Castells (2012)

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  • REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

  • Manuel Castells

    REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

    LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN LA ERA DE INTERNET

    Traduccin de Mara Hernndez

    clesas BIBLIOTECA

    CARMEN CASTAMEDA GARaA

    Alianza Editorial

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    Tfrulo original: Networks ofOutrage and Hope. Social Mouements in the Internet Age

    -----31 ti ;z. No. FAClURA C:.-blC-/;l FECHMNGRESO I L1~ (1:v~a 11.v. EO.OUBR?

    ::e:io--PRECIO r1ua /) ~ C-". PROCE!JENCIA

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra cH protegido por Li Ley, que cscahlccc penas de prisin y/o multas, a

  • NDICE

    AGRADECIMIENTOS ................................................................. 13

    OBERTURA: CONECTAR LAS MENTES, CREAR SIGNIFICA-DO, CONTESTAR EL PODER.............................................. 19

    PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TODO EMPEZ .... 37 Tnez: La revolucin de la libertad y la dignidad .................... 38 La revolucin de las cacerolas en Islandia: del colapso financiero

    a la elaboracin popular de una nueva Constitucin a travs de Internet .......................................... ................................. 47

    Viento del Sur, viento del Norte: vectores transculturales del cam-bio social ............................................................................. 58

    LA REVOLUCIN EGIPCIA ....................................................... 65 El espacio de flujos y el espacio de lugares en la revolucin egipcia . 68 La respuesta del estado a una revolucin mediada por Internet: la

    gran desconexin ............ ..................................................... 73 Quines eran los que protestaban y qu era la protesta? ............ 77 Las mujeres en la revolucin . ..................................................... 80

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    La cuestin islmica ................................................................... 83 ........................................................ 86 Comprender la revolucin egipcia .............................................. 88

    DIGNIDAD, VIOLENCIA Y GEOPOLTICA: LOS LEVANTA-MIENTOS RABES .. ..... .. ... .. ... ... ... ... ..... ... ... .. . ..... ... .. ..... ..... ... . 99 Violencia y estado ...................................................................... 102 Una revolucin digiral? ............................................................. 108

    UNA REVOLUCIN RIZOMTICA: LAS INDIGNADAS EN ESPAA ................................................................................... 115 Un movimiento autogestionado ................................................. 124 Qu quieren las indignadas' ..................................................... 126 El discurso del movimiento ........................................................ 129 Reinventando la prctica democrtica: un movimiento asamblea-

    rio sin lderes ....................................................................... 133 De la deliberacin a la accin: la cuestin de la violencia ........... 137 Un movimiento polrico contra el sistema poltico ..................... 140 Una revolucin rizomtica ......................................................... 144

    OCCUPY WALL STREET: COSECHANDO LA SAL DE LA TIERRA .................................................................................... 157 La ira, el trueno, la chispa .......................................................... 157 La pradera en llamas .................................................................. 162 Un movimiento en red ............................................................... 170 La democracia directa en la prctica ...... ... ... ........... ........ ..... ....... 1 77 Un movimiento sin demandas:

  • AGRADECIMIENTOS

    Noviembre de 2011 fue un buen mes. Mi amigo John Thompson, uno de los socilogos ms destacados en el estudio poltico de los medios de comunicacin, me haba invitado a Cambridge para dar una serie de conferencias en el programa CRASSH de esa universi-dad. Estuve alojado en el magnfico edificio medieval del St. John's College, donde el ambiente monstico y la interaccin colegial me proporcionaron un espacio-tiempo de serenidad para reflexionar sobre mis ideas tras un intenso ao inmerso en la teora y prctica de los movimientos sociales. Como le sucedi a mucha gente en todo el mundo, primero me sorprend y despus me movilic con las protes-tas que se iniciaron en Tnez en diciembre de 201 O y que se difun-dieron viralmente por roda el mundo rabe. En estos ltimos aos haba estado siguiendo el surgimiento de movimientos sociales en red, apoyados en el uso de Internet y las redes de comunicacin m-vil, en Madrid en 2004, en Irn en 2009, y en otros pases del mun-do. Durante casi una decada estuve estudiando la transformacin de las relaciones de poder en interaccin con el cambio en las comuni-

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    caciones y detect el nacimiento de un nuevo modelo de movimien-tos sociales, quizs las nuevas formas de cambio social en el siglo XXI. Este fenmeno conectaba con mi experiencia personal como vetera-no de mayo del 68 en Pars. Volv a sentir la misma alegra que haba sentido entonces: de repente todo pareca posible; el mundo no es-taba irremediablemente condenado al cinismo poltico y la imposi-cin burocrtica de formas de vida sin sentido. Por todas partes, de Islandia a Tnez, de WikiLeaks a Anonymous y, poco despus, de Atenas a Madrid y Nueva York, eran evidentes los sntomas de una nueva era revolucionaria, una poca de revoluciones encaminadas a explorar el sentido de la vida ms que a tomar el poder en el estado. La crisis del capitalismo financiero global no era obligatoriamente un callejn sin salida; poda ser incluso el indicio de un nuevo co-mienzo de forma inesperada. Durante 2011 empec a recopilar in-formacin sobre estos nuevos movimientos sociales, compartiendo mis investigaciones con mis estudiantes de la University of Southern California. Despus di algunas conferencias para comunicar mis id~as preliminares en la Northwestern University, en el College d'Erudes Mondiales de Pars, en Oxford, en la Universitat Oberta de Catalunya en Barcelona y en la London School of Economics. Cada vez estaba ms convencido de que en el mundo estaba pasando algo realmente importante. Dos das antes de volver a Barcelona desde Los ngeles, el 19 de mayo, recib un correo electrnico de una jo-ven de Madrid a la que no conoca, en el que me deca que iban a ocupar las plazas de las ciudades espaolas y que por qu no me una a ellos de alguna forma, teniendo en cuenta lo que haba escrito so-bre el tema. Mi corazn se aceler. Sera posible? Habra esperanza nuevamente? En cuanto aterric en Barcelona, me fui a la Plaza de Catalunya. All estaban, ciemos de ellas, debariendo a pleno sol, pacficamente y con total seriedad. Conoc a las indignadas. Result que mis dos principales ayudantes de investigacin en Barcelona, Joana y Amalia, ya formaban parte del movimiento. Pero no para investigar. Estaban tan indignadas como los dems y haban decidi-do actuar. Yo no acamp, mis huesos no hubieran soportado dormir sobre el pavimento. Pero desde entonces he seguido a diario las acti-

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    vidades del movimiento, visitando las acampadas de Barcelona y Madrid; hablando cuando alguien me lo peda ante la Acampada Barcelona u Occupy London, y ayudando a elaborar algunas de las propuestas que surgan del movimiento. Conect espontneamente con los valores y el estilo del movimiento, despojado en gran medida de ideologas obsoletas y polticas manipuladoras. As empez un viaje de apoyo a esros movimientos y de estudio de su significado. Sin un objeto concreto y, por supuesto, sin ninguna intencin de escribir un libro; desde luego no a corto plazo. Vivir es mucho ms interesante que escribir, especialmente cuando uno ya ha escrito veinticinco libros. As pues, estaba en Cambridge con la oportuni-dad de hablar y debatir con un magnfico grupo de inteligentes estu-diantes que adems eran ciudadanos comprometidos. Decid centrar mi serie de conferencias en Los movimientos sociales en la era de Internet para ordenarme las ideas, con la esperanza de que la inte-raccin con estudiantes y colegas me ayudara a comprender mejor el significado de movimientos tan diversos. Fue fantstico. Intenso, riguroso, autntico, y sin ningn tipo de boato acadmico. Al termi-nar el mes, cuando me despeda, mis colegas John Thompson e lsi-dora Chacn insistieron en que deba escribir un libro basado en estas conferencias. Un libro breve, de rpida escritura, menos acad-mico de lo habitual. Breve? De rpida escritura? Nunca haba he-cho algo as. Mis libros se gestan normalmente en al menos cinco aos y suelen tener ms de cuatrocientas pginas. S, puedes hacer otro dentro de cinco aos, me dijeron, pero ahora lo que se necesita es un libro sencillo que organice el debate y ayude a reflexionar sobre el movimiento y a que el gran pblico comprenda mejor estos nue-vos movimientos. Lograron que me sintiera culpable de no hacerlo, ya que la nica aportacin potencialmente til que puedo hacer a un mundo mejor procede de mi experiencia vital como investigador, escritor y profesor, no de mi activismo, que a menudo es confuso. Ced a su peticin y aqu estoy, cuatro meses despus. Ha sido rpi-do y agotador. Corto, para lo que suele ser normal en m. En cuanto a su relevancia, lo dejo al juicio de los lectores. Mi primer agradeci-miento es por tamo para John e Isidora, los instigadores de esta

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    empresa. Ellos demostraron su inters siguiendo y comentando el borrador durante la elaboracin de este proyecro. Les estoy profun-damente agradecido por su generosidad y aportacin intelectual.

    Sin embargo, a pesar del impulso que recib en Cambridge, no habra podido cumplir mi promesa sin la ayuda de un extraordinario grupo de jvenes investigadores con los que trabaj regularmente en Barcelona y Los ngeles. En cuanto regres de Inglaterra me di cuenta de que estaba en apuros y ped ayuda a mis amigas y compa-eras de investigacin. Junto con Joana Conill y Amalia Crdenas haba creado un pequeo equipo de investigacin en la Universitat O berta de Catalunya (UOC) para estudiar el nacimiento de culturas econmicas alternativas en Barcelona. Muchos de los grupos y per-sonas observados se convirtieron de hecho en participantes en el movimiento de las indignadas. Como Joana y Amalia ya formaban parte del movimiento, accedieron a ayudarme con bsqueda de in-formacin y anlisis, con la condicin de no participar en la redac-cin final de la investigacin por motivos personales. Amalia cam-bien recogi y analiz informacin sobre Islandia y Occupy Wall Street, mientras que yo utilic mi red de colegas, amigos y antiguos alumnos para recopilar informacin, contrastar datos y escuchar ideas, especialmente sobre los pases rabes. Otras personas del mo-vimiento tambin accedieron a hablar conmigo o con mis colabora-dores sobre los temas y la historia del movimiento. Quiero agrade-crselo especialmente a Javier Toree y Arnau Monterde, ambos de Barcelona.

