Dali Angelus de Millet

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    Millet, L 'a rb re a TTa ch e.Es la p ru eb ~ f UT ib u" .d o d e- Ia ' : ;}I del; " ' ; 1 0 'T4gico del An.gelus de MIllet; bOlO las aporiencias de cursilerla senti .mm/al se pc.ult~:1 hurtledn de un alm cop~," en plenastempestades ammrcas, de arrancar a la mas co~pul~nta delas encinas milenarias (S.D.).

    "Sa lv ad or Da liEL M ITO TRAGICO'DEL "ANGELUS"DE M ILLETDocumentacion graficade R obert DescharnesEdicion a cargo de ,Osca r T usq uets

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    Titulo original: Le mythe tragique de I'A ngelus de Miller Indice

    I..edicion: marzo, 19782. " edicion: Junio, 19833.' edici6n: febrero, 1989 p, "9 Nota a la edicion espanola. Oscar Tus-quets11 Prologo a la edicion original francesa

    e 1963Jean-Jacques Pauvert, edjteur21 Primera parte

    Descripdon del fen6meno deliranteinicialDescripci6n de los fenornenos secunda-rios producidos alrededor ' de la ima-gen obsesiva rConsideraciones crtticas del fenornenodelirante inicial;;1

    Traduccion de Joan VjiiolyDisefio de la coleccion: Clotet-TusQuetsDIseiio de la cublerta: Clotet, TusquetsReservados todos los derechos de esta edici6n paraTusquets Editores. S.A.

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    El guion secreta mas trastor-nador para aquel que se atre-v a can el film mas ambiciosoS. D.I

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    Oscar Tusquets

    Nota a la edicion espanola

    EI nucleo central de este libro 10 constituyeel manuscrito original de Dali desaparecido enel aiio 1941, reencontrado y publicado en Fran-cia por el editor Iean-Iacques Pauvert en 1963.Este' texto, uno de los mejores del plntor y elmas representative de su metoda paranoico-critico, ha sido reproducido tal cual, corrigien-do unicamente algun error apreciado hoy.Para esta edicion espanola, Salvador Dali haido recogiendo abundante material grajico quese publica aqui par primera vez completo, jun-to a comentarios suyos surgidos durante La ela-boracion coniunta de esta edicion.El entusiasmo de Salvador y el metoda ypaciencia de Robert Descharnes han convertidoestas ptiginas en una autentica primera edicionmundial de 1 0 que, creo, pasard a ser un cldsicodel surrealismo.

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    Dali en erecci6n incipiente al hacerse fotografiar disfrazadode Angelus.

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    Pr6logo a 13.e t l i c i o ' u original francesaLa ley moral, debe ser de origendivino, ya que, antes de las Ta-bias de Moises, ya estaban con-tenidas enlos codigos de las es-pirales geneticas.1" S.D.

    El rmanuscrito de este libro se -perdi6 en elmomenta de nuestra partida de Arcachon, unashoras 'antes de Ia-ocupacion alemana, Recupe-rado de nuevo hoy, luego de veintidos afios, 1 0he releido y he decidido 'publicarlo tal cual, sincambiar ni una coma. -Entre tanto habia reunido toda una red deinformaciones agobiantes sobre el erotismo,rural, que debia concIuir con mi pelicula deaquel momento, La carretilla de carne. Ya sesabe que los campesinos, dentro de la dureza desus labores, sobrepasados por la fatiga fisica,tienden a.erotizar, mediante una especie de ci-bernetica atavica, todos los instrumentos detrabajo que caen en sus manes, y la carretillaconstituye el fantasma supremo, deslumbran-te, debido a su estructura antropomorfica ya sus iposibilidades ,de funcionamiento sim-bolico. Con este espiritu propongo a mis lee-.tores el ultimo docurnento que pude encontrar,"imagen f~]~16rica de los.,pioneras arnericanos(p, 12), como primera y exhaust iva ilustra-ci,qn del pr61ogo de mi Milo trdgico del AngeIus de Millet.

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    lIustrad6n folkI6rica norteamericana del siglo XIX.

    ,IObservernosla. 'Esa madre, que pod ria muy

    bien ser una variante de la madre Ialica con ca-beza de buitre de los egipcios, utiliza a su ma-rido extrafiarnente despersonalizado en ca-rretilla con el fin de enterrar a su hijo al mis-mo tiempo que se hace fecundar, siendo ellamisma la , tierra-madre nutridora por excelen-cia. La imagen doble del falo-cactus se nospresenta como una alusi6n sin equlvoco al de-seo de castrar al esposo, quien, privado de estemodo de su virilidad y reducido al estado desimple vehiculo de productividad social, ya nopuede servir de pantalla, ni dafiar, .dentro delas relaciones directas madre-hijo, 0sol nacien-te del matriarcado absoluto. En eI matriarcado,la madre quiere sustituir al marido reempla-zandole en todas sus situaciones: en el pre-sente caso, en su situaci6n de carretilla. Porello desearia jugar, ser mimada, balanceada rit-micamente, carretilla, . p ' O ' 7 - ;i4_hijo, el mismo enel cenit de su fuerza heroica de universitariodeportivo donde conoce en el matriarcado unperiodo muy corte" de idolatrta maternal .unpoco antes de sufrir, a su vez, Ia suerte de supadre, en el momenta en que va a convertirseen marido.Ese gran tema mitico de la muerte del hijo,sentimiento esencial que se desprendia de miMilo trdgico del Angelus de Millet, me fue con-

    firmado, una vez terrninada mi tesis, sin quepudiera verificarlo personal mente en estos ul-timos tiernpos. Me~~nf~rmaro'n, de que, en efec-to, Millet habia pintado, entre los dos campesi-nos piadosamente recogidos, un ataud que con-tenia a su hijo muerto, a la derecha, cerca de

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    Radiograf'Ia de. la .parte inferior del Angelus rcali-z~~a en el laboratorjo del Museo del Louvre: :, peri-cron de Salvador Da,ILA los pies de la rnujer, unamasa oscura que seria el ataud ante el ~cual estanre~and~ 10 . 5 dos personajes y que Millet habrfa supri-m._Idgsiguiendo el. consejo de-un amigo.

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    los pies de la madre. Segun cierta correspon-dencia, un amigo de Millet que residia en.Partsle habrfa puesto al corriente de la evoluci6n delgusto en la capital y la creciente' tendencia encontra de los efectos demasiado melodrama-ticos, Probablemente Millet se dejaria conven-cer y amortaj6 al hijo muerto con una capa depintura que representaba la tierra. Con 1 0 quese explicaria la angustia inexplicable de esasdos figuras solitarias, unidas de hecho por elelemento argumental primordial que estabaausente, escamoteado= como dentro de un co-llage a1 reves.Si fuera cierto, e incluso en el caso de que,antes de pintarlo de nuevo, Millet hubiera que-rido rascar 0 borrar el ataud, debian su1;>sistiralgunas marcas en el lugar de la correccton.Haec algunas sernanas. Y por primera vez,

    examinaron el Angelus con los rayos X en loslaboratorios del museo del Louvre. Cuando He-gue al museo, un poco tarde, ya estaban alli miamigo y editor de este libro. Pauvert, ensefian-dole a la senora Urs, directora del laboratorio,una masa oscura aparecida en la placa en ellugar preciso en que yo les habia indicado. Erauna masa de forma geometrica que puede as i-milarse factlmente a una especie de paralele-pipedo cuya perspectiva culminaria en la lineadel horizonte del Angelus. Hasta nueva orden,ninguna otra explicacion. tan provisional comola mia, parece probable.Despues de ese acCintecimiento, Gala me' dijo: Si ese resul tadojco;stituyera una prueba, se-ria maravilloso; pero si todo el libro no Iueramas que una pura construcci6n del espiritu,

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    [cntonces seria sublime! >t. Yo, personalrnente,doy por cierto 10 siguiente: este libro es laprueba de que el cerebro humano, y en estecaso el cerebro de Salvador Dali, es capaz, gra-cias a la actividad paranoico-critica (paranoi-ca: blanda; crttica : dura), de funcionar comouna rnaquina cibernetica viscosa, altamente ar-tistica.Del constrefiimiento feroz de los coeficien-

    tes de elasticidad y de la viscosidad jesuiticaspor las estructuras eticas implacables de las taobias de la moral nacen las grandes obras dearte.

    1963

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    . . ~Primera parte

    Descripcion del fenomenodelirante inicialDescripcion de los fenornenossecundarios producidos alrededorde laimagen obsesiva

    Consideraciones crtticas delfen6meno delirunte inicialII'II:1'.! ii,I,'!

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    DaH, disfrazado de Angelus, en plena actuacion.

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    Caracterfsticas fenomenales del Angelus . ...,.. .. .Contraste inexplicable entre la celebridad de-Iirante, los efectos obsesivos del Angelus y elaspecto miserable e insignificante del cuadro.Falta absoluta de razones validas que justifi-quen esos efectos . ...;_Hiper-originaIidad del An-gelus desde el punto de vista de la - compos i-cion . ....!.. Fenomeno de composici6n unico en lahistoria de la pintura. - Antecedentes psico-patol6gicos del Angelus. - Bajo el simulacrainsipido, inofensivo del Angelus alga ocu-rre, - Relaciones entre las angustias incorn-prensibles pravocadas par el Angelus y el Re-torno del hijo prodigo de De Chirico. :..._Trai-don de los pensarnientos involuntarios en Mi-llet y Leonardo. - Determinaci6n del arnbien-te del Angelus. - Los atavisrnos del crepuscu-10 . - La representacion del crepusculo espropicia a la eclosion de fantasmas fosi-Ies. - Nostalgia atavica y crepuscular en Fa-bre.- Ariimalidad 'cruel de las costumbres an-tcdiluvianas, - Dialectica de los atavismos delcrepusculo-aurcral del.rnundo. - La actitudexpectante de la mujer en el- Angelus: la acti-tud espectral de la mantis religiosa. - Atavis-mas de la mantis religiosa. - La actitud de ple-garia (rnanos jun\as bajo el menton) en las pas-turas de la 'i~onografia histerica. - Exhibicio-nismo. - Espera. - Expectacion. ,....:..;gresioninrninente.

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    1.Descripcion del [enomeno delirante inicial

    En junio de 1932 se presenta de subito enrni espiritu, sin ningun recuerdo proximo niasociacion consciente que 'permitiera una expli-cacion iilmediata. la imagen del Angelus de Mi-llet. Esa imagen constituye una representacionvisual muy nitida y en colores. Es casi instanta-nca y no da lugar a otras imageries. Yo sientouna gran impresion, un gran trastorno porque,aunque en mi vision de la mencionada imagen,todo. corresponde con exactitud a las repro-ducciones que conozco del cuadro, esta se meaparece absolutamente modificada y cargadade una tal intencionalidad latente, que el An-gelus de Millet se convierte "de subito. parami en la obra pict6rica mas turbadora,' la masenigmatica, la mas densa, la mas rica en pensa-rnientos inconscientes que jarnas ha existido.La adrniracion y la subita atraccion que senti

    par ese cuadra contrastaba con la pobreza,si no can la ausencia casi absoluta de medias in-mediatos (explicativos 0 incluso hricos) que mehubieran permitido objetivar, par poco que.fuera, el gravisimo y violentisimo trastorno deque habta side causa. La existencia de esetrastorno me alejaba de cualquier intento deproselitismo que preveia ineficaz: este senti-rniento me seria. corroborado mas adelante por.. .'\_..".--el ferviente escepticismo que mis .amigos rna-I1!fes1flr~n ~.~t~~ l]n;tsca ~g_I1lif?ciqn PQr ~ _ tAngelus.

