George Orwell, Los Impedimentos de La Literatura (1946)

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    ace aproximadamente unao, asist a una reunindel pen Club con motivodel tercer centenario de la

    Areopagtica de Milton: unopsculo puede recordar-se en defensa de la libertadde imprenta. La famosa frasede Milton acerca del peca-do de asesinar un libro seimprimi en folletos distri-buidos con anterioridad, en

    los que se anunciaba el encuentro.En la plataforma participaron cuatro oradores. Uno pro-

    nunci un discurso en el que abordaba la libertad de imprenta,pero slo con referencia a la India; otro, titubeante, armen trminos muy generales que la libertad era algo bueno;

    Este ensayo de George Orwell es un brillante alegato contra los enemigos de lalibertad intelectual. En l, arremete contra la incapacidad de ciertos escritorese intelectuales para ver la realidad de manera objetiva, sin fabricar hechos nisentimientos. Su lectura, en el Mxico de hoy, es ms necesaria que nunca.

    Los impedimentosde la literatura

    un tercer orador atac las leyes referentes a la obscenidad enla literatura. El cuarto dedic la mayor parte de su discurso adefender las purgas rusas. De las reexiones que hubo en lanave del edicio, algunos volvieron al tema de la obscenidad

    y las leyes que la abordan, y otros enunciaron simples apo-logas sobre la Rusia sovitica. La mayora de los asistentespareci aprobar la libertad moral la libertad de discutir demanera franca en un impreso cuestiones referentes al sexo,pero no se mencion la libertad poltica. De esta conuenciaentre varios cientos de personas quiz la mitad de las cualesestaban directamente relacionadas con el ocio de escribir,ni una sola seal que la libertad de imprenta se reere sies que tiene algn signicado a la libertad de criticar y deoponerse. Curiosamente, ninguno de los oradores cit una solade las frases del opsculo que en apariencia se conmemorabaaquel da. Tampoco se mencionaron los diversos libros quese ha asesinado en este pas y en Estados Unidos durante la

    George Orwell

    Por la honestidad intelectual

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    guerra. En su efecto neto, la junta fue una manifestacin en

    favor de la censura.No era de sorprender. En nuestra poca, la idea de libertad

    intelectual est bajo ataque desde dos vertientes. Por un lado,los enemigos tericos, los apologistas del totalitarismo y, porel otro, sus enemigos inmediatos y prcticos : el monopolio y laburocracia. Cualquier escritor o periodista que quiera retenersu integridad se ve obstruido por la deriva general de la socie-dad, ms que por una persecucin activa. Los elementos queoperan en su contra son la concentracin de la prensa en manosde unos cuantos ricos; el control del monopolio de la radio yla cinematografa; la renuencia del pblico a gastar dinero enlibros, lo que hace necesario que casi todos los escritores seganen la vida al menos en parte, con trabajo mercenario;

    la intromisin de cuerpos ociales como el Ministerio deInformacin y el British Council, que ayudan a que el escritorsobreviva, pero tambin le hacen perder tiempo y dictan susopiniones; y la continua atmsfera de guerra de los ltimosdiez aos, a cuyos retorcidos efectos nadie ha podido esca-par. En nuestra poca, todo conspira para que el escritor ycualquier otro tipo de artista se convierta en un funcionariode poco rango, que trabaja sobre temas que le mandan desdearriba, y que nunca dice lo que para l es la verdad completa.

    Y en su lucha contra ese destino no obtiene ayuda de los de supropio bando: es decir, no existe una vasto cuerpo de opininque le asegure estar en lo correcto. En el pasado en todo caso,a lo largo de los siglos protestantes, la idea de rebelin y laidea de integridad intelectual estaban mezcladas. Un herejepoltico, moral, religioso o esttico era aquel que se negabaa ultrajar su propia conciencia. Su perspectiva se resuma enlos versos del Himno Renovador de la Fe:

    Atrvete a ser un Daniel,Atrvete a aguantar solo;Atrvete a tener un propsito rme,Atrvete a darlo a conocer.

    Para modernizar este himno habra que cambiar a No te atre-vas el inicio de cada verso, pues la particularidad de nuestrapoca consiste en que los rebeldes en todo caso los ms nume-rosos y caractersticos que estn en contra del orden existentetambin se rebelan contra la idea de una integridad individual.Desde el punto de vista prctico, atreverse a aguantar soloes tan peligroso como ideolgicamente delictivo. Las difusasfuerzas econmicas carcomen la independencia del escritor,la cual, a la vez, es socavada por quienes deberan defenderla.

    Me ocupo aqu del segundo proceso.

