El humor político en ¡Quac!, el noticiero
Transcript of El humor político en ¡Quac!, el noticiero
Universidad de La Salle Universidad de La Salle
Ciencia Unisalle Ciencia Unisalle
Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades
2019
El humor político en ¡Quac!, el noticiero El humor político en ¡Quac!, el noticiero
Verónica Viviana Trujillo Rojas Universidad de La Salle, Bogotá
Follow this and additional works at: https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras
Part of the Ethics and Political Philosophy Commons
Citación recomendada Citación recomendada Trujillo Rojas, V. V. (2019). El humor político en ¡Quac!, el noticiero. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/112
This Trabajo de grado - Pregrado is brought to you for free and open access by the Facultad de Filosofía y Humanidades at Ciencia Unisalle. It has been accepted for inclusion in Filosofía y Letras by an authorized administrator of Ciencia Unisalle. For more information, please contact [email protected].
1
HUMOR POLÍTICO EN “¡Quac!, el noticero”.
VERÓNICA VIVIANA TRUJILLO ROJAS
DIRECTOR: CARLOS-GERMÁN VAN DER LINDE
UNIVERSIDAD DE LA SALLE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES
PROGRAMA DE FILOSOFÍA Y LETRAS
BOGOTÁ D.C. - PRIMER SEMESTRE 2019
2
Índice General
Introducción .......................................................................................................................... 3
Capítulo I: Política y sátira política........................................................................................ 6
Política y libertad. .......................................................................................................... 7
Sátira política ................................................................................................................. 8
Lo cómico y el humor político...................................................................................... 10
Capítulo II: Humor político y crítica política en ¡Quac!, el noticero. ................................... 15
Los personajes de ¡Quac! ............................................................................................. 18
El Edificio Colombia.................................................................................................... 29
Conclusiones: ...................................................................................................................... 34
Bibliografía: ........................................................................................................................ 38
3
El humor político en ¡Quac!, el noticero.
Introducción
El humor político en Colombia ha contado con una tradición considerable en la cultura
popular, con programas televisivos como Zoociedad, ¡Quac!, el noticero, El siguiente
programa y el programa radial de humor La Luciérnaga, que tuvieron su esplendor en la
década de los años noventa (Saavedra, 2013). A través de los distintos formatos de programas
humorísticos se consolidó un espacio en los medios de comunicación, en el que el humor
político se camufló como parte del entretenimiento mediático, preparando un entorno
propicio para la emergencia de una crítica política sobre sucesos de interés nacional, como el
escándalo del “Proceso 8.000” durante la presidencia de Ernesto Samper Pizano en 1994.
Otros acontecimientos políticos tales como el origen y expansión del paramilitarismo
en el país, la relación dominante del gobierno norteamericano con el Estado colombiano, la
violencia desatada entre los grupos paramilitares, los carteles de la droga y las guerrillas
revolucionarias, fueron los insumos que alimentaron los programas de humor político
cerrando el siglo XX. El ingreso al nuevo milenio conllevó cambios en los formatos
utilizados por los medios de comunicación, obligándolos a adaptarse a las nuevas tecnologías.
Esta transformación en la industria del entretenimiento originó el fin de gran parte de estos
programas y estimuló otros intentos por mantener en vigencia el humor político colombiano a
través de nuevas plataformas en Internet. Aunque esta monografía no se ocupará de elaborar
una genealogía de los programas de humor de Colombia en medios de comunicación,
funciona como referente contextual del momento en que emerge el programa ¡Quac!, el
noticero.
4
La parodia de ¡Quac!, el noticero coincide magistralmente con una serie de
acontecimientos de gran relevancia política que se desatan en el país en el año 1995 (Medina,
2017). A través de la construcción humorística en ¡Quac!, el noticero se revelan las prácticas
decadentes del establecimiento, referidas a la cooptación del Estado por parte de grupos
narcotraficantes, como se evidenció durante el proceso 8.000, el clientelismo político por
parte de los representantes del Estado en las instancias políticas y en los cargos burocráticos
para el mantenimiento del poder o los escándalos de corrupción, mientras que los ciudadanos
del común son relegados al rol de espectadores de la realidad nacional, claro indicador del
distanciamiento existente entre la esfera pública y la condición de exclusión y anonimato de
la ciudadanía. Es aquí cuando el humor se convierte en un llamado a la ciudadanía a
informarse y participar en los asuntos públicos, mientras que la sátira política de ¡Quac!, el
noticero se convirtió en el relato ficcional de una forma de participación política como
respuesta a la frustración social originada en la exclusión histórica a la que están relegados
los ciudadanos en Colombia.
En este sentido, el propósito de esta monografía es realizar una reflexión filosófica
sobre el humor político como herramienta de crítica al poder, aplicado al caso de ¡Quac!, el
noticero, programa televisivo emitido durante la segunda parte de la década de los noventa en
Colombia. Esta investigación trata de responder a la pregunta de si, a partir de la construcción
del relato satírico ficcional de ¡Quac!, el noticero, se logra retratar la realidad de un país
fracturado políticamente por cuenta de unas prácticas políticas cuestionables, caricaturizadas
en los personajes del noticero. La hipótesis de este trabajo es que el humor político de
¡Quac!, el noticero permite hacer un análisis desde la filosofía a la manera como el humor y
la sátira permitió generar un espacio propicio a la crítica política, en por ejemplo Los
caballeros o Las avispas de Aristófanes. Mediante el cuestionamiento de los asuntos de
mayor relevancia pública que afectaron a la sociedad colombiana, ¡Quac!, acude a la sátira
5
para criticar la carencia de un consenso social que unificara la identidad del país como un
mundo compartido fundamentado en la diferencia.
El problema será desarrollado en dos partes. En el primer capítulo se realizará la
construcción conceptual del humor político, partiendo de la noción de política desde la
filosofía de Hanna Arendt en sus dos obras La condición Humana (1993) y La promesa de la
política (2008), en las que se entiende el poder político no desde la representatividad en la
esfera pública, sino desde la participación ciudadana. Estas nociones conceptuales sobre la
política nos permiten comprender el contexto en el que surge la sátira como método en el que
la crítica se desarrolla en el humor político, pues la sátira depende completamente de un
contexto histórico y de la construcción social que se hace del mundo compartido.
Para ampliar la comprensión del problema del mundo compartido y la crítica política
desde la sátira, el filósofo Simon Crichtley en su obra Sobre el humor (2010) y el filósofo
francés Henri Bergson en el ensayo La risa (2010) identificarán los conceptos de lo cómico y
el humor político con la crítica a las estructuras de poder. Estos conceptos permitirán el
análisis de ¡Quac!, el noticero como caso de estudio, en el que se construye la sátira política
como un mecanismo que conduce a una reflexión sobre la realidad política y social del país,
con el objetivo de generar un cambio en la desigualdad relacionada con la participación
política.
En el segundo capítulo se analizará la construcción de los personajes cómicos del
programa ¡Quac!, el noticero, de acuerdo con el libro Edificio Colombia. Antología de los
libretos del programa de televisión Quac, el noticero (2006), escrito por los libretistas
Antonio Morales y Miguel Ángel Lozano, así como haciendo uso de algunos apartados de los
libretos inéditos del programa (Morales & Lozano, texto inédito), que serán contrastados con
la investigación de Tatiana Saavedra en su libro Dioselina Tibaná y la cocina de la ironía
6
política (2013), el cual realiza un análisis sobre el discurso de la ironía política en el
personaje Dioselina Tibaná, caracterizado por el humorista Jaime Garzón. La investigación
de Saavedra ha aportado elementos de análisis sobre cómo a través del humor político de
¡Quac! se manifestaron problemáticas como el abuso del poder político y económico, gracias
a la (des)información que Dioselina ventilaba al país desde la Casa de Nariño sobre los
movimientos de la élite política.
A partir del material de Lozano & Morales junto con el análisis de Saavedra, se hará
una interpretación -desde el marco de la filosofía política Arendt- de la construcción de los
personajes de ¡Quac! y de la constitución del Edificio Colombia, metáfora ficcional que
relata la realidad de Colombia, buscando demostrar como el noticero evidencia el
distanciamiento existente entre las instancias del poder y la ciudadanía, la imposibilidad que
implica el ejercicio de la participación política en Colombia, así como las consecuencias
históricas de la ilegitimidad del poder y la inestabilidad política, que tuvieron su mayor
expresión en la violencia política, tal y como lo indica el informe ¡Basta Ya! (GMH, 2013).
Capítulo I: Política y sátira política.
“La risa nace como esa espuma (…) Como la espuma, chisporrotea. Es por la alegría.
El filósofo que la recoge para probarla encontrará a veces que contiene, en una pequeña
cantidad de materia, una cierta dosis de amargura” (Bergson, 2010)
En la primera parte de este capítulo trataremos sobre el concepto de política desde la
filosofía de Hanna Arendt y la importancia de la libertad como garante para la crítica. En la
segunda parte se tratará la sátira política y la tensión que existe entre el ideal de un mundo
mejorado, que eleve la condición humana y el entorno político en su cuestionable realidad, en
donde tiene ocasión el desarrollo de la sátira.
7
Política y libertad.
