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  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    forma de ley seca, total o parcial, por tanto.

    Nunca habr, bajo el actual orden, una derrota

    suficiente del alcoholismo, y las victorias parciales

    alcanzadas sern seguidas de fuertes e incluso

    dramticos retrocesos, de manera que hay que

    estar permanentemente alerta. Para el sistema de

    dominacin embrutecer por medio de la bebida es

    decisivo, en las presentes circunstancias

    histricas, lo que viene a significar que lo ms

    importante es la lucha, muy por delante de los

    logros.

    Por lo dems, los parasos (en nuestro caso

    expresables como un orden social sin adicin al

    alcohol) ni han existido ni pueden existir ni es

    deseable que existan. Como expone Baudelaire, y

    muestra la experiencia, buscarlos conduce a

    constituir infiernos.

    La transformacin integral del orden constituido, o

    revolucin, es condicin necesaria e

    imprescindible, pero no suficiente, de la

    erradicacin de la dipsomana de masas. Eso

    evidencia la insuficiencia de la poltica, incluso de

    la mejor.

    Frente a los individuos dados a las l ibaciones

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    PRESENTACINDesde hace muchos aos he venido observando,

    con una mezcla de impotencia y desesperacin, el

    ascenso en flecha del alcoholismo. Incluso he

    publicado algunos artculos desaprobando este

    hecho, los cuales fueron acogidos, dejando a un

    lado muy escasas excepciones, con total

    indiferencia, cuando no con latente irritacin y

    hosti l idad, por quienes se supone que ms

    deberan hacer por resistir y reprobar el vicio de la

    bebida, aquellos que, verbalmente al menos, se

    declaran a favor de un transformacin radical del

    orden social.

    El lo me hizo comprender que el progresismo y el

    izquierdismo no estn en contra del alcoholismo

    porque no estn a favor de la revolucin, de la

    recuperacin de la esencia concreta humana ni de

    la construccin de un esti lo de vida moral y

    civi l izada. Su srdida poltica de mantener el

    actual orden pero perfeccionndolo ms y ms les

    l leva a promover de facto el consumo de drogas y

    a fomentar de muchas maneras, directas e

    www.masquepalabrasediciones.wordpress.com

    La verdad es siempre muy enmaraada, adems

    de dura y terrible, y ha de referirse a diversos

    factores, con exclusin del monismo y el

    simplismo. Por tanto, junto a las causas polticas y

    sociales de las toxicomanas estn las

    existenciales y las que afectan a la construccin

    por s mismo del sujeto en tanto que ser humano.

    Para tratarlas como conjunto interrelacionado una

    revolucin poltica es tan necesaria e

    imprescindible como insuficiente y l imitada, de

    modo que estamos obligados a pensar con un

    grado de complej idad muy elevada, negndonos a

    nosotros mismos el consuelo del optimismo, que

    no es ms, en general, que un narctico espiritual.

    Finalmente, deseo agradecer a las amigas y

    amigos del movimiento Straight Edge el cario y

    comprensin con que han acogido mis muy

    modestas aportaciones, as como que me hayan

    proporcionado una oportunidad de exponer ideas,

    emociones e incluso pequeas vivencias que

    desde hace mucho tiempo deseaba compartir.

    Fl ix Rodrigo Mora

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    PREMBULOEl aplicarse demasiado a las cosas corporales, esseal de un alma baja, como el ser continuo en losejercicios de comer y beber mucho... y gastar mstiempo del que es menester en las dems funciones delcuerpo. Todo esto se ha de hacer deprisa y como depaso. Al espritu se han de dar todos nuestroscuidados.Epicteto, fi lsofo romano

    El actual orden poltico-jurdico no libre, meditico

    adoctrinador, educativo aleccionante, de

    disvalores obligatorios, hedonista y fel icista,

    asentado en el pnico inducido al esfuerzo, el

    sufrimiento y el dolor, de insociabil idad impuesta y

    econmico depredador est l levando la lacra del

    alcoholismo a niveles pocas veces alcanzados en

    la historia, pues slo queda la duda de si la Roma

    de la decadencia conoci una embriaguez

    multitudinaria superior a la actual. El fenmeno del

    alcoholismo de masas, promovido desde las

    instituciones y desde el progresismo e

    izquierdismo, manifiesta la falta de libertad

    existente (de conciencia, poltica y civi l) pues el

    crea el alcohol que en la de los fsicos,

    econmicos y mdicos.

    La lucha de ideas contra los apologetas de la

    ebriedad, explcitos e implcitos, ha de ser

    permanente y creciente, y se ha de llevar adelante

    con argumentos ms y ms depurados y

    refinados, fundamentados en hechos.

    El izquierdismo y progresismo tienen que ser

    considerados como las ideologas que ms han

    hecho, junto con el franquismo, y ms estn

    haciendo en el presente, por convertir en

    alcohlicas a las gentes de las clases populares,

    por tanto han de ser el blanco principal de crticas

    y denuncias.

    El alcohol tiene que ser excluido de las actividades

    culturales, polticas, relacionales y sociales, as

    como de los lugares donde aqullas se ejercen.

    Los bares han de ser denunciados ms y ms. El

    alcohol no puede ser admitido como fuente de

    ingresos legtimos en ningn caso.

    La lucha contra el alcoholismo ha de ser tarea de

    la gente comn, no de las instituciones, pues

    stas son causa primera de la hiper-extensin del

    vicio de la bebida. Se ha de rechazar cualquier

    desmedidas, la posicin correcta no es la del

    rechazo violento o el odio, pero tampoco la del

    paternalismo y el victimismo. Se trata de

    comprender y escuchar, pero tambin de

    reprender y hacerles conscientes de las propias

    responsabil idades, hablndoles de sus deberes

    ms que de sus derechos. No se ha de

    recomendar, por lo general, que se pongan en

    manos de autoridades, mdicos y expertos, para

    superar su vicio, sino que partan de su propia

    capacidad interior, desarrol lada con ayuda de sus

    iguales, adems del propio esfuerzo. As mismo,

    se ha de poner ms nfasis, al tratar con los

    adictos a libar, en los males espirituales,

    convivenciales, polticos y sociales del alcohol que

    en los mdicos, fsicos y personales, para no

    convertir la terapia en una apologa de la

    cosmovisin dominante. La medical izacin no es

    solucin, porque no lo es ninguna que se base en

    el poder de los expertos, esto es, en la anulacin

    del individuo.

    Flix Rodrigo Mora

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    indirectas, el abuso de la bebida.

    Dichas corrientes polticas son, por decirlo

    claramente, junto con el franquismo, la causa

    principal inmediata de la alcoholizacin, y

    drogadiccin de las masas. Entre las tres nos han

    convertido en un pas de beodos, en los aos

    1 965-85, y todo lo que ha venido despus es mera

    evolucin a peor de lo entonces estatuido.

    El texto que sigue evita las simplificaciones y trata

    el problema en toda su colosal complej idad, sin

    dejarse l levar a concepciones bobamente

    optimistas, tan del gusto de cierto radical ismo

    que cree que cualquier mal tiene remedio, dado

    que nos espera un final fel iz y radiante al l en la

    culminacin de la historia. Pero quiz la

    desintegracin en desarrol lo de la sociedad actual

    por causa, entre otras, del alcohol y las drogas, las

    i legales tanto como las legales (en primer lugar

    los psicofrmacos con los que la sanidad pblica

    atiborra a su desventurado pblico, en particular a

    las mujeres), no tenga ya solucin, de manera que

    ste es un asunto en el que el nico enfoque

    realista es la lucha sin final, el esfuerzo

    permanente, la dedicacin il imitada.

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    alcohol es al mismo tiempo causa y consecuencia

    de la opresin y manipulacin mental a que el

    actual rgimen de dictadura poltica,

    constitucional, parlamentarista y partitocrtica

    somete a las desventuradas gentes de la

    modernidad madura.

    De ese modo, la virulenta y creciente batahola de

    libaciones que ahora padecemos es asimismo un

    ataque a la l ibertad, un modo atroz de destruir la

    esencia concreta humana y una va para la

    sustitucin de la vida buena y civi l izada por otra de

    barbarie y desintegracin.

    Una de las artimaas verbales uti l izadas por los

    apstoles de la alcoholizacin general es que

    siempre ha habido abuso de la bebida, lo que

    viene a significar que nuestro tiempo no es peor

    que otros. Esto es rigurosamente falso, como

    luego se dir, pues hasta el franquismo, en los

    territorios del hoy reino de Espaa, la embriaguez

    era un fenmeno minoritario, sin apenas

    significacin social ni poltica ni moral. Fue el

    rgimen fascista de Franco el que promovi un

    culto ferviente por la taberna primero, y luego por

    el bar, la discoteca, las copas y las otras formas

    pedan martxa eta borroka y una forma de vida

    alegre y combativa, en el contexto de los aos

    80 del siglo pasado, contribuyeron a llevar el vicio

    de beber a niveles intolerables, con graves

    repercusiones de todo tipo, tambin polticas, muy

    favorables al reforzamiento del Estado espaol en

    ese territorio, como han ido mostrando los

    acontecimientos desde entonces acaecidos, que

    han conocido una mengua espectacular de la

    presencia e influencia de dicha izquierda.

    A escala internacional la contracultura, que se

    reclam de los aos 60 y del mayo francs del 68,

    convirti las drogas, adems de la cerveza tomada

    a descomunal escala, en nuevas deidades, que

    iban a liberar a la humanidad de un nmero infinito

    de lacras y servidumbres.

    De todo ello emergi el LSD (recordemos que una

    de las patochadas de aquellos aos era comparar

    al LSD con el caviar, lo que manifiesta la

    mental idad adocenadamente burguesa de los

    promotores de esa droga antisistema), que

    pronto dej paso a la herona, y la marihuana, que

    ha servido y sirve de nexo de aproximacin a las

    l lamadas drogas duras, adems de vehculo de

    politoxicomanas.

