeras

acciones contra el desembarco aliado.

Como consecuencia de l atentado del 20 de

julio sería arrestado, encarcelado

y

sólo

por

milagro pudo escapar

a la

última pena. Tras

la

capitulación del 8 de mayo de 1945 pasó a

enseñar historia en la universidad de Tiibin-

gen. El rearme de la República Federal Alema-

na y su

adhesión

al

pacto

de l

Atlántico

le

hicieron reingresar

en la

carrera militar. Colo-

cado al frente de la delegación de su país ante

el S.H.A.P.E., de 1957 a 1963 ejerció el man-

do de las fuerzas terrestres en Europa central

(Fontainebleau) y, de 1963 a 1964, el cargo

de

consejero militar

de l

Gobierno

de

Bonn.

Fruto de su larga experiencia militar e his-

tórica sería un libro inestimable para conocer

la evolución de la segunda Guerra Mundial:

Invasión

1944 ,

publicado

en 1953.

el sector comprendido entre el Escalda,

en Holanda, y Normandía... No es

imposible que la costa norte de Bretaña

sea atacada. Pero todavía no se puede

decir dónde piensa el enemigo efectuar

el desembarco. L o s repetidos ataques

aéreos sobre Dunkerque y sobre la

costa, hasta Dieppe, parecen indicar

que la acción principal aliada tiende

hacia ese sector... S in embargo, la inmi-

nencia

del

desembarco parece

hoy por

h oy poco probable» (7).

Estando de acuerdo con las conclu-

siones, por lo demás bastante difusas,

de esta relación titulada Intenciones

probables de los Aliados, v on Runds-

tedt debió pensar que la puesta en

estado de alerta del 15.

a

Ejército,

situado justamente con su ala derecha

en el Escalda y la izquierda en Cabourg,

bastaba para hacer frente a cualquier

eventualidad.



El a l m i r a n t e R a m s a y

o p e r a c i ó n " N e p t u n e "

de l a flota

a t ravés

e l c a n a l de l a M a n c h a ) ,

e n s u buque

a l

a l m i r a n t e

"W es te rn Task Forcé" ,

a

s o s t e n e r

l d e s e m b a r c o d e l a s t r o p a s

e Es tados Unidos .

obús lanzado

por la

marina»

(8), fór-

mula un tanto pretenciosa a la que el

general sir Bernard L a w Montgomery

añadiría esta matización:

«La

suprema-

cía

naval

se

adquiere mediante

la con-

quista

del

dominio

del

aire»

(9).

El 6 de

junio

de 1944 la

estrategia

anglo-americana satisfizo

las dos

condi-

ciones exigidas

p or

estos

dos

grandes

militares británicos.

En el

aire, frente

a

419

aparatos

de la

Luftwaffe,

el

general

Eisenhower disponía

de

10.500 aviones

de

combate:

—3.467 bombarderos cuatrimotores.

— 1.645

bombarderos bimotores.

—5.409 cazabombarderos

y

cazainter-

ceptadores.

Lo que le

permitía utilizar,

sin

miedo

a la

aviación adversaria,

y con

cierto

respeto hacia

la

D.C.A. alemana, 2.355

aviones

de

transporte

y 867

planeadores

cargados

con

unos 27.000 paracaidistas

y con su

material, incluidos carros

de

combate

de 4 tm.

U n a

a rmada

d e

5.339 buques

En el mar, la

orden

de

Overlord hizo

aparejar

en los

puertos

de

Gran Bretaña

4.126

buques

de

transporte, desde

transatlánticos transformados

que ser -

vían

de

cuarteles generales flotantes

a

las

grandes unidades

de

desembarco,

s

hasta los LCT (R) , chalanas con motor

q u e lanzaban salvas de 792 cohetes en

un cuadrilátero de 600 por 300 m.

L a armada incluía también no menos

de 1.173 unidades, grandes y pequeñas,

destinadas al transporte de las máqui-

n as blindadas, porque era indispensable

proporcionar con urgencia a la infante-

r ía asaltante del "muro del Atlántico" el

apoyo de los carros y de sus cañones.

L a

flota llamada

a

participar

en el

asalto inicial comprendía, contando

todas la s reservas, 1.213 barcos de todo

tonelaje, bajo siete pabellones diferen tes

(una mayoría superior al 75 % ondeaba

la "enseña blanca" de la Royal Navy).

En el conjunto destacaban:

—7 acorazados (americanos).

—2 monitores.

—23 cruceros (3 americanos, 2 franceses

y 1 polaco).

—80 destructores (34 americanos, 2

polacos

y 2

noruegos).

—25 torpederos (1 francés, 2 polacos y 1

noruego).

—63 corbetas (3 francesas, 2 noruegas y

2

griegas).

—2

cañoneras holandesas.

—98

dragaminas

(9

americanos).

Todos

lo s

acorazados, monitores

y

cañoneros,

18

cruceros

y una

cincuen-

tena

de

destructores tenían como obje-

tivo

de su

artillería

la s

baterías alema-

n a s

instaladas entre Villerville, frente

a

El

Havre,

y la

punta

de

Barfleur; sobre



ellas se abatió, pues, el fuego de 52

cañones de 305, 356 y 381 mm y de más

de 500 piezas de calibre medio, cuyos

tiros fueron tanto m á s eficaces cuanto

que estaban regulados desde el aire por

cazas

Spitfire.

Esta enorme flota de 5.339 buques se

ncontraba ya en el canal de la Mancha

el domingo 4 de junio, cuando se comu-

icó

que el

asalto

se

había aplazado

asta el siguiente día 6, de forma que

una

parte

de

ella ocupó

la

jornada

del

lunes

en

regresar

a su

punto

de

partida.

Pero

la s

condiciones atmosféricas

que

habían motivado este retraso también

retuvieron en tierra a las patrullas de la

Luftwaffe

qu e hubieran podido recono-

cer y señalar esta concentración insóli-

ta. Al atardecer del día 5 los buques

aliados se reunieron al sur de la isla de

Wight

y

pusieron proa

a sus

objetivos

formados en diez columnas.

AV El

p a p e l

de la

aviación

f u e c lave e n l a s o p e r a c i o n e s

d e d e s e m b a r c o . El S .H .A .E .F

eva luar ía

e n u n a

p roporc ión

d e 2 5 c o n t r a 1

la s u p e r i o r i d a d d e l apoyo

a é r e o a n g l o - a m e r i c a n o

s o b r e la " L u f t w a f f e "

( l o s a l e m a n e s , p o r s u par te ,

la

e s t i m a b a n

e n 5 0

c o n t r a

1)

237



Saint-Marcouf, 2 fueron destruidas por

la artillería naval, y las 4 de 152 mm

de la batería de Longues, en los alrede-

dores de Port-en-Bessin, fueron silen-

ciadas por los proyectiles de los cruceros

H.M.S. Ajax, Montcalm y Georges

Leygues.

E n

cuanto

a la

aviación alia-

da, sus acciones sobre el campo de ba -

talla se multiplicaron, respondiendo

co n rapidez y precisión a todas la s peti-

ciones de apoyo procedentes de tierra.

L a sorpresa experimentada en la

noche del 5 al 6 de junio por los alema-

nes que vigilaban a lo largo de la costa,

daría lugar a numerosos incidentes no

siempre exentos de anécdotas cómicas.

Paul Carell relata u n a escena a este r e s -

pecto: «Hoffmann avanzó unos pasos

hacia el umbral de su refugio. D e

repente se quedó pasmado. En la noche,

seis pájaros gigantescos parecían venir

derechos hacia él. Los distinguía con

toda claridad porque la luna acababa de

salir. "Pero, ¡s i están saltando 1".

Por un instante pensó que uno de los

aparatos atravesaba dificultades y que

su tripulación lo abandonaba; pero

pronto comprendió

la

realidad:

era un

ataque de paracaidistas. L a s grandes

semiesferas blancas descendían justa-

mente hacia su refugio. "¡Alerta ¡Para-

caidistas enemigos ". Nunca hasta

entonces el Estado Mayor del 3.

e r

bata-

llón se había puesto lo s pantalones con

tanta rapidez.

Sin embargo, en París, como en Ras-

tenburg, estaban escépticos. "¿Con un

tiempo semejante?". El jefe del Estado

Mayor

del

frente Oeste bromearía

incluso: " ¿ N o serán gaviotas, por

casualidad, lo que habéis descubier-

to...?"» (11).

v L a s

t r o p a s

d e l a 3 . " D . l .

c a n a d i e n s e d e s e m b a r c a n

e n C o u r s e u l l e s . S u ob je t ivo

p a r a e l p r i m e r d í a e r a

el a e r ó d r o m o d e C a r p i q u e t .

Jt



Pa r a la t a r d e d e 6 d e junio

o d a s l a s p layas d e d e s e m b a r c o

d e l

a l cance

e l f u e g o a l e m á n .

o s d e s e m b a r c o s a l i a d o s

n

e l las proseguir ían

l o s 1 5 5 . 0 0 0 h o m b r e s

m e d i a n o c h e .

g e n e r a l e s E i s e n h o w e r

M o n t g o m e r y a s u m i r í a n

d i r ecc ión d e "Ove r lo rd" .

«E n

Sainte-Mére-Eglise, bajo

la

mirada atónita

de los

habitantes

que

acechaban detrás

de las

persianas,

los

paracaidistas

del

505.° regimiento

de la

82.

a

D . paracaidista se deslizaban p r u -

dentemente por las calles desiertas. E l

toque de alarma había enmudecido. E l

paracaídas vacío

del

soldado John

Steele colgaba todavía

del

campanario.

Bordeando

la

mole

de la

iglesia,

el

soldado de p rimera clase William Tucke r

llegó a la plaza y colocó su ametralla-

dora al pie de un árbol. Después,

mirando la plaza bañada de luna, vio un

paracaídas

y,

cerca

de él, un

alemán

muerto. Enfrente yacían amontonados

otros cadáveres. Tucker, sentado en la

oscuridad, intentaba comprender lo que

había pasado, cuando de repente le

pareció que no estaba solo; alguien

estaba detrás

de él.

Agarrando

la

pesada

ametralladora

d io

media vuelta.

A la

altura

de sus

ojos unas botas

se

balan-

ceaban lentamente. Tucker retrocedió.

U n paracaidista muerto, suspendido de

las ramas de un árbol, le miraba con

ojos m u y grandes, m uy abiertos.

E n aquel momento, el coronel Krause

sacó de su bolsillo una bandera ameri-

cana, vieja y un poco deshilachada, la

misma bandera

que el

505.° regimiento

había plantado

en

Nápoles,

se

dirigió

hasta

el

Ayuntamiento

y la

colocó

encima de la puerta.

En la plaza de los paracaidistas muer-

tos la batalla había terminado. L a b a n -

dera estrellada ondeaba

en el

primer

pueblo

de

Francia liberado

po r los

ameri-

canos»

(12).

Potencia

y

coo rd inac ión

de la

ofensiva aliada

Paul Carell, autor de una profunda

investigación entre

lo s

supervivientes

alemanes

de

esta campaña, describe

de

la

forma siguiente

el

golpe demoledor

infligido

a la

línea

de

fortificaciones

W 5 que defendía la playa en los alrede-

dores de La Madeleine:

1 . ° )

Bo mba rde o vertical

«Todo

lo que ha

sido construido

durante meses, pacientemente, está

ahora aniquilado, como un castillo de

naipes tras el paso de un huracán. L a

pieza anticarro de 75 mm no es más que

un

montón

de

chatarra.

E l

cañón

de

88 mm

también

ha

sido alcanzado.

D o s

búnkers

de

municiones

h a n

explo-

tado; todos los nidos de ametralladoras

han quedado fuera de combate».

2 . ° ) A t a q u e c o n c o h e t e s

«D e

repente

se

escucha

un

silbido

infernal:

los

cohetes. Atacan sólo

las

dos

torretas laterales,

en las que

están

instaladas las dos piezas anticarro. Los

cohetes se abaten sobre los búnkers,

estallan contra las troneras y las miri-

llas. El bunker de la izquierda es el pri-

mero

q u e

salta:

las

chispas

h a n

debido

penetrar

por una

aspillera

y han

infla-

mado

su

depósito

de

municiones.

El de

la derecha está envuelto en humo.

Cuando el ataque finaliza sólo quedan

ruinas y chatarra. E l material está des-

truido, el personal muerto o herido».

3 . ° )

Bombardeo naval

«U n

avión aparece

y

desaparece.

T r a -

taba de localizar, para dirigir e l bom-

bardeo, las piezas pesadas de la marina,

y es

ahora cuando empieza

el

verdadero



n O m a h a ,

l

almirante Kirk acude

n

ayuda

de la

infantería

La 1.

a

D . I .

americana (mayor-general

Huebner), desembarcada

en

tenía como objetivo

de la jor-

la carretera nacional 13, de Caen a |

lo que

implicaba

un

avance

J

U n o tras otro, con la precisión de

n reloj, lo s pesados proyectiles de

el

punto

de

apoyo.

E s

n

infierno indescriptible;

las

trincheras

la red

aniquilada,

los

en la arena, la cen-

se desmorona y el puesto

e lanzallamas salta por los aires» (13).

No es extraño pues que las pérdidas

a

D . I .

americana

en

esta jornada

junio

se

limitaran

a 197

muer-

heridos

o

desaparecidos.

A

media-

la totalidad

efectivos, a excepción de una

1.742

vehícu-

material, municiones

carburante.

de unos 5 km desde la playa de Viervi-

lle. Paralelamente, debía extender su ala

derecha hasta Isigny

y la

izquierda

hasta

la

salida occidental

de

Bayeux,

donde establecería contacto

con el

flanco interior del 2.° Ejército británico;

para ello, el mayor-general L . T .

Gerow, comandante del 5.° C.E., la

había reforzado con un regimiento c o m -

binado sacado

de la 29.

a

D . I .

Pero,

al

caer

la

noche, apenas había superado

los

pueblos

de

Saint-Laurent

y

Colleville.

El bombardeo aéreo del amanecer

había fallado su objetivo y, como conse-

A C a b e z a d e p u e n t e a m e r i c a n a :

u n a s e r i e d e c a r g u e r o s

d i s p u e s t o s e n pa ra l e lo

r e s p e c t o a la orilla

h a c e n

d e

muel le provis ional .

t> En la pág ina s igu ien te ,

la r e s i s t e n c i a d e l a 3 5 2 .

a

I .D .

a l e m a n a e n " O m a h a - B e a c h "

h a

s ido ro ta :

i o s

in fan te s

a m e r i c a n o s d e s e m b a r c a n

y a s i n dif icul tad .

V « L a posic ión pr incipal

d e r e s i s t enc ia

-hab ía d icho Rommel—

es e l l i tora l mismo.

Debemos fo r t i f i c a r lo

s in d e s m a y o y luchar

en é l h a s t a la muer t e» .

2 4 3



^ 1

I i

¿ .

N -

• ^ 1

,

f

\

1

i



la

mayor parte

de los

carros

habían hundido antes de alcan-

playas; la 1.

a

D . I . había chocado

batallones alemanes en lugar de

pensaba tropezarse, y

los

efectos

de un

fuego espaciado,

las 10

horas,

el

del l .

e r

a t ie-

jefe

de su

Tercera Sección

y

cono-

través de él una situación poco

«La 1.

a

división —decía—

de los

taludes

de

orilla, mientras

el

enemigo barría

las

con el

fuego

de sus

armas ligeras.

a artillería alemana se centraba sobre

s barcazas de desembarco en cuanto

a su alcance. L a mayor parte de

s

dificultades derivaba

de los

obstácu-

s

submarinos.

