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    Defensa e ilustracin del Manifiestohistoriogrfico de Historia a Debate*

    Carlos BarrosUniversidad de Santiago de Compostela

    El Manifiesto historiogrfico de la red temtica internacional Historia a Debate,que vamos a desarrollar aqu, es un texto resumido de 18 proposiciones cientficas sobremetodologa, historiografa, teora de la historia y relacin de los historiadores connuestro tiempo, que, traducido a ocho idiomas, ha tenido ya una gran difusin a travsde Internet y de diversas publicaciones acadmicas de Europa y Amrica. En su primerao de existencia se han adherido a esta plataforma historiogrfica, 177 investigadores

    y profesores universitarios de historia de 20 pases1.Confiamos que estos amplios comentarios ayuden a un mejor conocimiento de

    nuestras propuestas, permanentemente abiertas y elaboradas por 24 historiadores deEspaa, Francia, Mxico, Estados Unidos, Argentina, Venezuela, Brasil, Cuba yEcuador2, y animen a los lectores partidarios de un compromiso historiogrfico

    renovado, actualizado y global, a contribuir a su apoyo, difusin y desarrollo3.

    Por qu un Manifiesto?

    Hemos elegido el trmino Manifiesto para subrayar lo que tiene nuestra

    propuesta acadmica de llamamiento colectivo a una re-nueva escritura de la historia4adecuada a los problemas que el siglo que nace est planteando a la historiografa, y a lahistoria misma. Somos, por consiguiente, conscientes de que el formato elegido para dara conocer nuestra alternativa historiogrfica es en s mismo un programa. En tiempos

    *Versin escrita, ampliada y revisada en marzo de 2003 por el autor, coordinador de la redinternacional HaD, de una conferencia inicialmente dictada en la Universidad Torcuato diTella de Buenos Aires, el 15 de octubre de 2001; en el IV Congreso Nacional de Historia deEntre Ros de Concepcin del Uruguay, Argentina, el 18 de octubre de 2001; y en laUniversidad Ricardo Palma de Lima, Per, el 14 de diciembre de 2001.

    1Se puede acceder al texto del Manifiesto en castellano, gallego, cataln, portugus, italiano,alemn, francs e ingls; a la lista actualizada de los historiadores suscritos y comprometidoscon su desenvolvimiento y promocin; a los comentarios y debates suscitados; a las

    investigaciones generadas a partir de su publicacin el 11 de setiembre de 2001 en elapartado de Manifiesto de www.h-debate.com.

    2Se pueden consultar, asimismo, versiones y mensajes cruzados, entre junio y setiembre de2001, en el apartado Elaboracin del Grupo Manifiesto en la web de nuestra red.

    3 Para entrar en contacto con nosotros, escribir a [email protected].

    4 Suelen preguntarnos si la terminacin de su elaboracin el 11 de setiembre es unacasualidad, realmente coincidi la conclusin de nuestro trabajo por esas fechas, pudimos

    poner ciertamente un da anterior o posterior, pero decidimos firmarlo simblicamente el 11

    de setiembre para expresar nuestra voluntad de contribuir, desde la historia que se escribe, auna historia alternativa al 11-S y sus consecuencias.

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    de fragmentacin5y conformismo individualista no es habitual que acadmicos/as detan diferentes reas, universidades y pases, se encuentren6, desafiando la crisis de lahistoria, alrededor de posiciones historiogrficas comunes y que, a bandera desplegada,proclamen su compromiso colectivo sin complejos.

    Hemos visto como el Manifiesto le tiembla en las manos -metafricamente- ams de un colega conservador (clsicos y posmodernos) por el hecho de llamarseManifiesto, y nos parece normal: se trata de una iniciativa conscientemente provocadorade gloriosos antecedentes. Manifiesto se llam aquel editorial, Cara al viento.Manifiesto de los nuevos Annales7, que escribi Lucien Febvre en 1946, dos aosdespus del fusilamiento de Marc Bloch, anunciando la reaparicin de la revista-escuelaque ambos haban fundado en 1929, donde se aseguraba que Los Annales cambian,porque alrededor todo cambia: los hombres y las cosas8. Aunque, justo es reconocerlo,el manifiesto ms famoso e influyente de la historia intelectual y polticacontemporneas es aquel que redactaron Marx y Engels en 1848 para la Liga de losComunistas, antecedente de la I Internacional, y que empezaba diciendo aquello de unfantasma recorre Europa..... El Manifiesto Comunistacondujo con el paso de los aos a

    otra corriente acadmica de historiadores, basada en el materialismo histrico, queejerci un importante influjo en la llamada revolucin historiogrfica del pasado siglo XXy que tuvo como expresin ms acabada la revista-escuela Past and Present, fundadaen 1952 por el grupo de historiadores del Partido Comunista britnico.

    Ante tan ilustres y subversivos antecedentes, qu aporta este modestoManifiesto de la red acadmica internacional HaD? Tres nuevas dimensiones: 1) porcronologa e intenciones el nuestro es un Manifiesto del siglo XXI; 2) su redaccin

    original no est en alemn, francs o ingls, sino en espaol9; 3) supone una respuesta

    5 Cuando iniciamos, en 1999, el funcionamiento de HaD como comunidad digital, nosdefinimos as: HISTORIA A DEBATE es una RED estable que, en tiempos defragmentacin comunica y rene a historiadores de todo el mundo, mediante actividades

    presenciales y en la red de redes, dentro y fuera de las instituciones acadmicas, que buscadinamizar intercambios y contactos multilaterales entre sus miembros ms all de lasfronteras de la especialidad y de la nacionalidad, de las diversas filias y fobias, decualesquiera ideologa cerrada (del texto Qu es HaD? colgado en web).

    6El encuentro de tantos y tantas no hubiera sido posible sin la Red: el Manifiesto de HaD esun fruto pionero, en su elaboracin y en su difusin, de las nuevas formas de sociabilidadacadmica que est engendrando la revolucin tecnolgica de la comunicacin global.

    7Lucien FEBVRE, Combates por la historia, Barcelona, 1975, pp. 59-71.

    8 Bernard Lepetit intent sin xito hacer lo mismo en 1989 ( mientras se caa el muro deBerlin) al promover un tournant critique de los Annales que hiciese resurgir de sus cenizasel espritu renovador de la escuela de Bloch y Febvre, Carlos BARROS, "El 'tournantcritique' de Annales", Revista de Histria Medieval, Valencia, n 2, 1991, pp. 193-197; LaEscuela de los Annales y la historia que viene, La historia que se fue. Suplemento culturaldel Diario de Sevilla, n 99, 18 de enero de 2001 (artculos que se pueden examinar eimprimir libremente en www.cbarros.com, como el resto de los trabajos breves del autor).

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    El reciente auge del idioma castellano, dentro y fuera de Internet, y en los propios EE.UU., es un buen anticipo del multiculturalismo plural que viene.

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    no conservadora10a los efectos acadmico-historiogrficos del relevo generacional quetendr lugar por razones biolgicas en dentro de 10 o 15 aos.

    Si alguien piensa que el movimiento acadmico de HaD es una reminiscencia dela generacin del 68, se equivoca11: la mayora de los firmantes del Manifiesto del ao2001, sobre todo en Espaa, y de una gran parte de los componentes de la red HaD,

    han nacido en los aos 60 y tienen por lo tanto delante una media de 30 aos de vidaacadmica. Se trata de una generacin intermedia en ascenso, llamada a ocupar lospuestos acadmicos ms significativos en la prxima dcada, cuando se produzca elgran relevo demogrfico del que hablamos en el punto XII del Manifiesto, y de la cualcabe esperar12 una mayor capacidad para entender lo que hay de nuevo en lostrascendentales cambios sociales y culturales, histricos e historiogrficos en curso.

    El Manifiesto de HaD que, pese a su brevedad, necesit de ocho aos dereflexiones y confrontaciones para plasmarse, tiene por objeto promover el consensohistoriogrfico a travs del debate y la bsqueda de sntesis creativas, segn lasenseanzas de la dialctica clsica y/o del nuevo pensamiento complejo, y est abierto afuturos desarrollos y revisiones en los que pueden participar aquellos colegas que,

    coincidiendo con lo esencial del Manifiesto, lo soliciten libremente sin distincin denacionalidad, edad o estatus acadmico13. La dinmica del Manifiesto no es apta, por lotanto, para nostlgicos de los sistemas cerrados, hay que rebasar las actitudesautosuficientes de no pocas escuelas e ideologas del siglo de los extremos, somoscontrarios a las defensas absolutas de tal o cual proposicin o lnea de investigacin -incluidas las nuestras- como si fuesen las nicas vlidas. Sectarismo acadmico que hafacilitado, por reaccin, la difusin del todo vale de la posmodernidad historiogrfica,antesala del triunfal regreso de la historia de los grandes hombres y del mitopositivista de la historia tal como fue, en un movimiento pendular, peligroso para elfuturo de nuestra disciplina, que Historia a Debate quiere contrarrestar con tolerancia,debate y consenso, por este orden.

    Prueba de la viabilidad de las propuestas historiogrficas y tericas del Manifiesto,y de la pertinencia de su enfoque abierto y no obstante comprometido, est en lacontinuidad, y expansin, de HaD desde sus comienzos en 1993 (I CongresoInternacional Historia a Debate). El gran salto ha tenido lugar en 1999, ao de

    10Queremos advertir que la larga experiencia de HaD nos ensea que, en historiografa, lostrminos conservador y progresista no siempre se corresponden con sus tradicionalesdefiniciones polticas.

    11La generacin de 1968, a la que pertenece a mucha honra el que os escribe, evolucion demanera bien diversa, se hizo mayor, alcanz el poder, siendo muy aventurado atribuirle en

    su mayora, tres dcadas despus, un inters o una capacidad reales en protagonizar nuevoshorizontes de progreso e innovacin en la campo de la historia y de la historiografa.

    12Tiene en su debe esta generacin de acadmicos, que ronda hoy los 40 aos, el habercrecido a la sombra de la generacin del 68 que ha dejado una gran impacto en la historia y lahistoriografa, y el haber desconocido la experiencia directa de los sujetos histricos ehistoriogrficos en accin, si bien el retorno del sujeto social desde mediados de los aos 90,y la aceleracin histrica entre siglos, empieza a suplir dicho vaco.

    13 Los firmantes del Manifiesto constituimos una sublista de la red HaD, que llamamosGrupo Manifiesto (GM), que tiene por cometido seguir los debates y la evolucin histrica e

    historiogrfica ms inmediatas, dentro y fuera de HaD, ampliando y verificandopermanentemente nuestra posicin historiogrfica comn.