    Por lo general, para atacar a la libertad de pensamientoy de imprenta se emplean argumentos con los que no vale lapena molestarse. Cualquiera que tenga experiencia en discur-sos o debates los conoce de sobra. No intento abordar aqu elconocido reclamo de que la libertad es una ilusin, ni de queen los pases totalitarios hay ms libertad que en los demo-crticos, sino la propuesta mucho ms sostenible y peligrosade que la libertad es indeseable y la honestidad intelectuales una forma de egosmo antisocial. Aunque otros aspectosde este tema suelen hallarse en el primer plano de la disputasobre la libertad de expresin y de imprenta, en el fondo estla controversia sobre la deseabilidad, o la indeseabilidad, dementir. Lo que en verdad est en juego es el derecho a dar

    cuenta de los sucesos contemporneos de manera veraz, ocon tanta veracidad como sea consistente con la ignorancia,el prejuicio y la autodecepcin de la que necesariamente ado-lece todo observador. Al decir esto, puede parecer que armoque el reportaje directo es la nica rama de la literatura queimporta, pero ms adelante tratar de mostrar que en todos losniveles de la literatura, y probablemente en cada uno de losniveles del arte, surge el mismo tema, en formas ms o menossutiles. Mientras tanto, es necesario desechar las irrelevanciasque, por lo general, envuelven este debate.

    Los enemigos de la libertad intelectual siempre tratan depresentar su caso como un alegato en favor de la disciplina yen contra del individualismo. El tema de la verdad contra lano verdad se mantiene lo ms lejos posible. Aunque el puntode relieve puede variar, al escritor que se rehsa a vendersus opiniones siempre se le tacha de egosta. Es decir, se leacusa de querer encerrarse en una torre de marl o bien deprotagonizar un exhibicionista desplante de su personalidad,o de resistir la inevitable corriente de la historia en un intentopor aferrarse a privilegios injusticados. Los catlicos y loscomunistas se parecen en que asumen que un contrario nopuede ser honesto e inteligente a la vez. Cada uno armade manera tcita que la verdad ya se ha revelado, y que elhereje, si no es un simple idiota, en secreto est conscientede la verdad y meramente se resiste a ella, impulsado pormotivos egostas. En la literatura comunista, el ataque a lalibertad individual suele disfrazarse con una retrica acercadel individualismo pequeoburgus, las ilusiones de unliberalismo decimonnico, etctera, y se respalda en palabrasde abuso como romntico y sentimental que, al no tenerun signicado de consenso, son difciles de responder. Deesta forma, la controversia se manipula para alejarla del temareal. Uno puede aceptar y la mayora de la gente ilustrada lohara la tesis comunista de que la libertad pura slo puedeexistir en una sociedad sin clases, y que uno est ms cerca dela libertad cuando trabaja para lograr que exista una sociedadcomo sa. Pero al lado de esto existe el reclamo, un poco

    Es justo decir que las celebraciones del penClub, que duraron una semana o ms, nosiempre tuvieron el mismo nivel. A m me toc un mal da. Pero un examen de los discur-sos (publicados bajo el ttuloLibertad de expresin) demuestran que, en nuestros das, casinadie es capaz de referirse de una manera tan categrica en favor de la libertad intelectualcomo Milton hace trescientos aos: y esto a pesar de que Milton escribi durante unperiodo de guerra civil. n. del autor.

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    infundado, de que la nalidad ltima del Partido Comunista

    consiste en establecer una sociedad sin clases, y de que enla Unin Sovitica, en efecto, eso est en vas de volverserealidad. Si a la primera exigencia se le permite acarrear lasegunda, prcticamente no existe ninguna agresin al sentidoni a la decencia comunes que no pueda justicarse. Mientrastanto, se regatea el tema principal. La libertad del intelectosignica libertad para dar cuenta de lo que se ve, se escucha yse siente, sin estar obligado a fabricar hechos ni sentimientosimaginarios. Las acostumbradas diatribas en contra del esca-pismo, el individualismo, el romanticismo y dems, sonmeros dispositivos forenses, cuyo propsito consiste en hacer

    que parezca respetable la tergiversacin de la historia.Hace quince aos, cuando uno defenda la libertad del

    intelecto, era necesario protegerlo contra los conservadores,contra los catlicos y, hasta cierto punto porque no tenan granrelevancia en Inglaterra, contra los fascistas. Hoy uno tiene quesalvaguardarla contra los comunistas y los compaeros de viaje.No debera exagerarse la inuencia directa del pequeo PartidoComunista Ingls, pero no hay duda del efecto venenoso queha tenido el mythosruso sobre la vida intelectual de Inglaterra.Debido a l, se suprimen y distorsionan hechos conocidos, algrado de que se vuelve improbable la posibilidad de escribir lahistoria verdadera de nuestra poca. Permtanme mencionarslo una de las cientos de instancias que podran citarse. CuandoAlemania se colaps, un nmero muy grande de rusos soviticos

