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    GUIL O SOL DE SABINA B ERMAN :

    ARCHIVO MEMORIA Y RE-ESCRITURA

    NievesM RTNEZ DE OLCOZ

    La dramaturgia mexicana del fm de siglo muestra ima clara opcin por el discurso

    histrico, fbula de identidad o relato nacional con una fuerte renovacin en los modos

    de

    representacin, que indaga en los fondos del repertorio, en los orgenes del archivo.

    Son las herencias postmodemas de un barroquismo nunca muerto en la cultura y las

    contaminaciones teatrales de la crsis de lo visible en la fuerte na rrativa metropolitana

    mexicana, que viene planteada desde

    el

    agotamiento de la experiencia de vanguardia con

    la experimentacin de las dcadas anteriores a los ochenta.

    En el Mxico fmisecular de la postmodemidad, el destino de la palabra, en la gran

    crsis cultural de los ltimos aos del siglo depende de la habilidad del mito para

    recuperar la memoria oral del sujeto y re-escribir una tradicin sojuzgada por la

    ilegalidad de la ortodoxia escrita. El testimonio autobiogrfico se convierte en expresin

    de una mem oria colectiva que ha constituido hasta ahora el cuerpo sordo de la cultura.

    Se reescribe el pasado para encontrar el sentido del presente. Esta historia alternativa,

    configurada en el mito, encuentra la posibilidad de articularse con la apertura de los

    protocolos culturales de la postmodemidad y su hteratura de desplazamientos, que

    ordena un nuevo universo semntico desde las fuerzas centrifugas de la cultura po pu lar'.

    ' Carlos

    Monsivis( Notas

    sobre cultura popular

    en Mxico ,Latn American Perspectives

    16,vol, 1, nl,

    1978) abri el debate sobre la presencia de la cultura popular en la definicin de

    la ltima literatura mexicana,

    adelantndose con su acostumbrada perspicacia

    a

    la crtica cultural

    de los ochenta, cuando en fecha tan temprana como 1978 anuncia la cultura popular,

    paradjicamente, como aquello asimilado orgnicamente a la conducta y/o a la visin de las

    clases

    mayoritarias

    (p.

    98);un mbito donde la modernidad demarcada se quiebra en mltiples

    aporias capaces de cuestionar las encamaciones de orden que cifraron las metrpolis europeas.

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    Lo popular, sin embargo, aunque se establezca como lgica de circulacin y

    produccin, delata siempre una situacin ambigua y oprimida frente a la perfeccin de

    los discursos dominantes. Un estado de constelacin y suspense donde las tradiciones

    no se han ido y la modernidad no acaba de llegar ^. 1 impacto de la diferencia del

    fenmeno histrico de Amrica latina, su sentido inacabado, se refleja en la literatura del

    Mxico de los ochenta, especialmente de su teatro , como la superposicin de distintos

    mundos histricos a nivel de mundos cotidianos -Sabina Berman representar el

    ejemplo ms logrado^. La mem oria trucada denuncia una literatura exiliada de su

    Monsivis ve el

    fenmeno como el estallido cultural que se da

    a

    partir de las conjunciones de la

    RevolucinMexicana,donde la

    activacin

    de las

    masas mediante lateatralizacinsustituyente

    especularde un verdaderomejoramiento de su destino crear unpascomonacin: Mxico.

    Junto a este sentido de lo visible desde la teatralidad de los fenmenos poltico culturales,

    destacan,paraMonsivis, como catalizadores nacionales laradio yel

    cine.

    El melodrama como

    esttica colectiva de identicacin integraenel nuevo orden cultural un concepto diferencial de

    las realidades comunicativas de estefin(fe siglo (pp.1 6 y

    ss.).

    El fenmeno, por otra parte sera

    extrapolable

    al

    Cono Sur pinsese en la ruptura

    de

    brecha

    de

    la narrativa

    de

    Manuel

    Puig con

    su serial de

    Vallejos;

    vasetambin,

    Jess Martn-Barbero

    y

    Sonia

    Muoz,

    coords..

    Televisin

    y

    m elodrama.

    Gneros y

    lecturas de

    la

    telenovela enColombia

    Bogot:

    Tercer Mundo, 1992,

    pp.

    14-ss.

    ' Cfr. Nstor Garca Canclini,Culturas

    hbridas.

    Estrategias

    para

    entrar

    y salir de la

    modernidad Mxico: Grijalbo,

    1990,

    p.l4.

    ' Cuando la periferia aborda al centro se produce una eclosin heterclita del pasado y el

    presente: Se puede hablar de una revolucin epistemolgica al tratar de contextualizar los

    nuevos conceptosque,sin

    descartar

    las

    experiencias culturales

    de

    la literatura (la gran Literatura

    del canon), conciben la modernidad a travs de dinmicas comunicativas, interpelativas y

    hermenuticas heterogneas entre los diferentes niveles de la cultura, desde el nuevo

    uncionanentosocial deritualesarcaicos, pasando poreldesbordamiento cultural de la poltica,

    hasta las multivalencias del video y la enorme repercusin del melodrama televisivo en la

    Amrica latina actual , Hermn Herlighaus y Monika Walter, Modemidad perifrica , en

    Postmodemidadenla periferia.Enfoques latinoamericanos de la nueva teora

    cultural

    Berl

    Langer Verlag,

    1994,pp.

    19-20. En efecto, lo ms caracterstico de esta nueva literatura es su

    formadeproyeccin,siempre desde el cdigopopular ms accesible, profimdamente investigado

    y sometido a una hbil estilizacin que testimonia sus

    fo nt s

    desde el cuerpo bajo con

    frecuencia festivo de la culturay da voz ala solemnidaddelpasado. Desplazadade todotipo

    deparadigmas,hayimplcitaen estaforma literariaunrevisionismo de la literatura delossetenta:

    dela fascinacinque para Pazel modernismo cultural vanguardista ofreci como compensacin

    a la precariedad histrico-social latinoamericana El

    ogro filantrpico

    Barcelona: BB, 1990,

    pp.33-36);

    contestacintambin al macondismo oidentificacin de la literatura latinoamericana

    con el vitalismo de lo real

    maravilloso

    y su

    satisfaccin de autocontemplacin en el espejo mtico.