L o s

equipos

de

demoli-

y

la

mayor parte

de su

material.

se había conseguido abrir seis

de que la pleamar parali-

las

operaciones. Incapaces

de

supe-

obstáculos

qu e

bloqueaban

su

lo s

barcos viraban hacia

la

playa

Red, donde los obstáculos sí

y allí, mientras

en

na cabeza de puente ya sobrecargada,

agua crecía

la

confusión

m á s

(14).

Pero

el

almirante Kirk

no era un sol-

de permitir la masacre de

us camaradas del ejército de Tierra;

que sus destructores se acercasen

máximo a la costa y tiraran con la

los

de

fuego enemigos visibles.

a

escasear

los obu-

posiciones artilleras de la

a

I .D . alemana y, bajo e l bombardeo

de los

cruceros

y de la

avia-

su reabastecimien-

reveló como imposible. Hacia

las

3

horas

la

crisis aliada quedó supera-

soldados

de

infantería

se

infil-

en la posición alemana aprove-

lo s pequeños cortes del acan-

En la noche del 6 al 7 fue desembar-

el

grueso

de la 29.

a

D . I .

(mayor-

C . H .

Gerhardt). Pero

las

pérdi-

habían sido graves:

muertos, heridos

y

desaparecidos.

Nuevas brechas

en e l

m u r o

d e l

At lánt ico

/

El 2.°

Ejército británico (general

Miles

C .

Dempsey) tenía como objeti-

vos de l "d ía D" Bayeux, Caen y Troa rn

(13 km al este de Caen). Además, debía

avanzar su explotación hasta Villers-

Bocage y Évrecy, es decir, hasta una

treintena

de

kilómetros

de la

costa

de

Calvados. Este ambicioso programa

no

sería llevado

a

cabo.

La 6.

a

D . paracaidista británica

(mayor-general Richard N . Gale) debía

proporcionar la cobertura de flanco de

la operación, y para ello se le había o r-

denado:

A

Úl t imas in s t rucc iones

d e l m a n d o d e u n a un idad

d e c a z a s a n t e s d e par t i r

hac ia s u mis ión .

La aviación a l iada

s e a s e g u r a r í a e l domin io

a b s o l u t o d e l aire

d u r a n t e " O v e r l o r d " .

<3 « ¡Q ué marav i l lo so

v e r e s t a c iudad d e b u q u e s

e x t e n d i d a

a lo

l a rgo

d e l a

costa

d u r a n t e c a s i

8 0 k m »

(Winston Churchi l l ) .

V U n o d e l o s m á s

p o d e r o s o s

b a r c o s d e e sco l t a

y d e a p o y o de l a flota

d e invas ión : el a c o r a z a d o

" W a r s p i t e " .

247



La artillería d e l a flota

a l s i lencio

a s ba te r í a s cos te ra s

En la i lus tración,

l

c ruce ro b r i t án ico "Or ion" .

MILES CH . DEMPSEY

Sir Miles Christopher Dempsey nació en

Hoylake (Cheshire) en 1896. Graduado en la

Escuela de Sandhurst en 1915, participó en la

primera Guerra Mundial en Bélgica y en

Francia, y después prestó servicio en Irak. En

el período entreguerras cursó estudios en la

Escuela de Estado Mayor y luego, sucesiva-

mente, ocupó diversos cargos de importancia en

el

W a r

Office

y en

África

del Sur.

Teniente-coronel en 1938, pronto se haría

notar por sus cualidades militares y su valor

en las acciones qu e rodearon la retirada de

Dunkerque (1940). General en 1942, Dempsey

ostentaría sucesivamente el mando de una

división blindada y del 13.° cuerpo del 8.°

Ejército, con el que combatió en Libia, en Tú-

nez, en Sicilia y en Italia. Especialista en

operaciones combinadas, atrajo sobre él la

atención de Montgomery y le acompañó a In-

glaterra en enero de 1944 para preparar la

operación Overlord. A la cabeza del 2. Ejérci-

to británico, Dempsey desembarcó el 6 de junio

en la

región

de

Caen

y

participó

en la

toma

de

la ciudad y en la reducción de la bolsa de Fa-

laise. Tras franquear el Sena en Vernon (agos-

to de 1944), liberaría Bruselas y Amberes; des-

pués libró la batalla de Arnhem y, forzado el

paso de l Rhin (marzo de 1945), de l Weser y

de l Elba, se apoderó de Hamburgo y de Liibeck.

Ascendido a mayor-general en 1946, se hizo

cargo de l mando en Birmania, primero, en el

Sureste asiático, después, y por último en

Oriente Medio. En 1951 fue nombrado jefe del

ejército de Tierra británico, y posteriormente

ayuda de campo del rey. Falleció en Yattendon

(Berkshire) en 1969.

—Capturar intactos

los

puentes

que c r u -

zan el

Orne

y su

canal entre Bénouvi-

lle y

Ranville.

—Inutilizar la batería emplazada en

Merville.

—Destruir los puentes del Dives entre

Troarn y la costa.

Aunque

el

viento restó precisión

al

lanzamiento

de sus

paracaidistas,

c u m -

plió brillantemente estas tres misiones.

A las 0 horas y 30 minutos del 6 de

junio, zapadores y fusileros británicos,

saltando desde 5 planeadores, se apode-

raron

de los

puentes

d e

Bénouville

y

desactivaron

la s

minas colocadas

en

ellos. Hacia

las 4

horas

el

teniente-coro-

nel Otway, sólo con los 150 paracaidis-

tas de su batallón q ue había conseguido

agrupar, casi sin material y sin los pla-

neadores qu e debían haberse posado en

la

superestructura

de la

fortificación,

logró apoderarse

de la

batería

de

Mervi-

lle tras u n valeroso combate que le

costó 70 muertos y heridos, pero que

sólo dejó 22 supervivientes de los 130

hombres de la guarnición. L a misión

Dives

f u e

también

un

éxito total.

«Alrededor

de la

batería,

por

todas

partes —escribió Georges Blond—,

la

hierba estaba sembrada de cuerpos t e n -

didos, ingleses y alemanes mezclados.

Varios asaltantes q u e habían penetrado

ya hasta la fortificación volvieron co-

rriendo

:

—"Los cañones

no son del 150,

señor.

Son del 77".

—"Bueno —dijo Otway—, hacedlos

saltar".

El ataque había costado a los británi-

cos 5

oficiales

y 65

suboficiales

y

solda-

dos

muertos

o

heridos.

E l

alba apuntaba

ya en el

cielo. Otway

vio que uno de los

oficiales supervivientes parecía buscar

algo en su uniforme de combate:

—"¿Qué hace usted?"

—"Envío un mensaje a Inglaterra, se-

ñor" .



El

oficial

de

transmisiones sacó

de su

una paloma con las alas magis-

una y

vez su cabecita. Ella también había

en el

ataque.

Una vez en

se

elevó

sin

vacilación hacia

el

(15).

Al amanecer, la fuerza naval del con-

la s defensas alemanas, y consu-

ió hasta la caída de la noche 500 obu-

3.500

de 152 mm y

de

menor calibre,

en el

del Atlántico".

D o s circunstancias suplementarias

el desembarco británico.

parte, lo s carros anfibios fueron

al

agua mucho

m á s

cerca

de la

orilla

que en

Omaha, cuando

n o

desem-

barcados directamente en las playas.

P or otra, entre la s primeras oleadas de

la infantería figuraba u n buen número

de los

vehículos especiales ideados

por

el

mayor-general

s ir

Percy Hobart,

comandante

de la 79.

a

D.B.

Sin contar lo s Crabes, q ue desmina-

ban el terreno ante su s orugas y que ya

eran conocidos desde El-Alamein, el 2.°

Ejército británico puso además en línea

sus

Crocodiles

y sus

Petarás:

—Los Crocodiles,

o

carros lanzallamas,

proyectaban

a 120 m, más

allá

del

alcance de los lanzagranadas enemi-

gos, su chorro de aceite incendiario;

abastecidos mediante u n remolque de

1.800 1 de esta mezcla, eran capaces

de

acciones prolongadas.

A

C a r r o a n g l o - a m e r i c a n o

"She rman Crabe" , u t i l i z ado

p a r a d e s m i n a r

el

t e r r eno .

F u e i d e a d o p o r e l mayor

s u r a f r i c a n o A . S . d u Toit.

<j «Al rededor de l a bater ía

la h ie rba e s t ab a semb rad a

d e c u e r p o s t e n d i d o s .

i n g l e s e s y a l e m a n e s

mezc lados» (Georges Blond) .

249



l

co mandante

Ejército alemán

u n

contraataque

En la región de Saint-Pierre-sur-

la 21.

a


se

había encontrado

con

na

situación

un

poco diferente: como

del

grupo

de

ejércitos

«B», su

a e m -

su infantería en caso de desem-

en apoyo de la 716.

a

I .D. , pero tal

no

abarcaba también

a sus

L o s cinco itinerarios elegidos se

cinco columnas. Naturalmente,

exploración aérea

no

tardó

en

descu-

L o s bombarderos

las carreteras, deshicieron

s cruces, aplastaron lo s pueblos antes

nuestro paso y atacaron, natural-

a los

vehículos.

A las 23

la

villa

d e

Sées,

" i lu -

por la

aviación enemiga como

árbol de Navidad. Sobre la localidad

llamas continuaban cayendo bombas

grueso calibre. L a atravesamos» (17).

A

Llegada

d e

r e fue rzos t r a s

la

c o n s o l i d a c i ó n

d e l a s

c a b e z a s

d e

p u e n t e .

v L a s p layas fue ron r ecub ie r t a s c o n r edes me tá l i ca s pa ra ev i t a r q u e l o s vehículos

s e a t a s c a s e n .

255



256



E n virtud de estas disposi-

uno de sus

d e granaderos por la orilla

del

Orne,

al

encuentro

de los

y al no

recibir

de La

Roche-Guyon

él su regimiento blindado.

horas supo q u e estaba subordi-

al 7.° Ejército; dos horas má s t a r -

adelante recibiría

las

órdenes

Pero, para entonces,

el

general Marks

m á s urgente el peligro

ue surgía del mar , y por ello ordenó a

horas a su nuevo subordinado

la acción que su regimiento

se

disponía

a

realizar contra

s

paracaidistas enemigos,

y

cruzar

el

con el fin de

apoyar

a los

elemen-

a

I .D . que impedían el

de los ingleses hacia Caen. Eran

horas

y 30

minutos cuando

la 21.

a

terminaba este movimiento, y las

horas cuando desencadenó

el con-

Al

anochecer,

la

división

ale-

con su infantería, pero su

con

a

D . I . británica y sufrido graves

A punto de quedarse s in car-

se

replegó

por

los

restos

de 40

carros

y 51

cañones

de

asalto

disponía al amanecer.

Así

concluyó

e l "d ía más

largo" para

s

alemanes.

A las 13

horas,

un

parte

por el 84.° A.K. al 7.° Ejército

a bastant e bien las vicisitudes de

sin cuartel: «En los alre-

de Caen, en el sector inglés,

del

adversario.

Al

este

del

sector

de

algún modo—

en

Vierville.

en la

d e Sainte-Mére-Église; el 8.°

a

D.I.U.S. (coronel Van

se encuentra clavado en el suelo.

L a

de día los

y

cualquier movi-

(18).

U n a anotación incluida a medianoche

diario de comunicaciones telefóni-

Ejército reflejaría,

en los tér-

<¡ I n f a n t e s a m e r i c a n o s

a p r e n d i e n d o e l m a n e j o

d e l l anza l l amas .

minos siguientes, la agravación de la

situación durante la tarde en el sector

de

Caen: «24,00:

La 716 .

a

I .D. se

defiende todavía

en los

puntos fortifica-

dos. Sin

embargo,

las

comunicaciones

entre lo s puestos de mando de la divi-

sión, de los regimientos y de los batallo-

nes no existen, de forma que no se

conocen en concreto lo s puntos fortifi-

cados

que aún se

mantienen,

y los que

h a n

sido liquidados...

El

jefe

del

Estado

Mayor

del 7.°

Ejército (mayor-general

Pemsel) da la orden de que el contraata-

que del 7 de junio continúe si n descanso

hasta la costa, porque lo s defensores

de los enclaves fortificados nos espe-

ran»

(19).

< L o s t anques se r í an

e l e l emen to dec i s ivo

en l a s e g u n d a f a s e

d e l a s ope rac iones a l i adas

e n N o r m a n d í a .

V L o s " C r o c o d i l e s " ,

o ca r ro s l anza l l amas ,

p royec taban cho r ros

d e ace i t e in f l amado

a 1 2 0 m d e d i s t anc ia .

*

xO

u.

257



A L o s c a m i n o s s e m i o c u l t o s

d e l B o c a g e n o r m a n d o

e ran e scena r io p rop ic io

pa ra la s e m b o s c a d a s .

H a n d i c a p s

para

l o s

anglo-amer icanos

L a

batalla

de

Normandía comenzaba,

pues, bajo

lo s

peores auspicios para

la

Wehrmachty pero

los

anglo-americanos

necesitarían má s de seis semanas para

franquear el cuello d e Avranches,

cuando, según

las

previsiones, hubieran

debido forzarlo

el "d ía

D+20",

e s

decir,

el 27 de

junio,

y

otras tres semanas para

consumar

la

derrota

del

grupo

de

ejérci-

tos «B».

E l retraso vendría motivado por dos

tipos de factores.

a )

El Bocage normando

E n

primer lugar, factores

de

orden

geográfico, porque indudablemente

la

naturaleza favorecía la defensa. Entre el

meridiano

de

Troarn

y el de

Bayeux,

sector del 2.° Ejército británico, la

"campagne de Caen" —como dicen en el

país—

se

prestaba

sin

duda

al

empleo

de

formaciones blindadas, pero daba

ve n -

taja

a los

carros

y a las

piezas anticarro

alemanes, cuyos cañones tenían mayor

alcance que las piezas de las máquinas

aliadas.

E n segundo lugar, entre la región de

Bayeux

y la

costa occidental

de

Coten-

t in ,

sector

del l .

e r

Ejército americano,

dominaba

el

llamado Bocage normando.

Caracterizado

po r una

infinidad

de pra -

dos

rodeados

de

setos altos

y

espesos,

plantados sobre elevaciones del terreno,

y dejando correr entre ellos hundidos

caminos propicios para las emboscadas,

bien las de los chuanes, en la época de la

Revolución francesa, bien

las de los gra-

naderos alemanes acechando

a los

carros enemigos para infligirles,

a muy

corta distancia, golpes casi siempre

mortales con sus Panzerfaust o sus

Panzerschreck. E l Vire, el Taute, el

Douve, el Merderet, las marismas y las

inundaciones practicadas

por el 7.°

Ejército complicaban

más s i

cabe

la

tarea

de los

asaltantes.

«N i

siquiera

en

Túnez —escribió a este respecto el

general Bradley— habíamos encontrado

un terreno defensivo ta n desesperante.

Collins lo estimaba n o menos horroro-

so que la

jungla

de

Guadalcanal»

(20).

b) Inferioridad

d e l o s b l indados anglo-americanos

L a inferioridad cualitativa de sus

blindados en relación con las máquinas

alemanas, constituía otro "handicap"

—y de los más

serios— para

lo s

anglo-

americanos.

El

periodista Alan Moore-

head, corresponsal

de

guerra

en el

cuar-

te l general de Montgomery, sería taxa-

tivo al respecto después de las hostilida-

d e s :

«Nuestros carros —escribía— eran

Sherman, Churchill, Cromwell.