    sin duda, la mayora provenientes de causas no polticas cam-

    biaron de bando y lucharon del lado de los alemanes. Tambin,una cantidad pequea, pero nada despreciable, de prisionerosrusos y de desplazados se negaron a regresar a la Unin Sovitica,

    y por lo menos algunos de ellos fueron repatriados contra suvoluntad. La prensa britnica prcticamente hizo caso omisode estos hechos, que muchos periodistas conocan de sobra,mientras que, al mismo tiempo, en Inglaterra los publicistasruslos seguan justicando las purgas y las deportaciones de936-8, alegando que la Unin Sovitica no tena traidores ala patria. La bruma de mentiras y desinformacin que rodeatemas como la hambruna en Ucrania, la Guerra Civil Espaola,la poltica rusa en Polonia y dems, no se debe del todo a unadeshonestidad consciente, pero cualquier escritor o periodista

    que simpatice de lleno con la Unin Sovitica es decir, quesimpatice en la manera en que a los propios rusos les gustara quelo hiciera no tiene que aceptar por eso la deliberada falsicacinde temas importantes. Tengo frente a m un folleto, escrito porMaxim Litvinov en 98, que debe de ser muy raro, en dondeesboza acontecimientos entonces recientes de la RevolucinRusa. No menciona a Stalin, pero habla muy bien de Trotsky,as como de Zinoviev, Kamenev y otros. Cul podra ser laactitud incluso del comunista ms intelectualmente escrupulosohacia un folleto como ste? En el mejor de los casos, la actitudoscurantista de armar que se trata de un documento indeseableque sera mejor destruir. Y si, por algn motivo, se decidieraimprimir una versin mutilada en que se denigrara a Trotsky

    y se insertaran referencias a Stalin, ningn comunista que per-maneciera el a su partido sera capaz de protestar. En aosrecientes se han cometido falsicaciones tan palmarias comosta. Pero lo signicativo no es que ocurran, sino que, inclusocuando se sabe que existen, no provoquen reaccin alguna en losintelectuales de izquierda. Se considera irrefutable el argumentode que decir la verdad sera inoportuno o le hara el caldogordo a uno u otro, y a pocos les preocupa la perspectiva de quelas mentiras que ellos condonan salgan de los peridicos hacialos libros de historia.

    La prctica de los Estados totalitarios de mentir organi-zadamente no es, como en ocasiones se arma, un recursotemporal cuya naturaleza se parece a una tctica militar deengao. Es algo que forma parte integral del totalitarismo,algo que continuara aun si los campos de concentracin ylas fuerzas de la polica secreta hubieran dejado de ser nece-sarias. Entre los comunistas inteligentes existe una leyendaclandestina segn la cual, a pesar de que ahora el gobiernoruso est obligado a tracar con una propaganda de mentiras,

    juicios fraudulentos y cosas as , en secreto registra los hechosverdaderos y los publicar en algn tiempo futuro. Podemos,creo yo, estar bastante seguros de que se no es el caso, por-que la mentalidad implcita en semejante accin es la de unhistoriador liberal que, de cajn, cree que el pasado no puede

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    alterarse y que el conocimiento correcto de la historia es lo

    valioso. Desde el punto de vista del totalitarismo, la historiaes algo que debe inventarse en vez de aprenderse. Un estadototalitario es, en efecto, una teocracia y, a n de mantener suposicin, su casta gobernante debe considerarse infalible.Pero como en la prctica nadie es infalible, a menudo resultanecesario reordenar los sucesos pasados a n de mostrar queste o aquel error no se cometi, o que ste o aquel triunfoimaginario realmente ocurri. Entonces, una vez ms, todocambio sustantivo en el plan de accin requiere su corres-pondiente cambio de doctrina, as como una reevaluacin delas guras histricas ms importantes. Esto ocurre en todoslados, pero sin duda es mucho ms propenso a llevar cabalesfalsicaciones a las sociedades donde, en un momento dado,

    slo se acepta una opinin. De hecho, el totalitarismo exigeque el pasado se altere de manera continua y, a la larga, quizsexige la incredulidad con respecto a la existencia misma dela verdad objetiva. En este pas los amigos del totalitarismotienden a argumentar que, en vista de que la verdad absolutano puede obtenerse, una gran mentira no es peor que unapequea. Se seala que todos los registros histricos son ten-denciosos e inexactos o, por otro lado, que la fsica modernaha comprobado que aquello que en el mundo nos parece real,en verdad es una ilusin, de modo que creer en la evidenciade nuestros sentidos es simplemente un gusto prosaico y