    Ese [enomeno df:lir.a1Jte inicialtipico, .aunque 'muy- degenerqdoen la actualidad .se llama -pop-art, representandode este modola nueva tend en cia moral delarte de vang1:u~!dia.- - ,

    S _ . p.Las"notas en cursiva f~eron ins_piradas a SalvadorDali por la correccion de las pruebas de este Iibro.(Nota del Editor.) .

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    Muy lejos de -cornpartirla, objetaban con in~sistencia (y justicia) la vaguedad e inconsisten-cia evidente de las apologias fallidas a las queyo me arriesgaba timidamente y sin demasiadaconviccion. Sin embargo, puedo afirmar quefO ' ya sabia casi' todo sabre la transforrna-cion del cuadro:' comprendia, veia con toda-cla-ridad ;de que' se trataba, La interpretacionq u e posteriormente debia tomar cuerpo, me re-fiero a la -interpretacion del Angelus, 0 rnejor,mifutura- tefitativa de interpretacion, estaba yaenterarnente presente y evidente en rni es-plritu en el mornento del fenornen deliranteinicial; estaba lucidamente contenida en este.Pero, si para que apareciera objetivamente elrostra paranoico (pag. 27) bastaba- con in-dicar por la-punta de un Iapiz las diversas or-ganizacicnes asociativas suministradas por lospretextos plasticos-Hgurativos, para que apa-reciera objetivamente el nuevo "drama deli-rante que-surgia del Angelus, habia-que hacerbrotar los mismos sistemasvasociativos vperon o ya en el ' campo formal, sino en esie otro,muchoimas inalcanzable ycomplicado, en el delas representaclones-y fen6menos psiquicos.2 .

    Descripcion -de los -[enomenos producidosenlomo a la imagen' obsesivaA 'partir' del .feri6meno delirarite inicial 'que

    acabamos de sefialar y'cornentar, e] Angelus de"Millet.adquiere una forrria netarnerite obsesiva,Interviene con una notable insistencia exclu-

    Salvador Dati, Visage 'Parandiaque, 193435.

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    sivista en mi pensarmento, mezcfandose bajovarios aspectos y variantes al desarrollo de rnisfantasias y devaneos, Por el contrario, no sue-fio en absoluto con el Angelus.

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    Primer [enomeno delirante secundario: trans-curro varias horas al sol, ocupado en la con-[eccion de una multitud de pequefios objetosrnonumentales, es deeir que procuro imagi-narlos aumentados a enormes proporciones.Para este juego, utilizodiversos emplazamien-tos, acoplarnientos y situaciones de guijarrosy piedras de la playa. Estas piedras son extre-madarnente. variadas, complejas; son ricas, porsi mismas, de una sorprendente infinidad depequefios conflictos plasticos y evocadores .La mayoria de elias tiene formas extraordina-riamente suaves, redondeadas, pulidas a 10 lar-go de los siglos por la accion mecanica de lasolas; estas piedras, aunque mucho mas irre-gulares que los guijarros, llegan a producir ilu-siones de eonsistencia casicarnal: otras, al con-trario, roidas por Ia erosion, ofrecen forrnasdcscarnadas: aeribilladas de agujeros, presen-tan superficies torturadas y dinamicas que re-cuerdan extrafios esqueletos de animales en ac-titudes feroces. EI fino polvo de mica, que haceresplandecer sus aristas cortantes, presta a sucontorno la acuidad fulgurante y dura de lasprecisiones rnetalicas, Disfruto mucho del efec-to de los guijar ros de contornos redondeadosy carnosos que simplementehe colocado unossabre los otros, intentando a la vez haeer. coin-cidir sus concavidades y convexidades segunposes evocadoras de los acoplamientos del28

    Postal.Bl Angelus de las violetas (S.D.).

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    amor. Pero de repente me estrernezco: guiadopor cI automatismo del juego, acabo de colo-car dos piedras erguidas, una ante la otra: lade la derecha, especie de guijarro alargado porSll extremidad superior, ligeramente inclinadohacia la otra piedra; la de la izquierda, com-pletamente perforada, la mitad mas pequeiiaque la otra cuya forma recuerda vagamenteuna silueta humana. Esta-disposiclun totalrnen-te invuluntaria de las dos piedras me ha recor-dado al instante, y este hecho me causa Ia masviva emocion, la pareja del Angelus de Millet.Los dos personajes me parecen interpretadoscon una sorprendente adecuacion, aunque nome cxplique en modo alguno el aspecto insolito(1L.:1personaje totalmente acribillado de agu-jeros ytanto mas pequefio en relacion al otroque en el cuadro. Por el contrario, el guijarroasociado a la Figura femenina me parece co-rresponder a aquella, justificarse de una formarazonable e incluso naturalista, no solo porsu morfologia redondeada, sino tarnbien porla inclinacion hacia adelante que reproduce,aunque de una forma exagerada, la postura dela cabeza de la Figura femenina del Angelus,EI sentimiento de esta exageracion contribu-

    ye, no obstante, a hacerme consciente del ca-racter netamente delirante de la asociacion deideas de la que forma parte.Segundo [enomeno delirante secundario: lue-

    go del bafio que sigue a este juego y durante elcual el recuerdo visual del Angelus persiste en Iel curso de la natacion, tengo que cruzar, paravolver a Port Lligat, un- prado bastante am-plio,30

    de hierba gruesa y carnosa. -En ese prado -queconstituye una mancha en ~J paisaje calcinadoy arido de Port Lligat- abundan los charcos~~,agu~ ~~t~l1f?d~ donde no es raro ovensaltara las ranas. Tarnbien 1 0 pueblan una. gran can-tidad de saltamontes de color. verde y sobretodo grandes mantis religiosas; verdes tarnbien,delrnismo verde que la hierba.To que a menu-do m~ hahecho pensar ~ 1 1 . unprobable fenorne-no de mimetismo. Hacia el centro del pradotropiezo 9cm \!!l pescador que viene en- sentidocontrario. A ese pescador Iehe visto desde lejosysin embargo ahora siento todo 1 0 que -habiade inevitable en ese tropiezo, en razon de latorpeza coincidente que: nos hernos- impuestoinvoluntariamente :para ..interceptarnos el paso,realizando los dos gestos identicos yque se co-rrespondian como to.~de un s9.I,Qhombre Y suimagen en 'el espejo. f, 1 . U -En el momento de la colision con el pes-

    cador (colision absurdamente violenta,como 'consecuencia de la brusquedad dela ultima rentativa para evitarnos), vuel-vo a ver con toda-claridad el;Angelus enel que habta qt:j~dQ de pensar desde miregreso ..Debo anadirque, antes de ver alpescador que venia en sentido contrario,tenia la mirada fija en la hierba .del sue-10 , esquivando a los ipequefios insectos yen particular intentando escapar de losataques~'de los saltamontes por .los cua-les siento una fobia de un poder aterro-~iza~t~' total; de modo que. vi al pesca-

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    dor relativamente cerca, auiique a sufi-ciente distancia como para esquivarle.2. Durante u~a breve fantasia a h que me

    habia abandonado en una excursion alCap de Creus, cuyo paisaje mineral (alN.D. de Catalufia) constituye un autenti-co delirio geologico, imagine talladas enlas rocas mas altas las esculturas de lospersonajes del Angelus de Millet. Su si-tuacion espacial era la misma que en elcuadro, pero estaban totalmente cubier-tas de fisuras. Muchos detalles de lasdos figuras habian sido borrados par laerosion, 10 que contribuia a remontar suorigeh a una epoca muy remota, contern-poranea al mismo origen de las rocas.Era la figura de hombre la mas deforma-da por la accion rnecanica del tiempo;solo quedaba de el el bloque va go einforrne de la silueta que se convertfapor ello en terrible y particularmenteangustiosa,

    3. Durante un .largo suefio (que se repitecon bastante frecuencia), en el que vi,pero esta vez a Gala como protagonista,deterrninados momentos excepcional-mente liricos de mi adolescencia; en Ma-drid, visitaba con ella eI Museo de His-toria Natural en eI memento del ere-pusculo. La hache cata prematuramenteen las amplias salas, cada v e z mas som-brlas, del museo. -En el centroexacto-dela sala de los insectos, era irnposible con-

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    templar sin pavor la pareja turbadoradel Angelus, reproducida en una escul-tura de colosales dimensiones. A la sali-da, sodomice .a Gala 'en- la misma puer-ta'del museo, a esa hora desierto. Reali-zaba este acto de una manera rapida y enextreme salvaje, rabiosa. Los dos nosadeslizabarnos en un bafio de sudor, altermino asfixiante de aquel crepusculode verano ardiente en el que ensordeciacl canto Irenetico deIos insectos.

    4.. En el.curso de una fantasia experimental.que consiste en sumergir, imaginariamen-te, cuadros' conocidos en Iiquidos diver--sos: para cornputar: el efecto (represen--tacion) que podrta resultar, 'se me pre-'septa como una idea especialmente tur-badora sumergir la mitad del Angelus enun cubo de leche tibia. Ahora' ya no re-cuerdo en que postur'a habia q~e ponerel cuadro para poder hacerIo; evidente-mente habla que dejarlo resbalar en sen-tido Jongitudinal, pero he olvidado porcompleto si el personaje surnergido erael hombre 0la-rnujer: Pero, si e n la ac-tualidad me hago esa pregunta, veo conabsoluta claridad. que debe ser el horn-bre. Esta -evldencia puede ser, por suopuesto, 'fuhcion de los descubrimientos,rimy apreciables ya, que me habia sumi-nistr~d'p, mi trabajo de interpretacion yde asociacion, a pesar del absoluto carac-Iter' de abstraccion que yo conferia a todo.lo que ya sabia. Pero podria justificarse

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    incluso mediante el misrno funciona-rniento del mecanisme paranoico, ya queeste se ha manifestado capaz de.objeti-var incluso [as.asociaciones del azar ob-jetivo, determlnado, COTQO veremos m a s.adelante.rpor las asociaciones .anterrores.Sea como Juere. la unanlmidad de losamigos consultados sobre este punto essorprendente: Gala. Breton, Lacan, Bu-fiuel, Giacometti', no podian concebir lainmerstonparctal del cuadro, si no erael hombre e] personaje sumergido.

    S ,U Paseando en autom6vil, en el crepuscu-10 , por una calle: de Port .de la- Selva,un pueblecito- proximo, a Cadaques, veoen un modesto escap

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    Consideraciones criticas sabre el [enomenodelirante inicialEn, [unio de 1932 se presenta de. subito a miespiritu, sin 'nlngun recuerdo proximo ni aso-ciacion consciente que permitiera una explica-cion inmediata, la imagen del Angelus de Mi-llet. Esa imagen' constituye tina representacionvisual muy nitida y en color. Es casi instan-tdnea, etc."La aparicion de esta .imagen presenta carac-terfsticas parecidas a las de toda una serie de

    visiones que experimentalmentey muy a me-nudo intento provocarme y que. se producentambien a plene dia, en los momentos que apa-rentemente soil mas an6nimos, mas inespera-dos, pero, de hecho, muy en. especial. en lascircunstancias en que rni actividad se ve reque-riQ.

