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  • Star Wars

    Noches de Coruscant 01:

    Crepsculo Jedi

    Michael Reaves

  • dramatis personae

    DAL PERHI; Underlord del Sol Negro (varn humano) DARTH VADER; Seor Oscuro del Sith (varn humano) DEN DHUR; antiguo reportero de la HoloRed (varn

    sullustano) EVEN PIELL; Maestro Jedi (varn lannik) HANINUM TYK RHINANN; ayudante personal de Darth

    Vader (varn elomin) I-5YQ; droide de protocolo JAX PAVAN; Caballero Jedi (varn humano) KAIRD; operativo del Sol Negro (varn nediji) LARANTH TARAK; Paladn Jedi y combatiente de la

    resistencia (mujer twi'lek) NICK ROSTU; antiguo mayor en funciones, ejrcito de la

    Repblica, combatiente de la resistencia (varn humano) PRINCIPE XIZOR; operativo del Sol Negro (varn falleen)

  • Si los droides pudiesen pensar, no estaramos aqu, verdad?

    OBI-WAN KENOBI

    Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana

  • Parte I La vida durante el tiempo de guerra

    Uno En los niveles ms bajos, en las abisales profundidades urbanas de la

    ecumenpolis que era Coruscant, ciertamente era algo raro ver la luz del sol. Para los habitantes de los barrocos y destellantes cortanubes, torres celestiales y supertorres celestiales las ltimas alcanzando hasta dos kilmetros de altura el sol era algo garantizado, as como las otras comodidades de la vida. Puesto que ClimaRed garantizaba que nunca lloviera hasta el crepsculo o ms tarde, la rica y dorada luz solar era simplemente esperada, de la misma forma que uno esperaba que el aire llenase sus pulmones con cada respiracin.

    Pero centenares de niveles por debajo de los primeros pisos habitados de las grandes torres, zigurats, y minaretes, en algunos lugares realmente en o bajo la superficie del planeta, eso era otra historia. All cientos de miles de humanos y otras especies vivan y moran, algunas veces sin tan siquiera tener ni un pequeo vislumbre del mtico cielo. All la luz que se filtraba a travs de la omnipresente capa gris de inversin era plida y macilenta. La lluvia que alcanzaba la superficie era casi siempre cida, lo suficiente algunas veces para tallar pequeos canales y surcos en los cimientos de ferrocarbn. Era increble que pudiese sobrevivir algo en esas deprimentes trincheras. An as, incluso all la vida, tanto inteligente como no, se haba adaptado haca mucho tiempo al perpetuo crepsculo y al ambiente restrictivo.

    En lo ms profundo de los abismos, en el variado plsar de luces y letreros fosforescentes, los caros de la piedra, los gusanos de los conductos, y otros carroeros proliferaban en el detritus tecnolgico. Las babosas del duracreto masticaban ciegamente su camino a travs de los escombros. Los halcones-murcilago construan sus nidos cerca de los convertidores de energa para mantener sus huevos calientes. Las ratas blindadas y las araas-cucaracha correteaban y cazaban entre montones de basura de dos pisos de alto. Y millones de otras especies de organismos oportunistas y parsitos, desde animlculos de una sola clula hasta aquellos conscientes de s mismos lo suficiente como para desear que no lo fueran, continuaban tenazmente con su lucha habitual por la supervivencia, muy poco diferente de las luchas en mil mundos selvticos diferentes. All abajo era donde los desechos de la galaxia, una coleccin variopinta de seres denominados por aquellos de arriba simplemente como "los habitantes inferiores", se ganaba la vida a duras penas entre la brutalidad y la desesperacin. Despus de todo, era meramente una clase diferente de selva.

    Y donde hay una selva hay siempre cazadores. Even Piell haba sido uno de los afortunados. Nacido en el violento planeta

    Lannik en una familia empobrecida, haba sido recogido por los Jedi en su infancia gracias a su afinidad con la Fuerza. Se haba criado en el Templo, a gran altura sobre la pobreza y el sufrimiento que una vez haban parecido el inevitable derecho de nacimiento de su planeta natal. Cierto, su vida haba sido algo asctica, pero tambin haba sido limpia, ordenada, y lo ms importante de todo haba tenido un propsito. Haba tenido una razn de ser. l haba sido parte de una causa mayor que l

  • mismo, una causa de una noble y reverenciada Orden que se remontaba centenares de generaciones en el pasado.

    l haba sido un Caballero Jedi. Ahora era un paria. Aquellos que le conocan respetaban al diminuto humanoide por su fiero coraje

    y sus habilidades de lucha, como deban. No haba derrotado al terrorista de Iaro Rojo, Myk'chur Zug, al precio de un ojo? No haba sobrevivido a la Batalla de Geonosis y librado un buen nmero de batallas por la Repblica en las Guerras Clon? Era verdaderamente dicho que Even Piell nunca haba retrocedido ante una pelea en su vida. Dadle un sable lser y una causa por la que encenderlo, y no haba guerrero ms valiente sobre dos piernas, o cuatro, o seis. Pero ahora...

    Ahora era diferente. Ahora por primera vez en su vida conoca el miedo. Even caminaba apresuradamente a travs del pintoresco gento que atestaba el

    Mercado de Zi-Zhinn. ste era un nombre eufemstico para una alborotada feria callejera en curso en el Nivel 17 de un rea del Sector 4X05, tambin conocido como Sector Zi-Kree, a lo largo de la franja ecuatorial. Ese era el nombre dado a los niveles superiores de cualquier manera; all abajo, bajo la capa de humo y niebla, se llamaba simplemente Corredor Carmes. Mientras que muchos de los niveles ms bajos de Coruscant comprendan autnticas zonas menos que deseables, algunas reas eran lugares de problemas particulares y concentrados. El Submundo Sur, el Distrito de las Fbricas, Los Talleres, los Arrabales Pozo Negro estos y otros nombres coloridos hacan poca justicia a las duras realidades de la vida bajo la perpetua capa de humo y niebla que los esconda de los enrarecidos niveles superiores, aunque irnicamente era slo en guetos como esos, en medio de la desesperacin y la desesperanza, donde poda encontrarse algo de anonimato y seguridad.

    Even no estaba seguro de cuantos Jedi quedaban, pero saba que el nmero no era alto. La matanza empezada en Geonosis haba sido seguida por una venganza all en Coruscant, y tambin en otros mundos como Felucia y Kashyyyk. Barriss Offee estaba muerta al igual que Luminara Unduli, Mace Windu, y Kit Fisto. El caza de Plo Koon haba sido derribado sobre Cato Neimoidia. Por lo que saba Even era el nico miembro mayor del Consejo que haba escapado de la masacre del Templo.

    Todava era algo casi imposible de comprender. Todo haba ocurrido tan rpido. En slo unos das se haba visto obligado a abandonarlo todo. Nunca ms mirara por encima de los cinco capiteles del Templo Jedi, ni caminara por los caminos de flores fragantes y los suelos teselados de sus jardines y habitaciones privadas. Nunca ms pasara gratificantes horas en debates con sus estudiosos compaeros en el Consejo del Primer Conocimiento, o investigando asuntos esotricos interestelares en los Archivos, o practicando las siete formas de combate con sabe lser con sus compaeros Jedi.

    Pero no poda dejar de usar la Fuerza para ayudar a otros. Negar la Fuerza era negarse a s mismo. El miedo de ser descubierto haba hecho que se abstuviese de usarla en pblico durante tanto tiempo como pudo aguantar. Haba sido testigo indefenso de las atrocidades diarias durante el interregno, del caos y la anarqua que haban acompaado el derrocamiento del Senado Galctico y la ascensin del nuevo Emperador. Enfermo en lo ms profundo, haba refrenado su desilusin y su repulsin, su desesperada necesidad de hacer algo para detener esta pesadilla interminable. Haba visto como sus compaeros Jedi eran asesinados por comandantes clon bajo la autoridad de la Orden Sesenta y Seis; haba visto empleados e instructores derribados por el fuego lser; y, lo peor de todo, haba odo los gritos de los nios y los jvenes Padawan mientras eran ejecutados.

  • Y haba escapado. Esa desafortunada noche mientras la destruccin caa de los cielos y las tropas de asalto patrullaban las calles, Even Piell y los otros muy pocos otros todava vivos haban escapado de la masacre.

    Por ahora. Even se mova cautelosa y sigilosamente a travs de charcos de parpadeantes

    luces de nen. Usada sutilmente la Fuerza le permita escabullirse entre gentos de diversas especies bothans, niktos, twi'leks, y humanos sin que apenas reparasen en l. Incluso los pocos que le vean le olvidaban casi inmediatamente. Por el momento estaba a salvo pero ni siquiera la Fuerza podra protegerle para siempre.

    Sus perseguidores estaban acercndose. No saba sus nmeros de identificacin, ni tendra importancia si los supiera.

    Eran tropas de asalto, soldados clonados, creados en los tanques de Ciudad Tipoca en el mundo acutico de Kamino y en cualquier otro sitio, guerreros criados para luchar intrpidamente por la gloria de la Repblica y para obedecer sin cuestionar las rdenes de los Jedi.

    Eso, sin embargo, fue antes de la Orden Sesenta y Seis. Poda sentirlos a travs de la Fuerza, sus auras malignas como el agua helada a

    lo largo de sus nervios. Se estaban acercando ms; estim la distancia en poco ms de un kilmetro.

    Se agach en el interior de un portal. La entrada estaba cerrada pero un gesto de su mano y una onda como respuesta en la Fuerza causaron que el panel de la puerta se deslizara a regaadientes con un chillido spero. Se atasc a la mitad, pero haba espacio suficiente para pasar.

    El lannik pas rpidamente a travs de lo que una vez haba sido una guarida de especia, por su apariencia; cunas y nichos en la pared mostraban dnde haban yacido cuerpos de diversas formas haca mucho tiempo, sus mentes liberadas y flotando en el xtasis soporfico. Aunque podan haber pasado cinco siglos desde que se haba usado por ltima vez a Even le pareca que todava poda oler el perfume fantasmal del brillestim que una vez haba nublado tanto el aire como las mentes de los ocupantes.

    Al principio Even se haba preguntado cmo los soldados de asalto que estaban rastrendole le haban rodeado tan rpidamente. Haba sido discreto en el uso de la Fuerza, haba mantenido un perfil tan bajo como le fue posible durante los ltimos dos meses estndar. Se haba mantenido fuera de la vista, negociando por sustento y refugio estrictamente con crditos y billetes. Aunque era cierto que los lannik no eran tan comunes incluso en Coruscant, el cmo las tropas de asalto haban dado con l todava era desconcertante. Realmente no tena importancia, sin embargo quiz alguien haba reconocido su imagen como alguien del Consejo y le denunci. Todo lo que importaba era que estaban acercndose, con un nico propsito en mente: matar Jedi.Matarle a l.

    Todava llevaba su sable lser oculto en el bolsillo interior de su chaqueta. Resisti el deseo de sostener el arma. Su fra empuadura se sentira ms reconfortante en su mano ahora mismo.

    Pero todava no era el momento, aunque por todas las indicaciones el momento llegara muy pronto. La batalla final sin duda sera poco menos que eso no poda tener lugar donde los inocentes pudiesen quedar atrapados en el fuego cruzado. Los agentes del Emperador no se preocupaban por el dao colateral pero los Jedi no podan ser tan arrogantes.

