Colm Tóibín - El Sur

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El Sur

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Toibin, Colm - El sur [R1]

El surColm TibnTraduccin deJos Manuel lvarez Flrezemec editores

Ttulo original: The South Colm Tibn, 1990,1995 por la traduccin, Jos Manuel lvarez Flrez, 2003Primera edicin en esta coleccin: noviembre de 2003

Emec Editores, Espaa, 2003Diagonal, 662-664,08034 Barcelona (Espaa)

Depsito Legal: B. 42.408-2003ISBN 84-95908-67-0Composicin: Foto Informtica, S. L.Impresin: Hurope, S. L.Encuadernacin: Encuadernaciones Roma, S. L.Printed in Spain - Impreso en Espaa

Editorial Planeta, S. A., 2003Diagonal, 662-664,08034 Barcelona (Espaa)

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Primera parte

Colm Tibn El sur

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Katherine Proctor24 de octubre de 1950, Barcelona

Cae la noche y se oye el rumor del ruido de la calle. Llevo aqu varias semanas. Es una suerte que la gorda que lleva este hotel y el ratoncillo de su marido no hablen ingls. Sigo siendo un misterio para ellos; no pueden comunicarse conmigo. El hombre de la habitacin de al lado, por lo poco que comprendo de lo que dice, va todas las noches a la pera y escucha pera en la radio todo el tiempo.Quieren saber de mi marido. Buscaron un hombre que les hiciera de intrprete.Dnde est su marido? me pregunt.Estaban all mirndome la mujer gorda y el hombre de la pera. Les cont que iba a llegar pronto, que le estaba esperando.Dnde est ahora? me pregunt el hombre, y yo le dije que mi marido estaba en Pars.Me resulta difcil estar sola, y ha sido as desde que me fui. A veces, en la calle creo que me estn siguiendo. Procuro no alejarme mucho del hotel. Pero, de momento, lo peor ha sido el viaje hasta aqu. Hay hombres que te miran en todas partes. Hice el viaje desde Francia hasta San Sebastin y me aloj all en un hotel pequeo que daba a la playa y al mar en calma.Me senta sola all. Me senta mal. El color gris de la ciudad lo envolva todo. Las calles estaban desiertas por la tarde. Los pocos veraneantes que quedaban a finales de septiembre procuraban disfrutar un poco de un sol mortecino.Tom el tren nocturno a Barcelona. Encontr lo que buscaba en un folleto: un coche cama individual, para una sola persona, sin compartir. Salimos a las siete de la tarde y a las once me sent lo bastante cansada para hacerme la cama y echar las cortinas para que no entraran las lucecitas por las que pasaba rpidamente el tren.Barcelona. No saba qu poda esperar. Ms grande que San Sebastin, sin duda, y menos limpia, con una luz diferente que llega del mar. El Mediterrneo. Las calles anchas brillan por la maana. Las calles laterales ofrecen sombra. Lo imaginaba, aunque no supiera qu poda esperar. Tal vez el sonido de la palabra Bar-ce-lo-na, la sensacin placentera que me causaba el sonido de las palabras, tal vez fueran los sonidos los que actuaron y se me impusieron.En cuanto despert supe que haba alguien en el compartimento. El tren iba deprisa. Todava era de noche, as que no poda ver nada. Me qued quieta y procur seguir respirando como si estuviera dormida. No haba ninguna posibilidad de que fuese un sueo. Saba que estaba despierta; saba lo que pasaba. Era el tren nocturno a Barcelona, unas horas antes del amanecer. Estbamos en 1950, finales de septiembre. Haba dejado a mi marido. Haba dejado mi casa. No saba muy bien adnde iba. No quera que me molestaran.Haba alguien de pie cerca de m al lado de la cama y la puerta estaba cerrada tras l. Yo la haba cerrado antes de acostarme.La mano se me pos primero en la mueca un momento, la cogi con suavidad, luego ms fuerte, despus apret. Cuando me mov e intent incorporarme me cogi por el hombro. Susurr algo que no entend. Le ara las manos con las uas. Cuando acerc la boca a la ma not en el aliento el olor a cerveza.Tard un poco en ponerme a gritar, no s por qu esper. Retrocedi un momento, como si se asustara, pero no desisti. Estaba casi encima de m. Intent araarle en las orejas y en la cara. Grit Vyase! todo lo alto que pude, una y otra vez.Casi me haba librado de l y estaba de pie, fuera de la cama, en camisn, pero l segua tenindome bien cogida por la mueca. Me pareci por la voz que tendra unos treinta aos, cuarenta quiz, pero no ms. Yo segua gritando Vyase y me di cuenta de que empezaba a darle miedo, y eso me asust todava ms porque me preocupaba lo que pudiera hacer antes de irse, que intentara pegarme o hacerme dao.Consegu abrir la puerta con la mano libre. Intent arrastrarme otra vez al compartimento, pero grit fuera, en el pasillo. Me solt y se fue corriendo. No s cmo, pero an tuve la serenidad suficiente y la suficiente claridad mental para recordar dnde quedaba el servicio y me met dentro y cerr la puerta.No se llev nada del compartimento. Yo deba conservar la calma y la claridad mental porque me puse a comprobarlo inmediatamente; no faltaba nada. Me haba hecho dao en la mueca y luego descubr que tena un cardenal en el hombro que tard una o dos semanas en desaparecer. Volv a cerrar la puerta y ech el pestillo. Estaba claro que con una tarjeta o un trozo de madera o incluso con una lima de uas podan levantar desde fuera aquel pequeo cierre y abrir la puerta. Aun as, lo cerr y lo dej cerrado.Me sent durante una semana como si me hubiera lanzado a travs de un cristal, como si me hubieran cortado, roto o aporreado todo el cuerpo. Anduve por Barcelona aturdida a primera hora de la maana: los tenderos levantaban las persianas metlicas para iniciar la jornada, los nios iban al colegio. Me fij en la luz grisazulada que suavizaba la piedra. Llegu a una esquina, esa esquina, la esquina que estoy viendo ahora desde aqu, y vi que haba una mujer gorda de pelo negro muy permanentado mirndome desde un balcn. El letrero deca Pensin y le grit y seal el equipaje que llevaba. Me indic con las manos que esperara, y enseguida baj el ratoncillo, su marido, y me subi la maleta al primer piso. La mujer me acompa a esta habitacin en cuanto le di el pasaporte.Me qued en la cama varios das, midiendo el tiempo por el ruido que hacan las persianas metlicas de las tiendas cuando las suban y las bajaban. Primero a las ocho, ocho y media, nueve. Eso era la maana. Luego a la una, una y media, dos, luego, unas horas ms tarde, cuando terminaba la siesta y era el momento de levantarme, e incluso entonces estaba hecha polvo, destrozada. Slo quera seguir all echada.Encontr un bar en la misma calle un poco ms abajo, y cuando empezaba a caer el sol, a las seis o as, iba hasta all y tomaba un caf con leche enorme y un bocadillo de un pan spero con jamn o atn. Tengo que sealar con el dedo lo que quiero. Aquellos primeros das lo nico que quera era ese paseo de aqu al caf y volver.El primer domingo no hubo persianas abrindose y cerrndose, as que slo me guiaron las campanas de la catedral. Me levant y baj a la plaza a por mi caf. El cielo era de un azul clido y el sol daba un calor sorprendente a finales de septiembre en Barcelona.Procuraba no alejarme demasiado de la pensinEn espaol en el original.. Saba que tendra que armarme de valor. Haba comprado un plano, as que saba que viva cerca de la catedral, en el pequeo grupo de calles que hay nada ms subir del puerto.Saba que tendra que esforzarme. Me haba comprado un vestido blanco de algodn y una chaqueta blanca de algodn y un sombrero rojo. Era la primera vez que me los pona. Tena que dejar de estar asustada. Tena que tomar la decisin de entrar en bares, cafs, restaurantes. Tena que ser valiente. Tena que hacer lo que me apeteciese.Tambin saba que no me pasaba nada grave y que todo ira bien. Saba que el pnico provocado por la entrada de un hombre al que no conoca en mi compartimento en plena noche haba dejado una pequea seal, como aquel cardenal del hombro que estaba desapareciendo.El bar estaba muy concurrido esa maana de domingo y la plaza brillaba fuera, como iluminada especialmente para el domingo. Haba cuadros expuestos en el centro. Sent curiosidad. Llevaba das pensando en pintar. Haba procurado no dejar que se fijara nada en el pensamiento. Slo saba que quera pintar aqu. Ya haba tenido antes esa sensacin y siempre haba acabado todo en decepcin profunda y amargo pesar. Tena sueos en los que pintaba.Ando casi siempre ensimismada. A veces no veo lo que hay alrededor. Pienso en m misma todo el tiempo. Qu voy a hacer ahora; cmo voy a sobrevivir, Dios santo.Planes y fantasas ocupan casi todo el tiempo que estoy despierta. Dispongo de todo el da para pensar en el futuro, para planificarlo, para soarlo, para imaginarlo todo.El pasado ha sucedido ya: es gris y vaco como las calles estrechas de San Sebastin a las cuatro de la tarde con todas las tiendas cerradas y las persianas bajadas. El futuro est abierto de par en par.No fui a ver los cuadros de la plaza ese da. Me senta demasiado bien vestida, demasiado llamativa. As que volv al bar y ped un caf. El camarero me lo trajo y le ped un croissant, pero no me entenda y tuve que ir hasta la barra y sealar lo que quera. Me haba fijado ya en el hombre que estaba en la barra. Vesta un jersey rojo y pantalones de pana de color marrn; llevaba el cuello de la camisa desabrochado.Me di cuenta de que me miraba cada poco. Tena cierto aire de manaco: ojos oscuros muy juntos y la boca grande. La dentadura era perfecta. Me fij en que iba muy bien afeitado. Apart la vista. No es que me inspirase recelo ni miedo. No pareca de los que te siguen por la calle. Cuando volv a mirar, ya se iba. Se volvi un momento a mirarme y sonri al ver que estaba mirndole.Sal a la plaza del Pino, al suave calor del medioda, y mir las pinturas. El hombre que haba estado observndome en el bar estaba sentado en el suelo, pero cuando me vio llegar se puso de pie y se meti las manos en los bolsillos. Haba una mujer menuda, una mujer morena, de cabello largo, que estaba de pie detrs del caballete; venda tambin bisutera. Pareca estar con ella. No estaba segura de eso. Salud con la cabeza y le sonre a ella al pasar. Ella dijo algo, pareci un saludo, pero no lo entend.Esa noche descubr la verdadera Barcelona por primera vez. Cen en el hotel Coln, enfrente de la catedral, y luego se haba hecho ya de noche y sub por donde la iglesia. Era la primera vez que iba por all. Aquello no lo haba visto antes. Las calles estaban desiertas y haba sombras por todas partes proyectadas por las farolas que iluminaban desde las paredes. La piedra de aquellos edificios iglesias, bibliotecas y museos era maciza y slida. No haba casi nada moderno: hasta la luz elctrica de las paredes pareca la luz de una antorcha. Me pareci apabullante.Finalmente, baj por un pasaje estrecho que me haba parecido un callejn sin salida. El aire an era clido y cuando toqu la piedra me sorprendi lo fra que estaba. Recuerdo que me qued parada y tembl. Iba a dar la vuelta, pero vi al doblar la esquina una arcada que daba a una plaza, as que segu.En el centro de la plaza haba una fuente pequea con un rbol a cada lado. Los haban podado exageradamente: las ramas retorcidas parecan piernas y brazos grotescos y deformes con trozos cercenados. Resultaba increble que pudieran crecer de nuevo.La plaza era irregular y estaba poco iluminada; me pareci que haba otro pasadizo al otro lado y me dije que saldra por all, aunque no saba adnde llevaba. A un lado de la plaza haba una iglesia pequea, con los muros llenos de lo que parecan marcas de balas o de metralla. Me fui al lado de enfrente y me sent en un poyo. Llevaba en Barcelona casi una semana y, de pronto, tuve la sensacin de que haba encontrado lo que buscaba: el centro sagrado del mundo, una plaza desierta a la que se acceda por dos callejones, dbilmente iluminada, con una fuente, dos rboles, una iglesia y algunos edificios eclesisticos.Pens en Enniscorthy. Imagin a Tom sentado en la casa llena de corrientes de aire y pensando en m, tratando de llegar a alguna conclusin respecto a m. Pens lo que sera estar all. Pens en lo que sera instalarse