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    Los errores Charra y Guenoa-Minun

    por Diego Bracco

    Abstract. The main goal of this article is to outline important historiographic errorsconcerning the nomadic Indians that occupied the grasslands located east of the ParanRiver, south of the beginning of the rainforest area and west of the basin of the lagunade los Patos. These errors have hindered the understanding of important processes suchas the consolidation and the following decline of the Jesuit missions and the process ofcolonial occupation. This article tries to show the error of overestimating the role of theCharra Indians. Furthermore, it is also intended to show evidence that historiographyhas misinterpreted the power and extension of the nation called Guenoa-Minuana.

    Algunos problemas historiogrficos referidos al espacio de llanurassituado al oriente del ro Paran, al sur del comienzo de la zona de bos-que subtropical y al oeste de la cuenca de la laguna de los Patos deri-van de la falta de estudios de larga duracin. Otros problemas depen-den del sesgo nacionalista de trabajos que abordan el pasado de unterritorio que hoy ocupan varios Estados pero que fue una unidaddurante centurias. Entre esos problemas cabe situar al inadecuadoconocimiento de los grupos indgenas que habitaban el territorio, conevidentes consecuencias hacia la comprensin de fenmenos como laconsolidacin y disgregacin de la sociedad jesutico-guaran del Uru-guay y el proceso de ocupacin colonial del territorio.

    Este artculo se centrar en destacar el error derivado de sobredi-mensionar el papel de la nacin charra.1 Tambin procurar de-

    1 Tal centro de atencin no significa ignorar la importancia de otros grupos comolos guaranes, chanes e incluso pampas que con frecuencia fueron desnaturalizadosen territorio oriental del ro Paran. Tampoco implica desconocer que problemas rela-cionados con el deficiente conocimiento ha obligado a agrupar bajo la denominacincharra a indgenas que como los yaros y ms an los bohanes tal vez no lo hayansido.

    Jahrbuch fr Geschichte Lateinamerikas 41 Bhlau Verlag Kln/Weimar/Wien 2004

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    mostrar que tal extremo supuso un equvoco vinculado al desconoci-

    miento de la importancia de la nacin que los jesuitas llamaron gue-noa y los espaoles y portugueses minuana.2

    El material disponible presenta numerosas limitaciones que conlle-van diversas incongruencias. Las principales de ellas derivan de lacalidad y cantidad de fuentes primarias disponibles, casi inexistentespara el interior del territorio hasta que se complet la difusin delganado europeo. Adems de los habituales relacionados con las carac-tersticas del observador, la documentacin presenta numerosos sesgosvinculados a la estacionalidad de la navegacin del estuario del Platay el trnsito del medio rural. Las fuentes son muy contradictoriascuando se refieren a las sociedades indgenas y resultan especialmenteescasas durante los perodos de paz. Hasta que la regin cobr interspor la difusin de vacunos y equinos, los europeos se mantuvieron enlos bordes del espacio de llanuras. Hasta la segunda mitad del sigloXVII, la mayor parte de la documentacin fue producida en esos bor-des, especialmente en las desembocaduras de los ros Uruguay y Para-n, y parte del curso de este ltimo. Cuando la informacin se tornabundante, ya se haban producido enormes cambios derivados delimpacto de las enfermedades de origen europeo y de migraciones de

    indgenas procurando escapar de la esclavitud. La historiografa hoyaceptada sobre el mundo indgena se vali de datos obtenidos en lossitios antes mencionados o en fuentes extemporneas.3

    No hay prcticamente nada durante el siglo XVI que pueda decirsea ciencia cierta sobre el interior del territorio. Adems, en la actualidad

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    Siguiendo a la documentacin, fueron utilizados conceptos como nacin a los que lasfuentes asignaron significados muy diversos y generalmente diferentes a los actuales.

    2 Con mucha reiteracin la documentacin permite establecer que los trminos

    guenoa y minun, as como muchas variantes similares, fueron usados para designarla misma nacin. Ocasionalmente, tal extremo fue sealado a texto expreso. As, pocoantes de mediados de siglo XVIII se indic que a ese presente ocupaban la tierra desdeel Uruguay hasta el mar la nacin de los guenoas, que los espaoles de Santa Fe y Bue-nos Aires suelen llamar; corrompido el vocablo, Minuanes. Pedro Lozano,Historia dela Conquista del Paraguay, Ro de la Plata y Tucumn, tomo I (Buenos Aires 1873),p. 26.

    3 La exhaustiva mencin de tales fuentes escapa a las posibilidades e incluso al pro-psito de este trabajo ya que ello supondra citar lo que las fuentes no sealan, dentro deuna enorme masa documental. En similar sentido cabe destacar que se han omitido refe-rencias a hechos y personajes conocidos y por tanto fcilmente accesibles al lectorfamiliarizado con el perodo y regin.

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    los historiadores tienden a descartar apreciaciones tradicionales, como

    la que atribuy la temprana muerte de Juan Daz de Sols a los cha-rras. Un papel annimo de la dcada de 1570 lo atribuy a guaranes,suposicin que hoy tiende a aceptarse en atencin a lo que se sabe desu radio de accin y sus rituales de antropofagia.4

    Un somero repaso de las principales fuentes de informacin dispo-nibles para el siglo XVI no hace sino confirmar la falta de datos. Acontinuacin de la expedicin de Sols, las armadas de Magallanes yLoaysa aportaron escasa informacin etnogrfica. En cambio, a partirdel arribo y establecimiento de las huestes de Gaboto y Garca en elPlata, hubo una multiplicacin de las fuentes que se refieren a los

    indgenas. Por entonces, los europeos empezaron a dejar constanciaescrita sobre los charras.5 No obstante, es preciso sealar que la infor-macin recabada estaba decisivamente influida por los lugares de esta-blecimiento y trnsito de esas expediciones. Un pleito que se siguicontra Gaboto en Sevilla contiene una referencia sobre indgenas situ-ados al este que por oposicin parecen ser distintos de los charras. Elreferido capitn fue acusado de abandonar un grupo de sus hombres,ignorando seales con humo hechas desde el cabo Santa Mara. Gabo-to, que entonces estaba regresando a Espaa, se neg a ir, diciendo que

    sus hombres ya deban haber sido muertos por los indios y un testigoreplic que no poda ser, porque aquellos indios de aquella tierradonde ellos fueron eran sus amigos y que no era posible haberlosmuerto. La afirmacin es relevante porque fue efectuada en un con-texto en que la armada de Gaboto se haba visto obligada a abandonarel bajo Uruguay frente a la hostilidad indgena.6

    A principios de la dcada de 1530 Pero Lope de Souza escribi unprecioso diario que contiene sus observaciones sobre la ribera nortedel estuario del Plata. Aunque el texto est lleno de datos etnogrficos

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    Archivo General de Indias (en adelante AGI), Patronato, 28. Papel annimo y sinfecha que hace referencia a fundaciones que deba estar realizando Ortz de Zrate, locual permite suponer que fue escrito en la dcada de 1570.

    5 Con marcada imprecisin geogrfica, las primeras referencias a charras se en-cuentran en la Historia General y Natural de las Indias (1535) de Gonzalo Fernndez deOviedo y en la memoria de Diego Garca. Vase Eduardo F. Acosta y Lara,La Guerra delos Charras (Montevideo/Buenos Aires 1998), pp. 34.

