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El «nacionalismo serbio» en el marco de la desaparición de
Yugoslavia
Miguel Rodríguez Andreu
Facultad de Ciencias Políticas de Belgrado. Becario MAEC-AECID (Serbia)[email protected]
El estudio del nacionalismo serbio pasa por el análisis de crisis de
diferente naturaleza y a diferentes niveles. La crisis del estado, la grave
situación económica y la crisis social que se abre con el fin de la antigua
Yugoslavia son contextos determinantes en la aparición del nacionalismo
serbio.
Miguel Rodríguez Andreu es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus áreas de investigación son los procesos de transición democrática y los partidos políticos en el este europeo.
Nacionalismo serbio, Yugoslavia, crisis, estado, transición.
1.- Introducción:
"Cómo es posible pensar el presente, y un determinado bien del presente, con un
pensamiento marcado por problemas de un pasado remoto y superado”
Gramsci
La desaparición de la Unión Soviética y de la antigua Yugoslavia a finales del S-
XX conllevó el surgimiento de movimientos político-sociales caracterizados por fuertes
manifestaciones nacionalistas (Polonia, Rumanía, Hungría, ex-repúblicas
yugoslavas…). La caída del Muro de Berlín (1989) terminó por dejar en suspensión el
valor de los principios de integridad territorial recogidos en el Acta Final de Helsinki
(1975) y el debate sobre las fronteras europeas volvió al escenario internacional. Uno
de los principales retos fue el desarrollo de teorías acerca del origen, naturaleza y
motivaciones de ese «nuevo nacionalismo».
En el análisis de la desaparición de Yugoslavia se privilegiaron determinismos
históricos asociados a la región balcánica pese a que el fenómeno demandaba de
nuevas vías de investigación asociadas al «post-comunismo». Se profundizó en el
nacionalismo como la causa principal de la disolución yugoslava y entre otros fue el
nacionalismo serbio el que adquirió mayor notabilidad. Aunque existe relación entre la
desaparición de la Yugoslavia comunista (1945-1992) y el conflicto armado que le
acompañó (1991-1995) no es oportuno invertir el estudio del nacionalismo serbio y
sojuzgarlo según la óptica de la guerra de Yugoslavia. El objetivo es evitar
desnaturalizar el estudio del nacionalismo serbio asociando la desaparición de
Yugoslavia con el reparto de responsabilidades derivadas del conflicto armado. La
desintegración de un estado no tiene porqué derivar inevitablemente en guerra, y el
hecho de que así ocurriera responde a nuevos escenarios que merecen su propio
estudio de análisis.
Con el análisis del nacionalismo serbio nuestro interés es doble. Sustraer al
nacionalismo serbio de categorías morales o valorativas que prejuzguen el objeto de
estudio, y trabajar con el concepto de crisis. El nacionalismo está cargado de
connotaciones negativas aunque su práctica sea un fenómeno actual y de largo
recorrido en cualquier sociedad. Así se expresa Stojiljković: “el nacionalismo como
elemento de la conciencia o sistema de creencias no es un fenómeno que sea, a
priori, positivamente o negativamente calificable."1 Concebimos la crisis como un
estado de incertidumbre a nivel político, económico y social. El objetivo es profundizar
sobre aquellos paradigmas críticos que fundamenten la aparición del nacionalismo
serbio a través de sus manifestaciones en la arena política; explorar en las causas que
gestan su movilización y rebatir que su naturaleza específica fundamente per se el
destino de Yugoslavia.
2.- Marco conceptual del nacionalismo serbio:
Definición.-
A finales del S-XX destacaron toda una serie de autores que publicaron diversos
e interesantes trabajos sobre el origen de las naciones y el nacionalismo (Hobsbawn,
Gellner, Hroch, Anderson, Breully,..)2. El incremento de los estudios sobre el
1 Stojiljković, Zoran. 2008, “Konflikt i/ili Dijalog”. Beograd: F.P.N., S.A.H., S.L.A. i O.S.E.O., pág. 158.2 “El nacionalismo hace referencia a un conjunto de creencias sobre el significado normativo de las naciones y la nacionalidad. Es característico que quienes se llaman nacionalistas sostengan, entre otras cosas, que la continuación de la existencia y el florecimiento de su propia nación es un bien fundamental, que los miembros de una nación han de poder controlar sus propios asuntos colectivos y que la pertenencia a la nación hace que no sea sólo permisible, sino en muchos casos moralmente necesario, la manifestación de lealtad y parcialidad hacia los miembros del propio grupo.” En Mckim, Robert y
nacionalismo a finales del S-XX se caracterizó por un sesgo crítico y detractor. Isaías
Berlín consideraba el nacionalismo como una potencia psicológica activa en un
continuum que recoge desde las necesidades humanas de pertenencia e identificación
hasta la misma fundación del fascismo. El espectro del fascismo, ligado a los efectos
devastadores de la II Guerra Mundial (1939-1945), permaneció en las conciencias
europeas pese a las diferencias espacio-temporales entre este periodo y el «nuevo
nacionalismo» surgido con la caída del Muro de Berlín (1989). La sola mención del
nacionalismo invitó al recuerdo traumático de los movimientos fascistas de
entreguerras como lo fue el nazismo. La desaparición de la Unión Soviética, y los
términos dramáticos en los que se desarrolló la guerra de Yugoslavia, potenció la
demonización del nacionalismo por su asociación a la «extrema derecha» o en su caso
por su vinculación con movimientos secesionistas que amenazaban la integridad
territorial; una realidad en manifiesta contradicción con el proyecto de una ciudadanía
europea que se respiraba en tiempos del Tratado de Maastrich (1992).
En otro orden de análisis se ha hecho clásica la distinción entre «nacionalismo
occidental» (cívico) 3 y «nacionalismo oriental» (étnico)4. Esta distinción adquirió
especial relevancia a partir de Hans Kohn y su obra The idea of nationalism (1944). La
diferencia radica en que mientras el «nacionalismo cívico» fundamenta su existencia
en “los principios y valores políticos de la democracia, la libertad y la igualdad”5, que
descienden de la tradición liberal de la Revolución Francesa (1789) y, por tanto,
emparejados a la idea de ciudadanía, el «nacionalismo étnico» provendría del
movimiento romántico que surgió en el seno del nacionalismo alemán durante el S-
XIX. Mientras el nacionalismo occidental ha construido sus bases en instituciones
cívicas y en las clases burguesas, el nacionalismo oriental partiría de intelectuales
involucrados en la manipulación de mitos, símbolos e identidades.
