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Volumen 37, Nº 2, 2005. Páginas 195-223 Chungara, Revista de Antropología Chilena GEOGLIFOS Y TRÁFICO PREHISPÁNICO DE CARAVANAS DE LLAMAS EN EL DESIERTO DE ATACAMA (NORTE DE CHILE) GEOGLYPHS AND PREHISPANIC LLAMA CARAVAN TRAFFIC IN THE ATACAMA DESERT (NORTHERN CHILE) Luis Briones*, Lautaro Núñez** y Vivien G. Standen*** Este estudio aporta nuevos antecedentes empíricos, resultado de las excavaciones de cuatro campamentos de uso transitorio y dos entierros humanos, asociados a sitios con geoglifos, ubicados a lo largo de una ruta caravanera prehispánica de 150 km, que conectó a los oasis de Pica con la costa del océano Pacífico. Puesto que la mayoría de estos sitios se encuentra en territorios desérticos sin recursos, asociados a contextos tales como coprolitos de llamas y hojas de maíces, argumentamos que fueron componentes directos del tráfico caravanero. Esta ruta estuvo vinculada al intenso tráfico macrorregional de larga distancia por donde circulaban bienes económicos y suntuarios procedentes de los más diversos ambientes (selva-altiplano-oasis-pampa- costa). Las seis dataciones de radiocarbono, obtenidas de los contextos excavados, indicarían que, si bien la mayoría de los geoglifos de la transecta de estudio fueron elaborados durante el período del Desarrollo Regional (900-1.450 años d.C.), ciertas rutas transdesérticas ya estaban en uso, al menos desde el Arcaico Tardío (1.300 años a.C.), por parte de cazadores, pescadores y recolectores. Palabras claves: geoglifos, caravanas de llamas, rutas de tráfico prehistórico, campamentos transitorios, dataciones absolutas. This study brings new empirical evidence, resulting from the excavation of four transitory camp sites and two human burials associated with geoglyphs, and found along a prehispanic caravan path of 150 km long, connecting the Pica oasis with the Pacific coastal ocean in the Atacama desert in northern Chile. Since the majority of these sites are found in resourceless desertic areas and are associated to contexts such as llama coprolites and corn leaves, we argue that these sites were direct components of caravan trafficking. This route was linked to an intensive long distance macro-regional traffic associated with the circula- tions of economic and sumptuary goods from diverse origins, including the selva, altiplano, oasis, pampa and coast. Radiocar- bon dates obtained at the excavations indicate that even though most of the geoglyphs were created during the Desarrollo Regional period (900-1,450 yrs. A.D.) some transdesertic routes were already used, from at least the Late Archaic Period (1,300 B.C.) by hunters, fishers and gatherers. Key words: Geoghlyphs, llama caravans, prehistoric traffic, transitory campsites, geoglyph dating. * Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá, Casilla 6 D, Arica, Chile. [email protected] ** Instituto de Investigaciones Arqueológicas, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, Chile. [email protected] *** Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto; Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá, Casilla 6 D, Arica, Chile. [email protected] Recibido: abril 2004. Aceptado: agosto 2005. En la última década se ha enfatizado el rol del movimiento caravanero prehispánico, a partir de las tempranas propuestas de los años sesenta, opor- tunidad en que las relaciones entre asentamientos fijos y de trayecto (paskanas), rutas, ritualidad e intervención macrorregional, dieron lugar a expli- caciones no difusionistas de diversas modalidades de contactos interétnicos y espaciales al interior de redes de complementariedad (Berenguer 1994, 2004; Núñez 1976, 1985 a y b; Núñez y Dillehay 1979). El modelo caravanero ha ampliado su mar- co espacial de análisis, hasta el sur peruano (Gor- dillo 1992), altiplano aledaño (Flores y MacQua- rrie 1994) y área circumpuneña (Nielsen 1997-98; Yacobaccio 1978). Así, es cada vez más necesario documentar, con la mayor variedad posible de in- dicadores arqueológicos y etnográficos, aquellos espacios donde la penetración caravanera es más explícita, especialmente en despoblados sin conti- nuidad ocupacional, con asentamientos-ejes que acceden a recursos diferenciados a través de rutas de larga distancia sostenidas por una intensa ritua- lidad, tal como se observa en el desierto de Ataca- ma, norte de Chile. La analogía observada entre conjuntos de geoglifos, localizados a lo largo de la transecta que

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195Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)Volumen 37, Nº 2, 2005. Páginas 195-223

Chungara, Revista de Antropología Chilena

GEOGLIFOS Y TRÁFICO PREHISPÁNICO DE CARAVANAS DELLAMAS EN EL DESIERTO DE ATACAMA (NORTE DE CHILE)

GEOGLYPHS AND PREHISPANIC LLAMA CARAVAN TRAFFIC IN THEATACAMA DESERT (NORTHERN CHILE)

Luis Briones*, Lautaro Núñez** y Vivien G. Standen***

Este estudio aporta nuevos antecedentes empíricos, resultado de las excavaciones de cuatro campamentos de uso transitorio ydos entierros humanos, asociados a sitios con geoglifos, ubicados a lo largo de una ruta caravanera prehispánica de 150 km, queconectó a los oasis de Pica con la costa del océano Pacífico. Puesto que la mayoría de estos sitios se encuentra en territoriosdesérticos sin recursos, asociados a contextos tales como coprolitos de llamas y hojas de maíces, argumentamos que fueroncomponentes directos del tráfico caravanero. Esta ruta estuvo vinculada al intenso tráfico macrorregional de larga distancia pordonde circulaban bienes económicos y suntuarios procedentes de los más diversos ambientes (selva-altiplano-oasis-pampa-costa). Las seis dataciones de radiocarbono, obtenidas de los contextos excavados, indicarían que, si bien la mayoría de losgeoglifos de la transecta de estudio fueron elaborados durante el período del Desarrollo Regional (900-1.450 años d.C.), ciertasrutas transdesérticas ya estaban en uso, al menos desde el Arcaico Tardío (1.300 años a.C.), por parte de cazadores, pescadoresy recolectores.

Palabras claves: geoglifos, caravanas de llamas, rutas de tráfico prehistórico, campamentos transitorios, datacionesabsolutas.

This study brings new empirical evidence, resulting from the excavation of four transitory camp sites and two human burialsassociated with geoglyphs, and found along a prehispanic caravan path of 150 km long, connecting the Pica oasis with thePacific coastal ocean in the Atacama desert in northern Chile. Since the majority of these sites are found in resourceless deserticareas and are associated to contexts such as llama coprolites and corn leaves, we argue that these sites were direct componentsof caravan trafficking. This route was linked to an intensive long distance macro-regional traffic associated with the circula-tions of economic and sumptuary goods from diverse origins, including the selva, altiplano, oasis, pampa and coast. Radiocar-bon dates obtained at the excavations indicate that even though most of the geoglyphs were created during the DesarrolloRegional period (900-1,450 yrs. A.D.) some transdesertic routes were already used, from at least the Late Archaic Period (1,300B.C.) by hunters, fishers and gatherers.

Key words: Geoghlyphs, llama caravans, prehistoric traffic, transitory campsites, geoglyph dating.

* Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá, Casilla 6 D, Arica, Chile. [email protected]** Instituto de Investigaciones Arqueológicas, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, Chile. [email protected]*** Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto; Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá, Casilla 6 D,

Arica, Chile. [email protected]

Recibido: abril 2004. Aceptado: agosto 2005.

En la última década se ha enfatizado el rol delmovimiento caravanero prehispánico, a partir delas tempranas propuestas de los años sesenta, opor-tunidad en que las relaciones entre asentamientosfijos y de trayecto (paskanas), rutas, ritualidad eintervención macrorregional, dieron lugar a expli-caciones no difusionistas de diversas modalidadesde contactos interétnicos y espaciales al interiorde redes de complementariedad (Berenguer 1994,2004; Núñez 1976, 1985 a y b; Núñez y Dillehay1979). El modelo caravanero ha ampliado su mar-co espacial de análisis, hasta el sur peruano (Gor-dillo 1992), altiplano aledaño (Flores y MacQua-

rrie 1994) y área circumpuneña (Nielsen 1997-98;Yacobaccio 1978). Así, es cada vez más necesariodocumentar, con la mayor variedad posible de in-dicadores arqueológicos y etnográficos, aquellosespacios donde la penetración caravanera es másexplícita, especialmente en despoblados sin conti-nuidad ocupacional, con asentamientos-ejes queacceden a recursos diferenciados a través de rutasde larga distancia sostenidas por una intensa ritua-lidad, tal como se observa en el desierto de Ataca-ma, norte de Chile.

La analogía observada entre conjuntos degeoglifos, localizados a lo largo de la transecta que

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conectó los oasis de Pica con la costa del océanoPacífico (Figuras 1 y 2), asociados a rutas y paska-nas (refugios caravaneros), han permitido postularun trazado vial que articuló a los diversos ambien-tes del desierto. Hasta ahora, la correlación entreestilos de geoglifos, fases temporales y filiacionesculturales más específicas, se ha planteado tenta-tivamente a partir de comparaciones estilísticasy diseños homologables identificados en cerá-mica y textiles, derivados de contextos arqueo-lógicos regionales. Estas aproximaciones han co-rrelacionado a la mayoría de los geoglifos con elperíodo del Desarrollo Regional (900-1.450 añosd.C.) (Briones y Chacama 1987; Muñoz y Briones1998; Núñez y Briones 1967). Sin embargo, se hanestablecido algunas aproximaciones temporalesmás tempranas, aún tentativas, de geoglifos de “cír-culos” asociados a asentamientos formativos, comoel caso de Pircas (Núñez 1984), incluyendo dise-ños únicos y de alta complejidad como el persona-je del cerro Unita, correspondiente a un icono an-tropomorfo con cabeza radiada, posiblementetambién de data formativa (Núñez et al. 1997; San-toro y Dauelsberg 1985). Así, se puede hipotetizarque los geoglifos se desarrollaron, en secuenciaentre los 400 años a.C. hasta el tiempo Inca, conun clímax estilístico durante el período del Desa-rrollo Regional antes referido.

La transecta de estudio (Figuras 1 y 2) se en-marca en una cubierta geográfica estéril sin ríos orutas naturales, característico del desierto arreico,cuyos antecedentes geológicos lo enmarcan por eleste con la formación Altos de Pica, sobre los 4.000msm, desde donde se tiene una amplia visión semi-aérea de aproximadamente 150 km hacia el oeste.Destacan los oasis de Pica y Matilla, la pampa delTamarugal, el salar de Pintados y la cordillera dela Costa.

