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    Orgenes complejos de la conciencia:Hominizacin y Humanizacin.

    Eugenia Ramirez-Goicoechea

    Dpt. Antropologa Social y CulturalUNED [email protected]

    If we were all suddenly somebody else. James Joyce.Ulysses.

    One great part of every human existence is passed in a state which cannot berendered sensible by the use of wide awake language, cut and dry grammarand go ahead plot. James Joyce to Harriet Shaw Weaver. 24.11.1926.

    INTRODUCCION

    La conciencia es el lugar de todos y de nadie. Objeto escurridizo de lafilosofa de la mente, la psicologa cognitiva, las neurociencias, la mecnicacuntica, el anlisis poltico,la crtica literaria, todas estas disciplinas coincidenen que hay que dar cuenta de una experiencia corporomental de s,universalizable crossculturalmente, aunque de muy diversas maneras.

    Uno de los objetos de este artculo es sugerir algunas cuestiones sobrela evolucin de la conciencia reflexiva, o autoconciencia, pero tambin, apuntaralgunas reflexiones epistemolgicas sobre cmo abordar los fenmenoshumanos, prestando atencin tambin a un discurso crosscultural. En cualquier

    caso, nos adscribimos a una aproximacin interdisciplinar, como la defendidapor el mismo Prof. Alvarez Munrriz1 en este volumen, o como la de Ch.Laughlin (et all. 1995), en donde se integran investigaciones derivadas de laantropologa, psicologa y las neurociencias.

    I. ALGUNAS IDEAS

    I.1. Fundamentos materialistas de la conciencia

    En principio, como muchos otros, yo tambin pienso que la concienciaest fundada en los procesos bioqumicos de organizacin de la materia

    viviente. Algunos creen que la bsqueda de nuevas leyes fsicas nos depararnuevos avances en el conocimiento de la conciencia (cf. Cairns-Smith Smith,1996). R. Penrose (1989) y su clega Hameroff, han propuesto, por ejemplo, laexistencia de microtbulos como mecanismos de computacin cuntica y deinformacin que estaran en varios sitios a la vez, seran independientestemporalmente de la actividad neurofisiolgica y que formaran la conciencia.

    Las tcnicas de imagen por resonancia magntica (fMRI) estncontribuyendo de forma importante a la localizacin actual de la actividad

    1Gracias especialmente al Profesor Alvarez Munrriz de la Universidad de Murcia, por

    invitarme a participar en el proyecto de investigacin interdisciplinar que dirige desde hace aossobre la Conciencia.

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    cerebral en el crtex, mostrndonos cmo esta se realiza de abajo arriba yviceversa, desde lo particular concreto sensible hasta lo ms abstracto yelaborado, y vuelta a la experiencia concreta, incluso a partir de la atencinmotivada. Por ejemplo, Kamitani y Tong (2005), trabajando con el cortex visualprimario, y aplicando algoritmos estadsticos a los datos proporcionados por

    resonancias magnticas, acaban de mostrar que es posible predecir lapercepcin subjetiva a partir de la localizacin de la actividad cerebralimplicada, si quiera a la hora de la orientacin de lneas de luz y sombra.

    A pesar de las correlaciones entre la fenomenologa de las experienciasde la conciencia y su refrendo neurofisiolgico y qumico-elctrico en el cerebro(Hobson et all. 2000), no creemos que todos los grados de complejidad puedanexplicarse a partir de las mismas lgicas operatorias (Alexander, 1987) por msque ciertas condiciones sean necesarias aunque no suficientes. Es bien ciertoque estas explicaciones no pueden entrar en contradiccin ltima con las basesfisicoqumicas ltimas de la materia. Pero queda mucho trecho para poderreducir la complejidad de lo subjetivo o lo sociocultural, por ejemplo, a las

    dinmicas qumicas del calcio o la glucosa en el cerebro. En todo caso, siguesin resolverse el problema duro del que habla Chalmers (1996) : cmo seproduce la experiencia subjetiva a partir de procesos neuroqumicoscerebrales?

    Sin negar la decisiva contribucin de las neurociencias al conocimiento,es necesario partir de nuevas epistemologas que permitan comprender msintegradamente los fenmenos humanos, en sus mutuamente constituidas yconstituyentes dimensiones biopsicosocioculturales. Para ello me sirvo de unainterpretacin abierta y flexible de las teoras dinmicas de sistemas y de la no-linealidad, como las de la autopoiesis y autoorganizacin (Maturana, 1981;Maturana & Varela, 1980, 1992; Zeleny, 1980: Rose, 1997), la complejidad(Morin, 1977, 1991; Lorite Mena, 1982; Lewin, 1992, Kauffman, 1993; Goodwin,1994), la criticalidad (Bak, 1996; Cramer, 1993) y el caos (Gleick,1988), demodo de dar cuenta de procesos emergentes en desarrollo (Oyama, 1985;1992), productos de la globalidad de sistemas y de sus mltiples y mutuasimplicaciones constitutivas (Cf. Ramrez-Goicoechea, 2005a).

    Distintos sistemas y fenmenos desarrollan sus propiasautoorganizaciones y constricciones y hay que dar paso a estas ideas de lageneracin del orden a partir del caos y de otros subrdenes que, a cierto nivel,puedan representarlo para la realidad fenomnica que estemos tratando. Nossigue costando pensar en emergencias, en microsistemas dependientemente

    independientes (Cairns-Smith, 1996), cuyas leyes no tienen por qu ser lasmismas que las de los antecedentes cuyas relaciones sistmicas y crticas lascrearon. Informacin re-entrante puede constituir nuevos microentornos paradistintas redes y conexiones neuronales, propiciando una dinmica especficade sincronizacin entre las mismas, que sin esa reverberacin no ocurrira.Como emergencia de la experiencia mental y corporal, la conciencia no puedereducirse al proceso neurofisiolgico que la posibilita. Porque ese bucle, buclede bucles, etc. depende, adems, de un resultado evolutivo: de muchos otrosprocesos biolgicos y corporomentales, ecolgicos, grupales, socioculturales. Ytambin de otros ontogenticos, sin los cuales, no hay conciencia subjetivapersonal: regulacin psicobiolgica, alimentacin y cuidados, atencin guiada,

    descubrimiento orientado, canalizacin de la motivacin, memoria, categorasde vida, procesos de identificacin e imitacin, otras representaciones y

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    metarepresentaciones, capacidades y ejercicio discursivo, etc. Todo esto tieneun locus de produccin y re-creacin extracorprea, dependiendo de procesosque ocurren extrasomticamente, en el espacio de intercambio generalizadoque se da en las relaciones sociales y la comunicacin entre los cuerpos y susactividades. Nuestra conciencia necesita in-corporarse somticamente para

    hacerse vivida, re-presentada, por medio de nuestra actividadperceptosensorioconceptual registrada neurolgicamente. Pero no puedereducirse a ella: nuestro cerebro, como parte de nuestro cuerpo, est vinculadoa un sistema de cerebros y cuerpos, y slo mediante ese vnculo puedeproducirse subjetividad, as como objetivacin como intersubjetivacincompartida -.

    I.2. Clases de conciencia

    Una perspectiva evolutiva de la conciencia confa en la subsuncin de

    unas formas ms simples en otras ms complejas y estas otras en otrastodava ms, siendo una condicin necesaria pero no suficiente de lasubsiguiente. Aparte de esta cadena de condiciones necesarias (que nocausas eficientes), cada tipo de conciencia coexiste con las dems, pudiendoser preeminente o dominante a las dems en ciertas situaciones y experienciasde hecho, convirtindose en lo que I. Prigogine (1980) ha denominado comoatractor.

    Estas formas de conciencia ms complejas (Crick & Koch, 1998)pueden co-determinar significativamente la transformacin de las ms simples,no ya slo por medio de bucles de retroalimentacin en el sentido cibernticodinmico, sino como microentornos que el propio organismo puede crear (eneste caso, el ser humano, la persona), y respecto de los cuales organizaradinmicamente sus constricciones y condiciones de posibilidad.

    La conciencia reflexiva o autoconciencia acompaa, en los humanos yen algunos primates superiores, a otros aspectos de la vida y la experiencia(Mora, 2001:127). Yo estoy especialmente interesada en la conciencia de s oautoconciencia, y en la conciencia de los dems, de la existencia y pertinenciade los otros (Ramrez Goicoechea, 1991; 2006). En realidad deberamoshablar de estados de conciencia como estructuraciones ms o menos fugacesde procesos dinmicos de ciertas redes neuronales que entran en relacin,durante una temporalidad determinada (Mora, 2001:135 y ss). Deberamos

    reconocer, tambin, que la experiencia humana ocurre en muchos y diversosestados y grados de conciencia2.

    En principio, podemos hablar de tres tipos fundamentales de conciencia:primaria, reflexiva y trascendente, que ms o menos corresponderan con latipologa de Alvarez Munrriz (1994) de intuitiva o irrefleja, refleja y puntual o deconcentracin total.

    No obstante, creo que en la conciencia reflexiva habra que distinguirentre varios tipos de re-descripcin y re-presentacin. No estoy tan segura deque el tipo de conciencia involucrada en la capacidad simblica que introduceel lenguaje sea el mismo que aquel que pueda decirse sobre el pensamiento y

    2Segn Alvarez Munrriz (1994), en cuanto a su claridad, concentracin y energa. Yo aadira

    su grado y mbito de autodescripcin. Cf. Infra.

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    prctica religiosos, que no obstante, no pueden identificarse tampoco con laconciencia transcendida ms que en algunas religiones y en momentospuntuales. Los tipos y grados de re-redescripcin y re-trabajo experiencial ysociocultural involucrados no son equivalentes.

    I.2.1. Conciencia sensorioperceptiva

    G. Edelman (1992; & Tononi, 2000), menciona una conciencia primaria,como una capacidad de atencin y preferencia en relacin al recuerdoinmediato del pasado, pero sin proyeccin ni retrospeccin a largo plazo. Setrata de un apercibimiento o awareness de tener un cuerpo y estar en elmundo, rodeados de otros iguales y distintos, que pueden representar distintascategoras de proximidad, semejanza, o cooperacin. Est basadaprincipalmente en las capacidades sensoriomotrices y en un aprendizaje deexperiencias pasadas en relacin a situaciones en el presente.

