Edipo, Martínez de la Rosa

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    Edipo, Tragedia de Martnez de la Rosa*LVARO FERNNDEZ FERNNDEZ

    Before writing his tragedy Edipo, which was published in Paris in 1829 and performed for the firsttime by Grimaldis company in Seville in 1830, Martnez de la Rosa pursued the Oedipus theme inEuropean literature. Among the main adaptations of Sophocles Oidipous turannos there were theversions by Seneca, Dryden, Corneille, Voltaire, and La Motte. Neoclassical criticism had censuredthree faults in Sophocles play: some events are lacking in verisimilitude; Creon is dispensable be-cause of his scanty contribution to the story; and the fifth act becomes meaningless after Oedipusidentity has being revealed. Martnez de la Rosas assessments of both classical and modern ver-

    sions of the Oedipus myth, as well as the opinions of the eighteenth-century critcs, give us clues forunderstanding the ways in which he conceived his own version. The Edipo, which amalgamatesneoclassical with romantic elements, addresses the most distinct themes of Spanish romanticdrama: unwitting killing of a relative, incest, suicide, fatalistic love that leads to insanity or death,recognition of self-identity, tragic fate of hero, rupture of familial unity, term announced by divin-ity for punishing the guilty, bloody incidents, sepulchers and ghosts. Furthermore, the hypothesisis defended here that, by means of Edipo, Martnez de la Rosa tried subtly to persuade King Fer-nando VII (1808 and 18141833) to renounce absolutism.

    El asunto trgico ms celebrado del teatro griego, recomendado como modelo por

    Aristteles y admirado en todos los siglos y naciones, es el Edipo.(Martnez de la Rosa,Anotaciones a la potica, 348)

    El Edipo es una de las obras menos recordadas del granadino Francisco Martnez de laRosa (17871862)1, acaso porque representa un gnero literario que nunca ha sidopredilecto del teatro espaol: la tragedia clsica2. La redaccin del texto tuvo lugar entre1823 y 1831, durante el primer exilio del autor en Pars, cuando las coordenadas del teatroromntico espaol ya estaban claramente definidas3. Como editio princeps se acepta comn-

    International Journal of the Classical Tradition, Vol. 13, No. 3, Winter 2007, pp. 384408.

    * Grupo de investigacin Tradicin y pervivencia de la cultura griega (HUM-404): Depto. deFilologa Griega, Universidad de Granada; Consejera de Educacin y Ciencia, Junta de Andaluca.El punto de partida de este artculo es El Edipo rey de Martnez de la Rosa (Depto. de FilologaGriega, Universidad de Granada, 1999), mi tesina indita de doctorado que dirigi la Dra. Con-cepcin Lpez Rodrguez. Agradezco al Dr. Pedro Pablo Fuentes Gonzlez la revisin del texto.

    1. En las biografas de Sosa (1930) y de Sarrailh (1930), que preponderan la faceta poltica deMartnez de la Rosa, no se presta atencin alguna a su Edipo.

    2. Martnez Torrn, 1993, 193; Vico, 1886, 144.3. Martnez Torrn, 1993, 117.

    lvaro Fernndez Fernndez, Universidad de Granada, Facultad de Filosofa y Letras (A), Depar-tamento de Filologa Griega, Campus Universitario de Cartuja, S/N, 18071 Granada, ES.

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    mente la parisina de Julio Didot de 1829, que algunos anticipan un ao4. El estreno de latragedia tuvo lugar en Sevilla el 20 de febrero de 18305; y el reestreno madrileo, el 3 defebrero de 1832 en el Teatro de la Cruz. La compaa dirigida por Juan de Grimaldi, reno-

    vadora de la escena teatral espaola en el segundo cuarto del siglo XIX6, llev a caboexitosamente estas primeras representaciones.

    Juan de Grimaldi (1796?1872) lleg a Madrid en 1823 con las tropas francesas delDuque de Angulema que restauraron el rgimen absolutista de Fernando VII, y all fij suresidencia. La catica situacin en que, tras la desaparicin de Isidoro Miquez, haba cadola actividad teatral madrilea, escasamente protegida por parte de las autoridades7, lebrind la oportunidad de emprender un negocio que le aportara ingresos econmicos.Grimaldi ofreci al Ayuntamiento de Madrid un contrato en el que propona hacer delteatro una actividad organizada y profesionalizada, y con el que pretenda controlar comoempresario nico el Teatro del Prncipe y el Teatro de la Cruz, los dos teatros de la capi-

    tal. Las clusulas del mismo contemplaban: mejorar el histrionismo; renovar e incremen-tar el repertorio con la inclusin de los grandes dramas franceses, los cuales contribuirana revitalizar el teatro nacional; y desarrollar los aspectos tcnicos tales como la escenografa,la iluminacin, los decorados o la maquinaria8. Su matrimonio con Concepcin Rodrguez,joven actriz del Teatro del Prncipe, debi de ser un estmulo para la consecucin de suprograma teatral. Grimaldi, en fin, incorpor el romanticismo a los escenarios espaolesy se convirti en el director de escena ms notable de las dcadas de 1820 y 1830. La in-fluencia de Grimaldi en la vida teatral espaola no ces tras su regreso a Francia en 1836(en 1865, por ejemplo, colabor con Ventura de la Vega en La muerte de Csar9), como tam-poco cesaron sus incursiones en la prensa y en la vida polticas, especialmente en apoyo

    del partido isabelino tras la muerte de Fernando VII. Aunque la produccin literaria deGrimaldi resulta escasa, incluye el drama ms popular de la primera mitad del siglo XIX:la comedia de magia Todo lo vence amor, o La pata de cabra (1829).

    Latorre, un actor muy apreciado por Grimaldi para los papeles de galn, represent enel Edipo de Martnez de la Rosa al hroe epnimo. Carlos Latorre (17991851) recibi unaslida educacin en Francia, donde tuvo oportunidad de conocer las nuevas tendenciasteatrales en boga. Retornado a Espaa en 1823, emprendi una exitosa carrera como actordramtico cuyos primeros hitos fueron Otelo, scar, Pelayo y El Cid10. Latorre, segn parece,se super en el estreno de Edipo, en que lleg al colmo de la creacin dramtica, (. . .) rea-lizando con su representacin verdaderos prodigios de arte11. El actor haba heredado

    de Isidoro Miquez12

    , el aventajado discpulo del maestro Talma, una concepcin de la

    4. Mayberry, 1988, 51; Saura Snchez, 1991, 12. De 1829 es asimismo la edicin barcelonesa deJuan Francisco Piferrer. Para un inventario de las ediciones de Edipo vase Ojeda Escudero(1997, 309311).

    5. Menarini, 1982, 60.6. Schinasi, 2004, 4.7. Martnez de la Rosa, Apndice, 147. Martnez de la Rosa participara aos ms tarde en la

    comisin encargada de redactar la Real Orden de 5 de mayo de 1847, en la cual se reglamentpor vez primera la propiedad literaria, protegindose los intereses legales y econmicos de losdramaturgos.

    8. Gies, 1986,passim; Duffey, 1947, 154.9. Schinasi, 2004, 5; 10; Duffey, 1947, 152.10. Vico, 1886, 134. Presumiblemente, se trata de las tragedias escritas respectivamente por

    Shakespeare, Arnault, Quintana y Corneille.11. Vico, 1886, 135.12. Miquez incluy en su repertorioHijos de Edipo (Vico, 1886, 134).

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    actuacin dramtica que rechazaba la retrica en la declamacin y el estilo ostentoso en elgesto, propugnaba la declamacin natural, y buscaba la verosimilitud en la representacin13.Probablemente, Latorre tuvo como compaera de reparto, en el papel de Yocasta, a quien

    fue su pareja ms habitual sobre las tablas: la susodicha Concepcin Rodrguez14, unaalumna de Miquez. La comn admiracin por el estilo interpretativo de Miquez, compar-tida asimismo por Martnez de la Rosa y por Grimaldi15, debi de favorecer el entendi-miento entre el dramaturgo, el director y los actores a la hora de montar la tragedia.

    Los investigadores han realzado dos particularidades que confieren al Edipo de Mar-tnez de la Rosa un carcter peculiar en las Letras Espaolas16: en primer lugar, la facturaclsica de la tragedia; y, segundo, el gran xito que alcanz en las tablas17, debido tanto a lanovedad de haber inaugurado este tema mitolgico en Espaa como al sobresaliente mon-taje escnico que realizaron los profesionales mencionados. No obstante, pese a la notoria

    aceptacin del pblico decimonnico, el Edipo, aunque representando un hito en los analesdel teatro espaol y una prueba del buen gusto y entendimiento de Martnez de la Rosa,no tuvo, sin embargo, continuadores en nuestra escena que afianzaran el gusto general porla tragedia clsica. Era, sin duda, un plato de excepcin que difcilmente poda repetirse18.

    Ante un sentir general que an hoy concede escasa estima al romanticismo literarioespaol, y frente a aquellos detractores que consideran que el Edipo de Martnez de laRosa es slo una hbil imitacin que no logra siquiera reproducir la sencillez propia de latragedia griega a la que aspiraba su autor19, prevalece la corriente crtica que valora po-sitivamente este Edipo como una de las obras ms acertadas de Martnez de la Rosa ycomo la mejor de las imitaciones modernas de la tragedia homnima de Sfocles20.

    El inters de Martnez de la Rosa por el Oidipous turannos de Sfocles pudo surgir oacentuarse en la poca en que preparaba la redaccin de su Potica, la cual vera la luz en

    13. Bowling, 1980, 215.14. Vico, 1886, 134; Duffey, 1947, 153; Bowling, 1980, 215.15. Martnez de la Rosa,Apndice, 163; Duffey, 1947, 153.16. Alborg, 1982, 439; Shaw, 19838, 126; Gies, 1996, 307; Ojeda Escudero, 1997, 141.17. Ojeda Escudero (1997, nn. 2829) registra cuarenta y cinco reposiciones entre 1830 y 1846.18. Alborg, 1982, 439.19 Antonio Alcal Galiano, Literatura espaola del siglo XIX: de Moratn a Rivas , (trad.) Vicente

    Llorens (Madrid, Alianza, 1969), p. 107 (cita Ojeda Escudero, 1997, n. 78); Llorens, 1989, 97; Pe-draza Jimnez-Rodrguez Cceres, 1982, 349. Para Caldera (1997, 170), la sencillez es precisa-mente la clave para interpretar el neoclasicismo.

