Byzantion Nea Hellás - No. 29 (2010) 18115-53845-1-PB

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    K-N,

    R Q PUniversidad de Chile - Chile

    Resumen:El trabajo aborda desde diversos ngulos la relacin ideolgica y humanaentre Kazantzakis y el filsofo Nietzsche. Fue el escritor griego quien se sinti atrado yhasta identificado con la figura de Nietzsche. En el terreno de las ideas, Nietzsche dejuna impronta visionaria de protestas y exaltaciones a favor de una vida festiva, lejos deuna sombra religiosa cristiana segn el momento y la sociedad en que vivi. Kazantzakis

    continua ese llamado a la libertad y ese anhelo de embriaguez dentro de la propia vida yno en un ms all.

    Palabras claves: Nietzsche, religin, libertad, vida, moral, Dios.

    K-N,

    Abstract: Tis article studies from different angles the ideological and humanrelationship between Kazantzakis and the philosopher Nietzsche. Te Greek writer wasattracted to and identified himself with Nietzsches figure. In the terrain of ideas, Nietzscheleft a visionary impression of protests and exaltations in favor of a festive life, far from aChristian religious shadow according to the moment and society where he lived. Kazantzakiscontinues that call to freedom and that longing of drunkenness within ones own life andnot in an other world.

    Key words:Nietzsche, religion, freedom, life, moral, God.

    Recibido: 28.01.10 Aceptado: 25.03.10

    Correspondencia: R Q [email protected] - Licenciado y Magsteren Filosofa, Universidad de Chile. Doctorado Universitat Jaume I-Valenci. Profesor y

    Subdirector del Centro de Estudios Griegos Bizantinos y Neohelnicos, Universidad de Chile.

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    A Carmina

    Muchos han sido los intentos por delinear la anatoma intelectualque modela el pensamiento y la escritura de Nikos Kazantzakis.Unos y otros concuerdan en destacar al artista innato, al consumado

    escritor que fue viajero y periodista in situ, al hombre que am otras culturas y que atravs de nombres y figuras histricas encontr inspiraciones para crear una literaturade prototipos humanos. Otros por su parte destacan el lado intelectual, al filsofoincmodo bajo los esquemas de una modernidad inconsistente que esconde tras

    de s la condicin de un mundo an falto de desarrollo humano y pensamiento.ambin hay quienes lo ven con la desconfianza de un militante de ideas polticas yde revoluciones, especialmente porque tales agitaciones pasaran a los nuevos odresde su novelstica. Sin embargo para otro grupo lo interesante de Kazantzakis es laamplitud de aspectos que se renen en su obra, tomando en cuenta todo aquello queva desde lo propiamente literario hasta lo mstico-filosfico.

    odo esto nos hace ver que el mundo artstico de Nikos Kazantzakis esun territorio cuya espacialidad y transversalidad de horizontes ha roto las propiasfronteras de donde ha nacido. al sera la primera sensacin que nos deja el contactocon la obra y la personalidad del escritor griego.

    En varios sentidos sucede esto porque para Kazantzakis no hay una solamanera de mover el pensamiento por los cielos de la escritura. En sus manos lapalabra se ha convertido en una literatura nmada, inquieta, un espacio de nuevosy viejos cruces de camino por donde la filosofa ha sido un buen acompaantede la marcha. Su arte ha hecho camino por donde no es nada fcil intentarlo, atravs de un pensamiento en avance de s mismo, vigilante, con paso firme antelos dogmatismos y bajo el nimo de fortalecer al hombre para que no se entreguea esa fcil soberbia histrica que le persigue. En fin, su literatura es un mosaico deexperiencias vitales, una bsqueda en desarrollo de todo aquello beneficioso parael renacer de un librepensamiento, puesto que el hombre debe ser capaz de rompery abrir nuevos mitos.

    Hasta en su pas de nacimiento en donde con mayor razn debera ser mejorconocido y ms ledo que en ninguna otra parte del mundo, an no se ha conseguidollegar a un acuerdo sobre el alcance de su palabra y sobre quin fue en realidad estehijo de Grecia; tanto as que unos dicen de l que fue un extranjero en su propia

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    patria, un viajero y buscador de caminos; o que se trata de una personalidadcompleja, de un hombre atormentado por la verdad; otros a su vez lo convierten

    en un comunista, un profeta de nuestro tiempo, un hereje nihilista encubierto, undisidente de todo poder; asimismo no pocos lo consideran un mstico sui gneris,un hombre puro, un intelectual comprometido con la humanidad. Unos ven alpensador trgico en aporas y luchas internas. Algo de cierto debe haber en todo loque se dice, y en prevencin de lo que se especula, lo mejor ser apreciarlo a fondoy no quedarnos con una sola imagen de lo que los otros dicen sobre l, sino msbien conocerlo y juzgarlo por uno mismo.

    Un temprano discipulado

    Ninguna otra imagen que la de un discpulo emocional es la que definemejor el contacto que hubo entre Kazantzakis como escritor y la obra de Nietzsche,un autor polmico tanto en vida como luego tras su recuerdo al fallecer. Quieneshan estudiado la obra del autor griego coinciden en la idea de postular un tempranodiscipulado entre estos dos autores, o en decir que hubo una especie de escuela depensamiento compartido del uno con respecto al otro. Ms bien se trata de unacerteza que ha dado sus frutos en el tiempo. En tal sentido se habla de una dobleimpronta en el talante de Kazantzakis, tanto a nivel humano y emotivo como enlas lneas intelectuales desde donde emana su pensamiento o su obra. Maestro oalumno, sabio o discpulo, entran en una relacin de contacto, atrados por unazona comn o por la similitud de las encrucijadas que salen al paso en su tiempo osociedad. Esa estrecha relacin de discipulado es algo que se puede desarrollar entreafinidades, en medio de una sensibilidad compartida, en una cierta comunidad depropsitos y alcances ideolgicos, o ya sea en una visin de mundo, todo lo cualno tiene por qu declararse de antemano, y ms bien, puede quedar implcito enla obra. As se producen tales lazos que fluyen secretamente entre un autor y otro.

    As se establece un contacto, una cercana, un ideal en construccin que estar ala misma altura de cada uno. Por lo dems, Kazantzakis nunca ha escondido esainquietante atraccin de discipulado que sinti hacia la figura de Nietzsche, aquel

    filsofo incomprendido y abandonado por su tiempo. Incluso, sin que lo hubierallegado a explicar claramente ninguno de los dos, Kazantzakis o Nietzsche, ellos seven unidos en pos de un plan de preocupaciones y denuncias que se enlazan por lafinalidad en juego. Hay en estos autores un proyecto o ensayo afirmativo sobre lavida, una propuesta de afirmacin vital y metaconceptual de la misma, es decir, msall de la especulacin como tal. Un horizonte as presentado ms intuitivamenteque racionalmente quedara perimetreado en tres ideas bsicas y centrales, cada unavisualizada por separado en los autores, pero tambin deducible de la influencia

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    a posteriori de uno en el otro. Ambos autores aludidos avanzan hacia el deberhumano de una transformacin, ven que la vida del hombre debe ser salvada

    de la degradacin que los prejuicios y dogmas que la asaltan. Esta devaluacines histrica, temporal, y por ello se requiere que a escala subjetiva el hombreexperimente la vida de otra manera, ms ntimamente, ms irracionalmente, mssensitivamente, ms inocentemente, ms all del bien y del mal. ales elementos encomn proporcionan el siguiente esquema:

    1.- Persiste en estos autores la idea de que la escritura el mensaje de suslibros contiene un manifiesto ideolgico que va ms all de la plasmacin literaria.Escribir no es un fin en s.

    2.- En estos autores es preeminente una veneratio vitae, un amor

    incondicional por la existencia.3.- La conviccin de que ellos promueven una misin filosfica, unmesianismo irrenunciable.

    Estas tres nociones al unsono ponderan un mnimo necesario para que sepueda hablar de un discipulado con propiedad entre Kazantzakis y Nietzsche, deuna gama de influencias elegidas y no accidentales entre ellos.

    La finalidad de la escritura (el sentido del punto 1) no es la verdad lgico-racional ni la belleza literaria como se esperara de que as lo fuera en un filsofoo poeta cualquiera, sino que ms bien lo que hay de fondo es un sentido humanosobrehumano y soteriolgico (punto 3).A veces tal empresa poticovital o filosficaquedar encarnada en una palabra de accin proftica o en un fuego prometeicoque quisiera expandirse de conciencia a conciencia. El sentido de por qu escribense aclara mejor si se toma en consideracin que ellos no sucumben ante el artepor el arte, sino que ambicionan alcanzar una perspectiva antropolgica, generarcambios en el hombre. No es una escritura desinteresada.

    Un filsofo de las caractersticas de Nietzsche va a sentir que su obra estcomprometida con la realidad humana, con orientaciones tiles para vivir ms

    que con palabras escritas que invocan a una verdad terica o a la ciencia, pues larazn en s le interesa muy poco. Kazantzakis experimenta lo mismo, su escriturano pretende quedarse encerrada en muros de biblioteca sino salir al mundo real,abrirse paso en la vida de los hombres. No mueve a estos escritores la idea de unaerudicin acadmica ni la destreza silogstica de convencer por la racionalidad.

    Nietzsche explica que la verdadera cultura humana no es la oscura erudicinque se pasea a paso lento entre las tumbas del pasado; la verdadera cultura es laque prepara a los hombres no a conocer la historia sino a hacerla, a mejorarla si se

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    puede. La verdadera cultura de Nietzsche como tambin la palabra o el grito deKazantzakis, deben por tanto desembocar en la vida y la accin misma.

    Un sentido de veneratio vitae nietzscheano (punto 2).Una de las interpretacionesdel proyecto nietzscheano ms evidente en su crtica extrema es la de sealar que sucriticismo ideolgico no era ms que un intento de mejoramiento de lo que se haido desarrollado en el hombre y en su manera de ver la vida; la accin negativa delnietzscheismo es lo que contribuye a llevar a cabo un mordaz desenmascaramientode la cultura y del ambiente espiritual, lo cual implica la accin como tal y no slola teora de hacer un llamado a los hombres, pues el objetivo es fomentar con elloun cambio en su mentalidad, en su actitud ante la vida, en sus valores. Nietzscheexamina a fondo su poca, mira la historia humana como un todo y concluye que

    hay debilidades, agotamientos, engaos, dogmas, miedos que han atrofiado eseinstinto vital hacia la existencia como tal, y que esa afirmacin gustosa de la vidacorre serio peligro. Kazantzakis comparte ese diagnstico negativo y en tal sentidose permite hacer un llamado urgente bajo ese mismo lema de una veneratio vitae,cuyo nico fin permitido sera despertar al hombre.

    odo esto lleva a estos autores a comportarse como filsofos que profetizanen el desierto, que gritan y denuncian el conformismo del presente y la comodidaddel pasado. Kazantzakis a su manera y en paralelo a Nietzsche, ha queridosobrepasar la imagen que se ha hecho del hombre, como la de un ser racional perocontradictoriamente temeroso de vivir y menospreciante de la tierra. De ah queambos autores en el fondo compartan una necesidad filosficade llevar al hombrehacia posibilidades nuevas y extremas, hacia actitudes afirmativas que lo siten porencima de lo que muchos otros han podido ver o querer para el hombre.

