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LA NOVENA SINFONIA VARGAS VILA EL MAESTRO EL DIVINO

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OBRAS INÉDITAS DE J. M. VARGAS VILA LA NOVENA SINFONÍA NOVELA BIIIB L10TECA NUEVA MADRID OBRAS INÉDITAS DE J. M. VARGAS VILA EDITADAS POR LA BIBLIOTECA NUEVA PUBLICADAS Odisea Romántica. Dietario Crepuscular.



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La Novena Sinfonía. EN PRENSA La Sonrisa del Beluario. EN PREPARA CIÓN Del Sol Occiduo. En la Esmeralda Fulgida. Voz Clamantis in Deserto. El Mundo todo, no es sino una Expresión Musical, fuerte y sonora- Theodore de Cahnes. Digitized by the Internet Archive in 2010 with funding from University of North Carolina at Chapel Hil



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http://www.archive.org/details/lanovenasinfonOpvarg as lec- cio- nes de Esté- tica, sir- ven para todo: menos para formar Estetas; el Esteta, como el Poe- ta, nace, no se hace; se nace bello, o deforme; se nace con alas, o sin ellas; son Privilegios de la Naturaleza, que no a todos les es dado poseer, pero a todos les es dado envidiar...



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VARGAS V I L A el Mundo del Arte, se divide en dos; el de aquellos que lo poseen, y el de aquellos que aspiran a él, sin poseerlo; aquel que posee el Ar- te, lo realiza; aquel que no puede realizarlo, se conforma con envidiarlo; es él Privilegio de la Critica; la Critica, tiene sus fueros; atacar sin destruir, es su misión; el Arte, se comprende, no se aprende; se lleva en si, como su y^C



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Propia Alma; revelarlo, es realizarlo; toda Obra de Arte, es: una Revelación; la Revelación de un Yo; un Yo Enorme, que Uena toda la Obra y la domina; reflejar su Alma, en > i 'I ■ 8 NeU LA NOVENA SINFONÍA su Obra, es el deber del Artista; hacer objetivo, lo subjetivo; autoplasmar su



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Alma; una Obra de Arte, es un Gesto Espiritual, de aquel que la produjo; la distintiva del Ge- nio, es lo Inconsciente; tener la Conciencia de su Genio, es no tenerlo; el Genio, escapa a todo, hasta a aquel que lo posee; aquel que pudiera de- finir su Genio, daría, pruebas de no tenerlo; él Genio, es el Super Yo, actuando desatenta- damente en la Vida; por sobre todos, y por sobre todo... y, casi siempre, contra todos, y contra todo... no pidáis reglas, nor-



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males, al Genio; todo Genio, es Anor- mal; como su Obra; M. VARGAS V I L A el Genio, crea las Nor- mas, no las sigue... el Verdadero Genio, tiene Séquito; no forma en el Séqui- to de nadie; no tiene Maestros, y, a consecuencia, de eso, es: el Maestro; sin Antecesores; y, casi siempre sin Su." cesores; ser Único;



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es la distintiva del Ge- nio... uno, en un Siglo; y, aun, es demasiado; lo abruma con su peso... el verdadero Genio, no puede dar razón de sus creaciones; casi siempre son irra- zonadas; l por qué Zas hizo ? no podría decirlo... ¿cómo Zas hizo?... él mismo lo ignora; hay algo superior a él, que inspira su Obra y la 10



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LA NOVENA SINFONÍA realiza: Libro, Cuadro, Estatua, Sinfonía; no preguntéis a un Escritor de Genio, por qué escribe un libro; no os podrá decíroslo; y si os lo dice, el libro no es de un Escritor de Genio; ¿cómo se escribe un libro ? el que sabe cómo se escribe un libro, escribirá muchos libros, pero, nin- gún libro de Genio, es- cribirá; el que sabe el Arte de escribir una Obra, no es- cribirá nunca una Obra de Arte; yo, sé que hay escritores mecánicos, que saben



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todas las reglas para escribir un libro; esos, son los Artesa- nos, no los Artistas del Libro; el Verdadero Artista, no sabe ni cómo ni por qué escribe su Obra de Arte; 11 J. M. VARGAS V I L A él, escribe, como una águila vuela, un pájaro canta, una fuente murmura, una flor odora, una estrella brilla... algo Superior, Incom- prensible e Irresistible, le dicta sus Creaciones ; y, él, es, algo así como el Amanuense de un Dios...



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una hoja de papel; pluma... tinta... el beso de la Soledad... y ese Algo, Superior, Divino, Innominado, que vuela en torno de él, lo enardece con sus caricias, le murmura al oído sus Palabras Oracula- res... V el Libro está hecho... vivo, estremecido, completo, como Surgió la Creatura Humana, de las manos del Creador, en la Fábula del Pa- raíso... y, el Libro tiene su 12



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LA NOVENA SINFONÍA Vida, sensitiva, musical, poli-radiante, como una Estrofa, como un Paisa- je, como una Sinfonía... toda Obra de Arte, es un Poema; sobre el Pa- pel, sobre el Lienzo, sobre él Mármol, sobre el Pentagrama; el Alma de la Obra de Arte, es la Belleza; la más alta Expresión de la Belleza, es el Es- tilo; el Estilo, es un Gesto Personal, como una Fac- ción del Rostro; no se es absolutamente original, sino con un Estilo personal; sólo aquel que tiene un Estilo Personal, es, en



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Arte, una Personalidad ; erguida y solitaria; como un Escollo en el Mar... nada tengo que decir; sobre la Aparición de este Libro; 13 M. VARGAS V I L A como sobre todos los libros míos; tengo más de sesenta años, y van delante de mí, más de sesenta volúmenes, de Obras mías... hace más de cuarenta años, que dialogo, con un Público fiel, que no hace



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sino acrecerse, en vez de disminuir... parece haberse dado cita a las riberas del Mar de la Muerte, para verme desaparecer, con mis actitudes tenaces, como hace tan luengos años se agrupó a las riberas del Mar de la Vida, para verme aparecer y aplaudió mis gestos audaces; ¿a esa larga Fraterni- dad de Nueve Lustros, qué podría yo decirle sobre un nuevo libro que le ofrezco ?... ¿es una Novela? ¿es un Poema? es una de esas Nove- 14 LA NO V ENA SINFONÍA



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las-Poemas, que hace ya tanto tiempo que yo le ofrezco; ¿será la última? me siento envuelto en él manto de todos los Crepúsculos, y Véspero, pestañea sobre mí, con sus párpados de somno- lencia... tal vez no lo sea; y, pueda ofrecerle aún: La Cosecha del Sembrador, Los Jardi- nes de Asís, El Rostro de Abel. once años, hacía, que no publicaba novela alguna, después de Los Estetas de Teópolis (1917). durante ese tiempo, libros de Historia, de Po- lítica, de Ensayos, de to-



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da forma de Literatura, había publicado, menos novelas; mi tarea de novelista parecía terminada, con mis veintidós Grandes Novelas y los tres Volú- 15 M. VARGAS V I L A menes de Novelas Cor- tas, publicadas, por la Casa Sopeña de Barce- lona, en la Colección de los Sesenta Volúmenes de mis Obras Comple- tas; y, ahora, surge ésta... aparece ésta... vaya ella, como una



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respuesta, a tantas almas jóvenes, que en mi reciente viaje a Améri- ca, me preguntaban: — Maestro... ¿y cuán- do otra Novela? yo, no se la prometí, porque no pensaba escri- birla... ahora... va... hacia allá... Fabián Pereda, des- embarcará en América, estrechando manos amigas; recibiendo la saluta- ción de Almas Herma- nas de la Suya... y, llenará el Tumulto de nuestras Ciudades, y 16



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L A NO V ENA SINFONÍA el Silencio de nuestros Campos, con el encanto musical, de su Novena Sinfonía... Vargas Vila. París-1928. 17 LA NOVENA^INFONIA Ir ala busca de una Alma, como un Navegan- te a la busca de una Isla; hallar en Mares Vírgenes, una Isla Virgen, que muestre a los Cielos Vírgenes, el Orgullo de su Desnudez, que es una Virginidad... reflejada sobre las olas azules, tumecentes, albidoradas de



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Voluptuosidad; hacer la Revelación de esa Alma; en su Desnudez Astral; eso basta para la Gloria de un Poema; y de un Poeta. CUADERNOS DE UN ARTISTA Villa Ignota (Frente al mar) En Igneópolis, la Ciudad Luminosa y Tentacular. al ve, Soledad de mi Vida ; soledad de mi Alma; a ponerte lengua voy ; y, a hacerte hablar... y, de cantar habrás ;



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ios Himnos Solitarios de 5 mi corazón; y de relatar has, las horas, hasta ayer mudas de mi Vida, y hoy melancólicamente sonoras, como una melodía de arpa ; tocada en la Soledad ; exclusivamente para Mí ; porque sólo para mí, son escritas estas pá- ginas ; 25 J. M. VARGAS V I L A en las cuales he de mostrar mi Alma, desnuda... desnuda, como una rosa abierta en etl candor de la Noche ; y, ardiente y luminosa, como una llama... y, musical, como el beso de las olas, sobre las pdayas vencidas ; taciturnamente musical, como la queja de un ruiseñor, enamorado de una estrella, en la sombra violeta de un jardín...



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donde cantan con él, las almas moribundas de las rosas, lentamente, vagamente, evaporadas... en el Silencio Astral ; bajo 'la caricia azul, de cielos violetizantes... como éstos, bajo el esmalte frágil de los cuales, doy principio a estas páginas ; en esta Torre de mi Soledad, enhiesta, como la aguja de una cúpula, bajo los cielos mediterrá- neos, ahora ambarados, dóciles a la caricia orfe- brizante de los dedos de la Tarde... frente al retrato de mi Madre, que me sonríe, en su marco de Argento con sus labios sinuosos y tristes, como un Paisaje de Meditación, iluminando, como una ola de suave esplendor, mi estancia, que es una Celda, de Monje Laico, Celda sin Dios, pablada de Ensueños y de músicas errantes, y en la cual vaga un Fantasma de Amor, que flota como una niebla luminosa, sobre las flores dormidas ; geranios blancos, frente al retrato de mi Ma- dre ; .blancos, como el Alba por nacer ; 26



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LA NOVENA SINFONÍA geranios rojos, frente al retrato de la Amada ; rojos, como el esplendor de la Tarde Fenecente ; sobre el Mar... una caricia, suave y calmada, parece venir, de los ojos <le mi Madre ; ojos de Mansedumbre ; urna caricia de imperiosa Ternura; parece venir de los ojos de Ella, llenos de la calma brumosa de una palude, dormida bajo ramajes umbríos; ojos enigmáticos ; los labios de mi Madre, tienen suave sinuosi- dad de urna ola que muere, en el remanso de un río, ornado de cipedáceas pálidas; los de Ella, tienen, el orgullo de una ola que se encrespa, feliz al ser besada por el huracán que la sacude ; ios únicos labios de Mujer, que no mienten, son los labios de la Madre...



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es en ellos que duerme, el único beso que no engaña... los labios de la Madre, son el Rosal de la Verdad... en su cáliz, se acendra el néctar, del único amor que no envilece; en el Umbral de la Vida, sin coior, un Cántico se escucha; es la Voz de la Madre ; ella nos arrulla, con la Sinfonía de su Voz, hecha de arpegios intraducibies, aprendidos en las 27 J. M. VARGAS V I L A Músicas del Cielo, arrancados al secreto del Pen- tagrama Estelar... y mece nuestro corazón, que duerme aún en la penumbra, de los días sin sueño, como cisne implume, a la sombra de los juncales esbeltos, que tienden el oricalco de sus follajes, sobre sus



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ojos de ágata; expectantes en el Silencio Oracular ; los ojos y los labios de la Madre, son el Géne- sis del Alma ; ellos nos revelan el Misterio de la Vida, y nos enseñan a vivir... son el álveo del río de las Revelaciones ; que viene hacia nosotros, en ondas silentes, y calmadas... y, nuestro corazón es el Estuario donde se re- posan las ondas de ese río, que nos enseña la Vida ; en cuanto a mí ; el Mundo visible, no se reveló a mis ojos, sino en los ojos de mi Madre ; en su cristal purísimo y fulgente; como en un lago de Beatificación de los seres y de las cosas, que allí revelaban su pureza, o se hacían puras al filtrarse a través de aquellas pupilas de Mansedumbre, o reflejarse en ellas, como un vuelo de cigüeñas, sobre el candor de un es-



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tero; yo, no puedo ver mi infancia, mi los parajes en los cuales se desarrolló ésta, sino a través de 28 LA NOVENA S I N F O N I A los ojos de (mi Madre, y como retratados, en esos dos lagos de Meditación, que son sus ojos ; como en un espejo muy terso, bruñidos por los labios del Dolor... ¿por qué la niebla del Dolor, los obscurecía, cuasi siempre, y eran como cielos octubrales, tristes en el zafiro de su Melancolía?... yo, conocí el Dolor ; vi por primera vez el Ros- tro del Dolor; reflejado en esos dos estanques de la Desolación, que han sido los ojos de mi Madre... ¿y la Belleza?... yo, no tuve la Revelación, y la Idea de la Be- lleza, sino ein el rostro y en los ojos de mi Madre...



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cielos mirobolantes y jardines alucinantes de la tierra en que nací... yo, no puedo recordarlos, sino sirviendo de nimbo y de marco a la figura augusta y dolorosa de mi Madre... ella, era entonces, en plena juventud, bella como lo es hoy, en su naciente ancianidad... su cabeza, que ya el blanco vellón de la edad empieza a decorar, como un cimera de argento, ostentaba entonces, la más bella cabellera casta- ña, color de las moreras en Otoño, la cual hacía un contraste impresionante, con sus ojos de un gris claro, opalescente, como el de esas piedras de pálido fulgor, llamadas claro de luna; esa cuasi opacidad gemátioa de las pupilas, hacía, que bajo el disco de las pestañas y el arco negro de las 29 /. M. VARGAS V 1 L A cejas, muy tupidas, ¡las pupilas apareciesen como ausentes, o cubiertas por una membrana muy sutil, que las sumiese en cesidad; se dirían re- mansos de aguas lacustres, en una región polar,



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sobre los cuales un desfallecimiento de estrellas, hacía claridades siderales; la cabeza de mi Madre, ha ignorado siempre el gesto del Orgullo; no se ha alzado jamás en actitud soberbia o dominadora ; no sabe el gesto del Reto; ni lo ha ensayado jamás... se dobla habitualmente, con una gracia endeble de nínfeo, hacia uno de sus hombros, o se inclina lánguidamente, hacia el suelo, en señal de sumisión ; ¿han sido las violencias habituales del carác- ter de mi Padre — el más noble y el mejor de los hombres — las que, han impreso en ella, ese sello de noble y cariñosa resignación ?... yo, no la vi erguirse, en ademán no desafiador, sino protector, sino cuando mi Padre, ponía sobre mí, sus manos recias, para castigarme; entonces, su gesto, era el de una paloma, extendiendo las alas, sobre un polluelo suyo, para protegerlo... cuando hablo de las violencias de mi Padre, me refiero a los ímpetus de su nerviosismo in- contenible, los cuales no nacen de su carác- ter, sino de su enfermedad, una neurastenia in- cipiente, que lo mantiene en perpetua excita-



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ción; su educación, exquisita, refinada y seductora, 30 LA NOVENA SINFONÍA es un freno a esos ímpetus, a los cuales sirve de valla, la nobleza de su corazón ; nadie más cariñoso, más tierno, más refinada- mente sensitivo, en sus afectos, que él ; y, sus solos afectos, somos : mi Madre, y yo ; mi Madre, que cerca de él, es como un frágil convólvulo a la sombra de una encina, y, yo, que he sido, como el pájaro inquieto y trinador, ale- grando con sus vuelos y con sus cantos, el ramaje del árbol corpulento, y el terciopelo de la planta frágil, que tiembla bajo su sombra ; hoy, que dejando las playas sonrientes de la Adolescencia, me preparo a pisar la Tierra Fir- me de la Juventud, a la cual llego, mis ojos se humedecen de lágrimas, al recordar los parajes que abandono, los cuales las sombras de mi Pa- dre y de mi Madre, protegen con su presencia augusta ;



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mi Padre, no fué siempre el Profesor de Ma- temáticas, y Escritor de Periódicos, que es hoy, ni el Filósofo Ácrata, y el Panfletista cáustico y violento, en que las Injusticias de los hombres lo han convertido ; hijo y nieto de comerciantes adinerados, grandes fabricantes de paños, en nuestra Provincia nativa, fué brillantemente educado en París, y en Alemania, adonde vivió largo tiempo ; a su regreso, se asoció a su Padre, trabajando activamente a su lado, con gran provecho ; cuando en plena juventud, contrajo matrimonio con mi Madre, de familia linajuda y nobilis- 31 J. M. VARGAS V I L A mo abolengo, ¡pero, venida a menos, por percan- ces de fortuna, él, era aún, muy rico ; yo, podría decir, que nací, en plena opulencia ; más que los grandes salones, penumbrosos y poblados de Obras de Arte, de la Casa Solarie-



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ga, en la Ciudad, donde los tonos negros de los Van Diek se mezclaban a los azules delicuescen- tes de ios Corot, y los rojos anaranjados del Tintoreto, sirviendo de fondo a la pálida desnudez de ninfas del Tiépolo ; bustos de Cánovas y de Cthanitonelle, y una mujer desnuda de Rosso, que fué la primera en despertar en mí, el Mons- truo de la Sensualidad, .con sus piernas delgadas entrejuntas, sus hombros gráciles, sus senos de ánforas, el Deseo que parecía fulgir, en el hueco de sus pupilas ausentes, y sus labios herméticos, que sin embargo parecían llamarme a la Concu- piscencia, que yo ignoraba, lo que recuerdo con mayor deleite es, el Chalet suntuoso, sito en los alrededores de la Urbe, en cuyos jardines, pare- cía sollozar la Soledad, armoniosamente, como una suave música; los surtidores cantaban con una voz de Ensueño, y el oro de 'los crepúsculos, envolvía los árboles, en una caricia languide- ciente de Lujuria; fué allí, en esa decoración versallesca, con penumbras de selvas del Senegal ; arrullado por las voces confidenciales del mar, enviando contra la costa, sus cabalgatas de olas, que se desarrolló mi infancia, y nació mi adolescencia ; y la Me- lancolía, acarició por primera vez, mi corazón, 32



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LA NOVENA SINFONÍA con sus divinas manos de Hada, perfumadas con el sándalo de los augustos Presagios... y por sobre las colinas oblongas, miré morir el Sol, lleno de Presentimientos; el recuerdo de esos jardines, permanece vivo en mi alma, y, en mi corazón, porque fué en ellos, que recibí la Visitación Fulgente y Sonora de la Inspiración, y sentí, abrirse en mi cerebro, como la Rosa de la Aurora, mi Genio Artís- tico ; fué en el silencio profundo de esos Parques, donde parecía dormir la Soledad, con un rosal de estrofas en los labios, y en esos jardines armoniosos, donde las fuentes decían cosas de amor a las cistíneas pensativas, cuya blancura aterciopelada se ofrecía a sus besos, fugitivos, que sentí por primera vez, miríadas de sonidos extraños, cantar en mi cerebro, como un coro de voces ancestrales, llamándome a la Vida, y músicas indescifrables, nacidas de las entrañas vírgenes del Silencio, venir a mí, y volotear en torno mío, como rondas de Silfos líricos, cada uno de los cuales, era como un arpa aérea, po- blando el aire, de vagas sinfonías... era, como una nueva Alma, que nacía en mí,



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y me revelaba la Vida, y centuplicaba mi fuerza para vivir... y, fui, como un cazador de armonías, en la sombra cadente de las tardes ; las arrancaba al vientre de las Noches Ven- cidas; 33 3 J. M. VARGAS V I L A y al corazón de las Auroras Vencedoras; las decía, en confidencias, a las rosas, que es- maltaban el verdor de los parterres, como bur- bujas de espuma, sobre la quietud de una agua muerta; la dulzura de los paisajes, me enardecía como una fiebre, en vez de calmarme con su beso, lenitivo y cordial ; me exaltaban las claridades lunares, que antes me adormecían en los senos de la Ensoña- ción... el poema de los cielos nocturnos, con sus estrofas de oro y sus dísticos de azul, me enardecía



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hasta el delirio... el silencioso dominio del Sueño, me fué ve- dado... y el Insomnio, me ofreció el seno frío de sus soledades sin fronteras... enfermo del alma y del cuerpo, no tuve otro refugio, que los brazos de mi Madre... y, me refugié en ellos, sin poderle decir, de qué sufría ; para los ojos ávidos de las madres, no hay misterios irrevelables, en el corazón de aquellos que son sus hijos; la mía, adivinó el porqué, de las vagas, inolvi- dables tristezas que atormentaban mi corazón de niño... y, a los ocho años de mi edad, tuve mi Primer Profesor de Música; era éste, un viejo violinista, rutinario y ado- 34 LA NOVENA SINFONÍA



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cenado, conocedor, como pocos de la Ciencia de enseñar ; era, un Pedagogo, de la Música ; no un Artista de ella ; sabía le Metier, sin levantarse hasta el Arte; artesano, y no artista, era eso, lo que hacía de él, un Maestro habilísimo de la Técnica, y del Me- canismo de la Música; la Música sin alas, arrastrándose como una araña, por sobre el Pentagrama, para aprender las fórmulas clásicas y rutinarias, viejas como los siglos ; el violín, no decía nada, en las manos de aquel hombre, para el cual la música era, una forma de las Matemáticas, y, la gama, era, algo inerte, que no tenía nada, que revelarle ; la Música, es un Arte emotivo, el más emotivo de todos los Artes; aquel, único, capaz de producir, por el secreto de una sensibilidad exquisita, un sentimiento de dulzura, que ningún otro Arte, produce... sólo, la Música, conmueve hasta las lágrimas; y, si el Arte Dramático, produce la misma emoción, es, porque va aliado a la Música, o



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lleva en sí, la Música de la Palabra ; nadie ha llorado ante un cuadro, aunque re- presente el Horror, o el Dolor, en su más alta expresión, como el "Martirio de los Inocentes" o "Ugolino", ni el patetismo desesperante de los frescos de Delacroix; los mármoles escultóricos, "Laocoon", devora- 35 J. M. VARGAS V I L A do por las serpientes ; "Ingenia en Taurida", son dolorosos, hasta más allá de las fronteras del Do- lor, y sin embargo, nadie ha llorado ante aquellos mármoles sagrados ; la vibración luminosa del color, es inerte, le falta la atmósfera para la repercusión de ellas ; le falta el ritmo de la vibración sonora, el vientre prodigioso de la acústica, donde los sonidos musicales, nacen a una vida de maravilla y de encantamiento ; es verdad, que la Venus de Milo, como la de Gnido, son dos Poemas de Líneas, pero mudos, insonoros, no viven más allá, del espacio limitado de la óptica ;



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toda estatua, tiene algo de tumular que pide para su Belleza, los limbos ilimitados del Si- lencio ; yo, no digo, que la Pintura y la Escultura, sean Artes Arrítmicos, sino que su ritmo carece de alas ; su euritmia, es muda, como el lienzo y como el mármol, en los cuales inmortalizan sus creaciones ; se habla de la fragilidad de la Música, se la declara, una arte ligera, la más ligera de todas las Artes... ligera... sí... como todo lo que vuela... los que hablan de esa ligereza, ignoran la belleza maciza y profunda de las <masas corales, en una Opera del Renacimiento, la densidad lumi- 36 LA NOVENA SINFONÍA



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nasa de urna Sinfonía medioeval, el encanto ate- rrador y profundo, de un Canto Litúrgico del Si- glo XV... en esa música, que hoy aparece como descolo- rada y desueta, porque había en ella, un residuo bárbaro, algo de las viejas rapsodias anónimas, hay una fuerza de plenitud que asombra... esa Música, pedía la majestad de los Templos, el asilo de las cúpulas, la caricia de los arcos y de los arquitraves, para volar bajo ellos ; sus melopeas, eran como grandes aves asusta- das, buscando las cornisas, y los frisos góticos, para amparar en ellos su vuelo, pictórico de sonidos... el Pleno-Canto, de entonces, dicho por sus chantres candidos, tenía los oídos de la Fe, para escucharlo ; yo, no lo cito, como modelo de Belleza, sino como modelo de Fuerza, para escudarme con él, contra aquellos que hablan de la Fragilidad, de la Música; yo, sé bien, que un Jeannequin, un Costeley, un Maridhuit, con su musicalidad de aquella época,



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impregnada toda del espíritu greco-romano, y especialmente de la alada movilidad helénica, no tenían la belleza armónica, y la elegancia rítmi- ca, de un Mozart, de un Hsendel, de un Debussy ; pero, esa Música del Renacimiento, con su po- lifonía caudalosa, y su rítmica policroma y ágil, como un lebrel de caza, no es en nada inferior a la de los italianos que los siguieron, con Monte- 37 J. M. VARGAS V I L A verde y Cimarosa, a Rameau, que fué como el Ra- cine de su tiempo, reflejando a maravilla, los esplendores del Rey Sol, y a esta nuestra Música de hoy, con sus Navios Fantasmas, y sus cabalgatas de Walkyrias; los secretos de todas esas músicas, no podía enseñármelas mi Maestro, aunque tuviera el conocimiento de ellas ; el Arte, se lleva en Sí... y, yo, llevaba mi Arte, en mí... y las voces de mi niñez, inspirada y tormen-



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tosa, lo llamaban con angustia ; con una gran angustia, que callando en mis labios, empezaba a sollozar en las cuerdas de mi violín... y, a él, confiaba los secretos de mi alma, tan prematuramente triste, y ellos tomaban formas, en frases rítmicas, en sonatas apasionadas, en largos monólogos líricos, que eran como himnos, apasionados, dichos por un Wif redo impúber, a la entrada de los Jardines de la Vida ; comprendiendo que yo había superado el ciclo de sus conocimientos, el viejo profesor, renun- ció a enseñarme, y quedó, como el pato de la Fá- bula, que empolló un huevo de Águila; mirándome ascender; en cielos desconocidos para él ; los cielos de la Inspiración... y, yo, entré, solo, en la Selva Tenebrosa, poblada de sonidos, donde las Melodías, eran como panteras dormidas, prontas a ser despertadas, a 38



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LA NOVENA SINFONÍA mi paso, haciendo lírico su rugido, como un can- to de alondras matinales ; para disciplinar mi Talento y estudiar los Grandes Maestros, entré a la Academia, donde ya vagamente, se había oído hablar de mi preco- cidad artística, y se me llamaba, el Pequeño Pa- ' ganini, repitiendo la frase de un diarista, que me había oído tocar, en casa de una familia amiga ; un pálido rayo de Gloria, desfloraba mi Pu- bertad, acariciándola, como el pétalo de una ané- mona enferma, desfallecido sobre el verdor de los follajes inertes ; como la mano lívida de un muerto, trazando signos cabalísticos, en la Tiniebla Insondable... del Pórtico de la Vida ; falaz... L Dolor, que se ha vivido, es



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un Dolor, que se ha matado ; por eso, hay, en recordar- lo, una extraña Voluptuo- sidad ; es el cadáver de un enemigo, que no pudo matar- nos, y cayó vencido por nosotros... rememorarlo, es rememorar una Hora de Triunfo... recordar, en Silencio, el rostro consolador de la Victoria... eso hago yo, recordando aquellas horas tan tristes, tan llenas de lágrimas y de presagios, en que mis padres y yo, desterrados del Fabuloso País de la Riqueza, hubimos de pasar por la puerta estrecha de la Pobreza, para entrar en ella, y vivir en sus estepas inmisericordes ; 40 LA NOVENA SINFONÍA el Krack, en que naufragó la fortuna de mi Padre;



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fué un Krack, que todos preveían ; mi Padre, no era un hombre de negocios ; la cuantiosa fortuna, que heredó, perinclitaba, desde el día que cayó en sus manos ; una crisis en la Industria de Hilados, precipi- tó la ruina; la Fábrica de paños, y los Grandes Almacenes en la Ciudad, desaparecieron en el Cataclismo ; pasaron a otras manos ; acreedores y agiotistas, se disputaron los des- pojos... una gran crisis de nervios, que tuvo a mi Pa- dre al borde de la locura, acentuó, aún más, los hoscos lincamientos de la Tragedia... nuestra casa en la Ciudad, y el suntuoso chalet, en que habitábamos, fueron vendidos, para pagar acreencias ; nos refugiamos en una pequeña casa campestre, con pretensiones de chalet, que mi Madre, había recibido de la suya, como regalo de bodas ; era, una miniatura de casa, hecha de ladrillos



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rojos, con techumbres de lozas verdes, que brillaban al Sol, como esmeraldas fúlgidas, una casa-dije, hecha de jacintos y cabuchones, como esas que decoran ciertas viñetas holandesas, encantadoras, en su policromía cantante y luminosa ; estaba situada en los suburbios de la ciudad, cerca a la última estación de un tranvía, que era 41 J. M. VARGAS V I L A el único vehículo utilizafoJe por las familias de empleados pobres, y obreros acomodados, que habitaban la barriada ; la precedía, un jardín pequeño, limitado por una reja de hierro, que daba sobre la calle, y el perron de piedras blancas, que daba acceso al corredor; en el interior, todo era pequeño, mignon, una verdadera miniatura, del vasto chalet y los vastos salones, que acabábamos de abandonar... atrás, un esbozo de parque, decorado de árbo- les ancianos, se extendía, hacía una colina llena



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de gracia campestre, que parecía ampararlo con su sombra; esos lugares, me eran familiares, porque a ellos, solíamos venir, mis padres y yo, algunos domingos de primavera, para airear la casa, sa- cudir el polvo de los viejos muebles, y podar el minúsculo jardín, tan semejante a una estampa de Laurent, y el parque inculto y sombrío ; ellos, con sos parterres muertos, y sus fuentes estancadas, fueron testigos de nuestra ventura, y vieron mi infancia, retratar su rostro sonriente, en el cristal de sus aguas pensativas... hoy, nos ven llegar, silenciosos y vencidos, para reflejar nuestros dolores, sobre el pálido espejo de su Soledad... en sus muros, albergamos nuestros dolores, como en una Fortaleza, y entramos en el Infor- tunio; mi Madre y yo, con la mansedumbre de 42 LA NOVENA SINFONÍA dos lises acuáticos, que besan con sus pétalos de holocausto, las olas que los sumergen ;



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sólo mi Padre, era rebelde a la Desgracia ; no pactaba con la Desventura, que nos hería ; no ca- pitulaba con el Destino... su rebeldía, era estéril, como todas las rebel- días, y no lograba sino exacerbar su ánimo, lan- zándolo en la Desesperación ; el suave candor de mi Madre, era uno como lenitivo, sobre aquella alma ignecente, el único bálsamo, sobre aquella herida, eternamente exa- cerbada... sin resignarse, tuvo que adaptarse a la nueva situación ; aceptó el puesto de cajero, en una gran Casa de Banca, que espontáneamente se lo ofreció, y la Cátedra de Matemáticas, en un Instituto Cul- tural, recientemente fundado ; mi Madre habituada a la Vida lujosa y confortable, en que hasta entonces había vivido, entró sonriente, resignada, tranquila, en la vida estrecha y de privaciones, que la Adversidad le re- servaba... limitó su servidumbre, y como no había abandonado nunca el manejo de su casa, puso aún mayor celo en su administración y más rigurosa



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economía en sus gastos... no hubo ya fiestas ni reuniones ; a los ruidosos y elegantes comensales de nuestra mesa, sucedió uno, pálido y enlutado, como el de Musset; la 43 J. M. VARGAS V I L A Pobreza, que hasta entonces no se había sentado nunca entre nosotros... de los varios carruajes, con que contábamos, para nuestro servicio, sólo uno subsistió, los de- más, fueron suprimidos por superfluos ; en ese único carruaje, íbamos mi Padre a la oficina (antes de habituarse al uso del tranvía, como luego nos habituamos todos) , mi Madre a compras en los Almacenes y a las escasas visitas que aun hacía, y yo, al Colegio de día, y a la Academia de noche, ya solo, sin el acompa- ñamiento del viejo ayo, que hasta entonces ha- bía cuidado mi infancia; la Paz y la Melancolía, eran las Hadas Pro- tectoras, en aquel como remanso de río, taciturno, en el cual se habían refugiado nuestras Tris-



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tezas; y nuestras vidas eran como lívidas llamas de alcohol, inmóviles en el Silencio ; la deliciosa miniatura escultural, que era nuestro chalet, fué maravillosamente transformado en su interior, por las manos de Hada, de mi Madre ; los lujosos muebles que decoraban nuestro antiguo chalet, y la casa, en la ciudad, fueron vendidos con ellos; y los muebles, de elegancias un poco anticua- das, pero, encantadores, en su estilo, versallesco, a tonos vivos y matices primaverales, con que mi abuelo había decorado esa bomboniére, para ob- sequiársela a su hija, fueron revividos, rejuve- necidos, embellecidos, por el gusto exquisito de 44 LA NOVENA SINFONÍA mi Madre, que les dio el reflejo de su espíritu, aristocrático y señorial ; los ligeros sofás a gobelinos, que con la sonriente gracia de sus damas emperifolladas y em- pelucadas, evocaban viejas escenas del Pre des



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cerfs, o parecían arrancadas a los Jardines del Trianón, estremecidos de amor, fueron adorna- dos de cojines modernos, maravillosamente bordados por las mismas manos que allí los colo- caban ; las bergeres, que parecían frágiles, en la elegancia de sus líneas, y reproducían en sus telas, la armonía de los follajes, haciendo sombra a la gracia esquiva de los lagos, y los armoniosos belvederes, amorosamente besados por el Sol, como por un príncipe adolescente, consumido de anemia, fueron cubiertas por encajes y guipu- res, que añadían una gracia aun mayor, al espe- jear luminoso de sus viejas sederías; las consolas de ónix, sostenidas por grifos do- rados, que parecían amenazarlas con sus bocas enormes, abiertas en el vacío, ostentaban sus al- tísimos espejos, cuyas lunas empezaban a opa- carse, por el paso de los años, como las aguas de un estanque, por las alas pesadas de los ánades en vuelo, recibieron la caricia de rosas multicolores y geranios amorosos, que (parecían saludar- las, con el roce de sus pétalos, que eran como una caricia sedosa, sobre la epidermis de su noble ancianidad... las grandes ánforas de hierro cincelado, que 45



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J. M. VARGAS V I L A parecían olvidadas, en la penumbra densa de los ángulos del salón, fueron pulidas con esmero, los férreos pelícanos que las sostenían, desgarrán- dose el corazón de holocausto, con sus picos de sacrificio, recibieron la caricia de manos amantes, que los restauraron en su antiguo esplendor, y les dieron, de nuevo, el prestigio de sus reflejos cambiantes ; grandes iris pálidos, decoraron sus vasos, tantos años vacíos, y les dieron una nueva vida, con el encanto soberbio de su lánguido follaje... el piano — único sobreviviente del naufragio, que llegó hasta esas playas — fué colocado en puesto de honor, cubierto por una colcha de seda, color violeta, bordada de crisantemos de oro, que daba sobre el tinte obscuro del instrumen- to, sus cambiantes de ópalo húmedo y la canción rimada de sus reflejos lacustres... sobre él, se colocó, un busto de Rossini, en mármol, que mi abuelo había comprado en Flo- rencia, a un vendedor de antigüedades, el cual se lo había vendido como auténtico de Thorwald- sen, siendo acaso, copia miserable, del hecho por el gran escultor danés, o fruto de algún artis-



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ta anónimo, en el cual, la alondra de Pessaro, aparece como esculpida, por la misma mano que inciso la poderosa membratura, del León de Lu- cerna; auténtico o no, el busto era bello, y lucía bien, sus obesidades prelaticias, en el fondo marescen- 46 LA NOVENA SINFONÍA te de la tela, sobre la cual, parecía desgranar la frivolidad de sus canciones... en los muros, severamente enmarcados, emer- gían de las negruras de las telas, los rostros aus- teros y orgullosos, de antecesores de mi Madre, que atestiguaban la autenticidad de su ilustre abolengo ; ( por esos retratos, tiene mi Madre, un culto idolátrico ; mi Padre, siente por ellos, un odio frenético; aquel Amor, y este Odio, se han fundido en mí, en una forma de Desprecio Insultante, por toda forma de nobleza, que no sea la del



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Genio... el resto de la casa, sufrió las mismas trans- formaciones que el Salón ; y el delicioso bibelot, quedó convertido en una mansión confortable, en la cual, mi Madre, irradiaba el sereno resplandor de su alma sensitiva, tan deliciosamente melancólica, como la gloria de un crepúsculo ; en el piso bajo, sólo había -el Salón, el Come- dor, y las habitaciones del Servicio ; en el piso alto, los dormitorios, el baño, y un diminuto salón, en forma de despacho ; era allí, que trabajaba mi padre, y yo solía hacer mis tra- bajos gráficos de música ; el pequeño jardín, que daba sobre la calle, y el parque inculto y abrupto, que se extendía en el fondo, hacia la colina, revivieron, bajo los cui- dados de un jardinero, muy experto, y los de mi 47 J. M. VARGAS V I L A Padre, que tenía más que el gusta, la pasión de



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la floricultura; él, amaba lo exótico, coíno una de sus tantas rebeldías, contra el espíritu de su tiempo, tan miserablemente rastrero, y tan descomunalmen- te servil ; el culto a la Tradición, lo irritaba, como la supervivencia de toda Servidumbre ; era, un Innovador; y, así, cambió por completo la decoración del Jardín y del parque, que somnoleaba a la sombra de viejas añoranzas... cortó y destruyó las enredaderas, que se adhe- rían a los muros, y trepaban por ellos, en una gimnástica de decrepitud, dando a la casa, un aspecto de ruina, al cual parecía agarrarse el Alma inmisericorde del Pasado... alineó al pie de esos muros, arbustos, elegantes y enhiestos, que daban con su belleza adolescente, un aire de juventud, a aquellos lugares, donde no había imperado hasta entonces, sano la belleza de cosas moribundas o muertas, en el seno de una implacable Desolación... la casa, parecía sonreír, ante aquella como frescura matinal, que la bañaba en esplendide-



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ces de Sol... la frondosidad de los árboles del Parque, fué respetada, y sus follajes de oricalco, continua- ron en amparar nuestra tristeza, como ayer ha- bían amparado difuntas alegrías... a su sombra, continuaba yo, en soñar apasio- 48 LA NOVENA SINFONÍA nadamente, en ese medio de recuerdos y de reli- quias, de cosas, que no había conocido, pero, que amaba, por su supervivencia, en el corazón, y en los ojos de mi Madre... el esplendor de esos soles, muertos, no daba ningún calor a mi corazón... las ruinas, no son acariciadoras, en sus largos silencios, en los cuales se lamenta, el alma acon- gojada de los siglos- las cenizas, no tienen alma, son como manos ya ^muertas, que han olvidado el gesto de las caricias... entre esas ruinas y esa desolación, mi alma



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continuaba en oír, las lánguidas melodías de los crepúsculos y las secretas palabras, que el Genio de ia Música, decía a mi corazón... y continuaba en traducirlas en mi violín, ora, en el salón penumbroso, ante los óleos f umosos y los pasteles sonrientes de mis antecesores, cuyas sombras, creerían acaso, una prostitución de su sangre, esta aparición de la fiebre del Arte, en las venas de un descendiente suyo, ora en mi propia cámara, desde cuyas ventanas, se veía el parque somnoliento, brillar bajo las estrellas, en un candor de muerte y los dos ánades, en el bassin de la fuente, blancos como dos nenúfares, en el esplendor cuasi sobrenatural, de ,su inmóvil blancura, iluminando la penumbra, con un fulgor de estalactitas, bajo las candideces de una luna naciente... era en esa calma indolente, cuasi fantástica, 49 4 J. M. VARGAS V I L A que yo evocaba, el alma de Sebastián Bach, para dialogar con ella, traduciendo sus melodías luminosas, semejantes a cirios nupciales, velando el cadáver de una novia muerta...



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el germanismo apasionado de Haendel, que hace pensar en el gótico de antiguas catedrales, en cuyo coro se oye un viejo clavesín, tocado por las manos de un monje joven, torturado de in- confesables deseos... Mozart, esa divina fuente de emoción, semejante a un arroyo corriendo bajo ramajes, por senderos ocultos en las sinuosidades del Si- lencio... los autores entonces accesibles a mi joven fan- tasía y a mi naciente sensibilidad ; mi alma, iba, como desbridada en campos de la Fantasía, a caza de sonidos y de armonías, y a veces, la misma sombra de los Maestros, me era inoportuna, como un follaje de hojas muertas, que me ocultasen el Sol... si la Música, según la vieja definición alemana, es la expresión sensible de lo vago, esa ex- presión, iba en mí, más allá del fondo metafísica de la definición, y en ciertos momentos se hacía visible y cuasi corpórea, era como coro de ninfas o rondas de Bacantes, para las cuales, improvisa- ba yo, las más locas fantasías... la verdadera inspiración, es creadora, y esta- blece la Soberanía de su Reino, yendo más allá de las leyes preestablecidas y creando nuevos



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50 LA NOVENA SINFONÍA mundos, más allá de los mundos hasta entonces revelados por la palabra del Arte; el Arte, es una tortura, y yo me sentía divinamente torturado por el Arte; la Belleza Musical, se revelaba a mis ojos, ajena a las impurezas de la Vida, como una estrella, surgentes de las aguas muertas de un pantano; y mi alma, se postraba de rodillas, ante ese astro, que la bañaba de divinos resplandores... absorbiéndola... purificándola... transformándola ; haciéndola luminosa como él... todas las inquietudes de mi alma adolescente, cantaban en mi violín, tristezas prematuras ;



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yo, daba una alma musical, a todas las cosas que veía, y las saturaba como de un perfume, del secreto de mi Melancolía... los largos crepúsculos mediterráneos, que des- pués de besar las colinas desnudas, y las arboledas rectilíneas de las avenidas, que iban hacia el mar, besaban el gris fétido de las olas del puerto, entonaban contra las escalinatas del muelle, un himno tumultuoso, como de meretrices vociferantes, ebrias de fango ; los misteriosos y cariñosos silencios lunares, que como expirantes de laxitud, caían sobre los jardines aledaños y la Grande Urbe, envolvién- dolos en su caricia transparente y sutil, llega- ban hasta mí, que era como una flor más, abier- 51 J. M. VARGAS V I L A ta en esas penumbras, y me envolvían en una atmósfera musical, armoniosa y sonora, como una sinfonía- mi Madre, que casi siempre, escuchaba absor- ta, esas músicas mías, sentada en algunos de los bancos del jardín, me instaba a que escribiera



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esas improvisaciones de mi fantasía ; accedí a su deseo, y pronto ellas tomaron forma gráfica; y fueron, como largas frases musicales, dichas en el corazón del Misterio, que las 'dictaba ; tenían la extraña languidez de los versos que yo leía ; versos de Rimbaud, de Samain, de Ver- lain, y del hermético y sigilar Mallarmé, cuya Musa Intraducibie, me seducía hasta el Éxtasis ; ciertas melodías, teñidas de negro, parecían decir : Mat perdu dans le soir charmé, laissez les fau- vettes de mai pour ees qu'au fond du bois enchai- ne dans l'hérbe d'ou l'on ne peut fuir la defaite sans V avenir... el Fantasma de la Derrota, la Derrota sin Por- venir, que ya obsesionaba mi Vida; otras, parecían sollozar muy quedo : Toute rose au jardin s'incline lente et lasse, et l'ame de Schuman, errant par l 'espace, Sem- ble diré une peina imposible a guerir; como la mía, que aun no tenía nombre, y ya



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me hacía llorar ; otras, imitando la voz de los follajes, murmuraban: 52 LA NOVENA SINFONÍA Les sanglots des violons de l'automne, blessent mon cceur d'une langueur monotone y esa monótona languidez, vibraba en las cuerdas de mi violín, como un sollozo, escapado al pecho del lírico mendigo... algunas, eran, como si susurrase ledamente... Et j'ai cru voir la fée au chapean de ciarte Qui jadis sur mes beaux sommeils d'enfant [gaté Passait, laissant toujours de ses mains mal [fermées



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Neiger de blancs bouquets d'étoües parfumées y ese Verso encarnado en una Melodía, iba como una paloma nivea, a posarse en el hombro de mi Madre, sentada en un banco vecino, entre las penumbras del jardín... bien pronto, esas composiciones que mis Maes- tros conocieron, y se encargaron de hacer conocer a otros, circularon de mamo en mano, llegaron a los salones, y fueron las músicas obligadas de las niñas románticas, en cuyas manos luía- les, surgían con el bouquet de las melodías, los perfumados nardos del Ensueño ; y el Pequeño Paganini, tuvo ya una crisálida. 53 J. M. VARGAS V I L A de celebridad, que halagaba el corazón ingenuo de mi Madre y hacía fruncir el ceño a mi Pa- dre, que temía que la fortaleza de mi alma flan- quease, con aquella caricia de la burguesía adine- rada, que él detestaba; como mi Madre, a pesar de nuestra ruina, conservaba su antiguo rango social, frecuentando algunos salones, y mis tíos, los Marqueses de Hi-



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nojosa, daban frecuentes reuniones, a las cuales concurríamos, f uéme dado, a ruego de ellos, hacerme oír en algunas de éstas, lo cual trajo el ahinco de otras familias, para que hiciera igual, en sus salones, y así lo hice, aumetando mi no- toriedad social, en estas fiestas ; habiendo ingresado en la Orquesta del Conser- vatorio, del cual hasta entonces había sido dis- cípulo, hube de tocar en los Conciertos Sabati- nos, de esta Institución, ante un Público, muy selecto y muy limitado, de viejos Maestros, y familias de artistas de renombre, los cuales me aplaudieron férvidamente, coronando con las rosas del aplauso, mi pálida adolescencia soña- dora... y la Gloria, me sonrió... pálidamente... como el agua cambiante y pérfida... de la palude ; que oculta la Muerte; en su corazón... Solita- rio ; y atractivo, como el Abismo. 54



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oda Adolescencia es Mística; no en el sentido religioso, sino en el sentido misterioso, de la palabra ; al abandonar la Adoles- cencia ; ¿salimos del Misterio? ¿entramos en él? ¿ en cuál frente del arco de la Vida, por bajo el cual pasamos, está escrita, la cabalística palabra: Ignotus? venimos de la Aurora, donde florece el Mis- terio; y vamos hacia la Vida, donde el Misterio vive... ¿por qué pensamos ya en el Jardín de la Muer- te, donde el Misterio muere? Ja Adolescencia, es una Iniciación ; cuando ella muere, la Vida se muestra ante 55 /. M. VARGAS V I L A



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nosotros, con la belleza desnuda de una Diana cazadora, seguida de sus lebreles... ¡Cazadora de ensueños, seguida de su jauría de Deseos insa- tisfechos... mi Adolescencia, 'había sido pura, como un lirio de oro ante el azur... mis ensueños, habían sido blancos, como una flota de esquifes de nácar, sobre las olas ver- dealgas de los mares en quietud... ni tempestades filosóficas, ni tempestades eró- ticas, habían agitado la suave indolencia de aquellas aguas dormidas, bajo la cual yacía, el Leviatan de todas las pasiones, oculto en ellas, y como adormecido por el perfume sutil de candideces' liliales ; yo, no tuve crisis religiosa, al entrar en mi Juventud... la Imagen de Dios, no había reinado en los Jardines de mi Adolescencia, y el Cristo, no la había cubierto con la sombra de sus brazos in- útiles... sólo la Cruz de la Vida, con su madera joven y fresca, pesaba sobre mi corazón... muy ligera todavía...



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no tuve nada que negar, porque no había creí- do en nada; no tuve ídolos que quemar, porque no había adorado ninguno; no tuve que ponerme de pie, porque mis rodillas no se habían doblado jamás... no tuve que hacer gestos iconoclastas, que 56 LA NOVENA SINFONÍA me libertaran, porque no había ¡hecho gesto alguno de Idolatría, que me esclavizara... mi Padre, era ateo, y desde antes de su Matri- monio, había impuesto como condición, que los hijos que nacieran de él, serían educados fuera de toda religión; si mi Madre, conservó su Fe, no hizo nunca esfuerzo alguno por imponérmela ; y así, mi alma, fué libre del yugo de todo Mito, libre como una Alondra, escapada al cora- zón del Sol, para cantar el Himno de todas las



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Auroras ; mis quince años, pudieron ostentar sobre su frente, las adelfas intocadas de la virginidad... y si a los diez y siete años, ellas se ajaron con el beso de meretrices públicas, en cuyos brazos caí, ellas quedaron con sus pétalos desho- jados, perfumando mi corazón, libre de toda mácula... tuve el Amor de la Belleza, ignorando aun la Belleza del Amor... el vientre desnudo de las mujeres, me había revelado el placer, pero su corazón, oculto en eJ fondo de su pecho, no me había revelado el Amor... el beso de sus labios, pútrido como una lepra, era incapaz de decir la Palabra formidable, que involucrara en sus cuatro signos alfa- béticos, el Destino del Hombre... y mi Alma, era triste, en espera de ese Ad- venimiento ; 57



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J. M. VARGAS V I L A triste, como el Cristo, en el Huerto de los Olivos, en espera de su Cruz... nunca olvidaré el día, en que, si no el Amor, al menos el Fantasma Fulgente del Amor, pasó ante mí, como una llama vertiginosa, empujada por el huracán, hacia el blondo trigal que ba- lanceaba al Sol, sus esbelteces juveniles, como esperando la hora feliz de ser incendiado por la llama... el vapor griego Aqueronte, había naufragado, frente a nuestras costas, casi a la vista de Igneó- polis, en una noche lúgubre, del Otoño último... la catástrofe había conmovido hondamente la Ciudad, porque el buque, roto contra un arreci- fe, se había hundido en pocos minutos, con algo más de la mitad de los pasajeros y de la tribu- lación... Jos escasos sobrevivientes que los remolcado- res del puerto, habían logrado salvar, yacían en los hospitales, heridos, o esperaban en los Asi- <los de Caridad, el momento de su repatriación; para reunir fondos con que efectuar ésta, damas de alta sociedad, habían organizado un Con- cierto en el Teatro Alfieri, y habían rogado al



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Conservatorio, tomar parte en el Festival ; éste, me había designado para ser uno de los números que debían figurar en el Programa ; yo, vacilé mucho en la elección del fragmen- to de música que debía de ejecutar ; ilos Nocturnos de Debussy, me tentaban ; pero, no sé, por qué, los hallaba frágiles, llenos 58 LA NOVENA SINFONÍA de una gracia demasiado voluptuosa, para la evo- cación de una hora tan triste, como aquella que se rememoraba en ese concierto... igual objeción hallaba, para la música de Me- hul, cuyo verbo gozoso, y lleno de colorido esta- ría fuera de cuadro en la dolorosa evocación... Beethoven, Bach, y Stravinsky, se disputaron mi elección... me decidí por la Segunda Sinfonía de Beetho- ven, cuya ejecución me ha proporcionado siempre verdaderos triunfos, adonde quiera que la



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he ejecutado y yo soy supersticioso, como todo Artista ; el espectáculo de la sala, era deslumbrador aquella noche; el Público de los Grandes días; la élite, de la Aristocracia, la Política, la Ban- ca, el Comercio, la Prensa y las Autoridades en pleno... derroche de joyas y de elegancias... discurso elegiaco y estupefaciente de un Aca- démico sentimental; versos de un Poeta sensitivo y encantador, que podía haber dicho: Un ame est simple et douce, ainsi q' un bruit de brise... porque así suaves y dulces como un soplo de brisas eran sus versos... una exquisita y absurda fantasía de Baile de Diaghilew ; florecimientos de rostros encantadores ; exposición rimada de bellas piernas desnu-



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59 J. M. VARGAS V I L A das; una sinfonía de caderas, en cadencias in- citativas y armoniosas... • un bello Dúo del Freischtz de Weber... y heme en escena- mis ojos abarcaron la Sala, con emoción, pero no se detuvieron, sino en las dos butacas de la tercera fila, que ocupaban mis padres ; mi Madre, en toilette de soirée, de seda negra, ligeramente descotada ; sin otras joyas que un viejo collar de amatistas, engarzados en plata, con su pulsera del mismo estilo, antiguas joyas de familia, que le habían venido en herencia ; sus cabellos, completamente blancos, le hacían una como cimera de argento ; su bello rostro de Niobe, tenía esa noble majestad calmada, como la de un lago en el cual han muerto todas las tormentas ;



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mi Padre, vestido de smoking, rememorando sus antiguas elegancias, de aquellos días en que fué un dandy a la moda; en la pechera inma- culada, dos perlas del más puro oriente, salvadas del naufragio de las otras joyas, por el cuidado de mi Madre, irrisaban suavemente sus iris amortecidos; el cuello exageradamente ancho y alto, para disimular el ántrax volumino- so, que en la parte de la nuca lo hacía sufrir horriblemente ; fuera de ese detalle doloroso, que deformaba su natural elegancia, conservaba todo su aspecto de gran señor, con su rostro bron- cíneo, rasurado por completo, su larga nariz y 60 LA NOVENA SINFONÍA su frente ancha, que le daban el aspecto de un busto del Dante, y sus cabellos grises, desmesuradamente largos, peinados hacia atrás en forma de melena, con la inocente intención de ocultar con ellos el tumor que lo afeaba; yo, puse en ellos, por un instante, una mirada cariñosa... y a baque el tema de la Sinfonía, a la cual ha- bía yo puesto la música de un verso, para tara-



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rearla interiormente; bien pronto, como siempre que abordo la gran música, perdí el dominio de mí mismo, y entré en pleno reino de la Inspiración... con los ojos entrecerrados, como para no ver sino el contorno de las alas de mi Ensueño Fas- cinante, mis dedos exageradamente largos, como los de Paganini, se posaban como los tentáculos de un pulpo lírico, salido del Mar de la Armo- nía, sobre las cuerdas del Instrumento, y pare- cían centuplicar sus cuatro cuerdas, hasta hacer con ellas una orquesta de violines maravillosos, sonando en el Corazón de la Noche Soli- taria... el efecto sobre el Público, debió ser sorprendente, porque cuando dejé de tocar, una salva de aplausos inusitados, estalló por todas partes... las damas me arrojaban las flores que te- nían al pecho; los caballeros, puestos en pie, aplaudían frenéticamente; ¡bravo! ¡bravo! gritaba el Pueblo; refugiado en lo más alto de las galerías... 61. /. M. VARGAS V 1 L A



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mi Madre, había inclinado la cabeza sobre una de sus manos y lloraba de emoción; mi Padre, había dejado de aplaudir, y se enjugaba una lágrima... el Público, continuaba en aplaudir frenética- mente gritando: — Bis... bis... bis... el bis no le fué concedido, por ser rigurosa- mente prohibido, en los conciertos de Sala ; cuando entré entre bastidores, asordado aún por los aplausos que continuaban, un lacayo, en librea, vino hacia mí, genuflexo, como escapado al escenario de una comedia de Moliere, y puso en mis manos un gran ramo de flores, y una tarjeta escrita a lápiz... eran ambos de la Condesa de Amerol, que me suplicaba visitarla en su palco, para estrechar aquellas manos, que acababan de hacerla llorar, tan dulcemente, con los sonidos arrancados a su violín... mientras otros artistas trabajaban, fui al palco de la Condesa ;



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ésta, estaba acompañada de su madre, dama de belleza aun resistente, pero deformada por la obesidad, y su hija, una niña de catorce años, encantador capullo pronto a convertirse en rosa, y que parecía sentir el orgullo de ser pronto la heredera de la suntuosa belleza maternal ; la Condesa, me hizo sentar a su lado ; la carne desnuda de sus senos y de sus brazos, me lle- 62 L A NOVENA SINFONÍA nó de una sensación extraña; despedía el olor de un bosque de camelias ; ese olor era incitante, como el roce de unos labios trémulos, sobre Ja piel indefensa; el traje de moaré color violeta, a ramasones obscuras, hacía resaltar más la palidez nivea de los hombros mórbidos, el cuello cisneo, y la faz estatuaria de Pentesilea; la nariz aguilina, los labios delgados, el perfil imperioso ; los ojos ¡ma- rescentes, de un verde de pantano, en el cual duerme la fiebre; la frente estrecha, el cabello lasio, de un negro de asfalto, peinado en bandas, sobre las sienes ; una Venus Verticordia de Ros-



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setti... Después de felicitarme por la ejecución de la Sonata, se manifestó fanática de Beethoven, como yo ; disertó sobre la Música, demostrando grandes conocimientos en ella ; Mozart, Wagner, Scarlatti, Mendelssohn, todos los grandes Maes- tros, le eran familiares ; me habló de mi Madre, a la cual había conocido en el Colegio de la Asun- ción ; donde ambas se habían educado ; terminó la entrevista con una invitación, para tomar el té, en su casa, el próximo jueves ; un five o'clock, en el cual se haría música... y la de su voz se hizo aún más dulce, cuando me dijo una frase de amable despedida... 63 3 heodore de Banville, dijo en algunas de esas boutades, suyas, que le eran habituales, que: il etait absurde a qui



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que se fut de tomber amoureux passé dix sept ans et trois mois... y he ahí que yo he pasado ya en diez meses justos, el plazo concedido al Amor, en ese afo- rismo banvillesco, porque tengo diez y ocho años y un mes, sin que me haya sido dada la ocasión de tomber amoureux; ya que no puedo llamar amor, el espasmo brutal del placer, gozado en las casas de lenocinio, donde mujeres, ingenuas en el fondo de su prostitución, satisfaciendo mi apetito sensual, no me dejaban después de él, sino un recuerdo desagradable, que trataba de olvidar... el amor, en esos mercados, es como una fruta 64 LA NOVENA SINFONÍA acida, que nos calina la sed, pero nos deja por largo tiempo, en la Iboca un sabor de repugnancia ; tampoco fué amor mi aventura con la muy joven mujer de un pintor de decoraciones, que tenía el rostro mentirosamente candido, de una virgen de Bottiecelli, y los senos exuberantes de una Ninfa de Creusse...



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nos amamos entre bastidores, ante las decoraciones, de un paisaje a lo Wateau, que su espo- so pintaba para el cuadro versallesco, de cierto baile, de Strauss, que hacía furor en aquellos días; el Adulterio, es delicioso, como toda violación del Deber; en él, si no nos es dado violar la Mujer, nos es dado violar la Ley; y esa es una doble Voluptuo- sidad, exquisita y turbadora... el amor con las mujeres solteras, no tiene sino el rastro bello, pero vulgar, del Pecado; con las mujeres casadas, tiene el perfil trágico del Crimen... y eso le da un atractivo morboso, doblemente seductor... desgraciadamente, el Divorcio, va destruyendo los jardines trágicos del Adulterio, donde vaga aún la sombra de Francesca, para poner de nuevo en escena, el balcón de Julieta, con la sombra de los cipreses, oscilando bajo la luna; felizmente, mi ensayo de Adulterio, no tuvo nada de trágico; 65 5



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J. M. VARGAS V I L A el marido, era un resignado profesional, y ella, no gustaba de repetir escenas improductivas ; nuestro amor fué ligero y fugitivo, como una de las pavanas y gavetas, que se bailaban ante el decorado, de rosas y de nelumbos, que presenció nuestro encuentro... ¿otras pasiones? no... caprichos... y es natural que los sienta, y los inspire a mi edad... físicamente no soy un Cuasimodo, aunque no sea un Adonis; alto, delgado, élancé, como dicen los franceses ; pálido, de una palidez cuasi cerúlea, un tinte rosa apenas perceptible, atenúa esa palidez, que sin él sería marmórea ; la nariz larga y gruesa ; la boca grande, sinuosa, de labios delgados, y gesto despectivo; los ojos, de un gris claro de



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ágata, semejantes a los de mi Madre, ornados de cejas negras y espesas; la frente muy ancha y cupuJar ; los cabellos castaños, lasios, muy claros; los llevo largos y los peino hacia atrás, en una coiffure, de Artista ; tengo el culto de la elegancia ; de los romanos de la antigüedad, Petronio es mi Adoración ; de los modernos, Byron, me encanta... Brumel, me seduce... Gabriel D'Annunzio, me fascina... son hombres extraordinarios ; 66 LA NOVENA SINFONÍA los hombres multitudinarios, me son odiosos ; soy la antítesis de un bohemio ; el Arte del Cabaret, me es desconocido; los artistas que hacen de la suciedad una virtud, no son casi nunca, ni virtuosos del Arte...



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los harapos de Verlaine, no son nunca la clá- mide del Genio ; un Artista verdadero, es siempre un Aristó- crata; no de la sangre ; sino del Espíritu ; la sangre se presta a bastardías ; el Alma no ; hay que ser un ser de Excepción ; para no ser un ser del Montón; para mí, la Vulgaridad, es un Crimen, ¡ ay ! por desgracia el más vulgar de todos los crímenes; huyo de lo que corrompe mi Personalidad, mucho más que de aquello, que puede corromper mi Persona; no tengo vicios, sino instintos; y trato de levantarlo a la altura de mis gustos, para aris- tocratizarlos ; como se domestica una pantera, para tener el placer de acariciarla; hasta ahora, he preferido los Amores, al Amor...



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el Reinado de ese Dios Único, me da Miedo... su Presencia, no me ha hecho temblar to- davía ; pero... ¿su Presciencia, empieza a hacerme temblar?... es en ese estado de ánimo, que voy a empezar 67 /. M. VARGAS V I L A a vestirme, para acudir al five o' dock de la Con- desa; después, ensayaré un Nocturno de Chopin... y acaso alguna melodía de Mildred, tan deliciosamente arcaica, como la reverencia de un Minuet. 68



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J N aquel Crepúsculo de Tarde, majestuoso corno el crecendo de silencios de un jardín... el salón de la Condesa, era penumbroso y armonioso, como una estrofa de Mau- larme... el vago rumor de las voces, era musical y confidencial, como un rumor de hojas, suavemente llevadas por la brisa, en la sinfonía rosa y azul de la Hora Vesperal ; se cuchicheaba; y se esperaba; a mi entrada en el Salón, todos los ojos se volvieron hacia mí... 69 /. M. VARGAS V I L A la Condesa, estaba rodeada de su Madre, de su hija, la preciosa criatura de catorce años, y de tres o cuatro señoras más, jóvenes y bellas, aunque algunas como ella, estuviesen ya ilumi- nadas por el oro mórbido de un Otoño fulgente...



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el Otoño, es la Edad de la Transfiguración, la Estación Maravillosa, para las flores y para las mujeres... la Condesa, sonrió al verme avanzar hacia ella... parecía una orquídea en la penumbra... una rosa, es más baila que una orquídea, pero, no tiene esta elegancia melancólica, de la planta esbelta y armoniosa; el alma de la rosa es el perfume; la orquídea, carece de alma, porque carece de perfume... no esparce en torno suyo un reguero de aromas, pero da la sombra de su elegancia triste, que se proyecta, como la de un mástil desnudo, en el añil turbado de las olas... el verde nilo de su traje, sobre el cual ador- nos de viejo argento, arrojaban una sombra como de nubes sobre el mar, contribuía a darle más, el aspecto de una hoja, que de una flor, la hoja de una císticla aterciopelada y venada, guardando en sus venazones obscuras, el misterio de las aguas dormidas, a cuya orilla nació...



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pero, era de un esplendor floral, el surgimiento de sus hombros desnudos, emergiendo de las opacidades de la tela, como una luna de entre las 70 LA NOVENA SINFONÍA olas del mar, su cuello grácil, como el tallo de un nínfeo, sosteniendo su cabeza orgullosa, que se inclinó -para saludarme, extendiéndome la mano en un gesto cordial, de exquisita distinción ; así me llevó y sentó cerca de su Madre, presen- tándome antes a las damas y caballeros de su compañía ; todos fueron para mí de una amabilidad perfecta; mi juventud, los predisponía a la benevolen- cia, pues sólo entre el bello sexo, había algunas jóvenes; los especímenes del sexo másculo, habían todos, doblado ya el meridiano de la Vida; eran gentes, de la mejor sociedad, pertenecientes al alto comercio, la Banca y la Aristo-



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cracia, como correspondía al rango de la dama que recibía ; un grupo de élite, muy escaso, pero muy cul- tivado en asuntos de Arte, y especialmente en Música, como que había sido invitado, para ver y oír al Joven Maestro, que fué la frase con la cual la Condesa, me presentó a sus Convi- dados; todos ellos sabían que yo no era un parvenú, en aquel salón ; muchas señoras me preguntaron por mi Ma- dre, de la cual habían sido amigas, en tiempos de nuestra prosperidad... sólo un caballero, me preguntó por mi Pa- dre, cuyo nombre de Escritor Rebelde, eclipsa- 71 J. M. VARGAS V I L A ba su nombre de Sabio, y ponía pavor en aquellos espíritus obscuros, haciendo temblar sus corazones cobardes... el viejo Marqués de Ortúa, inusicófilo, apa-



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sionado y Crítico de Arte, de mucha nombra- día, me habló con emoción del último concierto en que me había oído, elogió mi dominio del Instrumento, y mi estilo absolutamente personal, haciendo una larga disertación sobre Mú- sica, desde los Oratorios y Coros litúrgicos de la Edad Media, hasta los Dacings' y Cake-walk de hoy, y desde Palestrina y Paisiello y Scarlatti y Chopin, hasta Franck y Debussy, para caer de rodillas ante el violín de Sarasate, no sin egra- tigner, más o menos duramente, a Gounod, a quien calificó de mediocre, a Wagner un bárba- ro, y devorar el cadáver de Rossini, al cual pro- fesa una aversión particular ; el Cisne de Pessa- ro, no es para él un Cisne, sino un Pato tru- fado por Stendhal; se ve que odiar a Rossini, no es, en él, sino una manera de odiar a Sten- dhal, a quien llamó cuistre, y como para abru- marlo con el más terrible anatema, que pueda pronunciar un Reaccionario, lo apellidó: el Ul- timo de los Enciclopedistas ; terminada esta especie de Conferencia Preli- minar, con la Ejecución de Rossini y de Stendhal, se hizo música ; la esposa del Cónsul de Suecia, nos encantó con el exotismo de su música ; cantó lieders, me- lancólicos, más que apasionados, de una belleza 72



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LA NOVENA SINFONÍA pálida, como la de una alba, sobre fords escandinavos... no sé por qué, me parecía oír un coro de Ne- reidas, entonando cantos de Tristán una noche de luna, en los arrecifes de una costa desierta; una joven, casi una niña, como para contra- riar la wagnerofobia del viejo Marqués-Crítico, estuvo admirable, en la Marcha Triunfal de Lo- hengrin, y como para amenizar tan solemne Tristeza, hizo vibrar, todo el cómico de Cimaro- sa, en cantatas admirables; la Condesa, que es apasionada de Beethoven, lo ejecutó con maestría... ¿seré irreverente si digo, que fui inatento a su música, por ser atento a su persona?... ¿qué tocó? ¿cómo tocó? de pie al lado de ella, yo no tenía alma sino para contemplarla...



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ninguna armonía igual a la armonía de sus formas; ninguna Sinfonía igual a la Sinfonía de sus carnes, que parecían cantar desnudas, bajo las sedas crujientes, en la intimidad de besos, dados en el silencio, sobre las desnudeces inermes de un cuerpo muy amado... sus manos, largas, sensitivas, de una blancura cerúlea, eran pentacordes y sus dedos largos y armoniosos, jugando sobre las teclas del piano, semejaban tentáculos de un pulpo de cristal, iluminados por un resplandor lunar; 73 J. M. VARGAS V I L A llegó mi turno... entre una benévola expectación, ejecuté los fragmentos que había estudiado esa mañana ; un Nocturno de Ghopin, y un Capricho de Mildred ; se me pidió algo más, y toqué un fragmento de la Salomé, de Wilde,.por Florent Schmith;



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terminada la Audición, se sirvió el thé ; no a la moderna y cursi manera de los nou- veaux viches introducida ipor la Vulgaridad Opu- lenta de los millardarios americanos, en mesas redondas y servidos por camareros en frac, sino a la vieja usanza señorial, servido por las damas y ofrecido a sus invitados, en tazas .de plata, por manos de nobleza secular hechas a fojear ár- boles genealógicos, sin mancillas... mi atención no era para la orfebrería de vieja plata, labrada acaso por artistas florentinos del tiempo de los Mediéis, sino para las manos de la Condesa, y los senos de la Condesa que casi se descubrían, amenazando salirse de su lecho de encajes, como dos cervatillos, de su nido des de Burne-Jones; entre los caballeros, estaba aquel viejo Mar- qués, crítico, y un viejo Crítico que no era Mar- qués, pero escribía sobre Música en un viejo Dia- rio, estandarte de todas las Reacciones, y especie de Museo de todos los arcaísmos; me sabía hijo de un Revolucionario en Políti- ca, y me creía un Revolucionario en Música ; llevaba acaso la intención de discutir conmigo de Arte, en aquel salón, como sus colegas dis- cutían de Política, con mi Padre, en las columnas



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de su Diario; pero, no lo logró; despotricó de lo lindo contra el Arte Nuevo ; habló de Impresionismo y de Esnobismo... colocó a Bruckner sobre Wágner, como más inspirado ; el Autor de las Walkirias, era un Bárbaro... ruido, ruido... pas de musique, y decía esto en francés, con un acento de Camarero de Café- Concierto... ¿Beethoven? un plagiario de Rutz... César Franck, hallaba gracia, cerca de él, porque había sido organista ; la sombra de las Iglesias lo protegía ; 79 J. M. VARGAS V I L A sólo su Música Religiosa, mereció Piedad, sus Variaciones y algunas Sinfonías... ¿ Psiquis? ¿las



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Eódidas? profanación, herejía... esta alma de casuista, tenía condición de rata pestífera ; no entraba en el Templo del Arte, sino por las Alcantarillas... tenía el alma rampante, de todos los de su pro- fesión ; se arrastraba por sobre los temas que discu- tía, sin alas en el espíritu, para levantarse hasta ellos ; en todo Crítico hay el Alma de un caracol; deja su baba sobre todo lo que toca ; a éste; Leo Delibes, le parecía amanerado: miévre, era su expresión ; todo en la música moderna, le parecía preciosismo; creía que la degeneración del gusto principia- ba en Saint-Saens, y Massenet; •un ballet de Sylvia, le ponía los pelos de punta... Y Láteme, le parecía la iniciación de la deca-



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dencia... ignoraba lo moderno, y lo poco que vislum- braba, lo desconcertaba... Moussorgsky, era para él, un bárbaro, estaba en la linde del desierto ; música de estepa... como la de Tschaikowsky, buena para un auditorio de osos polares ; el Modernismo era su bete noire; 80 LA NOVENA SINFONÍA para él, todo lo nuevo, no era moderno, sino modernista... la técnica de Shoemberg, lo desconcertaba, su mecánica, que no es nueva, lo encolerizaba, como tal., si fuese música pura... ¿qué es eso de músi- ca pura? impureza de la Música... Edgar Várese... Arthur Honegger... pelotón de reclutas del Arte...



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aventureros... nouvelle musique... pos de musique... tanto idiotismo es regocijante; desaltera... lo dejé correr libremente por el ; no le contradije... no encontrar en mí, un Polemista Violento, como mi Padre, tal vez lo exacerbó, más que calmarlo... felizmente, la hora de la Música ejecutada vino a suceder a la hora de la Música hablada, y el Viejo Crítico, tuvo que enfundar su sable, triste de no tener con quién cruzarlo... y se resignó a oír la Música, que no sabía sino criticar ; hubo, un Studio Simphonique de Schumann, ejecutado por la Condesa... Mensaje de Amor de Schubert, ejecutado por la joven sueca, que nos había encantado la otra



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noche con sus Heder s; un Valse Olvidado, de Liszt, soñador, melan- 81 6 J. M. VARGAS V I L A cólico, como un eco de tiempos muy remotos, en- vejecido y venerable, como la Matrona vestida en negro, cuyas manos perfiladas y suaves, arran- caban al piano la Melodía reminiscente ; y una variación de Carmen de Horowitz, tocado en la flauta maravillosamente, por urn joven aficionado, que si no fuera tan enormemente rico, y amase el Arte, hasta sacrificarse por él, llegaría a ser un Grande Artista... 3^0 amo la flauta, como el más humano de todos los instrumentos; ella imita como ningún otro, la Voz de un Hombre Joven, con todas sus armonías... en los labios de Apolo, fué música de Dioses... la Cornamusa, fué su Madre, presidió las más bellas Fiestas de Amor, en valles de Thesalia...



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me acerqué para felicitar al joven dilettante; y le estreché la mano con un sentimiento de verdadera Fraternidad... el Viejo Crítico, se acercó para saludarlo pero su Elogio era frío, y sonaba como el silbido de una serpiente, entre sus labios seniles; he aquí que me tocó mi turno ; yo no había tenido tiempo, de estudiar nada, ni de preparar nada nuevo, para esta Audición ; pensé en el verso de "Armida" ; Amor, Possente Nume... y me entregué a ese Numen; él me inspi- raría ; acordando mi violín, pensé en aquello que iba a tocar; 82 LA NOVENA SINFONÍA amo el claro-obscuro en la Música, como en el



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Paisaje ; entré en el Jardín Crepuscular del Simfo- nismo ; dejé en silenciosa quietud a Haydn, Mozart, Beethoven... ataqué la Sinfonía Artística de Berlioz ; pleno romanticismo, remanso musical, pletó- rico de ensueños... crecendo de .sonidos y de aplausos ; se me pidió algo más ; los ojos de la Condesa eran como dos plegarias ; imploraban en su quietud ¡magnífica de estuario... toqué para ella, una de las dos Silceuchen de Max Reger; la vieja dama enlutada, vino hacia mí ; traía en sus manos trémulas, uan página musical ; me rogó interpretarla... era la Fantasía en Do Maggiore de Schumann ; me incliné ante su ancianidad luminosa ; ejecuté el morceau, que es de difícil dominio... un final de aplausos entusiastas; le petit Paganini, se retiró, buscando la pe-



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numbra, sin tener como su glorioso antecesor, la sombra lasciva de Elisa Baeciochi, que vinie- ra a hacerle compañía; la soledad, no fué larga ; vuelta la reunión al terreno de la conversación, la Condesa vino hacia mí, que me hallaba solo, sentado en el extremo de un sofá ; la sentí venir y temblé a su aproximación ; co- 83 J. M. VARGAS V I L A locada entre la lámpara central y yo, su sombra se proyectaba sobre mí, como la de un álamo desnudo... — La Soledad es la Patria del Genio, me dijo repitiendo la frase, que el libro de un célebre novelista había puesto de moda en aquellos días... — Sí cuando el Genio está desterrado de su verdadera Patria, que es el Amor ; — Y ¿quién ha desterrado al Genio del Amor? — El Destino...



