Cantar de Los Cantares William Kelly

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    MEDITACIONES SOBRE EL CANTAR DE LOS CANTARESWILLIAM KELLY

    PRIMERA MEDITACIN

    Vamos a considerar un libro de las Escrituras que ha menudo haejercitado los pensamientos de muchos de nosotros. Mas es denotar que aunque el pensamiento moderno ose hablar de l conliviandad, no hay otra parte en las Escrituras hebreas que poseauna autoridad ms inequvoca y manifiesta. El libro cuenta contodos los cimientos de la autoridad divina, excepto con uno que,quizs, pueda ser esgrimido en su contra, a saber, que es uno delos pocos libros de la Biblia que no es citado en el Nuevo

    Testamento. Pero esto no constituye ningn motivo vlido paraponerlo en tela de juicio; simplemente porque aunque no se lo cite,sus mismos principios ocupan de continuo los pensamientos delEspritu de Dios. El primer libro del Nuevo Testamento alude conmeridiana claridad al gran pensamiento del Cantar: la relacinnupcial como smbolo o seal del amor especial de Cristo hacia supueblo.

    Si bien es cierto que en el Nuevo Testamento ocupamos laposicin de hijos y gozamos del amor del Padre, y que tambintenemos la figura del Pastor y sus cuidados por el rebao, noobstante, el Espritu Santo se sirve de aquella relacin y la empleacomo figura caracterstica del amor ntimo entre el Seor y lossuyos.

    Sin embargo, muchos, basndose en esto, han interpretado ellibro de forma incorrecta: con apresuramiento algo propio de lafalta de fe y de inteligencia espiritualse dio por sentado que lanovia del Cantar tiene que ser la misma que la novia de la quehabla el apstol Pablo; la misma que aquella de la que habla Juanen el Apocalipsis. Pero esta conclusin es totalmente inadmisible y

    tratar de demostrarlo antes de abordar el estudio del libro mismo.Si nos remitimos al evangelio de Mateo encontraremos que la

    primera vez que aparece la relacin nupcial en el NuevoTestamento es en el captulo 9 de este evangelio, donde hallamosal Seor reivindicando a sus discpulos ante cuestiones suscitadaspor prejuicios farisaicos. A los discpulos de Juan quienes seidentificaban con los sentimientos de los fariseos, Jess les dijo:Pueden los hijos del tlamo nupcial tener luto entretanto que elnovio est con ellos? (v. 15, WK). Ahora bien, aqu la referencia

    est clara; pero, dnde omos hablar del Novio? Se da porsupuesto que se trata de algo perfectamente conocido. El Seor no

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    da ninguna explicacin. De dnde fue tomado el ttulo denovio?Sin duda que lo fue del Cantar de los Cantares. Es decir, que lo quetenemos aqu no es exactamente unacita, sino algo que a mi juiciotiene mayor fuerza que una cita: Se presenta como un hecho

    claramente reconocido, como una gran verdad totalmente familiarpara la mente de los judos; y, notad queridos amigos, ello cuentacon el sello del Hijo de Dios. Pues habris observado que no sonlos discpulos de Juan los que emplean ese ttulo para hablar conJess, sino que es el Seor Jess mismo quien lo utiliza cuando sedirige a ellos: Pueden los hijos del tlamo nupcial dice ltener luto entretanto que el novio est con ellos? Pero vendrn dascuando el novio les ser quitado, y entonces ayunarn.

    Ahora bien, habris notado qu extraordinaria belleza y nonecesito decir perfeccin divinahay en estas palabras. Jess nohabla de la novia. Simplemente habla de los hijos del tlamonupcial. l saba perfectamente que estaba a punto de sacar a laluz a otra para que asumiese el lugar de novia Suya. Pero aqu nohay absolutamente ninguna referencia a ella, pues, para eseentonces, nuestro Seor estaba siendo simplementepropuestoaIsrael. La cuestin era si el antiguo pueblo de Dios habra de recibiral Mesas. Si ellos lo hubiesen recibido, entonces l habra sido elNovio y ellos la novia. Y, como ya lo he dicho, es claro que el Seorno habla de esa relacin como algo que estuviera revelando por

    primera vez, sino como algo que deba ser perfectamente familiarpara ellos y, naturalmente, basado en la Palabra de Dios. Dednde se tom? Pues del libro del que lemos alguna porcin estanoche.

    Ahora bien, busquemos de nuevo en este mismo evangelio deMateo en el captulo 25la parbola de las diez vrgenes, tanfamiliar para el cristiano. Qu encontramos all?: El reino de loscielos comparado con diez vrgenes. No se trata de la novia, notad,sino de vrgenes que salieron con sus lmparas al encuentro del

    novio. Ahora bien, no puede haber ninguna duda en cuanto a que elnovio es el Seor Jess. Claro est que la novia no es el objetocentral de esta parbola. Se trata de vrgenes que salieron alencuentro del novio. Y dnde, pues, est la novia? Solemnesilencio! Cuando el Seor se refiri por primera vez al novio, no hizoninguna mencin de la novia. Habl, s, de los hijos del tlamonupcial; mas, en cuanto a la novia, no dijo ni una sola palabra.Notable silencio! Lo ms natural habra sido hablar tambin de lanovia; y es algo tan natural que en algunas copias antiguas del

    Nuevo Testamento una de las ms antiguas copias que tenemosde esta parbolael copista incurri precisamente en este error:

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    represent el reino de los cielos semejante a diez vrgenes quetomaron sus lmparas y salieron al encuentro del novio y de lanovia. Agregaron las palabrasy de la novia. No necesito decirosque tal interpolacin carece de toda autoridad.

    Lo que quiero destacar es la admirable sabidura del Seor al noproferir una sola palabra acerca de la novia. El novio, en cambio, ses mencionado. Se lo representa viniendo, pues de esoprecisamente se trata, de que est viniendo. No es una escena quetenga lugar en el cielo. Aqu vemos al novio viniendo, y a lasvrgenes que salen a su encuentro.Ellas no son la novia de Cristo;sta va a ser tomada por l; por lo que, las diez vrgenes no puedenser la figura de la novia.

    Queda perfectamente claro, pues, que la novia no es nimencionada ni vista. Y la razn de ello, a mi juicio, es de lo mssolemne. El Seor saba perfectamente que la novia con la cualsus corazones estaban familiarizados por las figuras del AntiguoTestamentotodava no habra de ser tal. Saba que ella serainfiel, y que, por de pronto, rechazara al novio. Por tal motivo, lanovia no aparece en ninguna de sus alusiones. Jess no eraalguien que tena que aprender; alguien que no conoca la verdad.Era una Persona divina. Todas las cosas estaban desnudas a susojos. Bien pudo esperar; pero aun cuando esper y cuando quedperfectamente claro que fue totalmente rechazado por los judos,

    habiendo de dar entonces su vida en sacrificio (no venir como noviopor su novia, sino dar su vida en sacrificio por los pecadores)aunentonces, en esta notable parbola al final del evangelio, no hayninguna referencia acerca de la novia. Desde el principio hasta elfin, la novia no aparece.

    Ahora bien, esto, para m, es de lo ms instructivo; por cuantouno de los objetivos del evangelio de Mateo es demostrar no sloque Jess es el verdadero Mesas divino Emanuel, sinotambin que el verdadero Emanuel el Mesassera rechazado

    por Israel. Sobre Israel, pues, hay un velo. Qu detalle tan singular!Jess ni siquiera menciona a la novia. sta lo habra de rechazar.No dice ni una palabra acerca de ella. Jess se vuelve hacia lo queestaba cerca de Su corazn, no hacia lo que es digno de culpa: laincredulidad de aquella que tendra que haber recibido con regocijoal Novio entonces presente. Era el Novio entonces presente; perol, en realidad, habla de nosotros; pues lo que quiere significarmediante las diez vrgenes es el cuerpo cristiano y, msprecisamente, el cuerpo cristianoprofesante. No se refiere al

    remanente judo como algunos lo han imaginado. No hayabsolutamente nada que tenga relacin con el remanente judo en

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    las diez vrgenes. Las diez vrgenes son claramente cristianosprofesantesque salen al encuentro del Novio. sa es nuestraposicin, y las vrgenes caracterizan a la cristiandad.

    Cuando llegue el da en que los judos sean bendecidos, ellos se

    quedarn en el lugar donde se encuentran, y sern bendecidos porDios all donde estn. Nunca salen al encuentro del Novio. Cuandosu corazn se convierta, el Novio vendr a ellos. Habr un cambiode corazn, y cuando ste el corazn de Israelse vuelva alSeor, el velo se quitar, tal como se nos dice en 2. Corintios 3:16.

    En el captulo 25 de Mateo, el Seor est hablando claramentede aquellas vrgenes que salen, y hace mencin de unas insensatasy de otras prudentes. Cuando el remanente judo aparezca enescena, no habr ningn insensato. Entonces lossabioscomprendern (Daniel 12:10). Y precisamente ellos los queconstituyen el remanente judo de los ltimos tiemposson losentendidos.

    Hay otra cosa que aclara an ms el hecho de que las diezvrgenes no se refieren al remanente judo: ellas obtuvieron aceitepara sus lmparas, mientras que los judos tendrn el Espritu Santosobre s slo despus de haber establecido su relacin con Cristo.Nosotros, en cambio, tenemos el Espritu Santo derramado enPentecosts tras la muerte y resurreccin del Seor. Ellos notendrn el Espritu Santo derramado sobre s hasta que Cristo

    vuelva otra vez; de modo que, esta distincin es muy clara.Observad cmo todo confirma lo dicho, pues ellas se duermen. Elremanente judo nunca se dormir. Tan pronto como sean llamados,los judos pasarn a travs de incomparables infortunios ytribulaciones. Nadie se duerme en tiempos de tribulacin, sino entiempos de sosiego. Y esto es precisamente lo que sucedi en lacristiandad: hubo tiempos de sosiego, y la gente se durmi. Y esprecisamente lo que tenemos aqu; el Seor, al final, las despierta.Pero, reitero, las diez vrgenes representan a la cristiandad donde

    hay buenos y malos, prudentes e insensatos, y no al cuerpo judo.A la novia no se la ve en ninguna parte. Ni siquiera se la menciona.No me cabe la menor duda de que el Novio que ha de volverdespus de esto tomar a la novia; pero las diez vrgenesconstituyen una figura totalmente diferente, y ellas sonconsideradas aqu, no como la novia, sino como elsquito, pordecirlo as, como el cortejo nupcial, como aquellos que salen alencuentro del Novio y entran con l a las bodas. Pero entonces esotrala novia; y si preguntis quin ser esa novia si acaso se la

    mencionara, respondo, sin titubeos, que es la novia del Cantar delos Cantares: Jerusaln.

