VICTORIANO RODRIGUEZ

CRUCERO AL VERANO 2012

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Inspirado y dedicado a mis amigas y mi luna en piscis.

CAPITULO II

OLVIDAR

PERMITE

VOLVER A

PECAR

Teodora se caso con su marido a los veintiún años.

El primer recuerdo que ella tiene de él fue

en jardín de infantes. La clase instruía a los niños a

dibujar con agua lavandina sobre papeles de

colores. Juntos aprendieron que si al rojo se le

agrega una medida justa de este líquido, el

resultado es el color rosa. A Oscar le encantaba el

rosa.

Días más tarde él le propondría que juntos

destiñeran las letras rojas que bordaban sus

nombres en los delantales escolares. Mientras

intervenían cada letra Teodora pudo ver

la alegría de su compañero descubriendo el rosa

sobre su nombre. Atentos frente al hilo desteñido

que como una trenza forjaba, para ellos como

niños, el símbolo que los representaba en el

mundo.

Descubrieron a muy temprana edad la fascinación

de poder ser auténticos. Los mejores amigos se

enamoran y para siempre.

Crecieron juntos, de la mano y como un juego.

Lloraron juntos cuando Teodora menstruó por

primera vez, pensaron que ella estaba

terriblemente enferma.

Su universo era perfecto, una historia aislada en el

mundo, hasta que conocieron el sexo. La primera

vez que estuvieron juntos fue a los 20 años. Para

ambos la experiencia más traumática de su vida.

Por haber tenido relaciones sexuales fueron

obligados a casarse. Y así fue.

La noche de bodas que todos habían soñado,

menos ellos. Teodora se sentía absolutamente

avergonzada de llevar un vestido blanco.

Al confesarle a su madre que había perdido su

virginidad, fue humillada y señalada frente a sus

hermanas como la vergüenza familiar.

Ese vestido se había convertido un traje de

castidad tan pesado como si lo hubiesen forjado en

hierro, igual que una cárcel.

Al llegar el momento de la "consumación oficial"

todo el mundo los acompañaba al cuarto donde

supuestamente dormirían juntos por primera vez

como marido y mujer. Recordaron su primera

experiencia sexual y decidieron olvidarse por

mucho tiempo de ello, al fin y al cabo eran amigos.

Y así fue su experiencia juntos, olvidaron todo

aquello que no les servía, hasta llegar a no

recordarlo nunca.

Olvidar para Teodora no era realmente difícil, ya lo

hemos comprobado recientemente. Sus amigas

piensan que posiblemente ella tiene un principio de

Alzheimer, pero en realidad sabe relajarse ante una

infinidad de situaciones de manera asombrosa,

siempre consciente de su gran actuación evasiva al

mundo.

A Teodora le encanta pasar tiempo sola paseando

por la ciudad como una turista. Siempre de gafas

negras para que nadie note que es lo que está

observando. Esto le es realmente útil, sobre todo

en el colectivo, lugar donde por lo general es ideal

para indagar sobre los pantalones de los

caballeros imaginándose como serían sus

miembros detrás de esa pequeña capa de tela que

la separaba del universo masculino.

Los secretos de Teodora guardan un gran capítulo

titulado "Amantes". En los secretos de Oscar

encontramos no solo el mismo capítulo, sino

también algunos personajes en común como el

instructor de tenis y el esposo de Agustina, una

amiga en común.

Teodora y Oscar además tienen una hija,

adoptada. Su nombre es Juliana y se parece tanto

a ellos que la gente no nota la diferencia, ellos

tampoco y quizás por eso olvidaron también

explicarle a la muchacha el asunto.

Juliana se mudo hace más de un año al otro lado

de la ciudad, pero frecuentemente visita a su

madre.

Hoy llego al edificio justo a la hora que el portero

deja abierta la puerta por cuestiones de

mantenimiento. Subió las escaleras y sabiendo que

una llave siempre está escondida en la planta al

lado de la puerta, simplemente entró sin tocar al

departamento.