    En Los ngeles, mi colaboradora de investigacin Lana Swartz, una destacada doctoranda de la Annenberg School of Communica-tion en USC, que tambin participaba en Occupy Los ngeles, acept con una inusitada generosidad, inteligencia y rigor ayudarme en la recopilacin de datos y en el anlisis del movimiento Occupy en Estados Unidos. Joan Donovan, una activa participante de Occu-py Los ngeles e lnter-Occupy, veterana de muchas luchas por la justicia social y estudiante de doctorado en UC San Diego, me dio algunas ideas clave que me ayudaron a comprender. Daran Bon, estudiante de la Universidad de Columbia, me cont su experiencia

    AGRADECIMIENTOS J 7

    en el movimiento estudiantil asociado a Occupy Wall Street. Mi amigo y colega Sasha Cosranza-Chock, profesor del MIT, compar-ti los datos de un estudio indito sobre el movimiento Occupy en Estados Unidos. Maytha Alhassen, una periodista rabe-americana y doctoranda en Estudios Americanos y rnicos en la University of Southern California en Los ngeles, que haba viajado a los pases rabes durante las protestas, colabor estrechamente conmigo, in-formndome sobre acontecimientos clave que haba presenciado, facilitndome el acceso a fuentes rabes y, lo ms importante, ense-ndome lo que realmente haba pasado en todas partes. Soy, por supuesto, el nico responsable de los numerosos errores que proba-blemente habr cometido en mi interpretacin. Pero sin su valiosa ayuda, stos habran sido muchos ms. Gracias a la calidad de su aportacin me atrev a analizar los procesos especficos de las protes-tas rabes.

    Mi gratitud y reconocimiento van a este grupo tan variado de personas excepcionales que aceptaron colaborar en el proyecto de este libro, que se convirti en una empresa realmente colectiva, aun-que el resultado final se elabor en la soledad de la autora.

    Al igual que en mis libros anteriores, mi ayudante Melody Lutz, escritora de profesin, fue el punto de enlace fundamental entre el autor y el lector, haciendo posible nuestra comunicacin. Mi reco-nocimiento de todo corazn para Melody.

    La complejidad del proceso de trabajo que acabo de esbozar y que dio lugar a este libro requiri de unas grandes dotes de gestin y organizacin y buenas dosis de paciencia. Mi ms sincero agradeci-miento por ello a Clelia Azucena Garciasalas, mi ayudante personal en la Annenberg School of Communication, que dirigi todo el proyecto, coordin la investigacin y la edicin, complet lagunas, recopil informacin, corrigi errores y se asegur de que este volu-men llegara a las manos del lector con la garanta de su control de calidad. Quisiera agradecer tambin la aportacin de Noelia Daz Lpez, mi ayudante personal en la Universitat Oberta de Catalunya, por su continua y eficaz ayuda en todas mis actividades de investiga-cin.

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    Por ltimo, como en anteriores investigaciones y libros, nada de esto habra sido posible sin el entorno afecrivo de mi familia. Por to.do ello quiero expresar mi amor y gratitud a mi esposa, Emma Ktselyova, a mi hija Nuria, a mi hija compartida Lena, a mis nietos Clara, Gabriel y Sasha, a mi hermana Irene y a mi cuado Jos. . En la encrucijada de emocin y conocimiento, trabajo y expe-

    nenc1a, htstona personal y esperanza de futuro, es donde naci este libro. Para ti.

    Barcelona y Santa Mnica, diciembre 2011 - abril 2012

    OBERTURA

    CONECTAR LAS MENTES, CREAR SIGNIFICADO, CONTESTAR EL PODER

    Ocurri cuando nadie lo esperaba. En un mundo presa de la crisis econmica, el cinismo poltico, la vaciedad cultural y la desesperan-za, simplemente ocurri. De pronto, la gente derrocaba dictaduras slo con sus manos, aunque estuvieran cubiertas con la sangre derra-mada por los cados. Los magos de las finanzas pasaron de ser objeto de envidia pblica a objetivo del desprecio universal. Los polticos quedaron en evidencia como corruptos y mentirosos. Se denunci a los gobiernos. Los medios de comunicacin se hicieron sospechosos. La confianza se desvaneci. Y la confianza es lo que cohesiona a una sociedad, al mercado y a las instituciones. Sin confianza, nada fun-ciona. Sin confianza, el contrato social se disuelve y la sociedad des-aparece, transformndose en individuos a la defensiva que luchan por sobrevivir. Sin embargo, en los mrgenes de un mundo que ha-ba llegado al lmite de su capacidad para que los seres humanos convivieran y compartieran la vida con la naturaleza, los individuos volvieron a unirse para encon[rar nuevas formas de ser nosotros, el pueblo. Al principio fueron unos cuantos, a los que se unieron cien-

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    tos, que se conectaron en red con miles, apoyados por millones con su voz y su bsqueda de esperanza, bastante catica, que atravesaba ideologas y modas, para conectar con las preocupaciones reales de la gente real en la experiencia humana real que reivindicaban. Empez en las redes sociales de Internet, que son espacios de autonoma en gran medida fuera del control de gobiernos y corporaciones que, a lo largo de la historia, han monopolizado los canales de comunicacin como cimiento de su poder. Compartiendo dolor y esperanza en el espacio pblico de la red, conectndose entre s e imaginando pro-yectos de distintos orgenes, los individuos formaron redes sin tener en cuenta sus opiniones personales ni su filiacin. Se unieron. Y su unin les ayud a superar el miedo, esa emocin paralizante de la que se vale el poder para prosperar y reproducirse mediante la inti-midacin o la disuasin y, si es necesario, mediante la pura violencia, manifiesta o impuesta desde las instituciones. Desde la seguridad del ciberespacio, gente de roda edad y condicin se atrevi a ocupar el espacio urbano, en una cita a ciegas con el destino que queran for-jar, reclamando su derecho a hacer historia -su historia- en una demostracin de la conciencia de s mismos que siempre ha caracte-rizado a los grandes movimientos sociales.

    Los movimientos se extendieron por contagio en un mundo co-nectado en red mediante Internet inalmbrico y marcado por la r-pida difusin viral de imgenes e ideas. Empezaron por el Norte y por el Sur, en Islandia y en Tnez, y desde all la chispa prendi en un paisaje social diverso devastado por la codicia y la manipulacin en todos los rincones del planeta azul. No fue slo la pobreza, o la crisis econmica, o la falta de democracia lo que provoc esta rebe-lin polifactica. Por supuesto, rodas las manifestaciones dolorosas de una sociedad injusta y de una poltica antidemocrtica estuvieron presentes en las protestas. Pero fue fundamentalmente la humilla-cin causada por el cinismo y la arrogancia de los poderosos, tanto del mbito financiero como poltico y cultural, lo que uni a aque-llos que transformaron el miedo en indignacin y la indignacin en esperanza de una humanidad mejor. Una humanidad que tena que reconstruirse desde cero, escapando de las mltiples trampas idcol-

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    gicas e institucionales que haban conducido una y otra vez a un callejn sin salida, haciendo un nuevo camino al andar. Se trataba de encontrar la dignidad en el sufrimiento de la humillacin, temas recurrentes en la mayora de los movimientos.

    Los movimientos sociales en red se extendieron primero en el mundo rabe y fueron combatidos con violencia sanguinaria por las dictaduras rabes. Corrieron suerte diversa, de la victoria y las con-cesiones a repetidas matanzas y guerras civiles. Otros movimientos surgieron contra la gestin ineficaz de la crisis econmica en Europa y en Estados Unidos por parte de unos gobiernos que se alinearon con las lites financieras responsables de la crisis a costa de sus ciuda-danos: en Espaa, Grecia, Portugal, Italia (donde las movilizaciones de las mujeres contribuyeron a acabar con la bufonesca commedia dell'arte de Berlusconi), en Gran Bretaa (donde la ocupacin de plazas y la defensa del sector pblico por parre de los sindicaros y. los estudiantes aunaron fuerzas) y con menor intensidad pero un sim-bolismo parecido en la mayora de los pases europeos. En Israel, un movimiento espontneo con numerosas demandas se convirti en la mayor movilizacin popular de su historia, consiguiendo muchas de sus reivindicaciones. En Estados Unidos el movimiento Occupy Wall Strcet, igual de espontneo que los dems y tambin conectado en red en el ciberespacio y en el espacio urbano como los otros, se convirti en el acontecimiento del ao y afect a una gran parte del pas, hasta el punto de que la revista Time nombr a El Manifestan-te como persona del ao. El lema del 99%, cuyo bienestar se haba sacrificado en inters del 1 o/o que controla el 23% de la riqueza del pas, se convirti en el tema dominante de la vida poltica estadouni-dense. El 15 de octubre de 2011 una red global de movimientos de ocupacin bajo la bandera de Unidos por un cambio global movi-liz a millones de personas en 951 ciudades de 82 pases del mundo, reivindicando justicia social y democracia autntica. En rodas los casos los movimientos ignoraron a los partidos polticos, desconfiaron de los medios de comunicacin, no reconocieron ningn liderazgo y rechazaron cualquier organizacin formal, dependiendo de Internet y de las asambleas locales para el debate colectivo y la roma de decisiones.

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    Este libro intenta arrojar luz sobre esros movimientos: su forma-cin, dinmica, valores y perspectivas de cambio social. Es una inves-tigacin de los movimientos sociales de la sociedad red los movi-mientos que en ltima instancia formarn las sociedades del siglo XXI a travs de prcticas conflictivas arraigadas en las contradicciones fundamentales de nuestro mundo. El anlisis que aqu se presenta se basa en la observacin de los movimientos, pero no intenta ni descri-birlos ni aportar una demostracin de los argumentos expresados en el texto. Hay mucha informacin, artculos, libros, reportajes y blogs que se pueden consultar fcilmente navegando por Internet. Y por otro lado es demasiado pronto para elaborar una interpretacin siste-m~tica y acadmica sobre estos movimientos. Por ello mi objetivo es mas modesto: proponer algunas hiptesis, basadas en la observacin, sobre la naturaleza y perspectivas de los movimientos sociales en red con la esperanza de identificar los nuevos caminos del cambio social en nuestra, poca_y estimular el debate sobre las repercusiones prcti-cas (y, en ultima mstanc1a, polticas) de dichas hiptesis.

    Este anlisis se basa en una teora empricamente fundada sobre el poder que present en mi libro Comunicacin y poder (2009), una teora que proporciona el marco analtico para comprender los mo-vimientos que se estudian aqu.

    Comienzo con la premisa de que las relaciones de poder constitu-yen el fundamento de fa sociedad porque los que ostentan el poder consrruyen las mst1tuc1ones de la sociedad segn sus valores e intere-s?s. El _poder se ejerce mediante la coaccin (el monopolio de la v10lenc1a, legtima o no, por el control del estado) y la construccin d_e, signific:dos en las mentes a travs de mecanismos de manipula-c1on s1".'bolica. Las relac10nes de poder estn incorporadas en las mst1tuc10nes de la sociedad, y especialmente en el estado. Sin em-bargo, como las sociedades son contradictorias y conflictivas, donde qmera que haya poder hay tambin contrapoder, que considero como la capacidad de los actores sociales para desafiar al poder in-corporado en las instituciones de la sociedad con el objetivo de recla-mar la representacin de sus propios valores e intereses. Todos los sistemas institucionales son un reflejo de las relaciones de poder, as

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    como de los lmites de estas relaciones de poder negociadas en un proceso histrico interminable de conflictos y ac~er~os. La configu-racin propiamente dicha del estado y otras msntuCJones que regu-lan la vida de la gente depende de esta interaccin constante entre poder y contrapoder. .

