El Sistema Mexicano y Las Decisiones Sobre El Personal Politic

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El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foro Internacional. http://www.jstor.org El sistema mexicano y las decisiones sobre el personal político Author(s): Roderic Ai Camp and Yolanda Meyer Source: Foro Internacional, Vol. 17, No. 1 (65) (Jul. - Sep., 1976), pp. 51-83 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27754628 Accessed: 03-09-2015 19:38 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 148.206.159.132 on Thu, 03 Sep 2015 19:38:16 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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El sistema mexicano y las decisiones sobre el personal político Author(s): Roderic Ai Camp and Yolanda Meyer Source: Foro Internacional, Vol. 17, No. 1 (65) (Jul. - Sep., 1976), pp. 51-83Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27754628Accessed: 03-09-2015 19:38 UTC

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EL SISTEMA MEXICANO Y LAS DECISIONES SOBRE EL PERSONAL POL?TICO

Roderic Ai Camp

Uno de los mayores problemas que confronta el estudioso de la realidad mexicana al intentar teorizar acerca del sistema pol?tico de M?xico reside en definir adecuadamente el t?rmino "poder presidencial". Por a?os, este autor ha permanecido perplejo por el hecho de que muy pocos especialistas distinguen entre la autoridad te?rica y la autoridad de hecho (de facto) que realmente ejerce el presidente mexicano. De ah? que lo que deseamos poner a discusi?n es el uso del t?rmino "poder presidencial" y la importancia que tiene para el proceso de postulaci?n o de selecci?n en M?xico.

Un ejemplo que aqu? se considera es el papel que juega el presidente en el proceso de postulaci?n y de designaci?n de los funcionarios federales

y estatales. Cuando se discute este papel, a menudo los especialistas afirman

que el presidente tiene el poder para hacer tales designaciones. La opini?n de que el presidente tiene la capacidad pol?tica para que estas designacio nes sean aceptadas por sus colaboradores puede ser mejor descrita como la "teor?a del presidente omnipotente".1 Para los fines de este trabajo, se entiende como poder presidencial omnipotente la habilidad de lograr que sean aceptadas las designaciones presidenciales.

Las explicaciones del verdadero centro del poder pol?tico en el sistema mexicano involucran un examen de dos aspectos del proceso de toma de decisiones: las decisiones pol?ticas y las decisiones sobre el personal pol? tico. No obstante, debido a la dificultad para examinar estos dos campos en un corto ensayo, s?lo el ?ltimo ser? discutido en este trabajo, cuyo prop?sito es doble. Por un lado, utilizando las decisiones sobre selecci?n del personal en el proceso pol?tico mexicano, el autor presentar? prue bas que muestran que si bien el presidente puede ser omnipotente en este

campo, necesita consultar a otros y est? limitado por ciertas caracter?sticas

del sistema, espec?ficamente, por el personalismo, el nepotismo y la coop taci?n y, por otro, de una manera m?s amplia, se intentar? describir

1 Carolyn y Martin Needleman, "Who Rules Mexico? A Critique of Some Current

Views of the Mexican Political Process", Journal of Politics, 31, noviembre, 1969.

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c?mo han operado en M?xico los procesos que dan al sistema pol?tico su tono peculiar y el ?xito para mantener una relativa estabilidad desde el advenimiento de los reg?menes civiles en los a?os cuarentas.

Un examen del proceso de postulaci?n presidencial revela una falta de consenso entre los estudiosos del fen?meno sobre todo en lo que se refiere a la influencia que tiene el presidente en la selecci?n de su sucesor. Tal como Roger Hansen ha se?alado: "No es claro qu? restricciones, si es que las hay, operan sobre el presidente cuando escoge un sucesor."2 Sin em

bargo, Hansen contin?a diciendo que el "presidente mexicano es escogido por muy pocos hombres y, en ?ltima instancia, por el presidente salien te."3 Hay evidencias de que los presidentes no han tenido carta blanca al seleccionar a sus sucesores, sino que se han inclinado ante la oposici?n, cuando ?sta se expresa en?rgicamente, de algunos sectores pertenecientes a la ?lite dirigente.4 Por ejemplo, en 1939, Francisco J. M?jica, amigo personal de C?rdenas fue dejado de lado porque era demasiado innovador dentro de la l?nea de C?rdenas y, adem?s, estaba demasiado identificado con la izquierda mexicana.'6 El favorito de Alem?n para sucederle fue su

viejo amigo y colaborador, Fernando Casas Alem?n, que ya ten?a casi

asegurada la postulaci?n, pero que fue objeto de una vociferante oposici?n debido a que se le acus? de corrupci?n como Jefe del Departamento del Distrito Federal y a su identificaci?n con la derecha.6 (Cuadro A). El

proceso de selecci?n de Alem?n ha sido descrito por Brandenburg:

2 Roger D. Hansen, The Politics of Mexican Development, Baltimore, John Hop

kins Press, 1971, p. 110. 3

Ibid., p. 111. 4 La ?lite gobernante est? integrada por aquellos individuos identificados por

varios autores como personas que han tenido posiciones que son centros de decisi?n

autorizados dentro de la burocracia mexicana administrativa y de partido. El autor

sostiene que la enorme mayoria de las ?lites dominantes han tenido tales posiciones. Ver Wilfried Gruber, "Career Pateerns of Mexico's Political Elite", Western Political,

Quarterly, 24, septiembre, 1971, pp. 467 y ss. 5 Ward B. Morton, Women Suffrage in Mexico, Gainsville, University of Florida

Press, 1962, p. 40; Robert Scott, Mexican Government in Transition, Urbana, Uni

versity of Illinois Press, 1964, p. 210. y James "W. Wilkie, The Mexican Revolution:

Federal Expenditure and Social Change Since 1910, Berkeley, University of Califor

nia, 1970. V?ase tambi?n la propia explicaci?n de C?rdenas sobre por qu? no selec

cion? a Francisco M?jica: "Quiero decir que no lo hice, porque, a pesar de que los que aparecieron entonces como candidatos, se present? el general Francisco J.

M?jica, gran amigo m?o, fue porque hab?a problemas de car?cter internacional que lo imped?an..." Gast?n Garc?a Cant?, Pol?tica Mexicana, M?xico, UNAM, 1974,

p. 300. 6 Daniel Cos?o Villegas, El sistema pol?tico mexicano, M?xico, Editorial Joaqu?n

Mortiz, 1973, pp. 17-18, Scott, p. 214 y Martin H. Greenberg, Bureaucracy and

Development: A Mexican Case Study, Lexington, D. C, Heath, 1970, pp. 24-25.

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A fines de 1951, Alem?n dio los pasos necesarios para solicitar las opiniones de C?rdenas, de ?vila Camacho, de los l?deres po l?ticos nacionales y estatales y de ciertos grupos de inter?s, repre sentativos en la gran cuesti?n de qui?n deber?a sucederlo; despu?s, de manera privada, anunci? que el "consenso55 de opini?n favo rec?a a Fernando Casas Alem?n, ex regente del Distrito Federal, quien simbolizaba muchos de los rasgos indeseables del r?gimen de Alem?n y estaba identificado como un clerical. En ese mo mento, C?rdenas y ?vila Camacho en?rgicamente se reintegraron al liderazgo de la Familia Revolucionaria.7

Cuadro A

Precandidatos a la presidencia

1939-1975

1939 a; b) c d) ej f

1945 a) b) c) d)

1951 a) b) c' di

1957 a) b) el

Manuel ?vila Camacho Emilio J. M?gica Rafael S?nchez Tapia Gildardo Maga?a Francisco Castillo N?jera Juan Andreu Almaz?n.

Miguel Alem?n

Javier Rojo G?mez

Ezequiel Padilla

Miguel Henr?quez Guzm?n

Adolfo Ruiz Cortines Fernando Casas Alem?n Ram?n Beteta

Miguel Henr?quez Guzm?n Gustavo Baz

Adolfo L?pez Mateos

?ngel Carvajal Ernesto P. Uruchurtu

d e

f

1963 a b c

1969 a b c d

1975

Antonio Carrillo Flores Gilberto Flores Mu?oz

Ignacio Morones Prieto

Gustavo D?az Ordaz Donato Miranda Fonseca

Javier Barros Sierra

Luis Echeverr?a Alfonso Corona del Rosal Antonio Ortiz Mena

Juan Gil Preciado Emilio Mart?nez Manatou

Jos? L?pez Portillo Mario Moya Palencia Porfirio Mu?oz Ledo

Hugo Cervantes del R?o Carlos G?lvez Betancourt Luis Enrique Bracamontes

Augusto G?mez Villanueva

7 Frank R. Brandenburg, The Making of Modern Mexico, Englewood Cliffs,,

Prentice-Hall, 1964, p. 106. V?ase tambi?n la declaraci?n de Scott relativa a que: "Como consecuencia, no fue sino hasta que Alem?n dej? la presidencia y Ruiz Gor tines tom? juramento como su sucesor, debido a que C?rdenas y ?vila Camacho ve

taron a los precandidatos preferidos de Alem?n, que la corrupci?n, en toda su mag

nitud, vino a ser del dominio p?blico." p. 251.

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En 1958 se repiti? la misma experiencia con la precandidatura de ?n

gel Carvajal^ ?ntimo amigo del presidente Ruiz Cortines. Su candidatura fue objeto de oposici?n dado que se le identificaba con la derecha, hubiera sido el tercer presidente veracruzano al hilo y porque fue objeto de opo sici?n de cardenistas tan prominentes como Luis I. Rodr?guez y Silvano Barba Gonz?lez.8

Un cuidadoso examen de ?stas u otras postulaciones presidenciales a

partir de 1939 revelan una caracter?stica constante: el presidente no com

parte su decisi?n con nadie, aun cuando consulta a numerosos pol?ticos.9 Sin duda, el presidente ejerce la influencia mayor en la selecci?n de su

sucesor, o m?s concretamente, el candidato es escogido por ?l, pero no tiene el poder para hacer la selecci?n y sostenerla sin tomar en cuenta las opiniones de las otras partes interesadas.1*

8 Morton, p. 92, y Scott, p. 214. Para la mejor descripci?n de la sucesi?n de

1958, v?anse los recientes comentarios de Gilberto Flores Mu?oz, primer precandi dato a la presidencia que hace comentarios sobre el proceso de selecci?n. Julio Sche rer Garc?a, "Al Destapamiento de L?pez Mateos", Exc?lsior, p. 1, v?ase tambi?n, Daniel Cadena Z., El Candidato Presidencial 1976, M?xico: 1975, y los comenta

rios adicionales de los que tienen informaci?n de primera mano citados por Daniel

Cos?o Villegas en Exc?lsio% julio 22, 1974, p. 15. 9 Para testimonio de esto, v?ase Braulio Maldonado S?nchez, Baja California,

Comentario pol?tico, M?xico, B. Costa-Amic, 1960, p. 113 ss; Daniel Cos?o Ville

gas, La sucesi?n presidencial, M?xico, Editorial Joaqu?n Mortiz, 1975, p? 144, quien

concluye, despu?s de hacer el m?s cuidadoso estudio publicado sobre la sucesi?n

presidencial, que un presidente no puede decir nada a sus colaboradores m?s cer

canos porque podr?an tomar ventaja pol?tica de ello. Seg?n Latin America, octubre

17, 1975, p. 323, aun los propios contendientes saben indirectamente de la selecci?n:

"La noticia del destapamiento de Jos? L?pez Portillo fue una sorpresa para la mayo r?a de los mexicanos, pero para ninguno m?s que para el ministro del interior (Gober naci?n), Mario Moya Palencia, candidato de la derecha que confiaba ganar la ca

rrera por la presidencia. Junto con otra esperanza presidencial, Carlos G?lvez Be

tancourt, Moya estaba tomando el almuerzo con el presidente Echeverr?a, mientras

Fidel Vel?zquez p?blicamente promet?a su apoyo a L?pez Portillo. Cuando fue en

terado por un ayudante, Moya se torn? p?lido e, incapaz de seguir almorzando, con

gran prisa dej? la mesa." Pablo Silva Garc?a, ex gobernador de Chiapas, declar? en una entrevista reciente que los gobernadores, durante finales de los sesentas y

principios de los setentas, no fueron consultados respecto del proceso de sucesi?n pre sidencial. V?ase Exc?lsion, octubre 27, 1975, p. 26A.

