EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

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EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS by HUBERT G. CARSON, B.S., M.M.E. A THESIS IN SPANISH Submitted to the Gradúate Faculty of Texas Technological College In Partlal Pulfillment of the Requlrements for the Degree of MASTER OF ARTS Approved !tT. WA>AL(L,,^ J Director Accepted Dean of the GradúafcéSa August, 196 hool

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EL SENTIDO NACIONAL

EN ROA BASTOS

by

HUBERT G. CARSON, B.S., M.M.E.

A THESIS

IN

SPANISH

Submitted to the Gradúate Faculty of Texas Technological College In Partlal Pulfillment of the Requlrements for

the Degree of

MASTER OF ARTS

Approved

!tT. WA>AL(L,,^ J Director

Accepted

Dean of the GradúafcéSa

August, 196

hool

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' 1' MíGlo ' ^^

No.¡03 C^3

NOTA PRELIMINAR

I wish to express my sincere appreclatlon to Dr.

Harley D. Oberhelman for his excellent directlon of thls

study. Also a note of gratitude to Víctor Rojas for his

counsel and a special word of appreclatlon to my wlfe

Ann for her patience and moral support that has made thls

study more rewardlng.

il

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ÍNDICE

Capítulo Página

NOTA PRELIMINAR 11

INTRODUCCIÓN iv

I. BOSQUEJO GENERAL DE LA HISTORIA DE PARAGUAY Y

SU LITERATURA 1

II. LA VIDA Y LAS OBRAS DE AUGUSTO ROA BASTOS . . . 25

III. EL SENTIDO NACIONAL EN LA NARRATIVA DE ROA BASTOS ¿4-3 * CONCLUSIÓN 70

NOTAS 73

BIBLIOGRAFÍA 79

111

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INTRODUCCIÓN

El paraguayo Augusto Roa Bastos se ha ganado un

lugar prominente en el grupo de escritores hispanoameri­

canos contemporáneos, que han aportado una verdadera re­

novación a la prosa continental. La renovación consiste

en expresar en sus cuentos y novelas el sentido nacional

de sus países. Esta nueva inclinación literaria se ini­

ció con los prosistas mexicanos Augustín Yáñez en su novela

Al filo del agua, Carlos Fuentes en la muerte de Artemio

Cruz y Juan Rulfo en Pedro Páramo. Siguiendo la tendenica

de los mencionados escritores. Roa Bastos la lleva a la ma­

durez en sus propias obras. El propósito de este estudio

es examinar, analizar y presentar el sentido nacional que

se encuentra en la prosa de este autor que le ha merecido

renombre internacional. La primera parte de este estudio

establece el fondo conveniente a través de un bosquejo ge­

neral de la historia de Paraguay y un examen de la cultura

y la literatura que facilitará el entendimiento de la na­

rrativa de Roa Bastos. La segimda parte tiene que ver pre­

dominantemente con el autor, su vida, las influencias que

han determinado su formación literaria y la producción to­

tal de su literatura. Cabe en esta sección examinar y ana­

lizar críticamente su producción literaria para determinar

Iv

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su estilo, la estructura y forma de su prosa y la técnica

con la que elabora la temática de sus obras. La tercera

parte comprende un análisis detallado de su prosa para de­

terminar el sentido nacional. Las tres obras que constitu­

yen el material del estudio son su premiada novela Hijo de

hombre (1959)5 y dos tomos de cuentos, El trueno entre las

hojas (1953) y El Baldío (I966). Estas tres obras resulta­

ron de una dedicación intensa de parte del autor para crear

una producción literaria que revela la realidad de su tiem­

po y a la vez que retiene gran valor literario. El senti­

do nacional se va a estudiar desde el punto de vista de los

elementos históricos, de los elementos raciales y de los

elementos geográficos. Con base en estos criterios vere­

mos cómo Roa Bastos escribe para revelar lo que es lo pa­

raguayo .

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CAPÍTULO I

BOSQUEJO GENERAL DE LA HISTORIA ^

DE PARAGUAY Y SU LITERATURA

La historia de Paraguay ha sido fascinante, un fac­

tor determinante en la configuración de las personalidades,

los caracteres y las actitudes nacionales de sus escritores

como Augusto Roa Bastos, autor de dos tomos de poesía, dos

tomos de cuentos, y una novela de mucha importancia en la

literatura paraguaya. Este autor ha usado los aspectos his­

tóricos y el sentido nacional de su país como fuente básica

para la temática de su literatura narrativa. En vista de

tal énfasis histórico y nacional nos ha aparecido convenien­

te presentar un bosquejo de la historia paraguaya que sii^a

de fondo para el estudio de las obras narrativas de Roa Bas­

tos. Es un país aislado, situado en el centro del continen­

te y cuya única salida al mar es por el territorio de la Ar­

gentina. Su capital, Asunción, es la ciudad más antigua de

la reglón rioplatense, habiendo sido establecida en 1537 por

Domingo Martínez de Irala, el primer gobernador de la colo­

nia paraguaya. Durante todo el período colonial, Asunción

era la ciudad más importante de dicha región, siendo el cen­

tro del gobierno así como el principal centro económico y

social. Bajo la dirección del dictador Francia, Paraguay

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pudo evitar una guerra civil como las que acaecieron en el

resto de Latinoamérica, después de su independencia. Con

tal dictadura, Paraguay se constituyó el país de un solo

partido político hasta el desastre de la Guerra de la Tri­

ple Alianza, que casi aniquiló al pueblo paraguayo. Duran­

te la época de las tres dictaduras, se desarrolló una eco­

nomía independiente, aunque aislada, basada en la agricul­

tura. Paraguay es el único país bilingüe de Sudamérica,

utilizándose el guaraní y el español.

Roa Bastos dice que su patria es,

... un país devorado por el mito. Tal parece ser la primera impresión que asalta a los que, por interés o por mera curiosidad, han llegado hasta allí, atraí­dos por este enigma incrustado en el corazón del Con­tinente. •"•

Durante la época colonial había gran rivalidad en­

tre los jesuítas y los encomenderos aliados al gobierno co­

lonial. Los jesuítas llegaron en 1609> con el propósito

de educar a los indios guaraníes y cristianizarlos. Ellos

establecieron pueblos indígenas en el suroeste, que poco

a poco se convirtieron en reinos jesuítas. Los encomende­

ros querían utilizar a los indios como obreros, casi escla­

vos, pero los jesuítas protestaban la explotación de este

recurso, lo cual resultó en un conflicto continuo entre

las dos facciones.

Los jesuítas se instalaron en las regiones fértiles

del río Paraná cerca de la frontera con el Brasil, en aquel

entonces, una colonia de Portugal. Estas misiones servían,

en rigor, como una línea de defensa contra una invasión por

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los portugueses. Allí recogían a las familias guaraníes y

las enseñaban a construir sus reducciones o pueblos. Siem­

pre metódicos, los jesuítas construyeron todos los pueblos

o reducciones con el mismo plan: una plaza central y calles

rectas que salían de la plaza en ángulos rectos. Los edifi­

cios comprendían una iglesia, un almacén, una armería y las

casas para los indios. Cada reducción tenía su propio ejér­

cito que era empleado para proteger al pueblo contra los ata­

ques de los mamelucos y otros indios hostiles. La tierra

pertenecía a la comunidad y los indios cultivaban mandioca,

maíz, caña de azúcar, varias clases de frutas, tabaco y algo­

dón. También producían carne de res, de las vacas que habían

traído de España. Los jesuítas les enseñaban a los guaraníes

su artesanía, la cual incluía carpintería, escultura, alba-

ñilería, construcción y el arte de tejer.

Las misiones prosperaban y los jesuítas con sus e-

jércitos guaraníes y su exportación de yerba llegaron a ser

tan poderosos que los encomenderos; el gobierno colonial y

la Corona de España decidieron que las misiones constituían

"un estado dentro del estado". Por eso en I767 los jesuítas

fueron expulsados de Paraguay y de muchos otros países latino­

americanos. Los pueblos quedaron abandonados y cayeron en

un estado bárbaro. Los indios volvieron a sus viejos modos

de vida y hábitos. Se pueden encontrar las ruinas jesuítas

hoy en día.

Al fin del siglo diez y ocho, Paraguay fue la más

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descuidada de las posesiones españolas. Los paraguayos,

mestizos en su mayoría, sentían mucho resentimiento contra

los peninsulares, a causa de los impuestos que tenían que

pagar a la España tan lejana y de las restricciones del co­

mercio. Por fin, en 1811, declararon que ya no se sometían

más a la autoridad española, y Paraguay llegó a ser una

república independiente, encargada de su propio destino.

El doctor José Gaspar Rodríguez Francia logró soli­

dificar el gobierno paraguayo sin una guerra civil. La re­

volución de mayo de 1810, en Buenos Aires, proveyó el medio

de liberarse de España, así como de la Argentina. Paraguay

rechazó la hegemonía argentina y se declaró independiente,

después de derrotar dos expediciones argentinas que intenta­

ron conquistar el nuevo país. Un político astuto, el doc­

tor Francia, fue nombrado primer cónsul de su país y un po­

co más tarde llegó a ser dictador perpetuo, de 1814 a 1840.

El dictador había recibido el título de doctor en derecho de

la Universidad de Córdoba y de joven ejerció la abogacía en

Asunción. Como dictador regía el país sin congreso, minis­

tros, ni tribunales; sin embargo, se negó a aceptar sueldo

alguno y vigiló cuidadosamente el tesoro nacional, sin tra­

tar de enriquecerse. Su política exterior era de aislamien­

to, pues no permitió la entrada de visitantes ni la salida

de paraguayos durante su reinado. El comercio por el río

casi dejó de existir. Su gente lo llamaba "el Supremo" y

todo el mundo se quitaba el sombrero al pasar ante él. Era

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hombre flaco, altanero, que regla con mano de hierro. Cas­

tigaba con el exilio, la tortura o la muerte a los que se

atrevían a oponérsele. Se aisló a sí mismo de la misma ma­

nera que aisló al país, pues vivió solo con sus cuatro cria­

dos, durmiendo en un cuarto diferente cada noche para con­

fundir a sus enemigos que quisieran matarlo. Incluso tenía

espías que espiaban a sus espías.2 Nadie ha trazado un per­

fil tan sugestivo del dictador Francia como Roa Bastos en su

novela. Hijo de hombre:

—Dormía con un ojo abierto. Nadie lo podía engañar ... Veíamos los sótanos oscuros llenos de enterrados vivos que se agitaban en sueños bajo el ojo insomne y tenaz. Y nosotros también nos agitábamos en una pesadilla que no podía hacernos odiar, sin embargo, la sombra del Karaí Guasú.

Lo veíamos cabalgar en su paseo vespertino por las calles desiertas, entre dos piquetes armados de sables y carabinas. Montado en el cebruno sobre la silla de terciopelo carmesí con pistoleras y fustes de plata, al­ta la cabeza, los puños engarflados sobre las riendas, pasaba el tranco venteando el silencio del crepúsculo bajo la sombra del enorme tricornio, todo él envuelto en la capa negra de forro colorado, de la que sólo e-mergían las medias blancas y los zapatos de charol con hebillas de oro, trabados en los estribos de plata. El filudo perfil de pájaro giraba de pronto hacia las puertas y ventanas atrancadas como tumbas, y entonces, aún nosotros, después de un siglo, bajo las palabras del viejo, todavía nos echábamos hacia atrás para es­capar de esos carbones encendidos que nos espiaban desde lo alto del caballo, entre el rumor de las armas y los herrajes.3

Durante los años de su reinado, "el Supremo" puso en rigor

una economía independiente, pero el país mostró poco cambio

en el nivel de vida. No habla avances significativos ni en

la economía ni en la cultura. La mayoría de los paraguayos

eran mestizos y todos hablaban el guaraní que había sido

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conservado por los jesuítas. Durante el reinado del doc­

tor Rodríguez Francia algunos de los ciudadanos aprendieron

a leer y a escribir en guaraní antes de hacerlo en español.

Rodríguez Francia era muy pro guaraní y hasta impidió que

los españoles se casaran con mujeres que no fueran guaraníes.

En tal nación y bajo dichas circunstancias no se llegó a de­

sarrollar, en esta época ni la literatura ni ninguna otra

forma de expresión cultural. La autoridad de la iglesia

fue limitada estrictamente por el anticlérico, "el Supremo",

pero ninguna otra fuerza social surgió para suplantarla.

En 1840 murió "el Supremo", a la edad de 74 años.

Las riendas del poder pasaron a manos de su cónsul princi­

pal, Carlos Antonio López. No podía haber dos "Supremos",

por lo tanto, a Carlos López lo llamaba "Excelentísimo".

Era un hombre gigante, corpulento, formado como una pera,

con un temperamento manso y una apariencia respetable.^ Su

régimen fue de estabilidad, semejante a la que existió du­

rante la dictadura de Rodríguez Francia, pero con más pro­

greso en la modernización del país. Se llevó a cabo una

reorganización jurídica y se pudo apreciar cierta prosperi­

dad material. López abolló la esclavitud y trató de incre­

mentar el proceso educativo del país. Se construyó un fe­

rrocarril de Asunción a la frontera uruguaya y unos puen­

tes sobre los ríos principales. Revocó la política exte­

rior de aislamiento que había establecido Rodríguez Francia

y permitió el paso del comercio por el río. Se enredó en

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disputas internacionales con Inglaterra, Francia y los Esta­

dos Unidos, las cuales dañaron el prestigio de Paraguay en

el extranjero cuando esperaba una posición más importante

en los asuntos internacionales. Tales disputas lo hicie­

ron percatarse de la necesidad de prepararse militarmente.

Por lo menos Carlos López no enredó el país en deudas ex­

tranjeras; por el contrario, lo abrió al comercio interna­

cional y al morir le dejó a su sucesor, su hijo, una nación

relativamente próspera económicamente.

La equivocación más seria que cometió Carlos López

fue escoger a su propio hijo como sucesor.^ Éste era un

hijo mimado que entró en una carrera militar cuando tenía

unos diez y siete años y recibió su nombramiento de gene­

ral a los diez y nueve años. Estudió francés y aprendió

las modalidades de la alta sociedad capitalina. A poco

tiempo fue nombrado jefe supremo de todas las fuerzas mi­

litares. Poco después de la muerte de su padre, el joven

Francisco Solano López tomó la presidencia del país.

Al parecer, Paraguay estaba para entrar en una

época de prosperidad y representaba un país de un poder

creciente. Francisco López, que habla vivido en París du­

rante la época de Napoleón Bonaparte creó el ejército más

poderoso y formidable del continente . Mientras estaba en

París, conoció a una irlandesa, Elisa Lynch, que lo acom­

pañó en su regreso a Paraguay. El presidente de la repúb­

lica era joven y ambicioso, su consorte era astuta y ta-

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lentosa. A causa de las Invasiones constantes de parte

del Brasil, en el territorio paraguayo, del entremetimien­

to de la Argentina en los asuntos interiores de Paraguay y

de la ambición de Francisco López de darle a su país un pa­

pel decisivo en lo político en la región rioplatense, esta­

lló la guerra de la Triple Alianza, en 1865.

El Brasil, el Uruguay y la Argentina formaron la a-

llanza contra Paraguay en esta guerra costosa y sangrienta

que duró más de cinco años. Los paraguayos lucharon con

tenacidad y con bravura fanática, aunque contra desventajas

insuperables. Una vez que Paraguay perdió la ofensiva, las

fuerzas aliadas avanzaron por las orillas lodosas del río

Paraguay, hacia Asunción. Tres mil paraguayos se atrinche­

raron por el río y con muy pocas tropas mantuvieron el fuer­

te de Humaitá por varios meses contra la armada brasileña.

