Copyright © 2011, Kendrick Brother’s Production, L.L.C.Todos los derechos reservados.

Impreso en Estados Unidos de América.

Publicado por B&H Publishing Group,Nashville, Tennessee 37234

Publicado originalmente en inglés con el títuloThe Resolution for Women © 2011 por Priscilla Shirer.

Ningún fragmento de este libro podrá ser reproducido de manera alguna sin permisoescrito de B&H Publishing Group, excepto en el caso de breves citas en artículos de

crítica o en resúmenes.

A menos que se indique otra cosa, el texto bíblico ha sido tomado de la versiónReina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988

Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Las citas bíblicas marcadas NVI se tomaron de la Nueva Versión Internacional, ©1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Usadas con permiso.

Las citas bíblicas marcadas LBLA se tomaron de La Biblia de las Américas, ©1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso.

Las citas bíblicas marcadas VP se tomaron de Dios Habla Hoy, Versión Popular,segunda edición © 1966, 1970, 1979, 1983 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usadas

con permiso.

Las citas bíblicas marcadas BTX se tomaron de la Biblia Textual, © 1999, SociedadBíblica Iberoamericana, Inc. Usadas con permiso.

Traducción al español: Gabriela De Francesco de Colacilli.

Diseño interior:Grupo Nivel Uno Inc.

ISBN: 978-1-4336-7465-5

Clasificación Decimal Dewey: 248.843Clasifíquese: VIDA CRISTIANA\ MUJER

Impreso en Estados Unidos de América.1 2 3 4 5 6 7 * 15 14 13 12 11

Para las mujeres de resolución que han formado mi vida:

Mi madre, Lois;mis abuelas, Evelyn y Eileen;

y mis tías, Ruth Ann, Elizabeth, Bernice y Beverly

RECONOCIMIENTOSA Jerry Sr., Jackson, Jerry Jr., Jude. Mi principal aspiración en

la vida es servirlos bien como esposa y madre. Mi oración es quecuando caiga el telón de mi vida en esta Tierra, puedan decir conseguridad que fui una mujer de resolución. Estoy loca por ustedes.

A Jennifer y el equipo editorial de B&H. Es inusual trabajarcon gente consciente e interesada en el delicado equilibrio entre losnegocios y el ministerio. Gracias por mantener clara nuestraprioridad principal. Los apreciamos y estamos agradecidos detrabajar con ustedes.

A Alex y Stephen Kendrick. Todavía me asombra que Dios mehaya permitido trabajar con ustedes en esta tarea tan importante.Jerry y yo agradecemos su visión, nos alienta su integridad y nosbendice llamarlos amigos.

A Lawrence. Te aplaudo por tu talento como escritor, pero teadmiro por todas tus características, que yo me esfuerzo pordesarrollar: paciencia, humildad y sensibilidad espiritual. Meinspiras mucho más de lo que imaginas. Gracias por participar deeste proyecto conmigo. Ha sido un viaje emocionante, y valió lapena cada momento.

Y por último, a todas mis amigas: algunas más jóvenes, otrasmás maduras; algunas solteras y otras casadas; algunas mamás yotras no… a todas las que se encontraron conmigo y compartieronsus opiniones, experiencias personales y perspectivas para esteproyecto. Gracias por prestarme su visión y por abrirme sus vidas.Valoro las horas que pasaron pensando en las preguntas que les hicee incluso leyendo algunos capítulos «casi listos» del manuscrito.Este no sería el mismo sin ustedes. La riqueza de sus vidas es elmayor tesoro del libro.

ÍNDICEPrólogoLa Revolución de la Resolución

Parte I: Lo que soySatisfecha contra todo pronósticoLa resolución de contentarme

Cada bocado es importanteEl secretoLa bendición que desbordaEl punto de equilibrio

Decidida a ser femeninaLa resolución de defender la femineidad bíblica

Preparada para la imprentaQué bueno que es ser mujerInversión de roles

Fiel a mí mismaLa resolución de valorarme y de elogiar a los demás

Diseño inteligenteSelección sobrenaturalFeliz de ser tú mismaLa cruzada de la afirmación

Entregada a ÉlLa resolución de consagrarme a Cristo y permitir que Su

Palabra me defina.Designación divinaLa fe frente a la fidelidadQuisiera decirte algo

Parte II: Lo que tengoLo mejor de míLa resolución de dedicarme por completo a las prioridades de

Dios para mi vidaCajasEl momento oportuno es lo más importanteCualquier cosa, todo y lo que seaSolo funciona cuando respiro

Mi bendiciónLa resolución de apreciar a otros con mi tiempo, mi interés y

toda mi atenciónEl regaloShhhhBajo la superficie

Mi perdónLa resolución de liberar a los demás de la prisión de mi dolor y

de mi enojoHeridas internasBorrón y cuenta nuevaBasta de círculos

Mi integridadLa resolución de vivir según las normas más elevadas de virtud

y purezaSolidez estructuralLa diferencia del tres por cientoLa fuerza que cuenta

Mi corazónLa resolución de demostrar interés

Vuelve a mirar¿Cómo se sana un corazón que no está roto?

Misericordia

Parte III: Lo más importante para míComplacer a mi esposoLa resolución de ser una mujer amable que bendiga en verdad

a su esposoPropuesta de matrimonioEsperanzas y temores¿Necesitas un poco de tranquilidad?

Amar a mis hijosLa resolución de formar a mis hijos en justicia

El verdadero amorLa formadora de almasLa alentadora intencionalLa administradora de disciplina

Vivir con graciaLa resolución de transformar mi hogar en un lugar acogedor

GraciaEstá bienComo salido de BroadwayEspacios sabáticos

Dejar un legado piadosoLa resolución de vivir el presente considerando el futuro

Escoge con sabiduríaUn legado inesperadoGrabado en piedra

Notas

PRÓLOGOLuego de un año de oración, Dios generó la visión para la

película Valientes y para las Resoluciones para hombres y mujeres.Comenzamos a preguntar qué sucedería si los hombres y las mujeresde esta generación tomaran una resolución y se comprometieran porcompleto a vivir por lo que más importa. ¿Y si dejáramos de lado elbagaje de nuestro pasado, aclaráramos nuestras convicciones ybuscáramos la fidelidad a Dios, a nuestro matrimonio y a nuestroshijos durante el resto de nuestra vida? Muchos hombres y mujeresmaravillosos de la Escritura y de la historia definieron su resoluciónpersonal y vivieron en consecuencia. ¡Ahora nos toca a nosotros!

Cuando comenzamos a desarrollar La resolución para hombres,le pedimos a Dios que nos mostrara quién debía escribir Laresolución para mujeres. Nos guió claramente a Priscilla Shirer,cuyo llamado, comprensión escritural y testimonio únicosrepresentan la fidelidad multigeneracional.

Priscilla se sumergió en este proyecto con pasión, acompañadade oración y de la convicción de que Dios está llamando a lasmujeres a una nueva etapa. Mujeres que reflejen su pleno propósitoy potencial. Mujeres que abracen la vida con gozo y satisfacción, y aquienes se las conozca por su fidelidad en todas las áreas de la vida.Mujeres que comprendan que esto supone disciplina yautosacrificio, pero que es posible si permiten que la Palabra deDios las alimente y que el Espíritu Santo las controle.

Esta Resolución para mujeres te estimulará y desafiará. Lehablará a la mejor parte de tu ser. Te recordará tu valor inestimabley las razones maravillosas por las que fuiste creada para honrar aDios. Luego, te impulsará a abrazar tu etapa actual en la vida aldefinir qué es lo más importante para ti en este momento. Este librote alentará, inspirará e, incluso, provocará e irritará. Pero, a cadapaso, te llevará a dedicarte a realizar y cumplir compromisos que tetraerán todas las bendiciones y las alegrías de una vida que busca lo

mejor de Dios.A medida que leas, comenzarás a analizar las decisiones que

tomas y las perspectivas a las que te aferras. Empezarás a refinar tucosmovisión e irás reformando gran parte de lo que crees sobre tusdistintos roles en la vida. Es exactamente lo que esperamos quehagas. Creemos que este libro puede transformar tu vida, tumatrimonio, tus hijos y tus amistades. ¿Por qué? Porque está basadoen verdades bíblicas. Y la Palabra de Dios es viva y poderosa, ynunca vuelve vacía.

Es cierto que no puedes hacerlo con tus propias fuerzas. Notengas miedo de admitirlo abiertamente. Pero todos quieren creerque pueden ser una mejor persona. Entonces, con la guía y laparticipación del Señor, ¡no solo es posible, sino también realista yalcanzable! Él ya prometió completar la obra misericordiosa queempezó en ti (Filipenses 1:6).

A medida que Priscilla comparta sus historias personales, tereirás y llorarás con ella, y asentirás con la cabeza en cada capítulo.También te hará estremecer varias veces, cuando el Señor use laverdad de este libro para modelar tu carácter y hacerte crecerespiritualmente. Pero no temas dejar que eso suceda. ¡Es necesariopara transformarte en la mujer piadosa y llena de gracia que Diosquiere! ¡Y ella es maravillosa!

Así que, busca el lugar en tu casa o el momento en que puedasdisfrutar más de la lectura. ¡Abre el corazón, la mente e incluso tudiario, y pídele al Espíritu Santo que te ayude a entretejer losprincipios de Dios en tu vida cotidiana! Recomendamos que oresantes de leer cada capítulo y le pidas al Señor que te hable mediantelos pasajes de la Escritura y los testimonios de este libro.

Luego, observa lo que Él hace contigo. Puede haber algunoscambios en el horizonte… cambios buenos, cuyo momento es ahora.¡Y todo será para Su gloria!

¡Ajústate el cinturón de seguridad! ¡Dios está a punto deponerse a obrar!

Que el Señor te bendiga al comenzar.

Alex KendrickStephen Kendrick

LA REVOLUCIÓN DE LARESOLUCIÓN

Resolución (sust.):a. acción de resolver o determinar una acción o modo de

actuar, un método, un procedimiento, etc.b. estado mental o cualidad de estar resuelto o decidido;

firmeza de propósito.

Debo admitir que las resoluciones son un tema delicado paramí. Sinceramente, la palabra misma y su significado me incomodanun poco.

Quizás mi personalidad espontánea y despreocupada se veofendida por esta idea: comprometerme con ciertas decisiones quetendré que cumplir aun cuando haya decaído mi entusiasmo (y séque sucederá). Planear algo por escrito y tener la responsabilidad decumplirlo parece sumamente decisivo y concreto. Me asusta unpoco.

O quizás el problema sea que muchas veces me propuse metas ehice promesas parecidas, pero no siempre las llevé a cabo.Resoluciones sobre dieta y ejercicio, presupuesto y planificaciónfinanciera, prioridades y equilibrio, o sencillamente sobre cumpliruna lista de cosas para hacer antes del final del día. Si fracasasmuchas veces, no quieres volver a intentarlo.

Y sin embargo, cerca de mediados de diciembre, muchoscomenzamos a pensar en las resoluciones que tenemos queconsiderar, aunque estos nuevos comienzos y elevados ideales solorepresenten un papel fugaz en el escenario de nuestra mente. Porvariadas razones, algunos decidimos que no vale la pena el esfuerzo.Pero otros se arman de valor, se afirman y, con tenacidad, se abrenpaso hacia el año nuevo con una serie de planes a cuestas.

Siempre me asombra la diligencia de los que cumplen sus

promesas, ya sea en Año Nuevo o en cualquier otro momento. Ycuanto más tardan en aparecer los dividendos tangibles de suinversión, mayor es el impacto que me produce lo que lograron… loque yo logré al dedicarme a mis compromisos. Porque, a pesar deque las condiciones me producen una reacción adversa al principio,valoro las resoluciones.

Es más, las tomo todos los días.Tú también.Ahora mismo, te des cuenta o no, decides tratar a los demás de

una determinada manera, permanecer en ciertas actividades, vivir dedeterminada forma, ser cierta clase de persona y no otra. En fin,tomaste una decisión. Una declaración explícita (o tácita). Hay unabandera distintiva sobre tu vida, escrita con la tinta de tus propiasdecisiones. Los demás pueden leerla, aun si tú no puedes.

Ya eres una mujer de resoluciones.Te identifican. Determinan la vida que tendrás y el futuro que

construirás.Así que, como las resoluciones ya forman parte de nuestra vida,

la verdadera cuestión no es atrevernos a tomarlas, sino hacerlo demanera intencional. La bandera que flamea sobre nuestra vida y leanuncia al mundo quiénes somos realmente debe decir lo quenosotras queremos y producir cambios positivos en nosotras y anuestro alrededor.

De eso se trata este libro.Siento la responsabilidad de decírtelo desde las primeras

páginas. Quiero que sepas en qué te estás metiendo, en caso de quedecidas no participar y cerrar la portada del libro antes de seguirprofundizando. No es una lectura para entretenerte. Es más, quizáspara algunas no sea nada placentera. Lo más probable es que ciertaspartes te resulten un tanto hostiles y te hagan sentir culpable. Cadacapítulo que leas te obligará a decidir por sí o por no, si harás algo ono lo harás, si puedes o no puedes. La decisión es tuya.

Mi oración en este momento es que decidas seguir adelante,porque estoy convencida de que vale la pena.

Aunque las resoluciones no sean tu punto fuerte.Aunque estés relacionada con alguien que no respeta lo que

haces y que tampoco piensa tomar ninguna resolución personal.Aunque no estés demasiado convencida de que esto vaya a

cambiar algo en tu vida.Aunque no tengas deseos de hacerlo ni tu trayectoria te

respalde.Acompáñame en una travesía revolucionaria de resoluciones.

Te aseguro que valdrá la pena. ¿Por qué?En primer lugar, esta resolución es para con Dios. A diferencia

de la variedad de las resoluciones de Año Nuevo, estas se basan enprincipios que Dios mismo estableció. Son más que merasdecisiones que tomas en tu cabeza; se sostienen por el poder delEspíritu Santo que te alienta, te consuela, te prepara, y te da el podery la fortaleza que necesitas para llevarlas a buen puerto. En esencia,son Sus resoluciones para ti.

En segundo lugar, esta resolución impactará a tus seresqueridos. Si estás casada, me refiero a tu esposo. Si eres madre, merefiero a tus hijos. Si eres soltera, me refiero a tus amigos y a tufamilia. Aun si ninguna de estas personas parece admirar ni apoyartus esfuerzos al tomar esta resolución, esto es entre tú y Dios, ydecidirás según Su Palabra. El impacto profundo en tu vida sederramará sobre las experiencias de los que te rodean. A veces, elmayor milagro de todos es el que sucede en tu corazón, el cambio enti, y luego te sorprende al filtrarse en las costuras y en la tela de todatu vida. Una persona transformada puede producir un efectoincreíble en su entorno.

A medida que leas, quizás te sientas frustrada y tentada a culpara otros. «¿Y mi esposo? ¿Por qué él no quiere cambiar? ¿Por quésiempre es lo que yo tengo que hacer, en lugar de mi familia, mishijos, mis compañeros de trabajo y mis amigos? ¿Acaso no sontambién parte de la ecuación?» Quizás sientas fastidio ante laaparente unilateralidad de algunas de las conversaciones quetendremos.

Así que, permíteme ser clara. Este libro está sesgado. Tiene eldeliberado propósito de no considerar las acciones (o la pasividad)de los demás miembros de tu familia o de la gente que vive, trabajay asiste a la iglesia contigo. No hablaré de tu esposo ni de cómodebería comportarse. Se trata de lo que tú harás y de lo que Dioshará en ti por Su gracia, a partir de hoy. Es la Resolución paraMUJERES. Y en particular, para una mujer: tú.

Lo único que necesitas saber es que en Su tiempo y diseñoimpecables, Dios trajo este libro a tu vida, para este momento enparticular. Te invita a tomar la decisión difícil, pero necesaria, deenfrentar estos capítulos y los temas que presentan con una fuertedosis de valentía, una disposición prodigiosa de mirar hacia adentroen lugar de hacia afuera, y la confianza firme en Su Espíritu, que tedará poder para cumplir con estas resoluciones, sin importar si tucónyuge o los demás no tienen muchos deseos de seguir tu ejemplo.

Así que, ahora mismo, en el silencio de tu corazón, toma unmomento para regodearte. Vamos. Sabes que quieres hacerlo.¡Ánimo! ¡Choca los cinco! Celebra la invalorable mujer que erespara encarar un libro como este, que exige nada menos que unarespuesta radical de quien lo lea.

¿Ya lo hiciste? Bien.Ahora, deja esto atrás y comencemos.Hay trabajo por hacer y resoluciones por tomar.Sé muy bien que rara vez la vida nos proporciona tres horas de

tranquilidad y una manta para cubrirnos el regazo. En general, esosmomentos de dulce comodidad no están hechos para nosotras, sinopara las fotos de catálogos y para las fantasías. Así que,intencionalmente escribí este libro con un ritmo que espero que seadapte a tus realidades de lectura. Un poco aquí, otro poco allá…cuando tengas algún momento libre. Espero que nunca lo levantes yte preguntes: ¿Por dónde iba?, porque cada parte del libro es unanueva experiencia; un pensamiento inicial; nuevo para ti, justo paraese momento.

Espero que leas este libro despacio y con determinación, no con

la intención de terminarlo, sino de participar en cada segmento. Poreso, al final de cada sección o capítulo breve, encontrarás algunaspreguntas o conceptos para considerar; quizás alguna aplicaciónpráctica sugerida para que implementes. Te aliento a tomarte tutiempo, tal vez un día entero entre cada segmento, para que puedasponer en práctica lo que estás leyendo dentro de los ritmos de tuvida. Una vez más, resiste el impulso de «terminar ya». En cambio,decide considerar con cuidado adónde estás parada respecto de cadasugerencia y principio bíblico, y luego dedica tiempo para practicarlo que resuelvas implementar en tu vida. Las mismas preguntaspodrían adaptarse para usar en grupos pequeños o en reunioneshabituales entre amigas, para poder analizar estas cuestiones conhermanas a quienes puedas rendir cuenta. Así es como unaresolución se vuelve revolucionaria. Transformadora.

Finalmente, las experiencias que tengamos en las páginas decada apartado nos llevarán a un momento decisivo: elaborar unnuevo compromiso de resolución. Una promesa. Una acción. Unpropósito en el cual envolver nuestras vidas mientras seguimossiendo transformadas a imagen de la voluntad y el deseo de Dios. Tepediré que la leas en oración, que la digas en voz alta y que lafirmes. También creo que sería bueno que consideres tomar estasresoluciones con tu familia presente o con un grupo de amigaspiadosas que puedan ayudarte (mientras también las ayudas a ellas)a alcanzar todo lo que prometen estos compromisos. De ningunamanera prometes ser perfecta, sino que te comprometes acomenzar… a avanzar hacia donde te señala esa resolución enparticular.

En este libro, encontrarás trece resoluciones:

1. PROMETO solemnemente ante Dios aceptar estaetapa de mi vida y aprovecharla al máximo, sinprisa ni evasiones, y vivirla con un espíritu decontentamiento.

2. PROMETO defender el modelo divino para lamujer frente a una cultura posfeminista,enseñárselo a mis hijas y fomentar el apoyo de mishijos.

3. PROMETO aceptar y celebrar mi singularidad;además de valorar y alentar los rasgos distintivosque admiro en los demás.

4. PROMETO vivir como una mujer responsable anteDios y comprometida fielmente con Su Palabra.

5. PROMETO dar lo mejor de mí, de mi tiempo y demis talentos al rol primordial que el Señor me haconfiado en esta etapa de mi vida.

6. PROMETO ser rápida para escuchar y lenta parahablar, mostrar interés por las preocupaciones delos demás y considerarlos superiores a mí misma.

7. PROMETO perdonar a los que me hagan mal yreconciliarme con quienes yo haya defraudado.

8. PROMETO no tolerar influencias impías ni en míni en mi hogar, por más justificables que parezcan,sino procurar una vida de pureza.

9. PROMETO buscar la justicia, amar la misericordiay ser compasiva.

10. PROMETO ser fiel a mi esposo y honrarlo con miconducta y mi conversación, para glorificar elnombre del Señor; y aspiro a ser una compañeraadecuada que lo ayude a alcanzar el potencial queDios le dio.

11. PROMETO enseñar a mis hijos a amar a Dios contodo su corazón, con toda su mente y con todas susfuerzas, e instruirlos para que respeten la autoridady sean responsables.

12. PROMETO cultivar un hogar tranquilo donde seperciba la presencia de Dios no solo medianteactos de amor y servicio, sino también a través de

mi actitud afable y agradecida.13. PROMETO tomar las decisiones de hoy teniendo

en mente el impacto futuro, y considerar misdecisiones actuales a la luz de las generacionesvenideras.

No importa cómo te esté yendo en cada una de estas áreas ni laetapa de la vida en que estés: el Señor siempre te llama y te desafía acrecer porque Su capacidad para producir más excelencia yabundancia a tu vida no tiene límite. Cuanto más crezcas, más podráfluir Su poder a través de ti, para satisfacer tu corazón y transformartu mundo.

Es una revolución. Una que afectará tu vida por completo.Y estoy segura, mi querida compañera de travesía, de que en

este lugar y a través de estas páginas, tu vida comenzará a cambiaren forma intencional. Con Dios. Con una entrega total.

Entonces, ¿estás lista?¡Vamos!

PARTE I:

LO QUE SOY

SATISFECHA CONTRA TODOPRONÓSTICO

La resolución de contentarme

Cada bocado es importante

«Será un buen año para ti, amiga. Treinta y seis es una edadfabulosa».

Treinta y seis.Eran los últimos días de diciembre y estaba a punto de cumplir

36 años. Sentada a la mesa frente a una amiga que ya había dejadoatrás esa década hace mucho tiempo, observé cómo le brillaban losojos color café, con un tinte de emociones recordadas.

No sé por qué, pero algo de lo que dijo me impactó. Quizás fuela manera de decirlo. Tal vez fue la expresión de sus ojos o lasonrisita que le asomaba en la comisura de sus pequeñísimos labios.No importa qué fue, pero me atrajo, captó mi atención, y se instalóen mi mente y corazón para considerarlo.

Pensé en este cumpleaños desde su perspectiva. Varias veceshabíamos hablado de los incidentes de su vida como veinteañera, lassorpresas que la habían interrumpido como treintañera y latranquilidad que la había tomado de la mano para guiarla hasta los40. Hacía 25 años que estaba casada, había criado tres hijosincreíbles, y lidiado con los giros inesperados de la vida que lamayoría de los que están a punto de cumplir 50 probablemente haexperimentado. Se había desilusionado, había experimentado ungozo increíble, y ahora vivía una vida plena y repleta de amistadesprofundas y de una fe aun más profunda.

Y sentadas a la mesa navideña de aquel restaurante, mientrasdevorábamos un delicioso volcán de chocolate, mi amiga exhaló unprofundo suspiro de mujer satisfecha. Se quitó el flequillo rubio delos ojos, levantó un poco la cabeza y me dijo que la etapa a la que yoestaba por entrar era buena, que tenía que recibirla con expectativa ydisfrutar sus bendiciones. Los hijos ya son un poco másindependientes, el matrimonio unos años más maduro y el cuerpotodavía apunta bastante al norte.

Sí, el recuerdo de ese año de su vida la hacía sonreír. Había sido

bueno.Y luego de ese comentario sencillo, regresó a la delicia de

chocolate.Me parece que no notó mi reacción. No vio cómo el peso de su

comentario me golpeó con toda su fuerza, como un jugador debéisbol que se balancea y le pega a la pelota con ímpetu. Con ungiro repentino de la muñeca, había hecho volar mi corazón por elcampo abierto de la convicción. Su sugerencia, implícita en pocaspalabras (la manera en que me proponía enfrentar esta nueva etapade la vida) era completamente opuesta a mis tendencias naturales.

Verás, soy la clase de persona que se adelanta a losacontecimientos, y, a menudo, realizo la actividad presente en formamecánica para llegar a la siguiente. Mi corazón y mi cuerpo nosiempre comparten el mismo espacio. En lugar de saborear cadamomento, cada año, cada oportunidad y cada paso del camino, noveo la hora de llegar a la próxima actividad, que siempre parece másatractiva que la presente. Casi nunca estoy del todo satisfecha conmi situación actual.

Al hacer un rápido inventario mental, se comprobó que nohabía estado del todo presente en muchas partes de mi vida. En laadolescencia, me había apurado con impaciencia por alcanzar lamayoría de edad. En la universidad, cuando era soltera, no veía lahora de estar en una relación comprometida y terminar de estudiar,para que la vida pudiera «comenzar al fin». Entonces, cuando llegómi compañero para la vida, disfruté de los primeros años dematrimonio, pero a veces abrigaba descontento por nuestra falta dehijos. Y cuando empezaron a llegar los hijos, las noches se hicieronlargas y los días aún más largos, y me la pasaba orando para que lahora de ir a dormir llegara más rápido que el día anterior. Estuvepresente todos esos años de mi vida como estudiante, esposa ymamá (como mujer), y sin embargo, tengo pocos recuerdos, pocossentimientos que asocie con algunos de esos momentos de la vida.¿Por qué? Porque había estado allí, pero en realidad no estuve.

Y a punto de cumplir 36, comprendí que tampoco había

participado del todo de ese último año. Es cierto, en general lo habíadisfrutado, pero no lo había absorbido, saboreado, valorado,celebrado ni apreciado por lo que fue: la única vez en la vida quetendría 35 años. Ahora ya se terminaba, y tenía ante mí un añonuevo, lleno de todas las cosas, las personas, las situaciones, lasrelaciones y los hitos que lo transformarían en una experienciasingular: mi única oportunidad de ser la persona que sería a estaedad y en esta etapa. Solo ese año, mi esposo sería exactamente así.Solo durante esos momentos fugaces, mis hijos hablarían, lucirían yactuarían precisamente así. Y si decidía apurarme para evitar laspartes que no me gustaban, también perdería todo lo que síapreciaba de esta época.

Reconocí que al apresurarme por la vida, sutilmente habíamenospreciado a los que me rodeaban y las experiencias que metocaron, por no estimar la importancia y el valor que traían a mi vidaen ese momento y no asumir mi responsabilidad de apreciar y tratarbien esos regalos que Dios me confió. En lugar de asumir elprivilegio de ser una bendición para mi esposo, mis hijos, misamigos y los demás, les había comunicado en forma tácita quequería que cambiaran y que se apuraran para ser otra persona,alguien que se ajustara más a lo que yo deseaba y necesitaba, paraseguirme a toda marcha a un lugar donde me hicieran más feliz queahora.

Así fui hasta hoy. Siempre con los ojos puestos en el próximomomento, el próximo mes, el próximo acontecimiento, y sinconcederme casi nunca el privilegio de participar y disfrutarplenamente lo que sucedía en el presente.

Y con el último bocado del postre más revelador que jamáshabía comido, comprendí que ese sentimiento tenía nombre:descontento. Toca a tu puerta al igual que la mía, ansioso por entrary ponerse cómodo. Pero en lugar de hacer visitas cortas yesporádicas, se instala, desparrama su equipaje por todas partes yllena espacios que pensaste que habías guardado con llave contraeste odioso intruso. Entra. Se queda. Te roba tus años. Y cuando te

das cuenta, ya perdiste las alegrías de la vida, el crecimiento queproduce combatir contra las dificultades, la experiencia cordial yagradable de crear recuerdos.

Salí de mi trance momentáneo y miré mi plato. Ya no quedabanmás bocados. Solo un poco de jarabe de chocolate adornaba elfondo, con algunas migas de torta esponjosa y unas gotitas de cremabatida. Con una nueva determinación, comencé a raspar todo lo quepodía rescatar, porque no quería dejar atrás nada de esta deliciosaexperiencia. Mmmmm. Valió la pena el esfuerzo. Fue tan sabrosocomo el primer bocado.

Me alegra no haber dejado nada en el plato.Prometí no volver a perderme nada en la vida.

• Considera con cuidado qué dice la Biblia sobre elcontentamiento:

• «… la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza ensí misma cuando uno está contento con lo que tiene» (1Timoteo 6:6, NTV).• «Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemoscontentos» (1 Timoteo 6:8, NTV).• «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con loque tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni tedejaré» (Hebreos 13:5).

• ¿Qué has estado pasando por alto?• ¿Adónde querías llegar con tanta prisa?• ¿Qué partes buenas de tu experiencia perdiste en el intento deevitar las difíciles?• ¿Qué puedes cambiar hoy para «raspar el plato» (juntar todolo bueno que te rodea) y comenzar a disfrutar tu vida?

El secreto

A mis hijos les gustan los secretos. Es más, tenemos un juegoque se centra en ellos. A veces, cuando vienen sus amigos,formamos una fila. El que está al frente le susurra un secreto al queestá detrás y, después, el diálogo misterioso pasa de uno a otro hastallegar al final. Casi siempre, lo que el primer participante lecomunicó al segundo se malentiende, malinterpreta o manipula dealguna manera en el trayecto. Por alguna razón, el mensaje nunca setransmite con claridad hasta el final.

Y según nuestra posición en la fila como mujeres hoy y en estacultura, creo que nos ha sucedido lo mismo. Lo que oímos quedebería ser el secreto de nuestra satisfacción parece totalmentedistinto del que se pronunció originalmente, hace siglos.

Hoy oímos sobre una filosofía de la felicidad que en realidadnos prepara para no ser felices. Dice que siempre hay otra cosa, algomás, algún requisito adicional que necesitamos antes de poderdisfrutar de la vida como se debe. Entonces, las publicidades nosbombardean con sugerencias, nos cargan con recomendaciones paraabrirnos el apetito y tentar nuestras papilas gustativas, alentándonosa deshacernos de lo viejo y adquirir lo nuevo, a estar insatisfechascon lo que ya tenemos.

Si eres soltera, deberías tener la seguridad del matrimonio.Si eres casada, deberías tener la libertad de la soltería.Si vives en un apartamento, ya sería hora de que tengas una

casa.Si tienes una casa, debería ser más grande que la que ya posees.¿Entiendes el mensaje?Tu ropa debería ser de esta marca.Tienes que arreglarte según esta moda.Tus hijos deberían parecerse más a esos niños.Tu éxito debería medirse según estas normas.Las consecuencias son inevitables. Con una dieta constante de

deseos sin cumplir, no podemos evitar desarrollar cierto despreciopor nuestras circunstancias actuales. Atrapadas en este círculovicioso, nos sentimos incompletas y deficientes. Infelices.Descontroladas. Descontentas.

Insatisfechas.Precisamente por esto, una mujer satisfecha es algo tan inusual.

Llama mucho la atención en un mundo que vive con una versiónaguada del secreto… un secreto del cual ella conoce la verdad. Esevidente por su paz y su serenidad, su consuelo y su tranquilidad,por la misteriosa soltura que la acompaña. Su mera presencia dejaun aire fresco en cualquier lugar adonde está, y todos puedenpercibirlo.

La rareza y la singularidad de una mujer que ha decididocontentarse con lo que tiene, con lo que es y con su lugar en elmundo es algo tan inusual y digno de elogio como una nevadanavideña en medio del desierto. Ella captó el susurro suave de unsecreto trasmitido de generación en generación, y ha decididoconfiar en esa sabiduría para construir su vida. Es una mujer desustancia porque está satisfecha: ha escogido el contentamiento envez del descontento.

Igual que la persona que pronunció por primera vez estesecreto.

El contentamiento no era un regalo singular que el apóstolPablo había recibido; una faceta automática de su personalidad, sinouna habilidad que había escogido y adoptado, y que luego habíadominado y aplicado a su turbulenta experiencia de vida. Comoresultado, pudo decir con seguridad bíblica: «He aprendido acontentarme, cualquiera que sea mi situación» (Filipenses 4:11).

Aprendió.Comprendió.Adquirió la habilidad.Desarrolló la disciplina.Perfeccionó la capacidad.Y todo comenzó con un «secreto» (4:12): un misterio

inalterable aun cuando las circunstancias externas no fomentan unatranquila sensación de bienestar. Conocía bien la desilusión y laescasez. Sus enemigos lo habían golpeado, apedreado y acosado. Esmás, cuando escribió estas palabras a los cristianos de la antiguaciudad macedonia de Filipos, estaba en la cárcel, se enfrentaba a lamuerte y soportaba las circunstancias más extremas que podríamosimaginar. Nada le salía bien.

No negaba la realidad. Sin problema, admitió que no veía unbuen pronóstico. Tampoco se refugió detrás de la persecución niactuó como un mártir, intentando hallar cierta satisfacción al saberque sufría más que los demás.

Sencillamente, sabía un secreto. Eso le dio paz y serenidadfrente a sus funestas dificultades… el mismo secreto al que podemosaferrarnos cuando todo va de mal en peor o quizás, simplemente,cuando la situación no es la que escogeríamos. Es la clave parainundar el corazón con esa alegría que permanece en el interior sinimportar lo que suceda en el exterior.

¿El secreto de Pablo? Había resuelto contentarse.

He aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casinada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en

cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho ocon poco. Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me

da las fuerzas.(Filipenses 4:11-13, NTV)

La palabra griega que utilizó Pablo en el versículo 11 paracontento se refiere a una suficiencia interior: la satisfacción que seencuentra en la profundidad de la comunión personal con Dios,independiente de los factores externos. Cuando se descubre y seutiliza, la suficiencia de este «secreto» puede hacer que cualquierexperiencia produzca un profundo deleite y establidad emocional,sin importar cuán monótona o inquietante parezca.

No solo para Pablo.

Para ti. Para mí.Y eso coloca a mujeres como nosotras en una posición de

asombrosa libertad.Cuando llegas a la conclusión de que lo que ya tienes es

suficiente y adecuado (y que Dios lo considera suficiente), tienes lasherramientas y el poder para participar de lleno en las tareas quetienes por delante en esta etapa de la vida. Pablo lo describió así:

«Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros todagracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo

suficiente, abundéis para toda buena obra».(2 Corintios 9:8)

Una cosa lleva a la otra. Cuanto más crees que la gracia de Diosabunda para ti, más convencida estarás de que siempre tendrás loque necesitas. Y cuanto más segura estés de que nada te faltará, másdispuesta estarás a entregar tus recursos y tu tiempo cuando seanecesario, porque sabrás que el Señor siempre repondrá tu reserva.

Que no te quepa duda. Dios te dará lo que necesites parasobresalir en Sus propósitos. Así que, si no tienes eso (sin importarlo que sea), será porque no lo necesitas. Quizás lo quieras, pero noes necesario para lograr lo que el Señor considera importante para tuvida hoy. De lo contrario, ya te lo habría dado. Te ama demasiado y«no quitará el bien a los que andan en integridad» (Salmo 84:11).

Dios da o retiene por razones específicas: razones que quizássolo Él conoce, pero puedes tener plena confianza de que es lomejor. Para cada decisión que debas tomar, cada tarea que tengasque emprender, cada relación que necesites desarrollar y cadacircunstancia de la vida diaria que tengas que atravesar, Dios yatiene preparada una dosis de Su gracia, equivalente o aun mayor. Sino lo crees, no estás apreciando adecuadamente lo que tienes o estáshaciendo algo que no es para este momento.

Las personas que creen vivir con carencias son fáciles dedivisar. Son mezquinas con su tiempo. Acaparan sus recursos. No

comparten su energía. No están dispuestas a sembrar en las vidas delos demás porque temen que sus recursos no les alcancen; que nohaya suficiente tiempo, energía, talento, dinero, capacidad nipaciencia. Es como mi hijo de dos años que no quiere compartir consus amigos por temor a quedarse sin nada.

No obstante, cuando actuamos así, la «toda buena obra» quePablo señala (las tareas y las relaciones verdaderamente importantesen la vida, las que prometen bendición para nosotros y los demás)queda sin hacer. No podemos participar por completo, mucho menossobresalir en algo, si en primer lugar sentimos que no tenemos lacantidad, la marca o la clase adecuada de recursos para hacerlo. Asíque la «obra» queda sin nuestra participación, y nos perdemos lasnumerosas maneras en que esa «obra» puede tocarnos: el impacto,los recuerdos, las lecciones y las experiencias que Dios entretejecomo parte fundamental de nuestra historia.

Dios ya dio suficiente. Siempre lo hace.Y cuando escojamos reconocerlo y confiar en Su suministro

continuo, podremos disfrutar de la vida como nunca antes. Por fin,viviremos con plenitud.

Has hallado el secreto.Ahora puedes trasmitirlo.

• La mujer con espíritu de contentamiento conoce susnecesidades y lo que Dios ya proporcionó para satisfacerlas.Comienza tu travesía haciendo una lista. De un lado, escribe«mis necesidades»; del otro, «la provisión de Dios». Luego,asocia tus necesidades con la manera en que el Señor las estácubriendo. Coloca la lista en un lugar accesible, para recurrira ella cuando te veas tentada a tender al descontento.• ¿Qué querrá formar Dios en tu carácter o cimentar en turelación con Él al mantenerte lejos de algunas de las cosas quequieres, pero que aún no tienes?

La bendición que desborda

Den, y recibirán. Lo que den a otros les será devuelto por completo:apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante yderramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la

cantidad que recibirán a cambio.(Lucas 6:38, NTV)

«Utilizar las medidas exactas». Así dice la receta. Con énfasisen la palabra «exactas». Recibí una lista de instrucciones de parte deuna amiga que no solo compartió su técnica para hornear el mejorpan que yo haya probado, sino que también me dio un frasco de«iniciador» para pan, que guardé en el refrigerador. Ahora tenía laoportunidad de ver si podía equiparar sus habilidades. Queríasorprender a mi familia con pan casero. Esa clase de pan casero.Como el de ella.

Una vez a la semana, saco el iniciador de la heladera: unamezcla líquida y burbujeante que sirve como base para este panincreíble. Luego, despliego el papelito arrugado que me entregó ysigo con cuidado las instrucciones. Me dijo que eran sumamenteimportantes.

Vaya si tenía razón.Este pan es temperamental. Tiene un problema de carácter. No

sé bien qué lo provoca, pero un pequeño error en el proceso depreparación puede impedir que la masa se levante o que alcance undorado perfecto en el horno. Hay que tener cuidado.

Con el tiempo, mis hijos comenzaron a ayudarme: traen untaburete hasta la encimera, ansiosos por ensuciarse las manos en elproceso de amasado. Pero, antes de amasar, hay que añadir harina.Seis tazas, para ser exacta. Y estas medidas sí que deben ser exactas.Ahora puedo confiarle este paso a mi hijo de seis años, que ha vistocon sus propios ojos la clase de cambios de humor que puedemostrar una hogaza cuando se le añade demasiada o muy poca

harina. Él ha transformado este paso en una ciencia… una cienciadigna de Lucas 6:38: «una medida llena, apretada, sacudida» (NVI).

Introduce el utensilio en la bolsa de harina y recoge «unamedida llena»; una porción nada escasa. Por fortuna, mantiene lataza medidora sobre la bolsa, porque la harina se desborda por loscostados. Pero como sabe que necesita la cantidad justa para añadira los demás ingredientes, preparados ya en otro recipiente, sostienebien el mango con sus deditos y «sacude» con suavidad la taza.

Ya le expliqué que esto elimina las burbujas de aire que puedenformarse debajo, ocupando espacio que puede llenarse con harina.Al sacudir lo suficiente, se asegura de utilizar bien toda la taza paraeste propósito.

Por último, coloca la otra mano sobre el montículo y le dagolpecitos para asegurarse de que quede «apretado».Inevitablemente, descubre que la taza ahora puede contener más queantes. Entonces, vuelve a añadir harina y la nivela hasta determinarque ya no entra más. Luego, vierte la medida en el tazón de mezcla.

Seis veces repite este proceso. Saca con la taza, sacude, aprieta.Saca con la taza, sacude, aprieta. A su ilustración, solo le falta unaparte de las instrucciones bíblicas: la que nos insta a escoger cadadía el contentamiento en vez del descontento: «una medida llena,apretada, sacudida y desbordante» (NVI).

Al parecer, la receta de Dios para dar no tiene nada de exacta.Sus bondades son abundantes. No mezquina Su benevolencia, y esgeneroso con Su suministro. Promete que tendrás suficiente. Más delo que piensas. Cuando das, te llenará con más de lo que tenías alprincipio. No solo una medida llena, no solo una medida apretada ysacudida (ni siquiera una medida justa, como la que mereces), sinouna desbordante, que su receptor no puede contener.

Ahora bien, de ninguna manera sugiero que siempre deberíasentregar lo que tienes a expensas de los vínculos y los propósitosque tendrían que ser una prioridad en tu vida. A veces, la palabramás acertada y poderosa que puedes aprender a pronunciar es no.Pero cuando te sientas impulsada por Dios a dar, no debes

preocuparte si parece que tus recursos personales son escasos paraafrontar la tarea. Si Él respalda tu participación, puedes procedercon completa paz e iniciativa, sabiendo que Dios siempre tedevolverá mucho más de lo que invertiste. Cuando tiene que dar desu tiempo, su amor y sus recursos (de sí misma), la mujer satisfechasabe que posee suficiente como para hacerlo. Y espera con ansiasexperimentar la promesa de la extravagante retribución por suinversión.

Imagino lo que debes estar pensando, porque yo también lo hepensado…

• Mi nivel de energía es demasiado bajo.• Mi ‘tanque de amor’ está casi vacío, estoy a punto de quedarvarada.• Apenas es martes y ya usé mi cuota de paciencia para lasemana.• Mi billetera está más vacía de lo que recuerdo y misnecesidades económicas no han desaparecido.

Sin embargo, cuando sientes que ya no te queda nada que valgala pena ofrecer o cuando tu situación te da justificativos para noparticipar, a menudo escucharás que el Señor te susurra…

«Dad, y se os dará».Y Él no escatimará los beneficios para reponer tu medida. No

removerá el exceso ni se atendrá a una medida «exacta». Te daráuna porción abundante y más allá de lo justificado. Sacudirá yapretará, sacudirá y apretará, para asegurarse de que no quedenburbujas de aire en el espacio reservado para Su bendición. Yentonces, apilará Su favor y Su gracia en un montón tan alto quedesbordará por los costados, más de lo que puedas contener. Tusmanos y tu corazón intentarán tomar cada bocado que caiga de turecipiente lleno, pero habrá demasiado.

Gracias a Dios por tu regazo. Allí caerá la abundancia que nopuedes juntar de otra manera, el excedente para el que no hayespacio. Y no termina nunca.

Es la recompensa para la mujer resuelta a contentarse.Entonces, «den, y se les dará: se les echará en el regazo una

medida llena, apretada, sacudida y desbordante».Al parecer, la mejor manera de obtener más de lo que necesitas

es entregar lo poco que crees que te queda… en el momento y de lamanera adecuados. Sí, la mejor manera de estar satisfecha contratodo pronóstico es liberarse en forma irracional para responder alimpulso divino de servir, incluso cuando te parezca imposible por tusupuesta carencia.

Así que, toma la resolución de contentarte. Luego, mira al cielocon anticipación santa y siéntate con la falda recogida en pliegues yenvuelta alrededor de tu regazo, lista para atrapar lo que desborde enlos gratos espacios que has creado. Vive este momento, entrégatepor completo, exprime la experiencia de cada valioso día y prepáratepara la bendición desbordante de Dios.

• ¿Tu disposición de dar de ti misma revela contento odescontento en tu corazón? ¿De qué manera?• Según las provisiones de Dios que enumeraste al final delcapítulo anterior, ¿qué podrías hacer por alguien cuandocierres este libro si utilizas ese recurso?• Registra tus reflexiones sobre esta afirmación: «A veces, lapalabra más acertada y poderosa que puedes aprender apronunciar es no».

El punto de equilibrio

Espero que se te hayan abierto los ojos para comprendercuántas necesidades Dios ya satisfizo en tu vida, que tal vezignorabas. Sin embargo, sé bien que tu lista de deseos sin cumplirpuede todavía ser extensa. Así que, este llamado de advertencia avivir satisfecha con lo que Dios ya te dio puede parecer una derrotaadmitida; resignarse al statu quo, a una vida mediocre. Quizásparezca que resolver contentarse es lo mismo que reprimir tusdeseos y silenciar tus futuras aspiraciones, dejar de anhelar más.

Por el contrario, el contentamiento es el equilibrio entredisfrutar de la vida actual y anticipar lo que vendrá. Evita quenuestros deseos se salgan de su cauce. Es la clave para liberarte de laesclavitud de los anhelos desenfrenados que crecen en el corazón yque, inevitablemente, comienzan a controlar tu vida, esclavizándotea lo que no tienes en lugar de participar con plenitud de lo que síposees. Es creer con fe que lo que Dios te ha otorgado ahora esdigno de tu gratitud y valoración, no solo porque es suficiente, sinotambién porque es bueno.

Al escoger contentarte, no arrojas por la borda tus deseos;simplemente, requieres que se ajusten a una posición adecuada yhumilde en tu vida, en lugar de que te controlen como un tirano quete obliga a someterte a su creciente y siempre cambiante lista deexigencias. Significa que ya no dejas que tus ilusiones yaspiraciones te controlen, te impidan utilizar plenamente lo quetienes y ser agradecida, y te incapaciten para disfrutar de esto porquea Dios no le pareció darte otra cosa.

Resolver contentarte te dará la oportunidad de esperar el futurocon paz, tranquilidad y un nivel adecuado de anticipación, en lugarde la frustración y la prisa que suelen acompañar nuestros vistazos alfuturo. Será tu pasaje para vivir con objetivos y ambicionesinspirados en Su voluntad inmensa y asombrosa, sin tener quesacrificar la bendición de hoy.

Al permanecer satisfecha contra todo pronóstico, recibes lomejor de los dos mundos. Te permites disfrutar plenamente de loque tienes, de la persona que eres y de tu vida actual, mientrasalbergas los sueños que te ayudan a crecer y a extenderte hacia elfuturo.

Así que, la empresaria puede saborear los logros de hoymientras mantiene altas expectativas para mañana. El ama de casaaprende a florecer en medio del glorioso caos de las tareascotidianas mientras, con calma y paciencia, anhela el ritmo mástranquilo que traerá el futuro. La mujer soltera puede disfrutar de suindependencia (no solo fingir que lo hace) y considerar con elmismo entusiasmo la posibilidad de compartir la vida con alguien.No tiene por qué abandonar la esperanza de casarse ni dejarse llevarpor los matices deprimentes de la autocompasión y la soledad.

Es un equilibrio. Un equilibrio santo. Una gratitud sincera porlo que trae el día de hoy, mientras se mantiene una expectativacontrolada por lo que puede traer el mañana.

Es el lugar seguro y saludable donde el contentamiento tepermite arraigarte e instalarte. En vez de dejar que el descontentoincontrolado te manipule y que la ansiedad te empuje a decisiones,relaciones y oportunidades que al principio no comprendes que sondefectuosas, el contentamiento mantiene tu claridad mental. Te dapaz, firmeza y serenidad. Puedes sentirte feliz de estar aquí y,cuando Dios lo disponga, feliz de estar allí.

Es una resolución de estar satisfecha.Es una resolución que te cambiará la vida.

• Vuelve a leer tus respuestas y comentarios a las preguntas enesta sección. Luego, lee la resolución que estás por tomar. Oraal respecto. Siéntate a considerarla un momento. Descansa enella. Aunque los desafíos y las exigencias de la vida te hayandejado exhausta, dedica este momento a respirar

profundamente y saborear lo que Dios te invita a hacer, lo quete pide que entregues y lo que promete darte para lograrlo.Cuando estés lista, toma esta resolución en voz alta, quizásincluso en presencia de alguien que pueda ayudarte acumplirla. Luego, fírmala.

SATISFECHA CONTRA TODO PRONÓSTICO

Prometo solemnemente ante Dios aceptar esta etapa demi vida y aprovecharla al máximo, sin prisa ni

evasiones, y vivirla con un espíritu de contentamiento.___________________

DECIDIDA A SER FEMENINA

La resolución de defender la femineidad bíblica

Preparada para la imprenta

Una periodista de la revista New York Times Magazine estabasentada frente a mi esposo y a mí en un restaurante local. Y paranuestra sorpresa y gratitud, nos sentíamos cómodos.

Habíamos concertado esta reunión meses atrás y, desdeentonces, había estado preocupada. No se trataba de un medio decomunicación local ni de un canal de noticias de cable con pocoalcance demográfico. Se trataba del New York Times. «La damagris». Con todos sus 160 años de trayectoria. Querían hacer unahistoria sobre el rol de la mujer en el hogar y en la iglesia, y, poralguna razón, decidieron que este amplio artículo dominical podíapresentarnos a Jerry y a mí como personajes centrales.

¿En serio?No sabíamos bien qué pensar ni por qué habían decidido

destacar a una pareja como nosotros. Podía ser una trampa… paraenvolvernos en una parodia como reliquias obsoletas con puntos devista anacrónicos; personas que habían hecho la vista gorda a losavances de las mujeres en la edad moderna. Me resultaba difícilimaginar cualquier escenario donde este tremendo aparato secular denoticias no describiera nuestras creencias y prácticas como extrañasy obsoletas, y a nosotros de la misma manera.

Durante días y semanas antes de esta entrevista, medité sobrecómo prepararme, segura de que cualquier cosa que dijera setergiversaría, malinterpretaría, sacaría de contexto y escribiría enforma engañosa. Cuando llegó el momento, me preparé paraenfrentarme a un periodista tirano, hostil, irascible y listo para atacarno solo mi visión sobre la femineidad en el siglo XXI, sino tambiénmi matrimonio.