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    celebracin del II Congreso e inicio de la construccin de nuestra red digital que alcanzaya a los departamentos de historia de unas 250 universidades en los cinco continentes.As y todo, Historia a Debate es un movimiento historiogrfico joven. Diez aos es pocotiempo para el desarrollo de una corriente acadmica de mbito internacional, lo propiode nuestro medio es el tiempo lento, si lo comparamos con el periodismo o la poltica. Sibien Internet est acelerando las relaciones, el debate y el consenso, permitiendo

    constituir nuevas y extensas comunidades acadmicas conectadas en tiempo real,tambin es cierto que partimos de una basta fragmentacin (donde el fragmento msestable es el individuo) y de una honda crisis de las corrientes historiogrficas quedominaron nuestra disciplina en gran parte del siglo XX, factores ambos que dificultantodo proyecto de reconstruccin paradigmtica, generando confusin, dudas eincertidumbre, que han provocado un vaco que HaD aunque quisiera no puede colmar,de ah que animemos a otros a seguir nuestro camino, creando comunidades/red ytendencias historiogrficas explcitas, segn se dice en el punto IX del Manifiesto.

    I. TENDENCIA LATINA

    Destacbamos antes la novedad -para muchos sorpresa e incluso incomodidad-

    que entraa una alternativa historiogrfica internacional de origen hispano. De hecho,para bien y para mal, HaD es la primera tendencia historiogrfica latina en la historia dela historiografa. Tardamos un tiempo en tomar conciencia de que la posibilidad tericade un eje historiogrfico iberoamericano, planteada inmediatamente despus del I

    Congreso14, se estaba haciendo realidad15y que poda, y deba, transformarse en unacorriente acadmica de vocacin global sobre la base historiogrfica de un mnimocomn denominador, proceso iniciado el 11 de setiembre de 2001 con la salida a la luzdel Manifiesto.

    Conviene aclarar que Historia a Debate es una red latina pero abierta,multinacional y multilnge desde siempre. En los I y II Congresos de Santiago deCompostela han funcionado servicios de traduccin simultnea espaol/francs/ingls.

    Las transcripciones de las mesas redondas del II Congreso estn editadas en sus idiomasoriginales, al igual que ponencias y comunicaciones, que han sido seleccionadas para supublicacin en las Actas, en base a criterios de calidad, adaptacin al temario y equilibrioentre continentes y reas acadmico-lingsticas. Tanto en las actividades presencialescomo digitales de HaD vienen participando universidades de unos 50 pases, sinembargo, cuando hace tres aos HaD deviene red acadmica digital, dando lugar almayor perodo de expansin -hasta al presente- y a un notorio sentimiento de

    pertenencia16, se reafirma su carcter latino: los debates tienen lugarpredominantemente en castellano, siendo hispanoparlantes17 ms del 80 % de

    14Decamos en la presentacin, redactada por el autor, del volumen latinoamericano del I

    Congreso HaD: Tenemos que privilegiar las relaciones bilaterales entre las historiografaslatinoamericanas y la historiografa espaola... Es posible, y necesario, un eje historiogrficoiberoamericano...,Historia a Debate. Amrica Latina, Santiago de Compostela, HaD, 1996.

    15Nuestro emergente eje euroamericano de base hispana corre paralelo al tradicional eje derelaciones historiogrficas entre Europa y Amrica de base anglfona: marxista en los aos70 y 80, y posmoderno en los aos 90.

    16El sentimiento de pertenencia de los miembros de la red HaD se puede estudiar en losmensajes difundidos, y colgados en la web, de los diferentes debates y, sobre todo,generados por los diversos aniversarios celebrados comunitariamente.

    17Las tres patas de H-Debate digital son, hoy por hoy, Espaa, Amrica Latina y los EE.UU. hispanos: desde la universidad espaola se coordina y orienta la red, la aportacin

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    miembros de las tres listas de correo electrnico (2.247 en agosto de 2002) y ms del50 % de los visitantes de nuestra web trilinge (una media de 1000 diarios a finales de2002), si bien se mantienen aproximadamente uel medio centenar de pases conectadosa HaD, en su mayora no hispanos. Unos 200 historiadores de habla inglesa, francesa,alemana, etc., siguen pues los debates de HaD a travs de las traducciones automticasespaol/ingls que hoy por hoy podemos ofrecer18, lo que demuestra el inters queprovoca esta indita experiencia historiogrfica en todo el mundo.

    La tendencia actual en Internet, conforme se va generalizando su uso en Europa,Amrica Latina y Asia, es a cierta fragmentacin del ciberespacio en comunidadeslingsticas19, ciertamente contraria a su naturaleza esencial de medio global decomunicacin. Tal vez la interactividad mundial/global que supone la red de redes slose podr realizar plenamente cuando los adelantos tcnicos hagan posible unatraduccin automtica multilateral y de mayor calidad. Mientras tanto, HaD seguircombinando su identidad latina con su vocacin global, multilnge, tanto en medios decomunicacin acadmica convencional (como los congresos) como en la red, apostandocara al futuro por un multilingismo ponderado basado en el ingls20y el espaol, no

    son acaso las dos lenguas francas ms utilizadas, dentro y fuera de Internet, en elmundo occidental?, y abierto a otras lenguas.

    El espaol es, segn Global Reach, el cuarto idioma mundial de los usuarios enInternet (7,2 %), duplicando el uso del francs (3,9 %), por debajo del japons y delchino, quedando a distancia de todos ellos el ingls (40,2 %), cuyo carcter minoritariose va a acentuar de todos modos en los prximos aos: en 2003 los usuarios en inglsse reducirn al 34,6 %, y los usuarios en otros idiomas duplicarn entonces al los

    anglfonos21. Esta progresiva prdida de la importancia internacional del ingls en lascomunicaciones digitales favorecer en Occidente al espaol. Estamos ante unaposibilidad histricamente indita para transformar el castellano en la segunda lenguafranca occidental, siempre y cuando seamos capaces de desarrollar contenidos

    proporcionalmente en espaol, pues ah donde la hegemona del ingls en el mundo webera en 2000 todava del 68,3 % (datos de CiberAtlas), mientras que los contenidos enespaol son solamente la tercera parte (2,4%) de lo que nos correspondera por el

    nmero de usuarios, y lo mismo pasa con otros pases22. La falta de contenidos en otros

    mayor a los debates viene de las universidades latinoamericanas, habiendo disminuido, demanera preocupante, la participacin en la red de los colegas norteamericanos desde el 11-S.

    18 A medio plazo aspiramos a obtener financiacin para, cuando menos, organizar unservicio de revisin de las actuales traducciones automticas, que de todas maneras facilitanla comprensin de los mensajes a aquellos colegas que tienen algunos conocimientos de

    espaol (se difunden las dos versiones juntas).19Los espacios digitales en alemn, japons y francs, son potentes, pero estn prcticamenterestringidos a sus respectivas fronteras nacionales, a diferencia de las redes en espaol quetienen una potencialidad de crecimiento internacional muy superior, slo superada por elingls.

    20Tenemos en estudio una cuarta lista de correo electrnico en ingls, cuestin sobre la quehemos abierto un debate (ver HuD in English? en www.h-debate.com) en el que se hanmanifestado posiciones encontradas.

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    Vase http://global-reach.biz/globstats/index.php3.22Vase http://cyberatlas.internet.com/big_picture/demographics/

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    idiomas est frenando gravemente, por otro lado, la expansin de Internet por elmundo. La responsabilidad del espaol es, al respecto, grande, por ser el idiomaeuropeo con ms posibilidades de proyeccin global.

    I.1 Espaa-Amrica

    Partiendo de un pasado historiogrfico ms receptor que emisor de novedades,es posible ahora, desde Espaa y Amrica Latina, lograr una proyeccin mundial quevaya ms all del mbito acadmico latino? Pensamos que s y lo estamos yademostrando. En este mundo globalizado, las preguntas y las respuestas histricas ehistoriogrficas difieren cada vez menos de un pas a otro, de un continente a otro. Y elmundo universitario iberoamericano es muy adecuado para generar nuevas sntesishistoriogrficas.

    Por qu ha surgido esta alternativa historiogrfica en Espaa y se ha extendidotan rpidamente en Amrica Latina? Cmo ha sido posible que ahora, y no antes,comunidades acadmicas de historiadores de Espaa y de Amrica Latina alimenten,trabajando en red, una corriente historiogrfica con acentos propios?

    Hagamos historia de la historia. Los historiadores latinos venimos, como el restode la historiografa acadmica, de la matriz universal del positivismo decimonnico deorigen alemn. Despus recibimos la revolucin historiogrfica del siglo XX de facturaprincipalmente francesa e inglesa que se extendi, en las dcadas de los aos 60 y 70,por Espaa y Amrica Latina, en el marco de intensas luchas histricas, sociales y

    polticas23, que marcaron la formacin de los historiadores espaoles y latinoamericanosms avanzados. Nuestras historiografas tienen en comn haber sido, a falta de escuelaspropias de irradiacin internacional, un crisol casi perfecto de la recepcin de las nuevashistorias annalistes y marxistas, engendrando una suerte de sntesis y territorio

    comn24, que no ha existido tan claramente equilibrado en los pases de origen25.Tenemos por tanto, a uno y otro lado del Atlntico, una historia de la historia comn,

    adems de compartir una historia comn y constituir una misma comunidad lingstica ycultural, hoy extendida a los EE. UU. Los programas de intercambio de profesores yestudiantes, entre Espaa y Amrica Latina, han favorecido desde 1992 esta fuerteinterrelacin universitaria, paralela a la emergencia de la red iberoamericana de HaD deactividades digitales y presenciales. Interrelacin, historia e historiografa comunes,identidades culturales, que hacen de Espaa el interlocutor obligado para la relacincultural, acadmica e historiogrfica, de Amrica Latina con Europa.

    La falta de una tradicin propia de escuelas historiogrficas de proyeccininternacional, durante el pasado siglo, hizo del mundo latino, europeo y americano, un

    article/0,,5901_408521,00.html.23No menos intensas -aunque menos ideologizadas- que las que estn teniendo lugar ahoraen Amrica Latina, y en Europa meridional, como consecuencia de la globalizacingalopante y sus efectos.

    24 El tercer componente fue el neopositivismo, vase El paradigma comn de loshistoriadores del siglo XX, Medievalismo, Madrid, Sociedad Espaola de EstudiosMedievales, n 7, 1997, pp. 235-262.

    25 A riesgo de simplificar podramos decir que, desde el punto de vista de la renovacin

    historiogrfica, en Francia predomin Annales, en Gran Bretaa el marxismo historiogrficoy en EE. UU. el neopositivismo.