    Salir, por tanto, de la inercia del Boom y su creatividad incombustible al desencanto, a la

    evocacin

    de un

    narcisismo domstico

    y

    contradictorio

    como

    metafsica

    de

    la alteridad.

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    cultura, literatura de los cuerpos clandestinos de la cultura, vida de una casa para la

    escritura, escritura fuera de la ley, fuera del cuerpo, de la voz y el lugar. Literaturas

    ccHifinadas por el archivo histrico a un no-lugar, a una falta de si tio , com o din a Derrida,

    para evitar que ocurrieran, que tuvieran lugar. Prisin, censura, anatema, excomunin,

    tortura, desaparicin, son las figuras d e una violencia que ha llevad o a tantos t exto s d e

    la cultura latinoamericana al exilio, la cancelacin y el silencio. El gran teatro de la arena

    postmodema, representacin de rep resentaciones, ha permitido s in emb argo que por fm

    ocurran

    La apertura del archivo mexicano

    La reescritura del mito indgena, la indagacin en la escritura de los org enes, una de

    las formulaciones bsicas de la fbula de identidad mexicana, empieza desde las

    primeras muestras del teatro contem porneo d el M x ic o que so br eviv e a la revolucin^.

    En la dcada de los cincuenta.

    La lea est verde

    de Celestino Gorostiza inscribe la

    pregunta de la identidad mexicana en la asuncin del malinchism o, en la automitificacin

    del sujeto histrico en un sernuevo . El gesto escnico quiere romper con el m alditismo

    del espejo roto de Quetzalcatl, reivindicando las pginas tapadas del archivo. Si el

    planteamiento conceptual reconciliacin con la herencia malinchista y celebracin

    heroica de Cuatmoc como smbolo de la iden tida d-su po ne un primer pa so h acia lo que

    ser el grave cuestionamiento de lo pro pio en lo s och enta, el p lanteamiento esc nico del

    mito es todava un asunto de especulacin en el marco de convenciones teatrales de la

    tradicin realista^. La indagacin del ser mexicano y su origen todava no se plantea

    Hago un parntesis con el teatro de la vanguardia, notablemente desconocido y de

    extraordinaria riqueza, pero ms centrado en la experimentacin teatral del manifiesto y la

    proclama, que en el ahondamiento de la propia imagen histrica o cultural como verdadera

    investigacin. Las primeras reflexiones agudas sobre la esttica del espejo em paado del ser

    mexicano datan de mediados de siglo.

    ' Conviene recordar de cara al desarrollo de este ensayo las reflexiones de Mieke Bal sobre

    la ceguera del cdigo realista;

    El textualismo promociona la construccin autoconsciente de la totalidad y,

    consecuentemente, la conciencia de su constructividad. El realismo , en su acepcin

    tradicional, proporciona una totalidad evidente en si misma que no es n i siquiera notada

    sino meramente asumida ( De-desciplining the Eye ,Critical Inquiry, vol. 16, n 3,

    primavera 1990, p. 509).

    Re prod uzco el original para su confrontacin: Textualism promotes the self-conscious

    construction of wholness, and henee the awamess of that constructedness. Realism as it is

    traditionally understood promotes a self-evident wholeness that is not even noticed but merely

    assumed .

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    como exigencia de un lenguaje capaz de representarlo. La reflexin en tomo al mito

    retrocede en este sentido an ms con otras muestras cercanas del teatro histrico de la

    poca. RodolfoUsigli caeprogresivamente ensus oronasen la explicacin teleolgica.

    Es la suya una concepcinOTganicistay liberal de la historia, de fidelidad al dato oficial

    y desde una visin armnica de la trayectoria m exicana sobre la superficie de un espejo

    conocido: el mito novomundista. orona efuego (19 60) refleja ya la tensin que

    supcxie elevar a tragedia el elemento am ericano y su lenguaje. La experiencia formal no

    supera el carcter de ceremonia de la consecucin y la mem oria histricas.

    En dichas piezas, en definitiva, la reescritura del m ito es todava anecdtica, apenas

    implicada en el modo de representacia Hay que entrar de lleno en la gran conversacin

    cultural de

    los

    sesenta para encontrar una aproximacin dram tica m s coherente con la

    lnea de Sabina Berman -ejemplo emblemtico de nuestro estudio para el momento

    finisecular con la obra de su maestro, Emilio Carballido. El da que se so ltaron los

    leones (1965) ahonda en un tema central en la dramaturgia de Emilio Carballido: la

    capacidad del sujeto para contestar al poder que mide su integridad como individuo, y

    los recursos de gnero chico, urbano y popular de que dispone este actante callejero.

