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    Juan Luis Arsuaga, Jaume Bertranpetit, Camilo J

    Cela Conde, Ignacio Martnez, Jess Mostern, J. L. Ol ler-Ario, Salvador Pniker, Francesc

    n e x u Fundaci

    Caixa

    Catalunya

    2004

    Revistasemestral

    de cultura

    Artes plst cas,

    letras, msica,

    ciencia

    i Nm. 33

    diciembre

    Sobre la naturaleza humana

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    Textos

    JUAN LUIS ARSUAGA, JAUME BERTRANPETIT,CAMILO JOS CELA CONDE, IGNACIO MARTNEZ,

    JESS MOSTERN, J. L. OLLER-ARIO,SALVADOR PNIKER, FRANCESC TORRALBA

    y el equipo de redaccin de laFUNDACI CAIXA CATALUNYA

    Traducciones:CARME GALA (al castellano del catalan: JaumeBertranpetit)

    Produccin: Manuel Gonzlez-Palacio per aFUNDACI CAIXA CATALUNYA

    ISSN 1575-0876

    Dipsito Legal: B-48.887-03

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    La FUNDACI CAIXA CATALUNYAno necesriamente comparte las opinionesdel sus colaboradores

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    Versin espaola E l r e t o r no d e l a na t u r a , e l c o m i enz od e l a a ven t u r a

    Sigmund Freud reivindicaba para el psi-coanlisis el privilegio de haber infligido alamor propio humano su tercera gran humi-llacin, despus de Coprnico y de Darwin.Hoy nos encontramos en un momento derecapitulacin de viejas y nuevas humi-llaciones. Sucede, por ejemplo, que des-

    de el punto de vista del nmero de genes,tampoco nos diferenciamos mucho de lasmoscas o de las ratas. Sucede que la astro-fsica nos ha hecho conscientes de la por-tentosa insignificancia de nuestro lugaren el universo. En fin, concluy la era dela libertad humana sin lmites, aquellaspocas en que el innatismo era de derechasy el culturalismo, de izquierdas. Hoy somosmucho ms cautos. La naturaleza huma-na no puede variar indefinidamente, segnsea el ambiente. Parece ser que a Marga-ret Mead, sus jvenes informantes de Samoale tomaron el pelo.

    El caso es que, desde una perspectivams cientfica que humanista, filosofamosdespus de Darwin. Sabemos que descen-demos de aquellos primeros simios quecomenzaron a andar sobre dos patas. Sabe-mos que todos los seres vivos usamos el mis-mo cdigo, nos basamos en el ADN. Cabeimaginar otras muchas formas de alma-cenar la informacin gentica, pero la ver-dad es que los miles de millones de espe-cies vivas que hay sobre la Tierra lohacemos de la misma manera. Somos esen-cialmente animales. Animales parlantes,pero animales al fin. Concluy la era de las

    cosmovisiones totalitarias. El postmoder-nismo, que Lyotard defini como la des-creencia en los meta-relatos, impregnanuestra poca. El simio humano ha cons-truido herramientas, relatos, religiones.Nada de eso viene de la trascendencia, aun-que apunte hacia ella. Ahora bien, esa esuna visin que en cierto modo tranquili-za. Es una modestia ontolgica que, en cier-to modo, nos inmuniza contra ancestralesansiedades. Los viejos mitos de inmortali-dad resultan menos necesarios. Podemosvivir sin protecciones absolutas. Cierta-mente, religiones y fundamentalismos

    siguen ah, pero ello es, ante todo, un sn-toma de la complejidad del trnsito. Unsntoma que, si hay suerte y sabidura, estdestinado a desaparecer.

    As, retorna la naturaleza humana, y seajusta a sus modestos lmites la libertad.Por otra parte, aumentan la complejidad yla incertidumbre; lo cual exigir un plus decreatividad para la mera adaptacin e,incluso, para la supervivencia. Se esfumanviejas preguntas teolgicas, y se generan

    nuevas cuestiones secularizadas. Poplo cul es el origen de la vida?, dde surgi la mente?, cmo empezverso? Bien entendido que el hointelectual de nuestro tiempo lo maempirismo y el mtodo cientfico. asumido lo esencial del mensaje dea saber, que no es el mundo funciideas, sino las ideas funcin del m(Lo cual no significa que el hombre

    historia, sino atender a la accin de sobre lo supra, generalmente descpor los filsofos espiritualistas.) Pparte, con su aproximacin cada vmisteriosa a la realidad, la ciencia,rencia de otras pocas, ya no contrdesencantar el mundo. La mismaria ha dejado de ser ese asunto abde que se quejaba Whitehead. Cabsar incluso que una nueva metafsicmodesta y ms profunda, ms respcon la ciencia, est en sus albores.

    En todo caso, la ciencia ha hechbiar nuestro repertorio de metfor

    sficas. Por ejemplo, Henri Bergso la expresin ingenuamente misde lan vital; hoy hablaramos de plejidad recursiva de los mecanisreproduccin del ADN, lo cual esms cientfico y preciso, pero no menterioso y asombroso. Ni menos mtotro lugar he propuesto el llamado lo retroprogresivo que concilia la rizacin con la aproximacin al orracionalidad ilustrada con la mromntica. Quiere decirse que incacto de filosofar no puede perder dsu origen animal, y que ah, en e

    biosis, reside lo caracterstico de laraleza humana. La mente se inscel cerebro, que es el ms sofisticadno animal. Ninguna construccin cpuede desconectarse de su raz, y ees tan espiritual como materiacsmica como animal. As, el origetica no lo encuentra uno tanto en trato social de Hobbes cuanto en ladel propio Darwin, precursor de logos. El origen est en los instintoles de los animales, no slo en elracional del egosmo (Hobbes). Lescrito en mi libro Cuaderno amariluna previa simpata activa quesoluciones compartidas. Las conmorales no slo son producto de laria cultural, sino tambin de la senatural. Si cabe hablar de un animco es porque los comportamientos tas y corporativos poseen un valor devivencia.

    Darwin cita la regla de oro, la formulara Confucio mucho antes quto: No hagas a los dems lo que n

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    ERSIN

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    res que te hagan a ti. Pero a veces es bue-no que te hagan lo que no quieres que tehagan. Darwin comprendi que lo que hacenecesaria la moralidad es el conflicto.Cmo resuelven los animales sus situa-ciones de conflicto? Algo tiene que decirla etologa a todo esto. Un planteamientoretroprogresivo no puede limitarse a unatica abstracta y humanista que slo con-cierne a la especie humana. Ha llegado

    la hora de retirar la tica de las manos delos filsofos y biologizarla, escribi E.O.Wilson en su famoso libroSociobiologa.Bien. Se puede seguir haciendo filosofamoral desde la biologa. Como dije antes,felizmente pas a la historia la poca enque lo innato era de derechas y lo adqui-rido de izquierdas. El modelo retroprogre-sivo atiende tanto a lo espiritual como alo animal. Resulta obvio, por ejemplo, queel altruismo no se limita a nuestra espe-cie. Los etlogos mencionan el fenmenollamado del altruismo recproco: hoy teayudo yo, maana me ayudas t. Egos-

    mo y altruismo vienen intrincados y lanaturaleza no slo atiende a las razones delgen egosta o las atiende de un modomuy sutil. Los animales conocen la empa-ta y la simpata, y la llamada ley de laselva es ms ordenada y racional de lo quese pensaba. Es, pues, ridculo teorizar sobrela moralidad humana sin un anlisis pre-vio del comportamiento social de los ani-males, y en especial de los primates. Des-cendemos de animales que vivieron encomunidad durante millones de aos. Elmtico contrato social estaba ya inven-tado mucho antes de que la especie huma-

    na apareciese sobre el planeta, y ningunareferencia a la naturaleza humana pue-de silenciar estas races.

    Una nueva filosofa de la naturalezahumana, desde un enfoque retroprogre-sivo, no puede aceptar ni la etiqueta denaturalismo ni la de culturalismo, sino,en todo caso, ambas a la vez. El natura-lismo tico inaugurado por Darwin debeconciliarse con la tradicin clsica e inclu-so historicista. Por ejemplo, es el altruis-mo un comportamiento innato o adquiri-do? Obviamente, es ambas cosas. Lasestrategias del ya mencionado gen egos-

    ta (Dawkins) no estn reidas con losplanteamientos digamos espiritualistas.Los conceptos de adaptacin y de super-vivencia son muy amplios. Quiz altruis-mo biolgico y altruismo moral sean cosasdiferentes, pero desde luego estn conec-tadas. No se trata de reducir la tica a labiologa sino de atender a sus conexionesrecprocas.

    En resolucin, la reaparicin actual dela naturaleza humana se inscribe dentro

    de un amplio movimiento cultural que vacolocando al ser humano en un lugarmucho menos privilegiado de lo que se cre-a. Se equivocaron los idealistas, y tambinSartre y los conductistas, que de algnmodo coincidan en creer que el animalhumano era antes libertad que naturale-za. Nuestra libertad es funcin de nuestrocerebro, el cual lo es de nuestro genoma, esdecir, de nuestro primer estatuto natu-

    ral. No es que el cerebro sea la causa dela mente, como pretende un ingenuo mate-rialismo mecnico; pero tampoco mente ycerebro son cosas separables. Desde unenfoque no-dual (que no es lo mismo quemonista) nos encontramos aqu con unasola realidad ontolgica que exige ser abor-dada por la va de una diversidad episte-molgica. Una cosa es el lenguaje neuro-lgico y otra el psicolgico; pero ambostratan de lo mismo. Rechazar el dualismono conduce forzosamente a ser materia-lista o espiritualista. Negar el espritu enla mquina (Ryle) no convierte al hom-

    bre en mquina. Y aunque de momento nodispongamos de ninguna teora cientficade la conciencia, no podemos negar quela conciencia existe.

    Redescubrimiento de la naturalezahumana, recolocacin del animal huma-no en el modesto lugar que le corresponde;ahora bien, todo ello viene enmarcado enuna situacin de fluidez sin precedentes.As sucede que estamos penetrando en unaedad nueva en la que habr de ser posibleque la biotecnologa pueda modificar lamisma naturaleza humana. Es la edaddel evolucionismo autodirigido. Los retos

    y los riesgos son ah tan inditos como for-midables. En contra del clich de que nosencaminamos hacia un mundo cada vezms fcil y trillado, lo cierto es, como ya seapunt al principio de este artculo, queel futuro va a ser cada da ms incierto yms complejo, ms interrelacionado (la eco-loga nos ha enseado que todo incidesobre todo), y de ah la exigencia de segre-gar un plus de creatividad individual ycolectiva que antes no era necesario. Lanaturaleza humana existe, vaya si existe;pero no es una naturaleza rgida y eterna-mente fija. Y ah, precisamente, comienza

    la aventura. Salvador Pniker

    E l debate sobre l a natura leza huma

    En los lt imos aos, la cuestin de la natura

    za humana ha sa ltado de la d isc reta penumb

    de la erudicin acadmica a los t i tu lares de

    perid icos. E l lo se ha debido tanto a varias

    publ icaciones de autores tan conocidos como

    Wilson, S loterd i jk , Fukuyama, Habermas y Pin

    ker, como a la imbricacin de l tema con las

    d iscusiones e inqu ietudes suscitadas por los

    recientes avances de la b iotecnologa . S inembargo, no hay que o lv idar que la re f lexin

    sobre la natura leza humana t iene una larga t

    d icin en e l pensamiento occidenta l y en e l

    or ienta l .