    Esa era razn suficiente para escapar en vez de luchar. Pero tambin haba otra razn: la bsqueda en la que estaba inmerso. No era meramente su propia vida lo que

  • arriesgaba enfrentndose a sus perseguidores. Por el bien de las vidas de muchos otros, tena que retrasar lo inevitable tanto como fuera posible.

    La guarida se abra a travs de una entrada medio oculta en una habitacin cavernosa dbilmente iluminada, que hace mucho tiempo haba sido un casino. Era enorme, con un alto techo abovedado que se alzaba fcilmente tres pisos. Even se dirigi hacia el tubo de un turboascensor pasando junto a mobiliario y mesas de apuestas tan antiguas que algunas de ellas se hicieron polvo cuando las roz al pasar a su lado. Cuntos lugares abandonados y desolados como ste habra en los subniveles? Millones, sin duda, escondidos y silenciosos en las bases de las frescas y brillantes torres, como una caries creciendo silenciosamente en un diente. La capital de la galaxia se haba originado a partir de una vasta necrpolis como flores brotando de la tierra funeraria...

    Even Piell sacudi la cabeza para aclarar sus pensamientos. Definitivamente ahora no era el momento de pensar en el pasado. Necesitaba concentracin total si deba sobrevivir esa noche.

    Como para confirmar sus pensamientos escuch, muy dbilmente, las voces crujientes de sus perseguidores en el exterior del edificio. Lleg al ascensor un tubo de transpariacero claro y entr. No pas nada; no haba esperado que ocurriese nada. La carga de las placas repulsoras se haba agotado con el paso de los siglos. Afortunadamente, l no dependa de la tecnologa para hacer funcionar el turboascensor.

    Todo el mundo experimentaba la Fuerza de diferentes maneras, se deca. Para algunos era como una tormenta en la cual eran el centro seguros en su ojo de calma mientras dominaban sus tempestades. Para otros era una bruma, una niebla, zarcillos vaporosos que podan ser manipulados o incandescencia con la cual iluminar o inflamar. sas eran aproximaciones inadecuadas, dbiles intentos para describir en trminos de los cinco sentidos comunes aquello que era indescriptible. Incluso la completa sinestesia de una de las formas ms alucingenas de especia era una experiencia leve y descolorida comparada con ser uno con la Fuerza.

    Para Even lo ms cercano con lo que poda comparar invocar la Fuerza era sumergirse en agua caliente. Le apaciguaba, le calmaba, del mismo modo que prestaba energa a sus msculos cansados y agudizaba sus sentidos.

    Hizo un gesto leve de elevacin. La Fuerza se convirti en un giser, elevndole a travs del tubo.

    Antes de que alcanzase el techo a travs del cual sala el tubo oy el sonido de la puerta que acababa atravesar al ser abierta de una patada. Cinco soldados de asalto con la armadura completa aparecieron. Llevaban desintegradores y lanzaproyectiles. Uno de ellos apunt hacia Even. All! grit. En el tubo!

    Los dems siguieron su mirada. Uno un sargento, a juzgar por las marcas verdes de su armadura alz su desintegrador. Era un BlasTech SF-14, una pistola que empaquetaba el haz de energa altamente concentrado de un rifle de energa en un arma cuyo tamao era la mitad. Even saba que el tubo de cristacero no poda detener la explosin de partculas subatmicas cargadas. Aceler su ascenso. Justo antes de que alcanzase el techo el soldado al mando dispar pero no a Even.

    Por encima de l. Demasiado tarde, Even se dio cuenta de la tctica del otro. La explosin golpe

    el tubo en la juntura entre el techo y el elevador derritindolos y fusionndolos en una masa infranqueable. Even consigui a duras penas detener su ascenso a tiempo. Un segundo despus el soldado dispar otra vez, esta vez convirtiendo la base del tubo por debajo de los pies del Jedi en chatarra derretida.

  • No poda moverse ni arriba ni abajo, se dio cuenta Even. Estaba atrapado como un insecto en una botella. Pero este insecto poda morder.

    Even Piell meti la mano en el bolsillo de su chaqueta y sac su sable lser. Antes de que el soldado de asalto que estaba apuntando cuidadosamente pudiese disparar otra vez, activ la hoja.

    Con un fiero gruido electrnico la barra de energa surgi hacia adelante como si estuviera ansiosa de ser libre despus de todo ese tiempo. Even balance la hoja una vez, entonces revirti el golpe cortando y derritiendo un agujero en el tubo. Dej que la Fuerza le sacase a travs de l, una cascada invisible que le sac del ascensor en un largo arco hasta el suelo. Los cinco soldados dispararon repetidamente, haces de chispeante energa roja que Even, guiado por la Fuerza, desvi con su arma. Ninguno se aproxim.

    A pesar de su victoria momentnea saba que esa batalla estaba lejos de estar ganada. Los soldados de asalto bloqueaban la salida. Normalmente incluso las probabilidades de cinco contra uno plantearan un reto pequeo para un Maestro Jedi sumergido en la Fuerza. Pero Even haba estado huyendo durante semanas; haba tenido poco descanso e incluso menos comida. A pesar de los efectos energizantes de la Fuerza todava se encontraba muy lejos de estar en plena forma para el combate. No tena reparos en correr si era posible; las enseanzas Jedi enfatizaban el pragmatismo sobre la valenta. Pero escapar en la oscuridad de la antigua habitacin en su condicin sera intil. Los soldados le derribaran como a un tallo maduro de yahi'i si les daba la espalda. No, slo haba una forma de salir: a travs de ellos. Los soldados de asalto estaban casi sobre l. Even Piell adopt una posicin de ataque, alz su sable lser y se entreg completamente a la Fuerza.

  • Dos

    Nick Rostu estaba viviendo un tiempo prestado. l lo saba; lo haba sabido durante casi tres aos estndar, desde aquella noche

    en el bnquer de mando en Haruun Kal, cuando el vibroescudo de Iolu le haba abierto como si fuera un pastel de carne balawai recocido. Haba mantenido sus vsceras dentro, sus dedos entrelazados eran la nica barrera que evitaba que se desparramaran sobre el suelo de duracreto mientras yaca como un ovillo arrugado, dbilmente consciente de la batalla final que tena lugar a un par de metros entre Mace Windu y Kar Vastor. Entonces incluso esa dbil chispa de consciencia se haba desvanecido; Nick haba sentido el planeta abrindose debajo de l, haba cado a travs de l y se haba dirigido hacia las estrellas.

    Realmente no le haba importado. Como korunnai, todo lo que haba conocido era la guerra, tan atrs como poda recordar. Estaba ms que listo para algo de paz.

    Pero la paz no estaba en las cartas todava. Nick se haba despertado dos das despus a bordo de una fragata mdica con

    direccin a los Mundos del Ncleo. Le dijeron que nicamente su conexin con la Fuerza le haba mantenido vivo el tiempo suficiente para responder al tratamiento mdico. Haba pedido que no revisaran la cicatriz que le cruzaba el abdomen quera un recordatorio de lo que significaba bajar la guardia, incluso durante un slo segundo.

    Haba completado su convalecencia en Coruscant Medical, bajo el mejor cuidado disponible: el Consejo Jedi se haba encargado de eso. Y Mace haba ido a visitarle; A menudo al principio, pero segn fueron pasando los das y las Guerras Clon se incrementaron el Maestro Jedi apareci cada vez menos. Nick entenda por qu, por supuesto. Las cosas estaban calentndose realmente. Las ltimas veces que haba visto a Mace, la cara del guerrero haba estado surcada por arrugas de preocupacin.

    Mace le haba recomendado para recibir la Medalla de Plata del Valor, el segundo premio ms alto concedido a la prominente valenta en combate. La ceremonia tuvo lugar despus de que Nick saliese del centro mdico. Su rango de sargento honorario en el Grandioso Ejrcito de la Repblica tambin fue confirmado, y durante los dos aos siguientes el Sargento Nick Rostu dirigi la Divisin 44, una unidad compuesta por soldados clon y varias otras especies tambin conocidos como los Renegados de Rostu. La 44 vio accin en Bassadro, Ando, Atraken, y muchos otros planetas, distinguindose en el frente de cada mundo. Al menos, as es cmo los comunicados de prensa de la HoloRed lo retrataban. Despus de todo los lealistas de la galaxia queran asegurar que la guerra ciertamente iba bien para la Repblica. Necesitaban a todos los hroes que podan reunir as que los Renegados de Rostu fueron presentados como guerreros capaces, llenos de clan y bro, acabando a penas una campaa antes de saltar ansiosamente de vuelta al combate candente.

    Nick lo recordaba de forma algo diferente; recordaba los das y las noches de caos estridente repetidas veces cuando slo la intervencin de ms tropas o la ciega suerte les haba sacado las castaas del fuego en el ltimo momento. Pero entonces esa era una definicin tan buena de guerrear como cualquiera que pudiese encontrar. Y haban realizado el mismo servicio para otras divisiones, as que todo ello pareca nivelarse.

    Aun as, incluso a pesar de la privacin, la adversidad, las condiciones extremas, y el miedo generalizado que era la guerra Nick se consideraba afortunado. Haba sido

  • uno de los oficiales ms jvenes de la Repblica, y saba que si sobreviva a los diversos conflictos podra esperar una carrera de servicio militar en tiempo de paz seguida, muy probablemente por un confortable subsidio de vejez, una familia y una casa, quiz en el distrito Dunas de Arak o un lugar de nivel similar, y finalmente nietos rollizos que saltaran sobre sus rodillas. Estaba conforme con eso. Tal vez no fuese la vida ms ilustre o distintiva de la galaxia pero era aos luz mejor que lo que habra conseguido en Haruun Kal, en donde si hubiese tenido suerte, habra obtenido una tumba con su nombre en lugar de un montculo annimo de polvo.

    Pero esa no era la forma en la que haban sucedido las cosas. En lugar de eso casi tres aos despus de que Iolu le hubiese mostrado el color de sus entraas, Nick Rostu se encontraba siendo miembro de un grupo emergente de revolucionarios dedicados a resistir el nuevo rgimen.

    En Haruun Kal, la gente del ghosh de Nick tena un dicho: No interfieras con el perro akk. Era un buen consejo especialmente en esos tiempos conflictivos. Haba estado en el mundo capital cuando ocurri el golpe de estado, y en una noche, pareca que todo haba cambiado incluso el nombre del planeta de Coruscant a Centro Imperial; aunque nadie que Nick conociese lo llamaba as. De repente haba una nueva oligarqua en la ciudad con Palpatine en la cspide. De repente el Ejrcito de la Repblica era el Ejrcito del Imperio, y era obvio que se lo pondran difcil a cualquiera que no supiese hacia dnde saludar. De repente al Sargento Rostu le ofrecieron dos opciones: jurar lealtad al nuevo rgimen o hacer frente a un pelotn de fusilamiento.

    Le propusieron este ultimtum el mismo da que se enter del destino de Mace Windu. Supuestamente el Maestro Jedi su consejero, su benefactor, su amigo haba intentado asesinar al Canciller y haba muerto durante la traicionera accin. Nick no poda creerlo. Conociendo a Mace como le conoca y a juzgar por la cruel matanza de Jedi por parte del Emperador Palpatine, Nick estaba bastante seguro que no haba sido nada traicionera al menos segn lo haba visto Mace.