De la división entre nacionalismo occidental (cívico) y nacionalismo oriental
(étnico) se presume una aproximación al nacionalismo en clave de «nacionalismo
bueno» y «nacionalismo malo». En palabras de Brown: “Hay un claro riesgo de que
McMahan, Jeff ed., 2003: “La moral del nacionalismo”. Barcelona: Gedisa, pág. 39.3 “Esta es una tradición que viene de lejos, desde la tradicional alternativa alemana entre Kulturnation oder Staatsnation, la dualidad posterior entre “Naciones con historia” (Estados nación) y “Naciones sin historia” (Naciones asimiladas)”. Tal como se recoge en Máiz. Nacionalismo y Multiculturalismo. www.iceta.org/maizpfrc.pdf, pág. 4. Consulta 3 de mayo de 2009.4 La etnicidad recurre a los descendientes (ius sanguinis) como base para adquirir la condición de miembros de un grupo étnico. Es un sistema de creencias con unos orígenes comunes que se manifiestan por diferentes factores: una lengua, una religión, un territorio, costumbres y narrativas históricas comunes. Todo esto constituye una comunidad de identificación y solidaridad.5 Ibídem, op. cit, pág. 5.
caractericemos al nacionalismo como una forma cultural o cívica dependiendo de qué
queremos apoyar o rechazar.”6 La crítica a esta división se sustenta sobre la
necesidad de sustituir esos contornos que instalan el debate entre lo racional (cívico)
y lo irracional (étnico) por un plano de análisis equilibrado y des-estigmatizado sobre
el nacionalismo. Schöpflin expone que “tanto los orígenes étnicos y la construcción del
estado juegan un papel en la ascensión del estado-nación.”7 Todos los procesos de
construcción nacional apelan a narrativas históricas, episodios trascendentales y
figuras relevantes, y se reproducen según criterios diversos en provecho de la
unificación y la consolidación del proyecto nacional8. Así en este punto Turner dice
que: “Cuando los individuos se vuelven ciudadanos ellos no sólo entran en un
conjunto de instituciones que les confieren derechos y obligaciones, no sólo adquieren
una identidad, no sólo están socializados en valores cívicos, ellos también se
convierten en miembros de una comunidad política en un particular territorio e
historia.”9. No es posible disociar a los tradicionales estados-nación occidentales
(Francia, EE.UU, Reino unido,…) de sus fermentos étnico-culturales.
Nacionalismo y crisis.-
La relación de pertenencia al grupo está basada no sólo sobre una base
sentimental sino también instrumental. El nacionalismo no sólo expresaría
motivaciones a nivel colectivo sino que incluiría al individuo y a su grado de
identificación con el grupo. En lo que se refiere al nacionalismo serbio y a su relación
con la disolución de Yugoslavia nos interesa un término que nos permita llegar a
factores tanto objetivos-subjetivos como individuales-colectivos para entender su
gestación y evolución. El concepto de crisis resulta especialmente oportuno. Tadić
afirma que “el nacionalismo se manifiesta especialmente en tiempos de graves crisis
político-sociales.“10 La movilización nacionalista serbia estaría incrita en procesos
sociales condicionados por crisis de diferente origen y naturaleza11. El nacionalismo
“en los tiempos apacibles sirve como misión cultural, estimulo de símbolos, de
antiguas buenas costumbres, leyendas y tradiciones, y en tiempos de tensiones
6 Brown, David. 2004. “Are there good and bad nationalism?”. Nation and Nationalism, pág. 55.7 Schöpflin, George. 2000. “Nations, Identity, Power”. London: Hurst&Co. pág. 6.8 El mito de Juana de Arco en Francia, la antigüedad clásica en Grecia, el mito de la Reconquista y los Reyes Católicos, o de Don Quijote en España, la diferencia entre el concepto de “english” y de “british” en Reino Unido, ser blanco y protestante en EE.UU son algunos ejemplos ilustrativos de elementos culturales dentro de un contexto de nacionalismo cívico-occidental.9 Turner, Bryan, 1997. “Citizenship Studies: A General Theory”. Carfax: Citizenship Studies, pág. 134.10 Tadić. Ljubomir. 1986. “Da li je nacionalizam naša sudbina?“. Beograd, pág. 26.11 Al respecto: Lazić, Mladen. et al. 1994. “Razaranje društva - jugoslovensko društvo u krizi 90-ih”. Beograd: Filip Višnjić; Golubović, Zagorka. et al. 1995 “Društveni karakter i društvene promene u svetlu nacionalnih sukoba”. Beograd:Filip Višnjić.
emocionales manifiesta las más altas posibilidades de que estas se vuelvan oscuras,
atávicas, e impulsivas al nivel de la naturaleza humana.”12 Este contexto abrió un
proceso de politización del ethnos y de etnificación del demos (Pavlović, 2006: 104).
El objetivo en este sentido es determinar que esta evolución hacia el nacionalismo
vivido por la sociedad serbia fue el resultado de diferentes crisis (política, económica y
social).
3.- Crisis política:
Fundación.-
La fundación de la Yugoslavia comunista en Jajce (1943) supuso la creación de
un modelo político, económico y social nuevo13, en un territorio poblado por decenas
de nacionalidades y diferentes religiones, y ampliamente rural y agrario. La lucha de
liberación nacional contra los países del eje, los movimientos monárquicos Četniks14
así como sobre el régimen fascista Ustaša15 dejó como único grupo político dominante
a los partisanos comunistas. Fue un proceso acelerado de reedificación del proyecto
de la convivencia inter-étnica. Así se pronuncia Marković: “El uso de la fuerza fue
violento y eficaz en los casos de existencia de “enemigos de clase” en Yugoslavia y en
las alternativas políticas comunistas: incluso formalmente en Yugoslavia se terminó
con el pluralismo político antes que en otros países.”16 Esta política situó al
movimiento Četnik y al Ustaša en un mismo plano de “enemistad”, “traición” y
“contrarrevolución” respecto al régimen comunista, a pesar de que su naturaleza y
responsabilidades habían sido de diferente envergadura durante la guerra.
En este proceso de edificación estatal la República de Serbia fue la última
región en ser constituida como república dentro de Yugoslavia. De hecho su proceso
12 Ibídem. Op. cit, pág. 26.13 La confrontación con la U.R.S.S., principalmente entre 1948 y 1953, permite una lectura contradictoria: el modelo soviético fue inspiración institucional para el modelo yugoslavo (basado en la Constitución soviética de 1936), pero al mismo tiempo este modelo se legitimó diferenciándose del soviético14 Los četniks eran miembros de una organización guerrillera nacionalista y monárquica serbia, que nació como movimiento militar contrario al Imperio Otomano en el S-XIX. Durante la Segunda Guerra Mundial fue fundada una organización militar que heredó este nombre para defender a la monarquía en el exilio el 13 de mayo de 1941 en Ravna Gora, liderada por el coronel Dragoljub Mihajlović.15 Organización paramilitar y fascista fundada en 1929 en respuesta a las políticas del Rey Alejandro I en la I Yugoslavia por considerarlas opresivas contra la nación croata. Liderada por Ante Pavelić fue aliada de la ocupación nazi creando el Estado Independiente de Croacia, y fue responsable de los asesinatos masivos de miles de personas, mayoría serbia, durante la II Guerra Mundial. 16 Marković, Predrag. 2007. “Trajnost i Promena. Društvena istorija socialističke i postsocialističke svakodnevice u jugoslaviji i Srbiji“. Beograd: Glasnik, pág. 19.
fundacional duró desde noviembre de 1944 hasta agosto de 1945. Serbia será la única
república yugoslava integrada por dos provincias autónomas (Provincia Autónoma de
Voivodina y la Región Autónoma de Kosovo). Según el censo de 1948, donde se
privilegió la nacionalidad por encima de la religión o la lengua, de los 6.547.000
serbios que había en territorio yugoslavo sólo 3. 811.000 vivían dentro de la República
de Serbia (Pavlowitch, 2002:159).