    En los ltimos aos, la cuestin de la natraleza humana ha saltado de la discrepenumbra de la erudicin acadmica a titulares de los peridicos. Ello se ha dedo tanto a varias publicaciones de autotan conocidos como Wilson, SloterdiFukuyama, Habermas y Pinker, comola imbricacin del tema con las discus

    nes e inquietudes suscitadas por los recietes avances de la biotecnologa. Sin embgo, no hay que olvidar que la reflexin sobla naturaleza humana tiene una larga trdicin en el pensamiento occidental, qse manifiesta en el ttulo mismo de obrclsicas comoA treatise of human natude David Hume.

    Tampoco el pensamiento oriental ha siajeno a esta preocupacin. Baste con recdar las posiciones contrapuestas defendas en China hace 23 siglos por los dgrandes filsofos de la escuela de los letrdos, Mengzi (Mencius) y Xunzi, par

    darios, respectivamente, de la bondad yla maldad intrnseca de la naturalehumana. Segn Mengzi, los seres humantendran una tendencia congnita haciabenevolencia (rn), basada en la compsin, y hacia la correccin o justicia (yEsta tendencia sera lo nico que nos direnciara de los otros animales. Si no se ctiva, se acaba perdiendo. Segn Xunzi, pel contrario, los humanos seramos congnitamente agresivos, egostas y pendencros, y slo la educacin y la cultura logrran superar esas tendencias naturalellevarnos a la benevolencia y la rectitud

    Qu es la natura leza?La palabra naturaleza se emplea en upluralidad de sentidos que es preciso dtinguir. A veces hablamos de la naturaza como la totalidad de la realidad omenos de la realidad fsica. La misma pabra fsica procede del vocablo griegophsis, que significa naturaleza, y las leyes la fsica se denominan tambin leyes denaturaleza. Los primeros filsofos grieg

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    los presocrticos, exponan sus teoras fsi-co-metafsicas acerca de la realidad ente-ra bajo el ttuloPer physeos (Sobre la natu-raleza). En este amplsimo sentido, lanaturaleza lo abarca todo.

    Otras veces usamos el sustantivo natu-raleza y el adjetivo natural para excluirla interferencia humana. Los sofistas grie-gos del siglo V contraponan la physis(la realidad tal y como es de por s, con

    independencia de las convenciones huma-nas) al nmos (la convencin, la costum-bre, la ley poltica). As, la especie o el sexoseran naturales, mientras que el ser alcal-de o premio Nobel sera algo convencional.La pubertad es un cambio natural; lamayora legal de edad, uno convencional.En el siglo IV, Aristteles contrapuso lonatural (como aquello que tiene en s mis-mo el principio u origen de su cambio ymovimiento) a lo artificial, que slo cam-bia o se mueve por la accin de un agenteexterno que lo mueve o cambia. El carro,artificial, no se mueve a s mismo, sino que

    es movido por el caballo, semoviente natu-ral. La planta crece y se configura por smisma de un modo natural, mientras quela escultura adquiere su forma artificial-mente de manos del artista que la escul-pe. En la actual teora de la cultura, laspautas de conducta de los animales se con-sideran naturales o culturales, segn quela informacin que las codifica haya sidotransmitida genticamente o por apren-dizaje social.

    En un sentido ms restringido hablamosde la naturaleza de las cosas de un ciertotipo o clase como aquello que en el fondo

    y permanentemente son. As, aunque losanimales se desarrollan y cambian a lo lar-go de su vida, nunca ocurre que un perro,por ejemplo, se convierta en mosquito o encaballo, y ni siquiera en perra. Su especiey su sexo forman parte de su naturaleza.

    Hay una natura leza humana?Entre los fantasmas que ha producido eldelirio de la razn destaca por su extrava-gancia y recurrencia la idea filosfica de laausencia de una naturaleza humana. Todaslas otras especies animales tendran unanaturaleza, pero los seres humanos seran

    la excepcin. ElHomo sapiens ni siquierasera un animal, sino una especie de ngelabstruso y etreo, pura libertad y plastici-dad. La tesis de que los humanes carecende naturaleza definida aparece ya expre-sada en el humanista Pico della Mirando-la. Desde Pico hasta los conductistas, exis-tencialistas y constructivistas socialespostmodernos, pasando por los idealistasy marxistas, muchos han pensado que laespecie humana carece de naturaleza, que

    somos pura libertad e indeterminacin yque venimos al mundo como una hoja enblanco (tamquam tabula rasa).

    Pico della Mirandola estaba convencidode la superioridad del hombre sobre lasdems criaturas. Por eso Dios escogi alhombre como obra de naturaleza indefi-nida, y una vez que lo hubo colocado enel centro del mundo, le habl as: No tehe dado, oh Adn, ningn lugar determi-

    nado, ni una presentacin propia ni nin-guna prerrogativa exclusiva tuya; sino queaquel lugar, aquella presentacin, aquellasprerrogativas que t desees, las obtendrsy conservars segn tus deseos [...]. Lanaturaleza limitada de los dems est con-tenida en las leyes escritas por m. Pero tdeterminars tu propia naturaleza sin nin-guna barrera, segn tu arbitrio, y al pare-cer de tu arbitrio la entrego. [...] No te hehecho celeste ni terrestre, mortal ni inmor-tal, para que por ti mismo, como libre ysoberano artfice, te formes y te esculpasen la forma que hayas escogido.

    En el siglo XVII, John Locke sostenaque todo conocimiento procede de la expe-riencia. Resumiendo el primer libro de suEssay, escribe: En las meditaciones quellev a cabo acerca del entendimiento, meesforc en probar que la mente es, alcomienzo, una tabula rasa. Al principiodel segundo libro leemos: Supongamos,pues, segn lo dicho, que la mente es comouna hoja de papel en blanco, vaca de cua-lesquiera letras y sin idea alguna. Cmollega a estar dotada? [...] De dnde le vie-nen todos los materiales de la razn y elconocimiento? A esto contesto en una pala-

    bra: de la experiencia. Hablando de laeducacin, insiste en que el nio es slopapel en blanco o cera, que habr de sermoldeado y configurado como se desee.La experiencia y slo la experiencia nosconvierte en lo que somos. No hay instin-to innato alguno.

    En el siglo XVIII, tienne de Condillacy Claude Helvtius crean que todos losseres humanos nacemos con exactamentelas mismas capacidades, tendencias y talen-tos, y que los distintos influjos ambienta-les y educacionales bastan para explicar lasdiferencias observables de conducta. Con-

    dillac us la metfora de la estatua de mr-mol para describir el proceso cognitivo.Helvtius pensaba que no slo no hay ide-as innatas, sino tampoco capacidades inna-tas. Todo depende del ambiente, de la edu-cacin: lducation peut tout.

    Segn el filsofo idealista alemn Fich-te, el yo se pone a s mismo en un acto delibertad absoluta, independiente de todadeterminacin natural. Segn Karl Marx,el estado de las fuerzas productivas y las

    relaciones de produccin determinanllamamos naturaleza humana. Estde fuerzas de produccin, capitalemas de intercambio social con quindividuo y cada generacin se encucomo con algo dado es el fundamende lo que los filsofos se representala sustancia y la esencia del homMarx pensaba que la naturaleza hes simplemente el resultado de la

    ciones de produccin, de tal modo qurando las relaciones de produccinamos transformar la naturaleza hmisma. Los marxistas crean quebiando las relaciones econmicasbiara la naturaleza. As de fcil. Dmito del hombre nuevo, que scomo consecuencia de las sangrientaformaciones sociales impuestas portaduras marxistas del siglo XX.

    Jos Ortega y Gasset afirm queso hablar de la naturaleza humanahombre no tiene naturaleza. [...] Enel hombre no tiene naturaleza, si

    tiene [...] historia. O, lo que es igualla naturaleza es a las cosas, es la hcomo res gestae al hombre. Lotencialistas pensaban que el hombrce de naturaleza, que en l la existla libertad preceden a la esenciadeterminacin, y que es a partir de etencia y libertad no naturales comtruimos libremente nuestra propicia. Segn Jean-Paul Sartre, hombres la existencia como libertcede a la esencia como naturaleza: lhumanos son libres de elegir su naturaleza.

    John Watson, el fundador del ctismo, pretenda ser capaz de convcualquier nio, a travs de una eduadecuada, en cualquier tipo de serno o de profesional, con independesu idiosincrasia gentica: Dadmdocena de nios sanos [...] y garantpuedo escoger uno cualquiera de azar y entrenarlo para convertirlo equier tipo de especialista que deseeco, abogado, artista, gran empretambin mendigo o ladrn, con indencia de sus talentos, inclinaciondencias, habilidades, vocaciones

    raza de sus ancestros. Hoy sabemeso es imposible. Los psiclogos ctistas ignoraban que nuestras readependen de nuestro cerebro, que adepende de nuestro genoma. Pretque el infante viene al mundo comhoja en blanco o tabula rasa y que terior comportamiento depende excmente de la educacin y estmulos qrecibido. El antroplogo Ashley Mescribi que el humano carece c

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    tamente de instintos. [...] El hombre eshombre porque carece de instintos, porquetodo lo que es y lo que ha llegado a ser loha aprendido y adquirido de su cultura.

    Esta doctrina es tan obviamente falsapara cualquiera que haya observado elcomportamiento de los infantes, que no esde extraar que haya desaparecido con lamisma rapidez con que originariamente sedifundi. Los avances de la gentica, la eto-

    loga, la psicologa evolutiva y la lings-tica han echado por tierra esta tesis con-ductista, lo cual no es bice para que ciertaspautas de conducta hayan podido ser estu-diadas con xito y rigor mediante mto-dos conductistas.

    El avance imparable en la exploracindel genoma humano hace insostenible cual-quier negacin de nuestra naturaleza.Noam Chomsky ya haba mostrado la inca-pacidad del conductismo para dar cuentadel desarrollo del lenguaje infantil. Ste-ven Pinker ha extendido el razonamientochomskiano a todas nuestras capacidades

    en su libro de 2002, The blank slate (Latabla rasa), un ataque devastador contrala negacin moderna de la naturalezahumana y contra las tesis polticamentecorrectas de la tabla rasa, el buen salva-je y el fantasma en la mquina (como Gil-bert Ryle denominaba al presunto espri-tu inmaterial al mando de un cuerpomaterial, segn la tradicin cartesiana).Dejando de lado asuntos de detalle, es obvioque Pinker tiene razn. Su libro represen-ta una contribucin muy slida al actualdebate en torno a la naturaleza humana.