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— ©1 Destino, es una Palabra... — Sí... una Palabra, que como la boca de la Es- finge, guarda en su Misterio el Enigma de nuestra Vida... — Se ve que sabéis mucho del Amor... — No se conoce el rostro de aquello que no se ha visto... — No creo vuestros ojos bastante desgracia- dos, para no haber visto aún el Rostro del Amor... — En verdad... es bien desgraciado el pájaro que en su nido, no ha visto aparecer sobre el cielo, el Rostro de la Aurora ; su ignorancia, es una prolongación de la Noche... — La Noche, no es eterna... — Pero, es triste... se sentó a ¡mi lado... el roce de su traje, me produjo la impresión de una corriente eléctrica... ducha en los ardides del Amor, ella lo com-



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84 LA NOVENA SINFONÍA prendió y se acercó a mí, bastante para que una de sus piernas tocase contra da mía ; la carne exuberante de sus caderas, rozaba ed nacimiento de mis muslos, y me comunicaba un calor extraño, como el de un lecho nupcial ; su seno, parecía ofrecérseme, como un cáliz, con ese gesto de falsa Maternidad, con que las mujeres ya maduras, ofrecen la desnudez de los senos a los hombres jóvenes; como las madres ofrecen su pezón desnudo a su hijo, en estado de lactancia... — Cómo huelen estos nardos, me decía mos- trándome el ramo de ellos, que temblaban en la orla de encajes de su vestido, sobre la hendidura que hacían sus dos pechos, que emulaban en blancura a las flores, algunos de cuyos pétalos, se posaban sobre ellos... me incliné para oler las flores, y no olí sino su cuerpo... su cuerpo, que era como un Ánfora, llena de



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perfumes, arrebatada' al tesoro de la Reina de Saba... mi mano tropezó con una de las suyas y se la estreché, tan fuertemente, que tuvo que ahogar el grito, que le arrancaba el dolor de sus carnes, martirizadas por la incrustación de las sortijas... sus ojos, se volvieron hacia mí, taciturnos y como palidecidos, con una palidez de convales- cíente, que pide el Amor, como un remedio a su agonía... mis labios..., ¿qué hicieron mis labios? 85 J. M. VARGAS V I L A no lo &é... ¿aquello que sentí, fué el roce de los suyos?... vuelo de dos abejas escarlatas, ¡sobre la ¡miel virgen de un panal... ¡ maldita la sombra de la vieja dama, que silenciosa, como un fantasma, llegó hasta nosotros, para despedirse de ella...



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el ámbar obscurecido de sus pupilas, brilló de nuevo ; se puso en pie, y se alejó ; armoniosa como una Estrofa, arrancada al Himno Bermejo, de los Antifonarios del Sol... Stí uando aquella tarde llegué al Palacio de la Condesa, no vi la fila de coches, que se esta- cionaba frente a él, los días de recibo ; el Portero, estaba en petite tenue, sin llevar el uniforme galoneado, de los días de gala ; temeroso de haberme equivocado en la fecha o de que la Condesa estuviese ausente, pregunté por ella. — Está en casa, un poco enferma...



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quise retirarme... — No, el Señor puede subir, me dijo el servi- dor, con aire complaciente, descubriéndose para abrirme lia puerta del ascensor ; subí; la Condesa, me esperaba, con la puerta del Apartamento a medio abrir... 87 J. M. VARGAS VIL A — Estoy sola, me dijo; mi madre y mi hija han ido al campo ; la servidumbre está de paseo ; a causa de eso he suspendido el recibo de hoy, y lo he avisado a todos... — Entonces... perdone usted Condesa... yo no sabía... — No, no, eso no es con usted ; me tomó la mano ; me condujo como si fuese un ciego, a través de los pasillos, no al Gran Salón, que estaba her- méticamente cerrado, sino a sus apartamentos



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privados, a un pequeño salón confidencial, que comunicaba con su alcoba y el baño, y era como un remanso de fuente, apacible y calmado, bajo las arboledas azules... azul, era el techo, decorado con motivos mito- lógicos, de un estilo miévre y cuasi rococó... los muros, tapizados y acolchonados en damasco, a florones blancos, como enormes cipedáceas a formas ranuneulares ; tapicerías y mobiliario de Aubusson, con escenas pastorales de Boucher... unas Marinas de Barckay.... y Watteau... y Chardin... y Fragonard a pro- fusión ; un retrato de la Condesa, escuela impresio- nista, a tintes oliváceos, de un gris delicuescente, como de un Manet, en la época de su decadencia ; dos grandes jarrones, modelos de cerámica, en el más puro estilo anzotano, en los cuales, cle- 88



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LA NOVENA SINFONÍA mátidas de orioalco, extendían sus hojas for- miculares, como lagartos de oro, que se dur- miesen al Sol... y un diván, el más incitativo diván, que yo haya visto en mi Vida... el más obsesionante lecho de Voluptuosidad, ofrecido a las carnes de un mortal... bajo, hasta no levantarse dos palmos del suelo, ancho, hasta dar casi la anchura de un lecho personal ; tapizado en rojo obscuro, color de sangre y de púrpura, evocador de crueles lascivias, como el lecho de un César y la arena de un Cir- co, donde manara aún la sangre del cuerpo desnudo de los gladiadores; sus muelles suaves y dúctiles, se hundían al contacto de los cuerpos, antes que al peso de ellos ; almohadones de sedas suaves, hechos como para confidentes de Amor, y cojines policromos de tonos vivos, evocadores de sensualidades torturantes, se ofrecían como labios y como brazos, tendidos desesperadamen- te a los besos y a los abrazos del Amor... un piano, ocultaba los tonos obscuros de su madera, bajo un mantón de Manila, a tonos rojos y azules, extendidos sobre él...



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y encima, como el féretro de un niño, una caja de seda blanca, que contenía un violín ; por la puerta abierta de la alcoba, se veía el lecho blanco y dorado, en forma de esquife, cuasi desaparecido bajo la colcha de seda azul, y los encajes y blondas que la adornaban ; la luz, que 89 J. M. VARGAS V I L A entraba por la ventana con visillos de tonos lilas, violetizantes, le daba las tonalidades y el aspecto, de una gran concha marina, iluminada por un rayo de sol ; la nave de Venus camino de Citerea ; del gabinete de baño, cuya puerta ocultaba, una cortina color amaranto, caída en grandes pliegues hasta el Suelo, y ante la cual, un biombo japonés de laca verde^alga, en cuyo fondo dos Ibis negros, parecían montar guardia de honor, se escapaban olores de aguas frescas, y de perfumes íntimos, recién usados... una calma crepuscular, de tonos amatistas, en- volvía la estancia, en una claridad intermitente, de gruta lacustre, y la hacía obsesionante como



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un sueño de amor... la Condesa, se vestía, con una especie de pei- gnoir, de color cobre, cuasi rojo, a ramazones multicolores, como de una floración parasitaria ; su busto emergía de la tela, como el de un petrel de las aguas obscuras de un lago africano ; sus brazos desnudos, dejaban ver al moverse, hasta el oro blondo de las axilas, semejante a vellos de mazorcas... ninguna joya, que no fuese la de un lunar, abajo del cuello, casi sobre el seno izquierdo, negro y velludo, semejante a una mancha de tinta, sobre un papel inmaculado... sus ojos, taciturnos, se hacían desmesurados, por el esfumino... el carmín de los labios, los hacía protuberan- 90 LA NOVENA SINFONÍA tes, como los bordes de una herida ; entrañas de voracidad... fingía el aire doliente, bajo la blancura de los polvos, que un ligero rosa Niñón, impedía apa-



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recer como enfermiza... tenía actitudes de una laxitud encantadora, como de una flor que va a morir... — Sólo para usted, he querido quedar en casa, me dijo, con una voz queda, que parecía un arrullo; Me ha torturado una migr&ine atroz, que ahora empieza a desaparecer, como bajo un conjuro; y sus ojos de cordero en holocausto, ensayaron una mirada de gratitud, por mi presencia... — Creí tener algo de fiebre... y se tocó el pulso con su mano... — No... le dije, yo, tomándola por la muñeca y apretando suavemente su brazo desnudo... sabía, bien la ciencia de exasperar los hombres, y lo retiró... me invitó a sentarme ; lo hicimos ambos, no sobre el sofá, sino sobre el diván, como para no oprimir con nuestros cuerpos, el Idilio Pastoral, del gobelino ; nos hundimos como en un baño tibio ;



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su figura se destacaba, en esa penumbra hi- drófana, como de Acuarium, con la pureza del dibujo de un Metalario Cuatrocentista... amibos sentíamos la onda del Deseo, que nos invadía paulatinamente, como las olas a una playa indefensa... 91 J. M. VARGAS V I L A nuestros ojos se hacían turbios, como mala- quitas sin pulir... nuestros labios resecos, parecían masticar, más que decir, palabras estranguladas... ¿qué nos dijimos? la hora de la Inconciencia había llegado... nuestros cuerpos se tocaban y eran como el encuentro de dos llamas de un zarzal ardido, prontas a encontrarse, y a fundirse en una sola... el negro azul de sus pupilas desmayaba...



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hizo un gesto de sofocación, como para librar- se de algo que la oprimía... desabroché el único agrafe, que sostenía su bata... no tenía corsé, sino una débil faja de seda azul, que era más un adorno, que un sostén... sus senos, se escaparon de entre los encajes, como dos ánades, de entre las espumas de un estero... pedazos de blancuras se asomaban por entre los intersticios de la combinación, de seda malva, como jirones de nubes, vistos entre las oscila- ciones de un ramaje... cerró los ojos... la besé en los labios... y tomando en mis brazos su cuerpo desnudo... lo llevé hasta el lecho... 92



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LA NOVENA SINFONÍA el ocre y el azul de la Tarde, se fundían, en un Divino Epitalamio, cuando abandoné aquel Pa- lacio de Amor, bajo la mirada socarrona del Por- tero, que se inclinó reverente, acariciando con avara fruición, las monedas que le di... 98 L Tiempo me parecía herido de ataraxia... las ¡horas ano volaban, como antes ; eran lentas, parecían in- móviles, como los falenos pintados en una mayólica de Oubs Kandy... se podría decir que conté, una a una, las horas de aquella semana, al parecer interminable, que precedió a mi nuevo encuentro con la Condesa... el pretexto lírico de los five o'clok, en su Pa-



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lacio, no tenían ya objeto ; llegados al fin de nuestro anhelo, ese medio aparecía pueril, candidamente dilatorio... otra música que no fuera la de los besos, nos parecía inoportuna e inarmónica... otra elegancia, que no fuera la de nuestros cuerpos desnudos, era carente de belleza ; 94 LA NOVENA SINFONÍA otra actitud que no fuera la de un gesto de amor, era grotesca ; mo eran nuestras almas, las que se deseaban : eran nuestros cuerpos ; nuestras almas, no tenían emociones que revelarse, eran nuestros cuerpos los que deseaban recorrer la gama de las sensaciones, hasta ago- tarla ; pero, ese nuevo encuentro, no podía tener lugar en el palacio de la Condesa, donde sus familiares y sus fámulos, la vigilaban de cerca;



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las estratagemas cuasi heroicas, que ella ha- bía puesto en juego, para lograr nuestro primer encuentro, en soledad, no podían repe- tirse... su posición social y ed ser muy conocida en la Ciudad, no le permitía el recurso de las casas de cita, más o menos lujosas, que eran el cuartel general de los enamorados; fué convenido entre nosotros, que este encuentro tendría lugar en la petite garconiére, que mi primo Alvaro Hinojosa y yo, teníamos alquilada y amueblada, para nido de amores transeúntes, en un apacible suburbio de la ciudad ; prepararla para tal objeto, fué mi tarea de esos días ; arreglada para recibir modistillas y hembras fáciles, que eran nuestra clientela habitual, ca- recía del chic, y el confort, precisos para recibir a aquella cliente elegante y suntuosa, que el Des- tino me deparaba ; 95 J. M. VARGAS V I L A



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transformarla en algo digno de ella, fué mi sola ocupación, en aquellos días ; de las tres estancias de que se componía, sólo el comedor, que era la habitación central y mi alcoba, que era una de las laterales, sufrieron la visitación del lujo y la presencia de los artesa- nos, encargados de embellecerla... Alvaro, conservó en la suya, su aspecto deliciosamente estudiantil, que le recordaba aquella de la rué Gay-Lussac en el Quartier Latín, de París, en el cual había albergado deliciosos amores, que ahora pretendía recordar, en su licuison, con una joven pintora, algo desequilibrada, pero bella y gozosa, como las estampas de los Magaz- zin's y Revistas Piotorales, de los cuales tenía lleno el pequeño aposento ; convenido fué entre mi primo y yo, que sus días de cita con la pintora y los míos con la Con- desa, no coincidirían nunca ; mi empeño al amueblar lo que impropiamente sería llamado Dormitorio, pues no íbamos a dormir en él, fué darle una nota de Exotismo cul- minante, algo< que no Jo semejara a los habituales Nidos de Amor, que pululan por doquier ; mi primer innovación fué, suprimir el lecho...



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el recuerdo de aquel amplio y mullido mueble, en el cual había yo desnudado por primera vez, ese mármol impoluto, que era el cuerpo de la Condesa, me obsesionaba; carente del tiempo preciso para hacerlo fa- bricar, díme a buscar uno semejante, y hallé en 96 LA NOVENA SINFONÍA una mueblería, una especie de diván a muelles, amplio y mullido, que tenía las proporciones de un lecho, sin tener su aspecto; no se alzaba dos palmos del suelo, y evocaba Voluptuosidades dignas del nombre que llevaba : Cama Turca; parecía hecho con cedro del Lí- bano para Jas delicias de un Bajá; hícelo forrar no en terciopelo ni en reps, cuyo roce hurta los nervios y hace venir una como salivación acida a las encías, sino en una seda muy suave, a ramazones azules, sobre un fondo de oro mate, que por sus delicuescencias, tenía un tono mórbido de ágata ; grandes almohadones en forma de ro- llo, embutidos de plumas, y de colores tan vivos, que daba miedo inclinar sobre ellos la cabeza,



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por temor de ardérsela, tal era el aspecto de an- tracita en ignición, que ellos tenían ; grandes cojines en tonos suaves o muy mórbidos, cuasi obscuros, iporque mi objeto era que sobre ellos se destacase, el cuerpo desnudo de la Condesa, con sus blancuras de perla ; con telas chinas multicolores y un biombo japonés, ornado de crisantemos de oro, e Ibis pensativos, improvisé un cabinet para toilette, con una coqueta en mármol jaspeado, cubierta de un tisú primorosamente bordado, y sobre él la cepillería y objetos de to- cador, en viejo argento, que habían sido propiedad de mi tía Águeda, la Marquesa de Hino- josa, y ahora lo era de Alvaro, su hijo, que con tal objeto me lo había facilitado; un pequeño ropero en bronce, para colgar los trajes ; una li- 97 7 J. M. VARGAS V I L A cerera, en la cual el vende obscuro de la crema de menta — que era da delicia de la esperada huéspeda — hacía reflejos extraños; y una lám- para, no colgada, sino de pie, que tras el vela- dor debía proyectar sobre la estancia y sobre los objetos, sus reflejos inquietantes; dos grandes sillones en reps moaré, ambarado ;



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en uno de ellos sentado yo... en el otro, la Inquietud... esperando la llegada de Ella... para la cual estaba preparada, aquella concha de Venus, pron- ta a bogar en aguas citereas... suena el timbre... abro la puerta y entra Ella... ligera, azorada, como una cierva que salta de un zarzal a la llanura... tropieza, cae, no en el suelo sino en mis brazos... alza el velo y me ofrece sus labios ; muerdo, más que beso las dos guindas en flor... había obscurecido ya, cuando puesta en pie, arreglado el corsé, cuyos agrafes y cuyas jareti- llas, había yo mismo cerrado sobre su cuerpo, se peinaba ante la Psiquis de plata, y el oro de sus axilas brillaba, como el vello de las espigas re- cién cortadas...



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se estremeció al contacto de mis labios, sobre su nuca desnuda... 98 LA NOVENA SINFONÍA me devolvió el beso, con pasión, y continuó en hablar... me contaba sus cuitas pana venir, y, cómo ha- bía arreglado el itinerario, y los métodos evasi- vos para asistir de hoy en adelante a nuestras ci- tas de los viernes... vendría en su carruaje hasta casa de la Mani- cura, despidiendo allí a su cochero, que debía venir a buscarla a las siete; tomaría un taxi de alquiler, y vendría a nuestro five o' dock; diciendo eso, apuró el resto de la menthe, que aun quedaba en la copa, y elogiando la elegancia del Pijama que yo había elegido para recibirla, me besó en los labios, dejándome en ellos el sabor dulce del licor que acababa de beber, y luego, como un ósculo de despedida, me besó en los ojos, que ella hallaba bellísimos, a causa de la sombra



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desmesurada de las pestañas, sobre el ámbar de las pupilas pálidas, y me llamó por ellos Deme- trius Phalereus, el Charito-blepharos, que tanto amaron los griegos... después de ese alarde de erudición barata, se alejó, con su paso leve y rimado, que tenía del vuelo de un pájaro y la ondulación de una serpiente... después, nos vimos todos los viernes, en aquel nido de amor, de las cinco a Jas siete ; el último de nuestros besos sonaba, cuando las primeras estrellas aparecían, y la Noche surgía, como una rosa abierta a la caricia de las Tinieblas... 99 /. M. VARGAS V I L A ella, gozó mi cuerpo, y respetó mi Alma; no trató de entrar nunca en sus profundidades misteriosas... fatigábamos el Placer, haciéndonos la Ilusión de que fatigábamos el Amor... ella, lo había ya agotado, en el culto de varios hombres, yo esperaba, verlo nacer en mi cora-



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zón, para adorarlo... los diez y ocho años que nos separaban, po- nían una distancia enorme, entre nuestros senti- mientos... ella, se perdía ya en la Avenida Penumbrosa de los Jardines de Aspada, y sus besos tenían la mansedumbre crepuscular de las rosas que se deshojan... en ciertos momentos, su boca era triste, como una playa muy bella, sobre la cual ha muerto el Sol... en mí, todas las perspectivas, eran fulgentes, como* el nacer de una Aurora ; agotaba el culto del Placer, ya que no podía agotar el culto del Amor, y desfallecía en sus brazos como un f aleño en el cáliz de una flor; ebrio de su néctar y prisionero de sus estambres... mi Madre, me miraba con cariñosa inquietud, viéndome languidecer y adelgazar rápidamente ; el Pudor, ahogaba en sus labios la pregunta que asomaba a sus ojos, con la quietud de una Muda Imploración ; mi Padre, alarmado, creyendo que había caído 100



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LA NOVENA SINFONÍA en las redes de una mujer de mal vivir, me in- terpeló, con su ruda franqueza habitual... no le negué nada... yo, no sé mentir... calmada su ansiedad, me dio los consejos de su Experiencia; él, sabía ya, muchas historias de la Condesa, y me las refirió... ellas no me dieron ni una sombra de celos... el celo retrospectivo, es absurdo... además, lo que yo sentía por la Condesa, no era el Amor, era el Deseo... que hubiera amado a otros ¿qué me impor- taba?... yo no buscaba en ella las huellas de ninguna Virginidad, que aplacara mi Deseo: era lo único que yo



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buscaba y ella lo hacía a maravillas... su suave seno otoñal, era un refugio delicioso al ardor inagotable de mi temperamento, exacerbado por el calor de sus besos, tan exquisita- mente sensuales ; como todas las mujeres, en la Hora Occidua del Amor, era una experta refinada, en los secretos del beso... el beso, dormía en sus labios, como un jugo de cantáridas, en un pomo de coral ; cuando me inclinaba sobre los crisopáceos de sus ojos, turbados por el deseo, mi rostro y mi cuerpo hacían sobre ella, como la sombra de un pino joven /proyectando su grácil silueta, sobre 101 J. M. VARGAS V I L A el espejo turbio de las aguas estancadas de una zanja, a la hora del crepúsculo ; cuando Véspero parpadea, sobre las ondas dormidas en una iner-



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me quietud... sus senos duros y tersos, como si no hubiesen lactado nunca, eran como dos ampollas de alabastro, que contuviesen jugo de Nepente; ser- vían de reposorio a mi cabeza, cuando mi cuerpo languidecía, fatigado de gozar... ella, acariciaba entonces, mi frente, mis cabellos, mi cuello y deslizaba sus dedos a lo largo de mi espina dorsal, tan suavemente, que esa caricia me producía la impresión de una corriente eléc- trica, como esas que la Ciencia aplica en las vér- tebras cervicales de los atacados de Ataxia Lo- comotriz... nuestros labios, se juntaban entonces, en un gesto de succión, hasta hacerse sangre... cuando ya alzados de aquel lago de sedas, que nos servía de lecho, sentados en el sillón, yo la tenía, aún desnuda, sentada sobre mis rodillas, acariciándola por igual, con mis labios y con mis manos, se hacía silenciosa, ensoñadora ; sus párpados entrecerrados, hacían sombra a sus pupilas, con las pestañas sedosas, que eran como dos zarzales tupidos, sobre un remanso y se hacía cuasi visible eü vuelo de los Ensueños como un vuelo de coleópteros, sobre el cristal de las aguas muertas;



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entonces, pensaba en el porvenir, y le preocu- paba la suerte de ese Capricho, que para ella, 102 LA NOVENA SINFONÍA empezaba a tomar las formas alarmantes de una pasión ; se levantaba, como sonambulizada por el tósi- go de su Inquietud, se ponía al .piano, y con los ojos cerrados y los labios contraídos, ensayaba una de esas Fugas de Bach, que son como una ronda de libélulas y parecían hacer cortejo al vuelo de sus quimeras errantes, o atacaba un Capricho de Mendelssohn cuya difícil ejecución hacía aún ¡más tensos sus nervios ; aguijoneada por la Inspiración, me pedía que la acompañara con el violín, y eran entonces nuestros dúos, melodías apasionadas, diálogos musicales, fugas hacia el Ideal, en las cuales nuestras almas, parecían vibrar unísonas en los sueños del Amor, como momentos antes, habían vibrado unísonos nuestros cuerpos, en los espas- mos de Placer;



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lágrimas silenciosas, corrían de sus ojos, hacia sus mejillas ; yo las enjugaba con mis labios, muchas de ellas caídas ya sobre los senos, en los cuales semejaban gotas de rocío, temblando sobre el corazón de una magnolia ; muchas veces, esas tristezas, convertidas en Voluptuosidad, se diluían en el encanto de una nueva ¡posesión, más violenta a causa del estado exacerbado de nuestros espíritus ; la magia de esas horas, se desvanecía, como el aroma de una flor, cuando nos separábamos, dejando en abandono las rosas que parecían hacerse tristes de nuestra ausencia, prisioneras en 103 J. M. VARGAS V I L A los jarrones de ónix, cuyas decoraciones metáli- cas, semejaban pieles de lagartos enormes o de reptiles indostánicos, enrollados a sus flancos, en caricias lascivas, con el verdor herrumbroso de jeroglíficos de bronce ; se vestía displicente y ensimismada, comple- tando siempre su toilette, con una flor, que arrancada a un macetero ponía sobre su pecho, que aun temblaba de emoción ;



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para cubrir las apariencias, yo continuaba en asistir a los five o'clock, quincenales, que ella daba en su Palacio ; se me detenía a comer, en unión de algún ínti- mo de la casa ; a la mesa, no nos sentábamos, sino su Madre, ella, su hija y el invitado que había sido elegido para hacerles conmigo compañía; el cual era siempre, un conocedor y amante de la música, cuando no un dilettante en ella; después de la comida, se tocaba piano y vio- lín, y se ensayaba el canto, en pequeño comité ; era en una como calma religiosa, que se cele- braban aquellos conatos de Concierto, en la intimidad, en el silencio recogido del pequeño salón de Música, todo tapizado en seda de un amaran- to opalescente, color de heliotropos ajados... sin otras flores, que las orquídeas de los grandes jarrones, pensativas y orgullosas de ser nuestro único auditorio... debo confesar, que yo me sentía extrañamente soñador, en esa atmósfera de calma familiar, 104



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LA NOVENA SINFONÍA bajo ese ambiente de pureza, que el Arte llenaba con sus Arpegios sonoros, en una dulzura confidencial, que era como un diálogo de Almas ; sabiéndonos sin otro auditorio que nosotros, ensayábamos las más atrevidas y extrañas mú- sicas, y era allí, que yo atacaba con mayor atre- vimiento, los más difíciles Estudios de Paganini, para lo cual mis manos excepcionales, me ser- vían a maravilla; pero, ¿he.de confesarlo? de los Maestros Modernos, sólo Debussy, Me- rowjowsky, y Florent Schmith, en Salomé, me- recían mi dilección ; los demás, me parecían bellos, pero candidos, sin profundidades y sin complicaciones; plácidos y armoniosos, como una marcha de ánades sobre el agua... del resto, mi alma se orientaba violentamente, hacia los Grandes Maestros, pretéritos... no tanto, hacia aquellos ya muy lejanos, per- didos en perspectivas arcaicas, como Montever- de, Paisiello, Cimarosa, sino hacia esos otros,



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situados en una zona musical, yacente entre la Modernidad, un poco acrática y la Antigüedad, arcaicamente clásica; la Música Alemana, me fanatizaba; sus Grandes Clásicos: Haydn, Hsendel, Bee- thoven, Mozart; Maestros del Estilo y del Sen- timiento, creadores de melodías eternas, me su- gestionaban hasta el delirio... pero, era el Sordo de Bonn, el que ejercía en mí, una influencia mayor, desorbitada... 105 J. M. VARGAS V I L A fué entonces, que concebí y empecé a poner en práctica, mi proyecto de escribir la: Novena Sinfonía destinada a hacer suite, a aquellas que fueron como el Canto del Cisne, a las orillas del río, que un día había de ver pasar sobre él, la Marcha Triunfal de los Nibelungos, orquestada por el Genio Titánico de Wágner ; la Influencia, que hasta entonces, había ejercido en mí, el místico y melancólico requiencista de Salzburgo, declinó rápidamente, hasta no dejarme sino el recuerdo conmovido de una ado-



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ración adolescente, impregnada de una Tristeza Mística, ya extinta; algo de ese Culto de .las Cenizas, al ídolo devorado por las llamas, sobrevivió en mí, hacia él, hacia Gounod, hacia Verdi, hacia los Grandes Operistas, de sonoridades asordadoras y desconcertantes, que como Wágner, ponen música a las Tempestades o como Massenet instrumentan las violencias del Huracán, convirtiéndolas en un Aire suave de pausados giros, que dice al oído de las rosas Églogas de Amor... la Trilogía Sagrada, Beethoven, Bach, Brahms, fué la que yo coloqué y adoré sobre los altares de mi más alta admiración ; tuve por ellos, especialmente por Beethoven, el Fanatismo Enfermizo, de todas las Adoraciones ; su Culto, consumió mi Vida, y el Estudio de las Sonatas, fué mi constante deliquio... ¡ oh ! si yo lograse ser digno de su Genio, en mi Novena Sinfonía, aun inconclusa... 106 LA NOVENA SINFONÍA



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cuando terminaban esos conciertos familiares, que en el fondo no habían sido sino diálogos alados de nuestras almas, la Condesa y yo, quedá- bamos como extenuados, mirándonos tristemen- te, por sobre la cabeza nivea de su Madre y la rubia cabeza de su hija, como por sobre dos cimas de purezas, y éramos como Extenuados de Emo- ciones y de Deseos, y nos separábamos dolorosos, melancólicos, como sintiendo volar en torno nuestro, los besos que no pudimos damos, como un vuelo de cantáridas ardientes ; la Magnificencia de las Noches Mediterráneas, no alcanzaba a calmar y antes exacerbaba, el Ardor de mis Sueños, Reminiscentes y regresa- ba a la casa, triste, con la tristeza ingloriosa de un vencido sin combates, o para calmarlo, iba a terminar mi soirée deshojando las hojas del Enigma, sobre los labios tarifados de alguna Margarita del trottoir; y mis besos tenían la Tristeza Fétida de los besos de ¡la Muerte, dados sobre los labios de un Espectro... el largo adiós de una Ola Moribunda sobre las playas estériles...



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107 fS&MitoSl %^^K|njWÔ^^ NBMÂr-íîi^^vBSfrlf^ 1 ^^-^^^ ¿^v*oB¿íî^í. \<~™ty\j/t^vi



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fjÉkrj^&í?^ [Sp^j- V w H uestro idilio, comenzó a ser turbado en su Ventura, por la sorda hostilidad y el Es- pionaje encubierto del suegro de la Condesa, que sa- biéndola ligera, acechaba la ocasión de hallarla en falta, y acusarla ante los Tribunales, para quitarle la Tutela de sus hijos menores, y la Administra- ción del cuantioso Capital, que ella ejercía; la Portera de la casa, en que nuestra gargo- niére, estaba situada, me puso en Autos del asun- to, de las gentes que iban a interrogarla, y del espionaje que empezaba a ejercerse en torno de la casa;



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hubimos de cambiar de nido, para despistar al suegro ambicioso, y alquilé un pequeño apárta- los LA NOVENA SINFONÍA mentó amueblado, en una casa nueva, recién construida en las afueras de la ciudad; era un sitio encantador, rodeado de jardines incipientes y de terrenos vagos, que la incuria municipal, tardaba en urbanizar... el Apartamento, era claro, blanco y perfuma- do, como un crisantemo recién abierto... el mobiliario, era nuevo, pero del gusto de hoy, frágil y banal... nada suntuosos... nada confortable... el sofá y las sillas del pequeño salón, parecían de laca azul, tapizadas de blanco ; se temía rom- perlos al sentarse en ellos... hice retirar los muebles del Dormitorio, y trasladé a él nuestro gran Diván... la cama tur-



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ca, muelle, acogedora, verdadero nido para el Amor, con sus almohadones, sus cojines, su sede- ría magnífica y acariciadora... trasladé todo el cabinet de toillette, con su cristalería de bacarat, su oepillería en viejo argento, su Psiquis reflej adora de la Belleza Ad- mirable, y todos sus grandes y pequeños objetos, de higiene íntima y pasional... nuestros dos grandes sillones... el piano... imi violín... los dos preparamos el nuevo nido, con una emoción de Amor, toda sentimental ; se diría que ella, tenía quince años y ésa era su primera aventura de amor; 109 J. M. VARGAS V I L A mi gusto de artista y el de ella, refinado y exquisito, reinaron en los menores detalles ; ornamos los muros, con cerámicas, tan suave-



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mente pálidas, que se dirían rostros de novicias en éxtasis, bañados por una débil luz cirial ; ce- guiñas de Rodembach; marinas de Van Den Velde, con sus mirajes evanescentes y sus irisaciones desconcertantes, a veces de azules pálidos, cuasi lagunares o violentos a tonalidades mediterráneas, murientes en playas de un ocre cuasi incandescente, tendiendo al rojo vivo de Siena... en los ángulos del Salón, sobre columnas de mayólica, grandes jarrones de jaspe donde pa- rásitas extrañas, lucían sus hojas afelpadas, con vetas obscuras, como de pieles de panteras... sobre el piano, en un esquife de cristal de Bohemia, color de vino de Chipre, guiado por una Nereida y dos Tritones de plata, rosas y geranios, que recordaban por su cantante poli- cromía, aquellos vasos de flores, que Von Huys- sun, pintaba con tanto amor, que de ellos podría decirse con Argemille que : "no les faltaba sino el perfume, que parecían exhalar..." pero, estas vivas y vivaces, sí lo tenían, y sa- turaban con sus aromas penetrantes y sutiles, nuestras escenas de amor, acariciando nuestras carnes desnudas, como besos de labios invisibles...



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en nuestro nuevo nido de Amor, olvidamos el peligro, y embriagados de besos y de caricias, 110 LA NOVENA SINFONÍA no veíamos más que nuestros rostros, reflejados en el turbio cristal de nuestros ojos... ¿habéis visto aquel cuadro de Gaspar Nets- cher: la Legón de Bass de Viole; en que la Mu- jer, vestida de blanco, no aparta los ojos de la Música, sino para fijarlos en le jeune gargon, que habiendo cesado de tocar, tiene el arco suspendido sobre su instrumento y le mira con pa- sión... con el cuello alargado, en el gesto contrác- til de un jaguar, pronto a lanzarse sobre su presa... ? así habíamos quedado nosotros, después de la Audición, aquella tarde Octubral, en que el cora- zón del cielo parecía fulgir como un enorme be- rilo, hecho ignescente... y hacía roja la estancia y rojas nuestras figuras, que oscilaban como llamas...



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el piano había enmudecido... el violín había caído de mis manos ; y nuestros cuerpos, enredados como dos lia- nas, habían rodado de nuevo sobre el diván... el Festival 'de las Caricias había llegado a su apogeo, cuando la puerta del pequeño aposento, se abrió violentamente, y Mauricio Rodó de la Rada, el Hijo de la Condesa, apareció ante nosotros, armado de un revólver, con el cual apun- taba hacia mí, sin atreverse a disparar, por temor de herir a su Madre, a cuyo cuerpo medio desnudo, el mío, le servía de baluarte... me puse en pie, para repeler el ataque ; 111 J. M. VARGAS V I L A el joven disparó... su Madre se abrazó a él, logrando desarmarlo y lo llevó fuera ; yo quedé soló- la bala me había tocado, rozándome sobre la clavícula izquierda ;



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manaba mucha sangre... me sentí desvanecer; tuve aún valor, para ir al Teléfono y llamar a Alvaro, mi primo, contándole lo acaecido... y rodé, exánime, sobre el diván... cuando horas después, abrí los ojos, me hallaba en mi lecho, en mi propia casa... mi Padre, mi Madre, y Alvaro mi primo, y el Médico, que había hecho la primera cura, me rodeaban... un grupo distinto, de tres hombres, estaban también allí; eran los Miembros del Juzgado que venían a tomar mi declaración; ya ¡mi Padre y Alvaro, les habían dicho, que yo me había herido, examinando un revólver; confirmé su declaración; eü Juzgado, que no tenía interés en ir al fon-



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do del asunto, se retiró... mi Madre, me besó en la frente... mi Padre, me estrechó la mano... ni una pregunta indiscreta... 112 LA NOVENA SINFONÍA ni un reproche... ni una queja... así convalecí... fué a pocos días ya curado cuando, supe por Alvaro los antecedentes del suceso ; los compañeros del colegio, de Mauricio Rodó, habían hecho burla de él, sin decirle la causa de ella... su abuelo, se la había revelado... entonces, resolvió matarme...



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la prensa toda, se había ocupado del suceso, en el cual estaba mezclada "una Dama de Alta Sociedad y un Joven Músico, al cual comenzaba ya a sonreír la Celebridad" ; los diarios, adversarios del de mi padre, chiri- gotearon a su gusto, hiriéndome con sus sar- casmos ; él, les respondió enfurecido, y a muchos de ellos, sacó a lucir ropas sucias de su linaje... el Pequeño Paganini, sirvió por veinticuatro horas, de pretexto a muchas gacetillas ; y en una de ellas, se zahirió con crueldad, a mi aun nonata: Novena Sinfonía escrita por Juan Tenorio... la burla se fatigó... el Sarcasmo cesó... y el Silencio se hizo... un Silencio Bienhechor y Reparador... lleno de calmas tristes; como la de un Estuario, del cual se ha alejado la Tormenta...



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113 8 J. M. VARGAS V I L A la -Condesa, había partido para París, con sus hijos, como siempre que algún Escándalo, se apo- deraba de su nombre... el Olvido, fué puesto, como un Epitafio sobre ese Drama de Amor... 114 i boca estremecida, quedó por largo tiempo inquieta con el temblor del beso... mi cuerpo, fué como un pantano, en el cual el fango removido, tarda en aquie- tarse y flota largo tiempo sobre la superficie taciturna;



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la melodía tempestuosa de aquel Drama, que- dó por algún tiempo sonando en mi corazón, como una música triste, en la cual se ha oído, el alarido formidable de la Tragedia... la sangre acrece la Voluptuosidad... y la mía, parecía que hubiese servido de alimento a mi Deseó- lo confortaba... lo acrecía; lo exasperaba ; 115 J. M. VARGAS V I L A en la tiniebla de ese Pasado, desaparecido para siempre, el recuerdo vivía y palpitaba, como una entraña exasperada... nada igual a la inquietud, a la exasperación, a la tristeza carnal, que siguieron a la Crisis, cuasi Trágica de esa Pasión Violenta, que otros podrían llamar Amor, pero que no fué en mí sino una Exacerbación cuasi Demente del Deseo... el Despertar de mi Sensualidad;



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el conocimiento sabio de la Voluptuosidad, en la cual todos mis sentidos, se embriagaron en una Orgía desesperante de besos y de caricias... talmente quedé viciado, a las exquisiteces de esa Pasión, y triste de su pérdida, que por muchos meses, no busqué el contacto carnal, con otras mujeres, lo rehuí tenazmente, y cuando obligado por las circunstancias, llegué a él, fué con tal disgusto y repugnancia, que escapé como el Casto José, dejando la Capa de mi Virtud, en manos de aquellas Mesalinas del Arroyo- sentía la nostalgia, el desamparo, el recuerdo delicioso y turbador de las exquisiteces, de los refinamientos, de las caricias sabias y lentas que sus manos cautamente expertas, me habían revelado y habían ejercido sobre mí, como una divina unción exasperante... y ese recuerdo, que era como un morbo letal, vivía en mi corazón, cual una serpiente, en el fondo de un pantano pútrido, entre crótalos vo- races... 116 LA NOVENA SINFONÍA ese fango, había (mancillado mi cuerpo, pero



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no había tocado mi Alma... ella se conservaba pura, como el rayo de una estrella, sobre las aguas fétidas ; yo, no la había desnudado nunca, para ponerla en contacto con otra Alma, desnuda ; en los limbos etéreos del Amor... conservaba la virginidad de mi alma, como una gota de esencia de sándalo, guardada en un frasco de cristal opaco, cuidadosamente sigilado por manos del Misterio, cuyo hermetismo y cuya opacidad, no dejasen de ver, ni adivinar siquiera, el color, ni el perfume de la esencia con- tenida ; yo mismo no conocía mi Alma, e ignoraba aún la ciencia de estudiar y conocer el Alma de los otros... el Ars Nuptialis, del cual habla Aristóteles, me había sido ya revelado, no por las palabras, sino por los besos, de los labios de aquella mujer, tan sabia en el Arte de todas las caricias, por el suave ardor de sus miradas, que tenían la esplendidez ardiente de una magnífica Noche de Estío y eran como una Sonata apasionata, de Stravinsky, escuchada en el silencio sobrenatural, de una tarde moribunda, sobre el esplendor de las olas mediterráneas...



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pero, el Arte de Arriar, — no aquel de Ovidio, servil en todo, hasta en el Amor, — sino aquel Secreto del Alma, que tarda en revelarse y vive largo tiempo oculto en el corazón, como el polen 117 . J. M. VARGAS V I L A en el cáliz de ¡una flor, ése no ¡me había sido aún revelado, y yo vivía en da espera de esa Anunciación, como en el Presentimiento de una Aurora, lejana, pero ya germinante, sobre los cielos vírgenes del porvenir... yo, no lo sentía, pero lo presentía, y mi cora- zón vivía en su perpetuo anhelo, como una larva en expectativa de las alas... como los sonidos en las cuerdas inertes de mi violín, esperando que mi mano los despierte a la Vida, y los haga volar bajo los cielos serenos, mudos de encantamiento... en esa Ignorancia del Amor, mi alma no dor- mía tranquila, como un niño en su cuna, sino



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que velaba inquieta, como un adolescente fogo- so, en espera de la primera cita, en la cual han de serle revelados, los arcanos del Placer... mi corazón, había permanecido puro, ante las corrupciones de mi sexo, presenciándolas indiferente, como un pájaro, que ve desde las ramas de un Árbol, una lucha de serpientes, habida en el fango que se seca a la sombra del ramaje y mira el esplendor del Alba, que empieza a dise- ñar sus formas nubiles, ante la virginidad de sus pupilas... como en el esplendor de una noche, suavemente vencida, yo me refugiaba en la Soledad, para hacerle la Confidencia Filial, de mi Angustia Dolorosa... la tortura y la Gloria de todo Dolor, es sen- tirse solitario... indiferente a los otros, como el 118 LA NOVENA SINFONÍA cadáver <fe un náufrago, al candor de las estrellas... me solazaba en el Aislamiento, como en una



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nueva Voluptuosidad ; la Tristeza de la Carne, aquel: post coitum animal, laetum", de que habla el latino, me acariciaba, con la tristeza lánguida de una mano febricitante, y, me comunicaba su contagio... uno como extraño paludismo moral, me poseía, lleno de vagas e inexplicables sensaciones... y dejé desperezarse mi Alma, en esa Volup- tuosidad de lo Desconocido, que no tenía nombre y no podía expresarse... inexplicable y muda, como el Misterio... no tuve más Confidente que mi Violín, para confiarHe, la riqueza dolorosa de mis secretos, suntuosos, como la decoración estelar de una No- che de Estío... y ellos gimieron en su cordamen, la larga Sin- fonía, de mis Nostalgias Voluptuosas, alucinantes y deliciosas, como un Pecado... como un crótalo, dormido en el cáliz de un cac- tus salvaje, aun sin abrir, así, mi Deseo Innomi- nado, dormía en el fondo rumoroso y acariciador de las Parábolas Musicales, en que yo cantaba mi Dolor, como en un Evangelio Lírico, de ver- sículos multicolores, teñidos del matiz violetizan-



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te de la Melancolía ; cual si buscase almas muy lejanas, cuasi inaccesibles, en cimas desnudas u ornadas de una vegetación parasitaria, a las cuales confiar el 119 J. M. VARGAS V I L A secreto de mi Angustia, en un lenguaje exótico y nebular, colmo el diálogo de las nubes con la roca ; no confié la orquestación de ¡mis Ensueños Pátmicos, a mis Viejos Maestros, almas román- ticas y en el fondo castas, como Ja tristeza de un cisne, y no fueron ni Sehubert, ni Baoh, ni Schu- mann, con el espesor melancólico de su Germa- nismo brumoso, ni Ohopin, ni Debussy, ni Mar- cel Show, con la canora ligereza de su Verba Gala, ni Rossini, ni Lulli, ni Verdi, con su lirismo itálico, inagotable, como los mares de la Armonía, los que recibieron el caudal de mi Inquietud Espiritual, hecho torrente; fueron los rusos, los que sintieron vibrar el estremecimiento de mis vuelos líricos, sobre sus selvas sonoras; fatigué sus melodías, las de Stravinsky, las de



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Korsakoff, y más que todo, las de Moussorgsky, en cuyos acordes, yo, hallaba un acerbo de aguda sensualidad, muy semejante a la mía... y una nueva manera musical nació en mí ; fué en los Conciertos Quincenales del Augus- teum, en los cuales, era yo, un número indispen- sable, que hice gala de esa mi nueva manera, y de una cierta Inspiración morbosa, inquietante y sorprendente a la vez... mis viejos Profesores, unos se hicieron hoscos, y otros se mostraron encantados, de este nuevo afluente de mi Inspiración, que no era ya el tecnicismo escolar, el sedimento académico, el tradicionalismo musical, el clasicismo que des- 120 LA NOVENA SINFONÍA de niño, tme había hecho triunfar, sino algo violento personal, de una originalidad innegable, que aparecía en mí ; la Crítica, para la cual había ya dejado de ser el Niño Prodigio, y empezaba a ser el Joven Maestro, me fué severísima;



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el asunto de la Condesa, que aumentó en mucho la Admiración del elemento femenino, hacia mí, despertó cierta hostilidad envidiosa, más o menos embozada, en el Círculo de los Críticos y en el de los jóvenes gacetilleros, que nunca me habían demostrado una exagerada simpatía ; y agotaron el sarcasmo contra mí... pero, lo digo sin fatuidad : mi Talento se im- puso... cuantas veces toqué, el Éxito más ruidoso, co- rrespondió a mi trabajo... y la Gloria me sonrió, en el fondo de ese Cielo pálido, en el cual el rostro del Amor, tardaba en aparecer. 121 o se renuncia a la Ventura ni a la Muerte ;



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ellas vienen cautamente, lentamente, por senderos in- esperados, como amantes ca- riñosos, para ceñirnos, sus brazos al cuello y besarnos con pasión... No es posible apresurar, ni detener su marcha... ellas aparecen, sobre los cielos agitados o apa- cibles de nuestra Vida, a una hora fija: como el Sol... vagos presentimientos, las anuncian en nuestro corazón, como muy tenues claridades, anun- 122 LA NOVENA SINFONÍA cian sobre el cielo, el nacimiento de las auroras... la Tristeza, es la Cuna del Amor, y el Alba de la Muerte... ser deliciosamente triste, es comenzar a ser vagamente feliz ;



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la sombra de la Ventura, como la de la Muer- te, se proyectan tras de nosotros, con la amplitud de cielos desconocidos, sobre la Soledad de una montaña; mi Madre, nos había dicho una noche, en la mesa, que el pequeño cJialet, vecino al nuestro y recientemente acabado de construir, había sido alquilado a un Ingeniero Alemán, empleado en una casa de Metalurgia, de la Ciudad... la noticia, nos dejó indiferentes; mi Padre y yo, no teníamos que ver nada, con los forjadores <le hierro aunque él era un enemigo declarado de los forjadores de cadenas... ,para los Pueblos ; un día, sentí el tráfago de la mudanza, escu- ché el ajetreo de los mozos que conducían los carros de muebles y adiviné, más que vi, la silueta grácil de una mujer, moverse entre los árbo- les del jardín... no di mayor atención al trivial acontecimien- to : no me interesaba ; los días pasaban, sin que hubiera yo visto la cara de los vecinos que habían ya mandado una tarjeta de participación y ofrecimiento que decía :



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123 J. M. VARGAS V I L A HUGO HOLTZ E HIJA se



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oirecen a ustedes, en su nueva cesa mi Padre, recordó haber oído ese nombre, cuando ejercía el Comercio, y aun haber conocido al Ingeniero, recientemente llegado entonces, a nuestra Ciudad, en la cual se casó luego, y enviudó poco después ; mi Madre, elogió la 'belleza de la hija, que dijo ser maravillosa, y añadió, como una nota que po- día serme grata, que tocaba muy bien el piano y amaba mucho la música ; los días pasaban con la monotonía de la misma agua, que va por entre las mismas flores, a cantar su misma canción, a caer por el surtidor de la misma fuente, sobre la misma concha de mármol, que los mismos tritones sostienen con el mismo gesto de sus brazos robustos... una tarde... el fulgor de los cielos se moría, en languideces de un ópalo amarillo, de palideces lacustres ;



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la Noche, descendía serena, con magnificencias de zafiro, sobre la Mar azul, como estremecida de tardíos pudores y arropaba como en el manto de un suave dolor lascivo, la Urbe estremecida y agitada, que parecía asombrar al Mar, con sus rumores ; 124 LA NOVENA SINFONÍA buscando a mi Madre, para despedirme de ella, pues era la ¡hora de asistir a la Academia, la hallé, de pie, ante una de las rejas laterales de nuestra casa, aquella que lindaba con la casa del Ingeniero, y me pareció oír que, hablaba con alguien... acortando senderos y apartando las ramas de los arbustos que la ocultaban a mi vista, llegué hasta ella; me acerqué, cautamente, hasta la melancólica figura maternal, que parecía añadir con su palidez de crisantemo y el argento prematuro de su cabellera, una tristeza más, a la agonía luminosamente pálida de la tarde que moría;



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mi Madre, me sintió venir y volvió el rostro, sonriente, con esa sonrisa triste, que era como un halo de estrella, prisionero entre sus labios; apoyé mi mano derecha en uno de sus hombros, e iba a besarla en la mejilla, cuando quedé como deslumhrado por el espectáculo que entre el follaje de la enredadera y más allá de la reja, se ofreció a mis ojos ; ¿era el rostro de uno de esos niños con alas de arcángel, que ornan los trípticos, de ciertos miniaturistas piadosos del Siglo XV, que con tan- to amor decoran el coro y el Bautisterio de la Chiesa del Crocifissi en Bolonia? las glisinas de un rosa muy pálido, que oscilaban sobre su cabeza nimbándola, semejaban unos de esos halos de viñas florecidas, con los cuales 125 /. M. VARGAS V I L A Polignotos, gustaba ceñir la frente de Bachus Niño, dormido bajo los pámpanos obscuros ; por entre el verdor de los follajes, su rostro se hacía más blanco, como si fuese una porcela-



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na, sobre la cual el Sol, no hubiese aún secado las blancuras del caolín ; tenía las palideces de una camelia en la noche ; blonda, de ese blondo cuasi castaño, tan amado de los Primitivos, y luego reproducido por Land- seer, y por Maclise, hasta esfumarse en ese tono de tapicería clásica, que hace aún el encanto de los Pastorales de Mulready ; cenceña y grácil, con esbelteces de gacela, y flexibilidades de junco; senos redondos y duros, como dos pequeñas ánforas de cerámica fenicia ; garganta columnaria, con venazones cerúleas como ios filamentos de una lilácea; ojos azules, de un azul tan denso, que se dirían negros, como el fondo de un estanque nocturno, bajo la sombra de las hojas aterciopeladas de las cistíneas; los labios más imperiosos que morosos, en ellos dormía el beso como un lobatón nonato, en las entrañas maternas, más que como un céfiro lascivo sobre los labios de Venus Af rodisia ; frente estrecha, del más puro diseño helénico, cejas negras y arqueadas, pestañas tupidas, cuya proyec- ción hacía más denso el cerco violáceo que en- grandecía enoirmemente el perímetro de los ojos, haciéndolos cavernosos y como visionarios... imagen de una Diana casta y rígida, más que de una Euterpe viciable, fácil a la caricia tentadora; su 126



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LA NOVENA SINFONÍA voz extrañamente musical, era una voz de contralto, ajena a las grandes estridencias, pero con la suavidad matizada de un bordoneo de arpa... — Mi hijo, Fabián Pereda, dijo mi Madre pre- sentándome ; la joven, inclinó la cabeza con una gracia suave y seria, como ¡si obedeciese a un ritmo interior, apartando el follaje, cuyas hojas enmarcaban su rostro, y murmuró las palabras de ritual en el caso, añadiendo : — Ya lo he oído tocar, es usted un Mago del violín; lo oí en Augiisteum, una noche, y en el Teatro Empire, en un Concierto de Beneficen- cia. Yo amo mucho la música... y con la de su voz, más armoniosa que todas las que erraban en el Jardín, en el candor de la tarde muriente, dijo otras cosas amables, cuyo eco se apagó suavemente, como devorado por las hojas y las flores, que la circundaban... mi voz debía temblar cuando le respondí, in- clinándome ante ella en larga reverencia ;



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y como ya era la hora de la Academia, rompí aquella atmósfera de hechizo, y me aparté de allí, besando a mi Madre largamente, tiernamente, como si en sus labios, hubiese besado otros, que no> fueran los suyos... esa misma noche, en la mesa, a la hora de la cena, interrogué a mi Madre, sobre nuestra joven vecina, cuya belleza me había deslumbrado... 127 J. M. VARGAS V I L A me informó que se llamaba Jahel Holtz, y era la hija única del Ingeniero del mismo apellido, y huérfana de Madre... — Judíos, dijo mi Padre, con desdén ; raza de prestamistas y de profetas, avaros e impostores... él, no tperdonaba a esa raza errátil y aureo- filia, que hubiese dado a la Humanidad un Dios, en cuyo nombre se había derramado tanta sangre ; mi Padre, era, injusto con esa Haza ; la culpa-



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ble no era ella, de que la Humanidad servil, ado- rase a un Plebeyo Insignificante, de la suya ; la culpable era la Humanidad, que lo adoraba y al mismo tiempo proscribía su Raza... la Injusticia de mi Padre, tenía raigambre po- lítico ; él sabía, que los Judíos eran los Amos del Mundo Actual, los Jefes de la Alta Banca, el Alto Comercio, la Alta Política, y los detestaba por eso ; a mí, me eran indiferentes, así como a mi Ma- dre, cuya bondad se extendía como un Manto de Misericordia, sobre todas las Razas y todos los Dolores de ia Tierra... yo, apenas si escuchaba los anatemas vibran- tes de mi Padre, absorto como estaba en el recuerdo de aquel rostro de Minerva, con el perfil armonioso de una Medalla siracusiana ; cuando terminada la cena, después de un cor- to parlamento con mis padres, subí a mi aposento, abrí todas las ventanas de él, como una Invitación a la Noche, para que entrara a besar- 128 LA NOVENA SINFONÍA



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me en la frente, comunicándome su alma de Mis- terio y de Encantamiento, y dándome un Audi- torio de estrellas, para escuchar la Armonía de mis Ensueños Musicales... tomé mi violín y lo besé al extraerlo de su caja, como un padre amoroso, besa a su hijo al tomarlo de la cuna... mis largas manos, acariciaron la desnudez de sus cuerdas, con la Voluptuosidad lenta, con que se acaricia un cuerpo impúber, que va a violar- se, y el arco fué como una lengua ardiente, que lamiera las desnudeces del cerdamen... y la Música, surgió de ese contacto, como en- gendrada por él... Era una melodía de Rymseky, judío ruso, refugiado en Noruega, la cual parecía exhalar en su música doliente, todas las angustias y todos los rencores del Alma Polaca, prisionera de Ger- mania ; yo, me sabía escuchado por un Auditorio, reducido de Almas, más allá de las ventanas abiertas de mi Aposento, que daban sobre el jardín, en el aire encalmado de la Noche serena, impreg- nado de un olor obsesionante de camelias y de jazmines...



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yo, sabía que Ella, me escuchaba, más allá de las rejas de nuestro Huerto, sentada en el corredor de su casa, cerca a los grandes jarrones de mayólica donde ensoñaba el alma de parásitas ranunoulares ; y nínfeos enfermizos languide- cían, moribundos de nostalgias lejanas ; 129 9 J. M. VARGAS V I L A y, yo, tocaba para ella... para ser escuchado por ella, y que mi música llegando a sus oídos, acariciara su alma, como el soplo de los alisios iri- sa un lago, dormido ibajo el fulgor de la luna ; mis arpegios, iban hacia ella, como los cantos» de un ruiseñor, prisionero en la caja de mi violín... yo, sabía que mis Padres, me escuchaban tam- bién, en el corredor de nuestra casa, sentados en sendas sillas mecedoras, oyendo cantar al alma de su hijo, en esas melodías apasionadas, que iban a pasar sobre sus cabezas blancas, como un vuelo de mariposas rojas, por sobre un campo de nieve... mi Padre, era un temperamento impulsivo y



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violento, exacerbado por la lucha, y mi música era para él algo lenitivo y sedante, suavemente acariciador, como un céfiro apacible, acariciando las melenas de un león... mi Madre, era una sensitiva, cuyo temperamento exquisito y vibrátil, se estremecía a la caricia suave de mi música, como al contacto de mis manos, sobre sus cabellos de argento, o al calor de mis labios sobre su frente serena... y ¿Ella? ¿qué diría de aquella tocata, apasionada y so- ñadora que yo tocaba para ella, exclusivamente para ella, en el candor de esa Noche, serena como su corazón?... ¿era ya la presencia del Invisible Amor, que surgía en mi alma? 130 LA NOVENA SINFONÍA la Visitación de la Fatalidad... la Fatalidad, no entra en nuestra Vida, sino por las puertas del Amor...



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el Amor, es la Angustia Perenne... amar, es temblar constantemente ; ¿ante qué? ante lo Desconocido... todo Amor es una Asechanza... es nuestra Ventura, la que cae prisionera de él... en el zarzaü de los besos mentirosos... aun antes de nacer, el Amor, ya sufre, y nos hace sufrir, como un feto hace sufrir a la madre, antes del alumbramiento... . tiembla, del Temor de no nacer... y después, tiembla del Temor de haber nacido... tiembla, no por el temor de no tener fuerza, para vivir, sino de no tener fuerza para ma- tarnos... el Amor no es el Hermano de la Muerte, es la Muerte misma, que entra en nuestro corazón,



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disfrazado con la Máscara de la Vida, a la cual ha robado su sonrisa... sólo el Amor de los sentidos, tiene el sentido del Amor... el Amor del Alma, ignora por completo el Alma del Amor... no ve sino su Sombra; errante, como la de Euridice, por entre los boscajes sagrados... 131 J. M. VARGAS V I L A sólo el Amor de la Carne, tiene Vida; y por eso orea la Carne y da la Vida ; el Amor del Alma, no orea otras almas... incapaz de dar la Vida, no crea sino la Muerte... yo, sentía ya nacer en mí, el Inquietante Te- rror de ese Soplo de las Tinieblas... y ese Terror Sagrado, que anuncia la Presen-



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cia de un Dios, se diluía en mí, en torrentes de Armonía... esa angustia, se hacía un Crescendo Sinfónico, como los gritos de Orestes, en Ifigenia cuando Gluck, le hace decir : "la calma entra en mi co- razón"... la calma del Amor es mentirosa, como la calma del Mar... es una tregua... es la Tormenta, en estado de crisálida... las olas calmadas, son la cuna de la Tempes- tad, no son su Tumba ; yo, tengo para mí, que en Beethoven, principia la Música Psicológica, y él fué el primero en revelarnos, la Psicología de la Música; en ella, aparece ya, el Alma Humana, que apenas se esboza en la Antigüedad- es Verdad, que en Mozart, hay ya el balbuceo de la expresión, pero queda aún confuso, en lenguaje oracular, como la Palabra de un Enigma ; el Alma Humana, no se revela, no da el Grito del Dolor Humano, sino en la Música de Bee- thoven...



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132 LA NOVENA SINFONÍA ese Grito, Wágner lo orquestó después, hacién- dolo musical, en los labios de Sigfrido... Herberto Spencer, dijo una Gran Verdad, cuando aseguró que : "cada modulación, cada sonido, son una revelación, una continuación natural de la Emoción o de la Sensación del Mo- mento" ; en nosotros, los Músicos, esa Eevelación es musical... la Música, es nuestro lenguaje... nuestro cuerpo habla por nuestros labios ; pero, nuestra Alma, no habla, sino en el Ins- trumento que tocamos... así mi alma, cantaba aquella noche, en las cuerdas de mi violín... ¿para quién?



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para ella, que ya aparecía, como una Aurora, sobre los cielos vírgenes de mi Alma... y a la cual cantaba mi corazón, como un pá- jaro despertado a los fulgores del Alba... en la selva de mi corazón hecho lírica... florecida de arpegios... desde los ramajes obscuros del Ensueño... en los cuales cantaba ya el Alma de Amor... candidamente... 133 poyaba su mano en un barrote de la verja y la miré con atención, pensando por ana- logía, en la Mano de la Mu- jer Bíblica, cuyo nombre llevaba, la cual atravesó con un clavo la cabeza de Sisará ;



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no. no tenía aquella mano, la forma ni la osatura de un instrumento, ultimador de cananeos, como lo fué la otra; era blanca, delgada, cuasi tenue, como hecha de aljófares diluidos en zumo de lises acuáticos ; venas azules, apenas perceptibles, como las de ciertos ónixes transparentes, no servía sino para hacer resaltar más, las palideces cuasi siderales de la piel ; 134 LA NOVENA SINFONÍA aquel nombre raro, ya que no podía decirse exótico, ¿era un nombre de raza?... ¿era hebrea?... todo hebreo, es una Tradición en pie ;



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una Raza, fundida en un Ser... un Versículo de la Biblia, en marcha... la Tribu migratoria de los Hijos de Israel; "que cuanto más la oprimen, más se multiplica, y mientras más la persiguen, más crece"... ¿ de dónde había venido aquella Flor de Judéa, que como la del Cantar de los Cantares, podía decir : "yo soy la Rosa de Sarón y el Lirio de los Valles"? su padre, era un Judío Alemán, emigrado a Polonia y convertido allí al Catolicismo; había venido hacía treinta años a nuestro país, donde se había casado ; su mujer, había muerto años después, deján- dole esa única hija; el padre, en su juventud, había sido militar; retirado de la carrera, había emigrado para servir a compañías metalúrgicas, pues era muy hábil en esa Ciencia; llegado a nuestro país, se había aclimatado y se había establecido en él ;



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conservaba su Amor a Alemania, de la cual había sido subdito ; tenía como todo Alemán, la pasión de la Fuer- za y la Adoración de los Ejércitos ; el Fanatismo' de los esclavos abyectos, por los instrumentos de su esclavitud ; 135 J. M. VARGAS V I L A el Kaiser, era su Dios... la vista de un uniforme, lo imponía hasta hacerlo casi arrodillarse ante él ; tenía el alma de un lacayo ; era, si no rico, acomodado; su mujer, le había dejado alguna fortuna, que él, había aumentado con su trabajo- viudo aun joven, se había enredado, en relaciones clandestinas, con una mujer del pueblo, con la cual tenía varios hijos, que amaba con pasión ; todo su anhelo, era casar a su hija, para legi-



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timar aquella unión, y dedicarse a su nuevo hogar; para esto había fijado sus ojos en un sobrino de su mujer, que era entonces Teniente de gra- naderos y residía en la Ciudad; Arcadio Mo- relli, el cual amaba a su prima con pasión y cor- tejaba su herencia con amor... Jahel Holtz, no lo amaba... el padre, respetaba mucho el corazón de su hija, para imponerle ese Amor... esperaba que el tiempo la hiciera razonable... esa era la confidencia que ella había hecho a mi Madre... y eso era todo lo que de ella sabía yo, aquella tarde, cuando al entrar en casa, vi su mano exangüe y cabalística, apoyada como un arabes- co de cristal, en el barrote de la verja... el Sol muriente, ceñía anillos de oro, a la mano desnuda de toda joya, y hacía collares de berilos 136



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LA NOVENA SINFONÍA y de rubíes, sobre el cuello grácil y el nacimiento del seno, del cual la tela gris del traje, ocultaba los encantos... la magnificencia de la tarde servía de marco a su belleza magnífica, que irradiaba en ella, como otro sol, pronto a fundirse en el esplendor de aquel que se ocultaba... el Silencio, la envolvía en una atmósfera de infinito, como sirviendo de marco a aquella figura que parecía surgida del pincel de Andre Sarto, en el fondo de un jardín veneciano, contomado de olas verdes, color de hierro oxidado... la malaquita aterciopelada de los cielos, la nimbaba de aureolas de moarés violescentes, como si estuviesen bajo una ojiva de cristal... el silencio, era imponente, en la calle solitaria, donde una suave calma reinaba, con algo de místico y de astral... me detuve para mirar la divina Aparición, que semejaba una magnolia, oculta entre el follaje y la saludé... • una vaga angustia oprimió mi corazón, como si fuese un momento decisivo en la vida, uno de



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esos instantes, en que el dedo imperioso de la Fatalidad, marca a nuestro Destino, una nueva orientación... hablamos... ¿de qué? del tiempo, del cielo, de la belleza de la Tarde que moría, de todo aquello que nos rodeaba, como las joyas de un joyel magnífico, esplendiendo 137 J. M. VARGAS V I L A en el terciopelo, lentamente obscurecido de la hora... la, magia angustiante de las cosas que nos rodeaban, habló por nuestros labios, y dijo bellas cosas triviales, que volaron en el crepúsculo, como abejas rumorosas, sobre los rosales dormidos... ella, era romántica, de un romanticismo nebuloso, que tenía mucho de las nieblas del Rhin, y las del Volga ; y el Misticismo de las Viejas Ra- zas, parecía flotar en su alma, como en un ce-



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laje... amaba a Goethe con pasión, y se veía bien que el ensueño apelillado de la Carlota de Werther, había sido el alimento precario de su Intelec- to, violentamente orientado hacia el Ensueño tenaz... no amaba a Heine, por la mordacidad de cuyo verbo, parecía sentir el miedo de sus manos, por un ácido voraz... su educación, era toda germánica, sus lecturas y su música... el lirismo total de la Raza, cantaba en ella ; en un universo de sensaciones cósmicas ; el Heder, era su forma de Poesía, más amada ; tal vez porque hallaba en él, un fondo de aluci- nación, misterioso como la Vida... Novalis, la seducía como un Misterio... Hebel, la imponía como una fuerza... Nietzsche, le daba horror ; el Fantasma de su Locura la horripilaba... 138



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LA NOVENA SINFONÍA eran los modernos, los que la seducían : Hugo Von Hofmannsthal era su ídolo, y su Ballade des omsseren Liben, y su Vor Frükling eran sus libros de cabecera... su novelización era toda rusa: Dostojewski, Gogol, Turgueneff, Tolstoi... su educación, musical, a base alemana ; era apasionada de Wagner, al cual confesó no comprender sino en parte ; mientras su reciente discípulo Tschaikowsky más humano, "menos Dios" la había fanatizado; yo, conocía bien poco de ese húngaro formidable y su pentatonismo desconcertante ; apenas alguna Sonata llena de Wagnerismo imitativo, sin la enormidad lírica, que es la distintiva de Wagner... esa música sin musicalidad, en cuyo desafora- do desconcierto sobresale Swemberg, no me es amada... ambos estábamos acordes en nuestro culto Fa- nático por Beethoven, y ella me preguntó por



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mi Novena Sinfonía, de la cual las Revistas Musicales, anunciaban su próxima aparición... poetizamos y musicalizamos en aquel diálogo peripatético, que mi Madre a última hora embe- lleció con su presencia; y nos dijimos : ¡ Adiós ! en la vaga Sinfonía, oro y nácar de la Tarde, que moría... y el Sol se había ocultado... 139 J. M. VARGAS V I L A anaranjado... mórbido...' cual si fuera una cera que un invisible fuego consumía... mientras... lejos, sus pálidos reflejos, hacían ferias mordoradas, sobre las cumbres incendiadas...



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y entre cirios astrales... el día fallecía... como un viejo Fakir que se moría... 140 ecordáis cuando en el Verso de Percy Shelley, Asia dice a Panthea: Spirits Speak. The liquide reponses — Of their aerial tongues?... así podría decirse aquella noche calmada, en que des- m 14S de mi Torre de la Armonía y sintiéndome escuchado, yo, tocaba para Ella, y afuera parecía que



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como en el Verso de Shelley : "Los Espíritus ha- blaban ; el líquido (de las fuentes) respondía en su lengua; y su voz aérea resonaba"... exageré mi Virtuosismo, tocando a Debussy, a Edgard Varesse, a Leo Delybes, y hasta la endeble prosa musical de Massenet, como para enviar una ráfaga de Latinidad Musical, sobre el Lago Melancólico y Tenebroso, de su Germa- 141 J. M. VARGAS V I L A nismo Wagneriano y metafíisico, lleno de un Cla- sicismo Ritual ; yo me sabía escuchado por ella, más allá del ventanal abierto sobre el jardín, donde los vestigios de las rosas muertas, enviaban sus perfumes de recordación, a los capullos que se abrían, como bocas de niños, sedientos de besos maternales... y mi Música era uno como Diálogo de mi Alma, con la suya, en la Santidad del Espacio, que era como el Templo en el cual, comulgába- mos en la Eucaristía del Arte...



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y... ¿por qué no decirlo?... tal vez en la del Amor... que surgía en mi corazón, puro como una hos- tia, del fondo del Ciborio... espectral y diáfano, como esa hora cristalina en que la luna bañaba con un resplandor de plata la desnudez de los cielos teñidos de Ama- ranto... de un transparente ilúcido, como una ágata engarzada en el anular de un Dios... mi alma se extendía, como un fluido sobre las quietudes silentes, y era como un Silfo que escapado del cáliz de una rosa iba a murmurar a sus oídos un cántico de Amor... 142 STAS notas mías, empiezan a turbarse y a perder su serenidad, como un río que se



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aproxima al mar y va a ser devorado por él... la proximidad del Abismo me impone... siento que la Inquietud y el Dolor, van a entrar en mi vida ¡ ay ! deliciosamente, porque vienen en brazos del Amor... el Dios Ciego, los conduce... y yo empiezo a hacerme ciego, como él... obscuridad de la venda, que él pone sobre mis ojos... obscuridad del laberinto tenebroso en que voy a entrar... beso el ramo de violetas que ella regaló esta 143 J. M. VARGAS V I L A tarde a mi Madre, y que yo he traído para ponerlo en un búcaro, sobre mi mesa de noche... lo beso suavemente, lentamente, tiernamente, como si besara las violetas de sus pupilas tenebrosas, que acaso esperan la revelación y el beso del Amor...



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144 sta tarde Jahel, ha venido a casa, acompañada de su padre, para devolver la visita de cortesía, que mi Madre les había hecho... don Hugo Holtz, es un hombre que se conserva aún joven, aunque entrado ya en la cincuentena ; tiene más el aspecto de un viejo solterón, que el de un viudo con una hija casadera; viste con pul- critud y casi podría decirse que con elegancia; es amable, fino, correcto; homme d'affaires, no habló sino de negocios lamentando el estado de éstos, debido a la honda agitación política que reinaba en la Ciudad... felizmente mi Padre estaba ausente; de lo contrario habrían colidido en sus ideas, pues las suyas eran talmente opuestas a las de 145 10



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J. M. VARGAS V I L A mi Padre, eran como los dos Polos del eje, sobre el cual giraba la Hora Tormentosa, que agitaba todos los espíritus ; oyéndolo hablar, mi Madre y yo, nos felici- tábamos con los ojos, de aquella ausencia.. a mí, no me interesan las cuestiones político- sociales, sino por el lado que afectan a las Ideas que defiende mi Padre, ya que él no tiene, como otros, Intereses, que defender; a mí, no me apasionan sino las Cuestiones de Arte, y ésas no están en juego, en el Arte de la Política, violenta, que hoy se debate... así, no tuve ningún deseo de contradecir a don Hugo Holtz, en su plática exaltada contra el obrerismo, que paralizaba la acción en las fá- bricas en que él prestaba sus Consejos Técnicos, y sobre las Doctrinas Socialistas, que según él, eran las creadoras y sostenedoras de aquel movimiento... éramos un Auditorio indiferente y mudo ante aquella peroración de Apetitos alarmados, que aspiraban a tener formas de Ideas... cuando ella hubo cesado, hicimos un poco de



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Música, como para purificar la atmósfera, del relente de Vulgaridad, que había quedado flotan- do en ella... todo el Misterio de la Armonía, parecía fluir de las manos de Jahel, al deslizarse por el teclado del piano, del cual era dominadora sabia y consciente... la gama, florecía en sonidos maravillosos, al 146 LA NOVENA SINFONÍA contacto de sus dedos, que eran como creadores de Sinfonías, dúctiles y sonoros, como diez flautas de cristal, en cada una de las cuales, un Silfo oculto, (preludiase extrañas Melodías... el jardín parecía envuelto, en un Silencio Mís- tico, para escucharla, temblando bajo ella, como bajo la caricia de unos labios muy tristes que besaran sus hojas con Amor... a ruego suyo la acompañé con mi violín en un Capricho de Scarlatti y en una Variación de Mendelssohn, que ella amaba con pasión ;



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él Señor Holtz, habitual cliente de los Cafés Conciertos y Musiscs Hall's de los suburbios, en los cuales perambulaba todas Jas noches, no amaba la Música Clásica, que para condenar el amor de su hija, por ella, calificó de detestable... elogiando en cambio los últimos refranes de una Opereta Vienesa, recientemente estrenada en la Ciudad, la cual hacía el encanto de los noctám- bulos y clientes de cabarets de los cuales ese vieü marcheur, era un habituado... las teorías artísticas, como las teorías políti- cas, del Sr. Holtz, merecieron igualmente, el homenaje de mi Silencio ; su hija, que parecía estar habituada a aquellas intemperancias de lenguaje, contra el sentido co- mún, calló también... y sus ojos, tristes, como habituados a mirar en los limbos de la Soledad, miraban hacia el Jar- dín, donde la Tarde ya muerta, hacía penumbras deliciosas, en las cuales los jazmines pálidos, dia- 147 J. M. VARGAS V I L A logaban de Amor... se detenían en las palideces cerúleas del rostro de mi Madre o se fijaba en



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mí, con la inconstancia de una ola muy triste, que se aparta fugitiva de la playa, por temor de revelarle su secreto... cuando partieron, mi Madre y yo, los acom- pañamos hasta la puerta del jardín para decirles: ¡Adiós!... y los vimos partir, en silencio, como si una igual tristeza nos invadiera... ante la Noche que llegaba... y la Aurora... que se iba... la Aurora... que ya irradiaba sobre mi cora- zón, en un fulgor solitario... las madres no necesitan confidencias, para oír llorar o cantar el corazón de sus hijos... sus ojos los auscultan ; mi Madre, me besó conmovida... y enlazados nuestros brazos, regresamos a la casa, por entre el jardín penumbroso, donde la blancura de los lirios parecían manos de muertos que salieran de la Tierra para llamarnos...



