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TRADUCIDO POR

GRUPO LEYENDAS OSCURAS

Grupo de Traductoras y Correctoras 

Madri - Sonia - Aicitel – Roux Maro - Mausi - Kiragaka - Rous - Tesa -Veroo202 - Ross - Ppena - Lara23 – Valy

Primera Corrección GeneralRoux Maro 

Segunda Corrección General y Diagramación

Madri

DiseñoMadri 

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En medio de las montañas del Sur de Serbia, se encontraba, sobre un acantilado del ríoNegro, el Monasterio Crna Reka. El viento aullaba con lastima, como el llanto triste de unamadre en luto por la pérdida de su hijo. Soplaba sobre las altas rocas y la escasavegetación que rodeaban la santa ermita.

Era un lugar solitario, un lugar para reflexionar y obtener la absolución. La iglesia fueconstruida dentro de una gran cueva en el siglo XIII, era un homenaje al Arcángel SanMiguel. Los monjes pronto construyeron sus celdas alrededor de la iglesia, y un pequeñopuente levadizo, erigido sobre el río Negro. Por una gran bendición de Dios, el río seconvirtió en subterráneo justo antes de que el monasterio estuviese allí, luego volvía aaparecer varios cientos de metros más adelante, dejando al monasterio, sin el rugidoensordecedor del agua.

Él se arrodilló arrepentido sobre una esterilla de mimbre gastada, en una habitación deroca, fría y vacía, del monasterio, escuchó las plegarias del mundo. No importaba el

tiempo, ya fuera de día o de noche, alguien, en algún lugar, buscaba la ayuda o la guíadivina. Una mujer en Praga rezó por el alma de su difunta madre recientemente muerta,un hombre de Glasgow rezaba por la salud de su esposa enferma de cáncer. Un agricultoren Fort Wayne pidió que no siguiera la terrible sequía, y un conductor de camiónestacionado junto a una carretera en Scottsdale, pidió fuerzas para vivir su vida un díamás. Eran muchas voces, una cacofonía de gritos de auxilio...principalmente estaba dandouna vuelta.

Trató de prestar un poco de su propia fuerza, pidió al Creador que escuchara sus suplicas.¿Señor de los Señores me oís?, se preguntó. El penitente espero. Aunque algunos creían

que el Santo Padre había dejado de escucharlo hace mucho tiempo, eso no impidió quehablara en nombre de los que rezaban al Cielo.

Con los ojos cerrados, los oídos llenos de los sonidos de la bendición, el hombrearrodillado sonrió. Un niño de seis años llamado Kiley rezo con la pasión de un santo para

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tener una moto completamente nueva en su cumpleaños. ¿Alguna vez había rezado confervor por nada? La respuesta era obvia, era la razón por la que continuó vagando por elplaneta, buscando los lugares más sagrados, con la esperanza de calmar su fuego interior.

El pecador buscó el perdón. Perdón por el mal que había hecho.

El sonido de las pequeñas garras escarbando en el suelo de piedra le desconcentró, él abriólos ojos. Un ratón estaba apoyado en sus cuartos traseros, con la nariz moviéndose,mirando impaciente hacia él.

-Hola-Dijo el penitente en voz baja. Su voz estaba llena de afecto por el roedor de pelajegris.

El ratón y él se habían convertido en buenos amigos desde su llegada al monasterio, seismeses antes. A cambio de trozos de pan y queso, el animalito le mantenía al corriente delos acontecimientos de fuera de la ermita.

El penitente sacó de las mangas de su hábito, un mendrugo de pan de la cena de la nocheanterior, se lo ofreció a la pequeña criatura.

-¿Cómo estás hoy?- Preguntó en un idioma que sólo él entendía.

-Están otra vez aquí-Respondió el ratón con un chillido agudo, cogió el pan con sus patasdelanteras.

Durante los últimos dos meses había sentido algo que estaba en el aire, algo se estaba

formando de forma constante los últimos días. Algo con el potencial de ser un gran peligroy, sin embargo también maravilloso. Él tenía sus sospechas, pero no quería teneresperanzas y luego desilusionarse.

-Otros como tú- El ratón dijo de manera nerviosa mientras roía el pedazo de pan.

De repente, el penitente se alegró de haber enviado hoy a los hermanos Crna Reka a laciudad por suministros. Si lo que el ratón le estaba diciendo era verdad, no quería arriesgarel bienestar de los demás. Los hermanos habían sido muy amables al permitir que él sequedara en ese lugar de tranquila soledad, él no quería ver a ninguno de ellos, sufrir por

su caridad.

Escuchó, centrándose en los sonidos, del monasterio, que le rodeaban: el ruido sordo delrío Negro que fluía debajo de la estructura; el crujir del puente en el exterior empujado porlos vientos que soplan en el desfiladero de las montañas circundantes; el estruendo de los

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truenos.

No, no era un trueno en absoluto, era algo mucho más siniestro.

El penitente cogió al ratón del suelo y lo puso en su mano mientras permanecía de pie.

-¿Dónde, exactamente, viste a los otros?- Le preguntó.

-Fuera- Respondió, mientras continuaba comiendo el pan. -En el cielo. Fuera, en el cielo.

Entonces el penitente empezó a sentir su presencia. Estaban cerca. El suelo del monasteriocomenzó a temblar, como si lo causaran las pisadas de un gigante enojado. Del techo seempezaron a desprender piedras, polvo, y madera, las paredes empezaron adesmoronarse. Agarró la pequeña forma de vida sobre su pecho para protegerla de losescombros. Una explosión, llena de ruido y furia, sacudió el monasterio. Las paredes, anteél, desaparecieron. Cayeron a la garganta del Río Negro, revelando las montañas de Serbia,y lo que le esperaba.

Ellos estaban allí flotando, eran por lo menos veinte, sus poderosas alas batían el aire, elsonido era como el latido del corazón del valle que recorría el desierto que le rodeaba, ensus manos tenían armas de fuego.

El penitente dio un paso atrás desde el borde dentado del precipicio, sintió como temblabael ratón. Él los miró. Él no tenía miedo. Algunos bajaron la cabeza cuando él los mirórecordando una época pasada en la que había mandado, tenía su respeto, de eso hacíamucho tiempo.

-Levanten sus cabezas -Ordenó con voz airada en la lengua de los mensajeros.Comenzaron a separarse en grupos, él que los dirigía dio un paso al frente.

-El tiempo de dar pleitesía terminó, cuando las primeras semillas de la Gran Guerra sesembraron.

El penitente conocía al que hablaba, era un ángel airado del coro llamado Los Poderosos.Su nombre era Verchiel, tenía cicatrices de una batalla reciente, una batalla feroz. Elpenitente se preguntaba por qué no se había curado. Estuvo a punto de preguntárselo,

pero decidió que no era el momento.

-Hemos venido por ti, hijo de la mañana- Dijo Verchiel, apuntando con su espada ardientecomo el corazón de un infierno.

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Con estas palabras, los ángeles de Los Poderosos se deslizaron más cerca, con sus armaslistas.

-Tu tiempo para corromper el mundo de Dios ha terminado- Dijo Verchiel con un brillo ensus ojos profundos y oscuros como una noche cerrada.

-No lucharé contigo-.Respondió el penitente, mirando al temible Poderoso y al ratón quetodavía tenía en la mano, contra su pecho.

-Mantente callado- Dijo mientras le acariciaba con un dedo la suave piel de la cabeza delroedor que estaba temblando.

-Estás asustando al ratón.

-¡Cogerlo!- Verchiel exclamó con una voz que dejó entrever la locura, las cicatrices vivas yrojas en su carne pálida.

Se lanzaron sobre él.

El penitente hizo lo que se suponía que debía hacer. No hubo armas de fuego quesurgieran de sus manos, no hubo alas desplegadas que lo llevarán. Metió la frágil criatura,que se había convertido en su amigo, dentro de los pliegues de su simple túnica, se dejóllevar.

Los grilletes de oro no se encuentran en este mundo, en su superficie tenían grabado unhechizo angelical para la represión, dio una palmada alrededor de sus muñecas, se sintió

de inmediato inundado de fuerza y magia inherente. Algunos de Los Poderosos, notodos, pusieron sus garras en él, golpeándolo, lo golpearon con sus alas, a pesar de que noofreció resistencia. El penitente podía entender su resentimiento, no hizo nada para ponerfin al abuso.

-¡Basta! -Verchiel gritó, los soldados angelicales se apartaron, sin protestar, del penitente,estaba en lo que quedaba del suelo de la habitación.

El líder de Los Poderosos se acercó, el preso miró su fría y despiadada mirada.

-Rabia -Le susurró mientras estudiaba la expresión de crueldad en el rostro quemado delcomandante angelical.

Estaba lleno de odio ciego. He visto esa mirada antes. Me era muy familiar.

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Verchiel indicó a sus hombres que levantaran al penitente de la tierra, así se hizo, élcontinuó con el examen de las características preocupantes del líder.

-Solía verlo cada vez que veía mi reflejo -Dijo mientras era cogido por Los Poderosos.

Sus palabras tocaron su sensible fibra. La expresión de Verchiel cambió a furiadesenfrenada. Se movió hacia el penitente. Una nueva arma de fuego apareció en su mano.¿Sería un arma para romper el cráneo en dos o quizás sería un hacha para separar la cabezade los hombros? Se preguntó.

El arma era una maza, el ángel golpeo con una fuerza que destruiría las montañas.Golpeó un lado de la cabeza del prisionero, una explosión, muy parecida a la luz de unagalaxia, floreció detrás de sus ojos.

Cayo al vacío, acompañado por los sonidos del mundo que dejaba atrás, los murmullos dela oración, el gemido de los vientos de la montaña, el golpe de las alas de los ángeles de lavenganza, y el batir rápido de un corazón lleno de miedo, el ratón.

Luego, después de un tiempo, todo estaba, felizmente en silencio.

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Aaron Corbet conducía a 100 KM, por la I-95, hacia el norte. Subió el volumen delreproductor de casetes, casualmente miró hacia la derecha, para ver al ángel Camaelhaciendo una mueca como si tuviera dolor.

-¿Qué te pasa? – Preguntó Aaron. -¿Te sientes mal? ¿Qué es?

El ángel movió su cabeza, con arrugas de expresión que mostraban su desagrado.

-El ruido, - Dijo, señalando con su delgado dedo el reproductor de música.-Me hace llorar.

Aaron sonrió.

-Oh, ¿te gusta?

-No - Gruñó el ángel y negó con la cabeza. - Me entristece.

-¡Es la banda de Dave Matthews! - Exclamó Aaron, realmente sorprendido.

-No me importa que banda es.- El ángel gruñó, moviéndose inquieto en el asiento delacompañante.

Molesto, Aaron pulsó el botón de expulsión, y el casete salió lentamente con un zumbidosuave y mecánico.

-Ya está - Dijo, agarrando el volante con ambas manos. ¿Mejor así?

La radio saltó con el sonido pop del Top 40 . Una de las populares bandas de jóvenes, deesas que son todas iguales, cantaban sobre el amor perdido. Miró de nuevo a Camael y vioque el ángel seguía haciendo una mueca.

-¿Qué pasa ahora?

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Apagué la música.

-Te lo agradezco -Dijo el ángel guerrero mientras miraba por la ventanilla el paisajepasando a trozos. - Pero me parece que toda tu música tiende a ser desconcertante. Ofende

a mis sentidos.Gabriel se levantó del asiento de atrás y metió el hocico de color amarillo entre los asientosdelanteros.

-Me gusta la canción de Chow, buen gusto, - Dijo el perro.

Feliz de estar hablando de cualquier cosa que no pudiera acabar en el estómago, pensóAaron mientras apretaba el volante con ambas manos -¿Cómo es esa canción, Aaron? - ElLabrador Retriever preguntó.

-La he olvidado. No sé, Gabriel, - Dijo, cada vez más irritado. -Esa ni siquiera es unaverdadera canción, es un anuncio de alimento para perros.

-No me importa, - Dijo el perro indignado. - Me gusta como canción, el anunciopublicitario también es bueno. Tiene niños y cachorros, que juegan en columpios, corren,saltan y luego los cachorros comen Chow, es sabroso....- Gabriel se detuvo en medio de lafrase cuando Aaron extendió la mano para apagar la radio, el coche quedo en silencio.Genial, pensó mientras conducía, justo lo que necesitaba. Sin la distracción de la música, mimente divagará sobre la locura en que se ha convertido mi vida. Hace poco más de dossemanas, en su decimoctavo cumpleaños, Aaron se entero que era un Nefilim, hijo de una

madre humana y un ángel. Nunca conoció a sus padres biológicos, estuvo en hogares deacogida toda su vida. Así que cuando él comenzó a exhibir habilidades únicas, como sucapacidad de hablar y entender lenguas extranjeras, humanas y animales, pensó que talvez se estaba volviendo loco. Qué era exactamente lo que iba a hacer si no dejaba de pensaren estas cosas. Echó una mirada al corpulento hombre, no, al ángel, sentado en el asientodel pasajero de al lado.

-Entonces, ¿qué tipo de música te gusta? - Preguntó para romper el silencio.

Camael había sido el líder de un ejército, un coro de ángeles, los Poderosos, cuyo propósito

era eliminar todas las cosas que ofendieran a Dios. Después de la derrota de Lucifer en laGran Guerra en el Cielo, muchos de sus seguidores huyeron a la Tierra. Excluidos del cielo,estos ángeles comenzaron una vida en el mundo de los hombres, algunos incluso tuvieronesposas e hijos. Era el trabajo de los Poderosos destruir a esos desertores y a susabominables descendientes, los Nefilim.

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-Estás hablando con alguien que ha escuchado la sinfonía de la Creación, - Dijo el ángel enun tono condescendiente. - ¿Cómo pueden los sonidos producidos por los gustos de tuespecie primitiva, compararse con nuestra sinfonía?

Sabía que una de sus muchas misiones era erradicar a los enemigos de los Cielos, Camaelse había enterado de una profecía, que describía a una criatura, tanto humana como ángel,que restablecería el vínculo entre los ángeles caídos en la Tierra y Dios. Este ser, unNefilim, perdonaría a estos ángeles sus pecados y permitiría su regreso al cielo. Despuésde tanta violencia y muerte, Camael pensaba que esto era realmente bueno, pero suopinión no era compartida por su segundo al mando, un compañero de trabajo,desagradable que atendía por el nombre de Verchiel.

-¿Así que no te gusta nada de eso? - Aaron preguntó, asombrado por el amplio disgustodel ángel sobre la música humana.

-¿No es como el clásico o jazz, o el rock del país? ¿Nada de eso? ¿Todo te da dolor decabeza?

El ángel le miró, con los ojos ardiendo con intensidad.

-No he tenido tiempo de escuchar todos los tipos de música humana, -Dijo. -Como sabes,he estado muy ocupado.

Camael dejó a los Poderosos para seguir la profecía. Durante miles de años recorrió elplaneta, tratando de salvar la vida de los Nefilins, con la esperanza de que cada uno

pudiera ser el de la profecía. Ahora dirigidos, por Verchiel, los Poderosos harían cualquiercosa para eliminar la plaga de mestizos del mundo de Dios, haciendo de la profecía, unaantigua leyenda.

-Pero tú has estado siempre por aquí, - Aaron dijo, con una sonrisa incrédula. - No merefiero a ser una patada en el culo, pero ...

-Eso es exactamente lo que eres, muchacho – Camael dijo, mirando hacia atrás por laventanilla. -Tú eres el Único, así como una patada en el culo.

Así que además de ser un Nefilim, que era bastante malo, Aaron Corbet era también elprotagonista de la profecía. No era algo de lo que había sido consciente hasta que losPoderosos, bajo el mando de Verchiel, intentaron matarlo. Los ataques causaron la muertede su psiquiatra, sus padres adoptivos y de un ángel caído con el nombre de Zeke, que lehabía ayudado aprovechar sus habilidades angelicales y salvarse a sí mismo.

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Aaron miró a Camael, que se quedó en silencio mientras miraba por la ventanilla conestoicismo.

-Entonces, ¿qué te parece? - Le preguntó.- También tengo hambre. ¿Hay que parar y

conseguir algo de comer?-Por mí no- El ángel dijo, sin mirarlo. -No tengo necesidad de comer.

Aaron se rió entre dientes.

-Tú sabrás -Dijo. -Nunca te he visto comer.

-Me encanta comer, - añadió Gabriel desde la parte posterior.

-¿Cómo es posible? - Preguntó Aaron, interesado en otro aspecto de la vida extraterrestre,en esa forma conocida como ángel. -Todos tenemos que comer para sobrevivir, o ¿se tratade cierta clase de tonterías sobrenaturales extraña que no entiendo?

-Nos alimentamos de las energías de la vida – Camael explico. -Todo lo que está vivoirradia energía, somos como las plantas al sol, absorbiendo esa energía para mantener lavida.

Aaron pensó por un momento.

-Así que, aquí sentado conmigo, ¿se podría decir que estás comiendo en este momento?

El ángel asintió con la cabeza.– Sí, se podría decir eso.

-No estoy comiendo ahora, aunque me gustaría - El perro dijo irritado

-Vale, vale, - Aaron respondió, preparándose para tomar la siguiente salida. - Vamos aencontrar un lugar para tomar un aperitivo, luego tendremos que volver a la carretera. Noquiero que Stevie se quede por más tiempo de lo necesario con esos hijos de puta asesinos.

Al tomar la salida de la derecha siguió, por un camino, que se extendía más allá de lacarretera, Aaron pensó en todo lo que había dejado atrás. Cada tramo de la carretera, cadasalida, cada camino de vuelta lo llevaba más y más lejos de la vida a la que estabaacostumbrado. Se veía faltando al instituto, algo que él no lo había creído posible. Era suúltimo año, después de todo, y de alguna manera perversa había estado esperando

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terminar todos los trabajos y exámenes, todas las aceptaciones y rechazos de lasuniversidades. Pero eso no iba pasar, había nacido como un Nefilim tenía que hacersecargo de eso. Aaron vio una valla publicitaria de almejas fritas, hamburguesas y perroscalientes. Había mesas instaladas al lado de una zona de sombra, perfecto para Gabriel.Cuando él entró en el aparcamiento de tierra, una imagen de Vilma vino a la mente. Antes

de que su vida se derrumbara, casi había creído que iba a salir con una de las muchachasmás bonitas que había visto nunca. Ellos no tenían una oportunidad en este momento, yahora probablemente nunca la tendría. De pronto, Aaron ya no tenía hambre como él habíapensado.

Vilma Santiago se sentó en el otro extremo de la cafetería del Kenneth Curtís High School,se alegró de estar sola. Era un hermoso día de primavera, la mayoría de los estudianteshabían tomado sus almuerzos fuera, así que ella no tuvo dificultades para encontrar una

mesa vacía.

El recuerdo esquivo de la noche anterior, ¿fue un sueño o una pesadilla? No habíadormido bien durante varios días, y por fin empezaba a afectarla. La muchacha se sentíacansada, irritable, con la insinuación de un dolor de cabeza, palpitante, justo detrás de susojos. Pero, sobre todo, se sentía triste. Vilma abrió la bolsa de papel que contenía sualmuerzo , sacó un yogur y un bocadillo envuelto en plástico. Ella estaba de tal modo porla mañana, ni siquiera podía recordar qué tipo de sándwich había hecho. Esperaba que losalmuerzos que ella había preparado para su sobrina y sobrino por lo menos fuerancomestibles, o ella tendría que escuchar a su tía cuando llegara a casa. Sin molestarse en

comprobar el contenido del bocadillo, lo volvió a colocar dentro de la bolsa. El yogur eramás que suficiente, pensó mientras le quitaba la tapa de plástico y luego se dio cuenta queno traía una cuchara. No era gran cosa, había un montón de cucharillas de plástico en lamesa de condimentos, pero la decepción intensa e irracional del momento le dio ganas dellorar. Vilma había estado sintiéndose un poco emocional desde que Aaron Corbet dejó elinstituto, por lo que sabía, por un par de semanas. No tenía la menor idea de por qué ellalo extrañaba tanto. Había apenas llegado a conocerlo. Ella puso la tapa en el yogur y loempujó lejos. Ella realmente no tenía ganas de comer, de todos modos. Había algo enAaron, algo que no acababa de comprender, una especie de comodidad y calma parecíaenvolverla cada vez que estaba con él. A pesar de que nunca había tenido una cita, o

incluso no se habían cogido de la mano, Vilma sentía como si una parte muy importante deella hubiera sido extirpada quirúrgicamente con la marcha de Aaron. Se sentía incompleta.Quería creer que era un flechazo tonto, un enamoramiento adolescente que con el tiempose desvanecía, pero algo dentro de ella decía que no, acabó por hacer todo más miserablepara ella. Vilma se recostó en su silla, miró hacia la cafetería, e inconscientemente jugó con

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el ángel que colgaba de una cadena de oro alrededor de su cuello. De acuerdo con losinformes de prensa, los padres adoptivos de Aaron y su hermanito habían muerto en unincendio cuando su casa había sido alcanzada por un rayo durante una extraña tormentaeléctrica. Le dijo que se iba porque había demasiados recuerdos tristes. Pero ella sabía queestaba ocultando algo, aunque no sabía cómo ni por qué lo sabía. No era la primera vez

que sentía sus ojos comenzando a arder por la emoción. Se rumoreaba por el instituto, queAaron había sido responsable del incendio que cobró la vida de su familia, pero Vilma nolo creyó ni un segundo. Claro, él era un niño de acogida que había estado dando tumbosde una casa de acogida a otra. Tenía derecho a estar enojado. Pero, ella sabía en lo másprofundo de su alma que no era capaz de hacer daño a nadie. Aún así, el misterio de suabrupta salida empezaba a roerla. Vilma dio un salto cuando de pronto una voz se dirigióa ella. Había estado tan absorta en sus pensamientos que ella había dejado de advertir laproximidad de uno de los empleados de la cafetería.

-Lo siento, cariño - La corpulenta mujer, dijo, con una sonrisa. Iba vestida con un uniformeazul claro, llevaba el pelo teñido de rubio, escondido debajo de una redecilla. -No tuve laintención de asustarte.

-Está bien, - Vilma respondió con una risa avergonzada. -Simplemente no estaba prestandoatención, supongo.

-¿Has terminado? -Preguntó la mujer, señalando al almuerzo descartado de Vilma.

-Sí, gracias – Ella respondió, cuando la mujer pasó un paño húmedo sobre la mesa y sellevó su basura. Vilma seguía sentada, acariciando suavemente el ángel de oro de sugarganta. Quizá por eso no había estado durmiendo. Desde que Aaron se fue, sus noches

habían estado plagadas de tenues pesadillas. Había despertado en la madrugada, conpánico y cubierta de sudor, el recuerdo de lo que le había provocado una reacción tanmolesta era desconocido. Eso tenía que ser. No sólo Aaron la había puesto triste al dejarla,ahora la estaba manteniendo despierta con pesadillas. Ella deseaba que él estuviera aquípara que pudiera darle paz a su mente. Y cuando terminara, ella le mantendría firme y sebesarían. Vilma imaginó lo que podía haber sido , sintió que su corazón latía y las lagrimascomenzaron a salir de sus ojos.

-¡Vilma! - Alguien grito, la voz hizo eco en todo el comedor . Ella se frotó los ojos conrapidez y miró a su alrededor. En una puerta, en la esquina de atrás, vio a su amiga Tina

caminando hacia ella. La joven llevaba gafas oscuras y caminaba como si estuviera en unapasarela de moda en París. Vilma sonrió y saludó.

-¿Qué estás haciendo aquí? – Preguntó Tina en su portugués natal.

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Vilma se encogió de hombros.

-No lo sé -Respondió ella con tristeza. -Simplemente no tenía ganas de salir.

Tina puso las gafas de sol sobre su cabeza y se cruzó de brazos.

-Apuesto a que ni siquiera comiste, - Dijo con una expresión de disgusto en su bonita cara.

Vilma estaba a punto de decirle que sí, pero no tenía fuerzas.

-No - Dijo ella con los dedos otra vez más en el querubín de oro. -No tenía hambre.

Tina la miró fijamente, sin decir nada, Vilma empezó a sentirse cohibida. Se preguntó sisus ojos mostraban que había estado llorando.

-¿Qué?- Vilma le preguntó con una sonrisa forzada, y cambió al inglés. -¿Por qué me mirasasí?

Tina se agachó, la agarró por el brazo y la sacó de la silla.

-Vamos -Le ordenó de forma contundente. -Tú te vienes conmigo y Beatrice, vamos poruna ración a Pete.

Vilma trató de apartarse, pero su amiga la agarró rápidamente el brazo.

-Mira, Tina, - comenzó. - Realmente no tengo ganas ...

Pero entonces se dio cuenta de la expresión del rostro de su amiga. Existía unapreocupación genuina.

-Vamos, Vilma, - Tina dijo, soltando el brazo. -No hemos hablado en días. Te va a hacerbien. Hace muy buen tiempo fuera, y Beatrice ha prometido no hablar de lo gorda que está.

Vilma se rió entre dientes. Se dio cuenta que se sentía bien riéndose un poco con alguien.

-Vamos, - Tina dijo, tendiéndole la mano.

Tina estaba en lo cierto, Vilma lo sabía, con un profundo suspiro cogió la mano de suamiga y la siguió fuera a ponerse al día con Beatrice. Sería bueno salir con sus amigas.Necesitaba una distracción. Las tres chicas cogieron por el sendero hacia Pete. Tina lesobsequiaba con cuentos acerca de cómo su madre había amenazado con echarla de la casa

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si pensaba en ponerse un pendiente de ombligo, Beatrice, fiel a su estilo, habló de su parteinferior intensamente. Pero Vilma se perdió en sus pensamientos . Pensé en el buen tiempoque hacía, ahora que la primavera había decidido por fin mostrarse, se preguntó si el solbrillaba con tanta intensidad donde Aaron Corbet estaba, y si no era así, le deseó sol.

Dentro de la cueva, Mufgar del clan Orisha se puso en cuclillas sobre sus piernas huesudasy sacó cuatro rocas de piedra pómez de una bolsa de cuero a su lado. La criatura diminutacon la piel curtida del color de una moneda sucia, apilaba las piedras, con la ayuda de sustres hermanos, consiguió sacar fuego de las rocas. Las piedras volcánicas comenzaron aarder, entonces brillaron en un rojo furioso cuando los cuatro murmuraran un hechizoutilizado por su clase durante más de un milenio. Mufgar tiró un puñado de hierba secasobre las rocas, y de inmediato estalló en llamas. Shokad añadió algunas ramas para

alimentar el fuego y el hambre cuando Zawar y Tehom recogieron sus armas y laspusieron contra la pared de la cueva hasta que se volvieran a necesitar. El fuego ardía congusto y Mufgar ajustó su tocado de jefe, que se hizo con el cráneo de un castor y la piel dedos zorros colorados, excesivamente grande para su cabeza deforme. Sentado ante lahoguera rugiente, levantó sus largos brazos delgados al techo de la cueva.

-Mufgar del clan Orisha ha llamado a este consejo, y ustedes contestaran, - Gruñó en lalengua gutural de su pueblo.

Se inclinó hacia el fuego y escupió en las llamas. La saliva viscosa chispeó y pareció que

aterrizó en las ramas en llamas.

-Bendito sea que son los Poderosos, los que nos permiten experimentar el placer de vivir apesar de que no tenemos derecho a este don.

Los otros tres despejaran sus gargantas y, uno tras otro, escupieron en el fuego.

-Alabado sea por la misericordia de los Poderosos, - Los Orishas dijeron al unísono.

-Estamos todos - Mufgar dijo cuando bajó los brazos .-Doy comienzo al consejo.

Mufgar miró a los tres que se habían reunido para esta llamada, triste por su número ,quese había reducido durante los siglos. Recordó el momento en que una cueva de estetamaño no podía contener a todos los del clan. Ahora, eso no era más que un recuerdolejano.

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-Nos han llamado a este consejo, para que nuestros maestros tan misericordiosos nosotorguen una tarea peligrosa- Mufgar dijo, dirigiéndose a sus seguidores. -Una tarea conuna recompensa más generosa, si tenemos éxito.

Miró a lo que quedaba de su tribu y vio el miedo en sus ojos, el mismo miedo que sentía enlo profundo de su corazón. Shokad, el chaman, sacudió la cabeza. Su pelo largo, trenzado,adornado con huesos de una criatura Woodling, sonaba como campanas tocadas por elviento. Él murmuró algo inaudible entre dientes.

-¿Hay algún problema, sabio Shokad? - Mufgar preguntó.

El viejo Orisha se pasó una mano huesuda por la boca y miró el fuego crepitante.

-He estado teniendo sueños inquietantes en los últimos tiempos, - Él respondió, suspequeñas alas oscuras que tenía en la espalda revolotearon a la vida. - Los sueños quemuestran un lugar de gran belleza, un lugar donde se han reunido todos los de nuestraclase y no viven bajo el yugo de los Poderosos - susurró, haciendo referencia a la cautelosamultitud de ángeles que eran sus amos.

Mufgar asintió con la cabeza adornada con una calavera .

-Tus sueños muestran un futuro muy interesante, - observó, acariciando la larga trenza quecolgaba de su barbilla. -Si tenemos éxito en nuestra nueva tarea, nuestros amos dicen quenos recompensarán con la bendita libertad. Habremos ganado nuestra independencia.

-Pero ... pero para ello tenemos que cazar a los Nefilim,- Tehom balbuceó. –Capturarlospara Verchiel.

El gran cazador parecía que iba a romper a llorar, estaba muy asustado.

-Si queremos librarnos de los Poderosos- Mufgar dijo a todos ellos -Tenemos quecompletar esta tarea sagrada. Entonces, y sólo entonces, podemos buscar un lugar seguro.

Con la mención del destino sagrado de los Orishas, los cuatro se santiguaron tocando elcentro de la frente, la punta de la nariz puntiaguda, la boca, y luego el pecho. Zawar se

puso de pie, bailando frenéticamente de un pie desnudo al otro. Sus alas se agitabannerviosamente.

-Pero nuestra tarea es imposible - Dijo, tocando su cabellera larga y fina. -El Nefilim nosdestruirá con facilidad no visteis como venció a Verchiel en el gran combate. Todos vimos

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las cicatrices.

Mufgar recordó las heridas que cubrían el cuerpo de Verchiel. Las cicatrices eranprofundas, mostrando el gran enojo y la fuerza con la que fueron infligidas .Si pudo hacereso al líder de los Poderosos, ¿qué posibilidades tenían?

-Es la tarea que nos encomendaron- Dijo con la autoridad que lo designaba como jefe. -Nohay otra manera.

-No - Shokad intervino, sacudiendo lentamente la cabeza de lado a lado. -Eso no es cierto.Los sueños me muestran un mundo en el que nuestros maestros han sido destruidos porlos Nefilins.

Mufgar sintió más miedo. El chaman de los sueños rara vez se equivocaba, pero lo queestaba hablando iba en contra de las costumbres de los Orishas. Desde su creación, habíanservido a los Poderosos.

-Blasfemas - Siseó el líder, mientras señalaba con un dedo largo y calloso al chaman. -Nome sorprendería que el mismo Señor Verchiel apareciera en esta cueva y nos convirtieraen cenizas.

Tehom y Zawar se acurrucaron más cerca, sus grandes ojos exploraban la oscuridad enbusca de signos de la llegada repentina del terrible ángel. Shokad alimentó el fuego conotro puñado de palos.

-Yo hablo sólo de lo que veo en el éter - Dijo, moviendo la mano en el aire. -Vienen nuevos

tiempos, los sueños me lo dijeron. Sólo tenemos que prestar atención.

Es tentador abrazar las nuevas ideas, pensó Mufgar, hacer a un lado las viejas costumbresy solo pensar en lo nuevo. Pero durante su larga vida en este planeta, había visto la ira delos Poderosos de primera mano, y no le importaba el riesgo de tener que dirigirse hacia él.

-No quiero saber nada más de esta locura – Mufgar dijo, con su poderoso vozarrón. -Nuestro servicio a los maestros es lo que nos ha mantenido con vida.

Zawar se puso de pie y se fue a escondidas hacia sus pertenencias en la pared de la cueva.

-Vivimos sólo, mientras los Poderosos nos lo permitan - Dijo, buscando algo entre suscosas.

Cuando encontró lo que buscaba, volvió al fuego, donde se sentó y abrió el pequeño

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envoltorio. En el interior estaban los restos secos de ratones de campo y topos.

-Cuando ya no tengan necesidad de nuestras habilidades, nos van a destruir, como lohicieron nuestros creadores - Dijo Zawar mientras cogía un poco de cabeza de ratón conénfasis. Ofreció los bocadillos a los demás.

Mufgar no podía creer lo que escuchaba. ¿Se habían vuelto locos? ¿Cómo pueden hablar desemejante traición? Se preguntó. Pero en el fondo lo sabía. Los Poderosos no tenían amorpor ellos, pensaban que no eran mejores que los animales.

-Nuestros creadores rompieron las leyes de Dios al crearnos - Mufgar explicó en unintento por restaurar la salud mental con un recordatorio de la historia de su pueblo.

- Estamos manchados en el mundo del único Dios. Los Poderosos nos han permitido vivir,probar que somos dignos de la vida que nos otorgan por sus hermanos caídos. Cuandohayamos hecho esto, entonces y sólo entonces se nos dará nuestra libertad y se nospermitirá buscar el lugar seguro-. Una vez más, los Orishas se santiguaron.

-¿Y los demás de nuestro clan? - Tehom preguntó, cogiendo una ración de topo, se pusorígido. -¿Qué hay de aquellos que desafiaron a nuestros maestros y fueran a buscarnuestro paraíso más preciado?

Mufgar no quería oír esto. No importa cómo se sintiera, si preguntaba por las viejascostumbres sin duda sería su perdición. Recordó cómo había tratado de convencer a losdemás para quedarse, todo el tiempo deseó tener el coraje de ir con ellos. Pero él era el jefe,y era esclavo de las tradiciones de antaño. Mufgar se cruzó de brazos e hinchó el pecho.

-Están muertos - Dijo definitivamente. -Ellos han desobedecido nuestras leyes.

El chaman, Zawar y Tehom, masticaron su comida de bichos secos, luego miraron aMufgar.

-Pero ¿y si no están muertos? -Preguntó en un susurro clandestino. -¿Qué pasa si lograronencontrar el paraíso que tanto anhelaban? Piensa en ello, Mufgar, piensa en ello.

El jefe se quedó mirando el fuego, meditaba sobre las palabras del chaman. ¿Podría haber

sido, siempre, así de simple? Escabullirse y encontrar su propio cielo.

Él señor Verchiel ha dicho que cualquiera que desafíe sus deseos sería exterminado.

Shokad se acercó.

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-Pero los tiempos están cambiando, Gran Mufgar - Dijo- Verchiel y los Poderosos estánpreocupados por la profecía.

-Por el Nefilim, - Tehom dijo en un susurro, escupió fragmentos de la comida seca al fuego.

Zawar, sentado a su lado, asintió con la cabeza agitando las alas.

-Se dice que traerá el perdón a los caídos.- Mordió un pedazo de la cola con sus dosdientes delanteros. -Y nuestros maestros no quieren esto, creo yo.

Habían pasado horas desde que comieron por última vez, Mufgar cogió el cadáver seco dela bolsa abierta.

-Así que sugiero que desobedezcan a los Poderosos, ignoren sus pedidos, dejen nuestraverdadera oportunidad de libertad.

Él le dio un mordisco a la cabeza del ratón y esperó una respuesta. La carne seca tenía muypoco sabor, él anhelaba su comida favorita. Había pasado bastante tiempo desde quecomió carne deliciosa de canino. El ratón y el topo estaban bien por un tiempo, pero lacarne de perro era algo que a menudo soñaba cuando el vientre vacío aullaba de hambre.

-Hay un gran conflicto entre nuestros amos y el Nefilim -El hombre santo, proclamó. -Sólouno sobrevivirá. El poder del Nefilim es grande. Atacarlo nos llevaría a la perdición.

Zawar y Tehom asintieron con la cabeza.

-Dejad que el Nefilim destruya a los Poderosos -Zawar dijo-.

-Y entonces seremos libres, - Tehom agregó.

Mufgar tragó su último pedazo de comida y se puso de pie. Había escuchado suficiente.Era el momento de dictar sentencia. Levantó los brazos por encima de su cabeza, mirandoel fuego y a sus seguidores, sentados a su alrededor.

-Yo, Mufgar, jefe de la Orisha Deheboryn, he escuchado las palabras de mi clan y han

solicitado mi gran sabiduría para aliviar sus preocupaciones.

En el ojo de su mente, vio una imagen de los que habían dejado el clan en busca de la SafePlace. Los vio viviendo en la belleza del Paraíso, pero luego una nube negra pasó porencima, y desde el cielo, llovió fuego sobre ellos. Los Nefilim no habían derrotado a los

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Poderosos, por su traición a las antiguas costumbres, los Orishas fueron destruidos parasiempre.-Vamos a seguir cazando a los Nefilim, - Mufgar dijo, evitando las miradas de decepciónen los ojos de sus seguidores.-Es la única manera de poder garantizar la continuidad denuestra especie. Seguiremos al enemigo de nuestros maestros y lo capturaremos para ellos,

cuando tengamos éxito, entonces seremos libres. - Mufgar bajó los brazos. -He hablado -Dijo con firmeza. -Este consejo ha terminado.

Se volvió hacia el fuego, se dirigió a una parte oscura de la cueva donde descansaba antesde reanudar la caza.

-Nos condenará a todos - Oyó decir a Shokad, a su espalda.

Mufgar cogió el puñal de hueso atado a su pierna y saltó en el aire, sus alas le llevaronsobre el fuego. Aterrizó en el chaman, lo tumbó en el suelo. Zawar chillaba de miedo.Mufgar colocó el cuchillo en su garganta de viejo Orisha.

-No quiero saber nada más de tu charla blasfema - Mufgar, le dijo mirando a los ojos,llenos de miedo de Shokad.

Pinchó la piel curtida de la garganta del viejo con la punta de la daga, salió una gota desangre.

-Y si lo hago, los Nefilim no tendrán su oportunidad de salvarnos ya que se habránperdido.

Mufgar envainó el cuchillo y dejó al chaman, los otros estaban acurrucados junto al fuegoque se estaba apagando. Solo, acurrucado, en una bola, en el suelo de la cueva, el jefeintentó conciliar el sueño, le resultó difícil de alcanzar. Finalmente lo encontró mientras elfuego se extinguía, las piedras olvidaran su pasado, dejando la cueva en la oscuridad.

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Gabriel movió, locamente, la cola cuando Aaron se acercó a la mesa de picnic, en la partetrasera del restaurante de la carretera.