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    No nos debe resultar extrao, queridos amigos, que a Jerusalnse le atribuya semejante ttulo. Los profetas lo emplearon, como astambin los Salmos. El Salmo 45 se refiere con absoluta claridad ala novia juda. Ella es la reina. Hay otros que tambin sern

    bendecidos en aquel da esplendoroso; pero es ella la que sertoda gloriosa en el interior del palacio (v. 13). Y no debemossuponer que esto signifique algn menoscabo de la novia celestial,es decir, de la Iglesia; pues admito plenamente que las mismaspersonas que constituyen las vrgenes prudentes del captulo 25 deMateo, son las que conforman la novia celestial. En resumidascuentas, no debemos olvidar que la novia es tan slo una figura, yque la Iglesia tiene el lugar ms cercano a Cristo en el cielo;mientras que Jerusaln o Sion, si as lo preferstendr un lugarespecial cerca del Mesasen la tierra. El corazn del Seor,seguramente, es lo suficientemente amplio para abarcar tanto elcielo como la tierra. Aquel que es Dios y hombre que es tanto laCabeza de la Iglesia como la de los judos, ama, y amar, aambos con el ms pleno y ferviente amor. De modo que, as comoen el Antiguo Testamento tenemos una novia claramente definiday que, incuestionablemente, no es la Iglesia, as tambin en elNuevo Testamento tenemos una novia plenamente revelada, la cuales la Iglesiay no Jerusaln , tan claramente como en el AntiguoTestamento ella es Jerusaln y no la Iglesia.

    Esto, creo, ser de considerable ayuda para la comprensin delCantar. Nadie ha de suponer que este hecho har menosinteresante el Cantar. El primer paso que debemos dar, queridosamigos, nunca debe ser el de considerar lo que estimamosinteresante, sino inquirir cul es la verdad, cul es el pensamientode Dios. Ahora bien, yo creo que una vez que tenemos elpensamiento de Dios como un hecho cierto y definido, no hay nadaque sea de mayor inters; y apenas necesito decir que si el amor deCristo ser tan grande y tierno por su novia terrenal, sera justo

    acaso deducir de ello que Su amor por la novia celestial es inferior?Todo lo contrario; yo creo que tenemos ms razones para concluirque el amor del Seor es ms grande de lo que creamos; quetendr un objeto carsimo para s en la tierra, en especial cercana al, y que tambin tendr seguramente un objeto que esparticularmente cercano a l en el cielo. Y si pertenecemos a Cristo,tal ser nuestra relacin; ms an, tal es nuestra relacin en estetiempo presente. Esto, insisto, no es arrancar las Escrituras denuestros corazones, sino ms bien tener una verdadera inteligencia

    de ellas.

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    Podra tambin volverme al evangelio de Juan a fin de seguircon la misma prueba tocante a la figura de la novia de la noviaterrenal, pues la Iglesia an no estaba revelada cuando el Seorhabl en ese evangelio ni cuando Juan el Bautista dio testimonio de

    Cristo all. Pero prefiero ponerlo en boca de Cristo. Juan elBautista, sin duda, lleva el mismo sello que el Seor Jess; no dirade inspiracin, pues me estoy refiriendo al Seor como Personadivina. Hablaba las palabras de Dios. Juan el Bautista dio testimoniode Dios tan verdaderamente como si hubiera sido Dios mismo elque hablaba. No obstante, siempre debemos distinguir entre unoque es meramente un instrumento y otro que es la expresa imagende Dios: El Seor Jesucristo.

    No quiero citar un determinado nmero de pasajes como siquisiera simplemente reforzar la verdad. Confo estar dirigindomea aquellos que estaran plenamente satisfechos con un soloversculo de la Palabra si tan slo hubiese uno. Aquel que demandaveinte citas bblicas para creer algo, evidentemente no cree ni unosolo de ellos. El que cree que la Escritura es ms cierta si multiplicalas pruebas, carece por completo del sentido de la certidumbredivina de ella.

    Mi posicin, pues, se basa en el hecho de que los libros delAntiguo Testamento los Salmos y los profetas, aluden de tantoen cuando por no decir frecuentementea la figura de la novia

    como la posicin que Jerusaln habr de ocupar en un tiempocercano; y, adems, en que el Nuevo Testamento confirma estagran verdad por boca de nuestro Seor mismo, no obstante elhecho de que Jerusaln lo hubiese de rechazar. Oh, cun benditoel testimonio del Seor! Sin embargo, aunque el Seor no hablaaqu de Jerusaln como la novia, s habla de S mismo como delNovio. l no falta en Su amor, aunque ella haya faltado en el suyo.

    sta es la gran verdad que extraigo de todo esto. Pero esaverdad, insisto, est basada en el Cantar de los Cantares. El

    Cantar, pues, lleva sobre s el sello de la ms plena autoridaddivina; y no meramente porque se halle en el corazn mismo de laBiblia por decirlo as; no meramente porque siempre haya sidoun libro indisputable; no meramente porque haya sido incluido en lams antigua traduccin que se haya hecho de las Escrituras laSeptuaginta. El Cantar no es como los libros Apcrifos o comoalgo que podra ser puesto en tela de juicio. Fue traducido a laprincipal lengua de los gentiles el griegomucho antes de lavenida de Cristo, de modo que no puede haber ninguna duda en

    cuanto a su plena autoridad divina. Adems, era tan familiar para lamente de los judos de aquel tiempo, que nuestro Seor pudo aludir

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    a su figura prominente, la cual, puedo decir, abarca la totalidad dellibro; puestodo el libro est dedicado al amor entre el novio y lanovia.

    S, desde luego, que Salomn fue su autor; y que muchos han

    credo que Salomn fue el personaje central del libro. Cualesquierahayan sido las circunstancias histricas que dieron lugar al libro, esclaro que tal es un asunto que no tiene por qu ocupar nuestraatencin. Lo que encontramos al abrir sus pginas no son lascircunstancias que dieron origen al mismo, sino la verdad de Diosen l: lo que el Espritu Santo consider conveniente para laedificacin de los santos en todos los tiempos, y, muyparticularmente, para el tiempo en que este libro encontrar suaplicacin. Pues tiene otro gran sello de verdad divina sobre s, asaber y de lo cual estoy persuadido, queel libro en realidadapunta al futuro, es decir, que an no se ha cumplido.

    Los judos lo consideraron como una alegora histrica (y en estono comprendieron el pensamiento de Dios); como una alegora delos caminos de Dios con el pueblo judo, que daba cuenta del amorde Jehov por Israel desde el da en que los sac de Egipto. Ellosnaturalmente aplicaron la salida de la novia y el novio del desierto(vase Cantares 3:6 y 8:5) a Dios sacando a su pueblo de la casade esclavitud y tomndolos como pueblo propio ante los ojos detodo el mundo.

    SEGUNDA MEDITACIN

    Consideraciones generales (continuacin)

    Amados hermanos, es evidente que el Espritu de Dios jamsobra de esta manera. Jams poda escribir un libro yprecisamente en ese tiempodedicado a lo que era pasado, y a lo

    que estaba pasando precisamente entonces en oscuridad, pecado yruina. De ninguna manera.La Palabra de Dios en todas sus partes tiene estampado sobre

    s un carcter proftico. Hasta el libro del Gnesis posee estecarcter; y me refiero particularmente a l porque si pensramos enalgn libro de la Biblia que mirara hacia el pasado hacia el origende las cosasseguramente pensaramos en el Gnesis. Pero elGnesis no poda concluir y ni tan siquiera avanzarsindemostrar sus alcances divinos y sin mostrar al Espritu Santo

    abordando el futuro. Obviamente que ello sera en forma de tipo oasumira el carcter de profeca. Ambas cosas tienen lugar. Pero

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    me estoy refiriendo a esto ahora para hacer ver quetal, en general,es el carcter de todala Escritura. La Biblia mira hacia adelante,hacia un da resplandeciente. Tiene sus races en el pasado,indudablemente. Se ocupa con firmeza en el presente, pero siempre

    fija la mira hacia el futuro. Y esto no ha de extraarnos, porque siella se funda en la ruina del primer hombre, mira hacia adelante a lagloria del Segundo. ste es el gran objeto y carcter de todas lasEscrituras.

    Ahora bien, eso mismo ocurre con el Cantar de los Cantares, yrespecto a este carcter tratar ahora de dar algunospensamientos, pues no considerar el libro ms que de una manerageneral. Confieso que no estoy familiarizado con todos sus detalles,pues temo de veras hablar con presuncin o abordar en algunamanera los sutiles detalles que plantean aquellos que se inclinanpor lo que comnmente se conoce como interpretacin alegrica.

    Reitero que no quiero arriesgarme a nada que no sea de Dios.Slo quiero hablar de lo que s y de lo que creo firmementeque es de Dios; hablar, as, de las amplias y profundascaractersticas de este maravilloso libro. Y creo que el Seor puedebrindar suficiente ayuda para que los hijos de Dios tengan unavisin ms amplia un entendimiento ms correctodel mismo,ms que meros puntos de detalle, lo cual nunca es la manera msprovechosa de considerar la Escritura. Lo que necesitamos es tener

    una visinglobal de la misma. Una vez que tengamos la ideageneral el bosquejo del mapa, entonces estaremos encondiciones de empezar a considerar los detalles. Pero debo dejarlos detalles a otros, pues, por mi parte, me contento con ofrecer, enla presente ocasin, algunos pensamientos de carcter msgeneral.

    Ahora bien, quisiera llamar vuestra atencin respecto de unacosa. He estado demostrando que el Cantar se refiere a la noviaterrenal y no a la celestial. Pues bien, ahora les dar las razones

    espirituales de ello. Os he presentado pruebas dogmticasextradas de la Palabra de Dios; pero ahora os dar lo que llamararazones espirituales o moralesde por qu el Cantar de losCantares, a pesar de ser muy instructivo y provechoso paranuestras almas, no presenta por objeto la relacin propia de la noviacelestial, sino ms bien la de la terrenal.

    La primera gran diferencia entre una y otra y que siempredebemos tener presente al considerar el Cantares que nosotrosaparecemos como novia entre las dos venidas de Cristo. No as los

    judos. A ellos les fue revelado que habran de ser la novia antes deSu primera venida; pero le rechazaron, le negaron y le

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    despreciaron; por lo que nunca ocuparon el lugar de novia cuandol vino. El Seor los dej velados en su propio silencio yendurecimiento de incredulidad. Pero no ser as cuando vuelvaotra vez. En consecuencia, os daris cuenta de que, para ellos,

    entrar en tal relacin es pura y exclusivamente un asunto deesperanza, una relacin en expectativa. La novia, en el Cantar, noest unida al novio. Dar las pruebas y las razones de ello cuandollegue el momento de considerarlo. Se trata de algo muy importante,pues muchos, por no verlo, interpretaron las figuras de una maneraque debo considerar muy degradante y, creo, hasta indecorosa. Lapureza del poema es perfecta; pero es tanto ms perfecta porcuanto la novia no se halla an en la relacin nupcial.

    Nunca hallaris el lenguaje de este Cntico aplicado a la noviacelestial. Cuando contemplamos a la novia celestial, hallamos unaimportantsima diferencia: que nosotros entramos en relacin conCristo despusde su primera venida y antesde su segunda. Laconsecuencia de ello es que nosotros estamos en la ms singularposicin en la que puedan hallarse las almas en la tierra. Pues, porel Espritu Santo, nosotros estamos ahoraunidos a l. No esexactamente que el matrimonio haya tenido lugar en el cielo, puesello aguarda la incorporacin del ltimo miembro del cuerpo deCristo. No obstante eso, somosSu cuerpo. Estamos en la relacinms ntima posible a Cristo. Somos considerados realmente como

    miembros de su cuerpo. No que lo seremos, sino que lo somos.No es sa precisamente la situacin de la novia en nuestro libro.