    La concepc in natura l i sta de la natura le-za humanaPocas dudas caben de que la tesis de la ine-xistencia de una naturaleza humana o lade su carcter incorpreo y cuasiespiritis-ta son falsas. Aunque en el pasado las con-cepciones tradicionales, de raz religiosa osupersticiosa, han inspirado gran parte delas ideas filosficas acerca de la naturale-za humana, su incompatibilidad con laciencia actual las hace irrelevantes. Pare-ce que lo que necesitamos es, valga laredundancia, una concepcin naturalistade la naturaleza humana. Tal concepcin

    slo ha resultado posible desde la revolu-cin llevada a cabo por Darwin y sus segui-dores en la biologa. Aunque el naturalis-mo evolucionista ha triunfado en toda reglaen el pensamiento cientfico y en la filoso-fa cercana a la ciencia, todava colea laresistencia a considerarnos como lo quesomos, como animales, y la predileccinpor los mitos que nos identifican con nge-les cados, fantasmas incorporados, suje-tos trascendentales en un reino de espri-

    tus puros o meros productos culturalesimplantados en tablas rasas.

    Cada especie es nica, singular e irre-petible y, desde luego, la especie humanatambin. Sin embargo, cuando los anti-naturalistas proclaman con nfasis retri-co la singularidad de la especie humana einsisten en ciertas caractersticas nicas denuestra especie, como el lenguaje, no selimitan a subrayar la trivialidad de que

    nuestra especie, como todas, es nica y dis-tinta de las dems, sino que pretenden colo-carla en un plano distinto y superior; noslo sera distinta, sino que ira por delan-te de las dems, representara algo as comola culminacin de la evolucin. Tal plan-teamiento es incomplatible con la biolo-ga evolucionista. La evolucin no es unproceso lineal, en el cual unos puedan irpor delante de otros, sino que tiene estruc-tura arbrea, ramificndose en todas lasdirecciones. Si nos dispersamos en direc-ciones distintas, ninguno va por delanteni por detrs de otro. Todas las especies

    actuales son las yemas terminales del rbolde la vida. En cualquier caso, si lo que nosinteresa es el conocimiento de nuestra pro-pia naturaleza, ms bien que soflamas auto-laudatorias, lo que necesitamos es avanzaren la exploracin del genoma humano. Ysi queremos compararnos en serio con otrosanimales, como los chimpancs, lo quetenemos que hacer no es denigrarlos a ellos,sino ms bien secuenciar su genoma, com-pararlo con el nuestro y descubrir los luga-res concretos en que reside la diferenciaentre ambos.

    Polmica sobre la soc iobio log aCuando en mayo de 1975 se public elimpresionante volumenSociobiology: thenew synthesis, su aparicin fue saludadaen primera pgina del New York Timescomo un acontecimiento. Las primerasrecensiones, tanto en la prensa cientficacomo en la popular, fueron muy positi-vas. En realidad, y desde el punto de vis-ta de las reacciones que provoc,Socio-biologyera como dos libros distintos: elprimero, que abarcaba el 94 por ciento delas pginas y 26 de sus 27 captulos, erauna revisin de cuanto se saba sobre los

    animales sociales desde el punto de vistade la biologa evolutiva, y no encontr opo-sicin alguna. El segundo se limitaba alltimo captulo, el 27, en que los mismosprincipios y planteamientos se aplicaban alas sociedades humanas. A Edward Osbor-ne Wilson le pareca injustificable el excluira los humanos de su consideracin. Es ms,pensaba y deca que slo en la biologapodran las ciencias sociales encontrar unfundamento slido. En cualquier caso, esta

    pretensin de un bilogo de medir la coducta social humana por el mismo raseque la de cualquier otra especie choc cuna violentsima oposicin.Muchos socilogos tradicionalistas reacionaron contra lo que perciban como uinvasin de su dominio particular por ciencias naturales.

    Al temor a lo desconocido se unatemor a descubrir que alguna parte de

    conducta humana estuviese genticamete determinada. Entre los intelectuales nteamericanos estaba muy extendida la cencia optimista e ingenua en la ilimitamaleabilidad de la mente humana poreducacin. Todos naceramos como tabrasas e iguales, y cualesquiera diferencposteriores en carcter o conducta serdebidas solamente a las diferencias ambiente y educacin. Esta opinin esba sostenida con alfileres y poda tamblearse si los mtodos tpicos de la biolose aplicasen tambin a la conducta humna. Por eso haba que oponerse a ello. Esp

    cialmente virulenta era la oposicin de grupo de intelectuales marxistas del rde Boston, entre los que se encontraban dbilogos y colegas de Wilson en HarvarRichard Lewontin y Stephen Gould.

    Aunque dos meses antes Wilson habrecibido la medalla nacional de Cienciasmanos del presidente Carter, en enero 1978, en la reunin anual de la AsociaciAmericana para el Progreso de la Ciencun grupo de fanticos (ligados al gruCiencia para el Pueblo) ocuparon el estrdo en que tena que hablar Wilson, le vacron un cubo de agua helada en la cabe

    y le cantaron Wilson, te has meado. Eobvio para todos que la reaccin ideolca de los enemigos de la sociobiologa habllegado demasiado lejos, lo cual no impcaba que la teora sociobiolgica de Wson careciera de puntos dbiles. Lewony otros han criticado con razn la tendecia de Wilson a suponer que todos los ragos biolgicos son adaptables al ambiencomo si la seleccin natural fuese la nfuerza que acta en la evolucin, cuande hecho tambin operan otras, comoderiva gentica.

    En el contexto de las controversias su

    citadas por su intento de aplicar la socbiologa a la especie humana, Wilson dedi contestar a sus crticos y defender sposiciones, elaborndolas en un nuevo libOn human nature, publicado en 1978que enseguida obtuvo el premio Pulitzermejor libro de no-ficcin. El ttulo mismde la obra presupona ya de entrada la extencia de una naturaleza humana. No esmos perdidos y desorientados en un espcio metafsico de vaco y libertad absolut

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    Estamos al menos parcialmente orientadospor la brjula de nuestros genes. Por esolos seres humanos podemos entendernos ysentir empata unos con otros, incluso porencima de las barreras culturales que nosseparan, porque a un nivel mucho ms pro-fundo y fundamental compartimos las mis-mas necesidades, impulsos y deseos. Losanimales de cada especie vienen al mun-do programados para hacer ciertas cosas

    y no otras. En eso consiste su naturaleza.En el tejido de nuestra conducta, la tra-ma hereditaria de los genes est inextrica-blemente entrelazada con la urdimbre cul-tural del aprendizaje. Por ejemplo, lacapacidad lingstica genrica est dada ennuestros genes, pero la lengua concreta quehablemos depende de las oraciones queoigamos en nuestra infancia. Asimismo,nuestra capacidad cultural en generaldepende de nuestro cerebro, un portento-so procesador de informacin heredadogenticamente, pero que nos permite pro-cesar y ejecutar todo tipo de programas cul-

    turales asimilados de nuestro entorno.Separar lo heredado de lo adquirido, tra-zar la frontera entre nature y nurture (natu-raleza y crianza), en el intricado todo denuestra conducta y nuestra sociedad es unatarea que sobrepasa nuestras posibilidadescientficas actuales, pero que estar a nues-tro alcance una vez que concluya la explo-racin y anlisis del genoma humano.

    Fukuyama y los ps icofrmacosLa polmica sobre la naturaleza humana seha avivado recientemente por los avances dela biotecnologa. Francis Fukuyama anun-

    ci hace ya ms de una dcada el final de lahistoria y el triunfo definitivo del capitalis-mo. Segn nos explica en su ltimo libro, Ourposthuman future, el final de la historia noconsiste, desde luego, en la ausencia de con-flictos, que obviamente siguen presentes. Loque se ha acabado, segn Fukuyama, es lacompeticin entre sistemas poltico-econ-micos diferentes, pues es imposible un sis-tema mejor que el capitalista. La superiori-dad del capitalismo estriba en que lasinstituciones capitalistas se basan en hip-tesis sobre la naturaleza humana que sonmucho ms realistas que las de sus compe-tidores. En Our posthuman future, Fuku-yama considera que el nico peligro serio queacecha al capitalismo procede de la biotec-nologa. En efecto, el capitalismo es el siste-ma mejor adaptado a la naturaleza huma-na, pero la biotecnologa amenaza concambiar la naturaleza humana misma, conlo que el capitalismo perdera su adapta-cin y la historia se pondra en marcha denuevo, perspectiva que alarma sobremane-ra a Fukuyama.

    La naturaleza humana sera el totalde las caractersticas tpicas de la especiehumana debidas a factores genticos msbien que ambientales. Fukuyama sealaque muchos de los atributos que habansido anteriormente considerados comoexclusivos de los seres humanos inclu-yendo el lenguaje, la cultura, la razn y laconciencia son tambin caractersticos deuna gran variedad de animales no huma-

    nos. En vez de limitarse a constatar quelos seres humanos somos animales, aunqueespecialmente inteligentes y exitosos, Fuku-yama se empea en cavar un foso entrelos humanos y los dems animales median-te nociones bastante confusas. Mientrastodos los animales tienen naturaleza, slolos humanos tendramos dignidad. Estadignidad nos conferira un estatus moraldistinto al del resto de los animales e igualentre todos los humanos. Esta presunta dig-nidad estribara en un misterioso factorX, que nos hara diferentes del resto dela naturaleza.

