Bibliot66a d61 Obr6rO yGamp6sino -...

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Bibliot66a d61 Obr6rO y Gamp6sino NUMEROS rUBlIGf\DOS 1 "Marx," por Jose Mancisioor. 3 "La Huelga de Río Blanco," por Ger mán v Armando List Arzubide. 3 "Lo que Marx quiso decir" (El Prole- tariado). P0l' G. D. Cole. 4- "Cómo se organiza y funciona un Sin- dicato," por Mario Pavón Flores . .) "'/auata," nor Germán List Arzubide. l;"L edad dI' la máquina," por Hendrik , • 11 Loon. í "La rebelión sindicalista,' por Bcr- trund Russeli. 8 "Praxedis Guerrero," por E. Barreiro 'I:1bJada. 9 "D;ez Corridos ~fl.xicanos." C~i'otas de Tléctor Pérez Martínez.) 10 "Prehisioria del Socialismo en )lé· xico,' por Luis Chávez Orozco. ~_. BIBLIOTECA DEL OBRERO Y CAMPESINO N UM ERO DIE. Z LO N O I •••• . LUIS CHA VEZ OROZCO PREIIISTORIA DEL IALISMO EN MEXICO SEGUNDA EDICION BLlCACIONES DEL DEPARTAMENTO DE BIBLIOTECAS LA SECRETARIA DE EDUCACION PUBLICA 3-YI-8-37

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Bibliot66a d61 Obr6rO y Gamp6sinoNUMEROS rUBlIGf\DOS

1 "Marx," por Jose Mancisioor.

3 "La Huelga de Río Blanco," por Germán v Armando List Arzubide.

3 "Lo que Marx quiso decir" (El Prole-tariado). P0l' G. D. Cole.

4- "Cómo se organiza y funciona un Sin-dicato," por Mario Pavón Flores .

.) "'/auata," nor Germán List Arzubide.

l;"L edad dI' la máquina," por Hendrik, • 11 Loon.

í "La rebelión sindicalista,' por Bcr-trund Russeli.

8 "Praxedis Guerrero," por E. Barreiro'I:1bJada.

9 "D;ez Corridos ~fl.xicanos." C~i'otas deTléctor Pérez Martínez.)

10 "Prehisioria del Socialismo en )lé·xico,' por Luis Chávez Orozco.

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BIBLIOTECA DEL OBRERO Y CAMPESINON UM E R O DIE. Z

LONOI

••••

.LUIS CHA VEZ OROZCO

PREIIISTORIADEL

IALISMO EN MEXICOSEGUNDA EDICION

BLlCACIONES DEL DEPARTAMENTO DE BIBLIOTECAS

LA SECRETARIA DE EDUCACION PUBLICA3-YI-8-37

PREHISTORIADEL

SOCIALISMO EN MEXICO

PREHISTORIA DEL SOCIALISMOEN MEXICO

Oonocemos má6 delhombre del Pedregal,q-ue de Lo» orígenesdel Socialismo en'Mé3Jioo.

Hasta hoy, la Reforma en México ha sido estu-diada tan sólo en dos de sus aspectos: el relativoa su origen y el referente a su consumación. Na-da se ha dicho acerca de sus consecuencias. En estoradica la causa de que la dictadura de PorfiríoDíaz esté aún por definirse.

La Reforma fué una lucha en que intervinie-ron, de un lado, el clero y parte de la aristocracia. .semifeudal con él vinculada, y, de otro, la pequeñaburguesía y el resto de la aristocracia. Al ser de-rrotado, el clero fué despojado de. su preponderan-cia económica, y, como consecuencia, de su pre-eminencia política.

La desamortización de los bienes de comun.;a-des, tanto religiosas como civiles, tuvo como prín-

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cipales consecuencias, por una parte, el fortaleci-miento incontrastable de la a1" ístocrncia seruiíeudaly, por otra, la consolidación de 1:1 pequeña burgue-sía, La at-istocracia semífeudal Fe aprovechó,apropiándoselas, de las haciendas dl'samortizadasdel clero y de los terrenos comunales de los pue-blos, cuyos habitantes se vieron convertidos enpeones de los latifundios, y parte de la pequeñaburguesía supo sacar provecho de las propiedadesurbanas que antes poseía el clero y de los "bienesde comunidades' de los pueblos indí_genas. (1)

Algunos escrltores, preocupados por las apa-riencias suped'ieial(>s de las cosas, se han empeñadoen relacionar, it1entificándolas, la Reforma en )fé-xico con la Revolución burguesa de fines del sigloXYIII. Pero si nos desentendemos, como es for-zoso, para acertar con la verdad, de todo linajede preocupaciones, para atenemos exclusivamentea la realidad objetiva, se advierte que ni la consi-deración de que los retormistas mexicanos norma-ron su actitud por In que adoptaron los jacobi-nos franceses, ni el hecho de que los mismoa re-formistas conformaran sus ideales con el pensa-miento social y politíco de los corifeos de la bur-guesía norteamericLlua y francesa del siglo XVIII,estatuyendo un régimen federal, la separación de

-W Acerca de 10< bienes de eomun ldad es indígenaa, véase el Vol.V de la Colección de Documentos para la Historia Econ6mica deMéxico.

la Iglesia y del Estado, el laicilJDloen la educación,y, en general, la &upremacla del índívíduo sobre lacolectividad, bastan para equiparar la evo1uciónsocial mexicana de mediados del siglo XIX, conla francesa de las postrimerías de la. centuria dé-címoctava.

La Revolución Francesa, es la consumaciónde la bancarrota del orden social heredado de laEdad Media, después que el desarrollo de la índus-tria, no sólo de Francia, sino de toda Europa, lohabía condenado a muerte, Es, en otros términos,la Gran Revolución, la maniobra por medio de lacual la burguesía, vigorizada ya en varias centu-rias de desarrollo, consiguió sobreponerse a la aris-tocracia feudal.

Por el contrario,en México, el desarrollo delas fuerzas productivas, por ser demasiado preca-rio todavia, impedía que la burguesía se sobrepu-siera a la clase semifeudal. De ahí que, en lugarde pasar nuestro país, después de la Reforma, aun régimen de producción netamente capitalista,fatalmente tuvo que estacíonarse por algún tiem-po dentro del semifeudal.

Si fuera forzoso comparar 1 '" circunstanciaseconómicas que engendró la .l.~eforma en México,con algún episodio de la evolución económicr 'u-ropea, quizás conviniera referir esta comparacióna las consecuencias que tuvo en Inglaterra la Re

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,.forma, en donde el colosal despojo de 108 bienesde la Iglesia (entregados a la rapacidad de los fa-voritos del rey o vendidos por precios rídículos aespeculadore~, arrendatarios y burgueses de la ciu-dad), trajo como resultados la expulsión en masade los antiguos ocupantes heredítaríos, que se vie-ron convertidos en jornaleros de los beneíiciariosde la Reforma. (Marx, El Oapital, Lib. 1. Cap.XXIV.)