    Desde el programa de la Epistemologa Evolutiva (Cf. Wuketits, 1984;Gonthier, 2005), podra atribuirse, en distintos grados, a cualquier ser vivienteque es capaz de autoorganizarse a partir de la seleccin creativa de suspropias condiciones de existencia

    Esta conciencia primaria es a la que nos referiremos cuando un ave estatenta a la direccionalidad de la mirada de un potencial depredador para actuaren consecuencia (Griffin, 1992), por ejemplo. Qu duda cabe de que tenerconciencia del dolor, del hambre, de la capacidad de movimiento, tieneconsecuencias evolutivas importantes3.

    I.2.2. Conciencia reflexiva

    Es difcil establecer un comienzo de la conciencia reflexiva a partir de laprimaria, porque, en realidad, podemos encontrar situaciones intermedias, co-ocurrencias, etc. Por ejemplo, sabemos que los chimpancs pueden utilizarpragmticamente sus miembros sin tener contacto visual directo con losmismos, monitorizndolos por medio de una pantalla de televisin. Est claroque para ello el chimpanc necesita una imagen de su cuerpo, una re-presentacin del mismo y cierta realizacin de su capacidad para controlarlovicariamente, a travs de la imagen en la pantalla. Este estado es obviamente

    ms complejo que la propia conciencia corporal que permite el sentidopropioceptivo, aunque exija a este como condicin previa.En cualquier caso, parece que todo el mundo est de acuerdo en que

    este grado de conciencia implica un grado de organizacin todava mscomplejo. La conciencia reflexiva sera aquella que tiene a la propia concienciacomo objeto. La conciencia como autoconciencia es posible mediante lareflexividad: pensarse a s mismo. Aqu el sujeto deviene en objeto deconocimiento para s mismo y para los dems, en cuanto que toda concienciaes relacional. La conciencia reflexiva es un caso de metacognicin, meta-

    3Algunos llegan a proponer incluso que los sistemas nerviosos centrales, que aparecen

    alojados en una zona corporal como la cabeza, surgen evolutivamente para controlar elmovimiento del animal (Greenfield, 1996).

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    representacin, en donde lo metacognizado es el propio cognizador. Todaconciencia reflexiva implica una representacin, una re-descripcin de nuestrapropia imagen y percepcin de nosotros mismos (cf. Karmiloff-Smith, 1992;Leslie, 1987). La interpretacin podra entenderse, por ende, en unarepresentacin ampliada y dirigida del contenido de la representacin (Sperber,

    1996:34).Esto slo es posible si uno mismo es re-creado como microentorno

    dentro del propio sistema. Slo podemos mirarnos a travs de lainternalizacin, re-representacin que hacemos de nosotros mismos, creandola ilusin de un observador interior (Stewart & Cohen, 1997:205). Pero laconstruccin de microentornos no se parece a una imagen replicada hasta elinfinito por una multiplicidad de espejos que reflejan indefinidamente loreflejado. La posibilidad de mirarse en un entorno se refiere a una re-presentacin de s mismo, siempre re-creativa y, hasta cierto punto,necesariamente novedosa, alterada. La imagen que se nos ofrece es como lade un caleidoscopio, una unidad virtual que se actualiza de distintas maneras

    en cada agitacin del artefacto y que, sin embargo, acabamos reconociendo ensus formas unparecido de familia, en el sentido polittico (Cf. Needham, 1975),con el aadido de que podemos incluir nuevos cristales de colores, aunque noilimitadamente.

    N. Humphrey (1983) concibe la conciencia como la internalizacin debucles externos, es decir, la construccin de un mundo sensorial interno al quereferirnos. Cairns-Smith (1996:244) habla de la conciencia como un tercersistema capaz de dirimir con datos sensoriales procesados en diferentes reasdel cerebro, en contacto tambin con un almacn memorstico enorme, conacceso a procesadores distribuidos ampliamente por medio de los cualespueden ponerse en marcha simples decisiones. Lo cita como un procesodependientemente independiente de nuestras evolucionadas capacidadesmentales (ibid. 296). Llins (2001) cita la existencia de una onda de barrido dela corteza cerebral generada desde el sistema talmico-cortical y que duraracerca de 13 milsimas de segundo. Tononi y Edelman (1998) tambinreconocen la importancia decisiva de esta parte del cerebro, y hablan de unacentralidad dinmica como resultado de la activacin conjunta de multiplesneuronas que pertenen a otras tantas redes neurales.

    1.2.2.1. Conciencia y self

    Es difcil separar la nocin de conciencia de la de self, porque, al fin y alcabo, la conciencia reflexiva tiene al s-mismo o a partes de l, como objeto.El self es la impresin de una continuidad en nosotros mismos, la articulacinde una identidad que, no obstante, se reorganiza con cada experiencia. M.S.Gazzaniga (1985) justifica la reflexividad como un proceso de interpretacin yconstruccin de cierta coherencia y consistencia en nuestros comportamientos.Esto nos dotara de una sensacin de subjetividad, no por ello menos real siquiera como patrn neuronal dinmico -. DAndrade (1995:163) define el selfcomo el centro perceptor (perceiving) de la conciencia y agencia. Este selfpercibe que percibe, siente que siente y es consciente de que es consciente.Tiene cierta continuidad socioculturalmente determinada - en el tiempo - y

    cierta correspondencia con otros aspectos y dominios de actividadcorporomental reconocidos como propios. Si est invadido por otros self,

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    temporal o permanentemente, estaramos ante un caso de anormalidadpsicolgica (esquizofrenia, doble personalidad, experiencia exttica,alucinacin inducida por drogas o experiencias kinsicas), segn el imaginariooccidental, lo que en otros mbitos culturales correspondera a situaciones deposesin, de contacto con los espritus, Dioses, o como reflejo de capacidades

    especficas4

    .En la conciencia reflexiva, unimos el origen de nuestros actos, laobservacin y evaluacin de los mismos. En trminos de control pragmtico yautomonitorizacin, esto nos ha permitido extender nuestro dominio sobre eltiempo y el espacio, lo que, evolutivamente, ha significado incrementar cadavez ms el entorno significativo para nuestro desarrollo y dominio comoespecie en el mundo, fagocitndolo como parte ya de nuestro sistema.

    La capacidad de detectarse a s mismo es la recursividad de nuestracapacidad de detectar a otros. Conciencia significa con-scientia , es decir,saber con. Evolutiva y psicolgicamente parece que la conciencia de s y la delos dems se desarrollan co-ontogenticamente (Gazzaniga, 1985). Slo laverdadera imitacin, en el sentido de la comprensin de la intencionalidad del

    otro, por medio de nuestra identificacin con l, como sujeto como nosotros(Tomasello, 1999), nos introducira en la conciencia de uno mismo en relacina los dems y viceversa. La conciencia reflexiva tambin implica inferir laexistencia de patrones generales comunes que operan tanto para uno comopara los que le rodean. La conciencia de s implica una cadena dereflexividades cuya ubicacin no se agota en el sujeto, sino en los dems: yos que t sabes que l sabe, que yo s, que l sabe que t sabes ... (Grice,1989). Es una capacidad de trascender la conciencia propioceptiva de estar enel mundo y de que nos pasan cosas, posibilitndose la experiencia de laempata y de una teora sobre el estado mental de los dems, lo que slo seproduce ontogenticamente a partir de capacidades retrabajadasgeneracionalmente en contextos sociocognitivos evolutivamente complejos(Humphrey, 1991). Como deca Jolly (1996), la atribucin de deseos,intenciones y emociones marca el largo camino hacia la simbolizacin y lacultura: A lo largo de milenios de evolucin, las mentes progresaron desdeese mono quiere morderme, a no le gusto a ese primate, a ese trueno quiereasustarme, a Zeus esta enfadado conmigo (traduccin propia).

    1.2.2.2. Conciencia y lenguajePara la conciencia primaria sensorioperceptoconceptual, hace falta cierta

    actividad corporomental y relacional; para la conciencia como re-presentacin,hace falta algn tipo de mecanismo simblico, como el lenguaje, el arte, etc. yun sistema relacional mutuamente implicado y consensuado, objetivado.

    El caso del habla egocntrica es muy interesante. Permite construircierta mismidad como objeto. L.S. Vygotsky (1962) dijo que el pensamiento esel habla interiorizada. Es un ejemplo de cmo re-producimos internamente laexterioridad, pero, en este caso, nosotros somos el objeto. Sin caer en ellogocentrismo, en la medida en que la autoconciencia se realiza por medio dela relacin con otros, es impensable que pueda existir sin algn tipo de sistemade comunicacin voclico-gestual. El lenguaje y toda su productividadsemntica y sintctica, aprendido y experimentado en contextos interactivos de

    4 Definir algo como anormal es un modo de proteger el sistema clasificatorio, sin incorporar lasincidencias contrastivas, sino utilizarlas para reafirmar el paradigma.

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    manipulacin de relaciones y objetos, es una tecnologa que permite re-presentar internamente el mundo que vivimos compartidamente con nuestrosotros/iguales/distintos, los status, roles, distancias sociales, perspectivas(Tomasello, 1999). Tenemos conciencia de nosotros mismos en, por y de losdems, en el sentido del otro generalidad del que nos hababla G.H.Mead

    (1967/1934). Los pronominales permiten el espacio de la subjetividad orientaday localizada en un mapa de relaciones clasificatorias y sussubjetividades/objetivaciones. El lenguaje abre la posibilidad de contar,transmitir, revivir propia o vicariamente, reconstruir, reinterpretar, dotar desentido, anticipar, compartir y pensar conjuntamente o entrepensar (Cf.Mercer, 2000). Hablando y gesticulando podemos retrabajar colectivamentenuestra propia autorepresentacin, organizar dinmicamente nuestras propiasimgenes sobre nosotros mismos, reflejar nuestros propios estados mentales(Cf. Mithen, 1996) y movilizar la empata de los dems para que experimententambin nuestro estado de conciencia.