La cordillera de la Costa presenta una pro-yección montañosa hacia el interior del continen-te en una amplitud que alcanza los 60 km, seccio-nando parcialmente la pampa del Tamarugal enlos salares de Pintados por el norte y Bellavistapor el sur. Esta geomorfología ofrece un conti-nuo espacial que conecta el borde occidental delpiemonte con el borde oriental de la cordilleracostera, con mínimos recursos de agua subterrá-nea, que se traducen en aguadas o pozos de utili-dad para las travesías por el desierto de condicio-nes hiperáridas. Esto explicaría la locación deCerros Pintados con sus impresionantes geogli-

fos, vinculados directamente a aguadas, convir-tiéndose en puntos de convergencia de rutas y sen-deros desde los más diversos extremos de la re-gión tarapaqueña (Figuras 1 y 2).

Desde la perspectiva del caravanero alto-andi-no, del pasado y presente, se trata de espacios ex-tensos y abiertos, de alta visibilidad. La elecciónde determinados cerros y colinas a lo largo de latransecta, con el objeto de transferir allí la repre-sentación de iconos insertos en la ritualidad cara-vanera, implicó sacralizar el paisaje en donde losgeoglifos marcaban el carácter de cerro sagrado,de aquel espacio que, constituyendo un pasaje detránsito obligado, era a su vez un pasaje que semarcaba ceremonialmente. Precisamente, dondetermina la “mesada” 1 altiplánica y comienza elpaisaje de oasis de las tierras bajas, observamosque los “pasos” se van ritualizando con apachetasy “casitas” , alusivas al ceremonial de viajeros ycaravaneros (Núñez 1976). Por ejemplo, en lamama-apacheta de Cala Cruz y las de Chilín-Chi-lín (inmediatamente al sur), los aymaras actualesque participan en estas travesías indican que, a tra-vés de rogativas específicas, piden no solo “espe-ranzas por lo que les viene por delante” , sino ade-más “encargan la casa y el ganado” a la pachamama(Santos Quispe y Maximiliano Mamani, comuni-cación personal 20002; ver también van Kessel1976). Estas percepciones y emociones de los quefueron jóvenes caravaneros radicados en Pica pa-recen no ser tan distintas a las manifestaciones dela ritualidad prehispánica, especialmente en susexpresiones del imaginario más susceptible de sermodificado y adicionado permanentemente comolo es el arte rupestre (Galdames 1990).

Metodología de Trabajo

Para avanzar en la problemática en torno a lasdataciones del arte rupestre registrado en superfi-cies sedimentarias, se optó por el estudio de la tran-secta Pica-Pintados-Alto Barranco (Figuras 1 y 2).Ésta representa un conjunto de evidencias, que fa-vorecen una mejor comprensión del tráfico cara-vanero entre los oasis y el litoral, tales como: pre-sencia de geoglifos en despoblados estériles, conestilos clave compartidos desde la cabecera de losoasis de Pica hasta la costa; asociación de geogli-fos a rutas y paskanas; contextos culturales de ce-menterios en los oasis, estaciones intermedias ycosta aledaña; testimonios etnográficos del mane-

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197Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

Figura 1. Registro de los principales sitios con geoglifos y aguadas, citados en el texto (norte de Chile).Record of the main sites associated with geoglyphs and water resources in northern Chile cited in the text.

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Figura 2. Detalle de la transecta de estudio: Oasis de Pica-Cerros Pintados-Alto Barranco. Sitios: 1. El Salto; 2. Santa Rosita; 3.Cerros Pintados; 4. Cerro Pan de Azúcar; 5. Cerro Mono; 6. Salar Soronal; 7. Alto Barranco.Detailed depiction of the study transect: Oasis de Pica-Cerros Pintados-Alto Barranco. Sites: 1. El Salto; 2. Santa Rosita; 3. CerrosPintados; 4. Cerro Pan de Azúcar; 5. Cerro Mono; 6. Salar de Soronal; 7. Alto Barranco.

jo caravanero entre el altiplano meridional y losoasis piqueños (Núñez 1985 a y b).

El estudio se orientó a obtener dataciones ab-solutas de las rutas asociadas a estructuras y geogli-fos, a partir de restos orgánicos considerados com-ponentes directos del tráfico regional prehispánico.Otros intentos recientes para fechar geoglifos conmétodos absolutos arrojaron resultados contradic-torios (Clarkson 1998), ya que algunos geoglifosde estilos supuestamente correspondientes al De-sarrollo Regional arrojaron dataciones más tem-pranas de lo esperado (Dorn 1989)3.

La metodología adoptada en este estudio sebasa en: (a) identificación de depósitos y fogonesen contextos de actividades domésticas, tales comorefugios o paskanas, ubicados en las rutas de latransecta en estudio; (b) identificación de coproli-tos de llamas y residuos orgánicos, en los sende-ros, espacios dedicados al forrajeo y entorno delos geoglifos; (c) identificación y análisis de entie-rros humanos, ubicados al interior o cerca degeoglifos, tal como los documentados en la serra-nía de la pampa salitrera (Bollaert 1860 [1975]) yen una tumba aislada y saqueada, localizada en elmedio de un panel con geoglifos en el valle deAzapa4; (d) identificación de cementerios ubica-dos cerca de estructuras y geoglifos, con cierta pro-babilidad de asociación, tal como los documenta-dos en Santa Rosita y salar de Soronal.

Puesto que la mayoría de estos registros seencuentra en territorios desérticos sin recursos, sedebería admitir que fueron componentes directosdel tráfico caravanero, en distintos periodos detiempo aún no bien determinados. En esta direc-ción, la prospección realizada en 1999 por los au-tores se orientó a revisar unidades arqueológicas alo largo de la transecta en estudio, del orden de los150 km, que integra a los oasis del complejo Pica-Tarapacá y sus conexiones con las tierras altas y ellitoral aledaño, respectivamente (Figura 1). Se tra-ta de establecer una correlación más directa entrelos eventos ocupacionales que ocurrieron en el en-torno de los geoglifos, ya que, mientras éstos no sepuedan datar directamente, esta estrategia propuestaparece ser por ahora la más adecuada.

Las conexiones ritualísticas entre petroglifos,pictografías, corrales y apachetas dan cuenta dediversas rutas que convergen desde el altiplano alos oasis de Pica-Tarapacá (Figura 1), articulandoa los oasis y el litoral, pero reflejándose en las tie-rras bajas, esta vez bajo la ritualidad de los geogli-fos, cuya máxima frecuencia y representatividadguarda relación con los asentamientos del comple-jo Pica-Tarapacá, cuya élite mantenía sus territo-rios abiertos a las conexiones multiétnicas, deacuerdo a la interdigitación de los indicadores ce-rámicos (p. ej., cerámica Huruquilla en los oasisde Pica) (Núñez 1985a).

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Descripción de los Sitios ArqueológicosProspectados en la Transecta de Estudio

El Salto (82.3)5 (UTM 479040 E - 7729532 N;1.460 msm)

Está localizado a unos 6 km al sureste del oa-sis de Pica, en un sector de pampa que bordea porel sur el curso inferior de la quebrada de Quisma(Figura 1). Los geoglifos están distribuidos entrelomas arenadas, situación que contribuye a su es-casa visibilidad, y fueron elaborados con técnicaextractiva o de raspado. Una ruta asociada, tipo“ rastrillo” (múltiples huellas paralelas), conecta losoasis piqueños con el altiplano del salar de Coposay Ujina. Además esta ruta se conecta con el con-junto de apachetas de Cala Cruz y Chilín-Chilín,al sur del salar de Huasco (Figuras 1 y 2)6.

En el panel mejor conservado, se identifica unpar de geoglifos en contacto directo con la ruta re-ferida. Una de las figuras se describe como “ franjacon una secuencia de figuras romboidales distri-buidas verticalmente” (257.1)7; mide 15 m de lar-go por 2 m de ancho y el vértice superior está mar-cado con un montículo de piedras, aunque sin llegara constituir una apacheta (Clarkson y Briones2001). Una figura similar, pero de mayor magni-tud y complejidad, se localiza a nivel de pampa enAlto Tarapacá Norte. Ambos geoglifos muestranla misma orientación norte-sur y se asocian direc-tamente a las rutas caravaneras y a figuras de “cír-culos” . Estos diseños son reiterativos y generalmen-te se emplazan en el plano horizontal de las pampas,muy próximos a los senderos, antes de que éstosenfrenten una cuesta. Podrían vincularse al men-saje simbólico de la cercanía a recursos de agua,que en este caso marca la proximidad a los oasisde Pica.

Santa Rosita (82.2)5 (UTM 462600 E - 7732949N; 1.320 msm)

En el distrito arqueológico de Santa Rosita (re-lacionado con un pukio u oasis) se identifican: ce-menterio, geoglifos, rutas y estructuras (Núñez1966). En la actualidad el cementerio presenta sec-tores muy saqueados, no obstante, algunos contex-tos funerarios no disturbados, fueron excavados porNiemeyer (1959, 1963), demostrando su tempora-lidad tardía, preincaica. De acuerdo a las datacio-nes del complejo Pica-Tarapacá (Núñez 1966), se

esperaría que las evidencias arqueológicas podríanubicarse entre los 900 a 1.450 años d.C.

En Santa Rosita, se identifican múltiples sen-deros, generándose una verdadera red vial (Figu-ra 1). A unos 50 m al noroeste del cementerio, seobservan rutas que pasan por el pie y a media pen-diente de la colina; uno de estos es el que une Picacon Tarapacá por el norte; otros hacia el oeste, in-ternándose en la cordillera de la costa por el abrade Cerros Pintados, Gallinazos, Rinconada y PeñaGrande, accediendo a diversas caletas de la costadesértica, como Bajo Molle, Los Verdes, Chucu-mata, Caramucho y otras en el ámbito de la des-embocadura del río Loa (Figuras 1 y 2).

Los geoglifos de Santa Rosita son un impor-tante hito iconográfico y referencial, debido a lapresencia de la figura “ rombo escalonado” , típicopor su amplia distribución regional y su alta fre-cuencia. El panel principal se concentra a unos 150m al norte de la aguada y del cementerio, con seis“ rombos escalonados” realizados en técnica extrac-tiva y orientados al sur. Las figuras de gran propor-ción alcanzan hasta los 900 m2 cada una. El patróndel rombo más clásico se describe como “ romboescalonado irregular, de cuatro cuerpos por lado,“cabeza” y “base” , de lados cóncavos; “brazos” rec-tangulares, unidos en sus vértices” (222.0)7. Estacualidad formal los define como los más represen-tativos, entre la gran variedad de rombos que sedistribuyen desde la quebrada de Camarones porel norte, hasta el entorno del río Loa por el sur.Así, los rombos de la transecta Pica-Alto Barrancoson segmentos iconográficos de una amplia red deinteracción, dando cuenta de las conexiones cara-vaneras preincaicas entre los oasis, valles occiden-tales y el río Loa medio y superior, bajo una ritua-lidad que sería una extensión del complejoPica-Tarapacá.

