Discoespondilitis en Perros y Gatos

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See discussions, stats, and author profiles for this publication at: http://www.researchgate.net/publication/280610237 Discoespondilitis: revisión de la etiopatogenia, presentación clínica, diagnóstico, tratamiento y pronóstico de esta patología en perros y gatos. ARTICLE · JULY 2015 READS 92 1 AUTHOR: Paula Martin-Vaquero Centro Médico Veterinario Delicias 21 PUBLICATIONS 35 CITATIONS SEE PROFILE Available from: Paula Martin-Vaquero Retrieved on: 09 November 2015

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Etiopatogenia, presentación clínica, diagnóstico, tratamiento y pronóstico de la discoespondilitis en la medicina veterinaria

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Discoespondilitis:revisióndelaetiopatogenia,presentaciónclínica,diagnóstico,tratamientoypronósticodeestapatologíaenperrosygatos.

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Paula Martín VaqueroVeterinaria PhD, Dipl. ACVIM (Neurology)Centro Médico Veterinario Delicias, Servicio de Neurología y Neurocirugía, MadridImágenes cedidas por la autora

La discoespondilitis es una patología inflamatoria de la columna vertebral carac-terizada por la presencia de infección en el disco intervertebral, los platos vertebrales y los cuerpos vertebrales adyacentes. Gene-ralmente está causada por infecciones bac-terianas y, ocasionalmente, fúngicas. La vía más común de infección es la disemina-ción hematógena de microorganismos al disco intervertebral y cuerpos vertebrales. La enfermedad afecta más frecuentemente a perros macho de razas grandes y gigan-tes [1,5-7]. Se han descrito cinco casos ais-lados de discoespondilitis en gatos [8-12]. El signo clínico más común es la presencia de dolor espinal [1-4,6].

El diagnóstico se basa en la presencia de signos característicos y alteraciones en los estudios de imagen compatibles con la enfermedad, junto con el aislamiento del microorganismo causal [1-7].

Etiopatogenia

La vía más común de infección en la discoespondilitis es la diseminación hema-tógena de microorganismos desde un foco de infección primario situado en otra región del organismo [2-4]. Lo más proba-ble es que los microorganismos lleguen a través de la circulación arterial desde el foco primario de infección hasta los platos vertebrales y el disco intervertebral [3]. Los focos primarios de infección más frecuen-

tes incluyen el tracto génito-urinario, la piel, la cavidad oral, las válvulas cardiacas o el sistema respiratorio. Procesos inflamatorio-infecciosos como cistitis, pielonefritis, glomerulo-nefritis, piómetra, orquitis, pros-tatitis, epididimitis, dermatitis, pioderma, otitis, enfermedad periodontal, endocar-ditis, gastroenteritis e infecciones de vías respiratorias se han descrito en asociación con discoespondilitis [2-6]. Sin embargo, en muchos casos, el foco original de la infec-ción no llega a determinarse [3,4].

La migración de cuerpos extraños de ori-gen vegetal, especialmente espigas, es otra causa relativamente frecuente de discoes-pondilitis [2-4,13]. Aunque la vía de entrada de la espiga no se conoce con seguridad, se han propuesto varias teorías. Una posi-bilidad es que penetre a través de la piel de la zona paravertebral del animal y migre hasta la columna vertebral y discos inter-vertebrales. También se ha planteado que, si la espiga es ingerida por el animal, ésta pueda después perforar la pared del tubo digestivo y migrar a través del mesenterio hasta la zona ventral de la columna [2]. Por último, una de las teorías más factibles es que la espiga sea inhalada y migre a través del mediastino o los pulmones hasta la zona de inserción de los pilares del diafragma.

Esta inserción muscular se encuentra en el aspecto ventral de los cuerpos vertebrales de L2 a L4. Esto explicaría por qué los casos de discoespondilitis asociados a migracio-nes de espigas ocurren más frecuentemente en las vértebras L2, L3 y L4 [2,3].

Otras causas que se han descrito aso-ciadas al desarrollo de discoespondilitis incluyen heridas punzantes, mordeduras (más frecuentes en gatos que en perros), extensión sublumbar de abscesos de órga-nos abdominales, osteomielitis en otros huesos, traumatismos vertebrales previos, causas iatrogénicas (cirugía rutinaria, ciru-gía espinal, inyecciones epidurales), o administración crónica de medicaciones inmunosupresoras [2-6,14-18].