    20. Lista y Aragn, 1853, 279; Menndez Pelayo, 1942, 285; Valera, 19492, 1272; Conde Gargollo,1962, 12; Valbuena Prat, 19829, 215; Saura Snchez, 1991, 46. Acertadamente opina Gil (1975, 31):Edipo no puede recibir un nuevo tratamiento escnico que descubra en el tema facetas impre-vistas, precisamente por ser un caso lmite el tratado de una vez y para siempre por Sfocles.

    21. Martnez de la Rosa, Anotaciones, 364368. Aristteles, una de las fuentes de Martnez de laRosa en materia potica, ya juzg que el Oidipous turannos de Sfocles es una tragedia mo-dlica en lo que respecta a la eleccin y el planteamiento de la fbula (Po. 1452b, 581453b, 31),la peripecia (1452a, 2226) y el reconocimiento (1452a, 3233; 1455a, 1618); Aristteles,adems, al destacar las ventajas que el gnero tragico tiene sobre el pico, puso como ejemplode tragedia precisamente el Oidipous turannos (1462a, 141462b, 3). En cuanto a la Potica deMartnez de la Rosa, segn Cebran (1990, 150), nada (o casi nada) tiene que ver con elmovimiento romntico y acaso sea poco lo que la separe de otros clasicistas anteriores; simi-larmente opinan Menndez Pelayo (1942, 278), Valera (19492, 1272) y Shaw (19838, 31).

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    1827. Es en el texto de lasAnotaciones, o explicaciones que la acompaan, donde resumepor primera vez la trama de la tragedia griega, la cual considera ejemplar21. En octubrede 1828, Martnez de la Rosa solicit por escrito a Lord Holland22 que le informara al

    respecto de las versiones de Edipo que se haban escrito en lengua inglesa; y, en febrerode 1829, le escriba de nuevo para agradecerle, pues haba sido vital para su investi-gacin, la valiosa documentacin aportada23. En la excelente24Advertencia que prologasu propia adaptacin, finalmente, Martnez de la Rosa hizo acopio de la informacin re-copilada, y examin, comparndolas entre s, las principales imitaciones de la tragedia.

    En cuanto a las versiones latinas, Martnez de la Rosa tuvo noticia del perdido Oedi-pus de Julio Csar25 y conocimiento detallado del Oedipus rex de Sneca. La versinsenecana, que hoy da se concibe como una tragedia retrica pensada no para su repre-sentacin sino para la declamacin ante un pblico privado26, result a Martnez de la Rosadeslucida por el barroquismo (afectacin de los discursos, prolijidad sobrada en los por-

    menores27) y por una exposicin debilitada de la trama. Adems, no resolva las deficien-cias que comnmente se atribuan a la tragedia de Sfocles (vid. infra), con el perjuicio aa-dido de que acentuaba la concerniente a la inverosimilitud de las circunstancias: segnMartnez de la Rosa, no era verosmil que Edipo hubiera aguardado hasta el acto28 cuartopara preguntar a Yocasta por las condiciones en que muri Layo y descubrir as que lmismo fue el homicida29. De esta valoracin, por tanto, se desprenda la conclusin de que,sin ms que pasar de manos de los griegos a las de los latinos, ya parece que merm eseargumento como un licor que se vierte de un vaso a otro30. Martnez de la Rosa, en suma,no hace sino repetir los argumentos con que los ilustrados depreciaron el Oedipus latino31.

    22. Henry Richard Vassal Fox (17731840), tercer Barn de Holland, fue un profundo conocedor dela poltica espaola de las primeras dcadas del siglo XIX. Miembro y analista poltico del par-tido Whig, protegi a los liberales espaoles que se refugiaron en Inglaterra durante el perodo18231833. Holland mantuvo relacin con numerosos intelectuales espaoles (Jovellanos,Quintana, Blanco White . . .). Su casa de Londres, convertida asiduamente en saln de tertulias,fue frecuentada por reputadas personalidades de la poca (Byron, Madame de Stal, los her-manos Humboldt . . .). Sus ideas sobre el constitucionalismo ingls influyeron de manera di-recta en el pensamiento constitucional de Martnez de la Rosa. Cf. Moreno Alonso, 1983; 1984.

    23. Prez de la Blanca, 2005, 256.24. Menndez Pelayo, 1942, 267. Para Navas Ruiz (1970, 115), laAdvertencia es muestra ejemplar

    de cmo se puede hacer literatura comparada. En la crtica de Menndez Pelayo (1942,283285) sobre las versiones modernas del Oidipous sofocleo se percibe la influencia de esteprlogo del granadino.

    25. Martnez de la Rosa,Advertencia, 204. La fuente es Suet., Iul. 56.26. Pocia Prez, 1976, 279282; 301.27. Martnez de la Rosa,Advertencia, 204.28. Hoy da es anacrnico hablar de actos en relacin a las tragedias de Sfocles, pues stas siguen

    otra estructura conformada generalmente por siete partes bien definidas: prlogo, prodos, es-cena de mensajero, agn, estsimos, desenlace y accin-hacia-el-final (cf. Lucas de Dios, 1982).No obstante, la potica neoclsica s dividi el Oidipous turannos de Sfocles en cinco actos que,aproximadamente, se corresponden a las siete partes sealadas segn esta distribucin: acto I, elprlogo y el prodos; acto II, los dos agones; acto III, la escena de mensajero y el estsimos; actoIV, el desenlace; y acto V, la accin-hacia-el-final. En coherencia con la terminologa empleadapor Martnez de la Rosa y otros autores ilustrados que son fuentes fundamentales de mi investi-gacin, emplear tambin el trmino acto cuando refiera a las partes del Oidipous turannos.

    29. Sen., Oed. 764783.30. Martnez de la Rosa,Advertencia, 204.31. Cf. Jaucourt, Tragdie, 515a.

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    Evidentemente, la tragedia de Sneca, por su peculiar tratamiento del mito en que sealambica la psicologa del hroe desde el punto de vista de la aceptacin de la culpa, nomerece ser considerada una mera parfrasis de la obra griega32. Entre sus originalidades

    destacan las escenas de aruspicina y necromancia que, por explotar intensamente el mo-tivo de lo sobrenatural y lo sepulcral, iban a resultar del agrado de la sensibilidad romn-tica. Martnez de la Rosa recre la segunda de ellas para construir la narracin (los ecossenecanos se aprecian incluso en el orden de los versos33) de la aparicin espectral deldifunto Layo, que da a la tragedia un aire romntico34.

    Respecto a las adaptaciones modernas del Oidipous turannos, Martnez de la Rosadestaca las versiones de Corneille (1659), John Dryden y Nathaniel Lee (1678), Voltaire(1718), La Motte (1726) y Carlo Forciroli (1797); y las traducciones de Orsatto Giustiniano(1585), Thomas Franklin (1759), Johann Manso (1785), Pedro Estala (1793)35, FriedrichHlderlin (1804), Karl Solger (1808) y Christian zu Stolberg (1823); junto a las que men-

    ciona la del Oedipus de Sneca de Alexander Neville (1563).Martnez de la Rosa era consciente, en coherencia con los novedosos y triunfantes pos-

    tulados del historicismo, de que su adaptacin de la tragedia clsica deba amoldarse alespritu de la poca, porque una obra de esta clase, compuesta para una nacin, difcil-mente puede trasladarse a otra, sobre todo cuando el gusto dramtico es muy distinto enambas36. En primer lugar, pues, plantea en laAdvertencia la cuestin de si es de esperar quela representacin moderna del asunto de Edipo resulte con xito, en vista de que, segn lacrtica ilustrada, su argumento, aunque ofrezca singulares bellezas, es muy reducido y es-caso37 para completar los cinco actos que conforman una tragedia, y visto que, por otraparte, el teatro moderno no cuenta ordinariamente con la presencia continua del coro, el

    canto y la msica para, como ocurra en el teatro antiguo, llena[r] cumplidamente el vacoque pudiera dejar la accin, y hermosea[r] una obra dramtica por simple que fuese38.En lo que atae al segundo punto, Martnez de la Rosa recuerda que Shakespeare,

    Racine, Voltaire y Alfieri, entre otros, ya se haban servido de los coros con gran acierto.Voltaire, en efecto, los utiliz con moderacin en su Oedipe y justific su empleo para,acaso, eludir posibles reparos de la crtica. Parece que fueron sus consideraciones las queorientaron a Martnez de la Rosa en materia de cmo deban aprovecharse. A saber: en lastragedias antiguas, el coro entorpece el progreso de la accin y dificulta la verosimilitudpor su continua presencia en los entreactos, donde recapitula innecesariamente lo recin

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    32. lvarez, 1974, 227228.33. Estefana, 1997, 700702.34. Martnez de la Rosa, Edipo II, 3, p. 225a226b: EDIPO Pues escucha y tiembla. Ya pisaba /

    del panten el ltimo recinto; / y el horror, el silencio, la luz escasa / de las antorchas fnebres,el viento / que las inmensas bvedas zumbaba, / de terror religioso me cubran. / (. . .) Alpasar entre las calles / de apiados sepulcros, las estatuas / de mrmol animarse parecan./(.. .) Infeliz! Con estrpito la losa / salt en pedazos mil; plidas llamas / salieron del sepulcro,y al reflejo, / vi la sombra de Layo alzarse airada, / extenderse, crecer, tocar las nubes, / y enel profundo abismo hundir la planta. . ..