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    - C " : V eso que,es? Esta imagen, ins-tantanea 'asociada. al-Angelus, ap~sa'r -dele tiempa transcurrido,sigue.angustiandome,S. D.

    Imagen instantanea asociada al Angelus (veas; not~pag. 169).

    II

    centenares de paginas' y su realizacion practi-ea me.obligaria a un trabajo sobrehumano, has-ta tal punto son ricas e infinitas en sus deta-lIes microscopicos, sin que- por e l l a : resultenmenos nitidas que la imagen de un objero rea]que hubiera permanecido unos segundos antemis .ojos.

    La simple, constataci6nde los desplazarnien-tos, analogias y relaciones permite lIegar a laconclusion de una coherencia continuada e n elencadenamiento de las Imageries a las que aca-bo de- referirrne y que han sido-retenidas y uti-lizadas en mis cuadros (su descripcion y su exa-men sucinto estan transcritos en una nota).Esas Imageries sorprenden de- inmediato -sinque sea necesario un-estudio analiticomas pro-fund~ por la sistematizacion evidente de sucontenido delirante.De modo que la. natura1eza de esas irnagenescorroborarta d e una 'maneracoficreta la nocionque podrtamos ~hacernbs de la irrlagen para-notca en .general : en 'ella habria una sistema-tizacion en sentido 'evolutivo que coexistiriacon-el nucleo 'de las -ideas: delirantes y constitui-ria una parte.consustancial de d. La idea deli-rante se-presentaria como' portadora ensi mis-rna del gerrnen y - de Ia- estructura de la siste-rnat izacion : de ahi el' valor' productivo -de esaforma de actividad mental que se encontrariano 'solo' en la base 'msma del fenomeno deIapersoiialidad, sino que. iricluso, constituiria suforma mas, evolucionada de desarrollo dialec-tico.' '_ ;\4$-.La' apa'dcion de-la imagen del Angelus de Mi-

    llet se presenta ante rnis ojos eomo una imagen

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    paranoica, es decir, comportando un sistemaasociativo que-coexistiria con las ideas deliran-tes propiamente dichas: como co~se~uencia delchoc, de la reaccion provocadapor la imagen,el objeto se habria cargado, para' mf, de uncontenido delirante (ya que, aunque en la vi,sian de la mencionada imagen todo correspon-dia a la realidad de las, reproducciones-que co-nocia-del cuadro, se me aparecia, con todo, car-gada de una tal intencionalidad latente. que elAngelus de, Millet se convertia, de- repente, -enla obra _p~cta,r.ica,mas_trastornadora, mas enig-matica, mas densa.Ja 'mas .rica en pensamientosinconscientes que [arnas haya.existido), La ima-gen se- meaparecia como diferente, y estadiferencia bastaba para suministrar el content-99 delirante anteriormente anundado,' _ 'Naturalmente, 'la diferencia en -cuestion no

    podia confundirse can un simple cambia -deapreciacion de orden intelectual, razonado, so-bre, el mencionado cuadro. Por el contrario ha-bla surgido de' fon~~1a'subita yespontanea, l aernocion y el trastorno experimentados -eranexcesjvos e incapaces, de justificarse de momen-to mediante, explicacion: Iogica alguna. Se tra-taba exactamenje del contraste entre la imagendelirante y, el aspecto inmutable de la imagenconocida; esta-ultima contenia en. estado [aten-te ,as.ociaciones que permiten y justifican lairrupcion subita de la primera, asf como cier-tas asociaciones. del paisaje africa no contienenen estado latente larimagen que el mecanismoparanoico debia asociar sisternaticamente y ha-eer surgir al instante, a saberja .imagen para-noica pintada por Picasso.40

    En- el caso del Angelus; "la productividad de-lirante no es de orden visual sino sencillamentepsiquico. No es la imagen que cambia desdeel punta de vista morfol6gico, sino que, desdeel punta de vista del argumento, desde el pun-ta de vista del drama, es posible (como en elcaso del rostra paranoico) objetivar y hacer co-municable una transforrnacion completa. Es 10que voy a intentar poner de manifiesto, rio si-guiendo can el lapiz el contorno de las formasy resaltando las asociaciones que cornponen elrostra surgido del paisaje africano, sino sefia-lando y describiendo, can la ayuda de los fen6-menos delirantes secundarios, las asociacionesque ,bastan para hacer surgir el drama insos-pecha do, escondido bajo las apariencias mashipocritas del mundo, dentro del simulacro ob-sesivo, enigmatico y arnenazante de la plegariacrepuscular y desertica que oficiaJrnente se de-nomina aun can ese nornbre impreciso yencu-bridor: el Angelus de Millet.

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    Salvador DaH, L'Angelus arcbitectonique de Millet, 1933.

    Fenomenologia del Angelus

    Segunda parte

    rActividad paranoico-cnuca ejerddasobre los fenomen os secundarios

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    1IPostal.

    Fenomenologia del 'AngelusInterpretacion paranoico-critica de los [enome-nos secundarios.Nada mas sorprendente, desde el punto de

    vista materialista, que la indiferencia .Y la des.consideracion de que ha sido objeto ese feno-rneno unico en el genera: el poder obsesivoque ha ejercido en el mundo entero .. y en laimaginacion de las rnasas, la imagen aparente-mente insigniflcante del Angelus de Millet. E]cuadro ha batido todos los records de repro-ducci6n a los que podrian aspirar las imagenesmas generosamente prodigadas. Si se realizarauna estadistica sobre este asunto, no haria masque aurnentar, me imagine, el porcentaje im-presionante d e su- repeticion, pero, a Ialta deesa estadistica, no puedo dejar de rnencionarvarios hechos que ponen cn evidencia esa ex-cepcion unica, es decir la irnportaricla exclusi-vista que ha tornado el Angelus en detrimentode las otras imageries en la irnaginacion po-pular. .i. Debo evocar clarisimos recuerdos de infan-cia que me muest ran en Catalufia el AIIJ.:dus deMjlJet sumido en estado de epidernia (epidemiaque dura aun y perdura induso en 1a imageninconexa y absurda, como la de viviendas dernilitantes anarquistas fotografiadas por Ia po-[ida despues del descubrimiento de artefactosexplosives que escondian), 0\a constataci6n delmismo hecho, indiscutible en Francia, 0 inclusolos testimonies que nu,> llegan del desarrollodel rnismo fenorneno intensive en Rusia? ... Es

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    Et hi;o se [unde 'como to nieoe (S.D.).

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    10 pasaiero y 10 inmutable (S.D.).

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    evidente que el Angelus se presenta siemprecon ese caracter obsesivo, de hiper-evidenciamorbida y, hasta cierto punto, siempre deli ran-teo EI escultor Alberto Giacornetti me cuentaque el verano pasado, al pasar por un pueble-cito suizo de alta montana, tuvo la ocasion dever a un vendedor ambulante cuyo asno esta-ba cargado de crornos con reproducciones deimageries y cuadros celebres. Los campesinosque habra visitado, con una unanimidad que nodejo de sorprenderle, se habian reunido (sinexcepcion) para comprarle la reproduccion delAngelus de Millet; y todo ello se agrava aun porel hecho de que todos esos carnpesinos ignora-ban hasta ese momento la existencia de la ima-gen en cuesti6n, asi como la de las restantesimageries del Iote,En el curso del mismo verano, un hombre,en un ataque de locura, rornpe en el Museo delLouvre el Angelus de Millet e inml'diatamentees intcrnado en un maniccrnio.' No se puededejar de confrontar el caso de este hombre conel de Van Gogh, obsesionado por Millet en elmemento mas grave de su locura, hasta el pun-to de que la obsesicn Ie ernpujo a copiar a sumanera varios cuadros de Millet segun un as re-producciones en postales.Debe insistirse por otra parte en la repeti-cion autornatica de los dibujos de los zapatosen los cuadros de Millet. Y final mente con-viene mencionar la consecuencia de los feno-menos delirantes que experimente personal.mente y que constituyen el tema central de lapresente obra.i,De que modo explicar, conciliar esa unani-

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    B l IT en er l p ol ii ic o' de l a- -;- pa re ja (S,D,),

    midad obsesiva, esa -violencia innegable 'ejerci-da sobre la imaginacion, esa fuerza, esa eficaciaabsorbente y exclusivista en el reino de las irna-genes? ,Como conciliar, insisto, esa fuerza, esafuria de las representaciones con el aspecto mi-serable, tranquilo, insipido, imbecil, insignifi-cante, estereotipado, convencional al limite delAngelus de Millet? ,Como un antagonismo talno ha sido motivo de inquietud? Desde este mo-mento ninguna explicacion puede parecernosvalida si seguimos creyendo que un cuadro asino quiere decir nada 0 casi nada, Estamosconvencidos de que a tales efectos deben corres-ponder causas de cierta irnportancia y de que,en realidad, bajo la grandiosa hipocresia de uncontenido de 10 mas manifiestarncute azucara-do y nulo, algo ocurre.

    fMe parece oportuno, antes de proseguir eseestudio, Ilamar la atencion del lector sobre otrofenomeno que ha pasado muy desapercibido yque, sin embargo, es de una absoluta evidencia.Me refiero a la originalidad total, trastornadoray sin precedentes' en la historia del arte, de lacornposicion y de la ..situacion del Angelus. Esun hecho el que este cuadro no se parezca aningun otro, Jarnas (y bajo ningun pretexto)han sido dispuestos, en pintura, en un espaciodesertico, a la hora del crepusculo, un hombrey una mujer de pie, inmoviles .., verticalesuno ante eLdtro, sin mediarse palabra ni comu-A I. .~ . ..nicados con gesto alguno, sin que uno vaya alencuentro del otro ... , etc. Para asegurarme revi-se pacientemente y 10 mas met6dicamente po-sible las rcproducciones de las obras que ilus-

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    Comienzo biperrealista nalf del Angelus (S.D.).

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    res, es -indispensable que insistaen la falta ab-soluta de cohesion intelectual que presenta laobra de Millet; en este caso se trata de una fal-ta de control que, como su contrario, la cienciasuprema de los con troles intelectuales tal comola encarna Leonardo, se expone en particulara las traiciones automaticas e involuntarias.Las obras de Millet que descubro hoy constitu-yen c1aros antecedentes de las tendencias eroti-cas manifiestas de su autor, tendencias que,como vamos a ver, parecen presidir el conte-nido latente del Angelus. De este modo el cua-dro de la pagina 136 nos propone un ejemplo di-recto del enigma del pene, el de la pag. 59 unparalelismo confundible con el celebre La Vir-gen y cl Nino de Leonardo que contiene el in-visible buitre descubierto por Freud, en Un re-cuerdo de inlancia de Leonardo da Vinci. Lassituaciones respectivas de los dos personajesofrecen las mismas evidentes caracteristicas decondensacion. Las del hijo y de la madre sor-prenden a primera vista por su riqueza sim-bolica. Desde el punto de vista figurative, ladisposicion disociativa y neologica debido alclaro-oscuro, permite incluso suponer en losdos casos la presencia secreta de la misma cla-se de flora y fauna atavicas y voraces.Despues de esas breves alertas introductivas,pasemos al examen critico 10 mas metodico po-

    sible del Angelus. Empezaremos por el examendel ambiente general del cuadro, es decir, elexarnen de'.!elemento global y determinativo del. . . . .crepusculo.