    La novia en el Cantar aguarda Su venida. Nada leemos acerca deque l haya venido No hay tal cosa como redencin; quiero decirque nunca hallamos la redencin mencionada en l. Tampocoencontramos tal cosa como el poder del Espritu Santo bautizandoen un cuerpo, ni algo que constituya el sustrato o fundamento de laverdad para la Iglesia de Dios. Nada de esa naturaleza. Veis, pues,que nosotros tenemos una relacin presente, conocida y

    establecida con Cristo; y sabemos que su amor es tan enteramentenuestro que aun cuando vayamos al cielo no es que l habr deamarnos mejor, sino que gozaremos de su amor de un modoperfecto.

    Pero, repito, nosotrosya somossu cuerpo, y l nos trata comotal. Cristo am a la Iglesia y se entreg a s mismo por ella; y estamisma figura es precisamente la que emplea el Espritu Santo aldirigirse a los maridos y las esposas acerca de sus relacionesmutuas. Es claro, pues, que la Iglesia se encuentra en una relacin

    muy particular con el Seor Jesucristo; y particular en el sentido deque hay una relacin establecida actualmente y,

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    consecuentemente, una conciencia presente de Su amor de unamanera tal que la novia juda no podra tener hasta que lrealmente venga. Entonces se establecer la relacin entre el Novioy la novia la novia terrenal, pero no antes.

    Ahora bien, a menos que esto se vea con claridad, el Cantar nospuede llegar a ocasionar perjuicios. Aclarar esto mediante unaprueba clara: los ejercicios de corazn por los que pasa la novia.

    Al principio del captulo 5 ella logra tener una visin del Novio,pero l desaparece. Ella, al principio, no se levanta a abrir la puerta,y lse va. Sucede as con el Seor? Acaso el Seor Jess seaparta alguna vez del creyente? Acaso l alguna vez oculta surostro de nosotros? Nunca! Nosotros s podemos apartarnos de l,pero no se trata de eso en el Cantar. En ste eslquien se aparta.Ahora bien, niego que ello suceda en las relaciones de Cristo con laIglesia o con los santos individuales. Niego que alguna vez el Seorse aparte del santo ahora. Por ende, habris advertido, este detallees sumamente importante, porque algunos pueden iniciar el estudiodel Cantar sin advertir esta diferencia, pues si bien hay muchascosas en comn entre nosotros y la novia juda, no obstante hayuna diferencia esencial que podemos discernir particularmente en loque acabo de mencionar. Es evidente que, de no tenerla en cuenta,nuestra relacin se vera falsificada. Atribuiramos a la soberana deDios (como se lo hace en tal caso) lo que en realidad es un asunto

    de nuestra propia incredulidad, y le echaramos as la culpa a l envez de sentir vergenza de nosotros, los nicos culpables; pues, enlo que se refiere a la Iglesia, la negligencia de la novia es lo nicoque puede apartarla de l.

    Mas, en rigor, no se ve en el Cantar una relacinestablecida. Esenteramenteanticipativa. Por ello la idea de traer a nuestraconsideracin la intimidad del amor de una relacin an noestablecida es totalmente errnea. No se trata de dar a conocer alos dems lo que pertenece a una relacin constituida. El objeto que

    se persigue es mucho ms importante y digno: Es el Seorpreparando a la novia para la relacin. Es el Seor dndose aconocer a aquella que pudo haber pensado que l no poda amarlay que no la amaba. Es el Seor obrando en su gracia perfecta enrelacin con la culpable Jerusaln, y hacindole saber que Aquelque llor por ella, la amar; que Aquel que no slo derram suslgrimas por ella, sino tambin su sangre (dado que muri por esanacin), aquel bendito Salvador, obrar, por su Espritu, en sucorazn, para formarlos y prepararlos para Su amor; para amarlo a

    l,pero por la perfeccin de Su amor hacia ellos. ste es el granobjeto el gran temadel Cantar de los Cantares.

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    Por lo tanto, toda la belleza del Cntico estriba en el amor queCristo expresa, y en el amor que l forma en el corazn de ellahacia l, antes que la relacin se establezca.

    Con nosotros ocurre algo diferente. Nosotros nos hallbamos

    como pobres pecadores. Fuimos convertidos y trados a Dios comohijos de Dios; despertamos para encontrarnos con el maravillosohecho de quesomosel cuerpo de Cristo, de quesomos Su novia, yde queestamosahora en la relacin ms ntima posible con elSeor. Soberana gracia y nada ms! Mientras que, con respecto ala novia del Cantar, se trata de otra cosa. Ellos los judosbiensaban que deban haber sido la novia. Saban perfectamente, porlos Salmos y los profetas, que se era el lugar que deban haberocupado. Ah, pero entonces hemos pecado; le hemos rechazado;le hemos despreciado; no le echamos fuera? Se fijar alguna veznuevamente en nosotros? sa, observaris, es la gran pregunta; yesa pregunta halla respuesta en el Cantar de los Cantares. All estla respuesta del Seor, pues se trata del Seor, de su propioJehov, mas de su propio Mesas.

    Y aqu debo explicar un rasgo notable del Cntico que nosiempre ha sido sealado. Salomn escribi los Proverbios, elEclesiasts y tambin el Cantar, el Cantar de los Cantares. l ensus Proverbios, por regla general, emplea el trminoJehov.Desconozco que el trmino Dios aparezca ms de una vez en todo

    el libro de Proverbios (25:2); aunque podemos comparar tambinlos cap. 2:5, 17; 3:4 y 30:5, 9. De todos modos, vemos que se noes el trmino caracterstico del libro. El trmino caracterstico queaparece a lo largo de los Proverbios es, en la Versin Autorizadainglesa (o de King James),El Seor, cuyo significado esJehov(tal como aparece en la versin Valera.N. del T.). Y la razn de elloes sencilla: se trata de la sabidura que da Jehov a un pueblo quese halla en una relacin establecida con l. De ah que el trminoJehovsea siempre el que se utilice all.

    El mismo escritor es quien escribi el Eclesiasts, y es notablequeJehovnunca aparezca en Eclesiasts. Yo lo desconozco. Noes la palabra caracterstica, pues la que encontramos como regla esDios (o Elohim). No pretendo decir que nunca encontraremosJehoven el Eclesiasts. No me he puesto a ojear el libro a fin derefrescar mi memoria al respecto, por lo que, posiblemente unopueda encontrar la palabra en l. No lo puedo afirmarpositivamente, pero s puedo decir que no es la palabracaracterstica. Y debis recordar que la excepcin, como se dice,

    confirmala regla; y siempre hay una gran fuerza en una excepcin

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    que confirma la regla, por cuanto hace resaltar una notable verdadtanto ms claramente dado que no es la regla.

    Ahora bien, hay todava otro libro de Salomn en el que noaparecen niJehovni Dios: el Cantar de los Cantares.

    Seguramente debe haber algn motivo bien claro para que elmismo escritor hiciera esto; y l no puede darnos simplemente algoinspirado y algo que no lo fuera. Leemos que Salomn escribi, sibien no recuerdo, mil cinco cantares? De cualquier modo, escribimuchos cantares. Ahora bien, no tenemos en nuestro poder todosestos cantares que escribi. Lo que s tenemos es este cantar: ElCantar de los Cantares. Vemos que aun cuando los escritoresfueron inspirados, Dios no preserv todo lo que escribieron, sinonicamente lo que consider esencial para el plan y propsito de laBiblia. El resto pudo ser perfectamente verdadero y bueno; peroDios nicamente preserv todo lo que formaba parte de Supropsito en la Biblia. Porque fue tanto parte del pensamiento deDios que la Biblia fuese completa como que no hubiera en ellaninguna cosa superflua.

    La Biblia es perfecta. Si hubiese habido un solo captulo queexcediese lo necesario para el propsito de Dios, habra estropeadola Biblia. No hay ninguna palabra que sobre. De igual modo, no haypalabra que falte. Nada se ha perdido. Dios preserv exactamentelo que era necesario.

    Pero tal vez habis odo de la insensata infidelidad alemana. Meestoy refiriendo lamento decirloa la infidelidad de los telogos;a los estragos que ocasionan cuando aplican sus razonamientos ala Biblia. Ellos ven a veces a Diosy otras aJehov, y juzgan porello que dos personas diferentes deben de haber escrito los libros,dos diferentes autores, dos sujetos diferentes, en pocas diferentesy en pases distintos. Observemos aqu la respuesta: Es un mismohombre ya lo he mencionadoel que escribi estos libros. EnProverbios apareceJehov; en Eclesiasts, Dios; y en el Cantar no

    figura ni el uno ni el otro. A qu se debe? La razn de ello esevidente: Despus de dar el ttulo Cantar de los cantares, el cual esde Salomn, las palabras iniciales son: Oh, si l me besara conbesos de su boca! (v.1). No necesito decir que es infinitamentemejor expresarse en estos trminos que de cualquier otra forma quepudiese haberse sugerido. Habra sido lo mismo decir: Oh, siJehov me besara! Todo corazn renovado repudiara tal cosa.Sera, por cierto, absolutamente inapropiado. Y sera correctodecir: Oh, si Dios me besara!? Claro est que no. Oh, si lme

    besara! Qu bendito!

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    TERCERA MEDITACIN

    Captulo 1Oh, si l me besara con besos de su boca! Porque mejores son

    tus amores que el vino (v. 2). Acaso no era l Jehov yDios?Seguro que lo era; pero tambin es hombre; es su Mesas. De ahvemos la belleza de estas palabras. Ellas resaltan an ms porcuanto en vez de decir: Oh, si el Mesas me besara!, ella dice loms apropiado, lo ms conveniente. No haba ms que un soloobjeto. As como ella era Su objeto, as tambin l era el de ella.sta es la cuestin de fondo, por lo que ella no necesita decir dequin se trata. Y su belleza no consiste precisamente en esto?Oh, sil!. No poda haber equivocacin alguna. Miles poda

    haber en el mundo, pero se trataba de Uno solo; de Aquel a quienhaba ofendido, a quien haba desechado, negado y despreciado.Oh, si lme besara con besos de su boca! Tales son sussentimientos; y no haca falta decir quin? No haba nadie a quienella deseara en el cielo o en la tierra que no fuese a l.

    Oh, si l me besara con besos de su boca!. Indudablementeque sta es la expresin de los ms entraables afectos. Sinembargo, ah termina todo. Poda no desear que la besase? Porcierto que lo deseaba, y muy ardientemente. Mas ella piensa que lohaba perdido, que ello no poda ser. Oh, si l tan slorespondiese! Y cunta belleza vemos de nuevo aqu. El corazn deIsrael debe volver, y el Seor lo prevee. Est en sus propsitosbendecir a Jerusaln y, de hecho, la bendecir. Su gracia secretahabr de obrar. Pero es Jerusaln la que ha de pronunciarseprimero, tal como dijo el Seor en el evangelio de Mateo cuando fuerechazado y se someti al rechazo aqu abajo: Hasta que digis(Mateo 23:39).

