Historia de La Musica - 008 - La Escuela Romana Del Cinquecento(Full Permission)

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  • I-a R o m a d e l Cinquecento, fa s tu o s a r e s id e n c ia p a p a l y a c t iv s im o c e n t r o a r t s t ic o , v e f lo r e c e r u n a e s cu e la q u e cu lt iv a s o b r e t o d o la m s ic a sa cra , c o n u n e s p r itu d e s o le m n e d e v o c i n .

    LA ESCUELA R O M A N A DE CIN Q U ECEN TO

    Reforma y Contrarreforma. Si se quiere comprender el clima que caracteriza al Cinquecento romano, es necesario, ante todo, esclarecer ei significado de dos conceptos fundamentales: Reforma y Contrarreforma, dos m ovim ientos que dan un especial e inconfundible carcter a todas las manifestaciones de la vida y del pensamiento de esta poca.

    La R eform a a la que Martn Lulero da una precisa orientacin al fijar en la puerta de la Catedral de W ittcnberg (en Sajonia) sus 95 tesis es un movimiento que, en noviembre de 1517, proclama, frente al papado romano, la voluntad de los pueblos de lengua alemana de desvincularse de la directa dependencia del Pontfice de Roma. Se acusa a la Iglesia de Roma de haber asumido actitudes y costumbres mundanas, incompatibles con la doctrina de Cristo, y se anuncia al mundo que la Reforma luterana devolver al Cristianismo aquella simplicidad y austeridad de costumbres, y aquella pureza de fe y de pensamiento que Roma ha perdido casi completamente.

    Los jardines pontificios.Grabado de 1638.Miln,Coleccin Municipal. Grabados BertarcHi.

  • La Iglesia catlica reacciona, con la Contrarreforma. defendindose de las acusaciones, iniciando una fuerte lucha contra los separatistas luteranos, y emprendiendo una accin dirigida a purificar la estructura de la Iglesia y las costumbres del clero

    Es un momento de crisis, en el cual los Pontfices romanos se encuentran, ms comprometidos que nunca, por una inmensa responsabilidad espiritual y poltica. Los ecos de este difcil perodo que atraviesa la Iglesia repercuten en toda Italia, y especialmente en Roma.

    La Urbe se mueve alrededor de los palacios vaticanos, y todos los Pontfices, con su autoridad y su prestigio, dan una impronta determinante a la vida de la ciudad.

    Entre tanto, a pesar de la renovacin de ideas que el movimiento reformista ha suscitado, y de los nuevos anhelos espirituales que la propia exigencia de los tiempos hizo aparecer, la vida cultural y mundana sigue conservando todas las caractersticas de un Humanismo culto y refinado.

    Len X (1513-1521) es el tpico ejemplo de Papa renacentista, amante de las cosas del mundo, protector de los poetas y de los artistas; igualmente ocurre con Clemente V i l (1523-1534), mecenas del arte y de la literatura; Paulo III (1534-1549), que protege a Miguel Angel y embellece Roma con la Capilla Sixtina; Julio III (1550-1555), que en su villa Porta del Popolo rene a literatos y artistas.

    Los Pontfices de esta poca eran elegidos, segn la costumbre, entre los componentes de las familias patricias, en las que eran tradicin los estudios cl-

    Para co m p la c e r la p a sin m u s ica l d e l ca rd en a l I p o l i t o d E s te , e l hidrulico O liv ie r o O l iv ic r i , al p ro y e cta r lo s ja rd in es d e la v il la d e T v o l i , c o n s t r u y u n a fu e n te q u e , m e d ia n te c o m p lic a d o s m e ca n ism o s , al flu ir d e l agua, p ro d u c a ,u n s o n id o s im ila r al d e lo s tu b o s d e r g a n o

    {V--

  • 4 0 rgano construido por Giovanni

    Giacomo Antcgnati, 1536. Brescia,

    Catedral vieja.

    Detalle de la fuente del rgano.

    T tvoli, Villa dEste.

    sicos; es natural, pues, que su personalidad presentase, a veces, caractersticas muy especiales, como cuando en la figura del Papa tenda a confundirse al estudioso de los problemas espirituales y teolgicos con el humanista y el literato; al pastor previsor y generoso, con el mecenas amante de lo bello, con el protector de las artes; al sumo regidor de la Ciudad de Pedro, con el monarca de los palacios vaticanos, rodeado de una rica corte, en la que los mismos cardenales acababan siendo, antes que eclesisticos, hombres de Estado, dignatarios y gentiles- hombres.

    Esta convivencia de lo sagrado y de lo profano, ya profundamente arraigada en los espritus como fruto de la cultura humanstica, es uno de los aspectos ms caractersticos del perodo de la G>n- trarreforma. No hay que olvidar que, interiormente, los espritus ms selectos estaban decididos a retornar o , mejor, a reconquistar los valores originales del Cristianismo.