    vulgar. En una sociedad totalitaria que lograra perpetuarse,probablemente se establecera un sistema de pensamientoesquizofrnico, en el cual el poltico, el historiador y el soci-logo podran descartar leyes del sentido comn, que en la vidadiaria y en ciertas ciencias exactas se dan por buenas. Ahora

    ya hay incontables personas para quienes falsicar un libro detexto cientco resulta escandaloso, pero que no ven ningnproblema en falsicar un hecho histrico. Es all donde secruzan literatura y poltica donde el totalitarismo ejercesu mayor presin sobre lo intelectual. En este momento, lasciencias exactas no estn amenazadas en un grado parecido.Esto explica en parte el hecho de que, en todos los pases, a loscientcos les resulta ms fcil que a los escritores alinearsedetrs de sus respectivos gobiernos.

    A n de mantener el asunto en perspectiva, permtanmerepetir lo que arm al inicio de este ensayo: que en Inglaterralos enemigos inmediatos de la veracidad, y por lo tanto dela libertad de pensamiento, son los capos de la prensa, losmagnates de la cinematografa, y los burcratas, pero que, alargo plazo, el sntoma que ms preocupa de todos es ver quese debilita el deseo de libertad entre los intelectuales. Podraparecer que todo este tiempo me he referido a los efectos dela censura, no sobre la literatura en su totalidad, sino apenasen el departamento del periodismo poltico. Acepto que enla prensa britnica la Rusia sovitica constituye una especiede rea prohibida; acepto que temas como Polonia, la Guerra

    Civil Espaola, el Pacto Rusogermano y otros, estn excluidos

    de una discusin seria, y que si uno tiene informacin queentra en conicto con la ortodoxia imperante, se espera queuno la distorsione o se calle: despus de aceptar esto, cmoes que la literatura, en su sentido ms amplio, tendra queresultar perjudicada? Acaso todo escritor es un poltico, ycada libro necesariamente una obra de reportaje directo?Aun bajo la ms estricta dictadura, el escritor individualno puede permanecer libre dentro de su propia mente odestilar o disfrazar sus ideas poco ortodoxas, de manera quelas autoridades sean lo sucientemente estpidas como parano reconocerlas? Y en todo caso, si el escritor mismo estde acuerdo con la ortodoxia imperante, por qu habra detener un efecto entorpecedor sobre l? Acaso la literatura,

    o cualquiera de las artes, no es ms propensa a orecer ensociedades en las que no hay mayores conictos de opinin ouna diferenciacin aguda entre el artista y su pblico? Acasouno debe asumir que cada escritor es un rebelde, o incluso queun escritor como tal es una persona excepcional?

    Cada vez que uno intenta defender la libertad intelectualcontra los reclamos del totalitarismo, de una u otra forma setopa con estos argumentos, basados en una absoluta desave-nencia con respecto a qu es la literatura y a cmo aunquetal vez debera decir por qu cobra vida. Se supone que unescritor es un mero animador o bien un venal mercenario, quepuede pasar de una lnea de propaganda a otra, con la mismafacilidad con la que un organillero cambia de tonada. Pero,despus de todo, cmo es que los libros llegan a escribirse?Por encima de un nivel bastante bajo, la literatura es el intentode inuir en el punto de vista de nuestros contemporneosmediante el registro de experiencias. En lo que concierne ala libertad de expresin, no existe gran diferencia entre unmero periodista y el escritor ms apoltico e imaginativo.El periodista no es libre y se vuelve conciente de su falta delibertad cuando se le obliga a escribir mentiras o a suprimir loque considera una noticia importante; el escritor imaginativotampoco es libre cuando tiene que falsicar sus sentimientossubjetivos que, desde su punto de vista, constituyen hechos.Puede distorsionar o caricaturizar la realidad con el n dehacer que su signicado se vuelva ms claro, pero no puededesgurar el panorama de su propia mente: no puede decir conalguna conviccin que le gusta lo que le desagrada, o que creeen lo que no cree. Si se le obliga a hacer eso, el nico resultadoes que sus facultades creativas se resecan. Tampoco puederesolver el problema alejndose de los temas de controversia.No existe la literatura genuinamente apoltica y, sobre todo enuna poca como la nuestra, cuando los temores, los odios y laslealtades de un tipo directamente poltico se hallan cerca dela supercie de la conciencia de todos. Incluso un solo tabpuede tener el efecto de volver invlida la mente, porque siem-pre existe el peligro de que cualquier pensamiento que se siga

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    libremente puede conducirnos a un pensamiento prohibido.