Durante toda la guerra, López dirigió la defensa despiada­

damente y con determinación. Los paraguayos sufrieron apu­

ros terribles. Los defensores del fuerte Humaitá murieron

de hambre, pues había gran escasez de comestibles en todo

el país. Elisa Lynch acompañó a su esposo mientras los alia­

dos perseguían a los dos hacia el norte. La caballería bra­

sileña alcanzó a López en Cerro Cora en marzo de I870 y lo

mató a tiros. Dejaron su cadáver abandonado para que se

pudriera bajo el sol, pero Elisa Lynch cavó una sepultura

de poca profundidad y lo cubrió con tierra roja de Paraguay.

Por muchos años después de la guerra solía referirse a Ló-

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pez como a un monstruo anormal que torturaba al pueblo pa­

raguayo, pero en la actualidad se le considera héroe na­

cional que inspiró a su gente, organizó la defensa contra

desventajas insuperables y luchó contra un enemigo poderoso.

Se dice que con sus últimas palabras gritó "Muero con mi

patria".°

Se estima que la población del Paraguay al comen­

zar la guerra era 525.000 y se redujo en cinco años de

guerra a 221.000. Entre los sobrevivientes había 106.000

mujeres, 86.000 niños y sólo 29.000 hombres. La guerra tam­

bién fue un desastre económico y social, pues la gente que­

dó en un estado de pobreza, sufriendo una herida espiritual

de la que no ha podido recuperarse. El peor resultado de

la guerra fue la carestía de hombres, que condujo a la pro­

miscuidad con la consiguiente procreación de hijos naturales

abandonados, así como a la formación de hombres perezosos

acostumbrados a que las mujeres lo hicieran todo. La guerra

había dejado devastada la tierra con los huertos descuidados

y muertos los caballos y las reses. Las escuelas quedaron

cerradas y los periódicos inéditos por más de una generación.

No había escritores porque a la gente se le había olvidado

escribir y leer.7

El período que va de I87O a 1928 fue una época de

reorganización nacional. Roa Bastos describe de la siguien­

te manera las condiciones que prevalecían Inmediatamente

después de la guerra y durante los años posteriores:

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El desarrollo del Paraguay como nación indepen­diente se interrumpió trágicamente con la guerra de la^Triple Alianza (I865-I87O), que aniquiló su pobla­ción, arrasó el país y produjo su desmembración terri­torial. A partir de aquel acontecimiento luctuoso en los anales de la historia americana, y a lo largo de casi otra centuria, el Paraguay no ha podido restable­cerse de la tremenda sangría. Tal vez lo habría lo­grado si el país, debilitado y exhausto, no se hubiera convertido en presa fácil para la acción conjunta de las oligarquías nativas, los caudillos y el imperialis­mo extranjero. Con celo digno de mejor causa, desman­telaron lo que había quedado en pie de su estructura económica y social y retrotrajeron la nación a la se-micolonia.o

Después de la guerra de la Triple Alianza, con el

propósito de repoblar el país, el gobierno paraguayo orga­

nizó colonias de extranjeros de varios países europeos.

Casi todos estos experimentos fracasaron, a excepción del

realizado con los menonitas, quienes todavía viven en la

región chaqueña. En este período hubo unos veinte presi­

dentes, suscitándose un conflicto continuo entre los par­

tidos políticos (los colorados y los liberales) y sucesiones

de cuartelazos, levantamientos agrarios y revoluciones. A

este estado político tan caótico se le da el nombre de "con­

fusionismo".

En 1928, parecía patente que Bolivia iba a empujar

su frontera hacia el sur. Invadiendo el territorio chaqueño

paraguayo. Esta parte del país es una tierra inhospitable

y salvaje, pero en la mente de los paraguayos constituye

una parte integral de la nación. También se creía que ha­

bía grandes depósitos de petróleo bajo la superficie del

terreno chaqueño. En 1928 la tensión crecía como resulta-

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do de unas escaramuzas entre los bolivianos y los para­

guayos en la frontera. En 1932 estalló la guerra del Cha­

co, guerra de sufrimientos increíbles de parte de todos los

combatientes. Había desigualdad entre las fuerzas milita­

res, ya que para cada soldado paraguayo había seis boli­

vianos. El jefe supremo de las fuerzas bolivianas era un

alemán, el general Krundt, que pensaba utilizar la estrate­

gia europea, es decir un blitzkriep: con máquinas modernas de

guerra. Sin embargo, la mayor parte de sus soldados eran

indios del altiplano andino que no podían acostumbrarse a

las condiciones inhospitables del Chaco, "el infierno ver­

de". El jefe no contaba con el espíritu belicoso y la tena­

cidad de los paraguayos. Lanzaba ofensivas en masa, a la

manera europea, mientras que el jefe supremo de las fuerzas

paraguayas, el general Estigarribia, adaptaba técnicas dife­

rentes. Aprovechándose del conocimiento del terreno y de la

destreza de sus soldados en construir barcos de madera, en­

viaba pequeños grupos detrás de las columnas bolivianas pa­

ra cortar las líneas de comunicación y apoderarse de sus pro­

visiones. Poco a poco los paraguayos avanzaron. Ambos países

sufrieron gran cantidad de bajas. Por otra parte, el paludis­

mo, la fiebre tifoidea y la disentería causaron muchas muer­

tes. Durante la época lluviosa el Chaco se convertía en un

pantano con lagos y ciénegas, pero al cesar las lluvias, el

sol secaba el agua, dejando la tierra requebrada y árida.

Todos sufrían la sed mortífera que se convirtió en su ene-

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migo feroz.

En 1935» los bolivianos quedaron vencidos y desa­

lentados, pero Paraguay no tenía las fuerzas para comple­

tar su victoria total y los dos países firmaron una tre­

gua que se convirtió en pacto de paz en I938. Este pacto

concedió al Paraguay toda la región del Chaco y a Bolivia

el derecho de usar el río Paraguay, como medio de trans­

porte para el comercio exterior. Durante esta guerra in­

sensata, por lo menos 70.OOO bolivianos y 25.000 paraguayos

perdieron la vida, a la vez que millares quedaron heridos.

Inválidos o enfermos. Otra vez Paraguay había demostrado

su tenacidad, pero a costa de penoso empobrecimiento.

A partir de la guerra, la nación cayó en otra cri­

sis económica y política, que resultó en otra serle de dic­

taduras militares y de revoluciones. Respecto a este perío­

do, Roa Bastos dice:

Hechos monstiniosos que se repiten cíclicamente. La lucha política reducida a un flujo y reflujo de "vende­ttas" entre facciones rivales. Motines militares que se hacen para convertir el país en un inmenso lupanar, no ya en el falansterlo poligámico civilizador. Provi­dentes señores que someten a toda una colectividad a trabajos forzados y, como única nutrición, a la dieta de sus penas, de sus agravios, de sus infortunios. La condición humana profanada en todas las formas de la degradación, reducida a materia coprológica. El país convertido en presidio para la fabricación de la ciuda­danía ideal.9

Los liberales habían controlado el país desde 1912. El ge­

neral José Félix Estigarribia, héroe de la larga campaña

del Chaco, tomó las riendas del gobierno, como presidente,

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en 1939» con la esperanza de traer estabilidad política

al gobierno y de mejorar las condiciones económicas y so­

ciales del país. Tal vez la historia actual de Paraguay

sería diferente si esta persona hubiera vivido para reali­

zar sus proyectos, pues parecía tener las cualidades de di­

rección que se necesitaban para tal época de reconstrucción,

Desafortunadamente, murió con su esposa al estallar el a-

vión en que solía viajar los fines de semana al lago de San

Bernardino. Fue seguido en la presidencia por el general

Higinio Morínlgo, caudillo militar, casi analfabeto que go­

zó de la prosperidad repentina resultante del comercio de

la segunda guerra mundial. Los Estados Unidos enviaron mu­

chos representantes a este país estratégico y establecieron

una base militar, invirtiendo mucho dinero. Esta base ser­

vía para protegerse de la Argentina que era pro nazi, du­

rante la guerra. Morínlgo se aprovechaba, muy astutamente,

tanto de los Estados Unidos como de la Argentina, pues ex­

trajo todo lo posible de los Estados Unidos y del Brasil,

a la vez que seguía su comercio con la Argentina. Durante

su régimen tomó cargo de la prensa, a la vez que llenó las

cárceles y "los campos de concentración" con sus enemigos.

Cuartelazo tras cuartelazo trataron de derrocarlo, pero to­

dos fueron aplastados despiadadamente. En 1947 Asunción

sufrió un sitio de cinco meses durante el cual muchos es­

critores e intelectuales paraguayos tuvieron que expatriar­

se Incluyendo Roa Bastos. En 1948, el tirano dejó que eli-

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gleran presidente a Natalicio González, su ministro de fi­

nanzas. Con el retiro de Morínlgo, que tuvo que huir del

país seis meses después, "el confusionismo" volvió a Para­

guay, con cinco presidentes en diez y seis meses. En 1954

un amigo de Perón, el general Alfredo Stroessner, tomó con­

trol del gobierno por medio de un cuartelazo y se ha man­

tenido en el poder hasta la actualidad, constituyéndose en

dictador severo, verdadero representante de los caudillos

de Sudamérica. El general Stroessner ha establecido un ré­

gimen facista con muy poco progreso económico y social.

En 1960, el dictador se dio cuenta del descontento cre­

ciente entre sus oficiales militares y de la disensión de

los miembros de su propio partido político, el colorado,

y anunció unas "nuevas medidas democráticas" a su congreso

de monigotes, pero los millares de exiliados en la Argen­

tina y el Uruguay se mofaron de su sinceridad. Así, pues,

Paraguay es todavía una nación aislada y atrasada, bajo una

dictadura severa. Tiene la potencialidad de llegar a ser

"el paraíso" de la leyenda guaraní, pero la soledad Idílica

de tal leyenda se hace incompatible con la trágica reali­

dad de que un país no puede vivir aislado en el siglo vein­

te. Por otra parte, su tragedia de país acorralado le im­

pide competir con las grandes naciones que lo rodean.10

Puesto que la literatura refleja la cultura de un

pueblo dentro del marco de su historia, nos proponemos

examinar, seguidamente, la historia de la literatura para-

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guaya. El desenvolvimiento histórico de esta literatura

ha ejercido gran influencia en la vida de escritores pa­

raguayos contemporáneos como Roa Bastos.

Augusto Roa Bastos es, sin duda, la figura más im­

portante de la literatura paraguaya de hoy.^^ Por mucho

tiempo Paraguay no tenía novelistas de importancia, de tal

manera que le tocó a Roa Bastos llegar a establecer la

realización madura del género novelístico. Además, él ini­

cia la participación de su país en la corriente principal

de la literatura latinoamericana. Hasta 1950, ninguna his­

toria de la literatura hispanoamericana incluía a novelistas

paraguayos, como tampoco a ninguno de sus poetas y ensayis­

tas. Paraguay o mejor, su literatura, era una "incógnita",

para usar la expresión de Luis Alberto Sánchez, que se hi­

zo entre los paraguayos famosa. Para dar una indicación

gráfica de la falta de producción literaria en Paraguay,

David William Foster ha analizado el índice de autores de

la obra monumental de Anderson Imbert^^ en cuanto a escri­

tores paraguayos:

En su índice monumental de la literatura de Latino­américa, Anderson Imbert encuentra la ocasión de in­cluir solamente a cincuenta y dos paraguayos entre un total de 2.505 autores representados en los índices de los dos tomos; en otras palabras, sólo 2,08^ de los hombres y las mujeres de letras latinoamericanas dis­cutidos son paraguayos. De estos cincuenta y dos, treinta y cinco (67>b) viven aún [I96I] y veintinueve {56^) nacieron en este siglo. Sólo diecisiete inclu­yendo a Roa Bastos están enrolados como escritores de prosa narrativa (33^)- -

En vista de lo anterior, podemos entender la de-

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olaración de Anderson Imbert cuando dice que en un lugar,

el Paraguay, "No tuvo modernistas, porque en verdad no tu-

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vo literatura". Este país tan improductivo literaria­

mente, sólo en el terreno de la historia sí tuvo una cose­

cha nacional que incluye nombres de relieve. No es hasta

bien entrado el siglo veinte que Paraguay empieza a dar una

producción de nivel continental. La historia de esta li­

teratura está llena de frustraciones, de tramos unidos a

destiempo, de apetencias fragmentadas; que nos inducen a

afirmar que es una literatura sin pasado.15 Durante la co­

lonia no hubo más obras dignas de mención que las imitacio­

nes de romances, las sátiras en coplas de corte popular y

las crónicas, las cuales, por lo menos, ofrecen la novedad

del escenario. Bajo la dictadura de Rodríguez Francia, mu­

chos elementos de los diferentes órdenes sociales dieron

expresión oral o escrita, incluyéndose la expresión de los

oradores, los políticos, los frailes, los militares y los

abogados. Sin embargo, no vale la pena mencionarlos, pues

no contribuyeron nada original. La escasez de producción

literaria se ha atribuido a la condición mediterránea del

país. El acorralamiente, como lo expresa Roa Bastos, y su

consecuente aislamiento, hicieron que las corrientes cul­

turales exteriores llegaran en forma precaria y desarticu­

lada, atrasadas cronológicamente.^^ El crítico Zum Felde,

muy acertadamente dice que, "El Paraguay ha vivido siem­

pre la tragedla agónica de su propia geografía política".l^

Page 22: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

17

Vinculadas a esta condición aislada estaban las restricciones

económicas impuestas por la Corona que limitaron la vida

paraguaya a un ruralismo patriarcal, sin esperanza de rápi­

da prosperidad. Se restringió así el crecimiento demográfi­

co, con éste el desarrollo de la vida social y, correlativa­

mente, el de las letras y las artes, de indigencia paralela

a lo largo de tres siglos coloniales. No obstante, se debe

mencionar el barroco religioso hispanoguaraní y la prosa

histórica y descriptiva, cuyo cultivo fue, como se ha dicho,

profuso. Debemos mencionar otras dos causas de la escasez

de la literatura paraguaya: el aislamento puesto en rigor

por el dictador Rodríguez Francia durante más de treinta

años y la guerra de Cinco Años que aniquiló la población y

las nacientes instituciones, prolongando casi inacabable­

mente el desarrollo de una literatura nacional.

Roa Bastos analiza la carencia de signos competen­

tes de la literatura paraguaya, en los términos siguientes:

En el ámbito local, la tarea resulta, desde luego más difícil. No porque un ojo implacable vigile y re­prima sin descanso los desperezamientos de la inte­ligencia y de la imaginación. Después de todo esto hubiera dado a la lucha su verdadero sentido. Sucede algo peor. La brutalidad de la fuerza, el desprecio por el espíritu y la dignidad moral han invadido el aire que se respira, envenenan los pensamientos aun antes de ser formulados, crean una psicosis de enterra­dos vivos. En esta atmósfera sorda y asfixiante toda posibilidad de comunicación pareciera reducida a cero. Ello hace superfluo el rigor de la censura oficial, pero también torna absurdo el hecho mismo de pensar y escribir. ¿Para qué?, ¿Para quiénes? El esfuerzo por sobreponerse a esta siniestra fascinación es lo que consume el mayor gasto de energía espiritual.1°

Page 23: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

El primer poeta que adquirió cierta fama fuei

su patria fue Juan O'Leary (1879- ). Sus primeras obl

se caracterizan por el romanticismo y sus últimas por!

modernismo. Como se ha dicho, los movimientos literarios

siempre llegan a este país, aislados, atrasados y gestados

fuera de las fronteras. Este fenómeno ha sido designado

con el nombre de "el hecho de perspectiva".19

A comienzos del siglo veinte se dieron a conocer

las obras de los poetas Eloy Fariña Núñez (I885-I929), par­

nasiano de poca importancia, y Alejandro Guanes (I872-I925),

verdadero modernista aunque bastante tardío.