    Ya en 1537, el Consejo de Cardenales designado por el Papa para la Reforma de la Iglesia, haba enviado a Paulo IIT una detallada relacin de los males que afligan a la religin oficial. El escrito era casi una orden: H em os tranquilizado nuestra conciencia, con la esperanza de ver bajo Vuestro Pontificado la restauracin de la Iglesia de D ios... Habis tomado el nombre de Paulo. Nuestro deseo es que imitis su caridad. El fue elegido com o instrumento para llevar el nombre de Cristo a los gentiles. Vos, as lo esperamos, habis sido elegido para reavivar en nuestros corazones y en nuestros hechos aquel nombre, ha largo tiempo olvidado por los gentiles y por nosotros, el clero; para curar nuestro mal, para reunir las ovejas de Cristo en un nico rebao, y para alejar de nuestra cabeza la clera y la venganza ya inminente de D ios.

    Podra ser el prembulo al Concilio de Trento (1545-1563). La Contrarreforma, que habla por boca del Concilio, toma medidas radicales: se restaura el poder de la Inquisicin; se decide la supresin de las herejas; se crean las primeras relaciones de libros prohibidos; se establecen, de una vez para siempre, los dogmas de la religin. Se revigorizan las instituciones monsticas, vuelven las Ordenes, se crea la de los Jesutas. Se establece, con el arma de la censura, una situacin que llega a ser insostenible.

    Tambin fueron realizadas reformas menores para mejorar la disciplina y la moral del clero, para frenar los poderes de la curia y la venta de las indulgencias, y asimismo se establecen reglas para el arte y para la msica.

    El alma de la Reforma catlica fue el Papa Paulo IV (1555-1559), que hara de la renovacin moral de la Iglesia una santa misin, la nica finalidad de su vida.

    Enraizada en el tiempo, la Iglesia vive en este momento las realidades cotidianas, los dramas y las crisis, asumiendo el rostro mudable que es propio de la historio humana. Permaneciendo fiel a un credo que se nutre de eternidad, recoge y busca en s misma los primitivos y ms puros orgenes de su misin.

    Toda la Roma del Cinquecento refleja el drama, la majestad y el vigor de esta coyuntura. La magnificencia de los palacios patricios tiene una nobleza serena y grave, desconocida por la refinada Florencia o la dorada Venecia; la belleza exuberante de los jardines, de verdes aguas y frondas, invita, simultneamente, al gozo y a la meditacin. La misma riqueza

    123.

  • Miguel Angel (14751564).La Piedad.Ro'fia, San Pedro.

  • Miguel Angel (1475-1564).Cpula de San Pedro, Roma.

    Cuando queremos evocar un personaje del Cinque- cento, pensamos en el sutil arte poltico de Maquia- velo, en la atormentada grandeza de Miguel Angel, en la gracia serena de Rafael o en la multiforme personalidad de Benvenuto Cellini; les imaginamos, sobre el fondo refinado de las cortes principescas o en el fasto de los Palacios Vaticanos, com o grandes hombres, de vidas agitadas por intensas pasiones. Tambin msicos contemporneos de Palestrina, com o el flamenco Orlando de Lasso (1532-1594, aproximadamente), o el napolitano Cario Gesualdo, Prncipe de Venosa (1560-1614), responden al ideal del artista- hroe, tan lleno de sugestin romntica. 1 uno, gentilhombre de corte, penetrado de espritu religioso y, sin embargo, movido por la moderna curiosidad de viajar a travs de Europa: el otro, tan impetuoso en la msica com o en la vida, marcada por funestas pasiones y sombras aventuras; los dos, personajes

    acordes con una poca llena de contenido humano.Nada de esto hay en Palestrina: su frgil figura,

    revestida de tnica roja de cantor pontificio, es casi un anacronismo; alejado del clamor de su tiempo, \five apartado de una sociedad desenfrenadamente mundana, y, salvo algunos breves retornos a la nativa Palestrina, no se aleja de Roma. Buen catlico, aunque no alcance los xtasis dramticos de un Iacopone da Todi o el cndido fervor de su contemporneo y amigo San Felipe N cri, crea una msica de profunda inspiracin religiosa, trabajando en ella incansablemente, con la precisin de un matemtico y el refinamiento de un orfebre. Sus temas, simples, casi como una frmula, varan y se repiten infinitas veces, con una sabia habilidad tcnica realzada por una gran originalidad.

    Las preocupaciones econmicas que lo acucian no le impiden dedicarse completamente a su arte, por

  • el que est incluso dispuesto a humillarse, llegando casi, en las splicas a prncipes y prelados, a una sumisin servil.