    Directamente vinculada a dicha contestacin, surge la urgencia del presente, la defensa

    de una intensidad vital que no puede sacrificarse al recuerdo de lo previsible. La

    ancdota de la escapada de los leones de un zoolgico y toda la peripecia que

    desencadena sirven para desacreditar cualquier segmento de autoridad: el Estado, la

    religin, el sistema educativo, el orden social y la seguridad de tantas imgenes

    heredadas, la familia y la maternidad, la prensa, el herosmo como vinculante del

    colectivo social, emblemadeinvestiduras, espejo de todos. La ruptura con lo establecido

    se personaliza en la trayectoria de Ana, una mujer sexagenaria que ha vivido bajo el

    perm ane nte despotismo de su ta. En A na el sometimiento y la aquiescencia (hasta el

    lmite pat tico de su edad) han sido un modo de subsistir, de no turbar la superficie de

    las agu as. Su encuentro con el Hom bre (un personaje marginal por vocacin, poeta y

    vagabundo)le permiteconocer

    pea*

    primera vez en su vida una forma de resistencia. Con

    el peso de una vida perdida, Ana rechaza, sin embargo, el papel de vctima o la trampa

    de la autocompasin (frente al personaje de la Seora). Ana comprende la propia

    responsabilidad que tiene en su fracaso . Detrs del espejo, intuye que el destino es una

    eleccin y un

    riesgo,

    una acto

    de

    valor que

    lo

    gana todo en s m ismo. Desde ese m omento

    yanopuede volver a supasado,y se hace cmplice de la fuga de los leones, smbolo de

    la escapada de tantas imgenes canceladas, de la salida del cuerpo de la sombra y el

    silencio al que se ofrece, salvaje, sin mediaciones ni rejas, directo a los ojos:

    Ana.-

    No,

    no Adonde vamos?

    El Hombre.-

    No

    s.

    las calles

    Ana.- No es posible. Ni siquiera llegaramos. Y qu bamosahacer en las calles?

    El Hombre.- rugir hasta elfinal (p. 267)

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    Del desahogo de la primera audacia frente al espejo, al final de la pieza donde la opcin

    de

    Ana por

    el mundo

    verdaderamente libre de la ab igarrada cultura pop ular es ya lucha:

    Ana.-Ya llegarel da enque todos ustedesestn enjaulas mientrastodos losleones

    andemos sueltos,

    rugiendo

    por

    lascalles

    i

    Ya

    llegar

    elda

    (p. 270)

    Los mrgenes se toman reivindicativos para ordenar un nuevo rea de conocimiento.

    Carballido se vale del modelo brechtiano y un tono tragicmico como forma de

    representacin para un conflicto de tanta trascendencia como la ruptura de las

    mediaciones del orden de un mundo social. En las "Notas sobre una puesta de escena"

    que incluye la obra a manera de prlogo se advierte que "el escengrafo debe inventar

    trastos que sean enormemente elocuentes y sencillos" y "las luces deben ser exageradas,

    irreales, fuertemente coloridas y muy matizadas". Todos los discursos tienen su

    contrapimto irnico: desde las disciplinas del maestro y las consignas policiales, al

    planto de la novia del profesor o la retrica po tica del compaero de Ana. Se recurre

    confrecuenci

    a

    proyecciones en escena,

    como

    im m odo de extraamiento y narratividad

    y de cita de lo visible en lo visible. La msica (articulada en "solemnes" sinfonas)

    contribuye a la estilizacin pardica general jun to con la danza y el movimiento, entre

    el juego y

    el

    combate, como formas de materializar la subversin desenfadada o el caos

    inherente al poder y su com portamiento. Los animales hacen la funcin de personajes

    simblicos y traen a la lnea del teatro pico cierto aire de fbula: el misterio del gato,

    la elegancia artificial del cisne, los leones indomables. Como resultado, al espectador le

    queda el vrtigo de esa mezcla de entretenimiento y tensin que es el teatro entendido

    sin cuarta pared, el teatro como foro de las imgenes de lo popular o no

    institucionalizado. El legado ms importante de Carballido ser el de im m odo escnico

    de codificacin imprevisible, que exige la iniciativayla colaboracin del espectador para

    la integridad de la fbula.

    El siguiente

    paso de nuestro

    recorrido lo marca Sergio M agaa conLos Argonau tas

    (1967)*. La pieza de Magaa entra de lleno en la principal conversacin cultural de la

    La

    difcil distribucin del teatro latinoamericano nos obliga a "presentar" a un autor de la

    categora

    deMagaa,que no conoce

    la difusin

    de los

    narradores contemporneos

    de

    la

    modernidad

    mexicana

    Formado en la escuela de la

    UNAM,

    donde

    fue alumno

    de

    Rodolfo Usigli,

    al igual que Emilio Carballido, Luisa Josefina Hernndez, Hctor Mendoza y Jorge

    Ibargengoitia,en 1951fue descubierto por Salvador Novo, quiendirigi y montelestrenode

    Los signos del Zodiaco

    primer xito de crtica de Magaa. El dramaturgo de Michoacn ha

    desarrollado una larga carrera en colaboracin con Emilio Carballido, ha practicado la crtica

    teatral , el cuento y la novela, aunque su dedicacin prcticamente exclusiva es el teatro. Fue

    maestro clave de

    la Escuela

    de Arte

    Dramtico del INBA, tarea que compagin con la escritura

    y produccin de casi una treintena de

    piezas teatrales. En 1968 gana el premio "Manuel Eduardo

    Gorostiza"

    por

    su

    pieza

    os motivos del lobo

    del ao1965.Tras su ltima produccin teatral en

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    dcada delossesenta en Amrica Latina: la definicin de una identidad desde la revisin

    de los portavoces del discurso histrico y su suplantacin por la mirada familiar del

    mito.La polmica en tom o al ser latinoamericano ex ige de la literatura de estos aos la

    reivindicacin del mito avasallado -e l saqueo del Paraso, la revisin del pasado desde

    nuevos interrogantes (sincretismo cultural o genocidio?, agonas del postcolonialism o).

    Es el forcejeo equvoco entre cultura y esencia; se trata de elegir el icono: Calibn o

    Ariel?.

    Magaa toma postura en este contexto desde la risa de la cultura popu lar, desde

    la

    mirada oblicua de la stira , legitimidad del espejo que nos refleja para deformamos,

    asumida explcitamente desde la declaracin autorial:

    Usamos nuestro derecho a lalicencia literaria para convertir los acontecimientos

    histricos,siempre vagos ysubjetivos, en un hecho tea tra l concreto. Es decir, que de

    la historia, conjunto de datos falsos, hacemos una obra de arte, que es la nica verdad

    (p.