Así que, me sorprendió ver llegar a una mujer agradable decabello oscuro, contextura pequeña y una sonrisa grande que, enlugar de darme un apretón de manos, me abrazó y comenzó aconversar bromeando en forma natural y relajada. Esta reportera no

era para nada intimidante. Sencillamente, era una periodista yescritora brillante, también en la cúspide de un nuevo matrimonio, yadmitió que su interés en esta historia era tanto por la nueva funciónque estaba por cumplir personalmente como por su responsabilidadcomo reportera. Me cautivaron sus preguntas, que incluyeron desdenuestra visión sobre el cristianismo, la teología y la historia de lasmujeres en la iglesia hasta los matices íntimos de nuestra relación ymi opinión sobre qué significa ser bíblicamente femenina en unacultura posfeminista. Al ver lo sencillo que era hablar con ella, merelajé y me zambullí en la conversación.

Casi seis meses después, el artículo llegó a los puestos deperiódicos. El título rezaba: «Las amas de casa de Dios», y abarcabaocho páginas con un debate profundo sobre las mujeres en general,sobre nuestro matrimonio y nuestro ministerio en particular, y sobrecómo nuestro sistema de convicciones (bíblico y fundado en elliderazgo del esposo y en la posición de la esposa como compañerasujeta) se materializaba en nuestro hogar.

Hizo un trabajo bastante equilibrado, al presentar ambos ladosdel asunto, como haría cualquier buen periodista. Las personas loleyeron. Y respondieron. Algunas, con aprecio por nuestrafranqueza, y otras, preocupadas porque al decidir vivir con puntosde vista tan arcaicos, yo relegaba mi persona, mis fortalezas y misdones a una caja cerrada de lo matrimonial y teológico, para la cualsolo los ideales y los principios feministas tenían la llave liberadora.

Así se desarrolló el debate, alimentado por numerosas entradasen los blogs y comentarios en Facebook. Y aunque el forotecnológico puede ser nuevo, el choque de ideas no lo es. Estabatalla se ha librado durante siglos en el corazón de las mujeres.Entre ellas, las cristianas. Porque aunque quizás valoremos muchosde los derechos y los reconocimientos que mujeres valientes ganaronhace años, buscamos un equilibrio con nuestro deseo simultáneo deproteger la definición venerada de la femineidad según la Palabra deDios. No es un pretexto. Es un compromiso de honrar a Aquel quenos hizo mujeres y que nos conoce bien, el cual ha probado una y

otra vez que solo al obedecer Su plan para nosotras encontraremos lasatisfacción suprema.

Si observas de manera cuidadosa y objetiva, verás que losprincipios e ideales que a través de los años defendieron mujeresdesesperadas por redefinir y restablecer el significado de lafemineidad han oscilado astutamente el péndulo hacia el otroextremo. Es cierto, algunas apelaciones han llevado a corregirinjusticias legítimas: valoraciones pobres de la mujer, que siemprehan ido en contra de la enseñanza bíblica y el corazón de Dios. Peromuchas, sino la mayoría, de estas elocuentes iniciativas le hanquitado a nuestro género gran parte de la singularidad que se nos diopara exhibir y experimentar. Esta tendencia independiente,autónoma y egocéntrica ha crecido a tal punto (y se ha vuelto unparte tan importante de nuestra mentalidad cultural) que, a menudo,no somos conscientes de su efecto dañino sobre nuestras decisioneshasta que afrontamos las consecuencias destructivas y caóticas.

La mujer cristiana, que luce con orgullo la insignia defemineidad que le otorgó su Padre, debe resolver ir en contra de lacorriente; defender lo que cree por su confianza en Aquel que le hacomunicado la verdad eterna por escrito; volver al diseño y ladefinición divinos de la mujer, y abrazar, aceptar y experimentar congozo sus bendiciones.

Los caminos del Señor son buenos.Son todos buenos.Tú, como mujer de Dios, fuiste diseñada fuerte y vulnerable.

Poderosa, pero tierna. Más que capaz, pero dispuesta a ceder. Eresinteligente, sabia, capaz, igual en valor y segura de ti misma alrelacionarte con los demás, pero contenta con la función que Dios tedio. Eres una paradoja: una mezcla potente que sorprende con suenergía controlada, que inspira y atrae con su gracia misteriosa, ycuyo estilo de vida hace que los demás reconsideren y reorienten sussuposiciones, y se acerquen al Dios que le da a la mujer su riqueza,su profundidad y su atractivo.

Que la hace decidida a ser femenina.

Quizás tu plataforma no sea el New York Times. Probablemente,tampoco volverá a ser la mía. Sin embargo, estamos sobre unestrado todos los días; una posición que se nos confía cada mañanacuando salimos de la cama. Desde esta tribuna cotidiana, tú y yoestamos permanentemente expuestas al escrutinio público, y la vidaque decidimos llevar defiende o degrada la belleza de la femineidadbíblica. Haremos que nuestras hijas la deseen o luchen en su contra.Alentaremos a nuestros hijos a valorarla o a aprovecharse de ella.

Sí, se nos ha delegado esta plataforma. Como resultado, unaaudiencia de amigos, familiares, seres queridos, hijos, compañerosde trabajo y conocidos nos observa no solo para ver cómo vivimos,sino también para determinar cuál es nuestra actitud frente a la vida.

¿Qué clase de mujer serás?Tu respuesta es el centro de esta resolución.

• ¿Cómo ves que los ideales feministas afecten a las mujeres ensu manera de…

• Vestirse?• Actuar?• Tomar decisiones?

• ¿De qué maneras más evidentes ves que las jóvenes se alejande la condición femenina que presenta la Biblia?• ¿Qué principios bíblicos para la mujer te resultan sofocanteso represivos? ¿Por qué crees que te da esta sensación?• Al seguir leyendo, entrégale estas inquietudes al Señor enoración. Pídele que utilice este tiempo para responder a tusinquietudes y reafirmar Sus prioridades para ti en esta área.

Qué bueno que es ser mujer

Hace poco, un programa de noticias informó que los agnósticossaben tanto o más sobre Dios que las personas religiosas. Engeneral, una no sabe cuán confiables son los estudios y lasestadísticas de este tipo, pero, al parecer, los investigadores separaron a la salida de un culto en una iglesia y le preguntaron a lagente que salía cuáles son los primeros cuatro libros del NuevoTestamento. La mayoría no lo sabía.

Sorprendente, ¿no es así?¿O no?Nuestra asistencia y participación cultural en actividades

religiosas puede ser bastante firme, pero no es para sorprenderse quenuestro conocimiento sobre Dios y Su Palabra esté disminuyendo. Yesta deficiencia es más notable en el conocimiento y la comprensiónque tienen las mujeres de la definición bíblica de la femineidad. Laúnica manera de poner en práctica y de defender nuestra fe cristianacomo mujeres en una cultura inundada de ideales feministas es saberlo que conlleva esta creencia y cuál fue la intención de Dios alcrearnos.

En la raíz del movimiento feminista se encuentra la desigualdadentre el hombre y la mujer; una de las inquietudes principales denuestra cultura moderna. Es un tema que la Escritura trataespecíficamente. Fuiste creada a imagen de Dios. «Y creó Dios alhombre a su imagen, […] varón y hembra los creó» (Génesis 1:27).Como mujer, no vales ni más ni menos que tu homólogo masculino.Evidentemente, son distintos, pero solo en función (lo cualtrataremos en el próximo capítulo), no en valor.

Siglos de historia humana testifican cómo esta verdad dada porDios se ha torcido para crear ideas y rótulos inadecuados que lasestructuras sociales han explotado y transformado en ejemplosextremos de abuso y sometimiento. La falsa percepción de queexiste una desigualdad de valor entre hombres y mujeres ha

permitido abusar de la mujer. Sinceramente, me sorprende que lasmujeres hayan tardado tanto en rebelarse unidas frente a estosprejuicios degradantes.

Sin embargo tú, hermana, no eres solo una compañera de igualvalor en el orden creado; Dios mismo te contempló y llamó «bueno»a lo que había hecho… «bueno en gran manera» (v.31, NVI).

No solo bueno, sino también necesario.Adán solo no podía llevar a cabo las tareas que el Creador le

asignó a la humanidad. El hombre necesitaba una compañera,alguien que lo ayudara a cumplir su mandato. Sin ella, no podríacumplir su propósito.

Así que, desde el principio, Dios puso una marca deimportancia en la mujer. Era (1) buena porque llevaba Su imagen y(2) necesaria para cumplir Sus propósitos en la Tierra. Mira a tualrededor, a la esfera de influencia donde el Señor te ha colocado.Este círculo de personas y circunstancias te necesita a ti. El toque, laexperiencia, la sabiduría y el corazón femenino que aportas a estasáreas son necesarios para que el resultado concuerde con elpropósito de Dios. No eres un apéndice, una idea tardía de últimomomento que puede descartarse sin que se note. Sin tu participacióny tu aporte, habría un gran vacío. Esta fue la intención de Dios.

Sin embargo, con la caída del hombre en el pecado y lacorrupción de la humanidad, las mujeres pronto fueron degradadas yrelegadas a un segundo nivel. En los anales del Antiguo Testamento,vemos que no las apreciaron, estimaron ni valoraron como elCreador quería.

Entra Jesucristo. Con la venida del Mesías en el NuevoTestamento, Dios reafirmó el valor de la mujer mediante la vida deCristo, el cual se opuso a una cultura que degradaba la importancia yel valor de la mujer. En cambio, Él ejemplificó el verdadero corazónde Dios.

El cuarto capítulo del Evangelio de Juan destaca una de lasnumerosas ocasiones admirables en que Cristo demostró Su apreciopor las mujeres y su valor inherente:

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame debeber(v. 7).

La llegada de esta mujer al pozo local donde estaba sentadoJesús presentó un problema extremo. Para empezar, la antiguacultura tradicional judía no permitía intercambios amistosos entresamaritanos y judíos. Además, y en un contexto aun más amplio, loshombres del primer siglo no conversaban con las mujeres enpúblico, ni siquiera con sus esposas. Así que, la conversación entreJesús y esta mujer no solo era inapropiada para la cultura, sino quelos espectadores la habrían considerado escandalosa. Más que unaruptura del protocolo, era algo ofensivo. Deshonroso.

Pero estamos hablando de Jesús: un revolucionario que nuncabuscó encajar cómodamente dentro de las normas sociales, sinoenfrentarse a ellas, cambiarlas y presentar un nuevo orden mundialtanto para Su generación como para las venideras. Así que, eso fueprecisamente lo que hizo. No solo entabló una conversacióninformal con ella, sino que también la invitó a expresar susopiniones sobre temas teológicos, algo que los hombres de Su épocajamás habrían considerado posible para una mujer. A pesar de laarrogancia rabínica y de un desprecio cultural prácticamenteunánime hacia la mujer, Jesús la trató como una persona, un serinteligente, alguien importante, tan digna del «agua viva» del Mesías(v. 10) como cualquier otro. En Su misericordia y amor, le hizo unregalo del cual casi todos la habrían considerado indigna: Su gracia,Su amparo, Su persona… para limpiarla, guardarla y sustentarla.

Por cierto, en Su trato con esta mujer divinamente designada,Jesús dejó en claro que la mujer es tan importante como digna, ycompletamente calificada para recibir una responsabilidad, ya que elSeñor no solo le entregó el regalo de la salvación, sino que tambiénle confió Su mensaje para que lo comunicara a los demás. Luego desu encuentro con Cristo en el pozo comunitario, la mujer regresó asu casa y les contó a todos lo que le había sucedido, alentándolos a

verlo con sus propios ojos. ¿Cuál fue el resultado? «Muchos de lossamaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de lamujer» (v. 39).

Escuchar esta verdad de la Palabra de Dios debería hacer quequeramos defender el rol bíblico para la mujer en medio de nuestracultura amoral. Porque Él dice que somos…

Buenas.Necesarias.Importantes.Dignas.Confiables.Ser mujer nunca fue una maldición para soportar ni un rasgo

para tolerar. Es un regalo para atesorar y estimar. Es la manera queDios escogió para que nos relacionemos con Él como Creador yPadre y para demostrar, junto con nuestros homólogos masculinos,la historia de amor de Cristo con la Iglesia (Efesios 5:22-31). Esnuestra forma especial de experimentar nuestra relación con Él y Suamor por nosotros en un mundo duro, crítico y destructivo. Y esnuestro regalo para esta generación y para el entorno en quevivimos.

He aquí, ¡qué privilegio que es ser mujer!

• Escoge una de las numerosas funciones que cumplesactualmente en tu vida, y registra cómo eres…

• Buena en ello• Necesaria para ello• Un componente importante• Digna de ser parte de ello• Confiable para cumplir tu rol

• ¿En qué situaciones y con qué personas ves que se dispute yse cuestione más el valor bíblico de la mujer?

• ¿Cómo puedes criar hijas ambiciosas, educadas y seguras desí mismas, y a su vez, ayudarlas a apreciar las recompensas ylas bendiciones de la sumisión? ¿Cómo puedes criarmuchachos que tengan en alta estima a la mujer? Intercambiaopiniones y enfoques creativos con tus amigas.

Inversión de roles

Seré sincera. No sé mucho sobre fútbol americano. Me gustaescuchar de fondo las ovaciones y los comentarios de un juego de laLiga Nacional de Fútbol los domingos por la tarde, mientras elaroma del almuerzo invade la casa. Me trae recuerdos de miinfancia. Pero debo admitir que no me he sentado a mirar un partidocompleto desde… bueno, nunca.

Sin embargo, algo sé sobre el fútbol profesional. Los jugadoresson grandes. Tienen músculos enormes. Una velocidad increíble.Demuestran más fuerza y agilidad en una tarde de trabajo que lamayoría de nosotros en toda la vida. Y sin embargo, por másgrandiosos que sean, estos muchachos no son los más poderosos delcampo cuando se colocan el uniforme y salen a jugar. Me encantaver a los otros hombres que están allí (muchos de ellos máspequeños, más viejos y con menos cabello, con camisetas a rayasblancas y negras), parados en medio de estos gigantones, sacudiendosus banderas amarillas y soplando sus silbatos. En la mayoría de loscasos, estos árbitros no tienen ni la mitad del tamaño de los atletascon quienes comparten el campo. No obstante, cada vez quepronuncian una orden, directiva o decreto, el juego se detiene. Loshombres corpulentos que los sobrepasan por, quizás, más de 50 kilosdejan lo que están haciendo para seguir sus instrucciones.

Escogen sujetarse.Imagina lo difícil e inmanejable que sería el juego si no lo

hicieran.Si decidimos defender el modelo bíblico para la mujer,

debemos reconocer que la creación de Dios no solo supone la estimainherente de la mujer, sino también un orden establecido. Lasrelaciones humanas no fueron diseñadas para ser una mera contiendade poder y fortaleza, sino, más bien, una aceptación de rolesclaramente determinados. Por lo tanto, ejercemos la mayorinfluencia en la vida si sabemos cómo controlar y proteger nuestra

propia voluntad, que es fuerte.Para sorpresa de muchos, no es solo un problema de las mujeres

casadas; es un principio universal. Sin embargo, casi nunca se lepregunta a una mujer soltera a quién se sujeta, ni a un hombrecasado a qué autoridad le rinde cuenta. Sin embargo, todosdeberíamos hacernos estas preguntas difíciles. Porque en lasumisión, todos encuentran la libertad suprema. Según laEscritura…

• El empleado, hombre o mujer, debe someterse a su empleador(Colosenses 3:22).• El ciudadano, hombre o mujer, debe someterse a la autoridadgubernamental (1 Pedro 2:13).• El creyente, hombre o mujer, debe someterse a la autoridadespiritual (1 Pedro 5:5).• El hijo, hombre o mujer, debe someterse a sus padres (Efesios6:1).• Y sí, la esposa debe someterse al liderazgo de su esposo(Efesios 5:22-23).Al caminar dentro de estos roles de sumisión a una autoridad

legítima, establecida por Dios, nos colocamos dentro del amparo delSeñor y experimentamos la libertad que Su verdad (y solo Suverdad) puede ofrecer. Si nos apartamos de estos roles, estamosbuscando problemas. Es así de sencillo.

Sin duda, hermana, eres poderosa y capaz por ti sola, quizásincluso más capaz y competente que algunas autoridades a quienesdebes someterte. Eres talentosa y necesaria —indispensable—, yllevas la imagen de Dios. Y sin embargo, toda esa fortaleza quecorre por tu naturaleza y tu personalidad solo prosperará al máximoal rendirte a la autoridad legítima establecida por Dios. Al igual queel atleta profesional que sin dificultad podría doblegar al árbitro, elempleado que es más organizado que su jefe o la esposa que tieneuna personalidad más demostrativa que su esposo, cada uno debeseguir respetando la posición del líder establecido, sin importar loinadecuado que lo consideren para llevar a cabo su tarea.

Si no permanecemos en el carril que se nos asignó e intentamosdesviarnos para ocupar una posición de control que no noscorresponde, siempre estaremos insatisfechas. Es más, creo que granparte de la frustración que experimentan las mujeres (gran parte dela frustración que he experimentado en mi vida) está directamenterelacionada con nuestro rechazo a someternos al diseño divino parala mujer.

El orden importa: más allá de que lo entendamos, de queestemos de acuerdo o de que lo queramos. No se puede disfrutarverdaderamente de nada si no estamos dispuestas a permanecerdentro de nuestros roles y límites.

Así son las cosas.Pero, créase o no, es algo bueno.En la avanzada del movimiento feminista, que comenzó durante

el siglo XIX y principios del siglo XX, y en la segunda oleada en losaños 60, la base para cada iniciativa era exigir derechos. Y aunquevalió la pena defender algunos, estos movimientos han sidoprincipalmente campañas para posicionar a las mujeres no solo enigualdad de condiciones con los hombres, sino por encima deellos… en algunos casos, por encima del mismo Dios. Sin embargo,en estas búsquedas de reconocimiento, cada uno de estospronunciamientos no pudo reconocer el derecho más poderoso de lasmujeres: el derecho a someterse voluntaria y dignamente a laautoridad adecuada. La fortaleza de una mujer (es más, la fortalezaverdadera de cualquier persona) se advierte no tanto en lademostración del poder de esa persona, sino en su capacidad deutilizarlo bajo la autoridad del liderazgo establecido por Dios.

Aun el Hombre más poderoso que caminó por la Tierrademostró la importancia de este principio:

Aunque era Dios, [Jesús] no consideró que el ser igual a Dios fueraalgo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios

divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como unser humano. Cuando apareció en forma de hombre se humilló a sí

mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían loscriminales.

(Filipenses 2:6-8, NTV)

Si alguien tan grandioso pudo demostrar este nivel de humildadpara lograr un resultado mucho, mucho más grande, ¿qué excusatenemos entonces para decidir no hacer lo mismo: renunciar anuestros supuestos derechos para aceptar el plan que Dios diseñópara la humanidad? ¿Confiar en Su sabiduría y en Su visión? ¿Darlea Él la mayor gloria, sin importar si se hace lo que nosotrasqueremos?

No obstante, en nuestra cultura se ha perpetuado una inversiónde roles, y sus efectos han sido abrumadores. Las mujeres hanusurpado la autoridad masculina; los hombres han cedido conpasividad su función de liderazgo. Como resultado, hay familiasdestruidas, hogares inestables, dinámicas perjudiciales y legadosdescarrilados. Los matrimonios han colapsado. Las salas de estar sehan transformado en zonas de guerra. Voluntades de hierro hanchocado, echado chispas y quebrado personalidades, sin pensar quedestruían a los que estaban cerca.

Sin embargo, la respuesta de Dios no se ha movido de suposición original solo por el caos que produjo nuestra rebeldíaobstinada a Su estructura. Solo al rendirnos a Su diseño para lamujer podremos experimentar esta liberación que intentamosrecuperar desesperadamente en otras partes.

Te aseguro que rendirse a la sumisión no es lo mismo que agitaruna bandera blanca imaginaria para replegarse a una manera de vivirinferior que degrade y devalúe tus talentos y tus dones. Al contrario,proporciona un marco para que tu potencial florezca de verdad.Como un fuego que se disfruta mejor dentro de los confines de unachimenea, tu fortaleza puede demostrarse mejor y sus beneficiosexperimentarse al máximo si escoges los límites confiables yefectivos del orden establecido por Dios.

Es la esencia de la sumisión.

Sumisión.Allí está. Esa palabra. La que suele darle un escalofrío al más

fuerte. En efecto, cuanto más fuerte, ambiciosa, independiente ycapaz seas, más inclinada estarás a estremecerte frente a esta idea.

Sumisión. Se define sencillamente como la decisión de rendirsea personas, preceptos y principios que están en nuestra vida comoautoridad.

Algunos han abusado de esta autoridad, es cierto. Otros hanaplicado mal el concepto, lo que ha dado lugar a esposos autoritariosy esposas que se dejan pisotear. Nuestro primer impulso y reacción,afectados por el impacto firme del pensamiento posfeminista, essuponer que colocar a una mujer bajo la autoridad de su esposo es lomismo que relegarla a una condición inferior.

Sin embargo, si esa fuera la intención de Dios, ¿por qué teinfundiría tanta valía (como aclaramos en el capítulo anterior), paraluego humillarte en subordinación a Su propio diseño? ¿Y por quéJesús, uno de los hombres más respetados y poderosos, aun a ojos delos incrédulos, escogería vivir en completa sumisión, la cual Élmismo describe así: «Yo hago siempre lo que le agrada [al Padre]»(Juan 8:29)?

Evidentemente, el propósito de esta disposición divina de roles,límites y responsabilidades es emanar bendición en todas lasdirecciones. Así como los empleados, los ciudadanos, los creyentesy los hijos reciben el mayor beneficio (y ejecutan su función conmayor eficiencia) al operar voluntariamente y con gratitud en susposiciones asignadas y bajo la correcta autoridad, las mujerestambién experimentan la vida al máximo cuando ejercen suinfluencia mediante la confiada sumisión a Dios.

No, no todos los líderes cumplen con sus responsabilidades.Quizás, si estás casada, tu esposo no lo hace. Y tanto tú como tufamilia sufren de una manera u otra las consecuencias que estoacarrea. Pero tu esposo, como cualquier líder en el orden creado porDios, tendrá que rendir cuenta de la sabiduría, el cuidado, ladevoción y la obediencia que aplicó a la Palabra para manejar su

función.Y querida hermana, lo mismo es cierto para ti.Tú también eres responsable de cómo operas dentro de tu rol

sumiso, al colocar tu confianza en el amor y la bondad inalterablesde Dios y obedecerle contra cualquier impulso que dicte locontrario. Por cierto, no significa que debas someterte a cualquieraque te lleve al pecado o que abuse de ti. Si en el matrimonio, tuconciencia y tu seguridad física están en peligro, el deber de lasumisión no significa que tengas que soportar cualquier exigencia.¿Me oyes? Que esto quede en claro. Pero sé sincera: ¿cuántas vecestu resistencia al liderazgo de otro es una mera cuestión de opinión opreferencia; el rechazo a hacer la voluntad de alguien, solo porquees lo que espera de ti?

Así que, considera tus sentimientos respecto a esta parte de turol como mujer. ¿Te ofende la idea de someterte a la autoridad deotro? Si estás casada, ¿es algo contra lo cual te rebelas? Si eressoltera, ¿tomas en serio la necesidad de buscar la idea bíblica delmatrimonio si algún día te transformas en esposa? ¿Estás ahorabuscando amparo espiritual al rendirles cuentas a aquellos querespetas, cuya madurez piadosa puede proporcionarte consejo útil ydirección para la vida?

Un lugar de libertad y paz le espera a la mujer que se identificacon el diseño de Dios. Depende de nosotras exponer las mentiras denuestra época y recordarle a esta generación la verdadera belleza yel valor de la mujer sumisa.

Esta es nuestra resolución.

• Al prepararte para firmar la segunda resolución, vuelve aleer esta frase: «La fortaleza de una mujer no se manifiestamejor al demostrar su poder, sino al ser capaz de controlarlabajo la autoridad del liderazgo establecido por Dios».Considérala con cuidado y determina qué implicará ponerla en

práctica en tu vida. Toma esta resolución con confianza,sabiendo que decides alinearte con los sabios planes de Dios.Entra con libertad y firma para manifestar tu compromiso.

DECIDIDA A SER FEMENINA

Prometo defender el modelo divino para la mujer frentea una cultura posfeminista, enseñárselo a mis hijas y

fomentar el apoyo de mis hijos.___________________

FIEL A MÍ MISMA

La resolución de valorarme y de elogiar a los

demás

Diseño inteligente

Martes por la mañana.Es más que un día cerca del comienzo de la semana. Así

también se llama una tienda del vecindario que vende toneladas deartículos para el hogar a precios especiales (mi clase de compras).En los pasillos, que exhiben una etiqueta colgante que se jacta de losdescuentos, hay desde muebles hasta adornos. Por esta precisarazón, estaba tan entusiasmada cuando vi entrar a nuestra arquitectay diseñadora de interiores en nuestras oficinas casi terminadas, convarias bolsas de este negocio llenas hasta el tope con toda clase deartículos.

Estábamos renovando un granero de cerca de 20 m2 (200 pies2)y una cabaña de dos dormitorios para ubicar las oficinas de nuestroministerio y un lugar para escribir y estudiar para mí. A Steve yBridgette, nuestros vecinos y amigos, les había llevado todo elverano diseñar, planear y dirigir el reacondicionamiento. Conocíannuestros gustos, no solo en los detalles estructurales, sino tambiénpara las gangas extremas. Así que, cuando ella encontraba artículosde decoración que no podía resistir, tanto por su belleza como por suprecio, los compraba.

Apenas entró Bridgette por la puerta de nuestro granero/oficina,comenzamos a investigar las bolsas con entusiasmo: sentir lastexturas, admirar los colores, probar los adornos en distintos lugaresy pedir la opinión mutua. Fue divertido. Me pareció estar en mipropio canal de renovaciones y decoración. Cada artículo era máshermoso que el anterior. Cada uno encajaba a la perfección en loslugares que Bridgette tenía en mente cuando los compró.

De la última bolsa, comenzó a sacar lo que había seleccionadoespecíficamente para mi cabaña de escritura. Habíamos decididorehacer este pequeño espacio de trabajo en colores neutros (biensencillos y naturales) porque todavía no tenía decidido qué clase deestilo quería. No sabía bien qué sensación deseaba crear allí. Así

que, hice que pintaran una pizarra en blanco, para estar segura. Lospisos, la pintura de las paredes y las superficies eran todos de unatonalidad tersa, clara y color crema: un fondo perfecto paracualquier mueble o decoración que llenara más adelante el espacio.

Por eso, cuando Bridgette abrió esa última bolsa y sacó unaborla sencilla de tela, diseñada para colgar de un picaporte o de unamanija de cajón, la miré dubitativa. Sin duda, era hermosa. Hebrasde diferentes texturas y matices caían en cascada desde un botónvistoso, cada una con un brillo que captaba la luz natural que sefiltraba por la ventana. Tuve que admitir que quedaría muy bonita enese espacio. Además, al darla vuelta, descubrí su excelente precio. $5,99. Otra razón para considerarla hermosa.

Pero algo me molestaba. Me senté en medio del piso vacío ydesierto de la sala, dándole vueltas al asunto. Cuando intentabadecidir adónde colgarla, algo me hacía dudar.

¿Era su apariencia? No, la borla me parecía hermosa.¿Sería su precio, entonces? Difícilmente. Lo más probable es

que no volviera a encontrar algo similar por ese precio.Entonces, ¿qué era?Esto. Era el primer adorno para mi espacio de trabajo, y tenía

una tonalidad de colores específica. Bonita, pero precisa. Si lacolgaba en la cabaña, dictaría el resto de las decisiones decorativaspara la habitación. Tendría que buscar por todas partes elementosque hicieran juego. Así que, aunque la borla me parecía preciosa, nosabía si basar todo lo demás en algo tan pequeño e insignificante.Me parecía un tanto absurdo. Desequilibrado. Confuso. No podíaevitar pensar que primero necesitaba tomar algunas decisionesfundamentales en las áreas más generales de mi esquema decorativoantes de decidir sobre este pequeño adorno… cuestiones como elcolor, los asientos, las alfombras, la iluminación, los cuadros para lapared. Cosas más grandes. Cuestiones importantes que merecían serlas piezas centrales de la habitación.

No una borla.Así que, la devolví. Por más bonita y económica que fuera, no

era lo suficientemente importante para mí como para basar todo midiseño alrededor de ella y dejar que dictara las demás decisiones quetomaría sobre la habitación.

¡Qué lástima que no siempre adopté la misma perspectiva conmi propia vida! A menudo, he dejado que mi valor personal dependade algún detalle o suposición inconsecuente y de poca importancia(como mi apariencia, mi círculo de amigos o mi situación segúndeterminada norma cultural) para establecer qué clase de mujerdebería ser, y dictar en qué debería pasar la mayor parte de mitiempo.

Una y otra vez, de más maneras que las que quisiera admitir,compré la borla (lo insignificante, lo inconsecuente, lo trivial,incluso algo totalmente falso e inadecuado), la colgué en un puntocentral y dejé que toda la habitación de mi vida girara alrededor deella.

Sin duda, no me pasa a mí sola. Tal vez hayas tomadofragmentos de alguna ideología o filosofía mundana falsa y hayasdecidido cambiar tus perspectivas (y en última instancia, tuidentidad) para que coincidieran. ¿Adquiriste en el camino algunosparadigmas y sugerencias culturales distorsionados que te sentistepresionada a reflejar, en lugar de creer que eres suficiente sincambiar nada? O quizás hayas exagerado una situación, un eventoaislado o un contratiempo momentáneo, y luego permitiste que teidentificara y te obligara a construir el resto de tu vida enconsecuencia. Antes de darte cuenta, te controlaba algo que,sinceramente, no tenía la autoridad para hacerlo.

Ahora te encuentras haciendo maniobras para acomodar unacircunstancia o una idea a la que le diste demasiada cabida en primerlugar.

Falta equilibrio. Está todo confuso. Es absurdo. Fuera de lugar.Primero tenemos que tomar las decisiones más importantes y

trascendentes. Necesitamos resolver qué hacer con la casa antes dedecidir adónde colgar los accesorios.

Por eso, esta resolución es tan importante para mí, para ti; este

compromiso de asignarle un valor genuino a nuestra persona, segúnla valía que Dios nos ha dado, nuestros talentos, dones ycapacidades. Porque una vez que solucionamos esta cuestión (loprincipal), todo lo demás se acomoda. Tendremos la libertad deconstruir nuestra vida sobre lo que importa de verdad y descartar lointrascendente.

Mi consejo: no dejes que algo tan importante como el valor quele asignas a tu persona se base en una idea barata que encontraste enun mercado de pulgas filosófico o en alguna opinión desechable quehallaste en una compraventa moderna. La vida que estás renovandotiene demasiado potencial divino como para que plantes sus raícesen algo tan insignificante. Profundiza y descubre la verdad: laverdad sobre quién eres y sobre lo que Dios te ha dado paraofrecerle al mundo, y luego haz girar tu vida alrededor de estaconvicción inalterable. Esto no es confuso, desequilibrado niabsurdo. Es firme, seguro, confiable y poderoso.

Completamente resuelto.

• Menciona algunas cuestiones secundarias que hayas dejadoque formen tu autoestima o el valor que le asignas a tupersona.• En consecuencia, ¿cómo cambió el esquema decorativo de tuvida?• Lee 1 Pedro 2:9-10 y registra las afirmaciones de valía conrespecto a ti. Decide estudiar este pasaje de la Escritura ymeditar en él para profundizar más en las verdades reveladas.

Selección sobrenatural

Anoche vi por televisión la entrevista a una mujermundialmente famosa. Estaba hermosa, encantadora. Eraexactamente la figura pública prominente, exitosa y aclamada quehemos visto en el escenario de su profesión. Y sin embargo, estamujer, admirada por millones, recompensada con grandes riquezas,estatus y fama, dijo algo que yo no esperaba. Frente a una de laspreguntas del entrevistador, respondió: «Nunca tuve una autoestimademasiado saludable. No sé cómo se consigue. Estoy desesperadapor averiguar adónde se encuentra».

¿Qué? ¿Ella? ¿No está conforme con su persona? Quedépasmada. Una mujer con tanto talento y prestigio, ahora con un pocomás de 50 años, acostumbrada a la fama y la prominencia durantetoda su vida adulta, revelaba una lucha interior de años: el intentoprolongado de descubrirse, disfrutarse y celebrarse.

De revelaciones como esta, así como de nuestras luchas con lamisma clase de sentimientos, sabemos que nuestro valor verdadero yperdurable tiene que apoyarse en algo más que lo visible y externo.

No solo en algo sino en alguien.Escucha como Él mismo lo explica al hablarle a un muchacho

que también había perdido el contacto con un concepto saludable desí mismo. Para alentar al joven profeta Jeremías, Dios le dijo…

Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de quenacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las

naciones.(Jeremías 1:5, LBLA)

Vuelve a leer este pasaje. Escucha estas tres declaracionesasombrosas con los oídos de una hija que escucha atentamente lavoz de su amoroso Padre.

«Te había elegido».

«Te había apartado».«Te había nombrado».Esta es tu identidad. Una mujer elegida. Una mujer apartada.

Una mujer nombrada. No estás aquí por accidente, en estemomento, con este libro en tus manos y con un deseo de tomarresoluciones serias que cambiarán toda tu vida. No es casualidad queestés viviendo en medio de tus circunstancias específicas ni quetengas entre manos determinadas cuestiones, mientras manejas todocon tus capacidades y habilidades personalizadas.

Dios te hizo tal cual eres y te colocó aquí. A propósito.1. Te eligió. Eres parte de un plan divino, de precisión esmerada

y de trascendencia eterna. Por razones que quizás no comprendas deltodo o que ni siquiera te agraden, Dios te seleccionó para Él. No fueuna decisión rápida ni indiferente de Su parte. Fue un actodeliberado y volitivo de Dios mismo, hecho con profundaconsideración y sabiduría.

Elegir, como se usa en este pasaje, denota un conocimiento. Alescogerte, Dios se basó en un conocimiento profundo e íntimo de tupersona. Así que, si no puedes comprender por qué Dios elegiría aalguien como tú para participar en una actividad particular, Él sísabe bien Sus razones. Te seleccionó, con todas tus características,para participar de Su obra en este momento de la historia. Al igualque un entrenador que considera en forma metódica a qué corredorcolocar en la pista en determinada etapa de una carrera de relevos,Dios intencionalmente te escogió para esta etapa del maratón.

Por eso estás aquí. En esta posición.Frente a ese proyecto.Casada con ese hombre.Por eso, eres parte de esa amistad.Te enfrentas a ese problema.Vives en ese vecindario.Lideras esa comisión.Participas de esa actividad.Crías a esos hijos.

Vives esta vida.No fue un accidente: el Entrenador que te considera

completamente idónea, preparada y capaz de llevar a cabo Susplanes maravillosos con completa precisión te conoció y te eligió.

Eres la escogida, amiga mía.Tú. Eres. La. Escogida.Esta comprensión abrumadora hizo que mi amiga Anna cayera

de rodillas un día, liberando por su bonito rostro tal raudal constantey cálido de lágrimas de adoración que, pronto, comenzó a gotear desu barbilla. Poco tiempo atrás, la habían rechazado… otra vez. Erala segunda vez que se rompía su compromiso de bodas, la gota finalque había terminado de romper los jirones de autoestima quequedaban en su corazón. Puedes imaginarlo. Se sentía (y creo quecon toda razón) rechazada, incomprendida y menospreciada. A sujuicio, tenía muy poco para rescatar o que fuera lo suficientementeatractivo como para merecer la atención de otro. Ya no. No despuésde esto. ¿Quién necesita que le muestren más de dos veces (quizásde la manera más humillante, personal y vulnerable) que nadie tequiere?

Sin embargo, las palabras de Jesús para Sus discípulos, paraella y para nosotros (al igual que las de Dios para Jeremías) laabrumaron con su poder y su paz: «No me escogieron ustedes a mí,sino que yo los escogí a ustedes» (Juan 15:16). Ya había visto esafrase en la Escritura, pero nunca como ahora; no con el brillanteresaltador del Espíritu de Dios sobre ella, que acentuaba cadapalabra con la precisión exacta de la claridad divina. Yo los escogí austedes. Las palabras reposaron sobre el corazón de Anna como unbálsamo reconfortante, cubriendo las heridas abiertas y refrescandoel paisaje seco de su alma. Con esta frase, comenzó una nuevatravesía de satisfacción para ella, el mismo descubrimiento que cadamujer debe escuchar, recibir y aceptar en su interior, para llevar acabo los planes de Dios para nosotras. En última instancia, tu valor,al igual que el mío, se encuentra en los inmerecidos procesosdivinos de selección.

2. Te apartó. No eres como los demás corredores de la carrerade relevos. Si constantemente miras al corredor que viene detrás deti o te concentras en el que tienes adelante, deseando su capacidad ysu talento, nadie se ocupará de tu carril. No necesitamos los mismosatletas. Necesitamos corredores santificados. Consagrados.Corredores que han sido separados por sus habilidades particulares yque cumplen una función única, corren esta parte especial de lacarrera en este momento y este lugar.

Ser «separada» conlleva la idea de estar dedicada a un usoespecífico en determinado momento, reservada para lasoportunidades en que puedes ser más útil, donde puedes ser túmisma. Es como los platos especiales que quizás guardas en tugabinete para vajilla de porcelana. Tal vez te los regalaron para tuboda. En general, permanecen detrás de un vidrio y miran la mesade la cocina en la otra habitación, donde los platos y los vasosdiarios se divierten. Pero cuando llegan esos momentos clave,dignos de un toque especial, solo sirven los platos finos.

Eres un vaso santo de Dios, separado para momentosespecíficos donde la singularidad que ofreces puede utilizarse yvalorarse por completo: un «instrumento para honra, santificado, útilal Señor» (2 Timoteo 2:21). Él te bendijo en Cristo «con todabendición espiritual en los lugares celestiales» (Efesios 1:3), teliberó para participar por completo de la vida a la que te llamó y seráfiel para revelarte cómo lo hace a medida que camines a Su lado.

Hace poco, una joven escritora me envió un correo electrónico,preocupada porque no pensaba que su estilo de escritura tuvierasuficiente profundidad e intriga. Mencionó otros autores queadmiraba, y deseaba que su estilo se pareciera al de ellos. «Si asífuera —dijo—, podría terminar este proyecto de estudio bíblico». Alleer sus opiniones, pensé cuán a menudo me sentía igual… deseabatener más profundidad o creatividad, como la que he admirado enotras personas. Y sin embargo, otros han tenido que recordarme lomismo que le respondí a esta muchacha: algunos lectores soloescucharán, comprenderán y aceptarán ciertas cuestiones cuando las

lean en tus palabras, desde tu perspectiva, escritas con tu voz. Cadamujer fue creada por Dios para hacer su parte. Y si no lo hacemosporque no pensamos que vale lo suficiente, habrá una gran pérdida.Alguien, en alguna parte, necesita que tú, con toda tu singularidad,te hagas cargo de tu llamado.

Así que, toma tu lugar. Acepta tu función especial. Disfruta dela emoción de sacarle provecho a tus fortalezas sin revolcarte en lamiseria de tus carencias y discrepancias ni te permitas sentirteamenazada por las características que deberías elogiar en aquellosque admiras. No eres un error ni el resultado de un evento fortuito.El Dios Todopoderoso supervisó tu creación en forma sobrenatural.Tienes una importancia extraordinaria.

En lugar de buscar impresionar y superar a los demás, y desentirte avergonzada por lo que no tienes ni puedes hacer, aprovechala oportunidad de ser un ejemplo vivo, que camina, come y respira,de lo que la gracia divina puede hacer con una mujer que Él separó,con debilidades y todo, para ser un vaso santo a Su servicio. Tulugar en la mesa tiene un propósito. Eres una obra de arte digna deser elogiada.

Eso no tiene nada de común.3. Te nombró. Ser elegida y apartada es un gran honor, pero que

no te quepa duda: conlleva una responsabilidad importante. Entre lasrazones por las que Dios te escogió (o como dice otra traducción dela Biblia «te destiné»), una fue ponerte en posición de producirresultados específicos en tu situación personal. Jesús terminó suafirmación así: «No me escogieron ustedes a mí, sino que yo losescogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto» (Juan15:16, NVI).

Por tanto, puedes confiar en que Dios te ha destinado al lugardonde puedes ser más productiva. Aunque quizás no te agrade deltodo cómo te creó, aunque no seas perfectamente feliz con lascircunstancias que te toca vivir, puedes estar segura de que Dios tedestinó aquí con un propósito. Escogió el «suelo» donde estáscreciendo ahora. Cada temporada y clima que experimentas ha

pasado por Sus dedos antes de hacer contacto contigo. Todo fuediseñado por Él para rodearte con las condiciones que permitan quetus dones y habilidades particulares alcancen su máximo potencial.Para crecer. Para dar fruto. Para producir.

Y como cualquier agricultor, espera cosechar lo que sembró.Las semillas de manzana producen manzanos. Las semillas derábano producen rábanos. Del mismo modo, tus semillas estándestinadas a producir una cosecha única. Así que, no tiene sentidointentar producir fruto que otra persona tenga que cosechar. Tu tareasiempre es traer todos tus dones, tus talentos, tus inclinaciones y tuspasiones a esto llamado vida, y creer que son lo suficientementebuenos para producir el fruto que se espera de ti.

Confía en Él. Te conoce. Tiene planes especiales para ti.No sé con qué estás luchando en este momento, mientras te

esfuerzas por obtener una imagen más saludable de ti misma. Pero sísé que la única manera de experimentarlo es volver a la realidadgenuina y auténtica de tu valía a ojos de Dios: el que te escogió, teapartó y te nombró para llevar fruto. Te amó lo suficiente como parahacerte diferente a todas las demás y te ha dado una tarea que estuya sola, para completar con Su ayuda y Su poder abundantes.Decide vivir en tu piel con pasión, así como a Él le apasionó crearte.

• Escoge al menos uno de los siguientes versículos paraestudiar y memorizar:

• Efesios 2:10: una declaración de tu importancia para Dios• Jeremías 1:5: una confirmación de tu selección por partede Dios• 2 Corintios 3:5: una verificación de tu suficiencia en Dios

• Considera lo que quizás no hayas hecho por sentirte malpreparada o indigna. Escoge una de estas cosas y comienza ahacerla esta semana.

Feliz de ser tú misma

… quien eres en verdad.Es una realidad esquiva que pocas tienen la oportunidad de

experimentar. Muchas pasamos gran parte de la vida deseando eimaginando ser otra persona, y nunca experimentamos la libertadtotal de ser nosotras mismas. En algunos casos, dedicamos tantosaños e invertimos tanto esfuerzo para alejarnos de nuestrasingularidad, que no reconoceríamos nuestra verdadera persona nisiquiera si nos tropezáramos con ella.

Sin embargo, redescubrir y celebrar la identidad que Dios creópara ti originalmente es esencial para cualquier mujer que deseavivir su propósito principal.

Eres la única «tú» que este mundo tiene. La única que senecesita. La que, según el Salmo 139, Dios ha…

• examinado• conocido• mirado• protegido• seguido• bendecido• guiado• fortalecido• apoyado• creado con sumo cuidado• conducido

¿Alguna vez intentaste conocer a esta persona que fue tanimportante como para que el mismo Dios dedicara tanto tiempo yatención a crearla y apoyarla? Cuando quitas las fachadas y lasapariencias, y remueves cualquier máscara y fingimiento o disfraz,lo que queda es la persona auténtica que Dios mismo considerapreciosa: completamente capaz y especialmente diseñada para

cumplir los propósitos divinos para su vida.Tú. Tal cual tú fuiste creada.Así que, dedica tiempo para descubrir y reconectarte con estas

cuestiones que te describen de verdad: tus dones, talentos, pasiones,excentricidades, aversiones, debilidades, intereses y singularidades;en su forma más natural y prístina. No te apures. Desprender losestereotipos y los rótulos, las malas interpretaciones y los estigmasque has usado (a sabiendas y sin darte cuenta) para definirteprobablemente te requiera algo de tiempo y esfuerzo. Y decidirseguir adelante con autenticidad demandará aun más. En efecto,quizás hasta necesites reclutar ayuda de algunas amigas cercanas.

En primer lugar, pídeles que te señalen, desde su perspectiva,lo que te hace única. A menudo, es más difícil verte con la mismaclaridad que como lo hace otra persona que está cerca de ti. Solemosacostumbrarnos a la belleza. Con el tiempo, la genialidad parececomún y corriente. Te habitúas a tu persona. Pasas por alto losaspectos asombrosos y notables que te hacen especial porque ya teacostumbraste a tenerlos. Tu singularidad se vuelve habitual cuandoes simplemente otra parte de tu rutina.

Así que, escucha a alguien que te recuerde las cualidades queve en ti. Anótalas. Interiorízalas. Acéptalas. Tus dones yhabilidades. Tu personalidad y tu temperamento. Las cuestiones quete caracterizan en forma perceptible y singular. Tus puntos fuertes y,sí, tus debilidades.

En segundo lugar, determina con precisión de qué manera (sihay alguna) has olvidado usar o celebrar estas características ydecide honrar tu singularidad en el futuro. Imagina qué regalomaravilloso podría ser para ti este regreso a la autenticidad a travésde los años, incluso en las próximas semanas. Poder vivir en genuinalibertad, sin la carga del fastidioso agotamiento de tener queproducir determinada impresión o de intentar ser alguien que noeres. Ya no tener que esforzarte para compensar en cuestiones que tehacen sentir incapaz de lograrlas. Alinearte con la voluntad de Diosen lugar de luchar constantemente contra Sus planes y apuntar a

objetivos opuestos.Aceptarte.Atesorar el valor con que Él te revistió.Es una resolución que vale la pena tomar.

• Registra la singularidad que los demás ven en ti. ¿Quécaracterísticas te sorprenden?• Registra cómo puedes usar y celebrar estos rasgos de maneramás intencional.• ¿Cómo se beneficiarían las dinámicas de tu familia, tu oficinao tus relaciones al hacerlo?

La cruzada de la afirmación

A mi esposo lo fascina, lo intriga y, sin embargo, lo confundeun poco el sexo débil. Durante nuestros años de matrimonio, hadescubierto un cúmulo de dinámicas femeninas que admite quenunca comprenderá por completo. Como por ejemplo, por qué esnecesario empacar más que un par de zapatos para un viaje de fin desemana. O por qué el mero acto de hablar puede ser un pasatiempotan agradable. Me ha hecho muchísimas preguntas en los doce añosque llevamos juntos, con la esperanza de encontrar algunasrespuestas. Y, aún así, luego de mis excelentes intentos paraexplicarle, suele sonreír, darme una amorosa palmadita en la mejillay retirarse sacudiendo la cabeza sin comprender.

Supongo que un hombre nunca podrá entender algunas cosasque a la mujer le resultan clarísimas.

Tal vez ninguna más que esta: los cumplidos que una mujerpuede darle a otra.

Hace poco, me oyó decirle a una amiga que la falda que usabaacentuaba sus bonitas piernas. Me escuchó decirle a otra que esecolor y estilo de cabello le quedaban «simplemente fantásticos». Havisto que otras mujeres se me acercan y dan gracias por un rasgoparticular de mi personalidad o me dicen que la blusa que llevabaera verdaderamente linda.

Y por más que lo intenta, no entiende cómo funciona. Me diceque los hombres no hacen nada parecido. Por ejemplo, nunca veoque elogie el cabello de otro muchacho ni que le diga a un amigoque esa camisa resalta la musculatura de sus hombros. Es más, hadejado en claro que si otro hombre lo elogia como hacen lasmujeres, es mejor tenerlo lejos.

«Nosotros no hacemos eso», me dice.Pero nosotras sí, amiga mía. Es algo que deberíamos hacer más

seguido.Nos mueve la relación, a diferencia de la mayoría de los

hombres. Fomentamos nuestra amistad con otras mujeres yvaloramos sus elogios. Podemos aceptar la admiración de otra mujercon mayor facilidad porque sabemos que, en general, no haycondiciones. No hay motivos ocultos. Se trata simplemente de unaafirmación alentadora y sincera.

Y aunque nuestra autoestima nunca tendría que depender de loscumplidos ni de la aprobación de los demás, nos sentimos bastantebendecidas cuando otras mujeres nos elogian. Aunque elreconocimiento de los hombres nos halaga, el cumplido de unahermana conlleva una pureza, una simpleza y una fuerza tierna quenos renueva. Nos ayuda a sentirnos seguras, sostenidas ycálidamente cómodas. Además, produce algo poderoso: disipacualquier necesidad de competencia.

Cuando tomes esta resolución en serio (la decisión de aceptartecomo eres y de aprobar tu singularidad), por fin te sentirás cómodapara ofrecerle el mismo favor a los que te rodean. Te liberarás de laabsorbente frustración de intentar adaptar a los demás a tu propioconjunto de expectativas. Les permitirás ser como son. Y comobeneficio adicional, podrás disfrutar más de elogiar y encomiar susingularidad (todo lo que pueden hacer mejor que ti) porque estarástotalmente cómoda contigo misma y con tus capacidadesparticulares.

Esta resolución no solo te afecta a ti. También enriquecerá a lasmujeres que te rodean, ya que experimentan la afirmación que brotade la seguridad en que vives. Este debería ser nuestro mandato,nuestra campaña. Un movimiento de mujeres unidas por nuestraresolución y dedicadas a manifestarla en las vidas de las que nosrodean.