    La capacidad de expresar deseos, voluntades, posibilidades, dudas,

    incertidumbres, es impensable desde una conciencia primaria que no setrascienda a s misma y sin un entorno social que construya significadoscompartidamente. La conciencia de uno como actor (Yo, I) y como objeto (m,me) no podran existir sin la intermediacin del lenguaje (Goody, 1995). Oirnoshablar permite tomarnos como objeto, producto de nuestra propia actividad.Poder comunicar ideas y estados sobre nosotros mismos requiere el grado deobjetivacin que slo es posible, principalmente, mediante un lenguaje cuyossignificados son compartidos5.

    1.2.2.3. Centralidad de la conciencia reflexiva

    El grado de fragmentariedad y fragmentacin de este selfque se piensaa s mismo vara crossculturalmente. Muy tempranamente, F. Boas reconoci laimportancia de ubicar la conciencia humana en las tradiciones sociales y losentornos tnicos de los diferentes pueblos (cf Stocking, 1982d). El estudio de laconciencia no puede obviar los distintos modelos culturales del s y de lapersona, que informan precisamente las distintas experiencias y discursossobre la conciencia. La idea cartesiana de un self, centrado, nico, que soportatodas nuestras experiencias, ha dejado paso a un replanteamientoconstructivista sobre la naturaleza poltica y composicional del self. No todas

    las culturas problematizan el s (Cf. Shweder & LeVine, 1984), aunque todasejercitan algn tipo de reflexividad en este sentido. Las etnografas msrecientes muestran que las cosmologas tribales se plantean temas derelevancia filosfica, produciendo conocimiento reflexivo sobre los eternosproblemas del sentido que los humanos solemos plantearnos, ofreciendo a lossujetos una comprensin de su lugar en su cultura y en el mundo, como quieraque este se re-presente.

    Si la variabilidad etnogrfica hace replantearnos la centralidad y unicidadde la conciencia reflexiva al modo propuesto por el cartesianismo y la tradicin juedeocristiana, tambin la evidencia neurofisiolgica. En general todos estn

    5 No vamos a hablar aqu de una forma especfica de conciencia reflexiva como es laconciencia moral, aquella que habla de la intencionalidad y responsabilidad de los actos de unoen relacin a sistemas de reglas y valores.

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    ms o menos de acuerdo en que no hay una localizacin nica para laconciencia como producto mental. Para D. Dennet (1991) no hay centralidadsino difusionalidad. La conciencia sera como el centro gravitacional de lanarratividad, aunque tambin de la experiencia. Hay orden sin organizador, locual es muy correcto desde el punto de vista de las teoras de la complejidad.

    Desde esta perspectiva, habra algunos mdulos que se apoderaran delsistema (commanding heights), imponiendo su impronta a otros mdulos,actuando como atractores. F. Varela (et all. 1991) tampoco concibe unacentralidad organizadora de la conciencia y, apoyndose en la experienciacognitiva del Budismo, habla de un ungrounded self o self no enraizado.Edelman y Tononi (2000) hablan de una centralidad dinmica en el sentido deactividad neuronal de multitud de redes y mapas interactuando a la vez. Searle(1984) cree que la conciencia es un efecto macroscpico de mltiples procesoscerebrales microscpicos. Los estados de la conciencia, como los de lapercepcin, seran propiedades globales emergentes de diversos sistemas desistemas de redes. La unidad no sera la neurona sino los patrones que forman

    todas sus conexiones en un momento dado. Para Llins (2001) la centralidadno est en el espacio, sino en el tiempo, gracias a la sincronizacin temporal dela actividad de multitud de estructuras neuronales del crtex y del tlamo, pormedio de una onda de barrido que coordina todas ellas. As, se producira unestado representacional nico.

    1.2.2.4. Umbrales de la conciencia

    En la conciencia reflexiva, es importante distinguir los umbrales de laautorepresentacin.

    Nuestra epistemologa es opaca a no ser que la metalogicemos pormedio de la reflexividad y el discurso. No hay registro de su constitucin niconstruccin, no hay memoria a ser recuperada. Existen multitud de subrutinasde las que no somos conscientes y que siguen funcionando a la vez quenuestra conciencia. Parece haber un umbral por el que los contenidos mentalestienen que pasar para que se nos hagan conscientes. Existe la posibilidad detraerlos al foco de atencin de la conciencia. La conciencia reflexiva siempre esselectiva, y en esa selectividad reside tambin la variabilidad biogrfica y lasociocultural.

    La conciencia reflexiva no se ejerce sobre todo el dominio de actividad

    del sistema, no puede contemplarse en su totalidad (cf. Luhman, 1995)

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    . Laatencin, la focalizacin hacia un mbito u otro, puede ser desigual, comoconsecuencia de la existencia o no y del tipo de reentradas e interconexionesde redes y mapas neuronales que estn activndose a la vez en un momentodado. A esto hay que aadir que hay estructuras y procesos cerebrales sobrelos que no podemos tener conciencia reflexiva en cuanto que pueda no haber,fisiolgicamente hablando, conexin neurolgica alguna entre s (Cf. Reyna,2002:50 & ss).

    6 Cuando era pequea, le pregunt un da a un amigo enterado : Cmo es que estandonuestro sistema solar en la Va Lctea, podemos ver esta ltima?. Me contest: Imagnateuna seora muy gorda muy gorda, con un trasero enorme. Crees que no sera capaz de vrselo

    si gira la cabeza?. Todava me da que pensar esta analoga. Creo que eso es lo que sucedecon la reflexividad caracterstica de la conciencia. Y, no obstante, la seora gorda no puedeverse la nuca. Siempre hay territorios propios ignotos, que nunca nos sern accesibles.

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    I.2.3. Conciencia trascendente

    Elegimos este tipo de denominacin porque hablar de estados alteradosde conciencia es un eurocentrismo en cuanto a que toma la vigilia como campono marcado, el de la realidad.

    Es un tipo de conciencia emergente que se experimenta como una re-representacin de s condensada en una puntualidad actual nica, que sientefuera del tiempo y del espacio, una conciencia inmanente, no mediada, des-incorporada otra capacidad mental, la de la descorporalizacin (cf. Leder,1990) -, una experiencia inefable, donde confluye toda la actividadcorporomental en una sensacin holstica, de fusin total de lo subjetivo yobjetivo, de smosis absoluta de una interioridad que rompe sus lmites y sedisuelve en el entorno, de paz y relajacin total. Estos estados de conciencia

    son, de alguna manera, inefables, pues se experimentan como nicos, nocomunicables ni replicables, fuera del propio contexto de su experimentacin.Su objetivacin por medio del lenguaje, y, por tanto, su posibilidad decomunicacin retrospectiva a otros, hace perder buena parte del carcterexperiencial que les caracteriza. Por ejemplo, cuando uno acude a clases demeditacin, el profesor es un gua para las propias capacidades del sujeto, lascuales, bien enfocadas, le conducirn al estado mental que busca. Este gua nopuede compartir sus estados ni intervenir en los nuestros.

    Sin embargo, esta experiencia puede tener efectos prcticos en elmbito relacional interactivo. La conciencia trascendente, aunque se muestrecomo subjetividad mxima en el encuentro de otras subjetividades, implica unnivel de identificacin intersubjetivo y, por tanto, de mxima objetivacin - ycomunal intensa y extensa con aquellos que participan de la mismaexperiencia. No siempre la experiencia de la conciencia trascendente es interiory autista. La comunalidad de estas experiencias ya fue subrayada para algunostipos de rituales por V. Turner (1977), cuando habl de la communitas comoestado de mxima efervescencia y unidad colectiva en situaciones socialesconcretas. El concepto de flow que utiliza M. Csikszentmihalyi (1975, 1993)tiene cierta relacin con lo anterior para dar cuenta de la naturaleza del disfrute(enjoyment) que los humanos exhibimos en actividades de total implicacin yde plena consciencia de s con otros, como sucede en el juego, la danza, el

    canto, el ejercicio fsico, la realizacin de hobbies o simplemente en el dejarsellevarpor situaciones y momentos que nos envuelven y nos son especialmentegratificantes. Son experiencias holsticas que nos llenan y satisfacen por smismas (autofulfilling, autotelic) sin conciencia introspectiva vigilante oautoexaminadora de nuestra conducta ni de si alcanzamos fines concretos; elpuro disfrute e involucramiento total hace que seamos capaces de superar eldolor, el agotamiento, el esfuerzo desmesurado, y que sintamos un contactodirecto fraternal e igualitario con los compaeros de la actividad, una unidadcon el mundo por el que se nos revela intuitivamente el significado de nuestravida en l. Como vemos, recuerda a algunas caractersticas de lo quedescribamos como experiencia de una conciencia trascendente. Este flow

    puede ser parte cotidiana de nuestra existencia y da la impresin de que susconsecuencias fsicas y psicolgicas son importantes para nuestro equilibrio y

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    bienestar general. En estos estados, como en los de hiper-concentracionespuntuales como cuando estamos inmersos en la resolucin de un problemamatemtico, social, emocional, creativo, podemos abstraernos de todo lo quenos rodea, incluso de nuestras sensaciones corporales.

    Distintos tipos de conciencia trascendental, alterada, elevada, o comoquiera llamrsela, pueden conllevar cambios fisiolgicos importantes como elritmo cardaco y respiratorio, la conductividad de la piel, la frecuencia de lasondas cerebrales medida por la actividad electroencefalogrfica (EEG), lapercepcin sensorial, el tono muscular. En el caso de este tipo de conciencia,se ha observado una mayor frecuencia de ondas theta-alpha (7-9 Hz). Lasetapas 3 y 4 del sueo profundo exhiben ondas de tipo delta (0,3-3Hz).Estudios sobre practicantes asiduos de tcnicas de meditacin trascendentalindican que algunos de estos cambios se mantienen a largo plazo. Aquellosque practican meditacin de forma continua exhiben estados de alegra yfelicidad as reconocidos por los sujetos de forma prolongada, mientras que

    su respuesta inmunolgica a las enfermedades tambin se refuerza (Davidson,2003).