El anhelo de los reformistas mexicanos, noiba más allá que a destruir el monopolio de los me-dios de producción en manos del clero, y por másque la mayor parte de aquéllos eran de mentalidadpequeño- burguesa, se desentendieron siempre de to-do objetivo de aniquilar el régimen semifeudal deproducción, establecido desde la época colonial,y antes, por el contrarío, lo favorecieron, a mercedde las propiedades comunales de los pueblos. De es-te modo, lo único que consiguió la Reforma fué cam-biar la relaci6n en que antes se hallaban las fuerzasque desarrollaban las clases sociales. En lo sucesivo,no será el clero la clase en cuyas manos se hallela preponderancia económica,' sino los señores se-mifeudales de las haciendas.

Una sociedad -dice Marx, en el Prólogo desu Orítica de la Eoonomi» Poütica=-, no desaparecenunca antes de que sean desarrolladas todas lasl"uerzas productoras que pueda contener, y las re-

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Iaeiones de producción nuevas y 8uneriores no Be

substituyen jamás en ella antes de que las condí-ciones materiales de existencia de esas relacioneshayan sido incubadas en el seno mismo de la viejasociedad."

La Revolución Industrial, que había sacudidoal mundo, engendrando en la civilización oceíden-tal la era de la producci6n capitalista, no habíapenetrado aún a mediados del siglo XIX, en Mé-xico, cuya estructura econ6mica (en donde el mo-nopolio de la propiedad en manos del clero daba. laregla) cerraba el paso a las innovaciones técnicas,por más que algunos esfuerzos se hubieran heehopara eonseguírlo. (1) De esta manera, cuando, conla Reforma, la naciente burguesía se vió triunfan-te del clero, fué incapaz de aprovecharse ella solade los beneficios creades por los circunstancias, ytuvo qne compartírlos con la clase semifeudal, cu-yas fuerzas se vieron, por su parte, acrecentadas.Así, hubo un momento dentro de la Hístoría de Mé-xico, en que ambas clases, en si mismas antagóní-eas por naturaleza, entraron en una especie deacuerdo ° tregua que les permitía florecer una alpar de la otra, sin grandes conflictos que las arras-traran, por de pronto, a la lucha. Tal estado decosas cre6 la oportunidad histórica para que Mé-xico penetrara en la época de paz porfiríana, ea-

(1) Nos referlmoe a 1&poHtiea eeonémlea de AJa:nán. V~, •.•. elVol. 1 d. la citada Colecci6n de Documentos.

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racterizada por el equilibrio de los intereses bur-gueses y semi-feudales. I

Los beneficios obtenidos por la burguesía conla desamortización, que puso en sus manos grandessumas de capitales, por una parte, y, por otra,la circunstancia de que a la sazón empezaba a ma-durar la forma imperialista del capitalismo eu-ropeo y norteamericano, permitieron' el desarrollode las fuerzas productivas mexícanas, con un ritmoacelerado que antes jamás se había manifestadodentro de las fronteras nacionales. Se inició en-tonces la construcción de las grandes vias de co-municación (telégrafos y' ferrocarriles), la apertu-ra deIas fábricas de hilados y tejidos movidas porelectricidad, etc., etc.

A medida que, con los capitales nacionalesacumulados por la burguesía y la ayuda de lasinversiones extranjeras, la producción capitalistase desarrollaba en México cada vez con mayor ve-hemencia, se iba manifestando el fenómeno de ladisgregación del artesanado. Esta clase social,incapaz de competir con los nuevos procedimien-tos capitalistas de producción, .se veía baio la ame-naza inminente de tener que abandonar sus he-rramientas rudimentarias, por inútiles ya, al em-puje arrollador de la máquina, para convertirseen asalariado del capitalismo.

El artesanado de la época colonial tuvo queluchar para subsistir como clase social contra 108

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repetidos intentos de producción capitalista -másbien semicapitalista-, que se manifestaban en laapertura de los obrajes, y, principalmente, en lade las fábricas monopolizadas por el Estado. Esmás: pasó, sin grandes riesgos, por la prueba dela abolición de sus privilegios, dictada en 1815.Pero ni aquéllo ni ésto bastaron para disgregadocomo clase. Los ensayos iniciados en 1830, por Ala-mán, para la creación de la gran industria nacional,fracasaron ante la imposibilidad de crear simul-táneamente el crédito, allí donde la mayor partede los capitales estaban en manos del clero o se de-dicaban exclusivamente a especular usurariamentecon el gobierno, y así el artesanado pudo subsistirsin grandes conflictos.

Pero apenas la Reforma empezó a manifestar-se con la Industríalización del país, el artesanadoinició su penosa agonía.

La agonía del artesanado es uno de los episo-dios más interesantes -aunque, sin duda, el menosestudiado-, de la Historia de México, en el últimotercio del siglo XIX.

* * *Al consolidarse, por el 70, la producción ea-

pitalista en Méxicb, se produjo en nuestro país elfenómeno que se había presentado algunas déea-das antes en Europa, a saber: la proletarizacióndel artesanado.

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Ahora bien, ide qué modo el instinto de conservacíón de esta clase social reaccionó ante elempuje del capitalismo?

En la historia- de los pueblos occidentales tre-cuentemente se ad vierte que dos clases sociales, ensi mismas, antagónicas, hacen causa común paraluchar en contra de un enemigo. Ya vimos que enMéxico la naciente burguesía y parte de la arísto-cracia. semiíeudal Be aliaron para aniquilar al clero.En Francia, durante las postrimerías del SigloXVIII, se advirtió que burgueses y proletarios seconfabularon para destruir a las clases- privilegia-das de la nobleza y del clero.

Otro tanto sucedió en México en la séptimadécada del Siglo XIX. La pequeña burguesía -elartesanado-, para defenderse en contra' del capi-talismo, se alió con las masas asalariadas y las di-rigió en la lucha contra el adversario común.

La lucha de la pequeña burguesía, puesta a lacabeza de las masas proletarias; persiguió dos ob-jetivos: primero, defenderse a si misma; segundo,defender a su aliado, para debilitar así al adver-sario de ambos.

El primer objetivo -el de propia defensa-,se deseaba obtener por diversos procedimientos deorganización, a saber: la organización mutualistay la organización cooperativa.

El segundo objetivo '-el de la defensa de lasmasas proletarlas=-, se pretendía alcanzado por

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el fomento del espíritu de aolídarldad, pOI' la re-glamentación del trabajo -jornada: y salarios-,por la conquista del derecho de huelga, y por laamenaza de la revolución social.

La más antigua agrupación mutualista -laSociedad Particular de Socorros Mutuos-, data,en realidad, del 5 de junio de 1853, fecha en quese organizó; pero no fué sino hastael año de 18f>4,cuando esta forma de defensa del artesanado ('0-

menzó a desarrollarse plenamente (1). He aquíCÓmo el maestro zapatero Fortino C. Díosdndopinta, en el estilo romántico de la época, el des-arrollo del ideal mutualista en México y el modocomo habla de sus excelencias:

"Cuando, en los tiempos anteriores, el laborioso artesano, el honrado menestral,' el ínfatlga-ble hijo del trabajo, con la frente mustia y Incabeza inclinada sobre su pecho, en señal de lamás completa resignación, se dírígía solo y cabiz-bajo, sin conocer en su marcha otro camino queel .de su casa al taller o la labor, encomendada asus multiplicados esfuerzos; cuando, repetimos, es-te ser estaba condenado a trabajar de un medoirracional, superior a su fuerza natural y aún asu misma existencia, al hundirse en la tumba sóloera sentido por su familia, a quien dejaba en la

(1) L31 Asodaciont'S !\1utuallBt •.•• en "El Obrero Internacional" de22 de Sc.E.t. de 1874. Véase también ¡ ¡ Justicia I! ¡ ¡ Justicin ! 1, .:. ShunB. Vülarrcn. en "El Hijo del Trabajo," de 8 de S~Pt., J 876.