Puede ser nuestra cruzada.Nuestra cruzada de afirmación.Nuestro regalo, de una hermana a otra.

• Dedica tiempo para releer tus notas de esta sección.Considera qué haría falta para que vivas en forma auténtica, yla libertad que experimentarás al hacerlo. Además, piensa enalgunas mujeres que, por alguna razón, te cuesta elogiar.Decide felicitarlas esta semana por su valor único. Lee laresolución en voz alta y fírmala debajo.

FIEL A MÍ MISMA

Prometo aceptar y celebrar mi singularidad; además devalorar y alentar los rasgos distintivos que admiro en los

demás.___________________

ENTREGADA A ÉL

La resolución de consagrarme a Cristo y permitir

que Su Palabra me defina

Designación divina

Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y micorazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR».

(Salmo 27:8, NTV)

El gobierno de Estados Unidos acuñó el dólar de Susan B.Anthony en 1979 y otra vez en 1999. Fue la primera moneda quecirculó con la imagen de una mujer. Su objetivo fue celebrar losavances de la mujer y el impacto que nuestro género tuvo en el país.

Solo un problema. Esta moneda de plata, más pequeña que lamoneda tradicional de un dólar, se parecía más a una de 25centavos, y la gente a menudo las confundía. Aunque el valor deambas era significativamente distinto, su apariencia era similar. Portanto, como el dólar de Susan B. Anthony no alcanzó popularidadentre el público, se terminó discontinuando su circulación.

Tú, hermana, fuiste «acuñada» a imagen de Dios, y llamada «delas tinieblas a su luz admirable» (1 Pedro 2:9). Cristo te ha atribuidogran valor como Su hija, heredera de una divina «herencia en lossantos» (Efesios 1:18). Has sido dotada de dones, talentos y unasingularidad que el mismo Dios estimó adecuada para ti. Entre tuscaracterísticas…

Estás satisfecha contra todo pronóstico.Estás decidida a ser femenina.Eres fiel a ti misma.Pero eso no es todo. Además, tienes la oportunidad de vivir…Entregada a Él.Sin duda, la inversión de tal tesoro divino en la vida de una

persona conlleva una responsabilidad que tendríamos que considerarun privilegio. Él merece nuestra decisión fiel y constante de estar ala altura del valor que se nos ha asignado, de reflejar al mundo lavalía inherente que poseemos por la gracia que Dios nos dagratuitamente mediante Su sacrificio. No debemos perdernos en la

confusión del mundo (como se pierden los dólares en un puñado demonedas de 25 centavos), impulsadas por aficiones e interesesinferiores, y volvernos tan similares en apariencia a los demás quedesaparezcamos entre la multitud. En cambio, deberíamos hacernosresponsables de nuestras acciones y alinearlas con nuestro Dios y SuPalabra para profundizar en los propósitos divinos para los cualesfuimos puestas en la Tierra.

Esta es la resolución de la mujer entregada a Él.

• Somos mujeres que se inclinan a Su voz: escuchamos,acatamos, conformamos nuestra voluntad a la de Él.• Somos mujeres que defienden los laureles de la Escriturafrente a opiniones contrarias.• Somos mujeres que, en última instancia, no responden aautoridades terrenales, sino a Aquel que nos creó, nos amó ynos llamó a seguirlo.• Somos mujeres que viven con un propósito celestial en mentey con el susurro del cielo en el alma.• Estamos en el mundo, pero no somos del mundo: no noscontrola, no nos consume ni tampoco nos apremia.• Nuestro llamado viene del cielo; buscamos los propósitos deDios y nos impulsan las pasiones que Él puso en nuestrocorazón.Es lo que nos hace diferentes. Únicas. Frente a una cultura

infestada de pecado y enemistada con Dios, seremos fieles a Él y alos laureles de Su Palabra. El autor de Hebreos observó un ejemploinesperado de esta clase de fidelidad:

Por lo tanto, hermanos, ustedes que han sido santificados y quetienen parte en el mismo llamamiento celestial, consideren a Jesús,apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos. Él fue fiel al que

lo nombró, como lo fue también Moisés en toda la casa de Dios.(Hebreos 3:1-2, NVI)

¿Perdón? ¿Moisés? ¿Fiel? ¿En serio?

Por cierto, no lo parece si miramos sus primeros años… y por«primeros», me refiero a 80 o más. Criado como el príncipe deEgipto, tuvo que huir por su vida luego de asesinar brutalmente auno de sus compatriotas. En los próximos 40 años, vivió encircunstancias bastante indeseables, apacentando ovejas: una tareamuy por debajo de su salario y nivel educativo. Un día, Dios losobresaltó al hablarle desde una zarza ardiente y le encomendó unaposición mucho más prestigiosa: sacar a Israel del cautiverio. Perocuando recibió el llamado, Moisés no hizo más que balbucearexcusas para esquivar su tarea. Cuando por fin accedió y aceptó ladirectiva divina (luego de que el Altísimo ejerciera presión consuma paciencia), se lo conoció por perder a menudo la pacienciafrente a la inconstancia del pueblo israelita y permitir que su enojole ganara. Al final, su desobediencia a la instrucción divina lecostaría la entrada a la tierra escogida por Dios para Su pueblo.

Entonces…Si yo hubiera escrito el libro de Hebreos, no sé si Moisés habría

sido mi primera elección para una ilustración. Y sin embargo, esteautor lo distingue y lo describe como «fiel […] en toda la casa deDios».

Si Moisés hubiera estado vivo para leer este versículo, mepregunto cuál habría sido su reacción. Probablemente, habríarecordado todas las catástrofes y los errores que cometió en su viday habría sacudido la cabeza con incredulidad y vergüenza,preguntándose si el autor estaba en sus cabales cuando escribió eltexto. Quizás era un buen ejemplo de infidelidad pero, al recordar suvida, ciertamente no de fidelidad. Vamos.

¿Acaso no puedes identificarte? Quizás te enfrentas a nuestracuarta resolución con el mismo desaliento. Se destacan tantasfalencias y equivocaciones; tantos errores de juicio. ¿Cómo puedesestar a la altura de este estándar de devoción y consagracióncompleta, ser una persona «fiel en toda la casa de Dios»?

Entonces, el ejemplo de Moisés debería darnos gran esperanzay aliento, porque a pesar de su larga historia de incompetencia, algo

en su vida, su legado y su herencia se consideró digno de resaltar yde repetir para quienes desearíamos que nuestras vidas pueden llegara ser tan conmemorables. Y dentro de estos sencillos versículos deHebreos 3, se encuentra el tema crucial y decisivo del que dependetoda la historia de Moisés.

La clave fue su llamado.Fue «celestial» (v. 1).A pesar de todos los regueros y los descuidos en la ejecución,

Moisés se aferró al llamado del Señor para su vida. «Fue fiel al quelo nombró» (v. 2, NVI, énfasis agregado). Aun en el ruidoso túnelde viento de la culpa y el remordimiento, a pesar de la músicaestridente que lo invitaba a bailar con la decadencia, pudo captar elsusurro celestial que lo instaba a dejar de lado los sentimientos y losafanes temporales, y hacer la voluntad de Dios. Y ahí yace lo queseparaba a él y a su pueblo de todos los demás.

No era perfecto, pero era resuelto.Cometió errores, pero la presencia de Dios lo marcó.Marchó al son de un estándar supremo, una fuerza

predominante y urgente que lo llevó a desear lo importante para suDios más que lo sustancial a ojos del mundo. Un vistazo general desu vida revela un hombre que no se dejó influenciar por loscaprichos ni las pasiones efímeras que buscaban apartarlo delllamado celestial. Se dirigió a Canaán. Su objetivo era la leche y lamiel. Y aunque significara levantarse desde las profundidades de laderrota y el desaliento, no se detuvo hasta que el mismo Dios leprohibió avanzar. Su llamado era del cielo: una convocatoria queordenó sus prioridades, sus intereses y sus pasiones. No a laperfección, pero con persistencia.

Con fidelidad.Nosotras también, como Moisés, tenemos el privilegio de

compartir un llamado de origen celestial. Incluso ahora, si escuchascon cuidado, puedes oír su eco en tu corazón (¿lo escuchas?) que teinvita a embarcarte en una aventura con Dios. Al ir dando vuelta laspáginas, mira en tu interior y observa si sientes una necesidad

persistente de experimentar algo más en esta vida. Si el potencial deestas resoluciones hace que el corazón te arda con anticipaciónsanta, estás experimentando el llamado celestial: te invita, te llama,te alienta. Sí, el cielo convoca, busca a los fieles que no solo selevanten cada día y escuchen el llamado, sino que tambiénrespondan. Es este gemido, este clamor del alma que anhela loeterno, no lo de este mundo. Dólares enteros, nada de fracciones. Eslo que nos hace sentir un tanto intranquilas al percibir un dolorinterior que nunca terminamos de mitigar y que nos impide quedarplenamente satisfechas con los centavos de plata de la monedacultural.

En Cristo, Dios nos hizo diferentes, y ahora nos invita a desearaquello para lo cual nos hizo así. Esto es lo que califica a los fieles;a los que reconocen, aceptan y siguen el camino de Dios, sabiendoque Él se encargará de llevar a cabo Su llamado. Los «fieles» sonlos que deciden aborrecer los caminos del éxito terrenal a cambio dela misión divina que el Padre otorga en forma específica y singular.

Por eso, una madre puede escoger quedarse en casa en unintento de priorizar su familia, porque sabe que esa oferta de trabajotentadora, pero absorbente, podría privarla de lo más importante.

Llamado del cielo.Es lo que hace que una mujer soltera rechace la oferta de un

caballero distinguido que tiene todo excepto pasión por lo espirituale interés en el plan de Dios para su vida.

Llamado del cielo.Es lo que lleva a la líder de un ministerio a seguir avanzando

con su estudio, su planificación y la construcción de la «casa» deDios, aunque las finanzas y los intereses externos parezcan pocoprometedores.

Llamado del cielo.Es lo que mantiene a una esposa fiel a su matrimonio y la lleva

a esperar sin ninguna seguridad terrenal a la que valga la penaaferrarse.

Llamado del cielo.

Es el llamado de los fieles. Tú y yo. El llamado a fijar los ojosen Jesús y en Sus planes para nosotras, y luego, con el poder delEspíritu, comenzar a cumplirlos en nuestras distintas relaciones ytareas.

¿Qué percibes que el cielo te está llamando a hacer y a ser?¿Cuál crees que sea el propósito principal de Dios para crearte yluego colocarte en esta generación y en este momento particular dela historia? ¿Lo sabes? ¿Intentas descubrirlo al despertarte por lamañana y escuchar en busca de la voz celestial? La mejor manera decomenzar es siendo fiel a lo que Él te ha puesto por delante ahora.Percibe la conmoción en tu alma mientras el Espíritu de Dios teayuda a ver lo que te llamó a hacer hoy. Luego, ve en pos de eso acosta de todo lo demás.

Sin vergüenza.Con diligencia.Con fidelidad.Shhhhh. Escucha.El cielo llama.

• ¿Cómo te alienta y te inspira el ejemplo de Moisés?• ¿Cómo deberás ir en contra de la razón o de la presióncultural para permanecer comprometida a lo que el cielo tellama en esta etapa de tu vida?

La fe frente a la fidelidad

Pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia.(Santiago 1:3, NVI)

El águila madre protege sus pichones con pasión. Construye sunido en las alturas para guardarlo de los intrusos, y lo cubre con unacapa de materiales suaves y cómodos. Así crea un lugar agradable yacogedor para que sus polluelos descansen.

Sin embargo, el nido de un águila contiene más de lo que se ve.Debajo de su capa de comodidad reconfortante, esa ave construyó labase del nido con rocas, palos y otros objetos afilados… un hechobastante irónico que sus crías pronto descubrirán. Porque cuandoconsidera que llegó el momento, el águila madre sacude el nido, casidándolo vuelta, y pone en contacto el fondo espinoso con lassentaderas suaves de los polluelos. Ya no es un lugar cómodo paralos bebés; ahora es extremadamente incómodo, un lugar de dondequieren escapar.

Porque, sí, el águila madre protege sus pichones con pasión,pero también está decidida a verlos alcanzar todo su potencial. Asíque, su tarea no está completa hasta que les provoca un nivel deincomodidad que los prepara para experimentar la realidad para lacual los creó Dios.

Para pararse sobre sus patas.Para extender las alas.Y volar.El concepto de la fidelidad, al igual que el nido del águila,

también entraña más que lo evidente. No se trata solo de la sumacómoda e hipotética de las convicciones de alguien (de su fe), sinomás bien de una consecuencia física de sus acciones. Es más quetener una persuasión firme; es poner esa persuasión firme enmarcha. Tener convicciones fuertes es una cosa, pero afirmarsesobre ellas, tomar decisiones y ajustar tu vida en consecuencia… eso

es otra cosa.Eso es fidelidad.La fidelidad nace cuando las expresiones externas de tus

convicciones se ponen en práctica a través del tiempo. A menudo, através de dificultades. Porque en la adversidad, se perfecciona lafidelidad y allí cobra vida. Nunca se te ocurriría decir que unapersona es fiel a menos que la hayas visto permanecer firme durantedeterminado curso de acción y decisión, en donde habría sido muchomás sencillo arrojar la toalla. Cuanto más firme es una persona, másse la honra por su constancia y perseverancia.

Sería una verdadera pérdida de tiempo, por ejemplo, sirecorriéramos todas estas páginas juntas, firmáramos nuestrasresoluciones, creyéramos en el impacto que esperamos que tenganen nosotras y, luego, cerráramos el libro y siguiéramos por la vidacomo si nunca hubiéramos tomado estas decisiones. En esencia,estaríamos disfrutando de las comodidades del nido sinexperimentar jamás el efecto que debe producir en nosotras.Podemos creer que estas resoluciones pueden ser efectivas, pero sino actuamos en consecuencia, nunca veremos el fruto que debíanproducir. Nunca volaremos con las alas del Espíritu de Dios. Noexperimentaremos jamás los lugares adonde Su Palabra nos abre lapuerta.

Tomar resoluciones no te hace fiel. Es lo mismo que losaguiluchos en el nido. Solo cuando este se sacude y despliegas lasalas, cuando permaneces en vuelo sin importar cuán difícil seaseguir aleteando, allí pruebas tu fidelidad.

La fidelidad al llamado celestial.Como Jesús. Durante Su vida y ministerio aquí en la Tierra, «…

por lo que padeció aprendió la obediencia» (Hebreos 5:8). Aunquesiempre tuvo la persuasión firme de buscar la voluntad de Su Padrey lo hizo a la perfección, demostró Su fidelidad al ponerla enpráctica día a día, atravesar dificultades, rendir Su voluntad (Lucas22:42), ofrecer ruegos y súplicas (Hebreos 5:7), y permanecercomprometido con los propósitos de Su Padre sin considerar Su

deseo humano de alejarse de la crucifixión y la muerte. Comoresultado, «habiendo sido perfeccionado [hecho completo], vino aser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fuedeclarado por Dios sumo sacerdote…» (vv. 9-10); preparado paraSu propósito supremo porque «aprendió la obediencia» de la maneramás difícil. Navegó a contracorriente. Sostuvo Su audaz profesiónfrente a los amargos peligros de la vida. Permaneció completamenterendido y comprometido con el plan del Padre.

Fiel.Y si Cristo (la deidad vestida de humanidad, nuestro mayor

ejemplo de santidad y justicia) escogió humillarse lo suficientecomo para ganar Su fidelidad mediante la experiencia, sin duda, lomismo es cierto para nosotras.

Espero que seas una mujer de fe. Pero el cielo te llama tambiéna ser una persona de fidelidad. Cuando estás en el trabajo. Cuandoestás con amigos. Cuando tienes problemas financieros. Cuando teenfrentas a una decisión difícil. Cuando estás en medio de tu rutina yquisieras ser otra persona. Al resolver entregarte a Él con todafidelidad, decides permitir que todo lo que crees sobre Dios y SuPalabra guíe constantemente tus pasos, tus manos, tu mente y tucorazón, a pesar de todo lo que pueda señalar en la direcciónopuesta.

En un mundo marcado por el cambio constante y las opcionesincrédulas, la mujer decidida a vivir en fidelidad es una ironía. Unmisterio. Pero ser diferente vale la pena porque produce diligencia yfortaleza. Ser inusual vale la pena porque nos hace sentir completasy sin carencia alguna, preparadas por Dios para la gran obra quetiene para cada mujer.

Para ti.Su sierva fiel.

• En tus propias palabras, describe la diferencia entre tener fe

y ser fiel.• ¿Te describirías como una persona fiel? Si así es, ¿en quéáreas de la vida?

Quisiera decirte algo

La Biblia. La atesoramos, y sin embargo, al igual que conmuchas cosas valiosas de nuestra vida, solemos transformarla en unacarga más. A menudo, pensamos en la lectura bíblica como algo que«tenemos que hacer»… en general, algo que «todavía no hicimos».Tal vez nos estemos pintando las uñas o comenzando las tareas de lacasa. Quizás estemos navegando por nuestra página web favorita oalmorzando con nuestras compañeras de trabajo. Podríamos estarrecostadas en un sillón o silenciando el despertador para dormir unpoco más, pero…

«Tengo que leer la Biblia».(Suspiro largo.) «¿Adónde está?»Es fácil comenzar a sentirse así a menos que comprendamos

que para estar entregada a Él es fundamental la clase de relaciónque tenemos con la Biblia. Dios nos dio Su Palabra para aprender ydisfrutar. Para renovarnos. Para sacar a luz el deseo de relacionarnoscon Él, deseo que plantó en lo profundo de nuestro ser. Parahablarnos al corazón. Para mostrarnos quién es. Paraconcientizarnos de nuestros errores, sí, pero para luego llevarnos alas bendiciones restauradoras y redentoras de la obediencia.Además, como un tratamiento de radiación sobre una célulacancerosa, Su Palabra nos renueva incluso cuando parece que nadafuera de lo común está sucediendo.

Su Palabra no es una tarea más. No es algo pesado.Es vida. Es amor. Es verdad viva, sólida como el granito, pero

suave como la piel de un bebé.Y no es solo para leer. Es para absorber. Para empaparse en sus

aguas. Para vivir según ella.Para inspirarnos, reformarnos y definirnos.Por eso, está viva. No se trata solo de un libro escrito con

información histórica, sino que está animado por el Espíritu para tuedificación; para hablarte en forma íntima y personal con respecto a

los propósitos de Dios para tu vida. Si escuchas con atención al leer,sentirás que el cálido aliento de Dios te roza la mejilla, a medida queel Espíritu le infunde una aplicación actual y práctica a las antiguaspalabras. En general, oirás el llamado celestial para ti mientras estássumergida en Su Palabra. Y tu capacidad de permanecer firme en tubúsqueda de ser fiel germinará con el aliento que recibas de suspreceptos. Como la fidelidad es un fruto del Espíritu de Dios (Gál.5:22), puedes estar segura de que Su Espíritu en ti obrará enconjunto con la edificación que recibas al permanecer constante enSu Palabra, y te ayudará a avanzar hacia la meta: «al premio delsupremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3:14).

Así que, mientras vamos cerrando esta sección sobre vivirentregada a Él, donde te he alentado a ser una mujer caracterizadapor su dedicación al llamado celestial y con un estilo de vida acorde,quiero alentarte en tu compromiso personal con Su Palabra. Ya quesin él, perderás el rumbo y la fortaleza. La Biblia es la herramientade inspiración divina para guiarte y equiparte para una vida defidelidad. En un mundo inundado de ideas contrarias, la Palabra terecuerda constantemente quién eres, por qué estás aquí y a quién leperteneces en verdad.

Eres Suya. Y Su Palabra te ayuda a mantener esta seguridad.Por eso, quiero darte esta larga lista de declaraciones de

afirmación, tomadas directamente de la Palabra del Dios vivo. Noson citas directas de la Escritura, pero reformulan el tema delversículo al que hacen referencia, para que puedas declararlo enprimera persona. No es necesario que las leas todas juntas. Esperoque vuelvas a este punto una y otra vez, a través de los años, solopara leer una media docena a la vez, para permanecer arraigada enquién eres, en quién es tu dueño y en lo que este hecho glorioso,eterno y triunfal significa para ti.

Cuando proclames en forma audible estas declaracionesbíblicas sobre tu vida y las de tus seres queridos, tu mente serárenovada, tu fe fortalecida y tus acciones y actitudes transformadas.«La fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se

oye es la palabra de Cristo» (NVI).

• Amo al Señor mi Dios con todo mi corazón, con toda mialma, y con toda mi mente (Marcos 12:30).• Ando por fe y no por vista (2 Corintios 5:7).• El Señor está conmigo. No temeré a lo que me puedahacer el hombre (Salmo 118:6).• No soy competente por mis propias capacidades, sinoporque Él me hizo así por Su Espíritu (2 Corintios 3:5-6).• Permanezco en Cristo y Él en mí, y llevo mucho fruto(Juan 15:5).• Tengo la mente de Cristo; por tanto, mis acciones soncoherentes las Suyas (1 Corintios 2:16).• Él nunca me desamparará ni me dejará (Hebreos 13:5).• No menosprecio mis debilidades. Las veo comooportunidades para que Dios demuestre Su poder y Sugracia a través de mí (2 Corintios 12:10).• Ningún arma forjada contra mí puede prosperar, y todalengua que se levante contra mí en juicio será condenada(Isaías 54:17).• Seré hospitalaria sin quejarme (1 Pedro 4:9).• No usaré mi lengua para maldecir, sino que hablaré conbendiciones vivificantes a todos los que encuentre y encualquier situación que me acontezca (Santiago 3:8-10).• El Espíritu habita en mí; entonces, soy templo del Diosvivo (2 Corintios 6:16).• Sobre poco soy fiel, y sobre mucho seré puesta (Mateo25:23).• Me someto humildemente a Dios y resisto con energía lasobras del diablo, sabiendo que tiene que huir de mí(Santiago 4:7).• No le daré al enemigo ninguna oportunidad ni punto deapoyo sobre mi vida (Efesios 4:27).• Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo (1Juan 4:4).

• Decido obedecer al Señor y recibir la prósperaabundancia y la bendición que me otorgará (Deuteronomio30:8-9).• Mi corazón guarda los mandamientos de Dios. Estoañadirá años y paz a mi vida (Proverbios 3:1-2).• Ando por el Espíritu y no satisfago los deseos de la carne(Gálatas 5:16).• Puedo exhibir el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz,paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, ytemplanza (Gálatas 5:22-23).• El Señor guarda mi salida y mi entrada, desde ahora ypara siempre (Salmo 121:8).• Me regocijo en el Señor en las buenas y en las malas(Filipenses 4:4).• Cuando me acueste, no tendré temor, sino que mi sueñoserá grato (Proverbios 3:24).• Alcanzo el favor del Señor (Proverbios 12:2).• El Señor está en medio de mí, y se regocija sobre mí concánticos (Sofonías 3:17).• Soy la niña del ojo de mi Padre (Deuteronomio 32:10).• El bien y la misericordia me seguirán no solo hoy, sinotambién todos los días de mi vida (Salmo 23:6).• Fui creada a imagen y semejanza del mismo Dios. Esta esmi herencia (Génesis 1:27).• No he recibido el espíritu de este mundo, sino el queproviene de Dios, para conocer la mente y la voluntad delSeñor para mí (1 Corintios 2:12).• No me avergüenzo del evangelio de Cristo (Romanos1:16).• El Señor ha ordenado mis pasos (Salmo 37:23).• Solo le permito a mi mente pensar en lo verdadero,honesto, puro, amable, de buen nombre y digno dealabanza (Filipenses 4:8).• Deseo la leche no adulterada de la Palabra, para madurar

espiritualmente (1 Pedro 2:2).• Busco la paz y la sigo (Salmo 34:14).• Soy una parte necesaria y útil del cuerpo de Cristo, yusaré mis dones espirituales para edificar a los demás (1Corintios 12:7).• La fe, la esperanza y el amor permanecen en mí, pero,especialmente, el amor (1 Corintios 13:13).• Soy la justicia de Dios en Jesucristo (2 Corintios 5:21).• Me ha sido dada la victoria en Jesucristo (1 Corintios15:57).• Soy mansa y heredaré la tierra (Mateo 5:5).• Seré misericordiosa con los demás y, a su vez, recibirémisericordia (Mateo 5:7).• Tengo un corazón limpio ante Dios, y espero ver Supresencia en mi vida (Mateo 5:8).• Me disciplino para la piedad, ya que tiene promesa parala vida presente y para la futura (1 Timoteo 4:8).• Mi ambición es ser agradable a Dios y solo a Él (2Corintios 5:9).• No juzgo a los demás creyentes para no traer juicio sobremí (Romanos 2:1).• Mi prioridad es buscar primero el reino de Dios y sujusticia, y confío en que todas las demás cosas que necesitome serán añadidas (Mateo 6:33).• Soy una verdadera adoradora. Adoro en espíritu y enverdad (Juan 4:23).• No solo de pan vivo, sino de toda palabra que sale de laboca de Dios (Deuteronomio 8:3).• Ríos de agua viva brotan de mi ser (Juan 7:38).• Fui escogida por Dios para llevar fruto que permanezca(Juan 15:16).• Soy una nueva criatura. Mi vieja naturaleza pecaminosapasó y todo fue hecho nuevo (2 Corintios 5:17).• No importa mi pasado, mis pecados fueron perdonados

por las riquezas de Su gracia sobre mí (Efesios 1:7).• He recibido toda bendición espiritual en los lugarescelestiales (Efesios 1:3).• Por Su llaga, fui sanada (Isaías 53:5).• En Cristo, estoy plena y completa, y nada me falta(Colosenses 2:10).• Creo que recibo todo lo que pido en oración según lavoluntad del Padre (Marcos 11:24).• Soy parte de una generación escogida, un sacerdocio real,una nación santa. Soy parte del pueblo de Dios (1 Pedro2:9).• No temeré porque sé que el espíritu de temor no viene departe de Dios. Él me ha dado un espíritu de poder, de amory una mente sana (2 Timoteo 1:7).• No soy una extraña para Dios. Soy ciudadana del reino deDios y miembro de Su familia (Efesios 2:19).• Fui sellada por el Espíritu Santo que mora en mí. Es lapromesa del Padre para mi futura herencia (Efesios 1:12-14).• Soy una obra de arte creada en Jesucristo para caminar enlas buenas obras que ya preparó para mí (Efesios 2:10).• La libertad me hizo libre. Cada día, camino en este regalode libertad (Gálatas 5:1).• Estoy muerta al poder del pecado (Romanos 6:11).• Fui resucitada con Cristo y estoy sentada con Él enlugares celestiales (Efesios 2:6).• Soy la sal de la tierra y la luz de este mundo (Mateo 5:13-14).• No temeré porque el Señor es mi luz, mi salvación y lafortaleza de mi vida (Salmo 27:1).• El gozo del Señor es mi fortaleza (Nehemías 8:10).• Confío completamente en el Señor, y por eso, seré comoun árbol fructífero que siempre halla alimento a pesar delclima seco y árido (Jeremías 17:7-8).

• El Señor no retendrá Su bendición si camino enintegridad delante de Él (Salmo 84:11).• Jesucristo es mi Salvador y Señor, y haré las obras que Élhizo (Juan 14:12).• En Cristo, fui hecha hija de Dios, y recibo las bendicionesque Él tiene para mí (Juan 1:12; Efesios 1:3).• En Cristo, Dios me escogió y me hizo fuerte. Me selló ypuso Su Espíritu en mi corazón como garantía de todo loque me prometió (2 Corintios 1:21-22).• Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses4:13).

• Hoy Dios te invita a una vida caracterizada por la fidelidad.Mediante Su Espíritu y con la guía y el aliento de Su Palabra,es un objetivo alcanzable para ti. No importa lo que haya en tupasado, esta resolución puede marcar un nuevo comienzo.Léela en oración y fírmala cuando estés lista.

ENTREGADA A ÉL

Prometo vivir como una mujer responsable ante Dios ycomprometida fielmente con Su Palabra.

___________________

PARTE II:

LO QUE TENGO

LO MEJOR DE MÍ

La resolución de dedicarme por completo a las

prioridades de Dios para mi vida

Cajas

Golpeo suavemente la puerta de su hotel; una mujer que hacemucho admiraba a la distancia. Me entusiasmaba la oportunidad depasar tiempo con ella, luego de descubrir que las dos teníamos quehablar en la misma conferencia. Hacía más de 30 años que ellaparticipaba activamente en el ministerio y yo, una esposa joven ymamá reciente, en las etapas incipientes del ministerio, me sentía untanto tensionada en esta etapa de la vida. Los horarios dealimentación y los cambios de pañal, las noches en vela y laobligación de madrugar, además de las responsabilidades de unministerio creciente… estaba cansada. Abrumada. Había perdido elánimo y el equilibrio.

Necesitaba una dosis de su sabiduría y perspectiva.Ya me había acostumbrado a robar breves momentos como

este: buscaba personas que vivieran como se supone que hay quevivir y aprovechaba la oportunidad de echar mano de una o dosmigajas de sabiduría de la conversación con ellas. Sentada con laspiernas cruzadas en el piso de la habitación del hotel, sin esperarnada en particular, pero todo a la vez, sabía que si simplementeescuchaba, recogería algunas espigas de verdad eterna parallevarme.

Con su delicado acento británico, me llevó por un viaje a travésde sus comienzos y me reveló algunas de las lecciones que habíaaprendido, así como otras que hubiese querido aprender muchoantes. Cada vez que le hacía otra pregunta, me inclinaba, con labarbilla entre las manos y los codos sobre las rodillas, para escucharsus respuestas reflexivas. Ninguna dejó de producir una fuerteimpresión en mí.

En especial las cajas.No, no las sacó de debajo de su cama ni de un escondite secreto

en el armario. Simplemente, las pintó en mi imaginación y las fuesacando una detrás de otra ante mí. Cajas de vidrio trasparente, cada

una con una tapa que abría y cerraba con una bisagra sujeta a uncostado. Todas tenían exactamente el mismo tamaño y estabanllenas hasta el mismo nivel con una sustancia cristalina, azulada yparecida al agua.

«Estas cajas, Priscilla, simbolizan las actividades de la vida, losdiferentes proyectos en que debemos invertir nuestro tiempo, talentoy energía. Nuestra tendencia es intentar mantenerlas así: llenas conla misma cantidad de nosotras mismas y de nuestro esfuerzo.Creemos que de eso se trata el equilibrio.

»Pero, en realidad, esto representa a la mujer que trabajademasiado y que se siente frustrada y exhausta. Una vidadesequilibrada.

»El equilibrio se logra, querida, al considerar en oración lasprioridades de Dios para nosotras en esta etapa de la vida y volver adisponer las cajas en consecuencia… colocar algunas en el fondo ytraer otras al frente. En estas cajas principales, colocamos lo mejorde nosotras y de nuestro esfuerzo, mientras que quizás vaciamos porcompleto algunas otras (al menos, por ahora), no porque tenganmenos importancia, sino porque en este momento, no es allí dondedebemos asignar lo mejor de nuestra capacidad y atención.

»El equilibrio no se logra cuando las cajas están llenas almismo nivel, sino cuando tenemos la libertad de llenar solo las queson importantes ahora, sin sentir culpa por las que dejamos para otromomento y lugar. Esto es equilibrio, hermanita. Recuérdalo».

Y lo he recordado.Las lecciones que aprendí de las cajas me salvaron la vida.

• Si tiendes a hacer demasiado, ¿en qué estado sueles quedar alfinal del día o al comienzo de una nueva semana?• Rotula cada caja con las diferentes responsabilidades de tuvida. (Añade más si es necesario.) Colorea cada una según elnivel de tiempo y esfuerzo que le dedicas. Compáralas y, en

oración, considera si tus prioridades reflejan las intenciones deDios para esta etapa de tu vida.

El momento oportuno es lo más importante

Creo que todas sabemos qué significa dar lo mejor (porqueprobablemente es lo que has estado haciendo): trabajar con el mayorempeño posible, seguir adelante aun cuando sientes deseos deabandonar y holgazanear, y hacer los sacrificios necesarios paramantenernos a la cabeza y concentradas en la tarea. Probablemente,te agote pensar en una resolución relacionada con dar más de lo queya das. Y sin duda, ya hablaremos de eso (de dar lo mejor en lugarde las sobras), pero creo que te sorprenderás al ver que, al final deesta sección, no sentirás que tienes la responsabilidad de hacer más,sino que podrás hacer menos.

Así que, no te quedes atascada en esta parte de «dar lo mejor demí», para que puedas llegar a la siguiente; la parte que cambia lasreglas del juego de esta resolución: entender con claridad cuáles sontus «roles principales». No podemos beneficiarnos de una parte sincomprender con la misma claridad la otra. Por ejemplo, si das lomejor de ti, pero gastas mucho en cuestiones incorrectas, no solomalgastas una gran cantidad de energía y de recursos, sino quetambién pierdes el tiempo y las oportunidades que quizás nuncavuelvan. Es fundamental lograr claridad en los dos aspectos de estaecuación.

Dar lo mejor en lo que Dios quiere que estés haciendo… a esohay que apuntar.

Esta cuestión del equilibrio fue central en la última parte delAntiguo Testamento, cuando el remanente de los hebreos regresó asu tierra natal desde el exilio. El Señor les habló mediante el profetaHageo y cuestionó sus prioridades. El orden en que decidieronreconstruir la nación y sus vidas estaba trastornado. Mientras eltemplo estaba deteriorado y en ruinas, el pueblo gastaba gran partede su tiempo y recursos para reconstruir sus propias residenciaslujosas.

«Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que lacasa de Jehová sea reedificada. Entonces vino palabra de Jehovápor medio del profeta Hageo, diciendo: ¿Es para vosotros tiempo,

para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casaestá desierta?»(Hageo 1:2-4).

Toma un momento e imagina lo que debe de haber sido paraeste pueblo volver a una zona geográfica que había sido saqueadadécadas atrás por ejércitos hostiles. Enfrentaban una tareaabrumadora: limpiar y quitar los escombros, restaurar al menos unaforma primitiva de infraestructura, cultivar la tierra arable. Todo a lavez. La tierra necesitaba todo.

Además de estas demandas físicas, probablementeexperimentaban una gran descarga de emociones reprimidas, luegode años de cautiverio en tierras lejanas. A esta oportunidad decomenzar de cero, a pesar de los muchos desafíos de recuperar unatierra abandonada, tal vez se le sumó un entusiasmo embriagante, alintentar restablecer su pequeño rincón en el mundo.

Así que, creo que podemos admitirlo: su deseo de dedicartiempo y atención a la reconstrucción de sus hogares eracomprensible. Incluso honorable. Para ellos, tenía tanto sentidocomo cuando razonas que quieres invertir tu tiempo de determinadamanera o concentrarte en cierta tarea. Como en su caso, el proyectoque tienes entre manos no necesariamente es malo o inadecuado ensí. Hasta puede ser sumamente noble. Entonces, ¿por qué Diosexpresó esa inquietud?

Resulta que no le preocupaba tanto aquello que estabanhaciendo, sino cuándo decidían hacerlo. Veamos si puedes detectarel modelo:

• «Este pueblo dice: No ha llegado el tiempo…»• «… el tiempo de que la casa del SEÑOR sea reedificada».• «¿Es acaso tiempo para que vosotros habitéis en vuestrascasas artesonadas mientras esta casa está desolada?» (vv. 3-4,

LBLA)

La reconstrucción del templo destruido (y por ende, de laadoración a Dios en un lugar de prominencia en sus vidas)evidentemente era una prioridad mayor para Él en ese momentoparticular que la construcción de sus residencias artesonadas. Noquería decir que sus hogares no importaran. Tampoco que deberíansentirse avergonzados por pensar en su propio refugio y viviendas.Sin embargo, todavía no era momento de concentrar sus esfuerzosen las casas, al menos por ahora. Tenían que concentrarse en la casade Dios, recortar sus listas y dedicarse principalmente a lo que elSeñor les pedía para ese instante. Entonces sí, significaba que algoque les producía placer debería quedar en espera por ahora, pero nopara siempre. Tenían que enfocarse en la tarea del momento y dejarde lado las demás por cierto período, con la seguridad de que másadelante llegaría el tiempo para cambiar las prioridades.

A veces, esto puede ser difícil. Una amiga se dio cuenta de queestaba invirtiendo una cantidad inadecuada de tiempo para ayudar alresto de sus parientes (una tarea admirable), lo cual le quitabatiempo que tenía que dedicarle a su propia familia. Sin duda, losama muchísimo, pero luego de resolver sus problemas, llevar suscargas, escuchar sus preocupaciones y ocuparse de sus inquietudes,se dio cuenta de que estaba emocional y físicamente agotada. ElEspíritu de Dios comenzó a desafiarla a considerar que ese no era elmomento (y que ella no era la salvadora) para manejar losproblemas de sus parientes. Si quería participar por completo de losobjetivos de Dios para ella en esa etapa, debía realizar unarestructuración difícil, pero esencial, de sus prioridades. Un desafíonecesario.

A medida que puedas determinar cuáles deberían ser tusprioridades actuales y obedezcas al dejar de lado lo demás porahora, no te preocupes de que no vuelvas a tener oportunidad dededicarte a esas cosas. Los próximos años, o quizás meses,reajustarán lo más urgente e importante. Entonces, algunas de esas

actividades que tuviste que dejar de lado por un tiempo quizásvuelvan a pasar al frente.

Hasta entonces, resiste el impulso de abarcar demasiado.Concéntrate en lo que es importante hoy.Como mamá con hijos pequeños, mis prioridades de alineación

serán distintas a las de una abuela jubilada. Y así debería ser. Lasinquietudes de una estudiante universitaria para esa etapa de su vidaserán diferentes de los de una graduada que está comenzando sucarrera. Y así debería ser. El momento que estés viviendo te indicarálas responsabilidades inherentes para ti en ese instante y lugar.

Así que dedícate a ellas.Concéntrate en ellas.Date permiso para decir «no» a ciertas cosas que no te

corresponden en este momento. Y oblígate a posponer otras que nosean tu misión principal para esta etapa. Al hacerlo, descubrirás quecada vez que digas «sí» sentirás mayor libertad y satisfacción.

• úntale a una amiga sincera que te conozca bien cómo piensaque estás manejando tus prioridades presentes.• Al pensar en todo lo que quisieras hacer, pero para lo cualnunca tienes tiempo, recuerda lo que afirma la Biblia: «Todotiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que sehace bajo el cielo» (Eclesiastés 3:1, NVI). ¿Cómo puedeliberarte este acto intencional de confianza y perspectiva paraque te dediques con mayor alegría al día de hoy?

Cualquier cosa, todo y lo que sea

Así que, sea que coman o beban o cualquier otra cosa que hagan,háganlo todo para la gloria de Dios.

(1 Corintios 10:31, NTV)

«Cualquier otra cosa que hagan…»Una de las mayores bendiciones que vienen al tomar las

decisiones difíciles de esta sección (decisiones para dejar algunascuestiones en segundo plano durante esta etapa de la vida, parapoder concentrarnos en lo más importante) es que se libera tucapacidad para comenzar a hacer las cosas bien, para exaltar yhonrar a Dios. Quizás, como muchas mujeres, sientas queconstantemente fracasas. Terminas la mayoría de los días con unasensación de insuficiencia, de no tener lo necesario y de no poderorganizarte como supuestamente hacen todos los demás.

Es la carga de la mujer perfeccionista. A menudo, se sienteparalizada porque sus estándares son inalcanzables. Tiene muchopara hacer y se pone objetivos demasiado altos, entonces, sedesalienta incluso antes de comenzar. No puede hacer nada bienporque hacer todo la deja agotada. Mira todas las tareas incompletaso a medio hacer a su alrededor y se derrumba bajo la desesperación.La perfección es una manera segura de vivir con vergüenza y culpatoda la vida, sin estar nunca satisfecha contigo misma ni con lo quete rodea.

Así que, para ser clara, esta resolución de ofrecer lo mejor de tino es un llamado al perfeccionismo. Pasajes como Mateo 5:48,donde Jesús nos instruye a ser «perfectos […] como vuestro Padreque está en los cielos es perfecto», no quieren decir que el Señorespera que vivas sin fallas ni errores. Es una invitación a una vida deplenitud e integridad. Es lo que significa la palabra bíblica perfecto.No es un estándar de precisión y exactitud absolutas, sino unainvitación a dedicar todo tu ser —tu tiempo y tus talentos— a

completar las tareas que Él te ha designado.Esta resolución te alienta en la dirección opuesta al

perfeccionismo. Te insta a aminorar la marcha, a participar solo delas actividades que manifiesten la gloria de Dios para esta etapa dela vida y a dedicarte con mayor intensidad a ellas. Lo más probablees que no tengas una mala ética de trabajo ni fallas de carácter.Simplemente, te dejas llevar en demasiadas direcciones. Como medijo una vez una amiga sabia: «Priscilla, no puedes hacer mil cosaspara la gloria de Dios, pero sí puedes hacer una o dos». Y aunque lodijo en broma mientras observaba mi agenda atestada y misprioridades diseminadas, lo que dijo es verdad. Cuando decideshacer todo, no puedes hacer nada bien. Sin embargo, cuando tuobjetivo es honrar a Dios, se recorta tu propósito y se ajusta tuatención.

Y para que conste, ¡es posible hacer las cosas bien!La Biblia lo promete.Por eso, Pablo nos exhorta a aceptar su incentivo de «cualquier

cosa que hagan» como una realidad viva; y no solo una vez, sinotambién en Colosenses 3:17: «Y todo lo que hacéis, sea de palabra ode hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando graciasa Dios Padre por medio de él».

Lo dijo porque es cierto. Si nos tomamos el tiempo paraconcentrarnos en las cualidades únicas que Dios nos ha dado para«cualquier cosa que [ustedes] hagan» (como te alenté a hacer con laresolución de fiel a mí misma) y nos comprometemos a aplicarlas detodo corazón a las tareas que el Señor nos asigna, Él no solo nosayudará a llevarlas a cabo, sino también a hacerlas de una maneraque lo glorifique. Intentar hacer algo que le corresponde a otrapersona no honrará a Dios, sin importar nuestra dedicación. En elmejor de los casos, seremos impostoras, desinfladas en lo emocionaly exhaustas en lo físico, por intentar llevar la vida de otra persona.Pero si consagramos y dedicamos nuestros dones a Él en esta etapade la vida, veremos que el Señor nos llena de poder para utilizarlosde manera que lo honre y lo glorifique. Puedes estar segura de que

cualquier cosa que tengas para ofrecer demostrará lo mejor de ti si teconcentras en honrar a Dios en lugar de impresionar o imitar a otros.

Lo que tú puedes hacer (¡sí, tú!) es suficientemente bueno.¿Me escuchaste?Bueno.Quizás esto sea una novedad para ti, en especial, si

naturalmente deseas poder desempañarte como ella, como ellas. Talvez entonces, «Dios pueda obtener algo de gloria de miinsignificante vida». Sin embargo, las instrucciones de Pablo y estaresolución no fueron hechas para inspirarte a ser como otra persona,para comenzar a hacer más de lo que ellas hacen y como ellas lohacen. Es un llamado a «cualquier […] cosa que hagan». La manerasingular en que tú crías a tus hijos, amas a tu esposo, haces tutrabajo, supervisas esa comisión, participas en esa organización einviertes tu tiempo es sumamente valiosa. Es lo que tú haces y comotú lo haces. Y es lo que Dios prometió reforzar con Su poder, paraque tus acciones lo glorifiquen.

Mi mamá tuvo que comprender esto como joven esposa de unpastor. Había entendido (gracias a algunas sugerencias no tansutiles) que debía tener determinado perfil por su posición tannotoria. Tenía que tocar el piano, dirigir el coro, estar al frente delministerio para mujeres y, además, vestirse como Jackie Onassis.Esto creían los demás. Sin embargo, Dios no la había preparado nillamado a hacer muchas de esas cosas. Era imposible cumplir conlas expectativas de todos satisfactoriamente. Así que, en lugar deintentar hacer lo mismo que otras esposas de pastores o lo queesperaban todos en la congregación, decidió considerardetenidamente sus dones y cómo podía usarlos con todo su ser parael Señor.

Mamá descubrió su punto de «cualquier […] cosa que hagan»,donde realmente se puede experimentar el gozo de hacer «todo parala gloria de Dios».

Así que, toma un segundo y considera lo que Dios te hacapacitado para hacer y lo que te pide que hagas (y lo que no te

pide) en esta etapa particular de la vida. En lugar de concentrarte enlo que no puedes hacer, ¿por qué no consideras cómo aprovechar loque sí puedes, de manera que te beneficies de la presencia y el poderde Dios? Entonces, no importará qué día sea, ni cuántos años tengasni la exigencia del momento, sino que podrás ser tú misma, con laplena convicción de que cualquier cosa que hagas cumple lospropósitos de Dios y lo honra.

En cualquier cosa y en todo.Algo más: el mensaje del versículo de Pablo, «sea que coman o

beban o cualquier otra cosa que hagan», sugiere que no deberíamosesperar hasta que algo se torne importante para que nuestro objetivoprincipal sea honrar a Dios. Es decir, comer y beber no parecen sercuestiones demasiado importantes. No podría tratarse de algo máscomún, prosaico y cotidiano. Sin embargo, a ojos de Dios nada esdemasiado nimio como para no considerarlo digno de nuestradevoción incondicional. Todo lo que Él ha designado para nosotros(hasta lo más insignificante) es una oportunidad nueva y disponiblepara que Su gloria se vea a través de nosotras, a través de ti. Portanto, la tarea que tienes por delante ahora dispone del potencial dehonrar al Señor. Por eso te la ha dado. Sí, el trabajo administrativo ylos detalles informáticos de tu trabajo. Sí, tu participación en laconferencia de la comisión directiva de mujeres. Sí, cambiar otropañal sucio. Sí, el pequeño acto de bondad hacia tu cónyuge.

No dejes lo mejor de ti para después.No esperes a terminar tus estudios, ni reserves tu mejor

esfuerzo para cuando obtengas un trabajo de verdad que te lleve aalguna parte. No esperes hasta casarte para sentir que lo que hacescontribuye a construir un hogar y una vida. No esperes a comenzaruna familia, con la convicción de que te sentirás más inspirada a darlo mejor de ti si tienes hijos a quiénes dedicarte. No esperes hastaque tus hijos abandonen el nido, aguardando el momento oportunopara dedicarte al próximo desafío.

Explora lo que el Espíritu de Dios te lleva a hacer y cree que siÉl te llamó a eso, te dará el poder para hacerlo de manera que lo

honre. Entonces, coopera con el Señor. Aporta lo mejor de ti a esatarea. Aquí mismo. Ahora mismo.

Aprendí esta lección de mi amiga Tina, que nunca hacía nada amedias. Cuando realizaba algo, todos se daban cuenta. Si decidíaayudarte, podías estar segura de que lo haría con todos sus recursos.Daba todo lo que tenía. Participaba de corazón. No creía en hacer lascosas con indiferencia… en cualquier área de la vida.

Tina era una mujer soltera que vivía en un apartamento. Yaunque anhelaba su propio hogar, valoraba su pequeño espacio y lollenaba de su estilo y personalidad vibrantes. Aunque alquilaba,insistía en añadir toques especiales que transformaban su viviendatemporal en un hogar. Repintó las paredes, cambió los accesorios deiluminación e instaló algunos artefactos nuevos. Le infundió alma aese lugarcito.

Recuerdo que una vez le pregunté por qué invertía tanto en unsitio donde la mayoría no gastaría un centavo. Me dijo que no queríatratar nada en su vida como si no valiera la pena celebrarlo, como sifuera demasiado ordinario como para merecer atención y valoraciónextraordinarias. No quería esperar hasta casarse o comprar una casapara comenzar a ser una buena mayordoma de su hogar. No queríaposponer la creación de una vida para ella y para los que amaba. Noquería ser injusta con la gloria de Dios y limitarla a cuestiones queparecieran tener un alcance mayor. Así que, hizo su nido. Seestableció allí mismo, en el departamento 21 A. Puso lo mejor de síen ese momento y espacio, mucho menos que ideales, pero mejoresque nada.

Sus palabras y su actitud me conmovieron de verdad el día quemarché junto a su ataúd junto a los demás dolientes, impactadafrente a su cuerpo frágil y sin vida, rodeado de almohadones desatén blanco, arrebatado tan pronto y de repente de nuestro cálidoabrazo y de nuestra amistad. Había partido con el Señor muchoantes de lo que cualquiera podía esperar. Nos sentíamos destrozados.La extrañábamos muchísimo. Pero ¿y si hubiera sido la clase demujer que esperaba para comenzar a vivir hasta que su vida tomara

forma y se estableciera más? ¿Y si se hubiera contenido y reservadolo mejor de sí para más adelante?

Por favor, no esperes otro momento, otras circunstancias, otrologro ni otro aumento de sueldo para comenzar a aprovechar todo tupotencial… aunque quizás no te agrade demasiado tu vida en estemomento.

Tal vez, esperabas estar al frente de una empresa millonaria enlugar de ser un ama de casa. Y sin embargo, me pregunto si esasmismas habilidades que perfeccionaste y disfrutaste en otrasituación no serán exactamente «lo mejor» de ti que Dios quiere queaportes a la tarea de ser la directora ejecutiva de las operacionescotidianas en tu hogar.

