A HOMBROS DE GIGANTES - Robert K. Merton

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A HOMBROS DE GIGANTES Robert K. MertonEn éste divertidísimo compendio de erudición Merton extrae diversos temas de interés parala Sociología del Conocimiento y la Sociología de la Ciencia, que vienen muy bien enumerados enel epílogo de Denis Donoghue.Acompañándolo de una serie de digresiones, como el mismo autor nos indica, a la manerashandiana, Merton va tras la autoría o el origen del aforismo de los enanos y los gigantes que sehizo popular en la voz (debería decir la letra) de Newton en una carta a otro famoso científico,Hooke, con el que mantenía ciertas disputas acerca de ciertos descubrimientos, temas comunesentre los científicos y los intelectuales por lo visto desde tiempos remotos. En fin, el resultado,aunque por momentos se nos mantuvo en la posibilidad de imaginar que el aforismo era másantiguo (o debería decir más joven) de un autor llamado Prisciano, no recuerdo exactamente perocreo que del siglo VI d.c., se queda en Bernard de Chartres siglo XII pero con la aseveración “por supuesto” de que el tal aforismo ya era conocido en el momento en que el autor lo recogía en su obra

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  • Robert K. Merton A HOMBROS DE 6I6ANTES

    POSTDATA SHANDIANA

    Con un eplogo de Denis Donoghue y un prlogo del autor

    Traduccin de Enrique Murillo

  • Ttulo original ingls: On the Shoulders of Giants.Copyright 1965 by Robert K. Merton.Copyright 1965 by The Free Press, A Division of Macmillan Publishing Co., Inc.

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las Leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Cubierta de Jordi Fornas.

    Primera edicin: enero de 1990. de esta edicin (incluidos la traduccin y el diseo de la cubierta: Edicions 62 s/a., Provena 278, 08008-Barcelona.

    Impreso en Limpergraf s/a., calle del Ro 17, Nave 3, Ripollet. Depsito Legal: B. 38.977-1989.ISBN: 84-297-30214.

  • Para los tres efabies Stephanie Robert C.

    Vanessay

    sas quince inefables

  • fPlS. f: iff?

    *7 f fi *Vo3A e &M*r i. **i'4*eak#e. y ., V te J'po* -*1u T i > f i f / ' * r * r * j ^ * >' \ i t f ^ * :_ I . -y Z _ j * L c.- * ~ r * t ^ - f j r t t * * , e ^ *~ t * / - - * " ,

    - - w A * * f V f ~ r t vX - Z 1L*

  • Nota explicativa del traductor alemn de este libro, basada en un comentario que le fue solicitado al autor: Tal como usted supona, la dedicatoria est dirigida, en efecto, a mis tres hijos, dispuestos por orden de edad, y tambin, cosa que no era tan fcil de suponer, a sus quince gatos (y no, como infiri usted, comprensiblemente, a quince nietos mos). La alusin resulta muy fcil de captar para mis ntimos. De todos modos, los dems pueden encontrar una clave en la antinomia "los tres efables... y sus quince inefables", pues estos adjetivos emparejados son, naturalmente, un eco del poema "The Naming of Cats, de T. S. Eliot, incluido en su inolvidable Old Possums Book of Practical Cats (Hartcourt, Brace & World, Inc., 1967, vigesimoprimera edicin), que fue ledo sucesiva y frecuentemente por cada uno de los tres efables. Otra clave la proporciona mi confesin, en la nota a la pgina 86, de que, al alcanzar la mediana edad, me convert en un "inveterado ailu- rfilo.Quiero ahora, de pasada, confesar que acu el tan necesa

    rio trmino de ailurophile para designar, con un lenguaje marcadamente cientfico, lo que los profanos describen con la expresin compuesta cat-lover [amante de los gatos].1 Aunque no pretendo ni por un momento afirmar que el Oxford English Dictionary tiene prejuicios en contra de ese conocido cuadrpedo carnvoro (Felis Domesticus), domesticado desde la Antigedad, que se utiliza para cazar ratones y como animal de compaa, debo informar que el Suplement de ese mismo diccionario correspondiente a 1972 incluye los vocablos ailu- rophobia (miedo enfermizo a los gatos) y ailurophobe (persona que padece esa enfermedad), pero no contiene ni una sola mencin del trmino que con tanto cario acu: ailurophile

    1. Tal como ocurre en este caso, he aadido la traduccin de ciertos trminos ingleses entre corchetes, cuando as me lo exiga el texto original y me he permitido algunos comentarios que asimismo se indicarn entre corchetes. (N- del t,)

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  • (como tampoco de su obvio derivado, ailurophilia), Es posible que el poco menos que omnisciente director del Simplement, que me inspira la mayor de las consideraciones, no haya ojeado todava A hombros de gigantes?

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  • Prlogo a la edicin vicenal

    La primera edicin de este epistolario no lleva prlogo, y hay inmejorables razones para que as sea. Las cartas carecen por lo general de prlogo (aunque algunos colegas lejanos se quejan de que las mas, frecuentemente, lo lleven). No obstante, mi editor me informa de que la aparicin de esta nueva edicin me impone claramente el deber de escribir un prlogo en donde he de contar algunas cosas acerca de lo que, ante mi sorpresa, se ha convertido en un libro triplemente editado. Acepto no tanto por conviccin como por obediencia. Pero puedo, al menos, ser misericordiosamente breve.El subttulo aclaratorio es un indicador que seala hacia el

    antepasado que determin este prdigo hijo de mi parto de ingenio, que ya se aproxima a la madurez, Al reconstruir en este momento sus orgenes, he recordado que adopt para escribirlo el Mtodo Shandiano de composicin, un mtodo no lineal, que avanza retrocediendo, y al mismo tiempo se me ha ocurrido que esta forma abierta se asemeja al curso seguido por la historia en general, por la historia de las ideas en particular y, en cierto sentido, tambin por la investigacin cientfica. Para alguien que es, como me ocurre a m, un adicto de toda la vida de The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman, esta compleja hiptesis tena por fuerza que traerle a la memoria la exposicin grfica, incluida en el Captulo XL del Libro vi, de las trayectorias excntricas que seguan los cuatro primeros, e innovadores, libros de la obra, cuyo curso es exactamente ste:

    El lector diligente del presente libro puede, retrospectivamente, hacer un intento de trazar el mapa de su divagante cur-

    l

  • so por el mismo procedimiento; yo no me atrevo a hacerlo. Pero puedo dar testimonio de que, en cuanto tom la decisin de seguir el complicado curso del aforismo comnmente atribuido a Newton si he llegado a ver ms lejos, fue encaramndome a hombros de gigantes, la pauta temporal qued establecida con absoluta claridad: tanto la historia del aforismo como mi historia de esa historia tendran que avanzar y retroceder en el tiempo social, del mismo modo que iban a entrelazarse el tiempo particular del autor y el del lector. Tal como observ correctamente el penetrante historigrafo Siegfried Kracauer,1 A hombros de gigantes (por abreviar, OTSOG [del ttulo en ingls: On the Shoulders of Giants']), en su rastreo de los constantes altibajos de la historia del aforismo, se fija tanto en las discontinuidades como en las continuidades. Hacindolo as, nos permite comprender que la historia es contingente. Y es por eso que la historia de OTSOG nos proporciona indicaciones no slo de lo que s ocurri, sino tambin de lo que no lleg a ocurrir a lo largo de su fiel relato. Sin embargo, tengo que aadir, con la mayor sinceridad del mundo, que muchos eruditos, porque son incapaces de comprender que la interpretacin histrica tiene que asumir por fuerza esta clase de experimentacin intelectual, estigmatizarn la concepcin otsogiana con el calificativo de simple inmoderacin antiobjetiva.Permtaseme tambin que confiese que esta historiografa

    otsogiana no fue exclusivamente producto de la planificacin. Slo cuando la investigacin de los viajes y aventuras del aforismo newtoniano se hallaba bastante avanzada descubr que estaba pensando y escribiendo con el estado de nimo caracterstico de Shandy, y que este estado estaba siendo constantemente reforzado por todo aquello que, de forma tan casual como afortunada, iba encontrndome por el camino. Solamente en el tardo instante en que hice este descubrimiento, y a fin de darme a m mismo una leccin, record el fragmento cannico del Estilo Shandiano;

    Que de todas las diversas formas de comenzar un libro que se practican actualmente a lo largo y ancho del mundo

    1. Insinuado en su publicacin postuma History: The Last Things' Before the Last (Nueva York: Oxford University Press, 1969), pp. 189- 190, y dicho ms directamente en una carta fechada el 16 de marzo de 1966, cuyo recuerdo permanece muy vivo en la: memoria de su receptor,

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  • conocido, estoy seguro de que mi propia forma de hacerlo es la mejor. Y s que es tambin la ms religiosa, pues empiezo escribiendo la primera frase, para despus confiar en que Dios Todopoderoso me ayude a escribir la segunda (Libro vm, Captulo i i ).