    En ese contexto hay que poner fin al esti lo de vida

    izquierdista. Sus fundamentos son la pereza, el

    apoltronamiento, la irresponsabil idad, el

    aferramiento manitico al tabaco, el porro y la

    cerveza, la adhesin a la nueva rel igin hedonista

    y fel icista propia de la sociedad de consumo, la

    amoralidad autosatisfecha, la renuncia a pensar, el

    narcisismo, el individual ismo y egocentrismo, la

    execracin del esfuerzo, el rechazo de toda idea

    de deber y servicio, las extravagancias, el desdn

    por el esfuerzo fsico y el trabajo manual, la fe en

    que todos los problemas tienen solucin bajo el

    actual orden poltico, sin cambio revolucionario, y

    el desprecio por las necesidades espirituales del

    ser humano. Tal es lo convertido en prctica diaria

    por quienes siguen las consignas de la

    socialdemocracia y de la progresa en el poder, los

    cuales pretenden ser anti-burgueses y

    meramente son los nuevos reaccionarios, el tipo

    de sujeto que ahora el poder constituido preconiza

    para un sector determinado de la sociedad. En

    efecto, el tabaco y el alcohol incrementan

    sustancialmente los ingresos tributarios del

    HACIA UNA ESTRATEGIALos puntos de una estrategia, an bastante

    inmadura y rudimentaria, podran ser enumerados,

    a la luz de lo expuesto, del modo que sigue.

    Combatir las causas aleccionadoras y

    estructurales del alcoholismo, a la vez que se

    encaran y consideran cavilativamente las que

    provienen de la condicin humana misma,

    operando con un tratamiento mixto sobre las de

    naturaleza personal, por ser una combinacin de

    unas y otras.

    Establecer una alianza entre abstemios y quienes

    toman fermentados de manera moderada, a la

    manera tradicional, para unir fuerzas contra las

    borracheras en tanto que fenmeno de masas.

    Los abstemios han de persistir valerosamente, con

    sus palabras y testimonio, en su rechazo total del

    alcohol, no slo para promover un esti lo de vida

    sin l sino tambin para hacer que quienes lo

    consumen de manera mesurada, al conocer tal

    modo de pensar y obrar, reduzcan la cantidad

    ingerida paso a paso.

    Hay que poner ms nfasis en la denuncia de los

    males espirituales, polticos y convivenciales que

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    de ocio embrutecedor l igadas a la ebriedad, as

    como a la vida disoluta, parasitaria, vaca,

    irresponsable, adocenada y servil .

    Peor an fue la ejecutoria del rgimen de

    dictadura constitucional y parlamentario (al que los

    publicistas del sistema denominan democracia)

    implantado en 1 977-78, que se empe en

    convertirnos a todos en dipsmanos, pudindose

    decir que los aos 1 965-85 fueron el lapso de

    tiempo en que se constituy el actual alcoholismo

    de masas, que antes no haba existido entre

    nosotros. Dicho de otromodo, la tarea que

    comenz el franquismo la culmin el

    parlamentarismo, con gran xito, para nuestra

    desgracia. Un personaje que desempe una

    funcin de primer orden en ello, as como en la

    promocin de las drogas i legales, fue Enrique

    Tierno Galvn, en ese decenio alcalde de Madrid

    por el PSOE durante unos aos, un intelectual

    izquierdista de pedigr, exaltado hasta el del irio por

    los medios de comunicacin estatales y

    capital istas.

    En Euskal Herria, algunas consignas atrabil iarias

    de la izquierda abertzale, sobre todo las que

    entontecimiento universal, convertida en el

    smbolo de un inconformismo que es el ms

    pueri l de los conformismos, y una rebelda que

    ha terminado por ser una nueva forma de

    conservadurismo.

    No se ha de olvidar que del apoli l lado lema sexo,

    drogas y rock-and-rol l, tras ms de medio siglo de

    ser repetido e impuesto por el modernismo

    institucional slo quedan las drogas, pues el rock

    se ha hundido en los despeaderos del olvido, por

    causa de su simplismo esti lstico, insustancial idad

    en los contenidos y espritu neo-reaccionario, y el

    sexo est en adelantado estado de liquidacin,

    pues ahora vivimos una poca aciaga, de

    desexualizacin general, en la que casi todo, en

    este mbito, se reduce al sexo mercanti l izado y a

    la masturbacin, ambos promovidos desde el

    poder estatal. Con las drogas ha pervivido, cmo

    no, el alcohol: tal es la herencia maldita de una

    edad perversa, en la que el orden constituido se

    robusteci cualitativamente hacindose diferente

    a como haba sido hasta entonces. Unas y otro

    destruyeron al movimiento hippie y, tras l, han ido

    l iquidando, o cuando menos daando gravemente,

    Estado, que los usa para pagar ms polica, y la

    sustancia activa del porro proviene de una vasta

    red que es dirigida por los servicios especiales de

    los Estados, de manera que lo antisistema de

    aquel modo de vida es un procedimiento para

    mantener y reforzar el aparato estatal, adems del

    capital ismo. Ser antisistema de verdad es trabajar

    por la revolucin, no fumar y beber como bestias,

    no hacerlo que la izquierda institucional, que es la

    fuerza poltica fundamental del par capital-Estado

    hoy, nos dice que hagamos.

    La tarea pendiente de la izquierda antisistema,

    en este asunto y en todos, es diferenciarse de la

    socialdemocracia, dejar de ser su ala radical.

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    dominacin hace ya ms de 50 aos exige

    introducir cambios fundamentales en la

    cosmovisin revolucionaria, adecundola a las

    nuevas condiciones, las del siglo XXI , purgndose

    de los viejos dogmatismos, sistemas doctrinales y

    errores, rel lenando las lagunas y vacos. El

    conservadurismo de quienes se dicen

    revolucionarios es, adems de un contrasentido,

    un estado de nimo auto-destructivo, pues el

    principio de renovarse o morir se cumple con

    exactitud y precisin en todos los aspectos de la

    vida humana, ms en los que ahora

    consideramos.

    Dicho en plata, o nos dotamos de un orden de

    ideas y un programa para replicar con

    contundencia al aleccionamiento (y

    amaestramiento) de masas propio de las

    sociedades contemporneas en las que se da una

    hiperextensin del Estado, condenar al sistema de

    dictadura poltica actual en sus puntos cardinales,

    tratar la fundamental, en todos los sentidos, auto-

    construccin del sujeto y reflexionar sobre los

    grandes problemas existenciales de la condicin

    humana, o seremos arrinconados por las

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    todos los movimientos populares autnomos que

    se han ido constituyendo. Han realizado,

    por tanto, el sueo del Estado: que no exista ms

    vida colectiva que la que se da en l, de tal modo

    que las clases populares l leven una existencia

    atomizada e inorgnica, lo que reduce a casi nada

    su peligrosidad. Adems, las drogas han matado,

    y siguen matando, a mil lones de personas en todo

    el mundo, lo mismo que el alcohol. De esa

    matanza, que no cesa, son responsables quienes

    han promovido y promueven uno y otro, en

    particular la contracultura (hoy casi extinguida), la

    izquierda institucional y sus satl ites del

    anticapital ismo estatoltrico, el anticlerical ismo

    burgus y una parte sustantiva de la

    intelectual idad progresista, sin olvidar al

    franquismo, que fue pionero.

    El estudio de la intemperancia y destemplanza en

    el pasado y presente, el conocimiento del cmo y

    porqu se ha constituido una hrrida sociedad de

    borrachos y borrachas en ascenso, permitir

    establecer unos criterios, unos argumentos y una

    estrategia para hacer frente al problema, con la

    advertencia de que nuestra meta aqu y ahora

    mucho ms que fsicos o somticos. Son los

    valores que nos hacen humanos los que son

    triturados por el alcohol: el ser dueo de los

    propios actos, la verdad, la l ibertad, la

    convivencia, la virtud personal, el autodominio, la

    rectitud moral, la generosidad, la trascendencia, la

    voluntad de esfuerzo y riesgo, el uso del l ibre

    albedro y el olvido de s.

    A quienes se empean en convertirnos en entes

    meramente biolgicos tenemos que recordarles

    que adems, y sobre todo, somos seres

    dependientes de necesidades espirituales, cuya

    satisfaccin es urgente y perentoria, hasta el

    punto de que el alcoholismo suele provenir de la

    represin de tales exigencias naturales de

    carcter inmaterial , en tanto que especficamente

    humanas.

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    revolucionaria, la har ms fuerte.

    La cuestin del alcohol y las drogas pone sobre la

    mesa, a fin de cuentas, problemas de una

    importancia descomunal. El sistema de dictadura y

    dominacin en curso en Occidente, al verse

    agobiado por la presin popular, lanz una contra-

    ofensiva poltica en los aos 60 y 70 del pasado

    siglo, parte importante de la cual fueron las

    sustancias estupefacientes y la bebida, en el

    marco de una ideologa del goce y la gratificacin

    inmediatas proveniente de la idea supersticiosa,

    neo-clerical, de que nacimos para ser fel ices,

    sistema de disvalores que, por s mismo, tena que

    llevar a muchas y muchos al matadero de los

    productos narcticos de evasin, en su

    manifestacin ms literal. Hasta ahora esa

    maniobra poltica (pues tal fue, ante todo) no ha

    encontrado todava una respuesta lo

    suficientemente meditada y lo bastante vigorosa,

    capaz de convertir en derrota su actual victoria, a

    pesar del tiempo transcurrido.

    Para alcanzar sus fines el orden establecido se

    sirvi de los errores de las ideologas

    supuestamente anti-sistema, apropindose en

    las mentes y conductas de las masas, desde el

    cine a la universidad de masas, se establecieron

    las condiciones ptimas para que la accin del

    poder instituido fuera asombrosamente resolutiva.

    Incluso hoy, a pesar de las lecciones

    proporcionadas por el desarrol lo de los hechos en

    los ltimos 50 aos, son mayora las y los que se

    oponen a remediar las causas de tan colosal

    derrota, aferrndose a lo que la hizo posible, en

    particular negndose de manera obstinada a

    desechar el placerismo y, sobre todo, a remediar

    el colosal defecto de desentenderse de elaborar

    una concepcin propia, autnoma y ms

    verdadera, sobre el sujeto y suauto-construccin

    consciente y l ibre. Pero sin solventar estos

    problemas y deficiencias es inti l persistir en el

    rutinario activismo tanto como intentar algo

    novedoso, y a quienes se han encasti l lado en tan

    suicida posicin slo les aguarda una salida, su

    l iquidacin poltica a medio plazo, como estn

    demostrando los hechos.

    Tomar la iniciativa, pasar a la ofensiva

    desbaratando el tremendo asalto criminal, e

    incluso genocida, lanzado por el orden de

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    (tambin en esto) no puede ser, a pesar de que lo

    deseamos ardientemente, la erradicacin

    completa del mal, dado que es promovido de mil

    modos desde las instituciones en unas

    condiciones tremendas de ausencia de libertad de

    conciencia y l ibertad de expresin. Pon tanto, el fin

    tiene que ser la lucha de larga duracin contra l.