Da lo mejor de ti.Quizás tengas una gran pasión por el ministerio y te gustaría

tener la libertad financiera para dedicarte a tiempo completo, enlugar de tener que cargar con un trabajo por turnos que ayuda apagar las cuentas, pero que te mantiene atada a un horario fijo dealmuerzos de media hora. No esperes a estar en el campo misioneropara avivar el fuego. Me pregunto si ese celo no será exactamente«lo mejor» de ti que Dios quiere para tus compañeros de trabajo ypara tus clientes.

Da lo mejor de ti.Tal vez el divorcio te ha dejado sola y despojada de toda

seguridad… te sientes como la cáscara de la mujer que solías llevara la iglesia, a las funciones escolares y a las reuniones familiares.Pero ¿qué sucedería si supieras que la gloria de Dios sigue grabadaen ti (en cada parte de ti) y que al dar todo lo que tienes en lo queaún queda, podrías volver a experimentar el placer de honrar alSeñor con todo lo que haces?

Da lo mejor de ti: todos tus dones, tus capacidades, tus talentosy tus habilidades para la tarea que tienes por delante… en estemomento, para Su gloria.

Sin complejo de mártir.Aun si nadie se da cuenta.

Aunque se den cuenta, pero no valoren tus esfuerzos.Hazlo de todas maneras. Para Su gloria.Bueno, este capítulo está llegando a su fin, hermana. Y cuando

lo termines, los próximos diez minutos (y de allí en adelante)necesitan tu mayor esfuerzo. No te quedes sentada esperando queotra persona resuelva actuar antes de que comiences a hacer tu tarea.Concéntrate en demostrar la gloria de Dios en Su llamado para hoy,y luego, observa cómo te inspira y te concede poder para dar lomejor de ti a cada paso.

En cualquier cosa, en todo y en lo que sea que hagas.

• Cuando tu objetivo es honrar a Dios, se recorta tu propósito yse ajusta tu atención. Considera detenidamente esta frase a laluz de tus circunstancias personales. Luego, registra tuspensamientos:• Al concentrarte en honrar a Dios…a. ¿cómo se alivia la carga de la perfeccionista?b. ¿cómo te inspira esto a esforzarte al máximo?• ¿En qué tareas has sentido que tu mejor esfuerzo no erasuficiente?• Al enfrentarte a una actividad como esta (una que te resulteparticularmente difícil), ¿cómo te alienta saber que Diosrespaldará tus esfuerzos para darle gloria?

Solo funciona cuando respiro

Mi familia y yo nos hemos vuelto viajeros profesionales.Aprendimos a empacar poco y a transitar un aeropuerto en un abrir ycerrar de ojos. Abordar un avión, incluso con los niños, ya no es tandifícil como antes. Es una rutina que conocemos al dedillo. Es más,mis hijos se han familiarizado tanto con los aviones y losaeropuertos, que han comenzado a imitar a las azafatas y susdiscursos previos al vuelo. Ya sabes…

• «Por favor, mantengan sus cinturones abrochados mientrasesté encendida la señal luminosa».• «Sujeten las bandejas y coloquen los asientos en posiciónvertical».• «Si está sentado junto a una salida de emergencia, pero nodesea realizar los procedimientos descritos en caso deemergencia, por favor, pídale a un auxiliar de vuelo que loreubique».

Sin embargo, lo que más les resulta divertido es cuando laazafata se levanta para hacer su demostración, saca una bolsaplástica transparente sujeta a un cono amarillo con dos cordeles quecuelgan a los costados y dice: «En caso de emergencia, las máscarasde oxígeno caerán automáticamente y aparecerán frente a usted. Siviaja con un niño (o con cualquiera que se comporte como tal, comoañadió un auxiliar de vuelo), asegure su máscara primero y luegoayude a la otra persona».

Esto les molesta a mis hijos. «¿Por qué el adulto tiene quecolocarse la máscara primero?», se preguntan. Les parece naturalque los niños tengan prioridad. (Típico…)

Trato de explicarles que no pueden recibir la ayuda adecuadahasta que la persona que los asiste esté en condiciones de hacerlo. Sime desmayara por falta de oxígeno, por ejemplo, no podríaproporcionarles el cuidado que necesitan y merecen.

¿Qué me dices de ti? ¿Te sofocas por falta de oxígeno mientrasintentas asegurarte de que a nadie le falte el cuidado necesario? Es lapregunta que quiero que consideres antes de firmar la próximaresolución.

En los últimos tres capítulos, te alenté a darles lo mejor de ti alos demás; pero hacerlo será imposible si no tienes nada para dar.Un cuerpo fatigado y poco saludable no tendrá la energía para llegaral final del día. Las capacidades y las facultades mentales apagadasy descuidadas no te servirán para estar lo suficientemente lúcidapara ayudar a tu familia y a tus seres queridos. Estar fuera desintonía con el Señor y Su Palabra hará que te sientas por el suelo, yque te falte la dirección y el fruto del Espíritu que te permiten seguirdando cuando sientes que ya no tienes nada más que ofrecer.

Por lo tanto, hacer tiempo para lo que llamo «un buen cuidadopersonal» no es un lujo; es una necesidad para cualquier mujer quequiere tomar esta resolución. Nunca podrás dar lo mejor de ti si note cuidas en primer lugar.

Soy bien consciente de la dificultad que estoy presentando.Tener tiempo para hacer algo personal puede parecer imposible;quizás incluso egoísta, dadas las limitaciones de tiempo si eresmadre soltera de dos hijos pequeños, mamá de un niño connecesidades especiales, hija adulta con padres ancianos, una mujercuyo esposo tiene que viajar por trabajo varios días a la semana ouna profesional soltera cargada de obligaciones. La lista podríaseguir, ¿no? Y sin importar cuál frase te describa mejor,probablemente mitigue la disponibilidad de tu tiempo personal.

Al comienzo de esta sección, cuando te pedí que reacomodarastus cajas, estoy casi segura de que muchas de las que asignaste alfondo tenían que ver con la satisfacción personal. En general, allívan nuestros intereses cuando comenzamos a tomar en serio la vida.Muchas mujeres suponen y se les enseña que son sacrificiosnecesarios cuando hay que aprovechar al máximo cada minuto deldía y estirar el tiempo. Así que, nos sentimos terriblementeculpables si acaso consideramos tomar un momento para relajarnos

y renovarnos.Pero espera un momento. ¿Por qué no considerar el cuidado

personal como uno de los mejores usos de tu tiempo si esto marca lapauta para el resto de tu vida?

Ahora bien, sé que no todos pueden ir a un spa para realizarsetratamientos de medio día una vez a la semana, o salir de compras ya comer con sus amigas todas las tardes. Por cierto, yo no puedo. Eltiempo y el dinero mantienen estos lujos fuera del alcance de lamayoría. Tampoco estoy excusando el egoísmo.

Lo que sí digo, sin embargo, es lo siguiente: Si no tienesoxígeno, comenzarás a sofocarte. Es la verdad, mi amiga «todo lopuedo, no se preocupen por mí, estaré bien, gracias».

Entonces…¿Qué placer sencillo podrías permitirte que te rejuveneciera?

Muchas de nosotras ya hemos olvidado incluso las recreaciones mássimples.

Para mí, pasar unos momentos sola haciendo las compras oescaparme a ver una película con una amiga cuando los niños estándurmiendo constituye un buen cuidado personal. Despertarme unpoco más temprano que mis tres hijos para trotar y orar durante 30minutos en la quietud de la mañana siempre me refresca. Y a veces,cuando las horas de la tarde producen un arrullo que me atrae a laalmohada, una siesta de media hora cuando mi pequeño de dos añosse durmió suele ser ideal.

También me han recomendado, a medida que pasaron los años,que considere las necesidades cambiantes de mi cuerpo. Lo quenecesitaba para permanecer recargada, energética y saludable hacediez años es distinto a mis necesidades de hoy. Esto significóreconsiderar lo que como, las vitaminas que tomo y la constanciacon que veo a los profesionales de la salud en el año. Además,intento no dejar que las pasiones que Dios me ha dado quedenarrolladas bajo las ocupaciones de la vida. Cuando puedo, me dedicoa las pequeñas cosas que me ayudan a seguir creciendo,desarrollándome y a mantenerme en sintonía con esas áreas.

¿Qué te daría a ti una corriente fresca de oxígeno? No tiene porqué ser algo costoso ni requerir mucho tiempo. Una caminata luegode la cena. Una taza de té a la mesa de la cocina de una amiga.Retomar esa novela que ha estado abandonada en tu mesa de luz.Llegar a la oficina diez minutos antes para estar a solas con Diosantes de que comience el día de trabajo. A menudo, un intervalobreve de tranquilidad puede darte el estímulo que necesitas paravolver a pararte y a participar de lleno en la tarea que tienes pordelante. O si te energiza estar con otra gente, planear una salidabreve con un grupo de amigas puede ser lo ideal.

Controla el tiempo si es necesario. ¡Pero hazlo!No hay vuelta que darle. Para permanecer lúcida (si quieres

mantener altos los niveles de oxígeno) necesitas una pausa de vez encuando. No es una pausa de tu vida; es una pausa para tu vida.

Si vives con alguien (tu esposo o una amiga), pídele que teayude a establecer esto como una parte habitual de tu vida. Si estaclase de ayuda en la casa no es una opción para ti, me pregunto sihabrá personas en nuestras propias iglesias que puedan ayudarnoscon esto. Por ejemplo, hay otras mamás con las mismas limitacionesde tiempo que tú. ¿Y si acordaran cuidar a los hijos de la otradurante intervalos de dos horas de vez en cuando, para que una deustedes tenga unos momentos para hacer diligencias sola?

O tal vez haya una mujer soltera a quien le gustaría saber cómoes ser esposa y madre. A cambio de tus consejos, quizás podríaadquirir algo de experiencia práctica durante una hora aquí y allá, ydarte tiempo para hacer algo que te renueve o te dé la satisfacción dehaber logrado algo.

O quizás, si vives cerca de una amiga, las dos podrían organizaruna cooperativa de cocina. Ya que preparas la comida de la noche,¿por qué no hacer suficiente para las dos familias, para que la otramamá pueda aprovechar el tiempo en que normalmente haría lacena? Tomen turnos para que las dos puedan beneficiarse de esteintercambio. Con creatividad, consideren cómo podrían organizarpequeños espacios de tiempo para conseguir algunos momentos

personales.Mujer soltera: quiero advertirte que no supongas, solo por ser

soltera, que estás absuelta en este tema. Algunas de las mujeres másocupadas y abrumadas que conozco son solteras. Sin lasrestricciones personales que la mujer casada puede tenerincorporadas, quizás no te des cuenta y te extralimites. Te acuestastarde y te despiertas aun más temprano al día siguiente. Estás másocupada que cualquiera y participas de muchas actividades, pero amenudo no puedes dar lo mejor de ti porque estás demasiadocansada y pierdes de vista tus llamados principales. Lo más críticoes que estableces un precedente que te seguirá en el matrimonio.Ocuparte de un buen cuidado personal ahora te ayudará a desarrollarun hábito que te beneficie toda la vida.

A menudo, he escuchado que el mejor regalo que una parejapuede darles a sus hijos es un matrimonio saludable. Y sin embargo,con las exigencias diarias de la crianza, una de las cosas másdifíciles es pasar tiempo con tu esposo, construir la amistad entreustedes, disfrutar de su compañía y mantener viva la pasión. Lomismo sucede contigo como mujer. El mejor regalo que puedeshacerles a los que amas es cuidarte, aunque puede resultarte algosumamente difícil de priorizar.

No obstante, cuando te agotas por intentar hacer todo desde lamañana hasta la noche, en esencia, estás tratando de cumplir lafunción de Dios. El exceso de trabajo es una forma de incredulidad.Tus acciones expresan que no crees que el Señor pueda ocuparse detodo, así que, tú te haces cargo. Pero jugar a Dios es agotador.Después de todo, Él es el único preparado para esa tarea.

Así que, da un paso atrás, mira tu vida con nuevos ojos yentonces pregúntate:

«¿Cuándo podré colocarme la máscara de oxígeno para poder…respira-a-a-ar?»

• Al firmar esta resolución, decides no permitir que elperfeccionismo dirija tu vida. En cambio, escoges considerardetenidamente lo que Dios ha priorizado para ti en esta etapade la vida y, luego, examinar las cualidades únicas que se teconcedieron para aportar a estas tareas. Aceptas estaresolución como una invitación a participar por completo de latarea de hoy y dar lo mejor de ti en todo lo que hagas. Cuidarde ti misma ya no te parecerá algo de qué avergonzarte, sinoun requisito que te permitirá servir mejor a los demás.Considera tus notas de los capítulos anteriores y, luego, tomala resolución con seguridad.

LO MEJOR DE MÍ

Prometo dar lo mejor de mí, de mi tiempo y de mistalentos al rol primordial que el Señor me ha confiado en

esta etapa de mi vida.___________________

MI BENDICIÓN

La resolución de apreciar a otros con mi tiempo, mi

interés y toda mi atención

El regalo

Apenas recibí mi diplomatura, comencé a trabajar comooradora independiente para la empresa Zig Ziglar. Fueron añosbuenos y formativos para mí, llenos de oportunidades únicas paraaprovechar la tutela de algunos presentadores increíbles. Yo era lajoven del grupo, así que, observaba con gran atención a estoscomunicadores experimentados y estudiaba lo que hacían con lasmanos, cómo utilizaban efectivamente el escenario y cómo captabanla atención de la audiencia.

En especial, recuerdo cuando uno de los oradores más antiguosy consumados de nuestro equipo proonunció un mensaje que ya lohabía oído decir millones de veces. Probablemente, podría habertedicho cada palabra antes de que él la enunciara. Sin embargo, alfinal de su charla, algo que mencionó me afectó como nunca antes.Antes de sentarse, luego de una presentación de una hora, bajó lavoz, miró directamente a la audiencia y dijo: «Soy consciente de queel mayor regalo que puedes hacerle a alguien es tu propio tiempo.Gracias por darme este regalo hoy».

Tiempo. Un oído atento.Un regalo.Jamás lo olvidé. Es más, mantengo esta noción bien presente

cada vez que me paro en una plataforma frente a una audienciaatenta. Cuando las personas te prestan el oído, te ofrecen un trocitode su vida que nunca más pueden recuperar; uno de los pocosregalos que no pueden devolverse ni retractarse.

Sin embargo, esta dinámica no es exclusiva para la audienciaque escucha a un orador. También es verdad para cualquier personaque le presta el oído a otro individuo. Y todos los días estamos enesta posición: tenemos la oportunidad de rodearnos de laconversación de otra persona, de suprimir el clamor de nuestrospropios pensamientos y horarios, de concentrar toda nuestraatención en los demás, dándoles una ofrenda sumamente singular. El

regalo de nuestra persona. El regalo de nuestro tiempo.El regalo de escuchar.Piénsalo. ¿Cuándo fue la última vez que alguien te escuchó de

verdad? No la última vez que hablaste, sino la última vez quesentiste que te escuchaban de verdad. Probablemente, esas dosocasiones no fueron simultáneas. Quizás incluso te cueste recordarun momento reciente en que hayas experimentado esa sensaciónespecial de saber que te prestaban toda su atención, decididos aescuchar lo que tenías para decir. Pero una vez que te transportes aaquel momento, al mirar los ojos atentos de esa persona, verás elrostro de alguien que aprecias profundamente, alguien que sabecómo hacer que una persona se sienta valorada y aceptada, amada yafirmada.

¿Por qué?Es el efecto que tiene el regalo de escuchar. Lo que comienza

con un regalo origina otros: el regalo de la autoestima, de laimportancia y de la satisfacción personal. A todas nos gustaría quenos conozcan por dar esos regalos.

Pero, ¡ah!, son sumamente inusuales. Rara vez los recibimos, ymucho menos, los damos. La mayor parte del tiempo, estamos tanconcentradas en nosotras mismas y preocupadas con nuestrossentimientos, que la conversación termina centrándose en nosotras yen cómo nos afecta. Analizamos lo que el otro dice, vamosinterpretando, intentamos resolver cualquier problema que se nospresenta e intervenimos en cada pausa en un intento de volver acaptar la atención hacia nosotras, a nuestras experiencias yopiniones. Aunque tengamos buenas intenciones e intentemosobligarnos a escuchar, nos cuesta hacerlo durante mucho tiempo. Ycada vez que perdemos la concentración, le comunicamos al otro undesinterés no solo en lo que dice, sino también en su misma persona.

Sin duda, lo que decimos al no escuchar expresa mucho.Por lo cual, esta disciplina sencilla, pero profundamente difícil,

es una fuente de tanta bendición para los demás. Pocas cosassignifican más para alguien que saber, independientemente del

tiempo que estemos allí, que estimamos y honramos su persona.¿Acaso las personas que amas no merecen esta bendición? ¿Tu

esposo? ¿Tus hijos? ¿Tus padres? ¿Tus amigos? ¿Sentirsefortalecidos y alentados por el simple hecho de estar cerca de ti?Aun si no puedes ofrecerles dinero o una solución ideal para suspreguntas ni una oferta de trabajo para aliviar su preocupación ydesesperación, sí puedes hacer que perciban una suave fortaleza yenergía en tu presencia. Ya sea que se trate de amigos, familiares oincluso extraños (personas que podrías pasar por alto en el apuro dellegar de un lugar a otro), mirarlos a los ojos puede ser unabendición que otorgues a lo largo del día. Todos los días.

Jesús tal vez conoció el poder de esta bendición. Se acostumbróa otorgársela a las personas más insignificantes e imperceptibles deSu época. Jesús —el mayor sabio que caminó sobre la Tierra, que enrealidad no tenía por qué escuchar ni una palabra de nadie—,decidió muchas veces detenerse, esperar, escuchar, prestarleatención a otro antes de hablar, incluso cuando la otra personaestaba mal informada o blasfemaba.

Escuchó las evasivas y las cortinas de humo inteligentes de lamujer junto al pozo (Juan 4:4-30). Escuchó cómo Pedro y los demásdiscípulos alardeaban indignados que jamás lo negarían ni loabandonarían (Mateo 26:31-35). Escuchó el llamado de un ciego,incluso por encima del rugido lastimero de la necesidad humana enuna calle atestada cerca de Jericó (Lucas 18:35-43).

Esto no debería sorprendernos. Es completamente coherentecon Su carácter. A lo largo de las Escrituras, vemos cómo Diosescucha a Su pueblo. Escucha las opiniones acusatorias de unprofeta desalentado e impaciente (Habacuc 1:1-11). Escucha laspreguntas precisas de un hombre que sufría una miseria inexplicable(Job 3:1-26). Escucha las numerosas excusas que presentó Moiséspara justificar su incompetencia para enfrentarse al Faraón (Éxodo3:1–4:13). Escucha la diatriba quejosa de un hombre de Diosamargado e insolente (Jonás 4:1-11).

Escuchar es una de las maneras más importantes en que Dios

nos bendice. Por tanto, como es de esperar, es una de las principalesformas de bendecir a los demás.

Así que, decide escuchar. Resiste el impulso de criticar,insultar, reírte o hacer comentarios sarcásticos. Combate la presióndel tiempo y la urgencia, y el deseo de irte. Simplemente inclina eloído, con tranquilidad, decisión y propósito.

Y escucha.Es tu regalo. Tu bendición.Dásela a todos los que puedas.

• ¿Qué parte de escuchar te cuesta más?• Recuerda la última vez que sentiste que te escuchaban deverdad. Enumera algunos adjetivos que describan cómo te hizosentir este encuentro sobre lo que decías. ¿Y sobre tu persona?• ¿Quienes de los que amas se verían más beneficiados si tetomaras el tiempo para escucharlos?

Shhhh

Hace más de una década, cuando estaba a punto de casarme, meencontré con esta definición perspicaz de sabiduría:(1) saber qué decir, y (2) no decirlo.

De todo lo que había leído y escuchado en varios libros pararecién casados y consejos prematrimoniales, algo sobre estaafirmación sencilla pareció saltar de la página y permanecer en elaire para desafiarme, convencerme de error y redirigirme. Inclusohoy (en este mismo momento), me cautiva su brevedad y superspicacia.

Todavía me habla. Me dice que, a menudo, la sabiduría serevela en el silencio.

En realidad, no era información completamente nueva. Mimadre me comunicó algo similar… o al menos, se lo dijo a laversión mucho más bocona de mí que ocupaba este mismo cuerpodurante mi adolescencia y que solía hablar sin pensar. «Priscilla —declaró—, no es necesario que digas todo lo que se te viene a lamente». Pero por supuesto, mi mamá no fue la primera encomunicar este consejo sabio. Mucho antes de mi adolescencia y,por cierto, de que estuviera por transformarme en esposa, un hombrede gran sabiduría registró las siguientes palabras en la Escritura:

Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén laboca cerrada.

(Proverbios 10:19, NTV)

Así que, tuve muchas oportunidades de que esta idea hicieramella en mí. Conocía la belleza, el poder y, sí, la sabiduría queacompañaban la consideración detenida de lo que diría y elmomento en que lo haría. Sabía muy bien que la postura más fuertey deslumbrante de todas es el silencio.

Pero no siempre me gustó.

Recuerdo bien una vez en que a Jerry y a mí nos fue a buscaruna pareja de ancianos con cabello blanco al aeropuerto de LosAngeles, donde había ido a ministrar en una conferencia local.Camino a nuestro alojamiento en una pequeña casa parroquial frentea la iglesia, comenzamos a conversar sobre cuestiones espirituales.Cuando el hombre mencionó un pasaje específico acorde al tema denuestra conversación, resultó ser uno que yo había leído durante elvuelo. Así que, cuando dijo adónde se encontraba el pasaje, supe deinmediato que era incorrecto.

«Creo que está en 1 Corintios 3», lo corregí.«No», respondió con seguridad el hombre amable y de voz

suave, mirando por el espejo retrovisor. «Decididamente, es 2Corintios 4».

En silencio, hojeé mi Biblia y encontré el pasaje exactamenteadonde sabía que estaba. Entonces, sin pensarlo, lo levanté para quelo viera por el espejo, señalando su evidente error. «Es 1 Corintios3».

Gané.Allí me encontraba, con apenas un poco más de 20 años, y

había decidido enfrentarme a un hombre de más de 70, que habíasido tan amable de invitar a una niña como yo a California, ¡por undesacuerdo de una referencia escritural! En lugar de quedarmecallada y permitir que este dulce hombre mantuviera su dignidad,abrí la boca y arruiné el clima del resto del viaje.

Cuando nos quedamos a solas con Jerry, me preguntó: «¿Porqué lo hiciste? ¿Por qué era tan importante saber que tenías razón?».No lo sé. Solo sé que no hay ninguno que no tenga una o dosanécdotas personales (o veinte) como esta: un momento dondequedarse callado nos hubiera ahorrado toda clase de herida,vergüenza y reproche, donde nuestro silencio podría haber evitadoque le diéramos un golpe duro a otra persona o que distanciáramosuna relación.

El silencio es nuestro amigo. El silencio es nuestra fortaleza.No quiero decir que nunca deberíamos decir lo que pensamos ni

que cambiemos nuestra personalidad. Simplemente, lo más probablees que no necesitemos ninguna instrucción en este libro sobre cómohablar más. Seamos sinceras, esa parte ya la tenemos dominada, ¿noes así? Sin embargo, creo que vale la pena dedicar un capítulo paracomprender la sabiduría y el poder del silencio: lo último quesolemos considerar al enfrentarnos a una situación que reclama unaopinión, una decisión o cualquier cosa que rompa el silencioincómodo.

El silencio es nuestra manera de hacernos más profundas, dedescubrir la madurez y de ejercer la influencia que Dios quiso quetuviéramos sobre otros, en lugar de la alternativa destructiva ydesalentadora. «Saber qué decir» y «no decirlo» en un momentoinadecuado nos coloca en una posición donde (si es el momentojusto para expresarnos) nuestras palabras pueden producir unabendición sumamente positiva.

La mujer rápida para escuchar reúne toda la información antesde soltar una reacción. Resiste el impulso de dejar escapar todo loque su mente formula y, en cambio, escoge tomarse tiempo para quesus soluciones se acomoden y tomen la forma adecuada antes decomunicarlas. Cuando habla, su consejo y su opinión son sensatos ysobrios. Prudentes y resueltos. Los que reciben su respuestacomprenden que no fue considerada con indiferencia. Se preparanpara prestar toda su atención —ansiosos, sedientos y listos paraescuchar— porque saben que «plata escogida es la lengua del justo»(Proverbios 10:20). Valiosa, admirada, preciosa y honorable.Palabras que sustentan, edifican y benefician a los demás.

Sé que te has encontrado con esta clase excepcional depersonas. Mujeres de sabiduría y dignidad inusuales. Has deseado,al igual que yo, ser la clase de persona que se sienta al final de lamesa y guarda silencio, pero que está completamente presente consu fortaleza tranquila y su sabiduría apacible, con paciencia yprudencia. En lugar de enredarte en una maraña de chismes sinsentido (un caos de «él dijo, ella dijo» que solo constituye unpasatiempo en vez de algo productivo), guardas tu opinión, sabiendo

que «el insensato de labios se hunde» (Proverbios 10:8, BTX).Sí, imagínate como esa persona. Alguien que ya hace mucho

abandonó la necesidad de impresionar a los demás o de ser el centrode atención. A cambio, adquiriste la holgura y la libertad que tequitan la carga del orgullo y el fingimiento, y de cualquier cosa quete lleve a desear atención o a obligar a los demás a que vean tuimportancia. Al ser humilde y valorar a otros, te contentas con seruna simple participante como todos los demás. No crees que siempretienes razón y que los otros están equivocados, como si solo túsupieras todas las respuestas. Escuchas y aprendes. Contemplas yconsideras. Meditas y esperas.

Eso es sabiduría.Y poder.Es el poder de la lengua, como Santiago lo describe en el

Nuevo Testamento. La confiable y firme fortaleza de carácter,disponible para todo el que pueda sujetarla, frenarla y contener sunaturaleza salvaje. «Porque todos ofendemos muchas veces», nosdice; pero «si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto,capaz también de refrenar todo el cuerpo» (Santiago 3:2). Aprendera dominar nuestras palabras es similar al capitán atrapado en unaráfaga furiosa en aguas abiertas, que maneja estratégicamente elpequeño timón que se encuentra debajo de su tremendotransatlántico, y así traza su curso y determina su destino, llevándoloseguro hasta la costa.

La bendición del silencio. Que podamos aprenderla, amarla yvivir en consecuencia.

Esta es nuestra resolución.

• ¿Qué cambio inmediato y positivo habría en tu vida sicomenzaras a ejercer el control espiritual del silencio?• Inténtalo durante uno o dos días. En forma deliberada,abstente de hablar cuando sea mejor callar. Permite que la

carnada de un comentario descortés o indebido de otra personacaiga sin atrapar una respuesta de tu parte. Registra lo queobservas en ti y el cambio en las dinámicas que te rodean.

Bajo la superficie

Cuando éramos pequeñas, mi hermana Chrystal y yocompartíamos la habitación. Era un espacio pequeño, de unos 3,5 x4 metros (12 x 13 pies), con dos camas de una plaza ubicadas junto aparedes opuestas. La mía estaba al lado de un baño que conectabanuestro dormitorio con el de nuestro hermano. Por la noche,cerrábamos la puerta antes de irnos a dormir para que él no pudieradistraernos. (Ya sabes cómo son los hermanos varones.)

Recuerdo despertarme una mañana y ver el marco de la puertadel baño… la vista habitual de cada amanecer. Pero esta vez,observé algo que no recordaba haber visto antes allí: una grieta levey delgada que subía medio metro (unos dos pies) desde la partesuperior de la puerta hasta el techo.

Qué extraño…Cuando mi papá se enteró, llamó a un pintor para que viniera a

darle un vistazo. Recuerdo que vino unos días después, aplicó algode yeso y repintó con el color más parecido que pudo encontrar.Luego, durante varias semanas, me fui a dormir mirando la línea decolor fuera de lugar que veteaba la pared sobre la puerta.

Un día, me desperté y me sorprendió ver que la grieta habíareaparecido. Y esta vez, no estaba sola. Aparentemente, le habíarecomendado su ubicación a otros familiares, porque parecía haberseinstalado con ellos. Una media docena de grietas de todas las formasy tamaños ahora adornaban la pared.

Cuando otro pintor vino a examinar la situación, le dijo a mipapá que la pintura sola no sería suficiente para resolver elproblema. Explicó que las grietas aparecían porque los cimientos dela casa se estaban moviendo. Y sin importar cuánta pintura lesarrojáramos para cubrirlos, seguirían apareciendo. Esas grietas eranmeros síntomas de una condición más grave.

La única manera de rectificar este problema era tratar loscimientos.

Toda esta charla sobre ser de bendición para los demás, aldisciplinarnos para escuchar y preparar respuestas juiciosas yconsideradas, me hizo pensar en lo difícil que nos resultará tomaresta resolución a muchas de nosotras. Hasta me atrevería a decir… ala mayoría de nosotras.

O más precisamente… a mí.Controlar mi lengua es una cruzada que seguramente requerirá

toda la madurez que traiga cada año de mi vida, porque hasta ahora,en este viaje, he descubierto que las «grietas» que produzco con miboca son en realidad síntomas de un problema mucho más profundoe íntimo, algo más difícil de tratar. Se encuentra bajo la superficie.Más cerca del suelo que de mi boca.

Porque de la abundancia (desbordamiento) del corazón, habla laboca.

(Lucas 6:45, traducción libre, AMP)

Resulta ser que mi boca es un simple barómetro que revela siestoy inmersa en humildad y rendida en obediencia al Señor o sialbergo un espíritu desnutrido que se niega con terquedad asometerse a la sabiduría de la Palabra de Dios.

Es un problema de cimientos.Así que, hacer inventario del historial de tu lengua es una

manera instructiva de descubrir qué se esconde en el interior.Intentémoslo.

• Síntoma: ¿Siempre ofreces tu opinión de inmediato e insertastu evaluación cada vez que puedes en una conversación?Diagnóstico: Esto podría revelar un matiz de orgullo en el corazón,que hace que sientas la necesidad de impresionar y de ser el centrode atención.

• Síntoma: ¿Tus opiniones orales son en general críticas ydegradantes? Diagnóstico: A menudo, esto expresa inseguridad yfalta de confianza en tu valor inherente, así como un corazón llenode enojo y actitudes sentenciosas.

• Síntoma: ¿Discutes a menudo con tu cónyuge o producesdivisión entre los demás? Diagnóstico: Te falta un espíritu de paz yde unidad, un verdadero deseo de que tus relaciones se fortalezcan yreflejen la gracia de Cristo.

• Síntoma: ¿El chisme te surge con facilidad y ni el control másfirme puede detenerte? Diagnóstico: Los problemas y lasdificultades de los demás te resultan entretenidos y no considerasque las personas necesitan tu apoyo, tu oración y tu compañía.

• Síntoma: ¿Tus palabras suelen revelar una perspectivadubitativa y escéptica? Diagnóstico: Tus niveles de fe y convicciónestán bajos, y te falta una profunda confianza en la capacidad deDios para manejar sabiamente los detalles y los tiempos de tu vida.

Nuestras palabras son como las grietas de la pared: revelan loque sucede en los cimientos. Porque, verdaderamente, «de laabundancia (desbordamiento) del corazón, habla la boca».

En este pasaje, Jesús usa la palabra corazón para referirse al serinterior de una persona, al lugar donde se consolidan nuestrospensamientos, actitudes y creencias. El corazón es una reserva, untanque contenedor para todas las actitudes y las convicciones quecolocamos o permitimos que entren allí. Es un depósito que contienenuestra misma esencia y, gracias a su conexión directa con nuestroshábitos y acciones recurrentes, es la imagen de la persona en la cualnos estamos transformando.

Y así como el agua de inundación hace estallar una represa ocomo las semillas de maíz chirriantes brotan en la olla, el contenidode nuestro corazón inevitablemente empuja y hace presión contra loslados, incapaz de contenerse porque necesita espacio paraexpandirse, y con el tiempo, se derrama en nuestras palabras y ennuestra conversación. Es inevitable. Es imposible detenerlo.

Cuando voy en el auto con mis hijos, por ejemplo, ellosdetectan cada Mc Donald’s que pasamos, y siempre me dejan saberque los ven. Aun cuando los arcos dorados están bastante lejos, mishijos parecen tener una especie de radar que los alerta sobre laoportunidad inminente de comida rápida. ¿Por qué? Porque eso les

encanta.Y lo que se aplica a las hamburguesas y las papas fritas también

vale para cualquier cosa en que ponemos el corazón. Esos amores,tendencias y deseos escondidos revelan su identidad en nuestrasconversaciones.

La Biblia se refiere a estos ocupantes de nuestro corazón comoun «tesoro».

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que esbueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo.

(Lucas 6:45, LBLA)

En el idioma original, «tesoro» es la misma palabra usada paradescribir lo que había dentro de los cofres que llevaban los sabios deMateo 2. Pudieron sacar regalos tan finos para darle a Jesús porqueeran los tesoros que habían colocado allí. Asimismo, la clase detesoro (bueno o malo) que fluye de nuestro corazón a nuestraconversación, reacciones, iniciativas y expresiones determinará sillevamos daño o bendición.

Así que, te pregunto…¿Qué estás colocando dentro?¿Qué tesoros estás guardando?Si no lo sabes, escúchate, porque tus palabras, tu tono y tus

temas de conversación te lo dirán. Por eso, es tan imperativo quehagas caso a este notable consejo bíblico:

Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan losmanantiales de la vida.

(Proverbios 4:23, LBLA)

Debes ser la guardiana de tu corazón y no permitir que secontamine con nada que entorpezca tu misión de ser transformada aimagen de Cristo. Cuanto más te empapes de Su Palabra y Suverdad, más probable será que tengas un depósito profundo y llenode todos los tesoros necesarios para suavizar tus conversaciones con

sabiduría, amabilidad y humildad.Así que, protege tu corazón y no permitas que se endurezca

(Proverbios 28:14) ni que se vuelva engañoso (Salmo 12:2),orgulloso (Proverbios 21:4) o impuro (Salmo 51:10). En cambio,busca tener un corazón que permanezca sensible a la insistencia delEspíritu de Dios (Romanos 8:5), con sencilla devoción a Él (Salmo86:11), empapado de humildad (Proverbios 22:4) y puro delante deDios (Mateo 5:8). «Nada hagáis por contienda o por vanagloria;antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás comosuperiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sinocada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2:3-4).

La mujer con un corazón lleno de gratitud y humildad, seguradel amor de Dios por ella, y que aprecia de verdad el valor de losque la rodean, liberará una corriente constante de gracia querefrescará a los demás con su conversación. Otros anhelarán gozarde su compañía porque sabrán que busca el bienestar de ellos y quelos estima más que a sí misma. Buscará la oportunidad de escuchar alos demás y, con humildad, ofrecerá la sabiduría arraigada en sucofre de tesoros lleno de riquezas.

Así que, antes de considerar en oración y de firmar la siguienteresolución, por favor, comprende que no solo se trata de medir tuspalabras, sino también de cuidar el corazón. Cualquier cambioduradero que hagas para controlar lo que dices tiene que comenzaren la base, los cimientos, donde se forman las grietas.

Allí donde, en verdad, se produce la ruptura radical.

• Al prepararte para tomar esta resolución, imagina quiénes delos que amas necesitan más recibir este regalo de tu parte, y losobstáculos que a menudo te impiden otorgarlo. Antes deapurarte a firmar, considera qué cambios deberás realizarpara transformarte en alguien «pronto para oír y tardo parahablar». ¿Necesitas apagar algunos artefactos tecnológicos,por ejemplo, para que los demás sientan que son una prioridad

importante para ti? Disponte a realizar algunos de estosajustes prácticos y necesarios, para que esta resolución noquede en un estante de tu vida, sino que se transforme en unarealidad. Luego, cuando estés lista, lee la afirmación siguienteen oración y fírmala.

MI BENDICIÓN

Prometo ser rápida para escuchar y lenta para hablar,mostrar interés por las preocupaciones de los demás y

considerarlos superiores a mí misma.___________________

MI PERDÓN

La resolución de liberar a los demás de la prisión

de mi dolor y de mi enojo

Heridas internas

Apenas me había acomodado en el sofá para mirar uno de misprogramas de televisión favoritos sobre temas médicos, la accióncaptó mi atención de inmediato. Un choque catastrófico llevómuchos heridos a la sala de emergencia, donde el personal médicose vio abrumado por la cantidad de personas que necesitabanatención. Entre el remolino de pacientes, había dos íntimas amigasque habían sufrido el accidente y cuya historia aparecería en elprograma.

En realidad, una de las mujeres parecía estar bien. Pero la otra,atada a una camilla, estaba en grave estado. Los médicos seapresuraron a ayudarla y la llevaron de inmediato para unosexámenes, mientras varias enfermeras intentaban hacerle a la mujermenos herida una revisión rápida de los signos vitales, paraasegurarse de que estuviera bien. Pero preocupada por la salud de sumejor amiga, se negó.

A medida que avanzó el programa, y que mostró las distintashistorias y los traumas que rodeaban este acontecimiento, la cámaravolvía una y otra vez a esta mujer terriblemente preocupada. Orabajunto a la cama de su amiga. Rogaba que los médicos y lasenfermeras le prestaran atención para que le dieran medicamentos yasistencia a su compañera dolorida. Llamaba por teléfono a losfamiliares. Le hablaba a su amiga semiconsciente, en un intentoabnegado de acompañarla. Por fin, cuando la condición de la mujerherida pareció estabilizarse, su amiga aliviada se relajó un poco ycomenzó a entretener al personal médico con su personalidad y suingenio efervescente y cautivador. Todo parecía salir bien. No solose mejoraría su amiga; ella también estaba bien.

De repente, sin advertencia alguna, se desplomó.Así nada más.Me senté al borde del sillón, aturdida, al igual que el personal

ficticio del hospital. Personas sumamente preparadas, que unos

instantes antes se habían reído de sus bromas mientras cuidaban a suamiga herida, ahora se reunían alrededor de esta mujer y lebrindaban la ayuda que necesitaba desesperadamente.

Pero no pudieron hacer nada.En 60 segundos, había muerto.Se fue.Un informe de rayos X obligatorio reveló que, al parecer, había

sufrido heridas y hemorragias internas en el accidente. Y durante eldía (aunque nadie se había dado cuenta), su vida había comenzado aconsumirse lentamente. Durante horas, había estado al alcance detratamientos y procedimientos curativos, mientras se moría ensecreto. Sin darse cuenta de la gravedad de sus propias heridas,había cuidado a otra persona, sin saber que ella también luchaba porsu vida.

Esto ilustra de manera gráfica el trauma interno de la falta deperdón. Pasa inadvertido fácilmente, enterrado detrás del disfraz desonrisas y risas externas. Nos sumergimos en la actividad y en elexceso de trabajo para evitar pensar en esto, y nos medicamos conlas necesidades de los demás en lugar de ocuparnos de la cirugía quenosotras necesitamos. Continuamente, funcionamos a un nivelsuperficial, expertas en manejar lo exterior, aunque la agitación de laenfermedad y el desasosiego permanece en lo profundo, devastandoy deteriorando nuestra alma.

«Examinaos a vosotros mismos», declaró el apóstol Pablo; nosolo una vez, sino dos en sus cartas a los corintios (1 Corintios11:28; 2 Corintios 13:5). En lugar de pasar el tiempo intentandoarreglar a los demás, mira en lo profundo de tu ser y considera quépuede estar infectándose en tu interior (lo que la Biblia llama «raízde amargura», Hebreos 12:15), creciendo en el suelo de tu corazón yechando brotes de resentimiento que afecten cada aspecto de tu vida.

En las páginas siguientes, nos embarcaremos en un viaje haciael perdón. Quizás en este momento no sea un área que te preocupe, yte veas tentada a saltear esta sección. Pero te aliento a que te quedesconmigo porque lo más probable es que esta resolución sea

beneficiosa para tu vida en algún momento. Sin embargo, si estetema se ajusta a un dolor específico de tu corazón, prepárate parauna de las incursiones más difíciles, pero provechosas, de tu vida.

Evidentemente, el espacio que tenemos aquí no es adecuado nisiquiera para abordar el tema, mucho menos para tratarlo a fondo.Pero al menos, durante algunos momentos, miremos hacia dentro, túy yo. En lugar de esforzarnos para mantener el centro de atención enlos demás (tanto en aquellos que nos han herido como en los quenos hacen sentir mejor y olvidar todo), estemos dispuestas a sacar aluz los rencores que hemos estado albergando, esos pesadoscontenedores de falta de perdón que nunca dejan de filtrar veneno ennuestro sistema.

Examinémonos. Porque al hacerlo, podríamos estar camino a lasanidad.

Podríamos vivir.Vivir de verdad.

• Si no crees tener un problema con el perdón, enumeraalgunas maneras prácticas en que puedes seguir procurando«que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades» (Hebreos12:15, NVI).• ¿Tienes una mayor tendencia a preocuparte por los demás enlugar de examinar y abordar tus propias necesidadesespirituales? De ser así, ¿cómo se manifiesta esto en tu vida?• En oración, considera: ¿Hay alguien a quien todavía no hasperdonado? ¿Cómo ha afectado esto tu vida?• Toma tu Biblia y escoge un pasaje sobre el perdón para leer yestudiar.

• Marcos 11:25-26: que la reconciliación sea una partehabitual de nuestras oraciones.• Mateo 6:14-15: cómo se relaciona nuestro perdón hacialos demás con el perdón de Dios para nosotros.

• Hebreos 12:14: la bendición que fluye al buscar estar enpaz con todos.

• Sobre la amrgura:• Efesios 4:31: la única solución es deshacerse de ella.• Hebreos 12:15: lo que la amargura puede hacer si no searranca de raíz.• Proverbios 14:10: lo único que podemos esperar si nosaferramos a ella.

Borrón y cuenta nueva

Me gusta mirar las portadas de los libros. Es más, desde lallegada de mis hijos y la partida subsiguiente de la mayor parte demi tiempo de lectura, ahora disfruto de caminar por una librería,examinando los estantes para encontrar ilustraciones que capten miatención.

Una en particular se transformó en una de mis favoritas. Mellegó por correo una tarde; me la enviaba una amiga que habíaescrito el libro y quería que yo tuviera una de las primeras copias.Cuando la saqué del sobre de papel marrón, me cautivó.

El libro se llama Choosing Forgiveness [Decide perdonar], deNancy Leigh DeMoss. Y mi inclinación por las buenas portadas seconectó con este diseño sencillo, pero expresivo. Arriba del título,hay una porción de un teclado de computadora: un pequeño grupode teclas comunes. Tiene una parte desdibujada, pero se puedeninferir los comandos. Sin embargo, en el medio, hay una tecla enparticular que sobresale entre las demás. Bien clara, pronunciada yvibrante. Un botón específico.

El botón de borrar.Ah, ya veo. No es demasiado difícil hacer la relación. Escoger

el perdón es como presionar la tecla para borrar en la computadora,y retroceder por encima de los accidentes y las acciones inaceptablesque se escribieron en las páginas de nuestra vida. Perdonar significatomar la decisión de seguir adelante y de crear los próximoscapítulos sin tener que incorporar el residuo estropeado de losúltimos. Presionar la tecla para borrar es una decisión; una decisióncontundente y única, seguida de una serie de decisiones máspequeñas, pero igualmente importantes, de seguir borrando,liberando el deseo de aferrarnos a lo que se hizo.

Incluso ahora, al sentarme aquí y escribirte con mi computadoraportátil sobre las piernas, golpeteo con los dedos las teclas que tengofrente a mí y doy gracias por este pequeño botón para borrar, bien

cerca de mi meñique derecho. Si cometo un error (algo que hago amenudo), pero ignoro la necesidad de borrarlo, el resto del párrafoquedará ligado a este descuido. Todo mi trabajo se echará a perdergracias al error evidente que dejé allí. Al no completar la tareadeliberada de quitarlo de la pantalla, no podré expresar en verdad loque quería decir con mis palabras. No borrarlo permite que unincidente incorrecto permanezca y cause problemas.

Así que, te insto a apropiarte de esta pequeña analogía.El botón de borrar.Ya sabes a qué me refiero. Perdonar. Terminar con el asunto.Y sabes que es lo correcto, aunque sea lo último que quieres

hacer.Pero por más difícil que pueda ser borrar el daño que otra

persona escribió por error en tu vida, quizás te cueste aun más borrarel historial de errores que tú misma has cometido. Aunque puedasperdonar de verdad a otros, no siempre te perdonas a ti misma.

Hace poco, estuve con un grupo de universitarias en unaconferencia auspiciada por The Impact Movement [Movimiento delimpacto], un ministerio diseñado para alcanzar a estudiantesafroamericanos en los campus universitarios. Durante una sesiónpara muchachas, abrí el espacio para las preguntas y les dije a lasjóvenes que se sintieran con libertad de preguntar cualquier cosa.Una jovencita tímida, con la cabeza gacha en aversión personal, sepuso de pie e hizo una pregunta sencilla, pero poderosa: «¿Cómo teperdonas a ti misma?».

Las demás muchachas volvieron su mirada desde esta chicahacia mí y se inclinaron para escuchar con atención, completamenteidentificadas con la pregunta y desesperadas por una respuesta.

¿Anhelas que alguien te responda lo mismo?Quizás decidiste abortar años atrás. Tal vez provocaste un

accidente. Quizás generaste un caos impensado. Tal vez perdiste unaoportunidad que te costó más dinero, angustia y reproches de lo quequieres pensar. Quizás hiciste ciertas cosas que te impidieron viviren armonía con otras personas. Lo recuerdas todo el tiempo. Y al

parecer, no puedes perdonarte, como esta chica. Casi se podía vercómo sus errores pasados le envolvían los hombros y ejercíanpresión con una fuerza que solo el peso muerto de un error pasadopuede tener.

Le respondí lo mismo que quiero compartir contigo: Lacapacidad de perdonarse a uno mismo es personalmente imposible.No puedes hacerlo. Nadie puede. Pero no hace falta sentirsedesanimada ni vencida, porque en ninguna parte de la Escritura senos dice que esto sea algo que debamos hacer.

Vuelve a escucharlo: la Biblia no dice que debemosperdonarnos a nosotras mismas.

Ahora bien, entiendo que la culpa es un sentimiento que puedesurgir de la nada. Dejar de lado esta sensación, luego de arrepentirsepor las acciones o la falta de acción que la generó, requiere de unacto deliberado y consciente de fe. Intencionalmente, debes declararla restauración y la renovación de tu corazón y tu mente, aunquesientas un remordimiento profundo. Pero no tienes laresponsabilidad (ni la capacidad, de hecho), para perdonarte.Esta es la realidad en la cual debemos descansar…

Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosaestablecida por Dios. Sin embargo, con una bondad que no

merecemos, Dios nos declara justos por medio de Cristo Jesús,quien nos liberó del castigo de nuestros pecados. Pues Dios ofreció

a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas sondeclaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús

sacrificó su vida al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra queDios actuó con justicia cuando se contuvo y no castigó a los que

pecaron en el pasado, porque miraba hacia el futuro y de ese modolos incluiría en lo que llevaría a cabo en el tiempo presente. Dios

hizo todo eso para demostrar su justicia, porque él mismo es justo eimparcial, y declara a los pecadores justos a sus ojos cuando ellos

creen en Jesús.(Romanos 3:23-26, NTV)

En resumidas cuentas: Cristo sufrió una muerte horrorosa paraotorgarte el perdón de tus pecados. Y Su obra fue tan completa que,entonces, pudo prometernos y declarar: «Perdonaré la maldad deellos, y no me acordaré más de su pecado» (Jeremías 31:34). Diospresionó la tecla de borrado sobre cada pecado que cometiste. Y Élmismo, tu Rey y Juez supremo, decide no volver a recordar tusfaltas para castigarte.

Entonces, ¿por qué tú las recuerdas?En realidad, si lo piensas, decir «no puedo perdonarme»

significa que no crees del todo que lo que Él hizo fue suficiente; quede alguna manera extraña, Su perdón para ti no basta. Es unatendencia arrogante y soberbia de la humanidad caída que se niega aaceptar que el don divino fue y sigue siendo suficiente.

Porque, sí, lo es.Y sí, debe serlo. Porque el perdón humano nunca es suficiente

(ni siquiera el tuyo) para liberarte del torturador recordatorio de tuofensa y del manto de culpa que llevas sobre los hombros. Aun si dealguna manera pudieras encontrarlo y aplicarlo, no bastaría. Solomediante la aceptación del regalo que se te otorgó medianteJesucristo podrás ser verdaderamente libre: libre de la esclavitud,libre de su control, libre para ver que tu Salvador oprimió el botónde borrar sobre tus pecados cuando…

Caminó por el sendero hacia el Calvario.Sintió la corona de espinas sobre la cabeza.Soportó los golpes.Permitió que lo laceraran con espada.Se retorció de dolor por los clavos atravesados en Sus manos y

pies.Colgó del madero en el Gólgota.Allí recibiste todo el perdón que necesitas. Cuando gritó:

«Consumado es» (Juan 19:30), se consumó. De una vez y parasiempre. Presionó el botón de borrado sobre todas tustransgresiones. Cada una de ellas.

Incluso esa.

Lo único que tienes que hacer es aceptar este hecho gloriosopor su valor legítimo y eterno. Al hacerlo, ya te perdonaste.

Hiciste bien al no subestimar el pecado y pensar que no merecemás que una reprimenda. Pero al ver con claridad la profundidad detu error y tu iniquidad, debes dejar que «la tristeza que es conformea la voluntad de Dios» produzca «arrepentimiento […] sin dejarpesar» (2 Corintios 7:10, LBLA).