    Este tipo de conciencia se nos representa como desconectado de todaclase de experiencia sensorial e intelectivo. Sin embargo, las experienciasmsticas tienen un fundamento materialista innegable, independientemente desus formas de autorepresentacin y su incardinacin como experienciassignificativas en determinados contextos psicosomticos y socioculturales.Aunque estas experiencias de conciencia trascendida puedan aparecer deforma no inducida pueden propiciarse tambin por medio de sustanciasqumicas, o bien por el estmulo de su produccin interna mediante lamanipulacin sensorial y kinsica, o por una combinacin de ambos. Lasexperiencias msticas de los derviches en el sufismo, es un buen ejemplo,tcnicas de ilumniacin divina que estn atrayendo a numerosos turistasreligiosos occidentales.

    Las formas y significados de este tipo de experiencias pueden ser muyvariadas. Si bien coincidimos en que este tipo de experiencias de concienciahan sido referidas universalmente y que su qualia tiene mucho en comn, no esmenos cierto que mientras Santa Teresa se autorepresentaba sus estadosmsticos como estados de infusin directa con su Dios cristiano-catlico, el suflo hace con Al, el budista con el Nirvana, y el posedo con los distintos

    agentes espirituales de las religiones afrobrasileas (Umbanda, Candombl) ydel Caribe (por ejemplo, Vud), o el cuerpo mstico y religioso de que se trate.Uno de los casos ms interesantes es el de las prcticas shamnicas decontacto con los espritus y dioses. El uso controlado de sustanciasalucingenas provoca estados diferentes de conciencia por medio de los cualesse accede al contacto y a la informacin privilegiada con seres de otrasdimensiones, a menudo a partir de la imaginera mental de diversasrepresentaciones y formas. Este conocimiento junto con el proveniente de lossueos y su interpretacin, visiones, intuiciones y observaciones del mundosocial y ambiental cotidiano, conforma el poder adivinitario e interpretativo deeste especialista para su comunidad. Conciencia trascendente es la estimulada

    por alcaloides en muchos ritos de paso de la niez a la adultez entre losaborgenes australianos, intensificando el grado de vinculacin grupal y de

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    solidaridad con el grupo de edad en contextos de vida y supervivencia difciles(Cf. Grob & Dobkin de Rios, 1992).

    Un caso interesante son las experiencias cercanas a la muerte. Ensujetos de cultura occidental, en perodos de muerte clnica definidos por parocardaco y encefalograma plano, estas son narradas como experiencias de

    disociacin del cuerpo, a-corporalidad, omnisciencia, comprensin total,bondad infinita, reencuentro con seres queridos fallecidos, vista disociada delcuerpo, luminosidad total, etc. No sabemos a ciencia cierta la neurofisiologa deestas experiencias y si se producen justo antes de la muerte vegetativa ocuando el sistema de vida se reconstituye y vuelve a aparecer actividadencefalogrfica.

    Para Occidente, el problema de la conciencia trascendental es querestituye un holismo denegado para una experiencia controlable desdeinstituciones y discursos del poder en nuestra historia intelectual. Esenios,gnsticos y otros grupos cristianos que practicaban con estados de conciencia

    trascendente fueron neutralizados por el dualismo paulista de una iglesia queerigida en dogma y ortodoxias del cristianismo. La Inquisicin no se qued a lazaga y conden a la tortura y a la hoguera, porbrujera, a todo aqul o aquelladel que se supiera experimentara estados alterados de conciencia. Losmsticos del Siglo de Oro espaol fueron no poca causa de debate ycuestionamiento antes de incorporarlos en la legitimidadcatlica.

    I.4. Conciencia y sueos

    Nuestro rgimen circadiano entre da y noche, as como los estadoscerebrales y locomotores asociados a ambos, estn regulados hormonalmentepor neurotransmisores complejos. Estos activan o ralentizan y apagandeterminados grupos de neuronas que actan como relojes internos y quedeben ser bastante antiguos evolutivamente porque tambin se encuentran enla mosca del vinagre (Grima et al. 2004).

    En todas las culturas hay nocin de la diferencia entre sueo y vigilia,como modos especficos de estar en el mundo. Pero la significacin cultural ypersonal de cada estado, sus lmites, umbrales, conexiones, es distinta y susposibilidades de influir en el otro, tambin.

    Casi todas las culturas han dado relevancia significativa a los sueos, tanto en su

    dimensin de conexin con otras realidades, como por su contenido y posible influenciaen otros estados. Segn (Abrahams 1986), en nuestra construccin de lo que

    denominamos realdeberamos pensar en qu contrastamos con qu y no slo bajo qu

    circunstancias creemos que las cosas son reales. Para el hinduismo Mayahavadi, porejemplo, la nica realidad es la transcendencia, no la de la vida cotidiana. Estaes simplemente Maya, ilusin (D'Aquili and Mol 1990; Roman Lopez 2001). Larealidadslo se comprende cuando somos capaces de comparar con otras clases de

    experiencia, percepcin y juicio. El saber y el vivir puede construirse a partir de

    diversos tipos de experiencias y estados sensoriales y mentales humanos (Halton 1995).

    Las rupturas de lo cotidiano y sus interacciones tipificadas indican y promueven formas

    diversas de estar y actuar en el mundo. Transitamos con poca dificultad y conciencia

    por estos umbrales de experiencia diversa (Schutz 1970).

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    Todos los casos de interpretacin de sueos son ejercicios dereflexividad, con diversidad en la adjudicacin de su significado y fuerzamotivacional para la accin y su legitimacin en la vida de vigilia7.

    En las culturas que dan especial importancia al mundo onrico, sueleobservarse un dualismo cuerpo/espritu, con distintos grados y tipos de

    mediaciones. Entre lospum de Venezuela, las experiencias del sueo estnincorporadas en sus historias de vida y tienen efectos en la configuracin de laidentidad personal, en la vida social, su organizacin y su interpretacin, entrminos de orientacin de la accin. El sueo es una forma de viajar a la tierrade los ot - junto con el canto, la alucinacin y la enfermedad de recordar unestado primigenio y utpico. La entidad personal que viaja a la tierra de estosot es el pumetho o especie de esencia vital, diferente del cuerpo fsico oeikar . Este no tiene sentido sin aqul, porque lo que da la identidad y lapertenencia es la capacidad de soar. Estospumethos, que son personales,adoptan roles y aspectos psicosociales. En la tierra de los ot o seres conpoder donde no hay lmites geogrficos ni de riqueza, ni enfermedades, ni

    dolor, se reconstruye la memoria personal que luego se hace pblica ycolectiva mediante diversas ceremonias, en donde se organiza el sentido de lamarginacin, el proceso histrico y las penalidades que la Modernidad y laurbanidad les ha trado. El chamn es el que organiza y dirige estasinterpretaciones pblicas de los sueos y sus consecuencias prcticas en lavida social (Orobitg, 1988). Son diferentes formas de trabajo y re-trabajocultural de los conflictos, las identidades, los problemas sociales, etc.

    De diferente manera, los Azande entienden el sueo como un campooperatorio donde intervenir sobre las personas cuando son ms vulnerables yno tienen defensas, cuando su alma deambula por ah a voluntad (Evans-Pritchard:230 y ss.). Las pesadillas son interpretadas como experiencias debrujera y se parecen mucho a cualquier otra pesadilla: ser perseguido porhumanos con cabeza de animal y otras agencias con poder, ser alcanzado porun enemigo, ser sujeto de dao y peligros varios, caerse a un precipicio y nopoder pedir ayuda. Otra fuente de inquietud es imaginarse la presencia dealguien que le est observando a uno (Cf. ibid. 231 y ss). Los Azandeinterpretan estos sueos en relacin a experiencias y situaciones de la vidaordinaria, en base a su universo social e interactivo.

    En contraste con la visin de la realidad occidental, los Aranda deAustralia creen y viven en un tiempo-fuera-del tiempo que existe en lossueos, tiempo este en el que viven sus ancestros. Para adjudicarrealidada

    este tiempo, la perspectiva del mundo de los Aranda se realiza desde un tipode conciencia diferente del nuestro (Rheingold, 1988)8. Por citar un ltimoejemplo, los Cree de Alberta (Canad) no consideran sus sueos comoepifenmenos locales, sino como espacios privilegiados de significacin einterpretacin del mundo y de ellos en l. Tienen especialistas que sonidentificados y entrenados desde nios como el soadorde la comunidad9.

    7 Recordemos los sueos de la madre de Alejando Magno sobre el gran destino y superioridaddel hijo que conceba. La mitologa griega est llena de casos parecidos. El AntiguoTestamento recoge los sueos de Josu y sus consecuencias en la liberacin del pueblo judo.8 Sobre el exceso de relativismo en las concepciones del tiempo en el mbito ritual y simblicofrente al practicoinstrumental de la vida diaria y sus asuntos, vase la crtica de M.Bloch a C.

    Geertz en Bloch (1989).9Nuestra cultura no retrabaja formalmente los sueos ms que como parte de la investigacin

    neurofisiolgica, como sntoma de trastornos psicolgicos en la terapia psicoanaltica, como

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    En Occidente tendemos a pensar que son nuestras experiencias en lavigilia, mbito privilegiado de construccin de la realidad, las que mediatizan elcontenido de nuestros sueos, que, no obstante, adoptan su propio formato.Para Freud, los sueos devienen en sntomas de un pasado no resuelto, llenode miedos, frustraciones, odios, inquietudes, problemas, experiencias de un

    substrato psquico universal como el inconsciente, y sus relaciones complejascon otras partes constitutivas del sujeto. Parte del tratamiento de estaspatologas psicolgicas consiste en desentraar la lgica de estos sueos y suconexin con experiencias pasadas. Sin embargo, parece que los sueos noinvolucran reas cerebrales de la memoria de larga duracin, sino aquellamemoria prxima, que refiere a acontecimientos recientes y las asociacionesrepresentacionales que de ellos hayamos hecho. Otra cosa es que nuestrasexperiencias estn imbricadas en nuestra forma idiosincrsica de relacionarnoscon el mundo y con nosotros mismos, construida esta biogrfica a lo largo denuestra ontogenia, y, que, por ello, tanto la experiencia memorizada como elpropio proceso de re-creacin recuperante de la misma incluyan dicho pasado

    personal. Este re-trabajo cognitivoemocional parece tener funciones deconsolidacin memorstica y de posible revisin en offde algunos aspectos delfuncionamiento cerebral. Desde luego, los sueos tienen una funcinneurofisiolgica muy compleja. Hobson (1994), por ejemplo, dice que una delas funciones de soar es la consolidacin de la memoria y la vinculacin de lasrepresentaciones memorsticas con los programas motores10.

