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    Migraciones;13Migrantes coloniales caribeos en los centros metropolitanos del

    sistema-mundo. Los casos de Estados Unidos, Francia, los Pases Bajos

    y el Reino Unido.

    Ramn Grosfoguel

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    Serie: MigracionesNmero 13. Migrantes coloniales caribeos en los centros metropo-

    litanos del sistema-mundo: los casos de Estados Unidos, Francia, losPases Bajos y el Reino Unido

    Ramn Grosfoguel Fundaci CIDOB, de esta edicin

    Edita: CIDOB edicionsElisabets, 12

    08001 BarcelonaTel. 93 302 64 95Fax. 93 302 21 18E-mail: [email protected]: http://www.cidob.org

    Depsito legal: B-13.038-2004ISSN: 1697-7734

    Imprime: Cargraphics S.A.

    Distribuye: Edicions Bellaterra, S.L.Navas de Tolosa, 289 bis, 08026 Barcelonawww.ed-bellaterra.com

    Barcelona, junio de 2007

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    MIGRANTES COLONIALES CARIBEOSEN LOS CENTROS METROPOLITANOS

    DEL SISTEMA-MUNDO

    Los casos de Estados Unidos, Francia,los Pases Bajos y el Reino Unido

    Ramn Grosfoguel*

    Junio de 2007

    *Profesor del Departamento de Estudios tnicos,Universidad de California, Berkeley.

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    Sumario

    Introduccin 7

    Nacin, racismo y colonialidad 10

    Estados Unidos 14

    Francia 19

    Los Pases Bajos 27

    El Reino Unido 36

    Conclusin 43

    Referencias bibliogrficas 48

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    Introduccin

    Los lmites construidos por el sistema-mundo capitalista se organizan anivel transnacional a travs del eje de la divisin internacional del trabajoentre centros, periferias y semiperiferias (Wallerstein, 1979). Esta divisindel trabajo implica diferentes formas de trabajo y estructuras polticas.Mientras las formas de trabajo libre se desarrollaron histricamente enlos centros, las formas coercitivas de trabajo se desarrollaron en las perife-rias. El sistema-mundo capitalista ha dependido histricamente de la fuer-

    za de trabajo barata de la periferia. La formacin de un sistema globalinterestatal compuesto por estados soberanos que emergi a mediados delsiglo XVII se convirti en la forma de organizacin poltica del sistema-mundo moderno (Wallerstein, 1984). Este sistema interestatal global fuecentral en la produccin y reproduccin jerrquica de la divisin interna-cional del trabajo. Los estados del centro dominaron los estados de la peri-feria y la semiperiferia a travs del militarismo, el colonialismo y elneocolonialismo. En el siglo XIX las monarquas soberanas se transforma-

    ron en estados-naciones. Los estados dejaron de representar a las monar-quas y en su lugar comenzaron a representar la comunidad imaginada(Anderson, 1983), mejor conocida como la nacin.

    La ciudadana se convirti en un mecanismo importante en la formacinde las fronteras que dividen los centros y las periferias en la economa-mundo capitalista. Estas fronteras restringieron la extensin a las mujeres,clases trabajadoras y poblaciones no europeas de los privilegios, recursos yderechos ciudadanos que gozaban las lites del sistema-mundo compuestas

    principalmente por hombres europeos. A travs del tiempo, estos derechosciudadanos fueron lentamente extendidos a las clases trabajadoras europe-as/euro-norteamericanas y, ms recientemente, a las mujeres. Sin embargo,estas fronteras siempre fueron permeables. Los centros metropolitanossiempre mantuvieron una mano de obra barata de las colonias en el inte-rior de los imperios. En los siglos XVIII y XIX, haban trabajadores esco-ceses e irlandeses en Londres, bretones en Pars, y esclavos africanos en

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    Nueva York. El racismo es un mecanismo central de mantenimiento de una

    fuerza trabajadora sin los mismos derechos que los trabajadores blancos. Atravs del racismo se construy una fuerza trabajadora colonial que servade mano de obra barata no solo en las regiones perifricas, sino tambin enlos propios centros metropolitanos (Wallerstein, 1979). Aquellas poblacio-nes coloniales con ciudadana metropolitana dentro de los centros fueronsubordinadas y mantenidas en un estatus de ciudadanos de segunda clase atravs de la geocultura (Wallerstein, 1991) del racismo en el sistema-mundo capitalista. Dependiendo de los ciclos del sistema-mundo, el racis-

    mo operaba para producir una fuerza de trabajo barata o para excluirpoblaciones del mercado de trabajo. Generalmente, el primer mecanismose usaba para periodos de expansin del sistema-mundo, y el segundo paraperiodos de contraccin.

    Desde sus inicios, a fines del siglo XV, el sistema-mundo capitalista sefue expandiendo hasta incluir todo el planeta a fines del siglo XIX(Wallerstein, 1979). Esta expansin se entrelaz con otras relacionesjerrquicas. La expansin simultnea de un modelo capitalista encarna-

    do por hombres blancos europeos estructur un sistema capitalista entre-lazado con estructuras jerrquicas patriarcales, sexuales y raciales en elsistema-mundo moderno/colonial.

    La jerarqua etnoracial a escala mundial implic una formacin globalracial/colonial de significados, discursos y estructuras alrededor de lajerarqua de raza. Esta formacin global racial/colonial ha existido desdela formacin del sistema-mundo capitalista en el siglo XVI. Por variossiglos, el racismo biolgico fue el discurso racial dominante. Sin embargo,

    despus de la Segunda Guerra Mundial hubo un cambio importante en laformacin global racial/colonial. Los discursos racistas biolgicos acercade la inferioridad gentica de los otros entraron en crisis en la Europacontinental. La ocupacin nazi deslegitim los discursos racistas biolgicosen los pases continentales de la Europa Occidental. Sin embargo, la des-legitimacin de los discursos racistas biolgicos no implic el fin del racis-mo como ideologa central del sistema-mundo capitalista. Luego de la

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    derrota de las ocupaciones nazi en Europa Occidental, a mediados del siglo

    pasado, y de la conquista de los derechos civiles por la lucha de las mino-ras en el Reino Unido y los Estados Unidos en los aos sesenta, los dis-cursos dominantes de la formacin global racial/colonial setransformaron de racismos predominantemente biolgicos a racismos pre-dominantemente culturales. Los movimientos antiracistas fueron undeterminante crucial a la hora de retar los discursos racistas biolgicos. Elracismo cultural se hizo parte de la nueva geocultura del sistema-mundocapitalista a partir de la dcada de los sesenta.

    Las migraciones coloniales del Caribe de la posguerra hacia las metrpo-lis constituyen una experiencia importante para examinar estos asuntos.Este artculo trata del rol de lo que se ha llamado el nuevo racismo (Bar-ker, 1981) en la reproduccin de las fronteras histricas imaginadas queexcluyen a los pueblos coloniales del acceso a derechos iguales dentro de loscentros metropolitanos del sistema-mundo capitalista. Las poblacionescoloniales caribeas emigraron masivamente hacia los Pases Bajos, Esta-dos Unidos, Francia y el Reino Unido despus de la Segunda Guerra Mun-

    dial. Estas migraciones tienen varios procesos en comn. Primero, formanparte de un proceso global de migraciones de trabajadores coloniales paraproveer una fuerza de trabajo barata en los centros metropolitanos duran-te la expansin econmica de la posguerra. Segundo, se trata de emigran-tes que poseen ciudadanas metropolitanas. Tercero, estos inmigrantestienen una larga historia de relaciones racistas/coloniales con las metrpo-lis. Cuarto, con la contraccin de la economa-mundo capitalista a partirde mediados de los aos setenta, la primera y segunda generacin de emi-

    grantes coloniales caribeos comenzaron a ser excluidos de los mercados detrabajo. Quinto, estos emigrantes han sido objeto de los nuevos discursosracistas que intentan mantenerlos en posiciones de subordinacin dentrode los centros metropolitanos usando los nuevos discursos racistas cultu-rales. Dadas estas similitudes las preguntas que intento abordar en esteartculo son: Por qu los puertorriqueos, surinameses, antillanos neer-landeses, antillanos franceses y caribeos britnicos experimentan discri-

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    minacin y, en muchas instancias, marginalizacin a pesar de compartir la

    ciudadana metropolitana? Cules son las diferencias en cada metrpoliscon respecto a la experiencia de discriminacin y racismo que viven losemigrantes caribeos coloniales? Cules son las diferencias que existenentre los cuatro centros metropolitanos?

    Nacin, racismo y colonialidad

    Para responder a las preguntas planteadas utilizar tres conceptos cru-ciales: nacin, raza y colonialidad. Estos conceptos estn interrelaciona-dos, y no se pueden entender sin considerar su articulacin mutua.Primero, el concepto de nacin es central para entender los procesos deciudadana, identidad y los modos de incorporacin sociopolticos delos emigrantes. Para hablar de derechos (civil, poltico, social) y de lasobligaciones de ciudadana implicados (Marshall, 1964), necesitamosentender los mitos fundacionales, las tradiciones inventadas (Hobs-

    bawn, 1990), y la comunidad imaginada (Anderson, 1983) que losestados, elites, clases y grupos etnoraciales dominantes construyen. Unlmite/frontera se construye entre los que pertenecen y los que sonexcluidos de las representaciones de la nacin. La nacin es frecuen-temente imaginada en los centros metropolitanos como equivalente alos valores y comportamientos de las clases medias blancas. La cons-truccin de la identidad nacional est entretejida con las categorasraciales.