10 Entre ciertos grupos en M?xico, mucho se ha dicho respecto de la impopula ridad del ?ltimo candidato presidencial, Jos? L?pez Portillo. No obstante, era im

popular principalmente entre los hombres de negocios, un grupo que no ha demos

trado ser influyente en las decisiones sobre sucesi?n presidencial en el pasado. Es

m?s, Echeverr?a no ha sido particularmente sensible a este sector. En tanto otros

precandidatos, como Mario Moya Palencia, ten?a fuertes grupos que los apoyaban,

L?pez Portillo no ten?a un grupo mayoritario que lo apoyara entre los l?deres poli

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La falta de consenso entre los estudiosos en lo que concierne al proceso de postulaci?n presidencial es todav?a m?s claro en un examen de la suce si?n de los gobernadores. Un ejemplo de tal posici?n equ?voca es la afir

maci?n de Frank Brandenburg de que "las transmisiones de poder del gober nador de un estado a su sucesor siguen el patr?n presidencial. La ?ltima

palabra corresponde al jefe de la Familia Revolucionaria, aun cuando en muchos casos ?l ?nicamente sanciona la selecci?n del hombre fuerte lo ca.Vm Esta idea implica que algunas de las elecciones para gobernador son hechas fuera de la presidencia, aunque con el consentimiento del pre sidente.

La conducta de los presidentes, por lo que respecta a las postulaciones de gobernadores, indica que en varios estados, durante los ?ltimos 40

a?os, se ha plegado a los deseos de pol?ticos locales influyentes.12 Esto ha sido cierto a pesar de la recientemente citada declaraci?n del ex go bernador Braulio Maldonado acerca de que todos los gobernadores y altos funcionarios p?blicos son seleccionados directamente por el presidente de

M?xico.13 Los presidentes que tienen en cuenta los deseos locales, o con

ticos influyentes. Un cuidadoso an?lisis sobre decisiones anteriores, indica que el

precandidato m?s popular no es com?nmente el elegido y el ser menos popular no es indicativo de que un precandidato pudiera ser inaceptable. Hist?ricamente ha

blando, es importante hacer notar que el presidente Alem?n, adem?s de sus selec ciones para sucesor y presidente de partido, tuvo el mayor n?mero de gobernadores impuestos que eran impopulares entre los l?deres pol?ticos locales o la poblaci?n del

estado. Est? pudiera sugerir que Alem?n no era conocedor de las opiniones de otros, o que simplemente hizo elecciones pobres. En cualquiera de los casos, no tuvo un

r?cord tan exitoso al hacer decisiones sobre el personal pol?tico, como el de otros

presidentes. 11

p. 150. En M?xico, ?ste contin?a siendo el caso. "Un ejemplo reciente fue el

que ocurri? en la elecci?n de candidatos del pri para senador y diputado por el

estado de Aguascalientes. El gobernador, J. Refugio Esparza Reyes, procediendo como un cacique tradicional, organiz?, a nombre del partido, reuniones privadas, escogi? a los l?deres locales del partido, incluyendo al hijo del presidente del Senado, En

rique Olivares Santana, y present? el hecho a las autoridades del partido en el

centro como un fait accompli" V?ase "M?xico: Unwelcome Walkover", Latin Amer

ica, febrero 6, 1976, p. 44. 12 Pablo Gonz?lez Casanova, La Democracia en M?xico, M?xico, Ediciones Era,

1965, pp. 46-47 y Hansen, p. 112. 13 V?anse pp. 13 y ss., "C?mo llegu? a ser gobernador de mi Estado", as? como su

explicaci?n sobre c?mo fue escogido su sucesor (p. 109). Para una declaraci?n simi

lar hecha por el ex presidente del Senado y precandidato para presidente en 1963, v?ase Manuel Moreno S?nchez, M?xico, 1968-72, Austin, Institute of Latin Amer

ican Studies, 1973, p. 14. V?ase tambi?n la declaraci?n de Alfonso Corona del

Rosal, publicada en Exc?lsior, reimpresa en Latin America, septiembre 26, 1975,

quien destaca que el presidente "escoge, recomienda y apoya a su sucesor en nues

tro proceso electoral interno del partido".

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sultan muy cuidadosamente con los l?deres estatales, act?an as? para con servar la coalici?n pol?tica dominante y mantener su influencia sobre ella.

El presidente Alem?n impuso a Rafael P. Gamboa como el primer pre sidente del Comit? Ejecutivo Nacional del pri pero, ante la sistem?tica

oposici?n de los l?deres del partido, termin? designando a Gamboa como Secretario de Salubridad. Gamboa permaneci? en la secretar?a del partido menos de un a?o y, por ello, tuvo la estad?a m?s corta de cualquier pre sidente del pri. En este caso, aun un presidente tan poderoso como Ale

m?n fracas? en imponer su voluntad a los l?deres nacionales del partido. Un ejemplo del proceso consultivo en operaci?n es la an?cdota de un

ex-diputado local de la legislatura de Yucat?n, quien particip? en un intento de deponer al gobernador Tom?s Marentes Miranda, uno de los alemanistas impopulares. Una delegaci?n de diputados locales fue invitada a venir a la ciudad de M?xico para conferenciar con el Secretario de Go

bernaci?n, ?ngel Carvajal, quien les pidi? una franca respuesta a la pre gunta de si el gobierno federal deber?a eliminar al gobernador. Ellos con testaron en sentido afirmativo y, una semana m?s tarde, Marentes Miran

da renunci? a su puesto.14

A otro nivel de selecci?n, el nacional, los presidentes tienen poder de

jacto para designar a todos los miembros del gabinete o sub-gabinete. Sin embargo, ocho funcionarios del gabinete de los ?ltimos tres reg?menes dijeron al autor que el grado en que el presidente impone su elecci?n de subsecretarios var?a ampliamente de presidente a presidente.15 ?n secre tario de Estado describi? el proceso de selecci?n de los subsecretarios como un proceso de negociaci?n entre el presidente y ?l mismo, quedando este ?ltimo con la posibilidad de escoger a los subsecretarios a cambio de

aceptar la selecci?n presidencial del oficial mayor, puesto de tercera cate

gor?a. No obstante, de las entrevistas se desprende que si el presidente lo

desea, este es un campo en el cual ?l puede actuar libremente, a menos,

14 Entrevista personal, M?rida, Yucat?n, octubre de 1973. Esto es particularmen te interesante si se toma en cuenta la apreciaci?n de la mayor parte de los estudio

sos respecto de que los diputados locales est?n absolutamente subordinados al go bernador. Para comentarios adicionales sobre su renuncia, ver Hispano Americano,

junio 29, 1953 p. 10 y Scott, p. 276. 15 Para un ejemplo extremo al respecto, durante la presidencia de Abelardo Ro

dr?guez, v?ase la jocosa apreciaci?n de Jes?s Silva Herzog sobre la forma como fue

nombrado subsecretario de Educaci?n P?blica por el entonces secretario del ramo,

Narciso Bassols, a quien se le olvid? no s?lo informar al presidente, sino consul

tarlo. Una vida en la vida de M?xico. M?xico, Siglo XXI Editores, 1972, p. 141.

Para otros ejemplos, v?ase Jaime Torres Bodet, Equinoccio, M?xico, Porr?a, 1974,

pp. 240-41, y Greenberg, p. 62.

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desde luego, que el secretario se negara a aceptar su puesto si no hac?a su propia elecci?n de subordinados. Al contrario de las suposiciones de

algunos observadores del sistema pol?tico mexicano en el sentido de que todos los funcionarios p?blicos ambicionan un puesto pol?tico a cualquier precio, algunos han rechazado altos cargos p?blicos.16 Un ejemplo reciente, parece haber ocurrido durante la campa?a pregubernamental de Yuca t?n en 1969 cuando, seg?n la revista Por qu?, el influyente senador federal

V?ctor Manzanilla Schaffer rechaz? la postulaci?n del pri para gober nador, en virtud de que la fue negada la autonom?a administrativa sobre gordemex y el Banco Agrario de Yucat?n, dos instituciones conflicti vas en la historia pol?tica de Yucat?n17 Los ocho ministros entrevistados afirmaron que en los ?ltimos a?os la mayor?a de los presidentes concedie ron a sus secretarios una libertad considerable para elegir a sus subordi nados inmediatos y que la selecci?n estuvo determinada por un arreglo personal entre el secretario y el presidente.18

Lo que apoya a?n m?s la posici?n general adoptada en este trabajo de que los presidentes tienen limitantes a sus poderes de designaci?n es el hecho de que todos, desde C?rdenas, han debido colocar en puestos clave de la administraci?n a personas que no eran "suyas", sino que re

presentaban los intereses de otros y muy poderosos l?deres pol?ticos. Este es un fen?meno consistentemente olvidado por la mayor parte de los es tudiosos que analizan el poder presidencial en M?xico. Los presidentes

mexicanos necesitan designar y retener hombres cuya lealtad hacia otros l?deres pol?ticos puede ser f?cilmente identificada. T?mese nota de la de claraci?n de Scott en el sentido de que: "La experiencia pol?tica colectiva del gabinete de Ruiz Cortines incluy? cuatro gubernaturas, dos puestos ministeriales, otros nueve altos puestos ejecutivos, dos dirigentes militares

m Un antiguo ministro del gabinete expres? al autor que rechaz? tres subsecre tar?as que le ofreci? Miguel Alem?n en 1946. V?ase tambi?n el ejemplo de Luis

Garrido, quien rechaz? dos puestos para embajador, el de Holanda y el de Suecia, de la Secretar?a de Relaciones Exteriores y una designaci?n del presidente ?vila

Camacho para la Suprema Corte. El tiempo de mi vida, memorias, M?xico, Porr?a, 1974, p. 256.

17 Por qu?, octubre, 1969, pp. 22-23. 18

Entrevistas, Ciudad de M?xico, mayo-junio, 1974, junio-julio, 1975. Se die ron ejemplos de secretarios del periodo 1970-1976 que no escogieron a sus subordi nados inmediatos, entre los que se pueden mencionar al ex secretario de Industria

y Comercio y su subsecretario (ahora secretario), quien fue un representante de los intereses mineros en M?xico y al ex secretario de Hacienda y su subsecretario,

Gustavo Petriccioli, quien se gradu? en una instituci?n orientada por la empresa

privada, el Instituto Tecnol?gico de M?xico.

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para la Defensa y la Marina, dos altos bur?cratas del pri y un ex se nador. Los jefes de los departamentos del ejecutivo inclu?an a hombres identificados con el cardenismo, el avilacamachismo y el alemanismo."19

Ciertamente, tales designaciones significan que todos los presidentes me xicanos han sentido la necesidad de llegar a un compromiso con otros po l?ticos influyentes, ya sea en pago de su apoyo p?blico o por abstenerse de participar en la oposici?n.