    8, el subrayado es mo).

    La p ieza sienta la autoridad de su voz en esta bsqueda del origen, defendiendo la

    imagen verbal de la realidad sobre la palabra del poder; por encima de la falsedad del

    acontecimiento, est la verdad de su representacin^ En escena, el empleo deetico de

    laluzconvocalosespacios al encuentro y la confrontacin; la participacin simultnea

    de

    personajes inconciliables (B emal, Carlos V , Moctezuma, Co rts, la M alinche) en un

    mism o cuadro, convierte el evento en debate.

    El hecho teatra l que enfrenta Los Argonautas es el de una vida privada de la

    conquista. Su cantor , Bem al, hbil jugla r entre burlas y veras, gua al pb lico como

    im Orfeo para el infiemo de nuestras incertidumbres:

    No sera

    difcil

    de

    dnde venimos;

    pero no puedo

    decir a

    qu.

    Eso es parte de la historia

    que aqu comienzay que yo nohabr de cerrar, porque todava la ignoro

    (p.

    10).

    La incertidumbre del cronista abre el ejercicio de la re-escritura*. Los Argonautas

    1984,Losenemigos,vuelve sobre el textodeLosA rgonautas,ahora rebautizado como orts

    y la Ma linche, sintetizando su tesis sobre la dualidad de la historia mexicana, como espejo

    indeciso. Muri en 1990.

    ' La tesis de Hayden White: la historia no esmenosuna forma deficcinque la novelauna

    forma de representacin histrica

    ( Tropics

    of Discourse , en The

    ontent

    of

    the

    Form,

    Baltimore,John opkinsUniversity

    Press,

    1988,

    p.

    122), adquiere implicaciones ms alldelo

    narrativo.

    Magaa es autor de unauto sacramentaltrucadoen comedia musical, que afna anmslos

    acordes de la herenciasoijuanina, titulado, significativamente.Elmundo que t heredas(1970).

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    saca a la luzelsecreto combate de deseos que fue la conquista de M xico. La ambicin

    sin escrpu los de C orts, el rencor que convierte al traidor en sujeto de pasin para la

    Malinche; un Jasn yunaMedea para sacrificio de "los hiperbreos". E l gran engao de

    la conqu ista de Mxico fue una promesa vaca a la que nunca podr renunciar. C orts

    introduce entre los subditos de Moctezuma el nuevo fetiche, la libertad, que l mism o

    no posee . El oro , ansiedad incontenible del conquistador, es smbolo de ese ideal en la

    vieja E uropa. C orts se vale de una palabra como estrategia de conquista. La libertad

    entra en un m undo donde no tiene forma y que asume su necesidad como destino:

    pero esto no acabaaqu,seprolonga,se ha prolongado siempre yvolverapasar hasta

    que

    como

    dijeron

    ellos-... la racial

    ignominia

    de los

    pueblos se

    canse",o

    hasta que

    el hombre aprenda que hayalgo msgrande que la libertad El derechoa

    tenerla

    (p.

    77).

    Magaa plantea las condiciones de una cultura para poder constituirse desde los

    propios esquem as de pertenencia. Las referencias s lo pueden volver a ser signadas de

    propia m ano si existe la oportunidad de un imaginario colec tivo'.

    En esta misma lnea de confrontacin con los iconos de la Historia , estrena en 1970

    Vicente Leero la pieza

    Compaero^.

    En esta obra. Leero encama el mito de la

    autoconfiontacin en la figura emblemtica de la revolucin cubana , Ernesto Guevara,

    convertido en alter-egodela conciencia latinoamericana de los sesenta, en v irtud de ima

    puesta en escenaquebusca reproducir la galena de espejos de los emblemas nacionales.

    El protag onista de Leero supone una tentativa de desmitificacin de la figura mtica

    popular, una denegacin de la consagracin histrica desde una propuesta escnica que

    aade al teatro poltico-documental caracterstico del mom ento, un contenido ontolg ico.

    Nos interesa especialmente en la trayectoria que pretendemos dibujar el tratamiento

    del espacio y los niveles diegticos. El escenario se divide en dos zonas significativas:

    '

    Cfr

    Benedict

    Anderson,Imagined

    C omm unities London-New York, (1983)

    1992;

    Cliford

    Geerlz,TheInterpretationof Cultures NewYork:Basic Books,Inc., 1973;James Clifford,The

    Predicament ofCulture. Twentieth CenturyEthnography Literature and

    Art

    Cambridg

    Harvard University Press, 1988.

    ""Leero esconocido fundamentalmenteporsu constante labor periodstica

    {Claudia

    Revista

    de revistadeExclsior subdireccin de la revistaProcesohastaelao

    85).

    Su labor novelstica

    comienza en los sesentas conLosalbailes quetodava atrapa la esteladelBoomalrecibir el

    premio Biblioteca Breve de Seix Barral en 1963 (en1969publica la versin teatral). Es autor

    de una docena denovelas,dos tomos decuentos, una autobiografa,yun librodememorias.Vivir

    del teatro a manera de Potica teatral. Su habilidad para manejar los recursos del guin

    cinematogrficoysus constantes reescrituras dramticas de primeros intentos novelsticos, lo

    convierten en un ejemplar exponente de la multiplicidad de cdigos del autor de la

    postmodemidad.

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    centro-fondo o "campodebatalla", el espacio ms dinmico, que evoca d istintos marcos

    del pasado, y el proscenio-izquierda, decorado realista de una escuela, foro donde se

    cuenta la historia

    de lo

    que som os, lugar de la confrontacin, encuentro de la conciencia

    con su doble. El empleo de la luz como de ixis activa o quita funcin a la incidencia del

    nivel del pasado. La tcnica de caracterizacin apoya tam bin la transicin entre niveles

    o su interferencia, como son simultneas las imgenes e impresiones en la corriente de

    conciencia.