    La coaccin y la intimidacin, basadas en el monopolio del esta-do para ejercer la violencia, son mecanismo~ fu~damentales para imponer la voluntad de los que controlan las msntuc10nes de la so-ciedad. Sin embargo, la construccin de significados en la mente humana es una fuente de poder ms estable y decisiva. La forma en que pensamos determina el destino de las instituciones, norm~s y valores que estructuran las sociedades. Muy pocos sistemas msu;u-cionales pueden perdurar si se basan exclusivamente en la coacc10n. La tortura fsica es menos eficaz que la manipulacin mental. S1 la mayora de la gente piensa de forma contraria a los valores y normas institucionalizados en las leyes y reglamentos impuestos por el esta-do, el sistema cambiar, aunque no necesariamente para cumplir las esperanzas de los agentes del cambio social. Por eso, la lucha de po-der fundamental es la batalla por la construccin de significados en las mentes.

    El ser humano construye significados al interactuar con su en-torno natural y social, interconectando sus redes neuronales con las redes de la naturaleza y las redes sociales. Esta interconexin funcio-na mediante el acto de la comunicacin. Comunicar es compartir significados mediante el intercambio de informacin. P:ra la socie-dad en sentido amplio, la principal fuente de producc1on social de significado es el proceso de comunicacin s,ocializad:. La co~um~ cacin socializada es aquella que existe en el ambuo publico mas alla de la comunicacin interpersonal. La transformacin continua de la tecnologa de la comunicacin en la era digital extiende el alcan_ce de los medios de comunicacin a todos los mbitos de la vida soCJal en una red que es al mismo tiempo local y global, genrica y personal, en una configuracin constantemente cambiante. El proceso de co~_srruccin de significado se caracteriza por una gran diversidad. Sm embargo, hay una caracterstica comn a todos los procesos de cons-

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    truccin simblica: en gran medida dependen de los mensajes y de los marcos creados, formateados y difundidos en las redes de comu-nicacin m_ultimedia. Aunque la mente de cada individuo construya su propio s1gmficado al interpretar a su manera los materiales recibi-dos, este proceso mental est condicionado por el entorno de las co-municaciones. Es decir, la transformacin del entorno de las comu-nicaones afecta directamente a la forma en que se construye el sigmficado y, por tanto, a la produccin de las relaciones de poder. En los ltimos aos el cambio fundamental en el mundo de las co-municaciones ha sido el nacimiento de lo que he llamado autocomu-nicacin de masas: el uso de Internet y de las redes inalmbricas como plataformas de comunicacin digital. Es comunicacin de masas porque procesa mensajes de muchos para muchos y potencialmente puede llegar a numerosos receptores y conectarse a incontables redes que transmiten informacin digitalizada en un barrio o por todo el mundo. Es aurocomunicacin porque el emisor decide el mensaje de forma autnoma, designa a los posibles receptores y selecciona los mensajes de las redes de comunicacin que quiere recuperar. La au-rocomunicacin de masas se basa en redes horizontales de comunica-cin interactiva que, en gran medida, los gobiernos y las empresas tienen dificultad para controlar. Por otra parte, la comunicacin di-gital es multimodal y permire una referencia constante a un hipertex-to global de informacin cuyos elementos el comunicador puede mezclar segn los proyectos concretos de comunicacin. La autoco-municacin de masas proporciona la plataforma tecnolgica para la construccin de la autonoma del actor social, ya sea individual 0 colenivo, frente a las instituciones de la sociedad. Por eso los gobier-nos tienen miedo de Internet y las empresas mantienen una relacin de ~mor-odio con la red e intentan obtener beneficios al tiempo que limitan su potencial de libertad (por ejemplo, controlando el inter-cambio libre de archivos o las redes de cdigo abierto).

    En nuestra sociedad, que he conceptualizado como sociedad red, el poder es mu!tidimensional y est organizado en torno a redes pro-gramadas en cada campo de actividad humana de acuerdo con los intereses y valores de los actores empoderados. Las redes de poder lo

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    ejercen influyendo en la mente humana predominantemente (pero no exclusivamente) mediante redes multimedia de comunicacin de masas. Por tanto, las redes de comunicacin son fuente decisiva de construccin de poder.

    Las redes de poder en varios mbitos de la actividad humana se conectan entre s. Las redes financieras globales y las redes multime-dia globales estn ntimamente enlazadas, y esta meta-red acumula un poder extraordinario. Pero no todo el poder, porque esta meta-red de finanzas y medios de comunicacin depende a su vez de otras grandes redes, como la red poltica, la red de produccin cultural (que abarca todo tipo de producto cultural, no slo productos de comu-nicacin), la red militar y de seguridad, la red del crimen organizado y la decisiva red global de produccin y aplicacin de la ciencia, la tecnologa y la gestin del conocimiento. Estas redes no se fusio-nan, sino que establecen estrategias de colaboracin y competicin formando redes puntuales para proyectos concretos. Pero rodas tie-nen un inters comn: controlar la capacidad de definir las reglas y normas de la sociedad mediante un sistema poltico que responda fundamentalmente a sus intereses y valores. Por eso, la red de poder construida en torno al estado y el sistema poltico desempea un papel fundamental en la interconexin general del poder. Esro se debe, en primer lugar, a que el funcionamiento estable del sistema y la reproduccin de las relaciones de poder en cada red dependen, en ltima instancia, de las funciones de coordinacin y regulacin del estado, como pudo comprobarse en el derrumbamiento de los mer-cados financieros en 2008, cuando se pidi ayuda a los gobiernos de todo el mundo. Adems, a travs del estado las distintas formas de ejercer el poder en mbitos sociales diferenciados se relacionan con el monopolio de la violencia como capacidad para imponer el poder en ltima instancia. Por tanto, mientras que las redes de comunica-cin procesan la construccin de significado de la que depende el poder, el estado constituye la red predeterminada para el funciona-miento adecuado de las dems redes de poder.

    De qu forma se conectan entre s las redes de poder conservan-do su campo de accin especfico? Lo hacen mediante un mecanis-

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    mo bsico de construccin de poder en la sociedad red: el poder de interconexin, que es la capacidad para conectar dos o ms redes en el proceso de construccin de poder para cada una de ellas en sus campos respectivos.

    Quin ostenta entonces el poder en la sociedad red? Los progra-madores (programmers) con capacidad para programar cada una de las redes principales de las que depende la vida de la gente (gobierno, parlamento, ejrcito y seguridad, finanzas, medios de comunicacin, instituciones cientficas y tecnolgicas, etc.). Y los conmutadores (switchers) que conectan diferentes redes (magnates de los medios de comunicacin introducidos en la clase poltica, lites financieras que financian a las lites polticas, lites polticas que rescatan a las insti-tuciones financieras, corporaciones mediticas entrelazadas con cor-poraciones econmicas, instituciones acadmicas financiadas por grandes empresas, etc.).

    Si el poder se ejerce mediante la programacin y la conexin de redes, entonces el contrapoder, el intento deliberado de cambiar las relaciones de poder, se activa mediante la reprogramacin de redes en torno a intereses y valores alternativos o mediante la interrupcin de las conexiones dominantes y la conexin de redes de resistencia y cambio social. Los actores del cambio social pueden ejercer una in-fluencia decisiva utilizando mecanismos de construccin de poder que se correspondan con las formas y procesos del poder en la socie-dad red. Mediante la produccin de mensajes autnomos para los medios de comunicacin de masas y el desarrollo de redes autno-mas de comunicacin horizontal, los ciudadanos de la era de la in-formacin pueden inventar nuevos programas para sus vidas con los materiales de sus sufrimientos, sus miedos, sueos y esperanzas. Al compartir experiencias, construyen proyectos. Subvierten la prctica habirual de comunicacin ocupando el medio y creando el mensaje. Superan la impotencia de su desesperacin solitaria comunicando sus deseos. Luchan contra el poder establecido identificando las redes de la experiencia humana.

    A travs de la historia, los movimientos sociales han producido nuevos valores y objetivos que transforman las instiruciones de la

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    sociedad para representar estos valores, creando nuevas normas para organizar la vida social. Los movimientos sociales ejercen el contra-poder construyndose en primer lugar a s mismos mediante un proceso de comunicacin autnoma, libre del control del poder instirucional. Como los medios de comunicacin de masas estn controlados en gran medida por los gobiernos y las corporaciones, en la sociedad red la autonoma comunicativa se construye funda-mentalmente en las redes de Internet y en las plataformas de comu-nicacin inalmbrica. Las redes sociales digitales ofrecen la posibili-dad de deliberar y coordinar acciones sin trabas. No obstante, ste es slo un elemento de los procesos comunicativos a travs de los cuales los movimientos sociales se relacionan con la sociedad en general. Tambin necesitan establecer un espacio pblico creando comuni-dades libres en el espacio urbano. Como el espacio pblico institu-cional -el espacio designado constitucionalmente para la delibera-cin- est ocupado por los intereses de las lites dominantes y sus redes, los movimientos sociales tienen que labrarse un nuevo espacio pblico que no se limite a Internet sino que se haga visible en los lugares donde se desarrolla la vida social. Por eso ocupan el espacio urbano y edificios simblicos. Los espacios ocupados han tenido un papel destacado en la historia del cambio social, as como en las prcticas actuales, por tres razones bsicas:

    -Crean comunidad, y la comunidad se basa en el compaeris-mo. El compaerismo es un mecanismo psicolgico fundamental para superar el miedo. Y superar el miedo es el umbral fundamental que deben cruzar los individuos para comprometerse en un movi-miento social, ya que saben que en ltima instancia tendrn que enfrentarse a la violencia si traspasan los lmites establecidos por las lites dominantes para mantener su dominio. En la historia de los movimientos sociales las barricadas erigidas en las calles tenan muy poco valor defensivo; de hecho, se convertan en blancos fciles para la artillera o para las brigadas antidisturbios, dependiendo del con-texro. Pero siempre definan un dentro y fuera>>, un nosotros contra ellos, de forma que, al incorporarse a un lugar ocupado y

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    desafiar las normas burocrticas del uso del espacio, otros ciudada-nos pudieran ser parte del movimiento sin necesidad de adherirse a una ideologa u organizacin, simplemente estando all por sus pro-pias razones.