Una parte de estos nombramientos ha incluido a varios aspirantes pre sidenciales que compitieron con quien lleg? a la presidencia. El ejemplo

m?s notable de tales designaciones fue Ernesto P. Uruchurtu, que continu? como jefe del Departamento del Distrito Federal en el r?gimen de L?pez

Mateos, a pesar de haber sido ?l uno de los precandidatos. (Cuadro A.) A Uruchurtu tambi?n se le ha identificado con la facci?n de Alem?n en la pol?tica nacional. Informaci?n sobre el r?gimen de D?az Ordaz muestra

que de los l?deres pol?ticos de primer nivel de su administraci?n, dos estaban identificados con la camarilla de Manuel ?vila Camacho, cuatro con C?r denas y siete con Alem?n.^0 Para puestos de segundo nivel, fueron desig nados un cardenista y avilacamachista, dos del grupo de L?pez Mateos y seis de la camarilla de Alem?n. En un tercer nivel, dos se identificaron con L?pez Mateos y seis con Alem?n. Otro ejemplo de este fen?meno, en la actual administraci?n, han sido las dificultades enfrentadas por Eche verr?a derivadas de la competencia entre los miembros de su propia ad

ministraci?n, incluyendo al exjefe del L>epartamento del Distrito Federal, Alfonso Mart?nez Dom?nguez, que fue relevado de su cargo en 1971.21 A

pesar de la pugna interna que fue del conocimiento p?blico, Guillermo Mart?nez Dom?nguez, hermano de Alfonso, permaneci? por a?os como Director de la Nacional Financiera, una de las dependencias bancarias de car?cter oficial m?s influyente en M?xico.

Las designaciones presidenciales de personas que representan a varios intereses o grupos pol?ticos son indicativas de la necesidad de llegar a un acuerdo con grupos poderosos dentro de la ?lite gobernante.8*2 La necesi

19 Scott, nota 2, p. 251.

20 V?anse las notas del Cuadro E para una definici?n de estos niveles. 21 V?ase Arthur Liebman, Kenneth Walter y Myron Glazer, Latin American Uni

versity Students: A Six Nation Study, Cambridge, Harvard University Press, 1972, para un cuidadoso an?lisis sobre los acontecimientos que trajeron como consecuen

cia la salida de Alfonso Mart?nez Dom?nguez. Esto ha sido notablemente ejemplifi cado por Jos? L?pez Portillo, despu?s de su designaci?n. En su calidad de candi dato oficial, design? a tres de sus competidores m?s fuertes para ocupar durante su campa?a las tres posiciones de m?s alto nivel en el partido, asegurando as? su

apoyo y cooperaci?n. 2)2 V?ase la declaraci?n de Octavio Paz. "Uno es promovido con el consentimiento

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dad de aceptar un compromiso no solamente nos dice algo de la naturaleza del proceso pol?tico en M?xico en s?, sino tambi?n que el poder presiden cial se ve limitado por otros grupos pol?ticos.

Un segundo problema que ha sido planteado en relaci?n al proceso de

designaci?n, es su competitividad. Una vez m?s, el problema de defini ci?n es muy importante porque, en un sentido limitado, todos los sistemas

pol?ticos muestran diversos grados de competitividad. Esta palabra, tal como se usa en el trabajo, significa que dos o m?s candidatos tienen una

oportunidad razonable de lograr la postulaci?n del partido oficial para un

puesto de elecci?n. La siguiente descripci?n del proceso de postulaci?n de

gobernadores y presidentes toma en cuenta dos caracter?sticas importantes de la pol?tica mexicana, necesarias para entender ese proceso. De un lado, existe competencia dentro de la ?lite dominante para lograr el puesto de

presidente o de gobernador; de otro, parece ser que la capacidad pol?tica y personal del precandidato, seg?n es definida por la ?lite pol?tica y no

por los grupos de oposici?n, es extremadamente importante en la selecci?n final.

Un examen cuidadoso del proceso de selecci?n de gobernadores durante los dos ?ltimos a?os da a conocer condiciones ya presentes en la postula ci?n presidencial. As?, se ve, en primer lugar, que en todas las campa?as gubernamentales hubo m?s de un precandidato fuerte; en segundo t?rmino, que el candidato final no es siempre el precandidato manifiesto o "fuer

te"; y, finalmente, que a la vez que hay ciertas tendencias generales en las postulaciones, cada candidato parece requerir atributos ?nicos, a me nudo peculiares, para cada estado en cada elecci?n espec?fica. Algunos casos concretos son ilustrativos.

La comparaci?n de los procesos preelectorales de Sinaloa en 1968 y 1974 revelan varias caracter?sticas de las campa?as para postular gobernadores. En 1968, el entonces gobernador de Sinaloa, Leopoldo S?nchez Gelis, con

feccion? la lista usual de tres precandidatos (la terna). El precandidato m?s fuerte era Miguel Leysson P?rez, pr?spero agricultor y director del pri en Sinaloa; en segundo lugar estaba un ?ntimo amigo del gobernador, el senador Amado Estrada, y la tercera posibilidad era Alfredo Valdez

Montoya. El gobernador comunic? al entonces presidente del gen del pri

que cualquiera de los tres ser?a un candidato aceptable. Pol?ticamente, la balanza empez? a inclinarse en favor de Vald?s Montoya, despu?s de que

de nuestros superiores. Aunque el partido es bastante desde?oso de las elecciones de

mocr?ticas, respeta el poder de veto aristocr?tico: el presidente tiene el derecho in

discutible de escoger a su sucesor, aun cuando debe consultar a los anteriores pre sidentes y a los altos funcionarios. La ley no escrita es que su candidato al menos

no deber? provocar la oposici?n de estos l?deres", p. 29.

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60 Roderic Ai Camp FI XVII?1

el gobernador anunci? que su estado necesitaba m?s un buen administra dor que un pol?tico. Valdez Montoya, como tesorero del estado, se hab?a

distinguido (desde el punto de vista de la ?lite gobernante), por su esfuerzo en lograr el desarrollo econ?mico de la entidad. El gobernador S?nchez Celis ten?a suficiente influencia entre los l?deres pol?ticos estatales y entre los l?deres del partido nacional para lograr que fuera escogido uno de sus tres candidatos.^8

En 1974, Sinaloa ten?a varios precandidatos fuertes y, entre ellos, esta ba un buen amigo y colaborador de Echeverr?a, Gilberto Ruiz Almada, oficial mayor de la Presidencia; Salvador Robles Quintero, segundo de a bordo del hermano del presidente en el Banco Cinematogr?fico, y Renato

Vega Alvarado, oficial mayor del Departamento del Distrito Federal. La elecci?n final favoreci? al senador Alfonso Calder?n Velarde, un viejo l? der obrero de Sinaloa que no estaba conectado ni con el anterior gober nador, ni con el actual.24 La opini?n de diversos editoriales sugiri? que hab?a sido seleccionado para contrarrestar la cr?tica a las pol?ticas del go bernador en turno en favor de los sectores privilegiados. Su selecci?n fue una completa sorpresa. Ambos casos ponen de manifiesto ciertas cualidades del sistema. Ante todo, que el presidente no impuso para gobernador en 1974 a Ruiz Almada, amigo y colaborador cercano. Resulta tambi?n evi dente que en 1968 el gobernador tuvo cierta influencia en el proceso de selecci?n pero, en 1974, el gobernador tuvo poca si no es que ninguna.

Otra cualidad impl?cita es que la tendencia al ocultamiento propia del sistema contribuy? a que fuera impredecible la identidad del candidato final. Por ?ltimo, aquellas personas que hicieron la decisi?n consideraron la inestable situaci?n pol?tica lo suficientemente importante como para seleccionar a un candidato que, seg?n ellos, pudiera contrarrestar esa si tuaci?n.

Uno de los reveses m?s notables de un "precandidato seguro" tuvo lu

gar en 1961 en el estado de Sonora, cuando Fausto Acosta Romo recibi? el apoyo p?blico de dos de los tres sectores del partido oficial. Pero, en asamblea posterior, el tercer sector, representado por la ctm, dio su

apoyo a Luis Encinas Johnson, quien finalmente fue el precandidato y gobernador de Sonora. La naturaleza competitiva del sistema dentro de la ?lite gobernante tambi?n se confirma por el n?mero de precandidatos

23 El propio S?nchez Celis no era el candidato obvio, pero le gan? la designa ci?n a un amigo del ex gobernador de Sinaloa, hombre fuerte local y presidente del cen del pri, general Gabriel Leyva Vel?zquez. Ley va Ve??zquez perdi? frente al

secretario de Gobernaci?n en esa batalla para obtener que su candidato lo sucediera en 1962. Excelsior, febrero 1, 1974, p. 10.

24 Hispano Americano, abril 29, 1974, p. 23.

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jul-sep 76 Decisiones sobre el personal pol?tico 61

que han competido m?s de una vez, haciendo patente que los propios candidatos consideran tener la posibilidad de ganar. Uno de tales casos fue el de Enrique Bravo Valencia, ex diputado federal y senador, alcalde de Morelia y presidente del pri en Michoac?n. Candidato por cuarta

vez, us? los m?todos t?picos de los candidatos del partido oficial, o sea, declaraciones de apoyo de varios grupos y largas listas de firmas, pero perdi? ante un grupo de precandidatos m?s fuertes, entre los que desta caba un secretario del gabinete en la actual administraci?n. Empero, al

gunos de los que perdieron una vez han triunfado en un intento posterior, como es el caso del gobernador de Tlaxcala, recientemente electo.

La m?s controvertida de las ?ltimas postulaciones tuvo lugar en Ve racruz. Un influyente l?der regional intent? imponer a su candidato, un controvertido pol?tico local, quien hab?a sido considerado responsable de

muchas de las dificultades pol?ticas en el estado. El liderazgo del partido oficial se vio obligado al malabarismo pol?tico, al hacer declaraciones tanto favorables como neutrales acerca de la supuesta candidatura. Otros inte reses en el estado inmediatamente expresaron sus opiniones ante el presi dente y el liderazgo nacional, y el "candidato seguro" tuvo que retirarse del proceso de selecci?n.

Los ejemplos del proceso de postulaci?n anteriormente mencionados revelan varios aspectos del proceso de toma de decisiones en M?xico. Los estrechos v?nculos con el presidente no dan a un precandidato la segu ridad de ser seleccionado para una gubernatura. Otros precandidatos creen que ellos tienen algo que ofrecer al presidente y a otros altos fun

cionarios, lo cual los hace competir con los amigos personales del presi dente. Por ?ltimo, los intereses locales pueden hacer y hacen llamados al

presidente, que traen como resultado el retiro de algunos precandidatos. El presidente es confrontado por grupos que tienden a limitar su capa

cidad para imponer su selecci?n personal. Estos grupos son producto del

personalismo, el nepotismo y la cooptaci?n en el proceso pol?tico. Estas tres pr?cticas tienen una importancia primaria en el sistema, en buena

medida porque la lealtad personal es todav?a el rasgo dominante de la cultura pol?tica, aun cuando la presidencia haya sido institucionalizada, y ayudan a explicar las limitaciones del control presidencial sobre el proceso de selecci?n.

Un logro de la Revoluci?n Mexicana, en el que tanto cr?ticos como

apologistas est?n generalmente de acuerdo, es que el presidente Calles y sus partidarios tuvieron ?xito en reemplazar el dominio de una sola per sona por el dominio de un partido pol?tico. Desde 1935 ning?n hombre ha tenido ?xito en continuar en la presidencia de M?xico m?s all? del t?rmino legal, ya sea controlando a la persona que le sucede o repitiendo

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62 RoDERic Ai Camp FI XVII?1

como presidente. A pesar de ello, el continuismo o la repetici?n de per sonas en altos puestos p?blicos no ha sido eliminado con la sustituci?n de la reelecci?n del presidente por un partido dominante (pri y sus pre decesores). De hecho, M?xico es gobernado por un grupo persistente de individuos descritos vagamente por algunos estudiosos como la "Familia

Revolucionaria5 5.