    En su famosa novela de 1932,Brave newworld(Un mundo feliz), Aldous Huxleyse imaginaba la utopa paradjica de unmundo carente de espontaneidad y creati-vidad, en el que, sin embargo, todos ser-an felices por el consumo generalizado dela droga soma, un psicofrmaco produci-do por el Estado para proporcionar a losciudadanos una satisfaccin bobalicona.Fukuyama teme que esa utopa de 1932 sehaga realidad en nuestro tiempo, mercedal desarrollo de los psicofrmacos comoProzac y Ritali. Segn Fukuyama, todo elprogreso humano se debe al esfuerzo de la

    gente por lograr el reconocimiento ajeno yla propia autoestima. Eso es lo que nosmueve a crear y a esforzarnos en conseguirnuestras metas (aprobar el examen o agra-dar a la pareja o ganar el premio Nobel).El estatus hay que ganrselo. Todo estopuede venirse a bajo con los psicofrmacosque nos hacen sentirnos bien y aumentannuestra autoestima sin necesidad de crearni producir nada. En efecto, la bsquedadel estatus mediante el esfuerzo est liga-da a los niveles de serotonina en el cuer-po. Pero ms fcil que emprender esfor-zadas tareas es tomar un psicofrmacocomo Prozac, que incrementa directamen-te el nivel de serotonina. Los frmacos comoProzac inquietan a Fukuyama, pues lerecuerdan el soma de Huxley. De ah ahablar de un mundo posthumano y sinnaturaleza humana slo hay un paso. Detodos modos, tampoco hay que exagerar.Aunque sustancias qumicas adecuadaspueden cambiar considerablemente losestados de nimo y la conducta, comomuestra el simple y tradicional caso de la

    borrachera, y aunque los parasociales nos distraigan de la vida recilmente puede hablarse de un camnaturaleza. Los borrachos y los siguen pudiendo entrecruzarse y pdescendencia frtil, como algunoprueban despus de una noche de

    La naturaleza de una especie cin del genoma de esa especie. Lacin natural ha estado actuando s

    genoma desde el principio de la vidde el neoltico tambin ha estado ado la seleccin artificial. Desde hacaos hemos empezado a practicar lniera gentica, interfirindonos dmente en el genoma de algunas escomo el arroz o la moscaDrosophiando variabilidad gentica previamexistente e introduciendo, por ejemgen de un organismo en el genoma a fin de conferirle inmunidad frenteto virus o enfermedad. Todo esto ndistinto a lo que siempre ha ocurridnaturaleza. De hecho, los genomas d

    las especies son mosaicos de genes y cias de todo tipo de organismos anles. El genoma humano contiene gencedentes de prosimios, de reptiles, de incluso de bacterias.

    La ingeniera gentica permitir aga introducir en el genoma de nuestrcendientes genes que confieran inmfrente a enfermedades temibles o ddables e incluso genes que potencipiedades deseables como el vigor, ldad, la inteligencia o la memoria. Tsabemos demasiado poco como paesta eugenesia (ingeniera gentic

    cada a la mejora del genoma) sea ugrama viable y razonable, pero el so cientfico es rpido y en un moquiz no lejano podremos ponerla echa. La eugenesia totalitaria, defpracticada por el Estado, no resulatractiva, pero la eugenesia liberal,las decisiones sobre los hijos las tompropios padres, tiene muchos mdarios. Hasta ahora nadie ha propuerazn convincente para prohibipadres que hagan todo lo que puedalograr que sus hijos estn sanos, gola plenitud de sus facultades fsicastales y tengan un carcter equilibsereno, y para evitar que padezcanenfermedades, deficiencias lamentposean la tendencia a convertirseminales compulsivos. Sin embargnos jerarcas religiosos y algunos ituales alarmistas han expresainquietud y oposicin.

    Fukuyama no slo est preocupalos psicofrmacos, sino todava mspor la ingeniera gentica, que ame

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    la esencia de la naturaleza humana: Laamenaza ms importante que plantea labiotecnologa contempornea es la posi-bilidad de que altere la naturaleza huma-na y por tanto nos traslade a un estadioposthumano de la historia. Fukuyamateme que esto traiga consigo el derrumbedel sistema poltico liberal. Gran parte denuestro mundo poltico se basa en la exis-tencia de una esencia humana estable [...]

    o en nuestra creencia de que tal esenciaexiste. Podemos estar a punto de entraren un futuro post-humano, en el que la tec-nologa nos dar la capacidad de alterargradualmente esa esencia a lo largo deltiempo. Muchos saludan este poder bajo elemblema de la libertad humana. Quierenmaximizar la libertad de los padres paraelegir el tipo de hijos que tengan, la liber-tad de los cientficos para investigar y lalibertad de los empresarios de usar la tec-nologa para crear riqueza. Pero esta liber-tad ser diferente de todas las libertadesque hemos tenido previamente. Fukuya-

    ma est en contra. No tenemos que con-siderarnos esclavos del progreso tecnol-gico inevitable cuando ese progreso no sirvea fines humanos. La verdadera libertades la libertad de las comunidades polti-cas para proteger sus valores predilectosy esa es la libertad que tenemos que ejer-cer con relacin a la revolucin tecnolgi-ca actual. Con perdn de Fukuyama, laverdadera libertad es la libertad de los indi-viduos, no la fantasmal libertad de lacomunidad poltica. Fukuyama cae aquen el tpico error categorial de los comu-nitaristas. Slo los individuos tienen cere-

    bro y, por tanto, voluntad y, eventualmente,libertad. La comunidad es una mera resul-tante estadstica. En cualquier caso, en estapolmica es Fukuyama el que est tratan-do de restringir la libertad de los dems (delos padres, de los cientficos, de los empre-sarios), mientras que nadie trata de res-tringir la libertad de Fukuyama. Nadie pre-tende que Fukuyama se ponga a investigaro a elegir sus hijos, si l no lo desea.

    Sloterdijk, Habermas y la ingeniera genticaEn Alemania, los filsofos Peter Sloter-dijk y Jrgen Habermas han protagoniza-do recientemente una sonada polmica. Enjulio de 1999, en un simposio celebrado enel castillo bvaro de Elmau acerca de Lafilosofa despus de Heidegger, Sloterdijkpronunci una conferencia tituladaRegelnfr den Menschenpark (Reglas para el par-que humano), cuyo texto pronto se filtrpor todo el pas y produjo cierta conmo-cin. Sloterdijk interpretaba el humanis-mo como un intento fallido de amansar ydomesticar las tendencias ms bestiales y

    destructivas de los humanos mediante lalectura compartida de los clsicos. Luegopasaba revista a las propuestas eugensi-cas de Platn en el dilogoEl poltico, don-de se trata de seleccionar y criar una litede polticos con la composicin genticaadecuada para dirigir ptimamente a losdems, as como a las ideas de Nietzschesobre el empequeecimiento de los hom-bres por domesticacin y sobre la bsque-

    da del superhombre. Conclua que en nues-tro tiempo la tarea del humanismo pasapor la ingeniera gentica, incluso en laperspectiva de una eugenesia totalitaria.Dado el carcter pacato y polticamenteultracorrecto de la discusin acadmicahabitual en Alemania, donde la tica apli-cada est prcticamente excluida, las refle-xiones de Sloterdijk crearon un gran escn-dalo. Su crtico ms implacable fueHabermas.

    En 2001 Habermas publicDie Zukunftder menschlichen Natur. Auf dem Wege zurliberalen Eugenetik?(El futuro de la natu-

    raleza humana: Hacia una eugenesia libe-ral?). Dando por sentado que la nica euge-nesia que podra resultar aceptable sera lavoluntaria o liberal, Habermas arremetecontra ella, ponindose del lado de los cr-ticos religiosos ms conservadores, opues-tos a todos los progresos de la biotecnolo-ga, aunque l mismo adopta esa posturapor razones no religiosas, al menos a pri-mera vista. Segn Habermas, el hecho deque la fecundacin se produzca al azar yno pueda ser influida ni manipulada lafalta de disponibilidad del propio inicioes la base de nuestra autoconciencia como

    individuos morales, responsables e igua-les. La ingeniera gentica eugensica intro-ducira una asimetra entre los manipula-dores (los padres) y los manipulados (loshijos) e incluso emborronara la distin-cin entre sujeto y objeto. Por tanto, Haber-mas recomienda prohibir la eugenesia, aun-que sea voluntaria y cautelosa, si queremosuna sociedad moral de iguales. Como varioscrticos han sealado, el argumento haber-masiano es sofstico. No hay razn algunapara pensar que el azar determina menosque la eleccin bienintencionada de lospadres. Y la asimetra entre padres e hijosexiste en cualquier caso, como ya muestrasu diferente e incluso opuesto papel en laeducacin.

    A lo sumo admite Habermas la euge-nesia negativa, pues puede suponerse queel futuro humano estara de acuerdo en quese le prive de enfermedades hereditarias,pero en ningn caso la positiva. Esa dis-tincin no tiene pies ni cabeza. Con la mis-ma razn se puede suponer que el futurohumano estara tambin de acuerdo en que

    se le proporcione salud, vigor, belleza, intligencia y memoria, por ejemplo. En uentrevista enDie Zeit, Habermas, en rechazo de todo tipo de eugenesia posiva, llega a decir cosas tan sorprendentcomo las siguientes: Nadie puede predcir lo que en el contexto biogrfico de otresultar una bendicin o una maldicini siquiera cuando se trata de bienes fudamentales genticos, como una bue

    memoria o inteligencia. En algunos cotextos incluso un cierto impedimento coporal puede resultar ventajoso.Tanto Fukuyama como Habermas temque los avances de la biologa y la biotenologa puedan poner en peligro la mory la sociedad liberal democrtica. En efeto, esos avances cuestionaran las tradcionales ideas de que los humanos sommuy distintos de los otros animales, qtenemos un libre albedro absoluto, qposeemos una dignidad igual y que ntomamos unos a otros como sujetos morles. Piensan que estas ideas no slo con

    tituyen puntos centrales de la tradicin regiosa occidental, sino tambin la baideolgica del liberalismo (y del capitlismo, segn Fukuyama). La conclusique sacan de estos dudosos razonamientes que hay que frenar el progreso cientco y prohibir los desarrollos tecnolgicque contribuyan a poner en manos de lpadres (en vez de las del azar) la selecin de ciertos rasgos genticos de sus hijFukuyama encuentra otra razn paraprohibicionismo en la posibilidad de qla eugenesia voluntaria aumente las difrencias sociales, al elegir los padres de

    clase acomodada y culta los mejores genpara sus hijos, convirtindose as en uautntica aristocracia. Hay mucha exagracin en todas estas alarmas. El da qsea posible inmunizar al hijo contra uenfermedad introduciendo un nuevo semento de ADN en los cromosomas dembrin, no estaremos haciendo algo mdistinto de lo que hacemos ahora vacnndolo. Desde luego, habr que sopeslas ventajas e inconvenientes del procedmiento, pero no hay razn para rasgarlas vestiduras, ni para anunciar el fin dedemocracia o de la moralidad.

    Jess Moster

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    C mo evo l uc i o n l a ment e humana?

    Supongamos que sabemos lo que es la mente

    de un ser humano, de cua lqu iera de nosotros.

    Semejante tarea, s i nos la p lanteamos en tr-

    minos de sentido comn, no es d i f c i l . A qu in

    le sera imposib le e l e jercer la introspeccin

    pensando en su propio yo? Pero cuando se

    reclaman trminos tcn icos para la def in ic in,

    la tarea se compl ica . Tanto como para que

    autores como Noam Chomsky ca l i f iquen depseudopreguntas las que se re f ieren a la natu-

    ra leza de nuestra mente . No hay respuestas

    aparte de las bana les.

    Supongamos que sabemos lo que es la men-te de un ser humano, de cualquiera de noso-tros. Semejante tarea, si nos la planteamosen trminos de sentido comn, no es dif-cil. A quin le sera imposible el ejercer laintrospeccin pensando en su propio yo?Pero cuando se reclaman trminos tcni-cos para la definicin, la tarea se compli-ca. Tanto como para que autores como

    Noam Chomsky califiquen de pseudopre-guntas las que se refieren a la naturalezade nuestra mente. No hay respuestas apar-te de las banales.