Ninguno valía

lo que el

Mark V (Pan-

ther)

o el

Mark VI (Tiger) alemanes...

L os

alemanes tenían

un

blindaje mucho

m á s grueso que el nuestro. Su tiro era

eficaz incluso m á s allá del millar de

metros. Nuestros carros no estaban a la

altura

de su

misión porque

no

eran sufi-

cientemente buenos. Puede haber dife-

rentes formas

de

ocultar

la

verdad;

si

alguien desea hacerlo, sepa que tendrá

contra

él a las

tripulaciones

de más de

tres divisiones blindadas que han com-

batido en Francia. Oliver Lyttelton,

ministro

de

Producción durante

la gue-

rra , lo

afirmaría

con

toda claridad

en su

autobiografía: "Desgraciadamente,

es

absolutamente cierto que no fabricamos

un buen carro hasta el final de la gue-

rra"» (21).

Aunque se pusiera en tela de juicio

esta opinión

de

Moorehead,

por no pro-

ceder

de un

militar profesional, habría

qu e

rendirse

a la

evidencia ante

el

testi-

258



del

general Bradley,

uno de los

del

Ejército ameri-

«En un

principio,

los

Sherman

con un cañón de 75 mm

el grueso

de los tanques alema-

Sólo desbordando a los

Panzer

de

flanco podían nues-

Sherman destruir

al

enemigo. Pero,

on

demasiada frecuencia,

lo s

tanquis-

as americanos se quejaban de que

un tanque o dos,

para destruir uno

En

consecuencia, sólo podía-

os

acabar

con los

Panzer

al

precio

de

ás

carros

de los que

queríamos perder.

a intendencia sustituyó después los

pasados por un nuevo 76 mm de

má s que

perforaba

el

blindaje

carros

de

combate enemigos.

en

cólera

al

conocer

de nuestro nuevo

H o y sabemos que el Mark V Panther

con una

de 110 mm, y el

Mark VI Tiger

ingleses obtuvieron

su s

Sher-

an con el cañón de 76,2 mm que les

d e antitanque desde 1943.

con una

velocidad inicial

de

884

m/seg

un

obús perforante

de

7,7 kg,

superaba

con

toda seguridad

a

la pieza americana, pero seguía siendo

inferior al 75 mm del Panther, que d is -

paraba el suyo a 1.100 m/seg, y más

todavía al 88/71 del

Tiger

II, cuyo

proyectil

de 9 kg,

lanzado

a una

veloci-

dad

inicial

aún

mayor, atravesaba

a

1.000 m una

plancha

de

acero

de

160 mm.

Para colmo

de

desgracias,

in -

gleses y americanos constataron que

sus Sherman tenían tendencia a incen-

diarse en combate como si de copas de

ponche

se

tratase.

.1 C a r r o " Sh e r m a n "

c o n e l disposi t ivo

d e f lo t ac ión , inven tado

p o r

Nicho la s St r auss l e r

al c o m i e n z o de l a gue r ra ,

p l egado a l r ededor

d e s u c a s c o . A l fondo ,

p l a n e a d o r " H o r s a " a b a t i d o .

V El " P z k w V Pa n t h e r

e s t a b a a r m a d o

c o n u n

cañón

d e 7 5 m m e x t r e m a d a m e n t e

largo,

q u e l e

permit ía

lanzar proyect i les

a n t i c a r r o a la velocidad

todavía in igualada

d e 1 . 1 0 0 m / s e g .

259



Carro desminador anglo-americano, t ipo Sherman Crab

*

E r a u n a a d a p t a c i ó n d e l She rman c l á s i co ,

e q u i p a d o c o n u n rodi l lo g ira tor io para provocar la explosión

d e l a s m i n a s d e l a n t e d e l ca r ro d e c o m b a t e

e n

m a r c h a . I d e a d o

p o r u n

of ic ia l surafr icano

( e l m a y o r A . S . d e Toi t ) , e l "Crab" l l evaba

d o s b razos me tá l i cos p royec tados hac ia ade lan te

q u e s o s t e n í a n u n ro to r c o n p e s a d a s c a d e n a s

q u e ac tuaban como l á t igos . El rodillo

e n l a z a b a c o n e l m o t o r d e p ropu l s ión g rac ia s

a u n a c a d e n a d e t r a n s m i s i ó n y a u n con jun to

d e

m a n d o i n s t a l a d o

en e l

b razo de recho

d e l

" C r a b " .

El

c o n j u n t o

d e l

d i spos i t ivo

pod ía e l eva r se h id ráu l i camen te pa ra pe rmi t i r

a l veh ícu lo ope ra r como u n ca r ro d e c o m b a t e

n o r m a l . D o s p i lo to s luminosos s i tuados

en l a pa r t e t r a se ra d e l bl indado servían

d e r e fe renc ia pa ra l o s v e h í c u l o s q u e l e segu ían ,

m i e n t r a s e l po lvo d e yeso ca ído d e d o s d e p ó s i t o s

l a t e r a l e s ib a d e l i m i t a n d o e l pasillo libre d e minas .

Orfc



de la

aviación

cuerpo

ingenieros a l iados

Queda

p o r

decir

que la

incontestable

de los Panzer n o

m á s q u e u n a pequeña ayuda

al

carecer

de un

abasteci-

d e carburante adecuado

protección, aunque fuese

lo s

ataques incesantes

aviación táctica aliada.

L a palabra

Jabo (Jagdbomber:

caza-

en

todas

la s

narra-

por los

combatientes

ale-

de la batalla de Normandía. E n

s

incursiones contra

los

blindados

,

lo s

anglo-americanos utili-

°

con predilección misiles suelo-

¿

v L o s

p r e c u r s o r e s

d e l o s

av iones b r i t án icos dueños

d e l

c i e lo

d e

"Overlord" , Arr iba ,

m a s

precisos

q u e l a s b o m - b o m b a r d e r o p e s a d o " A v r o M a n c h e s t e r " ( d e r e c h a )

y

bombarde ro "Vicke r s We l l ing ton"

Q v

m i i r V i n

m á c

p f i r a r p c

r m p p 1

nh i ' iQ ( i zqu ie rda ) .

En e l

c e n t r o , b o m b a r d e r o " A r m s t r o n g - W h i t w o r t h W h i t l e y " . A b a j o ,

b o m -

s y mucno

m a s

encaces

que el O D U S

b a r d e r o s

p e s a d o s " S t i r l i n g " , c u a t r i m o t o r e s p u e s t o s

e n

servic io

e n 1 9 4 0 .

caza

Hawker

de la R.A.F. transportaba a tal

8

cohetes

de 27 kg, y el

Republic

P 47 de 6 a 8 cohetes anti-

de 127 mm o de 155 mm.

E n

esta batalla aeroterrestre quizá

se haya dado la importancia que

merece a la labor del cuerpo aliado de

de

allanar

en un

los escombros acumula-

localidades normandas por

bombardeos,

y d e

restablecer

las

al ritmo del avance de

tropas.

S u

equipamiento incluía

I

261



Al día

siguiente entró

en

línea,

a la

de la 12.

a

Panzer S.S., la

Lehr,

pero entr e Sées y Tilly-sur-

más de 5

carros,

84

vehí-

de

transporte todo terreno,

90

y camiones y 40 cisternas

e

gasolina,

de

forma

que el

teniente-

n o corrió mejor suerte

camarada Witt. En el puesto de

de L a

Roche-Guyon, donde

el 6 de

junio

por

tarde, el vicealmirante Ruge anotaría

Diario

personal:

«L a

superioridad

del

enemigo produce

los

efectos

a previstos por el mariscal: lo s movi-

son extremadamente lentos, los

no

llegan,

es

imposible

y la artillería n o

en batería. Ocurre en t ie-

ra

exactamente

lo

mismo

q u e

ocurrió

durante la campaña d e T ú -

(23).

j un io , e n Bayeux

El 8 de

junio, mientras

el l.

e r

Ejército

y el 2.° Ejército británico

su conjunción en Bayeux, el

mariscal

vo n

Rundstedt subordinó

a

Rommel la «agrupación blindada

Oeste» y dejó a su cargo la dirección d e

la s

operaciones

en el

sector compren-

dido entre

la

desembocadura

del

Dives

y la región de Tilly-sur-Seulle; el 7.°

Ejército

se

enfrentaría

en

adelante sólo

¿

Pue r to ar t i f ic ia l "M ulb err y"

e n

servic io . Senci l lo

e n

teor ía ,

s u c o n s t r u c c i ó n e r a

d e u n a

comple j idad t écn ica

f a s c i n a n t e .

V El

" N e b e l w e r f e r " a l e m á n

lanzaba sa lvas

d e

c o h e t e s

d e 3 5 k g .

263



a los americanos. El general Geyr von

Schweppenburg,

al

asumir esta pesada

tarea y recibir la orden de reconquistar

Bayeux, se propuso personalmente

avanzar hasta

el

canal

de la

Mancha

con

sus 3 Pz .D. Pero apenas había instalado

su puesto d e mando en la región d e

Thury-Harcourt, cuando

u n

bombardeo

aéreo lo dejaba gravemente herido y

único superviviente de su Estado

Mayor. Sepp Dietrich asumió

el

mando

y ordenó a sus tropas mantenerse a la

defensiva, en espera de días mejores.

In tervenc ión

d e l o s

Panzer pesados

Efectivamente, el 12 de junio la inter-

vención de la 2.

a


von

Lüttwitz), trasladada desde

la

región

de

Amiens, permitió

a

Dietrich

El

c u e r p o

d e

ingen ie ros

e jérc i tos a l iados

u n

papel

e

pr imer orden

ba ta l l a

d e

N o r m a n d i a .

a s

c o m u n i c a c i o n e s

al

r i tmo

e l

a v a n c e

d e l a s

t ropas .

abortar u n a intentona del 30.° C.E.

británico, q u e había lanzado a la 7.

a

D .B .

(mayor-general

G . W .

Erskine)

contra su ala izquierda y contra su reta-

guardia. Si en este verdadero combate

frontal,

en el que

estaba

en

juego

la

localidad d e Villers-Bocage, llevaron la

peor parte las famosas "ratas del desier-

t o" no fue por

falta

de

ardor

y de

valen-

t ía, sino porque su material no respon-

d ió como esperaban. Buena prueba d e

ello

es la

narración

de un

episodio

a

este

respecto debida a Chester Wilmot:

«Los infantes habían bajado para esti-

rar las piernas, mientras lo s carros

exploraban

el

camino, cuando

un

caño-

nazo desgarró

el

silencio matinal,

y el

primer

half-track

quedó envuelto en lla-

m as . U n

Tiger

surgió de los bosques

situados

m ás a l

norte, descendió

por la

carretera y se puso a destruirlos uno

tras otro. Detrás d e ellos venían una

docena

de

carros pertenecientes

al

puesto de mando del regimiento, los

observadores de artillería y un grupo de

reconocimiento.

E l Tiger

acabó

con

todos sistemáticamente, despreciando

el tiro de uno de los

Cromwell

que ,

64



su s

obuses

de

rebotaban contra

el

blindaje

del

a

pocos metros

de

E n

unos minutos

la

carretera

convirtió en un infierno. Veinticinco

¡y todo era

de un

solo

Tiger 1» (24).

S in menospreciar la hazaña del

del

de

combate alemán, debe

que e l

Cromwell

estaba m u y

con un cañón

mm/39,5

de

calibre

y

mediocre-

U n f rente ang lo-amer icano

cont inuo

d e l Dives a Sa in t -Marcou f

El fracaso del 2.° Ejército británico se

vería ampliamente compensado en la

misma jornada

por la

caída

d e

Caren-

t a n , cuyas defensas sucumbieron a la

acción concéntrica de las 29.

a

D.I . y

101.

a

D. de

paracaidistas americanos.

Alertada el 7 de junio en su acuartela-

miento de Thouars, la 17.

a

Pz.G.D.S.S.

Goetz vo n Bcrlichingen

(teniente-gene-

ra l

Ostermann) llegó demasiado tarde

^ El

ingeniero inglés

Dona ld

C .

Bailey

hab ía ideado

u n

s i s t ema

d e

p o n t o n e s

c o n

e l e m e n t o s

p r e f a b r i c a d o s c o m b i n a b l e s

d e

t o d a s

l a s

fo rmas pos ib le s .

265



La

c a m p a ñ a

d e

Normand ía

a

dura prueba

a s

r e l ac iones en t r e

i s e n h o w e r

y

M o n t g o m e r y .

Ch ie f Marsha l "

d e

E i s e n h o w e r

o

apoya r í a

al

orgul loso

d e

El-Alamein

ba ta l l a s d i a l éc t i ca s

c o m a n d a n t e

n

jefe a l iado.

para oponerse

a la

conjunción

de los 5.°

y 7.° C.E. del general Bradley; una vez

pasado

el

Loira, había sufrido

de los

Jabo el

mismo tratamiento

que la

Pa?izer Lehr.

E l frente anglo-americano

quedaba así consolidado entre el Dives

y

Saint-Marcouf.

La

defensa alemana

s e refuerza m á s len tamente

q u e e l ataque al iado

Durante

los

primeros días

de com -

bate lo s alemanes habían perdido ya

10.000 prisioneros y 150 carros, y ,

sobre todo, tanto

los

mariscales

R o m -

mel y von Rundstedt como lo s generales

Montgomery y Eisenhower tenían la

impresión

de que ,

contrariamente

a lo

previsto, la defensa se reforzaba m ás

lentamente que el ataque.

Del 7 al 12 de

junio

los

anglo-ameri-

canos hicieron intervenir sus reservas

flotantes, embarcadas

el

mismo

día que

la primera oleada de la ofensiva con un

total

de

efectivos, recordémoslo,

de 5

divisiones de infantería y 3 divisiones

aerotransportadas. L a s reservas esta-

b an

distribuidas

de la

siguiente forma:

—En el 5.° C.E. americano, las 9.

a

y 90.

a

D .I .

—En el 7.° C.E.

americano,

las 29.

a

y 2.

a

D.I .

- E n e l 30 .° C .E .

británico,

las 7.

a

D.B.

y 49.

a

D.I .

—En el l.

e r

C . E .

británico,

la 51.

a

D.I .

L o q u e suponía 15 divisiones (8 ameri-

canas)

del

total

de 37

estacionadas

en el

Reino Unido

el 6 de

junio precedente,

es decir, 326.547 hombres, 54.186 vehí-

culos y 104.428 tm de avituallamientos

desembarcados

en una

semana.

Según lo s cálculos del S.H.A.E.F., el

mismo 12 de junio se pensaba que

Montgomery tendría frente

a sus

tropas

21

divisiones enemigas. Pero

la

defensa

se reforzó a un ritmo imprevisto, por lo

lento:

—6 de junio: 21.

a

Pz .D.

- 7 d e junio: 12.

a

Pz .D. S .S .

—8 de

junio:

P z . D . Lehr.

- 9 d e junio: 353.

a

I .D .

— 11 de junio: 17.

a

Pz.G.D.S.S.

— 12 de

junio:

2.

a

Pz.D. y 3.

a

D .

paracai-

dista.