El gobierno de un hombre ha sido descartado por un sistema que rea lista y simb?licamente es una pir?mide pol?tica.2,5 La piedra angular de esa pir?mide es la lealtad, lealtad a un proceso que beneficia a los par ticipantes y, desde su punto de vista, a M?xico. El sistema, informalmente controlado por la Familia Revolucionaria, exige la lealtad de sus subor

dinados, quienes, en correspondencia, reciben el poder para mantener su

posici?n en la jerarqu?a pol?tica, as? como para incrementar su influencia dentro de la Familia.

Sin la lealtad suprema al sistema, la estructura pol?tica podr?a desinte

grarse y desaparecer el misterio que rodea al proceso de selecci?n dentro del c?rculo interior. En un sentido, esta lealtad se ejemplifica por el he cho de que en los ?ltimos 40 a?os s?lo unos cuantos hombres en el c?rculo

interior, o en sus m?rgenes, han llevado sus desacuerdos personales a la

arena p?blica y ninguno, con la posible excepci?n de Braulio Maldonado, ex gobernador de Baja California Norte, ha escrito un libro acerca de sus asuntos pol?ticos en el cual, franca y abiertamente, pretende ilustrar las labores internas de la Familia Revolucionaria.2"6 El sistema demanda dis

ciplina pol?tica y la recibe cada a?o de numerosos pol?ticos. Ellos pueden criticar en privado a la pir?mide, pero en p?blico mantienen el silencio de la tan a menudo descrita m?scara mexicana.27

El continuismo sigue siendo una caracter?stica del proceso pol?tico na cional y s?lo ha desaparecido a nivel presidencial. Esta afirmaci?n se

ejemplifica con el an?lisis de las carreras de un grupo selecto de funcionarios

2-5 V?ase a Paz para alusiones hist?ricas sobre el simbolismo de la pir?mide en

M?xico. 26 Un ex gobernador de Yucat?n rehus? conversar con el autor, debido a que,

como dijo a un intermediario, "hab?a alguien m?s en la administraci?n nacional que lo hab?a disciplinado hac?a a?os al decirle entre otras cosas que no hiciera ninguna declaraci?n p?blica posterior sobre pol?tica, y que estaba temeroso de ofender a ese

individuo". 27 La misma impredecibilidad del proceso pol?tico es explicada en parte por la

naturaleza muy personalizada del sistema. La reciente candidatura de Emilio S?n

chez Piedras para gobernador de Tlaxcala permite ver claramente esto. Fue conde

nado al ostracismo durante los ?ltimos 14 a?os, despu?s de que pronunci? un

discurso en favor de Cuba en 1960 cuando era l?der de la C?mara de Diputados

(perdi? este puesto debido a su discurso). Exc?lsior, mayo 2, 1974,

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jul-sep 76 Decisiones sobre el personal pol?tico 63

p?blicos quienes, en buena parte, mantienen su lealtad a un sistema por lazos familiares con otros miembros de la ?lite gobernante (familias bu rocr?ticas y nepotismo), por la lealtad personal a un pol?tico influyente (personalismo y camarillismo) y por los intentos del sistema para cooptar a los que est?n fuera y reintegrar al redil a los descarriados (cooptaci?n).

El autor ha intentado examinar los antecedentes de todos los pol?ticos influyentes de M?xico, que han sido considerados por los analistas m?s

importantes del sistema pol?tico mexicano como miembros de la familia

gobernante, as? como determinar las interrelaciones en las carreras de estos individuos.28 El an?lisis de estos datos pone de manifiesto que el conti nuismo dentro de un grupo relativamente peque?o ha sido una caracte r?stica persistente del sistema mexicano. De aqu? que este estudio intente demostrar la importancia del personalismo, las relaciones familiares y la

cooptaci?n en el proceso de continuismo pol?tico, y como una limitaci?n al poder presidencial en el proceso de selecci?n.

Personalismo

El personalismo en el proceso pol?tico mexicano se ejemplifica por la ca marilla o dique pol?tico. A pesar de la importancia clave de este proceso para entender el sistema pol?tico, ning?n estudioso norteamericano, excepto Johnson y Camp, ha dedicado alguno de sus an?lisis a este fen?meno. "La camarilla o dique pol?tico es clave para entender la creaci?n, mantenimien to y transmisi?n de poder dentro del Partido Revolucionario Institucional de M?xico." Es un t?rmino que denota un compadrazgo personal, basado en buena medida en las lealtades pol?ticas de los seguidores y sus l?deres.29 Este dique personal, como el sistema oficial mismo, tiende a formar una estructura piramidal dentro de la pir?mide m?s grande del sistema oficial. Sin embargo, no deber?a darse por sentado que todos los miembros de una camarilla determinada son leales al hombre que est? en la cima, pero s?

que hay muchas camarillas dentro de la camarilla original encabezadas por individuos que reciben las lealtades. Para dar una explicaci?n realista de este proceso, es preciso examinar el sistema pol?tico mexicano en un mo

mento dado para determinar qui?n es el l?der de la Familia Revolucionaria

o, para nuestros prop?sitos, la camarilla primaria. Normalmente, excepto

28 Incluye un grupo de hombres clave, totalizando alrededor de 400, cuyas bio

graf?as aparecen en Roderic Ai Camp, Mexican Political Biography, 1935-74, Tuc

son, University of Arizona Press, 1976. 29 Kenneth F. Johnson, Mexican Democracy: A Critical View, Boston, Allyn and

Bacon, 1971, p. 70.

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cuando un presidente d?bil sucede a un presidente fuerte, la cabeza de la camarilla primaria ser? el presidente de M?xico. Las camarillas secundarias a menudo ser?n encabezadas por sus colaboradores m?s cercanos, general mente miembros del gabinete, al frente de las principales agencias descen tralizadas o en el Comit? Ejecutivo Nacional (gen) del partido oficial y, ocasionalmente, en los sindicatos u organizaciones sectoriales. Las camari

llas que ocupan un tercer nivel est?n encabezadas por individuos que, a su

vez, son leales a los hombres m?s cercanos al l?der de la Familia Revolu cionaria. Otros niveles inferiores pueden ser determinados, aun y cuando en el periodo examinado por el autor (1934-74) no fue posible identificar camarillas que sobrepasaran el cuarto nivel. Simb?licamente, podemos resumir que la camarilla viene a ser un reducido grupo piramidal, el cual, a su vez, es absorbido por uno m?s grande y, posteriormente, por una es tructura piramidal a?n mayor, hasta que finalmente emerge el sistema o la

pir?mide misma. La camarilla no ha sido examinada por los estudiosos porque consiste en

una agrupaci?n de personalidades cuya extensi?n s?lo puede ser determi nada identificando las lealtades personales y las conexiones en las carreras de los individuos, a fin de comprobar si existe tal relaci?n. A pesar de las dificultades obvias para identificar esas relaciones, el autor ha sido capaz de lograr esto en un buen n?mero de casos, familiariz?ndose en cierto

Cuadro B

n?mero de miembros de las cliques pol?ticas iniciadas

en una camarilla primaria encabezada por un presidente

mexicano

Camarilla

ler. 2 o. 3 er. 4o. Presidente nivel nivel nivel nivel Total

C?rdenas 26 43 15 1 85 ?vila Camacho 14 20 2 ? 36 Alem?n 32 36 5 1 74 Ruiz Cortines 9 1 1 1 12

L?pez Mateos 20 5 ? ? 25 D?az Ordaz 8 6 8 2 24 Echeverr?a 20 16 2 ? 38

8 El hecho de pertenecer a una clique est? determinado por una de tres condiciones: el l?der de la camarilla design? a una persona para un puesto p?blico; el l?der de la camarilla ayud? a un individuo a obtener un puesto p?blico de alguien m?s; o el l?der y el seguidor eran familiares. Esta informaci?n se basa en cientos de cartas, entrevistas y memorias publicadas.

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juL-sep 76 Decisiones sobre el personal pol?tico 65

detalle con sus carreras. Los resultados de este esfuerzo han hecho posible identificar a 121 individuos dentro de la camarilla del nivel primario, to

mando a los siete ?ltimos presidentes como los l?deres de la camarilla pri maria. (Cuadro B.) Esta muestra desde luego no incluye a todos, desde el momento en que no fue posible identificar espec?ficamente a muchos pol? ticos influyentes como miembros de una camarilla determinada; la cantidad de miembros identificables de una camarilla es mucho mayor entre los pre sidentes que han sido clasificados por la mayor?a de los estudiosos como "fuertes" (L?zaro C?rdenas, Miguel Alem?n, Adolfo L?pez Mateos y Luis

Echeverr?a), que entre aquellos que no lo son. La capacidad de estas cama rillas para desenvolverse en escalones m?s bajos de grupos de apoyo parece tambi?n estar determinada por el esfuerzo continuado del rl?der de la cama rilla primaria para permanecer como un miembro fuerte de la familia. Las camarillas de C?rdenas y de Alem?n deben ser tomadas en cuenta en forma

especial. La repentina muerte de L?pez Mateos trajo como consecuencia una p?rdida de ?mpetu en el desarrollo de su camarilla y, por necesidad, sus miembros vinieron a formar parte de otra camarilla pol?tica. ?vila Camacho ten?a una fuerte camarilla secundaria debido, en buena medida, a las lealtades logradas por sus dos hermanos.

Las identificaciones de la camarilla, adem?s de ser inherentemente dif? ciles de comprobar, son tambi?n sutiles en virtud de que cambian al modi ficarse la fortuna del l?der de la misma.30 Los miembros del grupo primario han sido m?s estables, desde el momento en que han sido dirigidos por los

presidentes mexicanos que generalmente han tenido un ?mpetu ascendente y consistente dentro de la pir?mide. Los l?deres de camarillas secundarias, no obstante, tienden a fluctuar, permaneciendo con el "grupo en el poder" en una administraci?n y con el "grupo fuera del poder" en la siguiente.1*1

Los miembros m?s poderosos de la familia pueden ser identificados, en

20 Richard Fagen y William Tuohy describen de manera adecuada el impacto de las fortunas fluctuantes entre los l?deres pol?ticos mexicanos: "Ya que las carreras derivan de una secuencia de designaciones que dependen en buena medida de leal tades y v?nculos personales, un pol?tico agresivo y con ?xito a menudo re?ne un

c?rculo de seguidores (brazos) que est?n en deuda con ?l como jefe o patr?n y que necesariamente est?n identificados con ?l. Tales agrupaciones se conocen co

m?nmente como camarillas. A todos los niveles. De este modo, a todos los niveles

hay una tensi?n sustancial entre la necesidad de ser identificado con y protegido por un patr?n, y la necesidad de mantener una suficiente independencia de acci?n, identificaci?n y otros contactos que le permiten a uno rescatarse a s? mismo, en el

caso de que la carrera y la influencia del patr?n empiece a declinar." Politics and

Privilege in a Mexican City, Stanford, Stanford University Press, 1972, pp. 25-26. 3i Martin H. Greenberg, Bureaucracy and Development: A Maxican Caste Study,

Lexington, D. C. Heath, 1970, p. 68.