    En efecto, este problema no tiene y no puede

    tener solucin bajo el vigente rgimen de

    dictadura poltica, de manera que es necesaria

    una revolucin l iberatoria (como causa necesaria

    aunque no suficiente), que estatuya una sociedad

    lo bastante l ibre (la emancipacin de manera total

    y absoluta no puede existir, dado que no lo

    permite lo mezquino y fal ible de la condicin

    humana), para que pueda ser satisfactoriamente

    reducido.

    Una ltima advertencia es que el alcoholismo, en

    contra de lo que ciertos medios ingenuos, o tal vez

    demasiado maquiavlicos, sostienen, no es

    principalmente un problema mdico o de salud,

    sino un asunto poltico, de calidad del individuo,

    convivencial y civi l izatorio. Los males que de l se

    derivan son, ante todo, espirituales e inmateriales,

    PASADOEn lo referido al pasado inmediato, el incremento

    del consumo de bebidas alcohlicas fermentadas

    (vino, cerveza y sidra) se detecta desde finales del

    siglo XV, a travs de la brusca ampliacin de la

    superficie dedicada al viedo, sobre todo. Es bajo

    el reinado de los Reyes Catl icos cuanto eso

    sucede de un modo perceptible, lo que es una

    novedad que va unida a otra bien significativa, el

    rpido desarrol lo del aparato estatal. En efecto, la

    corona sobre todo, pero tambin los seores y el

    alto clero se sirven del consumo desmedido de

    vino para embrutecer, entontecer y privar de

    libertad en mayor grado a ciertos sectores de la

    poblacin, particularmente en las vil las y ciudades.

    En el siglo XVI los desti lados, los l icores,

    comienzan a tener cierta importancia, siendo en

    ellos donde el alcohol se maniesta con nitidez

    como droga, pues en los fermentados posee un

    carcter de alimento, o de complemento al

    al imento slido. Pero es en la centuria siguiente

    cuando el acto de beber l icores se expande

    bruscamente, debido a su uso en las flotas de

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    existencial y pnico vivencial que suele buscar

    al ivio en la ingestin compulsiva (esto es,

    especfcamente moderna) de productos

    narcticos.

    Para evitar esto necesitamos afrontar, no slo de

    manera cavilativa sino tambin emocional, e

    incluso ritual, los lados ms arduos de nuestra

    condicin, tarea que ha de convertirse en un

    quehacer diario, personal y colectivo, para que

    seamos humanos conscientes, no subhumanos

    inconscientes, que huyen de s mismos y que en

    esa pattica desbandada caen, cada da ms, en

    el mortfero ocano del alcohol.

    Como reflexin ltima es necesario aadir que la

    erradicacin del Estado y del capital ismo, esto es,

    la el iminacin de las causas polticas, econmicas

    y sociales de las adicciones, no es suficiente para

    crear una sociedad liberada de la ebriedad. Es

    slo causa necesaria, pero no causa suficiente. A

    eso se ha de aadir, como se ha expuesto, la

    atencin a la construccin del sujeto en tanto que

    sujeto, y el encarar nuestra condicin en lo que

    tiene de puramente existencial. Dicho sea de

    paso, ese proceder, lejos de debil itar la accin

    provecho propio de su suicida mental idad fel icista,

    hedonista, ldica y utopista. Eso por un lado, por

    otro acometi justamente en el punto dbil de

    aqulla, la falta de una concepcin sobre la

    construccin del sujeto en tanto que persona

    autnoma y de virtud, dado que el determinismo y

    mecanicismo marxista, admitido por todas las

    corrientes radicales, haca imposible ni siquiera

    pensar en dotarse de tan decisivo medio de

    subsistencia, lucha e incluso victoria (en la medida

    parcial y temporal en que algunas formas de sta

    son posibles). A ello se uni la inexistencia de un

    tratamiento contrario al del orden establecido para

    los problemas existenciales de la condicin

    humana, asunto en el cual el radical ismo en curso

    desde el siglo XIX no ha construido nada.

    Finalmente, teniendo en cuenta que los

    contenidos otorgados a los problemas

    estructurales eran y son excesivamente laxos,

    pobres y dbiles, adems de, en general y salvo

    excepciones, copiados a la socialdemocracia, y

    que se ignoraba casi todo, por falta de estudio y

    dedicacin, del poder aterrador de los nuevos

    aparatos de aleccionamiento y manipulacin de

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    1 3

    guerra, recin constituidas, y en los ejrcitos. Con

    todo, ser en el XVI I I , con la creacin de los

    ejrcitos permanentes y las poderosas Armadas,

    cuando se padecer un incremento brusco de la

    ingesta de alcohol. No podemos olvidar que el ron

    era la bebida que la flota de guerra inglesa

    proporcionaba a sus marineros, para hacerles

    soportar las penalidades de las interminables

    travesas y adormecer su nimo en los continuos

    combates. Al mismo tiempo, las potencias

    coloniales se servan del aguardiente para

    degradar y someter a los pueblos indgenas,

    siendo conocido su uso, implacable y planificado,

    por la corona espaola en sus posesiones de

    Norteamrica, contra los pueblos indios.

    Para esa fecha, en la pennsula Ibrica las clases

    populares l levaban una vida morigerada, ajena a

    la embriaguez.

    Se tomaba vino o sidra (cerveza tambin, pero

    mucho menos) como un ingrediente ms de la

    dieta (no olvidar el adagio de que con pan y vino

    se anda el camino), buenos para aportar energa

    en trabajos duros (segar, por ejemplo, o ir a pie

    durante todo el da), pero casi siempre ingerido

    1 5

    82

    84

    por barba. . . e non ms.

    Todos los testimonios conservados (renuncio a

    hacer una relacin de citas de los autores y obras

    que los contienen) presentan la sociedad rural

    tradicional popular, antes de entrar en

    descomposicin grave, como sobria y temperante

    hasta el punto de permitir sostener que en ella

    apenas existan borrachos.

    En efecto, no los haba, salvo de forma mnima,

    por una razn muy simple, porque en ella el

    Estado todava era bastante dbil .

    En 1 91 4 el economista A. Flores de Lemus expuso

    que los espaoles forman una raza

    extraordinariamente moderada en sus hbitos de

    beber. Una de las cosas que ms sorprende a los

    extranjeros que visitan Espaa es la ausencia de

    borrachos. Cien aos despus lo que pasma a los

    viajeros es lo contrario, una Espaa convertida

    en una gran concentracin de beodos y

    achispados. Entender este cambio es fundamental

    para establecer una estrategia acertada contra el

    alcoholismo multitudinario.

    En aquella fecha slo se detectaban ciertas

    expresiones, dbiles an, del vicio de la bebida en

    da a da de edificarse como persona de calidad y

    vala, de manera reflexionada y con propsitos

    sublimes, esto es, desinteresados. Aprovecho este

    texto para slo citar tan significativa formulacin, y

    no dir ms sobre esto, remitiendo a la obra

    citada, salvo recomendar a las y los jvenes la

    lectura de Los deberes, de Cicern, una obra

    decisiva, hoy proscrita y prohibida de facto por el

    aparato acadmico en el poder.

    Otra conclusin a extraer es la negatividad de la

    abundanciamaterial . En el pasado, los credos

    proletaristas encontraban especulativamente la

    causa de todos los males en la pobreza y la

    escasez. Hoy que vivimos en una sociedad de

    abundancia casi i l imitada, aunque quiz ya por

    poco tiempo, estamos comprobando que la

    riqueza material , tal y como expusieron los

    moralistas clsicos (que tuvieron ante s el caso

    de la sociedad romana), es un motivo de

    numerosos males, entre el los de la gula, la

    obesidad, la beodez de masas y las toxicomanas,

    adems del servi l ismo, el egotismo, el decaimiento

    de la voluntad, el colapso de las facultades

    reflexivas y la degeneracin corporal. La riqueza

    el fin de que nada hiciera sombra a su meta ms

    decisiva, la de imponer una vida absolutamente

    dichosa y placentera, esto es, con abundancia

    material , satisfacciones del estmago y descrdito

    de todo lo espiritual.

    Los poderhabientes no desean que, verbigracia, la

    reflexin acerca de la muerte enturbie la, al

    parecer, i l imitada fel icidad de masticar, deglutir,

    zampar, defecar, trasegar, empinar, trincar, soplar,

    abrevar, miccionar, regoldar, potar, echar, expeler

    y vomitar, por lo tanto se ha constituido un orden

    social en que lamuerte es ocultada, de la misma

    manera que lo son todos los dems aspectos

    negativos de la condicin humana, para

    concentrar al neo-siervo de la modernidad en una

    nica cuestin, producir y consumir, esto es,

    obedecer en todo y auto-destruirse en tanto que

    persona. Pero lo que es irremediable en el destino

    humano sigue estando ah, por ms que se impida

    su consideracin, aunque sin una cosmovisin

    que permita al individuo pensarse, intel igir su

    verdadera naturaleza, construirse a s mismo y

    vivir conforme a ella. De esa operacin lo que

    resulta es una carga colosal de angustia

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    1 4

    con moderacin y como acompaamiento de

    alimentos slidos. Tena asimismo un uso ldico y

    relacional, pero en el contexto ya citado de

    mesura y auto-contencin conscientes, y como

    elemento no esencial, esto es, siempre

    acompaando a la comida y en el marco de la

    fiesta popular, alegre y satisfactorio

    acontecimiento convivencial, integrador y

    participativo, que no exiga excesos libatorios, al

    contrario que las actuales formas de ocio

    embrutecedor, dirigido, excluyente, aleccionador y

    mercanti l izado.

    Los calumniadores por oficio de la sociedad

    popular rural tradicional presentan las reuniones

    del concejo abierto como agrupaciones de

    alcohlicos, debido a la costumbre inmemorial de

    sesionar en la asamblea aldeana tras tomar en

    comn unos sorbos de vino en una o dos copas,

    generalmente de plata.

    En realidad, era un acto simblico que

    solemnizaba la asamblea conceji l con la ingestin

    en comn de una bebida alcohlica, s, pero que

    sobre todo se consideraba un alimento. Por lo

    dems, la cantidad era exigua, hasta dos tragos

    1 6 81

    83

    el ejrcito y la marina de guerra, en las

    concentraciones de proletarios sobre-oprimidos de

    la minera e industria pesada norteas, y entre los

    jornaleros del suroeste, que eran obsequiados

    por los patronos con unas copitas de aguardiente

    (cazalla) al comienzo de la actividad laboral, para

    que rindiesen ms y fueran dciles. El resto de la

    poblacin se opona rotundamente al uso

    inmoderado de las bebidas alcohlicas,

    contemplaba con prevencin los desti lados y

    licores, que se consuman muy poco, y se

    aferraba al hbito de tomar vino o sidra siempre

    con alimentos (lo que reduce en mucho los efectos

    del alcohol) y en cantidades prudentes.