    El Seor dej la casa desierta y la llam vuestra casa. Ya noera ms la casa de Su Padre (Juan 2:16), ni la casa de Jehov(Mateo 21:13); sino que, hablando del templo, dice: Vuestra casaos es dejada desierta. Y agrega: Desde ahora no me veris, hastaque digis: Bendito el que viene en el nombre del Seor. He aquelque viene. Se trata de l; y viene en el nombre de Jehov. Pero,observad, no vendr hasta que digis Quines? los judos queestaban entonces prestos a crucificarle? Precisamente ellos.Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen. Y aqu, en elCantar, encontramos la respuesta. Aqu vemos la obra de la graciaen toda su extensin. Cunto tiempo haban esperado por l! Pero

    ahora, el tiempo el tiempo establecidopara favorecer a Sion hallegado; el tiempo establecido por Dios. Y as como Sus siervos

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    aman sus piedras y aun el polvo es precioso a sus ojos, as tambinel corazn de ella desea con ardor que lo que pareca una relacinperdida, sea ahora la relacin constituida (vase Salmo 102:13-14).Oh, si ella lo tuviese a l! Pero lo haba rechazado.

    stas, pues, son las palabras de apertura. Es el deseo de sucorazn que el Mesas Aquel a quien ella haba mostrado suaborrecimiento y despreciole muestre Su amor.

    Porque mejores son tus amores que el vino. A ms del olor detus suaves ungentos, tu nombre es como ungento derramado (v.2).

    Cun evidentemente vemos aqu que no se trata de Salomn nide nada histrico que pudiera haber originado esto. Se mencionatan slo a uno; el nico que es capaz de satisfacer plenamenteesto. Uno mayor que Salomn est aqu. Tu nombre como diceellaes como ungento derramado; por eso las doncellas te aman(v. 3). Nada puede ser ms santo, ms puro, que el afecto deaquella que derrama as el deseo de su corazn, el deseo porque lslo le muestre Su amor.

    Por eso las doncellas te aman. A quines se refiere comolasdoncellas? Son aquellos que no se contaminarn con lascorrupciones de aquel da. El Cantar de los Cantares contempla elcorazn de los piadosos de Israel, pues ellos sern el verdaderoIsrael; ellos constituirn la verdadera novia cuando llegue el da en

    que estas cosas se cumplirn; en das de excesiva corrupcin yapostasa. Y esto es lo que ahora ella aprecia: habr otros quetendrn ese ttulo (las doncellas). Lo vemos en el Apocalipsis.Tomemos, por ejemplo, el captulo 14 de este ltimo libro de laBiblia. All tenemos una escena de los ltimos das despus que laIglesia haya partido; despus que la novia celestial haya sidoarrebatada a los cielos (pues Dios todava no ha puesto fin a Susbendiciones). Hallamos a 144.000 que son vistos sobre el monte deSion. Cmo se los describe?: Como aquellos que no se haban

    contaminado. Se los describe, pues, en los mismos trminos queella emplea: Por eso las doncellas te aman. Se trata de aquellosque no se ensuciaron con la idolatra y la maldad de aquel da. Yella se complaca en no ser la nica (habr otros adems deJerusaln). Los piadosos entre los judos no sern los nicos enaquel da. Ellos no me cabe la menor dudasern muydestacados; y el Seor velar por ellos y los bendecir. Algunoshasta morirn; otros derramarn su sangre por causa de la verdaden aquel da. Pero resulta del todo evidente que hay compaeros.

    La presencia de justos a quienes ella llama las doncellases, pues, clara. Ella no nos describe, por tanto, lo que nosotros

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    conocemos ahora; nosotros no hablamos en esos trminos. Lanovia terrenal poda hablar de las doncellas y de los justos como deun grupo aparte de ella misma. Por qu? Porque la novia celestialde hoy comprende atodoslos piadosos de la tierra. As, pues,

    como veis, la diferencia es muy notoria. Cuando llegue aquel dahabr un objeto especial,pero no ser el nico; mientras que ahorala novia celestial se halla compuesta por todos los que son deCristo. Todos ellos forman un solo cuerpo. Claro est que no esste el lenguaje del Cantar. Menciono esto con el expreso propsitode mantener nuestras mentes lcidas en lo que respecta al carcterpropio de este maravilloso libro.

    Atreme; en pos de ti correremos (v. 4). Ahora bien, notemosde nuevo aqu: Atreme; en pos de ti correremos. No envidiaba enabsoluto que otros fuesen objeto de Su amor. Ella, sin duda, tendrun lugar especial. Pero tambin se deleita en que otros los que nose contaminaron con la maldad del mundosean preciosos a Susojos. Y as lo sern.

    Pero era imposible que la Iglesia dijera tal cosa. La Iglesia nopodra considerar a judos o a islmicos o a cualquier otro pueblo dela tierra y referirse a ellos como los rectos o como las vrgenes queaman al Seor Jess; simplemente porque ellos no son justos nitampoco le aman.

    El orden de cosas, pues, como veis, es diferente. Y de hecho lo

    ser cuando esto se cumpla. Esto, pues, nos sirve de ayuda paraaclarar el verdadero carcter del Cantar. En su aplicacin directa,contempla el corazn de la novia juda volvindose al Novio-Mesasantes que venga; el corazn preparado para ello. Por lo que es ungran error suponer que la conversin de los judos ocurrir cuandoCristo retorne en gloria. No es as. El Cantar contempla el da enque ella ser recibida; el da en que la relacin nupcial estestablecida.

    Pero eso, hasta ahora, no se ha verificado en absoluto. Ese da

    an no ha llegado. Todava ha de prorrumpir. Como ya hemos visto,ese da todava no ha llegado. Las sombras deben desaparecer.Pero a lo largo de todo el Cantar de Salomn, el amanecer an noha llegado; las sombras an estn all. Pero el tiempo se acerca.Ella era perfectamente consciente de ello, y es el Seor quien lehace tomar conciencia. Es l mismo quien se lo hace saber. Ella seest preparando para l, para ese da que an no ha llegado. Esoes lo que encontramos aqu.

    Atreme dice ella; a lo que agrega: En pos de ti

    correremos. El rey me ha metido en sus cmaras; nos gozaremos yalegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores ms que del

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    vino; con razn te aman (v. 4). Aqu la vemos anticipando lo queespera; pero an no est all; expresa lo que espera en el lenguajede la fe. Y debemos recordar con sumo cuidado que el matrimonioan no ha tenido lugar. Ella es una novia designada, y tiene que

    ir asumiendo ms y ms su carcter distintivo diciendo que habrde ser la novia y que habr de tomar el lugar de novia. Tiene que iradoptando cada vez ms el lenguaje de que ella realmente lo es.Sin embargo, la relacin an no ha sido consumada. Y ste es eltema del libro: la preparacin de la novia para la consumacin delmatrimonio.

    Luego ella vuelve su atencin hacia otra cosa: hacia s misma.Hay otro asunto que quiere tratar: Negra soy, pero agradable (v. 5,WK). Es consciente de los resultados de la ley. No niega lamaldicin de la ley, pero su primera palabra es con respecto a supropia vergenza. Reconoce, pues, lo insignificante que es al ladode Aquel a quien desea. Para ella, todo l es hermoso; pero, encuanto a s misma, se reconoce negra, aunque, puede aadir,agradable. Es decir, reconoce abiertamente que tiene necesidadde la gracia. Se reconoce como enteramente dependiente de lamisericordia del Seor, y esto de inmediato se relaciona con ellenguaje de los Salmos.

    Hay dos cosas que caracterizan a los piadosos de Israel y quese encuentran en los Salmos. La primera es la conciencia de la

    necesidad de gracia. La segunda, apego a la justicia (una verdaderaintegridad de corazn). Los judos piadosos asumen el lugar deintegridad, pero su gran confianza es en Su gracia. Esto loencontramos continuamente. La gracia y la justicia van siempre dela mano. Pero la primera palabra de Israel esgracia. La primerapalabra de Dios al contemplarlos es suintegridad, si puedo decirloas; pero la de ellos es Su gracia. Y es lo que vemos en el Cantar.Ella se describe como negra; lo reconoce. Esto es verdaderaintegridad de corazn. No obstante, slo por la confianza en Su

    gracia es capaz de decir: Negra soy,pero agradable.Tomemos los Salmos 25 y 26 y hallaremos exactamente lomismo. En el Salmo 25, los piadosos reconocen sus pecados enaquel da; y qu palabra clave utilizan acerca de s mismos?:Perdona mi iniquidad; por qu? porque es grande (Salmo25:11, WK). Qu maravilla decir esto a Dios! No lo podan decir alhombre. Si un criminal le pidiera al juez que perdonara su iniquidadporque era grande, huelga decir que toda la corte habra mirado conasombro la presuncin de tal hombre. Pero lo que para el mundo

    y ante los hombreses presuncin, no es otra cosa que laconfianza de la fe. Y eso es precisamente lo que Dios produce en

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    un alma convertida: integridad de corazn al reconocer y confesarsus pecados. No slo tiene lugar la purificacin de los pecados, sinotambin la purificacin detoda iniquidad. Esto es algo diferente.Evidentemente hay un trabajo producido en el alma. Toda farsa es

    extirpada del alma. No hay ningn encubrimiento de pecado; slointegridad, pero una integridad que es fruto de la confianza en lagracia de Dios.

    Qu es lo que haba dado confianza en esta gracia en el Salmo25? Ah, pensemos en ello! Qu haba precedido?: El Salmo 22.Hay un orden en estas cosas. No debemos suponer que los Salmossiguen el orden que actualmente tienen por haber cadosimplemente al azar en esos lugares. Es Dios quien los puso en suslugares del mismo modo que los inspir. El tiempo transcurridoentre ellos pudo haber sido largo, y no creo que hayan sido escritosen el orden en que aparecen. Pero estn acomodados en un ordentan divino como las palabras que los componen. No podemosalterar el orden de un solo Salmo sin estropear la verdad. Es comosi arrancramos una hoja de una bellsima planta, lo que dejara unvaco muy sensible para todo aquel que supiese lo que la plantadeba ser o lo que realmente era tal como Dios la constituy.

    Ahora bien, aqu vemos lo mismo. La gracia de Dios al dar aCristo para sufrir en la cruz abre el corazn de los judos para queconfiesen sus pecados. Y pueden decir entonces: Por amor de tu

    nombre, oh Jehov, perdona mi iniquidad, que es grande (Salmo25:11, WK). sta es la explicacin. La magnitud de la iniquidad sinduda requiere tal sacrificio; pero, frente a ese sacrificio, no se ruegatener consideracin porque el pecado fuera pequeo, sino que, alcontrario, se ruega el perdn de ste por lo grande que era.

    Luego, en el Salmo 26, el mismo Espritu de Cristo que conducea confesar el pecado asume el terreno de la plena integridad: haceaborrecer la reunin de los malignos o tener que decir algo aaquellos que no temen a Jehov. Hace que laven en inocencia sus

    manos y anden as alrededor de Su altar. Vemos, pues, que ambascosas la integridad de corazn y la confianza en la gracia deDiosvan juntas.

    As, pues, ella era negra, pero agradable; mas no dudo de que lanegrura no se refiere meramente a la negrura del pecado (de lascadas, de las faltas), sino tambin a la negrura de lospadecimientos. Y el Seor lo habra de sentir tambin. En aquel da,dir: Jerusaln ha padecido doblemente en manos del Seor acausa de sus pecados y no permitir que siga sufriendo. Ha

    padecido el doble de lo que deba haber padecido. El Seor, enaquel da, abrazar la causa de la pobre y culpable Jerusaln, y no

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    permitir que sufra ms. As, pues, ella reconoce ya sea que setrate de sus propias faltas o de la cruel persecucin que habapadecido en justo castigo por sus faltasque tal era su condicin:negra, aunque, por gracia, agradable. Negra soy, pero agradable,

    oh hijas de Jerusaln, como las tiendas de Cedar, las cuales,supongo, constituyen una figura de su negrura; mientras que lascortinas de Salomn, con toda su belleza, son figura de lo otro:pero agradable.