De rodillas, con las manos extendidas, decide recibir el perdón.Su perdón.Clic. Borrar.

• Describe en tus propias palabras las diferencias y lasconexiones entre perdonarte a ti misma y recibir el perdón deDios.• Escoge una acción pasada que te hayas recriminado yconsidera cómo pagó el Señor por este pecado. Decide recibirpersonalmente el perdón.

Basta de círculos

Ayer, una mujer joven envió un correo electrónico a nuestroministerio. Y en medio de su carta, me contó algo extraño que lahabía llevado a una profunda observación. Al parecer, su hermanatenía un poni circense retirado. Pero aunque sus días de actuaciónpor el circuito ya habían acabado, este caballito andaba en círculostodo el día. Estaba en un lugar nuevo de libertad, y podía recorrer yexperimentar todo lo que esta vida novedosa le ofrecía. Sinembargo, la vieja vida todavía lo acechaba. Lo definía. Lo limitaba.Lo controlaba. Seguía el mismo patrón al que había sido relegadodurante tanto tiempo. Al parecer, no sabía cómo funcionar de otramanera.

Así es la carga de la falta de perdón. Es su legado. Se sientasobre ti, te sofoca y te impide disfrutar de nuevos espacios, etapas ylibertades que trae cada momento de la vida. Te coloca anteojeras ysolo te permite ver la ofensa que se cometió contra ti, impidiéndotever otra cosa en la vida si no es a través de su lente. La falta deperdón te obliga a permanecer en una dimensión, aislada y sin poderexperimentar el gozo que solo existe en la periferia. Te mantienerelegada estrechamente a límites artificiales creados por lasdesilusiones del ayer; un círculo de vida banal que dista mucho de lavida abundante para la cual fuiste creada.

No estoy juzgándote. Lo sé. Lo comprendo. Si estuviéramossentadas juntas, estaría llorando contigo. Lo que sucedió fue malo.Terrible. De muchas maneras, y en un sentido natural,imperdonable. Quizás hasta siga sucediendo. Has intentadoperdonar. Creíste que lo habías logrado. Pero entonces, vuelve asuceder: otra traición, otra promesa rota, otro golpe a tu frágilconfianza… y como resultado, una herida más profunda. Circuitoscerrados. Círculos más estrechos. Los recuerdos permanecen cercade la superficie.

Lo sé. Lo sé. Créeme que lo sé.

Pero como me dijo una vez una sabia mentora: «Toda tu vidaestá conformada por dos porcentajes. El 10% es lo que te sucede. El90% es tu reacción ante ese suceso». Es cierto, quisiéramos podercontrolar todo y rehacer gran parte de lo que pasó. Pero la realidades que no podemos cambiar nada ahora. En muchos casos, nopodríamos haber hecho nada al respecto, aunque hubiéramosdeseado hacerlo. Algunas de estas cuestiones tal vez ocurrieroncuando eras muy joven y no tenías ni voz ni fuerza para negarte. Ysin simplificar ni minimizar los efectos abrumadores de estastrágicas ofensas, la verdad sigue siendo que estas situaciones ycircunstancias (los momentos en que ocurrieron) solo constituyen unpequeño porcentaje de tu vida. La parte más grande, la queverdaderamente define la persona en quien te estás transformando yla vida que vas creando, es el espacio donde has tratado (y todavía lohaces) de enfrentar y lidiar con lo que sucedió.

En este espacio del 90% entra el perdón.Así que, una vez más, aunque no pretendo ser consejera

profesional ni puedo en este capítulo abarcar todo lo que la Bibliadice sobre el perdón (y por cierto, no estoy insinuando que esto seacomo apretar un botón a las 6:30 de la mañana y disfrutar de unagradable café a las 6:45), estoy aquí para decirte la verdad.

Quiero que recuperes una vida abundante. Basta de círculos.Por favor, Dios, basta de círculos.El perdón se alcanza mediante una combinación de distintas

acciones.En primer lugar, decide no albergar rencores. Toma la

resolución práctica de no recordar las deudas ajenas ni de mantenerun registro de sus errores. En cambio, decide liberar a los demás dela responsabilidad y confía en Dios (que conoce cada detalle de loque sucedió) para que obre a tu favor y sane tu corazón, aunque nosea una resolución total al problema o la restauración de unarelación. Perdonar significa soltar a la persona, la circunstancia y elresultado, y dejar todo en Sus manos. Todo.

Así hizo Dios con nosotros, ¿no es cierto?

Cristo [perdonó] todos nuestros pecados. Él anuló el acta con loscargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la

cruz.(Colosenses 2:13-14, NTV)

Este es el modelo de perdón que debemos seguir: liberar a losdemás de los cargos muy reales que apilamos contra ellos yperdonar sus deudas, sin importar si admiten su error o no. Aprendera disciplinarte para no albergar resentimiento o seguir sustentandomentalmente tus argumentos contra ellos es difícil, pero necesariopara la vida cristiana victoriosa. Tomar esta resolución no soloafectará la salud de tu relación actual, sino que también te prepararápara tener otras más estables en el futuro.

Si una esposa espera encontrar alegría en el matrimonio, debeser capaz de perdonar con rapidez a su esposo cuando la afrente. Siuna madre espera disfrutar de sus hijos, debe soltar rápidamentecualquier herida que le causen y no dejar que se infecten en suinterior formando resentimiento. Si una hija espera cumplir elrequisito bíblico de honrar a sus padres, debe anular todo lo quesienta que merece por los errores de sus padres. Si una amiga esperarelacionarse con profundidad y vulnerabilidad con otra, debe dejarde lado su prolija colección de ofensas archivadas. Si queremostener una relación saludable, es necesario quitarle las cadenas delresentimiento acumulado por cuestiones pasadas o incluso por algoque ocurrió anoche.

En verdad, un corazón herido no puede abrirse ni para amar nipara recibir amor plenamente. Y la persona que alberga sus heridascomo protección contra futuros daños, solo fortalece los lugaresduros de su corazón que la mantienen encerrada en círculos, sinpoder escapar de lo que sucedió, atascada en las mismas rutinas yacciones predecibles.

Así que, te aliento a tomar esta primera decisión. A despejar elaire y dejar de llevar la cuenta.

Y así sabrás que lo estás haciendo: si hoy alguien hace algo que

te enoja (lo cual sucederá a veces, aun luego de tomar estaresolución) y, de inmediato, comienzas a repasar todo lo que hizoayer y el día anterior, sabrás que todavía no has perdonado. Si lo quehizo esa persona se transforma en la cereza del postre que has estadococinando durante días, semanas y años, sabrás que todavía tiendesa acumular ofensas.

Cuando comiences a perdonar las deudas ajenas y a liberarte dela carga de llevarlas contigo y de seguirles el ritmo, tu forma detratar a las personas ya no reflejará su pasado. Serás libre. Teconcentrarás en el presente. Te sentirás como nueva. El aire que terodea ya no será tan sofocante ni amargo.

Tus círculos comenzarán a ensancharse. Tus experiencias tellevarán a lugares más satisfactorios y vigorizantes. De inmediato.Cada día más.

En segundo lugar, debes permitir que Dios obre por ti. Esnatural sentir que el perdón deja que el otro se salga con la suya.Sigues siendo la víctima y la otra persona permanece inconsciente ysin castigo. En especial, es probable que te sientas así si nunca oyesque el otro expresa remordimiento por sus acciones o si su pobreintento de disculparse se parece más a una justificación que intentaendosarte a ti tanta o más culpa de la que le corresponde. Sulamentable manera de pedir perdón solo revela que, evidentemente,no entiende nada.

Sí, el arrepentimiento es un paso importante y necesario de suparte para que pueda experimentar libertad por lo que hizo. Por eso,Jesús pudo decir: «Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si searrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, ysiete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale»(Lucas 17:3-4). Es de esperar, y también fundamental, quereconozca su error.

Pero si no lo hace, no puede o no quiere admitir el daño que tecausó, no es tu responsabilidad asegurarte de que reciba sumerecido. Al ofrecerle tu perdón, dejas lo demás en manos de Dios.Y sin duda, Él se encargará de esta persona: a Su manera, a Su

tiempo, y mucho mejor y más a fondo de lo que tú jamás podrías.Desecha el impulso de vengarte. Confía en que Él peleará por

ti. Cree que te beneficiará en las circunstancias en cuestión sipermaneces humilde y en paz ante Él. Al decidir no llenar todos losmárgenes con tus propios planes elaborados de restitución, estásdejando «lugar a la ira de Dios» (Romanos 12:19).

Por último, debes orar. Es fundamental que le pidas al Señorque te dé el poder para perdonar. No puedes hacerlo en tus propiasfuerzas. Es imposible. Para liberar a los demás de sus deudas hacenfalta recursos, fortaleza y aliento sobrenaturales. Pídelos en oración.Ora por todas estas cosas. Y Él responderá.

El perdón es un milagro. En verdad, lo es. Es una obrasobrenatural del Espíritu de Dios a través de ti, que te permitebrindar algo que jamás podrías ofrecer sin Su actividad en ti. Solo Élpuede llevar a una madre doliente a perdonar al asesino de su hijo, oa una amiga traicionada a perdonar un acto de indiferencia ycrueldad emocional o a una esposa engañada a volver a aceptar alhombre con quien intercambió los votos matrimoniales.

Solo un poder, una fuerza invisible o un milagro pueden quitarla enfermedad consumidora que te roba la paz, el amor y el disfrutepor la vida. Solo una sustancia es lo suficientemente pesada yconsistente para extinguir el fuego feroz del resentimiento que teconsume el gozo; las llamas que solo han dejado escombros, hollín ycenizas de lo que podría haber sido tu vida.

Solo Dios puede modificar tu patrón, apurar tu paso, expandirtu alcance… Y sacarte de esos círculos.

Una vez más (y otra, y otra vez), de ninguna manera sugieroque estos pasos sean sencillos. Solo propongo, según la autoridad dela Palabra de Dios, que vale la pena hacerlo. Ser una mujer decididaa perdonar puede salvar tus amistades, rescatar tu matrimonio,restaurar tu relación, reconstruir tu vida, renovar tu negocio,restablecer tu trabajo y ayudarte a reclamar tu identidad, parapermitirte vivir en libertad. Con amor. Con gozo.

Esto se propone la resolución que tenemos por delante. Es su

objetivo, para asegurarte «de que nadie deje de alcanzar la gracia deDios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades ycorrompa a muchos» (Hebreos 12:15, NVI). Está diseñada pararescatarte a ti, con el resultado adicional de extender el impacto detu gracia hacia los que amas.

De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.(Colosenses 3:13)

Esta es tu ofrenda. Brindar el perdón. Así como Dios derramósobre ti Su perdón maravilloso, espléndido y extravagante.

Estoy segura de que esto no es lo primero que lees ni el primermensaje que escuchas sobre el perdón. Soy bien consciente de queesta temática y esta necesidad son tan antiguas como la Bibliamisma. Lo que compartí no tiene nada de innovador ni esparticularmente brillante… no descubrí ningún secreto, niproporcioné una fórmula fácil para liberarte de la prisión de laamargura.

Ya lo sabías. Pero ¿qué has hecho hasta ahora?¿Has decidido personalmente aceptar el perdón y perdonar?

Dar los pasos necesarios es lo que produce una verdadera diferencia.Allí yace el secreto que quizás has querido descubrir; la

oportunidad prometida para cambiar la geometría de tu vida y pasarde círculos infinitos a la mejor forma que tu corazón haya conocido.

• Marca el paso que te resulte más difícil al perdonar a otro yluego considera por qué:

• decidir no albergar rencores.• permitir que Dios obre en tu lugar.• orar y pedirle al Señor que te dé el deseo de perdonar.

• Piensa en los nombres que anotaste al principio de lasección: personas a quienes les guardas rencor. Pídele alSeñor que te dé poder para perdonarlas. Luego, reemplaza la

frase subrayada con el nombre de cada persona: Perdonando a«unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros enCristo» (Efesios 4:32).• Para ser justa y plena, ¿necesitas pedirle perdón a alguien?La Escritura dice: «… Si traes tu ofrenda al altar, y allí teacuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tuofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tuhermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda» (Mateo 5:23-24)… Incluso tu ofrenda de perdón.• Al seguir adelante para firmar esta resolución, recuerda queesto debería ser solo el comienzo; el inicio de un viaje quepuede requerir tiempo y consejo para completarse. Busca laayuda necesaria para experimentar plenamente los beneficiosque el perdón puede brindar.

MI PERDÓN

Prometo perdonar a los que me hagan mal yreconciliarme con quienes yo haya defraudado.

___________________

MI INTEGRIDAD

La resolución de vivir según las normas más

elevadas de virtud y pureza

Solidez estructural

Bienaventurados los perfectos de camino. (Salmo 119:1)

Al prepararme para escribir un libro como este, que cubre unaamplia variedad de temas, me pareció necesario que otras mujeresparticiparan del proceso. Así que, le envié una copia de los puntosde esta resolución a un grupo selecto de mis amigas: mujeres dedistintas edades, trasfondos étnicos y situaciones de vida, para queconsideraran en oración cada afirmación y su vinculación con larealidad. Y de manera increíble, esta resolución en particular, quetrata de la integridad y la pureza personal, tocó las fibras mássensibles del corazón de las mujeres, y las desafió y convenció deerror con muchas repercusiones.

Prometo no tolerar influencias impías ni en mí ni en mi hogar,por más justificables que parezcan…

Por más justificables que parezcan. Esta fue la frase queprodujo el corte más profundo. Causó un sobresalto notable.Involuntario. ¡Ay! A la mayoría de las mujeres, no les cuesta evitarcosas claramente impías y prohibidas (o al menos, reconocer elproblema que presentan). Son otras cuestiones, encubiertas, de bajoperfil y camufladas tras la apariencia de un entretenimiento, las quenos atrapan. Son discretas. Poco llamativas. Demasiado cómodas yfamiliares, por cierto, como para desechar. Están ahí. Sonjustificables.

Sin embargo, al verlas escritas de esta manera, parecen perdersu escondite y su camuflaje. Muchas mujeres que van marcando lapágina con el dedo, de repente lo sacan de un tirón, como sihubieran tocado una plancha caliente. La quemadura en la punta deldedo viene aparejada de un escalofrío espeluznante de convicciónque les corre por la espalda. Parece un buen momento para dejar de

lado este libro, o al menos, para concentrarnos en algo menosdoloroso y penetrante.

Sin duda, esta resolución exige una mirada íntima, personal eintrospectiva a lo que sucede en nuestro corazón y en nuestro hogar.Toca algunas de esas concesiones que hacemos a puertas cerradas,en la tranquilidad de nuestro estudio o sala de estar, donde la perezay la indulgencia suelen merodear luego de la cena y se quedanlevantadas hasta la madrugada. Por eso, sinceramente, a veces esnecesaria una resolución como esta para reconocer que estascuestiones que hemos estado aprobando con nuestro tiempo yatención contradicen completamente nuestra identidad yconvicciones.

Cuando pasó la conmoción, mi grupo de amigas y yo nospusimos de acuerdo. Con nuestras vidas al descubierto bajo elreflector de esta resolución, comenzaron a desfilar las confesionessobre los programas de televisión que hemos mirado, las novelas enque nos hemos enfrascado, las revistas que han adornado nuestrasmesitas ratonas y la música que hemos escuchado en nuestrosauriculares y en el auto.

Dispuesta a ir más a fondo, una de mis amigas comprendió derepente que la conexión divertida y amistosa que mantenía con unviejo amor arrastraba una corriente oculta de infidelidad emocionaly de desastre en potencia. Otra confesó que guardaba un alijo devino al fondo de un armario en el vestíbulo, que sacaba confrecuencia para consentirse cuando nadie estaba cerca.

¿No es para tanto? ¿Fácilmente justificable?Sin embargo, estas concesiones confesadas en susurros

adormecían y mitigaban, en distintos grados, los sentidosespirituales de estas mujeres. Aun si no lo hacían a gran escala, estasdecisiones tocaron la conciencia. Si se ignoraban y permitían,representaban aun algo más: un rechazo deliberado a la intervencióndivina en esa área de la vida, en ese espacio de dos horas, en esaindulgencia comprensible.

Unas gotitas pueden transformarse en un río.

Sin duda, en persona, nunca aprobaríamos muchas decisiones niestilos de vida que aparecen o aclaman en este programa o en eselibro, ni participaríamos de esas actividades. Y aunque sería legalistae impersonal decirles a los demás qué clase de programas pueden yno pueden mirar, o qué películas y libros deberían y no deberíangustarles, todas conocemos la diferencia entre apreciar un lenguajeíntegro y divertirse con el pecado. Sabemos cuándo estamosobservando la dureza de las problemáticas de la vida real y cuándonos resultan provocativas, agradables y casi (¿casi?) atractivas. Enlugar de sentir repulsión frente a ciertas conductas y dolor ante lasmentiras que nuestra generación impone, nos encontramosaceptándolas, dispuestas a verlas y reírnos, y las consideramosadecuadas para mirar mientras comemos palomitas de maíz.

Y eso nos transforma nada más y nada menos que en lashipócritas que nunca quisimos ser. Desalentar algo en públicomientras, en privado, nos resulta adictivo y emocionante.

Esto habla a la esencia de la integridad.Integridad significa ser lo mismo por dentro que por fuera.

Inalterable, completa y sólida. Es lo que quiere lograr un ingenieroal diseñar un puente que no solo parezca poder manejar el tráficoque fluye sobre él, sino que también tenga la capacidadarquitectónica para soportar el peso, día tras día, año tras año.Integridad estructural.

A eso apuntamos.Y por eso, esta resolución no es para mujeres volubles ni que se

acobardan fácilmente.Las cosas no se hacen sin pensar, basando el diseño en lo que te

parezca bien en el momento y con los materiales que tengas a lamano. Las que son conscientes de la integridad estructuralconstruyen con el objetivo a largo plazo de presentarse sin manchadelante de Dios y de los demás, no solo los domingos, cuando haypoco tráfico, sino también durante la semana, en los horarios pico.

Es algo serio.Tengo que admitir, hermana, que esta resolución me hizo dar

un paso atrás y mirar mi propia vida. No creas que eres la única quesiente que le están pisando un callo. Yo también quiero ser unamujer sobresaliente, caracterizada por el Espíritu de Dios. Deseo serla esposa, la madre y la mujer que Dios quiere. Quiero tener losoídos espirituales despejados para escuchar Su voz y mis ojosespirituales enfocados en Su persona. Quiero estar aquí para recibirla paz que Su presencia puede traer a mi hogar. Quiero experimentarSu poder mientras palpita en nuestra familia y en nuestro ministerio.

Pero sé que esa clase de bendición práctica y cotidiana nopuede coexistir con algunas de las tonterías lascivas yconcupiscentes que surgen constantemente en los canales detelevisión, en los materiales de lectura y en los portales mediáticosmás populares de hoy. Debo comprender lo que supuestamente leescribió la madre del evangelista John Wesley a su hijo:

Cualquier cosa que debilite tu razón, atrofie la sensibilidad de tuconciencia, opaque tu percepción de Dios o aleje el deleite de lascuestiones espirituales (en breve, cualquier cosa que aumente lafuerza y la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente), eso es pecado

para ti, por más inocente que sea en sí mismo.1

Así que, debemos decidir. Tú debes decidir…¿Qué anhelamos más?¿Lo mejor de Dios o nuestras preferencias personales?Quizás esta fue la clase de pregunta esencial y decisiva que

llevó al rey David a resolver con tanta seriedad llevar una vidaíntegra:

Tendré cuidado de llevar una vida intachable, ¿cuándo vendrás aayudarme? Viviré con integridad en mi propio hogar. Me negaré a

mirar cualquier cosa vil o vulgar. Detesto a los que actúan demanera deshonesta; no tendré nada que ver con ellos.

(Salmo 101:2-3, NTV)

Esta no era la norma para los reyes de las naciones antiguas.Como tenían gran poder y no le rendían cuentas a nadie, estosmonarcas se sentían con libertad de vivir como querían, en especial,dentro de los confines de sus moradas. Con desenfreno. Sin límites.Nadie podía decirles qué hacer. No obstante, el rey David quería serdiferente, y expresó varios de los compromisos que utilizó paralograr su objetivo… y nosotros también podemos tomarlos.

1. No toleres el mal. «Me negaré a mirar cualquier cosa vil ovulgar», escribió (v. 3). No estaba dispuesto a entretenerse con nadaque fuera en contra de las normas y los estatutos de Dios. Prometióno participar de ninguna actividad que pudiera insensibilizarlo alpecado lenta y progresivamente.

2. Vigila de cerca la clase de persona que permites que teinfluencie. «Detesto a los que actúan de manera deshonesta; notendré nada que ver con ellos. Rechazaré las ideas perversas y memantendré alejado de toda clase de mal» (vv. 3-4). Nadie que fueracalumniador, orgulloso o deshonesto podría tener una relacióncercana a él. No estaba dispuesto a dejar que el carácter y el consejodeficientes de esas personas se transformaran en una voz fuerte ypersistente en su mente ni lo desalentaran del camino justo.

3. Reconoce que necesitas ayuda divina. «Tendré cuidado dellevar una vida intachable, ¿cuándo vendrás a ayudarme?» (v. 2).David sabía que no podía sostener las exigencias de esta resoluciónen sus propias fuerzas. Solo con el poder y el aliento de Dios podíahacerles frente a las artimañas del enemigo y a sus propiastendencias carnales. Nunca creas que puedes recalibrar losparámetros de frecuencia en tu vida sin muchísima ayuda, gracia yguía de Dios. Él te mostrará los cambios que necesitas realizar yluego te dará el poder para llevarlos a cabo.

Estamos hablando de resoluciones extremas, pero a decirverdad, creo que nunca conocí a una mujer de carácter piadoso yadmirable (a quien, en mis momentos de mayor claridad mental,quisiera imitar con mi vida) que no fuera una persona de acciones yresoluciones extremas. Los que disfrutan de una medida extra de la

bendición y el favor de Dios y manejan bien sus vidas, son aquellosque se disciplinan de maneras que muchas de nosotrasconsideraríamos prácticamente ridículas. Pero al igual que David,vieron la necesidad de irse a un extremo, ya que la cultura decidiócolocarse en el opuesto.

Sinceramente, no quiero arrojarte un manto de culpa en loshombros ni pisotear en forma legalista las libertades que Dios te diopara disfrutar de la vida. No todo lo que le molesta a un creyentetiene que estar prohibido para todos. Solo porque algunos noconsideren algo como «bueno», no significa que tenga que ser«criticado» (Romanos 14:16, NTV). Pero al evaluar tu propiasolidez estructural, ¿te parece que puede soportar el peso de tuprofesión cristiana? ¿Se mantendría en pie si alguno de losmiembros de tu iglesia apareciera en tu casa sin aviso?

¿Eres quien afirmas ser?Si esto ha sido una pregunta y un dilema recurrente para ti,

como para la mayoría de nosotras (para todas en algún momento),haz lo siguiente: comprométete a ser sensible y a responder acualquier convicción que el Espíritu imprima en tu corazón en estemomento con respecto a algún interés, decisión o actividad enparticular. Escucha Sus sugerencias. No ignores Sus directivas. Estádispuesta a cambiar tus deseos temporales por Sus alternativasmucho más beneficiosas, a medida que te dirija hacia allí medianteSu conocimiento personal de tu persona y lo que quiere lograr en ti.Su objetivo no es robarte la diversión, sino colocarte comorecipiente limpio, puro y disponible para Sus bendiciones mássatisfactorias.

Con Su poder, puedes tomar esta resolución.Mediante Su fortaleza, puedes caminar de manera

irreprochable.Por Su autoridad, puedes esperar ser una mujer que busca en la

oscuridad lo que proclama en la luz.

• A la luz de lo que le escribió la madre de John Wesley a suhijo (página 153-154), evalúa si estás participando en algoque…

• debilite tu razón.• atrofie la sensibilidad de tu conciencia.• opaque tu percepción de Dios.• aleje el deleite de las cuestiones espirituales.

La diferencia del tres por ciento

Tengan cuidado y no dejen que sus corazones se hagan insensibles.(Lucas 21:34, VP)

Veneno para ratas.Nunca le presté demasiada atención… hasta hoy, cuando una

amiga me contó que la gran mayoría está hecha de 97% de alimentoy solo 3% de veneno. Estos productos atraen a esos repugnantesroedores por el olfato y, así, prueban algo que les gusta, un festínexquisito. Pero junto con esa sabrosa comida, también ingierenresiduos de toxinas fatales, en una cantidad suficiente como paraacabar con su reinado de terror en la basura. Las ratas se mueren(qué bueno, ¿no?) por una pequeña cantidad de veneno mezclada enuna comida tentadora.

Tres por ciento.¿No es una buena imagen de cómo perdemos la virtud? ¿O

comprometemos nuestra integridad? ¿O endurecemos el corazón?¿La manera en que nuestro espíritu se desensibiliza a las cosas delSeñor? Nos seduce algo aparentemente inofensivo: una formaagradable de entretenimiento, la camaradería de una relacióninocente al principio; pero luego…

Veneno.Estratégicamente oculto, disfrazado con astucia. Debajo de la

superficie, imperceptible. Nos relamemos y seguimos por la vidacomo si nada, pensando que todo está bien. Pueden pasar días,quizás semanas, hasta que comencemos a notarlo. Pero con eltiempo, nuestros órganos espirituales comienzan a fallar. La pasióndisminuye. Nuestra sensibilidad y discernimiento decaen. Perdemosel reflejo nauseoso.

Experimentamos una muerte lenta.Avanza en porcentajes mínimos.Ya lo has visto en otras personas. Quizás una celebridad, un

atleta famoso, un político, que evidentemente no querían destruir suvida ni su carrera, pero fueron detrás de determinado placer oexperiencia y terminaron en la mira de los tabloides nacionales.Expuestos y al descubierto, se derriten bajo el reflector de laatención indeseada y las consecuencias accidentales, y representanel daño que pueden provocar tres pequeños puntos de porcentaje. Teespanta que puedan desperdiciar sus vidas por algo taninsignificante.

¿Pero acaso el enemigo no estará haciendo algo parecidocontigo? ¿Qué ha utilizado con astucia para seducirte a ti a unatelaraña demasiado tensa como para que escapes, tal cual la diseñó?¿Adónde ha escondido pequeñas gotas y depósitos de veneno,imperceptibles hasta que de pronto te das cuenta del efecto terminalque te están produciendo?

Incluso en tus seres queridos.Nunca olvidaré la vez que me senté a mirar el estreno de la

temporada de una serie de televisión que me gustaba y que habíaseguido durante su primer año. Me había causado una agradablesorpresa ver lo sana e incorrupta que era, y había esperado conansias la segunda temporada. La noche de su debut, me senté con mihijo de tres años en el sofá. Me acomodé. Encendí el televisor. Justoa tiempo para ver los avances, lista para quedar cautivada. Pero enmenos de quince segundos, la pantalla se llenó de una escena sexualestridente que me tomó completamente por sorpresa. Condesesperación, tomé el control remoto y luché para encontrar elbotón correcto para cambiar de canal. Pero era demasiado tarde. Esaimagen brevísima se había grabado en los ojos y en la mente de mipequeño. ¿Cómo pude dejar que algo así sucediera… a mi hijo?

Ahora, déjame decir que aun cuando hacemos nuestro mejoresfuerzo, nuestros hijos o incluso nosotras podemos escuchar y vercosas desagradables y estar expuestas a ellas. Pero sin duda, cuandonos falta diligencia en la sección de integridad, por supuesto queserá mucho más fácil que se abra la ventana a las posibilidadescontaminadoras. Sin embargo, una vez que sucede (ya sea por las

consecuencias lógicas de nuestras acciones o por un simpleaccidente), no se puede deshacer por completo. Pero deberíamosorar para que Dios, en Su misericordia y favor, frustre los intentosdel Enemigo de transformar estos momentos de debilidad en loscimientos para una fortaleza en sus vidas. Podemos pedir convalentía que cualquier daño y confusión potencial y a largo plazosean cubiertos por la sangre de Cristo y que se disuelvan antes dearraigarse y transformarse en un obstáculo para ellos. Gracias aDios, el poder de Cristo puede cubrirlos.

Sin embargo, como algo así puede suceder fácilmente, creo quepor esto Pablo se esforzó tanto por decirnos que «entre ustedes nisiquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clasede impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santode Dios» (Efesios 5:3, NVI, énfasis agregado). Incluso una miradafurtiva e indirecta. Aun un indicio o sugerencia. Hasta eso esdemasiado para el pueblo de Dios; nosotras, que fuimos santificadasmediante Su acto deliberado de gracia y que somos responsables deproteger los corazones y las mentes tiernas de nuestros amados.

Todo comienza con un tres por ciento.¿Quién sabe adónde puede llevar?Y aunque la primera parte de la advertencia de Pablo habla de

la «inmoralidad sexual» (un veneno espiritual que impregnaba lacultura del apóstol), su uso de la frase abarcadora «ninguna clase deimpureza» aumenta el alcance a otras actividades contaminadorasque deben ser completamente ajenas al estilo de vida del creyente.Según él, no tienen lugar en nuestras vidas. Ninguno. Pablo sabía elefecto de aun mencionar estas cosas. «Un poco de levadura —dijouna vez, —leuda toda la masa» (Gálatas 5:9).

Entonces, si tomas esto en serio, te sugiero que vayas más alláde prometerle esto a Dios y a ti misma. Haz esta promesa a (y con)otros también. Porque por más que intentemos pelear nuestraspropias batallas de integridad, esta clase de vida exige rendición decuentas. Simplemente, es así. En una cultura saturada deoportunidades para inclinarse al lado opuesto de la pureza, la mujer

decidida a ser íntegra debe fortificarse con otras hermanas quecaminen a su lado y la ayuden a mantener un estándar de santidad.

Doy gracias al Señor por darme amistades que me proporcionaneste marco y esta red de rendición de cuentas. Nos encanta reunirnoscon otras mujeres y hablar de nuestras vidas. Conversamos.Hacemos preguntas. Reímos. Lloramos. No solo sentimos lástima.Nos ayudamos a permanecer a la altura del consejo de la Palabra deDios.

A veces, cuando hemos ido a ver una película, incluso allísentadas con una provisión de refrescos y palomitas de maíz, algunade nosotras se ha sentido incómoda con la dirección que tomaba lapelícula. En una oleada de convicción, a veces yo he tenido que salirun momento. A veces, todas llegamos a la misma conclusión yabandonamos el cine en medio de la proyección. No sé cómoagradecerle lo suficiente a Dios por darme amigas que no me hacensentir avergonzada por mi sensibilidad espiritual y que meproporcionan un lugar donde mi resolución de vivir en pureza anteÉl nunca está bajo presión, jamás es objeto de ridiculización nitampoco se conspira en su contra. Nuestro deseo de apoyarnosmutuamente nos ayuda a permanecer fieles a nuestras promesas.

Lo necesitamos.No podemos lograrlo sin esto.Porque no hace falta mucho veneno para derribarnos. Solo hace

falta un tres por ciento. Ese porcentaje puede matarnos.Pero al distribuirlo entre todo un grupo que constantemente se

ayuda a disminuir gradualmente ese tres por ciento a dos, a uno,hasta ni siquiera «mencionarse» entre nosotras, podemos recuperarnuestra fuerza. Al vivir en luz frente a los demás, nosotras (tantosolteras como casadas) permitimos que nos indaguen y conozcanotras mujeres que quieren lo mejor para nuestras vidas y que puedendetectar el veneno. Si no tienes una relación de rendición de cuentascomo esta, comienza a orar por esto. Creo que el Señor honrará tudeseo y te responderá. Quiere bendecirte, que seas pura y quedisfrutes en paz una vida que le agrade y lo honre.

Es la clase de vida confiable para ti y para toda tu familia.Estoy 103% segura.

• ¿Hay alguna área de tu vida que te avergonzaría que losdemás descubrieran?• ¿Cómo te serviría una rendición de cuentas más profunda,vulnerable y exhaustiva a mantener un nivel más alto deintegridad? ¿Cómo sería?¿Estarías dispuesta a someterte aella?

La fuerza que cuenta

Detrás de la casa de una vecina, hay un lugar hermoso dondenos gusta jugar con mis hijos. Por fortuna, a mi amiga no le molestaque vayamos allí. Los abundantes matorrales y los árboles altosparecen aislarlo de los intrusos. Pero mis hijos son astutos ycuriosos. Encontraron un camino secreto por el perímetro que noslleva alrededor de la gigantesca fila de árboles. Al entrar por estecamino angosto y desgastado, podemos perdernos en la aventurasinuosa de este maravilloso mundo arbolado y embarcarnos en otraescapada boscosa. Nos transformamos en exploradores: construimosfortines, evadimos ramas caídas y nos escondemos de enemigoshostiles en pequeñas cuevas.

Este sendero termina en el lecho seco de un riachuelo que sirvecomo lugar perfecto para muchas de nuestras historias imaginarias.Una vez, nos entretuvimos con un árbol grande que se había caídosobre la barranca. A mis hijos, les pareció un descubrimientoemocionante. Se turnaban y hacían equilibrio para cruzarlo, y sereían cuando el otro se tambaleaba o se caía, para luego celebrar lavictoria cuando llegaban al otro lado.

Me senté sobre unas hojas secas allí cerca, entretenida, aobservarlos. No sentía la necesidad de pararme sobre esa cosa, peromis hijos no me dejaron escapar tan fácilmente. Comenzaron arogarme que participara y que hiciera equilibrio sobre el tronco parapasar de un lado al otro.

Al final, les di el gusto.Al principio, no pensé que sería tan difícil. Después de todo,

había sido bastante atlética de pequeña. Sin duda, podría caminarunos pocos metros sobre este amplio tronco (al estilo de unagimnasta sobre una viga de equilibrio), en especial si los niños mealentaban.

Todo iba de maravillas hasta que llegué al medio y comencé aescuchar un sonido de fisura debajo de mis pies. ¡Oh-oh! En pocos

segundos, el tronco entero se rompió en pedazos y cayó en el lechodel arroyo. Mis sentaderas lo alcanzaron enseguida.

Allí en el suelo, quedé sentada y completamente aturdida.Había sucedido tan rápido. Me tomó un momento recuperar lacompostura. Pero al ponerme de pie con dificultad, quitarme elpolvo y observar los despojos del tronco desparramados por elsuelo, vi con claridad cuál había sido el problema. A pesar de lacorteza dura y gruesa que lo hacía parecer tan fuerte y seguro porfuera, este tronco caído, ahora con el interior al descubierto,mostraba su podredumbre. Con el tiempo, se había descompuesto ydeteriorado, y esa fue probablemente la primera causa de que serompiera. Los cuerpitos de mis hijos no habían sido losuficientemente pesados como para revelar su debilidad. Perocuando yo me paré con un peso adulto, no lo soportó. Su resistenciainterior no concordaba con su apariencia exterior. No pudo soportarla presión. Crac. No tenía…

Integridad.Tarde o temprano, las presiones inevitables de la vida revelarán

la verdad de lo que hay dentro de todas nosotras. Sin duda, lafortaleza externa puede ser suficiente para manejar algunas de lassituaciones más sencillas y menos exigentes, pero cuando la presiónalcanza determinado peso y fuerza, y supera lo que nuestros recursosexternos pueden soportar, la persona sin integridad profunda sequiebra. Se rompe en pedazos. Implosiona. Y entonces, todospueden ver claramente que bajo el camuflaje de fortaleza seescondía una vida interior plagada de deterioro, desatendida yabandonada.

Y por desgracia, lo vemos demasiado a menudo. Tanto ennosotras como en los demás.

Pero no en todos. Y cuando nos encontramos con una personaque desafía esta tendencia deprimente, deberíamos acercarnos aobservar. A mirar y aprender.

Entra el profeta Daniel.Cuando él y sus talentosos amigos, junto con unos 10.000

hebreos, fueron capturados por el rey Nabucodonosor y arrastrados aBabilonia en el 605 a.C., los amenazaron muchas veces para quecambiaran su estilo de vida y se adaptaran al nuevo entorno, paraque se transformaran en algo distinto de lo que sabían que teníanque ser como seguidores del Dios de Israel. Sus capataces, en unintento de absorber sus capacidades y potencial para el bien de lanación, les asignaron nombres babilonios, les enseñaron sobre laliteratura del lugar e incluso quisieron reorientar sus gustossirviéndoles continuamente comida babilónica.

Pero aun en esta nueva realidad, Daniel se negó a comprometersus normas de santidad. Y como nadie podía pasar por alto elintelecto superior que Dios le había dado, incluida su capacidad parainterpretar sueños y visiones (que sobrepasaba aun la de los sabiosmás capaces y de los oficiales designados por el rey), Daniel fueinmediatamente ascendiendo en rango hasta llegar a una posición deinfluencia y servicio en la corte.

Algo sumamente emocionante para un joven hebreo.Así que, cuando el Imperio Persa controló Babilonia,

derrocando entonces la estructura de poder, Daniel se enfrentó a laposibilidad de perder su prestigiosa carrera y panorama prometedor.A menos que quisiera arriesgar su nueva categoría, a la cual se habíaacostumbrado, este sería un buen momento para hacer algunastransgresiones estratégicas y aceptables de los valores de su crianza.

La oportunidad llegó pronto. Cuando un grupo celoso yconfabulador de oficiales intentó atraparlo al convencer al rey Daríode que firmara un decreto para que todos, durante 30 días, dirigieransus oraciones y peticiones solo a él y a ningún otro dios (castigadocon la pena de muerte en el foso de los leones), Daniel tuvo quedecidir. Podía bajar su estándar por un tiempo, durante un mes.Podía tener su tiempo real de oración en privado, donde nadie máslo viera. Llevar una doble vida para salvar su posición singular.

En cambio…

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su

casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban haciaJerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias

delante de su Dios, como lo solía hacer antes(Daniel 6:10).

No cambió sus normas para conformarse a un nuevo régimen.No reformó sus convicciones para seguir siendo popular y

aceptado.No escondió su reverencia para evitar que lo descubrieran.No alteró sus horarios para plegarse a los nuevos dictámenes

del rey.En cambio, permaneció seguro, fuerte y firme. Siguió siendo el

mismo a puertas cerradas (y ventanas abiertas), como afirmaba serdel otro lado. Aun al enfrentarse a la prueba más difícil —la presiónextrema y definitiva del foso de los leones—, no se derrumbó bajo lapresión y la tensión. Pudo permanecer valiente frente acircunstancias desmoralizadoras porque fue «hallado inocente» anteel Señor (v. 22).

Su integridad lo salvó.Mantuvo cerradas las bocas de los leones. Lo preservó intacto y

evitó que lo hicieran pedazos. Lo protegió en medio de laadversidad.

Y envió un mensaje sobre la fortaleza de Yahvéh que repercutióen toda la tierra. El rey Darío quedó tan pasmado, abrumado yagradecido ante la veracidad de Daniel y la respuesta de Yahvéh,que emitió otro decreto, donde reconoció al Señor como el únicoDios verdadero.

El tronco de la integridad permaneció firme sobre la barrancade un posible desastre. Esto le cambió la vida a Daniel.

Y te cambiará la vida a ti.

• Decidir ser una mujer de integridad es uno de los mejores

regalos que puedes hacerte. ¡Significa que eres libre! Ya novives con temor de que alguien «descubra» o «se entere» de tuvida secreta. Al firmar, te comprometes a alinear todo tu sercon la persona que Dios ya transformó y a quien hizo renacer.Además, te dispones a ser una influencia y un ejemplo quellevará a los que te rodean a parecerse a Cristo. Así que, ven,te invito. La vida es buena aquí. Mucho mejor de lo que dicen.

MI INTEGRIDAD

Prometo no tolerar influencias impías ni en mí ni en mihogar, por más justificables que parezcan, sino procurar

una vida de pureza.___________________

MI CORAZÓN

La resolución de demostrar interés

Vuelve a mirar

¿Por qué me obligas a ver la injusticia?¿Acaso tus ojos soportan la opresión? (Habacuc 1:3, BLA)

No quería verlo. Las imágenes eran demasiado perturbadoras.La inmensa pantalla de alta definición encaramada por encima denosotras traducía cada píxel de esta historia devastadora a unarealidad imponente para mí, y para las otras 15.000 mujeres queestaban allí reunidas, mirando.

Estábamos en una conferencia en Sidney, Australia, que serealizaba una vez al año y adonde asistían mujeres de todo elmundo. Asiáticas de piel color oliva, vestidas con saris bordados dela India; rubias de tez blanca, de Dinamarca; rusas exóticas decabello oscuro; hermanas de piel oscura y habla francesa, de algunaisla desconocida de la que nunca había oído hablar; todascompartían el mismo espacio en este evento trascendental. Laconvención, una de las más grandes de su clase, tiene un objetivointencional. No es solo una experiencia anual a la que asistes, pasasel fin de semana y luego no piensas en ella hasta la próxima vez. Seha transformado en una hermandad continua que funciona todo elaño; una conexión global de mujeres que buscan servir a Cristo,buscar la justicia y cambiar a la humanidad mediante incursiones yministerios específicos.

Francamente, esta clase de reunión era nueva para mí. Engeneral, asisto a conferencias en Estados Unidos, y aunque siempreestán llenas de hermosas enseñanzas y experiencias maravillosas deadoración, no suelen concentrarse en esfuerzos humanitarios.Formar parte de esa clase de evento me abrió los ojos de una nuevamanera a los problemas que enfrentaba la comunidad global.

Y me conmovió profundamente.Porque, ¿quién puede negar que esta es la clase de misericordia

activa a la cual Cristo llama a Su iglesia? Y entonces, ¿por qué yo

no estaba participando? ¿Por qué no utilizaba la plataforma que elSeñor me había dado para alentar a las mujeres a mirar fuera de lasórbitas estrechas de sus vidas e inquietudes apremiantes, para ver elsufrimiento intenso a su alrededor? ¿Por qué el cristianismo enEstados Unidos (según mi parecer) no se conmovía tanto con estastremendas necesidades, como parecían hacerlo creyentes de otrospaíses, algunos de los cuales tenían una estabilidad económicamucho menor? Estas mujeres, lejos de querer asistir a unaconferencia solo para su edificación personal, percibían laresponsabilidad de impactar la cultura como resultado —y comoobjetivo— de su tiempo juntas.

Hasta cierto punto, conocía algunos de los problemas que nospresentaron ese día. Y sin embargo, con vergüenza, admito que mesentía alejada y sin obligación alguna al respecto. Y en cuanto aotros, no tenía idea de que existían… como el que aparecía en lapantalla frente a mí en ese momento.

Fotos de mujeres. Costaba mirarlas. En Uganda, torturadas amanos de niños-soldados a quienes les habían lavado el cerebro.Estos muchachitos endurecidos, bajo la supervisión del ERS(Ejército de Resistencia del Señor), habían sido entrenados paracometer algunos de los crímenes e injusticias más espeluznantes ydespiadados que puedas imaginar, y que dejaban a las mujeresheridas y marcadas de por vida, casi incapaces de funcionar en elámbito normal de la sociedad, con los rasgos faciales desfiguradoscon violencia por la cuchilla de un soldado renegado. Se nos dijoque había cirujanos plásticos listos para ayudar, dispuestos a cedersu tiempo, su talento y su preparación. Ahora se necesitaban losrecursos para el viaje y los gastos médicos. Y se nos comisionaba aayudar.

Un coro permanente de gritos ahogados y sollozos resonó en elgran auditorio durante la presentación del video. Las lágrimas noscorrían por las mejillas. Los pañuelos corrían por las filas.Estábamos conmovidas, emocionadas, traumatizadas. En más de unaocasión, sin poder soportar más, tuve que bajar la mirada un

momento para escapar del ataque visual.¡No podía ser real! Esta clase de cosa no sucede en realidad. A

personas de verdad. A madres e hijas. En su propia tierra. ¿O sí?Cuando mostraron el mismo video la segunda semana (cuando

se repite la conferencia para un nuevo grupo de asistentes), deboadmitir que me escapé. No podía hacerlo otra vez. No creí podersoportar ver de nuevo esas imágenes que me revolvían el estómago,me hacían perder el apetito todo el día y luego me manteníandespierta por la noche, proyectando el horror de lo que habíapresenciado.

No quería ver.No quería mirar.Y quizás, tú tampoco quieras mirar. Tal vez, como con esta

cuestión, las imágenes que ves (pero que no quieres ver)corresponden a alguna realidad devastadora que asedia otra parte delmundo o algún pueblo lejano. Tu respuesta típica es cambiar decanal o dar vuelta la página, quitar la mirada de los vientreshinchados, los pozos de agua contaminados, la miseria empobreciday los niños huérfanos.

O tal vez, lo que preferirías no ver no se encuentra en otra partedel mundo. Es posible que esté en tu propio patio trasero. Tuvecindario muestra señales de una actividad que esperabas evitar almudarte aquí. O tal vez, el estado actual de la política en tu ciudadse está inclinando en una dirección que sabes que llevará a ladesaparición de los valores fundamentales. El decaimiento moralavanza, cada vez con más indiscreción. Conductas adictivas cadavez mayores le roban la salud y el futuro a jóvenes y viejos,personas que parecen no poder salir de su camino destructivo.

Sin importar de qué se trate, el solo verlo te provoca un nudo enel estómago. Ya casi no puedes soportar un minuto más de estarealidad: escenas que pasan delante de ti como un relámpago, unahistoria que has notado, pero a la que no has querido darledemasiada importancia, ni preocuparte por ella ni hacer nada alrespecto.

Hasta ahora.Hasta esta resolución.Porque a pesar de que humanamente es imposible hacerte cargo

de todo lo que ves, y aunque Dios jamás colocaría todo el peso delmundo sobre tus hombros, Él pone esta circunstancia aquí. Y alorar, quizás te esté diciendo que una pequeña parte de su solución temira a los ojos desde el espejo del baño por la mañana.

Escucha, comprendo bien por qué tú (y yo) quisieras hacer lavista gorda. Entiendo nuestra tendencia de pensar queprobablemente alguien más se hará cargo. Siempre es más sencillo ycómodo desistir y librarse del compromiso, encontrar algo másplacentero para hacer. Al igual que el profeta bíblico Habacuc,sentimos ganas de mirar al cielo cuando vemos algo que noqueremos ver ni saber, y preguntamos: «¿Por qué me obligas a ver?»(1:3).

Parecería que un Dios que nos ama con tanta pasión podríadarnos un descanso de todo esto. Con todo lo que hemos tenido quepasar en nuestra vida, con nuestras propias ocupaciones y todasnuestras circunstancias demandantes, lo más lógico sería que nospermitiera mirar para otro lado, ignorar, desestimar. ¿No es así?

Entonces, Su respuesta a la pregunta de Habacuc puedesorprenderte. Porque después de obligar al profeta a sentarse yobservar el sufrimiento de su pueblo amado, Dios le dijo:

Mirad […], observad, asombraos, admiraos; porque haré una obraen vuestros días que no creeríais si se os contara.

(v. 5 LBLA)

En otras palabras, ver para creer.Si Dios no te lo mostrara, tu corazón no se conmovería. Si solo

te dijera cuáles son Sus planes o cómo te usará para resolverlos, nopodrías comprender el problema en toda su dimensión, o lo que eltoque de Su cuidado, Su bondad y Su sabiduría sobrenaturalespueden lograr a través de ti. Si permitiera que des vuelta la cabeza y

permanecieras inconsciente de la situación, jamás conocerías lacompasión resultante que el Espíritu de Dios te invita a tener y tepermite experimentar.

Así que, ha decidido mostrarte —dejarte ver el caos, ladesolación, el daño, las ruinas, el derroche, la pérdida— y, así,prepararte para que puedas vislumbrar cuán increíble puede ser Suobra, incluso a través de personas comunes y corrientes comonosotras.

Entonces, no dejes de mirar. No des la espalda. Él haorquestado que veas lo que tienes delante. En Su plan soberano paratu vida, Dios te llama, te atrae, te impulsa a participar.

La luz es más brillante contra un fondo oscuro.Los diamantes son más relucientes contra un paño de terciopelo

negro.Mira. Vuelve a mirar.Hasta que lo que te quite el aliento no sea la gravedad del

problema, sino el poder de Dios para sanarlo; de a un toque, de auna persona a la vez.

• ¿Qué desastre global o local presente genera compasión en tucorazón?• ¿Qué ha evitado que hagas algo para ayudar?• Menciona algo que puedas hacer y para lo cual estésdispuesta a dedicar tiempo.

¿Cómo se sana un corazón que no está roto?

Cuando terminó el video, nadie se movió.Todas, incluso yo, permanecimos pegadas al asiento, sin poder

digerir ni rápida ni fácilmente lo que acabábamos de ver. Laanfitriona de la conferencia se tomó un momento para recomponerseantes de seguir con el programa.

Sin duda, fue un momento.Creo que sabes a qué me refiero: uno de esos atisbos singulares

de invitación sobrenatural, cuando sabes que Dios está presente, teinvita y te imprime una sensación de Su llamado específico. Sinduda, todas sabíamos que nuestros corazones jamás serían losmismos. ¿Cómo podrían serlo? Era imposible, luego de semejanteconmoción, seguir por la vida como si nada hubiera pasado.Estábamos seguras —yo estaba segura— de que si en verdadqueríamos ayudar a los demás a llegar al cielo, también teníamosque preocuparnos por la calidad de su existencia aquí en la Tierra.