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    Leonardo da Vinci, La Virgen, el Nino y Santa Ana.

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    Millet, L e s Moissonneu;s (fragmento).

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    Salvador J)aU,E!, atavismo del, crep_usp4oi ~1933-34.

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    Los a t a v i s m o s del crepusculoRecuerdo perfectamente que el Angelus me

    afecto muy en especial en rni infancia. Comoconsecuencia. de mi formacion intelectual y ar-tistica, el cuadro se via mas tarde mezc1ado enlas jerarquias mas descalificadas e inoperantesde la actividad espiritual, y, resurgio del olvi-do; me ocurri6 ]0 mismo que con 1asmaravillo-sas arquitecturas Modern-Style que intentovengar de un largo y vergonzoso rechazo, AlAngelus de Millet asocio todos los recuerdospre-crepusculares y crepusculares de mi infan-cia, considerandolos como los mas delirantes,o dicho de otro modo (comunmente hablando),los 'n;taS poeticos. En el instante de esa transi-cion luminosa el canto de los insectos adqui-ria para mi una enorme importancia sentirnen-tal: muy a menudo, al final de los dias de vera-no, abandonaba las calles de la ciudad para ira escuchar en 19s campos el ruido de los insec-los y sumirme en los infinitos ensuefios en losque el terna de las hipotesis y de las imagina-ciones relativas en la epoca terciaria volvtan- apresentarse con insistencia. De este modo elcrepuscul0 y el canto de los insectos constitu-yen el leitmotiv obsesivo tanto de las pra.sas poeticas cornoel de los raros poemas rit-mados que escribi hasta la edad de catorcea:ilos. A veces incluso, en el curso d~ mis paseos

    ., . _1 ...crepusculares.r'esos .poernas tornaban formaoral, 'irnprovfsados declamatoriamente en untono casi' sierripre elegiaco. Recuerdo una deesas declamaciones que me enrusiasmo en es-pecial- poi su brillantez, en la que expresaba la

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    nostalgia irreparable del fin de las epocas -car-boniferas can la desaparicion de su fauna y desu flora (el aspecto hipotetico y grandioso meatraia poderosamente) y la gradual aparicionde la civtlizacion humana destruyendo progre-sivamente el estado de virginidad del rnundo, yarruinando de este modo el ideal que me lIeva-ba hacia un panteismo puro e integral que seremontaba a los origenes del universe. Ese uni-verso, beneficiandose de un retroceso milenarioy del romantidsmo de sus fantastlcos cataclis-mos geologicos, de sus desproporcionadas vio-lencias fisiol6gicas, era ideal para mi refugioImaginative. He podido constatar que atavis-rnos parecidos, provocados por el sentimientocrepuscular, se observan incluso en los litera-tos mas descalificados. Asi es como, en Espa-iia, un lamentable escritor de cuentos para ni-fios llamado Folch i Torres, ha conseguido,abandonfmdose a la idea. imaginar el descubri-mien to de los restos de un inmenso pajaro ter-ciario en una isla abandonada. Los supervivien-tes de una catastrofe aerea 1 0 utilizan para eva-dirse colocando e n la carcasa del fosil lo~ res-to; 'del inotor y diversos acces~rios del aviondestruido. Recuerdo. en la epoca en que estecuento me fue leido en voz alta par mi madreen el curso de una convalecencta, que me .irnpre-sionaron diversas descripciones del crepuscu-10 , el descubrimienta extremadamente trastor-nador del f6sil y e l nacimiento de u n a vida nue-va. Y concretamente me ernociono hasta las la -grimas el episodic d e r abandono de la isla llenade rocas inmensas, Ia isla delos fosiles, lugarque si~rnp.r~ heasociadoy }pcaJizado el:l el pai-62

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    '\, , ' .Ilustraciones de J. Llaverias para 1a edici6.n orig~nal deHi gegant d els a ir es de Folch i!orres. que rmpresionarona DaH en su infancla.

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    saje ael~Cap de -tfetis que -(quiero recordirl6)sirve de marco a una de las fantasias que gta-vitan alrededor del Angelus.Pero nada hay mas revelador acerca de losposibles catavismos del crepusculo que el exa-men, incluso sin excesiva profundidad, de Ia li-teratura de ese -cartero Cheval de la entomo-logia que era Fabre. En el las descripciones delcrepusculo adquieren una irnportancia poetica,afectiva. A menudo me habia sentido intrigado,mucho antes de entrar en el orden de las cons-tataciones actuales y desde ia primers lecturade las obras de Fabre (hara unos seis 0 sieteafios), por la complaciente repetici6n en su obradel terna crepuscular. el tono panteista que

    arrastraba a suenos c6smicos, la nostalgia y elsentirniento de la pesadumbre elegfaca. Estaclaro que la descripcion de un insecto evocasiernpre en el analogfas atavicas : jQ~e mundotan singular el de los locustinos, uno de los masantiguos anirnales sobre tierra firme y, como Iaescolopendra y el cefalopodo, un representante"retrasado" de las antiguas costumbres!-.La existencia de los atavismos del crepuscu-10, independientemente de los datos comple-mentarios que seguiran, nos parece en acuer-do can la nocion de un cproceso relative deldevenir segun el cual cIa aurora del mundo 8610puede aparecersenos "dialecticamente" .comocrepuscular; ~sa nocton vienecorroborada porla real ..extincion del verdadero crepusculo defa fauna yf C f e fa flora de esa aurora, de modoque el sentirniento de extincion 1 0 domina todo,

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    La actitud,_e!-pectante de la mujerAdemas del erotismo simbolico de sobras co-

    nocido de los extasis misticos a los que corres-ponde la actitud.de la mujer en e l_ Angelus, seme acordara qu~ [a posicion de las manos cru-Zi!~jl~Sbajo el menton, dejando a] descubierto es-pecialmente Ias piernas y el vientre, es unaacti-tud Irecuenre, incluso. estereotjpada en las po-ses hlstericas d~ Las esculturas y en particularde. los objetos de, arte Q~ hazar. La nostalgiaque, traducen esta en relacion con-los sentirnien-tos crepusculares que. il4~tran con tanta abun-dancia Ja_$po,stales en las que .desnuq,9s con lamisma actitud se destacan sobre una puesta desol. Esaactitud comporta a mirnodo -de ver unfactor exhibicionista, un _f~ctor expectante Yunfactor de agresion clarisimos. Esta clare quese trata de [a tlpica "postura de e'spera. Es Ia in-movilidad que preludia Ja~ violencias inminen-tes, Es tam bien la claslca actitud de 105 saltosde ani~al~;, es la cornun al canguro y ' al bopxeador: y, sobre todo, la que ilustra con res-plandor la mantis religiosa ,(actitud espectral).Y de nuevo el sentlmiento atavico comun Iren-t~:~'~un insecto cqmo este .y aI hombre, se ponede rnanifiesto en ese pasaje de Fabre; La mar,primers nQdz.:i.zade Ja vida, conserve .aun, ensusabismos, muchas de esas forrnassingulares.discordantes., que fueron los intentos 4e J ~ ~nimalida~;~a tierra. fi!!!le; menos [ecunda, pero-J.!lJ!s;tpJa para el progreso, casi ha perdido porcomplete sus e.?tt~afiezasde antafio. La poco que,I f : queda pertenece .sobre todo " < 1 , 1~serie de losInsectos Rr!{I'l.Wvo~,insectos can capacidad muy

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    Iimitada, de rnetamorfosn, muy sorneras, casinulas. En nuestras regiones, en el primer ran-go de esas anomaHas antomol6gicas que hacenpen~ar en las poblaciones de los bosques car-bonljeros, se 'encuentran los mantianos, de losque forma parte la mantis religiosa, tan curio-sa po: .sus cos,tumbres como por su estructura.Tarnbien ahi se ~itua la empusa (empusa pau-perata, Latr.), objeto de este capitulo ... Etc ...L~ que prece~e me parece suficiente para exa-rmnar, a traves de los diversos fen6menos des-cri~os -fen6menos que se producen a traves dela Imagen obsesiva, el elemento generador alque hem os convenido en Hamar los atavismosdel crepusculo y el sequito de fantasmas crue-Ies que se injertan en el simulacro generico deeste sentimiento originario.1, T- ranscurro varias horas desnudo al sol(elemento- que [avorece las asociacionesde primitivismo, panteismo, animalidad)ocupado en fa confeccion de una multi-tud de pequerios objetos monumenta.les, es decir que procuro imaginarlosaumentados a enormes proporciones.Para.este juego, utilize diversos empla-zamientos, acopiamientos y situacionessde guijarros y piedras de la playa.Esos monumenros estaban asociados nece-

    s~riamente (incluso de una manera involunta-ria) ~ los. dolmens, menhires y otros vestigiosprehistoricos. EI senti mien to y la intenci6n an.t~~pom.6tfica que yo les conferfa, junto a lasdlmenslones colosales can que me los imagina-70

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    ~Iba, podrian referirse aun- a rni afici6n -por-Iaevocaci6n de la fauna terciaria,

    Estas piedras son extremadamente varia-das, complejas; son ricas, por si mismas,de una sorprendente injinidad de pe-r : .queiios conllictos plasticos y evocado-- r e ~ . La mayoria de elias tiene [ormasextraordinariamente sua1Les, redondea-das, pulidas a 1 0 largo de los siglos porla accion mecdnica de las olas; estas pie.dras, aunque mucho mas irregulares que.los guijarros, llegan a=producir ilusio-.nes de consistenciacasi carnal,' otras, atcontrario, roidas por fa erosion, ojrecenformas descarnadas; acribilladas de agu-[eros, presentan superficies torturadas ydindmicas querecuerdan extraiios esque-letos de.animales en actitudes [eroces. Elfino po!vg de mica, que hace resplande-cer sus aristas cortantes.ipresta. a su con-torno [a aClii_c/.pqJulgurante Sdura de laspreclsiones metdlicas.

    En este.caso el sentimientoefosil de anima-les ancestrales, acornpafiado de-Ia noci6n de losprirneros intentos

    Dis/rutR mucho del efeeto de los gui-jdrr;

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    segun poses' evocadoras de los acopla-mientos del amor. (Situacion que, hutsadelante, veremos como se identifica canla posicion intencional de los sacos sabrela carretilla, tal como los considerarernos-en el momento en que lIeguemos al exa-men de los accesorios.) Esa irepeticionde los; guijarros prepara Ia intensidad yla Iocalizacion de la evocacion siguiente,Pero de repente me estremezco; guiadopor el dutomatismo del [uego, acabo decolocar dos.piedras erguidas, una ante laotra: fa de la: derecha, especie de gui-[arro alargado 'por su extremidad supe-rior, .ligeramente inclinada sobre La otrapiedra; la de la.izquierda, completamenteperjorada, la mitad 'mds pequeiia que laotra cuya forma recuerda vagamente unasilueta. humana. Esta disposicion total-mente involuntaria de las dos piedras meha recordado al instante, y este hecho mecausa la mas viva emocion, la -pareja delAngelus de Millet. Los dos personajes-meparecen interpretados con una sorpren-dente, etc ...

