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    Bourdieu, Giddens, H abermas: reflexiones sobre el discurso y laproduccin de sentido en la teora social

    Bourdieu, Giddens, Habermas: reflexions about the speech and the

    production of sense in the social theory

    Mariano FernndezCONICET/ UNLP-IUNA

    Resumen:En este trabajo pretendemos analizar las hiptesis centrales que tres autores de la teora

    social contempornea (Bourdieu, Giddens y Habermas), elaboran para explicar laproduccin de sentido de las prcticas sociales, por tanto, aquellas zonas de las respectivasteoras (Teora de los campos sociales, Teora de la estructuracin, Teora de la accincomunicativa) que atienden al funcionamiento de la dimensin significante de la vida social.En los tres casos, esto implica volver sobre las maneras en que cada autor procesa losaportes de la lingstica y de las filosofas del lenguaje del siglo XX. Como veremos, estootorga cierta centralidad a los problemas vinculados a los comportamientos discursivos en lavida social. Por detrs de este objetivo, debemos declarar un propsito menos inmediato:contribuir al dilogo entre la teora social y las ciencias de la comunicacin en tanto lahistoria del desarrollo de una y otra ha terminado por crear zonas de reflexin y lecturascompartidas y, si se nos permite, competidas. Una de ellas tiene que ver (precisamente) con losaportes de la lingstica y la semitica, para intentar comprender el funcionamiento de ladimensin simblica de los procesos sociales.

    Palabras clave: Comunicacin- discurso dimensin simblica teora social

    Abstract:This article aims at analyze those zones in Bourdieu`s, Giddenss and Habermass

    theories, where the authors attempt to explain the sense production of social practices. Thiscompels us to pay attention on the way each author reflects on the place of discourse onsociety. Furthermore, we seek to contribute to the dialogue between Social Theory andCommunication Sciences, whereas both disciplines, historically, have tended to share (andactually share) objects and problems, in particular those related to the symbolic dimension

    of social life.

    Key words: Communication- discourse symbolic dimension social theory

    M i insercin del giro sobre una persona es una suerte de ddiva para el C ancerbero

    C.S. Peir ce: Carta a L ady W elby, 23/ 12/ 1908(1)

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    Presentacin

    Inicialmente, habr que aceptar la previsin que se impone Jaques Derrida en su

    artculo G nesis y estructura y la fenomenologa :el peligro inminente de un anlisis quese escriba desde una presuncin de conflicto entre lo que l se dispone a decir y loque otros han dicho- consiste en int roducir previamente aquello que se pretendeencontrar.(2) Esto vale, incluso, si se acepta el carcter postrero de toda escritura:usualmente, se escribe despusde haber intentado encontrar lo que se buscaba, y lasorpresa del hallazgo, o su imposibilidad, no son sino una escenificacin: en todocaso, la sorpresa podr ser o no- un efecto de lectura. El que escribe estcondenado a representar los caminos de su bsqueda. O a encontrarlos mientrasescribe, tal vez, aunque eso no altere el efecto final: toda escritura es una puesta en

    escena.En este trabajo pretendemos analizar las hiptesis centrales que tres autores dela teora social contempornea (Bourdieu, Giddens y Habermas), elaboran paraexplicar la produccin de sentido de las prcticas sociales, por tanto, aquellas zonasde las respectivas teoras (Teora de los campos sociales, Teora de la estructuracin,Teora de la accin comunicativa) que atienden al funcionamiento de la dimensinsignificante (a la discursividad) de la vida social. En los tres casos y este hechofunda para nosotros la posibilidad de comparacin- la reflexin sobre el sentido(insoluble en estos autores de la problemtica del discurso y de la comunicacin)toma forma en el intento por despegarse de la dicotoma entre objetivismo ysubjetivismo. Sin temor a la exageracin, puede decirse que esa pretensin dedeslindarse y superar aquella oposicin (encarnada en el estructuralismo y lafenomenologa) es el punto de partida epistemolgico de la teora socialcontempornea.

    Formados en las ciencias de la comunicacin (ese universo heterogneo opluriverso en osmosis constante con otras galaxias acadmicas) este problema nonos es ajeno. Al menos por dos razones, la segunda de las cules ha sidodeterminante en este trabajo. En primer lugar, no se puede hacer investigacin encomunicacin sin hiptesis relativas al funcionamiento de la sociedad, ytradicionalmente esas hiptesis se han producido en el seno de la teora social. Ensegundo lugar, la historia del desarrollo de una y otra ha terminado por crear zonasde reflexin y lecturas compartidas y, si se nos permite, competidas. Una de ellas tieneque ver con el procesamiento de los aportes, precisamente, de la lingstica y lasemitica, para comprender (o intentar comprender) el funcionamiento de ladimensin simblica de los procesos sociales. Esto es muy explcito en Giddens yen Habermas, y tambin en Bourdieu, aunque sin tanto nfasis.

    En este punto, nuestro anlisis est directamente relacionado con la lectura de laobra de Eliseo Vern, y particularmente con nuestro inters por su T eora de losdiscursos sociales. Esta teora reposa, para nosotros, en un triple dilogo: con la

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    lingstica, con la semitica y con la teora social. Daremos cuenta de algunaspremisas que nos han servido de claves de lectura.(3)

    Vern afirma que la teora de los discursos sociales es un conjunto de hiptesissobre los modos de funcionamiento de la semiosis social, entendida como la dimensin

    significante de los fenmenos sociales. En este sentido, los fenmenos sociales son procesosde produccin de sentido. Esta teora reposa en una doble hiptesis (2004a: 125): Todaproduccin de sent ido es necesariamente social : no se puede describir ni ex pl icar ( ) un procesosigni fi cante sin ex plicar sus condiciones sociales productivas; 2) T odo fenmeno social es, en unade sus dimensiones constitutivas, un proceso de produccin de sentido, cualquiera que fuere el nivelde anlisis (ms o menos micro o macro sociolgico.(4) Esto implica, a su vez, un doblerechazo: al reduccionismo semitico y a los anlisis que ven en las representaciones o ideas reflejos de una realidad exterior que los determinara: ningn fenmenopuede concebirse por fuera de la semiosis.

    Destacaremos dos postulados ms. Fundamentada en la semitica de CharlesPeirce, la teora de los discursos sociales concibe al discurso como un problematranslingstico: es un modo de abordaje de los fenmenos sociales, sean stospredominantemente icnicos, indiciales o simblicos. Ningn fenmeno social esslo simblico, ni siquiera la lengua. En tanto teora no lineal de la produccin de sentido, lateora de los discursos sociales afirma que existe un desfasaje constitutivo entre laproduccin y el reconocimiento de un discurso. Su perspectiva es la del intercambiodiscursivo concebido como sistema de relaciones: en esta escala, el sentido estafectado de indeterminacin, la circulacin no puede ser causal. Por lo tanto, exige

    abandonar la perspectiva del locutor o del actor, destinada a explicar los procesossignificantes slo desde la produccin, a considerar al hablante como fuente delsentido, a preguntarse por la conciencia o la inconciencia de las acciones. Desde elpunto de vista en que nos ubicamos, la conciencia o la inconsciencia- sonpropiedades predicables del actor individual que no pueden trasladarse a losprocesos de intercambio (2004b:65)

    En esta escueta presentacin se entrevn ya los vnculos particulares que ligan ala teora de los discursos sociales con cada uno de los saberes implicados en aqueltriple dilogo. No vamos a abundar en este punto. Baste con sealar que, enrelacin a la lingstica, el vnculo es de distanciamiento terico y metodolgico:Vern ha subrayado la vocacin transli ngsti ca de la teora de los discursos sociales(2004:123). Con la semitica, el vnculo se establece a partir de la relectura que haceVern de la obra Peirce: nos contentaremos con sealar uno de los gestos lcidosde esa retoma, gesto que no encontramos en otros autores que tambin han vueltosobre el legado de Peirce (como Eco (1986) y Magarios (1996)): nos referimos a laidea (que se ha convertido en una hiptesis de trabajo) de que " el pensamiento de Peircees un pensamiento analt ico disfrazado de tax onoma", y que por tanto cada clase de signoslo que define es un modo de funcionamiento de un sistema significante.

    Por fin, hay dos vas de conexin por lo menos- entre la teora de Vern y la

    teora social. En primer lugar, el sealado rechazo de la teora de la accin social y

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    su modelo del sujeto intencional (que en la lingstica funcionalista se expres en elprivilegio al hablante como fuente del sentido). En segundo lugar, la preocupacinpor los modos de funcionamiento de la semiosis social y aquella doble hiptesissobre la produccin de sentido y los procesos sociales. En trminos generales, el

    campo problemtico indicado por estos dos posicionamientos coincide con elabierto por la teora social contempornea (en este trabajo encarnada en Bourdieu,Giddens y Habermas) en su pretensin de fundarse sobre el rechazo simultneo del objetivismoy el subjetivismo. Como veremos, este rechazo, en los tres autores, va acompaado deun rechazo por las filosofas de la conciencia (principalmente, la fenomenologa) ypor la importancia otorgada a los fenmenos simblicos, concebidos no comoreflejos o residuos de la estructura material de las sociedades sino como dimensinconstitutiva del funcionamiento social.