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    terreno virgen para la importacin, con frecuencia acrtica, de las novedadeshistoriogrficas venidas de Francia, primero, y del mundo angloamericano, despus, loque nos alej de nuestras especficas races y realidades histricas, nacionales ycontinentales, al tiempo que benefici sin duda a nuestras historiografas con losavances metodolgicos e historiogrficos ms recientes. El balance final fue desde luegopositivo, pero hoy la situacin es muy otra, aunque perdura en algunas mentalidades

    acadmicas los complejos engendrados por tan prolongada relacin dependiente.

    Nos preguntamos que hubiese pasado si Claudio Snchez Albornoz, AmricoCastro, Bosh Gimpera o Rafael Altamira, no hubiesen tenido que exiliarse, durante laguerra civil espaola, a Argentina y Mxico, pases donde hicieron escuela. El caso deSnchez Albornoz es ejemplar porque creo una buena escuela de medievalistas en unpas como Argentina que no tiene historia medieval. Qu hubiese sido de lahistoriografa espaola si l y otros historiadores hubiesen podido quedarse en Espaa?Habran creado una escuela historiogrfica especficamente espaola? No podemosdescartarlo. Claudio Snchez Albornoz, tenido por representante de una historiografatradicional, positivista e institucionalista, lo que por supuesto fue, dio asimismotempranos pasos en el campo de la historia econmico-social y aun de la historia de las

    mentalidades26. El exilio de la historiografa republicana espaola, y la autarquaacadmica posterior, trajeron consigo un prolongado parntesis conservador que slo secerr, en los aos 70, con la asuncin, a menudo mimtica, de las nuevas historias deAnnales y del marxismo que entraban por los Pirineos, haciendo tabla rasa de lahistoriografa liberal anterior al franquismo.

    Este pasado dependiente de las historiografas espaola y latinoamericana tienede bueno, segn ya dijimos, que abrieron nuestras historiografas a lo nuevo. Carcterreceptivo que nos permite hoy, en plena crisis de las historiografas nacionales que tantonos ensearon antao, transformar el retraso en ventaja, porque una gran tradicin -merefiero aqu a la tradicin renovadora en el siglo XX- puede ser, y es, una pesada losapara la necesaria adaptacin del historiador a las nuevas realidades histricas e

    historiogrficas.

    I.2 Desfocalizacin, multiculturalismo, red

    Por qu ahora, en el trnsito del siglo XX al siglo XXI, y no antes, es posible unahistoriografa latina no dependiente? Por la envergadura de los cambios histricos queestamos viviendo desde la cada del muro de Berln, sobre todo los procesos diversos ycontradictorios de una inacabada globalizacin que desmienten da a da el proclamadofin de la historia de Francis Fukuyama.

    Decamos en la convocatoria del II Congreso: Y cuando cambia la historia, nocambia asimismo la escritura de la historia?. El cambio internacional ms relevante paranuestro anlisis se da, por descontado, en las relaciones historiogrficas: "El

    agotamiento de los focos nacionales de renovacin del siglo XX ha dado paso a unadescentralizacin histricamente indita, impulsada por la globalizacin de la informaciny del saber acadmico y superadora del viejo eurocentrismo" (punto VII del Manifiesto).

    Historia a Debate no es el nico ejemplo de iniciativa historiogrfica, desde laantigua periferia, provocada por el efecto descentralizador y democratizador de laglobalizacin. Un precedente sera la historiografa poscolonial, originada en la India a

    26 En las Estampas de la vida de Len hace mil aos (Madrid, 1934) Snchez Albornozcombina erudicin, vida cotidiana e incluso estilo literario con narradores ficticios, que nos

    muestran un historiador audaz que incursiona en unas historia de las mentalidades todavasin bautizar.

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    partir de los estudios subalternos gramscianos27. Habra que citar tambin la propuestanorteamericana de la World History, la historia global entendida como historiamundial28. Surgirn asimismo otros formas de hacer la historia del nuevo movimientosocial global, tan distinto de los movimientos sociales del pasado siglo, y del impacto delas nuevas tecnologas de la comunicacin sobre la escritura de la historia y la

    sociabilidad de los historiadores.Las relaciones historiogrficas estn sujetas hoy a grandes cambios. Van

    quedando atrs aquello de que un foco de renovacin de mbito nacional se proyectabainternacionalmente por el sistema de las dependencias historiogrficas derivadas dedependencias culturales, econmicas y polticas. Ahora son precisas alternativasmultinacionales y globales en origen, inclusive para obtener y mantener influencia en elsolar acadmico nacional. Multifocalidad y simultaneidad que resultara imposible sinInternet, parte importante de los efectos igualadores de la globalizacin, mal que lespese a los nostlgicos de las viejas relaciones coloniales.

    Historia a Debate es sntoma, causa y consecuencia, de la desfocalizacinhistoriogrfica provocada por una globalizacin diversa que est dando a luz una nueva

    historiografa que se manifiesta, o que puede manifestarse29, en Internet con un gradode interrelacin global, libertad, creatividad y adaptabilidad a los cambios, superior a laque ofrecen los medios tradicionales, siempre necesarios30.

    El futuro de esta nueva historiografa que propugnamos, y practicamos, mirandohacia adelante sin hacer tabla rasa del siglo XX, ni volver al siglo XIX, va a depender(punto XVIII del Manifiesto), junto con el desarrollo de Internet, de los avances de esaglobalizacin ms democrtica, social y pacfica, que naci en diciembre de 1999 en laciudad de Seattle... Movimiento social global, con importantes apoyos intelectuales,acadmicos y polticos, que est logrando ya, pese a su juventud, influir positivamente,desde abajo, en un proceso descontrolado de la economa y las multinacionales,

    agravado por el terrorismo y las crecientes desigualdades Norte/Sur y Este/Oeste, queno puede ser gobernado autoritaria y unilateralmente, como demuestran los hechosposteriores al 11 de setiembre, por una superpotencia imperial a la manera de Roma odel Antiguo Rgimen. Desde el conocimiento del pasado y del presente (enfocadohistricamente), los historiadores podemos contribuir a una globalizacin alternativa que

    27La frustracin que ha supuesto la pronta asimilacin de parte de los estudios subalternosindios por el posmodernismo y el giro lingstico, en el marco de los Estudios Culturalesnorteamericanos, no resta inters a su propuesta original, cuya dimensin crtica poscolonialdebera formar parte de la globalizacin historiogrfica que necesitamos.

    28

    Vase el debate que tenemos abierto sobre historia mundial/historia global en www.h-debate.com.

    29 Somos conscientes de que existen en Internet muchas pginas de historia de contenidotradicional y nada interactivas, pero las que cuentan e influyen realmente son aquellas quese adaptan al medio y crean nuevas relaciones, nuevos contenidos, nuevas realidadeshistoriogrficas.

    30Los contactos digitales son insuficientes, continuamos con las actividades presenciales yconvencionales (viajes, congresos, publicaciones en papel); lo realmente nuevo tal vez nosea tanto la red en s misma como su combinacin con las actividades tradicionales, la

    potencialidad de Internet se manifiesta sin duda en simbiosis con los anteriores modos decomunicacin.

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    garantice un futuro ms humano para todos los mundos, gneros y clases. Nosconsideramos parte, pues, de la historia que sigue al final de la historia: es acasocasual que el movimiento llamado antiglobalizacin haya nacido el mismo ao en queHaD entr en Internet acelerndose exponencialmente su proceso de articulacin comored acadmica global?

    Trastocados los viejos centros y periferias historiogrficos, Historia a Debatepropone y practica, en resumen, un nuevo modelo de relaciones historiogrficasinternacionales, en consonancia con el tiempo presente, cimentado en el intercambioigual, el multiculturalismo historiogrfico y el trabajo en red.

    Proponemos y practicamos un intercambio igual y multilateral de reflexiones,investigaciones y experiencias historiogrficas entre pases y continentes. La grannovedad del siglo XXI es, o debera ser, que la aportacin de una historiografa no tieneporque estar ya tan determinada por la superioridad econmica y poltica de un passobre otro. Durante los siglos XIX y XX las innovaciones historiogrficas slo podansurgir de los pases avanzados econmicamente: Alemania, Francia, Inglaterra, Estados

    Unidos..., segn el orden marcado por la sucesin histrica de las grandes potencias31.

    Ahora la situacin es distinta: profesores formados en las antiguas metrpolis del saberacadmico, pueden ya pensar por si mismos y crear escuelas propias en las antiguasperiferias, y, lo que es ms importante, el mismo proceso de la globalizacin digital de lainformacin y del saber atena progresivamente las distancias entre todos los pases y

    los continentes32. El intercambio entre comunidades acadmicas nacionales ser, portanto, ms igual conforme ms se desarrolle y democratice la globalizacin. Estamosviviendo ya este novsimo proceso, hoy ya no seran factibles fenmenos unilaterales debase nacional como la irradiacin desde Alemania del positivismo (desde finales del sigloXIX) o de la escuela de Annales desde Francia (sobre todo desde la derrota de Alemaniaen la II Posguerra mundial).

    Las cosas han cambiando mucho desde la cada del muro de Berln, que en un

    principio pareci favorecer los intentos desde EE. UU. de liderar iniciativas acadmicascon propuestas, distintas pero convergentes, como el posmodernismo o el final de lahistoria de Fukuyama, ambas hoy en declive. La descentralizacin geogrfica del mundouniversitario estadounidense, su carcter abierto, hace por lo dems dificultosa laexportacin, a la francesa, de una posicin historiogrfica articulada. Norteamrica esms permeable que nadie a la diversidad de Internet, y los tiempos actuales no estn

    para unilateralismos33, y menos todava en el mundo acadmico.

    31 La globalizacin socava la vieja preponderancia de los Estados nacionales variandoobjetivamente la geopoltica mundial y las relaciones acadmicas internacionales, sin que

    ello quiera decir que exista una relacin mecnica entre aqulla y stas: Francia fue en elsiglo XX referencia cultural internacional bastante por encima de su papel en la economa yla poltica mundial.

    32No desconocemos la brecha digital existente entre el primero y tercer mundo (que incluyebuena parte de lo que fue el segundo), si bien el sector acadmico resulta menos afectado queotros sectores sociales; el sistema universitario mundial est casi en su totalidad conectado aInternet, y un mayor dinamismo humano suele compensar las menores facilidades deconexin, segn la experiencia latinoamericana en HaD.

    33 Lo demuestran las dificultades crecientes del Gobierno de Bush para imponer sus

    unilaterales puntos de vista, despus del 11 de setiembre, a Europa y al mundo, comoestamos viendo en la guerra de Irak.