Los días de mi ministerio relegados a enseñar desde unaplataforma o escribir libros se habían terminado. No alcanzaba. Sino decidíamos en forma deliberada y resuelta ayudar a los demás demaneras prácticas, y alentar a otros a hacer lo mismo, siempre nosfaltaría algo y nos sentiríamos culpables de hacer solo la mitad de loque el pueblo de Dios fue llamado a realizar.

Incliné la cabeza delante de Dios, sin saber bien qué decirleexactamente. Así que, simplemente pregunté… le pregunté quéquería que hiciera en respuesta a esta sensación acuciante quepercibía de parte del Espíritu. Y aun antes de que Sus respuestascomenzaran a tomar forma en mi mente, el equipo de alabanza subióal escenario y el coro comenzó a sonar como si preparara el caminopara Su respuesta:

Rómpeme el corazón con lo que conmueve el tuyo,Todo lo que soy por causa de tu reino,

Mientras camino desde la Tierra hacia la eternidad.2

Allí estaba. Las primeras pistas de la respuesta de Dios para mí.Necesitaba un corazón roto. No solo permitir que se rompiera, sinotambién pedirle a Dios que lo hiciera. Necesitaba sentirme ofendiday desconsolada por las mismas cuestiones que tocan el corazón delPadre. En lugar de seguir con mi línea habitual de pedidos deoración, en esencia, pidiéndole a Dios que no permitiera que micorazón se rompiera, tenía que rogarle que lo destrozara… hasta quelo único que quedara fuera algo que me obligara a seguirlo adondeÉl quería.

Entonces sí, tenía que actuar. No sabía bien cómo. Pero antesde saberlo y de que me fuera, necesitaba un corazón roto.

¿Alguna vez le pediste eso? ¿Alguna vez consideraste que eldesinterés que puedes sentir por el servicio, el bienestar de losdemás y el ensuciarte las manos puede deberse a que nunca pusistetu corazón delante de Dios ni le pediste que lo rompiera y lo hicieramás sensible a los padecimientos de los demás? En general, lepedimos que sane, fortalezca o restaure. Pero ¿qué clase de podersobrenatural evitamos experimentar al no tener un corazón roto porlas aflicciones que nos rodean?

Jesús lo tenía. Un corazón roto.En toda la Escritura, vemos el retrato de un Hombre que no

caminó a ciegas por los caminos polvorientos y antiguos de Suépoca, pasando junto a la desolación y la necesidad de la humanidadsin volver a mirar. En cambio, prestó mucha atención. Lo movió lacompasión. Se detuvo para ocuparse de aquellos privados dederechos y afligidos.

• Cuando vio a los hambrientos, se le rompió el corazón (Mateo15:32).• Cuando vio a los enfermos, se le rompió el corazón (Mateo14:14).• Cuando vio a los emocionalmente angustiados, se le rompió elcorazón (Lucas 7:13; Juan 6:35).

• Cuando vio a los solitarios y perdidos espiritualmente, se lerompió el corazón (Mateo 9:36).

Y cuando no practicaba la compasión, hablaba sobre ella;contaba historias, daba recordatorios, señalaba en esa dirección.Mostrar misericordia hacia los demás fue una parte importante delevangelio que Jesús vino a ofrecer. No ignoró las necesidades físicasde las personas para llegar a las espirituales o «más importantes».

Tú y yo tenemos que ser mujeres decididas a hacer lo mismo.Somos parte de la iglesia, de Su iglesia, de la respuesta de Dios parala desesperación de nuestra época. Si solo asistimos a conferenciasde mujeres, leemos libros alentadores, escuchamos sermones ycantamos alabanzas, pero hacemos poco o nada para ayudar a losdemás en forma tangible, relegamos nuestra demostración de Suevangelio a un ejercicio impotente, diluido y egocéntrico. Y aunqueespero que hagas todas estas cosas y te beneficies de ellas, mioración también es que percibas un poco de insatisfacción que telleve a buscar algo más; algo con una visión hacia afuera. Jesús tesalvó por muchas razones; entre ellas, para que los demás puedanpercibir Su compasión hacia ellos a través de ti. No solo en palabras.Sin duda, tampoco en el silencio ni en miradas vacías. En obras. Enacción.

Jesús no solo predicó un evangelio; lo vivió. Y ahora, tú eresSus manos y Sus pies: manos que sirven para más que escribircheques personales, pies que sirven para más que caminar hasta laiglesia o al buzón de correo para enviarle recursos a otra personaque esté dispuesta a ir. Enviar ayuda es honorable. Hazlo. Haypersonas que lo necesitan. Pero esconderse detrás del manto de lasofrendas te impide experimentar los beneficios de ser la ayudanteque Dios ha encomendado.

Desde tu propio hogar.Con tus recursos personales.Con los dones de tu propia familia.Al organizar las cualidades únicas de tus amigas.

Cuando Jesús sentía empatía hacia los demás, no se trataba deun sentimiento trillado. Era una reacción profunda y desgarradoraque, según muchos comentaristas, lo afectaba físicamente: elequivalente a un estómago revuelto. ¿Cómo decidió responder? Novolvió a Su casa, con la esperanza de que una buena siesta le quitarala tristeza y la irritación, sino que tomó Su corazón roto como unaseñal para hacer algo, para actuar de acuerdo a la voluntad delPadre. Fue. Sirvió. Escuchó. Sanó.

Entonces…¿Qué te tironea del corazón?¿Qué te hace sentir el estómago revuelto?Una vez más, quizás se trate de un problema que afecta a gente

del otro lado del planeta. O puede ser una situación con algunos detus vecinos. Tal vez requiera un compromiso a largo plazo o un parde horas una tarde solitaria. Podría tratarse de una mujer mayor o deun bebé recién nacido. Las oportunidades para servir a los demásvienen en todas formas y tamaños; ninguna es más valiosa que otra.Pero cuando veas una en donde te corresponda actuar, Dios teconmoverá el corazón, te atraerá a una persona y su necesidad, a unafamilia y su dolor, a un grupo de personas y sus desafíos, a un país ysus crisis.

Tómalo como una señal para responder, como una mujerdecidida a mostrar compasión.

Quizás seas alguien que en general no se conmueve ni seemociona, porque simplemente no respondes de esa manera. Y sinembargo, puedes tener lo mismo que tenía Jesús: una compasióndivina por lo que rompe el corazón de Dios y te pone en sintonía conSus propósitos para ti.

Cuando tu corazón se derrite al tocar las realidades abrasadorasque enfrentan los demás, experimentas algo que tu santificaciónpuede lograr. Estás siendo transformada a imagen de Cristo. Se terompe el corazón. Y al romperse, eres llamada a responder.

Sí, puedes tenerla… una compasión piadosa que te conduzca ala acción. Debes tenerla. Porque tu mundo espera experimentar a

Cristo a través de ti. Tú eres la solución para el problema. Por eso, teduele el corazón. Por eso, te resulta tan difícil mirar. Por eso, se tehace un nudo en el estómago cuando miras.

Esto es compasión.Así que, pídele al Señor que te rompa el corazón, que revele

una necesidad con toda su terrible realidad, hasta que te dé lavalentía para responder.

¿Qué te rompe el corazón?Es tu señal.Haz algo al respecto.

• Quizás te desanimaste al intentar ayudar a otros de manerademasiado drástica. Los demás se aprovecharon de ti omalinterpretaron tus motivaciones. Pero cuando vas aministrar el amor de Cristo a otra persona, ¿cuál es tuverdadera razón para hacerlo? ¿Cómo puedes evaluar mejor tuéxito, en lugar de considerar solo los resultados cuantificablesy que te hacen sentir bien?

Misericordia

Toda mi vida he estado buscando algo. Después de aceptar aCristo a temprana edad y luego, a través de los años, al comprendercada vez más lo que significaba ser cristiana, comencé apreguntarme cuál era la voluntad de Dios para mí. Sabía que teníaun propósito, uno que no había elaborado a último momento, sinoque había diseñado cuidadosamente de antemano (Efesios 2:10),incluso antes de que yo naciera. Pero a menudo sentía que meevadía, como si siempre estuviera fuera de mi alcance y de mi vista.Cuando era más joven e intentaba decidir qué temas estudiar, quéoportunidades aceptar y qué dirección seguir, solía desear que Diosfuera más claro, más directo, más evidente en cuanto a lo que queríapara mí en ese momento particular de la vida.

Quizás te preguntes lo mismo. En una u otra área, sientes queestás deambulando, caminando sin rumbo por las semanas y losmeses, con un constante signo de pregunta sobre tu cabeza. Quieresestar dentro de Su voluntad, pero no estás segura de cuál sea.Entonces, esperas. Y sigues esperando. Esperas que Dios te reveleSu voluntad, para que puedas comenzar a cumplirla.

Un deseo admirable, amiga mía.Pero ¿qué sucede si la revelación de Sus propósitos continuos

para tu vida dependen, al menos en parte, de tu obediencia a lo queya ha puesto delante de ti? ¿Y si Dios quisiera ver tu nivel defidelidad al responder a lo que sí sabes antes de ponerte al tanto delo que no sabes? Es como cuando tu hijo quiere hacer planes paramañana y todavía no se ha ocupado de sus responsabilidades parahoy. «Jovencito, hablaremos del después cuando te hayas ocupadodel ahora». ¿Acaso no sucede así?

Bueno, quizás la misma idea se aplique a la revelación de Diosde Su voluntad para nosotras. Porque, es cierto, aunque todavía noconocemos todo lo que tiene planeado para ti y para mí, sí haexpresado algunas cosas en forma clara y explícita. Por ejemplo:

¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que deti espera el SEÑOR: Practicar la justicia, amar la misericordia, y

humillarte ante tu Dios.(Miqueas 6:8, NVI)

Imposible decirlo con mayor claridad. «Ya se te ha declarado».Nunca más puedes decir que no sabes lo que Él «requiere» de ti,cuál es Su voluntad para tu vida hoy. Sin duda, hay mucho pordescubrir, una serie de detalles por revelar. Pero esto sí lo sabes:

1. Practica la justicia.2. Ama la misericordia.3. Humíllate ante tu Dios.

Así que, hermana, te pregunto… ¿estás haciendo eso? ¿Estástomando la resolución deliberada y consciente de responder alcompromiso que sin duda Dios te pide que asumas? No hay mejormomento para tomar esta resolución que ahora mismo, para que tevayas con una perspectiva lo suficientemente clara de estas tresimperativas y tomes algunas decisiones prácticas respecto a cómolos pondrás en práctica.

La justicia. Al leer esta parte del versículo, me llama laatención el verbo que lo precede: «practicar». Otras versiones dicen«hagas». En general, pensamos en la «justicia» como una ideaetérea, un pensamiento abstracto. Más que algo para «practicar», esun concepto. Justicia. Pero en este caso, la justicia es una acción,algo para manifestar y demostrar. Quizás nos ayude darle un vistazoa lo que Miqueas decía sobre las actividades maliciosas de Israel:

¡Qué aflicción les espera a ustedes que despiertan en la noche,tramando planes malvados! Se levantan al amanecer y se apuran a

realizarlos, sólo porque tienen el poder para hacerlo. Cuandoquieren un pedazo de tierra, encuentran la forma de apropiárselo.

Cuando quieren la casa de alguien, la toman mediante fraude yviolencia. Estafan a un hombre para quitarle su propiedad y dejan a

su familia sin herencia.(Miqueas 2:1-2 NTV)

Una mujer decidida a vivir en justicia no se aprovecha de losdemás, aunque tenga los medios y la oportunidad para hacerlo. Encambio, resuelve actuar como es debido, buscar una solución justa,para considerar en forma deliberada qué es lo mejor para laspersonas o las circunstancias en determinada situación, aun si (aveces) es a sus expensas. No significa que sea condescendiente nique la engañen fácilmente. Simplemente, no busca demostrar que esmejor que los demás ni intenta cambiar las cosas para salir ganando.Su interés principal es hacer justicia, buscar soluciones equitativas,razonables, objetivas y, lo más importante, que expresen el amor deCristo.

¿Te describe esa definición? ¿Se te conoce por intentaraprovecharte de los demás, por preocuparte más por cubrir tu pellejoque por lo que le sucede a otro? ¿Buscas quedarte con la mejor parteen lugar de asegurarte de que los demás reciban el cuidado quemerecen? ¿Luchas por alcanzar la justicia o por defender tusintereses?

La misericordia. La palabra original que se usa aquí tambiénpuede traducirse «bondad». Amar la misericordia significa tener uninterés sincero en hacer lo que bendiga y afecte beneficiosamente lasvidas de los demás. Significa considerar sus necesidades por sobrelas tuyas, no necesariamente porque lo merezcan, sino por amor aellos.

Así es la misericordia de Dios para ti y para mí, ¿no? Eligió nodarnos lo que merecíamos. Retuvo el juicio y el castigo justos, y encambio, en Su gracia, escogió derramar sobre nosotras afecto,ternura y perdón. Al igual que Cristo, deberíamos estar dispuestas ademostrar gracia a los demás aunque sus acciones y decisionespasadas no lo merezcan. Hacerlo sin razón alguna.

La misericordia, como ya sabemos, tiene muchísimas formasprácticas para el hogar, el trabajo, la iglesia… para cualquier lugar

donde vayas cada día. Pero quizás, donde puede verse mejor en tuvida es en aquellos sitios remotos donde la vida no te lleva, a menosque decidas ir allí; lugares que debes buscar y encontrar. Estodescribía a la mujer de Proverbios 31. «Alarga su mano al pobre, yextiende sus manos al menesteroso» (v. 20). Más adelante, Jesúsdijo que era una característica de cualquier persona que tuviera unarelación pura y genuina con Él. La manera de relacionarnos con losmarginados e indefensos —los «más pequeños» (Mateo 25:31-46)—está directamente ligada a nuestro compromiso con Cristo.

Entonces, con esta clase de barómetro, ¿qué revela tu cocientede misericordia en cuanto a tu relación con Dios? ¿Siempre estásllevando la cuenta para determinar qué merecen los demás de tuparte? ¿Acaso das solo lo que crees que se merecen? ¿O estásdispuesta a dar a los que no piden, a los que pasan inadvertidos o aaquellos que jamás podrían devolverte el favor?

Estas son características de la mujer misericordiosa. Podrían sertus características.

La humildad. ¿Qué obtenemos al combinar la justicia y lamisericordia? Una mujer que camina en humildad delante de suDios. Coloca las necesidades de los demás primero. Tiene unconcepto adecuado de su valor personal. No cree demasiado de símisma, por supuesto, pero tampoco se subestima. Cada día, busca lavoluntad de Dios al confiar con fidelidad en que lo que Él dijo ymandó para ella merece su mejor esfuerzo. Y cuando Dios quierarevelarle más mediante la aplicación de Su Palabra y la voz de SuEspíritu, estará lista para recibirlo. Y para responder.

Entonces, con toda esta fortaleza de carácter y plenitud de vidapor experimentar, ¿por qué tantas veces decidimos desestimar oignorar estas instrucciones escritas de parte de Dios, mientrasseguimos buscando con desesperación «Su voluntad para mi vida»?

Tal vez vaya en contra de nuestro estilo de vida protegido yegocéntrico, del «sueño americano». ¿Nos preocupa que tomar estaresolución pueda producir un cambio incómodo que no estamosdispuestas a aceptar? Y sin embargo, esto forma parte de la esencia

del evangelio que afirmamos creer. Lo que «espera el Señor» denosotras. Entonces, ¿cómo podemos decir que anhelamos estardentro de la voluntad de Dios si convenientemente ignoramos estaparte tan clara?

Un autor escribió sobre una vez en que tuvo convicción sobreesto. Estaba descansando y leyendo un ensayo donde el escritorexplicaba «el proceso por el cual las palabras pierden su significado,y con indiferencia, expresó que el mejor ejemplo de este fenómenoeran los cristianos: ‘Los cristianos, observó, parecen tener laincreíble capacidad de decir las cosas más maravillosas sin creerlasen realidad’.

»Lo que más me perturbó —continuó el autor— fue su lista delo que dicen los cristianos (como por ejemplo, bienaventurados lospobres y los humildes; es mejor dar que recibir; no juzguéis para queno seáis juzgados; ama a tu prójimo como a ti mismo, etc.), ymediante un examen minucioso, comprender lo distinta que sería mivida si en realidad creyera estas cosas. Como [el escritor] concluyó:‘las expresiones de Cristo coexisten en sus mentes en forma pasiva yno producen prácticamente efecto alguno, más allá del que surge alescuchar palabras tan agradables e insulsas’».3

¡Qué desafío! Cuánta verdad hay en esta afirmación.Si en realidad creemos el evangelio que Cristo vino a predicar,

tenemos que vivir en consecuencia… aunque esto signifiqueenfrentar las molestias que puedan producir Sus mandatos.

Quizás al llegar a la parte en que firmamos la próximaresolución, ya sepas lo que el Espíritu quiere que hagas. Tu corazónestá encendido. La compasión está creciendo en tu interior. Podríasseñalar sin problema la persona o personas a quienes Dios quiereque demuestres amabilidad y que busques que se les haga justicia.

La mujer que vive bajo el viaducto que ves todos los díascamino al trabajo.

La vecina cuyo esposo volvió al hogar hace poco, herido luegode pelear en la guerra. Ahora tiene que cuidar no solo a sus tres hijaspequeñas, sino también a su compañero minusválido.

Esa adolescente, embarazada por segunda vez, a quien sufamilia excluyó y que necesita un hombro para apoyarse.

Sin duda, esto puede requerir una inversión significativa detiempo, energía y recursos… regalos y cuestiones adicionales que nocrees que puedas dar. Pero si Dios hace nacer en ti la compasiónpara ayudar, también multiplicará tus medios para manejarla.

Esto debería ser motivo de gran emoción, porque tucompromiso de obedecer a Dios de esta manera podría ser la llaveque abra la puerta e invite a Dios a revelarte Sus planes para ti enotras áreas y dimensiones. Es tu oportunidad de conocer Suvoluntad. Imagínalo: Conocer la voluntad de Dios… y luegohacerla, sin reservas.Esa es la mujer que camina en justicia, misericordia y humildad consu Dios.

• Creo que ya dijimos suficiente, ¿no? Ahora tienes laoportunidad de hacer algo al respecto, de poner por escrito loque Dios ha estado escribiendo en tu corazón. Quizás no sepasexactamente a quién te pedirá Dios que sirvas ni cómo teproporcionará los recursos para satisfacer esta necesidad,pero puedes decidir estar dispuesta y mantener los ojos y elcorazón abiertos… y llenos de justicia, misericordia ycompasión.

MI CORAZÓN

Prometo buscar la justicia, amar la misericordia y sercompasiva.

___________________

PARTE III:

LO MÁS IMPORTANTE PARAMÍ

COMPLACER A MI ESPOSO

La resolución de ser una mujer amable que bendiga

en verdad a su esposo

Propuesta de matrimonio

Faltaban unas cinco semanas para mi boda, y me encontraba enel séptimo cielo. Con más celebraciones por delante, regalos pordesenvolver y una luna de miel por disfrutar, mi anticipación crecíacada día. Así que, cuando me llamó una amiga para invitarme a unalmuerzo antes de la boda, accedí con entusiasmo. Me vestí con unbonito atuendo y llegué con el estómago vacío y el corazón lleno.Para celebrar.

Pero cuando llegué, me di cuenta de que la atmósfera no era tanfestiva como yo esperaba. Me divertí, pero sabía que mi amiga teníaalgo más en mente. No me había invitado solo para hablar sobre lasflores y los vestidos de las damas de compañía. Quería hablar dealgo mucho más serio.

Es más, poco después de empezar a comer, me miró desde suplato lleno y me hizo esta pregunta que la estaba preocupando:«¿Estás segura de que quieres hacerlo?».

¿Qué? Me sobresaltó.Ahora, para que no te quedes con una idea equivocada, déjame

asegurarte que esta amiga amaba a mi prometido. Se habían hechograndes amigos en el breve tiempo que se conocían, y pensaba quesería un esposo excelente para mí. Además, estaba completamenteconvencida de que Jerry y yo nos amábamos de verdad.

La cuestión era que ella… estaba casada.Y eso puede cambiar nuestra visión de lo que significa

«casarse».Las mariposas y las ilusiones soñadoras del esplendor

romántico ya no la cegaban y tenía una visión diferente sobre eltema que el de alguien en mi posición. No era infeliz, simplemente,realista. Todavía disfrutaba de muchas de las cosas que las mujeressolteras esperan del matrimonio y de un esposo. Pero también habíaotras… cuestiones que pueden deslizarse en silencio y sorprender auna nueva esposa antes de que pueda enviar a lavar su vestido de

novia y guardarlo adecuadamente en su armario.Bueno, no sabía bien qué responderle. «¿Estaba segura de que

quería hacerlo?» Por supuesto, estaba segura. Pero antes de poderfinalizar mis primeros intentos torpes para contestarafirmativamente, me hizo otra pregunta: «Si Jerry nunca hace lascosas de otra manera, si nunca cambia y sigue siendo el mismo quees ahora, ¿puedes amarlo, honrarlo y comprometerte con él para elresto de tu vida?».

¿Qué esperaba que le dijera?Ella quería que escuchara la verdad. Quería hablarme con toda

honestidad, como para que cuando bajara del séptimo cielo,aterrizara de pie. Quería que viera que el matrimonio requiereentregarme por completo a esta unión. No podía simplemente decir«acepto» a menos que en verdad lo aceptara; que estuviera dispuestaa transformar esa relación y ese hombre en mis prioridades. Nopodía entrar al matrimonio pensando solo en lo que él haría por mí.También tenía que pensar en cómo podría servirlo, estimarlo,edificarlo y honrarlo. ¿Estaba lista para entregar el tiempo y laenergía, el esfuerzo emocional y la atención necesaria parapermanecer contenta y mi esposo satisfecho, aun cuando no tuvieradeseos de hacerlo? ¿Aun si él no lo merecía?

Eso era lo que buscaba descubrir su pregunta capciosa.Y me pregunto, si eres soltera, si piensas en el matrimonio de

esta manera. Me interesaría saber si has considerado cuántaabnegación se necesitará de tu parte para que tu esposo se sientasatisfecho y puedas ayudarlo a cumplir la tarea que Dios le puso pordelante.

Y también me pregunto, si estás casada, qué decidiste hacer conla verdad que me reveló mi amiga cinco semanas antes decasarme… la verdad que sin duda descubriste muchas veces, sinimportar cuánto tiempo lleves casada.

Toda mujer que decida colaborar para que su esposo se sientacomplacido debe considerar estas facetas misteriosas (y tal vezintolerables) de él y comprender que gran parte de su función como

esposa será valorarlo, apoyarlo, honrarlo y alentarlo, aunque estovaya en contra de todos sus impulsos. Cuando te casas, tecomprometes a darle este regalo: a proporcionar un lugar mullidopara que caiga cuando se sienta desalentado por sus errores ointimidado por las presiones del mundo. Te comprometes a estar desu lado, aunque quizás preferirías estar en contra de él. Decidesserle fiel, y reservar la intimidad física y emocional solo para él.

Y esto puede ser difícil. Quizás en tu caso, difícil ni siquiera seacerque a comunicar las luchas que tu esposo ha traído a la relación.Según lo que suceda o no suceda en tu matrimonio, tal vez este seael punto de la resolución que te provoque cerrar el libro y buscaralgún otro que esté más en contacto con la realidad.

No estoy minimizando para nada lo que puedes estaratravesando en este momento ni creo que unos pocos capítulossencillos sobre lo que tú puedes aportar al matrimonio solucionaránen forma automática todo lo que estás viviendo. Soy bien conscientedel desafío desalentador que puede ser para ti aceptar estaresolución, cuando quizás estés casada con un hombre que no hatomado ninguna. No digo que sea pan comido.

Pero la realidad de lograr que tu esposo se sienta pleno es unaaspiración admirable y bíblica, que merece tu intento, sin importaradónde te encuentres hoy… aunque no seas feliz en tu relación yquizás hayas comenzado a buscar satisfacción en otra persona;aunque seas soltera y esperes casarte algún día. Tú quieres sentirtecomplacida, ¿verdad? Quieres que tus necesidades más profundassean satisfechas. Bueno, tu esposo quiere lo mismo. No, quizás noesté cumpliendo con su parte del trato, pero recuerda, este libro nose trata de él. La realidad es que no puedes cambiarlo. No obstante,puedes determinar algunos cambios en ti misma y luego aplicar esanueva resolución a tu matrimonio. Tú puedes ser fiel. Eso sí puedeshacerlo.

Al igual que tú, me encuentro en una travesía… sigoaprendiendo y creciendo al experimentar la vida con mi esposo. Ysin embargo, la observación y el testimonio personal me enseñan

que esta resolución en general trae buenos resultados para larelación. Esto se debe a que los cónyuges suelen vivir a la altura deaquellos que ven a su alrededor y de la estima que reciben de partede su compañera. Así que, no prestes atención a lo que crees que tuesposo merece o se ha ganado con su conducta, y considerasimplemente tu parte personal a la luz de esta resolución y de lo queexige de tu parte.

Tal vez no quieras hacerlo, pero te hago una pregunta: ¿Loharías de todas maneras? No solo por tu propio bien, ni siquiera porel de tu esposo, sino porque hacerlo dará honor y gloria al nombredel Señor.

• ¿Qué le dirías a una jovencita si tuvieras que aconsejarla enla víspera de su boda?• ¿Dirías que has aceptado las responsabilidades que requiereel matrimonio o que has ofrecido resistencia?• Enumera algunas características de tu esposo que quisierasque cambien, pero que probablemente no lo harán. Ahoraanota la manera en que TÚ puedes cambiar para adaptarte alas características de tu esposo, si estos atributos no cambian.• Antes de seguir leyendo, registra algunas facetas de tumatrimonio que te gustaría que esta resolución afectara.Úsalas como guía para orar y como barómetro para el cambioen tu relación, a medida que incorpores a tu matrimonio losprincipios que trataremos.• Mujer soltera: al leer estos capítulos, aprovecha laoportunidad de registrar tus pensamientos, preguntas yreflexiones.

Esperanzas y temores

Todo este tema de satisfacer a tu esposo tiene más lecturas delas que podríamos cubrir en profundidad en estas pocas páginas.Probablemente, tu esposo podría decirte muchas cosas que loayudarían a sentirse más seguro, amado y complacido, y espero quetomes esta resolución como la oportunidad perfecta parapreguntárselo. Tiene muchas necesidades emocionales y (Dios sabe)otras físicas de las que podríamos hablar durante horas, pero no seríatan provechoso y específico como si tú y tu esposo conversaransobre eso. Así que, en lugar de intentar cubrir este tema a fondo,espero que esta resolución al menos te señale la dirección correctaen algún área específica, lo cual ayudará muchísimo a que tu esposose sienta satisfecho y alentado como hombre.

(Hermana soltera: Sería inteligente que sigas con nosotras.Créeme, también quieres saber estas cosas.)

En los últimos años, he disfrutado del honor de compartir laplataforma con dos amadas escritoras y maestras de la Biblia: KayArthur y Beth Moore. Y durante uno de nuestros paneles de debateante miles de mujeres, Kay resumió una gran dosis de realidadmatrimonial en una cápsula tan pequeña que cualquiera puedetragarla y asimilarla.

Dijo que los hombres (en particular, los esposos) tienen dosgrandes temores:

• el temor de ser hallados deficientes;• el temor de ser controlados por una mujer,

… lo cual los conduce a las siguientes actitudes y aspiraciones.Tu hombre quiere ser tu héroe. Quiere sentirse importante ynecesario para ti. Lo que más anhela es ver una expresión de amor yadmiración en tus ojos. Quiere saber que lo elogias, que dependes deél, que te sientes privilegiada al ser su esposa y que esperas grandes

cosas de su parte.Está bien.Respira hondo.Ahora prométeme que seguirás leyendo.Sinceramente, no sé qué impresión te produce esto. Por mi

experiencia como esposa y al hablar con muchas de ustedesmediante correos electrónicos y comentarios en el blog, comprendoque, a veces, el nivel de frustración con nuestros cónyuges puede serbastante alto. En algunos matrimonios, el nivel de enojo y deresentimiento de la mujer contra su esposo es altísimo. Pero otrasveces, la respuesta de ella es una reacción inadecuada y automáticafrente a la humanidad imperfecta de su marido. No obstante,también comprendo que, en algunos casos, parezca justificada. Contodo lo que ha hecho, sientes que sus insignificantes deseos ytemores pueden esperar. Ya te ha dado a ti suficientes deseos ytemores para los dos.

Así que, sin importar si este tema te parece interesante yrevelador, mientras intentas ayudar a tu esposo a descubrir elpotencial que sabes que Dios le dio, o si te parece completamenteindignante gracias a lo que te ha mostrado hasta ahora, creo que esalgo que todas necesitamos escuchar. Porque aunque muchas cosasllegan a la casa y quedan atrapadas en las fibras de la alfombra denuestro matrimonio, no beneficiamos a nadie si pensamos que esasmanchas saldrán solas. Este capítulo (esta resolución) es nuestraoportunidad para sacar el atomizador y el cepillo, y ponernos atrabajar para quitar al menos parte de la suciedad más profunda yarraigada en nuestro corazón y en nuestro matrimonio. Y aunque notodo salga ni se limpie como esperábamos, honraremos a Dios sihonramos Su Palabra y Sus propósitos para nuestra vida y para estarelación vital.

Veamos cómo estos temores gemelos de nuestros hombres serelacionan con nosotras y qué sucederá si intentamos aliviarlos.

Su temor a la insuficiencia. Tu esposo es capaz, honorable ydigno de tu atención y admiración. Lo que más desea es saber que

confías en él y que crees que tiene la sabiduría y el talento paratriunfar. Cuando a pesar de sus errores, percibe que ves lasposibilidades y el potencial que Dios le ha dado como tu proveedory protector, se siente complacido. Le agrada saber que oras por él,que lo respaldas y que le aseguras que todavía tiene lo necesariopara ser el hombre de tus sueños. Cuando siente tu afirmacióngenuina, esto suele hacer que desee vivir a la altura de tu confianza.Entonces, incluso cuando no lo logra, será evidente que su deseo eracumplir con tus expectativas. En sus ojos, verás que intentabaagradarte.

Esto solo debería producir tu confianza y aprecio continuos, enlugar de una desaprobación generalizada (la cual solemos ofrecer).Cuando comienza a percibir que siempre lo verás como alguiennegligente, olvidadizo, poco imaginativo, irresponsable, débil,indeciso e ingenuo, tendrá cada vez menos predisposición omotivación para probarte lo contrario. Sabe que, igualmente,encontrarás algo para criticar.

Sé que tu hombre no es perfecto. ¿Ni cerca, dices? Él tambiénlo sabe. Conoce bien su realidad. Sabe que es imperfecto, aunque nolo admita en voz alta. Pero al igual que tú y yo, sus imperfeccionesno lo definen. Dios lo diseñó para ser un líder, un padre y elproveedor de la familia. Y lo último que necesita o quiere es unaesposa que no lo crea, que siempre lo esté corrigiendo y que no estédispuesta a reconocer ni apoyar estas cualidades en él.

Una voz de apoyo, confianza y aliento de tu parte es eléctricapara él. Sofoca la continua lucha contra cualquier sentimiento deinsuficiencia que arda en su interior. Cuando lo llevas aparte paraorar por él, cuando le dices que has estado pensando en él, cuandopuede ver en tus ojos que estás orgullosa del hombre en quien seestá transformando, es como si inyectaras adrenalina pura en susistema. Es la suave calidez de la reafirmación lo que lo consuela delescarnio de un mundo duro y de la burla interior de su propiainseguridad. Sin duda, hay momentos para hablar en forma explícitay sincera sobre lo que necesita mejorar y vigilar. Pero

probablemente, no ahora, en el calor del momento, mientras tiene ladesilusión impresa en el rostro. Y no hasta que esté seguro de que tuactitud natural es amarlo y deleitarte en él. Tu conducta general degratitud logrará mucho cuando sea necesaria una concientización.

Si eres como yo, tiendes a ser demasiado crítica respecto a lasacciones de tu esposo. Y si se parece al mío (lo cual sospecho), se leponen los pelos de punta cuando lo corriges, lo criticas o lo tratascomo un hijo. Lo hace sentir disminuido e insignificante.Subyugado y desalentado. Y aunque te parezca que así deberíasentirse luego de todo lo que ha hecho o no ha hecho por ti en tumatrimonio, esto solo logra que un hombre sea aun más dañino ydestructivo para toda la familia. Nadie sale ganando.

Los hombres, aun con todas sus complejidades, son en realidadsumamente sencillos y simples. Nuestros comentarios cortantes yfastidiosos pueden dañarlos profundamente, en especial, si ladesaprobación crece con el tiempo. Lo que nosotras vemos comouna simple afirmación punzante sobre un incidente particular, setransforma en una herida lacerante que les hace un agujero en suhombría. Y sin embargo, nuestros cumplidos sencillos, sinceros eincluso imprevistos tienen el mismo poder y pueden hacer quenuestros esposos se sientan como el hombre más afortunado delmundo. Cuando nos proponemos recordarle su posición en Cristo yel potencial y las posibilidades que hay en él (no porque nossintamos superiores, sino porque en verdad lo creemos), sienten queestán en la cima del mundo. Un hombre me dijo que un elogio que lebrindó su esposa una mañana cuando se iba a trabajar hizo que sesintiera seguro para desempeñar sus habilidades todo el día en laoficina. Escoger con sabiduría lo que decimos y cómo lo decimostiene su recompensa.

Y… a quién se lo decimos.Los esposos suelen detectar la atmósfera de la conversación que

tenemos con otras mujeres. Sabe si las opiniones que expresascuando él no está son halagadoras o no. Tienes que considerarcuidadosamente lo que hablas con los demás y atemperarlo con

gracia, aunque tengas el derecho de ser sincera con alguien quepueda darte un buen consejo respecto a tu realidad. Tu esposo nuncadebería sentirse avergonzado de sorprenderte en algunaconversación o humillado si se encuentra con una mujer con quienestuviste hablando. Tendría que saber y confiar en que su esposa lorespeta enfrente de los demás.

Una vez más, no quiere decir que lo protejas de hacerseresponsable de sus debilidades de carácter o errores en su forma depensar, en especial, si algo de esto es peligroso para tu matrimonio otu familia, pero sí significa que tienes que pintar una imagenedificante y constructiva de él en público. Recuerdo que una vez unhombre me dijo lo bueno que era saber que cuando veía a su esposahablando y riéndose con otras mujeres, en la iglesia o en una fiesta,sabía —por lo que ella le había prometido (y él a ella)— que no loestaba criticando.

Quizás tu esposo te haya probado una y otra vez que no merecetu confianza. Ha sido descuidado con el dinero, se ha dejado llevarpor adicciones o, incluso, fue infiel a sus votos matrimoniales. Tuargumento es que no puedes asignarle un gran valor a su carácterporque no te lo ha mostrado. Y tienes razón: su indiferencia, supereza o su falta de integridad no son tu culpa. No eres responsablede lo que hace, aunque no te hayas esmerado para expresarle amor yalimentar su ego. Pero aun así, puedes decidir ahora afirmar a tuesposo y prometer que tu confianza en él no está del todo perdida.Quizás se necesario reconstruirla con ayuda exterior y una rendiciónde cuentas constante, pero tiene que saber que deseas restablecer laconfianza en él.

Así que, aunque sea poco a poco, ¿estás dispuesta a comenzar aavanzar lentamente en tus demostraciones de confianza y afirmaciónhacia él? ¿Le proporcionarás la experiencia nueva (o al menos, yaolvidada) de comenzar el día con el amor y la estima de su esposacomo respaldo? ¿Lo mirarás a los ojos y le dirás que no tienes unplan B, un arreglo alternativo en caso de que no cumpla con suparte… que él es tu único plan A?

¿Qué cambiaría un hombre si supiera que no puede perder elamor y el respeto de su esposa, sin importar lo que haga? No hagoesta pregunta a la ligera. Comprendo las consecuencias serias quesupone. Sé por qué puede producirte escalofríos. Sin embargo, léelay vuelve a formularla. Y considera…

¿Se sentiría tan liberado de la responsabilidad y lasconsecuencias como para entregarse aun más a su egoísmo? ¿Oacaso —y es lo más probable— la seguridad inmutable de tu apoyoy tu devoción lo inspirarían a lograr mayores cosas de las que hasido capaz hasta ahora, cambios radicales que los beneficiarían aambos con una mayor bendición y profundidad en la relación? Solohay una manera de descubrirlo.

Y ahora, pasemos a su segundo temor.Su temor de ser controlado. En nuestra resolución sobre la

femineidad bíblica, vimos los diferentes roles de los hombres y lasmujeres. Tenemos el mismo valor, pero no somos iguales. Tusparámetros y opiniones son distintos a los de él, quizás en muchasáreas de posible discordia. Pero no significa que él esté equivocado.Solo es distinto, aunque es igualmente crucial y valioso para el éxitode la situación. Si intentas controlarlo e imponerle tu forma depensar, romperás algo que probablemente no estaba roto, que solonecesitaba comprensión y valoración.

Si tu esposo siente que lo controlan, llegará a cerrarse porcompleto y a relegarte la función de liderazgo, ya que «parece que tesale tan bien». El resultado es la sombra del hombre que una vezconociste y amaste: un holgazán desinflado e indiferente, que tomapocas decisiones y no muestra iniciativa. Entonces, en el círculovicioso que genera esta dinámica matrimonial, te sientes cada vezmás abrumada, frustrada y enojada porque crees que estás llevandola carga que él debería llevar; cuando en realidad, es la misma que lerobaste porque no te gustaba cómo lo hacía.

Pero si por el contrario, él no siente que lo estás echando de laposición que Dios le otorgó como líder del hogar ni que está bajo tuescrutinio opresivo y minucioso, no solo será más probable que

alcance su potencial, sino que también busque tu ayuda y estédispuesto a renunciar a ciertas responsabilidades que,evidentemente, tú puedes manejar mejor. En otras palabras, notendrá problema de admitir que eres mejor que él en esa área enparticular. Así que, algunas de las cuestiones que has luchado porcontrolar e influenciar se podrían recuperar sin pelear (como sihubiera sido idea de él) cuando no sienta que su única opción esabdicar.

¿Y sabes qué? Esto también podría tener repercusiones en lasáreas de la intimidad y el romance. Un hombre que se sientecontrolado por su esposa pierde el deseo de tratar con ternura a unamujer que habla, actúa y lo trata como si fuera su madre. No es deextrañar que no la mire con ojos soñadores ni inicie actividadesrománticas con ella como solía hacer cuando ella solo quería ser suamada y le permitía ser su campeón.

Nunca vi un auto que arrancara solo porque el conductor sesiente detrás del volante y le exija que se mueva. Se necesitan ciertascondiciones antes de que el coche se encienda: colocar la llave en elarranque, ubicar la marcha correcta y presionar suavemente elacelerador. A los hombres no los «enciende» una esposa exigente ygritona que no reconoce su valor ni su importancia, sino aquella queconozca los pasos estratégicos para hacerlos arrancar. El control y laintimidad se encuentran en trayectorias de colisión, einevitablemente, enviarán a la pasión a un estacionamientoindefinido, dejarán que se oxide y que necesite una reparaciónprofunda. Dejar en paz a tu esposo lo ayudará a sentirse más seguroy satisfecho. Como resultado, le encantará estar cerca de ti,disfrutará de conversar largo y tendido contigo y recordará cómocortejarte.

Dos temores. El temor a ser hallado deficiente y a que locontrolen. Puedes hacer algo al respecto. Es más, tu esposo nuncalos superará sin tu ayuda.

Pero contigo… ¿quién sabe?Eres la compañera «adecuada» (Génesis 2:18, NVI) que el

Señor le ha dado para ayudarlo a comprender que con Su asistencia,puede ser competente, honorable, digno de confianza ycompletamente capaz de transformarse en el hombre que Diosdesea, a pesar de sus temores.

Mi amiga Raina es hermosa, extrovertida, dinámica y llena devida. Participa del ministerio, tiene un hogar maravilloso, hijosdivertidos y, lo mejor de todo, un esposo feliz. Sin duda, han tenidosus luchas a través de los años: financieras, relacionadas con lasalud. Él no siempre tomó buenas decisiones; tampoco ella. Perocon solo mirarlos te das cuenta: Raina tiene un hombre satisfecho.

Luego de 23 años de matrimonio, todavía se toman de la mano.Salen juntos. Él le abre la puerta del auto. Se ríen juntos y disfrutande bromas que solo ellos entienden. Lo he visto mirarla a través deuna multitud y guiñarle el ojo. Los he visto irse temprano de unareunión o una fiesta para poder llegar a su casa y disfrutar de lo queellos llaman «verdadera diversión» a solas. Tienen la clase dematrimonio que cualquiera quisiera.

Hace poco, Jerry y yo salimos con ellos, y le pregunté al esposode Raina cuál era la clave; por qué seguía tan feliz y, evidentemente,tan enamorado. Me dijo que no siempre había sido así y que aúntenían muchas luchas personales, pero su explicación fue simple:«Me deja ser su hombre. Cuando veo que descansa en mi capacidado me deja controlar determinada situación y me muestra que confíaen mí, me hace sentir seguro en mi hombría. En esta relación, yollevo los pantalones».

Y no hay nada más feliz (ni más atractivo) que un hombre quese siente como tal.

Así que, hermana, es el turno de tu esposo. Que se sienta comoun hombre.

Comienza con las próximas 24 horas. Solo por un día. No tepermitas corregirlo, ofrecer consejos no solicitados ni criticar susdecisiones. Vayan al restaurante que él elija, deja que los niños usenla ropa que él escogió para ellos, usa las indicaciones viales queconsiguió en Internet. Sé que puede requerir cada gota de control

emocional de que dispongas, pero no dejes de mirar por la ventanilladel acompañante y pídele a Dios que siga dándote más. Lo hará. Tedará lo que necesites para ser la clase de esposa que conquiste a suhombre. Quizás no te guste la comida ni la ropa que están usandotus hijos, ni que tengan que dar diez vueltas a la manzana paraencontrar la dirección correcta, pero habrás obtenido una granvictoria. Tu esposo no se sentirá disminuido ni agotado por tuscomentarios, sugerencias y directivas. No se sentirá separado nilejos de ti. Si lo haces sentir honrado y respetado, estarás en elcamino correcto para reconquistarlo.

Y es una sensación increíble.Se casó con una mujer inteligente.

• ¿Qué hace o dice tu esposo que deje entrever estos dostemores en su vida? Luego de anotar tus respuestas, consideraqué haces para alimentarlos y qué podrías hacer paradisiparlos.• ¿Cómo se beneficia una esposa al aliviar los temores de sucónyuge?• «La mujer sabia edifica su hogar, pero la necia con suspropias manos lo destruye» (Proverbios 14:1, NTV). ¿De quémaneras prácticas puedes comenzar a «edificar tu hogar»?• Si tus amigas tuvieran que describir a tu esposo basadassolamente en tus comentarios y conversaciones sobre él, ¿cómosería su representación?

¿Necesitas un poco de tranquilidad?

Gracias por acompañarme hasta aquí. Sé que este libro no es laclase de novela que lees en la playa. Y también sé, aunque hemosmarchado juntas con valentía a través de algunos temas audaces, queeste llamado a ser esposa es quizás lo más difícil, sin importar cuánamoroso, considerado, protector y servicial sea tu esposo.

Para cumplir esta función, necesitamos ayuda. Necesitamosdirección.

Y como siempre, la Palabra de Dios es el mejor lugar paraobtenerla.

Es verdad, cuando abrimos la Biblia en busca de manerasespecíficas de manejar situaciones personales en nuestromatrimonio, quizás no siempre encontremos las respuestasenumeradas con una claridad minuciosa. Esta es la tarea del EspírituSanto, que se nos revela mediante un diálogo continuo en laEscritura y la ayuda sabia de personas piadosas a quienes haequipado para guiarnos en esta clase de dificultades.

Pero la Palabra sí contiene verdades generales que siempre soninstructivas: una orientación que se aplica a todos en cualquier caso.En la primera carta de Pedro, encontramos una gran pista de cómose supone que debemos amar y honrar a nuestros esposos:

Esposas, sométanse a sus esposos, de modo que si algunos de ellosno creen en la palabra, puedan ser ganados más por el

comportamiento de ustedes que por sus palabras, al observar suconducta íntegra y respetuosa. Que la belleza de ustedes no sea laexterna, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos,

joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien laincorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste enun espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delantede Dios. Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres

que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo.

(1 Pedro 3:1-5, NVI)

¿Sabes? Es común saltear los pasajes de la Escritura cuandoaparecen citados en un libro como este, así que, no dejes que tesuceda. Vuelve a leer estas palabras selectas de Dios despacio y enforma deliberada. Vamos, te espero…

Ahora bien, tengo que ser sincera contigo. Estos versículos mehan molestado una o dos veces en mi vida. Esta descripción evocaimágenes de una mujer de la época de La familia Ingalls, con sucabello jamás cortado y sujeto en un rodete sobre la cabeza, con susfaldas largas hasta los tobillos, dispuestas sobre una enagua gruesa yamarillenta. No tiene nada de malo, pero yo no soy así. Y pensabaque era injusto que Dios esperara que yo cumpliera esa función.Pero ¿«suave y apacible»? Yo soy sociable, bulliciosa yextrovertida. ¿Acaso el corazón de mi esposo solo se puede ganarcon una personalidad que a Dios no le pareció apropiado otorgarme?

Y sin embargo, esta es Su Palabra. Así que, evidentemente, Élintenta decirme algo importante, algo que tengo que comprender. Ysi, al igual que yo, crees en Cristo y el Espíritu de Dios habita en ti,puedes confiar en Su poder para hacer esto, para permitirnos lograralgo que no podemos alcanzar con nuestros recursos naturales.

Como ser «suave y apacible»: ingredientes esenciales para unmatrimonio feliz.

Suave. En el idioma griego de la Biblia, esta palabra es praús,que significa no pensar demasiado de uno mismo, ser humilde,considerado y manso. Dicho con sencillez, se nos pide que seamosamables con nuestros esposos, de la misma manera que queremosque sean con nosotras. ¿Puedes decidir actuar de esta manera?¿Puedes detenerte antes de espetar otra crítica, y pensar si le estáscomunicando amabilidad a tu esposo? Si no es así, ¿serías tanamable de guardarte tu opinión desconsiderada y pedirle a Dios quete dé algo más agradable para decir?

Sin embargo, no pienses que tienes que morderte la lengua.¿Cómo puedes expresarle bondad a tu cónyuge? ¿Puedes hacer algo

por él que le muestre tu deseo de poner sus necesidades por encimade las tuyas? Quizás no te lo pida. Tal vez no lo espere.Probablemente, ni siquiera creas que lo merece. Pero puede produciruna gran diferencia.

Tal vez ya tengas el hábito de hacer esta clase de cosas. Bien.Mereces un aplauso. Pero déjame hacerte una pregunta que amenudo me hago también: ¿Algunas de estas maneras de intentarmostrarle bondad significan más para ti que para él? Quizás podríasproponerte observarlo durante una semana para descubrir lo queverdaderamente le gusta (pequeñas cosas que tal vez pasaste poralto) y decidir cómo podrías hacer algunos cambios que leexpresaran amabilidad en esas áreas. Si ya te dedicaste a estudiarlo ylo conoces bien, ¿podrías encontrar mejores maneras (que seanimportantes para él) de expresar tu bondad? Esta clase deintencionalidad le demostraría que en serio quieres ser «suave».

Déjame decirte algo: este concepto me ha hecho pensarúltimamente. Por ejemplo, yo no tomo café, así que, en realidad nome fijo demasiado en cómo prepararle a mi esposo una tazaexactamente como a él le gusta. Sin embargo, tomarme el tiempopara descubrir las preferencias de Jerry para el café significó muchopara él. Le muestra mi interés y que estoy pensando en él. Simple,pero poderoso. Le hace sentir que es una prioridad importante paramí, y el efecto dominó de ese sentimiento al final me beneficia a míy a nuestro matrimonio.

Otro ejemplo surge al saber que tu esposo se siente reafirmadocuando muestras entusiasmo al tener intimidad con él. En su libroSolo para mujeres, la investigadora Shaunti Feldhahn informa que el97% de los hombres dice que quiere sentirse deseado y buscado porsu esposa, en lugar de recibir una mera tolerancia cuando quieretener relaciones sexuales.4 Lo más probable es que tu esposo seauno de ellos. Una esposa que toma la iniciativa (que busca laintimidad en la habitación) hace que su esposo se sienta amado,respetado, admirado y valorado.

Así que, considera detenidamente a tu hombre. ¿Cómo puedes

tomar la iniciativa y comunicarle amabilidad?Apacible. Otra vez, por supuesto, esto viene de una palabra

griega: jesújios. Y para mi deleite, no significa permanecer ensilencio, sin pronunciar palabra ni ofrecer tu opinión. Quiere decirser ordenada, llevar una vida pacífica y discreta, aliviando así latarea del que está en autoridad. Esa última parte realmente calahondo: aliviar la carga de tu esposo.

Si pasamos nuestra conducta y nuestras respuestas como esposaa través de este filtro bíblico, nos volveremos más cuidadosas ycircunspectas. Nos esforzaremos por ver desde la perspectiva denuestro esposo, sin pasarlo por alto con nuestros propios puntos devista, posturas e interpretaciones. Mantendremos en mente losobjetivos más importantes y a largo plazo de nuestro matrimonio enlugar de quedar atascadas en confrontaciones insignificantes ymolestas. En lugar de pelear para evitar que nos pasen por alto o seaprovechen de nosotras, nos concentraremos en lo que ayudaría anuestro esposo a completar sus tareas para la familia con mayorsabiduría, visión y claridad de pensamiento. Intentaremos facilitarlelas cosas en lugar de complicárselas, y matizaremos nuestraspalabras y acciones con paz y discreción, lo cual lo hará sentir másseguro porque sabrá que no queremos criticarlo, sino edificarlo.