    Segundo, el racismo no es universal, ni es el mismo dondequiera queexiste. Como muy bien seala Stuart Hall (1980), el racismo siempre esun fenmeno histrico especfico. Hay dos interpretaciones del racismoy sus mutaciones de significados. Una es la nocin tradicional ligada alracismo cientfico, es decir, el racismo gentico o biolgico. El segundoes lo que se conoce como nuevo racismo o racismo cultural. Taguieff(1987) y Balibar (1991) en Francia, Gilroy (1987, 1993) en el Reino

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    Unido y Essed en los Pases Bajos (1996) usan esta nocin para referirse

    a un racismo de absolutismo tnico, o racisme diffrencialiste. En estetipo de discurso racista la palabra raza no es ni siquiera usada. El racis-mo cultural asume que la cultura metropolitana es diferente de la cul-tura de las minoras tnicas entendiendo esta diferencia de maneraabsoluta y esencialista: somos tan diferentes que no podemos vivir jun-tos, las minoras estn desempleadas o viven en niveles altos de pobre-za debido a sus valores y comportamientos culturales, o las minoraspertenecen a unas culturas tan distintas que no pueden entender las nor-

    mas culturales de nuestro pas. Sin embargo, el racismo cultural estsiempre relacionado con una nocin de racismo biolgico en la medi-da en que la cultura de los grupos es naturalizada en trminos de unanocin jerrquica entre culturas superiores e inferiores, asociadas a loscuerpos biolgicos de las personas. El racismo cultural se articula siem-pre en relacin con los discursos de pobreza, de oportunidades en losmercados de trabajo y de marginalizacion. El problema de la pobreza o eldesempleo de las minoras racializadas se construye como un problema de

    hbitos o creencias, es decir, como un problema cultural, asumiendoinferioridad cultural y, por tanto, naturalizando/fijando/esencializando lacultura de los otros. Argumentos como los de la cultura de la pobrezase articulan muy bien con la nueva formacin racista cultural. Lospuertorriqueos en los Estados Unidos y los caribeos en el Reino Unidofueron de los primeros grupos en ser racializados en esta perspectiva. Losestudios clsicos de la cultura de la pobreza usaron a los puertorriqueoscomo ejemplo (Lewis, 1966). La forma particular en que los discursos

    racistas culturales se desarrollaron en cada metrpolis depende de lasdiferentes formaciones nacionales y experiencias coloniales. Por tanto,los mitos fundacionales de la nacin son cruciales para entender comose articula el nuevo racismo.

    Existen diferencias importantes entre el mundo anglosajn y los pa-ses de la Europa continental que hay que puntualizar a la hora de com-parar los diversos discursos racistas metropolitanos. Primero, los

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    Estados Unidos surgen de una sociedad colonial con la esclavitud como

    una de las formas de trabajo ms importantes. Desde su formacin, losEstados Unidos han tenido una poblacin negra presente y subordina-da dentro de sus fronteras territoriales. Segundo, a diferencia de Fran-cia y los Pases Bajos, los Estados Unidos y el Reino Unido no fueroninvadidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Este fac-tor es crucial para entender la construccin de los diversos discursosracistas de la posguerra. En la temprana posguerra Francia y los PasesBajos desarrollaron un discurso oficial contra el racismo biolgico,

    mientras que Estados Unidos y el Reino Unido no vinieron a proble-matizar el racismo biolgico hasta ms tarde.En los Estados Unidos, el cambio de un racismo biolgico a un racis-

    mo cultural surge en los sesenta como respuesta a la lucha por los dere-chos civiles de los afroamericanos y otras minoras racializadas como losindgenas, los chicanos y los puertorriqueos. Una vez conquistada laenmienda constitucional a los derechos civiles en 1964, se torn polticay legalmente difcil continuar articulando un discurso racista basado en

    un reduccionismo biolgico tradicional. En el Reino Unido, el discursoracista biolgico no fue problematizado hasta las luchas antiracistas delos caribeos y los surasiticos en los aos sesenta y la subsiguiente apro-bacin de las leyes contra la discriminacin racial del Race Relations Billde 1968. La discriminacin sobre la base de discursos racistas biolgicosfue criminalizada. Por tanto, los discursos racistas se transformaron yadquirieron nuevas formas y sentidos. El racismo cultural se convirtien el discurso dominante sobre raza en Francia, los Pases Bajos, el Reino

    Unido y los Estados Unidos; es, sin duda, el discurso racial ms impor-tante de la formacin racial/colonial global hoy da.Una caracterstica comn de las migraciones coloniales del Caribe es

    que cada una a su manera contribuy a la emergencia de una crisis en laidentidad nacional en las metrpolis. Esto a su vez est relacionadocon el tercer concepto que trataremos especialmente en este trabajo, la

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    colonialidad del poder (Quijano, 1991), la cual persiste a pesar de la

    cada de las administraciones coloniales como forma dominante de rela-ciones entre los europeos/euro-americanos y los no europeos en el siste-ma-mundo capitalista. La colonialidad se refiere a la reproduccin ypersistencia de las viejas jerarquas etnoraciales coloniales en un mundoposcolonial y posimperial. El fin de las administraciones colonialesen el sistema-mundo moderno/colonial no significa fin de la coloniali-dad. Con las masivas migraciones coloniales de la posguerra, la colo-nialidad del poder se reproduce en el interior de los centros

    metropolitanos. Ninguna migracin colonial caribea pas desapercibi-da en el imaginario europeo/euro-americano. Estos emigrantes soncoloniales debido a su larga relacin colonial con la metrpolis y su con-tinua representacin estereotipada en el imaginario europeo/euro-ame-ricano, materializado en su localizacin subordinada en el mercado detrabajo metropolitano. La representacin de los sujetos coloniales comovagos, criminales, estpidos, inferiores, traicioneros, primitivos, sucios,brbaros y oportunistas tiene una larga historia colonial.

    Independientemente del mito fundacional especfico de la nacin y suparticular construccin racial, las preguntas son: Dadas sus compartidasciudadanas metropolitanas, qu implicaciones tuvieron los mitos fun-dacionales de la nacin del Estado metropolitano en el acceso a dere-chos y trato igual para los emigrantes coloniales del Caribe? Cmocuestionaron estas migraciones los mitos fundacionales de la nacinmetropolitana? Tal como Paul Gilroy ha dicho en innumerables ocasio-nes para el caso britnico, negro ybritnico eran identidades incompati-

    bles. Qu rol jug el racismo en la construccin de los lmitesnacionales imaginados? Cmo afect todo esto en la identidad de losemigrantes caribeos en las metrpolis? Qu estrategias desarrollaronlos emigrantes caribeos en su lucha contra la exclusin/discriminacinpor la inclusin/incorporacin con igualdad ciudadana? Cmo seresignificaron los mitos fundacionales a travs del tiempo?

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    Estados Unidos

    En los Estados Unidos el mito fundacional central es el sueo america-no (american dream). Los Estados Unidos se supone que es la tierra de lasoportunidades para los migrantes de todas partes del mundo donde cuan-to ms duro trabajes ms xito tendrs. Una presuposicin de este mito esque si fracasas es debido a que no has trabajado suficientemente y, por tanto,tiene que haber algn problema con el individuo. La Constitucin de 1776fue concebida sobre la base de nosotros el pueblo (we the people) en lugar

    de nosotros los ciudadanos (we the citizens). Aqu la nocin de pueblo serefiere a los derechos de un grupo en oposicin a los derechos individuales.Esto implica que la ciudadana es percibida ms en trminos de derechosde pueblo que como derechos individuales, excluyendo a todos aquellosque estn fuera de la comunidad imaginada de la nacin. Esto permitiel reconocimiento de los derechos etnoraciales de los inmigrantes europeos.Un pas compuesto por inmigrantes multitnicos como los Estados Unidosnunca plante la reproduccin de la ciudadana en trminos de un diferen-

    cialismo etnocultural centrado en los lazos de sangre, como la nacin ale-mana, ni en la unidad poltica centralizada expresada por polticasasimilacionistas forzando una unidad cultural, como la nacin francesa(Brubaker, 1992). Ser americano fue identificado desde un principio conser blanco, significante que se convirti en la identidad unificadora detodos los inmigrantes multitnicos de origen europeo. El mito del melting

    potfue hegemonizado por una etnicidad anglosajona y se refera a la fusinde todos bajo la categora de blancos. Por consiguiente, la construccin de

    raza se convirti en una categora decisiva para que la gente fuese incluidadentro o excluida fuera de la nacin. Desde el establecimiento de la Cons-titucin de los Estados Unidos en el siglo XVIII, los negros y los indgenasfueron excluidos de la Carta de Derechos. El trmino tnico fue usadopara referirse a los europeos y a todos aquellos considerados como blan-cos, mientras que las poblaciones de color fueron racializadas en categor-as de no europeo y excluidas de los derechos constitucionales.

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    Es dentro del contexto de estos mitos fundacionales de la nacin que

    podemos entender cmo la ciudadana define los lmites imaginados,es decir, quin es incluido dentro y quin es excluido fuera de la comu-nidad imaginada. En los Estados Unidos, la ciudadana tiene rasgosmuy particulares. Los derechos civiles, definidos en trminos de derechosde propiedad, y los derechos polticos, definidos en trminos de derechoal voto, siempre han sido ms fuertes que los derechos sociales. El mitodel sueo americano de lograr xito social a travs de trabajar duro,deja un espacio muy estrecho en el imaginario social para la nocin de

    derechos sociales. Esto es clave para entender el estado de bienestar sub-desarrollado que siempre tuvo Estados Unidos comparado con los pasesmetropolitanos de Europa Occidental. Sin embargo, cualesquiera quesean los derechos stos son percibidos o imaginados como merecidossolamente por las poblaciones blancas, mientras que las minoras etno-raciales siempre fueron vistas como intrusos u oportunistas que quierentomar ventaja de estos derechos. En los Estados Unidos, la clasificacinsocial de las personas ha sido hegemonizada por elites de hombres blan-

    cos a travs de un largo proceso de dominacin racial/colonial. Las cate-goras de la modernidad tales como ciudadana, democracia, e identidadnacional han sido histricamente construidas a travs de dos ejes jerr-quicos: 1) entre el capital y el trabajo; y 2) entre europeos y no europeos(Quijano, 1991). Los hombres blancos hegemonizaron estos ejes depoder. Siguiendo el concepto de colonialidad del poder desarrolladopor el socilogo peruano Anbal Quijano (1991), incluso despus de laindependencia poltica, cuando el control jurdico-militar del Estado

    pas del poder imperial al nuevo Estado independiente, las elites blan-cas continuaron controlando las estructuras polticas y econmicas.Esta continuidad del poder de los tiempos coloniales a los tiempos pos-coloniales permite a las elites blancas clasificar a las poblaciones yexcluir a la gente de color del ejercicio completo y pleno de sus derechosciudadanos en la comunidad imaginada llamada la nacin. Los dere-chos polticos, civiles y sociales que la ciudadana provee a los miembros