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miseria más completa, y pOI'1&que había utilizadosus fuerzas en particular provecho; pues bien, en-tonces aparecía como un nuevo redentor para laclase desheredada, y el principio salvador de laasociación era visto cual estrella refulgente quetraía la noble misi6n de iluminar el camino delporvenir, de aquella laboriosa muchedumbre quenaufragaba ya en el caos de la desesperación, peroque, asidos de la barca salvadera da la esperansa,lucharon de una manera incesante con el trahajo.'f la unión, para llevar síquíera a sus sufridas fa-milias el pan amasado con el sudor de su frente ¡buscando, a la vez, en su humilde habitación, eldescanso tan necesario a sus fatigados miembros;para volver a otro día con denodados esfuerzos,a sus cotidianas tareas, teniendo presente que: "elhombre nació para el trabajo como el ave paravolar."

'~EI espíritu de asociación, al tender su manobenefactora entre ~uellas masas menesterosas, pa-ra reunir en su seno a todos los que sin patrimonio,y aislados, vagaban sin conocerse, vivían sin amar-se y morían sin sentirse: les hizo comprender quesólo unidos y con los sentimientos fraternales,podían hacerse útiles los unos a los otros; porqueen la uni6n está la fuerza, y que si los obreros que-rían ser grandes y colocarse en el lugar que debentener, era preciso que estuviesen unidos, porquesólo de este modo podían hacer frente a los ataques

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de la adversidad y de la miaeria, con que tenlanque luchar por haber nacido pobres.'

"Ardua tarea, misión sublime, tuvo que desempeñar aquel puñado de insignes obreros, para des-arrollar poco a poco este benéfico \. pírítu, y merceda BUS heroicos sacrificios, lograron difundirlo esen-cialmente en las clases humildes, hasta obtener unabrillante conquista: sus esfuerzos no fueron esté-riles, a pesar de haber tenido que emprender unlargo y quebrado camino, lleno de espinas; llevaroncual los apóstoles de la redención, su predicacióna las humildes chozas, a los desmantelados talleres' ,y allí, en donde el lenguaje de la persuación y delconvencimiento lograba encender la autorcha lu-minosa de la filantropía, derramaron todo génerode beneficios en favor de los artesanos y de 108agricultores. -

;'Misión dificil de llenar, por lo elevado de suobjeto, y que para conseguirlo eran precisos he.chos materiales y evidentes para su propaganda,y un Ienzuaje bastante expresivo para su enalteci-miento.. "Fué preciso decirle al artesano, que el espí-

rítu de -asocíáción se aumentaba, y que se hacianecesario trabajar con todo empeño para cerrarlas puertas de los hospitales, para que no penetrasena ellos los eacerdotas del trabajo, que después deestar consagrados a él, por mucho tiempo, tuv. vanla desgracia de enfermarse, y que quizá, abruma-

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dos por la pobreza en que habitualmente vivían,tuviesen la pena de dar el último adiós a su fami-lia para encerrarse en esas mansiones de dolor yllanto; donde, indefe(·tiblemente, después de du-rar algunos días al borde del sepulcro, exhalan elúltimo aliento, lejos de los seres más queridos yque .tan caros son para él; evitar, a la vez, que susfamilias tuviesen el cruento martirio de esperara que llevasen el cadáver de su deudo al camposantopara verlo por la vez postrera, y de que se diese elcaso, tan repetido muchas veces, de que al pregun-tar la desconsolada familia en la administraciónde los hospitales por el estado de salud de su deu-do, se les dijese que ya tenia tres o más días desepultado.

"El mutualismo ha venido a dulcificar (,!:lOS

sinsabores y a derramar el precioso bálsamo del con-suelo en el hogar doméstico; porque por este me-dio se obtiene, que el enfermo, sin salir de su casa,sin retirarse de su familia, sea atendido y medici-nado, y en caso de fallecimiento, sepultado con mu-cha decencia, igualando su cortejo fúnebre al quelleva una persona ucouiodada en igualdad de cir-cunstancias." (1)

El mutualismo tUYO UIl notable florecimiento.Una mucücdumbre de sociedades se formaron sobrela base de la ayuda mutua. Los socios pagaban

(1) Prouésriee, <k Fortiuo G. Dlosdadc, en "El Hijo <lcl 'I'rub,,-utdo," de ];j ch, ago~tG de 1xj(j.

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una cuota ordinaria de cincuenta centavos diarios,y esto les daba derecho a un salario de un pesodurante los primeros cuarenta días de enfermedady de veinticinco centavos en 108 sucesivos. Además.recibían asistencia médica gratuita, y corrian porcuenta de la sociedad los gastos de entierro en ea-so de muerte. (1)

Seria díñcil apreciar el infantil entusiasmoque los artesanos experimentaron al descubrir enla solidaridad de clase el mejor medio para defen-derse. Podemos, sin embargo, adivinar algo de loque pudo haber sido ese movimiento de replieguegeneral de las fuerzas del artesanado frente al avan-ce amenazador del capitalismo, si tenemos en con-sideración el modo como brotaban en las princi-pales ciudades (México, Puebla, Oaxaca, Zacate-cas, etc.), las agrupaciones mutualistas.

El ideal mutualista no tardó, sin embargo, endesvanecerse. Pronto se advirtió, en su intima na-turaleza, su infecundidad, su incapacidad, para seresgrimido como una arma eficaz de defensa, Asílo demostraron los hechos, con evidencia aterrado-ra,

José Marfll González, en un articulo tituladoLas Asociaciones Mutualistas, y publicado a prin-cipios de agosto de 1876, en "El Hijo del Trabajo,"hablaba de este fnodo del fracaso del mutualismo :

(1) Lae Sodeclades Hatualllltu, de José Marla GouzAlez, en "ElHijo del Trabajo," de 6 de Illlosto de 1876.

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HA muchos honrados artesanos conocemos, que tie-nen algunos años de pertenecer, no a una sino avarias sociedades, que han pagado con religiosidadsus cuotas y los impuestos extraordínaríos, y que,sin embargo, nunca han recibido ni la más pequeñacantidad de auxilio, porque nunca tampoco, hanpadecido de la más ligera enfermedad.

"Es cierto que ninguna culpa tienen las corpo-raciones que cuentan con socios en buen estado desalud; pero también es cierto que el dinero que seva depositando para crear el fondo, debía produciralguna utilidad a aquéllos que nunca son gravo-sos.