a pasar la noche all con los cuervos y los grajos parloteando en los robles deshojados junto al ro.Pens en la desolacin del lugar y contempl esta otra desolacin, esta desolacin de piedra, esta sorprendente plaza destartalada de detrs de la catedral de Barcelona, y supe que estaba bien que estuviera aqu. Supe que tena que estar aqu.Pens en el jardn de mi madre en Londres a finales de agosto antes de que me fuera, cuando no era capaz de decidir qu hacer. El jardn apacible con los cerezos enormes y los cobertizos abandonados, la claridad lejana del atardecer, las losas grises del sendero, la mesa desvencijada de la comida de los pjaros, el rumor apagado del trfico de Londres, las sombras.Ests preocupada me dijo mi madre. Me lo dijo como si fuera una acusacin.S, estoy preocupada le dije yo.Ests segura de que tienes motivos para estar preocupada?El tono era burln e irritado.Has lamentado alguna vez haber dejado a mi padre?No, nunca.Te has sentido culpable alguna vez?Slo sent alivio.No te sentiste mal ni siquiera cuando muri?Tu padre era un buen hombre.Qu crees que debo hacer?Marcharte, marcharte.Y qu me dices de Richard? Slo tiene diez aos.Ya cuidar su padre de l. No le pasar nada.Y qu har yo?Marcharte a algn sitio. A Espaa. Ya te he dicho que te conseguir el visado. Conozco a una persona en la embajada. Te dar dinero.Marcharme a algn sitio? Qu quieres decir con eso?Abandonar el barco.Estoy pensando en dejar a mi marido le dije de pronto. Me mir con dureza.S, ya lo s. Creo que es de eso de lo que estamos hablando.Estaba pensando. No me haba fijado en la persona que haba al otro lado de la plaza aquella noche. Me sobresalt un momento al verlo y consider por dnde escapara en caso de que tuviera que salir de all corriendo. Lo reconoc en cuanto sali del portal en que haba estado sentado y se dirigi hacia la fuente. Lo identifiqu por el jersey rojo. No me mir hasta que me levant para marcharme.Ya es tarde y tengo que ir a comer enseguida antes de que cierren los restaurantes. No hago nada en todo el santo da. He cambiado la butaca del rincn de la habitacin y la he puesto junto a la ventana. Me paso las horas mirando la casa de enfrente, mirando la calle. No ocurre nada. Despus de comer tomo un coac con caf y cuando vuelvo al barrio gtico estoy siempre un poco achispada. Y siempre enciendo un cigarrillo en la plaza de San Felipe Neri y me siento en el mismo poyo que me sent aquella primera noche, contemplo la plaza y pienso cmo voy a arreglrmelas.He intentado escribir a Tom. He intentado decirle que quiero estar un tiempo fuera y que quiz nos veamos pronto. Eso no es lo que quiero decir. Quiero decir que estoy iniciando mi vida ahora. Que esto no es una segunda oportunidad; es mi primera oportunidad. Quiero decir que yo no eleg lo que hice primero, que no soy responsable de lo que hice antes. Quiero decirle que le he dejado. Mi hijo est apartado de m, mi hijo cuidar de s mismo. Yo ya no puedo hacer ms por l. Por muy culpable que me sienta, tengo que cuidar de m misma.Ahora estoy en Barcelona. Duermo hasta tarde por las maanas. Si quiero dormir por la tarde, tomo un poco de vino en la comida y me sumo en un adormilamiento pesado con sueos vvidos en los que se mezcla el sitio donde estoy con el sitio de donde vengo, el arroyo de Newtonbarry con la fuente de la plaza de San Felipe Neri, con la plaza del mercado de Enniscorthy. Me despierto al cabo de una hora, o tal vez dos, entumecida por el sueo. Me siento y cavilo. Me siento y fantaseo hasta que la luz empieza a declinar y entonces recorro el pasillo y me ducho con agua fra. Voy a cenar y vuelvo aqu. Al otro lado de la pared tengo al hombre de la pera con sus peras en la habitacin contigua.Escrib a mi madre y le di la direccin de la pensin. Tena que mandarme el dinero aqu. Necesito ms dinero enseguida. No le expliqu a mi madre por qu estoy aqu, ni lo que estoy haciendo aqu, ni cunto tiempo me quedar, no le deca nada. Su respuesta, cuando lleg, era tan breve como su carta original. Me enviara el dinero a un banco de la ciudad. Tu marido est desesperado, no tiene ni idea de lo que ests haciendo. Todo mi cario. No mencionaba a Richard; saba que me lo haba quitado de la cabeza.Hace pocas semanas prob una ruta diferente para ir a cenar al hotel Coln. No tena prisa, as que cuando vi un restaurante y o el fuerte murmullo de voces dentro me par y me asom. El local tena un aspecto lgubre, puede que hasta sucio, pero estaba lleno de gente bebiendo en la barra y los camareros intentaban pasar entre ellos para ir al restaurante, que quedaba al fondo. Me aventur a entrar. Supongo que me sent atrada por la gente. Hice seas al camarero y l entendi que quera una mesa para una persona. Miramos los dos alrededor y no pareca haber ninguna mesa libre, as que me dispuse a marcharme con la idea de volver ms tarde, o tal vez alguna otra noche, cuando se levant una pareja que ya haba pagado y el camarero me llev a su mesa. El men estaba escrito con tiza en un encerado y era confuso. En el manual de conversacin que tena haba una lista de platos de un men. Lo vi cuando intentaba encontrar alguna palabra de las que figuraban en el encerado.Estaba con un grupo de gente sentado a una mesa grande frente a la ma; eran casi todos hombres, pero haba tambin algunas mujeres jvenes. l vesta un traje gris ligero y una camisa blanca con el cuello abierto. Estaba de espaldas a m, pero de vez en cuando miraba alrededor. Sus compaeros eran jvenes, aunque algunos no lo parecan tanto como para ser estudiantes; eran lo bastante jvenes para rerse de cuanto decan. Busqu entre ellos a la mujer que venda bisutera en la plaza, pero no estaba all.Recuerdo que al principio Tom tena miedo de dejarme que lo viera desnudo. Se desnudaba sentado en la cama y se pona el pijama. Cuando apagaba la luz se apartaba de m y slo hacamos el amor cuando la calidez de estar los dos en la misma cama nos una. Pero hasta entonces se pona nervioso cuando le acariciaba. Le gustaba quedarse echado junto a m con la cabeza hundida entre mi hombro y mi cuello. Se quedaba quieto y callado. Yo a veces pensaba que estaba dormido y estiraba la mano para tocarle el pene, que sola estar duro y a la espera. l jadeaba un momento y me recorra el cuerpo con las manos. Eyaculaba casi nada ms entrar, con gritos sofocados, que casi parecan gemidos, y luego slo quera volverse y dormir.Es octubre en Barcelona. Sigo explorando y descubriendo lugares nuevos; los das se llenan. Cambio de hbitos. Ahora desayuno en la calle Petritxol, que sale de la plaza del Pino. Hay muchos cafs pequeos especializados en caf, chocolate, bocadillos pequeos y pastas. Voy todos los das al mismo a la misma hora; ya me conocen y me sonren cuando llego.Al principio no saba si abran los domingos. Cuando fui a comprobarlo pas por la plaza del Pino y volv a ver las pinturas en el centro. Estaba pensando en l. Sala mucha gente de misa de la iglesia de Santa Mara del Pino justo cuando yo pasaba. El caf estaba abierto, pero no quedaba ninguna mesa libre junto a la puerta, as que tuve que ir a sentarme al fondo. Mientras el camarero me acompaaba, vi que clavaba sus ojos en m. No esperaba encontrarle all. Estaba ms plido de lo que lo recordaba, pero los ojos eran los mismos, y los labios. Me miraba como si fuera a sentarme con ellos a su mesa. No apart la vista cuando me sent. Su compaero era mayor y ms cetrino que l, de aspecto casi enfermizo. De rasgos delicados. Y llevaba pajarita. Siguieron conversando y cuando se levantaron para marcharse, me sonrieron los dos. No se volvi a mirarme al salir.Despus fui a las Ramblas y sub caminando hasta la plaza de Catalua, y luego volv a bajar hasta la catedral. Me par e intent pensar un momento. Intent averiguar qu me propona mientras me diriga de nuevo hacia las pinturas de la plaza del Pino. All estaba otra vez la mujer menuda y l estaba de pie detrs de ella. Di una vuelta mirando las pinturas hasta que llegu a su lado. Me par y la mujer me pregunt:Inglesa? Americana?Inglesa contest. l me observaba.Turista? me pregunt ella.Me encog de hombros con una sonrisa.Te gusta Barcelona?Asent con un cabeceo. El hombre le dijo algo y hablaron un momento y luego se volvieron los dos y me miraron.Vives aqu en el barrio gtico? me pregunt ella.Vivo en la calle del Pino contest.Vives en una pensin?S.Tienes familia aqu?No.Trabajo?No.Cmo te llamas?Katherine.Yo soy Rosa. Te gusta la pintura?S vacil, s, a veces.Hablaron entre ellos y me pregunt si debera irme. Me pregunt si debera seguir mi camino.l quiere pintarte, este hombre dijo ella.Sonre e hice un gesto negativo.No, no quiero.Ella se lo tradujo.Es tu marido? le pregunt.No.l me mir e hizo como si tuviese un pincel en la mano y se pintase la cara. Luego asinti con la cabeza. Yo hice un gesto negativo.Por qu no? pregunt la mujer.No contest. Seal un cuadro de barcas en una playa que haba en el caballete, al lado.Lo ha hecho l?No dijo ella.Cuando le explic lo que haba preguntado l se ri.l es un buen pintor dijo ella, y l asinti con un cabeceo.Tengo que irme dije yo.La semana siguiente me pareci verlo en la calle varias veces. Pero cuando le vi un da que iba al mercado me sobresalt. Sali de un portal de Puertaferrisa. Hizo una mueca como si le divirtiera encontrarme as por casualidad.Bonjour dijo.Buenos das.Dijo algo que no entend. Sonri un momento y luego me seal la cara y movi un pincel imaginario en el aire. Sigui diciendo s y asintiendo con la cabeza. Me cogi la mano un segundo en la calle.Tengo que irme. Je dois aller dije.l insista y yo quera marcharme. Quera saber dnde viva. Seal la pensin de la esquina. Si se le ocurra ir all o me molestaba poda cambiarme. Haba una pensin en cada esquina.Pero me preocupaba que fuera y armara un lo y fue un alivio que no lo hiciera. Lo nico que pas fue que se present un da con Rosa y me pidieron que fuera a ver su estudio. Su actitud era entusiasta y cordial. La duea de la pensin torci el gesto al or a Rosa hablar en ingls. Les dije que ira con ellos otro da.Maana? dijo ella.S, de acuerdo.Volvieron al da siguiente y fui con ellos a la vuelta de la esquina, a la calle Puertaferrisa. Aunque parezca extrao, no me senta nerviosa al subir las escaleras de una casa en la que no haba estado nunca, la misma de la que le haba visto salir a l aquel otro da. Tras unos tramos de escaleras empuj una puerta y entramos en una sala inmensa con ventanales a ambos lados y un tejado de cristal. Haba caballetes y cuadros por todas partes. Haba algunas personas, casi todas mujeres jvenes, sentadas en taburetes pintando la foto de una calle. El hombre al que haba visto en el caf el domingo estaba de pie detrs de los caballetes explicando algo a uno de los estudiantes. Nos mir un instante y sigui con lo que estaba haciendo. El otro hombre me mir y se seal:Yo, Miguel dijo. Miguel repiti. Y t? pregunt, sealndome.Katherine dije.Katherine intent repetirlo.Es esto una escuela? le pregunt a Rosa.S, es una academia de pintura.Yo pinto dije. Podra venir?Tienes que preguntrselo a Ramn dijo ella. Seal al hombre cetrino que haba visto en el caf.Pregntaselo t por m le dije.La observ mientras se acercaba a Ramn. El hombre que se haba presentado como Miguel se acerc a m y cuando el hombre cetrino mir de nuevo pudo ver que estbamos juntos. Rosa volvi al fin.Puedes volver dentro de una semana? Hablar contigo entonces.Me aceptar entonces? pregunt. Dile que s dibujar.No estoy segura dijo ella. No lo sabe. Tienes que volver la semana que viene.La catedral acaba de dar la medianoche y ya no hay ms persianas que bajar. Se acab el da. Maana volver al libro de gramtica que compr. Maana aprender ms verbos. Pero esta noche no hay ningn sitio para m en esta ciudad ms que este dormitorio lgubre de este pequeo hotel. Ninguna gramtica me servir de nada hasta maana. Duerme, esposo mo, duerme tranquilo. No volver. Mi hijo duerme en Irlanda y yo no volver. Me meter en la cama. Dormir. No volver. Pensar en el futuro hasta que me quede dormida.