    En- este caso e1 dualismo -de :Iarotaaguje-reada y del guijarro,"redohdeado se concretizade una manera manifiesta en el dualismo delos; dos personajes, sabre los cuales volvere-rhos seguidamente. Lirnitandonos 'provisional-mente a los' atavismos' del crepusculd, obser-vemosei modo en 'que lospersonajes del Ange-lus.se .identifican de una manera 'progresiva can7 2

    las nociones-atavicas.rAcaban de-aparecersenosbajo el aspecto de piedras, interpretacion queme parece particularmente sorprendente. La no-don del Angelus fosil, que en 10 sucesivo no ce-sara de confirmarse y agravarse, es, en la evoca-cion presente, de una inminencia indiscutible,aunque no me explique en modo alguno e1 as-pecto 'insolito del personate totalmente acri-billado de aguieros y tanto mas pequeiio en re-lacion al otro que en el euadro. Por el contra-rio, el guijarro asociado a la figura [emeniname parece corresponder a aquilla, iustijicarsede una forma razonable e incluso naturalista,no solo por su morjologia redondeada, sinotam bien par la inclinacion hacia adelante quereproduce, aunque de una forma exagerada, la

    - postura de la cabeza de la [igura [emenina delAngelus. El sentimiento de esta exageracioncontribuye, no obstante, a hacerme conscientedel carticter netamente delirante de la asocia-cion de ideas de la que forma parte. La evoca-cion- de la .irnagen del Angelus ha side precedidapor el juego del acoplamiento de las piedras delas cuales la irnaginacion monumental no pue-de ser otra que la de los menhires y de 10,5 dQI-mens.Andre Breton recuerda, durante un viaje aSein (Finisterre), haber asimilado de una formapasajera el Angelus de l\!illet a una pareja demenhires (pag. 74) que constituyen, me dijo, losunicos vestigios, de construcciones megallticasde toda la islarCree Breton que esa asociaci6npudo haber sid~ provocada tanto por el aspec-to desolado del lugar -el cielo gris, la hierbaraJa- cOI11Opor la incoherencia de las dos pie-

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    dras.Jrguiendose a unos metros del muro de lanueva iglesiay, en consecuencia, relacionablespor contigiiidad con el doblar de, las campanas.Aunque esta -asociacion.no. le. llevara conscien te-mente a la diferenciacion sexual- de losmenhi-resconsiderados, me dijo que; volviendo atras,estaba tentado a darrne .la raz6n en .todos lospuntos de mi interpretacion, considerando, poruna parte, el males tar que le causa el nornbrede la isla, .la emocion que Ie despierta la mane-ra,de .vestir local de las rnujeres -el tocado ne-gro de luto perpetuo- y, por otra parte, el reocuerdo cas] fotografico que guarda de una rocaque, puede verse no lejos de alli, que .lleva elnombre -yque.realmente tiene todo el aspec-to-de Esli':lge..La evocacion deIa figuradel hombre, muchomenor ql.l~1a de la mujer, -totalmente acribilla-da de agujeros, indica una diferenciacion -de eS7,tado entre .los dos personajes de I_apareja, demodo, que el hombre se presenta en estado deruina, disminuido, en un estado de neta in-feriofidadrespecto ttl guijarroredondeado, evo-cadordela figura fernenina, la-cual, por el.con-trario, esta exagerada en _el sentido de la re-dondez y de la carne.

    Luego del baiio que sigue a este juego.J .durante el cual el recuerdo visual delAngelus persiste en el curse de fa nata-cion teifgo,que-cruzar. para volver a Port"L/iglll,un,pmdo.bastarzte amplio, de hier-ba gruesa y carnosa. En ese prado=s-queconstituye una mancha en el paisaje cal-cinado; y drido de: Port-Lligat-s- abundanIIII"

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    los charcos de agua estanciuJa dondeno es raro ver saltar a las ranas. Tam-bien 1 0 pueblan una gran cantidad de sal-tamontes de color verde y sabre todograndes mantis religiosas, verdes tamebien, del mismo verde que la hierba, 1 0que a rnenudo me ha hecho pensar en unprobable [enomeno de mimetlsmo,

    nas, saltamontes y' mantis del mismo color quelas hierbas: esos diversos animales presentan,par' otra parte, un caracter atavico 'Y un pare-cidoreconocido ton los monstruos ancestrales.

    Hacia el centro' 'del: prado trobiezo con'un pescadorque viene en sentido contra--rio. A ese pescador 1 0 he vistodesde.lejosy sin embargo dhora siento.todo 1 0 quehabla de inevitable en ese tropiezo, enr a z o n de la torpeza~ coincidente que. nos'hemos impuesto involuntariamente parainterceptamos el paso, realiiando.los dosgestos ~identicos y que se correspondiancomo los de tun solo hombre y su imagenen el espejo.

    Las hierbas gruesas y carnosas pueden aso-ciarse perfectamente a las nociones infantilesde la flora antediluviana, Adernas yo ya habiairnaginado varias veces el aumento de la hierbadel prado con vistas a la reconstruccion de unpaisaje terciario. Otra representacion infantileje esa epoca geologica se basaba, para mi, en elparecido, 0 mas exactamente, en Ia especiedeosmosis qi l . e yo daba por establecida entre eIreino animal y el reino vegetal de, entonces,Dicho de otro modo, las plantas de aquellasepocas tenian- para mi todas las caracteristi-cas carnales y morfologicas delos grandes ani-males desaparecidos, y estos el aspecto de losgrandes vegetales. Esta representacion debiaestar motlvada. adernas, per-una ilustracion encolor que me habia impresionado mucho 'enmi infancia. Representaba a un inmenso ani-mal terciario devorando unvegetal de la mismatalla. La imagen me' hacia pensar: mas 'bien enla batalla dedos anirnales -prehistoricos, hastatal punta me parecfa. que coincidian Ia morfo-logia yla estructura de uno.y.otro, Esta analo-gfa prosigue en rni paseo de vuelta de PortLIigat mediante la consideracion del supuestorriimetismo entre las hierbas gruesas y las ra-

    1 .0 E n el momenta de la.colision can el pes-cador (colision absurdamente violenta,como consecuencia delii brusquedad dela ultima tentativa para evitarnos]; vuel-vo a ver 'con toda. claridad el Angelus enen el que habia dejado de pensar des-de mi regreso. Debo aiiadir que, antes dever -a l pescador que venia en sentidocontrario, 'tenia la mirada.iija en la hier-ba del suelo, esquivdndo a los pequeiiosinsectos y en particular intentando esca-par de los ataques de los siiltamontes parlos cuales siento una [obia de un poderaterrorizante total; de modo que vi .alpescadot; relativamente cerea, aunque 1 0ba.s~9i:lt;lejos Como para esquivarle.

    E'l hecho de esperar a los posibles insectos y

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    en las rocas mas altas las esculturas delos dos personajes del Angelus de Millet.Su situacion espacial era la misma queen el cuadro, pero estaban totalmente cu-biertas de [isuras. Muchos detalles de lasdos [iguras habian sido borrados por Laerosion, 10 que contribuia a remontar su

    t- ~origen a una epoca muy remota, con tem-pordnea al mismo origen de las rocas.Era LaFigura de hombre la mas deforma-da por fa accion mecdnica del tiempo;solo quedaba de el el bloque vago e U1-forme de la silueta que se convertia porello en terrible y pafticularmente angustiosa.

    de mirar con fijeza a la .hierba, junto con .lasrepresentaciones provocadas por esa espera ,yese espectaculo, creo que tiene una cierta rela-cion con el acto fallido cuya relacion sigue in-mediatamente a fa exposicion de esas circuns-tancias. Asi acabamos de notar el caracter an-cestral de las representaciones ocasion~das muyprobablemente por el aspecto del prado antesdescrito, y precisamente el acto -fallido que deello resulta es de esos que han sido definidos ycatalogados par Freud como caracteristicas in-discutibles del atavismo., Segun Freud, se trata-ria de la repeticiop estereotipada y convertidaen simbolo de Ia agresion sexual ancestral, cos-tumbre que debia revestir una fuerza, una irn-portancia extrema en los primeros seres huma-nos. Ese acto fallido se reproduce diariamenteen . las aceras entre individuos que -carninan ensenti do contrario y lIamados a cruzarse; su ca-racter estereotipado ha abolido la importanciade la diferenciacion de los sexos, y su valor sim-bolico solo se confirma por .e! heche de que. elmencionado fen6meno puede producirse (in-cluso es frecuente observarlo) entre un peatony un automovilque evolucionan-en sentido con-trario., la distancia suficiente que les separa r ; t Oevita eJ cheque, en n w < m de las evolucionessimetricas que realizan-con la voluntad de evi-tar la colision.

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    Esta fantasia no hace mas que corroborar lanocion f os il . . que hemos descubierto en la pa-reja del Angelus. Las. fisuras de lo~ ,dos !,ers~najes, su casi desaparicion, su coexistencra o.n-ginaria: con las rocas sirven las representacio-nes atavicas que, de una manera progresiva,nos vemos obligados a hacer depender de la Ill-tencionalidad crepuscular del Angelus. Aqui laerosion y la ruina geologica =: sustit?idaspor las ruinas lurninosas: la calda .del ~la hadesaparecido y esta apag~d~ en las ~os. figurasdel cuadro, inspirando el mrsmo sentimiento desupervivencia ancestral.Volvemos a encontrar, en est a fantasia, a lafigura del hombre disT?inuida, ~aracterfsticaque nos habla .sorprendldo anten?rmente po;su caracter delirante. EI aspecto mcomprensi-ble de -la piedra agujereada y carcomida por laerosion, mucho mas pequefia que la que repre-

    2 . 0 Durante r una breve fantasia a la que me-habia qgan.donado ~n, una excursion al-Cap de Creus, cuyo paisaje mineral (aLN.D. de Cataluiia] constituye un auten-tico delirio geologico, imagine talladas

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    Este suefio parece recordar de una forma pe-rentoria las intenciones de, todas las represen-taciones anteriores en una especie de sintesisargumental mucho mas compleja y cuyo valorse debe, como veremos en seguida, al hechode que, por provisional yaproximati.vo. q.~e sea,a causa de los trastornos de susntuicion, essin embargo extremadamente lucido ~ ya corn-pleto. La aparicion de Gala en las circunstan-cias especiales del suefio esta cargada de .u? sen-tido afectivo-rnuy claro: se trata de reVlVIP' encornpafiia Jsuya algunos mome~tos excepc.ional.mente liricos de mi adolescencia en Madrid. Esuna cpoca en' que vivf bajo el terror del ~ctodel amor, al que con feria .caracteres de aruma-lid ad de violencia y ferocidad extremas, hastael pu~to de sentirme completam.ente incap~z derealizarlo, no s610,a causa de rm supuesta msu-[iciencia fisiologica, sino tambien por miedo asu fuerza.aniqutladora. que me hacia creer enconsecuencias casi mortales. Este terror se habia apoderado de mi con violenciadur~nt~ ~lprincipio de rnis. relaciones con Gala, prmcipio

    senta a' la mujer, se identifica por completocon la actual representacion de la Figura delhombre, fa mds de/armada par la accion meed-nica del tiempo. EI aspecto sorprendente deIa primera piedra, evocadora de [a Figura delhombre, formaba parte, evidentemente, del mis-mo sistema de representaciones que 'la actualescultura de la roea, pero a las simples noeio-nes de agujereada y disminuida (que ya irn-plican una idea muy clara de ruina ) se afiadenahora las, mucho mas completas, de extincion,de desaparicion, desfiguracion, circunstanciasestas que parecen aclararse por el contenidopsiquico y por la riqueza que se desprende a laultima consideracion: s61 0 quedaba de ttl el blo-que vago e injorme de la silueta que se con-vertia por ella en terrible y particularmente an-gustiosa. Esa angustia nos parece confirrnar Ipsvestigios del sentirniento de 'muerte que, se adi-vina Iacilmente, cmpezamos a- sospechar en lasparticularidades ruinosas bajo las. que acaba. deaparecersenos el personaje masculino..

    ra del Angelus, reproducida en una es-cultura de colosales dimensiones. A lasalida sodomice a Gala en la mismapuert~ del museo, a esa hora desiert~.Realizaba este acto de una manera ra-pida y en extremo salvaje, rab~osa. Losdos nos deslizabamos en un baiio de su-dar al termino asjixiante de aquel ere-.. pus~ulo-de verano ardi~~te en el qu_e ensordecia el canto [renetico de los msectos.