    Dicho lo cual podemos volver sobre la advertencia de Derrida(5) y el objetivo

    de este trabajo: partimos, en efecto, de una presuncin de conflicto entre el modoen que la teora de los discursos sociales intenta resolver las limitaciones de la teorade la accin social y dar cuenta del funcionamiento de la dimensin significante, ylos modos en que esa solucin es elaborada por Bourdieu, Giddens y Habermas.Creemos que en este nivel la comparacin es posible, legtima. Sin embargo, esteargumento adeuda, todava, una explicacin. Como se ver, no someteremos aanlisis a la teora de los discursos sociales: sus hiptesis sern nuestros parmetrosde evaluacin. El grado cero de nuestro estudio es un acuerdo con esas hiptesis.

    1) Bourdieu: el habitus como sentido anticipado

    Pierre Bourdieu ha intentado dotar a sus reflexiones tericas de un alto poderpredictivo, al menos, en el sentido en que la sociologa puede reclamar capacidad deprediccin: dado un comportamiento, o una serie de comportamientos, explicar porqu no pudieron haber sido otros, y por tanto, por qu seguirn siendo los mismos,en tanto no varen los factores sociales que los hicieron posibles. En la cuestin quenos interesa la produccin de sentido en prcticas de intercambio discursivo- estose expresa en un esquema (derivado de su Teora de los Campos Sociales) queprivilegia el poder de condiciones sociales instituidas para explicar la produccin yla interpretacin de discursos (una misa, una clase en la universidad, un cuadro, unlibro, un chiste, un programa de TV, una arenga poltica, la orden de un superior).Intentaremos mostrar cmo ese modelo conduce a cierto apriorismo rgido en lacomprensin del sentido producido en esas prcticas, apriorismo que se deriva,creemos, del rol ambivalentede la nocin de habitusen las posibles explicaciones paralas que se ofrece: a veces como hiptesis, a veces como tesis. Para fundamentaresto, primero daremos cuenta de la epistemologa que sostiene la concepcin deBourdieu (con la que coincidimos), luego describiremos el diagnstico articuladocon aquella- sobre el funcionamiento de las formas simblicas(ya que en ese nivel se

    sita nuestro problema), y, finalmente, explicaremos nuestra posicin.

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    1.1) El principio de la no conciencia y la eficacia de las formas simblicas

    Hay en Bourdieu un principio epistemolgico que fundamenta su concepcin

    sobre la produccin de sentido en las prcticas sociales. Es el principio de la no-conciencia (1988:29-33),(6) que exige separar a la ex periencia inmediata de su privil egiognoseolgico. Frente al humani smo ingenuo que ex iste en todo hombre, Bourdieu postulaque el sent ido de las acciones ms personales y ms transparentes no pertenecen al sujeto que lasejecuta sino al sistema total de relaciones en las cuales, y por las cuales, se realizan .

    Bourdieu no abandonar, a lo largo de su obra, este principio (expuesto en E loficio de socilogo, 1968). Lo que s modificar es el peso relativo asignado a los dospuntos de vista que tpica oposicin de la teora clsica- estn en tensin: el de laestructura (o morfolologa o topologa)(7) y el del agente. En 1968, Bourdieu crea que

    era la lgica objetiva de la organizacin lo que permita explicar las actitudes,opiniones y aspiraciones de los actores.(8) Tambin adverta sobre el grave error dereducir las relaciones sociales a la representacin que de ellas se hacen los sujetos y a laconsecuente esperanza de creer, en nombre de un arti fi cial ismo prcti co, que se puedentransformar las relaciones objetivas transformando esa representacin de los sujetos .

    Esta postura cambia en E l sentido prctico, publicado en 1980.(9) All, Bourdieu(2007:218) introduce la nocin de realidad intrnsecamente doble. Para quin esintrnsecamente doblela realidad? No, para los actores, a quienes la experiencia no se lespresenta ni como topologa ni como representacin; s, para la ciencia social que

    debe tomar en cuenta las dos especies de propiedades que estn objetivamente ligadas a ella [ a larealidad]: las propiedades materiales que, empezando por el cuerpo, se dejanenumerar y medir como cualquier otra cosa del mundo fsico, y por otro, las propiedades simblicas que no son ms que las propiedades materiales cuando son percibidas yapreciadas en sus relaciones mutuas, es decir, como propiedades distintivas.

    Lo que cambia es, por una parte, el objeto de la ciencia social: una realidad quecontiene todas las luchas, tanto individuales como colectivas, por imponer,precisamente, la defi ni cin legt ima de la realidad y cuya efi cacia estrictamente simbli ca puedecontribuir a la conservacin o a la subversin del orden establecido (2007:227). El otrocambio consiste en el reconocimiento de esta autonoma atribuida a la dimensinsimblica, al punto que Bourdieu puede afirmar: L as formas simblicas ti enen una lgicay una eficacia propias que les confieren autonoma relativa con respecto a las condiciones objetivasaprehendidas en las distribuciones (2007: 224).(10)

    La dimensin simblica ser un nivel de anlisis predilecto para entender lasdisputas polticas. Disputar el sentido, entonces: dar la batalla simblica en tantocontienda por el reconocimiento de las representaciones de lo social- inscripta entoda lucha poltica. Segn Bourdieu (1990:290): E l conocimiento del mundo social y, msprecisamente, de las categoras que lo posibilitan es lo que est verdaderamente en juego en la luchapoltica, una lucha inseparablemente terica y prctica por el poder de conservar o de transformar el

    mundo social conservando o transformando las categoras de percepcin de ese mundo.

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    Funcionando investido en diversas formas (que es posible distinguir, por va delanlisis, como capital, como poder, como violencia) lo simblicoes, en Bourdieu, unadimensin constitutiva del funcionamiento social. Deberamos decir: es unmodo defuncionamientode lo social.(11) Desde este punto de vista, lo simblicoest enlazado a

    otro concepto fundamental de la Teora de los Campos Sociales: la illusioo creenciacolectiva en el juego que saca a los agentes de la i ndiferencia, y que, por tanto, en el origende todo proceso de consagracin (Bourdieu, 2002: 337-340).

    Lo simblico, que para el analista constituye una dimensin, es, en el mundosocial, un efecto de creencia, y toda creencia es, necesariamente, una relacincomunitaria. Implica, siempre, el conocimiento y reconocimiento de un capital (dela especie que sea, segn el campo de que se trate,(12) ya sea el honor profesional,el carisma, la eficacia argumental, el coraje, o la belleza) y esto supone, a su vez, laatribucin de un valor a algo o a alguien, de tal modo que ese valor aparece como

    siendo intrnseco: por eso mismo, lo simblico funda su eficacia en eldesconocimiento de los procesos de consagracin en los que se constituye comotal.(13) Postular, entonces, la autonoma relativa de las formas simblicases sealar unpotencial desfasaje entre las condi ciones objetivas (edad, posicin en la estructura deproduccin, sexo, precio, etc.) y comportamientos grupales o individuales (percepciones,apreciaciones, representaciones). Lo que supone, por fin, un rechazo dedeterminismos, objetivismos y subjetivismos (Bourdieu, 2007:223-226 y 1990:281-286).

    1.2) Habitus y condicionamientos sociales de los intercambios discursivos

    Ahora bien, si nos hemos detenido por un momento a definir la dimensinsimblica en Bourdieu ha sido para enmarcar la cuestin que nos interesa: lasprcticas sociales de intercambio discursivo, la produccin y recepcin de discursos,instancias de entre las cules Bourdieu ha privilegiado aquellas que estn (entrmino de Habermas) ligadas insti tucionalmente, sometidas a condiciones deautoridad (es decir, consagradas) de quien habla, y en las que, por tanto, lascondiciones de reconocimiento de esos discursos estn reguladasinstitucionalmente.(14) Intentaremos mostrar cmo el esquema analtico deBourdieu encuentra dificultades para explicar intercambios a niveles que no soninterpersonales.

    En trminos generales, la Teora de los Campos Sociales de Bourdieu reposa enla correspondencia entre las posiciones(del campo especfico en el espacio social, delgrupo en el campo, del agente en el grupo), las disposiciones(cuyo fundamento es elhabitus) y las tomas de posicin (Bourdieu, 1990, 1992, 2007). La centralidad delconcepto de habitusreside en que funciona como dispositivo de mediacin entre lastomas de posicin (destinadas a funcionar como indicadoresdel habitus) y la posicinen la estructura social. Recordemos que el habituses parte de la coartada terica de

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    Bourdieu (una autntica toma de posicin) para superar la querella entresubjetivismo y objetivismo (Bourdieu, 2007: 47-48/ 87-92).

    El socilogo francs parte de la premisa segn la cual la imposicin simbli caesdecir, no slo el propsito de imponer,(15) sino tambin la eficacia como

    posibilidad de que determinado discurso sea aceptado y tenga consecuenciasperformativas - slo puede funcionar en tanto en cuanto se renan condiciones socialesabsolutamente ex teriores a la lgica propiamente lingstica del discurso (1999:46). Hay queatender, entonces, a la configuracin del campo social especfico y a los habitusconstituidos (de grupo, de clase) de quienes participan en un intercambio. Hay unatensin permanente entre los usos oficiales, formales (sancionados por elmercado) y las posibilidades del decir condicionadas por el habitus (1999:56).