    Pero intentemos ir ms all de la psi-cologa popular. Desde Descartes al menos,el dualismo filosfico plantea que la men-te es una sustancia separada del cerebro.Si damos por bueno ese axioma, no cabedecir nada acerca de su evolucin. Perosi, de la mano de la neurociencia cogniti-va, entendemos que la mente no es sino unasucesin de estados funcionales del cere-bro, estaremos en mejores condiciones de

    investigar la manera como se produjo suevolucin?Depende del rigor que se reclame. El

    objetivo de establecer cmo tuvo lugar laaparicin de la mente dentro de la filog-nesis humana es, a la vez, desmesurado ymodesto. La desmesura procede de las difi-cultades que aparecen siempre que se inten-ta decir algo al respecto. La modestia sepresenta al afirmar, casi trivialmente, quenuestros procesos cognitivos son un pro-ducto de la evolucin por seleccin natu-ral. En efecto, cmo podra ser de otraforma? Los estados funcionales del cere-bro son tan deudores de la filognesis comolo es la capacidad de oponer el pulgar a losdems dedos de la mano permitiendo losagarres precisos para tallar una herra-mienta de piedra o manejar un bistur.

    Pero dar por buena una afirmacin yexplicarla describiendo la manera como seprodujo su trnsito filogentico son pro-psitos muy diferentes. No cuesta muchotrabajo aceptar que la vida comenz en esteplaneta hace cerca de 3.500 millones de

    aos, pero de ah tampoco se deduce quesea fcil indicar cmo aparecieron las pri-meras molculas autorreplicantes. De unamanera parecida, no cuesta ningn tra-bajo aceptar que la mente humana inclu-ye la autoconsciencia. El mismo Descar-tes construy su sistema filosfico a partirde esa afirmacin axiomtica que el fil-sofo francs consideraba evidente en s mis-ma. Pero explicar cmo se produjo la evo-

    lucin del conjunto mente/cerebro hastallegar a las capacidades humanas con ellenguaje de doble articulacin, la moralcompleja y la esttica como rasgos pro-pios y distintivos deHomo sapiens plan-tea dificultades ingentes. Sin embargo, elhecho de que sepamos muy poco de la evo-lucin de la mente humana no implica enabsoluto que falten propuestas especulati-vas acerca de cmo tuvo lugar ese proce-so. Pues bien, vayamos con tales eviden-cias con el fin de saber qu terrenopisamos al hablar de la evolucin de nues-tro pensamiento, nuestra consciencia o

    nuestra mente.Las pruebas que se aportan sobre la evo-lucin de la mente humana correspondena tres tipos distintos de indicios: las extra-polaciones obtenidas mediante compara-cin con las conductas de otros animales,el registro arqueolgico y el fsil. Comen-cemos por ese ltimo. Los acontecimien-tos cerebrales que dan lugar a los proce-sos cognitivos no se fosilizan, y tampoco lohace el propio cerebro, as que las posibi-lidades de extraer de los ejemplares fsi-les alguna informacin acerca de la filo-gnesis de la mente son muy limitadas.Mediante el estudio de las marcas endo-craneales del Nio de Taung (Australo-pithecus africanus), comparndolas conlas de los ejemplares deHomo habilis pro-cedentes de Tanzania y Kenia, PhillipTobias dio lugar a su conocida tesis de lasexpansiones tempranas del lbulo frontalen la primera especie hace unos 3,5 millo-nes de aos y del temporal en la segunda1,8 m. a., cosa que implica nada menosque identificar los primeros pasos haciala evolucin del lenguaje. Pero ms allde la comparacin de las improntas endo-craneales, los indicios no abundan. Lasdems evidencias que se han intentado rela-cionar de forma directa con el desarrollodel lenguaje humano, desde la forma delhueso hioides en la garganta a la lnea delbasicrneo, cuentan con revisiones que des-califican esas supuestas pruebas empri-cas. Hace poco se ha sugerido una nuevalnea de estudio: las pautas de maduracinde losHomo erectus que vivieron desdehace ms de 1,5 hasta menos de 0,5 millo-nes de aos, pautas que seran ms seme-

    jantes a las de los simios superiorelas deHomo sapiens. Pero son mulos ejemplares a los que puede apliestudio.

    Cabe referirse tambin al tamadel cerebro. Pese a que las cautelaca de la correlacin existente entrmen cerebral y desarrollo de los pcognitivos son conocidas, la falta dres evidencias sobre cmo tuvo lugar

    gnesis de la mente lleva a proponeindicio de una cierta evolucin de lacidades mentales el aumento del vcraneal o, mejor dicho, el incremecoeficiente de encefalizacin (que tamao relativo del cerebro, descolo que no es sino resultado del augeneral del cuerpo). Suelen consitres episodios en los que el crneo menta un incremento as. El pcorresponde al apuntado por Tobiaslo en trminos de volumen: elHomlis parece contar con un cerebro eporcin ms grande que el de los

    lopitecos y ms prximo a la organneurolgica de la humanidad actsegundo episodio que apunta hacevolucin de las capacidades mentalreferencia alHomo erectus, ya sea mte un salto brusco o un proceso mde incremento del volumen cereblargo del considerable periodo de tsuperior al milln y medio de aoque aparecen ejemplares de esa eAunque no estara de ms recohallazgo reciente delHomo floresiedescendiente de Homo erectus d18.000 aos cuyo volumen cereparecido al de los australopitecosmillones de aos de antigedad sin afectase a la capacidad de la hemla isla de Flores para tallar herramms complejas que las del Homo hEl tercer episodio de incremento csuperior al del cuerpo incluye a nespecie y la de los neandertales.

    Qu decir de la complejidad coy no slo el tamao, en los cerebroerectus yH. neanderthalensis? Lcultad de su estudio en el registro fva a buscar otros indicios y, a tal to, los artefactos culturales parecenpara expresar la posible evolucimente. As, al atribuir la culturavaiense alHomo habilis hemos abicamino que conduce a relacionar loces culturales de la cultura achelenHomo erectus y los de la cultura riense conHomo neanderthalensien ambos casos se imponen las matnes. Existen ejemplares deHomo mucho antes de que aparezcan losbifaces achelenses y, por aadidu

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    erectus asiticos incluido elHomo flore-siensis no disponen de ellos. Perdieron,pues, una tradicin que se conserv en fri-ca y Europa o no la tuvieron nunca? Gra-cias al yacimiento de Dmanisi (Georgia)sabemos que los primeros homnidos queabandonaron el continente africano lleva-ban con ellos unos tiles de piedra muyparecidos a los olduvaienses, as que es pro-bable que los bifaces de cuidadosa talla que

    indican unas capacidades cognitivas altasslo fueran tallados por los erectus africa-nos y europeos. Pero deducir de esa supo-sicin que el Homo erectus asitico tenaun cerebro y una mente menos evolucio-nados es arriesgado. Tal vez fabricasensus herramientas con materiales ms fci-les de trabajar y perecederos como el bam-b. Quiz sus necesidades eran otras. Enel estado actual de las tcnicas de recu-peracin de evidencias fsiles resultaimposible decidirlo.

    Los bifaces achelenses que aparecen enyacimientos europeos de cerca de 300.000aos de antigedad son unas tallas exqui-sitas, con una simetra casi perfecta, bor-de muy afilado y belleza indudable. Hayautores que sugieren que no eran sloherramientas para la caza sino, adems,los primeros objetos fabricados con inten-ciones estticas, con la finalidad de que fue-sen bellos. Que lo son para buena partede nosotros no cabe duda. Dan, pues, tes-timonio de que el cerebro de quienes losfabricaron haba cruzado ese umbral quelleva a la creacin artstica? No se sabe. Enrealidad, al considerar la belleza de un bifazno hacemos sino proyectar nuestras pro-pias capacidades contemplando la piedrabajo ese prisma. Hace falta ms que esopara determinar que losHomo erectus talla-ban buscando armona y equilibrio. Perono existe en los yacimientos con herra-mientas achelenses ningn indicio del usogeneralizado de objetos o pigmentos deco-rativos; slo alguna que otra excepcinespordica como el bifaz teido de ocre rojode la Sima de los Huesos de Atapuerca.De los lugares de habitacin o enterra-miento de los neandertales, abundantes enherramientas muy sofisticadas y precisasde la tradicin musteriense, cabe decir lomismo, y de nuevo topamos con excepcio-

    nes como las conchas y huesos perforadosde la Grotte du Renne (Arcy-sur-Cure,Francia) que indican que al menos huboun grupo de neandertales capaces de ide-ar, imitar, robar o intercambiar esos obje-tos de indudable sentido decorativo. Peroqu podemos decir de sus mentes?

    Los yacimientos musterienses ocultanotro enigma. Pese a que la cultura muste-riense se considera tpica de los neander-

    tales, hubo seres humanos de aspectomoderno en Oriente Prximo que utiliza-ron esa misma tcnica de talla. Lo hicie-ron en una poca en la que, en frica, otrosseres de nuestra misma especie usaban yacon profusin pigmentos decorativos, per-foraban conchas y, en general, habanincorporado la decoracin probablemen-te de sus cuerpos como objeto principala sus costumbres. Caben pocas dudas acer-

    ca de que no existen diferencias significa-tivas entre losHomo sapiens de los yaci-mientos de lo que es hoy Israel y Palestina,los africanos y nosotros mismos. Pero nosabemos por qu esas capacidades idnti-cas se dirigieron hacia logros culturales muydiversos, desde los instrumentos muste-rienses compartidos con los neandertaleshasta el despliegue artstico de las culturasauriacense, magdaleniense o chtelpe-rroniense, anticipadas por los inicios afri-canos que tendemos a olvidar. Dicho de otromodo, las evidencias arqueolgicas tampo-co nos aclaran con el suficiente detalle cmotuvo lugar la evolucin de la mente.

    La identificacin de un alelo mutantedel genFOXP2relacionado con ciertos tras-tornos del lenguaje llev, a finales del sigloXX, a plantear una nueva pista, la genti-ca, que poda basarse en pruebas empri-cas detectables en los humanos actuales.De tal manera se ha sugerido que la dis-tribucin del alelo mutante del FOXP2apunta hacia unas transformaciones bas-tante recientes (de la poca en que apare-cieron los humanos de aspecto moderno)en cuanto al logro del lenguaje actual.

    Sin embargo, la aproximacin genticaa la evolucin del lenguaje tampoco estexenta de problemas. El ms espinoso deellos es la falta de claridad con que se hadefinido el trastorno de la familia afecta-da por las mutaciones delFOXP2 y la varia-cin en el grado de importancia atribuidapor los diferentes autores a cada uno de lossntomas. Los diagnsticos van desde undficit en el uso de reglas gramaticales has-ta defectos en la secuenciacin motriz dela musculatura orofacial. No existe una-nimidad tampoco sobre el aspecto lings-tico que se ve afectado por la mutacin, siatae a uno o varios o si, adems, se venmodificadas otras capacidades no lings-

    ticas. En cualquier caso, lo que s est cla-ro es que la mutacin observada en el genFOXP2 no produce un trastorno completodel lenguaje.