Generalmente, la discoespondilitis está causada por infecciones bacterianas y, oca-sionalmente, fúngicas [2-4]. Los microorga-

nismos que se aíslan más frecuentemente en casos de discoespondilitis son Staphylo-coccus aureus y S. intermedius, ambos cocos coagulasa-positivo [2-6,14,19-24]. Otras bacterias aisladas comúnmente en casos de discoespondilitis son Streptococ-cus spp., Escherichia coli y Brucella canis [2-7,9-11,19,21]. Microorganismos causales descritos en un menor número de casos incluyen Proteus spp., Pasteurella spp., Klebsiella spp., Micrococcus spp., Coryne-bacterium spp., Actinomyces spp., Nocar-dia spp., Bacteroides spp., Enterococcus spp., Clostridium perfringens, Enterococ-cus fecalis, Staphylococcus epidermidis, Pseudomonas aeruginosa, Bordetella spp. y Staphylococcus pseudointermedius resis-tente a la meticilina [1-6,12,16,17,21,25,26]. En los casos de discoespondilitis aso-ciada a migración de cuerpo extraño de origen vegetal, las infecciones polimicro-bianas incluyendo bacterias del género Actinomyces spp. son las más frecuentes [2,3,13].

Las discoespondilitis fúngicas son mucho menos habituales. Dentro de estos casos, el organismo fúngico aislado más frecuentemente es Aspergillus spp. (A. terreus, A. fumigatus) [2-4,27-31]. Otros hongos que han sido relacionados con casos de discoespondilitis incluyen Paeci-lomyces spp., Coccidioides immitis, Peni-cillium spp., Mucor spp. y Fusarium spp. [1-4,6,24].

Presentación clínica

La discoespondilitis afecta sobre todo a perros de razas grandes y gigantes [1,5-7]. Las razas Gran Danés y Pastor Alemán parecen estar predispuestas a sufrir la enfermedad [1,5,6]. La incidencia es apro-ximadamente el doble en machos que en hembras [1-7]. Ocasionalmente, afecta a perros de razas pequeñas y condrodis-tróficas [1,6] y, muy raramente, a gatos [8-12]. Además, los perros de raza Pastor Alemán son los más afectados en casos de discoespondilitis secundaria a Asper-gillus spp. [27-31].

La sintomatología de la enfermedad es variable aunque el signo clínico más fre-cuente es la presencia de dolor espinal y dolor de la musculatura paravertebral [1-4,6]. Existen pacientes que presen-tan como único signo dolor espinal, que puede oscilar desde leve a muy intenso. En los casos de dolor fuerte es habitual que los animales sean reacios a moverse y vocalicen de forma espontánea al caminar o al ser acariciados. Aproximadamente el 30 % de los casos presentan signos sisté-

micos como fiebre, anorexia, pérdida de peso, apatía y dolor abdominal, conjunta-mente con dolor de columna y rigidez de las extremidades [1,3,4,6]. Es importante subrayar que la discoespondilitis nunca debe excluirse de la lista de diagnósticos diferenciales de un animal con dolor espi-nal aunque éste no presente fiebre. Si la enfermedad progresa y se produce proli-feración de tejido inflamatorio o fibroso, fracturas patológicas o subluxación de los cuerpos vertebrales afectados, pueden aparecen déficits neurológicos secunda-rios a la presencia de compresión extradu-ral de la médula espinal [4-6,24,27,32,33]. Si se extiende la infección a través de las meninges puede originarse meningitis o meningomielitis [4,6,11,24].

Otros signos clínicos descritos de forma esporádica, sobre todo en casos de dis-coespondilitis asociada a migración de espigas, incluyen fístulas paravertebrales, abscesos o granulomas sublumbares, y efusiones sépticas pleurales o mediastí-nicas [1,2]. En casos de discoespondilitis causada por B. canis, pueden existir alte-raciones adicionales como linfadenopatía, lesiones dermatológicas, orquitis o prosta-titis [7]. En aquellos casos de discoespon-dilitis secundaria a aspergillosis sistémica, además de la presencia de dolor espinal, es frecuente encontrar otros signos como anorexia y atrofia muscular, fiebre, cojeras, linfadenopatía, sintomatología respirato-ria, alteraciones oculares, e incluso signos neurológicos de corteza cerebral o sistema vestibular [30].

El curso de la enfermedad suele ser insidioso, progresando de manera lenta (de días a varios meses) [1,3,4]. Sin embargo, aquellos casos que desarrollen fracturas patológicas o subluxaciones pueden sufrir un empeoramiento agudo de los signos [3,4].