    No me miris porque soy negra, porque el sol me mir (v. 6,WK). Esto evidentemente es lo que confirma la idea de que el solardiente de la prueba los ha quemado y ennegrecido, y eso serelaciona con las aflicciones que atravesarn.

    Los hijos de mi madre se airaron contra m; me pusieron aguardar las vias; y mi via, que era ma, no guard. (v. 6). AJerusaln se le confiaron pensamientos elevados. Los judosasumieron el lugar de guas de los ciegos y maestros de losignorantes. Debieron haber sido los testigos de Dios; y no lo fueron.Debieron haber mirado por todo el mundo para Dios; haber sido Sugran testigo a toda nacin, tribu y lengua. Pero, lamentablemente, locierto es que, lejos de cumplir su misin en todo el mundo, y de serbendicin para toda nacin debajo del sol conforme a la promesahecha a Abraham de que todas las familias de la tierra seranbenditas, ellos no guardaron su propia via. No preservaron sus

    propias bendiciones; y menos an fueron luz a todo el mundo. Esto,creo, es lo que ella ahora reconoce.

    CUARTA MEDITACIN

    Captulos 1 y 2

    Hazme saber, oh t (v. 7). Despus de haber hablado a lashijas de Jerusaln, ella vuelve su corazn al Objeto de sus afectos.

    Hazme saber, oh t a quien ama mi alma. Ella ama al Mesas; y elEspritu de Dios pone en sus labios este lenguaje, lenguaje que ellaadoptar aquel da. Estos sentimientos habrn de ser formados enella; y qu gracia de parte del Seor!; pues no es la obra de ella,sino su fe. Aqu no hay ninguna presuncin, sino que es la gracia deDios la que pone en su boca estas tan reconfortables palabras, sipuedo ir a Oseas 2:14, palabras que se refieren, creo,aproximadamente al mismo tiempo.

    Hazme saber, oh t a quien ama mi alma, dnde apacientas,

    dnde haces reposar tu rebao al medioda; pues por qu habade ser como una que se aparta tras los rebaos de tus

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    compaeros? (v. 7, WK). Ella quera encontrarle. Y vemos que ascomo deseaba esta relacin con l y que l le mostrara Su amor,as tambin deseaba conducirse como convena a tal relacin. Pormucho tiempo anduvo errante entre las naciones. Haba ido en pos

    de dolos, prostituyndose con otros, tal como lo describen losprofetas tan solemne y severamente, pero tan verazmente. Ahorasu corazn era slo para l, para Aquel a quien tanto amaba sualma.

    Entonces viene la respuesta: Si t no lo sabes, oh la mshermosa entre las mujeres, sigue tu camino tras las huellas delrebao (v. 8, WK). Eso era lo correcto. Lo importante entonces eraseguir los caminos de la Palabra de Dios, y seguir tras lashuellasdel rebao, es decir, tras aquellos que haban andadoanteriormente por la senda, y que constituan el rebao de Jehov.

    Y apacienta tus cabritas junto a las cabaas de los pastores (v8). Apgate al testimonio de la Palabra de Dios, a lo que Dios hadado en su Palabra, a quienes Dios levant para guiar Su rebaoaqu abajo. En resumidas cuentas, se le dice que se aferre a suPalabra antes de saber que Su corazn se ha vuelto a ella; antes deprobar Su amor por ella. Mas la respuesta proviene de l mismo.Ella, sin duda, pone todo esto por obra; est implcito. Ahora estsujeta a la Palabra de Dios, y el Novio profiere entonces estasmaravillosas y reconfortantes palabras:

    A yegua de los carros de Faran te he comparado, amiga ma.Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre loscollares. Zarcillos de oro te haremos, tachonados de plata (v. 10-11). stas, a mi juicio, son las primeras palabras de parte del Novio;pero an no abarcan todo lo que quiere decirle. No obstante, ellacapta la intencin, y en seguida viene la respuesta de su corazn:Mientras el Rey se sienta a su mesa (v. 12, WK). Notaris que lollama por el nombre correcto. Habla de l como el Rey. Sabeperfectamente bien que sa es la relacin. Es sa la relacin que

    tenemos nosotros con Cristo? Acaso hablamos del Rey ahora? Heodo a algunos aplicar ese ttulo a Cristo. Creo que la prctica dehablar del Seor Jess como de nuestro Rey an prevalece entrelos cristianos. Solamos cantar sin ver demasiado mal en elloentonces:

    Nuestro profeta, sacerdote y Rey.Sin embargo, las Escrituras jams hablan as de l respecto a

    nosotros. Nunca lo llaman nuestroRey; ni siquiera el texto deApocalipsis 15:3 que podra parecer que lo hicieralo describe

    as. En vez de Rey de los santos como aparece en nuestraversin, debera decir: Rey de las naciones. No cabe la menor

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    duda de ello. Pero en el Cantar, ella no habla de l como de Reyde las naciones, sino como de el Rey. Ella lo ve como el Rey delpueblo de Dios, el Rey de Israel.

    Mientras el rey se sienta a su mesa an no ha venidomi

    nardo exhala su fragancia (v. 12, WK). Ella era perfectamenteconsciente de que el Seor haba estado obrando en su alma, y nolo repudia en absoluto. Puede decir, con buena conciencia y con uncorazn enteramente confiado, que todo ello era el fruto de la graciadivina en ella.

    A continuacin, habla de lo que l es para ella. Mi amado espara m un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos (v. 13).Esto se trata puramente de una cuestin de sus afectos. Si acasose tratare no ms que de algo concerniente a la relacinpropiamente dicha a la relacin ya establecidanadie deberasentir que es algo inadecuado. La relacin an no se haestablecido, no se ha concretado. Pero ella expresa su perfectoplacer en Aquel que la ama.

    Racimo de flores de alhea en las vias de En-gadi (v. 14).Observemos ahora cmo esta expresin de amor por el Amadoarranca una respuesta de Su corazn: He aqu que t ereshermosa, amiga ma (v. 15). Esto no significa que l haya venido,pues an no ha venido; pero Dios provee la palabra necesaria paraque ella sepa que es correspondida en sus sentimientos; le hace

    saber que as como su corazn recibe estas palabras y expresa susafectos al Mesas, as tambin Dios le hace saber que tal es Suafecto hacia ella. Qu dice sobre ella el Amado? Qu graciamaravillosa!, no dice: Te amo, sino: He aqu que t ereshermosa, amiga ma. Es lo que Sus ojos de amor ven en ella, porms que nadie en el mundo lo vea. Creo que en ese tiempo sehabr operado un piadoso cambio en el remanente. Creo que ellostambin estn realmente padeciendo a causa de su fe. Mas elAmado lo expresa en Su lenguaje, bendito lenguaje! Cun

    diferente sera si proviniese de otros labios que no fuesen losSuyos! He aqu que t eres hermosa, amiga ma; he aqu eresbella; tus ojos son como palomas. Ello expresa la modestia, claroest, de aquella que iba a ser su novia. Ella responde as: He aquque t eres hermoso, amado mo, y dulce; nuestro lecho es deflores. Las vigas de nuestra casa son de cedro, y de ciprs losartesonados (v. 16-17). No se trata de una simple tienda capaz dederrumbarse. Ella busca una morada firmemente asentada paracuando el Rey venga y la reconozca como Suya. Busca que, en la

    relacin establecida, todo sea para gloria de Dios aqu abajo; y aslo ser.

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    Antes de finalizar nuestra meditacin en esta noche, dir algunaspalabras sobre el captulo siguiente (el captulo 2). Leemos: Yo soyla rosa. Muy probablemente no se trate exactamente de larosa,sino del narciso. El vocablo hebreo aparece slo en dos pasajes de

    la Escritura. S que lo que dir herir los sentimientos de algunos,pero yo creo que en ambos pasajes en ste y en el de Isaas35:1: El yermo... florecer como la rosaparecera que se tratams del narciso que de la rosa. De todos modos, no es algo de granimportancia. Yo creo que el narciso es ms apropiado por cuantoaqu se trata de lo que ella dice de s mismay no de l. Y dadoque la rosa es la flor de la belleza y la fragancia por excelencia, nocreo que se sea el lenguaje que ella adopte. Si l la hubiesellamado de esa manera, entonces lo comprendera perfectamente;pero como el narciso no es para nada comparable a la rosa, unopuede entender que ella no pretende ser ms de lo que es. Ella,pues, habla de s misma como de una rosa [o narciso] de Sarn, yel lirio de los valles. Toma un lugar humilde. No es un lugarconspicuo todava. Cierto es que pronto estar en el lugar de gloria.Pero, por de pronto, no era ms que el lirio de los valles. Y creoque esto confirma la idea de que no se trata de la rosa de Sarnun objeto muy conspicuo, sino ms bien de otro de un carctermenos visible y llamativo.

    Seguidamente, el Amado responde: Como el lirio entre los

    espinos adopta el lenguaje de ella acerca de los lirios. Perohabla del lirio entre los espinos. l compara a los dems conespinos. Ella, pues, se ve rodeada por aquello que se opone alMesas y que le aborrece, y que habr de ser quemado cuandovenga. Como el lirio entre los espinos, as es mi amiga entre lasdoncellas. Y tras la respuesta del Novio, enseguida viene larespuesta de ella: Como el manzano aunque creo que ms biense trata del cidro: el ms excelente y vistoso de todos estos rboles;y el manzano no es tal. Como el cidroentre los rboles

    silvestres, as es mi amado entre los jvenes; bajo la sombra deldeseado me sent, y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llev a lacasa del banquete, y su bandera sobre m fue amor. Sustentadmecon pasas [o frascos], confortadme con manzanas; porque estoyenferma de amor. Su izquierda est debajo de mi cabeza, y suderecha me abrace (v. 3-6). Sin embargo, esto no significa que lhaya venido. Se trata simplemente del amor que l le habamanifestado, de la gracia que le haba mostrado, y de la concienciaque tena ella de Su amor justamente entonces, aunque deseaba

    todo lo que era conforme a Su Palabra.

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    Entonces aparece un principio de fundamental importancia parala comprensin del Cantar. Yo os conjuro, oh doncellas deJerusaln, por los corzos y por las ciervas del campo, que nodespertis ni hagis velar al amor, hasta que [l] quiera (v. 7). Esta

    expresin se repite varias veces en el Cntico, y creo que es larplica perfecta para aquellos que sostienen que el Cantar no esms que una coleccin de pequeos cnticos agrupados sin ningnorden particular. Esto no es as. Hay un orden perfecto, y no sloadvertimos continuidad, sino tambin un desarrollo progresivo. Esteencargo se hace en tres oportunidades (hay otro parecido quepodramos considerarlo como un cuarto encargo, pero noestrictamente). Aparece por primera vez aqu en el captulo 2.Luego se repite en el captulo 3 y, por ltimo, en el 8. De esto, pues,resulta evidente que se tiene por objeto seguir un orden definido, locual tambin ayuda a confirmar algo que ya he mencionado: queaqu se considera al Seor como si an no estuviera casado conella. Se trata del Novio y de la novia elegida. Por cierto que seemplea el trmino novia. Pero no debemos suponer que elmatrimonio se haba consumado. Ella aguarda el establecimiento dela relacin. Es consciente de la misma; percibe la gracia del Seoren dignarse a contemplarla; y, naturalmente, su corazn lo anhela.

    Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusaln, por los corzos y porlas ciervas del campo. Creo que se refiere a estos animales por ser

    los ms sensibles en cuanto a los ruidos; los que se alborotan conmayor facilidad. Ella, pues, no quiere que nada lo perturbe, paraque l repose en ese amor que tena preparado para ella. Pues esun pensamiento dulce y maravilloso que el Seor se haya propuestoreposar en Su amor por Jerusaln. Me refiero al ltimo captulo deSofonas, y lo hago para mostrar los ocultos lazos que vinculan esteCntico con el resto de la Palabra de Dios. Hice referencia a losSalmos, y ahora me refiero a los profetas. La mente del EsprituSanto es una. l ha de reposar en Su amor, y respecto de quin

    se emplea esta expresin? De nosotros? No, sino de Jerusaln.Esto lo podemos ver claramente en Sofonas 3.

    1[1]

    Luego leemos: La voz de mi amado! He aqu l viene (v. 8).Pero an no ha venido. Est viniendo; y ella lo sabe: He aqu lviene. Puede haber montes y collados de por medio; pero acasoeso lo detendr? El Amado viene saltando sobre los montes,brincando sobre los collados. Mi amado es semejante al corzo, o alcervatillo. De aqu vemos que las dificultades son inexistentes.

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    Helo aqu, est tras nuestra pared, mirando por las ventanas,atisbando por las celosas (v. 9). El corazn de la amada, presumo,anticipa aqu Su venida, a tal punto que hasta oye Su voz. No slodice: La voz de mi amado!, sino que refiere Sus palabras: Mi

    amado habl, y me dijo: Levntate, oh amiga ma, hermosa ma, yven (v. 10). El propsito es llenar el coraznde ella de confianzaen Su amor. Levntate, oh amiga ma, hermosa ma, y ven. Porquehe aqu ha pasado el invierno [el largo invierno de Israel], se hamudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, eltiempo de la cancin ha venido, y en nuestro pas se ha odo la vozde la trtola. La higuera ha echado sus [verdes] higos (v. 10 -13).Observaris aqu la parbola de la higuera que el Seor refiere enMateo 24. Y las vides en cierne dieron olor; levntate, oh amigama, hermosa ma, y ven.

    Entonces, el Amado le pide que le deje or su voz. Susintenciones y anhelos eran que ella conociese Su amor por ella:Hazme or tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tuaspecto (v. 14). Tambin quiere quitar de en medio todo aquelloque pudiera estorbar. Quera ver los frutos de su huerta, porque siviene a los suyos, no slo es cuestin de haber adquirido a supropio pueblo, sino tambin su propia tierra, su propio lugar. Mira,pues, que todo sea agradable, hermoso para su pronta venida. Porello advierte: Cazadnos las zorras, las zorras pequeas, que echan

    a perder las vias; porque nuestras vias estn en cierne (v. 15). Ahora aparece otra expresin clave del Cantar de los Cantares:

    Mi amado es mo. sta es su respuesta. Mi amado es mo. Tales su primer pensamiento. Ella lo aplica a su alma. No es an elmatrimonio; pero es la voz del Amado; l la ha reconfortado, le hadado confianza en Su amor. Mi amado es mo dice ella, y yosuya: Se compenetra de ello; es la preparacin de su corazn paralas bodas. Mi amado es mo, y yo suya; l apacienta entre lirios.Todava no se trata repitode que l haya tomado su lugar en el

    trono. Vemos que apacienta entre lirios. Hasta que apunte el da, yhuyan las sombras, vulvete, amado mo; s semejante al corzo, ocomo el cervatillo sobre los montes de Beter (v.16-17).

    Aqu me detengo por ahora. Si el Seor lo desea, esperopresentar nuevamente un panorama general de este pequeo ymaravilloso libro de Dios.

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    QUINTA MEDITACIN

    Captulo 3:1-7Nos encontramos ahora en la parte central del Cantar. En esta

    porcin, el objetivo del Espritu Santo, a mi entender, es mostrarnoslos ejercicios de corazn a travs de los cuales debenecesariamente pasar la novia a fin de estar espiritualmentepreparada para el Seor Jess: para el Rey en su gloria venidera.

    Advertiris en seguida que hay una muy sensible diferencia conrespecto a nuestraposicin. Los ejercicios propios del corazn delcristiano comienzan cuando ya estamos en una relacin establecidacon el Seor Jess. No ocurre lo mismo con el judo. En nuestrocaso se trata de la gracia soberana del ms profundo y excelsocarcter, pues se trata de Cristo en lo alto, en la presencia de Dios,y no meramente del Rey en la tierra, por exaltado que estuviese,sino que es Cristo en una gloria nueva y celestial, totalmente msall de las expectativas y esperanzas formadas por la revelacin delAntiguo Testamento. Nuestra relacin es del carcter ms profundopor cuanto no se trata de un pueblo que haba sido previamenteelegido y que haba sido el objeto de los designios de Dios a travs

    de los siglos y bendecido por causa del amor de Dios hacia supadre Abraham. Nada de esto vemos en las relaciones con laIglesia de Dios. Pues en ella se trata pura y exclusivamente de lagracia que acta teniendo en vista a Cristo en la presencia de Dios,y que congrega expresamente personas independientemente decualquier relacin previa con Dios. Ahora bien, no sucede lo mismocon el judo. ste es amado, aun ahora, como est escrito, porcausa de los padres. Son enemigos, como sabemos, por causadel Evangelio, pero amados por causa de los padres (Romanos

    11:28). Aqu vemos elfundamento.Aunque se vern obligados areconocer que lo han perdido todo, y que la bendicin la recibirnslo merced a la gracia, con todo, dicho fundamentoseguir en pie.Nosotros no podemos aducir nada semejante. No tenemosabsolutamente nada excepto lo que nos confiere la gracia; y ellanos confiere todo, nuevo, puro y simple, por Cristo y para Cristo.

    Puede que una persona que todava no ha sido introducida en lapropia posicin cristiana experimente ejercicios de corazn, y puedeque se coloque bajo la ley. Puede llegar a advertir y a reconocer su

    absoluta debilidad. Puede que haya descubrimientos de estanaturaleza, pero stos no son lo que yo llamara los ejercicios

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    normales del corazn de un cristiano. Son los ejercicios muysaludables de un corazn que todava no esten reposo. Pero uncristiano, en el sentido propio del trmino, no es uno quesimplemente ha nacido de Dios y que se aferra a la gracia y a la

    bondad de Dios. Un cristiano es una persona que est en reposo;que est en paz con Dios. Puede haber cristianos que seencuentren en un estado muy anormal, pero eso no tiene nada quever cuando pensamos en un cristiano. Cuando consideramos unalma en particular, puede que sea menester ocuparnos bastante desu situacin con el objeto de conducirla a una verdadera y saludablecondicin. Pero cuando hablamos de lo que es un cristiano,debemos pensar al respecto de acuerdo con la mente de Dios. Siesa alma no est a tono con el pensamiento divino, uno procurarremover los obstculos; buscar fomentar las cosas de Dios,fortalecer su fe y, por la Palabra, hacer frente y vencer todo lo queestorba. Esto est muy bien; pero, hablando con propiedad, nadieest todava en una saludable condicin cristiana hasta no hallarsearraigado en Cristo sin la menor duda posible, y hasta no saber quees una nueva criatura y que las cosas viejas fueron juzgadas ypasaron ante los ojos de Dios, y que camina en apacible comuninsobre esta base. Afirmo que nadie puede hallarse en la propiacondicin cristiana a menos que tal sea su estado.

    Ahora bien, es claro que, con respecto a la novia del Cantar, se

    trata de algo muy diferente. Si contemplamos la Iglesia del NuevoTestamento, se da por sentado que siempre se halla en dichoestado. Puede que hallemos cosas, naturalmente, como bien losabemos, que sean absolutamente contrarias a lo que podramosdenominar la teora de la Iglesia o del cristiano, recin considerada.Pues bien, se no es el pensamiento de Dios. Y a lo que yo meestoy refiriendo ahora, repito, es a las cosas tal como Dios las ve. Yen el Cantar, Dios no contempla a la novia conforme al conceptocristiano, por decirlo as. En l, pues, vemos los ejercicios por los

    que tiene que pasar la novia aqu considerada a fin de serespiritualmente apta para el Rey en su gloria. Y ella aparece aquen tinieblas: Por las noches busqu en mi lecho al que ama mialma (3:1). sa es una notable condicin. Es precisamente lo queencontramos en el captulo 50 de Isaas: un andar en tinieblas sinver ninguna luz, pero confiando en l y, ms an, con un coraznlleno de afecto hacia Cristo.

    Formar los afectos en el corazn de ella, e infundirle confianzaen Sus afectos tan incomparablemente superiores a los reales y

    autnticos afectos de la amada por el Rey venidero, constituye,de hecho, el gran tema y objeto de este libro. Ella lo necesita; y ms

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    particularmente al verse obligada a mirar atrs y ver y reconocerque era negra no slo codiciable, sino negra. Se veobligada a ver aquello por lo que ha pasado y a qu se debi. Nadasera sano ni verdadero sin esto; pues no puede haber ninguna

    bendicin estable segn Dios, ya para el cristiano ahora, ya para eljudo pronto, ya para cualquier otra alma, aparte de la verdad.Jams puede existir el verdadero poder de la gracia sin el poder dela verdad. Siempre debe estar la verdad en lo ntimo de nuestro ser,es decir, siempre debe estar la confesin de lo que realmentesomos a los ojos de Dios o de lo que hemos hecho delante de l.Todo esto ha de quedar fuera entre Dios y nuestra propia alma.Ella, pues, tendr que sentir muy pronto esto. Para sorpresa suya, apesar de todo lo que ha sido y de lo que es, aprender Su amor.Puede que no tenga esa plenitud de carcter celestial que sabemosque constituye nuestra porcin, pero, con todo, es muy rico ymaravilloso, as como verdaderamente divino.

    Leemos: Por los noches busqu en mi lecho. Bien puedentener lugar estas tinieblas; pues l an no ha venido; todava noest all. Estas figuras se emplean para mostrarnos de forma vvidalas circunstancias por las que ella est pasando. Busqu en milecho al que ama mi alma pues ahora no teme en absolutoconfesarlo. Lo busqu, y no lo hall. Y dije: Me levantar ahora, yrodear por la ciudad; por las calles y por las plazas (3:1 -2). Como

    si se fuera el lugar de encontrar a Cristo! De ninguna manera. Nose lo contempla viniendo por las plazas o estando en las calles.Sale del desierto. Es all donde ella conoce, y conocer, al Seor,quien asume y se identifica con la condicin de la cual Israel tendrque salir; mientras que se no es en modo alguno el lugar dondenosotrosle conocemos.