    35. Edipo tirano, traducido del griego en verso castellano, con un discurso preliminar sobre la tragedia an-

    tigua y moderna por Don Pedro Estala (Madrid: Imprenta de Sancha, 1793).36. Martnez de la Rosa,Apndice, 167; Cf.Advertencia, 203.37. Martnez de la Rosa,Advertencia, 203. Similarmente opinan Voltaire (Lettres, 3233), La Harpe

    (Remarques, 1415) y La Motte (Discours, 381).38. Martnez de la Rosa,Advertencia, 203. Segn Estala (Discurso, p. 48; cita Checa Beltrn, 1996,

    261), la tragedia antigua no puede adaptarse a nuestro actual teatro.

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    sucedido y, en merma de la intriga, anticipa lo que va a acontecer; en cambio, en los dra-mas modernos cuyo argumento gira en torno a la salvacin de todo el pueblo (como es elcaso de Edipo), el coro puede aprovecharse para adornar ocasionalmente ciertas escenas,

    proporcionar mayor ostentacin al espectculo, y dar a la obra un aspecto ms nacional39.Los discretos coros del Edipo de Martnez de la Rosa aparecen slo en dos momentos

    de la tragedia: para inaugurarla con la plegaria en que solicita la benevolencia de Jove (enla escena segunda del acto I, el coro es testigo mudo del dilogo entablado entre el Sacer-dote y Edipo); y para introducir las dos escenas primeras del acto II en que implora elperdn de Layo. En aquel coro del comienzo, Martnez de la Rosa remeda la estructurade tres estrofas y tres antistrofas del coro primero de Sfocles40, cuya recitacin en alter-nancia encomienda a dos solistas que parecen ideados a partir de los dos corifeos em-pleados por Voltaire. Sin embargo, en comparacin con los coros antiguos, cun harta-mente empobrecidos resultan stos de Martnez de la Rosa tanto en forma como en

    contenido, asemejndose ms bien, segn el parecer de Menndez Pelayo, a cantarcillosde zarzuela41. El coro, adems, no participa directamente en la accin dramtica inter-viniendo en las investigaciones, tomando partido por uno u otro personaje, presintiendomales funestos, o enjuiciando moralmente el comportamiento de los personajes, comohaca en la tragedia de Sfocles42. No obstante, sus manifestaciones concernientes al cesede la venganza y al ejercicio del perdn podran connotar, segn infiero a partir del con-texto histrico que envuelve a la tragedia y al autor, un mensaje de reconciliacin polticay de restablecimiento de la paz (vid. infra).

    Juntamente con los coros, Martnez de la Rosa se vali de la msica para realzar lapuesta en escena y para, a modo de efecto sonoro, anunciar o reforzar los sucesos capi-

    tales de la trama, lo que constituye un recurso habitual de la dramaturgia romntica. Elmomento de auge que viva el teatro musical espaol, desarrollado en el siglo XVIII bajouna predominante influencia italiana, tambin pudo favorecer esta decisin de rehabili-tar el coro y la msica. En los escenarios madrileos de principios del XIX, las peras ylas zarzuelas representaban una seria competencia para el teatro. En las representacionesteatrales, por otra parte, los intermedios musicales como el vaudeville se haban hechopopulares.

    Segn Martnez de la Rosa, los dramaturgos franceses complicaron sus dramas conla aadidura de argumentos secundarios que nicamente embrollan y relegan el asuntooriginario del Oidipous turannos, en detrimento de sus paradigmticas unidad de accin y

    esttica de la simplicidad, porque no comprendieron perfectamente cul es la esencia dela tragedia antigua. Corneille incorpor como novedad un argumento amoroso que,ausente en las tragedias de Sfocles y de Sneca, habra de complacer a su auditorio: losamores de Teseo y Dirce43. Dryden, siguiendo su ejemplo, recre el romance de Adrasto

    39. Voltaire, Lettres, 4748; Martnez de la Rosa,Advertencia, 217.40. S., OT151215.41. Menndez Pelayo, 1942, 280. En el coro primero se emplean estrofas de tipo 7, 7a, 7a, 7, en-

    cadenadas por la rima consonante del verso 4, y organizadas en tres secuencias de estribillo-

    estrofa-antistrofa, a las que sigue el estribillo que clausura el coro. En el coro segundo se inter-calan entre los estribillos inicial y final cuatro estrofas de estructura 7, 7a, 7, 11a, las cualesriman consonantemte en sus versos finales. Las partes dialogadas a cargo de los personajes, encambio, estn escritas en romaces heroicos.

    42. S., OT652653; 873879; 10731075.43. Corneille,Au lecteur, 127.

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    y Eurdice. Y Voltaire, aun reconociendo que, en la tragedia de Corneille, la passion deThse fait tout le sujet de la tragdie, et les malheurs dOedipe nen sont que lpisode44, aadiel asunto de Filoctetes y Yocasta como un dfaut ncessaire, porque el tema de Edipo

    apenas le bastaba por s mismo para completar los dos actos ltimos de su tragedia45.Resumidamente, estos episodios de amores semejaban, segn Martnez de la Rosa, a losandamios, que slo se emplean para levantar un edificio, y que despus se quitan de enmedio como intiles para que no impidan la vista46. La Motte, en cambio, aunque no fuepartidario de incorporar tramas amorosas47, acentu excesivamente el inters de la trage-dia en las discusiones fratricidas de Eteocles y Polinices, los hijos de Edipo, malograndoigualmente un drama que ni causa sorpresa, ni temor, ni lstima48. Ante estas adapta-ciones que incurran en el comn error de alterar substancialmente la trama de la trage-dia, Martnez de la Rosa recomend: cuando se toma de la historia o de la tradicinalgn argumento muy conocido, cabe la libertad de variar a placer las circunstancias ac-

    cidentales, pero acomodadas al drama; pero debe procurarse dejar intacto el fondo delasunto, para ganar as ms fcilmente crdito con los espectadores en vez de contra-rrestar el concepto que de antemano se hubiesen formado49.

    Martnez de la Rosa, en efecto, respet substancialmente la fbula planteada porSfocles, pero sin renunciar a solventar las tres faltas principales que la crticadieciochesca imputaba al Oidipous turannos, a saber: la inverosimilitud de ciertas circuns-tancias50, el papel superfluo de Creonte51, y la inutilidad del acto quinto52.

    El Oidipous turannos parte de una situacin inverosmil: Edipo desconoce las noticiasrelativas a la muerte de Layo, su antecesor en el trono de Tebas, y ha desatendido la in-vestigacin del regicidio. Segn Martnez de la Rosa, la indiferencia de Edipo resulta

    sorprendente porque, adems, no se adecua a su temperamento muy curioso e impa-ciente53, y porque contrara su propia declaracin en que expresa la conveniencia dedescubrir al regicida54; la inverosimilitud, por ende, puede indisponer a los espectadoresy desvanecer la ilusin surgida de la representacin. Con objeto de solventar el error, portanto, los dramaturgos franceses adoptaron dos soluciones55: a) se suprime la falta dememoria de Edipo: en el drama de Corneille, Edipo presume que los regicidas fueron se-guramente aquellos tres bandidos a los que fortuitamente se haba enfrentado y habamatado, vengando as al rey asesinado; y en la tragedia de La Motte, cree el bulo de que

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    44. Voltaire, Lettres, 35; 42.45. La Harpe (Remarques, 14) tambin puso de relieve que Voltaire expone el tradicional argu-

    mento de Edipo nicamente despus de haber ocupado los dos primeros actos de su tragediacon la mencionada trama amorosa, esto es, a partir de III, 4.

    46. Martnez de la Rosa,Advertencia, 207.47. La Motte, Discours, 381382; 433435.48. Martnez de la Rosa, Advertencia, 209. Frenzel (1976, 136) recuerda que Giovanni Andrea

    dellAnguillara ya incorpor el asunto de la lucha entre ambos hermanos en su Edippo de 1565.49. Martnez de la Rosa,Advertencia, 203.50. Voltaire, Lettres, 2223; La Motte, Discours, 382; La Harpe, Remarques, 6. La crtica ya haba sido

    apuntada por Aristteles (Po. 1460a, 2631).51. Voltaire, Lettres, 49.52. Voltaire, Lettres, 2829; La Harpe, Remarques, 24.53. Martnez de la Rosa,Anotaciones, 364365.54. S., OT138141.55. Saura Snchez, 1991.

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    Fernndez Fernndez 391

    Layo muri despedazado por un len56; o b) se eliminan las fuentes de informacin acer-ca del regicidio para imposibilitar su investigacin: en Voltaire, el nico testigo sobre-viviente del crimen, Phorbas, est en prisin57. Martnez de la Rosa, por su parte, exculpa

    a Edipo con el pretexto de que nunca haba olvidado tamao crimen que el destinoquier[e] envolver en las sombras del misterio58, e, imitando a Voltaire, quien juzg queno bastaba con el artificio de hacer que Edipo se disculpara, da por desaparecido y muertoa Phorbas en un primer momento, quien en realidad se oculta en un bosque. Tampoco erade sentido comn que el pastor testigo de la muerte de Layo hubiera difundido el rumorde que fueron varios los asesinos cuando solamente haba sido uno59: Martnez de laRosa, por tanto, al precisar que un mancebo imprudente60 fue el nico asesino, excluyela posibilidad de explotar la intriga final con que juega Sfocles, segn la cual Edipo tienepuesta la esperanza de su inocencia en que Layo haya muerto a manos de varios malhe-chores y no de uno solo61.

    En segundo lugar se censura que, en Oidipous turannos, la participacin de Creontees accesoria porque no contribuye al desarrollo de la accin dramtica. Corneille, Voltairey La Motte, en consecuencia, suprimieron al personaje. Martnez de la Rosa, por su parte,a pesar de admitir que Creonte desempea un papel destacado a lo largo de toda la trage-dia62, lo elimin igualmente por lealtad a su propsito de simplificar la accin. Para su-plir la trama derivada del enfrentamiento entre Edipo y Creonte, por tanto, ide la solu-cin de que, creyndose Edipo inocente de la muerte de Layo y buscando cerca de s alculpable, lleguen a recaer sus sospechas hasta sobre su misma esposa63.