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148 iiENTO en mí, la sensibilidad de una planta, y el candor de una estrella ; todo me inquieta, me des- orienta, me deslumbra... vuelvo a tener candores y temores de niño... todo me hace temer, y todo me hace temblar... todo... ¿qué es todo para mi corazón? ella... imantado hacia ella, siento la inquietud misteriosa y suave de un lucero, que atraído por la fuerza del Sol, siente que va a fundirse y a desaparecer en él... todo Amor, es la muerte de Sí Mismo, para nacer en otro... y yo me siento morir así... 149



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J. M. VARGAS V I L A 1 ángui damente. . . para renacer en ella... ¿en su corazón? sí... porque así me lo dicen, sus ojos turbados y su voz insegura, llena de una suave Melancolía... los ojos del Amor, miran como ningunos otros ojos... y los 'labios del Amor, dicen como ningunos otros labios... miradas y músicas de Encantamiento... así sus ojos- así sus labios... me miran con languideces de estrella en la tarde... y me hablan con música de huertos en la



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Noche... no nos hemos dicho aún que nos amamos... y ya lo sabemos... gozamos en callarlo... y sufrimos de la angustia creciente, que llena nuestros corazones, y los invade, como las olas montantes de un mar, a la hora de la alta marea, cubren la playa... yo, siento, que mi Vida, vive en sus ojos, y que yo, moriría si ellos se cerraran... yo, sé que mi Alma palpita entre sus labios como una falena en el cáliz de una flor... y anhelo que la flor se cierre sobre mí, y me ahogue en la Misericordia de sus besos... mi alma vaga en torno suyo como un soplo... 150 LA NOVENA SINFONÍA y siento que en la tristeza de los espacios mu-



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dos, la suya me hace compañía... sentimos que nuestro Ensueño, duerme como "un niño, en los brazos del silencio ; y tememos despertarlo... no... no nos diremos que nos amamos... pero-... ¿es que no nos lo hemos dicho ya en los largos silencios estremecidos, en que nuestros ojos en- ternecidos y el temblor de nuestras manos, han sentido la estéril inutilidad de las palabras?... ahora, nos vemos todas las tardes, en el corredor de nuestra casa, adonde ella viene a bordar, en compañía de mi Madre... y sus manos de Hada, producen sobre la tela, Melodías de colores, como producen sobre el piano Melodías de sonidos ; se diría que las sedas se hacen musicales, para producir idilios cromáti- cos sobre la tela inerme; poemas de juncos y de follajes, sobre los cuales los ánades tienden el terciopelo versicolor de sus alas, que lejos de proyectar la sombra, la disipan, y hacen cantar el Sol, sobre el paisaje, con sus divinos ojos de



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zafir; ayer, trajo para presentárnoslo a su primo: Arcadio Morelli; es un oficial del ejército, alto enjuto, estiliza- do, lleno de Sí Mismo, y autoenamorado de su figura marcial ; 151 J. M. VARGAS V I L A no habló sino de Esgrimía, de Sport, de caballos, de Cafés Conciertos; agotó la Trivialidad en todas sus formas ; nos declaró no poder soportar la Música, que le crispaba los nervios ; me pidió perdón por esa frase, pues sabía que yo era un Gran Músico, y estaba destinado a un brillante porvenir... yo no sé si la frase sería irónica, pero sí era falsa... criticó en su prima, el Amor a la Música y a



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la Poesía; y como para abrumarla con el vocablo, la llamó : Romántica... hizo ostentación de no haber leído en su Vida, un Verso, y relató como un mérito, que se ha- bía dormido, cuando por casualidad había oído leer alguno... en cambio el boxeo, le parece un Arte de Dioses... un match anunciado en los periódicos, le qui- ta el sueño ; sabe de memoria el nombre de los boxeadores célebres ; y lo pronuncia con veneración... me pareció un bruto galoneado, tal vez galoneado a causa de ser tan bruto. 152 A Primavera se diluye, en púrpuras y en oros, de un fulgor evanescente...



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las nubes se dirían hidró- filas, tal es la transparencia, con que se deslizan sobre la faz del Sol, como gasas muy tenues, sobre el rostro de un herido, cuyas palideces emulan las palideces de las telas que lo cubren... afuera, el Jardín, como un Viejo Antifonario, lleno de Himnos sonoros, que los pájaros rima- ban tiernamente ; monjes alados en aquel claustro de la Melancolía... el aire, embalsamado con el olor de las rosas fenecentes... y la Noche, que llegaba, como el eco de una música lenta... 153 J. M. VARGAS V I L A la, de sus palabras había callado... sólo el esplendor de sus ojos taciturnos, vibraba aún y fosforecía, en el espesor de las Tinie- blas nacientes...



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nuestras palabras habían tenido una cadencia moribunda de olas... precariamente sonoras; eil ímpetu involuntario del vuelo, dejando tras de sí, los horizontes densos del Silencio... bajo el amarillo anaranjado de las nubes del Recuerdo, esa tarde habíamos entrado en el Jar- dín Claustral de las Confidencias... y las rosas recordatorias, se habían abierto dóciles, a la caricia de las alas reminiscentes, que las tocaban ; ella, había recordado su infancia dolorosa, viendo morir lentamente a su Madre, bajo los dolores infinitos, que las infidelidades de su Pa- dre, le ocasionaban... la atmósfera de Orfandad, que le había cir- cundado desde niña, como una zona de Aisla- miento y de Desolación ; y hablando de ella, la voz temblaba en sus labios, y en sus ojos la sombra se hacía más densa, como si una mano invisible, extendiese una capa de cenizas, sobre el terciopelo de sus pupilas violetas... su voz tremaba, y tenía ondulaciones de arpe-



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gio, se diría húmeda de las lágrimas, que no saliendo a sus ojos, caían silenciosamente sobre su corazón ; mi Madre, que llegó en ese momento, lenta y 154 LA NOVENA SINFONÍA suave, como el crepúsculo que caía sobre el cielo, interrumpió ese diálogo, y su sombra se proyec- tó sobre nuestras almas, estremecidas de emo- ción, como una estrella, en un estaque turbado, sobre el cual ha pasado la tormenta ; como su Padre sólo almuerza con ella, comien- do todos los días en casa de su querida, mi Ma- dre conmovida de aquella soledad, la invita con frecuencia a comer con nosotros, y estos ágapes son una fiesta verdadera de mi corazón... después, hacemos largas sesiones de Músicas y éstas no son sino Grandes Diálogos Musicales, de nuestras almas, en las cuales, Glück, Mozart, Bach, Scarlatti, no son sino los intérpretes de nuestros corazones, las voces a las cuales confia- mos, la misión de decirnos, el uno al otro, los secretos que callamos...



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las más serenas armonías, toman tonos apasionados, bajo la convulsión de nuestros dedos, y nuestras miradas, cargadas de ensueños, son como una fuga de meteoros, bajo cielos taciturnos... mi Madre, es el único testigo de estas veladas íntimas, y las embellece con sus silencios, embe- lesada ante la Música que tocamos ; mi Padre, absorbido en sus Ideas Revolucio- narias cada día más exaltadas, y en sus cam- pañas de prensa, a cada hora más violentas, pone bien poca atención a este Idilio de nuestras Almas, al cual, sólo alguna sonrisa bondadosa, parece anunciarnos que lo ve vivir... 155 J. M. VARGAS V I L A y, yo, siento que este Amor, se abre cada día más grande en mi corazón, como una herida violenta, en Ja cual tiembla el dardo que la ha abierto... ella, lo sabe, y sus ojos me dicen lo que sus labios apenas sen- da de luz, nos dijimos pocas palabras, en el co-



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rredor de la casa, momentos antes de partir, mi emoción era tan grande, que no hallé vocablos con que expresarlas, y nuestras manos uni- 173 J. M. VARGAS V I L A das, temblando en el Silencio, se dijeron más que nuestros labios trémulos, rebeldes a los decires inútiles; el ala pálida de la Tarde, se sumergía en el Mar, como la de un alción herido, que empur- puran las olas, antes de sepultarse en ellas, cuando llegamos a la Estación para despedirlos a Ella y a su padre... cuál no sería nuestra sorpresa, al hallar en el andón pronto también a partir, a Arcadio Morelli, acompañado de otros militares, sus amigos; nos saludó fríamente, y al presentarme a sus compañeros, lo hizo diciendo: — Fabián Pereda, músico del Augusteum, haciendo alusión a la Sociedad de Conciertos a la cual pertenezco...



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— Ese es el cuartel, en que él gana, su ra- ción apaleando notas, dijo mi Padre, que había notado el aire despectivo de la presentación... ha sido convenido, que durante todo el vera- neo, mi Madre o mi Padre, irán a buscar a Ja- hel, los sábados en la tarde, para que pase con nosotros los domingos, pues su padre necesita los suyos con otro objeto; feliz de esa promesa, la vi partir con menos dolor, y regresé a casa bajo la magia de su recuerdo y la éjida de la belleza triste de mi Ma- dre, que me hablaba de ella, con una voz, muy suave, que tenía el arpegio de todas las músi- cas, las del aire y las del corazón... 174 I Vida, carece ahora de grandes perspectivas... mis ojos se cierran ante las Visiones del Arte, que son inmortales, y se abren ante las Visiones del Amor frági-



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les como un cristal alucinante... es facultad del Amor, empequeñecer la Vida, aguzando la sensibilidad; toda sensibilidad es enfermiza; y enferma como un morbus; deliciosamente... mi Diario, se hace ahora, encantadoramen- te fútil, como una serie de Miniaturas, vistas en las hojas de uh Misal ; un Antifonario ilus- trado por Fray Angélico o Palma (el viejo) , ángeles en adoración y flores en éxtasis ; 175 J. M. VARGAS V I L A si se humaniza un poco, llega a la inconsis- tencia delicada de un Parque de Chaldin; hacemos de nuestra Sensualidad un tapiz, sobre los cuales, el Corazón pone sus plantas, de paje caprichoso y soñador... el reinado del corazón, es fatal a la Vida de un Hombre... pero... ¿quién no ha vivido siquiera sea un



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momento, bajo el Despotismo de ese Soberano, inconstante y Falaz?... poner nuestros Destinos, en manos del Co- razón, es, ponerlos en manos del Amor, y el Amor es perpetuamente, niño; nuestra Ventu- ra le sirve de juguete... debe ser delicioso morir estrangulado por Adonis- pero... ¿no es mil veces más 'bello, morir estrangulado por la cabellera de Venus?... trato de reconquistar mi Pensamiento, y vuelvo a vivir para mi Arte- horas de soberanía del Yo, en que vuelvo a ser algo más que un Hombre : un artista ; el Arte, vuelve a poseerme, si no sobre las ruinas del Amor, sí sobre el dominio encantado de él... y mi Alma, vuelve a ser, la Selva de la Armo- nía, donde los Pájaros de lo Inconsciente, cantan su Divina Canción de Eternidad... mi violín, vuelve a ser el Confidente de todos mis Sueños, y sus cuerdas son como la escala de Jacob, por la cual suben y bajan los Arcán- 176



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LA NOVENA SINFONÍA geles Inspirados ; trayendo cada uno en sus manos una estrella en forma de Arpa, y cantan en ella la Canción de lo Infinito, el Himno de las Noches Estelares... mi Novena Sinfonía, me posee por comple- to, y vuelvo a ella, con el Amor y el Placer, con que se vuelve a una Novia abandonada y no olvidada, a cuyo amor, la ausencia ha servido de incentivo... pongo mi Alma en mi Arte, porque el Arte no es sino eso: una Forma de nuestra Alma, nuestro Yo, traducido en formas, en sonidos, o en colores; el Arte es la forma más alta de la Fe; toda Obra de Arte es un himno de Fe; el Arte es una Perpetua Imploración; la Plegaria hacia el Único Dios, que no engaña y que no .miente; aquel que duerme aún, sin revelarse en los limbos obscuros del Misterio; la Oración de mi Alma, esa, en la cual pongo todo mi empeño, es Mi Novena Sinfonía, ¿lograré yo en ella, igualar y traducir, el alma luminosa y taciturna del Cisne de Bonn? los cauces de la Antigua Música, rae sofocan,



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me oprimen, como riberas de rocas a un río co- rrentoso, que busca la llanura... yo, quiero aire, luz, libertad para mi Inspira- ción... yo quisiera seguir el consejo de Wagner; a Augusta Holmes, no ser de ninguna escuela, ni siquiera de las del autor de las Sinfonías, se- 177 12 J. M. VARGAS V I L A gún las cuales yo pretendo escribir mi Novena Sinfonía; la Tradición no debe servir sino para ser su- perada; para ser igualada se basta ella; toda Imitación, es una Profanación; crear, es el deber del Artista Verdadero; en eso, debe ser semejante a Dios; la Música, es un Arte de Símbolos, como la Pintura y la Escultura; el Símbolo es la Forma Ideal de la Belleza;



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alcanzarla es la Victoria; superarla es la Gloria; eso de escribir la Novena Sinfonía al igual de las de Beethoven ¿es en mí una pretensión? tal vez; pero, pretender es el principio de alcanzar; lo inerme carece de alma, de ímpetu, de vuelo ; el esfuerzo por alcanzar, indica la sed de superar; el Águila vuela hacia el Sol; tal" vez tiene no sólo el designio de alcanzarlo, sino de dejarlo atrás en el vértigo de su vuelo; ¿qué importa que caiga vencida sobre la roca, y muera en Soledad, bajo la mirada irónica del Astro, que no pudo alcanzar, y no pudo superar? su Vencimiento es su Gloria; haber aspirado a la Victoria, es merecerla... eso pienso yo, cuando en las Noches Solitarias con mi ventana abierta sobre el Mar, y la mirada cariñosa de los cielos, que me brindan sus soledades sonoras, para ámbito de los sonidos de ¡mi Violín, ensayo esa Sinfonía, en la cual pongo toda mi Alma... 178



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LA NOVENA SINFONÍA y mi Emoción, se desgrana en notas líricas, sobre las azulidades del Mar, y el violeta armonioso de las colinas cercanas, en las cuales la caricia de las estrellas hace una ilusión solar... el silencio de los jardines es religioso, como el de pequeñas capillas conventuales, bajo cuyas cúpulas de oro duerme el último clamor de las Liturgias... yo, sé que mi Madre me escucha, en un silencio suave, en la actitud de una rosa bañada por un fulgor de luna, y las cóleras de mi Padre se apaciguan con Mansedumbres de Mar, vencido sobre la playa... y el eco de mi Música se aleja, como un Dios que huye, y posa el vuelo sobre la cima de una montaña lejana... sobre el verde de cuya cima, nace el rosicler de una Aurora... Místicamente... 175»



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on seis Siglos de Soledad, los seis días de la semana, que ella tarda en venir... mediterráneos enormes, donde naufragan las Naves de mis Ensueños, son las No- ches... empurpuradas de deseos... del polvo de las tardes agotadas, se hacen las playas ardientes, de estas noches febricitantes, en que el Amor carnal, me solicita, con el gesto desesperado de una querida, que tiende sus brazos amorosos hacia mí... mis veinte años, que van a cumplirse hacen un lecho de espinas, de la soledad de estas noches sin Amor... labios lejanos de mujeres, son como pólenes 180 LA NOVENA SINFONÍA



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de flores, que me ofrecen sus besos y vienen a besarme... pienso en mi gargoniére de la Ciudad, donde el recuerdo de la Condesa, vaga como un Fan- tasma de Lubricidad, que me tiende sus brazos, y me ofrece sus senos y su vientre desnudos, como una playa hospitalaria, al huracán de mis Deseos... los cuerpos jóvenes de mis bellas amigas, resplandecientes en la soledad de aquel lecho vacío... sus ojos candidos, hechos desmesurados, o taciturnos, en las opacidades del Vicio... sus brazos, como enredaderas lujuriantes, bus- cándome para enredarse a mí, y atraerme sobre sus senos odorantes... pantanos en fermenta- ción... sus labios rojos y contráctiles, como una en- traña, ofreciéndome la hendidura de sus líneas, donde palpitan los besos- todo eso me enerva... me exaspera... me hace loco de deseos...



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y escapo a la Ciudad- vago en la noche ; frecuento los antros del vicio... o voy a mi gargoniére, con alguna Venus del arroyo... y me harto de sus besos impuros... y regreso al "Refugio"... anonadado, fatigado... 181 J. M. VARGAS V I L A con un gran desprecio por mi cuerpo miserable, mancillado de caricias... otras noches me domino... hundo mis deseos en el mar, con mi cuerpo torturado por ellos... y el beso de las olas me apacigua; el candor de las estrellas me calma ;



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sumergido entre las olas, me parece que ellas avanzan hacia mí, como bocas ávidas y me besan pacificadoras y maternales... y siguen su marcha... ¿a beber qué?; las en- trañas del Caos; me extiendo sobre la playa en la semidesnu- dez de mi traje de baño... bajo el candor de la Noche Serena y Magnifícente, que ella también parece torturada de Deseos... y las estrellas son tristes, como abrumadas de lascivias... las playas son como caderas desnudas, circui- das por la roja línea ecuatorial de los Deseos... cráteres que crepitan bajo el azul... sudor de lava fundida... que devoran las carnes que toca... el Hombre, es un abismo de Fango ; juventud Insaciable; ¿quién dirá nunca la inmensidad de tus sue- ños lodosos y pútridos?...



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el Deseo, es una lepra, perpetuamente exasperada, y desnuda, como la de Job... la Vida es un Estercolero de Sueños... 182 ina, la bailarina, me decía anoche en un cabinet parti- culier, del Zafir Noir, que es uno de los más bellos y más chics amparo de Peca- dores que tiene la ciudad : — Tú te pierdes, te haces viejo... ¿es verdad que te casas, con una alemana muy rica? Eso es lo que se dice en el Fo- yer de Novedades y en los otros Teatros; Paco Miralles, anunciaba ya, la muerte, del Petit Pa- ganini, porque según él, cierto Escritor Miso- jino, muy leído hoy, ha dicho que "Artista que nace para el Amor muere para el Arte" ; y aña-



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183 J. M. VARGAS V I L A día, que tus largas manos tentaculares, ávidas de oro, dejaban de segar laureles, ¿es verdad?... no le respondí nada; hice palidecer el satín de su piel, bajo la pre- sión de mis manos, el rojo de sus labios bajo los míos, y el esfumino de sus párpados, con mis besos, como si quisiese beberme las pupilas que se ocultaban tras de ellos... dejando el antro de la Lujuria, volví en Auto, al "Refugio" triste de las leyendas que ya circu- laban entre las gentes de Teatro, sobre mi su- puesto matrimonio, e indignado de que tantos (labios indignos pronunciaran sin respeto un Nombre que es para mí, el Lábaro de todas las Purezas... el Sol, que surgía de entre los mares, me pa- reció un Pálido Dios sacrificado... un Pierrot suicida; ahorcado en el árbol de una Cruz.



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184 L Maestro Massanielli, ha estado a verme hoy... me ha traído las partituras de dos nuevas Operas que debemos ensayar pronto ; eso calma mis nervios ex- acerbados ; el Estudio, es un lenitivo... el Arte, es Pacificador y Purificado r ; purifica, como el Sol y tonifica, como el Aire ; el Mar, da perspectivas de grandeza al Arte; es bello, hacerle confidencias; • nos escucha con Amor, y nos entrega el Te- soro de sus riquezas inagotables; a los pintores, la gama de sus colores; a los músicos, la gama de sus sonidos; músicas sutiles, se escapan de sus ondas armoniosas ;



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185 J. M. VARGAS V I L A aislado en mi Ensueño de Luminosidades So- noras, yo las oigo; las alas verdea de la Tarde, me acarician y besan mi boca desnuda, como queridas lascivas, cuando sentado en la playa o en un banco del jardín, estudio las partituras, inclinado sobre ellas... los ¡labios verdes de las palmeras, cercanas, me envían besos de Inspiración, en el rumor de sus follajes languidecientes; las olas verdes del mar, me saludan a distancia, ofreciéndome la candidez armoniosa de sus senos, donde duerme el raudal de la armonía... el cielo, con palideces de alga, me da sus verdes perláseos, de mayólica delicuescente... una Sinfonía en Verde Mayor, me circunda y me satura. soy, como un Fauno en una Selva Virgen, arrancando sonidos al verdor trémulo de los



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ramajes dormidos... todo es musical, en torno mío... musical, el aire salobre que me besa, lleno de ritmos extraños... musical, el paisaje que me circunda; sinfonía cantante de colores; musical, el horizonte marino, que es como un pentagrama inagotable, donde aprenden sus cán- ticos las olas; ipor todas partes, aquel Silencio verde, de la estrofa carducciana, envolviendo el paisaje en una caricia verde, como la túnica de una Ná- 186 LA NOVENA SINFONÍA yade de Greeeh, hecha del verde del cielo y el verde de las olas, que la coronan de espumas; así desearía yo la maravillosa invención de una Sinfonía en Verde, Sinfonía marescente y coruscante, que fueran como un Coro de Sire- nas, sobre islas flotantes de Misterios, en cuyo



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seno desnudo, busentauros adolescentes, ensayan cánticos de Amor... ante los ojos dementes de las olas, que los besan con fosforescencias de cristal- crear musicalmente,. armoniosamente, profundamente, algo que llenara de una armonía perenne, los Cielos y la Tierra, saturándolos de un perfume de Eternidad, haciéndoles abrir los ojos sobre horizontes desconocidos, en cuyos senos vacíos, fuera capaz de crear un Dios... tal vez Dios no es sino la más alta Concep- ción Musical, que hayan soñado los hombres... esta música, que me ha traído el Maestro Massanielli, es una Música Noble, ajena a la Vulgaridad, Imperante hoy en lo,s Teatros; digna del Augusteum, que sin refugiarse en las ve- tusteces del Clasicismo y las telarañas polvorientas de la Tradición, conserva la de las Gran- des Músicas, las cuasi olvidadas magnificencias del Setecientos y las del Siglo Mozartiano; úni- co en el cual se dan Audiciones de Bach, se dicen los Grandes Oratorios de Hans Richter, y se escucha con religioso respeto las Siete Em- briagueces de Augusta Holmes; y las Melodías de Saint-Saens; allí no se ha proscripto aún a 187



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J. M. VARGAS V I L A Gounod, por anticuado, y las estridencias de Wagner no han ahogado el rumor deliciosamente arcaico de las armonías de Paisiello; allí, la antigua y exquisita Sensibilidad de Glück tiene aún auditores, la Estética Musical conserva aún sus fueros, no se tiene pavor a la influencia tan deliciosamente enervante de Beethoven y las Or- gías Africanas del Café Concierto, no han obtenido aún derecho de ciudadanía ; la Música que cultivamos en el Augustewn, como en el Conservatorio, es todo lo contrario de esa Música de Cabaret, que hoy invade con sus ritmos grotescos y sensuales, los Teatros y los Salones, música de Sensualidad Primitiva, de la cual el Jazz-band, es la verdadera expre- sión, Ritual de Orangutanes, entregados al Amor en el Silencio de una Selva ; esta Música, que ahora estudio, es grave, serena, suave, llena de esa vivacidad apacible, que era el alma de la música griega, ya olvidada, cierta castidad de ritmo, que es todo lo contrario de la Turbulencia Senegalesca, de descoyun- tamientos de ancas, y danzas de pezones, que han invadido hoy las escenas de los Teatros, con sus alaridos de Tribu y su fetidez de negros des-



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nudos... música, fina, espiritual, de un lirismo coulant> de fuente entre rosales, llena del Misterio Melan- cólico de las Almas, que es como el Pudor Di- vino de los Irrevelados. llena de arpegiois reminiscentes, de vagas me- 188 LA NOVENA SINFONÍA lodías en que la fuerza de la Idea, se une a la suavidad de la Expresión, como en el Mois de May aquella radiosa y armoniosa Fantasía de Jeannequin, en que las rosas parecen cantar bajo la lluvia que las azota y no se sabe de dónde viene el Cántico, si de l dice, suavemente, dulcemente, versos de Keats, melancólicos y luminosos, como un morir de día... ¡Oh! combien j'aime, par un beau soir d'été Lorsque des torrents de lumiére déversent l'or a VOccident... et que sur les zephyrs embaumés, reposent inmobiles, les nuajes argentes



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Les zéphyres etaient éthéres et purs s'insinuaient a travers les croisees mi-closes pour guerir Les malades languissants refaichissant leur fievreux assoupissement... leyendo esas estrofas, sus largas manos se ex- tendían fraternales, como si acariciase la fren- 205 J. M. VARGAS V I L A te de un enfermo, tal vez de Keats, cuando de- cía moribundo en Roma: Bel éphébe, sous ees arbres tu ne peus quiter ta chansón Jamáis tu n'obtiens les baisers quoique tu sois proche du but... y ella, parecía enviar el beso lejano de su Mi- sericrodia, al Efebo moribundo, que lo implora- ba en su agonía ; por un prejuicio de raza, alimentado por su educación, netamente germana, ama muy poco la Poesía Francesa, actual, y casi puede decirse que la ignora, o al menos finge ignorarla...



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sólo el Misticismo rural, y eglógico de Fran- cis Jammes, del cual ha conocido casualmente los Quatrains, traducidos al alemán, la seduce y repite con fruición, como un modelo de Música Verbal, aquel Espace, que más que un verso, parece el bordado inconcluso de una Abadesa mie- dosa, que teme la aparición de Satanás: Un ciel de soie Azure Veau Un ckien aboie Sur le coteau. a esa simplicidad campesina, opuse yo : Les sanglots longs Des violons... De l'automne Blessent mon coeur D'une langueur monotone... 206 LA NOVENA SINFONÍA ella, no conoce bien el francés, pero la músi- ca lenta y suave de la estrofa verlainiana la sedujo hasta la ensoñación, y quiso oir toda esa



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maravillosa Chanson d'Automne, y cerró los ojos para oírla, marcando el ritmo de los versos, con el de su cabeza soñadora... Tout suffocant Et bléme quand Sonne l'heure Je me souviens Des jours anciens Et je pleure... Et je m'en vais. Au vent mauvais Qui m'emporte Deqá d"la Pareil a la Feuille morte... y como si hubiese visto la hoja muerta, rodar a sus pies, abrió los ojos, hechos taciturnos, como un paisaje bajo la lluvia; quiso oir algún verso más del Mendigo Do- loroso y yo le dije aquellos de los Romances sans Paroles... II pleure dans mon coeur Comme il pleut sur la Vüle Quelle est cette langueur Qui penetre mon coeur? II pleure sans raison Dans ce coeur qui s'écoeure Quoil nulle trahison?



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Ce deuil est sans raison 207 J. M. VARGAS V I L A C'est bien la pire peine De ne savoir pourquoi. Sans amour et sans haine Mon coeur a tant de peine. para comprender mejor el amor de la pena, en aquel, que sintió tan hondo, la pena del Amor, me pidió que le tradujese al español, sus gemidos dolorosos... y lo hice muy cautamente, muy lentamente, con la deliciosa intención, de ver el efecto del paso de aquellas brumas sobre el cristal de sus ojos, que semejaron dos lagos, turbados bajo una ráfaga octubral... la sombra del Poeta, entenebreció el amatista versicolor de sus pupilas, sobre las cuales, el abanico de la tarde, reflejaba sus floraciones de oro... leímos versos de Samain...



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Quand la nuit verse sa tristesse au firmament Et que, palé au, balcón, de ton calme visage... Le signe essentiel hors du temps se degage, Ce qui t 'adore en moi s'émeut profondément. y mi alma conmovida la miró ; en gesto de Adoración ; el hermetismo brumoso de Mallarmé, dejó in- demne, el hermetismo candoroso de sus pupilas cuando leímos: La Chair est triste, helas! et j'ai lu tous les livres Fuirl la-bas fuir Je sens que des oiseaux son ivres 208 L A N V



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E N A S I N F N I A



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D'étre ■pcurmi V écume inconnue et les cieux



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De Véternel Azur la sereine ironie Accable, belle indolemment comme les fleurs Le Poete impuissant qui maudit son génie A trevers un désert stérile de Douleurs... pero, sus pupilas no conservaron la serenidad cuando yo dije: Mon ame vers ton front oü revé, ó calme Soeur Un automne jonché de taches de rousseur Et vers le ciel errant de ton oeil angélique Monte, comme dans un jardín mélancolique Fidéle, un blanc jet d'eau soupire vers l'Azur!... nos miramos... como si sintiésemos hacerse melancólico, el jardín que nos rodeaba, y el agua del surtidor suspirar hacia el azul para ocultar nuestra emoción yo continué en leer ; estrofas de Herodiada... C'est pour moi, pour moi, que je fleuris deserte!... De mes robes, aróme aux farouches délices, Sortirait le frisson blanc de ma nudité... y callé cuando iba ya a decir las palabras del Poema :



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J'aime l'horreur d'étre vierge... cerré el libro; ella no me interrogó... da calma seráfica no reinaba ya en sus pupi- 209 u J. M. VARGAS V I L A las, donde un temblor de inquietud pasaba, como un viento de tarde en las hojas de un rosal... me leyó versos de poetas alemanes, que tra- ducía directamente al español, por ignorar yo en absoluto, la lengua de Goethe ; y dijo de la Noche Sin Sueño (ScMaflose Nachte), de Feliz Braun... Sueño, déjame inclinarme hasta su oorazón... el Sueño es un bello país... aguas lejanas, resplandecientes... bellas praderas... su cuarto es un jardín suspenso... mi corazón, es un prado de rosas; quiero acostarme en la hierba y esperar...



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tal vez va a venir... esperar... esperar... el viento de la tarde llega., hora tenebrosa... ¿es ya tarde?... y luego Sobre la Casa (Stille weth), de Max Dauthendey : Sobre la casa el Silencio se esparce... ¿sientes el soplo de la luna? desata tus cabellos y reposa tu cabeza sobre la claridad azul... ¿oyes? allá abajo, el Mar sobre la playa te arroja sus riquezas... el enjambre de los deseos, se acrece en el corazón de la luna... 210 LA NOVENA SINFONÍA pero después que he visto tus ojos la noche lunar es ya sin deseos...



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y de Richard Dehmel: Sobre nuestro Amor (Aufblick). Sobre nuestro Amor... se inclina un sauce llorón; alrededor de nosotros, la noche y las sombras... nuestras frentes se inclinan, y quedamos inmóviles, mudos, en las tinieblas... una fuente suena las estrellas brillan... un coro de campanas; la Noche y el Amor. La Noche, interrumpió nuestro Diálogo de



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Amor, dicho por los labios de los Poetas... la fuente, continuó en cantar... la Noche, surgió sobre las púrpuras desfalle- cidas del Sol... y, nosotros, callamos... fuga de los poetas... astros taciturnos sobre los cielos opacos... sus rayos verdes y ocres, no llegaron a turbar la serenidad del cristal de su Alma... lago en calma; 211 J. M. VARGAS V I L A donde una luna esquiva y



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fugitiva da sus fulgores ensoñadores... y, el perfume de sus olas, se levanta y canta en las corolas de los lises, felices de oír su acen- to, flotar en el viento... como una música suave y lírica como una nube de corpúsculos... que sube lentamente, fosforescente... al corazón desfallecido de los Crepúsculos...



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212 L baño de ¡mar, lento, largo, cuasi interminable, en el cual, mi primo Alvaro Hino- josa y yo, hacemos verdaderos matchs de natación, con un empeño loco, como si nos disputásemos el Cam- peonato del Mundo ; una hora de voluptuosidad, sobre las aguas, en la cual, el beso múltiple de las olas, suple a los besos, cálidos y en el fondo ingenuos, de las Mar- garitas de pasaje en nuestras gargoniére, de Ig- neópolis... otra hora de esgrima, ora con Alvaro, ora con algún otro amigo nuestro, amante de aquella forma de deporte, en la cual, la longitud alar- mante de mis brazos, es una amenaza para ellos, y una seguridad de triunfo mío ; 213



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J. M. VARGAS V I L A alguna corta excursión en ¡barca, para comer mariscos, en una playa cercana... he ahí, el programa, que llena nuestras horas matinales, los domingos, mientras mi Madre, Ja- hel, y mi tía Águeda, que viene a pasar días, en compañía nuestra, prefiriendo ésta, a sus tem- poradas de Biarritz, hacen su toilette o vacan a las ocupaciones de la casa... en las tardes, largos paseos, en el auto de los Hinojosa, que nos lo han cedido, con ese objeto; casi siempre, lo ocupamos, mi Madre, mi tía Águeda, Jahel y yo; Alvaro, va al lado del chauffeur, o guía el vehículo, por lo cual tiene predilección ; predilección, que hace temblar a mi Madre y pone muy inquieta a mi tía ; ésta, ha tomado por Jahel, una grande afec- ción ; su orfandad, su seriedad, ese raro encanto, que como un fluido se escapa de ella, la han cau- tivado... con su bondad habitual, habla ya de proyectos de matrimonio, dándolos por realizados, y la trata como un miembro de la familia ;



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mi Padre, y mi tío, el Marqués de Hinojosa, quedan siempre en casa, enfrascados en enojosas polémicas políticas o en asuntos bancarios, en los cuales, ambos son muy hábiles ; don Hugo Holtz, viene muy rara vez, con su hija, y, se detiene apenas el tiempo preciso, para almorzar con nosotros, y, partir luego; 214 LA NOVENA SINFONÍA en cambio, Arcadio Morelli, se ha hecho un habituado de la playa ; se le ve pasear por ella, en unión de otros militares, añadiendo con el versicolor de sus uniformes, una nota gaya, a la policromía de los paisajes; se acerca a nosotros, si nos halla en el paseo, y tiene, casi siempre, para su prima, alguna frase rencorosa, que demuestra su despecho mal oculto; ésta, lo trata con un desprecio anonadante ;



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como nunca ha sido invitado por nosotros a frecuentar la casa, se conforma, con pasear por frente de ella, cuando estamos sentados en las sillas del corredor o las del jardín; lo cual obliga casi siempre a Jahel, a retirarse de allí ; las gentes del pueblo y los veraneantes en él, conocedoras de su amor por su prima y de su odio hacia mí, hacen sendos comentarios, a veces muy cómicos, sobre este germen de drama; como todos ellos me conocen desde niño, están desde luego, al lado mío, agobiando con sus sar- casmos, Ja insolencia del Oficial, que les da su brutalidad en espectáculo, ora, en la playa, a la hora del paseo, ora, en el campo de Tennis, ora, en el mar, si lo llevan a alguna excursión pes- quera ; nosotros, no vamos casi nunca al Casino, ni al campo de Tennis y paseamos muy poco por la playa, porque Jahel no quiere encontrarse con él, y mi Madre, teme alguna escena desagradable, 215 J. M. VARGAS V 1 L A con mi Padre, cuya violencia se exacerba a la



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vista de este grupo agresivo de oficiales; un uniforme tiene el privilegio de montarlo en cólera ; hay gran marejada política, y el periódico de mi Padre, es de una rudeza inverecunda, contra el Sistema Imperante, lo cual lo rodea de una atmósfera de Suspicacia Oficial, muy peligrosa; en las noches, celebramos, pequeñas veladas musicales, que toman proporciones de conciertos, porque vecinos y transeúntes, se agrupan afuera, tras de lias rejas del jardín, para escucharlas; mi tía Águeda, que en su juventud, tuvo una deliciosa voz de contralto, conserva aún mucho de ella, y canta con un gusto admirable... Jahel, toca el piano... y, yo, las acompaño con el violín... las masas corales del Silencio, desgranan afuera sus mudas melodías ; ¡ cómo el Mar se hace sonoro y poblado de ar- monías a la pálida caricia musical, semejante a la blancura de una mano, que acariciara el dorso del Titán! la Galera de los sueños, voga en él... los sonidos, son remeros, que la llevan lejos... hacia At- lántidas soñadas... la Voz de la Música, hace surgir en sus ribe-



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ras, Jardines de Encantamiento; y, el Ensueño, lo único digno de vivirse, boga en él ; Neptuno, con su tridente hecho una lira; los asfódelos de la Noche la ornan... 216 LA NOVENA SINFONÍA y, nosotros, destrozamos los asfódelos de la Noche; violando el Alma del Silencio Augusto... casto en su Soledad- las notas... gaviotas de forma espectral... nacen, vuelan, vibran, mueren... en el corazón, de la Hora Sideral... como desmaya, sobre la playa, el cortejo de las olas... semejante a un sonido de violas en el Mis- terio...



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acordes de un Salterio... y, notas de un Laúd... Himno Magnífico... pletórico de Excelsitud.... 217 r"1 f^*n OR encima de ios montes estandartes de oro; languidecen, inclinados sobre el Cenotafio del Sol...



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el Crepúsculo, es la hoguera, en la cual se incinera el cadáver, de ese Gran Sultán, vencido por la Noche... las violencias del Mar, se hacen cuasi áfonas, en el acronismo suave de la hora... el día, muere en un delirio de cosas acromas y desfallecientes, como atacado de anemia vesperal... la canícula, expirante, tiene palideces de ca- dáver- las nubes, descienden, como un rebaño pávido, a beber en el río de la Noche ; 218 LA NOVENA SINFONÍA en el horizonte, las velas de las barcas pesca- doras, semejan, tocas de monjas, náufragas en el azul... la belleza de Jahel, se hace resplandeciente ; el Sol, palidece de Envidia, al besar su cabellera, con reflejos de un cristal gótico, sobre el cual brillan unidos los reflejos del cielo y los



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del Mar... sus ojos, se hacen abismales... se diría, que es en ellos, y no en el horizonte, que se hunde el astro vencido... la magia creciente de la hora, la envuelve en uno como peplum amatista, ornado de franjas de oro; las bellezas cadentes de mi Madre y de mi tía, son como estrellas opacas, que hacen cortejo, a aquel fulgente sol, que nos deslumbra las pupilas... el auto, va lentamente, por los senderos um- bríos, y las vegas del riachuelo; los ribazos arbolados nos dan sombra- una serie de viñetas bíblicas, se dirían los paisa jes- iluminaciones ornamentales, de Van Spaen- donck ; en las encinas centenarias, se enreda la cabellera ya tenebrosa de la Noche naciente... la campana de la pequeña Capilla del extrarradio, da el toque de Ángelus; evocación de Millet;



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su sonido se pierde en el espacio, como si 219 J. M. VARGAS V I L A anunciase, no la muerte del Día, sino la muerte de Dios... la Muerte de los dioses, sobre la Tierra; un viejo pescador, a la vera del camino, se descubre y se santigua ; las campanas sobreviven a la Fe; desafían el aire, que les parece eterno, y desgranan en su seno, sus plegarias, inútiles ; j ah !, quién tuviera un poco de Fe, para descifrar el monólogo de las Campanas, dicho al oído de la Tarde Moribunda... superior, en su Sentido Profundo, a la vana ornamentación de las Palabras... la voz del Símbolo, sonando en el corazón de la Eternidad ; las Palabras...



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eternamente vírgenes; y eternamente entradas en Senectud- como Vestales estériles... tal vez convencidos de la Esterilidad de las Palabras... todos callamos... sólo la Tarde canta... y, se diría que sólo canta en torno de ella ; y, en ese Himno de la Hora, yo, da miro. luminosa y armoniosa, como si fuese una Es- trofa de ese Himno, desprendida de los labios de la Tarde... que aparece, fenecente... opalecente... desvane- cida, desaparecida, tras la prora de la hora fugaz... 220



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laridad vesperal, sobre el Paisaje... amortiguación de horas y de Sol.... panoplia refulgente de los cielos, en la cual palidecen 3 los colores, se amortiguan los haces orografiados, en los cuarteles del escudo solar... no hay tristeza, sino cansancio en los cielos pensativos... parece que los cielos, sintieran como los hombres, la tristeza de vivir... la playa, nos mira, la ¡playa nos oye, la playa nos brinda su clámide roja... y, la mar, nos besa, como un Deseo ardiente, 221 J. M. VARGAS V I L A como si la luna obedeciese a ese conjuro, asomaba tímida, en el horizonte, como para desflo-



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rar sobre el mar sus crisantemos de plata... Comme de longs cheveux peines au vent du Soir... si... como sus cabellos que el viento de la playa, peinaba suavemente... como un peine de oro; arrancados a las manos de una estrella... Le grand lac parfumé brille comme un miroir... no el Lago, sino el Mar, brillaba cerca a nosotros, reflejando la belleza de ella, sobre su espejo de oro... los tulipanes recién abiertos, en el jardín, a nuestros pies... ella lee... y yo escucho... la hora mendiga de luz es musical... no tanto como su voz... ¿por qué da tan extraña inflexión, al ritmo de los versos, que parecen centuplicar en su garganta su extraña musicalidad?...



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yo, la escucho y me parece, que esos versos de Samain, que me son familiares, suenan por primera vez en mis oídos : Tremble argenté, tilleul, bouleau... La Vane s'effeuüle sur l'eau.... 222 LA N O V E N A SINFONÍA y como si la hoja de la Noche surgente, Je ha- cían una Diadema- La. rame tombe et se releve... como SU VOZ... en una acrobacia de sonidos de cristal... sinfonía... en la melancolía... de la Hora Vesperal... Ma barque glisse dans le del... Sur le lac inmatériel... el Gran Lago de sus Ojos...



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extático... sinfónico... donde flota... como una barca rota... el Lirio del Ideal... cómo su voz temblaba con un temblor espiritual, cuando decía las melodías de las estrofas... en cadenee, les yeux fermés... después de cerrar las hojas del libro sentimental ; errantes músicas ; bajo las místicas calmas de azul... y el rojo oíeográfico de los paisajes moribundos ; hechos profundos, en la suave mansedumbre de los cielos edenizados... a lo lejos, un miraje bituminoso del Infierno del Dante... 223 J. M. VARGAS V I L A



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recogió su guante oloroso a verbena... le di la mano para alzárse- la huella de su cuerpo, quedó impresa en la arena... el zócalo de una estatua yacente... magníficamente la Noche, orfebrizaba, el pedestal, de la estatua viva que se alejaba... el Silencio, era como un incienso que perfu- maba el sueño de nuestros corazones- las estrellas... oblaciones muy bellas; que el cielo ofrecía ante el altar de nuestra Melancolía... silenciosa... como una rosa... en agonía... 224 O sé por qué me parecía hoy más larga la espera del tren ;



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el ámbito de la pequeña estación, se me hacía estrecho ; mi Madre, que marchaba al lado mío, tenía que hacer esfuerzo para seguir mis pasos ; ella, me adivinaba nervioso, y lo -atribuía a mi vela de la noche anterior, en la cual, hasta muy tarde, me había ella sentido estudiar, mi partitura de Electra, de Hofmannsthal, anunciada para la apertura de la Estación Musical, en Au- gusteum. y callaba ; su silencio era suave, como una caricia ; el primero en descender del tren, fué mi Pa- 225 15 J. M. VARGAS V I L A are, quien dio la ¡mano a Jahel, para ayudarla a bajar; inmediatamente, en pos de ellos, venía Arca- dio Morelli, con su cortejo de amigos habituales;



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tenia el aire contrariado, e hizo el gesto de no vernos, para evitar saludarnos; cuando di la mano a Jahel, me pareció que ella temblaba, de otra emoción que no era la de verme; mi Padre, tenía el aire agresivo y violento de sus peores días ; ya fuera de la estación, nos contó, cómo Arca- dio Morelli, aprovechando un momento en que él se levantó, se había sentado al lado de Jahel, sin hacer el gesto de cedérselo, cuando él volvió; mi Padre, iba a reclamarlo, con su energía habitual, pero Jahel, temiendo un incidente, se puso en pie, y llevó a mi Padre a otro asiento ; el Oficial, vejado por este desaire, daba mues- tras de visible contrariedad ; en ese estado de violencia, llegaron al "Re- fugio"... conocedores del carácter de mi Padre, todos comprendimos que habíamos estado al borde de una tragedia; ya en casa, la serenidad, renació un poco en los espíritus, pero Jahel, permaneció triste,



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preocupada, haciendo esfuerzos por ocultarlo; se veía que un vago temor la asaltaba... ¿qué le había dicho Morelli, en los pocos minutos en que mi Padre estuvo ausente? 226 LA NOVENA SINFONÍA según ella, sólo le había preguntado si había recibido su carta de la víspera, a lo cual ella le respondió que sí ; pero que no la había leído... algo más debió decirle, porque al recordar el diálogo, su voz temblaba... después del almuerzo, mi primo Alvaro Hino- josa, y yo, fuimos a la playa... mi intención era abofetear a Arcadio Mo- relli ; pero, Alvaro, me hizo ver que eso no era posible, sin graves consecuencias, pues estaba en uniforme, y abofetear a un oficial, en aquellas condiciones, es un desacato a la fuerza armada, castigado en el Código Militar, con graves penas ; eran un juicio y una prisión en perspectiva; y,



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en la situación cuasi de guerra, en que se hallaba la Ciudad, no la Libertad, sino la Vida, po- dría costarme la Aventura; ¿cómo castigarlo sin que el desacato a la fuerza armada, tuviese lugar? el uniforme, servía de escudo a su cobardía- contra nuestra costumbre, entramos al Ca- sino... Arcadio Morelli y los suyos, estaban allí, ante una trinchera de cocktaills y soda wisky; nos sentamos a una mesa, no muy lejana de la de ellos ; sus amigos, le llamaron la atención hacia nosotros, cosa inútil, porque él, ya nos había visto ; fué una batería de miradas, disparada contra nosotros ; 227 J. M. V A R G. A S V I L A yo, sonreí;



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eso sulfuró a Morelli, que se puso en pie, y vino directamente hacia mí, con el rostro em- purpurado de cólera; algunos amigos le siguieron... Arcadio y yo, nos pusimos de pie... — ¿ Se ríe usted diemí? — me dijo trémulo de coraje. — Sí... es usted muy grosero, y muy ridículo; levantó la mano para herirme : lo así por el puño, y trabamos una lucha cuerpo a cuerpo; nos separaron... — Si hace usted honor a su uniforme, usted me dará cuenta de su insolencia — le grité; el público congregado en el Bar, se mostró hostil al grupo militar, que se retiró; fuimos con Alvaro a casa de Jorge Ardua, nuestro condiscípulo, veraneante en esa playa, y ambos fueron a nombre mío, a pedir una satis- facción, o una reparación por las armas, a Ar- cadio Morelli;



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se decidió por esta última, y un encuentro fué concertado, entre sus dos amigos y los míos... ©1 duelo, debía tener ilugar, al aclarar el día siguiente, en un campo vecino del poblado ; por un exceso de discreción, nadie tuvo noticia del encuentro del día siguiente, aunque se comentó, largamente, el que habíamos tenido en el bar; en casa, hablamos de una partida de caza, para 228 LA NOVENA SINFONÍA la cual habíamos sido invitados, y que debía tener lugar al amanecer- Jorge Ardila, vino a visitarnos y nos fijó la hora... en la noche, hicimos música ; a las cuatro de la mañana, Jorge Ardila, estuvo por nosotros... a la hora fijada, Arcadio y sus dos amigos, nos esperaban sobre el campo, y el encuentro tuvo



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lugar; desnudos a medio cuerpo y espada de combate ; desde el principio, la longitud de mi brazo do- minó, obligando a. mi adversario a ponerse en guardia más que a atacarme... Arcadio, golpeaba con el pie sobre el suelo, como esgrimista inveterado; su juego era más violento que limpio... yo, tiraba sin deplacer, y tiraba a fondo... en el tercer ataque, jadeante, Morelli, se des- cubrió primero al codo y luego al hombro ; entonces, deplacé por primera vez, y ataqué recio... nada de juego brillante; un combate serio; aun a riesgo de descubrirme, tiendo mi brazo todo; siento que la hoja de mi espada, entra abajo del hombro, por la axila de mi adversario; la retiro bañada en sangre; los padrinos, ponen fin al combate; nos retiramos sin saludarnos; desayunamos en el domicilio de Jorge Ardila, 229



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J. M. VARGAS V I L A y entramos a casa a la hora de almorzar, llevando algunos patos y guineas, que compramos en el mercado y declaramos dolosamente haber cazado en la excursión ; mi Padre, había partido en la mañana, sin presentir siquiera lo sucedido; mi Madre, mi tía Águeda y Jahel, lo ignora- ban aún... fué en la tarde, que eso empezó a rumorearse en el pueblo, después de la partida de los militares, que habían regresado en coche, llevando uno que, al parecer, estaba herido; poco antes de la cena, llegó Hugo Holtz, que cenó con nosotros; venía a llevarse su hija, dando por terminada la temporada, y agradeciendo grandemente a mis padres, sus muchas atencio- nes con Jahel; conmigo fué muy amable, queriendo oír algunas sonatas de Strawsyesky, compatriota suyo... fué ya en el último tren, hacia las once, que partieron para la Capital;



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los acompañamos hasta el tren ; y quedamos solos... inconmensurablemente solos... mi Padre, nos dijo, haber oído en la Ciudad, rumores del incidente, y estaba orgulloso, de él ; la prensa militarista guardó silencio, acaso para no hacer saber, que uno de ellos, había sido herido por un músico, como decían despreciati- vamente, siempre que de mí se hablaba; "Adonis violinista", como burlescamente me apodó otro... 230 A estación veraniega ha muerto ; en mí, hace ya varias días, que había fenecido, desde aquel en que Ella partió ; dejando en mi Alma la Tinie- bla, como un Sol, que se oculta tras el Mar;



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diariamente, ella, escribe a mi Madre, o dicho mejor, me escribe a través de mi Madre... yo, leo y releo esas cartas, bajo el misterio gris de los árboles, que empiezan a perder lentamente su verdor... se ha negado a recibir a Arcadio, ya repuesto de su herida... y, nos llama... con el trémolo férvido de una paloma que muere en Soledad... 231 J. M. VARGAS V I L A el "Refugio" se hace un desierto; todos los veraneantes, han regresado a la ciudad... agotado de Voluptuosidades inútiles, el Estío, llegó a su fin... el aire, dulce, tiene ya ráfagas frescas, bajo cielos, palidecidos lentamente, como convalecientes de fiebre-



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como un tropel de olas vencidas, las nubes se hacen taciturnas, en el corazón de las tardes y son como un rebaño fatigado, que busca el calor del aprisco y el abrevadero más cercano... las golondrinas han huido hacia los cielos de África, y los ruiseñores enmudecidos, no dan ya a la gloria matinal, el encanto de sus canciones... el cristal flordelizado de los cielos, se hace triste... triste como mi corazón... regresamos a la Ciudad. 2tt2 ,A sensación de hallar de nuevo, nuestro viejo jardín, nuestra vieja casa, la vieja verja, que más que sus puertas parecería abrir sus brazos, para recibirnos, me llenó de una extraña apacible sen-



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sación, que el rostro de Ella, que salió a la puerta de su casa para saludarnos, llenó de un fulgor extraño, en las magnificencias de la tarde... nuestras veladas musicales, son ahora más raras, porque su padre le impone severas res- tricciones a ese respecto... en cambio, sus visitas de tarde, son siempre a la misma hora, en el corredor de nuestra casa, bajo el mismo emparrado, que oyó las primeras palabras de nuestro amor, y, ahora nos ve lle- 233 J. M. VARGAS V I L A gar, entristecidos, pero no vencidos, en el pleno esplendor de nuestro Ensueño... ella, borda, o lee a mi Madre, que la oye arro- bada, como si sufriese el Sortilegio de su voz de fuente... una ráfaga de recuerdo atraviesa el candor de sus ojos siderales, y, la turbación de su acen-



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to, al decir ciertas palabras de las cosas que lee, indica el rumbo de sus sueños, alacordes, como el de una bandada de gaviotas, sobre las azulidades del mar... la amorosa complicidad de mi Madre, nos deja solos por algunos instantes, y entonces nuestro diálogo se hace cautamente apasionado, en el seno de la intimidad... aunque sentado al lado suyo, mi alma le habla de rodillas, y sus manos, que tiemblan entre las mías, parecen fundirse a su calor, como si fuese de cera; aprisionamos el Porvenir, en la red de nuestras palabras, y lo hacemos el cautivo de nuestros sueños; está convenido entre nosotros, que al regresar de Italia, adonde debo partir pensionado por el Ayuntamiento, para perfeccionar y terminar mis estudios musicales, en Milán, nuestro matrimonio tendrá lugar, pues seré eximido del servicio militar que ane amenaza... son únicos testigos de esos planes de nuestro Idilio, y de esos juramentos de nuestro Amor, los nardos, que se inclinan én guirnalda sobre 234



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LA NOVENA SINFONÍA nuestras cabezas, y las enredaderas trepadoras, que enf estañan la columnata, con su follaje glauco y la palidez de sus flores sin perfume... su voz musical, parece fatigarse de las palabras y no estar atenta sino al vuelo de los pensamientos, que mueren sobre sus labios... mi Madre, que llega, hace con sus besos un nimbo a nuestra Felicidad... y, las Noches, Nodrizas de nuestro Sueño, me- cen la Cuna donde nuestra Esperanza, abre sus ojos a la Vida, bajo el azul cendal de la Ilusión... 235 |]0Y ha tenido lugar, a mi re- aparición en el Augusteum, un incidente, que ha estado a



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punto de revestir, caracteres de gravedad; en el momento en que hube acabado de tocar un Scherzo, de Ohopin, que era mi parte, un siseo prolongado y desaprobador partió de un palco, ocupado por oficiales de la guarnición, entre los cuales me pareció notar a Arcadio Morelli ; el Público de los palcos y plateas, protestó indignado, y de los pisos altos fué tan clamorosa la Protesta, que llegó a arrojarse algo contun- dente al palco de los siseadores ; éstos, se pusieron de pie en actitud desafiado- ra, hasta que el Jefe de Policía les suplicó retirarse... la silba se hizo monumental contra ellos... 236 A Prensa de hoy, comenta el suceso de anoche, desapro- bándolo casi en su totalidad ; la Cucarde, periódico de



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ellos, me llama Sigisbeo, de- rrochador de puerilidades, don Juan de barrios bajos, empeñado en deshonrar los Grandes Maestros de la Música, con mis audacias de diletante, como si fueran las coristas fáciles, que persigo con mis caricias... mi Padre, les responde por la rima en su pe- riódico, hablando de los esclavos galoneados, que no saben de otras músicas que de las del Harem, donde son violados por sus amos- la atmósfera política se hace irrespirable... hay hálitos de Guerra... 237 espués del siseo del otro día, en el Augusteum, el Ayun- tamiento, que me ha pensionado en Milán, ha resuelto apresurar mi viaje- debo partir dentro de dos días...



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238 EN ITALIA A Sirena del buque silbó, en el corazón de la Noche Silen- te, que tenía palideces de ca- dáver... los cielos parecían ajados de desolación... el Giuseppe Verdi, exten- dió su penacho de humo, bajo la comba celeste... sonaron las amarras al recogerse; lentamente, el buque se separó del muelle; el dique, se alejó... el pequeño grupo que formaban aquellos que habían venido a despedirme se hizo borroso y lejano... los pañuelos y las manos se agitaban en el aire... después...



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todo desapareció... 241 16 J. M. VARGAS VIL A me separé de la barandilla del buque, y me dejé caer sobre una silla a babor... la Noche y la Soledad, como dos hermanas amorosas, vinieron a hacerme compañía... las claridades lunares, me envolvieron en un manto diáfano, que era como una clámide de luz... en las vaguedades etéreas, la silueta de los últimos montes se borró... huida de nubes... vuelo de las últimas gaviotas...



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se diría que la Noche lloraba en mí, por no decir que lloraba conmigo... la voz de las olas, no decían nada a mi cora- zón, repleto de angustia, como de un licor amargo y desbordante; sordo a todo lo que no fuera la voz de mi Dolor tumultuoso, mucho más tumultuoso que el Mar que me rodeaba... mi corazón era un Ánfora, repleta de lágri- mas, que se escapaban de él, como las arenas de una clepsidra silenciosa... había llorado tanto al abrazar a mi Padre, al besar a mi Madre, al estrechar por primera vez, contra mi pecho a Ella, la Amada de mi cora- zón... triste, como una camelia bajo la lluvia, como un jardín, sobre el cual, ha muerto el Sol... 1 alma dolorosa, esquiva y sutil ! tremaba su pecho, tremaban sus manos, tremaban sus labios, al decirme : ¡ Adiós !... tremaban en sus mejillas las lágrimas postre- ras, que rodaron hasta mi mano convulsa ; 242 LA NOVENA SINFONÍA



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¿había luz en el cielo, cuando Ella, siguiendo a mi Madre, descendió con el grupo de mis familiares por la escalera de este buque, que me lleva al azar de mi Destino?... yo, no podría decirlo, la Noche absoluta reinaba ya en mi corazón; la Ausencia, es eso, una Noche sin astros, y sin fronteras, donde sólo la barca del Inmortal Dolor, tiende sus veJm.. alcé mi cabeza... abrí los ojos... y no vi ante mí, sino el Rostro de la Esfinge : el Destino... impasible... inmutable... ¿qué rae guarda? calla; el pálido cerco de su boca, ignora la Palabra ; el Oráculo, no tiene lengua;



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es mudo como el Enigma ; de la cual tiene los ojos sin luz, y el Pecho sin Piedad- la mortaja del Silencio me envolvía; como el cadáver de un náufrago... abajo, el Mar cantaba, su Poema de Olas, sin sentido... su Música Salvaje... sinfonía de la- mentos... el viento aullaba también, diciendo en sus voces roncas : Salmos de Eternidad... 243 ERMINADA la comida, me re- fugié en el Salón; me dejé caer sobre una silla, como sobre una losa sepulcral que cubriese un cuerpo muy amado, y me



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abracé a mi Recuerdo, es decir, a mi Dolor... alguien se acercó a mis tinieblas interiores para decirme: — Maestro, ¿no nos obsequiará usted con un poco de música? El pasaje sería feliz de oírlo- era un Oficial del barco, que sin duda me ha- bía oído tocar en los Conciertos del Augusteum, o a quien la lista de pasajeros nuevos había revelado mi nombre... me excusé, diciendo que no había traído mi violín... entonces, me mostró el piano, negro como un 244 L A N OVENA SINFONÍA ataúd, dejando ver sus teclas, blancas como los dientes de un muerto, cuya boca hubiese quedado abierta en un gesto de Dolor... no tuve el valor de negarme; me acerqué al instrumento, me senté en él, y dejé errar mis manos sobre el teclado...



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y toqué sin pauta, sin papeles, con los ojos abiertos sobre el vacío, como un sonámbulo... ¿qué toqué? músicas de mi corazón... toda la Fuerza Creatriz, que hay en mí, sur- gió en mi cerebro, corrió por mis dedos ágiles, dio voz y vida a las teclas inermes, y cada una de ellas, fué como un pájaro sonoro, que cantaba en el aire la canción de mis manos; ninguna mano de amante se deslizó jamás sobre el cuerpo desnudo de una mujer, con mayor pasión y más lírico arrebato, que las manos mías sobre el dócil instrumento, que antes me parecía un féretro, en el cual mostraba sus dientes felinos un cadáver, y ahora era como una fuente musical, en la cual cantaban las olas ebrias, de armonías, sobre el cadáver del Silen- cio, asesinado por mis manos, y sepultado bajo las rosas de mi Ispiración... Ja centella del Genio, que anima a todo Ar- tista, digno de ese nombre, brotó en los cielos torvos de mi Dolor, y cantó bajo mis manos, como un Cisne degollado, que saluda a una estrella antes de morir...



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el Salón, se había llenado de gentes ; 245 J. M. VARGAS V I L A cuando dejé de tocar, manos férvidas, me aplaudían y ojos húmedos de llanto, me miraban con emoción; artistas de una Compañía de Opera, que re- gresaban a Italia, vinieron a felicitarme entu- siasmados... para ellos, yo no era un desconocido; mis Sonatas, mis Scherzos, mis Madrigales, puestos a la venta en Librerías, les eran habituales, y otros me habían oído tocar, en noches del Augustewm, o en los Grandes Conciertos en la Opera... entonces empecé a ver, empecé a oír, como si saliese atónito de ese Pozo de Tinieblas, que era el fondo de mi corazón... y vi las gemas maravillosas, las gemas grises de los ojos de Otilia Gardi, serios y penumbrosos, como dos jirones de cielos octubrales...



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Otilia Gardi, la Prima-Dona, de aquella Com- pañía, a quien yo había oído y visto de lejos, porque las rivalidades de los Teatros en que actuábamos, no nos habían permitido acer- carnos... me tendió sus dos manos cordiales, estrechando las mías, y las huellas de sus sortijas, múl- tiples y polimetálicas, se incrustaron en mis carnes, y quedaron impresas en ellas, como las de ofidios fugitivos en la arena de una playa; — Maravilloso, me dijo, maravilloso; hemos oído al Petit-Mendelssohn, pero nos falta oír, a ese prodigio, que es el Petit Paganini; 246 LA NOVENA SINFONÍA agradecí el elogio y le manifesté, que no ha- bía traído mi violín, porque pensaba adquirir uno en Italia; en Cremona patria de Montever- de, y de los Stradivarius ; fingió creerme y sonrió, con una sonrisa triste, que melancolizó sus labios, que fueron como un estuario, en el cual muere una última ola, en-



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tre los cuales se vieron las perlas de sus dientes naturales y el oro (de sus molares, que brillaban, incrustados en el marfil de las encías ; el mismo oficial que me había rogado a mí, que tocara, vino a rogar a ella que cantara; accedió ; y volviendo a mí su rostro enigmático, con lineamientos de medalla, me dijo extendiendo el abanico de sus manos, en el cual resplandecie- ron las joyas como abalorios incrustados: — Per Lei Professore; per Lei... y se dirigió al piano, del brazo del oficial, que la conducía; y cantó; un fragmento de Euridyce de Haydn ; todo su ser vibraba en sus labios, llenos de una melodía inhumana y supraterrestre, con una violencia huracanada, penosamente conteni- da, en el cauce de la armonía... se diría el rugido de una leona, que hubiese tenido una alondra, prisionera en la garganta;



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el fragmento musical se hacía desmesurado, como un cántico de olas y de selvas... el "Adiós" de Euridyce, tomó en sus labios 247 J. M. VARGAS V I L A acentos aún más trágicos y de un mayor patetismo emocional, que en la Fábula de Orfeo; fué más allá de toda Virtuosidad, en su dominio formidable de ejecución y de vocalización, llenas de Vida Estética y Sentimental, que no sólo igualaron, sino superaron, la belleza del Poema; al terminar, volvió hacia mí sus ojos mági- cos, llenos de Ensoñación, como si tratase de adivinar la Emoción que su voz y su Arte, habían hecho en mi Alma de Artista ; fui a felicitarla; calurosamente ; su voz, temblaba aún, bajo el calor de la Ins- piración ; y era musical, como las notas con que



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acababa de encantarnos; su cabeza parecía dolorosa, bajo un halo invisible, y el ligero velo de gasa, que había cubierto su cabellera, dejado caer sobre sus hombros, semejaba una diadema rota, de nubes y de esmaltes despedazados; tenía la Juventud Perpetua de los Grandes Artistas, para los cuales el Tiempo, como el Sol de Josué, se detiene sobre el horizonte, para iluminar el campo de sus Victorias; un Artista, no tiene sino la edad de sus triunfos ; y ella, triunfaba siempre, triunfaba aún; permanecía en el cénit de su Gloria, sin in- . clinación alguna hacia el Trágico Ocaso ; desafiaba al Tiempo, segura de vencerlo con 248 LA NOVENA SINFONÍA su voz, como Orfeo a las Potencias Infer- nales ;



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la sombra del esfumino, engrandecía sus ojos, hasta hacerlos desmesurados; dos Estigias Te- nebrosos, en cuyas riberas se lamentasen, los Fantasmas de las cosas vistas, y de los años muertos ; movibles panoramas d e Devasta- ción; ¿por qué me pareció ver, en torno de su faz Polimnea, esa aureola que martiriza y diviniza; la aureola de los seres que habiendo sufrido mucho, son premiados por el Destino, con esa Aureola, que es como una Diadema anticipada de Inmortalidad? su voz hablada, era tan musical, como su voz cantada ; como era la primera noche que los pasajeros embarcados en Igneópolis, comíamos a bordo, las Señoras conservaban aún puestos, sus trajes de ciudad, y no vestían de soirée como se estila en los grandes transatlánticos ; llevaba una veste obscura, que me pareció anilina, la cual hacía resaltar más la blancura marmórea, de sus manos y de su rostro, úni- cos que quedaban en descubierto, porque la garganta era ceñida por una echarpe de gasa blanca, que le hacía una como gorguera de espumas ;



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su talle, era aún esbelto y juncular, como un nínfeo, bajo el castigo de las maceraciones y el corsé; 249 J. M. VARGAS V I L A tenía la belleza de las frutas maduras y de las rosas otoñales; deliciosamente sensual; esa vecindad al crepúsculo, la hacía enormemente sugestiva; la luz de Véspero, ya muy cercana, la morbidizaba; tenía el encanto persistente de un paisaje, pronto a entrar en la Noche... las mujeres muy jóvenes, inspiran mas Amor que Deseo; las mujeres ya cercanas al Tramonto, no inspiran sino Deseo; un Deseo loco, que se confunde fácilmente con el Amor, y que tiene violencias aun más exas-



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perantes que éste... Otilia Gardi, era una de esas bellezas crepusculares, a la cual siguen los Deseos, de los hombres jóvenes, como los Lebreles de su Jauría, a Diana Cazadora; esas mujeres de edad Occidua, unen a la Sa- biduría de la Vida, la Sabiduría del Amor, y seductoras más que seducidas, tienen el encan- to cuasi magnético de la Serpiente en el Árbol del Paraíso; enseñan el Amor, no lo aprenden ; el jugo de la manzana, tiene en sus labios un sabor inesperado; el sabor suavemente amargo de un secreto ; que ellas nos revelan, en besos sabios, reminiscentes de otros amores, que ya mu- rieron... 250



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LA NOVENA SINFONÍA en sus labios, se siente siempre el calor de otros labios... olas ya muertas, sobre esas playas, que fueron siempre playas de Amor... yo, no amo ejercer la Pedagogía del Placer; amo sufrirla; enseñarlo, no me seduce, aprenderlo es mi encanto ; soy avaro de emociones, de sensaciones, de refinamientos, en el Amor... un cuerpo ingenuo, me es tan desagradable, como una alma ingenua; la Pureza y el Placer se excluyen; la Pureza, es más que la Ignorancia, es la Hipocresía del Amor; y yo, odio toda forma de Hipocresía; amo las subtilidades, las complicaciones, las excentricidades y las perversiones en el Amor carnal ;



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un amor es tanto más bello, cuanto más culpable; de todos los Hijos del Amor, el Vicio es el único legítimo, y es aquel que tiene más encantos ; las largas y voluptuosas horas del placer, sin que la hoja de una sola pureza, proyecte su sombra sobre nuestros cuerpos desnudos... ni el recuerdo de una Virtud, turbe el ardor de nuestros besos errantes... ni la cadena oprobiosa de un deber, ate nues- 251 J. M. VARGAS V I L A tras manos atrevidas, locas en la saturnal de las caricias; el Placer, no tiene leyes; la Carne, no tiene dogmas; la exasperación de la Voluptuosidad, lleva a la Perversión;



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y la Perversión, es la Apoteosis y el Triun- fo del Amor... perderse en el laberinto encantado de esos jardines, donde a cada nuevo paso se abre un nuevo sendero, en el cual duermen los amores, su sueño de bestialidad ; y a cada nuevo beso, abre su boca voraz, un nuevo Vicio; para atraernos ; para encantarnos; para devorarnos... eso pensaba yo, contemplando y detallando la muriente belleza de Otilia Gardi, sobre el res- ponsorio de cuya carne, como sobre una playa en quietud, parecían extenderse lentamente, las olas de todos los deseos... e involuntariamente, mis labios se tendían hacia ese cuerpo, que mi imaginación desnudaba y mis ojos devoraban, aspirando a cubrirlo con el polen de mis besos, como con una veste húme- da de perfumes, adherida hasta las últimas sinuosidades de sus formas esculturales y sensitivas ;



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ella, se sabía deseada; está habituada a reci- 252 LA NOVENA SINFONÍA bir ese homenaje de los deseos y a exasperarlos, con sus poses de un abandono lánguido, en el cual canta la Lascivia, Himnos de Cogitación; en ese momento, todos los poros de su cuerpo se abrían para recibir el beso de los deseos, como corolas de flores sitibundas, esperando el rocío para absorberlo... magnífica rosa otoñal, en cohito con el Sol; el bajo de la Compañía, Signor Cerdini, cantaba Fausto; eso, nos impedía hablarnos; entrecerrados los ojos, resecos los labios, acaso, ella sentía, la ola turbia del Deseo, subirle hasta la garganta... las pomas de sus senos se agitaban; apoyaba en una de sus manos la cabeza soñadora, que parecía reflejar la astucia mórbida de la serpiente bíblica, enseñando al



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Hombre, el Secreto del Pecado; por entre sus párpados entrecerrados, sus pupilas brillaban, con un fulgor intermitente, de pedernales fro- tados... la atmósfera se caldeaba; yo, me sentía ahogar; salí hacia el lado de estribor y me apoyé en la barandilla; entonces volví a tomar conciencia de Mí Mis- mo; libertado de las tormentas de la carne, re- sucitó mi Alma ; como la luna, sobre un mar que agitó la Tempestad... me sumergí en el Recuerdo de mi Hogar, para recobrar la perdida pureza de mi Espíritu ; 253 J. M. VARGAS V I L A y me esforcé por purificar mi Pensamiento, para hacerlo digno, de rememorar aquellos dos vasos de pureza que había dejado sobre la playa nativa: mi Madre y Ella;



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el aire salobre del Mar, se hizo dulce, para besarme, como si saliese de los labios sinuosos y tristes de mi Madre; los cielos se hicieron claros y serenos en su taciturnidad, como si fuesen los ojos de Ella, de mi Amada, que desde lejos me miraban con Amor... pacificado y entristecido, gané mi camarote, sin escuchar una voz de sirena, que me decía al pasar: — Bona Sera, Professore, Bona Sera... me hundí en el Sueño, como en un baño reparador ; el Sueño, es el Hermano del Olvido... los Gemelos de la Muerte... que bogan en la Barca de Aqueronte, sobre las negras aguas del Letheo. 254



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Milán A hora es Musical en el Can- dor de la Tarde; todo es musical, en esta Ciudad Sonora, que es como una Selva de Mármoles adonde se han dado cita todos los ruiseñores del Mundo- la cabellera rubia de la Tarde, que adorna con sus hilos de luz el alto ventanal de mi aposento, es también como una caricia musical, que llena mi estancia de suaves rumores, después de haber acariciado el follaje de los jardines, en los cuales duermen las rosas de un Sueño de De- lectación ; todo aquí parece florecer bajo los sabios dedos de la Armonía, que traza cautamente pentagrama de luz... en los cuales escribe el Sol, largas Sonatas de Amor... 255



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J. M. VARGAS V I L A las almas de los más Grandes Músicos del Orbe, flotan aquí, como polen de grandes flores sonoras, que un día llenaron el espacio, con la prodigiosa fecundidad de sus creaciones... ¿qué Gran Músico, no ha venido aquí, no ha vivido aquí, no ha soñado aquí, su Gran Sueño Musical, lírico y radioso?... desde mi ventana, se ve, abajo la Ciudad estremecida y cantante, como una Gran Mar versicolor, cada una de cuyas olas es la nota de una Gran Sinfonía, como aquella que escuché anoche, en el Teatro Lírico, de la Vía Rastrelli, donde el Genio Maravilloso de Max-Rejer, me ha sido revelado, por el Genio, no menos maravilloso de Serkin; . nosotros, en Igneópolis, ignoramos los semito- nos, la cromacia verbal, suave, cuasi insonora, de ciertas modulaciones musicales, que tienen tonalidades de crepúsculo, y son el encanto de la Música Rusa, y de los lieders escandinavos; abusamos del rojo, e ignoramos el azul; sobre todo, ese azul delicuescente y vago, color de Ensoñación, que no lo poseen sino algunos de nuestros pintores religiosos;



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por eso, nuestra Pintura, tiende siempre al Cromo; y nuestra Música a la Fanfarria ; los Cuatro Estudios de Paganini, de Liszt, han sido para mí, anoche, una revelación a pesar de haberlos oído y aun ensayado, varias veces con estas mis largas manos, de Petit-Paga- 256 LA NOVENA SINFONÍA nini, habituado a interpretar las más atrevidas creaciones del Maestro Genovés; cuando torné a casa, tarareaba fragmentos del Rondó Capriccioso, de Mendelssohn, que acababa de oír, con una pasión tan grande, como si por primera vez, los hubiese escuchado... el Genio todo lo renueva; cada Gesto suyo, es una Creación. 257 17



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Milán AGO como una sombra ante el Silencio Tumultuoso de la Urbe; pienso en ¡la Música Ca- llada, del Beato Juan de la Cruz, cuyos labios dijeron tantas cosas de Amor a la Abadesa de Avila; nada hay igual al Silencio de las Grandes Ciu- dades, ante el alma de aquel que llega a ellas por primera vez, ignorando desde la Música de su Voz, hasta los secretos de su Alma Mile- naria ; son como Grandes Selvas, pobladas de ace- chanzas y de Misterios; el Alma de las Grandes Ciudades, es siempre Hostil, a aquel que llega a ellas ;



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hospes hostis, es su divisa; trasladada del 258 LA NOVENA SINFONÍA Campamento del Bárbaro a la Urbe culta y refinada... es necesario habituarse a ellas, familiarizarse con ellas, fundirse en ellas, para amarlas y ser amado por ellas; el Alma de las Grandes Ciudades, tarda en revelarse ; es tan esquiva como el alma de la Barbarie... recelosa, cautelosa, como el alma de un antiguo scyta ; es como una cortesana de tránsito que nos entrega su cuerpo, pero su alma no... ella, nos permanece por largo tiempo desconocida ;



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anima Ignota; aunque hablemos su lengua material, su lenguaje espiritual nos queda extraño... en Italia, esa dificultad aumenta por los dia- lectos ; cada región conserva el suyo; es como un Dios Pénate; en las cuatro horas que permanecí en Genova, no oí hablar sino Genovés, que es el antiguo Ligure; aquí no oigo hablar sino el Milanés, que es el Lombardo; es imposible haber estudiado Música sin saber algo de italiano; yo, hablo ese algo; y aquí me sirve de bien poco... eso aumenta enormemente mi Aislamiento ; 259



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J. M. VARGAS V I L A y me hace triste... la Tristeza, es el Alma de la Soledad... ahora, comprendo que yo, era aún un niño; separado por primera vez de mis Padres, de mi Hogar, de mi Ciudad Natal, siento el desamparo y el frío espiritual de un niño abandonado en la puerta de una Inclusa... ¿quién tendrá piedad de mi Soledad? ¡Madre mía!... ¡Madre mía!... te busco y no te hallo; te llamo y no me respondes... me faltan las caricias de tus besos, y la Mú- sica de tus palabras... siento por todas partes el frío de la Or- fandad... y caigo de rodillas ante la Imagen lejana...