    Cuando, por ejemplo, piensa en dejar Rom a y trasladarse a Mantua, a la corte del duque Guillerm o Gonzaga, com o director musical en el puesto de "Francesco Soriano, no duda en ofrecer sus servicios antes de que se los hubieran pedido.

    Naturalmente, al duque le habra gustado la idea, si Palestrina no hubiera pedido com o compensacin 200 ducados al ao, alimento y alojamiento gratuito para su familia, integrada por siete personas, y los gastos del viaje de Roma a Mantua. El duque no acept la peticin as presentada, y Palestrina se qued en Roma. Temiendo que este episodio pudiera afectar de alguna manera a sus relaciones amistosas con el duque, le envi inmediatamente una copia de su ltima obra, seguida, al poco tiempo, de una se

    gunda copia de los ltimos Motetes compuestos por l, junto con una carta. Esta carta deca as:

    N o quiero pensar que mi trabajo pueda llegar a otras manos antes de que haya tenido el privilegio de vuestro prudentsimo juicio, cual ningn otro posee en este particular arte de la msica; y si hubiera estado ms cerca de Vos, me habra sido grato sometroslo para cualquier sugerencia o mejora, antes de enviarlo a la imprentas.

    Es fcil suponer que Palestrina solicita, con este envo, encargos del duque, que desde bastante tiempo atrs no se los haca.

    Aqu se ve delinearse la figura de un hombre no slo inmerso en su mundo de artista, sino abrumado por problemas familiares, que se esfuerza por resolver con un gran espritu prctico y la ayuda de un natural buen sentido.

    Incluso cuando la epidemia que asol Roma inme-

  • M ie n tra s e n la c a p ita le l R e n a c im ie n toe s t e n la c u m b r ed e s u e s p le n d o r ,e n e l p c q t ic o p a s d e l I -a c ioq u e le d a r n o m b r e ,n a c e P ic r lu ig i d a P a lc s tr in a ,e l m s e x c e le n t e c o m p o s i t o rd e m s ica sa c ra d e l s ig lo .

    diatamente despus de la guerra, se llev, uno tras otro, a dos de sus hijos, ya mayores, a su mujer y a un hermano, prevalecer sobre su angustia una tranquila resignacin.

    Y aunque, en aquel momento de dolor, pens tomar las rdenes religiosas, fue, sin embargo, un nuevo lazo sentimental, el matrimonio con una viuda romana, el que devolvi la serenidad a su vida.

    Despus de este matrimonio, Palestrina revel insospechadas dotes comerciales: a la escritura y a la publicacin de sus obras, se aadi su colaboracin en la floreciente hacienda de su mujer, en la venta de pieles, de casas y de terrenos. Hay, indudablemente, en l, junto al don instintivo de la msica, un profundo lazo con la vida real, que le viene del sano equilibrio de sus padres, gente de campo, slidamente ligada a la tierra.

    Este hombre simple y prctico es, sin embargo, en el campo musical, la figura ms significativa de la Contrarreforma. El renueva una msica litrgica que, contaminada de excesivos virtuosismos tcnicos, corra el peligro de quedar reducida a un estril juego meldico, perdiendo su carcter sacro.

    En un tiempo en que las artes centraban especialmente en el hombre su inspiracin, considerando la religin com o uno ms entre los muchos aspectos dla espiritualidad humana, sobresali su msica lmpida y majestuosa, compuesta ad maiorem Dei Glo- riam.

    As se expresa, a este respecto, un agudo intrprete de Palcstrina: La msica religiosa de Palestrina se debe aceptar con el mismo espritu con que se admira el trabajo de los arquitectos medievales que construyeron las grandes catedrales, y con los artfices que forjaron los bellos ornamentos, pudindosele considerar, en este sentido, simplemente como el receptculo del texto sagrado, sobre el que todo el arte del artfice musical ha sido vertido a manos llenas para adornarlo. T odo persigue el fin de facilitar la adoracin colectiva: as, la msica fue compuesta como parte de los servicios y no para ellos. Este realce del elemento humano es una cualidad imjjersonal que da a la msica de Palestrina su atmsfera mstica, ese sentido de distanciamiento, de algo que no conoce ni tiempo ni edad, cualidades ideales desde el punto de vista litrgico

    Ix>s ternas solemnes del gregoriano fueron elaborados por l, en un canto que interpreta el texto sin deformarlo. En una poca como el Renacimiento, rica en sutilezas y matices, recoger antiguos temas y acta lizarlos, interpretndolos sin envilecerlos, no era empresa de poca importancia.