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    de la nacin fueron selectivamente extendidos a travs del tiempo hasta

    incluir a la clase obrera blanca. Sin embargo, los grupos pertenecientesa las colonias internas se mantuvieron como ciudadanos de segundaclase no teniendo nunca acceso pleno a los derechos ciudadanos (Gilroy,1987). Ser americano era incompatible con ser negro, indio, puertorri-queo, asitico; chicano, etc. Por tanto, la lucha por los derechos civilesde estos sujetos racializados fue construida alrededor de la nocin deigualdad, reclamando derechos iguales como minoras tnicas discrimi-nadas dentro de los Estados Unidos. El resultado de estas luchas fue la

    implementacin de derechos por la igualdad de los grupos minoritariosbasados en programas de discriminacin positiva.En los Estados Unidos, la palabra tnico se ha referido histrica-

    mente a diferencias culturales dentro de los grupos blancos euroameri-canos (por ejemplo, italianos, irlandeses, alemanes) mientras que lascategoras raciales han sido usadas para referirse a la gente de color (porejemplo, negros, asiticos, hispanos) borrando las diferencias tnicasdentro de estos grupos racialmente clasificados. A partir de los aos

    sesenta, la palabratnico en los Estados Unidos sufri una transmutaciny se convirti en un eufemismo para referirse araza. Con la mutacindiscursiva de los aos sesenta desde discursos racistas biolgicos haciauna predominancia de discursos racistas culturales, se dej de caracteri-zar a los grupos racializados sobre lneas raciales, y las palabras tnico ymigrante se convirtieron en los nuevos trminos preferidos. Este dis-curso dominante fue elaborado por Nathan Glazer y Daniel P. Moyni-han en su clsico estudio publicado en 1963 y titulado Beyond the

    Melting Pot: The Negroes, Puerto Ricans, Jews, Italians and Irish in NewYork City. La experiencia de la gente de color en los Estados Unidos esconcebida por estos autores como equivalente a la experiencia de losinmigrantes blancos europeos de principios del siglo XX. A travs de latransmutacin de la discriminacin racial a discriminacin tnica,los puertorriqueos y los afroamericanos podan pasar por las mismasetapas de los otros grupos tnicos y, eventualmente, ser incorporados

    Ramn Grosfoguel

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    econmicamente con xito similar a la experiencia de los blancos euro-

    peos en los Estados Unidos. Desde esta perspectiva, si fracasaban en suproceso de incorporacin se deba a alguna condicin patolgica en sucultura o en sus hbitos, es decir, su cultura de la pobreza. La perspec-tiva de Glazer y Moynihan borra la historia de opresin racial/colonialejercida sobre los afroamericanos y los puertorriqueos: la larga historiade esclavitud y apartheid de los afroamericanos, que cre barreras polti-cas y raciales que impedan su movilidad social exitosa, y el rgimen colo-nial en Puerto Rico, que expropi de sus tierras e incorpor como mano

    de obra barata en la agricultura y en la manufactura a miles de puerto-rriqueos. Los puertorriqueos y los afroamericanos no son simplemen-te inmigrantes o grupos tnicos, sino sujetos raciales/colonialesdentro del imperio estadounidense.

    Qu derechos tuvieron los inmigrantes puertorriqueos? Cmo fue-ron percibidos por las poblaciones metropolitanas? Esto est relacionadocon la historia y particularidad del tipo de colonialismo practicado porEstados Unidos en Puerto Rico. La extensin de la ciudadana a la colo-

    nia de Puerto Rico en 1917 institucionaliz la formacin de ciudadanosde segunda categora. Los puertorriqueos supuestamente tenan accesoigual a los derechos ciudadanos. Sin embargo, en tanto que grupo colo-nial racializado dentro de los Estados Unidos, su acceso a estos derechossiempre fue limitado. La construccin racial de los puertorriqueoscomo vagos y criminales contribuy a la actual marginalizacin de estegrupo en el mercado de trabajo. Imposible de localizar a los puertorri-queos en una categora racial fija (a los ojos angloamericanos ni eran

    blancos ni eran negros), los euroamericanos los perciban como ungrupo racialmente distinto. Los puertorriqueos se convirtieron en unanueva categora racial diferente a los blancos o los negros, compartiendocon estos ltimos una posicin subordinada frente al euroamericano. LapelculaWest Side Story, a comienzos de los sesenta, marc un punto deinflexin a partir del cual los puertorriqueos se tornaron una raza dis-tinta, que dej de ser confundida con los asiticos, negros o chicanos en

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    el imaginario racial norteamericano. Esta racializacin fue resultado de

    un largo proceso histrico de subordinacin racial/colonial en la isla ascomo en la metrpolis (Vazquez, 1991; Thompson, 1995). El racismoexperimentado por los afropuertorriqueos en muchas instancias fuems fuerte que el experimentado por los europuertorriqueos. Sinembargo, no importa cuan rubio tenga el pelo o azules los ojos, a partirdel momento en que una persona se identifica a s misma como puerto-rriquea, entra en el laberinto de otredad racial. Los puertorriqueosde todos los colores se han convertido en un grupo racializado en el ima-

    ginario norteamericano marcado por estereotipos racistas tales comovagos, criminales, estpidos, oportunistas y sucios. Aunque lospuertorriqueos forman un grupo multirracial, se han convertido en unanueva raza en los Estados Unidos. Esto muestra el carcter social y nobiolgico de las clasificaciones de raza. La clasificacin despectiva de lospuertorriqueos como spics en el campo simblico de Nueva York,designa el capital social negativo asociado a la identidad puertorriquea.

    Los puertorriqueos fueron incorporados como fuerza de trabajo bara-

    ta a la industria manufacturera de Nueva York durante los aos cincuen-ta y sesenta del siglo pasado. Los procesos de desindustrializacin en laszonas metropolitanas despus de 1970, con la contraccin econmicadel sistema-mundo capitalista, desplaz masivamente a los puertorrique-os fuera de los trabajos en la manufactura convirtindolos mayoritaria-mente en una fuerza de trabajo redundante en los guetos urbanos de lasciudades del noreste. Los puertorriqueos como grupo no pueden entraren los niveles altos de la nueva economa de servicios debido a la segre-

    gacin residencial en la que viven. La segregacin residencial los excluyede las mejores escuelas pblicas, lo que les hubiera permitido elevar sucapital humano que es requisito indispensable para ascender socialmen-te en la economa de servicios. Por otro lado, los puertorriqueos nopudieron ni siquiera entrar a trabajar como mano de obra barata de lanueva economa de servicios, debido a la presencia de una fuerza de tra-bajo an ms barata procedente de los nuevos inmigrantes en las ciu-

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    dades norteamericanas. La construccin racista de los puertorriqueos

    como vagos y criminales contribuy a su actual marginalizacin enlos mercados de trabajo.En sus demandas por igualdad de derechos civiles y laborales durante

    los aos sesenta, los puertorriqueos fueron considerados por los patro-nos como una fuerza de trabajo ms costosa comparada con los nuevosinmigrantes. Los patronos hoy da manifiestan una preferencia mayorpor los trabajadores inmigrantes que trabajan largas horas sin exigir dere-chos laborales, que por los vagos trabajadores de las minoras internas

    que relaman sus derechos. El racismo cultural es la nueva forma dis-cursiva de la exclusin racial en los Estados Unidos. Por consiguiente, lasituacin de muchos puertorriqueos hoy no es meramente la de unafuerza de trabajo barata, sino la de una poblacin masivamente excluidadel acceso al empleo (Grasmuck and Grosfoguel, 1997). Los puertorri-queos tienen hoy da una de las tasas de pobreza ms altas en los Esta-dos Unidos; la pobreza afecta alrededor de un tercio del total de dichapoblacin, y en algunas ciudades, cerca del 40% de la poblacin puerto-

    rriquea est por debajo del umbral de la pobreza.

    Francia

    En Francia el mito fundacional de la nacin est ligado a los ideales dela Revolucin Francesa de 1789, es decir, a la nocin de los Droits delHomme, donde se establece un contrato social directo entre el Estado y

    los individuos (Balibar, 1994). La gente es francesa o no francesa, defi-nida en trminos de una nocin de asimilacionismo cultural que dividea las personas entre ciudadanos y extranjeros. De acuerdo con el discur-so oficial francs, no se puede ser franco-martiniqus o franco-vasco. Portanto, la categora de etnicidad o de minoras tnicas no est reconocidaen la tradicin francesa. No existe reconocimiento oficial de grupos tni-cos dentro de la comunidad imaginada de la nacin francesa.

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    Como ciudadanos franceses de ascendencia africana, los caribeos de

    las Antillas francesas han ocupado una posicin ambigua dentro delimperio francs. El impulso asimilacionista del Estado francs intentborrar las races histricas y culturales de las Antillas francesas pormedio de polticas colonialistas en las esferas educativas, culturales ysociales. En las Antillas francesas las escuelas pblicas fueron estableci-das en la dcada de 1880 y la representacin de las islas antillanas en laAsamblea nacional francesa data de 1848 (Abou, 1988; Blrald, 1988;Giraud, 1992). Esta es una incorporacin colonial muy distinta de las

    polticas coloniales francesas en frica donde las escuelas pblicas fue-ron establecidas mucho ms tarde y donde la representacin en laAsamblea nacional lleg, para la mayora de los casos, despus de 1945(Marshall, 1973). Sin embargo, a los antillanos se les ha inculcadodurante siglos que sus ancestros son los galos, grupo tnico imaginadopor la nacin francesa como sus antecesores. Los orgenes africanosde la cultura de los antillanos no slo eran ignorados sino despreciadosen las escuelas francesas.