    6 Informacin hecha por los Oficiales de la Casa de Contratacin de Sevilla, luegoque lleg la armada de Gaboto. Testimonio de Junco, 28 de julio de 1530. Publicada enJos Toribio Medina,El veneciano Sebastin Caboto al servicio de Espaa y especial-mente de su proyectado viaje a las Molucas por el estrecho de Magallanes, tomo II (San-tiago de Chile 1897), p. 151, doc. CXLIII.

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    de inters, hay grandes dificultades para identificar los grupos que

    describi. En cualquier caso, no hizo referencia directa a charras.7

    Unos aos ms tarde, las circunstancias relacionadas con la expedi-cin de Pedro de Mendoza, la primera fundacin de Buenos Aires, eltrnsito de los ros Paran y Paraguay, la fundacin de Asuncin delParaguay, y el establecimiento efmero en el bajo Uruguay proporcio-naron abundante informacin. No obstante, es preciso sealar una vezms que tal informacin se refiere a los sitios antes nombrados y nocontiene datos que permitan aventurar hiptesis sobre la realidad del

    interior. Desde entonces, y por motivos bien conocidos relacionados

    con el aislamiento de Asuncin de Paraguay, hubo una casi completa

    falta de produccin documental. Tal circunstancia se revirti en elmarco del proceso cuya consecuencia ms notable fueron las fundacio-

    nes de Santa Fe, Buenos Aires (por segunda vez) y Corrientes. Tambin

    las circunstancias de la expedicin de Ortz de Zrate, que fue desbara-

    tada en el bajo Uruguay, contribuyeron a un notable aumento de las

    fuentes.8 No obstante, es indispensable volver a reiterar que los lugares

    de trnsito, establecimiento y derrota, y por tanto las observaciones de

    los europeos, fueron realizados en la misma porcin del territorio.9

    A principios de la dcada de 1580 actuaciones relacionadas con el

    naufragio de una de las naves de Francis Drake aportaron indicios quesealaron la presencia de indgenas distintos a los charras en el estedel territorio.10 Luego de dos das de navegacin por el estuario, losingleses naufragaron y

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    7 Pero Lope de Souza,Diario da Navegao (15301532), Francisco Adolfo Varn-haguen (ed.) (Lisboa 1839).

    8 Martn del Barco Centenera,Argentina y Conquista del Ro de la Plata, con otrosacaecimientos de los reynos del Per, Tucumn y estado del Brasil, (1602) (BuenosAires 1912). Es generalmente aceptada la gran influencia que ese texto de propsitopotico e histrico ejerci sobre la historiografa subsiguiente. Muchas de las caracters-

    ticas atribuidas a los charras parecen derivar de esa obra.9 La historiografa de los siglos XIX y XX atribuy la muerte de Juan de Garay, queaconteci cerca de Santa Fe a principios de la dcada de 1580, a minuanes. No parecenexistir pruebas que avalen tal hiptesis excepto alguna que por su debilidad no mereceser considerada tal, como cierta analoga entre el nombre del cacique al que se respon-sabiliz del hecho y el nombre minun. Maa lo llam Barco Centenera, quien deno-min mauaes a sus parciales. Barco,Argentina (nota 8), canto XXIV.

    10 Adicionalmente, vase Hendrick Ottsen, La expedicin del buque holands elMundo de la Plata, 15981601: Revista de la Sociedad de Amigos de la ArqueologaXV (Montevideo 1957), pp. 191207. Resulta de inters destacar cierta similitud en lainformacin sobre indgenas que en 1531 produjo Lope de Sousa, la producida en rela-cin a Drake y la parca descripcin del diario de Ottsen a fin de la centuria.

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    [...] otro da de maana los cogieron los indios y defendindose, los indios mataronde dieciocho que eran, diez, y los ocho que quedaron los cautivaron y repartieronentre los principales indios que se hallaron en la refriega, y estando cautivos tiempode ms de un ao se juntaron acaso unos con otros un da y determinaron de irse yvenirse al pueblo y ciudad de Buenos Aires [...] el que se llama Richarte se aventury huy de poder y casa del indio que lo tena cautivo y se fue a otra nacin de indiosque se llaman charras los cuales indios al cabo de algunos das, vinieron a dondeestaban el capitn Joan Drac [John Drake, sobrino de Francis] y le dieron noticia decmo haban llegado en salvamento el dicho Richarte su compaero, y que estababueno en su tierra de ellos. Y aguardando oportunidad, la cual hall por tener guerrala nacin en donde estaba cautivo con otros de la tierra adentro, y as se [...] fueron ala parte donde estaba el dicho Richarte [cautivo de los charras, de donde huyeronatravesando] el Ro, que por aquella parte tiene siete leguas.11

    Repetidamente, la documentacin seala la cercana e interaccin delos charras con los establecimientos espaoles. As, por ejemplo,hacia fines del siglo XVI, las autoridades discutan la licitud de susoperaciones de captura de piezas para proveer a los espaoles deBuenos Aires12 y Santa Fe.13

    Por entonces, se produjo uno de los textos que ms ha influido en lahistoriografa posterior, sin perjuicio de las muchas inexactitudes ygeneralizaciones que se le han sealado:La Argentina de Ruy Daz deGuzmn.14 Nada evidencia que el autor dispusiera de informacin de

    la que carecan sus contemporneos.15 No obstante, el mencionadoautor se refiri a

    [...] ms de 20.000 indios guaranes, que los de aquella tierra llaman arachanes, noporque en la costumbre y lenguaje se diferencien de los dems de esta nacin, sinoporque traen el cabello revuelto y encrespado para arriba. Es gente dispuesta y cor-pulenta, y ordinariamente tienen guerra con los indios charras del Ro de la Plata, ycon otros de tierra adentro que llaman guayanaes, aunque este nombre dan a todoslos que no son guaranes [...] Corren toda esta isla [Maldonado] los indios charrasde aquella costa, que es una gente muy dispuesta y crecida, la cual no se sustenta deotra cosa que de caza y pescado.16

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    11 Declaracin de Alonso Prez de Herrera por orden del Virrey Conde del Villar,Ciudad de los Reyes, 11 de febrero de 1587: Roberto Leviller, Gobernantes del Per,tomo X (Madrid 1925), p. 424.

    12 Lino Gmez Canedo, Un dictamen franciscano agustiniano sobre servicio perso-nal y libertad de los indios del Ro de la Plata Lima, 1598: The Americas XI, 3(Washington 1955).

    13 Manuel M. Cervera, Poblaciones y Curatos (Santa Fe 1939).14 Rui Daz de Guzmn,La Argentina (Madrid 1986).15 Vase la introduccin de Enrique de Ganda: Ibidem, pp. 748.16 Daz,La Argentina (nota 14), pp. 65, 66 y 68.

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    La influencia de Ruy Daz de Guzmn fue muy grande. As, a media-

    dos del siglo XVIII, el ilustrado jesuita Lozano sin citar, de acuerdoa lo que por entonces era corriente se refiri a

    [...] ms de 20.000 indios guaranes que llamaban arachanes, no porque en lascostumbres e idioma se diferenciasen de los dems de aquella nacin, sino porquetraan revuelto y encrespado el cabello: era gente bien dispuesta, corpulenta, y beli-cosa, ejercitando de continuo las armas con la nacin de los charras que poblabanlas costas del Ro de la Plata y con los guayans de tierra adentro [...] La [isla] deMaldonado fue habitada de los indios charras, que discurran vagos por todo estepas.17

    Es necesario destacar que la gran influencia de ambos autores en la

    historiografa posterior fue una de las variables relevantes en la ten-dencia a sobredimensionar la presencia charra.