    As, la atmsfera del totalitarismo resulta mortal para un pro-sista, aunque un poeta en todo caso, un poeta lrico podraencontrarla respirable. Y en cualquier sociedad totalitaria quesobreviva durante ms de dos generaciones es probable que laliteratura en prosa, como la que ha existido durante los ltimoscuatrocientos aos, tenga que llegar a su n.

    A veces la literatura ha orecido bajo regimenes des-pticos pero, como a menudo se seala, el despotismo delpasado no era totalitario. Por lo general su aparato represorera perpetuamente ineciente, sus clases gobernantes tenanuna visin corrupta o aptica o a medias liberal, y las doc-

    trinas religiosas imperantes casi siempre atacaban el perfec-cionismo y la nocin de la infalibilidad humana. Aun as, esmayormente cierto que la literatura en prosa ha alcanzadosus ms altos niveles en periodos de democracia y de libreespeculacin. Lo que resulta nuevo en el totalitarismo es quesus doctrinas no slo son inobjetables sino tambin inesta-bles. Deben aceptarse so pena de maldicin pero, por otrolado, siempre estn expuestas a sufrir alteraciones de ltimominuto. Por ejemplo, consideremos las diversas actitudes,por entero incompatibles entre s, que un comunista inglso compaero de viaje ha tenido que adoptar con respecto alconicto entre Inglaterra y Alemania. Durante aos, antes deseptiembre de 939, se esperaba que un comunista estuvieraen perpetuo estado de agitacin con respecto a los horrores

    del nazismo, y que cualquiera de sus escritos se convirtiera

    en una denuncia contra Hitler; despus de septiembre de939, durante veinte meses, estuvo obligado a creer que contraAlemania se haba cometido un pecado mayor que aquel enel que Alemania misma haba incurrido, y la palabra nazi,al menos en cuanto a los medios impresos se reere, tuvoque desecharse del vocabulario. Inmediatamente despus deescuchar el boletn noticioso de las ocho la maana del 22 de

    junio de 94, el comunista tena que empezar a creer, una vezms, que el nazismo era el ms aberrante de los males jamspresenciado. Ahora bien, mientras que para un poltico resultamuy fcil hacer este tipo de cambios, para un escritor el asuntoes algo distinto. Si quiere cambiar sus alianzas en el momentopreciso, el escritor tiene que mentir sobre sus pensamientos

    subjetivos, o bien suprimirlos por completo. En todo caso,destruye su dnamo. No slo las ideas se negarn a llegarle,sino que las palabras mismas que utilice se endurecern bajosu tacto. En nuestra poca, la escritura poltica est compuestacasi totalmente de frases prefabricadas que se mantienenunidas de la misma forma que las piezas del mecano de unnio. ste es el resultado inevitable de la autocensura. Paraescribir con un lenguaje comprensible y vigoroso, es necesa-rio pensar sin miedo, y si uno piensa sin miedo no puede serpolticamente ortodoxo. En una era de fe las cosas podranser distintas, cuando la ortodoxia imperante tiene muchotiempo de establecida y no se le toma demasiado en serio.En ese caso sera posible, o podra ser, que grandes reas denuestra mente permanecieran inalteradas por lo que creemosocialmente. Aun as, vale la pena notar que la literatura enprosa casi desapareci por completo durante la nica era defe que hubo en Europa. En toda la Edad Media casi no huboliteratura imaginativa en prosa y hubo muy pocos escritoshistricos: los lderes intelectuales de la sociedad expresabansus pensamientos ms serios a travs de un lenguaje muertoque apenas sufri alteraciones a lo largo de mil aos.

    Sin embargo, el totalitarismo promete no tanto una erade fe como una de esquizofrenia. La sociedad se vuelve tota-litaria cuando su estructura se convierte en algo agrante-mente articial, es decir, cuando su clase gobernante pierdesu funcin, pero logra aferrarse al poder por medio de lafuerza o del fraude. Sin importar cuanto tiempo sobreviva,una sociedad como sa no puede darse el lujo de ser toleranteni intelectualmente estable. Jams puede permitir el regis-tro verdico de los hechos, ni la sinceridad emocional querequiere la creacin literaria. Pero para que el totalitarismocorrompa no es necesario vivir en un pas totalitario. El meropredominio de ciertas ideas puede diseminarse como unaespecie de veneno, que hace que un tema tras otro se vuelvaimposible para propsitos literarios. Dondequiera que existeuna ortodoxia impuesta o incluso dos ortodoxias, como amenudo sucede, la buena escritura se acaba. Esto qued

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    perfectamente ilustrado durante la Guerra Civil Espaola.