Según Hanna Arendt la política surge de la necesidad de los hombres de estar juntos y
“se basa en el hecho de la pluralidad” (Arendt, 2008, pág. 143) esta relación es pluralista, y al
mismo tiempo, conflictiva porque implica que en la política convivan múltiples formas de la
diversidad que no necesariamente se comprenden entre sí, básicamente porque en las
relaciones humanas habitan los prejuicios. De alguna manera los prejuicios sirven como
criterio para juzgar la vida cotidiana. Arendt atribuye al prejuicio un sentido político en tanto
que la política siempre “ha tenido que ver con la aclaración y disipación de prejuicios”
(Arendt, 2008, pág. 137). Esta capacidad humana de juzgar genera relaciones políticas de
inclusión y exclusión en las comunidades políticas.
La lucha política de las minorías consiste precisamente en el derrocamiento de los
prejuicios y estereotipos que las fuerzas dominantes aseguran, suelen estar fundamentados en
ideas de un tiempo pasado que impide que se les juzgue dentro de un contexto presente. Es
decir, los prejuicios se crean a partir de viejas ideas que impiden comprender el surgimiento
de grupos sociales emergentes y la estructura valorativa que los define. Por ejemplo, la lucha
por los derechos civiles consiste en hacer un llamado a la sociedad para evaluar el contenido
actual de antiguas leyes morales que excluyen pequeñas comunidades que ahora quieren ser
reconocidas por la sociedad. La reivindicación de estos grupos busca que se les juzgue sobre
criterios de verdad y no de viejas ideas de lo que significa ser negro, ser mujer o ser gay.
Esta cuestión sobre la forma como políticamente se establecen juicios sobre lo otro
tiene mucho que ver con “[l]a libertad de expresar las opiniones, el derecho a escuchar las
opiniones de los demás y ser asimismo escuchado, que todavía constituye para nosotros un
componente inalienable de la libertad política” (Arendt, 2008, pág. 160). Desde esta
perspectiva, la libertad es frágil pues siempre está en riesgo con el surgimiento de ideologías
8
totalitarias que se empeñan en apagar la espontaneidad humana, entendida como el deseo
humano de expresar libremente su pensamiento.
Las sociedades democráticas se fundaron en el concepto de la libertad. El hombre libre
construye relaciones humanas entre iguales que le permiten emprender acciones políticas, ser
libre es tener el impulso de “querer que esto o aquello sea así o asá” (Arendt, 2008, pág. 149).
En esta manifestación del deseo tiene cabida el humor, que encarna la libertad del desarrollo
del ingenio -en sentido humorístico- reforzando el sentido común. Esta idea será ampliada en
el siguiente capítulo, pero es relevante en este momento porque si la libertad es un aspecto de
lo político, nos permite acercarnos a la primera intuición de Bergson en donde el humor y lo
político están relacionados con la búsqueda de ampliar la sociabilidad de una comunidad y
esto sólo es posible dentro de los parámetros de una sociedad democrática.
El mundo es una construcción compartida entre iguales que son diversos, que tienen un
vínculo común pero que, al mismo tiempo, están separados. Estar-juntos es intercambiar la
diversidad de perspectivas en libertad, en ocasiones este intercambio ocurre hablando (logo),
en otras, reivindicando con violencia pertenecer a un mismo lugar. La orientación que se dará
en esta monografía es identificar en el humor político un recurso crítico que se presenta como
una apertura al diálogo entre los diversos en una comunidad social. El humor prepara el
terreno para que los políticos y ciudadanos sean puestos en igualdad de condiciones para
reflexionar la decadencia de ese mundo común, con plena libertad.
Sátira política
La sátira es el medio aprobado para cuestionar a las autoridades y las convenciones
sociales, las instituciones y sus representantes, grupos sociales y sus culturas, o contra una
clase social y sus costumbres (Berger, 1998). En la sátira se valida lo grotesco como una
forma de narración sobre los acontecimientos, y se hace ostensible una visión crítica del
9
estado actual de la sociedad. La sátira se define por la condicionalidad que ejerce el tiempo
en ella, “el tiempo histórico de la sátira es el presente” (Coronel, 2002-2003, pág. 97), en este
tiempo de narración el desarrollo del acontecimiento actual funciona como una técnica para
que la crítica social funcione. En la narración satírica yace una dicotomía entre la realidad y
lo ideal (Coronel, 2002-2003). La realidad de los acontecimientos se enfrentan con el ideal de
sociedad que todos los miembros desean tener. En este sentido, el rol del satírico es promover
en el público una serie de valores ideales que se espera sean compartidos, defiende un mundo
moralmente superior que es distante a la realidad del tiempo actual.
Según Barba (2015) la risa satírica promueve una actitud de oposición hacia el
establishment poniendo al escarnio los discursos y los actos provenientes de los
representantes del Estado o de cualquier otra instancia que afecte la sociedad y que no son
abiertamente tratadas en el escenario público. La parodia y la sátira están muy cercanas en el
espectro de lo cómico, pues la parodia “es una confirmación de la estructura jerárquica del
mundo en la conciencia del que ríe. (...) Sólo algo verdaderamente importante puede
convertirse en el objeto de una narración paródica” (Barba, 2015, pág. 17). Los
acontecimientos políticos afectan directamente a las personas, bien sea por la promulgación
de un decreto o una ley, una reforma tributaria o el conocimiento de un acto de corrupción.
En toda sociedad política los ciudadanos viven estas situaciones como asuntos de gran
relevancia, porque tienen repercusión directa en su cotidianidad.
El sentido que persigue el humor político es criticar estos acontecimientos, acudiendo a
recursos estilísticos tales como el invertir los valores del mundo. El sátiro acude a lo obsceno,
lo grotesco o lo macabro, como figuras satíricas que desnudan las verdades que el poder
disfraza. En la antigüedad, los poemas homéricos narraban las gestas de los grandes héroes
griegos dejando en la memoria de la humanidad el reconocimiento de la grandeza de un
10
pueblo. Hoy el humor político despelleja los grandes acontecimientos de la decadencia
política para que el pueblo reflexione y se disponga a buscar un cambio.
Lo cómico y el humor político.
El filósofo español Juan Carlos Siurana (2013) ha definido que el humor es la
capacidad de percibir algo como gracioso, esta capacidad es variable entre un individuo a
otro, pues se desarrolla en contextos culturales distintos y es moldeable a través de la
educación. En lo cómico y el humor yace la actitud de reflexionar sobre sí mismo y sobre el
mundo, “el humor es una constante antropológica, universal y común a todas las culturas. No
se ha descubierto ninguna sociedad sin humor, ya se exprese convulsivamente, con alegría
corporal o una risa lacónica” (Critchley, 2010, pág. 46). El humor sitúa al individuo frente a
una situación que involucra un conocimiento previo que demarca un contexto y se dirige al
grupo de individuos que participan en ese mundo común.
Critchley plantea que en el humor existe una especie de contrato o consenso sobre un
mundo común, que llama el sensus communis (Critchley, 2010, pág. 106). El chiste responde
a un conjunto de aspectos que se comparten entre el espectador y el cómico, en tanto se
identifican contextualmente con la situación que está ridiculizando el chiste. Sin embargo, el
humor juega en dos escenarios como categoría: es universal porque prevalece en todas las
culturas y, al mismo tiempo, es local porque está referido a situaciones identitarias y
específicas de cada grupo social. Es en este sentido que la risa tiene significación política
porque es entendimiento y complicidad social.
El humor emerge en la existencia con lo otro, involucra la relación social de
reconocimiento de lo que “somos”, una relación que está contenida de una historia cultural
propia y un contexto sociopolítico compartido. A través del sentido del humor un pueblo
11
reafirma su ethos, sus costumbres, su carácter y su disposición, aspectos que vinculan a sus
miembros y que, simultáneamente, hacen que cada pueblo se distinga de otros.
Para que el efecto cómico se produzca es necesario que el espectador disfrute cualquier
manifestación humorística con insensibilidad y un tanto de indiferencia, aplacando sus
afecciones para que a él acuda la risa y no la vergüenza, el miedo, o el rechazo hacia la
mordacidad del humor. El sentido de la función social de lo cómico y la naturaleza política
del humor, está asociada con la idea de que los ciudadanos reflexionen en conjunto sobre los
asuntos que conciernen a la vida en comunidad. En esencia, se indica que la comedia y el
humor son naturalmente políticos.
La risa, como efecto de lo cómico, sobreviene si la emoción es decantada. Esta
suspensión de la afección es lo que los fenomenólogos llaman epojé o suspensión del juicio
(Critchley, 2010). Bergson afirma que “[l]a comicidad nace cuando unos hombres reunidos
en grupo dirigen todos su atención hacia uno de ellos, acallando sus sensibilidades y
limitándose a usar la inteligencia” (Bergson, 2010, pág. 15). En el caso del humor se
suspende la realidad para someterla a un proceso clarificador que busca la verdad, no una
verdad científica, sino una verdad que pretende desnudar el mundo que subyace a la
apariencia. El cómico se ubica al margen de la sociedad, observando detenidamente las
imágenes de sus gobernantes, desenmascarando los aspectos que ocultan la inadaptación de
los políticos a las convenciones sociales y pone de manifiesto rasgos de la sociedad de falsa
apariencia. El sátiro manifiesta una actitud desinteresada pero altamente reflexiva, ostentando
una actitud filosófica.