Cerros Pintados

El distrito arqueológico de Cerros Pintadoscomprende un amplio sector de laderas de un cor-dón que forma parte de la cordillera de la costa,flanqueando el borde oeste del salar de Pintados.Es un sitio de características relevantes para la ar-queología sudamericana, visitado por Plagemanny Bollaert en el siglo XIX y numerosos investiga-dores, despertando interés para la comprensión delas relaciones entre caravaneros y el tráfico de lar-ga distancia, en un medio ambiente de característi-

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cas desérticas extremas (Núñez 1976). En este si-tio se han identificado sobre 60 paneles, que re-únen un total de 420 figuras. Cubren un área esti-mada de 50.000 m2, en una franja de 3 km delongitud, siendo el de mayor magnitud conocidoen el norte de Chile. Recientemente hemos identi-ficado dos campamentos (CP-2 y CP-3) asociadosa vestigios de afloramientos de agua, en el sectorsur del plano del salar, a 200 m al este de los geogli-fos (Figuras 3 y 4); además de un conjunto de sen-deros y rutas caravaneras que conectan los oasisde Pica con la costa.

Cerros Pintados 2 (CP-2)5 (UTM 430358 E -7720046 N; 990 msm)

Corresponde a un campamento de uso transi-torio, con fogones expuestos y fragmentación ce-rámica del Desarrollo Regional Tardío. En exca-vaciones previas (1985)8, se realizaron dos testsestratigráficos (de 50 x 50 cm) en un sector conrestos orgánicos expuestos, cuya base limitaba conel techo de un depósito inferior de ceniza compac-tada y uniforme, con escasos restos culturales. Elcampamento presenta además un relleno diferen-ciado de pozo de agua, fogones, lascas de uso ex-peditivo y los senderos que bordean la paskana.

El primer muestreo, permitió obtener carbo-nes asociados a desechos de alimentación y cerá-mica alisada (Estrato II, bajo la costra salina su-perficial), dispuestos sobre el depósito de ceniza.La fecha obtenida (Muestra 1, Figura 4) fue de8.840 + 90 años a.p. (Beta-9204), la cual obvia-mente no tiene relación con los componentes cul-turales del sitio. Para contrastar con una segundamuestra, se fecharon carbones del Estrato II, in-mediatamente sobre el mismo depósito con cenizay sedimento quemado en una matriz compactadacon sales (Muestra 2, Figura 4). La muestra se aso-cia a restos de conchas del Pacífico, cerámica caféestriada del complejo Pica-Tarapacá y a un com-ponente formativo con superficies negras pulidasy bordes evertidos, que recuerdan especímenes deCaserones, el que a su vez se vincula con eventoshomólogos de San Pedro de Atacama. Por otro lado,la muestra de carbón se registró intercalada en con-creciones del salar, reactivados por la evaporaciónde las napas subterráneas del depósito inferior ar-caico. Esta vez la datación fue de 6.125 + 95 a.p.(SI-6866)9. Con estas dos dataciones tan tempra-nas, se aceptó una superposición de ocupaciones,entre una arcaica y otra caravanera sobreimpuesta.

Para los efectos de dilucidar el tiempo de ocupa-ción en la paskana, a través del presente proyecto,se volvió a fechar el depósito en cuestión con unamuestra de carbones obtenida de la base del Estra-to II. El resultado fue de 9.066 + 80 a.p. (Beta-150709) calibrada en 10.000 - 9.960 a.p. (un sig-ma) (Figura 4, Muestra 3).

Dada la consistencia de estas dataciones tem-pranas, se propone a modo de hipótesis, que gru-pos humanos arcaicos se instalaron en torno a losrecursos de aguas subterráneas y forraje del bordesur de la cuenca del salar de Pintados. Aunque sedestaca que a excepción de la ceniza compactada,no hay ningún rasgo o artefacto cultural de filia-ción arcaica. Muy posteriormente habrían ocupa-do el mismo lugar las caravanas llameras, ya quehasta ahora no se conocen evidencias consistentesentre cazadores-recolectores arcaicos y diseños degeoglifos. Expectativas de esta naturaleza podríanadmitir que sería posible identificar expresionesembrionarias, toda vez que a través de la tecnolo-gía de petroglifos ha sido posible definir el estilocircumpuneño Puripica-Kalina, en contextos arcai-cos tardíos (Berenguer 1998a; Núñez 1982).

Por ahora estudiamos la posible contaminaciónque pudo ocurrir en carbones tardíos (contempo-ráneos a los caravaneros del Desarrollo Regional)al absorber por el efecto de capilaridad, evapora-ción y concentración ascendente de sales y carbóndiluido desde los niveles inferiores correspondien-te a las ocupaciones arcaicas.

Cerros Pintados 3 (CP-3)5 (UTM 430340 E -7720130 N; 990 msm)

Para lograr una mayor precisión en torno a latemporalidad de CP-2, se procedió a examinar lasuperficie de otro campamento caravanero, locali-zado a 50 m al sur del precedente y con similaresatributos. Aquí, en CP-3, se identificaron dos re-cintos pircados, áreas de fogones y talleres (Figu-ras 5 y 6). Se excavó bajo un sello salino un depó-sito con densas concentraciones de huesos depescados y marlos de maíces (Figura 7); el cualparece haber cumplido un rol ceremonial, toda vezque, en los dos test excavados, aparecen restos deplumas de guacamayos10 y un “object top like”(Bird 1943) comunes en los cementerios Pica 1 y8 (identificados como tapones de ceramio botelli-formes), demostrándose así una conexión con losoasis de Pica.

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Figura 3. Vista panorámica de los geoglifos de Cerros Pintados-1 (CP1), desde los campamentosCP-2 y CP-3.Panoramic view of Cerros Pintados-1 (CP1) geoglyphs from campsites CP-2 and CP-3.

Figura 4. Corte cronoestratigráfico (test 1) del campamento Cerros Pintados-2. E 1. Superficie erosionada por salar. Restos cultu-rales entre sales evaporadas; E 2. Depósito cultural. Restos orgánicos y cerámica entre sales evaporadas (Muestra 1: 6.125 ± 95a.p., Muestra 2: 8.840 ± 90 a.p., Muestra 3: 9.066 ± 80 a.p.); E 3. Depósito con ceniza fina muy compacta. No excavado.Chronostratigraphic cut (test 1) of campsite Cerros Pintados-2. E 1. Eroded salar surface. Cultural remains embedded in nitratesoil; E 2. Cultural stratum. Organic remains and pottery in nitrate soil (Sample 1: 6,125 ± 95 B.P., Sample 2: 8,840 ± 90 B.P.,Sample 3: 9,066 ± 80 B.P.); E 3. Stratum with compacted ashes. No excavated.

Uno de estos depósitos, semisubterráneo y se-llado, contenía abundantes restos de esquelones depescado del Pacífico y marlos de maíz (Figura 7).Se debe considerar que la distancia entre el sitio yla costa es de 40 km, equivalentes a dos jornadasdías mínimas, por lo que es posible un acceso con-tinuo al litoral. Se identificaron además coprolitosde llamas y cerámica preinca del complejo Pica-Tarapacá. Un marlo fue datado en 970 + 50 añosa.p. (Beta-150710) calibrada en 990-1.180 años

d.C. (un sigma) correspondiente al Desarrollo Re-gional (Figura 6).

La presencia de: (1) plumas de guacamayo, (2)un tapón de madera, y (3) y conchas del Pacífico(Figura 6), podría sugerir que se trata de ofrendasrituales dispersadas entre los restos alimenticiosprocedentes tanto de los oasis como del litoral, enel marco de las rogativas de los caravaneros, paralo cual seleccionaban aquellos bienes más emble-máticos de los ejes del movimiento giratorio com-

CP1

CP3

▲ ▲

CP2

E.1

E.3

E.2

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L. Briones, L. Núñez y V. G. Standen202

Figura 5. Cerros Pintados 3 (CP-3). Croquis de planta del campamento caravanero (paskana).Map of caravan campsite Cerros Pintados 3 (CP-3) (paskana).

Figura 6. Detalle de planta y perfil del depósito excavado en CP-3.Detailed map and cross section of the deposit from campsite CP-3.

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203Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

plementario: selva-altiplano-oasis-costa (Núñez yDillehay 1979).

Cerros Pintados 1 (CP-1)5 (UTM 430358 E -7720046 N; 800 msm)

Del total de geoglifos en Cerros Pintados, el50% corresponde a figuras geométricas y el 50%restante lo comparten las antropomorfas y laszoomorfas. La diversidad de figuras le da al sitioun marcado dinamismo visual con escenas de la-bores cotidianas, tales como la pesca, caza y cara-vaneo. Por otro lado, la alta frecuencia de figurasgeométricas revela que el sitio concentra una lec-tura abstracta complementada con escenas natura-listas, representada con la fauna propia del ambientecontinental y marítimo, además de personajes (rea-les o míticos) representados con atributos extra-corporales que indicarían cierta jerarquía social oétnica.

Figuras geométricas

El “ rombo” es el de mayor representatividaddebido a su recurrencia, complejidad del diseño,ubicación, y presencia aislada y/o agrupada conotras figuras. Geométricamente es un polígono re-gular escalerado constituido por tres, cuatro, cincoy más cuadros por lado, con un segmento superior,“cabeza” ; inferior, “base” , y dos laterales, “brazos” .

(222.0)7 (Figura 8). Estos rasgos se interpretancomo un imaginario antropomorfo, es decir, esta-ríamos frente a la representación hipotética de unpersonaje importante en el ámbito religioso, polí-tico o ideológico. Las variables de tipos y subtiposse sustentan en que no todos los “ rombos” son igua-les. Las diferencias pasan por: (a) el número deescalones que lo estructuran (desde 3 hasta 12);(b) las variables en “cabeza, base y brazos” comosi fueran antropomorfos y que constituyen los cua-tro vértices; (c) por el tamaño; (d) por el contextoen que se exponen, tanto aislados o compartiendocon otros iguales, o incluidos como parte de otrosdiseños. Estas diferencias pueden atribuirse a au-torías, temporalidad y ritualidad, reconociendo aalgunos como los prototipos iniciadores de un pa-trón escalonado, cuya manifestación más clásicacongregaría el mayor compromiso simbólico, tan-to por su estructura como por su posición estraté-gica asociado a senderos caravaneros.

En un análisis formal se distingue la “ figuraantropomorfa de cuerpo de lados cóncavos”(105.0)7; este rasgo se repite en el cuadro superioro “cabeza” e inferior o “base” de los rombos. Estasimilitud se reforzaría al reconocer cómo la figurahumana se geometrizó o, viceversa, la figurageométrica se humanizó. Aunque esta relaciónpudiera parecer discutible, desde un análisis de di-seño plástico es coherente y factible, consecuentecon un patrón cultural definido. El tema queda

Figura 7. Depósito de restos esqueletarios de pescados y marlos de maíz del campamento CP-3.Midden deposit with fish bones and corn from campsite CP-3.

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L. Briones, L. Núñez y V. G. Standen204

Figura 8. Geoglifo rombo escalerado, Cerros Pintados-1.Staircased rhomboidal geoglyph, Cerros Pintados-1.

abierto a futuras aproximaciones. Lo seguro es queel “ rombo” , como figura geométrica emblemática,tiene una amplia dispersión en el desierto tarapa-queño. Pudo haber desempeñado un rol importan-te como “demarcador” de las interdigitaciones te-rritoriales del régimen caravanero entre distintasentidades étnicas (Berenguer 1998b; Briones yChacama 1994; Van Hoek 2004).