    Se haba producido un caso evidente de criptomnesia pues, durante un breve momento de epifana joyceana, cre de hecho que yo haba sido el descubridor aunque no, desde luego, el inventor de este mtodo. Fue un notable alivio que de esa manera pudiese volver a recobrar el juicio.Esta sincopada sinopsis del Mtodo Shandiano, un mtodo

    que no es un mtodo, ha tenido naturalmente reverberaciones posteriores a su primera formulacin, especialmente en nuestra poca. Pongo como ejemplos solamente a Forster, Gide y Claudel, que limitan sus reflexiones acerca del proceso creador a su funcionamiento en el campo de las artes. As, me parece evidente que Forster estaba poniendo en prctica el Mtodo Shandiano, en forma de parbola, cuando se refiri a esa anciana dama de la ancdota que exclam: cmo puedo decir lo que estoy pensando antes de ver lo que digo?.sta es, por supuesto, una muestra de la doctrina shan-

    diana en su ms alto grado de pureza, y perteneciente al mismo tipo que el adoptado a todo lo largo de este librito. Pero no hay por qu limitar su trascendencia a las artes. Tal como afirm firmemente hace casi veinte aos siendo sin duda beneficiario de una miscelnea de intuiciones shandianas, la labor de las ciencias avanza en general siguiendo una pauta inexorablemente lineal. Como tiene relacin con gran parte de lo que sigue en este libro, proporcionar a continuacin un fragmento tomado de Social Theory and Social Structure (1968), pues, en lugar del siempre arriesgado rodeo de la parfrasis, prefiero dar una cita selecta y comprimida; en esa obra me refera a

    esa tremenda diferencia que media entre las versiones acabadas de la obra cientfica, tal como aparecen una vez impresas, y el verdadero curso de la investigacin seguido por el investigador. La diferencia se parece un poco a la que media entre los libros de texto que tratan de los mtodos cientficos, y los verdaderos modos de pensar, sentir y realizar su trabajo utilizados por los cientficos. Los libros que hablan de mtodos presentan patrones ideales: cmo deberan pensar, sentir

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  • y actuar los cientficos; pero estas pulcras pautas normativas, como bien sabe todo el que ha emprendido esta clase de investigaciones, no reproducen las adaptaciones, tpicamente chapuceras e igualmente oportunistas, llevadas a cabo por los cientficos en el curso de sus investigaciones. Es tpico que los artculos o monografas cientficos presenten un aspecto inmaculado que reproduce slo en escasa o incluso nula medida los saltos intuitivos, los arranques en falso, los errores, los cabos sueltos y los felices accidentes que salpicaron la investigacin de cabo a rabo (p. 4).2

    Para que este prlogo proporcione un contexto personal, inaccesible por otros procedimientos, a las pginas que siguen, no puedo abandonar aqu esta cuestin. Pues slo ahora, tras muchos aos de discontinuidad, comprendo que lo esencial de esta idea ya apareca en mi disertacin doctoral de hace casi medio siglo, formulada con estas palabras :

    ... las teoras y leyes cientficas son presentadas de forma rigurosamente lgica y "cientfica" (de acuerdo con las reglas demostrativas de cada poca) y no en el orden en el cual se lleg a concebir la teora o la ley. Esto equivale a decir que, mucho despus de que la teora haya sido calificada de aceptable por el cientfico de acuerdo con su experiencia privada, ese cientfico se ve obligado a crear una prueba o demostracin de acuerdo con el canon aprobado de verificacin cientfica vigente en la cultura en la que trabaja. Tal como ha sealado Poincar, los ms importantes descubrimientos cientficos fueron adivinados antes de haber sido demostrados. Pero la intuicin, aunque sea un poderoso instrumento de invencin, no es jams base suficiente para que una doctrina quede incorporada a la ciencia. La demostracin sigue siendo necesaria (pp. 220-221 ).3

    2. Como no estaba a mi alcance el Tercer Programa de la BBC, y como no soy suscriptor de su revista The Listener, yo ignoraba que, alrededor de cinco aos antes, mi posteriormente buen amigo Peter Me- dawar haba hecho unas observaciones muy parecidas en su charla radiofnica Is the scientific paper a fraud? (publicada luego en The Listener del 12 de septiembre de 1963). Pero, claro est, tal como atestiguan ampliamente las pginas de este libro, el plagio anticipado es un fenmeno corrientsimo en la historia de la ciencia y del saber.3. Esa disertacin de 1938, Science, Technology and. Society in S-

    venteenth-Century England, ha sido reeditada de vez en cuando; la ms

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  • Dicho en otras y ms compactas palabras, el truco ms difcil del arte y la artesana cientficos consiste en ejercer la disciplina sin dejar por ello de obedecer al propio daimn; y ste es un tema subyacente de este libro que ser fcilmente identificado por el lector atento. Hay otros temas mayores y menores, ms accesibles incluso, que no requieren aqu una mencin explcita. Debera subrayar, no obstante, que este libro proporciona una verdadera nosografa y materia mdica de ciertas afecciones claramente identificadas, y cuya presencia entre eruditos y cientficos es endmica: adivinacionismo denigratorio (o la costumbre de encontrar en pocas remotas presuntas anticipaciones de ideas o hallazgos recin descubiertos en el presente); el correlativo sndrome anatpico o palimpsstico (encubrir las versiones ms antiguas de una idea por el mtodo consistente en adjudicrselas a un autor relativamente reciente en cuya obra se encontr esa idea por vez primera); la criptomnesia honesta (recuerdo sumergido o subliminal de acontecimientos olvidados por el yo supraliminal, como cuando se olvida la fuente de una idea que uno toma por nueva y propia); el idiolectismo [grimgribber] 4 oscurantista (el arte de la invencin de jergas especializadas); insanabile scribendi cacoethes (la tormentosa comezn de publicar, afeccin que slo se remedia garabateando palabras en una hoja de papel); el humillado complejo de Parvus, o enanismo (disminuir los mritos eruditos de la propia obra contrastndola ambiciosamente con la enorme obra realizada por los gigantes de la ciencia y del saber); la peregrinosis provinciana (temor subliminal a la erudicin extranjera); y, por no extender ms esta lista preliminar, el tu quoque (t tambin) defensivo, identificado por primera vez en el siglo xvn, que aqu se relaciona especficamente con la costumbre de hacer frente a una acusacin de plagio replicando que tambin el acusador ha cometido plagios. Desde la primera hasta la ltima pgina, el mdico del alma confa en que, diagnosticando de este modo la afeccin, se da un primer paso hacia la profilaxis o curacin.

    reciente reedicin en tapa dura fue la de Howard Fertig, Inc., y en libro de bolsillo la de Humanities Press.4. A veces, como aqu, he credo conveniente dar entre corchetes el

    trmino usado en el original ingls, por ejemplo en ocasiones como sta, en donde se trata de un trmino tcnico, o jocosamente tcnico. (N. del t.)