El espectador encuentra en el humor político un descubrimiento del rechazo a una
conducta social que se presenta ridícula, tiene el fin de corregir y conservar una idea de
mundo, “la risa satírica revela lo actual colectivo desde su apariencia cómico-crítica, es decir,
12
sometiendo a los tipos sociales, costumbres y realidades representados a un proceso de
ridiculización” (Barba, 2015, pág. 20). El propósito del humor es alentar cambios en la
práctica social, porque está dirigido hacia la acción. Para que el humor político cumpla con
este propósito es necesario que el público esté informado sobre las noticias que ocurren
diariamente en la vida cotidiana y que además puedan compartir(las) – hablar(las)- en grupo
y construyan en conjunto una visión de mundo compartida.
El humor político eleva el nivel de ingenio del chiste que se burla de otros porque no
victimiza a una persona u objeto particular, sino que crea un nosotros del que burlarse. El
humor político trasgrede las normas y los valores atacando el fundamento ideológico que lo
sostiene (Schmidt, 1992) fustigando los vicios generales de aquellos que detentan el poder “el
humor político, al expresar sus críticas, estaría reproduciendo e instando a la reflexión sobre
los gobernantes y la esfera pública” (Medina, 2017, pág. 33).
El carácter transgresor del humor se hace polémico cuando no se identifica fácilmente
el límite en el que la humillación humorística pueda causar daños a un grupo minoritario,
particularmente si es utilizado como arma de discriminación social o étnica, por poner un
caso. Algunos investigadores como Berger o Siruana han planteado la noción sobre la ética
del humor, en donde se explora la idea que “el humor tiene un gran potencial para la mejora
ética de los seres humanos y de las sociedades. Pero el humor también puede dañar si se
practica incorrectamente” (Siruana, 2013, pág. 10). Esta perspectiva sostiene que el humor
fomenta la visión crítica de una cultura y, a partir de ello, se puede reflexionar sobre la ética
del humor que apela a la cuestión de si es posible reír en el momento oportuno, en el grado
correcto y por los motivos justificados.
En esta propuesta de la ética del humor, se afirma que el humor debe tener límites
éticos con la finalidad de evitar la estereotipación de grupos poblacionales que se consideran
13
una minoría, que una broma pueda ofender una creencia ancestral que es compartida por una
comunidad de sujetos religiosos o que un chiste se lance directamente al carácter físico de un
ser humano por deformidad o enfermedad. ¿Qué tipo de humor es el que circula por la cultura
popular? ¿Cuál es el sentido del humor que persigue el humor político, a través de la sátira y
la ironía? ¿El humor debe ser censurado en su contenido? ¿Únicamente se debe permitir un
humor ligero que no incomode, pero que divierta?
Es probable que cuando escuchamos ciertos chistes, creemos que no deberíamos
reírnos, especialmente los que están dirigidos a la condición de una persona, una comunidad
marginal u otro grupo humano que consideremos inferior a nosotros. No obstante, nos reímos
porque “[e]l humor aporta una información sobre nosotros mismos que preferiríamos no
tener” (Critchley, 2010, pág. 100). Esto quiere decir que el humor nos revela también un
aspecto oscuro de nuestro interior que quiere separarse de otros por medio de la burla y
elevarse ante ellos.
Desde una óptica negativa, la función social de la risa también implica el control de la
sociedad “a través de la humillación y la intimidación, las tendencias agresivas de sus
miembros” (Weber, 2010, pág. 170). La risa así entendida es un gesto temido por los
individuos al saber que sus actos de aislamiento o de separación de las normas sociales, de la
comunidad política, puedan transformarse en imágenes deformadas que se someten al público
político.
El doble carácter del humor, uno que es próximo a un humor ético y el otro como un
humor más cercano al mantenimiento de estereotipos, el humor de la superioridad, que se
erige cuando un pueblo y su cultura desea imponerse a otros, o el humor como forma de
discriminación cultural a grupos minoritarios, nos muestra dos fuerzas pujantes del ser
humano. El humor que se burla de los demás habla de lo que “somos” aunque eso que nos
14
identifique contenga aspectos que no deseamos reconocer. El humor político se distingue de
estos dos en tanto que lo que reclama es la corrección de prácticas sociales que deben ser
corregidas.
El humor consiste en reírnos de nosotros mismos. Incluye, también, reírse de otros
porque el llamado es la afirmación de lo que soy en mi superioridad sobre los otros, aunque
esto sea cuestionable desde la ética del humor. Además, el humor es superior al chiste porque
busca resquebrajar la idea del nosotros, “ese humor no es deprimente, sino que, por el
contrario, nos da una sensación de emancipación, consuelo y elevación infantiles” (Critchley,
2010, pág. 126). En la ligereza del humor se decanta la pesadez de ser uno mismo en el
mundo, esta conciencia de sí mismo como algo ridículo nos enseña a reírnos de nosotros.
El humor no abre un camino de salvación, es una reafirmación de lo que somos, la
aseveración de la pluralidad humana. El humor nos revela que estamos atrapados en el
mundo, apela a la cotidianidad de la vida, es un anuncio de la experiencia de vivir con otros.
Critchley (2010) indica que el humor contiene un carácter de reconocimiento que permite
reforzar el consenso y, a la vez, promover la crítica del orden establecido, inclusive, que el
humor pueda llegar a “cambiar la situación” (Critchley, 2010, pág. 28). Sin embargo, un
cambio real requiere que en la esfera pública emerja la creación de nuevas instancias de poder
o instituciones de orden político, la combinación del discurso –logo- y la acción, que “sólo es
posible hacerlo renovando su constitución, sus leyes, sus estatutos y esperar que todo lo
demás se dé por sí mismo” (Arendt, 2008, pág. 142). No obstante, el humor apenas alcanza
un nivel reflexivo. En el mejor de los casos, llega a ser una invitación a tomar la iniciativa
que derive en la acción política.
15
Capítulo II: Humor político y crítica política en ¡Quac!, el noticero.
Sí, cierto don Pedro, el país está enfermo, así parece... Sí, mucho parásito. ¿Será que le
damos un purgatorio? Sí su referencia, vivimos un infierno, pero sin condena”. (Lozano &
Morales, 2006, pág. 31)
En este capítulo se analiza el programa televisivo ¡Quac!, el noticero que ejemplifica
magistralmente el funcionamiento del humor político como mecanismo de crítica al poder
político colombiano durante la década de los años noventa. En su primera emisión, febrero de
1995 (Medina, 2017, pág. 67) la presentadora, María Leona Santo Domingo, inaugura el
programa poniendo claro el tono que conducirá la sátira informativa: “muy buenas noches... y
aquí están las principales no-noticias acaecidas en Colombia y el mundo” (Garzón, 2018)
seguida por la intervención del personaje que parodia al “presidente de la República”, dando
el respaldo institucional:
Compatriotas y amigos, quisiera aprovechar esta importante ocasión en saludar por
intermedio de este noticiero ¡Quac!, a todos aquellos a saludar esta nueva iniciativa de
carácter privado, que sin duda contribuye a enriquecer la pluralidad y los principios
liberales que tanto hemos predicado. Junto a Jacquin, a los pelados, y junto al
presidente les enviamos el ¡wau! más grande, perdón, el abrazo más grande de
solidaridad y apoyo y cuenten con toda nuestra disposición y que estén seguros que con
esto va a empezar Cristo a padecer jeje, saludos al pato... a los dos. (Garzón, 2018)
¡Quac!, el noticero nace de una iniciativa de la programadora de carácter privado RTI
(Saavedra, 2013, pág. 27) que permitió la creación en Colombia de una crítica humorística en
el programa, acogió diversidad de personajes y sectores de la vida política. Los libretos del
programa fueron creados por Antonio Morales y Miguel Ángel Lozano, en la dramatización
16
de los personajes participaron el humorista Jaime Garzón y el actor Diego León Hoyos
(Medina, 2017, pág. 66), quienes convirtieron a ¡Quac! en una parodia de los noticieros de
horario estelar con una narrativa de sátira política. El programa se emitió hasta el 18 de mayo
de 1997 (El Tiempo, 1997), su gran revelación fue hacer manifiesto cómo los personajes
público-políticos estaban involucrados en actos de corrupción, mostraron sus relaciones con
el narcotráfico en medio de la reacomodación de la violencia de guerrillas y el
paramilitarismo dentro del territorio colombiano (GMH, 2013, pág. 155).
En los relatos de esta cotidianidad público-política se hace manifiesta la relación entre
los acontecimientos diarios de afectación nacional, la mediación de los noticieros que cuentan
los sucesos y el público conformado por ciudadanos-televidentes que asisten al espectáculo
televisivo para enterarse de la realidad sociopolítica del país en clave de humor crítico, así lo
manifiesta el siguiente diálogo al cierre de uno de los episodios:
“MARIA LEONA: Oye Jaimito, pero esa película es vieja, de los setenta.
JAIME: Sí, pero como aquí no pasa nada, ni el tiempo
MARIA LEONA: Sí, y uno de espectador” (Garzón, 2018)
La narración de los programas gira en torno a los siguientes temas: la crisis política del
Gobierno de Ernesto Samper Pizano (1994 – 1998) que inicia cuando Andrés Pastrana
denuncia ante periodistas la infiltración de dineros provenientes del narcotráfico en la
campaña presidencial de Samper. Así estalla el escándalo de corrupción más importante del
país, hasta ese momento, conocido de forma mediática como el Proceso 8.000, nombre
tomado del expediente abierto en la Fiscalía en el mes de abril de 1995 (Cardona, 2017). La
gravedad de este caso de corrupción fue tan profunda que “provocó una crisis de legitimidad
17
y limitó el margen de gobernabilidad de Samper” (GMH, 2013, pág. 155) generando un
período de larga inestabilidad política y el recrudecimiento de la violencia en el país.