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oyendo cantar en torno mío, las Músicas del Silencio... en las Penumbras Sagradas... donde el Astro del Amor brilla... como una Luna rielante ; sobre un Mar adolescente... con un Resplandor Nupcial. 260 Milán E entristezco, leyendo el frá- gil Breviario de mi Vida... serie de acuarelas melan- cólicas, que el Sol de una Gran Pasión, apenas empie-



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za a colorear... sin mi Amor... y sin el Amor de mi Arte, ¿qué colmaría este Gran Vacío? exquisitas sensaciones de Arte me poseen... Academias, Museos, Galerías de Pintura y de Escultura; me intoxico de Belleza Pictural y Musical... Lucca de la Robia, y Perugino, Verdi y Leon- cavallo... Rembrandt y Wagner... plétora de Arte... 261 J. M. VARGAS V I L A el Museo de Brera, me llena el cerebro, casi tanto, como los conciertos de la Scala; para evitarme el puffismo [pictórico, debo re- cordarme a Mí Mismo, que yo no soy Pintor sino Músico y que es a estudiar Música que he venido... me reposo de esta fiebre de Arte, bajo los cas- tañeros dei Bastioni y los rosales de Monte- merlo ;



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el Pedantismo Bizantino del Domo, domina la Ciudad, con su sombra ostentosa y violácea, sumiendo la gran plaza en una especie de penumbra medieval; yo, detesto la sombra inhospitalaria de los Templos, y por eso, ni siquiera por curiosidad artística, he visitado la insolencia de esa mole de mármoles; yo, no tengo alma de Arquitecto y los Edifi- cios no me seducen sino por su Significación Moral ; este Hospital Mayor, me atrae por su Gran Rostro de Misericordia; las ojivas de sus ventanas son, como ojos abiertos sobre el Dolor ; las Columnas de su Claustro, son como brazos ca- riñosos, tendidos para abrazar el Infortunio que llega... sus jardines, son como Islas de Amor, donde los convalecientes tienen languideces de flores- estuve allí, para ver un Artista enfermo, y pobre, al cual su pincel exquisito y soñador, no 262 LA NOVENA SINFONÍA



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le ha abierto otras perspectivas que las del Hos- pital y las de la Muerte... la Tisis, lo consume... ese espectro, habla, sueña y ensaya sonreír... no sé por qué pensé, en Hegessipe Moreau y me alejé de allí preludiando una estrofa suya... 263 Milán sta Ciudad, como casi todas las de Italia, es una Feria de Mármoles; El Palazzo, es la expre- sión de su arquitectura... palacios... iglesias...



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derroche de mármol, hasta la monotonía... la vista no se reposa, sino en los jardines y en los canales, donde las acacias, agobiadas de laxitud, parecen hacer confidencias a las aguas, en lúgubre quietud... el Alma de Milán, está en su Galería; una jaula de mármoles y de cristales, donde los ruiseñores de la Escena, ensayan sus gorjeos... la Galería, es tal vez, la única parte de Milán, adonde no ipululan Luinis y Veronesos, y los 264 LA NOVENA SINFONÍA Leonardos, no llenan los ¡muros con su pincel amenazante... los tipos vivos, que por aquí circulan, no se prestan mucho para modelo a los amantes de la Estética ; es seguro, que "Los Jóvenes", del cuadro de Luini, no fueron modelos hallados por el Pintor bajo esta Galería;



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lo grotesco impera aquí, en dosis inverosí- miles ; el que quiera odiar la Música y los Músicos, que venga a la Galería de Milán... supongo que será una Sucursal de Bayruth ; absolutamente intolerable... este pululamiento de cantantes, es desalen- tador... se dan en estado iarviforme, y en estado parasitario... como en Andalucía, los toreros, así se dan aquí, los cantantes... todos sienten la Afición... todas las aficiones ; hasta los camareros del Café, son peritos en Música; para conservar mi amor al Arte, huyo de la Galería... para no apostatar de la Música, hay que esca-



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par a la 'Contemplación de estos Músicos. 265 ! h*n Milán in duda la fortaleza de ¡mi salud física, influye sobre imi salud moral... ello, es que entro lentamente y casi gozosamente, en la serenidad... mi Gran Dolor, el Dolor de la Ausencia, no muere, pero se calma... las sombras de mi Madre, de mi Amada, de mi Hogar, toman las serenidades de la perspec-



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tiva ; son como riberas en quietud, reflejadas sobre una agua en calma; los árboles conservan toda su pureza de líneas, se hacen talmente gráciles, que se diría aéreos, prontos a esfumarse y a desaparecer en una caricia de luz... la pureza, embellece todo lo que toca, pero con una delicadeza inconsistente, de miraje... la Pureza, más allá de la Infancia, es el Vi- cio ; ese Vicio contra Natura, que se llama la 266 LA NOVENA SINFONÍA Castidad; el Pantano Inmundo, en el cual fermenta el fango de todas las depravaciones, las larvas asquerosas de todos los vicios ; no hay un solo Vicio, que no resida en la Sentina Pútrida de la Castidad; todos reflejan allí su rostro abo- minable; todos, desde las palideces del Onan hasta los furores exasperados de Pascal... no hay puro, sino el Placer... no el Aimor...



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el Amor sin el Placer, es impuro, porque es el Deseo... el Deseo exasperado y siempre en vela; y, ¿hay algo más impuro que el corazón del Deseo?... el Hombre, no está en estado de Pureza, sino cuando está en estado de Desnudez; de Alma y de Cuerpo... desnudo, en brazos del Amor, es decir en brazos del Placer; sobre ese Altar del Sacrificio, que es el Seno de una Mujer... sobre cuya ara, tiemblan aún de Voluptuosi- dad, las rosas de Ovidio y los geranios de Mar- cial... el que se avergüenza del Placer, se aver- güenza de la Vida; porque la Vida, nace de las entrañas palpitantes del Placer; la Vida, no es o no debe ser, sino un Gran Gesto de Voluptuosidad, sobre el lecho del Amor...



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apartar al Hombre del Amor, es decir, del 267 J. M. VARGAS V I L A Placer, es apartarlo de su único Destino sobre la Tierra... amar y ser amado; gozar la Vida y perpetuarla... perpetuar el Dolor... sí... porque el Amor, como todo en la Tierra, no es sino una forma del Dolor... y, a cada nuevo Amor, es un nuevo Dolor, que acariciamos... ícómo es bello, el Monstruo domesticado y rendido en nuestros brazos!... sabemos que su calma es mentirosa, y, que terminará por devorarnos...



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y, sin embargo, gozamos, en exasperar sus furores, en afilar sus garras, en miramos en la profundidad de sus fauces insatisfechas... vivimos de la esperanza de morir en él; todo Idilio, es una Tragedia en perspectiva... yo, lo sé... y, sin embargo, busco perpetuamente el cora- zón del Idilio, seguro de morir en el corazón de una Tragedia... no puedo hacer otra cosa... no puedo substraerme a mi Destino ; me someto a él ; amo el Amor... o, mejor dicho... los amores... ¿adonde va mi Alma, atormentada, por ese camino de flores efímeras, cuyos pétalos caen a tierra, aun antes de tocarlos?... 268



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LA NOVENA SINFONÍA se diría, que esos pétalos ajados, me lastiman los pies, como si fuesen espinas... y gozo en llevar esos pétalos a mis labios, como si bebiese mi propia sangre, de la cual es- tán húmedas esas espinas; ¿nací yo para el Amor? sí, como todos los hombres... hijos de él; pero, yo, no soy un Hombre de Amor, sino en el sentido, en que soy un Hombre de Placer... el Placer, es mi obsesión; el Cuerpo de la Mujer, es la playa desnuda, hacia la cual van y en la cual se rompen las olas encrespadas de todos mis deseos; ellos, la acarician, la besan, la cubren con un estremecimiento voluptuoso, de labios y de manos : ¡cómo tiembla la playa a la caricia de esas manos y de esos labios, que la acarician y la besan, en huracanes de Amor !



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esos, son los amores, no son el Amor; yo, no tengo sino un Amor... y, está lejano... visible y solitario, como una estrella... yo, no soy infiel a mi Amor, cuando me entrego a los Amores... a éstos, doy mi cuerpo, pero no mi Alma... mi Alma, pertenece a mi Amor, y está lejana de mis amores, es decir de mis placeres, tan lejana, como el rayo de luna que alumbra el ges- to de procreación de dos cerdos, en una piara, o de dos monos, en el silencio de una selva virgen : 269 J. M. VARGAS V I L A el Alma, no brilla nunca en los ojos del Placer... en el Amor, se puede poseer el Alma de una Mujer... en los Amores..., no...



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el, lago no posee la gaviota fugitiva, que vuela sobre él, ni la nube, que despereza sobre sus aguas, sus vellones de oro... así, en la hora del Placer... entre nuestros brazos, aprisionamos un cuerpo, pero, no un Alma; eso, pensaba yo, hace apenas una hora, cuando entre las complicidades del 'lecho, me miraba en los ojos enturbiecidos de Ernestina Dolci, hechos opacos de voluptuosidad, bajo mis besos, como una ciénaga, bajo la lluvia; sus pupilas grises, se hacían de un violeta denso, cuasi negro, como un remanso de río, en el cual, la Noche hace, alucinaciones de tinieblas ; me abrazaba... me besaba... se contorsionaba bajo mis besos, torturada por mis caricias ; si... pero... ¿qué amaba ella en mí?



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¿mi alma? no... mi Cuerpo... mis veinte años en flor, que cubrían como un 270 LA NOVENA SINFONÍA juncal salvaje, sus treinta primaveras, ya cum- plidas; nuestras almas, estaban ausentes de esos besos ; eran nuestros cuerpos, los que se tocaban, se juntaban, se fundían en un largo y ardiente gesto de Delectación; era la Hembra, la que acariciaba las largas melenas blondas del Macho, que Ja hacía casi sufrir, con la violencia de sus caricias ; si yo hubiese sufrido la Mutilación de Abe- lardo ¿me habría ella amado así?



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Dalila, no besó los labios de Sansón, después que le hubo cortado los cabellos... el cuerpo de la Mujer, es una Cítara; son las manos más o> menos expertas del Hombre, las que arrancan las más apasionadas vibraciones, al Divino Instrumento, que canta y gime y se estremece en ellas; del recuerdo de esos cantos, se llena toda la Vida... son una deliciosa y ardiente Evocación; como ésta, que hago yo ahora, de la imperiosa y fuliginosa Mujer que acaba de partir, dejando mi Apartamento saturado por sus aromas. un relente de Sensualidad ; conocí a Ernestina Dolci, en el Estudio de su Padre, el Viejo Maestro, Director de la Acade- mia Rossini, tan venerado por su Ancianidad como por su Arte; violinista famoso, en su ju- 271 J. M. VARGAS V I L A



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ventud; se había dedicado luego más a la En- señanza que al ejercicio de Arte; largos años había regentado una Academia, que llevaba su nombre, y ahora ejerce la de aquella, que es un Instituto, recién fundado, bajo el Patrocinio Ofi- cial, para la educación de jóvenes músicos; es de allí que han salido las grandes Notabilidades Artísticas, que hoy llenan el Mundo con su Nombre ; fui presentado a él por el Cónsul de mi País, para ser inscrito en su Academia, como Socio del Augusteum, pensionado por el Ayuntamiento de Igneópolis, para perfeccionar en Italia, mis estudios... el viejo Profesor, ceremonioso y culto, fué amabilísimo conmigo; me hizo efectuar ejercicios en el violín y aun ejecutar alguna partitura; parece que produje buen efecto sobre él, y, sobre las pocas personas que lo acompañaban, todas pertenecientes al Gremio Musical y ocu- pando altas posiciones en él... las oí murmurar sobre mi Dominio del Ins- trumento y la limpidez de mi ejecución, una de ellas, susurró algunas palabras sobre mi Estilo ;



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un Estilo Personal; fui inscrito como Socio en la Academia, a donde debo concurrir tres noches por semana, y ac- tuar en los Conciertos Sabatinos, que ella da; esos Conciertos, son dados, exclusivamente, por los Miembros de la Academia ; y para las f ami- 272 LA NOVENA SINFONÍA lias de ellos; es una gran distinción, ser admi- tido o invitado a esas audiciones, y sólo Artis- tas de Gran Renombre, reciben ese honor... fué en esos Conciertos y en el Estudio de su Padre, del cual es Secretaria, que volví a ver y continué viendo a Ernestina Dolci... fué allí, que intimamos; de allí, que salimos a pasear, y romantizamos en los Jardines Públi- cos, excursionamos en los tranvías, y baladea- mos en los campos cercanos, hasta nuestra primera cita, aquí, en este mi pequeño apartamen- to, del cual se ha hecho habituada... Ernestina, es todo lo contrario de una alma de Artista ;



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eso me encanta; no la he oído nunca hablar de Arte, ni ensayar una posición artística cualquiera... detesta el Arte y los artistas, a estos últimos, acaso por haberlos tratado mucho, los desprecia enormemente; no hay Notabilidad Musical, en el mundo, que no haya pasado por delante de sus ojos, en la Oficina de su Padre; de aquella Academia, se parte directamente a la Scala; el trayecto es obligado e inevitable, por eso los Artistas, lo llaman irónicamente; la Vid Dolci... muchos músicos, la han pedido en matrimonio; los ha rechazado a todos- tiene el horror de ese Vínculo, y dice cínica- mente en la intimidad : 273 18 .1 J. M. VARGAS V I L A — Dormir con un Hombre, es agradable, pero, vivir, con un Hombre, debe ser insoportable;



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detesta la Sociedad y no la frecuenta... no ama sino el Vino y el Amor... ambos, hasta la Embriaguez... y, es cuando está ebria de vino, que ama más, hacerse ebria de Amor; es muy bella; y lo sería aún más, sin cierta tendencia a la obesidad, que empieza a desfigu- rarla; no hace nada por diluir o evitar esta ola de grasa que va a devorarla... come como Heliogábalo y, bebe como un Le- gionario de Sila... tiene unos bellos ojos castaños y cabellera bu- clada, del mismo color, que peina en ondas bo- tticelianas ; boca grande y lasciva, dientes agudos de loba joven, que torturan cuando se le 'besa... senos j uníanos, y, formas esculturales, que empiezan a perder solidez haciéndose mórbidas; fruta madura, llena de jugo, y de ambrosía...



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es cauta en el Amor, se recata de ser vista por los amigos y discípulos de su padre, a los cuales tiene siempre a una distancia estelar; sabe tanta música como su padre; toca el piano a maravilla y canta con un gus- to exquisito y delicado; gran caudal de voz, que empieza a disminuir; pero, no canta y no toca, sino cuando el vino le sirve de Inspiración; 274 LA NOVENA SINFONÍA es voluble, como un pájaro... en veces, viene diariamente... en otras, hace largas ausencias... las cuales, yo aprovecho para recibir a Nina Rossi, la niña corista del Carlos Alberto; una miniatura en. marfil, que parece robada a una vitrina del Museo del Polvi Pezzoli ; ellas y mi violín, consuelan mi Vida...



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y hacen soportable mi Soledad. 275 Milán iento la Nostalgia del Mar, ... de ese divino Mar Latino, azul y luminoso, como una cerámica de Zuloaga, armonioso y suave, como una estrofa de Virgilio; el rebaño de sus olas, cuando son quie- tas y sometidas se parece enormemente a los rebaños de las Geórgicas ; el Sol que las guía, es un Pastor más bello, que los Pastores del Lacio, pero el cielo, ese cielo, de un azul, tan denso, ese azul sensitivo y estremecido, que sirve de túnica a las desnudeces del Mar, ose no se ve sino en las riberas, mediterráneas allí, donde yo nací, bajo un jirón de sus nubes aureoladas...



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mi Nostalgia, es absolutamente sentimental, no es Intelectual ; 276 LA NOVENA SINFONÍA es mi corazón, el que llora; mi cerebro, permanece ajeno a esa emoción; ser superior a su Dolor, es la Victoria del Hombre; dominarlo, ya que no puede matarlo ; ¿ olvidarlo ? no; hay una Gran Voluptuosidad en el Dolor; casi tanta como en el Amor... yo, encadeno mi Dolor a la Fortaleza de mi Arte, como un Esclavo Vencido ; es de sus sollozos, que formo mis Melodías; la Música, no es sino la expresión lírica de



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nuestra Personalidad... toda Obra de Arte, es un Yo, condensado en formas: en Ideas, en Colores, en Líneas, en Sonidos... un libro, un cuadro, una estatua, una Sinfonía ; la Divina Comedia: el Dante... la Cena: Vinci... el Moisés: Miguel Ángel... Fantassia in Do Maggiore: Schumann... es necesario plasmar su Yo, en una Obra de Arte... y dejar a la Posteridad, nuestro Yo, como un Medallón, en bronce, tallado por nuestras propias manos; eso aspiro a hacer yo, con Mi Novena Sinfo- nía, que he extraído del fondo de mi equipaje, y ahora, pulo, estudio y corrijo, con Delecta- ción; 277



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J. M. VARGAS V I L A mi alma inquieta y meditabunda, es como un lago, que tiene sus placideces y sus tormentas, sus mansedumbres y sus cóleras, y canta bajo los cielos serenos, o ruge bajo un firmamento en tempestad ; el Alma de un Artista, es una Alma de Ex- cepción, o no es la de ese alguien absolutamente excepcional, que es un Artista; todo Artista Verdadero, es Solitario; el Arte, es una Soledad, porque es una Su- perioridad ; el Genio, aisla; y se aisla; la Patria del Genio es: la Soledad; es en sus Cimas Escuetas, que el Arte ha producido sus más bellas Creaciones; tal vez en todas las Artes, la Música es la que pide con mayor ahinco, el Ámbito de la Sole- dad, para nacer en él... la Pintura, la Escultura, piden objetos hu-



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manos, para reproducir; son artes plásticas; mientras más se acercan al Modelo, más se acercan a la perfección ; copian, más que crean ; las Venus de Fidias... cortesanas de Atenas... las rubias bellezas de las Cuadrigas del Ve- ronés; cortesanas de Venecia; la Madona, de Rafael ; copia de la Fornarina ; las de Palma (el viejo), Adolescentes de Sie- na, ataviados para el objetó- la Música, no tiene Modelos plásticos; la Música, no copia; 278 LA NOVENA SINFONÍA la Música, crea... la Música, no está en la Naturaleza... está por encima de ella; no la reproduce la canta; no es su copia;



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es su Himno... las fuentes de la Música, están en el aire, y en el cielo; en todo lo impalpable y lo inmate- rial; en todo lo que vuela, y en todo lo que canta; el Amor de la Música, es voluptuoso como todos los Amores; y tiene el Amor de la Soledad, para gozar en ella, la Soledad de su Amor... Absorbente y dominante... la Tiranía del Ritmo; yo, me entrego al Amor de esa Tiranía, con una loca pasión... me aislo días enteros, en ese limbo luminoso y sonoro, oyendo cantar mi alma, y gozando en escucharla; mi Sinfonía, brota de allí, límpida y cantante, llena de extrañas complicaciones, visionarias, como alucinaciones de fiebre; toda Obra, netamente personal, tiene algo de morboso, como que la arrancamos a nuestra Personalidad, llena de morbos extraños;



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de todas las Artes, la única que tiene alas es : la Música; ella, pone sus alas en nuestro Espíritu y lo hace volar por espacios inconmensurables, lle- 279 J. M. VARGAS V I L A nos de Armonías Irreveladas, que tenemos el deber de revelar... es, en el Vértigo de esas Ascensiones, que con- cebimos nuestra Obra de Arte... y, es, al plegar de nuevo nuestras alas, sobre la Tierra, que ella brota de nuestro cerebro, como una estrella, como una flor... así toma mi Sinfonía nuevos contornos y nuevas alas; contornos armoniosos, como los de una Ninfa del Guido, alas poderosas como las que tuvo la "Victoara" de Samotracea ; para el Músico, verdadero, el Mundo es una Armonía Musical, una Gran Sinfonía Coral, cantada por los Siglos; para él, todo es musical hasta el Silencio ;



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. el Silencio, es el vientre, donde nace la Mis- teriosa Voz de la Armonía; las atmósferas sin escalas musicales, donde el Silencio canta... la Música, es el lenguaje pasional de las Sen- saciones; todo en la Música, es Pasión, desde el Salmo hasta el Lied, y desde la Pastoral hasta el Seherzo; hay tanta pasión en un Capricio, de Scarlatti, como en la Misa de Réquiem de Mo- zart, y tanta en la bufonería de Gli Originali, de Mayer, como en el Sigfrido de Wagner ; la Vida es Hostil al Hombre; hay que desar- marla, embellecerla, arrojar sobre su rostro de Ménade, el velo de una Virgen Oriental, obligar a las Plañideras de Esquilo, a cantar sobre las 280 LA NOVENA SINFONÍA rocas desnudas, como las Occeánidas al paso de las Carabelas del Amor; ese es el deber de la Música; embellecer la Vida, haciéndola musical, como una Cítara; sorprender la Inspiración, como Sigfrido, a



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Brunilda, y hacerla cantar entre un sonido de arpas, la Salutación de la Aurora; hay que oponer cierta Inmovilidad de Alma, a la Velocidad de la Tormenta que nos envuelve ; salvar la Perennidad del Ritmo; dominar la Tempestad; guiar el Carro de los Huracanes y no dejarse atrepellar por él; ser un Creador, en el Corazón del Caos, y decir, como el Dios del Génesis, a la mudez del pentagrama, lo que el otro dijo a la Virginidad de los Cielos, aún informes : Fiat Lux; y hacer nacer la Luz, hecha Armonía; ser el Esparcidor de Simientes, en el vuelo... sembrar la Melodía, que fructifique en el Es- pacio, como una cosecha de astros ; la Música, es el único Arte, que siembra en el aire, y oye germinar las semillas que sembró; el Genio Lírico, como todo Genio, es Impul- sor; disciplina los huracanes, y los hace cantar, como un Coro de Alondras;



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dar voz al Dolor y a la Embriaguez del Mundo ; y hacerlos cantar... el lenguaje de la Música, es por su naturaleza esotérico; su Archetipo real, es el Misterio : 281 J. M. VARGAS V I L A el Ritmo, es el Alma de la Música ; la sonoridad, es su expresión ; es en la forma de esa Sonoridad, que se revela el Alma del Artista; toda composición musical, es una trayectoria hacia la luz ; salir del Misterio, para entrar en la Realidad ; es un viaje del Romanticismo, hacia el Realis- mo, en un gesto de exaltación; de Beethoven a Wagner ;



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el mecanismo de la Música, es avaro, lo que es rico, es el Alma del Artista; él, pone sus riquezas en aquel cofre y las hace esplender al Sol, como un Tesoro; el prejuicio de la Claridad, es fatal al artista; el prejuicio de la Calidad, es lo que debe imperar en él; el Gran Escollo de todo Espíritu Creador, es la Tradición; el Genio, se rompe contra la Tradición, si no la rompe; en Arte, el Servilismo, se llama: Clasicismo; el culto a la Tradición, lleva a la Imitación; la Imitación, es la Negación del Arte; un Artista Creador, no tiene antecesores ; su Genealogía principia en él ; su Arte, debe ser absolutamente personal, como su rostro; no se puede tener el rostro de otro, ni el Arte de otro;



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se debe ser un Gesto, no una Mueca; 282 LA NOVENA SINFONÍA hay que estudiar los Grandes Maestros ; para superarlos, no para imitarlos ; venerarlos ; olvidarlos ; y eclipsarlos... estar fuera de las Escuelas y lejos de los Mo- delos... eso hago yo... es verdad, que en mi Adolescencia, Lulli y Scarlatti, me poseyeron hasta la absorción; me. sumergí en ese océano de Melodías, y fui como el buzo de ellas; extraje las perlas límpidas de su Estilo, y me deleité en su contemplación; Proserpína y Armida, me sedujeron, hasta el fa-



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natismo, y las Cantatas, del Ruiseñor de Tra- pani, eran las Melodías, que poblaban la Selva, de mi Iquietud, agitada de Deseos... sacudí pronto esa Fascinación, y fui libre de ella ; recorrí todas las Escuelas, sin ser prisionero de ninguna, y conocí todos los Maestros, sin ser discípulo de ellos... estudié en ellas, y en ellos; les di mi Admi- ración, pero, no mi Personalidad ; permanecí libre- autóctono ; la Libertad, es la Madre de la Originalidad ; en el Arte... ese Código de Arte, es el mío ; así estudié... así aprendí mi Arte... 283



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J. M. VARGAS V I L A y así aspiro a perpetuarlo en mi Novena Sin- fonía... los italianos, fueron los creadores de la Melo- día: Guillermi, Paisiello, Cimarosa; los germanos, fueron los creadores de la Ar- monía; Glück, Haydn, Mozart; un Genio, fundió ambas tendencias en una sola... Beethoven... él, creó la Sinfonía; él, sumó en sí, toda la Música del Pasado; y antes que Wagner, él creó la Música del Porvenir... él, compuso sus Sinfonías... y se llevó las otras, entre sus alas de Alondra... a la Cima Inaccesible... ¿qué Peregrino del Arte, digno de esa As- censión, llegará hasta ellas, para robar en el Si-



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lencio : el secreto del Dios ? 284 A Vida es una Gran Avenida Silenciosa, en medio del tumulto ; extática, como un bosque en el Primer día de la Crea- ción... por ella avanza la Muer- te, apoyada en un Adolescente Taciturno: el Dolor ; él, escoge sus Víctimas y se las entrega, des- pués de haberlas torturado, con la ferocidad de un joven jaguar, que devora una gacela; cualesquiera que sean las formas que asuma la Vida, es siempre una Tragedia... la Comedia y aun la Farsa, no son sino formas del Dolor, es decir de la Tragedia, que no



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quiere llorar, y se esfuerza por reír; la sonrisa, no es, sino una lágrima caída so- 285 J. M. VARGAS V I L A bre los labios, y muerta en ellos, con la tristeza salobre de una ola, que muere sobre una playa... mis veinte años, sonríen bien poco; mis labios, no son pródigos de esa forma del llanto, que se llama : la Sonrisa ; ¡pero, mis ojos, son más rebeldes aún, a esa forma verdadera del llanto, que se llama las lá- grimas; casi podía decir que las ignora; desde que dejé de ser niño, dejé de llorar... tal vez las lágrimas, no eran, sino una forma de mi Inocencia; cuando perdí ésta, perdí la facultad de las lágrimas ; al conocer la Vida, la desprecié bastante, para



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saber que no vale la pena de llorar sobre ella; bien inhabilitado debo estar para las lágri- mas, cuando no he llorado hoy, al leer las cartas de mi Madre... Igneópolis, como su nombre lo dice, está en ignición ; el fuego, se incuba y aun no se muestra ; se vive sobre un volcán... se saíbe que va a estallar, y no se sabe a qué hora... el Cataclismo, se esboza, como un Sueño en el Espacio; se le siente palpitar y no se le ve vivir ; feto gigantesco, que engrandece en el vientre de la Fatalidad; va a nacer y va a matar; nacerá matando... 286



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LA NOVENA SINFONÍA es su Destino... la luz, es aún calmada sobre el cielo, pero el suelo tiembla... va a desgarrarse, como el vientre de una mujer que va a parir... la Catástrofe, nacerá de allí, rugiente y desvastadora... yo, la veo venir... la siento rugir... y tiemblo ante ella... ¿por qué? porque mi corazón está prisionero, entre mis manos... mi Padre... mi Maestro... aquél que me dio la Vida del Cuerpo;



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y éste que me dio la Vida del Espíritu, están de pie sobre el Volcán, que va a estallar... em- peñados en la loca tarea de marcar rumbos al Huracán, y orientar la Tempestad- Visionarios Sublimes... agarrados a las melenas del león, intentando estrangularlo... el viento se lleva sus Palabras... la bruma de la Tormenta, oculta la belleza de sus Gestos... ¡ Padre mío ! ¡ Maestro mío ! ¿qué va a ser de vosotros?... el Periódico, de mi Padre, es aún respetado... la bandera ondea en sus manos; el huracán pi- 287 J. M. VARGAS V I L A tonisario de la Invectiva, agita aun sus labios,



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trémulos de Cóleras Sagradas... la Escuela de mi Maestro, ¡ha sido cerrada; sus Discípulos dispensados; su Verbo sellado por el puño de la Brutalidad, sobre su boca de Apóstol... la Tribuna de la Verdad, ha sido vol- cada por las manos de la Fuerza; sus maderas amontonadas, toman la forma de un cadalso; pronto se les prenderá fuego... ¿será la Hogue- ra de Juan Hus?... ¡divino Savonarola, abre tus brazos, tal vez se aproxima a ti, la Sombra de un hermano!... mi Padre, no duerme ya en casa, erra de domicilio en domicilio, de aquellos amigos suyos, que velan por su seguridad ; mi Padre, es un ídolo del Pueblo; los Obre- ros, se lo disputan para albergarlo; pero nada hay más inseguro hoy en Igneópolis, que el Do- micilio de un Obrero; es la antesala del Presi- dio, cuando no el Vestíbulo de la Muerte; el Maestro, está oculto en el Domicilio de un Discípulo- oculto..., hasta donde esa Palabra tiene sentido, ante los ojos de Argos-Policía, cuyo oro hace transparentes los muros y ve hasta crecer los fetos, en el vientne de las madres.



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la desaparición del Maestro, es una voz que se extingue... una bandera que se arranca del asta, como de un mástil, abatido por la Tormenta... ¿qué color tenía esa bandera?... 288 LA NOVENA SINFONÍA yo, no lo sé; para responder, había que dar un color a la justicia, y preguntarse... ¿qué color tiene la Li- bertad?... pobre Maestro mío me parece que aun lo veo, tal como aquella tarde, en que fui a despedirme de él, la víspera de mi viaje... en el jardín solitario, rumoreaban los arbustos, voces de cogitarían; los rosales, parecían dialogar entre sí, en el oro húmedo de las fron- dasones;



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el Claustro, estaba desierto; había cesado en él, el rumor de los Alumnos; era como una col- mena vacía, en la cual ha cesado el rumor de las abejas; en el corredor, sentado en una butaca, el Maes- tro, mostraba su figura octogenaria, evanescente en el Crepúsculo... el argento de sus cabellos, caídos sobre las sienes, se mezclaba al argento de su barba, que cubría como el musgo de un viejo tronco, su pecho fugitivo, hundido por la curva de la espalda, sobre la cual los años habían puesto su fardo abrumador; sus ojos brillaban, como dos faros en la No- che, entre las pestañas blancas, y las cejas espesas, que casi los cubrían como las cenizas de un tronco ardido; su palidez era cerúlea, su sonrisa, la de un Dios, bajo los follajes de un bosque antiguo... 289 19 J. M. VARGAS V 1 L A sus manos sarmentosas, estrecharon las mías ;



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me acarició en el rostro, como solía hacerlo cuando yo era niño; me felicitó por mis triunfos en la Música ; me agradeció las entradas de honor que yo le había enviado para todos mis Conciertos, de los cuales sólo había concurrido a dos, porque su edad no le permitía las vigilias nocturnas ; era un erudito en Música, como en todo, y disertó sobre ella con una -Autoridad de Maes- tro... esta voz, la más fuerte y más noble que ha- bía sonado en Europa, después de la Revolución Francesa, hablando a los Pueblos, de Libertad, se hacía musical hablando de la Música, y la voz de ese Ateo Sublime, que había olvidado a Dios, a fuerza de negarlo, tenía un acento sacerdotal, como si dijese una Plegaria de Hend- kel o un Oratorio de Perossi... sabía que yo era Apolítico; y ni una Palabra de Política me habló; moría la tarde... el cielo era como una tumba de soles desnudos, cerca a los cuales, las estrellas eran como vampiros de luz, prontos a devorarlos, cuando



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abandoné al Maestro y le dije : Adiós... sus brazos temblaban, al estrecharme, mientras sus labios de Apóstol, murmuraban como una oración, sus votos de ventura... la mole blanca de la Escuela, se borró en las 290 LA NOVENA SINFONÍA perspectivas difusas, como la Esfinge bicéfala, tras las arenas incendiadas... y me pareció que mil generaciones de Muer- tos, extendían entre ella y yo, sus cenizas calcinadas, como una Selva de Laureles rojos; fulgurantes al Sol. 291 A Banalidad de todo lo que



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me rodea, es aplastante, desconcertante : entumece las alas del Espíritu... es contagiosa, como una fiebre... en ninguna otra zona, como en la del Arte, la Mediocridad es deplorable... y en ninguna parte el Esfuerzo y el Fracaso de la Mediocridad, es tan frecuente y tan trá- gico, como en esta Playa de Naufragios Artís- ticos, que es Milán... se ven a cada paso cantantes fracasados, como moluscos dejados por las olas sobre una playa... casi todos, no hallando abierta la puerta del Éxito, entran por la del Suicidio- ayer, fué el tumo de un joven polaco, llega- 292 LA NOVENA SINFONÍA do aquí con grandes aptitudes para el canto y



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al cual, una pulmonía, debilitó de tal modo, que el caudal de su bella voz murió en él... y él, no quiso sobrevivir a su divina voz... y se dio la muerte ; "es necesario aprender a morir", dice Séneca ; y este joven, no tuvo el tiempo de aprender ese Arte, del cual Petronio fué el Maestro; fué hallado muerto, con una fióle, ya vacía de veneno al lado, al frente de una partitura, de Moussorgsky ; como un pájaro en su jaula, ante el alpiste que iba a devorar; tenía una bella voz, delicada y sutil, de modalidades prodigiosas... yo, lo oí, una vez, y sentí la delectación de todo lo sublime... era bello, de una belleza eslava, que podría decirse azul y soñadora... su palidez, era impresionante, por eso he dicho azul, porque era cerúlea, como la de las nieblas que se alzan del Danubio;



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se calumniaban su belleza, y su elegancia, en el vestir, aunando esa crítica, con la de su amor a Wagner, lo llamaban: Brunilda; yo, no sé si ignoró esos decires; el desdén, en forma de Silencio, floreció en sus labios, como una rosa- para un alma, que tiene el consuelo de la Música, los demás consuelos 1/e son desprecia- bles... 293 J. M. VARGAS V I L A este ruiseñor del Valga, no pudo resistir a la Muerte de su Ideal... y imurió con él; tenía el alma más varonil que todos sus crí- ticos... la Muerte de los Artistas, bien podría titular- se como la obra wagneriana: el Crepúsculo de los Dioses.



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y sobre la Tumba de aquel que hemos llevado hoy al Campo Santo, bien podría decirse: Ruhe! Rué du Gott! Duerme, duerme en Paz, ¡oh Dios! todo Artista, que desaparece, es un Dios que muere... el oro y el rojo de la Tarde, sirvieron de Pira, en los Funerales de aquel Ruiseñor asesinado... ¿.por qué me es personalmente triste esta des- aparición?... porque él amaba mi Novena Sinfonía, la ha- bía escuchado, y aspiraba a ponerle palabras y cantarla... la tarareaba, con una voz tan dulce, que pa- recía descender del cielo, en una noche de luna ; el hilo musical de su voz, límpido y sereno, que se albergaba como un licor de dioses en aquel frágil vaso de alabastro, que la Tisis iba a agotar y la Muerte iba a romper, corría líri- co y cantante, como una fuente, 'bajo rosales dormidos... si el cisne de Bonn, lo hubiese oído, se habría sentido feliz del homenaje de aquella voz, tan



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294 LA NOVENA SINFONÍA pura, que tarareaba mi Música, que es como un Holocausto a su Inmortalidad... yo, no siento florecer aquí la pasión bethove- niana... acaso porque Beethoven, no es cantable; es profundo y ide una calma obstinada de Mar... estos pescadores de sonido, en las riberas musicales, no aman el amplio Mar Sonoro, donde a veces los Monstruos asoman, sus cabezas ex- trañas, surgidas del hervor de las Leyendas... para mí, Beethoven, es el Símbolo, de la Músi- ca, como Leonardo es el de la Pintura. en ambos, hay algo de inexpresado y de in- expresable, en el cual reside todo su trágico En- canto... en ambos vive el Enigma...



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di Enigma es el Alma del Misterio... el Misterio es atractivo como el Abismo... el Abismo da el Vértigo; el Vértigo es el Descenso en lo Infinito. 29; E regresado del Cementerio, muy triste, después de haber ornado de Crisantemos, la tumba apenas cerrada del Ruiseñor Fenecido... él, había albergado en su garganta, algo de mi Alma, porque había albergado algo de mi Música; los Crisantemos no tienen Alma, porque no tienen olor... para llenar ese vacío, he comprado un gran ramo de violetas, a una pequeña violetera, que



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me lo ofrecía, y lo he puesto, piadosamente, sobre la tierra removida ; qué bella era la pequeña violetera, con aspec- to de mendiga, que vendía esos ramos ; tenía los cabellos en desorden, los ojos tene- 296 LA NOVENA SINFONÍA brosos, los labios de un rojo pálido, de carne muerta ; repugnante de suciedad- pero atractiva, en su miseria, como aquel De- monio en forma de Mujer, que tentó a Hilarión en el desierto, ofreciéndole una copa de vino ornada de flores: la copa de aquella niña eran sus labios; parecía insexuada; sin seno ; el cuerpo de un Adolescente vicioso; me seguía a través de las tumbas, ofrecién- doseme, no como una flor, sino como un des-



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pojo... ¡qué obscuro! ¡qué mal oliente, el tugurio a que me llevó!... parecía sudar la miseria a través de sus muros leprosos; desnuda, aquella niña parecía un efebo, ra- quítico y lascivo ; puesta en pie, sobre sus harapos, parecía salida de una tumba... olía tan mal, no tuve valor de acercarme a ella; escapé... arrojándole unos dineros, sobre el jergón en que ya se había acostado- una sensación de asco, me persiguió hasta mi casa , apenas entrado en ella, me puse al baño... me friccioné, me perfumé, me ungí de esencias como un romano antiguo; 297



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J. M. VARGAS V I L A un baño de Petronio; apenas salido de él, y envuelto desnudo en mi bata, de baño, sentí tocar a la puerta... abrí; era Ernestina Dolci; venía ignominiosamente ebria; era un día aciago para el Amor... me hundí en sus formas opulentas, para olvidar la desgraciada visión de la niña asquerosa y esquelética, que en las avenidas del Cemente- rio, buscaba los viajeros, como una joven hiena errando entre las tumbas, husmeando la viola- ción de sus cadáveres; hablamos del joven Polaco que yo venía de enterrar ; repitió los innobles pontins, que sobre él se decían... y una vez más, la Calumnia aventó lejos las cenizas...



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puse fin a esa escena de Difamación, licen- ciando a Ernestina, con el pretexto de tener que trabajar... y quedé solo ; inconmensurablemente solo... en esa Soledad del Corazón, que es el más vasto de todos los Desiertos; un Desierto sin Sol. 298 OLO... solo... miserable de mí... ahora tiemblo ; mirando morir el Sol, tras de la Cima roja... coronado de -azul.» como mi vago Ensueño...



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todo me sonríe ahora... recorred la Ciudad- no habrá espacio libre en sus muros, en que no veáis mi retrato; un busto de proporciones naturales; y mi nombre al pie: Fabián Pereda — Recital de Música — Academia Nacional de Bellas Artes... es organizado en mi honor, para oír en Pri- mera Audición mi Novena Sinfonía; todo lo que tiene algún valor artístico en Mi- lán, presta su Concurso a este Concierto... 299 J. M. VARGAS V I L A viejos artistas, coronados por la Gloria, y que yacían en un apacible retiro, salen de él, para dejar oír sus voces en aquel Festival de la Glo- ria, como alguien lo llamó- no se habla sino de Igneópolis, de la Música de Igneópolis, con motivo del Recital del Joven Músico de Igneópolis, que hace ya palidecer en su tumba la Gloria de Paganini; con una generosidad y una nimiedad fuera de hábito, la Prensa anuncia el Recital, y habla de



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la Novena, Sinfonía como de una Obra Absoluta- mente Excepcional, que hará regocijar la sombra de Beethoven, igualado y coronado por el más grande de sus Discípulos... se resucita el mote de Petit Paganini, con que me honraba mi Ciudad Natal... se habla de mi Genio Musical, y se hacen los más halagadores paralelos, entre los más grandes Músicos y yo; todo eso, con un fervor, absolutamente latino, y un ardor meridional... se dice que los grandes acontecimientos, obe- decen siempre a una pequeña causa; eso es cierto, tratándose de éste, que para mí, reviste la talla de un Grande Acontecimiento... fué Ernestina Dolci, quien tomó contra mi voluntad, los originales de mi Sinfonía, y la llevó a su Padre, que ya la conocía... fué ella, quien la ensayó al piano y la tarareó, con su voz de pájaro, que toma ya notas crepusculares... 300



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LA NOVENA SINFONÍA fué allí, que la oyó el Maestro Martinelli, hoy el Primer Crítico Musical, y se enamoró de ella ; su elogio, en Gazzeta Musicale, rebasó lo que él, tiene hábito de decir de las Obras Maestras ; la idea de hacerla oír del Gran Público, nació de allí ; se aprovechó la ocasión de ese Gran Festival Benéfico, que va a darse, para incluir mi Obra en el Programa; y se le ha hecho ese gran reclamo asordador ; no hay duda que la simpatía que hoy despierta Igneópolis en Europa, tiene gran parte en esta calurosa acogida de mi Obra... los diarios, pintan, con colores épicos y som- bríos, la Tragedia que allí empieza a desarrollarse... una Compañía de Opera, que hubo de tocar en Igneópolis, a su regreso a Italia, ha referido cosas espeluznantes, de los acontecimientos que allí se desarrollan;



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la Prensa de aquí, que hace eco a la de París, es implacable contra el rigor de las Autorida- des, que califica de Salvaje... hay una atmósfera de Odio creciente, que se torna en simpatía hacia el joven Músico, pensionado de aquella Ciudad, que arde como una Hoguera de Holocausto... y los laureles que se preparan a inclinarse sobre mi frente, tienen un fulgor de llamas. 301 L Cónsul de mi País, justamente alarmado por el cariz que toman los acontecimientos, rae ha llamado a sus Ofi- cinas, para suplicarme, que retire mi nombre del Pro- grama, porque él, no es sino un Pretexto, para manifestaciones subversivas de los elementos díscolos, contra Igneópolis;



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me negué a hacerlo, porque esa es una Co- bardía, que yo no tengo el Valor de cometer... al salir del Consulado, era ya de noche... miré el cielo, luminoso como una Feria... hice una Salutación a las estrellas lejanas, 302 LA NOVENA SINFONÍA que asomaban espléndidas y daban una luz de amor a los jardines umbríos... vi mi retrato sobre los muros... mi nombre en anuncios luminosos... y me pareció que el Rostro de la Gloria, que ya me sonreía, tomaba súbitamente, las facciones del Rostro de la Muerte... y la Muerte es casi siempre, la forma más Augusta de la Gloria- sos



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oda la Prensa Protesta contra la Solicitud del Cónsul de Igneópolis aquí, en la cual pide que mi nombre sea ra- yado del Programa, en el Festival Artístico, para evitar manifestaciones hostiles, contra nuestro País ; esa no es una Fiesta Ar- tística, es una Fiesta Política, concluye diciendo el Cónsul; comisiones de Estudiantes y de Artistas, han estado a visitarme, para protestar contra esa pretendida exclusión... se han dado Vivas y Mueras, frente al Con- sulado de Igneópolis ; se organiza una Gran Manifestación ; en perspectiva de ella, la Policía vigila mi casa... 304



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E ha declarado el Estado de Guerra en Igneópolis; el Gobierno ha llamado las reservas; debo ir a incorporarme a mi Regimiento; así acaba de hacérmelo saber el Cónsul, dándome veinticuatro horas de plazo para abandonar a Milán... una hora más de ese término y seré juzgado como desertor y fusilado como tal, si llego a Igneópolis ; la Esclavitud o la Muerte; he ahí el Dilema... es necesario que vaya a defender a mi Pa- tria... ¿de quién? de mis compatriotas... \ contra quién combate mi Patria? 305 20



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J. M. VARGAS V I L A ¿contra un Ejército de Extranjeros? no... contra un Grupo de Obreros... ¿ha sido invadido su Territorio? no... han sido abandonadas sus Fábricas- voy a defender a los Propietarios, contra los Proletarios... yo, que no tengo propiedad ninguna; voy a defender los Capitalistas contra los Tra- bajadores... yo, que no tengo Capital, y vivo de mi trabajo ; es necesario que vaya a tomar las armas, para asesinar hombres desarmados... y que para ser Ciudadano, me convierta en Asesino... bochornoso Dilema...



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300 En el tren eme aquí en el Express, Mi- lán-Roma... voy a solicitar del Embaja- dor de mi País, obtenga de su Gobierno, el rplazo de unos días, para mi incorporación a filas... el tiempo preciso para dar mi Concierto ya anunciado y dejar oír Mi Novena Sinfonía; el Embajador, está influenciado por el Cónsul de Milán, que le ha hecho creer, que ese Con- cierto será el pretexto, para unía ruidosa mani- festación política, contra las medidas de repre- sión, que nuestro Gobierno ha tomado última- mente;



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una muy alta Autoridad Política, ha escrito al Embajador, interesándolo en favor mío; 307 J. M. VARGAS V I L A y el Embajador, condesciende en recibirme, ampliando el plazo que me ha dado el Cónsul ; estaré horas en Roma, adonde había sido mi sueño hacer una morada de años... he ocultado a todos mi salida, para evitar alguna manifestación, que pudiera perjudicar mi causa... los ánimos están extrañamente excitados... el tren va a partir... sin defensa contra mi Angustia, tomo mi es- tilográfica, y abro mi cuaderno de notas... escribiré mis sensaciones... si yo fuera Pintor esbozaría paisajes... si fuera Poeta, haría Versos a la Belleza Iner-



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me de la Naturaleza, que va a mostrarse ante mí, desnuda como una Ninfa, de aquellas que fueron sorprendidas por Adonis, al salir del baño, que tendría acaso la robusta belleza, cuasi varonil, de esa joven mujer que está sentada al lado de su madre, al frente mío... no soy sino músico... ¿ cómo poner música a los paisajes y sinfoni- zar su belleza, desfilando rápida y fugaz ante mis ojos? en marcha... el pito de la locomotora me asorda... el balanceo del tren hace cuasi romper mi pluma... la joven mujer de al frente, sonríe de mis apuros, reputando acaso atentatorio a su culto, 308 LA NOVENA SINFONÍA y al deber de su contemplación, mi loco anhelo de escribir...



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los ventanales diel pasillo del tren están abiertos; la luz y el calor entran en oleadas hasta el fondo del vagón... átomos luminosos, nimban la belleza de la joven, que continúa en sonreír... tiene más el rostro de una Bachus adolescente, que el de una Madona de Fra Angélico, o una Venus de Bot- ticelli... rara coincidencia... ¿por qué evoco así ocasional y cuasi involuntariamente a Botticelli, en esta mañana luminosa, en que voy a recorrer sin detenerme en ellos, las llanuras asoleadas y los valles meditativos, por los cuales paseó él sus tristezas luminosas, inmortalizándola con las creaciones de su Genio?... yo, amo a Botticelli, porque él es para mí, el más musical de todos los pintores... cada cuadro suyo, es como una Sinfonía en colores, donde las graduaciones de la luz, tienen tonalidades musicales, y las sombras mismas, son como álveos misteriosos del río de la Ar- monía ;



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quedamos en que Botticelli no habría dibujado la cabeza, ni Fidias habría esculpido las formas cuasi hercúleas, de la joven mujer, que persiste en sonreír ante mi tarea de escribir, y me obse- 309 J. M. VARGAS V I L A siona con la fijeza de sus ojos torpes, llenos de una bruma mental indescifrable... salgo al corredor y esculpo, más que pinto con mi estilográfica los paisajes... inseguros, fugitivos como vistos en una ola del Mar... 310



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O, no veo este horizonte con los ojos de un pintor; lo abarco con el alma atenta de un músico, tratando de asir las sonoridades del ambiente, como si quisiese dar una voz a los colores y hacer con ella un Himno Luminoso, que cante el hondo Misterio de las cosas que pasan fugitivas ante mí... los valles meditativos, bajo la caricia del Sol, que es como la caricia de un León Solar, que desgarra al lamerlas, sus vestes de esmeralda. 311 J. M. VARGAS V I L A el Misterio, es el Alma del Paisaje: un Mis- terio ancestral;



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los dioses y los hombres dejaron en él, las huellas de sus pasos... la llanura, es como un Jardín de Símbolos ; cada piedra tiene el aspecto de un dios vol- eado... una analogía de Siglos, murmura sus secretos de colina en colina y de valle en valle... el sentido de la Historia se me escápa- la sombra de su grandeza romperá mis frá- giles notas... no tengo tiempo para pensar, sino para esbozar... en líneas inseguras... una Sensación, una línea ; así quisiera... manos ávidas del divino tesoro... nada pueden asir... una Percepción, una Incisión... así quedaría mi Álbum, como un esbozo a tinta, hecho por Gavarni... el alma trágica de Van Gogh;



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esa quisiera yo... el pincel convulsionario que trazó los paisajes 312 LA NOVENA SINFONÍA de Asnieres, húmedos y estremecidos, como un beso de Amor... y los de Arles... el rojo estallante bajo el azul divino... a falta del pincel de Cezanne o de Courbet, para pintar estos paisajes, quisiera el Alma de Schubert o de Mozart, para cantarlos... una Alma Mística... el Ángelus de Millet ; ¡ oh, mi sueño imposible ! ; síntesis absoluta- una Emoción en una línea... el Sol de la Melancolía, bañando los paisajes...



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envolviéndolos en su clámide de fuego... el fuego calcina... las cenizas nacen del corazón del fuego... grises como una mortaja... ¿filósofo ahora? la Filosofía en tren, vale bien poca cosa... ella no sirve sino para aburrirnos y aburrir a los demás... mirar... mirar... mirar... era el consejo que el Verdugo daba a Michel Strogoff antes de cegarlo... eso hago yo... 313 J. M. VARGAS V I L A miro... miro...



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miro... la Feria de los Paisajes... que desfilan ante mí, en un derroche de luz... siento el Vértigo... de la Claridad... y de la Sensación... un Minuto... una Visión... instables... fugitivos... ¿cómo fijarlos? la Inquietud, es el Alma de esta Emoción. una Inquietud de Mar... es medio día ; la hora del dejeneur...



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los camareros lo anuncian... vamos al Wagón-Restaurant ; allons, done... el rebaño pasta... I 314 uelta al wagón-jaula; el rebaño harto, rumia o duerme... es la hora del regüeldo; la joven, que sonreía de mi empeño en escribir a pesar del bamboleo del tren, se ha quedado dormida ;



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no hay un átomo de belleza en ese rostro sin vida, con la boca entreabierta y los ojos cerrados... el esfumino de los párpados, y el carmín de los labios y de las mejillas, han perdido sus lí- neas y han invadido el rostro, dándole el aspecto de un Pierrot, ebrio, dormido en la mesa de un cabaret ; la animalidad, desborda de sus carnes abandonadas, en una posición, cuasi obscena; 315 J. M. VARGAS V I L A su toca azul, ornada de un colibrí, se ha inclinado sobre su rostro y parece que el pájaro ten- diese el pico, para beber en la fuente de sus labios sensuales, entreabiertos, en un gesto de Vo- luptuosidad ; un viajero, sentado cerca a ella, contempla con avidez sus formas exuberantes... parece un viejo Fauno, que contemplase una amadryada dormida...



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no me interesa ese cuadro de lascivia sin bellezas ; salgo al pasillo ; levanto el store del ventanal, y miro el campo ; el calor es asfixiante; alzo el cristal... los paisajes desfilan en una laxitud de ma- rasmos ; se dirían sonambulizados, por la caricia de aquel Sol abrasador... la Tierra se diría clamorosa de sed ; hace el gesto de beber en la fuente del Sol... todo es rojo... los cielos, los montes, los valles... y hasta los pequeños arroyos, que semejan serpientes de coral, arrastrándose sobre la ternura marchita de los céspedes...



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316 LA NOVENA SINFONÍA los altos cerros lejanos... osaturas de Vestiglos... titanes decapitados por el Hacha de los Si- glos... una Villa... rodeada de su minúsculo jardín... un olor penetrante de nardo y de jazmín... reposorio de luz entre follajes... blanca y verde la casa... anémoda lánguida oculta entre ramajes...



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esos pequeños cottajes, me hacen siempre ex- trañamente soñador... pienso en un drama de amor, oculto tras el cristal de sus ventanas... ahora mismo, me pareció ver brillar tras esas persianas, los ojos de una mujer... sentí la obsesión de sus miradas arcanas... el rostro del Amor, aparece en el fondo de estos valles y de estos bosques, como un dios, coronado por la blancura de los almendros en flor... aún lejos de los mares, hay aquí islas de amor y surge Citerea coronada de azahares... 317 J. M. VARGAS V I L A desfile de paisajes; volotear como de una abeja entre ramajes...



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vértigo de la locomoción ; a cada minuto una nueva Sensación; un Paisaje, vive un momento, en nuestro Pen- samiento ; pero, no perdura, no se sobrevive, si no se le pinta, se le canta o se le escribe ; serenos saucedales... inmóviles, en la quietud del momento... como les canta el viento, la canción de las Tardes estivales... vastos silencios campesinos... cómo besan el Alma de los caminos... quién tuviera un instante de quietud, para



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pintar la beatitud de estos parajes... colinas, valles, paisajes en calma estática... 318 LA NOVENA SINFONÍA salto brusco del tren... he ahí casi rota mi pluma estilográfica... los Montes solitarios ; enormes Dinosaurios; Padres de la Creación... ese Puente Vetusto ; ¡cómo parece augusto bajo su cimera de Si- glos... belleza de los Vestiglos...



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rosario de Sensaciones, desgranado sobre el valle callado, que a mi Inquirir Intenso, responde con la calma armoniosa de su Silencio... una cruz de hierro en las bifurcaciones de un camino... nadie en itorno de ella... ni la huella ¡de un Peregrino... sobre la soledad del Agro, se han plegado las alas del Milagro... una bahía de luz... es el estuario de un río exhausto... parece el esqueleto de un saurio... un Meandro digno del pincel de Van Ostade, o de Leandro... 319



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J. M. VARGAS V I L A candor de los cielos sobre un campo de as- fódelos... el azul se hace intenso... la niebla es tenue como una nube de incienso... el Tren se detiene... papeles, periódicos, libros en las vitrinas... el olor de las violetas campesinas, que venden en la Estación, llegan hasta el vagón, repleto de humos y de relentes animales... me asomo a los ventanales... hormigueamiento humano... ajetreo interminable... incesante ir y venir... el rebaño miserable se agita por vivir...



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otra vez en marcha... ¿cuál era el nombre de esta Estación? no hice atención a ella, como no lo he hecho a las otras símiles... no pienso hacer competencia a la Guía de Fe- rrocarriles... un muro de cal y canto, ornado con blancuras de amaranto... 320 LA NOVENA SINFONÍA otra vez las campiñas, sembradas de olivos y de viñas... ¿y esa roca escueta, en desolación? parece la cabeza de un Profeta en oración...



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se diría que los paisajes tienen alas... ya no desfilan... vuelan ante mí... un Cementerio Campestre... los sauces fraternales, dicen al oído de los muertos cosas confidenciales... las Estatuas parecen mirar sus cuerpos de nieve, en el fondo de las tumbas... el cielo se hace un lago de ámbar... en él, el Sol es como una fresa pálida, en un vaso de leche... las flores de los arbustos, parecen pequeñas campanas, que tocasen la Oración de la Tarde... 321 21



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J. M. VARGAS V I L A los pequeños arroyos, besan las piedras de las orillas, con un beso fatigado de amantes tísicos, condenados a partir y a morir... beso triste, como el amor de una noche de vicio... ¡qué bella verja enflorecida!... una Agua Fuerte de Gaudin... ¡quién hubiera podido enredarse como una trepadora en sus barrotes, y prendido a los labios de esa mujer, que miraba pasar el tren con un gesto triste de Sultana Prisionera!... ritmos inexpresables riman en mí... pienso en Rimbaud... un oiseau chante, ne sais oü... ¡tal vez en el fondo de mi corazón!...



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una Emoción Mística me posee; siento la Nostalgia de mi violín, y de la So- ledad... yo, haría ahora, una Sonata para arpas... algo tan sensitivo, como el cuarteto de las Tres Pie- zas, de Stravinsky... el Sol palidece lentamente; apenas si se ve... se diría una incisión en marfil. 322 LA NOVENA SINFONÍA la Emoción lánguida de la Tarde que muere, se apodera de los Paisajes y de las Almas...



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los nenúfares, hermanos de la Noche, abren sus flores, como ojos somnolientos, que han so- ñado mucho... el agua violeta de los estanques, es como una urna dolorosa que los refléja- la Tarde, cierra sus ventanas a la Noche... quiere morir, enamorada de la luz... lleva consigo el cadáver del Sol, para sepul- tarlo en su corazón... los sonoros Secretos de la Tarde... los Cánticos del Día- se preparan a morir en el Seno surgente de la Noche... va a nacer el Silencio... el Silencio es el Alma de la Noche... la Divina Embriaguez del Misterio, se exaspera... 323



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M. VARGAS V I L A se desea violarlo todo; hasta el Alma de las estrellas... nos sentimos desnudos ante la Noche... esperando la caricia de los luceros; silfos locos, que dan caza a la Luna, en las praderas del Cielo... el Sol ha muerto... desapareció en el horizonte, haciendo la mueca gozosa de un Arlequín Crepuscular... sed de Letargía, de Olvido, de Quietud... visiones del Letéo... los paisajes extintos, son como visiones retra- tadas en los ojos abiertos de un cadáver...



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la Luna, como un mascarón trágico, brilla sobre el Pantano Infecto... las Lagunas Pontinas... nos acercamos a Roma... 324 LA NOVENA SINFONÍA aquel bosque <ie Olivos dormidos en el Si- lencio... ¡manes de Cátulo!... una Villa... un jardín de rosas... ¿y las Viñas prolíñcas de Horacio?.. toros enanos, que semejan perros, con corna- mentas enormes...



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el ruido de los Cencerros... ¿dónde están los rebaños de Virgilio?... el agro Romano tétrico y augusto... sepulcro de un Rey descoronado, que fatigó la Epopeya... los Arcos del Acueducto... vértebras de un Titán, despedazado por el rayo... aumenta la tragicidad de los paisajes... su alma parece hacerce hostil, por la satu- ración del Misterio, que se escapa de ella... 325 J. M. VARGAS V I L A se siente la proximidad de la Urbe... la Ciudad Eterna, se envuelve en el Manto



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de su Eternidad... el Silencio de los Siglos- Soledad, Majestad... Roma... un Cadáver, tendido en el Anfiteatro de la Historia... mi pluma ha perdido el sendero de la luz... la guardo en su estuche, como un pincel vencido ; miro los cielos de Roma... y sigo el Cortejo de mis sueños, en el lago de esos Cielos, en los cuales, la Luna Creciente, semeja el cuello del Cisne de Leda, surgiendo de entre sus muslos desnudos... buscando los labios; para beber en ellos la miel oculta en los al- veolos del beso...



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326 Roma TAZIONE de Termini... tomo un Auto; doy la dirección del Hotel : Via Frattina; visión Panorámica... las Terme de Diocleziane... el Recinto de Servius... monumento del Cinqüe Centi... Santa María degli Angelis... Via Cavour... estuarios de luz, canales de luz- la Ciudad tiembla, envuelta en cendales de luz.. llego al Hotel- una bella Pensión de Artistas, que me ha sido recomendada...



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un joven (pianista, de reciente renombre, a 327 J. M. VARGAS V I L A quien un amigo de Milán, ha telegrafiado, me espera... comemos y salimos... uno como anhelo nupcial posee mi corazón... subimos por la Via Frattina, hasta Piazza di Spagna... la mole negra Propaganda Fide; colegio die Misioneros, nido de buitres; la Colonne de VInmaeolata... grandes sombras, cubiertas por las sombras de la Noche... el Palacio de la Embajada Española... la Barcaccia del Bernini; con sus minúsculos cañones, amenazando la quietud del Acque Ver-



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gine; ascendemos por la Gradinata, hasta la Tri- nitá de' Monti... apoyados sobre el parapeto, miramos hacia Roma, que se extiende abajo, de nosotros, ante nosotros, como una Mar de Tinieblas, sembrada acá y acullá de islotes de luz... fosforescentes, como moluscos enormes... la Villa Medicis, la arboleda del Pincio, parecen prolongar hasta nosotros, la sombra de sus Jardines encantados... el obelisco, escapado a la casa de Salustio, nos habla de otra Roma, que no era esta Ciudad ve- tusta, Fantasma Insolente de un Poderío que ya murió... voces de la Gran Roma, la Roma Pagana, que llenó el Mundo con su Gloria, se alzan del co- 328 LA NOVENA SINFONÍA razón de esta Roma Cristiana, que ha deshonrado al Mundo con su dominio...



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vio, Frattina, Via Cowdotti, Via Vittoria, son como arterias de luz, que llevan hacia el Tíber... que murmura bajo los puentes, sus viejos cantos guerreros... la Ciudad Pontificia, extiende más allá, sus livideces de pantano... Castel St. Angelo... moles Hadriani, como una Procesión de Crí- menes, reflejando su rostro sobre el río... la masa irregular del Vaticano- la Cúpula de San Pedro... Roma vista en la Noche, es la Revelación de su Alma Verdadera... Roma, tiene el Alma Tenebrosa; Alma Noc- turna; tenebrux-animae... los ojos de la loba, no son hechos, sino para ver en las tinieblas; fosforecen en la sombra; se dirían hechos de pedernales en ignición- para ninguna mente culta, Roma es el presente; Roma es el Pasado... se le mira como una visión lejana, alzada en los umbrales de la Historia;



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yo, no tengo un Alma de Historiador, para ver a Roma, sino una Alma de Artista... los espejismos de la Historia no me ciegan; son los espejismos del Arte, los que me des- lumhran ; 329 J. M. VARGAS V I L A el Alma de Tácito, no está, en mí ; es el Alma de Paisiello y Cimarosa, la que se asoma no a mis ojos para ver la Ciudad Eterna, sino mis oídos, para oírla cantar en el Silencio, su Him- no de Eternidad... de toda la Antigüedad Romana, yo no tengo una admiración apasionada, sino por Nerón; es la única Alma de Artista, que aparece en ese Caos de Crímenes, donde el mayor de todos, fué, ignorar el Arte de la Música... o al menos hacer de él, un Arte de bufones y de eunucos; para no ignorar ninguna Voluptuosidad, Ne- rón poseía la del Arte y la agotába- la música era su encanto;



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después de los de Apodo, en los labios de nin- gún otro Dios, había sonado la flauta con sonidos semejantes; en él, la inspiración, era una Satiriasis ; era su sexo torturado, el que sonaba en ar- monías de delectación; el sonido de la flauta de Nerón, llena el Alma de la Roma Imperial, dominando el grito en- sordecedor de los Gladiadores en el Circo, el de las disputas de ios Sofistas en el Foro, y el de los Bárbaros, golpeando sus escudos contra los muros del Capitolio... mirar a Roma, más que ver a Roma, eso han hecho mis ojos ávidos, en el encanto de esta noche feérica, dardeando el Mar de Tinieblas, que se extienden a mis plantas... de aquella Roma Pontificia, alzada más allá 330 LA NOVENA SINFONÍA de la Roma Cesárea, me parece oír salir algo así como un gemido, escapado del fondo de un sepulcro-



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no es un rumor de Circo, es un rumor de Er- gástulo... nadie puede pensar en la Roma de los Papas, sueesora de la Roma de los Césares, sin pensar en una Roma esclava y mendiga, mil veces más bárbara, que aquella que las huestes de Alarico hicieron capitular... las Turbas esclavas de la Roma Medieval, no conocieron sino el hambre y las cadenas; las de la Roma Imperial, conocieron siquiera el Panem et Circenses, de que habla Juvenal ; los Césares, dieron a Roma la Gloria, y la Servidumbre... los Papas, le dieron la Servidumbre sin la Gloria... es verdad que les prometieron la Gloria Eterna... tan mentirosa como su Eternidad... nos arrancamos al Sortilegio fanatizante de la Visión...



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y nos ponemos en marcha... hacia el centro de la Ciudad... hacia la Vida... aun en medio de ella, Roma es sepulcral ; el Sarcófago de los Siglos... el Corso Umberto ; 331 J. M. VARGAS V I L A el Café Aragno; mujeres majestuosa® con rostros de Mado- nas, y actitudes de estatuas; Piazza Colorína; el Caballo de Trajano sobre su obelisco de Victorias... basta... regreso al Hotel;



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hallo respuesta a mi telefonema; el Embajador me espera a las diez de la ma- ñana... noche insomne... tardío amanecer... 332 Roma isión de Roma, matinal; visión augusta y radiosa... un mármol venerable, que surge del corazón de la Tierra... impoluto en sus blancu-



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ras ajadas... el lis de la Antigüedad, brotando entre las piedras disjuntas de la Tumba... el Alma de las Ruinas, majestuosamente canora, como una Plegaria en el Desierto... esplendidez de luz... cegadora... como si en los ojos del Sol, pestañeara el Alma de los siglos por nacer... y, una Primavera de rosas floreciera, en los pliegues de las Siete Colinas, que las alas de la 333 J. M. VARGAS V I L A Historia acarician, con una ternura maternal... ebrio de esta embriaguez de Sol y de Inquie- tud, voy a ver a Roma... siento la nostalgia de su Belleza Secular, y de sus mármoles radiosos... mis ojos, quieren fatigarse de mirarla;



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¡ay! y, no lo podrán... ¿qué son las pocas horas de que dispongo para ver a Roma?... minutos de Encantamiento... instantes de Delectación... el Embajador, me na citado para las diez de la mañana; son las ocho... en marcha... — Al Gianioolo, digo al Chauffeur... me arrellano en el fondo del coche, y mis ojos tienen la Ilusión, de que van a ver la Belleza del Mundo, desnuda ante ellos... el Corso Umberto, somnoliento, como un niño que despierta en la cuna; los almacenes aun cerrados... la ley no permite abrirlos sino a las nueve...



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el Palacio Doria-Paniphili, ávido de sus tesoros de Arte... el Bonaparte, donde parece aún vagar la Sombra austera de Leticia Ramollini ; Piazza Venezia, el Café Faraglia, empieza a abrir sus puertas cerradas al amanecer... 334 LA NOVENA SINFONÍA Corso Vittorio la Chiesa, de Jesu la escalinata del Capitolio, y la Jaula de la Loba, apenas entrevistas, a la izquierda, más allá de la Via Aracceli... Via di torre Argentina... Ponte Garibaldi... Trastevere... el barrio popular está ya despierto y rumoroso...



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el Acqua Paola, límpida y sonora, bajo el Arco de Triunfo, que la decora... lenta ascensión por la Passeggiata Marghe- rita... San Pietro in Montorio... un Convento de Frailes... un pequeño espacio que podría llamarse el Foro de Suetonio, ¡porque allí están los bustos de los Césares, historiados por él ; La Cima del Gianieolo... la Estatua de Garibaldi, con Poncho Argen- tino, y, boina de Pescador napolitano... su caballo, tiene el aire fatigado; y extiende el cuello como para beber en las aguas del Tíber... desde la balaustrada, la más bella Vista Pa- norámica de Roma... la línea azul de Monte Mario, las Sabinas, los Montes albanos, los campanarios y, las Cúpu- las de las Trescientas Iglesias, que contiene Roma... 335



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J. M. VARGAS V I L A pero., ni tiempo ni erudición tengo para hacer competencia a Baedeker... desciendo hacia St. Onofrio; contemplo la Encina del Tasso... otra vez en la Ciudad, son las diez... a la Embajada... 336 Roma L Portero, aun sin librea, sacude las alfombras del Portal ; sin duda, debe tener ins-



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trucciones sobre mi visita, porque sin ser hora de Au- diencia, me hace entrar al ascensor y sube conmigo, con su chaleco con mangas, y su largo delantal; me deja en el primer piso; un lacayo, en una indumentaria muy semejante a la del portero, me recibe; se ve que hace la limpieza... tiene un sacudidor de polvo en la mano; me introduce en un despacho; al frente, se ven los grandes salones abiertos, que otros criados se encargan de limpiar; un empleado, que no me parece ser un Se- cretario, de la Embajada, sino a lo más un ata- 337 22 J. M. VARGAS V I L A che de ella, viene a decirme, que el Embajador, no tardará en recibirme; quedo solo; pasan unos minutos; la puerta del fondo se abre...



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un empleado de mayor categoría, me invita a entrar... su Excelencia, está en pie, envuelto en un Robe-de Chambre, de seda, estampada a grandes ramazones; en el cruce de ese traje sobre el pecho, se alcanzará a ver el payama de seda azul, con el cual su Excelencia ha dormido ; cal- za pantuflas, color rojo ; está destocado ; su cabellera cana y escasa, guarda aún el desorden del lecho... me sonríe amablemente, y me invita a sentarme; me habla en tono paternal ; conoce el asunto, pero a través de la opinión del Cónsul, en Milán, francamente hostil, a la audición de mi Novena Sinfonía; me muestra los periódicos milaneses, y aun varios de Roma, que hablan con pasión de este asunto. — Ese estado de ánimo de la prensa — me dice — es, muy peligroso, y lo perjudica a usted mucho; una algarada en el Teatro, en contra de nuestro Gobierno, le sería a usted fatal ; tendría usted que renunciar a la Patria; o ir a ella sometiéndose a gravísimas consecuencias ;



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además, la actitud de su padre, en el asunto, es 338 LA NOVENA SINFONÍA deplorable; es el jefe de la Prensa de oposición, y uno de los agitadores más tenaces, del espí- ritu revolucionario; desde luego, usted no es culpable de la actitud de su Padre, pero esa actitud lo perjudica; ayer, estuvo aquí una Comisión de la Academia de Santa Cecilia, para pedirme que obtenga del Gobierno una licencia para usted, por el tiempo preciso para hacer escuchar su obra; he recibido por otro conducto, indicacio- nes de que el Ministerio de Bellas Artes, vería con placer esa gestión mía, y se uniría a ella; hoy la intentaré por medio de un telegrama al Gobierno y, mañana sabremos a qué atenernos en este asunto... el Embajador se puso en pie; y al estrecharme la mano para despedirme, añadió : — Esta tarde, es día de recibo de la Embaja- dora; tendríamos mucho gusto en que usted vi- niera a tomar el té con nosotros, a las siete; acaso tengamos ya noticia alguna;



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y, me acompañó hasta la puerta ; ya en la calle, me apercibí del Monólogo del Embajador... yo, no había hablado una palabra... ¿para eso he venido a Roma?... 339 Roma NTERMEZZO romántico; paseo al Pincio... ¿en qué pasar las horas muertas, que me separan del té, en la Embajada, que no sea, en ver a Roma, ya que conocer a Roma, no es posible, en los dos días escasos, de que dispongo para ello?...