El primer grupo lírico de valor literario surge con

la revista Crónica (1913-1915)» aunque sus producciones re­

presentan más una actitud emotiva que un esquema intelectual,

Debemos mencionar a Pablo Max Insfran (1894- ), parnasiano

de mesurado acento humanista y filosófico y a Guillermo Mo-

llnas Rolón (1889-1946), simbolista. Esta promoción no con­

siguió identificar su propia realidad espiritual con la voz

de su tiempo y su fracaso, en general, se refleja con la

temprana desaparición de la escena literaria. El grupo de

la revista Juventud (1923-1926) escoge la tendencia moder­

nista de los del grupo de la revista Crónica, pero, aunque

numerosos al principio, la mayor parte de sus miembros mue­

ren o se decepcionan. Entre los escritores del grupo de la

revista Juventud debemos mencionar a Heriberto Fernández

{1903-1927) a Hérib Campos Cervera (1908-1953) y a Julio

Page 24: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

Correa (1890-1953). Heriberto Fernández fue el fundador de

Juventud y publicó dos tomos de poesías, después de haber

Ido a París en 1925• Campos Cervera comenzó su carrera co­

mo poeta del surrealismo, pero terminó dando expresión a te­

mas nacionalistas. En su obra se aprecia una honda simpatía

humana, un interés genuino por los temas nativos y un don

musical constante. Hugo Rodríguez Alcalá lo describe como

20 "el poeta de la muerte". Se preocupa por los problemas

de su prójimo y escribe sobre las ciudades liberadas, sobre

el hachero y el mensú y sobre los camaradas sacrificados.

La mayoría de sus escritos se encuentran en Ceniza redimida,

colección publicada en 1950. Campos Cervera es el único

pbeta paraguayo cuyos poemas se encuentran en la antología

de Anderson Imbert y Florit, Literatura hispanoamericana.^^

Julio Correa halló su voz auténtica al estallar la guerra

del Chaco (1923-1935). Al principio escribió para el teatro,

pero en la posguerra escribió versos en un lenguaje directo,

agresivo, crudo. Reacciona contra el ambiente de violencia

política y social que prevalecía en la nación después de la

guerra. Su colección de poesías Cuerpo ¡¿_ alma apareció en

1945» La guerra del Chaco también inspiró al poeta Hugo

Rodríguez Alcalá (I917- ) cuyo tomo de poesías trata de las

experiencias vividas por él mismo como combatiente en el

Chaco. Desde 1945, Rodríguez Alcalá se ha dedicado a la

docencia en universidades norteamericanas. En I962 publi­

có su última colección de poesías, intitulada Abril que

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Page 25: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

CSJ

cruza el mundo.

El autor Natalicio González pertenece cronológica­

mente al grupo de la revista Crónica, pero por su estilo

pertenece a grupos posteriores. Su colección de poesías

intitulada Baladas guaraníes. señaló un fitievo retorno a la

sencillez poética y al naturalismo temático. Además de

poeta es cuentista (Cuentos ^ parábolas. 1922) e historia­

dor de la cultura paraguaya.

Después de la guerra del Chaco ha habido gran acti­

vidad literaria en el Paraguay y han surgido otros valores,

pues el triunfo de la vanguardia poética coincide con el

fin de la guerra. Así, pues, los jóvenes escritores para­

guayos experimentan un doble extremecimiento, emocional e

intelectual.2^ De esta generación del cuarenta sobresalen

tres escritores: Hérib Campos Cervera, de quien ya nos he­

mos ocupado, Augusto Roa Bastos (I9I8- ) y Josefina Pía

(1909- ). -La primera obra que Roa Bastos publicó fue El

ruiseñor de la aurora ^ otros poemas. Una segunda colección

fue publicada en I96O, El naranjal ardiente. En el próxi­

mo capítulo de este estudio nos ocuparemos de la obra, es­

tilo e importancia literaria de Roa Bastos. La poetiza Jo­

sefina Pía, de gran temperamento artístico, publicó su pri­

mer tomo de poesías en 1934, bajo el título de El precio de

los sueños. En su poesía se pasa del amor con exaltación

y naturalidad al dolor de comprobar lo transitorio de todos

los fenómenos. Su estilo se caracteriza por la repetición

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Page 26: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

21

de temas y la insistencia en transmitir su mensaje sensorial

y cultural.

Un poeta miembro de la nueva promoción es Elvio Ro­

mero (1927- ). Este "poeta del campo", según Hugo Rodrí­

guez Alcalá,23 escribe de asuntos sociales, de campesinos

y de luchas sociales y políticas. Escribe con el estilo pro-

pió de las nuevas tendencias de vanguardia y pertenece al

grupo de jóvenes que escriben para la revista Alcor. Entre

ellos podemos mencionar al joven Roque Vallejos (1943- ),

quien ganó un concurso poético patrocinado por la menciona­

da revista, en 1965; a Ramiro Domínguez (1929- ), a José

Luis Appleyard (1927- ) y a Rubén Saquier (1930- ), el di­

rector actual de la revista Alcor.

En cuanto a la producción narrativa, debemos decir

que no hay manifestación mencionable antes de I900. A prin­

cipios del siglo veinte se diseñan dos corrientes novelísti­

cas: una que elige su temática, su ambiente y sus persona-«

Jes en literaturas extranjeras y la otra que busca sus moti­

vos en el contorno nacional y que es cronológicamente para­

lela a la anterior, pero que prolonga su ciclo.24 En esta

última corriente, entran en juego temas que tratan de los

rasgos vernáculos, la naturaleza Idílica, el folklore, la

anécdota heroica e inclusive rasgos morales o físicos ele­

vados a la categoría de tópico. La primera novela nacional,

Ignacia (I906) fue escrita por José Rodríguez Alcalá. La

trama de esta novela se basa en el antagonismo campo-rural.

Page 27: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

22

En 1929 apareció la novela Hombres. mujeres ^ fantoches,

escrita por Gabriel Casaccia Ribolina (I907- ), la cual se

puede vincular con el comienzo efectivo de la novela moder­

na paraguaya. A pesar de haber pasado la mayor parte de su

vida en el exterior, Gabriel Casaccia Ribolina ha contri­

buido varias otras novelas a la literatura paraguaya. En­

tre ellas: El guajhú (1938), Mario Pereda (1940), El pozo

(1947) y su novela más famosa. La babosa (I952). Esta úl­

tima tiene de protagonista el espíritu de un medio y de un

Instante político social y cultural en vez de una persona.

Trata de la sicología de frustración. Esta obra provocó

diatribas locales y todavía es centro de controversia en

los círculos literarios de Paraguay. La última novela de

este autor apareció en 1964 y se titula la llaga. Otro es­

critor expatriado, Natalicio González publicó en México la

novela titulada la raíz errante (1951) que trata del hombre

contra un fondo exhaustivo de ambiente tradicional y folk-

lórico, dándonos finalmente, los yerbales con su atmósfera

de trabajo forzado, abuso y crimen.

Tres contribuciones importantes en el campo de la

narrativa son las obras de Roa Bastos: El trueno entre las

hojas (1953), colección de cuentos; Hijo de hombre (1959),

novela; y El baldío (I966), otra colección de cuentos. Es­

tas tres obras formarán la base del estudio del último capí­

tulo de este trabajo.

En cuanto a la dramaturgia, debemos decir que Para-

Page 28: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

23

guay casi no ha producido obras teatrales. Los dramaturgos

nacionales siempre han carecido de posibilidades de estreno,

pues ha habido pocos teatros y ha faltado el ambiente creador

que se necesita para el desarrollo de un teatro nacional.

Josefina Pía describe el teatro nacional como una producción

"escarpada".25 A los factores restrictivos de orden puramen­

te cultural y económico se fueron añadiendo otros de natura­

leza exhibicionista, intrínsecos del teatro. Para florecer,

el género dramático precisa de un sentido pleno de solidari­

dad de formas culturales y un clima de libertad y responsa­

bilidad. Obviamente, en Paraguay han faltado y faltan hoy

en día estos elementos esenciales para el crecimiento de su

teatro nacional.

Julio Correa ha contribuido significativamente al

teatro paraguayo con sus dramas en lengua guaraní. Estas

piezas son inexpertas, como todas las nacionales y acaso

más que la mayoría de ellas, pero parecen henchidas de un

evidente deseo de dar voz a las rebeldías y dolores que se

fermentan incesantemente en el seno de las comunidades hu­

manas, como índice de crecimiento y que resquebrajan la ru­

tinaria estabilidad social. Inspirado por la guerra del

Chaco, este autor trata de temas chaqueños así como de pro­

blemas sociales arraigados en otros acontecimientos y con­

diciones.

Conviene mencionar aquí algunas de las condiciones

desfavorables que han contribuido a la situación desventa-

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Page 29: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

24

josa en que se han desarrollado las letras paraguayas: no

hay secciones literarias en los periódicos nacionales, las

dos únicas revistas literarias. Alcor y Diálogo, tienen vi­

da discontinua; no hay casas editoriales que ofrezcan al

autor facilidades adecuadas, pues la preocupación de las

casas editoriales existentes no traspasa la ambición comer­

cial; no hay concursos que ofrezcan al escritor la posibi­

lidad de escapar el anonimato y las posibilidades de obtener

intercambios culturales son precarias y nulas. Esta esca­

sez de cauces comunicativos se agudiza periódicamente con

la intervención de otros factores extraliterarios. Estos

factores incluyen la fijación en el pasado, con el consi­

guiente conservadurismo narciclsta; los prejuicios sociales

y religiosos, y los constantes recelos de orden político.

Respecto a tales circunstancias dice lo siguiente la autora

Josefina Pía:

... han ido elaborando en los escritores de estas ge­neraciones una autocensura tanto más temible cuanto que cristaliza a menudo en mentalidad, y que agrava la acción de otros factores más antiguos; la ausencia de instituciones culturales de orientación orgánica y ca­racterizadas en continuidad; el enclaustramiento, cier-^ tamente atenuado en los últimos años, pero operante sicológicamente. La falta de tradición, así, no ha­ce sino alargar su huella estéril en esta trayectoria sin nombres.'^"

Page 30: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

CAPITULO II

LA VIDA Y LAS OBRAS DE AUGUSTO ROA BASTOS

La narrativa de Paraguay llega al primer plano de

la literatura continental, en este género, con la novela

Hijo de Hombre de Augusto Roa Bastos, ya conocido por un

libro de cuentos anterior. El trueno entre las hojas. El

hecho es que por primera vez, una novela paraguaya traspa­

sa las fronteras del propio medio literario, en aislamien­

to provinciano, alcanzando resonancia internacional e in­

corporándose a la colección de la narrativa hispanoameri­

cana, como una de sus piezas representativas.! Este hecho

tiene más significación cuando se toma en cuenta el estado

casi permanente de penuria política y social en que este

país ha sobrellevado su vida histórica, tan marcada por la

adversidad, resultando en un subdesarrollo doloroso, tanto

en lo económico como en lo cultural. Estas condiciones

precarias se reflejan en el desenvolvimiento de la vida in­

telectual del país.

H\igo Rodríguez Alcalá, crítico, ensayista, y cate­

drático, escribiendo sobre este escritor opina lo siguien­

te:

No hay entre los escritores jóvenes del Paraguay nadie que iguale o supere a Augusto Roa Bastos. Como artí-

25

Page 31: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

26

fice del verso y de la prosa, como maestro consumado de los recursos de su oficio, no tiene rival entre los miembros de su generación. Su laboriosa, interrum­pida e intensa formación literaria; sus largos años de lento aprendizaje en un afán de ensayar su creciente destreza en todos los estilos y géneros literarios; en suma, su infatigable voluntad de perfección y la dis-cipllna^que se ha impuesto para lograrla, le han he­cho dueño de un idioma poderoso en imágenes, ágil, flexible, rico en colores y en matices, cabalmente ade­cuado para la pintura del mundo exterior y para el aná­lisis de complejísimas reacciones sicológicas.2

Roa Bastos nació en 1917 en el pueblo de Iturbe,

unos ciento cuarenta kilómetros al sureste de Asunción, la

capital de Paraguay. Este pueblo de tres mil habitantes

fue el escenario de su infancia, donde creció entre mensúes,

y cazadores de carpinchos. Cosa interesante es que este

pueblo está muy cerca de Itapé en donde se verifica la ac­

ción del primer capítulo de su novela Hijo de hombre. Tam­

bién, el primer cuento del libro. El trueno entre la hojas,

se titula "Los carpincheros" y trata de la vida de estos

cazadores. Su padre trabajaba en un ingenio de azúcar y a

su madre le gustaba la poesía y las canciones nostálgicas.

Roa Bastos describe su vida en los términos siguientes:

Yo tenía una madre a la que le gustaba hacer versos y cantar canciones nostálgicas. Tal vez debido a ella escribí siempre, desde mi infancia. Pero había que sobrevivir y me empleé en un banco. Después, me sa­lí y me dediqué al periodismo: viajaba por los yer­bales haciendo notas para un periódico. También ha­cía audiciones de literatura inglesa en una radio, lo que me valió una beca del British Council, con la que estudié nueve meses en Inglaterra, luego viajé por to­da Europa. En uno de los violentos cambios de gobier­no de los que hay tantos en mi patria, tuve que salir y me radiqué en Buenos Aires y fue allí donde empecé a escribir seriamente, haciéndome cargo de mi vocación

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27

y de mi obligación. Si no hubiese salido del Paraguay es posible que hubiera sido camionero toda mi vida.3

Roa Bastos, como su compatriota de una generación

anterior, Natalicio González, es un autodidacto. Comenzó

su educación académica a la edad de ocho años, llevando su

primer par de zapatos apretados, que recibió como regalo de

sus amigos campesinos. Esta educación consistió en cinco

años de escuela primaria. Durante este período asistió por

un tiempo al Colegio San José, uno de los mejores de Asun­

ción. No recibió ni su bachillerato ni su doctorado, sin

embargo ha logrado ser uno de los intelectuales más honora-

dos de su país. Obtuvo este puesto prominente en el campo

de la literatura por un esfuerzo personalísimo, cuyos resul­

tados compensaran abundantemente las ventajas de la disci­

plina escolástica.

Se alistó en el ejército a la edad de diez y siete

años y participó en la campaña sangrienta del Chaco. Esta

experiencia ha influenciado profundamente y está reflejada

en su producción literaria hasta hoy en día. Ha creído que

esta guerra no tuvo nada que ver con sentimientos patrióti­

cos, sino con operaciones de intereses imperialistas apoyadas

por la oligarquía criolla. Esta idea formó la base de sus

campañas periodísticas que resultó en su destierro en 1947»

Después de un viaje a Europa durante el cual estudió nueve

meses en Inglaterra regresó a Buenos Aires donde vive y es­

cribe en la actualidad.

Page 33: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

28

El aprendizaje que sirvió para desarrollar su for­

mación literaria pasó por dos fases distintas. Su primera

fase se caracteriza por la imitación de los grandes poetas

españoles del Renacimiento. Allá por 1935 escribió unos

sonetos que parecían sacados de una antología del siglo XVI.