Colm Tibn El sur

26

BarcelonaSe haba olvidado de ellos ya, aparecan a veces en sueos y se mezclaban con otros sueos. Estaba lejos. Abri la ventanita del dormitorio y contempl Berga. Una fra maana de primavera en las estribaciones del Pirineo. Absoluto silencio. Encendi un cigarrillo y apoy los codos en el alfizar. An se cerna la niebla sobre la poblacin y haba un vago rastro de hielo en el aire.

Estaba desnuda y se daba cuenta de que si l se despertaba la vera. Se volvi a mirarle, su cara angelical dormida, toda la malicia y la animacin ausentes, despojado de toda vida.La ciudad haba estado animada toda la noche. Haba acudido gente de los pueblos cercanos; haba llegado tambin gente de Barcelona, de Lrida, de Gerona. Miguel haba insistido en coger el autobs temprano en Barcelona y en reivindicar su derecho sobre aquella cama de la habitacin interior del piso de su amigo. Le dieron una llave de la habitacin y la cerr antes de bajar a Berga a comer. Le dijo a ella que comiera todo lo que pudiera porque luego no habra tiempo para comer. El resto del da lo pasaran bebiendo y gritando, dijo, y busc las dos palabras en su diccionario de bolsillo espaol-ingls para asegurarse de que le entenda. Bebiendo y gritando.Miguel se reuni con varios amigos para comer y hablaron muy animados todo el rato. Katherine intent seguir lo que estaban diciendo con escaso xito. Hablaban en cataln; ella llevaba meses aprendiendo espaol. De vez en cuando, uno de ellos le hablaba en espaol, pero en general estaban demasiado inmersos en su conversacin para ocuparse de ella.Era Corpus Christi, el primer da de la Patum de Berga. A las diez en punto, empezaran a tocar los tambores en la plaza y estallaran en el cielo los fuegos artificiales; luego recorreran las calles los enormes gigantes y la gente intentara acercarse lo ms posible a ellos.Ahora por la maana se estaba levantando la niebla y se vean las tiendas plantadas en el prado junto al ro, al norte de la ciudad. Apag el cigarrillo en el alfizar y cerr para que no entrara el fresco de la maana.La cama era un colchn en el suelo. Cuando alz con cuidado las mantas para volver a meterse en la cama, Miguel abri los ojos, los cerr otra vez y sonri. La bes en la boca. Cuando l se levant y se desperez ella se qued echada y le observ: la espalda recta, fina y blanca y el spero vello de las piernas.Estaba helado cuando volvi del bao y se acurrucaron muy juntos en la cama temblando de fro. Ella dio un gritito cuando le puso las manos en la espalda. Consigui posarle un momento la planta de un pie en el estmago y l grit y la empuj.Good morning le dijo, intentando remedar su ingls.Le ola el aliento a ajo cuando la bes. Acerc su cara a la de ella, mirndola fijo, intentando que bajara la vista. Se ech de espaldas y la coloc encima, hundiendo la cabeza en sus pechos.Esper un buen rato antes de entrar en ella, y cuando termin quiso dormir un poco, abrazado a ella, como siempre, mantenindola lo ms cerca posible. A veces dorma slo cinco o diez minutos; dormitaba y despertaba y quera hablar con ella; ella a veces no le permita saber que apenas entenda lo que le deca. Le estaba llevando mucho tiempo aprender el idioma.El piso era de Jordi; Katherine le haba conocido antes. Tena un estudio en la planta de arriba con dos ventanas que daban a Berga. Pas la primera maana despus de la Patum vindole pintar. Los cuadros medan unos noventa por treinta centmetros. Ya haba terminado seis que coloc alineados, apoyados en la pared para que ella los viera. Todas las telas haban sido pintadas primero de un blanco brillante, casi luminoso. En dos de ellas la capa blanca cubra casi toda la superficie del cuadro terminado; en uno, haba una media luna en negro sobre el fondo blanco y casi al final del cuadro una masa muy trabajada en rojo, azul y rosa. A Katherine le impresion la sutileza de la pintura, pero no entenda qu se propona expresar l. Mir otro cuadro: el fondo blanco, vagamente luminoso y una serie de rayas negras que componan figuras cruciformes oblicuas a la derecha; nada ms.Los otros cuatro eran ms clidos, pero tambin descarnados. Gruesos trazos negros que separaban cuadrados de color. A veces se dejaba tan tenue la pintura que brillaba en los entornos negros. Haba un cuadro de una montaa, en tonos castao, negro y verde oscuro, con marcas de escalpelo o cuchillo grabadas en el lienzo y un liso cielo azul al fondo. En el ngulo inferior haba dos personas de unos tres centmetros de altura, pintadas como figuras recortables. Pareca que se abrazaran.Jordi explic a Katherine que aquella serie de cuadros era un encargo de los monjes de la abada de Montserrat: un va crucis, las catorce imgenes que representan las ltimas escenas de la pasin de Cristo.Se quedaron all de pie mirando los cuadros: la pintura negra y blanca, le explic, era la crucifixin; la de la media luna y las formas al pie del lienzo era el descendimiento de Cristo de la cruz; los tres cuadros de colores brillantes y trazos negros eran las tres veces que cay Jess en la subida al Calvario; y el de la montaa con las figuras recortadas era su encuentro con Mara.Katherine baj a Berga a reunirse con Miguel. Lo encontr solo sentado a la barra con un vaso lleno de cerveza. Pasaron al restaurante y, mientras consultaban el men, Katherine le cont lo que le haba explicado Jordi de los cuadros de las estaciones del Calvario. l se ech a rer. Extendi la palma de la mano hacia ella y se frot los otros dedos con el pulgar con una expresin codiciosa. Volvi a rerse. Ella le dijo que no entenda.Dinero le aclar l. Jordi lo hace por dinero.Pas a explicarle que a Jordi le interesaba ms la Patum de Berga que la va Dolorosa. Sencillamente necesitaba el dinero y los monjes estaban dispuestos a pagar. Ella le dijo que no le crea.Tomaron pasta y una botella de buen vino tinto. Enfrente de ellos se sentaba un individuo delgado de unos treinta y tantos aos, con el pelo prematuramente gris. Tena la piel casi amarilla; pareca convaleciente de alguna enfermedad. De vez en cuando se le iban los ojos hacia ellos y prestaba mucha atencin a su charla sobre las estaciones del Calvario. Le haban servido un porrn de vino, pero no beba alzndolo en el aire y dejando caer el vino del pitorro a la boca como los dems. l se serva el vino en el vaso por el cuello del porrn. Katherine se fij en que tena los ojos verdes.Miguel quera hablarle del futuro. Despus de su exposicin en Barcelona se marcharan los dos a vivir a la montaa, al norte de all, mucho ms arriba. Por entonces ella ya hablara espaol perfectamente y podra empezar a aprender cataln.l hablaba tan alto y con tanta vehemencia que la haca sentirse violenta. No haban hablado del dinero. l no saba que su madre le enviaba dinero de vez en cuando a las montaas. Y ella no saba de qu viva l. Y haba otras cosas de l que tampoco saba; no tena contexto en el que situarlo. Era ms fcil estar con l da a da sin tener que tomar la gran decisin de irse a vivir con l a las montaas.Fueron a otro bar de la misma calle y tomaron caf en una mesa fuera. Miguel pidi una bebida violcea que llam pacharn. Despus de dos copas de pacharn y dos cafs ella se sinti achispada y cansada y le pidi que volviera con ella al piso.