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aprovechar el oMimo fugáce, para devorarla con los ojos y, con el corazón ; aspirarla por los poros de mi alma hasta nutrirme de ella... ü pomeriggio, é caldo, como dicen los romanos ; y, esta mañana estival, vecina al medio día, es de un rigor canicular, que recuerda los me- jores días del verano, en playas mediterráneas... el aire, que hasta ahora era tibio, y sutil, como 340 LA NOVENA SINFONÍA un silfo errabundo sobre el cáliz de las flores, se hace cálido, violento, como un mancebo enamorado, pronto a todas las violaciones... su beso, es, ardiente como' el contacto del oro en fusión, y a través de los ramajes, sus rayos se filtran dando a las arenas de los senderos, un fondo rojo de crisol... eil Pincio, a esta hora, empieza a hacerse solitario;



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los paseantes matinales, lo abandonan, temero- sos de la ola del calor que avanza... los autos, desfilan lentos, majestuosos, como esquifes de acero, sobre una mar blonda, con in- termitencias de carmín... descienden hacia la Piazza del Popólo, en cuyo centro, el Obelisco, semeja el brazo y la lanza de un Gladiador, mal sepultado bajo la arena del circo... la visión de Roma, vista desde la balaustrada del Pincio, es la misma, que ayer noche, se ofre- ció a mis ojos, desde el atrio de la Trinitá de' Monti... Monti Mario, San Pedro, el Gianicolo, el marasmo de la Ciudad leonina, sumida en una quietud de pantano bajo el Sol... la floración parasitaria de Iglesias y de Con- ventos, supervivencia de Roma Pontificia... la Ciudad, parece dormir fatigada, bajo la opresión del Sol, que la domina; fulge, como un Mosaico, acabado de descubrir entre las Ruinas Sagradas... 341



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J. M. VARGAS V I L A aquí, en el jardín, la sombra de las arboledas es azul, estriada de franjas de oro; una como lluvia de átomos fulgentes, corona los grandes árboles, y cae sobre los pequeños arbustos, con una mansedumbre maternal... los acaricia, los nimba, se diría que los consuela de su pequenez... monotonía del agua, que cae sobre la taza de la fuente... nardos náufragos en el azul difuso; ¿están tristes de morir?... el Himno de los Rosales canta su agonía... en la Hora Roja del Sol... Suprema Domadora... un hálito de sensualidad, se alza de esta vieja tierra, que no envejece para el placer y se ofrece aún joven a los besos del Sol, como en los tiempos en que Aspasia se ofrecía desnuda, a



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los besos de Nerón... siento hojear un libro, cerca de mí; dejo de escribir; alzo la vista ; una mujer, lee, sentada en el mismo banco en que estoy sentado yo... está enlutada; tocas de viuda, enmarcan la palidez de cera de su rostro... una azucena, envuelta en el capuz de la Noche... la contemplo... es aún joven, delgada, se adivina esbelta bajo 842 LA NOVENA SINFONÍA la gasa flotante del ¡manto, que semeja, el de una estatua tumular;



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una Niobe de mármol, con paramentos de basalto... sobre el pecho, brillan al Sol, los azabaches de un collar, que después de ceñirle el cuello, cae sobre los senos erectos... la gorguera negra, a pliegues, oculta el cuello, que no debe ser Juniano, sino delgado y grácil, como el tallo de un nínfeo; el perfil del rostro, no es perfecto ; tiene la boca grande y sensual, los labios grue- sos y rojos; el inferior, ligeramente pronunciado ; de esos labios, en los cuales, duerme el beso pronto a volar, como vuela la chispa del rojo corazón de la llama; la nariz corta, retrousse, como dicen los franceses, de esas narices cuyos cartílagos palpitan y tiemblan a la hora del placer, como una en- traña desnuda... las cejas negras y tan unidas, que parecen formar una sola línea, sobre la cavidad de los ojos; las pestañas largas y sedosas... ¿cómo tendrá los ojos?... no tardo en saberlo...



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deja de leer... mira su reloj pulsera; y me mira a mí... sus ojos, son color de ámbar, estriados de lí- neas negras; el color del cuero de una cebra acabada de nacer; 343 J. M. VARGAS V I L A ha vuelto a fijar los ojos en el libro; ya no lee; pero, ¡finge leer; yo, no tengo el valor de continuar escri- biendo... la contemplo; de esa mujer se escapa un perfume de femi- nilidad exquisita, de sensualidad turbadora... uno de sus guantes, que yacen a su lado, en el



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banco, cae al suelo ; lo recojo, y se lo ofrezco; me agradece con una sonrisa y deja de leer... hablamos... ¿de qué? del calor, de lo bello del espectáculo que tenemos ante nosotros, de Roma... uno de esos diálogos insípidos, protocolarios y preparatorios de la conversación; su voz, es suave, queda, un poco velada, como la de los seres demasiado emotivos, siempre fá- cil al gemido, voz de arrullo, con trémolos confidenciales, como para hacer confesiones de amor a sotto voce; — Roma, es atractiva, como un miraje... — ¿Es usted Poeta?... — No lo era pero, cerca de usted me siento tal ; sonríe, sus dientes semejan flores de almen- dro, húmedas de rocío...



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cierra el libro; lo coloca sobre sus rodillas, poniendo sobre él, sus manos pálidas, largas, cu- 344 LA NOVENA SINFONÍA yos dedos semejan estambres de lirios lagunares... — El Pincio, a esta hora, es maravilloso de Soledad y de Silencio ; en las tardes, es insoportable; la afluencia de gente, le roba todo encanto... — ¿Ama usted la Soledad? — Ella es un lenitivo a los grandes dolores... — dijo — y sus ojos se nublaron, como si las grandes nubes que en ese momento pasaban ante el Sol, proyectasen en ellos su cortejo opalescente... toda la umbría de los ramajes, tembló en sus pupilas, hecha un refugio de toda la sombra diseminada sobre el horizonte... eran muy bellos, esos ojos, hechos por un momento el estuario entristecido por el cual surca-



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ban las carabelas de los sueños; con una marcha lenta, hacia horizontes fabulosos... el eco de su voz murió en el silencio, con la tristeza de una ola que besara el cuerpo de un náufrago ; no me interesa su Dolor, y no trato de saberlo ni de consolarlo; me basta con el mío... de las mujeres yo no amo ver el alma desnuda, sino el cuerpo desnudo... hay muy raras almas bellas en su desnudez; en cambio, es muy raro, hallar un cuerpo de mujer joven, que no guarde el ritmo de la Be- lleza, en la armonía luminosa de sus líneas... 345 J. M. VARGAS V I L A y el de esta mujer se adivina maravilloso, bajo la tenue trasparencia, de sus vestidos se- veros;



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ella, tiene un impudor apasionado en desnu- dar su Alma contándome su Vida... la dejo hablar; una vida, es casi siempre, un espectáculo trivial, no llega a la grandeza, sino cuando un soplo de Tragedia pasa sobre ella... la Vida de los otros, no interesa sino a los no- velistas, o a los teatrógrafos, que aman reproducir en sus obras, esos cuadros dolorosos y lamentables... a mí, como músico, no me interesa sino la voz musical de esta mujer, el ritmo de sus formas que empieza a perturbarme... ha cruzado sus piernas columnarias, apoya el brazo cuasi desnudo, sobre el respaldo del banco que nos sirve de refugio, y continua en des- arrollar el film de su vida... es viuda de un capitán muerto en África, a donde ella lo acompañó conoce la Abisinia, y refiere anécdotas sobre la corte de los descendientes de Salomón; viene a Roma, por asuntos de sus pensiones retrasadas...



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está sola, y se aburre... me pongo en pie... ella me imita... descendemos por los-viale^ penumbrosos, que parecen acariciarnos con su sombra... 346 LA NOVENA SINFONÍA hay un hálito de Lujuria, en el aire y en las cosas... las flores, inermes, parecen entregadas a un silencioso trabajo de procreación... los peces, se (persiguen en los estanques, dejando tras de sí la blanca estela de su simiente... los ánades, se acarician con el pico, los ojos hechos rojos de concupiscencias... en este medio día caliginoso, el Alma del De- seo Carnal, flota en la atmósfera... ella, marcha a mi lado...



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sus ojos fosforecen, como dos diamantes en la noche... yo, la veo marchar y aspiro los perfumes de su cuerpo, como un potro suelto, que husmea la hembra, en el sendero asoleado; la embriaguez de la Lascivia, me posee, y me obsesiona tenebrosa en el camino que reco- rremos ; ella continúa en hablar; yo apenas si la escucho... le ofrezco un coche... lo rehusa, vive en la Via Sixtina, en las pro- ximidades del Pincio... continúo en acompañarla; los viales penumbrosos, tienen voces confidentes, en los cuales, la Voz del Viejo Deseo canta... el aire, tiene olas de caricias furtivas... dejamos las arboledas del Pincio...



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las de la Academia de Francia, nos cobijan... 347 J. M. VARGAS V I L A lago de luz reverberante... la Trinitá de' Monti... la misma visión nocturna de ayer, hoy luminosa ; la Piazza di Spagna, a nuestros pies... la barca de Bernini, invitándonos para un viaje a Citerea... enfilamos la Via Sixtina... al final, cerca a la Via del Tritone, se detiene frente a una vieja casa de aspecto misterioso... me mira... caricia de voluptuosidad... me tiende su mano...



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— A rivederci... — ¿A questa sera? — Sí... la invito a comer... acepta... — A las nueve... — Va bene... sube por la escalera obscura... sigo mi marcha hacia el Hotel... Roma fulge... pienso en Albert Samain... Luxure Pavillon de Tenebres du Mond Diademe du Stupre, et mantean d'impudeur Paradis de la Chair qui fait sanglotte VAme 348



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Roma PENAS si toco los manjares en la mesa; estoy agitado y torturado por los múltiples deseos... sólo pienso en esa mujer... y espero la llegada de la Noche... la desnudo con los ojos de mi Alma ; y la estrecho entre mis brazos... en estériles caricias... entreveo la playa de sus blancuras, y el polvo de oro de sus secretos desnudos... el tesoro de sus carnes, ofrecido, al ardor insaciable de mis besos... * 349



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Roma ara entretener mi impacien- cia, voy a la Academia de Santa Cecilia, con objeto de agradecer a su Director y a los Miembros de ella, el in- terés que han tomado en mi asunto ; el viejo Director, está ausente ; el joven secretario, que me recibe, es un mu- sicógrafo de mucho mérito, cuyos estudios sobre Sohubert y Liszt le han dado reciente nom- bradla ; es apasionado de música alemana»y hace gala de un desprecio ultrajante, para la época que él llama melódica, la de Vinci, Pergolese, y Cima- rosa, hasta la aparición de Rossini, por el cual no muestra tampoco ninguna predilección rui- señores de sacristía, es el calificativo menos duro que le merecen ; 350



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LA NOVENA SINFONÍA verboso, jugoso, rico en coloraciones de ex- presión, es un encanto del ánimo oírlo hablar, su charla es una música hablada, tan bella como la música cantada, o la música tocada; tal vez más bella, a causa de la cantidad enorme de pensamiento que hay en ella; yo, amo mucho los grandes casseurs, y adoro la Ironía, tal vez por no poseerla; yo venero todo en mi Padre; pero, es su lado de Panfleta- rio el que yo admiro más; cuando delante de mí lo comparan con Swift, Paúl Louis Courier, Enrique Rochefort o León Bloy, siento un orgullo loco, que me desorbita; no todos los libelistas, son escritores ; los hay que no hacen sino hablar sus libelos, y éstos son deliciosos ; los músicos, que pertenecen a este gremio, se vengan de no poder poner música a sus dicte- rios, y se conforman con darles la de la palabra en los corros, reducidos que los escuchan... se sabe que Schubert, era Maestro, en este Arte, y Wagner fué el primero en recibir sus golpes, que no tenían nada de melódicos, porque carecían de sprit, que es el único Pentagrama so-



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bre el cual puede escribirse el Dicterio con elegancia... Liszt, era maldiciente, Mendelssohn procaz, y Beethoven que no lo era, se volvió sordo, acaso para no oír lo que de él decían los músicos sus contemporáneos... SaintaSaens y Massenet, sostuvieron en ese 351 J. M. VARGAS V I L A terreno, dueles que se han hecho memora- bles... el Maestro Pastriello, de quien me ocupo, es Maestro también en esto de la Diatriba- pero, dicha con tanto Arte, como la Música que escribe: su Anecdotario, es inagotable; desde Porpora a Galuppi, de Pergoleso a Jo- melli, y Tingarelli y Cimarrosa y Rossini, nin- gún músico italiano, escapa al aguijón de una anécdota suya, clavada sobre él;



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su germanismo, lo hace injusto, como toda pasión... para él, la Armonía es el Alma de la Música y no la Melodía, y aquélla, no aparece, sino con Weber, en su Freyschutz... yo, no tengo autoridad ni competencia bastante para disertar con el Maestro Paisiello, y lo dejo hablar, encantado de su Dialéctica en- venenada... hablamos del incidente de Milán y del designio de frustrar la Audición de mi Noven-a Sin- fonía en el Teatro; como casi todos los italianos del momento, está indignado contra las medidas de represión, tomadas en mi país, contra los elementos avan- zados... las persecuciones de intelectuales y de obreros, los juicios sumarísimos, las ejecuciones en masa, lo exasperan... pero, lo que lleva al colmo su indignación, es 352



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LA NOVENA SINFONÍA la Clausura de los Ateneos Obreros, la incine- ración de sus Bibliotecas y la persecución contra el Maestro, contra Rogelio Méndez, que tiene a sus ojos la talla de un Apóstol... Roma, es la ciudad más anticlerical, de Italia y tal vez del Mundo; allí, el prete es decir el cura, es el animal más despreciado y más odiado de todos, y como la Prensa habla de que es el elemento clerical, el que persigue al Maestro Rogelio Méndez, y ha puesto a precio su cabeza, la indignación de los romanos es tal, contra los elementos guberna- mentales de mi País, que oír hablar nuestro idioma, en las calles o los cafés, ocasiona protestas, y aun expone a peligros serios ; yo, he tenido ocasión de comprobarlo, en las pocas horas que he residido aquí... — Si usted da su Audición, todos iremos a oiría; el Embajador, nos prometió intervenir, veremos si cumple su oferta; ¿por qué no se queda usted en Roma? aquí tendría usted un gran porvenir... el Maestro Paisiello habla con una volubili- dad desconcertante ; me dice de sus libros, de su



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culto por Schubert, "lo que hay de sublime en él, es lo que hay de loco" "la locura es divina" ; "Dios es el más bello caso de Demencia conocido hasta hoy" "y el más fatal"; ¿qué es la Crea- ción del Mundo? "una Locura"... la Paradoja no se agota en sus labios; él ama a Schubert, porque es "angustiante" por- 353 23 J. M. VARGAS V I L A que es "un ataúd que canta" ; su "Fantasía Fú- nebre" lo enamora ; ipor Beethoven, siente admiración, pero no amor; no lo entusiasma; lo halla rígido, frío, sus actitudes son académicas; tiene elegancia, pero carece de gracia; la gracia es un don de los dioses... — ¿Por qué ha titulado usted su Obra: No- vena Sinfonía? ¿por Beethoven? "yo no amo las Sinfonías de Beethoven; me parecen ama- neradas y monotemistas ; yo no amo de él, sino las Pastorales; son deliciosas; producen la im- presión de un sonido de flauta en un valle, a la hora del Crepúsculo cadente"...



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le expliqué cómo había titulado yo así mi Obra, por admiración al Genio de Beethoven y amor a sus Sinfonías, las cuales aspiraba yo, si no a superar (no me atrevía a confesarlo) sí a igualar en la mía... — La Cuarta, la cuarta — me dijo — esa es la Gran Sinfonía de Beethoven, la única en que no hay amaneramiento... para la monotonía esti- lizada de las otras, hay una disculpa : no las oía... con esta amarga boutade, sobre la sordera del genio, terminó el Monólogo del Musicógrafo, con el cual sostener un diálogo no es fácil; no se dialoga con los torrentes; me despido de él ; voy al Hotel para ponerme el chaqué, y dar un último toque a mi toilette y, a la Embajada. 354 Roma



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i A Embajada está custodiada por la Policía; recientes algaradas frente a los Consulados de Igneó- polis en Ñapóles, Florencia y otras ciudades, hace temer algo semejante aquí... grupos de agentes armados la vigilan; el auto de plaza en que yo llego, les llama la atención ; desentona de la línea de elegantes carruajes particulares que le preceden, estacionados a lo largo de la acera ; los chauffeurs, en uniformes multicolores, hacen corros; viéndome descender de un auto de alquiler, me miran extrañados; 355 J. M. VARGAS V I L A



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mi indumentaria ultraelegante, desafía y desarma sus miradas; se apartan respetuosos, para dejarme pasar; el Portero de la Embajada, viste librea de gala; medias rojas, zapatos hebillados, culottes, ceñidos abajo de las rodillas, oon galones de oro ; chapean a forme, con escarapela de los colores nacionales, guantes blancos y un alto bastón en la mano, que le da el aspecto de un macero de Corte; no parece el mismo de ayer; con ese disfraz, está inconocible... paso ante él, se inclina, me reconoce, y sonríe... los motoristas del ascensor, aparecen ahora sin escoba y sin plumero ; visten de grand tenue... el uno, despacha el vehículo; el otro me acompaña en él ; rígido como una estatua ; llegados al primer piso, me abre la puerta;



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salgo ; una doble fila de lacayos ; llegado al gran vestíbulo, un sirviente toma mi sombrero; conservo un guante puesto y otro en la mano, como es de estilo; avanzo, un atoché muy joven, viene a mi encuentro : — Maestro... y me señala un puesto en la fila; el Embajador conversa en un círculo y saluda a los invitados, que van llegando a él, paulatinamente... 356 LA NOVENA SINFONÍA toca mi turno, el Embajador sonríe, rae estrecha la mano y dice a los del círculo que lo rodea: — El maestro Pereda, joven músico de gran porvenir... sonríen a mi porvenir y uno de ellos dice :



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— Y ¿lo de Milán? ¿cómo va eso?... — Nos ocupamos de ello — dice el Embajador... continúo para formar en la fila de los que deben saludar a la Embajadora; en un pequeño salón, apenas separado del grande, por una puerta de cristales abierta, está ella, rodeada de un círculo de Damas elegantes, algunas de las cuales hacen pensar en las Da- mas del Decamerón; hay de Versalles y de Boceado, en el ambiente ; la Embajadora, es aún bella, pero ya declive; un collar, que no es el de perlas que lleva, empieza a deformar su garganta, y mal disimula- das adiposidades, afean sus formas junianas; lucha con denuedo, y es aún de una belleza opulenta... yo amo mucho esos tramontos heroicos; hago callar en mí, reminiscencias que me turban;



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cuando me tocó el turno de saludarla, un atache, ya provecto, encargado de las presentacio- nes, la dijo: — El Maestro Pereda; sonrió, y me tendió su mano blanca y pulposa, 357 J. M. VARGAS V I L A como ciertos frutos del trópico, que incitan a morderlos, y dijo a su comitiva la frase ritual : — Un joven Músico, de gran porvenir... me miraron todas con avidez, más interesadas sin duda ipor mi juventud, que por mi música, y por mi porvenir; continué mi marcha acompañado por la mirada de la Embajadora, una mirada muy triste, como si viese a un condenado a muerte, que va hacia la horca; la fila de saludantes se dispersó, formando grupos;



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un atache, vino a hablarme y me dijo que se esperaba de un momento a otro, respuesta al telegrama del Embajador, sobre el asunto mío... — Atravesamos un momento muy delicado — añadió — ; la opinión nos es hostil; ¿no se ha enterado usted, del incidente de anoche en el Teatro Argentina?... —No... — Nuestra bandera fué silbada, y el retrato de Rogelio Méndez, apareció en escena, entre banderas y flores ; una manifestación hostil llegó hasta aquí, y tuvo que ser dispersada por la policía ; yo no sabía nada, pero comprendí que eso agravaba enormemente mi situación... al haberlo previsto no habría venido a Roma... ¿para qué? el atache, llamado por alguien, me dejó solo; empezaba a aburrirme en aquella decoración 358



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LA NOVENA SINFONÍA banal de flores y de cuadros de tapices y de uniformes, cuando el caballero anciano, que en el círculo del Embajador se había interesado por ese asunto de Milán, vino* a mí... — Se enoja usted, ¿verdad? esta atmósfera diplomática es displicente, para un artista ; todo aquí es convencional, y lo convencional es anti- artístico ; este ambiente carece de emociones ; y fuera de la Emoción no hay Arte... ¿cuántos días hace que usted está en Roma? — Llegué anoche... — ¿Va usted a permanecer aquí algún tiempo?... — Debo partir mañana... — i Qué pena!... no conocerá usted sino las calles de Roma; las calles y las plazas, una no- menclatura de Baedeker; no conocerá usted el Alma de Roma; el Alma de las Ciudades, como el Alma de los Hombres, es algo muy esquivo y muy profundo, que no brota sino muy rara vez a la superficie; y hay que sorprenderla en su Misterio; a ese respecto, el Alma de Roma, es cavernaria, primitiva, cuasi troglodita, porque se oculta bajo la Tierra ; hay que desenterrarla,



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para contemplarla; es el más bello cadáver que puede ser contemplado por los ojos de un Hom- bre; aquí no hay vivo sino el Arte; aun e\ Arte muerto; es decir, el Arte Pretérito; Roma con- quistó la Tierra, y sufrió a su turno la conquista de la Tierra sobre Roma ; Roma no conquistó el Arte, fué el Arte el que conquistó a Roma ; vea 859 J. M. VARGAS V I L A usted nuestra Pintura, nuestra Escultura, nuestra Arquitectura, todo ha venido de fuera, Roma no' ha dado nada; albergo dei pittore, la llamaba Varesso en el Siglo xvn, y tenía razón, pero ha debido llamarla albergo de gli Artisti; porque eso ha sido ella ; ha albergado todos los artistas, pero, no los ha producido, sólo en Mú- sica, no somos miserandos; la Música es el Alma de Roma; su Alma Mater; ¿no ha oído usted los Coros de la Capilla Sixtina? óigalos; son formidables ; justamente mañana hay una fiesta jubilar en San Pietro, el Papa bajará a la Cere- monia; oirá usted cantar los coros; al Maestro Mandonetti, el último castrado de la Basílica... un pájaro del cielo, caído sobre la Tierra; iba a continuar su Monólogo el viejo señor, que parecía ser un Noble Pontificio, cuando el



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mismo atache que me había hablado momentos antes, vino para decirme : — Maestro... la Embajadora... y me hizo seña de seguirlo : la Embajadora continuaba en sonreír, y ya no me dijo Maestro, sino : — Pereda... estas Damas desean oírlo, ¿ no po- dría usted tocarnos algo de su Repertorio? — Algo de su Novena Sinfonía, de la cual hablan «tanto los Diarios — dijo una vieja señora, de cara avinagrada y despótica... — Adoloradísimo Señora, pero no he traído mi violín... — No importa — dijo la Embajadora — ; nos- 360 LA NOVENA SINFONÍA otros tenemos aquí uno, que era del Maestro Cassanelli, Profesor de uno de mis hijos... — Es tan difícil en un instrumento descono-



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cido... — Nada... nada... para un Artista como usted, todo es posible; la Condesa del Pretti, va a acampanarlo al piano — y señaló, más que con la mano, con un mohín de los labios, a una joven blonda y pálida, que sonrió también, en su belleza frágil de asfódelo... comprendí el complot, adivinando que estaba pactado que yo sería el clon de la fiesta; los caballeros, hacían círculo en torno a las se- ñoras y aprobaban el ruego y el decir de la Embajadora; era imposible negarme ; — Vamos — dijo ella, haciendo seña a la Con- desa; ésta se puso de pie; la ofrecí el brazo... apoyó en él su languidez de junco acuático; y fuimos hacia el piano... se desprendía de la Condesa, un violento olor a heliotropos...



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¿era de su seno? tal vez era de sus ojos, que tenían el color de aquella flor... % la Condesa, se sentó al piano, que estaba abier- to, yo intenté acordar el violín, que era un viejo stradivarius, arcaico, veterano en viejas lides musicales ; 361 /. M. VARGAS V I L A me incliné hacia la Condesa, para ponernos de acuerdo sobre lo que deberíamos tocar... — ¿La Flauta Encantada, de Mozart? — me dijo ella, con su voz que era otra flauta que cantaba... — No me es familiar — la dije — ; pero ensa- yaremos; la hice presidir de un Preludio, para amaes- trar y dominar el instrumento, y atacamos el morceau...



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la Condesa, tocaba con maestría, dominaba la técnica y ponía el alma en los dedos, cuando los hacía correr por sobre las teclas del piano ; fué un éxito... el elegante público, esperaba aún : — ¿El Jardín Encantado de Kliugsor? — le dije yo. — ¡Bravo... bravo! — exclamó ella, como feliz de no salir de esas cosas encantadas y encantadoras... hicimos cantar las flores y trinar los pájaros, y las fuentes fueron como voces humanas en las teclas del piano y en las cuerdas del violín... gran emoción en el Auditorio... aplausos muy sinceros... muchas felicitaciones cuando atravesamos entre lus dos filas de invitados, al conducir yo a la Condesa a su Sillón... — Cnanto é gentile — decían las viejas damas, entusiasmadas por mi juventud... — Adesso lei solo, qualque cosa del su reper-



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362 LA NOVENA SINFONÍA tono... — suplicaba una obesa dama, con ojos de antílope somnoliento... — Sí — dijo el Embajador — ; háganos oír algo de usted... — Su Novena Sinfonía — volvió a repetir la Dama, que anteriormente había hecho el mismo ruego... — Vamos, Pereda, vamos — dijo la Embajado- ra, con sonrisa y gestos maternales; accedí, y toqué un Capricho en re, que es siempre de gran éxito, por el efecto que produce el largo sostenido y bordoneo que le sigue... una ovación verdadera... puse el violín sobre el piano; el Embajador y la Embajadora, me agradecie- ron sonrientes... las pequeñas mesas, donde se servía el té, se



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llenaban de anfitriones ; me colocaron al lado de la Condesa Pretti ; los vidrios góticos de la Galería, daban sobre ella, una luz irreal que la transfiguraba... se lo dije en francés: — ¿Hace usted Madrigales? — Este es el primero que hago... — Digno de Marivaux... — Merci... me habló de Música ; • conoce los grandes Maestros, y es una enamorada del Alto Estilo; de los modernos no ama sino a Debussy; Massenet, pos serieux... Saint- Saens... música para organistas... 363 J. M. VARGAS V I L A hablando así, tenía el aspecto de una Sacerdo- tisa, oficiando en el Templo...



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el último rayo de Sol, orfebrizaba sus cabellos- era como una Ariadna de marfil, con cabellos de oro... su voz, moría en la calma de la Tarde, como en un reposorio de cristal... embalsamado de lilas... la concurrencia empezó a abandonar las mesas y el Salón... el Embajador me obsequió una tarjeta para asistir a la Fiesta Pontificia de mañana... — Oirá usted muy buena música — me dijo; cuando salí era ya de noche... pensé en la bella Niobe enlutada, que me esperaba ; y fui hacia ella... bajo la floración de las estrellas... aspirando el perfume de la Noche Naciente, que era como un seno de mujer, ofrecido a la caricia de mi ardiente virilidad...



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364 Roma L pie de la Fontana di Tritone. ocho y media; ella llega... una rosa de carne, que anda... negra, como la noche... y, blanca, como un jaz- mín... ha quitado su tocado de viuda, y un pequeño sombrero de tul negro, orna su cabeza pensativa... le estrecho la mano con efusión ; subimos al auto ; — A Scarpponi, fuora Porta San Pancrazio, — digo al chauffeur;



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ella, debe conocer aquel sitio, porque sonríe... sus ojos claros, raros, evanecentes, parecen haberse agrandado enormemente... el esfumino los hace vagos... 365 J. M. VARGAS V I L A profundos, de una forma extraña- dos lagos en el corazón de una montaña... las pestañas engomadas, dan una sombra de arbustos, sobre sus pupilas nacaradas... una sola línea negra las dos cejas; parecen una cenefa de terciopelo... dominando aquellos lagos de la melancolía... una luna, grave, suave, surge... y parece cubrirla de un baño de argento... una estatua de metal... el momento, es musical...



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músicas del viento; y del Silencio... la Noche... musicienne du Silence, que dijo Mallarmé... corona nuestro coche de nardos de cristal... Vía Tritone... el Corso... vía Garibaldi... tumulto, luminoso... el Gianicolo... Acqua Paola paradiso degli Arcadi... la sombra... la quietud... ¿ha muerto la Ciudad?



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Porta San Pancrazio; la Osteria; la Osteria, es el Restaurante Romano; en pleno campo... kioskos aislados, teniendo por solo muro, enredaderas cómplices... 366 LA NOVENA SINFONÍA jardines silvestres los rodean... la de Scarponni, es notable, entre estas Os- terias... entramos al gran patio; soledad impresionante... una bahía de sombra... dejamos el coche... el Oste, viene a nuestro encuentro; obsequioso, sonriente; ademán servil...



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nos señala un pequeño quiosco, muy discreto ; enmurado de glisinas, con una débil luz en la techumbre de hojas... perfume de rosas... y, el kiosko, es, como otra rosa abierta, en el corazón de la noche desierta... la mesa y ios bancos, rústicos... el menú, exclusivamente romano ; eso encanta a mi bella compañera, que hace ella misma la elección de los platos... vino de Frascatti, delicioso y sutil... apenas si alcanzamos a vernos, en aquella penumbra, discreta y amorosa, hecha para la ternura de los gestos y no de las palabras... relicarios de Amor, aquellos kioskos, son hechos para el Amor transeúnte, el beso precario, la emoción del encuentro fugitivo... para el divino Arte de las caricias impuras... la preparación del Menú, pide cuando menos, una hora de espera-



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ostras de Fiume y vino espumoso de Salerno, entretienen nuestra ansiedad... 367 J. M. VARGAS V I L A el vino, nos enardece hasta la fiebre... las caricias nos hacen locos... no hablamos; sabemos bien que la Palabra es el enemigo de la Voluptuosidad, en esas horas de frenesí, en que las semidesnudeces son más incitantes aún, que la desnudez, que ya no puede defenderse... nuestras bocas son ya una sola ; la copa de las lascivias donde se agotan los besos; esos besos, largos, lentos... que son la más es- tremecedora de las caricias... que se deslizan sobre la piel, como la voracidad de una llama... un hálito de lujurias florecidas, envuelve nuestros cuerpos, con el calor desesperante de la tú-



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nica de Nesso... las gardenias, tiemblan sobre nosotros, como envidiosas de las blancuras siderales, que tiemblan entre mis brazos... la luz del globo eléctrico, es tan pálida, que hace como cadavéricas aquellas semidesnudeces radiosas... la cinceladura de sus labios, se ha hecho cruel... me tortura al besarme... no habla... gime... y sus tenues gemidos, son como versos armoniosos, arrancados a sus labios musicales... el Oste, se acerca... 368 LA NOVENA SINFONÍA su tos preventiva nos lo anuncia;



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nos arreglamos las ropas decorosamente... trae el servicio... nos sirve él mismo... agotamos el vino; el aire, parece estar aún lleno de nuestros gemidos agudos... la rosa de los besos, desflorada, hace aún temblar sus pótalos en el corazón de la Noche... ella, está divinamente pálida, como si el De- seo, ensayase aún en el fondo de sus ojos, un frotamiento de alas; es preciso partir; salimos ; el chauffeur, duerme; se despierta azorado; emprende, somnoliento el regreso a la Ciudad... la Noche Taumatúrgica, no agota sus tesoros;



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los panales estelares derrochan aún sobre nosotros sus caricias de luz; bajo el vuelo de las Abejas luminosas, ella tiembla... y, yo la siento palidecer, divinamente angus- tiada... los pinos y los cipreses de la Villa Doria-Pam- phili, nos dan por un momento su sombra azu- losa, la misma que protege la "Muerte de las Niobides", de las cuales parece divisarse sobre el muro, los blancos rostros que lloran... callamos... su cuerpo se estremece al lado mío... 369 24 J. M. VARGAS V I L A yo, siento ese estremecimiento blanco, como el de una camelia... le ciño el talle... tiene los ojos cerrados;



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reposa su cabeza sobre mi hombro... la vecindad del chauffeur no nos permite sino besos furtivos; entramos en la Ciudad... su abismo luminoso, devora nuestra frágil ventura ; nos separamos... —¡Adiós!... — ¡ Adiós !... y, en el terciopelo de sus labios, esa palabra tiene aún, el esplendor de una caricia. 370 Roma



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P 9 Hf vES^H A ^° purificador; ral É^^''¡M baño restaurador... ™Ju/ 3ln~\ i la Pureza no se recobra; la Fuerza, sí... he dormido como un niño; me alzo ligero, tranquilo, sereno; la Paz de Roma, me posee- una Paz Elysea, llena de calmas azules; como la de un estanque pintado por Bourgeron... la Ciudad tiene una quietud de agua dormida bajo la luna... esa calma letárgica, es contagiosa, como una fiebre... como la malaria escapada del fondo de las Lagunas Pontinas; sobre estas aguas en marasmo, no se reflejan sino Fantasmas ; y hoy voy a ver el Ultimo Fantasma de esa Dinastía de Sombras; 371



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J. M. VARGAS V I L A el Papa- una Mentira Coronada; pero, una Mentira que llena el Mundo, con su Nada Abrumadora ; estar en Roma, y, no ver la Basílica de San Pedro, sería una enormidad... aprovecho la ocasión de poder verla, en un día de Fiesta Jubilar... la tarjeta que me ha dado el Embajador, me permite este placer... allons, done, ya que estoy en la Ciudad Eterna, gozaré un momento de su Eternidad... en marcha... mi Fantasía vuela ya, sobre la Cúpula Ponti- ficia, con la libertad de un petrel, sobre los mares... la Ciudad, es una melodía, de ritmos y de colores ;



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como un río en declive, la Multitud va hacia San Pedro... peregrinajes de todas partes del Mundo... rebaños polícromos y poliparlantes, divertidos de mirar... la ola humana hace imposible el tránsito... hasta frente a la Chiesa de Jesu, es aún posible a los carruajes marchar... frente al Palacio Massimo, tengo que dejar el coche... marcho a pie, en la fila que la policía hace 372 LA NOVENA SINFONÍA formar a aquellos que están provistos de tarjetas ; yo, con la de la Embajada, cuento entre los Diplomáticos; la travesía del Ponte St. Angelo, es casi im-



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posible... en la del Borgo, empleamos más de una hora; al desembocar el torrente humano en la Piazza di St. Pietro, hay un espacio de libertad... al pie de la Estatua de St. Pietro, hay un Monsignore joven, en pimpante traje talar, negro con vivos violeta, encargado de revisar las tarjetas, para entrar al Vaticano... las grandes puertas de la Basílica, que dan sobre la Piazza, están cerradas... los invitados entramos por el Portóne di Brón- zo y subimos por la Esceda Regia, bajo las ala- bardas de los suizos, que con sus uniformes abi- garrados, tienen un aspecto álacre de Opereta; por la Scala Pia, vamos al Cortile de San Dá- maso y por la Puerta del mismo nombre, entramos en la Gran Basílica... una Sensación de desconcierto se apodera de mi ánimo ante aquella inmensidad... un lago de oro... una selva de mármoles polícromos...



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un océano sin riberas, hecho para todos los naufragios, hasta el de la Nave de San Pedro... se dice que hay trescientas mil almas en la Basílica... 373 J. M. VARGAS V I L A se diría trescientas, diseminadas en aquella vastitud... se conversa como en un salón; yo, estoy al pie de la Tribuna Diplomática, al lado de la Puerta que da sobre el Cortile, la cual se ha cerrado... una larga espera, empieza a fatigarme- de súbito, se hace un Silencio profundo... la puerta que está detrás de mí, abre sus dos batientes... el Papa, León XIII, aparece; viene, traído por pajes pontificios, en unas andas de oro;



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lo sigue su corte de Cardenales, de Obispos y de dignatarios Pontificios ; el Papa, es diminuto, pálido, encorvado; un ídolo de marfil... una tiara, casi tan alta como él, toda cubierta de pedrerías, lo abruma... una capa pluvial, toda roja y oro, lo sepulta en sus pliegues, como en un sudario; es tan pequeño, tan magro, tan enclenque, que parece el esqueleto de un pájaro disecado, in- crustado de pedrerías; no tiene vida sino en los ojos... unos ojos como dos carbunclos, iluminados por un resplandor siniestro de Soberbia... a su aparición, los peregrinos prorrumpen en un grito delirante: — Viva el Papa Rey! — Viva el Papa Rey... 374



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LA NOVENA SINFONÍA el brillo de Soberbia, que hay en los ojos del Papa, se hace de un fulgor satánico ; ensaya ponerse en pie, para bendecir aquella Muchedumbre, aullante de adoración... sus vestiduras, lo aprisionan... el oro y las sedas, lo inmovilizan... bendice, lentamente, a la Multitud; ésta cae de rodillas, en un espasmo de Ado- ración... acaso diez hombres únicamente, permanece- mos de pie ante el ídolo enjoyado y decrépito; las mujeres, lloran... algunos peregrinos, besan el suelo; las andas del Papa avanzan... él, continúa con la mano levantada, haciendo el gesto de bendecir...



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el silencio es impresionante... la silueta del Papa, desaparece más allá del Ábside, detrás del Altar Papal... la Muchedumbre, se pone en pie... hay un rumor emocionado y emocionante... un paréntesis de Silencio- de súbito, ese Silencio es roto, por una voz que parece ¡salir de las entrañas de la Tierra- es la voz del Papa, una voz cavernosa, que en- tona el Tantum Ergo... el Coro de la Capilla Sixtina, lo acompaña... la voz de los eunucos es algo sobrenatural, que llena el Templo de Armonías desconocidas... se toca la Misa a Grande Orquesta, de Pale- trina... 375 J. M. VARGAS V I L A y, cuando el Papa se ha retirado del Altar,



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en que únicamente él puede oficiar, los chantres y sochantres maravillosos, entonan el Stabat Mater, de Rossini... se diría que el Cielo se desploma en armonías, sobre aquella Selva de mármoles... vuelve el Papa, a aparecer sobre sus andas de oro... vuelve a bendecir... vuelve el rebaño a prosternarse en gesto de Adoración... vuelve a sonar el grito: — Viva el Papa Rey... desaparece el ídolo, constelado de pedre- rías... se cierra la Puerta de San Dámaso; se abren las grandes puertas que dan sobre la Piazza San Pietro ; la multitud se precipita afuera; y, yo con ella...



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es tarde para ir a almorzar al Hotel ; lo hago en un Trattoria sita en el Ángulo del Borgo St. Spirito y la Colonnata de San Pietro... cuando ya la Piazza, se hace solitaria, regreso al Hotel; son las cuatro de la tarde... allí encuentro la carta del Embajador, comu- nicándome que el Ministro de la Guerra, se niega a concederme el permiso solicitado y or- dena mi inmediata incorporación a filas: el Embajador, consternado, me pregunta si 376 LA NOVENA SINFONÍA necesito fondos para mi viaje de regreso y los pone a mi disposición; le contesto no aceptando su ofrecimiento, pero agradeciéndoselo ; hago mis maletas... pago mi cuenta...



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y a la Estación... a Milán, a Milán, a Milán... 377 Milán L tiempo vuela... tengo que desertar súbito de aquí, para no ser declarado desertor de allá; ningún buque parte del puerto cercano; debo hacer el viaje por ferrocarril ; despacho mi equipaje por pequeña velocidad... llevo conmigo, una maleta, mi violín, estos Cuadernos y el original de mi Novena Sinfonía... parto esta noche... hacia la Selva Incendiada...



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378 En Route í estilográfica... mi cuaderno... últimas caricias de la pluma sobre el papel... como las de las manos de una Madre que va a morir... la Despedida que se me ha hecho en Milán, ha tenido las magnas proporciones de una Manifestación Artística y Política ; asociaciones de Estudiantes, de Artistas, de Obreros ; algunas de ellas con insignias y banderas ; el Maestro Dolci, el Maestro Mandonelli, el Maestro Gazzi; la Academia Musical, en pleno; el personal del Teatro Cavour y del Mazzini;



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las artistas de los Teatros, con sendas cestas de flores, que ahora llenan el wagón con su exquisi- to perfume... 379 J. M. VARGAS V I L A estos claveles de Ernestina Dolci, rojos como su corazón, como sus labios, como su Deseo... estas violetas de la piccola Nina Rossi, la delicada miniatura que anoche embelleció con sus caricias mi última ser ata d'amore; muchos abrazos, muchos besos, muchos adioses... Silba el tren, parte... ¡Adiós!... i Adiós !... 580



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E hace el Silencio... largas horas de tren- paisajes de quietud y de melancolías... a la derecha la Mar... me hace el placer el verla, con su rostro de vieja Nodriza, surcado de arrugas... como cuando me mecía en la Cuna... sobre sus playas sonoras... la Noche... la palidez de las rosas de los jardines, vistos en las tinieblas... las gares, bahías multicolores, mirajes tentaculares de livideces alarmantes... el Alba, que va a nacer... Igneópolis, que va a parecer... mi Alma se arrodilla... 381 J. M. VARGAS V I L A



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y la besa en perspectiva- sobre el rostro sangriento... y la frente coronada de espinas ; ¡oh! el Trágico Cristo... ya veo en el Alba Naciente, la Silueta de su cruz... escribo estas últimas líneas- guardo mi estilográfica... y estrecho este cuaderno contra mi corazón... y lo pongo religiosamente en mi maleta; al lado de mi Novena Sinfonía... diciéndoles: au revoir, au revoir... 382 IGNEOP O LI S L Zafiro de los cielos se hacía gris, reflejando sobre la palidez cerúlea de las aguas sus vagas livideces de ama-



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ranto, cuando Fabián Pere- da, llegó a la Estación de Ig- neópolis... el Sol, opacado por las nubes, tenía morbideces de ágata ; y era como un ópalo enfermo, cuyas rojas irisaciones se morían sobre el misterio obscuro de las aguas; sin fulgencias; un soplo de calma ambigua, descendía de las montañas cercanas, teñidas de un verde ambarado de marisma ; la bahía, quieta, en una como quietud de angustia, semejaba un enorme estuario, sobre el 385 25 /. M. VARGAS V I L A cual, los innúmeros mástiles de los navios, pa- recían arboledas desnudas, reflejándose en el marasmo turbio de las aguas, sobre las cuales, las pesadas moles de los buques, parecían grandes dinosaurios, petrificados, en una superficie de acero; en los muelles, cercanos al mar, había uno



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como tedio lúgubre, que se traducía, en los grandes silencios pensativos de los estibadores, todos ancianos o provectos, los cuales permanecían faltos de todo trabajo, extendidos en el suelo, como peces muertos sobre la playa ; declarada la ciudad en estado de guerra, no había movimientos de buques, y sólo los grandes acorazados, mostraban su siniestra arbola- dura, y las bocas de sus cañones, prontos a convertir en polvo, la ciudad agitada y rebelde ; se respiraba un aire de Tragedia, siniestro y opresor, como una pesadilla; la Estación del Ferrocarril, estaba ocupada militarmente; era un Campamento; cuando Fabián Pereda, desembarcó en ella, fué rodeado de autoridades militares y requisado cuidadosamente : mostró su Pasaporte ; al saber que venía a prestar su servicio militar, perdió su condición de Hombre ante los oficiales que lo rodeaban, ya no fué sino un soldado ;



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se le dio el tú ; 386 LA NOVENA SINFONÍA — Ya sabes ; mañana, a las seis, ya sabes — le dijo uno; se burlaron de su violín, y como lo llevaba en- fundado y colgado al hombre, le dijeron: — ¿Vas de caza? cuidado con los gorriones; no hizo caso a las chirigotas y atravesó el andén; salió de la Estación... la Soledad, era tan absoluta, que lo impre- sionó... ni la sombra de un ser viviente, turbaba la siniestra perspectiva, que se extendía delante de él... ni un vehículo en circulación; avanzó en esa Soledad, como en una Ciudad



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que la epidemia ha hecho desierta... los Kioskos de periódicos, habían sido derruidos ; entre los escombros de uno de ellos, le pareció ver el rostro de una mujer; cubierto de sangre y los cabellos ardidos ; se veía que el Kiosko ha- bía sido quemado, después de haber sido de- rruido... de cada esquina, salía un grupo armado, para requisarlo; al saber que era un futuro soldado, y mañana sería uno de ellos, lo dejaban seguir... anduvo, anduvo, anduvo... no encontraba donde sentarse, donde des- cansar; no había asientos en los paseos ; los de már- 387 J. M. V A R G A S V I L A mol habían sido arrancados de su sitio y arras- trados hacia las aceras, donde habían servido de



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refugio a los combatientes, los de madera ha- bían sido ardidos; sus armazones de hierro ya- cían contorsionadas por el suelo; a trechos, los carros de los tranvías, volcados por tierra y acribillados a balazos, indicaban que habían servido de trincheras; las puertas y las ventanas de las casas, her- méticamente cerradas; sobre las aceras, se pudrían cadáveres de obreros ; muchos de ellos boca abajo, con las blu- sas desgarradas por las bayonetas; el rostro de la muerte parecía retratarse en todas las cosas, angustiadamente ; algo fatídico flotaba, bajo el cielo triste, donde el vuelo de las gaviotas, trazaba curvas siniestras, como jeroglíficos de Presagios... nubes grises, muy lentas, se extendían pere- zosas sobre el cielo ; parecían fatigadas de ver matar y de ver morir... el cielo mismo, parecía un gran cadáver acribillado de heridas...



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tenía livideces siniestras... de súbito, un rumor como el de un pájaro que rompe el aire con las alas... un niño pasa corriendo con un papel en la mano... los cabellos erizados, los ojos desmesurados por el miedo; 388 LA N O V E N A, S I N F O N I A policías lo persiguen... el niño huye... —¡Alto! ¡Alto! le gritan... el fugitivo continúa su carrera desesperada..- suena un tiro... el niño cae... ensaya levantarse, cae de nuevo...



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los agentes se acercan... el niño muere agitando un papel entre las manos... — Mamá, mamá, dice volviendo el rostro contra la acera para morir, como si buscase el seno de su madre... —Es un espía, un correo para los revolucionarios dice un oficial y le arrebatan el papel- era una receta, una prescripción médica, marcada "Urgente"... era una Madre que se moría, y el hijo iba a comprar la medicina para salvaría... el hijo había muerto... la Madre moriría también... aquellos hombres habían tenido Madre... y ninguno lloraba- ai ver el niño muerto, tan bello, un Soldado dijo : — Parece una mujer, y en sus ojos brilló un resplandor de lascivia; todos se alejan...



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el muerto queda en abandono... sobre Ja tierra roja, un árbol tiembla desnudo de follajes... 389 J. M. VARGAS V I L A Fabián Pereda, continúa su camino... la Gran Plaza de la Ciudad, se abre ante él... sin un árbol : todos han sido abatidos... ardidos conio en una tala de bosques... de la Gran Fuente Monumental, que ocupaba el centro de la Plaza, apenas vestigios se ven... mármoles rotos, verjas arrancadas... en aquella soledad, el agua ha dejado de cantar... todo es mudo... hasta el viento que pasa, no tiene voz...



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sólo la Muerte habla... atraviesa la plaza, haciendo equilibrios sobre las losas saltadas, y enfila la Grande Avenida... otro desierto... los Palacios, mudos, abandonados en la insolencia de sus mármoles, como tumbas de Fa- raones, esperando ser pilladas por los Bár- baros... ni un árbol en aquella Avenida, antes umbría deliciosa, poblada de Obras de Arte... troncos de árboles, trozos die estatuas, frisos caídos, los bronces de los grandes candelabros abatidos por la tierra... nada, nada, una playa devastada por el hu- racán... parece que se hallasen solos frente a frente la Ciudad y El; la Ciudad Muerta; y él vivo... cómo le era doloroso ver el Cadáver de su Ciudad ; 390



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LA NOVENA SINFONÍA y no poder abrazarse a él, no poder ¡besarlo... allá, lejos, desembocando de una Calle late- ral, un grupo aparece, avanza, lento, siniestro, como una ola que arrastra un cadáver; son seis hombres armados llevan en medio un guiñapo humano; algo doloroso y repugnante de mirar... es un anciano, medio desnudo, sólo vestido de la cintura para abajo, descalzo... los hombros lacerados por el foete, y por las ligaduras, que le atan los brazos ; la barba blanca, candida, larga, cubriéndole el pecho escuálido, ha sido arrancada a trechos, y a trechos es roja y negra, manchada por coa- gulones de sangre; la cabellera luenga, gerolimítica, ha servido a los sicarios de asidero para arrastrarlo por el suelo, y en parte ha sido arrancada, con peda-



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zos de la piel del rostro, que ahora sangra... la sangre cae sobre los brazos y sobre las manos atadas... el anciano desfallece, lo hacen avanzar a em- pellones... las culatas de los fusiles, lo golpean en las espaldas- las empuñaduras de los revólveres le goüpean en la cabeza; las heridas manan sangre... el cuadro recuerda Le Criste aux Outrajes, de Memling; el grupo pasa... 391 J. M. VARGAS V I L A Fabián Pereda reconoce al Anciano; es Ro- gelio Méndez, el Maestro... su Maestro, el Viejo Pedagogo de la Li- bertad...



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el anciano lo ¡mira con aquellos ojos de Manse- dumbre, que eran como una Caricia de Dig- nidad- Ios apartó prontamente del Discípulo, como no queriendo comprometerlo con su contacto... Fabián Pereda, tuvo el ímpetu de avanzar hacia su Maestro, luchar por él... libertarlo... quedó inmóvil, ¿qué podría él contra ellos? el grupo se alejó se perdió en la lejanía ; él, se sintió desfallecer... un gran ímpetu de llorar lo asaltó; apoyó su cabeza contra el muro de la esquina, cubriendo sus ojos con sus manos, y lloró amargamente... las lágrimas ¡son el único recurso que queda a los hombres y a los pueblos vencidos... que no tienen el valor de morir... o el más heroico aun de matar.. un guardia salió de su escondite, y creyéndolo enfermo, vino a él, para auxiliarlo; le brindó licor, y viendo perderse el grupo en la lejanía, dijo refiriéndose a Rogelio Méndez:



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— Al fin lo cogieron; estaba oculto en el Campo, mañana habrá pagado con su Vida, sus Crímenes contra el Orden; ya no falta sino el Mencio Pereda; ya caerá, ya caerá- Fabián, no quiso oír más,.., y se alejó, como 392 LA NOVENA SINFONÍA perseguido por aquella Requisitoria, lanzada por el Bárbaro, contra su Padre... siguió su camino por aquel desierto... a medida que se acercaba a la barriada extre- ma en que vivía, parecía desmesurarse aún más la Soledad... los Chalets, todos, estaban cerrados y vacíos; los jardines abandonados, incultos; los propietarios de esas moradas, que eran todos gentes ricas, habían abandonado la Ciudad ; unos habían ido al extranjero, otros a sus pose- siones de campo, lejos de la Tormenta ;



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a medida que se acercaba a su casa, una gran angustia lo poseía, como si todo suspirase en torno suyo; en aquella zona de la Ciudad, había árboles; y los árboles inmóviles, parecían no querer agitar sus ramas, para no hacer ruido, para no denunciarse a la Muerte, que velaba encima de ellos, como una Divinidad en furia ; había pájaros muertos en los jardines; sin duda, balas perdidas los habían matado... las flores se abrían en una quietud cineraria como si estuviese adornando un cenotafio... al llegar a la esquina de su casa, un hedor insoportable lo hizo detenerse; era el cadáver de un niño, vendedor de pe- riódicos, que se pudría sobre la acera... se vio obligado a pasar por encima él, y do- bló la esquina- J. M. VARGAS V I L A



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su calle se perfilaba recta, solitaria, luminosa, como una acuarela inconclusa... había muchas clemátidas sobre las rejas, y las rosas odoraban en el silencio, como si quisie- sen embalsamar un cadáver con su perfume... como no había agua en la Ciudad, la® fuentes estaban mudas ; el cristal de las aguas estancadas en los reci- pientes, era verde, fangoso, empezaba a hacerse fétido como si se gozase también en engendrar la Muerte... en aquel Silencio, sus pasos sonaron en la acera, como los de un batallón en marcha... los árboles tenían estremecimientos ex- traños... la hierba que crecía sobre el trottoir, parecía gemir bajo sus plantas; tras de la reja, una mano blanca, como una paloma que vuela... la reja gira, y suena, como un ser que se queja... una cabellera blanca, un rostro blanco



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asoman... como una camelia enferma, es su Madre... detrás de ella, erecta, luminosa, como una Victoria sin alas: Jahel... cae en brazos de su Madre, llorando como un niño... estrecha las manos de su Amada, mirándose en la tristeza de sus ojos, como en un Piélago de Amor... 394 LA NOVENA SINFONÍA y unidas por los brazos, entran los tres, en el Salón; la Sombra del Padre Ausente, se alza ante ellos, y llena sus Almas, con su rostro inquietante de Tragedia... — Hace una semana que no lo vemos, dice la Madre, como si respondiese a la muda interro- gación que se escapaba de los ojos, más que de los labios de su hijo...



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— Hasta hace tres días estaba oculto en la Sociedad de Tipógrafos. Desde anteayer no hemos sabido nada de él... y diciendo así, la Madre, sintió nublados los ojos, y dobló la cabeza sollozando, como bajo el peso de la Fatalidad... su hijo le alzó el rostro con las manos fuertes, y la besó en la frente, en los ojos húmedos, en los labios trémulos... besos de Consolación... él, les contó la Escena que acababa de ver; el encuentro del Maestro Camino del Calvario; pero calló la frase del Sicario contra su Padre; preguntó por el de Jahel, y ésta le dijo que estaba en el campo con su familia, habiéndola dejado a ella al cuidado de doña Herminia ; interrogada sobre Arcadio Morelli, contó, cómo el último día, a través de la reja del Jar- dín, le había dicho; — Ya vamos a traer tu músico, y yo, le haré cantar la Ultima Sinfonía;



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395 J. M. VARGAS V I L A el recuerdo de esa chuscada cruel, hizo a todos posar los ojos sobre la mesa, en la cual estaban aglomerados, los diarios y Revistas de Milán, que él les había enviado, con sus retratos sus elogios, y el anuncio de su Audición... rayos de Gloria extintos, laureles que no crecieron... en aquel momento, tocaron a la puerta ; era la Policía; como la casa estaba vigilada, para aprehender a Don Mencio Pereda, apenas entrara en ella, ésta, venía a averiguar, quién era aquel que ha- bía entrado; al encontrarse con Fabián Pereda, que les mostró su Pasaporte, y la orden de entrar en filas, reconocieron ya en él, uno de los suyos y se retiraron tranquilos... — Uno de ellos, dijo la Madre, es el asesino



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de Roberto Pérez... — i¡Cómo! ¿asesinaron a Roberto? — Sí; anteayer en la mañana, la Policía, fué a buscarlo a su casa, de la cual hacía tres días que no salía, porque estaba enfermo. Conio eran las tres de la mañana, tardaron en despertarse y en abrir. La Policía rompió la puerta a culatazos y aprisionó a Roberto, que no tuvo tiempo de vestirse. Lo llevaron así, medio desnudo, empujándolo a culatazos, sin piedad para la pobre madre, que lo seguía llorando... — Y ¿ por qué lo aprenhendieron si él, no era político ni cosa semejante? 396 LA NOVENA SINFONÍA — Por pertenecer al Comité de Obreros Tipó- grafos y ser Profesor de Grabado en la Escue- la de Artes y Oficios. Por esto último suponían que él debía saber dónde estaba oculto el Maes- tro : Rogelio Méndez. Lo sometieron a una tortura cruel, para que confesara, aquello que él no sabía. Visto que nada lograron de él, lo sa- caron de la cárcel, en unión de otros obreros im-



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presores, a las dos de la mañana de ayer, con el pretexto de embarcarlos, a bordo del acorazado Belerefont, y los fusilaron en el trayecto, apli- cándoles lo que ellos llaman: la Ley de Fuga; no quisieron darles ni el tiro de gracia, y los dejaron morir revolcándose en el suelo. Los vecinos que los oían lamentarse, no se atrevían a ir en su auxilio, por miedo a ser asesinados por las patrullas ; al fin, cuando ya fué de día, todos habían muerto. Los pusieron en un carretón de basuras y los llevaron al Cementerio, hacina- dos con otros tantos cadáveres de obreros. A la pobre Fulgencia, no le querían entregar el ca- dáver de su hijo. Al fin se lo dieron, con la pro- hibición absoluta de no hacerlo reconocer por ningún Médico, sin duda para que no se su- pieran las torturas inmundas que había sufrido... todos callaron, se diría que se oía gemir la Soledad... y todo callaba en torno de ellos, todo... hasta los pájaros que se dirían muertos, entre el Cielo y el Mar... 397 J. M. VARGAS V I L A



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esas dos Soledades, que parecían huir del Hombre, avergonzadas de tanto Crimen... crujió la verja del patio interior... todos se miraron azorados... don Mencio Pereda, apareció en el fondo del jardín interior; la figura del noble anciano, se perfiló bajo el emparrado, como bajo una cúpula azul ; unía lo sublime a» lo ridículo; un paso de Comedia, en el corazón estremecido de la Tragedia... venía vestido de fraile capuchino; lo seguía, con la misma indumentaria, su fiel Secretario de Redacción, Silvio Filipo; habían ya quitado las luengas barbas posti- zas y desabotonado para quitárselos, los toscos trajes talares, cuando entraron al jardín y avanzaron hacia el corredor; con aquel disfraz, habían atravesado toda la ciudad, y habían llegado hasta allí, entrando por la puerta del jardín, que daba al campo;



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el amor paternal, había inspirado a Don Men- cio esta estratagema; quería ver a su hijo, abrazarlo, acaso antes de morir... su alta silueta, inmóvil, hacía sobre los senderos del jardín la impresión de un árbol desnudo de follajes, envuelto en los cendales del crepúsculo... las rosas, que se dirían de alabastro, en aquella hora de languidez silente, trepando hasta el ex- 398 LA NOVENA SINFONÍA treimo de la reja, parecieron ir a su encuentro para saludarlo, mientras Pick, el viejo perro de guarda, arañaba los barrotes de ¡La reja, impa- ciente por ir a olfatear a su amo, y ser acariciado por sus manos ; no había ya blondeces en el sol, que teñido de un bermejo obscuro arrojaba una luz cárde- na, que moría bajo el emparrado, con un estremecimiento violáceo, como de carnes en descom- posición...



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don Mencio, como si se despertase de un sueño extraño, del cual le costase pena defenderse, avanzó hacia el grupo de los suyos ; todos fueron a su encuentro, Doña Herminia, se colgó a su cuello besándolo con pasión, él la besaba conmovido, y no desprendió de sus brazos, sino para abrazar a su hijo, largamente, apa- sionadamente... después besó en la frente a Jahel, a la cual miraba ya como una hija... y se sentó rendido, extenuado de emociones, en una silla de mimbre, que le estaba cercana; cuestionó a su hijo sobre sus últimos días de Italia, y el fracaso de su Triunfo, que ya sabía por sus cartas; pasó su vista por los Diarios y las revistas aglomerados sobre la mesa; sus largas manos huesosas, tenían un temblor nervioso, con el cual rompía sin saberlo, las hojas que tocaba... ignoraba la prisión de Rogelio Méndez, y cuando su hijo se la contó, con la escena emo- 399



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J. M. VARGAS V I L A cionante que había presenciado, estuvo a punto de desmayarse ; uno de esos furores epilépticos que a menudo lo dominaban estuvo a punto de estallar en él; su esposa le dio una taza de tilo, con gotas de valeriana, y eso lo calmó... —Hasta ayer lo buscaban por todas partes sin poder encontrarlo... ¿quién lo habrá vendido?... veinte mil pesos, ofrecían por su cabeza, y por la mía; los sabuesos han husmeado hasta en el fondo de las cloacas ; han sido los buzos del es- tiércol ; el Instituto Pestalozzi, y la Biblioteca Popu- lar, han sido saqueados y derruidos; los mapas y los libros de la espléndida Biblioteca, fruto de treinta años de esfuerzos perseverantes para formarla, han sido quemados en el patio central, en una gran hoguera, y se forzó a los ni- ños de un Instituto, a ser los Incineradores de aquel Tesoro Mental ; los Laboratorios pillados y destruidos; los Instrumentos de Física, de Química y de Mate-



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máticas, arrojados por las ventanas, por orden y bajo las miradas compasivas del Padre Su- perior de un Instituto, al cual el Pestalozziano de Rogelio Méndez, había arrebatado sus mejo- res discípulos... los jardines, han sido arrasados, los mármo- les y mosaicos de los claustros, destruidos con picas; rotos los retratos, y los bustos en már- mol de los fundadores; profanados los frisos y 400 LA NOVENA SINFONÍA los arquitrabes; arrojados lejos los hierros de las verjas artísticas, que rodeaban el edificio; Sergio Polo, el viejo Conserje, que había visto desfilar por delante de él, cinco generaciones de alumnos, fué reducido a prisión, y fusilado ayer mañana con su hijo mayor, mozo de veinte y tres años; su mujer está en la cárcel, sin saber ella ni nadie dónde están sus hijos menores que han desaparecido; se celebran funciones de Gracia en todas las Iglesias, y se hacen roga- tivas porque Rogelio Méndez, sea hallado para hacer con él, un Escarmiento, y acabar con la peste de Filósofos y de Intelectuales, que son la causa de estas conmociones...



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calló el anciano, un silencio lúgubre se exten- dió en torno de él... una bandada de cuervos, que parecían ebrios de sangre, voloteó sobre el jardín y lo hizo negro todo, hasta la blancura de los rosales; el Silencio, se desgarró, pasó por frente a la reja, que daba sobre la calle, un hombre en carrera precipitada... la faz pálida; los ojos des- orbitados de pavor... en pos de él, un pelotón de policías; se oye una descarga de revólveres... se ve caer el hombre a tierra, un Policía se acerca, y le da en la nuca el tiro de gracia ; — \ Asesino!... gritó don Mencio, y se puso en pie, en actitud de correr hacia la calle; su mujer y su hijo se abrazaron a él para detenerlo; doña Herminia le tapó la boca con 401 26 J. M. VARGAS V I L A un pañuelo, para impedirle gritar... y ayudada de Silvio Filipo, lo llevó hacia el Salón, cerran-



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do cautamente las puertas- Fabián y Jahel, quedaron en el corredor, y bajaron las persianas, para no ser vistos por los policías que trajinaban por la calle, y en cuyo auxilio había venido toda una legión de sicarios ; pasaron al muerto en una camilla; — Es Pablo, el hijo de la frutera de la esquina, dijo Jahel, era un muchacho que no tenía aún diez y ocho años; ¿qué ipodía haberles hecho?... y callaron... había en la atmósfera un relente de angustia que parecía hacer difícilmente respirable el aire ; sin embargo ellos se miraban, como si nada- sen en una atmósfera resplandeciente 'de luz; se verían a través de la claridad magnífica de su Ensueño; el Amor es la Aurora Perpetua, sobre los jardines silenciosos del Alma; su luz no fenece nunca; un solo rayo suyo, basta para iluminar la más espesa sombra del Dolor... los llamaron a almorzar ; en ese almuerzo, no



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hubo más rayo de alegría que la locuacidad vertiginosa de Silvio Filipo, que parecía poner su lápiz de caricaturista en su lengua acre, para deformar los hecho® y las personas, con su verbo mordaz como un ácido; 402 LA NOVENA SINFONÍA se rió de todo, ¡hasta de la idea de ser azotado, si caía en poder de sus enemigos, como lo habían sido otros periodistas, que habían servido de es- pectáculo a los presos de las cárceles, siendo lle- vados del baño al pilori, completamente desnudos y abofeteados sin Piedad; comió con um apetito pantagruelesco, e hizo sendas caricaturas de Don Mencio y, de él, en traje de Capuchinos, refiriendo las mil reveren- cias de que habían sido objeto, por parte de las patrullas y cuerpos de guardia, con los cuales ha- bían tropezado en el camino... don Mencio, había escogido este disfraz, no sólo por la inmunidad que él hacía gozar a todo aquel que lo llevara, cuanto porque la cogulla de fraile, caída sobre el cuello, cubría perfec- tamente el enorme ántrax, que tenía sobre la



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nuca, y por el cual habría sido reconocido, inmediatamente; el gesto de hilaridad que la verba alerta de Silvio Fñipo, hizo deslizarse sobre los labios, pasó bien pronto, ante la Realidad, que se pre- sentaba de nuevo, con sus Facciones de Tra- gedia... fué preciso partir; don Mencio y Silvio, endosaron sus libreas mo- nacales, y pusieron sus barbas capuchinas, sobre sus rostros entristecidos ; el momento de los adioses fué conmovedor; don Mencio abrazó y besó a su mujer y a su hijo; 403 J. M. VARGAS V I L A y se alejó... como si dejase allí desnudo su corazón... las sombra® de los dos frailes, atravesaron el jardín, abrieron la puerta y se perdieron en los



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campos... entre las viñas verdes, que se tendían hacia ellos, como brazos en desesperación... 404 a tarde descendía muda y trágica, corno una implora- ción de bocas invisibles... llenas de palabras inau- dibles... enredadas con jirones de banderas, a las llamas violentas que fulgían en el cielo, como escapadas a los Incendios de la Tierra... por los senderos de lo Infinito, avanza la Tra- gedia; sobre la Tierra muda estremecida de espanto...



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Fabián y Jahel, quedaron solos, en el corredor, en medio de esa paz solemne, que tenía la vastitud lúgubre de un Estuario, en el cual se apaga el grito de los últimos náufragos... 405 J. M. VARGAS V I L A callaban... ¿es que conocían la inutilidad de las palabras? se diría que tenían el corazón en los ojos... tal era la ternura con que se miraban... vivían en el seno del Recuerdo, que parecía decirles : Je suis un sablier ou s'ecoule du sable que n'ont pos recueilli mes doigts y parecían extender sus manos para recoger la arena del Recuerdo, que se escapaba de la Clepsidra inmóvil... y sentían la cabalgata de los acontecimientos que los cercaban...



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en un sonoro tropel... la Ciudad ardía... la Ciudad agonizaba... los obuses vibraban en el aire- eran el Grito de la Ciudad... la Voz de la Ciudad... que lo llamaba a él... a combatir con la Ciudad... y acaso a morir por la Ciudad 1 ... ¿no era su Hijo? Fabián, hundía los dedos de una de sus largas manos tentaculares, en su cabellera opulenta, hecha luminosa por las refracciones del Sol, y decía, en un parlamento meditativo, que tenía más del Monólogo que del Diálogo: — Mañana esta cabellera tumultuosa, habrá caído bajo la tijera de ese esquilador del Re- baño Humano, que es el barbero de un Cuartel... la Tonsura Militar, igualitaria, como la Ton- 406 LA NOVENA SINFONÍA



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sura Monacal, habrá rasado estos cabellos, que eran como el penacho de mis batallas y de mis victorias ; al monje, lo tonsuran, para servir a Dios; a nosotros, nos tonsuran, para servir a la Pa- tria; somos los legos de ese enorme Monasterio de siervos que es un Cuartel ; al Monje, lo mandan a conquistar almas para Dios ; al Soldado, lo mandan a conquistar Pueblos para la Patria; la misión del Monje, es salvar las almas; la del Soldado es dar la suya en holocausto; el Monje, va voluntariamente a su Misión, al soldado lo llevan atado a ella; el Monje, es un Legionario de la Mentira; mentir es su misión; el Soldado, es un Legionario de la Servidum- bre; servir es su consigna; esa Tonsura, que voy a sufrir mañana, es la



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primera caricia de esa Esclavitud, en la cual voy a entrar; con la cabeza apoyada en la mano, continuaba en meditar; la suave brisa que lo acariciaba no alcanzaba a calmar el ardor de su Pensamiento; sentía la tristeza del Presente, y pensaba en las revanchas del Porvenir... Jahel, lo contemplaba con Amor; con un suave y casto Amor, desbordante de ternuras; 407 J. M. VARGAS V I L A el perfume de las rosas, los envolvía, como en un manto digno de la castidad de sus En- sueños ; de los Ensueños, que en aquella hora flotaban en sus almas, como brumas muy tenues, escapadas al corazón de un lago, para servir de cendal, a los juncos pensativos, que se alzan en sus riberas, con esbelteces melancólicas de Efebos pensativos ;



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el Amor, es triste, por no decir, que es la Su- prema Tristeza, y de ella se impregnaban ambos, con la mansedumbre ingenua de dos gace- las, que vienen a abrevar a la misma fuente, a la hora inexorablemente triste, en que las estrellas, llegan como un tropel de Ninfas, a bañar- se en el corazón de las olas, en lánguida quietud ; sus ojos iluminaban el panorama sombrío, en el cual un velo espeso parecía ocultar el Cora- zón de la Tragedia... que palpitaba furiosamente.. sonó el timbre de la puerta que daba sobre la calle; ambos fueron a abrir; eran dos soldados, armados, que traían un pliego de la Comandancia Militar, para Fabián Pereda ; la Orden de presentarse en el Cuartel, antes de las seis de la tarde; ambos reconocieron la forma de letra: era la de Arcadio Morelli; no se dijeron nada...



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408 LA NOVENA SINFONÍA Fabián, tuvo, apenas el tiempo de cambiar de ropas... colocar en su mesa escritorio los "Cuadernos de un Artista", el original de la Novena Sin- fonía; abrazar a su Madre, estrechar las manos de Jane!; y decirles: ¡Adiós! ¡Adiós! 409 uando Fabián Pereda, llegó al Cuartel, era ya de noche;



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había atravesado la Ciu- dad a pie, tropezando con los cadáveres, tanteando en las tinieblas... era como caminar en el fondo de una tumba, donde no uno, sino muchos cadáveres, impidieran el paso del profanador... ni un pico de gas, ni una bombilla eléctrica... a trechos, la linterna roja de un vigilante nocturno... Silencio, Soledad, la Ciudad muerta, bajo la Noche... el paso de los Centinelas; — Alto ¿quién vive? la requisa brutal... ruido de patrullas, silbido de balas, grito® de alarmas, gemidos de alguien que muere... 410 LA N O V E N A SINFONÍA otra vez el Silencio, el trajinar en la Sombra; el Cuartel;



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una mole en la obscuridad... Fabián Pereda, entra, presenta sus papeles; un Sargento, toma nota de ellos, hace apuntes en un cuaderno y lo lleva a una Cuadra... un enorme espacio negro, en cuyo centro oscila un farol... le señala un lecho de hierro, y lo deja allí... sombras se mueven en la obscuridad, cuchi- chean, un centinela pasea a lo largo entre los lechos... sus ojos se habitúan lentamente a las tinieblas; llegan a ver en ellas: hombres dormidos o insomnes; actitudes bestiales o sospechosas, desnudeces repugnantes; el rebaño humano aglomerado, asqueroso de mirar... un vaho pestilencial, se desprende de aquel aglomeramiento de seres mal olientes... un relente de rebaño y de piara; atmósfera irrespirable, cargada de miasmas ; las aguas residuales de los retretes, desbor- dan e invaden aquella cuadra, que el hacina- miento de cuerpos hace ya fétida, como una



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cloaca... se oyen diálogos a media voz... palabras innobles : se perciben gestos equívocos... pasa la sombra de Onán, se proyecta un jirón de la Su- burra... 411 J. M. VARGAS V I L A Dante, no imaginó pana sus condenados, nada tan horrible, como esta noche en vela, en aquel antro de suciedad y de lascivia... Fabián Pereda, no cerró sus ojos, sentía mo- rirse su vieja Alma de Amor y de Belleza, y nacerle una nueva de Odio y de Horror; el Hombre Civilizado, moría en él y el Salva- je nacía; pletórico de pasiones primitivas; en el fondo de esa Pesadilla, el Dolor Brutal, que se acumulaba en su corazón, mataba una a una todas sus exquisiteces de Artista...



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la Aurora, apareció lenta y pálida, como una meretriz fatigada, que se levanta del lecho... una luz demayada, blafard, penetró por los ventanales, llenándolo todo de tonos amarillen- tos, como de cadáver... sonó el toque de diana; el rebaño desnudo y semidesnudo, empezó a ponerse de pie... salió al corredor, se pasó lista, se repartieron lo© uniformes; el que le dieron a Fabián, le quedaba corto y le faltaban los botones; hubo de ponérselo así, porque no había tiempo que perder... — Los nuevos a la Barbería, gritó un Cabo; y los empujaron a ella ; cuando Fabián Pereda, vio los cinco esquiladores con las tijeras en las manos, sintió que se le erizaban los cabellos prontos a caer; le tocó su turno... vio caer al suelo su blonda y larga melena, tantas veces acariciada por 412



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LA NOVENA SINFONÍA el soplo de la Gloria, y no sintió Dolor, sino una Codera devastadora; no quiso ver al espejo su cráneo rasado como eJ de un convaleciente de tifus; cuando fué libre del barbero, sacudió con el pie los restos de su cabellera caída al suelo ; los cabellos de oro, volaron luminosos como alas de libélula... — A formar... era hora de la revista; se pusieron en fila, el Capitán apareció; era: Arcadio Morelli, buscaba algo con sus ojos de halcón; alcanzó a ver a Fabián Pereda y volvió la cara; castigó brutalmente con la mano a dos o tres reclutas, dio órdenes al sargento; cuando llegó frente a Fabián Pereda, lo miró de arriba a abajo, como si nunca lo hubiese visto; lo re- quisó con cuidado, y vio que le faltaba un botón...



