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    Religiosidad popularCreencias religiosas populares en la sociedad argentina

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    Veinticinco aos, veinticinco libros

    El ciclo poltico inaugurado en Argentina a fines de 1983 seabri bajo el auspicio de generosas promesas de justicia, renovacinde la vida pblica y ampliacin de la ciudadana, y conoci logros yretrocesos, fortalezas y desmayos, sobresaltos, obstculos y reveses,

    en los ms diversos planos, a lo largo de todos estos aos. Que fue-ron aos de fuertes transformaciones de los esquemas productivosy de la estructura social, de importantes cambios en la vida pblicay privada, de desarrollo de nuevas formas de la vida colectiva, deactividad cultural y de consumo y tambin de expansin, hasta ni-veles nunca antes conocidos en nuestra historia, de la pobreza y lamiseria. Hoy, veinticinco aos despus, nos ha parecido interesanteel ejercicio de tratar de revisar estos resultados a travs de la publica-cin de esta coleccin de veinticinco libros, escritos por acadmicosdedicados al estudio de diversos planos de la vida social argentinapara un pblico amplio y no necesariamente experto. La mismatiene la pretensin de contribuir al conocimiento general de estosprocesos y a la necesaria discusin colectiva sobre estos problemas.De este modo, dos instituciones pblicas argentinas, la BibliotecaNacional y la Universidad Nacional de General Sarmiento, a travs

    de su Instituto del Desarrollo Humano, cumplen, nos parece, consu deber de contribuir con el fortalecimiento de los resortes cognos-citivos y conceptuales, argumentativos y polmicos, de la democra-cia conquistada hace un cuarto de siglo, y de la que los infortunios ylos problemas de cada da nos revelan los dficits y los desafos.

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    Ameigeiras, AldoReligiosidad popular : creencias religiosas populares en la sociedad

    argentina. - 1a ed. - Los Polvorines : Univ. Nacional de General Sarmiento ;

    Buenos Aires : Biblioteca Nacional, 2008.112 p. ; 20 x 14 cm. - (Coleccin 25 aos, 25 libros ; 16)

    ISBN 978-987-630-045-2

    1. Costumbres. 2. Cultura Popular. I. tuloCDD 390

    Coleccin 25 aos, 25 libros

    Direccin de la Coleccin:Horacio Gonzlez y Eduardo RinesiCoordinacin General:Gabriel Vommaro

    Comit Editorial:Pablo Bonaldi, Osvaldo Iazzetta, Mara Pia Lpez, Mara CeciliaPereira, Germn Prez, Ada Quintar, Gustavo Seijo y DanielaSoldano

    Diseo Editorial y Tapas:Alejandro ruantDiagramacin:Alejandro ruantColaboracin:Jos RicciardiIlustracin de Tapa:Juan Bobillo

    Universidad Nacional de General Sarmiento, 2008Gutirrez 1150, Los Polvorines. el.: (5411) 4469-7507www.ungs.edu.ar

    Biblioteca Nacional, 2008Agero 2502 (C1425EID), Ciudad Autnoma de Buenos Aires.el.: (5411) 4808-6000www.bn.gov.ar | [email protected]

    ISBN:978-987-630-045-2

    Prohibida su reproduccin total o parcial por cualquier medio de impresin o digital en formaidntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma, sin autorizacin expresa

    de los editores.

    Impreso en Argentina - Printed in ArgentinaHecho el depsito que marca la ley 11.723

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    Introduccin

    Qu quiere que le diga, no s qu decirle, s, cmo no voy acreer... en el fondo es lo nico que nos queda y casi a veces ya nisiquiera eso, usted ve las cosas que pasan. Pero no, s, yo creo, no soyde ir a la iglesia, pero creo, mi mujer es a la que le gusta ms. Yo creo,no me pregunte ms porque no s.

    Yo creo en Dios y en la Virgen, en los santos tambin pero no

    sigo a ninguno en particular, tengo una imagen de San Cayetano conuna espiga en la cocina, pero no soy de ir a Liniers, mi marido s,incluso hubo uno o dos aos en que hizo la cola [...] yo creo mucho,ante cualquier cosa le rezo a la Virgen, ves esta medallita la tengodesde que era chiquita...

    Diosito siempre me acompaa, yo lo s [...] yo no voy a nin-guna religin, no me gusta, para m Dios est en todos lados [...] es

    cuestin de saber verlo. [En su carro de cirujeo, tiene agarradas conchinches dos imgenes, una borroneada y usada de San Cayetano yotra ms nueva del Gauchito Gil].

    Sabe una cosa... ac [...] toda la gente es creyente. Claro quecada uno cree a su manera... lo que quiero decir es que hay muchasreligiones. Mire, estn los que pasan todos los sbados, lo que vendenuna revista, despus estn los del evangelio y los catlicos, qu leparece? Ah, y los de la macumba, me olvidaba... Yo no soy de ningu-no, pero la verdad es que a m no me molestan, si en realidad todosapuntan para el mismo lado..., no le parece?, para el de arriba... [ycon el dedo me seala el cielo].

    Las expresiones que acabamos de leer no son ms que unapequea muestra de mltiples y diversos relatos vinculados con

    lo que generalmente denominamos religiosidad popular. Creen-cias y prcticas religiosas de mujeres y hombres vinculadas a lotrascendente, lo sobrenatural, o simplemente lo considerado como

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    sagrado. Una religiosidad relacionada con la existencia de seresconsiderados divinos, con fuerzas a las que se atribuyen poderessobrenaturales, con personas santificadas constituidas, luego de

    su muerte, en mediadores privilegiados ante la divinidad. Con ritosque establecen una diversidad de prcticas sociales y simblicas.Pero, sobre todo, creencias y prcticas relacionadas con una sin-gular apreciacin de lo que se denomina lo sagrado, presente enla vida de los sujetos y que se manifiesta religiosamente de ml-tiples maneras; en cuanto las mujeres y hombres no slo rezan,van a templos o capillas, asisten a salones del reino, participan enlas ceremonias en los terreiroso concurren a santuarios en general,apelan en sus oraciones a Jess, hacen promesas a la Virgen, reali-zan peregrinaciones, prenden velas a sus santos preferidos, generanaltares y devociones en una diversidad de cultos populares o sedesvelan por obtener agua bendita para su mltiples quehaceresdomsticos, sino que a su vez asumen y despliegan cotidianamen-te apreciaciones referidas a mltiples mediaciones simblicas decarcter religioso presentes en el imaginario social.

    Creencias religiosas convergentes en una experiencia de creer,de desplegar una mirada sobre la vida que ms que agotarse en lasnumerosas limitaciones y dificultades cotidianas se transforma enun recurso fundamental a la hora de encontrar sentido, a la vezque permite plantear una apertura a pesar del cierre de alternati-vas, considerar posible aun lo aparentemente imposible y mantenerde alguna manera la esperanza. Estas creencias no slo gravitan ensus comportamientos y actividades en general, sino que constituyen

    una parte sustantiva de su vida social, donde aparecen tanto ma-nifestaciones vinculadas con la tradicin y a la memoria colectivacomo recomposiciones y nuevas modalidades del creer en el marcode nuevas identidades religiosas.

    Se trata de un fenmeno que ha dado lugar a distintas denomi-naciones e interpretaciones, ya sea en su consideracin como religindel pueblo, religin popular, religiosidad de los sectores populares,

    religin ordinaria, o sencillamente como religiosidad popular. As,la religiosidad popular ha pasado a sufrir los mismos cuestionamien-tos que han experimentado otras expresiones culturales por el solo

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    hecho de su exclusiva pertenencia popular, convertida en la causade su descalificacin y desvalorizacin, lo que determin que fueraconsiderada, tanto por los representantes de la cultura hegemnica

    como por los partidarios de un paradigma modernizante, como unareligiosidad bsica, mezcla de magia y supersticin, producto resi-dual de las calificadas como las grandes y verdaderas religiones.Una religiosidad evaluada prejuiciosamente como de segunda, o a losumo apreciada como un sentimiento o una vivencia religiosa que,sin embargo, no alcanzaba a tener el statusde una religin comolas formalmente reconocidas. Sin embargo, se trata de la modalidadde religin que manifiestan y viven los sectores populares, de unamanera profundamente vital y persistente, constituyndose en unrecurso imprescindible en su vida diaria y que hace tanto a la feque los sostiene en los momentos de angustia como tambin a lafe que los moviliza. Esta religiosidad, en la actualidad, se encuentraenmarcada profundamente en las matrices culturales de los sectorespopulares y en los procesos de recomposicin de creencias y prcti-cas que los mismos llevan a cabo cotidianamente, sin estar sujeta a

    las instituciones religiosas reconocidas y consolidadas.Configura un tipo de manifestacin que requiere, para su ade-cuada comprensin, el conocimiento de las transformaciones quehan caracterizado la sociedad moderna a comienzos del siglo XXI,sin que ello implique ignorar los complejos procesos socio-cultura-les propios del surgimiento de tradiciones y cosmovisiones a travsde distintos momentos histricos y de crisis en nuestro pas. Es queen contextos de fuerte crisis social, la crisis de las identidades colec-

    tivas posibilita la construccin de nuevas identidades, a la vez queincrementa la relevancia de las identidades religiosas. Un procesoque atraviesa el conjunto de la sociedad en general y los sectores po-pulares en particular, en tanto dichas identidades religiosas emergencomo un recurso fundamental que aporta no slo a la produccinde sentido, sino a la apertura a lo sobrenatural, como una instanciavalorizada en el contexto social.