    3.~ Durante un largo sueiio (que, se repitecan bastante [recuencia} en el que vi,pero esta vel. a Gala como protagonista,determinados momentos excepcional-mente liricos de mi adolescencia, en, Ma-drid, visitaba con- ell~' ~ 'z Museo de His:toria Natural en el momento: del ere-pusculo. La noche caia. prematuramenteen las amplias salas, cada vel. -mds som-brias, del rnuseo. En. el centro exacto dela sala de los. insectos, era imposiblecontemplar sin pavor]a pareja turbado-

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    que marcaha una crisis decisiva en mi vida ero...rica ya que el amor de Gala debia operar unaverdadera cura psiquica; los recursos de eseamor sohrepasaban en intuicion vital los massutiles conocimientos del tratamiento psicoana-litico. En el presente suefio se observara la for-ma en que revive Ia escena de violencia, de bes-tialidad y salvajismo en el acto de sodomiza-cion de Gala en la puerta del rnuseo. Las cir-cunstandas de ese acto estan muy cerca demis tcorias eroticas infantiles; ademas, guardanuna relacion indiscutible COn las ferocidadespsicologicas'terciarias que, como sabemos, OCu-pan 'un Jugar privilegiado en esas teorfas ...E]sentirniento de aniquilad6n se acrecienta porlas circunstancias del baric de sudor, del calorasfixiante, de rla coincidencia crepuscular, yel suefio se 'refiere para colrno a escenas real-mente vividas al -principio de mis relaclcnescon Gala.Los atavismos de l crepusculo presiden aun

    el desarrollo del sueno. De este modo, el Mu-sea de Historia Natural es visitado con Galaen cl momento del crepusculo e incluso se es-pecifica que ese crepusculo es prematuro enel interior del musea. En la sala de los insec-tos (que hemos visto como se asociaba. al ere-pusculo por el intermediario, de las represeri-taciones atavicas) es donde contefnplarnos lapareja de l Angelus reproducida en dimensionescolosales. Esa pareja sustituye, rigurosainente,al dip1odocus que, enesterhismo museo, en elmismo sltio, me habia interesado extraordina-riamente. La nocion de escultura se vincula,como anteriormente he sen al a do. a Ia nocion82

    .~_ A ' " ~S a lv a do r D aH, -Couple. aux feter pfeiner de nuages, 19J6,

    Vall y Gala protagonizando el Angelus (S.D.).

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    f6si1, aspecto que rtambien he sefialado, queno cesa de intervenir en la constitucion de cadanuevo fencmeno delirante. EI pavor que nosprovoca la observacion de Ia pareja conecta conI a angustia terrible y particular que, en elanalisis del fenorneno precedente, hernos vistanacer en ocasion de los vestigios del sentimien-to de muerte, sentirniento que, en el presentesuefio, estaria totalmente legitimado por rnisteortas infantiles que atribuyen al acto del arnorconsecuencias casi mortales. Pero, en el rnornen-to en que se descubre la identificacion flagran-te de Gala y yo can los dos personajes del An-gelus, es cuando aparece el objeto coherente delsuefio, Esa identificaci6n se nos presenta can laapariencia de una verdad indiscutible, que co-rroborara plenamente la sucesion de rnis pre-sentes investigaciones. En el suerio, Gala y yo,bajo la tirania de los atavismos del crepuscu-lo, resucitamos en cierto modo e1 acto ances-tral can toda su originaria bestialidad, ilustran-do de este modo -gracias a nuestra identifica-cion con la pareja del Angelus- Ia verdaderaintencionalidad del acto en cuestion, EI terrorque nos causa su aparicion en el marco del mu-seo corresponde, como ya Sf ha sefialado, alterror de la muerte, de la muerte que, supongo,no puede ser otra cosa que la consecuenciade ese acto feroz, eminentemente tragico y des-proporcionado para mis capacidades fisiologi-cas y vitales, Siernpre habia pensado que el des-tina del macho de la mantis ilustraba mi pro-pia caso Irente al amor. La aparici6n del Ange-lus en la sala de los insectos puede estar rela-cionada can' el recuerdo de las mantis que ob-84

    Sa lv ador D aH Gala et l'Angelus de Millet precldantl 'arriuee im'minente des anamorpbes coniques 1933.El Angelus, antldoto del bogavante (S.D.).

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    serve al visitar Ia sala: por otra parte, recorda-remos que, si habiamos insistido en la actitudcaracteristica de la mujer del Angelus, fue pre-dsamente porque esa actitud nos parecio co-rresponder a fa actitud expectante y espectralde la mantis religiosa, Es precisamente esteinsecta el que veremos ilustrar de una formadeslumbrante el rnito traglco contenido en elAngelus de MUlet.

    . 'j:'

    4." En el curso de una fantasia experimentalque consiste en sumcrgir, imaginaria-mente, cuadros conocidos en liquidos di-versos para compUlat .eleiecto {repre-sentaci6n) que pod r ia resultar, se mepresenta como una idea especialmenteturbadora sumergir la mitad del Angelusen un cuba de leche tibia. Ahara ya norecuerdo en que postura habia que ponerel cuadro para poder hacerlo; evidence.mente habia que dejarlo resbalar en sen-tido longitudinal, pero he olvidado porcompleto si el personaje sumergido erael hombre 0 10mujer. Pero, sf en la ac-tualidad me hago esa pregunta, veo Conabsolute claridad que debe ser el hom.bre. Esta evidencia puede estar perjec-tamente en [uncion de los descubrimien-tos, muy apreciables ya, que me habiasuministrado mi trabajo de interpreta-cion y de asociacion, a pesar del absolu-to caracter de abstraccion que yo COn.feria a todo 10 que ya sabia. Pero podriajustiiicarse incluso par el mismo {undo-namiento del mecanismo paranoico, ya Salvador Dall, Portrait de Gala - Angelus de Gala, 19J5.

    Por primera vel en el mun~o, el Angelus senteda (S.DJ.86

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    Salvador DaH, Ob;eto su,;eI21is/a de [uncionamiento sim-bolreo, 1931.

    que este se ha manifestado capaz de ob j e-tivar incluso las asociaciones del a,ar ob-[etivo, determinado. como veremos masadelante, par las asociaciones anteriores.Sea como [uere, la unanimidad de losamigos consultados sabre este punta essorprendente: Gala, Breton, Lacon, Bu-iiuel, Giacometti, Colle. no pod ian con-cebir la inmersi6n parcial del cuadro, sino era el hombre el personaje sumer-gido.

    Toda esa fantasia experimental nos enfrentaa representaciones absolutamente nuevas, aun-que rodas elias posean al1teeedentes bien deter-minados. El elemento de la leehe tibia intervie-ne can mucha freeuencia en rnis fantasias. Figu-ra (en tanto que elernento principal) content-do en un vaso en el interior de un zapata demujer en mi primer objeto surrealist a de fun-cionamienta sirnbdlico>. Asimismo ocupa unlugar simbolicc muy claro en el argumento demi Ballet 'Portugues.4 A estc respect a rendrfaque volver a recurrir a las teorias infantiles. 1 0que marca de par 51 el caracter regresivo de suintervencian: un reeuerdo muy antiguo fue an-tafio para mi el punta de partida de una teor iaerr6nea ace rca del canguro -se trataba de unlibra infantil can grandes laminas en colores-.Todas esas laminas que me habian impresio-nado mucho y que todavia hoy permanecen im-borrable~\oen~i ,memoria, senin.descritas a con-tinuaci6n. Una de ellas, que me producia unaimpresi6n agradable y desagradable a \a vet,representaba a unos cachorros de canguro. en la

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    bolsa de su madre; como el fondo de la bolsaera blanco, los tres canguritos parecian nadar,hasta tal pun to que estuve convencido de queflotaban en la bolsa llena de Ieche, La teorfasegun la cual los canguros transportan a suspequefios en una bolsa lIena de Ieche mantuvopar mucho tiempo, para mf, su valor; me haciauna idea muy confusa de la comunicaci6n de labolsa con el interior del animal. EI males tarque experimentaba ha quedado asoclado, mastarde, al espectaculo de los pequeiios surgjendode la espalda de Ia Pipa, imagen que en la actua-lidad me irnpresiona aun hasta el escalofrio. Enel mismo libro una. imagen representaba uncombate de hormigas rojas y de hormigas ne-gras: otra imagen, un arbo! gigante del que seextraia un liquido. Habfa tarnbien un paisajede ruinas egipcias (ese recuerdo sirvio para laelaboracion de mi cuadra EI Hombre invisi-ble). Por otra parte, en el texto del mismo li-bro, Se trataba del arbol del pan, cosa que mesorprendio enormemente. Todas esas imageneshan intervenido con rnucha. fuerza en rnis ima-ginaciones posteriores. En mis teorias y fanta-sias infantiles, relacionadas con Ja epoce tercia-ria, los grandes lagos y las corrientes calidas 0inc1uso hirvientes, ocupaban unlugar analogo ala de los gran des vegetales portadorcs de leche.Y eso provenia del hecho de que yo habia uti-Hzado, para la recortstruccinn de la fauna an-cestral, un pequefio vegetal. muy comun en losalrededores de Figueras, Ilarnado 'C{ leche de San-ta Teresa ... El mas~minimo seccicnamienns, lamas minima rotura de sus ramas determinabael copioso f1uir de una. sustancia rnuy parecida90

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    IPips Dorsiguera,

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    ala -leche. Es~ vegetarmuy carnoso -de aspec-to ~u~ parecldo a los espedmenes de la florate~cI~rJ~ que conocla por las imagenes_, quecomcldla, por Ia extraiieza de su particulari-d.ad, con 10 que me habian enseiiado de la men-clo~ada flora (parece ser que los vegetales con-tenlan en abundancia 1iquidos variados vene-nosos 0nutritivos), era pues, como decia; torna-do muchas veces como modelo para mis recons-truCClOnes paleontologicas, reconst itucionese~ectuadas can una rabia de paciente minucia-sidad, can un rigor extrema. La impresi6n agra-dable y desagradable a la vez que, como vimos,me provoc~ba la representacion de los cangu-ros sumergldos en Ia leche contenida en la bal-sa materna es absolutamente del mismo ordenque la que siento ante la idea de surnergir elAngelus en un cubo de leche, 0ante la Iecheen general. La representaci6n de la Ieche se mep~esenta ante mis ojos como esencialmente am-bIVa~ente. P?r .un lado, la leche me parece muyapetltosa e mhmamente unida a los deseos ero-tICOS:. a este respecto, nada seria mas legitimoque ln~ocar la fijaci6n edipica, que revistepara nu caracteristicas extraordinariamente im-portantes y determinantes. Por orro lado, lalec~e esconde un sentimiento rnuy acusado dep~!lgrO y de rnuerte; esta ultima representa_CJOn, que puede relacionarse aun con la defen-sa simb61ica de la leche materna dentro delhorror d~l incesto~ se explica tambien por re-pres~ntacl.ones muy poderosas surgidas de lasparhculandades atdbuidas al vegetal que aca-barnes de :cQ,nsiderar, en el curse de mis pa-seas mfantl1es por los alrededorcs de Figueras.