"Por el contrario, hay socios que padecen malesinteriores, que se desarrollan periódicamente, o queno aparecen a primera vista, y estos socios, con laconciencia de que casi siempre están enfermos, seinscriben en una o más mutualistas y procuranpagar con puntualidad sus cuotas mensuales todoel tiempo necesario para llegar a gozar el derechode auxilio, y que una vez llegado este tiempo, sedeclaran enfermos y empiezan a recibir el fruto desu mala fe. Supongamos, por ejemplo, que un hom-bre de los que acabamos de mencionar, se inscribeen cuatro sociedades mutualistas; por el pronto,desembolsa un peso po~ derecho de inscripción;por término medio en esas sociedades se fijan cua-tro meses de plazo para llegar a tener derecho deauxilio; ahora bien, en esos cuatro meses paga

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ocho pesos de cuotas, y sumando, resulta que hadesembolsado nueve pesos; se declara enfermo, einmediatamente comienza a recibir cuatro pesosdiarios, por espacio de cuarenta días, que hacenla insignificante cantidad de ciento sesenta pesos;además, tiene médicos y recetas pagadas; y todavíale queda el recurso de que, si al terminar los cua-renta días, no se ha restablecido completamente,"e le sigue minístrando una cantidad menor, escierto, pero que, todavía entre las cuatro, no bajade un peso.

"Y .aun hay todavía más. Hemos presentadoya las ventajas- que obtienen aquellos individuosque, perteneciendo a tres o cuatro sociedades, ad-quieren por medio de su buena o mala fe, en susenfermedades, pagando con puntualidad la cuotaasignada. Pero aquéllos que se de~velaron por fun-dar una sociedad, que emplearon su tiempo y sudinero por conseguirlo, que durante cuatro añosfueron los más cumplidos con sus comisiones ypago de cuotas, y que no recibieron en ese trans-curso de tiempo el más mínimo auxilio, ¿ será jus-to, será conveniente, que por su triste situacióndespués, que les impide hacer sus pagos, pierdansus derechos adquiridos, sus desvelos, y hasta seles expulse de la corporación que ayer estable-cieran ?

"Contéstese con franqueza: ¿ hay compensaciónentre la entrada y la salida? ¿ Es justo que el que In

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pagado en cinco anos eu cuatro sociedades, supo-niendo las cuotas de cincuenta centavos mensuales,ciento veinte pesos, no haya recibido ninguna uti-lidad, y el que sólo ha dado nueve pesos en cuatromeses, reciba ciento sesenta o doscientos, en menosde dos meses? Y no hablamos aquí de los gastos deentierro, luto de familia, auxilio último extraor-dinario, que hay que dar a esa misma familia, cuan-do fallece un socio; no mencionamos tampoco lasfaltas que suele haber en los fondos al hacer ba-lance, ni las cantidades que desaparecen repentina-mente juntas con Ios colectores; ni la renta dela casa, papel para la secretaría, alumbrado, mozode oficios, conserje y otros muchos gastos que seerogan.

"iSe puede progresar así ? ¿ Hay, repetimos,compensación entre el debe y el haber?

"Por mucho que se arguya en favor de las so-ciedades mutualistas, nunca los argumentos se-rán tan sólidos que convenzan."

Perdida la' confianza en el mutualismo, el ar-tesanado puso en sus ojos en el ideal cooperativo:"Las socledades mutualistas -decia Diosdado, en~'El Hijo del Trabajo," el 13 de agosto de 1876--,más tarde o más temprano tendrán que adoptar elsistema cooperativo."

El artesanado creía que el único medio de quepodía echar mano para hacer frente al capital, era

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el cooperativismo: "Nosotros -decia Ricardo Vela-ti-, pobres aoñadores, con la felicidad y mejora-miento material de nuestros hermanos, no dudamosni un momento que el sistema cooperativo de con-sumo les será más benéñco que, el, mutuálist8.; pueséste los libr.a de J1n hospital-y aquél .los ,salva dela miseria, y lo que es más, da la garra venenosadel hambre y de la codicia del capital, que hoy, más ,que nunca, es el mayor y más encarnizado enemigodel trabajo." ,

El objetivo pequeño-burgués del artesanadomexicano descubría, además, en el cooperatívísmo,un medio muy adecuado para alejar la amenaza dela revolución social: "Nuestras justas aspiraciones-decia Velati, en su trabajo sobre Lee 4sociaeio- 'n.es Oooperativas, que antes hemos citado-:.., nues-tras justas aspiraciones para lo futuro, deben im-pulsar a todos los que hoy están asociados, paraque el sistema cooperativo llegue cuanto antes aser una verdad en nuestra patria, con tanta másrazón, cuanto que el capital extorsiona casi yapor completo' al trabajo, sin que por nuestra par-te, tengamos con qué hacer frente al capitalista,lo cual traerá funestos re' ti u. os para toda laclase trabajadora, no tan sólo de la capital, sinode toda la nación en general. Esto, por un lado;por el otro, tal vez una guerra social, pues obli-gados a trabajar por un mezquino salario, no po-dre o subvenir n las necesidades del hogar. In-

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dispensable es que procuremos no llegar a tal ex-tremo, cuando nosotros mismos podemos creamosfondos cuantiosos que nos presenten un capitalpropio, por medio de las' grandes colectividades,pues según nosotros, el sistema cooperativo es latabla de salvación del proletario."

Los directores del movimiento artesano de Mé-xico, se entregaron con entusiasmo delirante a pro-pagar, por todos los medios, entre las masas, laidea del cooperativismo; pero a pesar de tantos ytan prodigados esfuerzos no consiguieron que serealizara nada efectivo, comparable siquiera conlo que pocos años antes se había conseguido con elmutualismo.

La explicación de este fracaso habrá de buscar-se, tal vez, en la desorganización en que se hallabanenvueltos los artesanos, que se traducía en una ca-rencia casi total de medios pecuniarios para dar10R primeros pasos en una empresa que requeríagran suma de recursos, y una gran disciplina ell-t re las filas del artesanado, a la sazón disperso 0,

cuando menos, encerrado en su propio egoísmo.

• • ••Los. titubeos COn que se movía el artesanado

mexicano eran un índice de su profunda deserten-tación. Sin embargo, hacía grandes esfuerzos poradquirir, cuando menos, la cohesión necesaria paraluchar ron ventajas en contra de su adversario.

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La primera manifestación de esta actitud delartesanado, la encontramos en la integración delCirculo de Obreros (16 de septiembre de .1872).Esta institución fué creada con el objeto de vigi-lar los intereses del trabajo y luchar por la mejorade las clases obreras y proletarias. (1)

Con todo, si examinamos el "Reglamento Ge-neral pura regir el orden del trabajo en las fábri-cas unidas del Valle de México, formado y apro-bado por todos sus representantes en el salón delGran Círculo de Obreros de ~Iéxico," de 20 de no- .viembre de 1874, descubrimos, desde luego, en lamayor parte de sus cláusulas, una mentalidad queno difería gran cosa de la que normaba la vida eco-nómica de los prímitívos gremios coloniales. ElReglamento, está concebido así:

"Articulo 1Q Los trabajos deben comenzar des-de el momento en que el día nos proteja con la luznatural, y parar cuando el sol cumpla su carreray las tinieblas se apoderen de su luz; tiempo seña-lado en que el obrero debe ir a nutrir su entendi-miento con los conocimientos que deben elevar susituación, en el intervalo que deja de velar .

