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Temas tomados del libro Para Salvarte del P. Jorge Loring. Ayúdanos a Evangelizar regalando copias, o bien, reenviando vía Mail, Facebook, Twitter. --- AY DE MI, SINO PREDICO EL EVANGELIO 1 Corintios 9:16 76.- LAS COSAS NECESARIAS PARA HACER UNA BUENA CONFESIÓN SON CINCO: EXAMEN DE CONCIENCIA, DOLOR DE LOS PECADOS, PROPÓSITO DE LA ENMIENDA, DECIR LOS PECADOS AL CONFESOR Y CUMPLIR LA PENITENCIA 1 . 76,1. Quien ha tenido la desgracia de pecar gravemente, si quiere salvarse, no tiene más remedio que confesarse para que se le perdonen sus pecados, pues el sacramento de la penitencia ha sido instituido por Cristo para perdonar los pecados cometidos después del bautismo 2 . Es cierto que con el acto de perfecta contrición, puede uno recobrar la gracia, pero para esto hay que tener, además, el propósito firme de confesar «después estos pecados, aunque estén ya perdonados 3 ; pues Jesucristo ha querido someter al sacramento de la confesión todos los pecados graves. «Por voluntad de Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados, y ella lo ejerce de modo habitual en el sacramento de la penitencia por medio de los obispos y de los presbíteros» 4 Este sacramento se llama también de la Reconciliación, pues nos reconcilia con Dios y con la Comunidad Cristiana de la cual el pecador se separa vitalmente, al perder la gracia por el pecado grave. No vivas nunca en pecado. Si tienes la desgracia de caer, ese mismo día haz un acto de contrición perfecta, y luego confiésate cuanto antes. No lo dejes para después. El que se confiesa a menudo no es porque tenga muchos pecados, sino para no tenerlos. El que se lava de tarde en tarde, estará más sucio que el que se lava a menudo. Hoy mucha gente va al psiquiatra. Es posible que el psiquiatra cure; pero, desde luego, no perdona. Y muchos para tener paz necesitan sentirse perdonados. Es como una herida con pus. Hay que limpiarla para que se cure. Cuando uno se siente perdonado, tiene paz. Arrepentirse de lo malo que hayamos hecho, y pedir perdón a Dios es lo único que nos da paz. Y Dios perdona todo y del todo, si le pedimos perdón. 1 ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Teología de la salvación, 1ª, III, nº 75. Ed. BAC. Madrid. 2 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 839, 911, 916. Ed. Herder. Barcelona. 3 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 898. Ed. Herder. Barcelona. 4 Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 986

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    76.- LAS COSAS NECESARIAS PARA HACER UNA BUENA CONFESIN SON CINCO:

    EXAMEN DE CONCIENCIA, DOLOR DE LOS PECADOS, PROPSITO DE LA ENMIENDA, DECIR LOS PECADOS AL CONFESOR

    Y CUMPLIR LA PENITENCIA1 . 76,1. Quien ha tenido la desgracia de pecar gravemente, si quiere salvarse, no

    tiene ms remedio que confesarse para que se le perdonen sus pecados, pues el sacramento de la penitencia ha sido instituido por Cristo para perdonar los pecados

    cometidos despus del bautismo2 . Es cierto que con el acto de perfecta contricin, puede uno recobrar la gracia, pero

    para esto hay que tener, adems, el propsito firme de confesar despus estos

    pecados, aunque estn ya perdonados3 ; pues Jesucristo ha querido someter al sacramento de la confesin todos los pecados graves.

    Por voluntad de Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los

    bautizados, y ella lo ejerce de modo habitual en el sacramento de la penitencia por

    medio de los obispos y de los presbteros4 Este sacramento se llama tambin de la Reconciliacin, pues nos reconcilia con

    Dios y con la Comunidad Cristiana de la cual el pecador se separa vitalmente, al perder la gracia por el pecado grave.

    No vivas nunca en pecado. Si tienes la desgracia de caer, ese mismo da haz un

    acto de contricin perfecta, y luego confisate cuanto antes. No lo dejes para despus. El que se confiesa a menudo no es porque tenga muchos pecados, sino para no

    tenerlos. El que se lava de tarde en tarde, estar ms sucio que el que se lava a menudo.

    Hoy mucha gente va al psiquiatra. Es posible que el psiquiatra cure; pero, desde

    luego, no perdona. Y muchos para tener paz necesitan sentirse perdonados. Es como una herida con pus. Hay que limpiarla para que se cure. Cuando uno se siente perdonado, tiene paz. Arrepentirse de lo malo que hayamos hecho, y pedir perdn a Dios es lo nico que

    nos da paz. Y Dios perdona todo y del todo, si le pedimos perdn.

    1 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1, III, n 75. Ed. BAC. Madrid. 2 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 839, 911, 916. Ed. Herder. Barcelona. 3 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 898. Ed. Herder. Barcelona. 4 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 986

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    Para eso ha hecho la confesin. Es dogma de fe que cuando Dios perdona, perdona de veras. (...) Si pensramos

    otra cosa, cometeramos un pecado mortal5 . La misericordia de Dios es infinita. Dice la Biblia: Como el viento norte borra las

    nubes del cielo, as mi misericordia borra los pecados de tu alma. Y en otro sitio: Coger tus pecados y los lanzar al fondo del mar para que nunca

    ms vuelvan a salir a flote6 . Pero tambin su justicia es infinita, y por lo tanto no puede perdonar a quien no se

    arrepiente. Esto sera una monstruosidad que Dios no puede hacer 7 . Esta doctrina la expresa as el P. Jess Mara Granero, S.I.: Dios no olvida

    aquello de lo que no le has pedido perdn; pero no recuerda aquello que una vez te

    perdon8 . 76,2. Po XII en la Encclica Mystici Corporis habla de los valores de la confesin

    frecuente diciendo que aumenta el recto conocimiento de uno mismo, crece la humildad cristiana, se desarraiga la maldad de las costumbres, se pone un dique a la pereza y negligencia espiritual, y se aumenta la gracia por la misma fuerza del

    sacramento9 . Y el Concilio Vaticano II habla de la confesin sacramental frecuente que,