Las regiones de la columna vertebral más frecuentemente afectadas son la zona lumbosacra (L7-S1), región cervical caudal, zona torácica media y la región toraco-lumbar [2-5]. Además, no es infrecuente encontrar más de un espacio intervertebral afectado en el mismo animal [1,3-5].

Diagnóstico

El diagnóstico de discoespondilitis se basa en la presencia de signos clínicos característicos, alteraciones en los estudios de diagnóstico por imagen compatibles

En la fase inicial de la discoespondilitis el primer hallazgo radiográfico

suele ser una irregularidad o lisis concéntrica sutil de los platos

vertebrales unido a un estrechamiento del espacio intervertebral

secundario a la destrucción del disco intervertebral.

Figura 1. Radiografía laterolateral de la columna lumbar y unión lum-bosacra de un perro con discoespondilitis de L7-S1. Se observan ha-llazgos radiográficos característicos de la fase inicial de la enfermedad, con osteolisis concéntrica de leve a moderada de la porción central del plato vertebral caudal de L7 y el plato vertebral craneal del sacro junto a un estrechamiento del espacio intervertebral correspondiente.

Figura 2. Radiografía latero-lateral de la columna lumbar y unión lumbosacra de un perro con discoespondilitis avanzada de L7-S1. Se observan hallazgos radiográficos característicos de la fase crónica de la enfermedad, con erosión evidente de los platos vertebrales, observándose una imagen más clara de lisis y un ensanchamiento del espacio intervertebral secundario a la pérdida de hueso adyacente. También puede observarse regeneración ósea con formación de osteofitos vertebrales ventrales a L7 y S1 y esclerosis ósea asociada.

El signo clínico más frecuente

es el dolor espinal y de la

musculatura paravertebral y

un 30 % de los casos presentan

además signos sistémicos como

fiebre, anorexia, pérdida de peso,

apatía y dolor abdominal.

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Discoespondilitis Revisión de la etiopatogenia, presentación clínica, diagnóstico, tratamiento y pronóstico

de esta patología en perros y gatos.

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con la enfermedad y el aislamiento del microorganismo causal. La historia clínica y la sintomatología del animal pueden ayudar a sospechar de discoespondili-tis. Sin embargo, el diagnóstico definitivo requiere la documentación de alteraciones radiográficas características.

Diagnóstico por imagen Radiología simple

Los hallazgos radiográficos de la dis-coespondilitis varían dependiendo del tiempo que la enfermedad haya estado presente [1,2]. En la fase inicial de la dis-coespondilitis el primer hallazgo radio-gráfico suele ser una irregularidad o lisis concéntrica sutil de los platos vertebrales. Esto suele ir unido a un estrechamiento del espacio intervertebral secundario a la destrucción del disco intervertebral (figura 1). A medida que avanza la infección, la erosión de los platos vertebrales es más evidente y se observa una imagen más clara de lisis y un ensanchamiento del espacio intervertebral secundario a la pér-dida de hueso adyacente (figura 2). Si la enfermedad sigue progresando y entra en una fase más crónica, se origina una com-binación de osteolisis marcada y regene-ración ósea con formación de osteofitos vertebrales ventrales y esclerosis ósea. Los cuerpos vertebrales afectados pue-den pasar a ser más cortos de lo normal como consecuencia de la lisis de los pla-tos y cuerpos vertebrales. En ocasiones, las lesiones crónicas también pueden dar lugar a anquilosis vertebral, colapso completo del espacio intervertebral, sub-luxación vertebral, fracturas patológicas, escoliosis o cifosis (figura 3) [2,3,6,23,34]. En aquellos animales que presentan varios discos y espacios intervertebrales afecta-dos es común encontrar que algunos de los espacios presenten cambios radiográ-ficos compatibles con lesiones crónicas, mientras que otros presentan cambios más sutiles característicos de lesiones agu-das o recientes [1].

La radiología simple es, en muchas oca-siones, suficiente para obtener un diag-nóstico de discoespondilitis. Sin embargo, es importante remarcar que una limitación importante del uso de la radiografía como única técnica de diagnóstico por imagen es que los cambios radiológicos pueden tardar en aparecer hasta 2-4 semanas tras

iniciarse los signos clínicos de la enferme-dad [2,3,22,24,34,35]. Por lo tanto, en la fase aguda inicial de esta patología, es posible encontrarse con radiografías aparentemente normales, aunque los animales ya muestren signos obvios de dolor espinal. En estos casos en los que se sospeche de discoespon-dilitis pero las radiografías sean normales, lo ideal es realizar pruebas de diagnóstico por imagen más avanzadas como tomogra-fía axial computarizada (TAC) o resonancia magnética nuclear (RMN), puesto que son más sensibles para detectar cambios sutiles durante la fase más inicial de la discoespon-dilitis [23,24,33,35,36].