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    E n realidad, mi madre me habia prohibido to-ear e incluso aproximarme a ese vegetal, delque que ria>convencerrne que era venenoso parsimple contacto; casi en la misma epoca m~habian irnpresionado ciertos relates de los rn-fios de la escuela que me aseguraban que, fro-tado con leche de Santa Teresa, el pene adqui-ria proporcioncs enorrncs que causaban larnuerte.' Este sentimiento demuerte, como va-mos a comprobar, esta ilustrado en el Angelusper la Figura femenina cuyas caracteristicas rna-ternales me parecen muy precisas ya. Hemosasociado la actitud expectante de la mantis canla del canguro tal como aparece, en especial, enla lutha durante la cual adopta posturas deboxeador. En el canguro los signos atavicos sonigualmente muy expresivos: ademas, define .u?tipo animal de una inquictante rareza zoologi-ca, que se presta atoda clase de fantasias y quefavorece J~ eclosion de los fantasmas rnaternospar la "ilustracion excepciunal y tr~stornant~que of rece de las representaciones mtrauter~-nas. La figura masculina del Angelus, surnergi-da-en In leche tibia, se me presenta como la ima-gen de un hombre engu llido, ahogado, muertoen el clernen to materno, dentro de la tibiezamaterna y esa tibicza corresponde al aspecro de-seable que nos revela el erotismo originario ytcrnido. Es de Qatar que, en el anal isis del fe-nomeno dclirante anterior en el que hemos vis-ta rcalizarsc' la identificacion de Gala y yo con1

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    rcompleto, -de"porcelana'; cuyas taza~ ~stdnornamentadas con una reproducclOn ~ncolor, del Angelus, inscrita en fo~~a ctr-cular, en halo. Siento una impresion . C ? ? -siderable porque, edemas, la ,repetlclOndel tema da a fa imagenobseslOnante uncardcter estereotipado atroz y tr~storna-dor. Los pequeflOs Angelus de Mtllet, re-petidos dos veces en cada una de lasdoce tazas (una reproduccion en ~adalade), me parecen absolutam~nt.e lY~e-sistibies, y de una tal violencla lrraclO-nal que les digo a mis amig,os: ~~s paravolverse loco. La est ereottpacum ?bse-siva del [uego de cale aumenla gracias aldoble trastorno causado por el Angelusreproducido en la caietera, ~a~uralm_en-te a una escala mayor, De SUbl~Oel I,ue-go de cafe- me hace el efecto inexplica-blemente angustioso de una clueca ro-deada de sus pollitos. El aspec!o de po-llito que toman las tazas ,esta relorza-do por .el de las reproducclOnes del An-gelus que, mucho md~ pequenas q,ue lapropia taza, del eadmw de q~e estan he-chas en el centro, van disminuyendo deintensidad hacia los hordes pasando parel amarillo huevo que representa el ere-pusculo para esparcirse concentncamen-te en .el blanco envolvente de la _P0rce-lana, de; modo que todas esas. e~rcuns-tanciasde.degradacion caractensilcas delos coi~~ concurren en una representa-cion muy realista de la tragil bola depelusa amarilla del polluelo.

    dria encontrarse, en el origen de ese terror, unincidente traumatico decisivo, de un salvajismoexcepcional que ocurrio durante mi primera in-fancia y que esta muy ligado al complejo deEdipo. Se trata, dentro de Ia especie, de un reocuerdo 0false recuerdo de mi madre chupan-do, devorando mi pene. La inrnersion del per-sonaje del Angelus, es decir de mi, en la lechematerna, solo puede interpretarse (con la ayudade 1 0 que los objetos surrealistas de funciona-miento simbnlico nos han enseiiado acerca delas preocupaciones de Iiquidos que sirven de in-lermediarios .entre los deseos evidentes de ca-nibalismo) como la expresion del temor de serabsorbido, aniquilado, devorado por la madre.Esa aniquilacion del hijo engullido en la lecheno haee sino confirmar el estadonegativo deruina 0 de disrninucion observado en el mo-mento del anal isis del primer fenorneno deli-rante seeundario, en el' que se produce la evo-cacion incomprensible del hombre par mediode la piedra agujereada, mucho mas pequefia,cstado que no haee mas que agravar, en conse-cuencia, la introduccion de los elementos ca.racterfsticos de la muerte: desaparicion, desfi-guracion, sentimiento de angustia y de terrorque ya hemos identificado con eI sentimientode muerte en el curso del analisis de los feno-menos delirantes que preceden, -,-

    I,'II 'I ', II 5. Paseando en automovil, en el crepusculo,por una calle de Port de, la Selva, un pue-blecito proximo a Cadaques, veo en unmodesto escaparate un, [uego de cate 1

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    En presencia de las aSOCIaCIOnes instanta-neas que confieren un valor. excepcionalmentecoherente al presente fenomeno delirante,nos vernos sorprendidos par la gravedad quepresenta aqui la intervencion predominante Y.podriamos decir, organizada del -azar objeti-vo, Incluso suponiendoque apartemos la hipo-tesis de la intervencion de ese azar objetivo,nada puede irnpedir la forrnacion de la hipote-sis mas grave aun segun la cual la asociaci6nsistematica, producto de Ia potencia paranoica,seria hasta cierto punta una actividad produc-tora d e azar objetivo-. Ante la sucesion decoincidencias que se imbrican para ilustrar ins-tantanearnente mi esplriru: con 1:'1mas poderosarealidad, las ideas delirantes de mi obseslon,solo podemos quedarnos mudos. De este modoeI elemento crepuscular se impone de .entradaba]o la forma de crepusculo real durante eleual atravieso Port de la Selva, mientras queel caracter yla intencionalidad atavicos se meproponen de inmediato por el mismo nombredel pueblo. Ese nornbre me surninistra dos ar-gurnentos, Ios dos de extrema evidencia: Portde Ia Selvasignifica Iiteralmente Puerto de laJungla, A este respecto debo recurrir adosrecuerdos de infancia: el primero se refiere a laascension a una celina de los alrededores de Fi"gueras, cuya cima esta cubierta de una ..vegeta-cion' muy espesa. Mi padre, con el que haciaesa excursion .. ..p'a:ra que I e encontrara gusto. Iadesignaba c'~~.e l rornantico nombre de excur-sion pnr las tierras virgenes (titulo espafiol delLibra de la selva de Kipling, que en aquel en.tonces me .lelan. en voz alta). Un dia me contc

    El .}uega de cafe, las cerezss y el Angelus. 97

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    que ese lugar salvaje, durante- las epocas ante-diluvianas, habia constituido el fonda del mary me 10 qui so demostrar haciendome constatarla presencia de moluscos fosiles encontrados enlos alrededores. Uno de ellos, sobre su mesa denotario, servia de pisapapeles, Ese fosil recor-daba con toda exactitud un sexo femenino. Mastarde. cuando aprendi el nombre obsceno queIe daban los campesinos, me sorprendio enor-memente. Desde entonces el mar se me apare-do como engullendo sin cesar. atavicamente,la jungla, iluslon alimentada por e 1 retorno dela representacion del fondo del mar (aun en laactualidad) ante cualquier inminencia en la queeI mar pueda parecerrne logicamente fuera delugar.EI segundo recuerdo, adernas de reforzarlos fantasmas atavicos, nos perrnite especial-mente ldentificar los sentimientos de anirnali-dad, de violencia y de erotismor que- hemos vis,to ~en juego. Se trata, unavez mas, de un cuen-to para nines llarnado La Por de. la Selva:Port de .Ia Selva.sm la t signlfica El miedode la jungla. EI argumento de este cuento erala supervivencia de un; monstruo terrible queaterrorizaba a la jungla y a sus habitantes: elheroe conseguia al fin vencerlo y acabar conelpeligro de la poblacion.ietc ... Una de Ias ilus-tracjones representaba al. monstruo saliendopor una vent ana. Se veia; una parte; de la cabeza

    y una de sus garras. Destrozaba a los nifios .ensus cunas antes de que la madre, apareciendoen camlson, pudiera salvarlos, Esa mujer, conlos senos muy destapados, Figura entre las re-presentaciones eroticas preferidas de mi prime.

    ra infancia, y la identificaba, sin duda alguna,con mi madre. Estimo que en este caso esta-rnos en plena posesion del sentimiento genera-dor: los atavismos del crepusculo. El cuento encuestion nos suministra directamente (sin nece-sidad de analizarlo)el elemento de terror. de-sencadenado por el monstruo, a -l a vez que elelemento erotico deterrninado precisamente porla imagen de !la madre, Aunque mas viol~nta, laemoci6n que me causa el juego ~e cafe deco-rado con el Angelus, es de la ~~sm,a natura-leza que la que provoc6 en II_l1el fenome~o de-lirante inicial. Para mi, este juego de cafe, des-cubierto en el crepusculo de Port de la S~lvaen las circunstancias anteriormen_te des~ntas,es terriblemente explicative, 31 rrusmo yempoque me parece en' si tan delirante y tan irracio-nal, que siento que me da vueltas la cabeza.Tengo que confesar que, en el momenta de ~s.cribir estas lineas y sabre todo las que vendrana continuacion, reconozco que hay raz~nespara ello, perc (como apartarse de la .reahd~dobjetiva de los hechos, del encadenamlento ~n"voluntario de sus posibles e irrefutables asocl~'ciones como negar -s u vida propia en la imagi-nacion humana? No es culpa mia si en 1932.mucho antes de que se produjera el fen6~~~0delirante inicial, bajo 'la forma de laapanclO,nde la imagen trastornadora del An,gelus. habiadcterminado ya y definido los objetos surrea-listas de b.incj(lQa,miento simb6lico. ~ntre losque podian irl'corporarse _~bjetos fam~hares. Dela incomprensible atraccion que sentJamo~ porsu funcionamiento y su manejo se denvabapara nosotros el desencadenamiento de los fan-