    Estas polticas asimilacionistas en el Caribe francs fueron muy tilespara la administracin colonial francesa en frica. Negros caribeos edu-cados como franceses fueron enviados de las colonias antillanas a lascolonias africanas como oficiales estatales y militares del Imperio francs(Helenon, 1997). Eran una suerte de middleman minorityque tena unrol similar al de los empresarios tnicos que describe Bonacich (1973) enla literatura sociolgica para referirse a los intermediarios tnicos entrelos grupos dominantes blancos y los grupos raciales subalternos. El pro-

    psito era que los de abajo canalizasen su descontento no contra los dearriba, sino contra los intermediarios. En este caso particular, el rol demiddleman minoritylo ejercan oficiales negros antillanos en posicionesintermedias en el seno del Estado colonial francs en frica. En lugar deloficial francs blanco, los oficiales antillanos enviados a las colonias afri-canas como representantes del Estado francs servan de intermediariosentre los blancos franceses y las masas africanas, y eran los encargados de

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    la represin. Cumplan una funcin similar a la de los empresarios hin-

    des en el Imperio britnico en frica, es decir, actuaban como muro decontencin para canalizar el descontento contra los oficiales colonialesfranceses. Felix bou, un afroguyans que fue nombrado gobernador deChad, y Louis-Placide Blacher, un martiniqus nombrado gobernadorde Nger, fueron los ejemplos ms dramticos de esta estrategia demiddleman minoritydel Estado imperial francs en frica.

    En un intento de reconstruir su imperio tras la Segunda Guerra Mun-dial, los franceses no slo incorporaron las Antillas francesas como

    departamentos franceses con derechos iguales, sino que adems nombra-ron a Gaston Monerville, un afroguyans, presidente del Consejo de laRepblica. Los antillanos fueron usados como vitrina simblica para lanueva cara de Francia en sus colonias africanas durante la posguerra ysirvieron de ejemplo simblico para sus polticas coloniales de la pos-guerra. El mensaje subliminal era igual que durante las polticas demiddleman en las colonias africanas antes de la Segunda Guerra Mun-dial: si te asimilas a la cultura francesa como los antillanos hicieron, ten-

    drs los mismos derechos, oportunidades y privilegios que ellos tienendentro del imperio.Durante el perodo de la posguerra, cualquier alusin a raza o racismo

    era identificado en el discurso oficial del Estado francs con las posicionesextremistas de los nazis. La palabra raza fue casi eliminada del discursopblico francs. Lo que antes se defina como diferencias racialescomenz a ser construido en trminos de diferencias culturales. A par-tir de la dcada de los cincuenta, la nocin de raza fue metamorfosea-

    da en diferencia cultural entendida de manera reduccionista puestoque conceba la cultura como naturalizada y esencializada. Esto precediy fue muy similar a lo que pas en Estados Unidos durante la era poste-rior a la enmienda constitucional de los derechos civiles en 1964. Lo inte-resante es que debido a la deslegitimacin de los discursos racistasbiolgicos durante la ocupacin nazi, este proceso de metamorfosis de losdiscursos racistas ocurri en Francia mucho antes que en Estados Unidos.

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    La Guerra de Argelia represent un punto de inflexin para el Impe-

    rio colonial francs. Signific la cada final del colonialismo francs enfrica. Con todo, el hundimiento del colonialismo no equivala al finde la colonialidad. Las viejas jerarquas coloniales se reproducen anhoy dentro del territorio metropolitano. Los norteafricanos (rabes) yafricanos fueron incorporados como mano de obra barata en el mer-cado privado de trabajo. Se convirtieron en la fuente principal demano de obra barata en las industrias manufactureras de ciudadescomo Pars y Marsella. Los norteafricanos se convirtieron en el objeti-

    vo obsesivo de los nuevos discursos racistas (Taguieff, 1987). El nuevoracismo en Francia argumenta que los hbitos culturales de los norte-africanos les impiden ser incorporados exitosamente a la sociedad fran-cesa. Algunos movimientos de extrema derecha, han llegado a decirque los norteafricanos son tan diferentes culturalmente a los francesesque cohabitar es imposible y que, por tanto, deben ser deportados deFrancia.

    La inmigracin de antillanos despeg masivamente durante la dca-

    da de los sesenta (Giraud y Marie, 1988). Hubo una divisin del tra-bajo entre los migrantes coloniales en el interior de la metrpolis.Mientras los norteafricanos ocupaban la posicin de mano de obrabarata en el mercado privado de trabajo, los antillanos eran incorpora-dos como mano de obra barata en la administracin pblica francesa.La expansin econmica de la posguerra increment los empleospblicos. Muchos trabajos en la parte baja de la administracin pbli-ca francesa no eran atractivos para los blancos franceses. Esto cre

    una escasez de empleados en este sector local y estimul un recluta-miento masivo, organizado directamente por el Estado francs, en losdepartamentos de las Antillas francesas (Martinica, Guadalupe y laGuayana Francesa). A diferencia de muchos norteafricanos, los anti-llanos tenan la ciudadana francesa, lo cual les permiti ser incorpo-rados masivamente en la administracin pblica francesa.

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    La transicin francesa de polticas imperiales a polticas postimpe-

    riales puede ser conceptualizada en trminos de colonialidad delpoder, expresin de Anbal Quijano (1991). Esta perspectiva, al con-trario que otros acercamientos tericos, subraya las continuidadesdentro de las discontinuidades entre el pasado colonial y el presentepostcolonial. Aunque el colonialismo desapareci como institucinpoltica de gestin europea sobre el mundo no europeo, la coloniali-dad se reprodujo con nuevos dispositivos. Las inmigraciones de traba-jadores coloniales de la posguerra reprodujeron las viejas jerarquas

    coloniales/raciales, pero esta vez dentro de la metrpolis misma (Bali-bar, 1992). Los norteafricanos fueron concebidos como los otrosinasimilables, indeseables, ruidosos, sucios, y culturalmente subdesa-rrollados. Los antillanos, una vez ms, ocupan la posicin intermedia.Eran los otros asimilables que servan de ejemplo, de vitrina simb-lica para los otros inasimilables. Dada su incorporacin masiva en laparte baja del servicio pblico del Estado francs, gozaban de ciertosprivilegios que los inmigrantes incorporados como mano de obra bara-

    ta en el mercado de trabajo privado no tenan. Este modo de incorpo-racin en el espacio pblico aislaba a los antillanos de las fluctuacionesy de la discriminacin del mercado privado de trabajo. Los antillanosestn localizados en posiciones estratgicas y sensibles de la adminis-tracin pblica francesa como oficinas de inmigracin, transportepblico y hospitales. Sin embargo, la situacin de los antillanos distade ser ideal. Son incorporados a aquellos empleos pblicos que losblancos desestiman, tales como los puestos de oficinista, conserje,

    ayudante de enfermera, chfer, secretaria, etc. Los antillanos cualifi-cados raramente son considerados para ser ascendidos a los nivelesaltos de la administracin pblica francesa. El racismo francs ha cre-ado un techo que los antillanos franquean slo en muy contadas oca-siones (Galap, 1993; Marie, 1993). Este racismo se articula a travsde un discurso cultural meritocrtico. Los antillanos son excluidos

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    de los ascensos en la administracin pblica en razn de su falta de

    cualificacin, falta de conocimientos, y/o falta de bagaje. La expe-riencia antillana demuestra que tener la ciudadana francesa no es sufi-ciente para detener la discriminacin racista. No es la falta deciudadana lo que mantiene a los norteafricanos en la parte baja delmercado laboral privado y a los antillanos en la parte baja del merca-do laboral pblico. Existe una exclusin racista de aquellos que nocorresponden a las representaciones dominantes francesas de lacomunidad imaginada de la nacin.

    El hecho que los antillanos trabajen con blancos franceses en laadministracin pblica y residan junto a africanos en vivienda pbli-ca, les coloca en una situacin ambigua en la jerarqua etnoracial deFrancia (Marie, 1992). Algunos antillanos viven la ilusin de compar-tir los privilegios de la jerarqua etnoracial mientras trabajan junto afranceses en los empleos pblicos mejor compensados y con mejorescondiciones laborales que el mercado laboral privado. Sin embargo,cuando regresan a sus casas se confrontan a los otros no blancos (ra-

    bes y africanos) que tienen por vecinos, quienes les recuerdan su pro-pia otredad en la sociedad francesa. Esta discontinuidad entreaquellos con los cuales trabajan y aquellos con los que residen sita alos antillanos en una posicin no slo intermedia sino ambigua. Losantillanos pertenecen a la nacin cuando se trata de recibir losbeneficios de los empleados pblicos en Francia, pero no pertenecena ella cuando de lo que se trata es de ascender a mejores empleos en laadministracin pblica o en cuanto a su localizacin residencial

    (Galap, 1993). Incluso este sentimiento de pertenencia tiene que sercalificado por su posicin subordinada en empleos bajos de la admi-nistracin. Ellos son la mano de obra barata de la administracinpblica francesa que gana los salarios ms bajos y que hace los trabajosms duros y tediosos. Esta ambigedad se traduce en que, por un lado,los antillanos afirman su nacionalidad francesa frente a los rabes yafricanos en cuestiones de identidad y, por otro lado, forman alianzas

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    con rabes y africanos ante la brutalidad policaca o la discriminacin

    en el acceso a la vivienda en los suburbios de Pars. Es importanteentender las estrategias disponibles o desarrolladas por los inmigrantesantillanos en Francia. Qu tipo de reclamaciones han sostenido? Porla igualdad de derechos como ciudadanos minoritarios, como ungrupo nacional diferente dentro de una nacin o como miembros dela nacin metropolitana?