"Artículo 29 Es obligación de los obreros de ca-da fábrica, poner un establecimiento de enseñanzaen distintos "amos, según lo requieran las circuns-tancias, para que los trabajadores ocurran con pun-

(1) El IlIJo del Trab...so, de 6 de abril de 1519.

tualídad a recibir las clases nocturnas que nOIexige el descubrimiento de las luces, y el deber quetiene cada uno de educar a su familia, para el por-venir y buen éxito de nuestra amada patria.

"Articulo 39 Es deber forzoso de la junta dí-rectiva de cada sucursal, estimular a todos los tra·bajadores, primero a que ocurran al establecímíen-to de Instrucción, todos los que necesiten de ella;segundo, exigir a todos los que tengan. más con~ci.mientos, a que ayuden al maestro, en sus trabajospara el adelanto y cultivo de los mismos trabaja-dores; tercero, prohibir toda alternativa politicao religiosa, para evitar el desorden o tal vez unadesgracia en el establecimiento; cuarto, procurarque exista- un fondo para cubrir los gastos que seoriginen en su instrucción; quinto, exigir a 108trabajadores, el cumplimiento de las obligacionesque se han impuesto en el trabajo, según la justí-cia, para que se hagan acreedores a un buen trato.

"Articulo 4Q Al dirigirse un trabajador a cual-quiera de las fábricas en solicitud de trabajo, tíe-ne la forzosa obligación de presentarse al C. Pre-sidente de la Sociedad, para que en junta general,se haga una calificaci6n de las cualidades de BUpersona, según las fracciones siguientes: 1-, pormedio de un informe que dé la sociedad a que hayapertenecido, con la nota ds buen o mal comporta-miento, para evitar las desgracias que continua-mente acontecen: 2', que se vea que es útil, para

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Jese1npeuul' el trabajo que solicita; 3'\ que desdeel momento en que reciba el trabajo, quede inscri-to en el registro de la sociedad, con la obligaci6nde ser útil a ella; 4-, si el informe que diere fuerafalso, será aprehendido y entregado a las autori-dades más inmediatas, quedando responsable lapersona que falsamente haya acreditado BU conuuc-ta; 5', si su conducta fuere buena, la mesa dírec-tiva interpondrá su influencia a quien corresponda,para que llegue a obtener el trabajo.

"Articulo 5Q Este reglamento -se conservará enla parte más pública del local, donde se considereque los trabajadores puedan estar al tanto de losarttculos que contiene."

El Círculo de Obreros, a poco de haber iniciadosu vida, tuvo un considerable incremento. En oc-tubre de 1874, el número de asociados ascendía a8,000 trabajadores, que en su mayor parte eran arotesanos y obreros de hilados' y tejidos. (Ricardo V~.Iatí, "Las Sociedades Cooperativas," en EL OBRE.RO INTERNACIONAL, de 27 de octubre de 1874.)

Este auge inesperado del Circulo de Obrerosdetermin6 a sus dirigentes a e •.•ocar un congre-so permanente, en cuyo se.••c, estuvieron répresen-tadas todas las agrupaciones artesanas y proleta-rias de la República. En el manifiesto publicadocon motivo de la inauguración del Congreso, seseñalaban los siguientes objetivos:

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"Primero. La insÍl'ucción de 108 obreros adul-tos y la enseñanza y la educación obligatoria delos hijos de éstos.

"Segundo. El establecimiento de talleres, enlos que se proporcione trabajo al artesano, con in-dependencia del particular y del capitalista, paraponerlo a cubierto de la miseria, auxiliarlo en susenfermedades, ampararlo en todas sus desgraciasy alejarlo de la posibilidad de que sea deudor,porque el hambre avasalla, muchas veces el decoropersonal.

"Tercero. El empeño eficaz de conseguir quesean en todo tiempo una verdad para el obrerolas garantías políticas y sociales, y que el serviciomilitar no recaiga exclusivamente en ellos, sino quese distribuya de una manera equitativa por mediode una ley especial, entre todos los hijos de la Re-pública, ya sean sabios o ignorantes, ya fueren po-bres o ricos.

"Cuarto. El aseguramiento de la más plena li-bertad en la elección de los funcionarios públicos;la absoluta autonomía en su conciencia y en suculto; la defensa legal contra las exageraciones odesigualdades de que pudieran revestirse los im-puestos, y un sistema de protección ilustrada parala industria y para las artes.

"Quinto. El nombramiento de procuradoresgenerales de los obreros, encargados de gestionary promover ante las autoridades federales y de los

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Estados, todo aquello que pudiese ser provechosoo necesario para los mismos.

"Sexto. La fijación del tipo de salario en todoslos Estados de la República (según lo requieran lascircunstancias de localidad y el ramo de que setrate), o sea la valorización del trabajo por los mis-mos trabajadores, con el propio derecho con quelos capitalistas ponen precio a los objetos que for-man su capital.

"Séptimo. La creación de exposicrones indus-triales promovidas y sostenidas por los artesanos,donde se puedan premiar y vender las mercancíasde los trabajadores, en periodos sucesivos sin nece-sidad de la acción gubernamental, despertándoseasí el. espíritu de iniciativa y de empresa entre losartesanos.

"Octavo. La variación del tipo del jornal, cuan-do las necesidades del obrero 10 exijan, pues asícomo los capitalistas alteran el valor de sus mercancías, en los casos en que lo juzguen convenien-te también el obrero tiene el derecho de hacers~bir el precio de su trabajo, hasta conseguir lle-nar con él sus necesidades partículares y sociales.

"El Congreso dedicará "]t., atención preferenteal importante asunto de las huelgas; se ocuparátambién de mejorar, hasta donde sea posible, lae (lif;ón de la mujer-obrero, y procurará qP~ suclaro y conciso programa sea bien desarrollado yex¡..li(·_10 P.. ![l Constitución ; pero para expedir

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·ese Código neceslta del apo;ro de todas las asocia-ciones y de todas las clases trabajadoras que aúnno se organizan en. socíedades especiales. Besuel-to por la Asamblea que ninguna asociación pueda.acreditar ante ella más de cinco delegados, se es-pera por los que suscriben, que las Sociedades queno hayan nombrado aún sus representantes en elCongreso, los nombren cuanto antes, y que las -qnehubieren designado para representarlas a una eomisión menor de cinco ciudadanos, la hagan llegaral número citado, a fin de' que todas las asociacio-nes tengan la misma fuerza de voz y voto en elCongreso, pues cualquiera que sea la cantidad desus miembros, no por eso dejan de significar lomismo que las otras, como entidades morales; e~es la teoría esencial de toda federación.

"Por lo que queda expuesto, el Congreso deseaque desde hoy se le reconozca como centro de laGran: Confederación de las clases trabajadoras, yque todas las Sociedades se entiendan y relacionencon él, para tener el prestigio y la fuerza de launión única, con que podemos salvamos," (1)

El Congreso Obrero, vivió una vida llena devicisitudes, desde el principio de su organizaciónhasta que se extinguió, por el año de 1~80. Eranatural que así sucediera; sus intereses pequeño-burgueses chocaban. con 108 capitalistas, y no se

(1) Mnnilieoto del ConA'r~so Obrero, de 17 de abril de 1876.