    Los pocos borrachos y borrachas habituales que

    haba resultaban ser, en los ms de los casos,

    meros enfermos mentales. La moralidad popular

    era, al respecto, bastante estricta, hasta el punto

    de que embriagarse una sola vez llevaba a perder

    el respeto, afecto e incluso la amistad y trato de

    los iguales, norma no escrita que mantena a raya

    a quienes, como se deca entonces, no saben

    beber, esto es, se emborrachaban. La sabidura

    popular remataba el aserto con una juiciosa

    consciente es una tarea de importancia perentoria,

    a incluir en el plan estratgico para alcanzar una

    gran conmocin social y el acceso a una nueva y

    ms civi l izada manera de ser.

    Es ms, la vala y calidad de la persona es un

    factor de primera importancia en el decurso

    histrico tanto como en la accin actual por crear

    una sociedad libre y fundamentada en la verdad

    concreta. El individuo negado, ms incluso,

    nul ificado planeadamente por el progresismo, es

    el ser dbil y mediocre de la hodierna modernidad,

    carne de can de todos los vicios y perversiones,

    que se refugia en la demencia de comer y beber

    sin tasa, que acaba siendo esclavo de su vientre y

    de sus apetitos, por tanto, a menudo un alcohlico

    y un obeso, es decir, un enfermo del cuerpo

    porque ha sido constituido desde fuera sin parte

    espiritual, sin conciencia, sin alma. As se hace

    hiper-esclavo del poder constituido.

    En La democracia y el triunfo del Estado me

    atrevo a sugerir, a pesar de quienes slo con or el

    vocablo se agitan y saltan, la recuperacin de la

    categora de virtud, tomndola del pasado de la

    cultura occidental, en tanto que voluntad realizada

    material ha contribuido poderosamente a casi

    privarnos de nuestra condicin humana, haciendo

    de nosotros unos subhumanos sin intel igencia,

    l ibre albedro, amor por la l ibertad, aprecio por

    verdad, sensibi l idad y afecto desinteresado por

    nuestros iguales.

    Una futura sociedad libre, autogobernada y

    autogestionada, ha de basarse en una pobreza

    decorosa, no en la riqueza, y el lo por motivos ms

    humanos, esto es, polticos, civi l izatorios y

    morales, que medioambientales.

    Finalmente, estn las causas existenciales de la

    alcoholizacin de las multitudes. Por tales se

    entiende aquellas que son inherentes a la

    condicin humana, que no dependen del orden

    poltico-jurdico y que no pueden ser remediadas,

    por lo que nicamente admiten ser reflexionadas,

    asumidas y encaradas. Son la temporalidad y la

    finitud, la fugacidad de la vida humana, la

    impotencia ontolgica, la muerte y la nada

    eternas. Desde que el ser humano existe, esas

    cuestiones han estado entre sus preocupaciones

    ms acuciantes, pero la modernidad decidi

    despticamente que tenan que ser olvidadas, con

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    conclusin, que era al mismo tiempo una

    exigencia, quien no sepa beber, que no beba.

    A la vez, se pona el acento en lo saludable del

    consumo moderado de vino como alimento, por

    ejemplo, en el dicho que recomienda dar a las

    personas ancianas, sopitas y buen vino.

    El movimiento obrero repudi, en todas sus

    corrien-tes, el espantoso mal de la bebida,

    considerando que era una artimaa de la

    burguesa para sobre-explotar y sobre-oprimir al

    proletariado. Se tena por indudable que el obrero

    consciente no poda tener el hbito de

    embriagarse y, o era abstemio (sobre todo en las

    fi las del anarcosindical ismo), o tomaba

    fermentados a la manera tradicional, en las

    comidas y en pequeas cantidades.

    Slo ciertos ambientes cratas seguidores de

    Nietzsche se dejaron persuadir por sus mefticas

    teorticas sobre lo orgistico y dionisiaco, por lo

    que se dieron a la bebida, aunque eran muy pocos

    y por lo general, sujetos ajenos a las clases

    productoras, intelectuales radical izados.

    Con el triunfo del franquismo todo ello cambi. En

    la contienda de 1 936-39, se sirvi de los l icores

    fuerte resistencia popular a tales novedades

    inducidas. Aquel rgimen se sirvi del alcohol para

    frenar las luchas populares, lo mismo que hizo con

    el ftbol, la radio, la televisin, el cine de

    Hollywood, la Iglesia catl ica, la naciente

    progresa (que present el bar, al unsono con el

    franquismo, como un espacio rebosante de

    pretendidas delicias, emancipaciones y

    modernidades) y otras instituciones, entidades y

    procedimientos para el control mental de las

    multitudes. El franquismo desintegr asimismo las

    formas populares de asueto y solaz, lo que era

    necesario para mercanti l izar lo festivo, desarrol lar

    la industria del ocio (hoy una de las ms rentables

    pero que hace slo unas dcadas apenas

    contaba), alcoholizar y drogar a las multitudes y

    privarlas tambin en esto de autonoma

    ymismidad. Como argumento en el captulo I I I de

    mi l ibro Naturaleza, rural idad y civi l izacin,

    titulado Reflexiones sobre la fiesta popular de la

    sociedad rural tradicional, fue bajo la dictadura

    fascista cuando se dio el trnsito desde la fiesta

    popular por participacin a las formas

    mercanti l izadas y adoctrinadoras de ocio, en las

    Cuando el Estado crece lo que triunfa es la norma

    jurdica, que es coercitiva, puesto que se

    fundamenta en la pena legal, en la accin policial

    en definitiva, de manera que ello l leva al decl ive

    de la moralidad, que no es coercitiva, pues su

    meollo es el obrar por conviccin interior.

    Precisamente uno de los ms aciagos cambios

    que tuvieron lugar tras el triunfo de EEUU, forma

    superior de Estado y de capital ismo, en la

    segunda guerra mundial, fue la sustitucin de la

    moralidad por la absolutizacin del l lamado

    imperio de la ley. Desde entonces el sujeto

    medio ya no obra conforme a convicciones sino,

    exclusivamente, por temor al castigo o por

    esperanza de premio.

    Eso ha originado un empobrecimiento y

    desintegracin radical de la vida espiritual de la

    persona, un estado de confusin interior, al no

    saber qu hacer ni cmo comportarse, ms all de

    lo jurdico, situacin de anomia y caos que

    propicia el uso de sustancias narcticas. Al mismo

    tiempo, la falta de tica debil ita a la persona, que

    deja de ser una realidad que se asienta en el

    interior de s, para transformarse en un ente

    depende de fuerzas impersonales, de naturaleza

    econmica en ltima instancia, que operan en el

    interior de la historia y del cuerpo social, de

    manera que nunca elabor una concepcin sobre

    cmo construir, es decir, auto-construir, al

    individuo. Es ms, rechaz lo que al respecto

    haba anteriormente en la parte positiva de la

    cultura occidental, al considerar todo ello como

    cosa del pasado que la ruti lante modernidad,

    asentada en el poder de la mquina y de la

    produccin, haca innecesaria. De ese modo, la

    concepcin mecanicista, economicista,

    raciooptimista y determinista del mundo, propia del

    izquierdismo pero en realidad tomada por ste de

    la I lustracin, los fi lsofos y el l iberal ismo

    decimonnico, el imin al sujeto, al reducirlo a pura

    nada, a mero efecto de causas tenidas por, en s

    mismas, sustantivas y resolutivas.

    Pero el individuo, a pesar de todo, existe, existe

    como causa, o dicho de otro modo, no es slo el

    efecto de fuerzas ajenas, econmicas y polticas,

    de determinismo, providencial ismos y fatal ismos

    de una u otra condicin.

    Existe por s, en cierta medida, y su construccin

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    baratos (a los que se denominaba

    asaltaparapetos) repartidos profusamente por la

    intendencia mil itar un poco antes de las

    operaciones ofensivas ms sangrientas, para

    estimular a sus tropas, de donde se form una

    generacin de alcohlicos, que se manifest sobre

    todo en la oficial idad y se vino a sumar a la fauna

    de estragados personajes que poblaban el cuerpo

    de oficiales (vase lo que A. Barea narra en La

    forja de un rebelde) desde al menos la guerra de

    Marruecos, en la que el alcoholismo, el burdel y

    los juegos de azar ocupaban la mayor parte del

    tiempo de ocio de tales sujetos, aunque se debe

    reconocer que siempre hubo una minora alejada

    de todo eso, Franco entre el los, para la cual slo

    cuenta el poder, de cuyo ejercicio extraen todas

    sus satisfacciones y goces. Tras su victoria, con

    las clases populares privadas de la l ibertad de

    asociacin y sin lugares donde social izarse, se las

    empuj primero hacia la taberna y luego, a partir

    de principios de los aos 60, hacia el bar y la

    discoteca. se, bajo el franquismo tardo, se hizo

    un lugar mtico, donde haba que acudir a diario a

    consumir alcohol, si bien persista todava una

    que el individuo es meramente un sujeto pasivo,

    un espectador aislado. Esta caracterstica hace

    que sean aburridas (por ejemplo, los aciagos

    conciertos de la msica pop) y faltas de

    convivencial idad, lo que empuja a quienes a ellas

    asisten al consumo frentico de alcohol, tabaco y

    sustancias narcticas, precisamente para soportar

    una pretendida forma de solazarse que no es ms

    que consumo y aleccionamiento, esto es, tedio,

    muermo y fastidio.

    En las sociedades de la modernidad avanzada las

    gentes ya no saben divertirse, pues no lograr

    hacerlo dado que no poseen libertad para auto-

    crear la fiesta, haciendo de ella un acto de

    cooperacin, confraternizacin, creacin y

    participacin, lo que permitira prescindir de

    txicos bebidos, fumados, inyectados o tomados,

    destinados a la evasin. En realidad, las

    multitudes de nuestra lamentable poca ya no son

    capaces de pasarlo bien, pues se limitan a

    consumir lo que el poder constituido presenta

    como diversin y fiesta, l levados de su

    proverbial docil idad y conformismo. De todo ello

    ha surgido Tristania, la actual sociedad, que es

    importante sin duda, pero nada ms que una

    porcin de un conjunto bastante ms rico y

    complejo. La vida del sujeto tiene una vertiente

    poltica y otra no poltica, que es la de la

    conciencia y de la realidad civi l , moral e individual

    de muchos modos diferentes, y un buen orden

    poltico es aquel que respeta la parte del sujeto

    ajena a lo poltico, sin inmiscuirse en ella, sin

    querer abarcarlo todo. Pues bien, en esta parcela

    de la vida humana, que no es poltica pero que s

    admite una reflexin y un tratamiento, hay causas

    del alcoholismo, que deben ser conocidas y quiz,

    en cierta medida, remediadas o al menos

    encaradas y hechas conscientes.