-Esa es nuestra comida, ¿no es cierto, Aaron? - El perro dijo feliz, su trasero se balanceabade lado a lado con la fuerza muscular de su cola. -Seguro que huele bien - Dijo con unospasos pesados, husmeando en la parte inferior de las bolsas que Aaron transportada. -

Tengo tanta hambre, que comería comida para gatos.

Aaron rió al colocar las bolsas en la mesa de madera.

-¿Es una broma, Gabe? -Preguntó al perro excitado.

-No -respondió el perro, sus ojos no dejaban de mirar las bolsas blancas.-Realmente mecomería la comida para gatos.

Aaron volvió a reírse y empezó a sacar la comida de las bolsas. Camael estaba sentado en

uno de los bancos de madera mirando el paisaje, como si estuviera viendo algo a milkilómetros de distancia. Aaron sabía, muy bien podría ser eso lo que estaba haciendo.

-¿Te causó problemas, mientras estuve fuera?- Preguntó a Camael. Por alguna razón,Gabriel no se llevaba con el ángel y era propenso a ponerse difícil cuando Aaron no estabacerca.

-Él charlaba, pero no le hice caso - Dijo Camael sin mirarlo. -Comió algo del suelo, es unhábito sucio.

Aaron miró el perro sentado, obediente a sus pies.

-Sabes que no debes hacer eso - Dijo con severidad. Gabriel movió la cola un poco más.

- Fue por las encías - Dijo, como si eso lo hiciera quedar bien.

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-No me importa -Aaron dijo, cogiendo una de las hamburguesas envueltas. - Podríasenfermar.

- Pero me gustan los chicles.

Aaron se puso de cuclillas delante del perro y comenzó a desenvolver la hamburguesa.

-Los chicles no son para perros. No ayuda a las encías. ¿Lo entiendes?

El labrador no le hizo caso, en vez de eso metió el hocico dentro del envoltorio de bocadillopara ver lo que Aaron trajo.

-¿Es esto para mí? ¿Este es mi almuerzo?

-Sí, lo es -Respondió Aaron, mientras quitaba la carne del emparedado. -Tú no necesitas elpan.

Lo tiro en una de las bolsas vacías.

-Oye, ¿por qué haces eso? - Gabriel entró en pánico. -Ese es mi almuerzo,- Dijo. - ¿Por quélo tiras?

Aaron le mostró la hamburguesa.

- Esto es lo que quieres. - Quitó el pan. – Te engorda.

Gabriel no podía dejar de mirar a la bolsa.

-Pero quiero el pan, también - Se quejó patéticamente.

Aaron suspiró y sacudió la cabeza. En un principio se había divertido siendo capaz decomunicarse con su mejor amigo, ahora le resultaba cada vez más difícil, era como tratarcon un niño pequeño.

-Mira, ¿vas a comer esto o nada? - Le preguntó. - Por lo general no sueles almorzar por lo

que deberías considerarlo la comida.

El perro de mala gana quitó su mirada de la bolsa y suavemente arrebató la hamburguesade la mano de Aaron. La mordió una vez y luego la trago entera. Aaron dio unaspalmaditas en un costado del perro.

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-Estaba muy bueno, ¿eh? - Gabriel pasó la lengua por los labios y miró a los ojos de su amo.-¿Algo más?

-No- Aaron dijo-. Yo compré una para mí y otra para ti. Eso es todo.

-¿Te vas a comer tu pan? - Gabriel preguntó.

-Sí, voy a comer mi pan.

-Te engordará.

-Eres demasiado, Gabriel. - Aaron se echó a reír. Cogió una botella de agua y puso un pocoen un vaso de plástico. - Aquí tienes un poco de agua para bajar tu hamburguesa- Dijomientras lo dejaba sobre el suelo delante del perro.

Gabriel empezó a beber del vaso, con cuidado de no volcarlo.

-Todavía tengo hambre – Refunfuñó, dando vueltas

-Lo siento-, Aaron dijo, cogiendo su propia hamburguesa y sentándose junto a Camael. -Piensa en lo bien que sabrá la cena.

El perro gruñó y se alejó a olisquear un trozo cubierto de hierba cerca de la orilla delestacionamiento. Aaron le vio .Odiaba ser malo, pero si permitiera que Gabriel comieracada vez que decía tener hambre, el perro pesaría trescientos kilos. No podía contar todos

los labradores con sobrepeso que había visto mientras trabajaba en la clínica veterinaria enLynn, Massachusetts. Era la maldición del Labrador Retriever, les encanta comer. Suspirómientras cogía su hamburguesa y le daba un mordisco. Estaba sabrosa, cocinada como a élle gustaba, medio cruda, con lechuga, tomate y un poco de mayonesa. Comió un trozo,tragó saliva, se volvió hacia Camael, aún sentado en silencio y la mirada perdida en elespacio.

-¿Qué es exactamente lo que estás mirando?

-Veo una gran cantidad de cosas -El ángel respondió, su voz fue como un lejano rumor de

tormenta.

- Un padre y su hijo pescando en un arroyo, una vieja tendiendo la ropa en su patio, unzorro enseñándole a su camada como cazar ranas. - Hizo una pausa, inclinando la cabezacomo para examinar algo en otro ángulo. -Es lo que no veo lo que me interesa.

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mantendrán atrás hasta que podamos encontrar a Stevie?

El ángel estaba comiendo patatas como un profesional, tres y cuatro a la vez. Para alguienque no tiene que comer, ciertamente parecía estar gozando, así pensaba Aaron mientrasesperaba una respuesta.

-Son algo más que una distracción. Mis habilidades mágicas están muy lejos de las deVerchiel y los Arcontes a su servicio.

-¿Arcontes? - Interrumpió el joven.

-Ángeles de Los Poderosos que dominan las complejidades de la magia angelical. Ellosverán a través de nuestra artimaña, más temprano que tarde, pero esperemos que lasprotecciones nos compren tiempo suficiente para descubrir que es lo que están tramando.

Aaron había sentido una extraña sensación desde que salieran de Lynn. Él todavía noentendía lo que era, parecía ser un deseo, una necesidad de viajar al norte. A través deNew Hampshire, Vermont, Maine y ahora, estaban viajando hacia el norte. Inclusomientras estaba sentado, terminando su almuerzo, podía sentir cómo palpitaba su mente,instándolo a seguir adelante.

-¿Crees que lo que estoy sintiendo nos llevará a Stevie? - Preguntó con esperanza.

Camael había terminado con las últimas patatas, miró el paquete para asegurarse de queestaba vacío.

-Tus capacidades todavía son nuevas, Aaron. Ellas son tanto un misterio para mí como loson para ti.

-Pero es posible, ¿verdad? - Insistió. - Quizás estoy de alguna manera conectado a Stevie,estoy siendo atraído hacia él.

El ángel asintió lentamente.

- Es posible,- Él dijo, acariciando su barba de chivo gris plateada. - Pero puede ser que teestá tirando algo más, algo de mayor importancia.

-No entiendo. - Aaron miró fijamente al ángel. -¿Qué podría estar atrayéndome que nofuera Stevie? ¿Qué puede ser más importante que él?

El ángel permaneció en silencio, sin dejar de acariciar su barba, aparentemente perdido en

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haciendo tan mal.

-¿Todas las personas en Aguilera están esperando a que yo haga por ellos lo que hice porZeke?

Camael asintió con la cabeza, recordando al valiente Grigori, que le había ayudado arescatar a Aaron durante el ataque de Los Poderosos en la casa del muchacho. Zeke habíasido herido de muerte y el Nefilim había utilizado su don profético para perdonar suspecados y permitir su regreso al cielo.

-Es tu destino dar libertad a todos los que se arrepientan - Dijo.

Aaron parecía estar asimilando sus palabras, la importancia de su destino lo hundió aúnmás profundo.

-Antes de hacer nada más que perdonar, vamos a encontrar a Stevie - Dijo. -Donde quieraque este impulso nos lleve, si es a mi hermano, si es a la Aguilera, o a un lugar dondehacen grandes tacos, realmente hay que buscar a Stevie y conseguir apartarlo de Verchiel,ese hijo de puta, es la prioridad número uno ¿de acuerdo? – Aaron exigió, con unaprofunda seriedad en su mirada.

Camael pensaba en discutir con el joven, pero sintió que sería en vano. No importa lodiferente que era Aaron Corbet desde que había despertado su poder angelical que residíadentro de él, seguía pensando en sí mismo como humano.

-De acuerdo - Contestó-. Aún te queda mucho por aprender Aaron , vendrá con el tiempo.

-Eso no es muy agradable - Gabriel se quejó cuando estaba olisqueado el césped de la zonade picnic. -Nada bueno en absoluto. - Fue después tras un olor, algo hizo que le rugiera elestómago y su boca se llenó de agua. Gabriel tenía hambre, aunque pocas veces no sentíalas punzadas de hambre. En un contenedor verde de basura, se encontró con el arrugadoenvoltorio con restos de un sándwich de helado. Había más basura perdida en el recipientetambién, los investigaría más tarde, después de que él hubiera dado a la envoltura toda suatención.

El perro estaba herido porque Aaron era tan insensible a sus necesidades. Tenía hambre, yAaron todavía no le permitía comer el pan que iba a tirar. Era frustrante sólo sirvió para

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sentir más hambre. Gabriel dio un golpe a la envoltura con la nariz, los aromas deliciososde la crema de helado de vainilla y galletas de chocolate llegaban hasta él. Su lengua saliódisparada al encuentro del envoltorio, la humedad hacía que los olores fueran máspicantes, se aferro a la basura. No comer cosas del suelo, se acordó de Aaron regañándolo.Él sabía que no debía, pero él se enojó, tenía mucha hambre. Gabriel cogió el envoltorio

del sándwich de helado en la boca y comenzó a masticarlo. No le gusto mucho, los perrosno tienen papilas gustativas. La exquisitez de algo se basa enteramente en su olor. Si olía acomida, era lo bastante bueno para un perro, especialmente un Labrador. Muy pocas cosasrequerirán más de un masticar o dos, la envoltura de papel no tardó en deslizarse por lagarganta de Gabriel a su estómago. Insatisfecho y un poco culpable, Gabriel se alejó delcontenedor hacia una familia de tres personas que estaban almorzando en otra de lasmesas de picnic. El perro se acercó a ellos, meneando la cola en señal de un feliz saludo.Eran dos adultos, una madre, un padre y una niña que tenía la misma edad que Stevie.Una ola de tristeza pasó por el animal cuando él miraba a la familia. Se perdió de los otrosmiembros de su propia manada, Tom y Lori estaban muertos, y Los Poderosos se habíanllevado a Stevie lejos. Pero al menos aún tenía a Aaron. No era lo que solía ser, pero losería por ahora. Todavía no estaba seguro acerca del llamado Camael. Había algo en él queno confiaba del todo. Olía demasiado a ese indecente Verchiel para ser aceptado por él enel grupo.

-¡Hola, perro! - La niña chilló cuando ella se volvió en el banco y lo vio.

Gabriel podía oler la precaución filtrándose en los poros de sus padres mientras seacercaba. No hacía falta, después de todo, era un perro desconocido y había muchos de loscuales él mismo habría sido prudente. Se sentó, como Aaron le había enseñado, trajo unade sus patas para arriba en señal de saludo, ladró suavemente una vez, y movió la cola. La

niña se echó a reír alegremente, se dio cuenta que los adultos sonreían también.

-¿Puedo tocarlo? - La niña preguntó, ya levantándose del banco.

-Lily, deja que primero te huela - El padre dijo con cautela. - No quiero asustarlo. - La niñale tendió la mano, Gabriel olió la piel rosada de su palma. Fragmentos de olores seaferraban a su carne: jabón , goma de mascar; galletas de queso, zumo de fruta azucarado;perfume de su madre. Con suavidad, rodó la mano de la niña. Lily chilló de alegría y diopalmaditas en su cabeza.

-Eres un buen perro, ¿no es así? - Le susurró - Sus orejas son tan suaves.

Gabriel ya lo sabía, pero no le impidió disfrutar de las atenciones de la niña, hasta que élcogió el delicioso aroma de los alimentos. Levantó el hocico y olfateó con deleite al ver quela madre de Lily puso un perro caliente en la mesa donde la niña había estado sentada.

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-Vamos, Lily. Deja que el perro vuelva con tu familia y ven a comer-. Lily le acarició lacabeza de nuevo y se inclinó muy cerca.

-Adiós, perrito - Dijo, besando su nariz cuando su estómago rugió en voz alta.

-¿Ese es tu vientre? - Ella soltó una risita. Gabriel la miró a los ojos.

–Sí -respondió él con un breve, ladrido.

No podía entender lo que Aaron le hizo, pero aún así, ella parecía comprender surespuesta, como si de algún modo fuera capaz de tocar su mente.

- ¿Tienes hambre? - Le preguntó. Gabriel no podía mentir a la niña y ladróafirmativamente, mientras que él utilizaba su mente para decirle que le gustaría un bocadode su almuerzo.

La niña se volvió de repente, se dirigió hacia la mesa de picnic. Ella cogió su perro caliente,arrancó un trozo de pan y se lo llevó a Gabriel.

- No sé si deberías hacerlo, querida, - Advirtió su padre.

Lily se lo dio al Labrador, él suavemente lo arrancó de su mano, lo comió de un trago.Gracias, Lily, pensó, mirándola a los ojos.

- De nada - respondió ella con una bonita sonrisa. El padre de Lily se acercó, llevando su

propio sándwich en una mano.

-Está bien -Dijo, tratando de orientar a la niña hacia la mesa-. Creo que el perro ha tenidosuficiente. Despídete ahora.- Gabriel miró fijamente al hombre. - Antes de irme,- ordenósus pensamientos hacia el padre de Lily, - ¿puedo comer un bocado de tu sándwich? - Sindudarlo un instante, el hombre arrancó un pedazo de su sándwich y se lo arrojó allabrador. Gabriel estaba satisfecho. Los dolores de su estómago vacío se habían aliviadotemporalmente con la ayuda de Lily y sus padres que habían sido muy generosos decompartir su almuerzo, se dirigió de nuevo a unirse a Aaron, explorando a su paso. Eltintineo de una cadena, fue lo primero que captó su atención, y luego se dio cuenta del

olor. Gabriel se detuvo en el comienzo de un camino cubierto que llevaba a una pequeñaárea designada para los niños. Se dio cuenta que había columpios, un pequeño tobogán yuna casa de juguete de madera con forma de tren. Una vez más llegó el tintineo de unacadena, por detrás de la casa de juegos apareció otro perro, con la nariz pegada a la arenasiguiendo un olor que le había llamado la atención. La cola de Gabriel empezó a moverse

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con furia mientras iba por el camino, ladró un saludo amistoso. ¿Qué bueno es esto? -pensó-. Una barriga llena y ahora alguien con quien jugar. La hembra se estremeció,asustada por su enfoque. Su cola se movió con cautela. Ella, también, era una labradoraretriever amarillo, llevaba un bonito pañuelo, de color rojo alrededor de su cuello, así comouna cadena. Se acercó más.

-Yo soy Gabriel. - La hembra siguió mirando, y notó que el pelo erizado de la piel en laparte posterior de su cuello había comenzado a aumentar.-No tengas miedo - Dijo condulzura. -Yo sólo quiero jugar.- Se acostó en el suelo para demostrarle que se refería a nohacer ningún daño. -¿Cómo te llamas?- La hembra se movió lentamente hacia él,olisqueando el aire, en busca de signos de una amenaza. Qué extraño, pensó Gabriel. Talvez su familia no le deja jugar con otros perros.

-Yo soy Gabriel- Dijo de nuevo.

-Tobie, - Ella respondió, seguía teniendo los pelos de punta.

-Hola, Tobie. ¿Quieres perseguirme? - Preguntó amablemente, poniéndose a cuatro patas.Tobie lo olfateó otra vez y gruñó con nerviosismo. Poco a poco, empezó a retroceder, metióel rabo entre las piernas. Gabriel estaba confundido.

-¿Qué te pasa? -Preguntó, avanzando hacia ella. -No hace falta que me persigas, si noquieres, te podría perseguir en tu lugar.- Tobie le enseño los dientes, su boca se abrió en unferoz gruñido cuando ella lo siguió hacia la casa de juegos. Gabriel se detuvo.

- ¿Qué hay de malo? -Preguntó, realmente preocupado y bastante decepcionado. -¿Por qué

no quieres a jugar conmigo?

- No eres un perro - Tobie gruño mientras olfateaba el aire a su alrededor.- Diferente, -escupió, y huyó en la dirección que había venido. Gabriel se quedó atónito. Al principio,no tenía idea de lo que significaba lo que Tobie había dicho, pero luego pensó en el día enque casi había fallecido. Él se estremeció, recordando la intensidad del dolor que habíasentido cuando el coche lo golpeó. Aaron había hecho algo por él ese día, había puesto susmanos sobre él e hizo que el dolor desapareciera. Ese fue el día en que todo se hizo másclaro. ¿El día qué se hizo diferente? Salió de la zona de juegos, teniendo en cuenta en sumente la idea de que podría no ser más que un perro, cuando oyó a Aaron llamarlo.

Gabriel corrió, se unió a su amigo y a Camael. Estaban limpiando la basura y sepreparaban para reanudar su viaje.

-¿Dónde has estado? – Le preguntó Aaron mientras se dirigían hacia el aparcamiento.

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-Dando un paseo, - Gabriel respondió, no tenía muchas ganas de hablar. Un coche pasópor su camino se quedaron quietos mientras esperaban para cruzar a su propio vehículo.En la parte de atrás, vio a Tobie mirándolo fijamente. No era sólo el cristal que lo separabade ella, pensó mientras miraba tristemente los coches en el camino.

-¿Estás bien? - Aaron preguntó mientras se inclinaba para rascarle debajo de la barbilla.-Estoy bien, - Gabriel contestó, inseguro de sus propias palabras que le recordaban la otraverdad revelada. No era perro. Era diferente.

-Le han mordido, mi señor.- El curandero, cuchicheó con desagrado cuando colocó unpaño en la piel de Verchiel que goteaba por su brazo desnudo.

- ¿Por qué no me he curado, Kraus? - Preguntó el líder de Los Poderosos.

El ciego toco la parte saturada, cogió otro pedazo de tela y lo remojó en un cuenco demadera de aceite curativo, a base de plantas extinguidas desde que Caín le quitó la vida asu hermano, Abel.

-No es mi función decirlo, mi señor -Le dijo, sin ver sus ojos brillantes en blanco en la débilluz que entraba por la claraboya del antiguo salón de clases. La escuela abandonada en losterrenos de la iglesia de San Atanasio, en el oeste de Massachusetts, era el hogar de Los

Poderosos desde la batalla con el Nefilim. Este fue el lugar donde se alojaran en espera dela oportunidad de continuar su guerra contra aquellos que cuestionan su autoridad sobreel mundo del hombre de Dios. Verchiel se movió incómodo en la silla de madera derespaldo alto, robada de la iglesia de al lado, cuando el curandero colocó otro paño sobre lacarne marcada.

-Entonces me responderás esto: ¿Estas heridas se asemejan a las lesiones sufridas por unsobrenatural, acto de la naturaleza, o llevan la firma de una influencia más divina?

Estaba tratando de aislar la causa de la intensa agonía que había sido su compañera

constante desde que fue alcanzado por un rayo durante su batalla con Aaron Corbet. Elángel quiso llevar el dolor a un lado, a la caja de seguridad del mismo y colocarla lejos.Pero el dolor no lo dejaba. Permanecía, un recordatorio de que pudiera haber ofendido a suCreador y que estaba siendo castigado por su insolencia.

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-Mi trabajo es sanar, Gran Verchiel, - Kraus dijo-. No me atrevería a… 

Verchiel de repente se levantó de su asiento, el pesado sillón de madera cayó hacia atráscuando las alas fueron desplegadas impresionantemente. Kraus tropezó cuando los vientosagitados por las alas del ángel empujaron contra él.

-Te doy permiso, simio - El ángel gruño en el fuerte clamor causado por el aleteo de susalas. -Dime lo que sientes en tu primitivo corazón. - Sus manos tocaron las cicatrices sobresu pecho mientras hablaba-.Dime si tú crees que fue la mano de Dios que me tocó de estamanera.

-¡Misericordia, mi amo! - Kraus exclamó, acurrucándose en el suelo. -Yo no soy más que unesclavo. ¡Por favor, no me haga pensar en esas cosas!

-Yo te lo diré, Verchiel, -Dijo una voz desde el otro lado de la habitación. Verchiellentamente volvió su atención a un oscuro rincón del aula, donde una gran jaula de hierrocolgaba del techo, sus barras estaban marcadas por símbolos arcanos. Sacudió con laturbulencia causada por la ira. El desconocido del monasterio, en las montañas de Serbiase asomó por entre los barrotes de hierro, con la expresión intensa de su rostro demacrado.

- ¿Te importa escuchar lo que tengo que decir? - Preguntó, su voz era apenas un secosusurro.

-Ah, nuestro prisionero está despierto- Verchiel dijo . -Pensé que las lesiones infligidas pormis soldados te mantendrían inconsciente por más tiempo.

El preso se agarró de los barrotes de su jaula con las manos sucias.

-He aguantado cosas peores - Dijo.

- A veces es el precio que debemos pagar. – Verchiel cerró las alas, retrayéndolas pordebajo de la carne de su espalda desnuda.

- En efecto - El ángel gruñó.

Kraus todavía estaba encogido en el suelo, con la cabeza inclinada.

-Déjanos ahora -Verchiel dijo, despidiendo al curandero humano. -Coge tus cosas y vete.

-Sí, mi señor, -El ciego dijo, recogiendo el maletín que contenía sus herramientas desanación y buscando a tientas la salida.

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-¿Por qué lo haces? - El prisionero preguntó mientras observaba el curandero partir. -¿Loque necesitas es la perversa satisfacción por la degradación de ellos a manos llenas? Esapregunta me ha dado vueltas y vueltas durante años.

- Tal vez le damos un propósito a sus vidas mundanas -Verchiel respondió, avanzandohacia la jaula.- Proporcionamos algo que le faltaba cuando vivían entre su propia clase.

Verchiel se detuvo frente a la jaula colgante, miró a los ojos de su prisionero.

- O tal vez simplemente no son tan inteligentes como pensamos - Dijo con una perversadiversión.

-¿Y eso es motivo suficiente para explotar y abusar de ellos?- El prisionero, preguntó.

- Así sea, si sirve a un bien mayor. Ellos nos están ayudando en la realización de lavoluntad de Dios. Están cumpliendo con su Creador, así como con la nuestra. ¿No puedespensar en un objetivo más satisfactorio?

Aún vestido con la túnica marrón, del monasterio serbio, hecha jirones, el preso se sentócon una sonrisa, apoyando la espalda en los barrotes de la jaula.

- ¿Tienes que preguntarte seriamente lo que fue que te anuló? - Él se rió entre dientes,haciendo referencia a las cicatrices de Verchiel-. ¿No sabía que fueras tan denso, peroentonces de nuevo...

Verchiel estaba más cerca, mirando a través de barras de hierro negro.

-Gracias por compartir conmigo tus pensamientos, -susurró-. Estoy ansioso por escucharlas opiniones de alguien como tú, el más famoso de los caídos. Sí, por favor, ¿cuál es elpensamiento del Señor Dios en estos días?

El prisionero casualmente alcanzó sus ropas y saco un ratón. Suavemente, le tocó la partesuperior de su cabeza puntiaguda con la punta de su dedo, ya que se arrastraba sobre supalma abierta.

-No sé, Verchiel, - Dijo, alzando la vista de la pequeña criatura hundida en la partedelantera de su túnica sobre el hombro. -Ha pasado bastante tiempo desde que el Creadory yo hablamos por última vez. Pero al mirar su condición actual, tendría que adivinar que,Él no está muy contento con vosotros.

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Y entonces el prisionero sonrió, con una sonrisa llena de calidez y amor, tan increíblementehermosa. ¿Cómo podía haber sido una vez el favorito de los hijos de Dios? Verchiel sintiócomo creció su ira, se concentró en dominarse a sí mismo, para no ir a la jaula ydespedazarlo.

-¿Y he de creer en ti, - gruñó el líder de Los Poderosos al llegar junto a los barrotes de la jaula - el Príncipe de las Mentiras?

- ¡Touche!, - El prisionero dijo, cuando el ratón exploraba la parte superior de su cabeza. -Pero recuerda - Dijo con una sonrisa - he tenido experiencia en estos asuntos.

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Caminando por el bosque, en busca de su presa, Mufgar, jefe de los Orisha Deheboryn,sabía que la decisión que tomó la noche anterior había sido la correcta.

Con su primitiva magia elemental, Mufgar había coaccionado a la tierra, roca y piedra delsistema de túneles en el que viajó para cambiar su rumbo laberíntico y abrir un pasillo a lasuperficie.

-Nunca vamos a coger una peste aquí- Le había dicho a su grupo cuando la tierra de unapared cercana se convirtió en algo líquido que giró y cayó para revelar un túnel reciénhecho que ascendía a la superficie.

-Es en la superficie donde nuestro destino nos espera.

Mufgar había dado gracias a los elementos por su ayuda, dejando una ofrenda de frutossecos antes de comenzar su ascensión al sol de la nueva mañana. Habían pasado ochohoras desde que él y su tribu habían surgido de la tierra, hacia ocho horas, que nadie habíahablado una palabra con él.

Percibió su ira, su miedo, y su decepción por la sentencia que había sobre ellos. Élrealmente lamentaba que cuestionaran su decisión, pero sabía que no abandonarían suobligación con sus amos. Ellos cazarían a los Nefilim como Los Poderosos habíanordenado, los capturaría, y ganarían su libertad. Así es como será, pensó, recordando laextraña visión que había tenido durante el sueño. Una visión de éxito.

Mufgar levantó la mano para detener el avance a través del espeso bosque. Escuchó conatención los sonidos a su alrededor, el canto de varios pájaros, el susurro del viento entrelos árboles cargados de hojas y algo más.

-¿Es el Nephilim?, Mufgar - Tehom silbó a un lado, levantando la lanza y mirandonerviosamente sobre el bosque.

-No- El jefe Orisha dijo.

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Escuchó una vez más el carácter de los sonidos en la distancia, los sonidos de lasmáquinas. ¿Cómo se llaman? Buscó en su cerebro la palabra que sonaba extraña.Automóviles, recordó con gran satisfacción.

-No son Nefilim- Susurró, -son los vehículos que nos transportaran, a nosotros-. Mufgarseñalado por el bosque a algún lugar en la distancia.

-Lo vi en una visión- Dijo, compartiendo su experiencia con sus súbditos, para darlesconfianza en su liderazgo. Se volvió y miró a Shokad.

-En mis sueños tuve una visión. Una visión de que los Nefilim vienen a por nosotros.- Elchaman rápidamente desvió la mirada con el ceño fruncido en su anciano rostro. -Y caeráncontra nuestras fuerzas.

Mufgar levantó su lanza en un intento de reunir a sus cazadores.

-Y por nuestra valentía, Señor Verchiel nos otorgara nuestra libertad, hemos encontrado laubicación de los bienaventurados del Lugar Seguro.

Todos los Orishas inclinaron sus cabezas malformadas, consagrándose con furia.

Había sido el sueño más extraño, tan claro como el día en que estaban cazando. Todoestaba allí para él, todas las respuestas que había buscado. Las dudas que había estadoexperimentando desde la última asamblea todas se estaban disipando como el humo en elviento. Una visión sagrada le había sido concedida, a lo mejor los espíritus de los grandes

creadores, una visión que le dijo que saldría victorioso. No se podría pedir nada mejor.

Mufgar se volvió hacia el chaman, que estaba detrás. El viejo Orisha se puso en cuclillas,cogió un puñado de huesos y suaves piedras brillantes de una bolsa a su lado.

-¿No confías en las visiones de los sueños de tu jefe, Shokad? -El chaman preguntó.

La criatura no dijo nada y arrojó los huesos y las piedras en el suelo delante de él. Con susalas desplegadas, las agitó nerviosamente cuando comenzó a leer los resultados de su tiro.

-Ummm-, murmuró, frotándose la barbilla cuando discernía los signos.

-¿Qué dicen, Shokad?-Mufgar preguntó.- ¿Los huesos y las piedras hablan de la victoria yla libertad?- El viejo se quedó en silencio cuando Orisha recogió sus herramientas deadivinación y los devolvió a su bolsa.-Habla, chaman -Mufgar ordenó.-Tu jefe te ordena

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que reveles lo que has visto.

-Los huesos y las piedras hablan de la muerte- Shokad dijo con gravedad.

Zawar y Tehom contuvieron el aliento a su lado.

-¿La muerte?-Tehom preguntó con su voz llena de temor.

-La muerte... pero ¿para quién?- Zawar quería saber. Shokad negó con la cabeza,sacudimiento los mechones de su pelo que se unieron unos a otros.

-Ellos no son claros, pero no puedo imaginar nada, solo que es para aquellos que vayan encontra de la fuerza de los Nefilim. -Dijo fulminando con la mirada a Mufgar, desafiando supalabra como jefe.

-Pero ¿qué será de los que abandonan los deseos de sus amos?-Mufgar reclamó a cambio-¿Cuál es el destino de aquellos que desafían a Los Poderosos? ¿También morirá?- Elchaman frunció el ceño.

-Es posible -Él respondió-, pero eso no cambia el hecho de que la muerte es nuestrocompañero. Hay que elegir nuestro camino sabiamente, o es posible que nunca tengamosla oportunidad de buscar el paraíso que desde hace mucho tiempo hemos perseguido.

Zawar y Tehom se miraron uno a otro, los mensajes contradictorios del jefe y el chamantraerían la maldición del desacuerdo en sus filas.

-Gran Mufgar - Zawar susurró mientras miraba a los bosques, en busca de cualquier señalde advertencia de una muerte inminente -¿Que haremos?

Mufgar miró hacia los sonidos de la carretera en la distancia.

-Sólo hay una opción- Dijo, alejándose de ellos , hacia el camino- Cazarlo y conseguirnuestra libertad.

Él ni siquiera se volvió para ver si le estaban siguiendo.

Mufgar pensó que no era necesario, pues sabía que estaban detrás de él. Lo había visto ensu sueño.

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Aaron mantuvo su velocidad a cuarenta y cinco, de vuelta a la carretera. Aumentó la

presión sobre el volante cuando la emoción aumento en su interior. Ellos se acercaban a sudestino, podía sentir el zumbido en su cuerpo.

-¿Soy yo, o sientes lo mismo?- Le preguntó. Camael gruñó, mirando el camino de delantede ellos.

-¿Qué?-Aaron dijo- ¿Ves algo?- El ángel permaneció en silencio, entornando los ojos comosi tratara de ver más claramente. Aaron no podía soportarlo más. La sensación que sentíaera como un tipo con una bandera naranja en la línea de meta. Estaba muy cerca ¿a qué?,no estaba muy seguro, pero su cuerpo le decía que aquí es donde se supone que estaba.

- ¿Qué ves?, ¡por el amor de Dios! -Gritó-. Camael lentamente volvió la atención hacia elmuchacho. Su mirada era de acero, frío.

-Lo siento -Aaron dijo, tratando de sofocar el sentimiento de emoción desenfrenada quecorría por su cuerpo. -Es sólo que creo que hemos encontrado a Stevie, estoy emocionado.No quise gritarte.

El ángel se volvió para mirar, el camino delante de ellos y señaló.

-En la distancia, no muy lejos de aquí, veo un pueblo.- Aaron esperó un minuto, pero

Camael no dijo nada.

-¿Eso es todo?-Preguntó con impaciencia-¿Eso es todo lo que ves, un pueblo?

Gabriel, que dormía, en un profundo sueño, roncando en el asiento trasero, empezó amoverse. En el espejo retrovisor, Aaron podía ver al labrador sentarse, lánguidamenterelamiéndose mientras inspeccionaba su entorno.

-¿Dónde está el pueblo? -El perro preguntó –Todo lo que se ve es un bosque.

Camael miraba a lo lejos. Aaron respondió-Tengo la sensación de que podría ser dondeVerchiel tenía a Stevie.

-Hay algo en esta ciudad- Camael dijo lentamente, con los ojos cerrados concentrándose,con su mano acariciando lentamente su barba plateada.-Pero no puedo discernir lo que es.

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Está confuso.

Aaron se inclinó hacia la guantera y la abrió. El ángel retrocedió, pero Aaron le rozó unpoco mientras revolvía en el compartimiento, mientras trataba de mantener los ojos en lacarretera y el coche en su carril.

-¿Cómo se llama? Tal vez pueda encontrarlo en el mapa-Dijo, cerrando la guantera yabriendo el mapa en su regazo.

-Se llama Alegría- Camael dijo.-Creo que es un pueblo antiguo, según los patroneshumanos.

-¿Está aquí?-Aaron preguntó, dividiendo su atención entre el mapa y la carretera. -Quierover cuánto más tenemos que conducir.

-Vamos a parar ahora -Gabriel dijo de pronto de la parte posterior.

-Vamos a ver qué tan lejos puedes aguantar primero-, Aaron dijo mientras miraba al perroen el espejo retrovisor. Gabriel parecía incómodo, a cuatro patas y aguijoneando alrededordel asiento.

-No creo que yo puede esperar- Dijo, con un toque de pánico en su voz. Aaron se disponíaa responder cuando el olor lleno el aire desde la parte posterior.

-Oh, Dios mío-Dijo, bajando frenéticamente la ventanilla.

-¿Qué estás haciendo?-Camael preguntó con su toque habitual de arrogancia cuando elviento de la ventana abierta azotaba su cabello. Entonces Aaron, vio como la expresión delángel pasó de molestia a un absoluto rechazo.

-¿Qué es ese olor? -Preguntó con un gruñido furioso-. Puso una mano sobre la nariz y laboca, Aaron indicó por encima del hombro hacia el único habitante del asiento trasero. Elángel se volvió hacia el perro.

-¿Qué has hecho?

Gabriel se limitó a mirar por la ventanilla trasera.

-Él tiene gases-, Aaron explicó, con su voz apagada por la mano que estaba aún en surostro.- Esto ocurre cuando come cosas que no debería.

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-Es cruel- Camael dijo, mirando al perro. -Hay que hacer algo para que nunca vuelva asuceder-. Aaron miró por el espejo retrovisor.

-¿Qué comiste en ese descanso, Gabe? -regañó, a sabiendas de que el perro había comidocualquier cosa.

Gabriel no respondió. Aaron en realidad no lo esperaba. Paró el coche al lado de lacarretera.

-¿Y ahora qué?-Camael preguntó.

-Sólo hay una manera de lidiar con este problema-Dijo mientras aparcaba el coche y sebajaba. Abrió la puerta de atrás para dejar salir a su amigo.

-Tal vez uno de estos días vas a aprender a no comer todo lo que este a la vista-. Regañó alperro. Gabriel saltó al suelo.

- No comí todo lo que tenía.

-Espera un minuto- Aaron dijo, viendo como caminaba, con el hocico firmemente plantadoen el suelo del bosque.-¿Quién todavía tenía suficiente? ¿Alguien te dio de comer?

-Tengo que hacer mi negocio- Gabriel dijo, eludiendo la pregunta de su amo ycomenzando a adentrarse en el bosque.

-¿Te falta mucho?- Aaron preguntó exasperado.-Gabriel, tenemos que seguir.

-No puedo, si me estás mirando-, oyó decir al perro antes de desaparecer en torno a ungrupo de abedules.

-¿Cuándo has llegado a ser tan malditamente remilgado?-Aaron murmuró entre dientes-Probablemente pasó cuando te traje de vuelta de la muerte.

Se dirigió a la parte delantera del coche, donde Camael estaba mirando la carretera.

-Entonces, ¿qué te parece?-El ángel preguntó.-¿Qué vamos a encontrar en Alegría?- Camael

movió lentamente la cabeza.

-Honestamente no lo sé- Aaron se cruzó de brazos y miró a la carretera.

-Por cómo me estoy sintiendo en este momento, tendría que decir que es definitivamente

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algo interesante.

-Sin duda estoy de acuerdo con eso- Camael dijo.

Inclinó la cabeza hacia atrás y aspiró el aire. Aaron le vio ponerse tenso y mirar con

cautela.-¿Qué hay de malo?

-¿No lo hueles?- Le preguntó.

Aaron olfateó el aire. No olía nada, salvo el bosque en pleno florecimiento primaveral.

-No puedo oler nada, pero el bosque...-comenzó, y entonces él cogió un soplo fugaz .Era unolor almizclado, un olor a animal, pero que él no lo reconocía.

-¿Qué es?- Camael tendió la mano, Aaron, vio como una chispa de llama, de color naranjaaparecía y se convirtió en una espada de fuego.

-Orishas- El ángel gruñó.

Aaron estaba a punto de preguntarle qué era un Orisha, cuando Gabriel ladró de miedoazotando la quietud del bosque, separados como una ráfaga de disparos.

-Gabriel - exclamó, con un arma de fuego a la que dio vida en su mano.

Aaron entró en el bosque, con su espada cortando arbustos y ramas bajas en su camino.Camael estaba a su lado cuando de pronto se detuvieron al borde de un claro.

-¿Qué demonios son esas cosas?- Aaron susurró con asombro.

Había cuatro en total, criaturas feas, de unos tres metros de altura, con la piel del color delcobre empañado. Parecían primitivos, vestidos con tiras de cuero y pieles, con el pelolargo, adornado con huesos. Uno llevaba un tocado de fantasía que parecía de pieles deanimales. Desde sus espaldas surgió uno pequeño, negro, con alas sus plumasrevoloteaban estrepitosamente, como el aleteo de persianas y cortinas. Habían lanzado una

red improvisada sobre Gabriel, y estaban tratando de someter al perro que estabaluchando.

-Son Orishas-. Camael respondió. -Los intentos fallidos de mis hermanos caídos para crearvida.

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-No con mucho éxito, ¿puedo sugerir?

-Miserables fracasos que deberían haber sido erradicados hace mucho tiempo si no fuerapor Los Poderosos. Utilizan a los Orishas como esclavos, como cazadores rastreadores.

-Así que no son tan peligrosos, ¿no?-Aaron preguntó mientras miraba a los Orishasobligados a retroceder por Gabriel que los atacaba salvajemente.

-Al contrario -Camael dijo -Ellos han demostrado ser muy feroces en la batalla.

La cabeza encerrada de Gabriel emergió de debajo de la red, intentó morder a susagresores

-¡Aaron, un poco de ayuda!- Le gritó, mirando a su amigo.

Los Orishas se volvieron y comenzaron a acechar a Aaron y a Camael, gruñendoamenazantemente. Tres tenían vulgares lanzas, uno, él del tocado , sacó una daga de unafunda en su pierna huesuda. Aaron se puso tenso, con su arma en llamas ante él.