Katherine se desnud en cuanto entraron en la habitacin. Se qued en medio mientras l haca la cama y estiraba las sbanas. Luego, l se quit la chaqueta y la camisa, se acerc a ella y la abraz; ella sinti cmo le lata rpidamente el corazn. Sabore el alcohol y el caf de su boca como si fueran una parte tan integral de l como la mancha de vello negro del pecho. Ya en la cama l se ech sobre ella y le sujet la cabeza con las manos; toda su energa llegaba de su boca y de su lengua. A veces, se quedaba con la boca cerrada y la besaba los labios. Haba dejado el paquete de condones en el suelo junto al colchn. Se puso uno en el pene y ella lo cogi y lo gui a su interior. Sinti la palpitacin espontnea del orgasmo mientras l se mova. No apart las manos de la cabeza de ella mientras jadeaba e intentaba penetrarla cada vez ms hondo. Empez a eyacular, y los dos lo prolongaron todo lo posible.Estaba ponindose el sol. Se haba vuelto de espaldas a l antes de quedarse dormidos, y estaba abrazndola. En cuanto se movi, l se despert. Estaban los dos calientes y sudorosos en la cama. No se oa nada en la casa. Se volvi y le bes y l le pos las manos en los pechos; le cogi un pezn con el pulgar y el ndice, acerc la boca y lo bes. Tena el pene duro otra vez. Se ech sobre l sonriendo y l le puso la cara en los pechos. La ech hacia atrs y le pos la lengua entre las piernas. Entr en ella sin condn, pero cuando estaba a punto de eyacular sali y se incorpor. Ella vio en la penumbra cmo le caan sobre el vientre los chorros de semen.No haba agua caliente en la ducha y haca mucho fro en el cuarto de bao. Se quedaron juntos bajo el hilillo de agua congelada e intentaron lavarse. Siguieron juntos tratando de aclararse el jabn. Miguel volvi corriendo a la habitacin a buscar toallas y ropa limpia. Cuando salieron de la casa vieron ya los fuegos artificiales y oyeron el retumbar de los tambores. Haba empezado la Patum.Los tambores repetan el mismo sonido: Patum! Patum! Los gigantes destacaban por encima de todo lo dems en la pequea plaza; la orquesta tocaba msica de baile rpida. El rey y la reina iban delante con toda su apariencia de sabidura y solidez, y los segua la multitud entre vtores y aplausos. Los otros gigantes, todos de ms de tres metros y medio, los siguieron; tambin ellos parecan majestuosos e implacables.Katherine y Miguel buscaron a Jordi entre la multitud, pero no lo encontraron. En determinado momento, Katherine se fij en el individuo que haba visto en el restaurante, el que tena los ojos verdes y el cabello gris. Capt su mirada un segundo. Resultaba an mucho ms extrao entre la multitud de catalanes que a la hora de comer.Era noche cerrada y la multitud se congregaba alrededor de los gigantes y los tamborileros en la plaza mayor. Estallaban con estruendo en el aire los fuegos artificiales. Las caras de los gigantes daban la impresin de estar a punto de cobrar vida en cualquier momento y contemplar ceudos al pueblo de Berga. Katherine quera quedarse a mirarlos y seguirlos, pero Miguel quera ir al bar a comprar un porrn de una bebida que llamaban mau-mau para poder andar recorriendo las calles el resto de la noche.Podemos seguir a los gigantes al ao que viene dijo. La mir y se dirigieron al bar. Next year, eso lo haba entendido. El ao que viene. The year that comes.Se instalaron en la barra y tomaron cerveza. Katherine record que l haba hablado del futuro el ao que viene como si hubieran decidido pasarlo juntos. Ella no haba decidido pasar el futuro con l. No saba nada de l. No tena ningn medio de verificar lo que le haba contado l. Repas de nuevo mentalmente lo que le haba explicado. Pronto cumplira treinta y cinco aos. Haba nacido en un lugar de la provincia de Tarragona llamado Reus. Le haba dicho que no se haba casado, y ella no tena pruebas de lo contrario. Haba estado en la crcel durante un breve perodo despus de la guerra civil: era de una familia republicana y odiaba a Franco. Haba vivido en Pars y en Lyon. Haba trabajado en Lyon de camarero. Pero haba vivido en Barcelona los ltimos diez aos y, por lo que ella haba podido entender, se haba dedicado a pintar casi todo ese tiempo. Le haba enseado los catlogos de las exposiciones que haba hecho desde 1944. Le haba dicho tambin que haba participado en la guerra civil.Quera saber si poda confiar en l. All en Berga, en un bar a ltima hora de la noche, quera saber si poda creerle. Pens en tantear a Rosa. Pens en tantear a Ramn Rogent, el pintor que diriga el estudio al que iba ahora todos los das. Dara cualquier cosa por saber ms de Miguel, pero se daba cuenta de que no poda preguntar, tendra que limitarse a observar y descubrirlo.Mir a su alrededor en el bar un momento. El individuo de camisa amarilla y ojos de gato la estaba mirando y se levant y se acerc cuando ella lo mir. Llevaba una bolsa en la mano. Ella volvi la cabeza hacia la barra y vaci la botella de cerveza en el vaso. Miguel segua hablando con el camarero.Hablas ingls? le pregunt el desconocido. Tena acento irlands. Katherine se puso tensa; Miguel tambin le mir.Habla espaol? le pregunt ella, tratndole de usted. No quera conocer a nadie de Irlanda. l contest que s pero muy mal. Miguel terci en la conversacin diciendo que entonces ya eran dos los que hablaban mal espaol. El otro no dijo nada. Se quedaron mirndolo, esperando. l los mir a su vez, con una levsima sonrisa, aceptndolos. Miguel le invit a una cerveza y l acept. Despus, ninguno abri la boca. Katherine se senta incmoda al ver que Miguel no haca caso al desconocido. Se excus y fue al servicio. Cuando volvi, an segua all, tranquilo, callado, vigilante. Ella quera que se marchara.Es irlands como t le dijo Miguel. Ella contest que ya lo saba. El hombre la escuch.No hay habitaciones en la pensin dijo. No encuentro ningn sitio para pasar la noche.Tena el pelo tupido y muy corto, como si llevara puesto un gorro gris; y daba la impresin de que podra andar mal de dinero. Llevaba unos zapatos viejos y gastados. De pronto le record a Katherine a alguien a quien podra pasar de largo en la carretera yendo en coche a Enniscorthy.Conoces algn sitio en que pueda estar? le pregunt.Pregntaselo a l contest, sealando a Miguel, que estaba pagando un porrn de mau-mau en la barra. El individuo le explic a Miguel muy torpemente que todos los hoteles y pensiones de Berga estaban llenos. Miguel se encogi de hombros como si no pudiera hacer nada. A menos que quieras venir con nosotros, coment.Dile que s que quiero ir con vosotros dijo el hombre mirando a Katherine. Dile que me llamo Michael Graves. Dile que soy pintor como l.Cmo sabes que es pintor?Os o hablar en la comida.Ya vi que nos observabas.Lo s.Me llamo Katherine. l es Miguel se dieron la mano. l tena unas manos pequeas y suaves, de nio.Miguel empez a cantar en cuanto salieron a la calle, pero ella no poda entender la letra de la cancin. Un grupo de jvenes suba hacia ellos por las pequeas y empinadas Ramblas, que bajaban de la plaza. Miguel los par.Este galapaguito no tiene madre dijo, poniendo a Michael delante de l.Todos se echaron a rer y Miguel cant de nuevo:Este galapaguito no tiene madre.Qu es un galapaguito? pregunt Michael Graves.No s contest Katherine, y se lo pregunt a Miguel, que solt una carcajada y repiti la frase de la cancin.Este galapaguito no tiene madre.Seal otra vez a Michael Graves y le dio el porrn de mau-mau. Michael bebi por el cuello. Miguel insisti indignado en ensearle a beber por el pitorro. Katherine volvi a preguntar a Miguel qu quera decir galapaguito, pero l vio a una pareja de edad madura y se puso a cantar para ellos. La pareja se ech a rer.Tengo un diccionario en la bolsa. Cmo se deletrea galapaguito? pregunt Katherine a Michael mientras pasaba las hojas del minsculo libro intentando encontrar la palabra.Aqu est! Aqu est! Significa tortuga. La cancin dice Esta tortuguita no tiene madre.Pues no le veo la gracia coment Michael Graves.Por entonces, Miguel rodeaba con los brazos a una serie de desconocidos y estaba cantando otra vez la cancin sealando a Michael.No tiene madre. No tiene madre. No tiene madre.Regresaron al bar y encontraron a Jordi sentado a una mesa grande con un montn de gente. Miguel pidi tres cervezas e hizo que todos se apretaran para hacerles sitio. Haba dejado de cantar lo del galapaguito, pero les dijo que Michael no tena madre ni dnde dormir y se dispuso a enumerar la lista de cosas que Michael no tena. Todos se rean menos Michael y Katherine, que no entendan nada. Michael los observaba a todos; no intentaba participar en la conversacin.Katherine quera marcharse; el alcohol no le produca ningn efecto; estaba cansada. Pidi la llave a Miguel. l le pregunt adnde iba. A casa, le contest.Te vas con l? le pregunt Miguel entonces, sealando a Michael Graves.No. Dame las llaves.l sac las llaves del bolsillo y al drselas intent tirarle del pelo. Ella se volvi hacia el irlands.Buenas noches le dijo.La puerta del estudio de Jordi en la ltima planta no estaba cerrada. Katherine entr y dio la luz. Los cuadros seguan apoyados en las paredes como antes: las seis estaciones del Via Crucis, todas indirectas y difciles. Las dos figuras pequeas de Cristo y Mara abrazados. Y sobre ellas una enorme montaa oscura y, ms all, el cielo azul claro y brillante.Se acerc a la ventana y la abri; el aire fro de la noche entr como una conmocin. Mir la calle, las escasas luces que quedaban encendidas en el pueblo de Berga y la oscuridad absoluta por todo el entorno. Pequeos campos y caminos de las estribaciones de los Pirineos, pequeas propiedades de las montaas, poblaciones pequeas: Vic, Solsona, Berga, Cardona, Ripoll. El mundo que gira en la noche. El mundo que respira.

Cuando despert por la maana, Miguel estaba desnudo a su lado de ella. Y haba otra persona al otro lado, al borde del colchn. Los dos hombres estaban profundamente dormidos. Katherine supo inmediatamente quin era el otro. El irlands. Sali con cuidado de la cama y se puso algo de ropa para ir al cuarto de bao. En cuanto se visti sali a la calle.Cuando volvi estaban despiertos los dos pero seguan en la cama. Miguel dijo que se encontraba mal, se fue al bao y volvi con una jarra de agua que intent beber. Segua desnudo. Ella quera que se tapara mientras estuviera all el otro. El otro, que an llevaba la camisa puesta, les dio la espalda como para volverse a dormir.Vas a quedarte en Berga? le pregunt ella.No, volver a Barcelona.Vives en Barcelona?S.Cmo vas a volver?En autobs.Nosotros tambin.Ya lo s. Voy a ir con vosotros. Tu marido me dijo que poda ir con vosotros. Espero que no haya problema.No es mi marido.Me dijo que lo era.Pues miente. No es mi marido.Dice que eres irlandesa. El hombre se sent en la cama, tena muy mala cara, an ms amarillenta y enfermiza que el da anterior. Pareces inglesa.Miguel los observaba atentamente mientras hablaban.De veras? pregunt ella.De qu parte de Irlanda eres?No quiero hablar de Irlanda.Cmo te apellidas?Proctor, me llamo Katherine Proctor.Es un buen apellido protestante dijo l sonriendo.No recuerdo cmo te llamas t.Michael Graves. Beb demasiado anoche con tu marido.No es mi marido. Se volvi hacia Miguel. Miguel, t no eres mi marido, verdad?l mir a Michael Graves, se levant desnudo y se estir. Sinti deseos de plantarse delante de l y taparlo. Quera que se pusiera algo encima.Cuando se vistieron subieron al estudio, donde Jordi ya estaba trabajando. Miguel pregunt a Michael si entenda la palabra dinero.Money dijo Michael.Miguel le present a Jordi como Jordi Dinero, e hizo un gesto frotndose el pulgar y el ndice y sealndole.Dinero dijo en tono burln.Pase por el estudio y mir atentamente una vez ms los cuadros. Lleg a la media luna y le explic a Michael que aquello era media peseta que Jordi haba perdido en la Patum el ao anterior y que quera recuperar. Seal el cuadro de las dos figuras y la montaa y explic que aqul era para recordar el da que Jordi haba recibido un dinero de su madre. Todos los cuadros para los monjes de Montserrat eran, explic, sobre el tema del dinero, que era por lo que el pintor se llamaba Jordi Dinero.A Jordi le hizo gracia al principio, pero cuando la explicacin se prolong pareci hacerle menos, y Katherine percibi amargura en el tono de Miguel. Michael Graves no deca nada. Katherine no tena ni idea de cmo iban a librarse de l.Jordi les dijo adis con la mano desde la ventana cuando se fueron con sus bolsas hacia el autobs. En la estacin de autobuses haba una multitud y tuvieron que esperar el segundo. Miguel quera que se sentaran en los ltimos asientos para poder mirar por el cristal de atrs. Michael Graves volvi a preguntarle a ella de dnde era.Soy de Wexford.Yo tambin repuso l. De qu parte?Entre Newtonbarry y Enniscorthy.Newtonbarry dijo l. Ya no lo llaman as. Yo soy de Enniscorthy.No te habrn enviado a buscarme, eh? Si es verdad dmelo.Qu quieres decir? pregunt l.