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  • Diagnosticada desde hace mucho tiempo por ese maestro de observadores del siglo xvm que fue Richard Steele, gracias a Lecturas excesivas y escasa Comprensin, la enfermedad endmica de los eruditos que se conoce con el nombre de pedantera no requiere diagnsticos adicionales, pues su transparente y rida arrogancia carente de fundamento, se satiriza, castiga y, en ltimo trmino, ennoblece a s misma al rendir tcito tributo a esa otra erudicin, la autntica, en la que a la pasin del aficionado por el saber se aade el compromiso del profesional con una disciplina rigurosa y fundamentada.Hablar aqu de otros temas del libro sera una usurpacin

    y casi un acto subversivo. Pero es aconsejable aadir una palabra ms sobre su tono. Sin leer excesivamente entre lneas este libro, cosa que supondra cargarlo con un exceso de interpretacin, quiero referirme una vez ms al modo shandiano que lo anima, y propongo aqu que se le otorgue el lugar que le corresponde desde el punto de vista sintctico, a la misma altura que los modos indicativo, subjuntivo e imperativo. (A los cuales, por supuesto, hay que aadir tambin el modo por-supuesto, tai como descubrir muy pronto el lector atento.)Es evidente que el Modo Shandiano exige la adopcin de

    una perspectiva cmica para contemplar los asuntos serios. De acuerdo con este modo, y a pesar de las apariencias, lo verdaderamente cmico est muy alejado de lo simplemente frvolo. Trasciende de largo el simple chiste. sta es, naturalmente, una pretensin que dista mucho de ser radical. Es bien sabido que ha habido numerosos escritores en el amplio campo que va desde, por ejemplo, Aristteles, hasta, por ejemplo, Eider, Olson que ya han percibido todo esto antes que yo. Auden exager la nota, sin duda, en su obiter dictum: slo se puede ser serio con la comedia. Pero tiene toda la razn cuando suma su voz a la de Cassirer y otros, y reconoce el carcter liberador de lo cmico. Acerca de este tema y sus diversas variaciones, quiero elegir una luminosa frase del memorable Essay on Man (1953) de Ernst Cassirer, para librar as al lector de similares observaciones hechas por otros autores. En una obra cmica, escribe Cassirer, las cosas y los acontecimientos empiezan a perder su peso material; la burla se disuelve en la risa, y la risa es liberacin. Cassirer dice aqu, sin duda, una verdad, De qu sirve, si no, el Tristram Shandy? Pero para reconocerle todas sus virtudes al sentido de lo cmico hay que aadir a esa verdad esttica y psicolgica otra verdad,

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  • sociolgica, segn la cual los libros cmicos se enfrentan, con tolerada irreverencia, a la irona inherente a las formas social- mente establecidas del pensar, sentir y actuar. Y esto, a su vez, nos recuerda que no es en absoluto cierto que todo lo que es est bien, o, si vamos a eso, que est mal. Lo que importa, en todo caso, es que todo lo que es, es posible.Por motivos que se irn haciendo gradualmente ms evi

    dentes, este libro carece de un ndice de contenidos. Pero, hacia el final, propone un glosario Otsogal, y, en su final mismo, un Nomencltor o A modo de ndice, primero de Personas y Personajes y luego de Lugares, Cosas y No-cosas.Finalmente, quisiera reconocer aqu la deuda que he con

    trado con William Jovanovich por haber creado, a Peter Jova- novich por haber dirigido, a Jacqueline Decter por haber organizado, y a Denis Donoghue por haber escrito su conclusin a esta edicin que seala la llegada de OTSOG a la madurez.

    R.K.M.Primero de ao de 1985

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  • Prefacio

    Es un placer escribir un prefacio para esta brillante, enloquecida y desenfrenada Postdata Shandiana, una postdata de doscientas setenta y siete pginas [en la edicin inglesa], con un nmero de notas a pie de pgina muchsimo mayor que el que jams haya podido tener ninguna carta dirigida a un amigo.Este libro es puro juego, retozo, brinco, baile, una excur

    sin increblemente alocada hacia el mundo de la erudicin, con ininterrumpidos rodeos, idas y venidas que, sin embargo, se jacta de tener una trama con un comienzo y un desenlace (aunque no se puede garantizar el nudo). Leyndolo, me he redo de cabo a rabo, y a menudo lo haca a carcajadas. He aqu a un catedrtico universitario de sociologa que se re de los catedrticos universitarios, que se re de s mismo y de sus hermanos de forma indirecta y que, sin embargo, acaba ganndose nuestro ms profundo respeto por su erudicin. De hecho, se gan el mo desde la pgina 27, cuando suelta como si tal cosa su primera y sencilla referencia a Didacus Stella (en Luc. 10, tom. 2).El libro se presenta como una carta a un colega, dedicada

    a rastrear el origen de la famosa frase atribuida a Sir Isaac Newton: Si he llegado a ver ms lejos, fue encaramndome a hombros de gigantes. De hecho, todo empez como una carta dirigida por el doctor Merton a un amigo. Yo lo vi por vez primera en esa forma, y no era un texto escrito pensando en su edicin. Pero, cmo puede haber alguien que cuente con el tiempo necesario para escribir una carta as, el tiempo necesario para leer todos esos libros y luego rerse de ellos, el tiempo necesario para coleccionar semejante vocabulario? Yo crea que Sir Francis Bacon posea el ms extrao repertorio de palabras jams impreso. Pero ni siquiera Bacon habl de la criptomnesia ni del minimifidianism [neologismo traducible como miniminicionismo]. Si ste es un buen ejemplo de las cartas que el doctor Merton les escribe a sus colegas, quisiera preguntar con toda humildad, y sus alumnos, y los estudiantes de Columbia que se matriculan en sociologa como asig

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  • natura principal de su carrera? Dnde encajan ellos, y a qu otras cosas dedica su vida el doctor Merton?Hace falta algn tiempo para averiguar por qu camino nos

    lleva este libro, para descubrir qu diablos est haciendo el doctor Merton, a dnde se dirige y por qu. Pero en cuanto lo averiguamos, abandonar la lectura es imposible; aunque a veces nos entren ganas de hacerlo. Todas estas digresiones, notas al margen, prembulos y excursiones provocan hipos, histeria y aumento de la tensin arterial. No obstante, el lector sigue leyendo. Deslumbrado, avanzando a tientas, se aferra con desesperacin al hilo que el doctor Merton ha dejado caer.Y le sigue hasta el final.No me han presentado al doctor Merton, ni tampoco le he

    visto nunca. Qu clase de persona es un hombre que, como l, se sumerge bajo las piedras como un pececillo de agua dulce en pos de su presa, y vuelve a salir lanzando un surtidor como toda una ballena erudita? Cmo se comporta en casa, con su familia, qu actitud adopta? Cmo trata a su hija Vanessa, de la que no nos dice otra cosa que su hechizador nombre (y, como dira el propio Merton, todo el mundo sabe de dnde viene ese nombre)? Oh, s, nos cuenta que Vanessa no es de las personas que usan la expresin again and again [una y otra vez, a menudo], sino que dice again and again and again and again and again [una y otra y otra y otra y otra y otra vez], Son todos los Merton tan deliciosamente prolijos? Hablan todos tan aprisa como escribe Merton pre, galopando, gritando, susurrando, tropezando, enderezndose, perdiendo el aliento pero siempre con alegra y seguridad?Este libro proporciona diversin, pero tambin sabidura.

    Sigue tus propias inclinaciones hacia donde te lleven escribe Merton, pues es el mejor modo de escribir una historia. De ah pasa a lo que l llama lo esencial del Mtodo Shandiano. Al hacer esta contundente declaracin dice Merton (no importa sobre qu cosa la haga), al hacer esta contundente declaracin, en modo alguno debilitada por ningn tipo de reserva (la cursiva es ma) me expongo a ser acusado de comportamiento antierudito. El comportamiento antierudito del doctor Merton es maravilloso; es una rfaga de aire fresco en un lugar en el que hace falta el aire fresco. Ojal lamntala verdadera erudicin no fuese lo que es, una serie de momentos anticulminantes.Cuando ms queremos al doctor Merton es, quiz, cuando

    se disculpa por el hecho de que cierto abstruso libro de refe*

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  • rencia no se encuentre en su biblioteca (cosa que ocurre casi cada tres pginas). Por ejemplo, el nmero de octubre de 1838 de The Edinburgh Review, o la copia de un fragmento con la referencia en Cod. Corpus Christi Oxon. 283 fol. 147ra.He aqu, en cualquier caso, una muestra de autntica eru

    dicin que no es una serie de momentos anticulminantes. Le deseo nuevos xitos, doctor Merton, en todas sus investigaciones e invenciones!

    Cather ine Dr inker B owen

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  • A HOMBROS DE GIGANTES

  • 8 Nov.

    Robert K. Merton Dept, de Sociologa Universidad de Columbia

    Querido Bob:

    Muchsimas gracias por haberme enviado una copia de tu conferencia presidencial...... El artculo despierta toda clase de ecos, como puedes

    ver; muchas gracias. Por cierto, no he ledo el artculo de Koyr que citas en la nota 34; quiz repasa la historia del epigrama que mencionas con ref. a Newton; pero la frase parece tener una antigedad bastante notable. Yo me la he encontrado dos veces, en Gilson y Lavisse, como comentario hecho por Bernard de Chartres a comienzos del siglo x i i . Pero es probable que Tales dijera lo mismo, y que slo recordara vagamente de dnde lo haba sacado...