-¿Qué hacemos?-Le preguntó al calmado ángel que estaba de pie junto a él.

-Los Poderosos probablemente han puesto precio a nuestras cabezas-. Camael dijo connaturalidad como si hablara del tiempo -Los Orishas tratarán de capturarnos, y si esto nofuera posible, seguramente tratarán de matarnos.

Los seres primitivos estaban más cerca, Aaron les oía gruñir, con un sonido agudo, comoun ventilador que necesita reparación, sólo que mucho más horrible.

-¿Qué hacemos?-Repitió frenéticamente.

-Creo que es obvio, muchacho-. Le dijo el ángel con las alas enormes, en su espalda, decolor blanco lánguidamente desplegadas - Matarlos nosotros.

-Algo me decía que ibas a decir eso -Aaron dijo, al igual que los Orishas, gritó un grito deguerra y se lanzaron a su presa.

El poder que residía dentro de Aaron quería salir de la peor manera. Podía sentirlorecorriéndole por dentro, como un tigre aburrido en su jaula en el zoológico.

Todo había empezado cuando Camael mencionó por primera vez a los Orishas. Al igual

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que Gabriel pidiendo si podía salir, hasta que el poder de los Nefilim lo había alentado alevantarse, empujando las restricciones que había impuesto sobre el.

Los Orishas estaban cogiendo vuelo, sus pequeñas alas de ébano aleteaban con eldesenfoque de la velocidad, el poder angelical luchaba más por ser libre, pero Aaron no se

lo permitió. De hecho, sólo la idea de someterse a la transformación, como lo había hechoaquella noche horrible en Lynn, le hizo temblar de miedo.

-Tienes suerte de estar usando una de estas malditas espadas -murmuró para sí, mientraslevantaba su arma en llamas y aplastaba al primero de sus atacantes desde el aire.

La criatura gritó de agonía, se desplomó al suelo, con una de sus alas en llamas. Se revolcópor la tierra, frotándose sus plumas ardientes. Aaron volvió su atención a Camael.

Otro Orisha se movía con una rapidez deslumbrante hacia el ángel con su lanza dirigida ala cara. En el último segundo, la criatura cambió repentinamente de dirección y se dirigióhacia el pecho de Camael. Con un gran dolor, el ángel levantó su espada y rebanó a lacriatura, guerrera en dos.

-Aaron, ¡cuidado! -Gabriel grito detrás de él. Aaron se giró rápidamente, justo a tiempopara bloquear el ataque de otra de las horribles bestias. Era el del tocado elaborado.

-Van a caer ante nuestra fuerza-. Gritó el jefe en su lengua salvaje. –Lo presagié.

Aaron blandió su poderosa espada, el Orisha se echó hacia atrás, cuando la hoja de fuegocasi le cortó la cabeza era demasiado grande para su cuerpo. El poder interior de Aaron,

ahora era salvaje, esforzándose por liberarse. De nuevo el jefe, se lanzó al ataque, esta vezel cuchillo dio en el blanco, hundiéndose en la carne blanda del hombro de Aaron. Lanzóun grito de dolor cuando la criatura salió fuera de su alcance.

-Aaron, ¿estás bien?

-Estoy bien, Gabriel -Dijo mientras observaba al perro tratando de enfrentarse a los ataquesdel Orisha que se había apagado el ala, rodando por suelo del bosque.

-Sólo presta atención. Estas cosas son peligrosas.

La herida le dolía, una extraña sensación de ardor comenzó a extenderse por el brazo, asíera difícil sujetar el arma. ¿Veneno?, se preguntó. Se volvió hacia Camael justo a tiempopara ver al ángel guerrero caer de rodillas.

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-¿Alguna vez te mencione que los Orishas mojaban sus hojas en un narcótico queinmoviliza a sus presas?-Camael preguntó con un discurso un poco confuso.

-No me digas-, Aaron respondió con sarcasmo, cuando la espada cayó de su manoadormecida, se convirtió en nada antes de poder golpear el suelo del bosque.

Ya no se preocuparon por ellos, ahora que la droga estaba corriendo por sus venas, losOrishas supervivientes, volvieron su atención a Gabriel. Aaron vio impotente cómo suamigo perdía el control sobre la criatura con el ala quemada y corría a unirse a suscompañeros.

-¡Sal de ahí, Gabriel!

El jefe había recuperado la red, los tres guerreros avanzaban lentamente sobre el perro quegruñía.

-Tú debes saber, por lo menos, que no te abandonaré-. El labrador gruño, de pie en sustrece.

-La lealtad es un error -Camael dijo, mientras se balanceaba sobre sus rodillas y caía a unlado-, teniendo en cuenta el veneno de los Orishas.

Los Orishas se lanzaron a Gabriel. Dos agarraron al perro, gruñó mientras el jefe tiraba lared por encima de su cabeza. Rápidamente atraparon al Labrador.

-Vamos a comer mucho esta noche, mis hermanos -El jefe dijo con emoción cuando se

inclinó para oler al animal que seguía gruñendo- Una comida acorde con los guerreros queestán a punto de recibir su libertad y el paso seguro al paraíso.

Los Orishas empezaron a animarse, con sus armas cargadas de veneno elevadas al cielo enun baile de victoria.

-¿Ellos van a comerse Gabriel?-Aaron preguntó con horror. Todo su cuerpo se habíaentumecido, cayó al suelo cerca de Camael.

-Primero se ocuparan del perro -Logró decir el ángel- Y luego nos llevarán a Verchiel con

las primeras luces del alba.

-¿Qué vamos a hacer?-Aaron preguntó mientras mantenía sus ojos en los jubilosos Orishas,que parecían estar haciendo totalmente un esfuerzo por atormentar al pobre Gabriel.

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-Depende de ti- Camael respondió con calma.

-¿Qué demonios se supone que significa?-Aaron gritó enojado.

-Tú tienes el poder. Todo lo que necesitas hacer es usarlo.

Como si lo tuviera, Aaron sintió la presencia hormigueando en él de nuevo.

-No sé a qué te refieres-. Le mintió, utilizando todas sus fuerzas para mantenerlo a raya.

-No juegues conmigo, Aaron -El ángel replicó. -Puedo sentir cómo luchas. Déjalo libre.

-No... no puedo hacer eso-, Aaron respondió, congelado por el miedo.-No sé si lo puedocontrolar.

-Pensé que estabas más allá de eso.-El ángel dijo exasperado -El poder es parte de ti, es loque eres ahora.

En el fondo, Aaron sabía que el ángel estaba en lo cierto pero no por ello era menosaterrador. La fuerza era salvaje, con un gran potencial de destrucción. Recordó cómo sehabía sentido la noche en que Verchiel mató a sus padres de acogida. Tal fuerza, tal poder,había sido emocionante, al principio. ¿Soy lo suficientemente fuerte?, se preguntó. ¿O mevoy a volver loco como lo ha hecho con otros antes que yo?

-No... no puedo -Balbuceó. Cada vez le era más difícil hablar.

-Tú puedes- Dijo Camael.-Si tú no puedes, Gabriel morirá y nosotros seremos entregados aVerchiel.

Aaron se quedó en silencio. Vio cómo el jefe de los Orishas se alejó del claro y retiró dosconjuntos de esposas de un maletín escondido en la espesa maleza.

-Cuando el veneno de los Orishas desaparezca, no irás a ningún sitio - La fea criatura riómientras se movía hacia Aaron.

-¡Haz algo! -Camael bramó.

Por un momento, Aaron pensó dejar que el poder se liberara, estaba sintiendo la oleadaeléctrica de su rumbo, el verdadero carácter sobrenatural a través de su cuerpo. Recordó eldolor insoportable cuando las alas se desplegaron atravesándole la espalda, extendiéndoseen pleno y glorioso. Hizo una mueca, recordando la sensación fuerte, ardiendo cuando

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antiguos símbolos angelicales aparecieron en su piel, señalando su transformación en algomás que un humano.

Él pensó en ello, pero no hizo nada, el Orisha apretó las esposas, fríamente, alrededor desus muñecas. Camael suspiró. Él había tenido tantas esperanzas en el chico, pero ahora

estaba empezando a tener dudas.-Y ahora tú, gran ángel- El jefe Orisha dijo feliz mientras se dirigía hacia Camael con elsegundo juego de esposas.

-Y ahora yo -Camael gruñó ,y comenzó a levantarse, en un salto.

-¡Más veneno! ¡Más veneno!-El líder gritó con pánico, cogiendo su cuchillo de la funda desu pierna. Los otros dos guerreros realizaron una búsqueda frenética de sus armas. Camaelestaba bastante aburrido y molesto. El ángel sabía que Aaron había estado resistiéndose,temeroso de su naturaleza de reciente creación, y había visto esto como la oportunidadperfecta para que el chico domesticara el poder, para luchar bajo su control. Pero mientrasmiraba al joven, tendido en el suelo, después de haber sucumbido a los efectos del venenode los Orishas se dio cuenta de lo equivocado que estaba. No estaba preparado enabsoluto, Camael comenzó a temer por el cumplimiento de la profecía angelical.

El viejo chaman se agitaba en el aire ante Camael, murmurando, con los brazos abiertos. Elsuelo bajo los pies del ángel comenzó a temblar, se sintió empujando la tierra tanrepentinamente como si fuera líquido. Los otros dos Orishas, sujetaban sus armasparalizantes con veneno. Esto no va ser todo, pensó el ángel con fuego encendido en sumano. Camael saco la espada de fuego, haciendo retroceder a los guerreros con un gran

movimiento de sus poderosas alas, se levantó del suelo levemente.

Con un aullido de furia, el jefe se lanzó hacia Camael, moviéndose a una velocidadsobrenatural. Camael era más rápido, blandió su espada de fuego y cortó al líder en dos.

-Su sueño era precisamente esto -Dijo mientras el cuerpo caía en dos partes, en llamas.-Un sueño.

Sin su líder, el Orisha con las alas quemadas pareció perder su impulso a la lucha. La bestiarevoloteando, arrojó su lanza, y echó a correr. Camael tiro la lanza lejos, luego clavó la

espada al primitivo que estaba huyendo. Una lengua de fuego serpenteaba desde el finalde la hoja encendida, en un instante el guerrero Orisha se vio envuelto en fuego celestial.La criatura chilló, palabras de una oración a un ángel caído muerto hace mucho tiempoque fue su creador, fue incinerado.

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Hay uno más, Camael pensó mientras se posaba en la tierra, las alas plegables sobre suespalda. Espada lista, sus ojos de pájaro escaneando los árboles y la maleza en busca designos del viejo Orisha, pero no encontraba a la criatura en ninguna parte.

Aaron gimió por la fiebre inducida por el veneno, Camael dirigió su atención al Nefilim.

Su espada se disipó a medida que avanzaba hacia el joven. Se arrodilló junto a él. Tocó elmecanismo de bloqueo de las esposas de Aaron y vio como las esposas cayeron al suelo.

-Levántate, muchacho-. Dijo con severidad-. Aaron abrió los ojos.

-¿Camael? -susurró-.¿Cómo...?

-Yo he eliminado el veneno de mi sistema-Dijo, agarrando al chico por la pechera de lacamisa y poniéndolo de pie.

-Es algo que podrías haber hecho, si te hubieras molestado.

Se tambaleaba como un borracho. -¿Por qué... ¿Por qué esperaste tanto tiempo?- Camael seacercó a Gabriel que seguía atrapado bajo la red.

-Yo estaba esperando para actuar- El ángel le contestó mientras quitaba la red al perro.Gabriel se levantó y se sacudió de la red.

-Gracias, Camael.

Olió uno de los cadáveres que aún ardía de los guerreros Orisha.

-¿Así que esto... Esto era algún tipo de prueba?-Aaron preguntó, tropezando hacia elloscon las piernas que todavía se encontraban entumecidas por la toxina. Gabriel acarició lamano de su amigo.

-¿Estás bien? Yo estaba muy preocupado por ti.- Aaron ausente acarició la cabeza del perromientras esperaba la respuesta de Camael.

-Uno se maneja muy valientemente contra Los Poderosos, pero ahora viene la parte difícil-Él ángel dijo .-Quería ver lo que eras capaz de hacer.

-No te preocupes por mí. Voy a estar listo para hacer frente a Verchiel cuando llegue elmomento-. Camael frunció el ceño señalando los cuerpos de los Orisha tirados comobasura en el suelo.

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-Estos no son más que las plagas en el gran esquema de cosas, los insectos molestos quedeberían haber sido eliminados con un manotazo, con facilidad.

-Sigo siendo nuevo en esto- Aaron se defendió.-Tengo dificultades para matar. Hay muchoque necesito aprender antes de...

-No tengo tiempo- Camael interrumpió -Verchiel es como un animal herido, va a ponertodo su poder en marcha para derrotarnos.

-¿Qué es esto?-El ángel escuchó a Gabriel murmurar. Echó un vistazo para ver al Labradorolfateando un pegote de tierra, con la nariz rosa presionando al suelo, tenía la frentepeluda arrugada con la concentración.

-Estaré listo- Aaron dijo con valentía, distrayendo a Camael de la curiosidad del perro-Note preocupes por mí.

-Espero que tengas razón, Aaron Corbet,- Camael dijo con precaución.-Porque hay muchomás en juego que sólo tu vida.

Estaba a punto de sugerir que continuaran el viaje cuando el chaman Orisha saltó en frentedel perro, con los ojos desorbitados por la locura, y afilados dientes al descubierto en unamueca de salvajismo.

-¡No me va a impedir ir a el Lugar Seguro!- El chaman gritó cuando se abalanzó sobre elanimal asustado, apoderándose del costado de Gabriel, lo mordió en el muslo. El perroaulló de dolor, despedazó a la criatura, cuando se escurrió fuera de la protección del

bosque, limpiándose la sangre del perro de su boca.

Camael y Aaron corrieron al lado de su compañero lesionado.

-Me mordió, Aaron- Gabriel se quejó patéticamente -Esto no es muy agradable. No pude nisiquiera morderlo primero.

-Tienes una mordedura bastante profunda- Aaron dijo mientras examinaba las heridascerca de la cadera del perro.-¿Qué vamos a hacer?-Aaron preguntó, mirando a Camaelpara que le ayudara.

-Esa es una excelente pregunta- El ángel le contestó, cruzándose los brazos sobre el ampliopecho-¿Qué vas a hacer?

-No sé lo que voy hacer- Aaron dijo, cuando ponía la mano en la pierna del perro que

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estaba sangrando.

-Tal vez no tienes la fuerza suficiente -Camael respondió con tono condescendiente, Aaronquiso decirle que le dieran por su culo angelical.

Él todavía estaba enojado con el ángel por haber puesto en peligro sus vidas sólo paraponerlo a prueba, aunque parte de él entendía por qué Camael lo había hecho. Si él fuerade hecho del que la profecía hablaba, y ellos estaban bastante seguros que él lo era,entonces él tenía la responsabilidad principal de ayudar a los ángeles caídos que vivensobre el planeta.

-Sí-agregó Gabriel, interrumpiendo sus pensamientos -Esfuérzate más.

-Ya basta - Aaron dijo, presionando sus manos contra la mordedura. Si tan sólo pudierarecordar lo que hice aquella mañana terrible en Lynn cuando Gabriel había sido golpeadopor el coche. Después de todo, si pudo traerlo de vuelta cuando estaba al borde de lamuerte entonces, sin duda podía curar una simple mordedura.

-Me duele, Aaron.

-Lo sé, amigo. Voy a solucionarlo, tan pronto como...-Camael se inclinó más cerca.

-Deja ir tu humanidad y abraza lo angelical -él dijo –No debes tener miedo de ti mismo.

Aaron se acordó de unas palabras similares que le decía Zeke ese fatídico sábado ¿quehabía sido en realidad sólo hace dos semanas? Tantas cosas habían cambiado en tan poco

tiempo. Cerró los ojos y quiso que el poder emergiera.

Podía sentirlo ahí, en algún lugar oscuro detrás de sus ojos. Le hizo señas, pero ignoró sullamada, tal vez perturbado con él por no permitir que se manifieste durante la batalla conlos Orishas. Se concentró aún más, su cuerpo temblaba con el esfuerzo.

-Eso es todo, toma las riendas -Oyó decir a Camael tranquilamente a su lado-Toma elcontrol, adáptalo a tu gusto.

Aaron le ordenó al poder emerger, lentamente volvió su atención a él. Empujó de nuevo

con su mente, de repente, con la velocidad del pensamiento, se movió, cambiando suforma de mamíferos, insectos, reptiles, todas las formas de vida, la casa de fieras de Dios.La fuerza surgió a través de él, y Aaron quedó sin aliento con las acometidas del mismo.Sus ojos se abrieron de golpe miró hacia el cielo del atardecer, en las nubes, en el universomás allá de la vista.

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-Está aquí-. Susurró, sintiendo el latido del cuerpo con el antiguo poder.

-Excelente- Camael le dijo al oído -Ahora a luchar, toma el control debes mostrarle que eresel que manda.

Aaron lo hizo como le dijo. Combatiendo con el poder, tratando de aplastarlo con la fuerzade su poder, pero Aaron aclamaba a él, acorralándolo, moviendo sus fuerzas cuando eranecesario. Sintió que el poder lo inundaba alimentándolo en su parte superior, moviéndosea lo largo de sus brazos y sus manos.

-Yo ... siento que te está sucediendo algo, Aaron- Gabriel dijo , con miedo en su voz ronca.

-Estoy bien- Aaron le tranquilizó al sentir el flujo de energía en bruto en la punta de susdedos sobre la pierna lesionada del perro. Él quiso el poder para curar a su mejor amigo,se quedó mirando la herida abierta, esperando de que se cerrara, pero no pasó nada. Unavez más, él lo quiso, el poder bailó alrededor de la lesión, pero no hizo nada. Aaron seapartó, cansado, con las manos hormigueándole dolorosamente.

-No lo entiendo- Dijo en un susurro sin aliento. Levantó la vista hacia Camael que estabapor encima de él. -Hice lo que me dijiste tomé el control y le ordené que sanara la heridade Gabriel, pero no paso nada.

Camael miró pensativo al labrador, ausente ,tocando con sus dedos su barba de chivo.

-Interesante- Observó. -Tal vez el animal se ha vuelto más complejo de lo que incluso tú

entiendes.

Aaron sacudió la cabeza confundido.

-No lo sé...

-Cuando sanaste al animal ...

-Este animal tiene un nombre - Gabriel interrumpió con fastidio.

-Tranquilo- Aaron dijo, acariciando la cabeza del perro, consolándolo.

-Como iba diciendo- Camael dijo, mirando al perro, -cuando curaste el animal, el poder seejerció en la carne viva, en su más forma más pura,men su estado más potente. Mandaste asanar a Gabriel, y también alteraste algo más.

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-No me siento alterado-El perro dijo -Mi pierna todavía me duele.

-¿Estás diciendo que Gabriel ahora es una forma de vida demasiado complicada como paraque no pueda curarlo?- El ángel asintió con la cabeza.- Pero, ¿cómo podría producirse así?-

Aaron preguntó mientras acariciaba suavemente el costado de su perro.-No- Camael corrigió -Tú acabas de dar la orden, y la presencia dentro de ti lo tomó deallí.- Si no hubieras tenido miedo del poder que vivía dentro de él antes, sería sin dudaahora, pero eso no cambia el hecho de que Gabriel todavía estaba dolido.

-Gabriel necesita atención médica- Aaron dijo, mirando a su mejor amigo-Él puede ser unaforma de vida compleja, pero todavía tiene que tener la mordedura limpia.

-Entonces te sugiero que continuamos con nuestro viaje- El ángel dijo - es de esperar queseremos capaces de encontrar ayuda médica para él en el pueblo.

-Suena bien - Aaron dijo después de reflexionar un momento.

Extendió la mano y se echó al canino de treinta y cinco kilos por encima del hombro.

-No te preocupes-Dijo con sarcasmo al ángel, gruñendo con el esfuerzo -Lo tengo.

-Sí, lo sé- Camael dijo mientras caminaba por el bosque hacia el coche.

-Mis errores de mierda- Aaron masculló, tras el ángel, con cuidado de no tropezar con su

carga.

-Así es como somos- Gabriel dijo tomando el asunto con total naturalidad.

-¿Qué somos?

-Ángeles.

-¿Qué, eres un experto en ángeles ahora?

-Bueno, yo soy un ser complejo -El perro respondió con altivez.

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Yo soy el chamán. Ellos deberían haberme escuchado. Shokad de los Orishas pensó,mientras febrilmente ejercía su magia abriendo un túnel en lo más profundo de la tierra.Nunca deberíamos haber intentado capturar al Nefilim. Los huesos y las piedras le habíandicho lo mismo. Pero, ¿escucharon? No. Ellos dejaron que su miedo los asesorara. El jefeprometió la victoria y ellos le creyeron. Si me hubieran escuchado... Pensó amargamente.

Tenía la garganta tan seca como el polvo de los hechizos, Shokad dejó de hablar, y la tierrase cerró a su alrededor.

Él se acercó a la pared del túnel, en busca de signos de vida. Con cuidado de no romperla,cogió una lombriz de tierra, estaba sucia, la metió en la boca. Mordió con fuerza, el jugo delmusculoso cuerpo llenó su boca. Comió hasta hartarse, luego, se puso en cuclillas en eltúnel para descansar.

¿A dónde iré ahora? Él reflexionó sobre ello. El chamán cerró los ojos, su mente se llenó deinmediato de imágenes felices de cómo podía ser el Safe Place. Vio a su pueblo,Deheboryn, el que habían abandonado hacía mucho tiempo. Vivía en armonía con lanaturaleza, no temía la ira de Los Poderosos.

-Ellos no han muerto-. Murmuró, completamente cautivado con la visión.

Tenían que lograr evadir la ira de Verchiel y de sus soldados, para encontrar el paraíso.

Shokad se persignó varias veces, envuelto en la gloria de la visión de su pueblo, en losconfines del Safe Place. Se llenó de alegría, con un nuevo propósito.

El chamán abrió los ojos a la oscuridad del túnel, se puso de pie. Podía sentir como lellamaban. Oyó que le susurraban al oído, llevándolo a su lugar secreto. El Safe Place estaba

llamándolo, todo lo que necesita hacer era seguir.

Se puso enfrente a la pared sólida de tierra delante de él, recitó las antiguas palabrasenseñadas por sus creadores angelicales.

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Con estas palabras, podría comunicarse con los elementos, lo que hace que se doblegaran asus peticiones. Shokad le pidió a la pared de tierra que le permitiese el paso, lo hizo comose le había pedido. Fluyó alrededor de él. Se acercó al paraíso prometido. Las alas en laespalda batieron con entusiasmo, siguió el camino a través de la tierra. El Safe Place lesusurraba al oído, mucho más cerca y más cerca todavía.

Una vez más lo vio en su mente, la tribu lo había dejado hace mucho tiempo. Soy feliz,pensó.

Si Mufgar hubiera tenido el valor de abandonar las viejas costumbres, él, Zawar ,Tehom ytodos podrían haber experimentado esta alegría.

Se veía El Safe Place, están tan cerca de hacer realidad su sueño que aumento su velocidad.

Shokad pronunció las palabras del hechizo, más rápido, la tierra delante de él sedesvaneció como el agua. En parte corriendo, en parte volando, iba hacia el Paraíso, lasimágenes de los que habían llegado antes que él pasaron por su mente. Suria, Tutrechial,Adririon, Tandal, Savlial. Todos estaban allí. Creía que algunos habían sido asesinados alservicio de Los Poderosos. Era curioso; no tenía ganas de discutir en el Paraíso.

-Oh, Shokad, ya casi has llegado.

El Orisha comenzó a reír, en el túnel, hacia la superficie. La tierra se mezclaba con la roca,por lo que era más difícil seguir adelante, eso no lo detuvo.

-Tan cerca, Shokad. Muy, muy cerca.

El chamán se abrió paso hasta la superficie. Tenía las manos agrietadas y sangrando, elaire era frió y húmedo. Entonces se preguntó dónde estaba el cálido sol.

Shokad salió del agujero de la tierra, miró la extraña luz verdosa. Estaba en una vastacaverna, bajo tierra. En algún lugar, a lo lejos, más allá de la pared de roca, podía escucharun torrente de agua.

-Estoy aquí -Dijo en voz alta, esperando que su gente se presentara para darle labienvenida. No lo hicieron, pero algo se movió entre las rocas, en el extremo opuesto de la

cueva.

-Hola- Shokad dijo hacia el ruido. Era un sonido extraño, como algo grande, pesadoarrastrándose a través de las rocas.

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-Soy Shokad.

Tal vez tienen miedo, pensó mientras caminaba por el suelo de la caverna.

-No os voy a hacer ningún daño - Dijo en voz alta -Yo también he venido buscando el

Paraíso.A medida que se acercaba, él apenas podía distinguir las rocas. Había sacos, en forma dehuevo, que colgaban sobre una gran masa, más negra que las sombras más profundas de lacueva. Se retorcía y se movía, estaba vivo.

-¿Qué eres? -Shokad susurró, con cautela- ¿Dónde están los míos?

Él se puso de puntillas para mirar el interior de los sacos, y sus preguntas fueroncontestadas.

El chamán Orisha tuvo ganas de gritar, de pedir al poder divino que le había traído aquí,por qué le había mostrado este horror, pero no tuvo oportunidad. Algo se deslizó a granvelocidad, desde las sombras, detrás de él, agarrando su brazo.

Shokad tenía ganas de gritar, porque ni él ni su gente habían encontrado el Paraíso.

Así que esto es Alegría, Aaron pensó mientras se dirigía al centro de la ciudad. Esperabamás, se parecía a las demás ciudades pequeñas que había visto las últimas dos semanas.Las tiendas eran anticuadas, sus escaparates estaban llenos de recuerdos polvorientos.Había un parque de hierba común con un quiosco blanco de música, extravagante, en elcentro. Era una hermosa tarde soleada, las personas paseaban por la calle, entrando ysaliendo de las tiendas mientras que los niños jugaban a la pelota en el parque.

-¿Cómo estás, Gabe? -Aaron preguntó al perro tumbado tranquilamente en el asientotrasero.

-Estoy bien-, Gabriel respondió. Aaron se dio cuenta que el perro no se sentía tan bien.

La mordedura del Orisha era mala, parecía que estaba infectada. Necesitaban encontrar unveterinario pronto.

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-Aguanta, amigo -Aaron dijo, acercándose al centro de la ciudad.

-¿Ves alguna clínica veterinaria? – Preguntó al ángel sentado en el asiento del copiloto.

Camael permaneció en silencio, mirando por la ventanilla, furioso, y eso que todo el viaje

había estado como ausente.-¿Hola? ¿Cuál es problema? ¿Ves algo?-Aaron preguntó.

El ángel lo miró enfadado.

-No es nada -Dijo, pero Aaron sabía que algo estaba poniendo sus plumas de punta.Perdón por el juego de palabras.

-Bueno, voy a preguntar, a uno de los del pueblo -Aaron dijo mientras aparcaba delante deuna pequeña tienda de ferretería.

Un hombre mayor que llevaba una gorra sucia de los Red Sox, camisa a cuadros y unmono, salió de la tienda con una bolsa, guardando su cambio dentro de un monedero degoma.

Aaron se inclinó hacia Camael, bajó la ventanilla del pasajero, y gritó: -¡Perdón!

El hombre, con el rostro bronceado, arrugado por la edad, se metió el monedero en elbolsillo trasero de su mono, se inclinó ligeramente para mirar por la ventilla. Echó unvistazo rápido.

-Hola -Aaron dijo con su voz más amistosa. Incluso saludó- ¿Nos podría ayudar?

El hombre no dijo nada, sin dejar de mirarlos con cautela. Aaron había oído que la gente enMaine desconfiaba de los extraños, esto realmente llevaba las cosas un poco lejos.

Camael mientras tanto se mantuvo completamente inmóvil, y Aaron se preguntó si ibahacerse invisible de nuevo.

Aaron había descubierto que lo hacía de vez en cuando, cuando no tenía ganas de tratar

con los humanos. La última vez fue hace dos días, cuando se habían detenido para pasearal perro y fueron abordados por cuatro personas de edad avanzada.

Unas hermanas, que querían saber todo sobre lo perros labradores retrievers, comoGabriel. Después, Aaron le dijo a Camael lo grosero que había sido, el ángel respondió

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diciéndole que el también lo podía hacer. Pero Aaron ,no podía hacerlo por sí mismo.

-Mi perro fue mordido por algo en el bosque, tengo que llevarlo a un veterinario.

El anciano miró al perro, con la mirada puesta en la mordedura.

-¿Qué fue? -preguntó con voz ronca, hablaba con el acento inconfundible de Maine.

-Mapache - Aaron dijo rápidamente -Por supuesto espero que no tuviera la rabia.

-Nunca había visto una mordedura de mapache como esa -El viejo gruñó, examinando laherida a través de la ventanilla.

-Bueno, sólo lo vimos desde atrás, cuando escapaba. Supongo que podría haber sido otracosa.

El viejo miró a Aaron, ajustando el borde de su gorra de los Red Sox.

-No fue un mapache, tuvo que ser otra cosa.

Aaron sonreía forzadamente, sintiendo que iba a perder la paciencia.

-Sí, supongo que tienes razón- Hizo una pausa y contó hasta diez. -Me preguntaba ¿si hayun veterinario por aquí?

El hombre parecía pensarlo durante un minuto o dos, luego asintió lentamente con la

cabeza.

-Sí, la hay

Él se quedó en silencio, sin dejar de mirar.

Sintió que le hervía la sangre, Aaron se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de queCamael convocara una espada y enviara al infierno al molesto viejo.

-¿Crees que podrías decirme cómo llegar? -preguntó. Su rostro empezaba a dolerle de

mantener la sonrisa.

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-Está bien, Aaron -Murmuró para sí, mientras caminaba hacia la puerta principal. Había unletrero de metal con el nombre ―Kevin Wessell, DVM‖.

-Preocúpate por Gabriel, voy a estar, fuera vigilando.

Aaron luchó para cambiar su carga para poder agarrar el pomo de la puerta y girarlo.

-Gracias por la ayuda, Camael -Dijo con ironía.-¡Eres un Ángel muy considerado!

-Camael se ha ido -Gabriel informó.

-Ya sé que se ha ido – Aaron gruño. Giró el pomo, empujó la puerta con el pie.

-Entonces, ¿por qué sigues hablando con él?

-No lo sé, Gabe- Aaron gruñó mientras entraba en el pequeño vestíbulo. -Estos días hagomuchas locuras.

El lugar era viejo, no era la clínica donde había trabajado en Lynn. La sala tenia las paredescubiertas con paneles de madera oscura, había fotos enmarcadas, de perros de cazacolgadas en las paredes. Los asientos eran de plástico, estaban colocados contra la pared,una mesa de centro vieja, cubierta de revistas y libros para niños. La recepción estabaenfrente.

El vestíbulo estaba desierto, Aaron podía oír sonidos de papeleo y un suspiro de

exasperación procedentes de detrás del escritorio. Se acercó y vio a una chica rodeada demontones de papel y carpetas médicas. Su pelo era un de un inusual rojo oscuro, lollevaba recogido en una apretada coleta.

Era evidente que ella no lo había oído entrar, por lo que se aclaró la garganta, observócómo ella se sorprendió por su repentina aparición.

-Me has asustado-Dijo con una risa nerviosa. Se apartó un mechón de pelo de la frente.

-Lo siento -Aaron dijo con un gruñido, tratando de sostener a Gabriel en sus brazos.

-¿Crees que podríamos ver al veterinario? - Preguntó.

-Claro-. Ella respondió, moviendo un montón de carpetas que se tambaleabapeligrosamente –Sólo dame un segundo aquí y veremos qué podemos hacer.

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-Hola, Gabriel -Katie dijo mientras se ponía un par de guantes de látex -Vamos a echar unvistazo y ver lo que podemos hacer por ti.

Ella examinó la herida en la pata, tocando suavemente la lesión.

-¿Qué has dicho que fue? -Le preguntó.-Creo que fue un mapache -Respondió, sin convicción, Aaron.

-¿Un mapache?-. Preguntó, mirando más detenidamente la herida. -Si esto es unamordedura de mapache, soy una recepcionista adolescente.Camael podía sentir la brisa, una de las muchas cosas extrañas que podía sentir desde quefinalmente llegó a Alegría.

Caminó lentamente por Portland street, a la derecha había un tramo de camino de tierra.Algo en la atmósfera le dijo que pertenecía aquí, que era bienvenido. Había algo más, algoque no podía identificar. Era una sensación extraña, sentía que había algo oculto. Tenía unasensación agradable.

El ángel amplio sus percepciones cuando volvió a Onto Acadia Street. Estaba tan silenciosocomo la muerte, no había nadie a la vista. Solo se oía la suave y cálida brisa y el oleaje a lolejos, en la distancia. Había oficinas a ambos lados de la corta calle: Agentes de BienesRaíces de Johnson, McNulty Contables, Dr. Charles Speegal, oculista, y el edificio másgrande que pertenecía a la Funeraria Carroll, ocupaba casi todo un lado de la calle.

Todo en esta ciudad, parecía normal. Eso lo desarmó, pensó en que esas sensaciones no las

había experimentado en miles de años. Aquí había una sensación injustificada. El ángel sepreguntó si él y Aaron habían encontrado el refugio de La Aguilera.

Él cruzó la calle en dirección al edificio blanco, de dos pisos de la Funeraria Carroll, miró asu alrededor detenidamente. ¿Dónde estaban los otros?

Otra vez volvió esa sensación que no pude identificar, como cuando una gran ballenarompe la superficie para tomar aire antes de sumergirse nuevamente en las profundidadesoscuras y turbias.

Esta vez fue algo que le resultaba familiar; el olor de una presencia etérea, intentandoocultarse para no ser descubierta. Ahora que tenía el olor, tenía que tener cuidado de noperder el rastro. Era antiguo, muy, muy antiguo, era una bocanada de caos que no se habíarespirado desde los días de la creación.

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Camael oyó el ruido de una puerta abriéndose, se volvió hacia la funeraria. Era invisible.Un anciano, vestido con un traje oscuro y corbata, estaba de pie en el escalón más alto,mirándole.

Camael estaba perplejo, era como si él fuera capaz de verlo, pero claro, eso era imposible.

Los sentimientos de tranquilidad se triplicaron, bombardeando a Camael, se sintió sereno,aferrando a la esencia antigua. No importaba que tratara de esconderse debajo de laserenidad que irradia la ciudad, sabía que en el centro de Alegría había caos.

El hombre continuó mirándolo con sus ojos negros y profundos. Camael se dio cuenta queel hombre del traje, podía verlo. ¿Cómo es esto posible?, Camael se preguntó.

La cabeza del anciano hizo un movimiento extraño, sonriendo. Luego parpadeólentamente, Camael se dio cuenta que sus ojos estaban cubiertos por unas membranasblancas. Eso no lo había visto antes en ningún humano. Al darse cuenta que podría estar enpeligro, Camael estuvo a punto de convocar un arma de fuego. El anciano se inclinó haciadelante, sus huesos crujieron dolorosamente, tosió. Pequeños proyectiles, del tamaño deuna cereza, fueron expulsados de la boca, cayeron sobre la cara y el cuello de Camael.

El ángel se enfado limpiándose.

-Veneno -Refunfuñó. Lloró con uno de los proyectiles.

Era la segunda vez, ese día, que una forma primitiva había intentado envenenarlo.

Camael cerró los ojos, sintiendo el veneno en su cuerpo. Sorprendentemente, lo hizo bien,

se dio cuenta que no tenía fuerzas para abrir los ojos. El mundo parecía desvanecerse bajosus pies.

Cayó al suelo.

Casi inconsciente, oyó el sonido de los pasos del anciano, arrastrando los pies cuandobajaba las escaleras. Se quedó inconsciente, consolándose con la serenidad de la ciudad.

-Menos que lo trajiste- Ella dijo, sacando a Aaron de sus pensamientos.-Podía habermuerto.

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Aaron acarició al perro mientras observaba a la Dra. McGovern raspar la piel de la pata delperro, luego, roció la herida con una solución salina . Ella la secó con un bastoncillo dealgodón. Se inclinó para examinarlo más de cerca.

-La boca tiene microbios, se asume que todas las mordeduras están infectadas -Ella dijo,

rociando más líquido en la herida. -Está demasiado grave como para ser una mordedurade mapache -Ella levantó la vista para mirar a Aaron.

-Te dije que pensaba que era un mapache -Respondió, nervioso. De ninguna manera iba aexplicarle, que Gabriel había sido mordido por una criatura temible, creada por ángelescaídos.

-No conseguí verlo bien tal vez fue otro tipo de animal.

-Fue un Orisha, Aaron -Gabriel dijo quejándose.

-Lo sé, lo sé -Aaron dijo tranquilizándole.

-Es bastante inquieto-La veterinaria dijo arrojando los bastoncillos de algodón, usados, enun contenedor, después le tocó cariñosamente, la cabeza a Gabriel.

-No lo sabes bien- Aaron respondió con una sonrisa pícara -¿Crees que necesitara unavacuna para la rabia?

-Un tiro – Gabriel gruñó, levantando la cabeza de la camilla.

-¿Cuando lo vacunaste por última vez? -La Dra. McGovern pregunto.

-Ya me ha pinchado -El labrador se quejó

-Hace unos seis meses -Aaron dijo, sin hacer caso a su mejor amigo.

-Es mejor prevenir que curar -Ella dijo cogiendo una jeringuilla de un cajón y un vial, deun refrigerador pequeño debajo del mostrador.

-Es mejor lamentarse que un pinchazo-, Gabriel gruñó.

-No parece demasiado feliz -La veterinaria dijo llenando la jeringuilla.

-No, pero él no tiene elección. Él tiene que dejar ponerse la vacuna para que no se pongaenfermo. Aaron hizo hincapié en lo último de la frase específicamente para el perro.

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-¿Crees que te entiende?

-Yo sé que él lo hace-, Aaron respondió, frotando el cuello de Gabriel -Este tipo es bastanteespecial.

-No lo son todos -Ella dijo, y con un movimiento rápido, administró la inyección.

El perro aulló.

-Tranquilo-. Ella susurró, apoyándose en el rostro de Gabriel, frotándole las orejas -Eso nofue tan malo, ¿verdad?

-Ella huele bien, Aaron -Dijo el perro moviendo su gran cola, golpeando alegremente lacamilla.

Aaron se echó a reír.

-No te preocupes, Gabriel no está muy mal. Un poco de cariño, una galleta y olvidará porcompleto el trauma.

La veterinaria tiró la jeringa en un recipiente de plástico rojo en el mostrador.

-Está bien- Ella dijo buscando su libreta.