    Desde principios del siglo XVII hubo cierta ampliacin del radio deaccin de la sociedad colonial hacia el este. Ello alcanz su mximaexpresin con las entradas de Hernandarias en el litoral oriental delUruguay y la ribera norte del Plata hasta Montevideo. Su rica corres-pondencia demuestra hasta qu grado el territorio era desconocido yen todo caso no arroja luz sobre lo que aconteca en el interior, msall de la ribera del Uruguay y del Plata. En la dcada de 1620 seempez a utilizar el ro Uruguay como medio de comunicacin entreBuenos Aires y el incipiente proyecto misionero que se desarrollabacientos de kilmetros aguas arriba. Hasta entonces, a los charras queiban a Buenos Aires desde

    [...] sus asientos a rescatar con los espaoles y a vender pescado las cuaresmas,nunca ningn gobernador los pudo sujetar ni obligar a que estuviesen en parte sea-lada [el gobernador Cspedes para poner en estado de defensa a Buenos Aires] sevali de las naciones de indios que estn en reducciones e hizo lo mismo con losdichos charras, dndoles orden que trajesen sus mujeres e hijos, cosa nueva en estosen particular, y los aloj, que seran ms de quinientas almas, en la playa de este Ro,debajo del fuerte, dndoles todo lo necesario para su sustento [...] y tenindolos sazo-

    nados despus de haberles dado a entender muchas veces quien [era] Dios y su potes-tad, y el engao en que vivan, dijeron que se reduciran en una isla que est en laboca del ro Negro, treinta leguas de esta Ciudad, y cuatro arriba de la antigua pobla-cin de San Salvador.18

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    17 Lozano,Historia (nota 2), tomo I, pp. 18 y 26.18 Informacin hecha en Buenos Aires a peticin del gobernador Pedro Esteban D-

    vila acerca de los indios uruguay, tapes y viaza (copia), ao 1834. Relacin de Don Fran-cisco de Cspedes, inserta en el expediente. Buenos Aires, 5 de febrero de 1626: AGI,Charcas, 28.

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    Por entonces, desde Buenos Aires se perciba que al este y al norte

    habitaban la tierra firme los indios llamados charras que son amigosy acuden a esta Ciudad a servir, pagndoselo.19 Y a principios de ladcada siguiente se informaba que los charras que habitan de la otrabanda de este gran Ro, estn quietos y pacficos y acuden a servir aesta Ciudad.20

    Los datos de buenas relaciones con los charras no pueden sertomados como un absoluto porque la documentacin abunda en ejem-plos de divisin dentro de una misma nacin. En cualquier caso, enla dcada de 1640 un episodio de violencia marc las relaciones entreespaoles e infieles. De un interrogatorio se desprende que el radio

    de accin de los charras se extenda incluso al oeste del Paran,donde haban muerto en el camino de Crdoba a Pedro Salvatierra ya otros,21 aunque el epicentro del conflicto se ubic al sur de la actualprovincia de Entre Ros.22

    Sin perjuicio del elevado grado de interaccin con los indgenas cir-cunvecinos, los espaoles fueron descubriendo una compleja realidadtnica a medida que se produjo el proceso de ampliacin del propioterritorio. Tal realidad haba estado oculta porque entre Buenos Aires,Santa Fe y Corrientes, y el vasto interior, se interponan los charras.

    As, en la dcada de 1620, el gobernador Cspedes envi[...] a llamar con los mismos charras a los indios de la sierra de Maldonado, loscuales, en oyendo su nombre, el cacique mayor despach otro menor, [...] [a quien elgobernador reclam que] viniese con algunos indios recorriendo la costa por si algnnavo diese en ella como ha sucedido otras veces. [...] [As mismo requiri que sejuntaran con los charras que por su orden estaban] vigiando la costa para dar avisosi viniesen velas.23

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    19 Informe del piloto Baquio de Filicaya, con conformidad de varios de sus colegas,al gobernador Dvila, Buenos Aires, 30 de abril de 1626: Biblioteca Nacional de Buenos

    Aires, Coleccin de Copias (Vias) del AGI (En adelante BNBA Col. Cop.), 4893. El in-forme est completado por el mencionado gobernador Dvila, sin fecha.20 Carta del gobernador Cspedes al Rey, Buenos Aires, 30 de agosto de 1631: AGI,

    Charcas, 112.21 Interrogatorio inserto en los autos sobre encomienda del pueblo de San Pedro de

    Colastins, cuyo encomendero era Antonio de Vera Mujica, Buenos Aires, 1662, pre-gunta no. 7: AGI, Escribana de Cmara, 876 a.

    22 Ibidem, pregunta no. 14.23 Informe del gobernador de Buenos Aires, Francisco de Cspedes. En informacin

    hecha en Buenos Aires a peticin del gobernador Pedro Esteban Dvila, acerca de los in-dios uruguay, tapes y viaza, en la que se insertan varios pareceres e informes sobre di-chos indios y pases (copia), ao 1634: AGI, Charcas, 28.

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    La complejidad oculta tras los charras tambin tendi a quedar en

    evidencia a medida que se intensific la utilizacin del ro Uruguaycomo va de comunicacin entre Buenos Aires y los pueblos de misio-nes. Reiteradamente fue sealada la permanente interaccin y concreciente tendencia a la hostilidad entre los charras y yapey.24

    Adems, a partir de la frecuentacin del hasta entonces poco visitadosalto del ro Uruguay, empezaba a sealarse a texto expreso la presen-cia de nmadas que hasta entonces haban permanecido fuera del radiode accin colonial. Ello fue especialmente notable con relacin a losguenoas-minuanes,25 sin perjuicio de distintas variantes en la grafa.26

    Desde entonces, y paralelamente a la ampliacin de la penetracin

    espaola que acompa el proceso de difusin del ganado al este delro Uruguay, las referencias a esa nacin se intensificaron. En el ao1655 el gobernador de Buenos Aires hizo un llamamiento a

    [...] todos los indios de las naciones Yaros, Mohanes, Genoas y a las dems queestuvieren entre ellas, y en particular a don Pedro Guaytn, y Lumilln, y Cloyn,caciques y capitanes de dichas naciones [...] les ruega y pide [...] que como gente debuen ser, y que deben buscar su salvacin en la otra vida [...] traten luego de redu-cirse y juntarse todos en forma de pueblo [en las reducciones del Uruguay, o] los tra-tar como a rebeldes.27

    Informaciones fragmentarias refieren que a mediados de la dcada de1650 se dio principio a una reduccin de los indios guenoas.28 Dos

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    24 Yapey estaba emplazada en la ribera derecha del ro Uruguay y fue la ms australde las reducciones jesuticas. Por lo mismo, estuvo muy expuesta a la interaccin con losinfieles charras. Amplia documentacin, especialmente las correspondientes cartasanuas, as lo evidencia.

    25 Autos y diligencias del gobernador Laris sobre el oro, ao 1647. Declaraciones deFelipe y Ventura. Santo Tom, noviembre de 1647: AGI, Charcas 120.