    El monlogo del protagonista se diversifica mediante un complejo recurso de

    extraamiento. No slo el Comandante debate con otra versin de s mismo, sino que

    los personajes secundarios (la Maestra, el Poltico, el intelectual francs, el Capitn)

    participan tambin de su interaccin. Comandante y Comandante 2 son alternativas

    de una identidad, despliegue del espejo, en que el soldado mira al poltico, el

    revolucionario al idelogo, el hroe al hombre, el sacrificio a la coartada. Del acto

    primero al segundo ambos intercambian su

    dcxninio

    escnico en un juego d e papeles an

    de mayor ambigedad. No es tanto una tesis poltica lo que se beneficia del modo de

    rq)resentacin,comoun conflicto psicolgico: el cuestionamiento de nues tra capacidad

    de comprom iso para la causa del yo. El Com andante es vctima final de sus prop ios y

    defmitorios antagonismos.

    Si el anlisis y la refraccin privan sobre la crnica , se emplea no obstan te en la obra

    \m recurso fiel del teatro documental ya sealado por

    Zipes:

    las palabras actan como

    barmetrosdecontenido moral" . Encam ados en los distintos personaje, el discurso del

    poder,

    de

    la demagogia de la

    nacin,

    del ideal, del hombre de accin que defme pueb los,

    son retricas que cargan su ruido en la escena, que calibran su contrapimto. La

    indagacin de la figura histrica, que se sumerge sin peyorativos en lo profimdo de su

    imagen, ha actualizado la indagacin del ser. El grito final de "Victoria o muerte "

    implica am bos niveles de lectura: como Ju lia, la testigo, el pblico asiente al combate

    eterno, a la asuncin de las contradicciones.

    En este contexto de articular en la escena los vericuetos del espejo, aparece en la

    " Jack

    D.

    Zipes, "Documentary Drama in Germany: Mending the Circuit",The ermanic

    eview 42, n 1, enero 1967, pp. 49-62. Zipes sostiene la tesis de un teatro poltico

    autorreflexivo que debe exponer los resultados de la investigacin histrica del autor,

    significando el modo de representacin, no la cualidad. Heredero de Brecht, este discurso

    teatralemplea tcnicas ilusionistas de los modernos"mass-media" (grabaciones, altavoces, discos

    y pancartas, fotogramasycomentadores intentan ligar al pblico con la imagen alusiva de su

    propio

    contexto,

    en un"verse"

    implacable), creando escenas cortas

    y

    rpidas que culminan en la

    verificacin de la tesis. La estructura dramtica subyacente es el juicio; el dilogo discurre

    desposedo de metforas innecesarias, los smbolos se hacen concretos y se simplifican los

    enigmas, pero sobre todoloshechosnose establecen, se discuten, reiteran e interpretan con la

    novedad de constantesactualizaciones.Son todos rasgosineludibles del teatro de Vicente Leero.

    226

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    9/16

    espacio teatral mexicanode losaos ochenta SabinaBerman*^.Su primer planteam iento

    de

    teatro histrico a la caza del mito se centra en el pesado espejo del Norte que gravita

    sobre lo mexicano. El conflicto de

    Yankee

    se entreteje sobre los conceptos clave de

    gnero, raza , identidad y sujeto histrico. Bill, norteamericano, con un turbio p asado

    represor y a su vez victima, representa en la tesis de la obra la respuesta violenta

    implcita en el im perialismo norteamericano. Alberto, mexicano, indgena, intelectual,

    tiene

    una posicin dificil como sujeto

    desaber

    Es producto de im sincretismo de culturas

    que es ms bien un sistema de dispersin: A lberto ha perdido su modo fundamental de

    participacin en lo real (frente a Rosa), se cuestiona la validez de sus formas de

    conceptualizacin como escritor, la legitimidad de su forma de ver el mundo y , por ta nto ,

    la autenticidad de su discurso para representarlo.

    Frente a am bos hom bres, Rosa sugiere el instinto de lo materno, la necesidad de

    recuperar el origen. Jun to a ella, Bill intentar convertirse en un ser sin mem oria sin

    re tom o- , reducir toda trascendencia de un acto (incluso el crimen, la negacin del otro)

    a la impunidad del juego . Rosa supone para Bill recuperar el reconocimiento gratuito,

    sin

    necesidad

    de

    merecer, como cdigo madre-hijo. De cara a A lberto, Ro sa es el deseo

    y la tierra, la integracin, dependencia que paga con im sutil despotismo . El personaje

    de la m ujer o pera m s a un nivel m tico, frente a los protagonistas m asculinos y su

    funcin contextual e h istrica.

    La pieza desarrolla la tensin de esta relacin triangular dentro de un cdigo de

    suspense, de ocultam iento, que obliga al espectador a una hiperactividad interpretativa

    que le insine la inquietud del desenlace. Toda una serie de huellas y presencias tantean

    la sospecha de la amenaza que esconde la figura de Bill: la alusin al retrato de

    palabras desde la jerga po hcial, el manuscrito un tanto criptico de Alberto, las

    pesadillas de Bill (doblete prisionero-Alberto), la ambigua (por elem ental, por prim itiva)

    complicidad de Rosa y el Yankee, la agresividad dialctica del escritor incapaz de

    encontrarse en sus propias palab ras, el temor insuperable de ver a Bill con el nio de la

    pareja en brazos. La trama termina resolvindose en un ltimo cuadro de cierto

    reduccionismo poltico: Bill, devuelto

    al

    ingls, el lenguaje de la pesadilla, in tenta borrar

    con una splica intil la brutalidad de ese estallido irreprimible. Es una vctima

    condenada a sus m ismos gestos, a sus mismas traiciones.

