Antropologia del ciberespacio leonela cucurella

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Antropología del ciberespacio

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Aborda la nueva dinámica de la cultura y su relación con las nuevas tecnologías de la comunicación. A lo largo de estas páginas (que recogen algunas ponencias del 1er Congreso Virtual de Antropologia y Arqueologia organizado por NAyA) se ponen de manifiesto las modificaciones y cambios de las estructuras sociales, críticas y análisis sobre las prácticas sociales con relación a los espacios culturales generados por tecnologías como el Internet.

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Antropología del ciberespacio

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Leonela Cucurella(Compiladora)

Antropología del ciberespacio

SeriePluriminorABYA-YALA

1999

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Antropología del ciberespacioCompilación: Leonela Cucurella

Edición: Ediciones ABYA-YALA12 de Octubre 14-30 y WilsonCasilla: 17-12-719Teléfonos: 562633 - 506247Fax: (593-2) 506 [email protected]://www.abyayala.orgQuito-Ecuador

Serie: Pluriminor

Autoedición: David JiménezAbya-Yala editingQuito, Ecuador

Impresión: DocuTechQuito, Ecuador

ISBN: 9978-04-563-5

Impreso en Ecuador, 1999

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INDICE

Presentación................................................... 7

1. Dentro y fuera de la pantallaApuntes para una Etnografía del CiberespacioJosé Luis Picciuolo Valls................................. 9

2. Integración e Interculturalidad en épocas de globalizaciónRaúl Díaz y Graciela Alonso........................... 23

3. Acciones y representaciones en los espacios urbanosClaudio Lobeto ............................................... 49

4. ¿Crisis ecológica?El quehacer de las Ciencias Sociales en lo ambientalOscar Mauricio Espinosa Henao................... 60

5. Antropología de lo Político:sociedad virtual y movilizaciones socialesAdriana Sarraméa............................................ 88

6. La cultura local en el ciberespacioEl papel de las FreenetsRicard Faura i Homedes................................. 103

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Presentación

Antropología del ciberespacio es un libro queaborda la nueva dinámica de la cultura y su rela-ción con las nuevas tecnologías de la comunica-ción. A lo largo de estas páginas -que recoge al-gunas ponencias publicadas en el “Primer Con-greso de Antropología y Arqueología” organiza-do por el Equipo de Noticias de Antropología (Ar-gentina)

1- se pondrán de manifiesto las modifi-

caciones y cambios de las estructuras sociales,críticas y análisis sobre las prácticas sociales conrelación a los espacios culturales generados portecnologías como el INTERNET.

El escenario es propicio para que se presen-ten posiciones y emergan temas como la diversi-dad y el discurso a la tolerancia, el sujeto único yla homogeneización de las identidades analiza-dos desde el nuevo espacio virtual. Al mismotiempo que plantean la necesidad de identificary adoptar decisiones políticas que garanticenuna mayor equidad en el acceso a la informa-ción.

El papel de las nuevas tecnologías en el con-vivir diario de las personas está dando forma auna cibercultura que se manifiesta precisamenteen el uso, prácticas y códigos que se desarrollanen esta nueva cultura de comunidades virtuales.

Temas como: el cambio de lo tradicional a lomoderno con respecto a nuevas corrientes demigración, la relación de éstas con las represen-taciones simbólicas que los sujetos crean en losespacios urbanos, las nuevas reglas culturales alpapel de los actores sociales en la cibercultura

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serán abordados en estas páginas, al evidenciaruna nueva configuración de prácticas socialesque sustentan y dan vida a esta gran red virtualexpresada por nuevas formas de convivencia so-cial mediada por los usuarios.

Agradecemos a nuestro nombre y en el de losestudiantes que leerán este libro, a los autores laexpresa autorización para reproducir sus artícu-los en un soporte de comunicación impresa, y asu constante acompañamiento en los procesosde mediación editorial.

Leonela CucurellaCompiladora

Quito, noviembre 1999

1La dirección electrónica es http://www.naya.or-

g.ar/congreso y el correo electrónico [email protected]

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1Dentro y fuera de la pantalla

Apuntes para una Etnografía del Ciberespacio

José Luis Picciuolo VallsIbiza, 30 de Septiembre de 1998

Ante todo, el hombre no puede verse reducidoa su aspecto técnico de Homo Faber, ni a su aspec-to racionalístico de Homo Sapiens. Hay que ver enél, el mito, la fiesta, la danza, el canto, el éxtasis, elamor, la muerte, la desmesura, la guerra... el au-téntico hombre se halla en la dialéctica Sapiens-Demens.

Edgar Morin1

Hace ya varios años, creo que en 1986, en elPrimer Congreso de Antropología de Buenos Ai-res, se me ocurrió presentar una ponencia sobrelas posibilidades que brindaban los modelos in-formatizados para el análisis de las relaciones in-terétnicas a escala mundial. No existía Internet yyo sólo tenía una vieja Comodore 64 con la queconstruí una sencilla base de datos donde intro-ducir información sobre las acciones de rechazoo aceptación de las pautas culturales asociadasal capitalismo en distintas sociedades del globo.¡Hoy me parece algo tan ingenuo! Pretender darcuenta de relaciones étnicas a escala mundial.Sin embargo había leído que algunos centros deestudios geopolíticos y militares se tomaban estalíneas de trabajo muy en serio. Para diseñar laestructura lógica de la base utilicé las ideas de laAntropología Política de Pierre Clastres acerca de

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la pugna entre la lógica centrípeta y centrífugaen la unificación del Estado Planetario en tornoal Capitalismo Tecnológico

2. De la sarta de tonte-

rías que el software me informó, hay una que to-davía me hace pensar. Decía:

“Aunque el Capitalismo es un sistema comple-to, en tanto ninguna sociedad le es ajena, lasfuerzas centrífugas no han desaparecido, sinoque operan en el sistema”

3.

¿ Podría ser que la página WEB de los Zapatis-tas sea un ejemplo de fuerzas centrífugas en elseno del Sistema ?

¿Podría ser que la huelga que hicieron los in-ternautas latinos a ambos lados del Atlántico aTelefónica para pedir tarifa plana sea otro ejem-plo ?

Veamos: En el primer caso, creo que los Mitos Milena-

ristas Mayas calculan que el mundo actual ter-mina en 2012 (estamos en el quinto mundo, sino recuerdo mal). Tal vez sus acciones puedanentenderse mejor teniendo en cuenta esto; ytambién su sitio WEB. Van dirigidas del mundoreal hacia un cambio total en el paradigma quesostiene el mundo actual.

En el segundo caso, es la primera vez que jó-venes contestatarios realizan una acción en elmundo real que viene del espacio virtual. (Yo hevisto las pintadas en la calle, en las paredes de laCorporación Telefónica, que aparecieron al otrodía de que los salones de Chat rebeldes instarana la acción).

Y ahora recuerdo que en la Obertura de lasMitológicas, Claude Levi-Strauss ya hablaba de

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un Foco Virtual, el cual regía la lógica de los Mi-tos de las Tierras Bajas Sudamericanas

4. Desde

esa lógica -decía- incluso su libro era parte delMito.

Y tuve que decir todo esto, simplemente parajustificar una cosa.

Creo que la Antropología puede aportar algoal estudio de un espacio nuevo, donde se estángenerando nuevas reglas y donde por primeravez hay un contacto multiétnico generalizado.

Ese espacio nuevo no se ubica en ningunaparte y genera sus propias reglas.

A priori considero mis propias observacionesy las acciones y el discurso de mis informantesen el ciberespacio como un hecho etnográfico.

Y también considero válido lo que pueda de-cir la antropología acerca de los ritos de pasajepor los que discurre un internauta antes y des-pués de una inmersión en la realidad virtual; asícomo el hecho de que la red Internet permite unpermanente y generalizado intercambio de dis-tintas visiones del mundo.

Pero mi objetivo específico en esta ponenciaes simplemente dar cuenta de algunas situacio-nes sociales concretas de las que soy observador-participante, a la vez que voy repensando cualesde las herramientas conceptuales que usábamosen el trabajo etnográfico del mundo real puedenutilizarse en este nuevo escenario virtual.

El factor irracional: la función random

La primera observación es que a pesar de queel soporte lógico de la red se basa en el discursoracional impuesto por el código del programa

5el

comportamiento de los usuarios y por ende par-

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te del propio comportamiento de la red excede elcódigo y se sitúa en muchos casos fuera de la ra-zón.

El espacio virtual que existe pero no se ubica,es también el espacio de la sin-razón. Todos sa-bemos que el territorio internet es difícil de limi-tar. Habría que desconectar todos los sistemas alunísono. Es complicadísimo apagar internet. Es-te es el primer factor impredecible: Estamosfrente a un programa que no tiene fin previsto,que no se sabe dónde termina.

Tengamos en cuenta que desde el momentoen que los protocolos de conexión hacen su tra-bajo y la red se pone en marcha; podemos consi-derarla como un software global, formado pormuchos segmentos de código on-line.

Este Gran Software no es más que la suma decódigos escritos por distintos programadores delmundo, sin embargo, en tanto funciona, es másque la suma de las partes.

Pero ese más, ese plus del que hablamos estafuera del código en sí. Está en las nuevas pautasculturales que los usuarios están desarrollando.

Un ejemplo: Si una compañía importante co-mo Servicom (el servidor más grande de hablahispana) dejara de emitir en este mismo mo-mento, desaparecerían al instante todos los si-tios WEB, salones de chat, e-mails, tiendas decompra y venta, inmobiliarias, galerías sexualesy congresos virtuales de antropología, etc., queahora mismo, miles de usuarios hispanos estánusando (incluso esta página desaparecería, salvoque el amable lector fuese tan previsor y la hu-biera impreso antes). Sin embargo, estoy seguroque de inmediato todas las personas que usanlos servicios de Servicom intentarían poner en

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marcha sus ordenadores para volverse a conec-tar. Y si esta compañía desapareciera probable-mente otra ocuparía su lugar. Tal cual ocurrecon cualquier empresa de servicios que cubrauna demanda del mercado en el mundo real.

Es decir, el espacio virtual en tanto conllevasus propias reglas y es una necesidad, es para es-tas personas ahora, una pauta cultural.

Por otro lado es inútil que un programa de se-guridad trace niveles de censura como intentahacerlo el navegador Internet Explorer de Micro-soft (tiene tres: el usuario puede elegir entre:

a.) Torso Desnudob.) Desnudo total y c.) Roce de Partes Íntimas.); lo cierto es que el

sexo es uno de los temas de más auge en lared y uno de los promotores de su desarrollo.

La fuerza sexual, recordemos, es la fuerza quegenera la vida. Y es totalmente irracional.

Tal vez, uno de los aspectos que podría resul-tar interesante investigar en el ciber-espacio es laforma en la que se conjuga lo irracional de lasconductas humanas a través de un soporte tre-mendamente lógico y racional como es el códigode un programa informático.

Aunque trazar un puente entre los aspectosracionales e irracionales de la conducta humanaes una obra a todas vista de una tremenda com-plejidad, no puedo menos que comenzar por es-bozar el escenario desde el cual pretendo darcuenta de un fenómeno al que asistimos cadadía con mayor intensidad: Individuos y comuni-dades enteras están fijando su atención en unarealidad distinta de la que consensuamos como

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tradicional. Una realidad donde, por ejemplo, elespacio físico deja de tener importancia, dondeciertas decisiones son tomadas con ayuda de lafunción random, donde la imagen corporal no es-a priori- necesaria para las relaciones sociales...

Me refiero a la creación y actualización per-manente que requiere mantener en funciona-miento lo que la cibernética llama “Isomorfismode los Modelos de Representación de la Reali-dad” y comúnmente es conocido como “Reali-dad Virtual”

6.

Tengamos en cuenta que desde el momentoen que cualquier software de realidad virtual sepone en funcionamiento (por ejemplo, un cajeroautomático), excede el código que el programa-dor a elaborado, para adquirir un significado au-tónomo, fruto de las intenciones de los usuariosque lo utilizan.

El software es el soporte de la intención delusuario, y a la vez, el usuario se ve encuadradoen las funciones que el software contiene.

Pongamos un ejemplo clásico:

El caso del cajero electrónico

El primer espacio virtual fue el de la repre-sentación del dinero. Lleva muchos años en elmercado, el boom actual de la realidad virtualnos la presenta como algo nuevo y sin embargo,forma parte de la cultura occidental desde haceya bastante tiempo.

El dinero que el cajero automático dice quetenemos (o no tenemos) en el banco: ¿Dónde es-tá? ¿Qué hace que exista en el mundo real?

Las cosas que podemos comprar con él, de-penden, entre otras cosas, de la pantalla, de los

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acuerdos entre los nodos de los bancos, del soft-ware, pero principalmente en los acuerdos so-ciales que los sustentan.

He aquí un aspecto que considero clave enun futuro estudio del ciberespacio: los acuerdossociales entre los usuarios hacen posible que larealidad virtual y el mundo real se relacionen.Los acuerdos son la interface entre el mundo realy el ciberespacio.

Pongamos un ejemplo, usted encuentra unartículo o servicio anunciado en una páginaWEB, (digamos por usar un ejemplo real, un ra-mo de flores para regalar a la persona que ama) ydecide comprarlo, hace su correspondientetransferencia de “dinero” de su tarjeta visa a una“cuenta” del vendedor. La compra ya está hecha.Hasta aquí todo ha ocurrido en el ciberespacio:usted es un nombre, operando en un escenariode símbolos: El vendedor de la tienda y las florescompradas son íconos en la pantalla; su pago esuna secuencia numérica en una caja con un bo-tón aceptar.

Todo transcurre en el ciberespacio, pero sinembargo, es posible gracias a que existen losacuerdos reales en el mundo físico. Esta claroque usted ha cambiado el dinero por su fuerzade trabajo u otro recurso similar; el dinero estarárespaldado por una entidad bancaria real, y, fi-nalmente, las flores deberían ser entregadas físi-camente a la persona que usted ama.

Como vemos, son los acuerdos sociales, la in-tención de los usuarios, antes, y después, lo quehace posible la inter-relación entre el ciberespa-cio y el mundo real.

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Entrar - estar - salir

He notado que son muy distintos los estadosde ánimo, los temas de conversación y en gene-ral la configuración de la atención de los inter-nautas si se sitúan en los acuerdos previos a lautilización del ciberespacio, durante su perma-nencia en él, y al salir del mismo.

1. Acuerdos de entrada: Aunque uno puedenecesitar de la red por muchas razones, hay algoen común a todas la aplicaciones (desde e-mail,WEB’s o Salones de chat) y a todos los usuarios,(sean técnicos, mercachifles de hardware o jóve-nes anarcos). Todos son iniciados en las “nuevastecnologías”, todos conocen a Bill Gates y a Mi-crosoft, o cualquier otro de los Mitos del ciberes-pacio

7. Todos saben que la opción Archivo-Abrir

está arriba-a-la-izquierda, Todos tienen un ami-go, un profesor, un consultor que les da seguri-dad, que explica, “sabe” y los ha iniciado. En loschat es fácil identificar a los novatos, no sólo porque lo preguntan todo, sino también porque sepresentan como tales.

Pero también son acuerdos de entrada losconvenios comerciales y sociales entre el trián-gulo Banca-Servidor-Transportistas que se estánfirmando en una verdadera reacción en cadena,en todo el mundo. El banco realiza la gestión decobros y da respaldo, el servidor da el soportetécnico a nivel software y publicidad en la red, eltransportista se encarga de llevar las mercancíasal mundo real. Sin ellos las flores no llegarían.

Ahora, está claro que para que este triángulofuncione se están poniendo en juego no solo

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protocolos de comunicación sino también con-tactos económicos e interculturales. Es intere-sante ver que estos acuerdos previos al ingresode la red mundial de comunicaciones carecen decontrol centralizado. Por el contrario son inter-cambios entre puntos virtuales. Una compañíabrasileña se puede ver obligada a prestar un ser-vicio a cambio de otro servicio que no sabequién o dónde se realizará.

Pensemos en el siguiente caso: un abonadoGSM de Airtel

8viaja de Barcelona a Sarajevo; no

tiene necesidad de cambiar su número ni suaparato de teléfono, sus clientes y amigos, todosu mundo de relaciones lo sigue de un punto aotro del planeta. Pero ¡ojo! Para que funcione elsistema, un técnico en Sarajevo tendrá que dedi-car un tiempo a configurar su teléfono. Ese tiem-po no será abonado por el usuario, de hecho lacompañía que lo presta no tiene modo de cobrarese servicio, a no ser que considere como pago elhecho de que, los clientes a quienes le venderásus teléfonos podrían un día viajar a Barcelona yusar del servicio con una compañía homóloga deesa ciudad.

Como diría Marx: ¿Y entonces quién se quedacon la plusvalía?

2. Acuerdos en el Ciberespacio. Este tipo deconductas es en la que más fantasía han derro-chado los creadores de ciencia ficción. Y sin em-bargo, navegar en la realidad virtual es -general-mente- bastante normal a los ojos de cualquierusuario de ordenadores. Uno está haciendo clicken la pantalla, buscando información y mirandocómo los íconos se transforman en ventanitas ylas ventanitas en datos, imagen o sonido. Lo mis-

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mo da si estoy navegando en mi disco duro localo en una base de Turquía. En todo caso será in-creíble la cantidad de información a la que unopuede acceder, pero, actualmente esto no im-presiona demasiado a los usuarios.

Sin embargo, hay algo que sí cambia, y mu-cho, cuando uno está navegando en el ciberes-pacio. Y es la configuración de la atención. Endos aspectos: a). La vista permanece fijamenteenclavada en la pantalla y se usan solo las partesdel cuerpo necesarias para comunicar (Miradafija, manos en teclado o ratón y voz si se usa mi-crófono) b). En el ciberespacio el tiempo pareceque transcurre a una velocidad distinta que en elmundo real.

Es interesante observar la posición física deun internauta mientras está en inmersión pro-funda (preferiblemente en un chat). Lo más fuer-te es que la vista no se despega de la pantalla. Pe-dirle a alguien que está chateando que lo mire alos ojos y le preste toda su atención es una pérdi-da de tiempo. Esa persona ha cumplido todos losrituales de ingreso al ciberespacio y no está dis-puesta a salir violentamente de él. Para salir ten-drá que pasar por otros rituales de despedida.

También es interesante observar la alteracióndel paso del tiempo en los internautas. El tiempotranscurre muy rápido, enseguida pasan las ho-ras, conversando, conociendo gente, saltando deun link a otro buscando esa información esqui-va... Esto es así, probablemente, porque la in-mersión en el ciberespacio requiere fijar toda laatención exclusivamente en un canal.

A este respecto, también es importante desta-car que al cibernauta no le interesa cuál es eltiempo afuera (de la pantalla) por ello es posible

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comunicar personas de latitudes tan distintasdel globo.

Respecto del espacio, no podemos decir quesea distinto, por la sencilla razón de que en la in-mersión no existe el espacio. Uno nunca sabe siestá visitando una WEB en su mismo pueblo oen las antípodas. Para el cibernauta el espacio esun tema irrelevante. Aunque siendo algo tan im-portante en el mundo real (sin espacio físico nohabría mundo real) sería interesante investigarqué rituales devuelven al internauta su controldel espacio físico.

Una pregunta pendiente: ¿ Qué es lo primeroque hace un internauta cuando se desconecta dela red?

3. Acuerdos de Salida. Como dijimos másarriba al referirnos a la irracionalidad de la red,en Internet no hay objetivos fijos. Así que una in-mersión acaba por motivos externos al propósitoque la generó. Como hay tanta información unonunca termina de agotar la búsqueda. Uno salesiempre con la idea de que hay mucho más queuno no ha consultado. La red provoca un cons-tante estado de insatisfacción, esto es general entodo el mundo de la cibernética: uno compra unordenador sabiendo que pronto estará obsoleto,adquiere programas que jamás dejan de actuali-zarse, busca información y sabe que al concluirla búsqueda ya hay más información actualizadaetc. Por lo tanto ¿Cuándo cesa una inmersión?Pues por un factor externo a la misma, como seragotamiento físico, o, lo más raro, cuando unacontecimiento del mundo real se sobrepone atodos los acuerdos del mundo virtual.

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Es como si todo en la red estuviera pensadopara permanecer dentro, si bien los programastienen su opción de salida, como cualquier otro,las páginas WEB no tienen fin, no tienen salida.Los salones no tienen horarios o culminación.Pareciera que en la red nunca se alcanzaran losobjetivos. Y por lo tanto los rituales de salida noson tan claros como los de entrada.