    26 Guinoanes fue en este caso el nombre empleado. La documentacin permite afir-mar que ese, al igual que los nombres guenoas, genoas, guaynoas, guinoas,guinoanes, guayantiranes, binuanes y minuanes fueron, entre otros, usados para

    identificar la misma nacin.27 Carta del gobernador Baigorri, Buenos Aires, 21 de octubre de 1655: CayetanoBruno,Historia de la Iglesia en la Argentina, vol. III (Buenos Aires 1968), p. 86.

    28 Se intent reducir a guanoas y mocars y imbolomas [...] y estando ya dos Padrescon ellos para hacer la reduccin, pueblo e iglesia, se han inquietado con lo que les handicho otros indios de que los queran los padres juntar para entregarlos por esclavos a losespaoles, dejando a los Padres solos, y an los quisieron matar, pero no es cosa nuevaentre infieles estos recelos e inquietudes, y por eso se los ha de dejar. Respuesta del vi-sitador general de la provincia del Paraguay, padre Andrs de Rada, al exhortatorio deloidor de la audiencia de Buenos Aires, Pedro de Rojas: Archivo General de la NacinArgentina (en adelante AGNA), IX-6-9-3. La licencia para proceder a esa reduccin ladio el gobernador Baigorri el 21 de octubre de 1655.

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    dcadas ms tarde los jesuitas alegaron carecer de padres suficientes

    para satisfacer el pedido de varios grupos que deseaban reducirse,entre los cuales estaban los guenoas.29 Para entonces se haba comple-tado el proceso de difusin de ganado. En ese contexto, las autorida-des espaolas afirmaron que los pueblos de misiones estaban amena-zados porque se haba descubierto paso [...] hasta las doctrinas, por elmucho ganado que pasta en el paraje de Montevideo.30 En el marcode esos temores, los posibles invasores tenan

    [...] el paso seguro al Paraguay y Corrientes, por tierra firme, por las doctrinas quetienen los padres de la Compaa de Jess en el Paran y Uruguay, porque este dichoro se vadea en el verano por junto a una, que llaman la doctrina y pueblo de Yapey,

    por donde pasan los indios de nacin guinoanes, que habitan y corren toda la cam-paa desde l, hasta Montevideo y Maldonado, que distan 250 leguas, a hurtar caba-llos a la jurisdiccin de las Corrientes.31

    A medida que la sociedad colonial multiplic su conocimiento delinterior, fue descrita reiterada y precisamente la amplitud de la pre-sencia guenoa-minuana. Tal descripcin fue concordante con la reali-zada por los jesuitas desde los pueblos de misiones.32

    En circunstancias de las que aparentemente no se conservan testi-monios, y cuya profundidad temporal es difcil evaluar, esa nacin

    incorpor a su cultura cierto tipo de prcticas ganaderas. Al menosdesde la dcada de 1670 los guenoas actuaban como pastores de ga-nado, tal vez procedente de los pueblos de misiones destruidos por lospaulistas en la dcada de 1630. No es posible determinar los caminospor los que devinieron pastores, aunque podra deberse a un procesode aculturacin relacionado con la dispersin subsiguiente a dicha

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    29 Carta del gobernador de Paraguay al Rey, Asuncin, 31 de marzo de 1678: AGI,

    Charcas, 150.30 Real Cdula de 7 de agosto de 1679 al gobernador de Buenos Aires: AGNA, Re-ales Cdulas, tomo 8, f. 75.

    31 Carta del gobernador Robles al Rey, Buenos Aires, 20 de junio de 1678: AGI,Charcas, 260.

    32 Francisco Jarque,Insignes Misioneros de la Compaa de Jess (Pamplona 1687).En particular, los captulos XXII a XXV proporcionan informacin de extraordinaria re-levancia sobre los grupos indgenas de la regin. Es notable en ese sentido la carta es-crita por el padre Francisco Garca que visit a los guenoas en sus tierras entre septiem-bre y octubre de 1683. No hay reediciones y se conservan escasos ejemplares delvolumen editado hace ms de tres siglos; no obstante, las caractersticas de este artculoimpiden transcribir el texto.

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    destruccin. En ese sentido, la difusin de productos como la yerba y

    el tabaco demuestra que la interaccin era ya intensa en esa fecha.33

    Apartir de entonces, abundante documentacin demuestra que reitera-damente se amparaban a veces estacionalmente, a veces slo susmujeres y nios en los pueblos de misiones, con obvias consecuen-cias hacia la aculturacin para ellos y para los guaranes que los reci-ban.

    Las primeras descripciones minuciosas de esa nacin, y del terri-torio en que fue preponderante, datan de un momento en el cual ya sehaban producido cambios enormes. Tal circunstancia aconseja com-pleta prudencia a la hora de utilizar esas descripciones como referen-

    cia vlida para la centuria anterior. Desde que hay documentacin, lasfuentes primarias sealan inequvocamente la preponderancia de lanacin guenoa-minuana en el vasto espacio esquemticamente com-prendido entre el ro Uruguay, los pueblos australes de la sociedadjesutico-guaran y el oeste de la cuenca de la Laguna de los Patos.Ello no permite afirmar tal preponderancia para el siglo XVI pero sinduda contribuye a refutar la suposicin de una presencia charra entoda el rea y, por tanto, pone en severo entredicho el mapa etnogrfi-co generalmente aceptado.34

    Las fuentes, que a partir del ao 1680 se multiplicaron, continuaronevidenciando la preponderancia charra entre los ros Paran y Uru-guay y en la ribera izquierda de este ltimo.35 Entre los charras y losguenoas-minuanes haba un estado de guerra permanente, con exter-minio de prisioneros. Las guerras las hacan por robarse unos a otrossus caballos y mujeres.36 Se seal que los primeros operaban entreel Paran y el Uruguay, y los segundos al oriente de este ltimo. Seespecific que

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    33

    Billete escrito por el Padre Leandro Salinas [...] de casi setenta aos; de misionerode ms de cuarenta [...] Superior dos veces, y rector del Colegio Mximo de Crdoba,fechado sin lugar, a 20 de mayo de 1715. En informacin sobre el derecho que tienen losindios guaranes a las vaqueras del mar, julio de 1716: AGNA, Ca de Jess, Legajo 3.

    34 Interesante intento de revisin puede verse en tala Irene Basile Becker, El indioy la Colonizacin. Charras y Minuanes (Brasil 1984).

    35 Las fuentes que hacen referencia al accionar charra en ese territorio son muyabundantes. Prueba documental puede encontrarse en Manuel D. Cervera,Historia de laCiudad y Provincia de Santa Fe (Santa Fe 1907). Tambin en Juan F. Sallaberry S.J.,LosCharras y Santa Fe (Montevideo 1926).

    36 Informacin ordenada en Santa Fe, a 22 de julio de 1689. Adjunta a carta del go-bernador de Buenos Aires al Rey, Buenos Aires, 28 de abril de 1690: AGI, Charcas, 261.