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  • 30 DiciembreDoctor Bernard Bailyn Facultad de Historia Universidad de Harvard

    Querido Bud:

    Aqu me tienes, preparando una serie de conferencias sobre sociologa de la ciencia que estoy destinado a dictar la prxima primavera. En ellas ampliar algunas de las observaciones que haca en mi artculo sobre el tema de las prioridades. Y como en este momento me encuentro precisamente tratando de decidir si elaboro mucho, un poco, o absolutamente nada el asunto del aforismo del enano-sobre-los-hombros-de-gigantes, me he puesto a pensar, naturalmente, en tu pregunta acerca de su historia.Estos son los datos que tengo a mano. Hasta donde puedo

    decir, basndome en pruebas impresas, todo empez para m en 1942, en forma de tarda novedad, al publicar un artculo titulado A note on science and democracy (cuya nota, como esi tpico, se extenda a lo largo de once labernticas pginas de texto impreso). En ese artculo me refiero a la frase de Newton: "Si he llegado a ver ms lejos, fue encaramndome a hombros de gigantes, y, en la inevitable nota a pie de pgina, aado: resulta bastante interesante que el aforismo de Newton sea una tpica frase que ha sido repetidamente expresada desde el siglo xn por lo menos. En apoyo de tal afirmacin cito, de manera bastante crptica, Isis, 1935, 24, 107-9; 938, 25, 451-2. Todo esto lo reiter cuando se reimprimi el artculo en Social Theory and Social Structure.Al igual que otros muchos antes de m, me abalanc sobre

    el aforismo en cuanto lo encontr por vez primera: dice muchas cosas con pocas palabras, y las dice de forma no slo pintoresca, sino tambin grfica. Entre 1942, cuando escrib la nota, y 1949, cuando hice la reimpresin de esa referencia sin aadir ms comentarios, haba estado coleccionando afanosamente, como la ardilla de tu jardn pero sin su presumible co

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  • nocimiento de que sabe por qu hace lo que hace, hasta las ms mnimas alusiones al epigrama, y almacenndolas previsoramente. Al igual que ese peludo roedor, no siempre consegua acordarme de dnde haba escondido las cosas.La historia, o al menos aquellos fragmentos que soy capaz

    de recordar esta maana, fue ms o menos as.

    I

    Todo el mundo sabe, por supuesto, que el aforismo se remonta a Didacus Stella1 (en Luc. 10, tom. 2) y que su origen puede estar incluso all, quin puede adivinarlo? Todo el mundo lo sabe porque Robert Burton, ese ardillesco coleccionista de innumerables cosas que vala la pena saber, dice que as es.2 Ni siquiera se limita a eso. Burton llega incluso a dar una cita intacta: Pigmei Gigantum humeris impositi pusquam ipsi Gigantes vident. Esta forma es algo diferente de la que

    1. Por motivos que el lector ver ms adelante, no castellanizo este nombre, a diferencia de lo que hago con los dems, siguiendo la tradicin espaola en esta materia. (N. del t.)2, Pero, quin o qu es Didacus Stella en Luc. 10, tom. 2?, po-

    podramos preguntarnos. Burton escribe en su texto, pgina 8 de su libro, que l, Burton, puede decir con Didacus Stella, y luego le pone a su cita esta nota a pie de pgina: en Luc. 10, tom. 2. Ese indiscutiblemente gran historiador del Renacimiento Cientfico que es Alexander Koyr, informa fielmente que Burton utiliza la frase como una cita de Didacus Stella, en Luc. 10, tom. 2, y nos apremia a Cf. [L. T.] More, Isaac Newton, 177, nota 28. L. T. More (tal como Koyr nos dice) se refiere, en efecto, a Burton, el cual cita Didacus Stella, en Luc. 10, tomo 2, como base sobre la cual deduce que esta famosa frase se remonta a una poca muy anterior a la de Newton. Pero a me* dida que pasamos de los textos de los eruditos a los de los compiladores, y abrimos las pginas de una de la ms duraderamente populares compilaciones de frases clebres que hayan sido creadas en la historia por este rodeo habrs averiguado ya que estoy refirindome al Familiar Quotations de Bartlett, comprobamos que la fuente de este ltimo aparece toda ella en cursiva, as: Didacus Stella en Lucan 10, Tom. I I . Quin es, pues, Didacus Stella, o qu es Didacus Stella en Lucan 10 Tom. I I ? Puedo identificar vagamente a este L- can o Lucano: fue uno de los miembros de esa multitud de autores latinos que tanto admiraban los hombres de la Edad Media; un autor de la misma categora que, por ejemplo, Estacio o Frontino. Pero, se refiere Burton a l, o existe un tipo ms extraordinario incluso, ese tal Didacus Stella?

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  • aparece en las Familiar Quotations de Bartlett (o, al menos, tal como aparece en mi ejemplar de la impresin hecha en 1939 de la edicin undcima, o sea la de 1937). Ellos a saber, o bien el propio Barlett (cosa que se podra comprobar fcilmente) o quiz sus coeditores postumos, el enrgico Christopher Morley y la infatigable Louella Everett, ellos hacen que Burton omita el par de Ges maysculas de Gigantum y Gigantes, aunque permiten que la P mayscula de Pigmei resulte ilesa, posiblemente porque tena a buena suerte de aparecer al comienzo de la frase. Dos o tres compiladores que he consultado hacen lo mismo que hizo el propio Burton; traducen el latn al ingls. El compacto latn queda transformado hasta adquirir esta forma bastante literal: Unos pigmeos instalados a hombros de gigantes ven ms que los propios gigantes. El dicho parece perder parte de su fuerza con esta transicin. En efecto, parece negar la verdad de lo que Burton tuvo el ingenio de insinuar como adicin al aforismo, una adicin no epigramtica pero informada, no obstante de ingenio y capacidad de comprensin. Burton cita la frase en ingls y luego dice, reflexivamente: Es probable que yo aada algo, altere y vea ms lejos que mis predecesores. Burton era capaz de todo esto, pero no lo fueron, en cambio, los compiladores de las Quotations de Bartlett. Pues, en su traduccin del mot al ingls, no vieron, evidentemente, ms lejos que su predecesor Burton cuando alteraron su versin inglesa de la frase del elusivo Didacus Stella. En esta versin, como podrs comprobar* la fuerza del supuesto original en latn se amengua muy poco, casi nada:

    Un enano encaramado a hombros de un gigante puede ver ms lejos que el propio gigante.

    As, en la forma en que todo esto nos llega a nosotros, ciudadanos del siglo XX, a travs del ubicuo Bartlett, tanto la cualidad epigramtica del original como la instructiva adicin de Burton, se han perdido. Lo cual es una pena porque, con su adicin, Burton hizo una cosa que no est al alcance de todos: aadir a una honesta humildad un sincero reconocimiento de los propios mritos. Es ms, con su eliminacin, los compiladores de Bartlett han privado a Burton de su notablemente solvente y envidiablemente sucinta teora acerca de cmo crece el saber.No habra que hacerle cosas as a un escritor como Burton.

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  • Fue, ciertamente, autor de un solo libro, pero se trata de un libro grandioso, tumultuoso y simptico (con citas tan diversas y apropiadas que llegan a convertirse en productos originales de quien las haba tomado en prstamo): The Anatomy of Melancholy, What I t is, with AU the Kinds, Causes, Symptoms, Prognostics and Several Cures of It [todo ello] in Three Partitions, with their several Sections, Members and Subsections, Philosophically, Medically, Historically Opened and Cut Up, el cual, como bien recuerdas, es atribuido pseudonmica- mente, en la pgina del titulo, a Democritus Junior, nombre rectificado y expansionado, de forma muy apropiada al caso, como Democritus Minor en ediciones posteriores. (Esto por lo que se refiere a cmo aparece en la impresin hecha en 1867 de la edicin de 1651/2; de momento, pero slo de momento, no me hago responsable del aspecto que puedan tener las cosas en otras ediciones o impresiones.)Bien, me parece perfecto que Koyr y More, que Bartlett-