    Por eso (2007:101): L a homogeneidad objetiva de los habi tus de grupo o de claseque resulta de la homogeneidad de las condi ciones de ex istencia es lo que hace que las

    prcticas y las obras sean inmediatamente inteligibles y previsibles, percibidas puescomo evidentes: el habitus permite ahorrarse la intencin, no slo en la produccin,tambin en el desciframi ento de las practicas y obras. A utomticas e impersonales,significantes sin intencin de significar, las prcticas ordinarias se prestan a unacomprensin no menos automtica e impersonal .No podemos sino coincidir en que el sentido de las prcticas sociales no puede

    ceirse a la intencin de los agentes. Pero no estamos de acuerdo en que el habitusopere como ahorro de intencin: esto implica introducir la perspectiva delobservador, para quien es legtimo concebir que haya un principio no elegido de todas

    las elecciones (2007:101). Para el actor, en cambio, la intencin (como eleccin,opcin, clculo)(16) no desaparece: es el motor mismo (una ilusin necesaria) de sucomportamiento.

    Por otro lado, quisiramos sealar el supuesto de este razonamiento: si puede (almenos, pretende) ofrecer un alto nivel de prediccin bajo condiciones socialeshomogneas, conduce, en cambio, a lo que llamaremos una esttica de lo social(17)cuando esas condiciones son heterogneas.(18) Bourdieu trabaja sobre la hiptesisde que la correlacin: posicin en la estructura social-habitus-comportamientos, no estsometida a desfases. En rigor, el habitusmismo es la prueba de la necesidad de eseacople. En este sentido (Bourdieu, 1999:57): L o que se ex presa a t ravs del habituslingstico es todo el habitus de clase al que l pertenece, es decir, de hecho, la posicin que ocupa,sincrnica y diacrnicamente, en la estructura social

    En otras palabras: si las condiciones sociales son homogneas, el habituses, ya, laexplicacin de los comportamientos. Pero si esas condiciones son heterogneas, osea, si el sistema de relaciones que es necesario establecer entre las posiciones,disposiciones y tomas de posicin est sometido a desacoples, entonces el habituspierde su potencial explicativo: se convierte en un factor cuya constitucin o incidencia hay queprobar. Esto nos lleva a preguntamos si el habituses una hiptesis, es decir unaproposicin conjetural, o es, ya, la explicacin, la causa y el efecto, el origen y el fin

    de las prcticas a cuyo estudio se aplica.(19)

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    A Bourdieu no se le escaparon estas cuestiones. l mismo ha reflexionado sobre los desfases, di scordancias y fal los que se producen, como parte de la historia delhabitus, entre las posiciones y las tomas de posicin.(20)Pero si esto es vlido parala historia del habitus de un mismo grupo o agente, ms debera serlo para el

    intercambio entre agentes dotados de habitusconstituidos en condiciones socialesdistintas (desiguales o no). El desfase no puede ser, desde este punto de vista, unafalla, sino el modomismo en que se dan los intercambios. De otro modo, la eficaciasimblica que Bourdieu atribuye a la autoridad (efecto de una consagracin),(21)como poder de imponer categoras de percepcin, es aceptable como probabilidadsobre todo cuando la recepcin est sometida a restricciones institucionales (bajo elmodo, por ejemplo, de sanciones). Pero an en ese caso, slo un estudio delintercambio, es decir, de la produccin y del reconocimiento del discurso del agenteautorizado, puede probar la eficacia de la imposicin simblica.

    Es por eso que las leyes sociales de aceptabi lidad de los discursos, segn las cules las esperadas condiciones de recepcin forman parte de las condiciones de produccin, y todas lasex presiones verbales ( ) l levan la marca de sus condiciones de recepcin es decir, queanticipan las sanciones del mercado (1999:50-51) slo pueden reclamar efectividaden un nivel de funcionamiento interaccional, cara a cara. All dnde las condicionesde recepcin, de escucha, de aceptacin estn sometidas a regulacionesextradiscursivas que pueden controlar los emisores. Tipo de situacin en la que, porlo dems, hasta es posible pensar que el control modela la disposicin de loshabitus de quienes son objeto de la imposicin. Pero a medida que el intercambio

    cambia de escala y, por tanto, la situacin se torna heterognea- la distancia entreproduccin y reconocimientoanula ese efecto anticipado que postula Bourdieu.

    2) Giddens: significado, cdigo y estructura de significacin.

    Giddens no escapa al principiode Derrida: l tambin se ha deslizado, en la forma,en la lgica y en los postulados, hacia las dos perspectivas que ordenan su horizonte derechazos, el objetivismo y el subjetivismo. Y si bien Derrida afirma que estedeslizamiento es una necesidad irreductible, en Giddens se trata, a su vez y sobretodo- de una decisin programtica. Si se lo ha cuestionado por eclctico(22) habrque asumir que ese eclecticismo es metdico, regular, sistemtico. Es su opcinterica: repensar la teora social a partir de una redefinicin del arsenal conceptualheredado. Por eso no deja de utilizar nociones como estructura , conciencia, inconciencia , epoj, sistema, principios estructurales, dimensin sintagmtica, ordenvirtual, acto intencional, accin social.(23)

    El caso paradigmtico del modo en que la herencia del consenso ortodox o apareceen Giddens es la redefinicin a que pretende someter al concepto de estructura.Giddens sostiene que las concepciones tradicionales estn en nt ima relacin con eldualismo de sujeto y de objeto social. E structura, para algunos analistas, es la

    formalizacin ( diseo, dice Giddens) de las relaciones sociales, en tanto estas

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    operan como una restr iccin ( ) a la l ibre iniciativa de un sujeto independientementeconstituido. Por otro lado, la estructura, segn la han definido los estructuralistas yposestructuralistas, dice Giddens, es una nocin ms interesante: se la concibe comouna interseccin de presencia y ausencia .

    Cul es la solucin de Giddens? El autor sostiene que esas dos definiciones denotan aspectos importantes de la ar ticulacin de las relaciones sociales, aspectos que suteora de la estructuracin distingue con los conceptos de estructura y sistema.Giddens recupera las dos propiedades asignadas a la estructura por dos tradicionesdiferentes, las dos tienen momentos de verdad: la estructura es una ausencia que seactualiza en las prcticas recursivas de los actores; y es, al mismo tiempo,constrictiva (pone lmites a esas prcticas) y habilitante (no las determina, no las fijade antemano).

    Finalmente, Giddens cree haber encontrado una definicin que asume la

    relacin entre los condicionamientos estructurales y la actividad de los agentes en lanocin de dualidad de estructura: las reglas y los recursos que se apl ican a la produccin yreproduccin de una accin social, son, al mismo tiempo, los medios para la reproduccin sistmica(1995:53-55).(24)En rigor, la nocin de dualidad de estructura es una de las tesiscentrales de la teora de la estructuracin. Esta nocin desarma, para Giddens, eldualismo sujeto-objeto y, ms importante an, articula las dimensiones de la vidasocial.

    Ahora bien, lo que nos interesa es analizar la concepcin de Anthony Giddenssobre la significacin de las prcticas sociales. Precisamente, la significacin es un

    uno de los componentes de la estructura, la cual, a su vez, es una dimensin de la duali dad de la estructura (1995:65), como lo dijimos, la dimensin ms inasible, msabstracta de las relaciones sociales: la estructura es un orden vi rtual, dice Giddens, slo ex iste en las actualizaciones de esas prcticas y como huel las mnmi cas que ori entan laconducta de los agentes humanos entendidos (1995:54). Con esto el autor pretendeahuyentar el fantasma de Durkheim: si la estructura existe como huellas mnmicasentonces no es externa al agente (no es, propiamente hablando, un hecho social, no sele impone de manera coactiva).(25)

    Dado que la estructura , en el mejor de los casos, siempre es un instrumentoheurstico (en el peor, ocurre aquello que Bourdieu imputaba al objetivismo: se pasadel modelo de la realidad a la realidad del modelo), esta aclaracin slo vale porque abrepaso a lo que s sera empricamente registrable: prcticas socialesinstitucionalizadas, que presentan una recursividad y una duracin de tiempo yespacio, es decir, de las que es posible decir que poseen propiedadesestructurales . Y si existen prcticas de las que se pueden predicar propiedadesestructurales es porque en su produccin y reproduccin(26) han hecho intervenir areglas y recursos de la vida social. Se entiende que si Giddens conserva el trmino estructura es para dar cuenta de los aspectos ms duraderos de los sistemas sociales(1995:60). Desde este punto de vista, la significacin, o los sistemas significantes,

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    son, tambin, en la mirada de Giddens, estructuras. l mismo hablar de estructur asde significacin (1995:66).