En CP-1, está expuesto en más de diez pane-les, ocupando los sectores superiores de los ce-rros (Figura 8). La variable más importante es el“ rombo escalonado regular y simple” , de tres cua-dros por lado, dejando inscrita, en negativo, una“cruz de lados iguales” , generalmente asociada aotro motivo geométrico. Las variantes conocidasson “cruz simple de lados iguales” y “cruz doblede lados iguales” , esta última en técnica mixtadonde la “cruz” interna está en positivo y la ex-terna en negativo.

Otros geométricos incluyen “cuadrados” , “ rec-tángulos” y “círculos.” Precisamente la figura demayor envergadura del sitio es un círculo, dondela intención fue que el geoglifo fuera visto a dis-tancia por el caravanero que viene al encuentro deCerros Pintados desde los oasis de Pica. Otrosgeométricos son similares a “grecas lineales” se-mejantes a las decoraciones de la textilería del Pe-riodo del Desarrollo Regional.

Figuras zoomorfas

Representan el 25% del total de figuras en elsitio, siendo los camélidos, aislados o constituyen-do caravanas (Figura 9), los más comunes. La fi-gura más popular se identifica como un “camélidode fisonomía rectilínea, con representación de ex-tremidades anteriores y posteriores de perfil…”(300)7 y como “camélido de fisonomía rectilínea,con extremidades anteriores y posteriores diferen-ciadas” (301)7. Esta diferenciación tipológica esun indicador cultural y cronológico que se podríacomplementar con el análisis comparativo de figu-ras similares identificables en cestería, textilería ycerámica, asociadas a contextos con fechados abso-lutos. La representación de camélidos fue fundamen-tal por su potente valor económico y simbólico alinterior del pensamiento andino regional, vinculadocon la crianza y uso caravanero, testimoniado a tra-vés de una intensa ritualidad por medio de ofren-das, sacrificios y su presencia aún activa en trave-sías de larga distancia (Gundermann 1984).

Se reconocen otras figuras zoomorfas como:zorros (caniforme), águilas (vulturiforme), especiesde alta mar, como tiburón11 (Figura 10) (Oscar Va-rela, comunicación personal 2005), pez aguja o del-fín (escualiforme) y posibles felinos (feliniforme).En contraste, no se identifican lagartos (sauriforme),

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205Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

sapos (batraciforme) y culebras (serpentiforme), loque es un rasgo interesante de evaluar, consideran-do la presencia de éstos en otros sitios de la transec-ta en estudio. Los diseños de peces marcan la pre-sencia de una población costera que conocía la faunamarítima en sus detalles, en especial tratándose deespecies “de alta mar” (Figura 10).

Figuras antropomorfas

Los antropomorfos representan el 25% del to-tal de geoglifos registrados en el sitio. En un nú-

mero menor están los antropomorfos en actitud demovimiento, interpretados como balseros, pesca-dores, cazadores marítimos, guías de caravanas,personajes jerárquicos y otros (Figura 11). En estegrupo se destaca una serie de antropomorfos quesustentan el estilo Cerros Pintados (Briones 1985;Santoro y Dauelsberg 1985), definido por figurasde “cabeza bifurcada en negativo, cuerpo seccio-nado verticalmente por el centro y de lados exter-nos cóncavos, aparentemente sin extremidades”(105.1)7 (Figura 12). Los subtipos conservan undenominador, sus “cuerpos de lados cóncavos” .

Figura 9. Geoglifo caravana de llamas, Cerros Pintados-1.Llama caravan geoglyph, Cerros Pintados-1.

Figura 10. Geoglifo tiburón con fauces abiertas, Cerros Pintados-1.Open jaw shark geoglyph, Cerros Pintados-1.

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Figura 11. Geoglifo personaje en balsa con arpón, Cerros Pintados-1.Geoglyph of a person on a raft with harpoon, Cerros Pintados-1.

Figura 12. Geoglifos patrón antropomorfo, Cerros Pintados-1.Anthropomorphic patterned geoglyph, Cerros Pintados-1.

Algunas figuras, aunque formalmente se alejan delpatrón, mantienen esta idea básica y se definencomo “keriformes” y “campaniformes” . Aquí alparecer, culmina el desarrollo del estilo en su as-pecto formal. El patrón antropomorfo de CerrosPintados lo sugerimos como un diseño alóctono(Briones 1985), cuya génesis habría que escudri-ñarla en el noroeste argentino, en técnica de graba-do y pintado (Podestá y Rolandi 2001). Está pre-

sente además en espacios geográficos intermedioscomo Atacama y Santa Bárbara, en técnica de gra-bado o petroglifo (Berenguer 1994, 1995, 2004).

Dos consideraciones legitimizan a CP-1 comoun sitio de relevancia macrorregional: (a) tendríarelación con su localización en referencia al cam-bio ritual del paisaje (pampa-cerro), a la serraníaadecuada para la aplicación de las técnicas (cubier-tas oscuras) y a recursos mínimos para la protec-

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207Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

ción y mantención del tráfico regional trasandinoy transdesértico. En este sentido, fue una alternati-va segura como “estación” con reservas de agua,forraje y espacio abrigado; (b) corresponde a lapenetración más interior de la cordillera de la Cos-ta, hacia la depresión intermedia, a manera de unapenínsula que se interna en la pampa. Este acerca-miento estimuló el trazado de rutas entre la pre-cordillera-oasis-costa, con menos dificultad en tor-no a fuentes de alimentos alternativos para susanimales, e hicieron posible organizar y abasteceresos contactos a través de despoblados absolutos(Muñoz y Briones 1998).

Desde Cerros Pintados remontan importantessenderos abriéndose hacia diversos puntos de lacordillera de la Costa. Desde este sector, se vis-lumbra la proximidad de un ambiente marítimo,una brisa húmeda y fresca muy diferente al am-biente salino y seco de la pampa del Tamarugal ydel salar que ha quedado atrás. En el tramo CerrosPintados-Pan de Azúcar, se localizan a lo menostres paneles con geoglifos de “círculos” , “ llamas”y “ rombos” de menor envergadura. Un conjuntomás complejo es el que se observa en el faldeooriental del cerro Pan de Azúcar, donde los sende-ros que provienen de CP-2 o CP-3 se bifurcan, unohacia el oeste rumbo al salar de Soronal y el otro,con un leve rumbo oeste-sur-oeste, con destino alrío Loa o costa inmediata a su desembocadura, cir-cunvalando el salar Grande (Figura 2). El intensotrazado definido por los senderos tipo “ rastrillo” ,es un claro indicador del rol de Cerros Pintados,por cuanto se presenta como un centro convergen-te entre cualquier punto de la costa aledaña con losoasis del interior.

Cerro Pan de Azúcar

El cerro Pan de Azúcar se ubica a 5 km al oes-te de Cerros Pintados. Se identifican geoglifos (Fi-gura 13), un campamento, una paskana y senderosmenores en relación a las rutas anchas y muy mar-cadas del tipo “ rastrillo” que cruzan frente al cerroPan de Azúcar.

Campamento Pan de Azúcar 2 (PA-2)5 (UTM423850 E - 7717420 N; 1.120 msm)

Corresponde a un campamento ubicado a unos100 m al sureste del cerro con geoglifos. Aquí seidentificó un área de pisos vinculados con el man-tenimiento de llamas, en depresiones selladas porrellenos de acumulación. Se realizaron dos testsestratigráficos, los que resultaron contener restosde hojas y marlos de maíz, utilizados como forra-je, probablemente trasladado desde los oasis, aso-ciados a coprolitos de llamas.

Una paskana corresponde a una pequeña pro-tección pircada donde se identificó un depósito conrestos orgánicos. El estrato I, semiestéril con re-gistros vegetales en sedimentos no compactos, conintervenciones subactuales, aunque el registro decoprolitos de llamas en la base del depósito podríaconsiderarse no alterado. El estrato II presentamayor actividad cultural (zona punteada) (Figu-ra 14), donde se registraron fragmentos de tiestoscerámicos tardíos del complejo Pica-Tarapacá, co-prolitos de llamas y vértebras de pescado. Se trata-ría de un área de actividades domésticas, vincula-da con la preparación de alimentos, donde loscoprolitos de llamas presentes allí podrían habersido trasladados por el viento.

Figura 13. Geoglifos geométricos, cerro Pan de Azúcar-1.Geometric geoglyphs, Cerro Pan de Azúcar-1.

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L. Briones, L. Núñez y V. G. Standen208

Figura 14. Planta y perfil de campamento caravanero Pan de Azúcar-2. Estratigrafía Test 1: E.I: semiestéril, sedimentación nocompacta. Presencia de fibra vegetal, hojas de maíz. E.II: cultural asociado a fragmentación de cerámica, coprolitos de camélidosy restos óseos de pescados. Test 2: E.I: relleno eólico. E.II: depósito orgánico asociado a maíz y coprolitos de camélidos. Colora-ción ocre. E.III: escasa ocupación. Relleno de arena - anhidrita. Presencia orgánica asociada a hojas de maíz, coprolitos de camé-lidos y carbones. E.IV: relleno eólico semiestéril.Bottom and side views of campsite Pan de Azúcar-2. Test 1: E.I: Loose soil with vegetable remains and corn husk. E.II: Culturalstratum with pottery, camelid coprolites and fish bone remains. Test 2: E.I: Eolic sand deposit. E.II: Organic stratum with corn andcamelid coprolites remains. Ochre color. E.III: Few cultural remains in a sandy matrix. It includes corn husk, camelid coprolitesand charcoal. E.IV: Eolic sandy deposit, semisterile.

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209Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

En una depresión sin estructura visible, comolas observadas en los revolcaderos de camélidos oen sitios de descanso de caravanas etnográficas, serealizó el segundo test de 75 x 50 cm, que expusoun depósito orgánico bajo la superficie estéril (re-lleno eólico) (Figura 14). En el perfil se observa elestrato I, compuesto por fibra vegetal muy tritura-da con desechos de hojas de maíz (chala), que dalugar a un sedimento de coloración amarillo aso-ciado a coprolitos de llamas. El estrato II indicaríauna menor ocupación, con relleno de arena eólicadisgregada y bolones de anhidrita, de eventos deabandono. El estrato III presenta un denso depósi-to con hojas de maíz bien identificadas, asociadasa coprolitos de llamas y escasos restos de carbón.De este estrato proviene la muestra de coprolitosde llamas, datados en 450 + 40 a.p. (Beta-150708),calibrada en 1.430 - 1.460 años d.C. (un sigma),coherente con eventos caravaneros del fin del De-sarrollo Regional. El estrato IV es estéril y se co-rresponde con un relleno eólico sobrepuesto a labase compacta.