MielografíaEl uso de la mielografía se ha descrito

ocasionalmente en pacientes con discoes-pondilitis y déficits neurológicos indicati-vos de compresión medular [3,22,25,32,37]. En estos casos, se observa una atenuación y desviación dorsal de la columna ventral de contraste a nivel del espacio interverte-bral afectado, compatible con una lesión extradural [3]. En la actualidad, existen téc-nicas de diagnóstico por imagen como la TAC y la RMN que son más sensibles que la mielografía, por lo que ésta está siendo relegada a un segundo plano en la investi-gación de patologías espinales, incluida la discoespondilitis.

TACLa TAC es una técnica radiológica que

proporciona una resolución y detalle de los tejidos muy superior al de la radio-grafía. En concreto, proporciona infor-mación muy detallada de las estructuras óseas y permite detectar cambios óseos antes de que sean visibles en radiogra-fías [3,35]. En casos sospechosos de dis-coespondilitis en los que las radiografías no demuestren lesiones obvias, la TAC puede ser una herramienta muy útil para identificar lesiones osteolíticas sutiles y proporcionar un diagnóstico precoz de la enfermedad [3,23,35]. Asimismo, y en aquellos casos de discoespondilitis con déficits neurológicos asociados, la TAC se puede realizar en combinación con

una mielografía (“mielo-TAC”), propor-cionando información adicional sobre la presencia de compresión medular [3]. Los hallazgos típicos en pacientes con discoespondilitis incluyen áreas hipo-densas de los platos vertebrales compa-tibles con destrucción del hueso (lisis) y proliferación ósea irregular (figura 4) [2,12,23]. En aquellos casos con exten-sión de la enfermedad al interior del canal vertebral, la mielo-TAC permite visualizar la presencia de una lesión extradural con densidad de tejido blando (por ejemplo, granuloma inflamatorio, empiema) comprimiendo o desviando la médula espinal (figura 5) [3,12].

Resonancia magnéticaLa resonancia magnética o RMN per-

mite evaluar con gran sensibilidad el disco intervertebral, los platos vertebra-

les, la médula espinal y la musculatura paravertebral. La RMN es superior al TAC en la identificación de alteraciones del disco intervertebral asociadas a dis-coespondilitis que, en ocasiones, prece-den a la presencia de osteolisis en esta patología [3,33,35]. La RMN también permite identificar alteraciones de la médula ósea vertebral que se producen en la fase más inicial de la enfermedad y que pueden preceder a las lesiones osteolíticas [33,35,38]. Varios estudios han descrito los hallazgos característicos de RMN en la discoespondilitis canina [22-24,26,33,36]. Los discos intervertebra-les afectados aparecen hiperintensos en secuencias potenciadas en T2 y secuen-cias de supresión de grasa como STIR, e isointensos en secuencias potenciadas en T1 [24,33]. Asimismo, es frecuente que los discos intervertebrales afectados ten-gan una apariencia irregular y sean más estrechos de lo habitual, originando estre-chamiento del espacio intervertebral [33]. La médula ósea de los platos y cuerpos vertebrales afectados aparece hipointensa en secuencias T1 y T2 e hiperintensa en la secuencia STIR [24,33,36]. Los platos vertebrales también muestran irregulari-dad de sus bordes [33,36]. Tras la admi-nistración de contraste paramagnético, es frecuente que haya captación heterogé-nea de contraste en los discos interver-tebrales y los platos vertebrales afectados (figura 6) [24,33,36]. La RMN permite tam-

bién visualizar alteraciones de intensidad del parénquima medular, la presencia de compresión medular y/o de raíces nervio-sas, y cambios de intensidad de los tejidos paravertebrales [24,33].