    Le gustaba pensar que habra tomado la decisin correcta de todas formas. No iba a negar, sin embargo, que las noticias de la muerte de Mace hicieron la decisin considerablemente ms fcil. Haba mirado al representante del Imperio flanqueado por dos soldados de asalto armados con desintegradores, y le haba dicho respetuosamente, por supuesto, el hombre haba sido un oficial superior bajo el rgimen previo, despus de todo que se fuese a paseo. Entonces haba cogido uno de los desintegradores, haba disparado a ambos soldados y al representante, haba abierto un agujero en la enorme ventana de transpariacero de la sala de conferencias y haba saltado por l mientras el resto de los soldados de la habitacin descargaba una andanada en su direccin.

    Fallaron probablemente porque quedaron momentneamente inmovilizados ante el aturdimiento de ver a un hombre saltar voluntariamente por una ventana de 2l0 pisos de altura. A Nick tampoco le entusiasmaba la idea pero no vio muchas alternativas, aparte de quedar frito como un picatoste. Afortunadamente tena un as en la manga.

    Poda tocar la Fuerza. Eso era algo que tena en comn con todos los habitantes de Haruun Kal. Por

    qu, nadie estaba seguro; una teora deca que los korunnai eran todos descendientes de la tripulacin Jedi de una nave espacial que se haba estrellado all, milenios atrs. Fuera cual fuera la razn, a veces era til, como cuando le haba dicho a Nick que un camin estelar cargado con peludas pieles de nerf estaba pasando a slo diez metros por debajo de la ventana.

  • Finalmente haba llegado al nivel del suelo, bajo la omnipresente inversin trmica y entr en el oscuro mundo de tinieblas que eran las calles de la superficie. Casi haba sido asesinado su primera noche all por una pandilla con el dudoso nombre de los Zombis Prpura, haba gastado la mayora de los nicos crditos que tena en un jergn rebosante de pulgas enloquecidas y haba cenado al fresco al da siguiente en la rata blindada a la parrilla de un vendedor ambulante.

    Hablando de tu movilidad descendente... Seis semanas ms tarde, con tres kilos menos, y mucho ms miserable, haba

    salvado la vida de una comerciante kitonak. Para lograrlo haba tenido que enfrentarse uno contra uno con un trandoshano rompe antenas que haba sido enviado para recaudar crditos mediante extorsin para un gnster local. En retrospectiva, esa accin result ser casi tan brillante como un tragasables de circo actualizando su actuacin con un sable lser pero en ese momento a Nick le haba parecido una buena idea. El apodo del trandoshano era Triturador o tal vez Torturador; su acento era demasiado cerrado para que Nick lo distinguiese con seguridad. De cualquier manera, pareca encajarle perfectamente. El matn escamoso, molesto por la peticin de Nick de que dejara en paz al pequeo y rechoncho comerciante humanoide, haba lanzado a Nick al otro lado de la estrecha calle y casi a travs de un agujero en la pared que rodeaba uno de los gigantescos y repulsivos pozos de basura que cubran los barrios bajos de Coruscant y las reas industriales.

    Triturador (o Torturador) no era alto, pero era corpulento al menos 150 kilos tal vez ms. Todos los cuales iban a la carga directamente hacia Nick, lanzando un grito de guerra en una voz estrangulada por la flema. Nick tuvo el tiempo y los reflejos justos para esquivarlo y dejar que el gran zoquete idiota pasase a su lado y cayese gritando en el maloliente pozo. Su largo gemido fue cortado abruptamente, y, a juzgar por el hmedo chof! que sigui rpidamente Nick asumi que triturador/torturador se haba convertido en un bocado delicioso para un dianoga, uno de los enormes gusanos constrictivos de la basura que infestaban los pozos. Se alegraba de no saberlo con seguridad.

    La kitonak result ser miembro de un movimiento subversivo recin formado llamado Latigazo. Ella haba cantado a voz en grito sus alabanzas y hablado sobre su valenta a sus compaeros de armas, y entonces le haban pedido que se uniese a ellos en su lucha en contra el nuevo rgimen. Nada de paga, poco descanso, y mucho peligro Nick no poda ver mucha diferencia entre este movimiento y el movimiento de resistencia de Haruun Kal.

    Pero haba estado de acuerdo. Era un desertor militar y un asesino, despus de todo, le dispararan si le encontraban, y haba seguridad o al menos una sensacin ficticia de ella en el nmero. Qu otra eleccin tena? Era un soldado; era todo lo que conoca, todo lo que alguna vez haba conocido. Llmese Frente de Liberacin Mesetario o Ejrcito de la Repblica, realmente no haba ninguna diferencia. Los uniformes eran diferentes, pero el trabajo era el mismo.

    No era que disfrutase librando esta guerra, o cualquier guerra no le haban dado menos de lo debido en la categora de miedo, como haban hecho con todos los clones. Y gracias le fueran dadas a quienquiera que estuviese al mando para eso. Nick haba visto una vez una falange de clones en Muunilinst atacar sin miedo una colina contra el fuego lser de un numero de droidekas tres veces superior. Ninguno de los clones haba vacilado a pesar de que los lseres de los droidekas, los rayos de plasma y los haces de partculas haban desgarrado a la mayora de ellos como si hubieran sido muecas recortadas de plastipapel. Tres cuartos de la falange haban sido hechos trizas en esa carga.

  • Pero haban tomado la colina. Aun as a pesar de los peligros de guerra, hubo una cierta seguridad extraa, casi

    comodidad, en las normas y reglamentos de la vida militar. Nick no era de ninguna manera uno de esos oficiales con poca o ninguna experiencia de campo, con solamente el tiempo pasado en simulaciones hologrficas y entrenadores de cabeza alta. Incluso cuando era comandante de su propia unidad haba tenido que seguir las estpidas rdenes de algunos generales de escritorio y casi haba conseguido que le volaran la cabeza ms de una vez como consecuencia. Una proporcin ms bien alta de esos guerreros novatos planchados y pulidos tenda a no regresar de su primera o segunda misin en buenas condiciones, si es que regresaban.

    l haba esperado con ansia, como muchos otros, una paz duradera despus de que se encargaron apropiadamente de Dooku, Grievous y los dems. Un tiempo en el que poder por fin bajar los brazos y relajarse un poco. Un tiempo para curarse.

    En lugar de eso all estaba, agachado detrs del oxidado guardabarros de una oruga de construccin abandonada, junto con otros seis, esperando tensamente mientras un quinteto de soldados de asalto pasaba rpidamente por su lado. De los pedazos de conversacin que Nick escuch mientras pasaban, hasta una araa cerebral de Tatooine entendera que estaban persiguiendo a un Jedi. No estaba claro si era un Padawan, un Caballero Jedi o un Maestro.

    Durante su servicio, y por su relacin con Mace Windu, Nick haba llegado a conocer bastante bien a un nmero de Jedi, incluyendo a algunos miembros del Consejo todo los cuales, hasta donde l saba, estaban muertos. O como los propios Jedi solan decirlo, "regresado a la Fuerza". Como sea. Nick tena poca paciencia con las teoras y las filosofas que incluan especulacin sobre una vida despus de la muerte. La vida que estaba viviendo ahora era trabajo ms que suficiente; pensar en hacer todo ello otra vez le produca cansancio.

    Volvi la mirada hacia su grupo sealando con un movimiento de cabeza que iban a seguir al grupo. No hubo vacilacin entre su gente cuando se colocaron detrs de l.

    Manteniendo a los soldados a la vista, Nick se movi sigilosamente a travs de las calles desiertas. Nunca haba mucho trfico peatonal all abajo a esa hora, y lo poco que haba se reubic prudentemente cuando aparecieron los soldados armados marchando calle abajo. No haban recorrido mucho cuando se detuvieron delante de un panel a medio abrir en un edificio largo tiempo abandonado. Nick apenas poda orles discutiendo si su presa se haba escondido all. La decisin de investigar se alcanz rpidamente cuando uno de los soldados seal que el panel haba sido abierto muy recientemente, a juzgar por el polvo y la suciedad removida. Una nica patada de otro soldado fue suficiente para abrir el panel por completo. Los soldados de asalto desaparecieron en el interior con las armas preparadas.

    Vamos susurr Nick. Podra ser que tuvieran un Jedi atrapado all dentro. Podramos encontrarnos en el mismo apuro, si no hacemos algn

    reconocimiento antes de entrar rpidamente seal Kars Korthos. Era un hombre pequeo, compacto, lleno de nerviosa energa que siempre pareca estar al borde de explotar como una llamarada solar, y sus instintos rara vez se equivocaban.

    Nick lo consider. Kars tena razn; deberan examinar al menos el edificio por si haba otras posibles vas de entrada o de salida antes de que ellos

    De las profundidades del imponente interior lleg el sonido de un desintegrador al ser disparado.

    Entramos dijo Nick, desenfundando su desintegrador y entrando rpidamente.

  • Eso parece estuvo de acuerdo Kars mientras l y el resto le seguan.

  • Tres La Fuerza era una catarata invisible que transportaba a Even Piell en su agarre,

    cargndole tan ligera y fcilmente como una semilla de jekka en agua espumosa. Se rindi a ella como haba aprendido a hacer haca tanto tiempo, dejando que le guiara y le dirigiese, dejando que le moviese en acciones ofensivas y defensivas mucho ms rpido y de forma ms precisa de lo que posiblemente podra haberlas ejecutado su mente consciente. El fuego lser de los soldados de asalto rebot en su sable lser convirtindose en destellos cegadores, los haces de energa se disiparon de forma inofensiva.

    Haba una posibilidad de sobrevivir, se percat: si pudiese realizar un salto de Fuerza por encima de los soldados podra tener una posibilidad de alcanzar la puerta. Tendra que ser ejecutado perfectamente, y el peligro era que sus adversarios estaran familiarizados con la maniobra. Mientras estos pensamientos cruzaban su mente, sin embargo, l iba corriendo hacia los cinco soldados armados, cada uno de los cuales le doblaba fcilmente en tamao y peso.

    La inesperada maniobra funcion a su favor; evidentemente los soldados de asalto no haban experimentado antes esta accin en particular. Even salt, dej que la Fuerza le llevara, dej que modificara su peso y contorsionara sus msculos hacindole girar para que cuando aterrizase estuviera frente a sus enemigos.

    Su tcnica fue perfecta; encendi, perfectamente equilibrado sobre el antiguo suelo de parqu, su sable lser listo para usarlo. Los soldados cogidos por sorpresa se giraron y comenzaron a disparar salvajemente en su direccin. Even sinti que la esperanza surga en su interior mientras desviaba los rayos y retroceda. La entrada se encontraba a slo cinco metros ms o menos detrs de l. Si pudiese alcanzarla..

    Uno de los soldados de asalto sac un objeto redondo de su cinturn, lo sostuvo en alto como si se preparase para lanzarlo. Una granada, se dio cuenta Even.

    Deben estar desesperados, pens. Seguramente son conscientes de que, si puedo desviar haces de energa, no tendr ningn problema desviando una..