-Vamos a ver, mantengo la herida al descubierto para que seque...Compresas calientes tres

veces al día, dos semanas de amoxicilina dos veces al día para eliminar la infección -DijoAaron, mientras miraba a Gabriel sentarse con cuidado sobre la camilla.

McGovern, sonrió mientras escribía.

-Muy bien - Ella dijo asintiendo con la cabeza -¿Tenemos interés por las cienciasveterinarias?

-Yo trabajaba en una clínica veterinaria – Aaron explicó. Lo recordó con melancolía.

Rápidamente se volvió hacia Gabriel.

-¿Quieres bajar?

-Deja que te ayude -Ella dijo, juntos bajaron a Gabriel al suelo.

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-Ya sé que estas aquí temporalmente pero podías echarme una mano en la clínica mientrasse cura la herida de Gabriel. No te puedo pagar mucho ¿qué dices? -Ella dijo.

Sin duda era una oferta tentadora. Había algo en esta pequeña ciudad que atraía a Aaron.

Parecía estar en el lugar que quería estar. El hecho de ganar algo de dinero para reforzarsu menguante cuenta de ahorros no era una mala idea.

-¿No deberías consultarlo, primero, con el doctor Wessell? -Preguntó.

La Dra. McGovern asintió lentamente.

-Me imagino que sí, pero desde que mi ex novio se fue, yo diría que eso me da margen demaniobra para romper las reglas un poco. ¿Te interesa?

-Quedémonos, Aaron. Estoy cansado del coche - Gabriel se quejó.

-Tengo que consultar con mi compañero de viaje -Aaron dijo, encogiéndose de hombros -Pero eso sí, sí está de acuerdo, me encantaría aceptar.

-Genial-Dijo, tendiéndole la mano- Soy Katie, sé que él es Gabriel, y tú ¿cómo te llamas?Me gustaría saber tu nombre ya que vamos a trabajar juntos.

-Lo siento. -Le estrecho la mano -Aaron -Dijo-Aaron Corbet.

-Encantada, Aaron.-Dijo ella soltándole la mano -¿Por qué no vas a ver a tu amigo y me

dices después lo que decidiste?

Aaron y Gabriel salieron del edificio. Hacia una tarde cálida de primavera, nos dirigimoshacia el coche.

Gabriel era capaz de caminar, por su cuenta, con un mínimo de molestia, gracias a Katie.

-¿Dónde está Camael? -Gabriel preguntó a Aaron cuando abrió la puerta y le ayudó en elasiento trasero.

Él echó un vistazo rápido a la mordedura de la pata, oliendo y lamiendo el antisépticoque la cubría.

-No sé -Aaron respondió-. Deja la pata tranquila-. Añadió, mirando a su alrededor enbusca de signos del ángel.

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Desde la batalla en su casa, con el comandante de Los Poderosos. Tenía unas extrañasobligaciones.

Aaron siempre había sentido la presencia del ángel, aunque él podía sentir algo extraño en

Alegría, no sentía la presencia de Camael. Eso no era bueno. Tendría que esperar queapareciera.

En ese momento, Katie salió para sacar material, de la parte trasera de su todo terreno.

-Quédate aquí un minuto - Aaron le dijo a Gabriel.

Corrió hacia ella para ayudarle con tres grandes cajas que sostenía en sus brazos y cerrar laparte trasera de su todo terreno.

-Katie, parece que voy aceptar tu oferta-Dijo mientras ella se asomó detrás de las cajas quese tambaleaban.

-Genial- Ella respondió -Tu primera tarea...

-Claro, ¿Con esto? -Aaron la interrumpió.

-Échale una mano, a tu jefa, con estas cajas -Dijo- Maldita sea son muy pesadas.

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- ¿Dónde crees que fue? - Gabriel preguntó desde el asiento trasero, mientras Aaron lobuscaba por la ciudad.

- No tengo ni idea - Dijo, observando las calles en busca del caprichoso Camael. - Tal vezél se encontró con otro Nephilim que le agradó más y se largo de la ciudad.

- ¿Crees que él haría eso?- Gabriel preguntó, horrorizado.

- Sólo estoy bromeando.- Aaron se rió entre dientes mientras miraba hacia una cafetería.

Una pareja de ancianos salía del negocio, Aaron trató de ver el interior mientras la puertase cerraba lentamente. Además, ¿por qué él iba a estar en una cafetería cuando ni siquieracomía? Pensó Aaron mientras detenía su coche en un paso de peatones, para que cruzarauna mujer mayor, con un carrito de compra. Después pensó que podría haber ido acomprar unas patatas fritas a la francesa.

En el espejo retrovisor vio al labrador inclinar su cabeza hacia atrás y olfatear el aire.

- ¿Tú quieres que yo salga y vea si puedo encontrarlo? - Gabriel preguntó.

- Puede ser que él sea capaz de ocultar su olor. Ya sabes que él huele bastante.

-No, está bien, Gabe - Aaron respondió. - Él ya aparecerá. ¿Por qué no encontramos unlugar para quedarnos donde permitan tener mascotas?

- Soy mucho más que una mascota-Dijo el perro con orgullo.

- Ya lo has dicho – Aaron respondió, girando a la izquierda por la calle Berkely.

- Katie dijo que hay un lugar que alquila habitaciones por aquí.

Al final del callejón, había una casa grande, blanca, rodeada de flores silvestres de colores.

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Un letrero de madera, que se movía con la brisa, decía: ―Alquiler de habitaciones‖.

- Ahí está- Él dijo, se detuvo en la acera en frente de la casa y apagó el motor. - Tú tequedas aquí. Voy a averiguar cuánto cobran y si permiten animales domésticos.

- Diles que no soy sólo un animal doméstico- Gabriel ladró por la ventana abierta mientrasAaron se dirigía caminando hacia un arco de madera adornado con serpenteantes floresde color púrpura.

- ¿Puedo ayudarte? - Una voz preguntó, salida de la nada, entre la abundante vegetación.

-Sí- Él respondió, sorprendido, sin saber hacia dónde dirigir su respuesta. - Estoy buscandouna habitación.

Una anciana salió de detrás de un espeso arbusto forsythia1, llevaba en una mano unatijera de podar.

Ella lo miró a través de las gruesas gafas de sol con marco oscuro, parecía uno de los―Hombres X‖, se limpió el sudor de la frente con una mano cubierta por un guante. - Hayalguna libre, qué coincidencia.

Aaron rió nervioso.

- Genial- Dijo, con lo que él esperaba que fuera una sonrisa encantadora.

- ¿Para cuantas personas?- Ella estiró el cuello para echar un vistazo a los coches aparcados

en la calle.

- Pensé que te había escuchado hablar con alguien.

-Estaba hablando con mi perro- Él dijo estudiando su cara esperando respuesta.

La mujer frunció el ceño.

- ¿Tiene un perro?

Aaron asintió lentamente.

- ¿Quieres alquilar una habitación con un perro? - Ella preguntó con incredulidad.

1 es un género de plantas fanerógamas en la familia de las oleáceas, familia del olivo 

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Él suspiró.

- Lamento haberle hecho perder el tiempo- Dijo con un gesto cortés mientras se apresuró adarse vuelta y a dirigirse hacia el coche.

Fue justo cuando estaba debajo del arco de flores, cuando escuchó la voz de la mujer muycerca detrás de él.

- ¿Qué clase de perro es?

- Un labrador amarillo,- Aaron respondió, sin saber muy bien qué diferencia había en eso.

- ¿Amarillo? - Ella repitió, mirando al coche.

Aaron asintió con la cabeza.

- Si, labrador amarillo.

Ella lo siguió mientras él se dirigía al coche.

- Mi padre solía recoger labradores -Ella dijo mientras se quitaba los guantes de trabajo,guardándolos en los bolsillos traseros de los vaqueros gastados. -Tengo debilidad por ellos.

Aaron abrió la puerta trasera del coche, mostrando a Gabriel.

-Hey Gabe, alguien quiere conocerte.

La anciana mantenía la distancia, se agachó para mirar dentro del coche. Gabriel jadeabafeliz y meneaba su cola contra el respaldo del asiento. Sonaba como un tambor.

- ¿Cómo se llama? - Ella preguntó, más tranquila y agradable.

- Gabriel.

-Es un buen nombre.- Ella se quedó mirando al coche. -¿Qué le pasó en la pata? -

preguntó, señalando la fea herida.

- Oh, creo que le mordió una zarigüeya. - Aaron, dijo. - Esa es una de razones por las queestamos buscando un lugar para quedarnos. La pata tiene que sanar un poco antes decontinuar nuestro viaje.

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- Eso no es ninguna mordedura de zarigüeya- La anciana dijo con un movimiento decabeza. Se apoyó en el coche, dejó que Gabriel oliera sus huesudas manos callosas.

- ¿Qué es lo que lo mordió, muchacho? - Le preguntó, acariciando su cabeza.

- Creo que le llaman Orisha - Ladró Gabriel.

- ¿Vistes eso?- Ella, dijo con una carcajada. - Uno pensaría que él estaba tratando deresponderme.

- Él es muy conversador- Aaron dijo, haciéndole a Gabriel una señal de un pulgar haciaarriba, detrás de la espalda de la mujer.

- ¿Él se comporta bien dentro de casa? -Ella preguntó, todavía acariciando las suavesorejas del perro y  el costado del hocico.

- Por supuesto que sí – Aaron respondió, manteniendo su indignación oculta. - Él no ladrani muerde. Gabriel es un buen perro.

Salió del coche mirando a Aaron.

-Bueno, no parece que seas un Rockefeller, por lo que serán cien dólares a la semana, conlas comidas, pero tienes que comer conmigo. Esto no es un restaurante.

- Eso está muy bien- Él respondió alegremente. - Estará bien comer algo más que comida

rápida.

La vieja lo estudió durante un minuto, luego se volvió y comenzó a caminar por el senderodel patio.

-No me lo agradezcas todavía - Ella dijo, poniéndose sus gafas de sol y sacando losguantes de su bolsillo.

- Nunca te dije si era una buena cocinera o no.-Se detuvo de pronto y se volvió hacia él. -Yaque vas a vivir en mi casa durante una temporada, podrías decirme tu nombre.

- Aaron- Él dijo con una sonrisa. -Aaron Corbet.

- Aaron -Ella lo dijo un par de veces, como memorizándolo. - Yo soy la señora Provost,solía ser Orville, después de que mi esposo murió en el setenta y dos, pensé en volver a

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utilizar mi apellido de soltera. Nunca me preocupé mucho por lo que él me dejó, sobretodo el nombre.

Ella siguió su camino por el sendero, poniéndose los guantes en las manos mientrascaminaba.

-Es buena, ¿verdad? - Él le preguntó de pronto.

Ella se detuvo se dio la vuelta, enfadada.

- ¿Que soy qué? - Ella preguntó, molesta.

- ¿Es una buena cocinera? - Él preguntó riéndose.

A pesar de lo mucho que intentó evitarlo, la señora Provost esbozó una sonrisa, perorápidamente se dio la vuelta para que Aaron no pudiera verla.

- Depende de a quién le preguntes -Ella dijo, recogiendo las tijeras de podar de losescalones del porche delantero. - Mi marido pensaba que yo era bastante buena, pero miracómo acabó.

- Es agradable -Aaron dijo mientras caminaba por la habitación, mirando a su alrededor.

El tema eran las uvas. Había matices de uvas en la lámpara, en un jarrón pintado con videsen un costado, e incluso en la colcha había uvas. Era algo gracioso, él pensó que estababien. Gabriel cojeaba e inmediatamente encontró un lugar para acostarse al lado de la cama

de matrimonio donde la cálida luz del sol penetraba a través de la ventana.

- ¿Es ahí donde él va a dormir? - La señora Provost preguntó.

- En el suelo, a veces me gusta dormir con Aaron - Gabriel, gritó.

- ¿Ese es el lugar donde te gustaría dormir? - Aaron preguntó con una carcajada.

- Él puede dormir donde demonios quiera- Ella dijo, avanzando hacia el armario. Abrió lapuerta, sacó una colcha blanca adornada con uvas. -Sólo pensaba que si iba a dormir en el

suelo, podría estar más cómodo si se acuesta sobre esto.

Cuando se acercó, Gabriel se levantó, ella dejó la abultada colcha en el suelo.

- Aquí tienes, muchacho – Ella dijo, suavizando el relleno. - Inténtalo con esto.

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El perro hizo exactamente eso, se recostó sobre la colcha con un profundo suspiro deagotamiento.

- Creo que tu perro está cansado- Ella dijo, buscando algo en el bolsillo de los vaqueros. Le

entregó a Aaron una llave con un llavero que decía ―Yo amo a Maine―.

- Aquí está la llave. Abre también la puerta principal, cierro a las nueve, cada noche. - LaSra. Provost se dirigió hacia la puerta. -Ceno a las seis - Ella dijo mientras caminaba haciaal extremo de la habitación - Si te gusta el pastel de carne, te veré en la cocina. Si no,arréglate por tu cuenta.

- Yo como pastel de carne- Gabriel aulló, desde su cama cuando la anciana cerró la puertadetrás de ella.

- ¿Hay alguna comida que tu no quieras?, - Aaron preguntó, arrodillándose para revisarla pata lesionada.

- Nunca había pensado en eso - Gabriel contestó pensativamente.

-Te diré qué - Aaron dijo, acariciándole la cabeza. - ¿Por qué no reflexionas seriamentesobre esta cuestión mientras yo voy a ver si encuentro a Camael?

- ¿Vas a estar bien?

- Voy a estar bien.- Aaron se puso de pie y caminó hacia la puerta. Él estaba a punto de

irse cuando Gabriel lo llamó.

- Aaron, ¿crees que vamos a encontrar a Stevie aquí?.- Aaron pensó un momento,tratando de encontrarle sentido a las extrañas sensaciones que había estado sintiendo.

-No lo sé. Déjame hurgar un poco y hablaremos más tarde - . Luego se fue, dejando a sumejor amigo solo para que se recuperara.

Aaron deambulaba por la calle Berkely, mirando alrededor. Giró a la izquierda en unacalle sin señalización, tratando de memorizar puntos de interés para no perderse. Muchasde las casas pintorescas estaban muy bien mantenidas, muchas de ellas tenían jardines de

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flores hermosas, en una versión más tranquila que la selva amazónica de la Sra. Provost.

Al final de la calle sin nombre, se detuvo para verificar su ubicación. Todavía no habíaseñal de Camael, y la sensación extraña que había estado sintiendo desde que llegaroncontinuaba inquietándole. Como si hubiera ingerido demasiada cafeína después de una

larga noche de estudio. Sabía que tenía la capacidad de interpretar este sentimientoextraño, pero no sabía cómo hacerlo. Todavía había mucho que tenía que aprender sobretodas las cosas de los Nephilim.

- Tendrás que dominar estas habilidades- Le había dicho Camael durante el trayecto aAlegría. – Más vale pronto que tarde.

Aaron encontró las palabras del ángel un tanto molestas. Dominar estas habilidades eracomo leer un libro sin conocer el alfabeto. Él ni siquiera sabía lo básico.

Recordó un momento no mucho después de que hubieran dejado primero a Lynn. Camaelhabía estado describiendo cómo un ángel experimentaba con los cinco sentidos, no comosensaciones individuales, sino como una percepción abrumadora de todo a su alrededor.

- Haz lo que yo hago-. Le había dicho el ángel, cerrando los ojos. - Siente el mundo y todolo que lo convierte en un conjunto, como solamente los seres de nuestra clase puedenhacerlo-. Aaron lo había intentado, pero consiguió un dolor de cabeza horrible. Camaelhabía estado claramente decepcionado, aparentemente Aaron no estaba resultando ser elNephilim que el ex líder de Los Poderosos pensó que debía ser. Quizás  no sea yo elelegido de la profecía, pensó él. Quizás Camael, finalmente se dio cuenta, y se fue paraencontrar al verdadero salvador de los ángeles caídos.

Algo crujió en una zona de arbustos, detrás de él, Aaron se volvió hacia el ruido. Advirtióun destello rojo en la zona en sombras, luego, como si supiera que había sido descubierto,un mapache lentamente salió de su escondite. Es extraño, pensó Aaron, mirando almapache, pensé que eran animales nocturnos. Recordó haberlos oído a altas horas de lanoche a través de la ventana de su dormitorio cuando trataban de llegar en loscontenedores de basura.

El mapache se acercó, sus ojos eras grandes, oscuros y tormentosos. Se movía de formaextraña, él se preguntó si tendría la rabia.

- ¿Es eso?-. Preguntó en voz alta, sabiendo por instinto, que el animal le entendía. - ¿Tienesla rabia?

El mapache no respondió. Simplemente siguió mirando, se acerco más.

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Cuando Aaron lo miró a los ojos, una abrumadora sensación de euforia se apoderó de él.Era todo lo que podía hacer para evitar estallar en carcajadas y luego romper a llorar depura alegría. Cerró los ojos y se balanceó con la emoción.

Stevie. Su hermano pequeño estaba aquí, en Alegría, estaba seguro de ello. Aaron podíasentirlo, esperando a ser recogido, abrazado y que jugaran con él. Stevie estaba ileso, y esocausó a Aaron, el mayor placer que jamás había sentido. Nada volvería a interponerseentre ellos de nuevo.

-Disculpe- Dijo de repente una voz que interrumpió su ensoñación. Aaron abrió los ojos yvio que el extraño mapache se había ido, ahora había un oficial de policía que estabamirándole extrañamente.

- ¿Hay algún un problema, señor?- Le preguntó el policía al acercarse más, con la mano enla funda de la pistola.

Aaron se balanceaban, sintiéndose como si hubiera estado en una montaña rusa.

-Estoy bien-. Logró decir. ¿Qué es lo que pasó? 

- No parece que esté muy bien - El oficial espetó. -¿Ha estado bebiendo?- Preguntó, dandoun paso más cerca para oler el aliento de Aaron.

Aaron sacudió la cabeza, sintiendo que su fuerza e ingenio regresaban lentamente.

-No, señor, estoy bien. Quizás sufrí una insolación o algo así.

- ¿Puedo preguntarle qué está haciendo aquí?

- En realidad estoy buscando a un amigo mío -Aaron dijo, se llevó una mano a la frentepara limpiarse el sudor. - Alto, de pelo blanco plateado, barba de chivo, vestido con untraje oscuro.

El policía continuó mirándolo a través de sus gafas de sol.

- Me gustaría ver alguna identificación- Le dijo finalmente, tendiéndole la mano.

Aaron se estaba poniendo nervioso. En primer lugar Camael desaparece, luego el extrañomapache, y ahora un maldito sheriff.

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Mientras le daba al agente de policía su carnet, no podía dejar de preguntarse qué otrassorpresas le deparaba.

- ¿Está de paso por la ciudad, Sr. Corbet?- El policía le preguntó, devolviéndole suidentificación.

Aaron guardó su carnet en la cartera.

- Probablemente estaré aquí un par de días-Dijo, guardando su cartera en el bolsillo deatrás. De pronto, Aaron no pudo evitarlo, le estaba resultando bastante difícil mantener laboca cerrada. Era la ruina de su existencia.

- ¿Hay algún problema, oficial ...? - Él preguntó, con un tono nervioso.

- Dexter- El policía dijo, tocando el ala del sombrero. - Jefe de Policía Dexter. Y no, no hayningún problema-. Él sonrió, pero Aaron vio poca emoción en ello. En todo caso, se parecíamás bien a una mueca que a una sonrisa. - Alegría es un pueblo tranquilo, Sr. Corbet, y mitrabajo es asegurarme de que siga siendo así. Usted entiende lo que quiero decirle.

Aaron asintió, mordiéndose la lengua. Después de todo, era un extraño, y, evidentemente,eso lo convertía de inmediato en sospechoso.

El Jefe Dexter comenzó a caminar hacia un vehículo estacionado junto a la acera. Aaronhabía estado tan atrapado en el extraño hechizo de emociones crudas que ni siquiera habíaoído cuando el policía se bajó del coche. Miró de nuevo hacia la zona arbolada.

- ¿Jefe Dexter?-. Lo llamó.

El policía se detuvo con la mano en la manilla de la puerta de su automóvil.

- ¿Usted vio a un mapache cuando se detuvo aquí, no es cierto?-. Aaron le preguntó.

Dexter abrió la puerta, se oyó la radio por encima del silencio que reinaba en la calle.Sonrió de nuevo con esa desagradable mueca antes de sentarse en el asiento del conductor.

-No hay mapaches por los alrededores a esta hora del día, Sr. Corbet. Son nocturnos.

- Me lo imaginaba.- Aaron asintió con la cabeza. Se quedó mirando al oficial de policía.Había algo en él. ..

- Disfrute de su visita, Sr. Corbet.- Jefe Dexter dijo. – Espero que encuentre a su amigo-,

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añadió, antes de cerrar la puerta de su coche, dar una vuelta en U e irse conduciendo dellugar.

Por una mujer, que trajo a su perro para su chequeo anual cardiológico y parasitológico,Katie McGovern se enteró de que su ex novio había estado desaparecido durante al menoscuatro días. Al parecer, el perro de aguas, de ocho años de edad, llamado Taffy, habíatenido una cita el lunes por la mañana, pero nadie había estado en el consultorio hastaque Katie llegó esa tarde. Era miércoles.

- No es usual que el Dr. Wessell falte a una cita. Espero que todo esté bien - La dueña delperro, dijo con voz preocupada.

Katie había inventado una historia acerca de una emergencia familiar que Kevin tendríaque sostener cuando regresara.

Si es que lo hace -Dijo una voz desagradable en el fondo de su mente. Había tratado deignorar la voz limpiando la oficina y poniéndose al día con las citas de Kevin.

De la organización surge el orden -Decía siempre su madre-. Y del orden vienen las respuestas.Pero el malestar que había sentido en la boca del estómago desde el día en que llegó elprimer e-mail de su antiguo amante, hace poco más de dos semanas, había seguidocreciendo.

Creo que he encontrado algo, que podría interesarte como para que me hagas una visita . Katie habíapensado que no era nada más que otro intento de Kevin para hacerla volver a su vida, ellahabía ignorado el mensaje, hasta que recibió otro un día después.

No estoy seguro si puedo manejar esto. Realmente necesito verte. Por favor, ven.

Había una cierta urgencia en el mensaje, que había despertado su curiosidad. Ella le habíallamado al día siguiente, pero no hubo respuesta en la clínica. Y cuando Kevin no habíadevuelto los numerosos mensajes que le había dejado en el teléfono de su casa durante

varios días, ella decidió tomarse un tiempo de vacaciones y se fue directo a Maine. Esposible que hubieran roto hace casi dos años, pero eso no significaba que no fueran todavíaamigos.

La oficina estaba en completo desorden, Kevin tenía una tendencia a distraerse fácilmente.

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De hecho, fue una distracción con otra mujer lo que había puesto fin a su relación. Peroesto era diferente.

Katie miró su reloj: Eran casi las seis y se sentía como si ella no hubiera tenido un respiroen toda la tarde, entre las citas, tratar de poner orden en el lugar y averiguar dónde estaba

Kevin. Pensó en Aaron Corbet. Parecía ser justo la persona que podía ayudarla a mantenera flote la clínica durante la ausencia de Kevin.

Ella cogió el archivo de su perro, de la esquina de la mesa. Por casualidad comenzó arevisarlo. Las palabras "mordedura de mapache" le llamaron la atención. Katie había vistomuchas mordeduras en sus años como veterinario y la de Gabriel no había sido causadapor un mapache. Ni siquiera estaba segura de si la mordedura había venido de cualquiercosa que caminaba en cuatro patas. De hecho, la herida parecía que podría haber sidohecha por un niño pequeño.

Algo más que añadir a las extrañezas de la ciudad, pensó.

La veterinaria suspiró y cerró la carpeta. Se trasladó al gabinete de los archivos junto almostrador y abrió el cajón. Katie añadió el archivo de Gabriel a los otros que ella habíaorganizado. Trató de cerrar el cajón, algo lo bloqueaba. Ella sintió que había algo detrás delcajón. A veces un archivo se deslizaba fuera de su lugar y se convertía en una cuña queobstruía la guía de deslizamiento. Su mano se cerró sobre lo que se sentía como un libro.Ella tiró y lo sacó, cerró el cajón.

Probablemente era alguna revista veterinaria, pensó, poniéndolo en la mesa para echarleun vistazo. Era un diario, correcto, pero uno de carácter más personal, el diario de Kevin.

Recordó que él escriba todas las noches antes de acostarse. Era algo que había comenzadoen la universidad.   Me ayuda a poner mis pensamientos en orden, le había dicho una nochecuando ella le preguntó sobre el hábito.

Pasó las páginas y se detuvo en el 01 de junio: Hoy vi a otro durante mi caminata. Estoy segurode que me estaban observando. Eso me da mala espina.

Maravilloso, fue todo lo que Katie pudo pensar. Eso había sido justo en la fecha en la quehabía recibido su primer e-mail. Con una sensación de agitación en la boca del estómago,Katie fue hasta la fecha del último mensaje que él había enviado: 08 de junio: He encontrado

otro y lo puse en el congelador con el resto. No sé cuál es la causa. No quiero alarmar a las personasaún. Nunca en todos mis años he visto nada parecido. Me pregunto si esto tiene algo que ver con laextraña forma en que la fauna local ha estado actuando últimamente. Todavía estoy seguro de queestán vigilándome. Necesito que alguien más vea esto, alguien de confianza. Voy a pedirle a Katieque venga. Me siento un poco asustado ahora, y va a ser bueno verla.

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- ¿De qué demonios está hablando?- Katie dijo mirando el diario y aumentando sufrustración. Era la última anotación, al igual que las otras, decía muy poco.

Katie lanzó el diario en el escritorio y pensó acerca de lo que había leído.

-Has encontrado algo y lo pusiste en el congelador-. Se dijo, mordiéndose una uña. Sus ojosrecorrieron la recepción, puso en movimiento sus pies. -Muy bien, vamos a echar unvistazo, entonces-. No había visto un congelador, aunque la mayoría de los veterinarios, lostienen para almacenar a los animales muertos, muestras de tejidos, y otros especímenes.Debe haber uno por aquí en alguna parte, pensó.

Se apartó de la mesa y caminó por el pasillo más allá de la sala de examen. Al final delpasillo había una puerta que había pensado en un principio que era un armario paraguardar los elementos de limpieza. Katie agarró el pomo de la puerta, lo giró y se encontrómirando hacia abajo, había un tramo de escalones de madera que desaparecían en la

oscuridad de un sótano.

Buscó un interruptor de luz a lo largo de la pared y, al no encontrarlo, utilizó la fría piedrapara tener una guía mientras ella descendía cuidadosamente. Al pie de la escalera queapenas podía distinguir, vio la forma iridiscente de una bombilla que parecía estarsuspendida en la oscuridad. Alargó la mano, agarró el extremo de la cadena, le dio unbuen tirón.

La bombilla se encendió, iluminando la zona de almacenamiento, excavado en la roca,estaba sucio. Reconoció la bicicleta de montaña de Kevin, los equipos para esquiar, e

incluso una canoa, pero fue el congelador de la esquina lo que atrajo su interés. Conectadoa una toma de gran potencia por debajo de una caja eléctrica de metal gris, la unidadblanca estaba asentada encima de una plataforma de madera, tarareando en voz baja.

Maniobro alrededor de los abrigos colgados de las tuberías, Katie se acercó al congelador.Se puso de pie delante de él, sintiendo un aura tenue de radiación fría que emanaba delcongelador. Sus dedos comenzaron a sentir un hormigueo por la anticipación mientras losacercaba lentamente a la tapa.

- Vamos a ver qué es lo que te espanta, Kev - Ella dijo en voz baja, levantando la tapa. Una

nube de aire congelado se elevó, respiró el gas frío, tosió. El aroma distintivo de las cosasmuertas y congeladas llenó el aire, ella vio las etiquetas de color rojo de peligro biológico,pegadas en las bolsas situadas a lo largo de la parte inferior del congelador. Apoyó elpecho en el borde, cogió una de las bolsas. Estaba cubierta de una fina escarcha queenmascaraba su contenido, Katie apartó la capa de hielo para poder ver dentro de la

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gruesa bolsa de residuos biológicos peligrosos. Lo que estaba dentro de la bolsa le devolvióla mirada con ojos abiertos, congelados y muertos.

- ¡Mierda!,- Katie McGovern dijo mientras estudiaba la muestra a través de la bolsa deplástico. La inquietud la recorrió como un reptil a lo largo de su columna vertebral y la

hizo estremecer. - No me extraña que te hayas asustado.

En el interludio Stevie Stanley se acurrucó en un rincón oscuro de su mente, tratando contodas sus fuerzas de aferrarse a las cosas que lo hacían ser quien era, esos bolsillos derecolección de recuerdos, momentos que había dejado su huella indeleble en su frágilpsique. Pero el dolor insoportable rasgaba sistemáticamente esos recuerdos lejanos. Unotras otro desaparecían, el cielo azul, lleno de pájaros, la estática y el negro y gris en lapantalla de la televisión, el perro amarillo corriendo en el patio con una pelota roja en suboca, mamá y papá sosteniéndolo, besándolo. Y Aaron, su protector, su compañero de juegos. Tan hermoso.

Los siete Arcontes rodeaban el cuerpo del niño que se retorcía y continuaron con el ritualque muchas veces terminaba con la muerte del sujeto. Stevie luchaba violentamente contrasus ataduras mientras el Arconte Jaldabaoth le pintaba los símbolos de la transfiguraciónsobre su piel pálida y desnuda, murmurando sonidos y palabras que una boca humana jamás podría pronunciar.

El Arconte Oraios clavó una aguja de oro larga en el estómago del niño y apretó el émbolo

para implantar las semillas mágicas del cambio.

Los símbolos en la carne de Stevie, comenzaron a hincharse, a arder y a quemar. El niñogritó salvajemente mientras su cuerpo era atormentado por los dolorosos cambios. ElArconte Yao puso su delicada mano sobre la boca del niño para silenciar sus fastidiososgritos. Las cosas se desarrollaban bien, los Arcontes esperaban pacientemente mientras latransformación progresaba.

Pronto no quedaría nada de Stevie. Sus recuerdos de Aaron desaparecerían, su calidezamorosa le proporcionaba cierto aislamiento contra la agonía a la que se vio sometido su

pequeño cuerpo de siete años de edad. Aaron vendría por él. Aaron lo rescataría del dolor;no tenía más que aferrarse a lo poco que aún había.

El Arconte Sabaoth fue el primero en darse cuenta. Él inclinó la cabeza y escuchó. Lossonidos provenían del cuerpo del niño, además de los gritos ahogados por su sufrimiento.

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Eran ruidos de molienda, de extracción y sonidos lacrimosos. El cuerpo del muchachohabía empezado a cambiar, a crecer, a madurar más allá de sus siete años. Esta era la partemás peligrosa del ritual, y los Arcontes estudiaban al sujeto con los ojos sin pestañear, enbusca de indicios de que la magia pudiera haber ido mal.

El Arconte Katspiel recordaba a un sujeto cuya estructura ósea había crecido de maneradesproporcionada, dejando a la pobre criatura deforme. Su mente había sido tan dañadapsicológicamente por el dolor que no habían tenido más remedio que ordenar al ArconteDomiel que lo librara de su miseria. Había sido una lástima, de verdad, porque el sujetohabía mostrado un gran potencial, casi tanto como este último.

Stevie resistió todo lo que pudo, agarrándose a la memoria final de su hermano, su amigoy protector, pero lo estaba perdiendo, pieza por pieza. Quería aferrarse a ello, recordar elhermoso rostro del muchacho que le había prometido que nunca lo dejaría, el dolor erademasiado.

¿Cuál era el nombre del chico?, se preguntó mientras se acurrucaba en su interior, sin saberya la respuesta, sin más preocupaciones. No importaba. Ahora sólo había dolor. Él era eldolor y el dolor era él.

El Arconte Erathaol abrió las esposas alrededor de las muñecas irritadas del sujeto, y lostobillos mientras que los otros observaban. El ritual parecía haber tenido éxito, pensó al veral sujeto doblado en posición fetal en el suelo del solárium. Lo que había sido una vez unniño frágil era ahora un adulto, su cuerpo alterado hasta la perfección física, y susensibilidad a lo sobrenatural había aumentado enormemente. El Arconte había tenidoéxito en su tarea. Verchiel estaría contento.

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Esto era posiblemente el mejor pastel de carne que alguna vez había comido. Cogió laúltima porción de puré y guisantes y la puso en su boca, dejó sin comer un buen pedazo depan y carne. Gabriel se puso al lado de su silla, dejando patéticamente, un charco de babaentre sus patas.

Aaron miró a la Sra. Provost a través de la mesa de la cocina. Ella bebía un sorbo de una

taza de café instantáneo, hecho con la bolsa de café, no granos de mierda, ella le habíadicho.

– ¿Te importa? – Él preguntó, señalando al pedazo de carne cubierto de salsa marrónoscura e hizo señas para dárselo al perro.

– No me importa – Ella dijo, tomando un sorbo de su café. – Le habría dado su propioplato si me dejaras. – Aaron recogió la carne y se la dio a Gabriel.

– Él tiene la cena justa, si se le da demasiado, le acarrea problemas – Dijo mientras que el

perro engullía la carne de sus dedos, lamiendo cada onza de grasa y la salsa de sus dedos.– Le dan gases.

– ¿Estas tratando de avergonzarme? – Gabriel dijo gruñendo mientras lamía sus pezuñas.Aaron se rió y le acarició las orejas aterciopeladas, amarillas y suaves.

–Eso es algo que puede relacionarse con… – La anciana dijo, levantándose de su asiento.– Algunos días me siento como un globo, estoy tan llena de gas. – Aaron sofocó una risa.Ella alcanzó a través de la mesa su plato y lo apiló encima del suyo.

– No parece que la comida haya estado mal – Ella dijo mirando fijamente su plato vacío. – Aún no tengo que lavar éste – Ella dijo con una sonrisa sabia y satisfecha.

– No significa que sea un cerdo – Aaron dijo cuando la Sra. Provost llevó los platos suciosal fregadero. – Estaba realmente muy buena. Muchas gracias.

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Ella abrió el grifo del agua y comenzó a lavar los platos. Aaron pensó en preguntarle siquería que los lavara por ella, pero seguro que probablemente ella contestaría algodesagradable, entonces él mantuvo su oferta para él mismo. Cuando ella quisiera que élhiciera algo, estaba seguro de que ella no sería tímida al pedírselo.

–Yo tenía que cocinar para mí, de todos modos – la Sra. Provost dijo, limpiando uno de losplatos llanos con un estropajo en forma de manzana. – Y además es agradable tenercompañía para comer, de vez en cuando.

Aaron se preguntó si la anciana estaba sola desde la muerte de su marido. Él no había vistoninguna prueba de niños o nietos.

– Entonces otra vez, cocinando para alguien más puede ser un verdadero dolor en el culoal cabo de un rato ... le hace recordar a uno por qué estoy cocinando para ti

Bien, tal vez ella podía ser fina después de todo.... Ella dejó los platos en el escurridor,colgó el paño húmedo sobre la estantería metálica debajo del fregadero. Entonces volvió ala mesa para terminar su café.

Aaron no estaba seguro si él debería agradecerle e ir a su cuarto o permanecer y charlar unrato con ella. La cocina era tranquila excepto por el zumbido del refrigerador de la esquinay la respiración rítmica de Gabriel durmiendo.

– ¿De dónde eres Aaron? – La Sra. Provost preguntó bruscamente, mientras tomaba su tazade café y bebía un poco.

-Soy de Lynn… Lynn Massachussets – Él aclaró.

– Pensé que Lynn, estaba en Dakota del Norte – Contestó la anciana, dejando su taza sobrela mesa gris.

– ¿La ciudad del pecado, eh? ¿Tienes familia allí?

Su expresión debe haber cambiado drásticamente, porque él vio una mirada deincertidumbre en sus ojos. No quiso que ella se sintiera mal, entonces respondió de la

mejor manera que él sabía.

– No – Él dijo mirando sus manos sobre la mesa. – Ellos murieron en un incendio haceunas semanas.

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– Lo siento – La Sra. Provost dijo, cogiendo su taza de café con ambas manos. Aaron lesonrió.

– Está bien – Él dijo – Realmente. Es por eso que ahora mismo estoy en Maine. Decidí viajarpor el país para dejar de pensar–. Ella cabeceó.

– Yo misma también pensé en marcharme una vez, con el tiempo conocí a mi marido - Elladijo con la mirada lejana. - Nunca lo hice, en cambio terminé casándome.

La Sra. Provost bruscamente se levanto y llevó su taza de café al fregadero. Gabriel se diocuenta en un principio de su brusca reacción, levantó su cabeza del suelo, queriendo estarseguro de que él no se perdía nada. Aaron estiró su mano acariciándole su cabeza.

– ¿Entonces nunca has salido de Maine? – Él preguntó mientras ella enjuagaba la taza.

– No – Puso la taza en el escurridor junto a los platos. – Pero a menudo pienso en mipasado, en si lo hubiera hecho, si mi vida hubiera sido diferente. – El ambiente habíacambiado en la cocina, se había hecho incomodo. Aaron se encontró soltando la preguntaantes de que pudiera pensar en ello.

– ¿Tienes hijos? – La Sra. Provost limpió sus manos con el paño de la cocina y comenzó aenderezarse encima de la encimera.

– Tengo a Jack. Él vive con su hija y su esposa en San Diego – Ella había recuperado elestropajo del fregadero y limpiaba las cimas de su juego de frascos.

– Nosotros nunca fuimos muy cercanos, mi hijo y yo – Ella dijo – Después de que Lukemurió, mi marido, nos distanciamos aún más, hasta que nos alejamos uno del otro.

– ¿Alguna vez, has ido a visitarlos? – Aaron preguntó, sospechando que ya conocía larespuesta.

– No – Ella dijo, limpiando la encimera una segunda vez. – Ellos me regalaron uno de esosúltimos ordenadores, el año pasado, para Navidad. Así nosotros podríamos mantenernosen contacto con el correo electrónico y todo eso, pero pienso que la Internet quita algo. Esoy la red de compra a domicilio.

– ¿Tienes un ordenador? – Aaron dijo de repente, excitado. Habían pasado varios díasdesde que él había tenido la oportunidad de comprobar su correo electrónico ycomunicarse con Vilma.

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– ¿Es lo que dije, verdad? – Sra. Provost señaló hacia la sala. – Está en la oficina de la sala – Ella dijo – Mi hijo insiste en pagar por Internet, aun cuando yo nunca lo use. Puedes usarlo,si quieres.

– Gracias – Él dijo.

– Pero no vayas a entrar en páginas porno – Ella advirtió, colocando el estropajo, al ladodel fregadero. – No tolero ninguna clase de porno en esta casa, ni compras a domicilio.