    En una palabra, Nietzsche y Kazantzakis han llegado a presentir que la vidatal cual es y pese a su negatividad de imperfecciones esconde un banquete sagrado,dionisaco, vital, heroico y superior a todo lo que se pueda decir: la vida es gloriosa,majestuosa, y eso es lo que el hombre no debe olvidar.

    La idea de una misin filosfica, o un mesianismo (punto 3).Esta misinfilosfica tuvo en estos autores varios nombres de cruzada, diferentes puntas delanza, emblemticas ideas y visiones, pero todos ellos unidos para un solo objetivo:darle a los hombres un destino superior, un ideal para ser llevado por los esprituslibres o los dionisacos en el vivir, o para los que aspiran a ser amantes de la vidacon locura. Kazantzakis con otro lenguaje, con otras metforas, busca encender esamisma sed de empujes, ese mismo apasionamiento por afirmar la vida y de lucharpor ser todo lo que somos, hombres que se gozan de ser libres y de vivir al mximo

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    de sus fuerzas y pensamientos, an en el peligro. Libertad, delirio de la vida ygrandeza humana, son los ideales que estn detrs de lo que Kazantzakis escribe.

    El cretense desde muy joven y hasta su madurez proclamar que en su oficiode escritor e intelectual habitaba un cierto mesianismo filosfico, un aire oculto depoeta visionario que lo llevaba a cumplir una misin elevada o a seguir los pasosde un combate espiritual o consigo mismo. Nunca haba sido fcil esa tarea a vecesincierta, pero insista lleno de desesperacin, lleno de pasin. No hablamos deun filsofo tradicional ni del uso de un lenguaje tcnico propio de presocrticos,escolsticos o postmodernistas, etc., sin embargo, la proyeccin de su literatura vaa la saga de cuestiones filosficas.

    Este mesianismo que pasa por vivir intensamente la vida y engrandeceral hombre no significa un reemplazo de ideales, como el cristiano o la accinpoltica. Es ms que una extirpacin, implica una filosofa, una transformacin. Elpensamiento de Kazantzakis es con un exacto significado y en todos los aspectosuna filosofa de vida. Su fundamento y su tema central son el fenmeno de lavida y la vida del hombre, su objetivo final y su destino. Su preocupacin no essimplemente la verdad terica y el conocimiento, sino aquella verdad que respondaa los problemas de la vida y de la accin.

    Huellas de ese llamado filosfico y proftico las encontramos en varios textos

    y en diferentes pocas de la vida de Kazantzakis:Quiero formular una concepcin individual y personal acerca de la vida, una

    teora del mundo y del destino humano, y luego, de acuerdo a sta, escribir sistemticamentey con un propsito y una programacin especfica, lo que sea que escribo 1.

    oda mi vida haba luchado por tender mi espritu hasta que rechinara, hastaque estuviera a punto de romperse, para crear una gran idea que diera un sentido nuevoa la vida, un sentido nuevo a la muerte, y consolar a los hombres2.

    He intentado ir por diferentes caminos por medio de los cuales alcanzar mi

    salvacin: el camino del amor, de la curiosidad cientfica, de la pregunta filosfica, dela regeneracin social, y finalmente el difcil y solitario camino de la poesa 3.

    Nietzsche a su vez quiere alertarnos de la seductora Circe de los filsofos queha sido capaz de llevar al hombre a pensar por encima de la vida humana como tal

    1P. M, Cartas inditas de Nikos Kazantzakis, Pinacoteca, Atenas, 1959, p. 33.2N. K, Carta al Greco Recuerdos de mi vida,raduccin D. F. Garasa, Editorial Planeta,

    Barcelona, 1 edicin, 1968. p. 581.3N. K, Te Odyssey: a modern sequel.Simona & Schuster, N. York, 1958, pp. 23 y 24.

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    y encerrarlo en una isla feliz de palabras y teoras. Mirar los espejismos y no caeren ellos, desenmascarar a fondo para luego tener en mente algo superior. Bajo el

    ropaje de Zaratustra o de cuando Nietzsche apostrofa a los espritus libres, o alhablar de la gran salud o del superhombre, est levantando la voz para indicar unnuevo camino, un camino que ha de romper los hielos actuales de la cultura y darleotro rostro a los que estn preparados. El nietzscheanismo es en ltimo trminoaceptacin, adoracin de la vida, y un llamamiento a los hombres para estar a laaltura de esa celebracin. al es el mensaje de fondo, no siempre tan evidente. Alrespecto, en unas lneas en que Nietzsche explica el nuevo modelo, renacer o tipoque hay en Zaratustra, seala que hay un ideal:

    Nosotros los nuevos, los carentes de nombre, los difciles de entender, nosotros,

    partos prematuros de un futuro an no demostrado, necesitamos para una nuevafinalidad tambin un medio nuevo, a saber, una salud nueva, ms fuerte, ms jocosa,ms tenaz, ms temeraria, ms alegre que cualquier salud que haya habido hasta ahora[] Y ya, despus de haber estado as, tanto tiempo en camino, nosotros, los argonautasdel ideal, quiz con ms arrojo de lo que es prudente, y bastante a menudo nufragos

    y perjudicados, [] Cmo podramos despus de tales visiones y con esta voracidad deciencia y de conciencia dejarnos colmar con el hombre actual? Es bastante triste, peroinevitable, que nosotros a sus ms dignas metas y esperanzas las observemos con unaseriedad difcilmente sostenible y que quiz ya ni las observemos Delante de nosotros

    corre un ideal distinto, un ideal maravilloso, seductor, lleno de peligros, del que a nadiequeremos persuadir, porque a nadie concedemos fcilmente el derecho a l: el ideal de unespritu que ingenuamente, es decir, sin querer y por plenitud y potencialidad exuberantes,

    juega con todo lo que gasta ahora se ha llamado santo, bueno, intocable, divino 4.

    Discpulo emocional de Zaratustra

    En tono confesional Nikos Kazantzakis declara sus deudas espirituales: Enel curso de mi vida, mis mayores bienhechores han sido los viajes y los sueos; muy

    pocos entre los hombres, vivos o muertos, me han ayudado en mi lucha. Sin embargo,si quisiera discernir los hombres que ms profundamente han dejado su impronta enmi alma, nombrara a Homero, Buda, Nietzsche, Bergson y Zorba [...] Nietzsche meenriqueci con nuevas agonas y me ense a transubstanciar la desdicha, la amargura,la inseguridad en orgullo5.

    En efecto, el filsofo alemn aparece entre uno de esos maestros o guresespirituales que entrara de manera inslita y sorpresiva a la vida de Kazantzakis, segn

    4F. N, As habl Zaratustra en Ecce Homo, Libsa, Madrid, 2001, pp. 135-135.5N. K, Prlogo a Vida y hechos de Alexis Zorbas,Ed. Peusser, B. Aires, 1966, p. 7.

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    lo relata el propio escritor. Algo semejante le ocurri tambin a Nietzsche cuandoobservamos la forma en que encontr a uno de sus maestros, a Schopenhauer. A

    esos momentos significativos en la vida intelectual de estos autores se les puededenominar experiencias axiomticas, momentos de contacto radical, por sugran impacto y huella imborrable que supera toda lgica ordinaria. Constituyenesos episodios o experiencias un encuentro tan fuerte, tan impactante, que pasana ser en la vida de quien descubre algo as como una revelacin, un supuesto,una iluminacin, una conviccin metafsica o un camino espiritual. Al respectoNietzsche dice que antes de conocer a Schopenhauer estaba a la deriva y comosuspendido en el aire, sin principios que lo guiaran hacia alguna parte. Entonces,un buen da lo descubri, entr a una librera por azar y all tuvo un encuentro

    con la figura y el pensamiento de un maestro. A esas primeras lecturas sealaNietzsche, que sigui incluso un estado de excitacin nerviosa que se apoder del por algunos das. En sus propias palabras:

    No s qu daimon me susurr: llvate este libro a casa,,, Me ech en un extremodel sof con el tesoro recin adquirido y me dispuse a recibir los efectos de aquel vigoroso

    genio del pesimismo. odas sus lneas pregonaban la renuncia, la negacin, la resignacin,all vi un espejo en el que contempl el mundo, la vida y mi propia naturaleza terriblementeagrandados. All la clarificadora mirada del arte, completamente indiferente, all vi laenfermedad y la salud, el exilio y el refugio, el cielo y el infierno 6.

    Son las palabras en las que Nietzsche reconoci en Schopenhauer a unmodelo de hombre y de maestro. Como comenta el historiador Urdanoz, elencuentro con Schopenhauer fue un verdadero acontecimiento en su vida, pues lainfluencia de este genio enrgico y sombro fue decisiva en su pensamiento7.

    De modo similar sucedi que la figura de Nietzsche apareci en la vidaintelectual y espiritual de Nikos Kazantzakis.

    En una curva del tiempo, exactamente a los veinticuatro aos del jovencretense, apareci el demonio de Nietzsche como una inevitable trampa del

    destino. En Carta al Greco, Kazantzakis relata ese decisivo primer encuentro. Fueen Pars, en 1907, mientras segua las lecciones de Bergson, y preparaba estudiospara sus estudios superiores en derecho:

    Un da, mientras lea, la cabeza metida en mi libro, en la Biblioteca de SantaGenoveva, una muchacha se acerc y se inclin sobre m. ena un libro abierto; haba

    6R. J.H, Nietzsche, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1973, pg., 51.7. U, Historia de la Filosofa, BAC, Madrid, 1975, p. 487.

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    puesto su mano sobre la fotografa de un hombre que estaba en el libro, para ocultar sunombre, y me miraba con estupor.

    Quin es ste?me pregunt, mostrndome la imagen.Cmo quiere usted que lo sepa?le dije.Pero si es usted en personadijo la muchacha -, usted mismo, exactamente.

    Mire la frente, las cejas espesas, los ojos hundidos; slo que l tena grandes bigotes cadosy usted no tiene.

    Yo mir, sorprendido.Pero quin es?le dije, tratando de apartar la mano de la muchacha para ver

    el nombre.No lo reconoce? Es la primera vez que lo ve? Es Nietzsche!Nietzsche! Haba odo su nombre, pero no haba ledo nada de l.No ha ledo El origen de la tragedia, As hablaba Zaratustra? Los textos sobre

    el Eterno retorno, sobre el Superhombre?Nada, nada respond avergonzado, nada.Espere! dijo, rindose. Un alimento de len para su espritu, si usted tiene un

    espritu; y si su espritu tiene hambre! 8.