Gráfico 1.- Porcentajes demográficos de cada una de las comunidades étnicas y su desarrollo en la antigua Yugoslavia (1961-1991)17
Los líderes comunistas recurrieron a un modelo federal y a la ideología
comunista para equilibrar políticamente las nacionalidades dentro de Yugoslavia. El
hecho de que se viera a croatas como separatistas y a serbios como hegemonistas-
unitaristas en la fundación yugoslava, dadas las dinámicas políticas de la Yugoslavia
monárquica (1918-1941), se comprendía como una fórmula eficaz de darles un papel
protagonista a ambos en el proyecto yugoslavo. Milošević como líder de la Liga
Comunista de Belgrado llegó a decir en 1984: “Nosotros (comunistas de Serbia)
debemos liberarnos del complejo del unitarismo.”18 Sobre los serbios siempre
sobrevoló su condición de nación dominante, debido entre otros factores a su peso en
las estructuras militares y administrativas. De cualquier manera no se aprecian en
este momento fundacional ningún tipo de resistencia nacionalista que opte por un
17 Datos obtenidos en: Woodward, Susan. L. 1995. “Balkan Tradegy. Chaos and dissolution after the cold war”. Washington D.C: Brookins Institution, pág. 32. 18 Helfant, Budding. 2004. “Srpski nacionalizam u dvadesetom veku“, en Biserko, Sonja. “Milošević Vs Yugoslavija“.Beograd: Svedočanstva, pág. 56.
proyecto serbio dominante.
Estado federal sin democracia.-
La expulsión del serbio Aleksandar Ranković, jefe de la UDBA19, de la Liga
Comunista de Yugoslavia (1966) con motivo de sus desavenencias con Tito será un
punto de inflexión en el desarrollo del estado yugoslavo. La expulsión de Ranković,
asociado al centralismo serbio, sirve como circunstancia simbólica para afianzar el
proceso llevado de una “Yugoslavia federal” hacia la “Yugoslavia federada”. A
mediados de los años 60 figuras políticas como Mika Tripalo y Savka Dabčević-Kučar
desde la República de Croacia o Latinka Perović y Marko Nikezić desde la República de
Serbia apostaron por un proceso de descentralización y liberalización económica que
posibilitara mayor autonomía y avances democráticos en cada república. Una
tendencia que también se evidenciaba en Eslovenia a partir del gobierno de Stane
Kavčić. No obstante los representantes críticos con los límites ideológicos e
institucionales del régimen fueron apartados de la vida política. Se cortó de raíz las
primeras reivindicaciones democráticas que surgían al calor del «mayo del 68»20. La
represión político-militar contra la organización Maspok (en la «primavera croata»),
que tuvo en Bakarić y Planinc sus representantes reaccionarios más destacados,
afianzó al régimen pero también incrementó el rechazo hacia la centralización en gran
parte de la clase política y la sociedad yugoslava sin que las reivindicaciones
nacionalistas fueran la nota predominante. Entre las diferentes purgas destacó la
expulsión de 8 profesores de la Universidad de Belgrado, miembros todos del grupo
Praxis en 1974. Su consecuencia más inmediata fue la desactivación de una
generación de políticos e intelectuales ajenos al imaginario victoriosos de la II Guerra
Mundial y contrarios a la ortodoxia del régimen comunista.
Este periodo tiene su colofón en la Constitución de 1974 que si bien no compelía a la
liberalización democrática, sí se pronunciaba a favor de una senda confederacional21.
La dinámica descentralizadora manifestada en la Constitución de 1974 terminó por
formar diez centros de poder casi totalmente independientes: las 6 Repúblicas, las 2
19 Uprava državne bezbednosti/sigurnosti/varnosti – Administración de la Seguridad del Estado.20 Dentro de esta movilización estudiantil destacó Vladimir Mijanović (“Vlada Revolucija”), que fue condenado en 1970 a dos años de cárcel, así como también Pavluško Imširović, Jelka Kljajić, Milan Nikolić y Danilo Udovički en 1972 por querer fundar un “partido revolucionario trosquista”.21 La Constitución de 1974 dice lo siguiente: “Los trabajadores, las naciones y las comunidades étnicas establecerán sus derechos soberanos en las repúblicas socialistas, y en las provincias autónomas en relación a sus derechos constitucionales, y en la República Socialista Federal de Yugoslavia – cuando esto sea, en interés conjunto (...).“
Provincias Autónomas, la Liga Comunista de Yugoslavia y el Ejército Nacional
Yugoslavo (JNA). La Yugoslavia comunista se convertirá en una comunidad de estados
nacionales en donde el principio de igualdad entre naciones será el elemento rector
principal. El estado funcionará mediante la soberanía de cada una de las repúblicas-
nación (Samardzić, 1990:25). A partir de este escenario la continuidad de Yugoslavia
dependía de la fuerza política de Tito y de la voluntad de convergencia de las clases
dirigentes de cada república y cada provincia autónoma. Esto generó la creación de
satélites políticos que ejercían el poder actuando como entidades incomunicadas, lo
que denominaremos «socialismo feudalista» o «estatalismo policéntrico». Este modelo
institucional yugoslavo contribuyó de este modo a la creación de oligarquías políticas y
económicas. Sobre todo a partir de los años 80 muchos políticos quisieron encaminar
su carrera profesional hacia los órganos republicanos en lugar de mirar hacia los
organismos del estado federal.
Las consecuencias de este escenario institucional son varias: ausencia del
monopolio del poder político-social de la Liga Comunista de Yugoslavia,
empoderamiento de las Ligas Comunistas de cada una de las repúblicas y provincias
autónomas, y la JNA como única entidad política fundada sobre la base del pluralismo
nacional y el legado fundacional de Yugoslavia. Como señala Lidija Basta: “... la
federación fue privada de la posibilidad de actuar autónomamente y con
independencia de las repúblicas y de las provincias en el ámbito de sus competencias;
en realidad en sentido substantivo no era generadora de su propia voluntad política,
de sus propias decisiones constituyentes para armonizar con las de las unidades
federales.”22 El resultado supuso la fragmentación de la soberanía yugoslava.