Camael sabía que él no estaba en La Aguilera, pero la voz de su mente trató de convencerloque era así.

–  Tranquilícese ángel – dijo la presencia silenciosa que anidaba dentro de sus pensamientosmás fervientes – Esto es lo que has estado buscando.

Él quiso creerlo, sucumbir a los deseos de la consoladora voz y finalmente bajó susdefensas.

– Bienvenido a La Aguilera, Camael. Hemos estado esperándote durante mucho tiempo. 

Una imagen de Aaron, El Nephilim, parpadeó en su mente. Si esto es de verdad LaAguilera, él tendría que estar aquí, Camael mantuvo el pensamiento cuando intentó

moverse dentro del espeso fluido, viscoso que lo rodeaba. Los aros musculares estabansujetos alrededor de su cuerpo, manteniéndolo preso.

–  No hay ninguna necesidad de preocupación  – La voz habló con dulzura. –  El muchachovendrá a tiempo. Este es tu momento, guerrero. Déjate llevar, y  permití a La Aguilera darte lo quehas deseado.

El saco de membrana alrededor de él comenzó a fluctuar, emitiendo impulsos rítmicospara calmarlo más profundo dentro de su complacencia. El latido del corazón setranquilizó.

–  Baja la guardia, ángel – La voz le pidió. – Posiblemente no puedes experimentar todo lo quehas añorado, hasta que no me des el control a mí .

En su interior, Camael sabía que algo iba mal. Él quiso luchar, convocar una espada de

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fuego y quemar la membrana de nube ciega que envolvía su mente, pero él no tenía lafuerza.

– Tus dudas son un obstáculo, guerrero. Déjelas ir. Demasiados saben y  conocen, la serenidad que puedes alcanzar .

No fue capaz de luchar, Camael hizo lo que le dijeron y la gran bestia que fingió ser la vozde su santuario, comenzó a alimentarse.

Después de unas horas más de charla, Aaron fue finalmente capaz de usar el ordenador,cuando la Sra. Provost anunció que ella se acostaba. Él deslizó el ratón suavemente a travésde la almohadilla azul del fondo y pulsó el sobre de Enviar.

– "Allí"– Él dijo, cuando su correo electrónico desapareció en el ciberespacio siguiendo sucamino a Vilma.

– ¿Qué le escribiste? – Gabriel preguntó, él descansaba en el suelo de la oficina.

– Nada, realmente – Aaron se encogió. Él comenzó a cerrar el ordenador – Le dije que yopensaba en ella y que espero que ella esté bien. Un pequeño mensaje, esto es todo.

– ¿Te gusta esa hembra, Aaron?

– No me gusta pensar en ese tema, Gabriel – Él dijo, apagando el ordenador y apoyándosehacia atrás en la silla de la oficina. Él paso sus dedos por su pelo negro.

– A Verchiel y a sus imbéciles compañeros, nada les gustaría más que desquitarseconmigo persiguiendo a Vilma. Para ella eso no sería bueno, el correo electrónico es lo máscercano que me atrevo a hacer por un tiempo. – Él hizo una pausa, pensando si él podríacambiar cosas. Entonces él sacudió su cabeza. – Este es el mejor camino.

– Al menos puedes hablar con ella a través del ordenador –Gabriel dijo, tratando de serpositivo. Aaron se puso de pie y apagó la luz.

– Sí, supongo que es algo – Él dijo, y los dos silenciosamente salieron de la oficina, hacia suhabitación. Una vez dentro, Aaron se desnudó y se preparó para ir a la cama.

– ¿Vas a dormir conmigo o dormirás en el suelo? – Le preguntó al perro. Gabriel se dirigió

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estaba metido en un saco. Aaron luchó dentro de la bolsa, estaba cubierto por unasustancia lechosa que le cubría hasta la barbilla. Pronto cubriría su cara, su boca y las fosasnasales. Comenzó a tener pánico.

Entonces sintió algo en el saco, algo que estaba a su alrededor en sus brazos y piernas,

intentando, mantenerse quieto. Aaron deseó salir del fluido no podría sumergirsecompletamente en esa asquerosidad. Su cuerpo estaba entumecido.

– No – Él gritó cuando un poco de la sustancia espesa y gelatinosa salpico su boca. Esto separecía a la muerte y dejando su carne embotada.

Él había tenido sueños similares cuando sus primeras capacidades angelicales habíancomenzado a manifestarse. Él no se preocupó por ellas entonces y se preocupaba aúnmenos ahora. Él intensificó su batalla para salir de allí, pero la pesadilla no paraba, seguíasin poder despertarse.

Aaron, estaba completamente sumergido, en el fluido caliente, el se convenció de que nopodía luchar.

De pronto, en su mente, él vio una espada de luz. Era el arma más magnífica que él algunavez había visto. Nunca en todas sus imaginaciones podría haber construido una espada tanpoderosa y grande. Era como si el arma había sido forjada con uno de los rayos del sol.

Cuando él la alcanzó, su resplandor sobrenatural brilló aun más todavía, quemaba de lobrillante que era, se volvió más brillante quemando el capullo lleno de líquido que loencerraba, haciendo la luz en la oscuridad de la noche que lo embutía.

Él no se dio cuenta en un principio, su cuerpo estaba mojado por el sudor. Gabriel estabaen la cama con él, sus castaños ojos, brillaban misteriosamente con una luz extraña quebailó alrededor de la habitación.

– ¿Gabriel, qué...? – Él dijo jadeando.

– La espada – El perro dijo.

Totalmente despierto, Aaron comprendió que él sostenía algo en su mano izquierda.

Despacio giró su vista, mirando fijamente, hacia ello, hacia lo que había traído del reino delas pesadillas. ―Un rayo de sol‖. 

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-¿Qué crees que significa?-. Gabriel preguntó desde el pie de la cama mientras Aaron salióde la ducha y cogió una camisa limpia.

Metió los brazos por las mangas y tiró de la camiseta roja hacia abajo.

-Era un poco como los sueños que tenía antes de que todo esto de los Nephilim explotara-Dijo, peinándose delante del espejo.-Donde experimentaba viejos recuerdos que no mepertenecían.

-¿Al igual que la espada? -El perro preguntó.

Aaron se estremeció al recordar la vista increíble de la espada, que parecía haber traídodesde el sueño. Sabía que no era responsable de la creación de la hoja. Estaba seguro deque pertenecía a una persona de gran importancia, pero la cuestión era quién y por qué lehabía sido entregada a él. Sentía que sólo se quedaría con él durante un corto tiempo.Cuando sintiera que ya no era necesario, se dispersaría en una explosión de luz cegadora.

-Al igual que la espada- Aaron finalmente respondió. -Y como los sueños, creo que me la

dieron para que me ayude.

-Pienso que todo es muy raro -Gabriel dijo, suspirando mientras descansaba su hocicoentre las patas.

-Estoy de acuerdo -Aaron dijo, sentándose junto al perro para calzarse -Pero todo tienealgo que ver con este pueblo.

-¿Es un misterio?- Gabriel preguntó, con las orejas caídas.

Aaron se echó a reír y toco la cabeza del perro.

-Ciertamente lo es. Oye, tengo que ir a la clínica esta mañana, necesitas descansar y dar aesa pata una oportunidad para sanar. ¿Por qué no analizas nuestras pistas y ves si puedesllegar a alguna conclusión?

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-Siempre he querido resolver un misterio- Gabriel dijo feliz.

-Estarás bien aquí, Scooby.- Aaron dijo dirigiendo a la puerta.

-¿Scooby? -El perro dijo, inclinando la cabeza.-Es un perro de la televisión, muy bueno en la resolución de misterios. -La cabeza deGabriel se inclinó hacia el otro lado. -No importa- Aaron dijo mientras salía al pasillo. -Nos vemos esta tarde.

-Que tengas un buen día, Shaggy -El perro dijo mientras que Aaron cerraba la puerta. Y seechó a reír, era maravilloso lo listo que era su amigo.

Aaron estuvo ocupado en la clínica veterinaria desde el momento en que entró por lapuerta. Él no creía que fuera posible que un pueblo tan pequeño pudiera tener tantosanimales que necesitaran atención. Puntos, vacunas contra la rabia, pruebas, una patarota... Él y Katie estuvieron ocupados toda la mañana y hasta bien entrada la tarde.

Me viene bien trabajar con animales de nuevo. Pensó Aaron cuando estaba haciendo unaextracción de sangre a un terrier escocés, que se llamaba Mike.

-¡No me lastimes! ¡No me lastimes!-El perrito ladró mirando a su propietario, con lapreocupación en sus ojos.

-Está bien -Aaron dijo al perro.- Cuando el médico termine, puedes comer una galleta y

volver a casa. ¿De acuerdo?

El perro dejo de resistirse.

-Eso es todo.- Katie dijo, colocando el vial en el mostrador y, volviéndose hacia elpropietario. -Voy a enviar esto al laboratorio esta tarde y te llamaré tan pronto sepa algo.

Aaron entregó a Mike de nuevo a su dueño y los acompañó al vestíbulo para pagar lacuenta.-No olvides esto -Dijo, dándole una receta.

La mujer sonrió, y Mike devoró con avidez la galleta.

-Yo nunca miento -Aaron dijo al perro con un guiño y se despidió de ellos.

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-Próxima víctima -Katie dijo cansada, saliendo de consulta.

Por primera vez en el día, la sala de espera estaba vacía.

-Estamos bien ahora mismo- Aaron dijo. -La próxima cita…- miró el libro de citas, - una

vacuna contra la rabia a las cuatro. Nos da dos horas para ponernos al día.-Sabes, que eres muy bueno con ellos - Katie dijo, apoyada en el escritorio.

-Vaya, gracias, doctora - Aaron dijo, sonriendo. -Me gusta el trabajo.

-No, realmente, parecen confiar en ti. Es un talento que no se ve tan a menudo.

-Bueno, digamos que hablo su idioma -Dijo con una sonrisa.

Katie sacudió la cabeza y miró el reloj.

-¿Dices que tenemos dos horas antes de la próxima cita?

Aaron asintió con la cabeza.

Ella se dirigió hacia la puerta, cogió un manojo de llaves del bolsillo, cerró la puerta deentrada.

-¿Qué pasa? -Le preguntó, un poco sorprendido.

-Eres un forastero en este pueblo, tengo algo que quiero mostrarte -Le dijo, moviéndosemás allá de él y por el pasillo. -Está en el sótano.

Aaron la siguió hasta la puerta del final del pasillo. Había tensión en el aire y lepreocupaba.

-¿Tiene algo que ver con tu antiguo novio?-Él preguntó.

-Sí -Dijo con una leve inclinación de cabeza. -Creo que deberías verlo.- Abrió la puerta ycomenzó a bajar los escalones, de madera. -Kevin me llamó pidiéndome que viniera aquí

para ayudarle con algo, pero no tenía mucha idea de lo que era. -El pie de la escalera estabaa oscuras, tiró de la cuerda en busca de la luz, iluminando toda la estancia. -Vengo y meencuentro con que él ha desaparecido -Continuó, mientras esperaba a Aaron .-La oficina esun caos. Él no ha estado aquí para las citas por lo menos desde hace cuatro días. -Katie sepasó una mano temblorosa por la frente. Aaron sentía curiosidad, algo estaba claramente

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molestando a Katie, y eso le preocupaba.

-Sí, era un rajado, esa es parte de la razón por la que ya no estamos juntos, pero se toma eltrabajo muy en serio. Incluso fui a la policía para presentar una denuncia de desaparición,pero el jefe Dexter me dijo que debía darle un poco de tiempo, ¿cómo dijo? ―El se está

corriendo una juerga‖-. La veterinaria rió con poco humor.-¿Qué encontraste, Katie?-Aaron preguntó en voz baja.

Ella lo miró y luego se volvió hacia un viejo congelador, en la esquina.

-En primer lugar he encontrado su diario, y menciona... cosas que ha encontrado en la ciudad. 

-¿Qué tipo de cosas?

Cogió aire, Katie cruzó el sótano hasta el congelador. Aaron la siguió de cerca.

-Cosas malas -Ella dijo, abriendo la puerta del congelador. -Mira por ti mismo.

Katie cogió una bolsa de plástico. Dejó que la puerta se cerrase de un golpe, luego colocóla bolsa en la parte superior y la abrió, derramando el contenido congelado. El cadáver deun animal cayó sobre el congelador con un ruido sordo, y Aaron retrocedió, sorprendido yun poco repelido.

-¿Qué es?-Él susurró mientras estudiaba el cuerpo cubierto de escarcha.

Era del tamaño de un gato doméstico, parecía un mapache, pero no estaba bien. Enrealidad no. El cuerpo estaba cubierto de pelo largo, gris, pero los miembros teníanescamas, como un pez.

Las garras curvas eran como las de un ave de presa crecían en tres de sus pies, el cuartoterminaba en un tentáculo poco desarrollado.

-¿Qué es?- Aaron volvió a preguntar, sin poder sacar los ojos de la vista monstruosa.

-Tu conjetura es tan buena como la mía- Kate respondió. Sacó un bolígrafo del bolsillo de

su bata de laboratorio y empezó a introducirla en el cadáver. -Esto no sería lo que mordió atu perro, ¿no?

Aaron sacudió la cabeza. Era tan feo como un Orisha, pero no tenía ninguna relación con lalesión de Gabriel.

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-Parece ser un poco de todo, una mezcla de evolución. -Katie se encogió de hombros ycontinuó. -Tiene algo de pájaro y atributos de roedores, así como de los peces y tambiénhay un poco de cefalópodos -Saco el bolígrafo y lo limpió contra la pernera del pantalón.- Yhay más.

Él la miró sorprendido.

-¿Hay más? - preguntó con inquietud.

Ella asintió con la cabeza, señalando el congelador.

-Hay por lo menos otros siete allí dentro, cada uno más grotesco que el anterior. Uno, quizá dos, podrían pasar por un azar de la Madre Naturaleza en un mal día, pero esto esdemasiado.

-¿Qué crees que significa?- Aaron preguntó, mirando a la monstruosidad del congelador eimaginándose con repugnancia lo que había en el interior.

-¿Qué crees que significa?- Katie repitió. Ella empezó a guardar el bolígrafo en el bolsillo,entonces pareció pensárselo mejor y lo arrojó a un barril viejo al lado de la caldera. -Creoque alguien, en este pueblo está haciendo monstruos.

Aaron y Katie se apresuraron escaleras arriba, desde el sótano, como si las criaturasinquietantes, del congelador, pudieran de repente cobrar vida y les estuvieranpersiguiendo. En silencio, se quedó pensativo, volvieron al vestíbulo, Katie abrió la puerta

principal.

-Puedes ver por lo que estoy un poco asustada -Dijo, frotándose los brazos con las palmasde las manos como si quisiera eliminar el frío de invierno.

-¿Tienes alguna idea de lo que está pasando?- Aaron preguntó, apoyado en el mostradorde la recepción. La memoria del sueño de la noche anterior y su encuentro con el extrañomapache de ayer de pronto inundó su mente y lo hizo retroceder. ¿Podría esto de algunamanera estar conectado?

-Parecen haber sufrido algún tipo de mutación- Katie dijo. Caminó alrededor de la mesa yabrió el cajón de abajo. Revolvió todo el contenido, luego cogió un paquete de galletasOreo sin abrir. Abrió la bolsa y se metió una en la boca. -Lo siento -Dijo con la boca llena. -Ella le ofreció la bolsa. -Tengo hambre cuando estoy estresada.- Aaron cogió algunasgalletas a medida que Katie continuaba con su teoría.-Tal vez algún tipo de producto

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químico o el vertido ilegal de una fábrica de medicamentos-. Katie mordisqueaba comouna ardilla la Oreo, con los ojos mirando al vacío. -Algo que pudiera cambiar un animal anivel genético…

-¿Aquí?- Aaron preguntó, sorprendido. -¿Existe una industria por aquí lo suficientemente

grande como para causar ese tipo de daños?Katie terminó su galleta y cogió otra.

-Ya no, pero solía haber un negocio en la ciudad que hacía barcos. Fue de los principalesnegocios de aquí hasta que cerró, hace alrededor de quince años. La fábrica abandonadasigue en pie. Es evidente que los propietarios querían ampliarla, pero la tierra no es establedebido al enjambre de cuevas submarinas de la costa. Se llevaron la empresa a California.

-¿Eres una experta en Alegría? Pensé que eras de Illinois. -Aaron se echó a reír, lamiendolas migajas de sus dedos.

Katie se encogió de hombros.

-Iba a mudarme aquí con Kevin antes de la separación, así que hice algunasaveriguaciones.

-¿Crees que algún tipo de residuo tóxico procedente de la fábrica de barcos se filtró en elsuelo? -Aaron alcanzó otra Oreo.

-Cuando llegué por primera vez a la ciudad la otra noche, estaba un poco perdida y me

encontré en la carretera que conduce a la antigua fábrica.- Cerró la bolsa y la devolvió alcajón.-Había una enorme cantidad de actividad, sobre todo para un lugar quesupuestamente está abandonado. Creo que hay algo aquí, y creo que mi ex averiguó lo queera y por eso ha desaparecido.

Aaron recordó su encuentro con el jefe de policía. ¿Es la paranoia la que habla ahora, o este pequeño pueblo, junto al mar realmente tiene un profundo y oscuro secreto? Pero había algo, algoque parecía hablar con el lado inhumano de su naturaleza. Había hablado con Camael así,y ahora, como el ex novio de Katie, él también, estaba desaparecido.

-Tal vez deberías ir a la policía estatal -Sugirió. -Eso sería probablemente lo mejor quepuedes hacer, especialmente si piensas que podrían tener a Kevin.

Katie negó con la cabeza enfáticamente.-No, todavía no. Tengo que estar segura de los detalles antes de comenzar a hacer

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acusaciones locas.

A Aaron se le empezó a formar un nudo en la boca del estómago.

-¿Y esos detalles son ...?

-Quiero echar un vistazo a la fábrica. Esta noche.

El nudo en el estómago creció incómodamente.

-No estoy seguro de que sea una buena idea, Katie.

-Es la única manera para demostrar que algo está ocurriendo aquí. No te preocupes -Añadió con una sonrisa nerviosa. -Voy a estar bien. Voy a hurgar un poco, conseguiré laspruebas que necesito, y estaré de vuelta aquí en nada.

Las campanas de alarma sonaban en la cabeza de Aaron, pero dudaba de que hubiera algoque pudiera decir para influir en la resolución de la mujer. La voz de la razón le dijo queiba a lamentar seriamente lo que estaba a punto de decir, pero odiaba la idea de que Katiefuera sola.

-Iré contigo-Dijo rápidamente antes de que pudiera cambiar de opinión.

Katie se le acercó con una expresión de auténtica gratitud en sus ojos.

-No tienes que hacerlo -Dijo, y extendió la mano para tocarle el hombro. -Esto es algo que

tengo que hacer, en caso de que Kevin...

-No, yo voy contigo- Aaron interrumpió. Se encogió de hombros. -Después de todo, losforasteros tienen que permanecer unidos.

Antes de que pudieran decir nada más, la puerta se abrió .Una madre y sus dos hijosentraron con una jaula para mascotas que contenía un gato maullando.

-La cita de las cuatro, supongo -Aaron dijo, mirando su reloj. -Un poco más temprano.

-Gracias, Aaron. - Katie le miró fijamente antes de salir de detrás del mostrador parapasar, a la familia, a la consulta. -¿Qué haría yo sin ti?

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Gabriel se despertó sobresaltado.

Había estado soñando que perseguía un conejo a través de un denso bosque, atravesandoespesos matorrales y ramas bajas, el sueño se volvió, inesperadamente, una pesadilla. Elconejo se detuvo, se dio la vuelta para mirarle, con unos ojos que no parecían reales. Eraninusualmente oscuros, casi líquidos, cuando parpadeó, una capa lechosa pareció cubrirlos

brevemente. Gabriel había visto muchos conejos en sus últimos años, pero nunca uno quese pareciera a este. El conejo no era normal.

Su cuerpo había comenzado a retorcerse, como si algo dentro de él estuviera tratando desalir. Poco a poco, con cautela, Gabriel se alejó, gruñendo en tono amenazador. El animalse tumbó en el suelo. Su cuerpo empezó a convulsionar, sin dejar de mirar al perro. Gabrielladró y gruño, con la esperanza de asustar al conejo desde lejos. Quiso correr, pero noquería darle la espalda a la criatura. Qué vergüenza, ser perseguido por un conejo.

El conejo se detuvo de repente, aunque su inmutable mirada nunca abandonó a Gabriel.

Poco a poco su boca comenzó a abrirse más y más todavía. El perro oyó un chasquidoinquietante, como el de las mandíbulas de un animal al desencajarse. Quería correr, perotenía miedo. La mandíbula inferior del conejo colgaba de forma terrible, su boca era unenorme abismo de oscuridad. Desde dentro, llegaba el sonido y el movimiento. Gabrielgimió de miedo y se volvió para huir, cuando algo surgió del cuerpo del conejo....

Todavía sacudiéndose del perturbador sueño, Gabriel observó la habitación a su alrededordesde su posición encima de la cama, su nerviosa nariz husmeaba el aire en busca de algofuera de lo normal. Todo parecía estar bien, pero entonces tomó una bocanada de aireplagada de olores que le hicieron la boca agua. Comida, y si podía confiar en sus sentidos,

era pastel de carne. Había desayunado, media hora antes de que Aaron se fuera a trabajar,pero la idea de una merienda resultaba muy seductora.

Gabriel volvió a olfatear la herida de su pata. Aaron había querido mantenerlo alejado deella, pero se sentía mucho mejor. El perro saltó al suelo y se desperezó. Se sentía bien, y

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La señora Provost saltó, un silbido inhumano salía de su boca cuando arremetió contra éltratando de mantenerse lejos de la espada. El olor extrañamente dulce de la carne quemadaperfumaba el aire, y Aaron se tambaleó hacia atrás, sorprendido por el ataque. La viejagritó, pero sonaba más como el chillido de un animal que como un grito de dolor. Salió dela sala, apretándose la mano herida con la que había tocado la espada.

Aaron agarró la espada con torpeza y fue tras ella. La señora Provost corría de formairregular hacia la escalera, como si ya no tuviera el control de sus funciones motoras. Sólopodía contemplar con horror como sus pies se enredaban y tropezaba, dando tumbos porlas escaleras entre un montón de gritos.

Aaron bajó corriendo las escaleras cuando el cuerpo de la mujer cayó lánguidamente en elvestíbulo. Se arrodilló junto a ella y buscó el pulso en su cuello. Su ritmo cardíaco eraerrático, y su mano había comenzado a llenarse de ampollas, pero aparte de eso, parecíarelativamente indemne. Un bajo gorgoteo escapó de su garganta y empezó a retorcerse enel suelo.

Aaron se agachó y le abrió la boca, manteniendo un ojo en la garganta inflamada. Inclinóun poco la cabeza para poder mirar dentro de su boca. Algo se escabulló en las sombras dela parte posterior de la misma, escapando por su garganta. Era suficiente para preocuparse,basándose en su rápida ojeada, lo que fuera le recordaba a un cangrejo ermitaño que habíatenido una vez como mascota. Retiró las manos rápidamente.

Había algo viviendo dentro de la señora Provost. Una vez más, pensó en los animales en elcongelador de la clínica, su cuerpo cambiaba, evolucionando a una nueva y monstruosaforma de vida. Se preguntó si había algo escondido más profundamente en su interior.

Tocó de nuevo la barbilla de la mujer, abriendo ligeramente su boca.

-¿Qué eres? -Preguntó, con la esperanza de que mediante el uso de su don sobrenatural delas lenguas pudiera hablar con lo que se escondía dentro de la señora Provost. Sifuncionaba en perros y otros animales, ¿por qué no en esto?

Su cuerpo se estremeció, la carne empezó a retorcerse debajo de la ropa.

-¿Qué eres? -Preguntó de nuevo, con mayor fuerza.

Todo comenzó como un rumor en lo que parecía ser el estómago de la vieja, y vio conhorror como aumentaba el tamaño del abdomen y se desplazaba hacia arriba, hacia supecho y luego a su garganta. La piel del cuello se expandido, y Aaron retrocedió deinmediato. Estaba a punto de llamar a su arma de luz cuando la boca de la señora Provost

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-Te pido que vengas. Hay tantas cosas por hacer -Susurró. Cariñosamente tocó elinexpresivo rostro del hombre, acarició los cabellos rubios, húmedos de sudor. -Yo osnecesito -Susurró, acercando su boca al hombre. - Dios te necesita.

Verchiel llevó una mano a la barbilla del hombre, le abrió la boca y sopló suavemente en su

interior, una llama de color azul hielo iluminó brevemente la boca abierta. El cuerpo delhombre, que había sido Stevie, se contrajo una vez y luego se quedó inmóvil. Verchielsiguió mirando, deseando que el hombre recobrara la conciencia, una cáscara vacíadispuesta a tomar la forma de un instrumento de precisión quirúrgica. Un instrumento deredención.

El cuerpo del hombre comenzó a mover las piernas, dejándose caer en el suelo de la terrazaacristalada, una pálida y lánguida sonrisa apareció en los labios de Verchiel, con suscicatrices.

-Eso es- Él susurró. -Estoy esperando. Todos estamos esperando.

La conciencia inundó los ojos del hombre, su cuerpo se puso rígido con el choque de lamisma. Empezó a gritar, un grito agudo de renacimiento que decayó en un jadeo sibilantemientras rodaba de un lado a otro en el frío suelo de la terraza.

Verchiel hizo un gesto hacia la puerta, varios de sus soldados entraron en la habitación.Levantó al hombre del suelo, entre gemidos y temblores, y lo mantuvo en alto.

-Mírate -Verchiel dijo, con una sonrisa fría, sin emociones adornando su rostro. -Elpotencial para la grandeza emana de ti en oleadas.- Levantó una mano y señaló con el

dedo al hombre que estaba llorando patéticamente.

-Falta algo. Algo que te hará estar completo.- Se volvió a los Arcontes, que sostenían laspiezas de una armadura de intenso color rojo de la sangre derramada. -Vestidle -Ordenóel líder de Los Poderosos.

Los magos hicieron lo que les dijo, cubriendo el cuerpo del hombre con el metal rojoforjado en los fuegos del cielo. Cuando terminaron su tarea, se apartaron, y se acercó aVerchiel. Cada pulgada de la carne del hombre cubierta por la armadura construida con elmetal rojo sangre, todo excepto la cabeza. Era un espectáculo terrible con su traje de guerra

color carmesí, pero él miraba patéticamente a Verchiel, los ojos estaban llenos de lágrimasde miedo y confusión.

-Ahora es todo tan nuevo para ti -Verchiel dijo, tendiéndole la mano al hombre. -Pero voya hacer lo correcto.

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El fuego apareció entre las manos extendidas del ángel, al principio no más grande que lallama de una vela, convirtiéndose en una bola de fuego de color naranja.

-Yo te enseñaré- Él ángel le dijo y el fuego se tornó oscuro, tomando forma, solidificándose

en un casco del mismo color sangre.-Tú serás mi herramienta de absolución.- Colocó el casco sobre la cabeza del hombre. -Miinstrumento de absolución.

Verchiel dio un paso atrás admirando el rostro temeroso, de pie delante de él, vestido conel color de la rabia.

-Malak -Dijo, extendiendo la mano, presentando a la nueva arma de su arsenal a los que lerodeaban. -Cazador de falsos profetas.

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En el piso de arriba de la clínica, Katie se había perdido en sus pensamientos, en un lugaroscuro y húmedo, cargado de cientos de barriles de metal, corroídos por el tiempo, sucontenido tóxico se filtraba en las aguas subterráneas, la invasión del ecosistema de laciudad Maine.

El horno de microondas empezó a pitar, y ella salió de su inquietante ensueño pararesponder a su insistente sonido. Ella cogió la taza humeante de sopa de pollo, se sentó en

la cocina. Su estómago se sentía mareado con los nervios, pero sabía que tenía que comeralgo antes de sus planes nocturnos.

Entre cucharada y cucharada, Katie sacó un cuaderno y examinó la lista de cosas que teníaque coger antes de esta noche. Ella tocó el primer elemento en el cojín con el dedo.-Linterna, -dijo pensativa. -Vi una por aquí en alguna parte.

Se levantó de la silla y se acercó a unas cajas que estaban apiladas junto a la puerta deldormitorio. ¿Cuánto tiempo llevaban aquí y todavía no había desembalado todo? Katiemovió algunas de las cajas y encontró la linterna, apuntó a la sala, y la encendió. Su haz

corto cruzó las sombras que se acumulaban con la llegada del anochecer.

-Supongo que valdrá -Dijo ella, volviendo a la mesa y colocando la linterna al lado delcojín.

Ella estaba a punto de sentarse, cuando escuchó un golpe leve en la puerta. Miró el reloj.Estaba esperando a Aaron, pero no había quedado hasta las siete. Tal vez había llegadotemprano para tratar de disuadirla de su planificada aventura.

-Un poco más temprano, ¿no es así...-Comenzó-, deteniéndose cuando vio que no era

Aaron él que estaba en el umbral.

El alegre jefe de policía se mantuvo rígidamente en la puerta y se quedó mirándola.

-¿Puedo ayudarte en algo, jefe? -Preguntó Katie.

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Katie estaba arrodillada en el suelo de la cocina, recogiendo cuidadosamente los pedazosde vidrio roto, cuando comenzó a asimilar las implicaciones de las palabras del oficial depolicía.

-¿Qué es exactamente lo que sugieres, jefe? -Preguntó ella, ascendiendo lentamente desde

sus pies, en sus manos tenía montones de fragmentos de vidrio.-¿Alguien va a hacerle algo a Kevin?

Ella se sorprendió por la respuesta del hombre. El Jefe Dexter se rió entre dientes, y fueuno de los más desagradables sonidos que había oído en su vida, al igual que su gargantaestaba obstruida con líquido y debe haber sido un truco de la luz, pero algo parecía estarmal en sus ojos.

-Debe hacer como todos nosotros- Dijo en trance, y comenzó a balancearse de lado a lado.

Katie de pronto tuvo miedo, mucho miedo. Algo no estaba bien con el hombre, algo noestaba correcto en el maldito pueblo.

-Creo que será mejor que te vayas- Dijo con voz tranquila.

Como todos nosotros. Pensó ella.- ¿Qué diablos significa eso?

-Sal-Dijo ella, dándole la espalda, desafiante, caminó al cubo de debajo del fregadero, paratirar los restos del vaso roto.

Ella no quería que él supiera que la había asustado. No mostrar nunca el miedo, era algoque había aprendido en su trabajo con los animales. Aún así, mantuvo un fragmentoafilado del vaso en su mano, por si acaso tenía que defenderse, pero cuando se volvió, vioque estaba caminando hacia la puerta.

-No puede haber gente hurgando -Dijo en esa húmeda y grave voz, al llegar a la puerta laabrió. -No cuando estamos tan cerca de ser libres.

Katie no tenía ni idea de lo que el hombre estaba hablando y estaba dispuesta a correr a lapuerta y cerrarla detrás de él.

Pero el jefe acaba de abrir la puerta y dio un paso atrás en el interior, como si esperara aque alguien se uniera a él.

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Eso es todo, pensó, y se lanzó por la habitación hacia el teléfono. Llamaría a la policíaestatal. Su número estaba en el block que dejó sobre la mesa de la cocina. Katie sostuvo eltrozo de vaso en la mano mientras se movía a cámara lenta a través de la cocina, el dolordel fragmento clavado en la carne mantenía su concentración.

Por el rabillo del ojo vio que el policía comenzaba a ponerse de cuclillas. ¿Iba por su arma?Katie extendió la mano sobre el teléfono. Apenas un poco más lejos.

Ella chocó con la mesa circular de la cocina, casi dislocándose la cadera, estaba buscandoel teléfono cuando oyó un ruido. No era el sonido de un disparo, era el sonido de una tos,un corte violento de sonido.

Tenía la mano en el auricular cuando sintió que le golpeaban la nuca, algo que le irritó lapiel como si fuera salpicada con ácido. Reflexivamente su mano se dirigió a su cuello, y sesacó el objeto de la carne. Le recordaba a un erizo de mar, negro y brillante, su formacircular cubierta de espinas afiladas, pero ¿Pero de donde vino? Podía sentir la sensaciónde adormecimiento extendiéndose desde el cuello a su cuerpo con increíble velocidad.

Katie miró hacia el sheriff en la puerta abierta, soltó otro con la poderosa tos. Un aerosol deproyectiles fue arrojado desde su boca para decorar su cuerpo, y se dio cuenta con horrorque no podía sentir nada. Ella levantó la mano, en la que tenía el trozo de cristal, y vio, casidivertida como la sangre corría por la herida, hasta el brazo, cayendo al suelo.

Se sentía como si estuviera en un sueño, el mundo a su alrededor de repente no teníasentido. Katie miró a los erizos clavados en su carne. Ellos deberían estar cubiertos de unaespecie de veneno, se cayó al suelo, golpeando su cabeza contra el borde de la mesa.

Katie estaba frente a la puerta abierta. El comisario seguía en pie junto a ella. Quería gritar,pero todo lo que podía hacer era quedarse allí y verlo como estaba, como un portero,esperando que alguien llegara.

Oyó el sonido de las uñas escarbando en el exterior de los escalones de madera. No sonabacomo una persona, murmuró, era igual que un animal que tiene cierta dificultad por subirlos escalones.

-Estamos tan cerca -Dijo el jefe Dexter, mirando hacia la puerta con anticipación. -Nada

debe impedir a todos ser libres.

De nuevo el comentario acerca de la libertad, ella pensó en el significado. Luchó paramantener sus párpados abiertos y que no se cerraran. Tenía que ver lo que estaba subiendoen las escaleras, tenía que ver lo que el comisario estaba esperando.

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Hizo su aparición, dando tumbos en el marco de la puerta y en el apartamento con grandificultad. Katie sabía que había perdido la capacidad de gritar hacia algún tiempo, perono le impidió intentarlo, era una monstruosidad muy similar a los muertos en elcongelador del sótano, se acercaba a ella. Era la cosa más horrible que había visto en su

vida, algo de pesadilla, y era un organismo compuesto por los atributos de muchos otrosanimales, pero que no con identidad propia. Un castor, una serpiente, un pulpo, unagrulla, e incluso un pez: Todos estaban representados en la masa horrible que se estabaarrastrando por el suelo de la cocina. El monstruo tenía una gran dificultad con el suelo debaldosas, una de sus extremidades, la espalda, tenia garras, deslizándose por la superficiecon dificultad y oliendo todo. Ella creía que su sentido del olfato también había sidoadormecido.

El jefe de la policía alegremente se arrodilló al lado de la abominación.

-Para mantener el secreto -Dijo en un suave murmullo-, debe estar al servicio del grupo- Élse agachó y empezó a acariciarle el pelo, las escamas, las plumas y cuando acarició sucuerpo, la bestia gruño. -Debe ser parte del todo.

Katie se llenó de repente con una abrumadora sensación de miedo, sus ojos se pusieroninsoportablemente pesados y empezaron a cerrarse. Ella vio que el animal comenzaba atemblar, tenía la boca torcida, estaba teniendo problemas para respirar. Entonces, gracias aDios, con los ojos cerrados ante el rostro de su pesadilla. Katie escuchó un sibilante ygruñido bestial, el olor de la marea estaba sobre ella, le faltaba el aliento.

Y entonces oyó un sonido que al principio no pudo identificar. Era un sonido agudo, uno

que le había hecho retroceder si no hubiese estado bajo los efectos de una toxina. Despuésdel sonido hubo un ruido de algo que se derramaba sobre el suelo.

-Parte de la totalidad -Oyó decir en voz baja a Dexter en la oscuridad, y el sonido de variaspisadas deslizándose por el suelo de baldosas hacia ella.

Ella se deslizó más allá, más profundo en el olvido, sintió que la tocaba.

Querido Dios, fue su último pensamiento mientras se entregaba al veneno que corría porsus venas. Está en mi boca.

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solitario del camino que terminaba en un nivel elevado, cercado con alambrada. Sólo podíaver la forma de la fábrica.

Una luz se acercaba en dirección contraria, y Aaron se agachó para cubrirse, mirando elcamino de detrás, hizo una revisión extensa de flores silvestres y hierbas altas. La

camioneta Ford redujo la velocidad cuando se aproximó a la valla, Aaron vio al conductorsalir lentamente. Con una llave en el bolsillo, abrió el candado y la cadena, abrió la verjapara permitir la entrada de vehículos. Aunque era de noche, Aaron podía ver que la partede atrás de la camioneta estaba llena de gente: jóvenes y viejos, hombres, mujeres y niños,algunos incluso en pijama y albornoz. Con una resonancia escalofriante, sus preguntassobre la gente del pueblo se aclararon de una manera horrible.

El conductor cerró la cadena después de entrar, y luego continuó en dirección a la fábrica.Sus faros iluminaron la zona de aparcamiento.

Debe ser el turno de noche, pensó al salir de la clandestinidad, permaneció en la sombra, yse metió entre las puertas de la propiedad. Usó los coches aparcados como cobertura,Aaron se acercó más a la fábrica. Algunos coches estaban estacionados enfrente deledificio, con las luces encendidas, señalaban hacia la estructura para iluminarla. Se agachócuando un coche patrulla de la policía se acercó lentamente en la esquina. Asomándosesobre el capó de un Volvo azul claro, Aaron vio que el auto era conducido por el JefeDexter, y esperó hasta que el policía había llegado alrededor del edificio antes de tratar deestar más cerca.

Aaron vio al grupo que había estado en la parte trasera de la camioneta iban caminandocon rigidez desde el aparcamiento hacia la fábrica. Una pequeña ciudad con un secreto, las

desapariciones misteriosas, los lugareños actuando de manera extraña, y si no estabaviviendo en la actualidad, se podría pensar que habían quedado atrapados en una malapelícula de ciencia ficción. Entraron en el edificio a través de una gran puerta de metaloxidada, Aaron oía el ruido de lo que podría ser solamente un martillo neumático.

No quiso que lo vieran, por lo que evitó la entrada principal y buscó otra forma menosevidente de entrar en la fábrica. Cerca del edificio, las sombras arrojadas por la estructuraservían, muy bien para esconderlo. Él fue excepcionalmente prudente con la Patrulla del  jefe Dexter, se quedó inmóvil en la oscuridad y contuvo la respiración cada vez que elcoche patrulla pasaba.

Encontró lo que parecía ser una vieja salida de emergencia y trató de abrirla. No fue bien,estaba cerrada por dentro.

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oficina del veterinario con un periquito enfermo. La gente de abajo se movían comohormigas, con picos, palas y martillos neumáticos, picaban y cavaban en las zonasdemasiado pequeñas para la máquina grande, mientras que otros llevaban carretillascargadas con los escombros de la excavación.