    -Los espacios ocupados no son algo sin sentido: normalmente estn cargados con el poder simblico de la invasin de los centros de poder del estado o de las instituciones financieras. O bien, en relacin con la historia, evocan recuerdos de revueltas populares que expresaron la voluntad de los ciudadanos cuando se cerraban otras formas de representacin. A menudo se ocupan edificios por su sim-bolismo o para afirmar el derecho del uso pblico de una propiedad especulativa vaca. Al tomar y ocupar el espacio urbano los ciudada-nos recuperan su propia ciudad, una ciudad de la que fueron desalo-jados por la especulacin inmobiliaria y la burocracia municipal. Algunos grandes movimientos sociales de la historia, como la Comu-na de Pars en 1871 o las huelgas de Glasgow en 1915 (origen de la vivienda pblica en Gran Bretaa), empezaron como huelgas de al-quileres contra la especulacin inmobiliaria. El control del espacio simboliza el control de la vida de la gente.

    -Al construir una comunidad libre en un lugar simblico, los movimientos sociales crean un espacio pblico, espacio para la deli-beracin que finalmente se convierte en un espacio poltico, espacio de reunin de asambleas soberanas para recuperar los derechos de representacin que han sido capturados en insriruciones polticas constituidas en su mayora para conveniencia de los intereses y valo-res dominantes. En nuestra sociedad, el espacio pblico de los mo-vimientos sociales se construye como espacio hbrido entre las redes sociales de Internet y el espacio urbano ocupado: conectando el ci-berespacio y el espacio urbano en una interaccin incesante y cons-tituyendo tecnolgica y culturalmente comunidades instantneas de prcticas transformadoras.

    La cuestin fundamental es que este nuevo espacio pblico, el espacio interconectado entre el espacio digital y el urbano, es un es-pacio de comunicacin autnoma. La autonoma de la comunica-cin es la esencia de los movimientos sociales porque es lo que per-

    CONECTAR IAS MENTES, CREAR SIGNIFICADO, CONTESTAR EL PODER 2_9

    mire la formacin del movimiento y lo que hace que ste se relacione con la sociedad en general ms all del control del poder de comuni-cacin por parte de los poderosos.

    De dnde proceden los movimientos sociales? Cmo se for-man? Sus races estn en la injusticia fundamental de rodas las socie-dades, continuamente enfrentada a las aspiraciones de justicia de las personas. En cada contexto especfico los habituales jinetes del apo-calipsis de la humanidad cabalgan juntos en abigarrado aquelarre: explotacin econmica, pobreza desesperada, desigualdad inicua, poltica antidemocrtica, estados represores, justicia injusta, racis-mo, xenofobia, negacin cultural, censura, brutalidad policial, beli-cismo, fanatismo religioso (a menudo contra las creencias religiosas de los dems), negligencia hacia el planeta azul (nuestro nico ho-gar), indiferencia por la libertad personal, violacin de la privacidad, geronrocracia, intolerancia, sexismo, homofobia y otras atrocidades en la extensa galera de retratos que representan a los monstruos que somos. Y por supuesto siempre, en cada caso y en rodos los contex-tos, la dominacin absoluta de los hombres sobre las mujeres y los nios como base fundamental de un (injusto) orden social. Los mo-vimientos sociales han tenido siempre toda una serie de causas es-tructurales y motivos personales para rebelarse contra una o varias dimensiones de la dominacin social. Sin embargo, conocer sus ra-zones no responde a la pregunta sobre su nacimiento. Puesto que, segn mi punto de vista, los movimientos sociales son la fuente del cambio social y, por ramo, de constitucin de la sociedad, esta cues-tin es fundamental. Tan fundamenta! que hay bibliotecas enteras dedicadas a dar una respuesta aproximada y, por tanto, no lo har aqu ya que este libro no pretende ser otro tratado sobre los movi-mientos sociales sino una pequea ventana a un mundo naciente. Pero s dir lo siguiente: los movimientos sociales, por supuesto aho-ra, y probablemente durante la historia (ms all del mbito de mi competencia), estn formados por personas. Lo digo en plural por-que en casi todos los anlisis que he ledo sobre los movimientos sociales de cualquier poca y sociedad encuentro pocos individuos, algunas veces tan slo el tpico hroe acompaado por una multitud

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    indiferenciada, llamada clase social o etnia, o gnero, o nacin, 0 creyentes o c~alquier otra denominacin colectiva de los subconjun-tos de d1vers1dad humana. Sin embargo, aunque agrupar la expe-nenc1a vital de la gente en cmodas categoras analricas de estrucru-ra social es un mtodo til, las prcticas reales que permiten el nac1m1ento de los movimientos sociales y el cambio de las institucio-nes y, en ltima instancia, de la estructura social las realizan los indi-viduos: personas de carne y hueso. La pregunta clave que hay que entender es dnde, cmo y por qu una persona o mil personas deciden, individualmente, hacer algo que les advierten repetidamen-te que no deben hacer porque sern castigadas. Normalmente son un puado de personas, a veces slo una, las que inician un movi-miento. Los tericos sociales normalmente las llaman agencia. Yo los llamo individuos. Y por tanto tenemos que entender la motivacin de cada individuo; de qu forma se interconectan mentalmente con otros y forman redes y por qu son capaces de hacerlo en un proceso de comunicacin que lleva al final a la accin colectiva; de qu forma estas redes negocian la diversidad de intereses y valores presentes en la red para centrarse en un conjunto de objetivos comunes; cmo estas redes se relacionan con la sociedad en general y con muchos otros individuos y cmo y por qu esta conexin funciona en mu-chos casos llevando a los individuos a ampliar las redes formadas en la resistencia a la dominacin y a implicarse en un ataque multimo-dal contra un orden injusto.

    Desde el punto de vista de los individuos, los movimientos socia-les son movimientos emocionales. La insurgencia no empieza con un programa ni una estrategia polrica. Esto puede surgir despus, cuando aparecen lderes desde dentro o fuera del movimiento para promover los programas polticos, ideolgicos y personales que pue-den o no relacionarse con el origen y las motivaciones de los partici-pantes en el movimiento. Pero el big bang de un movimiento social empieza con la transformacin de la emocin en accin. Segn la teora de. la i?~eligencia afectiva, las emociones ms importantes para la mov1lizac10n social y el comportamiento poltico son el miedo (una emocin negativa) y el entusiasmo (una emocin positiva). Las

    CONECTAR LAS MENTES, CREAR SIGNIFICADO, CONTESTAR EL PODER 3 J

    emociones positivas y negativas se relacionan con dos sistemas de motivacin bsicos resultado de la evolucin humana: aproximacin y evitacin. El sistema de aproximacin est relacionado .con el com-portamiento de bsqueda de objetivos que dmge al md1v1duo a ex-periencias satisf3-ctorias. Los individuos se muestran en;us1asmados cuando se movilizan por un objetivo que les importa. Esta es la ra-zn por la que el entusiasmo est directamente relacionado con otra emocin positiva: la esperanza. La esperanza proyecta el comporta-miento hacia el futuro. Como una de las caractersticas diferenciado-ras de la mente humana es la capacidad para imaginar el futuro, la esperanza es un ingrediente fundamenta! para apoyar la accin de bsqueda de objetivos. No obstante, para que surja el entusiasmo y la esperanza, los individuos tienen que superar la emocin negativa resultado del sistema de la evitacin: la ansiedad. La ansiedad es una respuesta a una amenaza externa sobre la que la persona amenazada no tiene control. Por lo tanto, la ansiedad lleva al miedo y tiene un efecto paralizante. La superacin de la ansiedad en un comporta-miento sociopoltico a menudo es resultado de otra emocin negati-va: la ira. La ira aumenta con la percepcin de una accin injusta y con la identificacin del agente responsable de ella. Las investiga-ciones neurocientficas han demostrado que la ira est asociada a un comportamiento que asume riesgos. Cuando el individuo supera el miedo, las emociones positivas se imponen a medida que el entu-siasmo activa la accin y la esperanza anticipa la recompensa de la accin arriesgada. No obstante, para que se forme un movimiento social, la activacin emocional de los individuos debe conectar con otros individuos. Para ello se requiere un proceso de comunicacin de una experiencia individual a los dems. Para que un proceso de comunicacin funcione, hay dos requisitos: la consonancia cognitiva entre emisores y receptores del mensaje y un canal de comunicacin eficaz. La empata en el proceso de comunicacin est determinada por experiencias similares a las que motivaron el estallido emocional original. En concrero: si muchos individuos se sienten humillados, explotados, ignorados o mal representados, estarn dispuestos a transformar su ira en accin en cuanto superen el miedo. Este miedo

  • 32 REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

    lo superan mediante la manifestacin extrema de la ira en forma de indignacin cuando tienen noticia de que alguien con quien se iden-tifican ha sufrido algo insoportable. Esta identificacin se consigue mejor compartiendo sentimientos en una forma de compaerismo que se crea en el proceso de comunicacin. La segunda condicin para que las experiencias individuales se conecten y formen un mo-vimienco es, por tanto, la existencia de un proceso de comunicacin que propague los acontecimientos y las emociones asociadas a las mismas. Cuanto ms rpido e interactivo sea el proceso de comuni-cacin, ms probable es que se forme un proceso de accin colectiva, arraigado en la indignacin, impulsado por el entusiasmo y motiva-do por la esperanza.

    Histricamente, los movimientos sociales siempre han dependi-do de la existencia de mecanismos de comunicacin especficos: ru-mores, sermones, panfletos y manifiestos, divulgados de persona a persona, desde el plpito, la prensa, o por cualquier medio de comu-nicacin disponible. En nuestra poca, la comunicacin multimodal con redes digitales de comunicacin horizontal es el medio de co-municacin ms rpido, autnomo, interactivo, reprogramable y autopropagable de la historia. Las caractersticas de los procesos de comunicacin entre individuos comprometidos en el movimiento social determinan las caractersticas organizativas del propio movi-miento social: cuanto ms interactiva y autoconfigurable sea la co-municacin, menos jerrquica es la organizacin y ms participativo el movimiento. Por eso los movimientos sociales en red de la era digital representan una nueva especie de movimiento social.