    Las normas morales son, sobre todo, personales,

    aun que existe una moral social, pero lo sustantivo

    de la tica es que proporciona criterios de

    conducta al individuo, al que muestra como se

    debe vivir. La moral ha de ser auto-construida,

    esto es, elaborada y escogida por el sujeto, en

    colaboracin con sus iguales. Hoy padecemos el

    amoralismo de masas, impuesto desde el poder,

    que para expandirse an ms necesita barrer todo

    criterio tico.

    construido desde fuera, desde y por el poder

    constituido. De donde se infiere que recuperar el

    sentido de lo tico y el gusto por la rectitud moral

    forma parte de la resistencia a la alcoholizacin.

    En puridad, negarse a beber es en s mismo una

    norma moral, como lo es l levar una vida sobria,

    morigerada y ordenada, en pro de valores y metas

    espirituales, magnficas y trascendentes, de

    significacin universal y fi jada desde el desinters.

    En suma, necesitamos recuperar el gusto por la

    tica, para superar el caos en los actuales esti los

    de vida y zafarnos de la alcoholizacin, y del

    Estado.

    Un rasgo aciago del actual orden es que no

    posee, salvo de manera implcita y perversa, un

    sistema de ideas para la construccin del sujeto,

    en tanto que tal, como persona. sta, en el

    presente, es edificada autoritariamente, desde

    fuera de s, por los aparatos educativos,

    propagandsticos y publicitarios, as como por los

    mtodos de amaestramiento en curso, tanto y tan

    eficaz, comenzando por el trabajo asalariado y

    terminando por la industria del ocio. Para el

    obrerismo el individuo no cuenta, pues todo

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    triste y ttrica en grado superlativo, un orden

    lgubre en el que el alma humana tiende a

    desplomarse en la desesperanza y la depresin.

    Vase, nos prometieron, las el ites mandantes y

    sus voceros, una vida maravil losa, hecha de una

    exultante combinacin de riqueza material y

    satisfaccin il imitada de todos los deseos y alegra

    a raudales, pero lo que realmente nos ha sido

    impuesta es una existencia insufrible e intolerable.

    La conclusin ltima es que al final del franquismo

    estaban dadas, por tanto, todas las condiciones

    para una explosin aterradora del hbito de la

    embriaguez.

    letanas, el que no est colocado que se

    coloque! y a colocarse todos! que tanto l como

    sus seguidores difundan entre mofas y risas,

    frotndose las manos de gusto por el xito que

    estaban alcanzando.

    Al mismo tiempo, desde la alcalda, l lev adelante

    una maquiavlica poltica de subsidios, regalas y

    subvenciones que convirtieron a Madrid, y desde

    l a todo el pas por infeccin, en un hervidero de

    bares y tugurios dedicados a la alcoholizacin y

    drogadiccin de masas, adems de muy eficaces

    lugares para el adoctrinamiento en las excelencias

    de la concepcin hedonista, pseudo-bohemia,

    pretendidamente transgresora y adocenadamente

    canalla del mundo: de ah surgi precisamente la

    conocida movida madri lea, todo un hito en la

    degradacin intelectual, convivencial, esttica y

    moral de la sociedad.

    La intencin ltima de todo ello es obvia: para

    destruir el movimiento de masas que se haba

    constituido en los aos finales del franquismo al

    sistema de dominacin le era imprescindible hacer

    de la toma de sustancias narcticas una

    costumbre lo ms extendida posible.

    la vida social. En efecto, a medida que el ente

    estatal se expande avanza la alcoholizacin:

    sucedi bajo el franquismo, y volvi a suceder

    bajo el parlamentarismo. Cuando el Estado se

    disponga a dar un nuevo salto adelante de

    importancia se recrudecer el consumo

    enfebrecido de alcohol y el uso compulsivo de

    drogas, pues los idecratas y artistas antisistema

    las loarn, los intelectuales y profesores las

    bendecirn por activa y pasiva, los medios las

    mitificarn, los policas las distribuirn, los

    paternalistas de siempre exclamarn pobrecitos,

    son slo unas vctimas del sistema y la izquierda

    las impondr a sus alucinados votantes, de

    manera que volver a haber una nueva carnicera

    que, como no puede ser por menos, sus mentores

    institucionales sern los primeros en maldecir y

    lamentar demaggicamente. As las cosas, se

    enterrar a los nuevos muertos y el orden

    constituido saldr renovado de dicha peripecia,

    hasta la siguiente.

    Por tanto los actuales devotos del Estado son la

    primera fuerza social que mil ita a favor del

    alcoholismo de masas: socialdemcratas y su

    contradicciones que en ellos concurren, les

    devuelve la condicin de seres humanos

    integrales, y les l ibera del espantoso universo de

    las y los trabajadores sociales, mdicos,

    psiclogos, terapeutas y dems expertos

    institucionales, que daan y destruyen todo lo que

    tocan. Se ha dicho que el paternalismo es la forma

    ms aciaga de despotismo, pero hoy el

    paternalismo de los profesionales de la cosa, que

    hacen de l un saneado negocio asistencial, es

    tambin algo mucho peor, un procedimiento para

    rematar sdicamente a quienes han sido primero

    heridos por el alcohol y los narcticos. En suma,

    una parte de la responsabil idad es del sistema y

    otra del individuo, vctima y verdugo (de s y de los

    otros) al mismo tiempo, y ocultar esto por

    victimismo, que es una ideologa institucional para

    l iquidar ms efectivamente a los oprimidos, es

    negar al ser humano en tanto que humano.

    Ahora entraremos en el anlisis de las causas

    referidas al sujeto.

    La primera reflexin es que no todo lo personal es

    poltico, porque la poltica no es y no debe ser el

    todo de la vida humana, slo una parte, muy

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    PRESENTEAl ser la l lamada Transicin poltica (1 974-78) un

    nuevo y colosal triunfo del Estado, por ende, un

    nuevo captulo de su crecimiento constante, se

    dio, como es inevitable, un salto adelante de la

    degradacin de las masas. Por tanto, la costumbre

    de la embriaguez, esta vez acompaada de la

    conversin de amplios sectores de las masas

    juveniles al hbito del consumo de drogas, se hizo

    multitudinaria.

    El lo no tuvo lugar de forma espontnea sino que

    provino de una campaa de incitacin de un

    despotismo, lujo de medios y contundencia

    formidables, en la que cooperaron los servicios

    secretos, las diversas policas, la izquierda oficial ,

    que ahora dominaba el panorama poltico, los

    grandes medios de comunicacin y la

    intelectual idad y estetocracia progres (pensemos

    en la movida madri lea y en su primer espada,

    Almodvar). Lo ms llamativa de aquello fueron

    las exhortaciones del que fue alcalde de Madrid

    por el PSOE durante una parte de los aos 80 del

    siglo pasado, Enrique Tierno Galvn, a consumir

    alcohol y drogas, con sus una y otra vez repetidas

    Tal operacin de destruccin de las en ese tiempo

    fuerzas vivas del cuerpo social, real o

    potencialmente subversivas, se realiz tambin en

    otras ciudades, sobre todo en la capital de

    Catalua, como expone Jos Mara Sanz

    (Loquil lo) en el l ibro Barcelona ciudad. Este

    avezado mercader de la peor msica pop y

    destacado agente de la socialdemocracia ms

    perversa (acostumbra a pedir el voto para el

    PSOE), describe en dicha obra los procedimientos

    de que se vali la progresa catalana, ya desde

    antes del fin del franquismo y en cooperacin con

    ste, para introducir una mental idad generadora

    de un esti lo de vida supuestamente trasgresor y

    rebelde que no era otra cosa que un nuevo modo

    de predicar el conformismo poltico, triturar la

    cultura, envilecer la msica, aniqui lar seres

    humanos y ganar mucho dinero, la cual l lev

    finalmente a la gran carnicera de las drogas y a la

    cruel catstrofe del alcoholismo, en Catalua. Lo

    que se hizo en aquella ciudad fue luego copiado y

    mejorado en Madrid, por la izquierda, con los

    efectos antes descritos.

    Esa progresa, que es la forma renovada de

    cohorte de seguidores de la izquierda

    anticapital ista, anticlericales burgueses, idelogos

    de la contracultura de los aos 60 y 70 del siglo

    XX, estetas subsidiados, ecologistas

    institucionales, feministas de Estado,

    antiglobalizadores, defensores de la sanidad

    pblica y del Estado de bienestar,

    independentistas estatistas y varios otros.

    Pero el alcohlico y el drogadicto no son

    simplemente unas vctimas, ni unos enfermos.

    Hay que poner un lmite al paternalismo, para

    argir que todo ser humano es responsable en la

    medida en que es o puede ser l ibre.

    Por tanto, han de responder por sus actos, y

    deben recibir las crticas correspondientes, las

    asuman o no. El victimismo y la teora de que son

    enfermos sirven, adems, para convertir las

    nocividades en negocio, segn el procedimiento

    acuado. Quien elige su autodestruccin elige,

    con ella, daar a la gente comn, hacindose un

    agente del sistema de dominacin, y tambin

    como tal debe ser considerado.

    Tratar de esa manera a quienes se han dejado

    seducir por los txicos, teniendo en cuenta las

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    cerebral, y aun as estn siendo recetados a

    colosal escala, o quiz por el lo. A los nios se les

    hace ingerir el estupefaciente rital in, que se

    comercial iza con diversas denominaciones, y

    tambin meti lfenidato, y dexedrina, verdaderos

    txicos que en muy poco se diferencian, en sus

    efectos, de buena parte de las pasti l las que son

    consumidas en las discotecas y otros lugares de

    ocio embrutecedor los fines de semana. Esos

    productos crean, al menos, adiccin psquica,

    adems de daos en diversos rganos del cuerpo.