    Hom bre de su tiempo, por su profunda cultura y la habilidad de su juego de inventor y de reelabora- dor, se revela, al mismo tiempo, hombre de innata ingenuidad, por la frescura de una inspiracin que no acusa cansancio nunca y que conserva siempre una prodigiosa fertilidad.

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    PALESTRINA Y LA ESCUELA ROMANA

    Paiestrina es uno de esos raros ar lis tas que cierran admira blcmcnte una poca, recogiendo una herencia artislica destina da a disolverse en la fra imitacin, vivificndola con el aliento genial de una poderosa personalidad, y levndola, en poco tiempo, a as ms altas cimas, bajo el empuje de un magisterio formal y expresivo que tiene pocos eje tupios en a historia musical.

    En su nacimiento, la edad de oro de la polifona flamenca, que se extiende, aproximadamente, entre los aos \420 (comienzo de a actividad de Dujay) y 1520 (muerte de Des Prs), lega ahora al final de su luminosa parbola. Los msicos de Plandcs han transformado el lenguaje polifnico, ya convertido en una autntica tcnica de composicin, en una ciencia refinadsima, en la que no se sabe qu admirar ms, si la densidad sonora de las diversas voces o a estudiada habilidad con que se entrelazan. Es un lenguaje musical muy rico en posibilidades expresivas, que van desde la tierna grada de un Dufay a la severa introspeccin de un Ockegbem, de la brillante levedad de un Obrecbt a a casi dramtica plasticidad de un Josquin.

    A partir de a muerte de Josquin, el espritu flamenco haba encontrado un frtil terreno en Venecia, donde, en contacto con la tradicin ocal, se transform en algo completamente nuevo a Escuela veneciana. El contrapunto se convierte, para los msicos venecianos, en un medio, una base comn sobre a que levantar fantasmagricos castillos sonoros. Hablando de Gabriel:, hemos visto cmo el centro motor de as composiciones no era ya el juego de las distintas voces, sino el tema y el timbre. En os venecianos est ya presente el germen de aquello que ser, sin ms, a negacin de la msica jlatnencu, es decir, el m o n o d is m o , que, a travs de Monteverdi. desembocar en el melodrama.

    Algo distinto y casi imprevisible ocurre en Roma. Tambin all haba habido contactos fecundos con los maestros trasalpinos, pero, sin duda alguna, en medida inferior a os de las corles de la Italia septentrional. Sin embargo, es, efectivamente, en Roma, donde la polifona creada por los flamencos encuentra su ms esplndida coronacin en la obra magistral de Paiestrina y en la de los otros maestros del Cinque- cento romano.

    Centros de la vida musical romana son las Capillas musica

    les anejas a as baslicas y a as iglesias mayores: las de San Pedro en el Vaticano y Santa .Mara Mayor, San Juan de luirn y Santa Mara de Trastcverc, San Luis de los Franceses, San Lorenzo y San Dmaso. En estas Capillas musicales, un m a g is te r p u e r o r u m educa en el canto a un grupo de muchachos, que forman parte del coro encargado de as interpretaciones musicales durante las unciones religiosas. Paiestrina como otros muchos msicos de su tiempo fue, de nio.

    Cuadro cronolgico de os pontfices, desde San Pedro a Juan VIII.De un grabado de! siglo XIX.En tamao mayor, Julio III y Marcelo 11.

    rucio III. llimif.iri IV.Xerto f e ; f e tu fe ;. Y/rV M rae,' u

    5 .Veo (Uto II Hmlifiu iii V. Onnriu I'. Severion f.ionunii IV. Teodoro 1? 8 . Murilo 1* Kueiiio ir m ito l i e M m (S ;f / e r ( t i X uto ( , t f t t to e r t M ente/1 yi/VL, 4 , ! X t n r !SS j O X to f .Yerto i i * Flette ( i r . X trte f \ t . f t i e U t . M / r ( f Kbte t i t X * W-

    128

  • s.y.-rririno.KUttf /*. V,'fr r/y S.CattO 1'. Valoro . unir iy.ilttto tft.KlrntcW.fbtu yi.-K/ji C / M - t l t .V ,rW n i .S . l'r lM D o l '. ? l 'i in t iu n o . S . A m o r , 3 . K u b i i in o . F . C o n i d i o . 3 . L u c i o .

    AVMS> m J. Jt/rt* >).. r .M b i . '* n tvi* t s . /VWc , J S . M c rir S i t!H U y ,r < , *J,. . r~.w C h O , i . th r i , , / t

    E n 1 5 6 2 , e l C o n c i l i o d e T r e n t o a f r o n t e l p r o b le m a d e la m s ic a sa cra , c o n ta m in a d a d e u n e s p r itu d e m a s ia d o p r o fa n o . A lg u n o s o b i s p o s p r o p u s ie r o n su a b o l ic i n e n la Ig le s ia , p e r o d ic e la le y e n d a le s b a s t o i r la Misa de! Papa Marcelo, c o m p u e s ta p o r F a lc s tr in a p r e c is a m e n te a n te e l t e m o r d e esa m e d id a tan d r s t ic a , p a ra c a m b ia r d e id e a a fa v o r d e la m sica .

