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UNA REVISIÓN DE LA BIOLOGÍA DEL

DIDELPHIS MARSUPIALIS

Y SU RELACIÓN CON EL MAL DE CHAGAS Y LA LEISHMANIASIS

JULIÁN DAVID APONTE QUIMBAY

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el Didelphis marsupialis es conocido por diferentes nombres co-munes, como chucha de oreja negra, zorro mochilero, rabipelao, zorro hediondo, gambá, raposo(a), comadreja, chucho, faro, fara, runcho y zorra [1]. Pertenece a la familia Didelphidae, género Di-delphis [2].

en algunos lugares, su carne sirve de alimento y es comparada con el sabor del pollo, a pesar de que es un animal que despide un mal olor. en otras partes este mamífero es considerado plaga, ya que se alimenta de gallinas, patos, aves cantoras, frutales, etc., y puede llegar a habitar en zonas urbanas y suburbanas.

Julián David Aponte QuimbayEstudiante de Ingeniería Ambiental en la Universidad de los [email protected]

Una revisión de la biología del Didelphis marsupialis y su relación con el mal de Chagas y la leishmaniasis

Figura 1. Macho adulto de Didelphis marsupialisFuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Didelphis_marsupialis_%28taxidermied%29,_American_Museum_of_Natural_History,_New_York_City,_New_York_-_20110107.jpg

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esta especie es de interés en salud pública debido a que sirve como reservorio de diversas enfermedades graves para los hu-manos, como el mal de chagas y la leishmaniasis [3].

ASPECTOS POBLACIONALES

la distribución del Didelphis marsupialis es relativamente senci-lla, ya que habita desde zonas abiertas hasta bosques maduros, y ocasionalmente visitan fincas en busca de aves de corral y frutos cultivados. También pueden consumir gusanos, culebras, frutos, néctar, semillas, hojas, mamíferos, aves y otros pequeños vertebrados e invertebrados. Demuestran una especial preferen-cia por los plátanos y bananos maduros.

se caracterizan por ser nocturnos, solidarios y semiarborícolas, excepto cuando crían, aunque en costa Rica se reporta un gran número de estos mamíferos de hábitos arborícolas [4]. Por lo regular son nómadas: se ha observado que no pueden permane-cer en una zona por más de dos o tres meses. en un estudio rea-lizado en 2003 por Kristen Hagmann se evidenció que la hembra suele ser más sedentaria que el macho, y que ambos emplean el olfato y el tacto para desplazarse a lo largo de las zonas que habitan, pero no suelen defender un área o territorio específico. sin embargo, cuando en las áreas por las que se desplazan se cruzan varias madrigueras, cada mamífero (usualmente el ma-cho) marca la zona con saliva, orina o sus excretas. si dos o más machos se encuentran, pueden presentar comportamientos agresivos que manifiestan abriendo la boca, gruñendo, silbando o arrastrando las patas, aunque por lo general tienden más a distanciarse [5].

sus madrigueras las hacen en huecos de troncos, dormideros abandonados de otros mamíferos, grietas de rocas y techos de casas. en la noche pueden llegar a caminar hasta un kilómetro, y es fácil detectarlos, ya que sus ojos presentan un color rojo cuando son alumbrados. el mal olor característico de estos ma-míferos se debe a que se revuelcan en sus heces frescas, y si son capturados, defecan y expelen una orina de olor muy fuerte, irritante y desagradable, que dispersan agitando la cola.

su peso oscila entre los 565 y 1.610 gramos, y, según la Human ageing genomic Resources, pesan en promedio 0,2 gramos al nacer [6]. sin embargo, otro autor afirma que su peso al nacer es de 2 gramos o 1/15 oz, de tal modo que pueden caber en una cuchara de té [7]. su cuerpo es de color negro o gris, con dos capas de pelo: la primera es densa y amarilla o negra, la segunda, o exterior, se caracteriza por ser gruesa, negra o gris. sobresale en su cara un amarillo aparentemente sucio, a veces con líneas negras en la nariz, que cruzando por los ojos llegan casi hasta las orejas, y por el centro de la corona, desde dentro de las orejas a los ojos; sus mejillas son color amarillo, naranja o blanco opaco; su nariz es rosa; las orejas son puntiagudas y negras; su cola es desnuda, negra, blanca en la punta, y suele ser más larga que la cabeza y el cuerpo juntos [8]. la longitud de la cabeza y el cuerpo oscila entre los 263 mm a 430 mm; la longitud de la cola, de 295 a 450 mm; la longitud del pie es de 42 a 69 mm, y la de las orejas, de 45 a 60 mm. los machos tienden a ser más largos que las hembras; sin embargo, se en-contró que estas medidas pueden diferir según el país de origen; por ejemplo, en Venezuela se encontró que la hembra adulta es más grande y pesada que los machos adultos [9].