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    [...] de la otra banda del ro Paran asisten varias naciones de indios que general-mente llaman charras, que son en nmero de ms de dos mil familias, y que stostienen guerras con otras naciones de indios as mismo gentiles, que llaman guinoa-nes, de menos nmero que los charras, a quienes divide sus tierras la breve interpo-sicin del ro Uruguay.37

    Por entonces las autoridades espaolas teman que sin perjuicio desu rivalidad tanto charras como guenoas cooperaran con los portu-gueses establecidos en Colonia del Sacramento.38 Adems, el equili-brio de poder entre los nmadas estaba amenazado ya que los cha-rras estaban a la sazn muy recelosos de que [sus enemigos] losvenciesen y destruyesen por haberse amistado con los portugueses,

    que con su fomento no dudaba los destruiran.39Cuando principiaba el siglo XVIII el temor a la expansin portu-guesa potenci el conflicto de larga duracin que mantenan charrasy guenoas-minuanes. En ese contexto, un ejrcito de guaranes mision-eros, al que se haba sumado un fuerte contingente de guenoas-minu-anes, mat cientos de nmadas procedentes de entre los ros Paran yUruguay en la denominada batalla del Yi, en territorio oriental delro Uruguay. Como indicador de los niveles de rivalidad puede sea-larse que los infieles coaligados que pretendan atacar los pueblos demisiones del Uruguay consideraban necesario matar los guenoas quehaba entre ellos para que no den aviso a sus parientes convertidos.40

    El desconocimiento de los detalles del conflicto, y por ende del lugarde procedencia entre los ros Paran y Uruguay de los charras,contribuy al equvoco sobre el radio de accin ya sealado.41 Lasrazones que esgrimieron los jesuitas para aceptar el concurso guenoa-minun fueron igualmente elocuentes en el sentido de precisar la riva-

    127Los errores Charra y Guenoa-Minun

    37 El gobernador de Buenos Aires al Rey. Buenos Aires, 28 de abril de 1690: ibidem.38

    Estas naciones de indios charras, y guinoanes, se mantienen de algunos aos aesta parte, a devocin de este gobierno, y como sus distritos estn de la otra banda del roParan, son dueos de las dilatadas campaas, muchos caballos, innumerables tropas deganado vacuno que confinan con Colonia del Sacramento, y pudiera suceder [que losportugueses] los llegasen a conseguir. El gobernador de Buenos Aires al Rey. BuenosAires, 28 de abril de 1690: ibidem.

    39 Declaracin de Gabriel de Toledo, en expediente sobre faenas portuguesas en lacampaa, 2 de abril de 1693: AGI, Charcas, 262.

    40 Papel presentado por el provincial de la Compaa de Jess, padre Ignacio deTras al gobernador de Buenos Aires, remitido por el padre superior de Misiones. Decla-racin adjunta: AGNA, IX-41-1-3. Exp. 1, fs. 148149.

    41 Diego Bracco, Una Degollacin de Charras (Montevideo 1999).

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    lidad existente y los respectivos territorios donde cada nacin era

    preponderante. As, cuando el ejrcito guaran, encabezado por cincocabos espaoles y varios padres de la Compaa, se diriga a las cam-paas orientales del ro Uruguay,

    [...] lleg aviso de los Indios Guenoas amigos pidiendo socorro y prometiendo ayu-dar contra el Yaro42 su enemigo, y nuestro. Consultando tambin nos pareci que pormandar el Sr. Gobernador el amparo de los Indios amigos, y por ser de grande impor-tancia el tener al Guenoa de nuestra parte por ser expertos en la guerra de los Yaros,se le deba dar socorro y valerse de l, principalmente yendo el ejrcito a donde esta-ban los dichos guenoas.43

    Tal predominio guenoa explica las razones que obligaban a los jesui-

    tas a llevar abundante tributo en yerba, tabaco y ponchos durante larecogida anual de vacas realizada en el interior del territorio.44 A par-tir del ao 1705 hubo un cambio en los sistemas de alianza, probable-mente como consecuencia de la expulsin de los portugueses de laColonia. Lo que antes haba sido alianza de jesuitas y guenoas contrainfieles occidentales del Uruguay pareci transformarse en una con-federacin de nmadas contra la sociedad jesutico-guaran. Los jesu-itas anunciaban en 1707 que se estaban

    [...] previniendo para el castigo de los infieles guanoas, bojanes y charras confe-

    derados, por haber hecho muchas hostilidades en los indios guaranes, robando,apresando y matando muchos de dichos guaranes, acometindolos a traicin denoche, habiendo tratado antes con ellos como con amigos.45

    Los guenoas tuvieron en el nuevo contexto la suficiente fortaleza mili-tar para impedir la continuacin de las arreadas de ganado destinado alos pueblos de misiones, generando hambre. Condolido el apostlico

    128 Diego Bracco

    42 Yaro habra sido la parcialidad charra que confinaba con Yapey. Segn el padre

    Sepp, yaro era el modo en que localmente se denominaba a los infieles. Vase lacarta de Antonio Sepp en Cartas edificantes y curiosas escritas de las missiones estran-geras y de levante por Algunos Misioneros de la Compaa de Jess, tomo VII (Madrid1753), pp. 383384.

    43 Consejo de guerra sobre este ro Ibicu, estancia del pueblo de San Borja. 25 dediciembre de 1701: AGNA, IX-41-1-3. Exp. 1, fs. 325328.

    44 El ingeniero Campal estim en 350 las mulas que transportaban tal carga enparte destinada a los propios vaqueros durante la recogida de ganado del ao 1705.Jos Cardiel/Silvestre Gonzlez,Las Vaqueras del Mar(Montevideo 1968), introduc-cin, notas y mapas del Ing. Esteban Campal.

    45 Copia de un escrito trunco y sin fecha del padre Bartolom Ximnez (ao 1707):AGNA, IX-7-9-1.

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    misionero y venerable mrtir padre Jos de Arce [fue a sus tierras]

    poniendo tanta gracia en sus labios que redujo a los guenoas y sus alia-dos a la paz gracias a lo cual la guerra habra cesado en 1710. 46 En1715, en filas del contingente militar guaran misionero que se des-plaz hacia el territorio situado entre los ros Paran y Uruguay alcastigo de los charras, prestaron servicio guenoas cristianos yguenoas infieles.47

    Entretanto, desde Buenos Aires se teman las actividades extran-jeras en la ribera norte del estuario. Y porque se tiene entendido quepor aquellas campaas andan vaqueando cantidad de indios, de nacinguaynoas se expedan rdenes para procurar evitar que cooperaran

    con el enemigo.48 Tal ocurri as consistentemente debido a que[...] la Nacin de ms fuerza que domina dichas campaas es la de los Binuanes, loscuales asisten de ordinario por el verano en las cercanas de las Sierras de Maldona-do, y por el invierno se retiran a la parte del ro Negro, que desagua en el Uruguay.49

    Aunque rara vez mantuvieron enfrentamiento frontal con los espao-les, los guenoas-minuanes tendieron a prestar sus servicios de acuerdoa conveniencias ocasionales y as tambin

    [...] los portugueses que habitan en la Colonia del Sacramento han hecho y hacenfaenas de corambres de toros, ayudados de los indios infieles nombrados los minua-

    nes, y otras naciones, quienes teniendo como han tenido siempre su habitacin enCastillos que est bastantemente distante de la poblacin de dichos portugueses, sehan venido a ella, o bien sea con las ddivas y agasajos que les hacen estos, con loscuales se muestran los referidos indios muy amigos, de donde resulta que estos, juntocon algunos peones que se han pasado de esta Ciudad a dicha Colonia, hacen las fae-nas de corambres en Montevideo y otros parajes.50

    Sin perjuicio de tales acusaciones, desde Buenos Aires se les halagabacon presentes que ocasionalmente arrojan luz sobre la intensidad del

    129Los errores Charra y Guenoa-Minun

    46 Lozano, Historia (nota 2), tomo III, p. 466. Conviene advertir que la obra deLozano habra sido finalizada en 1745, permaneciendo indita hasta 1873.