    Si los orgenes de los movimientos sociales se encuentran en las emociones de los individuos y en sus interconexiones a partir de la empata cognitiva, cul es el papel de las ideas, ideologas y pro puestas programticas consideradas tradicionalmente como la ma-teria de la que est hecho el cambio social? En realidad son materia-les indispensables para el paso de la accin impulsada por las emociones a la deliberacin y la construccin de proyectos. Su in-corporacin a la prctica del movimiento tambin es un proceso de comunicacin, y la forn1a en que est construido este proceso derer-

    CONECTAR LAS MENTES, CREAR SIGNIFICADO, CONTESTAR EL PODER 33

    mina el papel de estos materiales ideacionales en el significado, evolucin e impacro del movimiento social. Cuanto ms se generen las ideas dentro del movimiento a partir de la experiencia de sus participantes, ms representativo, entusiasta y pr?~etedor ser aq~l, y viceversa. Sucede muy a menudo que los movimientos se convier-ten en materia prima de experimentacin ideolgica o instrumenta-cin poltica al definir objetivos y representaciones que tienen poco que ver con su realidad. A veces incluso en su le_gado histri~o la experiencia humana del movimiento suele susutume por una ima-gen reconstruida para la legitimacin de los lderes polt'.cos o para la reivindicacin de las teoras de los mtelectuales orgamcos. Un ejemplo que hace al caso es el de cmo se convirti la Comuna de Pars en su reconstruccin ideolgica, a pesar de los esfuerzos de los historiadores para restaurar su realidad, en una prororrevolucin proletaria en una ciudad que en aquella poca contaba con pocos obreros industriales entre sus habitantes. Por qu se interpret mal una revolucin municipal, provocada por una huelga de alquileres y dirigida en parte por mujeres, tiene que ver con la inexactitud de las fuentes de Karl Marx en sus escritos sobre la Comuna, basados fundamentalmente en su correspondencia con Elizabeth Dmirrie-va, presidenta del Sindicato de Mujeres, figura socialista de la Co-muna que slo vea lo que ella y su mentor queran ver. La interpre-tacin errnea de los movimientos por parte de sus lderes, idelogos o cronistas tiene consecuencias considerables, ya que introduce una escisin irreversible entre los actores del movimiento y los proyec-tos construidos en su nombre, a menudo sin su conocimiento ni consent1m1ento.

    La siguiente pregunta para comprender los movimientos sociales tiene que ver con la evaluacin del impacto real de la accin conjun-ta de estas redes de individuos en las instituciones de la sociedad, as como en ellos mismos. Para esto se requieren otros datos e instru-mentos analticos, ya que las caractersticas de las instituciones y de las redes de dominacin tendrn que enfrentarse a las caractersticas de las redes de cambio social. En pocas palabras, para que las redes de contrapoder prevalezcan sobre las redes de poder incorporadas en

  • 34 REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

    la organizacin de la sociedad, tendrn que reprogramar la poltica, la economa, la cultura o cualquier otra dimensin que pretendan cambiar introduciendo en los programas de las instituciones, as como en su propia vida, otras instrucciones entre las que se encuen-tra, en algunas versiones utpicas, la regla de no regular nada. Ade-ms, tendrn que activar las conexiones entre distintas redes de cambio social, por ejemplo, entre redes prodemocrticas y redes de justicia econmica, redes feministas, redes de conservacin medio-ambiental, redes pacifistas, redes por la libertad, etc. Comprender en qu condiciones se producen estos procesos y cules son los resulta-dos sociales de cada proceso especfico no puede ser asumo de teora formal. Hay que basar el anlisis en la observacin.

    Las herramientas tericas que he propuesro aqu son simplemen-te eso, herramientas, cuya utilidad o futilidad slo se puede evaluar utilizndolas para examinar las prcticas de los movimientos sociales en red que este libro pretende analizar. Sin embargo, no codificar la observacin de estos movimientos en trminos abstractos para que encajen en el enfoque conceptual aqu presentado. En su lugar, mi teora se inregrar en una observacin selectiva de los movimientos, para reunir al final de mi viaje intelectual las conclusiones ms so-bresalientes de este estudio en un marco analrico. Pretendo que sta sea mi aportacin a la comprensin de los movimientos sociales en red como precursores del cambio social en el siglo XXI.

    Una ltima palabra sobre los orgenes y condiciones de las re-flexiones que aqu presento. He tenido un participacin marginal en el movimiento de las indignadas de Barcelona y he apoyado y sim-patizado con los movimientos de otros pases. Pero, como suelo ha-cer, he mantenido la mxima distancia posible entre mis creencias personales y mi anlisis. Sin pretender lograr la objetividad, he in-tentado presentar los movimienros en sus propias palabras y sus propios actos, usando algunas observaciones directas y un acervo considerable de informacin: algunas de entrevistas individuales y otras de fuenres secundarias que se indican en las referencias de cada caprulo y en los apndices del libro. En realidad, me identifico con el principio bsico de este movimiento polifactico sin lderes: me

    CONECTAR LAS MENTES, CREAR SIGNIFICADO, CONTESTAR EL PODER 35

    presento exclusivamente a m mismo y sta es sencillamente mi ::flexin sobre lo que he visto, odo o ledo. Soy un individuo Y hago lo que he aprendido en mi vida: investigar procesos de camb10 soClal con la esperanza de que esta investigacin pueda aportar alg? a los que luchan, con gran riesgo, por un mundo en el que qu1S1eramos vivir.

  • PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TODO EMPEZ

    Qu tienen en comn Tnez e Islandia? Nada en absoluto. Y sin embargo, los levantamientos polticos que transformaron las institu-ciones de gobierno en ambos pases entre 2009 y 2011 se han conver-tido en referencia para los movimientos sociales que sacudieron el or-den poltico en el mundo rabe y desafiaron a las instituciones polticas europeas y estadounidenses. En la primera manifestacin mulcitudi-naria en la plaza Tahrir de El Cairo, el 25 de enero de 2011, miles de personas gritaban Tnez es la solucin, modificando a propsito el eslogan El islam es la solucin que en aos recientes haba presidido las movilizaciones sociales en el mundo rabe. Se referan al derroca-miento de la dictadura de Ben Al, que huy del pas el 14 de enero, tras semanas de protestas populares que vencieron a la cruenta repre-sin del rgimen. Cuando las indignadas espaolas empezaron a acampar en las principales plazas de las ciudades del pas en mayo de 2011, proclamaban que Islandia es la solucin. Y cuando los neo-yorquinos ocuparon los espacios pblicos prximos a Wall Street el 17 de septiembre de 2011, bautizaron el primer campamento lahrir Squarc, igual que las acampadas de plaza Catalunya en Barcelona.

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    i Cul poda ser el hilo comn ue , 1 experiencias de revuelca a pesar d urna en as mentes de la gente sus micos e institucionales fiueran te qudefisus contextos culturales, econ-

    . . . an J erentes' E al b sentimiento de empoderam U ... n pocas p a ras: su . d' lento. n sent1mient . In Ignacin contra los gobI. l l o que naci de la . ernosy acasep l't' fi .

    nal o, en su opinin pseud d , . o 1 Jea, ya uera dictato-1 ' o emocratJca Ind , a rabia ante la complicidad 'b' Ignac1on provocada por lite poltica y que estall' q~e perCJ. '.n entre. la lite financiera y la

    . . o por a reacc1on emocional , al , acontec1m1ento insoportable. y fue osible que, causo gun mediante la unin for'ad l dp d 1 por la superac1on del miedo

    . a en as re es e cib l rndades del espacio urbano Ad , erespac10 y en as comu-d . h . emas, tanto en T, ia ,ubo transformaciones polticas tan ibl ,unez como en Islan-ras ClVJCas que surgieron d 1 . g. es, as1 como nuevas cultu-

    e os mov1m1enros al corco. Transformaciones qu 'al en un mterv o muy

    . e maten izaron la p b Td d d guu algunas de las reivind' . 1 os1 11 a e conse-1cac10nes c ave de 1 fi es pertinente desde el punt d . al . os man1 estantes. Por ello

    . ' o e vista an tico pnmerlugar en estos dos pr 'd . , que nos centremos en bio social que un viene d ocesos para J. ennficar las semillas del cam-

    . 0 e esperanza d1sem '

    ocasiones germinando e fi ino a otros contextos, en n nuevas ormas y val 'al

    casos, sofocadas por la m . . d ores soc1 es y, en otros establecido que en un p .aqumana .e represin alertada por el poder

    nncip10 se VIo sorpr d'd d , zado y, en ltima instancia 11 , 1 . ~n 1 o, espues atemori-mundo. Una nueva genera~i~rr;;' a . a~cion preventiva en todo el formas de cambio polti d' e acl t1v1stas ha descubierto nuevas

    . co me !ante a capa 'd d d . orgarnzarse de forma aurn fu d 1 c1 a e comurncarse y biruales de control polt1'c orna, , era e alcance de los mtodos ha-

    o Y econom1co S1 b h b esros nuevos movimientos so 'al 1 ,I . ien u o precedentes de

    c1 esen a u timad' d ( 1 en Espaa en 2004 y en I , 200 ) eca a especia mente ran en 9 pode d . expresion empez en Tn I 1 d: mos ecu que su plena

    ezyen san 1a.

    Tnez: La revolucin de la l'b d la . . t erta y dtgntdad 1

    Empez en un lugar inusitado Sid' B 'd 40.000 habitantes del centro d. T ,1 uzI ' una pequea ciudad de

    e unez, una zona pobre al sur de la

    PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TODO EMPEZ 39

    capital. El nombre de Mohamed Buazizi, un vendedor ambulante de 26 aos, ha quedado grabado en la historia como el de alguien que cambi el destino del mundo rabe. Su inmolacin, quemndo-se a s mismo a las once y media de la maana del 17 de diciembre de 2010 ante un edificio del gobierno, fue su definitivo grito de pro-testa contra la repetida y humillante confiscacin de su puesto de frutas por la polica local ante su negativa a pagar un soborno. La ltima confiscacin se haba producido una hora antes ese mismo da. Muri el 3 de enero de 20 11 en el hospital de Tnez donde el dictador le haba llevado para aplacar la ira de la poblacin. Efectiva-mente, tan slo unas horas despus de prenderse fuego, cientos de jvenes a los que las autoridades haban humillado de forma similar protestaban delante del mismo edificio. Al, el primo de Mohamed, grab la protesta y colg el vdeo en Internet. Hubo otros suicidios simblicos e intentos de suicidio que alimentaron la ira y animaron a los jvenes. En unos das se iniciaron manifestaciones espontneas en todo el pas, empezando en las provincias y llegando a la capital a principios de enero, a pesar de la brutal represin de la polica, que mat al menos a 147 personas e hiri a ciemos de ellas. Pero el 12 de enero de 2011 el general Rachid Ammar, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas tunecinas, se neg a disparar conrra los mani-festantes. Fue inmediatamente depuesto, pero el 14 de enero de 2011 el dictador Ben Al y su familia abandonaron Tnez y se refu-giaron en Arabia Saud cuando el gobierno francs, el aliado ms prximo a Ben Al desde su llegada al poder en 1987, le neg su apoyo. Se haba convertido en un estorbo para sus socios internacio-nales y haba que encontrar un sustituto en la lite poltica del pro-pio rgimen. Pero la victoria no calm a los manifestantes. En reali-dad, les anim a exigir la destitucin de todos los gerifaltes del rgimen, a reclamar libertad poltica y de expresin y a pedir unas elecciones realmente democrticas con una nueva ley electoral. Se-guan gritando Dgage! Dgage! (Lrgate!) a todos los que estaban en el poder: polticos corruptos, especuladores financieros, polica represora y medios serviles. La difusin de los vdeos de las protestas y de la violencia policial en Internet esruvo acompaada de llamadas