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66 RoDERic Ai Camp FI XVII?1

parte, a trav?s de su capacidad para retener posiciones de alto nivel, inde

pendientemente de la administraci?n.32 Esto ha sido cierto para un selecto

grupo de mexicanos, menos de dos docenas en los ?ltimos 40 a?os. Es dif?cil colocar a una persona en una camarilla determinada durante toda su carrera, dado que un individuo avanza y sostiene su posici?n principal

mente por su habilidad para determinar cu?les l?deres van a sobrevivir y avanzar dentro del sistema. Los hombres que han sido clasificados dentro de una camarilla determinada en los cuadros siguientes han sido incluidos en virtud de su identificaci?n positiva con esa clique en alguna etapa de su carrera, preferentemente en una etapa temprana y antes de obtener un

puesto que los clasificar?a como influyentes pol?ticos. (Cuadros B y C.) En la mayor parte de los casos c?e identificaci?n con una camarilla es

claro el punto en el cual una persona es reclutada dentro del grupo, as? como en el sistema. No es sorprendente que las principales fuentes de re clutamiento dependan casi enteramente de las experiencias en la carrera y en el entrenamiento del l?der de la camarilla primaria. Esta divisi?n en la camarilla primaria se lleva a otros niveles en virtud del efecto multiplicador de las asociaciones de las carreras del grupo original. Por ejemplo, los con tactos revolucionarios son importantes en los grupos primarios de C?rdenas,

?vila Camacho y, en menor grado, en el de Ruiz Cortines, pero son in existentes para todos los otros presidentes que no estuvieron personalmente involucrados en la Revoluci?n y que no tuvieron carreras militares. (Cuadro C). En t?rminos de educaci?n preuniversitaria, los presidentes sin educa ci?n universitaria formal (C?rdenas, Avila Camacho y Ruiz Cortines) no tienen en sus camarillas un gran n?mero de contactos iniciados en la escuela, aun cuando todos ellos tuvieron contactos significativos en la escuela pri maria, ilustrativos de las lealtades que se desarrollaron en la infancia.33 En

contraste, los presidentes con educaci?n universitaria tienen un n?mero abrumador de contactos procedentes de esta fuente (Alem?n, L?pez Mateos, D?az Ordaz y Echeverr?a) .34 El ?nfasis en la carrera tambi?n se manifiesta

por el hecho de que C?rdenas y Alem?n tuvieron puestos bastante impor tantes en sus primeros a?os en la pol?tica de Michoac?n y Veracruz, lo que

32 La posici?n de nivel m?s alto se define en la nota a del Cuadro E. 33 C?rdenas asisti? a la escuela primaria con su secretario de Industria y Co

mercio, ?vila Camacho fue a la escuela con Vicente Lombardo Toledano, y la

carrera administrativa de Ruiz Cortines dependi? de sus relaciones con un maestro

que lleg? a ser l?der revolucionario. V?ase el trabajo del autor "Mexican Governors

since C?rdenas, Education and Career Contacts", Journal of Inter-American Studies

and World Affairs, noviembre, 1974, pp. 454-481. 34 Los contactos personales de D?az Ordaz, como estudiante, disminuyeron con

siderablemente por el hecho de que fue a la Universidad de Puebla en lugar de

asistir a la Universidad Nacional.

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jul-sep 76 Decisiones sobre el personal pol?tico 67

Cuadro C

Camarillas y reclutamiento desde C?rdenas a Echeverr?a

Camarilla

Presidente y tipo ler. 2o. 3er. 4o. de reclutamiento nivel nivel nivel nivel Total

C?rdenas Revoluci?n 9 10 ? 19 Estado 8 9 1 ? 18 Sector privado 3 9 2 1 15 Escuela 1 6 5 ? 12 Familiares 1 2 ? ? 3 Burocracia Fed. 2 1 5 ? 8

Totala 24 (2) 37 (6) 13 (2) 1 75 (85)

?vila Camacho Revoluci?n 7 2 ? ? 9 Estado 1 4 ? ? 5 Sector privado 1 2 ? ? 3 Escuela 1 4 1 ? 6 Familiares 2 4 ? ? 6 Burocracia Fed.

? 4 ? ? 4

Total 12 (2) 20 1 (1) 0 33 (36)

Alem?n Revoluci?n

? ? ?- ? 0

Estado 4 2 ? ? 6 Sector privado 1 5 ? ?-6 Escuela 26 14 2 1 43 Familiares ? 6 ? ? 6 Burocracia Fed. 16 2 ? 9

Total 32 33 (3) 4 (1) 1 70 (74)

Ruiz Cortines Revoluci?n 3 Estado 1 Sector privado 1 Escuela

?

Familiares ?

Burocracia Fed. 4

Total 9 1 0 0 10

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68 RoDERic Ai Camp FI XVII?1

Cuadro C (contin?a)

Camarilla

Presidente y tipo ler. 2o. 3er. 4o. de reclutamiento nivel nivel nivel nivel Total

L?pez Mateos Revoluci?n

? ? ? ? 0

Estado 1 1 ? ? 2 Sector privado

? 3 ? ? 3 Escuela 12 ? ? ? 12 Familiares

? ? ? ? 0

Burocracia Fed. 3 1 ? ? 4

Total 16 (4) 5 0 0 21 (25)

Diaz Ordaz Revoluci?n

? ? ? ? 0

Estado ? 1 ? ? 1 Sector privado

? ? 112 Escuela 2 3 5 ? 10 Familiares

? ? ? ? 0

Burocracia Fed. 12 2 16 Electivo 2 ? ? ? 2

Campa?a 3 ? ? ? 3

Total 8 6 8 2 24

Echeverr?a Revoluci?n

? ? ? ? 0

Estado ? ? ? ? 0

Sector privado 13 1?5 Escuela 10 9 1 ? 20 Familiares 3 ? ? ? 3 Burocracia Fed. 4 2 ? ? 6 Electivo ? 1 ? ? 1

Campa?a 2 ? ? ? 2

Total 20 15 (1) 2 0 37 (38) a Los n?meros entre par?ntesis incluyen a individuos que pudieron ser identificados

como miembros de una camarilla, pero cuyos medios de reclutamiento no pudieron ser determinados.

se hace patente por el gran n?mero de contactos del terru?o, especialmente en el grupo de C?rdenas. Por otra parte, D?az Ordaz y Echeverr?a nunca

tuvieron una posici?n administrativa o de elecci?n de naturaleza local

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jul-sep 76 Decisiones sobre el personal pol?tico 69

(Echeverr?a es originario del Distrito Federal) y, consecuentemente, sus ca marillas no reflejaron esta fuente de contacto. El factor confianza o lealtad en la camarilla se muestra no solamente por estas amistades de largo tiempo iniciadas a principios de la carrera de una persona, sino tambi?n por la continua importancia del puesto m?s significativo para hacer contactos, el de secretario privado. Esta posici?n, m?s que ninguna otra en el sistema

pol?tico mexicano, requiere de un v?nculo definido de lealtad y confianza entre quien tiene la posici?n y el que lo emplea.

Las tendencias en las carreras de los l?deres pol?ticos tambi?n se reflejan en los patrones de reclutamiento de las camarillas. El reclutamiento entre los pol?ticos de nivel estatal ha disminuido desde Alem?n, pues s?lo hay cuatro casos en los cuatro ?ltimos grupos primarios. El contacto en la bu rocracia nacional ha pasado de ser el menos importante en el grupo de C?rdenas al primer lugar desde Alem?n, indicio de la importancia de las carreras basadas en la administraci?n nacional.

Las dos camarillas primarias consideradas como prototipo desde 1935 son la de C?rdenas, representando al grupo reclutado de fuentes revoluciona rias y de gobiernos estatales, y la de Alem?n, ilustrativa del grupo reclutado

por contactos educativos y en el gobierno federal. Un examen detallado de estas dos camarillas da una idea m?s exacta de c?mo se desarrollan estas relaciones y qu? tipo de individuo es miembro de una camarilla.

Las camarillas de C?rdenas y de Alem?n

C?rdenas, como l?der de una de las m?s importantes camarillas primarias en la pol?tica mexicana reciente, fue por s? mismo un ejemplo de recluta miento revolucionario, primero como subordinado de Obreg?n y, despu?s, de Calles. El grupo de C?rdenas fue integrado por personas reclutadas den tro de seis categor?as: revolucionaria o militar, de puestos estatales, la es

cuela, la secretar?a privada, la burocracia federal y la familia. (Cuadro D). Un ejemplo de un contacto revolucionario fue Eduardo Hay, quien pele? con C?rdenas a las ?rdenes del general Obreg?n y lleg? a ser Jefe del Es tado Mayor bajo los generales Iturbe y Villarreal. C?rdenas lo design? Secretario de Relaciones Exteriores en 1935. Los secretarios privados fueron tambi?n un grupo importante en su camarilla, y tres de ellos llegaron a ser muy prominentes. Uno particularmente importante fue Luis I. Rodr?

guez, quien en 1937 ascendi? de esa posici?n a la de gobernador de Gua

najuato entre 1937-1938 y 1939-1940 y, en el ?nterin, fue presidente del gen del Partido de la Revoluci?n Mexicana (precursor del pri). M?s

tarde, fue senador federal durante el r?gimen de Ruiz Cortines, 1952-1958. Aun cuando C?rdenas no asisti? a la universidad, su contacto personal

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Roderic Ai Camp FI XVII?1

Cuadro D

Continuismo de la camarilla de C?rdenas

A dministraci?n

Posici?n ?vila

Camacho Ale m?n

Ruiz L?pez Cortines Mateos

D?az Ordaz

Eche verr?a

Agencia descentra

lizada Cabinete Gobernador

Embajador Senador

CEN/PRI Sindicato

Suprema Corte

Total

1 _ _

Continuismo de la camarilla de Alem?n

Posici?n

Agencia descentra

lizada Gabinete Gobernador Senador

Suprema Corte Precandidato a la

presidencia Sindicato

Administraci?n

?vila Camacho

Ale m?n

Ruiz Cortines

L?pez Mateos

? ? 2 ?

3 ?

2 5

2 ?

D?az Ordaz

9 _ _

Eche verr?a

Total 14 10

con Efra?n Buenrostro Ochoa en la escuela primaria cre? el tipo de lealtad

personal que durar?a toda la vida, as? como de confianza necesaria en la

carrera de un pol?tico mexicano. Pas? de Secretario General de Gobierno

de C?rdenas en Michoac?n a Subsecretario de Hacienda y, posteriormente, fue Secretario de Industria y Comercio durante su administraci?n. Durante

el r?gimen de ?vila Camacho fue Director General de Pemex. C?rdenas,

que lleg? a ser prominente en el ?mbito nacional debido a sus habilidades

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como gobernador de Michoac?n, tambi?n introdujo a muchos de sus par tidarios de esa ?poca en la pol?tica nacional, uno de los cuales fue Ra?l

Castellanos Jim?nez Jr., quien inici? su carrera con C?rdenas como juez del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Michoac?n. Fue Procura dor General del Distrito Federal y de 1963 a 1972 Ministro de la Suprema Corte. A pesar de que C?rdenas tuvo muchos hermanos y hermanas, ?ni camente uno, D?maso, destac? en la pol?tica, fungiendo como gobernador de Michoac?n durante la administraci?n de Alem?n.

El continuismo de la camarilla de C?rdenas fue perpetuado por muchos miembros de ese grupo primario. Un excelente ejemplo es Luis I. Rodr?

guez, quien ayud? a su protegido, Carlos A. Madrazo, despu?s de que fue su secretario privado cuando Rodr?guez fue gobernador de Guanajuato y presidente del gen del prm. Madrazo sigui? adelante llegando a diputado federal en la administraci?n de ?vila Camacho, a gobernador de Tabasco en la de L?pez Mateos y, al igual que su mentor, a la presidencia del gen del pri en la administraci?n de D?az Ordaz. ?l, a su vez, cre? una camarilla de tercer nivel, de la que form? parte su hijo Carlos, reciente mente electo diputado federal por el Distrito Federal. Tambi?n fue miem bro de esa camarilla Lauro Ortega quien, junto con Madrazo, contribuy? a formar en 1942 la Confederaci?n Nacional de Organizaciones Populares y lleg? a ser Secretario General de Madrazo en el cen del pri, reempla z?ndolo como presidente del cen cuando aqu?l fue presionado para re nunciar en 1965.