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    Qu pas con los debates historiogrficos que irradiaron desde los EE. UU. en ladcada de los 90? Paul Kennedy estudi cinco siglos del Auge y cada de las grandes

    potencias(1987) para anunciar la decadencia del imperio de los EE. UU a causa del altocoste del mantenimiento de su supremaca militar, debate que no tuvo demasiadadifusin, quizs porque todava no se concret la prediccin, veremos qu pasa en elfuturo34. Despus vino Francis Fukuyama (despus asesor de Bush) vaticinando el finalde la historia (1989), meses antes del inicio de las transiciones en el Este de Europa alcapitalismo, tesis que tuvo una extraordinaria difusin internacional aunque pronto sevio desmentida por la marcha acelerada de la historia, de forma que hemos pasado, conel auge de la globalizacin, del debate del fin de la historia al debate de los fines de lahistoria (punto XIV del Manifiesto)35. La teoria de Fukuyama fue reemplazada por elesquema interpretativo del choque de las civilizaciones (1993) de Samuel P.Huntington como horizonte inmediato del futuro de la humanidad. El 11 de setiembrepareci dar la razn a dicha proyeccin histrica, tanto Bush como Bin Laden citaron alas Cruzadas para ilustrar sus respectivas, y complementarias, guerras entre el Bien y elMal, si bien el mundo acab reaccionando contra tan brutal escenario, incluido el autorde la teora de una guerra final entre Occidente y Oriente, entre la civilizacin cristianay la civilizacin islmica. El xito mundial del libro crtico de N. Chomsky sobre el 11-Smuestra, finalmente, tanto la pluralidad del mundo acadmico americano como lasrazones de que las propuestas de Fukuyama y Huntington sobre la relacin entre elpresente y el futuro, apoyadas en datos histricos, no encontraran a fin de cuentas

    demasiados seguidores36, pese al revuelo organizado, a diferencia del libro de Chomsky,expresin de un diverso movimiento crtico cultural y poltico de caractersticasmundiales. En un mundo globalizado la unidad de ideas slo puede darse en eldiversidad cultural. Inferimos de nuevo que el intercambio acadmico ser ms eficaz,alcanzar un mayor grado de consenso, cuando ms igual y diverso sea. Las propuestasmetodolgicas, historiogrficas o histrico-tericas, han de surgir de bases diversas paraalcanzar una aceptacin global, en otras palabras: se imponen redes abiertas,multinacionales, multiculturales, ms que focos nacionales que irradian sobre otrospases.

    As y todo, no podemos dejar de reconocer que una parte nada desdeable de lahistoria intelectual pasa hoy por los Estados Unidos -que participa de una dinamismocultural que tambin detectamos en Amrica Central y del Sur- y refleja el momento quevivimos. Los historiadores debemos aprender de los cuatro autores citados, y de losdebates que generaron, nuevos rasgos que estn tambin en nuestro Manifiesto latino ymuestran la universalidad de nuestra alternativa historiogrfica: un renovado y diversocompromiso acadmico con la sociedad y la poltica (punto XVI); un nuevo inters porrelacionar pasado, presente y futuro, sin temor a la prospectiva, es decir, haciendohincapi en la doble relacin pasado/futuro y presente/futuro (punto XVII); una unin dela historia con la teora, tanto en el caso del historiador Kennedy como de los filsofos

    34La economa de los EE. UU. depende ms que nunca de la industria militar, que est detrsde las guerras norteamericanas contra Kosovo, Afghanistn, Irak y lo que venga despus,

    por la hegemona mundial y el control del petrleo que hace posible el modo de vidaamericano.

    35Sirva como ejemplo un reciente libro mexicano-alemn de resonancias cercanas a HaD:Heinz DIETERICH y otros, Fin del capitalismo global. El Nuevo Proyecto Histrico,Tafalla, 1999.

    36A lo que ha contribuido el hecho de que el discurso crtico hacia el unilateralismo y el

    radicalismo del gobierno norteamericano no ha hecho ms que incrementarse en todo elmundo desde el 11-S.

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    polticos Fukuyama y Huntington, que los historiadores profesionales debiramosfrecuentar ms (punto XIII); una visin desde la historia de los acontecimientos y de losprocesos actuales, lo que en HaD llamamos Historia Inmediata (punto VIII); un mbitoglobal/mundial para los anlisis y las predicciones histricas (punto VII). Buenasprcticas que contradicen los vetustos criterios de unilateralismo y verticalidad, elitismoy autoridad de los grandes autores fabricados mediticamente, aspectos tambin

    presentes en los casos citados.

    El segundo rasgo del nuevo modelo de relaciones historiogrficas internacionalesque propone y practica HaD es lo que podemos llamar multiculturalismohistoriogrfico37. Es decir la colaboracin, el intercambio y el mestizaje en plano deequidad entre las diferentes historiografas nacionales, sin apriorismos sobre lasuperioridad que tal o cual cultura historiogrfica por supuestas o reales razonespolticas, econmicas o lingstico-culturales. La nueva sociedad de la informacin y delconocimiento est generando nuevos sujetos acadmicos internacionales basados en lacomunidad de lengua, cultura e historia, superpuestos a las historiografas nacionales,suerte de culturas historiogrficas que hay que tener muy en cuenta.

    La juventud de la cultura historiogrfica especficamente latina, representada porHaD y otras manifestaciones acadmicas, implica ciertas ventajas en lo que respecta a lacuestin de los idiomas. Por causas histrico-culturales, espaoles y latinoamericanos,estamos por lo general ms acostumbrados a viajar y servirnos de bibliografa en otrosidiomas, que un historiador francs o angloamericano, y por lo tanto ms preparadospara el inevitable multilingismo que provoca el proceso de globalizacin. Comentamosms arriba que el peso relativo del ingls en Internet decrece rpidamente: no va ahaber una nica lengua franca que unifique a todos los pases interconectados porInternet y las nuevas tecnologas. Deca un colega norteamericano en el debate HuD in

    English38 como empezaba ya a considerarse provinciano defender en los EE. UU. laconsigna de English only, escribir e investigar sin bibliografa en otras lenguas, noviajar al extranjero para conocer otras historiografas, etc. Si el desarrollo de la

    globalizacin del saber lleva, como estamos viendo ya, a las nuevas comunidadesacadmicas globales, los castellano-parlantes estamos por mentalidad, formacin yexperiencia, mejor preparados que nadie, desde el segundo puesto del ranking de laslenguas utilizadas en Occidente por los usuarios de Internet, para jugar un papel inditoen la historiografa internacional, sobre todo si, desechando malos ejemplos, sabemoscoexistir con otras lenguas a tono con las corrientes igualadoras que atraviesan elciberespacio, expresin de la sociedad que viene.

    El tercer rasgo del modelo de relaciones historiogrficas internacionales queproponemos y practicamos es, obviamente, el trabajo en red, que hace posible elintercambio igual y el multiculturalismo historiogrficos, por un lado, y la superacin delindividualismo que ha marcado, durante buena parte de los aos 80 y 90, el trabajo del

    historiador, por el otro39.

    37 Son menester trminos nuevos para realidades nuevas: la denominacin pionera de lopolticamente correcto, nacida en la universidades norteamericanas para preservar losderechos de las minoras, y basada en la discriminacin positiva, est siendo reemplazada porla nocin, ms adecuada a la sociedad global, de multiculturalismo plural, fundamentada enrelaciones multilaterales de igualdad, tolerancia y consenso a travs del debate.

    38 Vase la nota 20.

    39

    Las diferencias individuales de criterios, e intereses varios, que dificultan la formacin deverdaderos equipos colectivos en departamentos, institutos y facultades, se estn superandocon cierta facilidad en las relaciones acadmicas que se establecen en la red entre colegas de

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    Internet y las nuevas tecnologas pueden, y deben, actuar como contrapeso

    horizontal y transversal, de la verticalidad y la compartimentacin inherentes a las viejasformas de asociacin y comunicacin acadmicas, con harta frecuencia jerrquicas,rgidas y lentas, y sin embargo necesarias por su dimensin presencial. Y no hablamosslo de la comunicacin a travs de la Internet, donde los avances son notorios, sino del

    trabajo en red, es decir, de nuevas formas de trabajo colectivo en el campo de lainvestigacin, tanto historiogrfica como histrica, y de la organizacin y formacin delconsenso acadmico comunitario, tanto internacional como nacional. Es el momento,pues, de pasar del grupo local de investigacin (dentro de un departamento o

    universidad) a la red temtica de investigacin (interuniversitaria, internacional)40,aprovechando Internet para multiplicar la agilidad de funcionamiento y la difusin de losresultados. Que es factible en un tiempo relativamente breve construir comunidadesacadmicas caracterizadas por su influencia global, lo demuestra la experiencia deHistoria a Debate, doble ejemplo de red temtica de reflexin e investigacinhistoriogrfica, y de comunidad internacional de historiadores fundamentada en eldebate41, con un alto grado de conciencia de pertenencia que nos ha permitido avanzarcon una definicin propia (y abierta) de la escritura de la historia y del oficio dehistoriador en la era global, en proceso de difusin (y reelaboracin permanente) atravs de la red. Junto con la constitucin de nuevos grupos y comunidades virtuales,

    otra novedad del trabajo acadmico en red, virtual tambin en el sentido de posible42,es su enorme potencial para la difusin de investigaciones e ideas43, tanto personales44como colectivas, que la propia red HaD todava no ha desarrollado plenamente.

    II. HISTORIOGRAFA CRTICA

    diferentes universidades y pases con criterios y intereses ms comunes y menoscompetitivos.

    40Despus de la primera experiencia del Grupo Manifiesto para la elaboracin, seguimientoy desarrollo de un texto historiogrfico comn, nos planteamos crear, en el interior de la redHaD, grupos de investigacin en red sobre temticas histricas e historiogrficas paraexperimentar enfoques innovadores y llevar a la prctica emprica los postuladosmetodolgicos y tericos del Manifiesto.

    41Una gran parte de las listas acadmicas de correo electrnico se reducen a la difusin deconvocatoria de congresos, libros, consultas bibliogrficas y otras informaciones, desde luego

    profesionalmente tiles, pero alejadas del propsito inicial de las listas de discusin.

    42

    No solemos emplear mucho el termino virtual en HaD por su significacin de no-real,al entender que lo digital es tan parte de lo real como lo presencial, utilizamos aqu la viejaacepcin de lo virtual referida a lo que no es pero puede ser, que define mejor a Internet,medio de comunicacin en sus comienzos donde lo tcnicamente posible est todavalimitado por la lenta adaptacin mental de nosotros usuarios.

    43Partimos de que la historia se hace con documentos e ideas, reconstruyendo mentalmentelos hechos e incluso las fuentes histricos.

    44 Mi experiencia con los 50 trabajos breves de investigacin y reflexin, histrica ehistoriogrfica, colgados de mi web personal (www.cbarros.com) es, a este respecto,

    espectacular: la red ha multiplicado cuando menos por mil el nmero de lectores reales de losartculos, en su mayora ya publicados en revistas acadmicas tradicionales.