    De esta manera, distintos testimonios recogidos en dichos sec-tores nos enfrentan con un panorama amplio y complejo en rela-cin con la significacin del creer, como tambin con la relevancia

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    de lo considerado como sagrado y con la presencia de los fenmenosde carcter mgico-religioso en la sociedad en general. Un amplioespectro de situaciones que se expresan tanto en fuertes pertenen-

    cias institucionales como en formas de religiosidad difusa y moda-lidades msticas de expresin; en la existencia de iglesias con unaconsolidada presencia institucional e histrica y en el surgimientode nuevos movimientos religiosos; en cultos enmarcados institucio-nalmente y en una multiplicidad de cultos populares. Se trata puesde una diversidad de formas y modalidades religiosas en un mundoparadjicamente inmerso en fuertes incertidumbres y crisis de sen-tido, en el cual, a pesar de los pronsticos apocalpticos acerca de ladesaparicin o decadencia de la religin, sta no slo mantienesu vigencia, sino que a su vez aparece caracterizada por una reno-vada vitalidad. As, los planteos que conceban a la secularizacincomo un proceso irreversible de racionalizacin de la sociedad y dedesplazamiento progresivo de lo religioso de las instituciones y lavida social han tenido que ser reconsiderados, incorporando nue-vas miradas que permitan dar cuenta adecuadamente, no slo de la

    complejidad del fenmeno, sino de la singularidad del mismo en losdistintos contextos y momentos histricos.al situacin nos conduce a considerar detenidamente nues-

    tras apreciaciones en una sociedad como la argentina, con unaamplsima mayora de creyentes, en la cual ms de un 91% declaracreer en Dios (segn la Primera encuesta sobre creencias y acti-tudes religiosas en Argentina) y donde desentraar el significadode dicha creencia nos inserta en un imaginario colectivo en el que

    est presente una marcada y a la vez variada apreciacin acerca de losobrenatural o lo sagrado. As, si focalizamos nuestra mirada en lossectores populares y tenemos en cuenta exclusivamente los ltimosveinticinco aos en la sociedad argentina, en forma coincidente conla recuperacin de la democracia, nos encontramos con una diversi-dad de manifestaciones que expresan la fecundidad de lo religioso yla complejidad del pluralismo existente. Esta situacin nos obliga a

    replantear nuestras nociones acerca de la secularizacin, de manerade poder analizar adecuadamente las nuevas transformaciones quese producen en lo religioso y que han implicado el pasaje de un

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    campo religioso cerrado a un campo religioso abierto, desapa-reciendo las fronteras rgidas y facilitando no slo el trnsito, sinola posibilidad de apelacin a distintos universos simblicos en el

    marco de un fecundo pluralismo religioso. En este libro recorre-remos, entonces, veinticinco aos en los que encontramos expre-siones religiosas profundamente enraizadas culturalmente y nuevasexpresiones y modalidades de creencia que emergieron y se hicieronvisibles en los sectores populares. Un perodo donde han surgidodevociones enmarcadas en el catolicismo popular, junto a la gravi-tacin del llamado catolicismo difuso, as como se han expandidonuevos movimientos y organizaciones religiosas. A su vez, no slose han consolidado los cultos y santificaciones populares, y surgidootros nuevos, sino que tambin se han extendido a diversas zonasdel pas, lo que ha dado como resultado una diversidad de expre-siones y creencias religiosas populares que hacen a una presenciadinmica y vital de lo sagrado en el contexto social. Pero tambin sehan manifestado, en estos veinticinco aos, diversas formas de resis-tencia e intolerancia, especialmente frente a la presencia de los nue-

    vos movimientos religiosos presencia caracterizada a veces comouna invasin de las sectas, muchas veces perseguidos o estigma-tizados, cuestionados como creencias o negados en su condicin dereligiones. odo lo cual termina de configurar un panorama diversoy complejo que, sin embargo, no puede oscurecer la fuerza y conso-lidacin del pluralismo religioso en nuestra sociedad.

    Es a partir de aqu que nos interesa comenzar nuestra reflexin,considerando que la religiosidad popular, ms all de creencias o de

    sentimientos, de vivencias o de experiencias personales o colectivas,conforma fundamentalmente la religin de los sujetos de los secto-res populares de nuestra sociedad. Esta perspectiva abre una seriede interrogantes vinculados tanto con las caractersticas de dichasprcticas como con los procesos que atraviesan las mismas, tantocon las creencias acerca de lo sobrenatural en la vida cotidiana delos individuos como con las articulaciones de dichas creencias con

    otros recursos y estrategias simblicas vigentes en los sectores popu-lares. En especial nos lleva a preguntarnos por la religiosidad de lossectores populares, por la forma y el modo en que dicha religiosidad

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    se explicit y por las modalidades que asumi frente a instancias deagudizacin de la crisis socioeconmica y cultural. Se trata de com-prender la complejidad de la trama de sentidos que la sustenta en

    estos sectores, de percibir la vinculacin entre los procesos socialesy las manifestaciones religiosas, as como de descubrir la vigencia deuna pluralidad de creencias religiosas que hacen explcita la existen-cia de una profunda religiosidad popular. De ensayar una reflexin,finalmente, que nos coloca frente al desafo del creer, tratando deaproximarnos a un conocimiento ms adecuado y profundo de lacompleja religiosidad de los sectores populares.

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    El fenmeno religioso y sus transformaciones recientes

    En las ltimas dcadas de siglo XX no slo se produjeroncambios y transformaciones a nivel social, poltico, econmico ycultural, sino a su vez profundas crisis que, si bien atravesaron ensu conjunto a toda la sociedad argentina, repercutieron muy espe-cialmente sobre los sectores populares. Muchas veces resulta difcilapreciar debidamente la profundidad de dichos cambios y la mane-ra en que los mismos atraviesan, condicionan y replantean de dis-

    tintas formas la trama social, cultural y religiosa en la sociedad. Sinembargo, la dimensin de las transformaciones ha incidido de talmanera en la experiencia religiosa de los creyentes que su abordajeresulta una instancia imprescindible a transitar en nuestro anlisis.Como seala Cristian Parker, lo que ha sido un factor relevante enla predisposicin al cambio religioso en la mentalidad de las masaslatinoamericanas han sido transformaciones que han abierto modosde pensar, de actuar y de sentir: nuevas relaciones con los bienes y

    sus usos en un mercado que acenta brechas y genera diversidad deestilos de vida. De esta manera, considerando la relevancia de loscambios en cuestin, haremos referencia a dos procesos fundamen-tales vinculados con dichas transformaciones: el de globalizacin yel de secularizacin. En el primer caso prestaremos atencin a lasimplicancias de la globalizacin tanto en los cambios socioecon-micos como en las transformaciones generadas en la trama sociocul-tural en general. En el segundo, observaremos las peculiaridades delproceso de secularizacin en nuestra sociedad y la emergencia de unmarcado pluralismo religioso.

    Por un lado, entonces, debemos considerar la incidencia delproceso globalizador y las variadas articulaciones entre lo global ylo local. Una globalizacin donde se han explicitado, a nivel eco-nmico y social, polticas neoliberales generadoras de pobreza y deexclusin que han incrementado notablemente la desigualdad con

    profundas consecuencias en la urdimbre cultural de la sociedad:desde los quiebres generados en el tejido social o el desguarneci-miento de las familias ante un Estado cada vez ms ausente, o la

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    inexistencia de recursos para enfrentar la agudizacin de la crisis,pasando por la desocupacin, la ruptura de las identidades labora-les y la desestructuracin de marcos colectivos, hasta la fractura de

    las certezas que constituan el marco referencial de la convivencia.Una situacin que ha incidido directamente en la vida de los sec-tores populares, modificando sus condiciones y posibilidades demovilidad, produciendo fuerte incertidumbre e inseguridad socialy muy especialmente agudizando la crisis de las principales insti-tuciones sociales con impredecibles consecuencias tanto a nivel delos procesos de construccin de identidades sociales y colectivascomo respecto a los nuevos procesos de recomposicin de stas. Lacrisis de dichas instituciones se fue profundizando en Argentinadesde fines de la dcada del 90, hasta alcanzar, en el Que se vayantodos, una expresin generalizada de cuestionamiento y descrdi-to que hizo eclosin en los estallidos sociales de 2001. Asimismo,debemos considerar, en el marco de los aspectos socioculturales dela globalizacin, tanto las transformaciones cientficas y tecnolgi-cas y la consiguiente aceleracin de los flujos culturales como la

    existencia de fuertes descentramientos en un contexto de crisisde los sistemas de significacin y de los procesos de construccinde identidades. En primer lugar, en cuanto a su incidencia en pro-cesos de redefinicin de la tradicin, as como de globalizacinde lo religioso, presentes en el imaginario colectivo, a lo que esnecesario sumar los nuevos lenguajes que se despliegan en torno ala relevancia de la imagen y lo audiovisual en general. En segundotrmino, en cuanto se expandi una apreciacin acerca de la falta

    de horizontes que demand replanteos importantes en la trama desentidos de la sociedad, tanto a nivel de los sistemas simblicos engeneral como de las religiones en particular.

    Por otro lado, nos encontramos con la relevancia del proceso desecularizacinque emerge como un dato clave a la hora de analizarel fenmeno religioso en la modernidad, aun cuando muchas delas perspectivas tericas que han tratado de explicitarlo han sido

    cuestionadas, tanto a la luz de los procesos sociales recientes comode las crticas al paradigma modernizante de la modernidad. Esteproceso requiere entonces ser considerado con otro enfoque, que

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    se distancia claramente de apreciaciones que consideraban a lasecularizacin como un proceso de desaparicin y/o decadencia delo religioso o como la creciente desacralizacin del mundo, y que

    suponan el desplazamiento de lo sagrado y su consecuente desva-lorizacin social convergente en un marcado desencantamiento.En efecto, los hechos permitieron observar cmo dicho desencan-tamiento del mundo coexista con nuevos reencantamientos, dela misma manera que el llamado proceso de secularizacin genera-ba procesos de resecularizacin y que, lejos de tender a desaparecer,la religin se mostraba revitalizada y con nuevas peculiaridades.Como seala Floreal Forni, no existe desaparicin de la religin,lo que se presenta es una reinterpretacin de la religin, pero sesigue recurriendo a la legitimacin de los smbolos sagrados. Estasituacin exigi reformular apreciaciones y planteos de manera deposibilitar una nueva visin desde donde comprender la comple-jidad de lo religioso en la sociedad moderna en la que la seculari-zacin, como sealan D. Hervieu-Lger, es redefinida como elproceso de reorganizacin permanente del trabajo de la religin

    en una sociedad estructuralmente impotente para responder a lasesperanzas que se requieren para seguir existiendo. Las religio-nes y lo religioso adquieren nuevas caractersticas y generan nuevasexperiencias, pero sobre todo se produce una reconfiguracin de loreligioso en el marco de la cual es necesario analizar la singularidadde los cambios, tanto a nivel de las instituciones como respecto a laexperiencia de los sujetos.