    129

  • A d r ia n o III. S lr fa n o V I . H 'o r n i o o . B o n i f a c i o V I . l e f a n e * V i l . R o m a n o . T e o d o r o 11. G to v n n n i IX . IW 'u rd clU i IV.| ** /Af Xixu SS. Jtrft . [ / V e.-tu t t fu f j t . BM- t f t - StrU /ff. I lt t > f t . .V.fic gr. !JsO. i i - Hnie t f ) . X r u ift . rj/ft.' Sfit. Uvti \v>. frtto .V.vw yiO, /** St/rK-

    cantor cu la Capilla Libe ran a, aneja a Santa Mara Mayor, cuando era m a g iste r p u c r o r u m Rabino Malla per t, un francs a! que se puede considerar maestro de Palestrina. l arca de os Maestros de Capilla era la de dirigir las interpretaciones, ya se tratase del canto gregoriano o de Misas y Motetes polifnicos correspondientes al repertorio de la Iglesia, y a de Ctnponer en presamente nuevas obras sacras.

    Toda la vida de Palestrina se desarrolla en c! mbito de las Capillas musicales: primero, como hemos visto, entre los p u cr i de Sania Mara Mayor; despus, como organista y profesor de canto en su ciudad natal; desde 1551, definitivamente en Roma, en la Capilla Giulia de San Pedro, en la Capilla Sis tina como cantor, en San Juan de Le Irn, en Santa Mara Mayor, y, desde 1571 hasta su muerte, nuevamente en la Capilla Giulia, en calidad de maestro de Capilla.

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    130

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    El cen tro d e la v id a m u sica l rom a n a son las C ap illas d e las g ra n d e s b a s lica s .E n ellas transcurre la v id a d e P a le s tr in a ; d e n i o , f o r m

    Earte d e los pueri cantores d e S an ta M a ra M a y o r ;om bre ya, se c o n v ir t i e n ca n to r p o n t i f i c i o y m a e s tro d e C ap illa d e San J u a n d e L c tr n ,Sam a M ara M a y o r y S an P e d r o .

    Roma, San Juan Je ljftrn.Grabado de 1618.(Miln, Coleccin Municipal. Grabados Bertarelli). Y vista actual Je la jochada.

    populares en su simplicidad; pero operaba sobre un terreno relativamente pobre en tradiciones y sustancialmente alejado de toda bsqueda de o monumental. La Iglesia romana, nutrida de un arte esplndido y grandioso, no poda renunciar, de repente, a su fasto, no poda restaurar el canto gregoriano, evidentemente ya muy alejado de a sensibilidad y comprensin de los fieles; al mismo tiempo, la polifona compleja y monumentalcontradeca la verdadera naturaleza de la religiosidad.

    La obra de Palestrina, con el vigor de! genio y la capacidad de sntesis del artista excelso es, en un cierto sentido, la solucin del problema. Esto fue tan claro desde el comienzo, que a milagrosa sntesis paleslriniana pronto se coron de un halo milico y cristaliz inmediatamente en una leyenda: la famosa de la M isa d e l P a p a M a r c e lo .

    En 1362, el Concilio de Trento afront el difcil problema de a msica sacra. La incomprensibilidad del texto, el virtuosismo de los cantores (que incluso adornaban a su placer las lneas meldicas, practicando las llamadas diminuzioni * ) , la excesiva monumentalidad y complejidad polifnica, el gusto cada vez ms extendido por os temas profanos (cuando no por los francamente licenciosos), fueron elementos severamente tratados durante os trabajos del Concilio; y no pocos obispos expresaron su indignacin, proponiendo la total y definitiva abolicin en Ja Iglesia de la msica polifnica. Tambin el Papa Marcelo II apoy tal resolucin. Entonces, lestria, ante el temor de una medida tan drstica, compuso la Misa dedicada a! Pontfice, con a esperanza de demostrar

    * E n la im ita c i n , las d i m i n u z io n i c o n s is t e n e n re p e t ir e l tem a en v a lo re s m e n o re s q u e lo s d e s u p r im e ra a p a r ic i n , p u d ie n d o h acerse u n e n r iq u e c im ie n to fu e ra d e t ie m p o , d e u n a o m s v o c e s , d e ja d o al a r b itr io d e lo s ca n to re s , q u e as p o d a n exh ib irse en a rr ie sga d os v ir tu o s is m o s .