    En los sueos tambin puede haber conciencia reflexiva, que no esexclusiva del estado de vigilia11: se sabe muchas veces que se est soando,los sueos se andan y desandan a voluntad a veces. En la medida en queestn modelados en buena parte por la experiencia de vigilia y el mundo de lavida, tambin pueden remedar sus formas de conciencia. En el estado REM(Rapid Eye Movements) se produce imaginera visual e incluso reaccionesmotoras. El caso del sonambulismo es intrigante: existe cierta conciencia de los

    inspiracin para artistas y poetas, o como materia de adivinos e intrpretes esotricos dedistinto pelaje. Sin embargo, eso no quiere decir que por ignorar una buena parte de nuestraactividad onrica y enviarla al ostracismo de lo casual y banal, hayamos resuelto este vaco designificacin en nuestra vida. Cul es uno de los primeros signos de la soledad, despus de lamuerte de un ser querido, un divorcio, una separacin? No poder compartir por la maana lossueos de la noche.

    10Para una revisin desde la psicologa y las neurociencias, vase Pace-Schott et all.

    2003. Revonsuo (2000) propone una teora de la simulacin de la amenaza para lossueos, cuya funcionalidad biolgica residira en entrenarse en los peligros a los quedebieron enfrentarse los cazadores recolectores del Pleistoceno: ataques de otroshombres, de bestias, de peligros animales como serpientes, araas, (cf. Marks & Nesse,1994), etc. Esta inscripcin en la arquitectura cerebral ofrecera una ventaja en relacin ala supervivencia del individuo que se entrena para los peligros que puede encontrar.Definitivamente, su orientacin es psicolgica evolucionista (cf. Barkow et all., 1992) y,adems, no tiene en cuenta la cantidad de sueos agradables que, afortunadamente,nos visitan por las noches. Lo que no cabe duda es que la actividad cerebral no separaliza. Los delfines descansan alternativamente un hemisferio cerebral cuandoduermen, dejando el otro vigilante, de guardia,por si acaso. El sueo tieneconsecuencias reparadoras y de chequeo general del sistema. Dormir, con sueos o no,es fundamental para la actividad diaria y para la conservacin de la salud mental, ascomo el aprendizaje, incluso para los pjaros cantores (cf. Derengnaucourt, et al. 2005).

    11Vigilia tiene la misma raz que vigilante: estar alerta, atender.

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    actos se puede hablar con el sonmbulo, te contesta, sabe a qu te refieres pero, por otro lado, est en su propio mundo, interesado y motivado, orientadohacia preocupaciones, pensamientos y emociones originadas desde su propiomundo. El aparato locomotor, sensorioperceptivo y proprioceptivo tpico de lavigilia no se desconecta del todo, como suele ser habitual cuando dormimos, y

    los sonmbulos aparecen haciendo cosas tpicas del estado de vigilia12

    .Pueden rememorarlas o no cuando despiertan.

    Las ensoaciones o day-dreamingsuelen referir sobre todo a fantasassobre planes, el futuro, situaciones alternativas en las que nos gustara estar,recuerdos, re-vivencia de experiencias, etc. Es una forma de evadirse del aquy ahora, incluso del cuerpo y del sentido propioceptivo y kinsico. Quizs nopueda mantenerse un estado de actualidad(del aqu, ahora), de concentracinde la atencin en el momento presente y en lo que nos traemos entre manosde forma prolongada. Cunto tiempo aguantamos estudiando hasta que nosdamos cuenta de que empezamos a divagar por aqu y por all? Esos

    desconectarse de la realidad presente inmediata son constantes a lo largo de lavigilia y parecen proporcionarnos un escape a la saturacin informativa que nosinvade. Cunto de imprescindible es poder abstraernos mientras conducimoskilmetros y kilmetros? Si nuestra mente no divagara mientras conducimos yfuramos capaces de disociar nuestra atencin sensoriomotriz que controla elvehculo, nuestro agotamiento mental sera inmediato, como cuando hay nieblao sentimos el efecto narcotizante de las lneas de la autopista por la noche detanto tener que fijarnos.

    Esta imaginera del estado de vigilia recuerdos, fantasas, sensacioneskinsicas vara crosculturalmente. Tambin depende de muchos factorespsicolgicos individuales, tipos de socializacin en el estmulo o represin deesta des-corporalizacin, elaboracin cultural de su significado y frecuencia,etc. hasta condiciones neuroqumicas neurotransmisores - y hormonalesvariables en funcin de otros procesos neurofisiolgicos. Esta capacidad deensoacin ha dado lugar, sin duda, a productos intelectuales y artsticos muydiversos y constituye una de las fuentes de inspiracin para la creatividadhumana.

    1.5. Conciencia y subjetividad.

    Siendo la conciencia una experiencia personal y personalizada, nopodemos dejar de lado sus componentes subjetivos. W. James abogaba poruna ciencia mental unificada que incluyera estudios del comportamiento,investigacin neurofisiolgica y observacin introspectiva. Algunos psiclogosestn redefiniendo la validez experimental de la prctica introspectiva.

    Sin olvidar la necesidad del anlisis emprico de las basesneurofisiolgicas de la conciencia, no puede negarse la necesidad delreconocimiento de lo subjetivo y experiencial. Porque si la conciencia toma alcognoscente como objeto, es un modo de recursividad reflexiva en el queinevitablemente estn incluidos la experiencia de vida de dicho objeto13.

    12 Una de las ms de setecientas sustancias activas del cacao puede potenciar la defectuosadesconexin entre actividad mental y motora durante el sueo tpica de los sonmbulos.

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    El positivismo occidental tiene serios problemas para otorgar el statusde conocimiento a la experiencia personal introspectiva y al relato enprimerapersona . Nuestra ciencia niega el valor de la subjetividad como fuente desaber y, con ello, desprecia el cuerpo, los sentidos, las emociones, todo lo queno suene a rancio racionalismo cartesiano (cf. Putnam, 1999; Lakoff y Johnson,

    1999; Latour, 1992). Quizs nuestro desprecio por la tradicin oral y laexperiencia narrada de nuestros mayores sea un correlato del vicio por laobjetivacin objetivada aparentemente como objetiva de otros medios deproduccin y transmisin de significado.

    Por eso, en parte, tambin el debate sobre los qualia. D. Dennett (1991)se niega a conceder ningn valor a este concepto en el anlisis de laconciencia (Cf. Gazzaniga, 1997). Y, sin embargo, para algunos la concienciase refiere a una organizacin especfica de estos, aquellas dimensionessubjetivas que colorean, cualifican y singularizan nuestra experienciafenomnica y que se basan en componentes sensoriales, emocionales,representacionales, biogrficos, etc., independientemente de las dificultades

    que su estudio implique para las ciencias cognitivas (Cf. Chalmers, 1996). Yo,personalmente, no veo cmo nuestra experiencia pueda anclarsesubjetivamente y, por tanto, producir significado, si no es por medio de suapropiacin inc-corporada. La conciencia reflexiva que re-presenta y re-describe nuestra experiencia, incorpora como materia prima de re-trabajo elmodo y cualidad de dicha experiencia. En el caso de la conciencia, el sujetose intrpreta a s mismo a partir de su propia experiencia en el contexto deexperiencias de s objetivadas en su cultura 14 as como por su memoriabiogrfica, memoria que siempre es una reconstruccin. Por eso G.Edelman yG.Tononi (2000) hablan de una realismo cualificado (qualified realism),mientras que G. Lakoff (1987) se refiere a un realismo experiencial.

    II. EVOLUCION DE LA CONCIENCIA

    Stewart y J. Cohen (1997) mencionan la dificultad de rastreaerfilogenticamente la conciencia. Si esta es, como parece, una emergencia de lamente y su dinmica, slo podemos pensar en qu prerrequisitos ydisposiciones pueden establecerse para su aparicin y cmo estos puedenestar distribuidos en especies con tendencia a cerebros ms complejos y dems interconnectividad neuronal, ms memoria, etc.

    13Yo no creo que la realidad se justifique por nuestra conciencia; mi afinidad fenomenolgica

    termina all donde comienza mi lealtad positivista. Es bien cierto que nuestra percepcinegocentrada de lo que nos rodea es precisamente la posibilidad de nuestra elaboracinsignificativa del mismo, pero esto no quiere decir que sea la nica. Las posibilidades delentorno, como affordances (Gibson, 1979) siendo nosotros mismos tambin parte de nuestroentorno, permiten construir distintas realidades para distintas especies. El entorno siempre esnaturaleza organizada por un organismo (Lewontin, 1982). No todo pasa pornuestro orden: nohemos intervenido en la historia geolgica del planera, hasta hace poco. Nuestra posibilidad deintervenir a macroescala (la desforestacin, el efecto invernadero, la extincin de las especies)y a microescala (la fisin nuclear, la biotecnologa), como consecuencia del continuo retrabajo como recursividad sobre nuestra propia actividados, ha cambiado las cosas.14 Diferentes tipos de experiencia son posibles en una misma cultura, con diversos grados de

    presencia y estructuracin semntica en los distintos discursos y grupos sociales. Estasexperiencias son objetivadas, institucionalizadas, legitimadas y reguladas de diversa formamoral, poltica, ideolgica.