    Una vez desenmascarado Edipo como culpable de parricidio e incesto64, se pensaba,sobra el acto quinto en que Sfocles expone las consecuencias de la revelacin. Para ex-

    tender el inters dramtico hasta el fin de la tragedia, por consiguiente, Corneille y Voltaireadoptaron el procedimiento de que Edipo llegara al reconocimiento de sus crmenes endos fases graduadas. La solucin ya vena apuntada en la misma tragedia griega en unpar de ocasiones: cuando Tiresias inculpa a Edipo de regicidio sin aportar prueba algunade su acusacin, y cuando Yocasta percibe la nefasta realidad antes que Edipo65. Martnezde la Rosa, por su parte, tambin recurri a la frmula de revelar la identidad del hroeen dos tiempos: Edipo, regicida; Edipo, incestuoso y parricida66.

    A continuacin comentar las divergencias ms notables que se aprecian entre lastragedias de Sfocles, Sneca y Martnez de la Rosa en lo concerniente a la estructura y al

    planteamiento del argumento.El Edipo de Martnez de la Rosa reproduce esencialmente la fbula y la accin narra-tiva de la tragedia de Sfocles, la cual se expone en cinco actos segn el siguiente modeloactancial: ante los votos de los Tebanos que suplican el cese de la venganza divina, y ante

    56. La Motte, Discours, 382384.57. Voltaire, Lettres, 40.58. Martnez de la Rosa, Edipo I, 3, p. 221a.59. S., OT122123; 715716; Sen., Oed. 286287; Voltaire, Lettres, 23.60. Martnez de la Rosa, Edipo III, 2, p. 235b236a.61. S., OT842845.62. Martnez de la Rosa,Anotaciones, 366.63. Martnez de la Rosa,Advertencia, 216.64. S., OT1125 y ss.65. S., OT10561072; 11821185.66. Martnez de la Rosa, Edipo III, 2, p. 233b; V, 4, p. 251b.

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    la resolucin de los Dioses, revelada por el Sumo Sacerdote, que anuncia el trmino delos males que afligen al Pueblo (destinadores), Edipo (sujeto) desea conocer la identidaddel Regicida (objeto), para castigar al Regicida y poner fin a las penalidades del Pueblo

    (destinatarios); para ello cuenta con el auxilio de Hyparco, el Espritu de Layo, el SumoSacerdote, Phorbas, Yocasta y el Mensajero de Corinto (ayudantes), y con la oposicinaparente del Sumo Sacerdote y momentnea de Yocasta e Hyparco (oponentes)67.

    El prlogo dialogado entre el Sacerdote y Edipo con que comienza la tragediagriega68 sirvi de modelo formal para la primera parte del acto I del Edipo de Martnez dela Rosa, en el que, a diferencia de los prototipos clsicos, la accin dramtica se pone enmarcha con un coro que, al clarear el da, informa de la situacin inicial: la venganza deJove cae sobre el pueblo de Tebas. Aunque Martnez de la Rosa desech la frmulasenecana con que principia el drama latino (esto es, el largo soliloquio en que Edipo se es-panta ante la posibilidad de que se cumplan los crmenes anunciados por el orculo y

    describe los efectos de la peste69), tom de Sneca el recurso de anticipar la aparicin deYocasta al principio de la tragedia para construir el segundo episodio del acto I, con quesuple aquel otro de Sfocles en que Edipo interroga a Creonte acerca del orculo deDelfos: Edipo comunica a Yocasta la esperanzadora resolucin de los dioses que augurael fin de las calamidades y exige el castigo del regicida70. Martnez de la Rosa tambincopi de Sneca la irona de que Edipo pronuncia la imprecacin del asesino que habrde recaer sobre s mismo71.

    En el acto II Sfocles desencaden magistralmente la trama mediante la exposicinde dos agones en que Edipo, inculpado de regicidio por Tiresias, acusa al mismo Tiresiasy a Creonte de haber perpetrado el asesinato de Layo y de andar maquinando su propia

    cada72

    . Sneca, por su parte, remed primero la conversacin de Sfocles entre Creontey Edipo relativa al orculo de Delfos, e incorpor seguidamente el novedoso episodiosegn el cual Tiresias y Manto realizan una frustrada ceremonia de aruspicina en presen-cia de Edipo para descubrir al asesino de Layo73. Acaso este sacrificio adivinatorio ins-pir en Martnez de la Rosa la imagen de Edipo como vctima culpable herida de muertepor la segur del destino74. El granadino, en cambio, reemplazando los motivos de la re-velacin inculpatoria de Tiresias y del recelo que Creonte despierta en Edipo, empleacomo peripecia el asunto de la sombra de Layo, que era original del acto III de Sneca yya fue aprovechado por Dryden75, e innova la trama (acaso es el defecto principal de latragedia76) al hacer que Edipo desconfe de la inocencia de Yocasta. De la aparicin de

    Layo a Edipo, ocurrida en el interior del panten y fuera del escenario, el pblico tienenoticia por la narracin de Edipo mismo, que incluye, en estilo directo, las palabras delfantasma que le ordenan huir del lecho y del trono profanados por un crimen. Martnezde la Rosa y Grimaldi deben de haber coincidido en que no convena representar este

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    67. Sigo a Ubersfeld (19983, 4877) en su exposicin del modelo actancial de Greimas.68. S., OT1150.69. Sen., Oed. 181.70. Martnez de la Rosa, Edipo I, 4. En S., OT, Yocasta aparece por primera vez en escena en el verso

    634. En Sen., Oed. 81109, Yocasta anima a Edipo a aceptar la adversidad.

    71. Sen., Oed. 257260; Martnez de la Rosa, Edipo I, 3.72. S., OT300462; 512677.73. Sen., Oed. 202290; 291402.74. Martnez de la Rosa, Edipo III, 1, p. 234a.75. Frenzel (1976, 137) apunta este motivo en laJocaste de Lauraguais, de 1781.76. Valbuena Prat, 19829, 215217.

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    episodio con el socorrido recurso de la fantasmagora77, como hizo Dryden. La visin deLayo despierta en Edipo el presentimiento de que un cambio substancial amenaza sumundo, y desencadena el proceso que transformar negativamente su percepcin opti-

    mista de la realidad. Como secuela primera, pues, aflora en Edipo la sospecha de queYocasta pudo participar en el asesinato de su esposo Layo. Si, en Sfocles, la fuerza de laverdad78 protege al hombre de sus semejantes y del castigo de los mismos dioses, ahoralo hace la inocencia, a la que apela Yocasta para defenderse de la calumnia79. No obstante,el acto se clausura con un motivo de alegra, que resultar falsa al estilo de Sfocles: la no-tificacin de que an vive Phorbas, nico testigo del regicidio, suscita en Edipo la expec-tativa de que se aclaren los entresijos del crimen.

    En el transcurso de la escena de mensajero del acto III de la tragedia de Sfocles,Edipo recibe con cierta frialdad80 la noticia de la muerte de su padre Plibo, descubreque no es hijo natural de quienes crea serlo, sino adoptado, y sospecha descender de una

    familia de clase humilde; Yocasta, sin embargo, s ha inferido de la conversacin culesson los crmenes que Edipo cometi de modo inconsciente81, y huye precipitadamente dela escena a la que nunca ms regresar. Sneca, por su parte, prefiri narrar con detalle,aspecto que no interes a Sfocles82, el modo por el que Tiresias habra de obtener la re-velacin de los crmenes de Edipo: Creonte describe a Edipo la necromancia que Tiresiasha realizado para consultar al espritu de Layo, y revela el mensaje de ultratumba quedecreta la expulsin del rey y el fin de las desgracias para la ciudad83. La escena latina,adems, reproduce la trama del enfrentamiento segn la cual, Edipo, convencido de quees hijo del rey Plibo, cree que la acusacin de regicidio que se le imputa es una calumniaque sirve a una intriga poltica, sustentada por el adivino Tiresias, para que Creonte tome

    el poder84

    . Martnez de la Rosa, en cambio, plantea en el acto III la anagnrisis del regi-cidio, que resuelve en dos episodios: uno en que, cumplido el plazo indicado por losdioses, el Sumo Sacerdote denuncia pblicamente a Edipo al medioda; y otro en quePhorbas confirma a Edipo la veracidad de la acusacin con su relato, que ha sido elogiadocomo una realizacin perfecta de inters graduado85, del asesinato de Layo86 (Sfocles,en cambio, se sirvi de las noticias de Creonte y de Yocasta referentes a la muerte de Layopara despertar en Edipo la sospecha de su culpabilidad, que arraigar progresivamenteen l, pero no para desatar la catstrofe87). En ambas escenas, la presencia de los per-sonajes colectivos Guardia, Esclavas de Palacio y Pueblo denota el carcter pblico de ladenuncia. El desenlace de esta primera anagnrisis, como es de esperar, repercute en un

    descenso de la tensin dramtica.Sfocles reserv al criado de Layo para, en el acto IV, desencadenar la catstrofe consu testimonio de que abandon al recin nacido de Yocasta y Layo porque un orculo

    77. Martnez de la Rosa,Advertencia, 212; Gies, 1986, 611.78. S., OT356; 369.79. Martnez de la Rosa, Edipo II, 4, p. 228a; 229a.80. Martnez de la Rosa,Advertencia, 212.81. S., OT10561072.82. En S., OT310311, Edipo exhorta a Tiresias a que no desestime la ornitomancia ni forma de

    adivinacin alguna para averiguar la identidad del homicida.83. Sen., Oed. 548658.84. Sen., Oed. 668670.85. Valbuena, 19829, 217.86. Martnez de la Rosa, Edipo III, 2, pp. 235b236b.87. S., OT112123; 715716; 729762.