Con la muerte de Tito (1980) la situación se fue agravando. El problema no
estaba en la desaparición de Tito sino en la herencia por defecto que había dejado
sobre la política yugoslava: falta de cultura del acuerdo, ausencia de sentido de
estado y espíritu democrático. La inexistencia de un contrato social libremente
adoptado hizo del autoritarismo: 1) la herramienta política de las clases dirigentes en
cada/entre cada república; 2) propicio las condiciones para el sometimiento de la
población al debate inter-étnico; 3) desarmó a la población ideológicamente. El diseño
institucional yugoslavo contribuyó a perfilar la acción colectiva según los intereses de
las clases dirigentes y disuadió a sus ciudadanos de desarrollarse políticamente en
22 Basta-Posavec, Lidija. 1995. “Federalizam bez demokratije, politika prava bez gradanina -poruke raspada Jugoslavije za Evropu“, en Nakarada, Radmila. “Evropa i Raspad Jugoslavije”. Belgrado:IES, pág. 132.
todo el mapa yugoslavo. En este escenario institucional el derecho de
autodeterminación se convertirá en una expresión de hegemonía étnica en cada
república y la confrontación política se producirá en clave inter-étnica.
Milošević y Kosovo.-
La carga histórica y emocional de la región kosovar siempre había tocaba de
lleno en las sensibilidades serbias. A comienzo de los años 80 las relaciones albano-
serbias empeoraron significativamente. Los datos demográficos establecían que la
proporción de serbios en Kosovo había sido constante hasta 1961 (23-27 %). A
comienzos de 1981 ésta descendió hasta el 13 %, coincidiendo con la gran
manifestación por la autoafirmación albanesa después de la muerte de Tito (1980).
Este escenario alimentó la idea de que la relación descentralizada con la provincia
autónoma iba en contra de la unidad de la República de Serbia (Kosovo ostentaba el
derecho de veto sobre las decisiones adoptadas en los órganos federales, mientras
que la República de Serbia no tenía este derecho sobre Kosovo)23. En 1985 se fundó la
primera organización de serbios de Kosovo dedicada a buscar apoyos fuera de las
fronteras kosovares, y al siguiente año se organizaba una manifestación multitudinaria
de serbios en Kosovo Polje trasladando definitivamente el conflicto a Belgrado.
La victoria de Slobodan Milošević en la Octava Sesión del Comité Central de la
Liga Comunista de Serbia (23 y 24 de septiembre de 1987) es un momento clave de
la década de los años 80. Esta institución dotó a Milošević de legitimidad política entre
la opinión pública y desde aquí pudo consolidar una nutrida red de apoyos políticos,
económicos y militares. Su ambivalencia en el discurso le permitió cubrir un espectro
ideológico más amplio aunque siempre con la referencia política de fondo de la
defensa de los serbios dentro y fuera de la República, y especialmente en Kosovo. Su
hacer político respecto a Kosovo contribuyó a convertir definitivamente un problema
de estado en un conflicto serbo-albanés, especialmente tras lograr las restricciones a
la autonomía política de Kosovo (1989). Una intensa campaña de mediatización de la
crisis kosovar y el impulso de medidas de serbiatización sobre la provincia de mayoría
albanesa24 patrocinaron su imagen en la república serbia e insuflaron ánimos entre los
sectores nacionalistas incipientes. Pero esta deriva tuvo un efecto adverso: convirtió a
23 Helfant, Budding. 2004. “Srpski nacionalizam u dvadesetom veku“, en Biserko, Sonja. “Milošević Vs Yugoslavija“. Beograd: Svedočanstva, pág. 110.24 Sirva como ejemplo los cambios en los nombres de las calles: El 17 de noviembre de 1989 la asamblea comunitaria de Peja adoptó la iniciativa de serbiatizar el nombre de algunas de las calles principales de la ciudad.
Milošević en aquella amenaza que permitía justificar la deriva nacionalista adoptada
por los otrora dirigentes comunistas en otras repúblicas.
Transformación hacia la democracia.-
La transición política hacía un modelo democrático no sería posible sin antes
abordar una serie de transformaciones de largo alcance. Yugoslavia a nivel
institucional presentaba varios desafios: 1) el desarrollo democrático 2) la
implantación de una economía de mercado 3) la definición política del estado y 4) la
cuestión nacional. En diciembre de 1989 la Liga Comunista de Croacia legalizaba los
partidos políticos y decidía la celebración de unas elecciones multi-partido. Con la
desaparición de la Liga Comunista de Yugoslavia en enero de 199025 quedó
determinado que el proceso democrático iba a ser llevado desde cada república y
según la voluntad de sus respectivas clases dirigentes. En la República de Croacia y en
la República de Eslovenia se celebraron las primeras elecciones multi-partido
(parlamentarias) en abril de 199026. Serbia fue la última república en celebrar las
elecciones parlamentarias en diciembre de 1990 cuando la vía democrática era
irreversible. La victoria fue para el Partido Socialista de Serbia liderado por Slobodan
Milošević con un 46% de los votos. El discurso de Milošević en estas elecciones alzó la
voz sobre la “Unidad Serbia” (“Jedinstvo Srbije”) y el estatus de los serbios dentro de
Yugoslavia. En la oposición quedó el partido SPO de Vuk Drašković que en palabras de
Slavujevic lideró un partido que “se trasladaría a una posición extrema de partido
cuya totalidad juega una carta neorromántica.”27 El espectro de partidos políticos en la
República de Serbia en cualquier caso resultó encabezado por dos partidos de corte
pro-nacional; ambos más preocupados por los paisajes serbio que estatales.
Linz y Stepan han estudiado la secuencia de elecciones democráticas en
Yugoslavia y en la URSS. Bajo su punto de vista las elecciones que fundan procesos de
transición hacia la democracia deben de celebrarse a nivel estatal porque "si un país
tiene carencias estatales, existe una diferencia crítica entre unas elecciones generales
25 Para Slobodan Antonić la propuesta de la delegación eslovena para mantener la Liga a través de una confederación de “partidos comunistas republicanos independientes” no hubiese salvado Yugoslavia. En Antonić, Slobodan, 1994. “Da li je konfederacija mogla spasiti Jugoslaviju?” Sociološki pregled 2. Beograd: 265-272.26 La victoria en la República de Croacia fue para el partido liderado por Franjo Tuđman (HDZ-Unión Croata Democrática) con el 40,7% de los votos. Igualmente en abril de 1990 se celebraron elecciones en la República de Eslovenia con la victoria de la coalición DEMOS liderada por Jože Pučnik con un 54% de los votos27 Slavujević, Zoran, 2007. “Izborne kampanije: pohod na birače. Slučaj Srbije od 1990. do 2007. godine”. Beograd: F.E.S, F.P.N., I.D.N., pág. 112.
y regionales."28 La celebración primeramente de elecciones democráticas regionales y
las condiciones institucionales en las que estas se celebraron (estado debilitado y
altamente descentralizado) allanaron la victoria de partidos de horizonte regional y no
estatal. Esta medida empujó al nacionalismo como ideología hegemónica entre los
serbios en sintonía con la actividad política en las otras repúblicas.29 Las declaraciones
de independencia de Croacia (12% población serbia) y de Bosnia Herzegovina (31%
población serbia)30 generaron una doble respuesta en el nacionalismo serbio que
merecen ser abordados de acuerdo a los planteamientos inspirados por Spencer:
Pasiva: señala como clave "la protección de los derechos de las minorías frente
al ataque de la mayoría."31 Al ser minoría en Croacia y Bosnia-Herzegovina el
sentimiento de inseguridad y desconfianza se extendió entre la población serbia de la
zona.