    47 Informe del padre Policarpo Dufo, sobre lo sucedido en la entrada que hizo elao de 1715 al castigo de los infieles: Revista del Archivo General de Buenos Aires II(Buenos Aires 1870), pp. 245261.

    48 Auto del gobernador Herrera. Buenos Aires, 8 de noviembre de 1683. Instruccio-nes ante aviso de presencia de un navo francs: AGNA, Tribunales, 288. Exp. 16.

    49 Copia de memorial conteniendo propuesta de Jos Garca Incln, sobre poblar enMontevideo, remitido al Consejo en 8 de noviembre de 1720: AGI, Charcas, 237.

    50 Los Oficiales Reales al Rey, Buenos Aires, 10 de septiembre de 1721: AGI, Char-cas, 226.

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    proceso de aculturacin.51 Tal era el contexto cuando, por reaccin a la

    presencia lusitana, los espaoles principiaron a establecerse en Mon-tevideo, donde a la vista de este nuevo lugar, en sus campos, y ros,hay ms de dos mil indios infieles llamados minuanes.52 La expan-sin de la sociedad colonial espaola y el subsiguiente conflicto porlos recursos de la campaa desembocaron en un gran alzamiento gue-noa-minun, contenido por mediacin de la Compaa de Jess. Elcamino hacia la paz entre Montevideo y esos infieles no estuvoexento de dificultades.53 Los guenoas-minuanes parecen haber nego-ciado desde una situacin de fuerza ya que, por ejemplo, no accedieron

    a devolver los caballos cogidos en buena guerra.54

    130 Diego Bracco

    51 Por orden del gobernador de Buenos Aires, en diciembre de 1721, el capitn Pan-do y Patio pas a ver a los indios minuanes. En esa ocasin les llev de presente 1 do-cena y 1/2 de barajas. Cuenta de lo gastado por orden del gobernador, por el capitn Pan-do y Patio [...] cuando por el mes de diciembre de 1721 pas a ver los indios minuanes:AGI, Contadura, 1937.

    52 Fray Jernimo de la Cruz al Rey, Montevideo, 29 de agosto de 1724: AGI, Chile,153.

    53 El 27 de febrero de 1732 el cabildo de Montevideo recibi a los enviados del go-bernador de Buenos Aires, que llegaron por diputados para celebrar y ajustar la paz ent-

    re los indios minuanes quienes han infestado estas campaas con robos y muertes y ha-biendo sus mercedes llegado a esta Ciudad [...] an antes que desembarcasen, llegaron[...] diecinueve minuanes y entre ellos un cacique que dijo llamarse Tac, [...] y ese mis-mo da se tuvo la primera conferencia, dndose los dems pasos que este ilustre cabildono ignora, de que result haber dichos indios y cacique ofrecido ir por los dems caci-ques para con ellos ajustar la dicha paz[...] y faltando a todo lo capitulado mandaron vol-ver [a cuatro espaoles que se haba pactado que los acompaaran] dichos espaoles yque no fuesen a los toldos. Acta de la sesin del Cabildo de Montevideo de 27 de fe-brero de 1732: AGN, Fondo ex Archivo General Administrativo, libro 6, ao 1732, folio59 v. Publicado en Comisin Nacional Archivo Artigas,Archivo Artigas, tomo I (Monte-video 1950), pp. 6869.

    54 El 22 de marzo de 1732 a Montevideo concurrieron dos caciques minuanes con

    treinta indios y entre los dichos un capitn, y se llaman Don Agustn, Guitabuiabo y elcapitn Francisco [...] con quienes se trat y ajust la paz, por decir estos que traan paraello facultad de los dems caciques [...] y habindoles dado a entender los siete capt-ulos contenidos en la instruccin de su Excelencia, consintieron en todo menos en elcaptulo sexto, que respondieron estar los caballos repartidos en diferentes partes y ha-berse disipado muchos de ellos en el remedio de sus necesidades, adems de ser cogidosen buena guerra [...] lo cual ofrecieron dichos caciques y capitn por s, y en nombre detodos los dems caciques, como que traan de ellos la facultad y que estos no pudieronbajar por quedar en guarda de sus toldos, con la noticia que han tenido de bajar un trozode indios tapes sin saber el motivo que dichos tapes tienen para bajar armados a sus tier-ras. Paz de los Indios Minuanos, Montevideo, 22 de marzo de 1732: AGNA, IX-20-8-6.Publicado enArchivo Artigas (nota 53), tomo I, p. 70.

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    La carta del misionero Miguel Ximenez, destacado como mediador

    ante los indgenas, es una magnfica instantnea de lo que ocurra enel interior del territorio y de esa nacin. En ella volvi a quedar enevidencia que el espacio sobre el que ejerca su influencia el caciquede caciques de los guenoas-minuanes era superior al de la actualRepblica Oriental del Uruguay.55

    Las fuentes portuguesas tambin sealan las dimensiones y algunosaspectos de la profundidad temporal del dominio sobre tal espacio,con considerable antelacin al establecimiento en Ro Grande. As, en1715, desde Laguna, se haba mandado

    [...] trinta pessoas at o Rio Grande, jornada da de pouco menos de um ms [...] elevaram orden os da dita tropa de fazerem povoao no distrito do Ro Grande e pro-curarem facilitar o trato com o Gento Minuano, que anda vista, vago, na campan-ha, de que se espera amizade e conservao, e ainda a sua converso de que resulta-r grande e considerable utilidade [...] [asegurando el pasaje] do Ro Grande.56

    Luego de las fundaciones de Montevideo y Ro Grande, la presinespaola y portuguesa hacia el interior del territorio se intensific.57

    Ello no ocurri de modo uniforme, y hubo sensibles variaciones acausa de los avatares de la poltica europea. La ms notable conse-cuencia de esos avatares fue la denominada guerra guarantica.58 Poco

    antes de mediados de siglo XVIII, las necesidades militares espaolasfrente a los infieles del occidente del Paran disminuyeron. Tal cir-cunstancia fue muy influyente al liberar recursos militares de BuenosAires y Santa Fe que pasaron a ser usados contra los indgenas situa-dos al oriente de ese ro.

    131Los errores Charra y Guenoa-Minun

    55 Carta del Padre Miguel Ximnez, de 10 de agosto de 1731, transcripta por el pad-

    re Pedro Lozano al padre procurador general Sebastin de San Martn, Crdoba de Tu-cumn, 30 de enero de 1732: Biblioteca Nacional de Madrid, Ms., no. 12.977 34.56 Proviso do Conselho Ultramarino,Livro primeiro do registro da Cmara da Vila

    da Laguna, p. 35, publicado en Feliciano Fernandes Pinheiro,Anais da Provincia de SoPedro (Petrpolis/Rio de Janeiro/Brasilia 1978), p. 197.