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    haba anunciado que matara a su padre. La revelacin entraa que Edipo es culpable deincesto y de parricidio, y, por tanto, el desenlace no requiere que el siervo testigo de lamuerte de Layo descubra a Edipo como su asesino, pues el regicidio est implcito en la

    revelacin del parricidio88. Sneca tambin desat el nudo de la trama al modo de Sfo-cles, imitando la escena de mensajero en que se revela que Edipo no es hijo natural dePlibo y aquella otra en que el pastor Phorbas confirma haber abandonado al nio89. En elacto IV, que coincide con el anochecer, Martnez de la Rosa expone el motivo de laaceptacin de la culpa por parte de Edipo ante sus hijas y esposa. La presencia silenciosade Ismenia y Antgona sobre la escena enfatiza el sufrimiento de un hroe que, en vsperasde partir al destierro, se duele por la eminente ruptura de sus vnculos familiares. A dife-rencia de la tragedia de Sfocles, en que Edipo simplemente encomienda a Creonte la pro-teccin de sus hijas90 (Sneca prescindi de ellas), Martnez de la Rosa enfatiza la perspec-tiva de la tragedia familiar: Edipo, asumiendo la funcin de padre protector, pide a

    Ismenia y Antgona que, en su ausencia, conforten a la madre Yocasta. Entonces surge laocasin para que los esposos se confen mutuamente los orculos recibidos tiempo atrs.Como en Sfocles91, el orculo de Edipo vaticin el incesto y el parricidio, mientras que elde Layo, que sirve a Yocasta para dar ejemplo de que los orculos mienten, slo el parri-cidio. Cierra el acto, creando una situacin de relativo optimismo, la escena de mensajeroen que se anuncia la muerte de Plibo, la cual implica, segn Yocasta, que es falso elorculo del parricidio que Edipo tanto ha temido durante largo tiempo.

    El acto V de la tragedia de Sfocles lo constituye el perodo de accin hacia el final enque el Mensajero de Palacio avisa del suicidio de Yocasta y de la mutilacin de Edipo,ocurridos en el palacio, y en que Edipo, reaparecido en escena con los ojos reventados, se

    lamenta de su suerte ante el Corifeo, Creonte y sus hijas, antes de abandonar definitiva-mente el escenario92. Sneca propuso que el auditorio fuera informado del mismo modode la amputacin de Edipo93, pero hizo reaparecer a Yocasta, con gran desacierto segnMartnez de la Rosa, para escenificar cmo se suicida con la espada misma que porta suhijo94. Edipo, antes de retirarse guiado por los mismos males que l trajo a Tebas con-forme haba augurado el espritu de Layo, llora la funesta muerte de Yocasta como unmatricidio silenciado cruelmente por los orculos95. Martnez de la Rosa, por su parte,desenlaza en el acto V la trama del parricidio y del incesto. Hasta Edipo llega un rumorrelativo a cierta manifestacin de Plibo en su lecho de muerte, cuya aclaracin exige lacomparecencia del Mensajero corintio. ste, efectivamente, expone que Edipo fue adop-

    tado por Plibo y Mrope, y que tiene conocimiento certero de ello porque l mismotom al nio de las manos del extranjero que lo abandonaba, esto es, de un pastor deLayo. Yocasta y Phorbas, pues, cuya turbacin ha crecido por instantes en el transcurso

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    88. S., OT11101221.89. Sen., Oed. 764842; 843867.90. S., OT14621523.91. S., OT711714 (orculo de Layo); 789793 (orculo de Edipo).92. S., OT1223ss.93. Sen., Oed. 965970; 978979.

    94. Sen., Oed. 10041041; Martnez de la Rosa, Advertencia, 204. Sneca, en efecto, rompi con laconvencin dramtica, empleada tambin por Sfocles en Traquinias (Deyanira) y enAntgona(Eurdice), segn la cual un personaje abandona silencioso el escenario con la oculta intencinde suicidarse, el coro manifiesta el presentimiento de un mal, y un mensajero anuncia el come-timiento del suicidio por parte de aquel personaje (Katsouris, 1976, 22; 33).

    95. Sen., Oed. 10421046.

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    de la entrevista, se descomponen hasta el punto de que la una escapa al palacio y el otrose arroja a los pies de Edipo, viniendo a confirmar resolutoriamente a Edipo la realidadde todos sus crmenes con su gesto. Martnez de la Rosa, a diferencia de Sfocles, ade-

    lanta el lamento de Edipo a su retirada provisional al palacio y pospone el episodio96 enque Hyparco informa al auditorio del suicidio de Yocasta y la mutilacin de Edipo, conobjeto de que la tragedia culmine con la conmovedora reaparicin de un Edipo sangranteque, detenido en pie en medio del escenario, infundiendo lstima y repulsa en el Pueblo,es condenado sentenciosamente por el Sumo Sacerdote.

    En lo concerniente al elenco de personajes, en comparacin con el de Sfocles,Martnez de la Rosa mantiene al Sumo Sacerdote, Edipo, Yocasta, Phorbas (el criado deLayo), el Mensajero de Corinto y las Hijas de Edipo; minimiza la participacin del Coro;prescinde de Creonte, Tiresias, el Corifeo y el Mensajero de Palacio; e incorpora a Hy-

    parco. La omisin de las tramas sustentadas en torno a Creonte y Tiresias, cabe deducir,oblig a Martnez de la Rosa a introducir las alteraciones ms relevantes que se aprecianen su tragedia con respecto al modelo griego.

    En cuanto a la caracterizacin psicolgica de Edipo, destacan aquellos rasgos quedefinen al genuino hroe romntico: Edipo muestra una personalidad propensa al senti-mentalismo y es exagerado en la expresin de sus sentimientos97; experimenta dolor porel desconocimiento de la propia identidad, que manifiesta por medio de preguntas exis-tenciales98; y se deja llevar por la capacidad imaginativa de su fantasa, a la que seatribuye su visin del fantasma de Layo99. No obstante, las muestras de sensibilidad, ter-nura y emocin ya haban tenido cabida en la tragedia neoclsica100.

    En Hyparco, preceptor y consejero de Edipo, confluyen dos figuras introducidas enlas versiones francesas: la del confidente101 con quien compartir inquietudes (Clante yDymas, en la tragedia de Corneille; Araspe, en la de Voltaire), y la del segundo padre102

    que conforta el nimo abatido (Polemn, en La Motte). Hyparco, adems, cumple la fun-cin del Mensajero de Palacio de Sfocles, y anuncia la entrada en escena de los per-sonajes como lo hace el Corifeo griego103.

    El Sumo Sacerdote de Martnez de la Rosa no es una transposicin del Sacerdote deSfocles (ste, en el prlogo de la tragedia, representa al grupo de suplicantes que solicitaa Edipo un remedio contra la peste asoladora104) sino ms bien del Grand-Prtre deVoltaire. Sneca, Corneille y La Motte, en cambio, no emplearon un personaje homlogo.

    El Sumo Sacerdote es el personaje rectilneo de la tragedia: conoce desde el comienzo dela trama la identidad de Edipo y su suerte, que le han sido reveladas por los nmenes;transcurrido el plazo sealado por stos, revela al pueblo de Tebas que Edipo es el regi-cida; y sanciona la maldicin que acompaa al hroe en la escena que cierra la tragedia.En l, por tanto, recaen dos de los cometidos que desempean Creonte y Tiresias en la

    96. S., OT12221296.97. Martnez de la Rosa, Edipo IV, 2, p. 239b.98. Martnez de la Rosa, Edipo V, 2, p. 249a.99. Martnez de la Rosa, Edipo II, 3, p. 225b.

    100. Busquets, 19972, 154; 162.101. Este tipo de personaje aparece tambin en La Viuda de Padilla (Mendoza),Morayma (Al) yAbn

    Humeya (Muley).102. Martnez de la Rosa, Edipo II, 3, p. 224b225a.103. S., OT531; 631633; 14161418.104. S., OT1457.

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    tragedia de Sfocles: como aqul transmita el orculo de Delfos, l comunica la voluntaddivina de que acaben las calamidades y se castigue al regicida105; y como haca el adi-vino, denuncia al asesino de Layo106.

    En las tragedias de Sfocles, Sneca y Martnez de la Rosa, el antiguo servidor y pas-tor de Layo es quien, en ltima instancia, confirma la identidad verdadera de Edipo. Sinembargo, en cada una de ellas, el siervo muestra un particular conocimiento del hroe quedetermina su participacin en la accin dramtica. El annimo pastor de Sfocles sabe queel gobernante Edipo es quien asesin a Layo y, por ende, lo teme y lo rehuye; probable-mente, est al corriente (la tragedia no da razn del porqu) de que Edipo es hijo deYocasta y Layo. El siervo de la tragedia latina, en cambio, a quien Sneca denomin Phor-bas, no parece haber acompaado a Layo en el momento del asesinato, e ignora que Edipoes aquella criatura que l mismo abandon por orden de Layo, a la que da por muertacomo hace asimismo la Yocasta de Martnez de la Rosa107; por tanto, su reserva acerca de

    la identidad del nio expsito no deriva del miedo que le inspira Edipo, sino de su lealtadpara con el secreto de Layo. El Phorbas de Martnez de la Rosa, como el de Sfocles, ex-puso al nio y presenci el final de Layo; sin embargo, como huy de Tebas asustado porel crimen, ignora que el asesino de Layo es precisamente quien regenta la ciudad; por elloslo reconocer a Edipo como regicida cuando, al referirle las circunstancias del crimen,distinga en l los rasgos fisonmicos que va recordando del joven asesino108.