    Hemos terminado con las pruebas acer-ca de la evolucin de la mente? No. Lasociobiologa, en el ltimo tercio del sigloXX, pretendi deducir del comportamien-to de las especies la determinacin genti-ca de algunos procesos cognitivos comple-

    jos como el comportamiento altruista. Daque el altruismo biolgico est presenen numerosos animales, la comparacientre tales seres y los humanos podra arrjar alguna luz sobre la evolucin de nuetra forma de uso de los valores morales

    Como se sabe, la seleccin natural mamiza la aptitud individual: entre dos genuno tendente a usar los recursos slo beneficio propio y otro que permite la co

    ducta altruista, la teora darwiniana pdice que ser el primero el seleccionadPero a pesar de esa conviccin, algunseres (entre los que podemos encontrhormigas, roedores y humanos) llevancabo cierto tipo de actos, denominadaltruistas, que disminuyen de forma desiva la aptitud de quien acta en favor, plo general, de un pariente.

    Con la intencin de explicar esos acparadjicos, William Hamilton acu los aos 60 del siglo pasado el concepde aptitud inclusiva, desarrollando aldedor de l, con notable xito, la llamateora de seleccin de parentesco. Peincluso si damos por supuesto que la selecin de parentesco (o cualquiera de las otrhiptesis alternativas) puede explicar raznablemente bien el comportamiento altruta de las hormigas y las ratas, nos ser tambin para explicar el altruismo hmano? Dicho en otras palabras: nos esmos refiriendo al mismo fenmeno cuado hablamos de altruismo, tanto en hormigas como en los seres humanos?

    Los humanos, por medio del compotamiento moral, disminuyen sus recural favorecer a otros individuos. El altrumo moral es, por tanto, un tipo especde altruismo biolgico. Lo mismo poddecirse del altruismo social, si denomnamos as al de los insectos del ordHymenoptera. La seleccin natural ha fido al menos cuatro veces comportamietos altruistas extremos: en los himenpros (hormigas, avispas, abejas, termitalas gambas parasitarias de las anmonde los mares coralinos, las ratas-topo dnudas y los primates (con los humancomo mejor ejemplo). La verdadera cutin que se plantea entonces es si esos caespeciales de altruismo biolgico permitextrapolar las conclusiones obtenidas

    examen de uno de ellos a los dems.En la medida en que no existe ning

    antecesor comn de las especies con coportamiento altruista extremo, cabe afmar que dicho carcter es, pues, una homplasia, un rasgo que coincide slo prazones de coincidencia casual en la adatacin separada y no tiene ninguna sigficacin de proximidad evolutiva. Por cosiguiente, el xito cientfico que supuso

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    poder explicar cmo se produjo la evolu-cin del comportamiento social en abejasy hormigas no permite sacar demasiadasconclusiones respecto de los humanos. Algoque haba advertido ya el psiclogo DonaldCampbell al referirse a las dos distintasvas hacia la ultrasocialidad. Pues bien,hoy sabemos que no hay slo dos: al menoshay cuatro.

    Otra cosa diferente es que la teora de la

    seleccin de parentesco ofrezca un mode-lo matemtico elegante y capaz de expli-car en qu forma un gen que promueve laconducta altruista puede ser heredado. Larespuesta es conocida de sobras: porqueel gen es compartido por parientes cerca-nos. El individuo que proporciona los recur-sos disminuye su aptitud biolgica (enten-dida como la esperanza estadstica detransmitir el alelo correspondiente a undeterminado locus). Pero, al mismo tiem-po, su ayuda incrementa la aptitud biol-gica del pariente que tiene en su genomaese alelo. Dicho de otro modo, la seleccinde parentesco obliga a tomar en cuenta lasuma algebraica de las aptitudes, para lle-gar a la denominada aptitud inclusivacomo resultado de los beneficios y las pr-didas a los que lleva la conducta altruista.

    Las consideraciones especulativas acer-ca de si un alelo as, capaz de promover lasconductas cooperativas, es altruista o nolo es ponen muy bien de manifiesto los ries-gos que se corren cuando un concepto pura-mente biolgico se toma en su sentido dellenguaje comn. Un gen altruista o, comoapunt Richard Dawkins, en realidad ego-sta, no debera entenderse como el equi-valente de una persona con esos rasgos depersonalidad. Pero resulta difcil eludir lascargas semnticas del lenguaje y ms ansi, de manera expresa, se quiere aprove-charlas para conseguir libros de grandestiradas.

    Que los humanos mantenemos conduc-tas altruistas y egostas est fuera de todaduda. Pero contamos con altruismo bio-lgico como el que describe la teora de laseleccin de parentesco? Tambin parecebastante claro que los padres hacen sacri-ficios extremos por los hijos. Pero los des-vos culturales de esa conducta simple pue-den introducir complejidades de gran

    calibre. Elliot Sober y Robert S. Wilson hanmostrado de forma convincente cmo eluniverso de la tica humana se explicamejor a travs de otro modelo, el de laseleccin de grupo, un tanto desacredi-tado dentro de la sociobiologa a la hora deexplicar el altruismo biolgico. La idea dela seleccin de grupo fue utilizada ya porDarwin cuando, incapaz de dar una expli-cacin al comportamiento ultrasocial de los

    himenpteros, habl de las ventajas adap-tativas que tendra un grupo de coopera-dores frente a otro de individuos egostas.Esa idea de sentido comn tropieza, no obs-tante, con los presupuestos del mecanismode la seleccin natural que, en el plantea-miento original darwiniano, atienden a laadaptacin individual de cada organismo.Supongamos que es cierto que un grupo dealtruistas es capaz de adaptarse de mane-

    ra colectiva sacando ventajas de la explo-tacin colectiva del medio como puedanser, por ejemplo, la ayuda a los que seencuentran enfermos o la proteccin mutuafrente a los predadores. Aplicando esque-mas procedentes de la teora matemticade juegos, John Maynard Smith demostrque la estrategia adaptativa de un grupoas no es evolutivamente estable. La apa-ricin mediante mutaciones genticas,recombinacin, inmigracin o de la for-ma que sea de un individuo egosta dotaa ste de grandes ventajas selectivas y, sihacemos descansar en un determinado ale-lo la conducta altruista o egosta, los genesegostas terminarn por diseminarse enel interior del grupo haciendo desapare-cer su carcter cooperador.

    Un grupo de altruistas puede evitar losinconvenientes de la presencia de un nocooperante apuntados por Maynard Smithsi ste, el grupo cooperante, cuenta conmecanismos capaces de detectar y aislar atodo eventual egosta que aparezca. Peropara eso los integrantes del grupo debendisponer de mecanismos cognitivos de cier-ta altura. Sober y Wilson pusieron de mani-fiesto la dificultad de dar por bueno cual-quier modelo de seleccin grupal entrminos lo bastante explicativos, salvo queseamos capaces de dilucidar el alcance y elcontenido de tales procesos psicolgicos.Una tarea un tanto desesperada si tenemosque aplicarla, en busca de la filognesisde la moral, a especies ya desaparecidas.

    Qu nos queda, pues? Si desechamostanto los datos morfolgicos (el incremen-to cerebral) como los arqueolgicos (losobjetos culturales) porque no podemos pre-cisar en qu medida asignan a una u otraespecie una cierta capacidad cognitiva, ysi mantenemos bajo sospecha las extrapo-laciones de ciertas conductas animales por

    demasiado groseras, parece que hablar dela filognesis de los procesos mentales quecaracterizan a los humanos de hoy supo-ne una tarea sin esperanza. De hecho, esas. Pero asoma cierta luz en el fondo deltnel. Los datos ms ilustrativos acerca dela evolucin cerebral y mental humanapodran obtenerse del anlisis en los chim-pancs y otros primates de las mismas fun-ciones que buscamos en el cerebro huma-

    no. A pesar de que los chimpancs nun lenguaje como el humano, ni cque se sepa con cdigos moralecitos, ni aprecian el arte (son cappintar con un vigor propio del exnismo abstracto, pero pierden printers por sus cuadros), es posible cerebros realicen procesos distintcomparables con los nuestros. Elbrimiento de Sarah Brosnan y Fr

    Waal de que los monos capuchinossentido de la justicia, de tal suerte condiciones experimentales, estpuestos a intercambiar fichas por pero slo cuando el trato es similarse da a otros individuos del grupo, abanico de posibilidades de estudpuede relacionarse a la perfeccin ideas de los etlogos y psiclogosNicholas Humphrey) acerca del pola aparicin de los grandes cerebroprimates.

    Pero a la hora de comparar es partir de evidencias slidas acercaprocesos cognitivos de nuestra propcie. Es posible que la estrategia decacin relativa a la filognesis de lte sea inadecuada, porque hemos inel orden de las preguntas en buscapuesta. En realidad, es descorazonpoco que sabemos de nuestra mentlos humanos actuales. El punto deda ms seguro y firme, por tanto, pde desvelar los procesos cerebralescentes a nuestras capacidades cognmediante una perspectiva evolucplantearnos despus de qu formaron a ser como son.

    En el estado actual de la tcnresulta imposible averiguar cmo vaba el cerebro de los erectus o lodertales y es posible que nunca lo sePero la capacidad de la ciencia parnuevas puertas es inagotable. Las evidencias que puede proporcionarquiatra, la neurologa y las tcnicas roimagen estn dando lugar a un mucho ms ntido de lo que es el humano. Falta, no obstante, que semirar esos brochazos del retrato con pectiva correcta. Localizar funcionbrales por el mero hecho de rehacer no de la frenologa de hace dos s

    absurdo. Necesitamos una teora de te que integre los descubrimientosde cmo funciona el cerebro, buscoordenadas genticas de su desarde tal suerte, permita que nos enmos mejor a nosotros mismos. Codespus nuestro entramado mentalbral con el de nuestros parientes mximos, los simios africanos, puedmejor va para poder bucear en el

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    evolutivo que dio lugar a la naturalezahumana.