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    El cambio de paradigmas historiogrficos en curso se inserta en un acelerado

    cambio histrico que va desde la cada del Muro de Berln hasta la cada de las TorresGemelas, y no sabemos lo que nos reserva el porvenir45. 1989 supuso un antes y undespus, pero a continuacin se sucedieron hechos histricos asimismotranscendentales, de signo diverso, hasta el 11 de septiembre de 2001, otro gran puntode inflexin poltica, social y de mentalidades, en un movimiento histrico adelante-atrsque influye altamente en la escritura de la historia y el oficio de historiador, y cuyaevolucin ltima exige, en conclusin, una nueva historiografa crtica que haga unseguimiento de la historia que nos toca vivir y que reaccione con energa frente a susefectos inmediatos, y por lo tanto reversibles, como el retorno de la vieja historia, laprdida de autonoma del historiador frente a los diferentes poderes y el relevogeneracional de la prxima dcada.

    Lo viejo y lo nuevo se revuelven de tal manera en la salida de la crisishistoriogrfica de finales del siglo XX que asistimos al extrao fenmeno de una viejahistoria, difundida por el historicismo alemn a finales del siglo XIX, que retorne cienaos despus como la ltima novedad historiogrfica- segn decimos en el prembulo

    del Manifiesto-, tanto en temas (biografa) como en enfoques (empirismo), lo que nosobliga a un criticismo remozado que, desde el ms exquisito respeto acadmico por

    todas las formas de escribir la historia, plantee una y otra vez el inexcusable debate46de si tiene algn sentido cientfico que la historia del siglo XXI sea la historia del sigloXIX47. Operacin que consideramos fracasada de antemano porque el contexto histricoen el que naci el positivismo, hace ya ms de un siglo, no tiene nada que ver con elmundo global que viene, y porque no se pueden borrar los miles y miles de buenosartculos y libros que han producido las hegemnicas historiografas del siglo XX, pormucho que hayan tenido su propia responsabilidad en este imprevisto giro conservadorque ser un episodio efmero de la transicin historiogrfica del siglo XX al siglo XXI sisomos capaces de actuar critica y consecuentemente: regresando al futuro con lomejor de las nuevas y viejas historias.

    Desde el punto de vista interno, el retorno de la vieja historia es consecuencia

    directa de las crisis de la escuela de Annales48, del marxismo historiogrfico, delestructuralismo que tanto influy en ambos movimientos, y del neopositivismocuantitativista, y de la subsiguiente fuga hacia adelante -que result hacia atrs- de un

    45La guerra unilateral de los Estados Unidos contra Irak est llena de graves interrogantesen cunto a sus efectos sobre la naciente divisin de Occidente o la delicada situacin enOriente Medio, y de algunas certezas sobre el impulso que puede suponer para el ascendentemovimiento anti-globalizacin.

    46La perenne falta de debate historiogrfico, salvo en HaD (de manera permanente) y enalgn otro lugar (espordicamente), hace permanecer ocultas las razones ltimas (a veces

    poco defendibles en pblico) de los cambios de temas y enfoques, en perjuicio de ladisciplina y su futuro.

    47 Cuando hablamos del retorno del positivismo y de las grandes figuras de la historiatomamos como referencia la revolucin historiogrfica del siglo XX, a sabiendas quealgunos colegas han permanecido siempre fieles a una historia tradicional o se hanadaptado en los aos 70 de mala gana a una historia econmico-social...

    48

    El fracaso del tournant critiquede 1989 certifica la irreversibilidad de la crisis deAnnales como escuela historiogrfica, al menos en el plazo corto (vese la nota 8).

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    posmodernismo historiogrfico que predic el todo vale, enalteci la fragmentacin,neg dogmticamente la objetividad y la cientificidad de nuestra disciplina, propugnandocomo solucin final la reincorporacin -suicida para la historiador de oficio- de la historiaal campo de la literatura, alejando a los historiadores del compromiso con el mundo enque vivimos, abandonando, en derfinitiva, la utilidad social y cientfica que legitima laexistencia de una historia profesional en el sistema de investigacin y enseanza49.

    Un argumento recurrente de los partidarios actuales, ms o menos explcitos, delretorno a Ranke consiste en aducir la complejidad de su discurso historiogrfico. Locierto es que su propuesta historiogrfica gan justamente una gran difusin50por todolo contrario, por su gran claridad en dos puntos que dieron origen al mito positivistasobre la historia y sus hacedores: 1) El objetivismo de origen teolgico -la historia esreligin, escribi Ranke en su Historia alemana en tiempo de la Reforma- que defineuna historia esencialista cuya tarea no es la de juzgar el pasado, ni la de instruir elpresente en beneficio de las edadas futuras (como despus propugn el marxismo y encierta medida Annales), si no mostrar el pasado tal como fue (prlogo a Historias delos pueblos latinos y germnicos). 2) El factor decisivo de la historia son los grandeshombres, vase al respecto la antologa de Ranke que public W. Roces como Grandes

    figuras de la historia51, entresacando de sus historias nacionales y universales retazosbiogrficos que constituan el esqueleto de sus obras. Ranke deca ciertamente que losacontecimientos se desarrollan por la accin combinada de la energa individual y lascondiciones del mundo objetivo (prlogo de Historia de Wallenstein), pero haca otracosa: no escriba historia social sino historia meramente poltica centrada en los grandeshombres del momento. As, por ejemplo, estudia la Reforma a travs de Lutero y nos

    dice muy poco de la masa del pueblo o de la revuelta de los campesinos52. No es lanica paradoja rankeana, asegura el autor de la frase mtica de la historia tal comofue, que quisiera suprimir mi propio yo53 cuando investiga, pero la realidad es queRanke dirige, entre 1832-1836, una Revista histrico-poltica con Federico Carlos

    Savigny54para defender con, artculos polticos y estudios histricos55, la Restauracin

    49 En un trabajo anterior, resultado de conferencias dictadas en 1998, hemos valorado elposmodernismo de manera ms equilibrada (Hacia un nuevo paradigma historiogrfico,Memoria y civilizacin, Pamplona, n 2, 1999, pp. 223-242), posicin que ha devenido enotra ms crtica al percatarnos (II Congreso, 1999) del salto del giro lingstico a lahistoria-ficcin, y al tomar colectivamente plena conciencia, despus del 11 de setiembre, dela inanidad del posmodernismo para combatir los nuevos fundamentalismos.

    50Difusin sustentada en la geopoltica de finales del siglo XIX, al igual que sin la derrotaalemana en las dos grandes guerras del siglo XX no hubiese sido posible la irradiacin

    posterior de la escuela de Annales, nacida en Estrasburgo en el periodo de entreguerras, yparte de lucha cultural francesa contra la herencia alemana en Alsacia y Lorena.

    51Leopold von RANKE, Grandes figuras de la historia, Mxico-Barcelona, 1966.

    52George P. GOOCH, Historia e historiadores en el siglo XIX, Mxico, 1977 (1 ed. Eningls, 1913), p. 96.

    53Grandes figuras de la historia, p. 15.

    54 Fundador el historicismo alemn, jurista y poltico conservador, cuyo concepto

    reaccionario de la historia fue criticado por Marx en 1842, siendo Federico Carlos Cancillerde Prusia, as: de tal manera que los que se pide al navegante no es seguir la corriente, sinoretroceder a las fuentes, Jos Antonio ESCUDERO, Curso de historia del derecho. Fuentes

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    y combatir las ideas liberales de origen francs desde un conservadurismo explcito de

    tipo poltico, nacionalista y teolgico56, y por supuesto historiogrfico57.Debemos juzgar a Ranke, a sus discpulos de ayer y de hoy, del mismo modo que

    habremos ser juzgados nosotros, por lo que hacemos no solamente por lo que decimos,sin perder de vista el contexto: reconocindole sus mritos como historiador de archivo,extraordinarios en un romntico siglo XIX que no hacia distingos entre historia y novela,a pesar de la ingenuidad o del autoengao que entraa pretender, contradiciendo supropia experiencia, que la vida no ha de actuar sobre la ciencia, solamente la cienciasobre la vida (discurso necrolgico dedicado a Gervinus). El cientifismo de Ranke

    fracas porque la historia es, como bien sabemos, una ciencia con sujeto (punto I delManifiesto), si bien el concepto objetivista de ciencia del tiempo de Ranke se puedecomprender por reaccin a la historia subjetivista, sin documentos, que imperaba enaquel tiempo. Disculpa que no tendran los actuales partidarios del retorno a Rankecuyos argumentos parecen ir ms dirigidos contra las viejas y supuestamente derrotadashistoriografas marxista y annalisteque contra los recientes ataques del posmodernismoy narrativismo ms montaraces a cualquier lectura o relectura de la historia comociencia.

    Cuatro son las reacciones de los historiadores profesionales frente al retorno aRanke anunciado desde los primeros atisbos de crisis de Annales y del materialismo

    histrico a finales de los aos 7058: 1) considerar este retorno de manera positiva comoun mal menor, ltima certeza del oficio en crisis por causa de la ofensiva literaria,cuando no regreso triunfal, secretamente deseado, de la alternativa salvadora frente a laconfusin reinante y la desvalorizacin de la historia-ciencia; 2) juzgarlo negativamente,un mal mayor a combatir por su carcter reaccionario en trminos historiogrficos ypolticos; 3) aplicar nuevos enfoques a este regreso de las temticas tradicionales,descalificadas acervamente en su momento por Annales y otras nuevas historias,argumentando ahora que todo es historia y que se puede y se debe hacer una nueva

    e instituciones poltico-administrativas, Madrid, 1985, p. 56.

    55 Doble manera de hacer la historia (inmediata) que algunos de los seguidores actuales deRanke pretenden negar de forma inconsecuente a historiadores de ideologa y filiacinhistoriogrfica diferente a la suya.

    56 George P. GOOCH, op. cit., pp. 90-91.

    57 El historicismo y el positivismo son enfoques convergentes y complementarios de unamisma filosofa objetivista de la ciencia del siglo XIX, que absolutizan el relativismohistrico de los hechos (historicismo) slo deducibles empricamente (positivismo), negandoal alimn la influencia de los valores ticos, sociales, religiosos y polticos, o la posibilidadde valores y leyes universales, en las ciencias jurdicas, histricas y sociales.

    58 Lawrence STONE,The Revival of Narrative: Reflections on a New Old HistoryPast andPresent, n 85, 1979; Herv COUTAU-BEGARIE, Le phnomne "nouvelle histoire".Stratgie et idologie des nouveaux historiens, Pars, 1983, p. 320; Juan Pablo FUSI, Poruna nueva historia: volver a Ranke,Perspectiva Contempornea, n1, 1988; el retraso en lamaterializacin del fantasma del retorno de la vieja historia se explica tanto por la

    prolongacin de la crisis de la nueva historia como por la falta de una coyuntura poltica eideolgica adecuada -hasta 1989- para el ajuste de cuentas.