La camarilla original de C?rdenas tiene un total de 26 miembros iden tificables y 12 que continuaron en altas posiciones pol?tico-administrativas

m?s all? de su r?gimen. Conjuntamente, estos individuos ocuparon 28 po siciones de alto nivel en las subsiguientes administraciones, en especial en la de Ruiz Cortines.

La camarilla de Alem?n, al igual que la de C?rdenas, era numerosa, pero reclutada en diferentes fuentes: la escuela primaria, la preparatoria y universidad y, con menor importancia, de la pol?tica estatal de Veracruz.

(Cuadro D.) Ning?n miembro de la camarilla primaria fue revolucionario o pariente, desde el momento en que el propio Alem?n no fue un revolu

cionario, ni tuvo alg?n hermano activo en la pol?tica. La camarilla de Alem?n es el prototipo del nuevo liderazgo civil-burocr?tico que caracte riza a M?xico desde mediados de los cuarentas.

Un porcentaje abrumador de integrantes de su camarilla procedieron de las relaciones escolares hechas antes de que Alem?n cumpliera los 23 a?os de edad. Esto no s?lo es ilustrativo de la importancia que tiene el sistema educativo para el reclutamiento pol?tico en el M?xico moderno,

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sino tambi?n de la importancia de las viejas amistades y la confianza que se requiere para ser de los m?s cercanos colaboradores.

Uno de los m?s destacados condisc?pulos de Alem?n en la Universidad Nacional de M?xico fue Ernesto P. Uruchurtu, quien hasta 1946 ?nica mente ocup? puestos judiciales y administrativos secundarios; en ese a?o se convirti? en secretario auxiliar de la campa?a presidencial de Alem?n.

Durante un corto lapso fungi? como secretario General del Comit? Ejecu tivo Nacional del pri, dejando el puesto para ser subsecretario y despu?s secretario de Gobernaci?n. Ruiz Cortines lo design? en 1952 Jefe del De

partamento del Distrito Federal y, a fines de su administraci?n, surgi? como

precandidato a la presidencia. A pesar de que perdi? en la carrera presi dencial continu? como Jefe del Departamento del Distrito Federal en los

reg?menes de L?pez Mateos y de D?az Ordaz, hasta 1966, cuando fue obli

gado a renunciar en medio de una campa?a contra la corrupci?n. Alem?n no utiliz? a sus secretarios privados como posici?n de reclutamiento para su camarilla, debido a que Rogerio de la Selva estuvo en ese puesto de 1934 a 1946 ininterrumpidamente; es decir, estuvo al lado de Alem?n desde

que ?ste estuvo en el Tribunal Superior de Justicia de Veracruz. De la Selva

fungi? como secretario del presidente en el r?gimen de Alem?n y fue de nuevo su secretario privado cuando dej? la presidencia y dirigi? el Consejo Nacional de Turismo.

Las camarillas secundarias pueden ser bien ejemplificadas utilizando al

grupo pol?tico que rodeaba a E. P. Uruchurtu. Uno de estos hombres, Arturo Gonz?lez Cos?o, fue su secretario auxiliar mientras Uruchurtu fue Jefe del

Departamento del Distrito Federal. En 1970 estuvo en un puesto de nivel intermedio en la Secretar?a de Industria y Comercio y, posteriormente, fue Secretario de Educaci?n Pol?tica en el gen del pri y miembro de su nuevo Consejo Consultivo. Dos a?os m?s tarde, se enfrent? al ex presidente del Partido Acci?n Nacional, Manuel Hinojosa, en la campa?a para dipu tado federal por el Distrito Federal, ganando la elecci?n.35 Otra persona fue su padre, Gustavo, quien fue diputado federal en los veintes y que lleg? a senador federal por Sonora durante la administraci?n de Alem?n.

El grupo primario de Alem?n, como el anterior de C?rdenas, sigui? te niendo influencia en la pol?tica de M?xico mucho tiempo despu?s de que la administraci?n de Alem?n toc? a su fin en 1952. Dieciocho de los 32

35 La postulaci?n por parte del pri para representar a un distrito legislativo, por lo general es el equivalente de una elecci?n. No obstante, no siempre es este

el caso, y en las elecciones de 1973 el partido oficial "sacrific?" a varios de sus

candidatos que fueron disciplinados por su comportamiento. El autor est? usando la

frase "ganando la elecci?n" para indicar que el individuo objeto de discusi?n no

fue sacrificado ante un candidato fuerte de la oposici?n.

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miembros del grupo primario ocuparon 39 puestos de alto nivel en las si

guientes administraciones.

En la medida en que el presidente es m?s joven, el grupo primario surgido a su alrededor tiene mayores posibilidades de seguir siendo influ

yente en administraciones posteriores. El personalismo no ha sido en reali dad reemplazado por la institucionalizaci?n, sino que contin?a funcionando como un fuerte v?nculo entre las diques pol?ticas constituidas a trav?s de lazos de lealtad que culminan en una camarilla l?der. Estas camarillas com

piten entre s? para adquirir el control de la Familia Revolucionaria, aun cuando el control de una sola camarilla nunca puede ser absoluto. Las lu chas por el poder entre varios individuos en el seno del partido oficial son frecuentemente conflictos entre camarillas competidoras, m?s que verdaderos debates ideol?gicos. Esto explica por qu? es imposible para el presidente tener un control absoluto sobre el proceso de selecci?n.

De ah? que, en conjunto, las posiciones de alto nivel son ocupadas en cierto momento por los miembros de todas las camarillas anteriores, m?s

aquellos individuos que pertenecen a grupos que est?n compitiendo con la camarilla primaria del presidente en turno. La importancia del continuismo en la pol?tica mexicana puede ejemplificarse con un an?lisis de los antece dentes de la carrera de los 201 funcionarios p?blicos de alto nivel de la administraci?n de D?az Ordaz, el antecesor inmediato del r?gimen actual. Las anteriores camarillas primarias y secundarias contribuyeron con el siguiente n?mero de personas a la administraci?n de D?az Ordaz: C?r denas (6), ?vila Camacho (3), L?pez Mateos (5), Alem?n (20) y Eche

verr?a, tomada como una camarilla competitiva (10). Cuarenta y cuatro de los funcionarios p?blicos de alto nivel, que representaron el 22% del total de la administraci?n de D?az Ordaz, estaban positivamente identi ficados como miembros de otras camarillas primarias. (Cuadro E.)

Cuadro E

Repetici?n de funcionarios p?blicos de alto nivel

en la administraci?n de D?az Ordaz, 1964-1970

Funcionarios

p?blicos de alto nivel

201 100%

ler. nivel*

77

38.3%

2 o. nivel

78

38.8%

3er. nivel

98

48.8%

Miembros de la

familia re volucionaria*3

16

08%

Total de los

que ten?an

experiencia anterior

149 74.1%

a Los funcionarios p?blicos de primer nivel son personas con las siguientes posicio nes: secretario y subsecretario del gabinete, director general de las principales em

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74 Roderic Ai Camp FI XVII?1

El continuismo no solamente est? restringido a miembros identificables de las camarillas primarias o secundarias, sino que tambi?n es una carac ter?stica de la mayor?a de los funcionarios de alto nivel. La mayor parte de los funcionarios p?blicos designados para ocupar los puestos de alto nivel en la administraci?n de D?az Ordaz, por ejemplo, tuvieron puestos similares en administraciones anteriores. Espec?ficamente 77, o sea el 38% ya hab?an ocupado en otras administraciones puestos de primer nivel; 78

presas descentralizadas, presidente de la C?mara de Diputados y Senadores, se cretario general de los sindicatos m?s importantes y de organizaciones pri?stas;

miembros del Comit? Ejecutivo Nacional del pri; gobernadores, presidente de la Suprema Corte y los embajadores de M?xico en Estados Unidos, Gran Breta?a y la oea. Los funcionarios p?blicos de segundo nivel incluyen: al oficial mayor de las se

cretar?as, subdirectores de las principales empresas descentralizadas; senadores, di rectores de empresas descentralizadas de segundo nivel, secretario general de los sindicatos nacionales secundarios; alcalde de Guadalajara y de Monterrey; presi dente del pri en el d.f., presidente de la Junta Federal de Conciliaci?n y Ar

bitraje; vicepresidente de la C?mara de Diputados y la de Senadores. Los funcionarios p?blicos de tercer nivel incluyen: diputados federales; secretario

general de Gobierno (Estado); posiciones de tercera y cuarta categor?a en el gabi nete; juez de la Suprema Corte y subdirector de las empresas descentralizadas secundarias.

b Los miembros de la Familia Revolucionaria pueden definirse como aquellas per sonas que tuvieron tres o m?s posiciones de primer nivel en administraciones an teriores.

Repetici?n de funcionarios de alto nivel en la administraci?n de D?az Ordaz, 1971-1974

Administraci?n de Echeverr?a^ Miembros Total de los

Funcionarios de la que ten?an

p?blicos ler. 2o. 3er. familia re- experiencia de alto nivel nivel nivel nivel volucionaria anterior

169a 52 18 19 ~~9 82 "

30.8% 10.7% 11.2% 5.3% 48.6% a El total de la muestra ha sido reducido a 169, como consecuencia de que dieciocho

personas hab?an fallecido para 1971, trece estaban en su puesto en 1973 y una en ferma.

b Para una informaci?n m?s amplia sobre los resultados, ver el excelente trabajo de Peter H. Smith, "Continuity and Turnover Within the Mexican Political Elite, 1800-1971", preparado para el IV Congreso Internacional de Estudios Mexicanos, Santa M?nica, California, octubre 17-21, 1973. Smith utiliza una muestra m?s

grande para la administraci?n de D?az Ordaz (610 funcionarios en posesi?n de su

cargo). Sin embargo, el autor est? usando una muestra de 201 funcionarios ocu

pando ?nicamente puestos de oficial mayor para arriba. De aqu? que nuestra mues tra sea mucho m?s selectiva, dado que s?lo est?n considerados los funcionarios

p?blicos de nivel m?s alto, en tanto que la de Smith incluye a cualquiera con una

posici?n en cada uno de los tres niveles mencionados.

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o sea el 39% tuvieron puestos de segundo nivel y 98 o el 49% fungieron en puestos de tercer nivel. Ciento cuarenta y nueve personas ocuparon uno

o m?s de estos puestos antes de ocupar el que les correspondi? entre 1964

y 1970. La repetici?n en las posiciones de alto nivel por miembros de la admi

nistraci?n de D?az Ordaz fue igualmente sorprendente. De la muestra ori

ginal de 201 personas, 169 estaban en condiciones de ser nombradas para ocupar un puesto en el r?gimen de Echeverr?a (32 individuos fueron elimi nados debido a muerte o enfermedad, o bien, porque continuaron en el

puesto para el cual fueron designados por D?az Ordaz). De los 169 miem bros de la administraci?n de D?az Ordaz, 82, o sea cerca de la mitad, per manecieron en posiciones de alto nivel en la primera mitad del r?gimen de Echeverr?a.