En este sentido sería interesante investigarcómo el espacio virtual puede generar accionesen el mundo real. Así por ejemplo, la huelga decibernautas contra telefónica o los encuentros“cara a cara” entre personas que se conocieronen la red. Personalmente quiero ver qué ocurreentre mi hijo y su primo de la misma edad el díaque se encuentren en el mundo real, ya que am-bos se conocen sólo a través de las pantallas delos ordenadores. Saben que son parientes, perosolo se han visto en el net-meeting.

Conclusiones

No hay mucho que agregar, escribo estomientras el congreso de Antropología Virtual yaestá On-line. Creo que lo más importante es po-ner a prueba nuestras propias ideas y herra-mientas conceptuales, nuestra experiencia en laobservación de las conductas y aspectos cogniti-vos del hombre en un nuevo ambiente. Es pro-bable que la mayoría de las cosas que observe-mos sean una nueva versión de situaciones clási-cas. En ese caso se tratará simplemente de adap-tar nuestra herramienta en la recolección de da-tos o en la interpretación de los mismos. Sin em-bargo, también puede ocurrir que se estén gene-rando situaciones nuevas, que requieran incluso

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re-pensar el paradigma que nos está sustentan-to. No me refiero necesariamente a temas “mo-dernos” (como la relación hombre-máquina, yme acuerdo que en los frisos mochicas los obje-tos cobran vida y se vuelven contra sus creado-res) me refiero sobre todo a los aspectos que lapropia razón discursiva no puede explicar, talescomo el rito, la magia o el sexo, aspectos denuestra observación que hasta las estructuradasvariables de un algoritmo, parecen contener.

Ese es el terreno de un Antropólogo.

Notas

1 El Paradigma Perdido, Ensayo de Bioantropología.Ed. Kairós, Barcelona 1974. La cita se completa así:“...solo la elaboración de una teoría de la hiper-complejidad organizativa permitirá integrar de for-ma coherente los incoherentes aspectos que po-seen los fenómenos humanos, solo ella podrá con-cebir racionalmente la irracionalidad.”

2 Antropología Política, Pierre Clastres. Buenos Ai-res.

3 “Modelo Global Multiétnico” Informe de Abril1986. I Congreso de Antropología, Universidad deBuenos Aires. Argentina.

4 Fue en la “Obertura de las Mitológicas”, en Lo Cru-do y lo Cocido, Fondo de la Cultura Económica.México.

5 Todo programa implica un algoritmo, y todo algo-ritmo es una racionalización del evento que pre-tende explicar.

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6 Se supone que un modelo es isomórfico con el sis-tema de referencia (cualquier evento socio-cultu-ral) cuando contiene variables consistentes con as-pectos estructurales del sistema de referencia quepretende representar. En la práctica los aspectossignificativos del sistema de referencia que seránrepresentados en variables del modelo son elegi-dos por el analista de sistemas o diseñador delsoftware. Sin embargo, un sistema construido pormillones de personas tendría una consistencia (unnivel de realidad) más fuerte que el que solo de-pendiera de un programador solitario.

7 Existen Cientos de Bill’s Gates, SubcomandanteMarcos, Maradonas y demás personajes en la red.En un mundo donde todos son nombres e íconoses fácil crear una personalidad virtual, y nada me-jor que los arquetipos.

8 GSM designa un sistema de telefonía móvil a esca-la mundial. Airtel es una compañía GSM española.

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2Integración e Interculturalidad en

épocas de globalización

Raúl Díaz y Graciela Alonso Facultad de Ciencias de la Educación

Universidad Nacional del ComahueNeuquén - Septiembre 1998

La dimensión “mundo” de la globalización y lasidentidades culturales

Queremos incluir aquí algunas reflexionesgeneradas a partir de la relación globalización-mundialización, universal-particular, local-na-cional-, con la intención de inducirnos a captarlas luchas y el pensar desde la heterogeneidad yla integración, recuperando otros sentidos de es-ta relación. Consideramos que desde este lugares pensable un ideario que despojado de dogma-tismos o mesianismos, pueda congeniar conotras reivindicaciones (de mujeres, jóvenes, ho-mosexuales, ecologistas, indígenas, marginales,etc.). Pero sobre la base de replanteos muy bási-cos, que valoricen la pluralidad.

Se trata de rescatar la “diferencia” específicade los movimientos sociales, “el valor de uso porsobre el valor de cambio, la cualidad de los dis-tintos más allá de la cantidad de los contrarios ylas exclusiones por sobre la estratificación. Setrata de ver los estamentos socioculturales porencima de las clases socioeconómicas. Sin dejarde valorar el papel de estas últimas, de los estra-tos, de los de abajo” (Villarreal 1996).

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La orientación actual para un “nuevo orden”económico, social y, cultural mundial requiere,según las estrategias planteadas desde el poder,nuevas cosmovisiones del mundo, nuevos mitosfundacionales del orden social que pugnen porinstalarse reemplazando “ideologías”, con lapretensión de conformar modelos civilizatoriospara la sociedad argentina en el contexto de suinserción en este nuevo ordenamiento universal.

La modalidad del cambio civilizatorio haciael fin de siglo, ocurre, para utilizar la metáfora deJosefina Ludmer (1994), como un “salto moder-nizador”. Así, “América Latina se vería obligada aquemar años de su historia para entrar en un or-den y un ritmo, una temporalidad transnacional,diferente. El salto dejaría un resto histórico, unfuturo nacional que no fue. La cultura transfor-ma ese resto en temporalidad perdida porquesalta a otro futuro, que es el presente de la tem-poralidad transnacional” (Ludmer, 1994). La au-tora comenta seguidamente una ponencia deRoberto Schwarz: “La progresiva borradura de laidea (y no solamente de la idea: del imaginario,de la referencia, de la política) de la nación seacompaña, dice Schwarz, de la desintegración dela “modernidad” y sus conquistas: trabajo, racio-nalidad, ciudadanía.”

Para interpretar esta nueva diagramación delos espacios públicos y privados es necesario, di-ce J. Ludmer, poseer una máquina capaz de leerel fin de siglo, por lo que se pregunta “qué pasa-do, qué memoria histórica puede servir para unpresente que sabe que el futuro ya ha transcurri-do”. Además los cambios que sobrevienen con el“fin de siglo” no son fáciles de interpretar, impli-can, como dice Marco Raúl Mejía (1993), de-

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construir, reconstruir y reinventar, lo que noscoloca: “frente a un cambio mas global; no unsimple cambio de signo político o de períodohistórico, sino un cambio de época y civilizaciónque nos plantea una nueva manera de ver elmundo y que nos exige, a todos los habitantesdel planeta, el abandono de las certezas para in-terpretar diferente el que-hacer humano.”

En la modernidad mundo, según Renato Or-tiz “lo que está en juego es la nación en cuantoformación social particular, como estructura ca-paz de soldar a los individuos y sus destinos en elcontexto de un territorio específico”. (Ortiz1997:89). Aún más, en el Tercer Mundo (que ja-más se completó al modo del primero y el segun-do), “la nación es una utopía, una búsqueda si-tuada en el futuro”. El proyecto nacional carecede sentido con la escenificación de una moder-nidad mundo. El capitalismo cambió fundamen-talmente sus dinámicas, y las coordenadas detiempo y espacio traslocan los sentidos y víncu-los que se establecen entre los individuos y loscolectivos sociales. En el aspecto cultural másque de globalización correspondería, según R.Ortiz, hablar de su mundialización: “Lo que sig-nifica que la modernidad-mundo radicaliza elmovimiento de desterritorialización, rompiendola unidad nacional” y “Se crea una espacialidaddistinta” (Ortiz 1997:92).

Pero en esta cualidad de desterritorializaciónde la globalización, a diferencia de los modos deconstruir identidades desde la nación, que seconstruyen en detrimento de las identidades lo-cales, neutralizándolas o destruyéndolas, se libe-ra a esas identidades del peso de la cultura na-cional. Surge en el horizonte cultural mundiali-

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zado la posibilidad de estructurar identidadestransnacionales no sólo de clase, género, sino es-pecialmente en relación al consumo.

Agrega Ortiz que la nación, transferida haciael plano de la tradición y lo global, pasa a ocuparel lugar de la distinción, la universalidad y el cos-mopolitismo. Lo universal se separa de lo social,anidando en las filosofías y en las éticas, lo globaladquiere estatuto propiamente sociológico. Enrelación a esto, Ortiz se pregunta: ¿es posible serprovinciano siendo también global?. La desterri-torialización no sólo disloca los espacios geográ-ficos sino que trastoca todo el mundo de los sen-tidos, alcanzando a dislocar la propia subjetivi-dad. Como lo plantea Margulis “existen en cadasociedad códigos culturales superpuestos, tra-mas de sentido que tienen diferente alcance es-pacial” y “estas tramas culturales superpuestasestán en constante intercambio y transforma-ción, sumidas en procesos de cambio y en luchaspor la constitución e imposición de sentidos que,por supuesto, no están desvinculadas de las pu-jas y conflictos que arraigan en la dinámica so-cial” (Margulis 1997:41/2). A esto se agrega, se-gún lo describe Jean Franco, la percepción defor-mada, la incompatibilidad entre los sentidos quese conforman en el centro (del globo) y su desfi-guramiento en la medida que nos acercamos ha-cia los márgenes (Franco1997:70).

Con estos avances queremos dejar planteadoqué significa en este contexto lo universal y loparticular, lo propio y lo ajeno, la identidad y lacultura, lo básico y lo máximo. Más allá de losusos esencialistas y sustancialistas propios delmundo de la modernidad-nación, hoy estos con-

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ceptos/realidades se estrellan contra límites pla-netarios y los ritmos del ciberespacio.

Cabe como corolario la siguiente pregunta:¿qué es lo deseable que se enseñe y se aprendaen esta dislocación de mundos de vida y tramasde significado interferidas por la globalizaciónde la economía y la mundialización de la cultu-ra?

Creemos que en parte la respuesta puede se-guirse si nos sensibilizamos respecto de los pro-cesos locales de construcción de identidad y di-ferencia, y especialmente teniendo en cuenta lasdimensiones que exceden lo local territorial-mente, de modo pan o trans, y como todo estono se articula en apropiaciones indecidibles deantemano sino por el contrario, lanzadas a labúsqueda de tantas verdades como particularespuedan conformar hoy la posibilidad del univer-sal.

Es decir, qué mínimos o básicos culturalesdebería manejar un colectivo, o un individuo,para poder transitar por esta torre de Babel yadscribirse, cada vez provisoriamente y parasiempre a un lugar donde anidar.

Hacia un discurso político, pedagógico y cultural de la integración y la diferencia

Los enfoques multiculturales se posibilitarona partir de las críticas a la concepción de sujetocentrado, único y universal y a la escuela (estan-darte del proyecto modernizador) como homo-génea y conformadora de identidades esencialesy abstractas. Quisiéramos detenernos en algunos“usos” que el tema de las diferencias está tenien-do desde los discursos neoliberales.

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Hay dos nociones que están presentes en lamayoría de los documentos oficiales, éstas son lade la tolerancia y la diversidad. A partir del análi-sis de varios de esos documentos, diríamos quehay una búsqueda de ampliar el discurso sobrelo cultural, al que aparentemente se consideracomo neutro, exento de asimetrías, y capaz desubsumir en sí a lo político; el supuesto sería quelas contradicciones, asentadas en intereses declases, no pueden superarse pero las diferenciaspueden articularse.

¿Qué significa ser tolerante?, ¿qué es la tole-rancia?. Sostiene Laclau (1997) que “si las basesde la tolerancia han de ser halladas en la viabili-dad de un ordenamiento comunitario, se sigueque la tolerancia -esto es, el respeto por la dife-rencia- no puede ser ilimitada. Una toleranciailimitada sería tan destructiva para el tejido so-cial como una unificación ética totalitaria”. Deeste modo la línea divisoria entre tolerancia e in-tolerancia nos coloca en un lugar de decisión po-lítica y en ningún caso es una definición esen-cial, única y universal.

Desde estas consideraciones algunos autores,como por ejemplo McLaren (1994), se oponen atratar el tema de las diferencias como sinónimode diversidad, dado que, según sostiene, la diver-sidad es una noción liberal que habla de la im-portancia de sociedades plurales, pero adminis-tradas por los grupos hegemónicos que son loscreadores del consenso, en definitiva los que es-tablecen quiénes entran en el “nosotros” y quié-nes en los “otros”.

Por otra parte consideramos que las diferen-cias no serían datos o evidencias que están natu-ralmente dadas y se manifiestan antagónica-

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mente: mapuches contra criollos, chilenos con-tra argentinos..., sino que son construccioneshistóricas y culturales, que no pueden disolverseen una negociación entre grupos que piden per-miso para entrar en un modelo establecido des-de la homogeneidad cultural.

En este sentido partiríamos de considerar ladiferencia como una relación y no como unaoposición. Una relación en donde, por un lado,los distintos grupos oprimidos insisten en el va-lor positivo de su cultura y experiencias específi-cas, resultando, por tanto, cada vez más difícilpara los grupos dominantes mostrar sus normascomo neutrales y universales; y por el otro lado,esas diferencias nos ayudan a reconocer y reco-nocernos en nuestra propia identidad.

Al mismo tiempo, pero con una significaciónmás claramente política, esto nos aleja de la no-ción de imparcialidad, que se maneja desde lasórbitas hegemónicas, y que intenta anular siste-máticamente a los grupos con prácticas cultura-les diferentes, y nos acerca a la de solidaridad,entendiendo que ésta no comienza, como sostie-ne Bonfil Batalla (1993), “cuando la gente piensade la misma manera, sino cuando tiene la con-fianza para estar en desacuerdo sobre ciertascuestiones porque le importa construir un terre-no en común”.

Quizás sea preciso aclarar que otro efecto quepuede tener el discurso hegemónico del respetopor la diferencia, sea el de caer en formas extre-mas de “relativismo cultural”, es decir, el “todovale” o “todo depende de...”; conviertiéndose entelón de fondo para la resolución de lo válido, elmercado o las pautas y valores de la hegemoníacultural.

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En este sentido, entendemos que una prácti-ca de transformación quizás necesite ser pensa-da desde los márgenes, desde quienes son vícti-mas del proyecto, recuperando, como sostieneRebellato (1996), la historia como memoria de“la violencia desatada por la conquista de Améri-ca, la marginación y opresión de los indígenas,de las mujeres, de los enfermos psiquiátricos, delos homosexuales, de los discapacitados, de lostóxicodependientes, de quienes ya no tienen nidónde vivir ni de qué vivir”, de los excluidos so-cial y culturalmente.

Remitiéndonos a la propuesta implicada eneste apartado, quisiéramos plantear desde quélugar entendemos la integración, para que éstano implique una licuación de las diferencias, si-no por el contrario una integración que se hagacargo de éstas.

Empecemos por el no. No es una integraciónal estilo neoliberal, en donde las discusiones enel Mercosur son por el reconocimiento de certifi-cados, títulos y estudios. Tampoco una integra-ción en base a una imaginada esencia latinoa-mericana, que constituya “la patria grande”, “lanación latinoamericana”, como lo plantea Adria-na Puiggrós (1996).

Compartimos la concepción desarrollada porGarcía Canclini de “hibridación”, como procesoque da cuenta del cambio de reglas para definirla integración: “la hibridación es la modificaciónde las identidades en amplios sectores popula-res, que son ahora multiétnicos, migrantes, polí-glotas y que cruzan elementos de varias cultu-ras”. El proceso de hibridación permite entenderla integración como un campo de lucha. Es de-cir, no creemos que haya que dejar de hablar de

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integración, sino más bien deconstruir dicha no-ción analizando los efectos que produjo su ins-cripción en los distintos discursos político-peda-gógicos en que fue históricamente construida.

En síntesis, plantearíamos que las identida-des no son previas a la integración, sino que “elproceso de integración se define por las identi-dades que en su trama se constituyen y, vicever-sa, que las identidades se construyen en el pro-ceso de integración” (García Canclini 1990).

Dos discursos desde donde abordar la integracióny la diferencia: la interculturalidad y el género

A) La interculturalidad y el “nuevo orden”: ¿delo político a lo cultural?

“Hoy el estado nos invita a ser parte de unnuevo concepto: Interculturalidad. Nos explicaque es una invitación al reconocimiento de la di-versidad cultural y a tener una relación de respe-to mutuo. Creemos que es una forma moderni-zada de continuar asimilando culturalmente alos Pueblos Originarios dentro de la llamada cul-tura nacional”

1.

Con este cuestionamiento preliminar acercade la Educación Intercultural (EI) intentamosacercarnos a una realidad latinoamericana quelleva más de 30 años de historia. Numerosas re-señas y estudios comparativos dan cuenta de lasparticularidades por país, e incluso por región.Además, debaten acerca de los conceptos políti-cos que sustentan los diversos programas y ad-vierten sobre su polisemia, además de su apro-piación de parte de los distintos actores sociales,

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fundamentalmente los Estados y los PueblosOriginarios.

Sin duda, la EI no sólo es un programa, (porlo demás, incipiente en nuestro país), sino unamodelización de lo deseable que la educación lo-gre para la integración y armonía social. En con-secuencia, nos parece oportuno, levantar algu-nas reflexiones de corte político en relación a es-te discurso emergente: ¿para qué, para quiénes ydesde quiénes se plantea esta nueva discursivi-dad, y a qué intereses responde? También nospreguntamos si este discurso alcanzará a llenarel vacío de un imaginario pedagógico alternativopara la docencia argentina, ante una escuelafuertemente interpelada por la sociedad y en laque el gobierno ha impuesto la idea de la res-ponsabilidad de los maestros en la crisis educati-va. Una cuestión sobre la cual reflexionar es pre-cisamente la de la “presentización” de este dis-curso “emergente” para el caso de nuestro país.Es evidente que el auge latinoamericano (y mun-dial) del paradigma de la EI se relaciona con laproblemática de la globalización como escenarioconcreto de un nuevo orden mundial, y en el quelas reterritorializaciones tanto nacionales y mi-gracionales, como las provenientes de la exclu-sión social dentro de los países, jaquean su esta-bilidad.

Nos interesa relacionar la globalización conel tema de las identidades y la construcción de lasubjetividad, espacio en el que se propone inci-dir la EI.

¿Cómo es posible que la tendencia a la desa-gregación, fragmentación, individualización eincluso disolución de lo social sea centrífuga conel discurso de la tolerancia y la interculturali-

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dad?. Hemos visto que, por un lado, los capitalesdespojados de sus bases nacionales buscan ani-dar en todas partes, poniendo de relieve lo regio-nal y lo local como bases para sus operacionestransnacionales; y que, por el otro, estas dimen-siones de nuevo tipo de relaciones (temporal yespacialmente reterritorializadas), no puedensoslayar, de todos modos, un centro que aglutiney haga posible la gobernabilidad y manejo delsistema neoliberal, aún en manos de los estadosnacionales, sobre todo, por la concentración enellos del aparato represivo.

Estas tendencias provocan, por otra parte, elsurgimiento y revitalización de identidades dediverso alcance político, social y cultural, inclusoen aquellos sectores más excluidos del sistema.

El discurso de la interculturalidad como valorfundamental en el “nuevo orden” intenta el con-trol de lo particular, mediante la conversión delas diferencias en identidades integrables al to-do-mundo globalizado neoliberal. Es la centrali-dad hegemónica de los nuevos modos de acu-mulación la que posee la capacidad de admitir ydictaminar qué de aquello inter puede ser acep-table y culturalmente aceptable.

Esto se debe a que el neoliberalismo (y nues-tra hipótesis es que cierta EI le es funcional) cho-ca con los límites de lo tolerable en relación aldominio del mercado, eje instrumental y regula-dor principal del conjunto de las relaciones so-ciales, y en consecuencia, debe redibujar el ma-pa de la diversidad social y cultural. La integra-ción de las diferencias resulta control de los con-flictos sociales, mediante la victimización y asis-tencia del otro, quien ocupará espacios previstosen el nuevo-orden-mundo que no pongan en pe-

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ligro la estabilidad social para el actual modelode acumulación.

Para ello, es necesario además reestructurarlas coordenadas de “democracia” y “ciudada-nía", ya que el “desarrollo sustentable” de la ac-tual modernización globalizada neoliberal dejaafuera (de la aldea global) a casi el 30 % de la po-blación, y adentro a un resto, que se desagrega,como siempre (pero más ahora), en los de arribay los muchos de abajo; estos últimos siempre enriesgo de caerse del sistema.