Su primer ídolo literario fue el gran poeta, Garcllaso de

la Vega. Por ser sobrino del monseñor Hermenegildo Roa,

sacerdote culto y virtuoso, de cultura y gustos clásicos,

Roa Bastos hizo sus primeras lecturas en la biblioteca de

su tío. De este período en el desarrollo de la carrera de

Roa Bastos, Rodríguez Alcalá dice:

El extraordinario poder que tiene Roa para el dominio de las más diversas maneras de la lengua literaria, le permite manejar sin esfuerzo el español del Siglo de Oro, como si este adolescente, nacido en el corazón subtropical de la América del Sur, en el segundo de­cenio del siglo veinte, no tuviera otra patria espiri­tual que la España de Carlos V ni otro reino poético que el neoplatonismo renacentista en una arcadia ideal de eterna primavera.^

En otro artículo sobre Roa Bastos, Hugo Rodríguez Alcalá

nos da una comparación interesante entre dicho poeta y el

Joven poeta español, Carlos Bousoño:

Carlos Bousoño es el único caso que he conocido de un poeta que, habiendo nacido hacia 1923» ha sido un mu­chacho contemporáneo de la madurez de Campoamor y Zo­rrilla. En su pueblo, sin noticia alguna de la poesía, a los trece años abrió la pequeña biblioteca de su di­funto tío abuelo, y allí estaban los libros de esos dos poetas, y de ningún otro poeta más. ¿Qué canti­dad de candor, de sueño de la realidad, hacen falta para que ocurra lo que sucedió? Leyó esos libros, y como un muchachillo de I87O, despertó a la poesía ... de 1870. Empezó a escribir versos. Leyendas, Dolerás, Humoradas.5

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29

El caso de Roa es muy semejante pero aún más curioso que

el de Bousoño porque la ciudad de Asunción de hace treinta

y cinco años faltaba la cultura literaria del pueblo natal

de Bousoño. Al leer los sonetos garcilasianos, Roa desper­

tó a la poesía de 1540 y comenzó a escribir églogas y sone­

tos en un lenguaje fluido de sorprendente anacronismo. Sus

personajes tañen rabeles rústicos, ruedan arroyos cristali­

nos por verdes prados y el infalible ruiseñor gorjea en

las ramas de árboles añosos.^ Estas lamentaciones de pas­

tores enamorados, tristes octavas y armoniosas liras nunca

han sido publicadas con la excepción de unas pocas que apa­

recieron en 1938. Esta capacidad sorprendente del joven

poeta Roa para repoetizar en un estilo fuera de su época

no era más que la primera manifestación de su talento inna­

to, que en las diversas etapas de su evolución literaria le

permitiría revivir en su propia experiencia todas las es­

cuelas y estilos de la historia literaria. Su avidez de

lector le ha hecho un literato de una cultura artística que

muy pocos novelistas de América hoy poseen.

La segunda etapa de su formación literaria comenzó

cuando descubrió a Federico García Lorca. Una persona do­

tada de una sensitividad literaria y artística como Roa

Bastos no iba a pasar toda la vida encerrado en sólo un pe­

riodo de desarrollo cultural. Un día, sin más transición

que unas lecturas entusiastas de Valle Inclán y Juan Ramón

Jiménez, descubrió a García Lorca lo cual produjo un cambio

Page 35: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

30

radical en su estilo y en su sensibilidad. Los pastores

tañedores de rabeles de sus poemas garcilasianos se agi­

tanan al influjo del romancero lorquiano, y aclimatados al

ambiente hispaño-guaraní, comenzaron a danzar bajo los

cielos tibios de Paraguay.7 con una capacidad asombrosa,

se adueñó de todo el arsenal poético de Lorca que en aquel

tiempo le fueron accesibles en los volúmenes de las obras

lorquianas publicadas por la Editorial Losada de Buenos

Aires. Dejó por siempre su predi11colones clásicas y se

dedicó a leer y a imitar con entusiasmo a todos los poetas

nuevos. Al renunciar a la época clásica, se consagró a

estudiar con un fervor fanático a infinitos escritores en

traducción, tales como el alemán Rilke, el checo Kafka, el

irlandés Joyce. Otros autores que le interesaban eran An­

dró Bretón, Apollinaire, Cocteau y Marinettie. Cosa curiosa

es que se desentendió de toda la literatura española que

no pertenecían a lo nuevo. Hay que mencionar que dio un

salto de los siglos diez y seis y diez y siete al siglo vein­

te dejando el conocimiento de la literatura del siglo diez

y nueve hasta otra etapa de su formación literaria. Apenas

tenía noticias de los grandes escritores españoles decimo­

nónicos así como los otros como Stendhal, Flaubert, y los

rusos. Por el momento le es necesario ponerse al día, ser

un poeta nuevo, revolucionario; lo demás vendrá más tarde.°

Durante este tiempo del desarrollo de su carrera

literaria, conocía a dos colegas de la "escuela nueva":

Page 36: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

31

Hérib Campos Cervera y la escritora hispanoparaguaya Jose­

fina Pía. Ya hablamos de estos escritores en el primer ca­

pitulo de este estudio, pero conviene decir aquí que estos

dos escritores creaban una literatura sombría y pesimista.

Vivir, para Campos, no era otra cosa que "ir muriendo".

Josefina Pía entrelaza el tema de la muerte con el del

amor, un amor caracterizado por tina pasión trágica, amarga

y desesperada. La asociación íntima de estos dos poetas

de la muerte y de la desolación espiritual, ejerció en Roa

una impresión profunda. Esta impresión había de manifestar­

se en una actitud pesimista, acaso mera pose literaria en

un principio, que constituiría más tarde una genuina pos­

tura espiritual ante el mundo y la existencia cuya influen­

cia se aprecia en la mesa de Roa Bastos. Roa Bastos y su

dos colegas en este tiempo se adherían al movimiento su­

rrealista que constituyó casi una verdadera religión litera­

ria cuyos dioses incluyian al inglés Charles Morgan, al

francés Alain Fournier, y a los norteamericanos O'Neill y

Faulkner.

Una contribución importante de este trío de escri­

tores fue la renovación de la vida intelectual, desempeñada

con entusiasmo y abnegación, en Asunción, a pesar de la exis­

tente dictadura aplastadora que parecía a la de la época

del doctor Francia en cuanto a la cultura. Podían mantener

un interés creciente por las nuevas tendencias literarias

en un ambiente cargado de intrigas y temores dentro de es-

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32

ta ciudad vigilada en todas horas por espías policíacos.^

En los años anteriores a su destierro. Roa era re­

dactor del periódico El país de Asunción. En esta época

escribía infinitos versos que los distribuía entre sus

amigos durante las tertulias que se verificaban en la Casa

América, en las librerías Salazar y Universal o en las es­

quinas de la calle Palma. Lo siguiente es una descripción

de lo que pasaba durante tales reuniones literarias:

Roa tiene poemas en todos los bolsillos—poemas su-perreallstas, oscuros, ininteligibles, y a veces alguna estrofa de sorprendente belleza. Roa, entre sus ami­gos, es el que más habla porque es también el que más lee, el que más aprende, el que más se entusiasma. Y allí, con Campos Cervera, con Josefina Pía, con Facun­do Recalde, con Elvio Romero, Roa menciona un tema que acaba de desarrollar en algunos versos recientes; co­munica las emociones que se lo inspiraron, habla de nuevos desarrollos, trama proyectos de otros poemas, o de cuentos, o de piezas de teatro—porque Roa, ade­más, es cuentista y dramaturgo. Y entonces Roa sigue hurgando en los otros bolsillos, y nuevos poemas sur­gen de aquí y de allá, hasta que sus amigos se quedan finalmente como sumergidos en el fluido espirituoso de una incontenible inundación poética.1^

En 1947 estalló otra guerra civil y Roa Bastos, con

muchos otros escritores e intelectuales, tuvo que expatriar­

se. Roa Bastos y Campos Cervera buscaron asilo en Buenos

Aires. Allí "el poeta de la muerte" publicó su primero y

su último libro. Ceniza redimida, en el que reunió lo mejor

de su poesía. Un año más tarde, murió triste y nostálgico,

precisamente cuando el poeta descubría en sí aspectos antes

insospechados de su vocación literaria. Por otra parte,

Roa Bastos parecía haber perdido en el destierro la inspira-

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33

clon y la fecundidad. Tal cosa podía suponerse porque no

publicó ningún libro hasta 1953. Pero en verdad, seguía es­

cribiendo y estudiando tanto como se lo permitía su difícil

condición de expatriado. Se dedicaba a la perfección de su

estilo, tanto en la técnica como en la maestría del idioma

que le daría el instrumento para modular todos los matices

del sentimiento y dar voz a todos los tonos de la pasión.

Continuaba la lectura de todos los autores importantes.

Tenia la capacidad de captar y atesorar en su mente las ideas

centrales de lo que leía, incorporándolas más tarde en una

fantasía de Imágenes que se reflejan en sus propios efectos

retóricos.

Aunque su producción no es extensa, todas sus obras

representan un avance significativo en la literatura para­

guaya así como en la de Hispanoamérica. Publicó su primer

libro de versos. El ruiseñor de la aurora ^ otros poemas,

en 1940. En 1942 apareció la novela titulada Fulgencio Mi­

randa . Presentó esta novela al concurso organizado por El

Ateneo, recibiendo mención honorífica. Como se ha dicho,

es autor de varios dramas, ninguno de los cuales ha tenido

mucho éxito. Entre sus dramas podemos mencionar I^ reslden-

ta y El niño del rocío. La trama de El niño del rocío se

desarrolla en la Alemania nazi. En el campo del arte clne-

matorgráfico Roa Bastos ha tenido mucho éxito. Es autor de

varios libretos de cine tales como El trueno entre las hojas,

Sabaleros, La rebelde de Santiago y Shunko. La película

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3^

argentina de su cuento El trueno entre las hojas contribuyó

mucho al éxito del tomo de cuentos que lleva el mismo título.

La película se basa en el último cuento del libro. Esta

colección de cuentos apareció en 1953, después del largo

silencio que siguió a su destierro. De este período Rubén

Bareiro Saguier, el editor actual de la revista Alcor, dice:

El camino entre la publicación de El ruiseñor y la de su tomo de cuentos, El trueno entre las hojas, es lar­go y trabajoso. Extrañado—luego de sufrir cárceles— por su amor a la libertad, continúa en tierras ajenas la labor cultural, en medio de apremios y desazones que aumentan su decisión y esperanza. La fe, la vocación, la voluntad levantan su corazón, caído a veces en tan ardua lucha, y vacían su sangre en el papel en que va creciendo su amor hacia los hombres desposeídos, hacia su tierra encadenada. Ni la distancia ni la extranjería pudieron mellar un ápice de su honda raíz nutrida en

• este suelo fecundo, empobrecido por la saña y el odio; poblado por la persecución y la muerte. Este es el hombre en consonancia con su obra.H

Otro tomo de poesía apareció en 1949» El naranjal ardiente.

Su obra monumental. Hijo de hombre, se publicó en 1959 y

su último tomo de cuentos. El baldío, en 1966. Con la pu­

blicación de Hijo de hombre, Roa Bastos surgió como un es­

critor de plena madurez, mereciendo la fama internacional

que la novela le ha traído. También ha escrito artículos

y ensayos que han aparecido en revistas y periódicos de su

país y de muchos países extranjeros.

Su estilo, tan bien logrado, es el resultado de una

disciplina rigurosa que se ha impuesto hace muchos años.

Todos los críticos están de acuerdo que es un escritor que

ha transcendido de las fronteras nacionales para llegar a

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la dimensión universal. Trata de problemas que afectan a

sus compatriotas, pero que a la vez afectan a los habitan­

tes del mundo entero. Ha dejado atrás la gran tradición

regionallsta, tan importante en la novela de los comienzos

del siglo veinte, para llegar a una universalidad muy poco

común en la literatura paraguaya. Puesto que este estudio

tiene que ver con la producción en prosa nos limitamos a la

crítica de El trueno entre las hojas. Hijo de hombre y El

baldío.

El trueno entre las hojas es un conjunto de cuen­

tos breves y trágicos, cuyos personajes son paraguayos en

el escenario nacional. Como en todas sus narraciones, la

obra empieza con un epígrafe que indica el tema principal

del libro. En el caso de este volumen el epígrafe se basa

en una leyenda aborigen:

El trueno cae y se queda entre las hojas. Los anima­les comen las hojas y se ponen violentos. Los hombres comen los animales y se ponen violentos. La tierra se ^^ come a los hombres y empieza a rugir como el trueno ...

Simbólicamente, este epígrafe se refiere a Paraguay, una

nación que es devorada, verdaderamente, por el poder cós­

mico del trueno que representa la violencia, la injusticia,

y la explotación que ha sufrido su pueblo a lo largo de su

historia. Roa nos pinta un país de cuartelazos continuos,

de caciques y militarotes mandones, de políticos ambiciosos

y crueles. En este ambiente violento, se ven los campesi­

nos desvalidos y explotados por la avaricia y por la Injus-

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36

tiola organizadas como sistema.

Al explicar el propósito de este libro Roa Bastos

escribe lo siguiente para claraflcarlo en términos que no

dejan lugar a dudas.

Rehuso adscribir mi literatura a una especia de neu­tralidad benévola en favor del arte y la cultura. Pre­fiero comprometerla hasta los huesos en ese "afán re-dencionista" que se me reprocha. La belleza no puede ser un pretexto para la abstención irresponsable del artista en medio de las luchas de su tiempo. Esta aparente abstención está también "enganchada y com-prometida'* no en el desinteresado disfrute de los va­lores estéticos cuya "pureza" pretende custodiar, sino en la justificación del orden establecido, en la aspi­ración no confesada de conglar la historia en favor de los opresores y, más directamente, en la lucha contra el pueblo. la filosofía y la estética de la abstención pertenecen al pasado.13

El mensaje del autor parece ser el despertamiento del espí­

ritu paraguayo sacudido por ese poder elemental del trueno

para convertirse en una aspiración trascendente de justicia,

de verdad y de belleza en el gobierno y en la actividad y

conducta de las sociedades humanas. El trueno entre las

hojas tiene honda significación simbólica. Se pudiera in­

terpretar como una amarga visión de la humanidad paraguaya

concebida como pura naturaleza; "una suerte de epopeya de

los instintos y pasiones bestiales del hombre aún no trans­

figurados por el soplo digniflcador del espíritu".^^ Su

técnica, según Zum Felde, es más impresionista que realis­

ta. Dice:

No falta en ella, como es necesario sino que abunda, la pintura de la naturaleza tropical en cuyo ambiente se desarrolló; su paisajística, rica de colorido, no rehuye sin embargo la paleta agria u oscura, cuando

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-bl

así lo exige la veracidad del cuadro. Su técnica es impresionista en cambio y no realista. Tal vez lo sea también, en cierto modo, su estilo literario, sobrio, fuerte, ajustado, pero apoyado principalmente en la imagen.15

Unos años después de la publicación de esta colec­

ción de cuentos, en su nueva carrera de narrador, trató de

escribir otro cuento semejante a los de El trueno entre las

hoJ[as, pero su intento fracasó. El resultado de este fra­

caso fue, sin embargo, una novela hoy famosa, titulada Hi­

jo de hombre. Dejemos al mismo Roa contar la historia de

este fracaso-éxito:

La escribí de un tirón en dos meses después de haber estado luchando otros tantos en la redacción de un cuento basado en una historia real sucedida hace tiem­po en mi país y que recordé de pronto en la refluencia inesperada de hechos y memorias con que a veces nos asalta el pasado. La historia se me resistió obstina­damente a quedar encerrada en el tratamiento y en los limites del cuento. Lo consideraba ya un fracaso cuan­do descubrí, también de improviso, que en el desarrollo novelesco la historia se me ofrecía con toda su fres­cura, espontaneidad y fuerza primigenia. Entonces el cuento frustrado se transformó en una novela relativa­mente triunfante, al menos para mis dificultades y fa­tigas de escritor.lo

Lo "relativamente triiinfante" a que se refiere Roa

incluye tres premios literarios de calibre prestigioso y la

inclusión frecuente en la sección best-sellers de los pe­

riódicos en las diferentes provincias. Ganó en 1959 el pri­

mer premio en el Concurso Internacional de Cuento y Novela,

organizado por la Editorial Losada de Buenos Aires. Tam­

bién en el mismo año recibió el primer premio municipal de

Buenos Aires. En I96I obtuvo uno de los premios de la re-

IVJii I « • I I I

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38

vista Life. El triunfo del autor es el resultado de una

vocación auténtica, forjando trabajosamente la personalidad

de un escritor verdadero. Este triunfo le viene a través

de sus propios esfuerzos, sin subordinar su habilidad artís­

tica ni someter su independencia de espíritu, ni rebajarse

a pedir la limosna del elogio farsante bajo sentimientos

patrióticos.-^7

La novela contiene un epígrafe tomado del libro de

Ezequiel, de la Biblia, y del himno de los muertos de los

indios guaraníes. El epígrafe dice:

Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde. ... (XII, 2). ... Come tu pan con temblor y bebe tu agua con estreme­cimiento y con anhelo. ... (XII, 18). Y pondré mi rostro contra aquel hombre, y le pondré por señal y por fábula, y yo lo cortaré de entre mi pueblo. (XIV, 8).