    Morley-y-Everett, citen a Burton como el escritor que cita a Didacus Stella como fuente del aforismo cuyo origen estamos buscando. Pero creo que los eruditos, ya que no los compiladores modernos, deberan habernos facilitado el contexto en el que Burton pone este aforismo. Acerca de este particular permanecen todos extraamente silenciosos. Y sin embargo, como ocurre casi siempre, es el contexto el que proporciona gran parte del significado del texto. Tengo que decirte, pues, que Burton introduce el aforismo en un momento muy temprano del libro; en cierto sentido, antes de que empiece el libro en s. Aparece en la pgina 8 de una introduccin de 74 pginas, cuyo ttulo es Democritus Junior al Lector, una introduccin que pretende informar al lector sobre la filosofa y la tctica empleada en el libro y, sobre todo, que pretende prevenir, de la forma ms cauta y profilctica, la presumible acusacin de que l, el autor, haya inadvertidamente podido o bien tomar excesivos prstamos (y no siempre con el debido reconocimiento) de los escritos anteriores de otros autores, o bien, peor incluso, que haya cultivado ese procedimiento que, si no recuerdo mal. George Sarton describi una vez con la expresin escribir en plan negro, para que firme otro, pero al revs (aunque Burton me informa de que Aulo Gelio ya lo haba descrito dieciocho siglos antes, con estas palabras:

    escritores e impostores ms tardos... pergean multitud de absurdas e insolentes ficciones, amparndose tras el nombre

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  • de un filsofo tan noble como Democrito, a fin de darse crdito a s mismos, y ser por ese medio ms respetados;

    procedimiento acerca del cual el Democritus pseudnimo se apresura a decir que Yo no practico).Esto por lo que se refiere al contexto general del Aforismo,

    que forma parte de la apologa de Burton para su libro. Pero el contexto ms inmediato resulta ms revelador incluso: Burton est metido en el empeo de defender su decisin de utilizar sin restricciones el saber del pasado, y explica que no tengo que decir en mi defensa ms que estas palabras de Macrobio, Omne meum, nihil meum, todo es mo, nada es mo. Siguiendo en su actitud defensiva, el cosechador Burton explica a continuacin que

    he coleccionado laboriosamente este Centn a partir de la obra de diversos escritores, y sine injuria, no he agraviado a ningn autor, sino que le he dado a cada uno lo suyo; lo cual tanto elogia Hiern de Nepote; no slo no rob versos, pginas, tratados enteros, como hacen algunos en nuestros das, ocultando los nombres de sus autores, sino que dijo que esto era de Cipriano, esto de Lactancio, esto de Hilario, y que eso dijo Minucio Felix, y eso Victorino, y que hasta aqu lleg Arnobio: Yo cito y menciono a mis autores (que, por mucho que algunos escritorzuelos analfabetos tilden de pedantes, a fin de protegerse de su propia ignorancia, y opongan a su propio estilo tan afectadamente bueno, pienso utilizar aqu y utilizar) sumpsi, non surripui....

    y consigue con este ltimo latinajo una bella frase que niega su propia sustancia ya que se trata, por supuesto, de una simple repeticin en forma compacta de la opinin que Cicern tena del plagio.En su prolongada defensa frente a la acusacin de que, en

    el mejor de los casos, no es ms que un cosechador de los frutos de la sabidura de otros, y, en el peor, un ladrn que se apropia furtivamente de las perlas del ingenio de los dems, Burton se aproxima cautelosamente a ese pasaje, el de Didacus Stella, que tanto absorbe tu inters y el mo.

    ... Es cierto que me dedico a concoquere quod hausi, dispongo de lo que conquisto. Les hago pagar tributo, en la confeccin de ste mi Maceronicon [deduzco que esto ltimo es un neologismo derivado del nombre del conocido amigo de

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  • Virgilio y Ovidio, Emilio Macer], pero el mtodo es mo y slo mo, apropindome aqu de lo dicho por Wecker e Ter. nihil dictum quod non dictum prius, methodus sola artificem os- tendit, nada podemos decir que no haya sido dicho ya, mas la composicin y el mtodo slo son nuestros, y ah es donde se ve al autntico sabio. [Y ahora plantea el tema del mtodo cuya legitimacin procede de la existencia de amplios precedentes.] Oribasio, Esio, Avicena lo sacan todo de Galeno, pero usan su propio mtodo, diverso stilo, non diversa fide. Nuestros poetas roban a Homero; lo que ste vomita, dice Eliano, se lo comen los dems a lametazos. Los telogos siguen empleando verbatim las palabras de Agustn, y nuestros acicaladores de relatos hacen lo mismo; el que llega el ltimo es generalmente el mejor... [Y slo ahora se siente dispuesto Burton a introducir el Aforismo, cuidadosamente citado.] Aunque hubo en la Antigedad muchos gigantes de la Fsica y la Filosofa, afirmo con Didacus Stella...

    Dirs, sin duda, que estoy siendo muy duro con Bartlett por no haber informado acerca de este contexto de autojusti- ficacin en el que aparece el Aforismo. Dirs que, al fin y al cabo, Bartlett proporciona algunos retazos del pasaje que acabo de citarte entero. Pero tu defensa no hace ms que agravar la ofensa. Porque en ningn lugar llega Bartlett a insinuar siquiera la pregunta ni mucho menos a dar la respuesta de cmo fue que Burton sac a colacin al misterioso Didacus Stella en Luc. 10, tom. 2 y el Aforismo. Pues toma buena nota de este dato, y medita sobre su significado : en la primera edicin de la Anatomy, no se dice ni una palabra sobre Didacus Stella ni sobre el Aforismo! En cambio, en la segunda edicin, que apareci tres aos despus, en 1624, ya sale todo. Estoy seguro de que la importancia de este detalle universalmente menospreciado no dejar de llamar tu atencin, como tampoco deja de llamar la ma. Burton estaba utilizando a Didacus Stella como experto imparcial en calidad de testigo de que l, Burton, no era un plagiario ni tampoco un simple compilador; de que, en lugar de eso, se haba encaramado a hombros de sus predecesores para ver mucho ms lejos que ellos, y que sta era una costumbre consagrada desde haca tiempo por el Aforismo.Como bien sabemos, la Anatomy fue religiosamente leda

    por sucesivas generaciones de lectores ilustrados, desde su misma aparicin en 1621 (y no como el Dr. John Ferriar ese

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  • comentarista al que ahora recordamos sobre todo por su memorable error, no como el Dr. Ferriar dice errneamente, en 1617). Luego fue reimpresa una y otra vez (o, como dira Vanessa, mi hija de diez aos, y como, efectivamente, ha dicho), una y otra y otra y otra y otra y otra y otra vez, en 1624, 1628, 1632, 1638, 1651/2, 1660 y 1676.En su libro, Burton-Democritus estableci una cabeza de

    puente que permiti que el antiguo Aforismo entrase en el siglo XVII. Desde entonces pudo ser sacado a relucir por toda clase de personas, tanto aquellas que estaban dotadas de un cerebro autnticamente grandioso y que tenan derecho a este tipo de combinacin de humildad-y-confianza-en-s-mismos, como aqullas otras provistas de cerebros que en los mejores casos slo mereceran ser calificados de medianos, para las que tal derecho es cuando menos discutible. A la manera de Burton, la Anatomy of Melancholy mira en dos direcciones: hacia los antiguos, en busca de saberes que valga la pena transmitir a los contemporneos, y hacia los modernos que, sacando partido de esos saberes, pueden disponerse a ampliarlos y ahondarlos.

    G IIEntre los gigantes del siglo xvii que dijeron modestamente

    de s mismos que estaban encaramados a hombros de los gigantes del pasado, el ms grande de todos fue, por supuesto, Newton. Y lo hizo personalizando un poquitn el viejo dicho, dejando abierta la cuestin de si no era ms que un enano que haba sido elevado hasta un lugar eminente desde el que poda ver ms lejos que otros, y dejando tambin como asunto problemtico el de si haba visto ms lejos. stos son los sutiles cambios que se producen cuando se le da a la frase la siguiente forma:

    Si he llegado a ver ms lejos, fue encaramndome a hombros de Gigantes.