    No hay modo, pues, de entender la teora de la significacin de Giddens sindesarmar el concepto de estructura. Y antes de proceder, conviene adelantar dos

    conclusiones: 1) dado que Giddens ofrece una concepcin en sostenida por la ideade un cdigo de la significacin esto, como veremos, es asumido explcitamentepor el autor- su argumento termina, casi de manera ineluctable, emparentado conuna tradicin de pensamiento que l se propone criticar. En efecto, habindosedistanciado del funcionalismo(27) termina por adoptar una concepcin de lossistemas significantes que ha sido elaborada, precisamente, por uno de losfuncionalismos, el lingstico, 2) as como Bourdieu, tambin Giddens propone unaconcepcin de la significacin que, en uno de sus niveles, es apriorstica, alsubordinar la existencia de cdigos de signi fi cacin a la dominacin .

    2.1) Estructura y cdigo de significacin

    La duali dad de la estructur a se organiza, segn Giddens, en dimensiones. A suvez, las dimensiones se disponen segn el par prstamo de lo que Giddens llama posestructurali stas(28) presencia / ausencia (superf icie / profundidad; visible

    / invisible). Reproduzco el cuadro en el que Giddens esquematiza estas dimensiones(1995: 65)(29)

    1 E structura significacin dominacinlegitimacin

    D ualidadD e la estructur a

    2 (M odalidad) esquemas de facilidadnorma

    comprensin

    3 Interaccin comunicacin podersancin

    En el esquema de Giddens existen tres dimensiones: la estructura, la modalidad,y la interaccin. Estas dimensiones se ordenan en niveles verticales. Aqu nos interesaentender cmo se articulan las dimensiones que explican la produccin de sentido.As, la significacin se ubica en el nivel de la estructura; los esquemas decomprensin, en las modalidades; y la comunicacin en la interaccin(comunicacin puede reemplazarse por conversacin, dado que, segn Giddens, ni laescritura ni el habla tienen prioridad en la teora de la estructuracin: la conversacininformal es el principal vehculo de signi ficacin, porque acta en contex tos conductuales y

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    contex tuales saturados .(30) Como puede verse, hay un nivel que podramos llamar empr ico (all donde los comportamientos son registrables) y un nivel que ordenael complejo de interacciones. Queda por definir el status de las modali dades deestructuracin. Son, estrictamente hablando, un nivel analtico intermedio: refiere a los

    rasgos estructurales las aptitudes de entendimiento de los agentes . En filigrana puedeapreciarse una deuda (no admitida) de Giddens con Alfred Schtz, deuda que sehace ms patente si nos acercamos a la definicin de los esquemas de comprensin: son los modos de prefi guracin integrados en los reservori os de saber de los actores, que se apl icanreflex ivamente para el manteni miento de una comunicacin (1995:65, cursivas nuestras). Enefecto, lo que est en juego son las precondiciones que deben darse para que lacomunicacin / conversacin/ entendimiento sea posible. La expresin reservorios desaber corresponde a Schtz. Giddens, en un pasaje de su libro, dice preferir eltrmino saber mutuo (aunque luego siga usando el prstamos del austriaco), del que

    dice que forma parte de encuentros y no es di rectamente asequible a la conciencia de losactores (1995:42).(31) Forma parte de lo que Giddens denomina conciencia prcti ca(que tiene claras analogas al habitusde Bourdieu), es decir, un saber que no espuesto en discurso, sin que pueda dudarse que se trata de un saber.(32) Como sea,creemos que la expresin reservori os de saber es factible de emparentar con la de cdigo.

    Veamos si Giddens ejecuta esa conexin no sin apercibirnos de que el autor damuestras explcitas de entender el terreno que transita. Es decir, no tratamos deasignarle una posicin que en l sera tcita y nosotros estaramos infiriendo. Es el

    propio Giddens el que va y viene sobre la nocin de cdigo cuando intenta explicarcmo se produce la significacin de las prcticas sociales.

    2.2) El lugar del cdigo

    Entonces, el nivel de la interaccin es muy importante para Giddens ya queindica su rechazo de las concepciones para las cuales la lengua es una entidad autnoma. No, dice Giddens: el lenguaje est situado en prcticas sociales y lasignificacin est saturada en las situaciones de accin prctica (1990:279). Por tanto, nopuede aceptarse la idea de que el significado est incorporado a los cdigos o series dediferencias relacionados con la langue (1990:280). La significacin solo es concebible enun ordenamiento espacio-temporal. El significado no es construido por el juego delos significantes, sino por la interseccin de la produccin de significantes conobjetos y sucesos en el mundo, enfocada y organizada por el individuo que acta(1990:271). De ah, como vimos, la primaca de la conversacin. L a conversacinordinaria es precisamente aquel instrumento para vivir en el mundo en el que engarzan lareferencia y el significado.

    En principio, hay dos afirmaciones que se orientan en contra de la primera delas conclusiones que presentamos por adelantado: dijimos que en Giddens la

    estructura de significacin es asimilable a la nocin de cdigo. Pero Giddens se

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    dedica a rechazar la concepcin saussureana de la lengua (ya que en ella la funcinreferencial est anulada en tanto el valor de los signos depende de sus relacionesdiferenciales en el sistema, y la lengua no es una nomenclatura, de modo que elmundo real ha sido evacuado) y, a partir de ese rechazo, a los herederos de Saussure.

    Rechazo, por tanto, de uno de los principios saussureanos: el sujeto no intervieneen la produccin de sentido.(33) Para Giddens, por el contrario, la significacin estorganizada por el individuo que acta. Entonces, la nocin de cdigo (que, por lodems, Saussure no emplea aunque su emergencia est directamente ligada su teorade la lengua),(34) segn aparece en este pasaje, es igual a la nocin de lengua. Sinembargo, G iddens no abandona el uso del concepto.

    Por el contrario: la teora de la estructuracin se vale, para el estudio de laproduccin social de significados organizados en estructuras, de una teora de lacodificacin (1995:66). Y no es casual: Giddens concibe al lenguaje al modo de los

    funcionalistas del crculo de Praga: como un medio de comunicacin. Ms ac o ms all,tiene una concepcin instrumental del lenguaje.(35) Giddens: E l lenguaje es un mediode comunicacin pero la comuni cacin no es el objetivo de la conversacin (1990:281). Peroentonces, cul es el objeti vo de la conversacin? Cmo entender comunicacin?Slo queda suponer que Giddens se refiere al entendimiento. Y entonces, habr quedarle la razn: no siempre la conversacin tiene como horizonte una necesidad de entendimiento racional.(36)Sin embargo, se trata de una solucin deficiente: una vezque se ha definido al lenguaje como medio de comunicacin, cmo distinguirlo delas situaciones en las que se emplea? O acaso en la conversacin no hay uso del

    lenguaje? He aqu una incoherencia en la que no cayeron los lingistasfuncionalistas.Recapitulemos: qu queda, pues, del significado? Es la dimensin estructural de

    la interaccin, situada en un orden espacio temporal de prcticas sociales, y de larelacin entre esas prcticas y los cdigos de significacin. Y los cdigos son laspropiedades estructurales de los rdenes simblicos (institucionales: por ejemplo, ellenguaje). Entonces, la estructur a es el final de un recorrido que slo puedeempezar con la l ibertad de accin humana (Giddens, 1990:204). Es slo por el obrarde los seres humanos que se crean prcticas de largo plazo (institucionalizadas), esdecir, prcticas que tienen propiedades estructurales. La estructura, en ese caso, esuna referencia final que guarda la forma de la nocin de cdigo: ella sera un locus,un reservorio de las reglas y recursos (hay que notar que Giddens nunca le ponenombre a la estructura, la define por comparacin: estructura como reglas y recursos,cursiva nuestra) que el obrar humano crea, pero que, evidentemente, no puede, aposteriori, modificar por obra de su voluntad. Pero qu es lo que no se puedemodificar a voluntad? Precisamente, la creacin y recreacin de ese repertorio dereglas y recursos, en tanto no son opciones de libre albedro. Por lo tanto, lainnovacin de Giddens reside en reformular, en primer lugar, la gnesis de laestructura, y, luego, su modo de ex istencia. Las propiedades de esa estructura no las

    propiedades estructurales, sino las que podemos predicar del concepto- no pueden

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    variar radicalmente de las que han propuesto sus antecesores, si no a riesgo de tenerque abandonar el concepto.

    En el caso de Giddens, la estructura sigue siendo una hiptesis: la de laexistencia de un conjunto de elementos en su caso, reglas y recursos- que marcan los

    lmites de las acciones humanas, en tanto les vienen dados, pero que no determinanesas acciones. El sentido de la accin preexiste a la estructura? No: ambas, dirGiddens, se producen y reproducen recursivamente. Pero entonces: por qurecurrir a una teora de la codificacin, si esta implica que los elementos que locomponen estn ya en una relacin determinada -por regla, convencin, norma o loque fuere- es decir, traducido al problema que nos interesa, que hay un sentidopresente en algn lugar?.(37) Esta es la paradoja que Giddens no logra resolver, yque no puede hacer sin abandonar buena parte de su caja de herramientas tericas.