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— Y ¿este botón? — Faltaba a la guerrera... — No es verdad -^Sí... — Mientes; un bofetón vibró en el aire; y la mejilla de Fabián Pereda, enrojeció bajo él; vio rojo, vaciló sobre sus pies... crispó -los puños; cerró las manos desarmadas... iba a al- zarlas... pero... reflexionó que aquello era morir... in- útilmente, estérilmente... 413 J. M. VARGAS V I L A y la esperanza de vengarse dio fuerza a su corazón ; quedó sereno y mudo bajo el ultraje... — A éste, tenerle cuidado, vigilarlo mucho, porque es un Revolucionario, es el hijo del Jefe



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de la Banda ; apenas se mueva, palo con él, dijo Arcadio Morelli, al Sargento que lo acompañaba en la revista... todos volvieron a mirar hacia el Revolucio- nario... éste quedó impasible; el Capitán siguió su marcha; la revista terminó; llegó la hora del desayuno, un café sucio y vis- coso, que daba asco mirarlo, un pan negro de presidiario... Fabián Pereda, tenía dinero y se hizo servir en la cantina... llegó la hora de salir con su compañía a la calle; iban a proteger el Convento de los Jesuí- tas, que según ellos, debía ser atacado esa ma- ñana; se pusieron en marcha ; como era la hora que se había señalado para que las tiendas se abrie- ran y las gentes se proveyeran de víveres ha- bía algunas gentes por las calles; el rostro de la Muerte, parecía retratarse en todas las pupilas angustiadas ; algo fatídico, flotaba bajo el cielo lívido, ago-



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biado de presagios... cuando llegaron al Colegio de lo® Jesuítas, las grandes puertas de hierro rechinaron al abrirse ; 414 LA NOVENA SINFONÍA entraron ; a uno y a otro lado de las loges de los porteros, sendos cañones ligeros, apuntaban hacia la calle... el patio central, era un verdadero arsenal de armas y municiones ; en el piso superior, en cada ventana de las que daban a la calle, habían colocado un cañón ; en el centro, sobre bancos de madera, toda clase de municiones; un soldado fué colocado en cada ventana; no había necesidad de artilleros, los Padres sabían manejar los cañones, con una propiedad matemática ; ese día, se vacaba en el Colegio; los alumnos holgaban por los claustros;



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los Padres, exultaban de alegría, porque la noche anterior, a las doce de ella, había sido fusilado Rogelio Méndez, en una de las Fortale- zas de la Ciudad; se contaban cosas horripilantes de los detalles de la ejecución; eso deleitaba a los Padres, que se permitían hacer chascarrillos, sobre el muerto, y sobre el instante de su agonía... — Ya no falta sino el Mencio Pereda, dijo el Padre Rector, en el corro en que peroraba... Arcadio Morelli, que lo escuchaba, le picó el ojo, y le susurró, que aquel soldado que allí ha- cía guardia, era su hijo, mostrándoles el punto donde éste estaba; 415 J. M. VARGAS V I L A todos miraron con odio, hacia el lado donde el joven recluta hacía centinela; el vacío se hizo en torno de él ;



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los niños, se agrupaban a distancia, para mirarlo con horror; los legos, que repartían golosinas a los soldados y los atiborraban de licores, para darles valor caso de un ataque al convento, no se acerca- ron a el, ni le ofrecieron nada, ni le dieron nada... si el desprecio hubiese sido un explosivo, todos ellos hubiesen sido pulverizados y hechos átomos, por el desprecio de Fabián Pereda... él, no pensaba sino en la ofensa recibida, y en la hora de vengarla... en el momento de dejar el servicio obliga- torio, volver a ser un ciudadano, abofetear a Aircadio Morelli, obligarlo a batirse y matarlo sobre el campo... la idea de la Revancha, lo consolaba del ultraje recibido; la Esperanza, como una enfermera amable, vendaba los ojos heridos de su Honor... pasado medio día, y cuando se tuvo la seguridad que el convento, no sería atacado, la Com- pañía del Capitán Morelli, fué trasladada al Banco Comercial, donde efectivamente había



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peligro ; allí, la atmósfera de hostilidad, se cambió en cordialidad, para Fabián Pereda; su Padre, había sido largos años, Contador de 416 LA NOVENA SINFONÍA aquel Banco, en el cual su honradez era citada como ejemplo, y su ausencia era lamentada to- davía; el Director, había conocido a Fabián Pereda desde niño, tenía por él un cariño paternal y lo invitó a su mesa... Arcadio Morelli, lo hizo levantarse de ella, para que fuera a hacer su servicio; allí sí ha- bía peligro; las bandas dispersas de los funerales de un periodista atacaban reciamente... los restos de la Manifestación dispersada, se habían aglomerado frente al Banco... Fabián Pereda, alcanzó ver a su Padre, que arengaba con una bandera en la mano...



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Arcadio Morelli, ordenó hacer fuego sobre el grupo; éste, se dispersó, perseguido de cerca por fuerzas de caballería; los amotinados se internaron por callejuelas estrechas y tortuosas, donde las puertas y ventanas arrancadas, les servían de trincheras e impedían las maniobras de la caballería... Fabián Pereda, vio perderse a su Padre, y el grupo que capitaneaba, por una de aquellas callejuelas y respiró libremente... pasado el peligro, las tropas se retiraron del Banco... y entraron al Cuartel... 417 27 nochecía; rendido de Dolor y de fatiga, Fabián Pereda,



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se echó sobre el jergón que le habían dado para lecho; se quedó profundamente dormido ; sería más de media noche, cuando oyó al sargento que decía: — Seis números... y a Arcadio Morelli que gritaba : — Que venga el Músico, con ellos ; él sabía que el Músico, era él, ¿para qué lo querían? salió, a formar; tomaron sus armas; los pusieron en filas; los llevaron a un patio sumido en obscuridad, la noche era espesa, había niebla; seis hombres estaban arreglados en fila dando la espalda al pelotón que llegaba; éste, formó a distancia de unos metros, de- 418 LA NOVENA SINFONÍA tras de ellos, colocado un soldado detrás de cada hombre...



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éstos, eran prisioneros que acababan de traer ; juzgados sumariamente, habían sido condenados a ser pasados por las armas; sobre la espalda de cada condenado y colgada al cuello, se colocó una linterna ; los soldados apuntaron... Fabián Pereda vaciló... ¿qué había visto a la luz del farol, bajo el tejido sutil de los cabellos blancos, del hombre que estaba frente a él? ¿era el ántrax del cuello de su padre? disparó al aire; otro soldado disparó por él; los ajusticiados cayeron a tierra, boca abajo... los obligaron a pasar cerca de ellos, para darles el tiro de gracia ; los moribundos, se convulsionaban en la agonía ; era necesario acabarlos de matar- Fabián Pereda, había visto bien, el ántrax de su Padre, los cabellos de su Padre, que se cris-



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paba en los estertores de la agonía... — Dispara, le gritó Arcadio Morelli, ordenán- dole ultimar a su Padre... Fabián Pereda, alzó el rifle a la altura de su cara y disparó, no sobre su Padre, sino sobre Arcadio Morelli... éste vaciló y cayó a tierra... ensayó sacar su revólver... 419 J. M. VARGAS V I L A Fabián Pereda, disparó de nuevo sobre él, y lo ultimó... cuando volvió a mirar hacia su Padre, éste había muerto... quiso arrojarse sobre el cadáver para abrazarlo, para besarlo... no lo dejaron... — Papá, papá... gritaba con una voz tan tierna que conmovía las entrañas de la Noche... sus compañeros lloraban... lo desarmaron...



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lo apartaron de allí... tropezó con el cadáver de Arcadio Morelli... lo rechazó violentamente con el pie, rozándo- le el rostro con la suela de su calzado... y entró en prisión... un Consejo de Guerra Sumarísimo, lo condenó a Muerte... clareaba el Alba, cuando fué llevado al mismo patio infecto, donde había sido fusilado su Padre, cuya sangre empezaba apenas a secarse... puesto frente al pelotón que debía ejecutar- lo, no se dejó vendar... cayó acribillado de tiros... escuchando cerca a las murallas, sonar el Mar... que le cantaba... dulcemente, suavemente, cariñosamente... su ULTIMA SINFONÍA.



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FIN 420 1 N D ICE Páginas. Prefacio 7 Cuadernos de un Artista 23 En Italia 239 Igneópolis 383 421 RARE BOOK COLLECTION



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THE LIBRARY OF THE UNIVERSITY OF NORTH CAROLINA AT CHAPEL HILL PQ8179 .V3 N68 1928 & SEIS PESETAS



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J. M. VARGAS VILA 12PREFACIO Una mirada enternecida hacia las auroras lejanas, ya borradas para siempre, en cielos de Inanición; mirajes y paisajes ya esfumados y diluidos en ignotos horizontes y, de los cuales, el vago perfil remoto, no alcanza a consolarnos de su ausencia definitiva... rememorar, es revivir... recorrer es espíritu las largas avenidas de laureles que nos fueron propicios... ¿no son hermanos de aquellos que tejidos en forma de coronas, se hicieron ya polvo sobre nuestra frente? nuestras manos fatigadas, no se tienden ya hacia los ramajes admirables... ¿para qué? la tristeza del Vencedor, es la más cruel de todas las tristezas; ella siente no ya el hastío, sino el desprecio del Triunfo... miserable león vencido que yace embalsamado a sus pies...; recordar... he ahí un buen triste placer, en esta hora sin Orgullo, en que sobre las cenizas de estériles victorias, vemos sin angustias, las tinieblas de la Eternidad descender sobre nuestros ojos, prontas a cegarlos para siempre... y lanzamos sobre nuestra Vida, miradas sin Amor; la mirada de Ulises moribundo sobre los mares maravillosos que lo vieron cumplir su extraño periplo...;



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así veo yo, la larga teoría de mis libros, aparecer ante mí, cuando necesidades imperiosas me obligan a evocarlos; 3ellos surgen ante mis ojos fatigados, como islotes dispersos, acá y acullá, sobre mares antes en tormenta y hoy en serena quietud... cuando hablo de ellos siento que una vaga sensación romántica hace temblar mi voz... ¿qué hacer? ellos fueron toda mi Vida; hoy, me toca releer esta, mi LIBRE ESTETICA; debo prefacear este libro, según el deber que me he impuesto, para con cada uno de los míos, cuando llegue el momento de ser incorporados en la Edición Definitiva de mis OBRAS COMPLETAS; hoy toca el turno a este volumen; ¿qué decir de él? es un libro sin historia; pero, podría decirse que él, explica la historia de muchos libros míos; él contiene, si no todas, casi todas mis teorías sobre Arte; todas mis Normas de Estética; a las cuales ajusté mi vida de Escritor; como Escritor, yo viví ese libro fue mi Código; escribí según sus leyes de Belleza; y hablé según sus cánones de Elocuencia; codificadas esas doctrinas mías, forman este libro; publicado fue en Barcelona en el año de 1917;



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y, hoy entra a formar parte de mis OBRAS COMPLETAS; y, este Prefacio, es uno como beso, que doy en la frente de este hijo de mi espíritu, que se aleja hoy de mí, y va como un Cristo cogitabundo y colérico, a predicar este 4Evangelio de Estética por los campos del Mundo donde almas nobles y serenas, cultivan con manos de Idealidad, el divino rosal de la Belleza... en perpetua floración. VARGAS VILA En el Estío de 1920. 56EL ARTE La Contemplación, es la Madre del Arte; la Creación, es su Vida. Arte, es Acción; el sueño estéril, es la almohada de los débiles, el inmenso campo en que sembró Onán; caos de infecundidades; greifot nur hinein ins volle menschen Leben, dijo Goethe; agarra en plena Vida, tal debe ser la divisa del Arte; el canto de la Energía, la exteriorización de la Vida Heroica, tal debe ser la obsesión del Arte actual, del Arte revolucionario y libre; lejos de toda Divinidad; en plena Humanidad; el Arte cristiano, se inspiró en la Divinidad; el Arte humano, debe inspirarse todo en la Humanidad;



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la Forma, fue el alma del Arte pagano; el Símbolo, fue el alma del Arte cristiano; la Vida, tal debe ser el alma del Arte humano; los dioses, deben desaparecer ya del Arte; como de todo; esas quimera, mudas y, falaces, han ocupado ya demasiado el corazón y la mente de los hombres, contagiándolos con su impotencia; no más dioses... que el río del Olvido, se lleve hacia el mar de la Nada, el cadáver de la divinidades; y, en el corazón de los hombre suene el mismo grito libertador, que a la muerte de Pan, se escuchó sonar entre 7los arrecifes de Sicilia; ¡Dios ha muerto!... Dios ha muerto... y, que flote la bandera de la Libertad, sobre la tumba de los dioses... .................................................................................... La Belleza, fue la inspiración del Arte helénico; La Tristeza, fue el culto del Arte católico; La Libertad, debe ser el alma del Arte acrático; Ya no se trata de la libertad del Arte, sino del arte de la Libertad; El color del Arte se ha fijado; El Arte, es rojo; rojo, como una bandera de guerra; rojo, como la sangre; rojo, como la cólera. Liberación: es el lema de esa bandera; Demolición de la viejas capillas escolásticas a donde



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se aprisiona el Arte; todo el deber del Arte, está en esa lucha; la abstención, es una deserción; la Torre de Marfil de los viejos simbolistas, es ya una fortaleza de leyenda, poblada de fantasmas; Mallarmé, fue su último custodio, y duerme, bajo las losas del templo sin deidades, coronado de rosas efímeras, en las largas liturgias del Silencio; los cenobitas de esa Torre, cayeron uno a uno en brazos de la Muerte; no hubo catecúmenos; los jóvenes peregrinos que iban hacia ella, fueron iluminados por el rayo de Damasco que se desprendía del corazón de la Tormenta, y desanduvieron el camino; y, volvieron hacia la Vida; 8no hay Vida posible fuera de la lucha; es imposible inclinarse sobre la batalla, como un dios impenetrable, contemplando la agonía de los dioses; la Vida, no se ennoblece sino por la lucha, y no se inmortaliza sino por el Sacrificio; no hay Ideal posible fuera de la Humanidad; renovar, es decir, luchar, ése es el deber del Arte; a cada nueva aurora, una nueva Conquista; servir a las más altas idealidades del Espíritu, y ser el Apóstol de las más dolorosas realidades de la Vida; al Arte puramente ideal, oponer el Arte fuertemente social; a las embriagueces letales de un idealismo fatalmente soñador, las obras trascendentales de un realismo fuertemente luchador;



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al individualismo orgulloso, que se encierra en su Torre de Marfil para soñar, el altruismo generoso, que baja a la arena para luchar; el Arte, que reniega de la Vida, por prosaica y por vil, por tumultuosa y por mala; el Arte que ama esa Vida, por dolorosa y por cruel, y se entrega a combatir por ella, heroicamente, con una noble Abnegación, que es una Santidad; a la Poesía, exclusivamente ornamental, que llena el mundo de Símbolos sonoros, desoyendo el balbuceo angustioso de las muchedumbres que piden ser defendidas y salvadas pro los pensadores, oponer la Poesía orquestal del Combate y del Tumulto, llena como el Mar, de prestigios y de amenazas; a ese Arte anémico de neurosis, Sol de Decadencia y de Agonía, suplirlo con el sol rojo y violento de los grandes desiderátumes del Destino: la Revolución; 9ese concierto de sonoridades verbales, es el himno de la Esterilidad cantando sobre las playas de la muerte; ya no habrá Obra de Arte Inmortal, fuera de las del Arte Social; separar el Arte, de las necesidades dolorosas de la época, es algo oprobioso y traidor, algo así, como castrarlo antes de estrangularlo, someterlo a la Vergüenza antes de entregarlo a la Muerte; el Escritor, el Poeta, el Artista, tales deben ser los



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Sumos Sacerdotes de la grande obra Social; y, la misión del Arte, debe ser: narrar, pintar, cantar, esculpir, el hondo Dolor de su época, el gesto pavoroso del pueblo en pena, que tiende sus manos en gesto desesperado hacia la siniestra imperturbabilidad del Cielo vacío; hacer en la prosa, en el verso, en el mármol y en el lienzo, la constante reproducción de este grupo trágico de la Fuerza degollando al Mundo, que es la pavorosa síntesis de la época actual; que el verso sea algo más que armonía mórbida, conjunción de refinamientos verbales, asonancia vocabular, gama de matices musicales, escarceos de una poesía claudicante, crepúsculos de malaquita y soles de talco; que el poema, la novela, el mármol, y el lienzo sean todos, la reproducción sociológica y, la copia fiel del estado social en que vivimos, de ese orden existente, que según La Forge: es un escándalo capaz de sofocar la Naturaleza humana; hacer del Arte, un Acusador; dar al Arte, una conciencia; 10hacer novelas, como Tácito escribía historias, para encerrar dentro de los muros de su dialéctica, el Crimen desesperado; hacer Poemas, como Dante escribió los suyos, para aprisionar en las mallas de fuego de sus rimas, y ver contorsionarse en los círculos de su Infierno, todos los réprobos de la Libertad;



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hacer la estatua del Pueblo, que casi grite el dolor como el Hércules Vencido; pintar cuadros que reproduzcan el horror de la Misericordia lapidada, como en el Cristo, de Rembrandt; hacer del Arte, una Protesta; todas las protestas. .................................................................... El Arte, es una Fuerza; la más grande fuerza que la Naturaleza pudo poner en el cerebro del Hombre, para enaltecer y consagrar la Vida; y para revelar al mundo la Belleza; la más alta forma de la Belleza, es la Libertad; por eso el más grande deber del Arte, es servir a la Libertad; separar el Arte de la Libertad, es partir en dos, el corazón de la Belleza el Arte, tiene el derecho y el deber de mezclarse a las luchas ardientes de los hombres, de espigar su cosecha de victorias, en el campo fecundo de la Acción, de cantar las bellezas del Tumulto, y entonar la Marsellesa estruendorosa de todas las rebeliones, en las grandes batallas de la Vida, sobre el corazón de la Humanidad, vencida y humillada por la Fuerza; la hora es del Arte Social; es decir: el Arte Revolucionario; 11nuevo Orfeo, él debe pasar despertando al mundo con los sonidos de su flauta, haciendo sonar en la negra Noche de la Injusticia, las grandes sinfonías de la Justicia y de la Fraternidad, a tiempo que los Tirteos de la Conmoción,



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llaman a los pueblos a rechazar sobre las murallas del Ideal, las invasiones crecientes de la Fuerza; el clamor atormentado y siniestro, de todos los siglos pretéritos, degollados por la Injusticia; la queja vindicativa de las dolorosas y heroicas generaciones, de todos los mártires de la Libertad, deben tronar por las mil bocas del Arte Nuevo, del Arte Libertador, como una anunciación de Castigo, de Justicia, y de Revancha; el clarín de la Nueva Aurora; ¡el Arte! ¿qué vale él, qué significa él, fuera de la Audacia orgullosa, de la Fiereza obstinada, de la Voluntad tesonera de destruir, de crear, de libertar?... ¿de ser un Himno de Victoria, y un soplo de Creación sobre las ruinas? ¿qué es sin eso, y fuera de eso? cortinajes de oro y seda, telas ornamentales, cálices y orfebrerías, hechas para los altares de un dios que debe destruirse; bizantinismo miserable; los sacerdotes de ese culto, la primera adoración que tienen es la de su propia castración; y viven de rodillas ante su genitales desprendidos, proclamando ante el mundo, el orgullo de su mutilación; esa capilla de eunucos, es la Torre de Marfil, de: el Arte por el Arte; obscura Sacristía de la Impotencia; el Arte por la Libertad, y para la Libertad; 12ésa es la fórmula; ¿la Libertad del Arte?



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esa es poca cosa; el Arte de la Libertad; eso es todo. .................................................................... El Dolor Colectivo, el gran dolor Humano, para el cual cada corazón es un altar; el Dolor torrencial y miserando de la grande Alma Humana, que grita en la garganta de todos los desheredados de la Tierra; ese Dolor, tumultuoso y afrentoso, cuyo lamento llena el mundo, como el ruido de mares infinitos en la Noche; ¿quién lo canta? ¿quién lo esculpe? ¿quién lo pinta? ¿dónde está la Obra de Arte, que lo reproduce, lo traduce y lo inmortaliza?... nada... nada... ¿qué vasos de oro, robados al Templo de la Piedad, se ponen bajo esos ojos anónimos e inagotables, para recoger sus lágrimas, que son la condenación inapelable de los dioses y de los hombres? ¡el Dolor de los miserables de la Tierra!... ¿dónde recibe culto? ¿qué asclepíades se juntan, para auscultar su enorme corazón en duelo? ¿sobre qué altar de Entusiasmo y de Conmiseración, ungen con el óleo aromal de la Misericordia, sus llagas portentosas? ¿qué almas de pecadoras arrepentidas vienen a besar sus pies?



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13¿qué cabelleras de oro los enjugan como caricia de auroras fulgurantes? ¿dónde están los himnarios y las liturgias, que canten el ¡Hosanna! de ese verbilocuo peripatético, que va por los valles y por los montes, cantando su Dolor, y cuyo nacimiento fue anunciado por la estrella de las desolaciones, lívida como un astro muerto, y por el rugido de los leones exangües, que guardan en su boca negra, el misterio de los grandes veredictos? a ese Dolor hecho carne, y llamado el Pueblo; a ese Mártir, hecho de cicatrices y de harapos, con las manos atadas por la iniquidad de todas las leyes, hechas en su nombre, y la boca sellada por la piedra blasfematoria de la Fuerza, puesta sobre ella, como la garra de una Esfinge de basalto; a ese nuevo Cristo, multílocuo y poliformo, cuya cabeza divina se bambolea como un astro ebrio, con una ebriedad de lágrimas, pues ha bebido el llanto que corre por la cuenca de sus maceraciones, como una tierra convulsionada, bebe los manantiales y los ríos de lava que corren sobre ella; a ese gran Nazareno, escupido por todos los sayones; ¿qué pueden consolarlo, los cantos saduceos, las liras de oro, los plectros armoniosos, que cantan la gloria de un dios hostil a sus miserias, y de Césares violentos contra ellas?... esos grandes lampadarios con sus luces versicolores,



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no disipan su tiniebla ascensional hacia la cumbre del Vértigo, a la cual asciende a tropezones, empujado por las manos brutales de la Injusticia; esos cantos litúrgicos a una Belleza estéril, no apagan el grito fariseo de sus perseguidores; 14esas rimas exangües e incoloras, no vienen como manos de hermanas cariñosas, a estancar la sangre que vierte su cabeza lapidada; si no ha de ser el consuelo del miserable, la alegría del pobre, la protesta del oprimido... ¿para qué el Arte?... Arte, que no es lucha, que no es Venganza, y no es Justicia... ¡estéril Arte!; ese Arte... ¿Sardanápalo, no lo agotó con sus prodigios?... ¿qué déspota oriental, no le contó entre sus útiles de divertimiento, cerca de sus pájaros exóticos y a sus tigres domesticados? ¿no lo protegió Calígula? ¿no lo cultivó Nerón? es Arte, es un perfume de Serrallo; humanizar el Arte; transubstanciar en él, el Hombre todo; el Hombre es el Dolor; quien dijo Humanidad, dijo Infortunio. Esquilo, creando a Prometeo, sintetizó y simbolizó todo el Arte: la lucha del Hombre contra Dios... vencer a Dios, y desterrar a Dios de los dominios del Arte; eso, es purificar y libertar el Arte; libertarlo de la tiranía de un cadáver; purificar la



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atmósfera de la pestilencia de ese cadáver insepulto; la Cruz se ha alzado como un muro de sombras, entre el Sol y el Hombre; es necesario derrumbar la cruz, y volver a ver el Sol; el divino Sol del Arte... hace veinte siglos, que el cadáver del Nazareno, nos oculta la belleza de Apolo; 15la Galilea bárbara, ha ocultado la Grecia de Pericles. Jerusalén, eclipsa a Atenas; el Gólgota, no deja ver las colinas de la Hélude... el Semita bárbaro, y los pescadores nauseabundos, ocuparon el puesto de los bellos dioses rugitivos... la Belleza huyó, perseguida por la cruz... ¿cómo restaurar el culto de la Belleza? aboliendo el culto de la Cruz... descristianizar el Arte, es descretinizar el Arte... libertar el Arte; hacer Arte Libre; quien dijo Arte Libre, dijo Arte Ateo ¿recordáis el grito de Voltaire? Guerra al Infame. 16 EL GENIO EN EL ARTE Nietzche, ha dicho: “El hombre, aun penetrando mucho en las cosas de la vida, no puede retener de ellas sino un pedazo de su propia biografía”; para el Artista verdadero, no hay más mundo que su mundo interior; vive de él, y vive de él; su Yo, enorme y desmesurado; es decir, todo lo infinito y lo absoluto que hay en él, es la cantera inagotable



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de donde extrae el divino mármol de todas sus creaciones; el falso artista, pide al mundo exterior, la inspiración y el objeto, es decir: la idea y el material de sus serviles reproducciones; el uno, es el Artista, el otro, el artesano; el Artista, se ve vivir, y traduce su propia Vida en sus obras; sus creaciones, aún objetivas, son el reflejo de su Yo creador, se mueven, piensan, y actúan, según sus propias modalidades, y son una exteriorización de su mundo interior, vivo y vivificante; el artesano, no crea, reproduce; como todo en él, está fuera de él, busca moldes de figuración, no los hace, y vacía en ellos los residuos licuados de un pensamiento que no es el suyo; el Artista, inventa el molde y el troquel para poner en ellos el oro hervoroso y sin alianzas de su pensamiento nuevo y poderoso; y, si en mármol trabaja, suyo es el cincel, suya la mina espiritual, de los cuales brota impoluta la soberana Creación; 17el artesano –y, léase en sentido artístico literario; el mediocre- infecundo por natura, es incapaz de producir el porvenir, y de laborear para él; tiene el horror de los soles nacientes, por la impotencia absoluta de contemplarlos, y no ama sino los soles ya extintos de las edades pretéritas; ellos no ofenden la debilidad de sus pupilas; por eso, como una larva ofuscada, va hacia el Pasado,



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por la espesa selva clásica, buscando el nido en que ha de depositar su huevo de oruga tradicionalista, que no ha de empollar sino plagios arcaicos del amor de una Academia; el Artista, crea el molde, en él fabrica su creación, y los lega ambos al Porvenir, como una herencia de divinidad; como una constancia de lo único adorable que existe en la tierra: el Genio; el artesano en las letras, no tiene en su Yo, los elementos creadores, sino los instintos imitadores y reproductores del Arte... su alma, es una matriz que otros fecundan; sus miradas, tienen que posarse sobre el mundo exterior, y extraer de allí, toda su inspiración, puesto que su mundo interior es un desierto que no puede darle nada, incapaz de toda creación y de toda floración; el espectáculo y el contacto del Universo, no despiertan en él emociones personales, es decir, originales, ni agitan su sensibilidad hasta ese grado de conciencia superior, subjetiva, que produce la expresión turbada y poderosa del Pensamiento, hecha una Obra de Arte; esa anexión de un distrito de conciencia que es la Originalidad de Sí Mismo, que es la distintiva del Genio; incapaz de crear, por carencia o deficiencia de la percepción sensible y patética de las cosas; no pudiendo levantarse hasta el intenso absoluto; porque le falta la 18vibración poética del Universo en Sí, recibe ya hechas, las formas del pensamiento, y las reproduce como una



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eyaculación mental, sin voluntad y sin grandeza; la cualidad lírica, eternamente superior, del superconsciente, le falta por completo; y la Poesía por ejemplo, no es en él inspiración retórica, una función cuasi secretoria, ajena en un todo al estado de alma apolínea del Poeta; inequivalente y cuasi contraria a ese insondable fenómeno de pensamiento, alto y sonoro, solidario y acre, que doma con su esplendor todas las cosas de la Vida, y es: la Inspiración; esos mecánicos del vocablo, son los juglares de la Métrica, pero no son los poetas; son la imitación, pero no son la Inspiración; son el instinto, no son el Genio; les falta eso que sube del profundo Yo, hacia la luz, inaccesible; la ascensión luminosa hacia el Misterio; la carrera vertiginosa por los laberintos del alma, llena como el Cosmos de protoplasmas divinos en acción; ellos, proceden por reflejo, que fingen un grado de conciencia, poro que no son nunca la conciencia artística; es decir, la apercepción maravillosa que lleva en sí el universo en germen, que evoca la Vida del fondo del No Ser, e incendia y vivifica todo, con el poder creador de lo divino; el instinto predatorio, del viejo hombre primitivo, y el servilismo vejatorio del cortesano alejandrino, son los estigmas infalibles de aquellos rimadores estériles, llenos de genuflexiones mentales, y de esclavitudes permanentes; su trabajo de adaptación y de asimilación, llega a ilusionarlos a ellos mismo, porque nada hay más apto a



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hacerse la ilusión del talento, que la mediocridad; 19empeñados en bordar frases sin emoción, sobre el canevas apolillado de la vieja métrica oracular, sueñan con dar a sus calcamonías, la dignidad de una pintura, y a sus copias sin pasión, la altura de una fe; el rimador escolástico y clásico, es eso, y nada más que eso: un copista servil y y adocenado; su alma, cerrada a las claridades imprevistas, a esa álgebra luminosa en que el Genio hace ecuaciones de inmortalidad, cierra los ojos delante del sol de lo bello, y entrando en la sombra sedativa de la tradición se da con un ardor bestial, al estudio y a la imitación de los viejos pergaminos que yacen al lado de las momias polvorientas, en esos hipogeos de lo ridículo, que son las antologías académicas, y con ese vino de antigüedad, se embriaga de idiotez retrospectiva, y contagia de ella, a las generaciones de impotentes, que lo leen, valetudinarios como él, que retroceden ante el Símbolo, ante el Misterio, ante ese poder creador que extiende una ala en forma de lira, llena de ritmos nuevos y de formas impalpadas, en el dominio profundo, y las vestitudes cíclicas del Arte; esos, yoghis, en estado de inconsciencia, cuya mentalidad casi vegetal, adormecida por la abolición de la conciencia de lo bello, es incapaz de llegar a la exaltación y a la revelación de la espiritualidad artística, se



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adormecen, como inmensas salamandras, sobre las brasas ya extintas del pasado; a esos mediocres, no sólo les falta el genio creador y la voluntad heroica para realizar su creación, sino que les sobra el instinto destructor, y la facultad crítica, que son la negación absoluta del genio; por eso, los más inútiles, que son siempre los mas agresivos de entre ellos, se hacen críticos; 20el crítico, no es sólo el enemigo del Genio, es su antítesis; todo aquel que no alcanza a ser un escritor, se hace un crítico; no pudiendo crear, se conforma con destruir; su mentalidad obtusa, y su visualidad enferma, se dan con tenaz voluntad, a deformar los átomos de Belleza jeraquizada, que el Genio siembra sobre la tierra, en su autogénesis maravillosa en esa como cristalografía de prodigios, en la cual palpitan todos los gérmenes de la conciencia artística, y el atomismo radioso de la Universal Belleza; la Naturaleza, ha dado el instinto a los críticos, para eso; para odiar al Genio; y, ¿sabe el Genio qué desespera a los críticos? sí; y ése es el único consuelo de su vida esplinética, tan luminosamente triste; si no hubiera críticos, ¿quién divertiría al Genio? el crítico, es el mono que hace reír la Gloria; colgado del rabo, en los árboles tristes de la envidia, sus visajes desesperados, sus gestos impotentes, son una



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protesta contra el Genio, tan sincera, que si no fuera tan vil, sería conmovedora; los críticos, no perdonan a los genios, y si embargo, viven de ellos; su mayor defecto, no es la bajeza, es la ingratitud; ¿por quién es conocido un crítico? por la celebridad, que arroja sobre él, el Genio criticado; ¿quién es ese mono asqueroso que ha pasado el mar de los siglos, ese bajel enorme que se llama Homero? ¿ese? 21pues, ése se llama Zoilo; ha llegado a la posteridad, a horcajadas en la Gloria que insultó; la voracidad de la crítica, es ingrata, como la de los parásitos ocultos en las melenas de los leones, viven de ellos, y sin embargo, los muerden con furor; devoran sangre de fieras, pero permanecen eternamente insectos; tal es la razón de su despecho; el desprecio a esa llaga moral, a esa epilepsia de eunucos llamada la Crítica, es otra de la distintivas verdaderamente características del Hombre Superior; es decir, del Genio; el Genio, ignora su tiempo, o hace el gesto de ignorarlos; no está dentro de él; sino sobre él, o delante de él; no lo sigue, lo domina y lo guía; no es el amor de su época lo que lo distingue, sino el desprecio supremo de ella;



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el artesano en letras, o sea el mediocre, es siempre el cortesano, cuando no, el prisionero de su tiempo; el Genio, alucinante y alucinado, no sufre la influencia ambiente, ni se modela por ella; es un aislado, sin porosidades para la impregnación de las cosas bajas y hostiles que le rodean; la Soledad, es su acre defensa, contra la invasión de la vulgaridad externa, que amenaza el deslumbramiento perpetuo de sus visiones, y su latente gestación de Belleza, y de Infinito; lo que distingue el Genio, es el desdén del Triunfo; lo que distingue a la mediocridad, es la sed de Suceso; amar el Suceso, es la característica del mediocre; obtenerlo, es su consagración definitiva; 22por esos ama tanto el reclamo, que es la voz estipendiada de los factores de la celebridad barata; el reclamo, es la epizzotia de los mediocres; ¿por qué tienen los mediocres tal sed de reclamo? porque sin él, morirían en la oscuridad; tienen necesidad de ser anunciados y, denunciados; el Genio, se anuncia y se denuncia él solo; un pantano, vive ahogado de silencios, y necesita ser descubierto; el mar, vive poblado de clamores, y él mismo se delata, con el grito de sus olas; nadie ignora dónde está la tempestad; todo Genio, es un rebelde, y todo rebelde metal, es un aislado; la Soledad es su reino; desde él conquista el mundo; se envuelve en el Silencio, y sin embargo, con él



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atruena la Tierra; mientras los demás van hacia el Suceso, él parece marchar hacia el Desastre; cuando los mediocres se embriagan del triunfo fácil, él tiende el puño a la victoria difícil; los mediocres, obtienen la celebridad; los mediocres, pueden llegar hasta el renombre; sólo el Genio, llega a la Gloria. 23LA HORA DEL ARTE Todo amor de Divinidad, es amor vil; amor de siervo asustado; no hay amor verdadero, sino el Amor de Humanidad; ¿y, cómo amar la Humanidad?... amando la Libertad; viviendo en un esfuerzo perpetuo para libertar la Humanidad; una Humanidad esclava, no es Humanidad, es un rebaño; un esclavo, no es un Hombre; es un animal innoble, que deshonra todo, hasta su propia esclavitud; libertar el Hombre, es el deber del Arte; la hora actual del Arte es una hora de Demolición y de Creación; es la hora de los artistas demoledores, e iconoclastas, destructores de las cosas envejecidas y fatales, bajo las cuales agonizamos y de los altares de los dioses, ante los cuales morimos; es la hora de los creadores de cosas nuevas, y de los sembradores de nuevas semillas, sobre los escombros y las ruinas, de tantas cadenas y de tantas esclavitudes, como



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han imperado sobre los cielos y sobre la Tierra...; el gesto del Arte, hoy, debe ser un gesto de Demolición, como en todas las épocas de renovación; ¿que os llaman locos? cierto grado de locura, es necesario al Sacrificio, como es necesario al Genio; el Genio, es absoluto; es preciso cierto grado de divina alucinación, para ver más allá de la Vida y en el fondo del Abismo; 24es necesario crear de cara al Sol, bañado el rostro por los resplandores de una perenne Aurora; ¡ay de aquellos que viven vuelta la faz hacia el Ocaso, muda contemplación del corazón inerte de la Noche!; ésos, no crean nada, son los tristes copistas del Pasado y de la Muerte; es necesario ir más allá de la Vida, hacia el seno de lo Incognoscible, para hacer el gesto verdadero de crear; ese gesto, sólo lo esboza esa demencia divina, que se llama el Genio; no se dialoga con las osamentas, como Ezequiel; no se vive en comunicación con las tormentas del Averno, como el visionario de Efeso; no se nutre con la limosna de los pájaros del monte, como el Taumaturgo del Carmelo, ni se ve humear la zarza en pleno día, como el loco del Levítico, sin ese grano de divina demencia; el Cristo no constará jamás entre los genios; su vida –si realmente existió-, fue una fábula campesina, desprovista de todo gesto heroico, que no fuera



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el de morir; fue un loco triste, cuyo carácter de pasividad melancólica, no lo elevó nunca a la desesperada y, atronadora actitud de grandeza; ha obtenido el privilegio de ser adorado como un dios, a falta de grandeza para ser admirado como un Genio; fue la azucena taciturna, de ese jardín de parábolas, del cual Pablo el Apóstata, había de ser luego, la adelfa enrojecida...; ....................................................................................... ........................................................ El Arte debe ser antorcha y ser volcán; 25alumbrar en las tinieblas, y arrojar a los vientos de la noche, la lava de sus entrañas, fecundantes; cada Obra de Arte, debe ser como una bomba, a cuya explosión nitrácea y verdosa, se derrumbe un muro del Templo de la Tradición, y se descubra un pedazo de cielo libre, ultrajando con su luz, las cenizas de los ídolos vencidos; cada cincel, debe ser como un puñal, clavado en el corazón de la Divinidad; a cada nueva creación, un nuevo prejuicio muerto; un fiat lux, sobre el Caos, hormigueante de tinieblas; cada pincel, debe ser como una tea, hecha con el fuego que Prometeo robó a los dioses, y que debe alumbras desde la Cima Libertadora, el cortejo de los dioses difuntos, muertos por el resplandor de la luz, que ellos no querían poner en manos de los hombres; el Imperio del Arte Pretérito, desaparecerá, ante esta



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gran luz, que cae de cielos desconocidos, sobre las cosas, y sobre los hombres; el Mundo, ebrio de angustias, está lleno de gemidos profundos, que se pierden en el Silencio, como el aullido de la Noche, sobre las landas desiertas; sobre las ondas de esa mar en duelo, avanza una forma blanca y grave, como el fantasma del Tiberiades, y viene sobre la playa donde velan los esclavos, así como un rayo de luna sobre el valle, a la hora melancólica en que duermen los rebaños; el mundo se ilumina de esa alba inquieta, como una alba de fiebre; una angustia profunda posee las almas, en esta hora indecisa, de Hecatombe y de Renovación; 26de las entrañas de esta hora agónica, nace este amanecer incierto; es la hora de sembrar; todo va a morir... todo va a nacer... seamos las alondras de esta Aurora, que anuncien al mundo esta hora de Renacimiento; es una aurora de sangre sobre un cielo de cenizas; seamos las fuertes águilas, que miran fijamente, y atrevidamente, ese sol convulsionario; afilemos, los picos y las garras, sobre el rudo peñón tajado en forma de hacha; la Ventura universal, tiene necesidad de precursores; el mundo, tiene necesidad de vengadores; seámoslo;



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que la Verdad, antorcha prisionera en nuestras manos, brille, terriblemente agitada por los ignotos vientos del Misterio; entremos de pie, en la Tempestad; reinemos en su Imperio Inabarcable; que en nuestro Verbo tumultuoso y profético, vocifere el Hombre, por nuestra boca de hombres; seamos el estuario, por donde el río de la Verdad, entre en lo Eterno; que en nosotros, acabe el mundo que padecimos, y surja el mundo que salvamos; démonos a la Muerte, por el Amor; creer y crear, son sinónimos; seamos toda la Fe de nuestra época; la Fe en esta Muerte, que ha de crear la Vida; marchemos; ¿hacia dónde? 27hacia el pináculo sangriento de un heroico Apostolado... a clavar allí la bandera del Arte, sobre el cadáver de dios; que sirvió tantos siglos, de Sol, a un Mundo Muerto. 28LA ORIGINALIDAD EN EL ARTE No se es original sino quedando personal, nuestro Arte, ha de ser personal, dentro del Arte universal, como nuestro Dolor es único dentro del colectivo, humano Dolor; hay en el artista verdadero, una especie de segregación mental, que provee al desenvolvimiento ANORMAL de sus sensaciones, y le da uno como modo de



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Visión, extraordinario, que es la distintiva específica de su Genio; no se es genial, sino a condición de ser anormal; ningún Genio, ha sido un hombre equilibrado; quien dice equilibrado, dice mediocre; el tipo ordinario de hombre; y, el Genio es, extra-ordinario; esa facultad rara y terrible –desconocida de los organismos groseros-, esos impulsos y combinaciones de percepción extra-lúcida que se desarrollan hasta el Extasis, en ciertas naturalezas de excepción, son los que constituyen la esencia íntima, de esa forma de intelectualidad, dolorosa y aguda, cuasi extra-humana, que se llama: el Genio; la facultad de ver la Belleza, le es concedida a todo aquel que tiene ojos; pero, la facultad de comprender la Belleza, y la más alta y más pura aún, de sentirla, no son concedidas, sino a aquellos que llevan en sí, el alma luminosa de un Artista; esa agudeza, esa omnipotencia de visión, que conmueve y hace vibrátil la impresionabilidad orgánica, por la fuerza y la cantidad de las ideas que sugiere, y de los espectáculos que evoca o que despierta – espectáculos 29maravillosos, que brotan del milagro intenso de nuestra Vida Interior, tan prodigiosamente rica, en génesis sensoriales y adivinatorios; la facultad ultravisual, apta para desarrollarse y



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penetrar en lo Irrevelado y lo Infinito, es la que hace la raza hosca y luminosa, solitaria y heroica, de los Profetas y de los Visionarios; la inteligencia profunda del simbolismo, oculto y siempre latente, que hay en el alma de las cosas; su apercepción, engrandeciente y desmesurada; el abarcamiento magnificente de la Visión, con el ritmo de sus líneas y de sus colores, prolongado en uno como limbo de alucinaciones, constituye lo que pudiéramos llamar, la modalidad excepcional, la esencia peculiar del alma del Artista; esa facultad óptica y sensorial, lo diferencia del cerebro asensitivo del vulgo; un modo de ver ordinario, no dará sino revelaciones ordinarias, reproducidas y expresadas en formas ordinarias; sólo lo extraordinario, da de sí, lo extraordinario; abyssus abyssum invocat... el Abismo, llama al Abismo; el Genio es la Excepción. 30LA OBRA DE ARTE “El Arte, es la expresión sensible de lo bello”; lo bello, es la materialización del Ensueño; el Ideal, tomando forma, ya en la perfección de la línea, sobre los mármoles rígidos, ya en los matices sabios de colores sobre los lienzos vírgenes, ya en el esplendor de la Palabra, en la euritmia vibrante y luminosa del Estilo;



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es, también del Ideal, lo subjetivo y rítmico; lo que se adivina y se revela en el limbo de la Visión; la evocación del Silencio y del Ensueño; la adoración del Idolo, confuso en el templo hermético del pensamiento; el alma y el soplo del Misterio; el Símbolo; es, la encarnación de Venus, la divina, en la desnudez casta y tumultuaria de la piedra, irguiéndose como un lis de Belleza –mágica flor del Placer- entre el humo del incienso y el vuelo de idálicas palomas, sobre las piedras de su altar en Milo; es Campaspe, desnudada por Alejandro ante el pincel de Apeles, inmortalizada por el Genio, consagrada a la Posteridad, así, desnuda como una perla, en la nobleza de sus líneas, en la sinfonía de sus proporciones, en el himno triunfal de su belleza de holocausto; son las beatitudes sagradas de la Meditación y de la Contemplación, donde nacen las rosas de la Creación, en los rosales del Genio; los éxtasis fecundos y luminosos de los predestinados de la Vida; los poemas inmortales, del Lienzo, del Mármol, y del Verbo; las corzas fugitivas, que en los vasos del Pérgamo rompen el liquen sagrado en los campos de asfódelos;



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31las amadríades, que aspiran el perfume de las rosas, en el templo de Artemis, y, las vírgenes que inmortalizó el Dolor, en el mármol policromo de sarcófagos fenicios; gli intagli neri, como hechos por cíclopes, en las entrañas del Vómero, de las cuales emergen, como de un sueño ancestral, cabezas de extrañas Emperatrices diademadas; los tetradracmas arcaicos, de Abderé de Tracia; los dijes monetiformes, de orfebrería bizantina; las ánforas áticas, de Caeré, cuyas ninfas danzantes, parecen evocadas por la divina lira de Teócrito; los vasos de Tarso; las estatuas de Minerva; los hipocéfalos mágicos de Agnone; la intensa voluptuosidad de un cuadro de Albani, y la infinita melancolía, las misteriosas lontananzas, la gradeza desolada de una marina de Backhuyzen; los tonos glaucos y triste de una llanura de Jones; o los campos de nenúfares, evocados por Monet; la floración de ensueños otoñales de un cuadro de Poussin; los cuerpos desmaterializados, los ojos de éxtasis, las desnudeces gráciles de las vírgenes de videntes de Botticelli; la belleza etérea, cuasi astral, con blancuras de astro y de azucena, y lineamientos mágicos, que esculpe, como un sueño de mármol Donatello; las praderas bíblicas, las doncellas núbiles y las viñas



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sagradas de Millet; un verso de Virgilio; una Sinfonía de Beethoven; un Poema de Mistral; 32todo esa que pasa por el mundo, en ondas de divinas vibraciones; como hálitos de bosques muy remotos, palabras de un idioma inolvidable... son las aves de Idalia...; tan lejanas...; las aves del país de la Belleza. 33EL ALMA DE LAS COSAS EN EL ARTE La facultad de comprender el Universo, no es la misma para el Artista, que para el común de las gentes, arrefinadas y obtusas; el espectáculo exterior de la Belleza, no se refleja lo mismo en el fondo turbado y poliforme de todas las almas; simbolizar, es alta función de Arte; y, la belleza es un Símbolo, que sólo abre el secreto de sus maravillas, ante los ojos visionarios del Artista, cargados de Eternidad; el Artista perfecto y completo, entra por su alma en posesión absoluta y luminosa de las cosas que se reflejan con rayos de espiritual belleza, en el fondo de su conciencia, orgullosamente clara; y, engrandeciéndolas, se difunde, se confunde, se diluye en ellas, en una voluptuosa sensación extraña de anonadamiento y desaparición; su alma, entra en el seno de la Inmortal belleza; y la completa; ese don, de compenetración, de adivinación, de prismatización y poemización de las cosas bellas, vistas y



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vividas, es lo que permite al Artista, revelaciones estallantes, del alma ardiente y luminosa del universo ultrasensible; un paisaje, visto a la misma hora, por almas disemejantes, ¿dice a ellas las mismas extrañas palabras de fervor, las mismas músicas interiores, y les muestra las mismas decoraciones inagotables, los mismos esplendores llenos del infinito mudo de las cosas? no; 34la hora vesperal, en que el crepúsculo ajado como una rosa mortuoria, va avanzando en el vértigo del cielo, sobre la madurez ardiente de la Noche; y, la estupefaciente inmovilidad de los paisajes, se extiende como un estanque claro, lleno de cosas profundas; y, las perspectivas, en sinuosidades tenues, palidecen bajo horizontes hostiles, y se hacen remotas, hasta perderse como en mares monstruosas, en la ribera feérica de la Noche violescente; y, el rumor orquestal, que llena las florestas cercanas, pasa como un grito de centauresas vencidas, por sobre la verdura misteriosa del llano estremecido, infinitamente matizado de rosas, como en una sinfonía de Otoño; toda esa belleza, radiosa y hostiaria, agonizando entre las manos diáfanas de la tarde moribunda; todo eso luminoso, de un encanto despótico y tierno, todo eso lleno de tristezas y de presagios, que es un



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crepúsculo en el campo, ¿creéis que dirá lo mismo al alma atrofiada y rudimentaria de un gañán boyero, que al alma exquisita y quintaesenciada de un artista excelso? un jardín prismático de rosas festivales y funerales, crecidas bajo el sol blondo, cerca de la mar serena, como hechas de ceras vírgenes, y bermellones solares, ¿creéis que dirá lo mismo, con su coloraciones fastuosas y acariciadoras, y sus palideces hieráticas y evocatorias, como de labios tendidos hacia la Muerte, al alma roma de un burgués feliz, que al alma atormentada y dolorosa de un Poeta?... no; ¿qué es una rosa para un burgués? una aglomeración de pétalos; y, ¿para un Poeta? 35es un Poema; ¡qué de cosas infinitas hay en el alma inerte de las rosas! y, el Poeta, sabe de eso: sabe del alma misteriosa de las rosas; él sabe del secreto de sus corazones ardidos, sabe de su lenguaje silencioso, hecho de signos ocultos, y de los sedientos paisajes violentos de pasión; ama la psicología de las rosas; y, en el jardín melódico, él ve la psicosis, y, los matices de la floración armoniosa que habla a su corazón; esa rosa pálida, con una palidez de ámbar, como extraída del corazón de un ópalo, por las manos de alabastro de la Noche, le dirá de tristezas imperiales, y de



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agonías diademadas en lechos conquistadores, entre el pórfiro inhospitalario de los muros palatinos: un alma de Princesa; y, esa otra, exangüe, amarillenta, como hecha de las lágrimas de un cirio, con un amarillo ardido de fiebre, como su corola anémica en forma de beso, le hablará de clorosis claustrales, de días vitráceos, en capillas oraculares, llenas de calmas silentes, de interminables adoraciones, cerca de los altares blancos, al pie de los Cristos pensativos, bellos, en su juventud agonizante, pero de una virilidad inerte, sorda a los ruegos de la carne, subiendo a ellos, en una marea montante de plegarias: alma de Novicia; y, esa otra, de pulpa fuliginosa ¿no le dirá en su fasto bermejo, algo como el deseo de una aldeana feliz, muerta en vísperas de desposorios? y, el rosado pálido, de esa otra, que semeja el obstinado silencio de una boca muerta bajo la presión de 36un beso, con su gesto de caricia, le hablará de vírgenes fenecidas, en un éxtasis de amor, con los vientres tendidos hacia el Deseo; y, el violeta acónito, cuasi negro, de otra, le hablará de mortales venenos, y de secretos más profundos, que el seno inviolable de una tumba; y, el adorable cadáver de esa otra, que ha muerto como una madre en puerperio, y muestra aún sus entrañas



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de rubíes estremecidas de amores, le hablará de extrañas violaciones, de combates sobre vientres púberes, de senos rojos y martirizados, donde han lactado los estupros, como leoncillos asesinos, con ojos verdes de esmalte; y, esa otra blanca, de un blanco de campiña invernal, con su corazón azul, como una sombra de alba, de un azul hepático, que es casi un verde de aguas, le dirá de gestos pertinaces de abnegación, como una lenta caricia sedativa, sobre los sexos imploradores; gestos infanticidas, en un horizonte áfono, sin esperanza; y, la otra, roja como una hora de lujuria; rosa de un cinabrio de delito, rosa shakespeariana, como para adornar el seno de Lady Macbeth, bajo la roja caricia de sus manos delictuosas, le dirá de codicias y venganzas; de horas de sangre, que parecen dormidas en las crispaturas convulsivas y complicadas de su seno de flor-dragón; y, esas otras, monócromas y maravillosas, con pistilos ornamentales, como hechos para la flora vitrigráfica de una Adoración de Nitchunio, le dirán toda la expresión sinfónica de sus almas cambiantes y musicales, tenazmente enamoradas de los suaves vientos; pertinazmente tendidas hacia el beso del Eterno Sol;



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el Poeta, y sólo el Poeta, con el don sagrado de su adivinización, podrá comprender y traducir lo que en el 37grande aire exquisito, cargado de coloridos instrumentales, y de perfumes sinfónicos, le dice el alma desolada de las flores; hermanas en soledad y abandono, al exhalarse en ondas divulgatrices, por sobre el vasto campo, hacia la Suprema Belleza; y, el gusto de los labios de las rosas, que llena el aire insidioso de un perfume incalculable de voluptuosidad, escapado de su blanca agonía, hará que su Musa ebria de la hora magnífica y aguda, se mezcle al nerviosismo musical que viola el Silencio; y, vuelto hacia las rosas blancas, ante el Sol, que lo escucha ya lejano, como un cisne en destierro, les dirá: ¡oh rosas! ¡fraternas rosas! vuestra palidez monacal, vuestra paz incolora, me parece un desastre del alba; vuestra tristeza ignata, en el gran silencio blanqueante que oprime la tierra, os hace aparecer consuntas en la tácita albura de vuestros linos astrales; en la hora diáfana, sois como narcisos eneios, sobre las soledades del agua; irradiás, rayos florecidos de tristeza, en la calma inexorada bajo el crepúsculo amatista; sois la Melancolía; ¿ha muerto el canto en vosotras, ruiseñores inertes de la adoración?



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la vida profunda, el himno aretúsida, ¿no se escapa ya de vosotras hacia los jardines vocalizantes, y la espumeante orquesta del amplio mar en calma? ¿la palabra eterna y suave de vuestra boca cerúlea y misteriosa, no va ya sobre los vientos peregrinos hacia los 38silencios inmutables que escuchan la gran tragedia de la Vida?: inmortalmente; en la cándida paz del valle, bajo los montes vigilantes, cuyas heroicas frentes pensativas se tienden al beso espiritual de todas las auroras, ¿por qué ya vuestros cantos de leticia, lleno de virtud odorante y salvaje, cesado han, y vírgenes y solas, agonizáis bajo la rabia del Sol famélico?... mudamente; cerca de la mar infatigable; ¿sois los cirios que velan los sueños corruptos de las lagunas inmóviles, y el amor de sus aguas intoxicadas?: perpetuamente; la azulidad, os hace difusas, con una difusidad de lejanía, como de vuelo de alciones en la noche, sobre una costa remota; cerca al velarium marino, en la acanaladuras góticas de la playa, sois como los guardianes sagrados de muertes milagrosas; vuestras pubescencias monásticas, vuestras blancuras ascéticas, como hechas de carbonato de plomo, os hacen fúnebres, en vuestras ternuras profundas, llenas de uno



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como horror místico; ¡qué rara intensidad de muerte hay en vosotras! vuestro enorme silencio, es más bello que la tumba; ondas de oculta armonía, van en ritmos lentos, como de nieve diluída, hinchando las venas de vuestros cálices, lactescentes; en la paz umbría, vuestra alma odorante se evapora y canta, como un despertar de mar, ante un alba exaltada; vosotras, perfumáis la euritmia del seno adorable de la Noche; ¡todas blancas, como divinas tríbades, pálidas del delirio sáfico, llenas de un inaudito ensueño! 39¡todas blancas, como suspendidas a los astros blancos, en el blanco devorador de un crepúsculo blanco! ¿dónde está vuestra sangre? una divina anemia os hace exangües, y sin embargo, enervantes, como una hora de cefalalgia; una opacidad pensativa, duerme en vuestros pétalos, como en las hojas mórbidas de un cicutario; de astralidades sois hechas; y, de un amor de ritmos; vuestro origen es divino, como el de un Hermés praxiteleo, lleno de femenino encanto; ¿qué constelación os dio la vida? ¿sois hechas de la leche de la Osa Mayor, que lacta las estrella? ¿sois nacida de un sueño de Safo, triste como una degradación de amor; bello como un sublime vicio violento? en la ribera tibia, ante la insensibilidad azul del mar ¡cómo sois bellas, de una belleza obsesionante, de una



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inmutable acalmia!... el Mediterráneo, como un luchador dormido, os muestra su seno enemigo, lleno de una fauna de encono; y os inclináis sobre él, y os miráis en él, ante las cosas mudas, llenas de un sopor de Eternidad; vuestra tenacidad en nacer en el Invierno, sobre la playa ondulante, ante el rebaño glauco de las olas, que como las panteras versicolores de Dionisos, van espumeantes y bufantes, hacia los horizontes idecisos, plenos de negras querellas... os hace heroicas; así ante la mar epileptiforme, semejáis un coro de mujeres de rodillas, entre los líquenes moarés de la costa, viendo desaparecer un navío que va hacia la tempestad; 40¿para quiénes se abre la nupcial eflorescencia de vuestros senos núbiles de alabastro? ¿para quiénes desplegáis vuestros mantos de desposadas del Silencio, bajo los arómatas de la noche, que es como un incensario sibilino, en el oro de la estéril soledad estremecida? ¿par quiénes son los baños y las unciones de vuestras esencias sedativas y reparatrices, como besos de madres dolorosas, sobre ojos filiales ardidos por la fiebre? ¿hacia quiénes van vuestras ondas de amor, como inefables espumas florecidas, sobre los lagos blondos, que el sol cubre desmesuradamente como un albatros de púrpura, con las alas abiertas, sobre las inmovilidades azules? ¿sobre qué frentes ávidas de vivir, va a posarse el



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enjambre blanco de vuestros pétalos, como manos eucarísticas de flúidos dedos argénteos? os llamáis: Misericordia; vosotras sois las hermanas compasivas y encantadoras, de la legión moribunda de jóvenes, heridos por el flagelo pulmonar, que viene a estas riberas, como a un calmado destierro, y bajo vuestros silencios perfumados, mira huir la vida, y expira con los ojos tenazmente abiertos sobre la Esperanza; ¿qué tísico no ha soñado con vosotras, con pasear sus fiebres, terribles y soñadoras, cerca de la miel vegetal de vuestros cálices, entre la indolencia armónica de vuestros ramajes, que inspiran un sagrado deseo de llorar? sois el sueño divino de la paz, que en vibraciones de un Ángelus lenitivo, pasa por sobre las almas agonizantes, como el estremecimiento de la tarde sobre los cisnes 41inmóviles en un estanque profundo y les ocultáis el Triunfo Cruel que avanza; la Victoria mala de la Muerte; sois como un sol de oro, sobre el espejo tierno de las tardes difuntas; ¿sobre la embriaguez impenitente de cuántos sueños de juventud conmovedora y moribunda, no habéis también agonizado vosotras, en una agonía clara de holocausto? ¡en avalanchas de alabastro, vuestros pétalos han caído con ritmos de Eternidad, sobre las frentes dolorosas, ya casi hundidas en la implacable Nada!; yo, sé de idilios nacidos y vividos a vuestra sombra,



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idilios color de cenizas, que el soplo inflexible de la Fatalidad, aventaba sobre el frío surco, ya abierto por la Muerte... ¡idilios estremecidos y palpitantes, como el corazón de un pájaro, bajo alas implumes!; ¡florescencias de Ilusión, bajo la caricia de oro de los soles vencidos!... ¡besos mortales, a la sombra de las rosas inclinadas hacia la Noche!; ¡besos de dos corazones, demasiado pesados de dolores, amargos de lágrimas obscuras!... ¡besos de labios que se unen para morir, sobre la saya gótica de la tarde, nimbada de Infinito, lleno de una gran claridad mortuoria!; melancólicamente; para mortajas sois hechas ¡blancas rosas siderales! ¡blancas rosas inmortales! rosas significativas; para mortaja de los corazones, que ya llena el infinito de la Nada; 42para mortaja de los corazones, entrados en el Misterio, llegados ya al estuario maravilloso de la Muerte; y, para caer sobre los catafalcos sellados de emoción sublime; y, para adornar las románticas tumbas, cubiertas por la joven hierba pura, ante el perfil luminoso y sutil, dardeadas de oro, y de belleza exultantes; para sudario fue hecha vuestra palidez de nardos, llena de una angustia mística; y, para el contacto apasionado de las almas que se



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van, apretando sobre el corazón vuestros cálices gemelos; y, para caer sobre los párpados cerrados y los labios eternamente mudos; por eso os amo; ¡oh rosas de mi porvenir! vosotras coronaréis mi último estremecimiento de Orgullo; y, mi pensamiento selecto; y, mi sueño ineficaz... ....................................................................................... ............................................................................................... .................................. Así dirá el Poeta; y, sólo el Poeta podrá decir así, porque sólo el Poeta siente así; el Poeta ve así, el Poeta canta así; en Belleza, en Emoción; sólo él, tiene dentro de sí, la fórmula iniciática y compendial de la armonía; la Inspiración, que es como el carbón ardiente que quema los labios humanos, lleno de las palabras torturantes de la Revelación; sólo él, sabe de la categoría de emociones que el contacto con la Naturaleza despieta en el alma del Poeta; 43sólo él, comprende y escucha en el ritmo imperecedero de la Vida: el alma grandílocua del Paisaje; porque los paisajes también tienen un alma; los soles que se extinguen en la bruma; el spleen, de los campos; la calma de la hora que se esfuma;



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cuando una belleza de Elegía, que rememora a Gray, dulce y amable flota; y, en el silencio de las cosas, se oye como un cántico de bienaventuranza; ¿no sentís la esperanza venir en dulce vuelo, sobre el viento salvaje, y hablar al corazón? es el alma sagrada del paisaje; el alma de las cosas; vagas, indistintas, y medrosas; las cosas tienen un alma; ¡oh, no olvidéis las cosas cuando duermen en calma! las cosas son humanas; las cosas son nuestras hermanas; amemos el alma infinita de las cosas; y, el Poeta, traduce y ama el alma de las cosas; y, da a las cosas la voz de su propio corazón; y, conoce la gloria de vivir, y conoce la gloria de llorar, como el alma sensible de las cosas. 44LA VIDA EN EL ARTE Reproduce tu corazón; pinta tu corazón; vuelto hacia el lado del alba, canta tu corazón; con las voces tristes de la Angustia, di las cosas de tu corazón; a las ráfagas de los horizontes, arroja las cenizas azules de tus sueños, que son los sueños de tu corazón; sobre el argento pálido de tu melancolía, ensombrecido como la Tarde en el Crepúsculo, abre el abismo de tu corazón; haz del Arte un pentagrama, en el cual cante tu corazón; tal es el secreto del Arte poderoso, vivo y verdadero:



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el Arte Subjetivo; porque el Arte, es eso: la auto-visión del mundo universal, en el propio corazón; el corazón es un espejo, y en él se refleja la Visión de la Vida; y, es la Vida, la que reproducimos y cantamos, en la cabalgata loca de nuestros sueños, sobre las nubes encabritadas en cólera, bajo el acre huracán; la Vida, evocada de lo mas profundo y más puro de nuestro corazón; el corazón vibra íntegro, con triste esplendor en esas flores de tinta, en que externamos nuestro pensamiento; floración negra, que es como bituminización confusa y difusa de nuestra Vida, largamente soñada: en sueño rojo; la tibieza maternal del corazón, envuelve nuestros sueños; 45el corazón, nos mira con maternidad; hagamos un bouquet de las flores de nuestro corazón, armoniosas y líricas, llenas de un sublime dolor; y, en suaves cadencias y en himnos magníficos, cantemos nuestro corazón; cantad el Dolor de la Vida, la Miseria de la Vida, la Maldición que es la Vida; ¡oh! ¡artistas! hacer gemir la rosa sangrienta de vuestro corazón, crucificado por las manos violentas de los dioses; engrandecidos en vuestro Orgullo, como en un limbo de Divinidad, decidlo todo de la Vida; hacia los silencios fastuosos, hacia los cielos infinitamente lejanos, lanzad el grito de la Vida;



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pintar la vida, es denunciar la Vida; arrojad la Verdad, entre el oro y las podredumbres del miraje; en el corazón desolado de la Vida; la Vida, es mala; la Vida, es vil; la Vida, es cruel; como el corazón sin Piedad de los dioses que la crearon; ¡salvaje y hostil, como un desierto!; viéndoos vivir, oyéndoos vivir; contad la Vida; acusad la Vida; testigo y juez; que vuestro corazón haga el proceso de la Vida; denunciad la Vida; delatad la Vida; es decir: pintad la Vida; 46reproduciendo el Dolor y el Horror de la Vida, vuestra Obra será lo que debe ser; un grito de conmiseración hacia los hombres; una acusación vehemente contra Dios. 47LO SUBLIME EN EL ARTE Lo Sublime, es lo bello extraordinario; es la tensión dolorosa del ánimo; el vuelo vertiginoso hacia la cima; la ascensión hacia el Misterio; la aproximación a lo Inconocido; el estremecimiento pavoroso y sagrado, al contacto del ala divina que se agita en la sombra; la sublimidad, rompe la impasibilidad del mármol, yergue el cuello, hincha el tórax, abre los labios de la



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piedra, y lanza el grito espantable por la boca de Laocoon; la poesía del Dolor, arrojó el soplo de la Vida, sobre la piedra inerte, y la venció; lo sublime, creó lo bello del Horror; y, los titanes del Verbo, hicieron la encarnación formidable; y, el Dolor apareció desnudo y tétrico, como un gran monte bañado de crepúsculos; y, el grito de su angustia llenó el mundo; el sollozo de Príamo, el clamor de Hécuba, llenan todo Homero. Elena, la blanca Tindárida, ilumina el incendio, y pasa en la tragedia con la luz tenue de un rayo de luna, sobre la ceniza humeante de un monte en roza. Prometeo, grita, blasfema, se retuerce en su dolor, y las blancas oceánicas, vienen de él, y lo circundan como una lluvia de narcisos perfumados, como una bandada de mariposas albas, que nimban en torno suyo, el lúgubre peñón; las Furias, aparecen terribles en todo Esquilo; En Orestes, silban como sierpes; 48en las Plañideras dan miedo; en toda la Trilogía, son horribles; en Sófocles, Edipo se arranca los ojos, y Hércules grita con acentos que hacen temblar el monte Eubea, y las selvas de las Lócridas. Filoctetes, conmueve las ondas del mar con su lamento; en Shekespeare, las selvas andan, los espectros



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hablan, las sortílegas recuerdan las medusas de Althum; en Hugo, de una pluma de Satán, nace el Perdón; Homero, ¿no fue un artista? ¿no lo fue Esquilo? ¿y, Shakespeare? ¿tampoco Hugo? eran Genios; la simplicidad homérica, el horror esquiliano, ¿están fuera de la Estética? Shakespeare, fue acusado de deforme. Hugo, de excesivo; ¿estaban fuera del Arte? eran sublimes. ....................................................................................... ............................................................................................... ................................... Hay los cíclopes, y los orfebres; la generación de Polifemo, y la de Benvenuto; el martillo de Encélado, y el cincel de Dioscórides; el Etna, y el taller; hay cíclopes-orfebres; y, a veces un Cíclope, trabaja un dije; y, se dan libros de pensadores, laborados con mentes de artistas, especies de relicarios labrados por un Titán, 49para regalo de una Abadesa noble, de un convento florentino, en tiempos de Lorenzo el Magnífico; hay el grito de Ayax, en la sombra silenciosa: lo formidable; hay, la serenata de Schubert, en la noche misteriosa: lo admirable;



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el Dolor, y el Amor; toda la Vida. 50LA BELLEZA EN EL ARTE El Arte, en la antigüedad pagana, era una Religión: el culto de lo Bello; un culto hosco y fanático; la Belleza era inmutable, impecable, en las líneas severas de sus formas; su rostro olímpico, sus músculos divinos, no se contraían al contacto de la Vida; ella, como el Deseo, de Baudelaire, odiaba el movimiento que desperfecciona las líneas; no lloraba nunca; no reía jamás; era hija de dioses, y como su madre la Divinidad, era impasible; Timantes, en el Sacrificio de Ifigenia, comprendiendo que la emoción del Dolor desperfecciona los lineamientos del rostro, puso un velo sobre la cabeza de Agamenón; el Hércules Sufriente, obra de un pintor desconocido, y el Filoctetes, de Pitágoras de Leontium, representan el Dolor en su expresión más violenta, y, sin embargo, sus autores supieron velar con un tacto exquisito de artistas, para que lo deforme, lo odioso del Dolor, no apareciese en el fondo de sus cuadros. Timoniano, en su Ayax, y en su Medea, al avanzar en la tragedia, se detuvo en la linde del Horror, y pintó la Maga asesina, en la irresolución precursora del Crimen, no en la pavorosa ejecución del Crimen mismo;



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y, Ayax, vencido y triste, aparece no en el furor de la locura, sino en el cansancio de ella; en una como divina lucidez, soñadora de la Muerte; la Belleza, era divina; 51atentar contra ella, era: Sacrilegio; la Justicia misma, no se atrevía a condenarla; la desnudez radiante de Friné, cegó sus jueces, y la balanza de Astrea, se inclinó del lado de la Belleza Insuperable; ¡oh! ésos eran bien los hijos de aquella edad feliz, en que los dioses vagaban aún sobre la tierra, y su sombra augusta protegía la estatua sobre el zócalo sagrado; no se había aún escrito el verso blasfemador; Evangelio de estos tiempos de Tristeza y de Espanto: “¡oh! Beauté, dur fleau des ames, tu le veux...” y, la Belleza pasaba como en un paisaje elíseo, con luz de inmoratalidad, entre una procesión de canéforas impúberes, de cortesanas de Efeso y de Eleusis, en peplos rojos, con bordados de oro, bajo el bosque de acantos de Corinto, la radiación de las volutas jónicas, y la plástica policromía de la Ciudad de Palas-Atenea, en la vibración difusa y opulenta de aquella luz única, que aun hoy, baña con una azul diáfano, su Poema de ruinas, y acaricia las osamentas de su grandeza, las faldas del Erechtheion, el Parthenon sagrado, la explanada del Agora, Los Propileos desiertos, la colina de las Ninfas y la tumba de Simón; ¡oh! ¡Imperio de la Belleza! cuando Pablo, el Judío Profanador, subió al Acrópolis, la barbarie te hirió en el corazón; y, cuando el Galileo, subió a su cruz, el culto de la



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tristeza se extendió sobre la Tierra; el Semita Bárbaro, fundo el Imperio del Dolor; y, Tú, hija de dioses, humanizada por piedad, huiste, dejando la Tierra entregada al culto de la Fealdad, a la adoración del Patíbulo, de la angustia Imprudente, de la agonía tétrica, de las carnes martirizadas, de los miembros 52contorsionados, del Dolor hecho Musa, del Betlehemita, hecho Dios... ....................................................................................... ....................................................... A veces, voces extrañas pasan por el Mundo, recordando en estrofas semipaganas, en líneas de una perfección ática, la edad remota de ese culto extinto, y rememorando en la soledad de estos tiempos taciturnos el armonioso rumor de las abejas del Platón, en los jardines de Academo; los hombres, dormidos en la Idolatría Mística, no quieren oírlos; y, la grande Alma Pagana, la Psiquis del Misterio y del Ensueño, arroja sus cantos a la Fatalidad, y las flores de su corona al campo de los bárbaros, y azota con las cuerdas de su lira, los cerdos de la Escritura, agrupados al pie del cadalso del Hebreo Martirizado... de aquel que proscribió el culto de la Belleza, al extender sobre la Tierra el gesto desconsolado de sus brazos en cruz... 53LA ETICA EN EL ARTE



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El Arte, no tiene Etica; ignora los antagonismos artificiales; las categorías caducas de eso anormal y confuso, atrabiliario y extravagante, que el hombre llama: El bien, y El Mal; el Arte no tiene sino Estética; ante la conciencia del Arte, no existe lo moral, y lo inmoral, sino lo bello y lo no bello; la Belleza, ignora la Moral, como un niño en la cuna ignora el sexo; el convencionalismo de la Moral, no existe sino en los pueblos corrompidos, y para las almas corrompidas; la Moral, es el antifaz del Vicio; un niño no tiene Moral, porque no tiene vicios; un pueblo primitivo, tiene instintos, no tiene vicios, por eso no tiene Moral; los bárbaros son cándidos, procrean al Sol, bajo las cúpulas de las selvas, en el panteísmo absorbente del vértigo universal; ellos ven en el acto del Amor, un rito carnal, no ven un delito social; la Moral, no entra en ellos sino con la Religión; es decir, con el vicio; el día que la Religión les revela el pecado, ese día conocen la Moral; cuando la Religión los descubre, ellos descubren el vicio; porque el pecado, apareció en la tierra, a la misma hora que la hipocresía; es decir, que la Moral; lo Moral creó el Vicio; 54el Arte, no es enemigo de la Moral, como un ateo, no es enemigo de Dios; simplemente, una y otro no creen en



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esas dos entelequias inútiles; el Arte, ignora la cantidad de Bien o del Mal, que pueda haber en un rito, en un color, en una línea, en la placidez de un cielo de otoño, en el suspiro de una noche de estío; ignora el vicio que pueda haber en una sinfonía y todo el mal que pueda residir en el pentagrama; su Ideal, es un Ideal puramente estético. Imperativo, - Eón. Divino – Hermético; allí donde se cubre el sexo de las estatuas, es porque está desnuda la corrupción de las almas; el Sexo, es nuestro padre; ¿por qué avergonzarnos del sexo? proscribirlo, es un parricidio; las matronas romanas, y las vírgenes griegas, se adornaban con phallós, como una imploración a la fecundidad; y, Phallós, tuvo templos; es verdad que aquellas épocas eran de Arte, y no de Moral, y la espantosa religión de castos y de cenobitas, no había aparecido aún, con su prodigiosa floración de incestos sobre la tierra; no se había puesto aún a Onán, en los altares para adorarlo. Orígenes no había aparecido como símbolo de virtud, en una religión de eunucos; y, el Arte, no había mutilado al Sexo; el gran Parricidio, no había entristecido y deshonrado



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la Humanidad; 55la Hipocresía, no era aún la nodriza del Arte; él se lactaba aún en los pezones ubérrimos de la Naturaleza; la hoja de vid, que oculta el sexo, lo magnifica; lo llena de prestigio obscuro, ante los ojos inocentes; lo llena de un prestigio obscuro, ante los ojos inocentes; pone le Misterio tenebroso como la Noche, allí donde no existe sino la Naturaleza, clara como el seno diáfano de la Aurora; la Naturaleza, es inocente como la Vida; el olvido del Mal, que es el distintivo de la Naturaleza, es el alma del Arte; el Genio, ignora la Moral; como ignora la Virtud; ambas quedan fuera del Arte, por debajo del Arte, muy lejos del Arte; la entelequia, de un Arte Moral, está por debajo del Ridículo, más allá de las fronteras de la extravagancia; el Arte, es puro como la Naturaleza; no es pervertido como la Virtud; la Helade ignoró siempre, esta concepción absurda del Arte; ésta, no llegó al mundo, sino cuando el judaísmo ejecutado en el Gólgota, le dejó para castigo un Dios circuncidado; el Arte, fue ejecutado el mismo día que el Cristo; el Cristianismo, fue el iconoclasta de la Belleza; el mundo no ha tenido sino dos bárbaros, igualmente