Tanto la TAC como la RMN son supe-riores a la radiografía en el diagnóstico de discoespondilitis. Sin embargo, no es necesario llevar a cabo pruebas de diagnóstico por imagen avanzado en todos los casos de discoespondilitis. El uso de TAC o RMN se recomienda en las siguientes situaciones: 1. Aquellos casos sospechosos de dis-

coespondilitis en los que la radiografía no muestre lesiones obvias o concluyentes.2. Aquellos casos de discoespondilitis

en los que existen déficits neurológicos asociados para así poder caracterizar con más detalle la localización, gravedad y naturaleza (subluxación, fractura patoló-gica, empiema, absceso, granuloma) de la compresión medular.3. Aquellos casos de discoespondili-

tis en los que se planee realizar un trata-miento quirúrgico.

Ecografía abdominal, radiografías torácicas y ecocardiografía

En general, se recomienda obtener una ecografía de abdomen y radiografías de tórax en todos los casos de discoespondi-litis, con el objetivo de caracterizar el foco primario de infección. En aquellos casos con soplos cardiacos recién diagnosticados en los que exista sospecha de endocardi-tis, también se recomienda realizar una ecocardiografía.

Pruebas laboratoriales y cultivosHemograma y bioquímica

Los resultados del hemograma y la bio-química son habitualmente normales. La presencia de leucocitosis es poco común y, por tanto, no debe excluirse la posibili-dad de discoespondilitis basándose en un hemograma normal [1,2,3,6]. El análisis de orina debe realizarse siempre en animales con sospecha de discoespondilitis, puesto que el tracto urinario es el foco primario de infección más comúnmente asociado a esta enfermedad.

Líquido cefalorraquídeoEl análisis de líquido cefalorraquídeo

(LCR) no es una prueba que necesite rea-lizarse en todos los casos de discoespon-dilitis. Se recomienda obtener LCR solo en aquellos casos en los que se sospe-che que la enfermedad se ha extendido a través de las meninges para descartar meningitis o meningomielitis secunda-rias. En general, el LCR será normal si la discoespondilitis se limita a un proceso extradural con infección presente sola-mente en el disco intervertebral y platos vertebrales sin entrar en contacto con el espacio subaracnoideo que es donde se encuentra el LCR. Si hay extensión de

Es importante administrar

tratamiento antibiótico durante

al menos 2-4 meses para

minimizar el riesgo de recidivas

y fallos terapéuticos.Figura 3. Radiografía laterolateral de la columna cervical de un perro con discoespondilitis avanzada y subluxación en el espacio intervertebral C6-C7. Se observan hallazgos radiográficos característicos de la fase crónica de la enfermedad, con erosión y pérdida ósea evidente de los platos vertebrales, proliferación ósea y pérdida de la alineación normal del suelo del canal vertebral, originada por el desplazamiento dorsal de la porción caudodorsal del cuerpo vertebral de C6 respecto a C7.

Figura 4. Reconstrucción sagital (izquierda) y cortes transversos (centro y derecha) de un estudio de TAC de columna lumbosacra de un perro con discoespondilitis en el es-pacio intervertebral L7-S1. Se observan áreas hipodensas en los platos vertebrales de L7 y S1 compatibles con osteolisis.

Diagnósticos diferenciales

Los principales diagnósticos diferenciales de discoespondilitis incluyen enfer-medad del disco intervertebral, meningitis, traumatismo vertebral, y neoplasia. En general, la discoespondilitis se puede diferenciar radiográficamente de las neoplasias vertebrales, puesto que las neoplasias vertebrales suelen afectar a la zona media de un único cuerpo vertebral y no suelen extenderse a cuerpos vertebrales adyacentes.

Durante el tratamiento la obtención de radiografías de la zona afectada

cada 3-4 semanas puede ayudar a evaluar la evolución de la enfermedad.

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la infección a través de las meninges, el LCR puede mostrar aumento de proteí-nas y pleocitosis (aumento del recuento de células nucleadas), compatible con meningitis [3,6]. Aislamiento del agente causal

Junto con las pruebas de diagnóstico por imagen, una parte fundamental en el diag-nóstico de la discoespondilitis es intentar el aislamiento del microorganismo cau-sal. No siempre es posible, pero se debe intentar, puesto que la identificación de un microorganismo causal permite obtener un antibiograma y seleccionar la antibiote-rapia más adecuada en cada caso para evi-tar la resistencia bacteriana a antibióticos. Se recomienda obtener como mínimo un cultivo de orina y un hemocultivo [1-6,24]. Es muy importante intentar adquirir las muestras para cultivo antes de iniciar trata-