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    historia poltica59, biogrfica, narrativa, institucional, militar...; 4) cambiarsimultneamente las viejas temticas y los viejos enfoques, ms all del positivismo yms all de las nuevas historias de los 70, reconstruyendo, mediante una prctica mixta,global, intradisciplinar, el paradigma historiogrfico bsico, que es la posicin del GrupoManifiesto de HaD. La vieja y la nueva historia, la historia poltica y la historiaeconmico-social, la historia de las grandes individualidades y de la gente comn, no sepueden conciliar sin cambios radicales en la matriz disciplinar de la historia, por esollamamos tambin a nuestra propuesta nuevo paradigma.

    Jacques Le Goff present en el I Congreso de HaD (1993) una ponencia sobre lanecesaria recuperacin de los gneros tradicionales con otros tratamientosmetodolgicos: especie de autocrtica de la escuela de Annales por uno de sus ltimosrepresentantes. Renovar las viejas temticas sigue siendo una lnea interesante,

    productiva, que nosotros ampliaramos incluso a la historia narrativa60, aunqueclaramente insuficiente, inclusive contraproducente por sus consecuenciashistoriogrficas y no historiogrficas, que el historiador colectivo ha de aprender avalorar. No hay que olvidar que el retorno a la vieja historia no es tanto la conclusin deun debate entre historiadores como el resultado de presiones extra-acadmicas a travsde los grandes medios de publicacin y difusin de la historia. De forma que si labiografa histrica se vende (en trminos econmicos y polticos) y, como ha pasado en

    Espaa61, es el gnero historiogrfico ms frecuentado, de qu sirve incluir el contextosocial, o incluso mental, al tratar la historia de un gran hombre, buscando larenovacin del gnero, si los anaqueles de las libreras, los suplementos de libros de losperidicos y los boletines de novedades editoriales estn anegadas de biografastradicionales de grandes hombres? Aunque no sea as, si el centro del estudio de unreinado (medieval, moderno, contemporneo o actual) es el Rey, dnde colocamos elprotagonismo colectivo, la sociedad en su conjunto? De teln de fondo, en el mejor delos casos. Para evitarlo no hay ms solucin que cambiar a la vez el continente y elcontenido, experimentando, creando gneros historiogrficos mixtos62 donde lo

    59Una buena parte de la nueva historia poltica del mayor inters, entendida como historiadel poder guarda, pese a todo, esa visin desde arriba que incapacit a la vieja historia

    poltica para comprender la complejidad social y mental de los cambios polticos.

    60 Somos partidarios de experimentar una nueva historia narrativa con cambios respectode la forma y del fondo tanto respecto de la vieja historia narrativa como de la actual novelahistrica, Carlos BARROS, El retorno de la historia,Historia a debate. I. Cambio de siglo,Santiago, 2000, pp. 153-173.

    61 Lo decimos en pasado porque las movilizaciones de la sociedad civil, la universidad

    y del mundo de la cultura, iniciadas en noviembre de 2001 en Espaa (vese la nota 212),estn cambiando el panorama poltico y harn lo mismo, con seguridad, con el panoramahistoriogrfico en favor de un retorno del sujeto social en la historiografa espaola quehemos detectado anticipadamente en El retorno del sujeto social en la historiografaespaola,Estado, protesta y movimientos sociales, Zarautz, 1998, pp. 191-214; SpanischHistoriography, Swiat historii, Poznan, 1998, pp. 35-62.

    62Sobre la definicin de historia mixta daremos a conocer mejor el porqu de este nombre ysu contenido metodolgico, como una de las expresiones prcticas del nuevo paradigma deHaD, en la publicacin de nuestra conferencia en el VII Curso de Verano de Balaguer

    (Catalua),Medievalisme: noves perspectives, organizado por Flocel Sabat y Joan Farr, enjulio de 2002.

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    individual y lo colectivo, lo poltico y lo social, se equilibren mejor, mezclndosequmicamente, que en los viejas clasificaciones de las especialidades histricas aisladasentre s por decenios de vidas separadas. Respecto al mercado del libro, dios supremode las orientaciones historiogrficas para las grandes editoriales y los colegas msneoliberales, est por demostrar que al pblico lector le interesa ms saber del Rey quedel campesino, de las grandes batallas que de la vida social o de las maneras de pensar,

    sentir o actuar de la gente normal como ellos63.

    Ante tanto retorno, recobran hoy desde luego una inesperada actualidad lascrticas magistrales a Ranke, Langlois, Seignobos o Menndez Pidal, hechas por lasgrandes escuelas historiogrficas del siglo XX. La nueva historiografa crtica queproponemos y practicamos en el siglo XXI ha de ensear a los historiadores enformacin, nuestros alumnos, que la historia no es conocer el pasado tal como fue, nise hace slo con documentos, ni sus protagonistas se pueden reducir a reyes, grandesintelectuales (incluidos grandes historiadores) y jefes de Estado, que encarnen valoresesencialistas de naciones ahistricas. Sin por ello creer que reeditando la historia social yeconmica de los aos 60 y 70 solucionaremos el problema epistemolgico (y poltico),puesto que fueron sus excesos (v.g. objetivismo, determinismo, economicismo), errores

    (v.g. la vieja e idealista historia total) e incapacidades ante nuevas innovaciones (v.g.historia oral, historia ecolgica, historia de las mujeres, historia inmediata, historiadigital), lo cual, junto a la falta de beligerancia crtica-autocrtica de los nuevoshistoriadores conforme alcanzan el poder acadmico, facilit el retorno de laaparentemente vencida historia historizante en una coyuntura histrica favorable.

    Probablemente jams la historiografa fue tan sensible a los extramuros de laacademia. El declive del compromiso cvico64 de los nuevos historiadores, elementocoadyuvante de la crisis de las vanguardias de los aos 60 y 70, ha dado paso a finalesde los aos 90, tras un parntesis posmoderno, a cierto compromiso del historiador conuna sociedad poltica y meditica que necesita de la historia para re-legitimar discursos ypolticas nacionales zarandeados por el torbellino de la globalizacin y de la contestacin

    tnica, nacional o regional, en el interior de los viejos Estados-nacionales. No habr, porconsiguiente, rearme de la historiografa crtica sin recuperar (punto VIII del Manifiesto)la autonoma de los historiadores e historiadoras para decidir el cmo, el qu y el porqu de la investigacin histrica. Decimos autonoma y no soberana, por que nopensamos, como es obvio, que el historiador pueda o deba ser independiente de lasociedad y de la poltica. Sencillamente nos inquieta que la funcin social y poltica delhistoriador haya estado, en los ltimos aos del siglo XX, demasiado hipotecada por laspolticas historiogrficas de determinados poderes polticos, grandes editoriales y mediosde comunicacin social65, en detrimento de la relacin antes privilegiada del historiadorcon la sociedad civil y sus necesidades historiogrficas, en detrimento de la autonomadel historiador para valorar y decidir sobre los efectos no acadmicos de su trabajo quepuedan resultar ms beneficiosos o ms perjudiciales para nuestros conciudadanos. Lo

    que est en juego no es slo el respeto a la pluralidad historiogrfica y poltica en

    63Tenemos como referencia el xito comercial de la literatura histrica, y de la literatura engeneral, cuyos autores suelen reflejar a todas las clases sociales y mbitos de la realidad,

    buscando la identificacin con el mercado ms amplio.

    64 Expresin feliz por Paulino Iradiel en la conferencia inaugural del curso de veranosobre nuevas perspectivas del medievalismo al que hicimos mencin en la nota 62.

    65 El caso ms llamativo, en Espaa, es El Pas que abandon, hacia 1995, su anteriorpoltica cultural e historiogrfica con ciertas ambiciones intelectuales; alejamiento delpensamiento crtico que se hace ms evidente y paradjico conforme la sociedad, la cultura,la juventud y la universidad espaolas, se hacen ms crticas en este nuevo siglo..

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    nuestro campo acadmico, tamben el futuro de nuestra disciplina: no es casual que laexpansin de los estudios de historia coincidiera, en los aos 70 y parte de los 80, conun compromiso ms social de los historiadores, y que los actuales problemas en lascarreras de historia, y de otras humanidades, se correspondan en el tiempo con elregreso de la historia acontecimental y herica66de la mano del fundamentalismo delmercado y de los poderosos medios polticos e informativos que le siguen siendo fieles.

    Cmo contrarrestar efectos externos tan nocivos desde la propia historiografa?Lo primero es organizarnos en comunidades y tendencias basadas en proyectos

    historiogrficos: individualmente somos una pluma en el viento. Historia a Debate es unacomunidad organizada de historiadores de todo el mundo con el fin, entre otros, dereconquistar el margen que nos corresponde para decidir sobre el qu, el cmo y el paraqu de nuestras investigaciones, publicaciones y prcticas educativas, sabedores de queescribiendo y enseando la historia estamos contribuyendo, querramos o no, a cambiarla historia.

    Lo segundo es promover compromisos ticos con los nuevos movimientossociales, locales, nacionales y globales, con esa sociedad civil que busca nuevas formas

    de participacin democrtica en la poltica y en la historia, compensatorios de otroscompromisos, asimismo legtimos, con las opciones polticas y los poderes establecidos.

    Procurando nuevas formas de compromiso historiogrfico67 del tipo de la HistoriaInmediata de HaD en su doble faceta de debates digitales entre historiadores que opinancomo ciudadanos sobre hechos relevantes del presente68, y de nueva lnea deinvestigacin histrica de acontecimientos que vivimos en directo y afectan a la historia

    y a la historiografa69. Porque debemos ser sensibles como historiadores, apoyandodesde la academia y analizando da a da lo que nos rodea, el actual resurgir de unasociedad civil que habr de asegurarnos el contrapunto necesario para poder ejercerlibremente, con la suficiente autonoma, el oficio de historiador en la nueva sociedad dela informacin.

    Lo tercero es utilizar los medios alternativos70de comunicacin social que nosofrecen las nuevas tecnologas para organizarse y propagar aquellas ideas y

    66Sobra decir que para este tipo -clsico, infradivulgativo- de historia narrativa y biogrficano se necesitan historiadores profesionales, de hecho sus autores actuales siguen siendo enmuchos casos escritores, periodistas y otros aficionados a la historia.