    Al revisar as de este modo, preliminarmente, la vida intelectual de estosdos autores, Nietzsche y Kazantzakis, lo que primero queda en evidencia son unascircunstancias comunes, un paralelismo en la manera de reaccionar ante lo que seles apareci como una figura y un pensamiento que los cautiva. Cada uno sinti queese encuentro era un momento decisivo de sus vidas, una experiencia axiomticaque los marcara, y as lo han expresado los textos que hemos recogido.

    En tal sentido, siguiendo el camino de lo anteriormente sealado, sabemosque Nietzsche figur entre uno de los maestros intelectuales y espirituales deKazantzakis. La opinin de los estudiosos tambin confirma esa afirmacin. Alrespecto, seala Riguzzo que subtendido, aguijoneado, confortado en su anlisis

    y su interpretacin de la aventura humana por la incertidumbre, Kazantzakisextraer materia de todas las corrientes filosficas. Espritu en constante vigilia, en

    permanente receptividad, ante todo se quiere libre, por tanto irreductible a toda escuela

    de pensamiento determinado. Epicuro y Zenn, Dionisio y Apolo, Nietzsche y Cristo,Buda y Lenin, Bergson y Francisco de Ass, Paul Vlery, Miguel de Unamuno, etc9.

    Aparecen muchos nombres, y quiz alguien podra decir que Nietzscheno fue el nico, y aunque sea cierto, la pregunta correcta no sera esa sino ms

    8N. K, Carta al Greco, 11 Reimpresin, Ed. Planeta, O.S., Barcelona, 1999, p. 381.9R. R, Kazantzaki ou la recherchetourmente de la vrite, en Le regard crtois N6, Suiza,

    1992, p. 12.

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    bien cul de todos ellos o cul de las corrientes ideolgicas estara entre los msrecordados o las ms importantes por el escritor cretense. Nuevamente, dejamos

    que sea la opinin erudita la que responda.

    Y de todas esas atracciones, la ms estimulante fue, sin ninguna duda, Nietzsche,que acababa de morir cuando Kazantzakis lleg a Pars para descubrir all a Bergson10.

    A nuestro juicio la opinin de Izzet habra que ponderarla y matizarla ala luz de lo que lneas arriba hemos sealado sobre esa distincin entre maestrosintelectuales y maestros espirituales. Como influencia intelectual o de estmulosideolgicos Nietzsche es sin duda una de esas fuentes principales de inspiracino atraccin. En cuanto a impacto espiritual puede que lo sea mucho ms an,

    porque Kazantzakis a tal punto se vio reflejado en el filsofo alemn que tuvo paral gestos muy elocuentes y diferentes. Entre estos gestos estuvo el de sentirse undiscpulo del profeta de Sils-Mara. al aspecto lo consigna el hecho de que amenudo Kazantzakis se autorretratara en palabras e imgenes asimilables a las dedoble psicolgico o discpulo emocional de Nietzsche. La idea de un singularparentesco fsico qued en evidencia en el relato de la Biblioteca de Genoveva,pero incluso para Kazantzakis tal relacin va ms all al punto de plantearse unaespecie de afinidad espiritual y psquica con Nietzsche. Entre otras cosas, mantuvola mscara mortuoria del filsofo alemn clavada al dintel de su estudio ateniense,abandonndola solamente al final de su vida.

    En sus epistolarios hay referencias explcitas a esa inquietud de Kazantzakispor sentirse tan cercano a Nietzsche en sentido antropolgico, hechos de la mismamadera. En una visita a Naumburg confiesa con estremecimiento, me temo quesoy de la misma cualidad de Nietzsche. Ya lo veremos. Esperemos que yo no compartasus dolencias11. En otra carta a su esposa, Galatea, en 1923, hablndole del mismoviaje, Kazantzakis le seala que estaba conmocionado por el rostro trgico de estehombre [Nietzsche]que guarda tal afinidad con mi constitucin espiritual y corporal.al proximidad admirativa y emocional como discpulo es la que le lleva a sealar a

    Kerenyi, que efectivamente Kazantzakis hall en Nietzsche un refugio y su verdaderapatria espiritual, que responda a sus propios impulsos, a su propia idiosincrasia 12.

    En cuanto a los gestos humanos o consideraciones especiales que mantuvoKazantzakis hacia la figura Nietzsche, estn los gestos simblicos y los ideolgicos.

    Ya hemos visto la actitud que asume como discpulo emocional de Nietzsche y las

    10A. I, Nikos Kazantzakis, Cahiers du Sud, Marseille, 1965, N 377, p. 347.11N. K, Cartas a Galatea, Ed. Difros, Atenas, 1958, p. 80.12K. K, N. Kazantzaki, sinejists tu Nietzsche stin Hellada, Nea Hesta, Atenas, 1959, p. 52.

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    declaraciones que hace en su correspondencia. Otro gesto simblico que mantuvodurante toda su vida fue recordar el aniversario de la muerte del filsofo alemn.

    Cada ao nos cuenta Kazantzakis que le tributaba un sincero reconocimiento aNietzsche. Escribe Kazantzakis: 25 de agosto. Inmensa, muy amarga cronologaen el calendario de mi corazn. En donde sea que me encuentre, este da lo dedicocompletamente a un hombre que he amado mucho en mi vida. A Nietzsche13.

    Otro signo de incuestionable admiracin y veneracin hacia Nietzschees cuando Kazantzakis llega a bautizarlo con la expresin de Gran Mrtir, la quehaba tomado en prstamo de las lecturas de Chestov. al apelativo es sumamentesignificativo a la hora de medir la valoracin humana que Kazantzakis haca del filsofoalemn, a quien venera como a un santo o profeta de un pensamiento nuevo.

    al era tu corazn, oh Gran Mrtir y padre del Superhombre! Vislumbr anardientes las gotas de tu sangre en todas las pendientes de tu elevado martirio14.

    En otra parte expresa Kazantzakis: Lo que ms me emocionaba, oh GranMrtir, era tu vida trgica. u ms grande enemiga, tu amiga ms grande la nicaque te ha sido fiel hasta la muerteera la enfermedad15.

    Hasta ahora tales palabras no pueden ser sino las proferidas por un discpuloa su maestro, hecho que evidencia el inevitable compromiso vital que por su propiopeso habr de reflejarse en la esfera intelectual. Kazantzakis no deja de valorar

    en Nietzsche ese elevado martirio y esa su vida trgica, y a tal punto es as que lmismo no dudar en seguir sus huellas sangrientas, como lo confiesa.Por lo tanto,de Nietzsche tomar ejemplo humano, ideas, realizar un seguimiento de susvisiones profticas, encontrar un camino filosfico de rebeldas, valorar un gritode protesta contra la falta de pensamiento, y todo eso lo har fundamentalmenterevestido de una impronta de admiracin, veneracin y un fuerte sentir de empatahumana. En las palabras y retratos elogiosos que le dirige se resalta ese lado trgicoy heroico de la vida del filsofo alemn, donde su ms fiel compaera fue laenfermedad antes que la compaa de los hombres, tal como lo dice Kazantzakis.

    En consecuencia, por todos estos relieves generales que se vislumbran hasta aqu,sera una apreciacin insuficiente solamente hablar del escritor cretense como undiscpulo emocional porque en tal discipulado se promueven tambin influenciasde pensamiento que remarcan ms an esa afinidad humana y espiritual, como haquedado demostrado en los textos precedentes.13N. K, Apuntes de Viajes, Seleccin, traduccin, introduccin R. Quiroz, Centro de

    Estudios Griegos, Bizantinos y Neohelnicos, Ximpauser, Santiago, 1997, p. 52.14N. K: Viajando Inglaterra, Ibdem, p. 53.15N. K, Carta al Greco, 11. Reimpresin, Ed. Planeta, O.S. Barcelona, 1999, p. 315.

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    Esa exaltacin de los sufrimientos e infortunios de Nietzsche no es algomenor para el escritor cretense. No es una compasin accidental ni cristiana. Es as

    porque Kazantzakis es uno ms de los hombres que conocen a fondo la experienciadoliente, y ella ser parte de su filosofa trgica: Yo siento en mi corazn todas lasinquietudes y todas las antinomias, todas las alegras y todos los dolores de la vida. Enotra parte agrega Kazantzakis, Gracias a Dios, he sufrido mucho en mi vida. alespensamientos de inmediato llevara a pensar en posibles ecos de las enseanzasdel amor nietzscheano por la vida, el amor fati preconizado por Zaratustra en suafirmacin dolorosa de la existencia. En verdad, no sabramos ver si son palabras deKazantzakis o si es herencia nietzscheana. Por el dolor humano, por las angustiasque lleva la incomprensin y la bsqueda de la verdad, es que la figura de Nietzsche

    se impone por s misma ante Kazantzakis.Antes hemos mencionado aquella imagen del parentesco psicolgico y

    vital entre ambos autores, de las afinidades de identidad y carcter. Entonces, unelemento como el dolor de uno no poda pasar desapercibido para el otro, y as esque Kazantzakis lo bautiza como el Gran Mrtir en el uso ms radical de la palabra.Detrs de ese reconocimiento pueden haber otras cosas tambin, no lo negamos.Por ejemplo, quien sabe si Kazantzakis ve en el sufrimiento heroico una ciertaunin, una inconfesable hermandad espiritual y trgica en cuanto a esa bsquedadesesperada por la verdad o por entregar a los hombres un mensaje elevador. En tal

    sentido, unas palabras de Bidal-Baudier nos pueden ayudar a comprender:a quienesnos solicitaran una definicin de Kazantzakis mediante una imagen caracterstica, yo

    propondra la del torturado, y no creo que el trmino sea excesivo para dar una idea desus desgarramientos.

    Entonces, el escritor cretense no est ajeno a ser visto como lo que l mismovea en el filsofo alemn, es decir, un dolor constante, una vida tortuosa, grandespadecimientos humanos, contradicciones, incomprensin, lucha espiritual consigomismo y con el mundo. Qu nos dice Kazantzakis al respecto.

    Mi juventud no haba sido ms que angustias, pesadillas e interrogantes; miedad viril, slo respuestas abortadas. Miraba las estrellas, los hombres, las ideas, qucaos! Y qu angustia cazar entre ellos a Dios, el pjaro azul con garras rojas! Emprendaun camino, lo segua hasta el fin y encontraba un abismo; volva sobre mis pasos,espantado, y tomaba otro camino, para hallarme otra vez ante un abismo; recomenzabala huida, luego la marcha y bruscamente vea, abierto ante m, el mismo abismo. odoslos caminos de la razn llevaban al abismo. El temor y la esperanza: entre estos dos poloshaban girado en el vaco mi juventud y mi edad madura. Pero all, en mi vejez, me

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    quedaba de pie ante el abismo, calmo, sin temor; ya no hua, no me envileca. O mejordicho, no yo, sino el Ulises que yo forjaba [...].