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absurdos y fatales: Omar y San Pablo; entre aquel califa cruel, y este semita ignaro, la humanidad vacila, no sabiendo a cuál conceder mayor 56grado de salvaje demencia, mayor cantidad de una alma de pantera; para el Nazareno, principia a agonizar de nuevo; y a medida que él cierra los ojos, una nueva aurora los abre sobre el cielo; el Arte, va a renacer; la agonía del Mito bárbaro es un Renacimiento; una alegría de Resurrección pasa sobre la faz de la tierra. Pan, surge de nuevo a la Vida, de entre los arrecifes de Sicilia; y, del gólgota convulso, hundido con la cruz, en la marea del cataclismo, brota una flor de Milagro; el ARTE ATEO. 57LA NOVELA EN EL ARTE En nuestra edad tan felizmente atea, el Arte ha suplido la Fe; el arte, es hoy, la única Fe de las grandes almas; cuando el madero del Gólgota, desaparece en el horizonte como una bandera arriada en un crepúsculo de derrota, el Arte, como una rosa hecha de pétalos solares, asoma en le Oriente; “estrella redentriz hecha toda de luz e idealidades”; la adoración ha cambiado de rumbo; mientras las muchedumbres hebetadas, se postran aún de rodillas ante la Cruz, las almas redimidas, se vuelven



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hacia el Arte, en un largo clamor de adoración; el reinado de Dios, va a concluir sobre la tierra; el reinado del Arte, va a comenzar el suyo; y, cuando Arte os digo, os digo Rebelión; porque es bajo los escombros del pasado, sobre el pudridero de las divinidades que por tantos siglos hicieron sombra a la Belleza, que el Arte alzará su pabellón de Gloria; y, de ese estercolero saldrá el Sol; el Arte, libre ya de la malaria ética, que por tanto tiempo hizo de él un paralítico impotente, y extravagante, efectúa una reacción hacia la estética, es decir, hacia la Verdad, hacia la Belleza; el Arte se liberta; y, los grandes artistas, son grandes libertarios; y, digo de eso, porque he de nombrar, a uno de ellos; a aquel que fue un gran Rebelde, y a la par, un grande Esteta: EMILIO ZOLA. . . 58....................................................................................... ............................................................................................... ................................... Zola es a la Novela francesa, lo que Esquilo fue a la Tragedia griega: el Gran Monte Sagrado, de cuyas entrañas prodigiosas se extrae todo el pentélico de la Obra actual, y del Arte futuro; el uno ha llevado a su amplitud natural la novela contemporánea, como el otro llevó a su apogeo, la



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Tragedia Griega; engrandeciéndola, y aun desmesurándola; su genio, doma todas las cosas, y parece dar con un ritmo nuevo a la plástica del Arte; ellos fueron como la condensación y la expresión del genio de su tiempo. Zola, representó toda la intelectualidad rebelde y fuerte de la última mitad del siglo último: y, la llenó toda, como la inundación de un gran río de Belleza y de Fuerza; toda ella, se reflejó en su cerebro, como el cielo en una gran mar calmada; lo inmenso residía en él, como en un abismo hormigueante de seres y de cosas, en cuya cavidad dormía inacabable el rayo plutoniano de la Vida. Zola, confina por un lado con Homero, y por el otro con Esquilo; ¿no lo veis de un lado enorme como un monte de la Tesalia, lleno de un rudo candor, y del otro, negro como un pico del Cáucaso, lleno de un salvaje horror? el buitre de Prometeo, y las palomas de Idalia, se aposentan al igual sobre sus cimas; 59en ciertos momentos, ¿no os parece, como un elefante blanco, que atravesara una selva siámica, coronándose al paso, de laureles y rosas virginales? por la cantidad de fuerza primitiva que contiene, yo no encuentro en la Cronología de los genios, con cuál comparar a Zola, sino con Homero; la misma claridad de lengua, que no conoce el mal;



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desnuda y radiante, como el cuerpo de una diosa; la misma vastitud del paisaje, y el mismo horizonte de visión ilimitado; el epíteto homérico, canta con él, con una ruda simplicidad, que es casi una inocencia; el torbellino de la metáfora esquiliana, no le es extraño, ni su salvaje idealidad; todo lo grande crece en la zona excesiva de sus creaciones, con la terrible fecundidad de una fuerza ciega de la Naturaleza; los genios, son eso: una región de enormidad; y, Zola, fue eso: un Genio; ¿gritaréis que es paradoja, si os digo, que Victor Hugo y él, fueron los dos más grandes poetas del siglo XIX? con su enormidad, lo llenaron todo; ¿habéis visto una pirámide de Egipto, sobre la cual fulgura el sol con una belleza agresiva? así Zola; y, también la Esfinge, vela cerca de este monumento desmesurado; porque hay del Misterio, silenciario y taciturno, en esa mole de orden ciclópeo, en cuyo vientre hay un perpetuo alumbramiento de cosas vastas y sublimes; su complejidad, lo corona a veces, de una flora exótica, flora rudimentaria, cual la de una selva, en el alba 60del mundo, o violenta de fiebre, como la flora acuática de una madrépora virgen; yo, amo mucho en Zola, su Obra heroica, y admiro con pasión, su Vida heroica; por ese largo salmo de heroicidad que fue su tarea de



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demoledor de escombros, y de sembrador de verdades en una hora indecisa y crepuscular... su actitud violenta, inmutablemente vuelta hacia la Justicia, me seduce tanto, como su Obra excelsa, tenazmente orientada hacia la Verdad; y, es que yo tengo en el corazón, además del culto de lo bello, la religión de lo heroico; pero, no el de lo heroico material y carnicero, a la manera de Carlyle; no, ese “culto de los héroes”, no lo profeso yo; la bestia heroica, el que obtiene el beneficio de mi admiración; y, cuando digo hombre heroico, digo hombre libre o libertador; un esclavo, no es un Hombre; para mi, no hay gesto sublime ni siquiera gesto bello, esbozado fuera de la Libertad, y menos contra la Libertad; la Fuerza, ni me seduce, ni me doma; el Odio o el Desprecio, son los únicos homenajes que le tributo; el atletismo, en todo orden material, me parece un sport de circo; diversión de esclavos; lo mismo el atletismo de la espada, que el del puño; yo no sé admirar a Alejandro, que me parece un bruto bélico, cuasi en nada distinto de Bucéfalo, el corcel de 61guerra, que llevaba a la Victoria su terrible y repugnante animalidad, de asesino coronado; a pesar de mi cariño por la noble intelectualidad de Julio César, no puedo admirarlo desde que, jinete en aquel



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caballo, que al decir de Suetonio no tenía casco sino garras, pasó el río sagrado, para asesinar la República, aunque ésta fuera la República Pompeyana, tan falsa y tan miserable como su jefe; de aquel condottiere epiléptico, tan ruidosamente fatal, que fue Bonaparte, yo no sé admirar nada; ni siquiera lo inmerecido de su fortuna; yo, no amo sino el Heroísmo legítimo; el Sublime Heroísmo; aquel que consiste en ser libre y en libertar; por eso amo a Zola; y, amo su Obra, titánica y genésica; genésica digo, digo bien, -con reflexión pongo el vocablo-; porque con él, expresar quiero, la aparición y creación de un método de novela que ha de ser perenne, mientras haya hombres de fuerza mental, bastante para sostenerlo y para practicarlo; antes de Zola, la novela existía; pero, la novela realista; así como flor de método y de escuela experimental, no existía; no me habléis de Stendhal, a ese respecto; lo admiro ilimitadamente; pero, su zona de acción, fue otra; otra su escuela; otras sus tendencias; su método novelador fue otro; otro su Ideal; 62el mundo de sus almas, abstrusas, dolorosas, y,



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confusas, fue otro mundo, que no fue el mundo de las almas de Zola; él, vagaba por los laberintos del Sentimiento y las estratificaciones de la Conciencia, por las cristalizaciones del Yo, en diversas actitudes, por una especie de hamletismo mórbido, expresado en estados de alma complicados y dolorosos, pero llenos de un refinamiento de emociones y de subtilidades, al cual no se levantan nunca, las almas turbadas y brutales creadas por Zola; Stendhal, fue el fundador, de esa escuela psicológica, que Paul Bouget, había de fatigar y snobizar después, en sus novelas de cristalización y síntesis, de los fenómenos mórbidos del alma que él llamó en alguna parte: des planches d’Anatomie morale; pero, no fue un sociólogo, no fue un artista, no fue un poeta; su Obra, carece de Belleza; es decir, de Arte; añadid a eso, que es huérfana de la música de la frase, que le falta el encanto melodioso de la cláusula rítmica, y diréis conmigo, que su Obra, está más cerca de la Etica que de la Estética, de la Ciencia que del Arte; el Estilo, es la música de la Palabra, el alma de la Obra escrita; si él, el Pensamiento nace informe, inerte, herido de ataraxia; su desnudez, es deforme, como la desnudez de un feto; el Estilo, es la voz del Hombre, que da vibración a lo



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Infinito; puede haber un gran Pensador, que no tenga un bello Estilo; 63pero, no se es un gran Escritor, si no se tiene un gran Estilo; el Estilo es la garra que denuncia al león; unge leonem... y, Stendhal, no tenía Estilo; ese Estilo de Escribano, no es Estilo de Escritor; pase a sus póstumos admiradores; y, si el Estilo es la marca del Genio, ya veis cuán lejos del Genio, está Stendhal... ....................................................................................... ............................................................................................... ................................... ¿Y, los Goncourt? ¡admirables benedictinos del Arte!... ellos, fuerzan el respeto que se debe al talento, ya que no la admiración que se debe al Genio; como su Obra, fue una; de ellos puede decirse, que fueron, una gran conciencia literaria; ellos ,enaltecieron y enriquecieron el Arte, con esplendidez de grandes señores, y pasión de grandes amadores de Arte, si no de grandes artistas; su conciencia hermética y claustral, aplicada a la fabricación del preciosismo en la frase, al cultivo del epíteto raro, en un jardín de ideologías literarias y exiguas; su arte de cerámicas chinas, y de mayólicas japonesas,



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ornadas de impresiones watteaunianas luisquincentistas, de Sévres a lo Corot y porcelanas a lo Parc des Cerfs; su orientalismo de tapicería, especies de Delacroix tejidos en Gobelinos; sus imaginerías exóticas: arte de biombos y de abanicos; sus pastorales recocó, de un bucolismo arcaico; 64todo su arte de bombonniére y su bibelotismo apasionado y contagioso, son de un raro mérito, clamoroso hacia la gratitud que merecen de los espíritus exquisitos y apecóricos, capaces de admirar aquel noble esfuerzo de pasión solitaria, de ascetismo orgulloso y contemplativo, ante lo único digno del Sacrificio y de la Admiración, después de la Libertad: la Belleza: pero, esos nobles cenobitas de la frase, que cultivaron su jardín de Arte, en la Soledad, no nos dejaron, como legado de esa actitud gerolimítica, sino bellos y raros modos de expresión, esbozos de psicologías mórbidas, tipos de almas turbadas y exóticas, una colección de cosas y de pensamientos de Arte, que oscila entre el Museo y la prendería, y una flora, extraña y delicada, digna de piadosa conservación: Germinie Lacerteux, Madame Gervaisais, Manette Salomón, Soeur Philoméne, la Fille Elisa…miniaturas del Vicio, muñecas de Histeria, o de Sensualidad, pero, todo diminuto, que hace pensar e una Lilipucia corrompida, en libélulas venenosas y efímeras, apenas visibles ante la



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sombra de ese gran carnívoro social, de esa fiera domesticada, que ruge y enarca el cuello, y tiende las zarpas en La Bete Humaine... esa novelación de acuarela y cera laca, marca las aptitudes de dos artistas excelsos, pero, no marca la aparición de un arte nuevo; ¡cómo palidecen y se borran, estos dos orfebres, delicados y sensitivos, tendidas las manos hacia el esmalte inconcluso, ante el incendio de la fragua en que diseña su gesto plutónico, aquel Tubalcaín del Arte, que fue Zola! 65antes de él, la Novela pertenecía al buril de Benvenuto; él se encargó de tallar en mármol, sus héroes descomunales; fue el Miguel Angel, de la pluma; y, tuvo como Homero, el poder de crear una epopeya; la epopeya de las almas; desde la antigüedad, la Novela, no había pisado tierra firme en las regiones del Arte; entre los griegos, era un ejercicio oratorio; lo maravilloso, era su Musa; la descripción oratoria de una serie de aventuras maravillosas, la llama Ficker. Antonius Diógenes, escribio: las cosas maravillosas que se ven más allá de la Isla de Thulé. Aquiles Tatius, escribió, la: Historia de Clitophon, y de Leucippo, también sobre cosas inverosímiles y maravillosas, con la retórica inflada de un sofista. Xénophon de Ephese, Chariton, Eumathe, Teodoro Prodromo, se ensayaron también en el cultivo de ésta, que



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no era sino una rama de la retórica, el cuento heroico, la disminución de los grandes poemas épicos; los rapsodas fueron puestos al pillaje; nadie, desde el primitivo y cándido Hesiodo, narró el hecho heroico o maravilloso, que no fuese luego deshonrado por el plagio y la imitación de aquellos noveladores de lo absurdo; me diréis: ¿y Daphnis y Chloé?... también retórica sentimental, y bucolismo de sofista, porque un sofista sentimental, era Longus; el Poema heroico, en la forma enchamarrada del Ariosto y de la Jerusalem libertada, llena toda esa época de barbarismo cristiano que se llamó: la Edad Media; 66el Decamerón, es como la larva delicada del cuento futuro; y, Boccaccio, es como un Anatole France, que no hubiese llegado aún a la madurez del Genio; picaresco, sutil... un amor de narración...; los libros de caballería, sucedieron al Poema en verso; don Quijote, asomó su silueta dementizada, en el confín polvoriento de los llanos de la Mancha; lo sublime-ridiculo, bastardeó el Genio; y, la sombra de Amadís, cubrió toda la tierra; el siglo XVIII, en su preciosismo mórbido y su bucolismo sentimental, nos dio aquella primera floración de feminismo escribidor, que con Madame de Genlis, y Mademoiselle de Scudery, asaltó el campo de la novela, con más suerte e igual talento que el feminismo de ahora; hay quien da aún a esas narraciones el nombre de novela;



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el Diccionario, sirve para nombrarlo todo, y no protesta jamás. Voltaire, en Cándido, y Diderot, en Le neveu de Rameau, llegaron a hacer obras Maestras, pero no llegaron sin embargo, a hacer novela, en el sentido artístico de la palabra; el siglo XIX, debía ser y fue, el siglo de la novela; aquella terrible virago, que fue Madame de Stael, escribió Corina; el lirismo selvático de Chateaubriand, nos dio por esos tiempos, Atala; y su hamletismo católico, nos dio a René, aquel antecesor brumoso de todos los cerebrales, cuya emotividad aguda, y fría sensualidad, ha fatigado la novela contemporánea, hiperbolizando la fiebre de pensar; 67el oresticismo de Goethe, nos regaló a Werther, biblia del sentimentalismo enfermizo, y de la intelectualidad mediocre, donde el erotismo tierno llega a ser casi una castidad, y el sensualismo lacrimoso, adquiere la talla de una virtud; en medio de esa tempestad de sollozos y de lágrimas convencionales, una Obra apareció, enigmática y rara, llena de una voluptuosidad de pensamiento, desconocida hasta entonces, de un instinto de vida psicológica unilateral, exóticamente enunciado en un lirismo frío, casi polar; obra germinal de todas las angustias, psíquicas y pasionales, que hoy agitan con tanta rudeza el alma contemporánea; Obermann, por Senáncour; con Adolphe, de Benjamín Constant, la novela, prisionera aún de wetherismo, principia a hacerse



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intelectual; la emoción del pensamiento se cristaliza, se ve ya la Vida aparecer; la vida cerebral, aguda y autónoma, lejos de la emotividad del corazón, y del contagio enfermizo de sus sensaciones; la novela aparece, saliendo de las selvas del romanticismo a outrance, y entra en el dominio de la superioridad mental, en las orientaciones hacia la victoria definitiva del Yo, consciente y soberano; la novela de la Energía Individual, nace allí; y, yo diría, que Benjamín Constant, con Adolphe, fue el iniciador del Superhombre en ese género de novela de la epopeya íntima, del heroísmo espiritual, del Triunfador, que Wagner primero, y d’Annunzio después, han llevado al más alto grado de exaltada Belleza, y lo diría, si no existiese aquel maravilloso Dominique, de Fromentin; ese progigioso Breviario de Vida íntima, y de emoción 68personal, que para mí, no tiene semejante sino en el Diario de Amiel; el Principio Interior de la Vida, canta allí; con Balzac, el enorme, la novela cumple su periplo de poetización; sale de los mares del Ensueño y pisa en tierra firme; las selvas profundas de la Verdad y de la Vida, se ofrecen a su vista como los lineamientos próximos de un Continente Virgen; y, entra en ellas; entra en la Verdad y en la Vida; con Gustave Flaubert, cuya producción exigua y



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perfecta, lo reduce a las proporciones de un Heredia de la Prosa, la novela entra en el Arte y en la Historia; el bovarismo, hace su aparición, y lo llena todo; no es una escuela, es una epidemia; con el bovarismo, la novela entra en la psicopatía, pero no entra aún en la Humanidad; pero, la hora va a llegar; el Apóstol, va a venir; uno, como estremecimiento de selvas anuncia su aparición, en la vaga inquietud de las almas; y Zola llega; toda una fauna humana, hace con él su aparición; una flora vertiginosa se abre, bajo el cuidado de sus manos homéridas, llenas de un heroico candor; el ciclo zolaico aparece; como un inmenso Infierno Social, abre sus bocas de llamas; cerca de él, ¿aún encontraréis grande a Dante? L’Assommoir, Germinal, Le Ventre de Paris, La Curée, La Debácle, Nana, La Terre... toda la Epopeya 69Humana, en las modernidades luminosas del estilo, de más relieve y más vigor, que se haya escrito jamás; ¡cómo la bestia humana, es proteiforme!... ¿la veis? se llama: Rosigon, Saccard, Coupeau, René, Gervaise, Nana, Thérése, Lazare, Etienne, Claude, Pascal, Jacques..., los grandes galeotos de la animalidad; los presidiarios del Atavismo; los celulares de la Histeria ancestral; los prisioneros de la Raza; los abrumados bajo las fatalidades obscuras; la legión de los encadenados al rudo Enigma: la



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Vida; adorables figuras de Idilio, atraviesan el horror de esa negra nube; fulgen en ella; ¿son luciérnagas? no: son mujeres; la Réve... ¿no es como el resplandor de una estrella, vista en el fondo del mar?... los que por llevar el Vicio en sí, lo ven en todo; los que se empeñan, en hacer imperar el convencionalismo estrecho de la Etica, en el código libre de la Estética, ésos gritan a la Pornografía, de Zola... eco de los batracios del dicterio, en el pantano clamoroso de la Envidia; las grullas de la Moral, graznan en alto diapasón; sumad a Rabeláis en Shakespeare, y tendréis toda la pornografía de Zola; yo no lo defiendo de lo trivial acusación, como no me ocupo de defender ni excusar la pornografía de Homero; ni aquella claridad de palabras, que hace cuasi intraducible ciertos pasajes del Dante; la Moralidad de Sacristía, que intercala chistes de Quevedo entre las hojas de Breviario cural, no se desarma con argumentarle; 70dejad vivir en paz el crótalo ponzoñoso, dormido en los pantanos de la Envidia; dejad gritar los moralistas; y, yo les digo: ¡oh moralistas, no leáis a Zola! como la Moral, es la única Virtud de aquellos que no tienen ninguna, cuidad de vuestra Moral; y sobre todo,



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conservad vuestro Pudor; el Pudor, es un perfume del cielo; ¿no os gusta la marca de fábrica? fue un Santo quien lo dijo, y los santos deben entender de aromas celestiales; perfumaos con esencia de Pudor; oliendo a cielo, seréis encantadores; tendréis el perfume de los ángeles, y ya Pascal lo dijo: Qui veut faire l’ange fait la béte; oled a bestias; es vuestro perfume natural; entretanto: no leáis la Biblia; podrías enrojecer; no leáis los casuistas; los Padres Sánchez y Escobar, os mostrarían algún nuevo pecado, que tal vez no habréis cometido aún; eso sería sensible a vuestro orgullo; os digo, que San Agustín es inmoral; no leáis a San Agustín; la descripción de aquellas noches africanas, os induciría a tentación; quemad a Petronio; no os acerquéis a Horacio, que según uno de los vuestros: escapa por su obscenidad, a la vergüenza de toda cita; esos clásicos, tienen siempre terribles escapadas hacia la obscenidad, lo cual quiere decir hacia la Naturaleza; y, la Naturaleza es pura; 71la Naturaleza, ignora el vicio, porque cuando la Naturaleza nació, la Moral aún no había nacido; felizmente para la Naturaleza; fue la Moral, quien creó el Vicio; y, ella, madre desnaturalizada y monstruosa, viola su



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propio hijo; ¡ah! la Moral... no leáis los clásicos, pero si habéis leído a Zola, confesad conmigo que éste no descendió nunca hasta el Aretino, ni hasta Crebillón hijo, ni hasta Restif de la Bretonne, contra los cuales yo, no os oigo clamar; el famoso impudor de Zola, fue transparente, como el de Retz; se mantuvo siempre en el círculo de la Belleza y de la Verdad, fuera de los cuales, el Arte se hace innoble; moralistas: ¡no leáis a Zola!, podría sufrir vuestro Pudor; y, sin el Pudor... ¿cómo enrojecería el Vicio?... ....................................................................................... ............................................................................................... ................................... Otros que no quieren o no alcanzan a comprender a Zola, le niegan el lirismo. ¡Zola ilírico!... eso equivale a proclamar el silencio de una selva amazónica, donde los pájaros cantan y los grandes ríos murmuran en un pentagrama de siglos; un soplo de lirismo heroico, atraviesa la obra zolaica como un vuelo de cóndores; la Poesía , está en Zola, como aquellas arpas inmensas, que Miguel Angel pone en las manos de los profetas desmesurados, que en la cúpula de San Pedro, 72parecen mirar el paso de lo Eterno, en una ataraxia de Visión; ¿recordáis algo comparable en poesía a aquella



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sinfonía en blanco, toda música y toda perfumes, que en La Faute de l’Abbé Mouret, sube del jardín campestre, como una sonata apasionada, bajo los dedos inspirados de Haydn, o de Bach? un fresco de Giorgione, puesto en música por Hauslick, ¿no os da esa misma idea de infinito psicológico, y de armonía pictural, de aquella página llena de una sensualidad lánguida de vírgenes, de ternuras mórbidas de novicias, que tuviesen por corazón un lis de melancolía? y,.¿qué poesía igual a aquel himno de panteísmo vivificante como el gesto que crea, que abrasa como un incendio el jardín del Doeteur Pascal, en aquella hora roja de fecundación, en que el Sabio pone sus labios expertos en el esplendor triunfal de los labios de la Amada? el Sexo, canta allí una epopeya: la divina epopeya de la carne; veis ¿no allí, las flores, agitarse como un sexo, y abrirse como labios vivos, clamorosos de caricias, alzados hacia las alas febricitantes del beso? las rosas tiemblan como pechos de mujer por vez primera tocados; los pistilos se erectan; hay un soplo de cópula y de caricia humana sobre la tierra, que un deseo inmenso embriaga; la infinita paz florece; inmóvil y pensativo sueña el azul del cielo; el espacio parece desleírse en una ola vaga, en un éxtasis de Olvido;



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en la embriaguez del Silencio, la tierra toda se ofrece como una boca; como un sexo; 73releed esa página, y decidme después, si aquel que la escribió, no es un poeta y un pintor; un divino hacedor de acuarelas y de frescos, rafaelesco y miguelangelesco a la vez, músico y evocador; Wagner y Brucker; ¿conocéis algo, después de la Trilogía de Esquilo, comparable a aquella liberación de una alma, narrada en esos tres volúmenes: Lourdes, Roma, París? ¿quién, leyéndolos, no ha exclamado desde el fondo revelado de su corazón, la palabra del Cristo: Tu es Petrus? la Fe religiosa, - esa abdicación de Sí Mismo, ese terrible amor del alma a la esclavitud y a la ignorancia, ese buitre ciego,, ¿no ha , clavado sus garras y esclavizado vuestro corazón? la Duda —génesis de toda luz ¿no ha batido sus tempestades sobre vuestra alma, llena de la tenebrosa inquietud de que habla Heráelito? la Verdad, como una irrupción de, Sol, ¿no ha entrado al fin en vuestro espíritu, llenándolo de un elaror eterno, que es una liberación? tal el periplo ascensional del alma de aquel levita, descrito por Zola, en su viaje angustioso, desde las selvas extáticas de la Fe, hasta la cumbre incendiada de la Libertad, donde sintió por vez primera el espíritu de la Vida, llegar a su corazón, y cantó el canto de Samuel; liberatum est; libertado ha sido, aquel hombre, libertado de la



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cadena divina;, de las gemonias obscuras de la Fe; y, canta en su corazón; la Vida libre, es eso: un cántico de gracias; la paz inconmensurable, la paz purificada, ¿no desciende sobre vuestro corazón, cuando cerráis el último 74de esos libros, despidiendo con. un grito de Victoria, aquella alma libertada que marcha hacia la Vida? el Miedo, es el alma de la Fe; la Serenidad, es el alma de: la Libertad; la Libertad, mata al temor; el Miedo, es pasión de esclavos; el hombre libre no tiembla, ni siquiera ante el temor de ser esclavizado; ¿no veis con qué alegría ese hombre de la trilogía zolaica, escapado a su fe arcaica, libre ya de las garras, de la Quimera divina, corre hacia el río de la, Vida para refrescar en él sus labios sitibundos, ardidos y profanados por el beso de la Oración? su gesto, es un gesto de Adoración; de adoración a la Vida; ese hombre, es un Símbolo; el símbolo del alma de todos nosotros; la Vida, es una Imploración; una Imploración hacia la luz bendigamos las manos que encienden faros salvadores, ante las pupilas heridas de la cecidad enorme de la Fe; ¡manos inmortales! acabando de leer la trilogía de Zola, ¿no sentís el vuelo azorado de muchas quimeras que mueren en



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vosotros? ¡bendigamos la limosna inmensa de luz, que los grandes, espíritus hacen a nuestro corazón, en esta hora de mendicidad y de magnificencia, que es la Vida! su obra, es más fuerte que el tiempo; más fuerte que el corazón miserable de los hombres, que no aciertan a arrodillarse ante la desnudez sagrada de la Verdad; 75ellos, dan su corazón repleto de Infinito, a los infinitamente débiles, para ser devorados por estos;. misericordia de leones; la inconmensurable grandeza, ante tanta miseria, es un gesto de Eternidad; todo, es Eternidad... ....................................................................................... ............................................................................................... ..................................... ¿Qué lugar ocupa Dios, en la obra de Zola? el lugar del. Absurdo absoluto. Zola, es un panteísta; permanece en el umbral de la creación, deslumbrado por la Vida. Dios, no cabe en su Obra; el Hombre, la llena toda; el Hombre, y su Dolor. Zola, tiene la pasión de lo humano, como los histéricos del Misticismo, ,tienen la pasión de lo divino- el Dolor, que llena el corazón del Hombre, llena toda la obra zolaica, y grita en ella; pero no con el grito de Werther; sino con el clamor de



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Prometeo; el Hombre ha entrado en lucha con los dioses, y va a libertarse; el Acaso, la Fatalidad, el Destino, todas esas formas de Dios, todas esas fuerzas ciegas y opresoras que obscurecen y castigan la conciencia rudimentaria de Hombre, pasan por la Obra de Zola, como un coro de Furias,- con una terrible implacabilidad de Euménides en desastre; vencidas son; 76el ciclo zolaico es el ciclo de las grandes denunciaciones: J’acceuse; he ahí la divisa de Zola; fue el Grande Acusador; él, acusó la crueldad de los dioses, como acusó después la Injusticia de los hombres, en el proceso célebre; lo que torturó a Zola, fue la pasión de la Justicia; pasión que no tuvo igual, sino en el mito esquileo: en el Titán encadenado por amarla; y, esa sed de Justicia, devoró toda su Vida; sólo el río tenebroso de la Muerte, pudo apagarla. ....................................................................................... ............................................................................................... ..................................... Y, no os diré más de la Obra Zolaica; al lado de, ella, en tórno de ella, y contra ella, crecieron y pulularon las escuelas; el Talento hizo floraciones de prodigio, pero el Genio,



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no residió sino en esa Obra; todas las tendencias de la Novela tuvieron representaciones excelsas, desde la novela aparco-católica de Veuillot, hasta la novela hagiográfica de Huysmans, sin lograr igualar, ni superar la Obra de Zola; ¿os suena mal, aquella alianza de vocablos: anarcocatólica? pues, yo os digo, que quien la realizó fue aquel jabalí enfurecido del diarismo ultramontano, que se llamó: Louis Veuillot: leed l’Honnéte Femme; ¡qué odio de la burguesía! ¡qué furor anarqúista! qué espíritu de demolición! 77con deciros que iguala y supera en socialismo anárquico, al Jacques Vingtras, de Jules Vallés; ¡Vallés y, Veuillot! ¡qué extraña aproximación! ¿cómo se puede efectuar? por la similitud de los temperamentos: eran dos atletas; los hermanos gemelos de la diatriba. Vallés, por la Libertad;. Veuillot contra la Libertad; pero hablábamos de novela. Veuillot, más que el antecesor de Flaubert, fue el antecesor de Huysmans; como Vallés fue un lejano antecesor de Zola, un precursor de Rosny; ¿vais a hablarme de Dimier, el autor de la Souriciére? os digo que ese aborto de Barrés es hijo legitimo de Huysmans; pero, ¿cómo hemos entrado, así al zarzal de la novela católica?



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no descendamos más, porque podemos tropezar con Sienkiewicz... y, ¿quién tolera a ese polaco, violador de Cimodocea, empeñado en ponerle música a la Fabiola del Cardenal Wiseman? no entremos en la novela rusa, en la novela polar, porque todo allí espanta, hasta la flora de almas caucásicas de Tolstoi; la novela tolstoiana, entra en la sociología pero no entra en el Arte. Tolstoi permanece bárbaro; yo, admiro su gesto evangélico; pero con su odio a la Estética, me hace la impresión de un cosaco desarmado, entregado a obras de Misericordia. 78Tolstoi queda tártaro, hasta la medula de los huesos; el Arte, no ha sido nunca sármata. Ovidio, lo supo bien... entremos en el Arte; la novela psicológica, ha sido sin duda, la que ha dado frutos de más intensidad. Paul Báurget, ha sido el Onán, de aquella escuela; él, ha iniciado a las mujeres, en los placeres solitarios del espíritu; su lectura, es para ellas una voluptuosidad íntima; a ese respecto, Bourget, no es un escritor público; es un vicio secreto; ¿quién tuvo el sentido profundo de la Vida Interior en más alto grado que Barrés? ¿dónde una síntesis de Belleza, mayor que sus



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monografías? sus libros de entonces, quedarán como un Evangelio, revelador de la Vida Espiritual, como el Breviario del Yo, como la teoría del más poderoso individualismo, que sólo Stirne ha podido igualar en l’Unique; todo el germen de Nietzsche, reposa allí; si de monografías de sensibilidad personal se trata, ¿cómo olvidar: La Course a la Mort de Edouard Rod? ¿me perdonaréis que no os haga un memento de la novela, y su evolución? ¿de Shuré, y su novela visionaria? ¿de la novela-poema, con d'Annunzio, Sarasin, Guérin?... ¿de la novela social con Paul Adam, Jean Aicard, Margaritte, Descaves, de Rosny, León Daudet, le Goffic?... de la nueva novela... sería interminable; 79os quise hablar sólo, de la obra zolaica, y florecieron bajo mi pluma recuerdos y apreciaciones; ¿qué queréis? la memoria visual es dominante, como diría Gourmont, y yo he visto eso; ese jardín de visión se ha abierto bajo mis ojos; y os he dicho de él; sólo quise hablaros de los pródromos de una evolución literaria, y de la. obra de un Hombre; y atónito y enajenado por la admiración, llevé mis dos manos a la Historia, y de flores de su corona os hice don; porque así se generan, y se encadenan así, las cosas del Entendimiento y de la Vida; el Discurso, como un manantial es; va desasosegado,



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corre cantando reflejos, y después que toma curso es de difícil dominio, como arriaje de velas después que han tomado viento; es la naturaleza del principio; ¿es la hora actual, la hora propicia para la continuación de la Obra iniciada- por Zola? esta época negra, en que la vergüenza de la Vida sube hasta la demencia; hora de desolación, en que el espíritu humano siente, que la obliteración de las almas ciegas, sube como una marea, en el misterio profundo que hace llorar la Noche; hora en que los hombres de orgullo y de pureza, ven con espanto la mueca vergonzosa de los esclavos, que deshonrando la articulación de la palabra, piden a grandes gritos la cadena; sociólogos idealistas y contemplativos hay, que magnificando su pensamiento por las ternuras infinitas de su corazón, y las de su espíritu, ascienden y viven con igual libertad en el recinto hermético y sinfónico del Arte, que en 80los vastos espacios de la Historia, y en los horizontes ilimitados de la Libertad, donde bajo el ala maternal de las tormentas duermen las águilas futuras de la acracia; y hacen de los libros suyos, exquisitos breviarios de hondo dolor, donde el heroico silencio de las almas, vibra :en el más alto y arrebatado lirismo de expresión; fuentes de misteriosa y profunda piedad fluyen de ellos; aspiraciones tenaces aguijonean su espíritu, en su vuelo



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profético hacia las dos formas perfectas de la Idealidad : la Belleza y la Libertad; un estremecimiento de rara vitalidad, llena sus obras; esa fiebre que se llama Vida, según el acre decir de Edgar Poe, los posee, angustiosa y apasionada, y. se comunica a sus creaciones, con una extraña intensidad dolorosa, que las hace como contraerse bajo la pesadumbre de la inevitable desolación; hay una como agonía de almas, en la Ciudad doliente y profética de esos libros, y en sus paisajes impresionistas como llenos de extraordinarios ponientes de sol; son como una exposición y una lamentación de todas las cosas implacables y de todas las cosas miserables de la Vida; su sueño de felicidad social, tierno y difuso, pugna por mostrarse entero y grandioso en vuelo violento hacia el futuro, libre de las desesperanzas del pasado; la novela social, la novela de revancha, tiene en ellos sus evangelistas. y sus apóstoles, que con la doble pasión de la Belleza y de la Piedad, despliegan en el horizonte su bandera de Misericordia y de Esperanza; y, es que, la hora de la literatura de acción ha sonado; toda obra de Arte, debe ser una obra de combate; 81a la literatura pasiva, debe suceder la literatura



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activa; todo artista, debe ser un combatiente; es la hora de demoler; el hierro, está en la llaga; salvemos o matemos; denunciemos primero; venceremos después; la piqueta está alzada; demoler es vencer. 82EL TEATRO EN EL ARTE El Teatro, entra en la Vida, como un río, entra en la selva; entra, la invade, la llena, la refleja... la refleja; sí; reflejar la Vida, pintar la Vida, reproducir la. Vida; ésa es la misión del Teatro; el Teatro que no refleja la Vida, sino que calumnia la Vida; que no pinta la expresión, sino la mueca del inasible rostro del Alma Humana; que no reproduce los actos de la Idealidad, sino los de la Bestialidad; que no externa las manifestaciones del Sentimiento, o las del Pensamiento del Hombre, sino las del Instinto de la Bestia, que duerme en él; que no lo sorprende, y lo reproduce en el instante de sus altas concepciones, sino desnudo sobre el lecho, en el instante de sus más bajas acciones; ese teatro de leprosería, de manicomio, y de lenocinio, que hoy llena e invade la escena toda, ni es teatro, en el sentido verdadero del vocablo, ni para escribirlo se hizo la



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mayúscula al hablar de cosas de Arte; la Sublimidad, en el orden ideal; la Belleza, en el orden material; tales han de ser las condiciones del Arte; fuera de la Belleza, no hay Arte; lo repugnante, lo feo, lo asqueroso, puede estar, y está dentro de la Verdad, pero, no está dentro de la Belleza, por consiguiente no está dentro del Arte; un cáncer es verdadero, pero no es bello; - 83su exhibición y tratamiento, entran en la Terapéutica, pero no entran en la Estética; pertenecen a la Ciencia, no al Arte; una Clínica, no está dentro de las fronteras de lo bello; un Museo sí; y, lo que no está dentro de lo bello, no está dentro del Arte; un vientre canceroso, abierto aunque sea por él escalpelo de Peán, no os producirá en el alma la misma impresión que una Virgen del Perugino, o un jardín del Primaticio; sólo estos últimos, os despiertan la emoción sublime; la emoción de lo bello; lo que está fuera de lo bello, está fuera de la Estética; y, lo que está fuera de la Estética, está fuera del Arte; y, yo tengo para mí, que el Teatro actual, si no está todo fuera de él, es cuando menos un arte inferior; o más que un arte, es un oficio; su proximidad a la muchedumbre, y su amor loco por ella, lo condena a la puerilidad y, aún a la vulgaridad, porque el vulgo es por naturaleza pueril y grosero; y ese



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vulgo, es el juez y muchas veces el verdugo de una obra teatral; la enorme cecidad de ese monstruo, lo hace inhábil para la contemplación y la comprensión serena de lo bello; el vulgo, es el enemigo natural de lo sublime; de ahí, que lo sublime, esté proscripto del teatro actual, del cual el vulgo es el amo y el señor; en su fatal apostasía de lo heroico, nuestra época, y con ella el Teatro, huyendo de lo sublime se refugian en lo bufo, como único consuelo a su mediocridad; la Farsa, es su Epopeya. 84Víctor Hugo, fue el último caballero de lo sublime, sobre el Teatro Francés; y, está muerto, bien muerto, bajo el yelmo y las corazas de sus héroes, sobre los cuales se desnudan las cocotal de Abel Hermant, y exhiben sus miserias, los Averiados de Brieux; el teatro actual, eminentemente mercantil, o dicho mejor únicamente mercantil, no hace Arte, hace comercio; por eso no echa como alimento a ese gran hipopótamo libidinoso que es el público, sino todas las gramíneas afrodisíacas que halla al paso, para ponerlo en rut y soltarlo furioso como un paquidermo en celo, sobre la yeguada ambulante de las peripatéticas del Amor; repasad el teatro actual, del uno al otro extremo de la Europa, y en su cenagosa esterilidad, no lo veréis producir sino una flora enferma de neurosis y de adulterios; ni aun el Teatro escandinavo, con su acre pureza de



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niebla, ha podido escapar a ese contagio; el grande Ibsen mismo, hizo creaciones de esa histeria, sin contar a Oswald, que pertenece a la psicología cerebral, Hedda Gabber es la neurosis polar; en toda esa pululación de vesanias, sólo un poeta está en pie, soberbio y solitario, con sus creaciones raras y exquisitas, como un joyel de ensueño: Gabriel D'Annunzio; las creaciones de D'Annunzio, están más allá de la visual del público, fuera de sus fronteras mentales; él, habla un idioma incomprensible a la caquexia aguda de los erotómanos del Teatro; el idioma de la Belleza; he ahí por qué su teatro ha fracasado en París; hospes hostis; ese diputado de la Hélade, es un bárbaro en la Galia; 85coronadlo dé flores, y ponedlo fuera de Luteciá; su reino no está en Montmartre; pertenece a la aristocracia y intelectual ha cuarteles nobiliarios en el escudo heráldico de su Arte, tiene la pasión ardiente de lo bello, y el odio acre, inmisericorde, de las cosas viles; él será odiosamente rechazado por la casta omnipotente de los mediocres; es verdad que, el Genio se venga, ejerciendo su supremacía incontestada sobre los espíritus de Elite; es el maestro de los maestros; no ejerce la pedagogía pecuaria de esos pastores de la imbecilidad, que arrojan al vulgo las bellotas de su estilo, más para corromperlo que para alimentarlo;



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paralelo al de él, y sin unirse a él, aparece el Teatro de Maeterlinck; un teatro azul, un teatro de hadas, tiene en ocasiones la simplicidad candorosa del cuento alemán; sus personajes, tienen alas como los pájaros, y se confunden con ellos; se dirían las, novelas maravillosas de Wells; arregladas para la escena, por ese poeta coronado, que fue Luis de Baviera; la belleza profunda, dulce y misteriosa del Símbolo, brilla sobre ellas, como la estrella de los Magos, sobre una caravana de pastores; las engrandece sin turbarlas, en un blanco horizonte de armonías; Maeterlinck, no sólo está dentro del Arte y lo domina, sino que tiene: Su Arte; el secreto extraño de su aparente simplicidad, llena de maravillas, pertenece a él, exclusivamente a él, como el 86misterio profundo de su don de lágrimas, y de su inagotable fuente de emociones; escritores como Maeterlinck, redimen el Arte de todas las miserias de su tiempo; son los rehenes, que la Gloria tiene entre sus manos, para asegurar toda la grandeza de su época; ellos, no se conforman con representarla, sino que la salvan; su época, no sólo vive mentalmente de ellos, sino que vive en ellos, y por ellos; todos los siglos han visto alguno de esos hombres,



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llenos del tenebroso amor, y de la misteriosa armonía de lo Infinito; ellos, se llaman eternamente: el Genio; y, el Genio, está ausente del Teatro actual; emigró el mismo día que lo sublime; ausente o vencido, porque nadie me dirá que el teatro de D'Annunzio, y de Maeterlinck, es un teatro vencedor, universalmente aceptado; del Norte nos vienen, es verdad, magníficas creaciones ibsenianas, pero no se aclimata en Occidente esa blanca flor boreal, crecida entre la bruma, y el misterio de los fjords de Noruega; ni Ibsen, ni Bjoernson, ni Stirner, ni Strindberg, son autores populares, como decir Alfred Capus, o Gorges Courtelines;- son conocidos de los hombres de letras, y de un público selecto de aristócratas viajeros y millonarios cultivados que frecuentan y conocen todos los teatros del mundo, pero, no son amados, ni hacen las delicias del gran público burgués, hipnotizado y bestializado por los dramaturgos a sueldo de su ignorancia, encargados de 87cosquillear su sexo, o conmover su corazón, con dramas de adulterio o historias para modistas sentimentales; a ese público que lee a Georges Ohnet, le basta la Fille Elisa de Jean Ajalbert o Ces Messieurs de Georges Ancey; la vil parodia del talento, que bajo el nombre de Sprit, llena los teatros parisienses, con su producción, tiene las



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más cordiales relaciones con el público, pero, no guarda relaciones ningunas con el Arte; no; la profundidad del Arte, la sublimidad del Arte, la grandeza del Arte, no caben en esa media de seda, manchada, con sangre de cocotas, que es el vaudeville. Esquilo; no, se encierra en una zapatilla de Liane de Pougy; esa mueca histérica, que es la comedia francesa, triste bajo la máscara de su erótica alegría, no logrará nunca dar a las contorsiones de sus neurosis, los puros lineamientos de una creación de Arte; las obras más serias, de Donnay, de Mirbeau, de Descaves, de Hermant, denuncian de tal manera el desierto de las ideas, el vacío de lo bello, la muerte de lo sublime, que las almas altas y nobles, se apartan de ellas, como de una ciudad inhabitable; yo, no niego que haya talento en esas obras; lo que niego es que haya Arte; ellos hacen obra de lucro, no obra de Belleza; son comerciantes, no son artistas; trabajan por el oro, no por la Gloria; son los cartagineses de la Decadencia; yo, no condeno lo que ha dado en llamarse, la inmoralidad en el Arte, 88yo, no creo en la Moral; ¿cómo podría creer en la Inmoralidad9 lo que yo condeno, es la vulgaridad en el Arte; yo adoro los asesinatos en Esquilo, y amo los incestos



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en Sófocles; las amistades tebanas, se me aparecenresplandecientes en Homero; no es en nombre de la Etica, sino en nombre de la Estética, que me indigno contra la puerilidad, la vulgaridad, la mediocridad del teatro actual; el Vicio, es bello; él crimen, es bello; pero, a condición de ser expresados en Belleza: supremamente; yo, no soy bastante corrompido para ser un moralista; pero, amo mucho el Arte, para no indignarme en nombre de los artistas; lo que llamaremos el bovarismo en el Teatro, se ha hecho de tal manera sistemático y parasitario, que en su monocorde facilidad, ha bastado para hacer del Arte escénico, el más bello jardín de imbecilidades que pueda florecer bajo un cielo de decadencia; en vano se engañan los sueños, en vano se engañan los mirajes, en vano se cubren esos horrores sin portada, y esos tumultos sin grandeza, arrojando a los ojos de la candidez, el polvo secretorio de la psicología. Psiquis: Alma, ésa no está allí; el descoyuntamiento de aquellas muñecas, semipensantes y automáticas, en el lecho del placer, a veinte francos, no es el alma humana; los secretos del alma humana, son otros; 89otros son los caminos del alma humana; el rostro del alma humana es otro;



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el alma humana es la Esfinge; y ¿qué de más profundo y más claro para los espíritus que saben leer? el alma humana, está en las alturas suprasensibles, vecina del Misterio; sus secretos colindan con lo infinito; para el estudio del alma humana, ¿no necesitáis estar en comunión con lo Sublime? porque todo en el alma humana, hasta, el Horror, es sublime; ¡descifrar el alma humana! ¿sabéis el terror sagrado que se apodera del que cumple Eso? ¿es que habéis descubierto el alma humana, cuando habéis desnudado los senos flácidos y el sexo profanado, de una meretriz en orgasmo de placer? ¡pobre alma humana! ese Teatro, que dice revelarla, no la revela; la calumnia; no que yo proclame como único el drama individualista, el superhombrismo, de Stirner, o de Nietzsche, pero sí lo creo en mucho preferible a esa tenacidad de batracios, con que los comediógrafos franceses se empeñan en dar de testa contra los problemas triviales, del Adulterio; y, no que a mí me disguste, el Adulterio; al contrario; yo lo amo, y lo proclamo; me divierte, y me edifica; lo creo: el más justo castigo de ese pecado de imbecilidad social, llamado: el Matrimonio;



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90como hombre libre, yo aplaudo el Adulterio; es la revancha de la esclavitud; pero, me pregunto: ¿qué gana el Arte, con la exposición perenne, inacabable, no ya de esa clínica de almas enfermas, que pertenecen de derecho propio al Profesor Lombroso, sino con la exhibición de esos cuerpos de hombres enfermos, que nos exhibe Brieux, en sus Averiés? esa literatura de columna mingitoria, hecha como para reclamo de las enfermedades venéreas, no me disgusta en nombre de la higiene, pero sí la hallo fuera de lugar, en los dominios del Arte; las enfermedades secretas, han dejado de serlo, merced al teatro francés, y no acierto a explicarme, lo que la grandeza del Arte haya ganado con ello; pero, la Belleza, ¿qué ha ganado la suprema belleza? es cuando se ha descendido tanto, que el Arte toca las tierras vírgenes del desprecio; Quum in profundum venerit, contemnit; la aparición de la Sífilis en escena, me atrevo a asegurarlo, no es una conquista del Arte, no es una flor de Arte; la llaga de Philoctéte, aun siendo de origen divino, hizo que el candor de Homero, lo confinara en las Lócridas; contaminar así el Arte, con la podredumbre de los cuerpos, lejos del trabajo y de las gestaciones altas y nobles



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del espíritu, es proscribirlo de la creación intelectual; el mundo invisible, visto a través del mundo visible: eso es el Arte... 91....................................................................................... ............................................................................................... ................................ No que yo predique el Arte de Teatro, únicamente ideológico o sentimental, dado a bordar con los floripondios del romanticismo en una superficie sin profundidad; ese teatro teórico, de pura emoción literaria, está sin embargo, en el dominio de la Belleza, en el cuál, el teatro de pura emotividad bestial, no alcanza a entrar; no es Arte verdadero, ni es, siquiera. Arte ese que escapa a la ley de humanidad, aun con un fin alto de pasión. Belleza y Verdad, son sinónimos: Belleza y Verdad, son gemelas; unidas y consubstanciadas, como los gemelos de Siam; separarlas es matarlas. Arte, es, Unidad. Unidad de Belleza, y de Verdad; proscribir en el Teatro lo sublime en nombre de lo verdadero, es innovar o corromper el Arte; la bajeza natural de la representación escénica; la inferioridad estética del Teatro, como Arte, no adquiere cierto grado de elevación y purificación, no se redime de su mancha original de asociación al vulgo, sino mediante la



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aparición de lo sublime, en la escenografía teatral; no quiero decir, si Esquilo, está fuera de la realidad y de la Vida; si ese gran río, de taciturna y fiera belleza, corre más allá de los cauces estrechos de lo humano; 92sólo sé decir que, su divino aparecimiento, marca el más alto grado de sublimidad, a que haya llegado el espíritu, humano, y al cual haya servido esa fuerza amorfa y multiforme que es la Palabra; de las noventa tragedias de aquel que fue el último eco de la sonoridad de los dioses sobre la Tierra, el último grito del Olimpo, sobre las cumbres grandiosas de la Hélade, sólo se han salvado siete; y, sin embargo, ¿qué elemento de lo bello, de lo justo, de lo sublime, no se halla en aquellos siete bajeles del Genio, salvados de la espantosa noche del naufragio? el teatro enorme de Esquilo, se nos aparece precedido como de dos heraldos dorios, por el Ditirambo, y el Lirismo; por los itifaléforos, y los itífalos de Bacchus; toda la esencia del alma humana; una gran pasión se fija sobre ellos, como una nube; es la pasión de lo sublime. Archiloque, y Epicarmo, lo precedieron, como sacerdotes del gran recitativo homérico que subía en lentas cadencias, como las olas de una lírica mar... todas las grandezas y las tristezas flotantes en el alma griega, tan torturada de divinos dolores, sonaron entonces con abrupta sonoridad, en el alma de ese Titán del ritmo, que no conoció iguales, ni ha tenido sucesores; él, surgió del grito del Escoliasta, en las Leneas, como



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un divino pájaro del cielo, como una águila armónica de luz; ni intento, ni es mi objeto, hacer aquí un estudio de aquel guerrero meda, ni la exultación o la defensa de su genio arcaico, de su estilo monumental, de sus imágenes grandiosas y germinantes, como las entrañas de un mundo; 93ni diré de sus tragedias, sombrías y rudimentarias como un caos pregenésico, roncas y asordadoras, como el clamor de un volcán bajo la placidez muda del cielo; ni cómo la armonía, la justicia y la medida métricas, pueden encerrarse todas, en ese algo enorme y cegador; sus divinidades arcaicas, la vegetación desenfrenada de sus paisajes extrahumanos, dominados por las cumbres rosas del Himeto y del Pentélico, se extienden, se dilatan de tal modo en lo sublime, en la zona excesiva de su genio, que rompen el horizonte y la medida de la tierra que aparece esquiva y limitada; una carrera de hippariones, perseguidos por el foete de Apolo, en la selva teológica y sacerdotal de aquel maratonómaco sublime, hácenseme las estrofas desmelenadas y purpúreas, llenas de magnificencia y de furor, de esas tragedias, de las cuales se exhala, un acre perfume de violencia embriagadora; del divino Sófocles, no he de hablaros; arte, más que genio; él fue la belleza, la proporción, y la gracia; ni llegó a Esquilo, ni lo eclipsó;



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con Sófocles, la tragedia, deja el genio y entra en el talento; deja de ser divina; se hace humana; pone el pie en tierra y plega las alas; ya no vuela: anda; viéndolo morir abrumado de palmas, se pregunta uno si no fue mediocre el hombre que así pudo vencer; le faltó una cosa que distingue y aun hace al Genio: el Dolor; y, le sobró otra que falta siempre al Genio: el Triunfo; y, de Eurípides, ¿qué he de deciros? 94con él, se está muy lejos de Esquilo, lejos aún de Sófocles... con Esquilo, se deja lo sublime; con Sófocles, lo bello; con Eurípides, se entra en lo precioso; el arte decrece hasta lo mignard; se diría un Racine de antigüedad; y, como no es una historia del Teatro lo que hago, os haré gracia, de la máscara de Aristófanes... con Esquilo, dejamos la cima abrupta de las tempestades... Sófocles, fue la colina florecida... con Eurípides entramos en el llano amatista, aún lleno de sol; con Aristófanes, dejamos ya el Arte y entramos en la farsa; permitid que no entre allí; yo, tengo horror de los hombres que ríen, y mucho desprecio por los hombres que hacen reir... .......................................................................................



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.. ..................................... No volvemos a hallar cima alguna hasta tropezar con. Shakespeare; y, ésta, es ya, una cima de cartón; permitidme, que admire sin entusiasmo, a este comediógrafo genial; su fantasía desencabritada, sus dramas alucinantes, me hacen la impresión de una pesadilla; su genio aullante y bufo a la vez, sus máscaras trágicas y grotescas, todo el horror y la vulgaridad que hay 95en él, despiertan y refrenan al mismo tiempo, la admiración que se les tributa; cuando es sublime, raya en Sófocles, nunca en Esquilo; gran poeta, poeta inculto, su poesía es aérea y suave, como un sonar de flautas bajo los cielos serenos; algunas de sus mujeres, se dirían flores que hablan; ¿no es Ofelia, una blanca azucena de dolor? ¿Córdelia, una pálida rosa de piedad? ¿Julieta, un geranio de amor? y, hasta aquella terrible y horrible Lady Macbeth, no os parece un asfódelo asesino, en cuyo cáliz tiembla una gota de veneno rojo como un rubí; todo eso es bello; se alza hasta la poesía, pero no se alza hasta el Genio; el panteísmo homérida, de este comediógrafo tabernero, es como una marina sin grandeza, lejos, muy lejos de los paisajes épicos, y de los horizontes



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atormentados del Teatro Antiguo; *el verdad, que Lear, recuerda a Edipo, Cordelia a Antígona que las sortílegas de Macbeth hacen pensar, en las furias de la Orestia, y, que en la Tempestad parece soplar a veces el huracan que azotó las naves, de los compañeros de Ulises, pero no llega a lo sublime del horror esquiliano, al lirismo profético y hebraico, que sopla como una borrasca de infinito, como un huracán de elipsis enigmáticas y de creaciones extrahumanas, que hay en ese Septateuco, que son los libros de Esquilo; lo enorme, los desmesurado está en él; en Shakespeare, está lo grande, un grande ilimitado, igual, y en ciertos momentos superior a Sófocles, pero siempre inferior a Esquilo; 96Esquilo, es lo Absoluto. Esquilo, es una :Soledad; grandes cráteres humeantes le hacen compañía; cuatro son las cimas en donde duerme el rayo: frentes de siglos; Homero Esquilo. Shakespeare. Hugo. Homero, es simple, como la vida virgen; ignora el horror, pero dentro del límite humano, su grito es traducible; sus dioses son sus héroes, por eso soporta la escenografía, por eso, cabe en el Teatro. Esquilo, no; su grito es extrahumano; no soporta otro escenario que el cielo azul de Atica, y el inmenso mar



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mugiente. Shakespeare, soporta todas las profanaciones del teatro, y es hecho para ellas; es como un enorme farallón en medio de una mar; sufre y ama él beso de las olas. Hugo, colinda con lo infinito; está como la estatua de un dios en el extrarradio de lo humano, marcando un límite: el límite del Misterio; después de ellos, el Genio entra en lo relativo, y va siempre tocando fondo; de Sófocles a Lucrecio a Dante, a Goethe; después... la llanura ilimitada del talento; yo, no he tratado nadie que no lo tenga; el talento, es como la voz: un don universal; no se exceptúan de ellos, sino los mudos y los idiotas; y, los mudos, encuentran su medio de expresión en la mímica: la mímica, es la voz de los mudos; 97los idiotas los también encuentra su forma de expresión: la crítica; la crítica, es el talento de los idiotas; no hay que olvidar que en el límite superior del talento, y fuera de él, principia el Genio; en el límite inferior del talento, más abajo de él está el instinto; el instinto, es el alma de los críticos; ¿cómo descendimos tanto hasta dar con los críticos? remontemos otra vez el vuelo, hasta las regiones intelectuales; ¿que Shakespeare, es un genio? por descontado; ¡un genio de verdad; pero ya os lo he dicho: dejadme no admirarlo



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incondicionalmente; yo, no siento por él el entusiasmo hugiano; el alma de aquel palafrenero genial, no me aprisiona por completo: la hallo en ocasiones falsa y hasta bastarda; pero más que todo vulgar; lo heroico noble, no reside en él; aun en el crimen, sus creaciones son inferiores a la creación antigua; Lady Macbeth, que es su más completa creación criminal, es sin embargo, inferior a Medea, y a Clitemnestra; tiene el horror, pero no la grandeza ni la heroicidad desenfrenada del drama antiguo; su manía de ergotizar, hace a Shakespeare nebuloso, y limita su vuelo lírico, manteniéndolo muy lejos, de la celeste y tormentosa profundidad esquiliana; permanece en la Escandinavia, muy lejos de las cimas argólidas; y la luna que ilumina los cielos diáfanos del 98Aticía, no llega hasta las brumas septentrionales del parque de He1singor; su hamletismo, va por sus dramas extendiéndose cómo, una nube, y da a sus creaciones todas, una nebulosidad confusa de fantasmas; un gracejo burdo, y tabernario, acaba de, quitar a la obra shakesperiana, el sello de alta sublimidad, que caracteriza la obra esquiliana; hay una diferencia de almas, y de vidas. Esquilo, había sido un guerrero; la visión de Maratón lo deslumbraba. Shakespeare, era cómico, y casi un cómico de la



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lengua; la chismografía de entre, bastidores lo obsesionaba; era el único campo de batalla conocido por él. Esquilo, había matado hombres, sobre el campo del combate. Shakespeare, no había matado sino cerdos, en la carnicería de su padre; Esquilo, conocía el corcel de guerra, por haberlo dominado. Shakespeare, no conocía sino los caballos de los nobles, por haberlos tenido del freno a las puertas de los teatros; el uno conocía la vida heroica, por haberla vivido; otro, no conocía sino la vida vulgar, porque ésa era la suya; de ahí, la diferencia de sus creaciones; el uno, era un héroe; el otro, era un cómico, que había sido siervo; el uno, había vivido el heroísmo; el otro, el servilismo; de ahí, sus matices de alma. 99Shakespeare, tiene esa facultad que Esquilo no tiene, la de poder bajar a la comedia, y holgarse en la farsa; en Esquilo, no hay nada del histrión; en Shakespeare, el bufón vive y se agiganta; la mueca del rostro aristofanesco, le sienta a maravilla; sus bufonerías, todas de lacayo licenciado, pletórico de soberbia, adquieren casi lineamientos de grandeza, a fuerza de ser de una sinceridad colérica, admirable; tiene el gusto afrentoso de las cosas bajas; se hunde



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con voluptuosidad en lo ridículo, y es de aquel fondo de gozosa demencia, que extrae sus más sorprendentes creaciones; en lo más rudo de lo trágico, lo cómico aparece y domina, en sus dramas; en ellos, el bufón eclipsa al héroe. Pólonius yFalstaff, lo llenan todo; su genio, se hace enorme al tocar con los personajes, de la farsa; tocando la vulgaridad, Shakespeare, se agiganta como Anteo tocando la tierra; ambos tocan el seno de la madre en que nacieron; pero, no por eso, Shakespeare es menos un genio; él, forma con Esquilo y Hugo,e1 trinomio del Teatro; la trinidad prodigiosa que ya por los cielos desiertos empujada por un huracán de infinito, cual si fuese llevada por hipógrafos enloquecidos, en el carro tronitante del Apocalipsis; con él, el Genio enmudeció, hasta la aparición de Hugo. ¿Corneille? era un clásico; 100y, con eso os digo que no era un genio; evocó la tragedia antigua, pero no logró darle vida, permaneció inerte, bajo la deslumbrante drapería de sus arcaísmos convencionales, como la momia de una reina, bajo sus joyas y su corona. ¿Racine? con Racine, entramos ya en la mignardise, es decir, en el preciosismo; era una alma femenil, sin alturas y sin profundidades;



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se ha hablado de su genio dulce; ¿y, podéis imaginaros un genio dulce? tanto valdría hablar de la mansedumbre de una águila; los genios y las águilas, no se domestican; os hablo de la tragedia, y de lo heroico, por eso no hablo de Moliére. Moliére, era un Shakespeare enano; era un cómico como éste, pero no era un genio como éste. ¿Crebillón? Crebillón logró deshonrar lo enorme; yo, no he visto mayor parodia del horror sublime, que la de las tragedias de este viejo bárbaro, que hace recular de espanto; es un caníbal, rapsoda; su teatro, es un teatro de antropófagos; llegada a ese grado de inferioridad, la tragedia no es ya un Arte, es un gesto; el gesto de un cafre loco; ¿el teatro de Voltaire? Voltaire, fue el más grande talento de su tiempo, y de todos los tiempos; pero, no fue un Genio; 101hablar del talento de Voltaire, es justicia; hablar del genio de Voltaire, es paradoja; su teatro, clásico, imitativo, amanerado, declamatorio y enfadoso, es como todo el teatro de su época, una inagotable fuente de hastío; él mismo confiesa en alguna parte, la inferioridad de sus tragedias; lo sublime, no reside en Voltaire; es su antítesis;



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en él, tampoco reside lo profundo; le falta todo lo que constituye: el Misterio. Voltaire es diáfano. Voltaire, es, la burla, la gracia la travesura, el donaire; ese algo tan lejano del Genio, y que se llama el Sprit; después de Voltaire, el gran teatro se eclipsa, hasta la aparición de Hugo y de los románticos, y de ellos, sólo él, entra con su obra en la Inmortalidad, los hombres de hoy, parecen no amar ese teatro, y es sin duda porque les faltón fuerzas para llegar hasta él; la aproximación al Arte, da el Sagrado Terror; no se aborda el Drama, sino con uno como estremecimiento de angustia; el Drama, es lo infinito; es el navío fantasma donde navega el Misterio; la palabra Teatro, hablándose del Gran Teatro, trágico y lírico, de estirpe esquiliana, despierta una impresión de inmensidad; ¿por qué? porque en ese Teatro, reside la complexidad suprema de la Vida: el Alma Humana; es decir: el Gran Todo; 102entrar en ese Arte, es entrar en la boca enorme de la Esfinge; esa espantosa familiaridad, es a veces, una forma de suicidio; la Esfinge, ha devorado más gentes, que aquellas a quienes ha entregado su secreto; el Arte tiene una condición de hembra: pide ser dominado por aquel que aspira a poseerlo;



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poseer el Arte, es dominar el Arte; el Arte es el refugio de los fuertes; y, el Gran Teatro, lírico ático, es el más alto y el más complejo de los artes; su enormidad, desconcierta; entrar en él, produce la impresión de entrar en una tempestad; por todas partes se palpa lo Absoluto; hay una como fuga de lo humano ante los ojos; los hombres se borran; el Hombre aparece. Sict erat; la Miseria, el Dolor, y la Esperanza; el Genio y el Hombre, se contemplan; el Genio, vence al Hombre, y le arranca su secreto: le arranca el Alma; de ahí surge el drama; la epopeya de las almas; .................................................................... hoy ese Arte, está en destierro; sufre la suerte reservada a la Verdad. Exult est... 103DEL VERSO EN EL ARTE El Verso, es el esplendor magnífico del Verbo; la armonía de la palabra, es la iluminación radiosa de las almas; la tiniebla descensional de los espíritus, principia allí, donde se extingue la vibración mágica del Verso; el Silencio y la Muerte, son gemelos; el Verbo, mata el Silencio; el Verso, pone en el corazón de la Muerte la flecha palpitante de la Vida;



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el Verso, es Inmortal; la Vida, es Armonía, y toda la Armonía está en el Verso; y, toda la luz; el Arte de la Palabra, no se ha salvado del naufragio de los tiempos, sino en el bajel armónico del Verso; es por la boca del verso, que los siglos han dicho la palabra reveladora; nada se ha salvado de los grandes cataclismos del Olvido, que no haya sido en las alas frágiles del Verbo; todo el pasado grandioso vive en el corazón del Verso. Dios está en el corazón del verso, como el tulipán en el corazón de la magnolia; es por el Verso, que los dioses viven; ¿por quién los del Olimpo? por Homero; ¿por quién Jehová? por aquellos del Deuteronomio; ¿de dónde surgió el Mito Cristiano? de las estrofas rudas de la Biblia; ¿los Vedas? un bajel de dioses asiáticos; 104suprimid los poetas, y habéis suprimido los dioses; porque el poeta, es aquel que canto 1o irrevelado y lo lleva en su corazón; es aquel que canta, lo infinito. Verbo de Eternidad; quien dice Poeta, dice Profeta; y, quien dice Profeta dice Vidente, y dice Visionario; la óptica del Genio, es hecha para los cielos de la Divinidad;



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los horizontes de la Visión no expiran sino sobre las costas tenebrosas de la Eternidad; plantemos para la Eternidad; plantemos el árbol de la Vida; la Vida, es la Palabra; de todo lo humano, la Palabra, es lo único Eterno; su sonido pasa; su sentido queda; profundo ha sido, profundo es, profundo será el Sentido de la Palabra; el Misterio, se eleva melodiosamente del fondo de la Palabra; y, el culto de la Palabra, es el culto a lo único proféticamente revelado, el Símbolo Divino: el Verbo; toda Idolatría, es una forma de inferioridad; y, sólo hay una forma elevada de Idolatría: la Adoración de la Palabra; el Océano Inapaciguable de lo Infinito, no tiene sino un solo eco revelador: la Palabra; la Palabra Humana, es la expresión simultánea del Hombre y de Dios; la Palabra, es la cima, desde donde vuela hacia todos los cielos, fuera de todas las tierras, esa Miseria Sagrada que es el Hombre; 105la Inmensidad, es el único Templo adecuado al canto de ese salmo infinito y heroico que es, la Palabra del Hombre sobre la Tierra; la melodía inspirada de la Palabra, es toda la Fuerza Espiritual, de esa conflagración de tormentas, que es: la Vida; la Palabra, es algo más que un Símbolo, para conmover el Alma Humana;



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la Palabra debe ser un Acto. Acto capaz de fundir. Acto capaz de fundar. Acto que levante; y, Acto que quebrante; la Energía Viril de la Palabra Humana, va hacia lo Porvenir, regando savias en los corazones áridos, deseosos del Sol fecundo; no hay Palabra inútil sobre la Tierra; de ahí, la Santidad de la Palabra; el engendramiento eterno de los prodigios, vive en los labios de los hombres; es de ese gesto que la Tierra crea; la Palabra, es uno como contacto sensual, a cuyo Acto, lo Increado vive; se diría que el Verbo, es como un sexo, pertinazmente tendido sobre la Inteligencia, para fecundarla; y, en el Silencio del Alma, es el Acto divino: la Creación; el Verbo, crea el Acto; el Acto, es la Vida; la Vida, es: Todo; la Teogonía Obscura de los hombres, hizo nacer el Mundo, del Poder de la Palabra; la Primera Palabra, fue un Primer Acto; la Palabra creó; 106y, la Luz fue... fiat lux... una expresión idiomática fue el Principio; y, la Vida fue... .......................................................................................