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resolvía francamente por otra parte, a respaldarla causa del proletariado. Así, por ejemplo, pug-naba por una poli tic a proteccionista, en la que ci-fraba la base de su existencia, como clase social,por la creación del crédito que lo salvara de lasgarras de los agiotistas, por la difusión de la edu-cación pública, como medio para obtener una mejorpreparación en la lucha económica, y por establecer una concordia quimérica entre el capital y eltrabajo, por medio de la cual pretendía conjurarlos conflictos, principalmente el de las huelgas,contra las cuales fué casi siempre adverso.

La vida del Congreso Obrero señala muy cla-ramente la actitud de la pequeña burguesía fren-te al maquinismo, cuya siniestra amenaza hacíadecir el primero de mayo de 1876, a uno de susmiembros: "Ahora Q nunca debemos afianzar nues-tr-os derechos; todavía es tiempo de ser libres; mástarde no será posible, porque pesarán sobre nuestroshombros Ias cadenas de la esclavitud; todavía po-demos ser hombres, más tarde seremos parias, se-remos máquinas."

Mientras de este modo se debatía el artesanadonacional, envuelto en los mil conflictos que lecreaban las circunstancias de una época para éladversa, por- el desarrollo acelerado que adoptabanlas fuerzas productivas del capitalismo, surgía enel horizonte social la nue -a clase 0('1 proletariado.

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En México, como en los demás paises de la ci-vilización occidental, el nacimiento de esta nuevaelase social, se manifestó trágicamente. Surgió ale vida en medio de dolor y del hambre, agobiadacon la pesadumbre de todas las desgracias, flagela-da por todas las infamias, y, lo que es peor, enca-denada a su propia debilidad.

Conocemos la vida del campesino mexicanodesde sus más remotos orígenes, que arrancan delsiglo XVI, con la ínstítueíén del peonaje, pues apartir de la apoealíptíca DESTRUOOION DE LASINDIAS, del apostólico Las Casas, las obras histó-ricas han reconstruido en sus páginas, con mfl8 omenos fidelidad, con colores más o menos vigoro-sos, la tragedia en que se ha debatido la masa anó-nima y callada, sobre cuyas espaldas ha pesado se-cularmente la tarea de hacer producir la tierra paralos otros .. También conocemos el desenvolvimientopaulatino del artesanado, al través de la muchedum-bre .de ordenanzas dictadas para perpetuar sus pri-vilegios durante la época colonial: pero nada sa-bemos, pues nada se ha escrito, acerca de las clr-ennstancías en que se reaIizó el fenómeno de lat'roletarizaci6n del artesanado. Pocos datos tene-mos, por otra parte, para reconstruir ahora esemomento de nuestra Historia Social y Económica,que, por más doloroso y terrible que fué, pocashuellas documentarías dejó. Sin embargo, podemosformarnos una idea de la forma como se manifestó

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ese fen6meno echando mano de las noticias que, .tenemos acerca de las circunstancias en que vivíanlos obreros queretanos de la fábrica de "Hércules."

"La fábrica "Hércules," la han convertiao lOS

señores ~ubio, en una especie de REPUBLICA,porque ellos, y no el- gobierno, son los que allídictan l~yes, las hacen obedecer, castigan ainfractor es, juzgan a los delincuentes Y crímínaleapues hay que advertir que en el punto donde estásituada esta fábrica, han mandado los señores Ru-bio edificar tantas fincas, que ya éstas forman hoyun sinnúmero de calles, en cuyas fincas habitanmás de la mitad. de los operarios de las fábricas,porque los dueños de ellas les han impuesto horastan precisas para entrar a trabajar, que no ten-drían tiempo para ir y volver a Querétaro, si vi-vieran allí, no concediéndoseles ni un minuto másde la hora que se les fija, so pena de que, si no en-tran, por ejemplo, en punto de las cinco de la ~a-ñana, son despojados irremisiblemente del trabalorvalidos los patrones de la escasez de recursos queQuerétaro tiene, validos de la pobreza que lo opri-me de la miseria que lo desgarra; y como los ope-, .raríos, no siendo del trabajo de las fábrícas, notienen otra industria o profesión de que vivir, por-que todo el movimiento que el Estado tiene es elque aquéllas le dan, tienen que resignarse con tantriste suerte; tienen que vivir, quieran o no, enlas estrechas accesorias o casas que los dueños de

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"llérculelS" han edificado en el mismo punto, conobjeto de especular con ellas el trabajo de sus ope-rarios.

"También hay, como es natural, en el mismoparaje en que están las referidas fábricas, todoscuanto! elementos y víveres necesitan los que allthahitan para vivir. Hay, como si fuere una capitalde primer orden, numerosas tiendas de ropa, iu-finitas tiendas de abarrotes y bastantes sastrerías,zapaterías, boticas, etc., etc., con el 'Objeto de quelos trabajadores no vayan a Querétaro a compraren sus mercados todos estos artículos ; y para másobligárseles a hacerlo así, se les da .un sinnúmerode vales, especie de papel moneda, sólo para elcomercio de aquellas fábricas; en tal virtud, cuan-do estos desdichados operarios reciben su mezquina

.raya, casi entera vuelve a entrar a la caja de suspatrones, porque tienen que descontar de ella to-dos los vales que reciben para surtirse de víve-res en las casas de comercio que les han puesto allí,tienen que descontar la renta de las casas en queviven, S, en fin, tienen que descontar semanaria-mente, todo cuanto necesitan para vivir, cuyo dine-ro, como ya se.dijo, vuelve a la caja de los señores.Rubio, pues ellos son los dueños, también, de to-das las tiendas y mercados que existen en aquelpunto; y por esta razón, esos operarios, siempreobligados, porque siempre están endrogados conS\1S patrones, a trabajarles donde ellos- quieren, a

..,.",

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la hora que quieren y como ellos quieren, y los su-sodichos patrones más y más se enriquecen cadadía y en consecuencia, más injustos son, más exí-, , .

gentes y más infames con los desgraciados traba-jadores.

"Para probar, hasta la evidencia, que la fá·bríca "Hércules" la han convertido los señores Ru-bio en una especie de República, comu decimosmás arriba, existe alli, para vergüenza de casi to-dos los gobernantes de Querétaro, una numerosay disciplinada fuerza, que no paga el gobierno.sino los dueños de la fábrica, para que sólo a ellosesté subordinada, para que a s610 ellos reconozcacomo jefes, fuerza que sirve no s610 para el res-guardo de la fábrica, sino para guardar el ordenen aquella pequeña República; para castigar allíal que falta a su deber, y conducido a la: inmundamazmorra, que también tienen a su dísposición losseñores Rubio, para encerrar en ella, después dejuzgar y sentenciar ellos mismos, al infeliz opera-do."