    En la metrpolis, la primera generacin de antillanos descubre quelamre-patrieno les da una bienvenida como franceses. Por el contra-

    rio, los discrimina y los maltrata como ciudadanos de segunda clase(Marie, 1993). El asimilacionismo francs es percibido como un mito,visto desde la experiencia antillana en la metrpolis. Los antillanosdesafiaron la ciudadana asimilacionista individual antitnica desarro-llando un movimiento de afirmacin identitaria durante la dcada delos ochenta (Girard y Marie, 1988). Este movimiento se expres a tra-vs de la organizacin de asociaciones que reclamaban una identidadtnica separada dentro del sistema francs, retando el universalismo

    abstracto de la ideologa asimilacionista francesa.Es importante destacar que la localizacin intermedia de la primerageneracin de antillanos en la jerarqua etnoracial de Francia no esnecesariamente compartida por la segunda generacin de antillanos enla metrpolis. Debido al alto nivel de desempleo y a la reduccin deempleo pblico en Francia durante la contraccin de la economa-mundo en los ochenta y los noventa, los jvenes antillanos de segun-da generacin no fueron incorporados a los empleos pblicos como

    sus padres. Por tanto, los jvenes antillanos no quedan eximidos de ladiscriminacin y de las condiciones difciles del mercado privado labo-ral. Son vulnerables al racismo que muchos argelinos, marroques ysenegaleses experimentan en el mercado de trabajo en Francia. Estotiene implicaciones muy importantes en trminos de la emergencia denuevas identidades en los suburbios parisinos. Hoy da la segundageneracin de antillanos reclama ms una identidad como negros

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    que como antillanos. El trmino negro en Francia, al igual que en

    el Reino Unido en los sesenta, comprende una gran variedad de gru-pos oprimidos. Hoy da en los barrios parisinos est teniendo lugaruna importante fusin cultural entre jvenes argelinos, marroques yantillanos. Esta fusin cultural transnacional entre estos grupos colo-niales se manifiesta polticamente en forma de revueltas, festivales cul-turales y en el hip-hop francs. Sin embargo, no hay una indicacinclara de hacia donde se dirige esta fusin cultural. En los noventa, losjvenes antillanos sufrieron el deterioro de las condiciones laborales,

    experimentando junto a los jvenes rabes y africanos un alto ndicede desempleo en comparacin con los jvenes blancos franceses.Ms recientemente, los violentos levantamientos de las comunidades

    de origen inmigrante discriminadas en Francia, en el otoo del 2005,han servido de barmetro para calibrar cun explosiva es la situacinactual. Jvenes franceses de origen rabe, caribeo y africano se lanza-ron a las calles a quemar coches y edificios pblicos durante variassemanas en seal de protesta frente a la brutalidad policaca. Ante la

    muerte de dos chicos electrocutados mientras eran perseguidos por lapolica, los jvenes de las periferias urbanas de Francia respondieroncon motines por todo el pas. El levantamiento hizo aicos el mito dela igualdad del sistema republicano francs y puso sobre la mesa elracismo rampante de la sociedad francesa. Es significativo que el Esta-do francs recurriera a una ley de estado de sitio utilizada en las colo-nias (por ejemplo, durante la Guerra de Argelia) para reprimir ellevantamiento. Esta ley nunca haba sido aplicada en territorio francs

    metropolitano, ni siquiera durante los acontecimientos de mayo de1968. Resulta revelador que dicha ley haya sido siempre utilizada con-tra las poblaciones coloniales francesas y es indicativo del carctercolonial de estas poblaciones francesas no blancas en el interior delterritorio metropolitano francs el hecho que se haya recurrido a ellapara hacerles frente.

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    Los Pases Bajos

    En los Pases Bajos, el mito fundacional de la nacin se construyealrededor de la nocin de los cuatro pilares. Se trata de la imagen deuna sociedad que se concibe a partir de cuatro columnas separadas:catlicos, protestantes, liberales y socialistas (Liphart, 1968). El prin-cipio organizativo se basa en la divisin del pas entre organizacionesreligiosas (catlicos y protestantes) y agrupamientos seculares consti-tuidos por intereses de clase (clases medias liberales y clases trabajado-

    ras socialistas).A pesar de que los cuatro pilares fueron desmantelados desde ladcada de los sesenta (Middendorp, 1991), la comunidad imagina-da de la nacin sigue construyndose alrededor del mito de lospilares (Rath, 1991). Por consiguiente, la nacin neerlandesa seconstruye como tolerante, antiracista, respetuosa de las diferencias, ycomo el centro de las ideas liberales y del estado de bienestar msavanzado del mundo (Essed 1996). Esta autodefinicin nacional fue

    cuestionada tras las migraciones masivas desde Surinam y las AntillasNeerlandesas hacia los Pases Bajos a partir de comienzos de los aossetenta. Primero, los Pases Bajos impulsaron la independencia deSurinam en gran parte por las presiones de la poblacin neerlandesapara crear mecanismos jurdicos que impidiesen la migracin surina-mesa (Bovenkerk, 1975; Biervliet, 1981). La prensa neerlandesa tomesta presin pblica de corte racista y desarroll una campaa paradetener la migracin surinamesa. Al igual que en el caso britnico, la

    imposicin de la independencia cre el efecto paradgico de generaruna ola migratoria todava mayor por miedo a no poder emigrar y per-der la ciudadana neerlandesa una vez cerradas las fronteras. Aproxi-madamente, un tercio de la poblacin total de Surinam emigr haciala metrpolis en un perodo de seis aos (1973-1979). Segundo, losciudadanos negros neerlandeses son vistos en el imaginario colonial

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    de los blancos neerlandeses como indeseables, vagos, sucios, crimina-

    les, e inadaptados a la cultura neerlandesa (Bovenkerk, 1978; Boven-kerk and Breuning-van Leeuwen, 1978; Verkuyten, 1997). Dado que,acorde con el mito nacional, no existe tal cosa denominada racismoneerlands (esto se supone que es un problema britnico y estadouni-dense), la referencia a raza fue transmutada a la nocin de minor-as tnicas, las cuales son construidas como un problema social. Lapoltica pblica se transform de polticas pluralistas culturales a pol-ticas asimilacionistas y neoliberales. Con anterioridad a 1980, el Esta-

    do promova instituciones y asociaciones de grupos tnicosparticulares a travs de las polticas del estado de bienestar. Estas ins-tituciones tenan sus propios trabajadores sociales y programas comu-nitarios dirigidos a grupos minoritarios especficos. El objetivo eratransformar gradualmente el estilo de vida de los grupos minori-tarios y adaptarlos al estilo de vida de la nacin que era imaginadocomo equivalente al de las clases medias neerlandesas (Rath, 1993:224).

    Comparadas con las polticas previas a 1980, las polticas estatalesposteriores estaban menos orientadas hacia el estado de bienestar yms orientadas hacia el mercado de trabajo y la educacin (Lutz,1993). A comienzos de la dcada de los ochenta, los neerlandeseshicieron hincapi en el establecimiento de polticas dirigidas a lasminoras tnicas basadas en la presuncin de que sus problemas sedeban a un asunto sociocultural de falta de adaptacin a la cultura ya la forma de vida neerlandesas (Lutz, 1993; Rath, 1993). Por consi-

    guiente, intentaron desarrollar polticas estatales de integracin con-trolada a travs de la cooptacin de organizaciones comunitarias queservan de intermediarios entre el Gobierno y la comunidad. El Esta-do subsidiaba cualquier organizacin, religiosa o no, que pudiera con-vertirse en socio social en la poltica de integracin tnica. A finalesde los ochenta, la poltica estatal volvi a cambiar transformando la

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    definicin de las polticas dirigidas a las minoras tnicas: de una

    definicin basada en la premisa de que las minoras representan unproblema sociocultural se pas a otra construida a partir de conside-rarlas como un problema econmico (Lutz, 1993; Rath, 1993). ElEstado deja de ser concebido como un regulador de la integracinsociocultural y el mercado se convierte en el espacio mgico dondetnicos y nacionales entran en contacto, que ayuda a que los tni-cos se adapten y se asimilen a los nacionales. Esto elimin el nfasisque se pona en subsidiar organizaciones comunales y lo traslad a la

    magia del mercado como regulador de la incorporacin sociocultu-ral de las minoras. Las nuevas polticas economicistas fueron cons-truidas como parte de las polticas para el desmantelamiento del estadode bienestar en la dcada del noventa. Minoras tnicas como los suri-nameses y los antillanos eran representados como abusadores de lagenerosidad del estado de bienestar (Bovenkerk, 1978; Essed, 1996).Concebidos como externos a la comunidad imaginada de la nacinneerlandesa, la legitimidad del acceso al estado de bienestar por parte

    de surinameses y antillanos fue cuestionada. Por consiguiente, la lgi-ca neo-liberal de las nuevas polticas es dejar que sea el libre merca-do, en lugar del Estado, el que regule el bienestar de los gruposmarginados.

    El racismo cultural en los Pases Bajos opera bajo la ideologa de laminorizacin (Rath, 1993; Essed, 1996; Verkuyten, 1996). Este tr-mino, articulado por el socilogo neerlands Jan Rath, se refiere a unaforma de discriminacin que, a diferencia de las formas tradicionales

    de racismo biolgico, excluye y discrimina sobre la base de ser unaminoras tnica. En los Pases Bajos esta construccin significa queser un tnico es equivalente a tener un comportamiento indeseabley una falta de adaptabilidad a las normas y la cultura neerlandesa.Como bien seala Jan Rath:

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    La minorizacin, siendo una ideologa de la dominacin, difiere

    fundamentalmente de la etnizacin o categorizacin tnica, la cualtrata a las etnias como formas de pertenencia per se sobre una mismabase, mientras que, en el caso neerlands, la pertenencia tnica esreinterpretada como una forma de no-conformidad y por tanto deindeseabilidad... La minorizacin tambin difiere fundamentalmentede la racializacin en el sentido estricto del trmino. Al fin y al cabo,la minorizacin no es una cuestin de naturalizacin. Contrariamen-te a las razas, las minoras tnicas (en el sentido neerlands de la pala-

    bra) no son representadas como que tienen un origen y un estatusnatural e inmutable, y por consiguiente como que son inherentemen-te diferentes (1993: 222). (Vase el original en ingls en el anexo delfinal del texto)

    De acuerdo con la definicin de Rath, el problema en los PasesBajos no es un problema de racismo sino de minorizacin. Aunqueestoy de acuerdo con Rath en que la minorizacin no es equivalente

    a los discursos racistas biolgicos tradicionales, esto no quiere decirque no tenga nada que ver con el racismo. La minorizacin es unaforma de racismo cultural donde la superioridad e inferioridad es cons-truida en relacin a la cultura apropiada de la clase media neerlande-sa. Aqu la inadaptabilidad cultural descansa en las caractersticasinferiores esencialistas de la cultura de los otros. La cosificacin de lacultura en una jerarqua de culturas superiores e inferiores es unaforma de naturalizacin de las diferencias, lo cual est entrelazado con

    los viejos discursos racistas biolgicos de la poca colonial. Los surina-meses y los antillanos tienen una larga historia de racializacin y colo-nizacin con los Pases Bajos; no entran neutralmente al mercado detrabajo neerlands; son los otros racializados que ahora son denomi-nados eufemsticamente minoras tnicas en lugar de minorasracializadas como resultado de las mutaciones en los discursos racia-les de la posguerra en los Pases Bajos. Los discursos raciales son ahora

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    metamorfoseados a travs de la ideologa de la minorizacin. Como

    el propio Rath admite:

    Esta ideologa contribuye a dejar a los trabajadores migrantes almargen de las posiciones sociales privilegiadas. En la medida en que lasminoras tnicas se definen como grupos de personas que no se ajus-tan adecuadamente a la forma neerlandesa de vivir, no son considera-das como miembros de pleno derecho de la comunidad neerlandesaimaginaria y en consecuencia no se les garantiza el mismo acceso a los

    recursos escasos (1993: 222) (vase original en ingls en el anexo delfinal del texto).