Colm Tibn El sur

35

La casaUnas semanas antes de marcharse de Irlanda, Katherine se sent una tarde a contemplar la claridad azul tormentosa que caa sobre el ro y sobre los campos que haba entre la casa y el ro. Contempl el cielo plomizo, sintiendo la humedad del aire fuera, sabiendo que por muy atentamente que contemplara aquella escena, la estudiara y pensara en los colores, nunca conseguira plasmarla bien.

La simplificaba. Dejaba fuera la quietud, la luz condensada del cielo encapotado. Amonton las nubes en acuarela sobre la hoja de papel, destac la textura, el gris y el negro y el blanco grisceo. Se interrumpi, lo dej y volvi a la ventana.Repar en una figura que suba por el sendero de la carretera. Una mujer que caminaba con dificultad, alguien que no conoca; alguien que andaba pidiendo, tal vez, o buscando lea. Volvi a mirar la acuarela para ver si poda incluir la figura de la mujer, pero la escala era demasiado pequea, la figura slo podra ser una pincelada, una mota.Se concentr en su obra y se olvid de la mujer. La record ms tarde, bastante ms de una hora despus, cuando una de las chicas de la cocina subi a decirle que haba una mujer en la puerta de atrs que quera verla y que no se iba.Quin es? La conoces?Es de fuera.Qu quiere?No va a decirlo.Dile que ahora estoy ocupada.La chica vacil un momento, como si fuera a decir algo, pero se dio la vuelta y sali de la habitacin.El cielo se cerna amenazador sobre el ro. Katherine se acerc otra vez a la ventana y volvi a estudiar la escena; haba una cama en el rincn y un armario ropero doble y pesado junto a la pared, pero la alfombra estaba enrollada cuidadosamente y las paredes estaban cubiertas de pinturas, los frutos de su trabajo, como deca ella. La habitacin estaba abarrotada de cosas y desordenada, al contrario que el resto de la casa; la palangana estaba llena de tarros de mermelada y pinceles y el trabajo a medio terminar ocupaba todo el suelo.Empez a lloviznar, primero una lluvia suave, como el sonido del viento, y luego se abrieron las nubes y la lluvia golpe la ventana, se oscureci el cielo y la habitacin se llen de sombras. Ella se qued mirando la ventana, concentrada en las gotas de lluvia que golpeaban el cristal y caan; sigui all hasta que lleg la hora de lavarse, vestirse y abandonar su mundo privado.Encontr a Richard sentado a la mesa con un amigo cuando entr en la cocina; los dos muchachos tenan los cuadernos abiertos y estaban haciendo los deberes.Podemos tomar un poco de naranjada? le pregunt su hijo al verla.Antes de cenar no le dijo, y se acerc al fogn a ver lo que se estaba haciendo.Mary! llam en la antecocina, puedes dorar un poco esas patatas cuando estn hervidas?Mary entr en la cocina y la mir nerviosa, recelosa casi.Qu da tan espantoso coment ella.Esa mujer sigue ah, seora le dijo la chica.La mujer?Es de los Kenny, seora.La ha visto mi marido?l no querra hablar con ella.Es una mendiga?Oh, por Dios, no, no, qu va, seora.No le has dicho que estoy ocupada? Los chicos todava no han cenado. Est mi marido en la sala?Se va a morir ah afuera dijo Mary, sealando la puerta.Katherine vio a la mujer de nuevo al da siguiente desde la ventana. Era un da borrascoso y estaba trabajando en su habitacin con lpiz y ceras sobre papel, dibujando los rboles deshojados, los abedules y los alerces de la otra orilla del ro, con un cielo de densas nubes blancas como fondo. Empezara a pintar la escena despus, de momento trazara lneas y perspectivas, la sobriedad de lo que haba all afuera.

Por la tarde la dejaban sola; no poda entrar nadie ms que Richard, que a veces iba y se quedaba observndola, pero se aburra y se pona a revolver en la pintura y tena que mandarle abajo.En general, no la molestaba nadie, as que le irrit que llamaran a la puerta por segundo da consecutivo y se enfad al ver a Mary entrar en la habitacin.No quiere marcharse, seora. No consigo que se marche.Sabes lo que quiere?No querr decir nada, seora, slo que quiere verla.Mir hacia fuera, al cielo, se acerc a la ventana y se qued parada all.No s quin le habr dicho que venga.Mary esper en la puerta, con una expresin triste y retrada. Se hizo un silencio.Bajar dijo Katherine. Bajar ahora mismo.Cuando abri la puerta de atrs la mirada de la mujer era penetrante y hostil. Katherine no dijo nada.Conoc bien a su padre, seora, y a todos los de antes. Nunca hicimos ningn mal aqu.Perdone, pero no entiendo por qu ha estado esperando para verme.Pas por all uno de los trabajadores de la granja mientras hablaban y Katherine se sinti de pronto violenta por estar all plantada. l se par un momento a mirarlas, y luego sigui su camino.Lo siento, pero tendr que decirme qu es lo que quiere, estoy ocupada en este momento.Ahora nos arruinaremos. Esto nos arruinar le dijo la mujer.No entiendo.

Despus de cenar, cuando Richard ya se haba acostado, Katherine le dijo a su marido lo que haba odo. Chisporroteaba un leo en la chimenea, rezumaba espuma de l y borboteaba en la llama; estaban los dos sentados mirando el fuego.Dice que vamos a demandarlos. Tienen unos prados que lindan con los nuestros cerca de Marshalstown. S quin es, no la identifiqu al principio, pero la conoc hace aos. Su familia ha sido siempre muy pobre.Son un maldito engorro dijo Tom. Dejan que entre el ganado en nuestra tierra ao tras ao. Voy a acabar con esto de una vez.Seguro que ya los has asustado bastante dijo ella. Creo que deberamos dejarlo ya.Esta vez van a pagar.Son muy pobres. Siempre lo han sido, y estn muy mal las cosas ahora, no crees? Esa casa ha estado siempre llena de nios.Voy a llevarlos a juicio de todas formas dijo l. Su voz le lleg como un golpe sordo en la habitacin escasamente iluminada. Le result de pronto odiosa.No podemos hacer eso.Por qu no? Estamos hacindolo.Dejan que entre el ganado en la cebada. Es tan grave eso?Lo hacen todos los aos. Piensan que somos una presa fcil.Son nuestros vecinos, sabes.Son nuestros malos vecinos dijo l.La mujer estaba muy afectada. No quiero seguir adelante con el asunto.Vamos a seguir adelante.A pesar de mis deseos.S, aunque no los conoca hasta ahora.Ahora sabes lo que pienso.Lo s.Tom cruz la estancia hasta la mesa y volvi con un peridico; lo abri y se puso a leer.Katherine no estaba dormida cuando l entr en el dormitorio. No se movi, pero cuando l sali al pasillo para ir al cuarto de bao, se incorpor, cerr la puerta y apag la luz. Tom dio la luz cuando volvi, y Katherine se qued quieta. Cuando se incorpor, l estaba sentado en el borde de la cama quitndose la camisa.Has apagado t la luz? le pregunt.S, estoy cansada y la luz no me deja dormir.Le oy quitarse la camiseta y dejar caer al suelo un zapato y luego el otro. Sac el pijama de debajo de la almohada.Quiero hablar contigo de nuevo sobre el juicio de los Kenny le dijo.l cruz la habitacin para apagar la luz.Deja la luz encendida le dijo ella. Alz la vista. Estaba parado en medio de la habitacin.Crea que estabas cansada.Quiero que retires la denuncia.Por qu?Siempre hemos tenido buenas relaciones con nuestros vecinos.Por eso os quemaron la casa dijo l. Segua plantado en medio de la habitacin como si se dispusiera a apagar la luz en cualquier momento.Eso no lo hizo nadie de por aqu. Los alborotadores vinieron del pueblo dijo ella.Nadie sabe quin lo hizo. Pudo haber sido cualquiera.Todo eso ya no importa. Fue hace aos. T no estabas aqu entonces.Podramos arreglrnoslas sin algunos de nuestros vecinos dijo l.Y ellos sin nosotros dijo ella, rindose. l se dispuso a apagar la luz.No apagues la luz, Tom. No he terminado. Quiero que esto se pare, entiendes? No s si ha quedado claro. Y si mi padre viviera, tambin querra que parase.Las tierras son tuyas, es eso lo que quieres decir? Yo no tengo derecho a tomar decisiones, es eso lo que quieres decir?T no entiendes este lugar dijo ella.Es evidente que tu padre y t tampoco lo entendais muy bien. No me parece que haya mucho que entender, aparte del hecho de que esa tierra es nuestra y que no queremos que nuestros vecinos se metan en ella.No creo que te hayas parado a mirarla nunca dijo ella.Soy yo el que lleva esto y tomar las decisiones que haya que tomar.Te aconsejo que no lleves a nuestros vecinos al juzgado de Enniscorthy. Creo que sera un error.No te entrometas, Katherine.