La presencia de hojas de maíz es la primeraevidencia de forrajeo de llamas caravaneras de estanaturaleza (chala), trasladadas desde el oasis dePica, donde su cultivo era el más dominante du-rante esa época.

Cerro Pan de Azúcar 1 (63.0)5 (UTM 424050 E -7717378 N; 1.120 msm)

En la ladera este del cerro Pan de Azúcar seconcentran unos 55 geoglifos distribuidos en seispaneles. Un alto porcentaje incluye figuras geomé-tricas, destacando rectas verticales y paralelas, com-binadas con rectángulos y/o cuadrados de gran di-mensión (Figura 13), no reconocidas en otro sitio.Las líneas rectas son elementos novedosos, debidoa su gran extensión de hasta 300 m por 40 cm deancho. Se identifican además “círculos” , “ rectán-gulos” y “ rectas” que se entremezclan con las es-casas figuras antropomorfas y zoomorfas.

El “ rombo” , que aquí tiene una representaciónescasa, está asociado a “ rectángulos” y “cuadra-dos” , en técnica extractiva y de gran visibilidad.Este patrón cuadrangular se identifica en CerrosPintados, desembocadura del río Loa y salar deSoronal. En el caso del Loa, en algunos de los vér-tices de cada “cuadrado” se concentran pequeñosmontículos con restos de mineral de cobre, prove-niente de las minas locales prehispánicas. La rela-

ción entre arte rupestre y presencia de fragmentosde turquesa, crisocola y mineral de cobre indicaríarituales muy definidos, entre grupos de caravane-ros, tanto en el Loa como Atacama y Tarapacá.

Los antropomorfos se describen como “ figu-ras humanas de cabeza-penacho, con rectas para-lelas a manera de piernas y cuerpo de lados cónca-vos” (105.1)7. Es una serie de al menos cuatrofiguras humanas que se constituyen, al igual queen Cerros Pintados, en forma alineada, juntas unade otra. Un rasgo interesante es la superposiciónque presentan con otras figuras geométricas (cua-drados), lo que se interpreta como una reutiliza-ción del panel.

Los zoomorfos se encuentran en muy escasarepresentación. Se identificó un camélido de cuer-po moteado (técnica mixta), similar a los registra-dos en Cerros Pintados; además de una caravanade 13 llamas de “cuerpos rectos, extremidades pa-readas, cuellos rectos y vestigios de cabeza, sindefinirse (301.0)7.

Desde la paskana de cerro Pan de Azúcar, lossenderos se internan al oeste por entre serranías ypampas, alcanzando en el tramo de una jornada (20km), el “abra” o paso obligado, conocido comocerro Mono, en clara alusión a sus geoglifos.

Cerro Mono

El distrito arqueológico de Cerro Mono secompone de: geoglifos, senderos (Figura 15), dospaskanas y dos entierros humanos ubicados en elentorno a los geoglifos. Al igual que en cerro Pande Azúcar, no existen en cerro Mono evidencias derecursos de agua, de modo que se trata también deun paradero de corto tiempo entre los campamen-tos de Cerros Pintados y el salar de Soronal.

Cerro Mono 1 (CM-1)5 (UTM 417288E - 7723640; 920 msm)

Durante el estudio de la transecta, se identifi-caron en el faldeo de cerro Mono, a 50 m de losgeoglifos, dos entierros humanos, los cuales fue-ron excavados con el objeto de analizar sus con-textos y obtener dataciones absolutas para correla-cionarlos con la paskana y los geoglifos.

Tumba 1. Bajo un emplantillado de piedras, se iden-tificó una fosa de contorno oval, de 110 cm por 55cm de diámetro, socavada en el piso estéril, donde

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L. Briones, L. Núñez y V. G. Standen210

fue depositado el cuerpo de una niña (10-12 años),cuyas primeras evidencias se ubican a escasos 5cm desde la superficie. Se colocó decúbito dorsalextendida. El cráneo había sido removido de suposición anatómica y recolocado hacia el lado iz-quierdo de los pies y la extremidad superior dere-cha también fue removida y se ubicó hacia el ladoizquierdo del tronco, a nivel pélvico. La evidenciaósea y los tejidos blandos no muestran huellas decorte que avalen la hipótesis que fue algún tipo desacrificio ritual; tampoco hay evidencias que el des-prendimiento de la cabeza y el brazo hayan sidoremovidos por carnívoros. Esta remoción parcialdel cuerpo pareciera corresponder a un eventopostdepositacional, es decir, habría sido realizadopor personas que ocuparon el lugar en períodos pos-teriores, cuando el cuerpo presentaba ya un proce-so de momificación natural y los tejidos blandoscomo piel y musculatura estaban secos. Su estadode conservación es parcial, con tejido muscular,piel, uñas, tegumentos faciales y cabellera.

Fardo funerario. El cuerpo de la niña fue envueltoen una piel de ave marina (con las plumas haciafuera) y sobre ésta se observaron haces de fibra

vegetal, que debieron formar parte de una esteracon la que cubrieron el cuerpo.

Faldellín. Conserva restos de un faldellín in situ, anivel pélvico. Fue elaborado en lana (café natural)y pelo, con la misma técnica constructiva de losfaldellines costeros del arcaico tardío (Standen2003), los pabilos que cuelgan tienen un largoaproximado de 20 cm y son cuerdas de 4 mm dediámetro, con torsión “s” .

Sandalias. Se registraron dos sandalias confeccio-nadas en cuero de lobo marino. Una es de plantarectangular, 145 mm de largo por 55 mm de an-cho, en cada uno de los cuatro ángulos tiene unojal doble, por donde pasa una cuerda, también decuero. La otra, difiere en el diseño y tamaño de laanterior, ya que tiene sólo dos ojales laterales en laparte media de la planta, por donde pasó una cuer-da, también de cuero. La planta mide 125 mm delargo por 50 mm de ancho. Por las dimensiones,ambas sandalias debieron ser usadas por niños.

Peinado. Conserva restos de un peinado similar,aunque menos elaborado del que usan las pobla-

Figura 15. Rutas caravaneras asociadas a los geoglifos de Cerro Mono.Caravan routes associated with Cerro Mono geoglyphs.

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211Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

ciones costeras Quiani, del arcaico tardío y forma-tivo temprano en la costa de Arica (Arriaza et al.1986; Soto 1987). La niña fue peinada con unapartidura en la línea media, donde luego el cabellofue agrupado en dos moños laterales, formando lostípicos “ jopos” . En este caso sólo se conservó elizquierdo; corresponde a un moño (con el cabellono trenzado) de 70 mm de largo y 30 mm de diá-metro, embarrilado con cuerda de lana (1 mm dediámetro, dos cabos, torsión “s” , asociada a unacuerda de pelo humano), cubriendo casi la totali-dad del “ jopo” .

Otros rasgos culturales asociados a la tumbacorresponden a: fragmento de cestería coiled, res-tos de fibra vegetal en proceso de elaboración paraesteras, un fragmento de cordelería vegetal (8 mmdiámetro, dos haces, con torsión “z” ), que conser-va un nudo simple.

Características Físicas del Cuerpo

Deformación craneana intencional. Presenta unadeformación del cráneo del patrón circular obli-cuo, de grado moderado. Este tipo de deformaciónes típico del arcaico costero tardío de Arica (Mu-nizaga 1980; Soto 1987).

Condiciones de salud. A nivel del esqueleto no seobservan alteraciones que indiquen problemas desalud o procesos patológicos. Sin embargo, los te-gumentos faciales que conserva sobre los huesosde la cara muestran una protuberancia de la piel,sobre el párpado del ojo izquierdo, de unos 20 x 10mm, que podría corresponder algún tipo de heridade origen traumático.

La salud bucal es excelente, hay ausencia deprocesos infecciosos como caries o fístulas a ni-vel alveolar. Tampoco hay pérdida de piezas den-tarias ante-morten, sólo los incisivos están ausen-tes por causas post-mortem. La abrasión dentariaes mínima, sólo se observa un leve desgaste delesmalte, aunque se debe considerar que corres-ponde a una niña, donde en general suelen pre-sentar poco compromiso de desgaste dentario,debido a la corta edad. El patrón dentario en ge-neral es típico de las poblaciones costeras, conausencia de caries debido a un menor consumode hidratos de carbono, responsables directos dela alta incidencia de procesos cariógenos en laspoblaciones hortícolas.

La presencia de la fosa, más el emplantilladosuperficial, indicarían que, si la niña falleció en latravesía entre la costa y los oasis interiores, el cuer-po no fue “abandonado” y se le preparó un ritualfunerario. La posición del cuerpo, fardo, faldellín,peinado, el tipo de deformación del cráneo y elpatrón dentario avalarían su procedencia costera:

Tumba 3. En este caso no se observa el emplanti-llado de piedras; corresponde sólo a una fosa de 80x 50 cm de diámetro, donde a escasos 10 cm deprofundidad aparece el cuerpo de una mujer (25-30 años) en posición flectada decúbito lateral de-recho (Figura 16), con la cabeza orientada hacia elfaldeo del cerro. La tumba fue abierta durante al-gún momento, ya que los huesos tienen un colorblanquecino, lo que indica que estuvieron expues-tos. El cráneo y la extremidad inferior derecha fue-ron removidos; del cráneo sólo conservó parte delhueso occipital, temporal izquierdo, fragmento demaxilar y la mandíbula.

Fardo funerario. La mujer fue envuelta con unapiel de ave marina, con las plumas hacia afuera.Una bolsa tipo malla elaborada en fibra vegetal (3mm de diámetro, 2 cabos y torsión en “s” ) y uncesto en técnica coiled cubrían los restos óseos delcráneo.

Ofrendas. Sobre el cuerpo y al interior de la fosa seubicaron los siguientes objetos: (a) cesto (técnicacoiled) de paredes verticales y decorado con rom-bos, diseño que tiene directa relación con los geogli-fos; (b) ceramio pequeño sin decoración (al interiordel cesto); (c) alfiler de espina vegetal y restos ve-getales (al interior del cesto); (d) bolsita de tejidoorgánico (posiblemente intestino), embarrilada amodo de sello con una cuerda fina de fibra vegetal;(e) fragmento de tela gruesa de trama y urdimbreexpuesta, en un borde tiene una decoración con lananegra y afelpada, a base de líneas verticales alterna-das: una café claro y otra negra; (f) cinco fragmen-tos de cerámica monocroma café, sin engobe y altaincrustación de mica blanca; tres de éstos tienenperforaciones circulares que varían entre 4 a 8 mmde diámetro, un fragmento tiene tres perforacionescontiguas en el borde (técnica de reparación); (g)cuerda de tendón de 1 mm diámetro y torsión “z” ; y(h) 10 semillas de algarrobo, eventualmente colec-tadas en la pampa de Tamarugal.

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L. Briones, L. Núñez y V. G. Standen212

Características Físicas del Cuerpo

Deformación craneana intencional. No se pudodeterminar su presencia o ausencia ya que se con-servó solo parte del occipital y temporal izquier-do, muy erosionados.