    Capt la estrategia del soldado demasiado tarde. El objeto que sostena era una granada luma, y el hombre no tena intencin de tirarla. En lugar de eso simplemente la activ y dej que cayera a sus pies. Antes de que Even pudiera escudarse o incluso cerrar su ojo, la esfera se disolvi en una explosin cegadora de luz actnica que hizo desaparecer el mundo.

    Los soldados de asalto llevaban lentes polarizadas como parte de su equipo. La luz no les deslumbr en absoluto. Podan ver a Even, y l no poda ver nada ms que el resplandor de su abrasada retina.

    Aun as, eran tontos si pensaban que eso supondra alguna diferencia. Un Jedi poda "ver" a travs de la Fuerza con mejor visin que cualquier clase de ojos. Even retrocedi moviendo el sable lser en un patrn protector que bloque la andanada de haces de energa que le haban lanzado, mientras se extenda con la Fuerza y le dejaba que ella hiciera lo que su conmocionada vista no poda. Pero incluso mientras se admiraba por su inocencia, otro objeto fue lanzado contra l. El patrn de ondas que provoc en la Fuerza le dijo que era otro objeto pequeo, redondo, muy probablemente otra granada y sta, sinti, era sensible al impacto. Si la bloqueaba con su sable lser, probablemente detonara. Even alz su mano para desviar la esfera con un empujn de Fuerza

  • Y uno de los soldados de asalto dispar otro rayo lser, pero no a l. El pulso de energa impact en la granada que se diriga hacia l, y la deton.

    Le haban engaado, se dio cuenta Even. La luma haba tenido la intencin de distraerle, para permitirles entrar en su defensa con su autntico ataque. La onda expansiva le golpe con fuerza alzndole y arrojndole hacia atrs. Choc contra una columna de soporte con un terrible impacto. La Fuerza le haba protegido de la vaporizacin inmediata, pero el pilar haba sido una sorpresa. Sinti que los huesos se le rompan y sus rganos explotaban cuando golpe el inclemente fibroplast.

    No fue consciente de su grito. Dbilmente, como si estuviera a gran distancia, sinti que la Fuerza se remova

    con un revuelo repentino como un plcido estanque golpeado por una piedra. Poda or los gritos de sorpresa de sus enemigos, poda or otros desintegradores, el restallido de sus descargas sonando ligeramente diferente de los que llevaban los soldados de asalto. Con su ltima y mortecina chispa de conciencia Even Piell se dio cuenta de que haba llegado la ayuda.

    Demasiado tarde. Nick escuch el grito mientras l y sus camaradas irrumpan en lo que pareca un

    antiguo casino. Vio, quiz a media docena de metros, una pequea forma arrugada en la base de un pilar. Cerca cinco soldados de asalto ya estaban disparando a los recin llegados. Los primeros haces erraron el blanco, pero se sobrepondran de la sorpresa en un momento y entonces cocinaran a Nick y a su equipo en donde estaban.

    Cogedles! grit Nick mientras se lanzaba hacia adelante sacando su desintegrador y atrayendo el fuego de los soldados. Golpe el suelo, rodando bajo una salva de rayos y se incorpor sobre una rodilla con el arma extendida. Un disparo del arma del soldado de asalto ms cercano chamusc las baldosas en las que haba estado, pero Nick apret los dientes y lo ignor. Dispar y uno de los soldados fue lanzado hacia atrs. Su armadura le protega de cualquier cosa excepto de un disparo a quemarropa a mxima potencia, pero el impacto le dejara aturdido por un tiempo.

    De fondo, Nick poda or el fuego lser entre lo soldados restantes y sus hombres, pero toda su atencin estaba centrada en esa pequea forma que yaca completamente inmvil sobre el suelo. Nick le reconoci.

    Even Piell. Nick fue corriendo hasta el Jedi, pero vio inmediatamente que no haba nada que

    pudiese hacer. Era obvio que el Maestro Piell tena lesiones internas masivas y, a juzgar por los ngulos antinaturales de sus extremidades, tambin muchos huesos rotos. Y como si las cosas no fuesen lo suficientemente malas, por la forma en la que su espalda y su pelvis estaban retorcidas Nick supuso que probablemente su columna vertebral se haba partido.

    l haba visto un buen nmero de atrocidades en diversos campos de batalla planetarios soldados con extremidades amputadas, o perforadas por metralla o parcialmente inmoladas era una lista larga, y una que definitivamente no quera inventariar en ese momento. Pero rara vez haba visto tal caos producido en un solo ser viviente. La mayora de los seres comunes habran muerto por la prdida de sangre y el shock haca mucho tiempo. La Fuerza era lo nico que mantena al Maestro Piell de una pieza, pero estaba desapareciendo rpido: Nick poda sentirlo.

    No haba conocido bien al lannik pero saba bastante sobre l para respetarle enormemente. Que permaneciese con vida incluso momentneamente, despus de haber estado tan cerca de una explosin, era un testimonio asombroso de su coraje y de la eficacia del entrenamiento Jedi.

  • No hay muerte, slo la Fuerza murmur Nick. Era el mantra final del Cdigo Jedi. No poda pensar en nada ms que decir.

    El prpado del Maestro Piell se alz. Centr su mirada en la cara de Nick. Rostu? grazn. Eres t?

    Nick parpade asombrado; no haba esperado que el otro viviera ms de un minuto o dos mucho menos que volviese a la conciencia. S Maestro Piell. No hable; tiene que conservar sus fuerzas. Llamar a un mdico y le ayudarn..

    Oh, no seas idiota dijo el Maestro Piell dbilmente. Muveme y me deshar como un holopuzzle. Estoy acabado ambos lo sabemos. Alguien debe continuar con mi misin tosi; le record a Nick un vaso hacindose pedazos. Despus de un momento, el Jedi continu. Ahora presta atencin...

    Nick se reuni con sus camaradas, quienes le estaban esperando en la puerta.

    Mir a su alrededor. Los soldados de asalto? Se han largado dijo Kars. Se llevaron al herido con ellos. No dijo nada

    ms. Otro miembro del grupo un nautolano llamado Lex Rogger estaba tratando una herida de quemadura en el brazo de Kars, as que Nick pens que insistir en el asunto en ese momento no servira de nada. Qu pasa con el Jedi? pregunt Kars.

    Nick suspir y se frot la cara con la palma de una mano. Muerto. Pero continu l, mirndolos, me habl de algunos asuntos pendientes.

    Los cuales vamos a terminar dijo Lex. En realidad, no. Nosotros no. Pero conozco a alguien que lo har.

  • Cuatro

    El hutt estaba en buena forma. Haba erigido su masa en toda su altura, elevndose sobre Jax .La masa deshuesada de su seccin superior estaba aplanada ligeramente para aparentar mayor tamao. Jax saba que era una accin ancestral, una respuesta inconsciente ante el peligro de eras pasadas cundo los hutts haban sido tanto depredadores como presas. Sin embargo ese conocimiento no lo haca menos impresionante. Rokko pareca bloquear la anchura del arqueado puente peatonal en el que estaban los cuatro no es que tuviese importancia, ya que acababa un poco ms all en un enredo destrozado y dentado de barras de ferrocreto y duranio. En alguna ocasin en el pasado un vehculo de carga o algo similar se haba descontrolado y se haba estrellado contra el puente, muy probablemente. Nunca se haba reparado, lo que no era inusual en absoluto en los niveles inferiores. Nada por debajo de la neblina exista hasta donde les preocupaba a aquellos de los niveles superiores, as que por qu gastar crditos en reparaciones?

    El hutt haba pedido este lugar algo precario como punto de encuentro. No haba venido solo; flanquendole estaban sus dos matones, un klatooiniano y un nikto rojo, ambos tenan un aspecto apropiadamente amenazante. Rokko el Hutt era un ser poderoso, al menos en los Arrabales Pozo Negro, y alquilaba a los mejores matones disponibles. Jax nunca antes haba tratado con l y estaba empezando a parecer que no volvera a hacerlo nunca. O con cualquier otro, si estaba interpretando a la gran babosa con precisin.

    Rokko le dedic una mirada bilioso. Debera haber sabido que era mejor no confiar en un humano. Su voz sonaba como grava deslizndose por una tolva de alumabronce. Pero venas altamente recomendado por Braze. Parece que me equivoqu al confiar en l y en ti.

    Me pediste que te entregara a Toh Revo Chryyx, un timador cereano contest Jax. Eso hice. El hecho de que se suicidase antes de que pudieses interrogarle no es culpa ma. La forma exacta en la que el humanoide haba detenido su corazn era todava un misterio para el hutt y para Jax, aunque Jax haba odo rumorear que algunos cereanos haban conseguido a travs de mucha meditacin y mucha conciencia interior el control sobre sus sistemas nerviosos autnomos. Sin embargo eso no tena importancia realmente. Todo lo que importaba era que el hutt le deba a Jax quince mil crditos y obviamente estaba buscando una forma de echarse atrs.

    Crees que soy tonto? rugi el hutt. Nuestro contrato manifiesta claramente que debas entregarle ante mi presencia vivo. Eso no es lo que sucedi.

    l estaba vivo. Jax mantuvo su voz tranquila, pero era una lucha. Se apag en el momento que puso los ojos en ti. Y quien podra culparle, aadi silenciosamente. Rokko era notorio por ser uno de los gnsteres ms vengativos del submundo. Su invencin y disfrute de diversas formas de tortura eran los temas de las pesadillas de un buen nmero de estafadores.

    Los dos matones de hutt se apartaron un poco para flanquearle mejor. Jax los ignor, manteniendo su atencin centrada en Rokko. Las hebras como hilos de telaraas que haban estado reunindose alrededor del hutt desde que haba llegado se estaban volviendo constantemente ms gruesas y ms oscuras; ahora la babosa sobredesarrollada pareca casi enredada en un capullo de gruesa brilloseda negra. Algunas de ellas se haban enrollado alrededor de sus matones. Jax poda "ver" hebras

  • que se extendan tambin desde el gasterpodo gigante, extendindose a lo largo de dimensiones ms elevadas donde el tiempo y la distancia carecan de sentido, reverberando con sus conexiones con an ms seres, en este mundo y en otros: seres que haban pasado a travs del rea de influencia del hutt. Algunos estaban vivos; muchos estaban muertos. Jax no tena muchas ganas de seguir cualquiera de los hilos para ver los destinos de aquellos atrapados por la red del hutt. Rokko era cruel y exhaustivo y Jax dudaba que pudiese encontrar muchos cabos sueltos.

    Lo que le irritaba era que haba hecho negocios con un criminal a sabiendas. Rokko era un traficante de mercanca robada, un pirata de hoy en da al que no le importaba bajo qu circunstancias se produca y obtena el contrabando, y que no estaba definitivamente por encima diseando tales circunstancias si lo estimaba necesario. Era refinado y vengativo, y muchos seres haban muerto para que l pudiese seguir fumando la ms fina mezcla de especias en su narguile y saboreando delicadezas como cho-nor-hoola y suculento nuna vivo.

    Y Jax Pavan, que una vez haba sido un Caballero Jedi, estaba facilitando eso. El hutt hizo un gesto abrupto de despido y se gir para reptar de vuelta al

    edificio. Hemos terminado dijo sobre su inexistente hombro. El contrato no fue cumplido, por lo tanto no se realizar el pago.

    Esto es inaceptable contest Jax. La transaccin fue realizada de buena fe.