La atmósfera tenue y musicalizada, la

luz tamizada por el cortinado y sobre toda esa

densidad un pícaro olor.

Al avanzar la hija encuentra a la madre acostada

sobre la alfombra con los ojos cerrados y de

piernas abiertas.

Juliana se sintió afortunada, mucho más que

sorprendida - ¡Mamá! ¡¿estás fumando

marihuana?! -

Teodora abrió bruscamente los ojos, quizás había

olvidado o confundido esa voz y nunca se sintió

demasiado identificada cuando la llamaban "mamá"

- ¡Ay Juli, que susto! - se levanta del piso y camina

hacia su habitación mientras en el pasillo sigue

hablando - Esperame un momento que me pongo

algo decente.

Juliana se acerca y encuentra un frasco donde su

madre conserva una importante cantidad de flores

cannabicas. La primera reacción fue introducir su

mano, no para saber si eran suaves, sino para

guardarse un puñado de ellas en su bolsillo luego

de haberlas envuelto en una servilleta de papel.

Juliana se acerca a la puerta del dormitorio de

Teodora -Mamá ¿desde cuándo fumas marihuana?

La puerta se abre, la cara un tanto desencajada de

la madre -¿Que me estas queriendo decir? es

Cannabis, es bueno para el cancer...

-¡Pero vos no tenes cáncer!

-Seguramente reduce las posibilidades

Teodora camina hacia la cocina, enciende el fuego

y coloca un sartén con aceite, Juliana observa todo

- Mamá no te estoy juzgando, solamente me

sorprende un poco - En ese momento Teodora

rompe, sobre el ardiente aceite, cinco huevos que

empiezan a freirse -Juliana esto es

puro Hinduismo, en los Vedas que son los cuatro

textos más antiguos de la literatura

india, menciona infinidad de veces al cannabis

como base de la religión Védica, que fue la previa a

la religión Hinduista, ¿no te parece importante?-

La puerta de ingreso al departamento se abre y

entra muy contento Rocco luego de su paseo en el

parque. Oscar cuelga la correa y se acerca a

la conversación. -Hola Juli, que lindo verte - se

abrazan y se detienen en un gesto amoroso

mientras Rocco toma agua y olfatea los huevos

fritos de Teodora. - ¿Escuchaste que linda la nueva

música de tu mamá? - continúa Oscar mientras va

hacia el equipo reproductor y toma entre sus

manos el disco compacto.

Juliana había olvidado preguntar sobre ese detalle

- ¡Sí! ¿De dónde conociste a Belle and

Sebastian, mamá?

Teodora mastica y está introduciendo un gran

pedazo de pan integral sobre la yema de sus

huevos fritos, lo cual le imposibilita contestar.

Oscar sabe la respuesta - Se lo recomendó el chico

que le vende los condimentos - termina señalando

el gran frasco con contenido psicoactivo.

- !¿Los condimentos?!- Juliana empieza

a reírse casi descontroladamente - Mamá, ¿le

estas cocinando a papá con eso?- Teodora aun

sigue ocupada pero diciente con la cabeza en un

gran gesto de urgente negación.

Un tanto desconcertado en la conversación, Oscar

sonríe y observa con extrañes el tópico.

-Me dijo que estaba buscando una buena receta,

quizás se olvido, viste que suele ser un poco

distraída a veces.

Un momentáneo y oportuno silencio, Teodora aún

comiendo se toca la cabeza interpretando su poca

memoria y aun sin hablar lava el plato, se seca las

manos y vuelve a su cuarto tarareando el comienzo

de la canción "Mayfly" de Belle and Sebastian.

Teodora, Oscar, Juliana y Rocco, una familia

excepcional donde se fomenta principalmente la

amistad y el resto se olvida pues realmente no es

importante.

Continuará…