Condiciones de salud. Se observó una incipienteespondilosis en la 5ª vértebra cervical (borde su-perior) y en la articulación sacro-lumbar (más acen-tuada en borde superior); estas alteraciones óseaspueden tener directa relación con el estrés corpo-ral que generaba el traslado de cargas en capachode productos costeros para el intercambio. Otra al-teración anatómica identificada corresponde a una

Figura 16. Contexto funerario (T-3) de Cerro Mono-1.Funerary context (T-3) at Cerro Mono-1.

exostosis auditiva externa, muy incipiente y decontorno difuso, ubicado en la pared posterior delconducto auditivo de temporal izquierdo. Este ras-go anatómico es típico de las poblaciones costeras(Standen et al. 1997).

Con relación a la patología dental, la mandí-bula presenta pérdida durante la vida, de los pre-molares y molares, donde los alvéolos están com-pletamente reabsorbidos, lo que refleja una malasalud bucal, debido probablemente a que consu-mía alimentos ricos en carbohidratos y glucosa, talcomo el maíz y las vainas de algarrobo. La piezadentaria que se conserva in situ, tiene un grado deabrasión moderado, tipo plano, con escasa exposi-ción de dentina.

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213Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

Estatura. Se calculó una estatura aproximada de155 cm ± 4.25 (cálculo estimado en base al húme-ro) (Genovés 1961).

Datación absoluta de la Tumba 1

La tumba 1 fue datada en 3.110 + 40 a.p. (Beta-50707) (músculo humano) calibrada en 3.370 -3.320 a.p. (un sigma) equivalente a 1.420-1.380años a.C. Aunque esta fecha es más temprana quelos sitios antes referidos, se asume que es correc-ta y coherente con las características físicas y elcontexto cultural asociado. Al respecto, se pre-sentan dos alternativas explicativas: (a) si el cuer-po humano datado fue contemporáneo con losgeoglifos de cerro Mono, estos son más antiguosde lo esperado, y (b) cuando el cuerpo fue ente-rrado en ese lugar, aún no existían los geoglifos.De ser así, esta evidencia se relaciona con des-plazamientos de familias de cazadores, pescado-res y recolectores costeros. En consecuencia, elascenso hacia las pampas y oasis interiores con elobjeto de explotar recursos complementarios eraya practicado por comunidades costeras. Por loanterior, el surgimiento y uso prístino de rutastrandesérticas sería contemporáneo con la interfa-se arcaico tardío-formativo temprano, las cuales sehabrían perfeccionado y ritualizado durante las eta-pas posteriores.

La mujer de la tumba 3, también es claramen-te de procedencia costera, aunque de data más tar-día, tal como lo sugiere el patrón de pérdida depiezas dentarias, lo que indica que estaba en con-tacto con grupos humanos que ya practicaban lahorticultura, además del contexto cultural asociado.

Cerro Mono 2 (35.0)5 (UTM 407235 E - 7720666N; 930 msm)

Los geoglifos de cerro Mono se distribuyenen las lomas que forman la serranía de cerro Mie-re; en su mayoría se orientan hacia el norte, pordonde pasan los senderos. Se contabilizan 137geoglifos de proporciones y representaciones di-versas, con algunos diseños exclusivos.

Los geométricos representan el 55%, mante-niendo la media que se repite en los sitios ya anali-zados. Los “ rombos” son dominantes (17 en total)y se exponen en la sección superior y media deltalud. Un “ rombo” aislado marca el ingreso parael caravanero que viene desde Cerros Pintados yPan de Azúcar; otros se orientan al norte y al oeste,marcando el ingreso y/o salida del abra de cerroMono desde la costa (Figura 17). Los “círculos”(12 en total) con tamaños que no pasan como pro-medio los 2 m de diámetro, a excepción de unafigura que mide 12 m de diámetro, orientada alnorte. Otro panel, visible desde el oeste, muestra

Figura 17. Geoglifos geométricos, Cerro Mono-2.Geometric geoglyphs, Cerro Mono-2.

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L. Briones, L. Núñez y V. G. Standen214

cuatro círculos relacionados a figuras en forma de“ flechas” , de 35 y 40 m de longitud (Figura 17).Independientemente del mensaje simbólico implí-cito en estos geoglifos, están “marcando” la exis-tencia del abra, en especial para los que acceden,desde la costa, al sector de cerro Mono.

Otros geométricos son la “cruz de lados igua-les” , y variantes como una “cruz doble de lados igua-les” , en técnica mixta, donde la cruz interior resaltadel diseño exterior por efecto de contraste, dado porla extracción y adición de material superficial (Brio-nes 1984). Este es un geoglifo dominante en el pa-nel, de gran dimensión, orientado al este.

Los antropomorfos representan el 21.1% deltotal de geoglifos, muestran rasgos comunes quedefinen ciertos patrones. Se describen como “an-tropomorfas acéfalas, cuerpo seccionado vertical-mente por el centro, de lados externos cóncavos…”(105.0)7, “antropomorfas apareadas, en actitud di-námica, de cabezas iguales, brazos alzados, cuer-pos semiinclinados hacia adelante, figura posteriorcon representación de órgano sexual masculino,piernas semiflextadas…” (185.3)7. Este diseño seidentifica además en Alto Tarapacá, Mapocho, AltoAriquilda Norte y salar de Soronal, estableciéndo-se una directa analogía con los petroglifos de Tara-pacá 47 (Núñez y Briones 1967). Estamos en pre-sencia de un patrón excepcional en el arte rupestreregional, en donde se jerarquiza el rito sexual, comouna relación cúltica vinculado a la noción andinade cerro sagrado protector y multiplicador de lavida. Otros antropomorfos se repiten más al norteen Cuya, Chiza-Suca, Suca y Huarasiña, Alto Ari-quilda Norte y Yungay Bajo.

Los zoomorfos constituyen el 21.8% del totalde figuras, siendo los camélidos los más frecuen-tes, en especial, cuando se reconocen como seg-mentos de caravanas o aislados. Aparece por pri-mera vez en cerro Mono la figura del “ lagarto” ,como un nuevo diseño no registrado en los otrossitios de la transecta prospectada. Uno de elloscubre una superficie de 200 m2 y se describe como“cabeza triangular, cuello grueso, extremidadesdelanteras hacia arriba en ángulo, con tres dedos,cuerpo frontal de lados curvos con manchas irre-gulares, extremidades traseras en ángulo hacia aba-jo, con tres dedos y remate de cola larga y delga-da” (333.6)7. La figura “ lagarto” se distribuye enun vasto territorio entre Camarones por el norte yel río Loa por el sur (Figura 1), mostrando unaamplia variedad en su diseño (cuerpo moteado con

puntos, formados de pequeños montículos de pie-dras o en versión no moteados, posición de las ex-tremidades, con o sin cola), entre otras. Al igualque los “ rombos” , la figura “ lagarto” articula cier-tas rutas que unen los valles con la costa, se dispo-ne en sectores prominentes, se elaboran de gran-des tamaños, en posición de planta y verticales. Seubican aislados y/o acompañados por “ rombos” ,“cruces” u otros geométricos.

Se identifican además diseños aislados de avesmarítimas y peces de “alta mar” , al igual que enCerros Pintados. La evidencia más clara se descri-be como “ figura de pájaro de cabeza y pico, cuellolargo ligeramente curvo, cuerpo de perfil con colalarga, dos patas largas” (352.0)7. Otras figurasmarcan la presencia de especies de la costa, dis-tante a 30 km de este punto, tal como la “ figura depez, de gran tamaño, con cabeza y al parecer aga-llas, cuerpo alargado y aleta dorsal” (312.1)7, aso-ciada a un “ rombo” . La figura “pez” permanece alo largo de la ruta, en el salar del Soronal, en variossitios de la cordillera de la Costa, y al interior comoAlto Pachica y Alto Maní Norte e incluso en plenopiemonte, como en la quebrada Los Tambos, lo queda cuenta de la incorporación de iconos marítimosestimulados por la articulación ideológica con losambientes del Pacífico.

Salar de Soronal

La cuenca del salar de Soronal se ubica a unos10 km al oeste de cerro Mono, en plena cordillerade la Costa, se caracteriza por una depresión ro-deada de cerros bajos por el este y altos por el oes-te (cerro Soronal 1.000 msm). En el sector sur, lapresencia de una aguada le otorga al paisaje unaspecto exótico, con una vegetación estable desorona (Tessaria absinthioides) y grama salada(Distichlis sp.).

Aquí, se han identificado: geoglifos, rutas ysenderos, cementerios y extensos campamentos conabundantes depósitos antrópicos que alcanzan los5.000 m2 (Núñez y Varela 1961). Estos registrosdan cuenta de la importancia que mantuvo estelugar como vínculo clave en la logística del tráfi-co entre los oasis del interior y la costa, esta vezseparado solo por una jornada equivalente a 20 km.Los senderos que ingresan al salar lo hacen por elsureste (sector de la aguada), nordeste (sector ce-menterio cristiano) y norte (costado de cerro Ca-

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215Geoglifos y tráfico prehispánico de caravanas de llamas en el desierto de Atacama (norte de Chile)

mello). Los senderos de salida, para conectar conla costa, lo hacen por el suroeste.

Campamento Soronal 3 (S-3)5 (UTM 398415E - 7722257 N; 748 msm)

Al pie del principal cerro con geoglifos, se hanidentificado extensos campamentos y cementeriosprehispánicos de diversas épocas, en torno a recur-sos líticos, hídricos y vegetacionales (Núñez 1963,1966). Para establecer una posible relación entrerutas, geoglifos y asentamiento, se examinó uncampamento con depósitos estratificados (S-3). Seprocedió a despejar un perfil anterior y se excavóun test de 60 x 40 cm a través de un corte crono-estratigráfico que alcanzó una profundidad de 220cm, con depósitos superpuestos separados por le-ves sellos de arena eólica correspondientes a aban-donos de corta duración (Figura 18). Desde el co-mienzo de ocupación se registraron abundantesevidencias orgánicas: maíces, restos vegetales, plu-mas y huesos de aves y peces marítimos. Se obtu-vo una muestra de carbón del nivel medio del per-fil estratigráfico, E-XIII (Figura 18), arrojando unadatación de 1.450 + 40 a.p. (Beta-150711), cali-brada en 1.360 - 1.300 años a.p. (un sigma) equi-valente a 650-980 años d.C.

Dada la disponibilidad de los recursos, inclu-yendo la cercanía del litoral y el acceso a los bos-ques del Tamarugal, esta cuenca fue un punto decontacto importante actuando como puerto de trá-fico e intercambio entre los pescadores del litoraly los caravaneros del interior (Núñez 1985a), esta-bleciéndose probablemente como un espacio de usomultiétnico, hipótesis que podría avalarse con fu-turas excavaciones.