Teniendo en cuenta las 5 divisiones

q ue

montaban guardia

e l "día D"

entre

Cabourg

y el

monte Saint-Michel,

el

«agrupamiento blindado Oeste» y el 7.°

Ejército alemán disponían

de 12

divisio-

nes, 5 de

ellas blindadas, pero

no hay

q ue olvidar, además, que la 716.

a

I .D .

sólo

era ya un

número

y que la

709.

a

y

la

352.

a

I . D .

habían sido

m u y

castiga-

das . En cuanto a las divisiones

Panzer,

comprometían su s efectivos con exce-

siva ligereza, siempre

con

retraso sobre

las fechas previstas y nunca completas.

La Resistencia desorganiza

l a s comun icac iones

y las

t ransmis iones a lemanas

L a gran ofensiva aérea dirigida con-

tra la red ferroviaria francesa y belga

había dado

con

creces

lo s

frutos

que se

esperaban de ella. Tras el desembarco,

la acciones de este tipo continuaron,

pero reforzadas desde

la

noche

del 5 al 6

d e junio con la lucha de la Resistencia

contra

las

comunicaciones alemanas

en



»%»v

>>

A L o s

"boys" ven idos

d e l

Nuevo Mundo

fue ron ob je to

d e u n a

ca lu rosa

a c o g i d a

p o r

pa r t e

de l a

pob lac ión f r ancesa

l iberada

d e l a

ocupación nazi .

<

D e s c a r r i l a m i e n t o

d e u n t r en e n Vimou t i e r s

( cuad ro

d e

Russel l ) .

La

Res i s t enc ia f r ancesa

apl icar ía

c o n

éxito

e l

"p lan Ver t " de s t inado

a

para l izar

l a s

c o m u n i c a c i o n e s

a l e m a n a s .

267



Inter ior

d e l a

iglesia

e

O r a d o u r - s u r - G l a n e .

n es te lugar ,

jun io

d e 1 9 4 4 ,

n a

c o m p a ñ í a

d e l a

división

Re ich"

" W a f f e n

S . S . "

a

c o m p a ñ í a

d e l

r e g i m i e n t o

Führer")

6 4 2

v íc t imas

e m b o s c a d a

R e s i s t e n c i a

e n

Corréze .

aplicación

del

plan

Vert

elaborado

por

la S.N.C.F., mientras el plan Tortue,

fruto de los estudios del P.T.T., se apli-

caba

con

idéntico éxito

a las

comunica-

ciones telefónicas del ocupante.

Pierre de Préval menciona u n a lista

de 278

sabotajes efectuados entre

el 6

de junio y el 15 de septiembre de 1944

por los

F.F.I. solamente

en el

departa-

mento

d e

Meurthe-et-Moselle

(25), y la

proporción sería similar en todos los

demás. En el itinerario d e Montauban

al

frente

de

Normandía,

la 2.

a

P z .D .

Das Reich (teniente-general Lammer-

ding) de los

Waffen S.S.

sería hostiga-

da por los

guerrilleros

d e

Corréze.

Así se explicaría en parte el enorme

retraso

de la

organización

de la

defensa



simultáneamente

de un

número

de

formaciones de infantería equiva-

lente. Pero la prohibición decretada

p o r

Hitler

de

recurrir

al 15.°

Ejér-

cito no le facilitaba las cosas.

3.°) Aunque hubiera obtenido las divi-

siones

d e

infantería necesarias,

n o

p o r ello el plan de maniobra apli-

cado en Normandía p o r Montgo-

mery descansaría

en

bases menos

sólidas

y

previsoras.

4.°) Por lo tanto, le iba a ser imposible

trasladar

el

centro

de

gravedad

del

grupo

de

ejércitos

«B» de la

región

de Caen-Tilly-sur-Seulle a la de

Carentan-Montebourg,

es

decir,

que la

"plaza fuerte"

de

Cherburgo

estaba ya condenada.

Churchi l l v is i ta e l f rente

«El lunes 12 de junio —relataría

Georges Blond—, poco después

del

mediodía, aterrizó u n Dukw cerca de

Courseulles rodando por la arena. U n

grupo

de

oficiales

q u e ,

desde hacía

un

rato, observaban al Dukw con sus pris-

mát icos , avanzaron rápidamente .

Detrás

del

piloto estaba sentado

u n

hombre corpulento, tocado con una

gorra azul marino y fumando u n puro.

El

aparato

se

detuvo enseguida:

"¿Cómo

se

baja

de

aquí?", preguntó

con voz potente a los oficiales que se

acercaban.

U n

soldado

se

precipitaba llevando

u n a pequeña escalera, y Churchill d e s -

cendió con toda la dignidad posible.

Estrechó

la

mano

de

Montgomery,

vestido con una chaqueta d e cuero y

tocado con una boina negra, y después

la de las

otras personalidades militares:

el

Field Marshal

Smuts,

el

Field

Mar-

shal

Alanbrooke, jefe del Estado Mayor

imperial,

y el

almirante

sir

Philip Vian,

comandante

de la Task Forcé

británica.

El descendiente de Marlborough miró

a su alrededor con aire d e satisfacción.

U n

corresponsal

de

guerra

que se

encontraba allí abrió desmesurada-

mente los ojos, anonadado aún por su

fortuna.

L a

emoción

le

cortó

la

palabra,

o quizá todo e ra debido, simplemente, a

la proverbial discreción británica; sólo

pudo decir:

Good morning,

Sir .

Churchill le tendió la mano también

a él. Después se dirigió hacia un jeep

que le

esperaba.

L o s

soldados acudían,

entre aclamaciones. Churchill sacudió

alegremente la cabeza, haciendo el signo

de la

victoria.

E l

jeep arrancó»

(27).

E l mismo día 12 de junio, ya de

noche, despegarían los primeros misiles

VI en

dirección

a

Londres.

V

Mon tgomery exp l i ca

a

Churchi l l

la

s i tuación

s o b r e

e l

mapa .



los americanos?»

Además,

su

propia división estaba

p o r

hombres

m á s

bien mayo-

años) y los artilleros d e

s baterías costeras alcanzaban, e

la

cuarentena.

E l plan del general Bradley para a p o -

del objetivo ordenado consistía,

primera fase,

e n

avanzar hasta

costa occidental d e Cotentin y des -

el norte, haciendo c o n -

s u s

columnas hacia Cherburgo.

l comienzo n o sería, s in embargo,

u y alentador. La 90 .

a

D.I . , a la que

al

primer choque,

se

empantanó

cruce del Douve hasta ta l punto

e hubo d e "sacrificarla" en beneficio

otras divisiones

de l l .

e r

Ejército.

se contentó c o n relevar a su

y reemplazarlo por el

a

D l

7 ° C E

americanos

Como compensación, el 14 de junio

a

D . I . ,

distinguida

ya en

Túnez,

la resistencia enemiga

por las dificultades del

y por la

ventaja

d e

de un jefe hábil y resuelto, el

S . Eddy, quien

lanzó violentamente contra el eje

s - . - >'•' - * '

Barneville; allí alcanzaría

el día 15 al

amanecer la orilla occidental de la

península, aislando en el norte de

Cotentin

a las 77.

a

, 91 .

a

,

243.

a

y

709.

a

I .D. , o a lo que quedaba d e ellas. D e s -

pués, el teniente-general Collins,

comandante

del 7 .° C.E. ,

cubriendo

su

frente sur con sus 2 divisiones aero-

transportadas y la 90.° D.L, se lanzó al

asalto d e Cherburgo con su 4 .

a

D . L

(mayor-general Raymond O . Barton)

en su flanco derecho, su 79.

a

D . L

(mayor-general

I r a T .

Wyche), recien-

temente desembarcada, sobre

el eje de

Valognes y la 9.

a

D.L en e l flanco

izquierdo; esta última disponía

d e

menos

d e u n a

jornada para dirigirse

del

oeste al norte, con armas y bagajes,

pero Eddy resolvió brillantemente el

complicado ejercicio militar:

«E n

vein-

tidós horas —escribió al respecto el

A

Cañón an t i t anque

d e 3 7 m m . La

t e m p e s t a d

q u e

a s o l ó

e l

puer to

ar t i f ic ia l

d e

" O m a h a "

e l 1 9 d e

junio provocó

u n a cr is is d e mun ic iones

y el

r e t r a s o

de l a

en t r ada

e n l inea d e l 8 . ° C . E .

amer icano hac ia Che rbu rgo

277



A L a s

t r o p a s a m e r i c a n a s

e n t r a r o n

e n

Ca ren tan

e l 1 2 d e

junio . Cinco días

a n t e s , d u r a n t e

s u

p r imera

vis i ta

a l a s

playas ,

Ei senhower hab ía des ignado

la c iudad como ob je t ivo

prior i tar io .

S u

conqu i s t a

p e r m i t i ó

la

con f luenc ia

d e l a s

c a b e z a s

d e

p u e n t e

d e

" U t a h "

y

" O m a h a

1

general Bradley— se esperaba que

hiciese girar 20.000 hombres

90° g ra -

d o s ,

hacia Cherburgo,

q u e

evacuara

sus

enfermos y heridos, q u e instalase sus

transmisiones, reconociera el terreno,

estableciera lo s límites del sector, diera

s u s órdenes, desplazase s u s depósitos

d e víveres y municiones y se preparara

para u n nuevo ataque en un frente de

15 km. Ni

siquiera parpadeó

y, a la

"hora

H " , s e

lanzó

al

ataque»

(4).

E n honor a la verdad, debe admitirse

que e l 84 . ° A.K. había sido atacado

m u y duramente y q u e , bajo los incesan-

te s bombardeos de la aviación anglo-

americana, lo s tenientes-generales Hell-

o

T a n q u e s a m e r i c a n o s

" S h e r m a n

M 4 A 4 / V c

Firef ly"

a t r a v e s a n d o u n a a ldea

n o r m a n d a .

2 7 8



Carro británico Churchill t ipo D Mark I I I , con " e x t e n d e d o r d e a l fombra me tá l i ca"

E r a u n

carro Churchi l l modif icado para poder extender

d e l a n t e

d e é l . e n

s u e l o d e s p e j a d o

o c o n

a l a m b r a d a s ,

u n a

" a l f o m b r a " m e t á l i c a

d e 2 , 7 5 m d e

a n c h u r a ,

a f i n d e

permit i r

el

a v a n c e

d e

o t ro s veh ícu los b l indados ,

d e

vehículos l igeros

o d e

t r o p a s .

La

" a l f o m b r a "

e r a

t r a n s p o r t a d a

e n u n a

bobina

q u e s e desen ro l l aba de lan te y p o r d e b a j o d e l ca r ro .

U n a v e z

d e s p l e g a d o t o d o

e l

piso metál ico

la bobina podía s e r d e s t r u i d a m e d i a n t e u n a pequeña ca rga exp los iva .

S u

v e l o c i d a d

d e

t r a b a j o

e r a d e 3 k m / h . E l

veh ícu lo

rep re sen tado e s t á p rov i s to

d e u n

disposi t ivo

es tanco adecuado pa ra vadea r cu r sos

d e

agua.

(



L La

infantería

y l o s b l i n d a d o s a m e r i c a n o s

ent ran e n Cherburgo .

El general Coll ins

h a b í a c o m e n z a d o e l asa l to

a la c iudad e l 2 1 d e junio,

pero has ta

e l 3 de

julio

n o

cons igu ió reduc i r

l a s ú l t imas res i s tenc ias .

Octeville, refugio de von Schlieben y

d el contraalmirante Hennecke, se

encontraba sometido

a u n

bombardeo

de tal envergadura que las nubes d e

óxido d e carbono se infiltraban hasta

las

casamatas donde

se

amontonaban

más de 300 heridos.

E n estas condiciones, el comandante

de la 709.

a

I .D . envió sus parlamenta-

rios

a

Mantón Eddy

el 26 de

junio,

a las

14 horas, especificándole que su deci-

sión sólo comprometía a los defensores

de

Octeville.

El tiempo ganado con estas conver-

saciones permitió a los zapadores ale-

manes completar

la

destrucción

de las

instalaciones de l puerto, y minar sus

ruinas para hacer la retirada de los

escombros

lo más

larga

y

penosa posi-

ble. En realidad, u n m e s bastaría a los

americanos para hacer atracar sus pr i -

meros buques mercantes en los muelles

de Cherburgo; algunas semanas m ás

tarde, u n inmenso tambor de 12 m de

diámetro era remolcado hasta la rada y

devanaba

los

últimos metros

del

oleó-



M t e n t / a s

i o s

Aliados

s e

a f a n a b a n

e n

reparar

l a s ins ta lac iones por tuar ias ,

l o s h a b i t a n t e s d e Cherburgo

c o m e n z a r í a n a recobrar

e l pu lso d e s u vida normal.


http://slidepdf.com/reader/full/historia-de-la-segunda-guerra-mundial-salvat-volumen-0810-1979-ocr 294/330• s tT "•••



f\ T •

V

* » •

m

* * * *

A La Franc ia "cau t iva" v ibra d e e s p e r a n z a y s i g u e c o n i m p a c i e n c i a l a s p e r i p e c i a s d e l o s v i o l e n t o s c o m b a t e s d e Normandía

287



hower y a Bradley: ¿qué eran L a Haye-

du-Puits, Pont-Hébert e incluso Saint-

L ó , e n

comparación

c o n

Vitebsk,

Orcha, Moghilev, Bobruisk

y

Minsk?

Algunos llegaron incluso a suponer, ca-

ritativamente,

q u e

esta "paralización"

de las

operaciones

en el

frente occiden-

ta l obedecía a un plan acordado en las

altas esferas para desangrar

a los

rusos.

Montgomery desgasta

l o s efectivos blindados

alemanes.. .

L a s críticas contra Bradley eran un

juego

d e

niños comparadas

con la

ofen-

siva

de

descrédito dirigida

¿

contra

Montgomery, a la vista de los medio-

cres éxitos

qu e

podía reivindicar

en

aquel momento

el 2.°

Ejército británico:

para conocerlos bastaba

con

centrarse

en el mapa de Normandía. Así , por

ejemplo, fueron necesarias tres intento-

nas y

esperar hasta

el 9 de

julio

de 1944

para poder anunciar la toma de Caen,

teórico objetivo

de l "día D" .

E l

vencedor

de

El-Alamein

n o

podía

revelar a los periodistas, con los que

mantenía periódicas reuniones, que no

tenía

la

menor intención

d e

abrirse paso

hacia París,

y

menos

a ún

revelarles

que

su plan tendía, sobre todo, a obligar a

Rommel

a

concentrar

s u s

Panzer

contra

el 2.°

Ejército británico,

y a des-

gastarlos progresivamente en su frente

mediante acciones

d e

objetivos limita-

dos .

Pero, hecha esta observación,

es

necesario decir también

que , en la evo-

lución de esta batalla de material, el

maestro táctico

que era

lord Montgo-

mery

no

parecía tener suficientemente

en cuenta la enorme superioridad téc-

nica

q u e

distinguía

a los

carros

de com -

bate alemanes.

Retomando

lo s

relatos

de los

comba-

tientes

d e

ambos bandos protagonistas

de la

lucha

en el

sector

d e

Caen, durante

los

furiosos combates

de los

meses

de

y julio de 1944, todos hablan de

Sherman

ardiendo como antorchas ,

Cromwell

agujereados como coladores,

Churchill, con un blindaje considerado

como suficiente, incapaces

d e

resistir

un

impacto

de

lleno.

A

título

d e

ejem-

plo, limitémonos al caso de la 11.

a

D.B .

(mayor-general Roberts) comprometida

en la

operación

Goodwood lo s

días

18 y

19 de

julio

de 1944: «El 3 .

e r

R.T.R.

se

encontraba

al

límite

de sus

fuerzas.