    Para muchos intelectuales ingleses, sa fue una experienciaprofundamente conmovedora, pero no una vivencia acercade la cual pudieran escribir con sinceridad. Slo se permitadecir dos cosas, ambas mentiras evidentes. Como resultado,la guerra produjo kilmetros de material impreso pero casinada que valiera la pena de leerse.

    No hay certeza en cuanto a si los efectos del totalitarismosobre el verso son tan mortales como los que tiene sobre laprosa. Hay toda una serie de motivos convergentes por losque resulta un poco ms sencillo para un poeta, que para unprosista, sentirse cmodo en una sociedad totalitaria. Paraempezar, los burcratas y dems hombres prcticos suelendespreciar al poeta con tal profundidad que no tienen inte-

    rs alguno en lo que dice. Por otro lado, lo que dice el poetalo que signican sus poemas s i se traducen a la prosa esrelativamente poco importante, incluso para el poeta mismo.El pensamiento que contiene un poema siempre es sencillo,

    y no es su objetivo principal, as como en la pintura no lo esla ancdota. Un poema es una disposicin de sonidos y deasociaciones, as como un cuadro es una disposicin de mar-cas dejadas por el pincel. En realidad, para arrebatos brevescomo el estribillo de una cancin, la poesa puede inclusodesocuparse del signicado por entero. Por lo tanto, parael poeta es relativamente fcil mantenerse alejado de temaspeligrosos y no proferir herejas, e incluso, si lo hace, existela posibilidad de que nadie se d cuenta. Pero, sobre todo, elbuen verso a diferencia de la buena prosa no es necesaria-mente un producto individual. Grupos de personas puedencomponer ciertos tipos de poesa, como las baladas o formasmuy articiales de verso, en colaboracin. Hay un debateacerca de las baladas inglesas y escocesas antiguas, pues nose sabe si en un principio fueron escritas por individuos o porel pueblo. Pero, sea como sea, las baladas no son individualesen el sentido de que, al pasar de boca en boca, cambian todoel tiempo. Incluso impresas, dos versiones de una baladanunca son exactamente iguales. Muchos pueblos primitivoscomponen versos de manera comunitaria. Alguien improvisa,quizs acompaado de un instrumento musical, y luego otroaporta un verso o una rima cuando el primero se detiene, y elproceso contina as hasta que ya existe una cancin o baladacompleta sin un autor identicable.

    Este tipo de colaboracin ntima es casi imposible en laprosa. La prosa seria debe componerse en soledad, en tantoque la emocin de formar parte de un grupo es, de hecho, unaayuda para ciertas clases de versicacin. El verso y quiz elbuen verso de su tipo, aunque no sera el ms elevado podrasobrevivir incluso bajo el ms inquisitorial de los regmenes.Aun en una sociedad donde la libertad y la individualidad sehubieran extinguido, seran necesarias canciones patriticaso baladas heroicas para celebrar las victorias, o para llevar a

    cabo elaborados ejercicios de adulacin: y stos son la clase

    de poemas que pueden escribirse bajo pedido, o componersede manera comunitaria, sin que necesariamente carezcan deun valor artstico. La prosa es una cuestin por entero distinta,

    ya que no puede estrechar el rango de sus pensamientos sinmatar su inventiva. Pero la historia de las sociedades totalita-rias, o de grupos de personas que han adoptado la perspectivatotalitaria, sugiere que la prdida de libertad es adversa paratodas las formas literarias. La literatura alemana casi desapa-reci durante el rgimen de Hitler, y ocurri prcticamentelo mismo en Italia. La literatura rusa, en la medida en quepodemos evaluarla a travs de traducciones, se ha deterioradode manera notable a partir de los inicios de la Revolucin,aunque al parecer el verso es en parte mejor que la prosa. Se