    Berm an empieza por buscar un rostro a lo mexicano haciendo de la frontera un

    espejo. ste tipo deindagacin no tarda en comprom eter, en una tesis antigua pero ms

    inmediata,

    el

    sentido de las miradas. Su gran testimonio teatral viene desde el homenaje

    a Paz y la intemalizacin de la mirada sobre lo Mismo enguila o sol

    ' Dramaturga, actriz, poeta, cuentista, ensayista y guionista de cine y televisin, Sabina

    Berman

    es

    una de lasfigurasms interesantes

    de la

    nueva dramaturgia

    mexicana.

    Discipula de

    Paz

    y

    Carballido,

    sus textos dramticos

    recogen la tradicin escnica mexicana hasta

    sus

    ltimas

    consecuencias.

    7

  • 7/24/2019 guila o Sol de Sabina Berman. Archivo, Memoria y Re-Escritura

    10/16

    cuaderno de Berman

    guila o Sol(1984) de Sabina Berman parte de un cuestionamiento del mito de

    mayor profundidad respecto a la dramatrugia nacional que le precede. La obra de

    Berman constituye una experiencia teatral que asimie el mito como pregunta y modo de

    investigacin. Fundam entada en las relaciones indgenas recopiladas por Len-

    Pcxtilla, en

    guila o Sol

    Berman va a entrarenla conversacin cultural de lo que M artn

    Lienhard denomina literatura alternativa mediante la reescrtura de mitos de identidad

    cultura] acuados desde la conquista como procesos histricos hermticos que excluyen

    la v oz del vencido'^. La pieza de Berman es, por tan to, una forma de resistencia a los

    fenmenos de aculturacin y transculturacin coloniales y una propuesta desde la

    hibridacin cultural el mito del desconocido, el sin rostro, Quetzalcatl, puesto en

    escena (dadorepresentacinen sentido teatral y en trminos de identidad cultural) po r

    su prop ia esttica y modos de expresin, la nica forma conocida de su presencia.

    La investigacin de las formas de representatividad en la obra de Berman puede

    calificarse de arqueologa en elttulo que Michel Foucault da a la palabra: sistema que

    designa el tema general de una descripcin que interroga lo ya dicho al nivel de su

    existencia: de la funcin enunciativa que ejerce en l, de la formacin discursiva a que

    pertenece, del sistema general de archivo de que depende '''. El dominio de aparicin del

    mito se abre porque el archivo no es memoria, sino rgano activo, textualidad operan te

    del emmciado como acontecimiento'^. Infiel al intento de reconstruir los hechos

    (prlogo,

    p.225 ,

    guila o Solda voz al mito desde su archivo reproduciendo en escena

    sus condiciones de realidad '*.

    El planteamiento tcnico fundamental de la pieza consiste en conocer a fondo la

    morfologa del mito y sus smbolos depurados de las mediaciones discursivas que los

    aculturalizan para garantizar en la escena la supervivencia consciente de su poder de

    representacin, de la identidad que denotaiL guilao Solexplota la teatralidad entendida

    en sentido bartheano como conciencia de espesor de signos frente a la monodia

    literaria. En esta prctica de escritura teatra l, todas las formas dram ticas constituyen lo

    que Arme Ubersfeld llama matrices textuales de representatividad : los recursos del

    teatro callejero (cm icos, mscaras , muecones, guio l), de las danzas de la culebra y

    de las representaciones de la Crucifixin en Semana Santa, el registro del corrido, el

    coro,

    el canto plaidero, el tono, la concepcin del espacio y del rito a la manera de los

    cdices p recolombinos y coloniales, el espejo com o estructura de la visin interna. Se

    Martn Lienhard,

    La voz y su huella,

    Lima: Editorial Horizonte, 1992.

    *Michel Foucault,La arqueologa delsaber Siglo XXI editores, 1970 , p. 22 3.

    ibdem,p . 220.

    *Todas las citas siguen la edicin de Sabina Berman,

    guila o Sol, Teatro,

    Mxico: Editores

    M exicanos Unidos, 1984, pp. 223-265.

    228

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    puede considerarestelepertono como conjunto de didascalias embebidas que tejen tex to,

    o bien textualidad de valor didasclico, en la medida que informa de una identidad y

    gestualidad esenciales, que se recuperan inventadas por una construccin cultural

    legitimada. El espacio del autor (acotacin) y el espacio del personaje (dilogo) se

    fusionan en un texto teatra l donde la nica enunciacin es la epifana del mito vencido.

    Este archivo o palim psesto hace

    de

    guila o Sol

    una gran didascalia documental desde

    el momento en que las formas de expresin escogidas designan ~en palabras de

    Ube rsfe ld - un contexto de comunicacin clave, unas condiciones concretas del uso

    de lapalabra :la pragmtica de los smbolos de un mimdo perdido, convocado camino

    a su

    oscuridad.

    La m irada de esta pseudocrnica pretende destacar la voz que no se oa

    por un proceso de intimacin entre instrumentos diferentes al hecho teatral: el signo

    textual se forja en la informacin proxmica que proporciona el archivo. Se trata de

    hacer de la parte contextual del texto fundacin de identidades culturales el texto

    mismo fundacin de discurso. Dialogizar en la esentura teatral la prctica de su

    representacin que, por su carcter simblico, provoca ima superposicin histrica y

    mtica.

    guila o Soles en este sentido de sincrona de tiempos una experiencia deteatro

    inmediato tal y como la defme Peter Brook'*:

    Una

    representacin

    es el periodo detiempo en que algo se representa, en que algo del

    pasado se muestra de nuevo, en que es ahora algo que fue. La representacin no es

    imitacin o descripcin de un acontecimiento pasado. La representacin niega el

    tiempo, anula esa diferencia entre el

    ayer y

    el

    hoy.