    Estamos as ante una clara desregulacin de las creencias y un

    pluralismo instalado en la sociedad y convertido en uno de los ele-mentos fundamentales del cambio en la poca que nos ocupa. Eneste contexto se multiplica la oferta de bienes de salvacin y noslo se complejiza la puja entre las distintas instituciones religiosasen el mbito territorial, sino que a su vez se incrementa la presen-cia de una diversidad de modalidades de creencias no sujetas alcontrol de las instituciones. Un pluralismo religioso (sobre el que

    nos detendremos en particular ms adelante) en el marco del cualemerge un proceso creciente de individuacin y autonomizacin enel que se manifiestan las opciones y recomposiciones que los propios

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    creyentes de sectores populares llevan a cabo, otorgando sentido asus necesidades y demandas. Aparecen entonces instancias de con-solidacin, de reestructuracin, como as tambin de nuevas for-

    mas de vinculacin con lo religioso en las que se afirman relacionesdirectas con lo considerado sagrado o trascendente, replanteandode hecho la existencia de mediadores privilegiados a la vez quereconociendo una diversidad importante de mediaciones posibles.De esta manera, la desregulacin religiosa se ha traducido en el sur-gimiento tanto de nuevas formas de configuracin de lo religiosocomo de sincretismos que agudizan la tendencia a la dilucin defronteras rgidas e inamovibles y facilitan la porosidad de universossimblicos, lo que ha permitido una mayor coexistencia y amplitudde mirada sobre lo religioso en la vida diaria. Como seala DanileHervieu-Lger:

    En el universo fluido, mvil, del creer moderno, liberadode empresas de institucin total del creer, todos los smbolos sonpues intercambiables, combinables, traspasables los unos con los

    otros. odos los sincretismos son posibles, todos los reemplazosson imaginables.

    Esta frase nos conduce a reflexionar sobre las caractersticas delsincretismo latinoamericano considerando la existencia de ciertosmestizajes religiosos que no se traducen en una mera superpo-sicin de smbolos religiosos ni en una dilucin de creencias. Porel contrario, se trata de mestizajes que suponen la capacidad de

    sntesis vital, de convergencias y replanteos, que, lejos de excluir,integran y resignifican, respondiendo a las necesidades de losindividuos en el marco de su autonoma y capacidad de eleccin.Esta situacin est inmersa en un movimiento de subjetivizaciny de crisis de las pertenencias institucionales que caracterizan elactual proceso de desinstitucionalizaciny sus importantes conse-cuencias a nivel socio-religioso. Un proceso que emerge como una

    de las caractersticas de mayor gravitacin, junto con la individua-cin, en el fenmeno religioso actual, y que alude a una progresivaprdida de influencia de las instituciones religiosas, lo cual no

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    impide todo lo contrario la proliferacin de creencias religio-sas de distinto tipo. Se da a su vez una situacin de prdida de lacapacidad de incidir de las instituciones religiosas, ya no slo en la

    vida social, sino en la vida individual de los creyentes, acompaa-da por la crisis de los mecanismos de control institucional. En elmarco del aumento de la autonoma de los sujetos para componer yreplantear sus modalidades de creencia, estas situaciones afectan enforma directa a las religiones tradicionales, en cuanto implican undistanciamiento del creyente de la institucin, al mismo tiempoque inciden, tambin, en un profundo replanteo de las relacionesde pertenencia institucional en general.

    Como seala E. Pace, se trata de un fenmeno que se constituyefrente a una dificultad, por parte de las instituciones que ostentancierto capital de autoridad y de tradicin en la historia, para regulardentro de lmites seguros y estables sus sistemas de creencias, y enel marco de la subjetivizacin de dichos sistemas. Si bien podemosdecir que de alguna manera siempre ha estado presente en la reli-giosidad popular una cierta autonoma de los individuos para com-

    poner su cuadro de creencias, en cuanto es precisamente esa formade vivir a su manera lo religioso lo que ha distinguido a la misma,dicha modalidad aparece hoy consolidada y fuertemente legitimada.En los sectores populares esta situacin se enmarca dentro de la rup-tura del monopolio catlico y de una consolidacin del pluralismoreligioso, proceso que involucra un cambio fundamental en relacincon lo que los individuos creen tanto en relacin directa con la tra-dicin religiosa que asumen o por la que optan como en relacin con

    sus apreciaciones, intereses y necesidades y que confiere una relevan-cia especial a lo emocional en la experiencia religiosa, con profundasarticulaciones con la cultura popular. Esta situacin se traduce as enfenmenos como el de la religiosidad a la carta o el cuentapropis-mo, donde las mujeres y los hombres definen sus creencias segnsus propios intereses y opciones, o tambin como el nomadismoreligioso o como el fenmeno de la doble pertenencia, en el que

    se generan nuevos anclajes y formas de participacin en ms de unainstitucin religiosa, sin que dicha circunstancia implique un desdo-blamiento de pertenencias o una tensin en las creencias.

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    La religiosidad popular

    Llegamos a un punto central de nuestra reflexin: nos enfren-tamos con el desafo de comprender la singularidad de las expe-riencias de religiosidad popular, as como de las prcticas sociales ysimblicas implcitas en las mismas. No es nuestro inters entoncesdesplegar en esta presentacin un anlisis de las distintas perspec-tivas tericas sobre la religiosidad popular, sino apenas aludir entrminos generales a la variedad de enfoques existentes, para pasara considerar algunas de sus principales caractersticas y manifesta-ciones. Diversas apreciaciones nos obligan a tener en cuenta tantola ambigedad y polisemia de la propia expresin religiosidadpopular como la necesidad de analizar crticamente conceptos ycategoras tericas, considerando tanto los cambios actuales como lasingularidad del fenmeno en Latinoamrica, y examinando diversosabordajes: desde los que definen la religiosidad popular como unaforma de vinculacin con lo sagrado, pasando por los que la consi-

    deran como un recurso simblico o una estrategia de supervivencia,hasta los que la conciben como una textura diferencial presente enla vida cotidiana de los sujetos en los sectores populares. Se requiereentonces revisar con detenimiento las nociones acerca de lo sagra-do y lo religioso, las creencias y las prcticas, los significados y lasexperiencias desde una perspectiva que considere adecuadamente lagravitacin de la trama sociocultural en la vida de los sectores popu-lares. Una mirada atenta a las peculiaridades de una cultura popular

    donde predomina un tipo particular de mentalidad, una formade pensamiento en la cual lo emocional, lo sensible y lo intuitivoocupan un lugar central.

    De all entonces que, sin pretensiones de definir la religiosi-dad popular ni entrar en las pujas tericas respecto a la nocin msadecuada, proponemos considerar a la misma como la manera enque los sectores populares expresan sus apreciaciones y vivencias

    acerca de lo sobrenatural y el modo en que se vinculan con loque consideran sagrado. Se trata de manifestaciones que surgenen el marco de procesos histrico-culturales, estrechamente

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    relacionados con una manera de vivir, sentir y expresar la religiosi-dad, profundamente enraizada en las culturas populares. Un tipode fenmeno que emerge vinculado con la trama sociocultural y la

    vida cotidiana de los sectores populares de la sociedad, manifestn-dose tanto en forma individual como colectiva y explicitando tantoprcticas sociales y simblicas como la existencia de un imaginariodonde lo sagrado no aparece disociado de lo social. Un fenmenoprotagonizado por mujeres y hombres en general, pero en cuyasmltiples expresiones la mujer se destaca como una participantefundamental (lo que por cierto requiere ser estudiado en profun-didad, dada su relevancia e implicancias). Estamos as ante unamodalidad de relacin con lo trascendente que a su vez conformaun proceso histrico-cultural de generacin de sentidos, y que,al mismo tiempo que constituye un recurso simblico relevante,tambin se ha visto afectado por marcados procesos de recompo-sicin de identidades: por un lado, se articula con las cambiantesidentidades sociales; por otro, forja nuevas identidades religiosas.Es que, ms all de apelaciones simplistas que relacionan la religin

    popular con la supersticin, la ignorancia y la pobreza, es necesarioobservar cmo la misma especialmente ante situaciones difcilesy lmites emerge como una posibilidad concreta de autoafirma-cin y resguardo, un recurso de carcter mtico-simblico unidoa un bagaje experiencial y vinculado con el universo cultural en elque los sujetos de los sectores populares despliegan su existencia.As, resulta necesario comprender que la religin popular no surgede la nada, no es un producto espontneo o residual, sino que, por

    el contrario, se inserta dentro de matrices culturales y estructurasde significados compartidos, desplegados histricamente a la vezque construidos cotidianamente, donde gravitan distintas tramassocioculturales y tradiciones religiosas, desde las de los pueblosoriginarios, las hispano-lusitanas, las africanas y las surgidas conel mestizaje y los distintos cruces e hibridaciones que resultan delos procesos migratorios. As pues, estamos ante una religiosidad

    caracterizada por su reconocimiento de diversas manifestacionesde lo sagrado, por su apertura a lo sobrenatural y sus creenciascristianas, y que se explicita en mltiples expresiones religiosas

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    populares y muy especialmente en las manifestaciones del catoli-cismo popular, del pentecostalismo y de cultos populares vigenteen los sectores populares.

    Se trata de una religin que se despliega desde la memoria perose recrea en un imaginario en el que se producen marcados procesosde resignificacin, donde se mezclan viejas y nuevas apreciaciones ydonde los nuevos universos simblicos inciden en la vida de los indi-viduos como creyentes, tanto a nivel de lo supuestamente esperabley conocido como ante la irrupcin de lo inesperable y desconoci-do. Esta perspectiva no implica una mirada tendiente a idealizar lareligiosidad popular o a considerar la religin del pueblo como untipo de expresin exenta de contradicciones y ambigedades, sinoque, por el contrario, teniendo en cuenta las mismas, as como lagravitacin de los contextos histricos y sociales, intenta destacary valorar adecuadamente el fenmeno religioso. Es que, por enci-ma de sus limitaciones, se trata de una religiosidad que brinda unsentido especial a la vida de mujeres y hombres, involucrando uncamino posible y una alternativa siempre presente. Se trata de una

    forma de vivencia integral de la fe, en la que lo vital y afectivo seunen con lo sensible y concreto, y lo sagrado y lo profano se articu-lan permanentemente como dos niveles coexistentes en la realidadsocial. Una perspectiva que implica tanto una apreciacin acerca deuna textura diferencial presente en lo cotidiano como la creenciaen las implicancias de lo sobrenatural en la vida de los sujetos.