    preparada por el examen de conciencia cotidiano, tanto ayuda a la necesaria

    conversin del corazn10 . Al recuperar el estado de gracia por la confesin bien hecha, se recuperan tambin

    todos los mritos perdidos por el pecado mortal11 . 76,3. Quien vive en pecado grave es muy fcil que se condene por tres razones: 1) Porque despus es muy posible que le falte la voluntad de confesarse, como le

    falta ahora. 2) Porque, aun suponiendo que no le falte esta voluntad, es posible que le

    sorprenda la muerte sin tiempo para confesarse. 3) Finalmente, quien descuida la confesin, y va amontonando pecados y pecados,

    cada vez encontrar ms dificultades para romper. Un hilo se rompe mucho mejor que una maroma. Para arrepentirse sera entonces necesario un golpe de gracia prodigioso; y esta

    gracia sobreabundante Dios no suele concederla a quien se obstina en el mal.

    5 LAMBERTO DE ECHEVARRA: Creo en el perdn de los pecados, IX. Cuadernos BAC, n67 6 Miqueas, 7:19 7 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa Moral para Seglares, 2, 2, IV, 178. c. Ed. BAC. Madrid 8 JESS MARA GRANERO, S.I.: Por los caminos de la vida, n 895. Ed. Studium. Madrid. 9 Acta Apostolicae Sedis, n 35(1943)235 10 Concilio Vaticano II: Presbyterorum Ordinis, n 18 11 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 2193. Ed. Herder. Barcelona

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    Jesucristo se lo advierte as a los que quieren jugar con Dios: Me buscaris y no

    me encontraris, y moriris en vuestro pecado12 . 77.- Examen de conciencia consiste en recordar los pecados cometidos desde la

    ltima confesin bien hecha.

    77,1. Naturalmente, el examen se hace antes de la confesin13 para decir despus al confesor todos los pecados que se han recordado; y cuntas veces cada uno, si se trata de pecados graves.

    Si sabes el nmero exacto de cada clase de pecados graves, debes decirlo con exactitud.

    Pero si te es muy difcil, basta que lo digas con la mayor aproximacin que puedas:

    por ejemplo, cuntas veces, ms o menos, a la semana, al mes, etc. Y si despus de confesar resulta que recuerdas con certeza ser muchos ms los

    pecados que habas cometido, lo dices as en la prxima confesin. Pero no es necesario que despus de confesar sigas pensando en el nmero de

    pecados cometidos, pues entonces nunca quedaramos tranquilos. Si hiciste el examen con diligencia, no debes preocuparte ya ms: todo est

    perdonado. El examen debe hacerse con diligencia, seriedad y sinceridad; pero sin

    angustiarse14 . La confesin no es un suplicio ni una tortura, sino un acto de confianza y amor a

    Dios. No se trata de atormentar el alma, sino de dar a Dios cuenta filial. Dios es

    Padre15 . 78.- El examen de conciencia se hace procurando recordar los pecados cometidos

    de pensamiento, palabra y obra, o por omisin, contra los mandamientos de la ley de Dios, de la Iglesia o contra las obligaciones particulares. Todo desde la ltima confesin bien hecha.

    78,1. Para ayudarte a hacer el examen, he puesto al final, en los Apndices, un

    modo de hacerlo recorriendo los mandamientos. El examen que ah te pongo es muy largo y casi exhaustivo. Para quien se confiesa con frecuencia, basta una mirada seria y sincera a su

    conciencia, con arrepentimiento y propsito de enmienda, pensando en el modo de evitar las ocasiones de pecado.

    79.- Dolor de los pecados es arrepentirse de haber pecado y de haber ofendido a

    Dios.

    12 Evangelio de San Juan, 7:34; 8:21 13 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1454 14 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1, III, n 80. Ed. BAC. Madrid. 15 BERNHARD HRING: SHALON, Paz, VIII,3. Ed. Herder. Barcelona. 1998.

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    79,1. Arrepentirse de haber hecho una cosa es querer no haberla hecho, comprender que est mal hecha, y dolerse de haberla hecho.

    El arrepentimiento es un aborrecimiento del pecado cometido; un detestar el

    pecado16 . No basta dolerse de haber pecado por un motivo meramente humano. Por ejemplo, en cuanto que el pecado es una falta de educacin (irreverencia a los padres), o en cuanto que es una cosa mal vista (adulterio), o que puede traerme consecuencias perjudiciales para la salud (prostitucin), etc., etc.

    El arrepentido aborrece la ofensa a Dios, y propone no volver a ofenderlo. No es lo mismo el dolor de una herida -que se siente en el cuerpo- que el dolor de la

    muerte de una madre -que se siente en el alma-.

    El arrepentimiento es dolor del alma17 . Pero el dolor de corazn que se requiere para hacer una buena confesin no es

    necesario que sea sensible realmente, como se siente un gran disgusto. Basta que se tenga un deseo sincero de tenerlo. El arrepentimiento es cuestin de voluntad. Quien diga sinceramente quisiera no

    haber cometido tal pecado tiene verdadero dolor. Entre los actos del penitente, la contricin es considerada por los telogos la parte

    ms esencial e insustituible18 . El dolor es lo ms importante de la confesin. Adems es indispensable: sin dolor

    no hay perdn de los pecados19 . Por eso es un disparate esperar a que los enfermos estn muy graves para llamar a

    un sacerdote. Si el enfermo pierde sus facultades, podr arrepentirse? Pues sin arrepentimiento, no hay perdn de los pecados, ni salvacin posible.

    El dolor debe tenerse -antes de recibir la absolucin- de todos los pecados graves que se hayan cometido.

    Si slo hay pecados veniales es necesario dolerse al menos de uno, o confesar algn pecado de la vida pasada.

    80.- Hay dos clases de arrepentimiento: contricin perfecta y atricin. 81.- Contricin perfecta es un pesar sobrenatural del pecado por amor a Dios, por

    ser l tan bueno, porque es mi Padre que tanto me ama, y porque no merece que se le ofenda, sino que se le d gusto en todo y sobre todas las cosas.