... He de hacer que la voz vuelva a fluir por los hue­sos y haré que vuelva a encararse el habla. ... Después que se pierda este tiempo y un nuevo tiempo amanezca. ...1"

Del primer verso citado viene el título de la novela. Ese

verso también indica el curso que el autor va a tomar. Con

los versos del epígrafe se adelanta la orientación religiosa

encontrada en el primer capítulo de la novela, el cual se

titula "Hijo de hombre". Este capítulo, además contiene

mucho simbolismo religioso que lo relaciona buy bien con el

epígrafe.

Hijo de hombre es una serie de nueve relatos autó­

nomos que en total ofrecen una visión de la sociedad para-

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guaya y de la situación humana dentro de la tradición na­

cional. Estos nueve episodios se enlazan mediante un leve

hilo que a veces es el recuerdo, otras veces reaparición

del personaje en forma de narrador u observador. Los per­

sonajes de la novela representan todas las clases sociales

y culturales. Hay en ella aspectos o facetas de la histo­

ria de Paraguay, desde los días del doctor Francia, recor­

dados casi como estampas de mito y desde los principios de

la independencia de Paraguay, hasta los días inmediatamen­

te posteriores a la guerra del Chaco. Miguel Vera, el na­

rrador, es un intelectual vacilante, incapaz de actuar, in­

capaz de realizar ninguna obra en pro de sus camaradas e in­

capaz de solidarizarse por entero con los oprimidos. La

persona central de la obra y que representa al "hijo del

hombre" es Cristóbal Jara. Él es el mejor representante

del pueblo paraguayo que sufre y duele de la opresión con­

tinua. Cristóbal Jara nace y crece a lo largo de la novela

como arquetipo del individuo que dedica, no sólo los re­

cursos de su cuerpo, sino los de su alma, a la redención

de sus semejantes. Roa mismo nos dice lo siguiente res­

pecto al tema central de la novela:

Su tema trascendente al margen de la anécdota, es la crucifixión del hombre común en la búsqueda de solida­ridad con sus semejantes; es decir, el antiguo drama de la pasión del hombre en lucha por su libertad, li­brado a sus solas fuerzas en el mundo y en una socie­dad inhumanos que son su negación.19

Se debe mencionar que la técnica novelística usada

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40

por Roa Bastos es muy semejante a la de la mejor cinemato­

grafía, arte en que es un experto. Esta novela es como un

conjunto de escenas cinematográficas, no cronológicamente

arregladas, cuya interrelación es muy diferente a la que

existe entre los capítulos de las novelas decimonónicas.

Sus relatos parecen estar filmados con el propósito de

crear una perspectiva sutil en la mente del lector. Pre­

senta una escena desde dos o tres puntos de vista distin­

tos. Los retratos comprenden las visiones de los persona-

Jes en masa, de comunidades enteras, como los pueblos de

Itapé y Sapukai y de los individuos. El flashback, técnica

cinematográfica, detiene el curso de los acontecimientos

mxiy a menudo y el lector se ve repentinamente llevado a los

orígenes de un conflicto actual, orígenes filmados una y

otra vez, desde diferentes perspectivas y con suspensión de

este o aquel relato en sus peripecias disímiles, aunque vin­

culadas todas con la misma causa eficiente. Un ejemplo de

esta técnica es la catástrofe de Sapukai, de 1912: una lo­

comotora gobernista se estrella contra un tren de revoluciona­

rios, produciendo una explosión que deja centenares de muer­

tos y que arrxiina todo el pueblo. Pues bien. Roa Bastos

"filma" el trágico suceso una y otra vez para mantener la

correlación entre las tres escenas en las cuales los per­

sonajes individuales cambian, sin cambiar, por eso, la

raíz del drama línico, presentado en sus diferentes aspec­

tos.20 Fernando Alegría describe tal técnica en los si-

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guientes términos:

Concebida como una pintura mural que, de panel en pa­nel, despliega el drama de la nación paraguaya, pri-mero^en un plan, luego en otro y en otro, como si la visión objetiva del pueblo rectificara obstinadamen­te la visión subjetiva--distorsionada a través del recuerdo—del narrador.21

Consideran los críticos que con esta gran novela

americana. Roa Bastos se hace el fundador de una tradición

novelística paraguaya en que la vida de un pequeño gran

pueblo ha de reflejarse con toda su grandeza, miseria,

ideales y fracasos para constituir, así, un arte auténtico

que incite a la realización del noble destino a que está

llamado Paraguay.

Su última colección de cuentos. El baldío, apare­

ció en 1966. Como en el caso de las otras obras narrati­

vas, en ésta encontramos un epígrafe que da a conocer la

orientación general del contenido de los cuentos. El epí­

grafe dice: "... el que abandona su viña la verá morir

dentro de si en baldío, y su vino será amargo. ..."

(Jeol I-IO). Estos cuentos representan otro intento de re­

velar, de pintar visionariamente la realidad paraguaya que

a él le interesa. El presente volumen recoge una lección

de cuentos escritos entre 1955 7 1961 que parecen relatar,

simbólicamente, la historia de su reorientación en el des­

tierro, de su tentativa de adaptarse a un nuevo país, a

una nueva sociedad. Desde Buenos Aires puede observar y

comprender mejor su país natal, expresando sus observaciones

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*fii

con un nuevo punto de vista. Roa Bastos cree seriamente

que la literatura es en esencia, una manera de vivir, una

manera de actuar; es decir, una manera de realizarse, de

ser. Cree que una función de la literatura es revelar, ob­

servar, clamar y luchar por la libertad del hombre que se

encuentra dentro de una sociedad hostil y opresora. Sin

embargo, esta función debe realizarse en una dimensión de

rigurosa integridad estética. Los personajes y los hechos

de estas historias pertenecen a la realidad; es decir, los

personajes son de carne y hueso, representantes de todos

los niveles sociales de Paraguay. Roa Bastos cree que,

... la literatura es también una herramienta para tra­bajar el destino del hombre, por el mejoramiento de la sociedad, por la abolición de los males falsamente ne­cesarios que destruyen el camino de la libertad en una sociedad defectuosamente organizada y corrompida por la idea del privilegio. "No hay más que un único te­ma de novela: la existencia del hombre en la sociedad y su conciencia de las servidumbres impuestas por el carácter social de esta existencia", --se queja más que razona, Caillois. Impuestas—agrego yo--por el carác­ter social es esta existencia sometida al terrorismo de violentos prejuicios sociales e inhumanos que los "directores" de la sociedad se empeñan en hacernos creer que son inamovibles e inmutables, echándole la culpa a Dios o a la maldad esencial e irremediable de la especie humana.23

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CAPÍTULO III

EL SENTIDO NACIONAL EN LA NARRATIVA DE ROA BASTOS -

Roa Bastos pertenece al grupo de jóvenes escritores

de la América del Sur que buscan la entidad nacional de sus

países. Buscan lo que constituye la esencia de sus naciones;

buscan la unidad nacional. Según Mentón, esta búsqueda de

la unidad nacional ha sido uno de los movimientos más im­

portantes durante la primera mitad del siglo veinte en His­

panoamérica.^ Puesto que la literatura refleja la civiliza­

ción de un país, es lógico que esta búsqueda ansiosa cons­

tituye la temática básica de la novela y de los cuentos del

siglo veinte. Por medio de la vitalidad de este sentido na­

cional, el escritor hispanoamericano ha creado una expresión

literaria sin imitación de movimientos europeos. En efec­

to esta preocupación nacional es lo que distingue a los es­

critores latinoamericanos de sus contemporáneos de Europa

y de los Estados Unidos. Los países de Europa occidental N

alcanzaron su unidad nacional hace mucho tiempo; por lo

cual, tal búsqueda en la actualidad no figura como proble­

ma. Incluso en los Estados Unidos, con su surgimiento de

nación poderosa después de la Primera Guerra Mundial, los

escritores ya no se preocupan por la conciencia nacional.

if3

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44

Por otra parte, en Latinoamérica, la lucha por la unidad

nacional sigue con fervor y constituye la fuerza motivado-

ra de la prosa del siglo veinte.

La unidad histórica, la iinidad racial y la unidad

geográfica forman el criterio identificador de la novela

nacional. Es decir, el autor presenta en su obra la na­

ción entera: la gente, la tierra, y la historia; aparecen

combinadas, enlazadas para dar un perfil completo del país.

No se puede analizar ni entender los problemas del presen­

te sin saber los acontecimientos históricos. Los persona­

jes tienen que ser de carne y hueso; tienen que represen­

tar todas las razas y los niveles sociales existentes en

el país. Para evitar el regionalismo hay que incluir to­

dos los elementos geográficos que puedan dar un cuadro

auténtico y completo del país. Los autores nacionales bus­

can la realidad de sus países, utilizando todas las fuer­

zas de que disponen para realizarlo.

El mejor ejemplo de una novela nacional es Hijo de

hombre de Roa Bastos. También, sus dos tomos de cuentos

tienen una unidad que radica profundamente en su temática

nacional. Son manifestaciones de un patriotismo excepcional,

amargo y violento, exacerbado por la injusticia, indignado

por la explotación de los débiles, enfurecido por el re-

'traso de su pueblo.^ Este patriotismo se contrasta mucho

con el de los escritores paraguayos anteriores, cuya produc­

ción literaria constituyó un canto glorificador de los hé-

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roes de la epopeya nacional: de los que lucharon en Curu-

palty, en Humaitá y en Cerro Cora. Roa Bastos se expresa

asi de esta tendencia:

En el Paraguay es raro el escritor que se atreva a de­cir que el país no representa, en rigor, el mejor de los mundos posibles. Todavía se cree que glorificar al mariscal López o reivindicar la memoria del doctor Francia es tarea más patriótica que elaborar un pro­grama constructivo de regeneración nacional a la luz de una crítica severa de los males que retardan inde­finidamente la evolución política, social, económica y cultural del país. Nuestros escritores prefieren exaltar las dictaduras del pasado, sin caer en la cuenta de que así justifican las del presente y pre­paran las del futuro.3

Hijo de hombre es una novela nacional porque el

contenido sigue las unidades bien desarrolladas por la

destreza literaria y artística del autor. En la narrati­

va de Roa el indio se hace presente en forma indirecta co­

mo ingrediente básico de la personalidad nacional. La in­

fluencia indígena en la sicología de los personajes prin­

cipales se presenta para trazar el perfil de su nación

crucificada. Es una novela nacional por abarcar la his­

toria angustiada de Paraguay. Es una novela nacional en

su dimensión geográfica puesto que la acción se verifica

en varios lugares que dan una vista panorámica de toda la

nación. En el párrafo final del libro, se aclara su pro­

propósito en boca del personaje al cual se le encarga el

acopio y la redacción del relato:

Creo que el principal valor de estas historias radica en el testimonio que encierran. Acaso su publicación ayude aunque sea en mínima parte a comprender más que

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46

a un hombre, a este pueblo tan calumniado de América, que durante siglos ha oscilado sin descanso entre la rebeldía y la opresión, entre el aprobio de sus en-camecedores y la profecía de sus mártires.^

Roa emplea como técnica principal el símbolo para

ampliar la proyección de su prosa. Las historias dramáti­

cas de la vida de los personajes, al proyectarse en la am­

plia pantalla de la historia paraguaya, encaman los con­

flictos espirituales y sicológicos sufridos por la nación

entera. En efecto, se ha propuesto presentar toda la his­

toria de Paraguay, desde su independencia hasta nuestros

días. Lo ha logrado con mucho éxito aunque con métodos

muy diferentes de los del cronista y del historiador. En

otras palabras. Roa, en su novela, ha querido escribir la

intrahistoria de su patria, a partir del tiempo del dicta­

dor José Gaspar de Francia hasta la misma actualidad angus­

tiada de un pueblo lacerado por luchas civiles. Él ve tal

intrahistoria desde la doble perspectiva de artista crea­

dor y de ciudadano comprometido en la lucha por la reforma

social de su tierra natal, aunque desde la posición des­

favorable de expatriado.5 Por medio de los relatos ima­

ginarios de esta novela y de sus cuentos, el lector se ha­

ce sentir testigo a la acción dramática cuyo protagonista

es todo un pueblo. Emplea muchas ficciones simbólicas pa­

ra retratar su país y para sintetizar todo lo que ha con­

tribuido a la formación de Paraguay. Una de estas fic­

ciones se encuentra en el segundo capítulo de Hijo de hom-

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^7

bre titulado "Madera y carne". Casi todo el villorio de

Sapukai queda destruido después de la explosión que ocurre

en la estación del ferrocarril. El gobierno logra aplas­

tar un levantamiento agrario cuando envía un tren cargado

de mil quinientas toneladas de bombas a interceptar el tren

de los revolucionarios. Sapukai está tratando de dar un

salto hacia el progreso y recobrarse de esta explosión trá­

gica.

También la comisión pro templo, presidida por el cu­ra pudo iniciar la refección de la torre destroncada. Remontaron la campana con un complicado sistema de po­leas y hasta un reloj mandaron traer de Asunción, un extraño reloj que marcaba las horas hacia atrás, por­que el albañil lo empotró en la torre al revés."

Simbólicamente, Sapukai representa el país de Paraguay y

el reloj representa el desenvolvimiento de la nación que

procede hacia atrás en vez de hacia adelante. A pesar de

los débiles movimientos progresivos, el país queda en su

estado atrasado, víctima de su propia historia.

Macario Francia, uno de los personajes centrales

del primer episodio, es hijo de un liberto del dictador

Francia, o posiblemente del dictador mismo, y había naci­

do poco después de haberse establecido la dictadura per­

petua. Por medio de los recuerdos de este personaje casi

centenario y de perfil mítico, el lector es mágicamente

trasladado a la segunda década del siglo diez y nueve. La

última página de la novela, aunque sin fecha, podría lle­

var la de 1959, que es la de su publicación. Macario es

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un gran contador de cuentos, la memoria viviente del pue­

blo. Representa la fusión de la raza española con la raza

indígena. Filosóficamente nos da otra ficción simbólica

de lo que es Paraguay.

Lo escuchábamos con escalofríos. Y sus silencios ha­blaban tanto como sus palabras. El aire de aquella época inescrutable nos salpicaba la cara a través de la boca del anciano. Siempre hablaba en guaraní. El dejo suave de la lengua india tornaba apacible el ho­rror, lo metía en la sangre. Ecos de otros ecos. Sombras. Reflejos de reflejos. No la verdad tal vez de los hechos, pero si su encantamiento. —El hombre, mis hijos—nos decía—, es como un río. Tiene barranca y orilla. Nace y desemboca en otros ríos. Algima utilidad debe prestar. Mal río es el que muere en un estero.7

Y en la expresión de la sabiduría popular de este mito vi­

viente del pueblo Itapé se puede ver la influencia de la

cultura guaraní, una raza que vive muy cerca de la natura­

leza y que se relaciona con ella en todos los aspectos de

la vida. La influencia indígena, sutil pero decisiva, im­

pregna la narrativa de Roa. Está presente en el lenguaje

guaraní hablado por los principales personajes. El autor

lo introduce hábilmente mediante breves interjecciones y

expresiones ocasionales, como en la siguiente introducción

a una escena, la cual ayuda a ver la fusión del guaraní

con el español:

Fue cuando el cometa estuvo a punto de barrer la tie­rra con su cola de fuego ... Cundió el pánico. Des­pués empezó la sequía, como si el ardiente resuello del monstruo hubiera secado toda el agua de la tierra del cielo ... María Rosa trató de llegar al abra con su pequeña carga de agua y provisiones. Pero no pu­do. Se extravió en el monte, cegada, extraviada por

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9

maléfico "yvaga-ratá", que también le acabó de quemar el alma. Después desvarios días reapareció gesticul-tante. —jYa no está, se fue! murmuraba con traquila desesperación—. ¡Lo llevó el cometato

En la primera publicación de la colección de cuen­

tos. El trueno entre las hojas, se utilizó una leyenda abo­

rigen como epígrafe. Esta leyenda sirve de orientación o

lema de los cuentos.