    Si no ests satisfecho dijo Rokko mientras desapareca de la vista, por favor sintete libre de discutir el asunto con mis socios comerciales.

    Jax se volvi para mirar al klatooiniano y al nikto. El primero sonri, una mano correosa descendi hacia el desintegrador de talle bajo que llevaba en un costado. El nikto agit las protuberancias de la boca, lo cual era el equivalente de una sonrisa, y agarr tambin su arma. Se movieron juntos hacia adelante.

    Jax estaba en una postura relajada, sus manos a los lados. No llevaba ningn arma detectable excepto un vibrocuchillo en una funda del cinturn, el cual no intent desenfundar.

    El klatooiniano le dio un codazo al nikto. Justo como un humano dijo l. Trae un vibrocuchillo a una pelea de desintegradores.

    Jax saba que slo haba una forma de salir vivo de all. Todo ocurrira demasiado rpido para que les hiciese olvidar su presencia, y no estaba seguro de si podra, de todas formas su deseo de matar era alto, sus mentes primitivas estaban centradas con la excitacin de la matanza potencial. Tendra que usar la Fuerza, y no haba tiempo de ser sutil.

    Los "socios comerciales" del hutt desabrocharon sus cartucheras casi simultneamente sin duda anticipando una matanza fcil. Pero su confianza desapareci un momento ms tarde, junto con sus armas, cuando Jax hizo dos pequeos gestos, casi imperceptibles. Los desintegradores saltaron de las manos de los matones y volaron dos metros hasta impactar slidamente contra sus manos. Su expresin estaba tranquila.

    Justo como un par de cabezas de especia demasiado musculosos dijo l. Usando desintegradores contra la Fuerza.

    Los dos matones clavaron los ojos en los desintegradores que les apuntaban, despus en Jax, despus el uno al otro. Entonces se escaparon en la misma direccin que haba tomado Rokko, a punto de resbalarse y caer en el rastro de lodo que haba dejado el hutt. Jax tuvo que moverse rpidamente para apartarse del camino de su asustada huida.

    Mientras los rpidos ecos de sus botas se desvanecan, mir los dos desintegradores de sus manos. Debera haberlos matado, pens. Ahora Rokko sabra,

  • probablemente en los prximos minutos, que Jax Pavan, con quien haba estado haciendo negocios durante los dos ltimos meses, era mucho ms que slo un cazarrecompensas.

    Debera haberlos matado. Pero saba que no podra haberlo hecho. Una cosa era matar en el calor de la

    batalla y otra muy diferente hacerlo a sangre fra. Sin embargo, dejarles ir era una accin casi tan suicida como lo haba sido la del cereano. Por supuesto, ahora tena dos desintegradores que no haba tenido antes, pero las armas no eran tan difciles de conseguir, particularmente en su ocupacin actual.

    Las meti en los bolsillos de su gabardina, pas por encima de la barandilla y mir hacia abajo. Una brisa fra le golpe, y subi el cuello de su abrigo. Slo estaba a veinticinco pisos por encima del pavimento, todava muy por debajo del sucio cinturn de polucin marrn grisceo que escudaba a los habitantes ms ricos de ese sector de desagradables visiones de las esculidas profundidades. Haba estado en ese lugar durante algo ms de tres meses estndar.

    Hoy la niebla no era demasiado mala, pero todo segua envuelto en una oscuridad penetrante por las sombras de los edificios, gruesos como los troncos de los rboles en un bosque de Kashyyyk. Haba poco trfico areo por debajo de cincuenta pisos en ese sector as que la visin era relativamente clara. En la calle los deslizadores terrestres pasaban zumbando a menos de un metro por encima del pavimento. Transportes monoplaza llamados tejedores hacan honor a su nombre mientras sus conductores los pilotaban hbilmente nicamente mediante equilibrios; droides porteadores llevando a otros droides. Pero la mayor parte de los habitantes del arrabal caminaban, o reptaban, o se arrastraban, o se movan de otra manera mediante su propia energa. Las calles estaban abarrotadas de vendedores, mendigos, vagabundos y bandoleros... era como mirar a travs de alguna clase de portal mgico para ver un planeta marginado del Borde Exterior. Era difcil creer que todava estaba en Coruscant, joya de la corona de los Mundos del Ncleo.

    Haba tenido que ir a los niveles inferiores un par de veces mientras todava era un Padawan, ambas veces con su Maestro. Ambas veces haban sido recados relativamente menores y las dos veces haba quedado consternado ante la pobreza y la porquera. Haba estado muy contento y aliviado de regresar al santuario del Templo. Se sinti culpable por albergar tal actitud pero no poda negarlo. Record preguntarse cmo las personas podan sobrevivir en un ambiente tan desesperado.

    Ahora lo saba: No fcilmente, no bien, y no durante mucho tiempo. Jax Pavan haba recibido su promocin a Caballero tres meses antes de la cada

    de los Jedi. La Orden Jedi ya haba sido reducida considerablemente por la matanza en Geonosis y las subsiguientes Guerras Clon. La Orden Sesenta y Seis casi haba terminado el trabajo. No ms de un puado de Jedi y aquellos asociados con ellos seguan todava vivos y eran considerados pequea o ninguna amenaza por el autoproclamado Emperador Palpatine. No se estaba llevando a cabo ningn esfuerzo sistemtico para acabar con ellos; sin embargo, guarniciones de tropas de asalto patrullaban las calles para mantener el orden, y si se encontraban con un Jedi, ese Jedi mora. Pareca que era slo cuestin de tiempo antes de que el faro de la Orden fuese verdaderamente extinguido en la galaxia.

    Jax apenas haba conseguido experimentar el orgullo de ser Caballero antes de que todo eso se hiciese pedazos, como las luminosas torres del propio Templo. Al igual que muchos de sus compaeros se haba desvanecido en la noche carmes, borrando cualquier rastro que lo conectara con los Jedi. Sobreviviendo a duras penas en las calles, reducido al uso subrepticio de la manipulacin mental y de la materia simplemente para

  • seguir vivo, Jax se haba convertido finalmente en algo que haba considerado previamente como lo ms bajo de lo ms bajo. Para permanecer vivo haba entrado en una profesin situada apenas una muesca por encima de los gnsteres y otros miserables con los que estaba obligado a relacionarse.

    Se haba convertido en un cazarrecompensas. Al principio, haba parecido tener sentido. Un hombre tena que comer despus

    de todo e incluso los Jedi no eran inmunes al miedo y a la desesperacin. Continu usando la Fuerza para ayudar a su supervivencia de forma sutil, desde ganar crditos manipulando partidas de sabacc hasta "sugerir" que los vendedores locales y los propietarios de restaurantes le abastecieran de comida. Pero su Maestro le haba advertido, antes de que se separaran por el caos de aquella feroz y desafortunada noche, que se abstuviese de cualquier uso en pblico de la Fuerza a menos que fuese una situacin de vida o muerte. Siempre haba una posibilidad, remota pero posible, de ser visto por soldados de asalto, droides, u otros agentes del Imperio. O podra ser algn ciudadano, ansioso de ganarse el favor del nuevo rgimen, quin podra denunciarle. Imposible saberlo con seguridad hasta que fuera demasiado tarde.

    A primera vista tal preocupacin pareca absurdamente paranoica. El ltimo censo planetario estimaba la poblacin de Coruscant en ms de un trilln y esos eran slo los residentes registrados a tiempo completo. El censo no inclua empleados de los ganchos orbitales, Hesperidium, ni otras comunidades extraplanetarias. Ni inclua a los cientos de miles de soldados de asalto estacionados en el planeta. Y con toda seguridad no contaba no poda con las hormigueantes multitudes que vivan fuera del registro, en las profundidades de los arrabales urbanos. Las estimaciones que incluan esos grupos conducan a algunos estadsticos a determinar que la poblacin real era casi tres veces la cifra oficial. Dicho esto, pareca que un ser podra existir tericamente en Coruscant durante toda la vida de una estrella principal, y aun as permanecer virtualmente annimo con un mnimo esfuerzo. Desafortunadamente para un Jedi como Jax Pavan, ese esfuerzo inclua no usar la Fuerza.

    Haba sido tan discreto como le fue posible. Su pelo marrn oscuro, que se haba estado dejando crecer al estilo de un Caballero Jedi humano, se lo cort inmediatamente otra vez y lo ti de negro. Tambin haba llevado su barba permanentemente afeitada. Haba desechado la austera capa con capucha y la tnica de su Orden inmediatamente, por supuesto. Ahora llevaba un chaleco poco distinguible de cuero negro de bantha, pantalones grises rados, y botas negras que le llegaban hasta el tobillo, todo ello bajo una gabardina color bronce. Su cuello alto ayudaba a ocultar su cara. Ya no llevaba su sable lser enganchado al cinturn con orgullo; ahora estaba escondido dentro de un bolsillo interior de la gabardina. Tena aspecto de espaciante sin suerte, lo cual era precisamente la imagen que quera transmitir. La nica arma visible que llevaba era el vibrocuchillo aunque tambin guardaba un pequeo desintegrador oculto en su manga derecha, as como un pual de duracris en una funda entre sus omoplatos. El ltimo no apareca en los escneres rutinarios. Una pequea unidad aturdidora, guardada en el mismo bolsillo que su sable lser, evitaba que ste fuese detectado igualmente.

    Haba conseguido aparselas por s mismo durante un tiempo, racionalizando que slo estaba cazando criminales. Pero eso era sofismo particularmente si los cazaba para otros criminales, como Rokko. Y ahora, mientras miraba fijamente hacia la calle que corra por debajo de l, Jax admiti para s mismo que haba cado una distancia aun ms grande que la que haba entre donde l se encontraba y el mugriento pavimento. Para sobrevivir en las oscuras entraas de Coruscant, se haba convertido en lo que una vez haba perseguido: un cazador de seres cuyas cabezas tenan un precio.

  • Haba sido una tortura resistirse a usar la Fuerza equivalente a la auto-amputacin de un miembro. Todava poda utilizarla de formas sutiles, como engaar a los dbiles de mente o sentir el peligro a travs de ella. Pero los despliegues de poder que slo un Jedi podra conseguir incluso los menores, como la hazaa que acababa de realizar, con los desintegradores de los matones eran peligrosos en extremo. Aun as, no era como si hubiese tenido otra opcin.

    Creo que es hora de largarse murmur. Lo haba retrasado bastante tiempo. Se haba quedado en Coruscant, aceptando

    el pago de criminales por facilitar sus vendettas, y manchando su psique durante el proceso, mientras intentaba callar su conciencia ayudando a otros a escapar del planeta. Pero esto haba durado suficiente. Ahora era su turno.