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    ticamente, el acto de verter el-cafe, siempre es-pecialmente solernne y de prirnera importanciaen el ceremonial neurotico. no solo comportael acto practice, inmediato, de ingerir elIlqui-do, sino tambien el de, mas delirante aim, hacersimbolicarnente al objeto.s--Ia propia. taza=- co-mestible (1 0 .que responde a los deseos, .turnul-tU0505 y exigentes en el hombre, del canibalis-rno de los.objetos). Recapitulemos: el.juego decafe de Port de la Selva hace reaparecer el rnitotragicozlel Angelus. Como representaciones yverificaciones .de los atavismos del crepusculosurgen. los vesrigios de ibestialidad, de erotis-mo y de terror que aparecen a la luz - en elcuento del Miedo de la.selva, as! como la su-posicion latente. del acto simbolico de vertercan la cafetera el cafe -en la taza. Este ultimoacto adquiere ante nuestros ojosla signifi-cacion de un acoplamiento desproporcionadoy brutal de- la .cafetera y la taza, es decir dela madre y el hijo, y este ultimo, como conse-cuencia idel acto sexual, debera ser devoradopor la madre, como tende a confirmarlo 10 queacabamos de decir acerca de la teoria surrealis-ta sobre .los objetos. Un analisis met6dico delas representaciones simbolicas, a rni modo dever las mas proximas' y evidentes a partir delacto de- verter con una cafetera el cafe en lataza, es decir, un anal isis que permitiera lacornprension simbolica. del funcionarnientd delos mencionados instrumentos, aclararia, es-pero, a aquellos lectores que aim .no estan fa-miliarizadds "Con"las teorias surrealistas sobrelos objetos. Les .ayudaria a convencerse de laveracidad de 10 que acaba. de enunciarse y que

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    tasmas perversos que participaban del simbo-Iismo erotico -"--eso explica, por ejemplo, unanuev~ interpretacion del favor de que goza alos ojos de los escolares el electroscopio, inter-pretacion comunicada por Andre Breton. No esculpa mia, insisto, si mas tarde, lIevado a laconcepcion de la ultima fase evolutiva de esosobjetos, descubri en su origen una cierta inten-cion de canibalismo, de un canibalismo quetendia a exteriorizarse por la presenciaobsesi-va y significativa en ellos de elementos comesti-bles, de rnetaforas intestinales 0deconstituye;'~leg sometidos a condiciones fisicas que les ha-cen en cierto modo digestibles, etc .. , A partirde este momenta ernpece a ocuparme de la exis-tcncia de esos seres-objetos de los que propu-se. por prototipo eI maniqui de cera con lanariz de azucar pegada y el hijo de GuillermoTell, con la .manzana sobre la cabeza, manzanaque 10 hacia comestible al .renovar. bajo un .as-pecto mas silvestre, el extrafio mito de arnbiva-lencia canibal de Saturno devorando a sus hi~jos. Para los que conozcan en detalle la evolu~cion practica y" teorica de los objetos surrealis-las, nada mas -claro que el sentido de esa ca.fetera dorninando a su entorno, femeninaporsu aspecto rcdondcado, maternal; ( < < e l [uego decafe me provoca e l efecto inexplicablemente an-gustioso de una clueca rodeada de sus pollue-los), La intervencion de la cafetera destinadaa llcnar las tazas de cafe, a de-cafe con leche,~olo puede haccr surgir ante nuestros ojos, laIdea -de hacer comestible. a la propia taza, dedevorarla, pues me parece fuera de duda que,para personas suficientemente pervertidas poe-100

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    aun pod ria parecerles arbitrario, Aunque esaarbitrariedad no es mas que aparente, no que-rrfarnos proseguir can el pretexto demasiadoc6modo de evidencia poetica.

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    sonalidades, determinado par la Hamada a unanueva vida de la taza: en segundo lugar, asis-timos a una despersonalizaci6n, a una aniqui-lacion de la taza determinadas par el primercambio. .Para volver al primer caso, en el mo-mento en que Iii cafetera cmpieza a verter suliquido en la taza, esta parece adquirir de subi-to una personalidad distinta, mas acentuada ycompleja. -Esa personalidad esta en funcion d'ela nueva vida que acaba de deterrninarse porla introducci6n del liquido 'que ernpieza a lIe-narla 'rnodificandola profundamente, tal comoya dijimos, Pero esta claro que la intervenci6nde ese nuevo elemento es, al mismo tiempo, denaturaleza tal que despersonaliza la taza, yaque el carnbio se efectua en la medida en queesa ultima participa de una manera creciente(en la medidaen que se va Ilenando) de las pro-piedades de la cafetera. De modo que el apa-rente cambio de personalidad, que primero pa-recta que se habia operado en provecho exclu-sivo de la taza, en realidad se efectua de unaforma parad6jica, en detrirnento de la persona-lidad de la taza, y las propiedades nuevas queesta acaba deadquirir estan determinadas espe-cialrnente por el elemento Iiquido comun a losdos objetos. De forma que la taza es modifica-da, desnaturalizada por el Iiquidc vertido, que,al colmarla, ha ocupadoexactarnente su lugarylo ha sustituido por un simple volumen inge-rible, Ante los deseos: nutritivos, siempre des-pertados pof

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    naliza lao taza hasta elpunto de reducirla a unvolumen liquido, de la que ellaes generadoray que reabsorbe y devora a Ia taza luego de ha-berle dado la vida, por el propio hecho de queella ha tornado, para darle esa vida, su pro-pia substancia vital. La madre devora a suhijo: es 10 que se desprende (como ]0 hemossefialado de paso), al terrnino de la representa-cion de acoplamiento incestuoso de una maneradirecta del aspecto visual del conflicto meca-nico que ofrecen los dos objetos en el mementode su utilizacion. Gracias al [uncionamientosimbolico de La cafetera se ilumina can dulcetibieza materna fa nostalgia del canibal. Lastazas serdn devoradas,

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    Pero Ia minucia de -las presentes asociacionesnos sensibiliza los mas finos matices de cohe-rencia del fenorneno, La. impresion de angustiaque yo siento el constatar la desproporcion,

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    I .! Igo de cafe en Port' de la Selva, creo que guardareiacion can Ia fantasia experimental, .anali-zada anteriormente, que 'consistida'en-sumergiral Angelus, 0 concretamente at personaje mas-culino del Angelus, en un -cubo de .Ieche tibia.La representacion de la Ieche aparece comoconsubstancial a la del cafe en el memento delIenar la taza, en eI memento en que, en ciertomodo, el cafe engulle simbolicamente la ima-gen del Angelus, aunque permanezca esta visi-ble en el exterior de la 'taza, Por otra parte,es evidente que las dimensiones y persorialida-des respectivas, bien 'dererminadas y caracteris-ticas de la taza y de fa cafetera, exigen que elAllgelus~madre sea, por extension, el reprodu-cido en la cafetera, y el Angelus-hijo, el repro-ducido en la taza. De esta .forma se corrobora lanocion del hijo enguJIido Y: aniquilado por elelemento materno y precisado eJ conflicto quepresentiamos concretarnente en el momentodeexaminarla fantasia experimental e n cues-tion. Esa fantasia, como acabamos de obser-var, no constituta nada en absolute sin Ia sor-prendente anticipacion irnaginativa sobre 1 0que, algo mas tarde, seria ilustrado por el des-cubrimiento del juego de .cafe de Port de faSelva, rodeado de todas las violentas circuns-tancias del azar objetivo que confieren u n ca-racter tan enigrnatico y .grave a los problemasaqui tratados,

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    6, Descubro, entre los papeles en desordende mi biblioteca, un [ragmento de unag r a n reproduccion que representa unmanton de -cerezas, urias rojas, otras

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    amarillas 0amarillentas. Aunque el trozovisible de la fotografia sea mucho mayorque la tarjeta postal en color del An-gelus que 1!le sirve de referenda para eseestudio, y aunque el tema de las cerezaseste expresado de una forma muy claray realista, conjundo por unos segundos,pero con una [uerza visual total, el men-cionado [ragmento de la [oto con mi tar-jeta postal del Angelus. La confusion tie-ne toda la evidencia visual de una alu-cinacion y me provoca un choc muy via-lento, acompaiiado de angustia. .

    var, adernas, entre las parejas de cerezas y ladel Angelus ciertas analogias muy primarias,que, de inmediato, salt an a la vista y refuerzanincluso las precedentes. Sabemos que las i rna-genes del Angelus reproducidas en las tazasde cafe estaban circunscritas a unos halos;basta decir que desde el punto de vista estricta-mente visual, el conjunto de las tazas se presen-taba como una repeticion de halos. Esos halos,que, como ya se dijo, son raja cadrnio y ama-rillo, colores que dominan en la imagen, se nosaparecen aproximadamente como amarillo cad-mia, color que resulta tam bien de la sintesis vi-sual de las cerezas rojas y de las amarillas yarnarillentas. De modo que cada taza tende ametamorfosearse, ante nuestros ojos, en unapareja de cerezas, en razon del aspecto tan niti-do de la silueta de esta y de su disposicion,esa pareja de cerezas se nos aparece como des-tacandose del conjunto de una manera excep-cionalmente Ifrnpida, y su silueta se destaca canpersonalidad sobre los elementos del entorno,Esta extraordinariamente aislada. Y ese aisla-mien to en cierto modo suspendido, ese aisla-miento simetrico de la pareja inrnovil de cere-zas inclinadas de una rnanera latente una haciaotra que se comunican par el tronco que lasune vital y casi invisiblemente, nos inspiraprecisamente el mismo sentimiento que aquelaislamiento simetrico de la pareja del Ange-lus tarnbien ella como en suspension, desta-c

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    lazo vital e incestuoso que une a la pareja ge-mel a de cerezas.EI elernento de repeticion actua, en el feno-meno de las cerezas, por intermedin de esosfaetores de acumulaci6n, de superposicion y decoincidencia en la estereotipia que conducen ala amplificaci6n progresiva de esta misma. Estaestereotipia que esta, como ya sabemos, en ra-z6n directa a la libertad y fuerza de las repre-sentaciones afectivas, actuara en sentido inver-so, pero slguiendo las mismas caracteristicasque en' la producci6n del fen6meno de 10 yavisto. Creo necesarias algunas aclaraciones so-bre 10 que yo entiendo por fen6meno inversode 10 ya visto, Sabemos que el psicoanalisisexplica el fenomeno de 10 ya visto por la pro-yecci6n en el mundo exterior de 10 que yahabfa sido visto de una manera inconsciente; detal forma que segun ese mecanisme. todo ]0que, mientras dura la evocaci6n del conflictoinconscienre, cae bajo Ja percepci6n, aparececomo algo visto exactamente otra vez, cuan-do en realidad se trata sencillamente de una su-perposici6n en el inconsciente de dos conflictospsiquicos analogos.

    EI sentirniento muy especial de estereotipiaprovocado par el Angelus (sentimientode co-nocido de toda la vida en vez del de 1 0 ya, .visto) estaba ilustrado par la repetici6n insen-sata de la imagen en la taza. Se enriquece, enel fen6meno identico del menton de cerezas,can caractertsticas mucho mas importantes einconfundibles (idea sofiada por un instante110

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    bpal) el capricho y su variante: el deseo irra-clonal.-angustia-;" rapidez, lucidez extrema del feno-meno). Esas caracterfsticas, deciamos, parecenconcordar con bastante precision con las prin-cipales caracteristicas inherentes al fen6menode 10 ya visto, Ouiza seria apropiado avanzar

    una hipotesis totalrnente provisional segun lacual en determinadas circunstancias bastantecomplejas (en l