Los das se hicieron templados y luminosos, el ltimo respiro antes del invierno. Katherine recorra el sendero desde la puerta de atrs hasta el ro; el sendero estaba cubierto de hojarasca en descomposicin. La casa pareca slida y tosca a la luz de la tarde otoal, angulosa en el aire templado. Cuando vio a Tom caminando hacia ella tuvo miedo un instante, pero en cuanto se dio cuenta de por qu era, sinti una resolucin apremiante y firme.Ya lo has solucionado? pregunt en cuanto se encontraron.No lo pongas todo tan difcil, Katherine.Ella dio la vuelta y regres con l hacia la casa.Yo no estoy poniendo nada difcil dijo. Les has dicho que dejen el asunto?No, no lo he hecho.Entonces lo har yo.No le des tanta importancia a esto. No tienes ningn motivo para hacerlo.Esa noche Tom, al acostarse, se roz con ella y cuando ella se volvi dndole la espalda la abraz y la bes en el cuello. Sinti la presin del pene erecto.No, Tom, no le dijo, y se retir hasta el borde de la cama. l se dio la vuelta sin decir nada. Ella se dio cuenta enseguida por su respiracin que se haba dormido.Se acercaba el da del juicio y la mujer volvi a la casa otra vez, la esperaba fuera, en la puerta de atrs. Esper all dos das seguidos hasta el oscurecer. Katherine segua trabajando en su cuarto; le agradaba poder evadirse cuando iba en coche al pueblo a buscar a Richard a la escuela. Notaba la presencia hostil de la mujer cuando volva, sabiendo que todos los de la casa estaban tambin al tanto de su presencia y que saban por qu estaba esperando.Quiso por una vez que Richard estuviera con ella en su cuarto de trabajo; no le importaban sus preguntas... ni su torpeza. Jug con l a doblar una hoja de papel y le dej dibujar la mitad de una figura mientras ella aada la otra mitad.Cuando el nio subi a acostarse, empez a leerle un cuento, pero l dijo que le aburra. Le prometi que le comprara un libro nuevo. Se senta protectora con l, pero el nio pareca incmodo con ella. Se dio la vuelta y le dijo que quera dormir. Katherine volvi abajo. Tom estaba en su despacho, revisando las cuentas.Esa mujer ha vuelto hoy dijo ella.S, la vi fuera, le dije que si volva a verla aqu llamara a los guardias.Has tomado una decisin? pregunt ella.El juicio se celebrar el mircoles. Creo que conseguiremos una indemnizacin muy buena. Todos los documentos estn en manos de los procuradores.Si sigues adelante con este asunto, yo me marcho.Baj la vista hacia l, sentado en el crculo de luz de la lmpara del escritorio.No hagas amenazas le dijo l sin alzar la vista.Si cambias de idea dmelo dijo ella, y volvi al saln y se sent junto al fuego.Tom se haba marchado cuando Katherine despert el mircoles por la maana. Baj a la cocina y Richard ya haba terminado el desayuno. Estaba esperando que un vecino le recogiera para ir a la escuela.Sabes dnde est mi marido? le pregunt a Mary.Tena un asunto en el pueblo. Se march hace una media hora.Dijo cundo volvera?No volver hasta la noche.Katherine comprendi que Mary estaba enterada del juicio que se iba a celebrar aquel da.Se sent a la mesa de la cocina con Richard hasta que oy los bocinazos. Entonces sali con l a la maana nublada. Dijo adis con la mano mientras el coche se alejaba. Y cuando volvi a la cocina, se dio cuenta de que Mary la observaba.Puedes poner el calentador? Voy a darme un bao le dijo.Creo que ya debe de estar bastante caliente contest Mary.Katherine subi al cuarto de bao helado y mientras se llenaba la baera se desnud y se examin atentamente en el espejo de cuerpo entero que haban salvado de la antigua casa despus del incendio. Se mir los pechos, el vientre y el cuello. No vea indicios de que tuviera ya treinta y dos aos; desde que se haba casado era como si se hubiera congelado, como si su piel blanca y las curvas de su cuerpo se hubieran contenido a la espera de algo. Tambin l, su marido, deba mirarse al espejo y deba pensar que pareca mucho ms viejo y que era un extrao en aquella casa; y deba haberse preguntado por qu se haba casado con l.Se senta cansada por la humedad y por haber dormido ms de la cuenta; no consegua decidir qu hacer. Se encontraba cada poco a Mary o a alguna de las chicas de la cocina a lo largo de la maana y tuvo que dejar de pensar en cmo eludirlas. Se senta prisionera; si usaba el telfono, alguna de ellas podra or la conversacin por la extensin. Se fue a su cuarto de la planta de arriba a planear cmo se marchara.Cuando vio subir un Anglia por el camino reconoci al repartidor del pueblo. Comprendi entonces lo fcil que iba a ser. Baj enseguida a la cocina y le pregunt si poda llevarla al pueblo. Mary la mir con expresin burlona, casi crtica.No se llevara nada de ropa. Se marchara slo con el pasaporte y un poco de dinero. Abajo, encontr las llaves del despacho sobre la puerta, saba dnde se guardaba el dinero y cogi lo que haba en el cajn sin contarlo. Muchos billetes irlandeses de diez libras y algunos ingleses de veinte.Tengo que hacer una o dos paradas en el camino le dijo el repartidor al arrancar el coche.Muy bien dijo ella.Supongo que va al juzgado coment l. Supongo que va a ver el juicio. No durar mucho. Es un caso clarsimo.Los Kenny son gentuza prosigui. No puede confiar uno en ninguno de ellos. Son capaces de robarte los ojos de la cara si te descuidas solt una risotada y repiti la frase. Eso es lo que haran.Se desvi a la derecha de la carretera principal y subi por un sendero.Ser slo un momento le dijo cuando par el coche. Salieron corriendo de la casa varios perros pastores, ladrando fuerte mientras l llevaba una caja de vveres hacia la casita encalada.Ahora estaba atrapada all. Podran cruzarse con Tom en la carretera. Imagin que se encontraban sus miradas y que Tom le indicaba al repartidor que parase y que ella tena que bajar del coche como si fuese una prisionera para volver a la casa como si no hubiera pasado nada.Esper. El repartidor sali con una mujer madura con delantal que se qued all plantada protegindose los ojos del sol mientras el repartidor se acercaba al coche.Ya tiene el t en la mesa le dijo.Qu?El t est caliente y la mesa puesta dijo l. Y no aceptar que le diga que no.La mujer los miraba desde la puerta de la casa.Lo siento, pero he cometido un error viniendo con usted, mi marido me estar esperando. Supongo que debera habrselo explicado le dijo Katherine en tono cortante. l sigui all parado junto al coche. Ella aadi: Podra decirle a la mujer que no tengo tiempo, y que gracias?El repartidor no abri la boca hasta que estaban cerca del pueblo.Yo dira que ser un caso clarsimo, seora.Puede dejarme cerca del hotel, en el puente quiz, si le va bien?Pero no va al juzgado? pareca decepcionado. Cruz el puente y la dej a la puerta del hotel.Katherine esper en el vestbulo hasta que supuso que se habra marchado. Entonces se atrevi a salir a Templeshcannon y subi hasta dejar atrs la fbrica de bacon camino de la estacin de tren. Pens detenidamente en las posibilidades que tena. Esperara all a que pasara el primer tren para Dubln. Esperara horas si tena que hacerlo. A Tom nunca se le ocurrira ir a buscarla all. Poda ir al sur, a Rosslare. Pero no saba si funcionaba an el transbordador, ni conoca el horario, y no quera preguntarlo en la estacin. Sera ms fcil comprar un billete para Dubln. Era la una en punto; el juzgado cerrara a la hora de comer, imagin, y Tom volvera a casa en coche y descubrira que no estaba y podra descubrir luego que faltaba el dinero. Segn el letrero de la estacin, haba un tren para Dubln a las tres menos veinte. Mir a ver si haba algn anuncio con los horarios de los transbordadores a Inglaterra, pero no vio nada. Tendra que dejarlo al azar.El cielo se estaba oscureciendo sobre el ro. Katherine entr en la sala de espera y se sent, deseosa de que pasaran de una vez las prximas veinticuatro horas. Imagin que haban pasado ya, como por arte de magia. Volvi a repasar las veinticuatro horas anteriores, pens en lo largas que le haban parecido. Consult el reloj. Slo haban pasado cinco minutos. Sali y se qued en el andn hasta que apareci un maletero con un carro de paquetes de la oficina.Tena tiempo para coger el tren que la llevara al transbordador de Dun Laoghaire, le dijo. Llegara a Londres a primera hora de la maana.El mar estaba en calma aquella noche, y el barco medio vaco. Intent dormir en el tren que cruzaba Inglaterra, pero no tena dnde apoyar la cabeza y cada vez que consegua quedarse dormida, despertaba sobresaltada. La noche se le hizo eterna.Marc el nmero de su madre en una cabina de la estacin de Euston. Contest inmediatamente, a pesar de lo temprano que era, con voz alegre y despierta.En Londres? Estupendo! Ven a verme.Pensaba ir ahora mismo.Ven cuando quieras. Me encantar verte. Su madre no pareca muy entusiasmada. No la invit a quedarse, sino que ms bien hablaba como si Katherine se propusiera ir slo a tomar el t con ella. Durante las largas noches y las angustias de las ltimas semanas nunca se le haba ocurrido pensar cmo recibira su madre la noticia de su llegada.Cogi un taxi para ir a casa de su madre. Ya no estaba cansada, pero necesitaba cambiarse de ropa y darse un bao. Las calles estaban despejadas en la maana gris, la ciudad an dorma. Sali a abrirle su madre, ataviada como para un gran acontecimiento.Cuntamelo todo le dijo.Tendrs que dejar que me quede aqu.Le has dejado? Estupendo, me alegra que lo hayas hecho.Katherine se lav y se cambi de ropa. Se sentaron en una salita que daba al jardn, que recoga toda la luz que llegaba del sol. Su madre volva una y otra vez a la historia de la mujer que suba por el camino de la casa para implorar a Katherine que no siguiera adelante con el juicio.Lstima que no haya venido contigo! le dijo, rindose. Una gran vaca irlandesa asedindote. Me alegra tanto que hayas venido.En los das que siguieron Katherine empez tambin a rerse.Cmo hablaba exactamente? le pregunt su madre; pero el intento de Katherine de imitar el acento de la mujer era tan inverosmil que su madre se ri an ms y quera que siguiera hacindolo.Has escapado de Irlanda en el momento justo le dijo, repasando una vez ms todos los detalles del viaje.Katherine no haca planes. Su madre preparaba todas las noches un cctel de vodka y vermut y le contaba historias del bombardeo de Londres, o sala a partidas de pquer o al cine. Una noche, invit a unas amigas a tomar unas copas y a jugar al pquer. Eran todas inglesas de sesenta y tantos y setenta y tantos aos y bebieron varios ccteles antes de sentarse a jugar a las cartas.El pquer fue lo que nos salv durante la guerra, cario le dijo su madre a Katherine mientras jugaban la primera mano. Luego, su madre sali de la habitacin y las seoras siguieron conversando entre ellas hasta que una se volvi hacia Katherine sonriendo.As que t eres la amiga irlandesa coment.Supongo que s repuso ella. Haca bastantes aos que no vea a mi madre.Tu madre? Est tu madre en Londres tambin?sta es la casa de mi madre. Soy su hija.De pronto cay en la cuenta de que no haba sido presentada a aquellas mujeres como hija de su madre y que su madre no haba pronunciado la palabra madre en su presencia.Eres su hija? No saba que tuviera hijos.Aqu viene. Pregntaselo.Katherine pregunt a su madre despus, cuando las invitadas ya se haban ido y estaban las dos en la cocina, por qu les haba dicho a sus amigas que no tena hijos.Todo eso lo dej atrs.Resulta extrao que te eliminen de ese modo.S, es como salir del cine, dejndolo todo atrs, la gran pelcula.Deja de bromear.No me digas lo que tengo que hacer, Katherine.He existido alguna vez para ti?Me march de aquel lugar, y lo dej atrs. Es lo que vas a hacer t, no? Tu padre no quiso venir. No creo que t le hayas consultado a tu marido. Por cierto, ha telefoneado dos veces hoy.Tom?Volver a llamar maana. Le dije que haba estado en contacto contigo y que te lo dira.Dile que me he marchado dijo ella, dndose la vuelta.

Colm Tibn El sur

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Barcelona:un retrato de FrancoDeberamos llamar a esto el rincn del exiliado dijo Michael Graves, mientras el camarero le serva ms jerez. Deberamos poner un letrero. Sabes cmo se dice exiliado en irlands?

Dmelo, por favor.Deora.Muy interesante.Puede que s. Pero sabes lo que significa?No.Deor significa lgrima y deora significa el que ha conocido las lgrimas.No veo surcos profundos en tus mejillas dijo ella.Eso es porque en realidad no soy un exiliado sino un refugiado, lo mismo que t. Encantado de marcharme. Un gran pas para emigrar el nuestro. Y despus de este destierro nuestro... empez a recitar.Qu es eso?Una oracin. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida y dulzura, esperanza nuestra, Dios te salve. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lgrimas... Se reza al final del rosario. Sabes lo que es el rosario?Una oracin.Muy cierto. Es una oracin.Le hablaba con una soltura burlona que no haba apreciado antes; insista en una familiaridad que le resultaba desconcertante. Incluso mientras le hablaba ahora y se burlaba de ella, no descartaba la posibilidad de que aquel Michael Graves se largara y les dejara solos y de que su marcha le causase sentimientos encontrados. Se haba acostumbrado a su cara, amarillenta y encogida como una manzana que se ha dejado al sol. Tambin a Miguel le caa simptico. Le haba dicho una vez a Katherine que le gustaban los extranjeros, aadiendo que a ella tambin le pasara lo mismo si hubiera vivido diez aos en Barcelona. Ella haba intentado decirle que haba otros extranjeros a mano si se cansaba de los que estaban con l entonces, pero l no lo haba entendido.Cuntas copas has tomado con Miguel esta tarde antes de que te encontrara? pregunt a Michael Graves.Cinco repuso l.Cinco qu?Cinco copas.Pero de qu? pregunt ella.Las pidi Miguel. Las pag Miguel. Yo soy la parte inocente.Los cuadros de Miguel cubran las paredes. Haba trabajado mucho durante varias semanas para terminar cuadros que haba desechado anteriormente, intentando recuperar algunos que haba hecho aos atrs e iniciar cosas nuevas. Las ltimas semanas haba pintado toda la noche en un rincn del estudio de Ramn Rogent en Puertaferrisa.