    Pero lo peor son sus efectos sobre la parte

    espiritual del ser humano, a la que se devasta con

    tales psicodrogas, impidiendo que se desarrol le

    con normalidad, a travs del esfuerzo, el

    compromiso y la accin transformadora; de la

    observacin, la experiencia, el intercambio de

    ideas con los pares y la reflexin, personal y

    colectiva, actividades encaminadas a alcanzar lo

    ms valioso para el espritu, la verdad concreta y

    finita, que nunca puede alcanzarse a travs de

    productos materiales, naturales o qumicos.

    En ltima instancia, lo que est l levando al

    alcoholismo de masas es la hiper-estatizacin de

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    burguesa estetocrtica, hiper-moderna y pseudo-

    intelectual, hoy aupada al poder en alianza con el

    PSOE, es responsable, por induccin ideolgica

    manipulativa, de la muerte de tantos seres

    humanos como el franquismo, de manera que est

    tan manchada de sangre y es tan culpable como

    ste. Eso s, su matanza fue menos visible, ms

    refinada, pero por el lo mismo ms eficaz en el

    mbito de lo poltico. La ideologa que est tras

    todo ello es la del hedonismo: quienes,

    invulnerables a la realidad, continan aseverando

    que aqul es antisistema deben preguntarse por

    qu un sujeto como Loquil lo loa sin descanso el

    placerismo. Fue la cosmovisin hedonista la que

    condujo, y conduce, a las gentes hacia las drogas,

    as como hacia el alcohol, por tanto, sin su crtica

    (que realizo en varios de mis escritos, sobre todo

    en el l ibro tica y poltica), no se puede superar

    la actual sociedad de beodos y toxicmanos.

    Para instaurar sta se cre, en efecto, una

    ideologa de la fiesta y la diversin como el todo

    de la existencia humana, de manera que la idea

    de acumular goces sensoriales dominaba.

    Ansiosos de placeres de pacoti l la, las y los

    reales vicios. Se ignor, por ejemplo, que el

    franquismo haba sido, ante todo, una dictadura

    mil itar, y que el ejrcito fue la causa primera de la

    inicial alcoholizacin del cuerpo social en los 40

    aos de su existencia, pues un cierto porcentaje

    de jvenes que llegaba a l, para hacer la mil i ,

    como personas abstemias o morigeradas volvan

    a casa con el aciago hbito de libar y beber.

    Al mismo tiempo, la intelectual idad izquierdista

    constituy un esti lo de vida, de inmediato

    impuesto a amplios sectores populares gracias a

    su descomunal poder meditico, supuestamente

    bohemio, rompedor y desinhibido, que se present

    como la pretendida negacin del preconizado por

    el franquismo, y que tena como elementos

    esenciales la vida nocturna, los excesos de todo

    tipo, el consumo de drogas y las borracheras

    frecuentes. El cine neo-franquista de Almodvar y

    la l iteratura de retrete (producida principalmente

    por mujeres, como Almudena Grandes, prxima a

    Izquierda Unida) mitificaron todo lo relacionado

    con la embriaguez, desde el andar tambaleante y

    la pesadez en la lengua hasta los vmitos (de ah

    el nombre de literatura de retrete), presentada

    lo que el orden constituido y el izquierdismo llevan

    siglos presentando como primero y principal,

    cuando no como la total idad de la condicin

    humana?

    En vez de vivir hoy se mastica y traga, se trasiega

    y bebe, se eructa y ventosea, se come y descome,

    se acumulan kilos y sebo, y sa es la existencia

    maravil losa,propia de la sociedad perfecta (la

    actual), que los mandamases de los medios, los

    polticos profesionales, los estetas pervertidos y

    los profesores-funcionarios predican. Ante tales

    perspectivas, se comprende que bastantes

    personas se desmoronen y terminen en el alcohol

    y las drogas, o ms exactamente, en formas

    larvadas de suicidio, pues lo que muchos buscan

    con sus adicciones es salir para siempre de un

    orden monstruoso e intolerable, esto es, quitarse

    la vida. En la etapa de la decadencia del mundo

    romano hubo epidemias de suicidios, hoy el

    alcoholismo y la drogadiccin son, en esencia, eso

    mismo.

    La causa ltima es un rgimen poltico e

    ideolgico que slo permite un tipo de vida que no

    merece la pena ser vivida, por lo que la

    de la industria agroalimentaria, han convertido en

    obesos y obesas hasta al 50% de la poblacin, en

    algunos lugares, creando una obsesin por la

    comida, en un sentido o en otro, que es antinatural

    y patolgica. Lo mismo ha sucedido con la bebida.

    Se trata de criticar la dictadura de los expertos,

    que han de ser si lenciados, para lograr zafarse de

    aqulla, val indose en estos asuntos del sentido

    comn asentado en la experiencia directa, de lo

    que an no ha sido destruido de la sana sabidura

    popular y de los consejos y opiniones de nuestros

    iguales.

    En consecuencia, hay que rechazar el uso a gran

    escala que el poder est haciendo de las drogas

    psiquitricas, uti l izadas para enmascarar, no para

    corregir, la ansiedad sictica y la angustia

    vivencial que nuestro desastroso modo de

    existencia ocasionan. En particular, las mujeres,

    los nios y nias y los ancianos, estn siendo

    drogados en masa por los profesionales de la

    medicina estatal (que no pblica, como dicen los

    socialdemcratas de uno y otro tipo) y por los

    terapeutas de la medicina privada. Se sabe que,

    por ejemplo, los neurolpticos ocasionan dao

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    desventurados aleccionados por el aparato

    meditico y poltico progresista-izquierdista se

    sumergieron en las hediondas aguas del pol i-

    consumo de casi todo tipo de txicos, lo que

    ocasion un ascenso en flecha de las peores

    formas de alcoholismo y adiccin a las drogas en

    ese decenio, los aos 80. No pas mucho tiempo

    sin que ello l levase a una poltica de exterminio,

    hasta el punto que en los ltimos 25 aos

    probablemente hayan muerto ms personas por

    esas causas de las que perdieron la vida por todos

    los conceptos en la guerra civi l de 1 936-39: tal es

    el espeluznante precio que ha habido que pagar

    para que el rgimen de dictadura constitucional,

    parlamentaria y partitocrtica hoy en vigor se

    estabil izase.

    Una argucia uti l izada fue la falsificacin de la

    naturaleza real del franquismo, segn sus

    intereses. En efecto, se le present

    arbitrariamente como austero, moral y sobrio,

    cuando era corrupto, inmoral y gozador, para que

    de ese modo, el antifranquismo superficial y de

    circunstancias entonces en boga se opusiera a

    sus pretendidas virtudes practicando sus muy

    como un acto no slo simptico y novedoso sino

    tambin, y sobre todo, inconformista, rebelde,

    l iberador, antifranquista e incluso

    revolucionario.

    En el cmic, ciertos mercachifles disfrazados de

    radicales crearon el PGB (Partido de la Gente del

    Bar), que daba continuidad a la exaltacin del

    perverso universo de los bares que haba

    realizado el franquismo. En Euskal Herria, como

    se ha dicho, una parte de la izquierda abertzale se

    hizo alegre y combativa, esto es, sacral iz el

    acto de beber, presentndolo como irreverente y

    subversor, a pesar de que era un atentado al

    pueblo vasco, no menor que el consumo inducido

    desde los cuerpos policiales de drogas duras. De

    ese modo, en los ambientes pseudo-radicales el

    consumir inmoderadamente alcohol se volvi

    forzoso y obligatorio. Se trataba de realizar el lema

    del pedestre Rimbaud, el desbordamiento de

    todos los sentidos, dirigido a reprimir y prohibir el

    real desbordamiento de todas las capacidades del

    ser humano en tanto que realidad integral,

    convirtiendo a ste en criatura l imitadamente

    sensorial , que ya no es capaz de valerse de las

    drogas no es su legalizacin, pues el alcohol es

    legal y todo indica que ser el narctico por

    excelencia del futuro. Los psicofrmacos y las

    dems drogas del Estado de bienestar igualmente

    son legales y, no nos engaemos, los

    estupefacientes situados formalmente fuera de la

    ley tambin lo son de hecho. La cuestin no es la

    legalizacin o ilegal izacin, lo que establece un

    pseudo-debate, sino su erradicacin finita.

    El trasiego enardecido y descontrolado de alcohol

    hay que situarlo en el contexto en que se da

    realmente. La actitud hacia los al imentos, en la

    sociedad del goce obligatorio y la fel icidad forzosa,

    no es mejor que hacia la bebida, de manera que el

    vicio de la gula, el ms vil y deshumanizador de

    ellos, que rebaja a la persona al nivel de mero

    ente fisiolgico, es no menos aciago, en sus

    diversas manifestaciones espirituales y materiales,

    que el vicio de la bebida. Estamos en una

    sociedad de obesos, adems de en una sociedad

    de alcohlicos y politoxicmanos. Una vez que la

    esencia concreta humana est a punto de ser

    aniqui lada, sobre todo en las clases populares, al

    individuo medio slo le queda la fisiologa, que es

    continuidad de aqul se convierte en mera

    carnicera.

    Si observamos atentamente, alcanzaremos la

    conclusin que todas las funciones naturales,

    propias del ser humano, estn profundamente

    perturbadas en el presente, desde el acto de

    comer al de pensar. Todo ha sido distorsionado,

    para que se amoldase a los intereses estratgicos

    del poder constituido por los expertos,

    profesionales y sabelotodo institucionales que,

    pretendidamente, no tienen ms propsito que

    ayudar a la gente.

    Tras la gran mentira de la ayuda, cuyo

    fundamento ltimo es la aciaga ideologa

    paternalista estatal, que se encamina a privar al

    sujeto de autonoma, l ibertad y mismidad, se

    esconde un intervencionismo intolerable en lo ms

    ntimo de las personas, a las que se las impone

    como han de comer, como han de beber, como

    han de practicar la sexualidad, como han de

    educar a sus hijos, como tienen que concebirse a

    s mismos, como han de vivir en suma.

    Lo que est resultando de todo ello es

    catastrfico. Los expertos en nutricin, al servicio

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    dems facultades de que la naturaleza le ha

    dotado, en primer lugar de las reflexivas, vol itivas

    y convivenciales, lo que acab en tragedia.

    No poda faltar la aportacin de la casta intelectual

    progresista a la alcoholizacin general. Una

    expresin de ello es el l ibro Alcoholismo,

    medicina y sociedad en Espaa (1 876-1 923), de

    R. Campos Marn, editado en 1 997 y fabricado, al

    parecer, en ambientes prximos al PSOE. En l,

    bien apoyado en un aparatoso entramado de

    datos, citas y estadsticas, se viene a sostener que

    la crtica del alcoholismo en el periodo citado fue

    un instrumento de control social, l levada

    adelante por las clases medias e ilustradas, pues

    el alcohol era una amenaza (sic), un disolvente

    de los valores de la burguesa.