Activa: La minoría serbia sintió en este contexto que "invariablemente será
excluida bajo las condiciones de la regla de la mayoría,"32 por lo que siendo mayoría
en determinadas jurisdicciones croatas y bosnias y, lo que es más importante, en
Yugoslavia a nivel general, apostó por independizarse de Croacia (SAO Krajina33) y de
Bosnia-Herzegovina (Republika Srpska34).
Es a partir de este momento que el conflicto adopta una dimensión bélica. El 27
de abril de 1992 Serbia y Montenegro decidieron permanecer en la federación
mientras la República Federal Socialista de Yugoslavia era sustituida por la nueva
República Federal de Yugoslavia. Antes Eslovenia35, Croacia36, Bosnia-Herzegovina37 y
Macedonia38 habían declarado su independencia.
28 Linz, Juan y Stepan, Alfred, 1992. “Political Identities and Electoral Sequences: Spain, the Soviet Union and Yugoslavia”. Deadalus. Spring. (123-39), pág. 126. 29 “Ante Marković, el cual había insistido en un camino inverso no sólo se quedó en minoría sino también solo. Si se hubiesen organizado elecciones a la Liga y no a cada una de las repúblicas, la Liga hubiese logrado legitimidad democrática antes de las repúblicas y las provincias, con lo que las fuerzas separatistas hubiesen perdido sus argumentos principales. En Jović, Dejan “Razlozi za raspad socialitičke Jugoslavije. Kritička analicija postojećih interpretacija”. http://www.b92.net/casopis_rec/62.8/pdf/091-157.pdf. Consulta 23 de abril de 2009.30 Según los censos yugoslavos de 1991.31 En Spencer, M., 1991. “Politics Beyond Turf: Grassroots Democracy in the Helsinki Process”. Bulletin of Peace Proposals, 22, nº 4, (427-435). En Lipset, Seymour. M., 1996. “Repensando los requisitos sociales de la democracia”. En http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/lipset.pdf., pág 17. Consulta 5 de mayo de 2009.32 Ibídem, op. cit, pág 18.33 Se declara independiente el 21 de diciembre de 1991.34 Se declara independiente el 7 de abril de 1992.35 Se declara independiente el 25 de junio de 1991.36 Se declara independiente el 25 de junio de 1991.37 Se declara independiente el 5 de abril de 1992. 38 Se declara independiente el 8 de diciembre de 1991.
4.- Crisis económica:
La primera reforma agraria en Yugoslavia (23 de agosto de 1945) afectó a casi
1.600.000 hectáreas, especialmente en la región serbia de la Voivodina. La creación
de la versión yugoslava de los kolkhoz soviéticos (Seljačka radna zadruga) sufrió una
fuerte oposición de los trabajadores del campo, especialmente desde el lado serbio. Es
importante destacar este proceso porque se llevó a cabo en un periodo marcado por la
expulsión de Yugoslavia de la Cominform (1948)39. Tanto desde un punto de vista
popular como económico resultó poco exitosa. La segunda reforma agrícola (1953),
que se alejaba de las colectivizaciones agrícolas de países como Rumanía o Bulgaria,
coincidió con la muerte de Stalin y con el comienzo de la normalización política con la
U.R.S.S. Pero también es el inicio de unas mejores relaciones con Estados Unidos a
través de las concesiones de créditos40 y de unas relaciones comerciales más fluidas.
Esta planificación diferenciada entre la agricultura y la industria merece su
seguimiento. El colapso económico del mundo industrial yugoslavo en los años 80
dejará a la agricultura y a la sociedad rural un lugar preeminente en el tejido social.
La sociedad agrícola yugoslava, y especialmente la serbia, muestra su excepcionalidad
respecto a otros países del este europeo. Así se pronuncia Šljukić: “los campesinos no
disfrutaron de mejor estatus social que en otros países socialistas, sin tener en cuenta
su estatus de agricultores independientes, y además fueron más marginados e
infravalorados que otros grupos sociales.”41 El contexto de crisis económica de finales
de los años 80 revindicó el mundo agrario serbio y su solida economía de subsistencia
como vitales:
“…ellos preservaron e intensificaron su capital cultural manteniéndose en
granjas durante este periodo, y no siendo trabajadores de estado. En otras palabras,
su mentalidad industrial, conocimiento e iniciativas no fueron castradas por el sistema
de “kolkhozes”. Este grupo (...) representaban el mayor avance económico y social en
la era del colapso del sistema socialista.”42
39 La expulsión se hizo efectiva el 28 de junio de 1948, el día del aniversario de la batalla de Kosovo (1389), episodio clave en la historia serbia.40 Entre otros factores gracias a unos préstamos norteamericanos que permitían importar tecnología avanzada y ganar tiempo para la producción de bienes exportables. Al respecto véase: Lees, Lorraine, M. 1997. “Keeping Tito Afloat: The United States, Yugoslavia and the Cold War”. Pittsburg:University of Pennsylvania Press. 41 Marković, Predrag. 2007. “Trajnost i Promena. Društvena istorija socialističke i postsocialističke svakodnevice u jugoslaviji i Srbiji“. Beograd:Glasnik, pág. 29.42 Šljukić, Srđan. 2006. “Agriculture and the changes of the social structure: the case of Serbia”. Faculty of Philosophy. University of Novi Sad, pág. 142.
Las cifras hablan que desde 1948 a 1961 en Serbia descendió el número de
campesinos del 72, 3% al 56,1% para que a mediados de la década de los años 70
sólo una tercera parte de la sociedad dependiera del campo. No obstante estas cifras
hay que relativizarlas: muchos trabajadores del sector industrial trabajaban en el
campo por temporadas, y el crecimiento de las ciudades fue tan rápido que los
vínculos familiares en los pueblos se mantuvieron. Mientras que Belgrado en 1948 era
la única ciudad con más de 100.000 habitantes, treinta años después había cuatro
ciudades más que superaban esta cifra: Novi Sad, Niš, Subotica y Kragujevac. La
llegada de campesinos desde los pueblos a la ciudad influyó sobre la vida de las
ciudades. El mundo agrario serbio conservó un potencial simbólico destacable en este
proceso, pero también económico. La agricultura pese a la precariedad y las carencias
en los pueblos fue un motor económico de subsistencia inalterable frente al escenario
inestable de la ciudad y la industria - más sensibles a la crisis del socialismo.