Ante estos fenómenos, se prevén para la EIfunciones de máxima eficacia, de las que trans-cribimos dos ejemplos:

a) “Los Estados nacionales frente al nuevomilenio no tienen otra alternativa que buscar lasformas más claras de democratización de sus so-ciedades a partir de la participación, cada vezmás amplia, de todos los sectores sociales, étni-cos y culturales tanto en los procesos económi-cos como en los culturales. Los procesos de inte-gración se generan a partir del establecimientoreal de un diálogo intercultural, y la educaciónintercultural bilingüe (EIB) es el ámbito, por ex-celencia, donde aquel se construye.” (ComboniSalinas, 1996).

b) “Probablemente no exista otra posibilidadpara construir una educación más democrática yequitativa, que otorgue no sólo verdaderas opor-tunidades a los individuos, sino que contribuyadecisivamente a la construcción de un orden so-cial basado en relaciones sociales más simétricasque la aspiración que conocemos como educa-ción intercultural. Sólo explorando las asimetríasy las incomunicaciones de cara al desafío deconstruir relaciones educativas más fluidas, po-

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demos tratar de desmontar de la estructura so-cial las condiciones que restringen la posibilidadde articular ámbitos de convivencia donde cadauna de las personas, independientemente de suscaracterísticas étnicas, sociales o de género, pue-de desarrollar su vida en plenitud”. (Gastón Se-púlveda, 1995).

Pero, si como dice esta autora, “La EIB plan-tea un cambio de mentalidad de la sociedad y delas estructuras de poder y un replanteo del siste-ma educativo vigente” (Comboni Salinas,1996:124), entonces ¿se piensa en un alcance so-cioestructural para la interculturalidad?. Paramuchos difusores de este paradigma, este es elalcance que le otorgan al poder educativo, en es-tos tiempos de “revolución pacífica, pero pro-funda, que viven nuestros países en su procesode cambio y transformación para entrar en el si-glo XXI con mayores posibilidades de desarrolloy bienestar para toda la población...” (Sepúlveda,1995:124).

Las políticas educativas oficiales, en este ca-so, las de la Provincia del Neuquén, intentan le-gitimar el reordenamiento del sistema educativodesde el anadamiaje discursivo de la tolerancia,el respeto por el otro, la aceptación de lo diverso,la necesidad de la convivencia entre los distin-tos, y la necesidad de educación especial paraaquellos que poseen las características de la“otredad”. Nos interesa mostrar cómo se armanalgunos de los discursos de la “inclusión” al ser-vicio de la “transformación educativa”.

Hemos caracterizado (Díaz - Alonso, 1997)hasta dónde pueden ser fijados los límites de ladiscusión “tolerable” sobre la diversidad y el plu-ralismo desde los organismos del poder actual y

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hemos analizado críticamente algunos docu-mentos base de reciente divulgación en nuestraProvincia. Intentamos provocar sus argumenta-ciones a partir de insertar sus discursos en rela-tos más amplios acerca de lo pedagógico y cultu-ral, y cómo se articulan al poder, ya que es desdeesta posición teórica que se puede advertir eltrasfondo discursivo desde el cual surgen esaspropuestas, y obviamente a qué intereses res-ponden.

En este campo el capital simbólico en disputaes la significación que se le da a la articulaciónentre desigualdad y diversidad, y como en ellaqueda atrapada una consideración reproductorade las condiciones de pobreza y exclusión.

Por ello, es que ponemos en cuestión lo quenos parece una apropiación neoliberal de la “di-versidad sociocultural”, y cómo se arman losnuevos lenguajes de la alfabetización para lossujetos sociales emergentes de la actual exclu-sión, nombrados como “sujetos diversos”, y defi-nidos también como de “alto riesgo”. Esto impli-ca abordar los usos de la diversidad y el pluralis-mo, y las tensiones políticas que se desprendende los mismos.

Un análisis crítico remite necesariamente areubicar la apropiación descontextualizada de lalógica del poder de estos “usos de la diversidad”como categoría explicativa de las diferencias de-venidas acentuadamente como desigualdad enel marco de las actuales relaciones de produc-ción capitalistas.

Nos parece necesario, en consecuencia, mos-trar que esas propuestas basadas en la “multicul-turalidad-interculturalidad”, resultan funciona-les a la transformación educativa en la perspecti-

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va neoliberal impulsada con los fondos del Ban-co Mundial. Funcionalidad que resulta del modoen que algunos conceptos claves de las cienciassociales, en especial de la antropología, se incor-poran bastante aceleradamente al discurso edu-cativo con que la Reforma en curso intenta legiti-mar sus objetivos: cultura, nación, etnia, género,diferencia, diversidad, comprensión, tolerancia,alteridad, son palabras ahora corrientes: verda-dera antropologización de la trama argumentalde la operación discursiva EI en su apropiaciónneoliberal. Su “presentización” pareciera dibujarun cambio en el imaginario pedagógico, esencia-lista y homogeneizante de la Instrucción Públi-ca

2.Como decíamos, nos interesa advertir las

cuestiones que se implican al reeditar, sin el de-bate y el consenso, problemáticas teóricas in-conclusas en su elaboración, ya sea las referidasa las distintas aproximaciones al concepto decultura, como a la reaparición de tensiones irre-sueltas en relación al relativismo cultural que hacaracterizado a la antropología. Los costadosesencialistas del culturalismo así como las con-secuencias funcionalistas de un relativismo ex-tremo se prestan a este juego, y es objetivo de es-tas notas salir al cruce precisando los términosdel debate pedagógico y cultural.

* ¿En qué sentidos podemos aceptar que la“educación intercultural” es un modo de discon-tinuar con el “obsoleto” sistema de instrucciónpública, y sus modos de relación pedagógica sos-tienidos en el autoritarismo y la discriminaciónde las diferencias culturales?.

* ¿No estaremos ante la presencia de un nue-vo arbitrario para un imaginario pedagógico en

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cuyo centro ha desaparecido la categoría “pue-blo” vinculada a lo “público” y en su reemplazoemerge la de “identidad cultural”, como direc-cionalidad de las finalidades educativas?

La aceptación de la tolerancia y la considera-ción de la diversidad no son suficientes a la horade plantear una pedagogía para la democratiza-ción no meramente formal de la sociedad. Es ne-cesario abrir el debate acerca de los sentidos dela interculturalidad, para evitar un cierre funcio-nalista que contribuya a ocultar su articulaciónal modelo neoliberal y a las políticas educativasderivadas del mismo. Queremos enfatizar estadimensión a los efectos de discutir la insuficien-cia de la educación intercultural como proyectoinnovador, y mostrar cómo puede convertirse enun aliado “espectacular” de esas políticas y enparticular del sustento simbólico de las actualesformas de dominación económica, social y cul-tural.

* ¿Con el reemplazo del imaginario “educa-ción popular” (centrado en el derecho público-/político a la educación y cooptado de modo ar-bitrario por el sistema de instrucción pública),por el de “educación intercultural o multicultu-ral” no se está conformando un nuevo arbitrariomediante el cual se separa lo político de lo cultu-ral?, ¿de aquella inclusión abstracta, referida an-teriormente, a una espectacularización simbóli-ca de las culturas como base de las relaciones so-ciales, y causas de las desigualdades y diferen-cias?.

* ¿De ser así, no estaríamos ante la presenciade un estilo “democrático” para evitar lo políti-co, y un modo “regulador” para desviar el senti-do de una educación afirmada en la disputa por

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los derechos fundamentales de los individuos ylos grupos sociales?

Una respuesta posible a estos interroganteses la de que la educación intercultural puedeconfigurarse como una vía de escape simbólica ala contradicción entre “ajuste” y democracia, enla que se pretende articular la inclusión políticaformal con la exclusión económica real. En todocaso hay que redefinir al sujeto político de laEducación Intercultural.

B) Del feminismo al género

Al calor de la discusión en torno a lo integra-ble en terrenos “inter”, planteamos otra preocu-pación teórica y política acerca del aparente co-rrimiento de la categoría feminismo por la de gé-nero, esta última como aquella que podría resul-tar más tolerable a los discursos de la diferencia.Metafóricamente sería como sacarle el veneno alos conceptos (los domesticamos, podemos con-vivir con ellos). Género es un término quizás me-nos agresivo, menos “hard”, más dietético -se di-giere mejor-. Sin embargo, no queremos apostara una operación de sustitución sino que, recupe-rado el concepto de feminismo, consideramosimportante la profundización y extensión socialde la categoría género como posibilitadora deconstrucción de nuevas relaciones sociales en elentretejido de otro discurso sobre la igualdad y ladiferencia, la integración y la exclusión.

Un tanto ingenuamente (o intuitivamente)comenzó a llamarnos la atención el uso domi-nante de la categoría género, categoría que hege-moniza el discurso, sobre todo en el ámbito aca-démico, y lo poco que se habla de feminismo,

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como si quedase como categoría, depositada enun lugar residual, o de otra época: antes era fe-minismo ahora es género.

Esto seguramente responde a una multiplici-dad de cuestiones: la preeminencia de estudiossociológicos y antropológicos sobre “la mujer”;las producciones e intereses al interior del movi-miento feminista; la historia del movimiento enlos diferentes países y las formas de apropiaciónde ella en otros contextos; el lenguaje que se usaen los ámbitos gubernamentales, etc.

Ahora bien, quisiéramos explorar la relaciónque puede haber entre este uso preponderantede la categoría género, que involucra las relacio-nes entre lo femenino y lo masculino y un dis-curso feminista que surge articulado con otro,que postula el cambio social y habla de clases so-ciales.

En principio, nos parece que una de las ver-tientes de esta discusión feminismo vs género,tiene que ver con situar al primero como un dis-curso más claramente político que alude a lasdesigualdades y, al segundo como más clara-mente cultural, que alude a las diferencias. Sos-tendremos también la importancia de no envol-ver, o disolver el sentido, de un discurso en elotro.

Es oportuno recuperar algunos elementoshistóricos que focalizan al feminismo como unmovimiento social, enmarcado en la tradiciónmoderna y formando parte del conjunto de lasluchas por la justicia de otros sectores socialessubordinados. Plantea Martha Rosenberg (1996)que la representación del fin de las relaciones desubordinación opera -en estos inicios- como mi-ra, e instala una “ética de la disciplina utópica”

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que consiste en el trastrocamiento de las pers-pectivas habituales, la libertad estratégica, la in-dependencia frente a las pautas culturalmentearraigadas, tanto teóricas, como ético-sociales.En este contexto el significante feminismo evocauna tradición política de izquierda, entendida enel sentido amplio como cuestionamiento de lasrelaciones sociales desde una propuesta igualita-ria. Afirma la autora que es justamente esto (laposibilidad de una sociedad igualitaria, los pro-yectos emancipatorios radicales) lo que va a caercon la sustitución de este significante por el degénero, dado que en realidad el proyecto de unasociedad transparente no es posible y que porotra parte estamos instalados en un escenarioindividualista y fragmentado antidemocrática-mente.

Introduciendo en este análisis el concepto degénero podemos decir que se define (dentro delas varias definiciones existentes), “como la redde creencias, rasgos de personalidad, actitudes,sentimientos, valores, conductas y actividadesque diferencian a mujeres de varones. Tal dife-renciación es producto de un largo proceso his-tórico de construcción social, que no sólo generadiferencias entre los géneros femenino y mascu-lino sino que, a la vez, esas diferencias implicandesigualdades y jerarquías entre ambos. ...Elconcepto de género en cuanto categoría de aná-lisis tiene como cualidad interesante que siem-pre es relacional. Otro rasgo que destacamos enel concepto de género es que las relaciones queanaliza entre varones y mujeres están enraizadashistóricamente de forma cambiante y dinámica.Esto significa que el género es una categoría his-

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tórica que se construye de diversas maneras enlas distintas culturas” (Burin, Mabel 1996).

Sin considerar que las corrientes anterioresse opongan o que hablar de feminismo o de gé-nero constituyan per se discursos de oposición,nos parece importante incorporar la advertenciaque hace M. Rosenberg (1996)

3: “Para el concep-

to de género, a pesar de haber sido elaborado co-mo herramienta política para la teoría feminista,no es necesario ni evidente que haya un sujetopolítico en juego. Sujeto político se refiere al tér-mino utilizado en ciencias políticas para deno-minar a agentes de acciones públicas colectivas,que disputan el poder de la formulación de lasnormas que regulan la convivencia. Para hablarde sujeto político es imprescindible que su ac-ción desplace las relaciones de poder existentesentre los sexos. En muchos casos, sin embargo,el discurso de género se enuncia desde posicio-nes que confirman los dispositivos de saber-po-der instituidos por la cultura androcéntrica do-minante”.

El planteo de esta autora explícita un eje queviene recorriendo este escrito y que es el temadel poder. En los primeros párrafos referíamos almovimiento feminista articulado a la lucha declases, donde el poder se concibe como un apa-rato de opresión encarnado en el sistema capita-lista y patriarcal, al que hay que abolir. Desdeotra concepción de poder, más entonada con loplanteado por Rosernberg, lo que hay que de-construir/desmontar son estos dispositivos dis-cursivos que han construido, piedra por piedra,la relación hombre-mujer, público-privado, co-mo Racional, Abstracta, Universal -con mayús-

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culas- y que le dan legitimidad política, jurídica ycotidiana.

En este sentido, entendemos el poder como“...siempre presente (en) cualquier tipo de rela-ción en la que uno intenta dirigir la conducta deotro. Estas son por tanto relaciones que puedenencontrarse en situaciones distintas y bajo dife-rentes formas; ...son relaciones móviles, es decir,pueden modificarse, no están determinadas deuna vez por todas...” (Foucault, M. 1994). Si-guiendo a este autor sólo pueden existir relacio-nes de poder en la medida que los sujetos son li-bres. Esto no significaría que los estados de do-minación no existen, a veces los márgenes de li-bertad son muy limitados, pero este estado dedominación puede desaparecer o cambiar si re-vierte la situación que lo origina

4. Para el tema

que nos ocupa interesa rastrear desde dónde sevan formando, coyunturalmente, las resistencias(a la integración/exclusión): desde la lucha declases, desde el movimiento feminista, desde laocupación de puestos públicos por parte de lasmujeres, desde la abolición de la institución fa-milia, desde un cambio educativo, desde la arti-culación de diferentes movimientos sociales, etc.

Quisiéramos sintetizar que hablar de géneropuede no ser lo mismo que hablar de feminismo,significado en términos de conciencia feminista,como una interpretación política, polémica y delucha que de ninguna manera es universalizablea todas las mujeres. Esto es así dado que “lo fe-menino”, puede y suele ser lo que de la mujer serepresenta en las culturas dominadas por las re-presentaciones hegemónicas del imaginariomasculino. En este sentido, retomamos nueva-mente a Martha Rosenberg en cuanto sostiene

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que “la perspectiva de género corre el riesgo decristalizar a las mujeres al ocuparse de sus ‘co-sas’, definidas como tales por este imaginariocompartido”; y pone un ejemplo que es la coop-tación de gran cantidad de “cuadros” feministasen estructuras de gobierno y organismos o agen-cias nacionales e internacionales, ante lo cualhabría que analizar, “si su inserción constituyesubjetividad política de género (femenino) o selimita a aumentar el poder de algunas mujerespara la imposición de políticas (¿de desarrollo?)que requieren apoyo y participación femenina,pero que reproducen las actuales relaciones dedominación”.

Si nos situásemos desde la hermenéutica dela sospecha, en el sentido de Ricoeur, cabría quenos preguntásemos, como lo hace María AntoniaGarcía de León (1994), acerca de ¿por qué la de-sigualdad de género es constantemente recono-cida, analizada -al menos en ciertos ámbitos- yes plataforma para una acción social bien vistatanto por parte de los gobiernos, como por partede la población en general y, lógicamente, porparte de las mujeres?

Podríamos decir que hablar de lucha de cla-ses sigue siendo subversivo, en cambio, la con-frontación femenino versus masculino parece noser subversiva en la actualidad, no es radical.Puede ser una confrontación incómoda, agria, ri-diculizada, etc., pero es una polémica tolerable,admitida, transparente, al gusto de los tiempos.

Sostiene la autora que es un tema para el quelos gobiernos crean una amplia red burocrática ygastan muchos recursos tanto económicos comosociales. y se pregunta ¿Por qué?: ¿Es una con-quista de las mujeres? ¿Es un oportunismo del

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“establishment”?; y continúa diciendo: “El lla-mado orden mundial puede tener una ingentemasa de población muriendo de hambre en elTercer Mundo, pero parece que no le es funcio-nal tener una masa de población femenina, elcincuenta por ciento de la población, fuera de laspautas del sistema (racionalidad, consumo,etc.)”, parece bastante claro que valorar más a lamujer resulta funcional al aumento del consu-mo.

Consideramos que una forma de resistenciaes siempre recuperar la historia de las luchas, delos movimientos, de la construcción social de lascategorías, para darnos cuenta que los concep-tos, además de históricos, suelen “tener alas” yse refuncionalizan en tramas discursivas diferen-tes a las que surgieron, que muchas veces fueroncontrahegemónicas.

Por otra parte, como muchas autoras y acti-vistas han advertido, hay que estar en guardiacontra el feminismo difuso (y generalmente con-fuso) que forma parte del signo de los tiempos(incluso entre ciertos hombres, está de moda de-cir soy feminista) y hay que estar asimismo enguardia para no admitir que los cambios de gé-nero han sido cambios per se. De lo contrariouna vez más, se estaría haciendo el juego a la in-visibilidad de las implicancias políticas del con-cepto “feminismo”.

Para finalizar diremos que la disyuntiva entrefeminismo en términos de clase y género en tér-minos culturales, puede ser falsa, dado que laidentidad de género y clase están indisoluble-mente unidas y son las prácticas básicas y cons-titutivas del habitus. Pero apostamos a profundi-zar analítica y prácticamente ambas construc-

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ciones conceptuales, porque los reemplazos, losrecubrimientos, suelen ser efecto de luchas porla hegemonía que luego se visualizan como na-turales, es decir, se invisibilizan y agotan su po-tencialidad subversiva.

Notas

1 Norgvlamtuleayin (Educación Autónoma Mapu-che) 1997. Documento de la Coordinación de Or-ganizaciones Mapuche. Confederación mapucheNeuquina - Newén Mapu.

2 En efecto, una de las innovaciones de la reformacurricular es la incorporación a los Contenidos Bá-sicos Comunes aprobados para la E.G.B. de la pro-blemática denominada “cultura” (Bloque 3). Desdeun punto de vista histórico y comparativo estacuestión se introduce también con la denomina-ción de “diversidad cultural” (Bloque 2). Estos te-mas se relacionan, a su vez, con algunos conside-randos del art. 5º de la Ley Federal de Cultura yEducación en los que se refiere al “fortalecimientode la identidad nacional”.

3 Al comenzar el capítulo, que ya hemos citado, laautora comenta que al presentar un artículo parauna revista de psicología, la editorial cambia en eltítulo el término “feminismo” por el de “género”, apartir de lo cual realiza esta reflexión: “la caída deltérmino feminismo, que tiene tan clara conotaciónpolítica, y la sustitución por el de género -categoríade análisis sociológico y antropológico impuesto ydifundido en el medio académico e intelectual- estestimonio y consecuencia paradójica de la prácti-ca política y teórica feminista, que ahora parece te-ner que borrarse del título para darle cabida en

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nuestra “actualidad psicológica” (nombre de la pu-blicación). Rosenberg, Martha (1996).

4 Foucault, en el texto citado anteriormente, poneun ejemplo que dice que en la estructura conyugaltradicional de la sociedad de los siglos XVIII y XIX,no puede decirse que sólo existía el poder delhombre: la mujer podía hacer toda una serie de co-sas: engañarlo, sustraerle con maña el dinero, ne-garse a tener relaciones sexuales. Subsistía sin em-bargo, dice, un estado de dominación, en la medi-da en que todas estas resistencias constituían uncierto número de astucias que no llegaban nunca ainvertir la situación.

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3Acciones y representaciones

en los espacios urbanos

Claudio Lobeto Instituto de Arte Argentino y

Latinoamericano. Facultad de Filosofía y Letras.

Universidad de Buenos Aires (UBA).