    Contricin es arrepentirse de haber pecado porque el pecado es ofensa de Dios. Siempre con propsito de enmendarse desde ahora y de confesarse cuando se

    pueda20 .

    La contricin es dolor perfecto 21 .

    16 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1451 17 DENZINGER-SCHRON: Magisterio de la Iglesia, IV. Ed. Herder. Barcelona 18 GONZALO FLREZ: Penitencia y Uncin de enfermos, 1, XII, 3, 2. Ed. BAC. Madrid. 1996. 19 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1, III, n 77. Ed. BAC. Madrid. 20 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1452

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    81,1. Aunque la contricin perdona, la Iglesia obliga a una confesin posterior,

    porque es necesario que el pecador haga una adecuada satisfaccin; y sta, es el sacerdote el que debe imponrsela, porque es el delegado por Dios para reconciliar con la Iglesia.

    El acto de contricin es la manifestacin de la pena que nos causa haber ofendido a

    Dios por lo bueno que es y por lo mucho que nos ama: lgrimas no slo por temor al castigo, sino por la pena de haberle entristecido.

    82.- Atricin es un pesar sobrenatural de haber ofendido a Dios por temor a los

    castigos que Dios puede enviar en esta vida y en la otra, o por la fealdad del pecado cometido, que es una ingratitud para con Dios y un acto de rebelda.

    Siempre con propsito de enmendarse y de confesarse.

    La atricin es dolor imperfecto, pero basta para la confesin22 82,1. Un ejemplo: un chico jugando a la pelota en su casa rompe un jarrn de

    porcelana que su madre conservaba con cario y, al ver lo que ha hecho, se arrepiente. Si lo que teme es el castigo que le espera, tiene dolor semejante a la atricin; pero si

    lo que le duele es el disgusto que se va a llevar su madre, tiene un dolor semejante a la contricin.

    82,2. Es lgico que la contricin y la atricin vayan un poco unidas. Aunque uno tenga contricin, eso no impide que tambin tenga miedo al infierno,

    como corresponde a todo el que tiene fe. Y aunque uno se arrepienta por atricin, hay que suponer algn grado de amor para

    recuperar la amistad con Dios. 83.- Es mejor la contricin perfecta, pues con propsito de confesin y enmienda,

    perdona todos los pecados, aunque sean graves23 . 83,1. Cuando uno, en peligro de muerte, est en pecado grave y no tiene cerca un

    sacerdote que le perdone sus pecados, hay obligacin de hacer un acto de perfecta contricin con propsito de confesarse cuando pueda.

    El acto de contricin le perdona sus pecados, y si llega a morir en aquel trance, se salvar.

    Si se arrepiente slo con atricin, no consigue el perdn de sus pecados graves, a

    menos que se confiese24 , o reciba la uncin de los enfermos. Se salvaran muchos ms si se acostumbraran a hacer con frecuencia un acto de

    contricin bien hecho.

    21 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1492 22 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1453 23 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1, III, n 74. Ed. BAC. Madrid 24 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 898. Ed. Herder. Barcelona

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    Deberamos hacer un acto de contricin siempre que tengamos la desgracia de caer en un pecado grave. As nos ponemos en gracia de Dios hasta que llegue el momento de confesarnos.

    Deberamos hacer actos de arrepentimiento cada noche, y cada vez que caemos

    en la cuenta de que hemos pecado. Dios est deseando perdonarnos. Pero si no le pedimos perdn, no nos puede

    perdonar. Sera una monstruosidad perdonar una falta a quien no quiere arrepentirse de

    ella. De Dios no se re nadie25 . El verdadero arrepentimiento incluye el pedir perdn a Dios. No sera sincero

    nuestro arrepentimiento si pretendisemos despreciar el modo ordinario establecido por

    Dios para perdonarnos26 . 84.- EL ACTO DE CONTRICIN SE HACE REZANDO DE CORAZN EL SEOR

    MO JESUCRISTO... Lo tienes en los Apndices. 84,1. Un sencillo acto de contricin puede ser: Dios mo, yo te amo con todo mi corazn y sobre todas las cosas. Yo me

    arrepiento de todos mis pecados, porque te ofenden a Ti, que eres tan bueno. Seor, perdname y aydame para que nunca ms vuelva a ofenderte, que yo as te lo prometo.

    Y si quieres uno ms breve para momentos de peligro: Dios mo, perdname, que yo te amo sobre todas las cosas. Adems, este acto de contricin tan breve, te sirve tambin para cuando vayas a

    confesarte si no sabes el Seor mo Jesucristo. Si sabes el acto de contricin largo, lo puedes hacer con devocin y consciente de lo

    que dices; pero si crees que no te va a salir bien, o lo vas a decir rutinariamente, ms vale que repitas varias veces de corazn: Dios mo, perdname!, Dios mo, perdname!.

    Pero adems, este acto de contricin en tres palabras, puede servir tambin para

    que ayudes a bien morir a otras personas: parientes, conocidos o incluso desconocidos, si encuentras, por ejemplo, un accidente en la carretera.

    Aunque parezcan muertos, el odo es lo ltimo que se pierde.

    Est demostrado que incluso enfermos en coma mantienen la audicin27 .

    Hay un espacio de tiempo entre la muerte aparente y la muerte real28 .

    La seal ms cierta de la muerte real es la putrefaccin del cadver29 .

    25 SAN PABLO: Carta a los Glatas, 6:7 26 DIEGO MUOZ, S.I.: Pueblo de Dios, II, 3. Montilla ( Crdoba) 27 DIARIO DE CDIZ del 10-II-98, pg.34. 28 ANTONIO ROYO MARN,O.P.: Se salvan todos?, 2, VIII, 2. Ed. BAC. Madrid. 1995 29 ANTONIO ROYO MARN,O.P.: Se salvan todos?, 2, VIII, 3. Ed. BAC. Madrid. 1995

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    Muchos que parecan muertos, despus, cuando se recuperaron, dijeron que se haban enterado de todo lo que ocurri, aunque ellos no podan decir una palabra ni mover un solo msculo de su cuerpo.