Había comenzado con 52 carros, reci-

bido otros

11 de

refuerzo

( lo que

totali-

zaba

63) y,

después

de la

toma

de

Bras,

sólo

le

quedaban

9. El

escuadrón

A del

mayor Cióse había perdido 17 en dos

días,

7 de

ellos irrecuperables. Todos

lo s

jefes

d e

sección estaban muertos

o

heridos, excepto un sargento. En la Fife

& Forjar la s

cosas estaban

aú n

peor:

Todos

lo s

regimientos lanzados

al

combate habían quedado hechos peda-

zos: la 11.

a

D.B . ya no existía como u n i -

dad»

(10).

E n

estas condiciones

no es

extraño

que las grandes unidades q u e habían

combatido

en las

filas

del 8.°

Ejército,

A Saint-L6, nudo

d e l a s d e f e n s a s a l e m a n a s

e n

N o r m a n d í a ,

f u e

des t ru ido

p o r l o s b o m b a r d e r o s p e s a d o s

u t i l i zados p o r p r i m e r a v e z

e n apoyo d i rec to

d e l a s t r o p a s d e t ierra.

289



Carro d e c o m b a t e b r i t á n i c o c a p t u r a d o p o r l o s a l e m a n e s .

C o l u m n a d e ca r ros br i tán icos "Sherman" .

^

en el

norte

de

África

(50.

a

y 51.

a

D.I . y

7.

a

D.B.),

n o

consiguieran

en el

nuevo

teatro

de

operaciones

los

resultados

esperados. A propósito de estos vetera-

nos de las

batallas

de Bir

Hakeim-

Tobruk

y

El-Alamein,

E .

Belfield

y H.

Essame recuerdan u n viejo dicho del

Ejército inglés:

«U n

veterano

es un

soldado prudente,

y por eso es un

veterano»

(11). No

cabe

duda. Pero se admitirá que los contra-

tiempos ocurridos

a las

"ratas

del

desierto"

en

Villers-Bocage,

el 12 de

junio de 1944, en su primer contacto

con la 2.

a

Pz.D., bastaban para hacer

prudentes

a los más

temerarios.

E n cuanto a la docena de divisiones

británicas empleadas po r primera vez

en

Normandía,

p o r

mucho realismo

que

se

hubiera dado

a su

instrucción

y por

mucho ardor

q u e

pusieran

al

entrar

en

combate,

lo

menos

qu e

puede decirse

es

que les

faltaba

el

bautismo

de

fuego

real.

Quizás haya

qu e

reprochar

al

alto

mando inglés

un a

cierta propensión

a

querer preverlo todo

en sus

instruccio-

nes , incluso lo imprevisible. L o s gran-

des

jefes americanos,

por el

contrario,

aplicaban

en el

dictado

de sus

órdenes

la doctrina practicada p o r entonces en

Berlín, según

la

cual

la s

órdenes debían

contener todo

lo que el

subordinado

necesitaba conocer para cumplir su

misión, pero

n i una

línea

m á s . L a s

órde-

nes

inglesas

se

explayaban

en

otros

muchos detalles hipotecadores

de la ini-

ciativa de los comandantes tácticos

cuando

se

producían situaciones total-

mente imprevisibles, porque

en la gue-

r ra , como alguien h a dicho, siempre

sucede

lo

inesperado.

E n

esta especie

d e

inventario

de

medios manejados po r Montgomery,

debe reservarse u n a mención d e honor a

la

artillería, particularmente temida

por

lo s

granaderos

d e

Rommel porque

tiraba rápido y bien. Especialmente el

gun-how

(cañón-obús)

de la

artillería

divisionaria, calibre

87 ,6 m m ,

disparaba

obuses de 11,5 kg a un ritmo ta n rápido,

que los

alemanes

se

figuraban

que le

había sido adaptado

u n

dispositivo

de

carga automática.

Esta circunstancia explica bastante

bien

la

modalidad

de los

combates

en el

sector

d e

Caen.

Si los

blindados británi-



M o r t e r o a b a n d o n a d o

a l e m a n e s

c a m p o d e batal la

e Cherburgo .

eos fallaron en todos su s intentos d e

perforación frente a los Panther, a los

Tiger y a los

cañones antitanque

de 88

mm de la

agrupación blindada «Oeste»,

lo s contraataques alemanes, en cuanto

superaron

el

plano local,

se

derrumba-

ron

bajo

la s

concentraciones aliadas

d e

artillería, espantosamente mortales.

Tanto

m á s

cuanto

que, a la

distancia

de

la

costa

a la que se

combatía,

lo s

caño-

nes de la

Royal Navy intervenían

en el

zipizape: el 16 de junio, en la región de

Thury-Harcourt,

a

unos

30 km de

Riva-

Bella,

un

obús

de 406 mm del Roduey o

del

Nelson mató

al

teniente-general

Witt, jefe de la 12.

a

P z . D . Hitlerjugend

de los Waffen S.S.

y traslada el centro

d e gravedad de su maniobra

Sin insistir sobre el revés sufrido por

el 30.° C.E.

británico

y la 7.

a

D.B. en su

intento

d e

rodear

a

través

d e

Villers-

Bocage

el

frente

de la

agrupación blin-

dada «Oeste», parece q u e esta equivoca-

ción aconsejó

a

Montgomery trasladar

el

centro

de

gravedad

de su

maniobra

al

campo de batalla d e Caen, donde sus

blindados encontrarían terrenos

m ás

adecuados

a sus

características.

L a

operación Epsom, desencadenada

el 25 de junio, puso en acción al 8.° C.E.

recientemente desembarcado

en N or -

mandía bajo

las

órdenes

del

teniente-

general s ir Richard O'Connor, a quien

el

armisticio italiano había devuelto

la

libertad. Cubierto

a su

derecha

por un

ataque

de la 49.

a

D.I . (30.°

C.E.),

el ven-

cedor d e Sidi-Barrani franquearía la

ruta

d e

Caen-Bayeux

al

oeste

del

aeró-

dromo

d e

Carpiquet, atravesaría

la

depresión del Odón y luego, girando del

sur al

suroeste, alcanzaría

al

final

de la

operación Breteville-sur-Laize,

a 15 km

de

Caen-Falaise; este movimiento

p r o -

porcionaría

al 2.°

Ejército británico

no

sólo

la

capital normanda, sino también

la base aérea de Carpiquet, ta n ambicio-

nada por los mariscales del aire Conin-

gham

y

Leigh-Mallory.

c a ñ o n e s a n t i a é r e o s

d e 8 8 m m

c a r r o s d e c o í n b a t e

e n Caen .



El 8.° C.E. agrupaba a este efecto

60.000 hombres, 600 carros y 700 caño-

nes, 400 de

ellos concedidos

por la ar-

mada.

Las 15.

a

y 43.

a

I .D . ,

reforzadas

cada una por una brigada de Churchill,

proporcionaban

a

O'Connor

su ele-

mento

de

choque

y la 11.

a

D.B. su ele-

mento d e avance; para la s tres era su

primera entrada

en

combate.

Mientras

el

flanco izquierdo

del 30.°

C . E . embestía al derecho de la Pz.D.

el ataque del 8." C.E. fue a cen-

trarse sobre

la Pz.D. Hitlerjugend,

tras

la muerte d e Witt a las órdenes del

general Hubert Meyer, jefe excepcional-

mente resuelto

y de

decisiones rápidas

y

exactas

( sus

hombres

le

llamaban fami-

liarmente Panzer-Meyer). Al final del

día, al

precio

d e

encarnizados combates

y a

pesar

de los

incesantes contraata-

ques alemanes, la infantería británica

acampaba

en las

proximidades

de la

carretera Caen-Villers-Bocage,

a 5 km

de su posición d e partida. El 27 de junio

la 15.

a

D . I . consiguió apoderarse de un

puente intacto sobre

el

Odón,

y la 11.

a

El 9 de

ju l io , después

d e u n fur ioso bombardeo ,

el 1 .

e r

C . E . br i tá n ico

a lcanzó l o s suburb ios

d e C a e n . L o s a l e m a n e s

habían concent rado

en l a

cap i ta l normanda

e l

g r u e s o

d e s u s

b l indados .



a r m a s

d e u n a

s e c c i ó n a m e r i c a n a : f us i l e s , a m e t r a l l a d o r a s

y

mor te ro .

p r i m e r o s p r i s i o n e r o s a l e m a n e s d e l f r e n t e d e l O e s t e .

D.B. lo cruzó y preparó el movimiento

de

conversión

de la

ofensiva mencio-

nado anteriormente: primer objetivo,

la

cota 112, cumbre de la cresta que

separa

lo s

valles

del

Odón

y del

Orne.

Fracasa

un contraataque alemán

Sin

embargo,

el 8.° C.E. se

había

retrasado sobre su horario y unos

embotellamientos fastidiosos hacían

estragos

en sus

retaguardias. Estas

cir-

cunstancias permitieron a Sepp D i e -

trich, comandante

de la

«agrupación

blindada Oeste», prevenir

lo

peor,

l an -

zando al 2.° Pz.K. de los Waffen S.S.

(general Hausser), de regreso del frente

de

Galitzia. Intentó incluso coger

en

tenaza, entre

la 9.

a

Pz.G.D. Hohenstau-

fen

y la 10.

l

Pz.G.D.

Frundsberg,

a la

11.

a

D .B . que

había avanzado

m á s

allá

de la

cota

112 y, si

fracasó

en el

intento,

fu e porque O'Connor hizo evacuar sus

blindados

de

este saliente demasiado

expuesto.

L a

Panzergruppe West fracasó

en su

intento de avance mediante un contra-

ataque

d e

conjunto después

de

este

éxito defensivo, porque

el 2.°

Pz.K.S.S.

f u e literalmente clavado a tierra por los

bombardeos

de la

aviación táctica

y el

fuego

de la

artillería

en

cuanto intentó



algún movimiento;

el

entonces jefe

de la

Tercera Sección

de la 9.

a

Pz.G.D.S.S., general Harzer, declararía

m á s tarde a este respecto: «Si la Luft-

wafje

hubiera podido impedir

a los

buques

de

guerra

su

bombardeo

de

algunas zonas con tanta precisión, la

suerte

de los

anglo-canadienses —estoy

convencido— hubiera cambiado.

E n

todo caso, fueron los ataques aéreos y la

artillería, particularmente

los

grandes

cañones

de los

acorazados,

los que rom -

pieron nuestra contraofensiva.

El

fuego

de los buques fu e devastador. Cuando

uno de sus

proyectiles caía cerca

de un

Tiger, su

onda expansiva bastaba para

derribar a este carro de 56 tm. Nuestros

regimientos blindados fueron detenidos

más por las

andanadas

de la

flota,

que

por la defensa de las tropas» (12).

De una u

otra forma, después

del

revés

del 29 de

junio,

los

alemanes

renunciaron

a

toda pretensión

de

recha-

zar al enemigo hasta el mar.

E n

cuanto

a

Montgomery, aunque

Epsom

sólo había conseguido mellar

el

frente enemigo, se declararía entera-

mente satisfecho

de los

resultados obte-

nidos

en la

carta

que , con

fecha

30 de

junio, dirigió a los generales Dempsey y

Bradley:

«Todo

va

bien»,

le s

escribía,

y

conti-

nuaba:

«Al

obligar

al

enemigo

a

dispo-

ner de l grueso de sus tropas frente al 2.°

Ejército,

nos ha

sido

m á s

fácil ganar

terreno

en el

flanco oeste.

...Este método ha tenido hasta tal

punto éxito,

que el 2.°

Ejército debe

hacer frente ahora

a u n

despliegue

fo r -

midable de divisiones blindadas: por

ahora sabemos

de

ocho, pero probable-

mente llegarán

aú n

algunas más...».

Después, en dos párrafos —de los que

citaremos sólo el primero— le s esbozaba

el

plan

q u e

esperaba llevar

a

cabo:

«Retener

el

mayor número posible

de

divisiones enemigas en nuestro flanco

este, entre Caen

y

Villers-Bocage,

y

hacer girar

el

flanco derecho,

u

oeste,

del grupo de ejércitos hacia el sur y el

este,

en un

vasto movimiento

de

barrido

a fin de

amenazar

la

línea

de

retirada

de

la s divisiones enemigas hacia el sur de

París»

(13).

El 1.

er

C.E. británico

ocupa Caen

L a

ejecución

d e

este plan continuaba

descargando el peso principal de la

batalla

d e

desgaste sobre

s ir

Miles

C .

Dempsey porque,

a

poco

que se

relajara

la presión, Rommel aprovecharía este

respiro para reorganizar su dispositivo.

El 9 de

julio

la

operación

Charmwood

entregaría Caen

y el

aeródromo

de C ar -

L o s b o m b a r d e o s

de l a R.A.F . devas ta ron Caen .

Sólo el " i s lo te san i ta r io"

esbozado a l rededor

d e l a A b b a y e - a u x - H o m m e s

f u e

r e l a t i v a m e n t e r e s p e t a d o .



y-

mm 4

3 i

\

w

to

b

piquet al l .

e r

C . E . británico (teniente-

general Crocker). Pero

la

infortunada

capital normanda,

ya

devastada

por la

R.A.F. en la noche del 5 al 6 de junio,

vio

centuplicarse

sus

destrucciones

con

la

explosión

d e

2.500

tm de

bombas.

Sólo el barrio donde se levanta la majes-

tuosa Abbaye-aux-Hommes, protegido

por la

Cruz Roja

d e

Ginebra,

fu e

relati-

vamente respetado, y sirvió de refugio a

millares

d e

desgraciados habitantes.

Este bombardeo despiadado obligó

a

retirarse

a la

división Hitlerjugend,

pero acumuló hasta ta l punto los

escombros ante

lo s

vehículos

de la 3.

a

D . I .

canadiense

q u e ,

para cuando llegó

a la orilla del Orne, encontró todos los

puentes volados.

En el

momento

en que e l l .

e r

Ejército

americano preparaba la operación

Cobra, q u e debía d a r cuenta de la resis-

tencia alemana, Montgomery pidió

u n

nuevo esfuerzo

a

Dempsey para fijar

a

A L o s m o n u m e n t o s ú n i c o s

d e u n a

reg ión f rancesa

h a b i t a d a d e s d e

la

alta

Edad Media quedaron

aniqui lados .

< 2 5 d e jul io: l a s t ropas

a m e r i c a n a s e n t r a n

e n Sa in t -Ló . La aniquilación

de l a res i s tenc ia a lemana

en e l f r e n t e d e Normandía

e s t a b a y a próxima.

297



lo s Panzer en su

frente,

e

incluso para

llevar

a los

blindados

de su 2.°

Ejército

a la región de Falaise.

L a

operación

Goodwood

había

d e

trasladar

el

centro

de

gravedad

de l a ta-

que a la

orilla derecha

del

Orne, donde

se amontonaron los 1.° y 8.° C.E. britá-

nicos, mientras

el 2.° C.E.

canadiense

(teniente-general Simmonds),

con 2

divisiones de infantería, se concentraba

en las

ruinas

de

Caen.

Mediante

un

ataque frontal, debía

conquistar lo s ensanches de esta ciudad

situados al sur del río y desarrollar su

ataque sobre

el eje de

Falaise.

El ene-

migo, fijado

así de

frente, sería desbor-

dado y arrollado a derecha e izquierda

por las 3


(7 .

a

y 11.

a

D.B. y D.B. de la

Guardia),

q u e

desem-

bocarían por la estrecha cabeza d e

puente conquistada

en la

noche

del 5 al

6 de

junio

por los

paracaidistas

del

general Gale.