“La ciudad contemporánea se desarrolla bajopostulados poéticos y fatídicos, alternativas derro-tas y ensimismamientos míticos al servicio del po-der mercantil, y no como un modelo de introspec-ción analítica acerca de los problemas sociales,culturales, funcionales y antropológicos”

Fernández Alba, A. 1990:147

Megaciudades latinoamericanas

La importancia que en los últimos años hanadquirido los estudios sobre las ciudades obede-ce a una multiplicidad de factores que central-mente se articulan en todo lo que significa unatrama urbana cada vez más densa, desembocan-do en la reformulación de problemáticas ya exis-tentes y aparición de nuevas.

La “explosión” de las principales megalópolislatinoamericanas (Buenos Aires, San Pablo, Ríode Janeiro, México D.F.) se da en todo sentido.Desde el incremento en los índices de poluciónambiental, hasta el colapso de los servicios pú-blicos y pasando por la desesperación de las ad-ministraciones gubernamentales que en contex-tos de recorte presupuestario deben atender ma-

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yores demandas con menores recursos, los pro-blemas son cada vez más recurrentes, situandoel debate sobre las ciudades como prioritario ynecesario de abordajes de carácter transdicipli-nario acordes a esta complejización de la “cues-tión urbana”.

Así como en los últimos años se observa unanotable caída en los indicadores socioeconómi-cos y en simultáneo a una urbanización acelera-da y “desprolija” de las principales ciudades lati-noamericanas, con habitantes que orillan en elumbral de los 20 millones en el caso de México,la fisonomía de las ciudades se va alterando día adía. Los límites se expanden más allá de los ma-pas oficiales. Ciudades satélites se van agregan-do a la “mancha urbana” inicial y hacen difusasestas “fronteras”. La necesidad de nuevas vías decomunicación, los transportes públicos, el de-sorden en el tráfico vehicular, etc., aparecen liga-dos a este macrocrecimiento y transformaciónde las urbes.

En La ciudad de los viajeros, travesías e imagi-narios urbanos: México 1940-2000, producto deuna investigación sobre esta ciudad, García Can-clini señala en relación a la mancha urbana:

“La multiplicación de estas “ciudades dentrode la ciudad”, admitida por los planificadoresde los años 70, acentuó los procesos de segre-gación espacial y compartimentación de las ex-periencias en el uso del espacio urbano”.

Esta difuminación se expande y se extraterri-torializa en varias direcciones. La imagen de lourbano trasciende el ámbito geográfico y circulapor otros espacios como el electrónico.

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“A partir de la interrelación entre las nuevastecnologías, la ciudad y el flujo de bienes simbó-licos, destaca la existencia de un espacio electró-nico, en el cual traslaciones virtuales de los me-dios masivos, en especial la televisión, operansobre las urbes que simultáneamente a su incre-mento en extensión y habitantes, van perdiendosus características particulares en cuanto a indi-viduación geográfica y en tanto funcionalidad ci-vil. Los movimientos poblacionales, no sólo setraducen en flujos de personas y en espacios rea-les, otros movimientos de índole virtual refuer-zan estos mecanismos mencionados... Estos mo-vimientos migratorios más ilusorios que reales,toman forma en la explicación de mecanismosencubridores que obstaculizan la verdadera di-mensión de despoblación rural y repoblación ur-bana a través de una “realidad” que de tanto re-petirse por los medios, se convierte en verdadinapelable”.

La creciente incorporación de masas de mi-grantes provenientes de zonas rurales, pueblos,ciudades del interior y países limítrofes hacia losgrandes centros metropolitanos, es la conse-cuencia -entre otros motivos- de economías re-gionales en quiebra y de supuestas mayores po-sibilidades de trabajo y desarrollo personal queofrecen las urbes. Visión a la que ayudan los me-dios de comunicación masiva, difundiendo pa-trones culturales y de comportamiento solo po-sibles de ser adquiridos -y consumidos- en estasmegaciudades.

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Espacios-escenarios urbanos

Asi, flujos migratorios o “ethnoescapes” y flu-jos comunicacionales y simbólicos dan lugar amecanismos de fragmentación-concentraciónen el campo cultural, articulando un bombardeovisual de imágenes globalizantes, con aquellasinstancias locales en las que se reconstruyenconflictos propios, memorias colectivas e identi-dades particulares.

Esto da como resultado un sinnúmero demutaciones culturales, cuyos signos mas visiblesse expresan en la aparición y desaparición conti-nua de actores sociales, que hacen de las ciuda-des, espacios- escenarios en las que el entrecru-zamiento de producciones socioestéticas diver-sas, registra nuevos agentes y nuevos posiciona-mientos, identidades sociales y diversidad cultu-ral, articulación entre lo tradicional y lo moder-no, representaciones y apropiaciones simbóli-cas, usos sociales y prácticas estéticas e industriacultural y consumo, constituyendo transforma-ciones culturales y artísticas que superan al pro-pio espacio urbano.

La dimensión cultural en esta densidad urba-na es la de una “porosidad intercultural”, cuyorasgo más distintivo es la resolución de crucesmulticulturales diversos como locales-global,público-privados, tradicionales-modernos, etc.,en la coexistencia de múltiples produccionesque mixturan estos pares dicotómicos.

Lo local, lo regional y lo global aparecen en-tonces, como categorías articuladas que expre-san esta multiplicidad de flujos culturales y esté-ticos que en forma acelerada y transitoria reco-rren el planeta y acentúan estas tensiones entre

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identidades ciudadanas, nacionales, regionales yplanetarias.

Es el caso de las “comunidades transnaciona-les de consumidores” a que alude García Cancli-ni al hacer referencia a los jóvenes y a los televi-dentes, cuyos gustos y preferencias no se encie-rran en un país sino que se insertan en corrien-tes regionales e internacionales.

La ciudad como núcleo central en los proce-sos de modernización y de globalización actúacomo el “lugar” donde se viabilizan una sumato-ria de identidades en las que intervienen los rela-tos y las representaciones de los sujetos sociales.Desde diferentes miradas, diferentes ciudadesaparecen en el imaginario social y dan cuenta deuna estética urbana, síntesis de esta “mixtura-ción” de prácticas y representaciones.

Estas maneras de visualizar a la ciudad soncitadas por Alain Moins que en su trabajo La me-táfora social, utiliza para referirse a las políticasde comunicación que desde las instituciones sellevan a cabo para crear “marcas de ciudades”:

“Hay una toma de conciencia global de laspotencialidades de lo local. Es en tal contextodonde se han desarrollado estrategias de promo-ción de las ciudades a través de la producción deimágenes de marca que se supone caracterizan alas localidades”.

En este caso, la “imaginería urbana” deMoins, se sustenta en estrategias publicitarias,centradas en torno a la acción de las administra-ciones municipales y del sector privado, pero de-ja un lugar al rol de los “ciudadanos” como suje-tos activos que, a través de tradiciones, fiestas,etc., son generadores de “operaciones de recicla-je” de estas “marcas identitatarias”.

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Ciudades reales que se oponen a ciudadesmetafóricas e imaginarias o ciudades modernis-tas que se superponen con ciudades patrimonia-les, son amplificadas desde los medios masivos ylas instituciones oficiales, pero también sonapropiadas y retomadas por grupos urbanos, or-ganizaciones barriales, ONGs y movimientos so-ciales, ampliando el campo de la “comunicaciónterritorial”.

Apropiaciones y usos en el espacio urbano

Este Tercer Sector, como parte integrante dela sociedad civil, interactúa con otros dos agen-tes del “campo cultural urbano”: las institucio-nes municipales y la industria cultural y de la co-municación.

En un contexto actual en el cual la globaliza-ción de los mercados culturales disuelve lasidentidades nacionales, la fragmentación apare-ce ligada a una suerte de contratara en la cual sevan delineando grupos urbanos y movimientossociales que apelan a verdaderos rituales moder-nos. Rituales que se expresan en dramatizacio-nes espaciotemporales y prácticas socioestéticasque presentan y representan vivencias y proble-máticas sociales y que son el inicio de culturasunder, alternativas o marginales.

Prácticas estético-políticas y socioestéticasentendidas como:

“aquellas manifestaciones en donde lo reivin-dicativo y la demanda se entremezclan con as-pectos lúdicos e intenciones estéticas que arti-culan una dimensión simbólica y un sistemade comunicaciones”.

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Al aludir a “la presentación del mundo comoespectáculo” y en relación directa al impacto delos medios masivos, los movimientos y grupossociales tratan de superar esto y “representan” alciudadano-consumidor una nueva versión de larealidad”.

Melucci señala, en relación a los efectos pro-vocados por la “acción colectiva” que uno deellos es la “innovación cultural”, es decir, la mo-dificación de hábitos, gustos y normas que ingre-san en el universo social a partir de la produc-ción de acciones por parte de los movimientossociales urbanos.

Los pañuelos de las Madres de Plaza de Ma-yo, pintados sobre el piso de la mencionada pla-za y rodeando a la Pirámide de Mayo cobransentido como “marca” de las demandas aún in-satisfechas de los organismos de derechos hu-manos.

La protesta de un grupo vecinal en referenciaa un problema específico, como es la disputa entorno a un predio verde o la oposición al trazadode una autopista, supone un despliegue de ac-ciones que contemplan y referencian una visióntradicional o patrimonialista de la ciudad. Seapela a argumentos basados en la inconvenien-cia de las transformaciones, la defensa de lo pú-blico -ante el avance de lo privado-, y los dere-chos ciudadanos, y en muchos casos hasta se in-vocan criterios estéticos, argumentaciones queen otros casos se invierten cuando la instalaciónde un “shopping” puede favorecer a los vecinosdel área de influencia.

Así, las inmobiliarias motorizan la “moderni-zación” de ciertas áreas urbanas basándose encriterios de rentabilidad de las propiedades -en

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muchos casos contando con la complacencia delos funcionarios de turno- y con el acuerdo tácitoo evidente de los propios vecinos.

Si bien es cierto que de los cuatro circuitossocioculturales, son los de la “comunicación ma-siva” y los “sistemas restringidos de informacióny comunicación” (correo electrónico, Internet,telecomunicaciones, satélites), manejados porlas industrias culturales y corporaciones trans-nacionalizadas, los que mayor grado de recep-ción tienen por parte de los jóvenes, éstos de-muestran también una capacidad propia en lautilización por ejemplo de los espacios urbanos,tanto privados como semi-públicos y públicos.

Los “shoppings”, paradigmáticos como “losno lugares” de los que habla Marc Augé, sitioscreados para la circulación y el escaso contactosocial, son resignificados por los jóvenes queempiezan a utilizarlos como punto de reunión,cambiando ese “no lugar” por un “lugar de en-cuentro”. Lo mismo sucede con los “Mc Do-nalds” o los “24 horas” de las estaciones de servi-cios, diseñados para un consumo rápido -“fast-food”-, siguen funcionando como sitios de paso,pero convertidos en paso obligado y de encuen-tro entre los adolescentes.

En forma similar frente a estos nuevos espa-cios paradigmáticos de la modernidad actual, si-guen existiendo las ferias artesanales, donde larelación entre los sujetos actuantes, el entorno,los productos y hasta el paseo adquieren signifi-caciones diferentes.

La “estética urbana” se completa con una“polución visual” que satura los espacios públi-cos. Carteles publicitarios coexisten con losgraffitis. Postes de luz se convierten en soportes

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para todo tipo de anuncios, incluyendo campa-ñas políticas, oferta de servicios y profesionales,etc. Inscripciones emblemáticas de bandas derock, grupos barriales y “barras” de equipos defútbol alternan con pintadas anónimas, utilizan-do todos, lenguaje acorde a un universo mass-mediático pero situándolo en un contexto deter-minado y un momento particular. Como símbo-lo de esta era comunicacional, antenas parabóli-cas contrastan con flaneras y budineras que amanera de antenas, los sectores populares utili-zan para bajar señales televisivas.

A modo de conclusión

¿Cuál es el sentido y significación para los su-jetos sociales que llevan a cabo estas acciones yprácticas socioestéticas? y ¿Dónde se expresa lamanera de vivenciar la ciudad actual?, son dospreguntas que sitúan un punto para comenzar apensar en torno a la redefinición de los alcancesy objetivos de las políticas culturales, en este ca-so una política cultural municipal.

“Los murales, pintadas y “graffitis”, las pintu-ras faciales y máscaras y las escenografías cam-biantes de las protestas ecologistas y vecinales,se proyectan sobre los espacios urbanos dejandolas marcas de producciones específicas”.

Estas representaciones-acciones que partende los sujetos sociales y que hacen de sus prácti-cas socioestéticas una forma específica de viven-ciar el entorno local, implican formas diferencia-das de apropiación y utilización del espacio ur-bano.

A partir de estas “huellas” que ofrece la lectu-ra del espacio urbano y sus actores, articular las

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demandas y vivencias específicas de los habitan-tes de una ciudad, supone un planteamiento quecontemple el accionar propio de los sectores so-ciales -Tercer Sector- en relación con las indus-trias culturales y una nueva concepción de laspolíticas culturales.

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4¿Crisis ecológica? El quehacer de las

Ciencias Sociales en lo ambiental

Oscar Mauricio Espinosa HenaoSociólogo, Medellín

“Ser ecólogo es, antes que preocuparse por lacontaminación del mar o de la atmósfera, intere-sarse por la suerte misma del hombre”.

Jacques Yves Cousteau (1910 - 1997)

Resumen

La situación ecológica del planeta ocupa losprimeros renglones del listado de problemas quedebe comenzar a franquear la humanidad alamanecer del nuevo milenio. Oleadas de profe-sionales de áreas técnicas y biológicas han veni-do aportando elementos para tal fin, pero la pre-mura de soluciones exige políticas ambientalessostenibles no solo para ecosistemas sino tam-bién para colectivos humanos. Teniendo encuenta que lo ambiental se constituye en un pro-blema social, económico y político, el conoci-miento científico del mundo social es, más quenunca, ineludible. No obstante, el quehacer delprofesional de las ciencias sociales no ha sido re-conocido en cantidad de instancias donde se to-man determinaciones sobre asuntos ambienta-les, en los cuales, después de los recursos natu-rales, el componente social ocupa, en el mejorde los casos, un segundo o tercer renglón. Loscientíficos sociales tienen bastante para explorary contribuir en aspectos relacionados con lo eco-

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lógico, por lo cual se exigen profesionales prepa-rados más allá de las fronteras de su propia ra-ma. Dada la difícil situación ecológica del plane-ta, y tomando lo social como un componente delo ambiental, se esbozarán algunos aspectos ge-nerales del quehacer de los científicos socialesen la gestión ambiental, como también los desa-fíos, limitantes y las potenciales áreas de acciónal respecto.

I. Introducción

Las problemáticas ecológicas a las cuales seenfrenta la humanidad, han hecho que se co-miencen a aunar esfuerzos para conservar lasáreas naturales que aún quedan, e intentar regu-lar al máximo los efectos de la intervención delhombre sobre el medio, buscando así saldar la“deuda ecológica” que se ha contraído con unabiosfera que resulto seriamente maltratada porla noción que, desde la revolución industrial, seha tenido de desarrollo y progreso.

Desde el siglo pasado, el desmedido e irracio-nal aprovechamiento del espacio y de los recur-sos naturales condujo a su agotamiento y a la de-gradación del medio ambiente en general. En es-te siglo, en la década de los setenta, el desequili-brio ecológico dejó de ser latente y se percató lahumanidad de que, contrario a lo que se creía, latierra no podía reponerse tan fácilmente de lavertiginosa degradación, ni mucho menos erauna despensa infinita de recursos. Hoy día, elagotamiento de los mismos amenaza las míni-mas condiciones de vida para el hombre en algu-nas zonas del globo.

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Así pues, la situación ecológica del planetaocupa los primeros renglones del listado de pro-blemas que debe comenzar a franquear la huma-nidad al amanecer del nuevo milenio. El clamorambientalista que mundialmente se difundehoy, día ha robado la atención de comunidades,gobiernos, ONG’s y el sector privado. La cuestiónambiental se constituye en una importante plazade vinculación de profesionales de todas lasáreas del conocimiento. Se estima que para elaño 2000 el ámbito de lo ambiental habrá incor-porado aproximadamente 450.000 profesionalesmás de las que laboraban en el ramo tan solo en1995

1. En este panorama, el propósito de las si-

guientes líneas es enumerar algunos aspectosgenerales del papel que tienen las ciencias socia-les en materia ambiental, puesto que estamos enun momento en el cual sociólogos, economistas,antropólogos, entre muchos otros, tienen bas-tante para explorar y contribuir en aspectos rela-cionados con lo ecológico dada su intrínseca re-lación con lo social. Ello es un interesante retopara dichas áreas del conocimiento, puesto quese exigen profesionales integrales que estén pre-parados mas allá de las fronteras de su propia ra-ma.

II. Antecedentes del papel de las Ciencias Socialesen lo ambiental

Aunque la relación hombre-medio y las cau-sas de la degradación ambiental, de alguna uotra forma, han sido estudiadas analíticamentepor las ciencias sociales y humanas

2, éstas no in-

tervenían directamente en la realidad, solo la en-

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tendían separadamente desde su escuela, disci-plina o paradigma correspondiente. Hasta hacepocos años dichas ciencias no estaban llamadasa brindar elementos propios en aspectos relacio-nados con la investigación y la toma de decisio-nes en torno a lo ambiental como tal y las pro-blemáticas ecológicas del momento; cuandoparticipaban lo hacían de forma extemporánea,tangencial o diferida. Este era un terreno básica-mente abonado para los profesionales de lasciencias exactas y naturales. En torno a dichasciencias se diseñaban y ejecutaban cuantiosasinvestigaciones y proyectos de tipo ambientalcon un marcado carácter reduccionista a los re-cursos naturales.

En su quehacer, no ha sido raro que las cien-cias naturales y exactas hayan dejado de lado lasparticularidades de los grupos humanos que co-habitan el mismo espacio de su objeto de estu-dio, desconociendo así el entramado social quehace parte y tiene profunda incidencia en el me-dio. Durante mucho tiempo, para naturalistas yecólogos ortodoxos, el hombre no dejaba de sersencillamente la principal especie transformado-ra y perturbadora del medio y de los equilibriosecológicos, estudiándolo prácticamente al mis-mo nivel de las especies de fauna y flora. Lo so-cial era simplemente un agregado de individuosque se constituían en un componente de más alinterior del ecosistema.

Los profesionales de las ciencias exactas y na-turales reducían el análisis social al estudio demedidas conservacionistas, impulsados siemprepor la errónea idea según la cual de lo social to-dos opinan y por ello cualquiera sabe. Sobre susimpresiones determinaban lo que podría ser lo

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más conveniente para los grupos humanos; reza-gando así lo social, en el mejor de los casos, des-pués de sus prioridades investigativas y científi-cas en particular, a un deformado segundo o ter-cer plano. De hecho, en materia ambiental algu-nos científicos han subvalorado a las ciencias so-ciales, sin tener en cuenta que tan difícil comoconocer la dinámica de un ecosistema es traba-jar y conocer la dinámica de grupos humanos.En el mejor de los casos, algunos técnicos y fun-cionarios han creído que lo social se reduce ex-clusivamente a reunir líderes o fuerzas vivas lo-cales con las cuales, sumando buenas intencio-nes, intereses particulares y algo de sentido co-mún, se toman decisiones de primera mano y asíse da por completada la variable social de sustrabajos

3.

De esta manera algunos científicos, especial-mente naturalistas, solo han perseguido conocera cabalidad los componentes de la naturalezamisma, olvidando en contadas ocasiones que lassociedades tienen también su naturaleza y diná-mica propia, encerrada en un complejo bagajede elementos coexistentes en el entramado so-cial. Además subdimensionan la comprensiónde lo sociocultural asociándola a discursos indi-gestos, complicados, inoperantes y sin demasia-da importancia o funcionalidad fáctica.

III. Las Ciencias Sociales y el boom de lo ambiental

Cuando las consecuencias de las perturbacio-nes del hombre en el medio se manifestaron enla progresiva contaminación de las aguas y el ai-re, la destrucción de la capa de ozono, el efectoinvernadero, la acelerada deforestación de gran-

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des extensiones de bosques, la pérdida de recur-sos genéticos del planeta, los cambios climáti-cos, entre otras, se comenzaron a conocer tam-bién en el mundo preocupantes indicadores depobreza, enfermedades, crisis alimentaria, maladistribución del espacio en los asentamientoshumanos y de las malas condiciones de vida degran parte de los habitantes del planeta. En estemomento se entendió que lo ambiental era tam-bién un problema de carácter social, económico,e incluso jurídico y político.