    Por eso, si alguna vez te encuentras en la carretera un accidente, no dudes en

    ponerte de rodillas en el suelo, aplicar tu boca a su odo y decirle por lo menos tres veces: Dios mo, perdname! , Dios mo, perdname! , Dios mo, perdname! . Que si lo oye y lo acepta, le ayudas a que salve su alma.

    Y nadie en la vida le ha hecho mayor favor que t, que en la hora de la muerte le ayudaste a ganar el cielo.

    Debemos preocuparnos de ayudar a bien morir a los moribundos. Hoy est muy paganizado el sentido de la muerte, y muchas personas ante un

    accidente o un moribundo, se preocupan del mdico, y muy pocos se preocupan de preparar el alma para la eternidad.

    Ocpate t si ves que nadie se acuerda de hacerlo. Ojal que ayudes a bien morir a muchas personas. El da que te encuentres con

    ellos en el cielo vers cmo te lo agradecen; y sentirs felicidad por haber colaborado a la salvacin de otros.

    Creo que con este acto de contricin, en tres palabras, te ayudo a que puedas

    enfrentarte con tranquilidad a la muerte, si en ese momento trascendental no tienes al lado un sacerdote que te perdone; y adems puedes ayudar a otros a bien morir, y de esta manera colaborar a su salvacin eterna.

    Cuando estuve en la Argentina, para la gran misin de Buenos Aires, en octubre de

    1960, conoc el acto de contricin que all se usa. Me gust mucho y lo transcribo aqu: Psame, Dios mo, y me arrepiento de todo corazn de haberos ofendido. Psame

    por el infierno que merec y por el cielo que perd; pero mucho ms me pesa porque pecando ofend a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querra haber muerto que haberos ofendido; y propongo firmemente no pecar ms, y evitar todas las ocasiones prximas de pecado. Amn.

    Tambin es un acto de contricin perfecta este precioso soneto: No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido; ni me mueve el infierno tan temido para dejar, por eso, de ofenderte. T me mueves, Seor; muveme el verte clavado en la cruz y escarnecido; muveme el ver tu cuerpo tan herido; muvenme tus afrentas y tu muerte. Muveme, en fin, tu amor y en tal manera, que aunque no hubiera cielo yo te amara,

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    y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, porque aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera. Este soneto, atribuido a distintos autores, segn el conocido periodista Bartolom

    Mostaza, se debe al doctor Antonio de Rojas, mstico notorio del siglo XVII30 . 84,2. Para hacer un acto de contricin no es necesario usar ninguna frmula

    determinada. Basta detestar de corazn todos los pecados por ser ofensa a Dios. Cuando quieras hacer un acto de contricin perfecta tambin puedes hacerlo

    pensando en Cristo crucificado, y arrepintindote, por amor suyo, de tus pecados, ya que fueron causa de su Pasin y Muerte.

    El acto de contricin es un acto de la voluntad. Puede estar bien hecho, aunque te

    parezca que no sientes sensiblemente lo que dices. Si quieres amar a Dios sobre todas las cosas y no volver a pecar, es lo suficiente. Pero debes querer que sea verdad lo que dices. No basta decir el acto de contricin slo con los labios. Es necesario decirlo con todo el corazn.

    Es de capital importancia el saber hacer un acto de perfecta contricin, pues es muy

    frecuente tenerlo que hacer: son muchos los que a la hora de la muerte no tienen a mano un sacerdote que los confiese.

    Adems, conviene hacer el acto de contricin todas las noches, despus de haber

    hecho un breve examen de conciencia, aadiendo siempre el propsito de enmendarse y confesarse.

    No deberamos olvidar nunca aquel admirable consejo:

    Pecador, no te acuestes nunca en pecado;

    no sea que despiertes ya condenado.

    Son ms de los que nos figuramos los que se acuestan tranquilos y despiertan en la

    otra vida, muertos de repente. En la calle Capitn Arenas, de Barcelona, el 6 de marzo de 1972 a las tres de la

    madrugada se produjo una explosin de gas y se hundi un moderno edificio de muchas plantas. Murieron todos los vecinos.

    Lo mismo ha ocurrido repetidas veces en terremotos31 . Sobre el acto de contricin puede ser interesante mi vdeo: Salida de emergencia: el

    perdn de los pecados sin sacerdote32 .

    30 Diario YA, 1-II-80, pg. 8 31 Diario YA, 7-III-72

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    La hiptesis de que en la hora de la muerte la persona recibir una iluminacin

    sobrenatural que le permita pedir perdn y poder salvarse queda descartada, pues de

    ella no hay rastro alguno en la revelacin33 . 85.- Propsito de enmienda es una firme resolucin de no volver a pecar.

    85,1. El propsito brota espontneamente del dolor34 .

    Si tienes arrepentimiento de verdad, hars el propsito de no volver a pecar35 . Que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Seor, y

    l tendr piedad36 . Es absurdo decirse al pecar: despus me arrepentir. Si despus piensas

    arrepentirte de verdad, para qu haces ahora lo que luego te pesar de haber hecho? Nadie se rompe voluntariamente una pierna diciendo: despus me curar.

    El propsito hay que hacerlo antes de la confesin, y es necesario que perdure (por

    no haberlo retractado) al recibir la absolucin. El propsito tiene que ser universal, es decir, propsito de no volver a cometer

    ningn pecado grave. No basta que se limite a los pecados de la confesin presente. Y debe ser para siempre. Sera ridculo que uno que ha ofendido a otro, despus

    de pedirle que le perdonara, le dijera: - Siento lo ocurrido, pero me reservo el derecho de hacerlo otra vez, si me da la

    gana.

    Si no hay verdadero propsito de la enmienda, la confesin es invlida y sacrlega37 .

    No creas que tu propsito no es sincero porque preveas que volvers a caer. El propsito es de la voluntad; el prever es de la razn. Basta que tengas ahora una firme determinacin, con la ayuda de Dios, de no volver

    a pecar. No se trata de la certeza de no volver a cometer pecado, sino de la voluntad de no

    volver a caer38 . El temor de que quizs vuelvas despus a caer no destruye tu voluntad actual de no

    querer volver a pecar. Y esto ltimo es lo que se requiere.