    57 Adems, la presin de un nuevo actor social el que ms adelante sera denomi-nado gaucho fue muy relevante.

    58 Es interesante el papel desempeado por los guenoas-minuanes que devinieroncomandantes de las huestes guaranes privadas del concurso de los padres de la Compa-a. Carta del padre Tadeo Henis al padre Bernardo Nusdorffer en respuesta al pedido deinformes del segundo, hasta el presente da 4 de marzo de 1756:Anais da Biblioteca Na-cional do Rio de Janeiro LIII (Ro de Janeiro 1938), pp. 393395.

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    En 1743 se seal que en el camino entre Yapey y Santa Fe no se

    haban visto charras porque todos se han pasado a la otra banda deUruguay y tienen esperanza de refugiarse en este pueblo [Yapey].59

    En esa dcada, Yapey y San Borja respectivamente al occidente yoriente del ro Uruguay reciban cierto flujo de infieles charras yguenoas.60 Dicho flujo continu evidenciando la importancia del men-cionado ro como divisoria entre los radios de accin de las nacionesnmadas. Inmediatamente antes que se produjeran los grandes cam-bios derivados de la campaa militar de los aos 17491750, el gober-nador de Buenos Aires informaba que desde el Campo del Bloqueode la Colonia del Sacramento hasta el Ro Grande que estn situados

    los portugueses, habitan los indios infieles minuanes.61 El expresadogobernador indic asimismo que desde el Campo del Bloqueo hastala ciudad de las Corrientes, por una y otra parte del ro Uruguay, ypueblos de Misiones de los guaranes, habitan los indios charras,manchados, martianes, bojanes, y yaros.62

    Tambin seal el propsito de procurar la total destruccin de losinfieles mediante una operacin militar,63 de la que derivaron muyrelevantes modificaciones en la ocupacin del espacio.64 As, entre laprimavera de 1749 y el verano siguiente, la combinacin de esfuerzos

    coloniales65

    consigui una victoria que tuvo las siguientes consecuen-cias: una cantidad apreciable de charras busc amparo en el pueblo

    132 Diego Bracco

    59 Carta del padre Jos Ribas al padre Antonio Machoni, Yapey, 30 de abril de1743: AGNA, IX-6-9-7.

    60 Informe al Rey del provincial de la Compaa de Jess, Bernardo Nusdorffer,Buenos Aires, 30 de agosto de 1745: AGI, Buenos Aires, 384.

    61 Informe del gobernador Andonaegui al marqus de la Ensenada, Buenos Aires,5 de setiembre de 1749: AGI, Buenos Aires, 304.

    62 Ibidem.63

    Ibidem.64 El vaco de los indios infieles lo ocuparon en parte un no corto nmero de hom-bres viciosos, que huyendo por sus excesos de las ciudades de esta provincia [BuenosAires] y sus confinantes del Tucumn y Paraguay, buscaban su refugio en los espesosmontes y bosques de que abundan estos parajes. Representacin a su Majestad, ao1805: Oscar F. Urquiza Almandoz, La Fundacin de las Primeras Villas Entrerrianas yla Representacin a Carlos IV: Academia Nacional de Historia, VI Congreso Interna-cional de Historia de Amrica, tomo III (Buenos Aires 1982), p. 246.

    65 Andonaegui al virrey del Per, Buenos Aires, 20 de julio de 1750: AGI, Charcas,199. El gobernador de Buenos Aires dio orden para que se entrara a sus tolderas simul-tneamente, desde cuatro sitios, con los cuales, fuera de los que se pasaron a cuchillo,fueron capturadas hasta 90 familias.

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    misionero de Yapey66 o fue enviado all a la fuerza.67 Un nmero dif-

    cil de cuantificar muri durante la operacin68

    y una cifra tambin dif-cil de estimar pas a los campos menos controlados del oriente del roUruguay.69 Por ltimo, un contingente cercano a los 400 individuos seavino a la vida en reduccin denominada Pursima Concepcin deCayast, en las cercanas de Santa Fe.70 Sucesivos pagos a los francis-canos71 que all asistan permiten establecer que la poblacin se man-tuvo relativamente estable.72 Despus de estos acontecimientos, la pre-sencia infiel entre los ros Paran y Uruguay fue escasa.73 Los queconsiguieron escapar de la muerte y de la reduccin74 pasaron a engro-sar las filas de los que ya operaban al oriente del Uruguay.75 La abun-dante documentacin de la segunda mitad del siglo XVIII los muestraactuando en ese escenario con muy importantes consecuencias histo-riogrficas.

    La migracin de los charras sobrevivientes comprimi el territorioque hasta la dcada de 1740 fue guenoa. En 1743 un tercio de losindios que formaban el pueblo de San Borja eran guenoas, a quienesvisitaban sus parientes del

    133Los errores Charra y Guenoa-Minun

    66 Borrador aparentemente del gobernador Andonaegui, al parecer destinado al com-andante del Campo del Bloqueo, 12 de octubre de 1750. Informa sobre noticias recibidasdel procurador de Misiones, sobre afluencia charra, temerosa por los recientes sucesosmilitares, que se han agregado, o se dirigen a hacerlo a Misiones: AGNA, IX-23-3-4.

    67 Desde Santo Domingo se remitieron seis piezas de las que se cogieron a los char-ras a Yapey, en circunstancias en que el camino por tierra a ese pueblo de misionesestaba interrumpido por la amenaza infiel, pues si antes eran solos los charras y susparciales, ahora se les han agregado los minuanes, que son los de mayor nmero. Cartade Jos de San Romn al gobernador de Buenos Aires, Santo Domingo, 16 de enero de1750: AGNA, IX-4-3-1.

    68 Auto del gobernador de Buenos Aires, Santa Fe, 11 de abril de 1750: AGNA,

    Manuscritos de la Biblioteca Nacional. Ms. (en adelante BN Ms.), 5594.69 La noticia del xito militar colonial fue recibida y divulgada con satisfaccin aloriente del ro Uruguay. Bruno Mauricio Zabala al gobernador de Buenos Aires, Vbo-ras, 24 de marzo de 1751: AGNA, IX-23-3-4.

    70 Acta de posesin, en el paraje del arroyo de Cayast, jurisdiccin de Santa Fe, 17de septiembre de 1750: AGNA, BN Ms., 5594.

    71 Informe de fray Pedro Jos de Parras, 9 de abril de 1751: AGI, Charcas, 378.72 AGI, Contadura, 1886a; 1889; 1890.73 Vera Mujica al padre Nusdorffer, 14 de marzo de 1751: AGNA, IX-7-9-4.74 Vera Mujica al padre Nusdorffer, 25 de mayo de 1751: ibidem.75 Reclamo de Rosa de Illescas, mujer del corregidor de Santo Domingo; recibo de

    2 de enero de 1750, y orden de pago de 5 de enero de 1752: AGI, Contadura, 1886 b.