    Por lo dems, creemos que esta paradoja se consolida en la perspectiva de

    Giddens sobre la relacin entre dominacin y cdigos de signi fi cacin, cuya crticahemos adelantado en nuestra segunda conclusin. Dice el autor (1995:67): D ominacin no es lo mismo que estructuras de signi fi cacin sistemticamente distorsionadasporque dominacin es la condicin misma de ex istencia de cdigos de signi fi cacin. Que hayrelaciones de dominacin que condicionan relaciones de comunicacin (oconversaciones), no caben dudas: pero postular, de manera universal, lapreexistencia de la dominacin es considerar que sta existe (y las prcticasrecursivas que la reproducen) con independencia de los sistemas significantes que laorganizan y que permiten ejercerla, padecerla y entenderla.

    3) Habermas: el mundo de la vida y el sentido de las prcticas sociales

    Desde el punto de vista segn el cual interpelamos a Habermas(38) -el de lapregunta por la produccin social de sentido- nos interesa indagar, puntualmente, ensu adscripcin y uso de las premisas de la pragmtica formal y la teora de los actosde habla. En efecto, antes que una teora del lenguaje, en Habermas encontramos eluso instrumental de una teora, o mejor dicho, de una tradicin que va desde los pragmatistas(39) norteamericanos (James, Dewey, Peirce), pasa por la tradicin dela filosofa del lenguaje (Frege, Russell, Strawson, Grice, Searle) y llega a la teora delos actos de habla de Austin (l tambin un filsofo del lenguaje), adaptada porHabermas a las exigencias formales de la accin comunicativa.(40) Nos hacemoscargo, con esta eleccin sesgada, del grave recorte que le infligimos a una reflexincomo la de Habermas, rgidamente sistemtica. En todo caso, debe quedar en clarolo siguiente: la teora de la accin comunicativa es una teora sobre la posibilidad de losocial, es decir, se propone entender la produccin y reproduccin social, elfuncionamiento de conjunto de la sociedad; lo que aqu enjuiciaremos es lo quepodramos llamar el nivel de la interaccin lingstica en su teora, el nivel en el cual elautor indaga los procesos de intercambio comunicativo de los comportamientos

    sociales. En este sentido, la teora de los actos de habla le sirve a Habermas como

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    modelo de accin comunicativa. De todas formas, tampoco podemos presumir denuestras capacidades de enjuiciamiento: slo aspiramos a sealar, por un lado, todo loque la teora de la accin comunicativa le debe a una teora instrumental-funcionalde la comunicacin y los lmites que, a travs de esa deuda, Habermas hereda; y, por

    otro, dar cuenta de los problemas derivados que Habermas le aade: hacer dependerel significado de una emisin, del saber de fondo implcito que los participantes deun intercambio comunicativo comparten.

    3.1) Pasaje de la conciencia al lenguaje

    Centraremos nuestro anlisis en lo que el propio autor denomina el aspectofuncional de entendimiento, que es una de las dimensiones de toda accincomunicativa. Recordemos, de pasada, que para Habermas este concepto accin

    comunicativa- debe comprenderse siguiendo los hi los del entendimiento lingsti co. Laaccin comunicativa implica, en este sentido, la interaccin en un marco orientado alograr un acuerdo racionalmente motivado alcanzado entre los parti cipantes que se mide por laspretensiones de validez suscept ibles de crtica .(41) La accin comunicativa es una accinorientada al entendimiento. Pero no slo: Habermas se muestra especialmentepreocupado por demostrar que la accin comunicativa no debe reducirse a unainterpretacin del mundo, a una mera friccin intelectual: implica, al mismo tiempo, procesos de interaccin social y de social izacin (1987b:198), es decir, participan, comodimensiones constitutivas, procesos estructurales con funciones especficas de

    reproduccin cultural, integracin social y socializacin. De esta manera Habermaspretende distanciarse de lo que denomina concepcin culturali sta del mundo de lavida, perspectiva que atribuye a Alfred Schtz.(42) Superar esta concepcin implica,para Habermas, salirse de los dominios de la filosofa de la conciencia, y staoperacin slo es posible mediante el pasaje de la conciencia al lenguaje, es decir,abandonando el marco de la fi losofa de la conciencia, porque en ella el sujeto vivenciantesigue siendo el punto de referencia ltimo. En ese contexto analtico, las estructuras delmundo de la vida aparecen como proyecciones o reflejos en/ de las vivenciassubjetivas de un actor solitario, y no como estructuras de la subjetividad l ingsticamentegeneradas (Habermas, 1987b:185). Por eso, dir Habermas, es necesario concebir al mundo de la vida como un acervo de patrones de interpretacin transmit idos cul turalmente yorganizados lingsticamente (Habermas, 1987b:176).

    Retengamos, entonces, este primer movimiento: el pasaje de la conciencia al lenguaje consiste en desplazar el punto de vista (del observador): de la subjetividadaislada de un individuo a la intersubjetividad fundante del lenguaje.

    3.2) El lenguaje y el saber preterico

    Reparemos por un momento en el marco general de una situacin de

    comunicacin cualquiera para entender el lugar del lenguaje. Habermas dir que es

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    necesario distinguir entre el mundo de la vida, por un lado, y tres conceptos formalesde mundo, por otro.

    El mundo de la vidaguarda la forma de convicciones de fondo a-problemticas, patronesde interpretacin heredados, de presupuestos. Escribe Habermas (1987b:178): Este

    acervo de saber provee a los participantes en la comunicacin de convicciones de fondo a-problemt icas, de convicciones de fondo que ellos suponen garant izadas , y de esas convicciones defondo se forma en cada caso el contex to de los procesos de entendimiento. En definitiva, lasestructuras del mundo de la vida (culturales, societales, identitarias) fi jan las formasde la intersubjetividad de todo entendimiento posible. E l carcter a-problemti co del mundo de lavida es radical: no puede ser controvertido como conocimiento intersubjetivo compartido: slo puedevenirse abajo. Dice Habermas -glosando a Schtz-: guarda la forma de lo evidente desuyo.(43)

    Ahora bien: si el mundo de la vida no puede ser tematizado, no puede ser

    universo de referencia, de qu pueden hablar los participantes de unacomunicacin? Aqu Habermas ofrece los tres conceptos formales de mundo: elmundo objetivo (conjunto de las entidades sobre las que son posibles enunciadosverdaderos); el mundo social (como conjunto de todas las relacionesinterpersonales legtimamente reguladas); sobre el mundo subjetivo (totalidad de lasvivencias del hablante, a las que este tiene acceso privilegiado).

    Tenemos, entonces, por un lado, un conjunto de saberes implcitos, que permanecen a espaldas de los participantes de la comunicacin, saberes que estninscriptos en el lenguaje, y que operan como condicin de posibilidad de una accin

    orientada al entendimiento. Por otro lado, el universo de referencia, aquello de loque es posible hablar. Por esto, escribe Habermas (1987a: 143) para el modelocomunicativo de la accin el lenguaje slo es relevante desde el punto de vista pragmtico de que loshablantes, al hacer uso de oraciones orientndose al entendimiento, contraen relaciones con elmundo. Los hablantes integran, en un sistema, los tres conceptos de mundo, ypresuponen ese sistema como marco de la interpretacin que todos comparten,dentro del cual pueden llegar a entenderse.

    3.3) El fundamento racional del lenguaje

    Si hay un pasaje importante para entender la concepcin habermasiana dellenguaje es aquel en que distingue entre un modo ori ginal y un modo parsit o deluso del lenguaje. Veamos: (...) el empleo del lenguaje orientado al entendimiento es el modooriginal frente al cual el entendimiento indirecto, la comprensin indirecta, el dar a entender o elhacer que el otro conciba tal o cual opinin se comportan de forma parsita.(44) Habermasconsidera que la teora de Austin, y puntualmente, la distincin entre actos de hablailocucionariosy perlocucionarios,(45) permite hacer ese corte conceptual , como gusta dedecir el propio autor.

    Desde nuestro punto de vista, la principal consecuencia que se deriva de esa

    afirmacin epistemolgica es metodolgica. Y debe analizarse en conjunto con el

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    siguiente prrafo: U na pragmtica, que ni siquiera empezara cerciorndose del punto departida pragmtico formal, no dispondra de los instrumentos conceptuales necesarios parareconocer los fundamentos racionales de la comunicacin lingstica en la desconcertante complejidadde escenas cotidianas observadas .(46) Desagreguemos los trminos contenidos de esta

    cita. Primero, la distincin entre pragmti ca empri ca y pragmtica formal. staltima, en tanto pragmtica, concibe al lenguaje como un medio dentro del cual loshablantes contraen relaciones con el mundo y se presentan frente a los dems conpretensiones de validez,(47) y en tanto formal, se propone reconstrui r racionalmente lasreglas universales y los presupuestos necesarios de los actos de habla orientados alentendimiento.(48)Esto no es casual: el gran problema, para Habermas, es cmoordenar la desconcertante complejidad de escenas coti dianas observadas. En este punto escoherente: se trata del mismo diagnstico que llev a Saussure optar por la lengua(como sistema) evitando el universo heterclito, desordenado, mltiple del habla, y

    a los funcionalistas lingsticos a privilegiar el concepto de funcin (un a priori queencauza los modos de circulacin lingstica). Aceptando que, como dice AntoineCulioli, la abstraccin por la cual pasamos de lo emprico a lo formal consti tuye un acto deviolencia terica (1990), el privilegio otorgado por Habermas al entendimiento comomodo original del lenguaje, camuflado de ontologa, es, en rigor, una solucinmetodolgica, en tanto le sirve como un operador de abstraccin.(49)