    32 Pedidos al autor: Apartado 2546. 11080-Cdiz. Tel.: (956) 222 838. FAX: (956) 229 450 33 JOS ANTONIO SAYS: Ms all de la muerte, VI,1. Ed. San Pablo. Madrid. 1996 34 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1, III, n 76. Ed. BAC. Madrid 35 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 897. Ed. Herder. Barcelona 36 Profeta Isaas, 55:7 37 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1, III, n 78. Ed.BAC. Madrid 38 KAROL WOJTYLA: Ejercicios Espirituales para jvenes, 1, V. Ed. BAC POPULAR. Madrid

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    Y si caes, confisate enseguida. Como el ciclista que pincha en la carretera: arregla enseguida el pinchazo; no sigue rodando con la rueda pinchada esperando tener ms pinchazos.

    Para poder confesarse no hace falta estar ciertos de no volver a caer. Esta seguridad no la tiene nadie. Basta estar ciertos de que ahora no quieres volver a caer. Lo mismo que al salir de casa no sabes si tropezars, pero s sabes que no quieres

    tropezar39 . Lo importante, e indispensable, es que tengas deseos de corregirte, y lo intentes. Dice Juan Pablo II: Es posible que, aun en la lealtad del propsito de no volver a pecar, la experiencia

    del pasado y la conciencia de la debilidad actual susciten el temor de nuevas cadas; pero eso no va en contra de la autenticidad del propsito, cuando a ese temor va unida

    la voluntad, apoyada por la oracin, de hacer lo que es posible para evitar la culpa40 . Es posible que te asuste el propsito de nunca ms. Pero basta que digas ahora

    no. Y decir lo mismo la prxima vez.

    Dios no rechaza a los dbiles; slo rechaza a los soberbios y a los hipcritas41 Tocante a la capacidad del hombre para evitar el pecado mortal, el Concilio de

    Trento cita a San Agustn cuando dice: Dios no pide cosas imposibles, sino que te pide que hagas lo que puedas y le pidas lo que no puedas, que l te ayudar para que

    puedas42 . El Concilio se haca perfectamente cargo del contexto de esta cita43. 85,2. Pero no olvides que para que el propsito sea eficaz es necesario apartarse

    seriamente de las ocasiones de pecar, porque quien ama el peligro perecer en

    l44 y si te metes en malas ocasiones, sers malo. Hay batallas que el modo de ganarlas es evitarlas. Combatir siempre que sea necesario, es de valientes; pero combatir sin necesidad

    es de estpidos y fanfarrones. Si no quieres quemarte, no te acerques demasiado al fuego. Si no quieres cortarte, no juegues con una navaja de afeitar. Quien quiere verlo todo, orlo todo, leerlo todo, es moralmente imposible que guarde

    pureza. Es necesario frenar los sentidos..., y la concupiscencia! La concupiscencia es una fiera insaciable. Aunque se le d lo que pide, siempre

    quiere ms. Y cuanto ms le des, ms te pedir y con ms fuerza. La fiera de la

    39 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa Moral para Seglares, 2, 2, IV, 205, a. Ed. BAC. Madrid 40 Revista ECCLESIA, 2788(11-V-96)34 41 JESS MARA GRANERO, S.I.: Credo, 3, XX. Ed. ESCELICER. Cdiz. 42 SAN AGUSTN: De Natura et Gratia, XLIII. MIGNE: Patrologa Latina, XLIV, 271. 43 BERNHARD HRING: SHALOM: Paz, XII, 4. Ed. Herder. Barcelona. 1998. 44 Libro del Eclesistico, 3:27

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    concupiscencia hay que matarla de hambre. Si la tienes castigada, te ser ms fcil dominarla.

    En las ocasiones de pecar hay que saber cortar cuanto antes. Si tonteas, vendr un

    momento en que la tentacin te cegar y llegars a cosas que despus, en fro, te parecer imposible que t hayas podido realizar. La experiencia de la vida confirma continuamente esto que te digo.

    Si el propsito no se extendiese tambin a poner todos los medios necesarios para

    evitar las ocasiones prximas de pecar, no sera eficaz, mostrara una voluntad apegada al pecado, y, por lo tanto, indigna de perdn.

    Nuestra decisin de evitar el pecado no sera seria si no abarcase la voluntad de

    evitar tambin todo lo que pudiera ser causa u ocasin prxima de pecado45 . Quien, pudiendo, no quiere dejar una ocasin prxima de pecado grave, no puede

    recibir la absolucin. Y si la recibe, esta absolucin es invlida y sacrlega46 . Ocasin de pecado es toda persona, cosa o circunstancia, exterior a nosotros, que

    nos induce a pecar, que nos da oportunidad de pecar, que nos facilita el pecado, que nos atrae hacia l y constituye un peligro de pecar.

    Se llama ocasin prxima si lo ms probable es que nos haga pecar; pues, ya sea

    por la propia naturaleza, ya por las circunstancias, en tales ocasiones la mayora de las veces se peca.

    Hay obligacin grave de evitar, si se puede, la ocasin prxima de pecar

    gravemente47 . De manera que quien se expusiera voluntaria y libremente a peligro prximo de

    pecado grave, aunque de hecho no cayese en el pecado, pecara gravemente por exponerse de esa manera, sin causa que lo justifique.

    La ocasin prxima de pecar se diferencia de la ocasin remota en que esta ltima es poco probable que nos arrastre al pecado.

    El concepto de ocasin d pecado es un concepto relativo. Lo que para algunos es

    ocasin remota de pecado resulta ser ocasin prxima para otros. Un conjunto de circunstancias o un ambiente se dice ser ocasin remota de pecado si la tentacin que

    de ello se origina es ligera y fcil de superar por la persona en cuestin48 . Si la ocasin de pecado es necesaria y no se puede evitar, hay que tomar muy en

    serio el poner los medios para no caer. Para esto consultar con el confesor. ste sera el caso en el que el empleo fuera ocasin de pecado. Sobre las ocasiones de pecar, merecen especial atencin, como dice el clebre

    moralista Hring, las ocasiones de pecado contra la fe. La fe de una persona ocupa el

    45 GINO ROCCA: No lo tengo claro, 2, III, 8. Ed. Ciudad Nueva. Madrid. 1993. 46 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa Moral para Seglares, 2, 2, IV, 247, 2. Ed. BAC.Madrid 47 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 1211ss. Ed. Herder. Barcelona. 48 BERNHARD HRING: SHALOM, Paz, VII, 2. Ed. Herder. Barcelona. 1998.