    He aqu que llegamos a una verdad vital del escritor griego, y es el hechoque un hombre cualquiera como Nietzsche u otro, que hubiera sufrido muchoen su vida o padecido incomprensin o persecucin por una meta elevada, siempresuscitaba en Kazantzakis una admiracin infinita. Entendemos que es a partir delgran dolor atormentado del propio Kazantzakis, que Nietzsche pasa a ser ante susojos un gran mrtir. Nietzsche fue un hombre torturado por la enfermedad y lasincomprensiones en su medio intelectual. La soledad y la vida de viajero fueronotros signos de esa desgracia. Kazantzakis tambin se siente a s mismo como untorturado por sus luchas espirituales, ideolgicas e intelectuales, y por su entrega a

    la creacin artstica. Asimismo es un artista que sufre por la condicin humana ypor el destino del mundo, y as lo reflejan sus escritos.

    De sus recuerdos de joven estudiante en Pars Kazantzakis confiesa ese efectoabrasador de Nietzsche, el cual se impona incluso por sobre quien sera otro desus grandes maestros y gures, de quien tomaba lecciones asistiendo a sus clases.Hablamos del filsofo Bergson. Expresa Kazantzakis lo que haca al acabar sushoras de clase con el filsofo francs: Esperaba impaciente el momento en queconcluan los cursos en la Sorbona y en que cerraba la noche, para encerrarme en micasa, para que mi patrona viniera a encender fuego en el hogar; entonces abrira loslibros que se apilaban en mi mesa y emprendera el combate con l. Poco a poco mehaba acostumbrado a su voz, a su respiracin jadeante, a sus ayes de dolor. No lo saba;me enteraba ahora que el Anticristo lucha y sufre como Cristo, y que, a veces, en susmomentos de sufrimiento, sus rostros se parecen16.

    A tal punto la figura trgica de Nietzsche le parece atractiva que no dudaen reconocer de heroica aquella lucha espiritual y filosfica. Vida y obra marchan

    juntas, es lo que ve reflejado. A los ojos de Kazantzakis esa lucha de ideas y valoresque se agregan al conjunto de una vida solitaria del fugitivus errans que es Nietzsche,

    le parecen ejemplar. En medio de una vida enferma, llena de padecimientos fsicos,mentales y espirituales, Nietzsche lucha asimismo contra lo que considera unaideologa negativa, una cultura llena de prejuiciosos para el hombre. Esa lucha, esadolencia, esa vida trgica, Kazantzakis la reconoce como autntica y de buena fe ensu herosmo trgico, e incluso con momentos estelares en que ambos rostros, el deCristo que Kazantzakis entiende a su manera, se confunde con el de su enemigomortal que es el propio Nietzsche como anticristiano.16Ibdem, p, 381-382.

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    Para redondear esta aproximacin de discpulo a maestro que hemospresentado, vamos a tomar las palabras de un estudioso norteamericano, quien nos

    puntualiza que en tal sentido, la adherencia filosfica y espiritual de Kazantzakis sepuede circunscribir a dos aspectos fundamentales puestos en relacin. Seala Bienque el primer aspecto es el carcter de Kazantzakis como discpulo emocional deNietzsche. En Nietzsche l no slo hall un pensador cuyas ideas poda tomar prestadas,sino un prototipo humano en cuyas alegras y angustias podra ver legitimadas sus

    propias luchas. Sobre este punto tmense en cuenta lo que ya hemos expresadohasta el momento.

    El otro aspecto interesante en el contacto discpulo a maestro, y que de algunamanera ha estado presente a lo largo de lo ya visto, tiene que ver con el impulso de poner

    en alerta a Kazantzakis, provocar en l un efecto de distanciamiento crtico respectode la religin tradicional y de las formas de pensamiento en masa, de las tendenciashumanas por adherir a cualquier idea sin un previo cuestionamiento, por costumbre,por miedo, por razones de autoridad. Refirindose al otro alcance, seala Bien queel segundo punto es que la principal contribucin de Nietzsche al pensamiento religioso

    y poltico de Kazantzakis fue como destructor de lo antiguo17. Sin embargo, un buendiscpulo emocional como lo era Kazantzakis tampoco estara a salvo de un maestrosevero como Nietzsche, de uno que pone en cuestionamiento todo a su alrededor. Esla filosofa del martillo en libre operacin depurativa y nihilista. Nietzsche observa

    crticamente la cultura y la sociedad moderna, y lo que ve le inquieta y preocupa,especialmente debido a los valores, creencias y visiones imperantes, arraigados encultura y sociedad. Considera que el hombre moderno y contemporneo vive en elresultado de estas tendencias y eso le preocupa y molesta. Est alarmado de que sepromuevan fenmenos tales como el cristianismo, el pesimismo, el racionalismo,el nihilismo, la ciencia, la moralidad del deber y de la seriedad, la democracia, elsocialismo, etc. odo esto lo considera como signo de decadencia, de una vida que seva empobreciendo, en fin, de una enfermedad en el hombre.

    La palabra crtica y el grito de Nietzsche es un esfuerzo para remediar o

    invertir esta tendencia, una forma de lucha y resistencia contra el establishment deuna corriente cultural universal. El discpulo emocional cretense en varios sentidosvalora y comparte esa visin de que el mundo est en peligro y de que los hombresnecesitan un nuevo camino. Entonces, cobra pleno sentido lo que sealaba Bienrespecto del segundo aspecto de influencias, en donde Kazantzakis no se poda vera s mismo como indiferente ante lo que su maestro intentaba realizar. Pero hay

    17P. B, Kazantzakis Politics of the spirit, University Press, Princeton, 1989, p. 26.

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    una razn muy autntica y poderosa de que fuera as tambin, pues Kazantzakistampoco se senta cmodo y a gusto en la cultura en que estaba, y se daba cuenta de

    que su actitud de artista o intelectual no poda reducirse a ser un mero observador.Aqu coinciden maestro y discpulo, porque la filosofa de Nietzsche como laliteratura de Kazantzakis no se presentan como simples escrituras acordes a sutiempo, o como discursos despreocupados de la realidad humana y muy a gustoscon el momento cultural en que estn, sino que en sus pginas se manifiesta unadisconformidad, una crtica hacia las viejas tablas de valores con el fin de romperlas,superarlas, mostrando as que debajo de ellas hay un cansancio de vivir como lopredicaba Nietzsche, o que los hombres necesitan luchar por una libertad nueva yascender hacia mayores combates, usando el lenguaje ms propio de Kazantzakis.

    A estos ideales, crticas o choques culturales que contienen una proyeccinfilosfica en Nietzsche y Kazantzakis, como hemos visto, y que ambos autorespretenden trasladar esa proyeccin a su manera de escribir filosofa o bien literatura,respectivamente, se los puede entender como una primera zona de influencia entreel maestro y el discpulo, pero paralelamente no se excluye que el discpulo tuvieraafinidad y semejanza propia con el pensamiento de su maestro. Caben las dosposibilidades, y as las comprendemos, coexistiendo. El esquema de la causalidadno lo explica todo, y ms bien preferimos ampliar las posibilidades siguiendo lateora de la polinizacin que mencionamos al comienzo de nuestro trabajo.

    A las precisiones de Bien con respecto a la presencia de Nietzsche y a laszonas de influencia le podemos agregar lo que el propio Kazantzakis alguna vezexpres, una especie de programa intelectual o filosfico que pretenda aplicar a suescritura. No es de extraar que lo haga porque desde siempre el escritor cretenseestaba mentalizado con la idea de rebasar el mundo de la literatura. En ciertaocasin declara el deseo de continuar a fondo con sus preocupaciones intelectuales,en las que Nietzsche es un punto de referencia. A propsito de una conversacinsobre filosofa que tuvo con unos amigos en 1921, Kazantzakis anot:

    Mi fin no es hacer arte por el arte. Mi objetivo es encontrar un nuevo sentido(filosofa?) a la vida y expresarlo. Para llegar a eso hay tres caminos: 1) El camino deCristo: inaccesible; 2) El camino de San Pablo (combinacin del arte y de la accin:Epstolas), pero necesitaramos un Cristo; 3) El camino del arte y de la filosofa (olstoi,Nietzsche). Yo escog el tercero y es por eso que lo que escribo no ser nunca perfecto desdeel punto de vista del arte. Porque mi intencin sobrepasa los lmites del arte

    Esta noticia del ao 21 es muy importante para nuestra visualizacin delas partes que se van uniendo. Primero, se trata de una conversacin ideolgica

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    el Griego, escrita en 1944. El personaje central parece ser una encarnacin de lavisin nietzscheana sobre las fuerzas dionisacas y apolneas que forjaron el espritu

    de la Grecia antigua.

    Aos ms tarde Kazantzakis retom el captulo Federico Nietzsche del libroViajando Inglaterrade 1941, lo modific y ampli para incluirlo en su memorableCarta al Greco, cuya primera redaccin fue de 1956, pero editada pstumamente.De esta obra, una de las ltimas, se destacan unos cuantos captulos dedicados alpensamiento nietzscheico, cuyos nombres son elocuentes: Pars: Nietzsche, el granmrtir, Dionisio Crucificado, Eterno Retorno, El corazn del hombre.

    Desde ese primer encuentro con Nietzsche, a comienzos del siglo XX, hasta lo

    ltimo que Kazantzakis escribe despus de 50 aos, como una autobiografa intelectual,se destaca en nombre del filsofo alemn. As se refiere a esto, el escritor cretense:

    Desde aquel da lo estudi mucho, lo am mucho, y escrib una monografa Nietzschey la filosofa del Derecho [sic]. Viaj con el propsito de seguir sus huellas: desde la pequeaaldea de Rocken de Alemania, donde naci, hasta Naumburg, a su hogar paterno, dondevivi; despus Basel, donde fue profesor, Engadine, Riviera, urn, Niza [...].

    De todo el material escrito que hemos mencionado en detalle, vamosa resear brevemente la esis y a comentar algo del Canto poticoideolgico.Finalmente, lo que ms vamos a destacar se halla en su obra cumbre, la Odisea, endonde encontramos claros ecos de la influencia nietzschena en Kazantzakis.

    Antes de esos comentarios analticos vamos a puntualizar algunos tpicosen los que se aprecian temas e ideas comunes a Nietzsche y Kazantzakis, o bien detemas e ideas nietzscheanos que pasaron a formar parte de los motivos ideolgicosen Kazantzakis.