Desde entonces la preocupación ambientalse extendió a las ciencias sociales, creándose unconsenso en torno a la reflexión de estos proble-mas con el concurso de ellas, además de las na-turales y exactas, por supuesto. Tan solo hasta ladécada pasada, los profesionales de las cienciassociales habían tenido un pasivo y tímido papelen la investigación y toma de decisiones en as-pectos relacionados con el medio ambiente. Es-casamente se reconocía a los académicos en bu-hardillas de centros académicos y en círculos deprofesionales bastante herméticos.

Pero el, tan de moda, concepto de DesarrolloSostenible resaltado en la Conferencia de Río(1992) introduce tres elementos básicos que ne-cesariamente entran a mediar toda cuestión am-biental: crecimiento económico, conservaciónambiental e ideales de conseguir un bienestarpara el hombre persiguiendo niveles óptimos decalidad de vida, sin poner en riesgo las condicio-nes para que las futuras generaciones disfrutende un ambiente sano; entendiéndose éste últimoya dentro del orden de los derechos humanos.

Una variable componente del desarrollo sos-tenible es la comunidad, en su acepción mas

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amplia: la población. “En general las definicio-nes de sostenibilidad incluyen algunos o todoslos conceptos relacionados con la sostenibilidadecológica, económica y social; (...) sostenibilidadsocial en el sentido de que el manejo y la organi-zación sean compatibles con los valores cultura-les y éticos del grupo involucrado y de la socie-dad (equidad), lo que lo hace aceptable por esascomunidades u organizaciones y da continuidadal sistema en el tiempo”

4.

Con la dimensión que toma la sociedad, lasciencias sociales comienzan a vincularse en todoproceso asociado al mejoramiento del medioambiente. Dichas ciencias se empiezan a reivin-dicar al agudizarse los problemas ecológicos aescala mundial, cuando más urgente se volvió labúsqueda de soluciones sustentables. En estesentido, lo ambiental se asume como una seriaresponsabilidad ética del hombre consigo mis-mo y con la naturaleza.

IV. El lugar de los profesionales de las CienciasSociales en la problemática ambiental

El ambientalismo como ola de esfuerzos porpreservar los bosques que quedan, administrarel acceso al medio e intentar controlar los proce-sos que degradan la biosfera y los recursos natu-rales, se constituye en un centro de problemas eideas sumamente interesante para las cienciassociales. Los estudiosos de lo social pueden con-tribuir a un análisis del ambientalismo comomoda, como cultura, como eslogan de grupos ymovimientos sociales, como cuestión de cambiode valores de la sociedad y la civilización, o comose quiera tomar en el sin fin de expresiones del

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ambientalismo como tal5. Pero, a pesar de lo in-

teresante y novedoso que pueda ser el aporte delas ciencias sociales al respecto, de alguna u otraforma continúa siendo básicamente reflexivo.

Sin lugar a dudas, por lo integral que resultaser el estudio de lo relacionado con el medio am-biente, éste ya no se limita únicamente a prote-ger y conservar áreas naturales o al uso sensatode los recursos naturales. El medio ambiente,además de ser un espacio con cosas físicas (re-cursos naturales) comprende también elemen-tos simbólicos, culturales y sociales. De esta for-ma, todo proyecto en torno a lo ambiental debecomenzar a integrar lo social a partir de la indis-cutible relación que existe entre el hombre (lasociedad) y el medio (la naturaleza), dada la in-terdependencia y reciprocidad de causas y efec-tos que tiene la una sobre la otra, con las proble-máticas de desequilibrio que al respecto se pre-sentan.

“La degradación del medio natural y la degra-dación del medio social son dos manifestacionesde un mismo problema”

6. Resulta equivocado

pensar que la causa de la tala de bosques, porponer un ejemplo, se reduce únicamente al ace-lerado proceso extractivo de maderas, a la potre-rización para la ganadería o a la implementaciónde monocultivos extensivos. Entre otros, los pro-cesos que también inducen a la deforestación, yque a su vez ésta genera, están íntimamente rela-cionados con problemas de tipo social, entre loscuales se pueden mencionar las difíciles condi-ciones de vida de los que allí habitan, la pobreza,la carencia de servicios básicos y la ausencia Es-tatal. También se conjugan las consecuencias de

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la presión social sobre los ecosistemas, con elconflicto que genera la tenencia del suelo y conlos efectos de las políticas agrarias. La insosteni-bilidad ambiental de tal o cual actividad econó-mica (sea agrícola, ganadera, forestal, extractivao de servicios) aún está distante de otras alterna-tivas económicas que demandan las personas.Quiérase o no, la deforestación se correlacionacon el comportamiento de variables demográfi-cas (migraciones, densidad poblacional), con fe-nómenos como la violencia y sus desplazados, elnarcotrafico, y un sin fin de problemáticas quehacen parte del amplio abanico de objetos de es-tudio de las ciencias sociales.

Como conclusión: todo estudio encaminadoa conocer y remediar desequilibrios ecológicos yproblemas ambientales, necesariamente tieneque incluir la comprensión de lo social comoparte de éstos. “Las causas que han producido loparticular de la amenaza y de la destrucción delmedio ambiente natural son, ante todo, y de esoestamos convencidos, problemas de índole hu-mana y cultural, cuyas raíces se encuentran en elorden económico y social que determina las for-mas de vida de una sociedad. Es decir, es más unproblema de las ciencias humanas, que de lasciencias exactas y naturales, ya que desde elpunto de vista de estas últimas disciplinas las so-luciones son factibles y efectivas”

7.

Por consiguiente, los problemas ambientalesque hoy surgen se deben a la mezcla de elemen-tos naturales, socioculturales y económicos, y,precisamente, su solución se encuentra fundadaen gran parte en la lógica social que éstos contie-nen y a la cual se deben. Las ciencias socialespueden contribuir en este campo aportando in-

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sumos y proponiendo soluciones si es el caso,buscando ante todo que las políticas ambienta-les sean acordes a las dimensiones y realidadeshumanas, sociales, económicas y culturales delos lugares donde se implementen; recurriendode antemano a prognosis detalladas de las regio-nes a ser estudiadas. Esta es la única forma posi-ble que existe para que las políticas ambientales,abarcando el componente social, puedan serrealmente viables persiguiendo en serio los idea-les del denominado Desarrollo Sostenible.

Luego de Río, bien puede entenderse el que-hacer de las ciencias sociales, en asuntos am-bientales, en dos momentos. Un primer momen-to consistió en una mirada de los científicos so-ciales para reivindicar el ingrediente social, cul-tural y político de los problemas ambientales.Fue básicamente un acercamiento a fin de recla-mar espacios ante otras ciencias, o para redefinirobjetos de estudio entre las ciencias sociales; ca-da área especificó frente a sus congéneres lasrespectivas posibilidades de crear conocimiento,como las correspondientes pertinencias meto-dológicas y teóricas para tratar el asunto am-biental. Este proceso fue acelerado, y, ante todo,coyuntural y algo inconexo al interior de lasciencias sociales.

En un segundo momento, de manera juicio-sa, todo aquel contingente de científicos socialesse desprendió de diferencias intestinas entre sí yse volcó a sus teóricos clásicos. Se presentó unarevisitación sistemática de la teoría con fines in-terpretativos y de actualización. Tras el velo decuestionamientos por acertar con lo ambientallos antropólogos retornaron al estructuralismode Levi-Strauss en su tratamiento interaccionista

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del hombre con el entorno natural. Los econo-mistas volvieron a Smith, Ricardo, Keynes yMarx, junto a la economía política; en éstos seevaluaron los modelos de desarrollo. También seesclareció la tensión permanente entre las fuer-zas económicas y la naturaleza. Los filósofos, porsu parte, se asomaron capciosamente a lo que hasucedido en las lógicas axiológicas y ontológicasdel hombre a cerca del hábitat humano; se pres-tó atención a la postura ética del hombre, direc-tamente sobre la naturaleza, e, indirectamente,sobre la misma especie. Las ciencias políticas de-velaron la reiteración de los obstáculos políticostransnacionales entre los Estados en el manejodel componente ambiental en la esfera políticade las nuevas agendas multilaterales, y al interiorde cada país las limitantes legales y de procedi-miento para una gestión eficaz de los gobiernos.Entre otros espacios de estudio, la politologíareafirmó el concepto de los nuevos movimientossociales, apasionándolos la expresión de las fuer-zas sociales en el ambientalismo. Incluso la teo-logía revisó la relación de lo sacro, lo humano ylo natural en sus variadas posturas religiosas. Lossociólogos releyeron minuciosamente a Marx,Weber, Durkheim, los materialistas históricos yla Escuela de Chicago. Los sicólogos no se que-daron por fuera: ajustaron el análisis de la inci-dencia del entorno natural y construido sobre elsujeto; se encargaron de teorizar sobre aquel“medio ambiente perceptual”. El trabajo socialprocuró recrear dinámicas organizativas, tejidossociales y sentidos de pertenencia en torno a pa-trimonios comunes pero agotables. Y la historiareconstruyó los procesos de poblamiento juntocon las dinámicas y percepciones territoriales a

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lo largo y ancho de lo acontecido en la humani-dad.

Todo ello contribuyó a forjar avances de losparadigmas. Emergió con más fuerza el neoes-tructuralismo, los neomarxismos moderados yradicales, y evolucionaron en la opinión publicaparadigmas como la teoría de la complejidad, lasistémica, el postmodernismo de Habermas, asícomo se refundaron algunas escuelas del desa-rrollo económico como la teoría Cepalina.

En la actualidad asistimos a un tercer mo-mento en el cual convergen todas las ciencias so-ciales en esfuerzos conjuntos, no separadamentecomo en los dos anteriores momentos. El objeti-vo principal es el conocimiento, nada novedoso,pero aplicado a realidades exigentes de com-prensión y diligencia. Los lineamientos académi-cos y gubernamentales así lo predeterminan. Losplanes de ordenamiento territorial, los estudiosde impacto ambiental, los sistemas de informa-ción geográfica, la planificación ambiental; to-dos ellos proporcionan en conjunto desafíos pa-ra unificar discursos que converjan en una ges-tión integral del medio ambiente. De lo explica-do hasta el momento pueden anticiparse dosconclusiones. a) Nunca antes había sido tan fe-haciente la coincidencia de las ciencias socialesen un medio tan fecundo para la investigaciónaplicada; y b) es indudable que un roll funda-mental de las ciencias sociales ha sido el descen-der lo etéreo que tenga todo saber (sea técnico ohumanista) a situaciones empíricas, para reunir-lo en preguntas, problemas, viabilidades e inter-pretaciones concretas y accesibles a todos los in-dividuos y grupos humanos; lo cual implica dejarde lado la prepotencia del saber académico para

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dar entrada al conocimiento fáctico y tradicionaly a otras tantas maneras y racionalidades a la ho-ra de abarcar el mundo en su complejidad.

V. Áreas básicas de trabajo

En la urgencia por regular la intervención delhombre en el medio, encontramos espacios enlos cuales los profesionales de las ciencias socia-les pueden codearse con los especialistas de lasdenominadas áreas técnicas, en el marco de gru-pos de trabajo básicamente interdisciplinarios

8;

aquellos son:

* La planificación ambiental y del territorio9.

* Los estudios de impacto ambiental (EIA)10

.

* La evaluación de proyectos11

.

La ley sugiere que todos estos procesos seanparticipativos, concertados

12y ajustados a la rea-

lidad y particularidad de colectividades y regio-nes. Para ello, todo estudio o esfuerzo en rela-ción con la preservación del medio ambiente de-be amalgamar el aporte de todas las áreas del co-nocimiento, tanto de las ciencias exactas y natu-rales como de las sociales y humanas, sin dejartampoco de lado el saber de los verdaderamenteafectados: las comunidades.

“La participación de la comunidad es unmarco privilegiado para la resolución de los con-flictos ambientales, dada su capacidad de gene-

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rar nuevas respuestas a los potenciales y limitan-tes que presentan las actividades humanas en losecosistemas que las sostienen. De otra parte, lanaturaleza de los asuntos ambientales y de losrecursos naturales exige un tratamiento directo,cercano y al detalle, en el mismo lugar de los he-chos, lo cual solo se puede lograr con (...) la par-ticipación activa de las personas y grupos a quie-nes realmente afecta un ambiente deteriorado”

13.

Son varias las perspectivas donde los profe-sionales de las ciencias sociales pueden comen-zar a aportar elementos importantes en las polí-ticas ambientales que se comienzan a institucio-nalizar a nivel regional, nacional e internacional.En primer lugar, pueden preverse eventuales in-compatibilidades entre las realidades sociales,culturales y económicas predominantes y los va-lores conservacionistas del ambiente. En caso talde que surja una antagonía o incoherencia entreéstos, el profesional de las ciencias sociales pue-de estar en condiciones de definirlas y aportarbases para la conciliación de intereses encontra-dos, en aras de un beneficio mutuo. Las políticasambientales, para su ejecución, deben reñir almínimo con las aspiraciones y las necesidadessociales. No puede negarse que la no interven-ción de las ciencias sociales en muchos proyec-tos ha llevado a su fracaso, simplemente porconsiderar los aspectos socioculturales comoirrelevantes, lo cual se expresa en algunas oca-siones en conflictos entre las comunidades loca-les con los descontextualizados y, por ende, im-procedentes proyectos que se llevan a cabo ensus regiones.

De hecho, gran parte del éxito de las medidasambientales que se toman en cualquier parte del

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planeta o en cualquier sociedad dependen, tantode la congruencia que éstas tengan con las diná-micas económicas, sociales y políticas, como conlas aspiraciones, valores culturales, ética y tradi-ciones de los grupos humanos implicados.

Así como los estudios relacionados con elambiente en un inicio se enfocaban hacia el es-tudio y conservación de tal animal, planta o eco-sistema, se espera que la presencia de las cien-cias sociales en la ejecución de proyectos am-bientales sea una garantía para que no se atentecontra las costumbres locales, simbologías, valo-res colectivos, percepciones propias o del entor-no, y referentes culturales de los grupos huma-nos. Es obvio que toda intervención en el am-biente genera consecuencias sociales de diversaíndole, y viceversa.

De otro lado, los profesionales de las cienciassociales pueden ayudar a que sean eficaces lasorganizaciones y políticas encargadas de elabo-rar y ejecutar los planes de manejo sobre los te-rritorios y los recursos naturales

14. No es atrevido

pensar que los problemas ambientales requierendel científico social en cuanto no pueden resol-verse sin la gestión institucional y comunitaria,en la cual el componente social es imprescindi-ble. Las ecoauditorías u otros modelos de eva-luación exigen de antemano el componente so-ciocultural en los proyectos de desarrollo; inclu-so los aspectos metodológicos sirven para cata-logar la posible efectividad de las políticas ejecu-tadas.

No obstante, resultaría equivocado caer en elextremo de pensar que el científico social es elmesías del cual depende la salvación de la heca-tombe ecológica, ni mucho menos puede prede-

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cirse el rotundo fracaso de cualquier tipo de pro-yecto de carácter ambiental por la ausencia delas ciencias sociales.

Si bien es cierto que las iniciativas locales yregionales son importantes y plausibles para re-mediar los problemas ambientales, y que el cien-tífico social puede aportar elementos para la so-lución de los mismos, no se puede desconocerque soluciones concretas a algunos de los seriosproblemas ambientales que aquejan al globo sonajenas a él, dado el carácter transnacional de losagentes que los generan y la interconexión mun-dial de sus efectos y causas en un mundo cadavez más globalizado.

En efecto, mientras la mayoría de países delnorte no tengan la suficiente voluntad políticapara aportar a la solución de situaciones conflic-tivas cuyo remedio depende básicamente deellos, los problemas ambientales tenderán aagravarse, tales como: el acelerado y poco plani-ficado proceso de industrialización, el desmesu-rado derroche de energía y el casi nulo controlde las exageradas emisiones atmosféricas, espe-cialmente de residuos de hidrocarburos; la ine-xistente cooperación económica con fines con-servacionistas de bosques tropicales, cuyo prin-cipal servicio ambiental es precisamente la fija-ción y transformación de bióxido de carbono; elmal manejo de desechos y residuos de diversaíndole; el monopolio que se persigue sobre losderechos legales de la investigación, produccióny comercialización de los potenciales usos bio-tecnológicos de especies promisorias; y otrosmás. Con los poderosos intereses económicos delos verdaderos responsables de la degradaciónambiental, la crisis ecológica seguirá agravándo-

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se en medio de problemas y tensiones geopolíti-cas que la colocan dentro de la expresión de unproblema estructural y de relaciones de poderentre los países desarrollados y subdesarrolla-dos, entre los cuales los derechos, deberes, res-ponsabilidades y líneas de acción correspon-dientes en materia de política ambiental no sontodavía del todo claros y equitativos.

Así, algunos tratados y compromisos interna-cionales han quedado inertes en el papel, comolo revela el pobre balance, en resultados y avan-ces, que se ha realizado de los compromisos ymetas acordados hace seis años en la Conferen-cia de Río: la destrucción de la capa de ozono nocesa; sí en una parte se deja de talar una parte debosques, en otra se deforesta tres veces más, lacontaminación de las aguas y el aire es progresi-va; las transferencias y aportes económicos esta-blecidos con fines conservacionistas no estándisponibles ni aumentan de acuerdo a la urgen-cia de las necesidades.

Por consiguiente, y teniendo en cuenta que loambiental en cualquiera de sus facetas se consti-tuye en un problema de carácter social, econó-mico y político, el conocimiento científico delmundo social es, más que nunca, ineludible.

Hoy en día, para administrar racionalmentelos recursos naturales, el espacio y el territorioen pro del equilibrio ecológico, se requiere nece-sariamente de regulaciones sociales en las cualesel científico social está llamado a participar, tan-to en la reflexión de su factibilidad como en sudelimitación y ejecución. De esta manera, lasciencias sociales brindan elementos para inducira formas colectivas de comportamiento que seanfavorables al medio, sin las cuales quizá es impo-

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sible remediar en lo más mínimo la situaciónecológica del planeta.

En términos generales, “El conocimientocientífico de la sociedad lo necesitan todos, so-bre todo quienes ocupan puestos cruciales rela-cionados con la organización de las relacionescon el ambiente. En otras palabras, también losplanificadores del territorio y del ambiente de-ben adquirir un conocimiento científico delmundo social. Las ciencias sociales, las cienciasdel hombre como constructor de sistemas, orga-nizaciones e instituciones, deberán ser parte dela formación profesional de los planificadoresambientales”

15.

“En lo concerniente a la dimensión ambien-tal, la planificación corresponde a la formulacióny programación del proceso de ajustes y trans-formaciones del sistema social y sus estilos dedesarrollo, de tal manera que conduzcan a laconservación de los recursos naturales renova-bles y al mejoramiento del ambiente, así como ala estrategia para ponerlos en ejecución. (...) Laplanificación así entendida debe partir del estu-dio y análisis de los siguientes campos:

* La ideología y la organización social.

* Valores y actitudes de la sociedad frente a lanaturaleza.

* La ocupación del territorio y las opciones tec-nológicas (uso y manejo)”

16.

Los estudiosos de lo social también tienenimportantes espacios de trabajo en los Estudiosde impacto Ambiental y en la Evaluación de Pro-

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yectos, los cuales buscan medir los efectos delhombre sobre la naturaleza y la sociedad misma.Todo EIA o Evaluación de Proyecto recae en pri-mera instancia en los sistemas físicos y biológi-cos, y en última, en los colectivos humanos.

Así, dichos estudios cobran importancia encuanto se constituyen en mecanismos que a fu-turo pueden mitigar los costos ambientales, eco-nómicos y sociales de los mismos proyectos.Además pueden ser uno de los medios mas pre-cisos para conocer las opiniones, actitudes, aspi-raciones y criterios de las poblaciones directa-mente afectadas por los proyectos, puesto quelas comunidades ya se preocupan e inquietanpor los aspectos relacionados con su bienestar ydesarrollo. No son entidades anónimas e imper-sonales para que hagan caso omiso de sus co-rrespondientes apreciaciones intersubjetivas debienestar

17.