    En el dibujo de nuestro cerebro que estapareciendo se apuntan ya algunas clavesdignas de mencin. En primer lugar, la con-firmacin de la consciencia como una acti-vidad sincronizada de neuronas que seencuentran situadas en lugares distintos dela corteza cerebral, cosa que da carpetazoa algunas de las ideas ms firmes del fun-

    cionalismo computacional: un procesadorcentral y un progreso de abajo arribade la percepcin hasta llegar a los procesossuperiores. En lo que llamamos conoci-miento intervienen secuencias de activa-cin complejas cuyas dimensiones espa-ciales y, sobre todo, temporales no hanpodido ser puestas de manifiesto hasta eldesarrollo de tcnicas tan precisas comola de la magnetoencefalogrfica, capaz dedetectar la activacin neuronal en lapsosde milsimas de segundo. Estamos lejostodava de contar con un mapa preciso delas activaciones espaciotemporales rela-cionadas con los procesos cognitivos, perovamos camino de hacerlo. Sabemos ya, porejemplo, que en la tarea de realizacin dejuicios morales es esencial la conexin fron-to-lmbica. Sabemos que la percepcin est-tica implica la activacin del crtex pre-frontal izquierdo. Sabemos cmo se realizael procesamiento del color a partir de loscentros visuales primarios de la cortezaoccipital. En trminos generales va apare-ciendo un panorama en el que la cortezaprefrontal desempea un papel de primerorden respecto de lo que son los procesoscognitivos, cosa que, por otra parte, habasido ya sugerida, aunque fuese a ttulo dehiptesis especulativa, por los paleoantro-plogos. Convertir esa especulacin en cer-teza es la tarea que se espera de la cienciaactual.

    Camilo Jos Cela Conde

    B a s e s b i o l g i c a s d e l a s i n g u l a r i d a dh u m a n a

    Para entender la natura leza humana podemos

    aprender aspectos de cmo es la v ida , cmo

    fu nc io na n lo s me ca ni sm os ev ol ut iv os o cm o

    son las bases materia les de permiten nuestra

    propia re f lexin. Una exploracin de las bases

    bio lgicas de la s ingu lar idad humana puede dar

    mucho de s , y ms dar en e l futuro, cuando

    se vayan d ist ingu iendo ms minuciosamente lasbases molecu lares de l funcionamiento de l

    cerebro y cmo su funcin genera la mente .

    Entender qu es un ser humano ha ocu-pado a generaciones de pensadores que hanusado sus aguzadas y entrenadas mentespara reflexionar sobre el motivo de nues-tra reflexin: las bases de nuestra singula-ridad, con alguna visita espordica y teme-rosa al porqu, donde explicacionestrascendentes han sacado a flote muy amenudo el pensamiento encallado en lasbajezas humanas. La biologa entr con

    mal pie en la reflexin, pues rebaj an msel marco de la discusin: la naturalezahumana en el marco de la naturaleza ani-mal, en el marco de los procesos de la evo-lucin biolgica y en el marco del mundomaterial. Y pocas esperanzas con miras alas alturas y complacencias altivas: los piesen el suelo y contrastando las evidenciascon la realidad, como instrumentos paraadentrarnos en el conocimiento, sin tra-bas ni ataduras ni temores ni prejuicios. Laciencia tratando de explorar lo que es muysuyo y muy desconocido a la vez: la pro-pia naturaleza en el marco natural de obser-vacin, los humanos en la naturaleza ycomo parte de ella, fruto de los mismos pro-cesos de evolucin que forjan la diversidadde vida observable.

    Para entender la naturaleza humanapodemos aprender aspectos de cmo es lavida, cmo funcionan los mecanismos evo-lutivos o cmo son las bases materiales depermiten nuestra propia reflexin. Unaexploracin de las bases biolgicas de lasingularidad humana puede dar mucho des, y ms dar en el futuro, cuando se vayandistinguiendo ms minuciosamente lasbases moleculares del funcionamiento delcerebro y cmo su funcin genera la men-te. Entretanto tenemos ya mucho que decir,lo que puede ocupar un lugar (sin entraren si debe ser preeminente o secundario)en la formulacin de nuestra propia con-cepcin y comprensin.

    E l huevo y la ga l l i na para empezarEn nuestra reflexin, podemos partir de unpunto muy alejado de nuestro propsito,pero que est en la base de la compren-

    sin de la falta de finalidad (y de finamo) en la vida y que ayuda a relativizaconcepto de individuo, una parte muy sgular del conjunto de la vida. Algo tan siple como recurrir a la vieja pregunta qfue primero, el huevo o la gallina?, paplantear el significado, en el proceso devida, de la informacin gentica y el pade los individuos en su transmisin. La pgunta parte de un dilema que parece abs

    do, usado normalmente para lo que no tne ninguna solucin lgica. Pero la tieen biologa hace ya tiempo que sabemque primero es el huevo. Eso es bsico dde una perspectiva evolutiva y nos pporciona una interesante perspectivala produccin de innovacin y mecanismde perpetuidad que configuran la vida copropiedad fundamental.

    Hay que ver cmo se producen los dpasos, de la gallina al huevo y del huevla gallina, y cmo la informacin fluye yrenueva entre ellos. De la gallina al hueno existe un proceso nico ni previsibdada la informacin gentica de una gana, no es predecible cul ser la informcin del huevo. Para hacer un huevo, ugallina introduce en l un conjunto de innvaciones que permanecen escritas engenoma. Dicho de otro modo, en el momto de crear las clulas sexuales se introdcir la variacin (segn si entran cromsomas de origen paterno o maternohacerse los vulos o los espermatozoideadems, los cromosomas habrn recobinado entre los homlogos paternomaterno, formando hbridos de ambosla mutacin (cambios de nuevo, antes inxistentes, que afectarn a la secuencia ADN). As, partiendo de un ser vivo detminado (puede ser una gallina o cualqura de nosotros), que tiene una informacgentica concreta en todas las clulas decuerpo, produce unos gametos (vuloespermatozoides) preparados para creasiguiente generacin, en los que habr innvaciones perdurables, unos cambios rpecto a la informacin gentica que llevba el individuo. La descendencia serpequea escala, diferente de la generacanterior: habr un nuevo ser vivo.

    Del huevo a la gallina, en cambio, auque el proceso no sea sencillo (el proc

    de desarrollo es de una complejidad y pcisin maravillosas), no hay lugar pintroducir innovaciones que puedan pmanecer en la especie. La informacgentica del huevo, prcticamente inalrada, estar en cada una de las clulasla gallina, de modo que podemos enteder a la gallina como el resultado del pceso que estaba escrito en el huevo. Un pceso, hay que repetirlo, complejo, pero q

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    inexorablemente hace que se acabe pro-duciendo un ser vivo que ser un individuoconcreto de la especie concreta, tal y comoest escrito en el programa del genoma.

    Es por ello que el proceso de cambio,de innovacin, se halla fundamentalmen-te entre la gallina y el huevo, y no al revs.Podemos considerar que, cuando existi laprimera gallina, la informacin ya vena enel huevo del que ella derivaba. A su vez,

    ste provena de un antepasado algo dis-tinto que, es un decir, no encajara del todoen lo que llamamos una gallina: sera unpre-gallina que habra puesto un huevo conla informacin, ya nueva y completa, dela gallina. Claro que normalmente no lopercibimos as, y la razn es simple: la can-tidad de cambio que se introduce en cadageneracin es mnima, casi imperceptible.

    Esta deduccin ayuda a entender el afo-rismo que dice que la gallina es la formaque tiene un huevo para hacer a otro hue-vo. El huevo como portador y represen-tante de la informacin gentica que se per-petuar, que perdurar en el tiempo, peroque deber pasar por un estadio que es eldel individuo, quien tendr el encargo derealizar complejas funciones biolgicas paraproducir huevos nuevos, o sea, reprodu-cirse. De modo ms dramtico afirmara-mos que nosotros, los individuos, no somosms que la manera que tiene el ADN paraproducir ms ADN. De hecho, podemos verla gran cadena de la vida, pero los prota-gonistas no son las partes, visibles paranosotros, que configuran a los seres vivos,sino la informacin gentica (los genes, losgenomas) perpetundose en el tiempo, conla flexibilidad necesaria para persistir enentornos cambiantes: es preciso cambiarpara poder seguir siendo.

    Los genes, los ind iv iduos y la se lecc inLos individuos que deben producir msADN, sin embargo, deben hacerlo bien, ypor ello existen finsimos mecanismos mole-culares para crear gametos correctamente.Adems, los individuos que tienen quetransmitir los genes (que, finalmente, sonel fruto de su programa) deben poseer bue-nas caractersticas que les hagan muy exi-tosos en esa propagacin de sus genes. stassern de muchos tipos, tanto morfolgi-

    cas (la forma que apreciamos en los seresvivos y la constitucin interna) y fisiolgi-cas (en las bases de su funcionamiento, des-de la primera accin de las molculas has-ta las de los rganos y sistemas), como decomportamiento (en que el modo de viviry sobre todo de interaccionar con otros seresvivos condicionar el xito reproductor).As, la seleccin natural actuar sobre lascaractersticas de los individuos, en cuya

    formacin ha tenido un papel primordialla informacin gentica.

    De modo que los genes van cambiandoen el curso de las generaciones, a medidaque van pasando por el filtro de la selec-cin natural, que elige lo que sobrevive yse reproduce ms eficientemente, cosa quepodemos apreciar en cualquier especie, ennosotros mismos:

    a) Debemos sobrevivir y hacerlo en bue-

    nas condiciones; ejemplo de ello es la com-plejidad bioqumica y fisiolgica de lavida, ya captada actualmente por la bio-loga molecular y celular, que muestrancmo se ha llegado a una complejidadbarroca en los mecanismos bsicos deobtencin y transporte de energa, comu-nicacin celular, funcionalidad de las dis-tintas estirpes celulares o integracin enun organismo nico.

    b) Necesitamos mecanismos y compor-tamientos que permitan nuestra repro-duccin; es complicado fabricar correcta-mente clulas reproductoras y tambin loes que un individuo haya de encontrar aotro adecuado, que a l le parezca adecuadoy que estn dispuestos a compartir sus genesen la siguiente generacin.

    c) Necesitamos mecanismos cognitivospara asegurar que aquel/lla con quien com-partimos nuestros genes los tenga de cali-dad aceptable; discernir en otro individuola conveniencia de mezclar genomas (esdecir, tener hijos) puede ser una caracte-rstica muy provechosa, muy favorecidapor la seleccin natural. Que estos meca-nismos existen est claro en nuestra espe-cie, cuando podemos reconocer con granprecisin la edad o el estado de salud deuna persona. Poseemos mecanismos paracaptar el estado de los otros (o quizs, sucalidad?) con maravillosa exactitud.

    Tenemos pues un proceso de eleccinentre la diversidad gentica que, en el cur-so de las generaciones, va generando com-plejidad y diversidad sin que haya ningntipo de finalidad ni de diseo: la contin-gencia, la historia evolutiva, las condicio-nes ambientales, estn en la base del pro-ceso de produccin de la vida tal y como laconocemos, desde las bacterias ms sim-ples hasta el ser humano, cuyo cerebro muyprobablemente es la materia ms comple-

    ja que existe en la Tierra.