El sistema pol?tico mexicano est? construido con base en el continuismo de un sistema de camarillas, que influye directamente en las posibilidades del presidente de elegir a las personas que ocupan los altos puestos pol? ticos. El propio presidente es producto de una selecci?n negociada entre

grupos en competencia, y ha logrado su puesto en virtud de que ha sido

capaz de unir a los grupos m?s importantes (cualitativa y cuantitativamen

te) como sostenes de su propio poder pol?tico. Su elecci?n no s?lo se en

cuentra cada vez m?s limitada por el ambiente pol?tico, sino tambi?n por las recompensas que se ve obligado a dar a las camarillas que lo sostienen. Es de suponer que el presidente puede algunas veces aplazar la recompensa a una camarilla con la cual est? obligado, si el ambiente pol?tico es lo su

ficientemente inestable como para demandar los conocimientos y habilidades

de una persona diferente. En otros casos, lo contrario es cierto. Si el resul tado final en cada caso puede parecer inconsistente, s?lo se debe al hecho

de que la inclinaci?n al secreto propia del sistema hace dif?cil determinar

cu?l de estas dos presiones (obligaci?n pol?tica o ambiente pol?tico) es m?s

importante para mantener todo el sistema viable y satisfecho. Adem?s del

sistema de camarilla, otra forma de personalismo que contribuye al proceso de continuismo es la familia burocr?tica.

Familias pol?ticas

La fuerza de los lazos familiares, o para usar el t?rmino peyorativo, el

nepotismo, tiene una primordial importancia debido al reducido n?mero de

personas que dominan los puestos de alto nivel. El prop?sito de esta parte del trabajo no es dar la impresi?n de que los lazos de consanguineidad son

una relaci?n que siempre denota un franco nepotismo, o sea, la designaci?n

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de un pariente poco preparado o carente de educaci?n para una prebenda burocr?tica.36 A los m?s altos niveles, el acaparamiento de puestos p?blicos por una familia rara vez es nepotismo, sino m?s bien el resultado de una cultura pol?tica que fortalece la importancia de la familia para lograr el

grado de seguridad y confianza necesario para establecer relaciones pol?ticas estrechas.37 Los lazos familiares son un pasaporte, por as? decirlo, que per mite el f?cil acceso a los m?s altos escalones pol?ticos. Este acceso es m?s f?cil de obtener debido a que un pariente ha dado su aval a la lealtad

pol?tica de alguien, a trav?s de sus propias y anteriores lealtades y compro misos con el sistema.

Tomando en cuenta la reducida cantidad de personas que forman nues tro universo de influyentes pol?ticos, el n?mero de relaciones burocr?tico familiares a las que se les puede seguir la pista, es verdaderamente cuan tioso. (El autor tambi?n ha supuesto que muchos de los lazos de fa

milia, tales como los parentescos pol?ticos, no son f?ciles de identificar). Los tipos de parentesco m?s usuales entre las ?lites pol?ticas son: hermanos

(60); padre-hijo (56); t?os-sobrinos (13); abuelos y bisabuelos-nietos y bisnietos (7); esposo-esposa (2) y suegro y yerno (1).

Los presidentes no han sido inmunes a la tendencia de tener familias

pol?ticamente activas. Esto ha sido especialmente cierto respecto de C?rde nas, ?vila Camacho y Echeverr?a. Un ejemplo de dos hermanos que recien temente han ocupado puestos pol?ticamente importantes es el de Alfonso

Mart?nez Dom?nguez, ex presidente del cen del pri y regente del Distrito

Federal, y su hermano Guillermo, que fue Director General de la Comisi?n Federal de Electricidad y Director General de la Nacional Financiera du rante 1970-1974.^ Tambi?n existen algunos ejemplos del parentesco padre hijo, pudi?ndose mencionar a Mario Ram?n Beteta, Secretario de Hacienda e hijo de Ignacio Beteta, Jefe del Estado Mayor en el r?gimen del presi

36 A un notorio gobernador de Guerrero de los sesentas se le imput? haber de

signado a 60 de sus familiares para ocupar puestos en su administraci?n. V?ase la

declaraci?n de Karl M. Schmitt sobre qu? tan importantes son las relaciones per sonales para el pan y el pps, lo mismo que para el pri, en la selecci?n de dipu tados federales. "Congressional Campaigning in Mexico: A View from the Pro

vinces", Journal of Inter-American Studies and World Affairs, enero 1969, p. 98. 37 Scott piensa que en la burocracia federal no es com?n el nepotismo en su

sentido estricto. V?ase "The Government Bureaucrats and Political Change in Latin

America", lournal of International Affairs, 1966, nota al pie de p?gina n?mero 6,

p. 295. 38 En los ?ltimos 40 a?os, s?lo ha habido cuatro casos conocidos de dos hermanos

que ocuparon un puesto simult?neamente: los Merino Fern?ndez, los Bustamante,, los

Gonz?lez de la Vega y los Ortiz Mena; actualmente esto se aplica a los Campillo S?enz. La revista Hoy, de 25 de noviembre de 1967, en la p?gina 25r se equivoc? al afirmar que en M?xico s?lo uno de estos casos hab?a sido cierto.

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dente C?rdenas. El otro parentesco familiar importante, aquel de t?o y sobrino, queda bien ejemplificado por el presidente Echeverr?a y su sobrino

Rodolfo, quien es Oficial Mayor del pri y, actualmente, diputado federal

por la ciudad de M?xico. Los lazos familiares no se limitan a una o aun a dos generaciones y,

algunas familias mexicanas, como la bien conocida familia Adams en los Estados Unidos, han continuado en altos puestos p?blicos por tres o m?s

generaciones. En los ?ltimos a?os, las familias Riva Palacio, Sierra, Ala triste y Rabasa, han proporcionado funcionarios p?blicos por varias genera ciones. El hecho de retener posiciones al primer nivel, no nada m?s ha sido cierto para un miembro de una familia, sino que muchas familias tienen a varios de sus miembros ocupando estos puestos y, a veces, simult?neamente.

Un examen de los puestos del m?s alto nivel ocupados por miembros de una familia burocr?tica, arroja la siguiente distribuci?n:

Cuadro F Puestos m?s altos ocupados por dos miembros

de una sola familia en M?xico, 1935-74*

Puesto ocupado Puesto ocupado N?mero de familias por el primer miembro por el segundo miembro ocupando estos puestos

de la familia de la familia combinados

A nivel de gabinete ? A nivel de gabinete 64

A nivel de gabinete ?Gobernador 13 A nivel de gabinete

? Senador o diputado 25 A nivel de gabinete

? Burocracia federal 37 Gobernador ?Senador o diputado 11 Gobernador ?Burocracia federal 10 Gobernador ? Gobernador 4

a Nota adjunta.

La importancia de las familias burocr?ticas, adem?s de constituir una

forma especial de reclutamiento, reside en que coadyuva a reducir el uni verso de empleados p?blicos de alto nivel a un n?mero peque?o de fami

lias, as? como al continuismo de grupos de familias, si no de individuos, en

el sistema pol?tico. Por ejemplo, en la administraci?n de D?az Ordaz, 34

empleados p?blicos estaban emparentados con otros individuos que, o bien ten?an puestos en su administraci?n, u ocuparon cargos con anterioridad a

su r?gimen en los ?ltimos 40 a?os. Las familias burocr?ticas, al igual que el sistema de camarillas, restringen

a?n m?s la capacidad presidencial para efectuar nombramientos. Aun cuan

do los lazos familiares son parte del m?s vasto sistema de camarillas, tienen

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prioridad sobre los lazos pol?ticos personales. Sin embargo, esto no quiere decir que, en la competencia por un puesto, lograr?an en todos los casos el ?xito aquellos con lazos familiares con las ?lites pol?ticas (a menos que est?n emparentados con el propio presidente). La desventaja de tales lazos estriba en que el individuo tiene una menor flexibilidad para establecer v?nculos de grupo o de cambiar su imagen si su pariente ya no es pol?tica

mente aceptable. Las recientes campa?as gubernamentales en Colima y Oaxa ca hacen ver que los lazos de familia pueden destruir a contendientes fuer

tes, a pesar de que tales individuos tengan lazos estrechos con un presidente. Adem?s del continuismo de los grupos pol?ticos y de familia, el sistema

siempre ha intentado cooptar a extraviados, en actitud receptiva, que se

hab?an apartado del sistema oficial, aumentando as? la cantidad de repe tidores procedentes de anteriores administraciones y disminuyendo el n?mero de cargos disponibles para los que buscan nuevos puestos.

Cooptaci?n

La cooptaci?n en el sistema mexicano ha adoptado dos formas: recupe rando al miembro de alto nivel que hab?a abandonado a la familia oficial en cierto momento perdon?ndole sus pecados pol?ticos y d?ndole una vez m?s acceso a puestos de alto nivel o permitiendo a aquellos que se han

opuesto al sistema, sin haber tenido nunca un papel importante dentro del

mismo, que formen parte de la familia oficial. Ambos tipos de cooptaci?n tienen algo en com?n: hacen patente la fuerza de las lealtades personales al permitir que este proceso tenga lugar y destacan la importancia que el sistema concede a la oposici?n articulada y bien organizada, De 1935 a 1974, 47 personas han regresado al sistema por cooptaci?n,

nueve de las cuales participaron en m?s de un movimiento de oposici?n en contra del gobierno. Hist?ricamente, ha habido tres grandes aconte cimientos militares que ocasionaron una escisi?n en la Familia Revolu cionaria que ha gobernado M?xico a partir del presidente Carranza. El primero fue el rompimiento entre el propio Carranza y Obreg?n, lo que ocasion? que seis personajes que llegaron a ocupar puestos de alto nivel

despu?s de 1935, y que permanecieron leales a Carranza, salieran al exilio

despu?s de su muerte. Un excelente ejemplo de este grupo es Francisco L.

Urquizo, quien reingres? al ej?rcito en 1934 y lleg? a ser subsecretario y secretario de la Defensa Nacional bajo el r?gimen de ?vila Camacho. El

segundo acontecimiento fue la rebeli?n de De la Huerta en 1923, dando

lugar a que otros seis individuos dejaran el grupo oficial; entre los m?s

prominentes de ellos estaban los hermanos Estrada, que fueron cooptados dentro del sistema por L?zaro C?rdenas y que ocuparon puestos en su

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administraci?n y en la de ?vila Camacho.39 El ?ltimo levantamiento militar

importante, la rebeli?n de Escobar en 1929, fue apoyado cuando menos

por siete personas que tuvieron cargos de alto nivel despu?s de 1935, tres de las cuales llegaron a gobernadores.

Todos los dem?s individuos cooptados por el sistema despu?s de 1935 han sido participantes en campa?as de los partidos de oposici?n, o bien, fueron los candidatos de estos partidos. La campa?a pol?tica m?s impor tante, la de Vasconcelos en 1929, fue obra en gran parte de novicios pol? ticos, pero tambi?n incluy? a una generaci?n de influyentes hombres p? blicos.40 Entre ellos hubo un presidente, un precandidato a la presidencia y un secretario de gobernaci?n. Una gran cantidad de personas han parti cipado en campa?as subsecuentes, incluyendo la de Almaz?n y Henr?quez Guzm?n en 1940 y 1952, respectivamente. Un individuo que destac? entre los que participaron en varias de estas campa?as fue Efra?n Brito Rosado, viejo participante en grupos opositores desde sus d?as de estudiante y que encabez? una dura campa?a opositora como secretario general de la

organizaci?n antigubernamental que respaldaba al general Almaz?n en contra de la candidatura oficial del general ?vila Camacho en 1940. Brito Rosado fue a Texas como exiliado, despu?s de que su candidato perdi? seg?n los datos oficiales de la votaci?n.41 ?l mismo describi? al autor c?mo

39 Un acontecimiento menos claro, pero muy importante, fue la campa?a anti

reeleccionista de los generales Serrano y G?mez en 1927, que fueron asesinados por el gobierno en ese mismo a?o. Tres figuras pol?ticas muy conocidas de los a?os

cuarentas fueron estudiantes de oratoria en esa campa?a, de los cuales el m?s desta

cado fue Miguel Alem?n. 40 Cuando se les pidi? a los funcionarios p?blicos retirados que fueron entrevista

dos, que fueron estudiantes, profesores o j?venes profesionistas en 1929, que enuncia ran los acontecimientos que tuvieron mayor impacto en su formaci?n personal, todos

mencionaron esta campa?a. Un conocido pol?tico mexicano hizo al autor un relato

personal, ilustrativo del comportamiento de esa generaci?n. Siendo un joven doctor

en 1929, era un en?rgico partidario de Jos? Vasconcelos, en tanto que fung?a como

m?dico personal del ex presidente Calles, quien enterado de que se opon?a a su

propio candidato en la carrera por la presidencia, nunca le comunic? nada, ni

cambi? de m?dico. Muchos a?os m?s tarde, le dijo "que tuvo un gran respeto por ?l durante la campa?a de 1929 porque no estaba deseoso de intercambiar su propia filosof?a por un cliente".