El trueno cae y se queda entre las hojas. Los anima­les comen las hojas y se ponen violentos. Los hombres comen los animales y se ponen violentos. La tierra se come a los hombres y empieza a rugir como el true­no. 9

Este epígrafe se refiere a Paraguay, nación que ha sido

devorada, verdaderamente, por el poder cósmico del trueno

representado en la violencia, la injusticia y la explota­

ción que ha sufrido su pueblo a lo largo de la historia.

En el último cuento de la colección, que como ella

se titula El tureno entre las hojas, se puede ver otra mani­

festación de la huella indígena. Solano Rojas, obrero mes­

tizo que trabaja en un ingenio sufre increíbles apuros a

causa de su participación en una huelga de obreros para

mejorar las condiciones del trabajo. Sufre una flagelación

despiadada, un encarcelamiento de cinco años, y hasta le

sacan los ojos para desanimar sus actividades huelguistas.

Al regresar a su pueblo parece una sombra de la muerte.

Aunque ciego, se gana la vida transportando pasajeros por

el río en su cachiveo. Un día se resbala en la arena de

la barranca, cae en el río y se ahoga. Solano Rojas se

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convierte en un mito. Cuando vivía, solía dar serenatas a

su amante, acompañándose con el acordeón. Al morir, su me­

moria queda muy viva:

"Yasy-Morotl Luna blanca amada que de mí te alejas Con ojos distantes ...

Todavía de tanto en tanto suele escucharse en el Paso, a la caída de la noches, la música fantasmal del acor­deón. No siempre. Sólo cuando amenaza mal tiempo, no hay zafra en el ingenio nuevo y todo está quieto y parado sobre el río. —¡Chakef—dicen entonces los ribereños aguzando el oído—. Va a haber tormenta. —Ipú yevyma jhlna Solano cordión ... Piensan que el Paso Yasy-Moroti' está embrujado y que Solano ronda en esas noches convertido en Pora. No lo temen y lo veneran porque se sienten protegidos por el ánima del pasero muerto. Allí está él en el cruce del río como un guardián ciego e invisible a quien no es posible engañar porque "lo ve todo". Monta guardia y espera. Y nada hay tan poderoso e invencible como cuando alguien, desde la muerte, monta guardia y es­pera.!^

En muchos aspectos Solano Rojas prefigura el personaje de

Gaspar Mora, la figura clave, en el primer episodio de la

novela. Hijo de hombre. Gaspar Mora es carpintero, músi­

co, y hombre benévolo del pueblo Itapé. En su carpintería

hace instrumentos musicales y muchas otras cosas. Se en­

ferma de lepra y tiene que salir del pueblo. Se refugia

en las montañas para no contagiar a los demás. Por fin

muere pero su recuerdo, como en el caso de Solano Rojas,

queda muy fuerte en la memoria de sus prójimos. Se puede

ver claramente la semejanza de la cita anterior, tocante

a Solano y la siguiente:

Al oscurecer se ponía a tocar la guitarra que estaba

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fabricando para probar el sonido, la salud del instru­mento. ... De eso me acuerdo. La gente se tumbaba en el pasto a escucharlo. O salía de los ranchos. Has­ta el cerrito se escuchaba el sonido. Se escuchaba hasta el río. Me acuerdo de mamá que al oír la dis­tante guitarra se quedaba con los ojos húmedos. Papá llegaba del cañal y trataba de no hacer ruido con las herramientas. Aun después de muerto Gaspar en el mon­te, más de una tarde oímos la guitarra. La voz de Macario se recogía temblona. En el silencio del ano­checer en que ondeaban las chispitas azules de los muás, empezábamos a oír bajito la guitarra que sonaba como enterrada, o como si la memoria del sonido aflorase en nosotros bajo el influjo del viejo.H

Con la creación de estos mitos, el autor logra con mucho

éxito describir una faceta del carácter nacional que radi­

ca en la cultura de los guaraníes, cuya historia comprende

muchos mitos y leyendas. Este afán para crear mitos no es

más que una manifestación arraigada en una cultura primi­

tiva aliada estrechamente con la naturaleza.

Para conseguir una visión más amplia del retrato

nacional que Roa nos ha pintado, cabe aquí incluir unas

ilustraciones de su tratamiento de la naturaleza de su pa­

tria. Es un retrato en el que se ve la influencia de la

naturaleza que rodea al hombre y lo aprisiona, condicionán­

dolo algunas veces y determinándolo las más, hacia un des­

tino determinado. Es patente que a Roa Bastos le atraen

la selva, los pantanos y los bosques gigantescos. Bajo la

pluma de Roa la naturaleza hace un papel dramático y pal­

pitante como se ve en el "Caruguá":

La vegetación iba cambiando gradualmente de color. Se podía saber dónde comenzaban las ciénagas por el tono más vivo y oscuro del verde que se veía a lo le-

-^•mm^mmu ii i i • i

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jos.%: ¿inpece a oler la emanación característica del pan-a,r^; un sabor áspero y agrio, como las miríadas de %i£/ ? vf:, machacados, que arañaban la nariz y la garg i.t:* ^|que al comienzo me produjo un ligero mareo ccn s...^^ ^}<--^ bascas. Allí reinaba implacable la hume-daa dasrructora y creadora, transformando continuamen­te la muerte en vida y la vida en muerte. Monstruo­sos torbellinos vegetales de heléchos y macizos espi­nosos que se adensaban en la gelatina negra del barro, como en otra edad geológica; un reino caótico y vibran­te de alinañas voraces, de víboras y pájaros de presa, donde no se sabía cómo podrían durar unos cuantos se­res humanos.12

En el cuento "El regreso" se contrasta la belleza de la

naturaleza con los sufrimientos increíbles de los indios

que trabajan casi como esclavos en el bosque de tanino:

SI pudo escapar fue sólo porque tenía quince años; porque era una partícula volandera de polvo en el pol­vo eterno del Chaco. Los demás, no. Los demás eran ya gotas humanas mineralizadas, adheridas para siem­pre al fondo de ese inmenso caldero de la tierra en que el tanino hervía lentamente con los hombres, fun­didos en un caldo rojo y espeso que los contratistas, los capataces y los capangas revolvían sin cesar con sus "teyú-ruguai", sus parabellums y sus winchesters. Tenía incrustada en los ojos esa visión terrible, mezclada a la otra visión: la del paisaje maravilloso y desolado cuya belleza no podía entender.13

La fuerza de la naturaleza sigue en la novela nacional como

factor determinante. En el episodio titulado "Éxodo" de la

novela que nos ocupa, los protagonistas Casiano y Nati es­

clavizados en los yerbales de Tukurú-Pucú emprenden un éxo­

do en el que la naturaleza juega un papel violento y deci­

sivo. El primer intento de escaparse se finistra por el na-

daniento del hijo. Con el recién nacido en brazos, la pa­

reja empieza una segunda huida a través de la selva y de

los pantanos, que los desesperan, los enloquecen y hasta

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los deshumanizan. Toda una noche avanzan sin tregua para

descubrir al amanecer que han girado sobre el mismo lugar:

Avanzan despacio en la maciega del monte. M s rápido no pueden. Empujados por el apuro, por el miedo ya puramente animal, se cuelan a empujones. Por momentos, cuando mas ciegas son las embestidas, la maraña los rebota^hacia atrás. Entonces el impulso de la deses­peración se adelanta, se va más lejos, los abandona casi. El hombre machetea rabiosamente para recuperar­lo, para sentir que no están muertos, para tajear una brecha en el entramado de cortaderas y ramas espinosas que trafilan y retienen sus cuerpos como los grumos de almidón en un cedazo, pese a estar tan flacos, tan a-porreados, tan espectrales.1^

Otro matiz del carácter nacional se puede encontrar

en la vida religiosa del pueblo. Desde el tiempo de los

jesuítas hasta el presente la religión paraguaya constituye

una mezcla de lo cristiano y lo pagano. Este dualismo se

ve claramente en la narrativa de Roa. En el primer capí­

tulo de Hijo de hombre ocurre el incidente que da nombre

a la novela y sigue como tema trascendental a lo largo de

la misma. En este caso, Gaspar Mora, el leproso que sale

de su pueblo para no contagiar a sus semejantes, labra xm

gran Cristo de madera para que alguien le acompañe en su

soledad. Rechaza todo contacto directo con los aldeanos.

Cuando ya muerto Gaspar, varios días después, Macario, su

tío y otros itapenses llegan al rancho del leproso, descu­

bren la imagen de madera. Entonces se llevan el Cristo

hasta la iglesia del pueblo. Puesto que el templo está

cerrado, dejan el Cristo, manchado por la sangre de su

creador leproso, en el corredor mientras una lluvia to-

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5^

rrencial cae y lava las manchas de sangre. Tal vez es un

bautismo purificador. El cura del pueblo se niega a per­

mitir que el Cristo entre en la iglesia diciendo que es o-

bra de un lazariento y hay peligro de contagio. Después

de unos días de disputa agria con la autoridad de la iglesia,

Macario y sus amigos deciden llevar el Cristo al cerrito

de Itapé y colocarlo allí. Según ellos el cerro se parece

al del Calvario. Labran una cruz de madera y clavan en

ella el Cristo de Gaspar Mora. Desde este tiempo siempre

se celebra el Viernes Santo en el cerrito del pueblo. El

Padre Fidel Maíz, personaje histórico célebre por su actua­

ción durante los días trágicos de la Guerra de la Triple

Alianza y por sus cartas sobre el Mariscal Solano López

al finalizar la guerra, y no menos famoso orador sagrado,

predica el primer sermón de las Siete Palabras. El Padre

Maíz dice al pueblo congregado:

Este privilegiado cerrito de Itapé—agregó el predi­cador—se va a llamar desde ahora "Tupá-Rapé," porque el camino de Dios pasa por los lugares más humildes y los llena de benedición. Así se llama hasta hoy. "Tupa-Rapé," que en lengua guaraní significa "Camino de Dios". —Yo no estuve de acueixio—dijo ya entonces Macario—. No había por qué cambiar el nombre. En todo caso, el cerrito del Cristo leproso se hubiera debido llamar "Kuimbaé-Rapé". Así lo llamaba él: "Camino del hom­bre". —Porque el hombre mis hijos—decía repitiendo casi las mismas palabras de Gaspar—, tiene dos naci­mientos. Uno al nacer, otro al morir. liuere pero que­da vivo en los otros, si ha sido cabal con el próji­mo. Y si sabe olvidarse en vida de sí mismo, la tie­rra come su cuerpo pero no su recuerdo.15

En esta sabiduría del viejo, se ve la mezcla de la doctrina

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55

cristiana con la de los guaraníes que acepta una parte de

las enseñanzas cristianas, pero que rechaza la vida de ul­

tratumba. Otra manifestación de esta mezcla se ve en las

slguientas celebraciones del Viernes Santo que asemejan

una combinación de un rito salvaje de resentimientos y una

celebración religiosa. El autor las describe así:

Luego del sermón de las Siete Palabras, venía el des­cendimiento. Las manos se tendían crispadas y trému­las hacia el Crucificado. Lo desclavaban casi a tiro­nes, con una especie de rencorosa impaciencia. El gentío bajaba el cerro con la talla a cuestas ululan­do roncamente sus cánticos y plegarias. Recorría la media legua de camino hasta la iglesia, pero el Cris­to no entraba en ella jamás. Llegaba hasta el atrio solamente. Permanecía un momento, mientras los cán­ticos arreciaban y se convertían en gritos hostiles y desafiantes. Un rato después las parihuelas giraban sobre el tumulto y el Cristo regresaba al cerro en hombros de la procesión brillando con palidez cadavé­rica al humeante resplandor de las antorchas y de los faroles encendidos con velas en sebo.i"

Este rito primitivo es tal vez una manifestación del resen­

timiento de parte de los indios contra la iglesia organiza­

da cuyas reglas y doctrinas no se entienden ni se relacionan

directamente a sus vidas. En efecto este primer capitulo

de la novela constituye una protesta contra la iglesia or­

todoxa, la iglesia organizada. Lo que busca la gente es

una religión vital, una religión que tenga significado y

que sirva de fortalecimiento espiritual.

Otro ejemplo de la vida religiosa de los paraguayos

se encuentra en el cuento "El viejo señor obispo" que tra­

ta de un obispo que pasa la vida sirviendo a los humildes

y a los menesterosos. Pero sus obras de caridad se compli­

can con la intervención de la política y de la oligarquía

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5^

que en colaboración con lo militar controla todos los as­

pectos de la vida paraguaya. Cuando el obispo ayuda a al­

gunos montoneros o revolucionarios cae en desfavor con la

jerarquía eclesiástica así como con la política. La ig­

lesia rehuye pagar su sueldo y le quita su título de obis­

po, y la política lo persigue. Cuando muere, su hermana,

la ama de su casa, tiene que vender el armonio para pagar

los gastos funerarios. La única posesión del viejo que

queda en su casa porque ya ha vendido todo para vivir.

Las únicas personas que asisten a su entierro son los men­

digos a quienes el obispo y su hermana solían dar de comer.

Ahora forman un desfile de fantasmas. El entierro del

obispo revela el cariño y el amor que estos humildes tie­

nen para con él:

Unas mujeres ayudaron a la señorita Teresa a poner el cuerpo del obispo en el tosco ataúd. Al transportar­lo del catre, el solideo rojo se deslizó de la cabeza y cayó al suelo. Pitogüé fue quien lo levantó con sus grandes manos corochas. Lo besó cerrando los o-jos y después lo alcanzó a Petrona Cambuchí. Esta lo besó de la misma manera y lo pasó a Juan Rapai, y és­te, después de besarlo igualmente, a otro, y éste a otro y a otro. Así el solideo del obispo viajó por todas las manos y fue rozado por todos los labios co­mo un luminoso casquete de sangre endurecida, de pen­samiento rojo, de espíritu con forma de burbuja de púrpura, pulido por la devoción y el cariño de la gen­te sencilla, la buena gente del buen Dios, hecho tam­bién de tierra y sufrimiento. Después volvió a coro­nar la cabellera blanca, la cabeza forrada de tenue neblina del obispo difunto.

Entre todos lo llevaron a enterrar. La tarde dora­da pesaba sobre el pobre cajón. La sombra de los ár­boles. La altísima cúpula del cielo.

Y los pies descalzos del pueblo batían el polvo caminando lentamente junto al viejo amigo muerto que

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51

parecía dormido.^7

En este cuento se puede ver también el retrato de la igle­

sia organizada como instituto inefectivo en la vida de los

paraguayos pobres y oprimidos. El autor ve la iglesia co­

mo una herramienta de la oligarquía y la política en vez

de ser una entidad dedicada al servicio del hombre del pue­

blo.

El cuento "El baldío" tiene un simbolismo profundo

que es una figuración del concepto de la inmortalidad pre­

sentado en boca de Macario cuando dice que "el hombre tie­

ne dos nacimientos, el de nacer, y el de morir" ya citado

anteriormente. Este cuento corto, de dos páginas, trata

de un hombre llevando a cuestas a otro hombre por un bal-

dio cerca de un pueblo. Es obvio que el hombre se está es­

capando de algo y lleva a su amigo ya muerto. Al llegar

al medio del baldío coloca el cadáver del amigo en el sue­

lo cubriéndolo con basura, ramas secas y cascotes. Va a

huir, pero se contiene encandilado por un relámpago. Oye

un vagido tenue y al investigar halla un bulto blanquecino.