    Motivos ideolgicos pronietzscheanos en el discipulado

    Si por otro lado quisiramos intentar puntualizar en algunos temas o motivosel impacto que tuvo el nietzschesmo en Kazantzakis y el traspaso que signific asu propio pensamiento, entonces puede que haya cierta claridad para sealar qupartes de la herencia misma tienen un eco vivo, visible. Sin embargo, a veces no setiene tanta precisin para cuando son las propias ideas e ideologas del cretense lasque entran en accin y lo hacen ver como un continuador de Nietzsche de modonatural y no por efecto de imitacin.

    Del amplio panorama que es el nietzschesmo se pueden establecer ciertosenlaces con el pensamiento kazantzakista:

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    Anticristianismo

    A priori digamos que los orgenes antropolgicos, o las circunstancias endonde nacieron, o las familias como tal de ambos escritores, tuvieron un sellocristiano muy intenso. Del lado de Nietzsche sabemos que naci en una casaparroquial y que fue hijo de un pastor luterano. A su vez, Kazantzakis naci enGrecia, un pas tradicionalmente ortodoxo, y en una isla azolada por la amenazaotomana, en donde la religiosidad tuvo el efecto agregado de ser parte de unaresistencia ideolgica y psicolgica contra el musulmn invasor. Estos son datos dela vida que son tomados por los interpretes y estudiosos a la hora de abordar suspensamientos.

    Uno de los enemigos intelectuales y personales de Nietzsche ha caracterizadoa este ltimo como obligado a convertirse en un profeta de una religin irreligiosay de una filosofa no filosfica18. Si bien la frase no es nada transparente por smisma y parece fuera de lgica y de toda aproximacin a lo fuera el pensamientonietzscheista, al menos nos deja en claro de que Nietzsche fue profeta de manerainusual y con poca definicin quiz por el golpe de novedad que arrojaba en suplanteamiento, lo cual es hacerle pionero o profeta de algo no comprendido.Las palabras de Wilamowitz lejos de menospreciarlo ayudan a imaginarnos eldesconcierto que Nietzsche provocaba en vida, por la agitacin de su mensajepoco claro, nada habitual.

    Como se ha dicho por otro estudioso, Fink, con el pensamiento de Nietzschese llega a una encrucijada. En tal sentido el cristianismo fue una de esas encrucijadasa las que el filsofo alemn se sinti obligado moralmente a combatir. Unos dicenque por decepcin, resentimiento, o por excesivo idealismo; otros sealan locontrario, que fue un ataque frontal ideolgico ya que tal doctrina supona trabaspara un amor ciego y absoluto a la vida misma como lo deseaba hacer Nietzschea pesar de su merma biolgica. Sea como fuere, lo claro es que para el filsofoalemn la vida no tiene valor, es infinita en riqueza y no se le puede fijar un valor

    a escala humana. A su vez el cristianismo precisamente, se atreve a quitarle valora la vida de los sentidos y de la naturaleza por una postulacin a un ms all quedebe ser objeto de fe, de creencia sin cuestionar. Esta vida vale en funcin de laotra vida. Esa valoracin asimtrica de la vida pone al hombre en circunstanciasdesfavorables, lo pone en un callejn sin salida: para salvarse debe despreciar estavida y adorar a un Dios antropocntrico, que incluso abandona su trascendencia

    18U. W-M, Erinnerungen, cit. por E. Colomer, en El pensamiento alemn.De Kant a Heidegger, Herder, Barcelona, 1990, p. 244.

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    para castigar y premiar a sus sbditos de fe. Nietzsche cree que los cristianos hanhecho una caricatura del cristianismo o al menos, de su figura emblemtica, Cristo.

    Seala Nietzsche:

    Lo que nos distingue no es que nosotros no hayamos descubierto a un Dios ni en lahistoria, ni en la naturaleza, ni en un ms all de sta, sino que consideramos que lo quese ha venerado como Dios es algo lastimoso, absurdo, nocivo; que no slo es un error, sinoque significa un crimen contra la vida. Nosotros negamos a Dios en cuando Dios. Si nosdemostraran que ese Dios de los cristianos existe, menos an podramos creer en l 19.

    En su cara visible son las palabras declaradas de un anticristiano, no cabeduda. Sin embargo, al mirarlas con perspectiva ms amplia se ven como palabras

    que dejan abierta otras posibilidades, puesto que al enfatizar una negacin respectode algo implica que hay una direccin contraria a donde se dirigen: es un no almito cristiano y a la semejanza de creencias afines. Ms all del cristianismo puedehaber otro Nietzsche y por eso hay que tener cuidado de embanderarlo bajo unciego ateismo nihilista, como quien abomina de todo esfuerzo humano y adhiereal derrotismo total.

    Lo que en Nietzsche fue una lucha declarada contra el cristianismo-platonismopudo ser asumido en Kazantzakis con la misma fuerza y con matices propios desensibilidad. Decimos esto porque el pensamiento de Kazantzakis tiene momentos

    en que asume posiciones intermedias y no necesariamente contradictorias, yentonces, se dejan abiertas otras posibilidades. Dentro de su gran cosmovisin tuvoetapas de una admiracin mstica o revolucionaria hacia la figura de Cristo, peroen todo caso, de uno diferente a la imagen tradicional que promueve la iglesia.Sin embargo, Kazantzakis ha transgredido por as decirlo, varias veces los dogmascristianos, como por ejemplo al problematizar la idea misma de pecado, ya sea porel apego a los sentidos o por el amor al mundo. Asimismo, tiene unas ideas delbien y del mal que se veran compatibles con los planteamientos nietzscheanos, yal respecto, en una novela de corte tan cristiano como lo es la vida de San Francisco

    de Ass, Kazantzakis se atreve a insinuar que incluso Lucifer colabora con Dios, yque tiene cabida en la bienaventuranza eterna. Agreguemos que a esas disparidadescon el cristianismo se puede mencionar un reido espacio para la sublimacin, yms bien sus personajes se muestran en lucha consigo mismo, no pudiendo muchasveces renunciar a las pasiones. Asimismo el escritor cretense es un enamorado deesta vida, y cuestiona la visin de un ms all tal como lo retratan las religiones,especialmente de un ms all que infunde miedos. Para hacernos una idea del19F. N, El Anticristo, OS. Edimat, Madrid, 2000, fr. 47 p. 502.

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    sensualismo y vitalismo de Kazantzakis veamos lo que nos dice de las primerasemociones que han marcado su vida desde nio: tal ha sido mi primer contacto

    con la tierra, el mar, la mujer, el cielo estrellado. An ahora, en los instantes msprofundos de mi vida, me es dado vivir estos cuatro terribles elementos con idnticapasin, la misma que cuando era un nio pequeo []

    Y ms an: cada emocin, cada una de mis ideas, incluso la ms abstracta,est formada de estos cuatro elementos primordiales. Y el problema ms metafsicoadquiere en m un cuerpo fsico que huele a mar, a tierra, a sudor humano20.

    Las viejas tablas de la ley han envilecido a los hombres por ms que la piedadcristiana trate de ocultarlo. Nietzsche apostaba a superar tales metas, cueste lo que

    cueste. La espiritualidad del confesionario, la moral farisea, la vida negada del asceta,son signos de la decadencia, una concepcin corrupta de la vida que viene frenando lasreales posibilidades de desarrollo humano. El mensaje zaratstrico es de una completaliberacin y as tambin lo entiende Kazantzakis. Hay que liberar a los hombres desu esclavitud mental, soltar las ideologas, soltar las esperanzas metafsicas, soltar lashormonas de la obsesin, moverse ms all de las concepciones acerca del hombre.Frente a la intoxicacin de siglos se hace necesario demoler los dolos, descascararlosa costa de dolor si fuera necesario, desvanecer las trampas, decirle a los hombres quesu evangelio no es ya como el otro, de obsesiva salvacin, sino de aceptacin festivade la existencia, de un silencio efmero que es cancin eterna.

    Anota Kazantzakis, junto con l [Nietzsche], yo haba comenzado mi propiabatalla para hermanar lo inhermanable --para reconciliar la suma esperanza con lasuma desesperacin--, y para abrir una puerta ms all de la razn y la certeza21. Enefecto, esa puerta ya no tendr el sello de una pesada cruz ni el sinsabor de unaculpa religiosa dirigida hacia la existencia, pues la irradiacin nietzscheica lo valiberando, ya que fue de Nietzsche de quien tambin tom Kazantzakis el mpetutrgico como alegra de la vida, cierto optimismo trgico` del hombre fuerte que gozacuando descubre que el combate es la ley dominante de la vida22.

    La estrecha imagen del hombreKazantzakis quera anunciar un camino en medio de un momento en que

    nada se revelaba autntico en la vida contempornea, y fue esa necesidad la quelo predispuso a reconocer en las palabras de Nietzsche un mensaje semejante en

    20N. K, Carta al Greco, op.cit., 1973, p. 54.21Ibdem, p. 395.22K. F, Te spiritual,Odisea of Nikos Kazantzakis, Te Northenrcentral Publishing Company,

    Mineapolis, 1979, p. 13.

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    importancia. Apenas le descubre queda permeable a su influencia proftica, talcomo lo dice el escritor cretense, en verdad, su pensamiento es una danza dionisaca,

    un himno que se eleva recto y triunfal en el instante ms desesperado de la tragediahumana y sobrehumana.

    Es un alimento de len el que me haba dado Nietzsche en el instantems decisivo, ms hambriento de la juventud; me llen de vigor, ya que el hombrecontemporneo, tal como haba llegado a ser, era demasiado estrecho para m [...].

    Al igual que el caso del profeta Zaratustra, a Kazantzakis tambin le pareceempequeecido el hombre contemporneo, tanto su imagen humana como lo quese ha hecho de ella. A causa de tal diagnstico otra vez Kazantzakis compartir esenihilismo liberador que trastoca dolos, vuelca prejuicios, arrasa costumbrismos.Gracias al filsofo alemn Kazantzakis pudo poner a prueba varios aspectos de supensamiento, encontr la voz de quien no le dejaba eludir las grandes preguntasde la vida. La interrogacin llevaba al mximo de la audacia, la ampliacin deposibilidades, todo eso pareca un ejercicio filosfico consigo mismo, y fue lo quedespertaba la lectura de Nietzsche, en medio de ese nihilismo crtico. Esto infundaen Kazantzakis una mayor responsabilidad al momento de elegir respuestas. Deesas preguntas de naturaleza filosfica que ponan en serio peligro las bases dela cultura moderna, habr de salir mayor libertad de pensamiento y conciencia.Kazantzakis no espera que todas las respuestas le sean dadas, pero aprecia el saber

    hacer profundas preguntas. Al hablar de Nietzsche, seala, yo lo quise por laspreguntas que se hizo [...] pero no por sus respuestas, que no fueron buenas23.

    De la herencia nietzscheana adopt un sentido crtico. [Nietzsche]me ense[...] que uno jams necesita tener una concepcin de la vida que conceda esperanzas,recompensas. Uno es un hombre libre, no un mercenario [...] Luchar sin dignarse abuscar recompensas [eso], es genuina libertad[...].