    67 Vase otros ejemplos de nueva historia comprometida en la nota 155.

    68 Vase el apartado de Historia Inmediata de nuestra web, especialmente el debate modlico

    sobre Chvez y la situacin actual en Venezuela.69 Hemos tratado de definir el concepto de Historia Inmediata, partiendo de la experienciacolectiva de HaD y en relacin con otros conceptos prximos (historia del tiempo presente,historia actual, historia reciente), en la ponencia Es posible una Historia Inmediata?, IISeminario Nuestro Patrimonio Comn, organizado por Julio Prez Serrano y la Asociacinde Historia Actual (Cdiz, 22-25 de abril de 2002).

    70 Sobra decir de nuevo que no exclumos a los medios escritos de comunicacin siemprepermeables, en contextos democrticos, a la pluralidad cultural y poltica, y sensibles, enltimo extremo, a los fenmenos emergentes desarrollados en Internet: el caso ms cercano a

    HaD es la campaa en favor de Dargoltz y los ejemplos ms notorios son el movimientoantiglobalizacin y el movimiento global Somos Iglesia, entre otros.

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    producciones histricas e historiogrficas que medios tradicionales pueden juzgardemasiado acadmicas y/o demasiado crticas.

    Siempre dentro del pluralismo historiogrfico y poltico que Historia a Debatepropone, predicando con el ejemplo de los debates diarios en Internet y de la diversidadde los ponentes en nuestros congresos o en el mismo seminario compostelano. Es hora

    de dejar atrs el sectarismo acadmico, nacional o poltico, que caracteriz en mayor omenor grado a la historiografa del siglo XX. Debemos basar en el debate y el consensolas relaciones entre las diferentes reas de conocimiento y maneras de entender laescritura de la historia, as como su relacin con la sociedad y la poltica, en definitivatodos hacemos y enseamos historia, dependiendo tambin el futuro de nuestradisciplina de su cohesin interna, de nuestra competencia para organizar la unidad en ladiversidad disciplinar.

    En el punto XII de nuestro Manifiesto nos referimos al relevo generacionalinexorable que los demgrafos prevn afectar, entre los aos 2010 y 2020, a lospuestos de investigacin y docencia en todos los niveles de la enseanza, suponiendo elreemplazo de la generacin nacida del baby-boom que sigui a la II Guerra Mundial,

    marcada por los acontecimientos del 68. Si se produjese en este momento dicho cambiogeneracional reforzaria ms bien el giro conservador que estamos viviendo ycriticando, por la propia confusin paradigmtica todava existente entre lo viejo y lonuevo. Qu podr ocurrir dentro de diez o quince aos?

    El escenario econmico-poltico-acadmico ms inverosmil y nefasto sera uncrescendo privatizador que recorte drsticamente los estudios de historia y otrasdisciplinas humansticas sin utilidad productiva, dejando un reducto de funcionarioseruditos... y un incremento de los historiadores no profesionales o desprofesionalizados.Decimos inverosmil porque la globalizacin neoliberal ya no es lo que era: Porto Alegrees ya tan importante como Davos. Las resistencias sociales e institucionales que se hanlevantado frente a una globalizacin econmica insensible a los desastres sociales y

    culturales que ocasiona, en un tiempo excepcionalmente breve (1999-2003), se van aincrementar en el futuro porque responden a causas tecnolgicas, econmicas,culturales y polticas que estn an en sus comienzos, como todo lo que tiene que vercon la globalizacin, o las globalizaciones, en curso. En todo caso, la universidad sabrsiempre defender su carcter de servicio pblico, de lo cual depende el futuro de lahistoria y de otras ciencias humanas y sociales, como se ha demostrado en Espaa conla movilizacin de estudiantes, profesores y rectores, contra la Ley Orgnica de

    Universidades, en noviembre/diciembre de 200171.

    El escenario ms probable y deseable para la segunda dcada del nuevo siglo esque la globalizacin haya encontrado la manera de contrarrestar sus dimensiones msdesiguales, imperiales y economicistas, si no continuar la lucha entre las diversas

    formas de entender la nueva sociedad global, puede que ambas cosas a la vez, yaveremos en que grado. En cualquiera de los casos, la universidad continuar ejerciendosu funcin secularmente humansta, en el marco de las nuevas tecnologas y las nuevasrealidades, la historia se investigar y se ensear de otros modos, sin perder de vista elpresente y el futuro, que no se pueden comprender cabalmente sin el pasado. Siemprey cuando, naturalmente, que eludamos el bando de los pesimistas, generalmenteinteresados, y sigamos practicando, con inteligencia, el optimismo de la voluntad,preparando a los jvenes para la historia que viene, cada vez menos protagonizada porlos viejos Estados-nacin, en relacin con los cuales naci la historiografa positivista enel siglo XIX.

    71 Vase la nota 61.

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    A m como profesor me preocupa el conservadurismo de una parte de losalumnos, lo suelo decir en mis clases, aclarando que no me refiero a lo estrictamentepoltico: el conservadurismo historiogrfico es compartido a menudo por jvenes deideas polticas diferentes, inclusive opuestas. Muchos estudiantes llegan a la facultad, aveces sin vocacin para la historia, con ideas bastantes simples (nombres y lugares,datos y datas) de lo que es la historia, y, hay que reconocerlo, no siempre logramos

    dotarlos de conceptos y conocimientos ms profundos, si bien no suele faltar unaminora interesada por una historia ms ambiciosa, renovadora y comprometida72, de lacual deberan salir -venimos a decir en el punto XII del Manifiesto- los profesores einvestigadores que en su momento nos releven. Hacemos pues un llamamiento anuestra responsabilidad como profesores, tutores y directores de investigaciones, paraeducar a nuestros estudiantes avanzados a no idolatrar las fuentes, a innovarmetodolgicamente, a investigar con hiptesis y conclusiones, explicaciones yreflexiones, a no escribir la historia al margen de la vida, a renovar tanto la vieja historiaque vuelve como la nueva historia que se nos ha quedado vieja. Tarea nada fcil parallevarla a cabo a ttulo individual. Son necesarios proyectos colectivos de carcterintergeneracional porque hoy lo joven y lo nuevo, a diferencia del 68, no siempre van

    juntos: decamos en el citado apartado del Manifiesto que nos encontramos con

    frecuencia con historiadores jvenes con conceptos decimonnicos y otros menosjvenes con inters permanente por lo nuevo...

    No creemos estar exagerando el conservadurismo historiogrfico entre losjvenes que quieren ser historiadores: es el reflejo aumentado, entre otros factores, delgiro conservador (por la va de los retornos o por la va posmoderna) que ha sufridoparte de la historiografa renovadora de Annales y del marxismo, influyendonegativamente en la formacin de los alumnos. No es cierto acaso que, en lostribunales para puestos docentes o tesis doctorales, se valora cada vez ms la erudiciny el uso de fuentes, y cada vez menos la renovacin del mtodo o la profundidad delanlisis, por no hablar de la actualidad del tema o de su inters para el futuro? Parainvertir esta situacin tenemos a nuestro favor, desde un punto de vista

    intergeneracional73, datos recientes que inciden positivamente en el relevo generacionalen ciernes: 1) una parte de la nueva generacin est comprometindose de nuevo en lalucha -con rasgos distintos al 68- por un mundo mejor, lo que supone proyectos

    colectivos y opciones de cambio para la historia y para su escritura74; 2) una parte de lageneracin intermedia nacida hace 40 aos, con dos o tres dcadas por delante de vidaacadmica y civil, ocupar los puestos acadmicos claves en el momento del relevo

    72 Esta idea de combinar la innovacin metodolgica y el compromiso tico-social del

    historiador es uno de los ejes fundamentales de la propuesta historiogrfica de HaD:problema historiogrfico que las corrientes de Annales y del marxismo supieron plantear perono siempre resolver sin sacrificar una u otra cosa, pensamos que las condiciones objetivas ysubjetivas son ms propicias en el siglo XXI.

    73 Si, como suscribimos en el punto XII del Manifiesto, la generacin del 68 fue ms bienuna excepcin por tratarse de una ruptura generacional neta, cualquier cambio futuro,histrico o historiogrfico, ser de entrada intergeneracional, est por ver el peso que van atener en l las diferentes generaciones.

    74 Nos referimos a la nueva generacin solidaria que sali a la luz en Seattle (1999) cuyo

    desarrollo crtico, impacto global e influencia acadmica marcarn, ya veremos en qu gradoy momento, el nuevo paradigma histrico en construccin.

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    demogrfico y est resultando ya sensible a las muchas novedades del siglo75; 3) lageneracin del 68, heredera directa de la experiencia y las (des)ilusiones de la segundarevolucin historiogrfica est y estar presente en el cambio historiogrfico queproponemos, unos animndolo y otros frenndolo, lo estamos viendo ya, confiamos enque los primeros predominarn conforme el contexto se siga mostrando favorable ycrecientes corrientes colectivas, fuera y dentro de la academia, nos empujen haciaadelante demostrndose finalmente que las historiografas de los aos 60 y 70 no hansido tan derrotadas por la historia como nos quieren hacer ver los posmodernos y/opremodernos ms extremos, aunque ciertamente requieren, tres dcadas despus, unaactualizacin autocrtica, en cualquier caso menos severa -desde la ptica de HaD- quela que nos quieren imponer el positivismo decimonnico o el subjetivismo absoluto de laposmodernidad.

    II.1 Historiografa autocrtica

    En HaD no concebimos una historiografa verdaderamente crtica que no seaautocrtica, ni creemos que tenga futuro, despus de la experiencia intensa y dramticadel siglo XX, un pensamiento crtico que deje fuera de la crtica sus propias bases

    paradigmticas y, lo que es peor, sus prcticas y su propia historia.

    Decimos en el punto X del Manifiesto que nos consideramos herederos de larevolucin historiogrfica del siglo XX. La gran mayora de los miembros del GM y delconjunto de la red HaD nos hemos formado en la escuela de Annales, en el marxismo yotras tendencias renovadoras emergentes que facilitaron la conversin del positivismoingenuo de Ranke en el neopositivismo de la historia cuantitativa y el mtodo hipottico-deductivo. Y nos consideramos los mejores herederos de estas nuevas historias porquenos hacemos cargo asimismo de sus deudas y de sus derrotas. Nos negamos a facilitarel trabajo a los que quieren hacer tabla rasa de nuestro pasado histrico ehistoriogrfico. De Annales y del materialismo histrico quedar ms o menos huella enla escritura de la historia de este nuevo siglo en la medida en que seamos capaces de

    realizar ahora un justo balance historiogrfico con los ojos puestos en el futuro.