Además de los carros encuadrados en

divisiones

o en

brigadas, Montgomery

había formado

en

Normandía

una

reserva de 500 nuevos aparatos. E n

cuanto

a la

artillería afecta

a Good-

wood,

contaba

con 720

piezas

de

todos

los calibres, dotadas con 250.000 o b u -

ses. Igualmente, la aviación aliada p r e -

pararía

y

sostendría

el

ataque

en p ro -

porciones

no

igualadas hasta

ese d ía :

1.600

cuatrimotores

y 600

bimotores

y

cazabombarderos arrojarían sobre

las

posiciones enemigas m ás de 7.000 tm

de

explosivos,

y

apoyarían

el

avance

de

los

blindados

del 8. C. E.

Pero los alemanes habían descubierto

las intenciones del adversario, y se

habían organizado

en un

frente

de 16

km de

profundidad.

N o

tenían

en

línea

m á s q u e u n a división de infantería (16.

a

L.F.D.)

y lo que

quedaba

de la 21.

a

Pz.D., pero disponían

sin

embargo

de

u n a potencia d e fuego apreciable, repre-

sentada sobre todo por 272 lanzacohe-

tes de

seis tubos

y por un

centenar

de

cañones

de 88 m m

D.C.A. instalados

como anticarros.

L os anglo-canadienses

perforan

la

primera posición

defensiva alemana

El 18 de julio, a las 5 horas y 30

minutos,

el

tronar

de 720

cañones

dio la

señal

del

comienzo

d e Goodwood.

Después, escribiría

un

combatiente

del

8 .° C .E. : «Los aviones aparecieron en el

cielo, indolentes, despreocupados, indi-

ferentes.

L o s

primeros franquearon

nuestras líneas y la tierra se puso a t e m -

blar bajo

un

rugido continuo

q u e

duró

tres cuartos

d e

hora; durante este

período,

en

ningún momento vimos

menos d e cincuenta a la vez. El

estruendo

era

ensordecedor. Podíamos

v er

caer

la s

bombas

de los

aviones, deri-

v ar hacia abajo casi suavemente, como

lechaza

de

salmón

y ,

cuando desapare-

cían detrás

de los

árboles,

el

ruido

se

elevaba un poco para descender ense-

guida

a su

antigua tonalidad. Todos

los

Jocks estaban

de pie,

mirando hacia

el

cielo y sonriendo. Después d e semanas

metidos

en las

trincheras, volvía

la

acción;

un a

acción

a una

escala mayor

de la que

ninguno

d e

ellos hubiera

podido soñar» (14).

A las 7

horas

y 45

minutos

la 11.

a

D .B . ,

precedida

por una

barrera rodante

de una intensidad jamás conocida hasta

entonces, partió

al

ataque

y

avanzó

rápidamente

a

través

de la

primera

posición enemiga, cuyos defensores

se

encontraban todavía bajo el efecto psi-

cológico

del

bombardeo. Hacia medio-

día el

ataque chocó contra

la vía

férrea

Caen-París y quedó frenado.



P or una parte, la artillería británica,

u e

había permanecido

en la

orilla

de l

Orne, estaba

y a

fuera

d e

p o r otra, la confusión crecía en los

q u e

debían tomar

los

y la 7.

a

(mayor-general Erskine) para

a la orilla derecha y proteger el

de la 11.

a

D . B .

Además,

y

sobre

el

fuego

de los 88 mm

morteros séxtuples disparados

lo s

extrarradios

de

Caen.

A la

de la

noche

la 1.

a

P z . D . Leibstan-

de los Waffeii S.S., reserva de

a la 11.

a

D.B .

se

disponía

a

acampar

y ,

según

u

comandante,

el

mayor-general

le

destrozaba unos

40

carros.

El 19 de

julio apareció

la

lluvia,

y el

se

puso

en tal

estado

por el

de la víspera, que fue

el

avance. Ingleses

y

al sur y al

sureste

d e

Caen,

de 7 a 9 km en el inte-

del dispositivo alemán, pero sin lle-

dislocarlo. Resultado

m á s

bien

y

pagado

a

costa

de 413 apa -

de las 3 divisiones blindadas del

.°

Ejército. Este revés tenía

sin

u na

cierta compensación

de

orden estratégico: fue a Caen donde el

15.°

Ejército alemán recibió

la

orden

d e

dirigir

la 116.

a

Pz.D., estacionada toda-

vía en la región d e Amiens, y temiendo

u n a

perforación británica

en el eje de

Falaise,

el

mariscal

von

Kluge,

que

había sucedido

a

Rommel

a la

cabeza

del grupo d e ejércitos «B», creyó conve-

niente trasladar

d e

Saint-Ló

a

Caen

a la

2.

a

P z . D .

menos

de una

semana antes

del desencadenamiento de la operación

Cobra.

El

mismo

19 de

julio

las

pérdidas

del

2.

a

Ejército británico, desde el 6 de

junio,

se

elevaban

a

34.700 oficiales,

suboficiales

y

soldados,

de

ellos

6.010

muertos

y

28.690 heridos. Eran pues

m u y

inferiores

a las

padecidas (62.028

hombres) durante

el

mismo período

por

el l .

e r

Ejército americano.

La 1.

a

D.I . ,

en la playa d e Omaha, y las 82.

a

y 101.

a

aerotransportadas

del

general Bradley,

a l rededor

d e

Sainte-Mére-Eglise,

habían recibido un castigo m á s duro

que sus aliados e l "día D" , pero t a m -

bién

en el

Bocage normando

lo s

ataques

americanos

a

base

de

infantería habían

costado m á s caros en efectivos que, en

la

campaña

d e

Caen,

lo s

ataques ingle-

ses a

base

de

blindados.

A

R e f u e r z o s a m e r i c a n o s

avanzando hac ia

e l

f r e n t e .

A n t e u n e n e m i g o

c a r e n t e d e veh ícu los ,

d e o b u s e s e incluso

d e c a r t u c h o s , l o s Aliados

g o z a b a n d e u n a super ior idad

mater ia l ap las tan te .

299



Carro anglo-americano Sherman modelo "Tankdozer"

E ra u n

ca r ro She rman c l á s i co equ ipado

c o n u n a

pa la

M 1 o M 1 A 1

pa ra a r r a s t r a r e scombros , pa ra r e l l ena r l o s c rá t e re s

d e l o s

o b u s e s

o

para derr ibar

l a s

d e f e n s a s e n e m i g a s .

La n e c e s i d a d d e e s to s veh ícu los s e hizo patento

e n

Cass ino .

y l o s

" T a n k d o z e r s "

s e

mos t r a ron i r r eemplazab le s

e n ope rac iones t a l e s como la nivelación d e l a s ru inas d e Caen .



táctica

d e

Montgomery?

S ir

Bernard

L a w

Montgomery, enjui-

los

datos seguros

que le

propor-

el

brigadier Williams, jefe

de su

a

a

pesar

de los

aparentes reveses

Ejército británico,

u n a

situación

permitiría en pocos días desple-

e r

Ejército americano

con las

d e éxito.

Del 6 de

junio

al 25 de

julio

la s

fuer-

grupo

de

ejércitos

«B»

alemán,

a las

suyas

en

Normandía,

el centro d e

de la

ofensiva

al sur de

Caen.

revela el cuadro siguiente, ela- |

con

cifras tomadas

de sus i

(15): J

A E l iminac ión d e u n foco

a l e m á n d e res i s tenc ia

e n u n a a l d e a n o r m a n d a :

u n t i rador d e élite

br i tán ico , a rmado

c o n u n fus i l -amet ra l lador

"Bren" , hace fuego .

A Car ro d e c o m b a t e " S h e r m a n

d e s t r u i d o . La inferioridad

d e l o s b l i n d a d o s a m e r i c a n o s

e n re lac ión a l o s a l e m a n e s

e r a t a l , q u e Bradley

s e l a m e n t a r í a d e tener

q u e e m p l e a r u n t a n q u e

o d o s , tr ipulación

incluida, para destruir

u n ca r ro a lemán.

301

Frente a Bradley

Frente a Dempsey

P z . D .

Carros

Batallones

P z . D .

Carros

Batallones

P z . D .

Carros

d e infantería

P z . D .

Carros

d e infantería

15 de

junio

7 0

6 3

4 520 43

2 0 d e junio 1

270

77

4 430 43

25 de junio 1

190

87

5 530 49

3 0 d e

junio

1/2

140

63 7 1 /2 725

6 4

5 d e julio 1/2

215

63 7 1/2 69 0

6 4

10 de julio

2

190

7 2

6 610

65

15 de julio 2

190

7 8

6 630 68

2 0 d e julio 3

190

8 2

5 560 71

25 de julio 2 , 190 85 6 645 92



L o s

superiores

de

Montgomery, entre

ellos lo s jefes del Estado Mayor y el

general Eisenhower, igual

que sus

subordinados, estaban al corriente del

objetivo estratégico

q u e

buscaba

su

aparente maniobra dilatoria, d e conten-

ción

de las

divisiones alemanas,

con todo, en el seno del S.H.A.E.F.

comenzaban

a

manifestarse síntomas

de

u n a cierta impaciencia.

U n a

decena

d e

años después

del

acontecimiento, el vizconde de El-Ala-

mein basaría

en

razones personales,

sin

relación con el desarrollo de la situa-

ción, algunas

de las

críticas

que se ele-

varon contra su s métodos en el seno del

alto mando interaliado: «Pienso —escri-

bió— que una de las razones de este

estado

d e

ánimo

era que el

plan

C O S -

S A C original implicaba u n ataque d e

nuestro flanco oriental sobre la región

Caen-Falaise. Y o no había aceptado

A 5 de a g o s t o d e 1 9 4 4 :

l a s t r o p a s a m e r i c a n a s o c u p a n

S a i n t - S e v e r - d u - C a l v a d o s

d u r a n t e s u avance

hac ia el Loira.

t> El

p r i m e r

m e s d e

c o m b a t e s

cos tó graves pérd idas

a l

E jé rc i to amer icano:

1 0 .6 4 1 m u e r t o s

y 51 .387 her idos

(l a in fan te r ía f u e e l a rma

m á s cas t igada) .

302



y lo

había modificado.

E l

del

plan

C O S -

había ascendido

a

jefe adjunto

del

del

cuartel general

É l

consideraba

a

Eisenhower

a u n

dios,

y ,

como

yo

había

de sus

planes,

a mí me

en el

otro extremo

de la

escala

D e ah í

procedían

los

gérmenes

e

discordia. Morgan

y los que le

(los

estrategas fracasados)

n o

de

intentar persuadir

a

de que yo no

tenía

una

y de que no

perforaría-

frente

en

ninguna parte»

(16).

Quizá

las

cosas sucedieran

así por lo

Frederick Morgan se refiere.

n

todo caso,

el

vencedor

de

Rommel

que e l

A ir

Marshal

Coningham,

de sus

fuerzas aéreas tácti-

participaba

en

esta crítica

p o r

razo-

mismo orden: «Coningham

d e

tener

al sureste d e Caen. Estaban

en el

plan

y se

aferraba

a

Yo no se lo censuro,

mí no

tenían tanta importan-

ganábamos la batalla d e N o r -

lo

demás, inclui-

aeródromos. Y o no luchaba para

la

aviación:

a

Rommel

en Ñ o r- •A

no lo

comprendía.

V)

=)

Por dos

razones.

E n

primer lugar

p o r -

que no nos reuníamos a diario, como en

el

desierto; ahora

yo

trabajaba directa-

mente

con

Leigh-Mallory.

E n

segundo

lugar, porque Coningham deseaba

terrenos para

la

aviación para batir

a

Rommel, mientras

yo

deseaba

en pr i -

m e r

lugar vencer

a

Rommel

y

tomar

después —accesoriamente—

lo s

aeródro-

mos»

(17).

L o s

acontecimientos demostrarían

que la

derrota

del

grupo

d e

ejércitos

«B»

n o

estaba necesariamente ligada

a la

ocupación

de un

espacio suficiente-

mente extenso

en

Normandía, comolpara

proporcionar

a las

escuadrillas

del

Air

Marshal

Coningham

las

comodidades

d e

infraestructura

q u e

pedía.

S in

embargo, también es cierto q u e quedán-

dose aferrados

a

Caen

en

lugar

de

llegar

a ejercer su acción d e desgaste en la

región

d e

Falaise,

25 km más al sur,

#

•

A L os s a n g r i e n t o s

" c o m b a t e s d e l o s se tos '

m i n a b a n la moral

de l o s s o l d a d o s a m e r i c a n o s ,

d e s a n i m a d o s po r l a lenti tud

d e s u a v a n c e .

3 0 3



U n a rma rud imenta r ia

s c a r r o s d e c o m b a t e :

cóctel Molotov.

E l e m e n t o s d e l 7 . ° Ejérci to

s u cerco

d e l can tón

M a n c h e ,

a l r e d e d o r e s

C o u t a n c e s .

como preveía

el

plan inicial,

el 2.°

Ejér-

cito británico, al pedir a su aviación de

apoyo

que se

multiplicase

en el

campo

de batalla, la colocaba en una situación

difícil.

En la cabeza d e puente d e Norman-

día los

aeródromos eran escasos

y

llenos

d e escombros, y sus pistas d e aterrizaje

tan

cortas

que e l

despegue

de los

caza-

bombarderos cargados

con una

tone-

lada

de

bombas

o d e

cohetes planteaba

a los

pilotos problemas delicados.

L o

mismo ocurría

con el

aterrizaje. Como

han

señalado

E .

Belfield

y H .

Essame,

«cualquiera

q u e

haya volado

p or

encima

de la cabeza de puente debe conservar el

recuerdo vivo

de los

cazas,

los

bimoto-

re s Dakota (que servían d e ambulan-

cias)

y los

pequeños

Auster de

observa-

ción dando vueltas en redondo en un

espacio horriblemente reducido.

El

constante peligro de colisión ponía a

prueba

a los

pilotos

q u e

debían despe-

gar de la cabeza d e puente» (18).

El

comandante

de la 2.

a

Tactic

Air

Forcé podía soportar con desagrado su

condición

de

subordinado

de

aquel

a

quien había tratado de igual a igual en

el

norte

de

África, pero todas

su s

críti-

cas no procedían de este sentimiento

humano.

En el

S.H.A.E.F.,

los

marisca-

les del

aire Leigh-Mallory

y

Tedder,

este último adjunto

de

Eisenhower,

apoyaban el punto de vista d e Conin-

gham

y lo

defendían ante

el

coman-

dante supremo.

En

cuanto

a

este último,

sus Memo-

rias testimonian u n sentimiento d e

serena filosofía

q u e

estaba

m u y

lejos

d e

experimentar cuando la operación

Goodwood se

estancó

en

Bourguébus.

E n resumen, según el plan elaborado

p o r

Montgomery,

la

maniobra envol-

vente confiada

a

Bradley debía comen-

zar e l "día D+ 17" a

contar desde

Over-



es decir, el 23 de junio, fecha en

anglo-americanos estarían sóli-

en el

frent e Granvi-

«Lo que

significaba —escribió Eisen-

q u e Falaise estaría en nuestro

de que el gran cerco comen-

L a línea qu e teníamos d e hecho el

cuando comenzó la pene-

e ra aproximadamente la que

el "día D + 5".

Esa e ra

otra historia, pero había

que

E l

combate

no es un

fenó-

Es un

ejemplo

de

y

repetida

sin

los belige-

y

las que puedan ocasio-

mayor m a l posible a sus respecti-

os adversarios» (19).