    A g n u s D c i , / . 83 de a M isa de Pierluigi da .Palestrina,Miln, Biblioteca 4c Conservatorio.

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    i m u t o l l i * j x c c i q i i u m 4i= r = 3

    I ^ H i. Roma, danta Marta Mayor. Cfrahadn ds 1618 HVJ/uf/uuU UC(Miln, Coleccin Municipal. ( V viste actual de j fachada.- .

    trabados, Bertarelli).

    o b i s 4 .

  • Lad. Miln,Museo deI nstrumentos M tsica!es.

    L a r iq u e z a d e la s fo r m a s a r q u it e c t n ic a s re n a c e n t is ta s , q u e e n R o m a e n c u e n tra s u m as c o m p le ta > fa s c in a n te e x p r e s i n , c o n s t i t u y e e l n a tu ra l y n e c e s a r io c o m p le m e n t o d e la m s ic a d e P a les tr in a

    4 Palacio Farnesio.Grabado de 1638.(Miln, Coleccin Municipal.Grabados Dertarelli).

    tro, entre msica y palabra, entre las exigencias de una meloda ancha y profunda, y os motivos rtmicos y espirituales de la palabra. Todos os recursos de a escritura polifnica ban sido sabiamente aplicados: breves fragmentos hmofni- cosfrecuentemente imitados a slo cuatro o cinco voces, para variar el empaste sonoro , pero alternando con partes de imitacin, donde el contrapunto es rico, adems de lmpido y transparente. Cada episodio se encadena con el siguiente, todo fina! de frase es c! comienzo de una frase sucesiva, pero sin que el artificio quede al descubierto, sostenido siempre por una oleada de canto incesante, de suave fluir. La armona es tambin muy simple: las disonancias y las modulaciones son escasas, mientras que la polifona no ignora la verticalidad armnica, fondo sonoro sobre e cual se muelen las diversas voces. En los momentos de ms intensa concentracin, como en el glorificamus d e l G lo r ia , o e n e l a legre S an ctus, la emocin es intensa, la euritmia del discurso musical no hace concesiones a una expresividad excesiva: el equilibrio interior del compositor no admite arrebatos; todo es revisado y reconsiderado desde la superior actitud de un espritu, verdadero y profundamente religioso. Una religiosidad que se expresa en a montona repeticin de las invoca dones del K y r ie , en la dulce meloda gregoriana del B e n c d ic - tus, y en la ardiente sonoridad de! C r u c i f ix u s .

    Recordemos otras admirables M is a s , como A s s u m p ta es t M ura, de grandes proporciones, y las ms breves I s t c C o n f e s o r y la M issa B rcv is , algunos maravillosos Motetes del ficto' dedicado al C an ta r d e l o s C a n ta res , y, en fin, el Motete Salve R eg in a , a cinco voces, , una de las cumbres del arte palestrinino, definido como *una obra de arte, errante en las puras esferas de la transfiguracin y del ideal.

    No es frecuente boy escuchar conciertos de msica pales- triniana, pues requiere complejas corales de extraordinaria capacidad tcnica y expresiva, e intrpretes de exquisita sen

    sibilidad.Por otra parte, Iq msica de Palestrina nace para un deter

    minado fin, el servicio religioso, y es en las iglesias, durante la Misa, o as Vsperas tt otras funciones, y en las espaciosas arquitecturas del Cinquecento, en el esplendor de los colores y en el rito escultural de los movimientos donde esta msica encuentra su ms autntico complemento y se hace totalmente comprensible.

    Palestrina muri en 1394- seis aos despus, nace la primera pera musical, y la msica en Italia loma, casi de improviso, otra direccin. No pasar un decenio sin que la figura de Palestrina se convierta en una leyenda, que slo acabar a finales del siglo XIX.

    La afirmacin del genio palestriniano resulta sorprendente al comprobar la casi absoluta falta de precedentes. Excluyendo a Giovanni Animuccia (1314-1371), que ms que precursor es contemporneo de Palestrina, y que interesa ms a la historia de! Oratorio que a a polifona d e c a p illa , la nica figura relevante es la de Costanzo Testa (1480, aproximada- mente-1345), que se puede definir como un puente, un trnsito entre el contrapunto de los flamencos y el de ia Escuela romana, de la que comnmente es considerado fundador.

    Sin embargo, comparando a obra de Palestrina con la de los otros msicos que, despus de l, se juzgan representantes

  • ni Mana Canino (1544-1607), su sucesor en la capilla Je Sanea Marta Mayor, y, desde 1604, director de la Capilla pontificia. La leccin palestriniana es revisada por Nanino con una gran jid el idad y una notable viveza de acentos, en sus numerosas ramas sacras y en los Madrigales profanos. Tambin puede afirmarse, con respecto a Nanino, que su msica goza de la felicidad expresiva del momento, de ese mgico equilibrio entre contrapunto y expresin meldica, que, en este perodo, caracteriza basta a os ms oscuros y modestos compositores, y que tiene en Palestrina la ms completa y personal realizacin.