    As, a travs de toda Latinoamrica, mujeres y hombres llevana cabo una multiplicidad de prcticas que implican algn tipo de

    vinculacin con lo que consideran como trascendente, sobrenaturalo simplemente sagrado, en vinculacin con necesidades y proble-mas que los afectan diariamente. Ya sea por la intervencin directade los creyentes, la accin de diversos mediadores o la presenciade agentes especializados (sacerdotes, pais, pastores, religiosos,ancianos, chamanes, machis, etc.), se verifican diversas modalida-des de vinculacin con lo sagrado presentes en la vida diaria. En

    estas formas de religiosidad adquiere relevancia la sacralizacin deltiempo as como la del espacio, y la consideracin de lo sagradoimplica la identificacin de distintas prcticas, momentos y

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    tiempos, pero tambin el reconocimiento de espacios y luga-res considerados como especiales. Lo sagrado puede ser percibidotambin, como seala E. Martin, como la textura diferencial del

    mundo habitado que se activa en momentos diferenciales y especfi-cos, lo que permite explicitar los gestos comprendidos en la nocinde religiosidad popular en trminos de prcticas de sacralizacin.Una sacralizacin que en nuestra sociedad se traduce a su vez en laexistencia de momentos dedicados a ritos y distintos tipos de ofren-das, y donde la fiesta popular constituye un momento de encuen-tro y celebracin, dando lugar a devociones y peregrinaciones haciaespacios singularizados como santuarios, ermitas, templetes u otroslugares reconocidos por los creyentes. Pero sobre todo se trata deuna apertura a lo sobrenatural que se concreta en el aqu y ahorade una experiencia humana profundamente religiosa que encuentraen la creencia en un Dios trascendente el sustento fundamental dedicha religiosidad. Una religiosidad donde lo mtico-simblico seexplicita en una diversidad de smbolos y de prcticas que hacen delo simblico el lenguaje fundamental de la experiencia religiosa en

    el marco de una cosmovisin profundamente vital.Acercarse al conocimiento del fenmeno religioso en los sec-tores populares implica entonces necesariamente despojarse deargumentaciones etnocntricas que no son capaces de admitirla existencia de otras lgicas presentes en las culturas populares yque evalan como supersticin e ignorancia lo que no son capacesde comprender y analizar crticamente. De all la importancia deanalizar la religiosidad popular en estrecha vinculacin con las cul-

    turas populares, y de explorar las tramas de sentido presentes en susmatrices culturales, porque slo desde all es posible comprenderen toda su profundidad la complejidad del fenmeno. Al respecto,nos parece importante tener en cuenta tanto los aspectos que hacenal reconocimiento y valoracin de dicha cultura popular como losque expresan su descalificacin y desvalorizacin. En el primer caso,en cuanto se ponen en juego distintas representaciones simblicas y

    prcticas sociales que caracterizan a las culturas populares. Se tratade una diversidad de manifestaciones que explicitan la existenciade una matriz cultural que singulariza la cultura y desde donde se

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    genera un tipo especial de apreciacin de lo sagrado, constituido eneje vertebrador de la experiencia religiosa. ste es, a nuestro enten-der, un aspecto de enorme relevancia a considerar en cuanto tiene

    relacin con una cosmovisin y con prcticas a partir de las cualeslos sujetos construyen su apreciacin de la realidad, as como conlas formas y modalidades a travs de las cuales se expresan y mani-fiestan socialmente. En segundo lugar, en relacin con los aspectosque apuntan a la desvalorizacin de la cultura popular, es necesariotener en cuenta la existencia de apreciaciones fuertemente descalifi-catorias y denigrantes de la misma, que no slo niegan a los sectorespopulares la capacidad de generar una cultura propia, sino que, encaso de aceptar su existencia, la consideran una construccin resi-dual de la denominada alta cultura, o la califican, despectivamen-te, como una cultura de la pobreza. sta es una aclaracin queconsideramos imprescindible realizar, en cuanto se produce sobrela cultura la misma operacin estigmtica que se genera sobre lospobres en general y que transfiere la carencia y/o privacin de bienesmateriales propias de los pobres a otros aspectos de la vida social,

    abarcando tanto los aspectos considerados como simblicos (deall su apreciacin como una cultura pobre) hasta los consideradoscomo espirituales. De all tambin sus implicancias en la considera-cin de la religiosidad popular como una religiosidad de segunda,una religin de los pobres.

    As, desde la singularidad de las matrices culturales presentesen la cultura de los sectores populares podemos avanzar en la consi-deracin de lo sagrado, de manera de observar cmo esa aprecia-

    cin establece una diferencia fundamental con otro tipo de planteosy miradas. Es que es justamente dicha apreciacin especial de loconsiderado como sagrado en el marco de las culturas populares loque permite dar respuestas a alguno de los interrogantes que nosplanteamos al comienzo. En las ciencias sociales la apreciacin delo sagrado ha pasado fundamentalmente por explicitar, en la pers-pectiva sealada originalmente por mile Durkheim, la existencia

    de dos mbitos distinguibles: el de lo sagrado y el de lo profano.Dos gneros opuestos que aluden a la divisin del mundo en dosdominios diferenciables y separados que han constituido una refe-

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    rencia fundamental para acercarnos al conocimiento de lo sagrado.Un tipo de apreciacin profundizada a su vez por M. Eliade, paraquien el abismo que separa ambas instancias hace a la existencia

    de dos modalidades de estar en el mundo, dos situaciones exis-tenciales que resultan asumidas generalmente como la categoriza-cin ms adecuada para la comprensin del fenmeno religioso engeneral. Sin embargo, ms all de dicha aceptacin, esta apreciacinha comenzado a ser paulatinamente replanteada, especialmente enlos trabajos de diversos autores latinoamericanos, teniendo espe-cialmente en cuenta la singularidad de la cultura popular a la quenos referimos anteriormente. Es que es en el anlisis de la mismadesde donde surgen cuestionamientos que demandan replanteosimportantes sobre la temtica para producir enfoques que, lejos dediscriminar lo natural de lo supuestamente sobrenatural, lo sagradode lo profano, o de considerar la existencia de distancias abismalesentre ambos, explicite vnculos y articulaciones que nos permitanconsiderar la complejidad de lo social en sus mltiples manifesta-ciones. Esta perspectiva distingue, pero no separa, lo sagrado de lo

    profano, ya que la diferencia est dada por la singularidad de lasculturas en cuestin, estrechamente unidas a procesos histricos, aconformaciones sociales y muy especialmente a matrices culturalespresentes en los sectores populares que admiten la existencia de unadiversidad de instancias de interrelacin. Esta situacin es presen-tada por Pablo Semn al sealar la singularidad de la experienciacosmolgica en los sectores populares, la cual, dice Semn, estms ac de las distinciones entre lo trascendente y lo inmanente,

    entre lo natural y lo sobrenatural, y supone que lo sagrado es unnivel ms de la realidad.

    Consideraciones acerca del pluralismo y otras manifestacionesreligiosas en la vida cotidiana de los sectores populares

    Si la apreciacin acerca de lo sagrado es uno de los temasclave para comprender la religin en los sectores populares, elpluralismo constituye un fenmeno imprescindible a considerar

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    en la bsqueda de la comprensin de las transformaciones actua-les de la religin en nuestra sociedad, tal como hemos sealadoen las pginas anteriores y nos abocaremos ahora a profundizar.

    Debemos tener en cuenta que el pluralismo se presenta como unproceso de reconocimiento de la diversidad religiosa, en cuanto ala existencia de una variedad de instituciones, grupos y movimien-tos religiosos enmarcados en la ruptura del monopolio catlicoen los sectores populares. Se trata de una situacin en la que laIglesia ha dejado de ser el legitimador de las creencias. Si bienlas explicaciones acerca del pluralismo se insertan en el marcogeneral de la diferenciacin de las instituciones en la modernidady de la pluralizacin del contexto social, podemos ampliar dichaapreciacin con otras aproximaciones conceptuales que contem-plan no slo el aspecto institucional, sino tambin la perspectivade los sujetos creyentes. Debemos tener en cuenta tambin queno slo nos encontramos en nuestro pas con momentos hist-ricos en los que se transit de instancias de fuerte intoleranciareligiosa a otras de tolerancia relativa respecto a religiones no

    catlicas, como explica rigurosamente S. Bianchi, sino tambin,y muy especialmente, con la prohibicin y persecucin de unadiversidad de creencias religiosas, tanto indgenas como mestizas,as como de un conjunto de devociones populares y otros cultos,que fueron generalmente considerados como productos mgico-religiosos y por lo tanto descalificados al considerrselos comosupersticin e ignorancia. Posteriormente, y ya en el marco deestos veinticinco aos, han emergido acontecimientos a travs de

    los cuales pueden observarse las dificultades en la aceptacin dedicha diversidad. Es que si la recuperacin de la democracia enel pas hizo posible la libertad y la visibilidad de nuevas creenciasreligiosas, tambin debi enfrentar las reacciones, resistencias eintolerancias que dichas nuevas presencias religiosas generaban enalgunos sectores. Como ha sealado minuciosamente AlejandroFrigerio, especialmente en el perodo 1985-1992 se expandieron

    en la sociedad, como consecuencia de apreciaciones vertidas pormedios de comunicacin y grupos anti-cultos, afirmaciones y plan-teos claramente dirigidos a descalificar las nuevas organizaciones