    Nosotros conocemos al Seor de una manera totalmentediferente: en el cielo. sta es la forma propia para nosotros deconocerlo; pero ella tiene estas anticipadas visiones de l y, al

    mismo tiempo, va siendo preparada en un profundo conocimientode Su amor antes de que venga. Lo busqu, y no lo hall (v. 2). Yesto no constituye ninguna sorpresa, pues no lo haba buscadocorrectamente. No lo hizo en el lugar que corresponde. Me hallaronlos guardas que rondan la ciudad (v. 3). Son los guardianes delorden, pero qu podan decir? qu podan hacer? Y les dije:Habis visto al que ama mi alma?. Pues ahora ella lo confiesa. Noslo se trata de que ha obtenido los afectos, sino de que losreconoce aun ante ellos, aun cuando el lugar no pareca que fuese

    el indicado. Pero as obra. Apenas hube pasado de ello un poco,hall luego al que ama mi alma; lo as, y no lo dej, hasta que lo

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    met en casa de mi madre, y en la cmara de la que me dio a luz(v. 4). Se trata de su alma que echa mano de Su entrada a unanueva relacin con Israel.

    Todas estas figuras poseen una gran fuerza. La madre, segn

    las Escrituras, es siempre Israel. Pero no la Iglesia. sta nunca esconsiderada como la madre. De quin podra ser madre laIglesia? No podra serlo de s misma de los cristianos. LaIglesia no podra ser y de hecho, no esla madre de loscristianos, y mucho menos podra ser la madre del Seor. Deinmediato vemos aqu la importancia de discernir las diferentesrelaciones tal como Dios las ha revelado en su Palabra. La madre,como he dicho, es siempre Israel. La novia la esposaes laIglesia. Es cierto que aqu encontramos una novia, pero veremosque existe una diferencia. No debemos confundir a ambas: nodebemos suponer que la madre y la novia son la misma persona.Y el hecho de que la mayor parte de la cristiandad considere a lamadre y a la novia del Cantar como si fuesen la misma e idnticapersona, no hace ms que poner de manifiesto la absoluta yespantosa confusin de conceptos que prevalece en las mentes delos hombres. Es ms, la crasitud de su ceguera los lleva a pensarque la virgen Mara es ambas. Estn en plena oscuridad, pues yono s de nada en el paganismo que sea ms degradantementeoscuro que la supersticin del catolicismo. Parecera extrao un

    pensamiento as considerando que se trata de seres humanos quetienen a mano la Biblia y el Nuevo Testamento; hombres, debisrecordar, de erudicin y de gran capacidad, algunos de ellos quizshasta convertidos a Dios, pues no lo podra negar. Y estoyrelatando un hecho claro y positivo, que descubr y conoc porexperiencia propia, cuando afirmo que stos son los engaos quecautivan y capturan a las almas en estos tiempos; y no slo eso,sino que algunas almas, motivadas por vivos deseos y aspiracionespor algo mejor, y que no pueden encontrar en el protestantismo

    corriente, terminan separndose de ste en pos de lo que aqul lesofrece. Qu gracia, pues, amados hermanos, tener la verdad y lapalabra de Su verdad!

    Ahora bien, veamos el captulo 12 del Apocalipsis. Quhermoso y reconfortante es para nuestras almas tener un libro quea primera vista no parece ser la clave para comprender otras partesde las Escrituras, pero que, sin embargo, lo es! Supongo que lamayora de la gente piensa que se necesita una clave para lacomprensin del Apocalipsis. Pero lo cierto es que la Palabra de

    Dios presenta una tan asombrosa unidad de relacin desde elprincipio hasta el fin, y tan maravillosos son los usos y aplicaciones

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    mutuos de todas sus partes, que as como hallamos en el Gnesisuna clave para el Apocalipsis, as tambin descubrimos a menudoque el Apocalipsis constituye una clave para el Gnesis. Discerniresto, nos alienta sobremanera, pues Dios mismo es quien ha

    enseado a su pueblo a evitar todo tipo depredileccin (ya sea porun libro, por un tema, por un personaje, por un relato, por un pasaje,etc.), lo cual siempre es algo peligroso. Ya sea que se trate decualquier persona en particular (un predicador, un evangelista, unmaestro, un hombre de Dios cualquiera) o de la misma Palabra deDios, es algo provechoso poder hacer uso de todo ello, sin abuso:es algo encomiable estar dispuestos a recibir la ayuda detodoloque Dios utiliza para Su propia gloria y para la bendicin de supueblo.

    Ahora bien, el captulo 12 del Apocalipsis pone estoperfectamente en claro, pues all vemos a la mujer, y a la mujer enuna gloria notable. Ella se hallaba vestida del sol, con la luna debajode sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Ahorabien, qu mujer es sta? No necesito recordaros lo que siempre sedice apresuradamente: Oh, es la Iglesia! De ninguna manera. Noes la Iglesia; pues vemos que esta mujer da a luz al varn delpoder. Y quin es este varn de poder? Seguramente no puedehaber ninguna confusin. El varn de poder que regir con vara dehierro a todas las naciones es Cristo. Alguien lo puede dudar? Es

    Cristo y nadie ms que Cristo. Por lo tanto, vemos en seguida laidentidad de la mujer, porque siempre es Cristo el que determina laverdad de cada persona y de cada cosa.

    Permitidme poner a Cristo en contacto con el estado de mi alma.O dejad que lo ponga en contacto con cualquier alma en el lugarque fuese. Tan pronto como introducimos a Cristo, tenemos laverdad. Al poner a Cristo en la escena de mi alma, advierto mipropio estado, sea bueno o malo. As tambin aprendemos quin oqu tenemos ante nosotros simplemente introduciendo a Cristo.

    Pues bien, si introducimos a Cristo en este captulo 12 deApocalipsis, veremos a Cristo en el varn de poder; y la mujer es Sumadre. Por eso no puede ser la Iglesia, pues la Iglesia no es lamadre de Cristo. Israel de quien segn la carne vino Cristoesla madre, tal como lo ensea el apstol Pablo en el captulo 9 de laepstola a los Romanos. Vemos, pues, que lo que Pablo escribe tanbellamente en el captulo 9 de Romanos es lo que Juan describesimblicamente en el captulo 12 del Apocalipsis. Pero cuandoconsideramos a la Iglesia, hallamos otra cosa: la novia, la esposa

    del Cordero. Ah, tal es la Iglesia! De paso recordemos tambin queen el Apocalipsis encontramos todava otra mujer, pero que no tiene

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    nada que ver con Israel ni con la Iglesia. Se trata de la mujer quepretende ser la Iglesia, pero que, en realidad, es la antiiglesia. Ascomo habr un hombre que ser el anticristo, as tambin habr unamujer que ser la antiiglesia. Tal es Babilonia; y Roma constituye el

    gran centro de Babilonia.Ahora bien, el significado es claramente que esta mujer delCantar asocia en su abrazo espiritual por decirlo asa Aquelque amaba quien era claramente el Rey veniderocon la casade su madre, con la cmara de la que me dio a luz.

    Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusaln, por los corzos y porlas ciervas del campo, que no despertis ni hagis velar al amor,hasta que [l] quiera (3:5). He hecho notar ya la importancia deesta declaracin que aparece ahora nuevamente en el libro.Siempre introduce una nueva visin del asunto y del Seor tal comolo anticipaba el corazn de Jerusaln. Pues aqu debis recordarque Jerusaln habr de ser la novia elegida. Y me refiero con esto ala Jerusaln que ser, y no a la Jerusaln que est en lo alto; no merefiero a la Jerusaln que es ahora, sino a la que habr de ser: laJerusaln que habr de nacer de Dios, as como la Jerusaln de loalto es la gran nueva creacin en Cristo. Pero aqu se trata de laJerusaln que habr de ser la novia elegida del Rey cuando lvuelva a este mundo.

    Quin es ste2[2]

    que sube del desierto como columna de humo,sahumado de mirra y de incienso y de todo polvo aromtico? Heaqu es la litera de Salomn (v. 6-7, WK). Nada puede ser msclaro. Salomn no es la figura de Cristo en relacin con la Iglesia.David podra serlo. No digo que siempre lo sea, pero David puedeserlo preeminentemente, porque l, despus de todo, saba ms delos sufrimientos de Cristo y estuvo identificado con el rechazo deuna manera que nunca Salomn lo estuvo. Salomn nunca conociotra cosa que no sea la gloria. Fue el hombre de paz. Todo cuanto aSalomn concerna, por decirlo as, fue brillante y glorioso, y resulta

    claro que ste a quien ella busca no es alguien que padezca.

    SEXTA MEDITACIN

    Captulos 3:7 a 5:16

    Aqu no se trata, pues, del Cordero rechazado y glorificado en elcielo. sa, en realidad, es nuestra meta como cristianos; por ende,

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    nuestro deseo presente es seguirle; y estamos gozosos de seguirleen su senda de rechazo. Pero lo que tenemos en el Cantar es algodiferente: nos encontramos con una hermosa figura de lo porvenir,de aquello que Le pertenece. Sesenta valientes de los valientes

    de Israella rodean. Todos ellos tienen espadas, diestros en laguerra; cada uno su espada sobre su muslo, por los temores de lanoche (3:7). Est claro, pues, que an no es el da. Siempredebemos recordar esto. Ella espera, aguarda ese da. Aqu estella, pero es una visin de la noche; est sobre su lecho, y cuandosale, lo hace desde all; y all permanece. An no es el da. El dase espera, se anhela, se cuenta, pero an no ha llegado.

    El rey Salomn pues se trata nuevamente del reyse hizouna carroza de madera del Lbano. Hizo sus columnas de plata all estaba la gracia, su respaldo de oro la justicia divina, lajusticia para Israel exactamente igual que para nosotros, pues enninguna edad tiene cabida la justicia del hombre. Su asiento degrana como conviene a un personaje de la realeza, su interiorrecamado de amor por las doncellas de Jerusaln. No necesitodecir que el fundamento de todo esto es el amor. Salid, ohdoncellas de Sion, y ved al rey Salomn con la corona con que lecoron su madre en el da de su desposorio, y el da del gozo de sucorazn. Es una visin anticipativa, pues el Amado an no havenido. Mas tal ser l cuando venga por ella. Advertiris, pues,

    que no se trata en absoluto de la escena de alguien que es llevadoal cielo; no se trata de eso, sino ms bien de alguien que viene a latierra.

    Aqu vemos a alguien que es coronado. Y observaris que lamadre vuelve a aparecer, pues ahora su corazn est cambiado.Cuando l estuvo aqu, ella no tuvo en absoluto un corazn para l;ni siquiera la propia Jerusaln, aquella que debi haberlecorrespondido en Su amor como novia terrenal. Al contrario, si hubouna diferencia entre Israel considerado globalmente y Jerusaln en

    particular, fue Jerusaln la que ms se encoleriz contra el Rey,contra el Seor Jess. Mas cuando llegue el da, su madre volvera aparecer. Nunca olvidemos que no se trata de la novia; la queaparece aqu es Su madre, es decir, no se trata solamente de lanovia.

    Si vamos al Nuevo Testamento, donde tenemos a la noviacelestial, lo que encontramos es al Padre, pero no a la madre. Porqu en l tenemos al Padre y en el Cantar a la madre?: Porque paranosotros, la fuente de todo es divino. El Padre, el Dios y Padre de

    nuestro Seor Jesucristo, es el mismo Dios y Padre nuestro. Pero lamadre se relaciona ms con la naturaleza. El Padre de Cristo, el

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    cual es la fuente de todas las cosas, es quien nos da nuestro lugar,nuestro ser y nuestra relacin; mas no as la madre. Vemos aqu aIsrael en sus relaciones de madre, por lo que creo que nadie queest dispuesto a dejarse convencer por la Palabra tiene por qu

    albergar dudas. Naturalmente que no tengo la menor esperanza deconvencer a quienes no quieren ser convencidos. Pero creo queaquellos que estn deseosos de reconocer y aceptar la Palabra deDios, no necesitan albergar ninguna duda en sus almas en lo querespecta al verdadero significado y propsito de este maravillosolibro.