De acuerdo a la datación del depósito, seríaprobable que desde los 650 d.C. e incluso antes(ya que la muestra no proviene de los inicios deocupación del montículo, además de la dataciónde cerro Mono) estas rutas ya estaban en funciona-miento. Estas evidencias sugieren que: (a) la in-tensidad de la ocupación examinada se podría co-rrelacionar en principio con la alta densidad degeoglifos; (b) en el tiempo fechado, los geoglifoso recién se inician, o ya eran populares, asociadosa un activo tráfico interregional oasis-costa de dataformativa o anterior; y (c) en el rango entre 650-980 años d.C. las ocupaciones que constituyen losmontículos de basura, practican operaciones y ri-tuales de tráfico, al pie de los geoglifos del Soronal.

En consecuencia, esta datación obliga a establecersecuencias de estilos, con algunos componentes dedata cronológica más temprana, sin descartar otrosformativos ya mencionados.

En suma, estas dataciones son las primerasaproximaciones para la problemática cronológicade campamentos y cementerios vinculados congeoglifos, y abren importantes expectativas paralograr más dataciones en torno a las interaccionesviales y la consecuente identificación de compo-nentes directos del tráfico (p. ej., coprolitos de lla-mas). De hecho, en Soronal se han excavado entie-rros humanos en la cúspide de estos montículoscon contextos caravaneros muy específicos prove-nientes de los oasis (Núñez 1985a). El hallazgo deun portacarga escalerado de madera es similar auno excavado en el cementerio Pica 7, asociado aanzuelos de cobre y balsa de tres palos, con tiestoscerámicos del estilo Saxamar (inca altiplánico)(Núñez 1962). Con estas evidencias se introduceotro factor temporal, esta vez algo más tardío delas consideraciones cronológicas anteriormentecomentadas, proyectando el uso de estas rutas has-ta el contacto inca altiplánico (Núñez 1963, 1985a).

Geoglifos de Soronal

Sector Aguada (5.0)5 (UTM 98500 E - 7721344N; 750 msm)

Los geoglifos se localizan en el faldeo oestedel cerro San Luis, en el borde sureste del salar(S-2, según Núñez y Varela 1961-4). De un cente-nar de figuras, 56 son zoomorfas, 21 antropomor-fas y 19 geométricas. Presentan situaciones de su-perposición, donde el trazado más tempranocorresponde a geoglifos con técnica extractiva oraspado y son de mayor tamaño, especialmente los“ rombos” asociados a “figuras humanas” del patrónCerros Pintados, y tienden a ubicarse en la secciónsuperior del cerro (Figura 19). Los diseños más tar-díos son de dimensiones menores y con técnica adi-tiva, donde predominan “camélidos” y “ fauna deambiente marítimo” con algunos “ rombos” (Brio-nes 1984), y tienden a ubicarse en la medianía ybase del cerro (Figura 20). En norte de Chile, noexiste otro sitio similar donde con tanta claridad semanifieste la superposición de patrones diferentes,aspecto que se correlaciona con el amplio rangotemporal registrado en las ocupaciones estratifica-das identificadas en el montículo datado.

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L. Briones, L. Núñez y V. G. Standen216

Figura 18. Corte estratigráfico en el campamento monticulado de Soronal-3. E.I: ceniza, vegetales yvértebras de pescado, E.II: estéril, E.III: restos de pescado y aves, E.IV: microestrato estéril, E.V: arenaeólica, E.VI: orgánico, E.VII: arena semicompacta, E.VIII: arena, residuos, plumas y huesos, E.IX: arena,cenizas y plumas, E.X: arena fértil, E.XI: arena estéril, E.XII: depósito semifértil, E.XIII: depósito fértil,maíces, carbones. (Muestra 2, carbones C14), E.XIV: depósito estéril, paja y plumas, E.XV: depósitofértil, E.XVI: estéril, E:XVII: depósito semiestéril. Material fino (Muestra 1 C14).Stratigraphic cut at Soronal-3 mound campsite. E.I: Ashes, vegetal and fish bone remains; E.II: Sterile;E.III: Fish and bird bones remains; E.IV: Sterile micro-stratum; E.V: Eolic sand; E.VI: Organic stra-tum; E.VII: Semi-compact sandy stratum; E.VIII: Feathers, bones remains and sand; E.IX: Ashes,feathers and sand; E.X: Fertile cultural deposit and sand; E.XI: Sterile sand; E.XII: Semi-sterile depo-sit; E.XIII: Fertile deposit, corn, charcoal (Sample 2, radiocarbon); E.XIV: Sterile deposit, straw andfeathers; E.XV: Fertile deposit; E.XVI: Sterile; E.XVII: Semi-sterile deposit. Fine grain sediment (sam-ple 1 radiocarbon).

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Sector ex estación ferroviaria Aguada (5.1)5

(UTM 398500 E - 7721944 N; 815 msm)

Los geoglifos se ubican por el borde suroestedel cerro Soronal, orientados al este y sureste, pordonde cruzan los senderos que provienen del sec-tor Aguada, rumbo a la costa. Aquí se reiteran losdiseños ya conocidos; se identifican las grandesfiguras geométricas y un “antropomorfo” del esti-lo Cerros Pintados.

Así, sitios que parecieran tan inconexos entresí, en el extenso desierto tarapaqueño se integranpor complejos sistemas de rutas, hasta alcanzar suconvergencia en el hospitalario salar de Soronal.Por lo tanto, la orientación de los geoglifos definevisiblemente la intención en el sentido que fuesereconocido por los caravaneros a través de la rutaque los conducía a la costa, una vez logrado el des-canso en las paskanas de Soronal.

Sector cementerio cristiano (5.2)5 (UTM 398127E - 7724476 N; 750 msm)

Los geoglifos se localizan en el cerro del no-reste del salar y se orientan al oeste, en un tramo

aproximado de 500 m en sentido norte sur. Sus di-seños muestran rasgos del estilo Cerros Pintados,con sus característicos cuerpos de lados cóncavos.

Sector Alto Soronal este (5.3)5 (UTM 398548 E -7725456 N; 850 msm)

Los geoglifos se localizan sobre suaves lomasde una quebradilla o encañada asociados a un sen-dero que conecta el salar de Soronal y el salar San-ta Lucía. Estas rutas cruzan diagonalmente el te-rritorio articulando puntos tan distantes comoTarapacá, Mamiña, Macaya y otros oasis de la pre-cordillera, con sectores de La Noria-Rinconada,Yungay Bajo y salar de Santa Lucía, en su ingresoa la cordillera de la costa, para culminar en la costaal sur de Iquique (Figura 1).

Sector cerro San Luis sureste (5.4)5 (UTM399472 E - 7722335 N; 790 msm)

Aquí los geoglifos se orientan al sur marcan-do la entrada o salida del salar de Soronal. La rutacaravanera más importante rodea la base del cerroSan Luis bifurcándose en dos, una hacia el oeste

Figura 20. Geoglifos de Salar de Soronal.Geoglyphs, Salar de Soronal.

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(la Aguada) y la otra, remonta el “abra” para cul-minar en pleno salar, frente al principal sector degeoglifos del sector Aguada. Aquí se intensifica lapresencia de los “círculos” vinculados a la cerca-nía de aguadas, pozos y ojos de agua.

Sector cerro Soronal noroeste (5.5)5 (UTM395000 E - 7725500 N; 820 msm)

Aquí los geoglifos se orientan al este y se ubi-can en la sección baja de la ladera de cerro Soronal(1.365 msm). Es el sector menos denso, ya que laconcentración de geoglifos se localiza por dondelogísticamente ocurre el movimiento caravanero,esto es, por el borde oriental del salar, con entradasy salidas por los extremos sur y norte, respectiva-mente (abras de cerro Angostura y cerro Camello).

Alto Barranco o Alto Caramucho (3.0)5 (UTM379940 E - 7717305 N; 710 msm)

Por el sendero ancho que cruza el abra del su-roeste del salar de Soronal en dirección a la costa,se interpone una suave serranía mostrando hacia eleste un panel con geoglifos (UTM 389495 E –7714598 N) advirtiendo simbólicamente el últimotramo que resta para alcanzar la costa. Son sietefiguras geométricas destacando el “ rombo” , rodea-do de “cruces de lados iguales” . Desde este sector,el sendero se aproxima al borde occidental de lacordillera de la costa, lo que permite al viajero en-frentarse a un amplio sector del litoral. Es un pasonatural por donde se descuelgan los senderos has-

ta alcanzar las caletas de Barranco, Caramucho,Yape, Cáñamo, Patillos y Patache. Un aspecto cla-ve, en la elección de este descenso al litoral, es laexistencia de una aguada aún vigente (Núñez yVarela 1967; Núñez 1976).

Aquí se reconocen 18 figuras distribuidas enel sector medio e inferior de la colina, orientadas alnorte, al oeste y este, respectivamente. Resaltan el“ rombo escalerado” y una “doble hilera de llamas”acompañada por dos “personajes o guías” , que su-brayan la idea del tráfico caravanero (Figura 21),testimoniado por los senderos que pasan a travésdel “abra” y por un costado de la aguada. Quizássea este recurso el que haya estimulado la elabora-ción de “círculos” , orientados al este, los que pare-cen dar los auspicios para los caravaneros que aca-ban de alcanzar el litoral desde lo alto. Cierra elpanel, por el extremo oeste, un geoglifo geométri-co “ flecha simple” (Figura 21).

Discusión y Conclusiones

A lo largo de la transecta caravanera estudiadade 150 km, se identificaron rutas y geoglifos aso-ciados con estaciones de tráfico o paskanas, estruc-turas de corrales y registros funerarios, vinculadoscon tráfico caravanero de larga distancia. De acuer-do a las dataciones de radiocarbono obtenidas delos contextos descritos, nos permite una primeraaproximación cronológica de la elaboración de losgeoglifos.

Se identificaron siete sitios con geoglifos deeste a oeste: El salto, Santa Rosita, Cerros Pinta-

Figura 21. Geoglifos geométricos y zoomorfos, sitio Alto Barranco (dibujo de L. Briones 1968).Geometric and zoomorphic geoglyphs, Alto Barranco (drawing by L. Briones 1968).

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dos, Pan de Azúcar, cerro Mono, salar de Soronaly Alto Barranco, articulados por rutas del patrón“ rastrillo” y por senderos menores y pasajes ritua-lísticos en torno a los geoglifos. Además de la iden-tificación y excavación de cuatro paskanas y dosregistros funerarios, demostrándose que existíanconexiones entre los asentamientos pecuarios yagrarios estables del interior con aquellos del lito-ral. Del total de los geoglifos documentados en eltransecto (sobre 500 figuras individuales), se des-prende que el patrón Cerros Pintados, caracteriza-do por los tipos 100 al 1087, está presente en un10% a través de todos los sitios, otorgándole uni-dad y contemporaneidad al trazado de las rutas,sus ritos y al propio flujo caravanero.