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    socializacin de la progenie y recuerdan dnde murieron sus parientes;cefalpodos que se sonrojan en el encuentro con buceadores con los queestn familiarizados; hormigas que cultivan microorganismos en el reverso deciertas hojas; pjaros que roban azulete para engalanar sus nidos y convencera posibles parejas para reproducirse; lobeznos que quedan al cuidado de tos o

    tas, mientras sus padres cazan; gallinas que se comportan de forma diferenteante la audiencia de otras gallinas; aves que se hacen las muertas, vctimaspropicias, cuando cuidan sus huevos y detectan que un posible depredador lesest mirando directamente; monos verdes cuyos gritos tienen contenidosemntico, distinguiendo entre distintos tipos de fuentes de peligro; zebras quereconocen las particulares rayas de las caras de sus madres igual que losbebs identifican la configuracin facial de las suyas, etc.

    II.2. Primates no humanos

    Primatlogos como Seyfarth y D.Cheney, D.Premack, Smuts, de Waal,J. Goodall, J. Fosey, Galdikas, Whiten y Byrne, Savage-Rumbaugh,comenzaron a establecer una aproximacin ms naturalista con sus primates,trabajando con ellos en su medio natural, aunque sin abandonar el laboratoriodel todo. En todo caso, la perspectiva ya era distinta: nada de estmulo-respuesta. Las metodologas se volvieron mucho ms sofisticadas y loscontroles en las condiciones de investigacin tambin..

    Pero qu singulariza a los simios del resto de los animales en relacin auna supuesta conciencia de s? En primer lugar, conciencia de s habla deconciencia de otros y, en eso, la cognicin social desplegada por estos esenorme, en relacin a la complejidad de sus interacciones y relacionessociales. Los primates, y los simios en especial, de los cuales formamos parte,tienen una ontogenia larga que consolida un vnculo social fuerte entre lamadre y la cra, una relacin didica entre ambos, que luego se extender ydiversificar con el contacto, con las diferentes relaciones prximas y lejanas.Sus capacidades sociales y polticas son muy elevadas: reconocen relacionesde parentesco y de alianzas con terceros, status y jerarquas. Son capaces desimular y engaar, pero tambin de cooperar, consolar y apaciguar. Utilizaninstrumentos y llamadas de alarma con contenido semntico. Entrenados, soncapaces de aprender signos y smbolos por observacin e instruccin.

    capacidad de simulacin y engao, uso de instrumentos, aprendizaje de signosy smbolos. Muestran cierto nivel de anticipamiento y de lo que E. Goody(1995) llama AIP Anticipatory Interactive Planning o planificacin interactivaanticipatoria. Decimos todo esto con todas las limitaciones: en los chimpancsno parece haber mayor conciencia de tiempo pasado o futuro que en los perrosdomesticados.

    La cra en cautividad, en ambientes humanos, tambin ha dado muchoinformacin, ms que de las capacidades de la especie de que se trate, de lade individuos concretos en contextos de aprendizaje amplificado. No se tratadel entrenamiento de laboratorio, como el caso de Kanzi y su entrenadora S.Savage-Rumbaugh (& Lewin, 1994), que, no obstante, ha dado lugar a

    interesantes resultados en el aprendizaje lingstico. Estamos hablando de unautntico proceso de enculturacin y convivencia, con resultados muy

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    llamativos. Se les trata como seres intencionalies y se les involucra en tareasconjuntas y se les premia si copian las conductas humanas. As tenemos, entreotros, el caso de Viki, Sara, el gorila Koko (Patterson & Linden, 1981), Washoe,criada y enseada American Sign Language por el matrimonio Gardner(Gardner & Gardner, 1969). Lo ms llamativo de estas experiencias es su

    capacidad de aprender signos y smbolos, y cierta productividad combinatoria,aunque limitada. Tambin, su elevada dependencia emocional y cierto sentidode culpa cuando han hecho alguna fechora. Premack cuenta el caso de Sara,cuando se despeda de sus amos que iban de viaje. Expres por gestos unaproposicin condicional: cuando ellos se fueran, ella quedara triste.

    Los escasos ejemplos de juego simblico se han observado en estoscontextos de crianza y relacin. Se trata de Viki, quien tiraba de una cuerdaimaginaria arrastrando un gato imaginario. Pues bien, en un momento dadopretendi que se le haba enredado el cordel en una silla. Dedic un buen ratoa desenredar el supuesto cordel de la silla, hasta que consiguiimaginariamente liberarlo y seguir tirando de su gato imaginario (Hayes &

    Hayes, 1952). Es decir, un poco como cuando Mr. Bean consulta con su ositosi quiere participar en un concurso de animales adiestrados y el peluche leresponde asintiendo con la cabeza. E.S. Savage-Rumbaugh y K. McDonald(1988) citan ejemplos de bonobs o chimpancs pigmeos (pan paniscus) quese asustan unos a otros utilizando mscaras, hacen que comen alimentosimaginarios, esconden cosas que no existen. Evidencias de este tipo tambinse han constatado en gorilas. Todos ellos se dan en animales criados enambiente humano, en un contexto de amplificacin de la inteligencia deindividuos ya de por s destacados entre sus congneres por sus capacidades.En contextos naturales, esto es bastante raro. Hay una diferencia notable entrelo que pueden producir por s solos y lo que pueden aprender en cautividad,convenientemente estimulados.

    Que conciencia tienen los chimpancs de sus propios cuerpos? Elsentido propioceptivo est bien desmostrado en estos. Este nos ubica en elmundo de objetos que nos rodea, nos permite la deixis, un egocentramientosensorioperceptivo y expresivo, con distintos modos posibles de fugacidad yestructuracin. La identificacin del propio cuerpo y la manipulacin de suscapacidades motoras ha sido documentada para aquellos casos en quechimpancs tenan que resolver una tarea manual sin poder ver ni sus brazosni manos, slo monitorizando sus movimientos y destrezas por medio de un

    aparato de televisin. Segn los famosos experimentos de Gallup (1982, 1991),en los que a chimpancs dormidos se les pint un punto rojo en la frente,cuando estos se despertaron y se vieron en un espejo artefacto al que ya sehaban acostumbrado a manipular no dudaron en tocarse inmediatamente lafrente para intentar quitrselo: saban que la imagen del espejo era el reflejo des mismos. Tenemos pocos indicios sobre este comportamiento en gorilas15.

    Uno de los misterios es su incapacidad de apuntar con el dedoespontneamente, de significar indexicalidad, un rasgo tan temprano en eldesarrollo cognitivo y comunicacional de los nios humanos criados encondiciones normales.

    II.3. LOS HOMINIDOS: EMERGENCIA DE UNA CONCIENCIA REFLEXIVA15 Aunque vase Dunbar 1995.

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    No podemos conocer los momentos nicos de transformacin de laconciencia primaria hacia otros modos ms complejos, que se superponen aesta, integrndola. De hecho, nuestra orientacin no es la de bsqueda de losorgenes en trminos causales lineales. Desde el punto de vista

    epistemolgico, lo que nos interesa son aquellas sistemas complejos quehayan podido generar determinadas emergencias en un momento y contextoevolutivo y ambiental determinado, que no explican en trminos de causa yefecto la aparicin de nuevos o transformados fenmenos, pero que, sin ellos,estos probablemente no se hubieran producido o lo habran hecho de otromodo (cf. Ramrez Goicoechea, 2005, cap. 3). En ese sentido, nuestraaproximacin a la evolucin es posibilista, abierta, como una historia irregularde momentos de equilibrio intermitente (Gould & Eldredge, 1977) seguidos porotros de criticalidad y catstrofe (Bak, 1996) yque han provocado lareorganizacin sistmica del organismo de que se trate y de su entorno.Pensamos, por tanto, en situaciones de criticalidaden un momento concreto

    de confluencia heterocrnica de capacidades cognitivosociales, de accin,tecnologas y de comunicacin. La conciencia es vista, a menudo, como elpunto de llegada de la evolucin, como si el fin de esta fuera la aparicin delhombre y su consciencia16. Sin embargo, a nosotros nos parece un momentoevolutivo complejo fruto de una situacin posible de conjuncin de mltiplesfactores (Jacob, 1970).

    Los chimpancs son nuestros familiares ms prximos, aunque nonuestros ancestros. La inmensa mayora de la literatura especializada afirmaque compartimos un antepasado comn hace unos 6-7 millones, a partir declculos sobre datos moleculares, aunque los ltimos datospaleoantropolgicos parecen indicar una separacin an ms temprana (cf.nota 18). Ellos, igual que nosotros, tomaron su propio camino y evolucionarondurante todo este tiempo. Con los gorilas, los siguientes ms prximos entrminos cladsticos, compartimos un antepasado hace unos 10 millones deaos. Con el gibn, humanos, chimpancs y gorilas compartimos unantepasado comn hace unos 20 millones de aos (cf. Foley, 1997).

    Nuestra dotacin gentica coincide con la del chimpanc en cerca del98%. El resto refiere, sobre todo, a genes que se expresan en diferentesprocesos biolgicos como, por ejemplo, la motricidad de los msculos faciales imprescindible para expresar emociones, gestos y hablar 17, la presencia de

    ciertas enzimas relacionadas con la propensin a ciertas enfermedades en loshumanos (Gagneux y Vark, 1999,; Chou et al., 2002), la atrofia de algunosgenes ligados al olfato a favor de la vista (Gilad et al., 2004), aquellos queregulan la divisin de las clulas cerebrales, como el ASPM, posiblementeresponsable en parte de la diferencia de grosor del crtex cerebral humano(Evans, 2004; Zhang, 2003). Tambin nos diferenciamos en el tamao delcerebro. Mientras que el del homo sapiens sapiens tiene un volumenaproximado de 1.350 cc, el del chimpanc es de 450cc, aproximadamente (cf.Passingham, 1982). En realidad, ms que el tamao lo que importa es surelacin con el cuerpo. El cerebro de una ballena puede ser enorme, pero es

    16 Vese la nocin de noognesis del filsofo cristiano Theilard de Chardin, como evolucinhacia la reflexividad y autoconciencia del ser humano (1961:219).17 El famoso factor FOXP2. Cf. Enard et al. (2002).