El impacto de la segunda reforma agraria excede de lo económico. La
repartición de tierras en pequeñas explotaciones agrarias (80% de las tierras arables
eran propiedad privada) fue dividida en parcelas nunca superiores a 10 hectáreas (15
hectáreas en territorio montañoso). Los agricultores estaban obligados a vender sus
cosechas a las empresas agro-industriales estatales a precios bajos o sometidos a
corrientes impagos. El uso de mano de obra no familiar estaba prohibido y los
campesinos no pudieron comprar tractores o cosechadoras hasta 1967. Hasta 1965
los trabajadores del campo no tuvieron seguro médico, y hasta 1979 no pudieron
acceder a seguros sociales (Šljukić, 2006: 141). Merece la pena destacarse también
que estaba prohibido cualquier expresión política organizada del colectivo agrícola
fuera de los órganos estatales; esta cuestión impedirá la creación de espacios de
colaboración y coordinación entre trabajadores del campo con lo que se anulan las
virtudes sociales y económicas del acuerdo colectivo.
Las diferencias con el sector industrial son manifiestas, ya que aquí la
colectivización y el «socialismo-autogestionado» fueron extensivos en comparación
con el campo. El «socialismo auto-gestionado» era el motor ideológico-económico a
partir del cual se iba a desarrollar el proyecto industrial yugoslavo: un modelo de
gestión autónoma de las unidades productivas, la propiedad social de los medios de
producción y una planificación institucional descentralizada. El «socialismo auto-
gestionado» fue relativamente exitoso en las organizaciones de trabajadores
(Stanovčić, 1971:108), que se beneficiaron de ciertos márgenes de liberalismo
económico y permitió a determinado nivel consensos en las clases dirigentes.
En 1946 se publicó la “Ley de la nacionalización de las empresas económicas”,
que luego sería completada en 1948. Estas leyes regulaban todas las ramas
económicas de la industria, y de otros sectores como los bancos, el comercio, el
transporte,… lo que convertía al estado en lo que a la industria se refiere en el
máximo propietario. Desde 1948 hasta 1974 la industria creció en Yugoslavia de un
15% a un 42% del Producto Nacional Bruto. La renta per cápita anual pasó de 650
dólares a 2500 dólares (Pavlović, 2008:271). La situación económica especialmente
en los años 60 en las ciudades era próspera y la población gozaba de una mejorada
calidad de vida, además de poder viajar al extranjero con cierta regularidad; este
escenario dará comienzo a lo que se llamará la “época dorada” (“zlatno doba”). Las
credenciales de Yugoslavia en el extranjero se regeneraron notablemente ampliando
multilateralmente sus relaciones internacionales, lo que legitimaba en lo económico a
Tito y también justificaba su política respecto a la URSS de «No Alineamiento».
Desde finales de la década de los años 70 la depresión económica comenzó a
hacerse sentir, así como las fallas económicas que el modelo del «socialismo-
autogestionado» no lograba solventar; sobre todo tras las sucesivas crisis del petróleo
de 1973 y 1978-79. A finales de 1979 el gobierno yugoslavo se vio obligado a
establecer medidas de austeridad para reducir el consumo de productos importados y
aumentar las exportaciones. Las instituciones internacionales reclamaban también de
Yugoslavia el fortalecimiento de las estructuras de gobierno así como fuertes medidas
económicas para cambiar esa inercia negativa43. Las desigualdades económicas
(renta, balanza comercial, desarrollo tecnológico, crecimiento económico,…) entre las
seis repúblicas y las provincias autónomas forjaron desacuerdos políticos constantes.
43 El Fondo Monetario Internacional recomendó en 1984 a Yugoslavia devaluar su moneda (en 1983 perdió el 100% de su valor), liberalizar precios e importaciones y subir los tipos de interés hasta el nivel de la inflación (58%).
Gráfico 2: Diferencias en el P.I.B per capita entre regiones en 198644.
La naturaleza global de la crisis supuso que un número significativo de
trabajadores en el extranjero (gastarbajters) volvieran a una Yugoslavia que había
incrementado sus niveles de desempleo, lo que afectó significativamente a la caída de
las remesas – básicas para combatir el déficit. De igual modo el mercado laboral
yugoslavo estaba afectado por graves desequilibrios entre la competitividad
empresarial y los beneficios por sectores productivos en cada una de las repúblicas. El
dinar perdió parte de ese valor que había simbolizado unas condiciones económicas
prósperas respecto a los vecinos búlgaros o rumanos. Fue en el mes de febrero de
1992 cuando los precios aumentaron en un 31% en relación a los meses anteriores.
44 Datos obtenidos en: Lydall, Harold. 1989. “Yugoslavia in crisis”. Oxford University Press, pág. 163.
1984 1.51985 11986 4.11987 1.91988 -1.81989 1.51990 -11.6
Gráfico 3: Tasa de crecimiento del Producto Interior Bruto en Yugoslavia (1984-1990).
El número de trabajadores cualificados que habían dejado el país era de una
proporción de 1 de cada 5, en una espiral que evidenciaría que del año 1979 a 1989
se pasó de que el 46% de los empleados tuviera estudios básicos a solamente el 25%
(Marković, 2007:29); datos que reflejan una tendencia alarmante especialmente en
aquellas regiones más pobres del sur yugoslavo de mayoría serbia. En 1988 la deuda
per capita era la más alta de Europa con 20 billones de dólares La crisis económica y
las medidas de austeridad aumentaron el nivel de conflictividad social en las fábricas
«auto-gestionadas»: en 1987 se produjeron 1570 paros laborales, que afectaron a
365.000 trabajadores según datos oficiales (Woodward, 1995:96). Los cortes en la luz
se hicieron constantes, como también la carencia de bienes de consumo en los
supermercados. Así lo cuenta Lydall: “La caída del nivel de vida ha sido tan alto que
es difícil pensar en cómo se respondería en otro país a los cambios político.”45 Esto
supuso la paulatina desaparición de la clase media. El impacto sobre la población fue
de grandes dimensiones si tenemos en cuenta la bonanza yugoslava de la década
anterior.
5.-Crisis social:
Tal como señala Pavlović “el socialismo real estranguló la sociedad civil”46,
incapacitándola para responder civilmente a un nuevo escenario. Durante el
comunismo yugoslavo “la integración fue sustituida por la unificación ideológica“47
45 Datos obtenidos de Lydall, Harold. 1989. “Yugoslavia in crisis”. Oxford University Press, pág. 9. 46 Pavlović, Vukasin. 1995. “Potisnuto civilno društvo“. Beograd:ECO Centre, pág. 257.47 Golubović, Zagorka. 1994. “The emergence of exclusive nationalism versus democratic processes in post-communist Yugoslavia“, en Nakarada, Radmila, ed., “Europe and the disintegration of Yugoslavia”.