    Kazantzakis en afinidad con ese herosmo trgico se da cuenta de lo fcil quees caer en ese espacio de verdades no cuestionadas, lo que conlleva el riesgo de vivir enuna falsa seguridad y falsa conciencia. Lleva consigo ese nietzschesmo de proclamar

    la urgente necesidad de cuestionarse todo a entera libertad, para luego intentarllegar a ser lo que uno es, despojado previamente de titubeos ideolgicos y miedosancestrales. En ese nihilismo en que todo se cuestiona Kazantzakis ve una honestidadintelectual para el diario vivir, algo que las religiones ocultan. El filsofo alemn decaque lo que es muy difcil de comprender para los hombres es su ignorancia con respecto anosotros mismos, desde los tiempos ms remotos hasta nuestros das24.23R. J, En souvenir de Kazantzakis, Europe, N VI, Paris, 1958, p. 71.24F. N,Aurora, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 207, af.116.

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    ales perspectivas nietzscheanas de un examen crtico sobre la cultura y sobreel hombre mismo le daban valor y estaban de acuerdo a sus propias tendencias

    naturales. Kazantzakis reflexiona sobre los escritos de Nietzsche y seala, Sobretodo, qu nos ense que hiciramos? l [Nietzsche] nos afirm que deberamos negartodos los consuelos dioses, patrias, moralidades, verdadesy permanecer aparte y sincompaa, no usando nada sino nuestra propia fuerza, para empezar a adaptar unmundo que no avergonzara nuestros corazones [...] Cul es la alegra ms valiente?

    Asumir la responsabilidad completa!25.

    En otras palabras, es como si le dijera Kazantzakis escuchara decir llegahasta donde no puedas [...] y no de modo accidental, sino para tomarlo comonorma de vida. Como en los tiempos cercanos de Nietzsche, Kazantzakis asiste a

    esos signos decadentes de la cultura, toda una amplia sintomatologa: hasto de lavida, ausencia de originalidad individual, masificacin, pesimismo, moralidadesintervenidas por el temor y el inters, nihilismo pasivo, falta de fe en s mismo,fatalismo, carencia de perspectivas vitales, estados de sojuzgamiento interior,obsesiones. Un hombre enano, una imagen estrecha y decadente del ser humanoes lo que todos aceptan. La sociedad no hace del individuo un valor sustancialsino que lo mira como una pieza ms, como un funcionario del sistema, comouna oveja de rebao, como un factor de productividad. No hay un ideal degrandeza palpable, la vida humana retrocede, crecen otros dolos como la ciencia

    y la eterna religin del consuelo. Con ms fuerza se oye entonces, lo que exhortaZaratustra: No arrojes al hroe de tu alma! Mantn sagrada tu suprema esperanza!.

    Y quin podra or!

    Amor fati, amor a la vida

    De lo ya expresado por el anticristianismo se desprenden consecuencias afavor de un amor irrefrenable por la vida y una recuperacin de las fuerzas vitalesen el hombre. No hay una renuncia al mundo como tal, as como lo quieren loscristianos. Kazantzakis en sus escritos toma posicin a favor de la vida, es un

    sensualista del cosmos, un amante de todo lo viviente y lo venera hasta el mismodolor que causa vivir, tal como lo predica el amor fati nietzscheano. Kazantzakisno es un nihilista en un sentido vitalista, como quien tiende hacia la nada porpropia iniciativa o porque asume un punto de vista oriental, budista, en que todoes polvo de apariencias y no vale la pena. La vida para el cretense posee un valorsupremo, nico, por encima de ideas religiosas o cientficas que la califiquen deotra manera. Para el Kazantzakis existencialista la vida como tal puede incluso no25N. K, op. cit. p. 395.

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    poseer un sentido, una razn de ser, pero ni an as pierde su valor de grandeza ose desvaloriza. Su defensa de la vida terrenal es absoluta, y se defiende de no caer

    en ese nihilismo del cristianismoplatonismo que niega valor a esta vida, o por latentacin de la religin que tradicionalmente coloca el centro de gravedad de lavida, no en la vida misma, sino en el ms all en la nada, arrebatndole, diceNietzsche, el centro de gravedad a la vida en general26.

    Kazantzakis apela con sus palabras a no retroceder por la falta o ausencia desentido, o a poner en duda el amor a la vida. Sentido de la tierra y amor fatino son visiones indiferentes al escritor cretense, y al contrario, se imponen comoun modo de vida que tiene en l perfecta cabida y apoyo. Una de esas afirmacionessera esta: Adnde vamos? No preguntes! Sube, baja. No existe principio, noexiste fin. Existe este momento presente, lleno de amargura, lleno de dulzura, y yolo gozo plenamente.

    Buena es la vida, buena la muerte, y yo siento la tierra redonda y dura, comoel seno de una mujer, entre mis manos expertas.

    Me entrego a todo. Amo, sufro, lucho27.

    La vida es aqu aceptada por estos autores, incluso bajo todas sus formas eincluido el dolor, la oscuridad y la temporalidad. El mundo trgico no pierde su

    belleza, la tragedia de la vida humana no se rechaza y el absurdo de lo incomprensibleno provoca aminoramiento en el deseo de vivir. Se busca amar la vida como untodo, aquella unidad primordial que Nietzsche ha definido como lo apolneo y lodionisaco. Nietzsche exhorta una y otra vez a amar la vida ciega y locamente sinesperar recompensa esto se llama ser animal28. La animalidad viene a ser unsmbolo del sentido de la tierra, una manera de apegarse al mundo concreto, almundo de los sentidos y negar el dualismo platnico-cristiano. Kazantzakis valoral mximo toda esa aceptacin de la vida como tal, dionisacamente, en dondese excluye la posibilidad de la renuncia como una forma de vida que sea vlida.Lo afirmativo es lo acorde a la vida, no la negacin o la evasin. Dice Nietzschepor primera vez, yo vea la autntica oposicin, el instinto desnaturalizado, que serebela contra la vida con subrepticia sed de venganza (el cristianismo, la filosofade Schopenhauer, ya ciertamente la filosofa de Platn, el idealismo entero comoforma tpica), y la frmula de la suprema afirmacin, procedente de la abundancia,

    26F. N, El Anticristo, Alianza Editorial, Madrid, p. 60, N 43.27N. K,Ascesis, en OS, Planeta, III, Barcelona, p. 25.28. U, op. cit., p. 509.

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    de la sobreabundancia, un asentir sin reservas, incluso al sufrimiento, incluso a laculpa, incluso a todo lo problemtico y extrao de la existencia29.

    Nietzsche ha puesto el acento al hablar de un agotamiento y enfermedadvitales, de un mal vivir, en donde las creencias y valoraciones del hombre nole han ayudado a lograr una vida plena, y por el contrario, las ideas que se hansostenido sobre la vida y el destino del mundo han producido un efecto opuesto.

    A su vez Kazantzakis tiene esa sensibilidad de vivir posedo de una exaltacin yun respeto ante la vida en todas sus manifestaciones, lo que en el caso del cansadohombre del siglo XX parece haber sido olvidado. De manera que es la vida laque aparece como el tema a reconstruir mediante la dura prueba del nihilismo y latransmutacin valrica. Es ese amor intensificado por la vida, lo que se convierte

    en Nietzsche y Kazantzakis en un ideario cardinal, supremo, haciendo una defensadescarnada y hasta atestica de ella contra los apoyos tutelares y las revelacionesbblicas o cientficas del mundo. Van a ser entonces las creencias y tablas de valoren general, todas esas que se arraigan en el hombre actual, las que caern en severocuestionamiento bajo el verbo proftico de Zaratustra primero, y luego por laliteratura carismtica del discpulo cretense.

    La plaga del ltimo hombre

    A travs de Zaratustra Nietzsche nos ofrece la increble sugerencia de que

    los seres humanos no son otra cosa que un puente, un trnsito para superar alhombre. Con irona se nos habla del ltimo hombre, una posibilidad entrpicade la humanidad. Este personaje retrata al ltimo de los hombres satisfechos, unamentalidad acomodaticia que no se hace problema de nada. Hemos alcanzadola felicidad, dice el ltimo hombre, y se sumerge en la satisfaccin estpida.Podemos seguir consumiendo antiguos espejismos de fe, nos advierte Nietzsche,minimizando peligros, ignorando misterios y poniendo rmoras a la libertadcreadora, hasta que el mundo sea tan seguro y pequeo para el hombre comolo quiere la especie indestructible del pulgn30. La misma advertencia ha sidoretomada por Kazantzakis, quien en una de sus novelas nos habla literalmente del

    espritu bdico del desapego, y ms an, recoge textualmente la misma imagenque Nietzsche ocup en el prlogo del Zaratustra, aquella del ltimo hombre31.Entonces, si Kazantzakis repite esa misma imagen y la utiliza en un libro tanemblemtico como esZorba el griego, quiere decir que no es indiferente a lo que29F. N, El Nacimiento de la tragedia en Ecce Homo, Libsa, Madrid, 2001, pp. 101-102.30F. N,As Habl Zaratustra, Obras Selectas, Edimat, Madrid, 2000, p.42.31Cf. nuestro captulo dedicado a Zorba en donde se vuelven a poner de relieve otro ncleo de

    influencias adjudicables a la experiencia nietzscheana.

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    el nietzscheismo tan alarmantemente vislumbra, y al contrario, decide plegarsea eso de intentar ser algo ms que humanos, demasiado humanos y aspirar al

    superhombre.Desde tiempos de juventud hay un carisma proftico en Kazantzakis que

    lo lleva a reunirse junto a otros amigos y comprometerse a un alto juramento:combatir, sin compromisos, la mentira, la servidumbre, la injusticia. Este mundo nos

    pareca infame, embustero, injusto, y los tres nos habamos propuesto salvarlo.Salvar al mundo y al hombreEnseguida preguntamos, de qu peligros?Salvarlo del ltimo hombre, de la metafsica platnica de los dos mundos, de

    la valoracin judeocristiana por esconder un resentimiento contra la vida y pregonar

    una humillacin del hombre. El cristianismo era para Nietzsche el culpable dehacernos creer que el hombre es un incapaz y necesita de una conduccin que vienea estar dada por la figura de un Dios castigador o premiador. El individuo que nohace nada esencial con su vida, se hace parte del rebao y as evita el pecado paramerecer el cielo. Sin embargo, para los espritus libres lo importante es la personacreativa, presta a vivir sin miedos y afirmadora de la vida, la cual sin embargo serprobablemente acusada de inmoral por parte de los cristianos. Segn Nietzsche,muchas, si no la mayora de las prohibiciones de la moral judeocristiana son dehecho instrumentos de control y nivelacin social para que todo el mundo pueda

    vivir en un igualitarismo de rebao, para que nadie sobresalga. ras de esto se ocultael resentimiento o la impotencia creativa y aventurera de muchos, pues temen quehaya hombres dispuestos a ser ellos mismos. En consecuencia, Nietzsche defiendeun punto de vista ms all del bien y del mal, ms all de nuestra tendencia ahacer juicios morales sobre el comportamiento de los dems, con el propsito deacceder a una perspectiva ms creativa, natural y amplia.