miento con antibióticos [3]. La muestra de sangre para hemocultivo debe obtenerse de manera estéril y realizar cultivos tanto en medio aeróbico como anaeróbico. Si es posible, se recomienda la obtención de la muestra para hemocultivo coincidiendo con un pico de fiebre, puesto que la fie-bre, a menudo, va ligada a la presencia de bacteremia activa lo que puede aumentar las posibilidades de obtener un hemocul-tivo positivo. Dependiendo del estudio, el porcentaje de hemocultivos positivos descritos en casos de discoespondilitis se encuentra entre un 34 y un 82 % de los casos [1,3,5,6,21,24]. En general, los culti-vos de orina son positivos entre el 28 y el 54 % de los casos [3,5,6,21,24]. Lo ideal es obtener al mismo tiempo un hemocultivo y un cultivo de orina, ya que la combi-nación de ambos eleva la posibilidad de aislar el agente causal [3-5,21].

También puede obtenerse un cultivo del material discal del espacio o espa-cios intervertebrales afectados [1-5,21,24]. Aunque esta muestra pueda parecer la ideal para cultivo, es técnicamente más complicada y no se realiza en todos los casos de discoespondilitis. El material discal puede ser obtenido mediante pun-ción con aguja percutánea (guiada a tra-vés de fluoroscopia o TAC) o durante la cirugía y curetaje del disco intervertebral [2,4,6,14,21,25,26,39]. Se recomienda en aquellos pacientes con hemocultivos y cultivos de orina negativos que no res-ponden adecuadamente a la antibiote-rapia inicial o en aquellos pacientes a los que se vaya a someter a un proce-dimiento quirúrgico para estabilizar una subluxación o fractura patológica secun-daria a discoespondilitis [2-4].

Pruebas serológicasEn Estados Unidos, la discoespondi-

litis secundaria a brucelosis comprende aproximadamente el 10 % de los casos de esta enfermedad [5-7]. Aunque en España la brucelosis canina es poco común, existen estudios que demues-tran resultados serológicos positivos en perros callejeros que confirman expo-sición a la bacteria [40]. La importancia de la brucelosis radica en que es una zoonosis con riesgos para la salud tanto de los animales como de las personas. Se recomienda realizar pruebas serológicas para descartar B. canis como el agente causal de la discoespondilitis en perros machos y hembras no castrados que se hayan usado para la cría, así como perros adoptados de perreras o de ori-gen desconocido, sobre todo si existen otros signos compatibles con brucelosis

(uveítis, linfadenopatía, lesiones derma-tológicas, u orquitis) [7]. Inicialmente se recomienda realizar un test serológico como la prueba de aglutinación rápida en placa o tubo [2,7]. La tasa de falsos negativos es muy baja (1 %), con lo que un test negativo sirve para descartar la enfermedad [2]. Sin embargo, los falsos positivos son comunes. Por lo tanto, si el resultado del test serológico inicial es positivo, hay que confirmar el resultado mediante el test de inmunodifusión en gel de agar (AGID) [41,42].

El diagnóstico definitivo se obtiene mediante hemocultivo positivo [41,42].

La discoespondilitis secundaria a aspergilosis sistémica es poco frecuente. En España se ha descrito en algunos pastores alemanes, raza predispuesta a sufrir esta enfermedad [28,43]. Si se sos-pecha de discoespondilitis secundaria a Aspergillus spp., el diagnóstico definitivo puede obtenerse mediante cultivos posi-tivos de orina, sangre, material discal o biopsia vertebral [30].

Tratamiento

MédicoEl tratamiento médico es el que se lleva

a cabo en la mayoría de los casos de dis-coespondilitis. El pilar fundamental del tratamiento médico es la antibioterapia prolongada. Es muy importante remarcar

la necesidad de administrar tratamiento antibiótico durante al menos 2-4 meses para minimizar el riesgo de recidivas y fallos terapéuticos [2-4]. Se recomienda el uso de antibióticos bactericidas ele-gidos basándose en los resultados de los cultivos y antibiogramas realizados. Mientras se espera a obtener los resulta-dos de los cultivos, se recomienda iniciar tratamiento con antibióticos de amplio espectro efectivos frente a bacterias de tipo Staphylococcus spp., como penicili-nas potenciadas (amoxicilina-clavulánico)

o cefalosporinas de primera generación (cefalexina, cefazolina) [2-4]. Se procederá de igual manera en aquellos casos en que los cultivos dan resultados negativos o en casos en que la situación económica del propietario no permita obtener cultivos para análisis. Una vez que se obtienen los resultados de los cultivos, se debe eva-luar si es necesario realizar cambios en la antibioterapia elegida inicialmente. La tabla incluye algunas de las medicacio-nes más usadas frente a los principales microorganismos causales aislados en casos de discoespondilitis. En pacientes con déficits neurológicos, fiebre, signos que evolucionan rápidamente, o sospe-cha de septicemia, se recomienda iniciar antibioterapia intravenosa durante 3-5 días, pasando después a la vía oral una vez que los signos iniciales más graves se resuelvan o estabilicen [3].