    El movimiento de resistencia conocido como Latigazo tena menos de dos meses, pero ya haba conseguido algunos logros impresionantes, incluyendo golpes quirrgicos en rutas de abastecimiento y transportes de tropas. Tambin haba establecido unas series de rutas secretas, casas refugio, y grupos de partidarios trabajando juntos para facilitar el escape de indeseables polticos y otros declarados "enemigos del estado". Esto inclua a los trabajadores del Templo, ayudantes de campo, sensibles a la Fuerza, e incluso, se rumoreaba, algunos Padawans y Caballeros Jedi. Los fugitivos salan de contrabando por medio de vehculos de carga, tneles de servicio, y otros diversos medios clandestinos repartidos por toda la ciudad-planeta, a lo largo de rutas conocidas colectivamente como el Mag-Lev Subterrneo. Finalmente eran introducidos en cargueros, transportes, yates de recreo cualquier nave cuyo capitn simpatizara con la causa, o fuese lo suficientemente mercenario como para ser convencido mediante crditos y as eran sacados a salvo del planeta. Mientras Palpatine haba manifestado pblicamente que los Jedi y sus asistentes ya no eran considerados una amenaza, Jax sospechaba que encontrar y detener el MLS estaba en el orden del da Imperial aunque slo fuese por el valor propagandstico. Las tropas imperiales haban localizado y cerrado algunas rutas, pero otras haban tomado rpidamente sus lugares.

    Como Caballero Jedi, Jax Pavan tena garantizada una litera en uno de los transportes, cargueros, u otros vehculos que participaran en la accin subversiva. Pero haba rechazado marcharse consistentemente, optando en su lugar por quedarse en Coruscant y ayudar a otros a escapar.

    Ahora no tena mucho dnde escoger. Tena que soltar los jirones de su antigua vida y encontrar otro mundo, preferentemente a muchos parsecs de distancia. Porque una vez que Rokko supiese que era un Jedi, sera slo cuestin de tiempo antes de que la polica del sector lo supiera. No haba una gran recompensa por un Jedi proscrito, pero Rokko delatara a su nana sin dudar si con ello obtena crditos.

    Jax le dio la espalda al abismo y entr en el edificio. Una vez dentro, encontr un conveniente turboascensor, y en menos de un minuto estaba de vuelta en la calle.

    Se dio cuenta que ni siquiera haba pensado en el dinero que le deba el Hutt, aunque quince mil crditos eran mucho para perderlo, especialmente todo de una vez. Tal golpe de fortuna le habra ayudado considerablemente a reubicarse en un nuevo mundo y en una nueva vida. Pero saba que las probabilidades de obtenerlo de Rokko eran nulas.

    Aun as, a pesar de todas las razones en contra, Jax realmente se senta animado. Era tiempo de un cambio. Se pregunt si tal vez, haba revelado inconscientemente su identidad Jedi para forzarse a asumir algn nuevo paradigma. En cualquier caso, lo hecho, hecho estaba.

  • Estaba haciendo ms fro. A diferencia de los favorecidos niveles superiores, donde el clima estaba tan regulado como todo lo dems, en los niveles inferiores el clima local y real era todava algo con lo que haba que pelear. La casi perpetua capa de inversin climtica, combinada con las nada reguladas liberaciones de calor y vapor de agua, a menudo causaban localizados frentes clidos y fros en desarrollo. Mientras Jax caminaba por la angosta calle, movindose rpidamente para esquivar los frecuentes carros automatizados cargados de basura y escombros que pasaban lanzados, fue azotado por un pequeo remolino repentino de lluvia fra. Momentos despus la temperatura empez a aumentar otra vez, y una niebla de suelo ocult el pavimento. El trfico callejero y peatonal se haba atenuado afortunadamente, aunque estuvo a punto de caer en el camino de un coche de superficie cuando un shistavenen borracho sali dando bandazos de una taberna y choc con l, y pocos minutos despus fue acosado por un insistente joven toydariano revendiendo entradas para un concierto de heavy istopo, antes de que llegase finalmente a su destino.

    El micro-apartamento al que llamaba casa o lo haba hecho, hasta hace una hora haca honor a su nombre. Era apenas una ampolla en el bnker cbico de ferrocarbon que un letrero exterior parpadeante proclamaba LAS ARMAS DE CORUSCANT. Regresar a l reforz su creencia de que cualquier nueva vida que pudiese forjarse en algn mundo distante apenas podra ser peor que eso.

    Dentro, Jax sac una maleta de viaje de piel de anguila fleek muy desgastada del diminuto armario y la abri sobre la cama plegable. Afortunadamente, haba aprendido a viajar ligero: un solo cambio de ropa, artculos de bao y algunas posesiones personales que se haba permitido conservar de sus das en el Templo. Estos incluan un pequeo holocrn del sabio Yoda, disertando sobre diversos aspectos del Cdigo Jedi; Un cristal de las cavernas de Dantooine con el cual poda "afilar" la hoja de energa de su sable lser; y un relicario de durita del tamao de un pulgar. Abri este ltimo, revelando un pedacito de metal negro con forma de lgrima. Cuando el resplandor anodino de los fluorescentes de la habitacin incidi sobre l, comenz a resplandecer: primero en rojo, despus naranja, amarillo, verde, azul, ndigo, violeta, y finalmente en un refulgente blanco suave. Jax lo mir fijamente un momento, entonces cerr el relicario y lo desliz dentro de un bolsillo interior cerrado con cremallera.

    Mientras haca el equipaje, pens en el caos de los ltimos meses, en las muertes de sus colegas, sus mentores y sus amigos. En particular, se pregunt cul habra sido el destino de Anakin Skywalker.

    Anakin siempre haba sido un enigma para Jax y los otros Padawan. Tena casi la misma edad de Jax, y haban estudiado juntos y se haban batido en duelo a menudo. Aunque era cierto que nadie poda acercarse realmente a Anakin siempre haba mantenido un distanciamiento, una reserva, que nadie poda penetrar Jax se haba contado a s mismo como uno de los pocos confidentes del preocupado joven Jedi. Anakin incluso le haba mencionado una vez a Jax su creencia de que Obi-Wan Kenobi, su Maestro, estaba tratando de impedirle alcanzar su autntico destino. Haba habido un perturbador destello en los ojos azules de su amigo mientras hablaba de eso, una mirada de absoluta certeza. Aun ms perturbadora haba sido la reaccin dentro de la Fuerza. Por un breve momento Jax haba visto hebras de la noche ms negra retorcindose e irradiando hacia afuera en todas las direcciones desde Anakin ms de las que haba visto nunca en nadie. Haba sido como si el joven Skywalker fuese el locus de una vasta y complicada red de furia y desesperacin que reverberara a travs del espacio y el tiempo. Pero slo haba sido un instante. Entonces la conexin haba desaparecido, tan rpidamente que Jax ni siquiera estuvo seguro de haberla visto, y Anakin haba vuelto a

  • ser el chico sonriente una vez ms. Nunca haba vuelto a hablar del tema, y Jax acab olvidndolo, hasta la Purga.

    A menudo se preguntaba, esos das, si debera haber hablado con el Maestro Kenobi, o con el Maestro Piell, o con cualquier otro miembro del Consejo, acerca de la perturbadora visin. Pero le habran credo siquiera? Despus de todo, los ms augustos miembros del Consejo, aquellos ms cercanos y mejor informados por la Fuerza, no vieron nada adverso en el aura de Anakin; todo lo contrario, de hecho. Incluso haba rumores de que algunos de ellos pensaban que era el Elegido. Cmo podra un mero Padawan como Jax perforar un velo que ellos no?

    Sacudi la cabeza. Anakin ya estaba casi ciertamente muerto; si no, Jax estaba seguro que deba de haber huido de Coruscant a cualquiera de los centenares de miles de mundos conocidos de la galaxia. Nadie sabra nunca realmente si hubiese sido el destinado a traer el equilibrio a la Fuerza.

    Aunque quiz, en una extraa manera, lo haba sido. Pues ciertamente, despus de siglos de tolerancia e iluminacin, ahora el lado oscuro tena el control de la galaxia. Haban cambiado las tornas. Cunto tiempo permaneceran las cosas en este nuevo equilibrio, Jax no lo saba; ni saba qu tena que ver, si es que as era, Anakin con ello. Todo lo que saba era que ahora los Jedi eran la presa. Y dada la repentina y abrasadora sensacin de prdida que Jax haba sentido reverberar la noche anterior a travs de la Fuerza, la cacera an no haba acabado.

  • Cinco

    Otro refrigerante le dijo Den Dhur al camarero. Que no paren de llegar. El camarero, un bith, contempl a Den con enormes y lustroso ojos negros. Esos

    ojos tenan una agudeza visual asombrosa, capaz de enfocar hasta una resolucin de 0.07 en la Escala de Gandok. Den lo saba. Era un reportero. Saba un montn de cosas.

    Inform al Bith de este fascinante hecho. Eso quiere decir que puedes ver realmente bien explic.

    Lo suficientemente bien para decir que has tenido suficiente dijo el bith. Den mene un dedo desaprobador hacia l. No te preocupes, mi buen amigo

    no sabes que es prcticamente imposible emborrachar a un sullustano? Felicidades, entonces. Has conseguido lo imposible retir la jarra de Den.

    Te recomendara que cogieses un aerotaxi hasta casa. Adis. Den se concentr en salir andando del bar sin demasiados tambaleos apreciables.

    Una vez fuera, los hedores y pestilencias de basura dispersa, surtidas formas de vida que no se haban baado haca demasiado tiempo, emisiones de hidrocarburo de anticuados vehculos prohibidas haca siglos en los niveles superiores, y otras muchas fuentes rancias le desembriagaron de alguna forma. La escena ante l todava tena una tendencia a dividirse en dos o tres mundos alternos as es cmo se vea, de cualquier manera pero al menos ahora la gravedad permaneca medianamente constante.

    Den encontr un lugar relativamente limpio en un banco callejero y se sent. El aire ftido, junto con la cacofona de docenas de lenguajes siendo hablados, silbados, estridulados, o producidos de otra manera, y la pura sobrecarga de la multitud, eran recuerdos de que las cosas no haban ido tan bien como haba esperado despus de que l y el droide I-Cinco haban llegado finalmente haca casi un ao a Coruscant. Los crditos que haban escondido estaban casi agotados, y pronto deberan el alquiler de su "lujoso" agujero. Den haba estado llevando a duras penas una vida miserable escribiendo como periodista independiente para diversos holozines y peridicos sensacionalistas pero incluso eso comenzaba a secarse.

    sa no era la manera que se haba imaginado, ni por un ao luz del pas. Den Dhur era, despus de todo, un nombre que venda noticias o lo haba sido una vez hace mucho tiempo. Pero eso fue antes de las Guerras Clon y de la Batalla de Drongar. Den hubo cubierto ese frente y all haba escrito una puesta en evidencia del campen bunduki de ters ksi, Phow Ji.

    Ji haba sido un maestro de artes marciales y, en la opinin de Den, un psicpata al que le gustaba matar y que usaba la guerra como excusa para hacerlo. Finalmente Ji se haba enfrentado sin ayuda contra varios mercenarios salissianos y un batalln entero de soldados separatistas, destruyndolos a ellos y a su transporte, muriendo en el proceso.

    Hubo algunos que vieron esa accin como heroica. Den lo haba sentido de forma diferente, junto con algunos otros de la Unidad Quirrgica Mvil de la Repblica nmero Siete incluyendo a Barriss Offee, la curandera Jedi asignada al Uquemer. Como representante de su Orden haba sido un blanco particular del abuso tanto verbal como fsico de Ji. Hasta donde les concerna a Barriss y a los dems, las motivaciones de Ji haban sido de todo menos patriticas. Sentan que era un maleante brutal que habra estado igual de contento aniquilando tropas republicanas como separatistas.