Esto es demasiado, pensó. Ya no quería nada más que encontrar a Gabriel y a Camael ysalir de este infierno, pero no podía hacer eso, él no podía salir sin Katie, y no podía salirde la ciudad con los esclavos de Leviathan, cualquiera que fuera eso. Quería que sumentor estuviera allí, él podría haber usado un poco de ayuda del ángel guerrero.

Recordó algo que Katie había mencionado acerca de cuevas subterráneas y túneles debajode la fábrica y se preguntó si era la razón de la frenética actividad. Se vio obligado, atrasladarse cautelosamente, bajo unas escaleras improvisadas que le llevó a lo másprofundo del agujero. Había luces encendidas a lo largo de las paredes, cada cinco metrosmás o menos, y las sombras proyectadas por los trabajadores, trabajaban sin descanso,eran extrañamente inquietante las versiones distorsionadas de sí mismos un la pared deltúnel, más un reflejo del horror que vivía en su interior.

Al pie de la escalera se encontró una entrada a un túnel, cuyos bordes eran irregulares yásperos como los tallados de las herramientas y máquinas. Con linterna en mano, yasegurándose de que no lo estaban viendo, Aaron entró a través de la apertura y comenzóun descenso, hacia abajo, en la tierra. Las paredes eran extrañamente suaves, como siestuvieran pulidas, tal vez por el flujo del océano, pensé mientras colocaba su mano sobrela roca fresca. Todavía se notaba húmedo, fría, como si el mar hubiera dejado la esencia desí mismo. Había una cuesta hacia abajo.

Aaron se preguntó nervioso ¿Cuántos metros habría por debajo de la superficie ? . Esta idea fuerápidamente descartada cuando sonó el ruido de algo chillando delante de él.

Era un animal, frenéticamente, pidiendo ayuda, y Aaron lentamente, con cuidado, caminópor la cuesta. Llegó a una repentina esquina, y miró con recelo a su alrededor. El túnel sedividía, un camino iba a la izquierda, bastante oscuro, y el otro sería el que acababa en lacámara de donde estaba seguro que provenían los sonidos de angustia. Los chillidos delanimal protestando se hicieron aún más frenéticos y Aaron se estaba acercando a unadifícil situación.

Él se asomó con cautela a la cámara y se encontró una improvisada oficina veterinaria. Unamesa, probablemente de la cafetería de la fábrica, se utilizaba como una mesa de exámenes,estaba en el centro de la habitación, y un hombre, con sus ropas cubiertas de suciedad,estaba con un gato grande, uno de muchos animales de compañía que estaban alrededorde la cueva. Había todo tipo de criaturas de cuatro patas: gatos, perros, conejos... Aaron

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los observó para ver si alguno era Gabriel. Pero su mejor amigo no se encontraba entre lospresos.

El hombre tenía sujeto un gato de pelo largo, por el cuello y lo tenía en la mesa. Los otrosanimales habían empezado a gritar y gemir, sabiendo que algo malo iba a suceder. El

hombre ató, al felino, a la mesa y comenzó a examinarlo, las orejas, los ojos y luego, dentrode su boca.

¿Podría ser este el desaparecido Kevin Wessell? Aaron se preguntó cuando el hombre sefue con el gato y salió de su línea de visión.

Escuchó un grito, como un maullido extraño. Aaron, nunca había oído antes algo así. Elhombre regresó a la mesa de examen, con los brazos cargados. Aaron tuvo que parpadeardos veces antes de que su mente pudiera ajustar lo que veía. Era una de las... cosa queKatie le había mostrado en el sótano del congelador, sólo que este estaba vivo, mecidosuavemente en los brazos del hombre. Los animales en la cámara aullaban y arañaban lasparedes de su jaula. El gato luchaba contra sus limitaciones y escupió cuando el hombrepuso la abominación junto a él. El animal miró torcido, como si hubiera sido, un perro, unterrier de algún tipo, tal vez, pero ahora era terriblemente más que eso.

El hombre había comenzado a acariciar a la horrible bestia, la mano con incrustaciones desuciedad acariciaba la bestia repetidamente en la parte superior de su cabeza deforme, y enun trozo de piel desnuda, de color rosa en la parte baja de la espalda. Su atención al animalfue volviéndose más áspera, más frenética. Aaron notó el crecimiento de un bulto bajo lapiel.

La cacofonía de lamentos de los animales era casi ensordecedora, y Aaron quería apartar lamirada. Los pobres animales sabían lo que iba a suceder y los llevó al borde de la locura.La naturaleza angelical que residía en él de repente comenzó a moverse, también percibióel peligro potencial de aquí, y trató de reafirmar su posición.

La masa hinchada en la espalda de la criatura era más del doble del tamaño y con una vidapropia. El monstruoso animal jadeaba por el esfuerzo cuando el tumor siguió creciendo, yel hombre miraba con una expresión aburrida de desinterés, como si viera cosas así todoslos días.

De pronto, la carne de la bestia estalló con un pop ligero, y se produjo un géiser de fluidos.

Lo que vio después Aaron, le congeló hasta los huesos. A medida que el líquido salía, algosurgía de la herida. Era una araña, como un cangrejo. Nunca había visto nada parecido,pero estaba seguro de que esto era lo que había estado escondido en el interior, de la

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garganta de la señora Provost. Era negro y brillante, la concha quitinosa que cubría sucuerpo capturaba la luz de las bombillas colocadas alrededor de la caverna. La criaturasalió de la herida abierta en la espalda del animal y se quedo en la mesa.

Los animales enjaulados ladraban, aullaban y chillaban en señal de protesta cuando la

cosa se acercó al felino que estaba sujeto. Aaron podía entender su más intenso terror, perotuvo que ignorar sus gritos frenéticos, no había nada que pudiera hacer. El gato no teníauna oportunidad. En lo que parecía un abrir y cerrar de ojos, observaba a la cosa lanzarsea la cara del gato y abrirse paso a través de la boca del animal, desapareciendo en sugarganta. El gato asustado, tosió, pero en cuestión de segundos el pánico desapareció, y elgato se relajó, tumbado inmóvil, su cola larga y tupida lánguidamente se agitaba en el aire.Él podría haber jurado que lo oyó ronronear.

Su mente daba vueltas mientras luchaba con lo que debía hacer, pero la decisión quedó ensuspenso cuando oyó su nombre en un murmullo.

-Aaron-. Susurró la voz, en el túnel detrás de él, se apartó de la cueva y se encaminó haciala esquina para ver a Katie de cerca. Su dedo se dirigió inmediatamente a los labios,instándola a callar.

Ella le sonrió extrañamente, y sintió el pelo en la nuca de repente de punta. Algo no estababien, y se encontró con la espada de luz de repente en sus manos, al igual que el cuellohinchado y un grupo de los objetos en forma de uva vomitados por la boca abierta. Él ledio un manotazo y, vio con inquietud como Katie retrocedía violentamente de la luz de lahoja. La idea de una de esas cosas de araña gateara dentro de su boca le hizo sentir elestómago revuelto, pero él se mantuvo firme, con la espada en alto, esperando el próximo

ataque.

Había movimiento en el túnel detrás de ella, y el pueblo de Alegría se movía a través deuna onda, Katie empujaba pasándolos para llegar a él. La esencia angelical en su interiorrugió por ser libre, pero no podía dar rienda suelta a ese tipo de poder en contra de estaspersonas, que no eran responsables de sus acciones.

Aaron agitó la hoja delante de ellos, con la esperanza de llevarlos de vuelta, con laesperanza de tener el tiempo suficiente para huir por el sistema de túneles, pero habíandemasiados, y eran demasiado rápidos. Los ciudadanos de Alegría estaban fijos en él. No

tenía espacio para maniobrar, no había espacio para bloquear los objetos espinosos queerupcionaban de sus bocas. Y el poder que residía en su núcleo gritó su frustración cuandouna lluvia de proyectiles le atravesó el cuerpo, aferrándose a su mejilla, el cuello y el dorsode sus manos y el entumecimiento del efecto de la toxina comenzó a recorrer su sangre.

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-Yo no voy a haceros daño-. Dijo tercamente al enojado poder, y los residentes de Alegríaseguían atacándolo hasta que cayó en el suelo del túnel.

Y el poder que era su derecho de nacimiento se resignó a su suerte, y permitió que laoscuridad y la pérdida del conocimiento le dieran la bienvenida.

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La marea que lo envolvía, era un sonido calmante, precipitándose hasta saludarle,fluyendo alrededor de sus piernas desnudas como perros falderos deseosos de llamar laatención. Aaron miró al exterior, sobre la vasta extensión del Océano Atlántico, observandolas aves de mar, sintiendo la suave brisa. Sintió una paz que hacía tiempo que no sentía.

–Es hermoso, esto, ¿no es así Aaron?–Preguntó una voz joven.

Aaron miró hacia abajo, vio a Stevie sentado en la arena al lado de él. El muchacho tenía uncubo y una pala de plástico, estaba cavando un agujero en la arena mojada.

Aaron miró dentro del agujero, vio que era profundo y más grande de lo que habíaimaginado. Apuesto que hay túneles debajo, pensó por alguna razón. kilómetros y kilómetros detúneles.

–¿Me estás escuchando Aaron?–Preguntó Stevie, apartando su atención del agujero.

Aaron miró la cara expectante del muchacho.

–Lo siento Stevie–Dijo. –Supongo que no te he prestado atención durante unos minutos.

El pequeño muchacho llevaba sólo un bañador rojo, y Aaron pudo ver que se habíabronceado. Si no somos cuidadosos, -pensó-, el niño tendrá  una insolación, tal como esa vezcuando...

–Yo sólo digo qué todo aquí es hermoso– Stevie interrumpió sus pensamientos. El niñocontinuó trabajando en su agujero. –Nunca me quiero ir.

Aaron se rió cuando se arrodilló al lado del muchacho. El oleaje tocaba sus pies desnudos,

tan calientes.

–Tenemos que volver a casa en algún momento–. Dijo cuando despeinó el cabello rubiodel muchacho. –¿No quieres ver a mamá y papá otra vez?

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El cielo estaba oscurecido cuando las nubes se acercaron a la costa.

–Lo quiero– Aaron contestó, un sentimiento de pura alegría comenzó a bullir dentro de él,pero lo forzó a retroceder. –Yo realmente, realmente lo necesito—, pero estos sentimientosme hacen sentir mal. Me gusta lo que viví antes.

–¿Pero estás alegre entonces, correcto? Y puedes estar aquí de nuevo. Es un regalo portodo lo que has tenido que soportar–. Stevie estaba repentinamente de pie en la mitad delagujero que había estado cavando. –Déjame que me lleve tu dolor–. Estiró sus brazosbronceados hacia su hermano mayor, con una sonrisa en su cara.

Esto parece bastante simple. Pensó Aaron cuando miró las nubes grises ondulando a lo lejos.Ellas parecían estar cambiando de dirección, dejando el cielo perfecto sobre su cabeza,limpio de tempestad. Necesita aceptar todo esta vez, este lugar, como su realidad, ycualquier cosa podría estar bien.

Pero eso no sería.

–Todo esto está mal–. Dijo en voz alta con una sacudida furiosa de su cabeza. Señaló conun ademán el océano y al horizonte. –Esto no está bien, este momento ya pasó. Es unrecuerdo de hace tres años.

–Para Aaron–, exigió Stevie. –No arruines lo que he hecho para ti.

Aaron miró fijamente al niño furioso cuando las nubes volvieron de nuevo al mar, lentas yoscuras, cargadas de tempestad. Un ruido sordo distante, amenazante, un trueno sacudió

el aire.

–Todo esto es un sueño, una pesadilla, realmente.

–¡Aaron!–Gritó el muchacho, dando una patada.

–¿Qué eres tú?–. Preguntó Aaron, un viento fuerte, repentinamente azotó su ropa. –Stevienunca habló así, apenas hablaba. Aaron miró al perro, que continuó meneando su colaalegremente aunque el viento estaba soplando arena en su boca abierta. –Y este no esGabriel. Sólo se parece a él–. Aaron caminó más cerca del niño. –Te preguntaré de nuevo–

Dijo severamente. –¿Qué eres tú?

Estaba repentinamente oscuro como la noche en la playa, y relámpagos recorrieron el cielocuando los truenos retumbaron. El océano estaba revuelto, con frenesí, por la tempestad,con olas chocando violentamente en la costa.

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–¡Puedes alegrarte de nuevo!–. El niño chilló sobre la tempestad. –Todo lo que necesitashacer es...

–¿Qué eres tú?– Aaron escupió. Desde la esquina de su ojo pudo ver las aguas del océano,

en la distancia, empezando a espumar y hervir.–He existido desde el quinto día de la creación–. Dijo Stevie con una voz fría no propia deél.

Algo se movía debajo de las aguas turbias. Algo grande.

–Yo era esa chispa de incertidumbre en los pensamientos del Creador cuando formó elmundo, en ese breve momento de caos, antes del Génesis.

Un monstruo emergió de las profundidades del mar, de piel más negra que la oscuridadque ahora les rodeaba. Eso, parecía tener al menos unos cien pies de alto, su cuerpoalargado se arqueaba sobre la tempestad devastadora del mar. Cientos de tentáculos dediferente longitud y grosor salían de su cuerpo, se retorcía en el aire como si estuvieradesesperado por entrelazar algo en su abrazo. Aaron no podía alejar sus ojos del aspectoespantoso cuando eso caminó a través del azote del mar hacia la playa.

–La oscuridad del océano se convirtió en mi morada–. Dijo la cosa que se parecía a suhermano. –Y allí prosperé, ocultándome debajo de las olas, hasta que Dios sintió migrandeza y envió Sus mensajeros Angélicos para apagar mi luz gloriosa.

El monstruo estaba más cerca ahora. Sacos grandes y opacos pendían horriblemente de sucuerpo reluciente, balanceándose como péndulos cuando caminaba hacia tierra.

Aaron no era capaz de dejar de mirar al ser horriblemente imponente, sorprendido de queaún pudiera pensar, sin dejar de hablar.

–¿Eres tan maravilloso que Dios decidió tomar tu exterior?

La cosa Stevie ignoró su pregunta.

–El océano era mi dominio, y cualquiera que osara atravesarlo estaba sujeto a mi cólera, ypronto desarrollé un gusto por las vidas de aquellos que el Creador envió para destruirme.

La enorme bestia de mar se vislumbraba sobre Aaron. Aún desde esta distancia, podía verque su masa estaba cubierta de finas escamas que relucían con los colores del arco iris. Si

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eso no fuese tan horriblemente amenazante, podría haberlo encontrado bello. Hubo unrelámpago cegador, seguido por la explosión de un trueno, y las nubes descargaron undenso diluvio, trayendo lluvia.

–Eso es lo que me ha mantenido vivo durante el milenio, y lo que finalmente me liberará

de mi prisión debajo del mar.Los torrentes viscosos cubrieron el cuerpo de Aaron, forzándolo a caer sobre la arena. Elsuelo no podía absorber el espesor, de los fluidos lechosos, y se reunieron alrededor de él,intentó levantarse.

La bestia alcanzó la costa, los cientos de pequeños apéndices musculares impulsaban a lapesadilla hacia la playa.

–Siento en ti un poder que nos asusta y excita–. Dijo el monstruo, su voz ahora venía dedos lugares: del pequeño hermano y de la cosa sobre la playa, un efecto estereofónicoperverso produciendo eco en el aire.

–Nunca he visto a uno como tú.

Aaron luchó para ponerse de pie, pero sintió el suelo debajo de él cambiar, levantándolohasta tenerle rápidamente. La sucia lluvia continuó cayendo, cubriendo su cuerpo con unacapa de fango.

–¿Qué es este lugar?–. Preguntó frenéticamente al doble de su hermano.

–Esto podría haber sido tu paraíso individual–. Explicó la entidad, su voz era unrepugnante ruido sordo. –Como una abeja a la flor, usé la promesa del cielo personal paraatraerte a mí. Un lugar donde podrías haber sido feliz hasta tus días finales–. Steviesacudió su cabeza con desilusión. –Pero lo has rechazado.

–Esto no es real–, Aaron escupió, intentando protegerse del fluido que llovía del cielo ehizo circular bajo su cara lejos de su boca. –Es una mentira.

La cosa que había tomado la apariencia de Stevie trepó desde su agujero y caminócasualmente hacia el gigantesco Behemot2 que había emergido del mar.

–Sea mentira o verdad–. Dijo acercándose enfrente de la bestia. La criatura respondió al

2 Se cree que el Behemot (También conocidos como Bahamuth) está asociado al hipopótamo. Aparece mencionado en la Biblia, en

el Libro de Job  (40,15-24) junto a otro monstruo, Leviatán, que representaría al cocodrilo 

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Leviathan mostró al joven, dentro de su barriga, imágenes inquietantes del mundo sinrestricciones. Escenas de guerra, violencia perversa y muerte, destellaron ante el ojo mentaldel Nephilim, un mundo aparentemente tocado por la locura.

–Esto es lo que Dios ha hecho–. Gruñó la bestia. –Puedo  hacerlo mejor.  Cuando estéfinalmente libre de mi prisión debajo de la tierra y del mar, usaré tu poder, tu maravillosafuerza, para empujar este lugar hacia el pandemonio. Y entonces lo moldearé a mi gloriosaimagen.

Miles de huevas con caparazón negro producidas por Leviathan se retorcieronimpacientemente debajo de la capa protectora de sus escamas.

Serían ellos los que llevarían a cabo la voluntad de la bestia, cambiando y torciendo laexistencia de la fauna dándole la vuelta. La idea de estar desatado, sobre el planeta no erauna feliz anticipación.

El Nephilim continuó luchando, rehusando a permitir que los nutrientes digestivoscomenzaran el proceso de su absorción. Esto molestó a la gran bestia, y de nuevo, investigóen la mente del prisionero. Indelicadamente rasgó en sus recuerdos, y encontró el recuerdode una vida mayormente mundana, o eso era, hasta que el poder del Cielo dentro de sufrágil cáscara humana despertó para perseguir algo muy olvidado, la profecía antigua de laredención.

Leviathan no tenía tiempo para profecías; tenía un mundo por conquistar.

Un llamado golpeó a Aaron y se agitó cuando Leviathan arrancó por completo susrecuerdos. La bestia vio el despertar de la naturaleza angelical, la resurrección de sumascota, bebiendo suavemente del animal con una fuerza de vida que estaba encontrandoactualmente deliciosa, la muerte de sus tutores, y la batalla furiosa con el líder anfitrión delos Poderosos, Verchiel.

El monstruo retorcido dentro de la prisión de roca. Mucho se había anticipado Verchiel, yaquellos que le seguían, para buscar e intentar erradicar la gloria que era Leviathan en elnombre de Dios, pero eso nunca iba a ser. Por cierta razón, había sido escatimado esteataque. Leviathan continuó existiendo, alimentándose de la presa que le permitiera

sobrevivir, arrastrando a aquellos de una naturaleza angelical para ello. Como el astutopescador de caña, la bestia del mar psíquicamente dejaba colgada la tentadora promesa dela felicidad ante las criaturas patéticas del Cielo, y era sólo una cuestión de tiempo antes deque fueran engañados, dejándolos descansar dentro de sus rapaces sacos digestivos.

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Cuando eso fuera finalmente capaz de salir de su prisión subterránea, Verchiel y losPoderosos necesitarían estar ocupados. Y sentirían la ferocidad de la ira de Leviathan yconocerán su hambre insaciable.

La imagen de un pequeño niño, el hermano del Nephilim, vislumbrado dentro de la mente

del monstruo. Había usado al chico para atraer al Nephilim aquí a Alegría. Pero elNephilim conoció por completo el truco, e intentó liberarse sin éxito.

El Leviathan haría cualquier cosa que esté en su poder para mantener la media especie enél. La fuerza de vida dentro de él era fuerte, embriagante, y serviría bien al Behemot en sudefinitivo dominio del mundo.

Podía sentir que el Nephilim estaba pensando en el niño otra vez, el niño en las garras deVerchiel. Esto agitó al Nephilim, haciéndole luchar todavía más, interrumpiendo losplaceres del proceso digestivo. Leviathan estaba fastidiado, y de nuevo forzaba su caminoen los pensamientos del ser angelical. Necesitaría asegurarle al joven que cualquieresperanza de salvar a su hermano de las garras de los Poderosos era vana.

–Date por vencido–Le dijo Leviathan al Nephilim. –Tu lucha no sirve de nada.

La gran bestia retrocedió dolorosamente, la actividad mental del ser angelical combatíafrenéticamente dentro de uno de sus muchos vientres, causando incomodidad.

En la mente del joven estaba un pensamiento, una imagen de una luz cegadora, una luz tanbrillante que penetraría la más infinita de las profundidades estigias. Y la luz, esa horrible,abrasadora luz, había comenzado a tomar forma, transformándose en algo que llenó la

antigua deidad con un sentimiento de terror.

La luz en la mente del Nephilim se había transformado en un arma, un arma queLeviathan no había visto desde la batalla fatal que lo había atrapado en la cavernasubterránea.

La luz se convirtió en una espada. La espada del Mensajero de Dios.

Aaron se estaba ahogando.

Intentó combatir con toda su fuerza, para mantener el líquido sucio fuera de su cuerpo,pero había una voz, una calma, una voz tranquilizadora que intentó convencerle queestaba equivocado en lo que hacía, que la lucha sólo podría prolongar su dolor.

Entonces los tonos tersos y sedosos dentro de su cabeza, que le prometieron el fin de su

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sufrimiento si sólo se daba por vencido, le dijo que su pequeño hermano estaba muerto,que el ángel Verchiel había destruido al niño poco después que lo había tomado, que lalucha era por nada.

Y ahí estaba el dolor abrumador de ese conocimiento, combinado con la pesada tristeza

que ya había estado llevando: la muerte de sus padres, siendo forzado a huir de la vida quehabía construido para él. Dejar a Vilma había sido demasiado doloroso. Casi habíaempezado a creer que era mejor someterse, para permitir que la solución lechosa llenara suboca y fluyera en sus pulmones.

Pero entonces la espada estaba ahí, la misteriosa arma que parecía forjada de rayos de sol,penetró en la oscuridad de su más profunda miseria, quemando la mortaja de dolor ydesesperación que le envolvió para revelar la verdad.

La verdad.

Aaron gritó dentro del saco membranoso, expulsando los líquidos sucios que le habíanguiado a encontrar su camino en su cuerpo. La espada estaba en su mano, como había sidoesa noche en su sueño, enrojeciendo como el nuevo amanecer, revelando la naturalezaverdadera de la pesadilla que lo había tomado prisionero. Tiró atrás la espada de luz ysurcó su camino por la carnosa y elástica pared de su prisión. En su mente escuchó ungrito, el grito de un monstruo con dolor.

El fluido inmediatamente empezó a drenar desde el corte abierto en el aparato digestivo, yfue capaz de respirar. El hedor del aire dentro del saco era sucio, pero era lo que susdolientes pulmones suplicaban no obstante. Ingirió ávidamente la fétida atmósfera, como

un hombre muriendo de sed, escupiendo residuos de los líquidos invasores.

La cámara carnosa, en la que estaba firmemente encarcelado, empezó a agitarse y abalancearse, rugidos de rabia y dolor retumbaron alrededor de él.

Tenía que salir, escapar de la posesión, del encierro orgánico, y se lanzó a los cortes quehabía hecho dentro de él. Eso fue lo que imaginó que sería nacer. Sacando su cabeza por laherida, que había empezado milagrosamente, a sanar. Aaron rodó por la herida, cayendo acierta distancia, aterrizando sobre un suelo de roca sólida con un golpe agitado. Estrellasestallaron ante sus ojos, y por un momento pensó que podía perder el conocimiento, pero

lo sacudió fuera, trepando para ponerse de pie, con el arma de luz todavía en su mano.

Miró alrededor y vio que estaba en una vasta caverna, subterránea. El lugar estabamisteriosamente quieto excepto por el distante murmullo del vaivén de las olas. Un hongoluminiscente crecía en las paredes, lanzando una escasa y misteriosa luz verde sobre la

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extensa cueva.

El golpe vino por detrás. Su mente le asemejó el acercamiento de un tren de carga,golpeándole con tal fuerza que lo lanzó por el aire para aterrizar contra una pared lejana.Su cabeza resonó, y los huesos de su espalda y piernas gritaron en protesta cuando luchó

por ponerse en pie. Estaba sangrando en varios lugares de su cuerpo, pero todavía se lasarreglaba para mantenerse bien agarrado a la espada de luz e intentando mantenerla recta.

–La Espada del Mensajero–. Algo bramó desde dentro de la oscuridad de la cueva, yentonces se inclinó hacia él, revelándose, su cuerpo tubular tan grande, era apenas capazde moverse. –Habría pensado que era imposible que un ser como tú esgrimiera un armatan poderosa.

Sin embargo su cuerpo continuó protestando, Aaron sostuvo la espada cuando elmonstruo de escamas negras surgió encima de él. Estudió los detalles de la criatura quesólo podía ser Leviathan. Su cuerpo estaba cubierto en finas e interconectadas escamas,como una cota de malla, y se ondulaban, parecía una serpiente. Asqueado, Aaron podíaver cosas viviendo debajo de su acorazado cuerpo, cosas semejantes a una araña queparecía nada más que arrastrarse bajo las gargantas de cada cosa viva sobre el planeta.

Lo embistió con un tentáculo tan grueso como el tronco de un árbol, y Aaron escarbórápidamente sobre el piso de la cueva. Era como el crujido ensordecedor del látigo másgrande del mundo, el apéndice carnoso fragmentando la roca donde una vez había estado.

Leviathan cambió su gran tamaño dentro de la caverna para seguir el progreso de Aarón,la parte superior de su cabeza rozaba contra el techo cuando intentó maniobrar su enorme

masa en el espacio limitado.

–¿A dónde vas, Nephilim?–-Preguntó su horrible voz atronadora. –No puedes escapar demí. Ríndete a lo inevitable.

Algunas de las cosas de araña con caparazones negras cayeron del cuerpo del monstruo yansiosamente treparon a través del piso de la cueva para llegar a él. La espada delmensajero, como Leviathan la había llamado, hizo un pequeño trabajo en las cosas que searrastraban.

Cuando envió las huevas del monstruo, algo empezó a incomodarle. Después de despertardentro del saco digestivo del monstruo, no había sentido la presencia de su poderangelical. Cuando destruyó a más de las mascotas de Leviathan, intentó recordar cuandosintió por última vez la fuerza, siempre tan deseosa de ser desatada. Había estado devuelta en los túneles, cuando había sido atacado por Katie McGovern y los residentes de

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Su retorcido cuerpo cambió, y una lluvia de tentáculos cayó desde arriba para atraparlo.Aaron acuchilló implacablemente, el arma ardiente separo muchos de los miembros. Labestia chilló del dolor, pero todavía atacaba.

Y cuando luchó, Aaron no lo pudo evitar, volvió su mirada a un misterioso ser que vio

flotando dentro de uno de los sacos digestivos. Supo, de algún modo, instintivamente, queera un ángel, pero ese mismo algo también le dijo que este era un ángel de enormeprestigio y poder. Un arcángel. Por la piel opaca y lechosa pudo ver la florida armaduraque colgaba del cuerpo demacrado del ser celestial.

–Mira a aquellos que cayeron ante mi poder, Nephilim–. Gorgoteó el monstruo, asaltandosus ojos y oídos. –Él era el Arcángel Gabriel, El Mensajero de Dios, una extensión de laPalabra del Creador y fue vencido tan fácilmente como los otros.

La mente de Aaron estaba llena de imágenes de batalla del monstruo con El Mensajero deDios. Vio al guerrero alado descender de los cielos, su armadura dorada reluciendo bellaen el oscurecimiento del mundo primitivo. El ángel debajo de las agitadas olas paraconfrontar su presa, esgrimiendo la imponente espada de luz.

La batalla de la que Aaron fue testigo podía describirse sólo como una epopeya enproporción: una fuerza de la luz pura contra la insondable oscuridad dos poderes opuestosen un conflicto que literalmente estremeció al mundo. Las aguas del océano alrededor deellos hirvieron y se agitaron, haciendo saltar rocas, suciedad, y fango. Las grandesmontañas submarinas temblaron y se derrumbaron, entonces el fondo del océano sedividió, un abismo abierto apareciendo debajo de los oponentes, todavía perdido en mediodel conflicto. Y tropezaron con el abismo, absorbidos por la furia catastrófica desatada por

su lucha.

La visión vino en un abrupto fin con la vista inquietante y final del Leviathan sumergiendoal reducido ángel Gabriel dentro de su boca cavernosa. El mensajero de Dios luchópatéticamente cuando era gradualmente arrastrado hacia el esófago de la bestia.Emparedado dentro de uno de los muchos estómagos del Behemot; alimento eterno para labestia, atrapado en una cueva, lejos, debajo del mar.

Leviathan reía dentro de la mente de Aarón, con voz grave, gorgoteando sonidos, lleno deuna confianza perversa. No siempre un Mensajero de Dios puede derrotar al monstruo, Aaron

pensó como continuar su batalla contra los tentáculos retorcidos. ¿Qué oportunidad tengo?-Se preguntó, sus esfuerzos contra el Behemot comenzaban a ser lentos. Supo que esto era loque el monstruo quería, pero no pudo librarse del sentido de que luchar contra la bestia noiba a ser bastante.

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El ataque de Leviathan era implacable, uno de los tentáculos atrapó la muñeca que sosteníasu arma de fuego. Intentó apartarse, para que de algún modo pudiera usar la espadallameante contra el miembro negro fangoso, pero no tuvo ningún efecto. Ahí estaba unsúbito, afilado, inesperado y ciego dolor cuando su muñeca se rompió. Aaron gritó enshock, mirando la espada caer de su agarre, evaporándose en el frío y húmedo aire de la

cueva antes que pudiera tocar la tierra.Aaron se abría paso del agarrón de los tentáculos del monstruo que se le enrollabanalrededor de sus brazos, sus piernas, y cintura, limitando casi todo movimiento. Seencontró elevado del suelo y sostenido en lo alto.

Fue hacia la boca del monstruo.

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Los tentáculos de Leviathan lo arrastraron más cerca. Aaron trató de escaparse de lo que loestrangulaba, pero el monstruo que lo mantenía era demasiado fuerte. La bestia marinaatacó su mente, así, debilitó su determinación, quitándole su deseo de luchar. La araña, ylos seres que vivían debajo de las escamas acorazadas del mamotreto, rechinaron ysilbaron mientras que el cuerpo de Aaron era constantemente tirado hacia arriba.

Estaba casi en la boca de Leviathan, en un abismo de dientes afilados, cuando oyó otra vozen su cabeza. Era suave al principio, un susurro, como el sonido del viento moviéndoseentre los árboles en una noche fría de otoño. Se centró en esta nueva voz, no desagradable,como un cosquilleo, luchaba por mantenerse consciente.

Abrió los ojos y se encontró mirando una de las muchas bolsas opacas que colgaban de lagigantesca bestia, la que llevaba al Mensajero de Dios. Los ojos del Arcángel Gabriel seabrieron, y Aaron sabía que esa presencia estaba dentro de su mente.

-Durante mucho tiempo he esperado tu llegada-. Susurró una voz que sonaba como el másbello de los instrumentos de cuerda.

La voz del monstruo fue silenciada de pronto, ahogada por el sonido animado de unasinfonía cósmica, a pesar de su terrible situación, Aaron extendió la mano paracomunicarse con esta última entidad, con su mente.

-¿Cómo es posible?- Preguntó Aaron -¿Cómo puedes saber que estaría aquí, que vendría?

Aaron podía sentir la creciente molestia de Leviathan. Algo estaba bloqueando el acceso asu mente, y al monstruo no le importaba que era lo más mínimo.

-Sabía que mi tormento no iba a durar una eternidad-. Dijo el ángel Gabriel, la música

celestial dentro de su cabeza iba creciendo ensordecedoramente. -Que mi sucesor vendría atiempo para completar la tarea que me fue asignada-. La voz del ángel cantó.

Aaron no entendía completamente el significado de las palabras del Arcángel.

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-¿Sucesor?- Lo puso en duda. -No entiendo.

Los ojos del ángel volvieron a cerrarse.

-No hay tiempo para malos entendidos-. El ser angelical bajó la voz, el sonido de su voz

era cada vez más débil. -Tú eres como yo- Dijo. -Un Mensajero de Dios.-¡Espera!- Aaron gritó en voz alta mientras lo arrastraban fuera de los sacos digestivos e ibahacia la cara del monstruo. Se retorció en las garras de los tentáculos, los huesos de lasmuñecas estaban fracturados, mientras, dolorosamente intentó de nuevo entrar en contactocon el Arcángel.

-¿Qué quieres decir?- Gritó. -¡Todavía no lo entiendo!

Un tentáculo, del grosor de un tronco de árbol encabezó la lucha y lo cogió, llevándolohacia arriba.

Aaron se encontró colgado boca abajo, por la pierna, frente al monstruoso rostro deLeviathan. Los ojos saltones a ambos lados de la cabeza lo estudiaban con gran interés, ytenía su enorme boca circular fruncida y escupía mientras hablaba.

-¿Qué hay que entender?- Preguntó la horrible deidad del mar, su voz sonaba como elúltimo aliento de un hombre que se ahoga haciendo eco en su cabeza. -Tu lucha es inútil.Entrégate a mi supremacía, sabes que es la esencia de tu vida, y la de tus compañeros, quefinalmente me permitirán obtener mi libertad.

De alguna manera, Leviathan no había oído las palabras del ángel Gabriel. El monstruo nooyó el guerrero angelical proclamarlo a él como un Mensajero de Dios, y Aaron comenzó apreguntarse si todo esto era una especie de truco perverso por parte de la bestia del marque le daba la más mínima luz de esperanza y para luego rasgársela salvajemente.

El gran agujero de una boca se fue acercando, y Aaron se veía patéticamente reflejado en lasuperficie cristalina de su bulbo, ojos como los de los peces, estaba colgando boca abajo,esperando a que se dejara caer en la boca cavernosa del antiguo monstruo submarino.

 Mensajero de Dios, y una mierda, uno no tiene oportunidad en el infierno- Aaron pensó mientras

se preparaba para ser engullido.

-Eso es lo que quieres creer-. Dijo, apenas la audible voz del Arcángel Gabriel. -Esa es laforma en que nos ha derrotado a todos nosotros, al hacernos creer lo que no es verdad.

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Aaron se retorcía, las palabras del ángel ahuyentaron la duda que el monstruo habíainfundido.

-¿Cuándo te darás cuenta de la inutilidad de tus acciones?- Leviathan preguntó, dándoleuna sacudida violenta. -¿Por qué luchar cuando no se puede ganar, pequeño Nephilim? El

tiempo de lucha ha pasado. Ahora es el momento de la rendición.Aaron encontró que las palabras salían de su boca antes de darse cuenta de lo que iba adecir.

-No voy a rendirme ante ti-. Dijo Aaron, una ira poderosa se acumulaba en él. Empezó aluchar, tratando de liberarse de la antigua bestia.

Leviathan se echó a reír, apretando las garras en su pierna y lo atrajo hacia su bocabostezando.

-Valor incluso en el momento de lo inevitable-. Gorjeó él. -Tal vez, tu materia vital sea másdulce.

El hedor que despedían las fauces del monstruo era suficiente para dejar un cuerpoinconsciente, y Aaron trató desesperadamente de contener la respiración. La carne de lostentáculos del monstruo marino estaban fangosas, debajo de sus dedos arañando, y nopudo conseguir un agarre lo bastante bueno sobre la piel para hacer algún daño. Sintió quesostenía el apéndice sobre él y aflojó, se preparó para caer en el olvido, justo cuando elángel Gabriel dijo:

-Te daré de nuevo, mi arma preferida. Tómala ahora como la tuviste la primera vez queluchaste con la pesadilla. Te doy la Portadora de Luz úsala bien, Mensajero de Dios.

Aaron sintió la hoja del Mensajero, Portadora de Luz, apareció en la mano, y el doloragudo, de su muñeca rota, inmediatamente, fue aliviado, ya que sus huesosmilagrosamente estaban de nuevo soldados.

-¿Qué es esto?- Leviathan gruñó, sus enormes ojos trataban de concentrarse en él y en elarma que surgía, a la vida, brillante en sus manos.

Aaron se sintió fortalecido. La envoltura de desesperación que lo había tenido en susgarras se disipó como la niebla por la mañana en presencia del sol naciente. Giró su cuerpohacia fuera y lanzó su espada hacia uno de los ojos de pez que le dedicaban miradaslascivas. Portadora de Luz atravesó la superficie mojada de los orbes saltones, cortándoloen rodajas, abriendo el órgano gelatinoso. Leviathan gritó en una mezcla de agonía y de

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rabia y Aaron fue liberado de su dominio.

El monstruo siguió gritando de dolor, su gigantesca masa se hallaba en la empalizadacercana a la cueva submarina. Aaron aterrizó precariamente sobre el conjunto de bolsasque colgaban de la parte delantera de la bestia Leviathan. Intentó agarrarse, para no ser

expulsado del meneado vientre. Su cuerpo se deslizó a través de la superficie de goma delos órganos digestivos, que sonaban como si frotara una mano sobre un globo inflado.Aaron hundió sus uñas en la superficie carnosa y se agarró.

El monstruo marino estaba destrozado, gritaba con toda su rabia, en su cueva, su ojoherido hinchado estaba cerrado, llorando ríos de líquido espeso y amarillo que parecíayema de huevo.

-¡Sufrirás por esto, Nephilim!- Gritaba mientras su cuerpo se doblaba en un intento delocalizarlo con sus sentidos restantes. -¡Voy a hacer que tu encierro en mi estómagohambriento duré una eternidad. Serás mi comida favorita, y te saborearé por muchotiempo!

Aaron comenzó a deslizarse, se agarró a los inseguros sacos tumorales. Su cara estabapresionada contra la superficie de una de las membranas opacas, y de nuevo se encontrómirando a la cara del Arcángel Gabriel, flotando dentro de los líquidos digestivos delgigante.

-Mensajero-. Una voz débil sonó dentro de su cerebro-. Libérate-. Y el ángel abrió los ojos,su intensidad inspiraba a actuar.

Aaron retiró el brazo con un grito y lo llevó hacia adelante, golpeo en el lugar donde lossacos digestivos estaban conectados al pecho de Leviathan. La celestial hoja pasó a travésdel tejido conectivo con facilidad, y los órganos que colgaban cayeron del cuerpo delmonstruo como lo hace una fruta madura de un árbol.