Los efectos de esta ingobernabilidad del presidente Samper se hicieron manifiestos en
diversos conflictos de orden político, en los que se configuraron aliados defensores del
presidente y el surgimiento de opositores que exigían la renuncia de Samper, o al menos el
esclarecimiento de la verdad. Se acentuaron las discrepancias entre el gobierno y el Fiscal
General de la Nación, Alfonso Valdivieso al respecto de la validez de las pruebas presentadas
sobre los nexos del gobierno con el narcotráfico y la variabilidad del proceso jurídico, que
generó un ambiente de desconfianza en las instituciones ante el riesgo de impunidad.
El sector empresarial no fue ajeno en la participación de protección al presidente y fue
evidente la influencia económica y política, especialmente en la financiación de las campañas
políticas por parte de empresarios como Julio Mario Santo Domingo, quienes fueron
determinantes en decisiones políticas del país direccionadas desde Estados Unidos (Semana,
1997). En materia de política exterior, el gobierno norteamericano descertificó a Colombia en
1996 y 1997 (Durán, 2017) trayendo como consecuencias políticas y económicas la
revocación de la visa del presidente Samper, la reducción de las preferencias comerciales y
demoras en la ayuda antinarcóticos, como respuesta al fracaso de los compromisos de
Colombia frente a la lucha contra el narcotráfico. No obstante, durante este período, la
cooperación del gobierno norteamericano promovió el fortalecimiento de las fuerzas
militares, especialmente en las labores de inteligencia, lo que derivó posteriormente en el
desmantelamiento del Cartel de Cali. En este voluptuoso contexto ¡Quac!, el noticero
encuentra la forma cómica de narrar al espectador el día a día de un país sumido en la
corrupción, la violencia y la impunidad.
18
Los personajes de ¡Quac!
Los personajes que informan la noticia en ¡Quac! son “ciudadanos” que tienen acceso a
la información de lo que ocurre en el Edificio Colombia. Según Morales & Lozano (2006) los
personajes en ¡Quac! están seleccionados en los siguientes grupos: personajes emblemáticos,
personajes de la vida real y reporteros de ¡Quac!. A partir de esta agrupación se han
seleccionado los personajes más representativos para comprender los matices políticos del
programa y analizar las implicaciones de estos matices en materia de libertades democráticas.
Los personajes seleccionados en este apartado nos permitirán reconocer la repartición del
poder en el Edificio Colombia, ampliando la comprensión sobre cómo la ficción del noticero
responde a un distanciamiento real entre las instancias de poder y las dificultades para el
ejercicio de la ciudadanía en Colombia.
Los personajes emblemáticos fungen como “ciudadanos informados” que manifiestan
“una mirada sobre los acontecimientos que han marcado los últimos años de la historia
nacional” (Lozano & Morales, 2006, pág. 11), desde el punto de vista político. Los
personajes más recordados son Dioselina Tibaná, proveniente del departamento del Tolima,
que llega a Bogotá para buscar trabajo en el Palacio de Nariño donde “desarrolla una
fulgurante carrera. (…) En el gobierno de Ernesto Samper asume la dirección general de la
cocina de palacio” (Lozano & Morales, 2006, pág. 41); y Néstor Helí, el portero del Edificio
Colombia, quien desde “su infancia realizó oficios varios, como gamín, ayudante de
albañilería, sacristán y mensajero” (Lozano & Morales, 2006, pág. 25). Ambos personajes
habitan el Edificio Colombia, se encargan de las labores de servicios generales del Palacio, lo
que les permite relacionarse directamente con los ejecutores del poder en el Edificio
Colombia.
19
Dioselina forma una dupla con el Doctor Gordito en el juego humorístico-crítico a
través de las recetas de Dioselina: “Pacto a la naranja”, “Conejo a la constitución, “Paloma de
la paz en escabeche”, “Róbalo a la tapada”, “Rabo de paja”, “Mico en su salsa”, “Manjar
blanco”, “Dulce... demora”, “Frutos del mal” así como con otros de los quehaceres de cocina,
como lavar la ropa (sucia) del presidente, mediante las cuales nos cuenta las confesiones que
le hace el Doctor Gordito sobre la fragilidad de su gobierno y su poca capacidad para
cohesionar la sociedad a su favor. Las órdenes que el Doctor Gordito le da a Dioselina sobre
las recetas que debe preparar para los invitados que pasan por palacio se corresponden con
una forma de gobernar basada en el clientelismo político, así como lo muestra en Dieta
parlamentaria:
El doctor Samper llegó todo rebotado y me dijo que estaba aburrido con esos platos tan
pesados. Yo le dije que mis platos son de la Carta del 91, la que dejó el doctor Gaviria.
<<Precisamente –se quejó-, con esa carta no puedo cambiar los ingredientes. Necesito
que me la reforme>> Yo empecé a trabajar, pero los congresistas se pusieron furiosos
porque no quieren cambiar su dieta. Dicen que el doctor Samper les va a quitar la
chanfaina y las tajadas (Lozano & Morales, 2006, pág. 43).
La dieta a la que se refiere Dioselina es la mordida de la corrupción de los políticos en el
poder, en la que el Doctor Gordito se siente frustrado por no poder satisfacer el hambre
clientelista de los distintos sectores, que niegan acogerse a las disposiciones políticas que
recoge la Constitución Política de 1991 (Saavedra, 2013). La ruptura del pacto social que
fundamenta la carta política pone en evidencia su incompetencia. El poder presidencial es
cuestionado directamente por Dioselina, porque no hay claridad en quién ejerce el poder en el
Palacio, si es el Doctor Gordito, los políticos nacionales o los políticos norteamericanos:
20
Figúrese, mija, que el doctor Samper invitó a unos místeres a una comida criolla, ellos
mandaron decir que los platos de acá son muy irritantes y que teníamos que hacer un
menú que mandaron dizque por fax desde Washington. Se llama la dieta del buen
vecino (…) al doctor Samper se le metió que el que manda no es el anfitrión sino el
invitado (Lozano & Morales, 2006, pág. 43).
La imposición de los norteamericanos al exigir un menú organizado por ellos da cuenta de la
relación jerárquica e impositiva de poder, en la que el gobierno colombiano se ajusta a su
papel secundario y, como dice Dioselina, “mejor me hago la de las gafas y obedezco, porque
vocación de heroína sí no tengo, mijita” (Lozano & Morales, 2006, pág. 42), así se ironiza la
actitud evasiva del presidente con el problema del tráfico de drogas. La sátira, que tiene como
función cuestionar las conductas sociales que se considera deben ser corregidas, se usa en
este caso en doble sentido al decir que Dioselina no tiene “vocación de heroína” primero,
porque se refiere a ella misma como alguien sumiso y obediente que no enfrentará las
órdenes del presidente –ni las de los funcionarios gringos- en su rol como ciudadana, sin
capacidad de participación política. La segunda referencia se relaciona con la acepción de la
heroína como droga procesada de la amapola cultivada en Colombia. De esta manera irónica,
la Fogonera Mayor nos informa con sus chismes diarios las confidencias del poder.
El editorialista en ¡Quac! es el doctor Godofredo Cínico Caspa “último bastión de la
dignidad” (Lozano & Morales, 2006, pág. 53), “cimiento de la tradición y el buen gusto”
(Lozano & Morales, 2006, pág. 55), siendo uno de los personajes emblemáticos, abogado afín
a la derecha ultraconservadora, defensor de las instituciones tradicionales, los valores
católicos y de la élite política que detenta el poder. Este abogado se dedica a la “legítima
defensa” de los líderes del país que considera son víctimas del odio de la prensa, calificándola
frecuentemente de errática y falaz. Para él la estructura social de Colombia es una división
21
entre la “gente de bien” y la clase trabajadora –peones y servidumbre-. Considera que es
necesario conservar el respeto a la patria, enaltecer la labor de los líderes conservadores y le
parece inconveniente cualquier reforma de tipo progresista y liberal dentro del marco de la
democracia participativa como lo expresa en el apartado El derecho al voto:
Antes de la Constitución de 1886 sólo podían votar los mayores de 35 años, varones
casados, sin deudas e inteligentes (…) ¿Cómo es esa vaina que hasta las mujeres
pueden votar? Que vuelvan a la cocina y dejen quietas las urnas. (…) Derecho al voto
sólo para la tercera edad. (…) Que sufrague sólo la tradición, que la gente de bien elija
a la gente de bien. Extirpemos de las elecciones todo rastro de impureza; ni indios, ni
negros, ni mulatos, ni zambos. ¡Sólo blancos en las urnas, carajo! (Lozano & Morales,
2006, pág. 53)
Así, para Godofredo la derecha es la única vía ideológica posible para Colombia. Éste
abogado desea que “[r]egresemos a las vías jurisdiccionales con los auxilios y las figuras
sublimes de la inmunidad y la sagrada investidura parlamentaria” (Lozano & Morales, 2006,
pág. 51), es decir, el mantenimiento del clientelismo como una práctica loable para la élite
política que ha demostrado su “honestidad” y “pulcritud”, haciendo que “(…) la política
vuelva a ser, a puerta cerrada, sin miradas indiscretas de la gleba” (Lozano & Morales, 2006,
pág. 54) pues el pueblo colombiano, que es más bien ignaro, tiene que ser guiado por el
liderazgo de los políticos de excelsas cualidades morales, de férrea fidelidad incondicional a
sus amigos y eternos dueños del poder.