    Ahora bien: se sigue de esto que los hombres slo utilizan el lenguaje paraentenderse, es decir, para llegar a acuerdos consensuados a travs de proposicionescon pretensiones de validez y susceptibles de crtica? Habermas sabe que no.(50)

    Pero sostiene que el entendimi ento es inmanente como telos al lenguaje humano.(51) Esdecir, que permanece como fundamento o, mejor, como proyeccin ideal, inclusiveen aquellas situaciones en las que los actores no quieren entenderse sino causarseefectos mutuamente. An ms, esta concepcin tiene, en Habermas, fuertesimplicaciones ontogenticas: la sociedad sera imposible si la lengua no se usara comomedio de entendimiento y coordinacin de acciones, de modo que este fundamentoracional est condicionado por el mismo desarrollo de la facultad del lenguaje en losseres humanos.(52)

    3.4) De la literalidad al saber implcito, de la conciencia a la intencin

    El sistema argumental de Habermas reposa sobre el siguiente mecanismo debase: presentar situaciones con un alto grado de idealizacin (sometidas arestricciones que slo son posibles en un nivel analtico-formal) a las que,progresivamente, va desmontando, es decir, a las que va liberando de loscondicionantes artificiales para acercarlas, as, a situaciones fcticas. En el caso delos actos de habla orientados al entendimiento, este trnsito se produce en el pasajede tipos puros de intercambio lingstico (aquellos en los que intencin y enunciadocoinciden plenamente,(53) distincin, por lo dems, cara a los pragmticos de los

    actos de habla) a situaciones naturales (1987a:421-422) condicionadas por el

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    contexto de comunicacin. Y pensar en el contex toes, en Habermas, dar cuenta de laincidencia del saber de fondo colectivamente compartido (1987a: 429) entre hablante yoyente. Este trnsito se sostiene, adems, en la pertinencia de la triparticintradicional de los estudios lingsticos en sintctica, semntica y pragmtica. Desde este

    punto de vista, sera posible distinguir entre el signi fi cado que la emisin le debe alcontex to y el signi ficado li teral de lo dicho (1987a:423). Para Habermas, la incidencia deese saber (contextual e implcito) es determinante: E l saber contex tual y de fondo quecolectivamente comparten hablantes y oyentes determina en grado ex traordinar iamente al to lainterpretacin de sus emisiones ex plcitas (1987a: 429).

    Hay que sealar aqu una discordancia: si el saber implcito colectivamentecompartido tiene tal poder determinante en la interpretacin de emisiones ajenas;si, por lo tanto, ese saber que es, ya, colectivo, intersubjetivo (que, por lo tanto, nopuede describirse como propiedad de una conciencia individual) regula las

    condiciones de significacin en una accin comunicativa, entonces ya no seranecesario recurrir al punto de vista del locutor, a la intencin del sujeto hablante. La intencin sera una variable innecesaria, dado que el objeto de la indagacin seran las reconstr ucciones hipotticas de ese saber pre-terico de que los hablantes competentes hacen usocuando emplean oraciones(54) en acciones orientadas al entendimiento (1987a:193).

    Sin embargo, Habermas en tanto su modelo de anlisis de la accincomunicativa son los actos de habla- no abandona nunca la perspectiva delhablante, tpico punto de vista del funcionalismo lingstico, y en general,perspectiva que adoptan las teoras lineales de la comunicacin.(55) En cualquier

    caso, lo que nos interesa es la siguiente paradoja: si el paso de la conciencia al lenguaje le permita a Habermas situar a la intersubjetividad como un a-priori decualquier intercambio, ya que el mundo de la vida se organiza lingsticamente, laadopcin del modelo de los actos de habla lo obliga a adoptar el punto de vista delhablante, es decir, de sus intenciones: y la intencin repetimos este principio- esuna propiedad de la conciencia.(56)

    4) Conclusiones

    En este trabajo quisimos analizar el modo en que tres teoras sociales (la T eorade los Campos Socialesde Bourdieu, la T eora de la estructuracin, de Giddens, y la T eorade la A ccin Comunicati va, de Habermas), en su intento por superar la vieja dicotomaentre subjetivismo y objetivismo, elaboraron sus hiptesis relativas a la produccindel sentido de las prcticas sociales. Segn vimos, para los tres autores, este gesto haimplicado la consideracin de la discursividad de estas prcticas, con especialnfasis en problemas de ndole lingstica y comunicativa.

    Consideramos que este anlisis no carece de inters para las ciencias de lacomunicacin ya que apunta a discernir, en estas teoras, algunos movimientosinterpretativos que surgen de lecturas compartidas, sobre todo las derivadas de la

    lingstica, que ha servido, histricamente, de base terica para los modelos

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    comunicacionales. En este punto, declaramos desde el comienzo del trabajo nuestraadscripcin a la T eora de los D iscursos Sociales de Eliseo Vern, cuyas premisasutilizamos como claves de lectura. De alguna manera, este es un intento por darcuenta de los fuertes vnculos que una teora como la de Vern, tradicionalmente

    ligada a sus discusiones con la lingstica y la semitica, tiene con la sociologa.Por lo dems, en ningn caso quisimos someter a los trabajos de Bourdieu,Giddens y Habermas a una impugnacin ex pansiva. Por muchas razones, de entre lascules una sola basta: nos declaramos incompetentes para tamaa empresa. Encambio, s buscamos detectar aquellas zonas de reflexin que nos conciernen comoinvestigadores en comunicacin, y como visitantes recurrentes de estas obras. Enfin, ya que seguiremos volviendo sobre ellas, no podemos menos que reclamar elderecho a evaluarlas.

    Sealemos, en primer lugar, una coincidencia entre los tres autores: el intento

    por abandonar variables asociadas a la filosofa de la conciencia como factorexplicativo (la intencin, por ejemplo). Bourdieu, propone separar a la experienciainmediata de su privi legio gnoseolgico; Giddens, hace hincapi en la importancia delas estructuras de signifi cacin que, actualizadas en prcticas recurrentes, no sonpropiedades mentales de los individuos; Habermas, propone un pasaje de la conciencia al lenguaje que consiste en desplazar el punto de vista (del observador):de la subjetividad aislada de un individuo a la intersubjetividad fundante dellenguaje. En este punto, ms all de las diferentes soluciones, estamos de acuerdocon los tres autores

    En cada caso, sin embargo, hemos sealado algunas observaciones crticas.Destacamos, en Bourdieu, la funcin explicativa ambivalente del habitus.Creemos que es una herramienta analtica potente (o sea que ofrece altos niveles deex plicacin) cuando se la aplica en condiciones sociales homogneas y reguladas, esdecir cuando la correlacin posicin en la estructura social-habitus-comportamientosno estsometida a desfases. En estos casos, una descripcin pertinente de los habitus delos grupos o los individuos permitira saber de antemano qu sentido puedenasignarle a determinadas prcticas. Sin embargo, cuando esas condiciones sonheterogneas o sea, si el sistema de relaciones que es necesario establecer entre lasposiciones, disposiciones y tomas de posicin est sometido a desacoples, entoncesel habitus pierde su potencial explicativo: se convierte en un factor cuya constitucin oincidencia hay que probar. Esto nos lleva a preguntamos si el habituses una hiptesis, esdecir una proposicin conjetural, o es, ya, la explicacin, la causa y el efecto, elorigen y el fin de las prcticas a cuyo estudio se aplica.

    En Giddens sealamos una incoherencia en su teora de la significacin, entanto, por un lado, recurre a una concepcin del lenguaje como instrumento decomunicacin (al modo del funcionalismo lingstico) y al mismo tiempo pretenderechazar a la conciencia como factor explicativo. Por lo dems, nunca abandona ladistincin conciente / inconciente (pertinentes, creemos, en psicoanlisis, pero que

    no tiene mucho que ofrecer una vez que se ha proclamado la importancia

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    secundaria de la intencin para explicar el significado de los intercambioscomunicativos). Adems, Giddens hace un giro paradjico rechazando elsaussurianismo pero, al mismo tiempo, recurriendo a una teora de la codificacinasociada a la centralidad que le otorga a la nocin de estructura. Dijimos que, para

    Giddens, la estructura sigue siendo una hiptesis: la de la existencia de un conjuntode elementos reglas y recursos- que marcan los lmites de las acciones humanas, entanto les vienen dados, pero que no determinan esas acciones. Lo que nospreguntamos, en este sentido, es si para el autor el sentido de la accin preexiste a laestructura. Su respuesta es que ambas se producen y reproducen recursivamente.Pero entonces: por qu recurrir a una teora de la codificacin, si esta implica quelos elementos que lo componen estn ya en una relacin determinada -por regla,convencin, norma o lo que fuere- es decir, traducido al problema que nos interesa,que hay un sentido presente en algn lugar? Ms all de lo que consideramos ciertas

    inconsistencias al momento de vincular tradiciones tericas no siemprecompatibles, si la teora de la codificacin es pertinente, es, al mismo tiempo,limitada: no puede sostener una teora, como la de Giddens, que pretende ser unateora sobre el funcionamiento global de la sociedad.