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    puesto ms alto en la jerarqua de bienes. Antes que exponer la propia fe debe estar uno dispuesto a sacrificar hasta sus ms ntimas amistades. Es un hecho que ciertas amistades entre un catlico y un incrdulo o un acatlico hostil a la Iglesia, pueden ser sumamente peligrosas para la fe del catlico. (...) Si se trata de la amistad entre un hombre y una mujer, que se puede prever un posible matrimonio en el futuro, la parte catlica debe considerar, ante todo, si tal matrimonio constituir o no un peligro para su

    fe49 . Jesucristo tiene palabras muy duras sobre la obligacin de huir de las ocasiones de

    pecar. Llega a decir que si tu mano te es ocasin de pecado, te la cortes; y que si tu ojo es ocasin de pecado, te lo arranques; pues ms vale entrar en el Reino de los Cielos manco o tuerto, que ser arrojado con las dos manos o con los dos ojos en el fuego del

    infierno50 . Una persona que tiene una pierna gangrenada se la corta para salvar su vida. Vale

    la pena sacrificar lo menos para salvar lo ms. Evitar un pecado cuesta menos que desarraigar un vicio. Esto es a veces muy difcil.

    Es mucho ms fcil no plantar una bellota que arrancar una encina. Los actos repetidos crean hbito y pueden esclavizar. Ya dijo Ovidio: Gutta cavat petram, non semel sed saepe cadendo. La gota de

    agua, a fuerza de caer, termina por horadar la piedra. Para apartarse con energa de las ocasiones de pecar, es necesario rezar y orar:

    pedirlo mucho al Seor y a la Virgen, y fortificar nuestra alma comulgando a menudo. 86.- Al confesor hay que decirle voluntariamente, con humildad, y sin engao ni

    mentira, todos y cada uno de los pecados graves 51 no acusados todava en confesin

    individual bien hecha52; y en orden a obtener la absolucin53 . No tendra carcter de confesin sacramental manifestar los pecados para pedir

    consejo, obligarle a callar, etc.54 . 86,1. Antes de empezar la confesin el sacerdote puede leer al penitente, o

    recordarle, algn texto o pasaje de la Sagrada Escritura en que se muestre la

    misericordia de Dios y la llamada del hombre a la conversin55 . La confesin del creyente no puede equipararse simplemente a una declaracin

    humana de culpabilidad. Es ante todo un acto religioso, movido por la fe y la confianza en Dios, a travs del cual el penitente expresa su arrepentimiento, juntamente con el reconocimiento humilde de la propia culpa, y la esperanza de alcanzar el perdn.

    49 BERNHARD HRING: SHALOM, Paz, VII, 4. Ed. Herder. Barcelona. 1998. 50 Evangelio de San Mateo, 18:8s 51 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 917. Ed. Herder. Barcelona. Ritual de la Penitencia, 1975, n 7 52 Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 988,1 53 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1493 54 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa Moral para seglares, 2, 2, IV, 206. Ed. BAC. Madrid. 55 Conferencia Episcopal Espaola: sta es nuestra fe, 2, II, 3. EDICE. Madrid, 1986.

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    Es un acto que va dirigido principalmente a Dios, Creador y Padre, fundamento ltimo del orden moral, cuya voluntad se siente agraviada por todo desorden humano, y

    cuyo amor se muestra siempre dispuesto al perdn y a la reconciliacin56 . Dijo el Papa Juan Pablo II el 30 de enero de 1981: Sigue vigente y seguir vigente

    para siempre, la enseanza del Concilio Tridentino57 en torno a la necesidad de

    confesin ntegra de los pecados mortales58 . Es indispensable manifestar los pecados con toda sinceridad y franqueza, sin

    intencin de ocultarlos o desfigurarlos. Si confesamos con frases vagas o ambiguas con la esperanza de que el confesor no

    se entere de lo que estamos diciendo, nuestra confesin puede ser invlida y hasta sacrlega.

    Al confesor hay que manifestarle con claridad los pecados cometidos para que l

    juzgue el estado del alma segn el nmero y gravedad de los pecados confesados. La absolucin exige, cuando se trate de pecados mortales, que el sacerdote

    comprenda claramente y valore la calidad y el nmero de los pecados59 . El confesor debe conocer las posibles circunstancias atenuantes o agravantes, y

    tambin las posibles responsabilidades contradas por ese pecado. Tambin hace falta que el penitente est en presencia del confesor. No es lcita la

    confesin a un confesor ausente60 .Por lo tanto no es vlida la confesin por telfono61 .

    Si queda olvidado algn pecado grave, no importa; pecado olvidado, pecado perdonado.

    Pero si despus me acuerdo, tengo que declararlo en la confesin siguiente62 . Mientras tanto, se puede comulgar.

    Y no es necesario confesarse nicamente para decirlo, porque ya est perdonado63 .

    Pero si la confesin estuvo mal hecha, es necesario confesar de nuevo todos esos pecados graves, en otra confesin bien hecha.

    La obligacin de confesar todos los pecados graves, ciertamente cometidos y

    ciertamente no confesados, puede considerarse dispensada cuando el penitente tiene

    una imposibilidad de orden fsico o de orden psquico64 . En alguna circunstancia excepcional se justifica el callar un pecado grave en la

    confesin: una vergenza invencible de decirlo a un determinado confesor, por ejemplo,

    56 GONZALO FLREZ: Penitencia y Uncin de enfermos, 1, XV, 3. Ed. BAC. Madrid. 1996. 57 Sesin XIV, Cap. 5, Canon, 7; DENZINGER-SCHRON: Magisterio de la Iglesia, n 1679-1683. Ed. Herder. Barcelona. 58 Revista ECCLESIA, 2018 (14-II-81)8 59 JUAN PABLO II: Revista ECCLESIA, 2168(31-III-84)7 60 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 1088. Ed. Herder. Barcelona. 61 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa Moral para seglares, 2, 2, 4, II, 2,194.Ed.BAC.Madrid 62 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 1111. Ed. Herder. Barcelona. 63 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa Moral para Seglares, 2, 2, IV, n 216. Ed. BAC. Madrid 64 ANTONIO ARZA, S.I.: Preguntas y respuestas en cristiano, pg.45. Ed. Mensajero. Bilbao. 1982.