  • Esa era la inclinacin que Den haba tomado con su historia. Desafortunadamente, su editor, considerando que el pblico necesitaba hroes en aquel entonces, haba reescrito una versin que pintaba a Phow Ji como un mrtir en vez de un asesino. Incluso ms desafortunadamente, uno de los ltimos actos pblicos del Canciller Palpatine antes de su ascensin haba sido dedicar una estatua a Ji en la Plaza de los Monumentos de Coruscant.

    Den le haba quitado su nombre al artculo reescrito, pero la mayora de editores y publicistas del distrito editorial Jardines del Columnista saban cul haba sido su visin inicial de Phow Ji. Eso unido al hecho de que Palpatine era ahora Emperador y que el Emperador miraba con ira a cualquier medio de comunicacin que sugiriese que la guerra haba sido cualquier cosa menos un episodio glorioso de la historia galctica, haba dado como resultado una reaccin negativa de la industria que dej a Den sin posibilidades de ser contratado.

    Haba intentado durante un tiempo escribir una novela, basndose en la teora ms bien tambaleante de que los puntos de vista impopulares podan disfrazarse ms fcilmente en la ficcin. Pero ah no yacan sus talentos. l era un ave de presa de las noticias, maldicin, y que de repente el comunicador dejase de zumbar no slo era financieramente estresante sino tambin desmoralizante. Y as, amargado y aun ms desilusionado de lo normal, haba comenzado a frecuentar las tabernas y los bares de los alrededores cada vez ms.

    Durante el ltimo par de semanas haba estado pensando seriamente en dejarlo todo e intentar regresar a Sullust de alguna forma. Quiz all podra volver otra vez con Eyar Marath, la atractiva bailarina de la compaa de teatro que haba conocido durante la gira de Noticias y Entretenimiento de la HoloRed en Drongar. Ella le haba ofrecido una posicin honrada como marido principal de su madriguera. Al principio l no haba estado seguro, porque todava no era lo suficientemente viejo para retirarse, sin importar lo que la industria pareca pensar. Pero ltimamente todo el asunto del patriarcado tena cada vez mejor aspecto. Ser agasajado y adorado en una confortable caverna en el planeta natal ciertamente venca a esta empobrecida existencia.

    Haba, de hecho, una nica cosa que haba mantenido a Den en esa confusin general de plastiacero y permacreto todo ese tiempo: I-5YQ. Excepto que Den nunca pensaba en el droide por su cdigo serial. Para l la unidad de protocolo era simplemente I-Cinco. De hecho, ya apenas pensaba en l como un droide. I-Cinco era su amigo uno de los muy pocos seres de ese planeta o de cualquier otro en los que Den Dhur confiara completamente.

    Junto con casi todos los dems de la galaxia, Den haba credo que los droides no eran nada ms que mquinas. Cierto, eran mquinas que podan procesar enormes cantidades de datos y algunos de los ms humanoides podan imitar comportamiento sensible hasta un grado sorprendente. Pero eso era porque estaban programados para ello. Dada su capacidad de memoria, y la velocidad de sus redes neurales o los procesadores de la red sinptica, podan ser equipados con respuestas y reacciones bsicas y desde all extrapolar heursticamente el comportamiento de los humanos, o de los falleen, o de los geonosianos, o cualquier especie que uno deseara. Pero slo podan llegar hasta ah. Los reguladores de creatividad, los circuitos y el software inhibidor del comportamiento, y otras limitaciones incorporadas evitaban que los droides alcanzaran autntica conciencia de s mismos. As, tenan el mismo estatus en la sociedad galctica que una electrollave. Incluso los esclavos de los mundos envueltos en la oscuridad del Borde Exterior eran tratados mejor.

    Haba sido una teora reconfortante. Pues la mayora de la gente haba aplicado lo mismo, en menor grado, a los clones que componan la mayor parte del ejrcito de la

  • Repblica. Eran descartados simplemente como "droides de carne" por seres de derecho, poco mejores que bestias con capacidad de hablar, porque haban sido gentica y psicolgicamente modificados para aceptar la batalla y no temer a la muerte.

    Una teora reconfortante, ciertamente. El nico problema era que haba excepciones. I-Cinco era una excepcin. Oh s, amigo, como decan los ugnaughts. Vaya si lo era. El sarcstico droide y el cnico reportero se haban convertido en compaeros del alma durante su estancia en el invernadero que era Drongar, donde los dos ejrcitos haban luchado por conseguir la posesin de la milagrosa planta bota hasta que una mutacin del cultivo la haba vuelto inservible, y a la lucha sin sentido.

    Despus, Den haba acompaado a I-Cinco de vuelta a Coruscant para ayudarle en una misin que haba sido el equivalente droide de un juramento de sangre. Les haba costado varios meses y muchas paradas en diversos mundos despus de todo, haba una guerra en curso llegar al planeta capital y durante el tiempo que haban estado all I-Cinco haba hecho pocos, si alguno, progresos en su bsqueda, que era encontrar al hijo de Lorn Pavan, su antiguo socio. l haba llegado a la reluctante conclusin de que Lorn estaba muerto, aunque no pudo encontrar mucha documentacin sobre los detalles; pareca que los hechos haban sido sepultados profundamente, en tumbas desconocidas. El chico, sin embargo, se haba criado como un Jedi, y por tanto no debera haber sido tan difcil de encontrar excepto que, inmediatamente despus de que llegaran a Coruscant, lo que haba sido una Repblica se convirti repentinamente en un Imperio, y debido a la batalla y a la huda y a todas las otras diversas cosas desagradables, Den e I-Cinco se haban visto apurados simplemente para permanecer vivos. Finalmente, cuando el humo se hubo despejado tanto como lo haca en los niveles inferiores haban descubierto, para su consternacin, que los Jedi haban sido masacrados casi completamente.

    Se rumoreaba que unos cuantos haban escapado. Tambin se rumoreaba que algunos de ellos estaban escondidos all mismo, en Coruscant, y eso era lo que mantena a I-Cinco all y buscando.

    Pero tena algn sentido seguir buscando? Den pens en ello, algo laboriosamente, una neurona andando ciegamente a travs de la niebla alcohlica para conectar con otra. Aunque odiaba decirlo, odiaba incluso pensarlo, no poda evitar llegar a la misma conclusin una y otra vez: No. No lo tena. El hijo de Lorn Pavan estaba fuera del planeta o era comida para perro akk a estas alturas. De cualquier manera, no haba mucho que se pudiese hacer al respecto. Los dems Jedi se haban dispersado a los cuatro vientos solares una maniobra prudente, en opinin de Den e incluso si Jax Pavan estaba todava en alguna parte de Coruscant, las probabilidades de tropezar con l en una esquina no eran demasiado buenas en una ciudad del tamao de un planeta con trillones de habitantes.

    La lealtad de I-Cinco hacia su antiguo socio, y su determinacin por honrar la ltima peticin de Lorn de velar por su hijo, era encomiable. Pero tambin era un sin sentido. Incluso su gran cerebro positrnico tiene que ser capaz de verlo mascull Den.

    Se puso de pie, todava tambalendose ligeramente, se gir, y tropez de pronto con un grupo de tres ladrones armados. Uno de ellos, en un despliegue de consideracin y reflexin comn en los de su clase, golpe a Den, derribndolo y lanzndolo a la cuneta llena de basura. Otro ladrn sac un vibrocuchillo y se inclin sobre l. El variopinto gento se apart como si los ladrones y Den estuvieran encajonados en un recinto invisible, fluyendo a su alrededor y sin prestar atencin al aprieto del sullustano.

  • Den intent ponerse en pie, pero el tercer ladrn presion una bota contra su pecho, inmovilizndole. Supongo que es demasiado tarde para decir que lo siento dijo Den sin aliento.

    El ladrn con el vibrocuchillo activ la hoja. Un zumbido agudo eman de l cuando la hoja comenz a vibrar, su borde monomolecular se volvi borroso hacindose invisible. Las caras ocultas tras los cascos de los otros dos no mostraron ninguna expresin mientras el tercero agarraba uno de los lbulos colgantes del sullustano y entonces una mano mecnica de color estao surgi por encima del hombro del ladrn y agarr la empuadura de la hoja palpitante, arrancndola de la mano de su sorprendido dueo, y dejndola caer al pavimento, donde se hundi en el duracreto hasta la guarda.

    Vamos, vamos comportaos les rega una voz agradable. Despus de todo se ha disculpado.

    Los ladrones se dieron la vuelta y vieron un droide de protocolo detrs de ellos, con el dedo ndice alzado, como si les reprendiera. La punta del dedo resplandeca en un rojo brillante. El droide dijo, Probablemente estis pensando, Todo el mundo sabe que un droide de protocolo tiene inhibidores de conducta que no le permitirn daar a seres orgnicos. Den poda ver el delgado rayo rojo del lser movindose hacia abajo mientras el dedo de duracero apuntaba a la frente del primer ladrn, justo por encima de y entre donde estaban sus ojos debajo del casco.

    Bien continu el droide, en este caso, todo el mundo est equivocado. Los ladrones se miraron unos a otros. Entonces, como si estuvieran de acuerdo

    en alguna decisin tcita, los tres se dieron la vuelta y desaparecieron entre la despreocupada muchedumbre.

    El droide ayud a Den a ponerse en pie. El sullustano se sacudi la basura de sus ropas. La prxima vez no esperes tanto gru.

    Qu quieres decir? los fotorreceptores proyectaron una cndida inocencia. Calcul que tena dos punto siete segundos enteros antes de que el vibrocuchillo hubiese..

    Den alz ambas manos para detener la respuesta de droide. De acuerdo, de acuerdo! Realmente no necesito or los detalles escabrosos. Gracias de todas formas.

    La inmvil cara metlica logr en cierta forma parecer ligeramente divertida. Vivo para servir dijo I-Cinco.

  • Seis

    Kaird de los Nediji caminaba de arriba abajo a lo largo de su lujosa suite y contemplaba la opcin del asesinato.

    En s misma, sta no era una gran ocasin. Kaird haba considerado muchas veces antes el tomar una vida y tambin lo haba llevado a cabo ms de una vez. No haba dilema moral implicado; la nica decisin era una de sentido prctico. Beneficiara la eliminacin de esa entidad particular del Gran Nido a su propsito, o simplemente satisfara un anhelo de venganza, alisando algunas plumas temporalmente erizadas? Si era lo ltimo, entonces no tena sentido. Como deca el dicho Aqualish, La venganza es una corriente fra en la que nadar. Haba que actuar contra los insultos y desaires slo si el hacerlo facilitaba tus objetivos. El honor era un lujo que los seres prcticos no podan permitirse.

    Aun as, en este caso particular, la tentacin era difcil de resistir. Y as mientras acechaba de ac para all, se abandon a imaginativas fantasas sobre la mejor manera de deshacerse de sus enemigos.

    De uno en particular... Kaird haba ascendido rpidamente en la jerarqua del Sol Negro. Hace poco

    ms de un ao estndar haba sido un mero asesino, si bien uno muy bueno. Desde entonces se haba convertido en un maestro excelente de la fuga dentro de la organizacin, escogiendo a sus aliados con cuidado. Ahora, despus de un ao de trabajo, se haba colocado en una posicin envidiable: estaba a punto de convertirse en Vigo.