Gráfico 4: El aumento del coste de vida desde 1977 a 1987 en toda Yugoslavia
ignorando o reprimiendo las diferencias que la propia evolución política podían haber
dibujado. Lidija Basta opina que “cualquier idea de incorporar democracia como
proceso de legitimación política resultaba inconcebible.”48 La convivencia inter-étnica
no era un modelo de cultura política conscientemente adquirido. El mariscal Tito “no
tuvo plan para actuar sobre el problema de las relaciones entre nacionalidades
excepto por el continuo desarrollo del socialismo, por lo que la ideología siempre
estuvo evolucionando fuera de las peculiaridades de Yugoslavia convirtiéndose en un
momento en el único cemento que mantenía el país unido.”49 La refundación ideológica
de Yugoslavia se caracterizó por la ausencia de tratamiento de la «cuestión nacional»
y también por todas aquellas privaciones políticas que explotó para su propia
perpetuidad.
Gran parte de la clase política que perteneció al antiguo régimen
comunista asumió puestos de poder con la llegada del «post-comunismo». La cultura
política serbia influyó sobre la nueva generación de dirigentes en víspera del cambio
hacia el modelo democrático. Basara sostiene al respecto que “no tuvieron los
partidos comunistas estructuras centralizadas y no democráticas solamente por
obligaciones de un encargo ilegal, sino también porque fueron el producto del alma
tradicional autoritaria de la sociedad.”50. Nakarada señala que el régimen de Milošević
fue “una prueba de la obstinada tendencia autoritaria en la historia/antropología
serbia.”51. En el caso de la República de Serbia, el SPS liderado por Slobodan
Milošević, era heredo de la Liga Comunista de Serbia y por tanto no sólo utilizaba los
recursos materiales heredados del antiguo régimen sino también muchos registros
políticos del pasado. Veamos a continuación 10 puntos en común entre el comunismo
y el nacionalismo de la antigua Yugoslavia:
• El comunismo y el nacionalismo surgieron en fases de cambios y
transformaciones. El primero durante la II Guerra Mundial y el segundo durante
la caída de los sistemas de tipo soviético.
Belgrade:Institute for european studies, pág. 163.48 Basta-Posavec, Lidija. 1994. “Federalism without democracy, political rights without citizens:the relevance of the experience of the dissoluted yugoslav federation for (uniting?) Europe”, en Nakarada, Radmila ed., “Europe and the disintegration of Yugoslavia”. Belgrade:Institute for European studies, pág. 153.49 Pavlowitch, Stevan. K. 2002. “Serbia. The History behind the name”. London:Hurst&Company, pág. 170.50 Basara, M. 2006. “Od ideološke do profesionalne vojske – kako zbaciti teret nasleđa”, en “Serbia (Jugoslavija) 1945-2005”. Beograd:Institut za Savremenu Istoriju, pág. 257.51 Nakarada, Radmila. 2008. “Raspad Jugoslavije“. Beograd:Glasnik, pág. 35.
• Tanto el comunismo como el nacionalismo se legitimaron sobre la base de
injusticias históricas que iban a ser subsanadas por el nuevo régimen.
• Tanto durante la etapa comunista como con la explosión nacionalista no sé
adoptaron medidas resolutivas en favor de la convivencia inter-étnica.
• Ambas ideologías han convergido en personalidades que concentraron un
enorme poder desde sus inicios (Tito y Milošević).
• Ambas ideologías fueron un recurso para el control de las estructuras de poder.
Tanto el Partido Comunista como el Partido Socialista de Serbia ejercieron un
control mayúsculo sobre las instituciones de gobierno.
• Ambas ideologías abrieron la puerta hacia liderazgos autoritarios como base
para la continuidad del régimen.
• Tanto el comunismo como el nacionalismo se mostraron como colectivistas y
anti-individuales. El primero a través de la identidad de clase y el segundo a
través de la identidad político-cultural.
• Tanto el nacionalismo como el comunismo hacían lecturas en clave polar, viendo
la realidad en términos de “buenos y malos”, “patriotas y traidores”, “amigos y
enemigos”…
• Tanto durante el comunismo como más tarde con la ascensión del nacionalismo
sobrevolaron en la cultura de masas teorías de la conspiración que situaban los
debates políticos en términos de acción-reacción frente a los enemigos.
• El comunismo y el nacionalismo surgieron de la mano de un férreo control de
los medios de información de masas.
El caos de la desaparición de Yugoslavia.-
Los movimientos autoritarios en el este europeo están conectados con las
sensaciones de impotencia durante la caída de los regímenes comunistas52. El
Memorándum SANU hace un retrato bastante crítico de la sociedad yugoslava de
aquellos años. Según el texto existe una pérdida de confianza y un nivel bajo de
motivación, lo que son “unos signos visibles de crisis moral.”53 La situación que se
estaba viviendo es una en la que “nadie sabe qué valores busca sostener la sociedad
yugoslava.”54 En ese escenario el Memorándum perfila tres elementos de análisis que
52 Dević, Ana. 2002."Nationalism, Regional Multiculturalism and Democracy in the Province of Vojvodina", ZEI European Studies and South Eastern Europe Papers, No. 2, 2002. Gordy, en Gordy, Eric. 2005. “Reflecting on the cultura of power, ten years on”. Facta Universitatis. Philosophy, Sociology and Psychology. Vol. 4. Nº1.53 Memorándum SANU.54 Ibídem, op. cit.
son de utilidad y que deberían ser objeto de sus propios trabajos de investigación: el
fenómeno del “primitivismo” y la propensión hacia la cultura kitsch cada vez más
regionalizada; la creación instintiva de prioridades, “extensamente bajo la influencia
de la sociedad de consumo”55 y, destaca, que la cada vez mayor influencia del mundo
rural y provincial empobrece los espacios culturales.
En marzo de 1991 intelectuales como Mihajlo Marković, Dobrica Ćosić y Matija
Bečković junto a otros crearon las bases del Consejo Nacional Serbio (Srpski
nacionalni savet, SNS), que aspiraba a ser el representante de todos los serbios con
independencia de su residencia y que recibió el apoyo de la Iglesia Ortodoxa de
Serbia. La Iglesia Serbia adquirió un papel que el régimen comunista nunca había
permitido hasta entonces; demandó en tres ocasiones (mayo de 1990, diciembre de
1990 y mayo de 1991) que los responsables de los órganos estatales autorizaran que
se desenterraran los restos de los serbios muertos durante la II Guerra Mundial para
que recibieran una apropiada ceremonia (mayoría serbia). Estas iniciativas nos
permiten reconocer el factor étnico que se ejerce en la actividad de las organizaciones
e instituciones serbias. Estas lograron crear sus redes de solidaridad y comunión a
efectos de incrementar su influencia y capacidad de acción a nivel político, económico
y social. Con la constitución de estas redes político-cultural un gran número de
intelectuales se vieron seducidos por la memoria histórica: el mito de la batalla de
Kosovo-Polje (1389); los poemas y canciones sobre Kosovo; la dinastía Nemanjić; el
levantamiento de Orašac en 1804; las dinastías Obrenović y Karađorgević; la figura de
Vuk Karadžić; la I Yugoslavia (monárquica); las victimas serbias a manos de los
Ustaša croata durante la II Guerra Mundial; la figura de Draža Mihajlović y la cultura
Četnik; se revisaron las historias de las cárceles comunistas de Goli Otok y Lepoglava;
y la biografía de Tito.