    El lo bendice el acto de embriagarse, al presentarlo

    como antiburgus, falseando la realidad de la

    poca, que fue exactamente la contraria, una

    burguesa que pugnaba por alcoholizar a las

    clases trabajadoras de la ciudad y el campo,

    mientras stas resistan tal incitacin con enorme

    xito.

    El fundamento del anlisis es, adems de la

    de moralismo, el mal ms execrable para ellos,

    ensoberbecidos idecratas de rapia que se creen

    situados en el trono de Dios, esto es, ms all del

    bien y el mal moral, lo mismo que todos los

    fi l isteos desde Nietzsche hasta el da de hoy. Eso

    se debe, pura y simplemente, a que el rgimen de

    dictadura actual es tan desenfrenado y brutal que

    ya no puede admitir ninguna traba tica frente a s.

    Una causa bien significativa de alcoholismo, y de

    drogadiccin, ha sido el anticlerical ismo burgus,

    un tipo extremo de fanatismo que, desde el siglo

    XVI I I , es usado por el Estado y la burguesa para

    imponer a las clases populares toda una variedad

    de productos polticos e ideolgicos, a cual ms

    funesto. Tenemos las conocidas como

    procesiones de los borrachos que, con tanta

    estol idez como pertinacia, celebran laicos,

    volterianos, comecuras decimonnicos,

    izquierdistas y dems competidores, todos ya

    bastante trasnochados, con el clero en Semana

    Santa, que son aterradoras bacanales de alcohol,

    pis, flatulencias y bascas, con prdida del auto-

    respeto, la propia dignidad y la conciencia cvica y

    moral de los asistentes, el los y ellas. As, y con

    de dominacin, es al mismo tiempo una

    concepcin absurda y oa, irreal ista y

    vulgarmente propagandstica, que deja al individuo

    inerme ante la vida como realmente es,

    quermoslo o no, con sufrimiento, necesidad de

    esfuerzo, tensin emocional y displacer en

    notables proporciones. Tales formulaciones l levan

    a la adiccin a txicos de varias maneras, porque,

    al ser una huida de la realidad, preparan al sujeto

    para esas otras formas de evasin que son el

    alcohol y las drogas, y debido a que, cuando

    llegan los momentos difci les, los sujetos

    adoctrinados y amaestrados en el placerismo y

    fel icismo institucionales tienden a derrumbarse,

    por lo que suelen buscar refugio en las drogas

    legales que la sanidad pblica les suministra

    cada vez en mayores cantidades, o en el alcohol,

    o en los estupefacientes i legales.

    Ciertamente la personalidad infanti l izada, dbil ,

    floja, perezosa, dependiente en todo de las

    instituciones, sin voluntad propia e incapaz de

    esfuerzo y sacrificio conscientes que crean las

    sociedades contemporneas est predeterminada

    a caer en el consumo de narcticos.

    concepcin de la l ibertad que, adems de ser

    desacertada, real iza la prediccin de Orwell sobre

    que en las sociedades total itarias el vocablo

    l ibertad es la nueva forma de nombrar su

    inexistencia, y tambin la renuncia alucinada a ser

    l ibres de una buena parte de sus integrantes. En

    efecto, es la supuesta l ibertad como posibi l idad de

    emborracharse y consumir narcticos sin trabas,

    como capacidad il imitada para hacer lo que el

    orden de dominacin ordena que se haga, niega la

    verdadera l ibertad de manera obvia, en un doble

    sentido, como facultad para escoger otro

    comportamiento diferente al que nos es inducido y,

    de hecho, impuesto desde el poder, y como

    aptitud para prescindir de las cosas todo lo

    posible, en particular de aquellas que nos

    arrebatan nuestra autonoma, nos destruyen en

    tanto que seres humanos e incluso nos matan.

    Lograr esta l ibertad exige un esfuerzo de auto-

    construccin como ser humano integral, y por

    tanto el esfuerzo es la expresin decisiva de la

    l ibertad. sta, pues, no es nunca dada u otorgada,

    sino slo realizada y conquistada.

    Dicho sea de paso, la solucin al problema de las

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    tergiversacin de la realidad, el economicismo

    propio de la izquierda, que establece la produccin

    como meta nica de las clases propietarias, sin

    admitir que por delante est una final idad primera

    y superior, la de conservar y acrecentar su poder,

    para lo cual es muy conveniente destruir por

    medio del alcohol la capacidad de reflexin y

    accin de las y los ms conscientes. Adems,

    aunque es cierto que la produccin, en abstracto,

    suele ser ms efectiva con mano de obra sobria,

    en concreto no siempre es as, pues el horror sin

    fin del trabajo asalariado impone el consumo de

    alcohol y drogas en los centros de produccin,

    actividad que los empresarios slo desean

    supervisar y controlar, pero no eliminar, puesto

    que les favorece estratgicamente. El mencionado

    texto muestra hasta donde son capaces de llegar

    ciertos intelectuales, en su olvido de la nocin de

    verdad a causa del frenes por servir al orden

    constituido.

    Un enfoque similar se encuentra en Historia

    general de las drogas, tomo I I , de A. Escohotado.

    Estos autores presentan el rechazo revolucionario

    del uso institucional del alcohol como una forma

    multitud de actuaciones e intervenciones similares,

    se pretende otorgar a la ebriedad una connotacin

    positiva, simptica y antisistema, ocultando que

    no es mejor que la rel igin, siendo a veces incluso

    peor.

    El uso continuado de ideas radicales,

    anticlericales, progresistas y de la izquierda, para

    imponer los excesos libatorios y el consumo de

    drogas es una constante del sistema argumental

    de los agentes del poder constituido, se

    denominen como se denominen. El

    anticlerical ismo burgus se diferencia de la crtica

    consecuente de las rel igiones (no slo de la

    catl ica sino de todas, pues hoy las hay incluso

    ms temibles, al ser nuevas formas de fascismo

    mil itante), en que sta, al culpar al clero no

    exculpa al capital y al Estado; en que considera a

    ambos, muy por delante de la Iglesia, como causa

    principal del mal poltico y social; en que ofrece

    una visin objetiva del primer cristianismo; en que

    une la crtica de la rel igin con la condena de

    todas las formas de envilecimiento y degradacin,

    personal y colectiva, que la burguesa laica y

    anticlerical difunde; en que repudia el amoralismo

    Para eso se la construye desde fuera conforme a

    las pautas citadas. Es difci l de poner en duda que

    cuanta mayor capacidad de sobrel levar los

    sufrimientos y frustraciones propias de la

    condicin humana tiene el individuo, menos

    necesita acudir a drogas de un tipo u otro. En

    efecto, la persona debe auto-construirse de tal

    modo que dependa sobre todo de s misma y de

    sus iguales, de las gentes con las que convive y

    mantiene relaciones de afecto y mutua asistencia,

    no de los aparatos de dominacin, ni de las

    sustancias legales o i legales que estos

    preconizan.

    Debemos saber vivir con un mnimo de cosas,

    para desarrol larnos como seres con un mximo de

    cualidades y capacidades, espirituales y

    materiales, de tal modo que, desde la autonoma y

    fortaleza as construidas, podamos librar una

    lucha de aniqui lacin contra el actual orden

    poltico y econmico. En esa renuncia, en ese

    abstenerse y decir no, est la esencia de la

    l ibertad verdadera en los tiempos que corren.

    En oposicin a ello se ha puesto de moda, ya

    desde los aos 60 del pasado siglo, una

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    para embriagarse de un modo desmedido y seres

    tan desgraciados y triturados que necesitan de

    los parasos artificiales que proporcionan las

    sustancias de evasin.

    En la sociedad pre-industrial el cambio

    permanente de trabajo, el dominio de docenas y

    docenas de tareas, todas y cada una limitadas en

    el tiempo y en la atencin del sujeto, preparaban

    al individuo para l imitarse y moderarse en el

    conjunto de sus acciones, tambin en la de beber,

    de ah que el alcoholismo no fuese un mal grave.

    Por tanto, sin romper y destruir, sin sustituir por

    una forma humana, l ibre y no degradante de

    trabajar, el actual rgimen productivo del trabajo

    asalariado y tecnificado con divisin extrema del

    trabajo, el alcoholismo no puede ser reducido a su

    mnima expresin. El lo significa expropiar al

    capital y crear una sociedad colectivista.

    La imposicin de la perversa creencia sobre que la

    vida humana es una va hacia una fel icidad

    obligada e imperiosa, dado que, como expone con

    tan gran desacierto Gioconda Bell i en uno de sus

    poemas, nacimos para ser fel ices, nocin que

    forma parte de la esencia ltima del actual orden

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    burgus y rechaza el laicismo por ser una forma

    extremista de culto neo-rel igioso por el aparato

    estatal, por tanto, de apologa del mil itarismo y del

    Estado policial ; en que preconiza no una

    modernizacin del actual orden de dominacin

    sino su derrocamiento revolucionario, para

    constituir una sociedad libre y autogobernada.

    La mencionada crtica (en realidad, pseudo-crtica)

    de la rel igin es nada ms que una aagaza para

    sustituir una droga mental por otras, de naturaleza

    fsica o material , el alcohol y los narcticos, como

    se ha podido comprobar en los ltimos 30 aos.

    Con todas esas intervenciones de fuerzas oscuras

    la relacin de las clases populares con el alcohol

    se modific radicalmente en slo unos pocos

    aos, una vez que se ideologiz y politiz de un

    modo pasmoso, y comenz a manifestarse de una

    manera nueva. La bebida se separ de la comida,

    sobre todo entre la juventud. La meta ya no era

    alimentarse o, como mucho, dquirir un estado de

    nimo moderadamente festivo y ms sociable,

    sino directamente embriagarse, ingiriendo de

    golpe y en grandes cantidades la bebida, ya

    concebida como puro narctico. Tambin se

    debe ser criticado ms y ms, si bien con

    cordial idad y afecto, sin que sufra la convivencia ni

    la amistad. Son quienes, de buena fe, continan

    atrapados por el ritual, pseudo-radical y para-

    policial (dado que es la polica la que, en definitiva,

    controla esta sustancia), de l iar, encender y fumar

    el porro los que deben dejar de hacerlo, para dejar

    de ser instrumentos del poder constituido,

    individuos que ejecutan obedientemente lo que

    aqul les ordena, sin personalidad propia ni

    respeto por los dems ni aprecio en actos por el

    gran ideal de la revolucin. Para ello quiz les sea

    ti l rememorar el lema de bastantes

    manifestaciones contra el consumo de sustancias

    de evasin y el poder de los camellos, drogas y

    polica, la misma porquera. En efecto, el porro

    une a sus consumidores con los aparatos

    represivos, que son quien, en definitiva, controlan

    y regulan el trfico de esa sustancia, tanto como

    del resto de las drogas. Por eso no las legalizan,

    porque saben que el aura de clandestinidad de

    pacoti l la que las rodea es un incentivo a su

    consumo en ciertos ambientes.