La contraparte del doctor Godofredo es el estudiante y activista de izquierda John
Lenin, prolongado estudiante de universidad pública y esporádico militante de las guerrillas
colombianas M-19 y ELN -Ejército de Liberación Nacional- (Lozano & Morales, 2006) Se
destaca por sus discursos reaccionarios y combativos. A diferencia del doctor Godofredo,
22
John Lenin defiende los sectores populares y se opone al imperialismo yanqui. Así lo indica
este fragmento sobre la descertificación de Colombia:
La memoria histórica del imperialismo gringo es frágil, como la voluntad de los adictos
que pululan en las ciudades enfermas del imperio, compañeros. El yanqui agresor, que
hoy nos quita su certificado de buena conducta, olvida que no hace tantos años fue
descertificado en los arrozales del delta del Mekong, cuando el glorioso pueblo
vietnamita lo expulsó para ignominia de los neocolonialistas. (…) No vamos a
arrodillarnos, compañeros. Saludamos la decisión gringa de convertirnos en parias,
porque la historia es de los vencedores, pero la poesía es de los vencidos (Lozano &
Morales, 2006, pág. 76).
Lenin se dirige al pueblo en el mitin, mencionando al gobierno norteamericano como imperio
de gente adicta a las drogas que trafica Colombia y a la comida chatarra que representa la
economía neoliberal norteamericana, increpa su falsa moral por su derrota contra el
comunismo en la Guerra de Vietnam y por ello exhorta con vehemencia: “¡Contra la
hamburguesa, clase media! (…) ¡No más Disneylandia, solo Tranquilandia! (…) ¡Contra el
sueño americano, traba colombiana! (Lozano & Morales, 2006, pág. 76). El discurso de
Lenin enaltece las figuras representativas de la izquierda en Latinoamérica, durante los años
sesenta como Fidel Castro y el Che Guevara “mito del combate y creador del merchandising”
(Lozano & Morales, 2006, pág. 77), considera que son el faro de los jóvenes del movimiento
estudiantil y el movimiento obrero, que a través de la protesta popular se manifiestan en
contra de la militarización de la universidad y la explotación de la clase trabajadora.
El personaje de John Lenin, desde la caricaturización de la ideología de izquierda
permite la reflexión sobre la memoria histórica, que en Colombia se ha erigido para combatir
el legado de violencia política e impunidad (GMH, 2013). Sus burlas al imperio yanqui y a
23
los ídolos revolucionarios extranjeros constituyen un llamado a girar la mirada hacia el
conflicto interno y desmitificar los paradigmas de progreso y rebelión. También constituye
una forma de restauración del estatus político de la protesta social y de la organización de la
sociedad civil que, debido a la polarización del conflicto, ha desestimado históricamente los
reclamos por los derechos civiles, por considerarlos posturas ideológicas que no tienen
relación con los problemas estructurales del país en materia económica y social.
Otros personajes emblemáticos en ¡Quac! son los representantes institucionales del
sector conservador, el ejército y la iglesia católica. Por parte del ejército está el Quemando
Central, representado por el “Chafarote” oficial del ejército y “portavoz de las fuerzas
armadas para ¡Quac!, el noticero” (Lozano & Morales, 2006, pág. 81) quien se dedica a
desmentir las noticias que involucran al ejército y a la policía en hechos bastante
cuestionables, que implican violaciones a los derechos humanos tales como la desaparición
de testigos, el autoritarismo militar y el uso de la tortura como práctica legítima de las
Fuerzas del Estado.
Rechazamos las subversiones de sindicalistas infiltrados que hacen aparecer una limpia
y social operación policial como el asesinato de dos obreros (…) Los delincuentes
dados de baja pasaban casualmente atracando un camión blindado. Se les colocó...
encontró, perdón, armas en sus manos derechas. Ahora Dijín que eran zurdos, lo que
confirma su peligroso izquierdismo. Ante la indebida presión de la prensa subversiva,
se ha ordenado una exoneración exhaustiva. Los testigos del operativo no quedarán en
la impunidad. Retirarsen, ¡arr! (Lozano & Morales, 2006, pág. 84).
En el fragmento Las fuerzas armadas vemos el comunicado del “Chafarote” en la que se
muestra una postura ideológica de extrema derecha del Estado sobre la organización sindical
y el tratamiento ilegal que desde la legitimidad del Estado se le da a la sociedad civil. El
24
Quemando también se dedica a la persecución política de estudiantes universitarios,
considerados “bandoleros armados con libros de alta potencia y esferos automáticos”
(Lozano & Morales, 2006, pág. 84), lo que sugiere que desde las instituciones se promulga la
estigmatización de los sectores populares que reclaman derechos civiles, reduciéndolos a ser
facciones politizadas de la izquierda o de las guerrillas comunistas. El efecto de esta postura,
en la realidad del país implica que las comunidades han quedado imposibilitadas para acceder
a la justicia legal.
En la representación institucional en ¡Quac! también está la iglesia católica. Fuera de la
ficción, la iglesia cuenta con un espacio televisivo en Colombia llamado el Minuto de Dios,
que lleva emitiéndose antes del noticiero de las 7 p.m. desde el 10 de enero de 1955, más de
un cuarto de siglo. Cada emisión es como un anuncio de “preparación espiritual para el
desastre que se verá en los próximos minutos” (Señal Colombia, 2014). En el noticero, el
representante del catolicismo es el Monseñor Pastor Rebaño, quien inspira a sus feligreses
con sus homilías y consejos espirituales a través del programa. Invita a sus fieles a seguir los
principios del cristianismo de resignación y olvido en un pueblo inmerso en la impunidad y la
desigualdad social y económica: “[p]ropongo una cruzada para que los pobres no se subleven
y, con hambreada resignación, acepten que la economía puede más que las mundanas
necesidades. Es la parábola del camello de ser pobre”. Refuerza el imaginario conservador de
confiar en la seguridad y la confianza de los poderosos para dirigir los destinos del país:
“bienvenidos los ricos porque de ellos será el reino de la paz” (Lozano & Morales, 2006), y el
mantenimiento de la brecha social que padecen los sectores marginales que reciben con
dureza la pobreza, la falta de educación y las consecuencias de la violencia.
Finalmente, el último personaje emblemático es el empresario Carlos Mario Sarmiento
Ganitsky, que agrupa en un solo nombre la sátira de los empresarios más importantes del
25
país: Carlos Ardila Lülle, Julio Mario Santo Domingo, Luis Carlos Sarmiento Angulo y
Jaime Gilinski Bacal. El apoyo al clientelismo viene también desde el sector empresarial,
debido a su capacidad económica y su intervención directa en la ocupación de puestos de
poder y designación burocrática “[r]eactivaremos la inversión, sobre todo en campañas...
cívicas. Los ricos no necesitamos el apoyo de ningún pobre... funcionario” (Lozano &
Morales, 2006, pág. 93). De este modo, los personajes emblemáticos, anteriormente
presentados, conforman en conjunto la instancia ciudadana (Saavedra, 2013, pág. 35) que
conforman la diversidad informativa en ¡Quac!, el noticero.
En el segundo grupo de personajes de la vida real se encuentra el Doctor Gordito como
sátira burlesca del presidente Ernesto Samper (1994-1998). Es el interlocutor de Dioselina
Tibaná en la intimidad de la cocina del Edificio Colombia, en la que se desnudan las
conductas antidemocráticas a las que acude el presidente para mantenerse el poder, luego del
escarnio público al que se le somete después de iniciar el proceso 8.000. El Doctor Gordito se
presenta como un personaje “bonachón, sin autoridad” (Saavedra, 2013, pág. 55) que lleva la
administración de un país llamado Edificio Colombia. El gobierno del Doctor Gordito se
desarrolla con la legitimidad de su poder minado por la presunción de ingresos del
narcotráfico a su campaña presidencial, que aseguró su llegada al poder.
Este espectáculo político de corrupción, en la Colombia real, causó un terremoto que
fracturó los cimientos democráticos recién instaurados de la Constitución de 1991. También,
reactivó las disputas por el poder político de distintos sectores de las élites políticas ante la
baja legitimidad presidencial. Por ello, la sátira al presidente Samper representada en el
Doctor Gordito, funciona como cuestionamiento a la representatividad ilegítima del poder, a
través de la incapacidad del administrador para cohesionar a la sociedad del Edificio
26
Colombia en torno a las disposiciones de la recién creada Carta Política del 91. Esta nueva
disposición del menú es rechazada porque
(…) no resulta de los afectos de la clase política tradicional, pues las reivindicaciones
democráticas de las nuevas fuerzas sociales y políticas que ingresan al organigrama del
poder, los mecanismos de participación que garantizan efectivamente la soberanía del
pueblo, el reconocimiento de las minorías (…), y de los derechos fundamentales.