Hermana soltera, así debes abordar el matrimonio: pregúntatecómo puedes ser alguien que levante o alivie la carga en lugar deuna mujer dependiente que desee que su esposo la sirva, la consientay la complazca.

Es algo difícil de escuchar, y quizás te sientas tentada adesestimarlo si piensas que lo inventé. Pero no lo hice. Es la verdadeterna y venerada de la Palabra de Dios.

Y vale la pena. Porque al final, estas dos palabras poderosas,«suave» y «apacible», juntas forman algo que nos ayuda a seguirluciendo atractivas para nuestro esposo mucho después de quenuestra apariencia externa haya perdido gran parte de su brillo yfulgor. Pedro la llama belleza «incorruptible», en oposición a la«externa». Es algo que seguirá intrigando e interesando a tu esposo

en los años por venir.Mi mamá solía hablarme de este misterio femenino antes de

que yo pudiera apreciarlo de verdad. No comprendía bien cómo unamujer podía mantener cierta mística ante un hombre con quien habíavivido tanto tiempo, compartiendo los pormenores de la vidacotidiana. Pero ella sabía algo que yo recién estoy empezando aaprender. Lo que le resulta verdaderamente atractivo a un esposoque ha estado casado 10, 20, 30, 40 y 50 años es la belleza«incorruptible» de un «espíritu suave y apacible». Este es el tesoroprofundo que mantiene la intriga encendida y llena de pasión. Larealidad es que necesitamos mucho más que el fulgor físico parapermanecer hermosas a través de los años.

Según Pedro, este estilo de vida tiene suficiente poder comopara transformar el destino eterno de un esposo, para ganarlo paraCristo sin tener que decir palabra, solo al observar nuestra manerade actuar. Si estas conductas pueden lograr eso, sin duda son losuficientemente fuertes como para enfrentar los problemascotidianos que pueden traer tanto dolor al matrimonio.

Ser suave y apacible es algo realmente poderoso.Entonces, a pesar de lo que pensaba al principio, no se trata de

una sugerencia anticuada, solo para los que todavía no han avanzadoa la sociedad moderna. Es para todas; incluso para las mujerescontemporáneas, con estilo, que usan tacones altos, no le tienenmiedo a la tecnología, son capaces, están llenas del Espíritu yquieren que sus esposos se sientan complacidos por el honor que lesrendimos.

Es para ti. Es para mí.Y si lo hacemos bien, es un honor.

• Comienza esta resolución preguntándole a tu esposo qué espara él la honra. ¿Qué lo hace sentir deshonrado? Quizás tesorprenda su respuesta. Con creatividad considera algo que

puedas hacer para demostrar amabilidad. (Si eres soltera,reúnete con una pareja casada cuya relación admires ypregúntales cómo ponen esto en práctica en su matrimonio. Lamujer soltera que aprovecha la oportunidad de aprender estascosas ahora es sabia.) Entonces, con un corazón sincero,expectante y en oración, firma esta resolución y ponla enpráctica. Prepárate a vivirla para el bien de tu matrimonio ypara la gloria de Cristo.

COMPLACER AL ESPOSO

Prometo ser fiel a mi esposo y honrarlo con mi conductay mi conversación, para glorificar el nombre del Señor;y aspiro a ser una compañera adecuada que lo ayude a

alcanzar el potencial que Dios le dio.___________________

AMAR A MIS HIJOS

La resolución de formar a mis hijos en justicia

El verdadero amor

Pensar en tener hijos normalmente suscita fantasías de ropitapequeña, invitaciones a jugar y momentos de paz y arrullos a la luztenue de sus habitaciones. Así que, para las madres, casadas osolteras, puede ser duro darse cuenta de que su prioridad comoprogenitoras no es compartir risas ni galletas con sus hijos, sinopastorearlos. La tarea principal de la madre es guiar a sus hijos enforma intencional para que se transformen en hombres y mujeresdistinguidos, llenos de integridad, armados de responsabilidad yfirmemente arraigados en amor y honra a Dios.

Por cierto, a mí me tomó por sorpresa esta realidad.Transformarme en mamá fue un estruendoso impacto para minaturaleza normalmente independiente y espontánea. Cuando naciónuestro primer hijo, descubrí que no estaba bien preparada para ladisciplina de organizarme y de mantener una rutina; un esfuerzonecesario para cualquier mamá que espere conservar algo decordura. De repente, mi vida ya no era mía. Mis necesidades ya novenían primero. Los intereses de otra persona ahora se llevaban elprimer lugar.

Y eso fue con un hijo.Cuando tuve el segundo, 19 meses más tarde, seguido de

nuestro tercer hijo (¡sorpresa!) cuatro años después, fui tomandocada vez más conciencia de la increíble mezcla de responsabilidad yprivilegio que suponía criar a estos niños. En medio de días largos ycansadores, y a menudo, de noches aun más largas, ver misesfuerzos a través del lente de las ramificaciones eternas comenzó acambiar mi perspectiva. Después de todo, estos hombrecitos son mimanera principal de reproducir la imagen de Dios en la Tierra yextender así el plan del Padre mediante pequeños seres humanosque, si Dios quiere, serán líderes de sus propios hogares algún día.

Así que, aunque no tiene nada de malo (y todo de bueno) jugaren el suelo, preparar bocadillos caseros y tomar fotografías de sus

primeros cortes de cabello, debemos recordar que nuestro principalcometido y misión como padres es enviar a nuestros hijos al mundocomo jóvenes que tengan el Espíritu de Dios, resueltos respecto a Sumisión para sus vidas y dispuestos a ser agentes del cambio divinopara el planeta. Son «como flechas en las manos del guerrero»(Salmo 127:4, NVI): afilados, dirigidos y enviados al mundo paracumplir tareas para las cuales Dios los creó. Es tu resolución comomadre. Y no sucederá sin tu aporte.

No obstante, otras cosas sí.Como nuestros hijos se inclinan naturalmente a sus tendencias

carnales, aprenden con facilidad a ser egoístas, a sucumbir ante larebelión y a dejarse absorber en el vacío de la falta de respeto y laindiferencia hacia los demás. Si se los deja librados a sus propiosrecursos, terminarán entregándose a los impulsos sutiles (y no tansutiles) de los programas televisivos y las tendencias culturales másrecientes. Pero escucha lo siguiente. ¿Estás lista?

Escucha. Lo. Siguiente.Tú y yo somos mecanismos que Dios estableció para evitar que

los sistemas corruptos de pensamiento se arraiguen y hagan efectoen el corazón de nuestros hijos. Estás en una posición deintervención. Tú, mi hermana, fuiste colocada en la vida de tus hijospara hacer que se rebelen frente a una cultura que los insta arebelarse contra ti.

Y sin importar cuán difícil te resulte o te haya resultado estatarea, sin importar cuán desalentada te sientas frente a estaresolución ni la cantidad de años que creas que perdiste, ahora es unbuen momento para comenzar con tus niños pequeños oadolescentes y cumplir lo que Dios preparó para ti como madre. Noserá fácil, pero sí valdrá la pena… no solo por el bien de los hijosque tanto amas, sino porque también estarás cumpliendo uno de lospropósitos para los cuales fuiste creada: ser la madre de estos hijos,de estos seres preciosos que Dios siempre supo que te confiaría. Esuno de tus llamados supremos y principales.

Y aun si estás leyendo esto antes de ser mamá (o si Dios, en Su

plan sabio, bueno y soberano, decide darte otras bendiciones enlugar de la experiencia de la maternidad), hay algunas cuestionesimportantes para aprender como amiga, consejera e influencia claveen las vidas de otros niños.

Ahora, al igual que con la última resolución, el tema de lamaternidad es tan amplio que podríamos leer volúmenes al respectoy aun así tener mucho que aprender por experiencia personal. Asíque, por eso titulé esta resolución «Amar a mis hijos», para estrecharnuestro enfoque a este tema en particular.

El amor.¿Cómo se ve mejor en una relación entre madre e hijo?La Escritura nos enseña que el amor no es pasivo; se demuestra

y es activo. «No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y enverdad» (1 Juan 3:18). Así que, en primer lugar, el amor en unsentido bíblico y piadoso se expresa mediante acciones visibles. Ensegundo lugar, debe apuntar al beneficio de otro, inculcando yalentando en él la experiencia práctica de vivir en la verdad de Dios.

Cuando nuestro objetivo principal como madres es enseñarles anuestros hijos la verdad de Dios, cambia toda nuestra perspectiva dela crianza. Comenzamos a filtrar las decisiones que tomamosmediante estas preguntas: «¿Esto beneficiará a mi hijo?», «¿loayudará a transformarse en un adulto que conozca la verdad de Diosy anhele vivir en consecuencia?». Esto puede no parecerles amor atus hijos, pero a ti sí.

Para tus hijos, amor significa tener permiso para mirar horas yhoras de televisión, digerir cantidades excesivas de helado y estarliberados de casi toda (sino de toda) la responsabilidad de la casa yde la familia. Con su visión a corta distancia, no pueden ver nicomprender cuál es «su beneficio» más allá de disfrutar delmomento. Así que, no interpretarán como amor una buena cantidadde tus «acciones» hacia ellos. Quizás piensen que tu supuesto amores dominante e innecesariamente restrictivo.

Y para ser sincera, amar a tus hijos como lo definimos aquí nisiquiera a ti te parecerá a menudo amor. A veces, tu obligación de

amar irá en contra de cada fibra emocional de tu ser que anhelaconsentir y mimar a estos angelitos, cuyos pañales cambiaste unavez a la luz del sol matinal. En ocasiones, el mayor enemigo paraamar a nuestros hijos es… nosotras mismas. Las mamás enparticular, según creo. Con facilidad, permitimos que nuestrossentimientos nos guíen en lugar de tomar la decisión dura yresistente de amarlos con sabiduría, madurez, discernimiento ydisciplina.

Si queremos amarlos como define la Escritura, nuestra mayoraspiración no puede ser su amistad. Somos sus padres. Y son dosfunciones diferentes. Desde nuestra posición, tenemos queenseñarles a vivir de una manera que agrade a Dios y que los lleve aser adultos respetuosos y responsables. Sí, pídele al Señor que tebendiga con la amistad de tus hijos, pero en este momento, no puedeser tu mayor objetivo.

Así que, no tomes a la ligera esta resolución. Pregúntate: «Mimanera de criar a mis hijos, ¿revela que soy una madre ‘amorosa’ ouna mamá ‘enamorada’ de ellos; una pusilánime que se deja influirfácilmente por sus lágrimas, sus caprichos y sus cambios de ánimo?Si nunca haces algo que ellos no perciban como amor, quizás tengasque hacerte algunas preguntas. Si les gusta todo lo que haces y cómolo haces, tal vez seas una mamá enamorada de tus hijos, y tienes queesforzarte por amarlos de verdad.

Porque el amor no es un juego de niños. Es algo serio.Y nuestros hijos necesitan padres que cumplan con su trabajo.

• A la luz de alguna decisión que tengas que tomar respecto atu hijo, ¿qué distinguiría una respuesta «amorosa» de una«enamorada»?• Con toda sinceridad, ¿qué deseas más?

• Ser amiga de tu hijo.• Ser madre de tu hijo.

• ¿Cómo afecta esto tu manera de criar?• Si no eres madre, considera tu propia crianza. Si tus padresfueron demasiado indulgentes, ¿cómo te afectó? ¿Y si fuerondemasiado estrictos?

La formadora de almas

Las madres deben asumir tres funciones para amar bien a sushijos: La de formadora de almas, alentadora intencional yadministradora de disciplina.

Consideremos primero la de formadora de almas.Ah… el alma humana. Una magnífica combinación de mente,

voluntad y sentimientos, así como la sede de la conciencia. Dioscrea a cada persona con esta parte de su composición ya lista. Elúnico problema (y grave) es que sin la presencia del Espíritu deDios, el alma es completamente corrupta, dominada por deseoscarnales y separada de Él.

En este estado, la conciencia sola no puede realizar juiciosadecuados respecto al bien y el mal, lo cual lleva a una persona avivir de manera que desagrada a Dios. No puede evitarlo. Ningunade nosotras puede. Nacemos con un alma que necesitadesesperadamente que la despierten y la reprogramen.

Y esto solo es posible mediante una relación personal conJesucristo. Es la única esperanza para un alma perdida.

Incluso para el alma de tu hijo.Sí, detesto tener que anunciártelo de esta manera si no lo sabías,

pero… tu hijo está perdido. Por más dulces y hermosos que sean,nuestros hijos nacen pecadores y necesitan que los salven de símismos. Y al igual que en nuestro caso (y para todos), Cristo es elúnico que puede hacer algo al respecto. Solo Él puede…

• evitar que sus mentes indómitas se transformen en territoriodel enemigo.• doblegar sus voluntades hasta que quieran buscar lo que Diosquiere para ellos.• estabilizar sus emociones vertiginosas antes de que estas losmetan en toda clase de problemas.• despertar sus conciencias adormecidas para que el Espíritu de

Dios pueda guiarlos cuando no estés cerca para ayudarlos adistinguir entre el bien y el mal.

Y como necesitan tanto a Jesús —así para relacionarse conDios como para modelar su alma—, debes pedirle al Señorconstantemente que genere en ellos un deseo de conocerlo en suscorazones, incluso desde el nacimiento. Eres la indicada para haceresta oración, aun cuando ya hayan crecido y dejen el hogar. Eres laque no tiene «mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en laverdad» (3 Juan 4).

Esto te transforma en… formadora de almas.La formadora de almas sabe sumamente bien que sus oraciones

por su hijo son importantes y que, una vez que sea salvo, ella es laprincipal herramienta de Dios para obrar junto con el Espíritu Santoy procurar que el proceso transformador ocurra con eficacia en sualma. Sin importar si está casada o si cría sola a su hijo, ella sabeque no puede lograrlo sola, así que, recluta la ayuda de otros, comomiembros de su iglesia y parientes. Pero si es casada, ella y suesposo saben que la principal responsabilidad está sobre sushombros. No permiten que nadie más tome su lugar comoinfluencias principales en la vida de sus hijos. Ayudarlos a conocery ser sensibles a la convicción divina, enseñarles a reconocer Suforma de dirigirlos mediante la conciencia: estas son cuestiones quela formadora de almas ayuda a sus hijos a descubrir poco a poco, díaa día.

Y a medida que maduran, sigue obrando junto al Espíritu deDios para asegurarse de que esta formación ocurra. No tomadecisiones de crianza según las lágrimas o los caprichos de su hijo,sino que expresa su amor decidiendo de antemano lo quecomplementará mejor la obra de Dios en la formación de su mente,su voluntad, sus sentimientos y su conciencia. Se percibe comoayudante de Dios en Su obra, para administrar Su procesotransformador en la vida de sus hijos. Entonces, los prepara aldefinir y demostrar las expectativas con claridad, al poner estas

directivas en práctica y, luego, al aplicar consecuencias cuando serechazan sus reglas amorosas.

Cuando ya no la rodean pequeños pies, narices ni voces, ellasigue viéndose como socia de Dios en esta tarea, y le pidecontinuamente que le revele cómo puede utilizarla para Suspropósitos en la vida de sus hijos adultos. Sabe que su tarea nunca setermina del todo.

Qué difícil, ¿no?Y sin embargo, como madre decidida a amar a sus hijos, la

formadora de almas no puede hacer menos. Se considera unaguerrera que lucha por su familia. No está dispuesta a quedarsesentada mientras las demás personas y los paradigmas culturalesmanipulan la mentalidad de sus hijos y perjudican la transformaciónde sus almas. Sabe que para que sus mentes piensen y operen comole agrada al Padre, deben oír y ver mucho más de la justicia divinaque de la inmundicia del mundo. Así que, con cuidado y vigilancia,considera cómo asegurarse de que una cosa siempre supere la otra,para controlar la clase de influencias que permite sobre la vida desus hijos.

Es la obra de su vida, y ella protege su inversión a toda costa.No deja que los contaminantes del entretenimiento sin sentido, lassugerencias viles y las enseñanzas impías ocupen la mayor parte dela psiquis de sus hijos. Aunque sabe que no puede protegerlos porcompleto, se esfuerza por contrarrestar y prevenir las malasinfluencias. No se toma la noche libre al enviar a «la obra de suvida» a la casa de alguien que casi ni conoce o al dejarla participarde un evento si no sabe exactamente qué actividades y supervisiónhabrá. Todos los aspectos de la vida de sus hijos son importantespara ella y se toma muy en serio su función.

No es la madre perfecta; es simplemente una mujer que creeque la crianza es una ocupación del reino.

Además, la formadora de almas no está siempre a la defensiva.Toma la iniciativa para contrarrestar las tendencias naturales yhumanas de sus hijos y la influencia continua del mundo. Por eso,

decide ser una mujer de la Palabra. Conoce la importancia de saturara sus hijos de la Escritura, y lo hace con creatividad y constancia.Sabe muy bien que conocer y aprender la Palabra no solo esfundamental para ella como madre, sino también para ayudar a sushijos a encontrar el éxito en la vida.

Así que, con diligencia y propósito, les lee la Biblia. Les exigeque guarden la Palabra de Dios en sus corazones, donde sabe queevitará que se aparten de Sus mandamientos (Salmo 119:10-11).Aunque sus hijos detesten este proceso tanto como las tareascotidianas, ella no desiste. No deja que los lamentos, los quejidos nilos pucheros la desalienten de mantener su papel principal en laformación de sus almas. Sabe que esta disciplina constantetransformará su mente, renovará su espíritu y abrirá sus oídos a lavoz del Espíritu a medida que vayan creciendo.

Esto la lleva a pegar versículos bíblicos por toda la casa, pordonde sus hijos pasen para lavarse los dientes o para servirse unamanzana de la canasta de la fruta. Hace flotar la Palabra por el airecon música de alabanza mientras cocina, limpia y lava la ropa. Sejunta con otros creyentes de la iglesia, donde se enseña la Biblia, yasiste para que sus hijos puedan ver que su familia no es extraña porcreer estas cosas, sino parte de una gran familia llamada el cuerpo deCristo.

Es radical y militante.Su postura es firme, su resolución inamovible.Es formadora de almas: su misión es utilizar estos pocos y

breves años que tiene con sus hijos para ayudarlos a conformarse ala imagen de Cristo.

Ah, una cosa más. La formadora de almas sabe que jamástendrá la fortaleza necesaria para persistir en esta tarea si ella mismano realiza esta travesía de transformación que intenta cultivar condiligencia en sus hijos. Para que ellos conozcan a Dios (y no solosobre Él), debe ser una mujer que exprese Su gozo, que ame SuPalabra y que disfrute de Su compañía, tal como alienta a sus hijos ahacerlo. No intenta inculcarles mandamientos a la fuerza, sino que

les muestra mediante su sonrisa y su estilo de vida cuán divertidapuede ser esta aventura con Dios. Comprende que nada puedeacelerar el crecimiento espiritual de sus hijos tanto comocomprobarlo con sus propios ojos. Entonces, sigue el patrón claro deDeuteronomio 6:5-7, y nutre su propia relación con Dios primero.Luego, en forma sistemática, rodea a sus hijos con la evidencia deSu verdad.

Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, ycon todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán

sobre tu corazón;y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y

andandopor el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.

Esta es la inspiración de la formadora de almas. Sabe que siprimero ama a Dios con todo su corazón, su alma y sus fuerzas,puede enseñarles a sus hijos en forma auténtica e inspirarlos a hacerlo mismo.

Esta es nuestra resolución, hermana. Defender un nuevoestándar. Decidir que, desde hoy en adelante y con la abundanteayuda de Dios (sin la cual nada podemos hacer), protegeremos eltermostato espiritual de nuestros hogares. Así les demuestra amoruna madre a sus hijos.

Y tú puedes hacerlo.Podemos hacerlo.Un hijo transformado comienza con una mamá transformada. Y

ella —es decir, tú, la formadora de almas— se dedica a concretaresta transformación.

• Menciona algunas maneras en que la formadora de almas seasocie con Dios en forma defensiva. Menciona algunas en que

tome la iniciativa.• Esta pregunta es para todos, pero especialmente, para lamamá soltera: ¿Quiénes pueden acompañarte en estaresolución tan desafiante?• Considera lo siguiente: Amelia Hudson Boomhall, una mujerque vivió en el siglo XVII, se propuso demostrarles la vidacristiana a sus hijos. Decía: «Establecí una regla de llevar amis hijos, uno por uno, a mi habitación, y cuando estabancómodos, les decía: ‘Voy a hablar con Jesús’. Y luego, delantede mi hijo, derramaba el alma delante de Él. Ah, qué preciososson los recuerdos de los pequeños delantales que me ofrecíanpara limpiarme las lágrimas o el sonido de las vocecitas quedecían: ‘No llores, Madre’».5

• ¿Cómo puedes vivir la vida cristiana con creatividad ante tushijos?• Si estás casada y tu esposo no está decidido a tomar lasriendas del liderazgo espiritual en tu hogar, no te desanimes nidejes decaer la salud espiritual de tus hijos. Con respeto,pregúntale si te dejaría dirigir los devocionales o alentar lamemorización de la Escritura en tus hijos. De esta manera, nosentirá que has seguido adelante sin él.

La alentadora intencional

Es una historia clásica de la Biblia. Dios se le aparece unanoche al rey Salomón y le dice que le dará cualquier cosa quequiera. Solo tiene que pedir. Pero en lugar de pedir salud y riqueza oprosperidad y prestigio, Salomón sorprendentemente pide sabiduría,una súplica que no solo encuentra el favor de Dios, sino que tambiénobtiene la promesa de más «riquezas, bienes y gloria» que cualquierrey contemporáneo o futuro experimentaría jamás (2 Crónicas 1:7-12).

Me asombra no solo el pedido de Salomón, sino también esto:cuando recibió esta increíble oferta, solo tenía 20 años.

Dos, cero.Te pregunto: ¿Conoces a alguna persona de 20 años que, dada

la independencia que tenía el rey Salomón, hubiera manejado estaoportunidad divina con tanta madurez y visión de futuro? ¿Nomuchas?

Yo tampoco.Lo único que se me ocurre es que, probablemente, haya tenido

que ver con la crianza de Salomón.Su padre, el rey David, era el hombre más respetado de Israel,

una persona sumamente bendecida por Dios y honrada por el pueblopor su maravillosa valentía y liderazgo. No era perfecto. De ningunamanera. Cometió algunos errores colosales tanto en su vida personalcomo en la crianza de sus hijos. Pero para criar a un joven tansensato como Salomón, que pudo responder al ofrecimiento de Dioscon tanta cautela, David también habrá hecho algo bien.

Quizás podemos vislumbrar algo de esto una de las últimasveces que escuchamos a David hablar de su hijo. En presencia deuna gran asamblea de gente (donde probablemente se encontraba elmismo Salomón), anunció planes para que su hijo lo sucediera comorey y las preparaciones que tenía intención de hacer. Dijo…

Mi hijo Salomón, el único que Dios ha escogido, es aún joven y sinexperiencia.

(1 Crónicas 29:1, LBLA)

Por más extraño que parezca, suena como un padre modernoque le dice a su adolescente bocón y sabelotodo: «Escucha,jovencito, ¡no sabes todo!». David era franco y sincero sobre lasdeficiencias de su hijo; casi parece una crítica o reprimenda pública.Entonces, ¿por qué esto no derribó el espíritu de Salomón? ¿Por quéno se sintió condenado ni despreciable al escuchar que su padre traíaa colación su juventud e inexperiencia? ¿Por qué le produjo unmayor deseo y entusiasmo de transformarse en el rey más sabio queexistió?

Creo que tiene que ver con la frase intermedia que su padre dijocon la misma audacia que la última: «el único que Dios haescogido». Aun con las debilidades evidentes de Salomón, Davidafirmó lo que veía que el Señor hacía en su vida. Y no lo hizo enprivado, sino frente a una multitud. Sin rodeos, les dijo los planes yla preparación que estaba haciendo allí mismo para las futuras tareasque su hijo emprendería. Incluso los instó (a pesar de los errores desu hijo) a ayudar y proporcionar grandes cantidades de tesoro ymateriales de construcción para el templo que construiría. Davidllamó a su hijo a grandes cosas y reclutó la ayuda de los demás. Loapoyó con un gran sacrificio y probó que confiaba en lo que sumuchacho era capaz de hacer y de transformarse, a pesar delpanorama del momento.

En otras palabras, David creía en su hijo. Y esto hizo queSalomón quisiera vivir a la altura de esa expectativa. No teníaningún problema con la sinceridad de su padre sobre suinexperiencia, porque David sazonaba esa opinión con el alientopaternal. Como resultado, crió un hijo lo suficientemente sensato ysagaz como para pedirle sabiduría al Señor antes que cualquier otraopción apetecible.

El ejemplo de David nos enseña algo importante. Para criar

hijos sabios, centrados, juiciosos y apasionados por las cosasverdaderamente importantes de la vida, necesitamos ser alentadorasintencionales. Como David. Incluso cuando los dones de Salomóntodavía no eran evidentes, cuando sus talentos tenían queperfeccionarse y sus habilidades para el liderazgo no estaban aúnformadas, David lo alentó a ver su potencial… y también animó alos demás a verlo. En lugar de menospreciar o desalentar a su hijo,pareció aceptar la normalidad de esta etapa en la vida de Salomón.Sin duda, era solo un muchacho, propenso a cometer los erroresinmaduros de la falta de experiencia. Pero su padre vio un rey en ély les dijo a todos que se prepararan para esto, aunque sus decisionesy hechos actuales parecieran contradecir esta noción.

Esta es la función de la alentadora intencional.Esa eres tú.La alentadora intencional es sincera con sus hijos. Les dice lo

que necesitan escuchar, aunque no sea lo que quieren oír. No pasapor alto su inmadurez, sus errores ni sus contratiempos, pero cuandohabla de estas cuestiones, no lo hace con desaprobación ni bajasexpectativas. En cambio, decide atemperar su sinceridad con lagracia de la edificación y el aliento. Hace todo lo posible paraproteger el espíritu de sus hijos, asegurándose de que el tonopredominante de la relación entre ellos sea de aprobación. Nointenta obligar a sus hijos a parecerse a otra persona… en especial, auno de sus hermanos. Aun durante las etapas de la vida que quisieraque pasaran más rápido, resiste el impulso de comparar el progresode uno con el del otro. En cambio, decide concentrarse en los dones,las capacidades y los talentos únicos que Dios está perfeccionandocon paciencia en cada hijo y hace todo lo posible por fomentarlos,aunque sean distintos de lo que esperaba o se desarrollen con menorrapidez de la anticipada.

Sabe que Dios tiene propósitos que «preparó» para que sushijos anduviesen en ellos (Efesios 2:10) y que consagró a cada uno—lo separó— para que cumpliera estos designios divinos.

Con el tiempo.

Entonces, lucha para no desalentarse durante esos períodos deinmadurez e inexperiencia manifiestas. Incluso al mirar de frente loserrores de sus hijos, permanece alentada (y alienta) mientras da lospasos necesarios para ayudarlos a volver a encaminarse.

Al hacerlo, no se permite deprimirse ni escuchar las vocesinteriores que le dicen que es una mala madre. En cambio, decideintentar relajarse en esta etapa de la vida y recordar (ella misma y aotros que quizás también tengan sus dudas) que sus hijos fueronescogidos por Dios con un propósito específico. Ve un destino en suhijo, aunque sea «joven y sin experiencia», y hace todo lo posiblepara edificar y alentar esas características que lo hacen especial,mientras aplica la guía y la corrección adecuadas. Nunca deja decreer que su obra diligente como madre ahora proporcionará elmarco para el futuro éxito de sus hijos.

Es una alentadora —una alentadora intencional— que expresaamor a sus hijos al no permitirles conformarse con la inmadurez nisucumbir ante la mediocridad. Inspira excelencia, no al exigir quecumplan con las normas arbitrarias de los demás, sino respondiendoal desafío alcanzable del propósito y el potencial que Dios les diopara cada área de sus vidas. Les habla bien de ellos a los demás y nole da vergüenza pedir ayuda positiva y piadosa para sacar lo mejorde sus hijos. Sabe que tiene que ser su confidente más sincera y sumayor animadora.

Al igual que David, cree en sus hijos.¿Y quién sabe? Esta clase de aliento intencional puede hacer

que un hijo de 20 años, que normalmente estaría atrapado en lainsensatez de la cual no parece poder escapar la mayoría de losjóvenes, alce su rostro al cielo y diga: «Señor, dame sabiduría».

Cuando lo haga, puedes estar segura de que Dios le concederásu pedido.

Y más.

• Registra algunas de las características únicas de cada uno detus hijos. ¿Cómo puedes utilizarlas para brindar alientoespecífico?• Enumera algunas acciones y temperamentos inmaduros enellos que normalmente te desalienten. Mantén esta lista enalgún lugar que te recuerde orar por estas cuestiones yconsidera a quién puedes pedirle ayuda para alentar a tu hijoen estas áreas.• Con detenimiento, considera cómo puedes darle a la relacióncon tu hijo un tono predominante de aliento y aprobación.

La administradora de disciplina

Hace poco, Jerry y yo nos encontramos con un hombre denegocios exitoso, de poco más de 40 años, que hacía 20 que estabacasado y tenía dos hijos adolescentes. Estar sentada en su oficina yescuchar a Bill hablar de su familia me resultó cautivador. Él y suesposa tenían una relación sumamente amena con sus muchachos,una conexión divertida que hacía que el tiempo juntos como familiafuera el clímax de la semana.

Intrigada por esta relación extraordinaria entre padres yadolescentes, le pregunté a Bill a qué se la atribuía. Su respuesta fuesencilla, pero profunda: «Los disfrutamos tanto ahora porquetomamos en serio su capacitación y disciplina cuando eran máspequeños. Decidimos qué clase de adultos queríamos que fueran, lesenseñamos en consecuencia e insistimos en que acataran esasexpectativas. No fue fácil, pero valió la pena».

Siguió contando cómo a las personas que visitaban su casa lesllamaba siempre la atención la disposición de los chicos para ponerla mesa antes de la cena o ayudar a su mamá a juntar la ropa paralavar de las canastas sin quejarse. El respeto con el que hablabanestos hermanos, no solo a otros adultos, sino entre ellos, evidenciabala estima profundamente arraigada por los demás que existía en esacasa. La confianza que habían ganado de sus padres habíapermanecido intacta porque se les había enseñado desde el principiola importancia de la responsabilidad.

Bill no quiere que nadie piense que sus hijos son perfectos. Nolo son. Sus padres tampoco. Sin duda, han tenido sus dificultades,pero son muchachos responsables y considerados, cuyaspersonalidades fueron formadas con propósito e intención porpadres amorosos.

Padres amorosos.No puedo explicarte cuánto me alentó esta conversación. A

medida que mis hijos se acercan rápidamente a la adolescencia, nos

encontramos con varios padres con hijos adolescentes que nos handicho que no es tan malo como todos dicen. Y aunque nos hemosreunido con muchos otros que no comparten la misma perspectiva yconclusión, observamos que los que tuvieron (y tienen) lasexperiencias más positivas parecen tener una característica encomún.

Son administradores de disciplina.Son padres, como Bill y su esposa, que establecieron objetivos

desde el comienzo sobre la clase de adultos que anhelaban que sushijos fueran y luego pusieron en práctica un plan de acciónespecífico para alcanzarlos. Nunca consideraron demasiadopequeños, lindos e irresistibles a sus hijos como para empezar aimplementar temprano la disciplina y la preparación necesarias paraeste proceso. Como administradores amorosos de disciplina, hantenido cuidado, por supuesto, de no hacer «enojar a sus hijos» conformas inadecuadas de corrección, pero han participado en formaactiva para criarlos «según la disciplina e instrucción del Señor»(Efesios 6:4, NVI). Saben que la autodisciplina solo aparece comoresultado de ser disciplinado con amor. Así que, establecieronexpectativas claras y luego crearon un ambiente donde sus hijosconocieran los límites y las reglas, supieran cómo vivir dentro de esemarco y lo que sucedería si desobedecían: la consolidacióninmediata de consecuencias coherentes y adecuadas a la edad. Estospadres no amenazan con consecuencias y luego no las llevan a cabo.Sus estándares son claros y confiables.

Eso es amor.Recuerdo que antes de tener hijos, leí un libro que hablaba

sobre cómo los niños de incluso un año pueden responder a lasexpectativas y la disciplina. Me pareció irrazonable esperar tanto deun niño tan pequeño. Pero también recuerdo mi sorpresa unos añosmás tarde, cuando mi hijo de dos años sí comenzó a decir «porfavor» y «gracias», a recoger sus juguetes y a colocar su tazaantiderrame en el lavabo en lugar de dejarla en la mesa de la cocina.Cuando le mostré qué hacer y dediqué tiempo a enseñarle, me

resultó increíble: incluso los pequeños pueden aprender acomportarse según lo que se les enseña y lo que ven ejemplificado.No lo he hecho a la perfección, pero intento hacerlodeliberadamente.

Tiene sentido, ¿no es así? No podemos esperar que nuestroshijos se transformen en algo para lo cual no los preparamos. Y loque se aplica a los modales y las tazas antiderrame también esverdad para las lecciones de vida más importantes.

Si queremos que sean responsables, tenemos que enseñarles aserlo con sus tareas, su trabajo escolar y sus deberes personales. Siqueremos que sean considerados, tenemos que hacerles respetar losmodales que esperamos que usen con sus hermanos y sus amigos. Siqueremos que respeten y se sometan a la autoridad, debemosempezar con su trato hacia nosotros como padres, mientras que ennuestro hogar, trabajo, iglesia u otras áreas, también nosotrosdemostramos el mismo principio.

La administradora de disciplina establece una declaración deobjetivos para sus hijos, que mantiene en mente siempre mientraslos cría. Si son varones, el objetivo maternal puede incluirconcentrarse no solo en la responsabilidad y la consideración por losdemás, sino también en aprender a demostrar respeto por lasmujeres, para prepararlos para su futura función como líderes de sucasa. Si son niñas, el objetivo pueden ser cuestiones como laexcelencia, la iniciativa y la sensibilidad a las necesidades de losdemás, así como también fomentar en ellas una valoración de lamodestia. Según estas declaraciones de propósito, la administradorade disciplina puede pasar estos años haciendo en forma cuidadosa ymetódica lo necesario para que estas prácticas se vuelvan un hábitoen la vida de sus hijos.

Una pareja que conozco, que tiene cinco hijos, incluyó en sudeclaración de propósito un deseo profundo de enseñarles a sus hijosa honrar a los demás alentándolos a ir más allá de susresponsabilidades para hacer cosas buenas por ellos en formainadvertida. Para lograrlo, a menudo les preguntan a sus hijos cómo

pueden honrar de manera estratégica a sus hermanos… quizáspueden hacerles la cama o llevar su plato al lavabo en lugar de llevarsolo el propio.

Además, enseñan responsabilidad. Así que, estosadministradores de disciplina resisten el impulso natural de todopadre de rescatar a sus hijos o de resolver cada problema queenfrenten. Cuando uno se olvida de llevarse su almuerzo, Mamá nosale corriendo a la escuela con la bolsa en la mano. Cuando otro seolvida de una fecha límite para entregar una tarea escolar, Mamá yPapá se lo recuerdan con claridad, pero a veces permiten que el niñosufra las consecuencias de esperar hasta último momento. Si loshijos rompen una ventana cuando se les dijo expresamente que nojugaran con la pelota en la casa, tienen que pagar al menos una partede la reparación con su propio dinero. Estos padres quieren que sushijos sepan que muchas de las cosas que disfrutan como niños noson derechos, sino privilegios. Y para mantenerlos, deben aprender ano darlos por sentado. Si lo hacen, pierden el privilegio.

Son administradores de disciplina: determinados a cumplir consu misión de criar jóvenes responsables, considerados y respetuosos.

Una mamá soltera, que acaba de enviar a su hija mayor a launiversidad, es una profesional de la creatividad, la constancia y ladisciplina. Una vez, cuando la adolescente no mantenía suhabitación ordenada (y tenía el descaro de afirmar que tenía derechoa hacerlo porque era «su» habitación), sacó la puerta de las bisagras.¡Ahí se terminó el «derecho» de privacidad que tanto aprecia unaadolescente! Fue el peor castigo posible que su hija pudieraimaginar. Pero la obligó a limpiar su habitación. Y la llevó a dar ungran paso en la dirección que su madre visualizaba para ella comoadulta: respetuosa, agradecida y responsable.

Sí, ser administradora de disciplina demanda tiempo y esfuerzo(y a veces, un taladro eléctrico). A menudo, es inconveniente eincómodo, y un verdadero golpe para tu reputación en la casa. Sinembargo, la administradora de disciplina está dispuesta a hacerloporque su mayor prioridad es criar hijos responsables, respetuosos,

compasivos, considerados, humildes, abnegados, generosos ybondadosos. Personas con las que dé gusto estar. A la larga, es lamejor manera —la única manera— de ganar el corazón de tus hijos.

• Cuando firmes esta resolución, no sientas la carga de tenerque ser perfecta. En cambio, decide expresar el amor bíblico atus hijos y considéralo como el punto de partida de este viaje.Elabora una declaración de propósito para tus hijos y luegoimplementa pequeños cambios que comiencen a llevarlos enesa dirección. Es una resolución de ver en tus hijos el potencialde la verdadera grandeza espiritual y de interesarse losuficiente como para darles lo necesario para alcanzarla. Deamarlos. De amarlos de verdad.

AMAR A MIS HIJOS

Prometo enseñar a mis hijos a amar a Dios con todo sucorazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas, e

instruirlos para que respeten la autoridad y seanresponsables.

___________________

VIVIR CON GRACIA

La resolución de transformar mi hogar en un lugar

acogedor

Gracia

Era un vendedor esforzado; se levantaba temprano por lamañana e iba de una consabida puerta cerrada a otra, en el intento devender una serie de productos para la empresa donde trabajaba. Losdías eran largos y agotadores, y a menudo no le quedaba nada por suesfuerzo… por cierto, no por falta de empeño, sino de compradores.

Su joven y pelirroja esposa tenía 18 años cuando se casaron. Ya medida que creció la familia, pasó la mejor parte de sus díasintentando transformar su pequeña vivienda en un lugar agradable ycómodo, a pesar de las dificultades económicas que enfrentaban. Sinembargo, llegó el día en que la tensión se hizo tan grande quehubiera llevado a cualquiera a tirar la toalla: cuando fue a encenderla luz, nada sucedió. Pensando que se trataba de una falla delsistema eléctrico, fue a probar otro interruptor. Otra vez, nada. Otro,nada. Intentó prender las luces de toda la casa… nada, lo cualconfirmó lo que ya sabía, pero que no quería creer. No habíanpagado la cuenta de electricidad.

Peor aún, no habían podido.Así que, durante el resto del día, hizo su mejor esfuerzo para

ocuparse de sus responsabilidades domésticas. Aun cuando lassombras cada vez más grandes de la tarde comenzaron a cubrir lacocina como una mortaja, preparó una cena improvisada, y la sirviócon cuidado y dignidad sobre la mesa del comedor en penumbras.Con linterna en mano, descubrió algunas velas a medio usar y lasencendió para crear un centro de mesa elaborado. Era una escenadigna de verse.

Cuando llegó su esposo, cansado y desanimado luego detrabajar, encontró a su esposa y a sus hijos sentados a la mesa,sonriendo y esperándolo para cenar con él. Disfrutaron de una cenaa la luz de la vela. Conversaron plácidamente. A los niños lesencantó el toque único de las velas durante la cena. Les pareciódivertido. La casa estaba llena de paz y serenidad a pesar de las

circunstancias, las cuales los niños ignoraban.Su esposo tampoco sabía lo que sucedía.Terminó de comer y se desplomó exhausto sobre la cama… su

esposa había encendido más velas en la habitación. Ella jamás dijouna palabra. Recién al día siguiente, cuando el hombre se levantópara alistarse para trabajar, se dio cuenta de que no había luz. Atócabos y comprendió lo que su esposa había hecho; cómo habíaconservado su dignidad y optado por la paz y la belleza en lugar dela fricción y la discordia en respuesta al inconveniente.

Pasó junto a la cama una vez más, antes de salir a trabajar esamañana, acarició un mechón de cabello rojo que caía sobre lamejilla de su esposa y le susurró al oído: «Gracias». No supo si loescuchó o no. Pero estaba demasiado agradecido como para dejarpasar la oportunidad. Agradecido de compartir un hogar (y una vida)con una mujer comprometida a ser gentil, promover la paz, pasar poralto las limitaciones y proporcionar un ambiente donde su familiapudiera florecer, aun en medio de circunstancias desafortunadas.

Y en su quincuagésimo aniversario de bodas, con los hijosadultos y los nietos a su lado, ese fue el momento que él relatócuando le pidieron que compartiera su recuerdo favorito de su vidajuntos.

Es la imagen de una mujer que vive con gracia.No importa si estás casada o eres soltera, tu hogar es tierra

santa. Y eres la encargada santa, a quien le fueron dados laresponsabilidad y el privilegio de crear una atmósfera donde laesencia de la gracia de Dios, que tú recibiste sin reparos, puedapercibirse mediante la que demuestras a los demás. Tu hogar es ellugar donde cultivas una paz que puedan disfrutar los otros queviven allí y todos los que entre en él.

¿Te parece poco probable? ¿Con todas las tareas domésticas porrealizar, las tensiones que enfrentar, las discusiones que intermediary el desorden por sortear? Quizás, según tu criterio, tu hogar es elúltimo lugar donde crees que podría haber paz.

Y sin embargo, tú eres la persona de quien esto depende. Como

mujeres, tenemos el control principal del humor, el espíritu y lacalidad de vida del hogar. No se trata de tener una decoración másbella, una mayor organización, mejores muebles ni artefactos deúltimo modelo. (Muchos tienen todas estas cosas y, aun así, notienen paz.) Se trata de reconocer tu poder para cambiar el climaespiritual de tu casa, según tu resolución facultada por el EspírituSanto de ser una mujer que emita un atributo sencillo, peroprofundamente penetrante…

La gracia.Este fue el consejo que me dio Rhoda, una esposa de pastor

diez años mayor que yo, a quien conocía desde la adolescencia.Cuando estábamos hablando un día sobre nuestros hogares y nuestrafamilia, ella se inclinó y me dijo: «Priscilla, cuanto más graciaextiendas sobre tu hogar, más paz se experimentará allí. Así que,ofrece gracia siempre que puedas».

Ofrece gracia.La gracia, por definición, es un «favor o don que se expresa a

quien no lo merece». Significa darle un respiro a alguien, aunque sealo último que merezca. Y es precisamente lo que Dios mismo nosdio al otorgarnos la salvación de nuestros pecados, a pesar de queestábamos llenas de pecado.

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la graciay la verdad vinieron por medio de Jesucristo. (Juan 1:17)

Antes de Cristo, la ley mosaica era la norma para el pueblo deDios; una lista de reglas y estatutos que traían más culpa yvergüenza cuando no se cumplían. Pero cuando vino Jesús, quitó laterrible presión y liberó a Su pueblo de las exigencias legalistas, ylas reemplazó con una invitación suave y atractiva de tener unarelación personal con Dios (lo que siempre había querido para Supueblo). Al cumplir Él mismo con todos los requisitos de la ley,Jesús garantizó que nuestra esperanza y nuestra salvación ya nodependían de cómo intentáramos alcanzarlas. En lugar de

esforzarnos constantemente para obtener Su aprobación, larecibimos por gracia. Con el simple hecho de creer y tener fe en Él.De aceptar Su regalo.

Su gracia.Y como consecuencia, Su libertad.Cuando, como beneficiarias de la gracia de Dios (de Su «don»,

Efesios 2:8), comprendemos cuántos errores y desatinos el Señornos perdona y olvida con amor todos los días, de repenteencontramos la motivación necesaria para extender el mismo favorinmerecido a quienes nos rodean. Su paciencia, Su aceptación, Sucomprensión y Su bondad. Por Su gracia, estas cualidades sevuelven nuestras: no solo para recibir, sino también para otorgar.

Y cuando las personas en tu casa y en tu vida saben que no lasmenospreciarás ni les echarás en cara sus errores, les das un granregalo. Un derramamiento del don que tú recibiste. Gracia. El regalode poder permanecer auténticas, sabiendo que las aceptarás tal cualson.

¿Acaso no quieres sentirte así? ¿No es esa la clase de libertadque quieres que los demás experimenten al relacionarse contigo?

A través de la lente de la gracia, cada problema, cada desastreen potencia, cada debilidad y error de los miembros de la familia ycada circunstancia indeseable puede transformarse en unaoportunidad nueva para ofrecer misericordia y bondad. Para brindarcompasión. Para ver lo mejor, aunque lo peor ocupe el lugar másprominente. Las mujeres que distribuyen gracia son aquellasdispuestas a colocar velas en la mesa en lugar de quedarse en laoscuridad malhumoradas. Dejan que los miembros de su hogardisfruten de lo que tienen, en lugar de concentrarse en lo que lesfalta. No quieren que los demás anden en ascuas a su alrededor ytengan que adaptarse a sus cambios de ánimo o cubrir sus propiasfallas por temor a ser incomprendidos.

Dejan que reine la paz.Dejan que gobierne la gracia.Esta mujer decide transformar su hogar en un lugar seguro,

donde su familia y sus amigos encuentren un refugio del mundo.Los que entran por su puerta hallan una serenidad que los captura,los envuelve, los alivia, los abraza y los atrae a comer de la mesa dela paz y a disfrutar de la compañía de personas con quienes es unplacer estar… porque son acogedoras, agradecidas y llenas degracia.

Es revolucionario.Es decir, ¿acaso la gracia de Jesús no transformó tu vida por

completo? Si eras demasiado joven como para ser plenamenteconsciente de cuánto necesitabas enmendarte y arrepentirte, ¿lagracia divina no te ha llevado a llorar en adoración más veces de lasque recuerdas desde entonces? La gracia abruma. Donde sea queaparezca. Solo piensa en lo que podría lograr al brotar de tu sonrisa,tu abrazo, tu beso, tu palmada tierna en la espalda, tu guiño deperdón. Incluso este lugar, aun estas personas podrían cambiar porcompleto y ser difíciles de reconocer de aquí a un mes.

Como te sucedió a ti, cuando la gracia de Jesús llegó a tu vida.Así que, realiza un inventario personal. ¿Es fácil estar cerca de

ti? ¿Haces que tus seres queridos se sientan aceptados? ¿Llevas lacuenta de sus errores o fallas? Cuando tus familiares hacen algo paraagradarte, ¿ven una sonrisa de gratitud que te ilumina el rostro, ocasi ni te das cuenta para no darles esa satisfacción? ¿Tienes a otroscautivos de tu naturaleza crítica? ¿Haces el papel de mártir por todastus obligaciones?

O…¿Recuerdas lo que Cristo hizo para cubrir cada uno de los

errores de tu vida, para librarte de la esclavitud que te habríamantenido alejada para siempre de una vida abundante? ¿Lesexpresas con entusiasmo esa misma sensación de libertad a los queviven en tu hogar?

Dales un respiro.Ya sé que no lo merecen.Pero tú tampoco lo merecías.La gracia llegó de todas maneras.

• Enumera tres actitudes y acciones específicas que muestren lagracia en forma atractiva en la vida de hogar de alguien queadmires, no solo en su interacción contigo, sino también conlos miembros de su casa.• ¿Cuál te parece que será el mayor desafío para ti en cuanto ademostrar gracia en tu hogar? Sé sincera con Dios. Pídele quete dé «descanso» y que Su corazón «apacible y humilde» brillea través de ti (Mateo 11:28-29, NVI). Es Él. No tú. Por eso, ledicen gracia.

Está bien

A veces, cuando digo «está bien», las paredes se derrumban. Esasdos palabritas terminan con muchísimas discusiones. Es increíble.Además del nombre de Jesús, creo que estas son las palabras máspoderosas de nuestro idioma. —Una mujer de 31 años resuelta a

vivir con gracia

Nos gusta tener razón, y queremos que los demás loreconozcan. Por eso, una de las cosas más difíciles en la vida, elmatrimonio, la familia y el hogar es resistir el impulso de haceralarde de que tenemos razón. De ganar la discusión. De dejar a laotra persona cabizbaja por la vergüenza. Creemos que nuestraopinión merece ser escuchada, comprendida y, luego, que todostienen que estar de acuerdo y actuar en consecuencia. Entonces,hablamos, discutimos, dejamos de escuchar y desvalorizamos a laotra persona. La dejamos por el piso. La sometemos.

Los que están en la periferia permanecen al margen y caminande puntillas en el borde de la tensión, intentando evitar la conmociónen un hogar que tendría que ser su lugar de descanso. Se sientenmarginados y excluidos, y se preguntan cómo terminará todo.