Un industrial, Carlos Aríste," pintaba de estemodo la situación de los obreros de las fábricasde algodón del 'Valle tie México: "Trabajan ... has-ta las nueve, las diez, y en algunas fábricas hastalas once de la noche. El obrero ocupado en estasfábricas, dejando su trabajo a esas horas, teniendoque atravesar muchas veces la regular distancia

. que lo separa de RU morada. bajo un copioso "agua'

3':).,

cero.. sin otra ropa que ponerse, sin otro recursoque el de secar su vestido a la" lumbre, que a vecestiene que hacer él mismo 1:1 cena que lo ha de ali-mentar, se acuesta a las diez, las once, o las docede la noche, para levantarse al día siguiente a lascuatro de la mañana a volver a sus tareas." (1)

La situación del obrero de la metrópoli de laRepública, se agravaba aún más porque la deinan-da de brazos de las fábricas era comparativamen-te pequeña, Con relación a la oferta tan copiosaque resultaba de la despoblación de los camposante el desmoronamiento del régimen de propiedadcomunal de los campesinos. En efecto, los que noquerían enfeudarse con los hacendados, acudían alas ciudades en busca del trabajo, y esta ola cqns-tante que invadía las ciudades, no sólo estacionabalos salarios, sino que los hacía bajar. Esfo puede

. comprobarse con el siguiente párrafo, de un ar-ticulo de Ramón Félix Delvaille, publicado en 18\H,en que dice, en tono de alarma : "De los Estados dela República han venido a la capital gran núme-ro de trabajadores que han invadido, por decirloasí, los talleres, causando con esto un gran per-juicio a los obreros de aquí (la. ciudad de Méxi-co), pues esta invasión repentina los ha puesto en

"

(1» En 1817 ya se hablaba sn México de superproducctén. Para~yltarla. Arlste pedía una disminucióu de In jorllftda del trabajo entod •••• la. f!briea. de la n",pÍlblic!i.

el caso de trabajar menos Y malbaratar su traba-jo." (1)

La consolidación del capitalismo destruyó lasprimitivas relaciones en que se movían, dentro dela organización artesana, maestros y oficiales, re-laciones que se caracterizaban por su armonía ycordia.lidad. En su lugar surgi6 un estado de per-petua lucha entre capitalistas y asalariados. Laactitud que adopt6 el asalariado mexicano en estapugna, fué la de la huelga.

Las huelgas, es .cíerto, datan, en México, delaño de 1865, en que se advirti6 el primer brote,pero esta táctica de lucha del proletariado, fuépropagándose a medida que avanzaba la indus-trialización del país y la proletarizaci6n de las ma-sas, de tal modo que, cuando en 1877 llegaron aMéxico las noticias de los disturbios .huelguíetí-cos de los ferrocarrileros norteamericanos, el cam-po estaba ya suficientemente preparado para quelas multitudes proletarias se excitaran con el ejem-plo que les llegaba de allende el Bravo. En efecto,fué precisamente entonces (1877) cuando el mo-vimiento' huelguístico tuvo en México un desusadoflorecimiento, y el momento en que empezaron amanifestarse de un modo claro las aspiraciones

(1) Superaba tanto la oferta de trabajo a la demanda. qu . lacomente migratoria mexicana, con ser tan copiosa, que se lnleJ.. titercer tercio del .í¡rlo XIX bae!:! los Estad"" Unidoe. comleul6 .1•.,arloa .alarlOl.

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~--_ .._---~

por conquístar un aumento- en 108 salariQS y unarebaja en la- jornada de trabajo.

No .seria posible que, dentro del reducido es-pacio de .que disponemos, pudiéramos agotar el te-ma del movimiento hnelguístíco mexicano, en eltercer jercío del siglo XIX. Sin embargo, cuandomenos debemos caracterizarlo.

La característica principal. de este movimien-to la debemos buscar en el hecho dé que fué di-rigido, no por los lideres obreros, que a la -sa-zón aún no surgían de entre la: masa proletaria,sino por periodistas pequeño-burgueses, que desdelas columnas de sus publicaciones hacían prodi-giosos esfuerzos por orientar a los asalariados.

Las causas principales de las huelgas fueron,en primer lugar, los abusos pavorosos de los pa-trones, que no querían despojarse de la dureza delseñor feudal, cuya actitud todavía remedaban, yel espíritu de imitaci6n que. arrastraba a los di-rectores del movimiento social a. remedar' en Mé-xico lo que entonces se hacia 'en Europa y en losEstados Unidos, adonde el proletariado se lanza-ba audazmente a la conquista de sus derechos.

En efecto, la actitud mental de los dirigentesdel movimiento social mexicano, no estuvo deter-mi ada exclusivamente por las condiciones econó-micas locales, sino también, y en grado muy emi-Lente, por ;',. i'¡~luer.da que sufrieron de la Iítera-tura socialista europea.

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No se ha ahondado todavía, por desgracia, enuna investigación bibliográfica, que nos exhiba deun modo claro la filiación de las' corrientes inte-lectuales extranjeras, que en el terreno de las doc-trinas económico-sociales conmovieron a la peque-ña burguesía mexicana, del tercer tercio del sigloXIX, por más que este tema, al desarrollarse, pro-porcionaría la base para explicar una muchedum-bre de fenómenos nacionales. -Sín embargo,des-de luego puede afirmarse, sin temor ninguno alerror, que la lectura de las obras de Proudhon, yaun la de El Capital, de Marx, no fueron ajenas ala estructuración de la mentalidad de 108 escri-tores socialistas mexicanos.

Uno de los temas más socorridos por la lite-ratura socialista mexicana, del 74 al 80, fué el dela revolución social, y su estudio, sin duda algu-na, es el mejor medio para apreciar la' influenciaque la literatura europea, de la época, ejercía en-tre los directores mexicanos de la cuesti6n social."Pelante de nosotros -decia un editorial de unperiódico en julio de 1878, parodiando el Manifies-to Comunista de Marx-Engels-, delante de nos-otros se presenta cada día y se va acercando másy más cada vez un fantasma terrible y amenasa--dor, que viene escoltado por el hambre y los dolo-res, los padecimientos y las injusticias que oprí-men a la familia humana, y que hay que mirar aese ser formidable, porque es la persontñcaclón de

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1& ira desesperante del pueblo, es la encarnaciónde la mísería pública." (1)

El teórico más distinguido de la revoluciónsocial fué el anarquista José Maria Gonsáles, así-duo lector de Proudhon. Este artesano, desde laspáginas de El Hijo del Trabajo, al mismo tiempoque divulgaba y promovía el cooperativismo, espar-cía con sus artículos el espanto entre las filas bur-guesas. Con motivo de la determinación que toma-ron los dueños de las fábricas del Valle de Mé-xico con los huelguistas de Querétaro, Gonsáleapublicó una candente requisitoria contra los ricos,en que les decia: "Vosotros, los que coméis y soisricos por lo que robáis al trabajador, pronto esta-réis de rodillas implorando misericordia de los quehoy son vuestras víctimas. Verdugos implacables:pensad bien lo que hacéis. Estáis coalígados paraatormentar y humillar a los obreros, creyendo quesois fuertes, y no sabéis que vuestra fuerza es ilu-aoria. Miserables: especuláis con el trabajador; elsudor que cae de su frente amenaza" el pan quecoméis; y a pesar de" eso no lo consideráis como ahermano: vestís con lujo, ostentáis rícas alhajas.paseáis en elegante carruaje, tenéis una 'numerosaservidumbre, os divertís, os reís estrepitosamente,apuráis el placer, y no os acordáis que una mu-chedumbre de desheredados se cansa, se fatiga, se

fl) La Internacional. de 14 de julio de 187 .