    Esta exclusin est vinculada a la nocin de raza a travs de un dis-curso acerca de la conducta y normas culturales aberrantes e inadap-tadas. Los caribeos neerlandeses en los Pases Bajos estn racializadoscon estereotipos similares a los discursos racistas biolgicos (vagos, cri-minales, oportunistas, parsitos, etc.) pero a travs de la mediacin de

    un discurso culturalista. Estos estereotipos racistas sirven para escon-der la discriminacin que los caribeos experimentan en los PasesBajos. Este discurso racista cultural explica la exclusin que experi-mentan los caribeos en el mercado de trabajo fundamentndola ensus hbitos y valores culturales. Discursos muy parecidos a los de lacultura de la pobreza en los Estados Unidos.

    Al igual que los puertorriqueos en los Estados Unidos, las pobla-ciones del Caribe neerlands sufren una gran marginalizacin en el

    mercado de trabajo de los Pases Bajos (Grosfoguel, 1997). Las viejasjerarquas etnoraciales del viejo imperio colonial neerlands se repro-ducen nuevamente, pero esta vez en el interior de la metrpolis misma.A pesar de las mutaciones en los discursos raciales y de la cada delcolonialismo como sistema poltico, la colonialidad del poder de lasrelaciones sociales actuales demuestra la fuerza de las continuidades delas jerarquas coloniales/raciales neerlandesas a travs del tiempo. Esto

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    se manifest en la dcada de los noventa con estereotipos racistas hacia

    los migrantes antillanos. En la prensa y en los medios de informacinson representados como criminales y oportunistas que vienen a los Pa-ses Bajos a aprovecharse del estado de bienestar y a realizar actividadescriminales. Estos estereotipos han conllevado cambios en la ley yactualmente los migrantes antillanos tienen que inscribirse en las ciu-dades neerlandesas donde establecen su residencia.

    En la ciudad de Rotterdam la xenofobia y el racismo ha llegado atales niveles que incluso el gobierno municipal ha pasado decretos

    prohibiendo la residencia de inmigrantes en la ciudad. Debido a lascrecientes protestas contra dicho decreto racista, la ciudad ha cambia-do el decreto por uno en el que se prohbe la residencia de familias opersonas con menos de cierto nivel de ingresos, medida encaminadaindirectamente a prevenir la residencia de nuevos inmigrantes en laciudad. Las medidas han ido dirigidas principalmente contra los inmi-grantes marroques y antillanos que hoy da son representados entre laopinin pblica como las poblaciones con problemas de adaptacin

    debido a sus comportamientos y valores culturales forneos a la cul-tura neerlandesa. Este racismo cultural rampante, que en contraste conel racismo biolgico no menciona la palabra raza, permite a los neer-landeses proclamar la inexistencia de racismo en los Pases Bajos. Sinembargo, como hemos visto, los problemas de la colonialidad conti-nan con mucha fuerza.

    Ms recientemente, la eleccin en 2002 de un poltico racista antiin-migrantes de extrema derecha, Pim Fortuyn (asesinado unos das

    antes de su eleccin), y la reaccin de las poblaciones blancas neerlan-desas en el 2005 ante el asesinato a manos de un islamista de VanGogh, cineasta neerlands que realiz un film en el que se inscribantextos del Corn en cuerpos desnudos, han golpeado fuertemente elmito fundacional de tolerancia de la nacin neerlandesa. Los neerlan-deses eligieron por amplia mayora a un lder neofascista cuya retricaracista estaba enfocada hacia los inmigrantes, y grupos de blancos

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    neerlandeses salieron en masa a quemar mezquitas y a atacar musul-

    manes de origen marroqu y turco. Esto hizo aicos el mito de tole-rancia en el pas. Las minoras neerlandesas viven una poca deincertidumbre e inseguridad ciudadana. Los actos racistas de violenciahan continuado durante estos aos. Esto ha afectado a los inmigrantescaribeos de varias maneras. Primero, que hay un gran nmero demusulmanes que son de origen surinams. Segundo, y ms importan-te, la creciente intolerancia y discriminacin de los neerlandeses haciatodo lo que ellos consideran extranjero (allochtone) frente a los neer-

    landeses autctonos (autochtone). En la categora de allochtoneentran todos los que no cumplen con el estereotipo de lo que es unneerlands, el cual es identificado cultural y fenotpicamente comoun blanco de clase media. Antillanos y surinameses, que son legtimosciudadanos neerlandeses, son clasificados por las estadsticas neerlan-desas de poblacin y por la poltica pblica como allochtone. Estasclasificaciones forman parte del racismo cultural a la neerlandesa. Sibien no existe un discurso racista biolgico dominante, el debate neer-

    lands sobre los otros pasa por la afirmacin de que se trata de cul-turas inferiores y atrasadas. A continuacin un dilogo en la televisincon Pim Fortuyn:

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    Australian Broadcasting Corporation [Sociedad de Radiodifusin Australiana]

    Transcripcin de un programa de televisinUbicacin: http://www.abc.net.au/7.30/content/s550139.htm

    Emisin: 07.05.2002

    Lder poltico neerlands asesinado

    Corresponsal: Philip Williams

    Philip Williams: Este no es el reportaje por el que vine a los Pases Bajos, pero aquestaba l, muriendo en el aparcamiento de una emisora de radio. Pim Fortuyn, tanadmirado como odiado, un hombre que provocaba reacciones, y que ahora ha

    sido vctima del extremismo. El pasado viernes fui a su cuartel general de Rotter-dam a entrevistar a este hombre que, profticamente, era muy consciente del peli-gro que corra debido a sus opiniones.

    Pim Fortuyn, lder de la Lista de Pim Fortuyn: Es peligroso. No puedo pasear sin lle-var proteccin por las calles de ninguna ciudad grande. De hecho es algo peligro-so para cualquiera que sea mnimamente famoso en este pas.

    Philip Williams: Hasta hoy, lo peor que le haba sucedido era que le haban tirado un pas-tel empapado de orina. Su fama surgi aparentemente de la nada sin experiencia

    poltica alguna, diriga un partido que el pasado mes de marzo haba derrotado alestablishmenten las elecciones de la ciudad de Rotterdam. El mensaje de Pim For-tuyn era tan simple como, para muchos, ofensivo: hay demasiados inmigrantes. Yellos son los responsables del aumento de la delincuencia. Cerrad las fronteras, Holan-da est llena. Pero incluso el partido de Fortuyn considera claramente que el trata-miento que se da en Australia a los inmigrantes ilegales es atrevidamente radical.

    Philip Williams: Nosotros encerramos a los recin llegados indeseados, a los solici-tadores de asilo ilegales. Es eso lo que propone usted hacer aqu?

    Portavoz del partido: A la izquierda de Australia (Risas). Pensaremos en ello. Es unasugerencia interesante.

    Philip Williams: Pero no necesitaban ninguna ayuda en lo referente a las ideas sobreel Islam. Segn Pim Fortuyn, el islamismo es una religin medieval, retrgrada.

    Pim Fortuyn: S, es una cultura retrgrada. He escrito todo un libro sobre ella, ypuede leer en ingls cosas muy parecidas a las que digo yo escritas por Mr. Hun-tington. Y que yo sepa, ustedes no acusan a Huntington de racista.

    Ramn Grosfoguel

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    Philip Williams: Para los 600.000 neerlandeses que son musulmanes los ataques dePim Fortuyn resultaban profundamente ofensivos.

    Ibrahim Spalburg, lder musulmn, Rotterdam: Estbamos enfadados, y nos senta-mos tambin muy ofendidos, y decidimos hacer algo, no podamos aceptar aque-llo. Fuimos a los tribunales.

    Philip Williams: Pero es usted consciente de que hay mucha gente aqu, muchosmusulmanes, muchos extranjeros, que se sienten indignados por lo que usted dice,que estn asustados, amedrentados, y que realmente le consideran a usted unhombre muy peligroso?

    Pim Fortuyn: No ha odo usted lo que dicen de nosotros y de nuestra cultura? Inves-tigue. Ya lo ver.

    Philip Williams: Estoy hablando de la gente que vive aqu en Holanda.

    Pim Fortuyn: No sabe usted lo que dicen acerca de nuestra cultura, acerca de lamodernidad?

    Philip Williams: Estoy hablando de personas que van por ah con un pasaporte neer-

    lands, que pasan por estas calles, personas que tienen un pasaporte neerlands,que son neerlandeses y musulmanes, y que sienten temor de usted.

    Pim Fortuyn: Algunos de ellos, que tambin son musulmanes, en esta ciudad no metienen miedo, son seguidores mos que han votado por m en las elecciones loca-les. Cul es el problema?

    Arie van Veen, carnicero: Normalmente usa palabras que podemos entender, quetodo el mundo puede entender.

    La mayora de seguidores de Fortuyn eran neerlandeses normales y corrientes comoeste carnicero de Rotterdam. Por fin haba alguien que estaba diciendo lo que pen-saba la gente como l demasiados inmigrantes cometiendo demasiados delitos.

    (Vase original en ingls en el anexo del final del texto)

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    Aqu se ve claramente la inferiorizacin racial de la poblacin no blan-

    ca mediante su criminalizacin en el espacio pblico y la movilizacinde estereotipos culturalistas de corte racista. El lenguaje utilizado sirve decdigo para referirse a las poblaciones negras y rabes sin que los que lousan puedan ser acusados de racistas. De ah que el racismo culturalistasiempre est entretejido con el racismo biolgico. A los ojos de los neer-landeses blancos, el racismo culturalista sirve para camuflar el racismobiolgico todava rampante en los Pases Bajos. El negacionismo de losneerlandeses con respecto a las jerarquas etnoraciales y el racismo de la

    poca colonial que se reproduce en el interior de la metrpolis, es indi-cativo de lo distantes que estn de una solucin a los conflictos etnora-ciales.