    En el caso de Habermas, creemos que su lmite es que el modelo comunicacional al que recurre es el de los pragmatistas (sobre todo, anglosajones), quienes nuncaabandonaron una concepcin lineal de la comunicacin, muy ceida al problema delas distancias que existen entre el decir y querer decir, es decir, muy dependientes(pese a los enormes adelantos que autores como Austin o Grice, produjeron en la

    tradicin de la filosofa del lenguaje), de la intencionalidad de los agentes, lo queentra en contradiccin con el mencionado pasaje que Habermas, descartando a lasubjetividad como factor explicativo, propone de la conciencia al lenguaje yplantear, de ese modo, a la intersubjetividad como un a-priori de cualquierintercambio.

    NOTAS(1) Peirce, Charles Sanders. L a ciencia de la semitica. Buenos Aires, Nueva Visin, 1974.(2) Derrida, Jaques. G nesis, estructur a y la fenomenologa. En:

    http:/ / www.jacquesderrida.com.ar(3) Nuestras referencias bibliogrficas fundamentales sern: Vern, E. L a semiosis social,Barcelona, Gedisa, 2004, (2004a) y Vern, E: F ragmentos de un tejido, Barcelona, Gedisa, 2004,(2004b)(4) Esta doble hiptesis aparece desarrollada en todas sus consecuencias en el captulo 5 deL a semiosis social: E l sentido como produccin discursiva.(5) Podramos agregar que para Derrida no podemos enunciar ni nguna proposicin destructiva que nohaya tenido que deslizarse en la forma, en la lgica y en los postulados impltcitos hacia aquello mismo queaquella querra cuestionar. De modo que no se trata de imputar una falla en el procederindividual de un autor sino de advertir sobre las necesidades i rreductibles inscriptas en el seno

    mismo del modo de produccin acadmico.

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    (6) Para Bourdieu, este principio funda la posibilidad de una ciencia sociolgica, y sudesarrollo debe rastrearse en el santoral de la disciplina. As, tanto Marx, Durkheim y Weberhan compartido este principio de la teora del conocimiento sociolgico, lo que permitereunirlos aqu, aunque ms all sus diferencias en el plano de la teora del sistema social seanevidentes.(7) E n un primer momento, la sociologa se presenta como una topologa social (Bourdieu, 1990:281). el sistema de relaciones en que los indi viduos se hal lan i nsertos se ex presa ms adecuadamente en ( ) l amorfologa de los grupos que en las opiniones ( ) declaradas de los sujetos (Bourdieu, 1988:34).(8) Si la afirmacin apareca tajante por el modo en que presentaba el sentido de lasdeterminaciones, Bourdieu matizaba la postura explicando que esta concepcin era elmomento necesario de objeti vismo provisorio, condi cin de la captacin de la verdad objetivada en lossujetos. (1988:34)(9) Las citas corresponden a la edicin publicada por la Editorial Siglo XXI en 2007.(10) En Qu significa hablar (1999:88) Bourdieu refrenda esta posicin: E s necesario romper conlas prenociones de la sociologa espontnea, superar la oposicin entre la representacin y la realidad, eincluir en lo real la representacin de lo real, o ms ex actamente la lucha de las representaciones en el sentidode imgenes mentales. Resalto en cursiva la nocin de imgenes mentalesporque, me parece, dacuenta de un desliz que Bourdieu repite en otros textos (ver E l sentido prcti co, pg. 226). Msall de la necesidad de discutir un concepto como el de representacin, sobre todo cuando seaplica a discursos (lingsticos, icnicos o corporales) que estaran ex presando una realidadexterna a ellos, lo que quiero destacar es que, si las representaciones son imgenes mentalesentonces su estudio corresponde, no a la sociologa, sino a la psicologa o a las cienciasdedicadas a estudiar el funcionamiento del cerebro. Si es posible acceder a una imagen mentales porque esa imagen ha sido inscripta en un soporte material (cuerpo, voz, imgenes,edificios). Si lo mental es, como parece, una propiedad del individuo (y an ms, del cerebro

    del individuo), las ciencias sociales no estn dotadas, an, de los instrumentos que lespermitan comprobar la correspondencia entre esa propiedad y la representacin en el nicomodo en que podemos conocerla: como inscripcin material en soportes que,necesariamente, son exteriores a toda conciencia. A menos, claro, que la conciencia sea,como en Peirce, una ddiva al Cancerbero.(11) Gastn Cingolani (2004) ha sealado, con acierto, que Bourdieu osci la entre considerar simblico a cierto aspecto de los bienes y acciones, y considerar as a t ipos de bienes y acciones. Nuestraopcin -dar a lo simblicoel estatus de dimensinconstitutiva de funcionamiento e institucinde lo social- tiene en cuenta esos vaivenes.(12) Ya que ex isten leyes generales de los campos, mecanismos univerales y genri cos y, al mismo

    tiempo, cada campo tiene propiedades especfi cas, lo que permite, al decir de Bourdieu, fundar una teora general de los campos sociales. Bourdieu, 1990, pgina 135.(13) As, el carisma del lder, que aparece como emanacin de su propia figura, es, en rigor,el resultado del investimiento de poder, de la consagracin, que resulta de las relacionesmismas del campo, entre las que hay que anotar (adems de ciertos recursos, como dineropara compensar apoyos) a la creencia en la legitimidad de la autoridad como factor dedotacin (de carisma, de prestigio). Ver, como ejemplo, Bourdieu, 2007, pags. 227/ 228.(14) Vamos a reparar, aunque no exclusivamente, en ciertos pasajes del libro Qu signi fi cahablar? (1999) en los que Bourdieu analiza los condicionamientos sociales de losintercambios lingsticos.

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    (15) E l poder simbli co de los agentes como poder de hacer ver theorein- y de hacer creer, de producir y deimponer la clarificacin legtima o legal depende (...) de la posicin ocupada en el espacio (y en lasclasificaciones que se encuentran potencialmente inscritas en l). (Bourdieu, 1990:392)(16) Es notable, incluso para el propio Bourdieu, que el habitus, como concepto, pivoteasobre paradojas: L as conductas pueden estar ori entadas con relacin a fi nes sin estar concientementedi rigidas a esos fi nes, por esos fines. L a nocin de habi tus fue inventada, si puede decirse, para dar cuenta deesa paradoja. Bourdieu, P. Fieldwork in sociology, en Cosas dichas, Gedisa, Barcelona, 2004,p 18.(17) Entendemos por esttica de lo social auna correlacin equilibrada entre, por un lado, laposicin que un agente ocupa en la estructura social y el habitus constituido bajo esacondicin, y, por otra, sus modos de pensar, hablar, interpretar, accionar. En trminosgenerales podemos decir que la misma nocin de habituses expresin de -y expresa- unaesttica social, que, por lo dems, es, siempre, una situacin socio-histrica.(18) Esto, claro, obliga a elaborar hiptesis sobre la constitucin de las sociedadescontemporneas. Por nuestra parte, coincidimos con Eliseo Vern cuando afirma que lamediatizacin (la instalacin de tecnologas de comunicacin) es un factor decomplejizacin de nuestras sociedades, en tanto los medios de comunicacin (diarios, radio,TV, Internet) son dispositivos de ruptura de escala. Vern, Eliseo. E spacios M entales., Barcelona,Gedisa, 2002.(19) La impresin es que, debiendo ser la primera, termina por ser la segunda. De modoque, si Bourdieu nos ofrece una reflexin sobre la produccin de sentido, esa explicacinqueda paralizada frente al verdadero resultado: el sent ido ya est ex plicado, de antemano, por lahistoria de la produccin del habitus.(20) Bourdieu, Pierre. M editaciones Pascalianas, Barcelona, Anagrama, 1999, pp 209-214.(21) L a autoridad que funda la eficacia performativa del discurso sobre el mundo social, la fuerzasimblica de las visiones y previsiones que apuntan a imponer principios de visin y de divisin de ese mundo,es una percipi , un ser conocido y reconocido, que permite imponer un percipere , es decir, categoras depercepcin. (1990:293)(22) Ortiz Palacios, Luis ngel. Accin, significado y estructura en la teora de AnthonyGiddens , en Revista Convergencia, N 20, septiembre diciembre de 2006. En:www.redalyc.uaemex.mx.(23) O, dira Bourdieu: es un modo de reorganizar el capital consagrado y reconocido delcampo acadmico para intervenir, bien pertrechado, en las disputas por el monopolio delsaber legtimo. Aunque tambin podemos postular que se trata de la nica manera deproducir saberes disciplinares, se trate del campo de que se trate.