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.. ..................................... ¿Cómo, pues, envilecer el esplendor de la Palabra? de todos los gestos absurdos de un Escritor, aquel en que olvida la Santidad de la Palabra, es el más vil; ¡hablar a las almas! ¿comprendéis algo más alto, en la escala luminosa de la Dignidad Humana? ¿qué, más alto y más luminoso, en esa línea negra de la terrestre Historia? un grito profundo, grito de todas las bocas, habla por la de Aquel que dice a los hombres, el Valor Moral de la Palabra; en el Dinamismo de los mundos, en el Mecanismo del Pensamiento, nada más alto, que aquel a quien el Destino puso la centella del Genio en la mente, y el carbón de Isaías sobre los labios, y lo ungió para la difusión del Verbo; aquél es, en la escala de los hombres, lo que el Ignoto es, en la escala de los dioses: el Altísimo; ¿quién más alto que él? ¿quién más fuerte que él? nadie; pero, a condición de que no haya nadie más puro que El; los elementos superiores de la Energía Humana; todo lo que exalta y embellece la Vida; están en El; 107pero, a condición de que él respete el Poder Instintivo e Ilimitado, que la Naturaleza puso en el laboratorio de su cerebro, para la armonía de la Palabra; y la eterna



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fecundación, del Pensamiento; de todas las prostituciones, ninguna, más, lamentable, que la prostitución de la Palabra; prostituír la Palabra, es prostituir lo único divino que existe en la miserable vida de los hombres; si yo fuese siquiera deísta, diría, que prostituir la Palabra, es prostituír a Dios; cuando yo veo la Palabra, la Humana Palabra, hecha para inspirar la reverencia de los siglos, arrodillada ante el Crimen, tendiendo hacia él sus manos luminosas llenas de perífrasis admirativas, me estremezco, con una sorda y atormentada cólera; yo, cortaría de un tajo, la cabeza del Ilota que así envilece los ritmos y los fueros grandiosos del Pensamiento Humano; cuando veo la Palabra, la Humana Palabra, hecha para las coronaciones augustas de la Gloria, coronar con sus fulgores, la frente bestial de un Amo que la soborna... siento una angustia de náuseas; yo, cortaría las manos profanadoras, de aquel Rufián Histérico vendido a la Misericordia de un halago, o a la voraz codicia del Oro; cuando yo veo la Palabra, la Augusta Palabra, sirviendo al gracejo vil y al retruécano cobarde, torpe rostro de Gwinplain, provocando con sus muecas la humana Hilaridad... siento por el Histrión degradado, un rencor despreciativo y ciego; el rencor del Amo, contra el bufón; 108yo azotaría sin Piedad las espaldas de aquel Mimo, impuro y deforme...; yo lo azotaría hasta la sangre;



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la Risa; es el Relincho de los hombres; ¿cómo emplear la Palabra, ese eco de la Divinidad, que viene del Misterio, y va hacia el Misterio, en provocar aquella torpe expresión de la Brutalidad? ¿cómo escribir, y no tener el Orgullo de la Palabra escrita? he ahí lo que yo no comprendo; de todas las audaces victorias, yo no amo sino las victorias del Pensamiento; todo el Misterio de la Fuerza Psíquica, y todo el de la Fuerza Esotérica, residen en él; es, todo el Sistema Vital de la Humanidad; ¿cómo, pues, entrar con ligereza y sin Dignidad, en ese río desriberado y profundo, que es el Pensamiento Escrito?... escribir para otras almas; poner el polen de la Palabra sobre las alas de la Publicidad; confiarlo al huracán de los siglos... eso, llena el alma de un Santo Terror; y, de un Santo Orgullo; así cual si se entrase en contacto con la Divinidad, y se hiciese el familiar de ella; porque todas las, voces del Infinito, suenan en Aquel que dice la Palabra; una marejada de cosas abstrusas y confusas, hablan en él, con el rumor y con el tumulto de océanos muy remotos, donde reside la Fuerza de las cosas irreveladas, inertes, bajo el ala resistente de la Fatalidad; el Emblema visible de lo Infinito es la Palabra; la Metáfora, es como un Universo; 109la Paradoja misma, es sagrada;



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como toda expresión del Verbo; yo, no he podido comprender, el Arte de Escribir, sino como una Misión; como un Apostolado; llenos ambos de Seriedad, de Dignidad, de Sublimidad; de ahí el Orgullo de mi Palabra; si lo que se llama mi Solemnidad, espanta a ciertos espíritus gelatinosos y amorfos; si los tegumentos, veraces y vivaces de mis metáforas —siempre de pie- asombran a los anquilosados, nacidos en el corazón de la Iniquidad, y hechos para adorarla; culpa mía es; culpa de este culto apasionado mío, por las cosas altas, dignas y fuertes; culpa de mi persistencia, en la Energía Triunfal del Pensamiento; culpa del concepto desmesurado que tengo de la Dignidad que reviste el Acto de escribir, de hablar a la Conciencia Humana, y vivificarla y orientarla, par el esplendor fuerte y cautivador de la Palabra; nada me obligaría a inclinar las columnas de Hércules del Estilo; y más si he de hablar de los dos únicos y grandes cultos de mi Vida: La Libertad y la Belleza; y, de esa Epopeya de la Belleza, que es una Obra de Arte... ....................................................................................... ............................................................................................... ..................................... Toda Obra de Arte, es un Misterio;



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todas las fuerzas físicas, y las fuerzas psíquicas de la Vida, residen en ella; 110lo Inorgánico, toma allí forma, se libra del Imperio Ondeante de lo Efímero, y se hace: lo Eterno; lo muerto vive, lo mudo habla, el aire se hace música, la lengua ritmo, si aquel Taumaturgo del Pensamiento que es un Artista los toca con sus manos; toda la escala de los Milagros, está en el Arte; se apoya en el Sol; la desnudez, prolongada de las cosas humanas, se hace luz y esplendidez, al ascender por aquella escala; el Mensaje de lo Inmortal, el Mensaje Divino, baja por ella, y cumple su Acto en el vientre de la Capacidad; a la Claridad decisiva de una Conciencia alta; la Obra de Arte, he ahí el único espejo en que el hombre puede ver el rostro irrevelado y fúlgido de su Dios; ser Sí Mismo, revelado a Sí Mismo, y a los otros, en su propia Obra; ver el reflejo de su Capacidad, palpitando en el fondo de su Creación, como un Sol fulgente; he ahí el prodigioso manantial del río del Orgullo, en el corazón del Hombre; ya es como Dios; él, también crea; ¡el Milagro de crear! ... fijar algo en el torbellino tenebroso de las cosas posibles y obscuras de la Vida; la Vida, es un huracán de formas; un tropel de símbolos; fijar y descifrar, he ahí el Arte; revelar la forma increada, por medio de la



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intangibilidad de la Expresión; descifrar el Símbolo, fijándolo por la humanización potente del Vocablo; 111el aprisionamiento del Ritmo; la translación viva del color; la fijación eterna del Gesto; es ser Artista; ciencia de lo Dinámico; y ciencia de lo Mecánico. Inspiración y Forma: Arte; la Energía misteriosa del Pensamiento, encarnada en la forma prodigiosa de la Belleza: Arte. Revelador de símbolos. Creador de formas. Artista. Vital e Infinito; condiciones de la Obra de Arte. infinito, por su correlación directa con la Infinitud misma; los ánteros y los pósteros, todos son Unos; en la Victoria Inteligente del Arte; ellos expresan, las osmosis del Pensamiento, y fijan los polos de la Belleza, por el conocimiento del Misterio; toda la Conciencia Poética del Universo, está en el Artista; lo Absoluto Imperativo del Pensamiento y de la Voluntad —las dos Fuerzas Creadoras—, residen en él, en la dogmatización patética y lucida dé sus creaciones; en las categorías jerárquicas, de su Espíritu; en las vibraciones delicadas de sus nervios; en su corazón sublevado de obscuras y generosas tormentas; para el Poeta, la revelación de su Yo Mental, está en el



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Verso; la Lírica, es el vestido visible de las cosas invisibles; las Metáforas, son la materia flúida que cubre las formas desnudas del Espíritu; el Misterio Supremo, es: el Hombre; 112todo lo que él expresa, está tocado de obscuridad; su más caro discurso es un balbuceo en la sombra; frente a la Obra de Arte, la condición fatal del lenguaje, es resultar: Ineficaz; en Arte, el lenguaje es áfono; no logra traducir el Pensamiento; nos traiciona más que nos traduce; de él, sí puede decirse: Traditore, no Traduttore; ¿qué creador ha visto nunca, su Pensamiento completo, expresado por el Verbo? ninguno; hay una desproporción enorme, entre nuestra Visión y la Expresión; la Visión del Poeta, es: Infinita; la Expresión, es: Finita; lo Finito, no puede traducir lo Infinito; no puede sino: Enunciarlo; por eso, toda Obra de Arte, es apenas una Enunciación; lo Infinito al pasar por lo Finito; lo Ilimitado, al traducirse por lo Limitado, pierden todo el contacto, y se reducen; la Idea, al fundirse en la Palabra, pierde su esencia: lo Absoluto; así la palabra, no es una Revelación; es una Mutilación; y, toda obra de Arte, no es sino el fragmento de una



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Visión, de la cual, la gran parte vivaz, la mayor en divinas intimidades queda en los limbos de lo Inarticulado; la verdadera Visión de Arte, es Intraducible; si la Visión completa de un gran Artista pudiese ser dicha, cegaría el Mundo; el Infinito, la guarda para él; 113esa Impotencia Idiomática del Poeta, es lo que hace más dolorosa y por ende, más prodigiosa su Obra; y, esa Obra, así trunca, es luminosa, como un Sol tajado en dos; su corazón, sangrando en el aire mudo, hace una viva música, y es: el Canto; toda la Epopeya Humana, está en el Canto; todo lo que de luz, han dado los soles de los siglos, está en el Canto; los pueblos tienen, una como estratificación luminosa en sus Poetas; la línea divina de lo Insumergible, en este naufragio pavoroso que es el Tiempo, está marcada por la ondulación: perenne y luminosa de la Poesía, en las cimas enigmáticas del Pensamiento Humano, a veces llenas de una amplitud siniestra; ¿por quién sabéis del Asia obscura y tumultuosa, dormida en la Noche de los siglos? los Magos Policteros del Ramayana, os dijeron de su Misterio Impenetrable; ¿navegado habéis en ese mar de Ensueño y Poesía, luminoso y tormentoso, que, son Los Vedas? las costas formidables de lo Desconocido, os fueron reveladas allí;



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el Yo, vasto e inagotable de los Pueblos, no es revelado a la Humanidad, sino por los Poetas; esa Miriología Humana, hormigueante y resplandeciente, no sale de los limbos del Silencio, y no os muestra sus enormidades, y sus anfructuosidades, sino a la evocación radiosa de los Poetas; 114suprimid los Mistagogos rojos que hicieron ese Todo, iriforme y formidable que se llama Homero, y la revelación de la Grecia deífica y épica, os será vedada; ese esbozo anti-histórico, lleno de bruma sagrada, os pone en comunión con dioses y con centauros, y lleno de la armonía primitiva, os dice cosas de alba, dichas por bocas de hidras, y os muestra el gesto torpe de una humanidad larvada, cuya cabeza se confunde con la divina de Júpiter, y os hace a veces el fenómeno visual de la osatura de un asno caída de los cielos, un asno en el cual hubiese cabalgado un dios; la lírica simplicidad de aquel Mitógrafo enorme, os es reveladora de un mundo de divinidades humanizadas a mitad, como las sirenas anfibias y bellas a la par; aquel Aeda secular, es el Colón de los dioses; los descubre; la Mitología Pelasga, no vive sino por el canto de aquel ciego, que todo lo ignora, y lo contiene todo, y todo lo revela, en la música de sus cantos, volatilizada y profunda; cantos que son el alma de sus dioses y de su raza; suprimid a Isaías, a Ezequiel, a Job, a David; tumbad



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esas cuatro columnas de la Cólera, la Piedad, el Sufrimiento, y el Amor, y veréis el Templo Hebreo, el Templo de Salomón venir al suelo; esa raza, vive por esos hombres: por sus Poetas; después de haber dado un Dios a la humanidad, ella no vive sino por haber dado aquellos hombres al Pensamiento; suprimid el Nuevo Testamento: La Biblia quedaría intacta; 115roto el nido del Dios, volarían sobre sus ruinas las águilas del Genio; pero, suprimid los Profetas, es decir, los Poetas de la Biblia; ¿qué quedaría de ese libro enorme y visionario? nada; porque los Poetas san eso; los grandes reveladores del Yo formidable, de los tiempos y de los pueblos; el Poeta, es el Taumaturgo, nacido para la Soberanía de los Espíritus; la más alta soberanía que, pueda ejercer el Mensajero de lo Divino, sobre la desnudez inclemente del fantasma de la Tierra; el Poeta Verdadero, es un Impulsor; es aquel que infunde a su generación, una alma nueva llena de un Deseo Impecable; su influencia, se difunde por su época, como la Melodía por las cuerdas encorvadas de un estradivario divino; y llena el Silencio, y puebla las lejanías históricas, y hace entrar su época, en el seno irreal de la Visión, y en el corazón real de la Vida; y, su palabra Musical, su palabra de Genio, no llena su



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época sino dominándola y a veces castigándola; y es entre el aullido de las bestias salvajes, que aquel Gran Beluario se hace enorme; su grito maravilloso, antes de despetar al mundo, sufre el encono de todas las cosas repugnantes, larvadas y sin alas; todos los discóbolos de la Envidia, dardean sobre él, con el pulso trémulo, por una admiración inconfesada, y los ojos ciegos, por un deslumbramiento inmortal; su palabra encantatriz, conocerá el momento extraordinario de despertar las almas por la armonía 116multicolor de sus sinfonías, que son como el Poema de la Revelación y de la Gracia; y, la esencia de su palabra será más fuerte y más noble, que la Tempestad y que el Olvido; su Tristeza, sensitiva como una caricia de manos muy amadas, domina el Sueño, Soberbio de su Epoca, y opera la transfiguración violenta de ella, en un gran gesto libertario destacado de la Miseria Moral que lo rodea; el dominio de sus imágenes tentadoras, palpitantes de angustia, sollozantes de Piedad, turbadoras de Amor, se extiende sobre las almas, con reflejos de Idealidad, con la Potencia multiplicada de sus clamores como una mar airada que centuplica en la Noche el esplendor de su cólera; y, su sueño indecible, dominará y persistirá a través de los siglos, con el ritmo violento de una grande arteria, por la cual pasa la Vida en un tropel fecundador;



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y, el gesto y la voz del Genio, serán inextinguibles en el gran horizonte de las almas, porque el prodigio del Espíritu, hace el Extasis y la Magnificencia de los Siglos; y, él Impulsor Impetuoso, será el Dominador; una sublevación de Orgullo y de Voluntad, se levantará tras el dominio del Iniciador; y ésa será su Victoria; el tibio efluvio de los Siglos innatos, llegando a su corazón —divinamente abierto a esa voz de Profecía— será su único consuelo; la caricia de la Gloria, es así, lejana y sonora, como el prolongamiento caudal de un gran río, misterioso en la montaña; la fascinación de los siglos por venir, es lo único que atrae al Genio; 117el Idolo, enigmático y deforme, llamado Multitud, no puede vivir, y no vive, en el alma alta y luminosa del Poeta; su palabra dominatriz, azota ese ídolo de otros, como el huracán las espaldas de la Esfinge; ilumina el Idolo, despreciándolo, como el sol misericordioso alumbra tantas cosas innobles de la Tierra; la expectativa apasionada de su tiempo, no lo conmueve; su espíritu trabajado de extrañas fuerzas latentes, vuela hacia lo porvenir, hacia la inmovilidad fastuosa de las cimas remotas, sólo visibles al ojo apocalíptico de las águilas; el espectáculo incomparable de la Visión de Belleza y



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de Gloria, que ha de irradiar de su Obra, sobre los atónitos siglos, ocultos aún en los secretos del Alba, es el que le comunica ese divino poder de fuerza, con el cual renueva y centuplica el perpetuo prodigio de su Genio; la Palabra Inicial, dicha por su boca, se extiende como un contagio y gana el Mundo, multiplicando infinitamente el Sueño Heroico y Triunfal de las almas superiores; y, todo el Misterio, fulge en él, y fluye de él; como el Sol, de la Sombra palpitante; tal es: el Poeta. 118EL LIBELO EN EL ARTE La literatura de los tiempos y de los pueblos esclavos, tiene cadenas, como las almas; no crece en ellas sino el ditirambo, ¡manzanillo enfermo, en el cual sólo se abren las flores venenosas de la lisonja! la dialéctica vil, finge una llaga, bajo los cielos sangrientos, y tiembla como una pústula, en la pluma voraz de los escribas; la tinta, mancha la Idea, y degrada el Pensamiento, sumiso ante los hombres de presa, que del fondo de sus palacios, decapitan la Justicia, y sumen los pueblos en los laberintos del espanto; sólo el Panegírico reina allí, frente a las águilas del Verbo, encadenadas; el Verbo, es inconmensurable, como la Vida, y no



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tiembla ante el motín de los esclavos, hechos retóricos, en la inabordable embriaguez de su venalidad; frente a ese triunfo de la vegetación lírica... por sobre los rosales negros de la bajeza, donde las libélulas crepusculares de la adulación, tienden el vuelo silencioso, lleno de cosas infames, el águila del Verbo Libre, tiende alas huracanadas, hacia las cimas prismáticas, donde en una decoración de siglos arrodillados, se alza cual una eucaristía de sacrificio —vencedor, en el oro claro del horizonte—; el sol de la Verdad... frente a la embriaguez sonora de los sofistas de la Tiranía, la Libertad también tiene su cima, donde al alma de los libros, vibra y canta, en un estremecimiento luminoso, de Gloria y de Idealidad; 119frente al Panegírico, que es la fortaleza de los esclavos, la Libertad alza el Libelo, que es la tribuna de los libres... el Libelo, es la Historia en cólera.... el libelista, es el profeta efervescente, que escapado al azote de Nabucodonosor, abreva el huracán de sus cóleras, en los cauces ardidas del Cedrón; el libelista es: Ezequiel el vidente; Aristófanes el sonriente; Alighieri místico; Alfieri solitario; Hugo enorme y glorioso... el ritmo de esos libelos, da el vértigo; su tremenda vibración viene de las cimas inaccesibles; es gemela de los vientos de Patmos; y como ellos, va



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sembrando la cólera y el espanto, en su vuelo salvaje a lo Infinito; el libelista, es toda la cólera de su época, desencadenada por la Inexorable Justicia de la hora, sobre los excesos triunfales de los hombres; el libelista, es la forma roja del historiador. Juvenal, completa a Tácito; como Aristófanes completa a Hesiodo; el historiador, es la Justicia de la Historia; el libelista, es su pasión; el uno, es la voz de la posteridad; el otro, es el grito; el historiador, reside en el libelista, como vive en la larva la mariposa futura; ambos hacen la Historia; el historiador, es la Justicia de los siglos; el libelista, es la Justicia del momento; el uno, habla a la posteridad; el otro, arenga a la actualidad; 120el uno, espera en la Justicia; el otro, la hace; el uno, es grave, como una voz sacerdotal; el otro, es fiero como una sentencia marcial; el uno, es justo; el otro, justiciero; el uno, hace Justicia; el otro, ajusticia; el uno, juzga; el otro, hiere; el uno, condena; el otro, ejecuta;



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el uno, es juez; el otro, es el verdugo; el uno, es el rayo; el otro, es el hacha; su resplandor no ilumina sino la cabeza que corta. ....................................................................................... ............................................................................................... ..................................... El, ha bebido en la copa de los hoplitas de Atenas; el drama de los pisistrátidas, no le es extraño; lleva en su elocuencia el tumulto dramático de los conjurados de Miltka; sonoro en su desesperación, estrangula el buitre de Prometeo, acuchilla el fantasma de Hamlet, y cae de rodillas en su Cólera, apretando la mana ensangrentada de Harmodio; su verbo se hace una espada; la de Aristogitón; su lengua se hace un puñal: el de Bruto; su pluma se hace una hacha: la de Cromwell; 121la serenidad está ausente de su corazón, como el silencio está lejos del torrente, despeñado en la selva; su odio gigantesco, sobrepasa la medida habitual, y el acre vendaval de su pasión, amedrenta las almas débiles, y encoleriza terriblemente a los mediocres, que no pueden sufrir la cólera humillante de aquel que insulta sus ídolos; la Equidad, está ausente de su alma, como la Piedad, está ausente de la Justicia; la Equidad, no es virtud de los vencidos, que



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conservan el culto del Honor; la Equidad en el vencido, es Abyección, como la Mansedumbre en el esclavo, es Ignominia; la santa simplicidad de su cólera, es lo solo que queda al libelista; ella, es su pedestal; su Sinceridad, es borrascosa como los mares; inclemente como los huracanes; inexorable como el Destino; en sus labios, la palabra Perdón, es una abdicación; el perdón de los verdugos, ni se acepta ni se da; no se es clemente bajo el azote; y si se fuera, esa Clemencia sería Impudencia; ¿cómo pedir equidad a la cabeza que' tiembla bajo el hacha del Verdugo, o el bofetón del Sicario? la Virtud, es inexorable: como el Sol; el libelista, es un vencido, y los vencidos no tienen el derecho de hacer gracia; el Derecho volcado, no puede perdonar al Crimen coronado; la Tiranía, es esa cosa siniestra: el Crimen irredimible; perdonarla, es aceptarla; 122he ahí por qué la obra turbadora y vengadora del libelista, tiene el deber de ser implacable; ella no se ilumina con la gloria de Arístides; no es un diálogo de Platón; y está muy lejos de la serenidad de Pausanias, invocando a Hera, en la mañana de Platea;. en los combates contra el Despotismo, la serenidad, es una forma cobarde de la complicidad; no se puede permanecer sereno ante el delito sino a condición de ser un cómplice de él;



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un hijo que viera con serenidad la degollación de su propia madre, ¿sería un hijo? ¡sería un Monstruo! ¿cómo guardar serenidad, ante el asesinato de la Libertad? la Libertad, es nuestra madre, y si nos la asesinan, ¿cómo no gritar? nada hay tan inquietante como esos gritos lanzados en la borrasca profunda, como un trueno oído en la soledad de la Noche; espectrales y siniestros, como escuchados en la vaga absurdidad de un sueño; la Rebelión, tiene sus acentos, como las batallas; no pidáis a la Rebelión, arpegios en sus himnos; dejad a Tirteo, sus cantos; nunca os modulará una sinfonía de Beethoven; los caminos que llevan a la batalla, son muy otros, que aquellos que llevan a la meditación; el amor de la Libertad, es distinto de todos los amores; sus caricias son crueles, como la caricia de un zarzal; sus sueños son rojos, como los sueños de un león; es un amor voraz, que todo lo consume; el único amor sin ternuras sobre la Tierra; es el amor sagrado de la Libertad; 123la más bella batalla de un hombre, es la de libertar su patria; nada iguala al esplendor de esa heroica maravilla; la alegría secreta de los grandes libertadores, es la que hace la serenidad pavorosa de su obra; lo que subyuga en ellos, es la placidez de su alma, divina y feroz, al mismo tiempo;



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su alma, es como la Rosa Náutica de la Rebelión, y en ella sopla el aliento épico de las grandes jornadas de la Historia; los días revolucionarios, resucitan en ellos, con el esplendor de los clásicos tiempos; faltos de ellos, los pueblos mueren en el despotismo, uncidos a su cadena; ¡digno castigo de no poseer vientres fecundos, aptos para la concepción prodigiosa del HEROE; el Sein Sieharsch de que habla Nietzsche; en toda alma de libelista, respira ese soplo de heroísmo antiguo, ese largo aliento de grandeza sobrehumana que acompaña la Victoria de los rompedores de yugos, con la vibración potente de las alas del huracán en el salvaje corazón de la montaña; sus libros, sembradores de un pavor sagrado, pletóricos de un ritmo heroico, tenebrosos como una profecía, fascinadores como un conjuro, despiertan la inquietud y el odio de los tiranos funambulescos y lúgubres, que deshonran la púrpura con su crimen, y la vida con su presencia; esas cabezas proféticas, así visionarias y medusarias, con ojos asombrados por las visiones espectaculares del prodigio, lenguas sonoras por el clamor del grito pitonisario, asomándose bajo los solios prostituidos, hacen 124el espanto de los tigres enchamarrados que son amos, y de los monos galoneados que son lacayos; y, todos disparan contra ellas;



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el pavor hace las veces del respeto, ante esas faces mesiánicas de cuyos labios brota el Verbo de la Destrucción, con la implacable ferocidad de los versículos del Deuteronomio; los grandes discursos líricos del profetismo hebraico, son un río inmortal que no se seca jamás, en él se retratan eternamente los sauces de Babilonia, las palmeras de Tiro, y los muros sepultados de las ciudades derruídas; la tristeza de Sión, canta sobre él, el salmo de sus grandes desolaciones. Nínive deshoja las rosas crepusculares de su esplendor perdido, sobre las ondas negras, llenas de Eternidad; y, las llamas del templo incendiado, lo llenan de luces rojas como una aurora de rubíes; los denunciadores enormes, salidos de aquel pueblo, son la prefiguración heroica de todos los grandes Rebeldes del Verbo, que forman un rumor acre de borrasca, a través de los siglos fenecidos; y, ese rumor, vibra en el alma de todos los grandes libelistas, llenos del terrible amor sagrado de la Libertad. ....................................................................................... ............................................................................................... .................................... Una nación no ha muerto, mientras tenga aún para defenderla, un Libelista; su pluma engendrará el Hércules Libertador; el



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matador del Monstruo que duerme bajo el solio; esa nación no empieza a morir, sino cuando el Verbo libertador, no tiene ya eco; 125cuando la resignación aparece, la indiferencia suple a la indignación; y, la inercia, cierra los ojos de los hombres que no sienten ya el peso de la cadena; no pudiendo decapitar al Tirano, ni forjar con su calor el puñal que ha de atravesarle el corazón, ¿qué hace entonces el Verbo destructor del Libelista? enmudecer en la abyección; o ser el grito acre y soberbio de la Justicia ultrajada; el brazo tendido hacia la Victoria muerta, que duerme en los horizontes negros, donde no palpita ya el corazón de ninguna aurora; la antorcha extinguida en la noche sin esperanza; el hacha inmóvil bajo los grandes cielos pálidos. ¡Inexorable! ¡Implacable! 126EL PENSAMIENTO EN EL ARTE El Silencio del Pensador, es una Traición; una Traiciónala la Verdad; porque el Pensador, bebe copiosamente la Verdad en el río del Misterio, y debe decirla al Mundo; callar es abdicar; enmudecer, no es vencer; es una manera vil de ser vencido; mutismo, es egoísmo; esa devoración del Verbo por el Silencio, es un infanticidio de la Verdad;



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la Verdad pide nacer, y no puede nacer sino por el Verbo, que le da la Vida; el Silencio crea, el Verbo, da forma a la Creación; toda Creación pide una Revelación; el infanticidio de la Verdad, estrangulada por el Silencio, mataría al Mundo; todo Pensador, debe ser un Revelador; y, el Silencio del Revelador, es una Deserción del Reino Interior, que pide ser servido: el Deber; y, el Deber del Pensador, es revelarse, revelar la Verdad que vive en él; revelarla ante las fuerzas mudas de aquellas almas que están acostumbradas a agotar el Consuelo y la Esperanza, en el Mesianismo Simbólico de su Palabra, que es el eco tangible de sus tesoros invisibles, o a mirarse en el cristal de esa Vida, que es como un Trofeo de las Victorias Interiores, que piden ser cantados; vivir en la Soledad, pero, salir de su Soledad, para decir a la Aurora los secretos que la Noche confió a su corazón, en la vaga confidencia de sus voces siderales; 127he ahí el deber de aquel a quien la Eternidad hace transparente, aun las cosas más obscuras; envolverse en su Soledad, devorando la interpretación de los grandes Símbolos, revelados a su corazón, por la Exégesis tormentosa de su propio Pensamiento... y, callar... callar, sordo a la voz que en el fondo del corazón, grita imperiosamente: ¡Ea! ¡En marcha, Pastor de Estrellas!



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En marcha, que el Sol, ya va a venir, y devorará tu rebaño; Puebla el cielo de astros; tuyo es su Reino; he ahí, la Traición de aquel que en el Silencio come su propia paz, y devora sus propios sueños, sin piedad por las divinas alas, que quieren escaparse hacia la luz; en la muda decoración de esos paisajes psíquicos, lo terrible, no es la Soledad del Pensador, que es su Madre; lo terrible es el Silencio del Pensador, que es su hijo; su Hijo al cual debe estrangular para arrojar sus restos despedazados, como partículas armoniosas y cantantes, a la avidez extraña de los hombres; ¡ay de aquel que no da a devorar su corazón!; ése será devorado por él; el Silencio del Pensador, hace llorar la Tierra, huérfana del la Melodía Inspirada de sus grandes enunciaciones, que en las confluencias obscuras de la Historia, son como la Serena Sinfonía de un Evangelio, todo iluminado de Divinidad; profundo es el sentido del Silencio, en el Pensador; profundo y grave, como si el coro de las estrellas, hubiese enmudecido en el corazón grave de la Noche; cuando la caverna de la Soledad, está muda...; ¿qué habrá pasado en aquel Tabernáculo del Milagro, y de la Meditación? . 128¿la Muerte, habrá entrado para robarle aquel corazón sonoro, inmensurable, que rugía y que cantaba, haciendo sonora su Soledad, como si fuese la caverna de un león,



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que supiese pulsar una arpa? son los epiciclos del Silencio, y no los de la Soledad del Pensador, los que causan la aflicción de los espíritus, habituados al reflejo misericordioso de esa constelación de su Palabra, iluminando hasta las esferas ciegas de la más remota Contemplación; las selvas, son solas, pero cantan a la Aurora, con todos los gorjeos de todos los nidos, como si fuesen un solo pájaro abriendo las alas verdes de sus montañas, para saludar el Sol; y, rugen al llegar la Noche, rugen con el rugido de todas las fieras, como si fuese un solo león erizando su melena de rocas, para enamorar la luna, bajo el blanco palos de las estrellas; la sonoridad, no excluye la Soledad; antes la arrulla, como un Mar enamorado de la Noche... ....................................................................................... ............................................................................................... ..................................... Pensar, sentir, soñar, volotear sin tregua ni descanso sobre los agrios ventisqueros del Pensamiento Humano, y detenerse luego meditabundo, sobré las cimas desnudas, en esa gran vertiente de los crepúsculos, y contarse a Sí Mismo, y a los otros, las peripecias mentales de ese gran Viaje a lo Infinito, y dejar caer una a una sobre la Tierra, las gemas resplandecientes de la Verdad, los fulgentes



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ópalos de la Luz, arrancados del seno mismo, de las Tinieblas; 129he ahí la roca de Sísifo, confiada a los fuertes hombros del Pensador, para subir y bajar con ella, sin descanso, las agrias cuestas de la Vida; un viento de tempestad persigue al Pensador, en esta caza a lo Infinito, y lo azota y hace vacilar su antorcha, que casi se apaga ante el vuelo errabundo de las estrellas; es, el viento del Antro, enemigo de los cazadores de astros, de los portadores de la gran lira sonora, que llena con sus acordes, la Epopeya de la Soledad; pero, nada detiene en su Misión, a aquel tenaz explorador del Misterio y del Abismo; no hay huracán para sus huracanes, ni tempestad para sus tempestades, porque en torno de él, flotan encadenadas e inofensivas, todas las fuerzas salvajes de la Vida, que hacen temblar el Mundo; todo está por debajo del Ensueño Perpetuo del Pensador, alzado como una bandera más allá de las cimas de lo Visible, de lo Posible, y de lo Humano; ningún fulgor de rayo es capaz de cegar aquellas pupilas, ebrias de claridad, por haber mirado el Sol de la Verdad, tan tenaz, tan fijamente, hasta consubstanciarse con él, y ser como una partícula de su luz; ningún eco de trueno apaga aquella voz hecha a dominarlo todo; porque ella también es una tempestad; las cimas ríspidas de la Visión, son inexhauribles de tesoros, para el Gran Solitario en diálogo perpetuo con lo



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Desconocido; ¿quién ha sabido nunca toda aquella Ilíada luminosa, que son las secretas aventuras mentales de un Soñador? un Soñador, es un Pensador en Extasis; las fuentes misteriosas del Ensueño y del Dolor, son las mismas. 130Jerónimo, cerca a su león, vencido como él. Diógenes, entre su tonel. Ezequiel, en sus deyecciones. Marco Aurelio, bajo la púrpura. Pascal, bajo el cilicio... todos han lidiado los mismos combates, en esas vastas soledades, llenas de escarparmiento, a donde soplan en todas direcciones, los vientos inmisericordes del Prodigio; el mismo soplo vital de lo Infinito, posee a todos los Pensadores, cualquiera que sea la parte del horizonte donde alcen su cabeza, y cualquiera que sea la latitud de donde vengan sus hipótesis o sus afirmaciones, todas llenas del mecanismo de la Revelación, y siempre fluctuantes, en el temblor confuso del Misterio; en la espesura siniestra de la Sombra, la mirada del Pensador, va más allá de la Conjetura, en los cielos ilúcidos y tenebrosos de la Meditación, más allá... hacia las fronteras misteriosas, y las raíces primitivas de la Verdad; y, allí. la crisálida de su Pensamiento, abrir las alas paradójicas, en lo ilimitado de la Vida, lleno todo, del confuso hormigueamiento de las formas innatas, y de la esencia amorfa de las ideas, prontas a fundirse, para ser reveladas, en el crisol inmortal de la Palabra;



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y, él dice esa Palabra que desciende de los promontorios agrestes de la Meditación, llena de fórmulas de Infinitudes y del mismo estremecimiento de grandeza, y las mismas turbaciones de Prodigio, que estratificaron las águilas de Juan, sobre las cimas de Patmos; porque la Cima de las visiones, es una; y de ese crepúsculo mórbido de cosas aglomeradas, y difusas baja el río obscuro de la Revelación, hecho luego tenebroso y 131terrible, al descender por las pendientes profundas, desde los ventisqueros formidables, llenos de desolación; el trabajo del Pensador, es un trabajo de condensación de todas las formas vagas, indecisas y flotantes que hay en el atomismo de las ideas, para ponerlas dentro del molde mágico de la Palabra, lleno de divinas sonoridades; y, porque el Pensador bebe en las fuentes altísimas y purísimas del Misterio, su Palabra es a veces confusa, llena de ecos extraños, como estremecida aún del contacto con todas las cosas indescifrables e inexplicables que hay en los cielos sin fronteras de la Visión; he ahí, por qué todo Gran Pensador, es un Inactual, solo, y perdido en medio de los hombres; él baja de las cimas, lejanas y extrañas, de la Soledad, lleno aún de la estupefacción de sus visiones, y de las voces confusas de la Revelación; y, su Palabra, es por eso tenebrosa, cargada de cosas obscuras e indescifrables, de una sonoridad tumultuosa,



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cual si rodasen, envueltas en ella, todas las tempestades del Espacio y los carros, desvencijados del Apocalipsis; y, así, nada hay más pesado para los espíritus débiles, que la Palabra de un Pensador; se doblan, se quiebran bajo ella, como un arbusto endeble, sobre el cual se posase un tropel de águilas enormes; esas palabras, esas Obras, impregnadas de Creación, enigmáticas y majestuosas como la Noche, y a veces impenetrables como ella, tienen el don de exasperar los espíritus débiles, incapaces de toda contemplación alta, privados del sagrado don de comprender las cosas superiores; 132y, esa Incapacidad se hace Hostilidad, y de hostil, se torna en agresiva, contra las cosas sublimes, que le son incomprendidas y lejanas, cómo si fuesen cosas siderales; las vastas Obscuridades del Pensamiento, los encolerizan, y rebeldes a la domesticación mental que intentan sobre ellos, los grandes iniciados, se vuelven contra las serenas manos, que son como faces divinas de la luz, y las muerden, con el furor de un chacal, que pudiese devorar una estrella... ....................................................................................... ............................................................................................... .................................... Todo Pensador, es un Pre-Destinado, y corrió tal, sabe



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toda la suma de Heroica Fatalidad, que hay en su Destino, y la acepta y la cumple, bajo el aluvión de cosas hostiles que lo rodean, lleno de la grandiosa serenidad de aquel que sabe mirar, más allá de la Vida... más Allá... lo Inconmensurable, y lo Insoluble, que son familiares al Pensador, como lo Inaccesible, es familiar a las águilas, espanta a los espíritus de laxitud, llenos de un horror animal, a las fuerzas superiores, y a la potencia invisible de las almas supra-humanas; tumultuoso y vertiginoso, el Pensador, como el estuario de un gran río salvaje, no es fácilmente accesible: está lleno de escollos; ¡ay de aquel que no conoce sus profundidades y sus sirtes!... ése naufragará al remontar sus corrientes tenebrosas; el Espíritu del Pensador, aparece como inhospitalatío, porque cerca de él, se siente el desamparo de las cumbres... ; se ve, que se está cerca del nido de las tempestades; 133se presiente que lo Invisible y lo Inabarcable, están detrás de él, y son el principio de su Imperio; familiarizarse con el Pensador, es familiarizarse con el Misterio; y eso, no es posible a todas las almas; 1a familiaridad con el Genio, indica una Superioridad, una Comprensión; no se puede amar al Genio, sino a condición de



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comprenderlo; y, comprenderlo, es ya una manera progresiva de igualarlo; he ahí, por qué, todo Genio es espiritualmente un Solitario; la plenitud intelectual, hace en torno de él, la Soledad; y esa Soledad, es una altura cuya atmósfera no es respirable a todos los pulmones; las enormes olas concéntricas del Pensamiento, hacen tales torbellinos, cerca a la, Isla de, la Meditación, donde el Pensador tiene su Imperio, que llegan a aislarlo por completo, en esa Soberanía Espiritual de su Dominio; todo Pensador, es un Reflector; es un faro, colocado por, el Destino, sobre costas inaccesibles, pero visibles, emergidas de los mares del Misterio, en el límite obscuro de la Tierra, donde, rompen sus alas todos los huracanes; él, se sabe encadenado a esa Soledad, por un decreto inexorable, de algo superior a él, y que se llama: el Destino; sabe, que iluminar desde esa altísima soledad, es su misión; y, la cumple; que el Viento ruge; que la Mar se encrespa; 134que las olas amenazan devorarlo... nada lo inquieta; él sabe, que nada podrán contra él, todos los elementos de la Vida, desencadenados en su contra; son los



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elementos inferiores, que no alcanzan a la altura de su Destino; él sabe, que el rayo que ha de pulverizarlo, duerme en otras manos; alto... muy alto.. . por eso, desprecia las fuerzas inferiores que lo asaltan..., como desprecia el islote la espuma de las olas... nada tiene que temer de ellas; el rayo, viene de arriba; el rayo baja, no sube; de ahí el Orgullo del Pensador; es un Orgullo de Raza, que le viene de su Padre: Prometeo... ....................................................................................... ............................................................................................... ..................................... En todas las latitudes, sobre-todos los pueblos, en todas las horas de la Historia, veréis diseñarse en el horizonte, la Gran Cima desnuda, donde medita un Pensador; la cima es la misma, a través de todos los siglos; sólo el Huésped, cambia; que sea Sócrates, el de Atenas; o Job, el de Idumea; o Jesús, el de Betania; o Alighieri, el de Florencia; o Hugo, el de Guernesey..,. siempre es el mismo Espíritu, sobre la misma Cima; es, el Pensador; 135todo el Pensamiento de un Pueblo, o de una Raza, condensado en un Hombre; todo el flúido vital de ese momento histórico, se



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aglomera e irradia, en ese Pensador; y, todo el furor animal de ese momento, ruge contra ese Pensador... es un concierto de aullidos; y, nada fatiga la ternura colérica de aquel proveedor estoico de luz; él, continúa en darla al mundo, a despecho de las tinieblas y de los rugidos; de su mano, tendida hacia el azul infinito, continúa en caer a torrentes la Verdad, como una lluvia de estrellas; de su Soledad, continúan en partir los grandes gritos, defensores de la Belleza y de la Libertad; la Belleza, es su culto; la Libertad, es su Pasión; y, por eso, continúa en decir palabras de Belleza y de Libertad, serenas como una Aurora, o fulgentes como un Sol; y, nada detendrá su Obra; nada; hasta que de sus manos haya caído el último rayo; y, cuando en sus labios haya muerto el último cántico... sólo la Muerte, hace enmudecer al Genio; y, el Genio, empieza a vivir el día que muere; el Genio, no tiene contemporáneos; los contemporáneos del Genio, se llaman: la Posteridad; y, para ella dice el Genio, la Palabra luminosa que escribe sobre el muro de los siglos: 136Finis Imperium Tenebras... y, las Tinieblas retroceden al gesto del Pensador...



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y, se oye en los espacios, el mismo grito que el Mundo Virgen, oyó de los labios del Dios salvaje del Génesis: fiat lux y, la luz es: en el cielo de las almas; por el querer del Sembrador de Luz.. 137EL ARTE DE LA PALABRA La Oratoria puede ser un Arte, pero la Elocuencia no; la Elocuencia es un don; el más alto don que la Madre Naturaleza puede conceder a los escasos hombres, dignos de llevar este pedazo de Sol, sobre la Tierra; el alma de la Belleza hecha toda de Profundidad y de Armonía, y puesta como un lucero en los labios y en la pluma de aquellos que se llaman los Genios; he ahí la Elocuencia; la prodigiosa fuente de las misericordias, secretas, cayendo sobre el mundo ávido y suplicante de las almas, para vivificarlas con su luz; ¿no oís su fragor a través de los siglos muertos, llenándolos de la viva realidad de sus rumores, tal una catarata en la montaña violando los silencios de la Noche? toda el Alma del Misterio, que viene de la Divinidad, y va hacia la Divinidad, reside en la Elocuencia; ella es, el grito del Abismo y la voz de lo Infinito, que anima los mundos muertos, yacentes sin vibración, en el fondo de las almas; los cielos de donde baja ese huracán flameante sobre



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el alma de los predestinados, se abren rara vez en un siglo, para el alumbramiento formidable, y se cierran después, en una como nueva virginidad, que nada viola; las sombras del tiempo, que devoran todo lo que es perecedero, no han podido devorar el grito de la Elocuencia, que a través de las edades vive, dando la Vida con sus ritmos grandiosos, a todas las cosas muertas, que toca con el disco de sus alas; esa respiración de lo Eterno, pasando por la boca de un solo hombre, para plegar y desplegar las olas tenebrosas del Pensamiento Humano, todo en sombras, y del Humano 138Corazón, todo en lágrimas, es la única constatación de aquella visibilidad de lo Invisible, que la conmovedora ceguedad humana, inhábil para explicarse el emergimiento impensado de la luz, clasifica con el confuso nombre de Milagro; si algo sobrenatural hay en la Vida, obscura y devoradora, es la Elocuencia; ¿dónde sus fuentes magnánimas y luminosas están? ¿de cuáles cimas ocultas tras la movible tela del tiempo visionario, desciende hasta la Tierra, ese río maravilloso lleno de un Sagrado Misterio? toda la obscuridad del Dolor, y toda la luminosidad de



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la Esperanza, vienen mezcladas en sus ondas tormentosas y divinas; ¿en qué estriba ese mecanismo de la Armonía, articulada e inarticulada, que con sus Emblemas Invisibles, pliega toda la Obra del Pensamiento Humano, bajo los estandartes victoriosos de sus conquistas sin soldados? de las entrañas de la Eternidad, sale ese río soberbio y luminoso, cada una de cuyas olas es un mundo de Belleza, y vuelve a la Eternidad, después de haber fecundado esa Selva del Prodigio que es el alma de un Genio, y haber hecho florecer en ella, todas las rosas tenebrosas y fúlgidas de la Dialéctica, hechas sonoras por el viento musical que baja dé las celestes cimas de la Inspiración, donde rugen sin intermitencia los huracanes líricos del Verbo, salidos de los labios del Abismo que dijo el Fiat Lux, sobre el corazón informe de los mundos por nacer... ....................................................................................... ............................................................................................... ..................................... 139El lamentable Rebaño Humano, desterrado, desamparado, y miserable sobre la Tierra, no ha sido traído siempre a la Verdad, a la Libertad, a la Dignidad, sino por un gran clamor de Elocuencia, llenando las vastas



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soledades del Mundo Moral, huérfanas hasta entonces de la magnificencia de su Palabra; el rayo de Damasco, fue el grito de la Elocuencia de lo Eterno, brotando por los labios de los cielos, entreabiertos para ese grito de la Revelación; la enorme y hosca figura de Moisés, alzando el esplendor de su cándida barba fluvial sobre las soledades hebreas, como una Vía Láctea de la Esperanza, donde durmieran todas las constelaciones de los ensueños de un Pueblo, ¿no os parece la primera aparición de la Elocuencia, sobre los médanos aún incultos de la Palabra Humana? en la leyenda del Mar Rojo, abriendo el caudal enorme de sus aguas, como el desplegamiento de dos inmensas alas de rubí, para dejar pasar al Pueblo Prófugo, ¿no veis el Alma de la Elocuencia, prendiendo su primera estrella, sobre los fantásticos cielos del Milagro? la Fe, no había bajado aún sobre la Tierra; la Fe, no era una virtud semita; esa palabra esclava, no aparece prisionera en las filacterias del Deuteronomio; el Tetragrámaton de Moisés, no la contaba entre sus símbolos; en los esplendores remotos de ese horizonte fabulosohistórico, que se extiende desde las zarzas del Horeb, hasta la cima del Gólgota, ¿qué escucháis?... el río desbordante y



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profundo de la Elocuencia, bajando atronador sobre las soledades vírgenes del Alma Humana; 140¿quién gesticula, allá, sobre aquella cima, como entrado en la nube y petrificado en la montaña, dialogando con el cuervo misericordioso que le porta la pitanza?. es la Elocuencia del Desierto; es Elías; ¿quién es aquella lepra-poema, ora meditativa y hosca, ora tierna y confiada, que llora y canta, en aquel estercolero lleno del sol implacable, desnuda como un feto y devorada por los gusanos sus hermanos? es Job, el de Idumea; la Elocuencia de la Ruina y de la Peste; ¿habéis oído en algún otro lugar del mundo, en alguna otra zona de la Historia, el Dolor, el Humano Dolor, gemir en más alto grado de Elocuencia, que en los labios de ese hombre-larva, hecho el Patriarca de los insectos y de los miasmas, sobre las soledades calcinadas? nada iguala al ruido de esa mosca leprosa revoloteando por entre los signos del Zodíaco; ¿qué trueno es ese que hace enrojecer en flavescencias de incendio todas las nubes de los cielos, y doblarse como las espigas de un trigal, todos los cedros del Líbano? ¿de dónde baja esa flagelación furiosa de los elementos, esa palabra de las trombas y de los huracanes, que hace curvarse como cañas las altas torres de Babilonia, y los palacios de Nínive en el miraje profético de sus



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visiones? esa lluvia de fuego y de ceniza, que sepulta los jardines de Tiro, y arrasa las colinas de Sión, es la voz de Isaías; la Elocuencia de la Soledad, talando con el mismo soplo, la selva del Orgullo, donde se anidan las larvas hechas de Tiranos, y el zarzal de la bajeza, donde se refugian los insectos más viles de la tierra: los pueblos hechos esclavos; 141¿escucháis el gruñido de aquel cerdo lírico, revolcándose en la plaza pública, sobre el vientre desnudo de una prostituta, y harto de sus propios escreméntos? es Ezequiel: toda la orquestación de la Violencia Divina, brota por esos labios asquerosos y musicales, donde lo inmundo y la armonía, duermen en un epitalamio de luz; ese Hombre tiene por trípode un buey, un león, y una águila; la fuerza, las garras, y las alas; ningunos ojos vieron más lejos que sus ojos, en los horizontes tenebrosos de la Visión; él, vio los carros atronadores del Apocalipsis, antes que Juan, el virgen soñador de Patmos, los hubiera visto; él, precedió y sobrepasó a todos los visionarios, y su Elocuencia, fue la Elocuencia del Terror, poniendo espanto en el débil corazón de los hombres, hechos a la caricia corruptora de la Iniquidad; después de ese rugido, la gran Elocuencia disminuye, casi podría decirse que calla, hasta reaparecer allá, en los valles de Galilea, no ya como el río tumultuoso y obscuro que había arrastrado todo el limo del Apóstrofe y



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de la Imprecación, en las selvas tormentosas del Viejo Testamento, sino como ese arroyuelo quejumbroso y rumoroso, que sonó cual un balido de oveja en los labios de Jesús; el Viejo Testamento, fue una selva de leones; el Nuevo Testamento, es ya un aprisco de pécoras; allí, ya no hay rugidos; la grande Inspiración está agotada; aquel florilegio de ictiófagos, en su candidez lacustre y primitiva, carece de toda grandeza; excepción hecha de los gritos de mercader de Pablo el Apóstata, ninguna, sonoridad vibra, en ese libro salvaje de áfonos rudimentarios; 142los grandes Profetas, es decir, los grandes Poetas de la lírica hebraica, quedan más allá del Gólgota, hacia los arenales de Caldea, cerca a las ruinas de Babilonia, en las riberas del Kebar; la Poesía Hebraica, quedó colgada como una arpa sin dueño, en la última encina de Basán. * Adondequiera que miréis del lado del Esplendor, encontraréis una cima: la Elocuencia; en todas las horas decisivas de la Humanidad, el mundo ha sido salvado por la Elocuencia; aunque no haya sido nunca seducido por ella; digo por la Elocuencia, y no digo por la Oratoria,



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porque ésta, es una forma de expresión de aquélla, pero no es su alma ni su esencia; no se puede ser un grande Orador, sin ser elocuente; y, se puede ser un río, y aun un abismo de Elocuencia, sin ser un Orador; a veces en un gesto, hay mayor elocuencia que en un discurso... el gran público, no ha amado siempre la Elocuencia, pero ha amado siempre la Oratoria; entre Esquilo, y Esquino, prefiere a este último; sus oídos, aman más la armonía arrodillada de las metáforas, con las cuales el retórico venal saluda a Filipo, que el sagrado estremecimiento de horror, que se escapa de los cielos tenebrosos de la Tragedia esquílea; la hosca mudez del Dante, lo amedrenta, y atraviesa sin amarla, la Selva Obscura llena de los gritos líricos del Genio; el grito de las águilas espanta; 143una águila, no es nunca musical; tal vez, el pentagrama de las águilas, está en el Silencio; el Gesto, tiene elocuencias a las cuales la Palabra no ha llegado jamás; el Arte, puede ignorar la Elocuencia y amar la Belleza, como en la Venus de Guido; puede unir la Belleza de las formas, a la Elocuencia del Gesto, como en la Victoria de Samotracia; puede poner en rostro y en labios de piedra, tal grito mudo de Elocuencia, que no lo han tenido jamás, el rostro



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ni los labios de los hombres, como en el gran Sacerdote del grupo de Laocoon; el Arte, es sereno, la Elocuencia, no; he ahí por qué la Elocuencia, no es un Arte; el Arte, es el reposó después de la batalla; la Elocuencia, es la batalla sin reposo; la Elocuencia y la Serenidad, se excluyen; como el Reposo y la Acción; la atmósfera natural a la Elocuencia, es la Inspiración; o dicho mejor; la Elocuencia, es un estado de Inspiración permanente, de aquel que siente la centella de lo Divino arder en su corazón; el más puro carácter de la Elocuencia, es la Grandeza; y fuera de la Grandeza, no hay Elocuencia posible; la elevación y la profundidad, son las dos alas de la Elocuencia, pesadas de Misterio; el Arte, no hace la Elocuencia, y la Elocuencia, sí puede crear un Arte, porque la Belleza, que es el alma del Arte, reside toda en la Elocuencia; el Arte, puede caber en lo agradable; la Elocuencia, no vive sino en lo admirable; 144puede haber Arte fuera de lo Sublime; no hay Elocuencia, fuera de él; porque la Belleza de la Elocuencia, está toda en la Sublimidad; la raza de los Profetas, es una raza patética y colérica; y los Profetas —hablo de los Profetas Bíblicos— son más que elocuentes; son: la Elocuencia;



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es allí, donde la Palabra Humana se hace visionaria, que comienza la Elocuencia; el secreto y el alma de la Elocuencia, residen en su multiformidad, inabarcable e inexplicable, polífona e inasible, como una tempestad; ¿en dónde reside lo bello del Mar?... ¿en lo amplio? ¿en lo amargo? ¿en lo profundo?; no podría decirse... ; es en su grandeza que reside su alma; así como en la Elocuencia; su Belleza, está toda en el Misterio que emana de ella; el Misterio del Verbo que crea; el Verbo, que rompió la virginidad de las tinieblas, y creó el Mundo; la Palabra, es a la Elocuencia, lo que; el rumor al Mar; una manifestación de su grandeza, un eco de ella; pero el rumor de las olas, no es todo el Mar; como la Palabra, no es toda la Elocuencia; hay una Elocuencia muda —y, sin embargo, deslumbradora y atronadora— en los actos y en las cosas; un Crepúsculo es mudo; y, sin embargo...; ¿habéis visto una Elocuencia igual a la de ese esplendor, a la de esa lenta y patética inmersión del Mundo en las tinieblas? un cadáver no habla, y ¿podrá toda la Palabra Humana, competir en Elocuencia, con la terrible Verdad, que dice aquel polvo inánime, pronto a ser aventado por los huracanes de la Eternidad? 145cuando Bruto hirió a César, Bruto no habló, y ¿qué grito de plebe amotinada, qué rumor de ejércitos en marcha, qué clamor de parlamentos en cólera, han puesto



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nunca pavor igual en el alma de un Usurpador, que el gesto de aquel brazo, iluminando, con la luz de su puñal todos los densos siglos del Pasado, y el seno de los siglos por venir? ¿qué Elocuencia, iguala a esa Elocuencia? ¿cuál humano grito más atronador que esa mudez? no lo oyeron los siglos. * La Oratoria, complementa la Elocuencia, pero no la substituye; la Oratoria, necesita de la Elocuencia para triunfar; la Elocuencia, no necesita de la Oratoria, para vencer; la Teatralidad, tan querida y tan precisa a la Oratoria, no lo es a la Elocuencia, porque la Elocuencia, lleva en sí, todo lo dramático y todo lo patético de la Vida: el alma de la Elocuencia es la Tragedia; cuando la Oratoria degenera, entra en la Retórica y sale de la Elocuencia; la Elocuencia, no tiene que ver nada con la Retórica, como el Fantasma, no tiene qué ver con la Realidad; la Elocuencia y la Retórica, son antípodas; la Retórica, es la madre de ese feto del Intelecto, que se llama: el Gramaticalismo; ¿quién sería osado a hablar de la Elocuencia de los gramáticos? valdría tanto como hablar de la Elocuencia de los críticos; 146la lengua humana tiene espantosas absurdidades, pero, ella no ha llegado nunca a sostener la correlación de esos



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dos términos; la Retórica, es el mono de la Oratoria, como la Crítica es el mono de la Literatura; ambos son hechos para hacer reír; la Retórica, sabe cómo se pronuncian las palabras, pero..., no sabe pronunciarlas; el Crítico, sabe cómo se escribe un libro... pero, no sabe escribirlo; el retórico y el crítico son a la Oratoria y a la Literatura, lo que un feto, es a la Vida: un embrión; el retórico, es, una degeneración de la Oratoria; el gramático, es una degeneración de la Mentalidad; ambos son dos productos morbosos de la Impotencia Intelectual; el uno, es la cristalización de la Fatuidad; el otro, es la cristalización de la Envidia; ambos son el tipo completo de la Mediocridad; el retórico, es casi siempre un asalariado; el crítico, es siempre un fracasado; ambos son, los enemigos naturales del Genio; el retórico y el gramático, tienen el horror nato a la Elocuencia; es decir, a lo Sublime; los grandes gritos o los grandes gestos de la Elocuencia, espantan y enfurecen estas vacas filológicas que pastan en las dehesas del Diccionario, hartas de la alfalfa de el lo y el le, y de los pastos dulces de las partículas genitivas; estos grandes rumiantes de la lengua, que mueren del horror del neologismo, y no tienen otra visión que la de sus 147formas de cuadrúpedos proyectando su sombra en la



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llanura, tienen, sin embargo, envidia de las estrellas; no teniendo el don del vuelo, se conforman con maldecirlo; y a falta de la potencia de las alas, tienen la envidia de ellas; el horror a los grandes gestos, como el horror a las grandes palabras; es el distintivo de los mediocres, que no pueden ensayar los unos ni decir las otras; guerra a lo Sublime; he ahí su divisa; y por eso sienten ante la Elocuencia, el espanto de los rebaños ante la Tempestad: —¡Oh! si se pudiese hacer callar el trueno—; dirán acaso las ovejas, espantadas por la majestad de la Tormenta. —¿Quién pudiera reducir al Silencio, la Elocuencia?—; dicen los mediocres, deslumbrados y atormentados por el elemento de esplendor, que se desprende de aquella gran Cima del Ideal, sobre la cual vela siempre un Genio Solitario, que es el gran escenógrafo de la Belleza escrita; esta Envidia, de los rumiantes por las águilas, puede ser conmovedora para sus congéneres y sus afines, pero, no desarma al Destino que los hizo así, inclinados sobre la Tierra, contemplando la pequeñez de su propia sombra; la Elocuencia, ignora ese género de locura; y, continúa en hablar desde las cumbres, la gran lengua sublime, que hace temblar las almas. *



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La Pasión, es el alma de la Elocuencia; el gesto mismo de la Pasión, es elocuente; 148el hombre sin pasión, no será nunca elocuente; cualquiera que sean los gestos que haga o las palabras que, diga. Satán, es aquel que no ama —dijo, Santa Teresa; la monja histérica; ¿quiso decir con eso, que Satán era el ser sin pasiones? no pudo ser, porque el Mito de las Tinieblas, odian, según el decir de su Leyenda; odia a Dios; y el Odio, es la forma negra del Amor; no se odia sino lo que se ha amado, o se pudiera amar; el Odio, es una gran Pasión, noble y voraz. Satán odia a Dios, con el Odio justo y sagrado del Vencido; porque él también pudo haber sido Dios, y no lo fue. ¿no era tan bello como Dios? sí; pero Dios, fue más fuerte y lo venció... en la Leyenda de esos dos Mitos, igualmente trágicos, el Odio es elocuente, con una Elocuencia de Fatalidad; cuando pensáis, en la Fábula de Satán, ¿no pensáis también en la de Abel, expulsado de la Vida, por su hermano vencedor?... Satán, es algo así como el Máscara de Hierro, de un gran drama de los cielos. Dios y Satán, son los Hermanos Enemigos; su Odio, llena los cielos y la Tierra; el Dolor, nació de ese Odio...



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¿no es verdad, que es bella la Leyenda de esos dos Mitos? la locura de la Mujer por ser más pasional y más aguda, oye cosas, que la locura del Hombre no oyó nunca; la Histeria, es la Santidad de la Mujer; 149¿cómo sin los oídos de la Histeria, pudo escuchar Santa Brígida, aquella voz de Satán, que le decía: Yo soy la frialdad misma? ... es acaso por esa frialdad, que las monjas todas tienen el Odio de Satán? San Pablo ha dicho, que: la Vida sin Pasión, es nada; y, ¿quién decirlo podría mejor, que aquel violento Apóstata, que fue la Pasión misma, desencadenada sobre la Tierra? fue a la aparición de esta Pasión, hecha Hombre, que los cielos cándidos del Evangelio, se hicieron rojos como un cielo de Desierto. San Pablo, fue el lobo de Jesús; él, devoró el rebaño que el otro apacentaba; los apriscos de Oriente no le bastaron, y se volvió hacia el Occidente; harto de la Devastación, cayó sobre Roma. San Pablo, y no San Pedro, debió ser el fundador del Catolicismo; hay en él toda la osatura de un Verdugo; era un bárbaro enfurecido, en el cual rugía el furor de todos los vencidos; tenía la Violencia trágica de todos los apóstatas, y era



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devastador como una cólera del cielo; pero, ¿quién negaría lea Elocuencia a este incendiario feroz, que es en la Historia el único émulo en barbarie de aquel terrible Omar, porque él también, prendió fuego a ese granero del Pensamiento Humano, que es una Biblioteca? ese mismo gesto de salvaje, es elocuente; el gesto de un tigre, queriendo con su garra apagar el Sol; 150sin este hombre, el triunfo del Cristianismo no habría sido posible; fue su Elocuencia de rayo, la que lo fundó sobre la Tierra; la huella que la espada de un contrario, deja en el rostro de otros hombres, la dejó impresa el rayo de Damasco, en el rostro de Pablo; fue, el balafré del Cielo. San Pablo, pertenece por todos lados a la Elocuencia definitiva; aquella que demuele y que construye, que funda y que destruye; el rayo que lo deslumbró en Damasco, él lo aprisionó en sus labios, y lo soltó después sobre el Mundo Antiguo, para pulverizarlo. Agustín, el hijo de Mónica, fue también una Elocuencia; ¿por qué? porque fue también una Pasión; o mejor dicho: la Pasión Vencida; este manqueo libidinoso, fue el Rousseau de la antigüedad, pero, un Rousseau, más viril, menos enfermo,



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encauzando su dialéctica violenta por bien distintos y aun opuestos cauces de la del Filósofo de Ginebra; la Elocuencia de Agustín, tiene su cuadro natural, en Africa, porque es roja como el Sol del Desierto, y sensual como una noche ninivita; quitad este gran Vencido, la Pasión religiosa y la pasión sexual, y su Elocuencia caerá por tierra; como una cúpula a la cual arrebatasen sus pilares; los labios de aquel Filósofo, guardan siempre el calor del beso, y esa miel inolvidable, que no se agota jamás en 151los labios donde hizo su panal, la abeja inmortal de la Lujuria; la Elocuencia de este Santo, es la Elocuencia del Vicio, transfigurada en Cólera. Pablo, es el Vencido altanero, que quiere con su Elocuencia, atronarse a Si Mismo y a los otros, y olvidar y hacer olvidar. el rumor de otras creencias Agustín, es el Vencido inseguro, que quiere con su Elocuencia, atronarse a Sí Mismo, y olvidar aquello que no puede olvidarse; la conversión, en Pablo, fue completa; por eso consagró su Vida, a convertir a los otros; la conversión, en Agustín, fue incompleta, y por eso, consumió su Vida en convertirse Sí Mismo, sin, lograrlo por completo; en Pablo, murió el Hombre, para dar vida al Apóstol; el sexo y el corazón, fueron, siempre mudos en el Hombre de Damasco; y, el sexo y el corazón, fueron toda la Elocuencia del Hombre de Hipona;



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por eso, Agustín, es más elocuente que Pablo; la Elocuencia de Pablo, es toda del Cerebro; la de Agustín, es toda del Corazón. Pablo, es el Dogma que grita. Agustín, es el Humano Corazón que habla. Pablo, no llora nunca; en Agustín, la fuente de las lágrimas, no se estanca jamás; la espiral de la Elocuencia, envuelve por igual, aquella cólera y este Dolor, y coloca estas dos almas, heridas por el mismo rayo, en esa región de ceguedad, y de aquellos que han entrado en las tinieblas por haber visto demasiada luz; 152¿habéis visto Elocuencia superior, a la de aquellos dos Pindáridas de la Pasión, que saltaron por sobre el pavés de la vieja Roma, para salvar la Libertad, y no alcanzaron sino a morir por ella? os he querido decir: los Gracos; ¿por qué esa culminación del Tipo Humano, que fue ese admirable y culpable Julio César, llegó a tan alto grado de Elocuencia, que antes que con su espada, con su Verbo, hizo temblar el Forum, y encadenó la Libertad de Roma? cuando os digo, que la Pasión es el Alma de la Elocuencia, os digo que la Rebelión es la Madre de ella;



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el Despotismo, puede pacificar la Elocuencia, como Augusto; es decir, corromperla o amordazarla; lo que no puede, es producirla; le Tiranía, no ha contado nunca con la Elocuencia, no ha contado sino con la Retórica; la Elocuencia, es el rayo que baja de los cielos incendiados de la Rebeldía; ningún Gran Elocuente, ha dejado de ser un Gran Rebelde: desde Prometeo hasta Jesús, y desde Isaías hasta José Martí; ¿qué fueron aquellos tenebrosos y caudalosos ríos de Elocuencia, que se llamaron los Profetas, en la Biblia?... fueron los grandes rebeldes de su tiempo; todo el hálito y todo el grito de la Libertad del alma hebrea; ¿en cuál momento histórico, adquirió su mayor esplendor, aquel gran cielo de la Elocuencia, que fue Grecia?... cuando desde sus alturas incendiadas, cayeron los rayos de Demóstenes, sobre los invasores de su Patria; no me habléis de Esquino; ése fue el Cicerón de Grecia; 153la Retórica Venal, al servicio del Despotismo; ¿de dónde aquel César Fracasado, aquel divino y admirable Catilina, hubo las fuentes prodigiosas de 1a Elocuencia, esa Elocuencia que fue el azote y el tormento del Leguleyo de Arpino, tan miserable en su Venalidad?... de su Rebeldía; atravesad. después, todos los parajes, todas las selvas azarosas de la Historia, dondequiera que encontréis ese torbellino de llamas apellidado la Elocuencia, es porque



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habéis tropezado, con ese volcán sonoro, llamado: la Revolución; ¿no fue en la cima de ese Etna desventrado que se llamó la Revolución Francesa, donde surgieron esos dos grandes cráteres de la Palabra, que se llamaron Mirabeau y Dantón, abriendo sobre el mundo sus bocas de Abismos, repletas de Tempestades? de aquella misma hoguera, ¿no véis escapar un jilguero con las alas chamuscadas? es: Vergniaud; después, no hallaréis sino el Circo de juglares de la Retórica Parlamentaria, o el bostezante rumor del establo académico; ¿me hablaréis de Montalembert, y de Berrier, de Foy y de Mun?... ¿Timon, todo Timon?... ¿me diréis de Fabre y Jules Simon, y de Emile Oliver? todo eso, es el Parlamentarismo; es decir, el charlatanismo a sueldo del Estado; eso, es Wagner, puesto en zarzuela; los Nibelungen instrumentados por Offenbach; de todo ese cotorraje presuntuoso, y ese gesticular de monos más o menos graves, que ha sido siempre el Parlamentarismo, yo os hago gracia, y no pongo fuera de 154él, y por sobre él, sino a Pitt, en Inglaterra, y a Lamartine, en Francia; ellos, fueron, en un momento dado, el, uno, toda el alma violenta de su Patria, y el otro, toda el alma triste de la Libertad; la Elocuencia es un mar, y tiene águilas como Dantón;



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el Parlamentarismo, es el pantano, y tiene patos, como Monsieur Thiers, aquel enano que tenía el alma pequeña y cruel de una calcetera del Terror. Monsieur Thiers, es el tipo perfecto de la oca parlamentaria; su oratoria, es la de una vieja portera charlatana, teniendo por el penacho de Napoleón, el amor de una niñera sentimental por un cabo de gastadores; ese gnomo asesino, logró hacerse trágico, cuando fusiló a los defensores del Pueblo, pero no logró hacerse nunca elocuente, ni en ese momento, en que cabalgó como una bruja en el Hipógrifo del Crimen. ¿Monsieur Guizot?... un Robespierre al revés; y, yo me devano los sesos, buscando la Elocuencia de Robespierre; tropiezo con su Virtud por todas partes, y no tropiezo con su Elocuencia por ninguna; ni siquiera cuando tropiezo con su cabeza, caída del cadalso; después de la Revolución Francesa, no volvéis a encontrar la verdadera Elocuencia, sino al hallaron frente a ese Cíclope formidable, que fue: León Gambetta; y, ¿de dónde surgió?. de la fragua de una guerra; del propio corazón de la Francia, atravesado por la espada del Teutón; 155no toda Elocuencia, ha producido una Revolución, pero sí, toda Revolución ha producido una Elocuencia;



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aun la Elocuencia, aquella, chillona y afeminada, de Castelar; tan llena de reflejos y de insinceridades, en su sentimentalismo morboso; ¿no fue del seno de una Revolución que surgió? he dicho Revolución; no he dicho Guerra; hablar no quiero de la salvaje Elocuencia de la Espada; la silencio porque la detesto; y, sólo la amo, cuando el grito de su acero, cae sobre las cadenas de un Pueblo para romperlas; no niego, que hay una terríficante Elocuencia, en esos Tribunos del Acero, que se llamaron, Alejandro, el de Macedonia, o Bonaparte, el corso epiléptico, que venció la Europa; ¿qué Elocuencia igual a la de aquel discurso de fuego llamado Boyacá? sólo aquel otro, que aún repercute en la antigüedad, pronunciado por los griegos, y que se llama: Maratón. Salamina y Carabobo; he ahí dos arengas formidables, dichas por dos pueblos sobre el trágico Forum de la Historia; ¿las Termópilas son más que un desfiladero? sí; son una tribuna, desde la cual, dijo Leánidas el más bello discurso de la Antigüedad; en verdad, que es admirable la Elocuencia del acero, en ciertas horas mudas de la Historia; ya en otra parte, dije: la Elocuencia del Silencio de Bruto, no tiene igual; 156si Dios hablara, se diría que la Palabra de Dios se



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había hecho acero, y tomado la forma de un puñal en las manos de Bruto, para, hundirse en el corazón soberbio de la Tiranía; ¡oh! ¡el hierro grita! ¡cómo grita el hierro!... ¿qué discurso de Cromwell, el cervecero puritano, iguala: a la Elocuencia del acero del Verdugo, cayendo en White-Hall, sobre el cuello del Estuardo? cuando Samson, guillotinó al Capoto, su gesto fue más elocuente que el de Dantón, en sus más altos momentos tribunicios; en la confluencia de ese momento histórico, la Guillotina fue más augusta que la Convención; fue la Cima Suprema; de ella bajó el rayo; ¿qué díscurso, en favor de la Integridad, y de la Libertad de América, de mayor Elocuencia, de mayor resonancia, de un clamor de Justicia más alto y más austero, que aquel que dictó Juárez, sobre el Cerro de las Campanas, por la boca de los fusiles, que castigaban al Habsbourg aventurero, el crimen de su Usurpación, y le amellaban en la cabeza la corona imperial, a un mismo tiempo trágica y grotesca? y, ¿cuál tribuno nuestro, ha igualado en Elocuencia, al gesto de Faustino Rayo, aquel Casio selvático, salido de la montaña, para asesinar la Tiranía en el Ecuador? esa mano vengadora, hiriendo de un solo golpe, el Corazón de Jesús, y el de García Moreno, enseñó a los



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pueblos de. América, pueblos esclavizados el único camino posible para la Libertad; si algunos de esos pueblos los olvidaron, y hoy viven en servidumbre, culpa es de esos pueblos viles, 157no del Tribuno del Hierro, que hizo de su puñal un Astro, y lo clavó en el cielo de la Historia, como la estrella de la Venganza; roja como la entraña desgarrada, y sin embargo bella, con una belleza de virgen y de aurora; los hombres tienen su Elocuencia: la Palabra; los cielos tienen su Elocuencia: el Rayo; la Tierra tiene su Elocuencia: el Hierro; cuando de él se hace la hoja del puñal de Harmodio; ¡bendita sea esta Elocuencia salida de las entrañas de la Tierra!... ella sálva al Mundo, con su mudo clamor su mudo clamor, que hace temblar los siglos. * Lo que. caracteriza la Elocuencia, es su amor desenfrenado a la Libertad; fuera de la Libertad, no hay Elocuencia; no hay sino Retórica; y, la Retórica, es a la Elocuencia, lo que la máscara es al rostro, y el aullido al canto; la Retórica, no es siquiera la Parodia de la Elocuencia; es su afrenta; la Elocuencia, ha sido siempre la Víctima de la Tiranía; no ha sido nunca su aliada; felizmente, la gloria de la Palabra, es tan alta, que



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desde que deja de servir a la Libertad, muere, y lo que le sobrevive, es el balbuceo; un balbuceo de esclavo, hecho tartamudo de Miedo; he ahí por qué, la Elocuencia no se prostituye nunca, porque desde que se prostituye, ya no es la Elocuencia; la pureza de la Elocuencia, es la de la Virginidad; no se corrompe sin morir; 158por eso, el Despotismo no ha podido conquistar nunca la Elocuencia; porque conquistándola, la mata; la alianza de la Elocuencia con la Tiranía, habría sido, la abdicación del Hombre, y la desaparición definitiva de la Libertad; el Destino, ha ahorrado a la Tierra esa tristeza; el cómplice más cobarde de la Tiranía, no es la Palabra, porque ésta, deshonrándose, pierde todo prestigio; el Gran Cómplice de la Tiranía, es el Silencio; no atacar el Despotismo, es la manera más cobarde de servirlo; no denunciarlo, es auxiliarlo; estar cerca de él sin herirlo, es la manera más vil de protegerlo; y, proteger el, Crimen, es mil veces peor que cometerlo; he ahí la hora, en que la Palabra es un deber, y el Silencio, es un Crimen; el Silencio ante la Tiranía, es el Crimen coronado de Tinieblas; el Crimen, que se ha arrancado la lengua, y muestra al mundo, su boca negra, como un lago betún; negra y vacía



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porque allí ha muerto la, Palabra; esa boca, es un Sepulcro; la Muerte, reina en ella; renunciar al divino don de la Palabra, en la hora en que ella puede salvar a un Pueblo, hiriendo el corazón del Crimen... ¿sabéis toda la cantidad de Cobardía, que abarca esa Renunciación? aquel qué se castra ante el Amor, es menos vil, que aquel, que se calla ante el Crimen; 159 en un eunuco, hay todavía mayor cantidad de hombre, que en un esclavo; aquél que frente a la Tiranía, siente pasar por su alma el soplo sin emociones del Silencio, está ya inexorablemente perdido para la Libertad; irreconciliable con la Gloria augusta de ser libre, estará ya, para siempre contra esa Gloria; ante el Crimen de la Tiranía, el Silencio, es más culpable que el Elogio, porque es el Crimen sin valor; y la Palabra que deserta es más vil que la Palabra que combate; los labios que callan, son más miserables que los labios que mienten; el más vergonzoso sobornó; no es él del Aplauso, si el del Silencio; porque el Silencio, sueña con ser irresponsable, y aparece como tal; el Aplauso, se denuncia, y denunciándose, se deshonra...; pero ¿el Silencio?... las irresponsabilidades, aparentes del Silencio, son múltiples, y todas son infames;



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el mayor crimen del Silencio, no está en no deshonrar el Mal, sino en escapar él de la deshonra, por las alcantarillas de la Complicidad, mudas como una tumba... el Silencio, no se conforma con ser corrompido; el Silencio es corruptor; así como las aguas mefíticas del pantano, que no se conforman con ser muertas, sino que matan; el Silencio, tiene eso de espantoso, que no puede ser nunca anonadado; si hubiese cimas en el Abismo, podría decirse, que el Silencio, es la Cima de la Pasividad; frente al Despotismo, no es verdad que el Silencio es más elocuente que la Palabra; 160eso sería ignorar el valor de la Palabra; la causa de la Libertad, no ha debido nunca al Silencio ni una sola de sus victorias, y antes bien, le ha debido las más largas y las más vergonzosas de sus derrotas. la Tiranía, no ha sido nunca vencida por el Silencio, y no ha temblado jamás sino ante el esplendor de la Palabra; el Silencio, no es el Reposo; es el trabajo mudo del Mal; el Silencio, está lleno de corrupciones secretas, como la vida de un monje o mejor dicho, él es toda la Corrupción elaborada en el Secreto; el Silencio, frente a la Tiranía, es tan des- preciable, que no logra ni hacerse amar del Amo a quien se tributa; el Tirano, puede creer en la fidelidad de aquel quien



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ha reducido a la Esclavitud, pero no creerá nunca en la fidelidad de aquel que ha reducido al Silencio; él, lo sabe un esclavo sin valor, y siente desprecio por la abyección, de ese ser miserable, que le ha entregado su lengua, sin darle su corazón; ante ese eunuco mudo y de rodillas, acaso el Tirano piensa, que esa lengua que él ha domado, es como una serpiente dormida, que puede mañana despertar, cuando él haya muerto, y deslizarse en su tumba, para morderle el corazón... muchas déspotas poseídos de esa idea, aplastan ese áspid; otros, lo dejan vivir, no queriendo deshonrar los tacones de sus botas, aplástándolo; el Silencio, es una emboscada, y la Tiranía pasa por cerca a ella, coronada de recelos, como por cerca a un nido de víboras, ocultas en el follaje... las mira y las desprecia; ella, no tiene miedo sino de aquel que hace temblar la selva; tiene miedo del león; 161de aquel que no ha domado; de aquel que ruge en la noche negra; de aquel que no calla nunca. * Todo Hombre Justo, es un Hombre Elocuente; y, cuando se dice: Hombre Justo, se dice Hombre Libre; porque no hay Justicia fuera de la Libertad; hay Vidas Elocuentes, más elocuentes que todos los



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discursos, dichos por la boca de los hombres; la Vida de un Hombre Libre; ¿habéis oído elocuencia igual, al fragor de esa Elocuencia? un Hombre Libre, es un Libertador; porque su ejemplo es bastante a romper las cadenas, aun las más pesadas de los hombres; he ahí por qué ese espectáculo raro y magnífico —Un Hombre Libre— no lo soportan los tiranos, y es lo primero que tratan de destruir, y de suprimir de la vista de sus pueblos; un Hombre Libre, es más que un ejemplo, es un peligro; suprimirlo, es un deber de conservación en la Tiranía; cuanto más bello es un gesto, es más temible, si se dirige contra el Mal; y, ¿cuál gesto más bello, que la actitud de un Hombre Libre, indignado contra la Tiranía? mientras más solo, más grande aparece el Hombre Libre; porque el Hombre Libre, es el Héroe Intelectual, sin amigos y sin séquito; su soledad, no hace sino aumentar la amplitud de su gesto heroico; 162el aislamiento, es el cuadro natural a su extraña forma de Heroísmo, como el Desierto, es el cuadro natural al Ascetismo; cada Verdad, que aparece sobre la Tierra, no aparece sino sobre esa cima de la Elocuencia, que se llama los labios de un Hombre Libre; ¿conocéis en la Historia una Tiranía, que no haya



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tenido por carácter esencial, la persecución de esa sublime forma de Elocuencia? se le quema con Savonarola; se le persigue con Mazzini; se le proscribe con Hugo; se le lapida siempre... no se le prostituye jamás... la carencia de esa Elocuencia, es como la carencia de la luz para los pueblos; pueblo sin Elocuencia, es pueblo esclavo; y pueblo esclavo, es pueblo ciego; cuando la Libertad huye de un pueblo, la Elocuencia huye con ella; huye, pero no se prostituye; escapa de ser asesinada, pero, no escapa de ser lapidada; el Despotismo, se encarniza en perseguir a aquella que no ha podido prostituir; y se complace en insultar a aquella que no ha podido sobornar; y, así se ven esos trágicos momentos de la Historia, en que toda la Elocuencia, no ya de un Pueblo, sino de una época, se refugia en esa Cima Incontaminada, que se llama: Un Hombre Libre; son raras esas horas, y raros esos hombres, pero, aparecen como meteoros, en el cielo radioso de la Historia; 163cuando, la Naturaleza quiere crear el tipo perfecto del



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Hombre Libre, le da todas las formas de la Elocuencia; la Elocuencia de la Palabra; la Elocuencia de la Pluma; la Elocuencia de la Virtud; y, hace de él; un Gran Orador; un Gran Escritor; un Gran Carácter; y, el tipo completo de la Elocuencia Insuperable queda hecho... y, ese Hombre, habrá escrito, habrá hablado, y habrá vivido, el más bello Tratado de Elocuencia sobre la Tierra; porque nada hay igual en Elocuencia, bajo los laminares del Cielo, a la Obra, a la Palabra, y a la Vida, de aquel que nació y ha podido permanecer: Un Hombre Libre; sembremos el germen de esa Elocuencia, en las almas y en los pueblos; sembrémoslo con la Pluma, con la Palabra, y con el Ejemplo; y, habremos hecho así, generaciones de almas libres, que por la sola virtud de la Libertad, serán generaciones de almas elocuentes; sirvamos a la Libertad, haciendo de nuestra Vida un ejemplo de Elocuencia; las generaciones futuras, sabrán con esa Elocuencia, fundar la Libertad; y, la Libertad, surgirá como una alba, de los mares profundos de la Elocuencia. 164

32 32 la novena sinfonia vargas vila

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