Figura 5. Reconstrucción sagital (A) y cortes transversos (B, C y D) de un estudio de TAC de columna lumbar de un perro con discoespondilitis y empiema asociado a nivel del espacio intervertebral L2-L3. Se observa lisis con-céntrica en los platos vertebrales de L2 y L3 (A - flechas rojas). En los cortes transversos se aprecia una pérdida completa de la grasa epidural en L2-L3 (B - flechas verdes) cuando se compara con un espacio intervertebral no afectado como T13-L1 (C - flechas azules). El mielo-TAC demuestra compresión extradural bilateral de la médula espinal a nivel del cuerpo vertebral L3 (D - flechas amarillas) compatible con compresión medular secundaria a la presencia de empiema. Asimismo, las flechas blancas indican reacción perióstica a este nivel.

Algunas medicaciones usadas frente a los principales microorganismos causales aislados en casos de discoespondilitis

Microorganismo Medicación Dosis

Staphylococcus spp.Cefalexina Cefazolina

Amoxicilina-clavulánico

20-30 mg/kg cada 8-12 horas 20 mg/kg IV cada 6 horas 12.5-25 mg/kg cada horas

Streptococcus spp. Amoxicilina 20 mg/kg cada 12 horas

Escherichia coli Enrofloxacina 5 mg/kg cada 12-24 horas

Actinomyces spp. Nocardia spp.

Penicilina G Amoxicilina-clavulánico

Clindamicina

100.000 U/kg IM, SC cada 12 horas 12.5-25 mg/kg cada horas 11-15 mg/kg cada 12 horas

Brucella canis Enrofloxacina Doxiciclina+estreptomicina

10 mg/kg cada 24 horas 10 mg/kg cada 12 horas+5-10 mg/kg

cada 12 horas

Aspergillus spp. Itraconazol Fluconazol

5 mg/kg cada 12-24 horas 2.5-5 mg/kg cada 12-24 horas

La mejoría radiográfica de las lesiones —posterior a la mejoría de

los síntomas clínicos— se observa a partir de la tercera semana de

tratamiento en animales menores de 1 año, mientras que en adultos

puede tardar de 6 a 12 semanas.

La tasa de falsos positivos es muy baja, con lo que un test negativo sirve

para descartar la enfermedad. Sin embargo, los falsos positivos son

comunes, de modo que si el resultado del test serológico inicial es positivo,

hay que confirmarlo con el test de inmunodifusión en gel de agar.

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radiográfica de las lesiones siempre es posterior a la mejoría de los signos clí-nicos. En general, la mejoría radiográfica se observa a partir de la tercera semana de tratamiento en animales de menos de 1 año de edad; mientras que en anima-les adultos, una evolución radiográfica positiva puede tardar de 6 a 12 semanas en aparecer [34]. Se recomienda prolon-gar el tratamiento antibiótico durante 4 a 6 semanas a partir del momento en que desaparecen las lesiones de lisis activa en las radiografías. Igualmente, se recomienda realizar una radiografía de control 4-6 semanas después de haber completado el tratamiento [2,34].

QuirúrgicoEl tratamiento quirúrgico de la disco-

espondilitis se reserva para los siguientes casos:1. Pacientes con cultivos negativos que

no responden a la antibioterapia inicial en los que se quieren obtener cultivos de material discal o biopsia del material óseo afectado.2. Pacientes con déficits neurológicos

importantes y compresión medular extra-dural debido a la presencia de subluxación o fractura patológica de cuerpos vertebra-les, empiema o granuloma [2,3,6,25,26].

La obtención de material discal para cul-tivo durante la cirugía se realiza mediante

el curetaje del disco afectado [1-3,6,20,25]. En un estudio que comparaba resultados de cultivos de material discal extraído mediante punción con aguja percutánea y mediante cirugía, se obtuvieron un 75 y un 100 % de cultivos positivos, respec-tivamente [21].