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    religiosas. stas comenzaban paulatinamente a ser consideradascomo sectas, aludiendo a una cierta invasin de las mismasy enmarcando dicha apreciacin en una perspectiva claramente

    estigmtica. Una mirada que enfatizaba el nuevo boom comosi el mismo supuestamente de la mano de tradiciones religiosasextranjeras hubiera ido a minar las perspectivas religiosas tradi-cionales vigentes en la sociedad hasta ese momento. Este procesose profundiz ms tarde con las acusaciones sobre financiamien-tos externos y lavado de cerebros, acrecentando las actitudesde intolerancia y discriminacin. Esta situacin, sin embargo, noimpidi el crecimiento de la diversidad religiosa y la consolida-cin, de hecho, del pluralismo religioso en la sociedad. De all queel proceso actual de secularizacin y sus instancias desinstituciona-lizantes y de individuacin abren un amplio espectro de expresina una multiplicidad de manifestaciones religiosas populares. Almismo tiempo, resulta fundamental llevar a cabo una aproxima-cin al pluralismo religioso en los sectores populares de nuestrasociedad, que contemple fundamentalmente la perspectiva de los

    creyentes, profundamente inserta en la singularidad de las culturaspopulares, dado que, como hemos desarrollado, es desde las mis-mas que se despliega su apreciacin de lo religioso. Dicha perspec-tiva implica considerar la existencia de una religiosidad imbuidade un carcter mtico-simblico que hace clara referencia al pre-dominio de un mbito de significacin de importantes consecuen-cias en los comportamientos y actividades de los sujetos. Ms queaparecer como autnoma de la matriz cultural, esta religiosidad

    se conforma como un soporte fundamental para la elaboracinde respuestas ante los mltiples interrogantes de la existencia.Ms que responder a normas preestablecidas o a controles y/opertenencias institucionales, se corresponde con una actitud pro-fundamente vital y existencial donde se recomponen legados yapreciaciones a partir de una singular perspectiva de lo sagrado.Estamos as frente a distintas formas y modalidades que los sec-

    tores populares tienen de asumir y manifestar lo religioso, una decuyas consecuencias ms relevantes se vincula precisamente con suapreciacin respecto al pluralismo religioso. Es que, en el marco

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    de dicha cultura, la apreciacin de lo sagrado, lejos de ser mono-polizada por un tipo de expresin en particular, admite diversasmanifestaciones, consolidando de hecho la vigencia del pluralismo

    religioso en los sectores populares. Como seala Pablo Semn, laexperiencia popular abraza la diversidad y es abrazada por ella,organiza una visin en la que todas las religiones, por relacionarsecon un nivel de la realidad, lo sagrado, son sagradas.

    Este enfoque contribuye al estudio del fenmeno de la diver-sidad religiosa en los sectores populares con una mirada novedosa,que tiene un enorme inters en cuanto dicha diversidad constituyeuno de los fenmenos ms relevantes en el campo religioso en losltimos aos. Observado desde la singularidad de la religiosidadpopular, se trata, ms que de discriminar distintas miradas, de con-siderar a todas ellas en su capacidad de vinculacin con lo sagrado.Se trata, en fin, de un enfoque del pluralismo que supone, ms allde las consideraciones vinculadas con los procesos de diferenciacincreciente surgidos en la modernidad, la emergencia de un tipo deapreciacin que facilita una apertura hacia la diversidad.

    Por otro lado, nos encontramos con otros aspectos quecaracterizan la religin popular en sus diversas manifestaciones enel contexto de la cotidianidad, vinculados tanto con su carctersimblico como con su carcter vivencial, experiencial y emocio-nal. Es necesario tener en cuenta que los smbolos constituyen,como lo reafirma Jos Croatto, el lenguaje originario y fundantede la experiencia religiosa, al que apelan los individuos en su vidaindividual y social, y que estos smbolos, a su vez, estn inmersos

    en una tradicin o una trama cultural en la que cobran sentido eincluso son resignificados. El fecundo carcter polismico de lossmbolos se hace as presente tanto en la diversidad de prcticassociales y ritos como en una multiplicidad de objetos a los quese les otorga una fuerte carga significativa: desde objetos comunesde uso ordinario sacralizados hasta imgenes, cruces y medallas,entre otros. Debemos tener en cuenta que si la religin es, como se

    ha dicho, la experiencia de lo sagrado, esa experiencia se producesiempre en el marco ms general de un determinado contexto his-trico y cultural. Se trata de un tipo de experiencia claramente

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    relacional, emocional y ritual, en la que se explicita una vivenciareligiosa que requiere imprescindiblemente, para su manifesta-cin, palabras, gestos y modalidades de expresin propias de la

    cultura en la que estn insertas. En ese marco, lo emocional, si biensiempre ha sido un elemento central de la religiosidad popular, haincrementado su relevancia en las expresiones religiosas en general,especialmente desde los aos 80, en vinculacin con expresionesde carcter mstico, como carismtico, usado especialmente esteltimo en relacin con catlicos y con pentecostales. Finalmente,es importante considerar las apreciaciones religiosas vinculadastanto con acontecimientos comunes como con circunstancias queameritan un tipo de intervencin extraordinaria. En el primer caso,en cuanto las mltiples apelaciones a la Virgen, a los diversos santoso a los seres considerados con poderes especiales, se generan estre-chamente vinculadas a las necesidades diarias, pequeas o grandes,materiales y espirituales que acompaan el desarrollo de la vidacotidiana: desde los pedidos por los problemas vinculados con lasalud y la enfermedad en el marco de situaciones atravesadas por el

    dolor y la desesperacin, hasta situaciones bsicas de lo cotidianorelacionadas con los lazos afectivos o la falta de trabajo. En estassituaciones emergen a su vez los recursos que habilitan la presenciadel milagro en la vida de las personas. Un camino abierto, unaapelacin ltima no sujeta a los lmites que cierran toda esperanzade cambio, a la vez que un proyectarse en una dimensin que hacedel milagro la oportunidad de transformar lo imposible en posibley una instancia ya no conformada desde la mirada de la institu-

    cin catlica sino constituida desde los pliegues de la vida socialen los que lo sagrado puede concretarse en cualquier momento,habilitando una confianza superadora de ciertos lmites. Dichaposibilidad est en relacin directa con la eficacia simblica queposee lo sagrado, a la que recurren mujeres y hombres para hacerfrente a sus necesidades y para resolver aquellos desafos de laexistencia que superan aparentemente los lmites de lo humano

    pero que constituyen justamente aquel campo donde intervienelo sagrado. Una mirada que habilita a la apelacin permanente,tanto en relacin con lo considerado superfluo o trivial como en

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    relacin a lo considerado profundo y urgente. Una posibilidad queno slo tiende a considerar la interpelacin humana de lo divino,sino a su vez la presencia de lo considerado divino en la precariedad

    de lo humano, ocupando un lugar clave en la cultura popular, encuanto es en el seno de la misma donde se constituye en una reser-va clave de sentido. Al respecto, debemos insistir en desplegar unamirada amplia, que sin desconocer los cuestionamientos sobre estareligiosidad desde perspectivas que alertan sobre el supuesto carc-ter evasivo, alienante o de resignacin que pueden presentaralgunas manifestaciones de la religiosidad popular, sostenga, sinembargo, la necesidad de comprender, en todas sus implicancias,la relevancia de dotar de sentido la vida de mujeres y hombresangustiados por sobrevivir en un mundo que los excluye y dis-crimina. Como seala Cristian Parker, las creencias religiosas noslo cumplen funciones de compensacin o de resistencia sim-blica, sino que proveen un plus de sentido a una vida que estconstantemente amenazada.

    La religiosidad difusa

    Diosito siempre me acompaa, yo lo s... yo no voy a ningunareligin, no me gusta, para m Dios est en todos lados... es cuestinde saber verlo.

    Por ltimo, nos interesa hacer alusin a una tendencia que se

    afirma crecientemente en las creencias y manifestaciones religiosasde muchos creyentes. Una tendencia que se expresa en principio enel creer sin pertenecer o en los creyentes sin religin, pero quetambin transita por una diversidad de universos simblicos mgi-co-religiosos donde priman los procesos de mezcla y sincretizacin,a lo que se les suman creencias arraigadas en la cultura popular. Enlo que hace a las primeras expresiones, nos encontramos ante un

    fenmeno que se ha incrementado en los ltimos aos, vinculadodirectamente con los llamados procesos de desinstitucionalizacin yde individuacin, a los que ya hemos hecho referencia, que permi-

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    ten desplegar una apertura a lo sagrado que se traduce en el cultivode la creencia, pero sin que la misma requiera, ni asuma, ningunapertenencia institucional, ni tampoco una sujecin a un universo

    simblico religioso en particular. La gente cree, y desde esa creenciadesarrolla una mirada sobre la realidad dispuesta a considerar conamplitud la diversidad de expresiones existentes, consolidando deuna u otra forma la relevancia del pluralismo religioso. Por otrolado, nos encontramos con una tendencia con fuerte presencia deexpresiones sincrticas y neo-mgicas. Una diversidad de creenciasque abarcan desde la consideracin de la energa y los espritus,pasando por los horscopos, el tarot y distintas manifestacionesmgicas y neo-mgicas. Expresiones en las cuales convergen mani-festaciones simblicas provenientes tanto de las culturas popularesy de las culturas indgenas como de otras expresiones culturales, ascomo de las nuevas corrientes provenientes de planteos orientalistasy de los llamados planteos de la nueva era. La religiosidad difusa, ala vez que muestra la complejizacin del universo de las creenciasreligiosas, implica un nuevo desafo de comprensin en el marco de

    la complejidad del pluralismo religioso actual.As, tras haber desplegado algunos aspectos vinculados con lacomprensin de la religiosidad popular, pasaremos a analizar algu-nas de sus principales manifestaciones en estos veinticinco aos.

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    Principales manifestaciones de la religiosidad popular

    No pretendemos en esta presentacin hacer alusin a todas lasmanifestaciones de religiosidad popular sino solamente mencionara las ms relevantes en nuestra sociedad, sin intencin tampoco deagotar la caracterizacin de las mismas. Nos interesa especialmen-te que los lectores puedan acceder a una primera aproximacinque les permita comprender el valor de la religiosidad popular ensus mltiples y diversas manifestaciones. De esta manera reflexio-

    naremos en torno al catolicismo popular, el pentecostalismo, lasreligiones de los pueblos originarios, los cultos populares y la reli-giosidad afrobrasilea.

    El catolicismo popular

    S... soy catlico, bueno, en realidad, yo creo, aunque no voy nunca

    a la iglesia, salvo a Lujn todos los aos, eso s, ah no falto nunca...