    han traducido en los ltimos quince aos pocas novelas rusassi acaso alguna que se puedan tomar en serio. En la Europaoriental y en Estados Unidos, grandes facciones de la intelec-tualidad literaria han pasado por el Partido Comunista o hansimpatizado clidamente con l, pero todo este movimientohacia la izquierda ha producido extraordinariamente pocoslibros que valga la pena leer. De nuevo, la ortodoxia catlicaparece tener un efecto devastador sobre ciertas formas litera-rias, en especial la novela. Durante un periodo de trescientosaos, cuntas personas han sido buenos novelistas y buenoscatlicos a la vez? El hecho es que hay ciertos temas que nopueden celebrarse con palabras, y la tirana es uno de ellos.Nadie ha escrito jams un buen libro alabando a la Inquisicin.En una poca totalitaria la poesa puede sobrevivir, y ciertasartes, o artes a medias, como la arquitectura, pueden inclusohallar benca la tirana, pero el prosista no tendr alternativaentre el silencio y la muerte. La literatura en prosa, tal y comola conocemos, es producto del racionalismo, de los siglosprotestantes, del individuo autnomo. Y la destruccin dela libertad individual mutila al periodista, al socilogo queescribe, al historiador, al novelista, al crtico y al poeta, en eseorden. En el futuro es posible que pueda surgir un nuevo tipode literatura que no requiera del sentimiento individual o dela observacin veraz, pero no es imaginable nada semejanteahora. Parece mucho ms probable que la cultura liberal enla que hemos vivido desde el Renacimiento llegue a su n, yque el arte literario muera con ella.

    Desde luego, la imprenta seguir en uso, y resulta intere-sante especular acerca de qu materiales de lectura podransobrevivir en una sociedad de rigidez totalitaria. En esasituacin, es probable que los peridicos sigan hasta que lastcnicas de televisin alcancen niveles ms altos, pero, apartede los peridicos es dudoso, incluso ahora, que en los pasesindustrializados la gran masa sienta la menor necesidad decualquier tipo de literatura. En todo caso, no estn dispuestosa gastar en materiales de lectura remotamente lo que gastan enotras formas de recreacin. Es probable que las producciones

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    cinematogrcas y de televisin reemplacen por completo a

    los cuentos y novelas. O tal vez logre sobrevivir algn tipode ccin sensacional de baja categora, producida por unaespecie de proceso de correa transportadora que reduzca a unmnimo la iniciativa humana.

    Quiz no est ms all de la creatividad humana escribirlibros a travs de mquinas. Ya puede verse una especie de pro-ceso mecanizante en las pelculas y en la radio, en la publicidad

    y en la propaganda, y en las ramas ms bajas del periodismo.Las pelculas de Disney, por ejemplo, se elaboran mediantelo que, en esencia, es un proceso de fbrica, en donde unaparte del trabajo se hace de manera mecnica y la otra corre

    a cargo de equipos de artistas que deben subordinar su estiloindividual. Por lo general, los programas estelares de la radioestn escritos por agotados mercenarios para quienes el tema

    y su desarrollo estn determinados de antemano: aun as, loque escriben es apenas un material en bruto que productores ycensores descuartizan para darle otra forma. Lo mismo ocurrecon los libros y folletos comisionados por los departamentosgubernamentales. Incluso ms mecanizada es la produccinde cuentos, series y poemas para las revistas muy corrientes.Publicaciones como The Writerestn llenas de anuncios deescuelas literarias que ofrecen tramas prefabricadas por unoscuantos centavos. Adems de la trama, algunas hasta ofrecenla lnea inicial y el cierre de cada captulo. Otras proveen unaespecie de frmula algebraica mediante la cual uno puede

    construir sus propios argumentos. Las hay que ofrecen naipes

    marcados con personajes y situaciones que slo es necesariobarajar y ordenar para obtener de manera automtica histo-rias ingeniosas. En una sociedad totalitaria es probable quepudiera producirse una forma similar de literatura, siempre

    y cuando se necesitara su existencia. La imaginacin aun laconciencia, en la media de lo posible sera eliminada delproceso de la escritura. Los burcratas planearan libros, agrandes rasgos, que pasaran por tantas manos que el productonal tendra la misma individualidad que unFordal nal dela lnea de produccin. Es innecesario decir que cualquiercosa producida de esta forma sera basura; pero algo que no lofuera pondra en peligro la estructura del Estado. En cuanto ala literatura que sobrevive del pasado, tendra que suprimirse

    o por lo menos reescribirse a fondo.Mientras tanto, el totalitarismo no ha triunfado de manera

    absoluta en todas partes. Nuestra propia sociedad es, a grandesrasgos, liberal. Para ejercer nuestro derecho a la libertad deexpresin tenemos que luchar contra la presin econmica ycontra la fuerte reaccin de la opinin pblica; pero no, hastaahora, contra la fuerza de la polica secreta. Uno puede decir opublicar casi cualquier cosa, siempre y cuando se est dispues-to a ir con tiento. Pero, como dije al inicio, lo siniestro es quelos enemigos concientes de la libertad son aquellos a quienesla libertad debera signicarles ms. Al gran pblico el asuntole da igual. No est en favor de perseguir a los herejes perotampoco se va a esforzar por defenderlos. Es a la vez demasiadocuerdo y demasiado estpido como para adoptar la perspectivadel totalitarismo. El ataque conciente y directo a la decenciaintelectual proviene de los intelectuales mismos.