    Reino Unido

    En el Reino Unido la nocin de imperio, es decir de britanidad, defi-ne la comunidad imaginada de la nacin. Ser britnico es equivalen-

    te a ser blanco ingls. De acuerdo con esta definicin, cualquier alusina negro britnico representa un oxmoron. Como dice Paul Gilroy parael caso britnico:

    El nacionalismo y el racismo estn tan estrechamente identificadosque hablar de la nacin equivale a hablar automticamente en trminosexclusivamente raciales. La negritud y el carcter ingls se consideranidentidades incompatibles, mutuamente excluyentes. Hablar de un bri-

    tnico o de un ingls es hablar de gente de raza blanca (1993: 27-28)(vase original en ingles en el anexo al final del texto).Las migraciones del sur de Asia y del Caribe hacia el Reino Unido pro-

    vocaron una crisis en la comunidad imaginada britnica. Al igual queen los Pases Bajos y los Estados Unidos, las migraciones coloniales cari-beas desempearon un papel significativo en cuestionar la identidadnacional britnica. El reclamo de los negros britnicos de pertenecer a la

    Ramn Grosfoguel

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    comunidad imaginada era muy radical para la construccin racista de

    la nacin britnica. Los trabajadores blancos de Polonia e Irlanda eranaceptados, pero un flujo masivo de inmigrantes negros, an con ciuda-dana britnica, era algo que los blancos britnicos de todos los estratossociales no estaban dispuestos a tolerar.

    Para el Gobierno esto creaba una situacin contradictoria entre elrechazo racista de los britnicos a la migracin masiva de trabajadoresnegros coloniales, que responda a las necesidades del mercado laboralmetropolitano, y el intento de los gobiernos laboristas de la posguerra

    de construir una nueva asociacin imperial entre el Reino Unido y losgobiernos de las colonias (Dean, 1987). Muchos sujetos de las coloniaseran enviados a la metrpolis como estudiantes con la perspectiva deque cuando volvieran a sus pases de origen llevaran las ideas y los valo-res imperiales britnicos, con el fin de favorecer a Occidente en sulucha contra el comunismo. Las experiencias negativas del racismo y lahostilidad de los blancos britnicos hacia la presencia de negros entra-ba en conflicto con esta estrategia educativa de la Guerra Fra, y afec-

    taba los intentos britnicos de reconstituir su imperio colonial pormedio de la British Commonwealth. Sin embargo, los gobiernos bri-tnicos secretamente intentaron detener los flujos migratorios de lascolonias (Harris, 1993; Carter, Harris y Joshi, 1987; Layton-Henry,1992; Rich, 1986). Hubo algunas razones por las cuales los esfuerzosen ese sentido fueron ocultados a la opinin pblica. Primero, impo-ner controles migratorios contra sujetos coloniales hubiera creado unacrtica negativa internacional que afectara las relaciones del Reino

    Unido con los gobiernos coloniales de la British Commonwealth y,por consiguiente, afectara su imagen simblica internacional. Des-pus del Acta de Nacionalidad Britnica de 1948, la ciudadana fueextendida a todos los sujetos coloniales del Imperio britnico. Era unavergenza internacional prohibir la entrada de negros ciudadanos bri-tnicos, mientras se aceptaban trabajadores europeos blancos sin ciu-dadana britnica. Segundo, an ms vergonzosa y controvertida era la

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    asociacin entre controles migratorios contra trabajadores negros y el

    racismo, sobre todo inmediatamente despus de una guerra contra elgenocidio racial del rgimen hitleriano (Layton-Henry, 1992: 71).Estas contradicciones evitaron que el Gobierno britnico tomaramedidas antimigratorias mucho antes de cuando finalemente lo hizo.Este contexto permiti la migracin masiva del Caribe britnico y delsur de Asia hacia el Reino Unido durante los aos cincuenta y comien-zos de los sesenta, especialmente despus que el congreso norteameri-cano aprobara una ley, en 1952, limitando la inmigracin caribea.

    A mediados de los aos cincuenta, hubo intentos de controles migrato-rios por parte del Gobierno conservador. Cyril Osborne intent introdu-cir una enmienda para controlar la inmigracin de los sujetos coloniales,pero fue rechazada por la vergenza internacional que supona en vistas ala celebracin del 300 aniversario de dominacin britnica en Jamaica y lavisita de la reina para aquella ocasin (Carter, Harris y Joshi, 1987: 343).La medida fue presentada nuevamente, como un borrador, al Gabinete porel Secretario de Gobierno en octubre de 1955. Fueron nuevamente esgri-

    midas las mismas objeciones a la enmienda Osborne. Pero adems, fueronpropuestas nuevas objeciones en la reunin del Gabinete del 3 de noviem-bre de 1955. Primero, se dieron cuenta que no haba consenso en la opi-nin pblica contra esta enmienda racista. Segundo, las inmigraciones delas colonias fueron reconocidas como un medio de incrementar los recur-sos laborales del Reino Unido (Ibid: 344). Por primera vez hubo argu-mentos en reuniones del Gabinete acerca de los beneficios econmicos quelos inmigrantes brindaban. Tercero, se reconoci que la inmigracin poda

    ser detenida creando empleo en las colonias. La ventaja de esta alternativaera que no iba a afectar el capital britnico y la reconstruccin del imperioen los territorios coloniales. Por consiguiente, el Gabinete britnico deci-di no aprobar la enmienda.

    Desde la extensin de los derechos ciudadanos britnicos a los sujetosde las colonias con el Acta de Nacionalidad de 1948, hubo voces disi-dentes contra la presencia de inmigrantes coloniales. En muchos crcu-

    Ramn Grosfoguel

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    los de poder, incluyendo los laboristas britnicos, se cuestion esta legis-

    lacin por entender que se fundamentaba en una construccin racializa-da de la identidad britnica. Esta ltima inclua y exclua grupos en baseal color de la piel. Pertenecer a la identidad nacional britnica era sin-nimo de ser blanco, mientras que los inmigrantes ciudadanos britnicoseran identificados como negros. Estas identidades racializadas continua-ron durante la dcada de los cincuenta.

    Los motines antinegros en los barrios de Nottingham y Notting Hillen Londres fueron el punto culminante que transform la opinin pbli-

    ca britnica y la inclin a favor de controles migratorios a los inmigran-tes negros. Desde ese momento era cuestin de tiempo para que loscontroles fueran aprobados. El 1 de julio de 1962, el Gobierno aprobuna enmienda para controlar la inmigracin que prohiba el flujo conti-nuo de inmigrantes de los territorios coloniales hacia la madre patria.El Reino Unido fue la nica metrpolis que impuso controles estatalessobre inmigrantes coloniales caribeos. Aunque la inmigracin proce-dente de las colonias se redujo significativamente despus de esta prohi-

    bicin, la existencia de una minora negra britnica era ya un procesoirreversible.El xito y la influencia de las luchas por los derechos civiles de los afro-

    americanos a comienzos de la dcada del sesenta, estimul las luchas delos negros britnicos. El Race Relations Bill de 1968 fue un logro impor-tante del movimiento antiracista en el Reino Unido. Sin embargo, estaenmienda fue un punto culminante en el cambio de los discursos racis-tas biolgicos a discursos racistas culturales. El nuevo racismo fue arti-

    culado por el lder conservador britnico Enoch Powell a fines de lossesenta. Era un racismo en el que la palabra raza no era mencionada yel racismo biolgico era abiertamente criticado. A la acusacin de serracista, Powell responda:

    Si, por un racista, se refiere usted a alguien consciente de las dife-rencias que existen entre los hombres y las naciones, algunas de las cua-les coinciden con las diferencias de raza, entonces, todos somos

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    racistas... Pero si, cuando dice racista, se refiere usted a un hombre que

    desprecia a un ser humano porque pertenece a otra raza, o a un hom-bre que cree que una raza es inherentemente superior a otra en civili-zacin o en capacidad para la civilizacin, entonces la respuesta esenfticamente no... Yo no hablo de blancos y negros. Dudo muchoque pueda usted encontrar algn pasaje, podra encontrar uno, en elque yo haya usado la expresin blancos y negros. Por supuesto quenunca he hablado de diferencias en calidad. Nunca. Nunca. Nunca(citado en Smithies y Fiddick 1969: 119, 122) (vase original en ingls

    en el anexo del final del texto)

    El nuevo racismo fue articulado en trminos de la alta propensin delos negros hacia el crimen, su inasimilabilidad respecto de la cultura bri-tnica, y las diferencias culturales irreconciliables. Estas diferencias cul-turales eran entendidas como fijas, naturales, y esenciales, o como PaulGilroy ha sealado, como un absolutismo tnico. El nuevo racismoviene intrnsecamente unido a una definicin sectaria de la nacin.

    Como dijo Powell en respuesta a aquellos que le criticaban sus concep-ciones racistas: Parece incluso una hereja decir que los ingleses son unanacin blanca (It is even a heresy to say that the English are a white nation)(citado en Stacey 1970: 200). Por tanto, una de las consecuencias fuedetener la entrada de negros al pas y, si fuera posible, repatriarlos atodos. Como sealaba Powell: La suspensin de la inmigracin y elfomento de la re-emigracin van de la mano, lgicamente y humana-mente, como dos aspectos de un mismo enfoque (citado en Smithies y

    Fiddick 1969: 38) (vase original en ingles en el anexo al final del texto).Parte de la retrica del nuevo racismo es transmutar argumentos racis-tas en una retrica acerca del crecimiento poblacional como el factorprincipal que justifica las polticas restrictivas en contra de los inmigran-tes negros. Powell articulaba su justificacin para detener los inmigran-tes negros de la siguiente manera:

    Ramn Grosfoguel

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    Yo habra dicho que una simple mirada al mundo bastara para ver lo

    fcilmente que surgen las tensiones que llevan a la violencia all donde hayuna mayora y una minora... con diferencias muy marcadas, diferenciasreconocibles, y temores mutuos... cuando los miembros de la minora sonpocos, este peligro casi no existe. Es cuando los nmeros de las minoras(que en algunos casos son la mayora) crecen, cuando se produce el peligro.Por consiguiente, la cuestin esencial desde mi punto de vista... es una cues-tin de nmeros (citado en Stacey 1970: 56) (vase original en ingls en elanexo del final del texto).