    El despliegue del individuo como tal, de la realidad del hombre libreresponsable y consciente, con una felicidad propia, sin despreciar el sentido dela tierra, fueron grandes inquietudes compartidas por Kazantzakis, un efecto

    de afinidad respecto de Nietzsche. Para estos autores no hay nada de sobornosmorales ni de excusas, el hombre debe ser superado, es la ltima palabra de estospensadores. Vive como si el da hubiera llegado es la visin de Zaratustra, y loque Kazantzakis intenta cumplir.

    Transvaloracin

    Una vez anunciada o proclamada la muerte de Dios todos los valores enpie, todas las tablas de valores provenientes de la raz platnico-cristiana pierden su

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    razn de ser, su fundamento. La consumacin del nihilismo ha irrumpido comoel sntoma final de los valores decadentes de occidente, valores y creencias que no

    han podido enraizar al hombre a la tierra en su dignidad. La transvaloracin es unanueva postura, otra visin valorativa cuyo criterio va a ser la vida misma concebidacomo plenitud dionisaca, sobreabundancia de riqueza, infinitud. La inversin yerror histrico primero, original, de donde provino la decadencia occidental fuela tergiversacin de valores por el mecanismo del resentimiento y la impotenciade no poder reaccionar con espontaneidad ante los ms fuertes, y entonces, secre una forma solapada de actuar, una introyeccin de hacer de la impotenciay debilidad un arma escondida. Nace la piedad cristiana, la mansedumbre de lossabios vista como virtud superior de los impotentes. Esa rebelin disfrazada debuen samaritanismo, de buenas intenciones, de bondad, es la estrategia creadora delos dbiles que lleg a ser la joya del cristianismo. De aqu nacen la mala conciencia,la culpabilidad, la obsesin del hombre por su salvacin y por el ms all, el miedoa la vida, el temor de Dios, etc, toda esa palabrera que impera en las religiones. Esecontagio valrico, esa trama de enmascaramiento de las cosas y la conciencia hasido la historia de Occidente, y ha promovido un olvido de la vida misma, un odioa la tierra como hogar y un desprecio de la animalidad del hombre con sus sentidose instintos, enfatiza Nietzsche, y de ah la necesidad de una transvaloracin. Esto lohan llevado a cabo los esclavos de la moral o la moral de los esclavos, aquellos queno han logrado expresarse libremente en la vida, los que ocultan su debilidad y la

    disfrazan como si fuera algo superior. Un Occidente cristianizado es la peor historiade todas, y por eso hay que invertir toda tabla de valor, toda fe, toda creencia.Algn comentarista de Nietzsche ve aqu un reduccionismo radical, puesto que veal judeocristianismo en todas partes, incluso bajo ropajes secularizados, porque talfenmeno es la matriz que sirve de base para otros discursos de la modernidad yde la historia. En efecto, el cristianismo es slo para l (Nietzsche) la forma mspoderosa de algo ms general: la moral de los esclavos. La transvaloracin es laerradicacin absoluta del cristianismo, tal como lo expresa Nietzsche en su ltimolibro: Se me ha comprendido? Dionisos contra el Crucificado!32.

    Dionisos y el Crucificado se relacionan con la experiencia del dolor perode manera distinta, bajo otras perspectivas vitales. Nietzsche y Kazantzakis han deapostar por el dios griego, entre otras razones porque Dionisos es la vida misma, lavida que en su inmanencia se construye y se destruye, con su doble movimiento denacimiento y muerte, de placer y dolor. El Crucificado, en cambio, es el smbolo deun sufrimiento que apunta, por encima de la vida terrena, hacia la trascendencia33.

    32F. N, Por qu soy un destino en Ecce homo, 10, p. 181.33E. C, op. cit., pp. 322-323.

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    Ambos quisieron, el filsofo alemn y el escritor cretense, seguir la senda de unaafirmacin superior de la vida, y cada uno encontr reparos, trabas y dificultades si

    acaso aceptaban el camino cristiano.Se entiende entonces que para Nietzsche la transvaloracin o transmutacin

    de los valores tradicionales sea parte integral de su programa filosfico. Sencillamenteel mundo presente ofrece una decadencia, enfermedad y falsedad, y hay quepromover una nueva salud humana. Desde el platonismo se nos haba impuestola perspectiva que luego reaparece en el cristianismo de que existe una valoracinabsoluta, una tabla de valores absolutos que han de ser objetivos y reales para losseres humanos. Al contrario, Nietzsche considera que la persona es la creadora deun mundo de perspectivas, valoraciones, apreciaciones y aspectos, y afirma que

    han sido los hombres, y nadie ms que los hombres, los que han determinado ques bueno y qu es lo malo. No lo recibieron, no lo descubrieron, no les vino de loalto como si fuera una voz del cielo. Fuel hombre quien, para sobrevivir, empeza infundir valor a las cosas [] El valor existe solamente porque se da el hecho devalorar. Si no se valorase, la nuez de la existencia estara vaca34.

    Por su parte, Kazantzakis el nietzscheano, ha manifestado un colosal deseo decrear una nueva perspectiva para los hombres, de levantar un renacimiento de vida ydesplegar un lienzo ante los hombres para que pinten un paraso, puesto que llevanconsigo todos los colores. El escritor cretense tiene un desasosiego y malestar con la

    cultura imperante, con la vida mediocre de los hombres que se han apoltronado enla comodidad, en las ilusiones o quiz en el nihilismo de no creer en s mismos yrenunciar a todo esfuerzo. Su literatura es subversiva, disidente de las tendencias demasificacin, y no se ajusta a los dictmenes de un sometimiento a cualquier poderque no provenga del propio hombre ciencia, iglesia, intelectuales, estado, etc. Ental sentido Kazantzakis tambin promueve una suspensin de las viejas tablas de laley por su mentira encubierta, por su impotencia de extraer lo mejor del hombre. Elcretense aboga por una abolicin del pasado, y como tal toma la misin en sus manosy trata de inquietar a los hombres y sacudirlos con su literatura.

    Superhombre

    Nos dice Zatarustra que lo que busca es un tipo de hombre: aquellos queconciben la realidad como ella es: es lo suficientemente fuerte para ello, no estenajenado, alucinado frente a ella, es ella misma, dentro de l tiene tambin todolo terrible y lo problemtico, slo as puede el hombre tener grandeza35. Esto es

    34F. N, Las mil metas y la nica meta, enAs habl Zaratustra, Obras Selectas, Edimat,Madrid, 2000, p. 71.

    35F. N, Ecce homo, p. 176.

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    un rasgo de fortaleza existencial y de valenta intelectual, un desprejuiciamientorespecto de lo que sea la realidad. En otra parte seala Nietzsche que Zaratustra ha

    sido el primero que pregunta cmo se podra superar al hombre. Al Superhombrees a quien amo: l es para m lo primero y lo nico; no el hombre, no el prjimo,no el ms pobre ni el ms afligido, ni el mejor. Hermanos mos, lo que yo puedoamar en el hombre es que constituye un trnsito y un ocaso36. Al igual queNietzsche, Kazantzakis considera que ante el empobrecimiento del hombre y dela cultura, ante la pusilanimidad y la ceguera de horizontes, se han de abrir nuevasperspectivas, lo cual implica un retorno a la vida y un dejar atrs las viejas tablasde valores. El escritor cretense siente que tales visiones nietzscheanas se reafirmanen l a medida que pasa el tiempo, y siente que como hombre tiene la misin de

    crear una teora del universo, una filosofa de vida. En Nietzsche el Superhombrees quien llevar a cabo esa liberacin, una liberacin de todo lo que en el mundose tiene por respetable y digno. Kazantzakis sigue en ese impulso y ve que no esnada fcil llegar a esa liberacin. Seala el escritor cretense: El que dice que existeuna liberacin es esclavo; pues a cada instante calcula cada una de sus palabras,cada una de sus acciones, y tiembla: Ser salvado? No ser salvado? Ir al cielo?Ir al infierno? Cmo puede ser libre un alma que espera? El que espera temeesta vida, teme la otra vida, permanece suspenso en el aire y espera el azar o lamisericordia de Dios37. Kazantzakis ve a ese ultimo hombre como el que ms ha

    renunciado a la libertad, a la liberacin, y como el ms serio peligro de la cultura.Ese ultimo hombre es quien lo ha organizado todo para eludir riesgos comola libertad misma, porque se encuentra definitivamente satisfecho con su vulgarvida, con su vulgar felicidad de rebao. Unindose a lo dicho por Nietzsche, queel hombre es un punto inestable en el universo porque lleva consigo el potencialde una transformacin, es que debe superarse, sobrepasarse a s mismo, porque elhombre es un puente, no un fin.

    El brebaje nietzscheano ha ido en la misma direccin evolutiva deKazantzakis, en esa orientacin de un herosmo trgico que desmitifica creencias

    muy ancestrales, tanto como las del cristianismo. Confiesa Kazantzakis lleno deeuforia lo que suceda en l: Comenc a sentir que toda religin que promete colmarlas ansias humanas es simplemente un refugio para el pusilnime [...] Me pregunt si elcamino de Cristo era el que conduca a la salvacin humana, o bien era sencillamenteuna historia de maravillas bien organizadas, que prometa el paraso y la inmortalidad

    36F. N, El hombre superior, en As habl Zaratustra, Obras Selectas, Edimat, Madrid,2000, p. 218.

    37N. K; Carta al Greco, p. 324.

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    con inmensa habilidad y destreza [...] Consider la esperanza metafsica un seductorcebo que los verdaderos hombres no se dignan a morder. Yo quera cualquier otra cosa

    que fuese ms [...] digna [...] del hombre que no gime, suplica, o anda rogando. S, esoera lo que quera. res vivas por Nietzsche, el asesino de Dios. Fue l quien me dio elcoraje para decir eso es lo que yo quiero`!38.

    No slo se trata de la figura del Nazareno la que est en crisis, la queabandona el aprecio de Kazantzakis idealista sino que hasta la propia imagenantropolgica del Dios del cristianismo comienza a perder toda autoridad ante losojos de Kazantzakis quien grita su descontento ante el sometimiento que algunavez fue parte de l: Y t, cobarde, vas a emborracharte a hurtadillas en las tabernasde la esperanza, en las iglesias; t te doblegas y adoras al Nazareno, t tiendes la mano

    y mendigas: Seor, slvame!`. Ah! - clamaba yo, indignado -, religin taimada quetraslada las recompensas y los castigos a una vida futura, para consolar a los esclavos,a los cobardes, a los oprimidos, para que puedan soportar sin gemir esta vida terrena[...]!. Y en otro texto agrega: Hasta entonces, habamos confiado el gobierno delmundo a Dios; haba llegado al hombre su turno y deba asumir la responsabilidad?Creemos un mundo [...] con el sudor de nuestra frente. Un viento de presuncin, una

    presuncin digna de Lucifer, haba soplado sobre mis sienes.