41 El general Emilio Madero, hermano del presidente m?rtir, dijo a una de las

personas entrevistadas por el autor que "no hab?a visto una campa?a tan popular

por mi hermano, como la vi por Almaz?n". Tres secretarios de gabinete en diferen

tes administraciones a partir de 1946 expresaron al autor que, sin lugar a dudas,

Almaz?n gan? f?cilmente la elecci?n de 1940 y todos hicieron ?nfasis en que si el

autor hubiera presenciado la elecci?n, no tendr?a duda alguna de que as? fue. Este

panorama va m?s all? de las moderadas declaraciones de Albert Michaels y de

James Wilkie, que citan a Marte R. G?mez y a Emilio Portes Gil, de que en rea

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80 RoDERiG Ai Camp FI XVII?1

el presidente ?vila Camacho lo invit? a regresar a Mexico y le pidi? una

larga entrevista. Brito Rosado lo hab?a criticado muy severamente durante la campa?a, y a?n as? el presidente lo trat? con gran respeto y le dijo "que ser?a un gran placer para mi personalmente si usted llegara a ser diputado federal durante mi r?gimen." Quiz? debido a que ?vila Camacho pudo haber perdido las elecciones, sinti? una verdadera necesidad de cooptar generosamente a l?deres de la oposici?n.42 ?vila Camacho ejemplifica este

proceso de conciliaci?n, y varios funcionarios expresaron al autor que se mantuvo fiel a su reputaci?n como el "presidente caballero".43

El aspecto m?s interesante del proceso de cooptaci?n mexicano, tal como lo revelan los casos de los 46 individuos examinados en este trabajo, radica en que el rastro de la mayor?a de ellos lleva directamente al

presidente o a un l?der de una camarilla primaria en cuyo r?gimen tuvie ron un puesto de alto nivel. Por ejemplo, todos los j?venes participantes en la campa?a de Vasconcelos conocieron personalmente a dos l?deres de camarilla: Adolfo L?pez Mateos y Miguel Alem?n. La amistad personal y la lealtad son instancias que hacen posible para una persona con un cargo pol?ticamente influyente que traiga a una nueva dentro del sistema o que retire a una antigua persona. La cooptaci?n es una manifestaci?n de que el sistema pol?tico, as? como el l?der de ese sistema no son del todo pode rosos. En tanto que nadie puede argumentar en contra del hecho de que la cooptaci?n ha involucrado m?todos que van desde el peque?o cohecho hasta el asesinato (en realidad un fracaso en la cooptaci?n), la necesidad de llevar adelante tales pr?cticas refleja una percepci?n por parte del lide

razgo respecto a que este tipo de negociaci?n es necesario para la supervi vencia del sistema al igual que para la de la ?lite gobernante. En efecto, la necesidad de cooptaci?n obliga al presidente a designar a ciertos individuos

para puestos pol?ticos dado que la estabilidad de todo el sistema se ve amenazada por esos mismos individuos. La influencia presidencial sobre el

proceso de postulaci?n se ve limitada por sus obligaciones pol?ticas perso nales, por su percepci?n del ambiente pol?tico dentro del cual un funcionario

p?blico determinado debe desenvolverse y por el ambiente pol?tico nacional.

lidad Almaz?n tuvo el apoyo del Distrito Federal y ?vila Camacho s?lo recibi? el

75% del voto total. Albert L. Michaels, "The Mexican Election of 1940", Special Studies No. 5, Council on International Studies, State University of New York en

Buffalo y James 'Wilkie, The Mexican Revolution: Federal Expenditure and Social

Change Since 1910, 2nd ed., Berkeley, University of California Press, 1970, p. 180. 42 El director de la campa?a de Almaz?n, Pedro Mart?nez Tornel, fungi? como

subsecretario y secretario de Obras P?blicas en el r?gimen de ?vila Camacho. V?ase

Camp, Mexican Political Biography, 1935-74. 43 Conviene hacer notar que 15 a?os antes ?l desempe?? este papel en rela

ci?n a C?rdenas. V?ase a Michaels, p. 12.

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jul-sep 76 Decisiones sobre el personal pol?tico 81

Conclusiones

Las camarillas, las familias burocr?ticas y la cooptaci?n tienen todas una cosa en com?n: dependen fuertemente de la lealtad personal y la confianza en otro individuo. Este trabajo no trata de asentar que el personalismo es un rasgo nuevo y dominante del sistema pol?tico mexicano, dado que es una de las caracter?sticas que con m?s frecuencia se han identificado en los sistemas pol?ticos latinoamericanos. M?s bien se ha intentado se?alar

que, debido a que la confianza y la lealtad personal son un rasgo domi nante del sistema mexicano, ?ste lleva a los tres tipos de actividades antes

descritas, conduce a un sistema que promueve el continuismo y explica las limitaciones en el proceso de designaci?n del sistema pol?tico mexicano.

Las conclusiones relativas a grupos pol?ticos, grupos familiares y coopta ci?n no contribuyen a nuestro conocimiento sobre d?nde descansa el poder de decisi?n y c?mo se hacen esas decisiones, cu?ntos llegan a la cima del sistema y, hasta cierto punto, qui?nes son. M?s a?n, sabemos que de hecho

ninguna administraci?n desde 1935, como lo ejemplifica el gobierno de D?az Ordaz, se ha formado ?ntegramente con un solo grupo pol?tico o con funcionarios p?blicos nuevos. En las ?ltimas siete administraciones, ha habi do aproximadamente 1 400 puestos que satisfacen el criterio establecido en la muestra empleada en la administraci?n de D?az Ordaz. No obstante, en realidad ?nicamente 700 personas han sido llamadas a ocupar esos puestos, indicando que con el tiempo el pool de funcionarios p?blicos es m?s redu cido que las oportunidades disponibles. Si el r?gimen de D?az Ordaz pro porciona una muestra adecuada para otras administraciones desde 1935

(y la investigaci?n del autor indica que s?), la continuidad de la propia "Familia Revolucionaria" es tambi?n manifiesta. En tanto que miem bros de su administraci?n pudieron ser considerados miembros de la Familia Revolucionaria, usando el criterio objetivo del Cuadro E y la evi dencia impresionista de Brandenburgo, Scott y otros, la mitad de ellos pu dieron ser considerados miembros de la Familia Revolucionaria en otra administraci?n. Estos son los hombres que proporcionan el hilo de la con tinuidad y el liderato hasta la cima, tal como esta misma continuidad es

mantenida en los niveles secundario y terciario de la administraci?n. El continuismo ha sido una parte consistente del liderazgo pol?tico en

M?xico. En t?rminos te?ricos, este hecho puede ser usado para sostener el punto de vista de que el presidente mexicano es el presidente encajonado (stalemated), muy bien explicado por los Needleman. La teor?a del pre sidente encajonado supone que el presidente no es omnipotente, debido, en buena medida, a que tiene que hab?rselas con tantos intereses rivales que sus propias pol?ticas llegan a un punto muerto. La diversidad de intereses

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no s?lo existe fuera de su administraci?n, sino tambi?n dentro de ella, y est? representada por los miembros de las diferentes camarillas. Pudiera tambi?n suponerse que aun si un presidente fuera a apartarse radicalmente de algunas pol?ticas de la anterior administraci?n, la puesta en marcha de

pol?ticas radicales podr?a ser modificada en buena medida por la circuns tancia de que much?simos administradores de alto nivel proceden de otra

u otras administraciones.44 Mientras la lealtad personal permanezca como

un valor fuerte y significativo en el sistema mexicano, los grupos pol?ticos, los grupos familiares y la cooptaci?n, as? como las lealtades en pugna que esto engendra, continuar?n siendo una caracter?stica consistente de la pol? tica.

Nuestras conclusiones respecto de los grupos familiares, grupos pol?ti cos y cooptaci?n est?n relacionados con nuestro an?lisis de las designaciones a los puestos de alto nivel. Como se?al? hace poco en una rese?a, varios funcionarios p?blicos han dicho al autor que uno de los tres patrones seguidos en el proceso de designaci?n de los secretarios de Estado y de sus subalter nos inmediatos incluye: "una persona es un representante de una facci?n

pol?tica importante o un respetado colaborador de un presidente anterior, y no tiene la confianza personal del nuevo presidente; el secretario es un ami

go personal del presidente pero su designaci?n es un compromiso entre varios

grupos pol?ticos que deseaban a uno de los suyos en el puesto, y que puede no estar particularmente bien calificado para el puesto y, por ?ltimo, el secretario es designado por su habilidad, y no por lazos pol?ticos con el pre sidente u otros grupos."43

Como una enterada figura p?blica dijo al autor, el presidente tiene la res

ponsabilidad de conservar unida a una heterog?nea familia pol?tica nacional. De aqu? quq, al designar a su sucesor, como en el caso de Alem?n, o de sus subordinados, como en el caso de todos los ?ltimos presidentes, no puede imponer su preferencia personal en cada caso. Si el presidente juzga mal, o intenta imponer elementos altamente impopulares en muchos de los pues tos p?blicos, incluso como su sucesor, el precio de sostener tales decisiones ser?a la destrucci?n del sistema.**6 Ya sea que el presidente se considere a

44 Muchos de los entrevistados, ya sea por razones personales o pol?ticas, consi deraron a Echeverr?a como un presidente "encajonado".

45 "Autobiography and Decision-Making in Mexican Politics: A Review Essay",

Journal of Inter-American Studies, agosto 1976. 46 Entrevista con un ex secretario del partido y ministro del gabinete, ciudad de

M?xico, julio de 1975. Esta persona considera que el presidente de M?xico tiene en

el proceso de sucesi?n un papel similar al de los antiguos emperadores romanos.

Alfonso Noriega, profesor de muchos presidentes y l?deres p?blicos de M?xico, inclu

yendo a Jos? L?pez Portillo, recientemente calific? al sistema pol?tico como una

"monarqu?a absoluta, institucional y hereditaria'*. V?ase Excelsior, enero 15, 1976.

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s? mismo "la opini?n p?blica", o que utilice figuras prominentes como caja de resonancia para hacer importantes designaciones, debe, en ?ltima ins

tancia, ser sensible a las limitaciones de sus poderes de selecci?n.47 De ah?

que el presidente, al hacer sus designaciones, no negocia con otros grupos o diques de igual a igual, sino que trata con l?deres pol?ticos, sabedor de

que su fuerza puede sembrar las semillas de la destrucci?n personal y del sistema.

Traducci?n de Yolanda Meyer

47 V?ase Gast?n Garc?a Can t?, "Reflexiones sobre el Tapado", para su cita del

presidente Ruiz Cortines de que "Yo soy la opini?n p?blica". Excelsior, abril 11,

1975, p. 4.

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