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    [...] tramo de tierra y campaa que median entre el ro Negro, Montevideo, y el RoGrande, hasta trminos del Brasil [dnde] habitan varias parcialidades de indiosinfieles guenoas (o como llaman en Buenos Aires, minoanes).76

    Para intentar convertirlos, salvando los obstculos relacionados conlas grandes distancias,77 se estim conveniente establecer residencia dela Compaa de Jess en Montevideo que fuese como escala para estaMisin.78

    Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los guenoas-minuanescontinuaron siendo

    [...] los indios dominantes de la otra banda del Uruguay; aunque el gobernador deMontevideo, Viana, [en la dcada de 1750] les dio un golpe cruel, con todo perma-necen todava bastantes, cuya principal habitacin es de la costa de los Saltos aden-tro, y es riesgo en que andan los beneficiadores del campo. Se extienden tambin alos pueblos de San Miguel, y Yapey, tratando pacficamente con ellos, aunque algu-na vez acontecen sus lances [...] Andan entre ellos indios misioneros, espaoles, yportugueses vagos.79

    Los guenoas-minuanes unieron ocasionalmente sus fuerzas a los cha-rras que haban escapado de la muerte y de la reduccin en la campa-

    a de 17491750. Como respuesta al acoso recibido desde diversosfrentes, especialmente por partidas de gauchos, formaron un cuerpo

    y plantaron sus tolderas a doce leguas de las estancias fronterizas delro Negro. Ante la cercana infiel hubo accin militar colonial, con-secuente reaccin80 y una nueva expedicin colonial,81 que los derroten varios sitios, tomando en uno de ellos 164 prisioneros.82 El coman-

    134 Diego Bracco

    76 Peticin del procurador de la Compaa de Jess, padre Juan Jos Rico, sin fecha,pero visto en Consejo en 17 de octubre de 1743: AGI, Charcas, 384.

    77 Oficio del gobernador de Buenos Aires al Rey, 9 de septiembre de 1745: AGNA,BN Ms., 1188. Se precis con frecuencia el enorme radio de accin de los guenoas. As,en 1745 el gobernador de Buenos Aires, en obediencia a real cdula de 9 de diciembrede 1743 se dispona a cooperar con los jesuitas que desde Montevideo deban ir a los

    parajes que median entre el ro Negro, Montevideo y el Ro Grande hasta los trminosdel Brasil, a reducir a poblaciones a los indios minoanes que se mantienen en su infide-lidad que les ocasiona el andar bagamundos por aquellos campos en rancheras portti-les.

    78 Real Cdula, Buen Retiro, 31 de diciembre de 1744: AGNA, BN Ms., 1182.79 Real Academia de la Historia, Papeles de Juan Francisco Aguirre, Fondo General,

    Est. 21 Gr. 5-No. 93.80 Flix de Azara a Olaguer Feli, Cerro Largo, 11 de febrero de 1798: AGNA, IX-

    1-3-5.81 Acosta y Lara,La guerra (nota 5), cap. XI.82 Oficio del comandante de Colonia A. de Pinedo al virrey, Colonia, 23 de agosto

    de 1798: AGNA, Colonia del Sacramento, legajo 8.

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    dante a cargo estimaba factible exterminarlos o reducirlos con una par-

    tida estable en el rincn del Arerungu, o Arapey. Seal la cortedadde la nacin charra y que la nacin minuana era de mayor consi-deracin, pero regularmente estaba ms lejos, entre el ro Ibicu, y lasierra de Santa Mara.83 En 1804 el mismo oficial seal que se podacontener a los infieles con un destacamento situado en Arerungu yaque hacia la costa del Uruguay no haba

    [...] ms que cortas cuadrillas de ladrones asociados de algunos indios y ms tapesque charras [...] siempre que haya tesn en mandar partidas gruesas en persecucindel minuan, que es el cuerpo de indios considerable que hay.84

    Al parecer todo estaba pronto cuando principiaba el siglo XIX paraque los dems actores sociales del espacio de frontera asestaran elgolpe final a los grupos que subsistan en la infidelidad.85 Paraentonces, eran un nico problema para la sociedad colonial, lo cual hacontribuido a oscurecer las diferencias que hubo entre ellos. Con rela-cin a tales, conviene sealar que en 1793 se invit a caciques cha-rras y minuanes para que visitaran Candelaria y otros pueblos. Las auto-

    ridades coloniales se proponan de ese modo persuadirlos para quepasaran a vivir all con su gente.86 Entre otras diferencias, todavaentonces se consider necesaria la presencia de uno o dos lenguara-

    ces en las lenguas charra y minuana junto a los caciques.87

    135Los errores Charra y Guenoa-Minun

    83 Francisco Albn al virrey Avils, en respuesta a pedido de informes, San Salvador,24 de septiembre de 1799: AGNA IX-23-3-6.

    84 Oficio de Francisco Albn al virrey Sobremonte, San Salvador, 27 de junio de1804: AGNA, IX-3-8-5. El informe fue en respuesta a solicitud del virrey, inquiriendosobre conveniencia de abandonar Arerungu y a cambio destacar 100 hombres en Ta-cuaremb y otros 100 en Beln.

    85 Nueve son las tolderas que existen, de las cuales siete se encuentran conmigo

    aqu, y las dos restantes estn en la guardia portuguesa del anduy, incidente que me haretrado la evacuacin de todo mi plan, porque tengo esperanzas de arrancarlos de all, ydespus de reunidos, darles el golpe sin efusin de sangre, trasladndolos con sus fami-lias a esa Ciudad, para que Vuestra Seora los distribuya por esa frontera, el Reino dearriba, o les de el destino que le parezca conveniente. Oficio de Jorge Pacheco al virrey,Belen, 29 de julio de 1807: AGNA, IX-20-1-7. Es interesante sealar alguna similitudcon el plan que termin con la presencia infiel en la naciente Repblica Oriental delUruguay, tres dcadas ms tarde.

    86 Hoja padrn, en guaran, anexa a carta de Juan Antonio Sancho a FranciscoBruno de Zabala, Yapey, 28 de marzo de 1794: AGNA, Tribunales, legajo 66, exp. 38.

    87 Francisco Bruno de Zabala al virrey Arredondo, Candelaria, 24 de marzo de 1794:AGNA, Tribunales, legajo 66, exp. 38.

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    La inestabilidad relacionada con la crisis del sistema colonial en la

    regin difiri el fin de las naciones indgenas hasta la dcada de1830. Los abordajes historiogrficos de carcter nacionalista y/ o conmarcado nfasis en los aspectos ticos de la cuestin han conferidouna importancia extraordinaria a ese perodo. Sin perjuicio de ello, ladocumentacin evidencia que al inicio de las guerras de la indepen-dencia el camino hacia la destruccin de las naciones indgenas eraun proceso irreversible. Sin pretender que haya sido lineal, tal procesocomenz con la llegada de los europeos, aunque conviene reiterar quepoco puede afirmarse sobre el vasto interior hasta que se produjo ladifusin de vacunos y equinos. No obstante, es necesario insistir en

    que las fuentes no autorizan a sealar la preponderancia charra. Encambio, desde que se produjo documentacin que describe el interior,fue sealada la preponderancia de la nacin guenoa-minuana entreel ro Uruguay, los pueblos australes de misiones y el oeste de la cuen-ca de la Laguna de los Patos. Tal preponderancia continu existiendo,pero fue compartida a partir de 1750, cuando los charras fueron for-zados a abandonar su territorio tradicional. Esta circunstancia contri-buy considerablemente para que la sociedad colonial percibiera a lasnaciones indgenas como un nico problema, y ello tuvo relevantes

    efectos historiogrficos. De cualquier modo, la documentacin conti-nu evidenciando diferencias entre guenoas-minuanes y charras.Esas diferencias condicionaron durante un largo perodo las tenden-cias a las alianzas que fueron muy relevantes en el proceso histricoregional.

    136 Diego Bracco

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