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    a la accin en las calles y las plazas de las ciudades de todo el pas, empezando por las provincias centrales occidentales y trasladndose despus a la propia capital. La conexin entre la comunicacin libre en Facebook, YouTube y Twitter y la ocupacin del espacio urbano cre ~n espacio pblico hbrido de libertad que se convirti en la pnn~1p~l caracterstica de la rebelin tunecina, presagio de futuros mov1m1entos en otros pases. Se formaron caravanas solidarias de cientos de coches con destino a la capital. El 22 de enero de 20 I la Caravana de la lib~rtad (Q!ifilat al-hurriyya), con origen en Sidi Buz1d y Menzel Buzaiane, lleg a la kasbah de la medina de Tnez exigiendo la dimisin del gobierno provisional de Mohamed Ghan-nuchi, una evidente continuacin del rgimen tanto desde el punto de vista del personal como de las polticas. Como afirmacin simb-lica ~el poder del pueblo, ese da los manifestantes ocuparon la Place du Gouvernement, en el corazn de la kasbah, donde se encuentran la mayora de los ministerios. Levantaron riendas y organizaron un foro permanente con animados debates que duraron hasta bien en-trada la noche. Las conversaciones se alargaron en algunos casos dos semanas seguidas. Se grabaron y el vdeo de los debates se difundi por Internet. Pero su lenguaje no era slo digital. Las paredes de la plaza estab~n cubiertas con eslganes en rabe, francs e ingls, ya que el movimiento quera identificarse con el mundo exterior para proclamar sus derechos y aspiraciones. Coreaban lemas y canciones de protesta. Con ms frecuencia cantaban el verso ms conocido del himno nacional: Si el pueblo desea vivir un da, el destino tendr que responder (1dh!i 1-sha 'bu yawman arada 1-hay!it, fo-la budda an yastadzb~ ,al-_qadar). Aunque no haba lderes, surgi algn tipo de orgamzac10n informal que se ocupaba de la logstica e impona las nor-mas del compromiso en los debates en la plaza: las discusiones tenan que ser educadas, respetuosas y sin grims; cualquiera tena derecho a expresar_ su opinin sin diatribas interminables para que todos pu-dieran e ercer esta nueva libertad de expresin. Una red de vigilancia moderada, organizada por los propios manifestantes, controlaba el respeto de las normas. Esta misma organizacin informal protega al campamento contra la violencia y la provocacin, tanto interna

    PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TODO EMPEZ 41

    como externa. Hubo efectivamente violencia policial y los ocupantes fueron desalojados varias veces de la plaza, pero volvieron a ocuparla el 20 de febrero y otra vez el 1 de abril de 2011. Debatan de codo: rechazar un gobierno corrupto exigiendo una autntica democracia

    pidiendo un nuevo rgimen electoral, defender los derechos de las ~egiones contra el centralismo, p_ero tambi~ pedan trab~jo, ya que una gran proporcin de los manifestantes ovenes no teman empleo y queran una mejor educacin. Se rebelaban co_ntra el comrol de la poltica y la economa por el clan de l~s Trabels1, la familia d~ la se-gunda mujer de Ben Al, cuyos negocios_ deshonesto: se habia~ co-mentado en la correspondencia diplomnca que W1kiLeaks saco a la luz. Tambin hablaban del papel del islam como gua moral contra Ja corrupcin y el abuso. Pero no se trataba de un movimiemo isl-mico, a pesar de la presencia de una poderosa comente islamista entre Jos manifestantes, por el simple motivo de que hay una in-fluencia generalizada del islamismo poltico en la soci~dad tunecina. Pero secularismo e islamismo coexistan en el mov1m1ento sin gran-des tensiones. Realmente, en cuanto a la comunidad de referencia, fue un movimiento tunecino que utiliz la bandera y cantaba el himno nacional como llamamiento, proclamando la legitimidad de la nacin contra su apropiacin por un rgimen poltico ilegtim_o respaldado por antiguas potencias coloniales, esp~~ialm~nte F ra~cia y Estados Unidos. No se trataba de una revoluc10n 1S!am1ca nt _de una revolucin del Jazmn (el potico nombre que dieron los med10s de comunicacin occidenrales sin motivo aparente, puesto que en realidad fue el nombre original del golpe de estado de Ben Al en 987). En palabras de los propios manifestantes, era una revolucin por la libertad y la dignidad (Thawrat a!-hurriya w~-1 Kar!ima). La bsqueda de la dignidad en respuesta a la hum1llac10n con respaldo institucional fue un motivo inductor emoc10nal fundamental de las protestas. .

    Quines eran los que protestaban? Tras unas semanas de mant-fes~aciones, podemos decir que una muestra representativa de la so-ciedad urbana tunecina estaba en las calles, con una fuerte presencia de las clases profesionales. Adems, la gran mayora de la poblacin

  • 42 REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

    apoyaba la exigencia de acabar con el rgimen dictatorial. Sin em-barg?, _en opinin de muchos observadores, los que iniciaron el mov1m1en~o y los que tuvieron el papel ms activo en la protesta eran pnncrpalmente jvenes universitarios sin trabajo. Efectivamen-t:, m1ent:as q~e la tasa ?e paro en Tnez era del 13,3%, entre los Jovenes 11cenc1ados habra subido hasta el 21,] %. Esta mezcla de educacin y falta de oportunidades era terreno abonado para la re-v_uelta en_ Tnez, as como en los dems pases rabes. Tambin fue stgntficattvo que los trabajadores afiliados a los sindicatos tuvieran una participacin destacada cuando el movimiento alcanz su masa crtica. Mientras que el liderazgo de la Union Gnrale des Travai-lleurs -~unisiens (~GTT) quedaba deslegitimado por su profunda conexton con el regrmen (especialmente su secretario general, Ab-deslem Jrad), las bases y los cuadros intermedios aprovecharon la oportunidad para expresar sus reivindicaciones e iniciaron una serie de hudgas que contribuyeron a llevar al pas fuera del control de las autondades. En cambio, los partidos polticos de oposicin fueron ignorados por los activistas y no tuvieron una presencia organizada en la revuelta. Los manifestantes crearon espontneamente su pro-~io liderazgo en lugares y momentos concretos. La mayora de esros hder~s ~utodesrgnados tenan entre veinte y treinta aos. Aunque el mov1m1ento era tntergeneracional, la confianza se gener entre los jvenes. Un post en Facebook expresaba claramente una determina-da actitud: La mayora de los polticos tienen el pelo blanco y el alma negra. Queremos gente con el pelo negro y el alma blanca.

    fr qu este movimiento consigui subvertir tan rpidamente una dictadura estable con una fachada de democracia instirucional un enorme sistema de vigilancia de roda la sociedad (hasta un % de los tunecinos trabajaba de alguna forma para el Ministerio del lnteno:) y un fuerte apoyo de las principales potencias occidentales?

    D~spues ,de todo, las _lu~has sociales y las manifestaciones de oposi-cron_ habran srdo repnmtdas rpidamente por el rgimen con relativa fadrdad en anteriores ocasiones. En Ben Guerdane (2009) y en las mtnas de fosfato de Gafsa (2010) se haban producido intensas lu-chas obreras, pero fueron violentamente reprimidas, con numerosos

    PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TODO EMPEZ 43

    muertos, heridos y detenidos, y al final la revuelta se sofoc. A los disidentes se les tortur y encarcel. Las manifestactones eran poco frecuentes. Sabemos que la chispa de la revuelta surgi del sacrificio de Mohamed Buazizi. Pero cmo incendi la chispa el bosque Y cmo y por qu se propag el incendio?_ . . , .

    Nuevos factores diferenciadores postbthtaron el extto de las re-vueltas populares runecinas en 2011 durante un periodo de tiempo sostenido. Entre estos factores figura principalmente el papel que desempearon Internet y Al Jazira para impulsar, ampliar Y coordi-nar las revueltas espontneas como expresin de indignacin, en particular entre los jvenes. Es cier'.o que cualquier levantamien~o social-y Tnez no fue una excepc1on- se produce como expres1on de protesta contra condiciones econmicas, sociales y polticas fones-tas, como desempleo, altos precios, desigualdad, pobreza, brutahdad policial, falta de democracia, censura y corrupcin com~ forma de proceder del estado. Pero a partir de est~s cond1c1o~es ?bJett~as sur-gieron emociones y sentimientos -sentimientos de 1~d~gnac1on pro-vocados a menudo por la humillacin-, y estos senttmtentos produ-jeron protestas espontneas iniciadas por individuos: jvenes que urilizaban sus redes, las redes donde viven y se expresan. Por supues-to que aqu se incluyen las redes sociales de Internet,_ as com? las redes de telefona mvil. Pero tambin las redes socrales: amigos, familias y, en algunos casos, clubes de ftbol, la mayora no conecta-dos a Internet. Fue en la conexin entre redes sociales de Internet Y redes sociales de la vida donde se forj la protesta. As pues, la con-dicin previa para la revuelta fue la existencia de una cultura de In-ternet formada por blogueros, redes sociales y c1beracnv1stas. Por ejemplo, el periodista bloguero Zuhair Yahia~i fue encarce~ado en 200] y muri en prisin. Otros blogueros cnncos con el reg1men, como Mohamed Abbu (2005) y Slim Bukdir (2008), fueron encar-celados por denunciar la corrupcin del gobierno.

    Estas voces libres cada vez ms numerosas que se expandan por Internet a pesar de la censura y de la represin encontraron un po-deroso aliado en la televisin por satlite fuera del control del gobier-no, en especial Al Jazira. Haba una relacin simbitica entre los

    :~

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    ciudadanos periodistas con sus telfonos mviles, que cargaban im-genes e informacin en You 1ube, y Al Jazira, que usaba material del periodismo ciudadano y despus lo retransmita a toda la poblacin (el 40% de la poblacin urbana en Tnez vea Al Jazira, ya que la televisin oficial haba quedado reducida a una primitiva herramien-ta de propaganda). Este vnculo Al Jazira-Internet fue fundamental durante las semanas de la revuelta, tanto en Tnez como en relacin con el mundo rabe. Al Jazira lleg al punto de desarrollar un pro-grama de comunicacin para que los telfonos mviles pudieran conectarse directamente con su satlite sin necesidad de un equipo sofisticado. Twitter tambin tuvo un papel decisivo para tratar los acontecimientos y coordinar acciones. Los manifestantes usaron el hashtag #sidibouzid en Twitter para debatir y comunicar, indexan-do de esta forma la revolucin tunecina. Segn un estudio2 sobre el flujo de la informacin en las revoluciones rabes, los blogueros desempearon un papel imporrante a la hora de sacar a la luz y di-vulgar las noticias de Tnez, ya que tenan mayores probabilidades de animar a su audiencia a participar, en comparacin con cualquier otro tipo de actor>>.