    La se lecc in como e l iminac inSobre los genes que informan de toda laserie de caracteres que podemos reconoceren los individuos (morfolgicos, fisiolgi-cos o de comportamiento), cules se selec-cionarn y cmo lo harn? Entender el pro-ceso a veces es fcil y a veces, complicado.Para empezar, hay un caso muy conocido

    de antiguo, que nos resulta familanomalas genticas, heredadas algmanera muy simple, siguiendo lade Mendel, y que son productoras amplsima gama de enfermedades. ciso aclarar un concepto sencillo: genes que produzcan enfermedadesgenes que lleven como informacin ede producir enfermedades. Lo queson anomalas en los genes, que, d

    su anomala, dejan de funcionar comente y entonces causan una enfermDecir que existen genes para la endad sera como decir que los neumde los coches estn para reventarsramente no es as: es la falta de fcorrecta, lo que produce el fenotipmalo, la patologa.

    Pues bien, las variantes genticproducen enfermedad no son ms variantes que se han producido en ema sobre las que acta la seleccinral, de modo que tiende a eliminarla seleccin purificadora que limpoblaciones de las variantes genticaseables, las que provocan una dismde las probabilidades de sobrevivir yducirse en individuos portadores qesta razn, presentan el carcter desfavorece. Es poco probable qugenes pasen a la siguiente generacihacen, ser en baja proporcin, puden causar la muerte y limitan laduccin. En realidad, cuando hay cen el genoma que a su vez producebios en las protenas, es muy probatengan un efecto negativo: las baseculares de los organismos se han durante millones de generaciones par una organizacin muy complejamodificamos en algn aspecto, lo mbable es que empeore el funcionadel conjunto. Usando un smil simdo, sera muy difcil que, moviendxiones al azar en un ordenador, memos su funcionamiento.

    Esta seleccin purificadora semedir de un modo muy sencillo: vicantidad de diferencias que se hamulado en dos especies distintas (poplo, los humanos y los chimpanchumanos y los ratones) en las difpartes del genoma y en los diversos

    hasta el punto de que podemos dar urelativo de la seleccin purificadora tros genes. Valor que es un indicadoto de la importancia de aquel gen funcin final que el producto gnicmalmente, la protena) tiene para elto funcionamiento del individuo. Estrumento nuevo y poderoso de la gactual, en que se puede calcular quciones han sido permitidas en la na

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    za y cules han sido severamente castiga-das y, por tanto, han producido una granconservacin.

    Cuando en la prensa sale reflejado quehan secuenciado un nuevo genoma, laobservacin siempre es la misma: su gransimilitud con el genoma humano! La raznes muy simple: las bases moleculares dela vida son las mismas para organismosmuy distintos y se han conservado en el

    curso de la evolucin. Son muy comuneslos procesos bsicos entre organismos muydiferenciados, cosa que ha sido producidapor la seleccin purificadora, actuandosobre sus bases genticas, lo que se ha podi-do seguir simplemente a travs de la com-paracin de genes y genomas. Debe remar-carse: la seleccin se ve, y de mododiferencial, en cada fragmento de nuestrogenoma, y no es slo una historia de zorroscomindose conejos. La seleccin naturalha modulado con finura nuestro (y cual-quier otro) genoma.

    La se lecc in como a l ternat i va

    Tambin se seleccionarn otros genes de unmodo muy diferente: favoreciendo las inno-vaciones que resulten beneficiosas; es laseleccin positiva. En realidad, se trata dela ocurrencia en que la seleccin elige lospocos casos que, a partir de mutacin al azar,producen cambios favorables. Aunque laidea de la seleccin que elige variantes quedan ventajas ha existido desde Darwin, hacemuy poco tiempo que podemos reconocer-la claramente y que podemos identificar laactuacin de la seleccin positiva en varian-tes concretas de genes concretos con fun-ciones concretas y en especies concretas:en el genoma podemos leer actualmente elrastro que la seleccin positiva ha dejado enlas generaciones anteriores. Seleccin queha favorecido una o unas variantes y, porlo tanto, ha hecho desaparecer las otras, pro-vocando una prdida de diversidad genti-ca en las regiones del genoma donde hayaactuado. Esta falta de diversidad genticaentre los diversos individuos de una espe-cie es un mtodo por el cual se puede com-probar que ha habido seleccin positiva.

    No olvidemos que la seleccin positiva esalgo ms que una curiosidad en la historiade la vida. No slo se trata de una curiosi-

    dad intelectual o de la obsesin cientfica dereconstruir las fuerzas de la evolucin. Es labase para entender las caractersticas con-cretas y nicas que poseen cada una de lasespecies, dado que esperamos que muchasde las caractersticas que han adquirido lasespecies que han tenido xito (es decir, quesobreviven ahora, que es el momento en quepodemos estudiar su genoma) vengan deadaptaciones concretas y provechosas, de

    modo que sobre ellas haya actuado la selec-cin positiva. De hecho, es lo que esperamosen el contexto tradicional de la teora evo-lutiva. Pero en vez de observar slo las carac-tersticas externas muy visibles que pue-den dar ventajas (correr, camuflarse, atacar),podemos verlo en las bases moleculares nti-mas, en la actuacin directa de la informa-cin que llevan los genes.

    Una de las preguntas ms interesantes

    planteadas en la biologa actual es: quhace humano a un humano? La respuestano es simple ni ser nunca completa, perodisponemos de una manera de acercarnosa ello desde la biologa: podemos pensarque podemos leer la unicidad biolgicahumana en nuestro genoma, entendiendolas diferencias que existen con un genomacercano que no sea humano (el chimpan-c, en este caso) y ver en cules de estasdiferencias ha habido seleccin positiva. Enrealidad, se trata de comparar el genomahumano con el no humano y, de todas lasdiferencias que haya entre los dos (est biencalculado entre humanos y chimpancs yes del orden del uno por ciento de la secuen-cia del ADN de los genomas), distinguircules son las que han sufrido la actua-cin de la seleccin positiva en nuestro lina-je. Ser en estos genes donde hallaremos lasbases biolgicas para la especificidad huma-na, para las innovaciones especficas denuestra especie. As, esta aproximacincomporta detectar los genes que han cam-biado y han permitido la postura erecta,el aumento del cerebro y la inteligencia, ellenguaje y tantos otros rasgos que consi-deramos especficamente humanos.

    Estamos, a fines del ao 2004, en unmomento en que ya hay resultados de estetipo y muchas investigaciones en curso paraconseguir otros nuevos y delimitar los cam-bios concretos en el genoma con sus efectosmuy precisos, no slo en las bases molecu-lares, sino en la configuracin de las carac-tersticas y aptitudes especficas que infor-man. Ya podemos empezar a hablar de genesconcretos que podemos relacionar con acti-vidades cerebrales (MAOA, por ejemplo) ocon el lenguaje (FOXP2, por ejemplo), y estava de investigacin dar muchos nuevosresultados en un periodo muy breve, nosuperior a los cinco aos. Finalmente, lo que

    significa ser humano podr ser ledo en elgenoma en trminos de genes concretos quenos dan propiedades y diferencias concre-tas, y podremos distinguir su adquisicin ennuestra historia evolutiva. Es el camino queseguimos ahora para empezar no a leer, sinoa entender nuestro genoma.

    Jaume Bertranpetit

    Y queremos saber rea lmente qu inso mo s?

    Los enfoques de las ciencias cogn it ivas y la

    psico loga evo lucion ista tardarn mucho t iem

    en imponerse . En lo que concierne a l conoci-

    miento cient f ico de lo humano, la lucha cont

    la superst ic in y e l pre ju icio no ha hecho m

    que empezar. La reduccin de lo humano a

    bio loga suscita temores profundos: en los

    espr i tus re l ig iosos, la negacin de la trascedencia ; en los democrticos, e l temor a la d i

    cr iminacin de personas y menoscabo de sus

    derechos; y en los mora l istas, a que lo natur

    sea e levado irresponsablemente a la categor

    de mora l .

    E l caso de Judi th R. Harr i sRecientemente, en 1995, una escritora nteamericana sin especiales credenciales acdmicas public un revolucionario artclo en laPsycological Review que remolos cimientos de la psicologa acadmicalas convicciones ms arraigadas y exte

    didas entre el pblico. Versaba sobre cmlos humanos desarrollamos el carctela personalidad desde la infancia. Sostenque en el proceso de formacin, lo que se debe a los genes, tampoco se debeesfuerzo educativo de los padres, sinoproceso de socializacin vivido con compaeros y congneres. Cabe imaginmayor provocacin en una cultura enque los padres se sienten responsables la conformacin del carcter de sus hijoAfirm sin ambigedades: Los padres tienen efecto importante a largo plazo sobel desarrollo de la personalidad de shijos. Su tesis se basaba en una muy rigrosa consideracin crtica de multitud estudios empricos sobre el desarrollo depersonalidad. Se arm tal escndalo qsu trabajo salt a las pginas del popue influyente semanarioNewsweek, donexpertos consultados por la revista le prpinaron inmisericordes descalificaciony denuestos. Una profunda irritacin invdi tanto a lderes de opinin de izquida como a conservadores. Para los primros, la tesis de Harris negaba el esencprincipio de maleabilidad del nio, es decdel hombre y, en consecuencia, las posiblidades del constructivismo social. Paraderecha, era ste un nuevo asalto a la intitucin de la familia, que vena a negla eficacia de la disciplina y de la tranmisin de valores a los hijos. Pocos molestaron en leer su texto y considerar crigor los argumentos y evidencias apordos por Harris. A muchos interes msubrayar su falta de credenciales acadmicas en investigacin y enseanza.1 Aas, dos aos despus el artculo recib

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    un premio a la excelencia de la AsociacinAmericana de Psicologa.

    Este breve captulo de la historia de lainvestigacin sobre el desarrollo de la per-sonalidad humana ilustra hasta qu pun-to las resistencias a alterar la visin pre-valeciente sobre el hombre no son cosa delpasado; siguen vigentes e irreductibles,incluso en la que ingenuamente hemos lla-mado sociedad del conocimiento y pre-

    cisamente en la comunidad tecnolgica-mente ms avanzada del planeta.La tesis de Judith Harris no se refiere a

    qu factores explican el desarrollo de ras-gos caracterolgicos en el hombre actual,sino a los factores que explican la varia-cin de rasgos mensurables respecto a susvalores medios. Una distincin crucial. Por-que el viejsimo debate sobre si el hombrenace o se hace, sobre si en l prevalece laherencia biolgica o la influencia del entor-no cultural, resulta irresoluble en estos tr-minos. Precisa una reformulacin que laprctica de la psicologa acadmica vieneutilizando con un xito que la justifica. Con-siste en separar conceptualmente los ras-gos de las conductas humanas que son pro-pios y comunes a todos los miembros dela especie, y por tanto, observables en todaslas culturas, de las desviaciones respectode valores medios de rasgos cuya presen-cia es susceptible de cuantificacin. Unacosa es tratar de explicar qu papel res-pectivo tienen la gentica y el entorno enla inteligencia de la especie, lo que no se haconseguido todava y, otra distinta, tratarde explicar en qu medida influyen en lasdesviaciones de la inteligencia de miem-bros de un grupo respecto a la inteligen-cia media apreciada en el mismo; lo ques ha permitido avances slidos y sig