Katherine se dio cuenta de que se le ponan los ojos vidriosos en cuanto se mencionaba algo que no fuera su exposicin. Haba visto cmo Michael Graves se haba convertido en amigo y asesor de Miguel, y le deca en su psimo espaol lo que deba hacer con sus cuadros, cmo deba enmarcarlos, si deba barnizarlos y cules deba descartar.Michael Graves apareca todos los das en un momento u otro. Si llegaba a ltima hora de la tarde, se quedaba charlando y bebiendo mientras hubiera compaa; pero a veces se presentaba por la maana y se marchaba a la hora de comer. Viva en una pensin del barrio chino. Deca que era barata y que le gustaba el ambiente. No saban nada de l: no saban por qu estaba all, ni cunto pensaba quedarse ni lo que haca con su tiempo. Tena la cabeza llena de informacin de libros que haba ledo y de personas que haba conocido. Un da les llev un montn de dibujos que haba hecho: escenas del barrio chino. Todos los estudiantes quedaron impresionados. Ramn Rogent quera comprarle uno.Katherine le llev aquella tarde a un bar del mercado de las Ramblas. Pareca nervioso y tenso.Tal vez no debera haber llevado esos dibujos dijo.Todo el mundo piensa que son muy buenos replic Katherine.Tengo una habilidad natural, eso fue lo que le gust a Rogent, la cosa innata, la cosa con la que naces. No s cunto debera cobrar por los dibujos. Necesito el dinero.l no es rico.Necesito vender ms de uno. No tengo dinero. Si no, me los quedara.No tenas dinero antes de venir aqu? pregunt ella.S, pero lo he gastado. Necesito algunos encargos.Quieres un prstamo?S.Cunto?Esto y un poco ms dej la factura de la pensin en la mesa. No era mucho dinero.Puedo drtelo maana dijo ella.Lo necesito hoy. Tienen mi pasaporte en la pensin y si no les pag hoy mismo llamarn a la polica.Vamos al banco.Te lo devolver dijo l. A Katherine le sorprenda que estuviera tan tranquilo.

Una semana antes de la exposicin apareci en el estudio de Ramn Rogent un hombrecito que se llev los cuadros que estaban acabados. Rogent y Miguel le llamaban Jordi Gil. Michael Graves le llamaba Shylock; le caa mal y haca imitaciones de l frotndose las manos entusiasmado ante la visin del dinero. Michael fue al Instituto Britnico y se hizo socio de la biblioteca para poder sacar las obras completas de Shakespeare e hizo leer a Katherine El mercader de Venecia. Le adjudic el papel de Ysica, la hija de Shylock.Sintate, Ysica sola decirle en cuanto tena ocasin, mira cmo est cubierto el suelo del cielo de gruesos lingotes de oro.A ella le aburra a veces. Le pareca irracional que Jordi Gil le cayera tan antiptico. Volvi a su gramtica de espaol y a la ventana de la pensin, a los paseos por el barrio gtico, a las comidas solitarias en el hotel Coln y a las visitas a la plaza de San Felipe Neri.Las clases de pintura con Ramn Rogent le proporcionaban un punto de referencia. Iba a comer o a tomar una copa con cualquiera que estuviera libre; pero Miguel estaba preocupado por la exposicin, no estaba preocupado por ella.La exposicin era importante. Habra una gran inauguracin en la galera, y un catlogo con reproducciones en color. Los precios seran altos, la galera era buena. Jordi Gil le haba dado un anticipo a Miguel, que haba dicho que si se vendan suficientes cuadros quera irse a vivir al Pirineo. Ella estaba en la cama una maana en la habitacin que l tena en el piso de un amigo en Gracia. Crea que l se haba marchado ya para todo el da. Se qued echada a oscuras, preocupada por la idea de estar embarazada: haban hecho el amor por la noche sin anticonceptivo. Se haban arriesgado. Tendra que tomar pronto una decisin sobre Miguel.l volvi a la habitacin y se qued a los pies de la cama con las manos apoyadas en la barra de hierro.Quieres venir a vivir conmigo en un pueblo del Pirineo?Katherine tradujo para s en un susurro:Do you want to come and live with me in a village in the Pyrenees?Se acurruc en la cama un momento y se volvi hacia la pared. Dej que se prolongara un poco el silencio. Luego ya se sent en la cama y le mir. An tena las manos apoyadas en la barra de hierro.S le dijo.l frunci los labios como si le hiciera gracia. Se fue. Ella se record que poda irse cuando quisiera.

Ramn Rogent ense a Katherine a emplear el negro para delinear, como si el pincel fuera un lpiz. Le ense a dibujar primero lo que quera empleando pintura negra al leo. A partir de ah, los problemas eran densidad y textura. Le ense que la luz era una forma de densidad. Le demostr que Picasso haca que la pintura pareciera escultura dando a cada color una densidad en su aplicacin, como si fuera masa. Le ense reproducciones de Matisse y de Dufy, explicndole que haban empleado pintura negra para trazar las lneas, y luego el color para fijar la densidad y la textura. Ella volva todos los das y trabajaba en eso.Rogent estaba pintando un cuadro grande titulado La mecedora y utilizaba una modelo con un vestido recargado de flores estampadas sentada en una mecedora ante una ventana abierta que daba a un balcn. Le ense los esbozos que haba hecho para la obra, cmo haba planeado que el mismo rosa apareciera en la cara y en los brazos de la mujer, en un edificio que se vea fuera al fondo y como puntos en el vestido de la modelo. Pero lo que dara fuerza al cuadro sera el uso del negro para los trazos y las sombras. Rogent trabajaba una y otra vez en el negro. La ense a utilizarlo.A Michael Graves no le pareca bien lo que le estaban enseando a Katherine. Segn l, tena que aprender a dibujar a lpiz, no a hacer marcas falsas con leo negro y texturas falsas con colores falsos. Un da que fueron al Tibidabo l se llev el cuaderno de bocetos y ella pas la tarde vindole dibujar Barcelona all abajo, con el mar al fondo. Dibujaba con una fluidez que Katherine nunca hubiera credo posible. Era mucho mejor dibujante que Miguel y que Rogent.Dnde aprendiste a dibujar as?Siempre he sabido hacerlo. Lo nico que hice fue perfeccionarlo con la prctica. Es cuestin de prctica. T deberas hacerlo tambin en lugar de aprender a emborronar lienzos.Qu hacas antes de venir aqu?Poca cosa. Era profesor. Trabaj en un hospital.De qu parte de Enniscorthy eres? Haba intentado preguntrselo antes, pero l haba eludido la pregunta. Esta vez contest con franqueza.Conoces la casa de Frank Roche, en Slaney Lodge?S, claro que la conozco.Pues justo enfrente hay cuatro casas adosadas. En una de ellas nac yo.Son muy pequeas.S, a ti te pareceran pequesimas.La mir fijamente con sus grandes ojos verdes. Ella percibi la burla, la amargura, la irona. Encendi un cigarrillo.Por qu no fumas? le pregunt.Los pulmones contest l.Qu les pasa a tus pulmones?No estn en buena forma.Por qu?Tuberculosis dijo l.Cunto tiempo la tuviste?Aos.Estuviste en un sanatorio?S.Cunto tiempo?Has ledo un libro titulado La montaa mgica? le pregunt.No dijo ella.Pues fue como La montaa mgica, slo que muri ms gente. Murieron casi todos. Yo no.Le estrech la mano un momento y se acerc ms a ella, que estaba sentada en la hierba. Le apoy la cabeza en el hombro.Cunto tiempo tuviste tuberculosis? pregunt ella.l no contest. Le pos la mano en el pecho con suavidad, casi juguetonamente, y la dej all.Michael, Michael susurr ella.l no se movi.Quiero marcharme le dijo. No, por favor.Apart la mano de l de su pecho, pero no la solt. Caminaron en silencio hasta el tranva en la tarde clida.

Ella no esperaba ver nada familiar en aquella ciudad desconocida, as que cuando mir al interior de la galera y vio los cuadros de Miguel colgados en las paredes se qued sobrecogida. Fue por un instante como volver a casa, o como ver la caligrafa de alguien en un contexto nuevo. Se qued parada en la calle y tard un minuto entero en darse cuenta de lo que estaba viendo. Se haba olvidado de los frenticos preparativos de la exposicin.Cuando entr se sinti tan desilusionada como saba que se sentira. Slo le gustaba la obra acadmica que haba visto de Miguel: los bodegones, los retratos. Aquello le pareca demasiado surrealista: haba demasiadas imgenes, demasiados mensajes. Rejas carcelarias que se convertan en serpientes; brazos de hombres que se convertan en fusiles; atades.Haba escuchado las discusiones de Miguel con Rogent sobre pintura y haba observado la diferencia que haba entre ellos. Rogent hablaba del color y de la forma, hablaba de belleza, hablaba de usar la pintura casi por la pintura misma. Miguel crea que los cuadros deban manifestar algo, deban decir la verdad, deban ser afirmativos. Miguel admiraba a Goya por Los fusilamientos del 3 de mayo, Ramn admiraba tambin a Goya por sus retratos de la corte. Sus puntos de vista eran tan claros y tan distintos que Katherine no tuvo dificultad para comprenderlos. Ni tuvo ninguna dificultad para ponerse del lado de Ramn Rogent. Sinti claramente que era as mientras recorra la galera.

Haba habido tensin toda aquella semana, por el retrato de Franco que Miguel haba empezado varios aos antes. Desapareci durante un da con el lienzo y cuando volvi al estudio de Rogent no dejaba que lo viera nadie. Despej un espacio en el rincn y trabaj toda la noche, asegurndose de que nadie pudiera ver lo que estaba haciendo. Katherine comprenda la tensin, saba que estaban esperando los estudiantes y por qu estaba tan nervioso Rogent. Miguel estaba pintando a Franco.Aquella noche estaba en el estudio Montserrat, la mujer de Rogent, e intent explicarle ms el problema a Katherine, pero ella no consegua entender lo que le deca Montserrat; se limit a asentir con un cabeceo. Al final volvi Rosa, que pareca trabajar como ayudante de Rogent, y Katherine le pregunt cul era el problema.Quiere insultar a Franco con su cuadro replic Rosa.Por eso estn todos tan preocupados? pregunt Katherine.Si lo descubre la polica le detendrn.A Miguel?S. Y si la polica lo encuentra aqu en el taller de Rogent, detendrn tambin a Rogent.Pero no es para la exposicin? pregunt.Miguel lo quiere para la exposicin, pero... Rosa hizo un gesto como de cortarse el cuello.Rogent an segua all por la maana. Le cubra la cara delgada una barba rubia incipiente. Montserrat se haba marchado, pero haba aparecido Michael Graves y estaba junto a Miguel delante del caballete. Slo le haba dejado ver el cuadro a l. Al verla, corri hacia ella cruzando el estudio.Es un genio, tu marido. S que no es tu marido, pero es un genio.Rogent quiso saber lo que pasaba. Pareca muy nervioso. Michael Graves se encogi de hombros como si no entendiera. Se volvi hacia Katherine.El cuadro, Miguel me dijo que te lo dijera, se titula La muerte de Franco, y es Franco muerto en un atad. Hay una rata enorme comindoselo y gusanos que lo estn comiendo tambin. Es un cuadro endemoniadamente bueno. Es tremendo.Pero no puede hacer eso dijo ella.Por qu no? Claro que puede.Le detendrn.Quin le detendr?La polica.Le detendr yo si no lo acaba dijo Michael. Es un genio, tu marido.Estamos en Espaa. Habr problemas dijo ella.Pues que los haya. Ya es hora de que haya problemas replic l.