    Toma la accin

    de

    ayer

    y la

    revive

    en cada uno de sus aspectos, incluyendo su inmediacin. En otras palabras, la

    representacin es lo que alegaser:hacedora

    de

    presente.

    Desde la perspectiva

    d performan ce,

    la representacin final de la obra dar vida a un

    mensaje verbal que figura al interior de su sistema y q ue a su vez contiene una materia

    de expres in propia (formaciones discursivas de cdices textos fimdacionales y

    cultura popular del mestizaje) voz genuina del otro. En la posibilidad de ese encuen tro

    de lo quefue con lo que es se convoca una ausencia m tica. Todos los cdigos llamados

    a escena logran as dar rostro a lo incognoscible, crean el sm bolo para la huida, pa ra el

    mito del destino mexicano como mundo

    que

    maana ya no ser guila o Sol,p.239).

    Roberto Gonzlez Echevarra ha sealado en relacin a la narrativa latinoamericana

    contempornea la obsesin textual por elarchivo como mito moderno basado en una

    forma del comienzo, como espacio metaficcional desde el que poder comenzar a

    Ann Ubersfeld,

    emitica

    teatral Madrid:

    Ctedra/ Universidad

    de

    Murcia, 1989,

    p.

    17.

    *

    PeterBrook El

    espacio

    vaco,Barcelona:Nexos,1968,p.187,el subrayado

    es

    mo.

    229

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    articular'^.

    guila o Sol

    es una ficcin archival en un sentdo distinto y tan profindo

    ccxnola mediacin discursiva llamada a provocar la altedad, g esto fimdac iona l de ob ras

    como iena os de soledadoLos pasos perdidos estudiadas po r Echevarra. La ob ra

    deBerman no media con el archivo sino que loinscribeen su texto a travs del cdice

    incorporado como documento de este discurso en el margen, como monum ento (dira

    Foucault) de su historia, de su genealoga perdida. Se trata de recuperar el primigenio

    sen tido archivista de la escritura indgena, asumiendo su modo de significacin.

    Martn Lienhard~ ha descrito este comportamiento textu al del cdice como dar voz a

    la palab ra viva , que entiende la escritura como puesta en escena , como suplem ento

    de la memoria oral o instrumento mnemotcnico del discurso lrico e histrico.

    Encausada en la dialctica oralidad/escrtura, en el canto de la pintura. guila o Sol

    respira como un poderoso cuerpo sonoro la actitud reflexiva del cdice.

    Slo la escritura recuperada de los orgenes y sus ndices de representacin

    actualizados pueden encamar la presencia mtica por p rop ia voz, defendiendo la imagen

    verbal de la realidad sobre la palabra del poder; por encima de la falsedad del

    accmtecimiento, la verdaddesu representacin. La v ida como breve sueo que no p uede

    permanecer, el mundo que se acaba entre prodigios (p. 230) es el sometimiento a

    Quetzalcatl, escritocomo unestigma eneldestino mexicano. Mundo en huida, el cdice

    aparece

    como

    garante de su presente mtico, de sus condiciones de realidad . Ap orta a

    la pieza formas de representacin acstica, visual y kinsica privilegiadas en la figura

    pausad a de M octezuma, que junto a su corte de mago s, hombre tigre y de dos cab ezas

    infiltran una iconografa emblemtica en el texto dramtico. Estn tambin presentes en

    la grandeza pica del prncipe Patlahuatzin cuyo estilo es de una firma valorativa y

    tem po ral del pasad o, pero que impUca al espectador en el mundo de los inicios, en la

    tragedia de sus cimas; Patlahuatzin es el hroe de la vergenza que en su estilo ritual

    transfiere la experienciade l prdida a la categora consagrada de la epopeya. Lo pico,

    recordemos, acoge un valor especfico en la cultura de un pueblo para Bajtn^': el

    hallazgo del pasado absoluto; la forma epopyica atestigua el comienzo. El texto de

    Berman em pieza as a colaborar en la fimdacin de identidades.

    Moctezuma y Patlahuatzin son una forma de escritura a travs de imgenes .

    Ideogramas del enigma de una identidad, semejan transposiciones a escena de la

    pictografa de los cdices mexicanos.

    guila o Sol

    responde a este concepto de idioma

    Roberto Gonzlez Echevarra,

    Myth and Archive. A Theory of Latn American Narrative

    Cam brdge University Press, 19 80, pp . 17

    -18.

    ^ Martn Lienhard,op. cit. p. 34 yp.47.

    ^' Mijail Bajtn, Teora y esttica de la novela Madrid: Taurus, 1989, p. 460.

    23

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    dibujado

    de

    extraordinaria capacidad simblica, como recuerda Luis Reyes Garca^ en

    relacin a los libros sagrados mexicanos, estudiados como corpus indamental de la

    literatura mexicana por Len Portilla en su reciente

    Literaturas indgenasdeMxico.

    Esta investidura glifica

    de

    guila o Solsupone una tecnifcacin en la pieza de los

    ideogramas originales, es

    decir se los

    evoca para llamar la atencin sob re s mism os, son

    una cita deliberada con el fin determinante de hacer de su carcter emblemtico

    subrayado una revelacin.

    Es sta la insistencia de recursos escnicos como los mencionados en el cuadro El

    encu entro : En la puesta original, los invitados sugeran la canoa slo con dos palos

    movidos

    como remos

    y desplazndose al girar sobre los talones (p. 234) , los enviados

    miman la carrera en un mismo sitio (p. 237), o ms adelante, la dinmica del cuadro

    Das funestos : En tomo a Moctezuma se han parado hombres y mujeres. Empiezan

    a girar sobre sus ejes, lentamente, los brazos extendidos (p. 239). Es tambin el caso

    de la asombrosa escena de la matanza de Cholula para la que se indica: El caballo se

    desarma en

    jinete y dos

    hombres armados

    devaras.