Leviathan cayó, arrojando su cuerpo contra su cárcel de piedra, provocando que algunaspartes de las paredes y el techo se desmoronaran, una lluvia de escombros caía hacia abajosobre el suelo de la cueva.

Aaron se dejó caer. Había hecho todo lo posible, cortando muchas de las posibles prisiones

del estómago, pero había demasiados y no podía llegar a todos ellos. Aterrizó sobre unapila de bolsas carnosas, comenzó a cortar los órganos llenos de líquido, tratando de liberara los que estaban atrapados dentro de la bestia antes de que superara su furia.

Líquidos lechosos drenaban de las tripas abiertas, cubriendo el suelo con una capa de

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  jugos digestivos con mal olor. Leviathan gemía lastimosamente, su gran masa deserpentina estaba apoyada contra la pared de la cueva submarina, estaba aparentementearrojado en una especie de choque tal vez como resultado de haber sido separado de sufuente de alimento, Aaron adivinó violentamente, pero sabía, en el fondo que la bestia nopermanecería dócil por mucho tiempo. Era sólo cuestión de tiempo antes de que su ira lo

alimentara para devolverle el golpe a la persona que le imponía dolor.-Has herido a la bestia-. Dijo una voz detrás de él. Aaron se volvió para ver la formademacrada del ángel Gabriel. Su armadura, una vez gloriosa era ahora del color de unamoneda sucia, colgando sobre su gran esqueleto. El Arcángel se tambaleó, apenasconsciente, en un charco de líquido viscoso.

-Ahora hay que acabar la tarea que no pude terminar.- Hizo un gesto con una manoesquelética hacia los otros sacos, hacia los que aún se encontraban dentro. Las pulseras quealguna vez probablemente había estado ajustadas fuertemente a las musculosas muñecasestaban gastadas, sonaban vagamente, amenazando con salirse.

-En el nombre del Creador, mata a la bestia Leviathan.

Aaron se acercó a él.

–Yo… No puedo hacer eso-. Dijo. Ofreció a Gabriel la espada. -Aquí-. Dijo -Hazlo tú-.El ángel cayó de rodillas en el suelo saturado de líquido.

–No puedo-. Jadeó Gabriel. –Si lucho con el monstruo sólo aceleraré mi inevitable muerte.

Aaron se volvió a los sacos digestivos.

-Tal vez uno de los otros podría ayudar-. Sugirió, mirando a las formas de los otros seresangelicales que había sido mantenidas cautivas en el vientre del temible monstruo. Muchosse habían acurrucado en posición fetal, atrapados en un mundo tomado por Leviathan.

-La mayoría están en estado calamitoso como yo- Jadeó Gabriel.

Aaron se arrodilló junto a dos sacos, que contenía a su perro y a Camael.

-¿Van a estar bien?-Preguntó, poniendo una mano temblorosa al lado de su Labrador,buscó sentir un latido del corazón o cualquier otro signo de vida.

-No han sido prisioneros de la bestia por mucho tiempo-. Dijo el Arcángel. -Van asobrevivir si Leviathan no logra recuperarlos.

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El monstruo se movió, un bajo gemido tembloroso hizo eco en toda la caverna bajo el agua.

Aaron tenía todavía aferrada la Portadora de Luz con fuerza, en la mano.

-¿Tienes alguna idea de lo que me estás pidiendo que haga, quieres que lo mate?Gabriel inclinó la cabeza hacia un lado.

-¿Tienes alguna idea de la magnitud del poder que tienes dentro?- Replicó el ángel.

-¡Nephilim!-. El monstruo hacía estragos, su cuerpo musculoso se extendía tan alto como eltecho lo permitía, su ojo hinchado estaba cerrado y goteaba de la herida. Su cabeza semovía de izquierda a derecha como buscando a su presa.

-¡Te voy a conseguir, y todo me pertenecerá a mí!

Aaron se quedó petrificado, viendo como la enorme monstruosidad babosa empezaba aondular en su dirección, sus tentáculos se retorcían en el aire, como si de algún modosustituyeran el órgano sensorial que le había sido robado con violencia.

-Incluso el monstruo sabe lo que reside dentro de ti- Dijo el ángel Gabriel. -Y todavía loniegas.

Leviathan arrastró los pies más cerca, sus tentáculos atacaban, y rodaban en el aire, tratabade encontrar a su presa.

-¿Dónde estás, Nephilim?- Escupió.

-El poder que había dentro de mí… Creo que se ha ido-. Balbuceó Aaron, con los ojospuestos sobre la bestia del mar.

-He tratado de comunicarme con él, pero no responde. Creo que Leviathan podría haberhecho algo y...

-¿Es eso lo que deseas que pase?- Preguntó el Arcángel. -¿O es lo que realmente ocurrió?

Al principio, Aaron no entendía lo que el ángel estaba sugiriendo, pero el significadoestuvo claro de repente.

-He estado dentro de tu mente, Nephilim-. Dijo Gabriel, tocando su cara con un largo

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dedo, el delicado índice. -He visto el miedo que llena tus pensamientos.

-No… no creo que sea lo suficientemente fuerte para controlarlo- Dijo Aaron de pronto,mirando con ojos llenos de terror, como Leviathan se acercaba.

-Y si se va-. Sugirió Gabriel, -ya no tendrías que temer.Aaron asintió con la cabeza, avergonzado de su miedo, el que le permitiría poner en riesgotanto las vidas de sus seres queridos, como el destino de la humanidad.

-El poder de los cielos es tu legado-. Explicó el ángel con voz débil. -Es lo que existe dentrode ti lo que te permitirá realizar tus deberes sagrados como Mensajero.- Gabriel se puso denuevo en pie tambaleándose. -Te pertenece a ti, eres su amo.

Aaron llegó a darse cuenta que su poder angelical no se había ido, que había estado allítodo el tiempo, oculto bajo el velo de la incertidumbre, esperando pacientemente que sedesatara.

-Propio de esa facultad-. El ángel le dijo, volviendo la atención del muchacho al enemigoacercándose rápidamente. -Demuestra que eres un emisario del Cielo.

Leviathan estaba casi sobre ellos, Aaron cerró los ojos y miró lo que había creado paramantener el poder en la bahía. Se imaginó de pie ante una puerta gigantesca construidapor el mismo, a partir de los troncos de un poderoso árbol. Era como algo que había vistoen las películas, utilizado para mantener a King Kong en su lado de la Isla Calavera.Dentro de la cara de la puerta una cerradura, y en el centro de la cerradura, el ojo de la

cerradura. Produjo una llave maestra antigua y tentativamente la trajo hacia el ojo delpasador. La puerta vibró y tembló, como si algo de enorme tamaño estuviese esperando alotro lado, deseoso de ser puesto en libertad. Podía oír la respiración; respiraba lenta yconstante, como una locomotora que gradualmente aumentaba su velocidad.

Tentativamente trajo la llave de la cerradura. Sabía que esto era lo que había que hacer, queya no podía tener miedo de la fuerza que compartía con su cuerpo, había demasiado en juego para tener miedo. Con una respiración profunda, Aaron volvió la llave en el ojo de lacerradura y escuchó su sonido, como si se viniera abajo con unos cuantos click al girarla.

La respiración lenta y constante en el otro lado de la puerta se paró abruptamente. Podíasentir como crecía la anticipación, ya que sospechaba lo que estaba a punto de hacer. Sindudarlo más, Aaron abrió las puertas grandes de madera y liberó su poder.

Aaron jadeó cuando las marcas arcaicas comenzaron a aparecer sobre su carne. Quemando

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de adentro hacia afuera, saliendo a la superficie, una erupción negra y humeante en supiel. No tenía ni idea de lo que eran los extraños sellos, o lo que significaban, pero eran laprimera señal de que el antiguo poder interior, que residía dentro de él, estaba a punto deser liberado.

La sensación fue mucho menos dolorosa este momento, y no del todo desagradable. Eracomo la prisa más grande del mundo, pensó mientras se vio atrapado en la transformaciónde su cuerpo. Los músculos de los que sólo había tenido conocimiento recientementeobtenidos de manera irregular, las alas plegadas empujaban latentes debajo de la carne dela espalda hacia la superficie. Aaron hizo una mueca como si se dividiera la piel y rasgó,los apéndices de plumas que le permitían emerger el vuelo. Flexionó el tendinoso racimoque tenía debajo de la piel de su espalda y sintió como la fuerza dentro de las grandes alascomenzaba a agitar.

El poder era embriagante, y Aaron se sentía atrapado en la enormidad de su fuerza. Noquería más que estallar por el mundo, pero debía vencer al enemigo antes de eso y luegopasaría a lo siguiente. Era un poder de batalla que se había convertido en parte de él, y sedeleitaba en el arte de la guerra.

La transformación estaba casi completa, Aaron miró con ojos nuevos el arma nuclear quetodavía apretaba en su mano.

-Esto no es mío-. Dijo, su voz se escuchaba como el ronroneo de un depredador de la selva.Tiró la espada de la luz a su iniciador, el Arcángel Gabriel, cogió la espada con facilidad,tomando la fuerza del contacto con el arma radiante.

Una espada diseñada por el propio Aaron tomó vida en su mano. Él miraba el arma conun creciente sentido de la anticipación.

-Esto me pertenece-. Dijo, admirando la potencial hoja, que provocaba y lamía con avidezel aire.

-Sí- Dijo Gabriel con la cabeza. -Creo que sí.

El poder cantaba en él, y Aaron tuvo dificultades para recordar qué era exactamente a loque había tenido tanto miedo, pero sólo por un breve instante, el ataque del monstruo

Leviathan.

-Me has encontrado, Nephilim-. Gruñó él, su ojo roto todavía chorreaba grandescantidades de líquido amarillo, y una variedad de otros, estaba abultado.

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-Y lo que ves, puede ser mío.

Antes de que pudiera actuar, Aaron sintió que su mente era brutalmente asaltada, y supercepción del aquí y ahora, de pronto, estaba gravemente alterada. Estaba de pie ya noestaba en ninguna cueva submarina, tenía la espada de fuego en la mano, el legendario

monstruo se avecinaba por encima de él; Aaron ahora se encontraba en medio de la sala de  juegos de su hogar en Lynn, Massachusetts, sus familiares padres adoptivos estabansentados en un sofá del salón. Era viernes por la noche, era la noche de cine en el hogarStanley.

-¿Vas a sentarte y ver la película, o vas a salir?- Tom Stanley preguntó desde su sillón, lacaja de plástico del alquiler de videos estaba en su regazo.

Aaron sonrió con tristeza a su papá de crianza, una mezcla de felicidad y de tristeza seapoderaba de él, y no acababa de recordar por qué se sentía de esa manera.

Un nuevo sentimiento se abrió camino a la superficie de su alma, violentamente, a ladistancia sintió cómo trataban de arrancar las emociones que sentía. Aaron realmentetembló, parpadeando arduamente, el nivel de los sentimientos que se apoderaban de éleran tan intensos. ¿Qué está pasando? Se preguntó, estaba demasiado viejo para echarlesla culpa a todos en la pubertad.

-Es el nuevo castigador-. Dijo su padre, sosteniendo la caja de plástico. -En el que muere sufamilia por los terroristas y se venga- Había una sonrisa en su rostro emocionado.

-Siempre te ha gustado ese tipo de películas…,- Dijo una voz dentro de su cabeza que

sonaba más como el gruñido de un animal que la suya. Y de nuevo se estremeció.

-¿Te encuentras bien, cariño?- La única madre que había conocido preguntó desde laesquina del sofá. Dejó a un lado su más reciente serie de novelas románticas. -Te ves unpoco fuera de ti-. Dijo con verdadera preocupación. -¿Por qué no te sientas, ves la película,y te hago un poco de sopa?

La voz gruñona dentro de su cabeza estaba de regreso.

-Esa fue tu primera línea de defensa contra todo tipo de enfermedades-. Dijo, dejando que

el sentido de su declaración comenzara a penetrar. -Te ayudé un poco en contra deVerchiel.

Una ira alimentada por el dolor se encendió en el pecho, y la palma de su mano derechacomenzó a sentirse anormalmente caliente, tenía la sensación de hormigueo, como si

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estuviera dormida.

Lori Stanley se levantó.

-Vamos- Dijo, tocándolo por los hombros. -Siéntate con Stevie y Gabriel y yo te haré algo

de comer.- Se dirigió a la cocina.Por primera vez, Aaron notó que su hermano de crianza estaba sentado en la alfombrarodeado de bloques de todos los tamaños y formas. El perro estaba durmiendo junto a él,su respiración era rítmica y pacífica. Aaron arañó la sensación de hormigueo en la palmade su mano y se preguntó dónde había escuchado el nombre Verchiel antes.

-Realmente creo que esta va a ser buena- Dijo emocionado su padre desde su sillón,mirando la foto en la parte frontal de la caja de vídeo. Distraído, Aaron miró hacia abajopara ver que los pequeños bloques sobre la alfombra contenían algo de ortografía en cadacara. Pero eso era imposible, sabía que Stevie apenas podía hablar, nunca olvidaría eso.

Aaron se arrodilló al lado del niño, su cuerpo estaba destrozado por un torbellino deemociones que estaban tratando de tomar posesión de él. No tenía la menor idea de lo queestaba mal con él, hasta que leyó lo que tenía Stevie enunciado en el suelo.

Tu madre y tu padre están muertos, dijo la oración en letras de plástico multicolores, que élrecordaba que había innecesariamente imanes en la parte de atrás de ellos, para quepudieran pegarse en el frigorífico.

Aaron se puso en pie, sentía un incendio en el centro de su mano mientras que su madre

regresó a la habitación con un plato humeante de sopa. Aaron estaba sosteniendo unaespada de fuego ahora, y la miró con asombro como si nunca la hubiera visto antes.

-Siéntate, Aaron- Dijo su padre haciendo un gesto con la mano hacia él para que seapartara de delante de la televisión. -Esta va a ser la mejor noche de películas de lahistoria.- Una vez más, Tom hizo un gesto para que se sentara, para que olvidara todasesas emociones en conflicto que aumentaban en su interior sin parar, para que olvidara queahora estaba sosteniendo una espada de fuego.

-Aquí está tu caldo- Dijo Lori, sosteniendo el cuenco hacia él. -Es de pollo con estrellas-

Dijo.

Esto era lo que quería, más que nada, pero algo dentro de él, algo que estaba muy enojadoy muy poderoso le dijo que no iba a ser así, que todo era una mentira.

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De nuevo miró las palabras escritas en letras de plástico.

Tu madre y tu padre están muertos. Las palabras eran como los fuertes golpes de un martillo,que rompía la falsa fachada de un mundo que ya no existía, y Aaron empezó a gritar.

Atacó con su espada de fuego, cedió a la ira que trataba con tanta fuerza mostrarle todo elengaño. Aaron no sintió nada cuando el arma de fuego paso a través de la forma de sumadre. Ella gimió como el chirrido lúgubre de las ruedas en una carretera mojada por lalluvia. Su padre gritó aún con impaciencia cuando tanto la caja de vídeo como su cuerpo sedesplomaban hacia un lado, consumidos por el fuego.

-Es todo una mentira-. Gritó Aaron, dejando que la llama viva de su arma se extendiese enla sala de juegos, la carbonización de la falsedad y los gritos de lo irreal crecían con másfuerza.

Aaron tomó conciencia en las garras de Leviathan, el monstruo retrocedió de la ferocidad yla violencia de sus pensamientos. Este fue el cielo personal de su naturaleza angelicaldesenvolviéndose dentro de su cráneo, algo de lo que la bestia del mar ya había sidotestigo. Un cielo que consistía en falsedades quemadas para revelar la realidad, el enemigovencido se consume en el fuego de la batalla. Era una versión del paraíso, Aaron dudó queesta gran bestia hubiera creado nunca en la mente de su presa una felicidad tan perfectaque implicara su propia desaparición.

Y no podía soportar la idea de ello.

El monstruo aulló en su descontento y lo arrojó lejos. No pudo reaccionar lo

suficientemente rápido, sus alas estaban engarzadas por haber sido entrelazado en lostentáculos múltiples de la bestia, y rebotó en la pared de la cueva, cayendo al rocoso suelo.

-¿Qué te pasa?- Aaron preguntó, mientras se puso en pie y se deslizó a través de la rocasuelta.

Él flexionó sus alas de ébano, su prodigioso ciclo, abanicó el aire viciado de la cuevasubmarina. -¿Viste algo que no te gustó?

Sintió que el poder, dentro de él, tenía una pizca de crueldad, se debía a la explotación de

las debilidades de su enemigo, estaba curiosamente lejos en las rendijas de su armadura, yno se detendría ante nada para conseguir triunfar. Aaron se preguntó exactamente hastadónde llegaría y, si era necesario, ¿era lo suficientemente fuerte como para detenerlo? Sólohabría que esperar que se encontraran.

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Aaron extendió sus alas y saltó en el aire, con la espada en alto. Un grito de guerra salvajeescapó de su boca quedando tanto asustado como emocionado con su ferocidad. Volóhacia el monstruo balanceándose, listo para enterrar el arma en llamas en la carne de lacriatura y poner fin a la pesadilla de la amenaza a la ciudad de Alegría, y también almundo.

Redujo a la bestia ciega a la mitad, su espada de fuego en repetidas ocasiones golpeó elcuerpo de Leviathan. Las chispas de la llama saltaban al contacto del arma con la carne delmonstruo, pero en vano. Las escamas eran como una armadura, la protección de la antiguabestia amenazaba su ataque. Su naturaleza angelical maulló con disgusto, y él trató dehacer a un lado la sed de sangre abrumadora para poder reconsiderar su curso de acción,pero la ferocidad embriagaba, y él continuó con su asalto febril sobre la bestia.

-Ataca todo lo que desees, pequeño Nephilim- Gorjeó mientras chispas de fuego bailabanen el aire con cada nuevo golpe a sus escamas aparentemente impenetrables.

-No me importa.

Una de las mil extremidades de Leviathan arremetió, enrollándose alrededor de una de suspiernas. Antes de que pudiera llevar su hoja hacia abajo para cortar la conexión, elmonstruo actuó, azotándolo contra la pared, con una ferocidad salvaje. Su cabeza y la partesuperior de su cuerpo se golpearon de lado contra la pared de la cueva y él sintió crecer unentumecimiento por el impacto.

-Todos se creen superiores- Continuó el monstruo, dándole un empujón hacia el ladoopuesto de la cueva con el mismo salvajismo. -Los justos contra los malvados, ¿hay alguna

duda del resultado?

Leviathan lo arrojó al suelo, y necesitó toda la fuerza interior que podía reunir para noquedarse inconsciente. El ángel interior luchaba, pero, también, luchaba para no sucumbira la ferocidad del ataque.

Aaron oyó como la masa del gigantesco animal se aproximaba, y luego sonaba como lacaída de una fuerte lluvia. No podía comenzar a discernir la fuente del sonido hasta quesintió una de las duras extremidades de Leviathan como se lanzaba para coger para sumano extendida. Sus hijos eran arañas arrastrándose por debajo de las escamas de su amo,

caían sobre él. Aaron podía sentir que se movían en su espalda y sus piernas. Sintiórepugnancia.

-Nunca podía imaginar la fuerza que tienes- El monstruo se jactó. -El exceso de confianzasiempre ha sido tu perdición.

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Aaron sentía de nuevo cómo trataba de entrometerse en su mente y lo bloqueaba, bloqueótemporalmente detrás de la valla fortificada que había construido mentalmente paramantener su naturaleza angelical, recién despertada, aislada. Tenía que pensar, para idearuna manera de vencer al monstruo antes de que tuviera oportunidad de hacer lo mismo

con él, pero el tiempo era esencial.Aaron se levantó del suelo, el abominable silbido de las arañas pegadas a su ropa, tratandode llegar a su boca donde podían meterse dentro, haciendo a la presa lo suficientementedócil para que su progenitor pudiera consumir con menos esfuerzo. Él no quiso sabernada de eso; desgarró su cuerpo con la mano y difundió sus alas, golpeándolas con furia.

Leviathan se alzaba más y abrió su ojo dañado para mirarlo. El orbe herido habíacomenzado a sanar, pero el aviso de corte de la espada a través de él todavía podía verse.

-No hay lugar donde puedas huir, no hay ningún lugar donde esconderte- Susurró labestia. -Otros más fuerte que tú han tratado de destruirme, y mira lo que les ha ocurrido.

Aaron vio los sacos digestivos cortados. Pudo ver que aún quedaban muchos en el olvido,mientras que otros, a su juicio, tenían más probabilidades de estar muertos, las fuerzas desus vidas se disiparon por la pesadilla antes que ellos.

Leviathan se deslizó más cerca, y Aaron contempló el aleteo en la boca del monstruo,mirando su suave y rosada garganta, una idea comenzó a tomar forma.

Su naturaleza angelical había recibido su segundo aire y se lanzó hacia delante deseoso de

continuar la lucha. Aaron apretó los dientes con el esfuerzo, le colocó una cadenareductora mental alrededor del cuello de la poderosa fuerza y tiró de ella hacia él. El poderde los cielos luchó, con ganas de encender la espada de fuego y de nuevo saltar en larefriega queriendo salir a la batalla contra el antiguo mal de las profundidades.

Pero ese no era su plan, aunque retenerlo era probablemente una de las cosas más difícilesque había tenido que hacer. Aaron ahogó un grito de dolor mientras la esencia de sunaturaleza angelical peleaba contra él para ser liberada.

-Todavía no- Aaron susurró entre dientes, mientras el monstruo arrastraba los pies más

cerca, donde se puso en cuclillas. Los comienzos de una hoja celestial provocaron sualcance, pero él deseaba mantener la distancia, convirtiendo toda su atención en la bestiaque ahora lo dominaba.

-¿Qué juego harás esta vez, Nephilim?- Leviathan preguntó, obviamente esperando que su

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conflicto se volviera a reanudar.

Aaron sacudió la cabeza, mirando a la cara de la pesadilla horrible que era Leviathan.

-No juego-. Dijo a la bestia. Él levantó las manos vacías hacia el gigante, mostró a la

monstruosidad que no tenía armas. -No puedo luchar contra ti.Leviathan se echó a reír, en un estruendoso y horrible gorgoteo.

-Qué sensible de tu parte, Nephilim- Dijo, sus tentáculos se retorcían en el aire conanticipación.

Aaron estaba bajo el monstruo, y extendió los brazos en señal de rendición. Su cuerpo seestremecía aún con dolor, mientras trataba de contener las furiosas fuerzas que luchabandesesperadamente para salir y defenderse, pero él las retuvo, porque no había llegado elmomento.

-Llévame- Dijo a la criatura que asemejaba a un gusano que hubiese existido desde losalbores del tiempo.

Y Leviathan lo entrelazó en sus garras, tirando de él hacia arriba, hacia la boca conhambre.

-Voy a usar tu poder así-. Dijo él, mirándolo fijamente con sus ojos fríos y sin pestañear, lasaliva viscosa comenzaba a verter de su orificio circulando por la longitud de su cuerponegro y reluciente.

-Cómeme-. Gritó Aaron. -¡Y espero que te ahogues!- Añadió cuando los apéndicesmusculares lo empujaron a sus fauces abiertas, y él se lo tragó entero.

Lo primero que notó era el hedor increíble. Olía aún peor en el interior. Recordó el olorpútrido de un ratón que había muerto en la pared de la cocina de la casa de Stanley, y encómo él había pensado que nada podía oler tan mal.

No podía estar más equivocado.

Prefería usar al roedor muerto alrededor de su cuello como joya por el resto de su vidaque soportar el hedor de las entrañas del Leviathan.

Si no fuera por los fluidos lubricantes espesos que fluían de la bestia mientras los músculosde la garganta se contraían, enviándolo hacia abajo, hacia su estómago, estaba la

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posibilidad de que el aroma de funcionamiento interno del monstruo podría muy bienhaberlo dejado inconsciente.

El sistema digestivo de excreciones de Leviathan estaba empezando a tener sus efectossobre él también. Su piel quemaba, y sintió una oleada de fatiga innegable intentando

purgar la lucha de su espíritu. Incluso la presencia angelical se hizo cada vez más dócil, yAaron sabía que pronto sería hora de poner su plan en marcha.

El interior de la bestia gorgoteaba y escupía a medida que su masa avanza con una seriede poderosos espasmos musculares hacia lo que Aaron cree que era su esófago, en sucamino a uno de los sacos digestivos que aún quedaban colgando del cuerpo de Leviathan.Se hacía difícil respirar, y él sintió los ojos pesados. Aaron luchó con la idea de tomar unapequeña siesta antes de continuar con su curso de acción, pero lo pensó mejor, recordandoel destino de los seres angelicales que se había comido el gran mal.

Perversamente suficiente, el viaje por el gaznate del monstruo le recordaba a uno de lostoboganes del parque de atracciones cuando intentaba doblar su cuerpo de tal manera quepudiera ver a dónde iba. Era negro como un pez el estómago del monstruo, y Aaron logróconvocar a una bola de fuego y mantenerla mientras él continuaba su viaje al torcer elvientre de la bestia. La mitad de él deseaba que él no necesitara la fuente de luz, pero elinterior de una criatura del caos no era el más agradable de los lugares a visitar.

Se produjo un abrupto giro en el tubo de alimentación, y Aaron se encontró de pronto apunto de ser depositado en una de los restantes órganos digestivos. Esto no era parte de suplan, y convocó a un cuchillo de fuego, apuñalando a la pared carnosa del pasaje digestivo,detuvo su progreso. Sintió que su entorno se agitaba, y supo que había causado malestar a

la gran bestia. El hijo de puta todavía no sabe el significado de la palabra, pensamiento,liberar su poder dominante dentro de él, y aunque era más manejable de lo que había sidoantes de ser comido, aprovechó la oportunidad para liberarse. Si su plan tenía éxito,Leviathan tendría mucho más de qué preocuparse que un simple malestar.

Una increíble oleada de energía corría por su cuerpo cubierto de líquido, y sintió deinmediato su letargo. Se colocó en el pasillo del estómago y desplegó sus alas en la medidaque pudo; todavía se aferraba a la hoja del cuchillo que actuaba como un ancla, que nopermitía que lo extrajeran más hacia el estómago de Leviathan. Ahora ejercía la plenitud desu latente poder, Aaron conjuró una espada impresionante de fuego celestial, iluminando

su nauseabundo medio ambiente y de inmediato comenzó a poner su plan en movimiento.

Estaba a punto de mostrar a Leviathan los efectos desastrosos de comer algo que no estabade acuerdo en ser comido.

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Si fuera capaz, habría sonreído a la bestia Leviathan.

A medida que se tragó el último bocado, una ola de alegría pasó por el monstruo tal quenunca había experimentado. Leviathan podía sentir el pulso de poder del Nephilim dentrode él, y sabía que esta fuente de fuerza sería lo que finalmente le permitiera salir de su

cárcel de piedra, y reclamar al mundo de arriba como propio.Miró a los otros que habían sido parte de su alimento, las criaturas angelicales, las cáscarasde inútiles, escurridas y tiradas por el suelo de su prisión, y se dio cuenta de que ningunolo había hecho sentir tan glorioso como lo estaba ahora. El desove se trasladó conentusiasmo por debajo de las escalas de protección de su padre, sintiendo que pronto seríahora de salir de la cueva al mundo, donde su reinado se iniciaría.

Se imaginó que el Creador, en toda su infinita sabiduría, enviaría a otras personas paraherirlo, soldados del reino celestial, y todos se encontrarían con un destino similar a losque habían venido antes. Con la fuerza del Nephilim, no había nada que pudiera detener aLeviathan.

Saciado por la mera promesa de nuevas energías angelicales, Leviathan se preparó para elinflujo transformador de potencia que pronto lo inundaría. Se inclinó con toda sugrandeza, semejando a un gusano a granel contra la pared de la cueva y se imaginó lo queestaba en su futuro. Después de incontables milenios, tenía los medios para ser libre. Elhabitante de las profundidades enviaría su desove de la cueva, a más allá de losasentamientos, con lo que los habitantes, ahora bajo su control, se alegrarían. Ahora teníaun número considerable y las herramientas necesarias para ser liberado de su rocosaprisión.

Y entonces, su trabajo comenzaba a partir.

Las fantasías del monstruo de un mundo transformado, esculpidas como unarepresentación de su propia caótica naturaleza. Se vio en un lugar cubierto de agitadosmares, la mayoría de las masas de tierra tragadas por la agitación volcánica, los cielosnegros de ceniza expulsados a la atmósfera para borrar el sol que odiaba. Y toda la vida enel nuevo mundo, que abundaban en lo que quedaba de las tierras asoladas, y nadando pordebajo de la oscuridad, las profundidades del océano, a elogiar a su nombre en laadoración.

-Leviathan-, se imaginaba que proclamaría. –Bienaventurada la manera en la que nos hantocado con su gloria resplandeciente. Alabado sea el Señor de las profundidades,santificado seas.

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Sentía una aguda punzada de dolor en la parte baja interior de su masa, una sensación deardor que parecía ir en aumento. El monstruo se retiró de la pared donde se habíarecostado, con la cabeza raspando el techo de la caverna submarina, ya que se levantó.

-¿Qué es esto?- Se preguntó con un susurro sibilante lleno de conmoción y sorpresa,

cuando el malestar se intensificó.-¿Que está pasando?

Nunca había experimentado tal agonía, era como si un fuego furioso estuviera dentro desu cuerpo, pero ¿cómo era eso posible? se preguntó. El calor de su dolor se intensificaba, elcalor abrasador se expandía frente a las regiones inferiores de su tronco serpentino, seextendía por todo.

-Esto no puede estar ocurriendo- Exclamó Leviathan cuando el primero de los sacosdigestivos que le quedaban explotó, los líquidos contenidos en su interior habíanalcanzado las temperaturas del punto de ebullición en su interior, haciendo estragos en sucuerpo. Leviathan gemía de dolor, era incapaz de actuar. Otro de los sacos se rompió,rociando las paredes de una corriente burbujeante seguido de otro, y luego otro.

El monstruo se desmayó, su dolorida forma chocaba contra la superficie rocosa de lasparedes de la cueva. El desove, normalmente protegido por debajo de su armadura deescamas, llovió hasta el suelo de la caverna, correteando alrededor de manera frenética, unpánico que impulsaba a la locura por el dolor de su progenitor.

Leviathan no quería nada más que escapar de su prisión, para tener una oportunidad de

demostrar al Creador que también tenía una razón de ser. En sus pensamientos, queconsideraba febriles, vislumbraba cómo el paraíso diseñado por él mismo se ibadesvaneciendo rápidamente a lo lejos. Pensó en el negro, en los océanos turbulentos llenosde vida que había ayudado a formar de nuevo, en un mundo de caos que lo miraban comoDios y Señor.

-Habría sido magnífico-. Se quejó Leviathan cuando la espada de fuego estalló en el centrode su cuerpo y algo ardió cuando una estrella surgió de la herida latente.

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Camael se apartó lentamente por la ruptura de los órganos digestivos y miró a sudesconocido entorno con mirada cautelosa.

Mientras estaba atrapado dentro de la prisión le hicieron creer que había encontrado elparaíso angelical, La Aguilera, y todos los siglos de aislamiento y conflicto queexperimentó habían llegado a su fin. La profecía había ocurrido: Los ángeles caídos de latierra fueron perdonados por el Cielo. Fue cumplida.

Al mirar alrededor de la cueva subterránea, el entorno le hizo volver a la realidad. Él nohabía encontrado La Aguilera, donde ahora se encontraba era muy distinto al paraíso enel que ningún ángel le hubiera gustado estar.

Un gemido lastimero aumentó en intensidad, resonando alrededor de la caverna,despertando al ángel más lejos de su ambiente. Camael dio la vuelta para ver al monstruoLeviathan en lo que parecía ser un agarre de tortura. El cuerpo del gigante del mar estababrutalmente golpeando contra las paredes de la cueva, gritando de dolor. Una espada defuego creció en su mano, una precaución en caso de que fuera necesario defenderse.

-Está logrando lo que no pudimos hacer otros -Dijo una voz cercana, y Camael se volvióhacia el Arcángel Gabriel, marchito y menguado, con la espalda apoyada en la pared depiedra.

Camael inclinó la cabeza, reconociendo al ángel por lo qué era y quién era.

-¿De quién hablas, gran ángel? -Preguntó Camael, volviendo su atención a la bestia.

-El Nephilim- El deshidratado emisario del Cielo susurró. -El último Mensajero de Dios.

-Aaron- Jadeó Camael a medida que Leviathan continuaba su danza de agonía. Miróasombrado como la piel de la bestia ardía, las protuberancias que colgaban obscenamentedesde la parte frontal del monstruo, y de la que había sido cautivo en el interior,explotaban, su contenido, rociaba el aire con una niebla de vapor.

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-Hubiera sido magnífico-. Dijo la criatura de pesadilla, confundida por el arma de fuego.

De repente lo rasgó en dos, y salió de la herida en lo que parecía una mofa del nacimiento.

Estaba a punto de llamar al Nephilim, pero decidió callarse. Camael observó al mestizo, ladescendencia de ángel y humano, se sorprendió, y tal vez incluso un poco preocupado porlo que vio.

El Nephilim saltó de la herida del estómago de la bestia marina, sus alas de plumas negrasaletearon furiosamente, tratando de secar los fluidos internos que manchaba su belleza deelegante ébano. En su mano tenía una espada de fuego. Un arma tan intensa que podríarivalizar con las realizadas por los soldados de élite de los Cielos. Este no era el reciénnacido poder angélico que surgió a la vida hace apenas unas semanas para vengar a laspersonas amadas que eran brutalmente asesinadas, Camael lo observó. Esto era algodiferente. Camael observó cómo el joven, transformado se elevó en el aire delante de labestia agonizante, sus poderosas alas batiendo el aire, levantándose para ponerse delantede la cara de su enemigo. Leviathan atacó al Nephilim, sus tentáculos en forma de látigointentaban capturarle, pero cayendo al vacío, los movimientos del ángel eran más rápidos.

-Maldito-Rugió Leviathan. Materia gruesa y cosas vivas, verdes salían del estómago, por laherida abierta, hacia el suelo de la cueva.

- Maldito seas tú y al maestro al que sirves.

Aaron se cernía ante el refunfuñado rostro de la bestia, con la espada preparada para

atacar. Camael estaba maravillado con el espectáculo.

-Tienes un mensaje del gran mandamás del piso de arriba-. Camael oyó el grito delNephilim mientras llevaba la llameante hoja hacia abajo en un arco de gran alcancedestinado a la cabeza de Leviathan. -Estás muerto.

La hoja de fuego rompió a través del espesor del increíble cráneo de la bestia marinahaciendo una profunda grieta. Gran parte de la espada quedó profundamente enterradadentro de su cráneo monstruoso. Golpeó violentamente, en un vano intento de sacar elarma de fuego, pero luego creció aún más.

Aaron retiró la espada y la sostuvo con orgullo sobre su cabeza, batiendo las poderosasalas, sosteniéndola en alto. Un grito terrible de la victoria llenó el aire, y Camael contemplócon profunda admiración como el gigantesco cuerpo de la antigua deidad marina empezóa arder. Las primeras llamas salieron de la herida de la cabeza, de Leviathan, como un

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géiser de fuego naranja, el feroz calor se propagó a lo largo del enorme monstruo. Laescamosa carne, los músculos y los huesos alimentaron las llamas celestes. Aaron volóhacia el suelo de la cueva mientras que el cuerpo del monstruo se derrumbó en una piragigantesca de cenizas que ardían. Se acercó amenazadoramente hacia Camael. Losengendros de Leviathan se revolvían en el suelo de la cueva, sus cáscaras estaban en

llamas. Los últimos vestigios del antiguo monstruo marino que quedaban vivos, pero nopor mucho tiempo.

Camael agarró su arma, sin saber las verdaderas intenciones del Nephilim. No sería laprimera vez que había dado testimonio de la locura de una ascendencia mestiza despuésde manifestar la plenitud de su celestial poder.

Aaron se presentó ante él, con el arma celestial en la mano. Estudió el rostro terrible delNephilim. En su estado debilitado, Camael no estaba seguro si podría sobrevivir a unabatalla con tal adversario, pero se preparó. Ninguno habló, pero el ángel guerreroobservaba el menor indicio de ataque. Si iba a la batalla, sus primeros golpes tendrían queser letales.

-Eso realmente me molestó -Dijo Aaron, mientras una pequeña sonrisa se dibujó en su carade guerrero. -Me alegra ver que estás bien.

Camael bajó la espada, confiando en que el estado mental del Nephilim todavía estabaintacto, al menos por el momento.

Aaron puso la mano en el lomo de Gabriel, observando la subida y caída de la respiracióndel perro. El pelaje amarillo del labrador estaba saturado de lodo.

-Oye-. Le dijo en voz baja, dando a su mejor amigo un suave cachete. -Es hora delevantarse.

Al principio, el animal no respondió, su mente aún estaba en el paraíso perruno. Aaron losacudió otra vez un poco más fuerte.

-Gabriel, despierta.

-Estoy despierto-. Respondió el arcángel con cansancio, aún reposando, su demacrado

cuerpo contra la pared de la cueva.

Aaron levantó la vista.

-Estaba hablando con el perro-. Le dijo al Mensajero de Dios. -Su nombre es Gabriel,

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Mensajero de Dios.

-Realmente no lo sé, pero...

-Él es el elegido de la profecía -Habló Camael. El ex líder de Los Poderosos estaba de

rodillas junto a los sacos digestivos ahora desinflados, y los restos de los seres angélicosque contenían. Miró a los cuerpos de los seres celestiales, muchos apenas vivos, al borde dela muerte.

-¿De qué otras maravillas es él capaz?-. Preguntó a Camael, tristemente entre los disecadosy los moribundos.

- Puede enviar a nuestros hermanos caídos a casa.

Aaron recordó lo que había hecho cuando murió Exequiel. Su recién despertado poderhabía perdonado al ángel caído de sus pecados y permitió su regreso al cielo. Estacapacidad, este poder de redención, era lo que la antigua profecía había asumido como elpoder de su vida teóricamente con todo, y si le gustaba o no, era su trabajo reunir a losángeles caídos de la Tierra con su creador.

Él se sintió atraído hacia los ángeles moribundos, su cuerpo entero, comenzando a sentirun hormigueo como si una gran carga eléctrica se estuviera construyendo con fuerzadentro de él. Aaron estaba familiarizándose con estos sentimientos. Se movió entre loscuerpos marchitos, sus fuerzas vitales tomadas por el voraz apetito de una criatura delcaos, y sentía una tristeza difícil de superar.