    Martnez de la Rosa se sirvi de las didascalias en mayor medida de lo que lo habanhecho los dramaturgos neoclsicos109 para, sobre todo, precisar respuestas y estados emo-cionales de los personajes (mayormente, de Edipo y Yocasta), que contribuyen asimismo asu caracterizacin psicolgica. El Edipo, por tanto, recupera el recurso de la acotacin es-

    cnica que ser ordinario en el teatro romntico. Igualmente, anticipa el uso abundante designos de exclamacin y de puntos suspensivos para, respectivamente, denotar la irrup-cin de la emocin en los personajes e indicar la falta de trabazn en sus palabras.

    En la literatura espaola, Martnez de la Rosa desempe un importante papel comoescritor de transicin entre el neoclasicismo y el romanticismo110. Su Edipo, definidocomo una tragedia eclctica111, cobra relevancia por haber anticipado motivos litera-rios que fueron distintivos y predominantes del romanticismo subsiguiente, sobre todoen su vertiente dramatrgica112. Al respecto, el Oidipous turannos de Sfocles se revelacomo un precedente clave para explicar la presencia de dos temas literarios que sern

    primordiales en la produccin dramtica de Martnez de la Rosa y, por mediacin desta, en las obras de otros dramaturgos romnticos: el destino trgico del personaje, y elhomicidio involuntario de un familiar113.

    Edipo es un hroe que, al investigar un asesinato, descubre su origen y su propiaidentidad. Los temas de la identidad velada del protagonista, del misterio que rodea al

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    105. S., OT9698; Martnez de la Rosa, Edipo I, 1, p. 219b.106. S., OT362; Martnez de la Rosa, Edipo III, 1, p. 233b.107. Martnez de la Rosa, Edipo IV, 2, p. 243a.108. S., OT752764; 1110ss.; Sen., Oed. 838867; Martnez de la Rosa, Edipo III, 2, pp. 234b236a.

    109. Martnez de la Rosa,Advertencia, 218; Couton, 1986, 9.110. Alborg, 1982, 438; Mansour, 1983, 247; Gies, 1996, 308.111. Estefana, 1997, 704.112. Daz-Plaja (1982, 203) y Caldera (1982, 205214) sintetizan los temas dominantes del teatro

    romntico en Espaa.113. Mayberry, 1988, 33.

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    personaje y de la agnicin, resurgirn, por ejemplo, en La conjuracin de Venecia deMartnez de la Rosa, Don lvaro del Duque de Rivas o El trovador de Garca Gutirrez. Elargumento de la ruptura de la familia, en que se hereda la percepcin dieciochesca del

    vnculo familiar como paradigma y reflejo de la armona del cosmos y del padre comofigura protectora114, se asumir desde diversas perspectivas (el problema de un matri-monio inapropiado; la descomposicin de la unidad familiar como culminacin de unatragedia; o los problemas de maternidad y paternidad responsables) en La Conjuracin deVenecia y Abn Humeya de Martnez de la Rosa, Don lvaro del Duque de Rivas o Losamantes de Teruel de Hartzenbusch. Como modelo para futuras escenas salpicadas de san-gre, se muestra al hroe con las cuencas de los ojos vacas y el rostro ensangrentado, altiempo que se anticipa dicho final con recurrentes imgenes sanguinolentas115. Igual queen Edipo se anuncia el plazo para el castigo del culpable116, en Don Fernando el Emplazadode Bretn de los Herreros y El eco del torrente de Zorrilla se presagia en tono de amenaza

    el advenimiento de hechos trgicos y luctuosos. El Edipo adelanta argumentos propiosdel drama sentimental decimonnico: el incesto, enAlfredo de Pacheco, Doa Menca deHartzenbusch, o El paje de Garca Gutirrez; el suicidio, en La conjuracin de Venecia deMartnez de la Rosa, El trovador de Garca Gutirrez o Macas de Larra; la locura provo-cada por la trgica prdida de un ser querido y el amor fatalista que conduce a la muerte,enAbn Humeya y La conjuracin de Venecia de Martnez de la Rosa, Don lvaro del Duquede Rivas, Los amantes de Teruel de Hartzenbusch o El trovador de Garca Gutirrez; el pa-rricidio en El parricida de Martnez de la Rosa. Edipo, como los protagonistas romnticosde Don lvaro oAlfredo, es un hroe que resulta vencido por la inexorable ley del hado117.El Edipo, en fin, prefigura los referidos motivos de los sepulcros y de las apariciones

    fantasmales.

    En otra parte conjetur que el Edipo de Martnez de la Rosa contiene en su trasfondouna intencionalidad poltica que justificara, en ltima instancia, la razn de ser de latragedia118. El granadino, liberal moderado y partidario de la monarqua constitucional,pudo valerse del clebre argumento mitolgico para sugerir a Fernando VII el abandonodefinitivo de las maneras absolutistas, que se venan renovando en la Dcada ominosa(18231833), y la restauracin de un gobierno moderado que, como aquel que haba regidodurante el Trienio liberal (18201823), respetara los principios reguladores de la monarquaconstitucional el modelo ingls era para Martnez de la Rosa el prototipo a seguir

    formulados, esta vez, en una nueva Constitucin poltica ms realista y eficaz que aqullade 1812.

    114. Busquets, 19972, 165166. Martnez de la Rosa, segn entiende Prez de la Blanca (2005, 257),perciba la familia como mbito donde cada persona encuentra amor, comprensin, escuelade formacin de la propia personalidad y de maduracin personal, vital para consolidacinde la propia identidad personal.

    115. Martnez de la Rosa, Edipo: ensangrentada huella, sangrientas manos, inocente sangre,cabeza sangrienta. . .

    116. Martnez de la Rosa, Edipo: que llega al fin el formidable da / destinado a la ruina y el es-

    carmiento (I, 1, p. 219b); ya cercana / est la hora que los dioses / sealar se han dignado lavenganza (II, 4, p. 229b); aguardo a que en los cielos / toque el sol la mitad de su carrera(III, 1, p. 233a); Mortales!, ya en los cielos / son la hora fatal (III, 1, p. 234a).

    117. Martnez de la Rosa, Edipo: infeliz suerte, fatal presentimiento, hado adverso, fatalagero, fatales sospechas, suerte msera, destino cruel, la frrea mano del destino . . .

    118. Fernndez Fernndez, 2004.

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    En esta ocasin propondr nuevas consideraciones al respecto que confluyen, as lopercibo, en la interpretacin sealada119.

    La crtica diverge en torno a la cuestin de si, en Oidipous turannos, se definieron ve-

    ladamente posiciones polticas. Algunos estudiosos opinan que Sfocles, temeroso de lacontinua amenaza de que el sistema democrtico ateniense desembocara en un rgimentirnico, reflej en los tiranos de sus tragedias a los gobernantes atenienses. Para el es-pectador ateniense del Oidipous turannos, estrenado hacia el 430 a.C., hubieron de resultarpatentes y turbadoras ciertas analogas entre Pericles y Edipo, entre ellas, la concernientea que uno y otro eran, segn se crea, portadores de una culpa hereditaria causante de laruina de su ciudad120. Segn otros, el dramaturgo enfoc ms bien el inters en el idealhumano en general, al cual, no obstante, se concede que pueda tener una aplicacinpoltica121. Sea como fuere, es admisible que las tragedias de Sfocles contienen una po-tencial utilidad poltica.

    En lo que respecta al mbito latino, la tragedia adquiri desde sus orgenes un carc-ter poltico122. Seguramente, Sneca se sirvi de los dramas que escribi en la poca enque fue educador y consejero de Nern para aleccionar al discpulo y reprobar al gober-nante. Probablemente, enHercules le mostr a dnde conducen la falta de dominio y laautocracia; en Thyestes cuestion su reinado; y en Oedipus aludi a sucesos polticos y acircunstancias personales del Emperador (entre stas, la relacin incestuosa con Agri-pina)123. En las tragedias senecanas son recurrentes motivos polticos tales como las difi-cultades de mando, la fragilidad del poder, la tirana, el gobierno deseable, el gobiernounipersonal, las guerras civiles o el pacifismo124. Martnez de la Rosa escribi al respectodel Oedipus de Sneca:

    no parece sino que en la vejez y corrupcin de la sociedad, con una religin de-sacreditada como lo estaba ya la pagana, y bajo la tirana de unos monstruoscomo los que afligan al Imperio, no quedaba ms arbitrio que el de escudarseen esa filosofa (sc. la estoica) spera y dura125

    El comentario, inserto precisamente en el prlogo de su Edipo, sugiere que la tragedialatina haba conmovido de algn modo su lcida conciencia poltica. Como hiciera Sneca

    398 International Journal of the Classical Tradition / Winter 2007

    119. Segn Prez de la Blanca (2005, 256), la obra (sc. Edipo) contiene reflexiones sobre la labor delhombre de estado que hace de la integridad y servicio a la colectividad la base de su ac-tuacin. Saura Snchez (1991, 38), en cambio, opina que el Edipo ante todo rehuye la defini-cin poltica.

    120. lvarez, 1974, 190; Gil, 2000, 8487; Carmona Vzquez, 2003, 65. Acaso, propone Gil (2000, 87),el Oidipous se llev nicamente el segundo premio del certamen trgico, a pesar de ser unaobra magistral, porque haba incomodado al sector poltico liderado por Pericles. Segn CarmonaVzquez (2003, 185), Sfocles siempre recel de la facilidad con que un rgimen monrquico odemocrtico puede derivar en tirana.

    121. Rodrguez Adrados, 1966, 342343; 363.122. Lefvre, 1997, 191.

    123. Lefvre, 1997, 192; 195196; Pocia Prez, 1976, 298. Nern, segn informa Suetonio (Nero 21),era aficionado a interpretar precisamente los papeles Canachen parturientem, Oresten matrici-dam, Oedipodem excaecatum y Herculem insanum.

    124. Pocia Prez, 1976, 286273; 301.125. Martnez de la Rosa,Advertencia, 204. El granadino tambin calific a Napolen como mons-

    truo en El redactor general de Espaa, 22 de abril de 1814, p. 691 (cita Seco Serrano, 1962, xxxvi).