    El catolicismo popular constituye una de las formas msimportantes de religiosidad popular, claramente predominante ennuestro pas. En el alto porcentaje de la poblacin que se autodefinecomo catlica en Argentina (un 76,5% segn la Encuesta sobrecreencias y actitudes religiosas en la Argentina) es mucho menor elde quienes participan y concurren asiduamente a la iglesia, mientrasuna mayora de creyentes slo lo hace en algunas oportunidades ocon muy poca frecuencia. Nos encontramos as con creyentes quese consideran catlicos y que podemos sealar como representativosdel denominado catolicismo popular. ste se caracteriza precisa-mente por una escasa prctica sacramental, con un tipo de vnculocon los llamados ritos estacionales o de pasaje del catolicismo(asociados con etapas de la vida, como el bautismo o el culto a los

    difuntos), no sujeto a controles institucionales o regulaciones de lasestructuras clericales y con instancias de crecimiento y reproduccinms all de las mismas. Se trata de una modalidad religiosa directa-

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    mente vinculada, en sus orgenes, con el proceso de evangelizacin,convergiendo en la misma tanto la tradicin del catolicismo popularhispano-lusitano como las formas de la religiosidad de los pueblos

    originarios y la religiosidad africana. Este tipo de catolicismo estfuertemente atravesado por diversos cruces culturales manifiestos enlos procesos de mestizacin e hibridacin cultural, como en el pre-dominio de manifestaciones de carcter sincrtico, que dan origen alas distintas formas de catolicismo popular desplegadas en la actuali-dad. Nos encontramos as con distintas modalidades del catolicismopopular de origen rural, pasando por el catolicismo popular urbano,hasta los numerosos cruces y manifestaciones de los mismos, en losque es posible encontrar desde las modalidades propias del catoli-cismo popular tradicional hasta las nuevas del catolicismo populardifuso. Una cantidad de instancias expresivas y devocionales quesobre la base de un fuerte proceso de hibridacin cultural han dadocomo resultado la emergencia de nuevas manifestaciones clticas yexpresiones colectivas.

    Se trata de una forma de religiosidad que, lejos de planteos

    intelectualizados o abstractos, enfatiza la relevancia de la emoti-vidad y la denominada piedad del corazn. Se expresa tanto anivel de una diversidad de prcticas sociales y simblicas en el con-texto de la vida cotidiana, como a travs de creencias y devocionesespeciales, requiriendo de mediaciones particularizadas, accesiblesy directas. De all que algunos la denominen catolicismo popularo piedad popular. Un complejo sistema de creencias, de ritos, devivencias y de experiencias religiosas, al cual, junto a los factores

    que caracterizan la religiosidad popular en general como la pre-eminencia de lo sagrado, los elementos mtico-mgico-simblicosy la vitalidad, es necesario sumarle la relevancia de la creencia enJess, el culto a la Virgen, las devociones a los santos, el culto a losdifuntos, la importancia de la fiesta religiosa popular y las peregri-naciones, entre otras devociones.

    Jessemerge claramente como un referente insustituible en el

    catolicismo popular. Una situacin estrechamente vinculada conel tipo de catolicismo hispano-lusitano presente en la conquista,donde se difunde especialmente la figura de un Cristo crucificado,

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    sufriente, en el marco de la Pasin, y que se constituy en elsmbolo fundamental de la evangelizacin cristiana. Una devo-cin al Cristo en su cruz que se expandir por todo el continente

    latinoamericano, donde, como lo seala Adan Quiroga y es inte-resante recordarlo, el smbolo de la cruz no resultaba nuevo, sinoque ya estaba presente, con su propia significacin, en el universosimblico de algunos pueblos originarios en Amrica, antes de lallegada de los conquistadores.

    El culto a la Virgen Mara, por otro, lado ocupa un lugarfundamental, en cuanto la misma se constituye en la principalmediadora, a la vez que representa el rostro materno de Diospara los creyentes. Una manifestacin de lo sealado lo constitu-yen la diversidad de advocaciones a la misma en Amrica, con-cretadas en grandes santuarios como el de Caacup en Paraguay,el de Copacabana en Bolivia, el de Aparecida en Brasil, el deGuadalupe en Mxico y los de Itat y Lujn en Argentina, entre losms relevantes. Se trata sta de una devocin cuyos antecedenteses necesario buscar, como los de Jess, en el catolicismo popular

    hispano-lusitano, en este caso del siglo XI, cuando los santuariosdedicados a la Virgen y su imagen considerada como madre yprotectora se expandieron con enorme rapidez, para luego trasla-darse a Amrica con la conquista y la evangelizacin espaola. Estadevocin encontr insercin en una tierra donde era destacado elculto a distintas divinidades femeninas.

    En lo que respecta al culto a los santos, comparte los mismosorgenes que el culto a la Virgen en el catolicismo popular europeo,

    a la vez que en Amrica se consolid fuertemente, tanto por larelevancia que adquirieron los santos patronos como tambin porel desarrollo de su devocin en relacin a los milagros y poderesatribuidos a los mismos. Al respecto, es interesante observar cmo,en el mbito popular, sern ms conocidos los poderes que se lesatribuyen a los santos que las minuciosidades de su biografa o eldesarrollo de su espiritualidad. Es que dichas personas santifica-

    das se constituyen de alguna manera en mediadores especializados.Lejos de asumir todas las potencialidades divinas, se especializanen algunos aspectos que de hecho los distinguen a unos de otros,

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    como ocurre con San Cayetano con el trabajo, San Pantalen conla enfermedad y San Roque con los perros, entre muchos otros. Seestablece as una relacin peculiar entre el santo y el devoto, que de

    alguna manera contribuye a canalizar y movilizar tanto expectati-vas como sentimientos, una relacin que ms all del acotamientoinstitucional y el esfuerzo de la Iglesia por normativizar el cultogenera una diversidad de manifestaciones y prcticas forjadas porlos mismos creyentes de dichos sectores populares que replantean ymuchas veces resignifican la relacin con el santo.

    Otro aspecto interesante lo constituye la relevancia de lasimgenes religiosas. Al respecto, Luis Maldonado seala cmo lasdevociones y la importancia de las imgenes instancia de fuerterepercusin en el catolicismo popular emergen vinculadas a unproceso histrico que se ha manifestado a travs de distintos pasos.As, en un primer momento el culto a los santos se relacion conla veneracin de reliquias de los primeros mrtires cristianos, quefueron guardadas en iglesias o lugares especialmente construidos ypermitieron la devocin de los creyentes. En un segundo momento,

    no slo se veneraron las reliquias de los mrtires, sino tambin las delos ermitaos y los monjes que, por el testimonio de sus vidas, fueronadmirados por el pueblo cristiano, y cuyas ermitas se convirtieronpaulatinamente en lugares de peregrinacin. Posteriormente, nosencontramos ante un proceso en el marco del cual se sustituyla reliquia por la imagen (bidimensional) o el cono, hasta quefinalmente se lleg a talla (tridimensional). Las tallas pasaron luego aAmrica y se convirtieron en las distintas representaciones veneradas

    en santuarios y mbitos de devocin, a la vez que adquirieron en suconstruccin la dinmica y creatividad presente en la cultura populary explicitada en las modalidades del catolicismo popular. As, hastael siglo XI eran las propias comunidades cristianas con su obispoquienes comenzaban a venerar primero las reliquias de los mrtiresy luego la memoria de aquellos cristianos que haban muerto y queconsideraban que haban llevado una vida ejemplar y brindado un

    testimonio de santidad. A partir de dicho siglo, Roma tom en susmanos los procesos de santificacin, estableciendo un mecanis-mo de riguroso control sobre las mismas, lo cual no ha impedido

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    que, especialmente en lo que implica el catolicismo popular, loscreyentes continuaran venerando y rindiendo algn tipo de culto aquienes consideraban santos aun antes de su canonizacin oficial,

    e incluso con independencia de la misma. Un hecho demostrativode lo anterior ocurri con Ceferino Namuncur en Argentina. Noslo no se haba declarado su canonizacin por la Iglesia, sino quelas autoridades eclesisticas haban prohibido su culto hasta tantose resolviera la misma, lo cual no impidi que ya en los sectorescreyentes fuera venerado como santo.

    Si al culto a las vrgenes y santos se le asigna un lugar relevante,no es menor el que ocupa el culto a los difuntos, que tiene unaprofunda vigencia en el catolicismo popular, relacionada no slocon el intento de integrar la muerte a la vida, o de sacralizarlacomo un trnsito, sino tambin con la presencia de un cierto senti-do trgico que lleva a considerar muy especialmente la existencia deldolor y de la muerte. Una muestra de lo sealado la encontramosen la vigencia, especialmente en el catolicismo popular de origenrural, de los responsos, de los llamados novenarios, los trisagios,

    el alumbrar las almas y muy especialmente los distintos tipos develorios. As F. Coluccio hace alusin a los llamados velorios delangelito (realizados ante la muerte de un nio en el norte y noroes-te del pas), el velorio de las banderas (Salta), los velorios de lasvsperas (en la vspera del aniversario de un santo), el velorio deltima noche (velorio de un madero y la ropa del muerto ocho dasdespus) y el velorio del Seor (realizado los viernes santos).