Se levanta para irse, pero no puede y regresa al bulto.

Se arrodilla y al tender la mano observa que,

el envoltorio crujió. Entre las hojas del diario se debatía una formita humana. El hombre la tomó en sus brazos. Su gesto fue torpe y desmemoriado, el gesto

. de alguien que no sabe lo que hace pero que de todos modos no puede dejar de hacerlo. Se incorporó lenta­mente como asqueado de una repentina ternura sezieJan­te al más estremo desamparo, y quitándose el saco a-rropó con él a la criatura húmeda y lloriquiente.

Cada vez más rápido, corriendo casi, se alejó del

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58

yuyal y desapareció en la oscuridad.18

Simbólicamente, a nuestro entender, este baldío representa

Paraguay que todavía es una nación a ia que falta la cul­

tivación y que está llena de basura, de ramas secas y cas­

cotes. Es decir, es un país que ha malgastado y malgasta

su materia prima, su gente y sus recursos. El hombre re­

presenta a los que quieren actuar, los que quieren mejorar

su país, pero que son obstaculizados por los intereses de

los privilegiados. Son los que llevan a cuestas a los que

no pueden actuar, a los vacilantes, a los que sufren de

la abulia. El hombre de acción tiene que dejar a los que

pesan, a los que retardan el progreso. El hombre de acción

tiene que mirar hacia el futuro, futuro que en esta historia

está representado por el recién nacido. El hombre dinámico

tiene que entregarse a la nueva generación con la esperan­

za de que ésta pueda llevar a cabo el desarrollo económico,

político y social de su nación atrasada. La oscuridad re­

presenta un futuro desconocido, tal vez una esperanza. Se

ve también el concepto filosófico religioso de la inmortali­

dad de Macario cuando dice: "el hombre tiene dos nacimien­

tos, uno al nacer, el otro al morir". La vida del muerto

dejado en el baldío va a continuar en la del recién naci­

do, con la transición efectuada por el hombre activo. El

autor afirma este concepto en su ensayo titulado "Crónica

paraguaya", en la que analiza con profunda penetración la

historia de su país:

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59

Una sola vez muere el individuo. Un pueblo renace mu­chas veces. Tarde o temprano el Paraguay va a tener que reconquistar su vida libre e independiente. No le restan opciones intermedias. Pero al menos le que­da esta esperanza.-"-

El tema del hombre activo también se desarrolla en

el penúltimo capítulo titulado "Misión" de la novela Hijo

de hombre. En este episodio, Cristóbal.Jara, hijo de Casiano

y Nati, los que se habían escapado de los yerbales de Tu­

kurú-Pucú, tiene la misión de llevar agua a los soldados

durante una batalla de la Guerra del Chaco. Una enfermera

llamada Salui, lo acompaña aiinque contra la voluntad de él.

Ella ha sido una ramera, pero se siente redimida al amar

a "Klritó", nombre guaraní de Cristóbal. En la siguiente

conversación entre ellos, vemos el tema del hombre activo:

—¿Crees en el milagro, Cristóbal? —¿Milagro? —Q^e ocurra algo imposible. Eso que sólo Dios puede hacer. —Lo que no puede hacer el hombre, nadie más puede ha­cer—dijo él ásperamente. —Si, tal vez eso es la fuerza que hace los milagros. —No sé. No entiendo lo que se dice con palabras. Sólo entiendo lo que soy capaz de hacer. Tengo una misión. Voy a cumplirla. Eso es lo que entiendo. —Yo también estoy empezando a comprender muchas co­sas, Cristóbal. Antes de morir, Aquino me di jorque yo estaba naciendo de nuevo. Tal vez tenía razón. Estar aquí, a tu lado ... y no sentir vergüenza ... me parece imposible—hablaba en un susurro, como si es­tuviera conversando en voz baja consigo misma.20

La frase clave en esta conversación es la de Klritó, "Lo

que no puede hacer el hombre, nadie más puede hacer". El

hombre tiene que determinar su propia existencia, y el fu­

turo de Paraguay depende de las fuerzas de sus hombres pa­

ra corregir los defectos y desarollar sus potencias. Lo

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60

que necesita Paraguay es el desenvolvimiento de un ambien­

te de justicia en el que se puede crear un respeto por la

dignidad humana. Cristóbal Jara representa claramente la

búsqueda de la libertad en el absurdo de su vida: es la

expresión más acabada de la confianza callada y tenaz en

el hombre y en su enorme capacidad de esperanza. En él

encarna la esperanza puesta en el hombre y en su acción,

la confianza en seguir adelante olvidándose de sí mismo.

Por otra parte, el hombre abúlico aparece con fre­

cuencia en la narrativa de Roa. Es el hombre a quien le

falta la capacidad de actuar, no puede hacer nada. Sufre

de una sicosis que lo hace incapaz de encargarse de la re­

construcción nacional para realizar los avances de que pre­

cisa el país para salir de su estado atrasado. Tal hom­

bre es Miguel Vera, el narrador de la novela. Rosa Mon­

zón, una doctora que lo ha atendido durante la Guerra del

Chaco, da esta descripción de él:

Hablaba poco y su exterior taciturno lo hacía aparecer huraño. Un introvertido, "intoxicado por un exceso de sentimentalismo", como me decía él mismo en una de sus cartas desde Itapé. Yo creo que era más bien un ser exaltado, lleno de lucidez, pero incapaz en absolu­to para la acción. Pese a haber nacido en el ca.Tipo, no tenia la sólida cabeza de los campesinos, ni su sangre, ni su sensibilidad, ni su capacidad de resis­tencia al dolor físico y moral. No sabía orientarse en nada, ni siquiera en medio de "las aspiraciones permitidas". Era capaz de perderse en un camino ... Era un torturado sin remedio, un espíritu asqueado por la ferocidad del mundo, pero rechazaba la idea del sui­cidio. "Un paraguayo no se suicida jamás", me escri­bía en una de sus últimas cartas.21

Este Intelectual angustiado busca la salida de su vida amar-

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ga, pero ni siquiera tiene la fuerza para encontrarla. La

Guerra del Chaco lo ha dejado completamente desilusionado,

derrotado con una vista amarga y pesimista de la vida.

Quiere escaparse de su angustia y lo expresa asi:

Alguna salida debe haber en este monstruoso contra­sentido del hombre crucificado por el hombre. Por­que de lo contrario sería el caso de pensar que la raza maldita para siempre, que esto es el infierno y que no podemos esperar salvación^^ Debe haber una salida, porque de lo contrario ...^^

Este tipo de hombre abúlico se encuentra también

en algunos de los cuentos. En el cuento, "La gran solución",

del tomo El trueno entre las hojas, el protagonista es un

cobarde que no quiere ir al Chaco para combatir contra los

bolivianos. Halla la solución en dejarse herir por un ac­

cidente simulado efectuado por un amigo. Representa la

clase de hombres que "no sabia empeñarse en otro ejercicio

más violento que el de firmar recibos y cheques".23 Hay

dos cuentos en el tomo El baldío cuyos protagonistas son

Intelectuales que gastan sus vidas en conversación ociosa

sin realizar nada positivo ni ayudar a sus prójimos o al

país. El cuento "El y el otro" es un monólogo interior

compuesto en una sola frase que se extiende por más de do­

ce paginas. El "yo" del cuento es un gordo que medita so­

bre las dualidades de la vida, sin ofrecer ninguna solución

ni proponer ninguna acción para remediarla. Es una acep­

tación pasiva de la vida. El otro cuento, "Contar un cuen­

to", es muy parecido al anterior y parece indicar que la

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62

vida inútil iguala a la muerte. Estos hombres representan

a los que conocen lucidamente la situación en que se deba­

ten los hombres de su país, pero no tiene capacidad para

emprender una acción redentora.

Dentro de su narrativa Roa presenta una realidad

histórica que revela un mundo riquísimo y fascinante de

criaturas auténticas y vitales. Se encuentran muchos da­

tos históricos pero los presenta con tal fuerza creadora

que se adueña del lector y le hace vivir las experiencias

de sus personajes. Sus hombres y sus mujeres tienen tal

verosimilitud que parecen vivir y actuar dentro de los a-

contecimientos históricos auténticos. Se presenta un epi­

sodio que trata del carácter del dictador Francia, que de­

muestra la habilidad del autor para enlazar sus personajes

con los de la historia paraguaya, lo que da una fusión de

los elementos ficticios con los históricos, mejorándose

asi la narrativa. Macario, el hijo mostrenco del dicta­

dor Francia, creció en su casa. Macario relata un inci­

dente ocurrido que ilustra adecuadamente la astucia del

famoso dictador y a la vez la habilidad del autor de mez­

clar lo novelístico con lo histórico. Macario dice:

Nadie lo podía engañar ... Esa tarde encontré una on­za de oro sobre la mesa. El Karaí Guasú El Supremo acababa de salir para su primer paseo después de la enfermedad. No pude resistir la tentación. ToEé la onza. De mi mano salió al tiro humo y olor a carne quemada. Largué la onza y corrí a esconderme, t^l propio Karaí Guasú la había puesto en un brasero. A su regreso me mandó llamar. Me hizo extender la ma-

. — • - . .. n ,•>—.-r»T-

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oj

no. Vio la llaga de la verdad. Ya era suficiente castigo. Pero el mandó a mi padre que me diera cin­cuenta palos en su presencia.2^

También Macario participó en la Guerra de la Triple Alian­

za y Roa lo relaciona con Elisa lynch y con López Segundo.

Lo siguiente lo ilustra:

Contaba que hasta Humaitá y el Cuadrilátero había mi­litado en las huestes del famoso y pintoresco alférez Nanduá. Herido, cayó prisionero de los aliados en Lomas Valentinas, pero pudo huir y volvió a presentar­se al Cuartel General del mariscal López.

— jLa propia Madama [Elisa Lynch] me curó el hombro— decía con orgullo. Ese era el hombro que tenía más bajo, caído hacia la tierra, como bajo el peso de to­da aquella gloria, de aquella pesadilla. Macirio a-travesó^de punta a punta el horror de la hecatombe que duró cinco años, hasta la derrota de la ú: tima espectral guerrilla de López en Cerro Korá. El mis­mo era un Lázaro resucitado del gran esterminio.25

En el cuento "La rebelión" del tomo El baldío se

presenta una batalla de la revolución de 1947 pero ha aña­

dido un ingrediente ficticio que resulta en un cuento in­

tenso y dramático. Se verifica en Asunción en la plaza

central. El protagonista es un radiotelgrafista que pre­

sencia la rebelión del edificio de su oficina que da a la

plaza. La cosa extraña es que mientras las fuerzas del

gobierno se enfrentan con los revolucionarios se juntan

millares de mujeres en la plaza. Se niegan a salir aun­

que los militares las amenazan con ametrallarlas. Una mu­

jer logra llegar a la camioneta del altoparlante y dice a

los militares: "¡Dejen las armas ... abandonen los cuar­

teles, los cantones, los retenes, los puestos! ¡Dejen las

t>iumi.mHmm i i m\¡ mmmm^mmmi,r^mm,^im''nm!m^iimHnm.K" »m,l '•"^^"'i^r^m^mimm

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64

armas!" Entonces acontece el milagro. Los soldados em­

piezan a salir de sus puestos a pesar de los gritos enlo­

quecidos de los líderes militares. Lo siguiente revela la

escena fantástica de la deserción:

las puertas se abrieron y vomitaron elásticas silue­tas, era una deserción en masa. Los jóvenes cadetes se habían hecho pasibles de ser fusilados por la es­palda. Avanzaron hacia la plaza, formando una muralla de pechos humanos. El estrépito se agigantaba allí. Los carros de asalto llegaron raudamente para ametrallar a los desertores, pero los hombres de la tropa, mu­chachos, adolescentes, niños casi, se desacataron. No escuchaban, no podían oír las órdenes, los gritos espasmódicos, sordos a todo lo que no fuese ese retum­bo que los llenaba y les mandaba desde adentro.^7

Las mujeres representan la razón, el bienestar de las ma­

sas contra las fuerzas revolucionarias con sus matanzas in­

sensatas. Los desertores representan la conciencia de la

nación contra los abusos de los políticos y los militares

que ponen hermano contra hermano en un tipo de frastricidio

inútil salvo a los intereses avaros de los pocos que ganen

de tal matanza.

Los apuros increíbles que sufrieron los que lucha­

ron en el Chaco se presentan con una fuerte realidad des­

crita con un realismo chocante. Describe las condiciones

bajo las cuales lucharon los combatientes durante esta he­

catombe. Miguel Vera, narrador de la novela, se encuentra

aislado con su patrulla. Todos sufren de hambre y sobre

todo de sed. El mismo Roa participó en esta guerra y sin

duda experimentó algunos de los apuros que describe en es­

te episodio de su novela.

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65

Hemos perdido toda esperanza de que llegue el camión aguador, pero también la de poder escapar de este ca-ñadón que defendemos con tanto ahinco. El más entero de nosotros no podría andar cien pasos sin caer ful­minado. Las emanaciones de sílice se han chupado las últimas gotas de nuestro sudor, han saqueado hasta nuestros lagrimales. El que todavía consigue retener algo de orina en la vejiga, puede considerarse afor­tunado. Hay un activo tráfico de este licor. Pese­bre anduvo arrastrándose con el jarro de uno a otro, sin conseguir una sola gota a cambio de una inconce­bible reserva que sacó de su bolsa de víveres: dos galletas como pedruscos, semirroídas. Las arrojó en­tonces entre los cactos, se arrodilló y se puso a ara­ñar la arena, enloquecidamente. Metió la cabeza en el hoyo y se quedó así, como un decapitado, sacudido por convulsivos sollozos. En pocos días hemos re­trocedido millares de años. Sólo un milagro podría salvarnos. Pero en este rincón del Edén maldito, ningún milagro es posible.^"

Otra realidad que comprende el cuadro paraguayo es

la opresión y la violencia del hombre contra el hombre, o

sea "hombre crucificado por el hombre". Enceguecidos por

la ambición y las ansias desmedidas de poder y de dinero,

algunos hombres apresan a los demás y les someten a la mi­

seria, a las torturas y a la muerte horrible y sin senti­

do. Forkel y Harry Way, en "El trueno entre las hojas",

encarnan la voluntad todopoderosa del patrón del ingenio

que aplasta a los hombres y viola insaciablemente a las

mujeres. El yerbal de Tukurú-Pucú y el ingenio, la Oga-

guasú, son cárceles enormes de las que nadie puede escapar

y en las cuales mueren irredentos y olvidados los hom­

bres que trabajan para que otros se enriquezcan. Muy po­

cos pueden escapar de los perros, de los capangas, de los

muertos y de los esteros. El tratamiento que se dispensa

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66

a los peones es infrahumano y los mensúes paraguayos suelen

mirar con nostalgia la costa argentina como si divisaran

una verdadera tierra de promisión. En el episodio "Éxodo"

se expresa asi:

Algunos quedaron por el camino interminable. Los re-puntadores probaban a levantarlos a punta de látigo pero el vomito negro o la ponzoña de la ñandurié evL más fuerte que ellos. Los dejaban entonces pero con un poco de plomo en la cabeza para que se quedaran bien quietos y no se hicieran los vivos, así de en­trada. ^

En este mundo de violencia y opresión, los capataces ejer­

cen el derecho de vida o muerte y disponen de los hombres

por arbitrio, capricho o ira. Juan Cruz Chaparro, uno de

los personajes más sombríos creados por Roa Bastos, fulmi­

na con un tiro al vigía que, en un descuido, resbaló de su

puesto y cayó al fuego de la hoguera.