(Saavedra, 2013, pág. 84)
Este momento histórico-político requería el manejo de un representante político que lograra
llamar a la defensa del ethos constitucional, pero el Doctor Gordito fracasa en esta misión
porque hace de la administración del Edificio Colombia una cocina clientelista, en la que los
comensales van al pent-house por las mordidas que prepara Dioselina Tibaná: “[a]hora que
van a reformar la Carta del 91, esos doctores se están relamiendo” (Lozano & Morales, 2006,
pág. 44). Así, el gobierno del Doctor Gordito está dedicado a la repartición de prebendas
políticas y burocráticas que lo mantengan en el poder y acomodarse a las exigencias de cada
sector, sin temor de poner en riesgo el avance histórico hacia una sociedad democrática y
participativa.
Por lo anterior, el Doctor Gordito mantiene una relación de tensión con el Fiscal
General de la Nación, en la vida real el Fiscal Alfonso Valdivieso, por ser su perseguidor para
destronarlo de la presidencia por el escándalo de la narcopolítica (Cardona, 2017). En la
ficción, la sátira hacia Valdivieso “flamante fiscal de los tiempos de Quac y del 8.000, (…)
falsa imagen milagrosa” (Lozano & Morales, 2006, pág. 137) aparece como la promesa que
hará del aparato de justicia una institución, por fin, eficiente. Vale aclarar que la Fiscalía fue
creada con la Constitución política de 1991 “con el fin de promover la consolidación de un
sistema penal que pusiera fin a la crisis judicial de los ochenta y principios de los noventas”
27
(GMH, 2013, pág. 228), la esperanza del país estaba puesta en este hombre que prometía
superar la impunidad que reinaba en el aparato de justicia:
Voy a aprovechar el día para descongestionar estatal Fiscalía de este 97% de
impunidad. A ver esto de las masacres... Y este millón de pingadas de delincuencia
común sin castigo... Huy, más de tres mil secuestros sin resolver... ¡Qué mano de
violaciones de los derechos humanos, ole! (Lozano & Morales, 2006, pág. 140)
En ¡Quac! los personajes no solo tienen diferencias políticas y enfrentamientos ideológicos,
también encuentran afinidades relacionadas con sus ambiciones, proyectos políticos o
resultados estratégicos como el caso del niño Andrés Pastrana y Myles “El Vampiro”
Frechette. El niño Andrés es el personaje político de la vida real que satiriza al hoy
expresidente Andrés Pastrana Borrero (1998-2002) sucesor de la presidencia de Samper. El
niño Andrés es fiel admirador del gobierno norteamericano, avala todas sus iniciativas, la
idealización en la que vive por Norteamérica exterioriza su desconexión con la realidad de
Colombia:
Yo, Andrés Lázaro Pío Pastrana, en pleno uso de mis facultades de comunicación, ante
el reciente subdesarrollo de los acontecimientos y aconsejado por mi padre, declaro: a
partir de la fecha renuncio... a mi nacionalidad colombiana. Debido a la gran aceptación
que mis lúcidas ideas políticas tienen entre el pueblo de los Estados Unidos, acepto la
ciudadanía norteamericana. Desde ya me lanzo a buscar la presidencia de un país que sí
me entiende. (Lozano & Morales, 2006, pág. 107)
El niño Andrés comulga idolatrando las posturas políticas de Myles “El Vampiro” Frechette,
quien representa la burla directa del embajador de Estados Unidos en Colombia (1994-1997)
durante el proceso 8.000 (Cardona, 2017), es el personaje que representa la relación de
dominación de Colombia con Estados Unidos durante la época del narcotráfico y la
28
influencia directa del gobierno norteamericano en los asuntos internos del país. En el
fragmento salida diplomática manifiesta sus objetivos estratégicos: “El petróleo de esta
colonia es estratégico y de uso privativo de Estados Unidos. El 99% del presupuesto nacional
se utilizará contra el narco. Quien negocie con narcóticos y no entregue sus ganancias al
tesoro americano, tendrá tres penas de muerte” (Lozano & Morales, 2006, pág. 123) La sátira
de Myles se extiende a mimetizarlo como el virrey de España quien comprende a Colombia
como una colonia de su imperio.
Otros personajes de la vida real de política nacional en ¡Quac! que están en la
comidilla por el poder político son: Fernando Botero Zea, exministro de defensa de Samper,
condenado por el proceso 8.000 (Cardona, 2017), César Gaviria Trujillo, expresidente de
Colombia (1990-1994) y Horacio Serpa Uribe, políticos del Partido Liberal como forjadores
de disputas políticas por la conservación poder y la conveniente defensa del presidente
Samper y político regional Álvaro Uribe Vélez, gobernador de Antioquia, “[u]n hombre de
mano firme y pulso armado” (Lozano & Morales, 2006, pág. 69) que emergió a finales de los
noventa como una fuerza política poderosa que aglutinó un sector de la derecha radical, la
cual lo llevaría a la presidencia en el año 2002. Estos personajes representan el cuerpo
político del Edificio Colombia.
Por último, en el tercer grupo de personajes se encuentran los reporteros de ¡Quac!,
quienes comunican los grandes problemas del país parodiando el relato de los noticieros
tradicionales. Los reportajes de cada periodista permiten que los ciudadanos-espectadores
digieran las noticias reales a través de sus comentarios satíricos, que desmitifican la
información falsa que los poderosos pretenden hacer ver a los ciudadanos. En este sentido,
los reporteros cumplen la función de ser un ente de control político del poder de los
representantes públicos, en compensación a la carencia de veeduría ciudadana y debilidad
29
institucional. Pero, sobre todo, a la incapacidad del gobierno de Samper por hacer cumplir las
disposiciones de la Constitución Política en materia de mecanismos de participación política.
Por cuenta del develamiento de aquello que no es noticia se hace público una visión del
país que se parodia en el Edificio Colombia. Lo anterior lo muestra ¡Quac!, por medio de los
reportajes como los de Inti de la Hoz, encargada de la sección de farándula política, donde se
informan las movidas de la vida privada de los personajes públicos como si fueran
celebridades: “(…) les tengo un montón de chivitas de los que se van en el jet set de
vacaciones. El presidente Samper se va para San Andrés a broncearse las espaldas. Andrés
Pastrana sale para Taiwán, de dónde piensa traer muchos casetes.” (Lozano & Morales, 2006,
pág. 180). Así, la picardía del noticero parodia la seriedad de los noticieros, que convierten
la realidad en un montaje del escándalo. Otros reporteros nutrieron el programa con
diferentes secciones, por ejemplo las noticias deportivas, a cargo del periodista William Narra
o las noticias sobre el conflicto armado en el país reportado por William Garra y las noticias
judiciales entregadas por el periodista Frankestein Fonseca.
El Edificio Colombia.
Las fuentes informativas de ¡Quac!, el noticero provienen del Edificio Colombia.
Desde allí se emiten las comunicaciones oficiales y extraoficiales que son procesadas por los
personajes emblemáticos y los reporteros en cada emisión del noticero. El Edificio Colombia
es la alegoría a la estructura excluyente del poder en Colombia, donde se refleja el acceso
limitado que tienen los ciudadanos a los lugares de poder, la inhibición del ejercicio de la
ciudadanía, la limitación de la libertad de expresión y el andamiaje burocrático sostenido en
el clientelismo político.
En el pent-house del Edificio Colombia vive el Doctor Gordito, lugar desde el que
administra todo el país. Es la esfera pública en la que se encuentran las personas más
30
importantes de la política colombiana: ministros, congresistas, embajadores, funcionarios de
altos cargos del gobierno. En otros pisos viven los personajes “el niño Andrés”, el embajador
Myles Frechette, y el Fiscal General Alfonso Valdivieso, en una especie de segunda instancia
dada su importancia pública en la vida nacional, mientras los demás personajes “suben y
bajan” del ascensor del Edificio Colombia, dependiendo de su popularidad. La Fogonera
Mayor, Dioselina Tibaná, permanece en la cocina del pent-house preparando recetas para los
visitantes, y cumple su rol irónico de ser consejera presidencial del Doctor Gordito
(Saavedra, 2013). Finalmente, en la portería del edificio está Néstor Helí fungiendo el rol de
jefe informal de prensa, cotilleando por teléfono y reportando recados que dejan los
habitantes del Edificio. De esta manera, el chisme es información oficial para ¡Quac!, el
noticero.
Las comunicaciones públicas que se producen desde el Edificio Colombia son rumores
que se escuchan en las reuniones del pent-house, o lo que se sabe de oídas por los pasillos del
Edificio. Esta información se genera en un ambiente de incertidumbre ante el vacío de poder
y la imposibilidad de obtener información directa de los agentes del Estado. Los reporteros de
¡Quac! no tienen acceso al Edificio Colombia, allí Néstor Helí se encarga de las
comunicaciones oficiales desde la portería, ante la negativa de los poderosos de brindar
declaraciones: “Buenas noches, ¿a quién buscan? No, él no está, la doctora tampoco está, no
el ministro tampoco, incluso se fue con la doctora. Cómo, no tampoco, tampoco, mejor dicho,
sabe qué, se fueron 64” (Morales & Lozano, texto inédito).