    Es posible que, de no haber sucumbido ante su mito par-ticular, la intelectualidad rusla lo hubiera hecho ante otromuy parecido. Pero, de una u otra manera, ah est el mitoruso y la corrupcin que genera apesta. Cuando uno ve laindiferencia con la que hombres de gran educacin presencianla opresin o la persecucin, hay que preguntarse qu despre-ciamos ms, si su cinismo o su miopa. Muchos cientcos, porejemplo, son admiradores incondicionales de laurss. Parecencreer que la destruccin de la libertad no tiene importancia,siempre y cuando no afecte, por el momento, su lnea de tra-bajo. La ursses un pas enorme de veloz desarrollo con unaaguda necesidad de trabajadores cientcos y, por lo tanto,los trata con generosidad. Mientras se mantengan alejados detemas peligrosos como la psicologa, los cientcos son privile-giados. Por otro lado, los escritores son objeto de una enconadapersecucin. Es cierto que escritores que se han prostituido,como Ilya Ehrenburg o Alexei Toslti, reciben enormes sumasde dinero, pero se les retira lo nico que tiene autntico valorpara un escritor que se considere tal: su libertad de expresin.Al menos algunos de los cientcos ingleses que hablan congran entusiasmo acerca de las oportunidades de que gozan

    George Orwell

    Por la honestidad intelectual

  • 8/13/2019 George Orwell, Los Impedimentos de La Literatura (1946)

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    los cientcos en Rusia son capaces de entender esto. Pero la

    reexin parece ser: A los escritores se les persigue en Rusia.Y qu? Yo no soy escritor. No ven que, a la larga, cualquierataque a la libertad intelectual, y al concepto de objetividad

    veraz, amenaza todos los rubros del pensamiento. Por el momento, el estado totalitario tolera al cien-

    tco porque lo necesita. Incluso en la Alemania nazi, a loscientcos no judos se los trat bien, y la comunidad cientcaalemana en su conjunto no ofreci resistencia a Hitler. En estaetapa de la historia, hasta el gobernante ms autocrtico se veobligado a tomar en cuenta la realidad fsica, en parte debidoa la prolongacin de los hbitos liberales de pensamiento, yen parte porque necesita prepararse para la guerra. Mientrasla realidad fsica no pueda ignorarse por completo, mientras

    dos y dos sean cuatro cuando se traza la construccin de unaeroplano, por ejemplo, el cientco tiene una funcin e inclu-so se le puede permitir cierta libertad. Su despertar llegarms tarde, cuando el Estado totalitario est rmemente esta-blecido. Mientras tanto, si desea salvaguardar la integridadde la ciencia, su trabajo consiste en desarrollar algn tipo desolidaridad con sus colegas literarios, y no considerar motivode indiferencia el que a los escritores se les silencie o se lesconduzca al suicidio, y el que los peridicos falsiquen lainformacin de manera sistemtica.

    Pero, ocurra lo que ocurra con las ciencias fsicas, la msi-ca, la pintura y la arquitectura, resulta indudable como heintentado demostrar que la libertad de pensamiento pere-ce, la literatura est condenada. No slo est condenada encualquier pas que retenga una estructura totalitaria, sino quecualquier escritor que adopte el concepto del totalitarismo,

    y encuentre excusas para justicar la persecucin y para lafalsicacin de la realidad, se destruye a s mismo comoescritor. No hay vuelta de hoja. Ninguna diatriba contra elindividualismo y la torre de marl, ningn lugar comnen el sentido de que la verdadera individualidad se obtiene atravs de la identicacin con la comunidad, puede superarel hecho de que una mente comprada es una mente arruinada.A menos que la espontaneidad surja en algn momento, lacreacin literaria se vuelve imposible y el lenguaje mismo seosica. En un futuro, si la mente humana se convierte en algocompletamente distinto de lo que es ahora, quiz podamosaprender a separar entre la creacin literaria y la honestidadintelectual. Por el momento, lo nico que sabemos es que,al igual que ciertos animales salvajes, la imaginacin no sereproduce en cautiverio. Cualquier escritor o periodista quelo niegue y casi todas las alabanzas actuales hacia la UninSovitica contienen o implican esta negacin de hecho exigesu propia destruccin. ~

    Polemic, no2, enero de 946.

    Traduccin de Laura Emilia Pacheco