Por e l momento, le parecía que

d e

que de

freno, pero

la s

repeti-

a s

gestiones

de

Eisenhower para obli-

a mostrarse m á s ofensivo n o deja-

irritar a su incómodo subordi-

E n este debate, proyectado incluso

u n ardiente defensor en la

del mariscal sir Alanbrooke,

u e

hizo cuanto estuvo

en su

mano para

que el

naciente conflicto

se

el responsable de las

operaciones en Normandía mantenía en

aquel momento inmejorables relaciones

con

Bradley, quien escribió

a

este

r e s -

pecto: «"Monty"... ejerció

su

autoridad

con

sabiduría, paciencia

y

discreción.

Coordinando nuestros movimientos y

los de Dempsey, "Monty" evitaba cui -

dadosamente mezclarse en las decisio-

nes de l mando americano, y nos conce-

día por el contrario la posibilidad de

actuar con toda libertad y total inde-

A Montgomery des t ru i r ía

e n C a e n l a s mejores t ropas

d e l

f ren te occ iden ta l a lemán.

« u n

<3

E isenhow er mul t ip l icó

s u pres ión sobre Montgomery

para obligarle a s e r

m á s ofens ivo .

305



pendencia. E n ningún momento se diri-

gió al l.

e r

Ejército con los aires protec-

tores que a veces tenía para con sus

subordinados compatriotas suyos.

Nunca hubiera podido imaginarme un

jefe

m á s

tolerante

y m ás

juicioso.

N i

una vez nos d io una orden arbitraria;

nunca rechazó ninguno

de

nuestros

p la-

nes» (20).

N o

obstante, Bradley,

q u e

disfrutaba

de toda la confianza de Eisenhower, n o

ejercía ante

él la

misma influencia

que

Alanbrooke. P o r todos es conocida la

oposición

que iba a

manifestarse,

a pa r -

tir del otoño de 1944, entre los puntos de

vista estratégicos

de

Montgomery

y de

Bradley, y el enfriamiento que , de

hecho, deterioró su s relaciones hasta el

final de la campaña; pero nada mejor

para concluir sobre las operaciones del

primero durante esta fase inicial de la

batalla de Occidente, q u e acudir a l hon-

rado e imparcial veredicto de l segundo

(Bradley) cuando escribe: «Mientras

Collins izaba la bandera del 7.° cuerpo

en Cherburgo, Montgomery perdía

reputación en el penoso asedio a la vieja

ciudad universitaria d e Caen. Desde

hacía tres semanas lanzaba su s tropas

contra las divisiones blindadas que

había atraído deliberadamente hacia

esta ciudad, conforme a nuestra estrate-

gia de diversión en la campaña d e N o r -

mandía. Si Caen era un nudo de comu-

nicaciones importante y necesario tarde

o temprano, para Montgomery, por el

momento, la toma de la ciudad no era el

punto clave de su misión. L a tarea p r i -

mordial

d e

Montgomery consistía

en

atraer a las tropas alemanas sobre el

frente británico, para

q u e

nosotros

pudiéramos tomar Cherburgo m á s

cómodamente

y

organizar

u n a

base

de

partida.

Montgomery hizo

m á s q u e

triunfar

en este papel d e diversión, porque,

cuanto m á s duramente castigaba la

plaza d e Caen, m á s tropas alemanas

afluían

a su

sector. Muchos correspon-

sales d e guerra, sin embargo, habían

sobreestimado

la

importancia

de

Caen

y, viendo fracasar a "Monty", le repro-

chaban

su

retraso. Pero

si

nosotros

hubiéramos intentado descargar a

Montgomery

d e

aquellas acusaciones,

explicando hasta q u é punto había c o n -

seguido engañar

a los

alemanes

d e s -

viándolos de Cotentin hacia Caen,

hubiéramos desvelado igualmente el

secreto d e nuestra estrategia. Por

encima

de

todo, deseábamos

que los

alemanes se persuadieran de que era

sobre Caen donde recaía

el

esfuerzo

principal de los Aliados» (21).

L o s

términos parecen claros. Durante

la precedente guerra mundial se había

criticado violentamente

al

general Joffre

por su fórmula táctica de desgaste.

Treinta años después Montgomery

"roería" literalmente las fuerzas blinda-

das ,

técnicamente superiores

y en con-

junto notablemente entrenadas, de su

adversario.

E n resumen, y estableciendo un

segundo paralelismo con la guerra de

1914-1918, la batalla d e Caen debe

compararse a la de Verdún, con la que

el coronel-general vo n Falkenhayn se

propuso desangrar al Ejército francés.

Montgomery triunfó contra Rommel

donde el segu ndo jefe de l Estado Mayor

general del Kaiser fracasó contra Joffre,

pero h a y q u e añadir q u e "Monty", con



\ X : \ \ : Y \ * y

\ - \ J J

H - í 1

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« * _• 4É •-^ * •_ %l K * - •_ - • - -

í í m

. -7t



el l.

c l

Ejército americano

y con

Patton

detrás de Bradley, disponía de una

fuerza

de

explotación

q u e

faltó

a Fal -

kenhayn.

f

L o s

corresponsales

d e

prensa acredi-

tados ante

el

S.H.A.E.F.

no

ahorraban

su s

críticas

a

Montgomery

y, por

encima

de él, a

Eisenhower, culpable

según ellos

de

tolerar

la

impericia

de su

principal subordinad o;

en los

periódicos

de N ew York y de Washington se llegó

incluso

a

insinuar

que , con una

astucia

m u y británica, el vencedor de El-Ala-

mein ahorraba

su s

propias tropas

a

expensas de las tropas americanas.

P or

absurdas

q u e

fueran,

micas se prolongarían m á s allá del

Atlántico hasta mucho tiempo después

de la guerra, aunque con otros perfiles

porque, después

del

asombroso éxito

de

la operación Cobra, qu e casi sin inte-

rrupción llevó

a

Bradley desde Avran-

ches hasta Commercy y Maéstricht,

sobre

el

Mosa, hubiera sido

no

sola-

mente inmoral sino incluso ridículo afir-

mar que en e l

reparto

del

menú

el

astuto

"Monty" había servido el hueso a los

americanos

y la

carne

a los

anglo-cana-

dienses.

Algunos

han

querido presentar como

otros tantos fracasos su s intentos de

delante

de

Dempsey

las

reservas

móviles

del

adversario.

Así es

como

en

1946

Ralph Ingersoll, corresponsal

de

guerra

en el

cuartel general

de

Bradley,

describe

a

éste

—a

quien denomina

"el

Maestro"— impaciente

p o r

enfrentarse

personalmente

con

Rommel:

«El

golpe,

T r a t a b a n d e mata rse has ta

y a n o s o n

h o m b r e s

de un herido.

< U '

: $ "

4

' I -

Capturado mien t ras dormía ,

s o l d a d o a l e m á n s e viste



cuya planificación fu e debida a Mont-

gomery, sería llevado

a

cabo

por los

británicos, bajo las órdenes de un cuar-

te l

general británico

y

para mayor

honor del prestigio británico», lo que

confirmaría

la

influencia

del

vencedor

de este primer asalto sobre lo s ejércitos

americanos.

«El resultado d e todo esto —prosi-

gue— fue la batalla d e Caen, que se divi-

dió en realidad en dos ataques, dos

ofensivas

q u e

continuaron después

de la

caída de la ciudad. Comenzó a media-

dos de

junio

y

duró casi

un mes , y fue

un a derrota de la que jamás volverían a

levantar cabeza lo s ejércitos británicos

en Francia. Fue la primera y la última

batalla librada en Europa po r fuerzas

exclusivamente británicas. Como había

temido, Montgomery ya no pudo reunir

nunca m á s suficientes unidades impe-

riales para combatir solo: siempre tuvo

que pedir prestadas tropas y material

para conseguir la superioridad sin la

cual rehusaba afrontar un ataque» (22).

¿Qué significa esto? Que los ataques

del 2.°

Ejército británico

no

habían

alcanzado lo s objetivos geográficos que

se le habían asignado e ra innegable,

(A

O

£>

E

re

U

E

3

C:

*¡

3

s

i

.5

S

c.

E

% -

I

4 »

A Entrevista

Eisenhower-De Gaul le .

El j e f e de la Francia Libre

n o h a b í a a c e p t a d o

l o s t é r m i n o s de la proc lama

lanzada p o r E i s e n h o w e r

e l 6 de jun io d e 1 9 4 4 ,

e n l a que e l genera l

amer icano inv i taba

a la nac ión f rancesa

a «cumpl i r s u s órdenes» .

<• M i e n t r a s M o n t g o m e r y

re ten ia al grueso

d e l a s d iv i s iones b l indadas

a lemanas an te Caen .

e n e l a l a izquierda

d e l f r e n t e d e invasión,

l a s t r o p a s a m e r i c a n a s

avanzaban hac ia el bajo Loira.

309



3

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\

» • » \

s *?c



no por

ello podía hablarse

de

vis-

resultados tácticos

y

materiales

lo s adversarios. Prueba

e

ellos serían

la s

voces

d e

alarma

y de

q u e

llegaban

a la

O.K.W.

los

cuarteles generales

de l

grupo

e

ejércitos

«B» y de la

O.B. West.

en e l juego

e Montgomery

E l

coronel-general conde

de

Schlie-

que fue en su

tiempo jefe

del

del

Ejército

a

decir

alumnos

de la

Academia

d e G u e -

análisis histórico

de una

se concede una

a los

servicios

que el

h a

prestado

al

vencedor.

C o n -

en qué

medida

von Rundstedt e Hitler allana-

camino

a

Eisenhower

y a

Mont-

E n

esta discusión puede reducirse

a

n

papel

m u y

secundario

la

personali-

mariscal

v o n

Rundstedt.

El

q u e había conducido

grupo

d e

ejércitos

«A» a la

conquista

e Polonia, y que había jugado un papel

a n

importante

en la

campaña

d e

mayo-

de 1940, no había perdido ni un

de su

clarividencia, pero

ya no se

n i intentaba imponerse. E l

del

Estado

del grupo d e ejércitos «B», lo des-

en una

actitud

e «resignación sarcástica», y conside-

la s

«representaciones»

y los

«sín-

de gravedad» diri-

por él al

Führer «como

las

últimas

de la sabiduría» (23). Sólo

a

Rommel

en sus

con Hitler. Pero nada m ás .

L a s

responsabilidades alemanas

en

u propia derrota en el frente del Oeste

q u e

repartirlas, pues, entre

R o m -

Hitler.

E l

cuartel general

de La

Roche-

y el Berghof se preguntaban al

ía

siguiente

del

acontecimiento

del 6

e junio si se encontraban ante una

de

diversión

y d e

engaño,

a preparar u n segundo

q u e

apuntaría

al

sector

del

d e Calais, pero, después del descu-

brimiento

en las

circunstancias

y a m e n -

cionadas de la orden d e operaciones del

7 .° C .E.

americano, Rommel abandonó

esta hipótesis y sólo Hitler siguió

aferrándose

a

ella hasta finales

de

julio,

s in ninguna razón plausible.

L a s

consecuencias

d e

esta ceguera

fueron catastróficas. Para detener a los

anglo-americanos

en el

frente

que

habían alcanzado el 12 de junio, hubiera

sido preciso trasladar

con

toda urgencia

las divisiones blindadas q u e Rommel

había lanzado ante Montgomery

en el

sector de Caen, pero esto sólo podía

hacerse agotando

la s

disponibilidades

del 15.° Ejército (entre el Sena y el

Escalda,

era el

mejor situado para inter-

venir rápidamente). Hitler se lo prohi-

b ió

formalmente

al

grupo

d e

ejércitos

«B», y, por lo tanto, después d e haber

desguarnecido Bretaña,

se vio

forzado

a

buscar s u s refuerzos en la parte opuesta

A Rendic ión d e u n oficial

a l e m á n a l o s a m e r i c a n o s .

Hi t le r abrumaba

c o n s u s reproches

a l o s mandos loca les

d e l f r e n t e d e l O e s t e ,

h a c i é n d o l e s r e s p o n s a b l e s

d e l a s c a t á s t r o f e s d e r i v a d a s

d e l m a l s i s t e m a d e d e f e n s a

q u e é l hab ia impues to .

<j

¿ A m i g o ,

o

e n e m i g o ?

311



C e m e n t e r i o

e Sa in t -Lauren t ,

d e O m a h a - B e a c h ,

d e l p e s a d o

a m e r i c a n o s e n aras

l iberación d e Europa.

d e l campo d e batalla. As í e s como la

276.

a

I . D .

recibió

el 12 de

junio

la

orden

d e abandonar la región d e Bayona, para

subir

al

frente: «Pero —escribió

el

mayor Milton Shulman, de l Ejército

canadiense—

los

ferrocarriles destrui-

dos , lo s puentes demolidos y los guerri-

l leros franceses retardaron

de ta l

manera su viaje, que los últimos e le-

mentos

d e

esta división

n o

llegaron

hasta el 4 de julio a Hot tot , en Norman-

d ía . En

otros términos, para hacer

u n

viaje d e unos 6 5 0 k m q u e , normal-

mente, debiera haberse efectuado

en

setenta y d o s horas p o r ferrocarril,

necesitaron veintidós días.

E l

grueso

d e

la división había tenido q u e recorrer a

pie un

tercio

de la

distancia, haciendo

u n a media de 35 km en sucesivas etapas

nocturnas» (24) .

T a l f u e e l caso también de la 272.

a

I .D . ,

trasladada desde

la

región

d e P e r -

pignan, y el de la 274.

a

I .D . , traída de la

d e

Narbona.

E n

cuanto

a la 16.

a

L.F.D.,

q u e montaba guardia en las dunas d e

Ijmuiden, para ganar

el

sector

d e

Caen

hubo d e remontar la orilla izquierda del

Rhin hasta Coblenza.

E n

estas condi-

ciones es explicable que la s operaciones

d el

grupo

d e

ejércitos

«B» se

limitasen

a

u n mediocre y continuo trabajo d e

remiendo táctico, fuera

d e

toda conside-

ración estratégica.

P o r

otra parte,

el

Führer rehusó rati-

ficar la s disposiciones q u e Rommel

sometería

a su

juicio

el 12 de

junio,

p r e -

viendo el traslado de l centro d e grave-

dad de la

región

d e

Caen

a la de

Caren-

tan-Montebourg, lo que hubiera contra-

rrestado en cierta medida la maniobra



americano contra Cherbur-

o .

Hipnotizado

con e l e je de

contraata-

Falaise, Hitler hizo el juego a

a

Soissons

v o n

Rundstedt

y a

Ro mmel . . .

L a situación, en estas condiciones,

a

agravarse

día a d ía .

Hitler

c o n -

a los mariscales v o n Rundstedt y

al

cuartel general

q u e

había

en 1940 en Margi-

norte

d e

Soissons, para seguir

á s cómodamente la operación Seelówe

u e

debía entregar Inglaterra

a la

Según la narración del

con e l coronel-general Jodl y su

en la mañana del 17 de junio.

Iba en automóvil blindado desde Metz,

a

donde había llegado desde Berchtes-

gaden por v ía aérea. Tenía u n aspecto

descolorido

y

fatigado

por e l

insomnio.

Nervioso, s u s dedos jugaban con sus

gafas

y con

lápices

d e

todos

los

colores.

Solamente él estaba sentado, encorvado

sobre

u n

taburete, mientras

los

maris-

cales permanecían de pie . Su antigua

sugestión parecía desvanecida.