Fuente: http://ianloydwildlife.blogspot.com/

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la época de apareamiento comienza en enero, cuando el macho comienza a marcar el terreno y la hembra a construir el nido para la camada. en cautiverio se han evidenciado camadas de hasta diez crías, y hasta tres camadas al año. los cachorros na-cen ciegos y sin pelaje, con una medida de 10 mm de longitud, aproximadamente. las crías alcanzan la madurez sexual entre los ocho y los doce meses de edad, aunque en otro estudio se demostró que las hembras son reproductivamente maduras a los siete meses y pueden criar durante su primer año. los picos de nacimiento se dan en febrero y julio, y no suelen reproducirse entre octubre y diciembre. en estado natural, su periodo de ges-tación dura de doce a trece días (un periodo significativamente corto si se compara con el de otros mamíferos), y pueden nacer hasta veinte crías, más de las que se pueden acomodar en la bolsa o marsupio de la madre. cabe aclarar que, debido al pe-ríodo de gestación tan corto, las crías nacen muy poco desarro-lladas, y completan su crecimiento después de dos meses en el marsupio; luego, a los cien días se destetarán. el promedio de tetas es de nueve, aunque pueden llegar a trece, y el promedio de crías que caben en su bolsa es de seis. se ha visto también que una hembra puede completar la crianza de sus cachorros dentro del marsupio y al mismo tiempo estar preñada. el número

de crías de la camada varía dependiendo de la latitud; las más pequeñas se encuentran cerca del ecuador.

sus principales depredadores son lechuzas, culebras, el puma (Puma concolor), el “manigordo” (Leopardus pardalis) y la ma-yoría de mamíferos carnívoros. se ha demostrado, no obstante, que el D. marsupialis tiene una gran resistencia al veneno de las serpientes. la mortalidad es mayor en las crías recién des-tetadas.

ASPECTOS DEMOGRÁFICOS

según la corporación suna Hisca, el Didelphis marsupialis puede habitar en bosques húmedos y páramos; sin embargo, otro estudio encontró que habitan sabanas y todos los tipos de bosque, hasta de 2.000 metros de altitud, y que ocupan desde bosques maduros hasta zonas perturbadas.

el Didelphis marsupialis es muy adaptativo, ya que puede ha-bitar, como se mencionó, un rango extenso de zonas, excepto aquellas que son muy áridas. su diseminación es extensa: se encuentra desde el oriente de México hasta el norte de argen-

Figura 2. Cría de Didelphis marsupialisFuente: Maximiliam Paradiz, http://www.flickr.com/photos/maxorz/

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tina; en colombia habita en todo el país. cabe aclarar que la gran cantidad de información obtenida a partir del análisis de vida de este mamífero indica claramente que los fenómenos de reproducción, densidad y supervivencia están estrechamente relacionados con variables ambientales más complejas, entre las que se incluyen las condiciones climáticas, la distribución, abundancia y calidad de alimento, la relación predador-presa y las condiciones de vivienda, entre otras.

la longevidad o período de vida del Didelphis marsupialis de-pende de si se encuentra en un medio salvaje o, por el contrario, en cautiverio. en un ambiente salvaje puede vivir hasta dos años, mientras que en cautiverio puede llegar hasta los siete años de vida, aunque el promedio en cautiverio es de 4,2 años.

ASPECTOS EPIDEMIOLÓGICOS

Hindes y Mizell descubrieron en 1976 que las crías nacen sin anticuerpos, y que los adquieren en las primeras horas, luego de que comienzan a amamantar. esto hace que el Didelphis marsu-pialis dependa de la lactancia materna para su supervivencia, y de su periodo de incubación o permanencia en la bolsa materna para su desarrollo. el largo periodo de estrecha relación entre la madre y la camada puede podría explicar el alto grado de infección natural encontrada en las zarigüeyas por Trypanosoma cruzi, el agente que causa el mal de chagas. sin embargo, en un estudio realizado por Jansen y otros en 1994 no se encontró transmisión neonatal de T. cruzi en los animales utilizados para la prueba, así como tampoco se observó que los parásitos inva-dieran glándulas anales. los resultados que arrojó este estudio sugieren, por ende, que los altos niveles de T. cruzi encontrados en Didelphis marsupialis no provienen de una transmisión verti-cal de madre a hijos, sino que, por el contrario, las madres que están infectadas transfieren grandes cantidades de anticuerpos que protegen a las crías contra infecciones, en este caso parti-cular, contra el T. cruzi. esto puede ser explicado por el corto pe-ríodo de gestación y las características del embrión, que hacen que sea poco probable una contaminación, ya que este tiene un corto período de contacto con el interior de la madre y perma-nece cubierto, incluso después del parto, por un saco vitelino o membrana mucosa [10].