    Teniendo en cuenta el papel de Internet a la hora de extender y coordinar la revuelta, es importante sealar que Tnez tiene una de las tasas ms alras de penetracin de Internet y de la telefona mvil en el mundo rabe. En noviembre de 2010 un 67% de la poblacin urbana tena un telfono mvil, y un 37% estaba conectado a Inter-net. A principios de 2011 un 20% de los usuarios de Internet estaba en Facebook, un porcentaje dos veces mayor que el de Marruecos, tres veces mayor que el de Egipto, cinco veces el de Argelia o Libia y veinte veces el de Yemen. Adems, la proporcin de usuarios de In-ternet entre la poblacin urbana y especialmente entre los jvenes era mucho mayor. Como hay una relacin directa entre la edad, la educacin superior y el uso de Internet, los jvenes licenciados en paro que fueron los protagonistas clave de la revolucin eran adems usuarios habituales de Internet, y algunos de ellos, usuarios avanza-dos que utilizaron el potencial comunicador de Internet para crear y expandir su movimiento. La autonoma comunicativa que ofrece

    O A LA REVOLUCIN DONDE TODO EMPEZ PRELUDI . 45

    . , . l d 'd ensaJ es y canciones "bTt' la difus10n vlta e VI eos, m

    Internet t~:~ ;~ :dignacin y alentaban la esperanza. Por ej~mpl7, ql ue mc1, a Rais Leble de un famoso rapero de Sfax, El Gener , end a a canc1on . , , en las re es

    d nunciaba la dictadura, se conv1rr10 en un ex1to . , que e El General fue detenido, pero esto enfurec10 C1ales Por supuesto, . , ha s~ n m.s a los manifestantes y reforz su determinac10n en a uc au r una completa transicin, como decan ellos. . po n Tnez encontramos una importante con-As pues, parece que e . . . vergencia de tres caractersticas d1st1nt1vas:

    L . . de un grupo activo de licenciados en paro que !) a ex1srenC1a . d"

    lideraron la revuelta, obviando cualquier liderazgo tra 1c10-

    nal o formal. b . . d na slida cultura de ci eracuv1smo que 2) La presencia e u , . b del

    llevaba ms de una dcada haciendo una cnt1ca a ierta

    3) rgimen. e: . d d I ternet Una tasa relativamente alta de dims1n e uso e_bn "' ,

    . d , . en coleg10s y C1 erca1es. incluyendo conexiones omesttcas,

    1 alimentaban mu-La combinacin de estos tres e emenros, que se , T, cuamente, proporciona una pista para comprender por q~~ e:~=~ fue la precursora de una nueva forma de mov1m1ento soc en el mundo rabe. . d" ' de

    Los manifestantes tunecinos mantuvieron su re1v1n 1cac1on una total democratizacin del pas durante 2011 ,pesar de~::;~~:: sin policial persistente y la presencia del los poltcos, d airas de la rgimen en el gobierno provisional y en os nive es mas d ,

    . . b el proceso emocra-administracin. El ejrcito, sm em argo, PT . . . d d al negarse a tico en eneral, intentando encontrar nueva eg~~1m1 a . . . g presin cruenta durante la revoluc10n. Con el apoyo de m1oar una re d d nden-los medios de comuniclacin dqeuelaharbe~~ar:~~::~n:::~t~nd=~ocrti-

    . lmente en e caso P ' . Cla, especia . l'tico y alcanz el hito de unas elecc10-co abri un nuevo espac10 po 1 E had una coalicin ne

    1s libres y limd piads el 2s: ;:n~~~~i~r~~el~~lr~~ci;~a fuer~a poltica del

    is amista mo era a,

  • 46 REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

    pas: recibi un 40% de los votos y obtuvo 89 de los 217 escaos de la Asamblea Constituyente. Su lder, el veterano intelectual y poltico islamista Rached Ghannuchi, se convirti en primer minis-tro. Representa el tipo de islamismo que habra llegado al poder mediante elecciones libres en la mayora de los pases rabes si se hubiera respetado la voluntad del pueblo. No representa un regreso a la tradicin ni a la imposicin de la sharia. En una entrevista cita-da frecuentemente que concedi en su exilio londinense en 1990, Rached Ghannuchi explic sencillamente su visin poltica del isla-mismo: La nica forma de acceder a la modernidad es por nuestro propio camino, trazado por nosotros con nuestra religin, nuestra historia y nuestra civilizacin5. Por lo tanto, no se rechaza la moder-nidad, sino que se defiende un proyecto de modernidad aurodeter-minada. Su referencia contempornea ms explcita es el partido Libertad y Desarrollo, dirigido por Erdogan en Turqua, pero esro es coherente con la postura que Ghannuchi mantiene desde hace aos. No hay indicios de que el resultado de la revolucin tunecina sea un rgimen fundamentalista islmico. El presidente Moncef Marzuki es laico, y el borrador de la nueva Constitucin no depende ms de la voluntad de Dios que la Constitucin de Estados Unidos. Efectiva-mente, la aceptacin de un partido islamista moderno en la primera lnea del sistema poltico ha marginado, sin excluirlas, a las fuerzas islmicas radicales. No obstante, esto podra cambiar si los nuevos gobiernos democrticos no consiguen atajar los dramticos proble-mas del desempleo masivo, la extrema pobreza, la corrupcin gene-ralizada y la arrogancia burocrtica que no han desaparecido con el ambiente de libertad. Tnez tendr que afrontar grandes retos en los prximos aos. Pero lo har con una poltica razonablemente demo-crtica y, lo que es ms importante, con una sociedad civil concien-ciada y activa, que ocupa el ciberespacio y est lista para volver al espacio urbano en caso de necesidad. Sea cual sea el futuro, la espe-ranza de una sociedad tunecina humanitaria y democrtica ser re-sulrado directo del sacrificio de Mohamed Buazizi y de la lucha por la dignidad que defendi para su persona, una lucha cuyo testigo han tomado sus compatriotas.

    PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TODO EMPEZ 47

    La revolucin de las cacerolas en Islandia: del colapso financiero a la elaboracin popular de una nueva Constitucin

    a travs de Internet'

    Las escenas iniciales de Inside Job, de Charles Ferguson, probable-mente el mejor documental sobre la crisis financiera de 2008, pre-sentan el caso de Islandia. El auge y la cada de la economa islande-sa son efectivamente el eptome de un modelo fallido de creacin de riqueza mediante la especulacin caracterstico del capitalismo de la pasada dcada. En 2007 la renta media en Islandia era la quinta ms alta del mundo. Los islandeses ganaban un 160% ms que los esta-dounidenses. Su economa se haba basado desde siempre en la in-dustria pesquera, que representa un 12% del PIB y un 40% de las exportaciones. Aunque se aadiera el turismo, el software y el alumi-nio como actividades econmicas dinmicas, y por muy rentable que hubiera sido la pesca, el origen de la repentina riqueza islandesa es-taba en otro lugar. Era el resultado del rpido crecimiento del sector financiero a raz de la expansin global del capitalismo financiero especulativo. La rpida integracin de Islandia en las finanzas inter-nacionales estuvo liderada por tres bancos islandeses: Kaupthing, Landsbanski y Glitnir, que pasaron de ser bancos de servicios locales a finales de los aos ochenta a grandes instituciones financieras a mediados de la primera dcada del 2000. Los tres bancos incremen-taron el valor de sus activos de un 100% del PIB en 2000 hasta casi un 800% del PIB en 2007. La estrategia que siguieron para este crecimiento tan notable fue similar a la de muchas entidades finan-cieras de Estados Unidos y Gran Bretaa. Usaban sus acciones como garanta para pedirse prstamos mutuamente y despus utilizaban dichos crditos para financiar la compra de ms acciones de los tres bancos, incrementando el precio de las acciones y disparando su balance. Adems, conspiraron para ampliar el mbito de sus opera-ciones especulativas a escala mundial. Sus planes fraudulentos se ocultaron en una red de empresas de propiedad conjunta con sede en parasos fiscales como la Isla de Man, las Islas Vrgenes, Cuba y Luxemburgo. Convencieron a los clientes de los bancos para que

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    48 REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

    aumentaran sus deudas, convirtindolas a francos suizos o yenes ja-poneses a bajo inrers. El crdito ilimitado permiti que la gente se entregara al consumo ilimitado, lo que estimul artificialmente la demanda interna e impuls el crecimiento econmico. Adems, para cubrir sus operaciones, los bancos concedieron crditos favora-bles a determinados polticos, as como generosas contribuciones econmicas a los partidos polticos para las campaas electorales.

    En febrero de 2006, la agencia de evaluacin Fitch rebaj las perspectivas de la economa islandesa hasta valores negativos, desen-cadenando lo que se consider una minicrisis. Con objeto de evi-tar que los principales bancos perdieran crdito, el Banco Cenrral islands pidi prstamos para aumentar sus reservas en divisas. La Cmara de Comercio, dominada por represenranres de los grandes bancos, contrat como asesores a dos destacados acadmicos: Frede-ric Mishkin, de la Columbia Business School, y Richards Portes, de la London Business School, que certificaron la solvencia de los ban-cos islandeses. Sin embargo, en 2007 el gobierno ya no poda igno-rar las sospechosas cuentas de resultados de los bancos y comprendi que si uno de los grandes bancos quebraba, todo el sistema financie-ro se hundira. Se nombr una comisin especial para evaluar el problema. La comisin sirvi de poco, y ni siquiera se plante la regulacin del sector bancario. Poco despus, los tres bancos, Lands-banski, Kaupthing y Glirnir, afrontaron la necesidad urgente de pagar su deuda a corto plazo ya que la mayora de sus valores eran ficticios y a largo plazo. Con ms imaginacin que escrpulos, dise-aron nuevos planes para solucionar su insolvencia. Landsbanski estableci cuentas financieras en Internet con el nombre de lcesave, ofreciendo altas rentabilidades para los depsitos a corto plazo. Ofrecan este servicio a travs de nuevas sucursales en el Reino Uni-do y los Pases Bajos. Fue todo un xiro; millones de libras se depo-sitaron en las cuentas lcesave. Slo en el Reino Unido se abrieron 300.000 cuentas lcesave. Los depsitos parecan seguros, ya que Islandia era miembro del EEE (Espacio Econmico Europeo) y, por tanro, estaba cubierta por el sistema de garanta de depsito del EEE, lo que significaba que estaban avalados por el gobierno islands, as

    PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TC)DQ EMPEZ 49

    como por los gobiernos de los pases en los que se establecieron las sucursales de los bancos. La segunda estrategia utilizada por los tres grandes bancos para obtener fondos rpidamente con el fin de pagar su deuda a corto plazo se conoci como Cartas de amor. Los ban-cos permutaban ttulos de deuda entre s para usar la deuda de los otros como aval para conseguir ms dinero del Banco Central de Islandia. Adems, el Banco Central de Luxemburgo prest a los tres bancos 2.500 millones de euros, con la mayora de los avales en for-ma de cartas de amor)).