La percepción de la realidad contribuyó a ser modificada por el debate histórico
y contribuyó a construir nuevas identidades políticas. Ramet introduce en este sentido
un concepto de la psicología que es denominado «dysphoric rumination», es decir: “la
tendencia de los individuos de infelizmente re-imaginar, repensar y revivir hechos
agradables y desagradables… Resultando (en) un aumento del pensamiento negativo
acerca de aquellos eventos y contribuyendo (contribuir) a un estilo explicativo
pesimista cuando se está intentando explicarlos.”56 La historia se proyectó hacia el
55 Ibídem, op. cit.56 Ramet, Sabrina. P. 2005. “Under the Holy Lime Tree. The Inculcation of Neurotic and Psychotic síndromes as a Serbian Wartime Strategy, 1986-95”, en Pavlaković, Vjeran. et. al. 2005. “Serbia since 1989. Politics and Society under Milošević and after”. Washington:University of Washington Press, pág.
futuro alimentándose mutuamente sociedad e intelectuales en un ambiente
mediatizado por la crisis política y económica de Yugoslavia.
6.- Conclusiones:
“La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo se está muriendo y
lo nuevo no puede nacer: en este interregnum se aparece una multitud de formas
diferentes de la enfermedad.”
Gramsci
El nacionalismo como objeto de estudio retornó al interés académico con la
caída de los sistemas de tipo soviético y la desaparición de Yugoslavia. El estudio
volvió la mirada hacia los grandes estudiosos como Hans Kohn que décadas antes
habían profundizado en su definición y tipologías. La contribución más importante de
este autor fue el desarrollo de la distinción entre nacionalismo étnico (oriental) y
nacionalismo cívico (occidental). Este código binario sitúa el análisis del nacionalismo
en dos niveles diferentes. Mientras el primero se asocia a un estado de la situación
pre-moderno, cultural e irracional, el segundo está vinculado a la ciudadanía, el
estado de derecho y la razón. Bajo estas premisas nuestro interés ha estado en, por
encima de categorías morales y valorativas, aproximarnos al nacionalismo serbio
como el resultado de una serie de paradigmas críticos determinantes que se producen
con la desaparición de la antigua Yugoslavia (crisis estatal, económica y social).
El proyecto político yugoslavo quiso hacer “tierra quemada” de lo que había
ocurrido durante la II Guerra Mundial para iniciar una nueva singladura dominada por
la unidad ideológica (socialismo), la igualdad entre naciones (“Hermandad y
Unidad”-“Bratsvo i Jedinstvo”), y la represión política e ideológica. La población serbia
siempre sintió el estado como propio, estando por otro lado muy repartida por el
territorio yugoslavo. La fundación del estado supuso la creación en la República de
Serbia de dos provincias autónomas, que irían ampliando sus competencias sobre
todo tras la Constitución de 1974. Esta evolución del estado se fue legitimando sobre
todo económicamente en las ciudades (a donde fue llegando un número elevado de
personas desde los pueblos), ya que el campo además de vivir siempre una situación
precaria estuvo sometido a un modelo económico diferente al que practicaba el
129.
«socialismo auto-gestionado». A finales de los años 60 el modelo comienza a perder
legitimidad debido a diferentes factores: la expulsión de Aleksandar Ranković de la
Liga Comunista de Yugoslavia, la aparición de una nueva generación política que no se
había formado en los presupuestos de la «lucha de liberación nacional anti-fascista»,
las demandas sociales hacia el aperturismo político57 y económico, y los debates entre
sectores favorables a la descentralización y otros cercanos al unitarismo.58 Por el
contrario no se aprecian tensiones nacionalistas que pudieran amenazar el
funcionamiento de las instituciones políticas.
La herencia política dejada por Tito con su muerte (1980) dejó un modelo
político donde las oligarquías políticas y económicas terminaron por fundar sus propias
repúblicas-nación perfilando el interés nacional de las poblaciones respectivas. Esta
evolución institucional elemental entre las diferentes repúblicas yugoslavas, la crisis
en Kosovo, la celebración regional de las primeras elecciones democráticas en lugar de
estatales, la desaparición de la Liga Comunista de Yugoslavia y en definitiva la
ausencia de sentido de estado de las elites comunistas, entre ellas el presidente serbio
Slobodan Milošević, aceleraron la aparición de dinámicas nacionalistas. Este escenario
institucional contribuyó decididamente al éxito secesionista de las ex-repúblicas
yugoslavas (Croacia, Eslovenia, Macedonia y Bosnia)
El nacionalismo serbio está ligado a un estado anímico de desconcierto e
insatisfacción que conlleva el proceso de disolución yugoslava. En un estado de crisis y
de falta de referencias políticas sólidas el grupo y las raíces culturales prevalecen por
ser organizaciones político-sociales estables y funcionales. En palabras de Schöpflin
“la desaparición de las estructuras construidas bajo el comunismo dejaron una
brecha, la cual muchos buscan vincular a través de la etnicidad, porque la etnicidad
es inherentemente capaz de sustituirse por el estado. El resultado es la confusión.”59
La remodelación del orden social «post-comunista» viene acompañada de la
desorientación y de la ambivalencia que rompen con los modelos de relaciones
tradicionales. Sobre esa base asumimos que los cambios producidos por los nuevos
patrones de relaciones políticas, económicas y sociales (democracia, capitalismo,
liberalismo,...) se confunden con el comunismo yugoslavo; de tal manera que la
57 Sobre esta cuestión ver: Kostunica, Vojislav and Čavoški, Kosta. 1985. ”Party Pluralism or Monism? Social Movements and the Political System in Yugoslavia 1944-1949”. New York:Columbia University Press.58 Sobre esta cuestión ver: Kesar, J; Đuro Bilbija y Stefanović, N. eds,. 1990. “Geneza maspoka u Hrvatskoj”. Beograd:Knjizevne Novine.
59 Schöpflin, George. 2000. “Nations, Identity, Power”. London:Hurst&Co, pág. 168-169.
distancia entre ambos modelos no se puede superar inmediatamente y abren la
puerta a que las compatibilidades entre comunismo y nacionalismo se manifiesten a
nivel político y social.
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