Las tensiones por la obtención del poder de distintos sectores reclaman estabilidad
política, de esta manera el gobierno de Estados Unidos se erige como una fuerza política
externa muy poderosa con una alta injerencia en asuntos internos del país, que responde a la
31
necesidad del paternalismo norteamericano como lo indica el fragmento ¿Quién administra el
Edificio Colombia?:
Buenas noches, Edificio Colombia, le habla Néstor Helí. (…) Sí señora, ha habido
algunas irregularidades, para qué le digo que no, sí señora. Vea, no es que esté aquí de
sapo, pero ¿sabe qué?, Vea por ejemplo la Caldera está que arde, señora, esa vaina está
que se revienta. El niño Fernandito fue por allá al límite con el otro bloque y dio
permiso para que los celadores de allá se pasen para acá y eso ahora no se sabe quién
manda. Eso abuso va y abuso viene (Lozano & Morales, 2006, pág. 25)
La denominación del Bloque Norte hace referencia a la localización geográfica de los
Estados Unidos, también llamada el “Ala Norte” (Saavedra, 2013, pág. 49) o el “otro bloque”
para distinguirlo del Bloque de Búsqueda que dio muerte a Pablo Escobar. Las relaciones del
Bloque Norte con el Edificio Colombia se establecen en torno a la política de seguridad
antidrogas y es la sede del poder político internacional. La injerencia del gobierno
norteamericano mella la soberanía nacional sobre los asuntos del narcotráfico, causando un
ambiente de tensión por cuenta de “las descertificaciones sucesivas (…) entre 1995 y 1997, la
cancelación de la visa norteamericana al presidente Samper en julio de 1996, y la exigencia
de resultados contundentes contra la expansión de los cultivos ilícitos” (GMH, 2013, pág.
156), como respuesta a un Estado débil y superado por la capacidad violenta de los carteles
de la droga. Así es como se forja la sátira del personaje Myles “El vampiro” Frechette,
“succionador” del poder en el Edificio Colombia, según se muestra en el fragmento en el que
Néstor Helí atiende una llamada del “vampiro”:
¿Aló? No señor, Colonia no, este es el Edificio Colombia. Ah, con razón, si es usted el
virrey don Myles Frechette… Oiga don Vampiro, y se afiló los colmillos, ¿no? No,
señor embajador, eso de las nuevas leyes y los movimientos de tropas es información
32
confidencial y soberana en este edificio. ¡Qué pena, pero cada cual con sus cositas! No,
doctor, el metido es usted, yo sólo cumplo con mi deber y de sapo pocón pocón. ¿Sabe
qué? Llame al niño Andrés que a él sí le encanta soplar la lengua con ustedes. ¡Gus bai!
(Lozano & Morales, 2006, pág. 33)
Los funcionarios de la alta gerencia del Estado toman decisiones sobre asuntos públicos a
puerta cerrada, siguiendo la línea ideológica de Godofredo sobre una forma de gobierno
monárquico, en la que el poder y la economía son heredadas. El ascensor que va al pent-
house opera como medidor de favorabilidad de los personajes de la farándula nacional del
Edificio Colombia, registrando el comportamiento de la opinión pública sobre estos
personajes, si está subiendo o bajando, dependiendo de la adhesión o rechazo social que
vayan reportando en el acontecer de la vida política.
Para Hanna Arendt (1993), en lo público se desarrolla la excelencia como virtud
humana, en la que los hombres sobresalen y se distinguen de los demás, en un
reconocimiento paritario. En la esfera pública colombiana de ¡Quac! se presenta todo lo
contrario, instaurándose la decadencia política como parte de la esfera pública. La vía por la
cual se expresa la decadencia de la esfera pública se manifiesta en la falta de oficialidad en la
información, que se suple con el recurso de los chismes, rumores y recados que transmiten
Dioselina Tibaná y Nestor Helí desde la privacidad del Edificio a la sociedad civil,
contrastando los comentarios mordaces de los personajes sobre la realidad política y social
del país en contraposición con los recados y mensajes que dejan los personajes de la vida
pública nacional a la prensa, “son verdaderos porque creemos en ellos. En el chisme y el
humor se puede trabajar con verdades a “medias” (…) moldeados por la activación y
apelación a valores, estereotipos, interpretaciones y otros recursos culturales” (Ortegón, 2002,
pág. 73). El contenido valorativo que atacan estos chismes y rumores es la experiencia de
33
habitar en –trabajar para- el Edificio Colombia, reflejo de la verticalidad de las clases sociales
en Colombia, donde los políticos poderosos se privilegian en un lugar inaccesible y los
ciudadanos, que están en los pisos bajos o el sótano, no cuentan con oportunidades para
movilizarse socialmente.
La crítica política que construye ¡Quac! apunta a la degradación moral de los sujetos
del poder. A partir de esta conducta reprochable se alimenta el estereotipo de que “todos” los
políticos están hambrientos de poder y encuentran formas de enriquecerse ilícitamente a
través de alianzas políticas criminales. Estas prácticas dejan como consecuencia un
aminoramiento en las instituciones estatales de justicia, las cuales dejan de constituir el
baluarte de la confianza en el espectro público ante estos desmanes de poder, para
transformarse en aliados de la impunidad.
Mejor dicho, vuelven a recibir la platica caliente, se la guardan y frescos, porque como
la impunidad es legal, no van a la cárcel. ¿Eso es lo que llaman planificación hacia el
futuro? No, doctor, zoquete no. Es que uno se pilla cómo hacen las vainas ustedes.
(Lozano & Morales, 2006)
El resultado de este proceso de clientelismo político produjo consecuencias históricas que
involucró el debilitamiento del Estado, especialmente del aparato de justicia, “esta cooptación
mafiosa del Estado y la política deterioró los referentes éticos de la acción política y la
gestión pública” (GMH, 2013, pág. 146), lo que ha dificultado enormemente el ejercicio del
poder político y el cumplimiento de los acuerdos sociales entre ciudadanos hasta la
actualidad.
El relato ficcional que se construye en ¡Quac! inicia con el acontecimiento del proceso
8.000 de la Colombia real, que funciona como paradigma para la representación de las
dinámicas corruptas de la práctica política en un momento histórico del país en el que se
34
intenta implementar un pacto social - sensus communis- de la Constitución Política de 1991.
Este proceso social implicó la posibilidad de modernizar el poder, a través de la ampliación
de la democracia participativa, como una necesidad imperante de actualizar el país tradicional
hacia nuevas formas de ejercicio del poder político. Sin embargo, lo que nos muestra el relato
ficcional satírico, es que los personajes público-políticos anclados en el viejo poder no están
interesados en que dichas disposiciones se transformen en una democracia participativa real,
manteniendo fracturado el mundo social compartido, lo que implica la negación de la
pluralidad y, por ende, la libertad.
Conclusiones:
Esta investigación surgió con el propósito de realizar una reflexión filosófica sobre el
humor político como herramienta de crítica política, aplicado al caso de ¡Quac!, el noticero.
Surge como un intento de ampliar el horizonte de interpretación del humor político en
Colombia desde la reflexión filosófica, superando los estudios que se encuentran sobre
¡Quac!, el noticero relegados al campo del periodismo, la producción audiovisual y los
medios de comunicación. Por ello, explorar la fundamentación filosófica del humor y la sátira
política con miras al estudio de caso de ¡Quac! constituye un primer paso para promover el
análisis desde este marco conceptual de interpretación.
El primer hallazgo que arroja esta investigación es que el humor tiene que ver con las
libertades individuales dentro del marco de las sociedades democráticas, porque apela al
logos -discurso- y a la acción política. El humor político constituye un llamado a los
miembros de una comunidad política a reflexionar sobre el mundo que comparten. Este
espíritu humorístico cimienta a ¡Quac!, el noticero como modelo de expresión satírica que
promovió en el ciudadano-espectador el mantenerse informado sobre los acontecimientos de
la vida nacional, como un ejercicio de construcción de una cultura política informada.
35
El humor político de ¡Quac! consolidó un espacio de diálogo democratizado sobre
prácticas políticas antidemocráticas históricamente enquistadas en las estructuras del poder en
Colombia. Siguiendo la teoría de Critchley sobre el sensus communis, el mundo compartido
en el noticero es la metáfora de un país que atraviesa por la dificultad de cohesionar su
corpus político en torno a los lineamientos democráticos de la Constitución Política de 1991.
Al gestarse el pacto social en la debilidad institucional, fue imposible la integración de los
diversos sectores sociales, acentuando la conflictividad de la violencia criminal del conflicto
armado, e incluso, convirtiéndose en el período más violento de la historia de Colombia (ver
Informe ¡Basta Ya!).
La forma como se presenta la inversión del mundo en ¡Quac!, en el volcamiento del
estatus de las clases sociales del Edificio Colombia, hace manifiesto la brecha social que
impide la promesa política de “estar juntos” en una comunidad de diversos. Los personajes
públicos son los ciudadanos del común como Dioselina Tibaná, Néstor Elí, Godofredo Cínico
Caspa que adquieren voz para construir el relato de los sucesos del país. Los ciudadanos de
¡Quac! encuentran en el chisme y la cotilla un lenguaje coloquial, desprovisto protocolo o de
solemnidad política. A través de este lenguaje simple, divertido, irónico, pero, sobre todo, en
función de mostrar críticamente asuntos de gran importancia y afectación de la sociedad
colombiana se construye el sentido humorístico y satírico que se resiste al poder corrupto.