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muere por propordouaroA todas e'<He;: comodidnUPA. " Que ¿ no oís el eco aterrador dc mif lonos devoces de obreros norteamericanos q II ya no pí-den pan, sino sangre? Qup ¡.no 'lllllp;·t'nclÍ'Í¡; quela Internacional ha tenido mejor acocida en mé-rica que en Europa? Si, la Intoruacional 1110 cam-biéis de color, ni frunzáis el ceño}, la Internacio-nal qne es vuestro juez y que os pide cuentas deltrabajo de los pobres ... · Qne no te culpen maña-ña -exclama, dirigiéndose al trabajador+-, q~1t~no te culpen mañana, si haciendo a un lado a esefantasma que se llama g-ohif'lll0, te gobiernas porti mísmo ; que no te culpen mañana sl, desprecian-do a esn meretriz que se Ilnma Justicia, te haces[usttcia por tu mano." Y para terminar, vaticinatrágicamente: "Si algún día, en Yt'7. eJe Iáhrir-ascontempláis ruinas, en vez de telares "éis cenizas,en vez de riquezas tenéis miseria, en vez (le pisar·alfombras, pisáis sangre, no pregrmt éis por qué:'

La actitud de José :'Ifflrja Gonsález provocóuna reacción vigorosa ('11 la prensa hmgnc"'1, laque (les/le lnego se enfren f l', con ~l en f'mmn decídida t' implacable. El mismo .Iuveual que do-mingo a domingo deleita ha con nrtícnlo- Ilrerm-íosa lo!'!lectores burgueses ,11' E! .lfonitnr Rrjl/l1¡lic(/·

110) abandonó sn postura para comba t ir al sastreiletrado '111ese atrevía 1\ 1:1117,31' nqnellas pf, ·oro·!'IIlS nrnenaza: de revolución sor-ial en lo: mom n-tOR en que JH gran burgupsía empeznl.a II disfrn-

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tar de los despojos de la Reforma, bajo el cobijode la democracia, cómodo refugio ideológico paraquienes recibían sus beneficios económicos.

Para Juvenal la lucha de clases había termi-nado desde el instante en que la Constitución de1857 IIdi9 al desheredado como al rico idénticosderechos ante la ley, les ha llamado a un mismocamino, les ha hecho, no sólo semejantes sino igua-les, ante los derechos que el pacto social acuerdaa.Ios individuos que viven en comunidad."

"Los rrcos y 108 pobres -agregaba Juvenal-,108 ricos y los pobres en las repúblicas modernas,en la nuestra principalmente, no forman ya la cla-se alta y la clase baja de otros tiempos, notémosbien cómo a nuestras costumbres no cuadra laaristocracia, cómo esta palabra se recibe hasta"con risa por la gran mayoría de la nación, por to-dos los que saben que la arístoeracía está en elgenio, éstá en la virtud, está en la moral y la hon-rades.

"En esta consecuencia ~saca como conclusiónJuoenat-« la rivalidad entre el capital y el trabajotiene mucha menos razón de ser, a la sombra denuestras costumbres y de nuestras instituciones,porque si las primeras han borrado odiosas dife-rencias, las segundas garantizan la libertad deltrabajo. Nuestra Constitución, la base <le nuestrasleyes, consigna ese gran principio en su articulo

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59, uno lip, los que más honran las grandes ideasque han venido preconizando los legisladores de57."

La argumentación de Juoeno; no convencía yaa las masas oprimidas, que para entonces habíanperdido definitivamen.te la fe en la" libertad pre-conizada por la: democracia. ": Puede haber, en ge-neral libertad -se preguntaba La Comuna, en unartículo anónimo publicado el 24 de septiembre de187()--, nos recuerdan que "el respeto al derechopendencia, en el hombre que se halla bajo la pre-sión de la pobreza? ¿La "puede haber en el hombreque en todas las horas del día se presenta a suimaginación la desesperante contemplación de quéhará para comer, o para dar de comer a su fami-lia, si la tiene?

l!JI pesimismo de las masas era, a la sazón, es-pantoso, como que ya no creía siquiera en el cre-do. liberal, por cuyo triunfo había luchado contanto heroísmo : "Siempre los ricos y los adula-dores =-decía El Hijo del Trabajo, el 15 de mayo de1876 -nos recuerdan que "el respeto al derechoajeno es la paz," y nosotros preguntamos: ¿ quiénrespeta nuestros derechos?, ¿los tenemos por ven-tura? ¿. Dónde están nuestros derechos como ciu-dadanos, dónde están como obreros, dónde comohombres, pues hasta los derechos naturales nos111Ul quitado?

4:1

La Reforma misma ¿ qué slgniñcaba ya porentonces para las masas oprimidas? El engañomás infame. J. :.\luñuzul'i, en septiembre de 76, de-cía, reñriéndose a 108 trabajadores: "Recuérdesesr téngase en cuenta que esta parte importante dela sociedad, en la lucha de la libertad contra latiranía, de la opreslóu contra el derecho, y de laintervención en defensa de la independencia, haolvidado su hogar, sus hijos, madre y esposa, pordefender la tierra en que nació, y adonde no tie-ne como propiedad ui una vara de terreno en quese le sepulte mañana."

Los teóricos de la Revolución Social, por mu~claramente que expresaran sus ideas y señalaranlos objetivos de lucha, no conseguían conmovera las inasas proletarlas. Era inútil que éstas en-grosaran sus filas cada día más y más con la pau- ,perización del artesanado de las ciudades y con eldespojo de los campesinos. Su íncremento rápido,no obstante que contribuía a darles una concien-cia de clase cada yez más clara, de poco serría pa-ra que realizaran una acción eficaz en favor deIlUS propios intereses. Sucedía que la propagacióndel proletariado en medio' de la generalización dela miseria de las masas, estaba aparejada con elfortalecimiento incontrastable de la burguesía,udueñada del poder público.

La integración definitiva de la dictadura po",Iiriana, por el 84 =-prímera reelección-, ahogó

4,2

Qor la fuerza la fuente de las inquietudes socialeston la persecución de los periódicos socíalistas.Las masas asalariadas, ya sin guías teóricos pe-queño-burgueses que las orientaran en la luchacontra el capitalismo, se vieron abandonadas a suspropios recursos, que al principio fueron pequeños,pero que poco a poco fueron multiplicándose amedida que la clase numéricamente se mnltiplica-ba con la difusión de la técnica industrial. Así,hubo un momento -principios del siglo XX- enque la masa proletaria pudo ya enfrentarse, porsi misma, respaldada en su propia fuerza, al ca-pitalismo. Esta actitud -huelgas de Cananea yRío Blanco-, es el primer paso que dió el prole-tariado mexicano hacia la conquista de sus dere-chos y el primer anuncio de que la quimera de laRevolución Social sería con el tiempo una reali-dad.

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1,

OFICINA DE MAQlJlNAS