Después d e algunas palabras d e

saludo, breves

y

heladas, Hitler,

con

u n a v o z alta y amarga, expresó su d is -

gusto

por e l

éxito

d el

desembarco

aliado, y echó la culpa a los comandan-

t e s

locales. Ordenó mantener

a

toda

costa la plaza d e Cherburgo» (25) .

Rommel,

a

quien

v o n

Rundstedt

había cedido la palabra, defendió a sus

subordinados de las acusaciones del

313



d e

Londres : «Una casa

s e

d e r r u m b a s o b r e

d o s

b o m b e r o s » ( c u a d r o

d e

Leonard Rosoman)

n u e v o s c e n t u r i o n e s

d e 1 9 4 4 .



s e olvidó el

el

porvenir,

las

los dos mariscales y su

se

hicieron toda-

acusadas.

la s V 1

lo s

puertos ingleses.. .

Este último afirmaba

s u

convicción

intervención de las bombas

I iban

a

traer

la

victoria

a las

bande-

Tercer Reich, a condición, s in

de que se

concentrasen sobre

m u y lógicamente, se

había sugerido que la s utilizara c o n -

puertos donde se embarcaban los

de l enemigo destinados al

d e Normandía.

Hitler n o discutía la penuria de la

pero aseguraba que en un

m u y próximo la puesta en línea

cazas a reacción iba a privar a la

de su supre-

l o q u e

permitiría

a las

fuerzas

de la

Wehrmacht volver

a

la

iniciativa.

opone a l plan

propone

Con la aquiescencia d e v o n Runds-

la hipótesis de un segundo frente

norte

del

Sena, reclamaba

u n a

plena

y

d e acción, porque era de

q u e e l

enemigo «irrumpiera

la s zonas d e Caen y d e Bayeux,

í

como desde

la

península

d e

Coten-

hacia e l sur , en dirección a París,

operación accesoria

p o r

Avran-

(26) .

Para conjurar esta amenaza, convenía

a las divisiones d e infante-

sector de l Orne, y luego —aña-

según u n a nota tomada por su

d e

campo— «efectuaremos

u n a

el sur, a fin de

u n

ataque

d e

blindados sobre

el

del e je de avance enemigo y

del

alcance

de su

artillería

(27) .

e

Hitler opuso a este programa su veto i

á s absoluto: había q u e resistir en el =

y no da r n i un

paso atrás.

i

L o s acontecimientos demostraron •§

e este sistema d e defensa sólo podía I



conducir

a la

catástrofe

a los

ejércitos

alemanes e n Normandía, pero también

es

discutible

q u e e l

plan preconizado

p o r Rommel pudiera haberse llevado a

cabo, visto

el

estado

d e

descalabro

d e

s u s fuerzas y vista la enorme superiori-

d a d

aérea

de los

anglo-americanos.

Hi t le r toma represa l ias

contra s u s je fes mi l i tares

y

reorganiza

e l

mando

L a s

operaciones

d e

Cotentin

y la

caída d e Cherburgo aumentaron l a t e n -

sión entre e l frente y el Berghof.

Furioso por e l cariz q u e tomaban los

acontecimientos, Hitler, a pesar d e

Rommel y de von Rundstedt, prescribió

la apertura d e u n a encuesta judicial

contra el coronel-general Dollmann; el

corazón d e éste n o resistió el anuncio d e

t a n penosa noticia. Muerto e n L e Mans

el 29 de junio, f u e reemplazado al frente

del 7 .°

Ejército

por e l

general Paul

Hausser, quien entregó su 2 .° Pz .K. de

los

Waffen

S.S. a su camarada Bittrich.

En la misma fecha, la «agrupación blin-

dada Oeste» recibió la denominación d e

5.° Ejército blindado, pero el general

Geyr

v o n

Schweppenburg,

q u e

había

asumido su mando apenas recuperado

d e s u s

heridas

del 12 de

junio, cayó

en

desgracia y f u e sustituido por e l general

Eberbach

p o r

haber señalado

en un

i n f o r m e l o s i n c o n v e n i e n t e s d e l

«remiendo estratégico»

a l que

procedía

la O.K.W.

E l

mismo

d ía

Rommel

y v o n

Runds-

tedt, llamados p o r Hitler, se presenta-

ron en e l

Berghof, pero

el

dictador

rehusó conversar co n ellos en particular

y n o

añadió ningún elemento nuevo

y

positivo a sus elucubraciones d e Margi-

va l referentes al efecto decisivo de las

nuevas armas sobre el curso de la gue-

r r a . L o s d o s

mariscales,

p o r s u

parte,

subrayaron la urgente necesidad d e

cesar

la s

hostilidades

en el

frente occi-

dental para colocar a l Reich en situa-

ción

d e

conjurar

el

peligro soviético

y ,

ante la indignación c o n q u e f u e acogida

su

propuesta,

se

persuadieron

de que

ambos serían sustituidos.

D e

hecho,

el

rayo ful min ó sólo

a

v o n Rundstedt, e incluso atenuado por

u n ascenso en la orden de la Cruz d e

Hierro.

316

E l Führer designó como sucesor al

mariscal

v o n

Kluge, repuesto

del

acci-

dente d e automóvil que, en e l invierno

precedente,

le

había obligado

a

abando-

nar su mando en el frente del Este. A su

paso

por e l

Berghof,

el

nuevo titular

del

Oberkommando West

fu e debidamente

catequizado

p o r

Hitler, Keitel

y

Jodl

y

aleccionado respecto a la necesidad d e

que su

subordinado Rommel volviera

al

buen camino. De ah í e l violento inci-

dente

q u e

enfrentó

a los dos

hombres

cuando, en su primer encuentro en La

Roche-Guyon,

el

héroe

d e

Tobruk

oyó

q u e s u nuevo j e fe le e s p e t a b a :

«También usted debe aprender a c u m -

plir la s órdenes recibidas» (28) .

El sucesor d e v o n Rundstedt

acepta

la

op in ión

d e

Rommel

A

esta amonestación

q u e l e

parecía

u n a injuria, Rommel respondió, con

fecha

3 d e

julio,

c o n u n a

protesta escrita

a la que unía u n a copiosa memoria j u s -

tificante.

S u s

argumentos, completa-

mente leales y d e gran sentido común,

indujeron a von Kluge a revisar su

punto d e vista.



el 7.° Ejército contenían todavía el

avance anglo-americano, pero cada vez

c on

mayores dificultades.

A

pesar

de las

pérdidas q u e sufrían, los Aliados refor-

A Obje t ivo : Fa la i se .

R e t r a s a d a po r l a batal la

d e C a e n , la operac ión

para la t o m a d e Falaise

c o m e n z ó e n a g o s t o , c u a n d o

debie ra haberse in ic iado

a f i n a l e s d e junio.

Por lo

demás,

la

evolución

de la

situa-

en el frente d e Normandía n o p e r -

que e l

expresado

o r Rommel. El 5.° Ejército blindado y

<3 Bate r ía a n t iaé re a

a l e m a n a e n acc ión .

L o s a lemanes ins ta la ron

u n c e n t e n a r d e c a ñ o n e s

an t iaé reos , u t i l i zados

como an t ica r ro ,

y 2 7 2 l a n z a c o h e t e s

d e se i s tubos

e n un p e r í m e t r o d e 1 6 k m

d e profundidad a l rededor

d e Caen .

3 1 7



Churchil l . sorprendido

di fe renc ias

s e t ras ladar ía

e n visita d e inspecc ión .

zaban constantemente s u s efectivos, su

material y sus municiones, mientras las

bajas de l grupo d e ejércitos «B » nunca

eran compensadas.

Del 6 de junio al 15 de julio había

recibido 6.000 hombres

en

sustitución

de sus 97.000 muertos, heridos o desa-

parecidos, entre ellos 2.360 oficiales

(28

generales y 354 jefes d e cuerpo). Frente

a los 225

carros

d e

combate perdidos

desde la misma fecha, sólo había reci-

bido

17 en

seis semanas.

S u

abasteci-

miento d e municiones d e artillería y de

morteros

e ra tan

precario, bajo

lo s b o m -

bardeos enemigos, que la defensa se

vería obligada a adoptar economías d r a -

conianas.

Tales fueron

la s

constataciones reco-

gidas por e l mariscal Rommel en el

último informe

q u e

dirigió

al

Führer,

con e l visto bueno de von Kluge, el 15

d e

julio

de 1944 . E l

triste balance

le lle-

vaba a las siguientes conclusiones: «Por

lo

tanto,

h a y q u e

esperar

que e l ene -

migo, en un futuro próximo — de aquí a

quince días,

o a

tres semanas— consiga

romper nuestro frente, particularmente

el del 7.°

Ejército,

e

irrumpa

en

profun-

didad por e l territorio francés. Esto aca -

rreará consecuencias incalculables.

L a s tropas luchan c o n heroísmo en

todas partes, pero esto n o impedirá que

u n a lucha t a n desigual llegue a su fin.

M e v e o obligado a pedirle q u e extraiga

s in demora la s consecuencias d e esta

situación.

E n m i

calidad

d e

comandante

d el grupo d e ejércitos siento el deber de

hablarle claramente»

(29) .

¿Qué hubiera sucedido si, al día

siguiente

d e

este requerimiento,

en la

carretera d e Livarot-Vimoutiers, en las

cercanías

d e

Sain te-Cro ix-Montgo-

mery, Rommel n o hubiera sido herido

gravemente durante el ataque de un

cazabombardero sobre su coche? Ante

la

negativa

d e

Hitler

a

aceptar

su

balance en Occidente, lo que habría s ig-

nificado

s in

duda para Rommel

una

s an c i ó n c o n p é r d i d a d e l man d o ,

¿hubiera enviado

el

mariscal alemán

u n a delegación parlamentaria al general

Montgomery? Tenía

s in

duda

el

apoyo

incondicional d e todo su Estado Mayor

y d e

muchos

d e s u s

subordinados, como

los tenientes-generales v o n Lüt twi tz y

v o n

Schwerin, comandantes respectiva-



de las 2. '

1

y 116.

a

Pz.D., pero

q u e

a

explosión

de la

bomba

d e

relojería

en su cuartel general por el

v o n Stauffenberg ?

L o m á s q u e puede decirse e s que

era e l único jefe alemán

d e arrastrar a sus tropas a una

d e este tipo, y también el

d e alguna simpatía en el

de los anglosajones.


(1 )

Ruge, Friedrich: Rommel face a-u débarque-

ment 1944. París, Presses

de la

Cité,

1960,

pág . 226 .

Rommel y la invasión.

E d .

Herrero

S. A.

(2 ) Hayn, Friedrich:

Die

Invasión.

Vo n

Cotentin

bis Falaise. Die Wehrmacht im Kampf.

T omo

I I .

Heidelberg, Kurt Vowinckel

V e r -

Iag, 1954, pág. 50.

(3 )

Ibid.,

pá g. 137.

(4 )

Bradley, Ornar

N . :

Histoire d'un soldat.

París,

N. R. F . ,

Gallimard,

1952, pág. 289.

Memorias. A. H . R. ,

Barcelona,

1957.

(5 ) Carell, Paul: lis arrivent. La bataille de Nor-

mandie (6 juin-25 aoút 1944) vue du cóté

allemand. París, Robe rt Laffo nt,

1961, pág.

258.

(6 )

Ibid.,

pág . 276 .

(7 )

Ibid.,

pág . 362 .

(8 )

Shulman,

M . :

La

défaite allemamle

a

l Ouest. Payot, París, 1948, pág. 149.

(9 )

Bradley:

op. cit.,

pág . 306 .

Mackee, Alexander: La bataille de Caen.

París, Presses

de la

Cité,

1965, pág. 238.

Belfield,

E . ;

Essame,

H . :

Normandie, été

1944. París, Presses

de la

Cité,

1966, pág. 56.

Mackee: op. cit.,

pág. 154.

Staccy,

C. P . : L Armée canadienne

1939-

1945. Resume officiel (publicada p o r orden

de l ministro d e Defensa Nacional). Ottawa,

Edmond Cloutier,

1949 , pág . 191 .

Belfield,

E . ;

Essame,

H . :

op. cit.,

pág. 191.

Montgomery, Bemard

L a w :

Mémoires.

París, Plon,

1958 , pág . 255 .

Memorias del

mariscal Montgomery. E d .

Emecé

S. A.,

Buenos Aires.

Ibid., págs. 252-253.

Ibid., pág . 253 .

Belfield,

E . ;

Essame,

H . :

op. cit.,

pág. 137.

Eisenhower, Dwight

D . :

Croisade en Euro-

pe . Mémoires sur la deuxiéme Guerre

Mondiale.

Ginebra,

L a

Palatine,

1949, pág.

316 . Cruzada

en

Europa. E d .

José Janés,

Barcelona, 1949.

Bradley: op. cit., pág . 306 .

Ibid.,

pág . 311 .

Ingersoll, Ralph: Ultra-secret. París,

L a

Jeune Parque,

1947,

págs. 153-154. El gran

secreto. Hispanoamericana

d e

Ediciones

S: A. ,

Barcelona,

1947 .

(23)

Speidel, Hans: Invasión 1944. Le destín de

Rommel et du Reich. París, Édition s Berger-

Levrault,

1944, pág. 91.

Invasión 1944. Tres

Américas, Buenos Aires,

1975.

(24)

Shulman: op. cit.,

pág. 141.

(25)

Speidel:

op. cit.,

págs. 120-121.

(26) Ibid., pág . 122.

(27) Rommel, Erw in: La guerre saris haine.

Notas presentadas

p o r

Liddell Hart. Tomo

I I .

Le s années de défaite. París, Amiot-

Dumond,

1953 , pág . 264 .

Memorias. Luis

d e

Caralt, Barcelona,

1954.

(28) Ibid., pág . 266 .

(29) Kriegstagebuch

de s

Oberkommandos

der

Wehrmacht (Wehrmachtsführungsstab).

Tomo IV . (1. Januar 1944-22. Mai 1945).

Eingeleitet

u n d

erláuert

v o n

Percy Ernst

Schramm, zweiter Halbband, Frankfurt

a m

Main, Bernard

&

Gráfe Verlag

f ü r

Wehrwe-

sen , 1961 , pág .

1.573.

C o m i d a a l aire libre

e n u n a g r a n j a n o r m a n d a .

^ La acogida fel iz

d e l a

poblac ión f rancesa

a l a s t ropas a l iadas :

u n a enfermera a t iende

a u n

d e s t a c a m e n t o a m e r i c a n o

a n t e la mirada complac ida

d e d o s rel igiosas.



Vehículo b l indado amer icano Chevrole t

T I 7 E 1

S t a g h o u n d

I "

P e s o : 1 3 t m .


A r m a m e n t o : u n c a ñ ó n d e 3 7 m m

y 3 a m e t r a l l a d o r a s B r o w n i n g d e 7 , 6 2 m m .

B l i n d a j e : 3 2 m m , c o m o m á x i m o .

M o t o r e s : 2 m o t o r e s G .M .C . 2 7 0 ,

d e 6 cil indros e n línea y 1 0 4 C V c a d a u n o .

V e l o c i d a d : 8 0 k m / h .

L o n g i t u d : 5 , 3 8 m .

A n c h u r a : 2 , 6 8 m .

A l t u r a : 2 , 3 4 m .

O r b i í



ELX LlbKlÓÓcan Digít

~]~he

[doctor

& F. V.

http: / / thedoctorwho 1 9 6 7 . blogspot.com. a r /

Historia de La Segunda Guerra Mundial Salvat Volumen 08_10 1979 OCR

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