    Antes de comenzar la exploracin del contexto histrico de la personalsima versin que da Newton del Aforismo, deberamos hacer una pausa para examinar algunos aspectos oscu

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  • ros de la primera parte de su vida a fin de comprender mejor cmo fue que acab modificando el Aforismo de esta manera.Todos los grandes hombres se convierten inevitablemente

    en elogiados protagonistas de complicadas hagiologas, y es lgico que as sea. Ahora bien, como Eclesistico, tambin yo opino que deberamos estar siempre prestos a alabar a los hombres famosos. Pero slo estoy dispuesto a llegar hasta ah. Permteme, pues, que me cargue de un plumazo la historia del nacimiento de Newton tal como la cuenta Edward J. Wood (en su tratado de apropiadsimo ttulo, Gigantes y enanos, un libro que, si bien fue publicado en la relativamente reciente fecha de 1868, permanece, pese a su ttulo, extraamente silencioso con respecto a nues,tro Aforismo). En la pgina 285 te encontrars con que Wood nos cuenta con el mayor aplomo que Sir Isaac Newton, nacido en 1642, fue, segn se dice, hijo postumo, ya que su padre muri a la edad de noventa y seis aos. No s qu hacer con esto. Tal como le corresponde a todo cientfico autntico, trato de no tener prejuicios respecto a cosas que pueden parecer milagrosas, pues s que incluso la probabilidad ms remota tiene una posibilidad finita de convertirse en realidad. Sin embargo, como veremos a su debido tiempo, ni siquiera Jonathan Swift,1 en su profundo anlisis de la gerontologa, lleg a atribuir semejante poder generativo a personas tan prximas a cumplir los cien aos; yo, por mi parte, opino de la misma forma que l.Hay una historia muy diferente relativa al nacimiento de

    Newton (registrada por su devoto bigrafo, Brewster)2 que no solamente parece autntica y verosmil, sino que disfruta del mrito adicional de forjar un estrecho vnculo simblico entre el Aforismo y aquel gigante de la ciencia. La historia (sinteti

    1. Swift fue tambin hijo postumo, pero su padre muri mucho antes de llegar a ser nonagenario.2. Ms exactamente, Sir David Brewster, Capelln Honorario del

    Rey, Maestro en Artes, Doctor en Derecho Civil, Miembro de la Royal Society, vicepresidente de la Royal Society de Edimburgo, y Miembro de la Real Academia Irlandesa, aparte de cientfico importante por derecho propio, que, en el curso de sus ochenta y siete aos de vida, abandon su carrera de ministro presbiteriano porque, como dice el Dictionary of National Biography, jams pudo predicar sin sentir extrema nerviosidad, que a veces le produca desmayos, para emprender, primero, una carrera de preceptor, en la familia del general Diroon de Mount Annan, en Dumfriesshire, y, slo un ao ms tarde, en 1805, para presentarse como candidato a la ctedra de Matemticas de la Universidad de Edimburgo, aunque slo para que se hiciera con

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  • que Hooke era unas veces tonto y otras charlatn, lo primero cuando no entenda ciertas cuestiones bsicas de ptica, y lo segundo, segn la acusacin de Newton, cuando le robaba algunas ideas a Honorato Faber, en su dilogo De Lumine, que las haba sacado de Grimaldi. No vala la pena irritar a Hooke con minucias tales como la de recordarle las diversas fuentes del Aforismo. Ni vala tampoco la pena que Newton se pusiera pedante y citara, de segunda mano, esa fuente de Didacus Stella que Burton le haba proporcionado. Como personas notablemente cultivadas que eran ambos (aunque hay algunos intransigentes que siguen dudando esto de Hooke), hay que suponer que tanto Hooke como Newton recordaban al poeta metafsico George Herbert, que, en su Jacula Prudentum, haba declarado que

    un enano encaramado al hombro de un gigante es, de los dos, el que ve ms lejos,

    y esto algn tiempo atrs, en 1640.4Es ms, aunque Hooke no fuera, por sus orgenes, todo un

    caballero, era, como el resto de sus colegas, una persona capaz de comportarse caballerosamente.5

    cAl releer la insinuacin que, como si tal cosa, he dejado

    caer en la nota precedente, debo confesar, y rectificar hasta

    4. Como de costumbre, Bartlett moderniz sin querer la versin que dio Herbert del Aforismo. Debo agradecerle a Stephen Cole que localizara el autntico original en la biblioteca de Columbia, tal como queda registrado en The Complete Works of George Herbert, editadas por el Rev. Alexander B. Grosart e impresas para su difusin privada como parte de The Fuller Worthies Library; bscalo en el volumen 3 p. 317.5. Debera matizar esta alusin a la cuna de Hooke; ese genial co

    lumnista y hombre de mundo del Londres del siglo xvn que se llamaba John Aubrey nos informa que nuestro Hooke era un Hooke de los Hooke.de Hooke, de Hants y que su padre era ministro en la parroquia de Freshwater, de la isla de Wight, en donde naci Hooke. Pero, claro, Aubrey no es siempre un testimonio que se encuentre ms all de toda sospecha.

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  • donde me sea posible, la injusticia que he cometido con el autor de las deliciosas e informativas Brief Lives.1 No puedo defenderme diciendo que ha habido otros que antes de m han tratado tambin con escasa amabilidad a Aubrey; por citar un ejemplo notable, su buen amigo, Anthony Wood, dijo de l que era un charlatn, y tena cabeza de mandril. (Tal como supones, se trata del grosero Wood que firm el inapreciable Athenae Oxoniensis, y que anot un da en su diario, despus de una pelea con su cuada: Carne fra, compaa fra, recepcin fra, mujer fra, ridicula como un payaso. Pero, tras esta helada nota, regreso con alegra al clido y benvolo Aubrey.)Este es el mismo Aubrey, por supuesto, a quien de pequeo

    se le ocurri la idea de la historia oral (que algunos creen, errneamente, que fue un invento realizado en el siglo xx por Alian Nevins, aquel imaginativo historiador). Pues, tal como Aubrey cuenta de s mismo en incrdula tercera persona: de Pequeo, siempre sinti una gran pasin por conversar con ancianos, que eran Historias Vivas. Es tambin el mismo Aubrey que, siempre atento a los descubrimientos casuales [ serendipity], informa acerca de dos grandes hallazgos casuales de la historia de la ciencia y la tecnologa. Por si, casualmente, no recordaras en este momento su relato de ambos felices accidentes ocurridos en el curso de los esfuerzos humanos por descubrir e inventar cosas, te los cito a continuacin. (Por cierto, el primer episodio muestra claramente de qu manera es posible que las malas intenciones generen consecuencias beneficiosas [como observara posteriormente Goethe al describir Die Kraft, die stets das Bose will, und stets das Gutte schafft]. Con su prosa tpicamente compacta, Aubrey cuenta que: Una mujer (creo que en Italia) quiso envenenar a su Esposo (que era un Hidrpico) hirviendo un Sapo en su Potaje; eso le cur; y as fue cmo se descubri la Medicina. Y as, parece ser, qued neutralizada por primera vez la prodigiosa acumulacin de lquido seroso que tena el enfermo en su cuerpo.El segundo episodio (que se anticipa a la moraleja metodo

    1. El ejemplar de Aubrey que yo poseo, y que ahora se encuentra en mi escritorio, ante mis ojos, es la edicin de Andrew Ciarle, que fue publicada por Oxford en la Clarendon Press, en 1898, y no la relativamente reciente edicin de Oliver Lawson Dick, publicada por Seeker and Warburg (Londres) en 1950. Pero cualquier edicin servir si quisieras buscar por tu cuenta ms detalles al respecto.

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  • lgica formulada por Lamb, justamente famosa joya en materia de descubrimientos casuales que lleva por ttulo i Dissertation Upon Roast P ig) se refiere a un invento del siglo xvii que permita ventilar las minas de carbn. As cuenta Aubrey la feliz casualidad:

    Sir Paul Neale dijo que en el obispado de Durham hay una Mina de Carbn, que a causa de las humedades mataba tan frecuentemente a los Mineros (a veces tres o cuatro en un solo mes) que no poda sacarle ningn provecho. Ocurri una vez que habindose los Mineros embriagado, estaban tan alegres que pusironse a jugar con teas, y a tirarse los unos a los otros brasas ardiendo junto a la boca del Pozo, en donde suele haber hogueras. Quiso la Fortuna que una brasa ardiendo cayera al fondo del Pozo, lugar desde el cual surgi un estruendo tal como si all hubiese un Can; ellos, apreciando la Diversin, tiraron ms brasas al fondo, que causaron nuevos ruidos, varias veces, y despus cesaron. Bajaron luego a trabajar y se hallaron exentos de Humedades, y habiendo as por su buena Fortuna descubierto este Experimento, lo repiten ahora cada maana, y siempre arrojan algunas Brasas al fondo, y trabajan con tan poco riesgo como en otras Minas.