Si existe compresión medular, se debe elegir una técnica descompresiva adecuada dependiendo de la zona de la columna vertebral donde se localice la lesión (por ejemplo, hemilaminec-tomía, laminectomía dorsal, slot ven-tral). La discectomía percutánea guiada mediante fluoroscopia también se ha descrito como una opción quirúrgica en casos de discoespondilitis [44]. Si es posible, se debe utilizar la técnica qui-rúrgica más conservadora que permita descomprimir la zona afectada y tomar las muestras para cultivo, pero sin crear inestabilidad. Si existe inestabilidad que pudiera estar contribuyendo a agravar los signos neurológicos, se recomienda realizar un procedimiento de estabiliza-ción [2,3,6,19,39,45].

En casos de discoespondilitis secundaria a brucelosis se recomienda la castración de los animales afectados [2,7].

Pronóstico

El pronóstico de esta enfermedad es generalmente bueno. La mayoría de los perros que solo presentan dolor espi-nal o dolor junto a déficits neurológi-cos de carácter leve responden bien al tratamiento médico con antibioterapia y analgesia. El pronóstico se considera reservado en aquellos casos con déficits

neurológicos muy graves, discoespondi-litis secundaria a organismos fúngicos, presencia de subluxaciones o fracturas patológicas, y endocarditis. Las recidivas son posibles, especialmente si el trata-miento antibiótico se retira de manera prematura. Los casos de discoespondilitis secundarios a brucelosis suelen respon-der a la antibioterapia, pero las recidivas son habituales y es frecuente que los perros afectados necesiten de tratamiento antibiótico periódico [2-4,6]. o

Bibliografía disponible en www.argos.grupoasis.com/bibliografias/discoespondilitis170.doc

Figura 6. Imágenes sagital (izquierda) y transversa (derecha) de RMN en secuencia potenciada en T1 tras la administración intravenosa de contraste paramagnético. Las imá-genes son compatibles con discoespondilitis en el espacio intervertebral T2-T3. Se observa irregularidad y lisis del plato vertebral caudal de T2 y del plato vertebral craneal de T3, lo que ha originado un acortamiento de ambos cuerpos vertebrales (imagen izquierda flecha roja). También se observa captación marcada y heterogénea de contraste en el disco intervertebral y platos vertebrales afectados (imagen izquierda), así como en el tejido blando lateral y ventral al espacio intervertebral T2-T3 (imagen derecha).

El tratamiento quirúrgico se reserva para pacientes con cultivos

negativos que no responden a la antibioterapia inicial en los que se

quieren obtener cultivos de material discal u óseo y para aquellos con

déficits neurológicos importantes y compresión medular extradural.

debe mantener la antibioterapia durante al menos 8 semanas, aunque algunos animales pueden requerir tratamiento con antibióticos durante 6 meses o más [3,5]. Si no se observa una evolución positiva de los signos en 7-10 días tras el inicio del tratamiento, se recomienda reevaluar el caso y valorar la posibilidad de cambiar de antibiótico, obtener culti-vos de material discal si no se ha hecho previamente, y descartar microorganis-mos fúngicos [3].

Junto con la antibioterapia, el trata-miento médico durante la fase inicial también comprende el uso de analgé-sicos, antiinflamatorios no esteroideos y reposo [2,3]. Generalmente, el uso de analgésicos y antiinflamatorios solo es necesario durante la primera semana de tratamiento, hasta que la antibioterapia comience a funcionar. La restricción de la actividad durante la fase inicial del trata-miento es recomendable para disminuir el riesgo de subluxaciones o fracturas patológicas. Una vez que los signos clíni-cos mejoran, se puede iniciar un aumento progresivo de la actividad.

Durante el tratamiento, la obtención de radiografías de la zona afectada cada 3-4 semanas puede ayudar a evaluar la evo-lución de la enfermedad. Sin embargo, es importante recordar que el aspecto radiográfico de la discoespondilitis con-tinúa empeorando durante las primeras semanas de tratamiento, a pesar de que los signos clínicos mejoren o se resuel-van [34]. Por ello, la valoración de las radiografías en pacientes que ya están recibiendo tratamiento debe realizarse con cautela y junto con la sintomatología clínica. En la discoespondilitis la mejoría

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Una vez iniciado el tratamiento anti-biótico, el dolor espinal y los signos sis-témicos mejoran en 4-5 días. Los déficits neurológicos suelen tardar más tiempo (de varias semanas a 2-3 meses) en mejorar. Si hay mejoría de los signos, se