    Nadie vaya a suponer que quiero decir que no estamosautorizados a tomar todo el amor del libro, pues de hecho que loestamos. Si Cristo tiene, o va a tener, tal amor por Israel, cuntoms por nosotros! Pues nuestro amor es lo que podra denominarun amor establecido; es decir, un amor que fluye de una relacinque ya ha sido establecida, divinamente establecida. En cambio lade ellos es una relacin que va a ser establecida. Admito que losafectos expresados tienen su hermosura, pero no son de la mismanaturaleza. Tienen una estrecha relacin con la esperanza;mientras que, en nuestro caso, no se trata solamente de eso.Nosotros tenemos una presente y plena conciencia del amor delSeor Jess, y no ejercicios a travs de los cuales tenemos quepasar a fin de saber que ese amor descansa sobre nosotros. Tales

    ejercicios nos son necesarios. Si hay cosas que constituyen unestorbo en nuestros corazones, har falta ejercicios para confrontarlos obstculos y para quitarlos de en medio; pero se no es elestado normal de un cristiano.

    En el captulo 4 vemos cmo el Seor obra para despertar elamor de su pueblo. Hallamos un hermoso mensaje del cual la feechar mano en el da venidero. Ellos sabrn que el Mesas esquien dice esto de ellos, lo cual ser de gran consuelo. He aquque t eres hermosa, amiga ma; he aqu que t eres hermosa; tus

    ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos comomanada de cabras que se recuestan en las laderas de Galaad (v.1). l se detiene en la gracia y belleza personales de la amada.Empero no es mi intencin, desde luego, considerar los detalles detodo esto; pero la atencin se centra ahora expresamente en todo loque a ella pertenece. No en lo que hizo, no en sus obras, pues esono es lo que deja al corazn en perfecto reposo. No podemos estarsiempre obrando, y a menudo podemos hacernos reproches y tenerremordimientos por no hacer las suficientes obras; y si el amor

    fuese en forma personal para nosotros, si fuese expresado, nocomo una cuestin puramente sentimental o como una visin

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    condolindose de ella; de Aquel que conoce la situacininfinitamente mejor que ella. l es quien le dice: Ven conmigodesde el Lbano. No hay aqu ningn reproche.

    Cmo lleg ella all? Apartada de l! Cmo se hall en los

    montes de los leopardos? Estaba l all? En absoluto! Acasoella fue all para encontrarle? No; fue su propia voluntad; su coraznmalo de incredulidad para apartarse del Dios vivo. sta es la causadel fracaso de Jerusaln. Por eso los judos fueron dispersados portodo el mundo. Tal es su situacin, y aun entonces seguirn aspadeciendo, si bien volvern a Jerusaln, como supongo, cuandoeste Cantar halle su aplicacin. Estarn nuevamente en el lugarnico en la escena centralpero no conscientes an del favor deJehov y bajo su gloriosa proteccin. Nada de eso todava. Losleones y los leopardos tendrn que ver con ellos todava, por msque ya no estn ms dispersos entre los gentiles. Pero los leones ylos leopardos todava tendrn su mano sobre ellos, o, mejor dicho,su garra; pues bien sabemos que exactamente as como labestiason descriptos en los profetas los poderes gentiles.

    Me refiero a esto como un evidente vnculo de conexin entreeste libro y los Salmos entre otros. Pero los Salmos se refierenms a cuestiones que tienen que ver con el individuo. Hay un solosalmo el Salmo 45, y puede haber otras alusiones, queconstituye una especie de nexo de transicin entre el libro de los

    Salmos y este maravilloso Cantar de los Cantares. En ese Salmotenemos a la novia, a la misma novia de la que se habla aqu. Slomenciono esto de paso por si acaso sirva de ayuda para aquellosque no lo hayan considerado de forma adecuada.

    A continuacin, pues, el Seor se dirige a ella por segunda vez,invitndola de nuevo a apartarse de todas aquellas malignas ypeligrosas circunstancias que la rodeaban, y habla nuevamente delo que ella es para l. Entonces agrega palabras de extremadulzura, y aunque haba hablado de ella como estando en las

    guaridas de los leones y en los montes de los leopardos, noobstante le dice: Como panal de miel destilan tus labios, ohesposa; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tusvestidos como el olor del Lbano (v. 11). Esto est en perfectaarmona slo que con un poco ms de fuerzacon el esprituque encontramos en los profetas, es decir, que si bien Jerusalnhabr sido realmente dejada a un lado como esposa infiel, el Seorla contemplar ms como si estuviera atravesando los pesares deuna viuda; quiero decir que l no la habr de reprochar con el hecho

    de ser rechazada como mujer culpable, sino que hablar de ella con

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    ternura y con gracia como si pasara las aflicciones y lutos de laviudez.

    En el captulo 5 encontramos nuevas experiencias por las queella atraviesa, particularmente en el v. 2. El primer versculo

    pertenece ms bien al captulo anterior.Yo dorma (v. 2). Sigue siendo el mismo pensamiento: es lanoche. Yo dorma, pero mi corazn velaba. Es la voz de mi amadoque llama: breme, hermana ma, amiga ma, paloma ma, perfectama. No es todava su verdadera venida; es slo lo que se cruzaba por su alma; es lo que ve, por decirlo as, en su visin de la noche.No es an Su venida de maana. l vendr en la maana sinnubes; pero, repito, siempre debis recordar que la maana an noha llegado. Esto, pues, es lo que se cruza por su corazn, el cualest lleno de ardientes deseos por Su venida en el daresplandeciente. Ella aqu, pues, oye como si fuese realmente Suvoz y manifiesta que su corazn no est en modo alguno preparadotodava para Su retorno; pues esgrime excusas: Me he desnudadode mi ropa; cmo me he de vestir? He lavado mis pies; cmo loshe de ensuciar? (v. 3). Vemos que aunque el amor de Dios fuepresentado ante su alma, ella, en vez de corresponderle saliendo deinmediato al encuentro de su Amado, ms bien pone excusas depor qu no puede ir y de por qu no puede tomarse la molestia de ira abrir la puerta, pues eso es lo nico que tena que hacer.

    Mi amado meti su mano por la ventanilla. Todava siguehabiendo un llamado para ella, pero el propsito es provocar en ellael juicio de s misma. Lo que dice es que l persiste; que no le davuelta la espalda en seguida a alguien que respondi tan mal a Suamor. Mi amado meti su mano por la ventanilla, y mis entraas seconmovieron dentro de m (v. 4, WK).

    Haba un real afecto, pero no una correspondencia a los Suyos.Yo me levant para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra,y mis dedos mirra, que corra sobre la manecilla del cerrojo. Abr yo

    a mi amado; pero mi amado se haba ido, haba ya pasado; y trassu hablar sali mi alma. Lo busqu, y no lo hall; lo llam, y no merespondi (v. 5-6). Tal era el reproche que le haca falta a Israel, aJerusaln, a fin de hacerle sentir que la ocupacin consigo misma ocon sus circunstancias, y la falta de un renovado inters de coraznpara salir al encuentro del amado, eran los motivos por los cualesella tena que reprocharse a s misma. Y ahora que ella ha vuelto ens, que ha tomado conciencia del mal que le haba causado a suamado, toma la iniciativa y va, llama y, una vez ms, le busca. Me

    hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, mehirieron. Ahora, como veis, la situacin se agrav; pues en la

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    primera ocasin, ellos no pudieron darle ninguna orientacin paraque encontrara a aquel a quien amaba su alma; pero ahora ellos lagolpearon, pues qu tena que hacer ella fuera, en semejanteambiente, a esas horas de la noche? Por lo que paga las

    consecuencias. Me quitaron mi manto de encima los guardas delos muros.Todo esto, sin duda, se debi a la realidad de sus afectos y a

    sus sinceros deseos por hallar a Aquel a quien amaba. Pero an noera el tiempo; estaba fuera de lugar. Ellos, pues, actuaron deacuerdo con las circunstancias. Por eso, el mismo deseo que ellatena por hallar al Novio, la condujo a una falsa posicin. Entoncestiene que decir: Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusaln, si hallisa mi amado, que le hagis saber que estoy enferma de amor. Aqu,pues, encontramos nuevos personajes; no a los guardas, sino a suscompaeras. Jerusaln no va a estar sola. Habr otros que sedespertarn en aquel tiempo y a quienes ella puede hablar, pordecirlo as. En consecuencia, dicen: Qu es tu amado ms queotro amado, oh la ms hermosa de todas las mujeres? Qu es tuamado ms que otro amado, que as nos conjuras?

    A continuacin viene lo que ya he mencionado: La confesin dela belleza de su Novio. Observaris que esto no se le dice a l.Pero todo su corazn se ocupa de hablar del Novio. Habla bien delSeor; no se avergenza de hablar acerca de l. Y no se trata

    ahora de que ella simplemente le ama, sino de quinera, y de loqueera aquel a quien amaba. stas son las dos caractersticassobresalientes en lo que resta del captulo.

    SPTIMA MEDITACIN

    Captulos 6 y 7

    En el captulo 6 nos encontramos con otra cuestin, sobre la cualtodava no he llamado vuestra atencin; pero es menester que aslo haga, aunque sea brevemente. La palabra haba venido: Adnde se ha ido tu amado, oh la ms hermosa de todas lasmujeres? A dnde se apart tu amado, y lo buscaremos contigo?Mi amado descendi a su huerto, a las eras de las especias, paraapacentar en los huertos, y para recoger los lirios (v. 1-2).Observaris que as como hay encargos seguidos por el anuncio deSu venida los cuales constituyen una importantsima ayuda para

    la comprensin de las diferentes partes que componen este libro,as tambin hay expresiones de afecto de la novia al Novio. Al final

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    del captulo 2, ella no deca esto. Sus palabras eran otras: Miamado es mo (2:16). Y termina diciendo: Mi amado es mo, y yosuya; l apacienta entre lirios. Pero en este captulo tenemos loms excelente: Yo soy de mi amado. Es lo contrario.

    Ello marca un muy decidido progreso en su alma en losafectos de Jerusalnen lo que respecta no a la aplicacinpersonal del libro, sino al objeto de ste. La diferencia consiste enesto: Lo primero que el alma desea y lo mismo es cierto de unalma renovadaes saber lo que encontramos en el segundocaptulo: que Cristo es mo. Jerusaln pasar por una experienciasimilar, y con justa razn. Sera una pobre cosa saber que yo soySuyo si no supiese que l es mo. Cuando el Espritu Santo obracon poder, forzosamente el corazn no comienza con el hecho dequesoy de Cristo. S muy bien que veris lo contrario a esto entremuchas personas piadosas, y que incluso algunos poetas loexpresan as:

    Soy Suyo, o no?

    Pero esto no es en modo alguno lo primero que el Espritu Santoproduce conforme a la Palabra en un corazn sumiso a ella. Esto eslo primero que ocurre cuando uno est ocupado consigo mismo,con el yo. El hecho de querer saber ante todosi soy Suyo

    como dice el poemaobedece a que uno comienza con el yo:SoyyoSuyo?. Pero esto es precisamente lo malo para nosotros,es justamente aquello de lo que necesitamos librarnos. Qu noslibera