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    por la amistad que se tiene con l y no ser posible acudir a otro; si peligra el secreto, porque hay alguien cerca que puede enterarse, y no hay modo de evitarlo (sala de un hospital, confesonario rodeado de gente, etc.).

    Pero ese pecado grave, ahora lcitamente omitido, hay obligacin de manifestarlo en

    otra confesin65 . Hay circunstancias en las que se puede dispensar de una confesin ntegra y

    bastara una manifestacin de arrepentimiento general, como sera el caso de una

    persona moribunda o escrupulosa66 . Si en alguna ocasin quieres confesarte y no encuentras un sacerdote que entienda

    el espaol, o t no puedes hablar, basta que le des a entender con gestos67 el

    arrepentimiento de tus pecados, por ejemplo, dndote golpes de pecho68 . Tu gesto basta para que el sacerdote te d la absolucin.

    Pero estos pecados as perdonados, tienes que manifestarlos la primera vez que te confieses con un sacerdote que entienda el idioma que t hablas.

    86,2. Recientemente la Sagrada Congregacin de la Fe ha publicado un documento

    en el que se dan normas sobre la manifestacin individual de los pecados en la confesin, y circunstancias en las que puede darse la absolucin colectiva: La confesin individual y completa, seguida de la absolucin, es el nico modo ordinario

    mediante el cual los fieles pueden reconciliarse con Dios y con la Iglesia69 , a no ser

    que una imposibilidad fsica o moral les dispense de tal confesin70 . Es lcito dar la absolucin sacramental a muchos fieles simultneamente,

    confesados slo de un modo genrico, pero convenientemente exhortados al arrepentimiento, cuando visto el nmero de penitentes, no hubiera a disposicin suficientes sacerdotes para escuchar convenientemente la confesin de cada uno en un tiempo razonable, y por consiguiente los penitentes se veran obligados, sin culpa suya, a quedar privados por largo tiempo de la Gracia Sacramental o de la Sagrada Comunin; pero no se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa slo de una gran concurrencia de penitentes, como puede suceder

    en una gran fiesta o peregrinacin71 . Estas condiciones, segn algunos, son necesarias para la validez del sacramento,

    pero los fieles que reciben la absolucin colectiva siempre pueden quedar tranquilos,

    pues Dios suple, ya que ellos pusieron todo de su parte72 . Hay un principio teolgico que dice: Al que hace lo que est de su parte, Dios no le

    niega su gracia.

    65 BERNHARD HRING, C.SS.R.: La ley de Cristo, 1, 1, 5, 2, II, 5. Ed. Herder. Barcelona. 66 BERNHARD HRING: SHALOM: Paz, XXII; 7 y XXIII. Ed. Herder. Barcelona. 1998. 67 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n 147. Ed. Herder. Barcelona. 68 ste es el modo de confesarse los mudos 69 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1497 70 Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 960 71 Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 961, 1,2. 72 CARLOS JOS BECKER, S.I.: Prof. de la Universidad Gregoriana Pontificia de Roma.

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    Es el Obispo diocesano quien debe juzgar de esta conveniencia73 . Bien pidindole permiso previamente, bien comunicndoselo despus, si no hubo tiempo de pedirle

    antes permiso74 . El 18 de noviembre de 1988 la Conferencia Episcopal Espaola public un

    documento, aprobado por la Santa Sede, en el que declara que hoy en Espaa no existen circunstancias que justifiquen la absolucin sacramental general.

    Y el arzobispo de Oviedo, D. Gabino Daz Merchn, dijo a los sacerdotes del Arciprestazgo de Avils-Centro, que las absoluciones colectivas, sin cumplir las condiciones dadas por la Iglesia, son ilcitas e invlidas.

    La razn es que el ministro que confecciona el sacramento tiene que tener intencin

    de hacer lo que quiere hacer la Iglesia, y la Iglesia no quiere que se administre el

    sacramento de la penitencia fuera de las condiciones que ella ha puesto75 . Quienes hayan recibido una absolucin comunitaria de pecados graves deben

    estar dispuestos a hacer, a su debido tiempo, confesin individual de todos los pecados graves que en las presentes circunstancias no han podido confesar

    individualmente76, y despus confesarse individualmente antes de recibir de nuevo

    otra absolucin colectiva77, y, en todo caso, antes del ao, a no ser que, por justa

    causa, no les sea posible hacerlo78 . Los fieles que quieran beneficiarse de la absolucin colectiva, por estar

    debidamente dispuestos, deben manifestar mediante algn signo externo que quieren

    recibir dicha absolucin, por ejemplo, arrodillndose, inclinando la cabeza, etc.79 . Un caso concreto de aplicacin de la absolucin colectiva sera en peligro de muerte

    colectiva e inminente, sin tiempo de or en confesin a cada uno80, por ejemplo, momentos antes de estrellarse un avin averiado

    87. Los pecados veniales no es necesario decirlos, pero conviene 81. 87,1. La fiebre, aunque sean slo unas dcimas, es seal de que algo va mal en el

    organismo. El mal siempre hay que combatirlo, aunque no sea grave. En el hospital declaras al mdico no slo las cosas graves, sino tambin las leves;

    no sea que se compliquen. Hazlo as al sacerdote para que cure tu alma.

    73 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1483 74 Ritual de la Penitencia, 1975, n 32s 75 Revista SIEMPRE PALANTE, 270 ( 16-I-94 ) 15 76 Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 962,1. 77 Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 963. 78 PABLO VI: Ordo paenitentiae, n 18 79 Ritual de la Penitencia, 1975, n 35 80 Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 961, 1, 1 81 Ritual de la Penitencia, 1975, n 45. Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 988,2

  • Temas tomados del libro Para Salvarte del P. Jorge Loring.