    La verdad es que, cuanto ms pienso en la vida de Aubrey, ms dispuesto estoy a tachar de irreflexiva la calumnia segn la cual no es una persona que est por encima de toda sospecha. Al fin y al cabo es la misma persona perceptiva que, durante su agotadora racha de trabajo de campo en los cementerios, que tena por objetivo descubrir en qu momento terminaban las vidas sin importancia, comprendi que incluso los epitafios grabados en las lpidas pueden resultar engaosos para la gente poco imaginativa; por ejemplo, la losa que peda a quien pasara junto a ella que rezase Una oracin por el alma de Constantino Darrel, que falleci en el Ao del Seor de 1400, y por su esposa, que falleci en el Ao del Seor de 1495. Desde entonces, los lectores de tumbas andan con pies de plomo.Cuando Aubrey, pues, dice que Robert Hooke era de los

    Hookes de Hooke, en Hants, probablemente no dice sino la verdad, Aubrey era, por supuesto, un hombre que senta simpata por Hoolce, a pesar de que ste fuera, lamentablemente, y segn el atento relato del propio Aubrey, una persona de estatura apenas mediana, un poco encorvado, paliducho, de

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  • cara enteca y cabeza grande; [y, ahora, fjate bien en esto] de ojos redondos y saltones, y poco vivos; de color gris. Fue este amigo de ojos grises, grandes y saltones quien permiti que los locales de la Royal Society fueran utilizados con una finalidad especial y amistosa cuando Aubrey se escondi en ellos mientras un alguacil andaba buscndole por todas partes por no haber pagado sus considerables deudas, ganndose de este modo la eterna gratitud de Aubrey. Como muestra final del firme aprecio que senta por l, Aubrey carg sobre los hombros de Hooke, en su ltima voluntad y testamento, la tarea de garantizarle una fama pstuma preparando sus manuscritos para su publicacin. Por todo lo cual resulta ms irnico incluso que Aubrey, que sinti tanta fascinacin por las lpidas a lo largo de buena parte de su alegre y turbulenta vida, tuviese que disfrutar del eterno descanso en una tumba no identificada (aunque ahora sabemos, gracias a una anotacin tardamente descubierta en un registro de parroquia, que 1697, John Aubery, Desconocido, fue enterrado el 7 de junio en el cementerio de la Iglesia de St. Mary Magdalene).Otra cosa acerca de Aubrey: jams ha habido nadie, ni an

    tes ni despus de l, con tanto ojo oftalmolgico. Esta afirmacin est ampliamente documentada, tal como podrs ver por ti mismo en la antologa que he recopilado a partir de las diversas biografas escritas por l:

    E l buen ojo de Aubrey para los ojos

    Francis Bacon: Eran sus Ojos color avellana, delicados y vivos; el Dr. Harvey me dijo que eran Ojos de vbora.

    Sir John Birkenhead: Era de estatura mediana, con grandes ojos reventones, de aspecto poco amable.

    James Bovey: ... de ojos color avellana oscuro, tamao mediano, pero los ms animados que he visto en mi vida... Los Pelirrojos jams le tratan con amabilidad. Nunca, en ninguno de sus Viajes, le han robado.

    Willia;m Camden: Dcese de l que tena mal la vista(era, imagino, Legaoso), cosa que

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  • Thomas Chaloner:

    Elizabeth Danvers: Sir John Denham:

    Venetia Digby:

    El poeta Thomas Goffe, y su esposa :

    William Harvey:

    William Herbert:

    Thomas Hobbes:

    causa graves inconvenientes a un Anticuario como l.... le vi muerto: estaba tan extremadamente hinchado que no pude ver qu clase de ojos tuvo, y de su nariz slo la punta, que destacaba a modo de Verruga, y sus Testes estaban tan hinchados que cada uno era tan grande como una cabeza.Bellsima, pero corta de vista. Tena ojos de un gris ganso claro, no muy grandes; pero posean cierta extraa cualidad Penetrante, aunque no porque tuvieran especial brillo, sino porque (al igual que Momo) cuando conversaba contigo te miraba como si estuviera vindote los pensamientos... Fue estafado a menudo por los Tahres, y, para su ruina, trab conocimiento con el poco recomendable Crew.Su rostro, un breve valo; cejas castao oscuro que posean gran dulzura, lo mismo que en sus prpados.

    Ella [que es la que llevaba los pantalones] miraba [a los amigos de Thomas en Oxford] con mal Ojo, como si tuvieran intencin de dejarla sin provisiones.... de Ojo pequeo, redondo, muy negro, animado.Robusto, pero huesudo, coloradot, de mirada penetrante y ojo severo. Tena buenos ojos, y de color avellana, rebosantes de Vida y nimo, hasta el ltimo momento. Cuando ms fervientes eran sus palabras, era como si en ellos brillaran unas brasas encendidas. Tena dos clases de mirada: cuando rea, ingeniosa, y si estaba muy alegre casi ni se le llegaban a ver los Ojos; en cambio, cuando estaba

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  • Robert Hooke:

    Ben Jonson:

    Ralph Kettell:

    [El hijo del guardabosques de] Sir Henry Lee:

    Andrew Marvell:

    John Milton:

    [Isaac Newton:

    serio, abra mucho los ojos (es decir los prpados). Eran medianos, ni muy grandes ni muy pequeos... Jams permaneca ocioso; sus pensamientos estaban siempre activos.... tiene la cabeza grande; de ojos redondos y saltones, y poco vivos; de color gris.Ben Jonson tena un ojo ms bajo que el otro, y ms grande, como Clun el Actor; quiz fue l quien engendr a Clun.Con levita, sobrepelliz y capucha puestas, era el suyo un aspecto gigantesco y terrible, con aquellos sus ojos grises y penetrantes.

    ...un muchacho bisojo, nada agradable.Era de estatura mediana, bastante corpulento, de cara redonda, mejillas sonrosadas, ojos avellana, pelo castao.Empez a fallarle la vista cuando escriba en contra de Salmasio, y antes de que completara del todo ese escrito uno de sus ojos dej de ver. Mientras escriba otros libros, despus de ste, su otro ojo fue perdiendo vista. Haba perdido mucha vista unos 20 aos antes de su muerte. Su padre lea sin gafas a los 84 aos. Su madre tena la vista muy dbil, y empez a usar gafas cuando apenas contaba treinta aos de edad... [John Milton] tena los ojos grises oscuros... Su Voz era delicada y musical, y era hombre muy diestro.Debido a la furiosa antipata que senta por l, Aubrey no lleg evidentemente a decidirse a escribir una breve biografa del que fue el ms grande de

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  • sus contemporneos. Pero Bernard le Bovier de Fontenelle, en su Elogium of Sir Isaac Newton, la primera biografa de este gran hombre, observa, en la traduccin inglesa de 1728, que "tena ojos vivos y muy penetrantes".]

    William Oughtred: Era un hombre bajito, de pelo negroy ojos negros (de gran viveza). Su mente no descansaba nunca.

    [La esposa de] John Overall [la mayor Belleza de Inglaterrade su poca]: Tena (segn me contaron) los Ojos

    ms encantadores que jams se hubieran visto, aunque asombrosamente lascivos.

    Sir William Petty: Tiene los ojos de un color que recuerda al gris ganso, pero muy cortos de vista, y, en cuanto a su aspecto, bellos, y garantes de su buen carcter, y no engaan, pues es persona de bue- nsimo carcter. Cejas espesas, oscuras y rectas (horizontales).

    Francis Potter: Tena el rostro bastante alargado yla piel clara y plida, y ojos grises.

    William Prynne: Su forma de Estudiar era como sigue: se pona una ancha capa de retazos, que le cubra 2 o 3 pulgadas, al menos, por encima de sus ojos, y que le serva de Sombrilla para defender sus Ojos de la luz. Cada tres horas aproximadamente su criado tena que llevarle un bollo y un jarra de Cerveza para refocilar su agotado nimo: as estudiaba y beba, y masticaba un poco de pan; y esto le mantena hasta la noche, y luego, se tomaba una buena Cena: y haca muy bien no comiendo antes, para no entorpecer su fantasa, que luego no hay modo de recuperar; pues con la Invencin ocurre como con los fluidos, en cuanto se

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  • Sir Walter Raleigh:

    John Selden:

    Edmund Waller:

    pone a fluir, lo hace con toda su fuerza: pero frenada, fluye slo guttim: y lo mismo ocurre con el sudor, si lo contienes, lo malogras.Tena un aspecto notabilsimo, una frente extraordinariamente ancha, cara alargada y prpados desabridos, y ojos dirase como de cerdo. Su Barba se le encrespaba naturalmente... Se fum una pipa de Tabaco antes de subir al cadalso, lo cual escandaliz a algunas personas de carcter estirado, pero en mi opinin fue una cosa acertada y adecuada, para serenar su nimo.Era muy alto, deduzco que meda unos seis pies, de rostro ovalado, cabeza no muy grande, larga nariz inclinada hacia un lado, ojos grandes y saltones (de color gris). Era un Poeta... Mr. J. Selden escribi un libro en cuarto titulado Trabletalke; que no soportar la Prueba de las Prensas.De estatura algo superior a la media, delgado de cuerpo, en absoluto robusto; piel finsima, la cara bastante cetrina, el pelo rizado, de color tirando a castao; ojos redondos, algo reventones e inquietos; ovalado de rostro, con la frente ancha y muy arrugada: la cabeza no es pequea, el cerebro muy ardiente, y propenso a la clera. Su actitud es un poco como de maestro, y posee un gran dominio del idioma ingls.