    El gobierno sigui prestando apoyo poltico a los grandes bancos a pesar de su clara insolvencia. En abril de 2008 el FMI envi un memorndum confidencial al gobierno de Haarde pidindole que controlara los bancos y ofreciendo ayuda, sin obtener ningn resul-tado. La nica reaccin del gobierno fue encargar al Banco Central que suscribiera ms prstamos con las reservas en divisas. El 29 de septiembre, el banco Glimir pidi al gobernador del Banco Central ayuda urgente, ya que no poda cubrir sus obligaciones financieras. Como respuesta, el Banco Central compr un 75% de las acciones de Glirnir. Sin embargo, consigui el efecto contrario: en lugar de tranquilizar a los mercados financieros, el movimiento provoc la cada libre de la calificacin crediticia de Islandia. En unos cuantos das, la bolsa, los bonos y los precios del sector inmobiliario se des-plomaron. Los tres bancos se hundieron, dejando una deuda de 25.000 millones de dlares. La crisis financiera caus unas prdidas, en Islandia y en otros pases, equivalentes a siete veces el PIB islands. En proporcin al tamao de su economa, era la mayor destruccin de valor financiero de la historia. La renta personal de los islandeses se redujo drsticamente y sus valores se devaluaron radicalmente. El PIB islands cay un 6,8% en 2009, y un 3,4% adicional en 201 O. A medida que se desplomaba el castillo de naipes financiero, la crisis econmica islandesa se convirti en el catalizador de la revolucin de las cacerolas.

    Toda revolucin tiene su fecha de nacimiento y su hroe rebelde. El 11 de octubre de 2008 el cantante Hordur Torfason se plant con su guitarra delante del edificio del Althing (el parlamento islan-

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    50 REDES DE INDIGNACIN Y ESPERANZA

    ds) en Reikiavik y cant su rabia contra los banksters y los polri-cos sumisos. Se le unieron unas cuantas personas. Alguien grab la escena y la subi a Internet. En unos das, cientos y luego miles de personas manifestaban su protesta en la histrica plaza Austurvollur. Un grupo llamado Raddir flksins prometi manifestarse todos los sbados para conseguir que el gobierno dimitiera. En enero de 2009, las protestas se intensificaron tanto en Internet como en la plaza, desafiando al invierno islands. Segn los observadores de este pro-ceso de movilizacin social, el papel de Internet y de las redes socia-les fue absolutamente decisivo, en parre porque un 94% de los islan-deses estn conectados a Internet y dos tercios son usuarios de Facebook.

    El 20 de enero de 2009, el da en que el parlamento se reuna tras unas vacaciones de un mes, miles de personas de todas las edades y condiciones sociales se juntaron ante el edificio para acusar al go-bierno de no saber dirigir la economa y por su mala gestin de la crisis. Golpeaban tambores, cacerolas y sartenes, por lo que se gana-ron el sobrenombre de revolucin de las cacerolas. Los manifes-tantes pedan la dimisin del gobierno y la celebracin de elecciones. Adems, exigan la refundacin de la Repblica, que, en su opinin, se haba corrompido por la subordinacin de polticos y partidos polticos a la lite financiera. Pidieron la redaccin de una nueva Constitucin que sustituyera a la provisional de 1944, una carra magna temporal tras la declaracin de independencia de Dinamarca que se haba mantenido porque favoreca los intereses de la clase poltica (dando un peso desproporcionado a las provincias rurales y conservadoras). Los socialdemcratas y los verdes respondieron po-sitivamente a esta peticin, mientras que la coalicin conservadora, dirigida por el Partido Independiente, la rechazaba. A medida que la presin en las redes sociales y en las calles se intensificaba, el 23 de enero de 2009 se anunci el adelanto de las elecciones legislativas y el primer ministro, el conservador Geir Haarde, declaraba que por problemas de salud no se presentara a la reeleccin. Las elecciones se saldaron con la derrota estrepirosa de los dos grandes partidos (ambos conservadores) que, solos o en coalicin, haban gobernado

    PRELUDIO A LA REVOLUCIN: DONDE TODO EMPEZ 51

    Islandia desde 1927. Una nueva coalicin formada por socialdem-cratas y verdirrojos subi al poder el 1 de febrero de 2009. Estaba dirigida por la lder socialdemcrata Johanna Sigurdardottir, la pri-mera mujer primera ministra lesbiana declarada. La mitad de los miembros del gobierno son mujeres.

    El nuevo gobierno se puso a trabajar en tres frentes: limpiar el embrollo financiero y exigir responsabilidades por la gestin fraudu-lenta de la economa; restablecer el crecimiento econmico transfor-mando el modelo econmico, estableciendo normas financieras es-trictas y reforzando las instituciones de supervisin, y responder a la demanda popular iniciando un proceso de reforma constitucional con la participacin de los ciudadanos.

    Los tres bancos principales fueron nacionalizados y dos de ellos volvieron al sector privado en manos de un consorcio formado por los acreedores extranjeros de los bancos con la participacin del esta-do. El gobierno compens a los islandeses por la prdida de sus ahorros. No obstante, a iniciativa del presidente de la Repblica, Grimson, se celebr un referndum para decidir sobre los pagos de los avales de los prstamos propiedad de los bancos nacionalizados a los depositantes britnicos y holandeses y sus gobiernos. Un 93% de los islandeses votaron no pagar la deuda de 5.900 millones de dla-res que se deba al Reino Unido y a los Pases Bajos. Obviamente, esro conllev una serie de pleiros que rodava tienen que decidirse en los tribunales. Islandia se enfrenta a una larga batalla legal para liqui-dar la deuda extranjera. Los bancos intentaron evitar el litigio ofre-cindose a pagar con la venta de sus activos, pero el resultado de la negociacin sigue pendiente cuando escribo esro.

    El nuevo gobierno instruy un procedimiento legal contra los responsables de la crisis. En la convencin del partido socialdem-crata celebrada el 30 de mayo de 2011, la primera ministra Johanna Sigurdardottir declaraba, con la mxima claridad, que:

    La gente con sueldos exagerados, los ( y las lites de grandes propietarios no engullirn el futuro crecimiento econmico [ ... ] Su fiesta desenfrenada se haba celebrado bajo la fanfarria neoconservadora

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    del Partido Independiente. La calidad de vida que los islandeses ten-drn en el futuro se basar en el principio de igualdad.

    En consecuencia, figuras destacadas del sector bancario fueron arres-tadas en Reikiavik y Londres para responder de los cargos contra su ilcita gestin financiera. El anterior primer ministro Hurde fue juz-gado bajo la acusacin de malversacin de fondos pblicos y de so-meterse a la influencia de grupos de presin.

    Tal como se esperaba, los expertos econmicos advinieron contra las funestas consecuencias de nacionalizar la banca, de controlar los flujos de capitales y de negarse a pagar la deuda extranjera. No obs-tante, despus de que Islandia invirtiera su poltica econmica y re-forzara el control gubernamental, la economa se recuper en 2011 y 2012, superando a la mayora de las economas de la Unin Euro-pea. Tras experimentar un crecimiento negativo en 2009 y 201 O, el PIB aument un 2,6% en 2011 y se prevea un incremento del 4% en 2012. El desemple baj del 10% en 2009 al 5,9% en 2012, la inflacin se redujo del 18 al 4% y la situacin financiera de Islandia mejor en la calificacin CDS de 1.000 a 200 puntos. Aunque la economa sigue estando sometida a la posibilidad de crisis futuras, como sucede con toda la economa europea, Standard & Poor's me-jor sus perspectivas a finales de 2011 de negativas a estables. Los inversores internacionales agotaron la emisin de bonos del estado en 2011. De hecho, segn Bloomberg, en 2011 cost menos asegu-rar la deuda islandesa que la deuda soberana de la eurozona. La acti-tud de los islandeses ante el futuro se volvi ms positiva hacia me-diados de 2011, especialmente entre los segmentos de la sociedad con ms educacin.

    Cmo pudo rescatar el nuevo gobierno democrtico al pas de un desastre econmico tremendo en tan corro espacio de tiempo?

    En primer lugar, no foment el tipo de medidas de austeridad drsticas implantadas en otros pases europeos. Islandia firm un pacto de estabilidad sociab para proteger a los ciudadanos de los efectos de la crisis. Por lo tanto, el empleo pblico no se redujo sig-nificativamente y el gasto pblico mantuvo la demanda interior a un

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    nivel razonable. El gobierno tena suficientes ingresos para mantener el gasto y recomprar activos financieros internos porque no tena que pagar la deuda extranjera de los bancos, tal como se decidi en referndum. Adems, si bien se compens a los clientes de los ban-cos por sus prdidas, se dio prioridad a los depositantes frente a los poseedores de acciones. De esta forma se mantuvo la liquidez de la economa, facilitando la recuperacin.

    En segundo lugar, la devaluacin de la corona, que cay un 40%, tuvo un impacro muy positivo en las exportaciones pesqueras, en las exportaciones de aluminio y en el turismo. Por otra parte, a medida que las importaciones resultaban ms caras, los negocios locales re-cuperaron una parte de la demanda de los consumidores, facilitando la creacin de un nmero inusitado de empresas tecnolgicas nuevas que compensaron en gran medida la desaparicin de compafias del secror pblico, la construccin y el secror inmobiliario.

    En tercer lugar, el gobierno estableci el control de los flujos de capital y de divisas, impidiendo la evasin de capitales.

    No obstante, aunque la revolucin islandesa estuvo provocada por la crisis econmica, no se trataba solamente de restaurar la eco-noma. Se trataba principalmente de una transformacin fundamen-ta! del sistema poltico, al que se culpaba por su incapacidad para gestionar la crisis y su subordinacin a los bancos. Todo ello a pesar de que o quizs porque Islandia es una de las democracias ms anti-guas del mundo. El Althing (su asamblea de representantes todava vigente en la actualidad con una forma diferente) se constituy antes del afio 1000. Sin embargo, despus de experimentar el amiguismo y distanciamiento de la clase poltica, Islandia se hundi en la misma crisis de legitimidad que la mayora de los pases del mundo. Slo un 11 % de los ciudadanos confiaba en el parlamento y obviamente slo un 6% confiaba en los bancos. Intentando recuperar la confianza de la gente, el gobierno convoc elecciones, que se celebraron por de-manda popular, cumpliendo su promesa de entablar la reforma constitucional con la mxima participacin ciudadana factible. Se estableci un proceso constituyente nico y, de hecho, se llev a cabo. El parlamento design un comit constituyente que agrup a una

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    asamblea nacional de 1.000 ciudadanos elegidos al azar. Tras dos das de deliberacin, la asamblea