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    que ella tambin lo es. Por eso se habla de ndice de encefalizacin, es decir,de aquella ratio entre el tamao del cerebro previsto en relacin con el tamaodel cuerpo, y aquel que realmente tiene. En ese sentido, se observa que, engeneral, todos los simios tienen un cerebro algo ms grande que lo que sesupondra para su tamao corporal, siendo an mayor el caso del ser humano,

    salvo casos sorprendentes recientemente descubiertos18

    .

    El fsil que hasta ahora19 se ha establecido como perteneciente al primerhomnido, tomando la bipedia como rasgo distintivo, es el Australopithecus,cuya anatoma no corresponde totalmente a la de un primate arborcola,aunque mantiene algunos de los rasgos de estos, como un cerebro pocodesarrollado, y seguramente una conciencia primaria parecida a sus inmediatosancestros, incluso posiblemente menos inteligente que el chimpanc actual. Elejemplo mejor conservado y con ms piezas es la de una mujer Australopitecusafarensis, denominada Lucy, de unos 3 millones y medio de antigedad ydescubierta en Etiopa a mediados de los setenta por Louis y Mary Leakey (Cf.

    Leakey & Lewin, 1994).La paleoantropologa occidental ha clasificado al Homo habilis como el

    primero del gnero Homo. Este representa un cambio notable respecto delAustralopitecus en cuanto a su capacidad craneal, que pasa deaproximadamente 450cc del primero a 650-800 cc del segundo, segn distintasclasificaciones. Los paleoneurlogos han encontrado huellas de un desarrollodel lbulo frontal, parietal y temporal del cerebro inexistente en el anlisis delos crneos del australopitecus. Las reas de Broca y Wernicke, asociadas a lasecuencialidad y a algunos aspectos del lenguaje, parecen ms desarrolladastambin. Se duda de queAustralopithecus construyera herramientas, y, en todocaso, podra hacerlo igual que lo vemos en muchos otros animales. Sinembargo, es con el Homo habilis y la tcnica olduvaiense cuando estamos yaseguros de una intencionalidad humana de construccin de implementos parala mejora en la realizacin de ciertas tareas, con cierto sentido de ideapreconcebida, de mejora, de conservacin para futuras necesidades. Pareceacertado inferir que vivira en grupo, que buena parte de su vida significativadependera del mismo, que intercambiara objetos, que construira algn tipo demorada, que cooperara y compartira alimentos hasta cierto grado desocialidad y reconocimiento grupal.

    El Homo erectus (denominado ergaster, para Africa)representa un salto

    cualitativo frente al habilis. La capacidad craneana asciende a 900cc. Perotambin su capacidad tcnica, reflejada en la tcnica achelense de los bifaces.La representacin manipulativa de cmo hay que sujetar una piedra en una

    18Homo floresiensis, el hobbithumano, descendiente parece ser de Homo erectus, tiene uncerebro del tamao de un chimpanc, y, sin embargo, un lbulo frontal mucho ms acusadoque este, en correspondencia con sus habilidades sociales y cognitivas muy evolucionadas.Nunca nos hubiramos podido imaginar que la evolucin pudiera haber seleccionadofavorablemente el encogimiento de algunas especies como elefantes y otros animales enFlores, y tambin homnidos (Cf. Brown, 2004).19 Todava est por incorporar plenamente a Touma (Sahelantropus tchadensis) como el homnido (entrminos de su proximidad mayor a cualquier homnido existente actualmente que a un chimpanc) ms

    antiguo y, por tanto, homnido. De entre 6 y 7 millones de antigedad, fue descubierto por en el Chad,

    apuntando tanto a una separacin del ancestro comn con el chimpanc ms temprana que la habitualdada por la investigacin molecular (5-6 millones de aos) as como a una dispersin homnida mucho

    ms temprana de lo que se supona. Cf. Brunet et al. 2002

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    mano mientras se golpea con otra, indica un control y destreza de lapsicomotricidad gruesa y fina muy elevada, as como una sincronizacin devarios sentidos y capacidades a la vez, como la coordinacin ojo-mano. Pareceindicar algn tipo de relacin consciente y presciente del fabricante para con suproducto, alguna idea preconcebida de cmo este saldr y de cmo debe

    hacerse. Tambin domina el fuego, alrededor del cual suponemos se reunira elgrupo para calentarse, iluminarse y protegerse de otros depredadores. Es elprimero que emigra desde Africa, hacia el Sur y el Este, hasta Oriente Medio,Asia, Europa y quizs hasta Indonesia20. Hace campamentos base (Domingo-Rodriguez, 1977), donde rene utensilios, provisiones, comparte vidadomstica. Quizs comenzaran a aparecer nuevas relaciones entre los sexos yentre las generaciones. Quizs colaborara en el cuidado de los hijos, a quienessuponemos reconocera como propios, comenzando un tipo especial derelacin recproca. La prolongada amenarquia de las hembras permitira quelas abuelas contribuyeran decisivamente a ayudar a sus hijas en la crianza delos suyos e incluso en labores de provisin y recoleccin de alimentos, lo que

    se ha denominado el efecto abuela (Hawkes et al. 2000), en consonancia conla prolongacin de la edad media humana que se observa a lo largo de lahominizacin (Caspari & Lee, 2004). Toda una suerte de lazos sociales yemocionales se iran tejiendo as como de posiciones de uno mismo en relacina los dems. Un mapa clasificatorio de quin es quin y qu status ocupatambin, con una idea ms o menos precisa de grupalidad segmentaria y suslmites variables. Esto es impensable sin algn tipo de comunicacin gestualy/o vocal21, as que podramos pensar en el protolenguaje del que hablaBickerton (1990). No tendra por qu mostrar una sintaxis compleja, aunquealgn principio de orden se habra generado. En todo caso, lo importante serala morfologa, el lxico, su tematizacin y su rutinizacin en contextosespecficos (Rolfe, 1996).

    Que el homo erectus haya sido capaz de extenderse tanto como lo hizo,exige algn tipo de planificacin cooperativa y comparticin de significados. Ellenguaje, la enactuacin ritual e incluso la posibilidad de representacin grficaad hoc, permitiran volver a traer a la presencia de la mente y de su intercambiocon los dems, sucesos, objetos, que no estuvieran actualmente presentes.Pero tambin la de intuir, imaginar, que las cosas pueden ser de distintamanera. Se abrira as un mayor campo para la accin e innovacin hacia elfuturo, y la posibilidad de cambiar ciertas condiciones de existencia. Aqudeberamos pensar ya en una conciencia re-presentacional, en trminos de

    trabajo cognitivo y experiencial, y tambin de identificacin de s. Una de laspartes anatmicas del cerebro que ms ha crecido desde el Australopitecushasta el Erectus es precisamente el crtex del lbulo prefrontal, especializadoen la integracin y asociacin de conceptos, como el tiempo y el espacio, laejecucin, accin y planificacin, y, consecuentemente, a previsin y

    20Homo Floresiensis es un erectus con modificaciones, segn algunos; una especie nueva,segn otros. En cualquier caso, desciende probablemente de aquellos que emigraron fuera deAfrica, all como hace unos 800.000 aos y que, si quizs se extinguieran en algunas partes yfueron sustituidos mucho ms tarde porsapiens, no parece que ocurriera en la isla de Flores,Indonesia, donde desaparecieron probablemente hace 12-13.000 aos. Su llegada a la islaimplica unas destrezas cognitivas y sociales, cooperativas y tecnolgicas, suficientemente

    sofisticadas como para construir algn tipo de balsa.21 El gesto es siempre dectico, tiene un lugar desde donde procede y apunta, es siempreperspectual.

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    anticipacin de acontecimientos, la integracin de movimientos opuestos opercepciones de origen sensorial diferente (cf. Diamond, 1991; Reyna, 2002:53-54), la existencia de una memoria a corto y largo plazo que permitiraencadenar serialmente distintos episodios nicos en el tiempo y en el espacio(Mora, 2001), etc. Es posible que Erectus comenzara a mostrar algunos rasgos

    en este sentido.

    II.4. SAPIENS NEANDERTHALES y SAPIENS SAPIENS: ALGUNASPARADOJAS.

    Homo neanderthaliensis ha sido infravalorado en sus capacidades ytomado como un burdo remedo de lo que vendra despus. Y esto cuando,curiosamente, su capacidad craneana parece mayor que la de sapiens sapiens1500cc frente a 1400cc. Soport y sobrevivi a tres glaciaciones y tresperodos interglaciales, mostrando una capacidad singular de relacionarseproductivamente con un entorno difcil durante ms de medio milln de aos.

    No parece sensato negarle algn tipo de conciencia re-presentacional.Segn DErrico (2003) el tan denostado neanderthalse caracterizara por unamodernidad cultural y una evolucin cognitiva mucho mayor de lo que algunosautores han querido otorgarle (Cf. Mellars, 1996; Binford, 1989). Es ms queprobable que enterrara a sus muertos22, aunque no haya suficiente evidenciaperdurable de produccin simblica y ritual que lo acompae; que usarapigmentos habitualmente; que su actividad principal fuera la caza de grandespiezas y, en otros lugares, incluso la de focas lo que exigira un alto grado decooperacin -, adems del aprovisionamiento de moluscos, mostrando unagran capacidad de variacin en la dieta. Ya hacia 50.000 aos su desarrollotecnolgico Chtelperronian se hallara en pleno apogeo innovador,demostrando una tradicin local propia de transicin al Paleoltico Superior, sindescartar posibles intercambios tecnolgicos con sapiens sapiens. Es ms queprobable que tuvieran algn tipo de comunicacin voclica 23. Parece dispensaratencin tambin a enfermos, y ancianos, como algunos registros fsilesmuestran, los de un anciano de 40 aos encontrado en La Chappelle-aux-Saints (Francia) aquejada de una artrosis brutal que la incapacitara paracaminar, sin dientes, y que no se habra valido por s mismo sin los cuidados delos dems. Tampoco podemos descartar nuevos descubrimientos de fsilesque iluminen este debate como el del joven de Lagar Vello (Portugal), defiliacin todava ambigua, enterrado junto lo que parece un asta tallad de

    ciervo.