    Muerte de Dios y nuevos horizontes

    La postulacin de esa muerte por Nietzsche supone nuevos desafos, suponela exigencia mxima que recae sobre el propio hombre. Es una muerte o asesinatoque deja al hombre envuelto en una pasividad contemplativa o un lamentarse de lasituacin, sino que es todo lo contrario: obliga al hombre como tal a manifestarse enuna mayor plenitud, a amar la vida de manera ms plena. La abolicin de Dios seconvierte en la mxima exigencia que recae sobre la conciencia humana, y Nietzsche lavalora como un acto liberador y humanizador. El hombre no llega a ser plenamentehombre hasta que empua en su manos el cuchillo deicida39, tratndose de unaaccin consciente y que alienta al propio hombre a ir ms all de s mismo y a entrar

    en de otra manera en el protagonismo de la historia humana. Viene a ser la msrotunda negacin de Dios y la ms alta afirmacin humana a la vez.

    Detrs de ese cataclismo nihilista que deja al hombre en medio de unanada, en medio de una orfandad de apoyos psicolgicos, morales y metafsicos,los que han persistido por milenios, uno se pregunta si hay algo detrs de eseaparente negativismo. Kazantzakis considera que no hay una carta de defuncin38Ibdem, pp. 406-7.39E. C, El pensamiento alemn de Kant a Heidegger, Herder, Barcelona, 1990, p. 274.

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    definitiva para el hombre al escuchar la proclama nietzscheana de la muerte deDios, porque para Kazantzakis lo importante era el ejemplo de Nietzsche, de

    los que como l osaban desafiar a Dios y ocupar su lugar para intentar salvar elmundo. Como seala el filsofo alemn, el concepto de Dios ha sido inventandocomo antinomia contra la vida; en l se resume, en unidad espantosa, todo loque es daino, venenoso, calumniador, toda la enemistad contra la vida40.Kazantzakis posea ese lado iconoclasta tan acorde al nihilismo relacionado conla idea de la muerte de Dios. Sin embargo, en el discurso pronietzscheano deKazantzakis no se encuentra la conviccin de un ateo y nada ms, sino la agudezade las comprobaciones de un profeta. El Dios ha muerto` de Nietzsche significabaen Kazantzakis la cuestionabilidad del Dios cristiano, el Dios de la metafsica

    occidental; quiere decir que se trata de una creatura muerta de la mente, una ideay slo eso`, una nocin abstracta. En el mejor de los casos, representa un valorconvencional idolizado`. En consecuencia, Kazantzakis niega como nietzscheanola concepcin del Dios tradicional, el ms alto mito de la metafsica occidental,tal como lo proyectaron las necesidades psicolgicas del hombre que vinieron aimponer un orden normativo, moralizante y de piadosa convivencia entre todos loshombres. Asimismo, las crticas de la religin y la tendencia nihilista de Kazantzakisson un rechazo del concepto histrico de divinidad, de los intereses humanos quehan intervenido en su desarrollo, tal como lo han plasmado las frmulas utilitariasdel sistema poltico y religioso greco-occidental. Kazantzakis lo confiesa, que laimagen institucional que se haba hecho de Cristo o bien la imagen antropolgicaque haba construido el cristianismo, le parecan imgenes estrechas, pequeas,artificiales, incompletas y estriles. Kazantzakis no apoya ni est contra del ateismonietzscheano porque tiene otra concepcin de Dios, de lo que entiende por tal. Esla influencia bergsoniana, como se habr de ver. La esencia de nuestro Dios es lalucha. En medio de esta lucha se desarrollan y trabajan eternamente el dolor, laalegra y la esperanza.

    La escalada, la guerra contra la corriente contraria engendran dolor. Pero eldolor no es un monarca absoluto. Cada victoria, cada instante de equilibrio en laascensin llena de alegra a todo ser viviente que respira41.

    Kazantzakis nos habla de esa liberacin, de esa muerte de dioses: Comenca sentir que toda religin que promete colmar las ansias humanas es simplemente unrefugio para el pusilnime [...] Me pregunt si el camino de Cristo era el que conducaa la salvacin humana, o bien era sencillamente una historia de maravillas bien40F. N, Por qu soy una fatalidad, en Ecce Homo, Libsa, Madrid, 2001. N 8. p. 180.41N. K,Ascesis, op. cit. p.215.

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    organizadas, que prometa el paraso y la inmortalidad con inmensa habilidad ydestreza [...] Consider la esperanza metafsica un seductor cebo que los verdaderos

    hombres no se dignan a morder. Yo quera cualquier otra cosa que fuese ms [...] digna[...] del hombre que no gime, suplica, o anda rogando. S, eso era lo que quera. resvivas por Nietzsche, el asesino de Dios. Fue l quien me dio el coraje para decir eso eslo que yo quiero`!42.

    Cada uno a su medida pero en unidad de sentido, la partida de los diosesprofetizada en Zaratustra o en la estampa de Ulises-Odiseo como un matador-de-dioses, quiebran la costumbre y hacen que los mortales se sientan capaces de crear suspropias verdades. Precisamente desde est sombra accin, la fatal toma de concienciade la orfandad de dioses, puede iniciarse un desapego de las viejas tablas de valoracin,condicin sin la cual la humanidad no puede prosperar en su destino ni menos ganarconfianza en s misma, apreciar la buena tierra de su vida. Al respecto, seala Savaterque efectivamente, ste es el momento en que podemos empezar a utilizar realmente lamuerte de Dios a nuestro favor, sin necesidad de conservar todos los viejos contenidos enun sistema neo-teolgico monotesta omnicomprensivo ni cegarnos temerosamente ante lamagnitud de las ruinas que nuestro mpetu destructivo acumula43.

    Desde una cercana lectura existencialista de estos sntomas, Sartre nosrecuerda que si no hay Dios, entonces la naturaleza humana se llena de virtualidades,no de vaciedad. El hombre es el nico que no slo es tal como se concibe sino tal como l

    se quiere. La confianza en el hombre llega a tal tentativa de definirlo como libertadpura. ales nfasis como la muerte de Dios nietzscheana y el existencialismosartreano de la libertad, indican sin oponerse entre s, el porvenir que trae aparejadola peregrinacin sin dolos o transferencias de autoridad. Si, por otra parte, Diosno existe, no encontramos frente a nosotros valores u rdenes que legitimen nuestraconducta. As, no tenemos ni detrs ni delante de nosotros, en el dominio luminoso delos valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expres diciendoque el hombre est condenado a ser libre44.

    Las exhortaciones nietzscheanas de recuperar en el superhombre el sentido

    de la tierra, as como el propsito del existencialismo sartreano, expresan unilimitado deseo de liberacin y ms an, de potenciacin creadora. El hombredebe ser superado por los medios que contiene el hombre mismo, su libertad ysu esfuerzo. Ni en uno ni en otro caso, el escenario propuesto de ausentismo dedioses, debe considerarse ligeramente apocalptico o derrotista. Nietzsche deca42N. K, Carta al Greco, op. cit, pp. 406-7.43F. S, Idea de Nietzsche, Ariel, Barcelona, 1995, p. 73.44J. S, El existencialismo es un humanismo, Edhasa, Mlaga, 1999, p. 68.

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    que el hombre es una cuerda tendida [...] para ilustrar que su esencia est endesarrollo, en devenir, en continua tensin existencial, [...] esto quiere decir que la

    inestabilidad es su esencia; hombre`, lejos de designar la idea de un ente, definido deuna vez para siempre, denomina la situacin de indecisin, el no ser algo determinado,sino un trnsito, un puente, una direccin hacia su propio ms all45. Como sealatambin Sartre, se trata de una filosofa de la accin y no quietista como lo seradejar todo en manos de la providencia, como hace el cristianismo. Agrega que nohay una doctrina ms optimista, puesto que el destino del hombre est en l mismo.En cierto sentido, Kazantzakis prolong la agona del cristianismo y se esforz porcrear un credo antirreligioso tradicional, basado en las ideas crticas de Nietzsche.El autor cretense proclam que el hombre debe terminar de considerarse a s mismocomo una creatura servil, sumisa a Dios y reconocer su libertad, cueste lo quecueste. La creacin divina se reemplaza por la accin humana, la trascendencia deotro mundo, por la tierra misma. Kazantzakis continuamente insiste en el ascensodel hombre, la aceptacin de la vida, el deber propio y la responsabilidad a nivelesmximos. Supo de algunas nociones interesantes y a travs de ellas tom rumbo:superacin del hombre, superhombre, fidelidad a la tierra, inocencia deldevenir, eterno retorno, combate, muerte de los dioses, tempestad nihilista,afirmacin de la vida, transfiguracin de los valores, amor fati, fuerzasapolneo-dionisacas, herosmo trgico, libertad creativa. Nociones como stas losaproximan notablemente, porque para Nietzsche y Kazantzakis, la teora y la praxis

    marchan juntas, hermanadas. En ambos autores se evidencia una repetida toma deconciencia de la responsabilidad humana. El cuadro que emerge es uno en el cualel individuo est privado de toda asistencia metafsica, dogmtica, lgica. No hayninguna autoridad sobrenatural a la cual el hombre pueda apelar. No hay ningntipo de valor heredado sobre el cual los hombres puedan apoyarse. Por el contrario,el hombre-individuo debe modelar su propia esencia y destino por s mismo y, deser necesario, incluso en completo aislamiento.

    Haban quedado atrs la bancarrota de la ciencia, los cristales rotos de ladiosa razn, y se han puesto en evidencia la moral esclava, el dualismo metafsicoy el ideal moralizante de un Dios castigador, etc., porque bajo sus pesadas redes no

    podan amalgamarse dos ideas o valores fundamentales: la responsabilidad mximadel hombre ante s mismo, ante su destino dificultoso con la aceptacin festiva de laexistencia, el s a la vida, el amor fati. Envuelto entre tales tensiones existencialeses que Kazantzakis contempla el pensamiento nietzscheico --ese verdadero himnoque se eleva recto y triunfal. Este pensamiento haba logrado pasar el examen crticoante sus ojos, principalmente porque la filosofa de Nietzsche nos abre una vaintermedia entre el esfuerzo y la alegra de vivir.

    R Q P: K-N, .

    45E. C, Para leerAs habl Zaratustra deF. Nietzsche, Ed. Universitaria, Chile, 2002, p. 71.

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