    A punto, se record a s mismo, pero no all. Slo haba espacio para un nuevo miembro en el crculo interior de Dal Perhi, el Underlord actual del Sol Negro. Y su rival para el puesto, el Prncipe Xizor de los Falleen, era un adversario muy formidable.

    Como especie, los fallen eran reservados e insulares; poco conocan de ellos el resto de la galaxia ya que tendan a quedarse en su propio sistema. En sus negociaciones con otras especies, eran normalmente de voz suave y elocuentes. No eran untuosos y engatusadores, como los hipcritas neimoidianos y eran mucho ms listos e indirectos que los francos dressellianos. Los falleen tambin eran fsicamente imponentes, midiendo de media metro y medio de altura, y poseyendo en la mayora de los casos, un diseo corporal liso y mesomrfico. Con sus caractersticas clsicamente simtricas, la pigmentacin de la piel que iba desde verdosa hasta rojo-anaranjada, dependiendo del estado de nimo del individuo, y el pelo lustroso, no eran poco atractivos como lo eran los bpedos carentes de plumas, supuso Kaird. La atraccin era realzada, por supuesto, por la gran variedad de feromonas que podan producir. Este ltimo hecho no era bien conocido generalmente ya que raras veces uno se encontraba con un falleen, y no tenan la costumbre de sealar su ventaja a los dems. Pero Kaird haba conocido a una falleen llamada Thula en el pasado reciente. Saba que los catalizadores areos, segregados por glndulas apocrinas especializadas tanto para falleen masculinos y femeninos, podan causar diversas reacciones intensas, romnticas y de otra naturaleza, en otros de su propia especie. Adems de las feromonas, tambin podan producir transmisores aleloqumicos que evocaban diversas emociones, como el miedo, el deseo, la ira, la duda, y la confusin, entre la mayora de especies con una qumica corporal similar. Los falleen eran realmente avezados en manipular a los otros por medio de estos mtodos subliminales, y Xizor, Prncipe de la Casa Sizhran, una de las monarquas falleen ms antiguas, era un experto entre expertos.

    Aun sin esta ventaja bioqumica los falleen se sentan en su medio naturales en los intrincados juegos de la poltica. Xizor tambin era un brillante ejemplo de esto: un

  • jugador que crea absolutamente en las palabras del gran estratega, el General Grievous: "Uno debera tener cerca a los aliados, pero incluso ms cerca a los enemigos".

    Kaird comparta la misma filosofa, por supuesto. Le diverta tanto como asuma que diverta a su enemigo, fingir, adular los logros del otro mientras exageraba sutilmente sus problemas inherentes. La eliminacin del Hermandad Jaloriana por parte del Prncipe Xizor fue ingeniosa e impresionante. El fallo al recobrar el cargamento de esmeraldas de fuego antes de que fuese tragado por la Singularidad Khadaji no reduce su logro de ninguna manera. O, El embrollo causado por el intento de asesinato del embajador khommite es desafortunado, pero debemos recordar que los khommites son clones. Confundir uno con otro era de esperar... dada la calidad de la informacin de inteligencia proporcionada.

    Xizor nunca se alteraba ante tales pas disimuladas, y l daba tan bien como reciba. Quiz, no fue la calidad de la informacin la que tuvo la culpa haba dicho en respuesta a la ltima insinuacin de Kaird, sino la interpretacin de los datos. Yo no eleg el equipo de asesinato; meramente suministr informacin vital mucha de la cual parece haber sido ignorada.

    Por supuesto, haba sido Kaird quien haba escogido a los seres y el que les haba dado las rdenes de ataque. Y as se desarrollaba, de ac para all, la interminable y sutil maniobra para conseguir posicin, cada uno con la misma meta: el favor del Underlord Perhi.

    Kaird saba cul era el deseo del falleen: poder y seguridad dentro de la organizacin, con un ltimo disparo al ttulo de Underlord. Lo mismo, en otras palabras, que el objetivo de todos los dems. La nica forma de obtenerlo era clavar las garras en lo ms alto posible de la cadena alimenticia, y ser un Vigo era casi lo ms alto a lo que uno poda llegar. Haba otros ocho que eran los iguales del Vigo, pero slo uno que era superior: el propio Underlord. Xizor deseaba ardientemente ese poder y esa autoridad. No careca de fondos; incluso si no hubiese sido un prncipe falleen, su negocio principal, Sistemas de Transporte Xizor, le reportaba millones de crditos anualmente sin que tuviera que alzar un dedo. Tampoco careca de compaa femenina; incluso descontando su riqueza y su buena apariencia fsica, esas nubes invisibles de feromonas que poda derramar a voluntad le garantizaban mujeres en abundancia. No. Xizor quera una cosa y slo una sola: puro poder en bruto, el poder que podra otorgarle ser el Underlord del Sol Negro. Estaba tan cerca que casi poda saborearlo; Kaird poda verlo en sus velados ojos lavanda.

    Kaird tena ojos violetas. Eran capaces de una visin excelente; despus de todo, sus antepasados aviarios haban evolucionado en los altos picos nevados de Nedij, un mundo alejado del ncleo en el borde este de la espiral. Haban ocupado su tiempo, entre otras cosas, en cazar criaturas humanoides no muy diferentes a los falleen. Su clase ya no posea el poder del vuelo y aunque todava era ms fuerte y ms rpido que la mayora de seres, saba que la condicin fsica del prncipe, junto con su destreza en las artes marciales, poda deletrear el destino Kaird en letras grandes y fciles de leer. l no tena intencin de dejar que eso ocurriera no cuando estaba tan cerca de su meta.

    Se pregunt qu dira Xizor, el Underlord Perhi y la mayora de los dems si supiesen cul era el autntico objetivo de Kaird. No era el poder en s; no era la emocin de tener la atencin del Underlord, o siquiera ser el mismo Underlord no era nada de eso.

    Kaird slo quera irse a casa. Volver a Nedij. Volver a los altos peascos y promontorios iluminados por el sol

    de su mundo. Volver a su Bandada; probablemente ya le aceptaran, pues la transgresin por la que haba sido proscrito haba pasado hacia tiempo. Y si no le aceptaban, ira de

  • todas formas, incluso si tena que anidar en solitario. Solo en Nedij era mejor que all en Coruscant en compaa de sinvergenzas.

    All en Coruscant no era muy preciso porque no estaban en el propio planeta. El Sol Negro tena santuarios establecidos a lo largo de la galaxia y este en particular estaba en un gancho celestial, una estacin espacial en rbita geosincrnica, unido al planeta por un eje de duracable de 37.730 kilmetros de largo. Para los pocos Coruscanti lo suficientemente ricos o importantes como para estar en rbita en primer lugar, Sinharan T'sau era meramente otro centro vacacional privado; en este caso, un oasis en forma de cpula de tachylyte tallado y rocas de obsidiana, punteados aqu y all con aulaga naranja, cycadas prpura y otros especmenes exticos. Bajo la lustrosa superficie negra, sin embargo, se encontraba el santuario conocido como Hall de Media Noche. Muchos de los negocios del Sol Negro se trataban en esas cmaras y corredores oscuros y labernticos. Y all haba pasado Kaird la mayor parte del ao pasado.

    Lo odiaba. Si hubiesen diseado un infierno especfico con l en mente, no podran haber hecho un trabajo mejor. Cierto, estaba brillantemente iluminado, y bien ventilado, pero aun as, Kaird poda sentir la masa de toda esa piedra pesada presionndole hacia abajo, amenazando con romper sus huesos vacos y aplastarle hasta convertirlo en una pasta. l saba que eso no poda ocurrir pero el conocimiento y la fobia tenan poco que ver entre s.

    Su plan peda otros dos aos, tres a lo sumo. Primero consolidara su posicin como Vigo, entonces usara ese poder para descubrir subrepticiamente todos los pequeos secretos escabrosos, tumbas sin nombre y cosas as que pudiese averiguar. Porque slo sosteniendo una espada lo bastante grande sobre las cabezas de sus observadores y quiz incluso sobre su nico superior podra retirarse con la cabeza todava sobre los hombros.

    Para muchos Sol Negro era un compromiso vitalicio una vez que estabas dentro, estabas dentro de por vida, y esa vida poda ser cortsima si intentabas marcharte. Oh, podas salir, incluso podas pensar que estabas a salvo, que lo habas conseguido, que habas hecho lo que tantos antes que tu no haban podido. Incluso podas encontrar un bonito planeta en alguna parte, lejos de las principales rutas espaciales, un lugar donde un extranjero con suficientes crditos sera bienvenido con los brazos abiertos y ninguna pregunta. Pero tarde o temprano llegara la llamada en tu puerta, y slo tendras el tiempo justo para lamentar el haber abierto antes de ser desintegrado en el olvido.

    Kaird lo saba. Lo saba porque haba estado al otro lado de esa puerta, con su desintegrador apuntando y listo muchas veces. A l no le pasara eso.

    Casi se haba marchado una vez en el pasado, poco despus del cese de hostilidades en Drongar. l y su dos esbirros, la falleen Thula y un umbarano llamado Squa Tront, se haban hecho con uno de los ltimos cargamentos viables de bota. Kaird haba esperado que, dndole su parte al Sol Negro, podra engendrar suficiente buena voluntad entre los Vigos para que le permitieran seguir su propio camino eso, sumado al hecho de que l ya saba dnde estaba enterrada una gran cantidad de cuerpos. Pero nunca tuvo la oportunidad de descubrirlo. Los dos estafadores le haban traicionado, haban escapado con todo el cargamento de bota, y haban dejado a Kaird flotando en el espacio en una bomba, lo cual haba descubierto justo a tiempo.

    La gola de plumas alrededor de su cuello se encresp al recordarlo. La prdida del bota haba significado dejar de lado sus sueos de Nedij hasta un futuro indefinido, porque sin eso su posicin no era lo suficientemente fuerte para que le dejaran ir. l todava crea firmemente que la venganza era para aficionados, pero si ese par de rufianes volvan a cruzarse alguna vez en su camino, simplemente hara una excepcin.

  • Su crono son suavemente. Casi era hora de su reunin con el Underlord. No estara solo, tristemente; tena que compartirlo con dos de los Vigos elegidos. Una pena. Haba tanto que podra conseguir hacia su propsito, si simplemente pudiese tener algo de tiempo ininterrumpido con el Underlord Perhi...

    Suspir. Slo poda hacerlo lo mejor posible, y esperar un firme viento de cola que te impulsara ms rpido hacia tu destino. Hasta entonces, jugabas al juego, mantenas la lengua corts, y hablabas favorablemente de tus enemigos cuando ellos o sus espas podan orte.

    Aun as, no podan leer sus pensamientos. Y as no haca ningn mal, y ciertamente mejoraba su estado de nimo mientras Kaird caminaba hacia su reunin pensar en ms formas diferentes e imaginativas de matar al Prncipe Xizor.

  • Siete

    En una parte de Coruscant donde simplemente vislumbrar el sol poda ser una ocasin sobre la que hablar a los nietos, pareca raro que la autntica oscuridad nunca llegara del todo. Pero tal era el caso; el pulso de los arrabales de los niveles inferiores de la ciudad-planeta no conoca el da o la noche. Con pocas excepciones, aquellos bajo, en o cerca de la superficie vivan en un perpetuo crepsculo de electrolum