¿Cuánto tiempo, cuántos siglos ha estado el monstruo manteniéndolos, aquí? -Se preguntómirando hacia abajo en lo que antes eran seres de una belleza espléndida. Ahora nada másque conchas vacías de su antiguo esplendor. Los que habían caído de la gracia, lossoldados en servicio del Creador, burlas retorcidas de vida de los ángeles creados para laservidumbre: Todos estaban aquí, unidos entre sí, todos necesitaban desesperadamenteuna cosa que él era capaz de darle.

Liberarlos.

Aaron sentía su gran tristeza, desgracia. Cuando el poder sobrenatural agito en su interior

se instaló en una bola hirviente en el centro del pecho. Él sabía exactamente qué hacer,ahora lo sentía como una segunda naturaleza en él, como respirar, o pestañear.

Él puso sus manos sobre ellos, uno tras otro, el vórtice de energía giró en su centro quecursaba a lo largo de sus brazos en sus manos. Tanto si se trataba de Orisha, de caídos, o de

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élite celestial; Aaron tocó a todos, encendiendo sus esencias moribundas con la fuerza de laredención.

-Ahora ha terminado -Le dijo a ellos, sus cuerpos brillaban intensamente como las estrellas,caídas del cielo durante la noche para mostrar el alcance de su fabulosa belleza.

Camael dio un paso atrás, bañado por el resplandor de su transformación, y Aaron sepreguntó si ¿sólo era temor lo que veía en la expresión de su rostro, o era envidia?

Que los ángeles se hubieran convertido, como sustento para el hambre de un monstruo, yano era una preocupación. Las llamas finales de esplendor divino ya prosperaban en cadauno de ellos.

-Sois libres -Dijo Aaron a medida que se cernía sobre el suelo de la cueva, deleitándose enla experiencia de sus renacimientos. Extendió sus alas de color negro brillante y abrió losbrazos.

-Es hora de volver a casa -Proclamó, y con esas palabras, la oscuridad húmeda, lamisteriosa guarida de Leviathan se llenó con la luz de lo divino, y cualquier rastro del maltodavía vivo dentro de la vivienda del monstruo fue derrotado y aniquilado por la purgade los brillantes rayos celestiales.

Los vivificados ángeles gravitaban hacia el Arcángel Gabriel, orbitando alrededor delMensajero de Dios, bañándolo con sus auras luminosas. A través de la luz, Aaron pudo verque Gabriel estaba volviéndose más fuerte, ganando el sustento de sus hermanosangelicales.

Aaron se sentía en paz mientras veía como las criaturas de los Cielos que tanto habíansufrido se reunían, y dejó que sus angelicales rostros retrocedieran de nuevo dentro de sucuerpo saciado, por ahora. Los sellos arcanos que fueron grabadas en su piel comenzaron adesvanecerse, y sus alas plegadas, se retiraron gradualmente por debajo de la carne y elmúsculo de su espalda.

Ambos, Camael y su perro se le habían unido, sin querer interferir en modo alguno con él,una vez encarcelados en la comunión de los ángeles.

-Ellos están muy felices de verlo de nuevo -Dijo el perro, meneando la cola alegremente.

-Han estado demasiado tiempo sin la compañía de los suyos -Dijo Camael, con los ojosclavados en la escena ante él, y Aaron dudó si el guerrero no estaba de alguna manerahablando por sí mismo también.

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El Arcángel Gabriel fue restaurado a la verdadera gloria, armadura reluciente, como sihubiera sido recién forjada y pulida, las alas del color de la nieve virgen se abrieron en suespalda. La envergadura del mensajero era enorme, y las enroscó en los niños de los Cielos,atrayéndolos hacia sí.

-Tenemos mucho que agradecerte, compañero Mensajero -Dijo el arcángel con una voz ricay poderosa que vibraba en el aire como las notas graves tocadas en un órgano de iglesia. -El monstruo ha sido vencido y nuestra libertad recuperada.

Aaron se quedó sin habla, incluso después de todo lo que había visto en su vida pasada.Las imágenes ante él lo asombraron. Todos ellos flotaban en el aire, Gabriel en el centro desu universo, todos los que habían sobrevivido a su terrible experiencia, envuelto en suabrazo amoroso. Él les estaba guiando de vuelta, el Arcángel Gabriel les estaba escoltandoa casa.

-Sabes que mi bendición te acompaña en tu peligroso viaje, valiente Nephilim -Continuó elángel -Y que tus actos de heroísmo serán comentados en el reino de Dios.

Su perro le dio un empujón, con la cabeza.

-¿Has oído eso, Aaron? -Preguntó con entusiasmo. -Van a hablar de ti, en el reino de Dios.

Aaron acarició a su amigo en éxtasis, aún fascinado por la visión impresionante, delante deél.

-Con estos actos, has hecho mucho por borrar los pecados del Padre y de cumplir con losedictos de la profecía...

Aaron estaba tan absorto en los sonidos melodiosos de la proclamación de agradecimientodel ángel que no captó el significado de la última frase, pero se hundió gradualmente enél, impregnado su cerebro, y las campanas de alarma comenzaron a sonar.

Él ni siquiera había oído las últimas palabras de agradecimiento pronunciadas por elMensajero. El Arcángel Gabriel levantó la cabeza hacia el techo de la cueva, el resplandorcelestial sobre ellos crecía con intensidad. Portadora de la Luz había aparecido en su mano,

y señaló la poderosa hoja hacia el techo de la cueva hacia su celeste destino más allá deltecho de roca y por encima del mundo del hombre.

Aaron embistió hacia adelante, protegiéndose los ojos de la luz cegadora de su ascensión.

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-Espera-. Gritó mientras trataba de encontrar al Arcángel en el radiante espectáculo. -¿Quésabes del pecado del Padre?

Sólo podía más o menos ver el contorno del ángel mensajero en el centro de la bola, en laexpansión, de luz. A través de los ojos entrecerrados, vio que Gabriel le estaba mirando.

-¿Dijiste los pecados de mi Padre? -Aaron le preguntó, queriendo desesperadamente que elemisario del Cielo aclarara lo que había dicho. -¿Sabes quién es mi Padre? Por favor. ..

La luz quemaba tan intensamente ahora que él no tuvo más remedio que dejar de mirar, oquedar ciego.

-Tú eres hijo de tu Padre -Dijo Gabriel en la luz del Cielo. -Al principio no lo vi, pero luegofue obvio.

De espaldas a las criaturas que parecían integradas por luz viva, Aaron pidió respuestas almensajero.

-¡Si sabes quién es, me puedes decir algo, cualquier cosa... por favor! 

Aaron podía sentir la fuerza de los poderes celestiales mientras que los ángeles sepreparaban para el Cielo. Quería nada más que dar la vuelta y tirarse a la luz, para evitarque el Arcángel Gabriel regresara al reino de Dios, hasta que le dijera lo que sabía.

Parecía la orquesta más grande del mundo afinando sus instrumentos todos al mismotiempo. Él sabía que era sólo cuestión de segundos antes de que Gabriel y los demás se

hubieran ido formando esa llanura de existencia, tomando sus valiosos conocimientos conellos.

Aaron cayó de rodillas sobre el suelo de la cueva, tanto física como emocionalmentedrenado.

-Tú eres el mensajero -Dijo, tendiéndole la esperanza de que sería escuchado. -Dame unmensaje... dame algo.

Hubo un repentino destello de brillantez y la caverna se llenó de un silencio sobrecogedor

mientras los habitantes del Cielo regresaban a sus hogares, pero no antes de oír la vozsusurrante del Arcángel Gabriel en su oído.

-Tienes los ojos de tu padre. 

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La gente de Alegría vomitaba. Aaron se imaginó como se debían sentir. No, él no teníaninguna criatura parecida a un cangrejo viviendo dentro de su pecho, pero él acababa derecibir los primeras informaciones sobre su verdadero padre; que la profecía tuviera algoque ver con los pecados de su padre, y que él tenía los ojos de su padre. Él pensó que sepondría enfermo.

Aaron, Camael, y Gabriel se movieron por el camino tortuoso que conducía a la guarida deLeviathan, una de las muchas cámaras que habían sido excavadas en la roca por losesclavos del monstruo marino.

-Impresionante-. Dijo Gabriel. Aaron no podía haber estado más de acuerdo. La gente, quehasta el fallecimiento de Leviathan había estado quitando afanosamente toneladas de rocay suciedad en una tentativa de liberar a la bestia, habían parado su trabajo. Ellos habíandejado caer sus herramientas y estaban inclinados con dolor. Sus cuerpos estabanatormentados con vómitos de las cosas horribles que desde dentro controlaban susacciones.

- ¿Estarán bien? Preguntó Aaron, arrugando su nariz con hastío por los sonidosrepugnantes de la gente.

- Sus cuerpos están rechazando los invasivos huevos de Leviathan -Dijo el ángel guerrero,bastante hastiado. - Imagino que ellos estarán bien. Tan pronto como las criaturas muertasy sus huevos sean expulsados de los cuerpos.

El suelo de la cámara más pequeña era un charco con toda clase de asquerosidades, y losrestos ya en descomposición de las cosas en forma de araña que habían tomado residenciaen sus cuerpos.

Aaron no estaba exactamente seguro de cómo se sentía acerca de lo que había descubierto;no era como si le hubieran dado un número de teléfono o una dirección de casa. Laidentidad del hombre que él había deseado conocer, era todavía un completo misterio, yalgo, en lo cual, realmente no podía permitirse pensar ahora mismo. Él decidió que trataría

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con ello más tarde, cuando las cosas se hubieran calmado, cuando las cosas fueran, denuevo normales. Él se rió de sí mismo, como si su vida volviera, alguna vez a lanormalidad.

- ¿Me pregunto cuánto tiempo, esas cosas, han estado dentro de ellos? Preguntó Aaron

para distraerse, a sí mismo, cuando ellos salieron de la pequeña caverna, su nivel derepugnancia fue en aumento.

- Muy probablemente desde que Verchiel abandonó totalmente su misión santa y seobsesionó con evitar que la profecía se hiciera realidad -Dijo Camael mientras quecaminaban por un arroyo, que él esperaba los llevara a la superficie.

-¿Entonces esto es algo más por lo cual puedo ser culpado?-Preguntó Aaron, sintiendo queel sendero de suciedad del túnel a sus pies comenzaba a inclinarse hacia arriba. Ellossiguieron cruzándose con la gente de Alegría. Muchos de ellos seguían con el esfuerzo depurgar a los invasores de sus cuerpos.

- En cierto modo, sí- Dijo el ángel. - Por ignorar sus tareas, Los Poderosos han permitido alas fuerzas del caos echar raíces en el mundo, creciendo en fuerza sin alteraciones. Meestremezco al pensar en que otros malignos se ocultan en las sombras del mundo.

- Genial -Respondió Aaron con un suspiro pesado. -No querría ser dejado así de fácil. ¿Mepregunto si tengo algo que ver con el calentamiento global? -Preguntó él, sus palabrasreflejaban sarcasmo. -Nosotros podríamos examinar eso.

Gabriel corrió por delante de ellos y había comenzado a ladrar con excitación.

- Casi estamos en la superficie-. Gritó él, esperando hasta que ellos lo alcanzaran, y luegocorrió hacia adelante. El perro estaba tan harto de estar en el subterráneo como estabanellos, imaginó Aaron, y no quiso nada más que aspirar algo de agradable aire fresco.

Ellos surgieron del túnel en la excavación principal, en el corazón de la antigua fábrica debarcos. Aaron notó que la maquinaria de excavación pesada estaba parada, y el únicosonido que se podría oír, en el aire del lugar, era el de las arcadas. Por todas partes habíagente enferma, vomitando.

- Esto es demasiado -Dijo Aaron. -Aquellas cosas deben haber estado viviendo en toda lapoblación de la ciudad.

En un lado de la excavación se había construido un camino para que bajaran loscamiones al agujero. Aaron y sus compañeros usaron el camino de tierra para ascender al

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borde de la excavación, al nivel de la tierra.

Los tres se movieron hacia la puerta que los llevaría fuera de la fábrica y caminaronalrededor de los enfermos. Teniendo cuidado al pasar por encima de los charcos apestososque contenían los cadáveres en descomposición de los niños de Leviathan, Aaron vio a

Katie McGovern y fue hacia ella.-Katie -Dijo él cuando se acercó. -¿Estás bien?

Su conjetura sobre el hombre sucio en la clínica veterinaria de la cueva había sido correcta,su ex novio Kevin estaba con ella, y ambos lo miraron fijamente boquiabiertos, sus cuerposestaban atormentados con escalofríos. Aaron no vio ningún reconocimiento en los ojos deKatie, y él comenzó a sentir miedo.

-¿Qué pasa con ellos? -Preguntó a Camael, que ahora se encontraba a su lado mirándolos

-Están en Shock, me imagino -Dijo el ángel. -Sus mentes intentan adaptarse a los horroresque ellos han experimentado. La mente humana es maravillosa en ese sentido- Dijo élcuando se acerco al ex novio de Katie. Camael extendió la mano y agarró al hombre por labarbilla, mirando profundamente en sus ojos. - Mañana no se acordaran de lo que hapasado. - Dijo, como si intentara conseguir una visión del funcionamiento interior de unser humano. -A la mayoría, les parecerá que han tenido una horrible pesadilla.- Él soltó lacara de Kevin y se fue hacia la puerta.-Es el mecanismo de supervivencia del cerebromortal.

Aaron y Gabriel siguieron al ángel hacia afuera. Estaba amaneciendo. Fuera, el Jefe Dexter

estaba apoyado en su coche patrulla. Él había vomitado en el parabrisas, y parecía como siél no fuera a terminar aún. Aaron rápidamente aparto la mirada.

-¿Entonces ellos no recordarán nada de esto? -Le preguntó al ángel, que ahora andaba azancadas hacia el aparcamiento. Gabriel olió alrededor de los neumáticos de los cochesaparcados, completamente desinteresado por la conversación.

- Ellos recordarán, pero sus mentes perfilarán el acontecimiento en algo que ellos seancapaces de aceptar. No importa lo curioso o poco probable que sea- Contestó Camael. -Escómo funcionan sus mentes. Así fueron diseñados. Y aquellos que recuerden la realidad de

la situación y se atrevan a hablar de ello, serán tratados de locos.

-Bien -Dijo Aaron, un poco desconcertado por la fría interpretación del ángel sobre lapsique humana. Él estaba en silencio, de momento, digiriendo las palabras del guerreroangelical, y decidió que él no lo compartía.

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-¿Si así es cómo funcionan nuestros pobres cerebros humanos, como es que yo no noté todaesta mierda de ángel al comer un atún malo o con una alta fiebre debido a algún virus raroafricano?

El ángel se paró y dio vuelta para mirarme fijamente.-Tú eres un Nephilim -Dijo Camael.Como si eso fuera suficiente respuesta.

-Sí, pero soy todavía humano, ¿verdad? -Dijo Aaron, mirando fijamente al ángel y elmirando fijamente a sus ojos grises acerados.

En las afueras del aparcamiento, esperó que el ángel respondiera. Camael permaneciósilencioso.

-¿Qué tratas de decir? -Pregunto Aaron nervioso.

Fue entonces cuando el ángel habló.

-Tú fuiste engendrado por un ángel. Tú no eres más humano de lo que soy yo.

Se sintió como si hubiera sido golpeado. Aunque profundamente dentro. A Aaron laspalabras de Camael, le parecieron como un puñetazo entre los ojos.

No soy humano, pensó él, permitiendo que el concepto traqueteara alrededor de su

cerebro. ¿Podría su vida ser un poco más extraña?

Él oyó otra vez las palabras finales del arcángel Gabriel, antes de que el ángel hubieratomado el autobús expreso al Cielo. Las palabras sobre su padre.

- El arcángel Gabriel dijo lo que estaba haciendo, ¿la profecía? Está de algún modo unida alos pecados de mi padre -Dijo Aaron al ángel, cuando ellos alcanzaron la verja.

- Sí -Dijo Camael cuando una espada de fuego cobro vida en sus manos. Él cortó la cadenade un solo golpe.

- Y él también dijo que tengo sus ojos. -Camael empujó la puerta y salió hacia el camino.

Aaron se contuvo, esperando que su perro terminara de oler alrededor de un pedazo demaleza.

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-¿Sabes quién es él, Camael?-Preguntó Aaron cuando su perro trotó para unírseles. -¿Mipadre .Tú sabes quién es mi padre?

El ángel seguía caminando por la carretera, se detuvo y se volvió lentamente.

–No, no lo sé -Dijo él, sacudiendo su cabeza.-Pero lo que realmente sé es que él debió habersido un ángel con un poder formidable para haber engendrado a alguien como tú.

Camael siguió su camino.

-Pienso que él acaba de darte un cumplido, Aaron -Dijo Gabriel mientras caminaba junto aél.

Aaron rió ligeramente.

-Pienso que podrías tener razón, Gabe.

Berkely Street estaba mortalmente tranquila, en calma, como estaba el resto de Alegría.Aaron cogió un par de pantalones de chándal y una camiseta del asiento trasero de sucoche y se dispuso a ponerlos sobre su ropa asquerosa y rasgada.

- Creo que tengo una sudadera de sobra-. Dijo él a Camael, mirando fijamente el trajeasqueroso del ángel con una nariz arrugada.

-No será necesario -Dijo él.

Aaron miró con asombro como la suciedad y la mugre acumulada sobre el traje de sucompañero se desvaneció antes sus ojos, dejándolo como si acababa de venir de latintorería. El ángel ajustó su corbata.

- Déjeme adivinar -Dijo Aaron cuando se paso la sudadera sobre su cabeza. -Yo podría

hacer eso, también, si quisiera.

Camael estuvo a punto de responder, pero Aaron levantó una mano para hacerlo callar; élno tenía tiempo o energía para razonar ahora mismo. Él terminó de ponerse el resto de suropa limpia y verificó su reflejo en el retrovisor de su coche. Esto tendría que servir por

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ahora. Era todo lo que él necesitaba, para que la Sra. Provost no lo viera aparecerse como sihubiera estado en la III guerra mundial. Iba a ser bastante difícil de explicar que habíapasado y como ella había terminado encerrada en el sótano.

Camael estudió la casa pintoresca con ojos bizqueados.

-¿Y dices que la anciana te atacó?

-Sí -Dijo Aaron peinando su pelo rebelde con los dedos. -La noqueé y la puse en el sótano.No quise correr riesgo con ella dejando saber a la gente en el pueblo que yo estaba detrásde ellos.

-Tengo mucha hambre, después de estar dentro del vientre de un monstruo -DeclaróGabriel, y se dirigió apresuradamente a la puerta principal. -¿Me pregunto si ella tendráalgún pedazo de carne?

-No si ella ha estado encerrada en el sótano toda la noche, amigo-Dijo él, pasando detrásdel perro y alcanzando el pomo de la puerta.

Estaba abierto, y Aaron traspasó la amplia puerta e inmediatamente reconoció el olor dealgo que se cocinaba, algo que hizo que su estomago protestara y cayó en la cuenta de queGabriel no era el único que tenía mucha hambre.

-¿Sra. Provost? -Llamó él, mirando alrededor del vestíbulo. Curiosamente, no mostrabaningún signo de lucha. Todos ellos se movieron hacia la cocina, había un maravilloso olorde desayuno listo, con Camael cerrando la marcha.

-¿Sra. Provost?-Dijo él otra vez cuando se acerco al marco de la puerta y vio a la vieja mujeren la cocina.

Ella llevaba un delantal y freía algo de tocino. La anciana se dio la vuelta,momentáneamente, en su cocina para sonreírles.

-Buenos días -Dijo ella, levantando la mano vendada para quitarse un mechón de peloblanco en su frente. -Sabía que el olor de comida les atraería.- Ella volvió a trabajar, concuidado por la mano herida.

-¿Qué le pasó a tu mano? -Preguntó él, sabiendo perfectamente que ella se había quemadocon su espada durante la riña. Ella colocaba algunas lonchas de beicon en una servilleta depapel, doblada sobre la cocina, Gabriel fue hacia ella, meneando la cola. Ella procuróterminar con lo que estaba haciendo antes de acariciar al animal con su mano buena.

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-No estoy realmente segura -Dijo ella, frotando las orejas del perro. -Creo que tuve unaccidente, bajando al sótano, anoche-. Dijo distraídamente, esforzándose por recordar quele había pasado. -Debo haberme golpeado inconscientemente y tocado algo caliente en elhorno.

Ella peló más tiras de la carne del paquete para el desayuno y las puso en la cacerolagrasienta.

-Incluso me quedé encerrada dentro -Dijo ella con una risa. -Lo bueno fue que encontréuna llave maestra de repuesto o yo todavía estaría encerrada.- La anciana se aseguraba deque el tocino estuviera alineado directamente en la cazuela. -Probablemente debería ir aver al doctor para descartar la conmoción cerebral o algo - Añadió ella.

Gabriel se acostó en el suelo a sus pies, mirándola fijamente con adoración.

Aaron dio vuelta y miró a Camael detrás de él. El ángel había tenido razón. El cerebro de laSra. Provost había hecho exactamente lo que él describió. Había intentado racionalizar laextraña situación, dirigiéndose a algo que sería demasiado difícil para explicar ocomprender.

Sra. Provost bajó su tenedor y rebuscando en el frigorífico, todo el rato bajo el ojo vigilantedel Labrador.

-Yo estaba a punto de cocinar algunos huevos -Dijo ella, abriendo la puerta delfrigorífico.

-Mi padre siempre solía decir que un gran desayuno podía curar cualquier enfermedad-Dijo ella, cogiendo huevos frescos. -Pienso que hoy podría ser un buen día para seguir suconsejo.

Camael no podría volverse él mismo invisible esta vez, y Aaron la capturó mirandofijamente al gran hombre viejo detrás de él. Demasiado obstinada para preguntar suidentidad. Ella esperaría hasta que él le explicara quien era Camael.

-Este es mi amigo -Dijo él a modo de introducción-. Con quién tengo un negocio en

Portland- Ella cabeceó despacio, recordando la conversación que ellos habían tenido laprimera noche en la cena. -Él regresó esta mañana -Explicó él.

Camael estaba silencioso, estudiando a la anciana tal como ella lo estudiaba.

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-¿Se queda él para el desayuno? -Preguntó ella, retirando los huevos del fuego.

Aaron estuvo a punto de responder por el ángel.

Camael de pronto habló por sí mismo.

-Comeré patatas fritas -Dijo él, dejando a Aaron perplejo con su respuesta.

La Sra. Provost completamente desconcertada por la petición del ángel. Abrió la puerta delhorno.

Un nuevo aroma delicioso se extendió desde horno con una explosión de calor. Había algodentro cocinándose en papel de aluminio.

-No tengo patatas fritas, pero, qué le parecen unas patatas asadas caseras. ¿Le gustan? -Preguntó ella.-Mi marido, que descanse en paz, solía decirme que hago la mejor comidacasera de Nueva Inglaterra.

Ella usó un guante de cocina, con dibujos de plátanos, para sacar la fuente del horno.

-Si te gustan las patatas fritas, vas a adorar estas -Dijo Aaron al ángel. Su boca comenzabaa babear.

-Entonces voy a comer las patatas asadas-Dijo él, mirando la fuente de encima de la cocina.

Era todo bastante extraño y bastante asombroso, Aaron reflexionó cuando él terminó de

dar a Gabriel su desayuno y miró a la amable anciana experta en escachar el último de loshuevos en el sartén, haciendo el desayuno como si fuera cualquier día de la semana. Eradifícil para él adaptar su cerebro al concepto. Hace menos de dos horas él había estadoluchando por su vida contra una fuerza que muy bien podría haber amenazado al mundo,pero aquí está él ahora, sentado alrededor de un gran desayuno de tocino, huevos ypatatas asadas. El conocimiento de que su vida había cambiado radicalmente con la fuerzade una ráfaga atómica y con cada nuevo día, parecía cambiar cada vez más. Aaron sepreguntó si él alguna vez se acostumbraría a ello, si alguna vez sería tan mundano comopara sentarse a comer el desayuno.

Echó un poco de sal en sus huevos. Él miró al ángel Camael cuando cogió las patatasasadas y comenzó a masticar. Con una mirada que sólo podría ser descrita como laextensión del placer a través de su cara con barbita. Él con gula comenzó a comer.

¿Alguna vez su vida sería normal otra vez? él se lo preguntó, mirando como un ángel del

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Cielo consumía un plato de patatas asadas al lado de él.

Él seriamente lo dudaba.

―Te extraño. Con Amor Aaron‖. 

Aaron se recostó en la silla de escritorio, contemplando las últimas palabras que él habíaescrito en su correo electrónico a Vilma. ¿Es demasiado fuerte? él se preguntó, sus dedosestaban sobre el teclado, mientras trataba de decidir. Sus sentimientos por la muchacha nohabían cambiado, y cuanto más tiempo pasaba lejos de ella, más fuerte eran lossentimientos hacia ella.

Una tristeza demasiado familiar cayó sobre él, se preguntó si alguna vez volvería a ver a labonita muchacha brasileña otra vez. Él sabía que estaba lejos de ella por su propio bien.Verchiel seguramente pensaría en usarla contra él, pero una parte egoísta quería estar conella, no importaban las consecuencias.

Aaron leyó rápidamente el correo electrónico otra vez, sonrío con satisfacción en como deaburrido sonaba todo. Si hubiera podido escribir parte de lo que había estado haciendo...―Te extraño. Con Amor Aaron‖. 

Él se preguntó que estaría haciendo Vilma en este mismo momento. Era temprano en lamañana del domingo, y adivinaba que ella probablemente no estaba despierta aún. Éltampoco lo habría estado, pero ellos tenían que moverse y continuar su búsqueda deStevie. Él siempre le había gustado dormir hasta tarde los domingos, leyendo The Globecon un vaso grande de leche y un par de Dunkin' Donuts que su padre adoptivocompraba. Pero eso era entonces.

Aaron leyó por última vez el correo electrónico y lo consideró perfecto. ¿Qué tengo queperder? Él pulsó sobre el botón de Enviar y miró su carta desaparecer en el espacioelectrónico. No había vuelta atrás, ahora, pensó. Ahora, tenía que seguir adelante y al final

de aquel camino esperaba encontrar a su hermanito, y tal vez la posibilidad de una vidanormal, si el cumplir una antigua profecía no conseguía matarlo primero.

Gabriel y Camael habían comenzado a cargar el coche. Aaron estaba a punto de apagar elordenador cuando la Sra. Provost apareció en la entrada de la diminuta oficina.

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-No lo apagues aún, -Dijo ella. -Yo pensaba enviar un email a mi hijo.

Aaron se levantó e hizo señas para que ella se sentara.

-Será agradable. Estoy seguro que le gustaría tener noticias tuyas.De pronto se preguntó si pudiera haber sido Leviathan el que le había impedidomarcharse de Alegría todos estos años.

-Maldita cosa probablemente estallará en mi cara -Dijo ella, frunciendo el ceño alordenador cuando se sentó delante del monitor.

-Lo harás bien -Dijo él. Entonces recordó que no le había pagado a la mujer, su estancia, ymetió la mano en su bolsillo para darle el dinero. -Ah, antes de que se me olvide- Dijo éldándole el dinero.

Ella lo cogió de su mano y comenzó a contarlo.

-Me das demasiado -Dijo ella, devolviendo más de la mitad del dinero efectivo.

-Dijiste que era ...

-¿Me estás llamando mentirosa, Corbet?-Dijo ella interrumpiéndolo, más enfadada quecuando se había puesto delante del ordenador.

Aaron sabía que estaba al borde de un verdadero problema.

-No, es lo que dijiste.

-No importa lo que dije. Esto es suficiente- Ella retuvo el dinero que había cogido, luego lodoblo y lo guardó dentro del bolsillo delantero de sus antiguos vaqueros. -Disfruté con tucompañía, y con la de tu perro también, aunque él sea un poco cerdo, si me preguntas.

Aaron se rió.

-No tienes que decírmelo. El chico ha sido así desde que era un bebé. Su estómago es unpozo sin fondo

Ambos se rieron.

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-Bien, tengo que ponerme en camino -Dijo Aaron. - Cuídate, Sra. Provost -Dijo él, con ungesto de despedida en la puerta de la oficina.

-Igual tú, hijo -Dijo ella. -Tú y ese perro tuyo, vuelvan a visitarme, por aquí otra vez ytraigan a su hermoso amigo también.

Aaron se dirigió a la puerta principal, escuchando los dedos de la anciana moviéndose enel teclado. Que sonaba como si ella lo estaba haciendo bien, pero cuando él abrió la puerta,escuchó su maldición y amenazando al equipo con arrojarlo a la basura. Rió suavemente, éldio un paso fuera de la casa para unirse a sus amigos.

Aaron pasaba por debajo del arco de flores, hacia su coche, cuando vio a Katie McGovern.Ella estaba vestida con una camiseta holgada, blanca y unos pantalones cortos de correr. Elveterinario acariciaba a Gabriel, verificando su mordedura. Aaron notó que su manoestaba vendada también.

-¡Hola!-Dijo él, acercándose.

-¡Hola!-Contestó ella. -Estaba corriendo y vi a Gabriel en el patio. Él me pidió que viniera aacariciarlo. Se curó bastante rápido, ¿verdad?-Indicó ella, acariciando con su manovendada a lo largo del lomo del perro.

-No le dije nada- Se quejó Gabriel, mirándolo con aire de culpabilidad, con su lenguacolgando.

Aaron no hizo caso al perro.

-No pienso que haya sido tan malo como se veía y además, él tenía el mejor veterinario dela ciudad cuidando de él. ¿Cómo podría él no curarse milagrosamente? -Preguntó él,riéndose en silencio. Ambos acariciaban al Labrador, y el animal estaba en la gloria.

-¿Entonces te vas?-Dijo ella, mirando su vehículo. Él miró donde ella miraba fijamente yvio que Camael había tomado ya su lugar en el asiento delantero, esperando conpaciencia.

-Sí, tengo que atender algunos asuntos -Dijo él, acariciando a Gabriel.

-¿Es el amigo que esperabas? -Preguntó, haciendo señas con su barbilla hacia el coche, y ala parte posterior de la cabeza de Camael.

-Es él. Regreso de Portland ayer -Mintió él.

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-¿Nada de lo que yo pueda decir haría que te quedaras a ayudarnos a Kevin y mí con elconsultorio, ¿Verdad?-Preguntó ella , sabiendo cuál sería su respuesta.

-¿Tú y Kevin ...Eh? -Preguntó Aaron, con una risa picara en su cara.

- Sí -Dijo ella, acariciando las orejas de Gabriel. -Desde que él regresó, hemos estadomucho tiempo juntos y hemos decidido intentarlo de nuevo.- Katie se encogió. - Loveremos con el tiempo. ¿Entonces adivino que tu respuesta es no?

Camael se giró en su asiento y le dirigió una mirada intensa. Incluso la paciencia de unángel tiene sus límites, pensó él. Se dirigió hacia el coche.

-Lo siento -Dijo, abriendo la puerta de atrás del Toyota para que subiera Gabriel.

-Todavía hay algo que tengo que hacer, pero gracias por el ofrecimiento. - Él pensó en suhermanito todavía en las garras del asesino de ángeles y sintió su pulso acelerarse. El perrosaltó al asiento trasero, y cerró de golpe la puerta.

- Eres bueno, Aaron -Dijo ella, con las manos sobre sus caderas. -Si alguna vez necesitasuna carta de recomendación para la escuela o algo, puedes contar conmigo, ¿okey?

- Gracias -Dijo él, abriendo la puerta de conductor. -Ahora cuídate. Espero que todo seresuelva entre tú y Kevin.

Aaron se sentó detrás del volante y cerró de golpe la puerta del Toyota, Katie lo paró

bruscamente.

-La otra noche -Dijo ella, con los ojos muy abiertos. Se mojó sus labios nerviosa. --¿Tú sabesqué pasó, no es así?- Katie jugó, nerviosa, con la venda de su mano.

Aaron examinó sus ojos y le dijo que él no sabía de qué estaba hablando, pero élsospechaba que ella no le creía.

-Una pequeña voz en mi cabeza me dice que debo agradecerte algo... pero por mi vida,que no sé por qué.

Él giró la llave y arrancó el coche.

-No tienes nada que agradecerme-. Dijo él, sacudiendo su cabeza, sintiéndose un pocotriste porque se marchaba. La ciudad de Alegría realmente había comenzado a gustarle. Su

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Era un sueño, pero parecía real.

La noche era fresca, aunque ella podía sentir el calor de la arena, calentada por el solimplacable del día, debajo de sus pies desnudos, mientras huía a través del desierto.Parecía tan real, como si fuera una parte de un recuerdo. De hace, mucho tiempo.

Su corazón latía rápidamente en su pecho, se volvió para contemplar la ciudad que ardía alo lejos. De alguna manera sabía que su nombre era Urkish. El cielo sobre el primitivodesierto de la ciudad se había vuelto negro, como el humo de los edificios de paja y barroquemándose, que se elevaba hasta ocultar las estrellas. Podía oír un sonido, en tono alto, elsonido era como un quejido a cierta distancia, tuvo que taparse los oídos para no oírlo. Eracomo graznidos de pájaro, cientos de pájaros enojados y se encontró con que estabaempezando a tener miedo del sueño. Habría dado cualquier cosa por una noche dedescanso sin sueños. Pero no era así.

Alguien la llamó, y recordó que no estaba sola. Otras ocho personas habían huido de

Urkish con ella. Otros ocho habían escapado de... ¿de qué?, se preguntó. Una chica, nomayor que ella, vestía una capa hecha jirones, con capucha, le hizo un gesto desesperadopara que la siguiera. Había miedo en sus ojos. ¿De qué tienen miedo? ¿Qué es lo que nosha expulsado de la ciudad? Quería saber, necesitaba saber.

-Rápido- Dijo la muchacha en una lengua que ella nunca había oído hablar. Aunque podíaentenderlo.

-Tenemos que perderlos en el desierto-. Dijo la muchacha cuando ella se volvió de nuevo alos demás, su capa andrajosa ondeando con la brisa del desierto. -Es nuestra única

oportunidad-. Empezaron a correr, huyendo a través de las dunas, pero ¿de qué? sepreguntó de nuevo el soñador.

Volvió su atención hacia la ciudad. ¿La respuesta estaba allí? Las llamas eran altas, ycualquier apariencia de civilización, que una vez hubo allí, se había perdido por la

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devastación de las llamas.

Los otros la llamaban, sus voces eran ahogadas por la distancia, arrastradas por el viento.Le rogaron que les siguiera, pero ella no se movió, sus ojos estaban fijos, en la ciudad enllamas.

La tristeza la envolvió mientras veía quemarse la ciudad, como si Urkish fuera de algunamanera importante para ella. ¿Era algo más que un lugar con el que había soñado? ¿Acasotenían algún tipo de significado especial para ella?

Golpeó el suelo de arena con sus pies, la frustración explotó en su interior.

-Quiero despertar-. Gritó al desierto. -Quiero despertar ahora-. Cerró sus ojos,disponiéndose a sí misma a aflorar a la superficie de la conciencia, pero el mundo de lossueños la mantenía en sus garras.

Los horribles gritos sonaron de nuevo en sus oídos, y ella abrió los ojos. Ella los viovolando desde la ciudad en llamas, sus alas avivaban las nubes de humo negro a medidaque subían. Había cientos de ellos, e incluso desde esa distancia podía ver que estabanvestidos con una armadura de oro. Ella sabía lo que eran. Incluso desde que era una niña,la habían llenado de asombro y alegría. Ella les había creído sus guardianes, y creía quenunca permitirían que ningún daño le pasara.

Sin aliento los vio volar ahora, sumergiéndose y emergiendo de las ruinas, en llamas de laciudad. Sabía que había tenido antes este sueño, pero por su vida que no podía recordarpor qué los ángeles estaban en Urkish.

-Han venido a matarte-. Dijo un susurro en el desierto, y ella sabía que la voz tenía razón.Ahora volaban más allá de la ciudad, sobre el desierto, buscando. Buscándola a ella.Empezó a correr, pero la arena, le impedía avanzar. Su corazón martilleaba por el esfuerzomientras trataba de alcanzar a los demás. Lo recordaba ahora. Recordó que las criaturas sehabían bajado del cielo, con fuego en las manos y provocaron la masacre. Recordó lamasacre. Sus pensamientos volvieron con imágenes de violencia mientras que ella luchabapor subir una duna, la arena le dificultaba el avance.

Ellos estaban más cerca, demasiado cerca. El aire se llenó con los sonidos de las alas

batiendo, y los gritos de las aves enojadas.

No, no eran del todo pájaros.

Llegó a la cresta de la duna. Era lo único que podía hacer por los otros. Les gritó, pero el

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sonido de su voz fue ahogada por el aleteo. Se volvió hacia ellos, para ver lo cerca queestaban.

Y estaban allí, descendiendo del cielo, descendiendo del Paraíso, chillando por su sangre.

Ángeles.¿Cómo podía haber amado a criaturas tan insensibles y crueles?

Vilma se despertó de la pesadilla, con un grito en los labios. Todavía podía sentir el vientoen su cara mientras se la llevaban hacia el cielo nocturno, mientras que las espadas defuego atravesaban su carne.

Comenzó a llorar, escondiendo su cara en la almohada para que su tía y su tío no laoyeran. Ya la habían cogido dos veces llorando esta semana y habían empezado apreocuparse. No podía culparlos.

Ocultando sus emociones, Vilma levantó la cara de la almohada y captó algo por el rabillodel ojo. Fuera de la ventana, de su dormitorio, había un árbol, y por un brevísimo instantehubo algo en ese árbol, algo inquietantemente familiar, que la había estado observando.Fue entonces cuando Vilma se convenció de que su tía y su tío estaban en lo cierto: ellatenía algún tipo de problema mental, y probablemente debía buscar ayuda. Que otra cosapodía ser aparte de tener horribles sueños. Y ver ángeles por su ventana.

Su cuerpo estaba cubierto por una armadura de color sangre, Malak, el cazador, se deslizóa través de la guarida de la bestia, buscando el olor de su presa. Se quitó el guante de colorrojo de su mano y se arrodilló ante la ceniza que quedaba del monstruo marino. Malakhundió su mano desnuda en los restos de la bestia, y con la misma rapidez la retiró. Elcazador olfateó el residuo que se aferraba a sus dedos. Su sentido del olfato buscó un rastrodel elegido que perseguía su amo. Estaba cazando a una presa especial, una que habíasignificado algo importante para él hacía mucho tiempo, en otra vida, antes de que fueraMalak. Había un rastro de la presa en su mano, pero no lo suficiente.

Sentía que había magia en el aire, hechizos para enmascarar las idas y las vueltas de suenemigo, pero no lo suficientemente buenos como para enmascararlas de su talento. Su jefeVerchiel lo había bendecido con la habilidad de rastrear a cualquier presa y las habilidadespara vencer a miles de ellos. Él era el cazador, y nada le impediría hacerse con su presa.

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