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    respecto a Nern, Martnez de la Rosa pudo dirigirse a Fernando VII aprovechando laautoridad moral que emanaba del hecho de haber sido primer ministro de su gabinete en1822. En el Edipo es precisamente Hyparco, el consejero real, quien pronuncia el parla-

    mento que parece aludir a la realidad poltica de la Espaa contempornea consistente enque el renovado rgimen de Fernando VII se haba vuelto hostil para con aquellos que,como Martnez de la Rosa, haban combatido al invasor francs para restaurar en el tronoal Monarca legtimo:

    HYPARCO Ves, Edipo? . . . Tu pueblo, que en sus malescon tu sola presencia respiraba,y cual a tierno padre a ti acudalleno de amor a compartir sus ansias;ese pueblo leal que por ti diera

    la sangre de sus venas ms preciada,y a costa de su paz y de su dichala quietud de su prncipe comprara;triste, afligido, entre mortales dudas,sin concebir de tu rigor la causa,se aleja con dolor y apenas osavolver el rostro a su infeliz monarca . . . (Edipo II, 3)

    El Oedipus de Dryden constituye un precedente de cmo se puede aplicar poltica-mente el argumento de Edipo. En el drama se reconocen referencias al supuesto complot pa-

    pista de 1678 que proyect el asesinato de Carlos II para instaurar en el trono a su hermanoJacobo, quien impondra un gobierno absolutista y el catolicismo. En l, la figura de Cre-onte, que se muestra hostil a Edipo y, segn Martnez de la Rosa, conspira torpementepara usurpar el trono126, es anloga al Conde de Shaftesbury, el valedor de la monarquaestamental. El tema de la sucesin y la legitimidad, adems, cobra en la tragedia de Dry-den ms nfasis que en las versiones precedentes de Sfocles, Sneca y Corneille127.

    En la decisin de Martnez de la Rosa de eliminar a Creonte de su Edipo pudo haberinfluido, junto al dictamen de la crtica francesa segn el cual el personaje aportaba pocoal desarrollo del argumento128, el inters personal del dramaturgo por evitar las implica-ciones polticas que, eventualmente, poda connotar su presencia. El rgimen de Fernando

    VII, que tuvo que hacer frente a sediciones y alzamientos de los cuales el ms notorio fueaqul de Rafael de Riego, en Cabezas de San Juan, que oblig al Rey a jurar la Constituciny a renunciar temporalmente al absolutismo, seguramente habra desaprobado que serepresentara el asunto de una supuesta intriga poltica, tal como se planteaba en las trage-dias de Sfocles y de Sneca129, en que Edipo, rey legtimo de Tebas, pareca ser vctima deuna conspiracin urdida por Creonte con el propsito de arrebatarle el trono.

    En el contexto del proceso que, iniciado en el siglo XVII, conducira a la limitacinprogresiva de los poderes de la monarqua, surgi una comprensin poltica de la trage-

    126. Martnez de la Rosa,Advertencia, 211.127. Schille, 2004. Couton (1986, 88), por su parte, no parece percibir connotaciones polticas en el

    Oedipe corneliano: el gran inters de la pieza reside en los problemas morales, metafsicos oms bien teolgicos.

    128. Martnez de la Rosa,Advertencia, 216.129. S., OT380389; 532539; Sen., Oed. 668670.

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    dia griega de la que, por ejemplo, da testimonio el Abad Aubignac en 1657: Ainsi les athe-niens se plaisoient voir sur leur theatre, les cruautez e les malheurs des roys (. . .); ils se vouloiententretenir dans cette croyance. Que la monarchie est tousjours tyrannique, dans le dessein de faire

    perdre tous les grands de leur republique le desir de sen rendre maistres, par la crainte destreexposez la fureur de tout un peuple130. En el Siglo de las Luces, en que la obediencia ciegaimpuesta como virtud por el absolutismo y por la Iglesia en los siglos precedentes setransform en una obediencia crtica que, a pesar de profesar el sometimiento al rey, cues-tiona la legitimidad de su autoridad131, se afianz este mismo pensamiento cuya esenciacontribuy a divulgar la Encyclopdie de 1765 en su artculo acerca de la tragedia: Il estvrai que les potes grecs ont mis sur leur scne des souverains qui venoient de mourir, et quelque-fois mme des princes vivans; mais ce ntoit pas pour en faire des hros. Ils se proposoient deplaire leur patrie, en rendant odieux le gouvernement dun seul; et ctoit un moyen dy russir,que de peindre les sois avec un caractre vicieux132.

    Martnez de la Rosa conoci esta interpretacin ilustrada por mediacin de, almenos, Pedro Estala, quien en el Discurso sobre la tragedia antigua y moderna, el cual ad-junt como prlogo a su mencionada traduccin de Edipo, expone una original teora dela tragedia desde una perspectiva histrico-poltica133: a su entender, la realeza aparecedesprestigiada en las tragedias griegas porque en ellas se confunden intencionalmentelos conceptos de monarqua y tirana134 con objeto de fomentar el odio a la monarquay de presentar el gobierno de la repblica como el nico capaz de garantizar la libertad135.Sfocles, en efecto, juega en su tragedia con la ambivalencia positivo-neutra/negativa dela voz turannos y con la relacin paradigmtica de los trminos turannos y basileus136. Es-tala, a pesar de reconocer en Edipo a un soberano que no entr a reynar ni por violencia

    ni por usurpacin137

    , y pese a concebir la tragedia como una obra ejemplarizante que

    400 International Journal of the Classical Tradition / Winter 2007

    130. Aubignac, La pratique du thtre, 72.131. Busquets, 19972, 155.132. Jaucourt, Trgedie, 520a. Cf. La Harpe (Remarques, 25) y Checa Beltrn (1996, 251).133. Checa Beltrn, 1996, 262; 247248.134. El Diccionario de la lengua castellana de 1791 define: TIRANA. Gobierno voluntad del seor

    sin justicia, ni regla. TIRANO. Adj. que se aplica al seor, que gobierna sin justicia, y me-dida de su voluntad. MONARCA. Prncipe soberano y absoluto, independiente y des-

    ptico, y seor de algn imperio, reyno. Para Aristteles (Pol. 1279b, 45), recurdese, latirana es una desviacin de la monarqua; cf. Parker (1998, 166167).

    135. Estala, Discurso, p. 4; Martnez de la Rosa,Advertencia, 216.136. S., OT512ss.; 587589; 872. Edipo es turannos en 513 y basileus en 1202; Layo, turannos en 257 y

    basileus en 799. Segn Parker (1998, 145168), la voz turannos denotaba en su origen un sentidopositivo (Arquloco) y era sinnima de basileus (Pndaro); en Soln, en cambio, turannos denotaal oportunista que se hace con un poder que no le pertenece, mientras que basileus sera elmonarca que ha heredado legtimamente el trono; Esquilo y Eurpides aadieron ocasional-mente a turannos un tono negativo que, sin embargo, no opaca su sentido primario de rey; enSfocles, el valor negativo del trmino se manifiesta en la expresin hubris phuteuei turannon(OT872); en Herdoto, turannos suele ser sinnimo de basileus y monarkhos; Tucdides fue el

    primero en diferenciar sistemticamente al turannos del basileus; para Platn, turannos y basileusrepresentan, respectivamente, los aspectos mejores y peores del gobierno absoluto. Parker (1998,169172), en suma, propone la tesis de que la distincin semntica turannos/basileus surgi enel tica en el perodo en que gobernaron los tiranos con objeto de distinguir a estos nuevosreyes de los antaos monarcas, ya desaparecidos pero an recordados por la memoria colectiva.

    137. Estala, Discurso, p. 5 (cita Romero Recio, 2003, 139).

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    propone un modelo de rey virtuoso, justo, celoso del bien de su pueblo, pero, sin em-bargo, condenado por el fatum138, titul inslitamente su traduccin Edipo tirano, desta-cando precisamente el nico defecto que, segn l, Sfocles imputa a Edipo en Oidipous

    turannos: ser un tirano139.Martnez de la Rosa pudo aprovechar los comedidos coros de su Edipo para, apun-

    tando en ellos ciertos motivos literarios, conmover al auditorio que era sensible a los ex-cesos de la represin fernandina. Es precisamente el Coro, personaje que representa alpueblo y que tradicionalmente ejerce de persona moral140, quien reclama en la tragediael fin de la venganza, recuerda al monarca que el perdn es una virtud divina, e intercedeen pro del pueblo inocente:

    CORO Acoge nuestros votos,oh Jove soberano:

    aparta de tu manoel rayo vengador! (Edipo I, 1; estribillo)

    CORO Si en ira te encendieronlos padres delincuentes,los hijos inocentesdesarmen tu rigor. (Edipo I, 1; estrofa 3)

    CORO Si blando a la clemenciate hall siempre el culpable,

    millares de inocentesde un solo crimen el indulto alcancen. (Edipo II, 2; estrofa 2)

    CORO Las furias del Avernose vengan implacables;un rey, cuando perdona,se asemeja a los dioses inmortales. (Edipo II, 2; estrofa 3)

    La eleccin, por parte de Martnez de la Rosa, del gnero trgico como instrumentode adoctrinamiento poltico-social adems era oportuna si, como enjuici Luzn, en la

    tragedia los prncipes pueden aprender a moderar su ambicin, su ira y otras pasiones,con los ejemplos que all se representan de prncipes cados de una suma felicidad a unaextrema miseria, cuyo escarmiento les acuerda la inconstancia de las cosas humanas y lospreviene y fortalece contra los reveses de la fortuna141.

    En conformidad con su postura poltica moderada y su propio talante conciliador,concluyo, Martnez de la Rosa nunca tuvo la intencin de plantear abiertamente una

    138. Romero Recio, 2003, 141142.

    139. Estala, Discurso, p. 7 (cita Romero Recio, 2003, 140). Menndez Pelayo (19744, 1362) discrepade esta interpretacin de la tragedia griega defendida por Estala.