    Cada cual se va contra un cholulteca.

    Estos quedan inertes en el suelo. Caballo y jinete se reintegran (p. 247). Cuadros que

    se explican como la transferencia escnica de la visin espacial de la lmina codificada,

    la sugerencia de agregacin, de abatimiento de planos, de paisaje sin espacio

    contrapuesto al estilo europeo perceptual, unificado y de composicin focal, como

    distingue Xavier Nguez en su estudio de los libros aztecas^^.guila o Solexplota los

    recursos dramticos en esta lnea de conceptualizacn de un estilo grfico: el cdice es

    una voz al interior

    del

    texto que a su vez

    es

    una presencia al interior de la represen tacin.

    Los espacios entre estos dominios se aprovechan como incidencias picas, como

    extraamiento o enajenacin crtica. Es una forma de narracin al interior de las

    instancias diegticas que ahonda en la actitud de los narradores explcitos que mcorpora

    la pieza. El resultado supone una invocacin de la aventura brechtiana desde la

    investigacin arqueolgica, una forma absoluta pero sutil de la presencia autorial

    encubrimiento de la palabra

    delyo

    por la palabra del

    otr^ .

    El cdice es adems estructura, arquitectura bsica de la pieza en un sentido

    analgico : la divisin en cuadros evoca el predominio de la forma biom bo en el

    formato de los cdices mexicanos; en todo momento resume el nmero de los actores

    y de lo s hechos, a la manera de los cdices precolombinos y coloniales (prlogo, p .

    225).De igual modo, el sentido de simultaneidad y conjuncin sincrnica en la pieza

    Marten

    Jansen,

    Ferdinand

    Anders, uis Reyes

    Garca

    y

    Xavier

    Noguez,

    Libros sagrados

    del Mxico

    Antiguo ,

    La GacetadelFondo de ultura

    Econmica,

    n246,

    Mxico, Junio 1991,

    pp.

    2-4,20-26,45-50.

    op.cit.

    p.48.

    Ubersfeld, o;?, c/f., p.18.

    231

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    parece inspirado en el patrn de lectura del cdice mexica que avanza a manera de

    bustrfedcMi ( a semejanza de los surcos que trazan los bueyes arando ; alternancia

    de sentidosverticalesy horizontales) y que dan una perspectiva de concepcin escnica

    al

    espectador apuntando

    a una

    posicin descodificadora significante. La conjuncin de

    imagen y palabra est ya prevista en la evolucin de los cdices del siglo XVI y su

    llamado proceso de vietizacin ^^. Lo que hace de estos recursos poderosos signos

    teatrales es precisamente que estn enfatizados manteniendo una distancia que permita

    al espectador identificar su gesto y actitud social y cultural en sentido brechtiano. Son

    transposiciones dramticas que sealan constantemente su origen, smbolos que

    descansan en s mismos ^^

    Los va cos picos son la oportunidad del espectador para corregir la mirada en el

    espejo de Moctezuma, para recuperar el manto entregado de Quetzalcatl. Carlos

    Fuentes recuerda en Tiempo

    mexicano^

    el mito de la cada del dios que marca al ser

    mexicano; el dios que al preguntarse qu es mi cuerpo? queda preso del terror de s

    mismo:

    Qu es mi cuerpo?, pregunt con asombro Quetzalcatl. Entonces Tezcatlipoca le

    ofreci el espejo a Quetzalcatl, que desconoca la existencia de su apariencia, y la

    serpiente de plumas se mir sinti gran

    miedo y gran vergenza:

    Si

    mis

    vasallos me

    viesen -dijo- huiran lejos de m . Presa de terror de s mismo del terror de su

    apariencia Quetzalcatl, esa noche bebiyfornic. Al da siguiente huy, hacia el

    oriente,

    hacia el

    mar.Dijo

    que el

    sol lo llamaba. Dijeron que regresara: por

    el

    Oriente,

    por

    el mar.

    Quetzalcatl

    se

    fue sin saber

    que

    haba sido el protagonista simultneo de

    la creacin y de la cada. Sembr, en la tierra, el maz: pero en las almas de los

    mexicanos sembr una infinita sospecha circular.

    En palabras

    de Fuentes, Quetzalcatl rompe la fatalidad de la

    mscara

    y en la espera

    de su regreso se convierte en un principio de unin de libertad original ^. En el

    cuadro Los presagios de guilaoSol,ilustrado por la lmina del cdice florentino,

    Moctezuma usurpa esa promesa de unin, mirndose en los ojos de un destino

    desconocido. La ansiedad del encuentro equivoc al mexica.guila

    o Sol

    reivindica la

    necesidad mayor que nunca del mito de Quetzalcatl, la lucha por la apariencia.

    Quetzalcatl

    es una

    revisin

    de

    Narcisopuesdeseacontemplarse como, en expresin de

    ' 'F.Anders,

    op.

    cit. p.20.

    Nguez,

    op.

    cit. p.49.

    Parafi-aseando

    a FurioJesi,

    L iteratura y

    M ito Barcelona:

    Barral Editores,

    1972,p.

    20.

    ^ Carlos Fuentes,

    Tiempo

    mexicano Mxico: Joaqun Mortiz,1971,p.17.

    ibidem

    p.

    22.

    3

  • 7/24/2019 guila o Sol de Sabina Berman. Archivo, Memoria y Re-Escritura

    15/16

    Villaumitia, ste hubiera querido: desde el agua hacia afuera . Como Fuentes exp lica.

    Corts destruy el tiempo y el espacio inventados para recibir esa mirada desde el

    interior elespejo.guila o Sol

    es

    fin lmente

    a convocacin circular de aquel momento:

    Quetzalcatl, el encuentro en el mito con el dios son palabras de Fuentes caido

    porque cre a la criatu ra '.

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