VI. A manera de conclusión

De manera indistinta la naturaleza coexistepor sí misma. Los problemas ambientales no sesolucionan otorgándole prioridad a la interven-ción sobre los recursos naturales; reforestando Xcantidad de hectáreas, reciclando desechos o re-cuperando causes no se subsana la degradacióndel medio. De hecho, la problemática ambientalse incuba en circunstancias económicas, socia-les, políticas, institucionales e incluso jurídicas yculturales. Se requiere entonces recrear nuevostejidos sociales, en los cuales la cohesión social einstitucional -a veces ausente- se articule conformas y medios de producción favorables al en-torno. Vista de esta manera, puede inferirse que

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el derecho a gozar de un ambiente sano es con-secuencia de la asignación de responsabilidades,competencias y facultades a cada estamentocomponente de lo social, partiendo desde gru-pos, colectividades y organizaciones de base, pa-sando por toda clase de instituciones, hasta lle-gar a las administraciones públicas y emporioseconómicos.

El abanico de opciones para la vinculaciónprofesional de los científicos sociales es bien am-plio e interesante, y la verdad es que del papeldel profesional de las ciencias sociales en mate-ria ambiental queda bastante por examinar, másaún cuando en muchos lugares no se le ha reco-nocido a éste su espacio y función. De por mediose conjugan una serie de ingredientes que seplantean bien como limitantes o como retos pa-ra la vinculación laboral de dichos profesionales.

Entre las limitantes se encuentran las inesta-bles formas de contratación laboral, el desafíodel aparato educativo de instruir profesionalesbien preparados de acuerdo al exigente y cam-biante medio, las erróneas apreciaciones ycreencias de instituciones o funcionarios conrespecto al profesional de las ciencias sociales yhumanas, considerado éste todavía como inne-cesario o, en el mejor de los casos, un profesio-nal transitorio contratado bajo la modalidad defocales e inciertas consultorías. En ocasiones secarece de garantías financieras y técnicas paraejecutar a cabalidad los proyectos o garantizar amediano plazo la vinculación misma del profe-sional; como también todos aquellos aspectosrelacionados con los burocráticos manejos insti-tucionales, tanto del Estado como no guberna-mentales, en los cuales, desafortunadamente, las

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calidades profesionales quedan por detrás de losintereses clientelistas y prevendatarios que pri-man sobre los anteriores.

Dentro de los retos se encuentra la construc-ción de un discurso interdisciplinario, o lo que esen el fondo la verdadera integración académica;además del compromiso propio que debe asu-mir todo profesional de estar al tanto de los ade-lantos tecnológicos en lo concerniente a los sis-temas de manejo y procesamiento de informa-ción (información cartográfica, redes y bases dedatos, sistemas de información geográfica, etc.),lo cual incluye la innegable necesidad de domi-nar mínimo dos idiomas, y, en general, de estarpresto a prepararse en todo aquello encaminadoa estructurar profesionales integrales, calificadosy competitivos.

No es extraño que algunos programas educa-tivos con ánimos de formar profesionales enasuntos afines a lo ambiental, concluyan, desa-fortunadamente, en personas más bien “familia-rizadas” y “sensibilizadas” por problemas am-bientales, que en profesionales institucional-mente competentes. A menudo se carece de ri-gurosidad teórica, epistemología y metodologíapara tal fin. Es imperativo elaborar y reconfigu-rar currículos sistemáticos y coherentes en prode la calidad de profesionales con dicho perfil la-boral.

Además, “La educación y formación ambien-tal requiere de una construcción o reconstruc-ción teórica y epistemológica específica y con-creta, así como una o varias posturas filosóficas,dependiendo de la visión del mundo y el contex-to y situación socioambiental donde ésta exista ose cree. Esta “es un Área de Conocimiento que

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está formada no sólo de conocimientos científi-cos -positivistas, marxistas, realistas, idealistas,metafísicos, procesuales, etc.-, sino igualmentecotidianos, populares y tradicionales”

18.

“El hábitat humano, además, no es sólo nisimplemente un mundo de objetos, sino tam-bién, y muy principalmente, un mundo de valo-res y de símbolos, que son, según quiero ver yoeste tema, parte esencial del medio ambientehumano. Parece necesario, pues, adoptar unaperspectiva holística que contemple al hombre ysu medio como en una mutua interacción y en-trecruzamiento, de manera que los hechos y lasacciones que tienen lugar en la escala más redu-cida de la vida cotidiana, en la que el individuotiene que ser y “hacerse” como persona moral,puedan verse de algún modo vinculados a (o in-sertos en) una dimensión planetaria, tan alejadaen apariencia de sus diarias preocupaciones, pe-ro tan decisiva en cuanto a las posibilidades rea-les de sus opciones y decisiones”

19.

Para finalizar la presente reflexión, y sin que-rer dejar discusiones saldadas (todo lo contra-rio), puesto que se han tratado algunos aspectosneurálgicos... “Conviene recordar que cualquiersistema biótico hoy es difícil estudiarlo sin lapresencia humana, pues la incluye en un grado uotro (...). Presencia que no es estática ni muchomenos indiferente al medio, por el contrario, conestrechas relaciones simbólicas, económicas, so-ciales y hasta sicológicas”

20.

La premura de soluciones a la problemáticaambiental exige políticas ambientales sosteni-bles y acertadas, no solo para ecosistemas sinotambién para colectivos humanos. En materiaambiental, los aspectos sociales deben dejar de

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ser “un apéndice que simplemente nos manda laley como un compromiso”

21, deben constituirse

en una parte integral del compromiso que co-mienza a adquirir la humanidad con el planeta,al cual el científico social puede contribuir en lotécnico-investigativo, teórico-reflexivo y de ges-tión integrada de recursos naturales y del territo-rio

22. Queda pues la siguiente reflexión:

“Se requiere un cambio conceptual, un cambiode enfoque teórico, de paradigma de desarro-llo. (...) tiene que basarse en una integración delas ciencias naturales y de las ciencias sociales,tan dramáticamente separadas desde hace unsiglo y sin lenguaje común alguno; los científi-cos naturales tienen que aprender a entenderel funcionamiento de la sociedad, y los científi-cos sociales tienen que aprender a entender elfuncionamiento de la naturaleza, y ambos gru-pos tienen que aprender a entender las interre-laciones entre sociedad y naturaleza. Creo queademás se requiere de una reintegración dedisciplinas y profesiones tan excesivamente es-pecializadas que han perdido toda capacidadde formulación de una visión en conjunto, depercibir el papel de su particular conocimientodentro de una interpretación global, dentro deuna visión en conjunto, no solo de la sociedad,sino también de la interacción entre sociedad ynaturaleza”.

Osvaldo Sunkel

Notas

1 Dato calculado por el Instituto Alemán de Ordena-miento Económico (DIW) en 1995.

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2 El materialismo histórico, la ecología humana, elpositivismo, la sicología, la economía clásica, la es-cuela de Chicago, la geografía social; por ejemplo.

3 RODRIGUEZ-VILLASANTE, Tomás. “Estudios deImpacto Ambiental y Participación Social”. En:Evaluación y Corrección de Impactos Ambientales.Serie “Ingeniería Geoambiental”. Instituto Tecno-lógico Geominero de España, 1991.

4 CAMINO V., Ronnie de. Sostenibilidad de la agri-cultura y los recursos naturales: bases para estable-cer indicadores. San José de Costa Rica, InstitutoInteramericano de Cooperación para la Agricultu-ra. 1993. p. 15.

5 STRASSOLDO, Raimond. Sobre Ecología. En: Fran-co Demarchi (ed.): Diccionario de Sociología, Ma-drid, Ed. Paulinas. 1986.

6 Rafael Hernández del Aguila. La crisis ecológica.Barcelona, 1.985. Citado por Nicolas M. Sosa: “Eco-logía y Ética”. En Conceptos fundamentales de éticateológica. Marciano Vidal (ed.). Editorial Trotta,Madrid, 1.992. pag. 860.

7 GHUL, Ernesto. Las fronteras políticas y los límitesnaturales. Bogotá, Fondo FEN. 1991. p. 14.

8 Es pertinente revisar la discusión que se plantea entorno a la inter-disciplinariedad, multi-disciplina-riedad, o trans-disciplinariedad, como lo denomi-nan otros.

9 En Colombia es una competencia de las EntidadesTerritoriales según la Ley General del Medio Am-biente. La elaboración y ejecución de planes demanejo del territorio y de los recursos naturales esel paso previo para el Desarrollo Sostenible. Es laúnica forma de remediar los problemas existentes

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y regular al máximo las relaciones con el medio na-tural. (Ley 99 de 1993: art. 5, num. 4; art. 7; art. 29,num. 5; art. 31, num. 5 y titulo IX de la Constitu-ción Nacional, art. 80)

10 Requisito legal para medir la incidencia de todaclase de proyectos de infraestructura en el medio yen los grupos humanos ¿beneficiados?.

11 Sean proyectos de índole social, ambiental, econó-mico o de infraestructura. Públicos o privados.

12 Principio Constitucional. Aunque dependiendo delos intereses involucrados en algunas ocasiones semaquilla con la denominada participación lo queen el fondo no es más que simplemente una con-sulta a los representantes de las colectividades di-rectamente afectadas por algún proyecto o progra-ma. En otros casos participación y concertacióncon las comunidades se llama al hecho de infor-marlas, y así argumentar que son participes de loque se va a ejecutar o ya se está llevando a cabo endeterminados lugares, sin haberle pedido previa-mente opiniones a los realmente implicados, sinhaberlos escuchado; en últimas, sin haber tenidoincidencia alguna en las decisiones tomadas. Enpocas palabras: se consultan los proyectos cuandoestán elaborados y próximos a ejecutar, pero no sepermite la participación en la discusión y elabora-ción del proyecto mismo.

13 LOZANO FLORES, Raúl, et al. “Planificación am-biental del desarrollo: limitaciones del marco nor-mativo”. En: Derecho y medio ambiente II. Mede-llín, Corporación ecológica y cultural “Penca deSábila”. 1994. p. 501.

14 La ley 99 de 1993 dispone que los planes de manejosean concertados entre las diferentes esferas de la

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sociedad civil con las instituciones competentespara que sean efectivos. Art. 1, num. 13; art. 2,num. 4; art. 29, num. 3.

15 STRASSOLDO, Raimond. “Sobre Ecología”. En:Franco Demarchi (ed.): Diccionario de Sociología,Madrid, Ed. Paulinas. 1986. p. 564.

16 LOZANO FLOREZ, Raul, et al. “Planificación am-biental del desarrollo: limitaciones del marco nor-mativo”. En: Derecho y medio ambiente II. Mede-llín, Corporación ecológica y cultural “Penca deSábila”. 1994. p. 502, 504.

17 No olvidar los mecanismos de “participación” quebrinda la constitución de 1991. Art. 79; título IV,cap. I.

18 Ver un completo trabajo de la relación ciencias so-ciales - medio ambiente, con énfasis en los EIA, en:RODRIGUEZ-VILLASANTE, Tomás. “Estudios deImpacto Ambiental y Participación Social”. En:Evaluación y Corrección de Impactos Ambientales.Serie “Ingeniería Geoambiental”. Instituto Tecno-lógico Geominero de España, 1991. p. 59-67.

19 SOSA, Nicolás M.: “Etica ecológica y movimientossociales”. En Sociedad y medio ambiente; Jesús Ba-llesteros y José Pérez Adán (editores). Madrid, Edi-torial Trotta, 1997. Página 275-276.

20 FIGUEROA HERNÁNDEZ, Adrián. “El mito y el mi-tote de la educación ambiental”. En: Perfiles libera-les, N° 49, México, marzo-abril 1996, p. 46.

21 RODRIGUEZ-VILLASANTE, Tomás. “Estudios deImpacto Ambiental y Participación Social”. En:Evaluación y Corrección de Impactos Ambientales.

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Serie “Ingeniería Geoambiental”. Instituto Tecno-lógico Geominero de España, 1991. p. 59, 60.

20 Ídem, p. 60.

21 Se sugiere ver en el Informe de la Comisión sobrePaíses en Desarrollo y Cambio Mundial, Por el Biende la Tierra, la segunda parte: “La investigación delas dimensiones sociales de los asuntos de medioambiente y desarrollo”, y la siguiente: “La agendade investigación social y los requerimientos insti-tucionales”. De manera amplia, detallada y separa-damente por temas, se exponen los principales tó-picos de investigación al respecto. (Nota del autor).

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5Antropología de lo Político:

sociedad virtual y movilizaciones sociales

Adriana SarraméaUBA

Resumen

Las reglas culturales y políticas han cambia-do. La revolución tecnológica generada por el rá-pido desarrollo de la computadora y el video hacreado una nueva geografía de poder en el mun-do que no hubiera sido posible imaginar haceveinte años: la gente ha sido reducida a datos,sistemas de vigilancia y control actúan a nivelplanetario, las mentes son moldeadas mediantela realidad de la pantalla, y un poder autoritarioactúa en “ausencia”. La nueva geografía es vir-tual y el centro de resistencia política y culturaltiene que afirmarse en este espacio electrónico.En este trabajo vamos a explorar las posibilida-des del Internet entendiéndolo bajo dos ejesconceptuales: por un lado como espacio virtualde expresión de comunidades heterogéneas, ypor el otro como espacio social donde relacionespolíticas, culturales, y económicas recomponenlas formas tradicionales de movilización social.

¿Qué es la Red (Net)?

La Red (Net) es una red internacional decomputadoras que conecta a más de cuarenta

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mil redes individuales de computadoras. Lascomputadoras en la Red (Net) se comunican me-diante líneas telefónicas de alta velocidad conlenguajes digitales bajo el protocolo TCP/IP. Deesta manera las computadoras comparten infor-mación con otras computadoras y con indivi-duos. Tenemos que notar que una vasta infor-mación se transmite en la Red (Net) sin la parti-cipación de los seres humanos. Sin embargo, laRed (Net) permite a los seres humanos acceder ycomunicarse con las computadoras miembrosde la red. Recordemos además que la Red (Net)fue diseñada como una de las armas de la GuerraFría y fue durante su relativamente larga vida(unos veinte años) una red de investigación alservicio de la doctrina de Seguridad National(Comer 1983, Laver 1975, Stanford 1973, Sarra-méa 1993). Hoy día, la Red (Net) sigue siendouna red militar a la cual no podemos acceder tanfácilmente. Pero además de ser un circuito cerra-do de datos estratégicos, la Red (Net) tiene espa-cios abiertos donde gobiernos, organizacionesno gubernamentales, agencias internacionales,grandes y pequeñas corporaciones y empresas, eindividuos acceden, se comunican e intercam-bian información. La Red (Net) es un términousado por los que están en la red para referirse aella. John Quarterman. llama a la red “matriz” ensu libro The Matrix (1990). Tracy LaQuey (1993)dice que: La Matriz es a veces llamada la Red porlos ciudadanos de todas las redes. Este términoes ambiguo porque no se refiere a una red enparticular, sino que se refiere a la situación de lasredes en general. Si alguien te dice que está en lared, probablemente te está diciendo que lo po-dés contactar por e-mail (LaQuey, 1993: 37-38,

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mi traducción). Esta definición general de la Redincluye no sólo al Internet, sino también al Use-net, a los BBS, y a servicios comerciales comoAmerica on Line, Campuserve, the Source, Ge-nie, the Well, Prodigy, y una variedad de servi-cios textuales telefónicos ofrecidos por ATT, Sky-tel, MCI, Minitel y otros (Anderson 1993, Rosen-baum 1992, Smith 1989). La Red (Net) está con-cebida como un espacio mental, o espacio ciber-nético (cyberspace) y muchos estudiosos delNorte la ven como la última frontera. Recorde-mos que las fronteras tecnológicas del Norte fue-ron: el lejano Oeste y la incorporación de Méxicopor el tratado Guadalupe Hidalgo (1848), la Gue-rra Europea y las sucesivas guerras del Pacífico.la conquista de la Luna y la guerra de Vietnam, laeliminación de las luchas de liberación nacionalen el Tercer Mundo a través del terrorismo de es-tado, y finalmente la disolución del conflicto Es-te-Oeste que incluye la transformación de partedel arsenal de guerra para uso doméstico. Así,desde el microondas a la computadora, los “pa-gers” y el teléfono celular, todas estas viejas tec-nologías militares van siendo incorporadas almundo de los electrodomésticos. Se nos permitea todos participar de la Red pero como en el Ti-tanic, no todos participamos de la misma mane-ra. Descubrir el cómo y el porqué de esa partici-pación a nivel tecnológico y social es tarea, entreotras, del científico social, y de algún pueblo or-ganizado si es que todavía existe alguna entidaddefinible de esa forma.

Poder nomádico y resistencia cultural

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El término que mejor describe la presentecondición social es licuefaciente. Hubo en otrostiempos marcadores de estabilidad, como Dios,la Naturaleza, la civilización occidental y cristia-na, las siete maravillas del mundo, entre otros,que han caído en el agujero negro del escepticis-mo, o en el maléfico triángulo de las Bermudas.Pero ahora, la ubicación del Poder y por lo tantode los espacios de resistencia se encuentra enzonas ambiguas sin fronteras. Herodoto, en LasGuerras Pérsicas, describía un pueblo al que to-dos temían, conocido como los Scythias, queeran nómadas- horticultores. Eso los diferencia-ba de los imperios sedentarios de los tiempos dela “cuna de la civilización”. La tierra donde losScythias vivían, el norte del Mar Negro, era unazona inhabitable desde el punto de vista de laubicación geográfica y del clima. Sin embargo,resistieron ser colonizados, no tanto por la ad-versidad del clima y del terreno, sino porque nohabían medios económicos o militares con quecolonizarlos y subyugarlos. Al no tener límites fi-jos, como ciudades o territorios, esta “horda nó-mada” nunca podía ser ubicada. Esto implicabaque no podían ser puestos a la defensiva y en si-tuación de ser conquistados. Uno de los “secre-tos” de los Scythias era que mantenían su auto-nomía a través del movimiento, haciéndole creera los posibles conquistadores que estaban siem-pre presentes y listos para atacar incluso cuandono estaban donde hacían creer a los demás queestaban. Sus fronteras eran móviles dado quepara los Scythias el poder no estaba asociadocon la ocupación espacial. Ellos se movilizaban.tomando territorios y recolectando tributo segúnlas necesidades del momento. De esta manera,

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mantuvieron un “imperio flotante”, hasta “invi-sible” podríamos decir. que dominó Asia porveintisiete años. Los posibles “atacantes” de losScythias tenían que hacerse encontrar por éstos.Si a los Sythias no les gustaba la posibilidad de labatalla siempre les quedaba la opción de mante-ner la invisibilidad, haciendo imposible que elenemigo construyera un teatro de operaciones.Este modelo de distribución del poder y estrate-gia predatoria, fue reinventado por los bloquesde poder durante el capitalismo tardío, para al-canzar más o menos los mismos fines. Su rein-vención está predicada sobre la apertura tecno-lógica del espacio cibernético. En este espacio lavelocidad/ausencia y la inercia/presencia se es-trellan en la hyper-realidad. El modelo arcaicode poder nomádico, que una vez fue el mediopara mantener un imperio inestable, se ha trans-formado en un medio de dominación sostenida.En esta situación de significados duales, la socie-dad contemporánea de nómadas, es al mismotiempo un campo de poder difuso y sin ubica-ción territorial, y una máquina de mirar fija queaparece como espectáculo. El poder difuso per-mite la aparición de la economía global de unmercado realmente planetario, y la máquina demirar actúa como fortaleza en territorios estata-les, manteniendo el orden de los bienes produci-dos con la ideología propia específica del área encuestión. Aunque el campo de poder difuso y lamáquina de mirar están integrados mediante latecnología y son partes necesarias para mante-ner el imperio global, es el campo de poder difu-so el que cumple completamente con el mito delos Scythias. El movimiento del espacio arcaicohacia las redes electrónicas ofrece todas las ven-

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tajas del poder nomádico: Los nómadas militari-zados están siempre a la ofensiva. Al mismotiempo, la obscenidad del espectáculo y el terrorde la velocidad son sus compañeros de tarea. Enla mayoría de los casos, las poblaciones sedenta-rias se someten a la obscenidad del espectáculoy pagan alegremente su tributo en la forma detrabajo, materia prima, y ganancia. El PrimerMundo, el Tercer Mundo, nación y tribu, todospagan el requerido tributo. Las naciones jerár-quicas y diferenciadas, las clases, las razas, las et-nias, los géneros de la sociedad moderna seden-taria entran en el licuado de la dominación no-mádica bajo la forma de trabajadores de servi-cios y virtuales siervos de la élite del espacio ci-bernético. Pero en vez de ser sometidos a un pi-llaje de bandidos y enemigos, ahora es un roboentre amigos y travesuras de compadres. La hos-tilidad generada por los desposeídos, se canalizaa través de un sofisticado sistema burocrático,que aleja los antagonismos del campo de podernomádico. El retiro del poder hacia una locali-dad invisible y no localizada impide definir unteatro de operaciones (lugar de resistencia) a losque están bajo el panóptico del espacio ciberné-tico, quedando reducidos a un histórico “replay”de la cinta visual de los monumentos del grancapital. Tomemos por ejemplo, una de las narra-ciones del siglo diecinueve que persiste más alláde su vida natural: el movimiento de los trabaja-dores. El movimiento de los trabajadores es lacreencia que la clave para resistir al capital orga-nizado es un cuerpo de trabajadores organizadosque paren la producción, a través de huelgas, sa-botajes, luchas frontales y demás. Al igual que la“revolución”, la idea de la organización de traba-

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jadores ha sido fracturada a través del “eficiente”uso de la violencia del Estado. Quizás nuncaexistieron en la vida cotidiana. La ubicuidad delas huelgas quebradas, de los regalitos de los bo-nos, de la reducción de la fuerza de trabajo,muestra que las organizaciones de los trabajado-res son burocracias laborales. La fragmentaciónregional del planeta en Primer/Tercer Mundocomo técnica disciplinaria del poder nomádico,ha hecho anacrónicos los movimientos naciona-les de los trabajadores y sus alianzas internacio-nales. Los sitios de producción se trasladan confacilidad y las políticas laborales son demasiado“flexibles” para que los trabajadores organizadostengan éxito resistiendo al capital. Las plantas deDupont y de General Motors (entre otras) se fue-ron a México como resultado de la acción de lostrabajadores organizados del Primer Mundo quefueron a su vez flexibilizados hacia el desempleo.México, como colonia de trabajadores ayuda alcapital nomádico que no tiene que pagar salariosdel Primer Mundo ni beneficios laborales. La ve-locidad del mundo de las corporaciones se pagacon la intensificación de la explotación. En otrotrabajo (Sarraméa 1997) decíamos que las cien-cias sociales entendían en el siglo diecinueve alas relaciones sociales como pura visión, hacién-dolas totalmente representables. Además: Lacreencia que todo se puede ver y medir marcóprofundamente el sistema epistémico de lasciencias sociales. En esta ficción metodológica elespacio social es blanco, occidental, cristiano,masculino, y patriarcal. Lo doméstico no formaparte del conocimiento dado que el único espa-cio posible es el espacio público. (Sarraméa1997).