    140. Martnez de la Rosa,Advertencia, 217. Gil (2000, 84) observa que, en Oidipous turannos, pormuy trgico que fuera el destino de la familia real, mucho ms lo era el del pueblo tebano vc-tima tambin inocente del loimos ekhthistos (v. 28) que lo consuma.

    141. Luzn, Potica 2, 2.

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    crtica de la monarqua absoluta. No obstante, pienso que escogi precisamente el argu-mento de Edipo porque el lenguaje del mito142 s le permita aludir simblicamente a larealidad de su tiempo sin mostrarla tal cual era; esto es, le permiti expresar, desde el exi-

    lio en Pars, su disconformidad con el rgimen de Fernando VII, que haba abandonadola senda constitucional y restaurado el despotismo monrquico ya caduco.

    Por momento no puedo confirmar si el frreo control que ejerci el gobierno fer-nandino sobre los teatros madrileos hacia 1830143 influy en que el Edipo se estrenara noen Madrid sino en Sevilla, a donde se traslad la compaa de Grimaldi144; ni tampoco, si lacoyuntura poltica repercuti en alguna medida en que el reestreno madrileo se retrasaradurante dos aos, o si la muerte de Fernando VII, acontecida en septiembre de 1833, con-tribuy a que las reposiciones se suspendieran durante el ao que sigui a sta145.

    Sinopsis de Edipo

    ACTO PRIMERO

    ESCENA I CORO, SACERDOTE (PUEBLO)*

    Canto coral. El Coro aplaca a Jove vengador.

    Parlamento. El Sacerdote comunica al Pueblo la voluntad divina de que cesen losmales que afligen a Tebas.

    ESCENA II EDIPO, SACERDOTE (CORO Y PUEBLO)

    Dilogo. Edipo, que ha salido del palacio al escuchar el lamento del Pueblo, insta alSacerdote a que le revele el anuncio divino. Las respuestas del Sacerdote, que resul-tan esquivas e irritan a Edipo, aluden a un crimen no vengado y a la muerte de Layo.

    Parlamento. Edipo narra cmo alcanz el trono de Tebas.

    Dilogo (contina). Ante Edipo, el Sacerdote insiste en que an vive el regicida, aquien maldice.

    ESCENA III EDIPOSoliloquio. Edipo maldice al regicida.

    ESCENA IV EDIPO, YOCASTA

    Dilogo. Edipo comunica a Yocasta que los nmenes han anunciado el fin de losmales para Tebas.

    402 International Journal of the Classical Tradition / Winter 2007

    142. Para Lpez Eire (2002, 51; 81) el mito es operativo, activo, dinmico, pragmtico, simblico,metafrico, psicolgico ms que lgico, indiferente al criterio de veracidad y, sobre todo,poltico y social.

    143. Duffey, 1947, 148.144. Grimaldi tambin fue liberal moderado (Gies, 1989, 49).145. Ojeda Escudero (1997, nn. 2829) registra detalladamente los lugares y las fechas de las diversas

    representaciones.* Entre parntesis aparecen los personajes mudos presentes en la escena.

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    Parlamento. Yocasta recuerda nostlgica el pasado y cmo muri Layo.

    Dilogo (contina). Edipo exhorta a Yocasta a aplacar los manes de Layo.

    ACTO SEGUNDO

    ESCENA I CORO, EDIPO (PUEBLO, HYPARCO)

    Canto coral. El Coro implora al difunto Layo.

    Parlamento. Edipo exhorta a que continen los ruegos a los dioses mientras l acude alpanten de Layo para rendirle honras.

    ESCENA II CORO (PUEBLO, HYPARCO)

    Canto coral. El Coro implora el perdn y la piedad de Layo.

    ESCENA III PUEBLO, EDIPO, HYPARCO (CORO)

    Dilogo. Edipo, que ha salido despavorido del panten, ordena al Pueblo y al Coro quese retiren y queda a solas con Hyparco. Hyparco le pregunta el porqu de su turbacin.

    Parlamento. Edipo cuenta cmo se le ha aparecido el fantasma de Layo.

    Dilogo (contina). Edipo confiesa a Hyparco su preocupacin por el extrao com-portamiento de Yocasta, con el que relaciona la aparicin de Layo.

    ESCENA IV YOCASTA, EDIPO

    Dilogo-agn. Edipo insina a Yocasta la sospecha de que ella pudo participar en lamuerte de Layo. Yocasta se defiende de la calumnia.

    ESCENA V HYPARCO, EDIPO, YOCASTA

    Dilogo. Hyparco informa a Edipo y Yocasta de que sobrevive Phorbas, nico testigodel regicidio.

    ESCENA VI EDIPO (YOCASTA)Soliloquio. Edipo manifiesta su confianza de que pronto descubrir al regicida.

    ACTO TERCERO

    ESCENA I EDIPO, SACERDOTE (YOCASTA, PUEBLO, GUARDIA, ESCLAVAS)

    Dilogo-agn. El Sacerdote, cumplido el plazo decretado por los dioses, acusa pbli-camente a Edipo de haber cometido el regicidio. Edipo encoleriza, se cree difamado,y recuerda a todos que l acept el gobierno de Tebas, tras acabar con la Esfinge, ni-

    camente para salvaguardar al pueblo.

    ESCENA II EDIPO, PHORBAS (YOCASTA, SACERDOTE, HYPARCO, GUARDIA, ESCLAVAS)

    Dilogo. Phorbas, quien reaparece en el gora de Tebas de improviso, responde al in-terrogatorio de Edipo y refiere cmo muri Layo. La aclaracin de los hechos conducea la primera anagnrisis: Edipo es el regicida.

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    ESCENA III EDIPO, HYPARCO

    Dilogo. Edipo, sabindose asesino de Layo, confiesa a Hyparco su temor de perder a

    Yocasta, y solicita el consuelo de poder abrazar a sus hijas.ACTO CUARTO

    ESCENA I EDIPO (HIJAS)

    Parlamento. Edipo pide a sus hijas, Ismenia y Antgona, que cuiden de Yocasta cuandol est en el exilio.

    ESCENA II EDIPO, YOCASTA (HIJAS)

    Dilogo. Yocasta consuela a Edipo y lo anima a regresar a Corinto con sus padres.

    Parlamento. Edipo relata cmo abandon Corinto para evitar el cumplimiento de unorculo segn el cual habra de cometer los crmenes de parricidio e incesto.

    Dilogo (contina). Yocasta decide revelar a Edipo un secreto que atormenta su con-ciencia, y que demostrar a Edipo que los orculos son engaosos.

    Parlamento. Yocasta cuenta que expuso a su recin nacido porque un orculo habaanunciado a Layo que morira a manos de su propio hijo.

    Dilogo (contina). Yocasta insta a Edipo a que no preste crdito alguno a los orculos.

    ESCENA III HYPARCO, EDIPO (YOCASTA, HIJAS)

    Dilogo. Hyparco anuncia a Edipo la llegada de un Mensajero procedente de Corinto.

    ESCENA IV EDIPO, YOCASTA (HIJAS)

    Dilogo. Edipo comunica a Yocasta el presentimiento de que sobrevienen nuevasdesdichas.

    ESCENA V MENSAJERO, EDIPO, YOCASTA (HYPARCO, HIJAS)

    Dilogo. El Mensajero anuncia a Edipo la muerte de Plibo, rey de Corinto. Yocastadespide al Mensajero.

    ESCENA VI YOCASTA, EDIPO (HIJAS)

    Dilogo. Edipo, dolido porque debe separarse de su familia y entristecido por lamuerte de su padre, es consolado por Yocasta.

    ACTO QUINTO

    ESCENA I EDIPO, HYPARCO

    Dilogo. Hyparco comunica a Edipo que corre un rumor sobre las ltimas palabrasde Plibo en su lecho de muerte. Para esclarecerlo, Edipo ordena la comparecenciadel Mensajero corintio.

    ESCENA II EDIPO

    Soliloquio. Edipo presiente un desenlace fatal y se hace preguntas existenciales.

    404 International Journal of the Classical Tradition / Winter 2007

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    ESCENA III YOCASTA, EDIPO

    Dilogo. Edipo expresa a Yocasta el dolor que le produce el desconocimiento de su

    propia identidad.

    ESCENA IV EDIPO, MENSAJERO, PHORBAS, YOCASTA (HYPARCO)

    Dilogo. Edipo interroga al Mensajero, a pesar de que Yocasta lo exhorta a desistir deello. El Mensajero revela que Edipo no es hijo natural de Plibo, sino adoptado; y que,no obstante, s desciende de estirpe real. Phorbas, arrojndose a los pies de Edipo,confirma con este gesto la segunda anagnrisis: Edipo es culpable de incesto y parri-cidio. Ante la revelacin, Yocasta abandona precipitadamente la escena. Phorbas y elMensajero se retiran.

    ESCENA V EDIPO, HYPARCO

    Dilogo. Edipo se queja de su funesto destino ante Hyparco y huye hacia el palacio.Hyparco va en pos de l.

    ESCENA VI SACERDOTE (PUEBLO)

    Parlamento. El Sacerdote maldice al asesino de Layo.

    Se escucha la voz de Edipo, que est dentro del palacio, reclamar para s la muerte.

    ESCENA VII SACERDOTE, HYPARCO (PUEBLO)Dilogo. Hyparco, que ya sale del palacio, anuncia, exhortado por el Sacerdote, lamuerte de Yocasta y la mutilacin de Edipo all recin acontecidas.

    ESCENA VIII EDIPO, PUEBLO, SACERDOTE (HYPARCO)

    Edipo reaparece sangrante y conmina a los presentes a rehuir de su criminal persona.

    El Pueblo expresa rechazo y compasin por Edipo.

    El Sacerdote sentencia la maldicin que acompaa a Edipo.

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