    Hablemos primero de los xitos, de la actualidad renovada a comienzos del sigloXXI de la vieja crtica elaborada por los nuevos historiadores ante el (transitorio) retornode las posiciones historiogrficas de Ranke, Langlois, Seignobos o Menndez Pidal. Yo,como otros colegas, todava utilizo en clase La introduccin a la historiade Marc Bloch(traduccin espaola de Apologie pour lhistoire ou Mtier dhistorien, escrito 1942),Combates por la historiade Lucien Febvre (1953) o Qu es la Historia?de E. H. Carr(1961), los compendios de metodologa histrica e historiografa de la escuela deAnnales y del marxismo historiogrfico ms divulgados. Obras redactadas hace ms demedio siglo, que no reflejan por tanto la evolucin de estas corrientes historiogrficasdurante su expansin y su crisis, y menos todava los avances y debates ms recientes,

    surgidos fuera de estas grandes escuelas, pero que dicen ms a los estudiantesinteligentes que algunos refritos recientes sobre historiografa contempornea incapacesde mirar hacia adelante, de explicar la crisis de la historia y ofrecer alternativas, comosera su obligacin. Han envejecido bien estos textos fundadores de la renovacinhistoriogrfica pero han envejecido. No se trata, pues, de volver a la historiografa de laposguerra, difundida hacia los aos 60 y 70 en el mbito acadmico latino, sino de(re)construir un paradigma que resuelva por la base las contradicciones que hicieronfracasar parcialmente nuestra vieja nueva historia.

    75 Constituye en este momento la base mayoritaria de nuestro movimientohistoriogrfico, aunque es difcil saber en qu medida ser capaz de sacudirse la formacin

    individualista recibida para protagonizar pblicamente un cambio historiogrfico colectivo(vase la nota 12).

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    Lo primero que dira en cuanto a la parte negativa del balance de lasvanguardias historiogrficas que nos precedieron, tiene que ver con esa incapacidadcongnita de nuestra disciplina para escapar del sempiterno movimiento pendularhistoria objetiva / historia subjetiva: las nuevas historias no han sido capaces, aunque seintent, de ofrecernos una autntica visin unitaria, articulada -total, segn seprometa- de la objetividad y la (doble) subjetividad en la historia, cayendo en continas

    paradojas que nos fueron restando credibilidad, por no hablar de la vieja historia que nisiquiera lo intent. El positivismo fue tan claramente objetivista en relacin con lasfuentes como subjetivista clsico al hacer prevalecer la historia acontecimental, poltica,narrativa y las grandes figuras de la historia, cuando no la influencia directa de lareligin y la poltica en la investigacin autoproclamada neutral como en el caso deRanke, segn vimos. Sin demasiada mala conciencia porque lo que contaba, y cuentapara sus partidarios actuales, es el objetivismo epistemolgico que relega al investigadora un papel de notario (conocer el pasado tal como fue), perfectamente compatible conlas interferencias historiogrficas de los intereses polticos de los Estados y las nacionesdecimonnicos, toda vez que se ocultaban, y ocultan, so pretexto de una acientficaseparacin entre el objeto y el sujeto de la historia escrita. Objetivismo que, avanzado elsiglo XX, el neopositivismo tampoco cuestion al remitir el papel del sujeto cognoscente

    a la verificacin emprica como criterio finalista de la verdad cientfica, contra la opininposterior de Kuhn que sita la ltima instancia en las comunidades de especialistas,atravesadas por subjetividades de todo tipo. El pensamiento crtico tericamente nopositivista tampoco supo resolver este problema crucial en el pasado siglo.

    Desde Marx y Engels, el materialismo histrico ha oscilado siempre entre elobjetivismo y el subjetivismo, explicando los cambios de la historia ora por la lucha declases (Manifiesto de 1848) ora por el choque estructural del desarrollo de las fuerzasproductivas con las relaciones de produccin (prlogo a la Contribucin a la crtica de laeconoma politica, 1859). Todava, en 1978, los historiadores E. P. Thompson y PerryAnderson protagonizaron un conocido debate historiogrfico y terico entre un marxismoculturalista y un marxismo estructuralista, respectivamente, durante el cual Thompson

    llega al extremo de renunciar a la historia como ciencia76, distancindose del propioMarx, dando por hecho que el trmino ciencia remite inevitablemente a empirismo,cientifismo y objetivismo, con lo que naturalmente no podemos estar de acuerdo, todavez que no estamos de acuerdo con el viejo concepto de ciencia sin sujeto rebasadopor la fsica en la primera mitad del siglo XX y por la filosofa de la ciencia en su segundamitad.

    Y del mismo modo que el marxismo historiogrfico oscil entre una historiaeconmico-social estructural (francesa) a una historia social de conflictos, revueltas yrevoluciones (inglesa), la escuela de Annales evolucion, a lo largo de sus fructferos 60aos de historia (1929-1989), entre la misma historia econmica y social de tendenciaestructuralista, y una historia de las mentalidades que recupera el sujeto sicolgico y

    antropolgico al tiempo que, conforme la disciplina se fragmenta en mil pedazos, rompesus conexiones con la historia social y econmica. La dualidad est, como en elmarxismo, en la matriz fundacional definida por Bloch y Febvre, quienes intentaronvagamente unir lo objetivo con lo subjetivo en una historia total que existi ms bien

    en el mundo de las grandes ideas, sin casi relacin con la prctica emprica77: no

    76E.P. THOMPSON,Miseria de la teora, Barcelona, 1981 p. 68.

    77Aunque no fueron enfocadas como historias totales, hay obras como La sociedad feudaldeBloch, el Mediterrneo de Braudel, La civilizacin del Occidente medievalde Le Goff o laCalalua en la Espaa modernade Pierre Vilar, que podran recuperase crticamente, sobre

    nuevas bases paradigmticas, como precedentes de aproximaciones globales de sociedadeshistricas.

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    gener una lnea de investigacin, fue pronto declarada horizonte utpico, sirviendo decoartada para la creciente fragmentacin de disciplina, que hizo desaparecer en los aos80 del lenguaje historiogrfico el viejo concepto de totalidad, de claro origen marxista,por efecto del pndulo infernal objeto versus sujeto que ha fracturado repetidamente lasciencias humanas y sociales, y muy especialmente la historia78. Llevar a la prctica unhistoria realmente global, objetiva-subjetiva, depurada de cualquier idealismo que sirvade coartada al continuo despiece de la historia, es uno de los grandes objetivos delManifiesto de HaD (punto V) que tambin pretendemos desarrollar en el campo de laprctica emprica, sin abandonar la reflexin y el debate, mediante lneas deinvestigacin de carcter objetivo/subjetivo como Historia Inmediata, Historia Mixtayotras.

    En resumen, afirmamos autocrticamente que la escisin entre el objeto y el

    sujeto instaurada en nuestra disciplina por el viejo positivismo79no ha sido superada, nien la prctica ni en la teora, por la historiografa annaliste o marxista. Existanrealmente las condiciones objetivas-subjetivas para ello en el pasado siglo?

    Desde principios del siglo XX, la nueva fsica del atmo y del cosmos ha dejado

    atrs el paradigma newtoniano80, que haba informado el realismo ingenuo de la cienciapositivista, relativizando los conceptos de objetividad, espacio y tiempo, y trastocandoradicalmente el viejo concepto de ciencia. As y todo, la filosofa de la ciencia empez adesarrollarse, con Popper, fiel al empirismo como criterio ltimo y esencial para definir laverdad cientfica, concediendo al investigador un mayor margen de maniobra encomparacin con la clebre consigna rankeana del pasado tal como fue. Algunastentativas del marxismo y de Annales de reintroducir el doble sujeto colectivo, agentes

    histricos e incluso historiadores81, han estado sobredeterminadas, justo es decirlo, porel economicismo y el estructuralismo imperante en los aos 60 y parte de los aos 70 enlas ciencias sociales82, en el caso del sujeto histrico, y por la extraa pervivencia

    78Todava est por investigar a fondo porque la tradicin positivista es, para bien y paramal, ms profunda y persistente en la historia que, por ejemplo, en la sociologa, laantropologa o la sicologa.

    79Carlos BARROS,El paradigma comn de los historiadores del siglo XX, Medievalismo,Madrid, n 7, 1997, pp. 252-255.

    80 Debemos recordar que los fundadores de la ciencia moderna del siglo XVII, Newton yDescartes, eran profundamente religiosos, al igual que Ranke, y basaban su revolucionarioconcepto de ciencia -considerando el contexto histrico- en la creencia de que, a travs de los

    experimentos fsicos (la experiencia de las fuentes para los historiadores), conocemos unarealidad verdadera, perfecta, un orden establecido por Dios creador omnisciente deluniverso y razn ltima de la historia humana.

    81El esfuerzo por introducir los sujetos sociales fue mucho mayor que la atencin prestada alos sujetos historiogrficos; en los pases y momentos de mayor influencia de Annales y delmaterialismo histrico no se resolvi el dbil desarrollo cientfico de la historia de lahistoriografa, basada principalmente en enfoques positivistas de autores y obras; a lascuestiones del mtodo, la historiografa y la teora de la historia, pese a las proclamaciones ensentido contrario, no se les dedic el tiempo que precisaban, lo que a la postre facilit lacrisis final.

    82Vase El paradigma comn de los historiadores del siglo XX, pp. 255-262.

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    positivista del concepto de ciencia histrica (tambin entre los cientficos sociales), en elcaso del sujeto cognoscente. La nueva historia respet en la prctica la escisinepistemolgica objeto/sujeto difundida a partir de Ranke, lo cual hizo posible queAnnales, por ejemplo, compartiera sin mayor conflicto con el neopositivismohistoriogrfico gneros y enfoques como la historia cuantitativa, las monografasregionales, la demografa histrica, y otras aportaciones historiogrficas al paradigma

    comn de valor en su momento historiogrficamente nada desdeables, hasta el puntoque la historia cuantitativa o serial es considerada como uno de los emblemas de los

    Terceros Annales (1969-1989).

    La impugnacin de Popper y su neopositivismo, por parte de historiadores yfilsofos de la ciencia, empieza seriamente en los aos 60, es decir, dcadas despus deHeisenberg, Planck y Einstein, con la publicacin de La estructura de las revolucionescientficas de Thomas S. Kuhn, cuyos nuevos conceptos de paradigma y revolucincientfica tienen alguna aplicacin aislada, sin continuidad posterior, en el campo de la

    historia general en los aos 7083a fin de explicar la emergencia de la nueva historia,hasta llegar a Historia a Debate. Desde el I Congreso84 hemos asumido, profunda ycrticamente, las nuevas nociones de Kuhn para comprender el cambio de paradigmas en

    que estamos inmersos y dotarle de una salida hacia adelante85.

    HaD es, sin duda, el intento ms serio de la aplicacin del mtodo y de losconceptos (reformulados) de la historia pospositivista de la ciencia a la historia de lahistoriografa, en general, y a la historiografa inmediata, en particul