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Elaborábamos también que esta definicióndel espacio social negaba la posibilidad de otrosespacios sociales, conocidos por otros sujetosque no se identifican con el sujeto-modelo delconocimiento. Sin ser en esto demasiado origi-nales, argumentábamos que desde una posiciónteórica descorporalizada, beneficiada por la faltade racismo, sexismo, y clasismo, se representabaal ser humano minimalizado y se lo reducía a sumovimiento. De esta manera se creaba una “de-mocracia” científica donde al no especificarseningún cuerpo, todos los cuerpos eran iguales:se eliminaban las marcas de la cultura impresasen los cuerpos rebeldes. Esta ficción de la trans-parencia inodora de lo humano, pasa a las redescomo estrato constitutivo y fantasía civilizatoria:en general los que usamos la Red, aceptamosaparentemente sin más las “reglas” de la red. Elperíodo postmoderno de poder nomádico, la éli-te se ha aligerado del peso de sus bases urbanasy nacionales, permitiéndose el lujo de vagabun-dear en ausencia por los caminos electrónicos,sin temor de ser interrumpida por las estrategiasde resistencia generadas en el seno de las comu-nidades sedentarias. La arquitectura monumen-tal, es en realidad una simbólica de poder huecay vacía. Estos monumentos silencian las resis-tencias y los resentimientos estableciéndose co-mo significadores de nostalgias, de continuida-des, y de resoluciones históricas. Estos lugarespueden y son actualmente ocupados, pero noafectan el flujo del poder nomádico. En el mejorde los casos estas ocupaciones se hacen invisi-bles mediante la manipulación de los medioselectrónicos. Pero, aunque un fortín como lasburocracias puede ser reocupado por la máqui-

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na de la guerra posmoderna, sus tesoros electró-nicos no pueden ser aprehendidos mediantemedidas físicas. La red que conecta los fortines(las calles) tiene a menudo poco valor para el po-der nomádico. Es así que éste la ha dejado en lasmanos de las clases bajas.

No sólo la policía, sino también criminales,adictos, e incluso los “homeless” están siendousados para desestabilizar el espacio público. Laaparición de las clases bajas unidas con el espec-táculo de los medios, permite a las fuerzas del“orden” construir una percepción histérica delas calles representándolas como peligrosas einútiles. La promesa de la familiaridad seduce alas hordas de consumidores hacia espacios pú-blicos privatizados como los “shopping malls”.El precio del “proteccionismo” es entre otras co-sas, la entrega de la soberanía individual. Sólo lasmercaderías tienen derecho al “shopping mall”.El poder nomádico se sigue desplazando por elespacio cybernético hablándole a sus seguidoresa través de la autoexperiencia de los medioselectrónicos. Más pequeño es el público, másgrande es el orden. El poder nomádico tiene queser resistido en el espacio cybernético más queen el espacio físico. Un grupo pequeño y coordi-nado de “hackers” podría introducir virus, gusa-nos, y bombas electrónicas dentro de los bancosde datos, programas, y redes autoritarias, produ-ciendo un efecto de inercia dentro del espacionomádico. Inercia prolongada equivale, en esteescenario, al colapso de la autoridad nomádica anivel global. Esta estrategia no requiere unaidentificación de clase ni requiere acciones si-multáneas en el resto del planeta. La clave aquíes desestabilizar el control y el mando del poder

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nomádico. En estas condiciones “ideales” el ca-pital fijo del complejo militar/multinacionales,se inutiliza y convierte en capital muerto, dondeequipos, fuerza laboral y materia prima quedanflotando sin poder actuar. Existe la posibilidadque el capital tardío podría ser víctima de su pro-pio peso inercial. Pero todo esto es en realidad,otro lindo cuentito de las ciencias sociales. Unode los problemas, el más obvio, es que los queestán en la Red (Net) son uno de los grupos másdespolitizados. Las infiltraciones en el espaciocybernético han sido alegres intentos de vanda-lismo como los virus de las computadoras al esti-lo Michelangelo, o venganzas personales (Mad-sen 1992, Rohrbaugh 1992, Ubois 1992; US Hou-se of Representatives 1985). La “Legion ofDoom”, un grupo de jóvenes hackers que atemo-rizaron a los servicios secretos norteamericanos,dicen que nunca dañaron ningún sistema y quesus actividades estaban motivadas por la curiosi-dad. Más allá de las pequeñas aventuras de estosmuchachitos, el pensamiento político nunca en-tró en la consciencia de este grupo, propiamentedisuelto y convertido a su vez en una mercancía:todos sus programas se venden en la Red. porunos ochenta dólares (Alexander, 1991).

La paradoja es similar a la de tratar de politi-zar a los científicos que producen armamentos.¿Cómo se le puede pedir a esta clase que eliminesu propio modo de subsistencia? Para hacer lascosas un poco más complicadas, unos pocos tie-nen el conocimiento profundo necesario paraaccionar sobre el espacio cybernético. La fronte-ra del conocimiento es en realidad la menos de-mocratizada de todas las fronteras del espaciocybernético. Los cybertrabajadores no están uni-

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dos. Sin embargo, encuadrar a algunos capacita-dos para desestabilizar este sistema, que estáconstituido por una auto-vigilancia intrínseca asu diseño, es un problema a resolver quizás enotros espacios sociales. Panfletear, pegar posters,teatro callejero, arte público, son tácticas de re-sistencia que fueron muy útiles en un pasado notan lejano. Pero ahora, ¿dónde está el público?,¿quiénes están en las calles? No muchos, a juzgarpor las horas que este público pasa pegado almundo electrónico: ya sea video, televisión, ter-minales, o computadoras. Este es un públicocomprometido con el mundo electrónico. Peroeste mundo no está todavía constituido y hayque tomar ventaja ahora de la posibilidad de in-tervenir en él antes de que sólo nos quede la crí-tica como único movilizador. En Del Fortín alFin Más arriba, habíamos descripto a los “forti-nes” como espacios públicos privatizados conmultiplicidad de funciones. Por ejemplo, entreesas funciones hay respuestas al cómo mantenerla continuidad política (oficinas del gobierno omonumentos nacionales), o se incluyen áreasdonde se celebra el consumismo (shoppings). Si-guiendo las líneas del pensamiento medieval, elfortín garantiza la seguridad y la familiaridad acambio de la entrega de la soberanía individual.Puede actuar seduciendo e induciendo eleccio-nes de consumo, o puede actuar como una fuer-za de coerción, reclamando mediante la violen-cia la sumisión de los que resisten. El fortín dejaentrar a todos con excepción de los que dejaafuera para cuidar las calles. El poder nomádicono ofrece la elección de no trabajar y de no con-sumir. Es decir, se está afuera del consumo y delmercado laboral no por elección individual, a

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pesar de los mitos de dispersión que plantean locontrario. Los fortines varían en apariencia, peroen conjunto forman la llamada “aldea global”que funciona en dos registros arquitectónicos, elmaterial y el electrónico.

La aldea electrónica es percibida como partede los medios, aunque en realidad es un agentede colonización de la casa. La llamada “informa-ción” es un circuito perpetuo de ficciones orga-nizadas desde Hollywood, CNN, y sus repetido-res miméticos locales. El mundo está mediadopor la ideología de la pantalla. Así se puede ha-blar de una vida virtual en un mundo virtual. Si-guiendo al fortín electrónico, el fortín arquitec-tónico es otro sitio dónde la hipervelocidad y lahiperinercia se cruzan. Estos fortines no mantie-nen límites nacionales, sino que se expanden através del planeta simulando la apariencia de es-tar en todos lados al mismo tiempo. La forma ar-quitectónica puede variar, sin embargo, la sim-bólica totémica se mantiene a nivel planetario.Este tipo de fortín fue el típico elegido por el ca-pital en el poder en su primer intento de noma-dización. Fue manufacturado durante la Contra-rreforma, cuando la Iglesia Católica se dio cuen-ta durante el Concilio de Trento (1545-63) que lapresencia universal era una de las claves paramantener y generar poder en la era de las coloni-zaciones. Para hacerlo invisible y “ausente” fuenecesario el desarrollo total del sistema capitalis-ta. La presencia de la Iglesia en las áreas de fron-tera, la universalización de los rituales, el mante-nimiento del esplendor arquitectónico, y el cru-cifijo como marcador ideológico enmarcaron unlugar de familiaridad y seguridad. La Iglesia es-peraba, en cualquier lugar que uno estuviera. En

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tiempos más contemporáneos, los arcos góticosse transformaron en los arcos dorados. McDo-nald’s está en todos lados. Donde se abre unanueva frontera económica, allí está el Big Mac.Viaje donde viaje, lo espera su hamburguesa y sucoca-cola. Mientras uno está en el fortín, uno sesiente como que está en casa. Hay fortines queson relativamente sedentarios. Tienen significa-dos claramente nacionales como la Casa Blancay el Oval Office, que se van descentralizando através de los medios adquiriendo significadosmultinacionales. Estos son lugares muy vulnera-bles a la penetración de los medios dado que susimágenes y mitologías son fáciles de imitar. Fi-nalmente, el poder nomádico ha creado pánicoen las calles con sus mitologías de subversiónpolítica, deterioramiento económico, infeccio-nes biológicas, que refuerzan a su vez la mentali-dad de la fortaleza que pide entonces la creaciónde nuevos fortines. Entonces, es hora de crear elpánico dentro de la fortaleza, donde uno no sepueda esconder, y si no, que se lo pregunten aClinton.

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6La cultura local en el ciberespacio

El papel de las Freenets

Ricard Faura i Homedes Dpto. de Antropología Cultural.

Universidad de Barcelona, Catalunya (Estado Español)

e-mail: [email protected]

Es evidente que antropología y nuevas tecno-logías hasta hace bien poco no acababan de“congeniar” lo suficiente como para que la an-tropología analizará y reflexionará sobre el nue-vo fenómeno que representa el nacimiento delnuevo reino del bit y todo lo que ello conlleva. Latelefonía móvil, la sofisticación de los sistemasde información y, como factor más espectacular,la aparición de las grandes redes informáticas yla nueva cultura que éstas han creado, la ciber-cultura, son campos abonados para la investiga-ción de la antropología, campos que por todo loque representan actualmente merecen tener unpapel principal dentro de nuestra disciplina. Esimportante destacar la fecha de 1992, durante laconferencia anual de la American Anthropologi-cal Association, se afianzaron los conceptos decibercultura y ciberespacio. También se definióla cybor anthropology como el “estudio etnográ-fico de las relaciones entre los humanos y lasmáquinas en este final del siglo XX en el que lasnuevas tecnologías sirven como agentes de pro-ducción social y cultural”. En la reunión del laAAA del año 1995 ya se constató un crecimientode este tipo de estudios y una reorientación en la

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dirección de investigar las comunidades electró-nicas tanto desde el punto de vista de los contex-tos donde las tecnologías del ordenador se desa-rrollan, la interacción entre los diseñadores y losusuarios y las comunidades que resultan de estainteracción, a veces imaginadas e inventadas,pero capaces de crear nuevas identidades, los cy-borgs, los vecinos electrónicos así como vivir enregiones y comunidades físicas y virtuales

1.

Podemos definir cibercultura como una co-lección de culturas y productos culturales queexisten y han sido posibles gracias a Internet,con las historias contadas sobre esta cultura ysus productos culturales. La cibercultura, al igualque todas las culturas, es extensa y amplia, y estáen un constante estado de flujos, “expresa unamutación fundamental de la esencia misma de lacultura. Se produce una emergencia de una nue-va universalidad, ésta es diferente de las formasculturales universales anteriores. Esta universali-dad se construye sobre la indeterminación de unsentido global, universalidad por interconexión.Tiende a mantener su indeterminación. Se pro-duce una reorganización y metamorfosis cons-tante. Mutación cultural vinculada a un cambioen el sistema de comunicación”

2. La cibercultu-

ra, parte de una construcción ideológica que hainfluido de manera decisiva en crear una imagendel ciberespacio la mayoría de las veces negativay muy disuasiva para las personas más alejadas asu realidad. Cuando hablamos de su construc-ción ideológica

3, partimos tanto de la literatura

contemporánea, producciones cinematográfi-cas, noticias de prensa, difusión de informescientíficos a través de revistas abiertas al granpúblico, etc., englobando la temática no solo to-

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do lo referente a Internet y el mundo de la infor-mática, sino todo lo que hace referencia a losavances tecnológicos y más concretamente a losque se han ido sucediendo de manera asombro-samente acelerada en la segunda mitad del sigloveinte. Fue precisamente a través de la literaturaque nació el concepto de ciberespacio. La pala-bra ciberespacio, fue creada alrededor del año1984 por William Gibson

4, escritor de ciencia fic-

ción. Es quizás una palabra desafortunada si semantiene de alguna manera ligada a la visión de-sesperada, distópica, de un futuro cercano quese encuentra en los planes del Neuromantic. Apesar de todo, una palabra, de hecho, que danombre a un nuevo escenario, un acontecimien-to nuevo e irresistible en la elaboración de la cul-tura y el día a día del hombre bajo el signo de latecnología. Un universo nuevo, universo parale-lo creado y sustentado por las computadoras y lalíneas de comunicación del mundo. Un mundoen el que el tráfico global de conocimientos, se-cretos, medidas, indicadores, entretenimientos yla identidad alterhumana adquieren forma: imá-genes, sonidos, presencias nunca vistas en la su-perficie de la tierra floreciendo en una vasta no-che electrónica

5.

No es de extrañar que el antropólogo nadeentre dos aguas cuando se hace referencia a lasnuevas tecnologías, y más concretamente cuan-do hablamos de analizar el fenómeno del cibe-respacio. La primera de las corrientes que arras-tra al antropólogo, y por extensión al científicosocial, es la de analizar el impacto que un nuevofenómeno tecnológico está produciendo sobrelas diversas y variadas culturas en que está in-merso el ser humano. El mero hecho de observar

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algo que está transformando nuestro entornomás inmediato a una gran velocidad y sin saberde cierto hasta dónde puede llegar, es una tareaque difícilmente al científico social puede pasar-le inadvertida. La segunda de las corrientes quepuede arrastrar al antropólogo hacia aguas mástranquilas pero a la vez más alejadas de la reali-dad social y cultural del momento es la que seproduce cuando, observando estos grandes cam-bios que ya se están produciendo y delante deesta vertiginosa velocidad en la que van suce-diéndose los acontecimientos, el antropólogopasa a tomar un papel activo, de manera mili-tante o no, en el lado de los que se sienten ame-nazados como integrantes de una cultura quepuede sufrir importantes transformaciones y enun lapsus de tiempo podríamos decir que insig-nificante. Quién mejor que el antropólogo paradefender unas posibles consecuencias irrepara-bles para el entorno cultural del hombre. Estaposición se ve mucho más comprendida cuandola idea de muchos sectores, y por desgracia algu-no de ellos representados académicamente, si-gue creyendo en la figura clásica del antropólogoque se limitaba a estudiar culturas casi aisladas,alejadas de los convencionalismos occidentalesy no influyendo en ningún momento en el poste-rior desarrollo cultural propiciado por unas ne-cesidades concretas y en un momento y culturasdeterminadas. Pero el antropólogo, como cual-quier científico, no puede imbuirse de analizar loque está sucediendo en el entorno y en la épocahistórica que le ha tocado vivir. Negar una evi-dencia atrincherándose en un posible perjuiciode las nuevas tecnologías sobre la cultura con-temporánea, no puede tener más que conse-

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cuencias negativas y en algún caso hasta irreme-diables si dejamos pasar la oportunidad de pre-venir, en lo posible, consecuencias negativas pa-ra el entorno del hombre y a la vez ayudamos aconstruir este entorno, de manera que podamosinfluir en el momento de su génesis, que escuando más fácil y decisivamente podemosaportar nuestro trabajo.

Las investigaciones que vengo realizando pa-ra completar mi tesis doctoral, han sido unaapuesta clara, tanto mía como de mi directoraMª Jesús Buxó, por el trabajo de campo y la posi-bilidad de, posteriormente, utilizar estos trabajospara incidir en un diseño cultural. Dentro de estenuevo escenario social que es el ciberespacio, laantropología aplicada pasa a tener un papel pre-dominante.

Qué mejor para analizar el impacto de lasnuevas tecnologías, en el tantas veces nombradoproceso de globalización y la influencia que pue-de tener sobre culturas y entornos de los llama-dos minoritarios, que son los más susceptiblesde salir perjudicados por este proceso, que el es-tudio del propio ciberespacio tanto desde dentrode él como a través de los actores que participanen este fenómeno. Primero pero, tendríamosque situar lo que se entiende como Globaliza-ción o Mundialización. Lo podríamos definir co-mo la intensificación de las relaciones sociales atodo el mundo por las que se enlazan lugares le-janos de tal forma que los acontecimientos loca-les están configurados por acontecimientos quepasan a muchos kilómetros de distancia o alcontrario. Este es un proceso dialéctico ya queestos acontecimientos locales pueden moverseen dirección inversa a las distantes relaciones

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que les dieron forma6. Se considera a Marshall

McLuhan como el padre del concepto de globali-zación y más concretamente el primero que defi-nió el futuro del mundo como una gran “AldeaGlobal”. Sin embargo, y como acostumbra pasaren muchas ocasiones, los precursores de deter-minadas ideas o teorías se ven superados en susplanteamientos por sus “discípulos”, lograndoque, con el tiempo, perdamos de vista las verda-deras proposiciones que en principio nos hicie-ron. MacLuhan imaginó cómo sería a nivel co-municacional la humanidad, sin perder de vistalos posibles problemas que se derivarían de estanueva situación, puntos estos últimos práctica-mente olvidados con el paso del tiempo. MacLu-han afirmó: “Ahora todos vivimos en este mundoirracional, instantáneo, immediato. Yo nombré aesto la Aldea Global, pero la gente pensó que es-to era un ideal, que yo estaba imaginando una si-tuación ideal. En realidad, una aldea no es unacosa ideal, porque la gente sabe demasiado so-bre los demás. No hay privacidad, no hay identi-dad. En la Aldea Global eléctrica la gente sabedemasiado, y ya no hay un lugar donde escon-derse”

7.