El segundo hallazgo, es que el humor político de ¡Quac! es una invitación a cambiar la
situación política del país mediante la reflexión de lo que somos y de la forma como se
construye la comunidad política en torno a los grandes temas mencionados. Esta reflexión
sobre el nosotros constituye un ejercicio enaltecedor y liberador en un momento histórico
profundamente violento, que al mismo tiempo permitió medir el nivel de elasticidad de
nuestra sociedad, una incipiente apertura a la crítica política y el develamiento de otras
36
formas de verdad sobre la vida cotidiana de un país, en el que lamentablemente ganó la
censura por medio de la violencia y remató con la predominancia de la impunidad.
Berger (1998) indica que la naturaleza inmediata y situada de la sátira al ocurrir se
vuelve demasiado fugaz y es posible que sólo quede referenciada para unos pocos, quienes
estuvieron en el momento en el que el acontecimiento ocurrió y cómo el satírico lo parodió.
Para poder entender hoy lo que se parodió en un tiempo pasado es necesario hacer un
ejercicio de cuidadosa exégesis. Sin embargo, el relato de ¡Quac! nos demuestra que esta
distancia en el tiempo no es una condición necesaria para la sátira puesto que, cuando el
humor político funciona también como un ejercicio de memoria histórica, en la medida en
que la revisión del pasado nos actualiza con la realidad de una sociedad anclada aún al relato
de la violencia, la corrupción y la impunidad como es el caso de Colombia, preserva su
validez y vigencia en el tiempo.
El contenido humorístico de ¡Quac!, el noticero planteó a la sociedad colombiana, a
través de las narraciones de sus personajes cómicos, la urgencia por construir una sociedad
democrática y constituyó un llamado la ciudadanía a enfrentar las fallas de la política; de
igual manera promovió el principio de autonomía individual y de actitudes no conformistas,
construyendo un lenguaje entre iguales con el público con miras a conducir a la gente hacía el
involucramiento en las cuestiones políticas y el ejercicio de la ciudadanía, “[l]a importancia
del programa de Garzón fue quizá darle gran popularidad en el país a un ejercicio que es
propio del humor político: no sólo hacer reír sino generar reflexión a partir de ello” (Medina,
2017, pág. 72). Este primer momento ya nos muestra que para que el humor político pueda
desarrollar su expresión crítica necesita que el cuerpo social sea flexible y cuente con las
garantías de libertad de expresión, para poder denunciar las situaciones vergonzosas que se
presentan en la vida política.
37
En ¡Quac! hay un reconocimiento de lo que somos como pueblo, trae implícito nuestra
participación activa como ciudadanos informados (previamente) de las noticias que nos están
narrando, cada referente del noticiero nos es familiar porque nos remite directamente a
nuestra organización política; comprendemos de inmediato a qué instituciones y personas se
hace referencia, por qué cada personaje político es la versión paródica de una persona
públicamente reconocida, ya sean personajes del gobierno, ministros, altos mandos militares,
funcionarios y diplomáticos norteamericanos.
La gran cualidad de Dioselina Tibaná y de Nestor Elí fue su conexión con el público a
través del chisme de lo que ocurría en el Palacio de Nariño, porque encuentra un lenguaje
popular para comunicarse con la ciudadanía que funge como espectadora. Según Medina
(2017) el formato televisivo y de radio ha sido exitoso en Colombia porque democratizó el
acceso a la información en tanto que puede “acceder la población que no sabe leer ni escribir”
(pág. 182). Debido al acceso limitado que tiene la población colombiana a la educación, la
cultura de medios de comunicación hace las veces de dispositivo educativo, aunque se corre
el peligro de que la información que circula por medios sea asimilada por los espectadores sin
ningún criterio. No obstante, esta fórmula televisiva aseguró el éxito de ¡Quac!
Los personajes en ¡Quac!, el noticero son arquetipos de dos clases sociales ubicadas en
los extremos de una brecha económica y social. Por un lado, están los hombres de la vida
pública y por el otro los ciudadanos del común, representados por personajes como el
vigilante de seguridad y la empleada del servicio. La inversión de los roles de clase en ¡Quac!
funciona como escenario para ceder la esfera política que ha sido negada los ciudadanos del
común. El poder político que se les otorga es la palabra –logo-, la posibilidad de ser vistos y
oídos por todos, ¡Quac! extrae a los sujetos de la esfera privada, que significa estar privado
de la relación con los otros en el intercambio de un mundo común (Arendt, 1993) y los ubica
38
en la esfera pública, otorgándoles un lugar en lo político. Dioselina Tibaná y Néstor Helí se
convierten, así, en los pares del Doctor Gordito y los demás habitantes del Edificio Colombia.
Esto quiere decir que solo en el relato ficcional los ciudadanos tienen la oportunidad de tener
voz y participación política real que en la democracia real no tendrían.
Reflexionar sobre el humor político en Colombia hoy debe ser una tarea de la filosofía
política, porque sólo a través de esta disciplina se puede interpretar este fenómeno desde una
tradición humanística y está relacionada con el ejercicio propio de la filosofía, que es la
capacidad humana de reflexionar sobre sí misma y sobre su mundo circundante. La noción de
política nos permite entender cómo pensar la forma en que se constituye la sociedad política
entorno a la diversidad, hablándonos sobre nuestra realidad humana. La risa de ¡Quac!
evidenció las dimensiones de nuestra tragedia nacional y el ejercicio de exégesis es un
homenaje a la memoria histórica de las causas políticas, que mantienen la violencia como
relato actual de nuestra construcción de país; llevó a la esfera pública los problemas de
procesos democráticos sociales y políticos inconclusos. De igual forma, evidencia la
existencia de una élite política tradicional que se mantiene en el poder con prácticas
cuestionables, arriesgando la estabilidad política y el manteniendo en exclusión a la
ciudadanía, relegándola al rol de espectador en el juego político. Como se mencionó hace
algunas líneas, aunque ¡Quac! fuese un programa emitido aproximadamente hace veinticinco
años, mantiene su vigencia y se reniega a tornarse en un relato del pasado, es la constante
actualización de una realidad que en Colombia cambia a paso de elefante.
Bibliografía:
Arendt, H. (1993). La condición humana. Barcelona: Paidós.
Arendt, H. (2008). La promesa de la política. Barcelona: Paidós.
39
Barba, A. (2015). La risa canibal. Humor, pensamiento cínico y poder. Barcelona: Alpha
Decay.
Berger, P. (1998). Risa redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana.
Barcelona: Kairós S.A.
Bergson, H. (2010). La risa. Ensayo sobre el significado de la comicidad. Buenos Aires:
Godot.
Cardona, J. (19 de noviembre de 2017). El 8.000: Así fue el narcoescándalo que avergonzó a
Colombia. Parte 2. Obtenido de https://pacifista.tv/notas/el-8-000-asi-fue-el-
narcoescandalo-que-avergonzo-a-colombia-parte-2/
Cardona, J. (3 de Noviembre de 2017). El 8000: así fue el narcoescándalo que avergonzó a
Colombia. Parte 1. Obtenido de https://www.elespectador.com/noticias/judicial/el-
8000-asi-fue-el-narcoescandalo-que-avergonzo-colombia-parte-1-articulo-721349
Coronel, M. A. (2002-2003). El tiempo satírico. Minerva: Revista de filología clásica, 87-
105.
Critchley, S. (2010). Sobre el humor. España: Quálea.
Durán, A. (18 de septiembre de 2017). La descertificacción y otros demonios. Obtenido de
https://www.razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-y-paz-temas-30/10545-la-
descertificaci%C3%B3n-y-otros-demonios.html
El Tiempo. (18 de 05 de 1997). Adiós a Quac. Obtenido de
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-577563
Garzón, Q. e. (6 de abril de 2018). Quac el noticero capítulo 1. Colombia. Obtenido de
https://www.youtube.com/watch?v=1Y3PoelHoWY
GMH, G. M. (2013). ¡Basta Ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá:
Imprenta Nacional.
40
González, B. (2009-2010). La caricatura en Colombia a partir de la Independencia.
Obtenido de Biblioteca Luis Ángel Arango: http://www.banrepcultural.org/la-
caricatura-en-colombia/index.html
Lozano, M. Á., & Morales, A. (2006). Edificio Colombia. Antología de los libretos del
programa de televisión Quac, el noticero 1995-1997. Colombia: Revista Número.
Medina, A. (2017). Humor político audiovisual en Colombia: de los gloriosos años noventa
en televisión a Internet como alternativa. Bogotá: Universidad del Rosario.
Morales, A., & Lozano, M. Á. (s.f.). Quac El libreto. Texto inédito.
https://es.scribd.com/document/363053039/Quac-El-noticero-Libretos.
Ortegón, T. (2002). Enredos, chismes y camarillas. Maguaré, 67-69.
Saavedra, T. (2013). Dioselina Tibaná y la cocina de la ironía política. Santiago de Cali:
Pontificia Universidad Javeriana.
Schmidt, S. (1992). Humor y política en México. Revista mexicana de sociología, 54(1), 225-
250.
Semana. (3 de junio de 1997). Julio Mario Santo Domingo es una institución nacional.
Obtenido de https://www.semana.com/especiales/articulo/julio-mario-santo-
domingo/32879-3
Siruana, J. C. (2013). Los rasgos de la ética del humor: Una propuesta a partir de autores
contemporáneos. Veritas, 9-31.
Weber, S. (2010). Riendo entre tanto. Acta poética, 31(I), 165-189.