    Mucho se ha dicho sobre la explosin artstica y re-presentacional delPaleoltico Superior europeo, a partir de la presencia de sapiens sapiens en

    22 P. Mellars (1996b) cuestiona que los enterramientos del Homo sapiens arcaiconeanderthalensis impliquen necesariamente un pensamiento simblico per se en cuanto a laausencia de objetos asociados. Esta por terminar de analizarse los restos de un nio halladoen Portugal recientemente y tambin los resultados del trabajo arqueolgico en la Sima de losHuesos de Atapuerca (Burgos) por parte de J. L. Arsuaga y su equipo, cuyos restos datan decerca de 800.000 aos para dicho estrato. Cf. Arsuaga, 1998.

    23A partir de las ltimas modelizaciones neurales en fonologa y el renovado inters por la

    singularidad del tejido muscular de la lengua, habra que reinterpretar la negacin queLieberman (1984) hace sobre la capacidad vocalizadora de los neanderthales en funcin de sutracto vocal.

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    Europa. El grabado y, sobre todo, las pinturas encontradas en el Aurignacensehasta el Magdaleniense en Europa, as como las de la correspondiente Edadde Piedra en Africa, implican un desarrollo artstico y cognitivo inconcebible sinla autoreflexin de s como objeto de pensamiento y actividad intrnseca a laconciencia. La propia representacin de figuras humanas ya indica una

    alienacin-externalizacin de la experiencia propia y de la de los dems, en elsentido de su objetivacin como materia de re-trabajo cognitivo y emocional porparte de s y de los otros.

    La representacin de humanos, animales y humanos animalizados, nosiempre tendra que tener una relacin instrumental con el medio ecolgico yla subsistencia como sostiene Mithen (1996). El arte reflejado en estos diseosy pictogramas tendra tambin una indudable dimensin esttica, unacapacidad de re-descripcin plstica que indicara saliencias, valores ypreferencias. Algunas interpretaciones de los signos no icnicos de este arte lorelacionan con aquellas imgenes no sensoriales que se producen en losestados trascendentes de conciencia y que, en sus primeros momentos, tienen

    un formato transcultural: puntos, rayas, crculos, espirales, etc., que Reichel-Dolmatoff (1972) cita como impresiones lumnicas psicolgicas denominadasfosfenos. Que estos estados de conciencia se produjeran mediante la ingestade sustancias alucingenas en grupo en contextos rituales o por especialistasshamnicos, es bastante posible. Tambin habra que incluir la re-reflexinsobre la experiencia onrica y los sueos como lugar y tiempo de significadospersonales y colectivos sobre la existencia. Las re-presentaciones de la luna yel sol, adems de su posible significado como emblemas cosmolgicos, seentendera como una forma de reflexividad notacional sobre la recurrencia deciertos acontecimientos: cambios celestes en relacin a otros fenmenos de laflora y fauna, as como quizs la propia dinmica corporal humana ritmocircadiano, sueo y vigilia, flujos menstruales, etc. Y, con todo ello, laposibilidad de re-memorar y de anticipar/planificar.

    Esta conciencia temporal extendida puede pensarse como precursoracognitiva y emocional de un pensamiento trascendente ms all de la muerte,del destino de los muertos y su separacin del mundo de los vivos (Hinde,1999). Esto explicara la presencia de objetos rituales y funerarios en losenterramientos. Slo una conciencia re-presentacional es capaz de esto. Laatribucin de deseos, intenciones y emociones marca, segn (Jolly 1996) ellargo camino hacia la simbolizacin y la cultura: A lo largo de milenios deevolucin, las mentes progresaron desde ese mono quiere morderme, a no le

    gusto a ese primate, a ese trueno quiere asustarme, a Zeus esta enfadadoconmigo (traduccin propia).Las consecuencias de una conciencia reflexiva en trminos de

    pragmticos y de accin, son indudables, tanto desde el punto de vistafilogentico como de desarrollo. Uno de los rasgos de la conciencia es la detraer ante los ojos las (algunas) cosas, poner lo evidente como objeto depensamiento, tendiendo un puente entre la ejecucin y la evaluacin (Norman,1988). La atencin selectiva que todo estado de conciencia reflexiva implicapermite activar motivacionalmente aquel conocimiento directamente dirigido alas prioridades de la accin. Este trabajo de re-presentacin no tuvo por quhaberse aplicado evolutivamente en el mismo momento ni a todos los dominios

    de actividad y conocimiento. Las cronologas pueden ser desiguales para unasemergencias y para otras (heterocrona, cf. Gould, 1977), para la propia

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    actualizacin de hecho de procesos que suceden a diferente ritmo en distintoso iguales contextos de desarrollo (Oyama, 1985). Y lo que a unas llev millonesde aos para aparecer, a otras ha podido costar slo milenios. llevar siglos olustros. Aquellas capacidades aparecidas en/para un dominio, podran habersido exaptadas (Gould y Vrba, 1982) o crossmodalizadas para otros dominios,

    gracias a una evolucin neurolgica en trminos de re-entradas y recursividadentre distintos sistemas de sistemas de redes neuronales. De hecho, uno delos grandes logros evolutivos del homo sapiens-sapiens podra ser la de la re-localizacin de la re-presentacin a otros dominios cognitivos y experienciales,como el propio self. De esa manera, no sera imprescindible pensar en nuevasmutaciones en el cerebro del homo sapiens sapiens (cf. Klein, 2000) paraexplicar la aparicin de la conciencia reflexiva ampliada que observamos en elPaleoltico Superior.24

    Existe una fractura cronolgica y topolgica (ideolgica tambin) entresu probable aparicin en Africa entre 200 y 150.000 aos antes de nuestra

    era25 y la explosin cultural y simblica de esta nueva especie en Europa. Esque no pas nada entre los 200 aos de aparicin del sapiens sapiens enAfrica y los 50-40.000 de su localizacin en Europa? S. McBrearty y A.S.Brooks ( 2000) cuestionan la revolucin cognitiva del Paleoltico Superioreuropeo. Las evidencias africanas sobre conducta simblica en sapienssapiens, con antigedad en algunos casos de hasta 130.000 aos, no justificanhablar de salto cualitativo en Eurasia. Antes de producirse las manifestacionesartsticas e intelectuales en nuestro continente, antes de emigrar del continenteafricano y asentarse en Europa, el homo sapiens sapiens ya tendra unaconducta moderna26.

    As, habra una continuidad entre la aparicin biolgica de la especie enAfrica y su capacidad creativa mostrada en todo su apogeo en la Europa delPaleoltico Superior. Para DErrico (2003:199), entre otras razones, Europahabra sido mucho ms excavada para este perodo que el continente africanoy, adems, algunas dataciones deberan ser revisadas a la hora de comparar elPaleoltico europeo con la Edad de Piedra Media africana. De hecho, losltimos hallazgos en Africa del Sur (grabados, herramientas de piedra, uso depigmentos rojizos) de lo que se ha llamado la Edad de Piedra Media, son cercade 30.000 aos ms antiguos que las primeros registros de actividad simblicaen Europa. Por otro lado, la conservacin del arte rupestre en Africa, al airelibre en vez de en cuevas como las de Altamira o Lascaux, se habra hecho

    mucho ms difcil.

    24 Las modelizaciones de sistemas autorganizados muestran la aparicin de emergencias apartir de un momento dado, sin la necesidad de ninguna intervencin exterior.25 A partir de la inferencia probabilstica del anlisis mitocondrial (teoras de la Eva africana, cf.Cann et al., 1987). Los datos fsiles de sapiens sapiens encontrados en Herto (Ethipia) datande unos 160.000 aos antes de nuestra era (cf. White et al. 2003). Sin embargo, nuevasreinterpretaciones de los hallazgos en Kibish (Etiopa) por parte de I. MacDougall, F. Brown y J.Fleagle (2005) fechan en unos 195.000 aos estos restos, tambin de sapiens sapiens.26

    Para la literatura evolucionista, parece que Africa slo existiera en trminos demogrficos

    (hiptesis Out of Africa y Eva africana), pero no para que aquellas capacidades que

    supuestamente nos ubican en la cumbre evolutiva se produjeran en el continente africano antesque en Europa.

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    Por ltimo, hay que destacar el poder de la externalizacin y objetivacinde las producciones humanas a lo largo de la evolucin y que han promovido,facilitado y estructurado dinmicamente el re-trabajo psicosociocognitivo ycultural sobre la conciencia: objetos y artefactos (Sinha, 1996), relaciones(Strathern, 1999), memoria extra-corprea (Donald, 1991), instituciones,

    rituales. Si hacan falta ciertas capacidades cognitivas y ecosociales para laaparicin de la narrativa, como posteriormente del lenguaje escrito, una vezemergidos estos propician a su vez otras capacidades relacionales,pragmticas y cognitivas (Olson, 19976; Goody, 1977). Otras re-descripcionesy meta re-descripciones de la conciencia son posibles: compartir, empatizar,expresar, comunicar, argumentar, historizar, dramatizar, politizar, manipular einstrumentalizar, formalizar, reglamentar, moralizar la capacidad de y lasconsecuencias de ser consciente de que somos conscientes en un mundo deseres conscientes de que somos y son conscientes. Es decir, que se toman as mismos y a los dems como objetos-sujetos de prcticas, acciones, ideas ytransformaciones.

    Quizs sea esta una de las distinciones entre sapiens sapiens y sapiensneanderthaliensis. El grado de complejidad recursiva que puede producirse (yos que t sabes que yo s que t sabes, etc. .), como reverberacin que noreplicacin - compleja continua, es algo que slo una mente neurolgicamentemuy evolucionada y desarrollada tanto en trminos de precondiciones comode aquellas estructuras neurolgicas dinmicas elicitadas por un entornoecosocial ampliado (upgraded) - puede producir, sin menoscabo de otrosdesarrollos futuros que an no conocemos. Pero eso, de momento, es todavaciencia ficcin.