Cuando Miguel no pudo seguir trabajando porque estaba demasiado cansado, Michael Graves se sent delante del cuadro como un flaco galgo para protegerlo. Clavaba los ojos verdes en los que entraban en el taller como si estuviera dispuesto a morderlos si se acercaban. Estaba sentado a horcajadas en una silla con las manos apoyadas en el respaldo de madera. Cuando volvi Miguel, hablaron un rato. A Katherine le sacaba de quicio Michael Graves; no tena ni idea de cmo conseguan comunicarse Miguel y l: Miguel no hablaba ingls y el espaol de Michael era rudimentario. Seguan hablando cuando volvi al estudio Ramn Rogent acompaado de Jordi Gil. Gil le grit algo a Miguel nada ms entrar. Pareca una orden; le habl en cataln. Miguel se acerc a l, Katherine se fij en que tena los puos cerrados. Empez a gritar. Rogent no deca nada. Estaba plido.Miguel se acerc tanto a Gil que ste tuvo que retroceder unos pasos. Le seal con un dedo y se lo clav en el pecho. Gritaban los dos en cataln. Gil no haca ms que sealar el cuadro del fondo de la habitacin. Katherine recurri a Rosa para que le explicara qu decan.El seor Gil dice que no incluir ese cuadro en la exposicin. Miguel dice que tiene que incluirse le explic.Michael Graves se acerc a Rosa.Cmo decs vosotros coward? le pregunt.Cobarde contest ella.Cobarde. Parece lgico dijo l. Se acerc a Gil.Cobarde dijo. Cobarde repiti. Se encorv para ponerse a la altura de Gil y peg la cara a la suya y volvi a llamarle cobarde.Gil estaba rojo; pareca a punto de explotar. Le dijo algo en voz baja a Rogent y luego se encamin hacia la puerta. Finalmente, Miguel y Rogent se unieron a l y se fueron los tres a la calle.Michael Graves volvi a ocupar su puesto de guardin del cuadro y Rosa se sent enfrente de l con un bloc de dibujo y se puso a dibujarle guardando el cuadro. Ella les explic que Rogent tena miedo de que alguno de sus alumnos denunciara a Miguel a la polica. Dijo que era imposible saber de qu lado estaba la gente, aunque fuesen catalanes. Michael Graves dijo que ira l mismo a la polica si no incluan el cuadro en la exposicin. Rosa emple distintos pinceles en el esbozo para conseguir diferentes efectos. A Michael Graves pareca gustarle que le dibujara y estaba todo lo quieto que poda, guardando el retrato de Franco.Tienes que dejar de portarte como un chiquillo le dijo Katherine.Katherine fue a buscarlos y no estaban en la galera ni en ninguno de los cafs de la calle. Entr en el bar de la plaza del Pino a tomar una cerveza y un sndwich y all estaban sentados los tres. Gil estaba escribiendo una lista de nombres. De vez en cuando uno de ellos gritaba un nombre y todos se echaban a rer. Unas veces aadan el nombre a la lista y otras veces no.Miguel le explic que haba llegado a un acuerdo con Gil. Haba aceptado que no se incluyese el cuadro en la exposicin si Gil aceptaba pagar una fiesta aparte en la que se expondra el cuadro la noche antes de la inauguracin. Le dijo que estaban preparando una lista de los que iban a invitar y que era importante que nadie de la lista fuese fascista o espa.

Pero la mayora de los invitados no asistieron. Gil pronunci un discurso y el escaso pblico se ri con las continuas exclamaciones de Michael Graves. Se descubri el retrato, descorcharon las botellas de champn y Katherine se dio cuenta de que a la gente le decepcionaba el cuadro, que no pareca impresionar a los pocos estudiantes y artistas presentes.Jordi Gil sirvi champn a todo el mundo. Katherine se acerc a examinar el cuadro. La cara no estaba bien. Ella no habra reconocido a Franco en aquel hombre; se era el primer fallo. La sensacin de algo podrido estaba lograda, sin embargo, en su opinin. La rata era aterradora; con la cola posada en la cara mientras le hincaba los dientes en el hombro. Rogent vio que estaba mirando el cuadro y se acerc. Le pregunt si le gustaba. Cuando le dijo que no, que no le gustaba, dijo que coincida con ella.Katherine le explic que le gustaban las clases y sonri cuando l le dijo que era su mejor alumna. Aadi que deba procurar tomrselo en serio y trabajar de firme. Miraron los dos a Michael Graves, que tena abrazado a Jordi Gil y estaba cantando una cancin. Katherine le pregunt qu le parecan los dibujos de Michael Graves.Son maravillosos le dijo. Le miraba mientras cantaba. Pero le interesa ms la vida que la pintura.Katherine not que Miguel la estaba mirando desde el otro lado de la sala; le sonri y l le hizo un guio.

La noche siguiente, en la inauguracin oficial, se vendieron cuadros suficientes para que Jordi Gil se diera por satisfecho, para que se olvidara la ria. Katherine estaba con Michael Graves cuando la gente empez a marcharse. Miguel se acerc y les dijo que Gil le haba dado ms dinero y que haba reservado una mesa grande en la Barceloneta.Haca calor aquella noche. Bajaron en un taxi hasta la estatua de Coln, desde donde se vean los barcos del puerto y all torcieron a la izquierda hacia la estacin y luego bajaron por donde los almacenes hasta la Barceloneta. Miguel pidi al taxista que parara antes de llegar al restaurante y entraron en un bar que quedaba en la esquina de una de aquellas callecitas.Miguel y Michael Graves pidieron absenta de aperitivo; Katherine pidi una cerveza. Era la segunda noche seguida que pasaban bebiendo y Katherine no crea que pudiese beber mucho ms. Apenas haba probado la cerveza cuando Michael Graves pidi otra ronda. Katherine le dijo que dejara de beber tan deprisa. Miguel le dijo a ella que dejara de hablar en ingls, porque no la entenda. Ella le repiti en espaol lo que haba dicho y l le dijo que la culpa la tena ella, que beba demasiado despacio.Los dems les estaban esperando en el restaurante. Pidieron paella y vino blanco. Michael Graves dijo que quera vino tinto; Miguel se le sum, dijo que tambin l quera vino tinto. Despus de cenar tomaron varias copas de coac cada uno y siguieron sentados a la mesa cuando se fueron los dems; luego volvieron al bar en el que haban estado antes. Katherine estaba disfrutando ya de la bebida por entonces, pero Miguel y Michael Graves se haban emborrachado demasiado deprisa para que pudiera alcanzarlos. A medianoche cerraban ya el bar y tuvieron que irse.Subieron andando por la Barceloneta hacia la ciudad, mirando a ver si haba algn bar abierto en el camino. Katherine oa como Miguel le contaba a Michael Graves una historia de la crcel; le resultaba imposible seguir el hilo. Michael Graves asenta con la cabeza, pero ella no crea que le entendiera. Encontraron un bar abierto en Va Layetana.Katherine perdi la cuenta de los bares en los que entraron. A las tres de la maana estaban cerca de las Ramblas y Michael Graves dijo que haca muchos aos que no se senta tan sereno, que necesitaba beber ms. Miguel intent hablar en ingls y Michael Graves le ense a decir I need more drink. Segua haciendo calor mientras suban las Ramblas hacia la plaza de Catalua; estaban lavando la calle con mangueras. Pas un taxi. Miguel silb. El taxi par a cierta distancia de ellos y corrieron hacia l. Miguel habl con el conductor; pareca que no saba adnde quera ir y el taxista pareca indeciso; pero al poco rato arranc hacia la plaza de Catalua y hacia la universidad. Katherine pregunt a Miguel adnde iban.Le he dicho que nos lleve a un bar o a cualquier sitio que no sea un burdel ni muy caro contest l, y ella le explic a Michael Graves que el taxista les llevaba a un bar que no era un burdel ni muy caro.Estupendo dijo l. Me encanta que vayamos a un burdel.No le explic ella. No vamos a un burdel.S, ya lo s. Estoy escuchando. Ya entend lo que dijo Miguel.El taxi par en una calle desierta a la entrada de un garaje subterrneo. El conductor le dijo a Miguel que haba un bar en el garaje. El taxi se fue, dejndolos en la calle a oscuras mirando el edificio vaco y oscuro. Entraron en el garaje, pero no haba ningn letrero de un bar, slo una puertecita a la izquierda, tal vez una entrada lateral del edificio principal. Miguel fue a girar el pomo de la puerta y retrocedi asustado cuando se abri y salieron dos personas que siguieron hacia la calle. Se asom por la puerta y vio que haba un bar, tal como haba dicho el taxista. Hizo seas a los otros para que le siguieran.Les dieron una carta en cuanto se sentaron; el local estaba medio lleno; haba msica puesta, muy alta. Katherine mir alrededor pero no pudo ver ms entrada que la que ellos haban utilizado para entrar. Le pareci que casi todas las mujeres eran prostitutas. Michael Graves propuso que pidieran unos emparedados y cerveza fra. Dijo que la cerveza les despejara. Y pensaba tomar caf y coac despus de la cerveza.Miguel se puso a hablar de lo que poda hacer con el cuadro de Franco que haba devuelto al taller de Rogent. Haba prometido no dejarlo all. Michael Graves dijo que podan mandrselo a Franco. O quiz a su mujer.Cmo se llama su mujer? le pregunt a Miguel, pero Miguel estaba concentrado en intentar que le hiciese caso el camarero. Michael Graves se fij en la gente del reservado de detrs, que parecan dos hombres de negocios con sus novias, y les pregunt: La esposa de Franco, cmo se llama?Katherine vio que adoptaban inmediatamente una actitud hostil. Cogi a Michael por la mueca y le dijo que parara.

La vaga luz del amanecer inundaba el cielo por el puerto. Las Ramblas estaban desiertas. Eran las cinco de la maana. Los bares del mercado abriran en media hora, pero hasta entonces no haba ningn sitio al que pudieran ir, slo volver al estudio de Rogent para decidir all si se iban a casa o seguan bebiendo. Miguel segua hablando de su retrato de Franco y de que quera regalrselo al Museo de Arte Moderno. Michael Graves dijo que tenan que bajarlo inmediatamente y dejarlo en las puertas del museo.A Katherine, aunque estaba cansada, se le haba disparado la cabeza despus de los cafs dobles que haba tomado en el garaje. Vio que Miguel empezaba a envolver el cuadro y supuso que se lo llevara a su piso. Michael Graves le pregunt si de verdad iban a dejarlo en las puertas del Museo de Arte Moderno. Le contest que no, que iba a dejarlo en la plaza de San Jaime, que causara ms impacto all, porque a un lado estaba el edificio de la polica y al otro el ayuntamiento. Sigui envolvindolo.Pero siempre hay policas por all dijo Michael Graves. Katherine era de la misma opinin. Miguel dijo que quera dejar el cuadro apoyado en la puerta principal de la jefatura de polica. A las cinco de la maana no habra ningn agente.

Haban pasado la entrada