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    88.- Adems de los pecados graves, hay que decirle al confesor cuntas veces se han cometido, y si hay alguna circunstancia agravante que vare la especie o malicia del

    pecado 82 . 88,1. El Concilio de Trento dice que por derecho divino es necesario para el perdn

    de los pecados en el Sacramento de la Penitencia confesar todos y cada uno de los pecados mortales de que se acuerde despus de un diligente y debido examen, y las

    circunstancias agravantes que cambian la especie del pecado83 . Acerca del averiguar el nmero de pecados cometidos recuerda lo que te dije en el

    nmero 77. 88,2. No es necesario que cuentes la historia del pecado, pero s tienes que decir

    las circunstancias agravantes que varen la especie o malicia del pecado. Una circunstancia vara la especie o malicia de un pecado, si convierte en grave lo

    que es leve, o lo opone a distintas virtudes o mandamientos84 . Por ejemplo: no es lo mismo asesinar a un hombre cualquiera que al propio padre.

    En el primer caso se peca contra el quinto mandamiento, que manda respetar la vida del prjimo. En el segundo caso se peca, adems, contra el cuarto, que manda honrar a nuestros padres.

    Las circunstancias pueden cambiar la moralidad de una accin85 . Nunca las circunstancias pueden hacer buena una accin que de suyo es mala;

    pero pueden hacer mala una accin que era buena, o hacer peor una accin que ya era

    de suyo mala86 . No cabe duda de que hay circunstancias que pueden cambiar la moralidad de un

    acto. Pero querer que la valoracin moral de un acto se deba slo a las circunstancias se llama moral de situacin y fue condenada mediante una Instruccin por el Santo Oficio el 2 de febrero de 1956.

    A su vez, Juan Pablo II, dice en la Veritatis splendor: Sin negar, en absoluto, el

    influjo que sobre la moralidad tienen las circunstancias y, sobre todo, las intenciones, la Iglesia ensea que existen actos que, por s y en s mismos, independientemente de las

    circunstancias, son siempre gravemente ilcitos por razn de su objeto87 . Las circunstancias agravantes de tu pecado tienes que manifestarlas, si al cometerlo

    advertiste su malicia especial. Tambin hay circunstancias atenuantes que disminuyen la gravedad del

    pecado88 .

    82 Nuevo Cdigo de Derecho Cannico, n 988,1 83 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, (917) Ed. Herder. Barcelona 84 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1,III, n 81, b. Ed. BAC. Madrid 85 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1754 86 Nuevo Catecismo de la Iglesia Catlica, n 1753s 87 JUAN PABLO II: Encclica Veritatis splendor, n89. 88 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa de la salvacin, 1, III, n 81, b. Ed. BAC. Madrid

  • Temas tomados del libro Para Salvarte del P. Jorge Loring.

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    Por eso no te extraes si el confesor te pregunta sobre tus pecados; porque debe conocer cuntos y en qu circunstancias cometiste esos pecados que l va a perdonarte.

    El sacerdote debe ayudarte a hacer una confesin ntegra y a que tu arrepentimiento

    sea sincero. Debe tambin darte consejos oportunos e instruirte para que lleves una

    vida cristiana89 . Las principales circunstancias agravantes o atenuantes son: Quin: adulterio, si uno de los dos es casado. Qu: robar mil pesetas o un milln. Cmo: robar con violencia. Cundo: blasfemar en la misa. Dnde: pecar en pblico, con escndalo de otros. Porqu: insultar para hacer blasfemar. 88,3. Los pecados dudosos -como ya dijimos en el nmero 61- no es obligatorio

    confesarlos, pero conviene hacerlo para ms tranquilidad. Los pecados ciertos debes confesarlos como ciertos; y los dudosos, como dudosos. Si confesaste, de buena fe, un pecado grave como dudoso y despus descubres

    que fue cierto, no tienes que acusarte de nuevo, pues la absolucin lo perdon tal como

    era en realidad90 . Para que haya obligacin de confesar un pecado grave debe constar que

    ciertamente se ha cometido y ciertamente no se ha confesado. Al confesor conviene decirle tambin cunto tiempo ha pasado desde la ltima vez

    que te confesaste. Esto es conveniente decirlo al empezar la confesin. En los Apndices tienes el modo prctico de confesarte. 89.- EL QUE CALLA VOLUNTARIAMENTE EN LA CONFESIN UN PECADO

    GRAVE, HACE UNA MALA CONFESIN, NO SE LE PERDONA NINGN PECADO, Y,

    ADEMS, AADE OTRO PECADO TERRIBLE, QUE SE LLAMA SACRILEGIO91 . 89,1. Todas las confesiones siguientes en que se vuelva a callar este pecado

    voluntariamente, tambin son sacrlegas. Pero si se olvida, ese pecado queda perdonado, porque pecado olvidado, pecado

    perdonado. Pero si despus uno se acuerda, tiene que manifestarlo diciendo lo que pas. Para que haya obligacin de confesar un pecado olvidado, hacen falta tres cosas:

    estar seguro de que: a) el pecado se cometi ciertamente. b) que fue ciertamente grave. c) que ciertamente no se ha confesado.

    89 PABLO VI: Ordo paenitentiae, n 18 90 FANFANI: Manual de Teologa Moral, IV 91 ANTONIO ROYO MARN, O.P.: Teologa Moral para Seglares, 2, 2, IV., 210s. Ed. BAC. Madrid

  • Temas tomados del libro Para Salvarte del P. Jorge Loring.

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    Si hay duda de alguna de estas tres cosas, no hay obligacin de confesarlo. Pero estar mejor hacerlo, manifestando la duda.

    Tomado del libro PARA SALVARTE del P. Jorge Loring. ADQUIERA LA NUEVA

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    JORGE LORING, S.I.

    COMUNIDAD JESUITAS.

    Plaza del Avemara, n 3

    11500 - EL PUERTO DE SANTA MARA - CDIZ - Espaa

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    Telfono: 34 956 87 46 47