Nadie intentó rescatarlo porque al caer, el cuarenta y cinco de Chaparro lo había fulminado de un tiro en la sien. Mientras el cuerpo de urú se retorcía y cre­pitaba en las llamas, Kurusú [Juan Chaparro] aullaba que el miserable, el muy desgraciado, el hijo de mil putas había querido saltar sobre el patrón machete en mano. Todos sabían que el urú, arriba, no tenía ma­chete. 30

Los mensúes le dieron este apodo de Krursú que significa

en español la sombra de la cruz, y verdaderamente lo era:

la sombra de la cruz en que penaban los peones. Y también

porque la punta del látigo de Chaparro sabía vibrar rápida

y mortalmente como la víbora de la cruz. La obsesión de

la muerte persigue al hombre; en cualquier momento puede

llegar el estaqueo en un hormiguero, la sepultura viva o

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el flagelamiento despiadado. Hay que recordar aquí que

mientras Roa Bastos trabajaba como periodista hacía varios

viajes a los yerbales y a los ingenios y que sus exposi­

ciones de las condiciones espantosas fue la causa de su

destierro.

El flagelamiento casi mortal que recibe Solano Ro­

jas a manos de Harry Way, el dueño del ingenio, basta pa­

ra mostrar la capacidad de Roa para describir este acto

sadistico y perverso.

—¡Más ... , más ... ! gritaba Harry Way—. ¡Dugo con el! ¡Mí va a enseñarte, misegable, a ser juel-guista! ¡í'Iás ... , más ...! Estaban fatigados. El karapé estertoraba y estertora-ba el zambo. Al levantar la guacha se secaban el su­dor de la frente con el antebrazo y se borroneaban de rojo toda la cara con las salpicaduras de la sangre. El Buey-Rojo Harry Way también estertoraba, pero él no de fatiga sino de sádica emoción.31

En los cuentos así como en la novela se puede hallar

el tema del fratricidio o el hombre crucificado por el hom­

bre. En el cuento "Hermanos" del tomo El baldío este te­

ma se patentiza en la delatación de un soldado del ejérci­

to del gobierno contra su propio hermano que ha participado

en un levantamiento agrario. Lo siguiente expresa su pri­

mer acto contra su hermano:

—Arguello, ¿no es tu hermano ése? El interpelado se fijó en el caído, titubeó un poco primero y, después, con la cara congestionada por la vergüenza y el odio, se abalanzó y lo pateó varias ve­ces insultándolo furiosamente. Pero no se contentó con eso; escupió sobre él y lo desmayó de un culata­zo.32

El hermano logra escaparse arrastrándose como un gusano

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68

sobre tierra tosca y pedregosa. Llega a su rancho donde

su madre lo atiende. Otra vez el soldado viene a devolver­

lo a la prisión. Pero la madre interviene y le dice:

—¿Vas a entregar a tu hermano por segunda vez? —Es mi deber. —¿Sabes qué hacen con los prisioneros? No sé ... —titubea la voz pedregosa—. Seguro van

a ser fusilados. —No. Sabes muy bien que ya no fusilan a los mili­cianos prisioneros. Los torturan hasta la muerte, los matan de a poco, en medio de los más bestiales supli­cios. Mañana nos reunirán en la plaza del pueblo pa­ra una nueva función de baño de sangre ... Todos te­nemos que aprender que con las fuerzas del gobierno no se juega.- -í

El soldado muere accidentalmente al dejar caer el rifle.

Con este cuento Roa hace patente su creencia en lo absurdo

de tal conflicto y en el malogro del recurso humano de Pa­

raguay. Este tema se desarrolla en el cuento, "El prisione'

ro", del tomo El trueno entre las hojas. Hugo Saldívar, un

Joven conscripto en el servicio del gobierno, tiene que par­

ticipar en la liquidación de unos montoneros escondidos en

un estero. El teniente de la patrulla entrega un prisione­

ro a su cargo. Es de noche y Hugo está tan cansado que po­

ne al prisionero bien atado en un hoyo y se acuesta. Al

día siguiente descubre que el prisionero ya muerto es su

hermano. Huye del lugar refugiándose en el estero.

Al día siguiente, los hombres de Peralta encontraron el cadáver de Hugo Saldívar flotando en las aguas fangosas del estero. Tenía el cabello completamente encanecido y de su rostro había huido toda expresión humana.34

Se ve en este breve resumen del cuento la deshumanización

•. • " ^ y i

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69

del hombre que ha ocurrido en Paraguay. El propósito de

Roa es tratar de aliviar la condición desfavorable de su

país, por medio de su producción literaria, e inspirar a

sus compatriotas a la conciencia de que hay una vida me­

jor para ellos y de que deben tratar de crear una nación

en que haya solidaridad de justicia y libertad para todos.

Trascendiendo la inmediatez de los problemas eco­

nómicos y sociales, la narrativa, a través de los persona­

jes y de las experiencias individuales paraguayas, enfoca

asuntos filosóficos más considerables, con los cuales el

hombre se ha enfrentado todo el tiempo en todas las civi­

lizaciones. Los problemas divulgados en las obras estudia­

das, en síntesis, son problemas universales.

Page 75: EL SENTIDO NACIONAL EN ROA BASTOS HUBERT G. CARSON, …

CONCLUSIÓN

En conclusión, podemos decir sin duda que Roa Bas­

tos es un escritor de marcado sentido nacional. Lo para­

guayo en todos los aspectos de la vida constituye la temá­

tica predominante de la prosa de Roa Bastos. El aspecto

histórico juega un papel importante en esta prosa, al

constituirse en elemento enmarcador de la realidad nacional

Presenta a toda la gente paraguaya y a los elementos ra­

ciales que conviven en este "paraíso" de la leyenda guara­

ní, abarcando además todas las clases sociales y económi­

cas. Describe la gente de los pueblos, de la ciudad, de

los yerbales, de los ríos y de la región chaqueña. Tam­

bién trata de las instituciones nacionales que influencian,

determinan y controlan el destino de la nación. No se li­

mita al regionalismo, sino describe toda la geografía, in­

cluyendo la flora y la fauna de su hermoso país. La na­

turaleza constituye todavía un elemento importante en la

nación y se ve frecuentemente en la prosa de nuestro autor

como ingrediente vital.

El dualismo que caracteriza a la nación paraguaya

se hace presente en los retratos que presenta Roa Bastos

en las personificaciones y descripciones de su prosa. En­

tre los diversos ejemplos del dualismo nacional, podemos

70

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71

mencionar el uso del español y el guaraní, lo que refleja

la condición bilingüe de la nación. Podemos observar que

la mayor parte de los paraguayos llevan dos nombres: el

español y el guaraní. En el campo de la religión se ven

lo cristiano y lo pagano, tan característicos de la vida

espiritual del país. Se puede apreciar también la coexis­

tencia de los pocos ricos y los muchos pobres, mostrándo­

se asi la distribución desigual de la economía nacional.

El prosista utiliza el pasado para explicar el presente.

Aparea el futuro y la esperanza. Contrasta la vida útil

con la muerte absurda. Presenta a los que quieren mejorar

y adelantar la nación, contrastados con los que quieren

Impedir el progreso por intereses personales. Cabe resal­

tar que Paraguay en su propia configuración geográfica pre­

senta una dualidad al estar el país dividido en dos por el

río Paraguay.

Roa explica el propósito y el por qué de su prosa

en los términos siguientes:

Es cierto también que escribo indignado, enfurecido por el atraso de mi pueblo. ¿Cómo pues iba a resul­tar un remanso de belleza apacible en el paisaje tran­quilo, acquiescente, de nuestras letras? Pero el Pa­raguay que yo pinto, ¿responde o no a la realidad? ¿He inventado acaso su drama, puedo sin negarme a mí mismo desentenderme de mi pueblo andrajoso y sufrien­te? Sí, lo grito, me enfurece el retraso de mi patria tan hermosa, tan querida, tan triste y tan vejada. Soy carne de su carne doliente, astilla de su tronco hachado por el infortunio, y cargo con la herencia de las ignominias que algunos de sus hijos han come­tido contra ella y siguen cometiendo. Si me callara, la boca se me caería a pedazos, porque jamás mi cobar­día va a ser mayor que mi esperanza en su porvenir.

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72

en su regeneración, en su dignificación social y na­cional, -'-

Entonces Roa Bastos ve que su misión es presentar

la realidad, confrontar y tratar con madurez los problemas

del contexto tanto social como temporal en el cual vive.^

El novelista no puede estar contento con el papel de cronis­

ta, pero se ve obligado a buscar una posición moral y éti­

ca, relacionada a la materia con la cual trabaja. La adop­

ción de tal posición impele al autor a refinar la perspec­

tiva de su realidad inmediata. Siendo paraguayo. Roa Bas­

tos se interesa particularmente en la realidad de su mismo

pueblo. Es verdad que Roa no pretende llevar al lector

más allá del nivel nacional, sin embargo, en su exposición

se encuentran implícitos los problemas sociales de toda la

humanidad. Los problemas de Paraguay guardan relación con

la totalidad de la expresión humana por la forma en que re­

flejan una condición predominante, cual es la lucha eterna

por la identificación y la realización total de su personali

dad.

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NOTAS

CAPITULO I

^Augusto Roa Bastos, "Crónica paraguaya", Sur, Núm. 293 (marzo y abril, I965), pág. 102.

2 Helen Miller Bailey y Abraham P. Nasatlr, Latín

America: The Development of Its Civilization (Englewood Cliffs: Prentice-Hall, Inc., I96O), pág. 421.

^Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre (Buenos Aires: Losada, 1959), pág. I5.

^Bailey y Nasatlr, pág. 423.

^Ibid., pág. 424.

"George Pendle, The Lands and Peoples of Paraguay and Uruguay (New York: Macmillan, 1959)» pág. 35-

'Bailey y Nasatlr, pág. 426.

Augusto Roa Bastos, "Crónica paraguaya", pag. I07.

^Ibld., pág. 104.

• Harris Gaylord Warren, Paraguay: An Informal History (Norman: University of Oklahoma Press, 1949), pág. 353.

^^David William Foster, "La importancia de Hijo de Hombre de Roa Bastos en la literatura paraguaya", Duquesne Híspanle ñeview, III (1964), pág. 95-

^2Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamericana, I-II (México: Fondo de Cultura Económica, 19¿4)/

73

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7¿^

-^Foster, pág. 95.

14 Anderson Imbert, pág. 397.

Josefina Pía, "Aspectos de la cultura paraguaya: o^^n^PYr^^-^'^^v?^^ "3 el siglo veinte". Cuadernos Ameri­canos CXX (uno XXI), pág. 68.

Roa Bastos, "Crónica paraguaya", pág. I06.

^"^Ibid., pág. 106.

^ ^ I b i d . , págs . 109-110.

19 Jose f ina P í a , "Si tuación de l a cu l tu ra paraguaya

en 1965*', Cuadernos de l Congreso por l a Libertad de la Cul­t u r a , CCLC, Num. 1 0 0 ^ 1 9 3 3 7 7 1 3 1 .

20 Hugo Rodríguez Alcalá, "Hérib Campos Cervera, poe-

ta de la muerte". Revista Iberoamericana. XVII, Núm. 39 (iu-lio, 1951), pág. 32:

^-^Enrique Anderson Imbert y Eugenio Florit, Lite­ratura hispanoamericana, Antología £ introducción histórica (New York: Holt, Reinhart and Winston, 1960), págs. 688-691.

Arturo Torres-Ríoseco, Nueva historia de la gran literatura iberoamericana (Buenos Aires"! fimecé Editores, 1961), pág."31^

- Hugo Rodríguez Alcalá, Kom, Romero, Güiraldes, Unamuno, Ortega, literatura paraguaya ^ otros ensayos ihlé xico: Ediciones de Andrea, 195^), pág. 213.

^^Pla, "Aspectos de la cultura paraguaya: Litera­tura paraguaya en el siglo veinte", pág. 77,

^^Pla, "Situación de la cultura paraguaya en I965", pág. 152.

Ibid., pág. 151»

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15

CAPITULO II

^Alberto Zum Felde, "Augusto Roa Bastos: Hilo de hombre". Alcor, Núm. 25 (I963), pág. 3. —

Hugo Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El trueno entre las hojas". Revista Iberoamericana (marzo, 1955), pigT^19.

-'Femando Alegría, Novelistas contemporáneos hispa­noamericanos, (Boston: D. C. Heath and Comüany, 1964), pag. 130.

^Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El trueno entre las hojas", pág. 20.

^Hugo Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos, nove­lista paraguayo". Alcor (septiembre, I962), pág. 6. Prefacio por Vicente Aleixandre, Las poesías completas de Carlos Bousoño, (Madrid, Ediciones Giner, I96O).

"Rodríguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El trueno entre las hojas", pág, 20.

^Ibíd.. págs. 21-22.

®Ibid., pág. 23.

9lbld., pág 25.

^^Ibid., pág 26.

^^Rubén Bareiro Saguier, "Roa Bastos y su Hijo de hombre, Alcor, XI (mayo y abril, I96I), pág. 8.

^^Augusto Roa Bastos, El^trueno entre las hojas, (Buenos Aires: Losada, 1953), pág. 8.

^3Augusto Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelís­tica". Alcor (enero, I96O), pág. 4.

l^Rodriguez Alcalá, "Augusto Roa Bastos y El trueno entre las hojas", pág. 29-

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1(^

• Zum Felde, pág. 3.

Augusto Roa Bastos, "Roa Bastos nos habla de su novela", Negro sobre Blanco. Núm. 10 (diciembre de 1959), pág. 10. ^j^ty

17 'Bariero Saguier, pág. 8.

18 Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 9.

19 ^Roa Bastos, "Roa Bastos nos habla de su novela", pag. 10.

20 Rodríguez Alcalá, "Roa Bastos, novelista paraguayo",

pág. 9.

^^Alegría, pág. I3I.

' Augusto Roa Bastos, Baldío. (Buenos Aires: Losada, I966), pág. 7«

pág. 5.

23 ^Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelística".

CAPITULO III

Seymour Mentón, "In Search of a Nation: The Twen-tieth Century Spanish American Novel", Híspanla, XXXVIII, Núm. 4 (diciembre, 1955), pág. 432.

^Rodríguez Alcalá "Augusto Roa Bastos y El trueno entre las hojas", pág. 110.

- Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelística", pág. 4.

^Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 229.

• Hugo Rodríguez Alcalá, "Hijo de hombre de Roa Bas­tos y la Intrahistoria del Paraguay", Cuadernos Americanos, CXXVII (Año XXII), pág. 225-

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11

Roa Bastos, Hijo d£ hombre, pág, 40.

^Ibid., pág. 14.

^Ibld., pág. 24.

o Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 9.

^^Ibld., págs. 217-218.

Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 19.

12 Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 112.

^^Ibld., págs. 91-92.

14 Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 78.

^^Ibid., págs. 32-33

^^Ibld., pág. 13.

17 Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 40.

^%oa Bastos, El baldío, pág. 12.

19 Roa Bastos, "Crónica paraguaya", pág. 112.

20

Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 199.

Roa Bastos, Hijo de hombre, pág. 228.

^^Ibid.. pág. 227.

Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pé.^, 151»

^^Roa Bastos, Hijo de hombre, págs. I5-I6. ^^Ibld., pág. 17.

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78

26 Roa Bastos, El baldío, pág. 40.

^"^Ibid., pág. 42.

^^Hoa Bastos, Hijo de hombre, pág. 162.

^^Ibid., pág. 83.

30ibid., pág. 73.

^^Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 210.

^^Roa Bastos, El baldío, págs. 100-101.

^^Ibld., pág. 107.

^^Roa Bastos, El trueno entre las hojas, pág. 173-

CONCLUSIÓN

^Roa Bastos, "Problemas de nuestra novelística", pág. 5«

^Foster, "La importancia de Hijo de hombre de Roa Bastos en la literatura paraguaya", pag. 99.

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