en un experimento realizado por ana Jansen con Didelphis mar-supialis infectados natural o artificialmente con dos subgéne-ros de Trypanosoma —Trypanosoma (Schizotrypanum) cruzi y T. (Megatrypanum) freitasi— se encontró que estos se multipli-caban en las glándulas anales de las zarigüeyas [11]; cuando el material era inoculado al marsupial en el laboratorio, podía pasar de las glándulas al torrente sanguíneo, donde se estimulaba la producción de ciertos anticuerpos específicos que defendían al animal. estos descubrimientos condujeron a realizar otra inves-tigación, en la que se identificó por qué las glándulas odoríferas ofrecen un ambiente ideal para la reproducción de los trypano-somátidos. este ambiente es propicio debido, en principio, a los

nutrientes y la temperatura del lugar, y al parecer porque los pa-rásitos en las glándulas se ven perfectamente protegidos de las defensas inmunológicas del marsupial. También se descubrió que los Trypanosomas que habitan en los mamíferos han desa-rrollado una serie de mecanismos que les permiten reproducirse en los tejidos de su sistema inmune. es posible que estos me-canismos los hayan desarrollado en una confrontación pasada y superada por los flagelados del parásito, ya que los insectos hacen parte de la dieta de muchos mamíferos, y el Didelphis marsupialis es uno de los que más los prefieren. De esta mane-ra, pudieron haber atravesado el tracto digestivo hasta alcanzar las glándulas anales.

en un estudio realizado por Teixeira y otros en el 2001 se en-contraron 92 especies de triatominos silvestres, seis de las cua-les están asociadas con microhábitats en las palmeras y once correspondían a especies infectadas con T. cruzi [12]. De igual modo, se ha encontrado que el chinche de sangre (Triatoma di-midiata) vive asociado al Didelphis marsupialis, pues habita en las madrigueras de estos, que con frecuencia son portadores de la enfermedad de chagas (dos de cada tres de estos mamíferos la portan).

De varias especies de mamíferos capturados en el bosque seco tropical se obtuvo una muestra de veintidós Didelphis marsupia-lis. la confirmación de que en colombia las zarigüeyas son un foco frecuente de leishmaniasis visceral evidencia una estrecha relación entre la picadura de flebótomos y el contagio en es-tos mamíferos  [13]. este mismo estudio concluye que el prin-cipal flebótomo involucrado en la transmisión es el Lutzomyia evansi, que, según se ha comprobado en colombia y Venezuela, transmite leishmaniasis visceral. el Didelphis marsupialis es un reservorio secundario de Leishmania guyanensis, Leishmania infantum y Leishmania amazonensis [14].

DISCUSIÓN

luego de revisar diferentes reportes sobre la biología del Didel-phis marsupialis resulta evidente la gran importancia que tiene para el ser humano la existencia de este mamífero en zonas rurales y semiurbanas del continente americano. se ha demos-trado que es reservorio de la enfermedad de chagas y la leish-maniasis visceral y cutánea; el desarrollo y multiplicación del ci-clo del T. cruzi, por ejemplo, en la glándulas anales del Didelphis marsupialis no solo evidencia que este es un reservorio, sino que puede ser también un vector de los parásitos [15].

Debido a sus características, puede introducir la enfermedad en diferentes territorios, movido por su instinto nómada, por la bús-queda de alimento y la presión antropológica materializada en la destrucción de su hábitat. De igual modo, tiene una alta capaci-dad adaptativa que le permite vivir y desarrollarse en diferentes condiciones, exceptuando las propias de zonas áridas. a pesar de que muchas poblaciones utilizan su carne como alimento, no se

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ha encontrado evidencia de contagio por su consumo cuando la carne es cocida.

las infecciones adquiridas de forma natural tienden a ser es-tables y muy comunes: las tasas de contagio son muy altas. aunque es muy poco probable encontrar un Didelphis marsu-pialis con las glándulas anales infectadas con T. cruzi, para este parásito el ambiente que ofrecen dichas glándulas es el más propicio para desarrollarse, por estar alejado de las defensas del animal. la supervivencia del parásito y los mecanismos de adaptación que ha desarrollado son resultado de muchos años de contacto e interacción, no solo con el D. marsupialis, sino incluso con vectores triatominos.

a pesar de la cercanía física con la madre y el largo periodo de lactancia del Didelphis marsupialis, no se identificó una trans-misión vertical de T. cruzi durante este período. los anticuerpos

transmitidos en la leche materna aseguran defensas suficientes para afrontar los parásitos, a pesar de que en raras ocasiones se encontró T. cruzi en la leche materna. Muy poco se sabe acerca de los mecanismos que protegen a los recién nacidos en la con-dición tan vulnerable en la que nacen. lo que sí se sabe es que la madre transmite los anticuerpos necesarios en la lactancia, y puede que otros factores que aún no han sido identificados.

en los bosques tropicales, algunas especies de palmas de hoja ancha ofrecen las condiciones adecuadas para la contamina-ción, el desarrollo y dispersión de la enfermedad de chagas debido a que allí conviven diferentes clases de marsupiales y triatominos que terminan por contagiar a las comunidades cer-canas de estos mamíferos que allí habitan. sin embargo, hacen falta más estudios e inversión gubernamental para prevenir las enfermedades aquí comentadas entre la población de estas zo-nas, que sufren condiciones de pobreza y aislamiento. •

Figura 3. Marsupio de una hembraFuente: Se publica con autorización de Adam Espelee Cohen e Ian Loyd, http://inkedanimal.com/wp-content/uploads/2011/11/IMG_5519.jpg.

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Figura 4. Características de las garras del D. marsupialisFuente: Tony Alter, http://www.flickr.com/photos/78428166@N00/8679805238/