No podemos hablar de globalización sin te-ner en cuenta dos conceptos que considero cla-ves en este debate. Estos dos conceptos son Uni-versalidad y Totalización. En múltiples ocasioneshan sido utilizados como sinónimos a pesar deque son términos totalmente contrapuestos. Po-demos considerar Universalidad como algo queda cabida a todo tipo de diversidad. Dentro deésta, su máxima expresión es el hombre. La tota-lización es uniformadora y homogeneizadora,

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rechaza cualquier diferencia por pequeña queésta sea. Concebir, pues, el proceso de globaliza-ción como el desencadenante que llevará a unatotalización o a una universalización son plan-teamientos totalmente opuestos y que parten defilosofías de vida tremendamente distantes unasde otras. Cuando hablamos de globalización ten-demos a equipararla con la totalización, por lomenos esto fue lo que en un principio se nos in-tentó “vender” por parte de los grandes gurus delreino del Byte, todo ello añadido a una singularpersecución de estos mismos personajes por to-do lo que huela a diferencia ya sea en el terrenopolítico o su traducción en la vertiente cultural.Ejemplos de ello los tenemos en frases del mis-mísimo Nicholas Negroponte, “la misma nación-Estado está sufriendo un cambio y una globali-zación muy fuertes. Dentro de cincuenta añoslos gobiernos serán más grandes y a la vez máspequeños. Europa se está dividiendo en entida-des étnicas más pequeñas y al mismo tiempo es-tá tratando de unirse económicamente. Las fuer-zas del nacionalismo propician una actitud máscínica y rechazan cualquier intento de unifica-ción a nivel mundial”

8. Más adelante nos dice

“Espero que como la bola de naftalina que setransforma de sólido a gas directamente, la na-ción-Estado se evapore sin pasar por una confu-sión sentimental e inoperativa antes de que al-gún ciber-Estado global domine el éter político.Sin ninguna duda, el papel de la nación-Estadocambiará radicalmente y no habrá más lugar pa-ra el nacionalismo que para la viruela”, “En vein-te años, los niños no entenderan el nacionalis-mo, porque darán por hecho la civilización glo-bal”

9. Hay que tener en cuenta que, Nicholas Ne-

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groponte, principal precursor del proceso de glo-balización a través de Internet, utiliza al año unamedia de más de trescientos aviones y por lotanto, se ve en la necesidad de defender las teo-rías globalizadoras del ciberespacio pisando elmundo real y visitando prácticamente a diarioculturas y países completamente dispares losunos de los otros, no conociendo, sin embargo,ninguna de las culturas que visita, ya que desdelos hoteles es totalmente imposible hacerlo. Últi-mamente, parece que Negroponte, haciendo ca-so a las voces que cada vez se oyen más entre losprecursores del ciberespacio, está redefiniendoun poco su discurso por lo que hace referencia alproceso globalizador desde el punto de vista to-talizador, para pasar a ofrecernos aspectos ypuntos de vista más universalistas. Responiendoa la pregunta formulada por periodistas sobre siInternet acabaría con las culturas minoritariasdijo

10: “El enfoque debe ser el contrario, aprove-

char Internet para que las culturas minoritariasse extiendan por el mundo. Nunca como ahorahan existido tantas posibilidades para que algolocal sea conocido globalmente. El mundo digi-tal beneficia al Tercer Mundo y a las multicultu-ras, no acaba con ellas”

11. Como firme defensor

del papel de las llamadas culturas minoritariaspodemos citar al sociólogo Manuel Castells. Cas-tells nos dice: “Para actuar globalmente necesi-tas una cierta estabilidad de la sociedad en laque te mueves, los flujos no pueden ser flujospuramente abstractos, tienen que aterrizar en te-rritorios, en historias, en culturas,... Entonces, sitú tienes una identidad atomizada, que no sabede dónde vienes ni a dónde vas, entonces, pasasa una colección de individuos con una compe-

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tencia feroz entre ellos y muy poca capacidad deaglutinarse... Una identidad sin red es una trin-chera de supervivencia. Una red puramente red,disuelve la sociedad y hace colecciones de indi-viduos”

12. Anthony Giddens nos dice al respecto:

“El desarrollo de las relaciones sociales mundia-les, probablemente sirve para disminuir algunosaspectos de los sentimientos nacionalistas vin-culados a los Estados nacionales (o algunos Esta-dos), pero también puede estar causalmente im-plicado en la intensificación de sentimientos na-cionalistas más localizados. Dentro de las cir-cunstancias de acelerada mundialización, el Es-tado nacional se ha hecho demasiado pequeñopara abordar los grandes problemas de la vida ydemasiado grande para los pequeños proble-mas. Al mismo tiempo que las relaciones socia-les se extienden lateralmente, y como parte delmismo proceso, observamos la intensificaciónde las presiones que reivindican la autonomíalocal y la identidad cultural regional”

13.

No hay que olvidar que existe un sector de“combatientes” entre los científicos sociales queestán en contra de este proceso globalizadorcreando “escuela” como los llamados “apocalíp-ticos” en frente de los “integrados”

14. Como uno

de los líderes del bando que rechaza cualquierintento de globalización podríamos citar a PaulVirilo

15. Virilo nos dice: “Sin necesidad de esperar

la bomba demográfica16

, con la velocidad de lainformación y de los transportes, existe el senti-miento de que estamos en un planeta muy pe-queño, como el del Pequeño Principito. Estocreará eso que Michael Foucault bautizó como“el gran encierro”, será terrible sentirnos ence-rrados en la tierra. Una pesadilla. Cada uno de

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nosotros tiene un mapa del mundo y es evidenteque este mapa depende de las posibilidades decirculación. Cuando atravesamos el mundo deuna punta hasta la otra en pocas horas, o pode-mos unir las antípodas instantáneamente, co-municarnos mediante Internet o teleconferen-cia, o sea, cuando podemos estar siempre losunos sobre los otros ... el mapa mental se redu-ce”.

¿Cómo se traslada este criterio de globaliza-ción cuando interactuamos desde el ciberespa-cio? Dentro del ciberespacio, la tendencia globa-lizadora es mucho más acusada y más concreta-mente cuando se hace referencia a las posiblesrelaciones que se establecen entre individuos ysu entorno, el ciberespacio. En el siguiente gráfi-co expongo las diferencias a nivel relacional quese observan entre la vida real y el mundo virtual.

Como se puede ver, existe una clara diferen-cia entre las relaciones que se establecen en elmundo real con las que se producen dentro delciberespacio. En el ciberespacio, los individuosse ven agrupados por intereses comunes o temá-ticas, concentrándose alrededor de fórums ogrupos de discusión, sin tener en cuenta cual-quier otro condicionante social, siempre que és-tos no se antepongan a los intereses del grupo encuestión. Desde un primer momento, el procesoglobalizador queda totalmente patente y más silo comparamos con los diferentes niveles de re-lación que se establecen en la vida cotidiana. To-dos formamos parte de un entorno cultural ydentro de él desarrollamos uno o más roles queconfigurarán nuestra vida.

Instituciones con un peso específico en lacreación y desarrollo posterior de la red Internet

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ya se han interesado de manera activa en la re-percusión que a nivel social tiene y tendrá en unfuturo la creación que ellos contribuyeron a en-gendrar. Podemos citar el caso de la RAND Cor-poration

17. Esta institución hizo público un infor-

me en noviembre de 1995 denominado Univer-sal Acces to E-Mail

18. Consideran claves en su

diagnóstico los siguientes puntos:

1. El acceso y uso de los ordenadores está en rela-ción directa con altos niveles de educación y deingresos.

2. Las diferencias basadas en educación e ingre-sos entre los blancos por un lado y los negros ehispanos del otro se amplían con el tiempo.

3. Las redes ciudadanas son una vía positiva paraentender el acceso a la red de estas poblacio-nes excluidas, dado que aumentan su comuni-cación, el acceso a la información, reestructu-ran sus organizaciones, ayudan a difundir losservicios del gobierno y a aumentar la partici-pación política.

4. Las claves para el éxito de estas redes son, faci-litar el acceso, la formación y la asistencia téc-nica a los grupos participantes.

5. El correo electrónico es la puerta de entrada ala participación en las redes comunitarias. Estaaplicación, junto con las conferencias y lascharlas (chat rooms) son los servicios más utili-zados.

Como conclusión destaca: “Si este informedemuestra alguna cosa es la importancia de lacomunicación persona a persona y de grupo a

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grupo en la denominada Infraestructura Nacio-nal de la Información (INI)”, también destaca elpapel de estas redes como una “social techno-logy”. Para poder resolver los posibles problemasque se puedan derivar, este informe hace las si-guientes recomendaciones: 1. Es básico que el correo electrónico sea un ser-

vicio fundamental en la INI.

2. Es importante reducir la separación crecienteen el acceso a los servicios de información bá-sicos, en particular, el acceso a los servicios decorreo electrónico.

3. Las intervenciones políticas tienen que darprioridad a la extensión del acceso desde el ho-gar.

4. La provisión de servicios comunitarios y activi-dades “on-line” deberían ser apoyadas activa-mente.

5. No hay barreras técnicas fundamentales a laprovisión de acceso universal a los servicios decorreo electrónico.

6. El diseño de un servicio de correo electrónicouniversal debería seguir las directrices de la“red abierta de transmisión de datos”, cuyomodelo es la red Internet.

7. Cualquier provisión de correo electrónico uni-versal requerirá financiación pública bien pro-cedente de un impuesto general a la industria obien de los ingresos generales. Estos subsidiosestarán dirigidos focalizadamente para llegar alos usuarios que de otra manera no se suscribi-rían.

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Tal y como quedó reflejado en las claves deldiagnóstico del informe RAND, es en este puntoque aparece un elemento muy importante pararealzar el uso social del ciberespacio, las redesciudadanas. Artur Serra i Leandro Navarro

19nos

las definen: “ Las redes ciudadanas, a diferenciade ser un simple medio de comunicación, comoson las radios locales o las televisiones locales,son un espacio para asociarse, son un lugar so-cial. Por eso hablamos de la “sociedad de la in-formación” y no hablamos de la sociedad de latelefonía, o de la televisión. Su diseño da lugar auna tecnología social, cosa que no ocurría conlas anteriores tecnologías de comunicación. Lacomunidad creó la red. Y la red crea comunidad.Arpanet era la red de Arpa, y su evolución hacreado un sinfín de nuevas asociaciones en red.”Tom Grunder también las definió en el año 1993con las siguientes características

20:

1. Son gratuitas para el usuario.

2. Están primordialmente dedicadas al desarrollode recursos de información local.

3. Están dedicadas a abrir la era de la informaciónal mayor espectro posible de personas.

Posteriormente han ido surgiendo centros oinstituciones con el objetivo de dinamizar el mo-vimiento de las redes ciudadanas. Podríamosdestacar el Centre for Civic Networkin

21situado

en Masachussets, también dedicado a la forma-ción de lo que denominan Civic Networks. Mori-no Institute

22, institución que se dedica al apoyo

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del desarrollo de lo que denominan PAN o Pu-blic Acces Networks. También podemos citar aorganizaciones como la Association for Progres-sive Communications

23, que ha creado un red in-

formática global que se dedica a apoyar organi-zaciones no gubernamentales y a ciudadanosque activamente trabajan por un cambio me-dioambiental y social.

Como ejemplo de Freenet puedo citar la deOttawa, Canadá, la National Capital Freenet

24. En

un inicio, 1993, se creó con la ayuda de institu-ciones públicas como eran la Universidad, elAyuntamiento y las bibliotecas públicas de laciudad. En el año 1995 su presupuesto se distri-buía de la siguiente manera:

* 57,5%, aportaciones de los usuarios

* 24%, esponsorizaciones de las compañías tele-fónicas

* 14%, subvenciones del gobierno

* 4,5, varios

Viendo estas cifras queda claro, en contra delo que en principio se acostumbra a pensar, quelas freenets tienen un soporte económico, bási-camente, a través de las aportaciones de losusuarios ya que las subvenciones de organismospúblicos en muchos casos no llega ni al 20% desu presupuesto.

Retomando los gráficos anteriores, donde ha-cía referencia a los diferentes modelos que seproducían a nivel de la sociedad y del ciberespa-cio a la hora de hablar de cómo se producen las

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relaciones entre los individuos, a continuaciónexpongo el tipo de relación que se establece a ni-vel de freenets, que viene a ser una mezcla de loque se produce en la vida real y dentro del espa-cio virtual,

Este nuevo planteamiento que se da en elmismo ciberespacio, rompe con esquemas ante-riores en el que se defendía que las relacioneseran básicamente de carácter individual para pa-sar a primar cuestiones más de carácter social ycultural, con el añadido que el fenómeno de lafreenets tiene más éxito entre colectivos o secto-res sociales más desfavorecidos en la vida real,no solo por razones económicas sino por cual-quier otro tipo de discriminación. Así, es un te-rritorio muy utilizado por organizaciones no gu-bernamentales, ONG’s, movimientos vecinalesde barrios marginales o con problemáticas varia-das, instituciones dedicadas a la ayuda desinte-resada al prójimo, etc.

Piezas tan importantes dentro del desarrollode la vida cotidiana dentro de la nuestra socie-dad como es el rol o roles que representamos ca-da uno de nosotros dentro de nuestras vidas de-saparecen tanto en el ciberespacio en generalcomo en el entorno de la freenet, con dos excep-ciones, excepciones por otro lado con muchomás peso específico dentro de las freenets. En elciberespacio se mantiene algún tipo de rol comopuede ser el de administrador de un grupo con-creto de discusión o de un sitio concreto de lared. Dentro de la freenets tiene un papel funda-mental el dinamizador o, extrapolando la cate-goría al mundo real, el animador cultural, que esel encargado de empezar iniciativas nuevas yposteriormente intentar que éstas sigan latentes

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durante el tiempo necesario, impidiendo el de-sencanto que por diversos motivos se puede pro-ducir en momentos determinados de la vida deuna colectivo de estas características. De todasmaneras, aunque importantes, estamos hablan-do de muy pocas excepciones.

Por lo tanto, dentro de la freenets, vuelve aaparecer con fuerza el factor cultural, que pare-cía haber desaparecido en los anteriores plan-teamientos del ciberespacio. Es por ello el inte-rés, a mi parecer, de este tipo de estudios a nivelantropológico porque son la puerta de entrada alrespeto a la diversidad y a la diferencia tan pocorespetada hasta ahora dentro de las grandes re-des. Es de destacar también el tipo de relaciónque se establece en el “mundo” de la freenets, larelación se produce a nivel “horizontal”, social-mente hablando. Es más fácil que se entiendandos freenets con problemáticas sociales pareci-das aunque muy distantes física y tal vez, cultu-ralmente, relaciones que, a buen seguro, se ve-rán fuertemente incrementadas en cuanto lossistemas de traducción “on line” se perfeccionenlo suficiente para que puedan comunicarse entiempo real dos interlocutores con idiomas dis-tintos, avance técnico, creo, cercano a llegar, quefreenets cercanas culturalmente o físicamentepero que representan colectivos sociales muydistantes entre ellos se comuniquen.

El antropólogo tiene la oportunidad de con-tribuir, analizando estas experiencias que se es-tán produciendo y posteriormente ayudando acrear nuevas, aprovechando lo positivo y mejo-rando y adaptando para cada caso y dentro decada contexto nuevas propuestas.

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Notas

1 Mª Jesús Buxó i Rey, Antropología, Prospectiva yNuevas Tecnologías, Pág. 3.

2 Lévy, Pierre, La Cibercultura, el segon diluvi?, Edi-cions de la UOC, Editorial Proa. Barcelona, 1998.

3 Faura i Homedes, Ricard, Construcción Ideológicade Internet, Barcelona, 1996.

4 Autor de la novela Neuromantic, Ediciones Plenilu-ni S.A. Alella, Barcelona, 1984.

5 Michael Benedickt, Ciberespace, First Steps. Massa-chusetts Institute of Tecnology, 1991.

6 Anthony Giddens, Consequences of Modernity, Po-lity Press, 1990, Regne Unit.

7 Manuel A. Jofré B. Conversando con McLuhan, En-trevista realizada en Canadá durante el mes deenero de 1979, un año después moriría.http://www.uchile.cl/facultades/csociales/talon-/talon_1/mcluhan.htm

8 Nicholas Negroponte, El Mundo Digital, EdicionesB, Grupo Z, Barcelona, 1995.

9 Nicholas Negroponte, El Mundo Digital, EdicionesB, Grupo Z, Barcelona, 1995.

10 Conferencia pronunciada por Nicholas Negropon-te en Madrid, España, el 21 de abril de 1998.

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11 Periódico El País, 22 de abril de 1998, pág. 28.

12 Luís Ángel Fernández Hermana, entrevista a Ma-nuel Castells, Revista electrónica en.red.ando, 21 deoctubre de 1997, http://enredando.com/

13 Anthony Giddens, Consequences of Modernity, Po-lity Pres, 1990, Reino Unido, pág. 68.

14 Umberto Eco, Apocalípticos e Integrados, TusquetsEditores S.A. Barcelona, 1995.

15 Paul Virilo es arquitecto urbanista y fue director dela Escuela Especial de Arquitectura de Francia. Esautor de diversos libros, entre ellos L’espace críti-que, 1984, Logístique de la perception. 1984.

16 Albert Einstein advirtió, poco antes de morir, quela humanidad habría de hacer frente a tres amena-zas antes que acabara el siglo XX, la bomba atómi-ca, la bomba demográfica y la bomba informática

17 RAND es una institución con gran influencia en elproceso de diseño de la red. De allí surgieron losprimeros informes en la década de los sesenta so-bre la posibilidad de la creación de sistemas distri-buidos que dieron lugar a ARPANET.

18 http://www.rand.org/publications/MR/MR650/in-dex.html

19 “Community Networks, La sociedad civil, protago-nista de la era digital”

20 Steve Cisler, Commnity Computer Networks, 1993

21 http://freenet-in-a.cwru.edu

22 http://www.morino.org

23 http://www.apc.org

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24 http://freenet.carleton.ca

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Títulos publicados en esta colección

- Para entender el concepto de género Martha Lamas, Vania Salles, Rodolfo Tuirán, Fernando Flores

- Desde su propia palabraGiulio Girardi

- Las fronteras del cuerpoArturo Rico Bovio

- PostmodernidadJosé E. Juncosa (Editor)

- Mujeres, poder e identidadSoledad Dueñas, Carmen Gangotena, Mónica Garcés

- Contextos y balances de la teología de la liberaciónE. Dussel, J. L Martínez, R. Flores, E. Lara, J. Tonello, P. Morales, L.Rodríguez

- Teología feminista latinoamericana Ma. Pilar Aquino y Elsa Támez

- Una minga por la vidaM. Chiriboga, M. Lluco, L. Martínez, R. Flores, E. Lara, J. Tonello,P. Morales, L. Rodríguez

- Apuntes sobre fútbolKintto Lucas

- Semiótica para principiantes Daniel Chandler

- Es un monstruo grande y pisa fuerte. La minería en el Ecuadory el mundo. Defensa y conservación ecológica de Intag (DECOIN)Mary Ellen Fieweger

- El pentecostalismo en América LatinaAngelina Pollak-Eltz y Yolanda Salas

- Códigos subterráneosLeonela Cucurella (Compiladora)

- El Chamanismo a revisión Josep Ma. Fericgla

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- Buscando raíces. Don Quijote y Simón BolívarJosé Yánez del Pozo

- Análisis del discurso social y políticoTeun A. Van Dijk e Iván Rodrigo M.

- El hilo del discurso. Ensayos de análisis conversacionalAna María Vígara Tauste

- Conectores contextuales en el discursoJoaquín Garrido

- El placer de la representación María Angela Cifuentes

- Género y desarrollo sostenibleAna María Brasileiro (Editora)

- Desarrollo rural y pueblos indígenas amazónicosJürg Gasche

- Mujeres e imaginarios. Quito en los inicios de la modernidadAna María Goetschel

- El otro saber. Psicología social, psicoanálisis y culturaLeonela Cucurella (Compiladora)

- Comunicación educativaLeonela Cucurella (Editora)

- De cisnes dolientes a mujeres ilustradasLucía Moscoso Cordero

- Literatura oral. O la literatura de tradición oral Gonzalo Espino Relucé

- Desarrollo sustentable. ¿Realidad o retórica?Dossier de la revista de la Universidad de Guadalajara

- Antropología del ciberespacioLeonela Cucurella (Compiladora)