Porque todos quieren tener la razón.Pero no terminará bien. No hasta que alguien sea lo

suficientemente valiente, seguro y audaz (y que tenga la suficientegracia) como para acceder con amabilidad, amor y cuidado, ydecir…

«Está bien».Para terminarlo. De una vez por todas. No porque se hayan

satisfecho sus exigencias ni tenido en cuenta sus preferencias, sinoporque prefiere la paz a la locura. Desea la restauración por encimade la discordia. Quiere un hogar pleno, en lugar de consumido yvacío: una cáscara hueca que hace un fuerte eco del alboroto y elcaos de una pelea ardiente, y que luego se enfría, erizado por el

aguijón punzante del silencio.Estas dos palabritas hacen una gran diferencia.Ahora bien, no se trata de una filosofía de la nueva era. Es un

trozo antiguo y escritural de sabiduría venerada:

La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subirel furor.

(Proverbios 15:1)

La mujer sabia no siempre busca atención o validación, sinoque escoge una respuesta suave, delicada y blanda en lugar de aguday explosiva, dañina e hiriente, para proteger y conservar unarelación o recuperar la paz en el hogar. Está decidida a no avivar elfuego de conversaciones pendencieras, porque sabe que quedarácubierta de ceniza mucho después de que se hayan apagado lasbrasas. Puede ver a través de la apariencia de los temperamentosdescontrolados y de los comentarios fuera de lugar, y concentrarseen la realidad de la situación, reconociendo que la circunstancia porla que está haciendo un gran problema probablemente seainsignificante a fin de cuentas. No se permite perder la batalla en suhogar por una escaramuza o una cuesta mínima. No agita lossentimientos de los demás para sentirse satisfecha al ver cómo sedesmoronan bajo la presión. Es paciente. Calma la tormenta.

Y eso la transforma en una viva imagen de la sabiduría. Y de lagracia. No es una pusilánime. No es ningún felpudo. No cede ni sedeja pasar por arriba. Tampoco es arrogante ni dice «está bien» paradesestimar la conversación. Su comentario no tiene asomo desarcasmo. No hay sonrisas burlonas ni siniestras en su rostro.Simplemente, es fuerte. Dios le ha infundido suficiente fortalezacomo para preferir la dulzura duradera de la deferencia antes que lavictoria insignificante, pasajera e insatisfactoria de ganar una batallamomentánea.

Entonces.Ella.

Dice…«Está bien».No le resulta fácil, pero lo hace con propósito, con poder y con

intensidad.Inhala. Exhala. Se obliga a suspirar y a sonreír, desde un lugar

más profundo, donde la fortaleza humana no llega. Luego, con dospalabras sencillas y una gran confianza en Dios, recalibra porcompleto esta experiencia, no solo para ella, sino también para todoslos que participan: sus seres queridos a quienes está decidida aapoyar.

«Está bien», susurra.Y al final, obtiene la mayor victoria de todas.

• En oración, considera cómo puedes aplicar el mensaje deestos versículos a tu vida hoy:

• «La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidadde ella es quebrantamiento de espíritu» (Proverbios 15:4).«La paciencia puede persuadir al príncipe, y las palabrassuaves pueden quebrar los huesos» (Proverbios 25:15,NTV).

• Lograr que esta resolución se vuelva un hábito en tu hogarllevará tiempo y práctica. Decide utilizar estas dos palabritasde esta manera sencilla, todo lo que puedas en las próximas 48horas. Registra el impacto que produzca en tus relaciones.

Como salido de Broadway

Ya hace tiempo que escogiste los papeles con cuidado yescribiste el libreto. Lo que sucede en cada escena está fríamentecalculado y se ensayó en forma estratégica. Estás segura de quetodos los que participan adorarán esta obra maestra del teatro.

Después de todo, fue escrita para su propio bien. Para subeneficio.

Así que, la ensayas, una y otra vez, representas tu papel y llenaslos espacios de los demás, citando lo que tendrían que decir, lasexpresiones que deberían usar, la entonación que tienen que reflejary las reacciones que deben tener. Cuando sales del vestuario de tupropia habitación cada mañana, ya tienes una función para cada unode los actores, y las normas altas y las expectativas detalladas paralos intérpretes del escenario de tu vida.

Esta producción tiene un solo problema.Nadie más que tú sabe que existe.Los demás actores nunca se anotaron para participar. Sin

saberlo, viven en un papel que nunca accedieron a representar nisabían que tenían que cumplir. Pero ahora, las personas queconforman el reparto habitual de tu vida (tu esposo, tu hija, tu hijo,tu amiga, tus padres) están atrapadas por tus expectativas, cautivasde los papeles que escribiste para ellas sin su consentimiento.Quisieran ser ellos mismos, experimentar la misma libertad queencuentran en otra parte. Pero aquí en casa, salir de su personajepuede costarles caro.

La expresión indignada de tu rostro.El rechazo abrumador de tu respuesta.La desaprobación que resuena en tu voz.Está claro que no soportarás que nadie altere esta producción,

este libreto y esta obra tuya. Así que, no lo hacen. Siguen lacorriente. Tienen que hacerlo. No tolerarás nada más. Pero en elproceso, pierden su identidad. Olvidan quiénes son en verdad.

Aprenden a vivir sin su libertad, su autenticidad y, a fin de cuentas,su alegría.

Hacen lo que tú quieres. Es más fácil así.Pero esto no sucede con la mujer llena de gracia.Ella reconoce y admite que, sí, tiene un guión predeterminado

para su vida y sus alrededores, una compilación de experienciaspasadas y nociones ficticias. Todas lo hemos hecho hasta ciertopunto… hemos escrito el libreto para nuestra vida. Incorporamosnuestras expectativas a esta relación, a esta situación y a esta seriede circunstancias. No les comunicamos a todos lo que habíamosescrito, en especial, porque no sabíamos que teníamos estasexpectativas hasta que comenzamos a vivir en esta situación. Ahoraque estamos aquí, en este hogar, y esta es nuestra realidad, nuestrasexpectativas se han hecho bien claras y evidentes, manifiestas eindiscutibles, prominentes e incuestionables.

Y hará falta una verdadera mujer llena de gracia para bajarse dela silla del director y liberar a los integrantes de su hogar de lafantasía que ha creado.

Cuando somos verdaderamente sinceras con nosotras mismas,no es tan difícil ver el daño que han causado nuestras suposiciones.Son la llama que arde bajo gran parte del conflicto, la tensión y eldesacuerdo en nuestro hogar. Así que, aunque no baja susexpectativas, la mujer resuelta a vivir con gracia sí las recalibra enforma intencional. En lugar de basarlas en una falsa ilusión y obligara los demás a adaptarse a ella, esta mujer mira su realidad primero yluego configura sus expectativas en consecuencia. Busca discernirlas verdaderas necesidades de sus seres queridos y después adaptarsu visión de las cosas para hacer lo mejor para ellos, propiciandouna atmósfera donde puedan florecer de verdad.

Esto hace la gracia. Libera, relaja, desata. Otorga espacio, alivialos nervios, da permiso, expresa aceptación. Un predicador describióla gracia como el elemento que aceita la fricción y alivia la tensión.Es el lubricante de la vida, que afloja la rigidez y suaviza lasbisagras chirriantes. La gracia es la sonrisa que todos tus seres

queridos anhelan recibir de tu parte… para, al fin, poder ser ellosmismos cuando están contigo.

Es hora de bajar el telón sobre este escenario de fantasía. Ya nopodemos manejar las luces ni el glamour. ¿Quién los quiere?Preferimos la autenticidad antes que los guiones programados.Anhelamos relaciones genuinas y una atmósfera relajada en lugar decaras pintadas y conversaciones secretas. Queremos una vida —unavida de verdad— llena de una paz poderosa, potente y deleitosa.

Una mujer decidida por la gracia puede alcanzarla.

• ¿Tienes una obra de teatro en la mente? Si así es, ¿cómo hanperjudicado tus expectativas a tu familia?• ¿Crees que ajustar tus expectativas sería lo mismo quebajarlas? ¿Por qué?• ¿Qué otras personas, programas de televisión o influenciasexternas contribuyen al mundo de fantasía que intentaspresionar sobre tu realidad? ¿Cómo puedes atemperar suefecto sobre ti?• Si tú eres la que está cautiva a las exigencias y las directivasde otra persona, ¿cómo podrías comunicarle con respeto tusinquietudes y sentimientos, y manejar con cuidado la situaciónpara experimentar libertad?

Espacios sabáticos

Cuando durante un inusual febrero, temperaturas heladasmezcladas con toda clase de precipitaciones invernalessorprendieron a Dallas cuatro días seguidos, la nieve y el hieloadornaron las calles y los puentes, e hicieron que las escuelas y losnegocios permanecieran cerrados una semana. Mis tres hijos sequedaron en casa entusiasmadísimos y saborearon la excepcionaloportunidad de quedarse despiertos hasta tarde y levantarse aun mástarde. Las familias de toda la zona se vieron obligadas a permaneceradentro mientras las cuadrillas viales de la ciudad se esforzaban porasegurar las carreteras.

No era la primera vez que veíamos nieve. Puede resultarcómico cómo unos centímetros de nieve (y a veces, hasta la meraamenaza de una nevada) pueden paralizar una ciudad del sur deEstados Unidos. Pero esta nevada en particular fue sumamente dura.En términos generales, no estábamos preparados para esa clase defrío. Pocas personas aquí tienen el tipo de abrigo requerido parahacerle frente a una jornada larga al aire libre.

Así que, en general, la gente permaneció adentro y disfrutó dela oportunidad desacostumbrada de escapar de la rutina, relajarse yaprovechar algunos momentos con las personas amadas.

¿No es así?Mmmm… quizás no.Mientras estaba encerrada en mi casa durante esos días fríos y

nevosos, me encontré con este titular de una noticia en Internet:«Dallas/Fort Worth afligido por encierro prolongado». El artículocitaba los comentarios de la gente de la zona que sufría ataquesextremos de claustrofobia: se sentían recluidos, aburridos ydesconectados del mundo.

Escucha esto…

• «Nieve. Hielo. Temperaturas bajo cero. ¿Estará cerca alguna

plaga de langostas?»• «¡Mañana otra vez no hay clases! ¡Creo que me volveré locaatrapada en esta casa!»• «Esto arruinó lo que sería una semana fantástica. Y me obligóa utilizar dos de mis días de licencia variables».• «¡Qué bueno… Se acaba de cortar la luz en toda mi cuadra!Fantástico. ¡Ahora podemos añadir ‘atrapado en casa sinelectricidad’ a la lista! Grandioso».

Cielos. Lo más lógico sería que verse obligado a quedarse encasa y disfrutar del descanso y la relajación que a menudo nosescapan sería —no lo sé, ¿un regalo?— una interrupciónencantadora a nuestros horarios atestados. Y sin embargo, según eltítulo de este artículo, las personas se sienten «afligidas». Aburridasy ansiosas por volver al trajín.

¡Qué revelador!, ¿no? ¿Somos tan adictos a la actividadconstante (¡incluso al estrés!) que ya olvidamos cómo relajarnos?¿Nos motivan tanto el desempeño y la perfección que ya novaloramos un día tranquilo? ¿Nos hemos acostumbrado tanto a notener paz que ya no podemos apreciar su belleza, aun cuando no solose nos da la oportunidad de disfrutarla, sino que no hay otraalternativa viable? Peor aún, ¿qué le estamos mostrando a lapróxima generación: que la quietud, la diversión sencilla y el tiempoen familia no tienen nada de atractivo?

La mujer resuelta a vivir con gracia se rebela en contra de laresistencia cultural a descansar. Comprende que la paz solo puedeexperimentarse en su hogar si deliberadamente crea espacios paraayudar a su familia a separarse, al menos de vez en cuando, del ciclofrenético y exigente de las actividades habituales. Así que, planeaoportunidades intencionales para las antiguas disciplinas deldescanso y la tranquilidad. Está convencida de que las sabiaspalabras del Salmo 46:10, «Estad quietos, y conoced que yo soyDios», siguen siendo la manera más probable de que ella y sus seresqueridos experimenten la presencia del Señor en el hogar.

Creo que este es el principio que Dios tenía en mente cuando ledio a Moisés instrucciones detalladas para transmitirle a Su amadopueblo Israel. Luego de casi 400 años de servidumbre constante yagotadora bajo Faraón en Egipto, esta generación escogida por finprobó la libertad. Y cuando Dios derramó Su libertad sobre ellos,recibieron (entre otras cosas) esta notable instrucción…

«Acuérdate del sábado, para consagrarlo». (Éxodo 20:8, NVI)

«Sábado» viene de la palabra hebrea shabbát, que significa«descanso» o «reposo». Dios le pedía a Su pueblo que hiciera algoopuesto a lo acostumbrado. En lugar de trabajar sin cesar, día trasdía, y de participar de todas las actividades exigidas, tenían quedetenerse —labrar tiempo deliberadamente para quedarse quietos ydisfrutar de Él— para celebrar un tiempo de descanso, renovación yconcentración espiritual que perpetuara su experiencia de libertad,no solo en teoría, sino también en cuestiones prácticas. En otraspalabras, el principio del sábado era completamente opuesto a laesclavitud que habían experimentado en Egipto, y una protecciónpara no caer en otra clase de cautiverio.

Y aunque ya no estamos sujetas a la ley del AntiguoTestamento, este principio del día de reposo todavía tiene unimpacto renovador para nosotras.

La inclinación hacia la actividad constante aparece en todosnuestros espacios atestados: calendarios llenos, armariosatiborrados, mentes agitadas que no pueden apagarse ni aquietarse.Nos volvemos esclavas de la actividad, de los horarios, del desordenen nuestros hogares y en nuestras vidas. No podemos mantener unmismo pensamiento durante más de 30 segundos. El estruendonunca termina. Casi nunca dejamos lugar para… nada. Como Israel,nos acostumbramos tanto a la actividad constante que inclusocuando surge la oportunidad de quedarnos quietas, no podemosevitar sentirnos intranquilas.

Así que, para protegernos del control y la esclavitud de nuestro

caos, tenemos que transformarnos en mujeres que creen «espaciossabáticos» en forma intencional; márgenes en la vida que quedenlibres a propósito para poder disfrutar de la libertad que Dios mismonos dio. Si no lo hacemos, estaremos cada vez más atrapadas.

Nada es peor ni más triste que una persona libre que vuelve acolocarse las cadenas… ya sea en forma literal, figurativa oespiritual. Y a menos que le enseñemos deliberadamente estadisciplina a la próxima generación, le colocaremos los mismosgrilletes de desorden que chocan contra nuestros tobillos la mayorparte del tiempo.

Tú puedes detener este ciclo.A una amiga mía le resulta particularmente difícil. Su familia

decidió hacer un espacio sabático los domingos por la tarde paradescansar y estar juntos, pero a menudo, ella comienza a correr porla casa intentando limpiar y ordenar; a veces, sugiere, y otras,directamente demanda que su esposo y sus hijos hagan lo mismo.¡Al final, nadie descansa ni disfruta del otro porque mamá losinstiga a usar su «tiempo de descanso» para trabajar! Dejar a sufamilia en paz y disfrutar de la vida es un verdadero desafío paraella. Una disciplina. Para la mayoría de nosotras, también lo será.

Pero hagámoslo.Comienza con lo que yo llamo el «desafío catorce».

Históricamente, el día de reposo era uno cada siete. Esto conformael 14% de la semana. Así que, no nos compliquemos y comencemoscon el número catorce. Mira tus horarios y decide adónde puedesapartar un espacio sabático de catorce minutos cada día: para ti sola,para ti y tu cónyuge (si eres casada) o para toda tu familia. Noparece mucho, pero quizás te sorprenda lo difícil que puederesultarte lograrlo y mantenerlo. Además, verás cuánto puederejuvenecerte ese momento.

Durante los fines de semana, alienta a tus hijos a tomarse unrespiro de al menos catorce minutos al día para irse a su habitación aleer o jugar tranquilos. Esto les enseña tanto a los pequeños como alos adolescentes que está bien no estar constantemente

bombardeados por la televisión, los videojuegos y otras formas deentretenimiento que otra persona les proporciona, y que eso nodemanda nada de su parte. Tu adolescente puede sentirse perdido sinFacebook o Twitter, pero ya se le pasará. Y le enseñarás una valiosalección.

Si estás casada, también quiero alentarte a decidir qué fin desemana o semana completa pueden dedicar como pareja al espaciosabático, para renovarse y recalibrarse de las otras 51 del año. Tú ytu esposo lo necesitan. La relación entre ustedes también.

No necesariamente significa irse de vacaciones a cierto lugarcostoso. A veces, se trata de tomarse vacaciones de ciertasactividades. Una simple semana «libre» de tanta tecnología y delitinerario normal puede darte un empujón renovador y laoportunidad de hacer cosas para las que en general no tienes tiempo;como por ejemplo: visitar a un pariente anciano, leer una novela detapa a tapa, limpiar tu armario, armar un álbum con las fotografíasdel año pasado, o dormir una siesta o dos. Priorizar el día de reposote hará sentir con más vigor, menos tensión y mejor preparada paraocuparte de tu casa, sin frustrarte ni estresarte con tanta facilidad.

Pero más allá de planear descansos, considera crear espaciossabáticos en las áreas tangibles de tu hogar. Así como el calendariose llena de responsabilidades, nuestros hogares también puedentransformarse en pozos de desorden y caos, haciendo que separezcan menos a un refugio y más a una cueva o calabozo del cualqueremos escapar. Entonces, ¿por qué no crear también «márgenes»en nuestra casa? Así como despejaste catorce minutos de tu horario,aparta un espacio pequeño de tu casa una vez por semana.

Quizás ese estante desordenado mide más de un metro de largo.Disciplínate para despejar la mitad. La semana siguiente, unpequeño espacio más en otra parte de tu casa. No exageres alintentar realizar una limpieza general de la casa ni una barridaorganizativa, ni te sientas abrumada por no poder hacer todo de unavez. Como acto de obediencia a Dios, e incluso de adoración,comienza a darle a tu hogar algo de espacio para respirar. En forma

deliberada, aprópiate de esa pequeña sección de tu mundo hasta quehayas transformado una pila de basura en paz y gozo. Hazlo conconstancia y, dentro de unos meses, despertarás un día en un espacioordenado, equilibrado y más disponible para que Dios lo utilice, de acatorce centímetros a la vez.

Para mí, no hay nada más estimulante que entrar a mi vestidory… en realidad, ¡poder entrar y punto! Me gusta escoger unaprenda para ponerme y poder deslizar mi ropa por la barra para vercon claridad mis opciones. Si todo está tan amontonado y apretadoque ni siquiera puedo mover las perchas de un lado al otro, mesiento frustrada y desalentada. Pero ¿qué sucedería si esta semanaordenara catorce centímetros, y luego me encargara de despejarotros catorce centímetros la semana siguiente? Pronto, estaría un100% satisfecha.

Así que, piénsalo. ¿Hay algún estante que podrías ordenar en elarmario del vestíbulo esta semana… un lugar pequeño donde puedasreclamar algo de espacio para tu vida? ¿Hay algún rincón o esquinaque se haya transformado en un depósito de cosas que podríanordenarse y enviar al ático? ¿Hay alguna superficie que puedaslimpiar y quitar el desorden que no sirve para nada? ¿Qué me dicesdel cajón de cachivaches que hay en tu cocina, que tiene todo y nadaal mismo tiempo? ¿Adónde trazas la línea, el «punto final» paratodas tus cosas?

Solo la mujer que vive con gracia y busca la paz tendrá enorden sus prioridades como para ver el valor de los espaciossabáticos. En lugar de tenerle miedo al silencio o de estar nerviosapor lo que deja de hacer, ella protege y acepta sus márgenes. Losconsidera un regalo. Sabe que es imposible disfrutar de algo cuandohay demasiado para disfrutar. No puede ver lo que tiene adisposición si lo que es importante se pierde bajo una pila decuestiones variadas. Entonces, se toma unos minutos para considerarsu tiempo y su espacio, y decide que reclamar la paz es másimportante que aferrarse a todas estas cosas que, en forma lenta ymetódica, la reclaman a ella. Aprende a soltar. Introduce un

ambiente de paz en su hogar. Ahora es un lugar para disfrutar en vezde una carga o algo que esclaviza.

Un espacio sabático.Lo necesitas en tu hogar, en tu día, en tu semana, en tu vida. Si

no tienes idea de cómo colocarlo allí, la gracia puede ayudarte.

• Al acercarte a firmar esta resolución, consideradetenidamente los aspectos prácticos. ¿Qué puedes comenzar apreparar para que la gracia y la paz sean una realidad en tuhogar?

VIVIR CON GRACIA

Prometo cultivar un hogar tranquilo donde se perciba lapresencia de Dios no solo mediante actos de amor yservicio, sino también a través de mi actitud afable y

agradecida.___________________

DEJAR UN LEGADO PIADOSO

La resolución de vivir el presente considerando el

futuro

Escoge con sabiduría

[La mujer buena] deja herencia. (Proverbios 13:22, LBLA)

Una vez, mi hermano conoció a un joven interesante mientrasvisitaba una iglesia en otra ciudad. Luego de familiarizarse y pasartiempo conversando, este muchacho comenzó a contarle sobre sufamilia que, al parecer, tiene un curioso legado.

Su tatara tatara tatara (y la cantidad de «tataras» que formensiete generaciones) abuelo era un líder político y militar importanteen el joven país de Estados Unidos. Presidió la convenciónconstitucional de mayo de 1787 e influyó significativamente sobre laestructura y la ratificación de nuestro novedoso sistema de gobierno.

Es más, fue nuestro primer presidente.Pero durante esos años formativos de la historia de la nación,

con muchas decisiones por tomar sobre la organización y la funciónde la república, un grupo relativamente pequeño, pero prominente,de ciudadanos quería nombrar rey a George Washington en lugar depresidente, ansiosos por aprovechar sus habilidades para el liderazgoen forma más permanente. Esto significaría que sus descendientesascenderían al trono en forma automática y llevarían adelante eltítulo. Y es probable que tuviera el poder para lograrlo si quería, enespecial, si hubiera creído que era para el bien de la nación.

«En otras palabras —le dijo este joven descendiente directo deGeorge Washington a mi hermano— sería rey ahora si él hubieratomado otra decisión».

Una decisión.Tomada por una persona.Y su efecto dominó sobre las generaciones ha tenido un

impacto increíble.Me pregunto si George Washington habrá tenido esta realidad

en mente al tomar su decisión. Quisiera saber si se le habrá cruzadoalgún pensamiento sobre su legado al tener que escoger qué hacer.

Por supuesto, no puedo preguntárselo, pero… puedo preguntarte ati.

¿Tomas las decisiones de hoy teniendo en cuenta el impactosobre el futuro? Cuando ordenas tus prioridades y formas tushábitos, ¿piensas en tus hijos, tus nietos, en cómo te recordarán y enla clase de carácter que heredarán de ti? Cuando gastas dinero, lucestu sentido de la moda, dices lo que piensas o reservas tu tiempo,¿alguna vez se te ocurre que no estás tomando una decisión que teafecte solo a ti, en este momento? ¿Que estás tomando una decisiónque impactará a los que vengan después de ti? ¿Que tal vez tengasun papel en las actitudes y las observaciones de una jovencita quecasi no conoces, quizás una completa extraña que algún díaescuchará una descripción sobre ti?

Esta es la clase de preguntas que debes tener en mente cuandopienses en lo que harás hoy. En cómo responderás en este momento.En la clase de resoluciones que regirán tu vida. Estas decisiones sonimportantes ahora, y…

Siguen siendo importantes.Son tu legado.Sabemos que, en términos generales, un legado es una herencia,

un regalo que alguien les deja a otros luego de morir. Unpatrimonio. Normalmente, los términos de esta transferencia seespecifican en un documento legal organizado que detalla conexactitud cómo deben distribuirse las tierras, el dinero, la propiedady las posesiones de una persona entre sus seres queridos. Se dejaninstrucciones claras sobre quién obtendrá determinada joya omueble. Sin embargo, por más honorable que sea dejar esta clase deorden para cementar la conexión tangible entre las generaciones, laspersonas suelen dedicar más tiempo a planear su herencia física quela espiritual.

Nuestro legado de fe, compasión, gratitud, perseverancia,perdón, paciencia y amor debería diseñarse con cuidado y luegotransmitirse en forma deliberada. Cuestiones que no se obtienenmediante inversiones inteligentes, sino al vivir. Regalos que no se

reservan para fiestas importantes ni eventos formales, sino que seotorgan los martes y los sábados por la mañana, con ropa deportiva,sin fanfarria ni fuegos artificiales.

Solo tú. Al decidir vivir el hoy como si el mañana de otrapersona dependiera de ello.

Esto pareció ser primordial para Moisés, cuando se encontrabaen las afueras de la tierra prometida, luego de morar con el pueblode Dios 40 años en el desierto. Aquí estaba, a los 120 años, cerca delfin de su vida, hablando de los mensajes cruciales que había en sucorazón en estos últimos momentos con sus amados amigos yconciudadanos (Deuteronomio 28–30).

Habló del legado.Habló de la herencia espiritual.Alentó al pueblo de Dios a tomar las decisiones presentes

considerando el futuro.

Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y elmal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes

en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y susdecretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios tebendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella[…] escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.

(Deuteronomio 30:15-16, 19)

Al decidir amar al Señor, aferrarse a Él y comprometerse con Élen obediencia fiel (hoy), el pueblo de Dios podía esperar unaexistencia larga y próspera como nación mañana, llena de unaprovisión eterna de Su gozo y paz. Esto les permitiría a ellos y a sushijos recibir todos los beneficios estipulados en el pacto que Dioshabía hecho con Su pueblo. A cambio de sus decisiones fieles,tendrían la seguridad de la «vida»: un legado prometedor deprotección y provisión divina para transmitirles a sus hijos y a susnietos como herencia y derecho de nacimiento.

Me pregunto si los hombres y las mujeres que escucharon las

palabras de Moisés consideraron lo que Dios les ofrecía; si mirarona sus hijos, arremolinados a sus pies mientras jugaban, y losimaginaron ya crecidos, experimentando los abundantes beneficiosde la obediencia de sus padres… un papá y una mamá quedecidieron vivir como agradaba al Señor.

Me pregunto también si se habrán dejado llevar por suspensamientos y visiones del futuro cuando Moisés les presentó lasegunda alternativa: la muerte. Tomar esta decisión tendríaconsecuencias igualmente explícitas; cuestiones como la desdicha,la pérdida del favor divino, la inseguridad de vivir fuera de laprotección de Dios. Cosas terribles. Efectos espantosos y duraderos.Peores que los que muestran rápidamente en los comerciales demedicamentos recetados, que aparecen mientras estás cocinando.

Dos elecciones. La vida. La muerte.¿Acaso había que pensar en qué escoger? ¿Alguno escogería a

sabiendas afirmarse «en su maldad» (Salmo 52:7, LBLA),desperdiciando la oportunidad de dejar un legado firme y piadosopara sus hijos, con todas las bendiciones y el favor de Dios tantopara ellos como para las generaciones futuras?

Sí, lamentablemente sí.Y nosotras también.Tanto en forma consciente como inconsciente, lo hacemos cada

vez que tomamos decisiones pequeñas y cotidianas contrarias a lospropósitos, los planes y las promesas de Dios. Firmamos unaherencia que se corrompe y se apolilla, y que recibirán algún díaaquellos a quienes el Señor nos ha confiado. Cuando ignoramos lasprioridades divinas y tomamos decisiones insensatas y egoístas sinpensar en los demás, destruimos el legado que transmitiremos.Dejamos una herencia de dolor, confusión, adversidad, dificultadesinnecesarias y hasta de maldiciones espirituales que enfrentar.

Quizás esta realidad te sea sumamente familiar. Tal vez seas elproducto de las decisiones insensatas de tus padres. El legado que tedejaron fue de adicción y concesiones, de deudas y falta de perdón,de fracasos y autoestima desgarrada. Probablemente, tus padres no

quisieron dejarte marcada con esta clase de herencia, pero lohicieron… cada vez que prefirieron no tomar las decisionesmomentáneas considerando el futuro en forma específica, deliberaday constante. Cuando escogieron el placer y la diversión en lugar dela pureza y la fidelidad, cuando optaron por la debilidad y elegoísmo antes que la obediencia voluntaria y el amor inalterable,decidieron inconscientemente apilar un bagaje en el umbral de tuadultez, la clase de desorden que puede llevar años ordenar.

Pero sin importar qué legado hayas recibido, puedes despertarpor la mañana y diseñar uno nuevo en el tablero de tu vida. Puedesreestructurar las cláusulas. Reenfocar los puntos y los párrafos.Puedes cambiar el nombre de los destinatarios y reorganizar lasclases de regalos que quieres dejar. Es tu oportunidad de dejar unlegado. Un legado diferente. Un legado nuevo.

Y todo comienza hoy.Con las decisiones que tomas ahora.Esta fue la razón de Eileen para vivir bien. Tenía ocho hijos. Su

esposo trabajaba como loco para proveer para la familia; viajaba sinparar y se esforzaba muchísimo. Pero ella también vivía unasituación difícil: dos de sus hijos murieron al nacer, luchaba con supropia salud y, en un momento, tuvo que mudarse al otro lado delmundo con su familia para permanecer a flote. La vida era difícil.Cada día más duro que el anterior. Pero cuando era joven, habíadecidido cultivar un legado que valiera la pena dejar a sus seresqueridos. Así que, a pesar de muchas dificultades y desafíos, cadadía decidió invertir en su legado. Permanecer comprometida con sufamilia y fiel al Señor. Sentarse con sus ocho hijos a leer la Escrituray orar por ellos. Dedicarse por completo a la obra que Dios teníapara ella. No fue fácil, pero valió la pena.

Hoy, a los 92 años, con 13 nietos y 21 bisnietos en su enormeprogenie, se puede ver el brillo en sus ojos cuando está rodeada delfruto de su trabajo. Al observar que su descendencia disfruta delfavor de la protección y la provisión divina, deja escapar un suspirode satisfacción. Se puede percibir el marco de la bendición de Dios

en la vida de los que rastrean su historia hasta la puerta de Eileen.Evidentemente, sus decisiones sabias dieron fruto.

Este puede ser tu legado.No es demasiado tarde.Hoy —es más, dentro de las próximas 24 horas—, tienes por

delante una decisión reveladora. Se disfraza como tu próximaoportunidad, tu próxima opción, tu próxima decisión, tu próximaoferta. Ahora es tu oportunidad de ver estas cosas a través de la lentede la descripción bíblica de Moisés. De verlas como decisionespequeñas, pero importantes entre la vida y la muerte.

¿Acaso hay que pensar en qué escoger?Escoge la vida.Escoge con sabiduría.Tu legado depende de ello.

• ¿Cómo has visto (o quizás probado tú misma) el frutoduradero de las decisiones personales en las vidas de losdemás? ¿Cómo te han dañado? ¿Cómo te han bendecido?• Enumera algunas decisiones (que tengas que tomar en lospróximos días, semanas o meses) que te den la oportunidad deimpactar en tu legado. ¿Qué puedes hacer ahora, de antemano,para asegurar una decisión sabia?• Enumera las personas más importantes para ti, a quienesquieras dejarles un legado piadoso.

Un legado inesperado

Estaba sentada frente a mí, con una taza de café humeante en lamano, inclinada hacia mí mientras conversábamos, como siemprehace cuando hablo con ella: atenta, personal, íntima.

Mi tía, con todos sus 67 años, compartía los momentoslluviosos de aquella mañana conmigo en mi casa, acurrucada en migastado sofá, mientras nos dedicábamos a una charla de mujeresdurante su visita anual desde Londres. Con su inconfundible acentobritánico, me contó lo que el Señor le había enseñado últimamente.

La escuché.Es decir, siempre la escucho.Sus reflexiones siempre me cautivaron y me hicieron pensar.

Una estudiosa concienzuda de la Biblia, su comprensión de lascuestiones espirituales flota en el aire como el aroma penetrante yfamiliar de su perfume preferido. Nunca le han faltado historiassobre los acontecimientos de su vida. Sus viajes frecuentes adistintos países que nunca escuché nombrar han generado anécdotasfascinantes. Al hablar de la Palabra de Dios con distintos grupos depersonas en todo el mundo, ha visto milagros y obras del EspírituSanto que pueden hacerte salir los ojos de sus órbitas. Los detallescon que describe el obrar soberano del Señor, cosas que ha visto enforma directa y cercana…

Es sobrecogedor.Pero en este momento, su intensidad era mayor de la habitual,

mientras se asomaba detrás de sus anteojos marrones y de marcocuadrado, con las manos firmemente aferradas a su taza de café, talcomo sus confidencias comenzaron a abrazar mi corazón. Porqueesa mañana, habló de cuestiones personales.

De la soltería.De la falta de hijos.Su travesía había estado llena de los anhelos y las pérdidas de

ambas. Nunca se casó. Estuvo a punto de hacerlo un par de veces,

pero… no sintió que Dios la llevaba a comprometer su vida con lade estos hombres. Y lo aceptó. Con el tiempo, se quedó en paz conlo que parecía ser el llamado de Dios para su vida de permanecer enpureza y satisfecha en Él. Le llevó tiempo. Pero lo logró.

Y aun así… la falta de hijos. Quizás algo más profundo en lapsiquis de una mujer que el deseo de encontrar su verdadero amor.Por eso, cuando fue al doctor para preguntarle por unos dolores y unmalestar en el cuerpo, y este le recomendó que se realizara unahisterectomía, sintió un dolor más profundo del que creía poderexperimentar. Cerrar en forma permanente la posibilidad dereproducir vida hizo estallar sentimientos profundos, crudos ysolitarios que le producen la misma conmoción a una mujer solteraque a una casada. Es arrancar un deseo que yace en el centro mismode la mujer… sin importar su condición. Si Dios alguna vez escogíaun esposo para ella, ahora sabía con seguridad que jamás podríadarle hijos.

Me dijo que aceptar la soltería había sido difícil.Inesperadamente, aceptar la falta de hijos le había resultado másdifícil aún.

Sin embargo, cuando llegó el momento de la cirugía, ya habíadejado que Dios tratara gran parte de su dolor y pérdida. Es más, undía, mientras se recuperaba en el hospital, escuchó el llanto de unbebé cerca de allí. Y por más sorprendente que parezca, el dulcesonido que la envolvió no le produjo otra oleada de angustia y dolor,sino que la llevó a aprovechar el momento como una oportunidadpara aceptar su etapa de esterilidad y transitarla sin reservas; arendirse en lugar de luchar contra lo que el Señor permitía. Alhacerlo, una sensación arrolladora de libertad le corrió por el cuerpo.Dios colocó un manto de paz y contentamiento sobre ella de unamanera increíble. Supo que el Señor la sacaría victoriosa de estaprueba. Sintió como si le dijera: «Renunciaste a la matriz física, peroyo te he dado una matriz espiritual».

Casi seis meses más tarde, durante una reunión en la iglesia,ella y un grupo pequeño de hermanos se encontraban en la oficina

del pastor, orando con pasión y ahínco por la obra y el pueblo deDios. Mientras oraban, un mentor sabio y piadoso, que no sabíanada sobre su experiencia de entrega y rendición meses atrás, seacercó a ella, colocó una amorosa mano sobre su hombro y le dijocon palabras que confirmaron en forma sobrenatural la guía divina:«No eres estéril. De tu matriz saldrá vida nueva. Hay vida porproducir y un legado para dejar a través de ti. Tienes hijas, muchashijas».

Muchas hijas.Quizás te resulte familiar el dolor de mi tía Ruth. Tal vez

sientas que te robaron la experiencia del legado biológico. Peroquizás, si miras de cerca, verás lo mismo que Dios le reveló a midulce tía: una descendencia espiritual, abundancia de hijas queesperan ser marcadas con sabiduría, consejo, aliento y favor… conel abrazo del amor maternal.

Como mujeres en quienes el Espíritu de Dios habita y llevafruto, hemos sido llamadas a dejar un legado piadoso, a pasar laantorcha de Su gracia y Su verdad a otras que luego lleguen alugares que jamás alcanzaremos. No es una opción. Es un mandatocelestial.

Sería sumamente injusto si la obra de Dios en tu vidacomenzara y terminara en ti. Tu vida no es lo suficientemente largani amplia como para contener las alturas y las profundidades de Suactividad, para tragar todo sin ofrecer bocado a nadie más.

La herencia debe continuar. Y es posible.A través de ti. Para ellas.Es la verdadera esencia del legado piadoso: la comunicación

continua de valores, estándares, creencias, disciplinas, prioridades,experiencias, lecciones aprendidas… no solo a los que brotan de tuárbol familiar, sino también a aquellos con quienes compartes ellinaje de Cristo.

• Si este capítulo habla de tu historia, ¿qué te está diciendoDios en él?• ¿Qué mujeres más jóvenes te vienen a la mente, que podríanbeneficiarse de tenerte de mentora?• Si quizás este capítulo no se aplica a tu situación, ¿cómopodrías usar sus verdades para alentar y desafiar a las mujeressolteras y sin hijos que te rodean a dedicarse a laresponsabilidad de construir un legado?

Grabado en piedra

¿Qué significan estas piedras para vosotros? (Josué 4:6, LBLA)

En cualquier otro lugar, habrían sido simplemente piedras.Trozos grises, insulsos y aburridos de la creación, con pocos usosademás de sostener el mantel en un picnic o de abrir una nuez.

Pero coloca esas rocas en la ribera del Río Jordán para marcarel lugar donde dos millones de hebreos cerraron el capítulo de 40años de deambulación en el desierto, caminando por suelo secohacia la tierra prometida —un momento de leche y miel que habíanesperado toda su vida—, y de repente, ya no se trata solo de piedras.Son monumentos.

Esa fue la intención de Dios al decirle a Josué…

Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, y mandadles,diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde

están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cualespasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis depasar la noche. Entonces Josué llamó a los doce hombres a los

cuales él había designado de entre los hijos de Israel, uno de cadatribu. Y les dijo Josué: Pasad delante del arca de Jehová vuestro

Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome una piedrasobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos deIsrael, para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros

hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significanestas piedras? les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron

divididas delante del arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó elJordán, las aguas del Jordán se dividieron; y estas piedras serviránde monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre.

(Josué 4:2-7)

Piedras. Simples piedras. Hasta que se las recoge, se las

conmemora en forma estratégica y se las posiciona en formadeliberada para recordarlas.

La mayoría de nosotras probablemente categorizaría nuestrosdías como una serie de experiencias normales y prosaicas. Es lo quehacemos. Es lo que somos. Es la manera en que llegamos del puntoA hasta la hora de dormir. De «buenos días» a «buenas noches».Pero la mujer resuelta a dejar un legado piadoso comienza acomprender que estos momentos significan más que meras fechas enel calendario o sucesos comunes. Son testamentos permanentes de laobra de Dios en su vida. Representan experiencias únicas ypersonales con Él, tan notables y conmemorables como normales yhabituales.

Quizás sean solo lunes, pero son también monumentos.Así que, hoy te pido que recojas estas «piedras» en forma

intencional y que elabores una constancia de lo que Dios estáhaciendo en tu vida. En lugar de dedicar las noches de esta semana aalgo que probablemente no genere nada demasiado valioso, ¿estaríasdispuesta a tomar una parte de cada velada para volver al medio delJordán —a algún momento donde hayas experimentado a Dios demanera memorable— y recoger algunas reflexiones que te ayuden acomenzar a hacer un registro cada vez mayor de tu legado?

Tu legado. Los demás necesitan algo por escrito para seguir.Tanto tú como ellos necesitan algo para recordar.

Ahora bien, déjame prologar algo que quiero contarteconfesándote que llevar un diario no es mi fuerte. Escribí algo en elmío la semana pasada, y hasta entonces, hacía… ¿unos nueve mesesdesde la última vez que escribí? ¿Qué te parece esa constancia?Siempre admiré a las mujeres que tienen un diario de cuero con unahermosa encuadernación en el cajón de su mesa de luz, lo sacantodas las noches con la precisión de un reloj y registran en prosafluida sus experiencias del día. Me encantaría ser así. Tal vez, algúndía.

Pero aunque no he sido demasiado cumplidora en esta área, doygracias porque el Señor ha registrado gran parte de mi vida. Soy la

clase de mujer que escribe en su diario cuando…

• hay algo apremiante en mi corazón y mi mente.• se produce un nuevo hito.• el Señor ha estado haciendo una obra importante ytransformadora en mí.• estoy en medio de determinada circunstancia de la vida queparece prometer consecuencias importantes para el futuro.

En la mayoría de los casos, son días y sucesos bastantenormales. Y sin embargo, se vuelven poco memorables solo si nolos registro.

Así que, estoy feliz de haberlo hecho a través de los años. Meresulta divertido volver a recordar incluso sentimientos esporádicos.Poder recuperar etapas específicas de la vida, recordar exactamentepor qué estaba orando y luego reconocer con mayor claridad quenunca cómo respondió el Señor… pocas cosas aumentan más mi fey me alientan. Es como sacar un álbum de fotos y hojearlo,reviviendo escenas que te alegras de haber registrado cuando tuvistela oportunidad. Algunos son momentos importantes: vacacionesfamiliares, cumpleaños, Nochebuena. Pero otros son de tardesimprovistas, cuando viste algo que quisiste conservar y atesorar.Registrar la obra de Dios, de maneras grandes y pequeñas,proporciona un inspirador paseo por el camino de los recuerdosporque es Él… en ti.

Y ahora está grabado para siempre.Porque algún día, aquellos a quienes quieres dejarles un legado

espiritual lleno de vida querrán ver cómo manejaste incluso unmomento común y corriente una mañana como cualquiera; cómo lafidelidad, el cuidado, la protección y la guía de Dios se cruzaron entu camino un día y lo transformaron en mucho más que en unaparada rutinaria en la carretera. Tus hijos, tus nietos, las jóvenes queesperas que se vean afectadas por tu vida querrán saber cómo Diosse movió y obró a través de tus éxitos y tus fracasos, de tus

momentos cúlmines y de tus mayores errores, al envolverlos con Sugracia soberana y (con tu cooperación) grabarlos en tinta en esassencillas páginas.

Es una buena lectura. Forma un legado.Es más, esto me ha resultado tan valioso y gratificante que

comencé un diario para cada uno de mis hijos. De vez en cuando, alver que el Señor está obrando en sus vidas o que alcanzan un nuevonivel de madurez en determinada área, abro su librito y registro laexperiencia. Aunque solo recuerde hacerlo una vez al año en suscumpleaños, mi objetivo es dárselos más adelante, cuando tengan laedad suficiente para valorar la mirada de una madre sobre sucrecimiento y desarrollo espiritual; reflexiones que sus esposas y sushijos (vaya, mis nietos) encuentren fascinantes e invalorables,incluso graciosas en algunas partes. Pero un legado al fin. Uno quese extiende hacia adelante. Conecta generaciones. Gloria a Dios.

Si dejaste de prestarme atención porque no te gusta escribir, loentiendo. Mis hermanos y yo tenemos un padre así. Una Navidad,nos esforzamos por encontrar el diario perfecto para él, uno con unatapa de cuero genuino. Exuberante y masculino. Incluso bastantecostoso, pero pensamos que valía la pena comprárselo. Esperábamosque abarcara generaciones. Lo hicimos grabar con su nombre y se loentregamos con gran ceremonia, creyendo que le encantaría tenerloen su escritorio y escribirnos algunas perlitas cuando tuviera algoespecial que transmitirnos a sus hijos, para la posteridad. De esamanera, siempre tendríamos un registro de sus pensamientosimportantes.

Eso fue hace cinco años. El diario todavía está sobre suescritorio.

Y sigue vacío.Lo que quiero decir es que no estoy pidiéndote que te decidas a

llevar un diario… a hacerlo solo de esta manera. Sé que el métodode bolígrafo y papel no es para todos. Lo comprendo. Pero sí te pidoque encuentres tu propia manera de guardar tu legado. De juntarpiedras.

Sin duda, la vida que experimentas es mucho más importanteque la que escribes. Tu manera de responder en formas prácticas ycoherentes al señorío de Cristo tiene mucha más importancia ahoraque el modo en que tu diario la recuerde. Pero como mujer deresoluciones, tienes una responsabilidad hacia los demás. No se tratasolo de si te gusta hacer algo. Se trata de prioridades. De propósito.De promesas.

Así que, háblale a un grabador. Crea tus propios fragmentosdigitales de audio. Prepara la cámara de video. Diseña un álbumanual. Registra tus notas de los momentos devocionales de lecturade la Biblia y oración que puedan quedarles a tus seres queridoscuando ya no estés. Un año, cuando mi hermana estaba demasiadoocupada para ser constante con su diario, indagó todo lo que pudoen su cuenta de Twitter y de Facebook, e imprimió todo lo que habíapublicado. Guardar estos escritos le proporcionó la manera perfectade captar sus pensamientos y los sucesos del año anterior.

Encuentra tu manera única de hacerlo, pero no dejes a tus hijosy a tus nietos sin algo para ver, tocar, sentir y escuchar; algo quemuestre lo que Dios hizo para traerlos a ti y a ellos hasta este punto.Es una obra maestra en ciernes.

Todos los días, tu Padre hace algo nuevo. Modela y forma.Guía y refina. Rota, perfila y pule los bordes. Todos los días. Yaunque a ti puede parecerte rutinario y corriente, es lo que conformatu legado. Es lo que sucede a tu alrededor. Dentro de ti. En larelación viva con Aquel a quien anhelas que los demás conozcan demanera más profunda, en mayor magnitud. Y un día, mucho antesde lo que piensas, cuando se te acerquen y quieran saber «¿quésignifican estas piedras?»… asegúrate de tener algo para mostrarles,no solo para decirles.

Vale la pena leer y repetir tu historia, porque tu Dios estáhaciendo cosas maravillosas en ti, sin importar si lo ves o no. Cosasque no quieres esconder ni desmerecer. Cosas que los demás notendrían por qué aprender desde cero. Cosas que los ayudarán aexperimentar una vida con estímulo y ventaja espirituales.

Esa es la fortaleza del legado de una mujer. De tu legado.Construido sobre la Roca. Grabado en piedra.

• Esta última resolución es el punto culminante de todas las queya tomamos. El propósito principal de estas resoluciones hasido ayudarte y apoyarte para que dejes un legado del cualpuedas estar orgullosa. Al acercarnos al final de nuestro viaje,te pido que uses esta última experiencia como una oportunidadpara juntar todo lo que hemos aprendido y los compromisosque asumimos en el camino. No fueron solo promesas para sermejores personas. Se trata de llevar una vida que trascienda tupersona, que los límites de una vida humana no puedencontener. Se trata de tu responsabilidad y de tu gozo; laresponsabilidad de dedicarte por completo a los demás y elgozo de observar cómo Dios toma tus regalos másinsignificantes y los transforma en tesoros eternos. No importacómo Dios te inspire a hacerlo, Él te dará una gracia y unafuerza increíbles para lograrlo. Al tomar esta resolución,comprende que producirás una diferencia duradera y que tucompromiso con estas trece resoluciones impactará a lasgeneraciones venideras.• Tú, una mujer de grandes resoluciones, estás estableciendoun legado piadoso.

DEJAR UN LEGADO PIADOSO

Prometo tomar las decisiones de hoy teniendo en menteel impacto futuro, y considerar mis decisiones actuales a

la luz de las generaciones venideras.___________________

LA RESOLUCIÓN PARA MUJERESEN UN VISTAZO

PROMETO solemnemente ante Dios aceptar esta etapa de mi vida yaprovecharla al máximo, sin prisa ni evasiones, y vivirla con un

espíritu de contentamiento.

PROMETO defender el modelo divino para la mujer y enseñárselo amis hijos.

PROMETO celebrar mi singularidad y los rasgos distintivos que Élha puesto en los demás.

PROMETO vivir como una mujer responsable ante Dios ycomprometida fielmente con Su Palabra.

PROMETO dar lo mejor de mí a los roles primordiales que Dios meha confiado.

PROMETO ser rápida para escuchar, lenta para hablar, y considerara los demás superiores a mí misma.

PROMETO perdonar a los que me hagan mal y reconciliarme conquienes yo haya defraudado.

PROMETO no tolerar influencias impías ni en mí ni en mi hogar,sino procurar una vida de pureza.

PROMETO buscar la justicia, amar la misericordia y ser compasiva.

PROMETO ser fiel a mi esposo y honrarlo con mi conducta y miconversación; y aspiro a ser una compañera adecuada que lo ayude a

alcanzar el potencial que Dios le dio.

PROMETO enseñar a mis hijos a amar a Dios, a respetar laautoridad y ser responsables.

PROMETO cultivar un hogar tranquilo donde se perciba lapresencia de Dios.

PROMETO tomar las decisiones de hoy teniendo en mente elimpacto futuro, y considerar mis decisiones actuales a la luz de las

generaciones venideras.

PROMETO esforzarme valientemente con la fortaleza que Dios medé para cumplir con esta resolución durante el resto de mi vida, para

Su gloria.

Pero yo y mi casa, serviremos al Señor.Josué 24:15, LBLA

Notas

1. Joshua Harris, Sex Is Not the Problem, Lust Is [El problemano es el sexo, sino la lujuria] (Sisters, OR: Multnomah, 2003), 120.

2. «Hosanna», letra y música en inglés de Brooke Fraser ©2006 Brooke Fraser/Hillsong Publishing (Admin. en Estados Unidosy Canadá en EMICMGPUBLISHING.COM).

3. Gary A. Haugen, Just Courage [Simplemente valentía](Downers Grove, IL: InterVarsity, 2008), 1.

4. Shaunti Feldhahn, Solo para mujeres (Editorial Unilit, 2006).5. Kay Arthur, Emilie Barnes, y Donna Otto, Youniquely

Woman [Singularmente femenina] (Eugene, OR: Harvest House,2008), 12–13.