    El nuevo racismo articulado por Powell fue posteriormente desarro-llado por Margaret Thatcher. La asociacin entre crimen y negritud fuepolticamente movilizada durante la administracin Thatcher para des-mantelar el estado de bienestar (Hall et. al., 1978). Los negros en elReino Unido experimentan hoy una marginalizacin en el marcado detrabajo similar a los caribeos en los Pases Bajos y a los puertorrique-os en Nueva York. La administracin Thatcher fue nefasta para los

    caribeos y los inmigrantes en el Reino Unido. La eliminacin del esta-do de bienestar y las polticas neoliberales quitaron el colchn queamortiguaba la discriminacin en el mercado de trabajo y en el merca-do de la vivienda. La administracin laborista de Tony Blair no ha sig-nificado un cambio significativo de dichas polticas. Por el contrario,Blair ha seguido en los noventa las polticas thatcheristasneoliberales delas dcadas de los setenta y ochenta. Por tanto, la situacin no slo noha cambiado, sino que ha empeorado para las minoras caribeas en el

    Reino Unido. Sin embargo, no ha habido crecimiento significativodemogrfico de las poblaciones caribeas en el Reino Unido. Reciente-mente hubo un aumento de caribeos a raz de la erupcin del volcnMontserrat: alrededor de 8.000 refugiados fueron trasladados a ReinoUnido. Pero esta cifra no ha sido suficientemente elevada para conllevarun aumento demogrfico de importancia. Hoy da gran parte de lasmigraciones del Caribe britnico se dirigen hacia los Estados Unidos.

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    Aquellos que se quedaron en el Reino Unido hoy da son una minora

    racializada todava en busca de igualdad.Los acontecimientos de julio de 2005 en Londres, cuando islamistasbritnicos atacaron el sistema de transporte, ha puesto sobre la agendadel Reino Unido el asunto de la exclusin producida por el racismo hacialas poblaciones ciudadanas minoritarias. El hecho de que el acto terro-rista fuera realizado por jvenes britnicos de origen pakistan y jamai-cano, dramatiza el fracaso del sistema multicultural britnico. Haymuchsimos jvenes caribeos que se convierten al islam como alterna-

    tiva espiritual ante el racismo cotidiano. Esto ltimo en s mismo noconstituye nada negativo, el asunto es cmo esta bsqueda en tradicio-nes espirituales no occidentales est fuertemente ligada a la discrimina-cin e insatisfacciones sufridas por estos jvenes en el Reino Unido. Antela exclusin en el mercado laboral, el islam se presenta como una alter-nativa y como un modo de vida. Hay que subrayar siempre, para evitarestereotipos e injusticias, que los terroristas islmicos son minora dentrode los musulmanes britnicos. La situacin difcil que viven los caribe-

    os britnicos hoy da ha quedado invisibilizada por la emergencia delislamismo militante dentro de Reino Unido.

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    Conclusin

    A partir de la exposicin anterior, podemos observar que el racismofunciona en dos direcciones: para justificar la reproduccin de una manode obra barata y para excluir poblaciones del mercado de trabajo. Hist-ricamente, los caribeos fueron incorporados al mercado de trabajometropolitano por una expansin sistmica del capitalismo durante laposguerra, pero sin recibir los mismos ingresos, empleos o estatus que laspoblaciones dominantes europeas o euroamericanas. Sin embargo en

    tiempos de crisis, los caribeos son marginalizados del mercado de tra-bajo. En ambos casos, se ha movilizado un discurso racista cultural parajustificar la incorporacin como mano de obra barata o la marginaliza-cin del mercado de trabajo en base a un discurso sobre los comporta-mientos, hbitos, actitudes o valores culturales inadecuados a lacomunidad imaginada dominante.

    Las fronteras de exclusin del la nueva formacin racial/colonial glo-bal de la posguerra se construyen a partir de premisas racistas culturales

    que sustituyen los viejos discursos racistas biolgicos. A travs de la esen-cializacin y naturalizacin de la cultura, los discursos racistas culturalescomparten las premisas de los discursos racistas biolgicos. La construc-cin cultural de la nacin es una frontera central de exclusin racial quehoy da es movilizada por las poblaciones metropolitanas en contra de losinmigrantes coloniales caribeos. La colonialidad de las relaciones socia-les de poder muestran cmo las viejas jerarquas estn todava presentesen las metrpolis.

    Las migraciones coloniales del Caribe representan un buen ejemplo decmo los lmites de exclusin articulados por los discursos racistas cultu-rales son un fenmeno global que no es exclusivo de un slo pas metro-politano. La identidad nacional est entretejida con premisas racistasen las cuatro metrpolis abordadas en este trabajo. Aquellos que perte-necen a esta identidad son imaginados como los que comparten los valo-res y comportamientos de las clases medias blancas de las respectivas

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    metrpolis. La incorporacin de los inmigrantes coloniales del Caribe a

    las metrpolis ha sido una experiencia traumtica no solo para stos,como vctimas del racismo, sino tambin para las poblaciones blancasmetropolitanas. El ser simultneamente ciudadanos metropolitanos ysujetos coloniales cuestion las representaciones dominantes de la nacinentendida como el equivalente a ser blancos. Sin embargo, estas mis-mas fronteras de exclusin creadas por los discursos racistas culturales noson movilizadas exclusivamente contra los inmigrantes coloniales caribe-os. Estos mismos discursos son movilizados hoy da contra los mejica-

    nos en los Estados Unidos, los turcos en Alemania, los marroques en losPases Bajos, los argelinos en Francia, los paquistanes en el Reino Unidoy los dominicanos en Espaa. Se trata de una ideologa global basada enun imaginario colonial que se acenta cada da en la medida en que lacolonialidad global capitalista no sea resuelta de una vez por todas.

    Ramn Grosfoguel

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    Anexo

    Textos originales en ingls

    Pgina 30: Minoristaion, being an ideology of dominance, differs fundamentally fromethnicisation or ethnic categorization, which treats ethnics as belonging per se on anequal basis, whereas in the Dutch case ethnic belonging is reinterpreted as a formof non-conformity and thus undesirability Minorisation also differs fundamentallyfrom racialization in the strict sense of the term. After all, minorisation is not a matterof naturalisation. Contrary to races, ethnic minorities (in the Dutch sense of theword) are not represented as having a natural, unchanging origin and status, and

    therefore as being inherently different (1993: 222).Pgina 31: This ideology contributes to the positioning of migrant workers outsideprivileged social positions. As long as ethnic minorities are defined as people thatconform inadequately to the Dutch way of life, they are not considered to be fully-fledged members of the Dutch imaginary community and are consequently grantedless access to scarce resources (1993: 222).

    Pgina 36: Nationalism and racism becomes so closely identified that to speak of thenation is to speak automatically in racially exclusive terms. Blackness and Englishnessare constructed as incompatible, mutually exclusive identities. To speak of the Britishor English is to speak of White people (1993: 27-28)

    Pgina 40: If, by a racialist, you mean be conscious of differences between men and

    nations, some of which coincide with difference of race, then were all racialist.Butif, by a racialist, you mean a man who despises a human being because he belongs toanother race, or a man who believes that one race is inherently superior to another incivilization or capability of civilization, then the answer is emphatically no I do nottalk about black and white. I would very much doubt if you can find a passage, youmight find one, where I have used the term black and white. I certainly have nevertalked about differences in quality. Never. Never. Never (citado en Smithies y Fiddick1969: 119, 122).

    Pgina 40: Suspension of immigration and encouragement of re-emigration hangtogether, logically and humanly, as two aspects of the same approach (citado enSmithies y Fiddick 1969: 38).

    Pgina 41: I would have thought that a glance at the world would show how easilytensions leading to violence arise where there is a majority and a minority with sharpdifferences, recognizable differences, and mutual fears. when the members of theminority are small, then this danger hardly exists. It is as the numbers of the minority(which in some areas is the majority) rise, that the danger grows. Consequently thewhole of this issue to me is one of numbers (citado en Stacey 1970: 56).

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    Pgina 34:Australian Broadcasting Corporation

    TV PROGRAM TRANSCRIPT

    Location: http://www.abc.net.au/7.30/content/2002/s550139.htm

    Broadcast: 07/05/2002

    Dutch political leader assassinated

    Reporter: Philip Williams

    Philip Williams: This is not the story I'd come to Holland for, but here he was, dyingin a radio station carpark. Pim Fortuyn, admired and hated, a man who provokedreaction, now a victim of extremes. Just last Friday, I went to his powerbase inRotterdam to interview a man who, prophetically, was well aware of the dangershis views might provoke.

    Pim Fortuyn, Leader, 'Pim Fortuyn's List': It is dangerous for me, without security,in the big cities to walk on the street. That's dangerous for anybody who is a littlebit famous in this country.

    Philip Williams: Until today, the worst he'd suffered was a urine-soaked cake. Hisfame came seemingly from nowhere - with no political experience, he led a partythat demolished the establishment in the Rotterdam city elections in March. PimFortuyn's message was as simple as it was for many offensive - there are toomany immigrants. They're responsible for the crime. Close the borders, Hollandis full. Although even Fortuyn's party clearly thought Australia's treatment ofillegal immigrants was daringly radical.

    Philip Williams: We lock up unwanted arrivals, illegal asylum seekers. Is that whatyou would propose for here?

    Party Spokesman: To the left of Australia. (ALL LAUGH.) We'll think about it. Nicesuggestion.

    Philip Williams: But they needed no help when it came to ideas about Islam.According to Pim Fortuyn, it's a medieval, backward religion.

    Ramn Grosfoguel

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    Pim Fortuyn: Yes, it is a backward culture. I have written a complete book about itand you can read it also in English by Mr. Huntington. You don't say to Mr.Huntington he is a racist.

    Philip Williams: For the 600,000 Dutch Muslims, Fortuyn's attacks were deeplyoffensive.

    Ibrahim Spalburg, Muslim Leader, Rotterdam: We were very angry and we are veryupset, and also we did something - we didn't just accept it. We went to the court.

    Philip Williams: Do you understand, though, how many people here, many

    Muslims, many foreigners, feel outraged by that, feel scared, frightened, andreally see you as a very dangerous man?

    Pim Fortuyn: Perhaps you have heard what they are saying about us and about ourculture? Study. You know.

    Philip Williams: I'm talking about the people who live here in Holland