De acuerdo a las dataciones obtenidas, junto alas comparaciones iconográficas, los geoglifospodrían datar desde los primeros eventos Formati-vos. Sin embargo, su clímax y máxima dispersiónhabrían ocurrido durante el desarrollo del comple-jo Pica-Tarapacá, entre los 900-1.450 años d.C.,permeado más tardíamente por las interdigitacio-nes caravánicas altiplánicas a través del compo-nente Saxamar (Núñez 1962,1966,1985a). Aunqueno se segregan temas directamente vinculados concomponentes altiplánicos e Inca.

La identificación de cerámica del complejoPica-Tarapacá, en las rutas del transecto estudiadocomo de aquellas revisadas desde Quillagua hastala quebrada de Tarapacá, asociadas a geoglifos, dancuenta de la intensificación del uso de las rutas enuna escala regional significativa. Por otro lado, lascomparaciones estilísticas se observan más nítida-mente con la materialidad cultural de dicho perio-do. Por supuesto que estos eventos tardíos preincade intensificación caravanera no excluyen eviden-cias más tempranas.

En efecto, la presencia en cerro Mono de unatumba datada a los 3.110 + 40 años a.p., demostra-ría que, antes de los geoglifos locales, ya existíanrutas iniciadas por grupos costeros. Estos se des-plazaban hacia enclaves de los bosques del Tama-rugal y oasis aledaños, tras la explotación comple-mentaria de madera, alimentos de oasis, vegetalespara artesanías y material lítico. Se repetiría aquíel patrón de explotación de oasis interiores al lito-ral, tal como ocurrió con las ocupaciones arcaicascosteras en el oasis de Tiliviche (Núñez 1985a,Standen y Núñez 1984) y Conanoxa (Schiappacas-se 1995). El traslado de grupos familiares con ni-ños fallecidos en la ruta (cerro Mono) indicaría que

estos viajes y el acceso a los recursos interioresperduraban por temporadas, tal vez en la estaciónde verano, durante la mayor disponibilidad de pro-ductos de la tierra.

El acercamiento cronológico efectuado a lolargo de la transecta, probó la factibilidad de obte-ner dataciones absolutas de algunas evidencias re-lacionadas con los pasajes ritualizados (geoglifos):paskanas, depósitos de desperdicios, entierros hu-manos y asentamientos. La datación de un marlode maíz en la paskana de Cerro Pintados 3, de 970+ 50 años a.p., indicaría que, desde los inicios delDesarrollo Regional, los geoglifos de Cerros Pinta-dos ya eran parte de los ritos del tráfico regional. Enel caso de Pan de Azúcar la datación de un marlo demaíz, de 450 + 40 años a.p., daría cuenta de un eventocaravanero tardío, en las postrimerías del Desarro-llo Regional. Por otra parte, la muestra de carbónobtenida del principal campamento localizado fren-te a los geoglifos del salar del Soronal desde el nivelintermedio-inferior, y por lo tanto posterior al co-mienzo de ocupación, de 1.450 + 40 años a.p., obte-nida precisamente de un sector con superposiciónde estilos de geoglifos, podría admitir el caráctermás temprano de ciertos conjuntos.

Con estas dataciones absolutas, es posible pro-poner en forma preliminar que entre los 540 a los1.490 años d.C., el tráfico caravanero y su ritualís-tica transdesértica logran su mayor irradiación, todavez que las muestras provienen de las únicas ocu-paciones identificadas junto a los geoglifos en elárea más inhóspita y despoblada del desierto Tara-paqueño.

La presencia en cerro Mono de otro contextofunerario costeño (no datado), asociado a tiestocerámico, significaría que esta ruta era utilizadahasta el nivel de Pampa del Tamarugal, por agru-paciones costeras. En efecto, el registro de semi-llas de algarrobo es un indicador de que estos con-tactos con los recursos complementarios, como losalgarrobales interiores, ocurrían a través de estospasajes de interacción interétnico. El acceso a laobtención de frutos y maderos para el profuso uti-llaje utilizado en el litoral, transformó a los bos-ques del Tamarugal en un territorio de explotaciónmultiétnica, tanto desde las ocupaciones aldeanasde los oasis como desde los campamentos de pes-cadores en el litoral.

Por otro lado, las dataciones de fogones, en losniveles inferiores de las paskanas de Cerros Pinta-dos, entre los 10.000-6.000 años a.p., indicarían que

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el mayor régimen de humedad, en el borde sur delsalar de Pintados, habría creado un ambiente favo-rable en términos de vegas y vertientes. Por otro lado,la cercanía a los bosques de prosopis convirtió a estesector en un referente de refugio y subsistencia, du-rante el arcaico Tardío y eventos formativos coste-ros, iniciándose antes de los geoglifos el trazado delas primeras rutas transdesérticas.

Puesto que el espacio de distribución de la ma-yor frecuencia de los geoglifos coincide con el de-sierto arreico, la carencia de cursos fluviales entrelos asentamientos estables piemontanos y el litoral,dio lugar a una red de senderos y paskanas por terri-torios abiertos y estériles (Briones y Chacama 1987).Entre estos despoblados se elaboraron durante lasjornadas del tráfico de larga distancia estos iconoscompartidos y comprendidos por todos los gruposcaravaneros, dispuestos para augurar el buen desen-lace de estas largas travesías transdesérticas. En estesentido, abras, rutas, paskanas, cerros sagrados, car-gas y la recua en acción o pasiva (descanso y abre-vaje), eran los únicos referentes de los caravanerosen el contexto de rituales y rogativas, en espaciosdonde la recua va inmersa en un inmenso despobla-do, como una animación solitaria.

Esta expresión rupestre fue una solución mo-numental, dada la escala espacial y el manejo devisuales extensas, con símbolos, que respondían ala ideología del tráfico caravanero, elaborados porespecialistas tanto en el oficio como en el culto en-tre los grupos que se atrevían a internarse por el de-sierto tarapaqueño. El amplio espacio estéril y suspaisajes inconmensurables fueron suficientes paraincentivar la creación de imágenes identitarias, comoun código ritualístico de caravaneros del desierto.

La dinámica de estas relaciones macroespa-ciales permitió afianzar el desarrollo cultural yeconómico de la sociedad tarapaqueña, y en esteaspecto, el oficio y las redes caravaneras desempe-ñaron un rol significativo. El traslado e intercam-bio de bienes entre los valles, oasis, litoral y alti-

plano, a través del tráfico caravanero, implicó nosólo transacciones económicas, sino también la ge-neración de complejos procesos de la visualizacióndel poder, creatividad simbológica, ritualidad com-partida e integración de territorios étnicos vecinos.Las conexiones en términos de rutas y caravaneocon el altiplano meridional, requieren aún de ma-yor investigación, de modo que, y de acuerdo a lasevidencias arqueológicas, el tráfico de grupos delcomplejo Pica-Tarapacá fue el responsable de laiconografía y del sistema vial orientado hacia losrecursos del transecto descrito. El espacio articu-lado entre distintos enclaves sociales, económicosy ecológicos de la transecta se considera mutua-mente complementario, acorde a los ideales de in-teracción caravanera del área centro-sur andina(Núñez y Dillehay 1979).

Finalmente, para probar la viabilidad de estetransecto caravanero y para comprender los proce-dimientos logísticos y ritualísticos del caravaneode larga distancia, se organizó junto a dos familiasaymaras, durante 12 días, una reconstitución etno-gráfica con el manejo de una recua de quince lla-mas cargadas2. A través del perfil: salar del Huas-co-Pica-Cerros Pintados-Pan de Azúcar-cerroMono-salar de Soronal-Alto Barranco, se observóno sólo la factibilidad del traslado, sino la eficien-cia de la organización del espacio y sus recursospor la misma ruta de los geoglifos.

Agradecimientos: Este trabajo es el resultadodel Proyecto FONDECYT 3646-97, con el patro-cinio del Departamento de Antropología de la Uni-versidad de Tarapacá y del Instituto de Investiga-ciones Arqueológicas de la Universidad Católicadel Norte. Igualmente nuestro agradecimiento aRául Rocha U. por su participación como dibujan-te; a los evaluadores anónimos que con sus obser-vaciones y sugerencias contribuyeron a mejorar laversión original y, finalmente, al equipo de la re-vista Chungara.

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Notas

1 Concepto dado por andinos y vallesteros para designar a lameseta precordillerana.

2 En mayo del año 2000 se realizó un documental a travésdel programa “Al sur del mundo” dirigido por FranciscoGedda. Se contó con la participación de dos familias ay-maras, una de la comunidad de Llica (Bolivia) y otra dePica (Chile), y con el asesoramiento científico de L.B. yL.N. coautores del artículo.

3 Método de fechado por acelerador de radiocarbono, basa-do en el cociente de cationes en artefactos de piedras bar-nizadas, que cubren las superficies intervenidas por losgeoglifos, en contraste con las superficies no alteradas.

4 A raíz de los trabajos de conservación de los geoglifos delvalle de Azapa en 1980, en el panel “ la tropilla” , se consta-tó la existencia de falanges humanas y tres cuentas de co-llar de concha, evidencias del “huaqueo” de una tumbamarcada por piedras, de las mismas que conforman losgeoglifos inmediatos.

5 La numeración en paréntesis corresponde al número asig-nado al sitio con geoglifos, de acuerdo a las pautas conve-nidas por las investigaciones realizadas en la Universidadde Tarapacá y la Universidad Católica del Norte, entre 1975-1985 y continuado, hasta la fecha, en el “ Inventario y Ca-tastro de Sitios con Geoglifos del Norte de Chile” (Brionesy Núñez 2000).

6 Vallesteros de Quisma y piqueños (Elba Morales, comuni-cación personal 1973) señalan que estos senderos se man-

tuvieron vigentes hasta la década del cuarenta, cuando loscomerciantes locales se movilizaban entre Pica y Ujina,este último, terminal del ferrocarril minero que unía Olla-güe y Calama.

7 La tipología aquí aplicada y en otras publicaciones del pri-mer autor sobre el tema, es parte de otro estudio y catastro enproceso sobre los geoglifos del norte de Chile (Briones 1987).

8 En 1985 se hizo un primer sondeo estratigráfico en los de-pósitos de ceniza de CP-2.

9 Gentileza de la Dra. Betty Meggers (Smithsonian Institu-tion).

10 Los cuerpos completos se han excavado en el cementerioPica 8 (Núñez 1966; Zlatar 1984). Se trataría del guacama-yo rojo (Ara chloroptera), conocido en Bolivia como Para-ba roja.

11 Pez selacio marino, del suborden de los escuálidos, de cuer-po fusiforme y hendiduras branquiales laterales. La bocaestá situada en la parte inferior de la cabeza, arqueada enforma de media luna y provista de varias filas de dientescortantes. Su tamaño varía entre cinco y nueve metros y secaracteriza por su voracidad.

12 Al igual que el resto de los geoglifos de Soronal, éstos seencuentran muy erosionados y semidestruidos por acciónantrópica reciente, como es el caso del panel 6, afectadopor la confección de pseudogeoglifos modernos, con dise-ños de tanques y círculos tizados, blancos de ejerciciosmilitares ocurridos en décadas pasadas.

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