    Entre los alumnos de Palestrina, aunque destacado de los dems por su original personalidad, est Francisco Soria- no (1549-1621), poco conocido y estudiado, pero que se cuenta, dentro de sus lmites, entre los ms interesantes. Frecuen teniente se le cita por una desafortunadsima e intil reelaboracin, a ocho voces, de la palestriniana M is a d e l P a p a M a r c e lo , siguiendo los dictados de una moda que, si ahora

    Tachada del Palacio Barberini de las Cuatro Fuentes. Grabado de 1638. Miln,Coleccin M unid pal. Grabados Bertarelli.

    de a llamada Escuela romana, se puede comprobar su grandeza. No se trata de establecer una jerarqua de mritos, calculando los valores de uno, en contraste con la ms o menos limitada grandeza de los otros, sino solamente de ver cmo la leccin palestriniana fue para todos la enseanza, directa o indirecta, de un gran maestro, y, adems, un prestigioso modelo a imitar. Se encuentra as, a veces, entre los sucesores de Palestrina, un msico que, en el campo de la polifona sacra, es un fiel imitador de! ms ilustre representante de a Escuela romana, al vez escolstico, rgido y rio, mientras en otros camposla msica profana o la instrumental o el Oratoriose revela como artista personal y aun genial. En otras palabras, la msica y la personalidad de Gio- vann't Pierluigi se convierten en seguida en un mito; es justo venerarlo, y, a veces, fcil de imitar; pero resulta extraordinariamente dficit comprenderlo, asimilarlo y superarlo.

    Entre los primeros seguidores de la Escuela romana, se encuentran, naturalmente, los discpulos mismos de Palestrina, algunos de los cuales poseen indiscutibles y notables mritos personales, adems de ser depositarios directos del verbo del maestro. Se puede recordar a Giovanni Andrea Dragn! (1540-1598), autor de muchos Madrigales profanos, y a Anbal Stabile (1540-1595). Una personalidad de mayor relieve, siempre entre los alumnos directos de Palestrina, es la de Govafi

    nos parece falsa, entonces era la primera manifestacin de una nueva sensibilidad. Y as, tal vez es posible encuadrar este trabajo de transcripcin, este ensanchamiento del lmpido lenguaje palestriniano, en lo que se considera como a ms tpica originalidad de Soriano: el enriquecimiento expresivo, y a veces poderosamente dramtico, de su polifona sacra, claro anuncio del nuevo siglo barroco.

    Comparable a Soriano es tambin otro alumno de Pierluigi, el que le es ms prximo, Ruggiero Giovannelli (1560, aproxi- madamente-1625). Ms interesante como autor de msica profana, Giovannelli, aun sin distinguirse por una particular originalidad expresiva, es capaz de infundir a a tpica, serena y lmpida escritura del maestro, una eficaz fuerza declamatoria que reflejasi bien en un ambiente muy distintolos estilos del melodrama naciente.

    Sin contar a Giovanni Bernardino Nanino (1562-1623), parientetal vez hermanodel ya citado Giovanni Mara, el breve panorama de a Escuela romana ofrece ahora dos de sus ms interesantes representantes: los hermanos Ancrio.

    Felice Anerio (1560-1614) se cuenta, tai vez, entre los ms tpicos representantes de aquel desdoblamiento que sealbamos poco antes; es decir, la fidelidad absoluta al ideal polifnico romano en ciertas composiciones, y, en otras, la adecuacin a gustos y a estilos totalmente distintos, e incluso opuestos. Y no es necesario insistir mucho sobre el primer aspecto, si se tiene en cuenta que muchas de as obras de Felice Anerio fueron, durante mucho tiempo, atribuidas a Palestrina: Himnos, Responsorios, Motetes, Misas, Salve Regina.

    En as obras profanas, Felice Anerio se manifiesta, en ocasiones, intrprete sensible de aquel espritu bomofnico que, desde haca tiempo, recorra toda Italia, ) ' dei cual nos ocuparemos en seguida Su hermano menor, Giovanni Francesco (1567-1621 ?), es uno de os ms geniales msicos, a caballo de los dos siglos, y hablaremos de l a propsito de la historia del Oratorio.

    En el campo polifnico, repite sustancialmente el dualismo de su hermano, pero es, indudablemente, un compositor dems aguda originalidad, que toca, a veces, momentos de gran vigor dramtico en la correcta escritura contrapuntslica, como en la notable M is s a p r o d e fu n c t is , de 1630.