    La fiesta religiosa popular aparece como un acontecimiento

    central del catolicismo popular, que se concretiza en una instanciaespacio-temporal y en una especial vivencia de lo sagrado. Comoacontecimiento fundacional, de alguna manera se hacen presentesen la misma diversas instancias profundamente unidas a la culturapopular. La polisemia de la fiesta pone al descubierto la multiplici-dad de sentidos que la atraviesan, en contextos surcados por tensio-nes y conflictos no ajenos al acontecimiento festivo. Sin embargo,

    su relevancia hace de ella una de las manifestaciones colectivas conmayores implicancias socioculturales. Debemos tener en cuentaque la fiesta es un rito social a travs del cual las mujeres y los

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    hombres marcan la importancia de los acontecimientos, y a travsde ella se manifiestan tanto vivencias como experiencias colectivasprofundas, constituyendo un lugar especial donde se dan cita lo

    simblico, lo mtico y lo ritual, pero a la vez lo ldico, lo farsesco,lo dramtico, lo econmico y lo poltico. Este acontecimiento noslo genera una ruptura de lo cotidiano, sino que conmemora unhecho fundacional que se explicita en el establecimiento de unaexcepcionalidad y discontinuidad con el acontecer diario de loscreyentes, y que sustenta la peculiaridad de la celebracin festiva,en la cual lo sagrado y lo profano coexisten de una manera especial,pero donde lo sagrado alcanza una instancia clave de explicitaciny vivencia. As, la fiesta religiosa, para los creyentes de sectorespopulares, implica una especial reactualizacin de la memoriagrupal y de la experiencia de lo sagrado, no escindida de los pro-cesos de construccin y recomposicin identitaria. Al respecto, esimportante tener en cuenta que las fiestas del catolicismo popularconstituyen una de las instancias en las que se da la participacinde muchos creyentes de otras religiones populares, que no slo la

    asumen sin problema, sino que son activos protagonistas de esasfiestas. De all que constituya tambin un momento de afirmacin,de replanteo de identidades, muy especialmente en su vinculacincon la situacin de los migrantes, tanto internos como externos. Ennuestro pas, que es lo que nos ocupa aqu, son numerosas las fiestasreligiosas populares consolidadas en las comunidades, tanto ruralescomo urbanas, en el marco de un largo proceso histrico, as comoes destacable la existencia de nuevas celebraciones surgidas como

    resultado de procesos socioeconmicos y culturales generados enlas transformaciones de la sociedad actual. En el mbito rural setrata de procesos fuertemente vinculados con la evangelizacin yque de una manera u otra perduran en la actualidad. En el mbitourbano se relacionan especialmente con los procesos migratorios yla presencia de migrantes tanto internos como externos.

    Las peregrinaciones, por otro lado, aparecen directamente

    relacionadas con las anteriores celebraciones festivas ya que se con-forman como instancias de traslado hacia dichos mbitos, consti-tuidos en lugares sagrados (o que han adquirido una dimensin

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    especial para los creyentes), asumidos generalmente como santuarios,y que de alguna forma ejercen un importante poder de atraccin yconvocatoria. La peregrinacin en cuanto tal posee una dimensin

    espacio-temporal que define la peculiaridad del fenmeno, carac-terizado por personas que se trasladan por diferentes medios a unlugar donde se encuentra una imagen o algn elemento en el cualse manifiesta o se ha manifestado claramente lo sagrado. No se tratasolamente de concurrir a la fiesta, sino deperegrinarhacia ella. Nose circunscribe exclusivamente al tiempo del estar, como una ins-tancia clave de la permanencia y vivencia del acontecimiento fes-tivo, sino bsicamente de transitar, de marchar, de estar enmovimiento. Peregrinar resulta, as, una accin significativa ens misma, que no slo cobra relevancia como consecuencia de lameta a alcanzar, sino que la tiene en el mismo emprendimiento deviajar, de ponerse en movimiento hacia, de iniciar un trnsitoquedemandar recursos personales, atencin, objetivos y perseveranciapara el logro de los mismos. Al respecto es interesante la reflexin deDanile Hervieu-Lger cuando destaca la figura del peregrino como

    expresin de religin en movimiento, una apreciacin desde lacual avanzar en la comprensin tanto de la fluidez de los recorri-dos espirituales individuales como de las formas de sociabilidadreligiosa. Por otro lado, el descubrimiento y el seguimiento de latrayectoria de identificacin religiosa del peregrino nos enfrenta condos elementos centrales. En primer lugar, la existencia de una tramasignificativa en la cual la apertura a lo trascendente y la posibili-dad de dilogo, relacin o intercambio es posible; en segundo lugar,

    el convencimiento de que el sacrificio y el esfuerzo por realizarlotienen sentido. El peregrino sabe y valora la accin de peregrinar.Qu habr pedido? Qu favor recibi? Qu milagro reclama?Mltiples preguntas que acompaan la cotidianidad de quienes venpasar los peregrinos, de quienes observan desde fuera un desplie-gue no demasiado comprensible desde una perspectiva meramenteutilitarista. Y all es donde surge la relevancia de la promesa. sta

    constituye, sin lugar a dudas, la motivacin ms relevante y comnen los peregrinos. Pero, ms aun, conforma el elemento clave queresuelve finalmente la decisin de viajar. La promesa aparece en este

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    contexto como una instancia definitoria que determina el viaje. Lapromesa es siempre promesa a alguien, a un otro trascendentey poderoso, pero sobre todo, accesible y apelable. Las promesas in-

    volucran la necesidad del intercambio, pero sobre todo, el estableci-miento de una esperanza frente a situaciones cercanas a la angustia,el escepticismo y la desesperacin. En algunos casos, las promesasaparecen en el marco de una tradicin religiosa en la cual la ape-lacin permanente a lo trascendente emerge como un recurso fun-damental en la supervivencia diaria. En otros, se trata de un recursodesesperado frente a la inexistencia de respuestas o el vaciamientode horizontes significativos.

    Finalmente nos encontramos con una serie de creencias y deprcticas que ponen al creyente en contacto con lo sagrado a travsde distintas formas de mediacin en el contexto de lo cotidiano.Estas perspectivas atraviesan desde las instancias microsocialesde la convivencia hasta los acontecimientos que marcan distin-tos momentos en la escena social. As, nos interesa hacer alusina las llamadas prcticas sacramentales, que suponen el acceso a

    distintos gestos y ritos que aproximan el vnculo con lo sagrado ylas divinidades en general, como tambin a otras devociones. Nosencontramos tambin con la importancia y difusin de la devo-cin al Espritu Santo (incrementada en el marco de las prcticascarismticas y los curas sanadores), la relevancia del bautismo (contodas sus implicancias en sectores populares en relacin a la impor-tancia de los padrinazgos), pasando por la apelacin a los ngeles, laposesin de agua bendita para distintos usos (persignarse, preparar

    alimentos), hasta una serie de prcticas como las bendiciones de lascasas y otros objetos de uso diario, la construccin de pesebres ola bendicin del olivo el Domingo de Ramos (con la consiguientecolocacin del mismo en ciertos lugares de la casa como el colchn,una imagen, etc.): un amplio espectro de situaciones y momentosen que la apelacin a Dios, a Jess o a distintos mediadores alcan-za una relevancia singular. Un lugar especial lo ocupa el uso de la

    cruz con la figura de Cristo, llevada personalmente o colocada enuna diversidad de lugares, como tambin las imgenes de la Virgeny de los santos reproducidas en grabados, calendarios, medallas,

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    rosarios y estampas en general, presentes en billeteras y cuadernos,as como en medios de transporte, especialmente en los colectivosurbanos, donde es comn encontrar una iconografa mltiple repre-

    sentativa de lo sealado como de una fecunda diversidad religiosa.As, en la parte interna del parabrisas del conductor, o en tornoal tablero del mismo, podemos encontrar crucifijos, imgenes delSagrado Corazn de Jess, de la Virgen de Lujn o de la VirgenDesatanudos, junto al Gauchito Gil, la Difunta Correa o fotogra-fas de dolos populares como Maradona y Carlos Gardel, junto auna infaltable cinta roja. Debemos tener en cuenta aqu lo sealadooportunamente en cuanto a la existencia de un tipo de apreciacinacerca de lo sagrado vinculada estrechamente con la vida cotidiana,y que permite dotar de significacin a una serie de objetos, activida-des y acontecimientos.

    Es interesante sealar que el catolicismo popular, en cuantoexpresin religiosa de los sectores populares, no era valorizado ade-cuadamente en la propia institucin eclesistica, que si bien conside-raba la raz cristiana implcita en este tipo de manifestaciones como

    una primera instancia de religiosidad e incluso como lo que algunosdenominan una semilla del verbo, terminaba considerndola unareligiosidad de segunda o al menos una expresin religiosa quedemandaba su purificacin y evangelizacin. Pona as en tela dejuicio lo que se consideraba como una deficiente formacin doctri-naria catlica, que evaluaba necesario remediar en cuanto aparecanen la misma muchas perspectivas caracterizadas como paganas orayanas en la magia y la supersticin. A esto se le sumaba la dificul-

    tad que implicaba para la institucin la incapacidad de control insti-tucional de dichas expresiones. Sin embargo, especialmente a partirdel Concilio Vaticano II y luego en las conferencias episcopales deMedelln y de Puebla, se produjo un profundo cambio en la apre-ciacin de dicho catolicismo, que pas a ser considerado como unareligiosidad del pueblo o, tal como expresa el Documento de losObispos Latinoamericanos en Puebla, como un acervo de valores

    que responde con sabidura cristiana a los grandes interrogantes dela existencia. Paulatinamente, el catolicismo popular comenz a serrevalorizado, tanto institucionalmente como por ciertas corrientes

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    teolgicas en especial, lo que tuvo una acabada muestra en nues-tra sociedad, ya que fue precisamente en Argentina donde emer-gi una lnea teolgica y pastoral particularizada que hizo de dicha

    religiosidad y catolicismo popular un elemento central de la prcticaevangelizadora. La significacin en el pas de la llamada COEPAL(Comisin Episcopal de Pastoral), cuya influencia se manifest en laelaboracin del Documento de San Miguel, otorg un impulso muyfuerte a dicho catolicismo y pastoral popular hasta su disolucin en1973. A partir de entonces se contina, en trminos generales, unaestrategia institucional de valorizacin del catolicismo popular, sibien tambin encontramos en determinados sectores apreciacionesque enfatizan especialmente la identificacin de dicho catolicismocon la denominada identidad popular y catlica, segn lo sealaFortunato Mallimaci.

    Especialmente en los ltimos aos, la Iglesia catlica ha pro-fundizado el acompaamiento y desarrollo de las manifestacionesdel catolicismo popular, implementando nuevas modalidades deinsercin e intentando enmarcar institucionalmente las expresio-

    nes en ese sentido de los sectores populares. Vemos as cmo sehace explcita la tensin propia de este tipo de religiosidad, dondepor un lado estn presentes los planteos institucionales y por elotro se manifiesta la manera en que los sectores populares viveny expresan dicho catolicismo, acorde a sus propias apreciaciones,necesidades y planteos.

    Desde el punto de vista institucional tambin podemos observarvariaciones en las estrategias pastorales desde la llegada de la democra-

    cia. En este perodo, la institucin recibi crticas y cuestionamientosprofundos debido a su posicionamiento durante la dictadura mili-tar, a partir de los cuales comenz a llevar a cabo distintos planteospastorales, desde propuestas vinculadas con la introduccin de nuevasdevociones o con la profundizacin de prcticas pastorales popula-res, hasta un mayor compromiso tanto con el despliegue de planesy programas de ayuda social del gobierno como con la convocatoria

    hecha por ste a participar de la llamada Mesa del Dilogo Argentinoante el agravamiento de la crisis socioeconmica.