    CE IV

    El perspicaz y sensible Aubrey, pues, resulta garanta suficiente de la caballerosidad de Hooke. Eso mismo nos dice el comportamiento del propio Hooke. En lo ms reido de la

  • polmica con el joven Newton, por ejemplo, aproximadamente a mitad de la ruidosa dcada de los aos setenta del siglo XVII, Hooke poda an mostrarse educadsimo cuando se diriga al hombre a quien acusaba de estar tratndole injustamente, y de haberle robado, en una carta que empieza

    A mi estimadsimo amigo Mr. Isaac Newton, en sus habitaciones del Trinity College, Cambridge

    y que termina, a la educada manera de la poca, expresando la esperanza de que Newton perdone la franqueza de este vuestro afectuossimo y humilde siervo.1 Difcilmente hubiera podido Hooke mostrarse ms conciliador.En su notablemente rpida respuesta (5 de febrero de

    1675/6),2 Newton se dirige a Hooke en trminos ligeramente menos afectuosos que los empleados por Hooke para dirigirse a l, pues slo escribe: Seor. Pero de inmediato compensa esta actitud distante escribiendo a continuacin:

    Al leer vuestra carta me sent sobremanera complacido y satisfecho ante vuestra generosidad, y creo que habis actuado tal como corresponde a un espritu verdaderamente Filosfico. Nada hay en materia de Filosofa que desee yo evitar tanto como la discusin, ni ningn tipo de discusin que deteste tanto como la impresa : y por consecuencia acepto con alegra vuestra proposicin de mantener una correspondencia privada.

    Newton hace a continuacin un comentario sociolgico muy profundo acerca del comportamiento de los hombres en general e, implcitamente, del comportamiento de los cientficos en particular, y que, hasta este momento, yo crea haber sido el primero en haber formulado. Ese plagiario por antici

    1. La carta original de Hooke se encuentra en la biblioteca del Trinity College en Cambridge; es ms fcil localizar una copia autntica que aparece en las pginas 412-413 del primer volumen de la nueva y autorizada edicin de The Correspondence of Isaac Newton, editada porH. W. Turnbull y publicada para la Royal Society por la University Press de Cambridge, 1959.2. Gracias a la amabilidad de la Biblioteca de la Historical Society

    de Pennsylvania, que se encuentra en Filadelfia, y que, felizmente, posee el original de la carta de Newton, puedo reproducirla como frontispicio de este relato.

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  • pacin que se llamaba Newton contina la frase de su carta que acabo de citar con esta penetrante observacin:

    Lo que se hace ante muchos testigos raras veces se hace atendiendo solamente a la verdad: mientras que lo que ocurre slo entre amigos y en privado generalmente merece ms el nombre de consulta que el de discusin, y espero que as sea entre vos y yo.

    Esto por lo que respecta a la versin que da Newton de esta doctrina; toma ahora nota de la ma. Me temo que yo expres la cuestin de manera menos elocuente, pero lo esencial de la idea est ah. La expuse en el artculo que le en la primera sesin plenaria del Cuarto Congreso Mundial de Sociologa, celebrado en Miln y Stresa en el ao 1959, del 8 al 15 de septiembre. Le mi artculo el 8 de septiembre, aproximadamente a las cuatro y media de la tarde; hubo muchos testigos, alrededor de mil, y una prospeccin de su recuerdo colectivo permitira fcilmente sealar la hora exacta. La cuestin es que Newton no pudo en modo alguno meter anticipadamente las narices en mi texto.En ese artculo, en su pgina diecisis (recorrida aproxima

    damente una tercera parte del camino),3 formul, de forma por completo independiente de Newton,4 la misma verdad sociolgica acerca de lo diferente que resulta el comportamiento de los hombres, sobre todo de los cientficos (y ms particular-

    3. Me refiero, aqu, a las pginas de mi manuscrito. El fragmento crucial aparece en las pginas 29-30 del artculo, tal como fue publicado por la International Sociological Association (con el ttulo, proftico y no solamente retrospectivo, de Social Conflict over Styles of Sociological Work) en Transactions of the Fourth World Congress of Sociology, 1959, vol. in.4. Es cierto que ya haba ledo la vida de Newton escrita por

    Brewster, del mismo modo que haba ledo la de More, as como el vigoroso ensayo escrito por Keynes sobre l, y tambin el de Andrade, y, con anterioridad, los largos ensayos de Augustus de Morgan sobre Newton, su amigo y sobrino, y su vida y obra. Tambin es cierto que ya haba estudiado el texto publicado por Koyr en Isis acerca de la carta indita de Hooke a Newton, Pero no recuerdo haberme fijado en la observacin sociolgica hecha por Newton en 1675/1676, en su carta a Hooke. Como mximo, podra tratarse de un sutil caso de criptom- nesia. Estoy dispuesto a admitir que Newton tuvo prioridad, pero jams a cosa de que se me tache de plagiario. Mi descubrimiento fue realizado de forma esencialmente independiente, aunque con cierto retraso.

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  • mente, de los socilogos), segn ocurra en el foro pblico o en privado. Lo que dije fue lo siguiente, y toma nota por favor de la similitud de mis ideas con respecto a las de Newton, aun* que no se produzca, lamento decirlo, ninguna similaridad de expresin :

    Lo que quiero decir es que, a menudo, estas polmicas tienen mayor relacin con la distribucin de recursos intelectuales entre los diversos tipos de investigaciones sociolgicas que con ninguna clase de rigurosamente formulada oposicin entre diversas ideas sociolgicas.Estas polmicas siguen el curso, perfectamente identifica

    do por la sociologa clsica, propio del enfrentamiento social. Al ataque le sigue el contraataque, y se va produciendo una gradual alienacin de cada una de las partes en relacin con el enfrentamiento. [Y ahora llegamos al descubrimiento sociolgico realizado con absoluta independencia, insisto, de lo que Newton dijo en su larga carta indita dirigida a Hooke unos 283 aos antes.] Como el enfrentamiento es pblico, no se convierte tanto en una bsqueda de la verdad como en una batalla de prestigio social. (Cuntos socilogos [y aqu sigo citando mi artculo; no se trata de una reflexin posterior], cuntos socilogos han admitido los errores que han cometido como consecuencia de estas polmicas?).

    Admitirs sin duda que este fragmento expone de forma muy comprensible esa doctrina. De modo que reconozco, con cierto dolor y con no poco orgullo, la prioridad de Newton en esta idea.

    C V

    Pero la biografa de esta idea sociolgica no termina aqu. Pues slo ahora llegamos a su momento crucial. Si Newton se anticip a Merton, tambin lesa majestad aparte Hooke se anticip a ./Vewon!!!

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  • DedicatoriaNota explicativa del traductor alemnPrlogo a la edicin vicenalPrefacioA HOMBROS DE GIGANTES IIIIIIIVVVIVIlVIIIIXXXIXIIXlllXIVXVX V IXVIIXVIIIXIXXXXXIXXIIXXIIIXXIVXXVXXVIXXVllXXVlllXXIXXXXXXXIXXXIIXXXIIIXXXIVXXXVXXXVIXXXVIIXXXVIIIXXXIXXLXLIXLIIXLIIIXLIVXLVXLVIXLVIIXLVIIIXLIXLLILIILIIILIVLVLVILVIILVIIILIXLXLXILXIILXIIILXIVLXVLXVILXVIILXVIIILXIXLXXLXXILXXIILXXIIILXXIVLXXVLXXVILXXVIILXXVIIIEplogoNomencltor o A modo de ndicePERSONAS Y PERSONAJESLUGARES, COSAS Y NO-COSASSumarioContraportada