    (24) Es de esperar que se entienda que el desarrollo general de la nocin de dualidad deestructura es ms completa y compleja. Nos interesa dar un marco a la reflexin posterior.Para un anlisis ms detenido y riguroso: Varela, Paula y Bosoer, Valeria. Agencia yestructura: reflexiones en torno a la teora de la estructuracin , en Schuster, Federico(comp). F i losofa y mtodos de las ciencias sociales, Buenos Aires, Manantial, 2002(25) Parece improbable que an as Giddens logre lo que expresamente se propone:distanciarse del modelo madre, la langue saussuriana. De hecho, la estr uctura de ese mododescripta, resulta algo as como la mitad de la lengua. En efecto, Saussure se extraaba porla calidad peculiar de su objeto: no poda dudarse de que existiera, y sin embargo no se dabaa la observacin del mismo modo que los objetos de las ciencias naturales. La lengua, sin

    embargo, tena existencia concreta: resida en el cerebro. Y el signo era una entidad psquica:

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    E n el fondo, todo es psicolgico en la lengua (Saussure, 1983: 72). Pero si la estructura existecomo huellas mnmicas: dnde es que se inscriben esas huellas? Y si no es externa: en qumedida puede decirse que sea una estructura?(26) Giddens sostiene que reproduccin no es cohesin social: toda prctica se reproduce yreproduce las reglas de su generacin. La reproduccin, en los trminos de Giddens, esinmanente a las acciones sociales. Pero no todas las acciones son funcionales a la cohesinsistmica. (1995:60)(27) Pretendo desarrollar una aproximacin a l a teora social en la que el concepto de funcin no ti enecabida . Pese a ello, Giddens aduce que hay que retener, del funcionalismo, el hincapi en las condi ciones desconocidas y las condi ciones no deseadas de la accin. Giddens, A. Perf iles y crticade la teora social , en Aronson, P y Conrado, H. L a teora social de A nthony G iddens, BuenosAires, Eudeba, 1999, pp. 83-84(28) Giddens, A. El estructuralismo, el post-estructuralismo y la produccin de la cultura ,en Giddens, A y Turner, J. L a teora social hoy, Madrid, Alianza, 1990. De ahora en adelante:(1990)(29) Omito reproducir las flechas que explican las relaciones entre las dimensiones y losniveles, ya que a los fines de mi explicacin resultan innecesarios.(30) Giddens, 1990: 271.(31) En el mismo prrafo Giddens retoma la expresin de Schtz y presenta su reemplazo.(32) El concepto de conciencia prcticaes fundamental en Giddens, y forma triloga con otrosdos: conciencia discursiva e inconsciente. No nos detendremos en este punto. En todo caso,consideramos que se trata del momento subjeti vista de Giddens, momento confuso, por lodems. En efecto, por qu insistir en la conciencia si se pretende trascender el subjetivismo? Ms an, cmo justificar ese rechazo y, al mismo tiempo, no desprenderse delo inconsciente? Giddens retiene el concepto de inconsciente como deseos y motivaciones-

    pero lo diferencia de la conciencia prctica, y justifica este concepto volviendo sobre elconspicuo aforismo de Wittgenstein L o que no puede decirse es lo que ha de hacerse. Es decir,concluye Giddens: el control que los seres humano hacen de su actividad no se ejerce de ordinar io a niveldiscursivo (1990:278-279). Ver tambin: Giddens, 1995: 44-45.(33) Segn Saussure: L a lengua no es una funcin del sujeto hablante, es el producto que el indi viduoregistra pasivamente, nunca supone premeditacin . (Saussure, 1983:18). Ver, para un anlisisespecfico de las consecuencias de este postulado en las ciencias sociales: Vern, 2004a.(34) Vern, Eliseo. L a semiosis social, Barcelona, Gedisa, 2004. Ver, especialmente el captulo1 de la Segunda Parte: D e la ex traeza de la lengua a la trivial idad del i nstrumento.(35) L a lengua es un sistema de medios de ex presin apropiados a un fin dice un pasaje de la

    Declaracin del Crculo Lingstico de Praga. Tambin Jakobson, aos ms tarde, hablaradel lenguaje como instrumento de comunicacin y formulara un esquema en el cual el cdigoocupa el mismo lugar que en Giddens el saber mutuo. Ver: Vern, op cit, pginas 93 a 95; yJakobson, Roman. E nsayos de lingstica general, Barcelona, Ariel, 1984.(36) Este pasaje es una referencia tcita a Habermas, eso est claro. Lo que no puedecompartirse es que Habermas reduzca sin ms el uso del lenguaje al entendimiento, aunque,como veremos, considera que esa funcin es el modo ori ginal del lenguaje.(37) Para un anlisis de la nocin de cdigo y su lugar en las reflexiones lingsticas y susimplicancias analticas, ver: Vern, Eliseo. Pertinencia [ideolgica] del cdigo , enF ragmentos de un tejido, Barcelona, Gedisa, 2004.

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    (38) Nuestras referencias bibliogrficas sern: Habermas, Jrgen (1987a). T eora de la accincomuni cati va I . R acionalidad de la accin y racionali zacin social, Madrid, Taurus; y Habermas,Jrgen (1987b). T eora de la accin comunicati va I I .Crt ica de la razn funcionalista,Madrid, Taurus.(39) Como todo rtulo, este tambin privilegia coincidencias sobre divergencias. El propioPeirce, en algn momento de su vida, intent rotular su enojo con los estudios que, entrefines del siglo XIX y principios del XX se asuman o eran identificados como pragmatistas,y acu, para su perspectiva filosfica, el trmino: pragmaticismo. Ver: Peirce, Charles: Whatpragmatism is?, en: http:/ / www.peirce.org/ writings.html Habermas criticar la ontologapericeana en A ccin comunicativa y razn sin trascendencia, Buenos Aires, Paids, 2003, pp. 27-28(40) Un anlisis prolijo y completo de esta insercin de Habermas en una tradicin depensamiento filosfico sobre el lenguaje se encuentra en Prez, Germn. Hablar, actuar,Juzgar: contribuciones de la pragmtica a la teora social contempornea , en Schuster,Federico (comp). F i losofa y M todos de las ciencias sociales, Manantial, Buenos Aires.(41) Idem, p. 111.(42) No nos interesa, en el marco de este trabajo, indagar en esta lectura que Habermas hacede Schtz. En este sentido, no le damos la razn, ni se la quitamos: nuestro propsito esenjuiciar a Habermas y para esto debemos dar por supuestas algunas de sus premisas.(43) Y all donde Bourdieu cuestionaba al subjetivismo porque no cuestiona las condicionesde posibilidad que sustentan la ex periencia dx ica del mundo social, Habermas responde quesi el mundo de la vida se presenta bajo la forma de certezas incuestionadas compartidas esporque existe un a pri ori social i nscri pto en la intersubjeti vidad del entendimiento. Horizontecomn compartido, los hablantes no pueden salirse del mundo de la vida.(44) Habermas, idem, p. 370.(45) Habermas, dem, pp. 370-376. Cabe aclarar que Habermas hace una retoma de Austinmediada por ciertas correcciones elaboradas por Strawson (cf. Habermas, dem, p. 374)

    sobre todo referidas a la idea de convencinque impregna el pensamiento de Austin. Creemos,sin embargo, que una distincin tan fina, dentro de nuestro anlisis, no es necesaria.(46) Habermas, dem, p. 424. Cursivas mas(47) dem, p. 143. Negritas mas.(48) dem, p. 193.(49) Este trmino, operador de abstraccin ha servido para caracterizar la utilidad de la nocinde funcin en las investigaciones del Crculo de Praga. Lo tomamos de Vern (2004),pero tambin puede encontrrselo en Ducrot y Todorov (2005) como principio deabstraccin.(50) Ver Habermas, op cit, p. 145: L a estabi lidad y la univocidad son ms bien la ex cepcin en laprctica comunicativa coti diana. E s ms realista la imagen que nos ofrece la etnometodologa de unacomunicacin difusa, frgil, constantemente sometida a revisin y slo lograda por unos instantes, en la quelos implicados se basan en presuposiciones problemticas y no aclaradas, siempre movindose por tanteosdesde algo en lo que ocasionalmente estn de acuerdo a lo siguiente .(51) dem, p. 369.(52) Ver, especialmente, op cit, p. 194(53) Esto implica buena fe de los hablantes: estn diciendo lo que quieren decir, no ocultanintencionesestratgicaspara modificar la conducta del oyente.(54) Los hablantes emplean oraciones? No, los hablantes discurren, y el analista modalizaese discurrir en oraciones. Esta concepcin es otra de las limitaciones que Habermas retoma

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    de la lingstica. Para una crtica al mtodo lingstico de recorte sobre oraciones: Vern,Eliseo: Fragmentos de un tejido, Barcelona, Gedisa, 2004, p. 66(55) Vern, Eliseo. Posmodernidad y teoras del lenguaje: el fin de los funcionalismos , enF ragmento de un tejido, Barcelona, Gedisa, 2004.(56) L a intencin comuni cati va del hablante comprende pues: a)el realizar un acto de habla que seacorrecto en relacin al contex to normat ivo dado, para poder establecer una relacin interpersonal con eloyente, que pueda considerarse legt ima; b)el hacer un enunciado verdadero (o presuposiciones de ex istenciaajustadas a la realidad) par a que el oyente pueda asumir y compart ir el saber del hablante; c) ex presarverazmente opiniones, intenciones, sentimientos deseos, para que el oyente pueda fiarse de lo que oye.(Habermas, 1987a: 394).

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