    En este punto, se puede considerar concluida la parbola de la Escuela romana propiamente dicha, es decir, la polifnica y contrapuntslica. Sin embargo, es oportuno completar el desarrollo citando a otros autores que, por pertenecer al nuevo siglo, el XVI , declarada y sustancialmente ajeno al idea! palestriniano, escriben Misas y Motetes que, si no en la sustancia, al menos en la forma se parecen a las obras de os siglos precedentes.

    Agostino Agazzari (1578-1640) comienza a introducir en la polifona sacra un bajo instrumental, tendiendo a una escritura sustancialmente homofnica. Por lo dems, Agazzari tiene importancia, sobre todo, por ser el autor del tratado D el s o n a r e s o p r a il b a s s o c o n tu tti li s tr u m e n (realizar el bajo con todos los instrumentos), que es uno de los primeros sobre la nueva tcnica del bajo continuo, elemento base de la ho- mofona. Gregorio Allegri (1582-1652) no sera, probablemente, citado en ninguna historia de la msicadados sus mritos verdaderamente modestos , si su nombre no estuviera ligado a una proeza de Mozart, cuando ste contaba catorce aos. Entre las composiciones de Allegri, haba adquirido singular fama un M is e re re a nueve voces, que entr a formar parte del repertorio del coro de la Capilla Sixtina para los oficios de Semana Santa, como una de sus ms excepcionales interpretaciones. Aun teniendo p reg i particulares, el M is e r e r e estaba rodeado de una fama legendaria, y a Capilla Sixtina custodiaba la partitura como cosa preciosa, impidiendo su divulgacin. Mozart, llegado a Roma en 1770, tuvo

    135

  • Ol muerte i H'snrablc, afli^i^.i y m alv ad a ,

    nh cruel que asi has p r iv a d o a ig lesias y palacios d e los d u l a s

    con cie rtos , pues q u e , a b a t ie n d o a Palestrina, te has lle v a d o

    .i quien inundaba la iglesia d e a r m o n a ! .(D e un Libro cid cora panal).

    Organo (le 152), nnjiruido por Domenico tic Lorenzo, 'v h r e n a t ! .

    Iglesia tic la Santsima Anunciacin.

    San Pedro.l grabad o de. 1638.

    Miln, Coleccin Municipal. Grabados Bertarelli.

    S6

    ocasin Je tscuchar dos veces a obra de Allegri, y escribi a partitura de memoria, destruyendo, en un instante, con la a le g re im p la ca b il id a d del genio, un mito inconsistente. Antonio Cifra (1584-1629) y su alumno Francesco Foggia (6041688) son autores de Misas y otras msicas polifnicas de estilo pdestriniano, pero su autntica personalidad se afirma en el estilo mondico.

    Epgonos de la Escuela romana son tambin dos interesantes autores: Orazio Renevoli (1605-1672) y su alumno Ercole Iernabei (1622, aproximadamente-1687), representantes del denominado s i t i e g r o s s o , tpicamente harroces, constituido por una extraordinaria acumulacin de voces (hasta 52, en la M is a d e S a ls z b u r g o ) , que, en el mejor de los cosos y Be ve col i es, sin duda, un msico de gran valor , consigue efectos de atrayente opulencia sonora. Bernabci escribi en s tile g r o s s o algunas Misas muy alabadas por sus contemporneos, pero que no han llegado basta nosotros. Tambin es autor de peras- el siglo XVIII, operstico y galante, est a ai puertas ya.

    No es posible cerrar el capitulo de a polifona religiosa del XVI sin mencionar, aunque brevemente, las escuelas espaolas, y , de manera muy especia!, la Castellana y la Anda luza, ms semejantes a la Escuela romana, ya que sus principales representantes, Cristbal de Morales, juan Vsquez, Cebados, Guerrero y Sabezn. estudiaron en Roma, y algunos fueron condiscpulos de Palestrina. No hay que olvidar que, entre los veinticinco cantores de la Capilla Sxtina, baha cinco espaoles. Toms Luis de Victoria, cabeza de la escuela Castellana, y, con Lasso y Palestrina, una de as ms preclaras figuras de la polifona religiosa coral del XVI, estudi tambin en Roma, y es quien mejor encarna el genio de a msica sagrada de la poca de Carlos V y Felipe II Su obra refleja una fe tan honda, con un lirismo mstico tan elevado y profundo como rara vez se encuentran en otra polifona, pero que encontraremos tambin en los pintores y poetas msticos del XVI espaol: Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Fray Luis de Len, el Greco, Zurbarn y Ribera, por citar slo, como en la msica, los principales.