    Hoy la situacin contina siendo ms y ms

    maneras, incluso entre sus subordinados ms

    cercanos, como sistema de dominacin y modo de

    lograr sumisin, hasta el punto que se hizo del

    acto de beber una obligacin poltica. Por eso,

    l leg a ser un problema fundamental, que cre el

    caos, destruy a mil lones de personas y

    embruteci al conjunto de la sociedad sovitica,

    que en esto como en todo, fue una forma de

    dictadura estatal y del capital ismo de Estado

    extraordinariamente funesta, peor incluso, si el lo

    es posible, que las sociedades occidentales. Un

    suceso espantoso, l igado al alcoholismo de masas

    inherente al social ismo real, fue la violacin de

    unos 2 mil lones de mujeres (nazis, apolticas,

    integrantes de la Resistencia al nazismo e incluso

    mil itantes del clandestino PC alemn y prisioneras

    soviticas) en Alemania, en 1 945, por los soldados

    del Ejrcito Rojo, la gran mayora en estado de

    ebriedad. Tales son los logros del utopismo y

    salvacionismo social que se cierra a las

    interpretaciones complejas, las nicas realistas, de

    la sociedad, la historia y la condicin humana.

    Otra causa estructural del mal social examinado,

    el inmoderado consumo de bebidas alcohlicas,

    como es observable en los pases con mayor nivel

    de vida y un ms completo Estado de bienestar,

    los del norte de Europa y algn otro, segn se dijo.

    La divisin del trabajo ahora en vigor, que adiestra

    y amaestra para realizar una sola funcin

    extraordinariamente parcelada y fragmentada, y

    slo una, fomenta una mental idad repetitiva, y

    unos hbitos centrados en lo iterativo y

    monomanaco que, cuando se aplica al consumo

    de alcohol o drogas, l levan a resultados

    aterradores. Si nos preguntamos, en el caso de la

    bebida, por qu el sujeto de la modernidad no

    sabe tomarla con moderacin, encontramos que

    una de las causas es esa particularidad de los

    desventurados individuos de la sociedad perfecta

    y completa, la actual, que adiestrados como

    simios para realizar de manera repetitiva tareas

    muy parceladas, que no requieren el uso del

    entendimiento ni de la voluntad, reproducen el

    mismo modo de proceder al entrar en relacin con

    el alcohol. Estos seres inmoderados, conmentes

    de repeticin, autmatas de una sola tarea, que no

    saben auto-controlarse y que repiten y repiten una

    nica actividad son, al mismo, tiempo, ptimos

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

    Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    alteraron los momentos de beber, que pasaron de

    las horas de comer y cenar, ms o menos todos

    los das, a las noches de los fines de semana,

    mientras que en las comidas y en los das

    laborables muchos de los borrachos ms

    encanallados resultaban ser abstemios, al menos

    en las primeras fases de su adiccin.

    El lo agrav muchsimo los efectos del alcohol

    sobre el organismo, pues es imposible disear un

    modo ms irracional y destructivo de consumirlo.

    En los aos 80 y 90 del siglo pasado la cerveza y

    el porro fueron las seas de identidad de buen

    parte de la juventud de entonces, en el mejor de

    los casos, pues en el peor tal significacin la

    alcanzaron los l icores ms devastadores y la

    herona. Eso llev a muchos integrantes de

    aquella desventurada generacin, que se crea

    rompedora e hiper-radical pero fue acrtica,

    crdula y dcil como pocas, a una muerte

    prematura y terrible, sobre todo por su sentido

    poltico, pues dieron su vida por el Estado y el

    capital.

    En particular el consumo de marihuana y hachs

    sigue teniendo un aura de acto inconformista que

    preocupante. Segn ciertos estudios, el

    entretenimiento preferido del 50% de los jvenes

    es tomar copas, de manera que el 25% de ellos

    pueden ser tenidos por bebedores excesivos, lo

    que explica que cerca del 60% del dinero que

    reciben las y los jvenes se destine a alcohol. El

    alcoholismo es la tercera causa de muerte en

    nuestro pas, con unos 20.000 fal lecimientos

    anuales, cifra por detrs, con todo, de la de

    vctimas del tabaquismo, 50.000 bitos por ao.

    Espaa es el segundo consumidor de whisky de la

    Unin Europea, dato que mide, adems, el nivel

    de aculturacin tanto como el espritu paleti l y el

    servi l ismo imperantes. La mitad de las muertes en

    carretera resultan del alcohol.

    La creatividad aplicada al crucial, para el sistema

    de dominacin, asunto de degradarse,

    deshumanizarse e idiotizarse bebiendo ha

    originado un nuevo invento, el botel ln, por el cual

    cientos o miles de jvenes se renen, sobre todo

    de madrugada, en lugares, a menudo ofrecidos

    por las autoridades (hasta que comenz a ser

    prohibido), para entretener su ocio bebiendo, por

    lo general l icores, mientras disfrutan con la

    los impuestos sobre el alcohol de boca, de manera

    que era el ms interesado en mantener el aserto

    de que el vodka es la mercanca nmero uno de

    la URSS, aunque en aquella sociedad no exista,

    sobre el papel, la mercanca. Tras la revolucin de

    1 91 7, las nuevas autoridades definieron la

    embriaguez como una rel iquia del pasado

    zarista, lo que equivale a decir que, segn su

    mental idad politicista y economicista, simplificante

    y mesinica, que olvida e ignora a la persona,

    bastaban los cambios polticos y en la produccin

    para terminar con el problema, pues el rgimen de

    abundancia material general que iba a ser creado

    liquidara, por s mismo, todas las lacras, la

    ebriedad de masas entre el las, real izando la

    fel icidad total y eterna.

    Pero como no fue as, en 1 933, los jerarcas del

    Partido Comunista de la URSS decidieron,

    conforme a su adhesin a la nocin de la mentira

    ti l , que el alcoholismo no exista en la nueva

    sociedad social ista, lo que signific que se

    prohibi hablar de l, al mismo tiempo que se

    expanda sin control por el cuerpo social.

    Los jefes de la URSS lo promovan de muchas

    es el trabajo asalariado. La total falta de libertad

    en que se realiza, con servil sometimiento a los

    empresarios y sus agentes, as como el repetitivo,

    parcelado y vil ificante laborar que es impuesto en

    l forman un conjunto que destruye la esencia

    concreta humana, convirtiendo al individuo en

    infra-humano. Ciertamente, no es posible

    regenerar a la persona sin erradicar el supremo

    mal del trabajo asalariado, el iminando el

    capital ismo y creando una sociedad colectivista.

    Pero, por el momento, el trabajo neoesclavo en

    curso es una fuente continua de muti lacin de la

    persona y angustia psquica, que empuja a

    muchas y muchos hacia el alcohol. Desde la

    revolucin industrial , a finales del siglo XVI I I , el

    trabajo fabri l y mecanizado asalariado est

    creando alcoholismo, y la solucin no es la de la

    izquierda, movil izarse por mayores salarios, sino

    poner fin al trabajo no-l ibre, mil veces maldito.

    Adems, los elevados salarios, en determinadas

    condiciones, suelen favorecer un gran consumo

    de bebidas, sobre todo los fines de semana y las

    vacaciones, lo que convierte a las gentes en un

    gran rebao de seres ya no plenamente humanos,

  • Borracheras No!Flix Rodrigo Mora

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    descontrolada verborrea y las patticas risas, as

    como con, al parecer, las muchas reyertas,

    renuncia a la propia dignidad, comportamientos

    abyectos y actos de barbarie que tal sustancia

    suscita. Est, adems, la legin de tarambanas

    que quieren drselas de tolerantes y modernos

    disculpando e incluso preconizando tales

    demasas.

    Un aspecto de las bebidas alcohlicas que hace

    que su consumo sea decisivo para el Estado son

    los ingresos que le proporcionan, al estar

    gravadas con fuertes impuestos.

    Con l el ente estatal recauda ms de 1 0.000

    mil lones de euros anuales, que uti l iza, sobre todo,

    para reforzar el aparato mil itar, pol icial , judicial y

    carcelario, sin olvidar el aleccionador, meditico y

    universitario. Lo mismo sucede con el tabaco, otra

    sustancia funesta, cuyo consumo promovi el

    franquismo de manera desvergonzada, y luego el

    parlamentarismo, por los ingresos fiscales que

    aporta y por su funcin de droga muy adictiva que

    facil ita un trabajo productivo incesante. El lo

    convierte el consumo de alcohol y tabaco en un

    deber patritico de hecho, y a sus promotores en

    caso de, adems de las citadas, el caf, t,

    azcar, cacao y otras similares, que ocupan, en

    todo el planeta, una enorme extensin de las

    mejores tierras que, si cesase su consumo,

    podran ser devueltas al bosque, permiten la

    acumulacin y expansin del capital ismo y

    proporcionan enormes ingresos fiscales a los

    Estados.

    Es a resaltar que el ascenso de los diversos entes

    estatales, desde la primera modernidad, en el

    siglo XVI , ha venido acompaado de un auge

    continuado de los productos de placer, que no

    desempean otra funcin que el satisfacer los

    vicios del individuo, la gula sobre todo, de tal

    manera que el ser humano es inducido, por el

    rampante Estado moderno y contemporneo, a

    l levar una vida de cerdos, volcado

    sempiternamente en proporcionarse placeres

    sensuales, con olvido de los dems componentes

    de la condicin humana, la intel igencia, la

    voluntad, la sensibi l idad, la convivencial idad y el

    impuso hacia el bien. De ello resulta el sujeto

    debil itado y pervertido, ideal para la modernidad,

    un ser lastimosamente muti lado y disminuido, slo

    establecido, y por la izquierda y la extrema

    izquierda, para las cuales aqullas no existen,

    pues conciben a la persona como un