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    Principales manifestaciones en nuestra historia reciente

    De esta manera, una de las preguntas centrales en nuestra reflexin

    apunta a tratar de revelar lo ocurrido con el catolicismo popular enestos ltimos aos, en los cuales, como ya vimos, hemos transitadopor fuertes transformaciones socioculturales y circunstancias de enor-me gravedad institucional y socioeconmica. Ya hemos sealado quelas expresiones religiosas no slo son afectadas por las transforma-ciones producidas, sino que a su vez generan cambios. Lo primero asealar es que esta situacin no se tradujo en una disminucin de lascreencias y las prcticas populares, sino bsicamente en instancias deconsolidacin y recomposicin en el marco de un catolicismo msautonomizado y difuso, as como de una importante visibilidad deexpresiones vinculadas especialmente con el catolicismo popular delos sectores migrantes. En lo que respecta a estos ltimos, se tratade una situacin que se produjo en un contexto caracterizado porlas crisis de las economas regionales y por las fluctuaciones econ-micas y sociales en pases vecinos. As, no slo se fortalecieron viejas

    devociones festivas y prcticas populares, sino que aparecieron otrasnuevas, en algunos casos tradas por los propios creyentes (el caso dela devocin a Santiago de Bombor en migrantes bolivianos), en otrosplanteadas por la institucin (el caso de la Virgen desatanudos). Deesta manera, podemos sealar que en el perodo existieron, por unlado, una serie de manifestaciones vinculadas a devociones, fiestas yperegrinaciones populares, en algunos casos ya existentes con anterio-ridad, en otros surgidas en el marco de los nuevos contextos sociales,

    y, por el otro, una serie de prcticas sociales y simblicas ligadas a lavida cotidiana de los creyentes. Ya hemos hecho alusin a las caracte-rsticas fundamentales de dichas manifestaciones. Ahora pasaremos aidentificar las ms relevantes en estos aos.

    Las fiestas y devociones populares

    Debemos tener en cuenta la importancia de una diversidad defiestas religiosas populares y devociones que se generan diariamente

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    en distintos lugares del pas, algunas que se han mantenido eincluso incrementado su difusin a lo largo de los aos y otras quehan reducido su relevancia. As, a manera de una primera aproxima-

    cin nos detendremos en ciertos acontecimientos, vinculados tantocon las devociones a la Virgen Mara y los santos como con algu-nas fiestas religiosas populares especialmente ligadas con sectoresmigrantes. Al respecto, es importante tener en cuenta que, as comose apela a la Virgen o a cada santo de acuerdo con la devocin y lasnecesidades de los creyentes, tambin se acrecienta la figura de losmismos en virtud de ciertas instancias por las que transita la sociedad.Una apreciacin que nos conduce a considerar la estrecha relacinde estas prcticas religiosas con los contextos y muy especialmentecon los momentos de agudizacin de las crisis sociales, situacionesdonde se constata el agravamiento de problemas vinculados tantocon la problemtica socioeconmica como con la incertidumbre yla bsqueda de respuestas a las angustias y las necesidades de lossujetos sociales. As, la dcada del ochenta presenci el incrementode la devocin a San Cayetano y el surgimiento de la devocin a

    la Virgen del Rosario de San Nicols, mientras que la dcada delnoventa vio crecer, entre otras devociones, la de la Virgen des-atanudos y la de San Expedito, como las ms importantes.

    La Virgen Mara

    Yo creo mucho, ante cualquier cosa le rezo a la Virgen, ves: esta

    medallita la tengo desde que era chiquita...

    Mi mam era muy creyente, yo ms o menos, me pasarondemasiadas cosas, Pero tengo una estampita de la desatanudos queme pas una amiga y que siempre llevo conmigo, no s, es como unacompaa... Abro la billetera y est ah... y no s pero cada cosa queme pasa siempre me acuerdo y a m me tranquiliza...

    Distintas devociones como advocaciones a la Virgen e inclusolas llamadas apariciones (como la de la Virgen en San Nicols o

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    la de Salta) han estado presentes en el perodo que nos interesa. Sinembargo, slo nos detendremos en dos de los casos ms claramenterepresentativos de lo planteado y que poseen una gran relevancia

    en los creyentes: la Aparicin de la Virgen en San Nicols y elsurgimiento de la devocin a la Virgen desatanudos. El primerode ellos es uno de los ms interesantes de analizar en el perodo encuestin, pues su crecimiento se vincula con un momento proble-mtico y angustiante para la poblacin del lugar. Debemos remon-tarnos al mes de septiembre de 1983, cuando una mujer residenteen San Nicols, Gladis Quiroga de Motta, de clase media, de unos46 aos en ese momento, casada, madre de dos hijas, comienza atener, segn sus expresiones, apariciones de la Virgen, en las questa le revela diversos mensajes. Paulatinamente, en dichas apari-ciones la Virgen insiste entre otros aspectos de carcter espiritual,en la necesidad de contar con un lugar cerca del Paran paraque puedan reunirse a su alrededor sus hijos. A partir del ao1985 comienza a difundirse la devocin, y, mientras se abren enla Iglesia catlica distintas instancias de anlisis donde se estudia

    la misma (un proceso en general lento y dependiente de normas yplanteos institucionales), la gente empieza a concurrir al campitoun amplio espacio verde sealado en las apariciones para cons-truir un santuario y a venerar en dicho lugar a la Virgen en laimagen de la Virgen del Rosario, que comienza a ser reconocidacomo la Virgen del Rosario de San Nicols. Una devocin que vacreciendo en la zona, como sealamos inicialmente, en el contextode una marcada preocupacin, en la dcada del 90, ante la priva-

    tizacin de la planta siderrgica Somisa y los consiguientes despi-dos de una gran parte de su personal. As, la otrora conocida comociudad del acero por la enorme importancia socioeconmica quetena el funcionamiento de la industria siderrgica, pas a transitarmomentos sumamente difciles que afectaron a una cantidad muyimportante de actividades, repercutiendo notablemente en el tejidosocial del lugar y la vida de sus habitantes. La devocin a la Virgen

    fue creciendo notablemente en importancia e instalndose popu-larmente, y los das 25 de cada mes, especialmente en septiembre,se realiza una peregrinacin a San Nicols hacia el lugar donde se

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    construy el santuario de la Virgen. En dicha fecha, multitud depersonas procedentes de distintos lugares de la provincia de BuenosAires, de Entre Ros y Santa Fe, y desde otros lugares del pas, lle-

    gan a San Nicols y no slo visitan el santuario sino que tambinse ubican en diferentes lugares de la ciudad. Una situacin que hallevado a desplegar tambin actividades vinculadas al denominadoturismo religioso, desde casas de comidas, pasando por santeras,hasta kioscos, comercios y una diversidad de servicios, y que, bienseala Anala Rodil, ha implicado, de alguna manera, la posibilidadde reactivacin turstica frente al desmantelamiento industrial. As,San Nicols ha pasado de ser la ciudad del acero a ser denomina-da como la ciudad de la fe o la ciudad de Mara, y la devocina Mara del Rosario de San Nicols tiene una enorme difusinnacional. La imagen, la estampita o el rosario representativo de laVirgen tambin ya nutren los altares domsticos y lugares cotidia-nos de los sectores populares.

    En lo que respecta a la Virgen que desata los nudos, sudevocin data de los ltimos aos (se ha ido incrementando pau-

    latinamente) y su relevancia emerge en la sociedad argentina conun simbolismo vinculado claramente con la necesidad de mujeresy hombres de superar dificultades. La imagen de la Virgen quedesata los nudos adquiri as densidad significativa, especial-mente en el marco de una trama sociocultural con un importantedeterioro de lazos sociales y un incremento de la exclusin socialagudizados a fines de la dcada del 90, que profundizaron los pro-blemas de una parte mayoritaria de la poblacin, reafirmando la

    crisis de sentido frente a la incertidumbre existente. Es interesanteobservar cmo los creyentes, ms que apelar al conocimiento de losorgenes y motivaciones de la devocin, se vinculan directamentecon el poder que se le atribuye a la Virgen. Nuevamente, se tratade apreciaciones asociadas con los conflictos, las preocupaciones,los nudos que aprietan, angustian y ahogan a los creyentes engeneral. Como expresaba uno de los devotos: Quin no tiene un

    nudo en su vida que no puede desatar? Quin no se encuentra endistintas oportunidades ante callejones y laberintos a los que no lesencuentra la salida?.

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    Los santos

    Yo creo en Dios, y tambin en la Virgen, pero para m el santo

    es muy especial..., yo todo le pido a l, para m es muy importantela fiesta, porque yo soy el que lo cuida y soy tambin responsable deque tambin lo cuiden los pasantes... cuando uno confa en el santo,el santo cumple.

    En lo que respecta a los santos, nos referiremos exclusivamentea dos devociones en particular, claramente relevantes en el perodoen cuestin: la de San Cayetano y la de San Expedito. La primeraconstituye una devocin fuertemente consolidada del catolicismopopular urbano, pero que se ha incrementado notablemente entodos estos aos, en un contexto en el que la desocupacin seconvirti, especialmente hacia fines de los aos 90, en un flagelode los sectores populares. En la devocin aparecen entremezcladasla instancia oficial de la Iglesia catlica y la devocin popular.De un lado, la misa, la veneracin del santo y el impulso de una

    pastoral que ha enfatizado su vertiente social y popular en tornotal Santo del pan y del trabajo; del otro lado, los pedidos, laspromesas, los agradecimientos, las miles de personas haciendo colapara tocar al santo y tomar gracia del mismo. Es que, comosealan C. Wainsztock y F. Derqui, en San Cayetano hay pro-mesa, agradecimiento y ruegos, pero tambin est claramente eldrama de la desocupacin, los devotos haciendo cola para rogarlepor su situacin en el contexto de aos caracterizados por el cie-

    rre de fuentes de trabajo. Esta devocin se expresa no slo en lascarpas de quienes varios meses antes de su fecha se instalan en lasveredas adyacentes para ser l